288 Iommi Ok
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Enio Iommi
Rosario, provincia de Santa Fe, 1926
En el mes de julio se presentará una gran exposición con un centenar de obras,
realizadas en más de 50 años de labor. En la Sala Cronopios del Centro Cultural
Recoleta (Junín 1930, Buenos Aires, teléfono 4803-1040,
http://centroculturalrecoleta.org)
Es uno de los escultores más respetados del arte contemporáneo, junto con María Juana
Heras Velasco, Gyula Kosice, Marta Minujin, Jorge Gamarra y Hernán Dompé las
grandes figuras de la escultura actual.
Buscador incansable, todo le está permitido, desde un balde de plástico hasta un
adoquín, hasta la pureza de la línea del acero y del aluminio.
Enio Iommi nació en Rosario, el 20 de marzo de 1926. Segundo hijo de un matrimonio
de italianos: Santiago Girola (escultor milanés) y María Iommi. En el taller de escultura
ornamental que tenía su padre aprendió las más variadas técnicas: cincelado, modelado,
la talla directa y la fundición en bronce. Cuando contaba 13 años se instala con la
familia en Buenos Aires.
Despegando de las ortodoxas técnicas escultóricas, en 1945 participa de la fundación de
la Asociación Arte Concreto- Invención. Nos cuenta Enio: “El arte concreto creo que
fue una gran revolución artística en Argentina, porque rompió con la escuela
francesa, que era importante, pero debía advenir un cambio… Todos nos atacaban y
ese era nuestro gran placer, porque evidenciaba el nacimiento de algo.”
El Arte Concreto nació en París en 1930, tuvo en artistas suizos como Max Bill sus
máximos exponentes. A mediados de los 40 fue introducido en la Argentina por el
arquitecto Tomás Maldonado. Enfrentaba el arte figurativo o representativo, apostando
por construcciones geométricas abstractas, objetivas, racionales, calculadas. De allí
surgió la Asociación Arte Concreto-Invención, fundada por Enio Iommi, su hermano
mayor Claudio Girola, Maldonado, Alfredo Hlito y Raúl Lozza, entre otros. Proponían
la invención contra la creación, ya que, en palabras de Iommi: “La creación es una
continuidad de cosas, un enriquecimiento de lo hecho; la invención es una novedad,
un corte”.
En 1951 abandona las rigideces del arte concreto y en 1977 termina de dar su gran
vuelco artístico con la exposición “Adiós a una época”, donde presenta obras realizadas
con “residuos”: alambres, maderas, adoquines, representando con ironía la violencia que
vivía el país por entonces. “Allí empecé a trabajar el espacio dramático, antes era el
espacio puro”, expresó el artista.
Cansado de la precisión y de los cálculos del arte concreto, deja las “máquinas” y
profundizando sus ideas llega a lo primitivo: a las manos, queriendo mostrar,
paradójicamente, lo actual. Reflexiona Enio: “El arte está para pensar, ¿qué es el arte
por el arte? Nada. Hay algo cuando el artista se jugó en transmitir un pensamiento,
cuando quiere dar algo a la humanidad. El arte es universal, creaciones para un
nuevo mundo, jugarse a transformar la vida cultural. El arte es un pensamiento, una
comunicación, y un diálogo entre las personas…”
“Luego de muchos años en el arte, acumulé con alegría las utopías, simplemente
para fabricar ilusiones, ideas y, lo más fantástico, para seguir soñando con plena
libertad”, expresó. Fiel a su pensamiento: “el arte concreto fue mi principio; no sé
cuál será mi final”, el jovial Enio, que pronto cumplirá 84 años, trabaja día a día en su
taller, profundizando, buscando y encontrando…
“Espacios constructivos”
Acero inoxidable
5 metros de altura
1971
Jardines del Museo Nacional de Bellas Artes
“Formas en sí”
Mármoles coloreados
100 x 75 x 70 cm
1993
Colección del artista
“Volumen espacial”
Varilla de hierro rojo y madera negra
91 x 70 x 73 cm
1945
Colección del artista