Contencioso Administrativo Venezuela
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El contencioso-administrativo en Venezuela
1. La noción de contencioso-administrativo
2. La Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela
3. Características de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela
4. Organización de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa Venezolana
5. Los medios de impugnación en el proceso Contencioso-Administrativo venezolano
La noción de contencioso-administrativo
Para Auby y Drago, citado por el profesor Eloy Lares Martínez (2002), lato sensu, se entiende por
Contencioso-Administrativo el conjunto de litigios nacidos de los actos administrativos y de las operaciones
materiales de la Administración que resulten contrarios a derecho; estricto sensu, constituye el conjunto de
reglas jurídicas que rigen la solución por vía jurisdiccional de los litigios administrativos. Se trata pues, de un
contencioso o controversia con la Administración, por un acto ilegal o ilegítimo o por una actuación
administrativa que lesiona los derechos subjetivos de un particular. Se caracteriza por la presencia de un
sujeto activo (el Administrado), un sujeto pasivo (la Administración) o viceversa, y la resolución de un
conflicto por un órgano independiente y neutral, con potestades para restablecer el orden jurídico (un
Tribunal de lo Contencioso-Administrativo). Es un sistema integrado tanto por los órganos judiciales
como por la normativa aplicable que rige la materia, tal como lo señaló la profesora y Magistrada Emerita de
la extinta Corte Suprema de Justicia, Josefina Calcaño de Temeltas (1997).
Esa contención o controversia con la Administración se origina por un acto administrativo
cuestionado como ilegal o respecto a un derecho subjetivo lesionado, o a la reparación de un daño,
producida entre dos partes (el Administrado y la Administración) y decidido por un órgano del Estado
independiente o neutro, dotado de poderes para determinar las consecuencias de la ilegalidad o la lesión y
restablecer el orden jurídico. De allí que no se trata de un mero recurso para revisar un acto administrativo,
sino de un verdadero proceso contradictorio que resuelve controversias, tal como lo puntualizó el profesor
Antonio Moles Caubet (1993).
Según el Profesor Allan Brewer Carías (2000), La Jurisdicción Contencioso-Administrativa está
compuesta por un conjunto de órganos judiciales encargados, precisamente, de controlar el cumplimiento
del Principio de la Legalidad y de Legitimidad por parte de la Administración Pública, es decir, por sus actos,
hechos y relaciones jurídico-administrativas originados por la actividad administrativa.
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Corte Suprema de Justicia de 1976, hoy derogada por la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de
2004.
La clave del sistema contencioso-administrativo venezolano, cuyo núcleo se encuentra en el artículo
259 Constitucional, es una traslación del modelo español, tal como resulta configurada en la Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa del 27 de diciembre de 1956, a decir de los catedráticos españoles
Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández (2001), ha sido memorable en el Derecho Público
español, la cual fue robustecida resueltamente y prestándole el rango de supremo propio de sus normas en
la Constitución española de 1977, la cual señala en su artículo 106.1 que:
“Los Tribunales (Contencioso-Administrativos) controlan la actividad la potestad
reglamentaria y la legalidad de la Administración, así como el sometimiento de ésta a los
fines que la justifican”. (Añadido nuestro).
Tal derogatoria, instó tanto a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, así
como a las Cortes de lo Contencioso Administrativo y los Tribunales Superiores en lo Civil y Contencioso
Administrativos, a proferir decisiones en las que se otorgaba vigencia a las normas contenidas en la ley
derogada, es decir, a aquellas disposiciones legales que en su oportunidad rigieron su organización, con
algunas sutiles modificaciones que se hicieron, las cuales a la luz de novel Texto Constitucional, resultaban
ahora contrarias al mismo.
La citada disposición constitucional (art. 259); en primer lugar, establece la jurisdicción contencioso
administrativa venezolana y su conformación, pero esa conformación debe estar justamente establecida en
la ley, en desarrollo de la norma constitucional, tal como se diseñó en la derogada Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia de 1976, pero recordemos, que en la vigente Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia de 2004, se produjo el aludido vacío legal, con la derogatoria expresa de la ley anterior, razón por lo
que la jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal, le dio vigencia a dichas normas de organización
derogadas, en aras de preservar la jurisdicción con su respectivo asidero legal y con ello garantizar a los
Administrados su derecho de acceso a los órganos de justicia y el debido proceso, principios éstos
plasmados en los artículos 26 y 159 del Texto Constitucional.
En segundo lugar, en la referida disposición constitucional (art. 259), se le atribuyó competencia
expresa a los órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa, para:
a) Anular los actos administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por
desviación de poder;
b) Condenar a la Administración al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración;
c) Conocer de los reclamos formulados por los Administrados por la prestación de los servicios
públicos; y
d) Disponer lo necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por
la actividad administrativa.
En síntesis, resulta conveniente reseñar que en la actualidad no contamos con un texto legal que
regule la organización de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Venezuela, sin embargo, circulan
algunos proyectos de “Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa”, inclusive, un texto
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reglamentario en el seno de nuestro Máximo Tribunal, el cual no tuvo el consenso de la Sala Plena, hasta
ahora, tampoco se nota disposición de la Asamblea Nacional para de una vez por todas dictar una ley que
permita darle un verdadero piso legal a esta especial jurisdicción, aunque se discutió un proyecto el pasado
año sin más resultas.
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(…Omissis…)
9. Las demás que establezca la ley.
La atribución señalada en el numeral 1 será ejercida por la Sala Constitucional; las
señaladas en los numerales 2 y 3, en Sala Plena; y las contenidas en los numerales 4
y 5 en Sala Político Administrativa. Las demás atribuciones serán ejercidas por las
diversas Salas conforme a lo previsto en esta Constitución y la ley…”. (Negrillas y
subrayado nuestro).
Por su parte, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en sus artículos 1º, y 5º, disponen lo
siguiente:
Artículo 1. “La presente ley tiene por objeto establecer el régimen organización y
funcionamiento del Tribunal Supremo de Justicia.
El Tribunal Supremo de Justicia constituye parte del Sistema de Justicia, es el máximo
órgano y rector del Poder Judicial, y goza de autonomía funcional, financiera y
administrativa. En su carácter de rector del Poder Judicial y su máxima representación, le
corresponde la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial, incluyendo la
elaboración y ejecución de su presupuesto, así como la inspección y vigilancia de los
tribunales de la República y de las Defensorías Públicas, todo de conformidad con la Ley
Orgánica del Poder Judicial, el Código de Ética del Juez o Jueza Venezolanos y la
presente Ley, atribuciones que ejercerá a través de la Dirección Ejecutiva de la
Magistratura.
El Tribunal Supremo de Justicia es el más alto tribunal de la República, contra sus
decisiones, en cualquiera de sus Salas, no se oirá, ni admitirá acción o recurso alguno,
salvo lo previsto en el articulo 5 numerales 4 y 16 de esta Ley.
El Tribunal Supremo de Justicia garantizara la supremacía y efectividad de las normas y
principios constitucionales. Será el máximo y último interprete de la Constitución de la
República y velara por su uniforme interpretación y aplicación.
El Tribunal Supremo de Justicia, no podrá establecer tasas, aranceles, comisiones, ni
exigir pago alguno por sus servicios.
La ciudad de Caracas, es el asiento permanente del Tribunal Supremo de Justicia, sin
perjuicio de que, la Sala Plena, resuelva provisionalmente, ejercer las funciones del
Tribunal, en otro lugar de la República.”.
Artículo 5. Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
24. Conocer de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la República
ejerza un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se
refiere, si su cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.);
25. Conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten con motivo de la
interpretación, cumplimiento, caducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos
administrativos en los cuales sea parte la República, los Estados o los Municipios, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.);
26. Conocer de la abstención o negativa del Presidente o Presidenta de la República, del
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de la República y de los Ministros o
Ministras del Ejecutivo Nacional, así como de las máximas autoridades de los demás
organismos de rango constitucional con autonomía funcional, financiera y administrativa
y del Alcalde de Distrito Capital a cumplir específicos y concretos actos a que estén
obligados por las leyes;
27. Conocer de las reclamaciones contra las vías de hecho imputadas a los órganos del
Ejecutivo Nacional y demás altas autoridades de rango nacional que ejerzan el Poder
Público;
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REGIÓN Estados Zulia y Falcón (con Maracaibo Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y
OCCIDENTAL excepción del Municipio Silva del Contencioso Administrativo de la Región
Estado Falcón). Occidental.
REGIÓN Estados Monagas, Delta Amacuro Maturín Juzgado Superior en lo Civil (Bienes) y
SUR- y Municipio Independencia del Contencioso Administrativo de la Región Sur
ORIENTAL Estado Anzoátegui. Oriental
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que el recurrente persigue sólo la declaratoria de nulidad del acto administrativo que resulte contrario a
derecho. Por otra parte, su puede hablar de un recurso contencioso-administrativo subjetivo, el cual
persigue adicional a la pretensión de nulidad del acto administrativo, la condena de la Administración, es
decir, se formulan otros pedimentos adicionales como puede ser la indemnización de una suma de dinero
por concepto de daños y perjuicios ocasionados por la actividad administrativa o el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.
6.1.) El Contencioso de Anulación de los Actos Administrativos.
La característica fundamental del proceso contencioso-administrativo de los actos administrativos,
es que el objeto de las acciones y recursos que lo inician, siempre lo es un acto administrativo, y en ellos
siempre existe una pretensión de anulación. No obstante, en doctrina siempre se habla del “contencioso
de los actos administrativos” y no del “contencioso de anulación”, pues si bien siempre debe existir
una pretensión de anulación de los actos.
No obstante lo anterior, el proceso no se agota con dicha anulación, las acciones o recursos pueden
contener otras pretensiones procesales de condena adicional y anexa a la pretensión de anulación del acto
administrativo, conforme se establece en el artículo 259 Constitucional y en el aparte 17 del artículo 21 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
Artículo 259. “La jurisdicción contencioso-administrativa corresponde al Tribunal
Supremo de Justicia y a los demás tribunales que determine la ley. Los órganos de la
jurisdicción contencioso-administrativa son competentes para anular los actos
administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de
poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios
originados en responsabilidad de la Administración; conocer de reclamos por la
prestación de servicios públicos y disponer lo necesario para el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa.”.
Artículo 17. Aparte 21. “En su fallo definitivo el Tribunal Supremo de Justicia declarará,
si procede o no, la nulidad de los actos o de los artículos impugnados, y determinará, en
su caso, los efectos de la decisión en el tiempo; igualmente podrá, de acuerdo con los
términos de la solicitud, condenar el pago de sumas de dinero y a la reparación de daños
y perjuicios originados en responsabilidad de la administración, así como disponer lo
necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por
la actividad administrativa…”.
sujeto uti cives. Estamos entonces ante supuestos de que la acción es pública. Es más, en ocasiones la
acción es pública porque el derecho o interés objeto de debate es general.
En relación al contencioso de anulación contra las leyes, reglamentos, ordenanzas municipales y
actos administrativos de efectos generales emanados de alguno de los órganos que ejercen el Poder
Público Nacional, dispone el aparte 8 del artículo 17 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia
supra citado, que toda persona natural o jurídica, que sea afectada en sus derechos o intereses por una ley,
reglamento, ordenanza u otro acto administrativo de efectos generales emanado de alguno de los órganos
del Poder Público Nacional, Estadal o Municipal, puede demandar la nulidad del mismo ante el Tribunal
Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad.
Además, de los particulares, se atribuye legitimación para hacerlo, al Fiscal General de la República
y demás funcionarios a quienes las leyes otorgue tal facultad, como por ejemplo al Defensor del Pueblo, al
Procurador General de la República quienes igualmente podrán solicitar la nulidad del acto considerado
contrario a derecho, cuando éste afecte un interés general, además, a las organizaciones políticas,
gremiales y sindicales y a las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) legalmente establecidas.
En el ordenamiento jurídico venezolano, en especial en las disposiciones constitucionales y legales
que rigen el proceso contencioso-administrativo, se establecen las reglas que deben observar los
Administrados para acceder a los órganos jurisdiccionales, en defensa de sus intereses legítimos, y de igual
manera, se atribuye competencia a determinados funcionarios públicos de rango constitucional para
participar en los procesos judiciales, bien en defensa de los intereses de la República, o bien para la
defensa de los intereses colectivos y/o difusos, así tenemos:
a) En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
GARANTÍA DEL DERECHO DE ACCESO DE TODOS LOS CIUDADANOS A LOS ÓRGANOS DE ADMINISTRACIÓN DE
JUSTICIA
Artículo 26. “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud
la decisión correspondiente…”. (Negrillas nuestras).
los funcionarios o funcionarias del sector público, con motivo del ejercicio de sus
funciones…”.
b) En la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia:
ACTUACIÓN DE LA
PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA
EN EL PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
Artículo 21. Aparte 2º. “…La Procuraduría General de la República deberá intervenir en
aquellos juicios en los que, si bien la República no es parte, son afectados directa o
indirectamente los derechos, bienes e intereses patrimoniales de la misma…”.
En cuanto a la oportunidad para el ejercicio del recurso, dispone el aparte 21 del artículo 20 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que las acciones o recursos de nulidad contra los actos
generales del Poder Público podrán intentarse en cualquier tiempo, es decir, que no existe lapso de
caducidad para ejercerlo.
6.1.2.) El contencioso de anulación de los actos administrativos de efectos particulares.
En los casos de demandas de nulidad contra los actos administrativos de efectos particulares,
dispone igualmente el aparte 17 del artículo 8, que quienes tengan interés personal, legítimo y directo en
impugnar un acto administrativo de efectos particulares, puede demandar la nulidad del mismo ante el
Tribunal Supremo de Justicia, por razones de inconstitucionalidad o de ilegalidad, para estos casos, no
procede la acción popular (actio popularis), por el contrario, quien pretenda demandar la nulidad de un acto
administrativo de efectos particulares, deberá ostentar un interés, que si bien es cierto no esta calificado en
el Texto Constitucional, la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia ha fijado posición al respecto, así,
la Sala Político Administrativa en sentencia N° 121, de fecha 31 de enero de 2007, Exp. N° 2007-1996,
caso: Almacenadora Caraballeda, C.A., contra el acto administrativo contenido en la Resolución N° 271, de
fecha 27 de septiembre de 1995, dictada por el Ministro de Transporte y Comunicaciones (hoy Ministerio del
Poder Popular para la Infraestructura), puntualizó lo siguiente:
“…Esta Sala en sentencia Nº 1.084 del 11 de mayo de 2000 (caso: Colegio de
Nutricionistas), señaló al respecto que cuando el objeto del recurso de nulidad se refiere
a un acto administrativo de efectos particulares la legitimación activa exigida es, de
acuerdo a los claros términos de los artículos 121 y 124, ordinal 1º de la Ley Orgánica de
la Corte Suprema de Justicia, la de un interés legítimo, personal y directo, esto es, que el
interés en la legalidad de la actividad administrativa está calificado por el legislador; por
ello se requiere que el recurrente, sea el destinatario del acto, o cualquier otro sujeto
que, sin ser titular de derechos subjetivos administrativos, se encuentre en una especial
situación de hecho ante la infracción del ordenamiento jurídico, la cual, por eso mismo, le
hace más sensible que el resto de los administrados al desconocimiento del interés
general o colectivo por parte de la Administración al violar la ley. Éstos últimos han sido
llamados por la doctrina interesados legítimos.
En el texto de la mencionada sentencia, la Sala conceptualizó la noción de simple
interés, estableciéndolo como no calificado por el legislador y que “se refiere a la facultad
que tiene cualquier ciudadano de impugnar la actuación administrativa, siempre que ésta
le afecte en su esfera jurídica. Este interés simple, pero particularizado, condicionado a
que afecte derechos o intereses de quien recurre, es el que se exige para solicitar la
nulidad de actos de la Administración de efectos generales”.
En cuanto a la oportunidad para el ejercicio del recurso, dispone el aparte 21 del artículo 20 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que las acciones o recursos de nulidad contra los actos
dirigidos a anular actos particulares de la administración caducarán en el término de seis (6) meses,
contados a partir de su publicación en el respectivo órgano oficial, o de su notificación al interesado, si fuere
procedente y aquélla no se efectuare, o cuando la administración no haya decidido el correspondiente
recurso administrativo en el término de noventa (90) días continuos, contados a partir de la fecha de
interposición del mismo.
6.2.) El Contencioso de anulación de los contratos administrativos.
Con respecto al contencioso-administrativo de anulación de los contratos administrativos, a los que
un sector de la doctrina patria denomina “actos administrativos bilaterales”, en el aparte 1° del artículo 21 de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, se establece lo siguiente:
Artículo 21. Aparte 1º. “Toda persona natural o jurídica, o el Fiscal General de la
República o el Defensor del Pueblo podrá proponer ante el Tribunal Supremo de Justicia,
demanda de nulidad, por ilegalidad o inconstitucionalidad de contratos, convenios o
acuerdos celebrados por los organismos públicos nacionales, estadales, municipales o
del Distrito Capital, cuando afecten los intereses particulares o generales, legítimos,
directos, colectivos o difusos de los ciudadanos y ciudadanas.”. (Negrillas y subrayado
nuestro).
procedimiento especial a seguir, se podrá aplicar el que juzgue más conveniente para la
realización de la justicia, siempre que tenga su fundamento jurídico legal.”.
6.3.) El proceso contencioso de las demandas contra los entes públicos.
En el proceso contencioso-administrativo venezolano, se establece una segunda categoría, el
contencioso-administrativo de las demandas contra los entes públicos, en el cual no sólo también se
establece una verdadera litis procesal entre el demandante y el demandado, que se desarrolla a través de
un proceso subjetivo entre partes, sino que tiene la característica de orden negativo, de que en el objeto de
la demanda y de las pretensiones del demandante, no hay actos administrativos envueltos. Por tanto, la
relación procesal que se origina en estas demandas contra los entes públicos, no tiene su origen en un acto
administrativo que deba recurrirse, pues si este fuera el caso, correspondería a los que hemos denominado
el contencioso de los actos administrativos.
Este proceso contencioso-administrativo de las demandas contra los entes públicos, es el propio de
las acciones que se intenten contra éstos, basadas en pretensiones de condena que tienen su origen
básicamente, en la responsabilidad de la Administración, de orden contractual o extracontractual, que
buscan la condena al pago de sumas de dinero o de daños y perjuicios e incluso, el restablecimiento de la
situación jurídica subjetiva lesionada, y cuyo origen no está en los actos administrativos.
El procedimiento está regulado, siguiendo el esquema del juicio ordinario, previsto en el Código de
Procedimiento Civil; en el encabezado del artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
el cual establece:
Artículo 21. (Encabezado) “En los juicios en que sea parte la República deberá
agotarse previamente el procedimiento administrativo establecido en el Título Cuarto de
la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, y supletoriamente se
aplicará lo contenido en las normas del procedimiento ordinario, salvo lo establecido en
esta Ley.”
En todo caso, se atribuye a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, la
competencia objetiva para conocer de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa en la cual la República ejerza un control
decisivo y permanente, en cuanto a su dirección y administración se refiere, si su cuantía excede de 70.001
Unidades Tributarias (Aparte 24 del Art. 5 LOTSJ); las demás atribuciones de competencia se encuentran
distribuidas entre los demás órganos jurisdiccionales que integran la jurisdicción contencioso-administrativa,
por vía de jurisprudencia.
Ahora bien, en relación con la cuantía exigida para acceder a los órganos de la jurisdicción
contencioso-administrativa, la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia Nº
1.315 de fecha 7 de septiembre 2004, Exp. Nº 2004-805, caso: Alejandro Ortega Ortega vs. Banco Industrial
de Venezuela, C.A., señaló lo siguiente:
“…En este sentido, y atendiendo a que en el presente caso debe dilucidarse a qué
tribunal (civil o contencioso-administrativo) le corresponde conocer de la estimación e
intimación de honorarios propuesta, considera la Sala necesario reiterar lo establecido en
la sentencia Nº 1.209 publicada el 2 de septiembre de 2004, en Ponencia Conjunta, que
delimitó el alcance de los numerales 24 y 25 del referido artículo 5 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, estableciendo la
competencia por la cuantía de los Tribunales que conforman la jurisdicción contencioso
administrativa, precisando que:
‘…1. Los Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo Regionales,
conocerán de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la
República, los Estados, o los Municipios, ejerzan un control decisivo y permanente,
Ahora bien, el numeral 6º del artículo 266 de la Constitución de la República, dispone que son
atribuciones del Tribunal Supremo de Justicia: “Conocer de los recursos de interpretación sobre el contenido
y alcance de los textos legales, en los términos contemplados en la ley”, igualmente señala que dicha
atribución será ejercida por las diversas Salas conforme a lo previsto en la Constitución y la ley.
Así, puede inferirse del citado precepto constitucional, que al no indicarse específicamente a cuál de
las Salas corresponde conocer sobre el recurso de interpretación de textos legales, la intención del
constituyente fue ampliar el criterio atributivo adoptado por el legislador en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia (ordinal 24 del artículo 42, en concordancia con el artículo 43 eiusdem), que reservaba
la decisión a la Sala Político Administrativa.
Así, en el artículo 5, numeral 52 de la novísima Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
dispone lo siguiente:
Artículo 5. “Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia como más alto
Tribunal de la República:
(…Omissis…)
52. Conocer del recurso de interpretación y resolver las consultas que se le formulen
acerca del alcance e inteligencia de los textos legales, en los casos previstos en la ley,
siempre que dicho conocimiento no signifique una sustitución del mecanismo, medio o
recurso previsto en la ley para dirimir la situación si la hubiere.
(…Omissis…)
El Tribunal conocerá en Sala Plena lo asuntos a que se refiere este artículo en sus
numerales 1 al 2. En Sala Constitucional los asuntos previstos en los numerales 3 al 23.
En Sala Político Administrativa los asuntos previstos en los numerales 24 al 37. En Sala
de Casación Penal los asuntos previstos en los numerales 38 al 40. En Sala de Casación
Civil el asunto previsto en los numerales 41 al 42. En Sala de Casación Social los
asuntos previstos en los numerales 43 y 44. En Sala Electoral los asuntos previstos en
los numerales 45 y 46. En los casos previstos en los numerales 47 al 52 su
conocimiento corresponderá a la Sala afín con la materia debatida.”. (Negrillas
nuestras).
En efecto, como quiera que la creación de las nuevas Salas es reveladora del ánimo de especializar
sus funciones con respecto a las áreas que constituyen su ámbito de competencia, debe entenderse que la
intención del constituyente es que dicho mecanismo, dirigido a resolver las consultas que se formulen
acerca del alcance e inteligencia de los textos legales, lo conozca y resuelva la Sala cuya competencia sea
afín con la materia del caso concreto.
En este sentido, la vigente Constitución establece en su artículo 262 lo siguiente:
Artículo 262. “El Tribunal Supremo de Justicia funcionará en Sala Plena y en Sala
Constitucional, Político-Administrativa, Electoral, de Casación Civil, de Casación Penal y
de Casación Social, cuyas integraciones y competencias serán determinadas por su ley
orgánica.
La Sala Social comprenderá lo referente a la casación agraria, laboral y de menores.”.
Precisada la competencia de las Salas que conforman el Tribunal Supremo de Justicia, conforme a
la materia afín, y visto que para la admisión del recurso de interpretación de norma legal no existe un
dispositivo legal que establezca un procedimiento especial, la Sala Político Administrativa en sentencia Nº
708 del 22 de mayo de 2002, Exp. Nº 01-0722, caso: Gualberto José Rivero González, Luís Adolfo
Hernández Pinto y otros contra el Artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal,
siguiendo los lineamientos establecidos por la Sala Constitucional en cuanto a los requisitos exigidos para la
admisión del recurso de interpretación constitucional, y con el fin de preservar la uniformidad de la
interpretación de las leyes y la jurisprudencia, estableció que los requisitos para la admisibilidad del referido
recurso son los siguientes:
“…En tal sentido, considera la Sala pertinente señalar que la Sala Constitucional de esta
Máximo Tribunal ha establecido de manera reiterada los requisitos de admisibilidad del
recurso de interpretación de la Constitución, (véase -entre otras- sentencia Nº 1.077 del
22 de septiembre de 2000 y sentencia Nº 1.415 del 11 de noviembre de 2000). En
efecto, concretamente se requiere para la admisión del recurso de interpretación de la
Constitución cumplir con los siguientes extremos:
‘1.- Legitimación para recurrir. En cuanto a la legitimación exigida para el ejercicio del
recurso de interpretación constitucional, esta Sala reafirma el criterio que sostuvo en
la decisión N° 1077/2000 de exigir la conexión con un caso concreto para poder
determinar, por un lado, la legitimidad del recurrente y, por otro, verificar la existencia
de una duda razonable que justifique el movimiento del aparato jurisdiccional en la
resolución del mismo.
(…Omissis…)
2.- Precisión en cuanto al motivo de la acción. La petición de interpretación puede
resultar inadmisible, si ella no expresa con precisión en qué consiste la oscuridad o
ambigüedad de las disposiciones, o la contradicción entre las normas del texto
constitucional, o si la duda planteada no responde a los fines del recurso o que el
asunto no revista ya interés.
Municipio Los Guayos del Estado Carabobo, y para el ejercicio de la función de control
sobre el ejecutivo municipal que le atribuye la Ley Orgánica de Régimen Municipal,
requieren que se resuelva sobre el ‘espíritu, alcance, sentido e inteligencia del contenido
del artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, en virtud de la
laguna legal existente en cuanto a la normativa aplicable para la interpretación de dicho
artículo, todo ello a los fines de que se determine la obligatoriedad o no de la
presentación de la Memoria y Cuenta por parte de los Alcaldes’.
La interpretación solicitada, se circunscribe a la norma contenida en el artículo 74 ordinal
12 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, la cual no tiene rango constitucional y
ostenta el carácter de “ley orgánica” dentro del ámbito municipal.
En el escrito contentivo del recurso, los solicitantes han expresado en qué consiste la
incertidumbre respecto de la interpretación del artículo 74 ordinal 12 de la Ley Orgánica
de Régimen Municipal, por cuanto no existe en la actualidad un ‘criterio exacto en cuanto
a la interpretación alcance e inteligencia de dicha norma” a los fines de determinar “la
obligatoriedad o no de la presentación de la Memoria y Cuenta por parte de los Alcaldes
(...) dada las posiciones encontradas de los juristas nacionales, al no existir.’.
Además, la Sala no se ha pronunciado en anterioridad oportunidad sobre lo solicitado, no
se han interpuesto acciones incompatibles o excluyentes, como tampoco, se han
formulado peticiones contradictorias.
En consecuencia, visto que no existe causal alguna que impida la admisión del recurso
de interpretación legal, esta Sala lo admite y así se declara…”.
En relación con el recurso de reclamo por la prestación de servicios públicos, la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo, en la misma sentencia señaló que la legitimación activa corresponde a
“cualquier ciudadano que demuestre, aun un simple interés” (Art. 26 Constitucional); y además, a la
Defensoría del Pueblo conforme con el artículo 281,2º de la Constitución de la República, el cual dispone
que es atribución del Defensor del Pueblo:
Artículo 281. “Son atribuciones del Defensor o Defensora del Pueblo:
(…Omissis…)
2. Velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos, amparar y proteger los
derechos e intereses legítimos, colectivos o difusos de las personas, contra las
arbitrariedades, desviaciones de poder y errores cometidos en la prestación de los
mismos, interponiendo cuando fuere procedente las acciones necesarias para exigir al
Estado el resarcimiento a las personas de los daños y perjuicios que les sean
ocasionados con motivo del funcionamiento de los servicios públicos”
Por otra parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia Nº 1.556, de
fecha 8 de diciembre de 2000, Exp. Nº 00-1.339, caso: Gilda Giamundo contra Puertos del Litoral Central
P.L.C., S.A., señaló que ante la ausencia de mecanismos inmediatos para la reclamación de los servicios
públicos prestados mediante concesión, la acción de amparo constitucional puede fungir como
instrumento idóneo para tales fines en casos de concesiones, para controlar la protección de los
servicios públicos, procurando su correcto funcionamiento, la erradicación de la arbitrariedad, o la
desviaciones de poder, señalando que “lo ideal es que muchas de estas fallas se ventilen mediante un
contencioso de los servicios públicos.”.
“…En materia de servicios públicos, como en el caso de autos, nacen derechos
derivados de la concesión, de su contexto, los cuales se incumplen y no fundamentan
una acción de amparo constitucional, pero cuando el abuso de esos derechos vacía el
contenido de un derecho humano fundamental o un derecho o garantía constitucional,
haciéndolo nugatorio, se está ante una violación directa de la Constitución, que da lugar
al amparo, y que con relación a la prestación masiva de servicios públicos, permite un
amparo protector de derechos o intereses difusos o colectivos, que incluso puede ser
interpuesto por la Defensoría del Pueblo. Ello sin perjuicio de otras acciones mediante
las cuales la participación ciudadana, directa, o indirectamente mediante la Defensoría
del Pueblo, controle la protección de los servicios públicos, procurando su correcto
funcionamiento, la erradicación de la arbitrariedad, las desviaciones de poder, etc.
Lo ideal es que muchas de estas fallas se ventilen mediante un contencioso de los
servicios públicos; pero otras tendrán abierta la vía del amparo constitucional, ya que las
transgresiones realizadas por los prestadores de servicios, son contrarias a derechos y
garantías constitucionales, y se hace necesario evitar un daño irreparable a la situación
jurídica de las personas (a veces miles), perjudicadas por el servicio defectuoso o
arbitrario…”.
Autor:
Carlos Rafael Pérez Marchan
Enviado por:
Luis
luis_bustos@hotmail.es