LIBRO DE MELQUISEDEC Por Billy Gil
LIBRO DE MELQUISEDEC Por Billy Gil
LIBRO DE MELQUISEDEC Por Billy Gil
INTRODUCCION
LAHISTORIA DE UN VASO
CAPITULO 1
CAPITULO 2
1 con el vaso en los hombros, inicié una caminata rumbo a las ciudades e la
planicie, siendo acompañado por los pastores. Luego comenzaron a seguir
escarnecedores que, al verme con aquel vaso incandescente en pleno día,
comenzaron a decir que yo estaba loco. Al esparcirse esta noticia, muchos
vinieron a mi encuentro, trayendo consejos para que yo abandonara aquel vaso
que sería capaz de destruir toda mi reputación y dignidad delante de ellos.
2. Cuando yo les hablé a ellos sobre los ejércitos y sobre mi misión conjunta con
los pastores, ellos concluyeron que de hecho yo estaba loco. Intentando tirarme el
vaso por la fuerza, mas aferrándome a él, impedí que lo tiraran de mí.
4 Sintiéndome solo con aquel pesado vaso sobre los hombros, comencé a
angustiarme, anhelaba encontrar a alguien con quien pudiera compartir mi
experiencia, mas todos me lanzaban miradas de desaprobación.
CAPITULO 3
1 Mientras intentaba imaginar lo que Yawéh podría hacer para alcanzar tan
milagrosa liberación, vi surgir a lo lejos un grupo de pastores que se encaminaban
en dirección mía, viniendo de Sodoma. Pensé al principio que eran los pastores
enemigos que venían a arrancarme el rebaño conquistado con amor. Tal
desconfianza pronto desapareció, dando lugar a un sentimiento de mucha alegría,
cuando descubrí que eran mis fieles pastores. Ellos se fueron aproximando en
pequeños grupos de doce, hasta alcanzar el total de 300 pastores. Al mirar hacia
ellos, pude notar en sus semblantes las señales de una gran lucha espiritual para
estar a mi lado. Me contaron acerca de la experiencia de muchos compañeros
que, desanimados, habían lanzado el aceite y la lana fuera de sus vasos,
regresándose hacia sus tiendas. Me hablaron de cómo, en aquella noche anterior,
habían aprendido a amar la luz de mi vaso, que para ellos se convirtió como en
una estrella guía.
7. Orientado por la voz de la llama, les indiqué las señales: cuando la última
antorcha se apagase en el campamento, debería den estar atentos, pues una
pequeña lamparilla seria encendida por uno de los cautivos. Tan pronto como la
lamparilla comenzase a arder, deberían de correr cada uno hacia su puesto,
evitando cualquier ruido, para no ser descubiertos.
8. La señal para ellos de quebrar los vasos con los cuernos , levantando muy en
alto las antorchas, sería el apagar de la lamparilla.
9. Después de esas orientaciones. Los 260 pastores, ocultos por las sombras de
la noche, se esparcieron por el valle, y estaban esperando el momento de
colocarse alrededor del campamento; mientras tanto los 40 se colocaron próximos
a un pasaje más vulnerable, a través del cual habrían de alcanzar a los cautivos.
10. era ya alta noche cuando la antorcha del último soldado se apagó,
sobreviniendo una completa oscuridad y silencio sobre el campamento de las
tropas.
11. entre los cautivos, había un hombre en aquella noche, que vivía la mayor
angustia de su vida . era mi sobrino que, después de convertirse en el blanco de
tantos abusos y humillaciones, había tomado conocimiento del castigo que les
esperaba al amanecer.
12.En aquella noche, Lot tenía en sus pensamientos vueltos hacia su tío; se
acordaba con arrepentimiento del momento en que había dejado junto al Roble de
Mambré , mudándose hacia las campiñas de Sodoma. En su desesperación, sintió
deseo de volver a ver mi faz y de pedirme perdón por haberse apartado de mí.
Justamente en aquel momento, Lot fue atraído por el brillo de una antorcha que
ardía sobre la colina. Al mirar el brillo, imaginó estar teniendo una visión, pues ello
mismo le reflejaba la faz de su querido tío.
13. Queriendo mostrarme su rostro, Lot palpó en medio de las tinieblas hasta
encontrar una pequeña lamparilla que había traído en su alforja. Frustrado,
percibió que no había en ella nada de aceite. Concluyo que aquella lámpara
apagada y seca, era un símbolo de su vida vacía y sin fe.
14.sin desviar los ojos de mi rostro iluminado por la llama del vaso, en un
desesperado gesto de fe, Lot palpó la mecha de su lamparilla, descubriendo que
había en ella un residuo de aceite. Curvándose, comenzó a herir las piedras del
fuego, hasta que una chispa saltó hacia la mecha. Sin saberlo, Lot estaba
comandando con sus gestos, los pasos para una gran liberación.
16. desde el momento en que Lot se levantó, con su diminuta llama, yo estaba
mirando hacia sus ojos que miraban los míos. Vi que su faz traía señales de
inenarrable angustia y malos tratos. Así mismo, pude leer en sus ojos azules, que
la esperanza y la fe todavía no le habían abandonado.
17. El pequeño fuego de la lamparilla de Lot, con todo, no resistiría por mucho
tiempo. Era necesario que se apagase, para señalizar la gran victoria.
18. Cuando la oscuridad volvió a cubrir la faz de Lot, mis trescientos pastores
arremetieron sus cuernos contra los vasos que mantenían ocultas las antorchas
ardiendo. Un gran ruido, como de caballería en combate resonó por todas partes,
mientras que las antorchas eran suspendidas. Los trescientos cuernos utilizados
hasta entonces para conducir el rebaño, sonaban ahora como trompetas de
conquistadores.
19. todo el campamento se despertó de un solo brinco, y , sin saber cómo escapar
de tan terrible investida que partía afuera y de adentro, los soldados comenzaron a
luchar entre sí mismos, mientras que mis pastores permanecían en sus puestos
haciendo sonar los cuernos.
20. Los cautivos, estuvieron muy espantados al principio, mas poco a poco fueron
tomando conciencia de la gran liberación que estaña operándose a su favor.
(La gran Liberación representa la liberación de Israel en los últimos días. Abraham
descubre que la gran liberación se concretizó en Rosh hashaná. Abraham predica
la fe en el Mesías a los cautivos liberados invitándoles a purificarse en agua, solo
tres lo aceptan. Abraham rechaza la oferta del rey de Sodoma. Abraham y los
fieles deciden conmemorar la fiesta de Sukot en Salem. Las perlas del vaso.
Bienvenida festiva en Salem. El encuentro de Abraham y Melquisedec.)
CAPITULO 6
CAPITULO 8
CAPITULO 9
(Abraham intenta convencer a Sara sin tener éxito. Abraham recibe con
hospitalidad a tres peregrinos. El señor convierte a Sara y le bendice, le entrega
dos perlas, una para ella y otra para su hijo. Abraham cae a los pies de su
Redentor y recibe la última perla.)
CAPITULO 10
(Abraham acompaña al señor hasta la colina desde donde el señor envía a sus
dos compañeros a una misión. Yahwéh se lamenta por la destrucción que habrá
de sobrevenir a los habitantes de las ciudades de aquel hermoso valle. Abraham
intercede por aquel pueblo. No había diez justos en Sodoma y Gomorra.
Lamentación de Yahwéh. Los dos compañeros son enviados para rescatar a Lot y
sus hijas. Abraham se postra agradecido a Yahwéh por la intervención en el
rescate de sus familiares.)
1. Después de estas cosas, Yahwéh se despidió de Sara y de los pastores
que allí se encontraban, y me invitó a que los acompañara hasta la colina
que esta frente al valle. Cuando llegamos a aquel lugar, el Eterno se
despidió de sus dos compañeros, enviándolos a una misión especial en
Sodoma y Gomorra.
2. De la cima del monte contemplábamos los fértiles valles y bosques que,
como un paraíso, se extendían en ambos márgenes del rio Jordán,
circundando las prosperas ciudades, dentro de las cuales se destacaban
Sodoma y Gomorra.
3. Fue sobre aquella colina que, después de la contienda entre mis pastores y
los pastores de Lot, le di la oportunidad de escoger el rumbo a seguir, pues
no podríamos permanecer juntos. Atraído por las riquezas de la campiña, el
decidió mudarse hacia allá.
4. Al mirar hacia mi compañero que permanecía en silencio desde el momento
en que vimos la campiña, me sorprendí al verlo llorando. Le pregunté el
motivo de su tristeza, y Él, sollozando respondió:
5. Este es para mí un día de mucha tristeza, pues por última vez mis ojos
podrán posarse sobre este valle fértil. ¡ Lloro por los habitantes de esas
ciudades que no saben que sus días acabaran !
6. La declaración de Yahwéh me trajo el recuerdo de todos aquellos cautivos
que habían sido liberados seis años antes; lamentablemente, casi todos
rechazaron el baño de la purificación, regresando inmundos hacia sus
casas; Únicamente Lot y sus hijas aceptaron la salvación, tomando
posesión de sus perlas. Pensando en alguna posibilidad de liberación para
aquel pueblo, pregunte al Señor:
7. ¿ y si acaso existe en aquellas ciudades, cincuenta personas justas, aun
así serian ellas destruidas.?
8. Yawéh me dijo que si hubieses cincuenta justos, toda la planicie seria
perdonada.
9. ¿ y si hay 45.?
10. Si hubiesen allí 45 justos, todas aquellas ciudades serian perdonadas.
11. Continúe con mis indagaciones hasta llegar al número diez. Yahwéh me
dijo que si hubiesen 10 justos en aquellas ciudades, toda la planicie seria
perdonada.
12. Torturado por una inexpresable agonía de espíritu, Yahwéh volvió a llorar
amargamente, mientras que con voz embargada, pronunciaba un triste
lamento:
13. Sodoma y Gomorra, cuantas veces quise Yo juntar a tus hijos como la
gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, mas vosotros no aceptaste
mi protección. ¡¿Por qué es que vosotras cambiasteis la luz de mi
salvación, por las tinieblas de este reino de muerte?! ¡ Mis oídos están
atentos en busca de, por lo menos una plegaria, mas todo es silencio! ¡ Mis
manos están extendidas, prontas a impedir el fuego del juicio, mas vosotras
rechazáis mi socoro!
14. Inclinándome al lado de mi sufridor compañero, me uní a Él en la
lamentación. En aquel momento de dolor, tuve la certeza de que
Melquisedec también sufría por todos aquellos que habían cambiado el
amor y la paz de Salem, por las ilusiones de aquel valle de destrucción.
15. Después de un largo llanto, Yawéh me consoló, con la revelación de sus
dos compañeros, se encontraban en aquel momento en Sodoma con la
misión de salvar a Lot y a sus hijas librándoles de la muerte. Sus palabras
me trajeron gran alivio, y me postré agradecido a sus pies.
CAPITULO 11
(Yahwéh comisiona a Abraham registrar en un rollo la historia del vaso, así como
la Historia de Salem, para posteriormente entregarlo dentro del Vaso a
Melquisedec. Destrucción de Sodoma y Gomorra. Abraham se lamenta en
extremo.)
CAPITULO 1
CAPITULO 1
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 6
CAPITULO 11
1. Los doce meses contados a partir del gran sacrificio estaban casi por
terminar. El cetro, totalmente restaurado, resplandecía en su estuche,
mientras que el príncipe, igualmente restablecido de las heridas causadas
por la rebeldía, se alegraban al ver llegar el Yom Kipur de su coronación.
Mientras tanto, él componía lindas canciones que expresaban su amor por
Salem.
2. En aquellos doce meses, la ciudad de la paz llegó a ser más bella, siendo
adornada cual novia para el grandioso día de la coronación.
3. A una semana para el Yom Kipur, Samael, totalmente inconsciente de que
el día de su juicio se aproximaba, reunió a sus seguidores, anunciándoles
que la próxima misión seria la conquista de Salem, antes de que ellos
avanzaran, sin embargo él subiría solo para verificar los puntos vulnerables
de la ciudad.
4. Después de ser aplaudido por la turba, Samael partió en su misión de
reconocimiento. Mientras que avanzaba solo, procuraba no acordarse de
aquéllos momentos que le trajeran terror por la culpabilidad, mas, dominado
por una fuerza superior, fue arrastrado en sus recuerdos hacia aquel monte
de la cruel tortura.
5. Todo su pasado comenzó a venirle a la memoria, como un peso
desmoronador.
6. Cuando despertó de sus recuerdos de los cuales no consiguió huir, era ya
de noche. La oscuridad que lo envolvía le pareció el presagio de un triste
final. Ese desánimo, sin embargo, procuró desecharlo con el recuerdo del
ejército que lo esperaba, listo para cumplir sus órdenes, en la conquista de
Salem, donde no habría más recuerdos de aquél pergamino.
7. El amanecer lo alcanzó estando próximo a Salem. Al ver el monte de los
olivos, le vino el recuerdo de la última vez que lo traspasó, dejando tras si la
ciudad vencida. ¿Cuántas noches habían pasado desde entonces? Él había
perdido la noción del tiempo, no sabiendo que exactamente doce meses se
habían pasado. No podía imaginarse que, rayaba en aquella mañana el
Yom Kipur, el día de su juicio.
8. Al llegar a la cumbre del monte de los olivos en aquella mañana, Samael se
sorprendió al ver que la ciudad se había tornado más bonita que antes;
Toda ella estaba adornada de Ramos y de flores, como una doncella a la
espera de su novio. Y sin embargo, Salem estaba abandonada, no teniendo
ninguna señal de vida en todas sus mansiones. Esto lo hizo concluir que los
golpes que habían aniquilado al príncipe y al cetro, habían traído como
consecuencia todo aquel abandono. Él no sabía, sin embargo, que en aquel
momento todos los remanentes de aquel reino, se encontraban ocultos en
el gran salón del palacio, esperando el momento más glorioso, de la
coronación de Melquisedec.
9. Imaginándose exaltado sobre el trono abandonado, teniendo a sus pies a
los ejércitos victoriosos, el rebelde penetró en la ciudad, dirigiéndose
apresuradamente al palacio. Al cruzar el portal principal que da entrada al
salón principal, se llenó de asombro al ver allí reunidos una multitud de
fieles. Sobre un tablado de oro, adornado de flores talladas en piedras
preciosas, se encontraba el trono vacío. En la base del trono estaba el
pergamino de las leyes, una corona de oro llena de piedras preciosas y el
estuche que había dejado vacío en aquella noche de la traición. Sin
entender el enigma, Samael se escondió por detrás de una columna,
temiendo ser reconocido, y se mantuvo observando.
10. Los súbditos, con la expresión de feliz expectativa miraban hacia el trono
vacío. ¿Dónde encontraban ellos motivo para toda esa alegría, si habían
perdido a su rey juntamente con el cetro? Samael se preguntaba sobre ese
misterio, cuando Adonías, aplaudido por los súbditos, se encaminó junto al
trono. Con una voz llena de emoción por la victoria, el fundador de Salem
anunció que había llegado el momento tan soñado de la coronación. Un
grito de triunfo resonó por los aires cuando, anunciando por su padre, entró
el príncipe amado encaminándose en dirección del trono. Al verlo cubierto
por un manto de gloria, Samael fue poseído por un terrible pavor, y procuró
huir. Descubrió, sin embargo, que todos los portales del gran salón estaban
cerrados por fuera.
11. Dio inicio la ceremonia de la coronación. Era un momento en verdad
solemne. Adonías, en un gesto reverente, tomó la rica corona, colocándola
en la frente de su hijo. Inclinándose después hacia el estuche, lo abrió
cuidadosamente, sacando de él el laúd restaurado, cuya belleza y brillo era
muy superiores a su primera condición, al salir de las manos de Adonías su
laudero. Sentándose en el trono en medio de las aclamaciones de los
súbditos, Melquisedec comenzó a tocar el cetro, sacando de él acordes de
mucha armonía y paz. Todos se aquietaron para oír sus nuevas
composiciones que expresaban su profundo amor por el cetro y por todo
aquel reino de paz.
12. Gran emoción invadía el corazón de todos en ese momento, llevándolos a
las lágrimas. Samael, si fuerzas para reaccionar, se sentía torturado por
aquellos acordes que lo torturaban haciendo revivir en su mente sus
oportunidades perdidas, en una tortura terrible para s conciencia.
13. Melquisedec había compuesto para ese momento especial, canciones que
retrataban los momentos más destacados de la historia de Salem; cuando
comenzó a cantar sobre la amistad que había tenido por Samael, su voz se
embargaba por las lágrimas que no conseguía contener. ¡Triste era para él
cantar sobre la caída de aquél que había sido su mayor amigo! Cantó
entonces sobre el alto precio que tuvo que pagar por la reconquista del
cetro, que representaba la honra de Salem.
14. Al contemplar aquellas manos marcadas por las cicatrices, tocando con
tanta maestría y cariño el cetro restaurado, los súbditos tomados por una
fuerte emoción, se postraron en llanto.
15. Al ver en las manos de Melquisedec aquél laúd que, en sus manos había
sido un instrumento de tortura, Samael comprendió, demasiado tarde
cuánto había errado, desviándose de los consejos del príncipe; Cuántas
veces aquéllas manos sobre las cuales había descargado toda aquella
violencia habían sido extendidas en un esfuerzo de salvarlo, u él las había
despreciado negligentemente. ¡Ahora, era demasiado tarde!
¡¡¡Extremadamente tarde!!!
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
(El eterno vivió una eternidad antes de crear el universo. Mundo de luz. Monte
Sión. Rio de la vida. Jardín de Edén. Jerusalén, la ciudad de paz. Lucifer, el
gobierno divino. Libertad de escoger. Ángeles, ministros del reino de la luz.
Universo. Abismo de tinieblas, prueba de fidelidad. Separación entre la luz y las
tinieblas.)
1. Antes que existiese una estrella para brillar, antes que hubiese ángeles
para cantar, ya había un cielo, el hogar del Eterno, el único Dios. Perfecto
en sabiduría, amor y gloria, vivió el Eterno una eternidad, antes de
concretizar su lindo sueño, en la creación del Universo.
2. Los incontables seres que componen la creación fueron, todos, idealizados
con mucho cariño. Desde el diminuto átomo hasta las gigantescas galaxias,
todo mereció su suprema atención. Amador de la música, Dios idealizó el
Universo como una gran orquesta que, bajo su regencia, debería vibrar
acordes armoniosos de justicia y paz. Para cada criatura Él compuso una
canción de amor.
3. El eterno estaba muy feliz, pues sus sueños estaban por realizarse.
Moviéndose con majestad, inició su obra de creación. Sus manos
moldearon primeramente un mundo de luz, y sobre él una montaña
fulgurante sobre la cual estaría para siempre afirmado el trono del Universo.
4. Al monte sagrado Dios llamó: Sión. De la base del trono, el Eterno hizo
brotar un río cristalino, para representar la vida que de Él fluiría hacia todas
las criaturas. Como sala del trono, creó un lindo paraíso que se extendía
por centenas de kilómetros alrededor del monte Sión. Al paraíso llamó:
Edén. Al sur del paraíso, en ambos márgenes del río de la vida, fueron
edificadas numerosas mansiones adornadas de piedras preciosas, que se
destinaban a los ángeles, los ministros del reino de la luz.
5. Circundando el Edén y las mansiones angelicales, construyó Dios una
muralla de jaspe brillante, a lo largo de la cual podían ser vistos grandes
portales de perlas. Con alegría, el eterno contempló la capital soñada. La
ciudad en su esplendor era como una novia adornada, pronta para recibir a
su esposo.
6. Cariñosamente, el gran arquitecto la llamó: Jerusalén, la ciudad de la paz.
Dios estaba por traer a la existencia a la primera criatura racional. Sería un
ángel glorioso, de entre todos el de mayor honra. Adornado por el brillo de
las piedras preciosas, ese ángel viviría sobre el monte Sión, como
representante del Rey de Reyes delante del Universo.
7. Con mucho amor, el Creador comenzó a moldear al primogénito de los
ángeles. Toda sabiduría aplicó al formarlo, haciéndolo perfecto. Con ternura
le concedió la vida; el hermoso ángel, como despertando de un profundo
sueño, abrió los ojos y contempló la faz de su autor. Con alegría, el Eterno
le mostró las bellezas del paraíso, hablándole de sus planes, que
comenzaban a concretizarse.
8. Al ser conducido al lugar de su morada, junto al trono, el príncipe de los
ángeles estaba agradecido y, con voz melodiosa, entonó su primer cántico
de alabanza. De las alturas de Sión, se descubría, a los ojos del hermoso
ángel, Jerusalén en su inmensidad y esplendor. El río de la vida, al deslizar
sereno en medio de la Ciudad se asemejaba a una larga avenida reflejando
las bellezas del jardín del edén y de las mansiones angelicales.
9. Envolviendo al primogénito de los ángeles con su manto de luz, el Eterno
comenzó a hablarle de los principios que habrían de regir el reino universal.
Leyes físicas y morales deberían de ser respetadas en toda la extensión del
gobierno divino. Las leyes morales se resumían en dos principios básicos:
amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Cada
criatura racional debería ser un canal por medio del cual el Eterno pudiese
derramar a otros vida y luz. De esa forma, el universo crecería en armonía,
felicidad y paz.
10. En el reino de Dios, las leyes no serían impuestas con tiranía; los súbditos
serían libres. La obediencia debería surgir espontanea, en un gesto de
reconocimiento y gratitud. En ese reino de libertad, la desobediencia
también sería posible. El resultado de tal comportamiento sería el
vaciamiento de las fuerzas vitales.
11. Después de revelar al hermoso ángel las leyes de su gobierno, el Eterno le
confió una misión de gran responsabilidad: Sería el protector de aquellas
leyes, debiéndolas honrar y revelar al universo listo para ser creado. Con el
corazón rebosante de amor a Dios y a los semejantes, le correspondería
ser un modelo de perfección: sería lucifer, el portador de la luz. El príncipe
de los ángeles; agradecido por todo, se postró ante el amoroso Rey,
prometiéndole eterna fidelidad. El Eterno continuó su obra de creación,
trayendo a la existencia a innumerables huestes de ángeles, los ministros
del reino de la luz.
12. La ciudad Santa fue poblada por esas criaturas radiantes que, felices y
agradecidas, unían las voces en bellísimos cánticos de alabanza al
Creador. Dios traía ahora a la existencia el Universo que, repleto de vida,
giraría en torno de su trono afirmado en Sión. Acompañado por sus
ministros, partió hacia la grandiosa realización. Después de contemplar el
vacío inmenso, el Eterno levantó las poderosas manos, ordenando la
materialización de las multiformes maravillas que habrían de componer el
Cosmos.
13. Su orden, cual trueno, repercutió por todas partes, haciendo surgir, como
por encanto, galaxias sin número, repletas de mundos y soles paraíso de
vida y alegría, todo girando armoniosamente entorno del monte Sión. Al
presenciar tan grande hecho del supremo Rey, las huestes angelicales se
postraron, haciendo repercutir por el espacio iluminado un cántico de
triunfo, en salutación a la vida.
14. Todo el universo se unió en ese cántico de gratitud, en promesa de eterna
fidelidad al creador. Guiados por el Eterno, los ángeles comenzaron a
conocer las riquezas del universo. En esa excursión sideral, estaban
admirados ante la inmensidad del reino de la luz. Por todas partes
encontraban mundos habitados por criaturas felices que los recibían en
fiesta. Los ángeles nos saludaban con cánticos que hablaban de las buenas
nuevas de aquel reino de paz.
15. Tan preciada como la vida, la libertad de escoger, a través de la cual las
criaturas podrían demostrar su amor al Creador, exigía una prueba de
fidelidad. Con el propósito de revelarlo, el Eterno condujo las huestes por
entre el espacio iluminado, hasta aproximarse a un abismo de tinieblas que
contrastaba con el inmenso brillo de las galaxias. A lo lejos, ese abismo se
había revelado insignificante a los ojos de los ángeles, como un puntillo sin
luz; pero a medida de su acercamiento, se mostró en su enormidad.
16. El Creador, que a cada paso revelaba a los ángeles los misterios de su
reino, estaba allí silencioso, como guardando un secreto. Las tinieblas de
aquel abismo consistían en la prueba de la fidelidad. Volteándose hacia las
huestes, el Eterno solemnemente afirmó: “Todos los tesoros de la luz
estarán abiertos a vuestro conocimiento, menos los secretos ocultos por las
tinieblas. Sois libres para servirme o no. Amando la luz estaréis ligados a la
Fuente la vida”.
17. Con estas palabras, hizo Dios separación entre la luz y las tinieblas, el bien
y el mal. El universo era libre para escoger su destino.
CAPITULO 2
(Una eternidad de armonía y paz. Lucifer, transmisor de las revelaciones del padre
a sus ángeles. Asambleas en planetas capitales. La obediencia a las leyes divinas,
fundamento de progreso y felicidad. Lucifer es atraído por las tinieblas del abismo.
Lucifer, creado para la luz. Intervención de un padre amoroso. La gran lucha
interior de Lucifer. El don del libre albedrío. Teoría de la ciencia del bien y del mal.
Fundamentos del reino del Eterno. Traición de Lucifer y de un Tercio de las
huestes. El Eterno advierte sobre el rompimiento de la Fuente de la Vida. El
universo puesto a prueba. El inconsolable llanto del Padre. El misterioso abismo,
significado simbólico del reino de la rebeldía. Comienzo de la creación del planeta
Tierra.)
CAPITIULO 3
CAPITULO 4
(El Edén, un universo de eterna alegría. Visita e instrucción diaria del Eterno. El
trabajo, fuente de desarrollo de facultades. A través de visitas de seres celestiales.
Adán y Eva adquirieron conocimiento sobre la rebelión de Lucifer. Dios revela a
Sus huestes las intenciones malignas de Satanás y envía a dos ángeles para
advertir al hombre. Satanás se posesiona de una serpiente para engañar a Eva.
Argumentos de Satanás para hacer caer a Eva. Intensas lucha interna de Adán
ante la condición caída de su esposa. Adán come del fruto, permanece al lado de
su esposa pagando el alto precio de su rebelión. Maravillosa revelación del plan
de rescate. La naturaleza de las creaciones y de Adán y Eva cambia. El padre les
promete vestiduras duraderas.)
1. En el Edén se reinaba la dulce calma de una perfecta paz. Por todos lados
los amables pajarillos hacían oír sus alegres trinos en alabanza constante al
Creador. Toda la naturaleza al florecer parecía proclamar un reino de
eterna alegría. Los animales en unión brincaban por todas partes, siempre
sumisos al hombre, el señor de aquél paraíso encantador. Todo era
felicidad para la pareja; pero esta se tornaba más intensa en la rotación de
aquellos días primaverales. El arrebol, que con su belleza coloreó el cielo
preanunciando las oscuras noches, les anunciaba también el momento de
la visita diaria del Eterno. Juntos, bajo la luz de Su presencia, pasaban
largo tiempo en feliz conversación.
2. Con ánimo, la pareja le contaba al Señor las sorprendentes maravillas que
iban descubriendo cada día en la naturaleza. Dios con cariño, les descubría
el significado de cada ser. ¡Cuán agradecidos estaban por las lindas
lecciones aprendidas a Sus pies! Al paso de cada día, mayor eran el amor,
el respeto y la admiración por el grandioso Creador. ¡Cuán bueno había
sido Él, trayéndolos a la existencia y concediéndoles un hogar tan lleno de
alegrías de cada día, les venía a la memoria las caricias y el dulce canto del
Eterno, que los hacía adormecer todas las noches.
3. La vida de Adán y Eva en el Edén no era de ociosidad. A ellos fue
recomendado el cuidado del jardín. Su ocupación no era fastidiosa, al
contrario, era agradable y revigorizante. El Creador había indicado el
trabajo como una fuente de beneficios para el hombre, a fin de ocuparle la
mente y fortalecerle el cuerpo, desarrollándole todas las facultades. En la
actividad mental y física, el hombre encontraba un elevado placer. Era
común a la joven pareja recibir visitas de seres celestiales.
4. A los visitantes siempre tenían novedades que relatar y preguntas que
hacer. Pasaban lago tiempo oyendo de ellos hablar sobre las maravillas del
reino de luz. A través de esos visitantes, Adán y Eva comenzaron a tener
amplio conocimiento de la rebelión de Lucifer y de sus eternas
consecuencias. A los visitantes, Adán y Eva siempre pedían que les
enseñaran los armoniosos cánticos celestiales. ¡Cómo se deleitaban al unir
las voces al coro angelical! En su omnisciencia, Dios tenía conocimiento de
la terrible intensión del enemigo.
5. Convocando a Sus huestes principales, les reveló con pesar el inminente
peligro que cernía sobre el Universo. Satanás habría de armar una
emboscada, a fin de llevar al hombre a comer del árbol de la ciencia del
bien y del mal. Ante esa revelación, los hijos de la luz estuvieron temerosos,
pues conocían la tremenda facilidad de Satanás en enlazar criaturas
inocentes y atarlas en sus mallas de muerte. En el solemne concilio,
decidieron enviar, con urgencia, mensajeros para advertir al hombre del
gran peligro.
6. Dos poderosos ángeles fueron encargados de esa decisiva misión.
Inmediatamente, los mensajeros comisionados irrumpieron por las puertas
de Jerusalén, alcanzando el seno del espacio infinito. En instantes,
traspasaron inmensidades, cruzando galaxias en el percurso. Penetraron
en el túnel de la constelación de Orión, aproximándose al nuevo sistema.
Podían ahora divisar a poca distancia el planeta azul, donde el destino del
Universo estaba por ser determinado.
7. En el Edén, había relajación. La joven pareja continuaba en sus inocentes
actividades, disfrutando el placer de un vivir feliz. Lejos estaban de pensar
que en aquel momento todo o todos los hijos de la luz estaban tensos,
pensando en su futuro amenazado. Vieron entonces en el limpio cielo la
señal de la aproximación de los visitantes celestiales y a ellos levantaron
los brazos en una alegre salutación. Sin embargo, Adán y Eva se
admiraron, por no ver en el semblante de ellos la misma alegría.
8. Los visitantes traían en la faz una expresión de ansiedad que ellos no
podían entender. Intentaron cambiarles la triste facción, contándoles los
nuevos descubrimientos hechos en el paraíso. Los mensajeros, todavía, no
teniendo tiempo disponible como en otras ocasiones, los interrumpieron con
palabras de advertencia. Satanás habría de armarles una emboscada, a fin
de llevarlos a comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Si
dieran oído a la tentación, harían sucumbir toda la creación en el abismo de
un eterno caos.
9. Los ángeles les recordaron que el reino les había sido confiado como un
sagrado depósito, debiendo, en una vida de fidelidad, honrar a aquél que
por amor se despojó, colocándose en una posición de huésped del ser
humano. Adán y Eva deberían ser firmes ante las insinuaciones del
enemigo, pues así sellarían la eterna victoria del reino de la luz.
Hablándoles de la feliz recompensa que le seguiría a su triunfo, los ángeles
revelaron que era el plan de Dios la transferencia de la Jerusalén Celestial
hacia la Tierra. Allí, nuevamente acoplada al paraíso, permanecería para
siempre.
10. Y el hombre, sumiso al Creador, reinaría por los siglos sin fin sobre el
monte Sión, en medio de las alabanzas de las huestes universales. Más
todo eso dependía enteramente del posicionamiento humano frente a las
tentaciones del enemigo, que haría de todo para arrebatarle el reino. Adán
y Eva estuvieron temerosos al conocer los planes de Satanás, más fueron
consolados al saber que él no podría hacerle ningún mal, forzándolos a
comer del fruto prohibido. Si, por ventura, procurase intimidarlos con su
poder, todas las huestes del Eterno vendrían en su ayuda.
11. Los mensajeros de la luz concluyeron su misión recomendando a la pareja
permanecer vigilantes, teniendo siempre en mente la responsabilidad que
sobre ellos reposaba. No deberían separarse uno del otro, ni siquiera por
un momento, pues a solas podrían ser seducidos. Adán y Eva, agradecidos
por las advertencias de los ángeles, unieron las voces en un cántico de
promesa en una eterna victoria. Estaban seguros de que jamás
abandonarían al bendito Creador, oyendo la voz del tentador.
12. Animados ante la promesa humana, los dos mensajeros regresaron al seno
de la Jerusalén Celestial donde, junto a las huestes santas, aguardarían
con ansiedad el anhelo triunfo. Satanás vio aproximarse al paraíso a os
mensajeros y oyó el canto del hombre prometiendo una eterna victoria. Ese
cántico hizo que su envidia y odio aumentara de tal manera que no los
podía contener. Dijo entonces a sus seguidores que en breve haría silenciar
aquella voz irritante. Haría todo para transformar las alabanzas humanas en
blasfemia al Creador.
13. Las huestes rebeldes estaban curiosas por conocer los planes de su jefe,
mas fueron advertidas por él de que se deberían esperar hasta que todo
estuviese para siempre determinado. Si el hombre oyese su voz, comiendo
del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, sería victorioso,
poseyendo para siempre el dominio del Universo. En caso de que el
hombre resistiese, permaneciendo fiel al Creador, ya no habría ninguna
esperanza para ellos. El paraíso parecía estar envuelto por una eterna
seguridad, pero en el semblante del hombre se podía ver una expresión de
miedo.
14. Desde que los ángeles partieron, adán y Eva permanecían silenciosos,
meditando con reverencia sobre la enorme responsabilidad de su misión.
pensaban la seriedad de aquella inminente prueba que habría de sellar su
futuro y el de toda la Creación. Animados, sin embargo, ante el
pensamiento de la victoria, unieron una vez más las voces en un cántico
que expresaba la certeza del triunfo anhelado. Esa melodía quitó de sus
mentes todo el miedo de derrota y, alegres, corrieron por los prados
reverdecientes, acompañados por los fogosos animales que parecían
conmemorar la conquista.
15. Se sentían seguros en su paraíso, totalmente olvidados del peligro de un
posible asalto. Satanás, que observaba atentamente a la pareja, percibió
que estaba llegando su oportunidad. Se aproximó de forma invisible al
paraíso, y estuvo esperando el mejor momento para arma su emboscada.
Inconscientes de la presencia del enemigo, la pareja continuaba en su
desprendida alegría, jugando despreocupadamente con los animales. En el
semblante trastornado de Satanás se estampó una sonrisa maliciosa, al
presenciar un descuido de la pareja: en su exaltación, habían dejado de
atender la última recomendación de los mensajeros, apartándose el uno del
otro.
16. El astuto enemigo, no perdiendo tiempo, se posesionó de una serpiente, la
más bella del paraíso, haciéndola aproximarse graciosamente a Eva. Eva,
que sentada en el césped jugaba con los animales, percibió la presencia de
la atractiva serpiente, cuyo cuerpo reflejaba los colores del arco iris. Estuvo
admirada al verla coger lores y frutos del jardín, depositándolos a sus pies.
Agradecida, la tomó en los brazos dedicándole afecto.
17. Teniendo conquistado el afecto de la mujer, Satanás en su astucia,
comenzó a atraerla para que estuviera junto al árbol de la ciencia del bien y
de al. Sin darse cuenta del peligro, Eva acompañó a la serpiente hasta el
árbol de la prueba. Allí, teniendo en los brazos al enemigo oculto, le acarició
y le dijo palabras de cariño. Teniendo en los ojos el brillo de la seducción, la
serpiente se puso a hablar. Sus palabras eran llenas de sabiduría y ternura
y su voz como la de un ángel.
18. Eva apenas podía creer lo que veía. Su alegría se volvió inmensa por tener
en los brazos una criatura tan fantástica. Comenzaron a conversar sobre
muchas cosas: el amor; las bellezas del jardín; el poder del Creador. Eva
estaba admirada ante el conocimiento tan extenso de la serpiente, que
discurría con maestría sobre cualquier tema. Envuelta por esa experiencia,
Eva se olvidó totalmente de su compañero. Ni siquiera pasaban por su
mente las advertencias de los ángeles. Adán, enteramente olvidado de los
consejos de los mensajeros celestiales, se había apartado en la compañía
de algunos animales.
19. Después de cierto tiempo, sobrevino con ímpetu en su mente el recuerdo
de las advertencias recibidas. Sonaron en sus oídos con claridad las
últimas palabras pronunciadas por los ángeles: “No se aparten el uno del
otro… No se separen ni por un instante, pues es peligroso.” Su corazón
latió fuertemente al no ver a Eva a su lado. Levantó entonces la voz e un
ansioso grito. Su voz, al repercutir por las bóvedas del paraíso, con todo, no
trajo consigo una respuesta. El silencio casi lo sofocó. En su aflicción se
puso a correr de un lado para el otro, buscándola, en vano.
20. En esa ansiosa búsqueda, sintió la brisa acariciarle el cabello y recordó su
primera sueño. Ese recuerdo, no obstante, se deshizo ante el pensamiento
del peligro que los amenazaba. Con la mente tomada por un gran sentido
de culpabilidad, Adán apresuró el paso en la angustiosa búsqueda. ¿Dónde
estaría su amada? ¿La envolvería a tiempo en sus brazos, librándola de
caer? Más de una vez elevó la voz en un ansioso grito que repercutió por
todo el jardín: “¿Eva, dónde te encuentras?” esperó una respuesta, pero
oyó solamente un eco vacío que lo desesperó. Se acordó del árbol de la
ciencia del bien y del mal; allí era el único lugar en donde su compañera
podría ser engañada.
21. Esperando obstruir la única oportunidad del enemigo, avanzó en dirección
al lugar de la prueba, Su corazón latió fuertemente al contemplar a lo lejos
la copa del árbol prohibido, con la serpiente en sus brazos, Eva le interrogó
respecto de muchas cosas. Se maravilló al percibir que la serpiente la
sobrepujaba grandemente en conocimiento. Llena de curiosidad, preguntó a
la serpiente: ¿Dónde está la fuente de tu gran saber? Respóndeme, pues
quiero también poseerla. Sin perder tiempo, Satanás, señalando hacia el
árbol de la ciencia del bien y del mal, respondió Allí está la fuente de todo
mi saber.
22. Él le contó entonces una mentirosa historia: dijo que era una serpiente
como las demás, comiendo de los frutos del paraíso. Probando cierto día de
aquel árbol prohibido, recibió, como por encanto, todas las virtudes.
Mirando hacia el árbol de la ciencia del bien y del mal, Eva estaba
sorprendida y confundida. ¡¿privaría el Creador en su amor algo tan bueno
a sus criaturas?! Viéndola sorprendida, Satanás preguntó: ¿es así que Dios
dijo: No comeréis de todos los árboles del jardín? Eva, inquieta, le
respondió: De los frutos de los árboles del jardín comemos, más del fruto de
ese árbol que vos decís ser fuente de sabiduría, dijo Dios: “No comeréis de
él, para que no muráis.” La serpiente en tono de desdén dijo: Eso es falso.
Si fuese así, yo habría muerto.
23. Ciertamente el Eterno les prohibió comer de ese árbol para impedir que el
hombre llegue a recibir como Él, conociendo todas las cosas. Las palabras
seductoras de la serpiente causaron confusión en la mente de Eva. ¿En
quién confiaría? Tenía en mente el recuerdo de la orden del Creador y de
su sentencia, pero al mismo tiempo tenía delante de si una prueba palpable
que lo contradecía. Aturdida, comenzó a dudar del carácter del Eterno. En
un desafío, la serpiente cogió frutos del árbol prohibido y comenzó a
saborearlos.
24. Colocando un fruto en las manos de la mujer, la estimuló a comer, diciendo:
¿No dijo el Eterno que si alguien tocase ese fruto moriría? Un completo
silencio reinaba sobre el Universo. En cada planeta habitado, los hijos de la
luz contemplaban impotentes aquella angustiante escena. El futuro de ellos
estaba en juego. En Jerusalén había gran conmoción. Poderosos ángeles
se presentaron delante del Creador, solicitando permiso para
desenmascarar al cobarde enemigo, oculto en aquella serpiente. El Eterno,
sin embargo, les impidió tal acción. Si el uso de la fuerza fuese la solución,
ya la habría aplicado.
25. Debían respetar el libre albedrío concedido al hombre, pudiendo él
manifestar su elección bajo la tentación del enemigo. Los hijos de la luz
sufrían inmensamente al ver a la mujer dudando de Aquél que tan
bondadosamente les había dado la vida y la oportunidad de reinar sobre
aquel paraíso. ¡¿Cómo podía dudar de quién les dedicaba tanto amor?!
Adán, que en una fuerte esperanza de asegurar la acariciada victoria se
apresuraba en su corrida, contempló a lo lejos a su amada, sentada junto al
árbol de la prueba.
26. ¡¿Qué hacía Eva en aquel lugar tan peligroso?! Un presentimiento horrible
le sobrevino, al acordarse una vez más de las advertencias recibidas, mas
procuró desterrarlo con el pensamiento de que alcanzaría a su esposa
antes de que algún mal le ocurriese. Eva vacilaba en su convicción al
contemplar el fruto en sus manos. Por algunos momentos el futuro le
pareció sombrío y aterrador, pero venció ese sentimiento, pensando en las
glorias que habría de conquistar al comer aquel fruto. Todavía un tanto
indecisa, levantó lentamente las manos hasta tocar el fruto con los labios.
27. Los súbditos del reino de la luz, estremecidos, se inclinaron arrebatados de
gran espanto. Parecía casi imposible, en ese momento, que la mujer
volviera atrás. Mientras que pálidos los fieles indagaban sobre una posible
esperanza, presenciaron con horror la terrible decisión de Eva: Había
resuelto romper para siempre con el Creador, tornándose cautiva de la
muerte. El Eterno, que en silente dolor contemplaba aquella escena de
rebelión, inclinó la frente teniendo la faz bañada en lágrimas.
28. No podía soportar el dolor de aquella separación. Los fieles, que en pánico
se creían vencidos, fueron concientizados de que no todo estaba perdido.
Si Adán resistiese la tentación, permaneciendo fiel al Eterno, él sellaría la
gran victoria. Eva, que había ser concientizada de su error, siendo
favorecida con el perdón divino. Cuando Adán en su angustiosa corrida
alcanzó el lugar de la prueba, ya era demasiado tarde. Sentada junto al río,
Eva saboreada despreocupadamente el fruto prohibido.
29. Adán se estremeció. ¿Sería el mismo fruto de la prueba? En un gesto de
esperanza miró hacia el árbol de la ciencia del bien y del mal, más el llanto
reconoció la triste condenación, lleno de tristeza contempló a su esposa,
más no encontró palabras para despertarla de la tan amarga realidad. En
completa desesperación, elevó la voz en una dolorosa exclamación: “Eva,
Eva, qué es lo que estás haciendo”. Al comer del fruto prohibido, la mujer
fue tomada por emociones que la hicieron imaginar haber alcanzado una
esfera superior de vida. Al oír la voz de su esposo, todavía tomada por las
emociones ilusorias, levantó la frente estampando una sonrisa, pero se
sorprendió al verlo llorando.
30. Con profunda amargura, Adán procuró saber la razón que la había llevado
a rebelarse contra el Eterno. Eva, prontamente, comenzó a contarle la
fantástica historia de la sabia serpiente. Satanás sabía que esa historia de
la serpiente jamás convencería al hombre a comer del fruto del árbol
prohibido. Precisaba encontrar una manera sutil de llevarlo a sellar su
suerte siguiendo los pasos de su esposa. Teniendo a Eva bajo su poder
resolvió hacer de ella el objeto tentador. Aguardaría el momento oportuno
para enlazarlo. En el día en que de él comiereis, ciertamente moriréis. El
recuerdo de esta sentencia dejaba a Adán muy afligido.
31. La expectativa de ver a su mujer falleciendo en sus brazos, era demasiado
para soportar. Esta aflicción, sin embargo, fue disminuyendo, al ver que ella
continuaba feliz y cariñosa a su lado, como si ningún mal le hubiese
acontecido. Aliviado, adán volvió a sonreír, correspondiendo a los afectos
de su compañera. Se rindió a las más dulces emociones, lejos de saber que
era el enemigo quien lo envolvía en aquellos brazos. En ese momento de
embeleso, Eva comenzó a hablarle de su experiencia con la ciencia del
bien y del mal.
32. Le habló de los tesoros de la sabiduría que le habían sido abiertos. En su
nuevo reino, viviría muy feliz. Sin embargo, esa felicidad sería incompleta
sin la participación de su esposo. Le habló de la imposibilidad de retroceder
en sus pasos, e insistió para que él la siguiera. Después de hablarle de su
decisión, Eva, con una dulce sonrisa, le extendió las manos conteniendo un
fruto, pidiéndole que lo comiese en una demostración de su amor por ella.
Con la voz tentadora en sus oídos, Adán se sentó en el césped en profunda
reflexión.
33. Su faz se tornó nuevamente pálida y sus manos temblorosas. Temía
rebelarse contra el Creador, pero al mismo tiempo comprendía que no
conseguiría vivir separado de su compañera, a quien amaba con infinito
amor. Eva era carne de su carne, la extensión de su ser. Se sentía
angustiado al tener que tomar una decisión tan seria. La palidez del rostro
de Adán se reflejó en el semblante de todos los fieles al Eterno. Oyeron la
insinuación del enemigo y percibieron con horror la vacilación del hombre.
La indecisión de Adán los dejaba desesperados.
34. Si obsediese él aquella propuesta de satanás toda la felicidad sería
eternamente desterrada. En las decisiones del ser humano estaba el
destino de todo el universo. ¿Atendería él a la solicitud de Satanás?
Después de intensa lucha interna, Adán miró hacia su compañera; a ella se
había unido en promesas de una eterna entrega. No la dejaría sola ahora.
Compartiría con ella los resultados de la rebelión. Tomó entonces de las
manos de Eva un fruto y, en un gesto precipitado, lo llevó a la boca.
35. Procurando apagar la voz de su conciencia, que le hablaba de una eterna
perdición, Adán se lanzó en los brazos de su esposa, disfrutando el alto
precio de su rebelión, satanás, con gritos de triunfo, dejó el paraíso,
volando rápidamente junto a sus innumerables huestes, que aguardaban
ansiosas el resultado de tan arriesgada tentativa. Al saber de la desgracia
humana, se unieron en una estruendosa fiesta. Se sentían seguros. Sión
ahora les pertenecía por derecho, pudiendo allí establecer un reino eterno,
jamás siendo molestado por las leyes del Eterno.
36. En todo el universo los hijos de la luz sufrían y lloraban la derrota. Nunca
hubo tanta tristeza y horror ante el futuro. Las voces que vivían para
entonar alabanzas al Creador proferían ahora lamentaciones. El Eterno,
que vencido por el infinito dolor se había postrado en llanto ante la caída del
hombre, no estaba, empero, sorprendido. Incluso antes de crear el Universo
ya había previsto ese triunfo de la rebeldía y, en Su sabiduría y amor, había
idealizado un plan de rescate que lo implicaría en su inmenso sacrificio.
37. Secando las lágrimas de Su llanto, Se propuso actuar poderosamente en
favor de Sus fieles afligidos, impidiendo que éstos cayeran en las manos de
los enemigos. En esa misteriosa intervención que aparentemente deponía
contra la justicia, el Eterno ordenó que Sus más poderosos ángeles
circundasen inmediatamente el jardín del Edén, impidiendo que Satanás
tomase posesión del monte de Sión. Consoladas ante la manifestación
divina, las potentes criaturas, en pronta obediencia, rompieron el espacio
infinito, rodeando e instantes el paraíso, en el seno del cual el ser humano,
trastornado ya por el pecado, vivía el negror de una noche que sería larga y
cruel.
38. Siendo la autoridad del Eterno fundamentaba en la justicia, ¿de qué manera
podría justificar Sus acciones delante de los enemigos? ¿No había
entregado por Su voluntad el reino al hombre, y éste por libre elección no lo
había sometido a Satanás? Mientras que sorprendidas las criaturas
racionales consideraban las acciones decisivas de Dios, oyeron Su potente
voz que, repercutiendo por toda la creación, traía la revelación del gran
misterio, revelación tan maravillosa que a partir de aquel momento, por toda
la eternidad, ocuparía la mente de los files, siendo tema para las más
dulces meditaciones.
39. El Eterno habló primeramente sobre la terrible condenación que pendía
sobre el hombre y toda la creación. Dijo que, al desligarse de la Fuente de
la Vida, el hombre se había precipitado en tan profundo abismo que no
podría ser alcanzado por Su brazo de justicia y poder. Humillado y torturado
por las garras del enemigo, no le quedaba al hombre otra suerte más allá
de la muerte fruto doloroso de su espontanea rebelión. Considerando la
situación humana, las huestes de la luz no veían posibilidades de triunfo.
Sabían que solo el hombre podría retomar el dominio del enemigo,
devolviéndolo al Creador.
40. Pero el ser humano, eternamente esclavizado en su naturaleza, sería
incapaz de tal victoria. Con voz melodiosa y llena de ternura, Dios reveló el
plan de la redención, diciendo: “En verdad, el hombre cosechará del fruto
de su rebelión en una terrible muerte. No puedo, con mi poder, cambiarle la
suerte. Si actuara así, sería injusto delante de mi decreto. Pero haré caer
toda la condenación sobre un Substituto que surgiría en la descendencia
humana. Ese Hombre no traerá en sus manos las argollas de la muerte,
siendo inocente e incontaminado en Su naturaleza.
41. Como representante de la raza humana, enfrentará a Satanás y lo vencerá.
Después de triunfar en esa batalla, probando que el amor es más fuerte
que el egoísmo, que la verdad es más fuerte que la mentira, que la
humildad es más poderosa que el orgullo, el fiel Substituto levantará las
manos victoriosas no para saludar la gran conquista, sino para tomar de las
manos de la humanidad esclavizada la copa de su condenación. Sorberá
así, sumiso, el cáliz de la eterna muerte.
42. Ese inmenso sacrificio abrirá a los seres humanos una oportunidad de ser
redimidos, volviendo a los brazos del Creador, juntamente con el dominio
perdido. “Las huestes, sorprendidas ante la revelación del Eterno,
indagaron la identidad de Ese Substituto. El Creador, con una sonrisa
amorosa, les dijo: “Yo seré ese Hombre. Mi Espíritu reposará sobre una
virgen, y en ella será engendrado un Hijo Santo. Ese joven será divino y
humano. En su humanidad, él será sumiso a la divinidad que en él habitará.
Los redimidos verán en Él al padre de la Eternidad, el Creador y Redentor,
el Rey de los reyes. Su nombre será Yoshua (nombre hebraico que
traducido significa el Eterno Salva).” Asumiendo la naturaleza humana, Dios
podría pagar el alto precio del rescate, muriendo en lugar de los pecadores.
43. Las huestes de la luz se quedaron enmudecidas al conocer el plan del
Creador. El pensamiento de verlo a Él someterse a tan penoso sacrificio, a
fin de redimir el dominio perdido, era demasiado para soportarlo. No había,
sin embargo otra esperanza de victoria, a no ser a través de esa amorosa
entrega. Después de disfrutar el alto precio del pecado, la joven pareja se
sintió tan mal. Inicialmente sintieron un gran vacío en el corazón, que luego
fue rellenado por el remordimiento y por la tristeza. Percibieron que,
inspirados por la codicia, habían sellado su triste suerte y la de toda la
creación. Les parecía oír a lo lejos el gemido de un Universo vencido.
44. El sol, que los había llenado de vida y calor en aquel día, se ocultaba en el
horizonte, anunciándoles una negra noche. El arrebol, que antes allí les
había anunciado el feliz encuentro con el Creador, parecía envolverlos en
una sentencia de que jamás despertarían hacia un nuevo día. No osaban
siquiera mirar hacia la cima, temiendo ver caer sobre ellos el rayo del juicio
que los reduciría a polvo. Con la mirada dirigida hacia el suelo frío, les
venía a la memoria la sentencia: “En el día en que de él comiereis,
ciertamente moriréis.” Lágrimas desesperadas rodaban en sus rostros al
aguardar el trágico final. Al considerar el motivo de su rebelión, Adán
comenzó a recriminar a su esposa por haber dado oídos a la serpiente.
45. Eva, a su vez, buscando excusarse, lanzó la culpabilidad sobre el Creador,
diciendo: “¡¿Por qué el Eterno permitió que la serpiente me engañará?! El
amor que reinaba en el corazón humano desaparecía, dando lugar al
orgullo y al egoísmo, que se fundían en resentimientos y odio. Su
naturaleza ya no era pura y santa, sino corrompida y llena de rebeldía.
Todo estaba cambiado. Incluso la mansa brisa que antes allí los había
bañado en caricias refrescantes, congelaba ahora a la culpable pareja.
46. Los árboles y las canteras floridas, que eran su deleite, consistían ahora en
obstáculos al caminar sin rumbo en aquella noche. El propósito de Satanás
en llenar el sábado de tinieblas parecía haberse cumplido. En aquella
noche, no existía siquiera el reflejo plateado del claro lunar para hablarles
de esperanza. Las estrellas centellantes, suspendidas en el oscuro cielo,
estaban ofuscadas por el dolor. Bajaban sobre el mundo las tinieblas de
una larga noche de pecado, sombras bajo las cuales tantos se arrastrarían
sin la esperanza de un amanecer. Era alta noche ya y las tinieblas parecían
envolver a la triste pareja en eternas sombras.
47. Ni siquiera meditaban en sus pocas palabras, sofocadas por la agonía, de
un amanecer. Cabizbajos, andaban a tientas de aquí para allá, en la
expectativa del juicio inminente, que los reduciría al frío polvo, olvidados
bajo aquellas tinieblas sin fin. Apareció repentinamente un brillo en el cielo,
que iba aumentando a medida que se aproximaba a la tierra. La pareja se
estremeció, pues sabían que era el Creador que venía a darles el castigo.
Vencidos por el pánico, se pusieron a correr, distanciándose del monte
Sión, el lugar de la vergonzosa caída. Justamente hacia allá vieron al
Creador dirigirse. Ellos, que siempre corrían al encuentro del amoroso
Padre, atraídos por Su luz, ahora huían desesperados en busca de lugares
oscuros, y de denso bosque.
48. El Eterno, movido por infinito amor, comenzó a seguir los pasos de la pareja
fugitiva. Mientras caminaba, lloraba al recordar los momentos felices que
había pasado junto a ellos en aquel paraíso. ¡Como se había transformado
todo! Sus hijos no conseguían ver más en Él un Padre de amor, sino
alguien que, airado, buscaba castigarlos. Movido por un fuerte anhelo de
abrazar a Sus hijos humanos, Dios hizo repercutir la voz en una indagación:
“¿Adán, dónde os encontráis?” Su voz, al sonar en medio de las tinieblas,
traía consigo solamente un eco vacío que hablaba de ingratitud y rebeldía.
49. ¡Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras
de cariño confesarles que Su amor era el mismo! Al ver a Sus hijos
huyendo de Su presencia, el Eterno fue embargado de un gran dolor. Ante
Su mirar turbado de lágrimas, se extendía el futuro de la raza humana.
¡Cuántos, engañados por Satanás, huirían de Su presencia en el transcurso
de la larga noche de pecado, juzgando en Él un Señor tirano, que vive
buscando faltas y flaquezas en los pecadores, a fin de castigarlos! El
Creador, aun así, no desistiría de buscarlos por los valles sombríos del
reino de la muerte, hasta conquistar un pueblo arrepentido. Adán y Eva,
exhaustos por la presurosa fuga, se escondieron por entre el follaje al pie
de una higuera.
50. Reconociendo su desnudez, procuraban hacer delantales cosiendo
aquellas hojas. Vestidos así, creyendo poder librarse del sentimiento de
vergüenza ante el Creador. El Eterno, aproximándose al lugar donde la
pareja se escondía, preguntó: ¿Adán dónde andáis? No pudiendo ocultarse
más de Dios, Adán se levantó juntamente con su compañera y, cabizbajos,
se presentaron ante el Creador, postrándose trémulos a Sus pies. No
consiguieron encararlo más, debido al sentimiento de culpabilidad.
51. El Creador, cariñosamente, los tomó de las manos, levantándolos del suelo,
y, con una expresión de tristeza en el semblante, les preguntó: ¿Por qué
huían de mí? ¿Acaso comieron del fruto el árbol de la ciencia del bien y del
mal? Adán, todo tembloroso, con voz entrecortada por sollozos de temor,
respondió: La mujer que me diste por compañera, ella me dio del fruto y yo
comí. Con esta respuesta, Adán buscaba excusarse, lanzando la culpa
sobre su esposa.
52. Volteándose hacia Eva, el Eterno le preguntó: ¿Por qué hiciste eso? Eva
prontamente le respondió: Aquella serpiente me engañó y yo comí. Ambos
no querían reconocer la culpa, lanzándola sobre otros. En pocas palabras,
atribuían al Creador, la responsabilidad por todo el mal practicado: ¿”Por
qué había concedido el libre albedrío? ¿Por qué había creado a la
serpiente?” Silente, Dios observaba a Sus hijos que, tímidos y
desconcertados, permanecían delante de Sí.
53. Con profunda tristeza, Él previó que esa sería la experiencia de incontables
seres humanos en el transcurso de la historia. ¡Cuántos habrían de
perderse por no reconocer la propia culpa! ¡Cuántos procurarían
justificarse, lanzando sus errores sobre los demás y hasta sobre el mismo
Creador! Con blandas palabras, el Eterno procuró hacerlos reconocer su
culpa. Solamente reconociendo su necesidad, podrían ser ayudados.
Mirando hacia las frágiles vestiduras tejidas por manos pecadoras, dijo a la
pareja: Hijos, esas vestiduras son insuficientes, inmediatamente secándose
se desharán. Vosotros precisáis de vestiduras duraderas, que puedan
cubrir vuestra desnudez, librándoles de la condenación. Si vosotros
quisierais, Yo puedo darles esa vestidura.
54. Ante las palabras bondadosas del Creador, que traían esperanza, la pareja
se postró arrepentida, desprendiéndose de sus ilusorias vestiduras,
símbolos de su fracaso. Añoraban ahora las vestiduras de la salvación,
prometidas por el divino Padre.
CAPITULO 5
(Adán y Eva dedicados al trabajo edificante. La colina llegó a ser una miniatura
del Edén. Protección y cuidados divinos. Experiencias al obedecer el
mandamiento sobre el sacrificio. La astuta trampa del enemigo, mirar hacia los
símbolos del sacrificio como portadores de perdón y vida. Adán y Eva ofrecen
sacrificios al Señor, el Eterno se les manifiesta consolándolos y previniéndolos
del peligro. Promesa del nacimiento de su primogénito. Responsabilidades
hacia su hijo. Nacimiento de Caín. El nacimiento de Caín les recuerda la
promesa del futuro nacimiento del Mesías. La niñez rebelde de Caín. El
enemigo se burla del sufrimiento de Dios y Sus fieles e intenta hacer desistir a
Dios de Su plan de redención. El Eterno se revela a Caín y le narra la historia
de Lucifer y del sol. Promesa del nacimiento de Abel. Caín, al igual que Lucifer,
es arrastrado por su orgullo a una falsa ilusión. Dios procuraría todas las
formas a fin de salvar a Caín)