Samaritana

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CANTO DE ENTRADA:

«En Jesús puse toda mi esperanza»

EN JESÚS PUSE TODA MI ESPERANZA,


ÉL SE INCLINÓ HACIA MÍ,
Y ESCUCHÓ MI CLAMOR,
Y ESCUCHÓ MI CLAMOR...

Me sacó de la fosa fatal,


del fango cenagoso;
asentó mis pies sobre la roca,
mis pasos consolidó...

En Jesús puse toda mi esperanza...

Puso en mi boca un canto nuevo,


una alabanza a nuestro Dios,
muchos verán y creerán,
y en Jesús confiarán...

En Jesús puse toda mi esperanza...

Ministro: Creemos en ti, Jesús, Señor de la Eucaristía. Tú nos diste a beber agua


viva para que no nos falte nunca el don de tu Espíritu y la experiencia de tu Amor. 
Todos: Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Ministro: Creemos en ti, Jesús, Señor de la Eucaristía. De tus labios, el pedir de


beber, es una declaración de amor divino, que ofreces, en la samaritana, a todos los
pueblos.
Todos: Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Ministro: Creemos en ti, Jesús, Señor de la Eucaristía. Por el agua del bautismo


hemos sido convertidos en tus hermanos menores para adorarte en espíritu y en
verdad.
Todos: Padre Nuestro, Ave María, Gloria

Ministro:  Padre Santo, Tú permites a tus hijos experimentar tu misericordia


cuando encontramos a tu Hijo, Jesucristo a quien ahora adoramos. Permítenos
escuchar en esta Hora Santa su voz, que nos anuncia tu compasión y tu amor. Haz
que en estos momentos lo encontremos, de corazón a corazón, para que apague
nuestra sed de vida y para que viviendo con alegría nos parezcamos más a él, que
vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.

Monitor: Conocer a Dios es el fundamento para poder amarlo de verdad, porque


nadie ama a quien no conoce, escuchemos ahora la experiencia de la samaritana.
Nos ponemos de pie.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS:

Del evangelio según san Juan.                                                                        (Jn 4, 5-18)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del
campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía
cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: «Dame de beber».
(Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó:
«¿Cómo es qué tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?».
Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le
pedirías a él, y él te daría agua viva». La mujer le respondió: «Señor, ni siquiera
tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva?
¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que
bebieron él, sus hijos y sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua
vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed;
el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la
vida eterna». La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener
sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla». Él le dijo: «Ve a llamar a tu marido y
vuelve». La mujer le contestó: «No tengo marido». Jesús le dijo: «Tienes razón en
decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso
has dicho la verdad». Palabra del Señor.

Monitor: Guardemos un momento de silencio para la oración y el diálogo personal


con el Señor.

CANTO DE MEDITACIÓN:
«LA SAMARITANA»

La tarde era un puñado


de luz y de sudores,
el sol llegaba fuerte
y Jesús sintió sed.
Él llegaba cansado,
de andar por los caminos
y una mujer del pueblo,
le pidió de beber.

ERA SAMARITANA
Y NO SABÍA DÓNDE ESTABA
EL REMEDIO PARA LA SED
ERA SAMARITANA
Y NO SABÍA QUE JESÚS
ES EL CAMINO HACIA LA FE.

Jesús le dijo a aquella


que le negaba el agua,
Si tú me conocieras
no tendrías más sed.
Porque el tiempo se acerca
en que toda la gente,
para calmar sus ansias,
beberán de mi ser.

ERA SAMARITANA...

Su vida estaba turbia


y se estaba dando cuenta,
que aquel con quien hablaba
veía en su interior.
Se fue corriendo al pueblo
y le dijo a los vecinos
en un hombre sediento,
encontré al salvador.

ERA SAMARITANA...

Lector: En el marco de la Cuaresma hacemos nuestra Hora Santa ayudados por el


testimonio de la samaritana con su «¡Dame de beber!» (Jn 4, 7), palabras que nos
llevan a meditar en la pasión de Dios por toda la humanidad anhelando suscitar en
nuestros corazones el deseo del don del «agua que brota para la vida eterna» (Jn 4,
14) y que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre
«en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23). ¡Sólo esta agua que brota de la Eucaristía
puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos
da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse
en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

Se puede hacer el siguiente canon semitonado:

Dame de beber,
Dame de beber,
Dame de beber,
Dame de beber, Jesús.

Momentos de silencio.

Lector: Jesús se presenta ante la samaritana no sólo como la fuente de agua viva,


sino como Alguien que nos hace ser «un manantial capaz de dar la vida eterna». Si
me acerco a Él, se remedia mi sed, y como discípulo–misionero puedo dar a los
demás agua viva; puedo ayudarles a salir de su sed, de su soledad, de su
amargura, de su depresión y desolación, para que lleguen a la tierra prometida.
Jesús hizo ver a la mujer samaritana que llevaba ya cinco maridos, y que con quien
en ese momento convivía, no era su legítimo esposo. Esto es lo que hace el agua de
Cristo desde su presencia Eucarística: nos invita a ver con más claridad nuestros
pecados para irnos a lavar en el pozo del sacramento de la Reconciliación. Por ello
la Cuaresma nos exige lavarnos de tantas manchas que se nos pegan por el camino.
En este tiempo privilegiado de conversión, somos invitados a lavar las manchas
del pecado y a iniciar una nueva vida.

Se puede hacer el siguiente canon semitonado:

Lávame Señor,
Lávame Señor,
Lávame Señor,
Lávame Señor, Jesús.

Momentos de silencio.

Lector: Nosotros también, como la Samaritana, nos encontramos a Jesús en el pozo,


pero ahora ese pozo es la Custodia en donde adoramos desde el silencio de nuestro
corazón su presencia, para convertirnos, para beber paz, perdón, serenidad y
fortaleza, que nos ayuden a continuar luchando en este desierto de la vida. De
manera que a la luz de este relato encontramos que la Cuaresma es un tiempo
especial para acercarnos a este pozo eucarístico y adorar calladamente desde lo
profundo de nuestro ser pidiendo un nuevo corazón. Sólo bebiendo de esta agua,
los sacerdotes y consagrados podrán dar de beber a las almas, los esposos podrán
permanecer fieles, sobrellevarse y amarse. los hermanos podrán estar en paz
interiormente y convivir en paz en familia. Sólo estando en silencio algunos
momentos ante Cristo, los que quieran vivir la Cuaresma encontrarán sabiduría,
prudencia y fortaleza para vivir este tiempo de oración, ayuno y limosna.

Se puede hacer el siguiente canon semitonado:

Conviérteme hacia ti,


Conviérteme hacia ti,
Conviérteme hacia ti,
Conviérteme hacia ti, Jesús.

Momentos de silencio.

Monitor: Oremos en espíritu y en verdad a nuestro Padre Dios, fuente de toda vida


y misericordia, y digámosle:

R/ Señor, sacia nuestra sed.

1.Por la Iglesia, para que nos acerque a la misericordia de Dios y sea ella la que,
como madre y maestra siempre nos dé de beber de la fuente de vida eterna,
oremos.

2. Por los pastores de la Iglesia, para que estén siempre disponibles a dar de beber
a quienes acuden al pozo del confesionario y puedan escucharlos con paciencia y
comprensión, oremos.

3. Por los gobernantes y por los partidos políticos, para que busquen la fuerza del
espíritu desde la oración y tomen buenas decisiones ante los problemas de los que
más sufren en nuestra sociedad, oremos.

4. Por los niños, adolescentes y jóvenes, para qué sintiéndose verdadera


comunidad de la Iglesia de Jesucristo, lleguen a ser fuente de agua viva para todos
los sedientos, a través de la vocación específica que elijan, oremos.
5. Por todos nosotros y nuestra comunidad, para qué en la búsqueda de la
renovación de nuestras vidas, durante esta Cuaresma, aprendamos a vivir según el
espíritu de Jesús, oremos.

Ministro: Padre, muéstranos nuevos caminos hacia ti y hacia los hermanos y que


sepamos encontrarnos fraternalmente unos a otros como tú te encuentras con
nosotros, en Jesucristo nuestro Señor. Amén

CANTO PARA LA BENDICIÓN:


«OH BUEN JESUS YO CREO FIRMEMENTE»

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