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los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 1

Revista de Psicoanálisis
Julio 2000 - No.5

APLICACIÓN DEL ENFOQUE "MODULAR-TRANSFORMACIONAL" AL


DIAGNÓSTICO DE LOS TRASTORNOS NARCISISTAS

Hugo Bleichmar

El presente trabajo tiene como objetivo aplicar el enfoque "Modular-


Transformacional" al examen de uno de los sistemas motivacionales -el narcisista-
desarrollando la tesis de que las clasificaciones categoriales -organización de la
psicopatología y de la estructura de personalidad en grupos separados, estancos, definidos
por unos pocos atributos- deben ser reemplazadas por diagnósticos de tipo dimensional en
los que la articulación de diferentes dimensiones o componentes den lugar, en su
combinatoria, a las configuraciones psicopatológicas y de personalidad.

De manera semejante a lo que sucedió con otras disciplinas, como la química, por
ejemplo, en que primero se describieron entidades sin relación las unas con las otras y,
luego, cuando se accedió a comprobar que estaban compuestas por diferentes átomos que
podían entrar en varias de ellas, y que lo propio de una substancia dependía de la forma
particular de combinación de elementos simples, el camino que debe recorrer la
psicopatología consiste en la descripción de "átomos" o dimensiones que al articularse
originan algo que no estaba previamente en los componentes aislados, lo que se ha llamado
cualidad emergente (Morin, 1977).

Doble propiedad de la estructura del psiquismo: por un lado, organización global en la


que el todo comanda a las partes que le quedan subordinad as; por el otro, existencia de
componentes reconocibles en ese todo y que pueden adquirir preeminencia temporal,
incluso alternante: el narcisismo relegar a un lugar secundario a la autoconservación o
viceversa, las necesidades de apego hacer lo mismo con respecto al narcisismo, el deseo
sexual determinar que el sujeto acepte cualquier humillación frente al objeto que le provee
de placer sexual o que corra todo tipo de riesgos olvidándose de la autoconservación, etc.
Incluso, alguno de los sistemas motivacionales puede encontrarse disociado, escindido del
conjunto para siempre o emerger, como verdadero volcán, desde un previo estado de
desactivación en el inconsciente para reorganizar la estructura global (para el concepto de
desactivación sectorial del inconsciente como diferente del estado de reprimido, ver
Bleichmar, 1997).

Doble propiedad de la estructura del psiquismo que requiere de una metodología de


investigación que refleje la misma: por un lado, "análisis", en el sentido de descomposición,
deconstrucción, búsqueda de componentes. Por el otro, recomposición en múltiples
combinatorias que trasciendan a las categorías clásicas de la fenomenología psiquiátrica -
obsesiones, histeria, fobias, etc. Así, por ejemplo, alguien puede presentar un trastorno
narcisista -una temática del deseo alrededor de la comparación con el yo ideal y la
ubicación del sujeto en una escala valorativa- y funcionar a nivel psicótico o neurótico o
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borderline. O tener un narcisismo marcado por el odio y la destructividad -se reequilibra en
base a destruir al otro- o, por el contrario, de tipo libidinal -narcisismo expansivo en que el
sujeto ama al otro, se hace amar por éste, lo cuida y mima a condición de que este otro
participe en un sistema de idealización recíproca. Narcisismo, por otra parte, que puede
estar articulado en una estructura en que el proceso primario domine y las fantasías
habitualmente reprimidas inunden la conciencia o, en cambio, en la cual el proceso
secundario y la rígida intelectualización sean lo hegemónico, en que se combine con
mecanismos paranoides de atribución de responsabilidad al otro o mecanismos de
autoinculpación codificados como virtud, en que el sentido de realidad esté conservado o
seriamente perturbado, en que la satisfacción narcisista se obtenga por la valoración
otorgada a los rasgos de control obsesivo que constituyen lo más ostensible de la
personalidad o por los beneficios interpersonales de la seducción histérica. Narcisismo que
se sostiene en algunos casos en el poder ejercido sádicamente y en el capricho más absoluto
o, por el contrario, en la narcización del sacrificio -masoquismo narcisista- y sentimiento de
valía por la devoción que se tiene al otro y renuncia al propio deseo. Narcisismo apuntalado
a veces por la más pura ilusión megalómana, por el mantenimiento del deseo en el plano de
la fantasía con simultánea fobia social, o por la tendencia a la actuación, al "cortocircuito",
en que la fantasía se transforma inmediatamente en acción sobre el mundo exterior e,
incluso, manipulación psicopática de los demás. Acción sobre el mundo exterior que puede
estar respaldada o no por los recursos yoicos necesarios para la realización exitosa del
deseo narcisista. Narcisismo que en ocasiones busca en el otro su reequilibrio a través de
ser especularizado o la fusión con figuras idealizados, o que depende del juicio interno del
superyó y que se consolida en la medida en que el sujeto se representa no necesitando de
nadie.

En síntesis, sistema motivacional narcisista que sólo se puede entender cuando se


considera con qué otras dimensiones del psiquismo se combina -agresividad, tipo de
defensas, sentido de realidad, tendencia o no a la regresión, organización masoquista o
sádica, idealización del superyó o de la figura externa, tendencia a la acción o ilusión de
control del mundo exterior mediante la fantasía, etc. Y, además, cuando se establece qué
peso relativo tienen otros sistemas motivacionales en la determinación de la fantasía y la
conducta: sistema sensual/sexual, sistema del apego, de la hetero-autoconservación, etc.-, lo
que hace que las categorías clásicas, incluso las de la nosología psicoanalítica, le queden
siempre estrechas. Decir que alguien tiene un trastorno narcisista a secas, aun cuando se le
agregue que es por déficit o por conflicto, es tan limitado como afirmar que alguien es
psicótico o borderline u obsesivo o histérico o depresivo sin especificar subtipos dentro de
estas categorías.

Pero antes de abordar específicamente los trastornos narcisistas, digamos que un


diagnóstico dimensional requiere determinar, por lo menos entre otros, y sólo a modo de
ilustración sumaria, los siguientes componentes (para una descripción más detallada de
algunas de estas dimensiones ver Bleichmar, 1997, cap. IX "Algunas dimensiones para un
modelo modular-transformacional en psicopatología y psicoterapia psicoanalítica") :
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A. Los deseos prevalentes del sujeto: especificación de las cualidades de los
diferentes sistemas motivacionales que impulsan fantasías y conductas, y la interrelación
entre ellos de antagonismo o de sinergia -relaciones de incompatibilidad o de sumación
entre deseos sexuales, narcisistas, de autoconservación, de apego, agresivos, libidinales, de
regulación psicobiológica, etc.

Es decir, mapa detallado de cuáles son los sistemas motivacionales prevalentes en el


sujeto, y frente a qué contextos o estímulos externos -características del otro- se activan o
desactivan, es decir, qué influencia ejercen los personajes significativos. En algunas
personas los deseos no tienen un carácter relativamente autónomo, autososteniéndose como
fuerza motivante a lo largo de la vida sino que dependen esencial y primariamente del
objeto externo para despertar y ser mantenidos. La pregunta acerca de qué desea el sujeto,
como si siempre fuera algo inmanente al mismo, refleja una concepción de un psiquismo
centrado sobre sí mismo. Y no nos estamos refiriendo al momento de constitución del
deseo, a cómo éste se organiza en las primeras etapas de la vida, sino a cómo se activa o
desactiva en función de la presencia y acción del otro.

Se requiere, para evitar hablar del deseo en abstracto, la descripción de la forma en


que esos deseos están organizados en términos de fantasías inconscientes y conscientes
concretas, en escenas fantaseadas de vínculos con los otros, de posicionamiento edípico, de
identidades imaginarias inconscientes desde las cuales actúa y que son dependientes de los
sistemas motivacionales, y de las identidades atribuidas a los otros como
gratificadores/frustradores de los sistemas motivacionales y como origen de sus ansiedades.
Ejs. de identidades sostenidas desde los sistemas motivacionales:

1. Desde el sistema de la hetero-autoconservación: identidad de sujeto en peligro o a salvo,


de perseguido o perseguidor, de protector o protegido, de dador o de receptor de
suministros, de culpable por no proteger o atacar al otro, etc. Lo que, en el plano de la
sintomatología, puede dar lugar a cuadros del tipo de las fobias, de trastorno de pánico, de
hipocondría, de trastornos persecutorios, de culpabilidad, etc.
2. Desde el sistema narcisista: identidad de admirado/admirador, denigrado/denigrador,
valioso/inferior, etc.
3. Desde el sistema de apego: identidad de abandonado/abandonante, etc.
4. Desde el sistema sensual/sexual: identidad de excitado seducido /excitante seductor,
identidad de frustrado/frustrante, etc.

Por tanto, reformulación del concepto de identidad -para sacarla del marco reducido de
categoría sociológica- desde los sistemas motivacionales que le dan forma.

B. Las formas de reaccionar frente a esos deseos


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En la relación que el sujeto mantiene siempre consigo mismo, ante el surgimiento del
deseo, debemos considerar:

1. Tolerancia/rechazo y castigo del deseo. Se trata, por tanto, del análisis de la estructura
del superyó, de sus funciones: auto-observación, función del ideal, conciencia crítica
(Freud, 1923, 1933).

2. Las expectativas (prejuicios) de que serán realizables o, por el contrario, sentimiento de


impotencia anticipatoria dándolos como imposibles (Bibring, 1953, Bleichmar, 1996). El
sentimiento de que los deseos se realizarán o no constituye una convicción profunda que
puede ser sectorial -depender de la temática del deseo- o ir más allá de las temáticas de los
mismos. Expectativa de realizabilidad/irrealizabilidad que interviene como variable para
dirigir el curso del deseo, para desactivarlo o impulsarlo. Existen personas cuyo
posicionamiento frente a la realizabilidad del deseo es que éste se halla siempre por fuera
de sus posibilidades, mientras que otras anticipan, incluso ante circunstancias adversas, que
lo deseado se alcanzará.

El interés de tomar en cuenta la dimensión "expectativa de realizabilidad del deseo" es que


amplía las causas de la inhibición del deseo más allá de la dialéctica "el deseo y la
prohibición", paradigma clásico que frecuentemente se considera suficiente para explicar
las vicisitudes del deseo. Alguien puede desear algo, no rechazarlo desde el superyó y, sin
embargo, tener hondamente arraigada la convicción de que estará por fuera de su alcance,
ya sea por causa de sus limitaciones -ciertas representaciones del self- o de una realidad
exterior representada como frustrante.

C. Las angustias emergentes frente al conflicto interno y a la realidad exterior, cuya


particularidad depende, una vez más, de los sistemas motivacionales en juego: angustias
narcisistas -inferioridad, vergüenza, etc.-, angustias de apego -separación, abandono, etc.-,
angustias de hetero-autoconservación (ej.: en la heteroconservación -cuidar al otro, con la
posibilidad consiguiente de la existencia de sentimientos de culpa; en la autoconservación,
miedos diversos), angustias frente a la desregulación psicobiológica -ejs.: crisis de pánico,
fenómenos de despersonalización, etc.-, con los respectivos subtipos dentro de cada una.

D. Grado de tolerancia subjetiva ante la angustia (angustia ante la angustia).

E. Grado de desorganización psicobiológica que la angustia pueda ocasionar:

1) Desequilibrio neurovegetativo -ej.: manifestaciones somáticas de las crisis de pánico.

2) Emergencia de manifestaciones de enfermedad psicosomática.

3) Desorganización psíquica. A diferencia de la dimensión "tolerancia subjetiva ante la


angustia", en este caso nos encontramos ante los efectos de la angustia en la operatoria del
psiquismo y de su relación con lo somático. No se trata de un fenómeno puramente
imaginario, representacional, sino de las consecuencias en el funcionamiento psíquico -ejs.:
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fenómenos de suspensión de grado variable de la capacidad representacional, la mente "en
blanco" o, en su grado máximo, el fenómeno de "amentación", descrito por Ogden.
Igualmente, alteraciones en el curso del pensamiento, reemplazo del proceso secundario
por el primario y del nivel conceptual-verbal por el alucinatorio, etc.

Ejemplos de los efectos sobre la operatoria del psiquismo que producen ciertas
representaciones: a) el estado de obnubilación, perplejidad, de casi suspensión de la función
simbólica, que ocurren en los primeros momentos de los acontecimientos traumáticos, lo
que podemos considera como estado de shock psíquico; b) la desactivación del pensar, el
adormecimiento, la disminución de la libido de ciertos estados depresivos.

La vulnerabilidad de la operatoria del psiquismo ante la angustia es una variable que


distingue a las personalidades borderderline o psicóticas. Mientras que las personalidades
neuróticas resisten altos niveles de angustia, aquéllas se desorganizan psíquicamente con
relativa facilidad.

F. Las defensas que se ponen en juego, diferenciando entre mecanismos de defensa,


defensas en el inconsciente y compensaciones (ver Bleichmar, 1997, p. 343 y sig.).

G. Los recursos que se tienen para llevar adelante los deseos. No basta con desear algo, que
el superyó lo permita, que no se despierte angustia y que se lo vea como realizable, pues si
la persona no tiene las capacidades emocionales e instrumentales / prácticas para llevar a la
acción esos deseos todo quedará en el nivel del deseo fantaseado. Es una de las razones,
entre muchas otras, por las cuáles la pregunta sobre el deseo y el reconocimiento del deseo
es sólo una parte de las cuestiones a las que debe responder un diagnóstico. En este sentido,
la prohibición del deseo -eje de la primera psicopatología freudiana- no constituye el único
obstáculo que se interpone en el camino de aquél. En el curso del deseo hacia su realización
hay una serie de eslabones que son todos ellos condiciones necesarias:

1. Surgimiento del deseo, es decir que exista y que tenga fuerza. La fuerza del deseo de
cada sistema motivacional no es de carácter universal y su única variación individual sería
si está reprimido o no. En "Avances en Psicoterapia Psicoanalítica" (Bleichmar, 1997)
hemos señalado que si el deseo, en su especificidad, depende del papel estructurante del
otro, cuando este otro no catectiza un área de deseo del sujeto quedará un agujero en el
psiquismo, diferente de cuando el deseo es intenso y está reprimido -primera psicopatología
freudiana con las descripciones de la histeria y de los cuadros obsesivos, por ejemplo.
2. Que no despierte angustia inhibitoria por parte de la crítica interna del superyó o de la
creencia -a veces concordante con la realidad- sobre una amenaza externa que se le opone.
3. Que se sienta como realizable
4. Que se tengan los recursos yoicos para implementar su puesta en acto en la realidad.

H. Papel de la agresividad y de las tendencias libidinales, como fuerzas contrapuestas que


moldean los tipos de deseos que crean e impulsan. La expresión tendencias libidinales
tiene una connotación similar a algunos de los componentes que Freud metaforizó bajo la
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denominación de Eros: estado emocional de amor al objeto y a sí mismo, de búsqueda de
unión, de protección de la vida, de disminución del conflicto.

Las tendencias agresivas y libidinales constituyen grandes líneas de fuerza en todo sujeto,
con un peso relativo de cada una de ellas que es variable, con momentos en que se activan
unas u otras, con una base constitucional pero dependiendo en su desarrollo, en su
intensificación o disminución de las condiciones que el sujeto va encontrando en sus
intercambios con la realidad exterior, especialmente con sus seres significativos. Pero, una
vez alcanzada una cierta estructuración del sujeto, serán vectores que incidirán para la
forma que adopten los distintos sistemas motivacionales: impregnarán, organizarán, al
sistema sensual/sexual, al narcisista, al de la hetero-autoconservación, al del apego. Así,
podrá haber sexualidad agresiva o amorosa, apego tierno o controlador/impositivo/agresivo,
narcisismo agresivo/destructivo o libidinal, etc.

Las vicisitudes en la evolución de los distintos sistemas motivacionales


(frustración/gratificación) reforzarán o debilitarán las tendencias agresivas o libidinales.

I. Gramática de la afectividad y los estados mentales: forma en que en una persona tienden
a encadenarse, a eslabonarse, los estados afectivos y mentales. Ej.: ante el sufrimiento -sea
psíquico o físico, no importando su temática-, activación automática de la agresividad,
como se ve en algunas personalidades borderline que frente a diferentes tipos de malestar -
dolor físico, sufrimiento narcisista, sentimientos de culpa, angustias de separación, etc.- , se
desencadena automáticamente agresividad descontrolada.

O ante el miedo, surgimiento de sentimientos de parálisis mental, de desconexión, incluso


de hipotonía muscular. O lo contrario, ante el miedo, tendencia a la acción, a salir
corriendo. Reacciones primitivas del psiquismo, propias de personalidades regresivas,
momentos de funcionamiento casi cercanas al nivel animal en los que el animal asustado
se inmoviliza o huye frenéticamente.

En psicoanálisis se han descrito las fantasías, la ideación inconsciente que codifica al


acontecimiento externo. Todo esto tiene lugar en los momentos en que la función simbólica
-capacidad de enlazar representaciones, de crear significados por el encuentro entre éstas-
está funcionando. Pero, junto con este nivel, existe otro primitivo en que una representación
no da origen a otra representación sino a un estado afectivo y de acción. Como analogía, un
gato asustado, automáticamente eriza su pelo, arquea su lomo, saca sus garras, muestra los
dientes, y ataca, en un patrón reaccional al que no hay que suponerle una fantasía de
"quiero asustar" sino un verdadero esquema afectivo y de acción. En el nivel humano, a
pesar del surgimiento del lenguaje, y de la reestructuración que éste implica de lo anterior,
nunca hay total reabsorción y anulación de los estados más primitivos de funcionamiento.
Es lo que captó muy bien Piera Aulagnier cuando señaló que no hay reabsorción del
proceso originario por parte del primario, y de éste por el secundario (Castoriadis-
Aulagnier, 1975).
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Por ello, junto al nivel semántico-verbal, junto a seguir las asociaciones discursivas del
paciente durante la sesión, hay otra dimensión, a la que no hay sueño ni fantasía que la
pueda estar describiendo, que está dada por el encadenamiento de estados afectivos y d e
acción (ej. el analista hace silencio y el paciente entra en un estado de sopor: "enactment",
memoria procedimental, de experiencias en las que ante el abandono por parte del objeto, el
niño reaccionaba con ese estado afectivo y neurovegetativo).

J. Uso de la emocionalidad como comunicación y acción sobre el otro para inducir estados
afectivos deseados que satisfagan a los sistemas motivacionales del sujeto o que eviten las
angustias prevalentes. Hay personas que para tener la convicción de que llegan al otro,
requieren como indicador de que esto sucede que el otro comparta el mismo estado
afectivo, sea ansiedad, alegría, tristeza, etc. Si alguien posee esta modalidad
comunicacional de su afectividad, en los casos en que el terapeuta mantenga un tono
afectivo propio, bajo, el paciente podrá incrementar la afectividad a la manera del aumento
del volumen de voz que se produce cuando se le habla a un sordo. Círculo vicioso entre
ciertos pacientes y ciertos terapeutas que, no tolerando la hiperemocionalidad, bloquean su
propia afectividad, lo que es sentido por el primero como que no llega a comunicar lo que
siente, con lo que redobla sus esfuerzos de impostación de la afectividad.

K. Síntomas que surgen como productos de condensación entre deseos, angustias, defensas
y recursos. Síntomas que, a veces, son básicamente defensivos de encubrimiento, de
realización de deseos -buscados activamente desde el inconsciente- y muchas otras efectos
no deseados, consecuencias del interjuego deseo/angustia/deseo/recursos.

L. Tipo de relaciones entre la organización de la conciencia y el inconsciente. Variación de


los límites entre una y otro: excesiva permeabilidad -invasión de la conciencia por los
contenidos y formas de organización inconscientes- o, por el contrario, rigidez de la
frontera -desconexión del sujeto de su inconsciente.

M. Tendencia a la regresión -vuelta, después de haberse alcanzado un nivel de


funcionamiento más maduro, a formas primitivas de control de los impulsos, de vínculos
interpersonales, de organización de la ideación, etc.

N. Pero, así como la tendencia a la regresión, a la vuelta al pasado, a la compulsión a la


repetición constituye una dimensión esencial del psiquismo, y en algunas personas la
captamos en su máxima intensidad, por el otro lado, la capacidad de despegarse del pasado,
de "olvidar" lo que quedó inscrito procedimentalmente, de reabrir a nuevas
simbolizaciones, de neogénesis ( S. Bleichmar, 2000), es algo a evaluar en el encuentro con
el paciente en base a la forma en que responde a los intercambios con el analista. El énfasis
en la repetición ha tomado tal peso en psicoanálisis que pareciera que fuéramos más
sensibles a captar lo invariable que lo nuevo, con el riesgo de no dejar brotar aquello que
incipientemente emerge de diferente con respecto al pasado.

Ñ. Grado de insight, de función reflexiva (Fonagy, 1999, 2000), de captación del sujeto no
sólo de sus deseos y fantasías sino de su nivel operatorio, así como de los estados
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emocionales e intencionalidades del otro. Diferenciar entre memoria representada
simbólicamente -semántica, biográfica, etc.-, recuperable en términos de imágenes y de
narrativas, por un lado, y memoria procedimental, actuada, el llamado "enactment".
Memoria procedimental que, como dijimos más arriba, no puede ser recuperada en el
tratamiento por el relato del paciente, por la narrativa con que representa su vida y sus
vínculos actuales, sino por la observación de cómo va reaccionando en el momento a
momento de la sesión, por la forma de relacionarse con el terapeuta, por lo no dicho pero
actuado, por cómo un estado afectivo o mental desemboca en otro.

El diagnóstico desde el enfoque "Modular-transformacional"

El tomar en cuenta las dimensiones que venimos de enumerar a título ilustrativo, el pensar
al paciente en términos de las mismas, intentando ver cuál es la configuración de
dimensiones que mejor describe su personalidad, el formar una especie de grilla con esas
dimensiones e ir colocando en ella el funcionamiento del paciente, permite entender qué es
lo que diferencia al enfoque "Modular-Transformacional" de aquellos otros que consideran
como suficiente para explicar al psiquismo a las grandes categorías generales tales como
Edipo, deseo, castración, falo, self, represión, sexualidad, posición esquizo-paranoide o
depresiva, intersubjetividad, apego, identificación proyectiva, etc., no porque ellas sean
prescindibles sino porque aisladamente sólo dan cuenta de algunas problemáticas, por más
importantes e indispensables que éstas sean. Nuestro cuestionamiento es a su uso como
explicaciones omniabarcativas, y no nos estamos refiriendo al empleo de "clichés" o
contraseñas de identidad por los miembros de algunas escuelas -sería lo menos grave pues
afectaría sólo al sector dogmático de cada una de ellas y, especialmente, a los miembros de
menor formación que encuentran en su repetición la condición fetichista de pertenencia-
sino a la concepción epistemológica de fondo: pensar que el psiquismo, que llegó a ser lo
que es luego de millones de años de evolución, en dirección hacia una complejización
creciente, psiquismo que organiza los múltiples intercambios del sujeto con el grupo
humano en el que convive, con las fuerzas del mundo exterior a las que debe adaptarse, con
las tensiones internas del cuerpo y de su propia organización, pueda quedar descrito por
unas cuantas fórmulas. Si de algo nos puede servir el panorama actual de la revolución a la
que asistimos en biología es que cada entidad aparentemente sencilla está formada por un
número difícil de predecir de elementos y de procesos de articulación y transformación de
componentes que, en su sinergia y antagonismos, dan lugar al funcionamiento total. Es
nuestra impresión que los psicoanalistas somos, frecuentemente, como los filósofos de la
antigüedad que "razonaban" cómo eran las cosas en vez de estudiarlas en su particularidad
y que, sobre todo, se conformaban con unos cuantos principios para lograr creer que sus
mentes dominaban el conocimiento de las mismas. No es infrecuente en nuestro campo el
constatar una práctica consistente en delimitar un campo restringido de las fuerzas y
condiciones que organizan el psiquismo y luego, arbitrariamente, decidir que sólo de eso se
ocupa el psicoanálisis, creándose un encierro dentro de fronteras protegidas por lo que
hemos denominado "candados ideológicos", o sea, argumentos racionalizadores que
descalifican cualquier dato o posición teórica que ponga en cuestión al sistema de
creencias.
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Respecto al enfoque "Modular-Transformacional", lo entendemos como enmarcado por:

a) Una concepción epistemológica: la complejidad resulta de una articulación de


componentes que desempeñan diferentes funciones en la arquitectura global del psiquismo.
Funciones y componentes que derivan de las tareas que el organismo y el ambiente van
imponiendo al aparato mental, como la moderna teoría de la evolución indica. Si el hombre
vive en grupos, se tuvo que desarrollar no sólo el lenguaje sino algunas funciones como la
empatía, la capacidad de leer los estados emocionales del otro, de utilizar las emociones
como comunicación y no sólo como expresión, de desarrollar un sistema de apego al
mismo tiempo que de mantenimiento de la individualidad, de despliegue exhibicionista
para asegurar seducir al objeto del deseo, de procesos de identificación para aprovechar lo
ya adquirido psicológicamente por la especie y no tener que volver a "descubrirlo", y para
favorecer la cohesión grupal -la no disonancia y el conflicto. O sea, estructuras mentales
que posibiliten los intercambios emocionales, sexuales y de hetero-autoconservación. Y, al
mismo tiempo, desarrollo de la conciencia reflexiva que otorga clara ventaja evolutiva
sobre los automatismos primarios, establecimiento de la represión y la disociación para
mantener apartado todo lo que desestabiliza a un psiquismo complejizado por la
simbolización alcanzada, fuente de tensiones y conflictos que el mundo animal no tiene.
Simbolización creciente que reorganiza la sexualidad animal y da lugar al erotismo
humano, marcado por los discursos que gobiernan los deseos y las prohibiciones.

En consecuencia, desarrollo de estructuras mentales de la vida interior que garantizan el


funcionamiento mismo del psiquismo, que le permiten regular la ansiedad y que hacen
factible los intercambios con el entorno humano y no humano. Mecanismos mentales de
articulación entre lo interno y lo externo, de entre los cuales los procesos de ocultamiento -
los mecanismos de defensa: represión, negación, disociación, etc.- son la internalización de
formas de evitar conflictos con el entorno y no meramente defensas intrapsíquicas
autogeneradas (ver Bleichmar, 1997; para el inconsciente bipersonal, ver Lyons-Ruth,
1999).

b) Una metodología de investigación: delimitación de sectores del psiquismo,


subdelimitación de sectores dentro de cada uno, y de dimensiones en los subsectores; y, al
mismo tiempo, estudio de la relación entre esos sectores y de las transformaciones que cada
uno impone en los otros: ej. una sexualidad gobernada no sólo por el deseo erótico sino por
el narcisismo que le hace rechazar su puesta en acto cuando es vivida como humillación, o
que la incrementa cuando se sobresignifica como indicio de valoración, como se observa en
el machismo. O, un sistema de apego que utiliza a la sexualidad como forma de vincularse
al otro, y que ya preanunciara Fairbairn (1952) cuando planteó la búsqueda de objeto como
motivación central.
El diagnóstico desde el enfoque "Modular-transformacional"

APLICACIÓN DEL ENFOQUE AL NARCISISMO: dimensiones que intervienen en el


polígono de fuerzas del balance narcisista
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 10
Siguiendo la metodología que venimos de proponer -deconstrucción de las categorías,
delimitación de dimensiones y, recién luego, reorganización en las combinatorias en las que
entran-, en este trabajo nos centraremos en el momento analítico, en el intento de
descomponer la categoría global de narcisismo en áreas y dimensiones de las cuales
depende el balance narcisista. Balance narcisista -grado subjetivo, inconsciente y
consciente, de satisfacción del sujeto consigo mismo, y efectos sobre la operatoria del
psiquismo- que es la resultante del interjuego de diferentes dimensiones, entre las cuales
debemos tomar en consideración:

a) Las representaciones, en múltiples áreas, que el sujeto tiene de sí mismo -lo que se suele
denominar representaciones del self o "yo representación" .

b) Las ambiciones narcisistas: ideales para el yo; yo ideal (para una diferenciación entre
ambos, ver Bleichmar, 1978, 1981; para la relación entre el concepto de superyó y el de
ideal del yo, Winograd, 1983).

c) El grado de vigilancia, de autoobservación, de severidad o de tolerancia, o de sadismo,


de la función crítica del superyó (Freud, 1923, 1933).

d) Los recursos de los que se dispone para satisfacer las expectativas narcisistas: afectivos -
ejs.: gama de reacciones afectivas, capacidad de regular la afectividad y la ansiedad
(Lichtenberg, 1989)-, interpersonales -ej.: capacidad para provocar en el otro las respuestas
afectivas deseadas-, además de los recursos instrumentales, intelectuales, capacitación
laboral/profesional, etc.

e) Modalidades de equilibrio del narcisismo mediante defensas y compensaciones.

f) Realidad externa favorable/desfavorable para las características del sujeto y para la


realización de sus deseos.

La restauración terapéutica del equilibrio narcisista se podrá conseguir trabajando ya sea


sobre el conjunto o sobre algunas de estas dimensiones. En algunas personas, es la
desmesura de sus ambiciones la que crea el desbalance a pesar de poseer una buena imagen
de sí mismo -incluso, sobrevaluada- o disponer de recursos adecuados para lograr las
aspiraciones que serían las corrientes de una persona que no tuviera aquellas ambiciones:
las metas son tan elevadas que siempre terminan sintiéndose fracasados.

En otras personas, el desequilibrio narcisista es el resultado de la pobre imagen de sí que


arrastran desde la temprana infancia. En otros, es el sadismo del superyó que no da tregua,
atacando continuamente, elevando las metas o rebajando la imagen del sujeto, hasta
encontrar una razón que justifique el auto-odio, a la manera de padres que odiando a un hijo
buscan las coartadas que permitan racionalizar su descalificación agresiva. En otros, la
causa reside en la pobreza de recursos para alcanzar las aspiraciones, incluso modestas, que
tienen.
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La estrategia terapéutica apuntará a la modificación de las dimensiones que, para esa
persona en particular, constituyen las condiciones que sustentan el trastorno narcisista. Por
ello, las orientaciones terapéuticas centradas sólo alrededor de un objetivo corren el riesgo
de estar desenfocadas. De poco sirve el especularizar, narcisizar, permitir la fusión con la
imago parental idealizada cuando el trastorno narcisista y la profunda insatisfacción
personal depende de la presencia de metas grandiosas o de un superyó sádico o de
modalidades patológicas largamente enraizadas de lograr el balance narcisista -agresividad
y ataque a los objetos internos y externos. Igualmente, si los recursos yoicos del sujeto son
pobres o sufre de fuertes angustias persecutorias que lo desorganizan, haciéndole fracasar
una y otra vez, se deberán encarar prioritariamente esas condiciones pues son las que
conducen al desbalance narcisista.

Pasemos ahora a examinar las dimensiones que hemos propuesto como organizadoras del
balance narcisista.

Representaciones básicas del self

Entre las representaciones que el sujeto tiene de sí, adquieren la máxima importancia las
creencias básicas inconscientes -"creencias matrices inconscientes pasionales"- acerca de la
propia eficacia, potencia, saber hacer, verse como capaz de poder superar dificultades, etc.
Representaciones todas ellas derivadas de:
a) Discursos sobre el sujeto por parte de sus otros significativos.
b) La identificación con las representaciones que los padres tienen de sí mismo. El sujeto
toma la identidad del otro como si fuera la propia.
c) Experiencias concretas en que el sujeto se mostró eficaz, potente, tanto en las relaciones
interpersonales como con respecto al mundo en general. Es lo que han enfatizado los
autores que ponen el acento en la importancia de la reacción parental ante los deseos e
iniciativas del niño (Balint, 1952 y 1968; Winnicott, 1965; Kohut, 1971 y 1979; Stolorow,
1987; Lichtenberg et al., 1992). El primer núcleo del sentimiento de eficacia se logra en los
tempranos intercambios con los padres en los que éstos responden afirmativamente a los
requerimientos del niño. Si la sonrisa no es devuelta, si el gesto de acercamiento al otro no
es correspondido, lo que va dejando como sedimento es el sentimiento de ineficacia de la
propia acción. Traslademos estos a la situación terapéutica y preguntémonos sobre los
efectos estructurantes de la técnica clásica de no acceder sistemáticamente -es en lo
sistemático, en lo que insistimos- a la demanda del paciente.

d) Las fantasías del sujeto que, tomando los componentes anteriores los reestructurarán, o
desde las cuales son seleccionados aquellos que serán tenidos en cuenta y la codificación
que se les otorgará.

Así como en los trastornos narcisistas de sobrevaloración -personalidad narcisista del


subtipo descrito por el DSM-IV-, las representaciones básicas son las de superioridad, las
de ser alguien excepcional, dotado de enormes cualidades -prejuicio que gobierna el
posicionamiento que se establece en todo vínculo-, en los trastornos narcisistas con pobres
representaciones de sí mismo, éstas ubican al sujeto no sólo como incapaz sino como
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 12
careciendo de los méritos y cualidades de los personajes que le rodean. Nuevamente,
creencia matriz pasional -matriz en el sentido que crea múltiples variantes- desde la cual se
construirá al ocasional personaje con el que se interactúa como alguien supuestamente
superior al sujeto.

Aquí no se trata de un superyó que vigila, compara y critica, que será más severo en
algunas circunstancias que otras, que en cada momento creará conclusiones sobre el sujeto,
sino de una creencia estable, de una identidad imaginaria nuclear bajo la cual el sujeto se
representa. En términos de la segunda tópica freudiana, es un trastorno en la estructura
misma del yo. Patología del yo representación, que una vez constituida, cualquiera haya
sido su origen, se debe distinguir de la patología en la representación del sujeto que se
produce en el momento a momento del funcionamiento psíquico por la acción de las
operaciones que englobamos bajo la noción de superyó: auto-observación de fantasías que
van surgiendo en el inconsciente y la conciencia, y de las conductas que expresan esas
fantasías, junto a la contrastación con ideales que fijan cómo deberían ser esas conductas y
fantasías, arribándose a juicios en los que hay absolución, premio o castigo. Mientras que
el concepto de superyó se refiere a una modalidad de procesar representaciones,
eminentemente activa, dinámica, con tensiones entre sus componentes, en cambio las
representaciones básicas del self entran en la operatoria del psiquismo como elementos
menos móviles, de ahí la dificultad para modificar las creencias bajo las cuales el sujeto
llegó a representarse.

Resulta necesario especificar el peso relativo que las distintas áreas de autoevaluación
poseen para el sujeto -ej.: puede sobrevalorar la belleza o la inteligencia o el logro social o
los valores morales, etc. También, especificar si la jerarquía entre esas áreas es estable o
depende del contexto y de los momentos interpersonales. Esto es función, a su vez, de la
dimensión de personalidad "dependencia vs. autonomía" que, en la nomenclatura de Blatt
(1992), aparece bajo la denominación de personalidades anaclíticas vs. introyectivas.

Igualmente, se requiere especificar si hay contradicción entre las representaciones


inconscientes y las conscientes -escisión horizontal efecto de la represión-, o entre las
representaciones dentro del mismo inconsciente -escisión vertical, en que existe
representaciones encontradas-, o dentro de la conciencia -escisión vertical.

Causas de la existencia de representaciones desvalorizadas del self:

a) Déficit primario de narcisización -falla parental en la función de especularización o en la


provisión de una "imago parental idealizada" con la cual identificarse (Kohut, 1977).
b) Descalificación primaria, sea por el discurso familiar y/o social.
c) Defensiva: realizada por el propio sujeto para contrarrestar:

1) Angustias persecutorias -ej.: se autodisminuye para no despertar la ira del objeto, para
no perder a la figura de apego cuando los méritos o logros del sujeto despiertan rivalidad
en ésta; lo que, clásicamente se consideró como defensa ante la ansiedad de castración.
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 13
2) Para proteger la imagen idealizada del otro por necesidad del sujeto de contar con tal
tipo de figura.
3) Por culpa, formas masoquistas de autodenigración.

d) Acontecimientos traumatizantes para el narcisismo, pasados o presentes, causados por


limitaciones del propio sujeto o por condiciones externas desfavorables.

Causas de la existencia de representaciones sobrevaloradas, incluso megalómanas, del


self

a) Hipernarcisización primaria: padres que convierten al hijo/a en un yo ideal,


convenciéndole que se trata de alguien excepcional.
b) Hipernarcisización secundaria, defensiva: compensatoria de una imagen desvalorizada.
c) Condiciones externas muy favorables.

Ambiciones: yo ideal

Tipos de yo ideal, de figuras heroicas (Lagache, 1961) con las que el sujeto desea
identificarse. Niveles de grandiosidad a los que se aspira: normales/elevados/megalómanos.

1. De género: ideales de feminidad/masculinidad -físicos, belleza, sexualidad, maternidad,


paternidad, etc.
2. Interpersonales: identidades que se desean asumir en las relaciones interpersonales -ej.:
dominante, autónomo, protector, salvador, etc.
3. Logros sociales -estatus social, poder, riqueza, etc.
4. Morales: bondad, protección del otro, salvador/a, etc.
5. Intelectuales

Respecto al deseo de poder, una de las variantes importantes del yo ideal, que se observa en
lo líderes políticos, religiosos, ideológicos, y que se suele describir como si fuera una
categoría homogénea, requiere ser matizado en las motivaciones que le subyacen:

1. El poder como medio de conseguir la admiración de los seguidores. Es lo que se observa


en los líderes que buscan el contacto, que gozan con el "baño de multitudes" (ej. líderes
populistas, demagógicos).
2. El poder por el goce de sentir que se logra el sometimiento de los demás, que éstos deben
obedecer, incluso en contra de sus deseos, al líder al que temen (ejs.: el jefe mafioso; o el
dictador solitario, aislado en su ciudadela). El sadismo sin remordimiento es la marca.

Por otra parte, especificar las contradicciones que pueda haber entre ambiciones grandiosas
e ideales morales, o con normas superyoicas que cuestionan la legitimidad de tener deseos
grandiosos, o que impiden las conductas conducentes a su satisfacción.

Subtipos de superyó
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 14
Al examinar la estructura del superyó, podemos distinguir la existencia de:

a) Mayor o menor tendencia a la autoobservación y autoevaluación. En cuanto a esta


dimensión, digamos que la función de vigilancia del superyó tiene múltiples causas de
reforzamiento: por un lado, el nivel de control, de observación que los padres hayan tenido
sobre las cualidades y conductas del niño. Por el otro, al ser el superyó una organización
defensiva que vigila desde dentro del sujeto intentando adelantarse a una posible objeción
exterior, en la medida en que se esté más inseguro, que más se tema a las figuras externas,
en esa misma medida el sujeto irá a la búsqueda de sus posibles fallas, incrementando la
vigilancia.

La auto-observación es, por tanto, función del grado de persecución que sienta el sujeto, de
la representación que tenga de cómo reaccionaría la figura externa ante sus fallas e
infracciones y no solamente de una previa imagen de sí insatisfactoria o de la cualidad de
sus impulsos y deseos. Es la razón por la cual la disminución en un paciente de la vigilancia
por parte de su superyó requiere, en muchos casos, intervenir sobre una condición previa: la
modificación de las representaciones que tiene respecto a las reacciones de las figuras
externas frente a sus fantasías y conductas. De ahí, que la actitud terapéutica caracterizada
porque el analista actúe como superyó "auxiliar" benévolo es poco efectiva para generar
una disminución de la vigilancia del superyó en los casos en que el sujeto siga teniendo
representaciones de los otros como críticos y no aceptantes.

b) Conciencia crítica, sistema evaluador que acepta o, por el contrario, no tolera el


apartamiento de las representaciones del self respecto a las ambiciones o ideales. Pueden
existir elevadas normas de observancia -metaideales: "no dejarás de ser cómo tienes que
ser, estás obligado a cumplir con tus ideales..."- de modo que cada conducta es juzgada para
ver si se ajusta o no a las metas, a las ambiciones e ideales. Pero, en este caso, a diferencia
de la condición que será examinada en el párrafo siguiente -sadismo estable del superyó-, si
de la evaluación surge que el sujeto cumple con las ambiciones o ideales, entonces se
acepta a sí mismo o, incluso, entra en momentos de autoexaltación narcisista. El estado de
ánimo de este tipo de personas se caracteriza por la ciclotimia entre momentos de depresión
y de exaltación narcisista.

En algunos casos, lo que domina es el sadismo permanente contra sí mismo, una


intencionalidad agresiva que moldea y guía al proceso de evaluación, marcando siempre
una distancia entre la representación del sujeto y los ideales. El sujeto eleva las metas o
rebaja la imagen de sí mismo, siempre bajo la intencionalidad de atacarse. El sujeto ha
internalizado una forma de relacionarse consigo equivalente a la manera con que sus
figuras significativas, guiadas por el odio hacia el sujeto, continuamente lo atacaron en su
narcisismo, buscando o, más aún, creando defectos e infracciones imaginarias. Lo que
produce es un cuadro crónico de depresión rabiosa en que el sujeto, aplastado por su
superyó, encuentra sólo satisfacción en el ejercicio de la actividad autoagresiva, que puede
alternar con momentos de proyección de la insatisfacción sobre las figuras externas, a las
que se ataca también sádicamente.
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 15
Condición estable de auto-odio que es factible diferenciar de una otra manifestación de
sadismo, en este caso no estable sino que se desencadena sólo en los momentos de
insatisfacción del sujeto consigo mismo -estallido de furia ante las fallas en el logro de las
aspiraciones narcisistas. El sujeto se autodescalifica usando términos denigratorios que le
parecen describir objetivamente lo que él es sin captar que las palabras utilizadas,
pronunciados con fruición, son elegidas en función de la necesidad de agredirse. Se trata de
un superyó que bien podríamos calificar de iracundo y que no es ajeno en su estructuración
a experiencias vividas con padres que estallaban ante las limitaciones o errores del niño. La
presencia de un superyó sádico se pone en evidencia por los adjetivos que el sujeto se
autoaplica -"imbécil", "irresponsable", "vago", etc.

Por otra parte, de acuerdo al tipo de ideales, cuyo cumplimiento vigila el superyó, es
posible diferenciar, por un lado, un "superyó moral" que impone la prescripción de
"cuidarás al otro, no lo dañarás, evitarás su sufrimiento...", y que ante las infracciones a
esos ideales/mandatos se generan sentimientos de culpabilidad e impulsos a la reparación
de los daños reales o imaginarios infligidos; es el superyó que constituye el eje de la obra
freudiana y, especialmente de M. Klein, centradas en los deseos agresivos con respecto al
rival edípico.

En algunas personas, existe un "superyó narcisista" cuyos mandatos son del tipo "serás el
mejor, perfecto, no cometerás errores, debes triunfar...", tematizados como alcanzar niveles
excelsos de belleza o perfección física o intelectual, de logros sociales, y que ante el no
cumplimiento de esos mandatos determina el surgimiento en el sujeto de sentimientos de
inferioridad. En este caso, la preocupación por el objeto pasa a un total segundo plano. Es
la dimensión narcisista del Edipo, en que la posesión del objeto de amor no resulta del
placer sensual/sexual que pudiera deparar el poseer al objeto de amor sino del triunfo sobre
el rival, siendo el objeto erótico-sexual sólo un medio y un testimonio de la perfección del
sujeto.

Se ha dicho que el sociópata no tiene superyó. En realidad, tiene estructurado un superyó


marcado por los mandatos narcisistas de grandiosidad. Si no los cumple, se siente tan mal -
depresión- como aquel que no satisface mandatos de cuidar al otro.

Uno u otro de los dos tipos de superyó puede ser el dominante -ej: el "superyó narcisista"
del subtipo de trastorno narcisista que el DSM-IV describe como "trastorno narcisista de
personalidad", con mandatos internos de alcanzar grandes éxitos, con total falta de empatía
por el otro quien pasa a ser simplemente instrumento a utilizar en aras de la grandiosidad
del sujeto y al que se agrede sin culpa. En otras personas, se hallan presentes ambos tipos
de imperativos, morales y narcisistas.

Relaciones entre el superyó y la representación interna del otro

Una vez que Freud describió el superyó, surgió la tendencia en psicoanálisis a considerar
que cuando el sujeto se sentía criticado por el objeto externo era porque proyectaba en éste
su propio superyó. Sin embargo, la relación entre el superyó y la representación del objeto
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 16
externo es más compleja. En realidad, superyó y representación interna del otro son
componentes claramente diferenciables conceptualmente como lo evidencia el hecho que
alguna gente se sienta valiosa cuando se encuentra en soledad -el juicio del superyó les
lleva, incluso, a representaciones megalómanas- mientras que no bien se hallan ante el
objeto externo lo que se proyecta sobre éste es un objeto interno persecutorio, sintiéndose
criticados. Combinatoria entre el juicio sobre el sujeto desde su superyó y el que se atribuye
al objeto externo que puede revestir las formas siguientes:

a) Escisión entre superyó y el objeto interno representante del objeto externo -ej. "sí, sé que
Ud. piensa que soy alguien valioso pero es porque no me conoce", evidencia de que la
representación que se tiene del objeto externo no es persecutoria mientras que el propio
superyó sí persigue.
b) Proyección del superyó en el objeto externo al que se le atribuyen los mismos juicios del
superyó -ej. el maníaco que cree que todos están tan encantados con él como lo está
consigo mismo, o el melancólico que hace lo mismo con su autoevaluación negativa.
c) Se toma el juicio del objeto externo, juicio que pasará a ser el del propio superyó; lo
encontramos en la personalidad sugestionable o dependiente.

La importancia de esta diferenciación radica en que define objetivos terapéuticos


pertinentes para cada subtipo. Si lo que se proyecta en el objeto externo es el superyó -se
cree que el otro piensa del sujeto lo que éste piensa de sí- un primer tiempo, antes de
encarar la modificación del superyó, es el trabajo con la diferenciación entre lo que el
sujeto piensa y lo que cree que el otro piensa; es decir, la discriminación entre el sujeto y el
otro o, en otros términos, trabajo sobre lo que se ha denominado "difusión de la identidad "
(Kernberg, 1989). Si, por el contrario, el sujeto toma como propio el juicio del objeto
externo -el superyó se "disuelve" en el objeto externo-, la terapia pasa por desmontar la
idealización del otro y la sumisión del sujeto a éste, revisando las condiciones que la
determinaron en el pasado y la mantienen en el presente. En el caso que hubiera una
escisión entre el juicio del superyó y el objeto interno representante del objeto externo -el
superyó como aceptante y el segundo como persecutorio-, la terapia se orienta hacia la
revisión del objeto interno, de su estructuración como objeto persecutorio y de su
equiparación con el objeto externo.

Recursos yoicos

Son las capacidades de las que dispone el sujeto para alcanzar los logros narcisistas fijados
por las ambiciones e ideales. De entre ellos destaquemos:

A. Emocionales

1. Repertorio de las conductas emocionales que se pueden sentir y desplegar en los


intercambios emocionales con los demás y que sirven para promover en el otro la respuesta
emocional que el sujeto aspira que se tenga hacia él. Es decir, capacidad de "seducción" -no
patológica- del otro, y no referida únicamente al plano sexual sino a las necesidades/deseos
de los diferentes sistemas motivacionales, en este caso del narcisista.
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 17

Resulta necesario, por tanto, redefinir el concepto de seducción, diferenciando entre


seducción normal y patológica y, sobre todo, superar el que haya quedado
inadecuadamente soldada a la motivación sexual. Ferenczi (1932), en su clásico trabajo
sobre "la confusión de lenguas", mostró cómo el niño, dirigiéndose al adulto en búsqueda
de protección -hoy englobaríamos esta búsqueda dentro de las necesidades de apego-, es
respondido por éste desde sus deseos sexuales.

Hay diferentes tipos de seducciones: para que el otro satisfaga necesidades de apego, de
autoconservación, de especularización narcisistas, sexuales, etc. Desde esta perspectiva, la
seducción es la incitación al otro para que éste desempeñe la función que desde cada
sistema motivacional le es necesaria al sujeto.

2. Capacidad de captar los estados emocionales del otro, sus intenciones -ver artículos de
Fonagy sobre"función reflexiva", Aperturas Psicoanalíticas No. 3 y 4.

B. Capacidad para el insight, para la introspección, para conocer motivaciones, recursos y


limitaciones.

C. Recursos instrumentales

1. Inteligencia, razonamiento lógico, capacidad de organización del tiempo y de las


actividades, etc.
2. Habilidades prácticas, formación en diferentes campos necesarios para la inserción social
exitosa.

D. Características físicas y estéticas que facilitan la realización de los deseos,


especialmente en las relaciones con el otro/a

Es obvio que no basta tener los recursos mencionados en los puntos anteriores, pues ellos
son un componente más de las condiciones del balance narcisista, pero el déficit de ellos
constituye una limitación que no podemos descuidar. En el psicoanálisis, especialmente el
que ha quedado fijado a la primera tópica freudiana -dinámica entre el deseo y la
prohibición, entre el inconsciente y la censura- se ha descuidado el prestar atención a un
relevamiento de los recursos yoicos. Incluso, hablar de ellos pareciera ser considerado
despectivamente como que coloca por fuera del psicoanálisis, olvidándose que la segunda
tópica freudiana plantea explícitamente que el yo debe lidiar no sólo con los impulsos del
ello, con las prohibiciones del superyó sino también con la realidad externa, lo que implica
disponer de los recursos para hacerlo.

Tipos prevalentes de angustias narcisistas

Especificar grado de subjetivación consciente del sufrimiento narcisista o si éste es


básicamente inconsciente. Puede manifestarse de formas muy diversas:
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 18
A. Sentimientos definidos de insatisfacción consigo mismo en áreas específicas:
preocupaciones obsesionantes sobre rasgos físicos (trastorno dismórfico, por ej.), mentales,
morales, sobre el éxito social o económico, etc.
B. Sentimientos difusos no formulados de malestar, de insatisfacción vital mal definida, o
de vacío o aburrimiento, o de desvitalización.
C. Sentimientos de impotencia, de no ser agente activo decisivo en la determinación de los
acontecimientos en el mundo externo o de falta control sobre la propia mente.
D. Sentimientos de vergüenza.

Formas de equilibrio narcisista: mecanismos de defensa y compensaciones

Diferenciar entre aquellas más normales y las patológicas, así como si las defensas y
compensaciones son exitosas y logran la equilibrio narcisista o no. Además, especificar si
las modalidades de compensación están incorporadas al carácter o requieren de un esfuerzo
continuo del sujeto. Mencionemos:

A. Defensas básicamente intrapsíquicas

1. Mecanismos de defensa clásicos -exclusión de la conciencia: represión, negación,


racionalización, proyección, etc. Más arriba indicamos que los mecanismos de defensa
tienen origen no sólo en procesos internos sino que resultan, también, de la interiorización
de formas de vínculo, de defensas que se producen en la intersubjetividad. Para mencionar
un ejemplo, pensamos en pacientes en quienes aquello que se halla reprimido no es lo
desagradable de sí mismos sino precisamente el reconocimiento de sus aspectos valiosos.
Esta profunda dificultad para reconocer éxitos, méritos, rasgos valiosos puede resultar de la
interiorización de un vínculo en que los padres reaccionaban con ataques si el niño/a se
presentaba como valioso y, sobre todo, alegre. En el curso del tratamiento, estos pacientes,
sesión tras sesión, nos cuentan sus desgracias pero no sus experiencias de placer o sus
logros. No nos pueden hablar ni de su goce sexual -lo descubrimos casi como sorpresa- ni
de relaciones felices de amistad o de pareja. Transfieren sobre nosotros las imágenes de
padres rechazantes del placer de sus hijos, pero hacen algo más: no sólo no nos cuentan de
su goce sino que no se lo cuentan a ellos mismos. El ocultamiento interpersonal se
estructura intrapsíquicamente como mecanismo de represión. Lo que nos alerta, una vez
más, sobre los riesgos de explicar la génesis de los mecanismos de defensa como
fenómenos exclusivamente intrapsíquicos. En la compleja interrelación entre lo
intrapsíquico y lo intersubjetivo -ni lo primero es mecánica interiorización de lo segundo, ni
lo segundo mera proyección/externalización de lo primero-, a veces se niega
intrapsíquicamente para no enfrentar a la figura externa -casos de abuso sexual, por ej.-,
mientras que en otros casos se niega ante la figura externa para que al no ver ésta aquello
que resulta angustiante para el sujeto, éste pueda mantener apartado tal contenido de su
mente -"si el otro no lo ve, yo puedo dejar de verlo, y no me expongo a tener que ver lo que
el otro, al ver, me estaría obligando a ver".
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 19
En relación a este tipo de pacientes que no reconocen su mejoría en el tratamiento o que,
incluso, luchan activamente en contra de ella, las razones que subyacen a su actitud han
sido consideradas como que obedecen a distintas causas:

1.1) En Freud, básicamente como reacción terapéutica negativa por sentimientos de culpa.
1.2) En Klein, como producto de la envidia y rivalidad con el analista: se rechaza reconocer
el beneficio del tratamiento pues ello sería aceptar la necesidad del objeto externo y la
dependencia.
1.3) En los autores que han puesto su interés en la alienación del deseo, en que para el
sujeto los logros no representan a su ser, a su verdadero self, la razón de la insatisfacción
lejos de ser defensiva representaría los intentos desesperados de un ser para poder emerger
de la sofocación a la que ha sido sometida su condición de ser deseante. Con todas las
diferencias del caso, hay una concordancia al respecto entre Winnicot (1965), Kohut (1977,
1979, y Lacan (1966).
1.4) Por último, tenemos la condición descrita más arriba: el sujeto, por angustia ante la
reacción del otro, por sometimiento ante figuras sádicas que le prohiben gozar, cuando lo
hace tiene que ocultárselo o intenta sustraerse al placer. Es una de las modalidades del
masoquismo: búsqueda del sufrimiento por persecución ante la figura externa; en otros
términos, sometimiento masoquista ante una figura sádica que castiga el gozar.

Nos encontramos así ante cuatro explicaciones que no son antagónicas sino que cada una de
ellas describe diferentes tipos de pacientes que presentan conductas que en la superficie
fenoménica son similares pero divergen en las motivaciones que las impulsan. Evidencia
adicional que hay niveles de complementariedad entre las teorías, que éstas constituyen en
muchas ocasiones, miradas del psicoanálisis que arrojan luz desde diferentes perspectivas
(N. Bleichmar y Leiberman, 2000).

2. Fantasías grandiosas, omnipotencia, megalomanía neurótica o psicótica, negación de


necesidades.

B. Retracción social para evitar sentimientos de vergüenza, -en diferentes grados,


llegándose a la fobia social o a modalidades de relación, con los personajes externos,
fuertemente esquizoides.

C. Agresividad, rabia narcisista, sadismo narcisista, abuso del poder, crueldad como forma
de reafirmación del sentimiento de poder. Formas de adquirir un sentimiento de potencia,
una identidad ilusoria de ser poderoso/a. Además, utilización de la agresividad para
manipular al otro, para que cumpla, al forzarle, las funciones de objeto narcisizante.

D. Oposicionismo como forma de autoafirmación narcisista.

E. Masoquismo narcisista: narcisización del sacrificio, de la renuncia, del sufrimiento para


adquirir una representación de bondad, de generosidad, de resistencia, de estar por encima
de los demás, de superioridad moral -"yo ideal moral". La denominación de masoquismo
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 20
narcisista sirve para diferenciarlo de otros subtipos de masoquismo (Véase: Bleichmar,
1997)

F. Renuncia masoquista como forma encubierta de sadismo: se renuncia a funciones o


placeres para castigar al otro. Ejs.: cierto tipo de frigidez, ciertas anorexias, o fracasos con
la finalidad de negar al otro la satisfacción esperada cuando el sujeto es, para ese otro, una
posesión narcisista o un objeto de la actividad narcisista.

G. Experiencias de satisfacción sustitutivas: se reemplaza el estado emocional displacentero


por la excitación, o se logra el autoapaciguamiento de la angustia mediante:
1. Adicciones: alcohol, drogo-dependencia
2. Bulimia
3. Excitación del juego compulsivo
4. Excitación de conductas de riesgo que, además, exaltan la imagen de un self grandioso -
conducción temeraria, deportes peligrosos, actos antisociales, etc.
5. Actuaciones sexuales: promiscuidad, donjuanismo. También, y como experiencia de
satisfaccion sustitutiva, la masturbación compulsiva (Kohut, 1971, 1979).

H. Anorexia. En realidad, uno de los subtipos de anorexia, el caracterizado por el intento


de compensar mediante una imagen corporal ideal -la delgadez- un sentimiento de
insatisfacción narcisista global (para un estudio detallado de subtipos de anorexia, ver: Dio
Bleichmar, E., 2000).

I. Uso del otro como objeto narcisizante. Objeto del self que provee lo que se denomina
"experiencia -self" (Kohut); el otro posibilita un tipo de experiencia narcisizante.
1) Búsqueda de especularización mediante el exhibicionismo físico, mental, moral.
2) Fusión con la "Imago parental idealizada".
3) El otro como posesión narcisista (Bleichmar, 1997)
4) Objetos de la actividad narcisista usados para poder realizar funciones del sujeto
altamente narcisizadas (Bleihmar, 1997).

J. El otro como objeto de la identificación proyectiva de aspectos denigrados del sujeto,


haciéndoselos vivir al otro como si le pertenecieran (Klein, 1946).
Si las defensas y compensaciones son exitosas, no hay depresión narcisista u otra
sintomatología mayor pero
si las defensas no se pueden sostener, o provocan trastornos en las relaciones
interpersonales, o en la adaptación y logros en la realidad, o perturbaciones en el
funcionamiento yoico, cuando estas alteraciones no pueden ser negadas y son codificadas
por el sujeto como fracaso narcisista, entonces, sobreviene la depresión narcisista.

El trastorno narcisista como "conmutador" hacia otras patologías

Además, el trastorno narcisista puede originar distintos tipos de sintomatología:


trastornos de la sexualidad -impotencia, eyaculación precoz, frigidez-, o fobias, obsesiones,
hipocondría, pues al tener el sujeto una imagen de sí como débil, impotente, incapaz, todo
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 21
le resulta peligroso. El trastorno narcisista actúa como un "conmutador de transformación"
hacia otras patologías: la convicción inconsciente "yo no valgo/ yo no puedo" se transforma
en "todo me supera/ yo no puedo enfrentar tal contingencia... cualquier cosa es peligrosa...
algo me va a suceder". Por tanto, conduce a la representación del sujeto como estando en
peligro. Esta clínica de las transformaciones del narcisismo, de cómo lo que comenzó como
trastorno narcisista se transforma en angustias hipocondríacas, en fobias, en crisis de
pánico, etc., aporta evidencia adicional a la tesis de que los sistemas motivacionales no
están aislados sino que inciden los unos sobre los otros.

Importancia de un diagnóstico de los trastornos narcisistas en términos de interjuego entre


dimensiones

La polarización existente en la literatura entre trastornos narcisistas por déficit y trastornos


narcisistas por conflicto no deja de presentar grandes limitaciones, especialmente cuando se
considera que los primeros son debidos a causas externas y los segundos a internas.
Mencionemos las siguientes:

1. Se atribuye como causa del déficit el ser debido a algo externo -falla de las figuras
parentales- y el conflicto a algo interno del individuo -ej. envidia, rivalidad edípica,
agresividad-, como si la envidia, la rivalidad o la agresividad fueran propiedades
innmanentes del sujeto y no resultasen de la identificación o de respuestas a conductas de
las figuras parentales; por tanto, de algo en que lo externo desempeña, también, un papel
estructurante.

2. La expresión déficit pareciera descriptivamente adecuada cuando el trastorno narcisista


es "en menos": las figuras parentales no habrían narcisizado suficientemente al sujeto y/o
no le habrían provisto de una imago parental idealizada. Pero, ¿qué sucede si la causación
continúa proviniendo de las figuras parentales y éstas, en vez de no narcisizar
suficientemente, lo hicieron en exceso? El trastorno narcisista resultante no es por conflicto
interno sino por causa exterior y, sin embargo, lejos de haber un déficit de narcisización
existe un exceso.

3. Las denominaciones por déficit y por conflicto se referirían a las causas distantes que
originalmente produjeron el trastorno y, sobre todo, restringidas a dos variables -si fueron
los padres o el conflicto intrapsíquico- y no a una descripción estructural de la forma en que
están articulados los componentes de la personalidad y del cuadro psicopatológico, es decir,
tal cómo éstos se hallan organizados en el momento actual en que se los observa. Una
cuestión es definir a un fenómeno por su origen y otra por su estructura, que siempre es más
compleja y diversificada que el tratar de abarcarlo por sólo dos condiciones iniciales -
interno vs. externo. Así, una persona puede haber tenido un déficit de narcisización -faltó
especularización y/o fusión con la imago parental idealizada-, esto generar continua
comparación con los personajes que lo rodean, comparación de la que surge agresividad,
ataques al objeto, defensa del self desvalorizado mediante identificación proyectiva de los
rasgos que rechaza de sí mismo, con el resultado final de la existencia de importantes
conflictos interpersonales. Pero no sólo interpersonales: si, además de la pobre imagen de sí
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 22
mismo, el sujeto incorporó, por identificación o por desarrollo interior -fantasmática
productiva en su inconsciente-, un superyó sádico, lo que habrá será una continuo conflicto
intrapsíquico entre ese superyó y el yo.

Por tanto, intentar caracterizar a un trastorno sólo en función de ciertas condiciones


iniciales, por más importantes que éstas hayan sido, desatiende toda la complejidad de la
articulación de los eslabones ulteriores que desembocan en la estructura que presenta el
paciente en la actualidad. En cambio, delimitar a un trastorno narcisista por el interjuego de
múltiples dimensiones -representaciones del self, ambiciones, estructura del superyó,
modalidades defensivas y compensaciones, recursos, tendencia a la acción o a la retracción
hacia la fantasía, nivel de regresíón, sentido de realidad, etc.-, cada una de ellas, como
vimos arriba, abarcando diversas subdimensiones y teniendo diversas causas de génesis,
permite construir un perfil o arquitectura sectorial -en este caso del trastorno narcisista-
específico para cada paciente. En el plano terapéutico, orienta hacia formas de intervención
particularizadas en relación a esas dimensiones y subdimensiones.

Además, al ser el módulo del narcisismo sólo uno de los sistemas motivacionales, para
describirse la arquitectura global del psiquismo se deberá contemplar su articulación con el
sistema del apego (Marrone, 1998), con el de la hetero-autoconservación -incluido el
subsector de la regulación psicobiológica-, con el de la sexualidad, con la agresividad, con
las modalidades defensivas básicas del paciente.

Bajo esta perspectiva, un diagnóstico en base a dimensiones es, simultáneamente,


descriptivo de la estructura global, de las transformaciones que cada dimensión imprime a
las otras, de cómo funciona el conjunto, y de los componentes individuales modificados por
estar incluidos en un sistema más amplio.

El conjunto del psiquismo puede ser entendido como un sistema de funcionamiento en


"paralelo distributivo", o sea, varios subsistemas -para nuestro caso: módulos narcisistas,
apego, sexualidad, autconservación, agresividad, etc.- funcionando en paralelo,
simultáneamente, cada uno obedeciendo a sus leyes de organización, pero incidiendo en los
otros, distribuyendo los efectos de su funcionamiento sobre los otros, entrando por puntos
nodales en el encadenamiento de los procesos de cada uno de los demás y prod uciendo
transformaciones.

Son estas características del funcionamiento psíquico y de la formación de síntomas que


permiten explicar porqué hablamos de enfoque "Modular-transformacional" y porqué
consideramos que las explicaciones en términos de una dimensión -sea la sexualidad, o el
apego, o la autoconservación, o el narcisismo, o la agresividad, o la conflictiva edípica, o el
déficit-, o basadas en un mecanismo básico -sea la represión, la renegación, la forclusión, la
identificación proyectiva, etc.- son pobres, reduccionistas, en contraste con un modelo de
articulación de componentes.

A modo de síntesis, un diagnóstico de los trastornos narcisistas debería, por lo menos,


comprender lo siguiente:
los trastornos narcisistas Hugo Bleichmar 23

1) Causas del desbalance narcisista (representaciones básicas del self, elevadas ambiciones
o ideales, patología del superyó, insuficiencia de recursos).
2) Hipótesis del origen de lo anterior en las relaciones con los personajes significativos del
pasado y actuales, en los discursos de éstos, en las identificaciones, en los acontecimientos
que vivió el sujeto, en sus fantasías.
3) Tipos de angustias prevalentes (incoscientes y conscientes).
4) Tipos de defensas.
5) Tipos de compensaciones, diferenciando las normales de las patológicas.
6) Articulación con otras dimensiones del psiquismo (tendencia a la regresión, a la
agresividad, etc.).
7) Formas de articulación con los otros sistemas motivacionales.
8) Sintomatología derivada y sintomatología asociada (comorbilidad).

DIAGRAMA DE DIMENSIONES QUE CONFIGURAN DISTINTOS SUBTIPOS DE


TRASTORNOS NARCISISTAS

En el diagrama, la parte superior, establece las dimensiones básicas que determinan el


balance narcisista; la parte central, las angustias que se pueden desencadenar y el repertorio
de defensas que en cada persona es dable que se pongan en juego para contrarrestarlas. En
la parte inferior, diferentes dimensiones que, articuladas con las anteriores, terminan por
generar el perfil específico. El diagnóstico del trastorno narcisista, y sus subtipos, result a de
la configuración que en cada caso genere la articulación de esas dimensiones. En vez de
utilizarse categorías rígidas, dentro de las cuales colocar al paciente, se observa cómo se
presentan cada una de las dimensiones en él/ella, y se crea un perfil d iagnóstico que recoja
la especificidad de su personalidad y psicopatología.

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