Unidad 1

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LA MASCULINIDAD Y SU IMPACTO

EN NUESTRAS VIDAS
En esta primera Unidad titulada La masculinidad y su impacto en nuestras vidas, revisarás
cómo se construye la masculinidad dominante en nuestro país, sus características y
consecuencias en la vida de los hombres, y en las relaciones con sus parejas, familias, con
amistades o compañeros y compañeras de trabajo, y en todas sus interacciones.

Reconocer cuáles son los mandatos de la masculinidad dominante y cómo son asimilados
mediante la socialización en distintos espacios de convivencia.

Para ello revisarás los siguientes temas:

1. Cómo aprendemos a ser hombres


2. Las “reglas de oro” de la masculinidad dominante
3. Desigualdades y violencia asociadas a la masculinidad
Antes de comenzar la revisión de los temas, reflexiona sobre las siguientes preguntas que
serán respondidas a lo largo de la Unidad.

 ¿Qué es la masculinidad dominante?


 ¿Cuáles son los mandatos o reglas de la
masculinidad?
 ¿La masculinidad tiene relación con la violencia de
los hombres hacia las mujeres y hacia otros
hombres?
 La masculinidad ¿ha cambiado?
Tu primera reflexión es clave para que identifiques tus conocimientos previos, así como
áreas de interés para nuevos aprendizajes.

Cómo aprendemos a ser hombres


Nadie nace aprendiendo a ser hombre, pues el sexo con el que las personas nacen no
explica cómo llegan a ser mujeres u hombres. Por el contrario, tiene que ver con los
aprendizajes de género, es decir, con aquellos atributos, características y comportamientos a
través de los cuales mujeres u hombres, construyen su feminidad o su masculinidad.

Esos atributos, características y comportamientos, aun cuando tienen una serie de rasgos
comunes, también difieren en determinados grupos sociales por lo que se consideran
contextuales e históricos. Además, varían al entrecruzarse con otras condiciones como la
pertenencia a una clase social, la edad, la raza, la etnia, la preferencia sexual, el nivel
educativo o la religión.

Esta masculinidad dominante (hegemónica o patriarcal), se construye a partir de ese


conjunto de ideas, creencias, valores, atributos, características con las cuales una sociedad
determinada define la forma en que deben ser y actuar los hombres. Este mismo proceso
también ocurre con las mujeres; no obstante, en el sistema patriarcal, también conocido
como patriarcado, la estructura de poder, económico, político, e histórico, sostiene la
supremacía masculina sobre las mujeres, niñas y todo lo que no es considerado masculino.
A partir de la definición del Estado moderno, dicha estructura de la mano de la división
sexual del trabajo, del contrato conyugal, el Derecho y otras instituciones, han construido
una serie de reglas y normas que le brinda a los hombres un lugar privilegiado como
artífices del poder económico y político para tomar decisiones en el ámbito público y
privado, pasando incluso sobre la autonomía, el cuerpo o la vida de las mujeres.

El patriarcado es una estructura de poder y control cuya principal definición sigue


desarrollándose en oposición a lo femenino, que constituye el objeto de su dominio. En este
sentido, se ha construido un modelo de masculinidad dominante dictando que los
hombres son: racionales, fuertes, dominantes, activos, valientes, intrépidos y que deben
tomar siempre la iniciativa para conquistar a las mujeres.

Estos atributos se conforman en estereotipos de género que operan como “etiquetas” con


las que se juzga el comportamiento y los roles que deben desempeñar en distintos espacios:
la casa, la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, la política y el arte.

Por lo anterior, se dice que los hombres, por el hecho de serlo, son mejores para
desempeñar actividades o profesiones tales como: científico, mecánico, piloto, político, jefe
(ya sea en la familia o en el espacio laboral) y sus tareas se concentran fuera de casa,
orientadas a trabajar para proveer el bienestar económico a las familias y/o lograr poder
público.

Dichas actividades son conocidas como roles de género y están naturalizadas en el sentido


común, tanto, que se escucha afirmar con frecuencia que unos y otros realizan tareas
“propias de su sexo”, cuando ellas cocinan, acomodan la ropa y en general se ocupan del
cuidado de la familia y ellos, del sustento familiar, de la autoridad y las decisiones, sin
ocuparse de las tareas domésticas.

Si nos preguntamos entonces ¿Cómo se aprende a ser hombre? Parte de la respuesta es que


sucede a partir de adoptar estos mandatos o “reglas de oro” de la masculinidad que el
sistema patriarcal espera se cumplan. De esta forma, los hombres se afirman y adhieren a
los mandatos de la “corporación” masculina que los acredita como tales.
Las ideas sobre qué se debe hacer para ser hombre se reciben en distintos espacios o
instituciones en los que los hombres viven la socialización y la educación de su género y
que son, por ejemplo, la familia, la escuela, la comunidad, el templo en el que se profesa, el
lugar donde se trabaja, la red de amigos o amigas y los medios de comunicación, entre
otros.

En estos lugares y de distintas maneras se reciben mensajes que, con el tiempo, de forma
casi permanente, se convierten en “reglas de oro” que se vuelven inherentes al
comportamiento porque en su mayoría se presentan con palabras y actos que implican
órdenes como “tienen que, deben de, no pueden y no tienen que, no deben de”. En este
sentido, los abuelos, el padre, los tíos, hermanos, el maestro, o alguna figura “masculina”,
influyen directamente en cómo se enseña y aprende a “ser hombre”.

Mandatos

 Los hombres tienen que mantener a sus familias, por


eso tienen que sentar cabeza y prepararse.
 Los hombres no cocinan, peinan a sus hijas y/o hijos
o limpian la casa.
 Los hombres deben ayudar a mover las mesas o
tarimas del festival porque son fuertes
 Los hombres no lloran ni se dejan pegar por sus
compañeros, menos por sus compañeras.
 A los hombres les gustan todas las mujeres, por eso
son conquistadores y se les permite piropear a las
mujeres.
 Los hombres no deben mostrar sus sentimientos, ni
demostrar afecto entre sí.
 Tampoco necesitar cuidar su cuerpo o su salud.
 El dinero, los autos, el alcohol y la fuerza en el
deporte demuestran el poderío masculino
 Los hombres no deben (no pueden) dedicarse al
hogar por eso no se les ve anunciando productos de
limpieza o para las tareas domésticas
La masculinidad se construye a lo largo de la vida de cada hombre; se aprende desde la
infancia a través de los códigos sobre la ropa, los juguetes, se ratifica en las relaciones con
las mujeres; y en otras experiencias de socialización como en el trabajo, la política y el
juego.

En síntesis, la masculinidad se construye mediante la interacción social y sobre todo se


reafirma desde la misma subjetividad, identidad y relación de los hombres consigo mismos
y con las demás personas.

Las “reglas de oro” de la masculinidad


dominante
Desde el sistema patriarcal parecería sencillo responder a la pregunta ¿qué significa “ser
hombre” y “hacerse hombre”? afirmando que los hombres se distinguen por su virilidad,
fuerza o templanza, pero no es suficiente porque las expectativas sociales exigen a los
hombres, por lo menos en México, que no basta con ser hombre, sino que además hay que
ser “TODO un Hombre o un Hombre de VERDAD” con tal de continuar perteneciendo a la
“corporación masculina”.

Existe una historia llamada el “Cuento de Andrés”, el personaje principal es precisamente


Andrés, quien un buen día se encuentra con un Hada Madrina quien está dispuesta a
concederle todos sus deseos. Esto sucederá durante varias décadas en las que ambos
personajes sostienen encuentros esporádicos con el propósito de que el Hada verifique
cómo le ha ido a su ahijado con los deseos concedidos. Curiosamente lo solicitado por
Andrés se resume a un solo deseo: “ser un hombre de verdad”.

Descubre qué sucede en la historia de Andrés, lee este breve cuento.

La moraleja de esta historia deja entrever la importancia que tiene para los hombres
establecer una identidad masculina sobre la cual no se presenten dudas. Por ello, Andrés
antes que cualquier otro deseo lo que pide es ser HOMBRE.

Lo que hoy sabemos sobre la masculinidad es resultado de una serie de esfuerzos que
vienen desde los años ochenta, cuando los estudios de género comenzaron a aportar
interesantes trabajos en los que se da cuenta de esta noción, sus procesos de construcción
conceptual, sus hitos, cambios y nuevas expresiones. Encontramos ahí obras como la de
Connell, R. W. Masculinidades en Australia, John Stolterberg con The End of Manhood en
Estados Unidos, Sócrates Nolasco con O Mito da Masculinidades en Brasil, por citar
solamente algunas.
Dentro de esas investigaciones se puede destacar la del autor Michael Kimmel La
masculinidad y la reticencia al cambio en la que habla de cuatro reglas de oro de
la masculinidad dominante o tradicional:

Las 4 reglas de oro de la masculinidad

I.- Mandata

Nada de mariconadas. La masculinidad es el repudio de lo femenino (No corras, grites,


juegues, te muevas o hables como niña).

Frases favoritas

 Los hombres no lloran y si lloran se vuelven viejas


(se devalúan).
 Los hombres nunca pierden/nunca se rajan.
Consecuencias en la vida de los hombres

Posiblemente se pueda asociar esta regla con el hecho de que los hombres no se permiten
expresar sus sentimientos, ni reconocer sus emociones o sentirse vulnerables.

II.- Mandata

Sé importante. Tu masculinidad está determinada por el tamaño de tu chequera, poder y


estatus.

Frases favoritas

 Un hombre exitoso es aquel que gana más dinero del


que "su mujer" puede gastar.
 “El que paga manda”.
Consecuencias en la vida de los hombres

Los hombres, aun en medio de crisis económicas deben proveer, se sienten mal si no lo
hacen o si sus parejas ganan un salario mayor que el suyo.
III.- Mandata

Sé duro como un roble. Lo que define a un hombre es ser confiable en momentos de


crisis.

Frases favoritas

 Un verdadero hombre nunca se quiebra y nunca


quiebra (en su negocio).
 Un verdadero hombre se muestra como una roca, un
árbol (roble) y no muestra sus sentimientos.
Consecuencias en la vida de los hombres

Nuevamente se refuerza a los hombres la prohibición de reconocer o externar lo que


sienten. Se exige de ellos que tenga un corazón de “piedra”, que sean duros.

IV.- Mandata

Chíngatelos/as. Sé agresivo, atrévete, toma riesgos, vive al borde del abismo.

Frases favoritas

 A un verdadero hombre nadie le dice que tiene que


hacer.
 Un verdadero hombre nunca se deja mandar y menos
por su mujer.
 Un verdadero hombre no permite que nadie sea
superior a él (ni las mujeres, ni las personas adultas
mayores, homosexuales, menores de edad, etc.).
Consecuencias en la vida de los hombres

Seguir este mandato para demostrar a todo mundo que se es un VERDADERO hombre es
riesgoso para las mujeres, para otros hombres e incluso para el propio hombre que aún
considera que ser agresivo/violento es parte de su masculinidad.
A estas cuatro reglas se podría agregar una quinta regla que refiere a la lealtad con el grupo
o a “la corporación” en el sentido de que los hombres muchas veces terminan apoyando lo
que hacen sus congéneres, pese a no estar de acuerdo, pero para no entrar en conflictos o no
ser cuestionados en su masculinidad. De hecho, la antropóloga Rita Segato, en sus estudios
sobre la violación, ha señalado que muchos hombres actúan no por un deseo sexual hacia la
mujer víctima, sino por un acto de demostración de su poder a otros hombres, para
reafirmar su pertenencia a la “organización de hombres” y el dominio sobre las mujeres.

Por esta adhesión a la “corporación” cuando un grupo de hombres piropea, incluso con
palabras ofensivas, a una mujer, es difícil que uno de ellos los detenga o no participe de ello
porque con toda seguridad lo pueden calificar de “homosexual”, “delicado” o “cobarde”.

Ve el siguiente video que ejemplifica cómo operan los “pactos masculinos” en el ejercicio
de la violencia sexual:

Llama la atención que las reglas de la masculinidad dominante de Kimmel, utilizan el


concepto de “hombre de verdad” que coincide con el deseo de Andrés de querer convertirse
en un verdadero hombre. Esto refleja la creencia de que sumándose a estas reglas o
mandatos convertirá a los hombres en “hombres de verdad”. A ello se suma la necesidad de
pertenecer y embonar con el modelo de masculinidad dominante.

La masculinidad al ser un conjunto de ideas y creencias con la que se educa a mujeres y


hombres puede estar también en el actuar de las mujeres. Por ejemplo, cuando se escucha a
una mujer decir que no debe llorar y aguantarse como las machas…

Pero ojo, esto no significa que por culpa de las mujeres que educan en la casa y en las
escuelas existen los hombres “machos”. Ese es un efecto de las tareas estereotipadas de
género que todavía asignan solamente a las mujeres la responsabilidad de “educar”. Los
hombres también educan aun desde la ausencia, mandando mensajes sobre lo que hacen los
hombres.

Los mandatos de masculinidad imponen cargas a los hombres al tener que ser los
proveedores, no expresar sentimientos y emociones, tener que hacer todo solos sin pedir
ayuda. Pero al mismo tiempo se les dota de privilegios como crecer con la idea de “quien
paga manda”, la opinión de otras personas no importa, incluyendo a las mujeres, a los
homosexuales, a los niños y personas adultas mayores.

En el video que a continuación se presenta, se refuerzan, en un contexto más actual, las


ideas contenidas en estas cuatro reglas de la masculinidad. Ve el video y realizar la
actividad a fin de reflexionar sobre el papel de estas reglas y mandatos en tu vida personal o
en tus interacciones o relaciones con mujeres y hombres.

Ahora que conoces sobre estos mandatos y las cuatro reglas de la masculinidad dominante
y has visto el video realiza un punteo en un escrito respondiendo las siguientes preguntas y
reflexiona en torno a todo lo que escribiste:
1. ¿Te identificaste con alguno de los mandatos vertidos en estas
cuatro reglas de la masculinidad?, o ¿conoces a alguien que
identificas con estas cuatro reglas?
2. ¿Consideras que alguna o algunas de las cuatro reglas tienen
vigencia? y ¿qué impacto pueden tener en tu vida y en tu
interacción con las personas que te rodean?
Por ejemplo, si lloras, ¿si aceptas que otras personas te brinden
ayuda, consejos, etc.?

3. De acuerdo con el contenido del video, ¿podrías identificar qué


privilegios y ventajas ofrece la masculinidad dominante a los
hombres? ejemplificando tu caso en particular (hombres) o de
personas cercanas a ti si eres mujer.
Es importante reflexionar sobre la masculinidad como “un concepto relacional” que se
define por contraste con la feminidad e implica un conjunto de significados que dan sentido
a las relaciones con los hombres, las mujeres y el mundo (Chiodi, 2019;11).

Actualmente hay diversas maneras de ejercer la masculinidad alejadas del mandato que
impone a los hombres ser siempre fuertes, valientes, proveedores, incluso agresivos, pero
no sentimentales. Hablar de “masculinidades” también implica nombrar los movimientos
sociales de hombres, que a lo largo y ancho del planeta tratan de encontrar formas
alternativas que les permitan expresarse, ser y vivirse como hombres. De ahí que, en los
últimos años, se hable de “las nuevas masculinidades” que abordaremos más adelante.

Esta idea de transformar el modelo de masculinidad es la que inspira el título de este curso
y por ello, te invitamos a replantearte continuamente tu modo de vivirla.

Desigualdades y violencia asociadas a la


masculinidad
Hasta aquí se ha revisado que la masculinidad dominante se construye en espacios de
educación y socialización de las personas como la familia, la comunidad (vecindario,
amistades), la escuela y el trabajo; pero también a través de la convivencia entre los propios
hombres; los medios de comunicación, las instancias de gobierno o los sistemas de justicia,
entre otros.

Este modelo entonces obedece a ciertos mandatos que se siguen con la idea de afirmarse
como “verdaderos hombres” para validar y refrendar las ventajas y beneficios
o privilegios que dicho modelo les atribuye, tales como, dirigir, manejar y “controlar” la
vida de otras personas, que inicia por las mujeres e incluye a otros hombres.

Se habla de masculinidad hegemónica debido a que ésta pretende imponerse como si


fuera la única forma de ser hombre, y se caracteriza por un conjunto de comportamientos
masculinos que originan una situación de desigualdad, además de fomentar en los hombres
la violencia

Fuente: UNAM. Coordinación para la Igualdad de Género. (México). (2021). Infografía ¿Qué es la masculinidad
hegemónica? https://coordinaciongenero.unam.mx/avada_portfolio/masculinidad-hegemonica-infografia/
Las maneras en que se manifiestan esos privilegios van desde formas sutiles -como las
implícitas en frases despectivas hacia lo femenino, el privilegio de decidir los momentos de
silencio y los temas sobre los que sí es importante hablar o no-, pasando a muestras
simbólicas y violentas de la supuesta superioridad masculina -en el terreno sexual por
ejemplo, en donde lo prioritario es exaltar el desempeño sexual de los hombres, la
referencia al poder de su pene o satisfacer sus necesidades-, hasta llegar a formas mucho
más evidentes de violencia como la física, el abuso sexual y por supuesto, el feminicidio, la
forma más extrema de violencia.

En México, los hombres monopolizan muchos aspectos de la vida privada y pública. Las
mujeres, “controladas” o al “servicio” de las familias y los intereses “prioritarios” de los
hombres, tienen limitaciones para acceder libremente a un trabajo remunerado sin antes
contar con el permiso de un hombre, por ejemplo, el de su pareja; tampoco son libres
totalmente para visitar a su familia o amistades, o de asumir los roles que el patriarcado ha
asignado a los hombres.

En la siguiente gráfica sobre “Distribución porcentual de las mujeres actual o anteriormente


unidas de 15 años y más según el tipo de arreglos que hace con su pareja para realizar
algunas actividades” (2016) pueden verse reflejadas algunas de estas limitantes:
Estos datos permiten que hoy en día sea común pensar la posición masculina y a los
hombres como una figura de autoridad “sobre las mujeres” quienes tienen que consultar
con ellos si es posible llevar a cabo actividades como ir a la escuela, realizar un empleo,
tener tiempo para el esparcimiento, etcétera.

Por situaciones como ésta, se pude afirmar que la violencia hacia las mujeres es de carácter
estructural, la cual tiene sus raíces en los comportamientos estereotipados o mandatos que
el patriarcado impone.

En nuestro país existe la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia (LGAMVLV 2007), la cual además de establecer atribuciones y obligaciones de
coordinación en los tres ámbitos de gobierno, reconoce la existencia de diversos tipos y
modalidades de las violencias contra las mujeres:
Desde la visión patriarcal, la violencia hacia las mujeres está justificada y es vista como
“natural” o, mejor dicho, muchas veces ni siquiera es vista porque en el proceso de
socialización de hombres y mujeres está implícita y viene de la mano con cada uno de los
mandatos dictados a los hombres para que se impongan. La fórmula se complica cuando las
personas o la sociedad no son capaces de reaccionar, ni hacer algo que cuestione y denuncie
que un hombre violente a una mujer, ya que eso “es normal”. En ese momento, es cuando
se pasa a ser cómplice de la violencia, que de acuerdo con la propia LGAMVLV y a la
legislación internacional (Convención Interamericana para Prevenir, Atender, Sancionar y
Erradicar la violencia contra las mujeres o Convención de Belém do Pará) también por
“omisión” se puede cometer cualquier tipo de violencia.

El siguiente video ejemplifica como parte de un experimento social, la escasa reacción y


actitud solidaria y de sororidad que las personas tienen para interceder por una mujer que
está siendo violentada por un hombre.

El término Sororidad (palabra de origen francés que tiene que ver con sœur o hermana) puede
entenderse como hermandad entre mujeres. Solidaridad en el entendido de que han padecido la misma
discriminación y maltrato, por lo que supone una alianza para combatir esa situación, partiendo de lo que
tienen en común. Es la contraparte del término Fraternidad (frère o hermano) que alude a la solidaridad
entre hombres.

Es evidente que los mandatos de la masculinidad dominante tienen muchas formas para


manifestarse, provocando consecuencias muy negativas y, es muy importante decir que la
mayoría de esas formas se ejercen en contra de las mujeres basándose en la valoración
desigual asociada a lo masculino por encima de lo femenino.
Esas consecuencias se traducen en el reconocimiento y la distribución desigual de las tareas
que realizan las mujeres y aquellas que llevan a cabo los hombres. Por ejemplo, los oficios
o profesiones que se realizan en la oficina, un taller o en cualquier espacio público,
implican a cambio un pago; mientras que las tareas del hogar como limpiar, cocinar,
planchar y cuidar a hijas, hijos o a personas enfermas o mayores, son responsabilidades de
quienes “no trabajan” y se quedan a cargo de la casa, esto es, en su mayoría las mujeres y,
ello no contempla un pago y en muchas ocasiones ni siquiera un reconocimiento o
agradecimiento por haber hecho el “quehacer”.

Esta división de tareas y su valoración económica o social es un tema de gran importancia.


Ve los datos que al respecto reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI):

En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo se indica que las
mujeres dedican al trabajo doméstico en promedio 30.8 horas a la semana, en contraste con
las 11.6 que dedican los hombres. En la siguiente gráfica podemos observar la comparación
entre 2014 y 2019 en actividades no remuneradas para mujeres y hombres.

A través de estos datos podemos observar cómo funciona la repartición de tareas entre
mujeres y hombres, así como los criterios sobre los cuales se organiza dicha distribución:
las mujeres, desde siempre, han hecho las labores del hogar porque tradicionalmente han
sido las “amas de casa” y, aunque hoy día ellas se ocupan también de una actividad
“masculina” como trabajar “para completar el ingreso familiar” y asumen un papel
“masculino” al proveer, no deben desatender las labores de limpieza de la casa o atención
de las hijas y los hijos para realizar las tareas escolares o cuidar si alguna persona de la
familia se enferma.

El concepto de trabajo total refiere al número de horas dedicadas a realizar un trabajo por el que se
recibe un salario más las horas destinadas a aquellas tareas domésticas o de cuidados que no se pagan.

A las 30.8 horas que las mujeres dedican al trabajo doméstico contra 11.6 destinado por los
hombres a las mismas labores, habría que sumar las horas de trabajo remunerado que
suelen consistir en una jornada similar o hasta de 40 horas por semana y la suma total de
horas trabajadas, darían el resultado para las mujeres de 78.8 horas mientras que para los
hombres el total de horas trabajadas sería 51.6 horas.

Aunado a ello, hay que considerar que esas 11.6 horas destinadas por los hombres a las
actividades domésticas las realizan como “auto-mantenimiento” es decir, suelen consistir
en lavar sus propios trastes, planchar su ropa o cocinar casi exclusivamente para ellos, y
como lo vimos en el video Los ayudadores para participar de esas tareas esperan que se lo
pidan, les den instrucciones de cómo hacerlo y además se les reconozca “la ayuda”
brindada. Todo ello significa que, aunque realicen dichas tareas, éstas no son vistas como
parte de una responsabilidad compartida, sino como un aporte voluntario o un plus que, si
se solicita de buena manera, se da también de buena manera.

Si como reza el dicho: “el tiempo es oro”, parece que las mujeres tendrían que recibir
muchos más lingotes de oro que los hombres por trabajar. No obstante, si se piensa que ese
dorado tesoro que es el tiempo podría destinarse a actividades de descanso, a leer, a
estudiar, entre otras cosas de beneficio personal, esa desproporcionada diferencia se
convierte en una serie de desigualdades que operan en contra de las mujeres.

La masculinidad dominante promueve la persistencia de las desigualdades para las mujeres


y de privilegios para los hombres. En este caso, el privilegio de elegir las tareas para llevar
a cabo, hasta dónde realizarlas y, sobre todo, si realizarlas o no, pues contrario a lo que
sucede con las mujeres, no existe sanción social que califique de desobligados a los
hombres, que no se dedican a la casa o al cuidado de los hijos y/o hijas e incluso pueden ser
violentos con “sus mujeres” o “sus familias”

Lo anterior, incluso llega a ser considerado parte inherente, natural y normal de ser
hombres, ya que se cree que son quienes deben demostrar constantemente su fuerza, poder
y dominio sobre otras personas, aunque para ello se haga necesario recurrir a la violencia.

De acuerdo con la regla número cuatro de la masculinidad dominante “Chíngatelos/as”, un hombre


para afirmarse debe imponerse sobre otras personas, lo cual explica que no importa si corre riesgos
como el de encontrarse con otro hombre igualmente temerario y violento dispuesto a ganarle y a
mostrarle su superioridad. Es importante comprender que estas reglas o códigos de la masculinidad
dominante empujan a los hombres a violentarse ellos mismos, a exponerse a situaciones peligrosas
que van desde sostener relaciones sexuales sin ningún tipo de protección (contra infecciones de
transmisión sexual, VIH, e incluso para no embarazar a sus parejas), a enfrentarse a golpes con
otros hombres, a jugar ruleta rusa con la pistola, entre otras prácticas, todo en aras de mostrar y
demostrar que se es hombre.

En este sentido, es importante mencionar que la característica más destacable de la


violencia que acompaña al modelo de masculinidad dominante, como lo ha reiterado Benno
de Keizer (citado por Rivas 2005) es que los mismos hombres no la vean como un gran
riesgo que se extiende hacia tres vertientes:

 1. Hacia el hombre mismo


Existen ejemplos que pueden ir desde cosas muy “simples” como son malpasarse con la
hora de los alimentos, no practicar autocuidados como ir al médico si se está enfermo, no
cubrirse de las inclemencias del tiempo, ponerse en situaciones de riesgo como ir
caminando a altas horas de la noche por zonas de peligro relacionadas con la falta de
seguridad pública, etc.

 2. Hacia los otros

En la segunda vertiente se encuentran los casos de los hombres que se enfrentan a golpes en
medio del tráfico porque uno quiso ganarle el paso al otro, o se metió a la fila del banco o,
escenas de celos en alguna fiesta o, iniciar jugando a demostrar quién es mejor o más fuerte
y terminar a golpes, llegando hasta cuestiones mucho más graves como ser sicario. Caben
también las agresiones contra hombres que, desde el juicio de la masculinidad hegemónica
no cumplen con los estándares de hombría o masculinidad, es decir, hombres afeminados,
gays, travestis, transexuales, etcétera.

 3. Hacia las mujeres

Finalmente, la tercera, pero tal vez, la más problemática de las vertientes es aquella que
tiene que ver con la violencia hacia las mujeres, y cuyo abanico de ejemplos,
lamentablemente es tan amplio que ameritaría por sí mismo todo un curso dedicado al
tema. La masculinidad hegemónica trae violencia hacia las mujeres desde las frases mismas
que impone a los hombres para determinar que son hombres, al decir, no llores que pareces
vieja o mariquita (evidencia el repudio a lo femenino), los hombres violentan a las mujeres
para demostrar que sexualmente ellos mandan, la masculinidad hegemónica está detrás de
prácticas de acoso callejero y de acoso sexual y hostigamiento sexual porque mandata a los
hombres a conquistar a las mujeres, justifica la violencia en el hogar porque las mujeres se
negaron a “atender” al hombre, a no limpiar la casa ni a cocinar pare él, entre otros
ejemplos.

Es larga la lista de ejemplos sobre el dominio masculino, la violencia que genera y los
privilegios que la masculinidad dominante da a los hombres. Sin embargo, es necesario
mencionar que, en palabras de Pierre Bourdieu; “El privilegio masculino no deja de ser
una trampa y encuentra su contrapartida en la tensión y la contención permanentes, a
veces llevados al absurdo, que impone en cada hombre el deber de afirmar en cualquier
circunstancia su virilidad”. En coincidencia con Rita Segato, Bourdieu nos lleva a concluir
que tal vez las principales víctimas de este modelo de masculinidad sean aquellos hombres
que aun en la actualidad, siguen tratando de ajustarse y pertenecer a ese modelo.

Conclusiones de la Unidad
1. La masculinidad no es un hecho biológico, es decir, no está presente en los genes o en los
genitales con los que los hombres nacen, ni una especie de esencia mítica o arquetípica,
más bien se encuentra determinada por atributos asociados culturalmente al sexo y, de
manera fundamental. Se refiere a un proceso de carácter complejo, situado e histórico,
donde intervienen diversas instituciones, ideas, dimensiones o ámbitos, preconcepciones
y relaciones de poder.
2. Es la construcción social de la masculinidad, las características que atribuyen a los
hombres el ser fuertes, confiables en momentos de crisis, poderosos económicamente,
seguros de sí mismos, fornidos, atractivos físicamente, heterosexuales, entre otros varían
con el paso del tiempo y según el contexto: la clase, la edad, la etnia, religión, etcétera.
3. Para analizar los comportamientos y actitudes de los hombres, a partir del modelo de
masculinidad dominante que los ha intentado definir por siglos, es necesario intentar
comprender como influyen también en dicho modelos los cambios históricos y las
variantes que pueden generarse en relación con factores como el lugar, la cultura, la
sociedad y tiempo concretos.
4. La masculinidad no es una cualidad esencial y estática (no llego para quedarse), es una
manifestación histórica, una construcción social, una creación cultural que cambia de
acuerdo con el espacio, tiempo y la sociedad específica a que se refiera y es un intento de
diferenciarse de aquello que se identifica como femenino para afirmar y determinar lo que
puede ser masculino, pero lejos del modelo violento y dominador.
5. Por masculinidades también se entiende a un movimiento, encabezado por algunos
grupos de hombres, que a lo largo y ancho del planeta tratan de encontrar modelos
alternativos que permitan a los hombres expresar sus distintas formas de ser y de vivirse
como masculino, de ahí que se hable en plural de las masculinidades o de modelos para
transformar.
6. Los mandatos de la masculinidad dominante tienen consecuencias negativas cuando los
hombres interactúan con otras personas, principalmente para las mujeres, por la
jerarquización de los valores de desigualdad asociados a lo masculino.
7. Una característica importante del modelo de masculinidad dominante es que genera
condiciones de desigualdad y violencia, porque no se valora al mismo nivel lo que hacen
las mujeres y lo que hacen los hombres. Esto se manifiesta claramente en las tareas
domésticas, mismas que siguen siendo consideradas responsabilidad casi exclusiva de las
mujeres y, se valoran más las actividades realizadas por los hombres como el trabajo
remunerado y realizado en el llamado ámbito público.
8. Otra de las características, quizá la más destacable, que acompaña al modelo de
masculinidad dominante es que los mismos hombres no vean esta como el factor real de
riesgo que representa y que se extiende hacia tres vertientes: hacia el hombre mismo,
hacia los otros, y hacia las mujeres.
9. No obstante que es evidente que el modelo de masculinidad dominante ofrece privilegios
a los hombres en comparación de las mujeres, también cabe decir que es un modelo
tramposo en el sentido que impone a los propios hombres el aceptar implícitamente las
cargas que representan ser proveedores, insensibles y tener que demostrar en todo
momento su superioridad, valor y dominio a la fuerza, aunque para ello, se conviertan en
el primer objetivo a violentar.
CUESTIONARIO

Pregunta 1
Finalizado

Puntúa 1,00 sobre 1,00

Marcar pregunta

Enunciado de la pregunta
Existe el dicho “la biología es destino” el cual manifiesta que depende de los genitales
con los que hayas nacido si serás “hombre” o “mujer”, lo cual representa:
Seleccione una:

a. El conjunto de atributos, tanto de hombres como de mujeres, que se van desarrollando
desde la infancia y organizan la vida tal y cómo debe ser para que nuestra especie se pueda
reproducir.

b. Un estereotipo que muestra las expectativas de una sociedad desigualitaria de género que
limita el libre desarrollo de las personas y sus proyectos de vida.

c. Un hecho científicamente comprobado de que sólo los hombres nacen con pene y sólo las
mujeres nacen con vagina.

Pregunta 2
Finalizado

Puntúa 1,00 sobre 1,00

Marcar pregunta

Enunciado de la pregunta
Se puede definir lo masculino y lo femenino como construcciones sociales que
responden a espacios y tiempos específicos.
Seleccione una:

a. Las ideas sobre lo masculino y lo femenino cambian a lo largo del tiempo y en diferentes
contextos.
b. Depende del enfoque de género de que se trate, pues en ocasiones hay versiones sociales
y culturales encontradas y antagónicas.

c. Es incorrecto, lo femenino y lo masculino en nuestra cultura no han cambiado tan


radicalmente a lo largo del tiempo.

Pregunta 3
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Enunciado de la pregunta
Por masculinidades se entiende:
Seleccione una:

a. Al proceso biológico que determina para los hombres una sola forma de ser, porque todas
las demás son construcciones sociales creadas por el feminismo para quitarle el poder a los
hombres.

b. A las diversas formas alternativas de ser y de vivirse como hombres-masculinos.

c. Se refieren a prácticas que sólo se gestan en el espacio doméstico y que resultan nuevas
para los hombres educados bajo un modelo tradicional.

Pregunta 4
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Enunciado de la pregunta
¿Qué se entiende actualmente por masculinidad?
Seleccione una:

a. Refiere al conjunto de características, atribuciones y actitudes asignadas por las


comunidades culturales exclusivamente a los hombres, estos comportamientos permanecen
en el tiempo y por ello son hegemónicos.
b. Se refiere a aquellos comportamientos que construyen tu identidad y se han heredado de la
familia, constituyendo una forma particular de ser.

c. Refiere al conjunto de significados que se construyen a través de las interacciones con


otras personas y el entorno. No es estática ni atemporal, es histórica y cambiante.

Pregunta 5
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Enunciado de la pregunta
¿Por qué es difícil que los hombres rompan las “reglas de oro” de la masculinidad
dominante?
Seleccione una:

a. Porque siempre son impuestas por las instituciones religiosas y se relacionan directamente
con la violencia de los hombres hacia las mujeres.

b. Porque están vigentes solo en la adolescencia y se relacionan con las características de los
hombres: la fuerza y la potencia sexual.

c. Porque se aprenden a lo largo de la vida y se cree que deben cumplirse para ser y
reafirmarse en tanto hombres.

Pregunta 6
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Enunciado de la pregunta
Una característica importante del modelo de masculinidad dominante es que:
Seleccione una:

a. Genera condiciones de desigualdad y violencia sobre todo en contra de las mujeres, pero
también de otros hombres diferentes al modelo machista.
b. La percepción de que no existe ninguna diferencia en cómo se valora socialmente lo
femenino y lo masculino, es decir, que se reconoce y se paga igual el trabajo desarrollado en
casa que el del trabajo en el ámbito público.

c. Da mayor reconocimiento de los atributos de belleza, paciencia y dedicación que tienen las
mujeres, así como a las labores de proveeduría.

Pregunta 7
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Enunciado de la pregunta
¿Cuál de los enunciados siguientes justifica que persistan condiciones de desigualdad
para las mujeres y de privilegios para los hombres?
Seleccione una:

a. Los hombres pueden elegir realizar tareas del hogar y del cuidado de las familias, y qué
tanto “ayudar” con dichas tareas.

b. La responsabilidad de las labores del hogar, corresponden a mujeres y hombres por igual.

c. Los hombres, al igual que las mujeres, son criticados socialmente si dejan de cumplir
diariamente con las tareas de la casa y de las familias.

Pregunta 8
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Enunciado de la pregunta
La violencia contra las mujeres que ejercen los hombres además de dañarlas a ellas
afecta a:
Seleccione una:
a. Otros hombres, a sus familias, a la comunidad, a las instituciones y a la sociedad en su
conjunto.

b. Las instituciones del Estado, los programas sectoriales y los presupuestos para la igualdad
de género.

c. Otros hombres que no cumplen con las normas de la masculinidad tradicional y el orden de
género.

Pregunta 9
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Enunciado de la pregunta
¿Por qué se puede decir que el modelo de masculinidad dominante es un modelo
tramposo?
Seleccione una:

a. Porque los hace adoptar prácticas radicales contrarias al orden heterosexual hegemónico,
lo cual terminará por dejarlos sin ninguna identidad de género.

b. Porque impone a los propios hombres cargas para demostrar que son seres superiores,
fuertes, dominantes y violentos.

c. Porque termina haciendo que todos los hombres caigan en la trampa de coincidir con la
lucha de las mujeres por sus derechos sexuales y reproductivos, para renunciar a su papel de
proveedores.

Pregunta 10
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Enunciado de la pregunta
Son espacios que socializan los “aprendizajes de género”.
Seleccione una:

a. La familia natural y la división sexual del mercado laboral.

b. La familia, la comunidad, la escuela, las amistades, los medios de comunicación.

c. El trato diferenciado e igualitario hacia las personas en todas las instituciones.

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