Avance Numero 2

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Portada

Introducción
índice
En efecto, los sentimientos de todo nivel son siempre consecuencias o
redundancias de nuestros actos en las facultades, en los hábitos
innatos o en nuestro acto de ser personal. Los sentimientos siguen al
conocer y al querer. De modo que en una sociedad intelectual en la
que la teoría del conocimiento no es su baza fuerte, y en que la teoría
de querer está famélica, hay que poner en duda si el interés por los
sentimientos da con soluciones afortunadas. Tal vez ya este todo
dicho en el amor, tal vez no haya nada que agregar ni nada por definir.
Quizás lo único que nos quede es hacer variaciones sobre el mismo
tema, concebirlo, imaginarlo y reinventarlo para nosotros mismos,
como un juego interminable de opciones, para así tratar de obtener la
mayor felicidad posible al mínimo costo, sin angustia ni sufrimiento.

Para no sufrir ni hacer sufrir:

El descuido es desamor, no importa la excusa que des. Nada disculpa


el abandono afectivo de la persona que amas. Y si crees que eso te
convertirá en dependiente, despreocúpate, hay una forma de cuidado
que no es codependencia, que va más allá del apego: es el gusto de
dar, de hacer el bien a quien amamos. No hablo de sobreprotección,
sino de atención amorosa, de vigilancia afectiva y efectiva, para
buscar el bienestar del otro. Tampoco digo que tengas que desvelarte
como lo hacen los padres aprehensivos. Más bien se trata de estar
dispuesto y disponible para cuando te necesite la persona que amas.
Tu pareja no es tu hijo, es verdad pero el ágape no discrimina tan fino,
cuando hay que dar, se da.

La compasión

Compasión significa compartir el dolor, identificarse con el sufrimiento


ajeno, hacerlo propio. Pasión como acto de padecer: partir el dolor en
dos. No solo es meterme en tus zapatos, sino usarlos, andar con ellos
aunque no sean de tu talla. Esto no quiere decir que debamos aceptar
los motivos del que sufre, más bien se trata de una reacción afectiva
que se rehúsa a ser indiferente o insensible. La aceptación amorosa
del sufrimiento no requiere de tanta explicación. De acuerdo con Buda
en una de sus parábolas, es como si hirieran a alguien con una flecha
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envenenada y el sujeto herido no se dejara extraer la flecha hasta no
saber con certeza quién le disparó, a qué casta de guerreros
pertenecía el agresor o cuál era su linaje.

Obviamente moriría antes de obtener las repuestas. El sufrimiento


humano siempre es urgente y perentorio para quien lo padece y
muchas veces "pensar correctamente" cuando el dolor está en su
apogeo es imposible o incluso poco adaptativo. Respetar el dolor
ajeno e identificarse con él tampoco significa que debamos quedarnos
de brazos cruzados o llorando junto a la víctima, no se trata de sumar
más sufrimiento al sufrimiento, sino de intervenir desde ágape. La
compasión, entonces, es más afectiva que cognitiva, más visceral que
pensante. Schopenhauer se refería a la piedad como una "virtud
afectiva", el amor puro y destinado al prójimo; y Rousseau decía que
"la piedad es un sentimiento natural que, al moderar en cada individuo

La actividad del amor a sí mismo, concurre en la conversación mutua


de todas las especies". Una pizca de razón y mucho afecto, de eso se
trata. Por eso la compasión, al igual que el amor, no se obliga. El
altruismo que surge de la imposición es enclenque y mentiroso,
además no puede generalizarse ni alcanzar el nivel de la "gran
compasión" (ágape) a la que se refieren los budistas.

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La compasion al igual que el amor, no se obliga

El dolor que nos une:

Es un hecho que el dolor se dispara con mayor facilidad y persiste por


más tiempo que el placer; los seres humanos somos especialmente
sensibles al sufrimiento. Placer y dolor: cara y cruz de la existencia. El
dolor nos empuja hacia adentro y nos aísla del mundo, mientras el
placer nos expande hacia afuera y nos vuelve indolentes.

Un enamorado entregado plenamente al goce del amor es poco


menos que un ente abstracto (el Nirvana adormece), pero ante la
posibilidad de perder a su amada, el mismo individuo saltaría como un
resorte e intentaría restaurar el control afectivo.

Por ejemplo, si llegaras de un viaje corto y descubrieras que tu pareja


no te ha extrañado, es probable que te preocupes e intérpretes su
comportamiento como "sospechoso" de desamor. Pero si por el
contrario, la encontraras al borde de un colapso nervioso, angustiada y
con síntomas depresivos debido a tu ausencia, confirmarías que sí te
ama. Obviamente te interesarías por su salud, pero en tu interior, en lo
más profundo y oscuro de tu conciencia, una mezcla de orgullo y

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tranquilidad te haría sentir bien “¡Cuánto me ama!" Asociamos el amor
al dolor, ésa es la verdad Theilard de Chardin afirmaba que existe una
ley natural que dice que todo éxito se paga con un gran porcentaje de
los casos: crecer es sufrir, irremediablemente. Para Kant, el dolor es
una especie de bendición que nos salva del orgasmo letal que tendría
lugar si el impulso indeseable, del placer siguiera indefinidamente su
curso. Dicho de otro modo: el dolor como "bendición" que se intercala
entre un deleite y otro para que no muramos de la dicha y evitemos la
"indolencia" del hombre feliz. Prohibido ser feliz. Jalil Gibrán, en un
sentido similar pero más poético, decía que la tristeza no es más que
un muro entre dos jardines.

Sea como sea, el placer nos acuna y el dolor nos aguijonea. No


importa el sentido que le demos, la naturaleza nos cuida: cuando algo
nos genera sufrimiento, todo el organismo se dispone a eliminar su
causa. Lo curioso es que a veces el dolor ajeno nos duele tanto o más
que el propio: un sufrimiento profundo, inexplicable desde la biología.
Es la necesidad imperiosa de ponerse en el lugar del ser amado
cuando sufre.

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Para no hacer sufrir:

No subestimes sus preocupaciones, no juzgues su sufrimiento: abre tu


mente y escúchala ¿O acaso crees que tus problemas son más
"importantes" y "racionales"? Descéntrate, no eres el centro del
universo, afortunadamente. Métete en su mundo, escucha su ser, no
como lo hacen los obsesivos o los desconfiados, sino con la serenidad
que confiere ágape. Recuerda: ponerte en su lugar no es "fusionarte"
hasta perder tu esencia. Es compartir, partir en dos el dolor, dos
individuales.

El egoísta siempre sufre. Por un lado vive pendiente de que no le


quiten la mejor tajada, y eso cansa. Y, por otra parte, su actitud genera
rechazo social, por lo que suele terminar sus días en la más absoluta
soledad. El gran problema del egoísta es que no puede pasar
desapercibido: el avaro se nota, salta a la vista. Trata de pensar en los
otros un día entero, sin involucrar el yo; verás lo difícil que es. La
cultura nos ha enseñado a ser buenos receptores pero malos dadores
y, aunque no lo creas, dar puede resultar tan placentero como recibir

abre tu mente y
escucha.

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"El amor conlleva su propia disciplina"

Al amor no lo definen los deberes, nadie ama por obligación. Por eso,
si aceptamos que el amor implica su propia disciplina, bastaría con
amar. "Ama y haz lo que quieras" significa: despreocúpate, el afecto se
encarga de todo. Savater lo expresa así: "Donde el amor se instaura,
sobra la ética y deja de tener sentido la virtud. Los objetivos de la
virtud, como son conseguir valor, generosidad, humanidad,
solidaridad, justicia, etcétera, los logra el amor sin proponérselo
siquiera, sin esfuerzo ni disciplina".

Recordemos una vez más a Spinoza cuando dice que no amamos una
cosa o a alguien porque sea amable, sino que la consideramos
amable (valiosa) porque la amamos. El amor está primero, el amor
otorga el valor, el amor agápico desplaza la moral, es decir,
necesitamos la moral porque no sabemos amar. Ésa es la relación
entre amor y ética. Lo anterior no implica que en ocasiones no
podamos tener ataques de egoísmo, pero si hay amor, jamás lo
haremos a mansalva y afectando la dignidad de la persona amada. El
amor nos cuida, para que podamos cuidar

EL AMOR NOS CUIDA PARA QUE PODAMOS CUIDAR

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Dulzura y no violencia:

La característica fundamental del amor no violento es la capacidad de


renunciar al poder, para evitar herir a la persona amada. De manera
similar a lo que ocurre cuando cargamos a un bebé y todo nuestro
organismo se contiene para acomodarse a la fragilidad del recién
nacido. Ágape implica replegarse, retroceder un poco para no molestar
ni aplastar al otro.

Aceptemos que no es fácil abandonar la prepotencia y adherir sin


condiciones a la debilidad o al dolor de la persona amada, sobre todo
en una cultura en la que el poder, en cualquiera de sus formas, es un
valor; pero no puede haber amor sin delicadeza, sin la profunda
decisión de no lastimar. Transitar los caminos de ágape es negarse a
ser el amo o el verdugo de quien se ama. No hay amor si hay abuso
del poder, si hay dominación. El amor es lo contrario a la fuerza que se
impone, es lo que se enfrenta a la crueldad. Si eros es la confirmación
del "yo" que apetece, el ágape es el "yo" que se repliega, que se retira
por amor.

Respetarte es saber leer tus temores, tus inseguridades, reconocerlas


de manera horizontal y no vertical, hacerlas mías sin contagiarme. Es
ser exacto y cuidadoso en mis aproximaciones para no aplastarte con
mi ego ni lastimarte con mi indiferencia. Amarte es ablandar el
corazón. Sin ágape, ninguna relación funciona, porque la
insensibilidad, tarde que temprano, genera desamor. La emoción que
se siente ante la indiferencia no es la ira del despecho, ni la angustia
de la infidelidad, sino pura desilusión

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Amor justo, amor digno:

Hay ocasiones en que el amor se transforma en compasión y el


balance costo/beneficio se inclina a favor del más necesitado. En
segundo lugar, promulgar un amor justo y recíproco no significa que
hagamos del vínculo afectivo un intercambio mercantilista en el que
haya que llevar una contabilidad detallada de pasivos y activos.

No existe igualdad absoluta en ninguna relación interpersonal. Lo


importante es que no te sientas explotado o explotada y que nada
afecte tu dignidad personal. La justicia implica igualdad de derechos y
si por alguna razón quieres renunciar a ellos, que sea por convicción y
no por miedo o apego. Lo importante es que no te autoengañes.
Spinoza decía: "La justicia es la disposición constante del alma de dar
a cada uno lo que le corresponde", y Aristóteles afirmaba que la
justicia es una "especie de proporción". Reciprocidad proporcionada:
es decir, que tus necesidades afectivas básicas se vean satisfechas
de manera realista.

La amistad, por más amorosa que sea, nunca es totalmente


desinteresada, así que no debes sentirte mal si esperas retribución.
Tienes derecho a buscar la equivalencia: si entregas fidelidad esperas
fidelidad, si prodigas afecto esperas afecto, si das sexo esperas sexo,
si eres honesto esperas honestidad. No olvides que lo que define la
convivencia es esencialmente el intercambio amistoso, pero
intercambio al fin de cuentas

No es negociable una relación donde la dignidad está afectada. Si


sientes que das mucho más de lo que recibes o que tu pareja tiene
más derechos que tú y esto te molesta, sé asertiva o asertivo y
exprésalo, porque si no haces nada al respecto, el rencor desplazará
al amor.

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El núcleo vivo del amor:

"Cuando dos personas están juntas por primera vez, sus corazones
están abrazados y su pasión es muy grande. Después de un tiempo el
fuego se aplaca y es así como permanece. Continúan amándose el
uno al otro pero de una forma diferente: cariñosa y dependiente".

Si alguien me dijera: "Te amaré toda la vida", antes de ponerme


contento, preguntaría: "¿De qué amor me hablas?", y luego agregaría:
"Si te refieres al "amor como estado", es decir, al amor pasional de
eros, pensaría que estás comprometiéndote con algo que no vas a
poder cumplir, que me estás tomando el pelo o simplemente que
tienes una idea distorsionada o sobrevalorada del amor: demasiado
optimismo para mi gusto. Pero, si a lo que aludes es al "amor en acto",
es decir, al amor trabajado, construido y ejecutado en el día a día
(philia), podría llegar a creerte, porque el cumplimiento de la promesa
dependería de ti, de tu voluntad y no de un sentimiento.

No se trata de excluir la pasión del compromiso, sino de integrados en


un amor más unificado y completo. Nadie niega que con el paso de los
años la atracción física tienda a disminuir, pero tal como he dicho
antes, la sal, el gusto por la relación, puede estar en muchos otros
elementos.

“El amor de compañerismo es el resultado de los componentes de


intimidad y decisión-compromiso del amor. Se trata, esencialmente, de
una amistad comprometida, de larga duración, del tipo que
frecuentemente se da en los matrimonios en los que la atracción física,
una fuente primordial de la pasión, ha disminuido".

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Entusiásmate, pero no enloquezcas:

Es distinto. El entusiasmo no te aleja de la realidad, te aproxima a la


vida con pasión. El amor enfermizo distorsiona la realidad y por lo
general lastima a quien lo padece. En el entusiasmo creces como
persona y te realizas. En la locura (hipomanía) te niegas a ti mismo.
Siente el amor con todas tus fuerzas, vívelo intensamente, apasiónate,
pero sin destruirte. La pasión saludable no implica perder conciencia.
Por el contrario, la pasión maníaca es sinónimo de inconsciencia, de
descuido, de torpeza.

Quédate con los comportamientos que te permitan desarrollar tu


potencial, elimina los que te idiotizan. Separa hipomanía de
entusiasmo, pasión sana de pasión enferma. Si eres bien
correspondido y si tu pareja no implica riesgos para ti y además te
merece, pon el pie en el acelerador, deja que el deseo te posea, atiza
la llama, permite que Dios se recree en tu pecho. Deja que eros haga
de las suyas y te sacuda de pies a cabeza. Que nadie te quite lo
bailado. La vida es una fiesta y eres un invitado principal. Pero si
tienes una duda, una sola, así sea pequeña, pon el freno de
emergencia.

Si sientes que no te merecen, que la persona que te pretende no es


confiable, que no te ama ni te desea o si intuyes que te quiere utilizar,
y obviamente no eres paranoide, levanta más la palanca del freno, no
sigas. ¿Para qué? ¿Se justifica el riesgo? Mejor pon a eros en remojo.
Y si aun con todos estos factores en contra insistes y persistes, ya no
se trata de entusiasmo sino de estupidez crónica. "Ama y haz lo que
quieras", menos enloquecerte, menos sufrir innecesariamente

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No confundas pasado con presente:

No es fácil que eros repita con la misma intensidad o que se mantenga


con la misma fuerza. Aun así, hay personas que bajo la influencia de
un romanticismo a ultranza se quedan pegados a los momentos
brillantes iniciales, a la euforia original, al asombro que genera el amor
en sus primeras etapas. ¿Quieres repetir? , difícil. Quedarte anclado
en lo que fue te impide ver lo que es, lo que tienes. Conozco gente
que no disfruta el presente porque no se parece al pasado. Las
relaciones cambian, algunas evolucionan, otras involucionan. Unas
crecen, otras se acaban. Pero cada época tiene su encanto o su dolor
¿Estas enamorada o enamorado del amor? ¿Lo que quieres es repetir
la sensación?

¿Y qué harás con todo lo otro que configura el vínculo afectivo? La


relación es mucho más que emoción, el sentimiento es imprescindible,
pero los demás componentes también. ¿Por qué reduces la
experiencia afectiva a la mera emoción?

Puedes argumentar que tu pareja al principio era más amable, más


tierna y menos egoísta. Si es así, tienes razón en protestar, pero de
nada te sirve la añoranza. ¿Lo que podría haber sido y no fue?: eso es
perder el tiempo, es una forma de autocastigo. Es provocarse uno
mismo el sufrimiento. ¿Y si en vez de lamentarte, actúas? El amor se
construye día a día, es convivencia sentida y en movimiento. No
puedes detener el tiempo para "sentir lo que sentías". Si eres de esas
personas que generan adicción al sentimiento, debes fortalecerte,
pedir ayuda, sacar callo. Para no sufrir debes concentrarte en el aquí y
el ahora, no tienes otra opción. Si no lo haces, confundirás la ilusión
con la realidad, y eso sí es grave.

Otra vez Tagore: "Si lloras por el sol, las lágrimas no te dejarán ver las
estrellas". Y si no hubiera estrellas, tampoco se justificaría rememorar
un sol muerto. Esto es lo que tienes: lo tomas, lo dejas o lo cambias.

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Elegir bien con quién:

El primer paso, y quizás el más relevante para no sufrir, es elegir bien


o al menos reflexionar un poco antes; de involucrarte, darte un tiempo
para que puedas evaluar los pros y los contras, donde te proyectes al
futuro, así sea a corto plazo, días u horas. Un ensayo virtual que no
suelen hacer los enamorados. Me dirás que eros no da tiempo, sin
embargo, si estás vigilante, puedes verlo llegar como un rubor, una
sensación de extrañeza o cierta inquietud hacía alguien.

Si te ha ido mal algunas veces, la salida más inteligente es revisar por


qué ha sido así. Sentarte con cabeza fría a evaluar las causas. Es
absurdo que te niegues el amor por miedo a sufrir ¿Eres tan cobarde?
Había una vez un gato que se sentó sobre un fogón prendido y se
quemó la cola, y a partir de ese momento decidió quedarse toda su
vida de pie. ¿Qué le faltó al gato?: capacidad de discriminación, la
clave de todo aprendizaje. Dónde y cuándo. Insisto: afrontar el miedo
no significa cerrar los ojos y tirarse al abismo, sino abrirlos bien.
Estrategias dirigidas al problema, pensar. De ahora en adelante no
dejarás que la emoción sea exclusivamente la que tome la decisión.
No implica aniquilada, sino calibrarla Reprimirla sería como querer
curar un dolor de cabeza cortándole la cabeza al paciente.

De todas maneras, tengo una pregunta sobre la cual me gustaría que


meditaras: Si supieras que sólo después de diez fracasos afectivos
consecutivos estaría esperándote la persona ideal, si ése fuera el
requisito que te impusiera algún Dios malévolo, ¿Renunciarías a la
felicidad de conocer a esa persona? ¿No pasarías por los diez
obstáculos? Desilusionarte del amor es desilusionarte de la vida. No
puedes vivir en el desamor sin enfermarte, nadie puede. Enfrenta la
próxima relación con valentía. Junta el corazón con la prudencia y haz
una alianza estratégica que te permita moverte en los puntos medios.
Evaluación consciente: si no tienes claro qué falló en el pasado,
seguirás de tumbo en tumbo. Elegir bien con quién vas a estar, ya sea
para casarte (lo cual es obvio) o para tener una aventura.

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Tener claro quién te merece y quién no. No te regales, no dejes que la
soledad decida por ti. Afina la puntería, ésa es la clave.

Miedo a sufrir, o el estilo represivo de afrontamiento:

El enamoramiento, debido a su marcada irracionalidad, puede dejar


secuelas de todo tipo. Una de las más comunes es el miedo a sufrir.
Recordemos la actitud final que asumió Silvia: "No quiero saber más
nada, me cansé del amor, ya no quiero sufrir". El costo del amor
pasional es tan grande en ocasiones, que no se justifica el placer
experimentado. Una manera bastante común de defenderse de los
estragos de eros es poner una barrera de "dureza emocional". No
significa que estas personas pierdan la capacidad de sentir, sino que
bloquean mentalmente el afecto antes de que crezca y eche raíces: la
mente dice no, aunque la fisiología diga sí.

"Ni contigo, ni sin ti"

Como ya expresé antes, el carácter contradictorio de eros está fuera


de toda duda. En el enamoramiento puro no hay felicidad completa,
porque el enamorado no soporta la ausencia del otro y tampoco hay
saciedad total, porque la expectativa es alcanzar el amor absoluto
("Llenarme de ti"), lo cual es imposible Según un reconocido
diccionario, "desear", además de estar relacionado con apetencia
sexual, tiene la siguiente connotación: "Aspirar al conocimiento,
posesión o disfrute de una cosa”. Es decir, aunque suene deprimente,
se desea lo que no se sabe, lo que no se tiene o lo que no se disfruta.
Es el deseo visto como carencia, como déficit: "Te amo porque no
puedo tenerte, porque me faltas".

No dejes que la persona que amas ocupe tu mente, como si fuera


un virus:

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Pensar en él o en ella todo el tiempo te quita energía, te idiotiza. Pelea
con la obsesión. Amar no es desarrollar un trastorno obsesivo
compulsivo. Puedes utilizar la palabra ¡stop! doscientas veces, llamar
a alguien, salir a la calle, gritar como un loco o leer algo divertido
cuando te invada el pensamiento perturbador, pero lo más importante
es tomar conciencia de cuánto espacio mental te quita el romance. Es
ideal para esto tener un amigo o amiga que haga el papel de
aguafiestas, que te traiga a la realidad sin contemplaciones ni
anestesia, que te señale el error o qué tanto te estás apartando de la
normalidad.

Estar enamorado no implica abandonar tu rol social y tus otras


áreas de desempeño:

No debes desaparecer para el mundo y sus placeres, si eros llega. Y


no hablo de ser infiel, porque cuando se está en pleno enamoramiento
nadie te provoca y por lo tanto no hay riesgo. Me refiero a que debes
tener cuidado de no caer en el aislamiento social o el abandono en tus
otras áreas de desempeño. Si piensas: "¡Él lo llena todo!" "¡Ella
justifica mi vida!", estás cayendo al abismo. ¿Quién dijo que debes
dejar a tus amigos o amigas anteriores o descuidar tu trabajo por culpa
de un nuevo romance? ¿De dónde sacas que estar enamorado es
perder tu esencia básica? Eros nos lleva a pensar absurdamente que
si no estamos de tiempo completo con la persona amada, la felicidad
es incompleta.

Desde el mismo comienzo de la nueva relación debes dejar sentado


para ti y para la otra persona que tu vida no se verá alterada en lo
fundamental, en lo que eres, en tus gustos, en tus pasatiempos, en tu
ideología. El acople debe ser mutuo, pero respetuoso, y eso significa
"reestructurar la vida" pero no hacer borrón y cuenta nueva. Tu pareja
no es el segundo Mesías, por lo tanto no tienes que desbaratar lo que
has construido por años. He conocido a más de un enamorado que
bajo el influjo erótico intentan cambiar la personalidad, como si eros se

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tratara de una revelación trascendente. No exageremos. Una cosa es
deshacerse en besos y caricias y otra volver añicos el "yo".

No idealices a la persona amada:

No distorsiones la información magnificando lo bueno y minimizando lo


malo. No digo que te vuelvas una persona desconfiada, sino que
intentes establecer un balance más o menos objetivo. La clave es: sé
realista. Aunque te sientas fascinada por el sujeto, no te rindas a sus
pies. Aunque ella parezca una diosa, no pongas cara de esclavo,
controla la baba. El tiempo hace que uno vaya viendo cómo es
realmente el otro, pero un tiempo sin sesgos ni autoengaños. Si
adoptas esta actitud realista desde el principio o desde el momento en
que descubres que estás enamorado o enamorada, eros no podrá
distorsionar la información.

No hallar defectos al comienzo de una relación pasional es apenas


obvio, ya que las hormonas bajan el cociente intelectual y la capacidad
de observación. Pero si mantienes la calma mental, es decir, si
procuras estar atento pese a la ilusión, no crearás un ídolo ni un
monstruo de perfección. Además, ¿realmente quieres un compañero o
una compañera "diez"? Porque si eso es lo que buscas, deberías
revisar tu necesidad de aprobación. Recuerda: al inicio de un romance
todo es color de rosa, todos escondemos los defectos y exageramos
las virtudes. No es para que te desilusiones, sino para que abraces un
amor verdadero, de carne y hueso. ¡Qué encarte una "superpareja"!

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