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Resumen
Luego de conocerse la invasión francesa a España ocurrida a principios de 1808,
las poblaciones hispanoamericanas reaccionaron unánimemente en defensa de
su rey Fernando VII. Lo sucedido a continuación, entre 1808 y 1810, desató las
contradicciones internas del sistema colonial. En este artículo abordo el caso de
Arequipa durante aquel contexto, en particular la reacción de su Cabildo. Esta
se debe entender en relación con lo acontecido en las ciudades vecinas —Cuzco,
Puno, La Paz, Potosí— y en los centros de poder político —Lima, Chuquisaca,
Buenos Aires—. Así, sostengo que el fidelismo arequipeño mostrado por el
Cabildo fue una estrategia para ganar autonomía y defender los intereses de su
élite en la región, al mismo tiempo que se evitaba despertar conflictos al interior
de la sociedad local. En aquel bienio, una serie de posibilidades aparecieron y
cada sociedad encabezada por sus grupos dirigentes, optó por su propio destino.
Palabras clave: Arequipa; Cabildo colonial; fidelismo; José Manuel de
Goyeneche y Barreda; bienio 1808-1810
Abstract
The Spanish-American colonies reacted in defense of King Ferdinand VII
during the French invasion of Spain in 1808. The events that followed in
1808-1810 exposed the contradictions within the colonial system. In this paper
https://doi.org/10.18800/historica.201701.003
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I assess Arequipa’s reaction in this context particularly its Cabildo, which must be
understood in connection with the events in neighboring cities—Cuzco, Puno,
La Paz, and Potosí—and in the centers of political power—Lima, Chuquisaca,
and Buenos Aires. I argue that the loyalism of Arequipa’s population was a strategy
to gain autonomy and defend its regional interests while avoiding conflict at the
local level. An array of possibilities emerged in that period, as a result of which
Spanish-American societies, led by their ruling circles, decided their future.
Keywords: Arequipa; Colonial Cabildo; Spanish-American Loyalism; José
Manuel de Goyeneche y Barreda; biennium 1808-1810
1
Chalco 1991 y 1993.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 83
2
Aunque se ha atribuido dicho postulado a los trabajos de François-Xavier Guerra y
Jaime Rodríguez O., tales hipótesis eran planteadas ya durante el siglo XIX en el libro
pionero de Vicuña Mackenna (1971) y, a nivel local, por Cúneo Vidal (1978).
3
Utilizo esta denominación porque describe con precisión esta etapa que articula las
reacciones producidas durante la crisis, algunas obviamente fidelistas y otras tantas
imprevisibles que desconcertaron a los actores de la época (Chust 2007).
4
El fidelismo arequipeño fue atribuido a la presencia dominante de españoles, a su
distanciamiento con las ideas revolucionarias de la Ilustración, a la falta de conciencia polí-
tica entre los sectores populares y a la fortaleza de la Iglesia católica; estos factores evitaron
conflictos entre los distintos sectores de la sociedad. Dicha imagen la encontramos en
estudios como Zegarra 1973: 57-60; Cúneo Vidal 1978: 273-277, 282-291; Bermejo
1960: 355-416; y Rojas 2008. Según Rojas Ingunza, en la «sosegada» Arequipa «no se
habían oído voces discordantes con la línea y temática política colonial» hasta 1814,
cuando aparece Mariano José de Arce (2008: 156). Como bien demostró Chambers
(2003: 25-53), estos argumentos son parte más de un mito que de una realidad.
5
«Expediente que trata de las providencias que en este Ylustre Cavildo ha dado con
motivo de las ocurrencias de la ciudad de la Paz», Archivo de la Secretaria de la Muni-
cipalidad Provincial de Arequipa [en adelante ASMPA], Legajo 1809-4.
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el cabildo de arequipa
Desde su fundación, en 1540, Arequipa contó con Cabildo para su
gobierno. Sus miembros debían ser vecinos afincados con casa abierta y
poblada, y los cargos se ejercían durante un año.6 Estaba compuesto por
dos alcaldes ordinarios de vecinos (o de primer voto) y de ciudadanos
(o de segundo voto), y según su origen existían tres tipos de regidores:
perpetuos (cargos comprados), natos (contadores, tesoreros, básicamente
funcionarios reales nombrados) y electivos.7 Su número estaba deter-
minado por la cantidad de la población, siendo doce —número que le
correspondía al Cabildo de Arequipa— su máximo legal.
En el siglo XVIII, el intendente Antonio Álvarez y Jiménez (1785-
1796) reorganizó el Cabildo arequipeño y concedió nuevas rentas y
funciones acordes con la Real Ordenanza de Intendentes (1782). Uno de
sus objetivos era hacer más atractiva la labor municipal y lograr vender los
asientos de regidores que desde hacía mucho estaban vacantes. De doce
sillas disponibles para regidores, siete estaban ocupadas. Para conseguirlo
debía obtener nuevos títulos para la ciudad y prerrogativas para quienes
conformaban el Cabildo. La historia les había enseñado que la plata
americana compraba favores y privilegios en la metrópoli; por lo tanto,
fortalecer económicamente al Cabildo era el camino para su renacimiento.8
6
Sobre la legislación de las funciones, privilegios y demás asuntos tocantes a los cabildos
véase Recopilación de leyes de los reinos de las Indias 1681: Libro IV, Título IX, y Libro V.
7
Los cargos electivos eran: alcaldes de primer y segundo voto, asesor del Cabildo,
síndico procurador, alcalde de aguas y portero. Las elecciones al principio se llevaban a
cabo el primer día del año y, a fines del siglo XVI, se trasladó al último día del año.
8
Un caso ejemplar fue el del Cabildo limeño, el cual consiguió nuevos privilegios conce-
didos por Carlos IV tras los donativos que entregó en 1802 y 1805 (Peralta Ruiz 2002:
105-142).
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 85
9
Fisher 1981: 209 y ss.
10
Fisher 1981: 206-208; y Wibel 1975: 198-231.
11
Véase Fisher 1968a; la Relación de gobierno de Salamanca que se cita a lo largo de este
artículo puede consultarse en Fisher 1968b.
12
Sobre el arribo de estas noticias al Perú, véase Peralta Ruiz 2010: 89-113.
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Los cinco vecinos que forman el respeto y modelo de buen exemplo y bienes
de la Ciudad acompañados del Asesor de la Yntendencia se me presentaron
pidiendo rendidamente, suplicar a V. M. relevase a este Xefe que hace
catorce años que los oprime sin ver ni tratar a nadie rodeado de asperezas de
educación y de mal trato pues hay ocasiones en que su fibra ardiente nada
disimula y sale de los límites que su carácter de Juez le precribe.15
13
Fisher 1981: 213.
14
Fisher 1968a: XI-XVI.
15
Herreros de Tejada 1923: 456.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 87
16
Wibel 1975: 507-508; véase la nota 3.
88 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
17
Sobre la genealogía de los alcaldes de Arequipa y los vínculos familiares entre ellos,
véase Martínez 1946.
18
En 1805, el virrey Avilés escribió al Cabildo indicando que, a pedido del rey, se
presenten cuatro candidatos para obtener títulos de Castilla; el Cabildo acordó presentar
a Flores del Campo, quien era regidor desde 1779, a Ramírez Zegarra, regidor desde
1767, y a Rivero y Benavente, regidor desde 1765; además, también presentó al coronel
José Menaut, al teniente coronel Juan Manuel de Bustamante, a Bernardo Gamio y al
teniente Mariano González de Bustamante, todos ellos importantes hacendados arequi-
peños. Sesiones del 28 de noviembre y 12 de diciembre de 1805, Biblioteca Municipal
de Arequipa [en adelante BMA], Libro de Actas del Cabildo [en adelante LAC], n.° 26.
19
Título de Regidor Perpetuo a favor de Mariano de Ureta y Rivero, BMA, Libro de
Tomas de Razón, n.° 3.
20
Manuel José de Rivero y Araníbar, primo de Rivero y Benavente y tío de Ureta y
Rivero, se casó en 1810 con Josefa Abril y Olazábal. Sobre las relaciones endogámicas
de la élite arequipeña, véase Wibel 1975: 480-494.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 89
21
Fernando García González no suele figurar entre los firmantes de las sesiones del
Cabildo, aunque aparece casi siempre durante las elecciones a fin de año.
22
Gallagher 1978: 242-244. Además, Wibel señala que los burócratas criollos se sentían
desplazados jerárquicamente por los peninsulares y por otros criollos con capacidad para
comprar cargos públicos; así lo demuestran las rivalidades por el cargo de subdelegado
y los conflictos entre estos y los intendentes (Wibel 1975: 161-197).
23
Este sector intermedio estaba compuesto por ilustrados católicos, uno de ellos fue
Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, quien luego de estudiar en Europa retornó a
América donde, como Hipólito Unánue, desempeñó diferentes cargos públicos.
24
Uno de los mecanismos que usó Pío para evitar la dispersión de la propiedad fue su
matrimonio con su sobrina Joaquina, hija de su hermana Petronila y de Manuel Flores
del Campo, en 1809. Por otro lado, tras la invasión de las tropas de José Castelli al Alto
Perú, el virrey Abascal acusó al intendente de La Paz, Domingo Tristán de no haberlas
enfrentado. En sus memorias, Rufino Echenique menciona que su primo Goyeneche
y Barreda y su hermano Pío, «para cohonestar su falta», lo restablecieron en su puesto
(Echenique 1952: 1-3, 343). En 1815, el capitán de milicias de Arequipa y Arica, Juan
Agustín Lira, afirmó que encontró en Majes a Domingo, quien junto a los pobladores
del lugar «eran adictos a nuestra suspirada Independencia» (Lira 1834).
25
Wibel 1975: 232-268.
90 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
26
Fisher menciona una carta del Cabildo de Arequipa de 1809, en la cual sus miembros
se quejaban del intendente Salamanca y, señalando que no lo habían hecho antes por
considerarlo uno de los favoritos de Manuel Godoy, lo acusaron de mantener conflictos
contra Domingo Tristán por no apoyarlo en su proyecto de ser elegido diputado por
Arequipa (Fisher 1968a: XIV-XV).
27
Sesión del 17 de octubre 1808, BMA, LAC, n.° 26.
28
Sesión del 1 de junio de 1807, BMA, LAC, n.° 26.
29
Sesiones de abril a julio de 1806, BMA, LAC, n.° 26.
30
Noticia de la abdicación de Carlos IV, sesión del 12 de septiembre de 1808, BMA,
LAC, n.° 26; y Noticia de la llegada de Goyeneche a Arequipa, sesión del 7 de noviembre
de 1808, BMA, LAC, n.° 26.
31
Este comportamiento cohesionador entre la élite arequipeña, especialmente entre
quienes controlaban el Cabildo, se puede notar también en la denominada «rebelión de
los pasquines», que tuvo lugar a inicios de 1780. Dice Wibel: «despite creole r esentment
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 91
el bienio trascendental
El año de 1808 es considerado por la historiografía hispanoamericana
como el inicio la crisis de la monarquía española. Su primera fase
comprende de 1808 a 1810, momento trascendental para el fortaleci-
miento del sector liberal español y la construcción de una monarquía
constitucional. Además, aunque la reacción colonial frente a estos
eventos fue de un fidelismo aparentemente unánime en defensa de la
monarquía borbónica encabezada por Fernando VII, este sirvió a los
diversos actores políticos americanos para defender sus propios proyectos
políticos autonomistas en la América española.32 Entonces, son dos los
temas que sobresalen y caracterizan al bienio trascendental: la difusión y
el uso de las noticias, y el ambiente sociopolítico de la América española,
especialmente tenso por el anterior afán reformista borbónico.
Sobre el virreinato peruano, Víctor Peralta Ruiz señala que esta
coyuntura marca el inicio de un periodo de incertidumbre, caracterizado
toward peninsular merchants and officials, both groups were well aware of the advantages
of joining forces to place the blame for Arequipa’s rioting on Pando [...], they understood
the necessity for unity in order to prevent exposure of the official corruption character-
istic of Semanat’s immediate circle or the tax evasion typical of the region’s landed and
mercantile élites» (1975: 47).
32
Dicha «aparente reacción fidelista» se podría explicar por ser las capitales de virreinatos,
las sedes de reales audiencias y las capitanías generales, los espacios que se han estudiado
con mayor detalle; además, se debe considerar que como base informativa se ha usado
principalmente la documentación producida por oficiales reales.
92 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
33
Peralta Ruiz 2007: 139.
34
Ciertamente, Peralta Ruiz sobreestima el papel de la propaganda fidelista en el proceso
de politización (el cual podemos rastrear desde la instalación de las intendencias y se
hace evidente en el aumento de las sesiones del Cabildo y las nuevas atribuciones que
estos recibieron) y desestima la situación tensa en el Surandino, previa a la crisis de la
monarquía y tras los levantamientos indígenas del siglo XVIII. No olvidemos que el Bajo
y el Alto Perú eran zonas militarizadas desde 1780, y evitar los sobresaltos que condujeran
a rebeliones no solo era responsabilidad de los intendentes, sino también de los cabildos
y toda autoridad local. Es frecuente hallar en los documentos las advertencias para evitar
las innovaciones que pudiesen generar malestar.
35
Chust 2007: 23-27.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 93
36
Lynch 2008: 9-43.
37
Chiaramonte 2004: 177-178.
94 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
es importante confrontar las tres fases propuestas por Chust con la
realidad local y regional arequipeña.
38
Sesiones del 12 y 30 de septiembre de 1808, BMA, LAC, n.° 26. «Proclama dirigida
por el Ylustre Cavildo Justicia y Regimiento de Arequipa al vesindario y havitantes de
esta Ciudad; con motivo de la Proclamación del Señor D. Fernando VII Rey de España
y de las Yndias», BMA, LAC, n.º 26, ff. 134-135.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 95
45
Según Manuel de Mendiburu, el clima arequipeño cayó bien al anciano exvirrey (1874-
1890, I: 412-427); sin embargo, en la carta que escribió Avilés al Cabildo de Arequipa,
en octubre de 1809, señaló que su estancia se debió a las circunstancias adversas para
emprender viaje a España, pues los mares estaban poblados de navíos ingleses. Agregó
en dicha carta que su presencia fue siempre temporal y que su edad y salud le impedían
desempeñar labores políticas, a pesar de que Abascal le había pedido hacerse cargo de
la intendencia arequipeña (Expediente sobre la partida de Avilés de Arequipa, ASMPA,
Legajo 1809-4).
46
Los miembros de la junta consideraron que este hecho «trae consigo un carácter de
inverosimilitud, que si solo por esta desorganizada noticia se le reconociese por Gefe
de este Virreynato, se cometería el maior desacato contra las Leyes constitucionales de
Nuestro Govierno», pues era la Audiencia de Buenos Aires quien debía reconocer los
sellos reales de tal nombramiento («Expediente que trata de las providencias», ASMPA,
Legajo 1809-4, ff. 90-93).
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 97
47
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 90.
48
Ib.
49
Sesión del 11 de agosto de 1807, BMA, LAC, n.º 26.
50
Sesión del 31 de octubre de 1808, BMA, LAC, n.º 26.
51
Sesiones de noviembre y diciembre de 1808, BMA, LAC, n.º 26.
52
Abascal 1944: 5-7.
98 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
53
Sesión del 10 de enero de 1809, BMA, LAC, n.° 26. El intendente Salamanca comunicó
al Cabildo que el brigadier Goyeneche quiso agradecer personalmente el recibimiento y
que «en qualesquiera parte donde se halle recordará con cariño su memoria, la de toda
su Patria, y que practicará en su favor cumpliendo con los deberes que contrajo al nacer
quanto le sea posible y dependa de su arvitrio». El Cabildo, por su parte, pidió al inten-
dente comunicarle a Goyeneche que Arequipa se honraba de que este fuese hijo suyo.
54
Manuel Fernández de Arredondo llegó junto con Avilés. Era sobrino del regente de la
Real Audiencia de Lima, Manuel Antonio de Arredondo y Pellegrin. En Arequipa se casó
con Josefa Barreda Bustamante, prima del brigadier Goyeneche y Barreda, y se dedicó al
comercio. Antes de fallecer Avilés, en 1810, fue nombrado capitán de milicias de Arequipa
y cumplió un destacado papel en el Cabildo desde 1814 (Wibel 1975: 133-134).
55
Sesión del 30 de septiembre de 1808, BMA, LAC, n.° 26.
56
Sesión del 10 de noviembre de 1808, BMA, LAC, n.° 26.
57
Según Salamanca, desde el 8 de noviembre de 1808, se hicieron seis envíos de las arcas
de la intendencia; en la última, el 28 de junio de 1809, se entregaron 55.352 pesos y
1 1/2 reales. Agregó que se hicieron erogaciones posteriores que aumentaron esta cifra
(Fisher 1968b: 80-81).
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 99
58
Sesión del 10 de noviembre de 1808, BMA, LAC, n.° 26. Avilés no fue considerado
dentro de los donantes. En estos montos no se considera el ofrecimiento del intendente
de donar la mitad de su salario y que al parecer no fue efectuado. El 22 de noviembre
de 1808, el Cabildo eclesiástico entregó cuatro mil pesos y José García Santiago, nove-
cientos pesos (salario de un teniente coronel que pagaría mientras dure la prisión del rey).
El 10 de enero del año siguiente, Juan de Goyeneche ofreció tres mil pesos de donación.
Ciertamente, existía un espíritu competitivo en este asunto.
59
Sobre las festividades por la juramentación a Carlos IV, véase «Relación de las fiestas»
1974.
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60
«Proclama», BMA, LAC, n.º 26, ff. 134-135. Es importante advertir las ideas pactistas
en la proclama, tales como la relación entre el rey y el «pueblo». En este sentido, la
«Historia del Perú» es la de un reino distinto al resto que conforman la Nación española,
pero unida por el rey. Además, cuando se menciona que las noticias fueron transmitidas
por Goyeneche, se exalta su participación como comisionado de la Junta: «hermano
nuestro, nacido en vuestro suelo, que ha vevido con vosotros unas mismas aguas:
bien pronto oyreis de su voca el dulze asento del amor y fidelidad, y por ella al mismo
Fernando 7º». Peralta Ruiz señala que Arequipa fue la única ciudad que organizó fiestas
públicas tras la juramentación (2010: 105). Sobre las ceremonias, véase el texto titulado
«Descripción y papeles relativos a la solemne proclamación del Señor D. Fernando VII,
executada el día 3 de diciembre [sic] de 1808. Por la fidelísima ciudad de Arequipa en
el Reyno del Perú» en Nieto 1960.
61
Sesión del 7 de noviembre de 1808, BMA, LAC, n.° 26. Sobre los conflictos por el
ceremonial ver Gallagher 1978: 205-232.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 101
62
Sesión del 10 de enero de 1809, BMA, LAC, n.° 26.
63
Sesión del 1 de julio de 1809, BMA, LAC, n.° 26.
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64
Carta de Ramón Ballivián a Avilés, «Expediente que trata de las providencias», ASMPA,
Legajo 1809-4, ff. 2-4v.
65
Afirmaron que por que «su edad no lo permite para tan pronta Expedicion; pero ambos
cavildos y todos los asistentes a una voz aclamaron y suplicaron a tan digno Gefe que
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 103
en el interin esta al mando de las tropas el Señor Governador se haga cargo de ambos
goviernos Político y Militar atendiendo a las circunstancias que nos rodean, y este Señor
en fuerza de sus deseos de servir en todo, y siempre a la Patria aceptó el cargo» (Acta
de la sesión del Cabildo abierto del 3 de agosto de 1809, «Expediente que trata de las
providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 9v-10r).
66
Fisher 1968a: XI-XII.
67
Al parecer, existían diferencias entre el intendente Salamanca y Pereyra, quien se resistió
a ir a la Casa de Gobierno para despachar los asuntos judiciales y decidió atenderlos
desde su casa, lo que motivó un pedido de Salamanca, en 1811, para que el Consejo de
Regencia se pronuncie al respecto. Este finalmente ordenó al teniente asesor concurrir a
la Casa de Gobierno para cumplir sus funciones (Fisher 1968b: 27-29). Además, según
Goyeneche y Barreda, Pereyra participó del pedido que hicieron otros cinco vecinos para
cambiar al intendente (Herreros de Tejada 1923: 456).
68
Para lograrlo, dijo que acabó con los procesos judiciales más «ruidosos» que venían
del gobierno anterior y que tenían lugar en otros partidos (Fisher 1968b: 16-35).
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69
Fisher 1968b: 33.
70
Acta de la sesión del Cabildo abierto del 3 de agosto de 1809, «Expediente que trata
de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 10.
71
Durante los meses de junio y julio, los temas tratados por el Cabildo eran ajenos a la
situación de Charcas; véanse sesiones de junio y julio del 1809, BMA, LAC, n.° 26.
72
Oficio del Cabildo de Arequipa al de La Paz del 3 de agosto de 1809, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 12-13.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 105
que en La Paz no existe «la libertad necesaria para pedir los auxilios que
prebienen las Leyes en casos como los que se han retratado»,73 por lo
que dispusieron prestar los necesarios una vez conocidos en detalle los
acontecimientos.
Por su parte, el Cabildo de La Paz conocía las inquietudes que
despertarían los sucesos del 16 de julio y, luego de establecida la junta y
decretado todo lo concerniente al gobierno de la ciudad, acordó enviar
representantes y oficios a todas las ciudades que se encontraban en el
trayecto del Correo Real hacia Buenos Aires y a las capitales de inten-
dencia del Bajo Perú.
El primer oficio dirigido al Cabildo de Arequipa se envió el 30 de julio
y se recibió el 6 de agosto. Salamanca lo leyó el día siguiente y ordenó
a su secretario, Juan Manuel de Bracamonte, sacar una copia para su
archivo y otra para remitirla a Abascal. Adjunta a dicha representación
llegaron escritos sobre los motivos de la formación de la Junta Tuitiva.
El Cabildo paceño prometió enviar toda la información necesaria para
demostrar que su único objetivo era defender los derechos del secuestrado
rey Fernando VII y precaver que Arequipa sea seducida, «de palabra o
por escrito», contra las ideas que sostiene La Paz.74
Los primeros documentos enviados por el Cabildo paceño fueron la
correspondencia reservada entre el virrey del Río de la Plata, Santiago
Liniers, el intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, y el intendente
interino de La Paz, Tadeo Fernández Dávila, fechados entre junio y julio
de 1809.75 En ellos aconsejaban al intendente de La Paz mantenerse
atento tras los sucesos del 25 de mayo en La Plata. Sanz le envió copia de
las órdenes militares que recibió de Liniers —quien le encargó el mando
de las tropas reunidas en Potosí— a Fernández Dávila y le pidió que lo
mantenga informado ante cualquier eventualidad que altere el orden en
su ciudad. Obviamente, esta información provista por el secretario de
la intendencia paceña preocupó a los miembros del Cabildo de La Paz,
73
Ib.
74
Oficio del Cabildo de La Paz al de Arequipa del 30 de julio de 1809, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 20-22.
75
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 17-18.
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76
Acta de la sesión del 8 de agosto de 1809, «Expediente que trata de las providencias»,
ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 23-24.
77
Oficio del Cabildo de Arequipa al de La Paz, 8 de agosto de 1809, «Expediente que
trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 25.
78
Acta de la sesión del 8 de agosto de 1809, «Expediente que trata de las providencias»,
ASMPA, Legajo 1809-4, f. 23v.
79
Ib., ff. 23v-24r.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 107
80
Ib., f. 23v.
81
Romero menciona que el comportamiento de Químper era más político, astuto y
cauteloso, diferente a quienes como el subdelegado de Chucuito, Tadeo Gárate, pretendían
impedir el ingreso de rebeldes e información provenientes de La Paz (1978: 197).
82
Oficio de Francisco Xavier Cornejo al Cabildo de Arequipa del 22 de agosto de 1809,
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 127.
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soldados durante treinta días y ponerse al servicio junto con sus hijos.
Estas muestras de desprendimiento consiguieron que acordasen reunirse
al día siguiente para que «cada vecino concurra a ofrecer por papel, o
como le paresca lo que tenga por conveniente por via de donativo».83
Propuestas como la de Ballivián eran comunes en momentos como
estos. Había quienes hacían donativos en dinero o pagaban el salario de
una cantidad determinada de soldados; otros, en cambio, colocaban al
servicio de la causa sus personas y las de sus hijos, incluyendo su salario
y mantenimiento. Pero también buscaban algún tipo de rédito en estos
actos. Como agregó Ballivián, los gastos que se hiciesen podrían ser
recuperados tras la victoria con la venta de los bienes y el control de las
rentas de los insurgentes.
El 4 de agosto se llevó a cabo la sesión que trató sobre los donati-
vos.84 La élite arequipeña ofreció alrededor de 7056 pesos durante esta
sesión, sin contar lo ofrecido por Avilés, el intendente y los costos de
los servicios personales —sobresalía el ofrecimiento de Goyeneche y
Barreda de pagar los gastos de veintiséis soldados encabezados por su
hijo Juan Mariano—. Comparativamente, el apoyo económico ante
este acontecimiento fue mayor a los mostrados entre 1799 y 1808,
aunque se debe advertir que casi todos los donantes dijeron que las
erogaciones serían entregadas cuando se verifique la partida del ejército.
No he podido establecer si estos ofrecimientos se cumplieron, pero en
la Minerva Peruana se informó que los donativos hechos por Arequipa
para auxiliar a La Paz ascendieron a 26.710 pesos y 5 reales, mientras
que lo recaudado para apoyar a la Península, hasta el 16 de noviembre
de 1809, fue de 54.318 pesos y 7 reales, sin contar los 2551 pesos y
83
Acta de la sesión del Cabildo abierto del 3 de agosto de 1809, «Expediente que trata
de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 13.
84
En la misma sesión se decidió que se comunicaría al virrey Abascal todo lo acordado
y se sometería a su parecer lo resuelto, «pues todo lo obrado es solo con el obgeto de
que las cosas estén preparadas para aprovechar los instantes, y obrar sin demora si es
presiso, y se resuelve el auxilio» (Acta de la sesión del 4 de agosto de 1809, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 14-16).
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 109
85
Minerva Peruana, 17 de mayo de 1810; esta cifra es similar a la que da el intendente
Salamanca (Fisher 1968b: 78-81).
86
Sesión del 22 de septiembre de 1809, BMA, LAC, n.° 26.
87
Ib.
88
Copia del oficio del Cabildo de Arequipa al virrey Abascal del 6 de octubre de 1809,
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 149-150.
110 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
92
Hamnett 2000: 14-16.
93
De 1800 a 1808 el promedio oscila en 2,4 sesiones mensuales, y de 1809 a 1812
sesionaron en promedio cuatro veces mensuales.
112 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
94
Expediente sobre la partida de Avilés de Arequipa ASMPA, Legajo 1809-4. La respuesta
de Abascal es del 27 de noviembre.
95
Oficio de José Manuel de Goyeneche y Barreda al intendente y al Cabildo de Arequipa,
9 de diciembre de 1809, «Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo
1809-4, f. 207.
96
Sesión del 20 de diciembre de 1809, BMA, LAC, n.° 26.
97
Ib.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 113
El trato que los vecinos dieron a sus milicias contrasta con el dado a un
regimiento real proveniente de Lima. Días antes, el intendente informó
de su llegada «para reclutar gente»; la ciudad debía darles alojamiento y
cuartel.98 Poco después, el comandante de infantería se quejó porque los
trescientos hombres encargados de la guarnición de la ciudad no tenían
el espacio adecuado en el lugar que se les había destinado.99 El Cabildo
acordó pedir al gobernador eclesiástico el edificio del colegio de los
expulsados jesuitas y, a cambio, le entregaría el tambo donde estaban
las tropas para que aproveche sus rentas.100 Sin embargo, el gobernador
se negó a proporcionar el local y protestó ante Abascal por el «despojo
que dice haversele hecho de uno de los principales departamentos de la
Casa de Misedicordia para que lo ocupe un troso de la tropa».101 Recién
el 22 de febrero de 1810 alcanzaron un acuerdo y el gobernador ecle-
siástico aceptó prestar las piezas del palacio del Buen Retiro, ubicada en
los límites de la ciudad, para las tropas triunfantes que llegaron del Alto
Perú.102 El primer contingente al mando de Tristán y Moscoso arribó a
finales de diciembre, pero el Ayuntamiento esperó la presencia de toda
la tropa para cumplir con la celebración.
Entretanto, el 31 de diciembre de 1809, se eligieron nuevas autori-
dades municipales. Increíblemente en dicho proceso no se eligió alcalde
de primer voto, sino que de manera automática el cargo recayó en Tristán
y Moscoso, quien, al día siguiente, juramentó. Al parecer, fue un acuerdo
interno entre los electores y el intendente, ya que no figura ninguna
referencia ni documento que indique por qué Tristán y Moscoso juró
como alcalde sin haber sido elegido. Ni siquiera durante el gobierno de
Álvarez y Jiménez, cuando funcionó un mecanismo bienal para elegir
alcaldes, se obvió la elección. En todo caso, esto confirma la influencia
que Tristán y Moscoso ganó dentro del Cabildo.
98
Sesión del 18 de diciembre de 1809, BMA, LAC, n.º 26.
99
Oficio del Comandante Felipe de Olazábal al Cabildo de Arequipa del 28 de diciembre
de 1809, ASMPA, Legajo 1809-4.
100
Sesión del 30 de diciembre de 1809, BMA, LAC, n.º 26.
101
Sesión del 10 de marzo de 1810, BMA, LAC, n.º 26.
102
Sesión del 22 de febrero de 1810, BMA, LAC, n.º 26.
114 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
103
Oficio de Salamanca al Cabildo de Arequipa del 26 de febrero de 1810, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 214.
104
Oficio de Salamanca al Cabildo de Arequipa del 8 de marzo de 1810, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 222.
105
Oficio del virrey Abascal al Cabildo de Arequipa del 22 de marzo de 1810, «Expe-
diente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 224.
106
Copia del oficio del Cabildo de Arequipa a Domingo Tristán del 9 de abril de 1810,
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 225.
107
Copia del oficio del Cabildo de Arequipa a Mateo de Cossío del 13 de abril de 1810,
«Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 225v.
108
Copia del oficio del Cabildo de Arequipa a Felipe de Olazával del 13 de abril de
1810, «Expediente que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, f. 226.
109
Copia del oficio de Martín de Garay, fechado en el Real Alcázar de Sevilla del 31 de
julio de 1809, recibido por el Cabildo de Arequipa en marzo de 1810, «Expediente que
trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 218-221.
110
Sobre la posición política del obispo La Encina en esta coyuntura, véase Carrión
Ordoñez 1969-1971; Bermejo 1960; y Gallagher 1978: 233-258.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 115
marginal en un principio. Solo tras los informes del avance de las tropas
porteñas y las luchas en Córdoba y Tucumán, volvieron a alterar la
frecuencia en las sesiones y los acuerdos del Cabildo.111 Una vez más,
el Alto Perú estaba en conflicto y, con este, los intereses económicos,
sociales y políticos de la ciudad.
En la sesión del 12 de julio de 1810, Salamanca informó haber reci-
bido un oficio del intendente de Cochabamba en el que le comunicaba
lo sucedido en mayo en Buenos Aires y se sujetaba a la autoridad del
virrey peruano. En la misma sesión, el intendente advirtió lo siguiente:
Esta medida fue aprobada por el Cabildo. Pero una vez conocido el
arresto del virrey rioplatense, del obispo y del gobernador de Córdoba,
se decidió esperar antes que solicitar información u organizar los auxilios
tal como lo hicieron en 1809.113
Enterados los miembros del Cabildo arequipeño que el intendente
—siguiendo instrucciones del virrey Abascal— ordenó que quinientos
soldados arequipeños fuesen enviados a fortalecer los ejércitos reales
para que marchen en defensa de la Audiencia de Charcas, decidieron
responder que, según señalaban las Leyes de Indias, se debía acordar con
esta corporación el envío de sus tropas;114 sin embargo, conscientes de
la situación actual y conocedores de las órdenes del virrey, no podían
111
Sesión del 6 de septiembre de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
112
Sesión del 12 de julio de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
113
Acordaron «se espere para mejor demostrar los sentimientos de que se halla revestido
el Cuerpo, que siempre, quando el lance no sea instantáneamente urgente, esta pronto a
[agregado superior ‘esperar y’] ovedecer las ordenes» del virrey (Sesión del 6 de septiembre
de 1810, BMA, LAC, n.° 26).
114
Recopilación de leyes de los reinos de las Indias 1681: Libro III, Título IV, Ley III.
116 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
más que aceptarlas. De todas formas se advirtió que «el soldado es tan
necesario en la constitución actual como lo es el alimento más presiso
y de primera deducción»;115 en ese sentido, se temía la posibilidad de
ser atacados en alguno de los puertos inmediatos como Arica, Quilca o
alguna caleta. Asimismo, el Cabildo pidió se destine la mitad del contin-
gente para la defensa de la ciudad: «Que es lo mismo que desir ciento
porque han salido ciento y sincuenta por delante, y doscientos y sincuenta
a los partidos de los regimientos que incluye sin perder la atención que
encarga la Ley de quedar las armas y municiones necesaria».116 El cuerpo
municipal se hacía más reacio a facilitar tropas y armas sin antes asegurar
los precisos para su defensa. Esta posición se endureció al punto de negar
el envío de pertrechos al ejército de Goyeneche y Barreda,117 quien más
de una vez tuvo que escribir personalmente al Cabildo para solicitar
alimentos y demás productos para sus tropas.118
La convocatoria a Cortes también fue un tema soslayado por el
Cabildo. El 9 de agosto se recibieron las instrucciones para su elección y,
el 29 de mismo mes, se indica en el libro de actas que dicha elección no
se llevó a cabo por ausencia de sus miembros. Recién el 22 de septiembre
se procedió con la elección, pero ninguno de los candidatos aceptó su
denominación. No fue sino hasta diciembre de 1810 que, presionados
por el virrey, se eligió a Araníbar como diputado por Arequipa.119
Parecía que a los capitulares les preocupaba más la falta de acompa-
ñamiento durante el paseo del pendón real en las celebraciones del 15
de agosto:
Solo uno de los vecinos de la ciudad el teniente de ynfanteria don Ventura
Berenguel asistió acompañando al cuerpo, la misma falta que por lo común
se observa en todos los años, haciendo despreciable la función en cierto
modo regia, que debe acordar la gloria de la conquista, y avivar el omenaje
que justamente se debe tributar a la soberanía.120
115
Sesión del 14 de septiembre de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
116
Sesión del 14 de septiembre de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
117
Sesión del 27 de noviembre de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
118
Sesión del 17 de noviembre de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
119
Sobre esta coyuntura, véase Gallagher 1978: 242-244.
120
Sesión del 16 de agosto de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 117
palabras finales
El 16 de noviembre de 1818, mediante real cédula expedida en Madrid,
Fernando VII concedió al Cabildo de Arequipa el tratamiento de «Exce-
lencia» y el uso de uniformes a sus regidores,123 debido a su participación
en la defensa de la Corona y contra los insurgentes del Alto Perú en 1809.
Si bien esta medida tenía un carácter simbólico y se le concedió nueve
años después de los sucesos, fue precedida por otros beneficios políticos
y económicos que recibió la élite arequipeña; estas fueron razones sufi-
cientes para mantener su apoyo al sistema monárquico.
121
Ib.
122
Sesión del 18 de agosto de 1810, BMA, LAC, n.° 26.
123
El uniforme consistía en «casaca y calzón de terciopelo negro, cuello, vueltas y chupa
de lana, medias de seda, espadín y hebillas de oro y bastón» (Pereira y Ruiz 1983).
118 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
124
O’Phelan Godoy 1988: 75.
125
Oficio del Cabildo de Arequipa al Virrey Abascal del 8 de agosto de 1809, «Expediente
que trata de las providencias», ASMPA, Legajo 1809-4, ff. 26-27.
126
Mendiburu 1874-1890, I: 47.
127
En los libros de actas del Cabildo no aparece ninguna mención a la formación de la
junta de Quito; tampoco en los expedientes aquí estudiados. Al parecer, Abascal evitó
difundir noticias de uno y otro lado, por lo que las comunicaciones entre el norte y el sur
del virreinato fueron siempre limitadas. A pesar de esto, es posible afirmar con seguridad
que circularon rumores sobre lo acontecido en el norte. Tal es el caso de Felipe Rocha en
el Cuzco, quien fue acusado por estar en comunicación con la Junta Tuitiva de la Paz y
120 HIsTORICA XLI.1 / ISSN 0252-8894
limeños, con el apoyo de las élites norteñas. Así, los conflictos por dos
frentes, sin contar los que mantenía con el Cabildo limeño, obligaron a
Abascal a delegar la dirección militar. Aunque Scarlett O’Phelan Godoy
afirma que las represiones contra las juntas de Quito y La Paz fueron
comandadas por miembros de la élite capitalina,128 solo la expedición de
Manuel Arredondo y Mioño, enviada a Quito, puede ser considerada
como tal —aun así, esta contó con el importante apoyo de las élites de
Popayán, Pasto y Cuenca—. En cambio, el contingente comandado
por el coronel Juan Ramírez, enviado al sur, estuvo bajo las órdenes de
Goyeneche y Barreda, y sus edecanes —como el capitán arequipeño
Pedro Barreda— fueron miembros de la élite sureña.
La incertidumbre e inseguridad acrecentadas por la crisis de la
monarquía desde 1808 no fueron ajenas a la población arequipeña. Y su
respuesta natural ante estas circunstancias fue la de cerrar la ciudad, única
realidad política, económica y social tangible en momentos convulsos, a
cualquier intervención externa, por temor a desatar las contradicciones
que había dentro de la sociedad local.
Las reformas municipales emprendidas por los intendentes forta-
lecieron económicamente al Cabildo y los serios conflictos entre las
autoridades locales posibilitaron su politización. El inicio de la crisis
de la monarquía agravó las pugnas, como lo evidencian las discusiones
que aparecen en los libros de actas y en los procesos administrativos y
judiciales seguidos por el Cabildo. Durante el periodo de 1811-1814, el
ayuntamiento constitucional intentó demostrar su fortaleza política al
oponerse a los gobernadores superiores e inclusive algunos de sus miem-
bros contrariaron a Abascal. Pero esto es materia de futuros estudios.
noticiar sobre la situación quiteña; declararon a su favor el cura José Díaz Feyjoo, Juan
Corbacho, Miguel Bonifacio Araníbar, entre otros (Cornejo Bouroncle 1955: 209-210).
128
O’Phelan Godoy 1988.
calderón Cabildo, Justicia y Regimiento de Arequipa 121
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