Adolesentes y Jovenes

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1 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.

N) 16 de Diciembre 2022

El cristianismo: ¿tradición o realidad? Lección nº1

Objetivo del estudio: Explicar la importancia de tener una relación personal con
Jesús. Que los jóvenes salgan deseosos de vivir con Cristo y para Cristo.

Preguntas para introducir el tema:

 ¿Cómo describes tu relación con Dios?


 ¿Asistes a la iglesia por costumbre, por obligación o porque realmente lo
deseas?
 ¿Has sentido la presencia de Dios en tu vida? ¿Buscas su presencia cada día?

Versículo principal: 1 Juan 5:11-12


Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su
Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene
la vida.
(1 Juan 5:11-12)

Versículos de apoyo: Josué 24:14-15; Juan 8:12; Juan 10:9-15; Filipenses 1:9-
11. Encontramos los beneficios que nos trae una vida relacionada con Dios,
cuando esa relación se va profundizamos se transforma en una comunión diaria
entre nosotros y Dios. Leer San Juan 15:1-17 para tener en cuenta “permanecer
y vosotros sois mis amigos”
Como ministro usted tiene que responder a las preguntas sobre este tiene y la
libertad de agregar más revelación al material de estudio según lo que el
Espíritu le aporte…

¿Por medio de que puedo tener esta relación con Dios? Leer San Juan 14:6,
San Juan 3:16-21 Compartir lo que se entiende…

P/D… Lo que nos conecta con Dios padre es la direccionada en Cristo.

La definición de la fe en la Biblia Lección nº2

¿Qué es la fe según la Biblia?


La Biblia define la fe como la completa seguridad de que obtendremos algo que
ni siquiera podemos ver. Los hijos de Dios esperamos con confianza y paz
porque sabemos en quién hemos creído. Por supuesto, nuestra fe está puesta
en Dios y mientras más nos acercamos a él, más crecemos en la fe.

1. Es tener certeza
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
(Hebreos 11:1)
Como cristianos, nuestra fe está basada en la certeza de que Dios (el objeto de
nuestra fe), hará lo que esperamos a su manera y en su tiempo. No pedimos al
azar como niños malcriados o antojados. Pedimos de acuerdo con su voluntad y
basamos nuestras peticiones en lo que agrada a nuestro Dios.
Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán
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2. Agrada a Dios y muestra confianza en sus promesas


En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a
Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.
(Hebreos 11:6)

Cuando decimos que tenemos fe en Dios afirmamos que él es real en nuestras


vidas y que es quien puede conceder nuestras peticiones y sueños más
profundos. Esta afirmación agrada y alegra el corazón de nuestro Dios. Esa fe en
él confirma que sabemos que él tiene todo el poder para concedernos lo que
anhelamos hoy, y también para darnos la vida eterna.

3. Es nuestra respuesta a la revelación de Dios


Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de mí no hay ningún Dios. Aunque tú no me
conoces, te fortaleceré, para que sepan de oriente a occidente que no hay ningún
otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay ningún otro. (Isaías 45:5-6)
Dios nos afirma en su Palabra que no hay ningún otro Dios. Pero él no se queda
solo con las palabras. Él va más allá y se revela a nosotros. Si estamos atentos y
le damos una oportunidad, podremos experimentar su toque en nuestros
corazones y la fortaleza que él nos concede para vivir una vida que demuestra
que él es el Señor de nuestras vidas.

¿Cómo se adquiere la fe?

1. La fe es un regalo de Dios
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de
ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.
(Efesios 2:8-9)
Dios puso fe en el corazón del ser humano. El ser humano decide dónde
deposita esa fe. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús escogemos creer que su
venida a la tierra, sus milagros y su sacrificio en la cruz fueron una realidad y
abrieron la puerta para que recibamos la salvación y la vida eterna.

2. Dios nos ha dado a todos: una medida de fe


Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto
de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con
moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado.
(Romanos 12:3).
Tener fe requiere humildad, vernos tal como somos: humanos y finitos. Dios nos
da una medida de fe a través de la cual reconocemos nuestra necesidad de él.
Podemos aumentar esa fe a la medida en la que le dejamos obrar en nuestros
corazones y transformarnos más a su imagen, es la fe la que nos acerca cada
día más y más a tener una relación personal con Dios, como Padre y con Jesús
como nuestro salvador y crea esa comunión por medio de su Espíritu Santo en
cada uno de nosotros. Siempre que vallamos a Dios tiene que ser con nuestro
corazón humillado y pidiendo que sea quitado todo obstáculo y se desocupe
nuestro corazón para que Dios pueda darnos lo que él tiene para nosotros.
3. Debemos confesar a Jesús como Señor y Salvador

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


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Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es
el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para
ser salvo. (Romanos 10:8-10)
Nuestra fe comienza en lo más profundo de nuestro corazón. Una vez Jesús es
el Rey de nuestra vida, su amor nos impulsa a hablar y a compartir lo que Dios
ha hecho en nosotros. Luego, según vamos creciendo en nuestro andar con
Jesús, la fe se manifiesta a través de nuestras acciones, palabras y decisiones,
hasta volverse una cultura de Reino y ser en nosotros un estilo de vida.

4. Creyendo que las promesas de Dios son verdaderas


Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de
Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios.
(2 Cor.1:20)
Las promesas de Dios se cumplieron en Jesús. El ministerio de Jesús en la tierra
fue un ministerio de poder, predicación, sanidad y salvación. Podemos confiar
tranquilamente en que Dios sigue cumpliendo sus promesas. Él todavía quiere
sanar, perdonar y salvar y por medios de nosotros discipular. Podemos
proclamar algo en el nombre de Jesús y decir «amén» (así sea) sin dudar
porque Dios sigue siendo fiel, sigue siendo el mismo Dios.
¿Quieres saber más sobre la fe? Realice una búsqueda en su Biblia de
versículos que hablen de la fe.

¿Cuál es la importancia de la fe?

1. Por fe recibimos el perdón y la salvación


Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que
cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Dios nos amó tanto que envió a su propio hijo, Jesús, a morir por nosotros. Al
poner nuestra fe en Jesús y creer en él, recibimos el perdón de nuestros
pecados y pasamos a tener vida eterna, es el comienzo de una vida con Dios en
Dios y para Dios.

2. Cristo habita en nuestros corazones por fe


Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas
riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite
en sus corazones. (Efesios 3:16-17)
Por fe decidimos abrir nuestros corazones a Jesús. Su Espíritu viene a morar en
nosotros y nos fortalece en todo, y una vida en el espíritu comienza a formarse.
Leer este pasaje de las escrituras. Gálatas 5: 22-26

3. Nos ayuda a vencer al mundo y nuestras tendencias carnales


...porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria
que vence al mundo: nuestra fe. (1 Juan 5:4)

A través de nuestra fe en Jesús logramos vencer las tentaciones y la tendencia


al pecado. Nos da fuerzas para elegir agradar a Dios en lugar de intentar

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


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consentir todos nuestros deseos que son impulso de nuestra carne. Leer.
Gálatas 5:16-21

4. Nos protege y nos ayuda a permanecer firmes

Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar
todas las flechas encendidas del maligno. (Efesios 6:16)

Dios no nos deja batallar solos Él nos provee la armadura que necesitamos para
vencer en la batalla espiritual. El escudo del que nos habla este versículo era un
escudo grande que usaban los soldados romanos para la avanzada. Cuando
intentamos avanzar en nuestro andar con Jesús pueden surgir dudas y ataques
por varios frentes. Si te aferras bien al escudo de la fe y aprendes a usarlo,
lograrás apagar esos ataques del maligno.

5. Abre la puerta para que experimentemos milagros

― ¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. ―Rabí, quiero ver —
respondió el ciego―Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al
momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.
(Marcos 10:52)

La fe nos da la certeza de que Dios puede hacer hasta lo que parece imposible.
Abre la puerta para que Dios obre, ya que le pedimos libremente y con
confianza. Por fe nos acercamos a él para que intervenga en todas las áreas de
nuestra vida.

6. Nos transforma y nos ofrece un nuevo comienzo


Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha
pasado, ha llegado ya lo nuevo! (2 Corintios 5:17)

Gracias a nuestra fe somos nuevas criaturas. Lo viejo queda atrás, podemos


comenzar de nuevo llenos de esperanza, aferrados al Señor. La fe nos capacita
para mirar adelante con la paz del que sabe que está en las mejores manos.

Recuerda que para poder tener fe en Dios debes conocerle y cultivar tu amistad
con él. Pasa tiempo con Dios, busca aumentar tu fe. No te arrepentirás.

La vida de Jóvenes que nos relatas la Biblia. Lección nº3

Objetivo del estudio: Hablar sobre José, Ester y Daniel, tres jóvenes que
permanecieron fieles a Dios en medio de circunstancias muy difíciles. Inspirar a
los jóvenes a seguir el ejemplo de José, Ester y Daniel.

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


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Preguntas para introducir el tema:


 ¿A quiénes consideras buenos modelos a seguir?
 ¿Qué cualidades te gustan de esas personas y por qué piensas que son
cualidades importantes?
 ¿Cuáles valores resaltan en la juventud de hoy?
 ¿Cuáles son los valores más importantes para ti?

Versículo principal: 1 Timoteo 4:12


Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un
ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.
(1 Timoteo 4:12)
Versículos de apoyo: sobre la vida de José - Génesis 37, 39 y 50 / Ester - Ester
2 y Ester 4 / Daniel - Daniel 1 y Daniel 6.
Leer los pasajes mencionados y buscar entre todos: actitudes, conductas y lo
que le llame la atención de la vida de cada uno de estos ministros de Dios.
La historia de José y los sueños
José era uno de los doce hijos de Jacob y, según dice la Biblia, el favorito de su
padre. Cuando José tenía diecisiete años de edad su padre le regaló una túnica
de colores. Los hermanos ya estaban resentidos con él debido a que José le
contaba a su padre las cosas malas que ellos hacían. La túnica vino a aumentar
el rencor en ellos. Como si fuera poco, José tenía un don especial: Dios le
revelaba a través de sueños cosas que sucederían en el futuro.
Los sueños proféticos de José: Encontramos la historia bíblica sobre José en
el libro de Génesis 30:22-24; capítulos 37 y del 39 al 50). Leer y comprender lo
que se dice sobre José
En su juventud, José tuvo dos sueños relacionados con él y su familia y
decidió contarlos.
En el primer sueño él se vio en el campo junto con sus hermanos atando
gavillas (conjunto de ramas). De repente, su gavilla se levantó muy recta
mientras que las gavillas de sus hermanos se inclinaban frente a la suya.
En el segundo sueño José vio el sol, la luna y once estrellas - que
representaban a sus padres y sus hermanos - inclinándose ante él. Como es de
esperar, ninguno de los dos sueños les sentó bien a sus hermanos. El enojo y la
envidia crecieron en sus corazones así que comenzaron a tramar la forma de
deshacerse de José. Su padre, sin embargo, reflexionaba sobre esos sueños.
La realidad es que ambos sueños venían de Dios y hablaban de algo que llegó a
cumplirse con el pasar de los años. Luego de soportar muchos pesares e
injusticias José llegó a ser alguien muy importante y toda su familia tuvo
que inclinarse ante él.

José el soñador, vendido como esclavo


En una ocasión, los hermanos de José estaban en otro lugar apacentando las
ovejas. Jacob, el papá, envió a José a ver si sus hermanos y el rebaño estaban
bien. Cuando los hermanos vieron a José el soñador - como le llamaban - de
lejos, vestido con su túnica de colores, comenzaron a tramar un plan. ¡Querían
deshacerse de él (Génesis 37:12-36)!

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


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La idea original era bastante malvada lo cual nos revela la condición del corazón
de algunos de sus hermanos:
Se dijeron unos a otros: Ahí viene ese soñador. Ahora sí que le llegó la hora. Vamos
a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal
salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños! (Génesis 37:19-20)

Sin embargo, Rubén - el hermano mayor - se opuso a que le hicieran daño a


José. Él propuso que lo arrojaran a una cisterna y lo dejaran allí, en realidad, su
plan era venir luego a rescatar a su hermano y llevarlo de vuelta a casa, con
vida.
Pero el plan tomó un giro inesperado cuando los otros hermanos vieron una
caravana de mercaderes madianitas que se dirigía a Egipto. Judá, uno de los
hermanos, sugirió no matar a José, sino venderlo y así lo hicieron. Así fue
como José se encontró vendido como esclavo y camino a Egipto.
Los hermanos tomaron la túnica de colores de José y la empaparon con sangre
de cabrito. Al llegar a casa le hicieron creer a su papá, Jacob, que José había
muerto devorado por un animal salvaje.
Por su parte, los madianitas al llegar a Egipto, vendieron a José por segunda
vez. Allí lo compró un funcionario de faraón y capitán de la guardia llamado
Potifar.
José comenzó a trabajar para él y todo lo que hacía salía bien, algo que no pasó
desapercibido. Por esta razón, Potifar decidió nombrar a José mayordomo de su
casa y administrador de sus bienes.

Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento
en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del
Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el
campo. (Génesis 39:5)
La casa prosperaba y todos estaban contentos. Lo único que Potifar no
compartía con José era, obviamente, su mujer. Por desgracia, la mujer de Potifar
se antojó con seducir a José y ahí comenzaron los problemas. José no cedía al
acoso y ella lo perseguía. Un día, cuando todos los que trabajaban en la casa
estaban en otro lugar, la mujer aprovechó para acercarse a José y agarrarlo por
la ropa. Él salió corriendo porque tenía temor de Dios y porque no quería causar
pesar a Potifar, al salir corriendo dejó su manto en las manos de la mujer.
Ella, despechada, decidió contar la historia a su manera. Llamó a los siervos de
la casa gritando y les enseñó el manto de José diciendo que él había intentado
aprovecharse de ella. Cuando el marido llegó, ella le contó la misma historia y él,
enfurecido, mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del
rey.
José, el intérprete de sueños
La Biblia dice en Génesis 39:20-21 que «aun en la cárcel el Señor estaba con él
y no dejó de mostrarle su amor». José se ganó con facilidad la confianza del
guardia de la cárcel y este lo puso como encargado de todos los prisioneros y de
todo lo que se hacía allí.
Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de
la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.
(Génesis 39:23)
Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán
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Una vez más, tal y como había sucedido con Potifar, José vio cómo Dios le
daba gracia ante los ojos de la persona encargada.
Luego de un tiempo, el faraón se enojó con dos de sus funcionarios, el jefe de
los coperos y el jefe de los panaderos. Los envió a prisión, a la misma cárcel
donde estaba José. Una noche, tanto el copero como el panadero tuvieron un
sueño.
Por la mañana, José los notó algo inquietos y les preguntó qué les pasaba. Ellos
le confesaron que habían tenido dos sueños y que no encontraban a nadie que
pudiera decirles el significado de estos. José les contestó lleno de confianza en
Dios:
¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me
cuentan lo que soñaron? (Génesis 40:8b)

El sueño del jefe de los coperos


El primero en relatar su sueño fue el jefe de los coperos. Él vio en su sueño una
vid con tres ramas que comenzó a florecer y produjo uvas. Se vio a sí mismo
sosteniendo la copa del faraón, exprimiendo uvas antes de entregar la copa a su
jefe. José le dijo que el sueño significaba que en tres días el copero sería
indultado y volvería a su trabajo anterior como copero del faraón.
José aprovechó para pedirle al jefe de los coperos que cuando regresara a su
trabajo, se acordara de él. Su deseo era que intercediera por él ante el faraón.
Quizás así el faraón mostraría misericordia al darse cuenta de que había sido
injusto con José y le permitiría salir de la cárcel.

El sueño del jefe de los panaderos


Cuando el jefe de los panaderos vio que la interpretación para el copero era
positiva, se llenó de valor y le contó su sueño a José. En el sueño, él se había
visto con tres canastas de pan sobre su cabeza. En la canasta de arriba había
un gran surtido de repostería, pero las aves venían y se comían lo que había en
las canastas.
José le dijo que en tres días el faraón lo mandaría a decapitar colgándole de un
árbol. Las aves vendrían y devorarían su cuerpo. Al cabo de tres días sucedió
tal y como José había dicho: el jefe de los coperos volvió a su trabajo, pero
ahorcaron al jefe de los panaderos.

Los sueños del faraón


Pasaron dos años. José ya tenía treinta años y permanecía preso. Una
noche, el faraón tuvo dos sueños. En el primero él se encontraba de pie junto al
río Nilo. De pronto vio siete vacas gordas y hermosas que salieron del río y se
pusieron a pastar. Detrás de ellas salieron otras siete vacas que eran muy flacas
y feas y estas se comieron a las primeras. Pero aun así ni engordaron ni se
vieron más fuertes.
En el segundo sueño el faraón vio siete espigas de trigo grandes y hermosas
que salían de un tallo. Tras ellas brotaron siete espigas muy delgadas y
quemadas. Al igual que había visto en el sueño de las vacas, las siete espigas

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delgadas se comieron a las más grandes, pero permanecieron igual de delgadas


y quemadas.
El faraón se levantó preocupado y envió a llamar a todos los magos y sabios de
Egipto, pero ninguno logró interpretar sus sueños. Fue en ese momento que el
copero del rey se acordó de José. Le contó al faraón cómo José había
interpretado correctamente su sueño y el del panadero dos años atrás. El faraón
mandó a llamar a José y fueron a buscarlo a la cárcel.

José interpreta los sueños del faraón


José se afeitó, se arregló bien y se presentó ante el faraón. Este le comentó que
se había enterado de que José interpretaba sueños. Una vez más, tal como
había hecho frente al copero y al panadero, José le dio la gloria a Dios.

No soy yo quien puede hacerlo —respondió José—, sino que es Dios quien le dará al
faraón una respuesta favorable. (Génesis 41:16)
El faraón le contó sus sueños a José y él los interpretó. José dijo que los dos
sueños significaban lo mismo y que el hecho de que soñara dos veces mostraba
que Dios estaba decidido a realizar lo que anunciaba.
Vendrían siete años de mucha abundancia a Egipto, pero a estos les seguirían
siete años de escasez y hambre. Serían de tal magnitud que la gente ni siquiera
se acordaría de toda la abundancia que habían disfrutado en los años anteriores.
José tuvo la valentía de aconsejar al faraón. Le dijo que debía encontrar a una
persona sabia y competente que se encargara de administrar bien a Egipto.
El propósito sería usar sabiamente los recursos disponibles y acumular suficiente
para los años de escasez que vendrían. José dio consejos muy sabios al faraón
y este contestó:
¿Podremos encontrar una persona así, en quien repose el espíritu de Dios?
Luego le dijo a José: Puesto que Dios te ha revelado todo esto, no hay nadie más
competente y sabio que tú. Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo
cumplirá tus órdenes. Solo yo tendré más autoridad que tú, porque soy el rey.
(Génesis 41:39-40)

José, gobernador de Egipto


Fue así como José pasó de estar en la cárcel injustamente a ser el gobernador
de Egipto. El faraón le dio un nuevo nombre a José, Zafenat Panea, y le dio una
esposa, una mujer llamada Asenat, hija de un sacerdote.
José comenzó a trabajar diligentemente para el faraón. Durante los siete años de
abundancia logró acumular alimento más que suficiente para todos. La escasez
comenzó y no solo afectó a Egipto, sino que se extendió por todas las naciones,
pero el pueblo de Egipto estaba preparado.
Poco a poco empezó a llegar gente de todo el mundo a Egipto con el propósito
de comprar alimentos. Diez de los hermanos de José estaban entre los que
llegaron desde otros países y regiones del mundo en busca de alimento. Al final,
ellos sí se postraron ante José pidiendo su favor y comida, tal y como José
había soñado cuando tenía solo diecisiete años.
Los hermanos de José en Egipto
José reconoció a sus hermanos, pero no dijo nada y ellos no se dieron cuenta de
que era José. Él les hizo algunas preguntas para conseguir más información
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sobre su padre y sobre Benjamín, el hermano menor. José también intentaba


entender el estado del corazón de sus hermanos.
Primero los acusó de ser espías. Ellos se defendieron, pero él dijo que no les
creía y los metió en la cárcel por 3 días.
Al tercer día les dijo: Yo soy un hombre temeroso de Dios. Hagan lo siguiente y
salvarán su vida. Si en verdad son honrados, quédese uno de ustedes bajo custodia,
y vayan los demás y lleven alimento para calmar el hambre de sus familias. Pero
tráiganme a su hermano menor y pruébenme que dicen la verdad. Así no morirán.
Ellos aceptaron la propuesta, pero se decían unos a otros: Sin duda estamos
sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos
su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso.
Por eso ahora nos vemos en aprietos. (Génesis 42:18-21)

José ordenó que les devolvieron el dinero sin que ellos lo supieran y en el
camino de regreso a casa ellos se dieron cuenta de que aún tenían el dinero. Se
asustaron y pensaron que era una trampa para volver a apresarlos. Sin
embargo, no fue así y consiguieron llegar a su casa, todos menos Simeón, que
se había quedado en Egipto bajo custodia.
Jacob, el papá, no quería que sus hijos regresaran a Egipto, menos aún que se
llevaran a Benjamín con ellos. El tiempo pasó, pero llegó el momento en el que
necesitaban más comida. ¡Debían regresar! Judá se responsabilizó por la
seguridad de Benjamín y emprendieron el viaje. Iban cargados de regalos y
productos de la región. También llevaban el doble del dinero por insistencia del
padre que esperaba proteger a sus hijos de más contratiempos.

Reunión familiar
José, al verlos, pidió que los llevaran a su casa y prepararan una gran cena.
Ellos se asustaron, pero el mayordomo de José les dijo que estaba todo bien.
Simeón, el hermano que había permanecido en Egipto, se reunió con ellos. Al
mediodía, José se reunió con ellos para comer. Preguntó cómo estaba el papá y
al ver a Benjamín, se emocionó. Se escondió para llorar y luego se reunió con
sus hermanos para comer y beber juntos.
Luego, José le ordenó a su mayordomo que, al colocar los alimentos en sus
bolsos, escondiera su copa de plata entre las cosas de Benjamín. El mayordomo
lo hizo y poco después de ellos salir en su viaje de regreso a Canaán, el
mayordomo los persiguió y les preguntó: «¿Por qué me han pagado mal por
bien? ¿Por qué han robado la copa que usa mi señor para beber y para
adivinar?» (Génesis 44:4-5).
Ellos lo negaron, pero obviamente, él encontró la copa en la bolsa de Benjamín.
Ellos se atemorizaron pues no podían permitir que apresaran a Benjamín. Sería
un golpe demasiado fuerte para Jacob, su padre. José, al verlos tan exaltados,
no pudo más y les reveló que él era José, el hermano que habían vendido a los
madianitas.
Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto. Pero ahora, por
favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue
Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas. (Génesis 45:4-5)

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Él les comunicó su plan: ellos buscarían al papá y vendrían a vivir a la región de


Gosén en Egipto. Todavía quedaban varios años de hambre, pero en Egipto no
les faltaría nada. Así lo hicieron. Buscaron a Jacob y él volvió a ver a su hijo José
después de tantos años.
Sin embargo, Jacob pidió que al morir no lo enterraran en Egipto sino junto a sus
antepasados en Canaán. Cuando llegó el momento, José y sus hermanos
honraron su petición y llevaron su cuerpo a Canaán, al lugar que él les había
indicado (Génesis 50:12-13).
En esta historia bíblica vemos que Dios le dio dones especiales a José y él,
con el paso de los años, aprendió a usarlos de forma eficiente y sabia.
¿Conoces los dones que Dios te ha dado?
¿Los estás usando para la gloria de Dios?

¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida? Lección nº4

Versículos para desarrollar el tema: Salmo 143:10, Romanos 12:1-2, Efesios 6:6.

5 Características que nos ayudarán a descubrir la voluntad de Dios para ti


Vivimos en un mundo un tanto confuso que nos ofrece una gran variedad de
alternativas para cada problema o situación. Sin embargo, lo que realmente
deseamos los hijos de Dios es hacer la voluntad de nuestro Señor y obedecerle
en cada área de nuestra vida. ¿Cómo podemos saber cuál es la voluntad del
Padre para nosotros en momentos específicos?

Hay 5 cosas que pueden ayudarte a entender cuál es la voluntad de Dios para tu
vida en medio de cualquier circunstancia:

1. Habla con Dios cada día


2. Hazte el hábito de leer y estudiar la Biblia
3. Permite que el Espíritu Santo te guíe
4. Rechaza el pecado
5. Busca la ayuda de hermanos maduros en el Señor

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe
por un terreno sin obstáculos. (Salmo 143:10)
1. Habla con Dios cada día
¡Cultiva tu relación con Dios! Si tu deseo es conocer su voluntad, debes pasar
tiempo con él cada día. La mejor forma para conocer a Dios y entender su plan
para ti es profundizando tu relación con él. Exprésale tu deseo de vivir dentro de
sus propósitos. Pídele que te revele su deseo para ti en este momento de tu
vida. Él anhela que vivas en obediencia, así que puedes estar seguro de
que él te ayudará.

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Pero no solo hables con Dios: toma tiempo también para escuchar su


dirección. ¿Recuerdas un versículo bíblico de repente? Léelo y pregúntale a
Dios cómo ponerlo en práctica. ¿Te viene a la mente alguna persona? Llámala o
envíale un mensaje. Puede que Dios te esté moviendo a bendecir a esa persona
de alguna manera. O puede que esa persona te dé un consejo bíblico o te
ofrezca una palabra de ánimo.
¿Mientras oras viene a tu mente una manera diferente o novedosa de hacer
frente a un problema? Pídele a Dios valentía y fuerzas para actuar como él te
indica. Si has escuchado su voz, él te ayudará a poner en práctica lo que
sentiste en tu corazón mientras hablabas con él.

2. Hazte el hábito de leer y estudiar la Biblia


¿Quieres saber lo que Dios dice sobre un tema o sobre alguna situación?
Estudia lo que la Biblia dice específicamente sobre eso o sobre situaciones
similares. Dios dejó muchas instrucciones claras en su Palabra. Por eso es tan
importante leerla y profundizar en ella para entender cómo Dios desea que
actuemos en medio de cada situación.
¿Debes tomar una decisión financiera? La Biblia habla bastante sobre el dinero.
Leyéndola aprenderás a obrar de una forma agradable a Dios al manejar tus
posesiones. ¿Te cuesta relacionarte con alguien? ¿Te preguntas cómo debes
tratar a los demás? Hay muchísimos consejos en la Biblia sobre cómo
relacionarnos los unos con los otros. Son muchos y variados los temas que
encontramos en la Biblia. Dios se encargó de dejarnos directrices bastante
claras para gran parte de los problemas de la vida. Pero para descubrirlas
necesitas pasar tiempo en su Palabra.
Es fundamental que recuerdes que, si algo va en contra de lo que dice la Palabra
de Dios, no es la voluntad de Dios. No importa cuán bien te sientas o cuán fácil
parezcan las cosas, si algo contradice la Biblia, no está dentro del plan de
Dios para tu vida.
El tiempo que pases leyendo y estudiando la Biblia será un tiempo muy bien
invertido. Leyendo la Palabra de Dios recibirás la guía que necesitas para tomar
las decisiones correctas delante del Señor y hacer su voluntad.

3. Permite que el Espíritu Santo te guíe


¿Has aceptado a Cristo como tu Señor y Salvador? Entonces eres hijo de Dios,
y el Espíritu Santo mora en ti (lee 1 Corintios 6:19-20 y 2 Tesalonicenses 2:13).
Mantente atento al Espíritu Santo durante tu tiempo de oración y también
mientras realizas tus tareas diarias. Si has pedido la dirección de Dios para tu
vida, él hablará a tu corazón y te mostrará lo que debes hacer.
Aprende a discernir la voz de Dios y su mover en tu corazón. El Espíritu
Santo se entristece cuando escogemos desobedecer a Dios. ¡Reconoce su
susurro, la forma en la que te avisa para que no hagas algo que va en contra de
lo que Dios quiere para ti!
En una ocasión, Jesús les explicó a sus discípulos la importancia de la venida
del Espíritu Santo. Él les resumió su labor de esta forma:
Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la
justicia y al juicio. (Juan 16:8)
Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán
12 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022
Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad.
(Juan 16:13)
Así que una de las tareas del Espíritu Santo es esa: convencernos o incitarnos a
corregir nuestro camino cuando pecamos y nos apartamos del plan de Dios para
nuestra vida. Él nos guía hacia lo que es verdadero y justo para que caminemos
conforme a la ley de Dios. ¡Presta atención al Espíritu Santo!

4. Rechaza el pecado
Decide en tu corazón obedecer a Dios y decirle no al pecado. En Cristo ya eres
una nueva criatura (lee 2 Corintios 5:17), pero debes elegir rechazar el pecado
y andar en obediencia a Dios cada día.
Al alimentar tu relación con Dios en oración, leyendo la Palabra y atendiendo la
guía del Espíritu Santo, te mantendrás equipado para reconocer las trampas del
diablo. Tu fe estará más firme y con fuerzas para rechazar el pecado y
perseverar en el Señor.
Esto no quiere decir que no tendrás luchas. Las tentaciones no desaparecerán.
Esa es la razón por la que debes prepararte y mantenerte alerta para
reconocerlas y enfrentarlas. Pero no temas, Dios te capacitó para
vencer cuando derramó su gracia sobre ti y te concedió la salvación. Mantente
alerta y rechaza todo lo que te aleja de la voluntad de Dios.
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación
y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir
en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la
bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo. (Tito 2:11-13)

5. Busca la ayuda de hermanos maduros en el Señor


Hay ocasiones en las que nos sentimos confundidos y nos resulta difícil tomar la
decisión correcta. Acude a tu familia en Cristo, habla con hermanos maduros
en el Señor, sabios y llenos del Espíritu Santo. Escucha los consejos bíblicos
de aquellos que aman a Dios y dan ejemplo viviendo dentro de su voluntad.
También puedes pedirles que te acompañen en tus tiempos de oración y ayuno
para buscar juntos la dirección del Señor. Hay hermanos con el don del
discernimiento que te ayudarán a distinguir lo que viene de Dios y lo que no. Sus
oraciones y consejos te ayudarán a tomar las decisiones correctas conforme a lo
que el Señor dice en su Palabra.
Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí.
(Salmo 40:8)

Qué es la salvación: según la Biblia Lección nº5

En la Biblia, la palabra salvación significa liberación espiritual. Dios nos libera del
poder del pecado y de la muerte eterna cuando nos arrepentimos ante él de las
faltas que hemos cometido y aceptamos por fe a Jesús como nuestro Señor y
Salvador.

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13 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

En el proceso de salvación hay alguien que ofrece la salvación y alguien


dispuesto a recibirla. Dios nos ofrece la salvación por medio de Jesucristo y
nosotros debemos aceptarla. Es como cuando uno necesita ayuda para hacer
algo: no basta con que te ofrezcan la ayuda. Tú debes permitir que te ayuden y
recibir la ayuda para poder disfrutar del resultado. De lo contrario, no te servirá
de mucho. Así que, no basta con saber que podemos ser salvos a través del
sacrificio de Jesús en la cruz. Debemos aceptarlo.
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de
ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.
(Efesios 2:8-9)

La salvación según la Biblia es un regalo de Dios, uno que no merecíamos. Y lo


recibimos solo al aceptarlo de todo corazón. No es necesario hacer nada más.

La salvación es por medio de Jesús


Cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén, se creó una barrera de
separación entre los seres humanos y Dios. Dios les había dicho claramente lo
que podían comer y lo que no. Ellos eligieron desobedecer a Dios y comer el
fruto del árbol prohibido: escogieron pecar (Génesis 3:1-7). Es por esa razón
que, desde entonces, todos hemos nacido con la tendencia a desobedecer a
Dios. Sin embargo, Dios no se quedó con los brazos cruzados porque él no
desea la muerte eterna de nadie. ¡No! Dios puso en marcha su plan perfecto
para la salvación de cada uno de nosotros.

Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor


omnipotente. (Ezequiel 18:32)

La salvación de Dios se hizo posible gracias a Jesús, Dios encarnado.


Jesús es el puente que nos acerca a Dios. Tenemos acceso al Padre gracias a
la obra de Jesucristo en la cruz. En el libro de Tito, en el Nuevo Testamento, se
nos explica el estado del ser humano sin Jesús y el cambio maravilloso,
accesible a todos por medio de él. ¡La misericordia de Dios nos alcanza y nos
transforma!
En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos
descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres.
Vivíamos en la malicia y en la envidia. Éramos detestables y nos odiábamos
unos a otros. Pero, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro
Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su
misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la
renovación por el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente sobre
nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así lo hizo para que,
justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza
de recibir la vida eterna.
(Tito 3:3-7)
Aun cuando las pasiones y el pecado reinaban en nuestra vida, Dios envió a
Jesús por iniciativa propia. Lo hizo como muestra de su bondad y de su amor

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


14 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

por nosotros, para salvarnos y liberarnos del poder del pecado. Jesús despejó el
camino para que disfrutemos de la vida eterna con él. ¡Esa es nuestra herencia!
Parece ser un concepto muy sencillo, pero es uno con el que luchan muchas
personas. «¿Cómo es posible que yo no tenga que hacer nada más?», se
preguntan muchos. Otros se cuestionan que Jesús sea el único camino, la única
vía válida para poder ser salvos como leemos en Juan 14:6. Pero al final de
cuentas, todo es cuestión de fe. Creer que Jesucristo sí es suficiente. Su obra en
la cruz fue suficiente y es por medio de él que somos salvos.
Jesucristo es “la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado
a ser la piedra angular”. De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo
el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
(Hechos 4:11-12)

Otros versículos para meditar:


Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 6:23)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que
cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. (Juan 3:16-17)
Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras,
sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús
antes del comienzo del tiempo; y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro
Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible
mediante el evangelio. (2 Timoteo 1:9-10)

¡Recibe la salvación!
¿Qué debemos hacer para ser salvos? Lo cierto es que no es nada complicado,
pero es vital.
Lo primero es reconocer que necesitamos salvación. Debemos reconocer
que hay maldad en nuestros corazones y que por nuestros propios medios no
podemos quitarla. Romanos 3:23-24 dice que «todos han pecado y están
privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente
mediante la redención que Cristo Jesús efectuó». Si somos sinceros, tenemos
que reconocer que todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos,
cosas que sabemos que están mal. Reconocer esto sin excusas es el primer
paso.
Lo segundo, necesitamos aceptar por fe la gracia de Dios que nos ha
redimido a través del sacrificio de Jesús en la cruz. Jesús nos rescató, nos liberó
de la esclavitud del pecado y nos libró del castigo que merecíamos por las cosas
malas que hemos hecho. Necesitamos aceptar por fe ese inmenso regalo.
En tercer lugar, debemos expresar con nuestros labios lo que creemos con
el corazón: ¡Jesús es el Señor! Romanos 10 lo dice así...
Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es
el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para
ser salvo. (Romanos 10:8b-10)

Un corazón transformado por el poder de la gracia de Dios nos moverá a hablar


y a dar testimonio sobre lo que Dios ha hecho por nosotros. Declararemos que
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Jesús es el Señor de nuestra vida y de todo el universo. ¡Jesús es Dios y por su


obra somos salvos! Cuando estamos muy convencidos de algo maravilloso lo
hablamos y lo compartimos con los demás. ¡No hay nada más maravilloso que el
perdón, la gracia, la salvación que Dios nos da! ¡Habla sobre Cristo! Comparte el
mensaje de salvación. Leer S Juan 5:24. Romanos 10:12-13

La cruz lo que significa para el cristianismo Lección nº6


La cruz es el símbolo más distintivo del cristianismo. Nos recuerda el gran
sacrificio que hizo Jesús, el Hijo de Dios, al permitir que le mataran de una forma
tan cruel y dolorosa. En la cruz Jesús llevó el castigo que merecíamos cada
uno de nosotros por nuestros pecados... y lo hizo por amor. A través de la
muerte de Jesús en la cruz, Dios nos dio la oportunidad de acceder a la vida
eterna con él.

¿Qué representa la cruz? Se piensa que no fue hasta el siglo IV que se


comenzó a usar la cruz como símbolo del cristianismo. Dentro de la cultura de
los primeros cristianos la cruz tenía una connotación negativa, era el símbolo de
la ejecución de los peores criminales. Los cristianos usaban otros símbolos tales
como el dibujo de un pez para reconocerse e identificarse. Hoy día hay personas
a las que les gusta llevar una cruz en un colgante como protección o amuleto.
Sin embargo, la cruz es solo un símbolo de algo poderoso que sucedió sobre
ella. La cruz no tiene poder en sí misma. Su poder y relevancia vienen de
Jesús, Dios encarnado, su muerte en la cruz y su resurrección.

Veamos algunas de las cosas que la cruz representa. Recibamos ánimo y


demos gracias a Dios por su inmenso amor al dar su vida en la cruz por ti y por
mí.

1. El inmenso amor de Dios por nosotros


A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo
murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque
tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios
demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:6-8)

Cuando el hombre pecó en el Jardín del Edén se creó una barrera entre él y


Dios. Quedaron atrás la amistad y el compañerismo que habían disfrutado antes
de que el pecado entrara al mundo. Pero el amor de Dios por el ser humano era
tan grande que no podía dejar que todo se quedara así por siempre. Dios decidió
proveer él mismo la manera para restaurar esa amistad. Gracias a Jesús
podemos ser salvos y moraremos eternamente con él. El ser humano, debido al
pecado, nunca habría logrado reparar el daño hecho. El único sacrificio
completamente puro y aceptable ante Dios fue el que él mismo proveyó:
Jesucristo, Dios hecho hombre, quien murió y resucitó para que podamos tener
vida eterna.

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2. El castigo que merecíamos


...pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su
gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús
efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe
en su sangre, para así demostrar su justicia. (Romanos 3:23-25a)

Todos hemos nacido con la naturaleza pecaminosa y aunque pensemos que


somos bastante buenos, debemos reconocer que tenemos la tendencia a pecar.
Una mentira por aquí, una reacción airada por allá... Merecíamos ser castigados
por nuestros pecados, eso es lo justo: si uno hace algo malo debe pagar por ello.
Sin embargo, Dios decidió tener gracia para con nosotros, nos dio gratuitamente
algo que no merecíamos. ¿Y qué fue lo que hizo? Justificó nuestros pecados
(nos hizo inocentes) mediante la redención por medio de la sangre de Jesús.
Alguien debía pagar el precio por los pecados cometidos. Alguien debía recibir el
castigo para que fuéramos libres de la esclavitud del pecado. Jesús pagó el
precio y recibió el castigo por nosotros al morir en la cruz.

3. La señal del nuevo pacto


También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:
—Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.
De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:
—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.
(Lucas 22:19-20)

Durante la última cena de Jesús con sus discípulos él les dijo algo muy
importante. Les dejó claro que su sacrificio en la cruz marcaría el comienzo del
nuevo pacto entre Dios y los hombres. Usó el pan y el vino para explicarlo,
símbolos que ellos entendían ya que la cena de la Pascua tenía (y aún tiene) un
gran simbolismo para el pueblo judío. Durante esa fiesta ellos recuerdan la
liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto (Éxodo 12). La sangre
que Jesús derramó en la cruz del Calvario marcó un nuevo comienzo, un nuevo
pacto entre Dios y los hombres. A través de su cuerpo partido (quebrantado) y
de su propia sangre derramada obtenemos la limpieza de nuestros pecados. Él
fue el Cordero perfecto y sin mancha que vino a quitar el pecado del mundo
(Juan 1:29; Isaías 53:7). Y cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador
de nuestras vidas recibimos la limpieza y el perdón de nuestros pecados. Por
gracia...

4. La conquista de Jesús sobre el pecado y la muerte


Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no
puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. En cuanto a su
muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para
Dios. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (Romanos 6:9-11)

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17 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

Cristo murió por toda la humanidad y luego resucitó de entre los muertos. ¡Él
venció la muerte y vive para siempre! Cuando lo recibimos como Señor de
nuestras vidas esa victoria viene a ser nuestra herencia. Aunque nuestro cuerpo
físico muera, tendremos vida eterna junto con él, viviremos para Dios por toda la
eternidad. Pero Jesús no solo nos consiguió la victoria sobre la muerte. Gracias
a su sacrificio también recibimos el poder para vencer al pecado. Ya no somos
esclavos del pecado. Es una de las libertades que tenemos en él. Dios nos
llena de su Espíritu Santo y nos da las fuerzas para vencer día tras día las
tentaciones que se nos presentan. Cristo vive en nosotros y al poner nuestra fe
en él y dejarnos guiar por él, experimentamos la victoria sobre el poder del
pecado. ¡Vivimos para su gloria!

5. Jesús venció al diablo y al poder de las tinieblas


Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa
naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio
de la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la
muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida.
(Hebreos 2:14-15)

Cuando Jesús murió en la cruz mostró de una vez por todas que Dios reina,
sobre todo, incluidos el diablo y la oscuridad espiritual. Nada ni nadie tiene más
poder que Dios. En el momento en que Jesús murió toda la tierra se estremeció,
el velo del templo se rasgó, las rocas se partieron y los sepulcros se abrieron
(Mateo 27:50-54). ¡Nada fue indiferente! En ese preciso instante se marcó un
nuevo comienzo en el ámbito espiritual. Fue el momento en el que Jesús ganó
nuestro acceso a la vida eterna y derrotó al enemigo de nuestras almas.

La crucifixión y muerte de Jesús Lección nº6

No se sabe con certeza el año en el que Jesús fue crucificado, pero parece
haber sido cerca del año 33 d.C. El día antes de su crucifixión, Jesús fue
traicionado por uno de sus discípulos, Judas, quien lo entregó a los principales
sacerdotes. Ellos, luego de prender a Jesús, lo llevaron ante el sumo sacerdote,
Caifás, para interrogarle. Allí lo acusaron de blasfemia y decidieron que era reo
de muerte.
Su sentencia: la crucifixión.

Jesús pasó una noche llena de torturas, burlas y maldiciones por parte de sus
acusadores. Al amanecer del siguiente día lo llevaron ante Pilato, el gobernador
romano. Este no encontró motivo para sentenciar a Jesús con la muerte, pero
cedió ante los gritos y la presión del pueblo y de los sacerdotes. Finalmente,
Pilato mandó azotar a Jesús y lo entregó para que fuera crucificado. Antes de
ser crucificado, Jesús recibió muchos azotes, golpes, escupitajos y burlas. Le
colocaron un manto púrpura, una corona de espinos y una vara de caña para
burlarse de él como Rey de los judíos. Luego, volvieron a vestirle con sus ropas
y se lo llevaron para crucificarlo. Lo llevaron a un lugar llamado Gólgota o lugar
Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán
18 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

de la Calavera, donde fue crucificado. La muerte de Jesús fue muy dolorosa y


humillante. La crucifixión se reservaba para los peores malhechores y se
aplicaba con contundencia y crueldad.

Según el relato bíblico, Jesús estuvo cerca de 6 horas sobre la cruz antes de
morir. Durante esas horas Jesús sufrió intenso dolor, deshidratación, soportó
muchas burlas y maldiciones, además de sufrir la humillación de estar desnudo
ante todos. Pero, aun en medio de ese marco tan horrendo, todos vieron que
Jesús no era un ser humano cualquiera. Él era Dios encarnado, enviado para
salvar y redimir a la humanidad. La muerte formaba parte de ese propósito
divino.

Encontramos el relato bíblico de la crucifixión de Jesús en Mateo 27:32-56,


Marcos 15:25-41, Lucas 23:33-49 y Juan 19:18-37. Leer…

Las 6 horas de Jesús en la cruz

La Biblia nos dice la hora en la que crucificaron a Jesús: las 9:00 de la mañana o
la hora tercera. Después de una noche de torturas y maltratos, el cuerpo de
Jesús estaba bastante resentido. Ya tenía pocas fuerzas físicas, pero todavía
tendría que enfrentar la prueba más dura: su crucifixión. Para los soldados
encargados de la crucifixión era simplemente un día más de trabajo. Ellos
decidieron repartir la ropa de Jesús entre ellos. Primero, tomaron el manto y lo
dividieron en 4 pedazos, uno para cada uno. Sin embargo, la túnica de Jesús era
de una sola costura y no querían romperla. Por esto, echaron suertes. Este fue el
cumplimiento de la profecía dada en el Salmo 22:18:

Se repartieron entre ellos mi manto, y sobre mi ropa echaron suertes.


(Salmo 22:18)

Jesús no estuvo solo en su momento de mayor dolor y angustia. La Biblia dice


que contó con la compañía de su madre, su tía y otras mujeres que estuvieron
con él, además del apóstol Juan. De hecho, en el Evangelio de Juan se nos
relata una escena muy bonita en la cual Jesús mostró su amor y su cuidado por
su madre, María. Jesús le encargó a Juan, el discípulo amado, que cuidara de su
madre desde ese momento. Algunas de las mujeres mencionadas que
acompañaron a Jesús en ese momento tan triste fueron María Magdalena, María
la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Estas eran
mujeres que habían servido con fidelidad a Jesús durante su ministerio. La Biblia
menciona también que muchos conocidos miraban desde lejos todo lo que
sucedía.

Jesús fue crucificado junto a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su


izquierda. En realidad, esto no fue un arreglo al azar. Fue el cumplimiento de una
profecía dada en Isaías 53:12. Leer… Pero Jesús, en lugar de enfocarse en su
propio dolor o en la injusticia que estaba sufriendo, tuvo una actitud llena de
amor y de perdón hasta el final.
Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán
19 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022
Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los
criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. v—Padre —dijo Jesús—,
perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:33-34a)

Aun en medio de tanto dolor, horror y humillación, Jesús escogió perdonar a los
que lo crucificaron. Jesús mostró su amor y su compasión hasta el último
momento de su vida terrenal. Él podía haber pedido a Dios que enviara fuego
o venganza sobre sus verdugos, pero no lo hizo. ¡Escogió perdonar! Y es que la
cruz se trata precisamente de eso: del perdón de Dios para la humanidad.
Gracias a la muerte en la cruz de Jesús, el Cordero perfecto (Juan 1:29), ya no
tenemos que pagar o morir eternamente por nuestros propios pecados. Basta
con creer que el sacrificio de Jesús es válido para nosotros, aceptarle en
nuestros corazones como Señor y Salvador, y vivir para él. ¡Somos perdonados
y reconciliados con Dios a través de Jesús! ¡Cuánta gracia y cuánto perdón!

Durante sus horas colgado en la cruz, Jesús tuvo que escuchar gritos, insultos,
blasfemias y burlas constantes de los que pasaban frente a él. Para el
populacho, presenciar una crucifixión era todo un espectáculo. Esta actitud nos
habla claramente de los valores morales que prevalecían. Tristemente, los jefes
de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos, se unieron
también a los reproches y a las burlas. O sea, Jesús no solo tuvo que soportar el
dolor físico, sino también una gran carga emocional debido a los insultos y las
burlas.

Es increíble ver que Jesús tomó tiempo para hablar y acercar el reino de


Dios a uno de los bandidos crucificados junto a él. En Lucas leemos una
conversación de Jesús con uno de ellos. El bandido reconoció que, aunque él
merecía el castigo de la crucifixión, Jesús era completamente inocente. Ese
hombre no solo reconoció la inocencia de Jesús, sino también su santidad y su
divinidad al decir:

Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Te aseguro que hoy estarás


conmigo en el paraíso —le contestó Jesús. (Lucas 23:42-43)

Justo en los últimos momentos de su vida, ese bandido recibió la salvación y la


promesa de la vida eterna. Sucedieron cosas maravillosas e inexplicables
durante las horas que Jesús estuvo sobre la cruz. Una de ellas fue que hubo
un tiempo de oscuridad, alrededor de tres horas de oscuridad sobre la tierra.
Lucas 23:44-45 dice que el sol se ocultó y todo quedó en profunda oscuridad. Al
parecer, hubo algo similar a un eclipse solar, aunque más largo de duración e
inexplicable. La naturaleza no permaneció indiferente ante la muerte de
Jesús, el Cordero perfecto a través del cual hemos sido redimidos. Sobre
las 3:00 de la tarde (o la hora novena) Jesús levantó su voz en un fuerte grito y
clamó al Padre con todo su ser.

Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?”. (Mateo 27:46)

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


20 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

Ese clamor era una cita directa del Salmo 22:1, salmo profético que detalla el
sufrimiento, la muerte y la victoria o reinado eterno de Jesús.

El Evangelio de Juan explica que Jesús sabía que su misión en la tierra había
terminado. Su misión llegaba a su fin y con sus últimas frases él dejó claro
que todo había sucedido conforme a la voluntad del Padre. Quedaba
consumado el plan para la redención de la humanidad, se había cumplido sin
que nadie lograra impedirlo. Finalmente, Jesús gritó con gran fuerza y clamó a
gran voz. Con ese grito él entregó su espíritu al Padre y murió. El Evangelio de
Lucas nos dice las palabras que gritó Jesús en su momento final:

Entonces Jesús exclamó con fuerza: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, expiró. (Lucas 23:46)

En ese momento el velo del templo se rasgó por la mitad, justo en el


instante en el que Jesús murió. Ese velo grueso y pesado separaba el Lugar
Santo del Lugar Santísimo, el lugar terrenal donde moraba la presencia de Dios
al que solo podía entrar el Sumo Sacerdote (Éxodo 26:31-34).

Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu. En ese momento la
cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
(Mateo 27:50-51a)

El velo rasgado simbolizó el acceso directo que tenemos ahora a la


presencia de Dios gracias al sacrificio de Jesús. Solo a través de él tenemos
acceso a Dios y al perdón de nuestros pecados. Él se ofreció como cordero
perfecto para que, por medio de él, podamos tener paz con Dios.

En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia
del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en
favor nuestro. Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. Si así fuera, Cristo
habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario,
ahora, al final de los tiempos, se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de
acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo.
(Hebreos 9:24-26)

Pero no solo se rasgó el velo del templo. ¡La tierra toda se conmovió! El
Evangelio de Mateo también menciona un gran temblor de tierra, tan fuerte
que se partieron las rocas. Vemos una vez más que la naturaleza reaccionó con
fuerza ante la crucifixión de Jesús. Debido al temblor tan fuerte se abrieron los
sepulcros. Pero lo más asombroso es que resucitaron muchos santos. O sea,
gente temerosa del Señor que había estado muerta hasta ese día ahora estaba
viva. Por lo general, eso no ocurre cuando hay un temblor de tierra. ¡Solo el
poder de Dios puede resucitar a los muertos!

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


21 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022
Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron
de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa
y se aparecieron a muchos. (Mateo 27:52-53)

Vemos que, después de la resurrección de Jesús, estas personas se


aparecieron en la ciudad y muchos les vieron. La Biblia dice que eran santos,
gente que amaba y servía a Dios. Ahora tenían una nueva oportunidad para dar
testimonio del gran poder de Dios sobre la muerte física y la muerte espiritual. Lo
más maravilloso que puede ocurrir es la transformación de un corazón. El mayor
de todos los milagros es ver una vida cambiada al tener un encuentro con
Jesús. El mismo centurión, escogido para supervisar que todo sucediera tal
como debía ser durante la crucifixión de Jesús, no pudo resistirse ante el poder
del amor redentor de Dios.
Entonces Jesús exclamó con fuerza: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, expiró. El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo:
Verdaderamente este hombre era justo. Entonces los que se habían reunido para
presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el
pecho. (Lucas 23:46-48)

¡El centurión alabó a Dios! Él se dio cuenta de que Jesús no era un hombre
cualquiera. Sabía que Jesús había muerto sin merecerlo y que lo había hecho
por amor a la humanidad. Tanto el centurión como otros que habían presenciado
la crucifixión de Jesús notaron algo diferente en Jesús y quedaron impactados
por ello. Sus vidas ya no serían igual. Y así es. Cuando tenemos un encuentro
con el Cristo crucificado, aquel que murió por cada uno de nosotros, no podemos
seguir igual. Su sangre nos limpia de todo pecado y, gracias a él, disfrutaremos
de la vida eterna.

Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de


Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. (hebreos 10:10)

Pero Jesús no se quedó muerto. Tal como había sido profetizado (Salmo 16:10;
Mateo 16:21) ¡Jesús resucitó! La muerte no pudo retenerlo, no acabó con él. Y
es gracias a la victoria de Jesús sobre la muerte que nosotros, los que creemos
en él, también gozaremos de la vida eterna con él.

Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de
los que murieron. De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también
por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues así como en
Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir.
(1 Corintios 15:20-22a)

Para leer y meditar sobre el poder de Jesús y la cruz: hebreos 10:19-20.


Gálatas 3:13-14. Romanos 6:6-7. Colosenses 2: 13-15. 1 Pedro 2:24 Mateo
16:24. 1 Juan 1:7. Filipenses 2:5-9. Apocalipsis 5:9-10. 1 Corintios 15:55-57…

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán


22 Ministerio Casa de Oración ingeniero Jacobacci (R.N) 16 de Diciembre 2022

Ministros: Pastores Abel y Andrea Ancán

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