Reposo Del Guerrero
Reposo Del Guerrero
Reposo Del Guerrero
•
Eduardo Langagne
Primera edición
Julio de 2012
Ilustración de cubierta
Estructura 13, por Anabel Quirarte y Jorge Ornelas
(Quirarte+Ornelas)
Impresión y encuadernación
Nomos Impresores
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Universidad
Externado de Colombia
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
7
pandilla
Oh maravilla.
8
poema escrito en enero
9
descubrimientos
10
el que bebió esa noche
Y más aún
todas las del mundo
se fragmentaban en ella
o se dispersaban
o se reconocían
o se sabían mujer en ella.
11
Entonces fue
que el que bebió esa noche
recordó algunos versos
que también hacían polvo
o más bien
se hacían polvo
como si la muerte
hubiera
besado todas las canciones.
12
preguntas
13
dispersiones
I
Ella tiene el pelo corto y su cara toma los más
despiadados amarillos, tensa las cuerdas pensando
en los guerreros que limpiaban su lanza en la
entraña enemiga.
Luego canta con la seguridad de un pirata que ha
encontrado en su mapa el sitio exacto del tesoro.
II
En tus pesadillas soy un extranjero que mira
madurar tu cuerpo.
El mar es un fruto verde que no podemos morder
porque la lengua reconoce la traición y la desdeña.
El tigre corre, a pesar de la bala en sus costillas.
La poesía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Escribo ahora que la inmóvil terquedad de la
tortuga
me aviva la impaciencia.
III
Con la guitarra desgarramos nuestros odios,
nuestros más amorosos rencores:
al cantar elegimos la manera de morir.
Permanecemos en la muerte.
14
canto por las preguntas
del desmemoriado
Lo haré si no lo hice
15
¿Tal vez le dije solamente que la tierra
es preciso lugar para dos cuerpos que se unen
dando un espacio a la esperanza?
¿No lo hice?
16
piedras
17
Hoy no voy ni entrego mi barco de papel,
mi brazo, mi guitarra, hoy no,
hoy solamente tiro piedras,
poemas,
muchas piedras contra tu rostro
—no niego, dulce rostro—
tiro piedras,
me arranco el corazón y te lo arrojo.
Hoy no, muerte, hoy no voy, no quiero,
necesito hacer la casa.”
Y estoy vivo
cuando arrojo palabras, muchas palabras.
Fuego.
18
el poema no sabe
19
el truco
20
atención
Entre la multitud
puedes reconocerme, amor:
21
necesidad
22
navegantes
Navegar é preciso
viver não é preciso
Navegar é preciso
viver não é preciso
23
Navegar é preciso
viver nao é preciso
24
el oficio del río
Y aquí vamos
al encuentro de un mar
que es el sueño de todos.
25
paisaje para manuel cebado
26
un pájaro (era pardo)
27
percusiones
(Canto grave para tambor solo)
Madre
Madre muerta
28
otro hombre, distinto
29
nicolás sale a la luz
30
juego
Mi pequeño Pablo
sonríe con el niño del espejo
al descubrirlo.
31
¿Quién es mi Pablo de entre los innumerables
reflejados?
A veces la pupila indica
con un brillo peculiar
quién es el verdadero.
Al observar detenidamente
comienzo yo también a repetirme.
32
a caballo montaban
33
canto por los que duermen poco
34
los hombres, hijo mío
Y el poeta Neruda,
desenterrando papas,
escarbando la tierra con las uñas
buscando una palabra,
desollando cebollas
como quien busca una verdad
¿tú creerías que lloraba?
Las melodías
que íntimamente entraban en Casals, el chelista,
¿no lo harían llorar mientras tocaba?
Y Pablo, el otro Pablo,
el que pintaba
35
los oscuros motivos de la guerra,
¿a Picasso, la vida
no le hacía un nudo en la garganta?
Los artistas, hijo, también lloran.
36
me pondré la manzana
De cualquier modo,
me pondré la manzana en la cabeza.
37
poema del film
No es un video.
Por ello no está grabada la sonrisa
de la madre que cuida a su pequeño en la arena.
38
Si pudieron ver la playa
y la muchacha que se moja en el mar,
saben ya el color de su traje,
adivinan el tono de sus ojos;
advierten el largo de su pelo,
reconocen su silueta.
Y si nada sintieron,
si nada imaginaron,
si estas palabras
no constituyen un poema,
ha sido solamente tiempo perdido.
Tiempo sin playa y sin muchacha
que ustedes han perdido irremediablemente.
39
aquel tren
Yo era un niño
En el tren a Chihuahua
el paisaje era un frágil futuro arenoso y sin gente.
La paciencia rodaba en el alma con ruido de hierro.
Un túnel oscuro veía mis temores
marcaba las líneas ocultas del agrio destino.
En una estación de madera
una niña desértica puso sus ojos brillantes en mí.
Yo supe al momento
que nunca podría encontrarlos de nuevo.
Yo era un niño.
Miraba las vías corriendo ligeras
hasta un sitio llamado horizonte
donde interrumpían su destino.
Cuando niño la tierra era plana
había trenes y sueños
y yo nunca había perdido un amor
por no descender en aquella estación oportuno y
puntual.
40
cumpleaños
Cuánto me conocen:
han sabido de mí toda la vida.
Algunos me reclaman
por haberlos gastado inútilmente.
Otros piensan
que exageré en aquellas cosas tristes.
y decimos salud.
41
celebración del hombre que
despierta en un cuarto de hotel
42
No hay evidencias claras para decir que el hombre
es triste.
Pudiera ser incluso que aquel hombre sea un
alegre empecinado
y que en esta mañana reconozca en su rostro
un año más o un siglo
y vuelva a guiñar el ojo al compañero
y aquel haga lo mismo porque lo estima
y puede ser que emita sonidos guturales
como el hombre primitivo ante los sueños
como el antiguo azorado ante el trueno y el
relámpago.
43
la vieja fotografía
44
Pero todos olvidan ciertos planes,
deseos
que se obstinan ilusos bajo el sol del invierno
mientras reunimos años en el cabello.
Apenas
unos cuantos recuerdan.
Y el que yo era me pide
cantar en la memoria melodías fascinantes
que musitamos juntos después de aquella foto
subiendo al Corcovado,
cuando sabíamos ambos
lo que había sucedido.
En esta desventaja
que actualmente vivimos, él sabe que no sabe
lo que pasó después (yo no se lo he contado).
45
igual que las semillas
46
misterios
47
cabalgando
48
Los hombres que montan a los broncos con firmeza
saben tener el corazón dispuesto
49
flash back
50
encuentro
51
oración
52
canto por el hombre
que bebía música
53
el vino
54
la memoria
55
muerte de rilke
56
un ramo de rosas
57
O encima de la mesa donde lees, escribes y descubres.
Que su color te ilumine la memoria.
Es decidirse por la rosa nuevamente,
por su sabor dulzón y por su tacto.
Sumé la rosa blanca de Martí,
que también he deseado cultivar;
la Rosa melancólica de Nicolás Guillén,
percutiendo su bongó y enamorando.
La rosa de Pellicer,
en las manos de la noche,
comparte algún secreto
con la nocturna rosa de Xavier Villaurrutia.
Aquí la rosa de la humana arquitectura de Sor Juana.
También tu rosa que aparece con la luna
y al pausar su llegada floreció en tu vientre.
Las rosas que te canto: Rosa
oscura del tiempo. Rosa
clara de la luz humedecida. Rosa
de los días inolvidables. Rosa
impasible del dolor. Rosa
del mundo. Rosa
del amor. Amorosas rosas
sólo reunidas hoy. Rosas
anónimas, sencillas, simples.
La rosa que no puedo tocar de Juan Ramón
se me marchita entre las manos.
58
La de Huidobro me sangra
cuando la intento florecer sobre el papel de espinas.
Rosas que son celebración para los días que vienen,
impacientes o tristes, oscuros o afligidos,
optimistas y a veces luminosos,
como el aroma de las rosas que te ofrezco en este
ramo.
59
testimonio
60
esta mujer y yo
61
poema del ciego amor
El amor es ciego
Palpa las paredes del laberinto
para encontrar la salida.
O sobre un papel
amarillento y sucio
las puntas de sus dedos
buscan descifrar
los códigos del ser amado.
Pero cuidado
La felicidad es más ciega que el amor.
62
poema del indeciso
Ante la encrucijada
decidirás por dónde continuar tus pasos.
63
Si decides no hacerlo
volver sobre tus pasos
no asumir el riesgo del andar
piensa que al final de la tarde dudarás nuevamente.
64
monólogo del vagabundo
Ella me amaba,
un día me pidió que encendiéramos la hoguera
para siempre,
la mano me tembló al acercar el fuego al atado de
leña,
la indecisión sopló sobre mi mano.
65
soy el albatros
Soy el albatros
no levanto el vuelo.
Soy el albatros
atrapado en la quilla.
Mi anhelo es silencioso
No puedo alzar el vuelo en la cubierta.
Soy el albatros.
He de abrir estas alas.
Alejarme del barco que me impide volar.
66
la desilusión
Te azota.
Trenza un látigo de lianas secas.
Se mofa
–manojo de flores marchitas
que se agita frente a tu rostro–.
Te obliga a respirar aire doliente,
a beber agua estancada.
Distrae tus oídos con sonidos quejumbrosos.
Coloca un velo oscuro al paisaje que ansías.
Hace tu vino agrio,
espina tu mano cuando tomas tu copa.
67
la mesa del escribano
68
Y Caeiro, el maestro,
habría reflexionado:
“no soy auténtico,
soy idéntico”,
en su afán de diluirse
en la naturaleza
mientras Fernando abría los sobres mercantiles
y preparaba respuestas lógicas, triviales.
Pero en la mesa comercial del escribano,
mientras un barco de carga sorteando la tormenta
traía su salario
para el oporto y la tinta,
aparecían más nombres de hombres verdaderos.
“No soy este instante”, habría escrito
Pessoa,
“soy el tiempo”.
69
persona, personae
70
Su rostro inexistente, disculpe usted, Fernálvaro,
Alricardo,
se convierte en la mueca que se burla de este
mundo aparente
igual que un niño retraído a bordo de un barco
imaginario.
71
igual que en el grabado de escher
72
balada de los diez de nosotros
73
reposo del guerrero
74
eduardo langagne
75
contenido
Se compuso en caracteres
Sabon de 10,5 puntos
y se imprimió
sobre papel periódico de 48,8 gramos,
con un tiraje de
8.000 ejemplares.
Bogotá, Colombia