Fases Del Duelo

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1ª Fase: Negación y Aislamiento

La mayoría al enterarse de su enfermedad mortal reaccionan diciendo, "no, yo no, no puede ser
verdad”. Esta negación es común tanto en aquellos a los que se les comunica directamente desde
un principio su enfermedad, y a aquellos a los que no se les decía explícitamente y que llegaban a
aquella conclusión por si mismos.

La negación, por lo menos la negación parcial, es habitual en casi todos los pacientes, no sólo
durante las primeras fases de la enfermedad o al enterarse del diagnóstico, sino también más
adelante, de vez en cuando. La negación funciona como un amortiguador después de una noticia
inesperada e impresionante, permite recobrarse al paciente y, con el tiempo, movilizar otras
defensas menos radicales.

2ª Fase: Ira

Cuando no se puede seguir manteniendo la primera fase de negación, es sustituida por


sentimientos de ira, envidia, y resentimiento. Les surge la siguiente pregunta: "¿Por qué yo?". Esta
fase de ira a diferencia de la anterior es muy difícil de afrontar para al familia y el personal. Esto se
debe a que la ira se desplaza en todas las direcciones y se proyecta contra lo que les rodea, a veces
casi al azar.

3ª Fase: Pacto

En realidad, el pacto es un intento de posponer los hechos; incluye un premio "a la buena
conducta ", además fija un plazo de "vencimiento " impuesto por uno mismo y la promesa
implícita de que el paciente no pedirá nada más si se le concede este aplazamiento.

4ª Fase: Depresión

Cuando el paciente desahuciado no puede seguir negando su enfermedad, su insensibilidad o


estoicismo, su ira y su rabia serán pronto sustituidas por una gran sensación de pérdida. Todas
estas circunstancias y otras añadidas son razones de depresión para el paciente moribundo que va
causar un dolor preparatorio por el que ha de pasar el paciente desahuciado para disponerse a
salir de este mundo.

Cuando la depresión es un instrumento para prepararse a la pérdida inminente de todos los


objetos de amor, entonces los ánimos y las seguridades no tienen tanto sentido para facilitar el
estado de aceptación. Y si se les permite expresar su dolor en este tipo de depresión, encontrará
mucho más fácil la aceptación final.

En el dolor preparatorio no se necesitan palabras o se necesitan muy pocas. Es mucho más un


sentimiento que puede expresarse mutuamente y a menudo se hace mejor tocando una mano,
acariciando el cabello, o sencillamente, sentándose en la cama en silencio.

5ª Fase: Aceptación

Cuando el paciente ha tenido tiempo para asumir su situación y se le ha ayudado a pasar por las
fases antes descritas llegará una fase en la que su destino no le deprimirá ni le enojará. Se sentirá
cansado, y débil o sentirá la necesidad de dormitar a menudo. No hay que confundir esta fase con
una fase feliz. Para el paciente, esta fase está desprovista de sentimientos y es la familia quien
necesita más apoyo. El paciente lo único que necesita es la presencia de alguien a su lado, aunque
no haya comunicación oral, simplemente el silencio, el contacto entre las manos pueden ser las
comunicaciones más llenas de sentido.

Tenemos que saber que las fases en el proceso del enfermo terminal no son hieráticas, sino un
proceso dinámico y por tanto no tenemos que obligar a nadie a pasar por todas y cada una de
ellas, según la persona puede pasar de una fase a otra saltándose alguna de ellas o no
contemplarlas. Lo que si conocemos es que el pase por estas fases facilita la aceptación de la
muerte como algo natural y hace de este proceso algo idóneo, para aceptar nuestro fin, así como
ayuda a la recuperación del duelo en la familia.

Durante todas estas fases el único sentimiento común que siempre persiste es la esperanza. Aún
los enfermos más realistas, y los que aceptan de mejor manera su situación, mantienen una chispa
de esperanza para su curación o para la aparición de un medicamento nuevo. Esta chispa de
esperanza les sostiene durante días, semanas o incluso meses de sufrimiento. El papel del D. U. E.
en este caso, no se trata de decirles mentiras, pero es importante compartir con el paciente su
esperanza. La reacción de la familia ante la enfermedad del paciente contribuirá en mucho a la
respuesta de éste. Es muy importante para el enfermo y la familia, ver que la enfermedad no
rompe totalmente un hogar, ni priva completamente a todos los miembros de cualquier actividad
placentera.

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