Cortes de Cadiz y Constitución Del 12
Cortes de Cadiz y Constitución Del 12
Cortes de Cadiz y Constitución Del 12
INTRODUCCIÓN: Tras la crisis de 1808 la monarquía española había quedado en manos de José I
Bonaparte que, con tropas francesas llegadas tras el Tratado de Fontainebleau ocupaba todo el país
Con la Guerra de la Independencia se quiere acabar con el Antiguo Régimen. Ante la situación creada
por las abdicaciones de Bayona, se produce un vacío de poder real, en el momento en que una parte
considerable del país se rebela contra los franceses. Aunque la cesión de la soberanía por Carlos IV y
Fernando VII a Napoleón es jurídicamente irreprochable, los españoles lo ven como una imposición, y
reclaman a las instituciones del Antiguo Régimen que asuman la soberanía en ausencia del Rey. Pero el
Consejo de Castilla y la Junta de Gobierno, que ejercían el poder tras la marcha de la familia real a
Bayona, acataron la decisión de los soberanos y se pusieron bajo la autoridad de José Bonaparte.
Desde el comienzo de la guerra de la Independencia (1808), las juntas locales se agruparon en juntas
provinciales y estas formaron la Junta Central Suprema. Con el objetivo de coordinar las acciones
bélicas y dirigir el país.
DESARROLLO:La Junta Suprema Central se disolvió y como José I Bonaparte no era bien visto por la
población, y su constitución, el Estatuto de Bayona nunca fue aceptada, el poder pasó a un Consejo de
Regencia. Se convocan Cortes Generales y Extraordinarias del reino. Se reunirían en Cádiz, que no
estaba ocupada por los franceses ya que estaba protegida por lo británicos. La nobleza y el clero no
pudo acudir por lo que fueron sustituidos por gente de Cádiz. Dentro de las Cortes surgieron dos
grandes tendencias: los liberales, partidarios de profundas reformas; y los absolutistas, que
pretendían mantener el Antiguo régimen. Hubo un tercer sector los jovellanistas que pretendía
conciliar el respeto a los estamentos superiores con la consecución de las reformas. Estas Cortes
crearan un nuevo orden político y jurídico basado en el liberalismo con principios como la soberanía
nacional. Por tanto, se dedicaron a elaborar una constitución estableciendo reformas socioeconómicas
que desmantelaran el Antiguo Régimen.
Se llevó a cabo una obra legislativa, los decretos de abolición del Antiguo Régimen: que ponía fin a
los privilegios de la nobleza y el clero, y a los derechos señoriales jurisdiccionales; se eliminaba el
mayorazgo, declarando propiedad privada libre y pena; se ponía fin a los gremios con libertad de
comercio e industria; había libertad de contratación de trabajadores; fin de la Mesta, con el derecho
de los pueblos a delimitar sus tierras comunales; eliminación de la Inquisición, considerada como freno
para la libertad de pensamiento y el desarrollo científico; establecimiento de la libertad de imprenta,
aunque con censura en materia religiosa; se iniciaba un proceso de desamortización. Por otro lado la
obra constituyente: La constitución de 1812 fue aprobada el 12 de marzo y promulgada el 19. Sus
características fueron: la soberanía nacional; la división de poderes (el poder ejecutivo lo tiene el rey,
que nombra a sus secretarios; el poder legislativo, en la Cortes con el rey. Las Cortes eran
unicamerales y elegidas por sufragio universal indirecto. El poder judicial lo tienen los tribunales con
dos fueros especiales, el militar y el eclesiástico); se reconocía la igualdad ante la ley de los varones,
desapareciendo los privilegios; se establecía un ejercito permanente y una milicia nacional. Se creaba
un estado unitario y centralista, poniendo fin a los fueros vascos y navarros. La constitución tuvo tres
periodos de vigencia: marzo 1812-marzo 1814, enero 1820- noviembre 1823 y agosto 1836-junio 1837.
El Tratado de Valençay suponía la desarticulación de algunas medidas del Antiguo Régimen, aunque la
mayor parte de ellas fueron derogadas en 1814 al restablecer Fernando VII el absolutismo.
CONCLUSIÓN: La obra de las Cortes de Cádiz supone el arranque del estado liberal en España,
aunque este tardará en consolidarse durante todo el siglo XIX. También significó la aparición de dos
tendencias políticas irreconciliables: liberales y absolutistas que se enfrentarán durante la primera
mitad del siglo, durante los reinados de Fernando VII e Isabel II, por imponer sus respectivos
idearios políticos. La Constitución de Cádiz representó el primer intento serio de racionalizar el
Estado, de garantizar el ejercicio del poder sobre la base de los principios liberales además de
establecer una serie de derechos y garantías para los ciudadanos. Apenas pudo aplicarse, pues la
guerra de Independencia no permitió llevar a la práctica lo legislado por las Cortes. La vuelta de
Fernando VII anuló la Constitución y la obra de las Cortes de Cádiz en 1814, entrando en vigencia de
nuevo durante el Trienio Liberal (1820-1823) y brevemente, en 1836.