Ensayo - Desaparicion Forzada

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UNIVERSIDAD JUAREZ AUTONOMA DE TABASCO

DIVISION ACADEMICA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Materia: Derechos Humanos.


Docente: Dr. Oscar Pérez Baxin

Alumno: Fabian Enrique Dominguez Espinosa

Tema: Desaparición Forzada


Introducción.
La desaparición forzada de personas es un delito que ha causado victimas
individuales, familiares y colectivas en todo el mundo y en diferentes
épocas, considerada en determinados contextos como un cromen de lesa
humanidad; se define como un mecanismo institucionalizado desde el poder
para privar a una persona de su libertad, ocultarla y negra cualquier
información sobre su paradero, violando así sus derechos a la libertad, al
reconocimiento de su personalidad jurídica y a la integridad personal, y
poniendo en grave riesgo su derecho a la vida. Aunado a la impunidad, este
delito a causado la invisibilidad y el olvido de un sinnúmero de personas.

Desarrollo.
Actualmente los organismos de derechos humanos locales, nacionales e
internacionales expresan su preocupación por la vulnerabilidad en que viven
las distintas sociedades debido a la implementación de estrategias de
seguridad contra el terrorismo y el crimen organizado, las cuales han puesto
en practica leyes que restringen las libertades personales y vulneran las
garantías procesales, además de que promueven detenciones arbitrarias y
extrajudiciales que puedan llegar a convertirse en desapariciones forzadas.
Es el caso de hombres y mujeres, niños y niñas, y personas adultas
mayores que fueron desaparecidos sistemáticamente durante los conflictos
armados y los regímenes políticos represores en América latina. Décadas
ya han pasado desde que esas personas fueron vistas con vida por ultima
vez y hoy poco o nada se sabe de ellas, además de que son pocos los
casos esclarecidos y sancionados. Lamentablemente esta práctica aún
persiste.
En este contexto la situación de Mexico es preocupante. La exigencia de
justicia en los casos es la misma que la de hace cuatro décadas, cuando
cientos de personas fueron desaparecidas durante la llamada guerra sucia
sin que a la fecha el estado mexicano haya fincado la responsabilidad penal
contra alguien.
Se ha dado un paso importante hacia la justicia con la sentencia que emitió
la corte interamericana de derechos humanos en noviembre de 2009, la
cual condena al estado mexicano por la desaparición forzada de Rosendo
R. en 1974. Con ellos se abre una oportunidad de impulsar, desde los
ámbitos de competencia, los cambios legislativos que se necesitan para
garantizar que el ejercicio pleno de todos los derechos humanos sea una
realidad en nuestro país.
Ya han pasado alrededor de cuarenta años desde que la ONU aprobara la
creación del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o
Involuntarias, desde su creación el GDTFI tiene como mandato recibir
denuncias de desaparición forzada provenientes de todos los países del
mundo, hacer una valoración de cada caso respecto de si reúne los
elementos para ser admitido como tal y transmitirlo posteriormente a la
misión del país donde se presume se cometió el delito para que esta se
encargue de reenviarlo a las instancias gubernamentales correspondientes.
A partir de la recepción del caso solo queda esperar que tanto los países
como los familiares de la persona desaparecida colaboren con el GDTFI
para esclarecerlo.
Desapariciones forzadas en el mundo
El 21 de diciembre de 2009 el GTDFI presento ante la asamblea general de
la ONU un informe, el cual recopila datos de casi 100 países de todas las
regiones del planeta de donde el grupo ha recibido información sobre
personas desaparecidas o sobre la persistencia de obstáculos jurídicos para
la implementación de la declaración sobre la protección de todas las
personas contra las desapariciones forzadas.

El informe destaca que en dicho año los principales lugares de


preocupación a causa del incremento de desapariciones forzadas de
personas y la constante impunidad fueron Sri Lanka, Argelia y Marruecos.
Refirió que desde 2007 otro motivo de preocupación para el grupo ha sido la
implementación de medidas para el combate al terrorismo, las cuales
pueden provocar que se realicen desapariciones forzadas.

Explica que este tipo de medidas ocasionan la promulgación de leyes que


restringen las libertades personales, debilitan el respeto de las garantías
procesales y permiten que se ocasionen detenciones arbitrarias y entregas
extrajudiciales en el marco de operaciones militares, acciones que se
convierten en desapariciones forzadas de personas.

El especialista en derechos humanos afirma que en ningún contexto se


puede justificar una desaparición forzada; sin embargo, reconoce que
existen circunstancias que han colocado a la población en una situación de
mayor vulnerabilidad para sufrir este delito.
Situación en México
En 2009 el GTDFI transmitió al gobierno mexicano 10 casos de
desapariciones forzadas de personas ocurridas en los estados de Guerrero,
Nayarit, Hidalgo, Oaxaca, Michoacán, Tamaulipas y Morelos.

Y aunque Santiago Corcuera no participa en los análisis que hace el GTDFI


Sobre casos relativos a México, con base en la información contenida en el
informe considera que la colaboración del gobierno ha sido buena para
responder a las solicitudes de información hechas por el Grupo; sin
embargo, “el problema está en los resultados”.

En ese sentido, afirma que es necesario que se superen diversos


obstáculos legales para llegar al esclarecimiento de las desapariciones
forzadas.

Finalmente, Corcuera Cabezut recuerda el llamado del GDTFI al gobierno


mexicano para que, tras haber ratificado la Convención Internacional para la
Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas el 18
de marzo de 2008, acepte la competencia del Comité contra la Desaparición
Forzada el cual está encargado de examinar los casos recibidos y de
colaborar con los Esta- dos Parte en las investigaciones para darles
seguimiento.
Impunidad en materia de desaparición forzada en México
Existe una deuda de justicia en los casos de desaparición forzada de
personas en México. Con una visión crítica sobre la ineficacia de las leyes
nacionales para combatir este delito, la propuesta de creación de una ley
que esté apegada a los estándares internacionales en la materia para
garantizar el esclarecimiento de las desapariciones del pasado y del
presente en nuestro país, se convierte en un asunto urgente e
impostergable.

La complejidad del término hizo necesario que se diera un debate durante


décadas, después del cual se formuló la Declaración sobre la Protección de
Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas,1 que en su
artículo 1° establece lo siguiente:

1. Todo acto de desaparición forzada constituye un ultraje a la


dignidad humana. Es condenado como una negación de los objetivos
de la Carta de las Naciones Unidas y como una violación grave
manifiesta de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales proclama- dos en la Declaración Universal de
Derechos Humanos y reafirmados y desarrollados en otros
instrumentos internacionales pertinentes.

2. Todo acto de desaparición forzada sustrae a la víctima de la


protección de la ley y le causa graves sufrimientos, lo mismo que a su
familia. Constituye una violación de las normas del derecho
internacional que garantizan a todo ser humano, entre otras cosas, el
derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, el derecho a la
libertad y a la seguridad de su persona y el derecho a no ser sometido
a torturas ni a otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Viola, además, el derecho a la vida, o lo pone gravemente en peligro.

Asimismo, la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de


Personas2 emitió en su artículo 2° esta definición:

Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición


forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que
fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos
de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del
Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer
dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona,
con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías
procesales pertinentes.

Por lo tanto, lo anterior evidencia que está pendiente la armonización de las


leyes mexicanas con las ideas contenidas en esas normas internacionales.
Justicia pendiente
En tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Presidencia
de la república, el gobierno mexicano proyectaba una imagen de
progresismo y de respeto a las normas de convivencia civilizada. Nadie en
el mundo creía que aquí se violaban los derechos humanos de forma similar
a como lo hacían otros regímenes latinoamericanos.

El caso de Luis Echeverría Álvarez es indicativo, pues mientras él


presentaba ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) la Carta de Deberes y Derechos Económicos de los
Estados, en México habían ocurrido los asesinatos de estudiantes el 2 de
octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, de los cuales él fue señalado
como uno de los responsables.
Acudir a un foro internacional para denunciar los crímenes de lesa
humanidad que cometía (y sigue cometiendo) el Estado mexicano, era
exponerse a “atentas solicitudes” de guardar silencio. Como ejemplo, el
régimen emanado de la revolución sandinista de Nicaragua nunca se ocupó
de temas relacionados con la Guerra Sucia que practicó el PRI-gobierno en
el país.

En México, como en Argentina, fueron las madres quienes iniciaron la lucha


por la presentación de sus hijos. Ellas sufrieron el calvario de recorrer
comisarías, agencias del Ministerio Público, cárceles y juzgados obteniendo
resultados exiguos. Sólo su amor de madre hizo que obviaran el inmenso
peligro de sufrir la misma suerte de las personas desaparecidas.

Lo anterior provocó que la lucha de las personas y de los organismos de


derechos humanos fuese de lo más difícil e incomprendida. Cuando
apareció el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y
Exiliados Políticos, impulsado por Rosario Ibarra de Piedra, pocos creíamos
en la legitimidad de sus demandas y planteamientos. Lo mismo ocurrió
después con el Frente Nacional contra la Represión (FNCR).

Para combatir a los grupos de oposición el Estado mexicano decidió crear


organismos irregulares como la Brigada Blanca, que estuvo al mando de
Miguel Nazar Haro, a quien debería investigarse por los múltiples ilícitos
cometidos cuando lideró la represión contra la lucha social. Varios
desaparecidos que el FNCR logró rescatar lo señalaron indudablemente
como el autor personal del suplicio de los detenidos durante la Guerra
Sucia, no obstante lo cual evadió la acción de la justicia.

Contexto y cifras de la impunidad en México


Como ya se ha mencionado, en México hemos vivido al menos tres
periodos de violencia en donde el Estado ha recurrido a la desaparición
forzada de personas. Al primero, se le conoce como “Guerra Sucia” y fue un
periodo de conflicto armado comprendido entre los años sesenta y
principios de los ochenta. Lo que generó ese conflicto, cuyo punto más
álgido se encontró en el Estado de Guerrero y, en particular, en el municipio
de Atoyac, fue la contradicción entre la posesión de la tierra, el control sobre
los productos de la tierra y los mecanismos para quedarse con los
beneficios de la producción, posteriores al reparto agrario y las esperanzas
que ello generó en la fuerza trabajadora campesina posterior a la
Revolución Mexicana. Cuando las organizaciones sociales optaron por el
empoderamiento político para la exigencia y consecución de sus derechos,
los gobernantes descalificaron toda propuesta de cambio social (FEMOSPP,
2006: 5).

Se ha documentado que el Ejecutivo Federal solicitó el apoyo del Ejército de


manera oficial, motivando la solicitud en la subversión y la supuesta
comisión de actos delictivos del Partido de los Pobres, que según las
autoridades estaba ideológica, política y militarmente preparado. Así, se dijo
que era necesario utilizar “fuerzas de golpeo que en forma clandestina
actúan directamente en contra de los miembros ya identificados y ubicados,
para quebrantarlos moral y materialmente, hasta lograr su total destrucción.
Se requiere, para lograr lo anterior, el apoyo material y moral, por parte de
las autoridades en todos los niveles.” (Corte Interamericana de Derechos
Humanos, 2009: 151 y ss.). Lo anterior, no contaba con ningún sustento
jurídico y no se acreditaba tampoco una situación de urgencia y gravedad
que amenazara la seguridad del Estado.

En total, la FEMOSPP (2006) logró documentar en su informe los casos de


788 personas detenidas desaparecidas en ese periodo. Hasta el momento,
solo tenemos noticia de una sentencia por hechos de desaparición forzada
ocurridos en el estado de Sinaloa en contra de una sola persona (Causa
Penal 179/2006, 2009).

Propuestas para erradicar la impunidad


En México han surgido desde la sociedad civil una serie de propuestas para
contribuir a la erradicación de la impunidad por violaciones graves de los
Derechos Humanos. Algunas de ellas son: un mecanismo internacional para
combatir la impunidad y la corrupción, una Fiscalía autónoma y la
desmilitarización de la seguridad pública.

Mecanismo internacional para el combate de la corrupción y la impunidad

El gobierno de Guatemala, en 2006, firmó un acuerdo con la ONU para


establecer la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala
(CICIG). El mandato de la CICIG incluye la investigación de estructuras
macrocriminales, “desarticulación, en colaboración con el gobierno, de los
aparatos clandestinos de seguridad y cuerpos ilegales de seguridad”, así
como formular “recomendaciones al Estado de Guatemala para la adopción
de políticas públicas destinadas a erradicar los aparatos clandestinos y
cuerpos ilegales de seguridad y prevenir su reaparición, incluyendo las
reformas jurídicas e institucionales necesarias para este fin” (CICIG, 2018).
La persona encargada de dirigir los trabajos de la CICIG es extranjera y
nombrada directamente por el Secretario General de las Naciones Unidas,
de manera que, difícilmente se verá comprometida su independencia e
imparcialidad.

Si bien, el mecanismo internacional ha sufrido críticas10, lo cierto es que


con sus investigaciones se ha logrado procesar y sentenciar a altos mandos
responsables de actos de corrupción y de crímenes graves.

Estamos convencidos de que en México sólo será posible avanzar hacia la


justicia con un mecanismo que tenga como base la cooperación
internacional y que no vea comprometida su independencia con pactos de
corrupción e impunidad. Además, lo vemos pertinente en virtud del rotundo
fracaso de las instituciones nacionales encargadas de procurar justicia.

Desmilitarización de la seguridad pública

La estrategia de seguridad iniciada en 2006 trajo aparejada el uso de las


Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad pública que corresponden a
los civiles. Las Fuerzas Armadas han sido las principales señaladas cuando
se cometen abusos en contra de la población civil, entre otras, han sido
responsables de casos de desaparición forzada.

La garantía de la seguridad en un Estado democrático debe plantear


restricciones claras en cuanto a las funciones de los militares; sin embargo,
en México, como ya se mencionó, se ha decidido dotar de facultades
amplias al Ejército para la investigación, detención de civiles e incluso
resguardo de evidencia. Actividades que, además, justificadas en un
contexto de “seguridad interior” se realizan en una total opacidad11 (México,
2017b).

Es por ello que se requiere un cambio en la estrategia de seguridad de


lucha contra las drogas que involucre entre otras, desmilitarizar al país.

Conclusión

En México vivimos una crisis de violencia que, entre otros, se refleja en la


magnitud del crimen de desaparición de personas. Las cifras que
exponemos demuestran que desde los años sesenta es una política del
Estado mexicano causar terror en distintos sectores de la población a través
de la esa práctica.
Se tienen documentados numerosos casos de desaparición forzada a
manos de instituciones policiacas y de las Fuerzas Armadas Mexicanas en
al menos tres periodos de la historia de México: la Guerra Sucia, el conflicto
Zapatista y la guerra contra las drogas. Todos estos casos se hallan
impunes.

Al desmenuzar el concepto de impunidad y analizar el caso mexicano en


torno a los elementos que le componen, podemos afirmar que en México se
actualiza un panorama complejo en donde la impunidad ha llegado a ser
estructural y tiene como consecuencia la falta de sanción de esas conductas
y, por lo tanto, la repetición de crímenes graves, por ejemplo, la
desaparición forzada de personas.

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