Los Milleritas y El Gran Chasco de 1844

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Los milleritas y el Gran Chasco de

1844
Entre los años 1840-1844 surgió en los Estados Unidos un
movimiento multidenominacional llamado millerita.

A punto de subir al Cielo, los discípulos de Cristo le preguntaron: “Señor,


¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Y así Jesús se
despidió de sus discípulos y ascendió al Cielo. Pero ahora, ¿dónde estaba
su reino? ¿Y la esperanza y la expectativa del reencuentro? Mientras Jesús
era elevado en las nubes, mientras ellos miraban hacia arriba, dos ángeles
se pusieron al lado de ellos y les dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis
mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al
cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

La promesa del segundo advenimiento de Cristo se volvió una gran


esperanza de los cristianos de todas las épocas. De hecho, ese es el clímax
de todas las profecías bíblicas desde los tiempos antiguos hasta nuestros
días. Tal profecía fue intensamente proclamada por los apóstoles que
rápidamente aguardaron su cumplimiento. Y a lo largo de los siglos se
volvió la profecía más estudiada de la Palabra de Dios.
1. El surgimiento del movimiento millerita 
Entre los años 1840-1844 surgió en los Estados Unidos un movimiento
multidenominacional llamado millerita. Ese grupo basaba sus ideas en
diferentes interpretaciones proféticas que resultó en el surgimiento de
diversos grupos de seguidores llamados adventistas. El mayor de los
grupos se volvió conocido como Adventistas del Séptimo Día.

De hecho, los milleritas se consideran una continuación del despertar


internacional con énfasis en la segunda venida de Cristo y en la
proclamación de la proximidad del advenimiento que se desarrolló casi
simultáneamente en muchos países a principios del siglo 19.

William Miller

Los milleritas, que eran conocidos como adventistas, fueron todos


seguidores de William Miller, granjero del estado de New York, en los
estados Unidos, y ministro licenciado de la Iglesia Bautista que se destacó
por su énfasis en la predicación del retorno de Jesucristo. Miller estudió
detenidamente la Biblia por más de quince años y a lo largo de ese período
utilizó las Escrituras como su propio intérprete.

Para 1840, decenas de predicadores por el mundo estaban proclamando el


regreso de Jesús sobre la base del estudio de la profecía de Daniel 8:14.
Según el investigador Le Roy Edwin Froom, había predicadores de diversas
denominaciones cristianas, blancos, negros, mujeres y hasta niños. Hubo
una niña campesina en Europa que atrajo cerca de tres a cuatro mil
personas al predicar el mensaje del regreso de Jesús. 1
En los Estados Unidos, la predicación y los escritos de William Miller
despertaron la pasión de miles de personas. El mensaje de Miller y sus
asociados defendía la siguiente idea: “Así como el primer advenimiento de
Jesucristo fue predicho en Daniel 9, su segundo advenimiento es
identificado en Daniel 8:14 que afirma: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado’ (Daniel 8:14). Ya que la tierra
debe ser el ‘santuario’ a ser ‘purificado’, eso va a acontecer por medio del
fuego cuando Jesús vuelva. Comenzando en 457 a.C., la profecía de los
2300 días/años de Daniel 8:14 culminará alrededor de 1843-1844. Jesús
vendrá otra vez cerca de ese tiempo. Por lo tanto, ¡prepárese para
encontrarlo! SuSu venida será un evento literal y visible que precederá al
milenio”. Esa era la esencia del mensaje millerita.

Después de años de estudios y expectativas cronológicas, uno de sus


ayudantes, Samuel Snow2, escribió un librito donde identificaba la fecha del
22 de octubre de 1844 como el día establecido para el cumplimiento de la
profecía. De acuerdo con la conclusión de los milleritas, aquel era el día en
que la tierra sería purificada por el retorno de Jesús. Así, decenas de
millares aguardaron con paciencia y fervor hasta la llegada del día
identificado en la profecía. Entonces ellos esperaron el día entero hasta la
medianoche, pero Jesús no vino, dejándolos profundamente
decepcionados. De esa manera fueron forzados a admitir la existencia de
algún error en la interpretación de la profecía del profeta Daniel.

2. El nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día 


Un grupo pequeño de los decepcionados volvió a estudiar las escrituras
con más intensidad a fin de buscar comprender el evento profético. No
demoró mucho para concluir que aunque la fecha de 22 de octubre de
1844 fuera correcta, el evento estaba errado. Esos creyentes entendieron
que el santuario a ser purificado no estaba en la tierra sino en el cielo.
Jesús había entrado al lugar santísimo del santuario celestial para dar inicio
a su obra de juicio. Como Ellen G. White declaró más tarde: “El asunto del
santuario fue la clave que aclaró el misterio del chasco de 1844”.3
AAl explicar ese momento, el teólogo Ángel Manuel Rodríguez destaca:
“habiendo completado en la tierra la obra para la cual viniera (Juan 17:4, 5;
19:30), Cristo ‘fue llevado a las alturas’ (Hechos 1:9, NVI) para ‘salvar
perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos’ (Hebreos 7:25), hasta que en su segunda venida Él
aparecerá ‘ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación
a quienes lo esperan’ (Hebreos 9:28, NVI).

“Entre esos dos polos, la cruz y el glorioso retorno del Señor, Cristo actúa
como sacerdote real ‘de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor,
y no el hombre’ (Hebreos 8:2), abogado (1 Juan 2:1) e intercesor de aquellos
que creen en Él (Romanos 8:34). Como nuestro sumo sacerdote, Cristo
ministra los beneficios de su sacrificio a aquellos que van a Él, un
ministerio tan esencial para nuestra salvación como sus muerte
sustitutiva”.4
De esa manera el gran chasco del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un
mensaje poderoso. Es verdad que Jesús no vino como los milleritas
pensaban. Pero, un pequeño grupo de creyentes decepcionados descubrió
nueva luz bíblica: la verdad de que Cristo entró en la fase final de su
ministerio sumo-sacerdotal en el santuario celestial, después del cual Él
volverá finalmente para redimir a su pueblo.

A partir de la comprensión de esta verdad se identifica el nacimiento de la


Iglesia Adventista del Séptimo Día, con su fe firmemente anclada en el
pronto regreso de Jesús y en todos sus principios registrados en su
Palabra. Por lo tanto, el día 22 de octubre de 1844 es, de hecho, un marco
de capital importancia para el nacimiento de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día.

Al ser así, proféticamente hablando, el año 1844 no puede ser minimizado


u olvidado. El consejo de Ellen White es oportuno: “Al recapacitar en
nuestra historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso
hasta nuestra situación actual, puedo decir: ¡Alabemos a Dios! Mientras
contemplo lo que Dios ha hecho, me siento llena de asombro y confianza
en Cristo como nuestro líder. No tenemos nada que temer por el futuro,
excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido”. 5

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