Contencioso Administrativo Venezuela

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El contencioso-administrativo en Venezuela

1. La noción de contencioso-administrativo
2. La Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela
3. Características de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela
4. Organización de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa Venezolana
5. Los medios de impugnación en el proceso Contencioso-Administrativo venezolano

La noción de contencioso-administrativo
Para Auby y Drago, citado por el profesor Eloy Lares Martínez (2002), lato sensu, se entiende por
Contencioso-Administrativo el conjunto de litigios nacidos de los actos administrativos y de las operaciones
materiales de la Administración que resulten contrarios a derecho; estricto sensu, constituye el conjunto de
reglas jurídicas que rigen la solución por vía jurisdiccional de los litigios administrativos. Se trata pues, de un
contencioso o controversia con la Administración, por un acto ilegal o ilegítimo o por una actuación
administrativa que lesiona los derechos subjetivos de un particular. Se caracteriza por la presencia de un
sujeto activo (el Administrado), un sujeto pasivo (la Administración) o viceversa, y la resolución de un
conflicto por un órgano independiente y neutral, con potestades para restablecer el orden jurídico (un
Tribunal de lo Contencioso-Administrativo). Es un sistema integrado tanto por los órganos judiciales
como por la normativa aplicable que rige la materia, tal como lo señaló la profesora y Magistrada Emerita de
la extinta Corte Suprema de Justicia, Josefina Calcaño de Temeltas (1997).
Esa contención o controversia con la Administración se origina por un acto administrativo
cuestionado como ilegal o respecto a un derecho subjetivo lesionado, o a la reparación de un daño,
producida entre dos partes (el Administrado y la Administración) y decidido por un órgano del Estado
independiente o neutro, dotado de poderes para determinar las consecuencias de la ilegalidad o la lesión y
restablecer el orden jurídico. De allí que no se trata de un mero recurso para revisar un acto administrativo,
sino de un verdadero proceso contradictorio que resuelve controversias, tal como lo puntualizó el profesor
Antonio Moles Caubet (1993).
Según el Profesor Allan Brewer Carías (2000), La Jurisdicción Contencioso-Administrativa está
compuesta por un conjunto de órganos judiciales encargados, precisamente, de controlar el cumplimiento
del Principio de la Legalidad y de Legitimidad por parte de la Administración Pública, es decir, por sus actos,
hechos y relaciones jurídico-administrativas originados por la actividad administrativa.

La Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela


La Jurisdicción Contencioso Administrativa en Venezuela puede definirse como un conjunto de
órganos judiciales o jurisdiccionales especializados, encargados de controlar la legalidad y legitimidad de los
actos, hechos u omisiones así como las relaciones jurídico-administrativas entre los Administrados y la
Administración Pública en todos sus niveles.
La norma fundamental que consagra esta especial jurisdicción en Venezuela, se encuentra
contenida en el artículo 259 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada por
referéndum popular el 15 de diciembre de 1999, (antes artículo 206 de la Constitución de 1961), cuyo texto
es el siguiente:
Artículo 259. “La jurisdicción contencioso administrativa corresponde al Tribunal
Supremo de Justicia y a los demás tribunales que determine la ley. Los órganos de la
jurisdicción contencioso administrativa son competentes para anular los actos
administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de
poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración; conocer de reclamos por la
prestación de servicios públicos; y disponer lo necesario para el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.”.
Con base en esta disposición Constitucional fundamental, se construyó en Venezuela la teoría del
contencioso-administrativo, destacándose la constitucionalización del derecho administrativo, y con arreglo
a esta teoría elaborada por la jurisprudencia tanto de la extinta Corte Federal y de Casación como de la
extinta Corte Suprema de Justicia y desarrollada por la doctrina nacional, se elaboró la Ley Orgánica de la

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Corte Suprema de Justicia de 1976, hoy derogada por la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de
2004.
La clave del sistema contencioso-administrativo venezolano, cuyo núcleo se encuentra en el artículo
259 Constitucional, es una traslación del modelo español, tal como resulta configurada en la Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa del 27 de diciembre de 1956, a decir de los catedráticos españoles
Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández (2001), ha sido memorable en el Derecho Público
español, la cual fue robustecida resueltamente y prestándole el rango de supremo propio de sus normas en
la Constitución española de 1977, la cual señala en su artículo 106.1 que:
“Los Tribunales (Contencioso-Administrativos) controlan la actividad la potestad
reglamentaria y la legalidad de la Administración, así como el sometimiento de ésta a los
fines que la justifican”. (Añadido nuestro).

La jurisdicción contencioso administrativa establecida en el artículo 259 de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela, en cuyo texto ut supra transcrito, establece que: “La jurisdicción
Contencioso Administrativa corresponde al Tribunal Supremo de Justicia y a los demás Tribunales
que determine la ley…”. Resulta evidente entonces que el texto legal al cual alude el Constituyente, no es
otro que la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
Ahora bien, es menester hacer notar que en la derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 1.893 Extraordinario del 30 de julio
de 1976, se establecía, en forma transitoria, la organización de la Jurisdicción Contencioso Administrativa;
sin embargo, en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, publicada en Gaceta Oficial Nº 37.942
del 20 de mayo del 2004, lo que se produjo un vacío legal, al omitirse inexplicablemente la organización de
esta especial jurisdicción, inclusive, en dicho texto legal se estableció una disposición derogatoria expresa
de la anterior Ley Orgánica. A nuestro juicio, tal ley debió haber sido promulgada conjuntamente con una
Ley que regulara la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.
Dicha disposición derogatoria, señala:
“Único. Se deroga la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia publicada en la
Gaceta Oficial Nº 1.893 Extraordinaria del 30 de julio de 1976, y demás normas que
resulten contrarias a la presente Ley”.

Tal derogatoria, instó tanto a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, así
como a las Cortes de lo Contencioso Administrativo y los Tribunales Superiores en lo Civil y Contencioso
Administrativos, a proferir decisiones en las que se otorgaba vigencia a las normas contenidas en la ley
derogada, es decir, a aquellas disposiciones legales que en su oportunidad rigieron su organización, con
algunas sutiles modificaciones que se hicieron, las cuales a la luz de novel Texto Constitucional, resultaban
ahora contrarias al mismo.
La citada disposición constitucional (art. 259); en primer lugar, establece la jurisdicción contencioso
administrativa venezolana y su conformación, pero esa conformación debe estar justamente establecida en
la ley, en desarrollo de la norma constitucional, tal como se diseñó en la derogada Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia de 1976, pero recordemos, que en la vigente Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia de 2004, se produjo el aludido vacío legal, con la derogatoria expresa de la ley anterior, razón por lo
que la jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal, le dio vigencia a dichas normas de organización
derogadas, en aras de preservar la jurisdicción con su respectivo asidero legal y con ello garantizar a los
Administrados su derecho de acceso a los órganos de justicia y el debido proceso, principios éstos
plasmados en los artículos 26 y 159 del Texto Constitucional.
En segundo lugar, en la referida disposición constitucional (art. 259), se le atribuyó competencia
expresa a los órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa, para:
a) Anular los actos administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por
desviación de poder;
b) Condenar a la Administración al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración;
c) Conocer de los reclamos formulados por los Administrados por la prestación de los servicios
públicos; y
d) Disponer lo necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por
la actividad administrativa.
En síntesis, resulta conveniente reseñar que en la actualidad no contamos con un texto legal que
regule la organización de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela, sin embargo, circulan
algunos proyectos de “Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa”, inclusive, un texto

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reglamentario en el seno de nuestro Máximo Tribunal, el cual no tuvo el consenso de la Sala Plena, hasta
ahora, tampoco se nota disposición de la Asamblea Nacional para de una vez por todas dictar una ley que
permita darle un verdadero piso legal a esta especial jurisdicción, aunque se discutió un proyecto el pasado
año sin más resultas.

Características de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela


Con el desarrollo de la teoría del Contencioso Administrativo, se pueden distinguir algunas
características fundamentales de la misma, así tenemos:
3.1.) La Jurisdicción Contencioso-Administrativa constituye una jurisdicción especial:
La Jurisdicción Contencioso-Administrativa no constituye una “jurisdicción administrativa”
propiamente dicha, en contraposición con la “jurisdicción judicial”, que si lo es, sino que la misma se
encuentra establecida e integrada dentro de los órganos jurisdiccionales que ejercen el Poder Judicial; es
decir, que la misma es parte integrante del Poder Judicial del Estado, cuyo ejercicio esta encomendado a
diversos órganos jurisdiccionales especializados, en razón de los sujetos sometidos a su control, o por
razón del territorio, de la materia y de la cuantía.
A los órganos de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa no le está encomendada, la generalidad
de los procesos ni esta sometida a ellos la generalidad de las personas: solamente juzga determinados
hechos y relaciones jurídicas entre los Administrados y la Administración. Se trata de una competencia
especializada dentro de un único Poder Judicial.
En suma, se trata de una jurisdicción diferente a la que ejerce un Consejo de Estado, como en
Francia, Italia, Bélgica, los Países Bajos, Colombia, etc., o por un tribunal especial como en Alemania,
Austria y Suiza, en nuestro caso, la ejercen los tribunales de orden judicial como en España, la jurisdicción
especial se encuentra integrada a la jurisdicción ordinaria.
3.2.) La Jurisdicción Contencioso-Administrativo ejerce el control de la Administración:
La existencia de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa radica en la necesidad de una
jurisdicción especial para controlar a la Administración Pública y a la actividad administrativa. Ahora bien, la
noción de “Administración” puede delimitarse, según los casos, conforme al artículo 259 Constitucional, de
acuerdo a un criterio material y un criterio orgánico:
- De acuerdo al criterio material, cuando en el Texto Constitucional se hace referencia a la
“responsabilidad de la Administración”, en realidad se refiere a las consecuencias de una actividad pública
administrativa, poniendo mayor énfasis en la actuación (Actividad administrativa) que en la persona (Agente
de la Administración).
- De acuerdo al criterio orgánico, ha de entenderse por “Administración”, a los efectos de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, fundamentalmente a las personas jurídicas de derecho público o a
las personas jurídicas estatales, según los casos.
En este sentido, pueden distinguirse dos tipos de personas en el campo del derecho administrativo:
las de derecho público y las de derecho privado. En cuanto a las personas de derecho público, son éstas
las personas político territoriales como lo son la República, los Estados Federados y las Municipalidades, y
a las personas de derecho público no territoriales o establecimientos públicos, es decir, aquellas personas
jurídicas creadas por esas mismas personas Político-Territoriales, creadas mediante Ley, para
descentralizar determinadas actividades, y las cuales pueden ser de tres categorías fundamentales: Los
establecimientos públicos institucionales o institutos autónomos, los establecimientos públicos corporativos,
como las Universidades Nacionales o los Colegios Profesionales, y los establecimientos públicos
asociativos también denominados por un sector de la doctrina, “entes únicos”, como lo es el Banco Central
de Venezuela. En cuanto a las personas públicas de derecho privado, en algunos casos, quedan
sometidas a la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, particularmente aquellas creadas por el Estado para
la realización de actividades, fundamentalmente en el campo económico, es decir, las empresas del Estado
establecidas como sociedades mercantiles, con capital público o mixto, según las reglas del Derecho
Privado Comercial, o las personas jurídico-privadas a las que la ley les ha asignado el ejercicio de
determinadas tareas públicas.
3.3.) La Jurisdicción Contencioso-Administrativa ejerce el control de la actividad de los entes
públicos:
Anteriormente, la legislación establecía el conocimiento de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, sólo respecto a las “pretensiones fundadas en preceptos de derecho administrativo”;
posteriormente, con la promulgación de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia del 30 de julio de

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1976, la Jurisdicción Contencioso-Administrativa se estableció como un fuero general, respecto a la


República y las otras personas jurídicas estatales nacionales.
Por ello, hoy día, no solo corresponde a esta especial jurisdicción el conocimiento de los juicios de
nulidad contra los actos administrativos emanados de los entes de derecho público, cualquiera sea la
naturaleza de su objeto (incluso los que se refieren a la administración del derecho privado), sino también
compete a sus órganos el conocimiento de las demandas que por cualquier causa se intenten o que sean
intentadas contra la República, los Estados, los Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o
empresa, en la cual los entes político territoriales ejerzan un control decisivo y permanente, en cuanto a su
dirección o administración se refiere. Este criterio se mantuvo en la nueva Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia de 2004, tal como lo señala de manera reiterada, pacífica y constante la doctrina del
Máximo Tribunal en diferentes fallos, entre otras: las sentencias de la Sala Político Administrativa Nº 1.209
del 2 de septiembre de 2004, caso: Importadora Cordi, C.A. contra Venezolana de Televisión; la Nº 1.315
del 8 de septiembre de 2004, caso: Alejandro Ortega Ortega contra el Banco Industrial de Venezuela, C.A.;
la Nº 1.900 del 27 de octubre de 2004, caso: Marlon Rodríguez contra la Cámara Municipal del Municipio El
Hatillo del estado Miranda; la Nº 2.271 del 24 de noviembre de 2004, caso: Tecno Servicios Yes’card, C.A. y
la Cámara Nacional de Talleres Mecánicos (CANATAME) contra la Superintendencia para la Promoción y
Protección de la Libre Competencia (PROCOMPETENCIA); y, la sentencia de la Sala Constitucional Nº
5.082 del 15 de diciembre de 2005, caso: Rafael José Flores Jiménez Evelise Josefina Ynserny de Flores, y
la sociedad mercantil Restaurant La Casona de Los Altos, C.A., en la solicitud de revisión constitucional de
la sentencia dictada por la Sala de Casación Civil el 2 de mayo de 2005.
3.4.) Ejerce el control de la legalidad y de la legitimidad:
La jurisdicción contencioso-administrativa tiene por objeto el control de la legalidad y de la
legitimidad de la actuación administrativa. El control de la legalidad se manifiesta por la competencia que
tienen los órganos de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa para “anular los actos administrativos
contrarios a derecho, incluso por desviación de poder”. Es decir, esta jurisdicción especial controla los actos
administrativos en su sumisión al principio de la legalidad administrativa. Entendiéndose por legalidad,
conformidad con el derecho. Ésta también tiene por objeto el control de la legitimidad de la actuación
administrativa, es decir, el control de la legitimidad no sólo de los actos administrativos, sino también de los
hechos, relaciones jurídico-administrativas y demás actuaciones de los entes sometidos a su control. En
este contexto, entendemos por legitimidad la conformidad con el orden jurídico, el cual no sólo está
conformado por actos normativos, por lo que una actividad es legítima, cuando está fundada en un título
jurídico regular y suficiente conforme al orden jurídico.

Organización de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa Venezolana


La Jurisdicción Contencioso-Administrativa se encuentra organizada dentro de la integración a la
jurisdicción ordinaria, de forma sui generis, a saber: en un primer nivel, por la Sala Político-Administrativa
del Tribunal Supremo de Justicia como cúspide de esa especial jurisdicción, con competencia nacional y
sede en la ciudad de Caracas; en un segundo nivel, por las Cortes de lo Contencioso-Administrativa, con
competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas; y en un tercer nivel, por los Tribunales Superiores de
lo Contencioso-Administrativo, organizados a su vez en regiones especiales y diseminados a todo lo largo y
ancho del territorio nacional.
4.1.) La Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia.
De acuerdo al mencionado artículo 259 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, “la jurisdicción contencioso-administrativa corresponde al Tribunal Supremo de Justicia y a los
demás Tribunales que determine la ley”.
Así, el texto Constitucional, en sus artículos 262 y 267, dispone lo siguiente:
Artículo 262. “El Tribunal Supremo de Justicia funcionará en Sala Plena y en las Salas
Constitucional, Político Administrativa, Electoral, de Casación Civil, de Casación Penal y
de Casación Social, cuyas integraciones y competencias serán determinadas por su ley
orgánica.
La Sala Social comprenderá lo referente a la casación agraria, laboral y de menores.”.
Artículo 266. “Son atribuciones del Tribunal Supremo de Justicia:
(…Omissis…)

4. Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la República,


algún Estado, Municipio u otro ente público, cuando la otra parte sea alguna de

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esas mismas entidades, a menos que se trate de controversias entre Municipios de


un mismo Estado, caso en el cual la ley podrá atribuir su conocimiento a otro
tribunal.
5. Declarar la nulidad total o parcial de los reglamentos y demás actos
administrativos generales o individuales del Ejecutivo Nacional, cuando sea
procedente.

(…Omissis…)
9. Las demás que establezca la ley.
La atribución señalada en el numeral 1 será ejercida por la Sala Constitucional; las
señaladas en los numerales 2 y 3, en Sala Plena; y las contenidas en los numerales 4
y 5 en Sala Político Administrativa. Las demás atribuciones serán ejercidas por las
diversas Salas conforme a lo previsto en esta Constitución y la ley…”. (Negrillas y
subrayado nuestro).
Por su parte, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en sus artículos 1º, y 5º, disponen lo
siguiente:
Artículo 1. “La presente ley tiene por objeto establecer el régimen organización y
funcionamiento del Tribunal Supremo de Justicia.
El Tribunal Supremo de Justicia constituye parte del Sistema de Justicia, es el máximo
órgano y rector del Poder Judicial, y goza de autonomía funcional, financiera y
administrativa. En su carácter de rector del Poder Judicial y su máxima representación, le
corresponde la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial, incluyendo la
elaboración y ejecución de su presupuesto, así como la inspección y vigilancia de los
tribunales de la República y de las Defensorías Públicas, todo de conformidad con la Ley
Orgánica del Poder Judicial, el Código de Ética del Juez o Jueza Venezolanos y la
presente Ley, atribuciones que ejercerá a través de la Dirección Ejecutiva de la
Magistratura.
El Tribunal Supremo de Justicia es el más alto tribunal de la República, contra sus
decisiones, en cualquiera de sus Salas, no se oirá, ni admitirá acción o recurso alguno,
salvo lo previsto en el articulo 5 numerales 4 y 16 de esta Ley.
El Tribunal Supremo de Justicia garantizara la supremacía y efectividad de las normas y
principios constitucionales. Será el máximo y último interprete de la Constitución de la
República y velara por su uniforme interpretación y aplicación.
El Tribunal Supremo de Justicia, no podrá establecer tasas, aranceles, comisiones, ni
exigir pago alguno por sus servicios.
La ciudad de Caracas, es el asiento permanente del Tribunal Supremo de Justicia, sin
perjuicio de que, la Sala Plena, resuelva provisionalmente, ejercer las funciones del
Tribunal, en otro lugar de la República.”.
Artículo 5. Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
24. Conocer de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la República
ejerza un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se
refiere, si su cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.);
25. Conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten con motivo de la
interpretación, cumplimiento, caducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos
administrativos en los cuales sea parte la República, los Estados o los Municipios, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.);
26. Conocer de la abstención o negativa del Presidente o Presidenta de la República, del
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de la República y de los Ministros o
Ministras del Ejecutivo Nacional, así como de las máximas autoridades de los demás
organismos de rango constitucional con autonomía funcional, financiera y administrativa
y del Alcalde de Distrito Capital a cumplir específicos y concretos actos a que estén
obligados por las leyes;
27. Conocer de las reclamaciones contra las vías de hecho imputadas a los órganos del
Ejecutivo Nacional y demás altas autoridades de rango nacional que ejerzan el Poder
Público;

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28. Conocer, en alzada de las decisiones de los Tribunales Contencioso Administrativo,


cuando su conocimiento no estuviera atribuido a otro tribunal; y, de los recursos, cuando
se demande la nulidad de un acto administrativo de efectos particulares y al mismo
tiempo el acto general que le sirva de fundamento;
29. Conocer de las causas que se sigan contra los representantes diplomáticos
acreditados en la República, en los casos permitidos por el Derecho Internacional;
30. Declarar la nulidad total o parcial de los reglamentos y demás actos administrativos
generales o individuales del Poder Ejecutivo Nacional, por razones de
inconstitucionalidad o ilegalidad;
31. Declarar la nulidad, cuando sea procedente por razones de inconstitucionalidad o de
ilegalidad, de los actos administrativos generales o individuales de los órganos que
ejerzan el Poder Público de rango Nacional;
32. Dirimir las controversias administrativas que se susciten cuando una de las partes
sea la República o algún Estado o Municipio, cuando la contraparte sea alguna de esas
mismas entidades, por el ejercicio de una competencia de directa e inmediata, en
ejecución de la ley;
33. Conocer en apelación de los juicios de expropiación;
34. Dirimir las controversias que se susciten entre autoridades políticas o administrativas
de una misma o diferentes jurisdicciones con motivo de sus funciones, cuando la Ley no
atribuya competencia para ello a otra autoridad;
35. Conocer de las causas de presa;
36. Conocer de las causas por hechos ocurridos en alta mar, en el espacio aéreo
internacional o en puertos o territorios extranjeros, que puedan ser promovidos en la
República, cuando su conocimiento no estuviere atribuido a otro Tribunal;
37. Conocer y decidir, en segunda instancia, las apelaciones, y demás acciones o
recursos contra las sentencias, dictadas por los Tribunales Contenciosos Administrativos,
cuando su conocimiento no estuviere atribuido a otro tribunal, que decidan sobre las
acciones de reclamos por la prestación de servicios públicos nacionales…”.

4.2.) Las Cortes de lo Contencioso-Administrativo.


Conforme a lo establecido en el artículo 184 de la derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, publicada en la Gaceta Oficial Nº 1.893 Extraordinaria del 30 de julio de 1976, se creó la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo, con sede en Caracas, y jurisdicción en todo el territorio nacional,
a tal efecto, dicha norma dispuso:
Artículo 184. “Se crea con sede en Caracas y jurisdicción en todo el territorio nacional,
un Tribunal que se denominará Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo,
integrado por cinco Magistrados, quienes deberán ser abogados, venezolanos, mayores
de treinta años y de reconocida honorabilidad y competencia. Será condición preferente
para su escogencia, haber realizado cursos de especialización en Derecho Público, ser
docente de nivel superior en tal rama o haber ejercido la abogacía por más de diez años
en el mismo campo, al servicio de instituciones públicas o privadas.
La designación de los jueces que formarán el Tribunal y la de sus respectivos suplentes,
será hecha por la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, con arreglo
a las normas complementarias que ella dicte, y su organización y funcionamiento se
regirán por las disposiciones de esta Ley y de la Ley Orgánica del Poder Judicial.”.
Posteriormente, casi treinta (30) años después, conforme a las necesidades de la administración de
justicia en materia contencioso-administrativa que han aumentado sensiblemente, toda vez que en la
actualidad no resulta posible para un solo órgano judicial ejercer cabal y oportunamente las atribuciones
judiciales de conformidad con lo establecido en el artículo 185 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia y el resto del ordenamiento jurídico corresponden a la Corte Primera de lo Contencioso-
Administrativo, todo lo cual va en desmedro del derecho a la tutela judicial efectiva y de la garantía de una
justicia accesible, idónea, transparente y sin dilaciones indebidas, consagrados en el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia,
mediante Resolución Nº 2003-00033 de fecha 10 de diciembre de 2003, publicada en la Gaceta Oficial Nº
37.866 de fecha 27 de enero de 2004, creó la Corte Segunda de lo Contencioso Administrativo, con sede en
Caracas y jurisdicción en todo el territorio nacional, dicha Resolución en su artículo 1º, dispuso:
Artículo 1. “Se crea con sede en Caracas y jurisdicción en todo el territorio nacional, un
Tribunal que se denominará Corte Segunda de lo Contencioso-Administrativo. Este

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Tribunal tendrá las mismas competencias que corresponden a la Corte Primera de lo


Contencioso-Administrativo conforme a lo dispuesto en el artículo 185 de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia y el resto del ordenamiento jurídico.”.
Dichas competencias objetivas atribuidas, serán objeto de análisis posteriormente, en el tema
referido a la competencia.
4.3.) Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo.
Vista la integración de la jurisdicción especial de lo contencioso-administrativo a la jurisdicción
ordinaria, el conocimiento de la materia contencioso-administrativa, le fue atribuido a los Tribunales
Superiores con competencia en lo Civil, los cuales, a través de la creación de Circunscripciones Judiciales
Especiales, conocen de esta especial materia en sus respectivas jurisdicciones, y se encuentran
diseminados, tal como fue señalado, a todo lo largo y ancho del territorio nacional, así tenemos una
organización por regiones, a saber:
-Región Capital, que comprende el Área Metropolitana de Caracas y los estados Miranda y Vargas;
-Región Central, que comprende los estados Aragua y Guárico;
-Región Centro Norte, que comprende los estados Carabobo Cojedes, Yaracuy y el Municipio Silva del
estado Falcón;
-Región Occidental, que comprende los estados Zulia y Falcón, con excepción del Municipio Silva;
-Región Centro Occidental, que comprende los estados Lara, Portuguesa y Trujillo;
-Región Los Andes, que comprende los estados Barinas (con excepción del Municipio Arismendi), Táchira,
Mérida y Municipio Páez del Estado Apure;
-Región Sur, que comprende los estados Apure y Municipio Arismendi del Estado Barinas;
-Región Nor-Oriental, que comprende los estados Nueva Esparta, Sucre, Anzoátegui (con excepción del
Municipio Independencia);
-Región Sur Oriental, que comprende los estados Monagas, Delta Amacuro y el Municipio Independencia
del estado Anzoátegui;
-Región Amazonas, que comprende el estado Amazonas; y
-Región Bolívar, que comprende el estado Bolívar.

4.4.) Tribunales de la Jurisdicción Ordinaria.


En la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, se les atribuía competencia a los tribunales de
la jurisdicción ordinaria para conocer de las demandas propuestas por los entes públicos contra los
particulares (Art. 183, 2º LOCSJ), sin embargo, la nueva posición jurisprudencial de nuestro Máximo
Tribunal, atribuye tal competencia sólo a los Tribunales Superiores en lo Civil y Contencioso Administrativos
para conocer de tales demandas. (Ver: S/SPA del TSJ. del 07-09-2004, Nº 01315, caso: Alejandro Ortega
vs. Banco Industrial de Venezuela, C.A.), citada en la S/SPA del TSJ. del 26-10-2004, Nº 1900, caso:
Marlon Rodríguez vs. Cámara Municipal del Municipio El Hatillo del Estado Miranda), en los términos
siguientes:
“…Asimismo, queda excluida la competencia de la jurisdicción ordinaria, en atención al
fallo parcialmente transcrito supra, la competencia que le otorgaba el ordinal 2º del
artículo 183 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, para conocer de las
demandas de cualquier naturaleza que intenten la República, los Estados o los
Municipios, contra particulares, correspondiendo el conocimiento de tales asuntos
también a los Tribunales Superiores de lo Contencioso Administrativos…”. (Cursivas del
texto).

Los Juzgados de Municipio, siguen conociendo del contencioso-administrativo especial, en materia


inquilinaria, en el ámbito de sus respectivas jurisdicciones, es decir, son los competentes para conocer de
las demandas propuestas contra los actos administrativos emanados de las Alcaldías en materia de
inquilinato; en doctrina, se les conoce como tribunales contencioso-administrativos eventuales. Al respecto,
en el citado fallo, se dispone igualmente lo siguiente:
“…Las restantes competencias atribuidas a los Tribunales Superiores de lo Contencioso-
Administrativo, esto es, las previstas en el artículo 181 y en los ordinales 1º, 4º y 5º del
artículo 182 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, se asumen en idénticos
términos, salvo en lo que respecta a la mención Jueces de Distrito, que se
entenderán ahora como los organismos competentes en materia inquilinaria …”.
(Cursivas, negrillas y subrayado del texto).

4.5.) La Jurisdicción Contencioso-Administrativa Especial.

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La jurisdicción contencioso-administrativa general, está conformada por el Tribunal Supremo de


Justicia, en Sala Político Administrativa, la misma constituye la cúspide de la jurisdicción contencioso-
administrativa, con competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas; le siguen, las Cortes Primera y
Segunda de lo Contencioso Administrativo, igualmente con competencia nacional y sede en la ciudad de
Caracas, y por último, los Tribunales Superiores en lo Civil y Contencioso Administrativos, diseminados a lo
largo del territorio nacional, en las diferentes circunscripciones especiales, con jurisdicción en sus
respectivos ámbitos territoriales.
En contraposición al los órganos jurisdiccionales que conocen del contencioso-administrativo
general, se encuentran los que ejercen el contencioso-administrativo especial, los cuales conocen de
especiales materias como lo son: El Contencioso Administrativo Electoral, cuya máxima jurisdicción
corresponde a la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, y a las Cortes de lo Contencioso
Administrativo; El Contencioso Administrativo Agrario, que conoce de la materia agraria, cuya máxima
instancia está representada por la Sala Especial Agraria, adscrita a la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia, los Tribunales Superiores Agrarios y los Tribunales de Primera Instancia Agraria; el
Contencioso Administrativo Tributario; cuya máxima jurisdicción corresponde a la Sala Político-
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, a los Tribunales Superiores de lo Contencioso Tributarios, y
cuya alzada corresponde a las Cortes de lo Contencioso Administrativo; El Contencioso Administrativo
Funcionarial, cuyo conocimiento corresponde en primer grado de jurisdicción a los Juzgados Superiores en
lo Civil y Contencioso Administrativo, con alzada en las Cortes de lo Contencioso Administrativo; El
Contencioso Administrativo Inquilinario, cuyo conocimiento, en el Área Metropolitana de Caracas,
corresponde a los Juzgados Superiores en lo Civil y Contencioso Administrativo, y en alzada a las Cortes de
lo Contencioso Administrativo, y en el interior del país, en primer grado de jurisdicción a los Juzgados de
Municipio, los cuales constituyen (Tribunales Contencioso-administrativos eventuales) de la respectiva
localidad, y la alzada corresponde a los Juzgados Superiores en lo Civil y Contencioso Administrativo de las
diferentes regiones.
Es importante señalar la posición de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, en relación con la organización de la jurisdicción contencioso-administrativa general, así, en
ponencia conjunta Nº 1.900, de fecha 26 de octubre de 2004, Exp. Nº 2004-1462, caso: Marlon Rodríguez
contra la Cámara Municipal del Municipio El Hatillo del Estado Miranda, señaló lo siguiente:
“…En este sentido, debe entenderse, que la jurisdicción contencioso-administrativa
general, está organizada en tres niveles:
1 La Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia , en la cúspide de la
jurisdicción.
2 Las Cortes de lo Contencioso-Administrativo , a un nivel intermedio, y con competencia
nacional, creadas mediante la Resolución Nº 2003-00033 dictada por la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 10 de diciembre de 2003, publicada en la Gaceta
Oficial Nº 37.866 de fecha 27 de enero de 2004, y
3 Los Tribunales Superiores de lo contencioso-administrativo a nivel regional .
4 Asimismo, son tribunales integrantes de la jurisdicción contencioso-administrativa, los
Tribunales Superiores de lo Contencioso-Tributario y los demás tribunales que en virtud
de la Ley, conozcan de la nulidad de los actos administrativos emanados de autoridades
públicas nacionales, estadales o municipales…”.

TRIBUNALES SUPERIORES DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO

REGIONES ÁMBITO SEDE DEL DENOMINACIÓN DEL


ESPECIALES JURISDICCIONAL TRIBUNAL TRIBUNAL

REGIÓN Área Metropolitana de Caracas y Caracas Diez (10) Juzgados Superiores de lo


CAPITAL los Estados Miranda y Vargas. Contencioso Administrativo de la Región
Capital.

REGIÓN Estados Aragua y Guárico. Maracay Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y


CENTRAL Contencioso Administrativo de la Región
Central.

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REGIÓN Estados Carabobo, Cojedes, Valencia Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y


CENTRO- Yaracuy, y Municipio Silva del Contencioso Administrativo de la Región
NORTE Estado Falcón. Centro Norte.

REGIÓN Estados Zulia y Falcón (con Maracaibo Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y
OCCIDENTAL excepción del Municipio Silva del Contencioso Administrativo de la Región
Estado Falcón). Occidental.

REGIÓN Estados Lara, Barquisimeto Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y


CENTRO- Portuguesa y Trujillo. Contencioso Administrativo de la
OCCIDENTAL Región Centro Occidental.

REGIÓN Estados Barinas Barinas Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del


LOS ANDES (Con excepción del Municipio Tránsito, del Trabajo, de Protección del Niño
Arismendi), Táchira, Mérida y y del Adolescente y Contencioso
Municipio Páez del Estado Apure. Administrativo de la Región Los Andes.

REGIÓN Estados Apure y Municipio San Juzgado Superior en lo Civil (Bienes),


SUR Arismendi del Estado Barinas Fernando de Agrario y
Apure Contencioso Administrativo de la Región Sur

Estados Nueva Esparta, Sucre, Barcelona Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y


REGIÓN Anzoátegui Contencioso Administrativo de la Región
NOR- (Con excepción del Municipio Nor-Oriental.
ORIENTAL Independencia).

REGIÓN Estados Monagas, Delta Amacuro Maturín Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y
SUR- y Municipio Independencia del Contencioso Administrativo de la Región Sur
ORIENTAL Estado Anzoátegui. Oriental

REGIÓN Estado Amazonas. Puerto Juzgado Superior en lo Civil (Bienes), Corte


AMAZONAS Ayacucho de Apelaciones y Contencioso
Administrativo de la Región Amazonas.

REGIÓN Estado Bolívar. Puerto Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y


BOLÍVAR Ordaz Contencioso Administrativo de la Región
Bolívar.

Los medios de impugnación en el proceso Contencioso-Administrativo


venezolano
En el proceso contencioso-administrativo venezolano, son diversos los tipos de recursos y acciones
que se pueden interponer ante los órganos que la ejercen, se habla de un recurso contencioso-
administrativo objetivo, referido a las demandas de nulidad contra los actos administrativos, es decir, en el

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que el recurrente persigue sólo la declaratoria de nulidad del acto administrativo que resulte contrario a
derecho. Por otra parte, su puede hablar de un recurso contencioso-administrativo subjetivo, el cual
persigue adicional a la pretensión de nulidad del acto administrativo, la condena de la Administración, es
decir, se formulan otros pedimentos adicionales como puede ser la indemnización de una suma de dinero
por concepto de daños y perjuicios ocasionados por la actividad administrativa o el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.
6.1.) El Contencioso de Anulación de los Actos Administrativos.
La característica fundamental del proceso contencioso-administrativo de los actos administrativos,
es que el objeto de las acciones y recursos que lo inician, siempre lo es un acto administrativo, y en ellos
siempre existe una pretensión de anulación. No obstante, en doctrina siempre se habla del “contencioso
de los actos administrativos” y no del “contencioso de anulación”, pues si bien siempre debe existir
una pretensión de anulación de los actos.
No obstante lo anterior, el proceso no se agota con dicha anulación, las acciones o recursos pueden
contener otras pretensiones procesales de condena adicional y anexa a la pretensión de anulación del acto
administrativo, conforme se establece en el artículo 259 Constitucional y en el aparte 17 del artículo 21 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
Artículo 259. “La jurisdicción contencioso-administrativa corresponde al Tribunal
Supremo de Justicia y a los demás tribunales que determine la ley. Los órganos de la
jurisdicción contencioso-administrativa son competentes para anular los actos
administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación  de
poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad  de la Administración; conocer de reclamos por la
prestación de servicios públicos y disponer lo necesario para el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.”.
Artículo 17. Aparte 21. “En su fallo definitivo el Tribunal Supremo de Justicia declarará,
si procede o no, la nulidad de los actos o de los artículos impugnados, y determinará, en
su caso, los efectos de la decisión en el tiempo; igualmente podrá, de acuerdo con los
términos de la solicitud, condenar el pago de sumas de dinero y a la reparación de daños
y perjuicios originados en responsabilidad de la administración, así como disponer lo
necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por
la actividad administrativa…”.

El proceso contencioso de anulación contra los actos administrativos generales o individuales, se


configura cuando la pretensión única del recurso es la anulación de un acto administrativo. El proceso
contencioso-administrativo en este caso, tiene sus regulaciones adjetivas en la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia (Aparte 8 del Artículo 21), a través de un único procedimiento, con sutiles diferencias
en cuanto a la legitimación exigida para intentarlo, a la solicitud de los antecedentes administrativos y
publicación de la decisión en el respectivo órgano oficial, en contraposición a lo pautado en la derogada Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, en la que se establecían dos procedimientos diametralmente
diferentes, dicha norma dispone lo siguiente:
Artículo 17. Aparte 8. “Toda persona natural o jurídica, que sea afectada en sus
derechos o intereses por una ley, reglamento, ordenanza u otro acto administrativo de
efectos generales emanado de alguno de los órganos del Poder Público Nacional,
Estadal o Municipal, o que tengan interés personal, legítimo y directo en impugnar un
acto administrativo de efectos particulares, puede demandar la nulidad del mismo ante el
Tribunal Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad. El
Fiscal General de la República y demás funcionarios a quienes las leyes les atribuyen tal
facultad, podrán también solicitar la nulidad del acto, cuando éste afecte un interés
general.”.

6.1.1.) La acción popular y el contencioso de anulación de los actos administrativos de


efectos generales.
La acción popular (actio popularis) es aquella que puede ejercer cualquier ciudadano bien solo o en
unión de otros, en beneficio de la comunidad. El derecho de acción sólo viene atribuido por el legislador,
como regla general, a quien actúa en función de un interés o derecho subjetivo que afirme como propio. Sin
embargo, en determinadas ocasiones, y ante determinadas pretensiones, el legislador permite que ese
derecho sea ejercido, no sólo por quien se diga titular del derecho o interés en litigio, sino por cualquier

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sujeto uti cives. Estamos entonces ante supuestos de que la acción es pública. Es más, en ocasiones la
acción es pública porque el derecho o interés objeto de debate es general.
En relación al contencioso de anulación contra las leyes, reglamentos, ordenanzas municipales y
actos administrativos de efectos generales emanados de alguno de los órganos que ejercen el Poder
Público Nacional, dispone el aparte 8 del artículo 17 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia
supra citado, que toda persona natural o jurídica, que sea afectada en sus derechos o intereses por una ley,
reglamento, ordenanza u otro acto administrativo de efectos generales emanado de alguno de los órganos
del Poder Público Nacional, Estadal o Municipal, puede demandar la nulidad del mismo ante el Tribunal
Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad.
Además, de los particulares, se atribuye legitimación para hacerlo, al Fiscal General de la República
y demás funcionarios a quienes las leyes otorgue tal facultad, como por ejemplo al Defensor del Pueblo, al
Procurador General de la República quienes igualmente podrán solicitar la nulidad del acto considerado
contrario a derecho, cuando éste afecte un interés general, además, a las organizaciones políticas,
gremiales y sindicales y a las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) legalmente establecidas.
En el ordenamiento jurídico venezolano, en especial en las disposiciones constitucionales y legales
que rigen el proceso contencioso-administrativo, se establecen las reglas que deben observar los
Administrados para acceder a los órganos jurisdiccionales, en defensa de sus intereses legítimos, y de igual
manera, se atribuye competencia a determinados funcionarios públicos de rango constitucional para
participar en los procesos judiciales, bien en defensa de los intereses de la República, o bien para la
defensa de los intereses colectivos y/o difusos, así tenemos:
a) En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

GARANTÍA DEL DERECHO DE ACCESO DE TODOS LOS CIUDADANOS A LOS ÓRGANOS DE ADMINISTRACIÓN DE
JUSTICIA
Artículo 26. “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud
la decisión correspondiente…”. (Negrillas nuestras).

PARTICIPACIÓN DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA EN LOS JUICIOS EN QUE INTERVENGA LA


REPÚBLICA
Artículo 247. “La Procuraduría General de la República asesora, defiende y
representa judicial y extrajudicialmente los intereses patrimoniales de la República,
y será consultada para la aprobación de los contratos de interés público
nacional…”.

PARTICIPACIÓN DE LA DEFENSORÍA DEL PUEBLO EN EL


PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
Artículo 280. “La Defensoría del Pueblo tiene a su cargo la promoción, defensa y
vigilancia de los derechos y garantías establecidos en esta Constitución y los
tratados internacionales sobre derechos humanos, además de los intereses
legítimos, colectivos y difusos, de los ciudadanos y ciudadanas...”.

PARTICIPACIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO EN EL


PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
Artículo 284. “El Ministerio Público estará bajo la dirección y responsabilidad del
Fiscal o Fiscala General de la República, quien ejercerá sus atribuciones
directamente con el auxilio de los funcionarios o funcionarias que determine la
ley…”.
Artículo 285. “Son atribuciones del Ministerio Público:
1. Garantizar en los procesos judiciales el respeto de los derechos y garantías
constitucionales, así como de los tratados, convenios y acuerdos internacionales
suscritos por la República.
2. Garantizar la celeridad y buena marcha de la administración de justicia, el juicio
previo y el debido proceso.
(…Omissis…)
5. Intentar las acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la responsabilidad
civil, laboral, militar, penal, administrativa o disciplinaria en que hubieren incurrido

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los funcionarios o funcionarias del sector público, con motivo del ejercicio de sus
funciones…”.
b) En la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia:

DERECHO DE ACCESO AL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA


Artículo 18. Aparte 1º. “…Toda persona tiene derecho a acceso al Tribunal Supremo de
Justicia en cualesquiera de sus Salas, para hacer valer sus derechos e intereses, incluso
los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente…”.

REQUISITOS EXIGIDOS PARA ACTUAR ANTE


EL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
Artículo 18. Aparte 3º. “…Para actuar en cualesquiera de las Salas del Tribunal
Supremo de Justicia se requiere de la asistencia jurídica de abogados, los cuales deben
tener un mínimo de cinco (5 años) de graduado y dar cumplimiento a los requisitos
previstos en el ordenamiento jurídico…”.

LEGITIMIDAD PARA DEMANDAR LA NULIDAD DE CONTRATOS, CONVENIOS O ACUERDOS SUSCRITOS POR


LOS ENTES
POLÍTICO TERRITORIALES DE LA REPÚBLICA
Artículo 21. Aparte 1º. “…Toda persona natural o jurídica, o el Fiscal General de la
República o el Defensor del Pueblo podrá proponer ante el Tribunal Supremo de Justicia,
demanda de nulidad, por ilegalidad o inconstitucionalidad de contratos, convenios o
acuerdos celebrados por los organismos públicos nacionales, estadales, municipales o
del Distrito Capital, cuando afecten los intereses particulares o generales, legítimos,
directos, colectivos o difusos de los ciudadanos y ciudadanas…”.

ACTUACIÓN DE LA
PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
EN EL PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
Artículo 21. Aparte 2º. “…La Procuraduría General de la República deberá intervenir en
aquellos juicios en los que, si bien la República no es parte, son afectados directa o
indirectamente los derechos, bienes e intereses patrimoniales de la misma…”.

LEGITIMACIÓN ACTIVA PARA DEMANDAR


LA NULIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS
GENERALES Y/O PARTICULARES
Artículo 21. Aparte 8º. “…Toda persona natural o jurídica, que sea afectada en sus
derechos o intereses por una ley, reglamento, ordenanza u otro acto administrativo de
efectos generales emanado de alguno de los órganos del Poder Público Nacional,
Estadal o Municipal, (1) o que tengan interés personal, legítimo y directo en impugnar un
acto administrativo de efectos particulares, puede demandar la nulidad del mismo ante el
Tribunal Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad (2). El
Fiscal General de la República y demás funcionarios a quienes las leyes les atribuyen tal
facultad, podrán también solicitar la nulidad del acto, cuando éste afecte un interés
general (3)…”. (Añadido nuestro).
En relación con la legitimación de la Organizaciones No Gubernamentales para recurrir ante la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en reciente
sentencia Nº 60 del 20 de febrero de 2008, Exp. Nº 2007-1346, caso: Asociación Civil Alianza Nacional de
Usuarios y Consumidores (ANAUCO), actuando «en defensa de los derechos e intereses de los usuarios
del sistema de utilización del cupo de dólares de viajero y compras por Internet implementado por de
Administración de Divisas (CADIVI), invocando los derechos colectivos de sus asociados y los difusos de los
venezolanos que aún no habiendo usado el sistema son susceptibles de derechos emanados de las
disposiciones regulatorias que lo rigen», puntualizó lo que a continuación se transcribe:
“…LEGITIMACIÓN  PARA INCOAR UNA ACCIÓN POR INTERESES DIFUSOS: no se
requiere que se tenga un vínculo establecido previamente con el ofensor, pero sí que se
actúe como miembro de la sociedad, o de sus categorías generales (consumidores,
usuarios, etc.) y que invoque su derecho o interés compartido con la ciudadanía, porque

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participa con ella de la situación fáctica lesionada por el incumplimiento o desmejora de


los Derechos Fundamentales que atañen a todos, y que genera un derecho subjetivo
comunal, que a pesar de ser indivisible, es accionable por cualquiera que se encuentre
dentro de la situación infringida. La acción (sea de amparo o específica) para la
protección de estos intereses la tiene tanto del Pueblo (siendo este organismo el que
podría solicitar una indemnización de ser procedente) dentro de sus atribuciones, como
toda persona domiciliada en el país, salvo las excepciones legales.
LEGITIMACIÓN PARA INCOAR UNA ACCIÓN POR INTERESES Y DERECHOS
COLECTIVOS: quien incoa la demanda con base a derechos o intereses colectivos,
debe hacerlo en su condición de miembro o vinculado al grupo o sector lesionado, y que
por ello sufre la lesión conjuntamente con los demás, por lo que por esta vía asume un
interés que le es propio y le da derecho de reclamar el cese de la lesión para sí y para
los demás, con quienes comparte el derecho o el interés. La acción en protección de los
intereses colectivos, además de del Pueblo, la tiene cualquier miembro del grupo o
sector que se identifique como componente de esa colectividad específica y actúa en
defensa del colectivo, de manera que los derechos colectivos implican, obviamente, la
existencia de sujetos colectivos, como las naciones, los pueblos, las sociedades
anónimas, los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones, los gremios, pero
también minorías étnicas, religiosas o de género que, pese a tener una específica
estructura organizacional, social o cultural, pueden no ser personas jurídicas o morales
en el sentido reconocido por el derecho positivo, e inclusive simples individuos
organizados en procura de preservar el bien común de quienes se encuentran en
idéntica situación derivado del disfrute de tales derechos colectivos…”.

En cuanto a la oportunidad para el ejercicio del recurso, dispone el aparte 21 del artículo 20 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que las acciones o recursos de nulidad contra los actos
generales del Poder Público podrán intentarse en cualquier tiempo, es decir, que no existe lapso de
caducidad para ejercerlo.
6.1.2.) El contencioso de anulación de los actos administrativos de efectos particulares.
En los casos de demandas de nulidad contra los actos administrativos de efectos particulares,
dispone igualmente el aparte 17 del artículo 8, que quienes tengan interés personal, legítimo y directo en
impugnar un acto administrativo de efectos particulares, puede demandar la nulidad del mismo ante el
Tribunal Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad, para estos casos, no
procede la acción popular (actio popularis), por el contrario, quien pretenda demandar la nulidad de un acto
administrativo de efectos particulares, deberá ostentar un interés, que si bien es cierto no esta calificado en
el Texto Constitucional, la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia ha fijado posición al respecto, así,
la Sala Político Administrativa en sentencia N° 121, de fecha 31 de enero de 2007, Exp. N° 2007-1996,
caso: Almacenadora Caraballeda, C.A., contra el acto administrativo contenido en la Resolución N° 271, de
fecha 27 de septiembre de 1995, dictada por el Ministro de Transporte y Comunicaciones (hoy Ministerio del
Poder Popular para la Infraestructura), puntualizó lo siguiente:
“…Esta Sala en sentencia Nº 1.084 del 11 de mayo de 2000 (caso: Colegio de
Nutricionistas), señaló al respecto que cuando el objeto del recurso de nulidad se refiere
a un acto administrativo de efectos particulares la legitimación activa exigida es, de
acuerdo a los claros términos de los artículos 121 y 124, ordinal 1º de la Ley Orgánica de
la Corte Suprema de Justicia, la de un interés legítimo, personal y directo, esto es, que el
interés en la legalidad de la actividad administrativa está calificado por el legislador; por
ello se requiere que el recurrente, sea el destinatario del acto, o cualquier otro sujeto
que, sin ser titular de derechos subjetivos administrativos, se encuentre en una especial
situación de hecho ante la infracción del ordenamiento jurídico, la cual, por eso mismo, le
hace más sensible que el resto de los administrados al desconocimiento del interés
general o colectivo por parte de la Administración al violar la ley. Éstos últimos han sido
llamados por la doctrina interesados legítimos.
En el texto de la mencionada sentencia, la Sala conceptualizó la noción de simple
interés, estableciéndolo como no calificado por el legislador y que “se refiere a la facultad
que tiene cualquier ciudadano de impugnar la actuación administrativa, siempre que ésta
le afecte en su esfera jurídica. Este interés simple, pero particularizado, condicionado a
que afecte derechos o intereses de quien recurre, es el que se exige para solicitar la
nulidad de actos de la Administración de efectos generales”.

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 Con vista a lo antes expuesto, la Sala arribó a la conclusión de que en el


contencioso administrativo la legitimación activa para recurrir de un acto que aparezca
ilegal dependerá de la calificación del acto mismo, es decir, si es de efectos generales o
de efectos particulares. Siendo requerido en el primero de los casos, de acuerdo a lo
previsto en el artículo 112 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, el simple
interés particularizado, en tanto que, cuando se trata de la impugnación de actos
administrativos de efectos particulares, el interés estaba calificado por el legislador, al
exigir que el mismo debía ser legítimo, personal y directo, es decir, un interés actual,
concreto, que afecte directamente a sus destinatarios, a aquellos que han establecido
una relación jurídica con la Administración Pública o a todo aquel a quien la providencia
administrativa afecta en su derecho o interés legítimo.
Lo antes expuesto ha sido recientemente previsto por esta Sala en sentencia N° 1895
del 26 de julio de 2006, (caso: Enrique Mendoza vs. Decreto Presidencial Nº 1.969), al
establecer que en el caso de recurso de nulidad contra actos administrativos de efectos
particulares “se requiere de un interés calificado, es decir, interés personal, legítimo y
directo”.
De modo que todo acto del Poder Público debe ceñirse a los parámetros de la legalidad
y constitucionalidad vigentes, so pena de ser revocado por la propia Administración en
ejercicio de su poder de autotutela o de ser declarado nulo por las autoridades judiciales
competentes, mediante el ejercicio de acciones judiciales provistas por el propio
ordenamiento jurídico como instrumentos de colaboración ciudadana para el resguardo y
vigilancia de la juridicidad y el logro de la justicia.
 Ello implica que cuando la Administración actúe al margen de la ley, en detrimento de
intereses indirectos y distintos a los derechos subjetivos de los destinatarios expresos de
su actuación, quedan habilitados quienes ostenten esta condición dada por este
específico interés, de acuerdo a los razonamientos que acaban de exponerse, los cuales
quedan confirmados además, con lo previsto en el artículo 121 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia relativo a los extremos subjetivos para recurrir de los actos
administrativos de efectos particulares, esto es, el interés personal, legítimo y directo…”.
(Subrayado nuestro).

En cuanto a la oportunidad para el ejercicio del recurso, dispone el aparte 21 del artículo 20 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que las acciones o recursos de nulidad contra los actos
dirigidos a anular actos particulares de la administración caducarán en el término de seis (6) meses,
contados a partir de su publicación en el respectivo órgano oficial, o de su notificación al interesado, si fuere
procedente y aquélla no se efectuare, o cuando la administración no haya decidido el correspondiente
recurso administrativo en el término de noventa (90) días continuos, contados a partir de la fecha de
interposición del mismo.
6.2.) El Contencioso de anulación de los contratos administrativos.
Con respecto al contencioso-administrativo de anulación de los contratos administrativos, a los que
un sector de la doctrina patria denomina “actos administrativos bilaterales”, en el aparte 1° del artículo 21 de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, se establece lo siguiente:
Artículo 21. Aparte 1º. “Toda persona natural o jurídica, o el Fiscal General de la
República o el Defensor del Pueblo podrá proponer ante el Tribunal Supremo de Justicia,
demanda de nulidad, por ilegalidad o inconstitucionalidad de contratos, convenios o
acuerdos celebrados por los organismos públicos nacionales, estadales, municipales o
del Distrito Capital, cuando afecten los intereses particulares o generales, legítimos,
directos, colectivos o difusos de los ciudadanos y ciudadanas.”. (Negrillas y subrayado
nuestro).

Para la impugnación de los contratos administrativos, al no haberse determinado un procedimiento


en la ley especial, el Legislador optó por establecer el procedimiento pautado para el juicio ordinario
conforme a las previsiones del Código de Procedimiento Civil como norma supletoria, con las previsiones
establecidas en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, a tenor de lo dispuesto en el Aparte 1º
del Artículo 19, el cual dispone:
Artículo 19. Aparte 1º. “Las reglas del Código de Procedimiento Civil regirán como
normas supletorias en los procedimientos que cursen ante el Tribunal Supremo de
Justicia. Sin embargo, cuando en el ordenamiento jurídico no se contemple un

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procedimiento especial a seguir, se podrá aplicar el que juzgue más conveniente para la
realización de la justicia, siempre que tenga su fundamento jurídico legal.”.
6.3.) El proceso contencioso de las demandas contra los entes públicos.
En el proceso contencioso-administrativo venezolano, se establece una segunda categoría, el
contencioso-administrativo de las demandas contra los entes públicos, en el cual no sólo también se
establece una verdadera litis procesal entre el demandante y el demandado, que se desarrolla a través de
un proceso subjetivo entre partes, sino que tiene la característica de orden negativo, de que en el objeto de
la demanda y de las pretensiones del demandante, no hay actos administrativos envueltos. Por tanto, la
relación procesal que se origina en estas demandas contra los entes públicos, no tiene su origen en un acto
administrativo que deba recurrirse, pues si este fuera el caso, correspondería a los que hemos denominado
el contencioso de los actos administrativos.
Este proceso contencioso-administrativo de las demandas contra los entes públicos, es el propio de
las acciones que se intenten contra éstos, basadas en pretensiones de condena que tienen su origen
básicamente, en la responsabilidad de la Administración, de orden contractual o extracontractual, que
buscan la condena al pago de sumas de dinero o de daños y perjuicios e incluso, el restablecimiento de la
situación jurídica subjetiva lesionada, y cuyo origen no está en los actos administrativos.
El procedimiento está regulado, siguiendo el esquema del juicio ordinario, previsto en el Código de
Procedimiento Civil; en el encabezado del artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
el cual establece:
Artículo 21. (Encabezado) “En los juicios en que sea parte la República deberá
agotarse previamente el procedimiento administrativo establecido en el Título Cuarto de
la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, y supletoriamente se
aplicará lo contenido en las normas del procedimiento ordinario, salvo lo establecido en
esta Ley.”

Tratándose de un contencioso de las demandas, la legitimación activa corresponde en estos casos,


al titular de un derecho subjetivo, quien puede accionar contra el ente público para lograr la satisfacción de
su pretensión, ASÍ, el Aparte 1 del Artículo 21 de la LOTSJ, dispone lo siguiente:
Artículo 21. (21.1) “Toda persona natural o jurídica, o el Fiscal General de la República o
el Defensor del Pueblo podrá proponer ante el Tribunal Supremo de Justicia, demanda
de nulidad, por ilegalidad o inconstitucionalidad de contratos, convenios o acuerdos
celebrados por los organismos públicos nacionales, estadales, municipales o del Distrito
Capital, cuando afecten los intereses particulares o generales, legítimos, directos,
colectivos o difusos de los ciudadanos y ciudadanas.”

En todo caso, se atribuye a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, la
competencia objetiva para conocer de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa en la cual la República ejerza un control
decisivo y permanente, en cuanto a su dirección y administración se refiere, si su cuantía excede de 70.001
Unidades Tributarias (Aparte 24 del Art. 5 LOTSJ); las demás atribuciones de competencia se encuentran
distribuidas entre los demás órganos jurisdiccionales que integran la jurisdicción contencioso-administrativa,
por vía de jurisprudencia.
Ahora bien, en relación con la cuantía exigida para acceder a los órganos de la jurisdicción
contencioso-administrativa, la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia Nº
1.315 de fecha 7 de septiembre 2004, Exp. Nº 2004-805, caso: Alejandro Ortega Ortega vs. Banco Industrial
de Venezuela, C.A., señaló lo siguiente:
“…En este sentido, y atendiendo a que en el presente caso debe dilucidarse a qué
tribunal (civil o contencioso-administrativo) le corresponde conocer de la estimación e
intimación de honorarios propuesta, considera la Sala necesario reiterar lo establecido en
la sentencia Nº 1.209 publicada el 2 de septiembre de 2004, en Ponencia Conjunta, que
delimitó el alcance de los numerales 24 y 25 del referido artículo 5 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, estableciendo la
competencia por la cuantía de los Tribunales que conforman la jurisdicción contencioso
administrativa, precisando que:
‘…1. Los Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo Regionales,
conocerán de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la
República, los Estados, o los Municipios, ejerzan un control decisivo y permanente,

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en cuanto a su dirección o administración se refiere, si su cuantía no excede de diez


mil unidades tributarias (10.000 U.T) (…) si su conocimiento no está atribuido a otro
tribunal.
2. Las Cortes de lo Contencioso Administrativo con sede en Caracas, conocerán
de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los Municipios,
o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la República, los
Estados, o los Municipios, ejerzan un control decisivo y permanente, en cuanto a su
dirección o administración se refiere, si su cuantía excede de diez mil unidades
tributarias (10.000 U.T) (…) si su conocimiento no está atribuido a otro tribunal.
3. La Sala Político-Administrativa, conocerá de las demandas que se propongan
contra la República, los Estados, los Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente
público o empresa, en la cual la República, los Estados, o los Municipios, ejerzan un
control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se refiere, si
su cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.) (…) si su
conocimiento no está atribuido a otro tribunal…’
Atendiendo a los principios expuestos supra, tenemos que según el régimen especial de
competencias a favor de la jurisdicción contencioso-administrativa, los tribunales
pertenecientes a ésta, conocerán de aquellas acciones, que según su cuantía, cumplan
con las siguientes condiciones:
1) Que se demande a la República, los Estados, los Municipios, o algún Instituto
Autónomo, ente público o empresa, en la cual alguna de las personas políticos
territoriales (República, Estados o Municipios) ejerzan un control decisivo y permanente,
en cuanto a su dirección o administración se refiere, y 2) Que el conocimiento de la
causa no esté atribuido a ninguna otra autoridad, a partir de lo cual se entiende que la
norma bajo análisis constituye una derogatoria de la jurisdicción civil y mercantil, que es
la jurisdicción ordinaria, pero no de las otras jurisdicciones especiales, tales como la
laboral, del tránsito o agraria.
En tal sentido, y aunado a las consideraciones expuestas en el fallo antes citado, en
atención al principio de unidad de competencia, debe establecer esta Sala que
igualmente resultan aplicables las anteriores reglas para el conocimiento de todas las
demandas que interpongan cualesquiera de los entes o personas públicas mencionadas
anteriormente contra los particulares o entre sí…”. (Negrillas y subrayado nuestro).
6.4.) El proceso contencioso contra las conductas omisivas de la Administración.
El recurso contra las conductas omisivas de la Administración, tiene su fundamento, por una parte,
en el incumplimiento por parte de la Administración de una obligación legal concreta de decidir o de cumplir
determinados actos, y por la otra, en el derecho subjetivo de un sujeto de derecho a que la Administración
cumpla los actos a que está obligada. Por tanto, en la base de este recurso está una relación jurídica
(deber-poder) específica, que se concreta en una obligación también específica de poder de un sujeto de
derecho, que se configura como un derecho subjetivo de orden administrativo a la actuación administrativa.
No se trata, consecuentemente, de la obligación genérica de la Administración a dar oportuna
respuesta a las peticiones de particulares, ni del derecho también genérico de estos a obtener oportuna
respuesta a sus peticiones presentadas ante la Administración (Art. 51 Constitucional). Se trata, en cambio,
de una relación obligación-derecho establecida entre la Administración y un particular, a una actuación
administrativa determinada.
Tal competencia se encuentra atribuida a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia en los términos siguientes:
Artículo 5. “Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
26. Conocer de la abstención o negativa del Presidente o Presidenta de la República, del
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de la República y de los Ministros o
Ministras del Ejecutivo Nacional, así como de las máximas autoridades de los demás
organismos de rango constitucional con autonomía funcional, financiera y administrativa
y del Alcalde del Distrito Capital, a cumplir específicos y concretos actos a que estén
obligados por las Leyes;
(…Omissis…)
El Tribunal conocerá en Sala Plena lo asuntos a que se refiere este artículo en sus
numerales 1 al 2. En Sala Constitucional los asuntos previstos en los numerales 3 al 23.

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En Sala Político Administrativa los asuntos previstos en los numerales 24 al 37. En


Sala de Casación Penal los asuntos previstos en los numerales 38 al 40. En Sala de
Casación Civil el asunto previsto en los numerales 41 al 42. En Sala de Casación Social
los asuntos previstos en los numerales 43 y 44. En Sala Electoral los asuntos previstos
en los numerales 45 y 46. En los casos previstos en los numerales 47 al 52 su
conocimiento corresponderá a la Sala afín con la materia debatida.”. (Negrillas y
subrayado nuestro).
6.5.) El proceso contencioso de la interpretación.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prevé en su artículo 262 la creación del
Tribunal Supremo de Justicia y de las Salas que lo integran. Asimismo otorga en forma expresa, ciertas
competencias a las distintas Salas que lo integran, las cuales están obligadas a conocer y decidir todos
aquellos casos que cursaban por ante la extinta Corte Suprema de Justicia, así como aquellos que ingresen,
atendiendo a la afinidad existente entre las materias debatidas en el caso concreto y la especialidad de cada
una de las Salas; en tal sentido, la Sala Político-Administrativa en sentencia N° 1, de fecha 17 de enero de
2000, Exp. N° 2000-001, caso: José Ramírez Córdova vs. Consejo Nacional Electoral, señaló lo que a
continuación se transcribe:
“…Tal como fuera señalado precedentemente, el 15 de diciembre de 1.999 fue aprobada
por referéndum la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Dicho Texto
Fundamental dispone, en forma expresa, en su artículo 262 la creación del tribunal
Supremo de Justicia así como de las distintas Salas que lo integran, dentro de las cuales
se encuentra la ya constituida Sala Electoral.
La vigente Constitución otorga, en forma expresa, ciertas competencias a sus distintas
Salas y deja a cargo de la respectiva ley orgánica la distribución del resto de las mismas,
no atribuidas expresamente por ella; dentro del primer año contado a partir de su
instalación, conforme a lo previsto en el numeral 5 de la Disposición Transitoria Cuarta.
A los fines de mantener el funcionamiento integral del estado en todos sus Poderes,
debe este Supremo Tribunal continuar con su labor de máximo administrador de justicia.
Así, aun cuando no exista hasta el presente la aludida ley orgánica reguladora de las
funciones de este Tribunal Supremo de Justicia, las distintas Salas se encuentran con la
necesidad y el deber de conocer y decidir todos aquellos casos que cursaban por ante la
extinta Corte Suprema de Justicia, así como aquellos que ingresen, atendiendo
principalmente al criterio de la afinidad que exista entre la materia debatida en cada caso
concreto y la especialidad de cada una de las Salas.
En la vigente Constitución se establece, en su artículo 297, que la jurisdicción
contencioso electoral será ejercida por la Sala Electoral de este Tribunal Supremo de
Justicia y los demás tribunales que determine la ley.
En atención a los razonamientos precedentemente expuestos, y visto que la presente
causa es una acción de amparo interpuesta por el ciudadano José Ramírez Córdoba,
titular de la cédula de identidad Nº 4.567.612, que tiene como pretensión que este Alto
Tribunal ordene al Consejo Nacional Electoral, realizar de inmediato y con participación
del accionante, el conteo manual de los votos y de cada una de las actas electorales del
estado Aragua levantadas con motivo del proceso de elecciones nacionales para la
conformación de la Asamblea Nacional Constituyente, celebradas el 15 de julio de 1.999;
de todo lo cual se evidencia que el caso sub judice es de carácter electoral, con
independencia del procedimiento empleado por el accionante, motivo por el cual esta
Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, declina la competencia
para conocer y decidir la presente causa, en la Sala Electoral de este Supremo Tribunal,
a los fines de que pase a conocerla y prevea lo que estime conducente…”

Ahora bien, el numeral 6º del artículo 266 de la Constitución de la República, dispone que son
atribuciones del Tribunal Supremo de Justicia: “Conocer de los recursos de interpretación sobre el contenido
y alcance de los textos legales, en los términos contemplados en la ley”, igualmente señala que dicha
atribución será ejercida por las diversas Salas conforme a lo previsto en la Constitución y la ley.
Así, puede inferirse del citado precepto constitucional, que al no indicarse específicamente a cuál de
las Salas corresponde conocer sobre el recurso de interpretación de textos legales, la intención del
constituyente fue ampliar el criterio atributivo adoptado por el legislador en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia (ordinal 24 del artículo 42, en concordancia con el artículo 43 eiusdem), que reservaba
la decisión a la Sala Político Administrativa.

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Así, en el artículo 5, numeral 52 de la novísima Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
dispone lo siguiente:
Artículo 5. “Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
52. Conocer del recurso de interpretación y resolver las consultas que se le formulen
acerca del alcance e inteligencia de los textos legales, en los casos previstos en la ley,
siempre que dicho conocimiento no signifique una sustitución del mecanismo, medio o
recurso previsto en la ley para dirimir la situación si la hubiere.
(…Omissis…)
El Tribunal conocerá en Sala Plena lo asuntos a que se refiere este artículo en sus
numerales 1 al 2. En Sala Constitucional los asuntos previstos en los numerales 3 al 23.
En Sala Político Administrativa los asuntos previstos en los numerales 24 al 37. En Sala
de Casación Penal los asuntos previstos en los numerales 38 al 40. En Sala de Casación
Civil el asunto previsto en los numerales 41 al 42. En Sala de Casación Social los
asuntos previstos en los numerales 43 y 44. En Sala Electoral los asuntos previstos en
los numerales 45 y 46. En los casos previstos en los numerales 47 al 52 su
conocimiento corresponderá a la Sala afín con la materia debatida.”. (Negrillas
nuestras).
En efecto, como quiera que la creación de las nuevas Salas es reveladora del ánimo de especializar
sus funciones con respecto a las áreas que constituyen su ámbito de competencia, debe entenderse que la
intención del constituyente es que dicho mecanismo, dirigido a resolver las consultas que se formulen
acerca del alcance e inteligencia de los textos legales, lo conozca y resuelva la Sala cuya competencia sea
afín con la materia del caso concreto.
En este sentido, la vigente Constitución establece en su artículo 262 lo siguiente:
Artículo 262. “El Tribunal Supremo de Justicia funcionará en Sala Plena y en Sala
Constitucional, Político-Administrativa, Electoral, de Casación Civil, de Casación Penal y
de Casación Social, cuyas integraciones y competencias serán determinadas por su ley
orgánica.
La Sala Social comprenderá lo referente a la casación agraria, laboral y de menores.”.
Precisada la competencia de las Salas que conforman el Tribunal Supremo de Justicia, conforme a
la materia afín, y visto que para la admisión del recurso de interpretación de norma legal no existe un
dispositivo legal que establezca un procedimiento especial, la Sala Político Administrativa en sentencia Nº
708 del 22 de mayo de 2002, Exp. Nº 01-0722, caso: Gualberto José Rivero González, Luís Adolfo
Hernández Pinto y otros contra el Artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal,
siguiendo los lineamientos establecidos por la Sala Constitucional en cuanto a los requisitos exigidos para la
admisión del recurso de interpretación constitucional, y con el fin de preservar la uniformidad de la
interpretación de las leyes y la jurisprudencia, estableció que los requisitos para la admisibilidad del referido
recurso son los siguientes:
“…En tal sentido, considera la Sala pertinente señalar que la Sala Constitucional de esta
Máximo Tribunal ha establecido de manera reiterada los requisitos de admisibilidad del
recurso de interpretación de la Constitución, (véase -entre otras- sentencia Nº 1.077 del
22 de septiembre de 2000 y sentencia Nº 1.415 del 11 de noviembre de 2000). En
efecto, concretamente se requiere para la admisión del recurso de interpretación de la
Constitución cumplir con los siguientes extremos:
‘1.- Legitimación para recurrir. En cuanto a la legitimación exigida para el ejercicio del
recurso de interpretación constitucional, esta Sala reafirma el criterio que sostuvo en
la decisión N° 1077/2000 de exigir la conexión con un caso concreto para poder
determinar, por un lado, la legitimidad del recurrente y, por otro, verificar la existencia
de una duda razonable que justifique el movimiento del aparato jurisdiccional en la
resolución del mismo.
(…Omissis…)
2.- Precisión en cuanto al motivo de la acción. La petición de interpretación puede
resultar inadmisible, si ella no expresa con precisión en qué consiste la oscuridad o
ambigüedad de las disposiciones, o la contradicción entre las normas del texto
constitucional, o si la duda planteada no responde a los fines del recurso o que el
asunto no revista ya interés.

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3.- Será inadmisible el recurso, cuando en sentencias de esta Sala anteriores a su


interposición, se haya resuelto el punto, y no sea necesario modificarlo. Este motivo
de inadmisibilidad no opera en razón de la precedencia de una decisión respecto al
mismo asunto planteado, sino a la persistencia en el ánimo de la Sala del criterio a
que estuvo sujeta la decisión previa.
4.- Por otro lado, esta Sala deja claramente establecido que el recurso de
interpretación constitucional no puede sustituir los recursos procesales existentes ni
traducirse en una acción de condena, ni declarativa, ni constitutiva, por lo que si el
recurrente persigue adelantar un pronunciamiento sobre un asunto planteado ante
otro órgano jurisdiccional o pretende sustituir con esta vía algún medio ordinario a
través del cual el juez pueda aclarar la duda planteada, el recurso deberá ser
declarado inadmisible por existir otro recurso.
(...Omissis...)
5.- Tampoco puede pretender el recurrente acumular a la pretensión interpretativa
otro recurso o acción de naturaleza diferente, ya que conllevaría a la inadmisibilidad
por inepta acumulación de pretensiones o procedimientos que se excluyen
mutuamente. Tal sería la acumulación de un recurso de interpretación con uno
destinado a resolver un conflicto de autoridades, o que se solicite conjuntamente la
nulidad de un acto de algún órgano del Poder Público –tanto en el caso que se
pretenda que la decisión abarque ambas pretensiones o que las estime de forma
subsidiaria-, o que promueva la interpretación de algún texto de naturaleza legal o
sublegal, o la acumule con un recurso de colisión de leyes o de éstas con la propia
Constitución.
6.- De igual modo, será inadmisible la solicitud de interpretación cuando exista la
convicción de que constituye un intento subrepticio de obtener resultados cuasi
jurisdiccionales que desbordan el fin esclarecedor de este tipo de recursos; es decir,
que lo planteado persiga más bien la solución de un conflicto concreto entre
particulares o entre éstos y órganos públicos, o entre estos últimos entre sí; o una
velada intención de lograr una opinión previa sobre la inconstitucionalidad de una
ley...’
Atendiendo a lo expuesto en la sentencia citada supra, a fin de preservar la uniformidad
de la interpretación de las leyes y la jurisprudencia; con fundamento en el derecho de
acceso a la justicia, el cual permite que el ciudadano haga valer sus derechos y pueda
obtener una tutela efectiva de manera expedita, sin dilaciones indebidas y sin
formalismos o reposiciones inútiles, esta Sala considera que los requisitos requeridos
para la admisión del recurso de interpretación legal deben ser los siguientes:
1.- Tener legitimación para recurrir, es decir, que la parte solicitante demuestre un
interés en la interpretación solicitada, y que dicha interpretación recaiga en un
caso concreto.
2.- Que la interpretación solicitada sea de un texto legal, aún cuando el mismo no
establezca expresamente la posibilidad de interpretarse.
3.- Que se precise en qué consiste el motivo de la interpretación, es decir, que la
parte solicitante señale cuál es -a su juicio- la oscuridad o ambigüedad de las
disposiciones legales objeto de interpretación.
4.- Que esta Sala no se haya pronunciado en sentencias anteriores a la
interposición del recurso sobre el punto, y en todo caso, que no sea necesario
modificar el criterio sostenido.
5.- Que no se persiga con la interposición del recurso de interpretación legal,
sustituir los recursos procesales existentes, u obtener una declaratoria con
carácter de condena o constitutiva.
6.- Que no se acumule a la pretensión otro recurso o acción de naturaleza
diferente, o acciones incompatibles, excluyentes o contradictorias.
7.- Que el objeto de la interpretación legal no sea el obtener una opinión previa del
órgano jurisdiccional, para solución de un posterior conflicto bien sea entre
particulares o entre éstos y los órganos públicos.
Vistas así las cosas, respecto del caso planteado en autos esta Sala observa:
Los recurrentes tienen el interés jurídico actual requerido para ejercer el recurso de
interpretación legal, en virtud de que, como concejales de la Cámara Municipal del

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Municipio Los Guayos del Estado Carabobo, y para el ejercicio de la función de control
sobre el ejecutivo municipal que le atribuye la Ley Orgánica de Régimen Municipal,
requieren que se resuelva sobre el ‘espíritu, alcance, sentido e inteligencia del contenido
del artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, en virtud de la
laguna legal existente en cuanto a la normativa aplicable para la interpretación de dicho
artículo, todo ello a los fines de que se determine la obligatoriedad o no de la
presentación de la Memoria y Cuenta por parte de los Alcaldes’.
La interpretación solicitada, se circunscribe a la norma contenida en el artículo 74 ordinal
12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, la cual no tiene rango constitucional y
ostenta el carácter de “ley orgánica” dentro del ámbito municipal.
En el escrito contentivo del recurso, los solicitantes han expresado en qué consiste la
incertidumbre respecto de la interpretación del artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica
de Régimen Municipal, por cuanto no existe en la actualidad un ‘criterio exacto en cuanto
a la interpretación alcance e inteligencia de dicha norma” a los fines de determinar “la
obligatoriedad o no de la presentación de la Memoria y Cuenta por parte de los Alcaldes
(...) dada las posiciones encontradas de los juristas nacionales, al no existir.’.
Además, la Sala no se ha pronunciado en anterioridad oportunidad sobre lo solicitado, no
se han interpuesto acciones incompatibles o excluyentes, como tampoco, se han
formulado peticiones contradictorias.
En consecuencia, visto que no existe causal alguna que impida la admisión del recurso
de interpretación legal, esta Sala lo admite y así se declara…”.

6.6. EL PROCESO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS.


La única innovación de la Constitución de 1999 en materia contencioso-administrativa en relación
con lo que estaba regulado en la Constitución de 1961 (Art. 206), ha sido el agregado al artículo 259, dentro
de las competencias de la jurisdicción contencioso-administrativa, del conocimiento de los “reclamos por la
prestación de servicios públicos”.
Sin embargo, en la LOTSJ de 2004, no se reguló el procedimiento a seguir en estos casos, y se
limitó a establecer la competencia de la Sala Político Administrativa, para conocer y decidir en segunda
instancia, las apelaciones y demás recursos o acciones contra las sentencias dictadas por los Tribunales
Contencioso Administrativos, cuando su conocimiento no estuviere atribuido a otro tribunal, que decida
sobre las acciones de reclamos por la prestación de servicios públicos nacionales (Aparte 37 del Art. 5
LOTSJ.).
En relación a la legitimación para intentar la acción o recurso de reclamación por la prestación de
servicios públicos, la CPCA., en, sentencia Nº 644, de fecha 3 de abril de 2002, destacó las innovaciones de
la Constitución de 1999, en materia de servicios públicos, señalando en la misma, lo siguiente:
“…consagra un tratamiento especial sobre la creación, prestación, disfrute y protección
de los servicios públicos, para los cual, no se limitó simplemente a establecer un fuero
especial para dirimir los conflictos o querellas al respecto, confiando a la jurisdicción
contencioso administrativa, según lo dispuesto en el artículo 259 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, sino también, distribuyó su prestación a diversas
personas político territoriales, de conformidad con lo establecido en los artículos 84, 86,
102, 103, 108, 156 numeral 29, 164 numeral 8, 178 y 179 numeral 6 eiusdem, como a su
vez el otorgamiento de una legitimación activa especial (mas no exclusiva como
excluyente), en titularidad de la Defensoría del Pueblo, consagrada en el artículo 281
eiusdem…”.

En relación con el recurso de reclamo por la prestación de servicios públicos, la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo, en la misma sentencia señaló que la legitimación activa corresponde a
“cualquier ciudadano que demuestre, aun un simple interés” (Art. 26 Constitucional); y además, a la
Defensoría del Pueblo conforme con el artículo 281,2º de la Constitución de la República, el cual dispone
que es atribución del Defensor del Pueblo:
Artículo 281. “Son atribuciones del Defensor o Defensora del Pueblo:
(…Omissis…)
2. Velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos, amparar y proteger los
derechos e intereses legítimos, colectivos o difusos de las personas, contra las
arbitrariedades, desviaciones de poder y errores cometidos en la prestación de los
mismos, interponiendo cuando fuere procedente las acciones necesarias para exigir al

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Estado el resarcimiento a las personas de los daños y perjuicios que les sean
ocasionados con motivo del funcionamiento de los servicios públicos”
Por otra parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia Nº 1.556, de
fecha 8 de diciembre de 2000, Exp. Nº 00-1.339, caso: Gilda Giamundo contra Puertos del Litoral Central
P.L.C., S.A., señaló que ante la ausencia de mecanismos inmediatos para la reclamación de los servicios
públicos prestados mediante concesión, la acción de amparo constitucional puede fungir como
instrumento idóneo para tales fines en casos de concesiones, para controlar la protección de los
servicios públicos, procurando su correcto funcionamiento, la erradicación de la arbitrariedad, o la
desviaciones de poder, señalando que “lo ideal es que muchas de estas fallas se ventilen mediante un
contencioso de los servicios públicos.”.
“…En materia de servicios públicos, como en el caso de autos, nacen derechos
derivados de la concesión, de su contexto, los cuales se incumplen y no fundamentan
una acción de amparo constitucional, pero cuando el abuso de esos derechos vacía el
contenido de un derecho humano fundamental o un derecho o garantía constitucional,
haciéndolo nugatorio, se está ante una violación directa de la Constitución, que da lugar
al amparo, y que con relación a la prestación masiva de servicios públicos, permite un
amparo protector de derechos o intereses difusos o colectivos, que incluso puede ser
interpuesto por la Defensoría del Pueblo. Ello sin perjuicio de otras acciones mediante
las cuales la participación ciudadana, directa, o indirectamente mediante la Defensoría
del Pueblo, controle la protección de los servicios públicos, procurando su correcto
funcionamiento, la erradicación de la arbitrariedad, las desviaciones de poder, etc.
Lo ideal es que muchas de estas fallas se ventilen mediante un contencioso de los
servicios públicos; pero otras tendrán abierta la vía del amparo constitucional, ya que las
transgresiones realizadas por los prestadores de servicios, son contrarias a derechos y
garantías constitucionales, y se hace necesario evitar un daño irreparable a la situación
jurídica de las personas (a veces miles), perjudicadas por el servicio defectuoso o
arbitrario…”.

7.7. EL PROCESO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO DE LOS CONFLICTO ENTRE


AUTORIDADES.
De acuerdo con lo establecido en el artículo 266,4 Constitucional, la Sala Político Administrativa del
Tribunal Supremo de Justicia, tiene competencia para:
“Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la República, algún
Estado, Municipio u otro ente público, cuando la otra parte sea alguna de esas mismas
entidades, a menos que se trate de controversias entre Municipios de un mismo Estado,
caso en el cual la ley podrá atribuir su conocimiento a otro Tribunal.”.
Esta norma se repite en el artículo 5, párrafo 1º, aparte 32 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia, agregando en artículo 5, párrafo 1º, aparte 34, la siguiente competencia:
Artículo 5. “Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
32. Dirimir las controversias administrativas que se susciten cuando una de las partes
sea la República o algún Estado o Municipio, cuando la contraparte sea alguna de esas
mismas entidades, por el ejercicio de una competencia directa e inmediata, en ejecución
de la ley;
(…Omissis…)
34. Dirimir las controversias que se susciten entre autoridades políticas o administrativas
de una misma o diferentes jurisdicciones con motivo de sus funciones, cuando la ley no
atribuya competencia para ello a otra autoridad;
(…Omissis…)
El Tribunal conocerá en Sala Plena lo asuntos a que se refiere este artículo en sus
numerales 1 al 2. En Sala Constitucional los asuntos previstos en los numerales 3 al 23.
En Sala Político Administrativa los asuntos previstos en los numerales 24 al 37. En Sala
de Casación Penal los asuntos previstos en los numerales 38 al 40. En Sala de Casación
Civil el asunto previsto en los numerales 41 al 42. En Sala de Casación Social los
asuntos previstos en los numerales 43 y 44. En Sala Electoral los asuntos previstos en
los numerales 45 y 46. En los casos previstos en los numerales 47 al 52 su conocimiento
corresponderá a la Sala afín con la materia debatida.”.

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En atención a los conflictos entre autoridades que se susciten, la Sala Político-Administrativa,


declaró su competencia para conocer de los mismos, y ante la ausencia de un procedimiento para
dirimir tales conflictos, estableció el procedimiento seguido en las pretensiones de amparo
constitucional, en virtud de lo expedito del mismo.
Ahora bien, en relación al procedimiento a seguir en estos casos, la Sala Político Administrativa, en
sentencia Nº 1.164 de fecha 19 de mayo de 2000, Exp. Nº 0449, en el conflicto de autoridades surgido entre
el ciudadano Eustacio Aguilera y Leopoldo Espinoza Prieto, Gobernador Encargado del Estado Nueva
Esparta y Presidente de la Comisión Legislativa Regional del Estado Nueva esparta, respectivamente, en
cuanto a la persona que habría de suplir la ausencia absoluta de la Gobernadora de ese Estado, ciudadana
Irene Sáez Conde, puntualizó siguiente:
“…para la admisión de las solicitudes interpuestas ante este Máximo Tribunal, en
ausencia de otro dispositivo legal que establezca un procedimiento  especial, esta Sala
admite la presente solicitud y así se declara. IV DEL PROCEDIMIENTO. En ausencia de
procedimiento específico para la tramitación de lo solicitado, -y en aras de garantizar el
derecho a la defensa y al debido proceso, conforme a lo previsto en el artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,- el Juez contencioso tiene la
potestad prevista en el artículo 102 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia
(Ahora art. 19.2 de la LOTSJ), razón por la cual esta Sala Político Administrativa ordena
aplicar las reglas del procedimiento de amparo, previstas en los artículos 23 y siguientes
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Así se
decide…”.
De acuerdo con el Aparte 25 del Artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, el
cual establece:
Artículo 5. “Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República.
(…Omissis…)
25. Conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten con motivo de la
interpretación, cumplimiento, caducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos
administrativos en los cuales sea parte la República, los estados o los municipios, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.)…”.

Autor:
Carlos Rafael Pérez Marchan
Enviado por:
Luis
luis_bustos@hotmail.es

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