CPN en 1920

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OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

PublicaciónNo. 3 Octubre, 1928

HIGIENE PRENATAL

Reimpreso del Boletín de la


Oficina SanitariaPanamericana
Octubre, 1928

UNION PANAMERICANA
WASHINGTON, D. C.
E. U. DE A.
DE LA
NITARIA

Director de Honor
DR. CARLOS ENRIQUE PAZ SOLDAN
Profesor de Higiene en la Facultad de Medicina
Lima, Perú
Director
DR. HUGH S. CUMMING
Cirujano General del Servicio de Sanidad Pública de los
Estados Unidos
Auxiliar del Director
DR. BOLIVAR J. LLOYD
Uu Servicio de Sanidad Pública de los Estados Unidos
0 Vicedirector
DR. MARIO G. LEBREDO
Director del Hospital "Las Animas" y Jefe de la Sección
de Epidemiología de Cuba
Secretario
o DR. SEBASTIAN LORENTE
Director de Salubridad Pública, Lima, Perú
Redactor Científico y Jefe de Traducciones

U DR. ARISTIDES A. MOLL


Ex-Redactor Jefe de la Edición en Español de The Journal of
the American Medical Association

Vocales
DR. SOLÓN NÑUNEZ F.
Secretario de Estado en el Despacho de Salubridad
Pública y Protección Social de la República
de Costa Rica
DR. RAMÓN BAEZ SOLER
Sub-Secretario de Estado de Sanidad y Beneficencia
Santo Domingo, República Dominicana
DR. JUSTO F. GONZALEZ
Profesor de Higiene de la Facultad de Medicina
Montevideo, Uruguay
DR. JOAO PEDRO DE ALBUQUERQUE
Director do Servigo Sanitario Maritimo e Fluvial
do Departamento Nacional de Saude
Publica do Brasil

o * BOJ
HIGIENE PRENATAL

Por la Dra. E. BLANCHE STERLING


Cirujano Auxiliar Interino del Servicio de Sanidad Pública de los Estados Unidos

Lo mismo que la higiene infantil constituye uno de los factores


básicos en la labor de higiene pública, así también el cuidado de la
madre en ciernes representa la misma raíz y foco de la higiene infantil.
El hincapié en las obras higiénicas se ha desviado algo en los
últimos años, del ambiente, al niño mismo. Aunque prosiguen sin
cesar los esfuerzos tendientes a sanear nuestro medio ambiente, ya
nos hemos dado cuents de que el saneamiento por si sólo no forta-
lecerá y sanará al género humano, de modo que comenzamos con la
criatura nueve meses antes de que nazca, y mediante la cuidadosa
vigilancia desde el mismo momento de la concepción hasta la in-
fancia y juventud, tratamos de producir un ciudadano digno del
ambiente más higiénico. Por aséptico que fuera un mundo, si lo
habitara una raza enclenque, no sería objeto de vanagloria u orgullo.
Los procedimientos comprendidos en un programa de higiene in-
fantil, no tan s61o se proponen reforzar a los débiles, sino convertir a
los aptos en más aptos aún. Comenzando temprano-antes de
nacer la criatura-aspiramos por medio de la higiene prenatal a
multiplicar el número de niños que nacen sanos y robustos, pues es
más sencillo mantener a un niño sano, sano, que curar a uno enfermo.
Hay muy buenas razones para que la gestante reciba el mejor
cuidado disponible. Por desgracia, el parto, si bien es normalmente
un sencillo proceso fisiológico, entraña con frecuencia complics-
ciones graves. Para su propio beneficio, la madre en ciernes debe
vigilar cuidadosamente su salud. De 18 países cuyas estadísticas
publicara Woodbury,' la mitad revelan un aumento de la mortalidad
materna en los últimos años. En los Estados Unidos, cada año unas
16,000 madres pierden la vida al dar a luz, 2 y esa aterradora pérdida
de vidas maternas no se limita a ningún país ni continente dado.
Las principales causas de la mortalidad maternal radican en septi-
cemia puerperal, albuminuria y convulsiones, hemorragia puerperal,
y otros accidentes del parto y de la gestación. En 15 paises, para los
cuales se cuentan con datos correspondientes a 1920, las muertes
producidas por la septicemia puerperal comprendieron de 28 a 62 por
ciento de las debidas a todos los factores puerperales. 2
1 Woodbury, R. M.: Publ. 158, Children's Bur. Dept. of Labor, U. S. A.
s Crumbine, S. J., y Holland, Dorothy F.: The Lost Sixteen Thousand, Child Health Bull. (mzo.) 1928
16020-28 1
2 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

Aparte de la mortalidad vinculada con el parto, debemos tomar en


cuenta la morbidad que le sigue frecuentemente, pues una de sus
consecuencias es un exceso de achaques en el período reproductivo
de la vida.
El cuidado de la madre en ciernes reviste igual importancia en lo
tocante al niño. Varios investigadores 3 han descubierto que las
toxemias y enfermedades crónicas de la madre culminan frecuente-
mente en mortinatalidad. Si el feto sobrevive y la madre muere, la
criatura tropezará probablemente con dificultades, en particular en los
primeros meses de su vida. Todo niño huérfano es un niño impedido.
Si la madre sobrevive el parto, pero privada de su salud, queda por lo
menos parcialmente incapacitada para ofrecer a su hijo toda la
atención que necesita.
Además, el cuidado prenatal es importante, debido a su relación con
el desarrollo sano del feto. Ninguna criatura debe nacer con una tara
hereditaria, si hay modo de impedirlo. La criatura debe también
recibir, por conducto de la sangre materna, todos los elementos esen-
ciales para el desarrollo de órganos sanos. La asistencia prenatal
apropiada constituye un derecho inalienable de todas las madres y
de todos los hijos.
Admitido eso, surge naturalmente la pregunta: ¿Qué es asistencia
prenatal apropiada?
En primer lugar, la madre en ciernes debe recibir un detenido
examen físico lo más pronto posible después de la concepción. El
examen debe ser minucioso, sin omitir ningún pormenor relativo a los
antecedentes de la gestante. No tan sólo debe reconocerse el abdo-
men, sino el corazón, pulmones, garganta, dientes, etc. En cada
visita deben anotarse la presión sanguínea, pulso, temperatura, y
peso, y practicarse un uranálisis. Al principio del embarazo deben
verificarse una Wassermann y un reconocimiento vaginal. En el
último mes no debe realizarse ningún examen vaginal, salvo con la
asepsia más extremada. Las mediciones pelvianas deben ser
obtenidas antes del séptimo mes.
Además del examen y pruebas descritas, la madre en ciernes debe
recibir consejos cuidadosos en cuanto al régimen alimenticio, ejercicio,
descanso, sueño, recreo, ropa, baños, cuidado de la piel, intestinos,
riñones, dientes, mamas, coito durante el embarazo, impresiones
maternas, parteamiento en casa o en el hospital; ropa y otros artículos
para la criatura; e higiene mental.
En los primeros seis meses del embarazo la gestante debe ver al
doctor una vez al mes, y después cada quincena o más a menudo.
En las últimas cuatro semanas convienen a menudo las visitas sema-
nales. Hay que ordenarle que comunique en el acto cualquier
enfermedad aguda que se presente; la existencia de disnea; estreñi-
a Sterling, E. Blanche: The Problem of Fetal and Neonatal Death, Pub. IIealth Rep. (mzo. 18) 1928.
HIGIENE PRENATAL 3

miento rebelde; persistentes o recurrentes jaquecas, náuseas o vómi-


tos; trastornos visuales; vértigo; dolor; edema de las manos, cara o
tobillo; alteraciones urinarias; hemorragias vaginales; o cualquier
otro síntoma alarmante. Esas instrucciones son meramente las pau-
tas reconocidas de la asistencia prenatal. 4
Dados los conocimientos actuales de la nutrición y la dependencia
en que se encuentra el feto hacia el organismo materno en cuanto a
las sustancias que formarán su cuerpo, el régimen diario de la madre
en ciernes reviste importancia primordial. El raquitismo, tan fre-
cuente en la zona templada, es comparativamente raro en los paises
tropicales y semitropicales, 5 debido probablemente a que la abundante
luz solar a que puede exponerse el cuerpo del niño durante períodos
prolongados del año, capacita al organismo para asimilar los elementos
alimenticios necesarios para el desarrollo normal del hueso. Pero,
también hay que facilitar en el alimento los elementos necesarios
para formar huesos y dientes, y el régimen materno debe ser rico en
minerales-en particular calcio, fósforo e hierro-y vitaminas. Ni
el exceso de sol ni el superávit de aceite de hígado de bacalao pueden
fomentar la asimilación de elementos que no existen a mano. Los
dientes del niño comienzan a formarse ya en el tercer mes de la vida
fetal, y por lo tanto, es manifiesto que debe corregirse la dieta de la
madre desde el mismo principio del embarazo.
Debido a la protección que la asistencia prenatal ofrece a su propia
salud y bienestar y a la relación que guarda con el bienestar del hijo,
toda madre en ciernes debe recibir sus beneficios. Las que viven
en las grandes poblaciones encontrarán poca dificultad para ello,
pues de ser pudientes, les prestarán naturalmente ese servicio los
médicos particulares. Las pobres pueden obtener cuidados y conse-
jos semejantes en las clínicas prenatales mantenidas por el departa-
mento de sanidad, y varios hospitales y corporaciones cívicas.
En el campo es que se tropieza con mayores dificultades, pues los
doctores escasean, a menudo, y se hallan muy esparcidos. Si hay
enfermeras visitadoras pueden ofrecer enseñanzas higiénicas, y
harán todos los esfuerzos posibles por poner en contacto al doctor y a
la enferma con la frecuencia necesaria. Las clínicas ambulantes
llevan frecuentemente la asistencia prenatal a las mismas puertas de
la madre rural. Las comadronas bien enseñadas y dirigidas deben
predicar y practicar el evangelio de la higiene prenatal, y la literatura
publicada por los departamentos de'sanidad ayudará también en el
mismo sentido. Por ejemplo, el Servicio de Sanidad Pública de los
Estados Unidos envía mensualmente cartas de asesoramiento a las
madres en ciernes que desean recibirlas, cartas esas que se proponen
ayudar al médico y recalcan la importancia de consultarlo desde el
mismo principio del embarazo. Uno de los principales puntos en esa
4 Standards of Prenatal Care: Pub. 153, Children's Bur. Dept. of Labor, U. S. A.
I Véase el número de julio del BOLETiN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA, p. 837.
4 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

labor consiste en enseñar a todas las mujeres cuán necesario es que


obtengan dicho cuidado.
En vista de los argumentos propuestos en favor de la asistencia
prenatal, surge otra pregunta: ¿Ha realizado algo que valga la pena la
higiene prenatal, tan decantada y encomiada? La respuesta es clara-
mente en la afirmativa.
Probablemente todos los países en que se ha creado asistencia pre-
natal adecuada podrían facilitar estadísticas en ese sentido, mas en un
breve trabajo sólo pueden consignarse algunos ejemplos, aunque los
hechos aportados son notables.
En la Ciudad de Nueva York, la Asociación de los Centros de Mater-
nidad ofreció asistencia prenatal a 8,743 embarazadas en los 27 meses
que terminaran el 15 de agosto de 1921. Entre dichos casos sólo
hubo la tercera parte de la mortalidad por eclampsia que suele haber
en la población general. La mortinatalidad fué poco más de la mitad
que la del barrio de Manhattan en conjunto. La mortalidad infantil
por partos prematuros fué de 4.8, comparada con 14.7 por mil naci-
mientos en la población general de la Ciudad de Nueva York en 1920.6
En Louisville, Kentucky, la asistencia prenatal logró una mortali-
dad materna de 2.91 por mil, mientras que la proporción fué de 22.4
por mil en los casos del mismo hospital que no recibieron asistencia
prenatal. Sólo 0.58 por ciento de las primeras manifestaron eclampsia,
y no hubo ninguna muerte entre ellas. Cuando la asistencia pre-
natal fué adecuada, no hubo eclampsia, en tanto que, entre los casos
que no recibieron asistencia prenatal, hubo 3.02 por ciento de eclampsia
con 10 muertes. En 1927 no hubo mortalidad materna entre 658
partos en mujeres que habían recibido asistencia prenatal.
En Detroit, la mortalidad materna por causas puerperales fué de
6.75 por mil partos para la población en conjunto en los años 1922,
1923 y 1924, mientras que, entre las mujeres que asistieron a las
clínicas prenatales, sólo fué de 3.5 por ciento. La mortalidad por
eclampsia fué disminuida en 24 por ciento, y la mortinatalidad, de 51.8
por mil nacimientos vivos, a 35.6.8
En 1925 y 1926, en el condado de Tioga, Nueva York, dieron a
luz, sin ninguna mortalidad materna, 389 mujeres que habían reci-
bido asistencia prenatal de parte de enfermeras visitadoras, lo cual
constituye un ejemplo sobresaliente de lo que puede lograrse en un
distrito rural.'
En Manchester, Nueva Hampshire, Nueva Inglaterra, la asistencia
prenatal hizo bajar la mortalidad materna de 5.0 a 3.5, y la morti-
natalidad de 35.4 a 17.9.10
6 Dublin, L. I.: Mortality of Early Infancy, Trans. 13th An. Meet. Am. Child Hyg. Assn. (obre.) 1922.
7 Pickett, Alice N.: Study of Results of Prenatal Care at the Louisville City Hosp., Kentucky Med.
Jour. (fbro.) 1928.
BWelz, W. E.: Develop. Pren. Care in Detroit, Am. Jour. Obst. & Gynec. (mayo) 1926.
9 Lobenstine, R. W.: Prenatal Care Demonstr., Child Health Bull. (fbro.) 1927.
10Davis, Mary D.: Prenatal Education, Am. Jour. of Nursing (eno.) 1927.
HIGIENE PRENATAL 5

En el distrito sanitario de Huddersfield, en Inglaterra, en los cinco


lustros terminados en 1926, hubo una mortalidad materna de 5.6 por
mil. En 1926 empezó a funcionar una obra fundada en la higiene
prenatal, y en los 11 años terminados en 1926, 6,395 mujeres se
beneficiaron de ella. En ese grupo la mortalidad fué de 1.8 por mil.'
En el Canadá, en la Clínica de la Maternidad Burnside, del Hos-
pital General de Toronto, se han obtenido magníficos resultados. En
1925, de 525 enfermas que recibieron asistencia prenatal, sólo murió
una, y ésa debido a enfermedad cardíaca. En 1926, entre 505 enfer-
mas, no hubo muertes. De 1924 a 1926 sólo una enferma de la clínica
manifestó eclampsia.'2
Con eficiente tratamiento prenatal médico puede mermarse marca-
damente la frecuencia de la sífilis congénita. Williams declara que,
sin tratamiento, 48.5 por ciento de los niños manifestaron signos de
sífilis; con tratamiento ineficaz, 39.2 por ciento; y con tratamiento
eficaz, sólo 6.7 por ciento. Gebhart comunicó también buenos resul-
tados; y Watson, del Hospital Lock de Glasgow, declara: "En
ningún caso en que la madre asistió al principio el tiempo suficiente
para recibir una serie completa de inyecciones de '914,' hubo un solo
caso de mortinatalidad o neomortinatalidad. Para eso precisa un
período por lo menos de dos meses antes del término. No hay ningún
departamento de nuestra obra que rinda tanta satisfacción al claustro
en los magníficos resultados obtenidos como el tratamiento de las
gestantes." 13
Resultados como los expuestos en esos pocos ejemplos no dejan
la menor duda relativa al valor de la asistencia prenatal. Ningún
departamento de sanidad realiza sus obligaciones bien, a menos que
haga todo esfuerzo posible por ofrecer esa asistencia a todas y cada
una de las futuras madres del país.

LA HIGIENE PRENATAL.
(Editorial, p. 1243, Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana,octubre, 1928)

Un gran poeta y pensador declaró una vez que el siglo xvIII había
sido el Siglo de los Derechos del Hombre y el siglo xIx el de la
Mujer, pero que el siglo xx pertenecería al Niño. La continua
actividad en pro de la infancia que se ha desplegado desde los princi-
pios de la centuria parece justificar sus palabras. Sin embargo, a
medida que se ha tratado de erigir más resguardos alrededor del
niño, se ha ido comprendiendo que, en lo tocante a su salud y cons-
titución, hay que comenzar mucho antes del nacimiento. Un
11Moore, S. G.: Maternal Mortality; Carta al " Times," citada en Maternal Mortality in Canada, Pub.
37, 1928.
12Lailey, W. W.: The Academy of Medicine, Toronto, 1927: citado en Maternal Mortality in Canada.
Pub. 37, 1928.
is Sterling, E. Blanche: The Problem of Fetal and Neonatal Death, Pub. Health Rep. (mzo. 18), 1928.
6 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

notable escritor norteamericano, médico, dicho sea de paso, O.


Wendell Holmes, expresó felizmente la idea al decir que, para llevar
una vida larga, sana y contenta, lo primero era saber escoger uno a su
abuelo. Esas palabras compendian todo un programa, enlazando,
como lo hacen, la puericultura con la eugenesia. Los años no han
hecho más que aportar pruebas de que la protección a la infancia
comienza con los padres. Los derechos del niño nos llevan a los
derechos de la madre, y de estos vamos a los derechos del hombre, en
una cadena sociohigiénica interminable.
Dejando de momento a un lado la fase eugénica y paterna del
asunto, aceptando al niño como concebido, si queremos obtener una
criatura sana y robusta, nos confronta la higiene prenatal. Sterling
bosqueja en otra página su significación y alcance. Los derechos
infantiles conviértense entonces en los maternos, y toda madre en
ciernes tiene derecho por lo menos a cuatro cosas: 1) una cuidadosa
medición de los huesos del conducto uterino, a fin de saber si el niño
puede descender por él con seguridad para sí propio y para la madre;
2) un cuidadoso uranálisis una vez al mes en los primeros siete meses
del embarazo y una vez a la semana en los últimos dos meses, a fin
de estar a la mira de posibles complicaciones; 3) determinación
de la tensión sanguínea mensualmente en los primeros siete y semanal-
mente en los dos últimos, pues un ascenso constituye el primer signo
de que amenazan convulsiones y pone sobre aviso para precaverlas;
y 4) examen de la sangre en cuanto a lúes, para resguardar al niño
contra la posible transmisión de esta dolencia.
Esos pormenores se resumen en una sola frase: Toda madre en
ciernes debe ponerse desde el principio en manos de un médico, a
quien debe contarle y confiarle todo y por cuyos consejos debe guiarse
absolutamente. El facultativo la interrogará minuciosamente sobre
sus antecedentes, es decir, anteriores enfermedades, achaques, acci-
dentes; naturaleza de las reglas; previos embarazos, abortos o partos;
consecuencias de éstos; y estado de los hijos, si los ha habido, al nacer
y después. Luego la reconocerá con toda meticulosidad, practicará
las necesarias mediciones y determinaciones, le avisará con respecto
a la fecha de sus visitas (mensuales como apuntamos más arriba en
los primeros siete meses y semanales los últimos dos), y le aconsejará
que debe hacer en lo relativo a alimentación; ejercicio, descanso,
sueño y recreo; ropa y calzado; baños; funcionamiento intestinal y
renal; cuidado de los dientes y pechos; coito; otros preparativos y
precauciones para el momento del parto; y le advertirá qué signos
peligrosos (excesivos dolores de cabeza, falta de aliento, hinchazón
de la cara, manos o pies, moscas volantes, vértigo, ofuscación visual,
náuseas o vómitos excesivos, estreñimiento rebelde, escasez de orina,
dolor epigástrico, calambres abdominales, hemorragias uterinas,
supuración vaginal) deben ser comunicados en seguida.
HIGIENE PRENATAL 7
Enredados como parecen a primera vista al profano todos esos
pormenores, simplifícanse por demás, en lo relativo a la gestante
acomodada que puede consultar a un médico competente y seguir
al pie de la letra sus consejos. El problema, sin embargo, es mucho
más dificil en lo que incumbe a la mujer pobre. Es precisamente a
solventarlo que se ha encaminado una gran parte de la moderna
legislación médico-social. En varios países el Estado o el municipio
ha establecido clínicas o centros gratuitos para madres; en otros, los
estatutos resguardan a la obrera, haciendole pagar su salario por
varias semanas antes y después del parto. Por ejemplo, en la Unión
de las Repúblicas Sovietistas han dictado una serie de leyes tendientes
a proteger la mujer y el niño y además han creado una sección de
protección a la infancia y la maternidad en todos los servicios sani-
tarios de las provincias que se ocupan de organizar los necesarios
institutos y centros. Debido en parte a esas medidas, la mortalidad
infantil (menos de 1 año), de 26 por ciento en 1911-1914, bajó en
1926 a 19 por ciento y en las principales poblaciones no pasa de 11.3
a 13.4 por ciento. El número de niños abandonados que, antes de la
guerra, alcanzaba en una sola población (Moscou) la cifra de 20,000 al
año, no excede hoy de 12,000 para toda la República, en tanto que
el exceso de nacimientos sobre muertes llegó en 1925 a 21.1 por mil.
Sterling cita algunos notables ejemplos de lo que puede conseguir
la higiene prenatal bien aplicada. Hablando del asunto, Aráoz
Alfaro 4ha dicho muy bien: "La experiencia, particularmente la de
los Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Nueva Zelandia, y la
propia nuestra en la ciudad de Buenos Aires, nos muestra cuán seguro
es el resultado que se obtiene cuando se realiza una campaña persis-
tente y bien organizada." Hoy día la mortalidad infantil en Buenos
Aires es alrededor de 80 por mil, lo cual es apenas la mitad que en 1890.
Ese resultado se atribuye a la excelente organización de la protección
a la infancia en la ciudad, en la que entre otras sociedades, el Patronato
de la Infancia, la Sociedad de Beneficencia, las Cantinas Maternales
y el Club de Madres unen sus esfuerzos a los de la Asistencia Pública.
"sAráoz Alfaro, (.: Bol Inst. Int. Am. Prot. Inf. 1: 389 (abr.) 1928.

IMPRENTA DEL GOBIEFiNO DE LOS ESTADOS UNIDOS: 1S2S

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