Exiliados en Juan Fernández.
Exiliados en Juan Fernández.
Exiliados en Juan Fernández.
San Juan Bautista es el nombre del poblado de la isla Robinson Crusoe, llamada antiguamente Ms Afuera, en el Archipilago de Juan Fernndez. A espaldas de San Juan Bautista, enfrentando la baha de Cumberland, aun se aprecian las cavernas excavadas en el cerro, donde se encerraba por las noches a los condenados a sufrir destierro en esta isla presidio. Esas cavernas fueron construidas por los mismos prisioneros, en el siglo XVIII, y testimonios escritos y grficos de su existencia la proporcionaron los viajeros que alguna vez recalaron en este territorio insular. Ellas retuvieron tambin a decenas de chilenos de gran figuracin en la Patria Vieja y que fueron apresados por la fuerzas leales a la corona espaola durante el perodo de reconquista (1814-1817). Unos pocos prisioneros obtuvieron que su condena de destierro a Juan Fernndez fuera cambiada por relegacin a sus propiedades rurales; muchos otros, sin embargo, estuvieron ms de dos aos recluidos en la isla.
Desde mediados del siglo XVIII, la Isla Juan Fernndez, actual Robinson Crusoe, fue fortificada para disuadir de eventuales recaladas a los enemigos de la corona espaola y destinada, adems, a presidio. La Real Cdula del 7 de mayo de 1749 orden que fuese poblada y defendida. En cumplimiento de esta disposicin, el Presidente de Chile, Domingo Ortiz de Rosas, orden su poblamiento. Con este fin, el 11 de marzo de 1750, zarp de Concepcin, a la sazn a orillas del mar, el buque Las Caldas, conduciendo una compaa del batalln fijo de Concepcin, ciento setenta y un colonos de ambos sexos, veintids presidiarios destinados a los trabajos de fortificacin de la baha y algn ganado para alimento. En otro buque se remiti el armamento apropiado. Para ejercer autoridad, se le dio el ttulo de Gobernador al Teniente Coronel Juan Navarro Santaella. Comenz con bros, cual de ordinario acontece en toda cosa nueva, la faena de los isleos, y echse la planta de la futura ciudad a la lengua del agua, como en Penco, abrindose los primeros cimientos de una fortaleza rasante que se denominara Santa Brbara y de una iglesia parroquial bajo la advocacin de San Antonio (...)1. Pero, el 25 de mayo de 1751, el mar arras con todo y las obras debieron ser reiniciadas. En sus primeros aos, la mayor afliccin que experimentaban por igual soldados y prisioneros era el hambre, puesto que dependan para su alimentacin del avituallamiento que se les enviaba desde el continente. Antonio de Andrs Prez relataba, el 26 de julio de 1778, que su barco por milagro no haba naufragado en tres ocasiones
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B. Vicua Mackenna : Juan Fernndez. Historia verdadera de la isla Robinson Crusoe. Santiago, Rafael Jover, editor. 1883. Pg. 273.
consecutivas : y esto lo atribuyo tal vez en mucha parte, a los clamores y aflicciones con que geman aquellos miserables afligidos presidiarios por el socorro que tanto necesitaban, habindolos encontrado todos macilentos y casi murindose de vencidos, haciendo muchos das que aqu slo se mantenan con media libra de carne cada 24 horas, sin tener sal con que cocinarla mucho menos pan con que comerla, obligndoles la necesidad a medio sustentarse con races de rboles.2 El Presidente de Chile, el Marqus de Avils, en la memoria que entrega a su sucesor en el mando de la Capitana General, en 1798, se refiere del siguiente modo a Juan Fernndez : Estas (Islas de Juan Fernndez) son dos : una distinguida con el apelativo de Ms Afuera, que est despoblada, y la principal que se conoce con el nombre genrico de Juan Fernndez o isla de Tierra. Esta viene a ser un padrastro de este reino, pues solo sirve para incomodarle por los gastos que le origina, por el cuidado de su provisin de vveres, que se remiten solo una vez al ao en embarcacin que viene destinada de Lima, cuya venida, si alguna vez se atrasa, como ya ha sucedido, pone en consternacin a este gobierno por el recelo fundado de que escasee la subsistencia de aquella guarnicin, la que siempre padece, porque ha de alimentarse de carnes salpresas que llaman charqui, que nunca puede remitirse del ao presente por la estacin en que llega el buque que le ha de conducir, y siendo aejo el que se ha de remitir, est ms sujeto a la corrupcin y la carcoma que lo inutiliza o deteriora. Su puerto es malsimo, tanto que el navo que transporta el situado procura descargar con la mayor aceleracin y hacerse a la vela inmediatamente : por esta razn y por lo dems que dir, no va algn otro de comercio. Esta isla es estril, aunque tiene agua y lea, teniendo solo una llanura en que est situada su corta poblacin ; sin embargo, mantiene algn ganado. Esta isla que slo debiera conservarse para impedir que algn corsario enemigo hiciese en ella aguada y lea, no ha faltado quien la ha reputado de suma importancia, tanto que se han construido ocho bateras, y creo que si a su actual gobernador se le deja libertad, lo aumentar a lo infinito, no pudiendo yo dejar de extraar que se haya
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puesto tanto conato en fortificar un peasco a 100 leguas de la costa, teniendo indefensa la vasta extensin de este continente, y que aunque nosotros poseamos aquella isla, no se impedir por eso que los corsarios enemigos puedan interceptar el comercio de este reino con el del Per, ni que bordeen en aquellas alturas apresando los buques que vengan del Callao y la reconocen para tomar el puerto de Valparaso. Sus gobernadores son los comerciantes monopolistas de aquella guarnicin y presidiarios ; mal inevitable y de que es preciso desentenderse por necesidad, y es el otro motivo indicado antes, que impide que los particulares lleven de su costa efectos y comestibles3. Sobre la isla y sus presidiarios, Vicua Mackenna expresa : A fin de mantener la desaforada colonia dentro de los lmites del posible sosiego en una isla casi inaccesible y selvtica, reida con todas las dulzuras de la vida, sus gobernadores, que eran relevados como de un penoso destierro cada cinco aos, obligaron a los detenidos a trabajar sus propias mazmorras en los flancos de un cerro, y estas son las curiosas cuevas que en la vecindad de la fortaleza y del castillo llaman hasta hoy la atencin de los viajeros, ponindolos perplejos sobre su origen y su uso. All, en esos antros hmedos y oscuros, poblados de insectos y de inmundas sabandijas, crueles capataces encerraban aquellos desamparados del cielo, de la tierra y aun del mar, cada noche, con barrotes de hierro (...).4 La finalidad de mantener poblada Juan Fernndez, entonces, obedeca a una doble necesidad : alejar de ella a los extranjeros y mantener cautivos a los presidiarios que se les mandaba desde toda la costa americana, desde Panam a Santiago, segn lo dispusieran los presidentes, los cabildos, la Real Audiencia o la Inquisicin.
Relacin de gobierno que dej el seor Marqus de Avils, Presidente de Chile, a su sucesor el seor don Joaqun del Pino (1796-1797). Suscrita en Santiago el 31 julio 1798. Se atribuye a la pluma de Miguel Jos de Lastarria. En : Obras completas de Diego Barros Arana. Tomo X : Estudios histrico - bibliogrficos. Santiago, Imp. Cervantes, 1911 : 179. 4 B. Vicua M., op. cit., p. 310.
Hacia 1800 exista un galpn, a espaldas del fuerte de Santa Brbara, que haca las veces de cuartel. Al fondo del valle en que se alzaban las chozas cubiertas de paja, a cuyo conjunto se denominaba San Juan Bautista, se levantaba un edificio bajo y slido, con un corredor fronterizo, en el que viva el Gobernador.5 Entre el castillo de Santa Brbara y la casa del Gobernador, estaba la iglesia, muy baja y de techo de paja. Junto a ella se alzaba una construccin cubierta de tejas, con pequeo patio central, que haca las veces de hospital.6
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B. Vicua M., op. cit., p. 378. B. Vicua M., op. cit., p. 380.
Tras la derrota experimentada por los patriotas chilenos, el 2 de octubre de 1814, en Rancagua, la mayora de ellos, comprometidos con la revolucin en calidad de gobernantes, militares o entusiastas partidarios de la misma, emigraron de Chile. Sin embargo, muchos otros, creyendo que sus actos no revestan delito o pensando que su participacin en las actividades del gobierno patriota no haba sido relevante, se quedaron en el pas. A estos hombres se persigui durante el gobierno del brigadier Mariano Osorio, buscando responsables sobre quienes hacer caer las represalias ordenadas por el Virrey del Per. Las instrucciones virreinales, en su punto 13, establecan : Si la toma de la capital fuese a discrecin o que la capitulacin para entregarla de lugar a ello sin faltar en nada a lo que se hubiere prometido, se pondrn en segura prisin a los cmplices que hayan tenido parte en la primera revolucin, o en la continuacin de ella como motores o cabezas, i asimismo a los miembros del gobierno revolucionario, los cuales se enviarn a Juan Fernndez hasta que, formulada la correspondiente sumaria, se les juzgue segn las leyes, con lo cual se quita el recelo de que puedan volver a conspirar7. A pesar de que Osorio haba ofrecido garantas, diciendo que se buscaba la paz y que no se perseguira a nadie, en las oficinas de gobierno se comenz a hacer la lista de aquellos sobre los cuales se ejercera la represin Por su parte, el Obispo electo, Jos Santiago Rodrguez, confeccionaba la nmina de los religiosos que deban tambin recibir castigo8. Casi todos los patriotas decididos que se haban retirado a sus casas, como don Juan Enrique Rosales, don Francisco de la Lastra, don Agustn Eyzaguirre, don Francisco Antonio Prez, don Jos Ignacio Cienfuegos, don
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Diego Barros Arana : Historia General de Chile. Santiago, Rafael Jover, editor, 1889. Tomo X : 22. En el oficio que el obispo eleva al General en Jefe del Ejrcito realista el 13 de noviembre de 1814, se expresa que en los conventos de Chile, que contaban con unos 600 religiosos, haba 64 que simpatizaban con la causa de la revolucin. (Barros Arana, X : 22).-
Joaqun y don Diego Larran, permanecieron en el pas, creyendo que su falta de solidaridad con Carrera los pona a cubierto de persecuciones. No se rebajaron a exteriorizar su adhesin al nuevo rgimen ; pero le dieron de palabra y de hecho la seguridad de su respeto y de su abstencin de toda propaganda revolucionaria9. En la secretara de gobierno se haban formado las listas de las personas que deban ser apresadas. Junto con algunos hombres que haban tenido una participacin ms o menos importante en la revolucin, estaban anotados en esas listas numerosos individuos que haban desempeado papeles muy subalternos, algunas veces el de simples alborotadores en los das de poblada en la plaza pblica. Un oficial del batalln de Talavera, el capitn don Vicente San Bruno, que mostraba el celo ms ardoroso para reprimir todo germen revolucionario, haba tomado a su cargo la comisin de hacer cumplir las rdenes gubernativas. En la noche del lunes 7 de noviembre, cuando ms desprevenido estaba el vecindario, fueron reducidos a prisin quince o veinte caballeros de posicin ventajosa, y casi todos de vastas relaciones en la alta sociedad colonial. Los ejecutores de estas medidas llegaron a creer que muchas personas se retiraran inmediatamente a los campos para sustraerse a la persecucin. A la maana siguiente (8 de noviembre), en los momentos en que la noticia de esas prisiones llevaba la consternacin y la alarma a las familias de los patriotas, se publicaba un bando solemne por el cual se prohiba a todo el mundo, bajo graves penas, ausentarse a seis leguas de la ciudad sin permiso de las autoridades superiores. Las prisiones se repitieron las dos noches siguiente (8 y 9 de noviembre) ; y llegaron a contarse cerca de doscientos presos de diversas condiciones y rangos, pero en su mayor parte hombres de edad avanzada y de honrosos antecedentes. Todos ellos fueron encerrados con grande aparato de vigilancia en el espacioso edificio en que haba funcionado el Instituto Nacional (el antiguo colegio central de los jesuitas), convertido ahora en cuartel del batalln de Talavera10. Los das 7, 8 y 9 de noviembre, entonces, se apres a todos quienes haban tenido alguna participacin en los movimientos de la Patria Vieja y se desterr a Juan Fernndez a quienes fueron calificados como motores o cabezas de los mismos y a quienes haban sido miembros de los gobiernos revolucionarios.
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Francisco Antonio Encina : Historia de Chile, desde la prehistoria hasta 1891. 2 Edicin. Santiago, Editorial Nascimento, 1953. Tomo VII : 34. Barros Arana, X : 23.
Manuel de Salas relata, en su Diario11, el estado de nimo en que vivan los patriotas que no se haban fugado de Chile durante los primeros das del gobierno de Osorio, las circunstancias de su detencin y el traslado de los prisioneros desde sus casas hasta la embarcacin que los llevara al destierro : Sobre la causa de mi prisin, slo se que habindome retirado al campo, como la mayor parte de los habitantes de la capital de Chile, para huir de los movimientos y violencias que precedieron a la entrada del seor Ossorio, me restitu a ella en fuerza de sus bandos para que todos volviesen a sus hogares, donde nada tenan que temer. En virtud de ellos, viva con tranquilidad, y la inspiraba a los que trataban de seguir a los que emigraban, aterrados de las noticias de las extorsiones y demasas inferidas en el mismo pas y en otros que se hallaron en igual caso. Estribaba mi quietud en la sana constitucin sancionada en Espaa y en los repetidos decretos, proclamas, amnistas, promesas de olvido y perdones publicados a nombre del soberano por la regencia y las juntas de Espaa, por el Virrey del Per y sus generales conformes al espritu de la real orden de 1 de junio de 1814, que ahora slo acaba de publicarse. A ms, serenaban mi nimo las leyes que establecen que ninguno sea penado sin ser precedentemente odo y convencido en juicio y lo prevenido en la constitucin espaola, mandada obedecer en las provincias del sur de Chile, y para cuya jura estaba convidado el vecindario, en las cuales se determina el modo como debe tratarse a los que se considera delincuentes, cuya morada es un asilo sagrado. Sobre todo, disipaba cualquiera recelo de tropela el concepto de que no podra ejecutarse sin frustrar la peregrina ocasin de pacificar fcilmente al reino, y que seguramente habra restituido al seno de sus familias a muchos prfugos que estaban cansados de convulsiones.
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Mi prisin y destierro en Juan Fernndez. Escritos de Manuel de Salas. Tomo II. (Reproducido en Archivo Bernardo OHiggins, tomo XIX).
El 9 de noviembre de 1814, a las nueve de la noche, nos arrest el Ayudante don Juan Goyena, y nos condujo al cuerpo de guardia de Talavera en el Palacio viejo, llamndome de orden del General Ossorio con el pretexto de ciertas declaraciones. Salimos al amanecer del da siguiente. Comimos y dormimos en el fundo de Montepo, conducidos por el Capitn Orihuela. Nos recibi el Capitn Piquero. Nos llev el Alfrez Gutirrez a Casablanca. El 12, a Valparaso, un Alfrez. Llegamos a la noche. Haba iluminacin con motivo de la jura. Al da siguiente, domingo, nos embarcaron en el entrepuente de la Sebastiana. Eramos en un paol veintids personas. Zarpamos el lunes a las cuatro y media de la tarde. Desembarcamos en Juan Fernndez el domingo 21. Fuimos de navegacin los siguientes, llevados al puerto en tres partidas : Primera, el da 6 (sic) : don Ignacio de la Carrera, don Francisco de la Lastra, don Javier Videla, don Juan Egaa, don Juan Miguel Benavente, don Gaspar Ruiz, don Manuel Valdivieso Larran, don Santiago Muoz Bezanilla, don Mateo Arnaldo Hoevel.
Segunda, el da 8 : don Jos Santiago Portales, don Pedro Prado Jaraquemada, don Ramn Ars, don Ignacio Torres, don Juan Crisstomo Alamos, don Carlos Correa Saa, don Francisco de la Sota, don Agustn Eyzaguirre, don Diego Lavaqu, don Remigio Blanco. Tercera, el da 9 : don Jos Ignacio Cienfuegos, don Juan Antonio Ovalle, don Diego Larran, don Gernimo Reinoso, don Isidoro Errzuriz, don Agustn Vial, don Manuel de Salas, don Pedro Nolasco Valds, don Jos Mara Argomedo, don Juan Jos Echeverra, don Baltasar Ureta, don Francisco Echage, don Jos Antonio Rojas. Despus lleg don Jos Castillo, cura de San Jos. Se haba embarcado a los que estaban detenidos en Valparaso : don Francisco Antonio Prez, don Antonio Mendiburu, don Juan Beyner, don Juan Enrique Rosales, don Manuel Blanco Encalada, don Enrique Lasalle, don Joaqun Larran, don Juan Rafael Bascun. Pasronnos revista para que diera recibo el Teniente Coronel don Anselmo Carabantes, Gobernador de la isla, y lo mismo la fragata, que se hizo a la vela el 25 de noviembre por la tarde. El Gobernador encarg a don Juan Enrique Rosales comunicarnos sus rdenes. Antes de embarcarnos en Valparaso, se quit a don Juan Jos Echeverra el caballo ensillado. Un oficial, Vila, quit a Hoevel el bastn y el reloj. A don Agustn Vial se le quit un estribo. Los guantes o lo que haba, lo tomaban los soldados.
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Un oficial del batalln de Talavera, nombrado Palomo, prendi a don Ignacio de la Carrera en su chacra, habindole pedido antes el avo, las pistolas y la escopeta, las onzas de su yerno y quinientos pesos para la tropa. A don Francisco de la Lastra se le exigieron las pistolas. Al que menos se le engaaba, sin necesidad, dicindole que le llamaban slo a declarar. Esto era o miedo o natural y habitual perfidia. Ordenes infames de don Jos Villegas, marino feroz, Gobernador accidental de Valparaso : maltrat a los presos en su castillo. Visitas de los oficiales ingleses y su sensibilidad que manifiestan hasta suspender la msica en sus buques desde que lleg a la Sebastiana la primera partida de presos. Se escandalizan de ver que se insulta a las hijas de don Juan Enrique Rosales, por no haber contestado al saludo de los talaveras que haban ido a arrestar a su padre. Supimos que don Antonio Morgado, Sargento Mayor del batalln de Talavera, asesin a un soldado de otro cuerpo, que no se cuadr al pasar. Que en Rancagua vio un Teniente Coronel a quien quera matar un talavera y defenda un soldado de Chilo : mandole volverse a la pared, y que le tirasen. Otros sacaron a un marido de la cama ; y sucesivamente forzaron a la mujer, lo que vio el miserable despus de apaleado. Don Jos Antonio Mardones, arrendatario de la estancia de Goycolea, fue preso de orden de Maroto y robado por los soldados. Volvieron a saquear la hacienda ; y defendi a su familia un oficial del pas, que ocult su nombre. Haban roto las puertas y muebles.
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De Chilln sali una guerrilla de doscientos hombres, que se aument en el camino, y que fueron, decan o se les dijo, a recoger una limosna que les haca el Rey y fue a saquear la hacienda de Longav. Destruyeron sus tiles y hachearon sus muebles. Paralelo a esto, el tristemente clebre capitn Vicente San Bruno, Presidente del Tribunal de Vigilancia y Seguridad Pblica, adquira su fama de crueldad atemorizando, apresando y matando a su antojo : (...) despus de haberse decretado la confinacin i destierro de numerosos patriotas de rango distinguido, las crceles i cuarteles estaban todava llenos de individuos de condicin ms modesta, apresados por haber servido en los batallones patriotas o de conductores de correspondencia, o por haber lanzado gritos en honor de la patria en alguna fiesta popular con que se celebraban las pascuas de ese ao12. El 18 de noviembre de 1814, Mariano Osorio escriba al Primer Secretario de Estado dando cuenta de esta disposicin y sealando : Todava quedan en esta capital y reino bastante nmero de revoltosos, a quienes es preciso y de la mayor necesidad remitir a las citadas islas y otros puntos, imponindoles adems contribuciones para cubrir los enormes gastos que han causado a la Real Hacienda con sus inicuos procederes. Las ideas de independencia, que tanto han cundido y se han arraigado en la mayor parte de estos habitantes requieren providencias de esta especie para cortarlas por el pronto. Mucho se ha ultrajado al Rey, a las autoridades y a la nacin, y as suplico encarecidamente a V.E. disponga el real nimo de S.M. a no dar odos a las reclamaciones de los culpados, hasta ver sus causas que remitir luego de concluidas13.
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Barros Arana, op. cit., Tomo X : 41. Archivo OHiggins, Tomo XIX : 118-119.
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El 24 de enero de 1815, Mariano Osorio encarg el secuestro de los bienes de todos los confinados y los de aquellos que se haban fugado del reino de Chile14. LA VIDA DE LOS PRISIONEROS EN JUAN FERNNDEZ Juan Fernndez haba quedado despoblada en marzo de 1814, cuando el Director Supremo, Francisco de la Lastra, hizo traer al continente dotacin, presidiarios y armamento. En efecto, el gobernante patriota despach la fragata Minerva a Juan Fernndez con orden de desmantelar el presidio, que solo ocasionaba gastos, y traer su guarnicin y sus elementos de guerra. El da 4 de abril, regres la fragata a Valparaso, trayendo 3 oficiales, 94 soldados, 62 presidiarios, 100 fusiles, 24 caones, 3 pedreros, 3.927 balas de can, 12 cajones de balas de fusil, 96 palanquetas, 120 granadas, 85 qq. de plvora y una enorme cantidad de hierro, plomo, herramientas y elementos de montaje15. Sin embargo, una vez consolidado el triunfo de las fuerzas realistas al mando del brigadier Mariano Osorio, ste orden nuevamente la habilitacin del presidio y design como Gobernador de las islas al capitn graduado de Teniente Coronel de Infantera de Valdivia Anselmo Carabante.
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El secuestro de los bienes de insurgentes, proporcion al gobierno de la reconquista algunos recursos para llenar en parte el dficit que se haca sentir en el tesoro pblico. Adems de que en la legislacin vigente la confiscacin de bienes formaba parte de la pena con que eran castigados algunos delitos, y en especial el de rebelin contra la autoridad real, se crea lgico que los bienes de los insurgentes fuesen aplicados al pago de los gastos que ocasionara el restablecimiento de la paz pblica y del rgimen que la insurreccin haba tratado de destruir. Aun antes de que se hubiera afianzado slidamente el triunfo de los realistas, ya estos se haban apoderado de algn ganado y de otros bienes de los patriotas, sobre los cuales crean tener un perfecto derecho. Al ocupar la capital despus de la derrota y dispersin de los insurgentes, Osorio organiz la junta de secuestros, compuesta de los ministros del tesoro y del director general del estanco, y encargada de regularizar la ocupacin y administracin de los bienes de insurgentes. El secuestro de las propiedades races, casas, chcaras o haciendas, no ofreca grandes dificultades, desde que no era posible ocultarlas ni tampoco disimular el nombre de sus dueos. Pero haba adems muchos valores que era posible sustraer a toda pesquisa, o hacerlos pasar como propiedad de otras personas. La junta de secuestros, ayudada en ocasiones por servidores infieles de los patriotas, consigui apoderarse de algunas pequeas partidas de dinero que varias familias enviaban a aquellos de sus deudos que haban emigrado a Mendoza. Desplegando una grande actividad y recogiendo informes de todas partes, consigui descubrir el paradero de algunos de los bienes que se ocultaban, o que por diferentes circunstancias parecan deber sustraerse al secuestro. (Barros Arana, X : 76). 15 Encina, VI : 589.
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En el mes de octubre, Carabante y sus funcionarios tomaron posesin de sus puestos16. Ya el 1 de noviembre de 1814, haba all ocho oficiales, un capelln, un cirujano, ocho sargentos, treinta y un tambores, cabos y soldados, un maestro herrero y cuatro presidiarios. El 21 de noviembre arrib a la isla la Sebastiana, llevando a 42 desterrados que ya sentan en sus cuerpos los sufrimientos a que se les haba condenado. Gernimo de Reinoso relata las penurias del viaje : Nos pusieron en el 2 entrepuente, y en un hueco de 4 varas bamos 23 hombres. Considere V.E. cmo estaramos y dormiramos. Casi nos ahogamos. De que salimos mar afuera nos dejaron subir arriba. Desde que sal de mi casa hasta que llegamos a las Islas no me desnud, ni siquiera quitarme las botas. Llegu enfermo de mi mal y todo podrido del camino ; que al mucho tiempo san de lo lastimado del camino. Me robaron toda la ropa que mi mujer me haba llevado, que iba la pobre a trecho largo detrs de nosotros. No me dejaron ms que el vestido que traa puesto17. El 22 de noviembre de 1814, tras el arribo a la isla de la corbeta Sebastiana con ms dotacin y con los prisioneros, Juan Fernndez tena los siguientes funcionarios: un Gobernador ;un Teniente de Granaderos graduado de Capitn ; un Teniente de Dragones ; un Teniente de Infantera ;cuatro Subtenientes ;un Subteniente de Artillera ;un Capitn ;un cirujano ;tres Sargentos 1 ;cinco Sargentos 2 ;dos Tambores ;cinco Cabos 1;siete Cabos 2 ; y ciento veinte y tres soldados.18 A fines de diciembre se les envi objetos para el culto, bulas para sus necesidades espirituales, vestuario para la tropa, medicinas y vveres: 392 los de charqui con 801 quintales 96 libras ;32 zurrones de a fanega de
As se desprende de carta remitida desde el continente al Gobernador el 27 de noviembre de 1815 : Un olvido natural ha demorado el aviso que debi darse a V. de las asignaciones que dejaron a sus familias algunos de los individuos que pasaron a esa Isla en octubre de 1814 (...). En Archivo OHiggins, XIX : 45. 17 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 315-316. Reynoso fecha su carta, dirigida a Mariano Osorio, en Quillota, lugar donde, a la sazn, se encontraba confinado, el 25 de abril de 1815. 18 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 9.
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garbanzos ; 298 zurrones de a fanega de frijoles ; 5 costales de arroz ; 7 fardos de azcar de a tres panes ; 250 zurrones de harina de a 15 almudes ; 50 piedras de sal ; 72 quintales de grasa ; 2 zurrones de cuero entero de aj ; 8 botijas de vino ; y 2 botijas de aguardiente. 19 El aprovisionamiento de vveres lo tendran por medio de los viajes regulares de la corbeta Sebastiana, que llegara a Juan Fernndez cada dos meses. Los ms acomodados, los que pudieron entregar dinero a cambio de un mejor trato, fueron albergados en los ranchos de San Juan Bautista, que eran chozas miserables cubiertas con paja, expuestas al viento y a la intemperie de las estaciones; y estaban inundadas por una terrible plaga de avispas y dems insectos, cuyas picaduras originaban punzantes dolores y molestias de toda especie. Las ratas se haban propagado con tan prodigiosa rapidez, que en los almacenes del estado consuman mayor cantidad de provisiones que la tropa, a pesar de todas las precauciones que se tomaban. La guarnicin ocupaba los mejores edificios, y dejaba a los presidiarios en grutas inhabitables o en cabaas mal abrigadas.20 Haba tres clases de prisioneros en Juan Fernndez : 1) Los desterrados por su participacin en los sucesos revolucionarios, pues, como decan las instrucciones virreinales, se pondr en segura prisin a los cmplices que hayan tenido parte en la primera revolucin, o en la continuacin de ella como motores o cabezas, y asimismo a los miembros del gobierno revolucionario, los cuales se enviarn a Juan Fernndez hasta que, formulada la correspondiente sumaria, se les juzgue segn las leyes, con lo cual se quita el recelo de que puedan volver a conspirar ; 2) Los condenados por insurgentes, es decir, tomados prisioneros en hechos de armas, como el caso de Pedro Juan Chavarra, que figura con tal calidad en la lista de presidiarios del 30 de abril de 1815 y de quien dice Manuel de Salas en su Diario, el 11 de febrero de 1816 : Pedro Juan Chavarra, presidiario, salvado de la muerte
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Archivo OHiggins, tomo XIX : 22. Diego Barros Arana : Historia General de la Independencia. Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1857. Tomo III : 50.
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por m. Su presencia me indemnizaba de los males que me ocasionaban otros como l; y 3) Presos comunes por asaltos o crmenes semejantes21. Un observador ingls, que visit la isla en el buque Briton, entre el 22 de enero y el 19 de febrero de 1815, relata sus impresiones sobre lo que vio en esta prisin : A nuestra llegada, encontramos cerca de sesenta ancianos venerables que siempre haban vivido acostumbrados al lujo i a la munificencia de un palacio, que estaban ahora reducidos al ltimo grado de miseria i en el mayor extremo de pobreza y privacin, viviendo en chozas inhabitables i careciendo de todo lo que poda aligerar el pesado yugo de la cautividad. Pocos meses antes (en 1814), nosotros habamos visto a muchos de ellos viviendo en la mayor abundancia, y aun habamos recibido su hospitalidad22. En el memorial que los prisioneros escriben el 14 de febrero de 1815, tambin se refieren a sus habitaciones : La tropa ha ocupado los ranchos menos destruidos y nosotros vivimos expuestos a las inclemencias de un clima que, por lo regular, hace sentir en un solo da las cuatro estaciones del ao, cuyos perennes y violentos huracanes voltean las mismas habitaciones, inundan continuamente de tierra, aun los alimentos que se toman y nos hace vivir confundidos con los ms repugnantes insectos. Un ao ms tarde, en febrero de 1816, Agustn de Eyzaguirre le escribe a su mujer :
Tal como el caso de Santos Tapea, segn se informa al Rey : Muy Poderoso Seor : El Oidor Fiscal, vista la causa criminal de oficio contra el reo Santos Tapea, sobre el homicidio perpetrado en la persona de Antonia Valdivia, mujer de Jos Mara Aranda, y otros excesos, dice : que de los mismos hechos a que se refiere el escrito de expresin de agravios contra la sentencia apelada de fojas 54, se convence que este reo es ya consumado en delitos incorregibles ; que no hay otro arbitrio que separarlo de los vivientes para que no se propague la corrupcin de sus perversas costumbres, y que satisfaga la vindicta pblica con la pena de muerte a que es condenado. Ya se ha observado con experiencia que en lugar de la enmienda que se esperaba, venido que fue del destierro de la isla, se avanz con arrojo a este homicidio y a otros excesos calificados, por lo tanto, el Ministerio reproduce las acusaciones fiscales de fojas 34 vuelta y fojas 51, para que Vuestra Alteza se sirva confirmar el auto apelado de fojas 54, a no ser que por otras justas consideraciones y haciendo mrito del indulto que reclama a fojas 60 vuelta, tenga a bien decretarle su confinacin a la isla de Juan Fernndez, a racin y sin sueldo, con calidad de retencin. Santiago, noviembre 16 de 1815. En Coleccin de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile, Tomo XXXV : 279. 22 John Schillibeer : A narrative of the Britons voyage to Pitcains island, incluiding a sketch of the present state of the Brazil and Spanish America. London, 1817, pg. 153. (Citado por Barros Arana, op. cit., Tomo X : 82).
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Aqu padece el cuerpo con toda especie de males ; sufre la falta de vivienda que toda es un rancho o choza inmunda, lleno de agujeros por todas partes ; se llueve como afuera, a pesar de haberla techado y costado por cien pesos. Para poder dormir sin mojarse, es preciso poner un cuero de techo y en el lugar en que uno est, lo mismo. La infinidad de ratones le roen la paja y al poco tiempo de puesta est consumida por ellos. Los vientos voraces se la llevan y as no hay remedio. La plaga de ratones acrecentaba el sufrimiento: En tres das apenas alcanzamos a tapar las cuevas de mi pequea choza, que la tenan en estado de una prxima ruina, y aunque por entonces se sacaran ms de sesenta espuertas de tierra, en ningn da de barrido dejamos de sacar seis u ocho de un recinto que apenas tiene cuatro varas en cuadro, por la multitud de excavaciones y cuevas que sin necesidad trabajan de noche. Era preciso acostarnos cuando nos hallbamos muy rendidos del sueo, pues de lo contrario el bullicio de los animales, y el descompasado maullido de los gatos montaraces que tenamos amarrados, porque rompan los techos y arremetan la gente para fugarse, no permitan dormir. Este mismo inconveniente ocasionaba el soplo violentsimo de los huracanes, cuyos silbidos y estremecimiento de los ranchos, impide toda quietud, mortificando la cabeza e irritando el nimo.23 Para aumentar el padecimiento de los prisioneros polticos, la mayora de los cuales estaba acostumbrada al lujo y a la comodidad, se les mezcl con presos comunes : Antes de un mes llegaron a la isla algunos criminales famosos y muchas mujeres perdidas, con los cuales los confundan sus guardianes. Los consejeros del gobernador Carabantes, dos oficiales Vial y Garca, le instaron repetidas veces para que obligase a los reos polticos a tomar parte en los trabajos forzados a que se condenaba a los otros presidiarios. Comenzse a disminuirles la racin de comida cada vez que se tema escasez de vveres, y a sujetar las provisiones que sus familias remitan a los presos.
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Juan Egaa : El Chileno consolado en los presidios o Filosofa de la Religin. (Citado por Vicua Mackenna, op. cit., p. 423).
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Como era de uso y costumbre en el presidio, el gobernador, aunque hombre de buenos sentimientos, se hizo comerciante y venda a los patriotas los mismos vveres que les remitan de Chile.24 En enero de 1815, Mariano Osorio determin cambiar al Gobernador de Juan Fernndez, y as, con fecha 17 de ese mes, confiri el ttulo de tal al Capitn del Regimiento de Infantera de Talavera, Jos Piquero. Mariano Osorio, por su parte, haba confiado a los enviados de Chile a la Corte espaola, Luis Urrjola y Juan Manuel de Elizalde, una representacin para ser entregada en Madrid y fechada en Santiago el 15 de marzo de 1815. En ella daba cuenta de su gestin hasta el momento: Luego que llegu a la capital de Santiago, me impuse de que residan en ella varios individuos que o haban sido miembros de los diferentes gobiernos que se sucedieron en el tiempo de la revolucin, o haban tomado una parte activa en el establecimiento de sta y en su continuacin, acreditndolo as la opinin pblica y los documentos incontestables que he tenido en mi poder ; y juzgando por una dolorosa experiencia, repetida en diversos puntos de Amrica, que podra ser muy perjudicial a la quietud pblica su presencia mientras no se consolida la obra de la pacificacin, he confinado por pronta providencia a la isla de Juan Fernndez a los de mayor representacin e influjo en el anterior trastorno, y a otros de menor consideracin a diversos puntos del reino en donde no hay recelo que puedan contribuir a la reproduccin de las pasadas escenas, cuyos bienes y propiedades han sufrido el correspondiente embargo que reclaman los perjuicios causados, mientras se concluyen las causas que se les estn formando. Aunque ha habido en el distrito de mi mando algunos espaoles europeos y muchos americanos disidentes, los hay tambin de unos y otros que han jurado una fidelidad eterna a su soberano, y han detestado por consiguiente la revolucin y llorado desde sus hogares su influjo25.
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Diego Barros Arana : Historia General de la Independencia. Tomo III : 51. En Barros Arana, X : 251.
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En la segunda quincena de marzo de 1815, la fragata Sebastiana arrib a Juan Fernndez conduciendo al nuevo Gobernador y una corta guarnicin. El da 24, se confeccion la lista de los individuos que abandonaban el Presidio con destino al continente a bordo de la corbeta Sebastiana, incluidos los siguientes individuos que se encontraban bajo arresto : Francisco Manuel de la Sotta, Jos Paciente de la Sotta, Diego de Lavaqu y Gernimo Reinoso de Zelaya. Pero otros prisioneros haban llegado en la misma nave, como se desprende de la carta que el presbtero Juan Pablo Michelot escribe al Obispo Jos Santiago Rodrguez Zorrilla, fechada en Juan Fernndez, en mayo de 1815 : hacen ya un mes y doce das que me hallo en este destino y, agrega, seis meses me han hecho sufrir, parte en Rancagua, parte en el Cuartel de Talavera sito en esa capital y lo ms en el castillo de San Jos, fortaleza del puerto de Valparaso, los ms inslitos padecimientos26. El Gobernador Jos Piquero, recin llegado a la isla, entrega su primera impresin al Presidente y Capitn General del Reino de Chile, Mariano Osorio, el 26 de marzo de 1815 : Con motivo del mal temporal que ha entrado, y a lo expuesta que est aqu la corbeta, no me ha dado tiempo el Comandante de ella a que me entere por menor de todo lo que hay en esta Isla. No tengo quien me ayude en lo ms mnimo, y por consiguiente todo lo tengo que hacer por mi mano, por lo que notar algunas faltas, que espero me las dispense hasta otro viaje. Slo puedo decir a V. S. que todos los edificios del Rey se estn deshaciendo, hasta la Iglesia. Remito a V. S. dobles listas de los presos de todas clases que hay en este presidio, y el conocimiento o inventario de lo que hay existente, como lo que falta para los trabajos pblicos y lancha de este puerto, lo que espero de su bondad haga se me remita en primera ocasin.
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El Padre Capelln que se hallaba en sta, fray Salvador Navarrete, marcha a esa Pennsula, por haber sido relevado por otro de la Orden de San Francisco de esa ciudad, llamado Fray Miguel Poveda, quien trae ttulo de tal Capelln del seor Obispo de esa Dicesis. El armamento de la tropa que se halla en esta guarnicin est la mayor parte intil, pero no puedo dar a V. S. el nmero fijo por el limitado tiempo, en virtud de que la corbeta se halla a la vela. El charqui (que) ha venido de bastimento es casi intil, se lo imparto a V. S. para que el que se me remese en lo sucesivo sea fresco y de la mejor calidad. Cerciorado del consumo mensual de vveres que tiene esta Isla, he graduado con los que haba y los que ha trado la corbeta, no falte para tres meses. A la oficialidad y tropa que hall de guarnicin slo he podido abonarle tres meses de sueldos contados desde primero de enero del corriente ao hasta ltimo de marzo, atendiendo a los fondos fsicos que se me entregaron en esa al efecto. A estos individuos se les deben dos meses del pasado ao, sin contar sus atrasados : espero la orden de V. S. para satisfacerles lo primero. El Fsico de este establecimiento, don Juan Prez, solicita se le releve, y en esto se le hace un gran favor a todos los habitantes de esta Isla, por no entender nada de ciruga, pues slo es aficionado al arte27. Con fecha 30 de abril de 1815, Jos Piquero, da cuenta de los presidiarios que quedan en Juan Fernndez, rebajados los que deben salir por cumplidos28 : Pedro Victoriano, Angel Ortiz, Pedro Juan Chavarra y Pedro Pozo, todos ellos por insurgentes ; Manuel Quijada, Jos Villaseor, Feliciano Reyes, Pascual Cisterna, Rafael
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Valenzuela y Nazario Alvarado, acusados de ladrones ; Ramn Torres, por pasarse al enemigo ; Leonardo Pinto, desertor y salteador ; Domingo Daz, por seductor a desercin ; y Atanasio Muoz29, remitido a esa por el Gobernador de Concepcin. Las condiciones en que se encontraba el Presidio eran desastrosas, a tal extremo que el Gobernador escriba el 6 de Mayo de 1815 a Mariano Osorio, dicindole que es de absoluta necesidad que pronta y prolijamente se refaccionen casi todos aquellos edificios de cuyo deterioro se hace mencin. Destaca que el 2 del presente experiment por muy pocas horas un temporal tan fuerte que me hizo ver, que si dura algunas ms, concluye con todos los ranchos de esta Isla30 y agrega que todos los edificios de Juan Fernndez estaban muy deteriorados y maltratados, y por lo mismo exigen una muy pronta y prolija refaccin, y en particular la iglesia que no espera, ni el techo de muchos de ellos. Las edificaciones que tena San Juan Bautista por esa poca consistan en una Iglesia, de veinticinco metros de largo por siete y medio de ancho, con un alto de cinco metros. A su costado se levantaba una sacrista. Al lado de ellas se haba erigido un edificio de adobe y techo de paja para servir de habitacin a los capellanes. Para hospital se haban destinado dos construcciones de piedra y adobe y techo de paja, de alrededor de veinte metros de largo. A la derecha de la Iglesia se hallaba la casa del Gobernador, de veinticinco por cinto metros. Sus paredes eran de adobe y el techo, aunque por fuera era de paja, en su interior estaba construido con alerce. Tena un corredor a lo largo y en los extremos dos cuartos pequeos. Se haba subdividido en piezas: la que tena un balcn con vista al mar estaba destinada a despacho de la autoridad, y para su habitacin, una antesala, cuadra, dormitorio y tres recamaras. Al extremo superior del edificio haba una garita para el centinela. Desde el corredor a la Iglesia se extenda una calzada de piedra grande.
Sobre Muoz, el Oidor Fiscal informa a Mariano Osorio, el 18 de noviembre de 1815 : (...) que de este sumario resulta que Atanasio Muoz, soldado que fue del Batalln Concepcin, desertor de reincidencia, ladrn, salteador y algn tiempo espa en ambos ejrcitos, fue conducido a la isla de Juan Fernndez en la corbeta Sebastiana, cuando de orden y por disposicin de V.S. se volvi a poblar. El destino de Muoz no pudo ser ni ms piadoso ni ms justo, debe continuar all por diez aos, sin vestuario del regimiento, a racin y sin sueldo. En Archivo OHiggins, tomo XIX : 161. 30 En Archivo OHiggins, XIX : 29.
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Cerca de estas edificaciones, estaba el almacn de tabaco y otros artculos de abasto pblico, con cimiento de piedra, pared de adobe, techo de paja, ventanas de fierro y madera. Su corredor tena postes labrados y bases de piedra para mayor seguridad. Al lado izquierdo de su puerta principal haba un cuarto pequeo. El cuartel antiguo de tropa se levantaba a diez metros de la casa del Gobernador. El cuartel de guardia del muelle consista en un modesto rancho de piedra y barro, de diez por cinco metros y sin puerta. Se contaba, adems, con un par de ranchos que hacan las veces de carpintera y herrera. La plaza de Santa Brbara era la edificacin de mayor importancia: La batera de sta mira al surgidero del Puerto: tiene a su frente un can antiguo de adobe y teja con varias divisiones en que se hallan: el cuartel de la tropa, depsito de pertrechos, almacn de vveres y sala de armas. Este edificio tena sesenta metros de largo por seis de ancho. A la derecha del mismo, se levantaba una palizada con tres divisiones destinadas la primera al Cuerpo de Guardia y las otras dos a Pabelln de Oficiales. A la izquierda, otra construccin de treinta y nueve por cinco metros, destinada a calabozo, calabocillo, cuarto de herramientas y Brigada o habitacin de presos con su correspondiente cocina al extremo. Al costado sur, un rancho destinado, tambin, a pabelln de oficiales. Al frente de la puerta principal de la Plaza de Santa Brbara, se levantaba una pequea construccin que serva para guardar unas pocas municiones y pertrechos. El almacn de plvora, propiamente, se encontraba en el camino de Villagra. Las defensas de la isla consistan en cuatro bateras: La de Santa Brbara, la de San Carlos, la de Pangal y la batera del Ingls. El 30 de abril de 1815, Jos Piquero sobre esto, expresaba : que slo existen en la Batera de Santa Brbara 4 caones de calibre de a 4, montados en sus correspondientes cureas tiles, y los restantes desmontados, repartidos por varios puntos de este destino, como son el del Ingls, Pangal y San Carlos, que son de
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distintos calibres, y una culebrina de 16 que est en la Batera de Santa Brbara, tambin desmontada, y es de bronce31. Mientras tanto, en Santiago, Mariano Osorio haba hecho publicar un bando, el 29 de abril de 1815, exigiendo que todas las personas que tuvieran en su poder caudales y bienes de los revolucionarios confinados en Juan Fernndez y de los fugados a Mendoza, los declarasen a la Tesorera General para tomar razn de ellos32. Respecto a las deportaciones a Juan Fernndez, Mariano Osorio escriba el 19 de junio de 1815 al Virrey del Per, diciendo : Slo recordar a V.E. el artculo trece de sus instrucciones que me ha servido de norma para el castigo de los sediciosos, y cuya aplicacin a mis procedimientos, har ver que lejos de exceder sus lmites que recomienda, al contrario guiado de mi oposicin natural a todo lo que sea agravar la suerte del delincuente, he moderado su justo rigor, en cuanto me lo han permitido las circunstancias. Por l me encarga V.E., la separacin de este Reino y remisin a la Isla de Juan Fernndez de todos aquellos que han tomado parte activa en el anterior trastorno de sus diferentes pocas. As lo hice luego que entr en esta capital con algunos de los ms principales : lo he verificado despus con otros, cuya permanencia por documentos autnticos por notoriedad y fama pblica cre que poda volver a comprometer la tranquilidad de este territorio. V.E. sabe muy bien que es muy corto el nmero de los que se hallan en aquel destino y aun de estos he hecho regresar a unos cuantos cuyas erradas opiniones no han sido de la mayor trascendencia, considerando que la confinacin de seis meses en un lugar incmodo, y destituido enteramente de recursos, les habr servido de bastante escarmiento33.
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Archivo OHiggins, Tomo XIX : 39. Viva el Rey. Gazeta del Gobierno de Chile. N26, 11 mayo 1815. 33 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 83.
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Cmo haba llegado a cambiar su opinin ? Naturalmente compasivo y humano, el presidente haba obrado en todo por instigaciones ajenas, y se haba manchado con crmenes horribles cometidos bajo su nombre y responsabilidad. Los memoriales de los presos, los empeos de las familias de estos y el disgusto creciente que por todas partes despertaba su poltica, le haban hecho abrir los ojos y descubrir los males y las injusticias de su gobierno. No tard en conocer que muchos presidiarios sufran en Juan Fernndez el castigo de delitos que no haban cometido, y que la participacin de otros en los sucesos de la revolucin estaba suficientemente purgada con cortos destierros. En esta persuasin, no se haba demorado en cambiar de conducta y en adoptar medidas de lenidad y reconciliacin. (...) (Pidi a la Real Audiencia) que se formasen interrogatorios adaptados a los delitos de que se acusaba a cada uno de los reos, para recoger de ellos sus confesiones por conducto del gobernador de la isla, y present una lista de todos aquellos presidiarios que no merecan el castigo que se les haba aplicado. En esta virtud, prob que era ms prudente usar de clemencia para con algunos, y, en vista de lo expuesto por el oidor Caspe sobre conceder gracia a los menos culpables entre los presidiarios, resolvi expedir las rdenes correspondientes para confinar a sus haciendas o a varios pueblos del reino a don Francisco Lastra, don Gabriel Valdivieso, don Javier Videla, don Jos Santiago Portales, don Pedro Prado, don Jos Antonio Rojas, don Isidoro Errzuriz, don Juan Antonio Ovalle y don Martn Calvo Encalada. Para obtener la vuelta a Santiago de algunos de estos, haban recurrido sus familiares a todo gnero de instancias y de empeos ; pero es necesario hacer justicia a la generosidad que manifest Osorio en aquellas circunstancias. El presidente de Chile no era de modo alguno un hombre inhumano, como se le ha querido pintar ; y si no tuvo energa y firmeza para sobreponerse siempre a ajenas sugestiones, alcanz al menos a hacer el bien cada vez que estuvo en sus manos.34
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Entretanto, los padecimientos de los prisioneros en Juan Fernndez, continuaban. El 20 de Junio de 1815 comenz una serie de temporales que dur dos meses : En una tempestad de cinco o seis das se agolp tanta copia de nubes, que arrastrados por los arroyos los rboles ms corpulentos, formaron un atajo en el seno de la mayor de aquellas quebradas, donde contenidas y depositadas las aguas, rompieron al fin la gran empalizada, e inundaron con formidable estrpito todo el terreno inferior donde existe la poblacin. Yo me hallaba postrado en cama, cuando la grita e impetuoso movimiento de toda la gente me obligaron a hacer un esfuerzo, al mismo tiempo que ya sent que la cama y cuantos muebles contena la choza sobrenadaban en ms de una vara de agua. En aquel golfo interminable que divis, cre, como otros muchos, que nos sumerga el mar, y aturdido con la agona, me hall al fin conducido por mis hijos (reunidos entonces en el presidio) a un lugar ms elevado.35 En agosto de 1815, en Juan Fernndez ya no caban ms prisioneros. As lo manifestaba Miguel Mara de Atero, desde Concepcin, al informar que no poda enviar sus presos a la isla por esta circunstancia.36 El da 9 de ese mes un incendio destruy una de las chozas frente al hospital. El viento reinante hizo temer su propagacin al resto de San Juan Bautista. Solo la diligencia de sus habitantes y una oportuna lluvia lograron contener el siniestro.
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Juan Egaa, op. cit., pg. 426. Excmo. seor : Tengo 53 reos de Estado depositados en la nueva Catedral de esta ciudad que se habilit de crcel para custodiar a estos delincuentes y cuyas causas se remitieron por mi antecesor a la Capitana General del reino, que hasta el da est pendiente su resolucin, o a lo menos no se han devuelto a esta Intendencia, para destinar a aquellos reos que su custodia es sumamente embarazosa, por la tropa que se emplea en ella, que en el caso de algn movimiento de guerra, es preciso y de absoluta necesidad, el quitarles del medio para evitar mayores males que causara necesariamente su existencia, en que seran otros tantos enemigos domsticos y poderosos que se tendra que vencer y que nos proporcionaran muchos males ; por lo tanto y para evitar igualmente aquel paso doloroso, aunque bien merecido por sus crmenes, sera conveniente el que V. E. les proporcionase algn destino para ese Virreinato o en otra parte en donde ponerlos que no pudiesen daar, que con el aviso de V. E., yo les ira remitiendo en partida de registro en los buques mercantes, conforme se fuesen presentado, con respecto a que en las Islas de Juan Fernndez no caben ms presidiarios segn se me ha informado y para cuyo tiempo habran ms que mandar por hallarse con causa pendiente y que ni se han sentenciado por falta de asesor que es muy necesaria en esta Intendencia, sobre cuya materia tengo representado a V. E. por mi oficio de 1 de junio ltimo (...). 23 agosto 1815. (En Archivo OHiggins XIX : 124-125).-
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Manuel de Salas escriba en su diario37: 9 de agosto de 1815. El 9 de agosto, vspera de San Lorenzo, se quem un rancho frente al hospital, con un recio viento, que hizo temer la propagacin del incendio, que contuvieron la diligencia y una lluvia sobreviniente. Don Martn Calvo Encalada quiso impedir a un cabo que cortara intilmente un madero con una hacha, e intent quitrsela. Su sobrino, don Manuel Blanco Encalada, que entendi la contienda, sin percibir bien la causa por su sordera, insult al militar, y se agolparon sus compaeros, de los que algunos corrieron a las armas. Se oy una voz que dijo : A ellos, los insurgentes. Esta es la nuestra. El Gobernador llam a su guardia, disip el alboroto y evit una desgracia que habra comprendido a todos. 10 de agosto. Al da siguiente, se present por escrito el cabo a quien tranquiliz Blanco a presencia del Gobernador. Este rasgo de prudencia fue un nuevo beneficio de la Providencia, que nos hizo sensible su proteccin. 31 de agosto 1815.- Ya empezaban a escasear demasiado los medios de subsistir. Muchos artculos faltaban absolutamente, y se haban consumido los que tenan los particulares. Slo se mataba una res para raciones de oficiales. Esto y la expectativa consternaban los nimos hasta hacer recelar de algunos la prdida del juicio, y en otros la de la vida, cuando el 31 de agosto por la maana, se avist un buque con direccin al puerto. Al medioda fue el bote de la isla, que estaba pescando, llevando a bordo al cuado del Gobernador, quien volvi avisando era el bergantn Serafn38, que traa a flete vveres para los confinados, y algunas cartas, por las que
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se supo que deban salir algunos de ellos39, sin expresarse sus nombres, por un oficio del General en que mandaba retener a uno de los agraciados. Se presumi que ste sera don Manuel Blanco Encalada. A la tarde, desembarc el dueo y capitn don Francisco Perales, limeo, trayendo el resto de la correspondencia y los papeles pblicos. 8 de septiembre. Hubo un buen tiempo desde su arribo hasta el da 8 de septiembre, en que zarp a las cuatro y media de la tarde, llevando a los siguientes detenidos : don Francisco de la Lastra, don Jos Santiago Portales, don Pedro Jos Prado Jaraquemada, don Martn Calvo Encalada, don Jos Antonio Rojas, don Javier Videla, don Gabriel Valdivieso, don Isidoro Errzuriz, don Juan Antonio Ovalle. Durante su permanencia, se tomaron declaraciones a los que estuvieron a bordo de los buques ingleses, en los cuales, segn se haba referido al General, se haba brindado por la Patria. Fueron llamados para esto, el Gobernador don Anselmo Carabantes, el Capitn don Marcos Garca, don Juan Enrique Rosales, don Antonio Mendiburu, don Agustn Beyner, don Enrique Lasalle, don Manuel Blanco Encalada, don Remigio Blanco y algunos oficiales. Trajo el bergantn al Capitn don Domingo Puga con veintisis soldados. Se fueron en el barco40 el Gobernador Carabantes, el Capitn Garca, el Teniente don Santiago Pizarro, el Alfrez don Francisco Vial, don Fermn Barril, don Fernando Salcedo, don Francisco Gallardo y algunos soldados.
Este bergantn haba sido autorizado a viajar a la Isla de Juan Fernndez el 1 de julio de 1815. El 30 de octubre se orden pagar el flete del cargamento llevado y la conduccin de tropa y oficiales. Y en cuanto a los particulares que vinieron de la misma isla, se avendr con ellos lo que deben pagarle por su transporte y el de sus criados y equipajes. En Archivo OHiggins, XIX : 44. 39 En una reunin efectuada en julio en el Tribunal de la Real Audiencia, se acord proseguir los procesos y mantener los reos en los mismos lugares en que estaban detenidos ; pero el presidente (Osorio) obtuvo que se le autorizara para cortar el progreso de las causas en que no resultara mrito para su ulterior sustanciacin, y que se le facultara para traer al continente a 9 de los confinados a Juan Fernndez. Encina, VII : 53.
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El Gobernador de la isla, don Anselmo Carabantes, fue separado de su cargo por el delito de ser valdiviano. Nombrse para subrogarle al espaol don Jos Piquero41, oficial del regimiento de Talavera. Hasta en el presidio se haca sentir el exclusivismo que animaba al Gobierno de la reconquista. 15 de septiembre. A las siete de la noche, se present un bote ; el piloto dijo ser de la fragata inglesa ballenera Elisa, que se haba avistado el da anterior, pidi carne y se la ofreci el Gobernador. Agreg que seis semanas antes haba encontrado tres buques de Panam a los once grados, conduciendo mil y tantos hombres, que anunciaron venir en seguimiento de diecisis velas con cuatro mil soldados para Lima. Que luego vendra la fragata de guerra inglesa Infatigable, que de Galpagos iba al Callao. Se volvi luego y no encontr a la Elisa. Se dud si lo hizo por el tiempo o por recelo ocasionado por la alarma y cautela que not ; y por la noticia del mal trato que han tenido otros buques de su nacin. Osorio pide una lista de los confinados. Se manda que don Pedro Tavira salga de Santiago, porque hablaba de lo que stos sufran.
30 de octubre de 1815.- Decreto mandando pagar al bergantn Serafn, el flete del cargamento que llev a la Isla y el transporte de tropa.- Santiago, 30 de octubre de 1815.- Visto : Pguese por la Tesorera General a don Francisco Perales, Capitn y Maestre del bergantn Serafn, el flete que cobra de lo que condujo en l de cuenta de la Real Hacienda a la isla de Juan Fernndez, a razn de tres pesos cada tercio de los ciento veinte y cinco que se regulan por el seor Contador Mayor y por el Comandante de la corbeta Sebastiana, igualmente que la conduccin de la tropa y oficiales de que hace cargo conforme al Reglamento que hay para ello, pero presentando antes el descuento que echa de menos el seor Contador. Y en cuento a los particulares que vinieron de la misma isla, se avendr con ellos sobre lo que deben pagarle por su transporte y el de sus criados y equipajes y tmese razn.- OSSORIO.- Doctor Rodrguez.- Munita.- Se tom razn en 9 de noviembre de dicho. En Archivo OHiggins, XIX : 44.41 Recordemos que el nombramiento de Gobernador Poltico y Militar por Comisin de las Islas de Juan Fernndez al Capitn del Regimiento de Infantera de Talavera don Jos Piquero, haba sido otorgado en Santiago el 17 de enero de 1815. (Archivo OHiggins, XIX : 18-19).- En Juan Fernndez existan dos casas, una para el Gobernador entrante y otra para el Gobernador saliente, esta ltima cerca de la playa y de condiciones menos cmodas que la del titular.
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Encarg al Gobernador para tratar bien a los relegados. Precauciones y seales para la entrada de un bergantn, permiso para ella considerado como un favor por ser mercante. 27 (de septiembre). Sueo funesto de un cabo de Talavera. A su consecuencia, se envan soldados al Puerto Ingls a poner los caones sobre polines. 30 (de septiembre). Se fija bando para que los entretenidos no vendan las provisiones que les trajeron, en perjuicio del Gobernador, pblico y tropa. 1 de octubre. Misa cantada por don Juan Pablo Michelot. Slo la ofici un soldado. Aniversario de la batalla de Rancagua. Sueo del Gobernador sobre la ruina de Espaa. Este da y los anteriores, vientos furiosos. Don Antonio Morgado es reclamado de Espaa por haber trado consigo a la mujer de un calafate de la Carraca, como propia. Esta fue visitada por las seoras de Chile, as como doa Francisca Cordn, mujer de Piquero. Doa Mariana Prez fue sacada de las monjas una vez por la Esterripa, Arlegui, etc. ; y la segunda por Osorio y comitiva. No se public en la Gaceta del Gobierno el donativo voluntario colectado por el Cabildo cuando entraron las tropas de Lima.
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El virrey no contest a la representacin de los confinados, expresando a sus confidentes que intercedera por ellos si pidiesen perdn, pero no intentando justificarse. Los refugiados en Mendoza slo son llamados a edictos y pregones, confiscados y declarados dignos de pena indirectamente en el suplemento de la Gaceta del Gobierno de 15 de junio de 1815. Estos son, a ms, retrados con la perspectiva de Juan Fernndez y las investigaciones hasta de los embarazos de las mujeres de los escondidos, como don Joaqun Echeverra, don Fernando Errzuriz, don Francisco Vicua, etc. 22 (de octubre). El Domingo a la tarde, se vio un buque de dos palos, que desapareci al ponerse el sol. En la noche, fandango en casa de una chilota vieja, rompen la guitarra del artillero Jara. Herido levemente Argomedo. Recelo del origen de este suceso. 21 de noviembre de 1815. Exemplum enim do vobis, tu sicut ego feci, ita it vos faciatis. Et vos debetis esse misericordes, sicut et pater misericors est. El 21 del presente se cumple un ao de nuestro arribo a esta isla ; y es una obligacin de religin y de justicia, consagrar este da para rendir gracias a Dios por los beneficios que aqu nos ha dispensado. Juan Fernndez, conforme a la intencin del jefe que nos hizo venir, y a las circunstancias del mismo lugar y de nuestras personas, deba de acabar con nuestra existencia, si la Providencia de Dios, siempre bienhechora, no nos hubiera sostenido por medios que casi parecen exceder a lo que naturalmente poda esperarse. Lleg la fragata Elisa, ballenera inglesa que estuvo el 15 de septiembre a la vista. Se fue el da 24. Llev dos reses. Vendi algunas frioleras. Los soldados le robaron una hacha y aguardiente despus de recibida la carne y otras cosas. Llevaba mil ochocientos barriles de aceite. Vena de la isla de Afuera, donde los tripulantes pescaron y tomaron lobos. Dieron noticia de una gran siembra de papas hecha all por tres americanos, a quienes haban trado
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all y dejado antes, pero a quienes no encontraron a la vuelta. Haban quedado para cazar lobos por haberlos hallado en aquel punto, donde, habiendo desembarcado, perdieron su buque apresado por un corsario ingls. Los dos navos espaoles San Hermenegildo y Real Carlos se baten sin reconocerse y se destruyen. En la noche del 21, se dispararon dos fusilazos a los que robaban las gallinas del Gobernador y parecan fantasmas. A medianoche, la guardia del fuerte dio alarma a vista de una cabra que se qued suelta. A Juan Fernndez se llevan tablas de Chile y se trae charqui para la racin. Los ratones matan a los gatos. Se tiran balas a las nimas. El castillo no se permite ver, aun cuando est al pie de un cerro, que lo manifiesta desde sus cimientos a la primera vista. 29 (de noviembre). Navo a la vista con direccin a Valparaso. Seas con la artillera. Los esclavos reclutados por los Carrera, hechos prisioneros en la cordillera, son condenados a trabajos pblicos en Valparaso y otros dados a los oficiales. Si eran libres, deban ser tratados como los dems prisioneros de los que muchos fueron incorporados a las tropas ; y si esclavos, debieron ser devueltos a sus amos42.
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Se refiere a las disposiciones tomadas por Osorio en relacin a los esclavos y que Barros Arana relata as : En los primeros das de la reconquista, se presentaron al gobierno algunos vecinos exigiendo urgentemente que se les devolvieran uno o ms esclavos que las autoridades patriotas les haban quitado para hacerlos servir en el ejrcito, declarndolos al efecto hombres libres. El gobierno de Osorio resolvi que los esclavos eran propiedad de sus amos, que no haba
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11 de diciembre. Se tiraron tres caonazos a un bergantn Nuestra Seora de las Nieves, que esper al bote y una carta para Chile, pidiendo animales. Se dio media racin, y slo qued un tercio para el mes siguiente. Vena de Coquimbo con cincuenta y ocho das. Dijo que haban llegado dos mil doscientos hombres a Lima desde Panam ; que Pezuela se preparaba a dar batalla en el Per ; y que Chile estaba quieto. Un marinero cont que el bergantn Potrillo haba sido echado a pique por un buque americano. Chile. Mientras tanto, en los ltimos das de noviembre, Mariano Osorio represent al Tribunal de la Real Audiencia el poco grado de culpabilidad de algunos de los confinados en Juan Fernndez. Obtuvo de este modo un informe favorable que le permiti liberar del destierro a trece de ellos43. Sin embargo, este inters de Osorio por aliviar la presin sobre Chile, llegaba demasiado tarde, pues haba perdido el favor del Virrey del Per y el Rey Fernando VII le haba otorgado el ttulo de Gobernador y Capitn General del Reino de Chile al Mariscal de Campo Francisco Casimiro Marc del Pont, quien fue recibido en Santiago, con la mayor pompa, el 26 de diciembre del mismo ao. El 5 de enero de 1816, se produjo un incendio de grandes proporciones en el Presidio. El Gobernador, cuatro das ms tarde, informaba: Cuando con fecha 6 de mayo del ao prximo pasado, dirig a V.S. el inventario de los edificios de esta isla, hice ver en l su ruinoso estado y lo que se necesitaba para su pronto reparo. Avis tambin lo que haban padecido
autoridad alguna que pudiera quitar a estos lo que les perteneca, y que por tanto, las providencia gubernativas concernientes a la libertad de esclavos, eran nulas, debiendo por lo tanto volver estos al dominio de los que los reclamaban con justo ttulo. (Barros Arana, X : 37).43 Encina, VII : 53.
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muchos de ellos con un fuerte temporal que sufrimos y lo que pudieran haber sufrido todos, si dura algunas horas ms tan extraordinaria tempestad. Entonces prev igualmente por la situacin de los edificios, lo muy dbil y combustible de ellos a causa de la paja de los techos y palizada de sus paredes o quinchas, la repeticin y constancia de los vientos dursimos que fomenta este recio clima : que el fuego, que en cualquiera parte se dice con razn poderoso enemigo, es de tanta mayor fuerza en este desgraciado presidio cuanto en l concurren a toda hora las circunstancias ms aparentes para que sus habitantes sufran las ms fatales e irreparables consecuencias. En 10 meses ha que estoy encargado de este gobierno, ha principiado por tres ocasiones a incendiarse su poblacin. En dos de ellas se ha atajado con slo la ruina de tal cual habitacin. La ltima inici el 5 del corriente como a las 11 del da, por el can en que vivan el Comandante de la tropa de Concepcin, el Padre Capelln y algunos detenidos. Empez con tal violencia y rapidez, que los interesados perdieron casi todo cuanto all tenan. Se agrav la prdida, y fue el ms ntimo dolor el triste espectculo de ver caer muerto, sin auxilio espiritual ni temporal, a don Pedro Nolasco Valds, como a distancia de veinte varas del fuego, sin que se advirtiese otra causa de tan sensible desgracia que el natural susto del estrago que amenazaba : dicha habitacin dista como doce varas de la iglesia, a que sigue el almacn pblico y casa que ocupo, de aquellas hasta el muelle sucesivamente las dems dominadas todas por ella, en que estaba el origen del fuego : se aviv ste y foment en su grado, con el impetuoso viento que soplaba desde dicha casa incendiada, que en muy breve tiempo se vio el fuego por todas partes y principalmente en los ranchos que seguan para abajo, y en el edificio del Hospital que se quem al todo, con todos sus aperos y utensilios, excepto un corto rezago, con tres ranchos que tenan al frente calle de por medio y otros que como a distancia de media cuadra seguan a la parte de abajo Hice con toda la tropa y ms gente de mi mando cuanto estuvo a mis alcances para cortar el fuego ; pero, atendidas las circunstancias, debo confesar que el que hubiese terminado y no incendindose toda la Isla, fue obra superior y no de mi celo y disposicin.
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El fuego, como he dicho, principi en la casa superior y dominante, y el viento que lo agitaba, se diriga a las inferiores dominadas con tanto mpetu y violencia, que parece empeado en la obra ; la iglesia y ms principales edificios estaban, como tambin dije, mucho ms inmediatos a la casa incendiada que los que padecieron igual estrago, por lo mismo que no librasen estos y s aquellos cuya prdida hubiera redoblado nuestros males y padecimientos y acaso causado en el todo nuestra infelicidad y ruina, es preciso se crea fue providencia supernatural y extraordinaria (...)44. Concluye su carta pidiendo del Gobierno el envo de un buen carpintero y materiales de construccin, y haciendo presente, adems, que el nmero de presidiarios que hay en esta Isla para el trabajo de obras pblicas que hay que hacer es muy corto, y as nada se puede adelantar si V.S. no determina vengan algunos ms para ayudar a estos, pues los ms de ellos estn bastante enfermos y por consiguiente no pueden trabajar45. Los Ministros de la Real Hacienda, en Santiago, el 3 de julio, manifiestan, respecto a esto ltimo, que es indispensable la remisin de mayor nmero de presidiarios, mediante a que el existente es corto, segn lo expone el Gobernador, y esto se podr conseguir sirvindose V.S. oficiar a la Real Audiencia para que abreviando la conclusin de las causas de reos, pueda confinar a los que merezcan a Juan Fernndez46. Sobre este incendio, los desterrados, en su segundo Memorial, sealan : Despus procedi el voraz incendio del 5 de enero, da en que debimos perecer todos, si la mano del Omnipotente no hubiese conservado como por un milagro algunos pocos vveres y ranchos. Sin embargo, fallecieron dos de nuestros compaeros, uno en el acto47 y otro de resultas de la afliccin, miseria y privaciones48, y el resto slo presentaba la imagen de la muerte y la desolacin49.
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Archivo OHiggins, Tomo XIX : 46-47. Archivo OHiggins, Tomo XIX : 48. 46 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 51. 47 Pedro Nolasco Valds. 48 Fray Pedro Amasa. 49 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 320.
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Este incendio destruy las mejores casas de la isla, las que ocupaban los capellanes y algunos de los patriotas ms considerados. Pero, adems, afect las instalaciones del hospital de la isla. As lo expresaba el Gobernador Piquero, el 22 de enero, a Mariano Osorio : Con motivo del incendio del 5 del corriente, que avis a V.S. con extensin en oficio 9 del Idem, se quemaron entre otras cosas todos los medicamentos y ms precisos utensilios de hospital, y por su falta se hallan los enfermos destituidos de todo auxilio. Agrega una lista de medicinas que es imprescindible obtener. Esta lista est firmada por l y por Fray Rosauro Acua, preso por insurgente, pero con conocimientos de medicina, siendo como era miembro de la Orden de San Juan y que haba tenido a su cargo la formacin del proyectado hospital de Chilln. Volvamos al diario de Manuel de Salas : Nuestra prisin es injusta. Aferrados los europeos al designio de conservar las Amricas unidas a la metrpoli, de lo que les resultan ventajas nacionales y personales, mercantiles y honorficas, era natural que lo procurasen aun en el caso de que se sujetase la Pennsula al yugo francs, para lo que citaban el ejemplo de la guerra de sucesin. Los americanos estaban interesados en sustraerse a l ; y se figuraban las ganancias de tener en su seno al jefe de la nacin, si se trasladaba a su asilo. El recelo de la prdida fue general ; y era menester un portento, como dice el Virrey del Per en su proclama ltima, para dudar del desastre. Las opiniones y miras, una vez divididas, era consiguiente exaltasen los nimos, cuya pacificacin y avenencia debi ser el objeto de las autoridades, de la razn y del verdadero celo.
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Los relegados a Juan Fernndez con las formalidades de justicia, slo vinieron a prestar su confesin a los catorce meses de destierro en la isla. El 28 de diciembre de 1815, se tom su confesin por el Gobernador a Muoz Bezanilla y a Alamos. El 29, a don Carlos Correa de Saa y a don Agustn Beyner. El 30, a don Bernardo Vergara. El 2 de enero de 1816, a don Juan Miguel Benavente, a don Ignacio Torres y a don Mariano Egaa. El 3, a don Juan Enrique Rosales y a don Antonio Urrutia Mendiburu. El 4, a don Gaspar Ruiz de Berecedo. El 5, se empez a tomar confesin a don Ignacio de la Carrera, y estando en ella, sobrevino un incendio en la casa del capelln y del comandante Puga, de donde se comunic al cuarto de don Juan Enrique Rosales, del padre cura Espinoza, de don Carlos Correa y de don Pedro Nolasco Valds, que muri. Perdieron casi todos sus bienes. El fuego se comunic con un viento impetuoso a las habitaciones de Larran, Prez y Blanco, a la de Cienfuegos, a la de Ureta y Bezanilla ; y las redujo a cenizas ; y a otras, hasta trece. El incendio ces a medioda50. 6 de enero de 1816. A la tarde se enterr a don Pedro Nolasco Valds.
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Sobre este incendio, recin en junio la Gazeta del Gobierno public alguna noticia. (Viva el Rey..., N55, 18 junio 1816).
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Bando para restituir lo robado en el incendio. El 9 muri el padre fray Pedro Amasa, que tena licencia para irse. Don Ignacio de la Carrera sigui prestando su confesin. El 10, declararon don Agustn Eyzaguirre y don Francisco Antonio Prez. El 11, don Ramn Ars y el presbtero don Juan Pablo Michilot. El 12, don Francisco Castillo, cura de Mercaderes en Popayn e interino de San Jos, y don Joaqun Larran. El 13, don Mateo Arnaldo Hoevel y don Remigio Blanco, cnsules. El 15, el cura don Jos Ignacio Cienfuegos. Lleg la fragata ballenera Fnix, inglesa, que se fue al da siguiente. 16. Declararon don Manuel de Salas y don Juan Jos Echeverra. El 17, don Agustn Vial. El 18, lleg la fragata inglesa ballenera Criton. Confirm la derrota de Bonaparte. Dijo haber encontrado al navo Milagro, procedente de Guayaquil. Vendi alguna ropa al Gobernador ; y se fue el 19 llevando una vaca.
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Clebre poder del clrigo Juan Pablo Michilot a Nuestro Seor Jesucristo, depositado entre las formas del copn. Se reimprime en Chile un retazo de carta escrita en la crcel de Guayaquil por don Luis Quijano, Secretario de la Junta de Quito. 23 de enero. En la noche se puso preso a Luciano, criado de Mendiburu, por haberse vestido de nima. Concluida su causa, fue puesto en libertad el 18. 11 de febrero. Prisin de don Manuel Palacio Caldera51 (destinado a los hornos) por haber excitado a los soldados contra el Gobernador y patriotas por la carne. Rondas, patrullas, cuidados, etc. Pedro Juan Chavarra, presidiario, salvado de la muerte por m. Su presencia me indemnizaba de los males que me ocasionaban otros como l. 27. Domingo de Carnaval. Comida en casa del Gobernador. Entretanto, el 3 de febrero de 1816, uno de los prisioneros, Agustn de Eyzaguirre, escriba a su esposa, Teresa Larran, instruyndola para que asumiera su defensa. En parte de ese documento expresa : Ya llevo ms de quince meses de presidio, sin las comodidades en que he sido educado. Aqu padece el cuerpo con toda especie de males, sufre la falta de vivienda que toda es un rancho o choza inmunda, lleno de agujeros por todas partes, se llueve como afuera a pesar de haberlo techado y costado por cien pesos. Para poder dormir sin mojarse es preciso poner un cuero de techo y en el lugar en que uno est, lo mismo. La infinidad de ratones le roen la paja, y al poco tiempo de puesta est consumida por ellos. Los vientos voraces se la llevan y as no hay remedio. En la habitacin hay cebollas, ajos, papas, grasa, charqui, carne (cuando se consigue) y todo comestible que se alcanza a fuerza de
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Soldado de Talavera.
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dinero o favor, slo por conservar la vida. La despensa ms inmunda o la cantina ms pestilente no iguala a nuestras habitaciones. Padece el cuerpo con la carencia de todo alimento, con los que me he nutrido desde mi infancia ; como la carne, toda ave, verduras, frutas y todo lo que tiene visos de haberme acostumbrado. Slo se ve algunas veces carne de vaca, y para que no parezca exageracin, digo que slo se mata una res sola en la semana, para raciones de ocho personas y para los enfermos del hospital que no bajan de otros tantos. El resto o sobrante se vende a los ocurrentes, que sern trescientos poco ms o menos los de esta poblacin. As la mantencin diaria de nosotros son cosas secas como charqui, porotos, cosas que aqu slo he comido. La racin es media arroba de charqui, treinta onzas de grasa, igual cantidad de sal, medio almud de frejoles y tres de harina, sta es la racin mensual. Las pulgas, moscas, ratones, tierra y cuantas plagas son imaginables, con la multitud que habitamos un cuarto, todo, todo aflige y ataca nuestra existencia52. Sin embargo, todo este infortunio intentaba ser sobrellevado por los prisioneros. Uno de ellos relataba a Diego Barros Arana la manera en que intentaban mantener su nimo en alto : El general don Manuel Blanco Encalada, entre otros, nos cont con gran variedad de detalles las fatigas y padecimientos de aquel penoso destierro. Describanos al efecto las tertulias o reuniones a que concurra el mayor nmero de los presos, y donde los ms caracterizados e ilustrados de ellos trataban diversidad de materias, que eran de instruccin para los ms ignorantes. El respetable patriota don Manuel de Salas, siempre tranquilo y bondadoso, distraa particularmente a sus compaeros con la relacin de sus viajes o de ancdotas ingeniosas, o con la exposicin de algunas nociones sobre el porvenir que el desarrollo de la industria y los progresos de la libertad y de la civilizacin, reservaban a estos pases. Don Mateo Arnaldo Hoevel daba a algunos de los presos lecciones de ingls y de geografa : y como faltaran mapas, y como muchos de aquellos individuos no hubieran visto jams uno, el mismo Hoevel dibuj algunos con formas que si no son precisas, dan idea de lo que representan.53
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Instrucciones que doy a mi consorte doa Teresa Larran para que me defienda en la causa criminal que se me sigue de oficio por las convulsiones de Chile cuyo interrogatorio era simple, sin documentos ni cosa que justificase los cargos y cometido a este gobernador. En Archivo OHiggins, Tomo XIX : 304-305. 53 Diego Barros Arana : Historia Jeneral de Chile. Santiago, Rafael Jover, editor, 1889. Tomo X : 290.
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Con fecha 18 de mayo de 1816, los desterrados en Juan Fernndez, elevan al Presidente Marc del Pont su segundo Memorial. Se lamentan en l porque los compaeros de presidio que iban siendo liberados, lo eran igual que como llegaron, sin expedientes ni decretos. Recuerdan el grave incendio que les afect el 5 de enero de ese ao y agregan : Los meses corridos desde enero hasta esta fecha han sido para nosotros la ms dura prueba de todas las aflicciones que pueden oprimir a la naturaleza mortal. Faltos de vveres por el tiempo y el incendio, y casi desnudos y sin abrigo de sus resultas en este horroroso clima, se siguieron al hambre las crueles enfermedades, hacindose epidmica una disentera de sangre ; y consumida del fuego la botica, hospital y medicinas, el mal tomaba mayor fuerza, concurriendo la insalubridad de los alimentos, reducidos frecuentemente a caldo de pescado, en lugar de substancia, sin probar pan, grasa ni el menor condimento, y siendo por regalo lograr a veces un plato de aquellos frejoles que, por aejos y corrompidos, eran sobrantes de los aos pasados. En esta poca las lluvias y los furiosos huracanes se conspiraron contra nuestra debilidad y desabrigo, y todos los horrores de la naturaleza se empeaban en destruirnos54. El 30 de junio de 1816, expresaban : A tantas desdichas se une la angustia de considerar que ya hemos visto llevados al sepulcro, por el clima, hasta diecinueve individuos de la guarnicin, siendo esta gente acostumbrada al desabrigo y la intemperie.55 La llegada al gobierno de Marc del Pont signific un endurecimiento en las medidas de fuerza que se aplicaban en contra de los patriotas apresados. El 15 de abril de 1816 solicit la remocin de los ministros del Tribunal de la Real Audiencia a quienes, por su blandura de mano, no consideraba aptos para ejercer sus funciones.
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Sobre quien expresaba peor juicio, era sobre Jos Antonio Rodrguez, Fiscal, puesto que su conducta es srdida y venal, pues ha tirado a complotarse y ha influido eficazmente con todo el Tribunal en el regreso de la isla de Juan Fernndez de muchos de los ms famosos revolucionarios, a los cuales he vuelto yo a confinar en un castillo de Valparaso con nimo de alejarlos ms, si es posible, para precaver las fatales consecuencias que ya empezaban a sentirse por tan intempestiva e implcita indulgencia.56 Manuel de Salas, segua registrando en su diario de prisin el lento transcurrir de los acontecimientos : 19 de mayo (1816). Se vio un buque con direccin al puerto. Sali el bote a llamarlo. Ech al mar su lancha con botijas para hacer agua. Era la Paula, procedente de Valparaso, y arribada a Coquimbo con trigo y vveres para Chilo. Se hizo junta de guerra para pedirle ciento cincuenta fanegas de trigo y alguna grasa ; pero no pudo entrar por temporal ; y se llev el bote y cinco hombres de la isla. Dej a su maestre Cuadros, a su guardin Hurtado, a dos marineros, al segundo Escribano, la lancha y las botijas. Dieron noticia de la escuadrilla de Buenos Aires. Su entrada en el Callao el 9 de enero. Estaban en Guayaquil el 10 de febrero. Prdida all de un bergantn. Demolicin del fuerte de piedra. Salida de seis buques del Per armados por el comercio con milln y medio de pesos, con la circunstancia de pedir que no fuese en ellos ningn oficial de marina. Prdida de la Consecuencia, que vena de Espaa con ochocientos mil pesos y del Gobernador de Guayaquil ; de otro buque llamado la Gobernadora ; de la Candelaria y un pailebot, procedente de Intermedios ; y de la goleta que fue de Tonsel, quitada a Astorga de Valparaso y vendida a un Torres de Lima, al entrar en Chilo. Dudas sobre la toma de Cartagena por el general Morillo. Creacin de vales reales en Lima de a
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quinientos pesos, medio milln, por pasaportes para viajar. Los de Valparaso los maneja Padn ; valen tres cuartos. Noticias de estar nombrado Presidente Ossorio ; y Marc, Virrey ; prisin de Lastra, Encalada, Prado, Videla, Bascun, etc., en Valparaso. El yerno del Virrey, Gobernador de Panam, es conducido en el Potrillo. Ciudadela en el cerro de Santa Luca. El 29 de mayo, al amanecer, entr el bergantn Justiniano, presa. Trajo el situado y descarg, adelantndose a la Sebastiana que arrib el 1 de junio. La corbeta condujo cuarenta hombres de guarnicin al mando de don Pedro Guerrero, Teniente del Chilo, y desterrados de Concepcin a don Pedro Jos Benavente, a don Santiago y a don Jos Antonio Fernndez, capitanes, a don Juan Luna, Teniente Coronel graduado, a don Gregorio Henrquez, Capitn de Valdivia, a don Marcos Bello, miliciano retirado, a don Santiago Pantoja, comerciante, a don Manuel Garretn, a don Antonio Tirapegui, Administrador de Correos, a don Toms Quezada, agrimensor general, a don Pablo Romero, Capitn de milicias, a don Domingo Cruzat, a don Santos Astete, miliciano, a su hijo don Julin, a don Francisco Villalobos y a ocho presidiarios. Los siete primeros de la nmina anterior vinieron de Concepcin a Valparaso en el Sacramento. Los ocho siguientes, por tierra ; luego al puerto, y de all a la corbeta57. A los primeros decret don Miguel Atero, Intendente interino de Concepcin, que pasasen a respirar aires puros ; a los segundos que fuesen a Santiago a vindicarse. El Obispo de Concepcin visit a los primeros a bordo.
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Semanas antes, en Santiago, se sealaba : El Oidor Fiscal, vista la solicitud de los siete reos remitidos de Concepcin con destino a la Isla de Juan Fernndez, en la parte que piden alimentos, dice : que deben concedrseles en el modo y forma que se ha adoptado para los otros reos de infidencia que se hallan en su caso, pues que es regular que a unos les haya cesado el sueldo y a todos se hayan embargado sus bienes ; bien que destinados ya a la isla, se mantendrn all como los dems, sobre lo que resolver V. S. lo que hallare ms justo.- Santiago y mayo 3 de 1816. (Col. Hist. Independencia, Tomo XXXV : 196).
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Se supo haberse revocado la orden de que fuesen a la isla los nuevamente presos, que eran Encalada, los dos Errzuriz, Bascun, Valdivieso, Portales, Cruz y Lastra, que se fueron a sus destinos, quedando slo en el castillo, Encalada, Cruz y Lastra, que estuvieron incomunicados, pero a quienes se haba permitido ya la comunicacin. Vino orden para que permanecieran en la isla los seis que la tenan para salir. Se fueron ambos buques el 5 al medioda. En el bergantn Justiniano y la corbeta Sebastiana, se haba remitido el situado de la isla, pero no era suficiente, dado que durante varios meses no haban recibido provisiones y por el aumento de habitantes que se produca ahora. El Gobernador, Jos Piquero, escriba a los Ministros de la Real Hacienda de Santiago, el 3 de junio, dos das antes del zarpe de las naves : Estos vveres, que antes ped con concepto a la gente que haba, alcanzarn apenas a seis u ocho meses. Ya porque dos meses antes de su llegada estaban a media racin, y es preciso enterarlos de la falta ; ya porque ha aumentado aquella en nmero considerable ; y ltimamente, porque el menoscabo que causan las ratas de que en otros oficios he hablado, es cada da menos calculable ; por lo mismo espero de la eficacia de V. V. que prevendrn en tiempo lo necesario para que no se repitan los apuros y suma escasez en que nos hallaron los enunciados buques58. En el Justiniano volvan diez individuos al continente, para reincorporarse a su Regimiento de Infantera de Talavera en Santiago. Se marchaban satisfechos de sus haberes desde 1 de marzo de 1815 hasta fin de mayo de 1816.
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Sigamos con el relato de Salas : Noticias de la magnificencia del Presidente y del Obispo. Este pidi guardia al primero, y se la neg. Casamiento de doa Petronila Gamero con el Alfrez de Fragata don Antonio Villavicencio. Julio 14 (1816). Un talavera hiri gravemente a un presidiario. Hubo susto de incendio. Se cas una mujer muy vieja. Del fandango sali a ahorcarse un soldado borracho. Dur la funcin hasta el da siguiente al frente del cadver, que fue quemado por sentencia, a presencia de la tropa. Se llamaba Bartolo Arce. Los padecimientos personales no hacen a los hombres mejores. Por el contrario, volvindolos insensibles, los hacen peores, crueles, etc. Se observa un cierto fondo de honradez en un pueblo donde no han hallado compradores los bienes puestos a remate. 18. Muri un soldado Larraa de beber tres botellas de aguardiente. Mientras tanto, en el continente, el 3 de agosto de 1816, se encontraban listos para ser despachados a la isla dos cajones con medicinas por valor de setecientos cuarenta y nueve pesos cuatro reales. Su contenido haba sido comprado al boticario Francisco Isern de Llombard, previo informe favorable de Jos Antonio Ros, Protomdico General del Reino. Pero volvamos un poco atrs. El 12 de Febrero de 1816, el Rey Fernando VII haba concedido un indulto general en beneficio de todos quienes hubieran sido procesados y desterrados, sin embargo, Marc del Pont y dems funcionarios se dieron maa para no obedecer la orden real.
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Este indulto fue concedido a peticin de Mariano Osorio, y es a l a quien dirige el Rey su real cdula : Don Mariano Osorio, Capitn General interino y Presidente de Chile. En carta de quince de marzo del ao prximo pasado disteis cuenta de que a consecuencia de la comisin que os confiri mi Virrey del Per para pacificar ese reino, tomasteis el mando de las tropas que permanecan en la ciudad de Chilln ; que habiendo dispuesto lo conveniente sobre las operaciones que deba proceder al desempeo de tan honroso cargo, despus de vencidos y dispersos los insurgentes, entrasteis en la capital de Santiago donde residan varios individuos que, o haban sido miembros de los diferentes gobiernos que se sucedieron en el curso de la revolucin o haban tomado parte activa en su establecimiento y continuacin, acreditndolo as la opinin pblica y los documentos incontestables que habais tenido en vuestro poder ; y que juzgando que su permanencia , mientras no se consolidase la obra de la pacificacin, podra ser perjudicial a la quietud pblica, como lo haba acreditado repetidamente la experiencia en diferentes puntos de Amrica, habas confiado por pronta providencia a las islas de Juan Fernndez a los que tuvieron mayor representacin e influjo en el trastorno del pas, enviando a otros de menor consideracin a distintos lugares del reino, donde no haba recelo de que pudiesen contribuir a la reproduccin de las escenas pasadas, embargando sus bienes y propiedades mientras se concluan las causas que se les estaban formando. Pero teniendo presente que el origen de la revolucin y su continuacin haba sido obra de un corto nmero de hombres ambiciosos y corrompidos, que presentando a la Metrpoli en un estado de anarqua y prxima a su ruina, lograron seducir a la multitud para tiranizarla mejor con el colorido de una imaginaria independencia, manifestasteis que aunque las circunstancias os obligaron a tomar al principio las medidas vigorosas que se requeran, no podas menos de llamar mi soberana piedad hacia el sinnmero de fieles vasallos que, jurndome una lealtad eterna, haban detestado la revolucin y llorado sus tristes efectos, a fin de que usase de mi innata clemencia en favor de aquellos que, no por depravacin de ideas, sino por debilidad e irreflexin, haban faltado a la sumisin debida a las legtimas autoridades. En vista de lo referido, previne a mi Supremo Consejo de las Indias que, enterndose de vuestra exposicin y oyendo en el modo que tuviese por conveniente a los diputados de ese reino, me informase sobre los particulares que comprenda y dems puntos relativos a la insurreccin de esta parte de Amrica, cuanto estimase conducente a mi real servicio y al Estado. Y habindolo ejecutado en consulta de
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veinte de diciembre ltimo, conformndome en todo con su dictamen, he resuelto que a los principales revolucionarios que se hallan prfugos, se les deben seguir las causas conforme a lo prevenido por las leyes ; y por lo que mira a los dems, que se hallan procesados y desterrados de la capital, los cuales estn tambin incluidos entre los primeros, en relacin que remitisteis con carta de diez y seis del citado mes de marzo prximo pasado, he venido en concederles, como por la presente mi Real Cdula les concedo, un indulto y olvido general de sus anteriores procedimientos. En consecuencia, os mando deis las rdenes y providencias convenientes para que se les ponga en libertad, disponiendo que los desterrados vuelvan a sus casas, con devolucin de los bienes que se les hayan embargado, hacindoles comprender esta benfica determinacin, tan propia de mi real clemencia, a fin de que en lo sucesivo reglen su conducta como corresponde y es de esperar de la gratitud que deben manifestarme por este singular beneficio. Fecha en Madrid a 12 de Febrero de mil ochocientos diez y seis. YO EL REY59. El 26 de agosto de ese ao, Marc del Pont acusa recibo de esta cdula, pero la remite al Oidor Fiscal., quien seala en su informe al Presidente que no resta sino ejecutar y cumplir lo dispuesto por el Rey. As las cosas, Marc del Pont obedeci, pero se las arregl para hacer su voluntad y no la del monarca : hizo publicar un Bando el 4 de septiembre de 1816 en el cual transcribi el indulto del Rey, devolvi sus bienes a los agraciados, hizo notificar el indulto a los 4860 confinados que quedaban en la isla, trajo al continente a seis y dej a los 42 restantes en ella hasta que se decidiera la suerte de la expedicin que esperaba atravesara los Andes en el verano prximo61. Esto mismo, Claudio Gay lo describa as : La cdula real era tan explcita , tan clara, que no haba lugar a temer que Marc encontrase medios de eludirla ; y sin embargo los encontr en el pretexto de que las circunstancias eran demasiado crticas para poner en libertad a tantos patriotas. No obstante, permiti volver a todos aquellos que atendida su escasa influencia haban sido desterrados al interior de Chile, y a seis de los que se hallaban en Juan Fernndez, mandando que los dems continuasen hasta nueva orden en aquel lugar de angustia y privaciones, sobre todo desde que un incendio horroroso consumi la mayor parte de sus cabaas y algunas de sus provisiones. Los
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Archivo OHiggins, Tomo XIX : 392-394. Como veremos ms adelante, estas cifras no son correctas. 61 Encina, VII : 82.
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bienes se devolvieron a sus familias, pero en tal estado de decadencia y abandono que muchas, en la imposibilidad de pagar los impuestos con que estaban gravados, prefirieron venderlos a precios excesivamente bajos62. El 11 de octubre de 1816 instruy al Gobernador de la isla : A consecuencia de la publicacin por bando de la real cdula de indulto de los autores y cmplices de la revolucin de este reino, segn orden que comunico a V. por separado, har practicar su notificacin en persona a cada uno de los comprendidos en esta gracia que existan en ese lugar, firmndola ellos ante escribano y testigos conforme a mi providencia de que incluyo testimonio, cuyas diligencias me remitir originales ; y si hubiere alguno que la rehuse, se pondr fe, y mantenindolo en su arresto, me dar parte. Junto con este oficio, iba este otro de fecha 20 de octubre de 1816 : El adjunto testimonio pondr V. en noticia de los individuos destinados a esa isla por causa de infidencia63, les instruir del singular beneficio que deben a la bondad del rey en haberles dispensado el perdn y olvido general de sus pasados yerros y mandando restituirles su libertad y bienes. Si como obediente a los preceptos soberanos he dado cumplimiento al real rescripto segn el mismo testimonio expone y patentiza, como celoso defensor de los derechos de la majestad y del orden, me veo en la precisin de tomar las medidas ms prudentes para la seguridad y defensa del pas, y para la conservacin del pblico sosiego mientras duren los movimientos de la Amrica sostenidos aun por la expirante Buenos Aires. Bajo este supuesto, he credo de necesidad dejar por ahora destinados
Claudio Gay : Historia fsica y poltica de Chile. Historia. Pars, en casa del autor, MDCCCLIV. Tomo VI : 172. El delito de infidencia se les aplicaba por haber jurado fidelidad a un poder distinto al Rey Fernando VII. Eran considerados infidentes : 1 Los que hubieran desempeado cargos en el gobierno intruso (...) ; 2 Los empleados nombrados por el gobierno intruso (bando de Osorio de 27-X-1814) as como aquellos que hubieran servido sin nombramiento y con mayor razn lo que han obtenido cargos por el solo honor y de ningn lucro, por la razn de que en este caso se colige que el nico estmulo fue una inclinacin decidida ; 3 Los eclesisticos, a quienes se les anulan los beneficios y prebendas, quedando suspendidos los prrocos que hubieren cooperado o auxiliado el partido de los enemigos ; y 4 Los que, sin ser empleados ni eclesisticos hubieren consentido el gobierno intruso sin oponer resistencia ni emigrar. Manuel Salvat : El delito de infidelidad a la patria. Historia. N8. Instituto de Historia, Universidad Catlica de Chile, 1969.Pg. 486.
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en ese punto a todos los que fueron desterrados a excepcin de los que constan en la adjunta lista. Debe V. hacerles entender que estn perdonados ; y acabadas sus causas, no se trata ya de pasados hechos ; que sus bienes se han entregado y se entregarn a los que los reclamaren con legtima representacin, y que el gobierno real dispensar toda la proteccin que quepa en su posibilidad ; pero que sus personas deben todava mantenerse separadas del continente por varias razones, siendo su propia conveniencia una de las que he tenido en consideracin para tomar esta deliberacin con el mejor acuerdo.64 Segn relataba Manuel de Salas las consecuencias de esta comedia han sido funestsimas ; una especie de disgusto , entorpecimiento y aun impaciencia general, se ha apoderado de muchos de nosotros, y no se si atribuir a esto o a una casualidad natural la muerte que en el momento que escribo este apunte acaba de sobrevenir a uno de nuestros compaeros. El 30 de octubre, Marc del Pont escribe una larga exposicin a la Corte, dirigida al Secretario de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia, donde da cuenta de la situacin en que se encuentra Chile, informa que ha consentido en la aplicacin parcial del perdn concedido por la real cdula y pide se le releve del cargo. En lo relativo a los prisioneros, que es lo que nos interesa, dice : Dentro de pocos das saldr la corbeta de Su Majestad Sebastiana, para la isla de Juan Fernndez, a cuyo Gobernador encargo haga saber a los desterrados la absolucin que han obtenido de sus pasados yerros, pero impelido yo de los motivos que dejo expresados, he tenido a bien, por providencia de buen gobierno y medida precautoria, dejar en aquel destino a los sujetos que expresa la lista que tambin acompao a V.E. hasta que se logre la total pacificacin de esta Amrica, trayendo a muchos de quienes hay poco que temer, al paso que es de esperar la enmienda que jams se ver en los otros segn lo demuestran las confesiones que han prestado en sus respectivas causas (...)65.
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D. Barros Arana : Historia General de Chile. Tomo X : 295-296. Archivo OHiggins, Tomo XIX : 408.
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La lista que menciona Marc del Pont consigna a los siguientes patriotas comprometidos en la revolucin de este reino cuya separacin se cree necesaria para su seguridad : Joaqun Larran, Francisco Antonio Prez, Ignacio de la Carrera, Santiago Muoz Bezanilla, Mateo Arnaldo Hoevel, Jos Santiago Portales, Agustn Eyzaguirre, Juan Enrique Rosales, Juan Egaa, Mariano Egaa, Martn Calvo Encalada, Carlos Correa, Ignacio Torres, Ignacio Cienfuegos, Fernando Errzuriz, Manuel de Salas, Anselmo Cruz, Isidoro Errzuriz, Remigio Blanco, Francisco del Castillo, Juan Pablo Michilot, Juan Jos Uribe, Manuel. Blanco Cicern, Enrique Lassale, Luis de la Cruz, Pedro Jos Benavente, Juan Luna, Jos Santiago Luco y Herrera y Santiago Fernndez. El 21 de octubre de 1816 Marc del Pont relev del cargo de Gobernador de Juan Fernndez a Jos Piquero y nombr en su lugar al Capitn de Talavera Angel Cid. El Capitn Jos Piquero, por su parte, ser nombrado Comandante por Comisin en el Batalln de Valdivia, por oficio del 17 de diciembre de 1816. El nuevo Gobernador es quien levanta el acta en que da cuenta a los patriotas prisioneros de las disposiciones que les obligarn a permanecer en la isla : En la isla de Juan Fernndez, a 26 de noviembre de 1816, yo don ngel Cid, capitn del regimiento de Talavera y gobernador por comisin de esta plaza, a falta de escribano y consultando no solo la solemnidad del acto a que se refiere el anterior decreto sino la urgencia del tiempo que deja el regreso de la corbeta Sebastiana, hice comparecer ante m a los sujetos comprendidos en la real cdula de indulto, la que se les ley por m clara y distintamente con el superior decreto en su cumplimiento que a continuacin obra, y oficio acompaatorio, los que a consecuencia se dieron por notificados, y firmaron ante m y testigos, a falta de escribanos, esta diligencia.- Jos Ignacio Cienfuegos (presbtero).- Joaqun Larran (presbtero).- Fray Juan Pablo de Michilot.- Fray Diego Espinosa de los Monteros.- Francisco Jos del Castillo.- Ignacio Torres.- Fray Jos Rosauro Acua.- Manuel Blanco y Encalada.- Juan Jos Uribe.- Francisco Antonio Prez.- Enrique de Lasalle.- Juan Enrique Rosales.- Manuel de Salas.- Juan Crisstomo de los Alamos.- Luis de la Cruz.- Pedro Jos Benavente.- Francisco Sanz de la Pea.Antonio Urrutia.- Agustn de Vial.- Mariano Egaa.- Ramn Mariano de Aris.- Jos Mara Argomedo.- Bernardo de Vergara.- Baltazar de Ureta.- Pedro Nolasco de Victoriano.- Santiago Muoz Bezanilla.- Gaspar Ruiz.- Santiago
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Pantoja.- Juan Pablo Romero.- Ignacio de la Carrera.- Toms de Quezada.- Manuel Garretn.- Juan Miguel Benavente.- Marcos Bello.- Francisco de Villalobos.- Julin Astete.- Carlos Correa de Saa.- Santiago Fernndez.Juan de Dios Antonio Tirapegui.- Domingo Cruz.- Jos Santos Astete.- Jos Antonio Fernndez.- Juan de Luna.Juan Agustn Beiner.- Juan Egaa.- Gregorio Henrquez.- Agustn de Eyzaguirre.- Juan Jos Echeverra.- Mateo Arnaldo Hoevel, cnsul por los Estados Unidos en Chile, firma sin perjuicio del honor y derechos de aquel gobierno, por quien representaba en su empleo pblico.- Ante m, Angel del Cid.66 Dice Barros Arana que este escrito lleg a Santiago el 7 de diciembre, enfureciendo a Marc del Pont por la declaracin de Mateo Hoevel. Se puede afirmar que a fines de noviembre no quedaban en la isla ms confinados polticos que los que firmaron aquella acta. En enero y febrero siguientes llegaron otros cuarenta ms, remitidos por Marc en los das ms angustiosos de su gobierno.67 Retrocedamos, sin embargo, a la semana antes del arribo a Juan Fernndez de las malas nuevas procedentes de Chile, a travs de las pginas del Diario de Manuel de Salas : 21 de noviembre de 1816. Se celebr una misa de gracias por haberse cumplido dos aos de nuestra venida, sin ruina de nuestra salud. 25. Por la maana, se avist la corbeta, que entr a las tres de la tarde.
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D. Barros Arana : Historia Jeneral de Chile. Tomo X : 297. D. Barros Arana : Historia Jeneral de Chile, Tomo X : 297.
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Fue a reconocerla en la lancha don Timoteo Aldoval, cuado del Gobernador, y volvi diciendo que no le permitan atracar, lo que puso a todos en la mayor agitacin, hasta que volvi el Capitn Puga, y supo que haba sido mala inteligencia de una voz dada a bordo. Desembarc el nuevo Gobernador, don Angel del Cid, Capitn de Talavera. Trajo la cdula de indulto y mucha correspondencia, vveres, dos capellanes, y a don Jos Portales ; muda del oficial y tropa de artillera. Trajo tambin a los soldados que se llev a la Paula y a unos pocos presidiarios. El 26, un soldado rob una botija de aguardiente del Gobernador, quien le hizo confesarse para ser arcabuceado. Intercedieron los oficiales de marina. Fue condenado a prisin, palos, etc. ; pero de todo fue indultado, lo mismo que otros que estaban presos. El 21 (sic), se ley la cdula de indulto a los interesados, que la firmaron al pie de los oficios del seor Marc. 28. A la tarde, se embarc don Jos Piquero y su familia con los detenidos Beyner, Aris, Henrquez, don Juan Miguel Benavente, Echeverra y el padre Espinoza. Se mantuvo el buque en el puerto por falta de viento hasta el 29, en que sali al medioda. Se fueron en l el capelln y artilleros, dos mujeres enfermas y una que se escap. Se hicieron saludos de la plaza y buque. 26 de enero (de 1817). Se avist la fragata de guerra Venganza. Su comandante, el Capitn de Navo don Toms Blanco Cabrera, es primo hermano del escritor. A la vela ech su lancha y un oficio. Conduca presos a :
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don Martn Blanco Encalada68, don Miguel Morales, don Francisco de la Lastra, don Jaime Guarda, don Isidoro Errzuriz, don Gabriel Larran, don Manuel Larran, don Jos Ignacio Cuadra, don Nicols Leiton, don Manuel Ayala, don Ramn Monasterio, don Manuel Espejo, fray Agustn Rocha, agustino, don Guillermo Tardif, capitn ingls, don Ventura Laguna. Este por diez aos por la causa de Portus, Traslavia, etc. El comandante y los oficiales los trataron con magnificencia y humanidad admirables. Su segundo Pardo, lo mismo. El 27, desembarcaron en la misma forma de la fragata Sebastiana : don Juan de Dios Puga, don Santiago Badiola, don Vicente Urbistondo, don Ramn Silva Lazo, don Ramn Gaona, don Jos Ancieta, don Martn Arbulu, don Felipe Caldern de la Barca, don Vicente Claro, don Pedro Jos Romero, don Anselmo de la Cruz, don Jos Mara Solis, don Jos Mara Alamos, don Jos Mara Hermosilla, don Jos Toms Losa, cura ; don Laureano Jos Daz, clrigo ; fray Gregorio Miranda, agustino ; don Ramn Arstegui, por diez aos por la causa de Portus, Traslavia, etc. ; Rafael Lavalle, por cinco aos por contrabando. A solicitud del Gobernador, los marinos dejaron al cirujano del Potrillo ; y se hicieron a la vela para Chilo, Valdivia y Concepcin a buscar la escuadra de Buenos Aires a costa de Chile y por orden de su Gobierno, quien, para obligar al Comandante, le remiti con el oficial Arriaga las cartas en que le avisaron de los buques enemigos. Los presos fueron remitidos con slo una carta de don Hiplito Villegas, gobernador de Valparaso, en que se anunciaba enviar treinta y tres sujetos, y resultaron treinta y cuatro, sin nombrarlos, lo que se cree efecto de haberse dejado al arbitrio de Villegas la remisin, que se orden el mismo da del embarco por un correo que lleg la maana del 20 de enero. En ese da, fueron puestos a bordo aceleradamente en los buques que aguardaban, haca dos das, el viento para zarpar.
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Entre los conducidos, vinieron el padre Miranda, que fue llamado casualmente, y lleg en busca de San Bruno al tiempo de salir los desterrados del cuartel de Talavera ; el cura Losa por insinuaciones de Uriondo ; y otros por iguales sugestiones, segn sus motivos privados, como don Vicente Claro por haber dado un capote en la malilla, a un palaciego. El 5 de febrero, lleg el bergantn San Miguel, procedente de Pacasmayo. Dej tabaco y azcar, de que haba falta. Anunci la venida de Espoz y Mina a Portobello con tropas de desembarco y sucesos del ejrcito de Morillo, de lo que se tena alguna noticia por los desterrados recin llegados de Chile. El 8 de marzo, se denunci al Gobernador una conjuracin de Atanasio Muoz, varios presidiarios y soldados. Se prendi a cinco de los primeros y catorce de stos. Salieron todos a excepcin de Atanasio, que fue castigado con cien azotes y llevado el da 15 con ngel Ortiz a la Islita ; ste por precaucin sin estar comprendido en la intentona.
LA LIBERACIN Finalmente, triunfaron las armas patriotas en Chacabuco y, una vez tomada la ciudad de Santiago, las preocupaciones de Bernardo OHiggins se centraron en tres aspectos : pagar el dinero prestado por algunos ciudadanos de Mendoza para poner en marcha el Ejrcito Libertador ; rescatar al casi centenar de patriotas confinados en Juan Fernndez ; y enviar por los casi doscientos prisioneros recluidos en la isla Quiriquina69.
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Luego de saberse en Concepcin la derrota sufrida por las armas realistas en Chacabuco, a principios de 1817, se remiti a la isla Quiriquina a todos los patriotas prisioneros en la catedral de Concepcin y a muchos otros que fueron detenidos en Chilln, Linares y Los Angeles. Una lancha viajaba una vez a la semana llevndoles provisiones. Sin embargo, cuando en mayo de 1817 las fuerzas patriotas tomaron Concepcin, los realistas se atrincheraron en Talcahuano y dejaron de enviar provisiones a los prisioneros. Vindose abandonados, concibieron la idea de escapar en precarias balsas individuales. Ms de 40 de los prisioneros murieron al ser arrastrados por las aguas mar afuera ; uno pocos, empero, lograron llegar al continente y volver en una pequea embarcacin que pudo rescatar a diecisis de la isla y a dos ms de las aguas. Poco ms tarde, en un gesto de nobleza, el Coronel Ordez, a cargo de las fuerzas realistas,
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El primer compromiso se satisfizo de inmediato ; los otros, en breve. Careciendo los patriotas de una embarcacin adecuada para proceder al rescate de los desterrados en Juan Fernndez, se instruy al Gobernador de Valparaso para que mantuviese las banderas espaolas en las bateras del puerto, confiando en que esto atrajese algunas naves enemigas. El 26 de febrero la estratagema dio resultado y pudo apresarse al bergantn Aguila, de 220 toneladas, que no ofreci resistencia70. Las fuerzas espaolas contaban con el concurso de la fragata Venganza y dos bergantines de guerra, que navegaban en las aguas entre Juan Fernndez y Valparaso. Esto haca necesario confiar el mando del Aguila a un marino de valor e inteligencia adecuados para cumplir con xito la delicada misin de rescate. Por fortuna estaba en Chile el ingls Harvey Morris en calidad de teniente en el regimiento de cazadores de los Andes, pero que haba recibido su educacin en la marina inglesa. Noticioso de esta circunstancia el general OHiggins le propuso el mando del Aguila en una expedicin a la citada isla con el objeto de libertar a los desgraciados patriotas que haban sufrido all un destierro horroroso de treinta meses y sin esperanza de ver el trmino de su infortunio. El teniente Morris, oda la proposicin del general y sin embargo de la superioridad de la fuerza enemiga que cruzaba en aquellos mares, no vacil un momento en aceptar el mando de una empresa que ms bien poda llamarse desesperada que difcil71.
despach a la isla Quiriquina al bergantn El Potrillo trayendo al continente a los prisioneros restantes. (Carlos Oliver Schneider y Francisco Zapata Silva : Libro de Oro de Concepcin. Concepcin, Lit. Concepcin, 1950 : 197).70 Encina, VII : 314. 71 Acusacin pronunciada ante el Tribunal de Lima por el doctor don Juan Ascencio contra el Alcance al Mercurio peruano publicado por don Carlos Rodrguez y denunciado por el Gran Mariscal del Per don Bernardo OHiggins. En Coleccin de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile. Tomo XII. Santiago, Imp. Cervantes, 1904.
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Se arm el bergantn con 16 carronadas que el gobernador Alvarado haba requerido a prorrata de los buques surtos en la baha, y se le envi en misin de reconocimiento, lo que efectuaron surcando las aguas entre Valparaso y San Antonio, sin encontrar novedad que reportar72. El Gobierno, con fecha 3 de marzo de 1817, orden al Gobernador interino de Valparaso, Rudecindo Alvarado, lo siguiente : Luego que reciba V. sta, dispondr que a la mayor brevedad se apronte el bergantn Aguila, incluyendo en l vveres bastantes para alimentar por espacio de dos meses a doscientos individuos y la aguada suficiente para llegar a Juan Fernndez.- Cuidar V. de que su tripulacin sea de la mayor confianza y debern ir a bordo veinticinco Cazadores armados y municionados, al mando del oficial Morris o de otro que sea de plena satisfaccin, dndome pronto aviso en el momento en que est todo dispuesto. Dios guarde a V.S. muchos aos. Santiago, marzo 3 de 1817.- BERNARDO OHIGGINS.Nota : Cuidar V. de proporcionar, si es posible, el que toda la tripulacin sea extranjera73. El 4 de marzo, el Cabildo haca llegar al gobierno patriota una nota de esposas de prisioneros en la que suplicaban la pronta liberacin y trada al continente de sus maridos : Muy ilustre Cabildo : Las desgraciadas consortes de los infelices confinados a la isla de Juan Fernndez, con nuestra mayor sumisin a V. S. decimos : Que aunque no podemos dudar de que el Excmo. Supremo Director, mirando por la suerte de esa porcin de ciudadanos confundidos con los delincuentes, tome las mejores providencias para redimirles de la verdadera esclavitud a que se hallan reducidos, sufriendo todos los males que son consiguientes a
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Luis Uribe Orrego : Nuestra marina militar. Su organizacin y campaas durante la guerra de la Independencia. Valparaso, Talleres Tipogrficos de la Armada, 1910 : 8. 73 Archivo OHiggins, Tomo XIX : 416.
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un lugar de horror, con todo, creemos nosotras que a VV. SS. como representantes de la Madre Patria debemos dirigir nuestras encarecidas splicas y nuestros ruegos ms sumisos, para que, dolindose compasivos de la angustia y del tormento de nuestros maridos y considerando que son meritorios hijos de tan digna Madre, se sirva recomendar a la suprema autoridad la infeliz situacin de los condenados a efecto de que a la mayor brevedad se acuerden los medios ms adecuados para lograr la restauracin de unos hombres que, ignorantes de los triunfos de la patria, mirarn ya muy de cerca los horrores que les presenta un cercano invierno, sin perder de vista los prximos riesgos a que exponen su existencia. Compadzcanse VV. SS. de esas verdaderas vctimas y vengan prontamente a cantar con nosotras los himnos de gloria que se acuerdan en honor de la patria. Empee este Ilustre Ayuntamiento sus respetables resortes para un recurso que sera de la mayor satisfaccin para el vecindario y para nosotras de consuelo. A VV. SS. suplicamos se sirvan acceder a nuestra solicitud, que es de justicia, etc. Manuela Palazuelos.- Carmen Izquierdo.- Antonia Salas.- Teresa Larran.- Rosario Formas.- Javiera Mascayano.- Mara Palazuelos.- Mercedes Urriola.74 Motivo de preocupacin era la poca capacidad de respuesta que tena el bergantn frente a un eventual ataque de la batera de Santa Brbara y de la fuerte guarnicin de la isla. Para superar este obstculo, se decidi enviar en la nave a un prisionero espaol para negociar la rendicin de la plaza. Se confi esta misin al coronel Fernando Cacho, de la artillera espaola, quien haba sido arrestado el 16 de febrero de 1817 junto a Marc del Pont, en su huida de Santiago75. Deba este oficial exponer al gobernador de la isla la destruccin que haba sufrido el ejrcito espaol y la circunstancia de encontrarse prisionero de los patriotas el Presidente Marc del Pont.
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El guila, enarbolando bandera blanca y la bandera nacional parti rumbo a Juan Fernndez llevando al comandante Fernando Cacho, para acordar con el Gobernador espaol de la isla la entrega de los confinados. El Capitn del navo, Raimundo Morris, recibi del gobierno las siguientes rdenes : Instrucciones que deber observar el capitn del bergantn Aguila, que ha de zarpar con destino a la Isla de Juan Fernndez, llevando a su bordo veinte y cinco hombres del Batalln de Cazadores al mando de un oficial de compaa, armados y municionados completamente : asimismo a los prisioneros don Fernando Cacho y don Jos Antonio Rodrguez, vveres para el consumo de doscientos hombres en dos meses y la suficiente aguada para la ida y retorno. El objeto de esta expedicin es sacar de la isla a nuestros prisioneros. El buque va en clase de cartel o parlamentario. Su arribo a la isla se ejecutar anclando fuera del tiro de can. Desde all mandar en el esquife a los parlamentarios con los papeles adjuntos, para que capitulen con el Gobernador en la isla. Si las proposiciones son admitidas, se recibirn los prisioneros, cuantos puedan caber en el buque, y en seguida se entregarn a la isla los vveres que lleva el bergantn, quedndose slo con los necesarios para su vuelta a Valparaso, hacia donde la tomar con la mayor presteza. Si quedasen algunos prisioneros se les ofrecer cordialmente volver por ellos, invocando el nombre del Gobierno.
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Si dudare el Gobernador del cumplimiento de nuestras proposiciones, y pidiese para entregar los confinados alguna garanta, puede drsele, pero con tal prudencia que no comprometa la seguridad del buque, que siempre se guardar de entrar a tiro de can. Los vveres, por ningn motivo, se darn a la isla, sino despus de estar a bordo con los confinados. Si se embarcase alguna gente de la administracin, ser inmediatamente desarmada la tropa. No se admite tropa de la isla en el barco, a menos que todos los confinados no estn a bordo ; pero este artculo puede alterarse, si el apuro de las circunstancias lo exigiere. 76 El guila, por falta de viento, no pudo zarpar desde Valparaso sino hasta el da 18 de marzo. Manuel de Salas, lacnico, escribe en su Diario : El 24 de marzo de 1817, a las once de la maana, lleg el bergantn guila ; y a su bordo el Teniente Coronel don Fernando Cacho, con la noticia de haberse rendido el ejrcito de Marc el 12 de febrero. Cacho era portador de una comunicacin de OHiggins al gobernador de Juan Fernndez. En ella se le sealaba que tres mil prisioneros de guerra espaoles con sus jefes y el presidente Marc del Pont, responderan por la seguridad de los desterrados y su inmediata entrega al coronel Cacho ; que el gobernador podra acompaarlos, si as le convena, en cuyo caso sera recibido con hospitalidad y remitido al punto que designase. Los dos jefes espaoles estuvieron conferenciando todo el da y al da siguiente se anunci a los desterrados que eran libres y que el buque que estaba anclado en el puerto iba a restituirlos al seno de sus familias77.
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Archivo OHiggins, XIX : 422. Acusacin ante el tribunal de Lima..., pg. 351.
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El Gobernador acept los trminos de la rendicin y se embarc junto con los patriotas rescatados, dejando como Gobernador interino al capitn Puga a cargo de cuarenta soldados y los delincuentes que aun no haban enterado su condena78. El da 31 de marzo de 1817, arribaba el guila de vuelta de Juan Fernndez trayendo a bordo a los prisioneros liberados : Juan Enrique Rosales, Manuel de Salas, Manuel de Ayala, Jos Leyton, Martn Calvo Encalada, Jos Anzieta, Toms de Quezada, Jos Pablo Romero, Juan de Dios Antonio Tirapegui, Ramn Silva, Vicente Urbistondo, Francisco Gaona, Jos Santiago Portales, Agustn de Eyzaguirre, Enrique de Lassale, Juan de Dios Puga, Ignacio de la Carrera, Baltazar de Ureta, Santiago Muoz y Bezanilla, Mateo Arnaldo Hoevel, Luis de la Cruz, Ignacio Torres, Ramn Mariano de Arstegui, Pedro Jos Romero, Jos Mara Hermosilla, Jos Solis, Francisco Sanz de la Pea, Marcos Bello, Carlos Jos Correa de Saa, Martn de Arbul, Manuel Blanco Encalada, Francisco Antonio Prez, Manuel Larran, Gabriel Larran, Juan Egaa, Mariano Egaa, Francisco de Villalobos, Rafael Lavalle, Anselmo de la Cruz, Miguel Morales, Agustn Vial Santelices, Jos Santiago Badiola, Francisco de la Lastra, Antonio Urrutia y Mendiburu, Vicente Claro, Jos Ignacio Cuadra, Felipe Monasterio, Isidoro Errzuriz, Jos Mara Argomedo, Felipe Caldern de la Barca, Guillermo Tardif, Jos Antonio Fernndez, Santiago Fernndez, Domingo Cruzat, Manuel Garretn, Jos Santos Astete, Julin Astete, Jaime de la Guarda, Santiago Pantoja, Pedro Victoriano, Juan Crisstomo de los Alamos, Jos Mara Alamos, Manuel Espejo, Juan de Luna, Ventura Lagunas, Gaspar Ruiz y Berecedo, Pedro Jos Benavente, Bernardo de Vergara y Remigio Blanco. Un total de sesenta y nueve prisioneros, destinados a permanecer en Juan Fernndez por el gobierno realista. Adems, a bordo se traa a nueve sacerdotes, confinados tambin por haber adherido a las ideas revolucionarias : Presbtero cura Francisco Jos del Castillo, Presbtero Juan Pablo de Michilot, Presbtero cura Jos Ignacio Cienfuegos, Fray Gregorio Miranda, Presbtero Joaqun Larran, Presbtero cura Jos Toms Losa, Presbtero Juan Jos Uribe, Presbtero Laureano Daz, Fray Agustn Rocha.
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Junto con ellos, ejemplo de amor filial, volvan al continente las siguientes personas que haban compartido la suerte de sus padres para hacerles ms llevadero el sufrimiento de la prisin : Rosario Rosales, Santiago Rosales, Santiago Salas, Rafael Benavente. Volvan tambin a bordo, los criados de ambos sexos que algunos prisioneros haban llevado para su servicio y que haban compartido junto con todos las penalidades que hemos relatado. Eran catorce personas : Clara de Rosales, Jos de Eyzaguirre, Pedro de Portales, Mara del Carmen de Blanco, Luciano Mendiburu, Pedro de Pea, Francisca de Pantoja, Antonia de Benavente, Manuel de Larran, Pedro de Larran, Carlos de Encalada, Mateo de Cienfuegos, Atanasio de Blanco Encalada y Juana de Salas. Regresaban tambin el Gobernador, el capelln, el mdico, tres empleados y la mujer de uno de ellos, quince miembros de la tropa, algunos con sus mujeres, dieciocho prisioneros, dos de ellos con sus mujeres y siete mujeres solteras. Vena adems un pobre hombre, de alta condicin social pues a su nombre antecede el tratamiento de Don, Bartolo Fuenzalida, que estaba sin condena y sin saberse su delito ni tiempo. En su informe, Raimundo Morris expresa : Excmo. seor : En cumplimiento de las rdenes de V. E. dirig mi rumbo a la isla de Juan Fernndez, adonde arrib despus de siete das de navegacin, que se concluyeron el 24 del presente marzo ; y para llenar cumplidamente mi comisin, mand en tierra al oficial espaol comisionado por V. E. para credencial de sus proposiciones. Todo qued concluido en el da (como ser V. E. informado por el mismo Gobernador del Cid, que conduzco a mi bordo), y persuadido que la ms mnima demora era atraso del servicio de la patria, no excus trabajo ni diligencia alguna para allanar cualquier obstculo que se opusiese a la conclusin en aquel mismo da (como lo indica el oficio que pas al oficial Cacho, y que acompao en copia) y hacerme a la vela para ste, lo que verifiqu el 25 por la tarde, anegado en el gozo que poda producir en el corazn de un buen patriota la vista de setenta y ocho hermanos suyos que geman tanto tiempo en aquel horroroso destino, de cuyo nmero y nombres se
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instruir V. E. por la lista adjunta, y no pudiendo desentenderme de los clamores con que todos los habitantes de aquel presidio me pedan tambin la libertad, tuve que admitir a bordo a los que tambin se expresan con distincin en la misma relacin, persuadido firmemente que la generosidad de V. E. no tiene lmites cuando se trata del alivio de la humanidad oprimida. Mis deseos de que en el suelo patrio y en el seno de sus familias alabasen las misericordias del Altsimo y el Gobierno de V. E., hubieran querido hacer volar a mi buque, pero dos das de un viento contrario y repetidas calmas, han retardado mis anhelos ; pero al fin he arribado a ste con toda felicidad, constituyendo hoy la ma la de haber sido el instrumento de que tantos buenos ciudadanos, restituidos al seno de la libertad, unan sus brazos a los de sus hermanos y por la Direccin de V. E. puedan repeler las agresiones de los enemigos capitales de los ms sagrados derechos de Amrica. Dios guarde a V. E. muchos aos. A bordo del bergantn de guerra El guila y marzo 31 de 1817. Raymundo Morris.79 En efecto, el 31 de marzo los setenta y ocho prisioneros tuvieron el placer indecible de verse rodeados de sus deudos en el seno de su patria ya libre ; nueva que al siguiente da anunciaba a la capital un repique general de campanas y el can de la fortaleza recin construida por Marc.80 El 1 de abril de 1817, Bernardo OHiggins informa tan buena nueva al General en Jefe, Jos de San Martn : La Aguila ha regresado felizmente de Juan Fernndez, trayndonos el precioso cargamento de 78 ciudadanos ilustres que geman en aquel destierro, bajo la tiranizante conducta de los peninsulares, como anuncian los papeles adjuntos. V. E. se complacer conmigo por tan interesante adquisicin, recibiendo de nuevo la gratitud de Chile por esta reiterada victoria que corona las gloriosas fatigas del Ejrcito de los Andes.81
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Archivo OHiggins, XIX : 431. Salvador Sanfuente : Chile desde la batalla de Chacabuco hasta la de Maipo. En Historia General de la Repblica de Chile. Santiago, Imprenta Nacional, 1868. 81 Archivo OHiggins, XIX : 432.
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EPLOGO Habiendo abandonado Santiago Bernardo OHiggins, el 15 de abril de 1817, para dirigirse a la provincia de Concepcin, fue reemplazado en el gobierno de Chile por el coronel Hilarin de la Quintana, quien a los pocos das hizo publicar el siguiente bando : Despus del recomendable mrito que han contrado aquellos individuos que abandonaron su pas por odio a los tiranos, y por no ser testigos de la humillacin de sus compatriotas, sera injusto que el gobierno mirase con indiferencia la dilapidacin, saqueo y distribucin que se han hecho de sus bienes durante la inmigracin. As estos individuos, como los confinados a la isla de Juan Fernndez, tienen un derecho preferente a ser atendidos en la recuperacin de cuanto posean antes de abandonar el pas. Por tanto, ordeno que todo poseedor de bienes de emigrados por los tiranos, sea cual fuere el medio de adquisicin, los denuncie al ministro de estado por nmina circunstanciada y firmada, dentro de veinte y cuatro horas, contadas desde esta publicacin, bajo la pena del duplo y las que el gobierno se reserva contra los infractores, premindose proporcionalmente a costa de ste al denunciante82. Sin embargo, este bando que buscaba hacer justicia, slo obtuvo la restitucin de las propiedades, pero ellas fueron devueltas completamente ruinosas y arrasadas. Poco ms tarde, el 8 de julio, llegaba tambin a Valparaso el resto de los pobladores de la isla. Antes que se mandara por ellos, haba estallado la discordia entre el oficial Puga, que haba quedado de jefe del presidio, y el capelln fray Manuel Delgado. El primero dispuso que se trasladara al fraile a las islas de Ms Afuera ; mas ste
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Miguel Luis Amunategui : Don Manuel de Salas. Santiago, Imprenta Nacional, 1895 : 6.
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sublev la guarnicin y lo apres. Das ms tarde, contrat pasajes para l, los soldados, inclusive Puga y los presidiarios con el capitn de un buque ballenero que haba recalado en la isla83. En efecto, el fraile mercedario Manuel Delgado, Capelln de Juan Fernndez, y el sargento Agustn Gallegos, insurreccionaron la guarnicin de la Isla y consiguieron que la fragata norteamericana Enterprise, transportara a Valparaso a 272 hombres, entre guarnicin y presidiarios que perecan de hambre. En mrito de esto, Jos de San Martn propuso otorgar al sargento el puesto de subteniente en el ejrcito patriota. Tal ascenso le fue concedido el 23 de julio siendo destinado al Batalln N2 de Infantera de Chile. Delgado, por su parte, fue nombrado Capelln de la Casa de Moneda, el 21 de agosto. Al volver al continente, los desterrados crearon el Instituto de Caridad Evanglica, por el que los repatriados cumplieron el voto hecho en la isla a la Virgen de Dolores de consagrarse a la asistencia de los enfermos y menesterosos si regresaban salvos a sus hogares. 84 En 1820 se publicaron sus estatutos en Santiago85, con el ttulo Instituto para la Hermandad de Caridad de los Siervos de la Santsima Virgen de los Dolores, destinada a socorrer a los enfermos. PRIMER ANEXO
Encina, VII : 316. Jaime Eyzaguirre : El alcalde del ao diez. (Santiago), Andrs Bello, 1968 : 71. 85 Esta confraternidad religiosa y eminentemente cristiana debe su existencia a la piedad de ciudadanos ilustres que lejos de sus familias, atormentados con privaciones y padecimientos penosos, y aleccionados en la escuela del infortunio, consagraron sus votos a los dolores de Mara Santsima, y se propusieron promover con sus fortunas e influjo el alivio de los prjimos en las necesidades que ms exigen socorro. Realizado este pensamiento feliz, los fundadores elevaron sus preces a la Silla Apostlica, y nuestro Santsimo Padre Po VII de feliz memoria, por su Bula dada en Roma en Santa Mara la Mayor a ocho de marzo de mil ochocientos veintids, aprob y confirm el referido Instituto de Caridad, enriquecindolo al mismo tiempo con el tesoro de las indulgencias as plenarias como parciales cuyo sumario corre impreso. Erigida cannicamente esta santa cofrada, su objeto es, primero, honrar a la Virgen Santsima en la advocacin que nos debe ser de gran consuelo, a saber : sus dolores. (...) En segundo lugar, la cofrada se consagra al ejercicio de la caridad cristiana socorriendo las necesidades corporales y espirituales de las personas que ms lo necesitan. Edicto excitando a los fieles para que contribuyan al alivio de las necesidades que socorren el Instituto de Caridad Evanglica. Arzobispo de Santiago, Manuel Vicua Larran, Santiago, 29 agosto 1842. En : Boletn Eclesistico. Tomo I. Santiago, Imp. de la Opinin, 1861 : 83-96.
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Primer Memorial de los patriotas prisioneros en Juan Fernndez, dirigido al Virrey del Per, el 12 de diciembre de 1814.86. Excmo. seor : Una porcin distinguida del pueblo ms infeliz del Universo ocurre a V. E. para exponer su justicia con la franqueza que agrada a las almas grandes, y con la verdad de quien habla delante de Dios a una persona que est instruida de la mayor parte de los sucesos, y comprometiendo nuestro honor, nico bien que nos han dejado las desgracias. Sin insistir en si fue precipitacin o necesidad la instalacin de la Junta de Chile, lo cierto es que a los motivos generales que para ella tuvieron los dems pueblos, como son, la ausencia del Rey, la orfandad y casi completa disolucin de la metrpoli, las desconfianzas que nos inspiraban la Junta Central y el enviado espaol a los Estados Unidos sobre las intrigas de los franceses contra la Amrica, y el fcil engao que poda intervenir en las rdenes de unos ministros y magistrados que diariamente se pasaban al tirano de Espaa : a ms de esto ocurra en Chile hallarse en el mando el jefe menos a propsito en tan crticas circunstancias ; el verle recibir y permitir con complacencia las muchas cartas remitidas a los primeros funcionarios, a algunos empleados y personas de la capital, por un Gobierno extranjero que proclamaba sus derechos a estos pases ; y el atentado que en estas mismas circunstancias emprendi de desarmar el reino, a pretexto de remitir a Espaa las lanzas, que eran el nico armamento de las milicias, en que se dejaba ver que, siendo intil para aquella guerra esta oblacin y fcil de conmutarse en dinero, slo poda procederse con segunda intencin. En fin, Chile instal su Junta, despus de una espontnea abdicacin del mando que el jefe del reino hizo en el Pueblo, lo que aleja la temeraria inculpacin de insurgencia. La aprob el Gobierno de Espaa, y, por consiguiente, el reino no debe responderle de esta gestin. Chile deba organizar y consolidar su Gobierno provisorio, tratar de la seguridad poltica y local, y acordar lo que deba pedir al Rey o a sus representantes para la felicidad territorial. Con este objeto convoc un congreso ; y desde junio, en que se reuni, hasta el primer ataque de los Carrera, no temer dar cuenta a Dios, al Rey y a V. E. de sus ms mnimas operaciones.
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En este das, tres hombres de aquellos que permite el cielo en su clera para corregir o probar a los mortales, prevalidos de la influencia de que gozaban en el estado militar, atacaron parcialmente la dignidad de este cuerpo, lo envilecieron y esclavizaron, para satisfacer sus caprichos personales. Pero, como la sombra de representacin que les quedaba aun les pareciese obstculo para soltar las riendas a sus atentados, el quince de Noviembre del mismo ao destruyeron el poder ejecutivo, y lo ocuparon, continuando la revolucin hasta el 2 de diciembre, en que se presentaron en la plaza mayor, con todas las tropas de la capital ; y asestando la artillera a la Sala del Congreso, amenazaron de muerte a los Diputados, para que decretasen su disolucin. Dos das, en que se les opuso una pacfica pero tenaz resistencia, aunque por instantes se presentaba la muerte con mil formas atroces, no fueron suficientes a vencer la audacia de estos tiranos ; y solo obtuvieron estos el fruto de que, disuelto el Congreso, fueron sus individuos vejados y perseguidos en los ms ocultos y retirados senos, a donde se acogieron para salvar su existencia. Dueos los Carrera de la fuerza militar y del Gobierno, sin respeto a los hombres, al decoro pblico, ni siquiera a las formalidades que dan carcter a las gestiones civiles, fue tan absoluto y tan violento el despotismo que ejercieron, que acaso no tendr ejemplar entre todos los tiranos de la tierra. Pregunte V. E. a todos los que hoy al lado del General se presentan como los ms afectos y decididos a la causa de Espaa, si alguno de ellos resisti sus voluntades o no concurri servilmente a sus caprichos. Cul ha sido el que se abstuvo de franquear sus caudales contra el ejrcito de V. E., cul se abstuvo de presentarse con la escarapela tricolor, y, lo que es ms, cul renunci las comisiones que lo hacan ministro de los tiranos ? Por otra parte, el destierro y todos los ultrajes que pueden recaer sobre la vida, amenazaban o se verificaban en aquellos en que se supona algn descontento por sus caprichos. En dos ocasiones en que creyeron se atentaba a su seguridad fueron juzgados los acusados como reos de lesa majestad. Aunque estos hechos son demasiado notorios a V. E., ellos estn bien dibujados en el manifiesto que acaba de publicar el General, el 12 de octubre de este ao. All dice a todo el mundo que nuestros tiranos eran unos hombres obcecados en el homicidio, el cinismo, la ambicin y el pillaje ; que han sacrificado muchas vctimas y confinado innumerables familias, etc. Por consiguiente, quien pretendiese obligar al pueblo de Chile a responder de las gestiones particulares o pblicas verificadas en esta poca de atrocidad y opresin, pretendera lo mismo, y tal vez ms, que si,
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apoderndose el Rey de Argel de este reino, se nos castigase por su conducta, la de su ejrcito, y las acciones a que nos violentase esta fuerza armada. Bien cerciorado V. E. de esta opresin, emprendi la guerra contra Chile y hall a su disposicin los pueblos ms distantes de la capital. Pero, por nuestra desgracia, cuando el Sr. General Pareja y sus sucesores debieron distinguir y separar de un modo enrgico e indubitable la causa de Chile de la de sus tiranos ; cuando se debi llamar a todos sus habitantes, para los que no fuesen partidarios o mercenarios de los Carrera, tuviesen un asilo seguro bajo la proteccin de las armas del Per, y pudiesen all pedir y acordar con los comisionados de V. E. lo que convena a la felicidad del pas ; cuando no haba tropiezo en convenirse con un sistema de gobierno que no tena aprobado la Regencia, reducindolo a sus justos lmites, sucede que en todas las gestiones de la guerra no slo se ha confundido la causa de Chile con la de sus tiranos, el dulce nombre de la patria con el de sus verdugos, sino que en todo el mando del Sr. Pareja y cuando ya se haba avanzado hasta las riberas del Maule, que es la mitad del reino, no despach a la capital un solo oficio para que supisemos su misin y las intenciones de V. E. ; y aunque algn tiempo despus el comandante Dn. Francisco Snchez ofici alguna vez a la Junta, cuando se hallaba en Talca, jams se contrajo a detallar qu era lo que exiga de Chile en orden a su sistema poltico. As, pues, oprimidos, por una parte, por nuestros tiranos, e ignorantes, por otra, de los motivos detallados de una guerra en que slo veamos la invasin, la sangre y la conquista ; ignorando qu exigiran de nosotros los vencedores, llenos de ansiedad, ramos conducidos por el torrente de nuestros opresores, aun sin el miserable consuelo de conocer el partido que podamos elegir. Hasta hoy ignoramos si acaso con los Carrera, que se hallaban en el ejrcito, intervinieron algunas relaciones ; pero ellos, a la verdad, aunque tenan toda la influencia militar, no constituan en aquellos das el gobierno. El Sr. General Osorio se contrajo a un detalle ms circunstanciado en sus oficios, que ellos ocultaron profundamente y que ahora hemos visto en su manifiesto ; pero, aun fue mayor todava la fatalidad en dirigirse a los Carrera, de quienes saba que despus de prfugos y proscritos acababan de apoderarse de la capital, y que, siendo ya para todo el pueblo su yugo ms horroroso que la muerte, arrostrando sta y todos los males, haba llamado el ejrcito de Talca para que viniese a libertarle de sus desgracias, el cual se hallaba en las cercanas de la capital bajo la garanta del General de V. E., el Sr. Brigadier Ganza, quien conociendo que estos hombres quebrantaran la paz
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y los pactos ms sagrados, asegur (segn se dijo) no slo la inviolabilidad de nuestras provincias, pero aun su auxilio (contra ellos) en caso necesario. Si en estas circunstancias se hubiera separado la causa de Chile de la de sus tiranos, y los oficios dirigidos al usurpador se hubiesen dirigido al General del ejrcito (nacional, D. B. OHiggins), antes de ser derrotado y sujeto por los Carrera, y al Cabildo, que con tanta energa reclamaba su libertad, es muy probable que, reunidas ambas fuerzas, se hubiera economizado la inmensa sangre de la batalla de Rancagua y cumplido los deseos pacficos del reino. Pero, por una fatalidad inconcebible se sentaba y proclamaba que el pueblo de Chile era tiranizado y arrastrado por tres dspotas violentos ; y al mismo tiempo se le supona y trataba como en estado de una rebelin instantnea. Qu sera de la Espaa si se hubiese tratado as a las provincias ocupadas por el tirano, o si despus de pacificadas, se tomasen con sus familias las providencias que experimentamos nosotros... ? Pero el Gobierno de Santiago, aunque esclavo servil de los Carrera, que mandaban toda la fuerza, tenindolos distantes, poda gemir y pensar con menos sobresaltos. Entonces fue cuando, de acuerdo con todos los cuerpos, resolvi sacrificarlo todo, o libertarse de sus tiranos, y reconciliarse de un modo justo y honroso con V. E. Las gestiones de aquella poca se calificaran de herosmo si nuestra actual infeliz situacin permitiese que se nos creyese virtuosos. Se aprovech la oportunidad de venir don Luis (Carrera) a pedir refuerzos para concluir la guerra. Se le allanaron dos mil hombres ; y despus de angustiados terribles acuerdos, en que se resolvi entregarse a discrecin a V. E. (si no se hallaba otro arbitrio ms benfico), antes que consentir el imperio de los tiranos que sobre los males presentes preparaban funestas responsabilidades al reino, se resolvi que el Gobierno entre mil peligros condujese aquellas tropas al cuartel general de Talca. V. E. recordar, y lo confesarn todos los jefes del ejrcito del Per, que aquella era una de las situaciones ms tristes en que se encontr aquel ejrcito. Encerrado en Chilln, despus de un terrible invierno, sin puertos, tomada Concepcin, aniquilado el territorio en que subsista, falto enteramente de municiones, caudales y gente, que peda con instancia a V. E., casi no puede dudarse que si el Gobierno hubiera reunido las tropas al ejrcito que mandaban los Carrera habra concluido la guerra. Ms de cinco meses cost la ardua empresa de despojarlos del mando, en que, al mismo tiempo que ellos hicieron desertar a las mejores y ms aguerridas tropas que mandaban,
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Chilln recuperaba su vitalidad merced a la estacin, a la suspensin de nuestras operaciones, y a los auxilios de todo gnero que recibi de V. E. y que el Gobierno no ignoraba deba llegarle. Se venci en fin este arduo y terrible paso ; vise el pueblo en libertad para reconciliarse con V. E. ; y slo faltaba quien nos instruyese de sus intenciones, pues hasta entonces jams supimos con individualidad ni de un modo formal que se exiga de Chile. Apareci en estos momentos un hombre, el Comodoro Hillyar, que a la dignidad de sus empleos y a las relevantes prendas de su carcter reuna el ser amigo de V. E. y estar encargado, por las cartas que manifest de V. E. al Sr. Ganza, para verificar una mediacin honrosa y benfica. El mismo aprob gustoso y hall conforme a los deseos de V. E. los artculos de la paz del 3 de mayo, que l condujo personalmente al Sr. Ganza y ste aprob, y que, en efecto, diriganse todos a un rgimen provisional, hasta que S. M., odos los Diputados de Chile, sancionase el rgimen econmico de este pas y el comercio libre interino, que en las circunstancias era en beneficio de la guerra del Per ; pues, de otro modo, nuestras importaciones engrosaran el erario de Buenos Aires. Todos quedamos conformes, y aprobamos de corazn los estrechos vnculos que nos unan a Lima, al Gobierno espaol y al suspirado Monarca que esperbamos dentro de breve tiempo ver restablecido en el trono de sus mayores. En consecuencia de su sinceridad, devolvi Chile los prisioneros (entre los cuales haba un brigadier, coroneles y sujetos de importancia), que pudieron retenerse hasta que se evacuase el reino (por el ejrcito de Ganza). Se mand regresar la tropa de auxiliar de Buenos Aires, que ya estaba en los Andes cuando los Carrera robaron la ltima vez el Gobierno. Se restablecieron oficialmente las banderas y cucardas espaolas ; se volvi al orden antiguo de obrar y pensar, y nombrados los rehenes que deban garantizar nuestra sinceridad, se remitieron inmediatamente a la Corte los tratados para la soberana aprobacin. El seor General y todo el mundo saben que si hubo posteriormente alguna innovacin de signos, la hicieron los Carrera en su nueva usurpacin. Se cita una carta que parece respira libertad. Y qu infidencia sera apetecer un sistema liberal, mejorando el antiguo rgimen colonial, que es lo que dice aquella carta ? Ni qu es la carta privada de un hombre contra las gestiones de todo un pueblo ? Y quin reconoce en ella se quiere salir de lo tratado, cuando expresamente previene que se ocurra al Soberano y sus ministros, y cuando el mismo autor de la carta haba cumplido lo pactado con exceso ?
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Personas cuyos intereses particulares se atrasaban en las paces, trataron de persuadir a V. E. que stas no eran convenientes, o que se pudo sacar mayores ventajas, segn el estado de las cosas. No es hoy da cuando se deben tratar estas cuestiones. Pero, est seguro V. E. de que el Sr. Ganza hizo cuanto estaba en los alcances de un fiel servidor, de un hombre lleno de talento, hroe de las batallas de Rnquil, el Membrillar y Quechereguas, en que no slo diriga su ejrcito, sino que a costa de su persona el primer ejemplo al soldado en la campaa. Los funestos resultados de ella ; el increble paso del Maule por el ejrcito de Chile, y la fuerte posicin apostada que tom en las Quechereguas, donde no pudo ser batido, le convencieron de que no era tan fcil avanzar a la capital, llena de recursos, atravesando las mejores provincias del reino. V. E. mismo lo conocer, si se hace cargo de que, destruido y aniquilado nuestro ejrcito en el ataque contra los Carrera, y cuando todo hombre abandon a estos tiranos, procurando coartar las medidas que tomaban para defenderse, organizaron, sin embargo, en slo veinte das tres mil hombres, de los cuales menos de dos mil, que sostuvieron la accin de Rancagua, mantuvieron por treinta y dos horas continuas el violento fuego que expone el Sr. Osorio en su manifiesto. Por otra parte, el ejrcito del Sr. Ganza no solo se hallaba encerrado entre el Maule y las Quechereguas, sino tan desprovisto de bagajes que cuando quiso regresar a Chilln, dadas todas las rdenes y disposiciones, se venci la noche hasta las dos y media o tres de la maana sin poder aun mover la mitad del ejrcito. Y despus de la paz, para retirarse al mismo punto necesit ser auxiliado de caballera, bagajes y gente del ejrcito de OHiggins, para repasar el Maule. Mil personas de honor del mismo ejrcito podran asegurar a V. E. estas verdades. Ellas manifiestan la ingenuidad de nuestros sentimientos, pues, a faltar sta, nos hubiramos apoderado entonces de aquel ejrcito inevitablemente, estando en nuestras manos. Pero ello era muy ajeno de nuestros votos, que regocijados de la paz, distamos aun de aumentar nuestras fuerzas. V. E. no hall conforme las paces celebradas, y emprendi renovar la guerra con mayores auxilios. Entretanto que estos se despachaban de Lima, se abri en Chile una escena de horror, superior a cuanto se haba tolerado y que tendr pocos ejemplos en la historia. Fugitivos de Chilln los Carrera y perseguidos por nuestro Gobierno, que no crea asegurada la paz interior y exterior intern subsistiesen en Chile, sorprendieron una noche con sus forajidos y satlites el cuartel de artillera, y con este armamento los dems cuarteles, contando igualmente con la influencia que tenan en la tropa. Como el odio pblico llegaba al extremo, no hallaron por compaero para instalar su gobierno sino a un infeliz que sacaron a esa hora de las prisiones y otro hombre que a la
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bajeza de su origen reuna, y aun superaba, las crueldades de cuantos monstruos han infestado la tierra. Qu cuadro podremos formar a V. E. de las calamidades que ha sufrido la capital y el pas en los tres meses del imperio de estas almas atroces ? Feroz el ltimo por carcter, y resentidos los Carrera de las resoluciones tomadas contra ellos, hacan pasar a Mendoza por cordillera cerrada, los hombres ms benemritos. Despojaron de sus caudales a toda clase de personas. Arruinaron a los labradores y hacendados, quitndoles los animales. En fin, lgrimas, destierro y atrocidades eran la escena que representaba cuanto alcanzaba su imperio. Oiga V. E. al mismo Sr. Osorio, que presenci los ltimos actos de nuestra desgracia. Llegan a esta capital, dice en su manifiesto, se renen a trescientos hombres que aqu tenan, roban la plata de las iglesias, saquean a los vecinos pudientes, inutilizan las oficinas y edificios pblicos, empiezan a incendiar la ciudad, porque advirtieron su alegra con la llegada del ejrcito real, reiteran rdenes para que se haga lo mismo en Valparaso. Pero qu rdenes ? igalas V. E. Al momento incendie V. S. los buques, y dejando a Valparaso en esqueleto, retrese con todas las fuerzas a la capital. No deje V. S. un slo can til ; los buques, bodegas y cuanto hay, incndiese. Se encarga de nuevo a V. S. no deje otra cosa que escombros. Fieles secuaces de Buenos Aires, dice en otra parte el General, intentan salvar all sus vidas y un milln de pesos que importa el saqueo. Este milln se entiende despus de los inmensos gastos que precipitadamente hicieron para sostener la campaa. A la vista de estos horrores, dgnese V. E. considerar qu ms no quedara que sufrir en castigo de nuestros delitos, cuando fusemos sus partidarios, o sujetos constituidos en revolucin ? Lleg, en fin, el ejrcito de Talca, y fue derrotado por nuestros tiranos, dejndonos expuestos al torrente de los ultrajes y calamidades que despus nos infligieron. En el momento separ el usurpador a casi todos los oficiales, reunindose la tropa, a excepcin del General, hombre de bien en efecto, pero que se alucin con el temor de la venganza y las armas de V. E., lo que probablemente no hubiera sucedido si se le hubiese escrito a l de un modo fraternal y conciliatorio. Rodeados de opresin y persecucin, no divisbamos otra esperanza que la llegada del ejrcito de Lima, que en estos mismos instantes marchaba a la capital. Jams fue tan deseado un bien, ni suspirado con votos ms ardientes y sinceros, como el Sr. General Osorio y su ejrcito. No slo se haban retirado al campo o a lo ms profundo de sus casas todos los hombres de mediana razn, dejando a los tiranos entregados a s mismos, a su
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desesperacin y a sus crueldades, sino que cada uno por su parte procuraba (aunque oculta y sagazmente) embarazarles todos los medios de resistir al ejrcito de V. E. ; de suerte que compadeca y horrorizaba verles rodeados nicamente por una turba de ladrones y forajidos. Sucedi la batalla de Rancagua y la entrada triunfante del General en la capital, que tuvo necesidad de apresurar por las ardientes reclamaciones de todos nosotros. Jams un mortal puede haber recibido homenajes ms sinceros y afectuosos de los pueblos que el Sr. Osorio, pues es verdad cuanto dice en su manifiesto : El placer con que oigo proclamar en los pueblos el augusto nombre de nuestro Rey Fernando ; las lgrimas de gozo que todos derraman ; las flores que se esparcen con profusin ; las iluminaciones y repiques oficiosos ; ms de seis mil banderas espaolas, que sobresalieron en las casas de la capital ; los festines y las repetidas seales de gratitud al oficial y al soldado, me han hecho conocer que los caudillos de la insurreccin y sus alucinados secuaces (no) tuvieron imperio en sus corazones ; cuando asegura en su proclama de 5 de septiembre que todos los corazones de Santiago siempre fueron del partido de su ejrcito ; y que sus soldados slo deban mirar como enemigos a los que se opusieran con fuerza armada o atentasen contra la seguridad del ejrcito ; cuando en el oficio de 29 de septiembre asienta que el reino carga de execraciones a sus tiranos ; cuando proclama a sus soldados, dicindoles : Los santiaguinos son nuestros hermanos, y no nuestros enemigos, que ya han fugado ; consolmosles en sus desgracias, pues se hallan enteramente desengaados. En fin, stas y otras muchas expresiones vertidas por el General, nada son y nada explican del indecible placer y afectuosa aceptacin con que ha sido recibido en la capital y sus provincias. Pero, V. E. podr conocer alguna parte de estos sentimientos, hacindose cargo de que el General no slo nos protega de unos opresores los ms violentos, sino que habiendo fugado estos con todos sus secuaces al otro lado de la cordillera, nos veamos para siempre libres de aquellos malvados. Y sepa V. E. que, adems de que estos hombres jams han tenido un sectario de corazn, de mediana razn, quiere la desgracia que los que nos hallamos en este presidio seamos casi todos hombres aborrecidos, aprisionados, desterrados, perseguidos y saqueados por los Carrera. Al mismo tiempo, la restitucin del Monarca a su trono que nos libertaba de la incertidumbre, nos prometa la tranquilidad y el orden en toda la monarqua. El decreto de 4 de mayo promete convocar a Cortes, con igual representacin de ambos mundos, para restablecer y organizar el Estado, nos aseguraba cuanto han disputado las Amricas y ha fomentado sus movimientos, sabiendo que ya nuestros intereses deban acordarse de un modo justo
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y legtimo ; de manera que, satisfechos los deseos de Amrica, por una parte, y por otra, cansados hasta el extremo con ms de tres aos de impetuosos movimientos revolucionarios, si nuestro contento era extremado, la sinceridad de nuestra reconciliacin y adhesin a la monarqua tena los vnculos ms fuertes. Consolidaba este placer la seguridad sobre toda resulta que nos prometan no solamente las benvolas expresiones del General sino tambin sus disposiciones terminantes. Nuestro tiranos haban ocultado profundamente la proclama de V. E., quienes en todas las contestaciones y resoluciones de esta guerra procedieron sin la menor consulta de los Cuerpos destinados para estos negocios. Por consiguiente, como nosotros no podamos responder de su resistencia, siempre deban subsistir vigentes para con nosotros aquellas promesas. En la del 8 de agosto nos dice V. E. que las rdenes que trae el General no pueden ser ms humanas y benficas. El mismo General, luego que entr a la capital public un bando para que todos los vecinos volviesen tranquilos y seguros a sus hogares a gozar de la paz que nos haba conciliado su proteccin. Consultado nuevamente por el Gobernador poltico qu especie de garanta ofrecera a muchos que se manifestaban temerosos sobre si seran reconvenidos o enjuiciados por su conducta poltica, le contesta : que llame a todos, sin excepcin, a vivir tranquilos y seguros, en inteligencia de que no slo no se atentar contra sus vidas, sino que cada uno ser mirado con el aprecio que merezca la clase de su arrepentimiento. En efecto, aunque los ms que nos hallamos aqu jams nos separamos de la capital y otros se regresaban inmediatamente, no hubo gnero de sentimiento o demostracin sincera con que no acreditsemos nuestro gozo y sumisin : y estamos seguros de que el General no tildar en lo menor la conducta posterior de algunos de los que estamos en este presidio. Flores, cnticos, expresiones de alegra y gratitud se derramaban a cuantas partes volva los ojos. A pesar de hallarnos saqueados y constituidos en la ltima miseria, nunca se ha colectado de pronto en la capital un donativo ms espontneo ni ms copioso que el que le franqueamos. Las contribuciones de dinero y caballera de los campos han sido mucho mayores. Todo nuestro empeo era convidar a nuestros parientes y amigos que se hallaban ausentes, aun por negocios particulares, para que viniesen a disfrutar las delicias de la paz, perdida por tanto tiempo, y las beneficencias de un jefe que slo respiraba bondad y compasin a nuestras pasadas desgracias. Ya estbamos restituidos, y vivamos cerca de un mes esta tranquilidad, ocupados de dar gracias al Altsimo por nuestra felicidad, cuando, sin preceder el menor motivo (porque no creemos que para el carcter del General lo fuese una pasqun que dicen le echaron en su casa), repentinamente desapareci esta dulce ilusin. Comenzamos a
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temblar con la publicacin de dos decretos expedidos en Espaa por la abolida Regencia y Cortes, para que se expurgasen todos los empleados que hubiesen residido en las provincias ocupadas por los franceses. Bien conocamos que, aunque comunicados a Amrica por rutina, slo poda tener lugar para igual caso, esto es, si alguna vez se ocupaba por ellos un pas americano, y no para un pas que, arrastrado en masa por la revolucin, no contena un solo individuo que no tuviese alguna implicancia. Y veamos tambin que si en la Espaa, insidiada y combatida actualmente por sus enemigos, pudo ser til esta medida para impedir la desercin, en un pas ya tranquilo y contento de su Gobierno slo servira para llenarle de confusin y de una angustia peligrosa. Pero, al fin, nos preparbamos para descargarnos del modo posible, seguros de que, aun cuando se quisiese dar valor y adopcin a aquellas rdenes, slo podra resultar la suspensin de algunos empleados, hasta dar cuenta al Rey. Sucesivamente, y antes de or a ninguno, se procedi a varias confiscaciones en forma de administracin, que en este presidio no sabemos que progreso habrn tomado en el da. Del mismo modo, se procedi a poner en cuarteles y calabozos a muchos individuos ; se sorprendieron los escritorios y gabinetes ms secretos, para recoger y examinar sus papeles. Y qu papeles podra hallarse en un pueblo revolucionado en masa y que sostena una guerra de ao y medio, la ms feroz y sangrienta ? ltimamente, presos y libres, registrados y no examinados y todos, a excepcin de dos, sin segursenos juicio, en el silencio de dos noches fuimos sorprendidos en nuestras casas y en los cuarteles los cuarenta y dos sujetos que nos hallamos en este presidio, mandndonos montar al momento en unas miserables bestias de albarda, sin estribos, pellones, etc., sin permitrsenos nuestras cabalgaduras y monturas propias, y sin el menor auxilio de ropa, camas ni vveres, y conducidos precipitadamente, por treinta y tantas leguas, desde la capital hasta encerrarnos bajo de escotillas en un buque. Hombres sexagenarios y octogenarios, enfermos habituales, y todos acostumbrados a la delicadeza de una educacin opulenta, eran conducidos del modo ms inhumano y violento. Como nuestras bestias no podan acompaar el paso de los buenos caballos de la tropa, sucedi entre otras calamidades, que, azotando un soldado el caballo indmito y cansado de uno de nosotros87, le estrell a ste contra el suelo, hacindole arrojar copiosa sangre por odos, boca y narices ; y dejndole como muerto, no tuvo ms auxilio que ser montado en el momento, con un hombre que lo sostuviera, y conducido con la misma precipitacin
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Ramn de Aris.
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hasta las escotillas. Ya por el camino y en los tres primeros das de nuestra sepultura, nos alcanzaron las camas : pero sorprendidos, incomunicados, y sin saber nuestro destino, no podamos prepararnos como era debido, y antes procurbamos ocultarnos profundamente de los oficiales ingleses que llegaban al buque, para evitar el descrdito. Sofocados y oprimidos uno con otros, sin poder acomodar la mayor parte de los cuerpos, y menos las camas ; prohibidos de movernos aun para las ms urgentes necesidades ; cubiertos de inmundicias, vmitos y fetidez ; y, sobre todo, impedida la respiracin, que se nos daba a ratos artificial por medio de una manguera ; consumidos del ardiente calor, pasamos as varios das al ancla ; y despus de navegar, nos hallamos en la playa del presidio de Juan Fernndez, donde se nos ha consignado. Protestamos a V. E. que ni a los ms infelices negros de Guinea, ni a los delincuentes ms forajidos se ha tratado en el mundo con ms inhumanidad y tirana. Cuando Juan Fernndez estaba socorrido con los auxilios de que es susceptible, era el presidio en que se conmutaban las penas de muerte de los criminales ms atroces. Hace tiempo que se desampar, recogiendo cuanto tena y poda ser til a la vida. Acaba de ponrsele guarnicin, bien desproveda, no slo de dinero, pero aun de vveres los ms necesarios. La tropa ha ocupado los pocos ranchos menos destruidos. Cules sern aqu nuestros recursos, la experiencia lo va diciendo. Hoy mismo (estamos recin llegados) se acaba de ministrar la extremauncin a uno de nuestros compaeros que muere de fatiga y debilidad. En breve le seguirn otros que estn bastante enfermos ; y acaso la intemperie y necesidad acabarn con los ms ; o tal vez una sedicin de tropas sin paga y sin vveres, que nos mira como los ms despreciables delincuentes y nos supone con dinero, concluir con nuestra desventura, si V. E. no nos redime oportunamente. Se dice que la Sebastiana volver con otros apresados que no cupieron a nuestra salida y con los que deben conducirse de Concepcin y Coquimbo. Creemos que el terror de nuestros sucesos haya obligado a profugar a casi toda la gente visible del reino ; y si aadimos a estos ms de cuatro mil personas (algunos calculan hasta ocho mil) que pasaron la cordillera al acercarse el ejrcito del Per, conceptuar V. E. el estado de desolacin y exterminio en que se halla Chile. Esta es nuestra triste historia. El mrito y los talentos han conducido a V. E. a un punto de elevacin en que no puede agradarle la servil hipocresa. Permtanos, pues, hacerle algunas reflexiones con la franqueza que corresponde a su carcter. No queremos justificarnos a los ojos de V. E., suponindonos ciegos sectarios y adoradores de cuantas providencias se han tomado sobre la Amrica en general, o contra Chile en particular. Ms o
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menos cada uno de nosotros hemos tenido nuestras opiniones, nuestras quejas y nuestros deseos sobre objetos de nuestra felicidad domstica. No los hemos credo criminales ; pero, a los ojos imparciales y en tiempos serenos acaso lo parecern. Sin embargo, nuestros caprichos, buenos o malos, jams han podido desplegarse espontneamente. Siempre han sido conducidos y nivelados por la fuerza y la violencia de nuestros opresores, y de unos opresores cuyas gestiones no han tenido legitimidad, ni aun en su origen ; pues jams se les ha constituido al frente del gobierno o de los ejrcitos por un acto de la voluntad pblica ; de manera que a la revolucin de Chile y a sus gestiones no se les puede dar el carcter de los otros movimientos de Amrica, en que los pueblos han procedido por su propia direccin, o a lo menos en gran parte de su masa. Lo segundo, V. E. sabe, el General lo dice, y es notorio, que los Carrera han fugado de Chile con todos sus secuaces, y que, si aqu hay dos o tres hombres que tengan relaciones con ellos, en el hecho de no seguirlos manifiestan la aversin que tienen a sus atentados. Bajo de qu principios, pues, se nos castiga ? Si es porque hemos sido violentados y arrastrados por ellos, esto es contra toda ley. Si se nos supone revolucionarios de corazn, este es un juicio muy peligroso : primero, porque se decide de nuestra intencin, supuesto que los hechos no han sido libres ; segundo, porque, declaradas nulas por el Rey, las Cortes y Regencia, no sabemos cmo se pueda imputar y castigar como crimen el que no se les hubiera reconocido (se habla hipotticamente, pues Chile jams produjo un acto formal de desconocerlas) ; tercero, porque se castiga a unos hombres que han manifestado espontneamente su contento y su adhesin al ejrcito del Per. Y para que V. E. se convenza de que ni aun el concepto de revolucionario ha sugerido nuestro castigo, sepa que entre nosotros se han trado personas cuyo nombre ni se ha odo en la revolucin, ni tienen la menor influencia. Aqu hay un nio de quince aos, que no tena doce cuando comenz la revolucin, ni ha obtenido voz ni empleo militar o civil ; un comerciante en este mismo caso ; muchos hombres de una vida enteramente retirada hace mucho tiempo ; y, sobre todo, la mayor parte son personas pacficas y que hace aos que aborrecen la revolucin casi ms que a sus tiranos. Pero, demos que efectivamente fusemos revolucionarios. Chile no tiene un acto, no digo de la voluntad pblica, pero ni aun de sus tiranos, y en que se haya constituido independiente o haya negado al Rey. Sus monedas, sus decretos, todos corren con este augusto nombre y con el de la nacin. Desconcertados delirios, expresiones vagas, etc., son la obra de nuestros usurpadores, que jams tuvieron un plan. Y qu ngulo de la monarqua se ha visto exento de delirios ? La fiel y constante Espaa no despoj al Rey de casi todas sus atribuciones y a la
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monarqua de sus principios fundamentales para la derogada Constitucin ? Y este mismo Soberano, armado de todo el poder militar y del ardiente amor de los pueblos, qu venganza ha tomado de estos hechos ? Ha despoblado las provincias ? Ha puesto en presidio a los que se conformaron con sus disposiciones ? Los ha despojado de sus bienes y tranquilidad ? Nada menos. El se present como el sol a alumbrar y repartir beneficencias. Declar que se haban violado las leyes y sus regalas, que aquello estaba mal hecho ; pero que, mantenindose las cosas en el orden que permitan las circunstancias, se tratase del bien de la nacin en unas Cortes que l presidiese, y con concurrencia de ambos hemisferios. Este es el verdadero remedio para una calamidad general y ocasionada por motivos disculpables en gran parte. Cuando los hombres ms sensatos crean casi disuelta y acabada la monarqua, si Dios, por una maravillosa de su omnipotencia, ha restablecido al Monarca y su reino sin contar con los clculos humanos, nosotros, hermanos descarriados, debemos tratarnos con la misma bondad que nos han dispensado nuestros padres celestial y terreno, sin pensar en venganzas y castigos. No dudamos que V. E. imitar su conducta, restituyndonos a nuestra tranquilidad y nuestros bienes. Esto tambin parece de justicia, porque desde que se celebr la paz con V. E. todas nuestras diferencias quedaron conciliadas, y olvidado cuanto haba precedido. Hemos cumplido todas las condiciones de los tratados ; y los que tachen de que no salieron los buques de Valparaso ignoran que el seor Ganza los haba pedido para regresar y se mandaron poner a su disposicin, o se desentienden de que se dejaron salir libremente los que estaban en otros puertos. Desde entonces en qu pudimos ofender a V. E. ? No en las paces, que fueron al contento de vuestro General y de un distinguido amigo88. No en la nueva resistencia a las armas de V. E., porque sta la hicieron nuestros tiranos, sin la menor intervencin nuestra ni de las magistraturas destinadas para estos casos. Avancemos ms. Y qu delito sera que, estando remitidos al Rey estos tratados, nos hubisemos empeado en sostenerlos hasta su soberana decisin ? Por otra parte cmo podr imputarse a Chile por crimen al resistir la constitucin por causa de cuyo juramento era invadido, cuando el Rey en su Real decreto de 4 de mayo ltimo la repugna, irrita y anula ? O cmo podr castigarnos por ello y encerrarnos en el ltimo presidio, cuando antes de estar acordes con
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El Comodoro Hillyar.
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la Real voluntad orden S. M. que fuesen libres los presos por esa causa ? Eso, Excmo. seor, sera atacar al Soberano. Aun es mayor todava el asombro si consideramos por qu entre tantos hombres envueltos en la revolucin hemos sido escogidos nosotros. Ms delincuentes que los patriotas deberan reputarse los que han tenido correspondencia con una potencia extranjera interesada por estos pases, y los que, afectando realismo, fomentaron y sostuvieron la usurpacin de los Carrera en sus principios, porque estos eran enemigos del Rey de Espaa y de Chile. Sin embargo, hoy forman la tribu escogida y viven tranquilos y en las confianzas y beneficios del Gobierno. De los mismos que se puede suponer patriotas, si se toman por sus clases, en la de los principales empleados no se ha desterrado la dcima parte. En la de los militares, ni la milsima, y antes se ha hecho tomar plaza de oficiales y soldados a muchos prisioneros hallados con las armas en la mano en la ltima batalla de Rancagua. En la de escritores, durante tres aos han sudado da y noche las prensas con las opiniones y papeles que se les mandaba escribir o escriban espontneamente. En la de suscripciones de patriotismo, raro ser el que se haya negado, y esos componen la mayor parte de nosotros. En fin, Chile puede contar muy poco o casi ningn individuo que no tenga implicancia en la revolucin ; y casi todos se disculparn con haber sido arrastrados y tenido una parte pasiva y con que los movimientos de Chile no han sido en realidad un sistema formal dirigido a determinado objeto, ni organizado por la voluntad general. Convendr, pues, en tal situacin arruinar a este pas, de modo que en varios siglos no pueda restituirse ni al mediocre estado que tena ? Porque, si sobre la desolacin causada por los Carrera se arranca de sus hogares a todos los principales padres de familia, como somos casi todos los de este presidio, y se agregan los fugados, vendr a quedar el pas en poder del populacho o de personas afligidas y lastimadas por sus estrechas relaciones con nosotros, debiendo incluir V. E. en este nmero a los mismo europeos casi todos enlazados con nuestras familias. Con que, ser de necesidad formar una colonia militar que contenga a este pueblo descontento y sin fortunas ni propiedades, que son las fijan a los hombres y les hacen amar la tranquilidad. Y en un pueblo arruinado, que antes necesitaba del auxilio de Lima para sostener sus guarniciones pacficas, con qu se mantendrn militarmente seiscientas leguas del territorio ms poblado del sur ? Cranos V. E., si nos juzga dignos de esta fe, que el mismo honor e intereses del Estado nos hacen sentir tanto o ms que nuestras desgracias este funesto ejemplo de Chile. Restaurada la Espaa, restituido el Monarca,
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llamada la Amrica a unas Cortes legales, estaban impedidos todos los motivos de revolucin y satisfechos los votos de los americanos. Por consiguiente, haba llegado la poca en que, sin duda, todos los pueblos deban reducirse al orden, y a un orden tanto ms estable cuanto ha sido el tedio, la fatiga y la ruina en que nos han dejado los movimientos. Pero, con el ejemplo de Chile cmo no temern los dems pueblos verse proscritos despus de restituidos al antiguo rgimen, y qu dificultosos no se harn los pasos de su restitucin, si ven que los que fueron llamados y convidados para vivir tranquilos se hallan, por confinados, en un presidio, el ms duro de la monarqua ! Restityanos, pues, V. E. a nuestras casas y fortunas. Disponga que se nos dirija por principios paternales de paz y de conciliacin. Chile no necesita cauterios, ni sangre, sino alivios, tranquilidad, y una mano sagaz y benfica que conduzca nuestros buenos deseos, nos saque del abismo de miseria en que nos sumergieron nuestros tiranos, y que, haciendo envidiable nuestra suerte a los dems pueblos de Amrica, les sirva de estmulo para reconciliarse, y haga tiles la feracidad y proporciones del pas al Per y a la Metrpoli. Cualquier castigo en una provincia enteramente pacfica y que apetece el orden, no tendr ms fruto que una estril venganza, capaz de complacer nicamente a los corazones bajos y atroces que miden por sus pasiones la felicidad pblica, a los cuales V. E. y el General mirarn siempre con horror, como a unos egostas que se prefieren a si mismos al bien de la monarqua. Si en lo sucesivo diese alguno que sentir al Gobierno, ser muy justo que se prevenga la muerte y los patbulos para sus atentados ; mas hoy, hgase V. E. recomendable a su siglo y a la posteridad por los principios de humanidad, integridad y beneficencia. No permitan los talentos de V. E. que al recordarse su nombre se manchen con sangre y enluten las pginas de la historia ; slo djeles V. E. lugar a sus elogios. Nuestro seor guarde a V. E. muchos aos. Isla de Juan Fernndez, y diciembre 12 de 1814.
SEGUNDO ANEXO
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Segundo Memorial de los patriotas. Dirigido al Presidente Marc del Pont, el 18 de mayo de 1816. 89 M. I. S. P. : Cuando en la Gaceta del Gobierno de Chile de 1815 se public que los delincuentes imperdonables se haban fugado a Buenos Aires y que nosotros estbamos separados interinamente de la capital por medidas de prudencia, y cuando en consecuencia de lo mismo experimentamos que progresivamente se iban restituyendo nuestros compaeros de presidio en la misma forma en que haban venido, esto es, sin expedientes ni decretos, no pudo ocurrrsenos que en Lima se escribiese al Rey que nos hallbamos aqu por ser acrrimos corifeos de la revolucin y precedidas las formalidades judiciales necesarias. Sin embargo, suspendimos hacer algn recurso al Soberano, satisfechos de que, conociendo V. S. la realidad de todos los hechos y revestido de las facultades de las leyes y de las mayores que dan las circunstancias, remediara este mal, restituyndonos a nuestras familias. Despus procedi el voraz incendio del 5 de enero, da en que debimos perecer todos, si la mano del Omnipotente no hubiese conservado como por un milagro algunos pocos vveres y ranchos. Sin embargo, fallecieron dos de nuestros compaeros, uno en el acto y otro de resultas de la afliccin, miseria y privaciones, y el resto slo presentaba la imagen de la muerte y la desolacin. Los meses corridos desde enero hasta esta fecha han sido para nosotros la ms dura prueba de toda las aflicciones que pueden oprimir a la naturaleza mortal. Faltos de vveres por el tiempo y el incendio, y casi desnudos y sin abrigo de sus resultas en este horroroso clima, se siguieron al hambre las crueles enfermedades, hacindose epidmica una disentera de sangre ; y consumida del fuego la botica, hospital y medicinas, el mal tomaba mayor fuerza, concurriendo la insalubridad de los alimentos, reducidos frecuentemente a caldo de pescado, en lugar de substancia, sin probar pan, grasa ni el menor condimento, y siendo por regalo lograr a veces un plato de aquellos frjoles (sic) que por aejos y corrompidos, eran sobrantes de los aos pasados. En esta poca las lluvias y los furiosos huracanes se conspiraron contra nuestra debilidad y desabrigo, y todos los horrores de la naturaleza se empeaban en destruirnos. Sin embargo, como haba de llegar a los odos de V. S. contbamos con que sera la ltima poca de nuestros males, y aquel rayo de consuelo reanimaba nuestros nimos y esfuerzos.
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Van corridos ya como veinte meses y aun gemimos en Juan Fernndez, sin otra esperanza que el paso de algn buque que, compadecido de las seales que se hacen, lleve all nuestros clamores. Qu influye en este torrente de desgracias ? Ser porque tambin en el concepto de V. S. somos acrrimos defensores de una revolucin criminal ? Ser porque aun estbamos en circunstancias de que se conociesen las causas que en 1814 debieron preceder a nuestro destierro ? Ser porque la felicidad pblica se crea inherente a la destruccin de unos infelices, a quienes los aos, los padecimientos y los desengaos los tienen en estado tal que slo pueden apetecer unos das de tranquilidad para prepararse al sepulcro ? V. S. sabe que en la poca de la disensin civil, llegando las pasiones al ms ardiente tumulto, no bastan todas las precauciones para desconfiar de las delaciones de enemigos ; pero seguramente no lo engaar la opinin que siempre ha tenido Chile de ser el pas ms pacfico y moderado de la monarqua, ni le engaar la experiencia de que en cerca de dos aos de la afliccin de tantas familias no se ha sentido una convulsin o un desorden que de cuidados al Gobierno. Por consiguiente en ese honrado pueblo no se aventurar jams generosidad, ni perjudicar la beneficencia. Haga V. S. el interesante ensayo de manifestar a la nacin que la benignidad es el camino verdadero de restituir la slida concordia. No tema V. S. que este da de su gloria y de la verdadera conquista de Chile perjudique a la justicia. Bien merece esta compasin un pueblo cuyas novedades no han subsistido en l antes de ausentarse el Rey, ni despus que se proclam su vuelta a su trono. Bien la merece el pueblo que con una mano daba los ms tiernos auxilios al ejrcito del seor Ganza para que no pereciese en su retirada de Talca a Chilln, porque se le permitiese firmar con la otra la paz del 3 de mayo90, en que dejaba toda la decisin de su suerte a la absoluta voluntad y direccin del Rey, y en donde toda la sangre que se derram desde Arauco hasta Rancagua fue sobre si deba jurar o no la Constitucin, las Cortes y los decretos nacionales. Ah, seor ! los pueblos se componen de hombres, y los hombres de errores e ilusiones. El magnnimo corazn del Rey dice en su Real Cdula que para perdonar no exige hroes de sus vasallos, porque no es este el molde en que la naturaleza forma ordinariamente los corazones ; que basta el error indeliberado o la buena disposicin posterior ; y cuando el seor Virrey dice en su proclama que un favor extraordinario del cielo salv la monarqua del tirano, y en los papeles de Chile que los pueblos sin Rey, sin esperanza y con autoridades
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desconocidas y arbitrarias, fueron disculpables en sus novedades por qu, despus de 20 meses de afliccin no seremos dignos de disfrutar las bondades de V. S., como los dems que hoy viven felices bajo su proteccin, aunque arrojados en el mismo torrente de los sucesos ? Con que se acoger benignamente a los que vuelven de Buenos Aires, y nosotros que, convidados, casi obligados y sin el menor estorbo, pudimos acompaarlos y elegimos aguardar y recibir al Presidente de Chile, deberemos morir en los tormentos ? Qu partido quedar ya que tomar a los que en los pueblos revolucionarios amasen la tranquilidad o se arrepintiesen del desorden ? V. S. tiene demasiado talento y virtudes para que, conociendo que casi todas las familias ilustres del reino son las afligidas, quiera fijar en este precioso pas una eterna sucesin de infelices. Si se trata de ejemplo, basta los sufridos ; si de seguridad, bastan el carcter de Chile y los beneficios de V. S. ; si de odiosas delaciones, baste para satisfaccin a los que nos persiguen que queremos morir olvidados en el seno de nuestras familias, sin emularles honores ni distinciones. Supuesto que el hambre y el incendio nos tienen en estado tal que nuestras abatidas naturalezas no pueden resistir a los lentos y prolongados remedios, suplicamos a V. S. no nos permita pasar aqu todo el invierno, pues, cuando debisemos ser vctimas de las desgracias, siquiera por caridad se nos podra pasar a un clima ms suave, donde la asistencia de nuestras hijas y esposas nos restaurasen en parte de los males padecidos. Dios guarde a V. S. muchos aos. Juan Fernndez, y mayo 18 de 1816.
TERCER ANEXO
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Carta del Presidente de Chile, Francisco Marc del Pont, al Secretario de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia. 30 de Octubre de 1816.91 Excmo. seor : Luego que me invest de la Presidencia de este reino, di parte al Ministro Universal de Indias del mal estado en que se hallaban algunos objetos de su gobierno y entre ellos el de la conciliacin, por no reconocerse extinguido el espritu de insurreccin que lo haba agitado tanto tiempo. Me apresur a este aviso prevenido de lo que me impusieron en Lima, el Virrey, Ministros y personas de carcter, y la voz pblica me incit tambin el rumor general de disgusto que observ desde mi arribo sobre los diputados enviados a solicitar indultos para los insurgentes y otras pretensiones opuestas en estas circunstancias al bien pblico y al verdadero servicio del Rey, contra la instruccin que les confiri el Cabildo, sin libertad, sin anuencia de otras corporaciones ni de las provincias, disimulndose con el designio de felicitar a nuestro augusto Soberano por su restitucin al trono, sin embargo de no haber ejemplar en semejantes actos en la coronacin de nuestros reyes por sumamente intempestivos y gravosos a las ciudades desde estas distancias, y, por eso, opuestos a nuestras leyes municipales y reales resoluciones, que mandan excusar envo de procuradores para negocios pblicos. En esta expectativa recib una carta acordada del Supremo Consejo de las Indias, anunciando el perdn por su Majestad a los procesados en este reino por delitos de infidencia cometidos en la pasada revolucin, exceptuando de esta gracia tal slo a los principales revolucionarios fugados. Para resolver lo conveniente en orden a su ejecucin, convoqu a los Ministros de esta Real Audiencia en mi posada y ped sus dictmenes. Estos, en la mayor parte, opinaron en favor del pronto cumplimiento, olvidando u ocultndome las leyes segunda y tercera, ttulo 25, libro 8, de la Recopilacin de Castilla, que detallando las formalidades necesarias en los perdones, prohiben de otro modo su cumplimiento. Afianzado en el contexto de estas leyes y conociendo que los Oidores ms eran impelidos de amistades y relaciones de familias, que de un verdadero inters por el buen orden y servicio de Su Majestad, no me conform con su modo de pensar, a pesar que la Real gracia me es de satisfaccin, por libertarme del contraste de mi natural sensibilidad en el ejercicio del rigor de la justicia que demandaran las causas de los indultos. Suspend, pues, todo paso en este
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negocio, as por lo expuesto, como por conocer que el perdn puesto en obra iba a producir un retroceso de lo adelantado por restablecimiento del sosiego pblico y autoridad del Gobierno, por graves razones que no puedo dejar de exponer para la inteligencia del Rey en tan ardua empresa. La acordada previene haberse fundado la gracia en lo expuesto por los Diputados. Esta Presidencia y el Cabildo ignoran cules hayan sido sus representaciones, pues de nada han dado partes oficiales, siendo muy extrao este silencio con sus comitentes, al mismo tiempo que dirigido sus correspondencias con copias del oficio del Secretario del Consejo a los reos, por quienes se divulg en esta capital antes que por el Gobierno. Se asegura tambin que en sus cartas ponderan sus diligencias, dando a entender haberse valido de medios ocultos, todo lo cual es reprensible y sospechoso de muchas intrigas. Desde luego, semejante conducta persuade, a lo menos, no han hecho al Rey informes verdicos de los sucesos de la revolucin y de la circunstancias posteriores, como requera una causa gravsima y de fatales consecuencias. Se dice han procurado impresionar a la Corte de que en Chile no ha habido revolucin sino en la apariencia, engao que desmienten las gruesas colecciones de sus peridicos, los documentos que ha remitido a la Regencia el Virrey del Per en el curso de la Reconquista y los dirigidos al Ministerio de Indias por mi antecesor, antes del inconsecuente proyecto del indulto inmoderado ; y bastaran, cuando no fueran ms que la impresa Constitucin del nuevo Estado Republicano chileno, las instrucciones con que fue de Plenipotenciario a Londres don Francisco Antonio Pinto, la admisin de Cnsules y reconocimiento de la independencia por los Estados Unidos de Amrica y la omnmoda confederacin con Buenos Aires y sus pretendidos Estados soberanos del Ro de la Plata, intentos que si no han sostenido tan al cabo los chilenos ha sido por no tener iguales fuerzas y recursos. Todo esto convena se hubiese acumulado en la instancia del indulto, y si no la han recordado los Diputados, no han cumplido con los sagrados deberes de su comisin de puro servicio del Rey y del pblico. As es que la ejecucin del indulto en los trminos que se anuncia, ofrece graves embarazos y su inteligencia algunas dificultades. En l se exceptan los insurgentes principales prfugos, pudiendo dudarse si se han de reputar por principales todos los prfugos o slo algunos, cules sean estos y la razn de calificarlos , habiendo entre ellos quienes tomaron armas de jefes y de oficiales, otros gobernantes, otros conspiradores con delitos accesorios ms o menos enormes y varios que siguieron su sistema y su fuga pasivamente instigados.
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Las causas que a estos se mandan seguir, conforme a las leyes, no servirn para el escarmiento ni para el castigo, sin ejecutarse en las personas emigradas ya a pases extranjeros o rebelados donde no pueden aprehenderse ni tampoco en sus bienes, que procuraron salvar con tiempo los que los tenan. Hay algunas mujeres de los principales que siguieron a sus maridos y otras que huyeron solas por ms complicidad en la revolucin, dejando aqu algunas propiedades, y es tambin dudoso si se le seguirn sus causas como a los principales, debiendo segn parece sobreseerse en las de los militares presos a quienes como desaforados comprender el indulto, espero se me advierta por el Ministerio de V. E. cmo he de proceder y dar cuenta por la privacin o reposicin de sus empleos por el fuero de guerra y con atencin a la Ordenanza. Suponiendo que los exceptuados del indulto sea por el crimen de principales y que la circunstancia de fugados no agrava la sustancia de sus causas, se echa de ver que no se precave completamente el dao que podra ocasionar la libertad de estos, hallndose entre los indultos otros y casi todos no slo principales, sino primarios, sus ramificaciones de familia, sus caudales, vnculos y grandes haciendas de campo en que ejercitan veces de seores con sus colonos, los hacen poderosos y temibles, teniendo para cualquier conjuracin a su disposicin a los campesinos, como lo ejecutaron contra el Presidente don Francisco Antonio Garca Carrasco, amenazndole en el acuerdo de la Real Audiencia, con diez mil hombres de solo el recinto de esta capital, que atacaran si no depona el mando. Hay otros letrados de genio y sistema popular y republicano que han fraguado los planes y fomentado la revolucin hasta el fin ; unos y otros no fugaron por no poder transportar sus haciendas y familias y si vuelven a congregarse ninguna prudencia ni poltica podr afianzar que dejen de persistir en las mismas ideas, despus de ms radicados en sus mximas y deseos de independencia y soberana que se haban lisonjeado y de que ninguna muestra de arrepentimiento han dado hasta ahora con tanta osada que se tienen por inculpados y en ese concepto no estiman el indulto. La defensa de Chile contra los invasores de Buenos Aires y sus provincias limtrofes, mientras no se subyuguen por las armas de Espaa, ser en adelante ms difcil y arriesgada, reformndose con estos indultos el partido de los edictos a nuestros enemigos que aun sordamente se conserva arraigado en gran nmero de estos habitantes. Confiado en l se anim el ao prximo pasado el Gobierno de Mendoza, auxiliado de Buenos Aires, a venir sobre este reino con slo mil cuatrocientos hombres, que retrogradaron el camino por la noticia de la total derrota de su Ejrcito del Per por el de nuestro General Pezuela en la accin de Viluma. Por tan crtica situacin
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me he visto precisado a tomar las precauciones y providencias del Tribunal de Vigilancia, de desarme de los pueblos y dems de que he dado cuenta a Su Majestad en anteriores representaciones, todo lo cual quedar frustrado, aumentndose los cuidados del Gobierno, si el indulto no se atempera a las circunstancias. Las fuerzas disponibles con que me hallo, sobre pocas y sin armas para aumentarlas, no pueden tranquilizarme, siendo su mayor parte del pas, fciles de atraer por dinero y por sus comunicaciones con los prfidos, como acredit la experiencia en la deposicin del Presidente Garca Carrasco, de acuerdo con los Comandantes de la guarnicin que haba en esta capital. El testimonio del informe que hizo este jefe a Su Majestad y el de los autos seguidos contra los primeros facciosos, dar a conocer a V. E. que poco crdito puede darse a las protestas de enmienda en estos casos. El Gobierno quiso poner remedio en tiempo, separndose de este reino a don Jos Antonio Rojas, don Juan Antonio Ovalle y don Bernardo Vera. El Cabildo y muchos vecinos principales representaron en su favor, saliendo garantes del sosiego pblico con sus vidas y fortunas. La misma Real Audiencia se dej fascinar de estas protestas, por una condescendencia siempre perjudicial, y dentro de pocos das se vieron realizados los planes de insurreccin, aunque encubiertos del velo hipcrita de fidelidad al Soberano, como convena entonces para alucinar a los incautos. Los genios revolucionarios, que quieren descuidar mi vigilancia, y otros que, aunque con buenas intenciones, no mediten el estado presente con la debida reflexin, quieren persuadir que no hay ya un motivo de temor en Chile, pero la experiencia lo desmiente a cada paso. Muchos de los que fugaron al otro lado de los Andes y volvieron a este reino, fueron puestos en libertad por mi antecesor y luego que observaron lo posible, volvieron como buenos espas a dar cuenta de cunto vieron a los rebeldes de Buenos Aires. Lo mismo han hecho otros que por conmiseracin sac el mismo de la isla de Juan Fernndez y otras prisiones, dando todos a conocer su ningn arrepentimiento y menos disposicin para vivir bajo la dominacin espaola. En los das que lleg la acordada estaba tramndose un plan de conspiracin por don Manuel Rodrguez, insurgente prfugo de este reino, a quien mand con este fin el rebelde Gobernador de Mendoza don Jos San Martn, instruido y prevenido de dinero y recomendaciones. Sus tramas fueron tan ocultas que slo por raros medios han podido descubrirse, con el sentimiento de ver ligados en ella a sujetos que, aunque conocidos por su opinin en favor del sistema revolucionario, eran tenidos por juiciosos y moderados, as es que el Gobierno no puede tener confianza mientras los inclinados a las novedades tengan alguna esperanza de volverlas a introducir.
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La pobreza a que ha quedado reducido el reino y la falta de rbitros han aumentado los facinerosos y de esta clase de gente se ha formado una cuadrilla de nmero considerable, armada de fusiles, espadas y pistolas ; la manda un enviado de Buenos Aires que admite en su genio a los desertores y a cuantos son perseguidos por delitos. Tiene ntima relacin con el recordado Gobernador de Mendoza y es muy fcil que, quitada la nieve de la cordillera en la primavera y verano, se les junten cuantos quieran venir de la otra banda, porque emprendiendo su camino dividido por los muchos que se presentan, no hay posibilidad de contenerlos. Para evitar estos desrdenes ha sido preciso destinar el nico cuerpo de caballera que tena en esta capital a la persecucin de hombres tan perjudiciales y que me dan tantos cuidados, debiendo temerse con fundamento que, si no se remedia con tiempo este dao, puede formar esta gavilla un ejrcito como el de Artigas, que tantos desastres ha causado en la banda oriental del Ro de la Plata. Por lo expuesto conocer V. E. los fundados recelos que causa el perdn general con respecto a las personas de los indultados, pues no son de menos consideracin las dificultades de su cumplimiento en orden a la devolucin de los bienes embargados, a que se extiende, a no ser los races sin enajenar, nicos que no ocultaron los reos ; de los dems, de frutos de las mismas haciendas y algunos otros efectos, ser absolutamente inverificable por consumidos, en inteligencia que como pertenecientes a culpado deban aplicarse al reintegro de las usurpaciones que infirieron al real erario y para la mantencin del ejrcito que por ellos es necesario para la pacificacin del pas. Para el socorro de ste, a la rendicin de esta capital, no habiendo dinero alguno en sus Tesoreras, fue indispensable colectar prontos donativos voluntarios ; se exigieron luego emprstitos forzosos generales, despus el de 100.000 pesos contribuido a inters por el comercio, otro igual tambin a inters sobre la Renta de Tabacos, para satisfacer los que ha surtido Lima a este reino, cuyos productos ha consumido la Real Hacienda en comn. Se han aumentado sucesivamente los derechos reales y municipales sobre todos los efectos y frutos naturales, industriales y comerciales, en lo interior y en sus exportaciones ; se han exigido gruesas contribuciones civiles sobre las propiedades ; se han impuesto otras penales a los pudientes que tuvieron parte activa en la revolucin y se exceptuaron de la lista de los desterrados y secuestrados ; aquellos podrn reclamar igual devolucin por no ser de peor condicin que los indultados, siendo menos criminales ; se han tomado los fondos e ingresos de los derechos de subvencin y del expendio de azogues, que reclaman el Consulado y la Comisin de Arbitrios y Reemplazos de Cdiz ; se deben a las tropas reconquistadoras crecidos alcances en el tiempo de su campaa, aunque se
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mantuvieron con cortos socorros. Estn adeudadas ingentes cantidades de emprstitos de dinero y suministros de vveres y otros auxilios por los vecinos y hacendados honrados para la misma guerra. La provincia y Tesorera de Chilo reconviene por mutuos suplementos impendidos en las expediciones de tropas con que ayud a la Reconquista. Lima, por el mismo motivo, pretende grandes indemnizaciones, procurando, imperiosamente hacerlas efectivas con recargos y modos indirectos contra este reino. Estas angustias y empeos crecen en razn de los mayores contingentes que cada da se necesitan por el aumento de guarniciones, obras y aprestos de guerra, por la disminucin de recursos dimanado del empobrecimiento en que dej el reino el gobierno intruso y el progresivo que trae consigo las mismas contribuciones y nuevos impuestos, y, sobre todo, por lo ms sensible del descontento que esta novedad induce en los buenos y fieles vasallos, que estn sosteniendo la causa justa y los derechos del Rey, presumindose igualados con los infidentes si no de peor condicin cuando esperaban les resarciesen las violentas depredaciones de sus bienes y atroces vejaciones con que los oprimieron. Estas quejas son positivas, y, aunque conozco cuanto importa la reconciliacin y la procuro, no es fcil infundir el total olvido de un pronto y una manera que pugna con los impulsos naturales, con los intereses y con la seguridad individual de tanta multitud de nimos, justamente resentidos y desconfiados, que se creen acreedores a otras satisfacciones, deducindose de esto que si aun es tiempo feliz el Fisco de este reino no alcanza a soportar sus ms precisas cargas, en el estado presente de perpetua insolvencia y total falta de arbitrios, lejos de reponer los secuestros legtimamente consumidos, no podr cubrir sus dems deudas preferentes y de justicia. Cuando me hallaba ocupado de estas reflexiones y cuando los Cabildos y Tribunales de Vigilancia de esta ciudad y de la Concepcin, el Gobernador Intendente de aquella provincia y el digno Coronel don Francisco Snchez, a cuyo constante valor se debi la conservacin del Ejrcito Real en la ciudad de Chilln, me representaron todos los inconvenientes referidos por los papeles que en testimonio acompao a V. E., a continuacin de la acordada lleg por el puerto de Talcahuano un buque procedente de Lima y con l la Real Cdula del indulto, que vi muchos das antes de tener en mis manos la correspondencia oficial, por multitud de copias que dirigi don Mariano Ossorio, tomndose la libertad de publicar as este Real rescripto despus del atentado que cometi en abrir el pliego que lo contena, segn he dado cuenta a V. E. en carta de esta fecha. En este caso, despus de la ms seria meditacin, resolv publicar solemnemente y cumplir la Real gracia, como se acredita del testimonio que dirijo del expediente formado en esta razn, pero como imperiosamente exijan
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las circunstancias actuales no perder un momento de vista la seguridad pblica, no he renunciado a las medidas que para conservarla considero necesarias. He mandado suspender todas las confinaciones y arrestos y devolver generalmente los bienes embargados, pero aquellos ms culpados y temibles por sus relaciones, por su genio y facultades, no menos que por las pocas muestras que manifiestan de arrepentimiento, los tengo contenidos en los lmites de esta ciudad, sin permitirles salir de ellos, donde se observan sus operaciones. A otros que, repartidos por los campos, especialmente a las inmediaciones de la cordillera, pueden favorecer la internacin de los de Buenos Aires en el prximo verano, he determinado traerlos aqu en tiempo oportuno, para librarme de un cuidado y preservarlos de las ocasiones que pueden traerles resultados sensibles. Dentro de pocos das saldr la corbeta de Su Majestad Sebastiana, para la isla de Juan Fernndez, a cuyo Gobernador encargo haga saber a los desterrados la absolucin que han obtenido de sus pasados yerros, pero impelido yo de los motivos que dejo expresados, he tenido a bien, por providencia de buen gobierno y medida precautoria, dejar en aquel destino a los sujetos que expresa la lista que tambin acompao a V. E., hasta que se logre la total pacificacin de esta Amrica, trayendo a muchos de quienes ha poco que temer, al paso que es de esperar la enmienda que jams se ver en los otros segn lo demuestran las confesiones que han prestado en sus respectivas causas, en que han querido sostener su inculpabilidad, valindose ya del desorden que hubo para formar procesos en tiempos de mi antecesor, ya de la hipocresa con que se precipit el reino a la revolucin, a pesar de que los papeles pblicos los condenan y la voz general los seala como corifeos de independencia. Estos y don Martn Calvo Encalada y don Francisco Lastra, a quienes mi antecesor por resortes de amistad mand venir de aquella isla, no pueden dejar de ser temibles, aunque reducido Buenos Aires queda la Amrica en una completa tranquilidad ; son pocos pero son dscolos ; son astutos, soberbios, ricos y relacionados con todo el reino. Este no puede siempre tener una fuerza armada como en el da, porque desdice a sus proporciones y, aunque la tenga, por desgracia, esta tropa ha visto cmo se compraba la de los insurgentes ; de este modo es preciso que el gobierno est siempre receloso y cuando no se siga otro mal que la desconfianza entre el que manda y los que obedecen, debe a cualquier costa removerse. Por estas razones, creo de necesidad sacar fuera de la Amrica estos pocos sujetos, porque es ms justo y equitativo que ellos sientan la pensin de dejar su pas, que un reino tan hermoso como Chile o vuelva a caer en la anarqua o no se vea libre de inquietudes y sobresaltos.
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No es mi nimo, por esto, frustrar la real piedad, inclinndome a ello mi obligacin de generosidad y el saber que en las grandes revoluciones, aunque los autores son reos de Estado, es preciso moderar las penas y distinguir los caudillos de los otros que fueron seducidos o interesan poco ; pero en esta circunstancia, en que se compromete el desempeo de mis empleos con responsabilidad a Dios y al Rey de cualquier trastorno de la seguridad y bien pblico del pas que se me ha confiado, creo que las mismas obligaciones y la justa poltica persuaden no dejarse adormecer por palabras, ni promesas de agradecimiento del perdn de los que una vez prevaricaron, atropellando sus ms sagrados homenajes con el Soberano, mayormente con el ejemplo de la sabia providencia con que Su Majestad atiende a confinar y mantener en la Pennsula a los causantes y adictos de las novedades de las Cortes, llamadas soberanas, porque si estas medidas son precisas donde la inmediacin del poder del Monarca y de sus ejrcitos imponen respeto y terror de los castigos prontos y enrgicos, cuanta mayor precaucin ser menester para reprimir a los facciosos y qu no deber temerse de su reunin en la capital, de un Gobierno sujeto a los lmites y recursos ordinarios de tribunales con que se oscurecen los intentos y los crmenes de esa naturaleza como lo ha acreditado la experiencia en esta misma sedicin de Chile, en sus primeros pasos con el nominado mi antecesor Carrasco, recto y benemrito Presidente, y en las desarregladas causas de los reos, en que, por ltimo, tuve por conveniente destinar una Comisin de letrados para su secuela con la energa y justicia que se haba prevenido por Real Orden de 12 de junio del ao prximo pasado, sin que aun por este medio haya podido conseguirse su arreglo, siendo ya muy difcil o casi imposible remediar los yerros que la contemplacin o desidia causaron en los principios. Sera muy molesto, si hubiera de producir cuanto ofrece la memoria de la insurreccin y el estado actual civil de Chile. Para corroborar esta exposicin, bastar su contenido para que la sabia penetracin de V. E. comprenda la estrechez a que me reduce el cumplimiento del indulto, de cuyas resultas no me atrevo a responder. Por todo, suplico a V. E., con el mayor encarecimiento, que si mis razones no se consideran bastantes para la aprobacin del temperamento que me ha sido preciso tomar, ni para adoptar la medida de sacar del reino a los que puedan perturbarle, se sirva V. E. inclinar el real nimo a que se me conceda el relevo de este mando, porque no quiero, despus de treinta y tres aos de buenos servicios, sin la ms leve nota, despus de haber vertido mi sangre tantas veces y expuesto mi vida por la defensa del Rey y de la Patria y despus de haber querido, antes de sufrir una comisin militar de orden de Napolen, el peligro de ser fusilado en Francia y la dura prisin de dos aos cuatro
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meses en un estrecho calabozo, que jurar al intruso Rey Jos, venir al fin de mi carrera a mirar tal vez equivocado mi concepto en la prdida de un reino en que rara vez no padece el honor de quien lo manda. El mo es el nico bien que aprecio y el nivel que regla todas mis operaciones ; nada puede lisonjearme con la sospecha sola de perderlo. Si he de tenerla en este empleo me ser de suma complacencia dejarlo y en cualquier otro a que se me destine sacrificar gustoso si es necesario mi existencia, por conservar los derechos del ms amado de los Monarcas. Dios guarde la importante vida de V. E. muchos aos. Santiago de Chile y octubre 30 de 1816. Francisco Marc del Pont.
QUINTO ANEXO : NMINA Y BREVES DATOS DE LOS PATRIOTAS PRISIONEROS EN LA ISLA JUAN FERNNDEZ
ACUA, Jos Rosauro : Perteneca a la Orden de San Juan de Dios. Prior del Hospital de San Juan de Dios en Chilln. Sus vinculaciones con los patriotas y su amistad con Bernardo OHiggins, motivaron su arresto en octubre de 1809 y su traslado a Santiago, siendo liberado al poco tiempo. En 1811, combata la epidemia de chavalongo, pero tras la toma de Chilln, en 1813, cay nuevamente preso y fue enviado a los calabozos de la Inquisicin en Lima. Fue embarcado en la fragata Perla, en Per, el 14 enero 1815, y trasladado desde las crceles de la Inquisicin a Valparaso. En esta embarcacin tambin vena Luis de la Cruz. Arribaron a Valparaso el 28 de febrero, donde estuvieron presos unos quince das. Salieron en seguida a Juan Fernndez. Era el mdico en la isla. El 10 de enero de 1816 firm la solicitud de medicamentos que se necesitaban en la isla. Muri en Juan Fernndez en noviembre de 1816.
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ALAMOS, Jos Mara : Estuvo involucrado en la conspiracin contra los Carrera, en enero de 1813. En esa fecha tena 27 aos. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817 y fue rescatado en El guila en marzo 1817. ALAMOS, Juan Crisstomo de los: En el proceso judicial de 1813, se le describi como natural de Santiago, de 33 aos, noble, escribano pblico, de los del nmero de esta corte. Involucrado en la conspiracin contra los Carrera en enero de 1813. Procesado tras la llegada de las tropas de Mariano Osorio, se le encaus como escribano en la causa de los Carrera, populaciones. Sali detenido de Santiago el 8 de noviembre de 1814, fue embarcado en la Sebastiana y arrib a Juan Fernndez el 21 de ese mes. Rescatado en El guila en marzo 1817. AMASA, Pedro : Confinado en Juan Fernndez. Fraile. Muri en la isla el 9 de enero de 1816, cuando ya tena licencia para irse ANCIETA, Jos : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ARBUL, Martn de : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ARGOMEDO, Jos Mara : Hijo de Jos Gregorio Argomedo. Involucrado en la conspiracin contra los hermanos Carrera en enero de 1813, al sometrsele a proceso se precis que era natural de la villa de San Fernando, soltero, de 17 a 18 aos de edad. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. ARIS, Ramn Mariano de : Entre los donativos que se reciben para enfrentar la invasin realista a Concepcin en 1813, Ars ofrece mantener dos soldados, dona 20 vacas y todos sus bienes si es preciso. (Monitor Araucano N3, 10 abril 1813).- Natural de Santiago, casado, comerciante. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Fue embarcado de vuelta al continente el 28 noviembre 1816.ARISTEGUI, Ramn : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817, condenado a diez aos de destierro. Rescatado en El guila en marzo de 1817. ASTETE, Jos Santos : Juez Diputado y Ayudante Menor de un regimiento. Tuvo el cargo de Justicia Mayor en el partido de la Estancia del Rey. Luch en guerrillas. Miliciano. Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. ASTETE, Julin : Hijo del anterior. Miliciano. Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817.
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AYALA, Manuel de : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. BADIOLA, Jos Santiago : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. BASCUN, Juan Rafael : En 1813, era granadero, en Valparaso. (Monitor Araucano N22, 27 mayo 1813).Natural de Santiago, casado, Comandante de Granaderos. Lleg a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Est entre los firmantes de una carta de los desterrados fechada el 14 febrero 1815 y de un poder extendido dos das despus. No hay mencin de cundo volvi al continente, pero por noticias recibidas en la isla, el 19 mayo 1816, se supo que se encontraba arrestado nuevamente en Valparaso, diez das despus de haber sido liberado. BEINER, Juan Agustn : Natural de Santiago. Vecino de Valparaso en 1810. Empleado en la Real Audiencia, Valparaso, en 1813. Llega preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Es embarcado de regreso al continente el 28 de noviembre de 1816. Haba sido Factor de Tabacos en Valparaso, para el gobierno revolucionario.BELLO, Marcos : Teniente de milicias. Obtuvo de los Carrera el puesto de ayudante de las milicias de Hualqui, al unirse al ejrcito de stos en Palomares. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. BENAVENTE, Antonia de : Criada. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. BENAVENTE, Juan Miguel : Natural de Concepcin, era vecino de Santiago en 1810. En mayo de ese ao, jefe de dos compaas de Dragones de la Frontera en Santiago. Reemplaz a Francisco Javier del Solar, como miembro de la Junta de Gobierno que se estableci el 11 de agosto de 1811, hasta que aquel se hizo cargo del puesto. Encabez el movimiento que depuso a Juan Martnez de Rozas y su Junta de Gobierno de Concepcin en 1812. Asumi el cargo de Vice Presidente de la Junta de Guerra creada en su reemplazo, y que presida su hermano Pedro Jos. El 24 de septiembre de 1812, la Junta de Guerra fue disuelta, asumiendo la plenitud de los poderes Pedro Jos Benavente ; Juan Miguel fue remitido a Santiago. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Fue embarcado de regreso al continente el 28 nov. 1816. BENAVENTE, Pedro Jos : Era Gobernador de Armas en Concepcin y Sargento Mayor de Dragones, graduado de Teniente Coronel, cuando el Cabildo reconoci a la Junta de Gobierno de Santiago en octubre de 1810. En enero
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1811, Teniente Coronel de Ejrcito, Comandante del cuerpo de Dragones, Subdelegado de la isla de La Laja. El 5 de septiembre de 1811, el cabildo abierto de Concepcin lo nombr Gobernador propietario de la provincia y Comandante General de la Frontera. Presidi la Junta de Guerra de Concepcin, creada tras la deposicin de la Junta de Gobierno de la ciudad, en 1812, que encabezaba Martnez de Rozas. Tras un movimiento generado el 24 sept. 1812, se disolvi la Junta de Guerra y Benavente qued como Gobernador Intendente con el apoyo de Carrera. Comandante del Cuerpo de Dragones de la Frontera por su Majestad, fue Intendente de la Provincia de Concepcin por los insurgentes y uno de los ms decididos. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. BENAVENTE, Rafael : Acompa a su padre en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. BLANCO ENCALADA, Atanasio de : Criado. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. BLANCO ENCALADA, Manuel : Siendo Alfrez de Navo de la Real Armada, se fug desde las costas del Ro de la Plata para incorporarse a las luchas por la independencia de Chile, a donde lleg en 1813. Tena 24 aos de edad cuando Irisarri le confi el mando del Cuerpo de Reserva que deba atacar Talca en marzo de 1814. Tomado prisionero ese ao, fue condenado a muerte por un consejo de guerra como desertor, pero se le conmut la pena por la de destierro de cinco aos a la isla de Juan Fernndez. Se le haba otorgado el grado de Teniente coronel de Artillera92. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. (Salas).- Rescatado en El guila en marzo 1817. BLANCO, Mara del Carmen de : Criada. Acompaaba a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. BLANCO, Remigio : Natural de Valle de Urizo en la Montaa, casado, comerciante. En 1810 era regidor del Cabildo de Valparaso. Vicecnsul de los Estados Unidos de Amrica para el puerto de Valparaso, nombrado por Hoevel. Embarcado como prisionero, llega a Juan Fernndez el 21 de noviembre de 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817.
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Los grados militares, durante la Patria Vieja, eran : cabo 2 y 1, sargento 2 y 1, cadete, subteniente o alfrez, teniente, capitn, sargento mayor, teniente coronel, comandante de batalln o escuadrn, coronel, brigadier, mariscal de campo, teniente general y capitn general. (Luis Montt : op. cit., pg. 49).
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CALDERN DE LA BARCA, Felipe : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. CALVO ENCALADA, Martn :Vecino de Santiago en 1810.- Desde la Colonia, era Coronel de Milicias y haba ideado que se mantuvieran rondas en la ciudad. Diputado por Curic al Congreso de 1811 ; Vicepresidente del mismo el 5 julio 1811 ; presidente el 20 julio 1811. El 1 de junio de 1811 se le puso a la cabeza del Tribunal de Seguridad Pblica. Miembro de la Junta de Gobierno elegida el 11 de agosto de 1811. Tambin integr la Junta surgida del golpe de Carrera el 4 de septiembre de ese mismo ao. El 24 abril 1813 fue nombrado Juez Mayor de Polica93 en Santiago. De acuerdo a la Relacin del 18 noviembre 1814, estaba destinado a Juan Fernndez, pero Salas no lo nombra entre los enviados ese mes ; s lo encontramos citado en su diario el 9 agosto 1815. Pero, los Ministros de la Real Hacienda escriben al Presidente el 28 dic. 1815 : a don Martn Calvo Encalada no le hemos secuestrado bienes algunos, porque este individuo no est incluso en la lista de los que deban ser embargados, que se nos pas por el superior Gobierno con fecha 24 de enero anterior y existe archivada en esta Tesorera de nuestro cargo. Es verdad que hemos visto ir y venir al citado Encalada a la isla de Juan Fernndez, pero en este intermedio tampoco se nos ha dado orden para secuestrar dichos bienes. Embarcado de vuelta al continente el 8 sept. 1815. Se cambio su confinamiento por residencia forzada en la villa de Melipilla. Marc del Pont, en carta del 19 enero 1816, informaba que Calvo Encalada estaba preso en uno de los castillos de Valparaso. Volvi preso a Juan Fernndez el 26 de enero de 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. Era to materno de Manuel Blanco Encalada.CARRERA, Ignacio de la : Natural de Santiago. Elegido miembro de la Junta de Gobierno en 1810. Coronel de milicias, ascendido a Brigadier por el Congreso en septiembre 1811. Jefe del Ejrcito de Talca el 18 diciembre 1811. Elegido vocal de la Junta de Gobierno el 3 octubre 1812. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en 1817. CASTILLO, Francisco Jos del : Prior del Convento de San Agustn en Valparaso en 1810. Natural de Popayn, presbtero. Revolucionario del Per, de donde fug a este reino, siguiendo en sus mismas ideas. Cura de
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El Juez Mayor tena a su cargo el atender la polica de aseo de la capital y la polica de seguridad de la capital y de todo el reino, especialmente en lo relativo al orden poltico. Luis Montt : Bibliografa Chilena. Santiago, Imp. Barcelona, 1904. Tomo II : 53.
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Mercaderes en Popayn e interino de San Jos. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. CHAVARRA, Juan Jos : Ver Juan Jos de Echeverra. CIENFUEGOS, Jos Ignacio : Ordenado sacerdote en 1786. El Vicario Capitular Andreu, le nombr apoderado suyo, el 26 junio 1813, ante la Junta de Gobierno. Cura de la doctrina de Talca, fue Vocal de la Junta revolucionaria y extendi entonces una proclama contra los derechos del Soberano y los principios de la religin. Lleg preso a la isla el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. CIENFUEGOS, Mateo de : Criado. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. CLARO, Vicente : Nombrado Teniente de Granaderos en marzo 181494. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. CORREA DE SAA, Carlos Jos: Abogado. Particip en el golpe del 4 septiembre 1811. Diputado por Santiago, el 5 septiembre 1811, con el apoyo de Carrera. Renunci al Congreso el 30 del mismo mes, para que Santiago slo tuviese seis representantes. Vocal de la Junta de Imprenta el 1 julio 1813. Abogado, famoso revolucionario, fue Agente Fiscal por los insurgentes y cabecilla en varios tumultos. Lleg a la isla el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. CRUZ, Anselmo de la : Vecino de Santiago en 1810. Secretario del Consulado. Regidor del Cabildo de 1810. Fue encargado de recorrer los pueblos del sur, como Talca y Concepcin, presentando a los Cabildos el Acta de instalacin de la Junta de Gobierno de Santiago, en 1810, buscando su reconocimiento95. Nombrado Procurador de ciudad por el Congreso, el 11 octubre 1810. Diputado del pueblo el 16 noviembre 1811. Elegido para formar parte del Cabildo de Santiago, segn la lista impuesta por Carrera en octubre de 181296. Miembro del Consulado de Comercio en 1812. Procurador de ciudad, en Santiago, en 1812. Vocal suplente de la Junta de Imprenta el 1 julio 1813. Miembro del Cabildo en 1813. Decidido revolucionario, hizo los papeles ms sediciosos, siendo Procurador General de ciudad. Era funcionario del Real Tribunal del Consulado. En nov. 1814 estaba relegado en Casablanca.
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Luis Montt, op. cit. pg. 133. Tocornal: 217. 96 Barros Arana, 1866: 447.
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Estuvo preso en Valparaso : Don Anselmo de la Cruz con el debido respeto hace presente a V. S. haber llegado a esta capital, de regreso de el Castillo de Valparaso, en donde estaba arrestado. Da gracias a V. S. por la merced recibida y espera sus rdenes superiores. Santiago, septiembre de 181697. Haba sido procesado por insurgente. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. CRUZ, Luis de la : En 1810, era Teniente coronel de ejrcito y alcalde provincial en Concepcin. Diputado por Rere al Congreso en 1811. Vocal de la Junta de Gobierno de Concepcin ese mismo ao. Diputado suplente por Concepcin, el 3 septiembre 1811. Como diputado por Concepcin, fue elegido el 7 marzo 1812 para viajar a Santiago a exigir la ratificacin del tratado del 12 de enero de ese ao. Coronel de Milicias. Una vez depuesta la Junta de Gobierno de Concepcin, en 1812, y sustituida por la Junta de Guerra, presidida por Benavente, fue confinado a Illapel. Tras iniciarse las hostilidades por parte de Pareja, retom su lugar en el Ejrcito patriota bajo las rdenes de Carrera, pero fue apresado con las fuerzas que comandaba el 1 de julio de 1813. Apresado en Chile, fue trasladado a las casamatas de El Callao, en diciembre 1813, luego a la crcel de la Inquisicin en Lima y de all a Valparaso y Juan Fernndez, a donde arrib el 31 marzo 181598. Haba sido embarcado desde Per en la fragata Perla el 14 enero 1815, con rumbo a Valparaso. Teniente Coronel de Ejrcito por Su Majestad con sueldo de Capitn, decidido insurgente, se le tom con las armas en la mano. Rescatado en El guila en marzo de 1817. CRUZAT, Domingo : Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso por tierra. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. CUADRA, Jos Ignacio : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. DAZ, Laureano Jos : Presbtero. Particip en el movimiento que propici la creacin de una Junta de Gobierno en Valdivia, en 1811. Capelln del Batalln N1, durante la batalla de Rancagua. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ECHAGE Y CARVALLO, Francisco : Natural de Santa Fe de Corriente, casado, comerciante. Embarcado en noviembre 1814. Se le encaus por servicios y ascensos en las tropas de la Patria, movimiento del 1 de abril,
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prisin de don Toms de Figueroa. Lleg a la isla el 21 noviembre 1814. Firma carta del 14 de febrero de 1815 y un poder del 16 del mismo mes. No hay constancia de cuando volvi al continente. ECHEVERRA, Juan Jos de: Vecino de Santiago en 1810. Diputado por Copiap al Congreso en 1811. Ministro suplente del Tribunal de Segunda Suplicacin e Injusticia Notoria, el 5 oct. 1811. El 16 noviembre, Secretario de la Junta de Gobierno. Uno de los secretarios de la Junta de Gobierno presidida por Carrera a fines de 1811. Ministro de Hacienda en el Gobierno del Director Supremo Francisco de la Lastra. Natural de Santiago, casado, hacendado. Se le encaus por haber ejercido los cargos de Diputado de Congreso, Vocal de la Junta de Hacienda, Secretario del Supremo Director. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Es liberado y enviado al continente el 28 nov. 1816. EGAA, Juan : (1769-1836). Natural de Lima. Doctor en Leyes. Resida en Melipilla en 1810. Diputado por Melipilla al Congreso de 1811, se incorpor el 4 noviembre. Se le encarg la redaccin de la Constitucin. Secretario del Congreso en 1811. Senador (1812-1814). Presidente del Senado en diciembre 1813. Con ocasin de la invasin realista a Concepcin, en 1813, don Juan Egaa, a ms de los considerables auxilios que ha franqueado para los bagajes de las tropas, ofrece el oro necesario para seis medallas patriticas. Nombrado integrante de la Junta de Economa y Arbitrios. Autor de la Constitucin del nuevo Estado republicano chileno, vocal del Congreso e individuo del Senado. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. EGAA, Mariano : (1793-1846).- Hijo de Juan Egaa. Fue secretario de la Junta de Gobierno de 1813. Vocal de la Junta de Imprenta, el 1 julio 1813. Se le encaus por haber actuado como Secretario de la Junta. Aunque no se expresa, debe haber llegado a Juan Fernndez junto con su padre el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. ENCALADA, Carlos de : Criado. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. ERRZURIZ ALDUNATE, Isidoro : Vecino de Santiago en 1810. Teniente de Milicias del Regimiento de la Princesa y subasentista del ramo de plvora. Diputado suplente por Rancagua al Congreso en 1811. Elegido miembro para el Cabildo de Santiago en la lista impuesta por Carrera, en octubre 1812. Regidor del Cabildo de Santiago en 1813. De los primeros revolucionarios. ste pidi se degollasen todos los europeos. Llega preso a la isla el 21 noviembre 1814. Tras su liberacin de Juan Fernndez, el 8 septiembre 1815, fue destinado a la hacienda
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de Popeta y luego a la costa de San Antonio. Posteriormente solicit que su destino a la costa de San Antonio, se entienda en la quinta que trabaja entre esta capital y Maip. Volvi preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ESPEJO, Manuel : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ESPINOZA DE LOS MONTEROS, Diego : Fraile. Vocal de la Junta de Imprenta, el 1 julio 1813. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Devuelto al continente el 28 noviembre 1816. EYZAGUIRRE, Agustn (de) : (1766-1837).- Alcalde de Santiago en 1810. Maestre de campo. Diputado por Santiago al Congreso de 1811. Miembro del Tribunal de Seguridad Pblica instalado el 1 junio 1811. Vicepresidente del mismo el 20 agosto 1811. Vocal de la Junta de Gobierno el 13 abril 1813. Tras la prdida de Concepcin, en 1813, estuvo a cargo de la organizacin de milicias en Santiago. Nombrado Comandante del cuerpo cvico. El 13 abril 1813, el Senado acuerda nombrarlo senador subrogante. Lleg a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. EYZAGUIRRE, Jos de : Criado de Agustn de Eyzaguirre. Le acompa en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. FERNANDEZ, Jos Antonio : Insurgente. Sac gente de la plaza de Tucapel para tomar las armas, obligando a todos por fuerza y arruinando a los que no salieron hasta quemarles sus casas. Vocal de la Junta de Gobierno de Concepcin, se incorpor luego a la divisin de OHiggins como edecn. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Con grado de capitn, lleg desterrado a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. FERNNDEZ, Santiago : Era Subteniente de infantera en Concepcin cuando se reconoci a la Junta de Gobierno de Santiago en 1810. Secretario de la Junta de Gobierno de Concepcin, instalada por Juan Martnez de Rozas el 5 sept. 1811. Integra la Junta de Gobierno de Concepcin a la que OHiggins entrega la ciudad el 14 marzo 1814. Teniente Coronel en Concepcin en marzo 1814. Oficial veterano por el Rey, fue decidido por los insurgentes y Vocal de la Junta de Concepcin. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817.
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GAONA, Francisco : No est documentado su arribo, a no ser que sea Ramn Gaona, que sigue, y que Salas haya equivocado el nombre. Rescatado en El guila en marzo 1817. GAONA, Ramn : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. GARRETN, Manuel : Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. GUARDA, Jaime de la : Vocal de la Junta de Gobierno de Valdivia, formada el 1 noviembre 1811. Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. GUZMN, Jos Joaqun : Tras la organizacin de las fuerzas militares, ordenadas por la Junta de Gobierno el 14 nov. 1810, qued con el grado de Sargento mayor a cargo de las dos escuadras de caballera (Hsares), de 300 plazas cada una, que tomaron el nombre de Dragones de Chile, regimiento mandado por Jos Joaqun Toro. En 1813, era Ayudante mayor de plaza en Santiago. Estaba destinado a ser embarcado en La Sebastiana, en noviembre 1814, y confinado en Juan Fernndez.; sin embargo, no ubicamos ningn testimonio que indique que estuvo efectivamente en la isla. HENRQUEZ, Gregorio : Oficial de la guarnicin fija de la plaza en Valdivia. Como Sargento Mayor, particip en el movimiento que propici la instalacin de una Junta de Gobierno en Valdivia, en noviembre 1811. To de Camilo Henrquez. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Desterrado a Juan Fernndez, arrib a la isla el 1 junio 1816. Fue embarcado de regreso al continente el 28 nov. 1816. HERMOSILLA, Jos Mara : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. HOEVEL, Mateo Arnaldo : Natural de Gotemburgo, casado en Santiago, cnsul americano para Santiago, Valparaso, Coquimbo y sus distritos. Natural de Suecia, ntimo confidente de M. Brefon, emisario de Bonaparte, fue Cnsul representante en Chile por los Estados Unidos de Amrica y se dice hay vencido (sic) uno de los que conspiraron a la muerte del Rey de Suecia, por cuyo motivo lo reclam el Coronel del navo ingls Estandarte. Fue apresado el 31 octubre 1814, en una quinta de su propiedad, al poniente de Santiago. Lleg a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817.
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LAGUNA, Ventura : Joven de 17 aos. Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817, condenado a diez aos de destierro. Rescatado en El guila en marzo 1817. LARRAN Y SALAS, Diego : Alfrez Real, 1809-1810. Regidor de Santiago en 1810. Uno de los ms ardorosos agitadores de 1810. Encausado por tumulto en la deposicin del seor Carrasco, primero juntas en su casa, doctrinas del ingls Procopio, y concilibulos con don Juan Enrique Rosales, don Joaqun Larran, don Francisco Prez y otros. Fue apresado el 7 noviembre 1814 y transportado a Valparaso, desde donde fue llevado a Juan Fernndez. Volvi a Santiago antes de un ao, seguramente en compensacin de alguna gruesa suma de dinero. (Barros Arana, X : 25). Lleg preso a la isla el 21 noviembre 1814. El ltimo testimonio que hemos visto de su paso por Juan Fernndez es un poder que firma junto a los otros desterrados el 16 febrero 1815. LARRAN, Gabriel : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. LARRAN (Y SALAS), Joaqun : Diputado por Itata al Congreso en 1811. Presidente del mismo en diciembre 1811. Natural de Santiago. Embarcado en nov. 1814. Presbtero, antes religioso de Merced, uno de los primeros revolucionarios, fue Presidente del Congreso que se llam Supremo Nacional. Lleg a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. LARRAN, Manuel : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. LARRAN, Manuel de : Criado. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. LARRAN, Pedro de : Criado. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. LASALLE, Enrique (de) : Suscribe el acta del juramento de la oficialidad del batalln de infantera, cuando Concepcin reconoce a la Junta de Gobierno de Santiago, en 1810. Francs, fue oficial por el Rey del Batalln de Infantera de Concepcin y se decidi por los insurgentes, por quienes tuvo ascensos. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. LASTRA, Francisco de la : (1777-1852). Alfrez de Navo en 1804. Vecino de Santiago en 1810. Diputado suplente por Santiago al Congreso de 1811. Regidor del Cabildo de Santiago en 1811. Designado Gobernador de Valparaso, tras el golpe de Jos Miguel Carrera, el 4 de septiembre de 1811. El 11 septiembre 1811 es nombrado capitn de ejrcito y gobernador poltico y militar de Valparaso. Se le otorga despacho de coronel el 23 abril 1813. Director Supremo a fines de 1813. Es depuesto del cargo por Jos Miguel Carrera el 23 julio 1814 y sustituido por
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una nueva Junta de Gobierno integrada por Carrera, Julin de Uribi y Manuel Muoz Urza. Tras su arresto por las fuerzas realistas, lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Fue liberado por Mariano Osorio, de acuerdo a lo dispuesto en julio de 1815, gracias a las gestiones de Santos Izquierdo, suegro de Francisco de la Lastra, embarcndose con rumbo al continente el 8 septiembre 1815. Su confinamiento a Juan Fernndez fue cambiado por su residencia forzada en una chacra de los alrededores de Santiago. Marc del Pont volvi a arrestarlo, envindolo preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. LAVALLE, Rafael : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817, condenado a cinco aos de destierro por contrabando. Rescatado en El guila en marzo 1817. LAVAQUI, Diego : Vecino de Santiago en 1810. Natural de Santiago, casado, Capitn de Granaderos. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Devuelto al continente el 24 marzo 1815. LEYTON, Jos : Rescatado en El guila en marzo 1817. No contamos con documentos que acrediten la fecha de su arribo. Era una misma persona este Jos con el Nicols que sigue ? LEYTON, Nicols : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. LOSA, Jos Toms : Presbtero cura. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. LUNA, Juan de: Comandante. En Santa Juana, el 18 de noviembre de 1810, cuando se presta el juramento de fidelidad a la Junta de Gobierno de Santiago. Tuvo a su cargo fuerzas militares con las que intent tomar Arauco, en poder de los realistas, en 1813. Integr la Junta de Gobierno de Concepcin, a la que OHiggins entreg la ciudad el 14 marzo 1814. Oficial por el Rey, decidido insurgente. Arrestado en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Teniente Coronel graduado. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. MENDIBURU, Antonio : Ver Urrutia y Mendiburo, Antonio. MENDIBURU, Luciano : Criado. Acompaaba a su amo, Antonio Urrutia y Mendiburu, en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. MICHELOT, Juan Pablo : Nacido en Piura (Per). Profes en la Orden Franciscana y seculariz en el 1800, fecha en que cultivaba en Putaendo un terreno rstico y alternaba la agricultura en su apostolado evangelizador. Por
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su viveza, valenta y don de gentes fue capelln del Regimiento Fernesio de Aconcagua y en 1811 con dicha tropa fue a Santiago. Fue capturado tras el desastre de Rancagua. Estuvo preso en Valparaso hasta marzo 1814 y recin entonces enviado a Juan Fernndez : Seis meses me han hecho sufrir, parte en Rancagua, parte en el Cuartel de Talavera sito en esa capital y lo ms en el Castillo de San Jos, fortaleza del puerto de Valparaso, los ms inslitos padecimientos. (Carta que enva al Obispo Rodrguez en mayo 1815). Lleg preso a la isla Juan Fernndez a bordo de La Sebastiana el 18 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. MIRANDA, Gregorio : Fraile agustino. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. MONASTERIO, Felipe : Apresado junto a Manuel de Salas en noviembre 1814, cuando se dirigan a Mendoza por el camino de Maipo. Rescatado en El guila en marzo 1817. No tenemos documentos que sealen la fecha de su llegada. MONASTERIO, Ramn : Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817.Es Felipe Monasterio ? MORALES, Miguel : Vecino de Santiago en 1810. Diputado suplente por Santiago al Congreso de 1811. Nombrado Inspector del 4 cuartel de polica de Santiago, el 24 abril 1813. Lleg preso a Juan Fernndez el 26 de enero de 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. MUOZ BEZANILLA, Jos Santiago : En 1811, Ayudante de Granaderos. Herido en el motn de Figueroa. La Junta de Gobierno le concedi el sueldo de Capitn, el 9 octubre 1811. Era oficial por el Rey del Regimiento de Milicias de este nombre y fue de Granaderos de los insurgentes, insigne revolucionario. Lleg a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. OVALLE, Juan Antonio : En 1809, fue elegido Procurador de la ciudad en Santiago. Desempe este cargo hasta su detencin y relegacin al Callao, en mayo 1810, de donde volvi a los pocos meses. Diputado por Santiago al Congreso de 1811. Presidente del mismo el 5 julio 1811. Fue excluido del Congreso y confinado a su hacienda de Curacav por el motn del 4 septiembre 1811. Lleg a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Enviado de vuelta al continente el 8 septiembre 1815. Tras su liberacin fue confinado a su hacienda de Puangue, en Curacav. PANTOJA, Santiago : Insurgente. Regidor del Cabildo de Concepcin. Inspector de Calificaciones del barrio de la Caridad, al instalarse la primera Junta de Gobierno presidida por Juan Martnez de Rozas. Comerciante. Arrestado
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en Concepcin, fue trasladado a Valparaso en el Sacramento. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. PANTOJA, Francisca de : Criada. Acompaaba a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. PEA, Pedro de : Criado. Acompaaba a su amo en su confinamiento. PEREZ (GARCA), Francisco Antonio : (1769-1828). Era sobrino de Diego Larran. Regidor de Santiago en 1810. Asesor de la Junta de Gobierno en octubre 1810. Diputado por Huasco al Congreso en 1811, al que no se pudo incorporar por ser funcionario judicial. Subdecano del Tribunal de Apelaciones creado el 13 junio 1811 en reemplazo de la Real Audiencia. Vocal suplente de Jos Miguel Carrera en la Junta de Gobierno, el 13 abril 1813, renunci el 8 de octubre. Presidente de la Sociedad Filantrpica de 1813. (...) se sustrajo por algunos das a las persecuciones ocultndose en Colina, en la hacienda de sus primos, los Larranes y Salas. Sorprendido al fin, fue llevado precipitadamente a Valparaso, sin permitrsele ver a sus parientes. All fue embarcado en un buque que zarpaba del puerto. Se le enviaba al presidio de Juan Fernndez ; pero sus deudos y amigos que quedaban en Chile, ignoraron por algn tiempo el lugar de su confinacin. Lleg a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. PORTALES, Jos Santiago : Vecino de Santiago en 1810. Diputado por Santiago al Congreso de 1811. Vocal de la Junta de Gobierno establecida por Carrera e Intendente General de Hacienda en septiembre 1812. Nombrado integrante de la Junta de Economa y Arbitrios. Era Superintendente por su Majestad de la Real Casa de Moneda, fue Vocal y Presidente del Poder Ejecutivo en tiempo de los insurgentes, cuando se mand poner la escarapela tricolor. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Se embarc rumbo al continente el 8 septiembre 1815, tras cambirsele su confinamiento en Juan Fernndez por residencia forzada en Melipilla. Es vuelto a remitir a Juan Fernndez, donde es desembarcado el 25 de noviembre de 1816. Rescatado en El guila en marzo de 1817. PORTALES, Pedro de : Criado de Jos Santiago Portales. Le acompa en su confinamiento. Volvi al continente en marzo 1817. POZO, Pedro : Confinado en Juan Fernndez, a disposicin del Tribunal de Santiago, el 30 abril 1815. Haba llegado a la isla en marzo. No hay ms datos.
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PRADO JARAQUEMADA, Pedro Jos: Coronel del Regimiento de Milicias de la Princesa en 1810. Miembro de la Junta de Observacin y Vigilancia creada el 20 junio 1810. El 2 abril 1812, nombrado vocal de la Junta de Gobierno, de la que se retira el 31 marzo 1813. A principios de 1813, don $5.000 para las viudas que quedaren de su regimiento. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. En julio de 1815, se cambi su confinamiento en Juan Fernndez, por su traslado a una chacra de su propiedad, en Las Lomas, al poniente de Santiago. Fue embarcado rumbo al continente el 8 septiembre 1815. PUGA, Juan de Dios : Coronel del Regimiento Lautaro. Comandando 300 milicianos de caballera, se bati en Yerbas Buenas en 1913. Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. QUEZADA, Toms : Agrimensor general. Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. REINOSO DE ZELAYA, Gernimo : Natural de Valparaso, comerciante. Tras la invasin de los realistas a Concepcin en 1813, ofrece mantener un soldado mientras dure el conflicto. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Devuelto al continente el 24 marzo 1815. ROCHA, Agustn : Fraile agustino. Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ROJAS, Jos Antonio : (1743-1816). Natural de Santiago, hacendado. En 1780 haba participado en la conspiracin que para liberar el pas fraguaron los franceses Berney y Gramset. En 1808, Regidor auxiliar del Cabildo de Santiago. Fue detenido en mayo de 1810 y estuvo relegado en El Callao por espacio de dos meses, junto a J. A. Ovalle. Volvi a Santiago en octubre. El 19 nov. 1810 la Junta de Gobierno lo puso a cargo de una fbrica de armas, que no pudo funcionar. El 11 octubre 1811, Regidor del Cabildo de Santiago, que renunci el 21 del mismo mes por su avanzada edad. Nombrado regidor propietario del Cabildo de Santiago en 1813. Vocal de la Junta de Imprenta el 1 julio 1813. Fue encausado por causa seguida por el seor Carrasco, juntas nocturnas en casa del cannigo Fretes y en la suya. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Embarcado de vuelta al continente el 8 septiembre 1815. Precursor de la revolucin de la independencia de Chile. Por su edad avanzada (72 aos), y su mal estado de salud, su yerno, Manuel Manso, obtuvo que se le sacara de Juan Fernndez en octubre de 1815 y se le trasladara a Valparaso dejndolo vivir en una casa particular. Apenas se hubo recibido Marc del
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Pont del gobierno de Chile, mand que Rojas fuera trasladado como preso a uno de los castillos de Valparaso. Como el gobernador de esta plaza, don Jos Villegas, le representara que Rojas se hallaba enfermo de la mayor gravedad, Marc dispuso por decreto de 16 de enero de 1816 que se le dejara en la casa, ponindole, sin embargo, una guardia, y estando a la mira de cualquier modificacin en la salud del enfermo para hacer cumplir la primera orden. Rojas falleci en Valparaso en esos mismos das, sin haber tenido la satisfaccin de ver recuperada la libertad de su patria, que haba sido el sueo de toda su vida. (Barros Arana). Era cuado de Manuel de Salas. ROMERO, Jos Pablo : Capitn de milicias. Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. ROMERO, Pedro Jos : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. ROSALES, Clara de : Criada de Juan Enrique Rosales. Le acompaaba en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. ROSALES, Juan Enrique : Natural de Santiago, comerciante. Presidi la Junta de Gobierno de septiembre de 1810, hasta que lleg Martnez de Rozas a Santiago, el 22 de noviembre de ese ao. Integr la Junta de Gobierno establecida por Carrera el 4 septiembre de 1811. Diputado suplente por Quillota el 24 diciembre 1813. Fue Vocal de la Primera Junta, vot por la muerte del benemrito Teniente Coronel don Toms de Figueroa y tuvo otros varios destinos. Lleg a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. ROSALES, Rosario : Hija de Juan Enrique Rosales. Su amor filial le impuls a buscar los medios para acompaar a su padre en su confinamiento. Volvi junto a l en El guila en marzo de 1817. ROSALES, Santiago : Hijo de Juan Enrique Rosales. Acompaaba a su padre en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. RUIZ Y BERECEDO, Gaspar : Natural de Los ngeles, Capitn del Cuerpo de Dragones. Firma en la villa de Nuestra Seora de Los Angeles de la alta frontera, el 9 de octubre de 1810, el juramento de fidelidad a la Junta de Gobierno de Santiago. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814Rescatado en El guila en marzo 1817. RUIZ, Eusebio : Embarcado con su padre, Gaspar Ruiz, en noviembre 1814. RUIZ, Ventura : Embarcado con su padre, Gaspar Ruiz, en noviembre 1814.
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SAINZ DE LA PEA, Francisco : Actu por la Patria en Huasco y Copiap. En noviembre 1814, estaba preso en Valparaso. Haba sido transportado desde Coquimbo en la fragata Aurora y haba permanecido recluido en el castillo de Valparaso por cuatro meses.-En noviembre de 1815 se le conden a cinco aos de destierro en Juan Fernndez y a la prdida de sus bienes. Rescatado en El guila en marzo 1817. SALAS, Juana de : Criada. Acompa a su amo en su confinamiento. Volvi al continente en El guila en marzo 1817. SALAS, Manuel (de): Abogado. Vecino de Santiago en 1810. Diputado por Itata al Congreso de 1811. Secretario del Congreso en septiembre 1811. Secretario de Relaciones Exteriores de la Junta de Gobierno de 1812. Secretario de la Junta en ese mismo ao. Miembro del Senado Consultivo en 1814. Apresado en noviembre de 1814, cuando se diriga a Mendoza por el camino de Maipo. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila, marzo 1817. SALAS, Santiago : Acompaaba a su padre, Manuel de Salas, en su confinamiento. Volvi en El guila en marzo 1817. SILVA LAZO, Ramn : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. SOLIS, Jos Mara : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila, marzo 1817. Confinado por patriota en Juan Fernndez, muri a los pocos das de vuelto al continente. Su mujer, Manuela Goiburo pidi la ayuda del gobierno de OHiggins para sus dos hijos. SOTTA, Francisco Manuel de la : Natural de Santiago, casado, Capitn de Sala de Armas. Teniente de disciplinados del Prncipe de Santiago. Estaba en Concepcin cuando se reconoce a la Junta de Gobierno de Santiago en 1810.- Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Devuelto al continente el 24 marzo 1815. SOTTA, Jos Paciente de la : Natural de Santiago, capitn de milicias. Tuvo a su cargo fuerzas militares reunidas en San Fernando y destinadas a servir a las rdenes de Manuel Blanco Encalada, en marzo de 1814. Con grado de capitn en el Batalln N1, para la batalla de Rancagua. Embarcado rumbo a Juan Fernndez en noviembre 1814. Firma un poder junto a los dems confinados el 16 febrero 1815. al continente el 24 marzo 1815. TARDIF, Guillermo : Capitn ingls. Lleg preso a Juan Fernndez el 26 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817.
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TIRAPEGUI, Juan de Dios Antonio : Administrador de Correos en Concepcin cuando se reconoce a la Junta de Gobierno de Santiago en 1810. Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. TORRE CIENFUEGOS, Ramn de la : Prisionero en Juan Fernndez. TORRES, Ignacio : Natural de Quito. Abogado. Escribano del Consulado. Asisti al Cabildo en septiembre 1810. Nombrado Inspector del 2 Cuartel de Polica de Santiago, el 24 abril 1813. Escribano. Revolucionario. Se le encaus como escribano en la causa criminal de los europeos, escritor de papeles pblicos. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo de 1817. TORRES, Ramn Jos de : Oficial espaol apresado por los patriotas a bordo de la fragata Toms en 1813, que tom servicio por stos desempeando el cargo de gobernador militar del puerto de Penco, y que aunque luego volvi a pasarse a los realistas, se le impuso la pena de confinacin. Confinado en Juan Fernndez desde noviembre de 1814, condenado a ocho aos de destierro por pasado al enemigo. Firma presentacin de los desterrados, fechada en Juan Fernndez el 1 junio 1816. Ser el mismo que Vicua Mackenna llama Ramn de la Torre Cienfuegos ? URBISTONDO, Vicente : Lleg preso a Juan Fernndez el 27 enero 1817. Rescatado en El guila en marzo 1817. URETA Y CARRERA, Baltazar de : Natural de Santiago. Hacendado. Vecino de Santiago en 1810. Elegido miembro del Cabildo de Santiago, en la lista impuesta por Carrera, en octubre de 1812. Coronel. En 1813, nombrado comandante de la Brigada de Caballera compuesta de los Regimientos de Melipilla, Quillota, Andes, Aconcagua y Valparaso, destinada al ejrcito que guarda sus costas. Tuvo mando de tropas en la campaa del Maule contra las fuerzas de Pareja. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo de 1817. Era pariente de los Carrera. URIBE, Juan Jos : Presbtero e insigne insurgente. Confinado en Juan Fernndez. Firma el memorial del 1 de junio de 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. URRUTIA Y MENDIBURU, Antonio : Natural de Concepcin. Comerciante. Conocido como Antonio de Mendiburu. Nacido en Concepcin. Permaneci 15 aos en Espaa. Sirvi en la Guardia de Corps del Rey. En 1808 fue enviado a Chile por la Junta Central de Espaa a fomentar la lealtad por Espaa. Lleg a Chile en el otoo
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de 1809. Se dej guiar por Rozas y en vez de cumplir su encargo haca los ms tristes vaticinios sobre la suerte de Espaa. Cuado de Juan Martnez de Rozas. En Concepcin, cuando se reconoce a la Junta de Gobierno de Santiago en 1810. Coronel del Regimiento N2 de La Laja (de caballera), nombrado a fines de 1810. Diputado por Chilln al Congreso de 1811. Ayudante de Luis Carrera en 1813. Retom Concepcin, que estaba en poder de los realistas, el 23 mayo 1813.- Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. VALDS CARRERA, Pedro Nolasco : Natural de Santiago, viudo, Prior del Consulado Vecino de Santiago en 1810. Estuvo involucrado en la conspiracin contra los Carrera en enero de 1813. En abril de 1813, ofrece mantener tres soldados mientras se tranquilice Concepcin. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 nov. 1814. Muere en la isla durante el incendio del 5 enero 1816. VALDIVIESO, Gabriel Jos de : Natural de Santa Fe de Corriente, hacendado. Una vez establecida la Junta de Gobierno, en septiembre de 1810, se le comision para informar a las provincias de su instalacin. Se dirigi a Santa Rosa de los Andes, a San Felipe y a Quillota, donde obtuvo el reconocimiento de la Junta instalada en Santiago. Tena en ese ao el cargo de Administrador de tabaco en el partido de Renca. Nombrado Inspector del 2 Cuartel de Polica de Santiago, el 24 abril 1813. Grande amigo de los Carrera y agitador en todos los tumultos populares de la Patria Vieja. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Embarcado de vuelta al continente el 8 septiembre 1815. En Julio de 1815, se haba determinado cambiar su confinamiento en la isla por residencia en la villa de Rancagua. VERGARA, Bernardo de: Vecino de Concepcin en 1810. El Cabildo abierto de Concepcin del 5 septiembre 1811 le eligi miembro de la Junta de Gobierno presidida por Juan Martnez de Rozas. Una vez depuesta esa Junta, en 1812, fue remitido a Santiago y de all relegado, por orden de Carrera a Melipilla. Arrib en calidad de preso a la isla Juan Fernndez el 23 marzo 1815, en el viaje en que lleg el Gobernador Piquero. Rescatado en El guila en marzo 1817. VIAL SANTELICES, Agustn : Vecino de Valparaso en 1810. Diputado por Valparaso al Congreso de 1811. Secretario del Congreso en agosto y septiembre de ese ao. Secretario de la Junta de Gobierno, junto a Jos Gregorio Argomedo, tras el golpe de Carrera el 4 septiembre 1811. Secretario de la Junta 16 noviembre 1811. Secretario de la Junta en 1812. Nombrado Asesor del Juez Mayor de Polica de Santiago, el 24 abril 1813. Miembro
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sustituto del Supremo Poder Judiciario interino en 19 agosto 1813. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Rescatado en El guila en marzo 1817. VICTORIANO, Pedro : Condenado por insurgente a dos aos de destierro en Juan Fernndez. Comenz a cumplir la condena en febrero de 1815. Rescatado en El guila en marzo 1817. VIDELA, Francisco Javier : Natural de Santiago, casado, Capitn del Regimiento de la Reina.. Comandante de milicias y ltimo Gobernador de Valparaso, por los insurgentes. Lleg preso a Juan Fernndez el 21 noviembre 1814. Embarcado de vuelta al continente el 8 septiembre 1815, tras cambiarse su confinamiento por residencia forzada en Quillota. VILLALOBOS, Francisco de : Arrestado en Concepcin, fue trasladado por tierra a Valparaso. Lleg preso a Juan Fernndez el 1 junio 1816. Rescatado en El guila en marzo 1817. FUENTES PRIMARIAS PARA ESTE DICCIONARIO : 1) Relacin de los individuos que se hallan por pronta providencia de este gobierno depositados en la Isla de Juan Fernndez y otros parajes de este Reino, como igualmente de los que han fugado. A todos los que se les ha sealado juez para la formacin de sus respectivas causas. 18 de noviembre de 1814. En : Coleccin de Historiadores y de Documentos Relativos a la Independencia de Chile, Tomo XXXV. Santiago, Imprenta Cultura, 1950. Pgs. 141143. 2) Razn de los Individuos comprometidos en la revolucin de este reino cuya separacin se cree necesaria para su seguridad. Marc del Pont. Santiago, 30 octubre 1816. En Archivo OHiggins, XIX : 410-412). 3) Lista de los prisioneros que se han trado de la isla Juan Fernndez. Raimundo Morris, A bordo del bergantn de guerra de la Patria, el guila y marzo 25 de 1817.- (En Archivo OHiggins, XIX : 425-431. 4) Mi prisin y mi destierro en Juan Fernndez. En Escritos de don Manuel de Salas. Tomo II. 1910. Reproducido en el Archivo OHiggins, tomo XIX, de donde lo tomamos. 5) Relacin de los individuos que, de transportarse en el buque de mi mando, siguen su destino para la isla de Juan Fernndez. Corbeta Sebastiana en el puerto de Valparaso, 14 de noviembre de 1814. Felipe Villavicencio. En Coleccin de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile. Tomo XXXV, pp. 139-140.-
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FUENTES SECUNDARIAS PARA ESTE DICCIONARIO : BARROS ARANA, Diego : Historia General de Chile. Santiago, Rafael Jover, Editor, 1889. Tomo X. Diario Carrera : Diario del Brigadier General D. Jos Miguel Carrera Verdugo. Tomo III. 1986. Coleccin de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile. (Los tomos que se indican).DESMADRIL, Narciso : Galera Nacional o coleccin de biografas y retratos de hombres clebres de Chile, escrita por los principales literatos del pas. Santiago, Imp. Chilena, 1854. Tomo II. ENCINA, Francisco Antonio : Historia de Chile. Desde la prehistoria hasta 1891. Tomo VI. Santiago, Nascimento, 1952. PERI FAGERSTROM, Ren : Apuntes y transcripciones para una historia de la funcin policial en Chile. 1 parte (hasta 1830). (Santiago, Imprenta de Carabineros, 1982). (Proceso enero 1813) : Proceso por la conspiracin descubierta el 28 de enero de 1813. En : Coleccin de Historiadores y de Documentos relativos a la Independencia de Chile. Tomo XXI). TOCORNAL, Manuel Antonio : Memoria sobre el primer gobierno nacional, leda en la sesin pblica de la Universidad de Chile el 7 de noviembre de 1847. En : Historia General de la Repblica de Chile desde su Independencia hasta nuestros das. Santiago, Imprenta Nacional, 1866. Tomo I. VALENCIA AVARIA, Luis : Anales de la Repblica. Textos constitucionales de Chile y registro de los ciudadanos que han integrado los poderes ejecutivos y legislativos desde 1810. Santiago, Imprenta Universitaria, 1951. Tomo II.-
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ARCHIVO DE DON BERNARDO OHIGGINS. Tomo XIX. Santiago, Editorial Universidad Catlica, 1959. BARROS ARANA, Diego : Historia General de Chile. Tomo X. Santiago, Rafael Jover, editor, 1889. BARROS ARANA, Diego : Obras completas. Tomo X : Estudios biogrficos - bibliogrficos. Santiago, Imprenta Cervantes, 1911. BARROS ARANA, Diego : Historia General de la Independencia de Chile. Tomo III. Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1857. ENCINA, Francisco Antonio : Historia de Chile, desde la prehistoria hasta 1891. 2 edicin. Tomo VII. Santiago, Editorial Nascimento, 1953. MONTT, Luis : Bibliografa Chilena. Tomo II. Santiago, Imprenta Barcelona, 1904. SALAS, Manuel de : Escritos de don Manuel de Salas y documentos relativos a l y su familia. Tomo I. Santiago, Imprenta Cervantes, 1910. Coleccin de Historiadores de Chile y de documentos relativos a la Independencia de Chile. SANFUENTE, Salvador : Chile desde la batalla de Chacabuco hasta la de Maipo. En : Historia General de la Repblica de Chile. Santiago, Imprenta Nacional, 1868. VICUA MACKENNA, Benjamn : Juan Fernndez. Historia verdadera de la isla Robinson Crusoe. Santiago, Rafael Jover, editor, 1883.
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