Quimica de Suelos

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 419

QUÍMICA DE SUELOS

. con énfasis en suelos de América Latina

.,

SERVICIO EDITORIALIICA
{;)UÍMICA DE SUELOS
con énfasis en suelos de América Latina
Hans W. Fassbender EJemer Bomemlsza

o:c~~~~t~~\~~a~e[~~:~~~~6n JI
Agricola ~

:_ C FtU ·1~B8 \\
C 1 D 1 A li
Turriafba, Cesta Rica ,¡

.( ' ..
..,;

INSTITUTO INTERAMERICANO DE COOPERACIÓN PARA LA AGRICULTURA


SAN JOSÉ, COSTA RICA
1987

' 1
Hans W. Fassbender, 1975
© Hans W. Fassbender; Elemer Bornemisza, 1987
© para esta 2a. edición revisada y aumentada, IICA, 1987

la. edición: 1975


5a. reimpr.: 1985

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin


autorización del Instituto Interamericano de Cooperación
para la Agricultura (IICA).

Diseño de la cubierta Mario Loaiza


Diseño, diagramación y
composición de texto Gau Diseños Ltda.

Editora de la obra Fanny De la Torre de Kingsley


Editor de la Colección Michael J. Snarskis

IICA
LME-81 Fassbender, Hans W.
Química de suelos con énfasis en suelos de
América Latina 1 Por Hans W. Fassbender; Elemer
Bornemisza. 2a. ed. rev. - San José, Costa Rica:
IICA, 1987, c1975.
xiv, 420 p. -(Colección Libros y Materiales
Educativos 1 IICA; no. 81)

ISBN 92 9039 124 3

l. Química del suelo. l. Bomemisza, Elemer. 11.


Título. 111. Serie.

AGRIS
P33; P34 o DEWEY
631.41

Colección Libros y Materiales Educativos No. 81

Este libro fue publicado por el Servicio Editorial del Instituto


Interamericano de Cooperación para la Agricultura ( IICA).
La Colección Libros y Materiales Educativos tiene como fin
contribuir al desarrollo agrícola en las Américas.

San José, Costa Rica, 1987


CONTENIDO

Dedicatoria ix
Agradecimiento x
Prefacio a la Primera Edición xi
Prefacio a la Segunda Edición xiii

Capítulo l. Componentes inorgánicos del suelo 7


Composición química de la roca madre 7
Composición química de los suelos 11
Minerales primarios del suelo 12
Distribución de minerales primarios en la roca madre 17
Meteorización de minerales primarios 18
Minerales secundarios del suelo 21
Oxidos y óxidos hidratados en suelos 34
Resumen 39
Bibliografía 40

Capítulo 2. Componentes orgánicos y organominerales


de la fase sólida del suelo 45
Definición, conceptos, clasüicación e importancia 45
Procesos de mineralización y humificación 53
Contenido y formas de la materia orgánica en suelos
tropicales y en América Latina 73
Componentes organominerales del suelo 85
Ciclo de la materia orgánica en ecosistemas 87
Materia orgánica en sistemas de producción 99
Resumen 112
Bibliografía 114

V
vi Química de Suelos

Capítulo 3. Fases líquida y gaseosa del suelo 121


La solución del suelo 121
Equilibrios líquido-gas en suelos 123
Equilibrios entre la solución del suelo y la fase sólida 124
Fase gaseosa del suelo 124
Composición química 124
Condiciones de oxidación y reducción 126
Suelos inundados 130
Resumen 132
Bibliografía 133

Capítulo 4. Fenómenos de adsorción y cambios en suelos 135


Cambio de cationes 136
Intercambio catiónico en suelos de América Latina 148
Capacidad de carga cero en suelos 151
Intercambio y retención de aniones 152
Resumen 155 ·
Bibliografía 156

Capítulo 5. Reacción del suelo 161


Naturaleza química de la reacción del suelo 161
Medición de la reacción del suelo 167
Influencias de la reacción sobre las características
del suelo 171
Encalado de los suelos 17 5
Resumen 183
Bibliografía 184

Capítulo 6. Suelos salinos y sódicos 187


Suelos salinos 187
Suelos sódicos 191
Suelos salinos y sódicos 192
Recuperación de suelos afectados por sodio y salinidad 192
Resumen 197
Bibliografía 198
Contenido vii

Capítulo 7. Nitrógeno 199


Ciclo geoquímico del nitrógeno 199
Contenido y formas del nitrógeno en los suelos 200
Ciclo del nitrógeno en el suelo 207
Ciclo del nitrógeno en ecosistemas tropicales
de América Latina 228
Nitrógeno en sistemas de producción 233
Transformación de los fertilizantes nitrogenados y sus
reacciones en el suelo 241
Resumen 245
Bibliografía 247
Capítulo 8. Fósforo 255
Ciclo geoquímico del fósforo 255
Contenido y formas del fósforo en suelos tropicales 258
Ciclo del fósforo en el suelo 272
Ciclo del fósforo en ecosistemas tropicales de América
Latina 279
Eficiencia y manejo de los fertilizantes fosfatados 283
R~m~ 3~
Bibliografía 306

Capítulo 9. Azufre . 313


Contenido y formas en suelos tropicales 313
Procesos dinámicos de transformación del azufre 317
Resumen 322
Bibliografía 323

Capítulo 10. Potasio 327


Ciclo geoquímico del potasio 327
Contenido y formas del potasio en suelos tropicales 328
Otros procesos dinámicos del potasio en el suelo 341
Ciclo del potasio en ecosistemas tropicales
de América Latina. 346
Potasio en sistemas de producción 349
Transformaciones de los fertilizantes potásicos y sus
reacciones en el suelo 354
Resumen 361
Bibliografía 363
viii Química de Suelos

Capítulo 11. Calcio y Magnesio 369


Ciclo geoquímico del calcio y del magnesio 369
Calcio en los suelos 370
Magnesio en los suelos 373
Resumen 377
Bibliografía 378

Capítulo 12. Elementos menores u oligoelementos 381


Características generales 381
Oligoelementos aniónicos 382
Oligoelementos catiónicos 387
Oligoelementos de importancia en la
alimentación animal 397
Contaminación de suelos con elementos menores 399
Resumen 403
Bibliografía 404
A nuestras esposas,
Traudel de Fassbender
y Gudrun de Bornemisza,
y a nuestros hijos.
AGRADECIMIENTO A LOS COLABORADORES
DE LA SEGUNDA EDICION

Los autores agradecen a los numerosos colegas


que, al usar la primera edición de Química de Sue-
los, encontraron e indicaron aspectos que merecían
cambios, la mayoría de los cuales quedó incorpora-
da en este volumen.
Se agradece especialmente a la Sra. Belga Stapff
por la mecanografía y por sus consejos para la ela-
boración del borrador de esta Segunda Edición.
Se agradece también al Lic. Julio Escoto, M.A.,
ex editor del IICA, por el apoyo prestado durante
la preparación del manuscrito.
xi

PREFACIO DE LA PRIMERA EDICION

lA química del suelo se define como "la parte de la ciencia del


suelo concerniente a la constitución química. a las propiedades y a las
reacciones químicas de los suelos (*)". De acuerdo con esta teoría se
presenta esta obra en tres grandes partes:
l. Composición;
JI. Propiedades; y
111. Química de los elementos nutritivos.
El libro está basado en las clases sobre química de suelos, a nivel
graduado, dictadas en el Centro Tropical de Enseñanza e Investigación
del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas de la OEA, en
Turrialba, Costa Rica. Tiene como propósito servir de guía en la mate-
ria in cursos sobre la especialidad; está dirigido principalmente a los
estudiantes en la semiespecialización y en la propia especialización en
suelos y puede adaptarse a los programas de enseñanza en las universi-
dades latinoamericanas.
Sirve también de obra de referencia para aquellas personas que tra-
bajan o están interesadas en los problemas de la química de suelos en las
áreas tropicales de América lAtina, ya que los datos, ejemplos y refe-
rencias de la literatura que se presentan de estos suelos, son el producto
de una revisión exhaustiva de la bibliografía que existe sobre la especia-
lidad.
lA química de suelos puede considerarse como una parte elemental
de las ciencias del suelo. Con base en la información sobre la composi-
ción, las propiedades y las reacciones químicas que ocurren en los
suelos, se pueden aclarar problemas relacionados con la fertilidad y la
nutrición vegetal; los resultados de los análisis químicos permiten
formular las recomendaciones de fertilización adecuadas, clasificar los
suelos en sus diferentes grupos y servir de base para la planificación del
desarrollo agrícola. ganadero y forestal.
De acuerdo con el esquema que se incluye, la física. la química y la
microbiología del suelo constituyen los pilares básicos de las ciencias
del suelo; la fertilidad, la clasificación, la conservación y el manejo del
suelo, son corolarios prácticos en esa estructura. Existen campos comu-
nes entre la microbiología y la física con la química del suelo; también
es a veces difícil delimitar los campos de sobreposición con la fertilidad.
Las ciencias del suelo están igualmente relacionadas con muchas
ciencias naturales y utilizan sus conocimientos para consolidar y demos-
trar sus hipótesis y principios. De la presentación anexa cabe hacer hin-
capié en la importancia de la química y de las ciencias del suelo, dentro
de los aspectos socioeconómicos del sector agropecuario y de sus al-
cances para el bienestar del ser humano.

* Glo•ary of Soil Science Terrru. Soil Science Society of America Proceedings


29:330-351. 1965.
xil Química de suelos

Planifia¡ción agricola Catastro e inventario de recursos


Economia y uso de la tierra
Extensión agrícola Economia ij!lraria

Relaciones de la química de suelos con las ciencias naturales, agrícolas y del suelo.

Del rápido desarrollo de nuevos conceptos en las ciencias del suelo,


resulta, en un sinnúmero de casos, la falta de escasez de ejemplos especi-
ficos en muchos suelos sobre las nuevas teorías e hipótesis formuladas.
Los datos sobre la caracterización de los factores de intensidad y capaci-
dad catiónica y aniónica disponibles, se limitan a pocas experiencias en
suelos de América Central y del Brasil.
Esto parece ser una limitación de la obra, pero, al mismo tiempo,
quizás sirva de iniciativa para probar los "modelos" establecidos y para
desarrollar nuevos conceptos que permitan superiores conocimientos,
materiales de enseñanza y que constituyan herramientas en el agro lati-
noamericano.
Hans W. Fassbender
Gotinga, Alemania
Noviembre, 1971.
xiü

PREFACIO DE LA SEGUNDA EDICION

La primera edición de este libro ha sido bien aceptada por la comu-


nidad de los científicos de suelos y las numerosas reimpresiones confir-
man que una obra de este tipo hacía falta. Esto, y el progreso conside-
rable de la ciencia del suelo, en general, y en Latinoamérica, en particu-
lar, hizo necesario revisar en forma completa la primera edición. El
apoyo del IICA hizo posible la tarea, de la cual se encargaron los auto-
res de la segunda edición. Para preparar el manuscrito se examinó la
bibliografía reciente, lo que resultó en un cambio importante y una
ampliación de la misma para todos los capítulos.
Se puede mencionar, asimismo, que la segunda edición no incluye
información sobre análisis de minerales de arcilla, debido a que ésta se
encuentra, en forma completa, en el excelente volumen preparado por el
Dr. R. Besoain y publicado en esta misma serie delllCA. Han sido com-
binados también los capítulos segundo y tercero, considerando la estre-
cha relación entre los materiales estudiados en ambos.
En esta edición se presenta un nuevo capítulo, dedicado a los suelos
salinos y sódicos, ya que su importancia está creciendo y recibiendo una
mayor atención. Desaparecen en cambio los capítulos siete y ocho de la
primera edición, pues el material que existe en estos campos es todavía
escaso, prestándose para ser incorporado en otros capítulos más
amplios.
Otras innovaciones en la segunda edición constituyen una considera-
ción mayor de los aspectos químicos del ciclo ecológico de los elemen-
tos, tanto en sistemas agrícolas como en sistemas forestales, aprove-
chando recientes investigaciones del primer autor en este campo. Se
introduce también, conceptos sobre la contaminación ambiental;
problema que está alcanzando importancia apreciable, especialmente
en las regiones urbanas que albergan proporciones crecientes de la
población.
Se ha tratado de incorporar en la segunda edición varias recomenda-
ciones recibidas de colegas, quienes al usar la primera edición detec-
taron errores involuntarios en la misma, o formas en que algunos aspec-
tos pudieron haber sido presentados más claramente. Se agradece a
todos las recomendaciones.
Similarmente, y como en la primera edición, se trató de que el
volumen fuera entendible con un mínimo de conocimientos de edafolo-
gía y que a la vez sea útil, a los profesionales en este campo, como libro
de consulta.

ws autores.

Gotinga, República Federal de Alemania y


San José, Costa Rica.
Marzo de 1986.
CAPITULO 1
COMPONENTES INORGANICOS DEL SUELO

La fase sólida de la mayoría de los suelos está constituida principal-


mente por substancias inorgánicas de diferente composición química.
Algunas de ellas son mezclas de compuestos a las que se denominan
rocas, cuya meteorización conduce a los minerales primarios y secun-
darios formadores del suelo.
Se acostumbra definir como suelo a la capa superficial no consoli-
dada de la superficie terrestre, la que está formada predominantemente
por compuestos inorgánicos -hasta más del 99 %-, con un porcentaje
variable de substancias orgánicas. Existen suelos orgánicos, los que co-
rrientemente tienen una proporción apreciable de componentes inorgá-
nicos; se trata, en todo caso, de suelos que son mucho menos comunes
que los primeros.

COMPOSICION QUIMICA DE LA ROCA MADRE


Las rocas parentales, de donde se originan los suelos, se clasifican en
tres grandes grupos: ígneas, sedimentarias y metamórficas.
El Cuadro 1.1 indica, con base en datos de Ronov y Yaroshevsky
(54), la contribución de las principales rocas a la superficie terrestre.
La mayor parte de la superficie terrestre está formada por rocas
ígneas que resultan del enfriamiento y solidificación de las masas fundi-
das de lava o magma. Si el enfriamiento ocurre en forma lenta y dentro
de la corteza terrestre, se originan las rocas llamadas plutónicas o intru-
sivas; en estas condiciones la cristalización es despaciosa y se forman
cristales grandes, lo que da por resultado una textura gruesa granular.
En el caso de que las rocas se solidifiquen sobre la corteza terrestre, el
enfriamiento es rápido y resultan cristales muy pequeños; estas rocas se
denominan extrusivas o efusivas. Las rocas hipabisales ocupan una posi-
ción intermedia entre las anteriores, ya que por formarse a una veloci-
dad mediana presentan cristales grandes y pequeños.
Las rocas ígneas también se pueden clasificar de acuerdo con su
contenido de sílice; así se tiene: rocas ácidas (Si02 > 66 %), semiácidas
o subácidas (Si02 entre 66 y 62 %), semibásicas o subbásicas (Si02 entre
62 y 52%), y básicas (Si0 2 entre 52 y 45 %). A veces se pueden distin-
guir rocas ultrabásicas (Si02 < 45 %). En la Figura 1.1 se presentan
los minerales principales que contribuyen a estas rocas.

7
8 Química de Suelos

Aunque este enfoque -el de considerar el contenido de Si02 , como


la acidez de los materiales- no está estrictamente de acuerdo con los

Cuadro 1.1. Contribución promedio de las principales rocas a la capa


terrestre (54).
Rocas Porcentaje por volumen
Granitos 10.4
Grandioritaa, Dioritas y Sienitas 11.6
Basaltos, Gabros y Magmatitaa básicas 42.5
Arenas y Areniscas 1.7
Arcillas y Pizarras arcillosaa 4.2
Rocas de carbonatos 2.0
Gneises 21.4
Pizarras cristalinas 5.1
Mármoles 0.9

Tipo de Roca Acida Semi ácida Semibásica Básica


Volcánica Riolita Traquita Andesita Basalto
Hipabisal Pórfido Sienita Diorita Dolerita
Plutónica granltico porffdica porHdica Gabro
Granito Sienita Diorita
100
Cuarzo Plagioclasas
80
"'
Q)

~eQ)
·-
g E
·~ ~
0... o
"' >
~e
ctl Q)
w~
e
~

Disminución del contenido en SiO:z , K:z O

Aumento del contenido en CaO, MgO, Fe:z 03 , P:z Os

Fig. 1.1. Clasificación y composición mineralógica


de algunas rocaa ígneas (17, 29).
Componentes Inorgánicos del Suelo 9

puntos de vista químicos, esta nomenclatura es muy usada y es la que se


empleará en este volumen.
En la Figura 1.1 se observa que al reducirse el contenido de Si02
aumenta el de otros minerales más útiles en la nutrición de plantas. En
general, el Si02 disminuye de izquierda a derecha en la citada Figura.
Una ilustración sobre la composición de cuatro tipos de rocas ígneas de
diferente acidez se muestra en el Cuadro 1.2 elaborado con base en
datos de González-Bonorino (28).

Cuadro 1.2. Composición química en promedio de cuatro tipos de


rocas ígneas (28 ); en porcentajes de cada componente.
Componente como óxido Roca ácida: Roca Roca básica: Roca
Granito semibásica: Gabro ultrabásica:
Riolita Diorita Basalto Peridotita
Andesita
Si02 72.0 54.5 48.4 43.5
Ti02 0.4 1.5 1.3 0.8
Ah03 13.9 16.4 16.8 4.0
Fe203 0.9 3.3 2.6 2.5
FeO 1.7 5.2 7.9 9.8
M nO 0.1 0.1 0.2 0.2
MgO 0.5 3.8 8.1 34.0
CaO 1.3 6.5 11.1 3.5
Na20 3.1 4.2 2.3 0.6
K20 5.5 3.2 0.6 0.2
H20 0.5 0.8 0.6 0.8
P20S 0.2 0.3 0.2 0.05

Como se puede ver en el Cuadro 1.2, a medida que el Si02 disminu-


ye, se reduce el K 2 O y aumentan el MgO y el CaO. La primera columna
informa sobre el granito, el cual es una roca ácido-plutónica (Si0 2 >
66 %) que se caracteriza por sus altos contenidos de elementos alcalinos
(K, Na) y escasos en alcalinotérreos (Mg, Ca); es una de las rocas intrusi-
vas más frecuentes en la corteza terrestre (Cuadro 1.1). El pórfido-
granítico y la riolita son las rocas hipabisales y extrusivas correspon-
dientes, que poseen una composición química similar pero una cristali-
zación de perfección decreciente.
Respecto de las rocas semiácidas en la Figura 1.1 se observa una se-
cuencia desde la sienita que es plutónica, hasta la traquita volcánica. La
misma Figura presenta como ejemplos de rocas semibásicas, a la diorita
como representante plutónica y a la diorita porfídica y la andesita
como miembros hipabisal y volcánico respectivamente, ambos de com-
posición similar. En el Cuadro 1.2 se pueden comparar los componentes
de la diorita con los del granito.
10 Química de Suelos

Las rocas sedimentarias resultan de la meteorización y erosión de las


rocas indígenas y metamórficas y del depósito de estos materiales y de
ciertos residuos orgánicos, fenómeno este último que ocurre con fre-
cuencia después de un proceso de transporte. Comúnmente, el depósito
está acompañado de procesos que alteran los materiales depositados los
cuales se llaman diagénesis, e incluyen cambios físicos y químicos que
originan materiales bastante heterogéneos, como lo ilustra el Cuadro
1.3, según datos de Gonzáles Bonorino (28).
Como se observa en el Cuadro 1.3, la composición de las rocas sedi-
mentarias es muy variable. Según su origen, estas rocas se pueden clasi-
ficar en tres grupos:

a. Rocas de origen biológico; como las calizas compuestas por


esqueletos de animales marinos.
b. Rocas derivadas de residuos de solución; como las tobas, sean
calcáreas o silíceas.
c. Residuos elásticos o detríticos formados por fragmentos mayo-
res o menores de otras rocas; es el caso de las rocas sefíticas
(conglomerados o brechas) cuyas partículas son mayores de 2
mm; las samíticas, formadas por granos de arena con un tamaño
máximo de 2 mm, las que cuando se consolidan dan por resulta-
do a las denominadas areniscas. A este mismo grupo pertenecen
los esquistos.

Cuadro 1.3. Composición química promedio de algunas rocas sedimen-


tarias comunes (28); en porcentaje de cada componente.
Componente Areniscas Esquistos Lutitas TiUitas Calizas Arcillas
como 6xido arcillosos
Si02 74.3 58.9 54.8 58.9 8.2 54.9
Ti02 0.4 0.8 0.8 0.8 0.8
Ah03 6.5 16.7 5.9 15.9 2.2 16.6
Fe203 1.8 2.8 3.6 3.3 1.0 7.7
FeO 0.9 3.7 2.9 3.7 0.7 7.7
MnO 0.05 0.09 0.1 0.1 0.1 2.0
MgO 1.5 2.6 2.9 3.3 7.7 3.4
CaO 4.9 2.2 4.7 3.2 40.5 0.7
Na20 0.5 1.6 1.2 2.1 1.3
K20 1.7 3.6 3.5 3.9 2.7
H20 2.2 5.0 5.0 3.0 9.2
P2 0 5 0.1 0.16 0.15 2.0 0.1 0.7
C02 4.4 1.3 3.'7 0.6 35.5
8-804 0.5 0.3 0.1 0.1

Las rocas metamórficas se originan en los cambios producidos por el


efecto de altas temperaturas y presiones que actúan sobre rocas ígneas o
Componentes lnor¡ánicos del Suelo 11

sedimentarias. En los procesos metamórficos también hay cambios quí-


micos, como por ejemplo la formación de la wollastonita a partir de
calcita y cuarzo en las calizas cuarzosas, según la reacción:

Si02
cuarzo
+ CaC03 -
calcita
CaSi03 + C0 2
wollastonita
i
El ejemplo anterior ilustra un caso donde el proceso metamórfico
resulta en un mineral completamente nuevo. La formación del granate,
un silicato a partir de la mica en una pizarra, es otro ejemplo.
Entre los cambios de tipo físico se puede mencionar el desarrollo de
esquistocidad, que es una clase especial de fractura que permite a las
rocas metamórficas dividirse en capas más o menos paralelas. Dos ejem-
plos de rocas comunes que muestran esquistocidad son el gneis y los
diferentes esquistos. Entre estas últimas se encuentran las denominadas
filitas, que se caracterizan por dividirse en láminas muy delgadas.
El metamorfismo de la caliza da por resultado el mármol, mucho
mejor cristalizado que la anterior. Similarmente, una arenisca recristali-
zada y cementada con sílice origina una cuarcita. Las rocas metamórfi-
cas se forman con frecuencia cerca de lugares donde ocurren fenómenos
geológicos que involucran inmensas cantidades de energía, como el
levantamiento de cadenas montañosas (los Andes, por ejemplo).
COMPOSICION QUIMICA DE LOS SUELOS
El análisis químico elemental de los suelos es un poderoso instru-
mento para su caracterización y comportamiento en el largo plazo.
Aunque esta información no sea de utilidad para estimar la fertilidad de
los mismos, sí es necesaria para los estudios de formación de ellos. Al
desarrollarse los suelos, comúnmente ocurre un enriquecimiento de ma-
teria orgánica y la pérdida de diferentes elementos de mayor solubili-
dad que otros. En el Cuadro 1.4 se presenta la composición de dos rocas
ígneas y de tres suelos con diferentes grados de desarrollo. Se observa
que el horizonte A del suelo volcánico reciente (Andepts) se diferencia
poco de la roca volcánica en la sexta columna, mientras que el Oxisol
fuertemente meteorizado, en la quinta columna, se diferencia de todos
los demás por su desarrollo largo e intenso.
Se acostumbra dividir a los componentes inorgánicos de los suelos
en dos grupos. El primero lo componen las substancias denominadas
minerales primarios; se trata de aquellos que no han sufrido cambios
químicos desde su formación inicial de la lava fundida o qe otros proce-
sos que originan rocas. Estos minerales se encuentran principalmente en
las fracciones más gruesas del suelo -en las arenas y el limo- aunque a
veces algunos, como el cuarzo, pueden ser muy pequeños y pertenecer
a las arcillas.
El otro grupo es el de los minerales secundarios, los cuales resultan
de la descomposición de los minerales primarios o de la recombinación
de los productos que son consecuencia de ella. Estos minerales son con
frecuencia de pequeño tamaño, del orden de las arcillas, y por ello se les
llama también minerales de arcilla.
12 Química de Suelos

Cuadro 1.4. Composición quumca promedio de las rocas ígneas y


algunos suelos. Datos de Aguilera {1 ), Oarke (16) y Mohr
y Van Baren (45).
Constituyente Rocas Suelo Suelo Suelo Roca
ígneas volcánico mediana- altamente Volcánica
promedio reciente mente meteorizado (Dacita)
meteorizado
(16) (1) (45) (Oxisol, ( 45)). Paso Cortez
México (1)
Si02 59.1 49.2 31.4 3.3 62.0
Ah03 15.3 20.0 25.3 18.5 19.5
Fe203 7.3 17.5 1.3 63.0 4.5
Ti02 1.0 1.7 1.1 0.8 0.8
MnO 0.1 nd nd 0.4 0.6
CaO 5.1 1.0 0.1 0.1 5.0
MgO 3.5 l. O 0.1 0.3 2.1
K20 3.1 0.6 0.5 0.1 1.8
Na20 3.8 1.3 0.1 0.5 4 .3
P20s 0.3 nd nd nd 0.2
S03 0 .1 nd nd nd 0.0
Pérdida ignición 1.2 10.32 12.7 nd

TOTALES 99.9 100.3 99.7 100.3

MINERALES PRIMARIOS DEL SUELO


Los minerales son substancias inorgánicas, cuyas composiciones y
propiedades físicas son características y definidas. La mayor parte de
los minerales que constituyen las rocas y muchos suelos está confor-
mada por silicatos o aluminio-silicatos.
La estructura molecular y la composición general es propia de cada
mineral, pero algunos elementos pueden ser reemplazados por otros de
radio iónico similar, fenómeno al que se denomina substitución isomór-
fica. Como resultado se producen variaciones en la composición de los
minerales, como se muestra en el Cuadro 1.5.
La meteorización cambia la proporción en que están presentes los
minerales en los suelos. Aquellos que son resistentes a la meteorización
se acumulan gradualmente, por ejemplo el cuarzo, algunos óxidos de
hierro y aluminio y la ortoclasa. Esta acumulación es más importante en
las fracciones de arena y limo, ya que en las arcillas predominan los mi-
nerales secundarios formados en el transcurso de la meteorización. Se
sabe que los suelos más antiguos no tienen minerales primarios debido
al prolongado proceso de meteorización que han sufrido. Es importante
recordar que los minerales primarios son cristalinos; los más comunes de
ellos son los silicatos, aunque también existen otros.
Componentes Inorgánicos del Suelo 13

Cuadro 1.5. Intervalos porcentuales de composición qu única en algu-


nos minerales (64).

Elementos Orto· Plagio· Musco- Biotita Piroxeno Anfíbol Olivino


como e lasa clasa vita
óxidos

Si02 63·66 43.5·69 39-53 33-45 47-53 39·54 38·47


Ti02 -3.9 -10 -4.4 -3
Ah03 19·21 19·36 20·46 9-32 1·7 4-15
Fe203 -0.5 -8.3 0.1·21 0.4·7.6 0.2-23
FeO 3·28 4-21 -9 8-12
MnO -2.3
CaO 0·19.5 -4.5 13-22 10-14
MgO -2.4 0.3·28 10-18 3·25 38-47
Na20 0.8-8.4 0-12 -5.4 0.5-2.3
K20 3-16 7.3·13.9 6-11 -1.7
H20 2.7 0.9-5 0.2-2.7

Silicatos
Los silicatos constituyen un amplio grupo de minerales; según
Jackson (34), aproximadamente el 80% de los minerales en las rocas
ígneas metamórficas pertenece a este grupo. Las rocas sedimentarias
contienen menos silicatos.
La mayoría de los silicatos en suelos es cristalina y posee una estruc-
tura que se conoce desde hace unos cincuenta años. La unidad básica de
los silicatos se representa por un tetraedro equilátero formado por un
ión central de silicio y cuatro oxígenos, uno en cada vértice de él. Elec-
trónicamente, cada oxígeno satisface un enlace del silicio con los que el
tetraedro presenta una carga neta de Si04 - 4 . Cuando estas cargas se
satisfacen con cationes, como en el caso del olivino, se forman mine-
rales que se representan por tetraedros individuales. Puede producirse
el hecho de una estructura donde varios oxígenos son compartidos por
varios de silicios, formándose así tetraedros dobles, anillos o láminas de
éstos.
En el Cuadro 1.6 se presenta un resumen de las estructuras de los
silicatos y se dan ejemplos para cada clase. Se observa que al aumentar
el grado de polimerización, y al compartir los silicios más oxígenos,
se reduce la relación Si/O, de 1:4 a 1:2 para los tectosilicatos, los que
forman una red tridimensional muy estable y de esta forma minerales
también muy estables; v.gr., el cuarzo (Si02 ).
En la Figura 1.2 se expone un esquema de las uniones entre los
tetraedros.
Como ejemplos de nesosilicatos se pueden mencionar a:

el olivino (Mg, Fe)2 Si04


el zircón Zr Si04
la forsterita Mg2Si04
14 Qurmica de Suelos

Entre los sorosilicatos, la hemomorfita (Zn4 Sh o, (0H)2 • 7H2 0)


es un ejemplo de tetraedros dobles y la epidota (Ca2 (AlFeh Si, 0 12 OH)
el de tetraedros múltiples. Como ejemplos de ciclosilicatos están el
berilo (Be3 Ah Si6 01 a ) y la turmalina; esta última es un boroalumino-
silicato complejo de composición muy variable.

Cuadro 1.6. Clasificación grupal de silicatos según el ordenamiento de


los tetraedros en su estructura.

Clase Estructura Relación (Si, al) Ejemplo

Neaoailicato Tetraedros 1:4 Olivino


individuales
Soroailicato Tetraedros 2:7 Epi dota
dobles o múltiples
Cicloailicato Anillos de tetraedros (1 :3) n Berilo
simples o dobles
Inosilicato Cadenas de silicatos 4:12 Hipersteno
simples o dobles 4:11
Filoailicato Láminas de tetraedros 4:10 Biotita
Tectosilicato Tridimensional 1:2 Leucita

Si o~ ----

nesosilicatos sorosilicatos ciclosilicatos

inosilicatos fi losi 1icatos


(Si 0 3 -·Jn (Si~0 11 ------)n (Si 2 0 5 ""1n

Fig. 1.2. Estructura esquematizada de los silicatos.


(Preparado por F. Mal donado).
Componentes Inorgánicos del Suelo 15

Entre los sorosilicatos formados por tetraedros dobles se encuen-


tra:

la hemimorfita Zn4 Sh o, (OHh ·7H2 O


Entre los sorosilicatos formados por tetraedros múltiples se en-
cuentra:

la epidota
Como ejemplos de ciclosilicatos están:

el berilo
la turmalina; un ejemplo
es la turmalina sódica o elbaíta Na(Li, Al) A~ B3 Si6 021 (OH,F)4
que es un boroaluminosilicato com-
plejo de composición muy variable.

Los inosilicatos forman minerales muy importantes como los piro-


xenas, los que están compuestos por cadenas simples, y los anfíboles,
formados por cadenas dobles. Se estima que no menos de un 17 % de
los minerales en rocas ígneas son inosilicatos. Estos presentan aprecia-
bles variaciones en su composición, como se puede- observar en el
Cuadro 1.5.
Minerales comunes entre los piroxenos son: la augita, Ca (Mg, Fe,
Al) (Al, Sih 06, y el diópsido, Ca2 Mg2 Si4 0 12, que es un caso de cade-
nas simples. J

Como representantes de los anfíboles, dada su gran importancia, se


deben mencionar a:

la hornblenda (Ca, Na, Kh-3 (Mg, Fe, Al)s (Si, Al)a 0 22 (OHh
la tremolita Ca2 Mgs Sia 02 2 (OHh
Filosilicatos importantes son las micas, entre las cuales se pueden
nombrar a:

la muscovita o mica blanca (K, Na)Ah (Sh Al)O, o (OH)2


la biotita o mica negra K (Mg, Fe•2 h(Si,Al)0 10 (OHh
la lepidolita o mica de litio K (Li, Al)l (Si,Al)4 o, o (OHh

La composición de las micas no es tan definida como lo indican


las fórmulas presentadas, sino que ofrece bastante variación. Un buen
resumen actualizado sobre micas en el suelo, se encuentra en Fanning
y Keramidas (23).
Los feldespatos constituyen el grupo más importante de los tecto-
silicatos, contribuyendo con el 59.5% en la composición de las rocas
ígneas. Por tener parte de los silicios reemplazados por aluminios, se lla-
man aluminosilicatos. Esta substitución ocurre en el ámbito de 25 a
50 %de los silicios.
16 Química de Suelos

En las rocas ígneas ácidas los feldespatos más importantes son:


la ortosa u ortoclasa K Al Sb Oa (teóricamente, con 14% de
K).
la albita Na Al Sh Oa (con 8.8% de sodio)
la anortita Ca Ah Sh Os (con 12.4% de calcio).

En general, estos minerales no se presentan exactamente como lo


indican las fórmulas, sino que pueden manifestar una substitución iso-
mórfica. Así, al reemplazar el calcio por el sodio (radios iónicos Na =
mórfica. Así, al reemplazar el calcio por el sodio (radios iónicos Na =
1.96 A, Ca = 2.12 A), gradualmente se forma la serie de las plagiocla-
sas que empieza con el miembro sódico, la albita, y termina con el
miembro cálcico, la anortita.
En las rocas ígneas básicas también se encuentran feldespatos, como
las plagioclasas y otros tectosilicatos -llamados feldespatcides- como
la leucita (KAlSb 06) y la nefelina (KNa3 Al4 Si4 Ot 6 ).
El óxido de silicio es el representante más sencillo de un tectosili-.
cato y se da en rocas y suelos. En los últimos se halla en forma cristalina
y amorfa. El cuarzo es la forma más común de esta substancia; la tridi-
mita (cristalizada en el sistema ortorrómbico) y la cristobalita (en crista-
les tetragonales) son frecuentes en las rocas volcánicas, mientras que la
coesita y la stishovita son minerales poco corrientes.
El ópalo (Si0 2 ·nH2 O) es una variedad hidratada y amorfa de la
sílice, en parte de origen biogénico. Una buena discusión sobre estas
substancias es presentada por Wilding, Smeck y Drees (65).
El cuarzo, que cristaliza en el sistema trigonal, es una forma muy
compacta de la sílice; esto hace que posea una alta densidad específica
(2.65 g x cm- 1 ) y un índice de dureza de siete, lo que explica su gran
resistencia a la meteorización y permite su acumulación en suelos.
Los ópalos contienen hasta un nueve por ciento de agua, pero es fre-
cuente que en ellos se encuentre, además, otras impurezas, particular-
mente en aquellos que forman parte de los suelos.

Minerales primarios diferentes de los silicatos


Además de los silicatos, muy comunes, hay otros minerales que
componen parte de las rocas. Los dos principales grupos mencionados
aquí son los óxidos y los carbonatos; algunos minerales como los fosfa-
tos y los sulfuros, aunque son importantes, se presentan en pequeñas
cantidades en la composición de las rocas.
En el Cuadro l. 7 se muestran las diferentes asociaciones de óxidos
metálicos que se han identificado en suelos. No se incluyen los óxidos
de silicio, ya que fueron previamente analizados en la sección dedicada
a los silicatos. En cada grupo se mencionan solamente algunos de los
representantes más comunes. Las fórmulas representan el caso ideal
existiendo frecuentemente una substitución de un metal por otro de la
misma asociación en un grado mayor o menor.
Los óxidos son productos importantes de la meteorización de los
suelos, la que suele dar por resultado minerales secundarios comunes;
Componentes Inorgánico• del Suelo 17

Cuadro l. 7. Clasificación de los óxidos metálicos presentes en suelos.


(Según MacKenzie (38)).

Grupo Algunos minerales Fórmula

Asociación Boehmita a-AIOOH


Be-Al-Mg Gibbsita a-Al(OH)3

-..--
Asociación
....... <o#.._.....,. 'U.' .... .:t
Brucita
·-"'- ,,,.,'.'-"i .... . -······--~1!~
.......... ~ .... ,___ ._., ,,.,•..,. .............. ,_._,., .......... ~ •• ~

Hematita a-Fe203
""1'1-lllt•• -~~ ..............

Fe-Mn Goetita a-FeOOH


Lepidocrocita 'Y·FeOOH
Pirolusita (3-Mn02

Asociación Rutilo Ti02


Ti-Nb(Ta) Casiterita
..............j.,,... ....,.....
._~- !ti'..,... . . . . . . . .
llmenna
Sn02
FeTi02

.
.-."'·'"~ ~·:·~·; ·~>"':-:?·::•
··~~~·lt.Wt·""· ·~· ...."' .f(J..t· ...
- - _...
,..,
. ._
. __
...........

por esta razón van a ser estudiados con más detalle en la sección de
minerales secundarios.
Los carbonatos son particularmente importantes porque forman
suelos de buena fertilidad. En regiones húmedas, la mayor solubilidad
de los carbonatos, en relación con la de los silicatos, facilita una meteo-
rización más rápida de estos materiales.
·~k..,. ......... ..,-...,..."':'•. ,.._.,.~..... . . .,..,.,. . . .,._,.e,. ,. ""M \'-.... _-. ,..,~.. t""~ .e~ ... ~~. . . .
»11 MlffU~ltA~s PfUMllfiUOS·--. __..... _ ~ ...,,...
EN LA ROCA MADRE ...-...,_.......... ~ .""" .. '"'
La distribución de los minerales primarios en las rocas depende de
la naturaleza química y de las condiciones de formación de estas rocas.
Como se observa en la Figura 1.1, los minerales más comunes en los
silicatos ácidos son: cuarzo, feldespatos y muscovita; con menor
proporción aparecen la biotita, las plagioclasas y los anfíboles. El eje
de la ordenada en la citada Figura indica el porcentaje de volumen, en
que los diferentes minerales contribuyen a los principales tipos de rocas
ígneas. Se puede ver por ejemplo en las rocas ácidas, como el granito,
que el cuarzo contribuye aproximadamente con un 40 %, valor que dis-
minuye hasta desaparecer en el caso de las rocas semibásicas las cuales,
como la andesita, no tienen cuarzo. El silicio se da en estas rocas en los
silicatos como parte de su estructura.
Los feldespatos potásicos, como la ortoclasa, son característicos en
las rocas ígneas ácidas, mientras que otros feldespatos ricos en Na y Ca,
como las plagioclasas, lo son en las rocas básicas. La Figura 1.1 ilustra.
también, sobre la contribución apreciable de los piroxenos y anfíboles
en las rocas de acidez mediana y acerca de la importancia del olivino
únicamente en rocas básicas como el basalto.
Entre las micas, la muscovita de color claro es típica en rocas áci-
das, mientras que la biotita, más oscura. se presenta en las rocas inter-
medias.
18 Química de Suelos

En los suelos, los minerales primarios dependen, por un lado, del


material que le dio origen y, por otro, de los cambios que sufrió dicho
material hasta desaparecer casi completamente, como ocurre en los Oxi-
soles. Cuanto más reciente es un suelo, más evidentes son las propie-
dades de sus materiales iniciales.

METEORIZACION DE MINERALES PRIMARIOS


El proceso
tejppralg§ U ha
~ ~= ::!
W;% ::
esu ti M z;: ;:
~·= -:::;::s: ::=s~" ~~~ spf~ los
MBlt10 ; : Rste p Jb§t>
leva a la desintegración de los minerales primarios y a la formación 'de
un nuevo grupo de minerales designados como secundarios. Estos últi-
mos, generalmente, se presentan en partículas muy pequeñas en el
suelo, en la fracción de las arcillas, y por esta razón se les da el nombre
de minerales de arcilla.
Diferentes autores (14, 35) proponen la distinción entre los fenó-
menos de meteorización que ocurren en la superficie del suelo o cerca de
ella, a los cuales denominan y los proce-
sos que se realizan en capas más profundas -como en el horizonte C o
en los más- a los cuales recomiendan llamar •1!@ ; ; ; ~!! !f !!-
Como muchos procesos se dan en ambas 11111!!1
renciar con precisión entre los dos.
En general, de la meteorización resulta la formación de partículas
más pequeñas, principalmente arcillas, la pérdida de los materiales más
solubles y la síntesis de materiales nuevos, como los minerales secunda-
rios.
Por otra parte,

~-..,.llll!l••••*'· Un fenómeno importante es el que tiene lugar e


regiones secas, con el cambio de volumen que presenta el agua al descon-
gelarse y al formarse sales y soluciones saturadas. Un efecto igualmente
significativo es el que producen las raíces de las plantas cuando al intro-
ducirse en las rocas y expandirse, son causantes de la fracturación.
A continuación se resumen los procesos de meteorización química
según los tipos que proponen Buol, Hole y Me Cracken (14).
Meteorización geoquímica
En este ámbito, las reacciones de oxidación y reducción son de
mucha importancia y debido a que siempre se presentan juntas, se les
designa con el nombre de procesos redox.
Dos cationes, el Fe(II) y el Mn(II), son oxidados aquí si el medio
lo permite. Como ambos fenómenos representan cambios en los tama-
ños de 1os iones formados, se crearán tensiones y distorsiones en los
minerales mediante un proceso de desestabilización que terminará con
su ruptura La biotita, las hornablendas y los piroxenos -minerales
bastante comunes en los suelos, como se vio al principio del capítulo-
sufren estos procesos, descomponiéndose.
Las reducciones son menos frecuentes, ya que requieren la ausencia
de aire y la presencia de reductores tales como la materia orgánica. En
condiciones reductoras, y particularmente si el pH del ambiente es bajo,
los cationes se encontrarán en su valencia mínima de. dos, lo que corres-
Componentes Inorgánicos del Suelo 19

ponde a su estado de máxima solubilidad. Por lo tanto, si el exceso de


agua se acompaña con un buen avenamiento, estos cationes se lavarán.
Cuando no se pierde el agua, como es el caso en condiciones pantano-
sas, el Fe+ 2 puede combinarse con un anión en forma reducida, como el
sulfuro, formándose la pirita. Si los cambios en el transcurso del año se
dan entre condiciones de bueno y mal avenamiento, entonces se for-
mará la lepidocrocita, un óxido de hierro hidratado que da por resulta-
do suelos moteados de color amarillo-anaranjado (29). En estos casos de
redox variables, el Fe(II) se oxida siempre primero y después el Mn(II).
Otro proceso fundamental es la hidratación, la que ocurre cuando
moléculas de agua son incorporadas en los compuestos. Esto sucede
principalmente en la superficie de las partículas, penetrando lentamente
a capas más profundas. Comúnmente la hidratación desestabiliza las
substancias, pero en condiciones secas se produce una reacción co~ la
nNd ·p ?el carácter siguiente:
Caso.. + 2H2 O -Caso.. • 2H2 O
formándose el yeso, un compuesto más estable que la anhidrita.
Otro fenómeno de gran importancia en este ambiente es la hidró-
lisis. En estas reacciones la incorporación de agua en la molécula
original des.c ompone a esta última resultando nuevos compuestos, como
es el caso de la ortoclasa:

El ácido metasilícico que se forma aquí no es estable y se descom-


pondrá formando minerales secundarios de acuerdo con el medio en
que se encuentre.
La descomposición y la síntesis de substancias dependerán en alto
grado de las energí~ involucradas para romper y crear enlaces. Se sabe
por ejemplo que las energías en el enlace SiO, llamado enlace siloxano,
son algunas de las más fuertes; por ello el tetraedro de sílice no se des-
compone fáciimente. /
~eteorización edafogu ímica
Los procesos pertenecientes a este tipo de meteorización, ocurren
en la capa superior de la corteza terrestre en el suelo. Como la mayoría
de los suelos aquella.presenta un ambiente oxidante, en ellos son comu-
nes las reacciones de oxidación como las descritas anteriormente. Estos
fenómenos afectarán los minerales primarios que estén presentes en el
solum y liberarán elementos, los que quedarán expuestos para su ab-
sorción por las plantas y también serán alterados por los procesos de
lixiviación.
Una transformación edafoquímica de suma importancia es la pérdi-
da de aluminio en las redes minerales de arcilla; proceso representado
en forma esquemática en la Figura 1.3.
El esquema presentado en la Figura 1.3 se basa en la observación de
que las arcillas de H no son estables, sino que se transforman en arcillas
de aluminio, como lo indica la amplia evidencia obtenida desde hace
20 Química de Suelos

¡ ~~!a (Si~l~~Ca
........_ ca+ 2

Arcilla (SiAh )H
De~eomposici6n - - - 1 '-H+

~r~~~ (SiAI)AI
j ........___.. Al+l

_
Arcilla (SiAl)H

Descomposición - 11 H+ ..... ... .........


,_:
: Arcilla (Si)Al

Fig. 1.3. Esquema de pérdida de Al y descomposición del aluminosilicato.

treinta años y cuyo detalle se expone en el Capítulo Quinto. Durante


este proceso, como se aprecia en el esquema, se libera aluminio, el que
hidroliza el agua; produce acidez en el suelo, y luego se deposita sobre
las arcillas en el mismo en forma de hidróxido y polímeros de hidróxi-
do.
Otra reacción típica importante es la pérdida de cationes de los sili-
catos, como la m~rma de K en las micas. Un ejemplo de ésta es la for-
mación de un mineral secundario, como la caolinita, según la reacción:

2KA1Sh Oa + llH2 O - Ah Sh Os (OH)4 + 4H4 Si04 + 2KOH

La facilidad con que se meteoriza un mineral es indicada por su


índice de estabilidad, el que permite proponer secuencias de meteoriza-
ción como la sugerida por Goldich, la que se representa esquemática-
mente en la Figura 1.4.
La meteorización Yeso Biotita
disminuye en Halita Glauconita
este sentido Calcita Albita
Apatita

Montmorillonita
Caolinita

Rutilo, Zircón

Fig. 1.4. Esquema de meteorización de Goldich.


Componentes Inorgánicos del Suelo 21

Como se vio en la última reaccwn, los procesos edafoquímicos


pueden conducir a la formación de minerales de arcilla del tipo alu-
minosilicato laminar, como la caolinita.
Las investigaciones desarrolladas en los últimos años han dejado en
claro que, comúnmente, la meteorización involucra conjuntos de reac-
ciones en las que los productos de procesos previos sirven de materia
prima para las síntesis subsiguientes. Es preciso recordar que las leyes
de equilibrio químico son también válidas en estas condiciones; por lo
tanto, para que las reacciones prosigan y se completen, es necesario que
se eliminen los productos resultantes, lo que ya se conoce muy bien en
el caso de la meteorización de minerales de potasio ( 4).

Factores que afectan la meteorización


Las condiciones climáticas y especialmente los regímenes de tempe-
ratura y de precipitación pluvial determinan, en un alto grado, la velo-
cidad de los procesos de meteorización. Se debe recordar aquí la cono-
cida ley química que establece que por cada l0°C de aumento en la
temperatura, la velocidad de las reacciones químicas se duplica y que,
por lo tanto, con temperaturas elevadas mayor será la velocidad de las
reacciones.
Otro factor que favorece los procesos de meteorización consiste en
la eliminación de los productos resultantes, como ocurre en el caso de
un clima húmedo. Con respecto de este factor, las características físicas
y químicas de los minerales primarios ejercen una gran influencia. Ya en
la Figura 1.4 se mostró un ordenamiento de algunos minerales de
acuerdo con su facilidad de meteorización. Un aspecto esencial en este
sentido, lo constituyen las fuerzas de enlace entre los distintos elemen-
tos.

MINERALES SECUNDARIOS DEL SUELO


La meteorización en suelos se realiza a través de un conjunto de
fenómenos de descomposición y de síntesis, los que causan tipos distin-
tos de compuestos: unos que son sencillos, como los óxidos, y otros
muy complejos, como los silicatos laminares (algunos con estructuras
cristalinas bien definidas y otros sin esta propiedad).
Los silicatos son una parte muy importante de estos minerales y se
acostumbra clasificarlos en tres grupos:

Filosilicatos o silicatos laminares; muy importantes en suelos


moderadamente meteorizados, y predominantes en regiones que
han sufrido procesos de glaciación.
Silicatos fibrosos, de especial relevancia en regiones secas como
las de clima mediterráneo.
Silicatos sin estructura cristalina, los cuales se encuentran espe-
cialmente en suelos derivados de materiales volcánicos.

Silicatos laminares
Los silicatos laminares forman cuatro grupos de minerales. Cada
resúmenes recientes que se encuentran en extensas bibliografías se
22 Química de Suelos o

deben mencionar los trabajos de Douglas (20), Mering ( 43) y Walker


(63) sobre vermiculitas; de Borchardt (11), sobre esmectitas; de Dixon
(19), sobre caolinitas; y de Bailey (5) y Bamishel (6), sobre cloritas.
Acerca de silicatos de capa entremezclada, son importantes los trabajos
de MacEwan y Ruiz Amil (37) y de Sawnhey (54). Se menciona a estos
investigadores dentro de la amplia y voluminosa literatura, porque pre-
sentan la información desde el punto de vista de las ciencias del suelo y
no desde el específico ángulo de la mineralogía de arcillas. Además los
trabajos de estos autores incluyen revisiones muy complejas y seleccio-
nadas. Las obras fundamentales en castellano son las de Besoain (9) y
de Malagón (39).
Los silicatos laminares fueron cuatro grupos de minerales. Cada
grupo se caracteriza por tener los mismos elementos fundamentales en
su constitución. Estos son:

Las kanditas o minerales caoliníticos o dimórficos, también


llamados minerales 1 :l. Estos están compuestos por una capa
de tetraedros de sílice formando una lámina, como en los filo-
silicatos, y por una capa de octaedros de aluminio, con la cual
comparten oxígenos.
Los minerales trimórficos o 1 :2. Están formados por dos capas
de tetraedros de silicio unidas a una capa central de octaedros
de aluminio con la cual comparten oxígenos. En este grupo de
minerales se acostumbra establecer dos subdivisiones que son:

* Las esmectitas o minerales montmorilloníticos.


* Las ilitas o micas hidratadas que incluyen las vermiculitas.

Las cloritas o minerales tetramórficos, conocidos como 2:2 o


2:1 :l. Estas substancias están formadas por una estructura tri-
mórfica y una capa adicional octaédrica, como en la brucita o
gibbsita.
Los minerales interestratificados, que comúnmente resultan de
capas entremezcladas de los dos grupos anteriores. En algunos
casos ocurren mezclas entre los tres tipos anteriores.

La composición química de los minerales arcillosos varía dentro de


amplios límites, inclusive dentro de un mismo mineral; estos aspectos
se pueden visualizar en el Cuadro 1.8.
Las diferencias considerables que se observan en el Cuadro 1.8 se
deben a diferentes procesos, como la substitución isomórfica y la reten-
ción de diferentes cationes debido a las cargas de estos minerales.
La naturaleza dioctaédrica de los minerales también contribuye a su
diferenciación química. Es útil recordar que se llaman trioctaédricos los
minerales que tienen un catión en todas las posiciones centrales de los
octaedros; por su parte, a aquellos minerales en que sólo dos tercios de
sus posiciones poseen un catión se les denomina di octaédricos. En estos·
últimos, las cargas de los iones centrales deben balancear, con los iones
cambiables, el conjunto de la fórmula.
Componentes Inorgánicos del Suelo 23

Cuadro 1.8. Variaciones en la composición química de algunos minera-


les arcillosos (56,64). En porcentaje de cada componente.
------------------------Dgkg- 1 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Mineral Si02 Ah 03 Fe2 03 Ti02 CaO MgO K2 O Na2 O

Caolinita 41·47 32-38 0.4-5.7 0.6·2.4 o.1-o.6 -


Montmori·
llonita 47-59 15·27 0.2·12.3- 0.2-3.7 0.01·5.1 0.1·1.3 0.4·1.2
Ilita 50-56 18-31 2----5 0--0.8 0···2 1·-4 4---7 0···1
Vermiculita 33-37 7·18 3-·12 0-0.6 0···2 20···28 0···2 0···0.4
Clorita 29·39 32·52 0.5--5 0.3·1.0 0.2-1.6 0---4.5 0.5·1.6 0.1·0.3

~kanditas
Dos de los minerales de arcilla más comunes, la coalinita y la ha-
loisita, pertenecen a este grupo. El primero es típico de los suelos an-
tiguos, ampliamente meteorizados; se trata de un constituyente común
en condiciones tropicales, pero también en vastas regiones de la zona
templada, como lo es la del sureste de los EE.UU. (58). La haloisita
es un mineral frecuente en suelos de origen volcánico y en las condi-
ciones de un clima que presenta períodos secos y húmedos.
Ambos minerales son dioctaédricos y tienen la fórmula general
Ah Sh 0 5 (OH) 4 • Es conveniente acotar que en el caso particular de
la haloisita, ésta contiene además, un número variable de moléculas
de agua.
Las láminas 1:1 están unidas entre sí por las denominadas fuerzas
de Van der Waals y por enlaces covalentes entre los OH y O superfi-
ciales. Las investigaciones de Giese (27) han demostrado que. el con-
cepto anterior, sobre enlaces de H, no coincide con las estructuras mo-
dernas propuestas para la caolinita, la que, como ya se dijo, es uno de
los minerales más comunes en la fracción de arcilla de los suelos, espe-
cialmente en condiciones climáticas húmedas y calientes; la caolinita
es la arcilla principal de los Ultisoles y es importante en los Oxisoles.
La superficie específica es una de las importantes propiedades de los
minerales de arcilla, por ser ésta el lugar donde ocurren las reacciones
entre arcillas y otros compuestos. En general, la superficie específica de
la caolinita es relativamente pequeña si se la compara con la de otras
arcillas. Aplicando diferentes métodos para determinar superficies, se
han encontrado valores entre cinco y 25m2 g 1 •
Los grupos OH en la superficie de la caolinita permiten una fuerte
adsorción de hidróxi~s de hierro, los que de manera eficiente unen
partículas individuales de ella; estas partículas pueden alcanzar el tama-
ño de arena. Según Oades ( 47), la caolinita puede adsorber esos óxidos
en una proporción equivalente hasta de un 12% de su peso (de la caoli-
nita). La formación de dichas partículas contribuye a una buena estruc-
tura física de los suelos que tienen a la caolinita como arcilla principal.
Es importante considerar que la capacidad de esta última para adsorber
óxidos de hierro disminuye cuando aumenta el pH, llegando a ser muy
reducida en el caso de un pH cercano de siete; la experiencia ha permi-
tido observar que si se encalan suelos caoliníticos que presenten esta
última característica, su estructura se deteriora.
24 Química de Suelos

La capacidad para retener cationes en forma cambiable es una pro-


piedad importante de las arcillas -los mecanismos de este proceso clave
en la química de suelos se discutirán en el Capítulo Cuarto-. La capaci-
dad se expresa por una cantidad determinada de arcilla o suelo. En la
mayoría de los trabajos citados en la bibliografía los valores están indi-
cados en miliequivalentes de catión por 100 gramos de substancia ab-
sorbente; la abreviación usada en castellano para el concepto de capaci-
dad de intercambio catiónico es CIC. Actualmente, esta unidad se ex-
presa en centimoles (cmol) de carga positiva por kilogramo y se abrevia
cmol (+)kg- 1 • Como el centimol es diez veces mayor que el miliequiva-
lente, se aumentó el peso del suelo a un kilogramo, y así un cmol
(+)kg- 1 es igual para los iones a un meq/100 gramo.
La caolinita es conocida como un mineral de baja capacidad de
cambio.
Los minerales puros tienen valores entre seis y diez cmol ( +) kg1 ,
pero Ja forma menos cristalizada en suelos a veces llega a unos 20 cmol
( +) kg- 1 • Esta baja capacidad de retención de cationes es importante en
el manejo de estos suelos.
En la caolinita, el espacio entre láminas es de 0.27 nm y no se
presta para incluir cationes fijables. Én la Figura 1.5 se presenta la
estructura esquemática de este mineral.
Finalmente, es conveniente acotar que la caolinita tiene dos for-
mas isómeras, poco corrientes en suelos: la dickita, que es una forma
mejor cristalizada, y la nacrita, con bajo grado de cristalización.
Por su parte, la haloisita ha sido identificada en muchos suelos deri-
vados de cenizas volcánicas, en sitios con clima húmedo y seco alterno
(12, 15, 29, 43). Un país en el que la haloisita es importante es Panamá,
como lo demuestran Reneau y Fiskell (50).
Existen variedades de haloisita que poseen hasta cuatro moléculas
de agua por unidad. A aquellas formas del mineral que tienen hasta dos
moléculas de agua se les da el nombre de metahaloisitas. No obstante,
las constatáciones de presencia de agua en la haloisita, todavía no ha
podido conocerse el papel que ella juega en la estructura del mineral.
La haloisita se caracteriza además por presentar formas tubulares
que, probablemente; resultan del enrollado de láminas delgadas. Su
estructura esquemática se presenta en la Figura 1.6.
En la medición de la superficie específica de la haloisita se han obte-
nido valores hasta de 40 m 2 • g-1 de arcilla. Los valores detectados para la
capacidad de intercambio catiónico de la haloisita son mayores que los
de la caolinita, del orden de 20 a 25 cmol ( + )kg 1 ; en algunos casos, las
formas más altamente hidratadas "def mineral alcanzan hasta 50 cmol
(+)kg-1.

Los minerales trimórficos


Todos estos minerales se forman en condiciones similares y por eso
es frecuente que varios de ellos se presenten en los mismos suelos.
Seguidamente se analizará el primer subgrupo de los mismos.
a. Las esmectitas. Se les llama también minerales montmorilloníticos,
ya que la montmorillonita es la representante más importante del grupo.·
Componentes Inorgánicos del Suelo 25

60
Enlaces
Hidrogenados

6[0H) }
4 AI Alúmina
4 0+ 2IOHJ AI 20210HJ.

4Si
60

Fig. 1.5. Estructura de la caolinita ( 34).

Enlaces
t t l t Hidrogenados

o o o o 4H20
Enlaces
Hidrogenados

6l0HJ } Alúmina
1
e
4AI
40+2 [OHJ
AI 2 0 2 [0HJ.

4Si
1 60

Fig. 1.6. Estructura esquemática de la haloiaita (34).

Se trata de minerales bastante abundantes en suelos (9, 11, 12, 40, 44);
las partículas que forman, generalmente son de tamaño pequeño y, por
lo tanto, su superficie específica suele ser grande, del orden de varios
cientos de metros cuadrados.
Se sabe que la capacidad de intercambio iónico de estos minerales
es elevada, con valores entre 60 y 150 cmol ( + )kg 1 • Tienen también la
capacidad de absorber agua entre las láminas trimórficas y, por esta
razón, tienden a expandirse. Esta aptitud para hidratarse depende de los
26 Química de Suelos

cationes que saturan las cargas de las arcillas y es particularmente


grande cuando ellas están saturadas de sodio, lo que incluso puede resul-
tar en la dispersión de estas arcillas, creando graves problemas en suelos
que los contienen como componentes principales, como por ejemplo los
Vertisoles.
Una propiedad muy importante de las esmectitas es su poder de ad-
sorción molecular de substancias orgánicas. Esta adsorción frecuente-
mente involucra interacción con los cationes cambiables en estos mine-
rales y con el agua de hidratación de estos cationes.
En el Cuadro 1.9 se presentan las principales variedades de esmecti-
tas y sus fórmulas ideales.

Cuadro 1.9. Fórmulas ideales para las esmectitas.


Catión Catión Uniones Catión
Mineral tetraédrico octaédrico coordinadas cambiable
Montmorillonita Si1 Al4-xM1x 0 20 (0H)4 Ca0·5x
Beidellita Si 8 _xAlx Al4 O:zo(OH)4 Ca0·5x
Nontronita Sia-xAlx Fe4 0 20 (0H)4 Ca0·5x
Saponita Sia-xAlx Mg6 0 20 (0H)4 Ca0·5x

Y 1) La montmorillonita. No obstante la fórmula idealizada que se descri-


be para este mineral en el Cuadro 1.9, existen apreciables variaciones en
su composición química, como se mostró en el Cuadro 1.8. Este fenó-
meno se debe a diferencias en el material parental y al amplio grado de
substitución isomórfica que puede ocurrir en ellos. Como se ve en el
Cuadro l. 9, la mayor substitución corresponde a las posiciones octaé-
dricas, pero como lo indica la variación en el contenido de Si02 ,
también hay substitución de este elemento.
Como consecuencia de lo anterior, la montmorillonita exhibe una
elevada capacidad de cambio éatiónico, del orden de 80 a 150 cmol ( +)
kg 1 ; se le ha detectado además una alta superfice específica, entre 400
y 800 m 2 g- 1 • Esta última característica es la causa de que a pesar de la
elevada capacidad de cambio del mineral, su carga espec1fica por unidad
de superficie sea baja, lo que permite que se expanda al hidratarse. Las
arcillas que poseen esta propiedad, se llaman expandibles, y la existen-
cia de dicha característica en ellas es de gran importancia para su ma-
nejo.
La montmorillonita se forma en suelos bien desarrollados; Borchardt
(11) proporciona un buen resumen sobre su distribución en diferentes
suelos. Las condiciones que facilitan la formación de este mineral son,
por 1.ma parte, la presencia de bastante humedad en por lo menos un
período al año y, por otra, la existencia de un avenamiento que sea
poco eficiente; esta última circunstancia es fundamental para la crea-
ción de una solución del suelo que posea alto contenido catiónico.
Suelos de materiales volcánicos profundos y mal avenados presentan a
veces las condiciones antes estipuladas, y es en esas condiciones, según
Componentes Inor¡ánicos del Suelo 27

Besoain (8), que se forma la montmorillonita.


En el Caribe, según lo informa Ahmad y Jones (2), los Vertisoles se
forman en condiciones variables y tienen a la montmorillonita como la
arcilla más común.
En Centro y Suramérica se ha constatado la presencia de este mi-
neral en muchas condiciones, pero particularmente en los Vertisoles.
En los Alfisoles de la Provincia de Darién, en Panamá, se ha observado
que este mineral es el componente principal de las arcillas (26). En
Costa Rica, él es frecuente en las llanuras costeras del Pacífico, donde
en medio de un clima ústico se presenta junto con otros minerales tri-
mórficos (12).
La Figura l. 7 muestra la estructura esquemática de la montmorillo-
nita.
2) La beidellita. Su fórmula ideal, presentada en el Cuadro 1.9, indica
que la substitución isomórfica principal ocurre en los tetraedros donde
el Al substituye el Si.
Según Borchardt (11), la formación de beidellita se produce a partir
de rocas que contienen micas y cloritas, debido a que en ambas existe la
substitución en los tetraedros que conduce a su formación.
La beidellita es un componente de las arcillas presentes en los Vertí-
soles; un ejemplo son los suelos del Noreste del Brasil, en el Valle del
Río San Francisco, donde este mineral acompaña a la ilita y a la caoli-
nita (31).

n-3
Ca
14 A 0 (0.4 Ca= xo.al
(9.6-18.A0 o más) 3H20

1 60 }
e 4 (Al, Sil S(llce
Beldellita (Si, Alh06
4 O + 2(0Hl } Alúmina
4 (Al, Fe+2 , Mg)
Montmorillonita (Al, Fe, Mg)204IOHI2

40 +2(0Hl
4Sl
60
----------b---------

x0.75 (Sil.S(), Alo.sol (AI¡.ss. Fe021, Mgo.25) O¡o(OHh•x H20

Fig. l. 7. Estructura esquemática de ia montmorillonita ( 34).


28 Química de Suelos

3) La nontronita. Como se observa en la fórmula expuesta en el


Cuadro 1.9, ésta es la forma de Fe(III) de las esmectitas. No debe ser
difícil comprender que se trata de un mineral derivado de las rocas
ígneas básicas, las que son altas en contenido de hierro. La estructura de
la nontronita es dioctaédrica; se cree que su presencia acompaña a la de
la beidellita. .
Muchos minerales en suelos exhiben una substitución parcial de Al
octaédrico por Fe(lll); de este modo son intermediarios en una serie en
la cual la montmorillonita y la nontronita son miembros terminales, el
primero con el componente de aluminio y el segundo con el Fe (III).

4) La saponita. Es la forma magnésica de las esmectitas; su formación


se produce a partir de rocas con alto contenido de Mg, como las ultra-
básicas. Por tratarse de un mineral con un catión divalente, su estructu-
ra tiene forma trioctaédrica; lo que se ve en el Cuadro 1.9, donde apare-
cen seis magnesios en la columna de los cationes octaédricos.

b. Las ilitas y las vermiculitas. Hasta ahora estos minerales han sido
conocidos como mioas hidratadas, ya que según el esquema de la me-
teorización de Jackson (33), forman parte de una secuencia que co-
mienza con las micas y culmina con la montmorillonita, su miembro
final.
Esta secuencia se escribe así:

mica- ilita- vermiculita- montmorillonita.

Los minerales de este grupo, en mayor proporción, están presentes


en la mayoría de los suelos de regiones templadas (52). Como en los
procesos de meteorización antes mencionados se libera potasio, en
muchos suelos estos minerales son la fuente principal de este último ele-
mento; esta forma de manifestación del potasio hace muy difícil medir,
con precisión, su disponibilidad para las plantas.
Las ilitas y vermiculitas en suelos se presentan en tamaños muy dife-
rentes. En muchos de los suelos, estos minerales forman parte de la frac-
ción de limo; en regiones tropicales son componentes de los Inceptisoles
y Entisoles, acompañando frecuentemente a las esmectitas (12).

1) La ilita. Este mineral es el primer derivado de las micas. Como se


puede apreciar en el Cuadro '1.8 y constatar en la literatura (52), la
composición de la ilita es muy variable. Por ser el primer miembro de la
serie de meteorización, este mineral no se encuentra en suelos con alto
grado de desarrollo. En los trópicos se halla en Inceptisoles, Alfisoles y
Vertisoles, y con frecuencia acompañado de la montmorillonita (12). Se
trata de un mineral bastante corriente en condiciones ústicas del suelo.
La capacidad de cambio de la ilita es moderada: entre 10 y 50 cmol
(+ )kg 1 • Debido a la reducida superficie específica que presenta, entre
80 y 100 mg 2 ·g- 1 de arcilla, este mineral tiene una alta carga por
superficie, lo que le permite expandirse como la montmorillonita.
. . Se sabe que la ilita presenta un proceso de retención irreversible del
potasio que se designa como Fijación del Potasio. Aunque este aspecto
Componentes Inorgánicos del Suelo 29

se analizará en detalle en la sección correspondiente a este último ele-


mento, se puede adelantar que este fenómeno se debe a que la posición
en que el K se coloca entre las láminas del mineral, hace que estas últi-
mas lo encierren definitivamente.
Moderadamente, algunos minerálogos de arcilla ponen en duda la
existencia de la ilita como mineral definido y consideran la posibilidad
de que sea un caso de interestratificación (23).

~) La vermiculita. Según Walker (63), este mineral se presenta en todos


los componentes granulométricos de los suelos. Su estructura que es
trioctaédrica en forma macroscópica, es más comúnmente dioctaédrica
en la fracción de arcillas en suelos (20). Se forma en condiciones de
buen avenamiento; su origen se produce, particularmente, a partir de ro-
~gneas básicas.
Según Douglas (20), la vermiculita se encuentra en suelos de diver-
sas condiciones: en climas fríos y calientes, secos y húmedos, y se le
halla en Alfisoles, Inceptisoles, Spodosoles, Ultisoles y Entisoles. El mi-
neral. también se presenta como parte de los minerales interestratifi-
cados .
..__) La vermiculita se caracteriza por una alta capacidad de intercambio
catiónico: entre 100 y 150 cmol (+ )kg- 1 ; para la forma dioctaédrica se
ha informado sobre datos hasta de 250 cmol ( +)kg- 1 • La Figura 1.8
muestra la estructura del mineral.
-) Al humedecerse, la vermiculita tiene cierta capacidad de expansión,
la que, en todo caso, es bastante inferior a la de la montmorillonita.
Similarmente a la ilita, posee una capacidad de fijación de potasio y
amoníaco que debe ser considerada cuando se manejan los suelos en
que está presente y cuando se interpretan datos analíticos sobre los
mismos.
Este mineral se encuentra en muchos suelos del trópico, como por
ejemplo en Alfisolej de Panamá (51) y en suelos aluviales de Colombia
( 43) y de Centroamérica (12). Su presencia se ha identificado también
en M-depts, como los de Panamá (41), Costa Rica (12) y Colombia
(15).
~Las cloritas ~::)_
Se les llama también minerales tetramórficos debido a que se les
considera como minerales trimórficos que poseen una capa octaédrica
adicional.
Entre los exponentes trimórficos, como la vermiculita, y un mineral
propiamente tetramórfico existen formas intermedias en los que la
cuarta capa es más o menos completa. Los cationes principales en la lá-
mina octaédrica adicional son Mg en la brucita o Al o Fe (III). La unión
entre la estructura trimórfica y la cuarta capa, es electrostática; ello se
debe a las cargas negativas que están en la superficie de los minerales tri-
módicos.
Una gran parte de las cloritas en suelos es mineral heredado de las
rocas metamórficas o ígneas que los forman; sólo recientemente se ha
30 Química de Sueloa

O n-3 H 2 0
Mg
o (0.55 Mg = x1 11
14A 3H 20 .
I10-15Al

¡
e
"6101
A1+3SI

40+210HI
61AI,Fe~Fe: Mg)
Tri octaédrico
40+210HJ
AI+3Si
60

x lSi ,Al 1 tAl ,Mg 1 O 10 IOHI 2 • Y H 20


0.33 3.91 0.09 2.50 0.50

Fig. 1.8. Estructura esquemática de la vermiculita


trioctaédrica según Jackson (34).

comprobado que este mineral, en vez de heredarse, también puede for-


marse en los suelos (5).
Resultados obtenidos en los últimos años han indicado que las clo-
ritas son ampliamente abundantes en los suelos, aunque como un com-
ponente menor de las arcillas. Se ha logrado constatar que son más
comunes en Ultisoles y Alfisoles que en otros suelos (6). Han sido iden-
tificados en Panamá (13) y son componentes importantes de los suelos
salinos y alcalinos de Perú (66).
La capacidad de cambio de estos minerales oscila entre 10 y 40
cmol ( + )kg-1 en el ambiente mediano bajo. La estructura es dioctaé-
drica.

Minerales interestratificados o de capas mezcladas


Con cierta frecuencia sucede que, debido a sus estructuras similares,
diferentes minerales de arcilla en suelos forman capas alternas de ellos,
incluso dentro del mismo cristal.
Estos conjuntos de silicatos laminares se denominan minerales ínter-
estratificados; la mezcla que los forma provoca algunas propiedades que
son diferentes a la suma de las propiedades de sus componentes. Sawh-
ney (54) indica que, por ejemplo, la fijación de potasio es más intensa
en relación con la existencia de capas interestratificadas de mica y ver-
miculita, de ~a que ocurrirá por los componentes individuales. De modo
Componentes Inorgánicos del Suelo 31

análogo -y según el mismo autor-, la formación de capas mixtas de


vermiculita y esmectitas aumenta la fijación de P en ellas.
Lás capas pueden estar mezcladas en tres formas principales:

a. interestratificación regular de las capas;


b. capas mezcladas al azar, sin orden; y
c. capas separadas en zonas suficientemente amplias, las que son
identificables por medio de análisis con rayos X.

Entre los ejemplos para el primer caso se puede mencionar la mezcla


regular de capas de mica y vermiculita, y de mica y esmectita, tal como
han sido identificadas en suelos por Mac Ewan y Ruiz Amil ( 37 ).
Interestratificaciones de minerales del tipo 2:1 y 1:1 han sido detec-
tadas en Panamá (13). En suelos guatemaltecos con caliza, Popenoe
( 49) encontró varias interestratificaciones de minerales del tipo 2:1. En
la zona del Atlántico de Costa Rica, Fiskell e Iley (25) comprobaron su
presencia, mientras que en el sur de Panamá, fueron encontradas por
Gamble, Ah Chu y Fiskell (26). En el desierto de Perú fueron identifi-
cadas por Zavaleta ( 66).
Mac Ewan y Ruiz Amil (37) indican que, en general, los minerales
interestratificados son menos comunes en suelos del trópico que en los
de regiones templadas.

Minerales fibrosos
Estos minerales se presentan en suelos con pH alto, los que se dan
comúnmente en regiones secas donde no hubo procesos de meteoriza-
ción ácida. Dos condiciones adicionales fomentan la formación de mine-
rales fibrosos, tales son, por una parte, la presencia de carbonatos y, por
otra, la existencia de una adecuada salinidad del suelo. Su ambiente
natural lo constituyen los Aridisoles.
Estos minerales exhiben una estructura fibrosa bajo el microscopio
electrónico. El más conocido entre ellos es la paligorskita, antes llama-
da atapulgita debido a que su lugar de origen como mineral puro es
Attapulus (Georgia, EE.UU.).
La forma estructural de la paligorskita es:

Mgs Sia O 20 (OH)4 AH2 O.

También ha sido identificada en suelos de la región mediterránea,


cuya investigación en los últimos años ha incrementado la información
sobre este mineral ( 47, 67).
Existe un informe sobre la presencia de atapulgita, como de sepia-
lita (30), en suelos calcaieos de la región de Las Cruces, en Nuevo
México. Se ha encontrado atapulgita, también, en suelos derivados de
areniscas calcáreas en el Estado de Sao Paulo, en Brasil; Lepsch, Buol
y Daniels (36), fueron quienes detectaron allí la presencia de este
mineral e informan que éste se meteoriza dando lugar al aparecimiento
de esmectitas.
La sepiolita es poco frecuente en suelos. Su fórmula ha sido pro-
puesta como sigue: Mga Siu 03o(OH)4 1(0H 2 ) 4 • 8H2 O. Se la ha encon-
32 Química de Suelos

trado en Nuevo México y Australia en suelos con relaciones de agua po-


co corrientes (30}. Se cree que la presencia en suelos tanto de sepiolita
como de paligorskita, se debe al desarrollo de su material matriz; es
decir, constituyen minerales heredados.
La superficie específica de los minerales anteriores es grande. Las me-
diciones realizadas demuestran cifras del orden de 140 a casi 400m 2 por
gramo de arcilla. Esta gran superficie es, posiblemente, la explicación de
la intensa retención de agua que se verifica en los suelos con sepiolita.
La capacidad de cambio es entre baja y mediana, mostrando la pali-
gorskita valores menores que la sepiolita; los datos logrados van de
cinco a 45 cmol ( + )kg- 1 , según lo informan Zelazny y Calhoun (67).
Las pirofilitas y el talco - aunque este último es poco comun en
suelos-, también pertenecen a este grupo de minerales.
La pirofilita ha sido identificada en Oxisoles y Ultisoles de Colom-
bia y Brasil; así lo indican León (35}, Moura y Buol (45), y Cort~z y
colaboradores (18). Ambos minerales se caracterizan por una muy baja
capacidad de cambio.
Las zeolitas son el tercer grupo de minerales fibrosos. Estas presen-
tan una gran variedad química; algunas de ellas, incluso, son considera-
das minerales individuales. En suelos, las zeolitas son poco corrientes y
se dan cuando aquellos tienen un pH superior de nueve y contienen car-
bonato sódico (67).
Las zeolitas poseen áreas superficiales grandes, del orden de 800m 2
g- 1 , y también exhiben una muy alta capacidad de cambio: entre 100 y
300 cmol ( + )kg- 1 •

Silicatos sin estructura cristalina


Estos minerales no poseen la característica tridimensional regular
de los cristales, aunque presentan ciertas regularidades en su estructura,
especialmente sobre distancias cortas. Se acostumbra considerar no cris-
talinas o amorfas a aquellas substancias en las que -con los instrumen-
tos a disposición, sobre todo equipo de rayos X- no se puede detectar
una estructura cristalina. Se ha observado que no existe una marcada
línea divisoria entre los minerales cristalinos y aquellos sin estructura de
ese tipo.
Se examinarán aquí los minerales siguientes:

alofán
hissingerita

imogolita Ah 03 • Si02 • 2,5H2 O

La imogolita consiste de unidades paracristalinas monodimensiona-


les similares al alofán. Estas dos substancias son importantes en suelos ,
derivados de cenizas volcánicas y piedra pómez meteorizada. La forma-
ción es favorecida por un clima húmedo y muy húmedo, ya que en
condiciones de sequedad y húmedas alternas, se induce la formación de
minerales cristalinos y especialmente de la haloisita ( 49).
Componentes Inorgánicos del Suelo 33

El alofán
Aunque diferentes autores usan el término alofán en forma distin-
toa, aquí se empleará la definición de Besoain (8) según la cual "El alo-
fán es un término general que designa un alumino-silicato 1}9 criwuino
o poco cristalino, más ordenado que el vidrio, altamente hidratado,
amorfo a rayos X, ~n una composición variable, pero formada básica-
mente por óxido de alununio:Sílice yaguíl, siendo la razón molecular
de Si02 /Ah 03 entre 0.5 y 2".
Bajo el microscopio electrónico este mineral aparece como un
conjunto de partículas esferoides que forman agregados irregulares muy
pequeños.
La superficie específica del alofán es muy grande, del orden de
500 m 2 g 1 ; se sabe, además, que el material tiene una gran porosidad.
Ambas propiedades explican la gran capacidad de adsorción de esta
substancia.
Las propiedades de cambio de este mineral dependen del pH del
medio. En un medio fuertemente ácido predominan las cargas positivas
del sistema y el material presenta una fuerte adsorción de aniones,
-alrededor de 50 cmol ( +)kg- 1 es negativo- con adsorción desprecia-
ble de cationes. Por el contrario, en medios con pH alto, aumenta la
c~a negativa, lo que resulta en la adsorción de más de 100 cmol ( +)
kg- mientras que desaparece la de aniones.
Según Wada (59), la interacción de aniones con el alofán involu-
cra tres reacciones diferentes; adsorción no específica, adsorción espe-
cífica y descomposición de los materiales adsorbentes causada por los
iones adsorbidos.
La primera de las reacciones mencionadas es adsorción electros-
tática, debido a las cargas positivas en la superficie del mineral.
La adsorción específica se refiere a la incorporación del anión en
la capa de coordinación de un átomo de Al o Fe; evidentemente estos
aniones no serán cambiables. Se sabe que en los diferentes fosfatos, el
fluoruro, el silicato, el arsenato, el selenita y el molibdato, son algunos
de los aniones los que entran en adsorción específica. Como resultado
de estas reacciones, como es bien conocido, los suelos con alofán in-
movilizan grandes cantidades de aniones, lo que es de considerable im-
portancia para su abonamiento.
Por medio de la tercera reacción, como lo demostr6 Wada (59),
ocurre una transformación del alofán con los fosfatos en tarakanitas.
. . También se sabe que cuando aniones fuertemente adsorbidos con
fluoruro son agregados al suelo se liberan amplias cantidades de OH.
Fieldes y Perrott (24) propusieron aprovechar esta reacción como prue-
ba rápida para el alofán en suelos. La prueba consiste en agregar 50 mi
de NaF IN a 1 gramo de suelo; si en el término de dos minutos el pH
llega a 9.4 o más, quiere decir que el suelo tiene un apreciable conteni-
do de alofán.
- El alofán es un fuerte adsorbente de substancias orgánicas. Se cree
que las llamadas fuerzas de Van der Waals tienen un papel importante
en esta adsorción. Como resultado, la degradación de substancias orgá-
nicas puede ser retrasada, como lo demuestra la acumulación de materia
orgánica en los horizontes A. Parece que la presencia de Al en forma
34 Química de Sueloa

' moderadamente soluble, contribuye a esta estabilización, según lo de-


mostraron Wada e Higoshi (61).
Este mineral se encuentra en suelos con baja densidad específica y
alta capacidad de retención de agua. El análisis mecánico de estos suelos
es muy difícil debido a la formación de agregados secundarios. Si se les
seca al aire se puede destruir gran parte, pero no toda la materia orgáni-
ca presente, con H2 02 .
~ El alofán es un mineral característico de los suelos derivados de
cenizas volcánicas. Los Andepts son típicos en las cadenas volcánicas
de toda América; en Centroamérica han sido ampliamente identificados,
igual que en Colombia y Chile (1, 7, 8, 10, 12, 15, 25, 26 36, 43).

La hissingerita
Como se observa en su fórmula, este mineral es el análogo del alo-
fán, en el cual el Fe(III) substituye al Al. En la práctica, se considera
a los dos minerales como formas extremaa de una serie de composicio-
nes intermedias, en gran parte dependientes de la composición del mate-
rial inicial de las cenizas. Las propiedades son virtualmente semejantes
a aquéllas del alofán expuestas anteriormente.

La imogolita
Este mineral consiste en unidades de estructura donde predomina
una dimensión, presentándose en formas filamentosas con diámetros
entre diez y 30 nm y unas mil veces más largos. La superficie específica
de la imogolita es posiblemente la más alta de todos los minerales, entre
1 400 y 1 500m 2 g-\ según Wada y Harvard (60).
Con frecuencia, acompaña al alofán en Andosoles, como por ejemplo
lo demostraron Aomine, Inoue y Mizota (3) en el caso de los trumaos
de Chile.

OXIDOS Y OXIDOS HIDRATADOS EN SUELOS


Estos compuestos surgen como resultado de los procesos de meteo-
rización de suelos, especialmente de aquéllos que se dan en estados
avanzados de su desarrollo, como en el caso de los Oxisoles y Ultisoles.
Como la división entre óxidos, hidróxido& y oxihidróxidos no es
muy definida, aquí se les examinará en conjunto. Se verán los derivados
oxigenados de los cationes de Al, Fe, Mn y Ti en suelos. Un resumen
de estos compuestos se presenta en el Cuadro 1.10. En él se puede ob-
servar que hay una gran variedad y variación de compuestos que pueden
ser componentes principales de la fracción inorgánica del suelo, como
en el caso de los Oxisoles.

Oxidas de aluminio
Cuando los silicatos se descomponen por medio de los procedi-
mientos de meteorización, el aluminio precipita primero como gibbsita
debido a la gran insolubilidad de ésta. La precipitación inicial -que se
puede escribir Al(OH)3 • 4H2 o- incluye un volumen apreciable de
agua y en genera} es amorfo. Con el tiempo ocurre una cristalización y
se forman octaedros que tienen el Al como átomo central y entre dos
láminas de hidróxidos, en forma dioctaédrica.
Componentes Inorgánicos del Suelo 35

Hierro Aluminio
Nombre Fórmula Nombre Fórmula
Goetita aFeO( OH) Boehmita 'Y -Al (OH)
Lepidocroci ta -y FeO( OH) Diaapora a -Al (OH)
Magnetita Fe3 0 4 Gibbaita o -y-Al (OHh
Hidrargilita
Hematita aFe 2 0 3 Bayerita a-Al (OHh
Maghemita -yFe 2 0 3 Corindón a -AI 2 0 3
Ferrihidrita 5Fe 2 0 3 • 9H20

Manganeso Titanio
Nombre Fórmula Nombre Fórmula
Criptomelano KMgs016 Rutilo Ti0 2
Manganita -yMnO(OH) Anataaa Ti0 2
Hauamannita Mn 3 0 4 Ilmenita Ti0 2 Fe0
Bi.xbita a(Fe,Mnh0 3
Piroluaita {3Mn0 2

La gibbsita es un mineral que a 25°C presenta una solubilidad de


1.9 • 10"" 33 ; se trata, además, de la única forma común en suelos, alcan-
zando hasta el 30 % en algunos Oxisoles, de acuerdo con el resumen
sobre óxidos de aluminio publicado por Hsu (31).
En condiciones metamórficas de calentamiento a bajas temperatu-
ras, la gibbsita puede deshidratarse y formar boehmita. Esta última y
los otros óxidos, excepto la gibbsita, no son comunes en suelos.
El hidróxido de Al es un poderoso adsorbente de aniones, los cuales
se unen con fuerzas variables. El fosfato es el más retenido; el segundo
lugar lo ocupa el sulfato. Hsu propone un esquema que clasifica los
aniones adsorbidos por hidróxidos de Al, en las siguientes cuatro
categorías (31) :

a. Aniones con afinidad débil, como N03- o cr, los cuales están
presentes sólo en la capa difusa alrededor de las arcillas, excepto
en sistemas totalmente deshidratados.
b. Aniones con afinidad moderada como el sulfato. Este último
anión presenta quemisorcibn sobre la superficie del hidróxido
de Al y cambia las aguas presentes en una aparente liga. Estos
intercambios ocurren solamente en el ácido, a partir de la carga
potencial cero de la gibbsita.
c. Aniones con afinidad fuerte, como los fosfatos. Aquí la afinidad
para el Al+ 3 es lo suficientemente fuerte como para substituir
el OH y liberar hidrógenos del fosfato; por esta razón la adsor-
ción ocurre en todos los ámbitos de pH.
36 Química de Suelos

d. Aniones con una afinidad muy fuerte, como el fluoruro. Estos


no solamente remueven OH de la superficie, sino que pueden,
además, romper enlaces Al-OH-Al, destruyendo la estructura.

Como resultado de la acción del fosfato se han obtenido rupturas


similares a las que producen los aniones de la categoría cuatro. Este
fenómeno suele ocurrir, especialmente, en la vecindad de abonos apli-
cados; es decir, en condiciones de alta concentración de fosfato.
También se sabe que los óxidos de Al contribuyen a la estabiliza-
ción de los agregados del suelo. Se supone que en este aspecto, son im-
portantes las interacciones con la materia orgánica; Edwards y Bremner
(21) han propuesto el siguiente esquema de unión para aplicar el fenó-
meno:

arcilla-(Al, Fe)-materia orgánica-(Al, Fe)-arcilla

Oxidos de hierro
Al meteorizarse, muchos minerales primarios -como las biotitas,
piroxenas y olivinos- liberan hierro, el cual comúnmente se oxida al
estado de Fe (III) en este ambiente.
Los óxidos de hierro se presentan, en este medio, en forma bien
distribuida, con lo cual contribuyen a determinar, decisivamente, el
color de los suelos; también se pueden presentar en forma acumulada,
como concreciones exclusivas de hierro o mezclas de hierro con otros
cationes como el Mn. Estos óxidos tienen una apreciable influencia
sobre las propiedades químicas y físicas de las tierras en que se presen-
tan en proporciones altas. Los óxidos de hierro son sitios de adsorción
que deben ser tomados en cuenta por aniones y cationes; de este modo
influyen en la nutrición de plantas.
Una forma muy común del óxido de hierro es la goetita, la que cris-
taliza en agujas y le da al suelo colores pardoamarillentos; una variedad
muy finamente dividida y altamente hidratada es la limonita, la que da
colores amarillentos. La goetita está muy difundida pero es un compo-
nente particularmente importante de los Oxisoles. Presentándose en to-
das las condiciones climáticas, se forma al precipitarse Fe (III) de sus solu-
ciones o al oxidarse el Fe (II), esto último especialmente en presencia de
carbonatos.
La segunda forma común de los óxidos de Fe es la hematita, la que
forma cristales laminares de color rojo sangre. Es muy frecuente en sue-
los bien desarrollados y en condiciones relativamente secas. En aquellas
regiones donde se dan tanto la goetita como la hematita, la presencia de
la última caracteriza las partes más calientes y más secas.
La ferrihidrita aparece en los suelos cuando el hierro se oxida y pre-
cipita en presencia: de altos niveles de materia orgánica. Es común que, a
la larga, se transforme en otros óxidos, de acuerdo con el ambiente del
suelo.
La lepidocrocita se forma en suelos hidromórficos en ausencia de
carbonatos, se la reconoce por su color anaranjado.
Componentes Inorgánicos del Suelo 37

La maghemita es común en suelos fuertemente meteorizados, en un


clima tropical y subtropical, particularmente con rocas ígneas básicas.
Es de color pardorojizo y presenta ferromagnetismo. La formación de
este mineral -aún no muy bien comprendido- requiere altos niveles de
Fe.
La magnetita es un producto residual que a veces se encuentra en
los suelos, como resultado de la meteorización. Dada su gran estabili-
dad, este mineral puede acumularse en cantidades apreciables en suelos
fuertemente meteorizados.
En general, los óxidos de Fe tienen bajas capacidades de cambio,
y sus cargas son dependientes del pH del medio. Son, no obstante,
poderosos adsorbentes de aniones y de cationes, particularment~ de oli-
goelementos. .
Existe vasta información pormenorizada sobre la química de los
óxidos de Fe; para estudiarlos aquí, se recomienda el resumen de
Schwertman y Taylor (56).

Oxidos de manganeso
Cuando se meteorizan silicatos que contienen Mn -como anfíboles
y piroxenas- se oxida este último elemento y se forman precipitados
oscuros y complejos.
De acuerdo con McKenzie ( 41) hay dos razones que explican la
importancia de los óxidos de manganeso como componentes de los sue-
los. La primera razón es que el Mn es un nutrimento esencial para las
plantas, siendo su disponibilidad controlada en gran parte por procesos
de redox en suelos que involucran estos óxidos; los detalles de estos
procesos se discutirán en el Capítulo Doce. La segunda razón es que los
óxidos e hidróxidos de Mn tienen una apreciable capacidad para adsor-
ber elementos pesados y de este modo pueden controlar su disponibili-
dad para las plantas; esto es especialmente importante en el caso del
cobalto, elemento esencial para la nutrición animal. Comúnmente, estos
óxidos se presentan en forma de depósitos sobre otras unidades en
suelos, con frecuencia mezclados con óxidos de hierro en módulos.
La mineralogía de los óxidos ·de Mn es complicada. Aunque Mc-
Kenzie indica a catorce de ellos ( 41), sólo tres -la biemesita, de compo-
sición variable, la litoforita [(Al, Li) Mn02 (OHh] y la hollandita (Ba2
Mna Ü16 ) - se identifican como los óxidos cristalinos más comunes en
suelos; otras variedades como la pirolusita (Mn02 ) y la todorokita
-·también llamada buserita y de composición variable- se presentan
con menos frecuencia.
Los minerales de manganeso en los suelos tienen una alta superficie
específica y poseen una carga negativa apreciable; esto contribuye a su
capacidad de concentrar oligoelementos, en niveles muy superiores a los
que se encuentran en el suelo que los rodea.

Oxidos de titanio
La meteorización de silicatos que contienen Ti, como la anfibolita,
libera este último elemento; el que comúnmente precipita como Ti02 .
La anatasa -que representa la forma sec.updaria del óxido de Ti- se
forma por su síntesis en el suelo. El rutilo, mientras tanto, es residual.
38 Química de Sueloa

Debido a que el rutilo y la ilmenita son minerales muy resistentes a la


meteorización, se acumulan en suelos fuertemente desarrollados, en los
que su concentración puede alcanzar una proporción muy elevada.
En esta segunda edición se decidió no examinar los métodos para
determinar los minerales secundarios, en consideración con el hecho de
que ya existe una apropiada literatura en castellano que lo hace, como
los trabajos de Besoain (9) y de Malagón (39).
Componentes Inorgánicos del Suelo 39

RESUMEN
a. Se inicia este capítulo con una descripción de los materiales de los
cuales se derivan los suelos y un examen de las principales forma-
ciones de rocas que componen la superficie terrestre. Se presenta
infonnación sobre las rocas más importantes y su constitución por-
centual, analizándose con más detalle las rocas ígneas y su composi-
ción química en comparación con la del total de los suelos.

b. También se exponen datos sobre los otros componentes de la corte-


za, como las rocas sedimentarias y metamórficas.

c. Una sección del capítulo se dedica al estudio de los minerales prima-


rios en los suelos, haciendo énfasis en los silicatos, sus estructuras y
distribución en la roca madre.

d. En otra sección se suministra información sobre la meteorización de


los minerales primarios, incluyendo los procesos principales de la
meteorización geoquímica como de la meteorización edafoquímica
Se consideran los factores que influyen sobre estos procesos y la
resistencia de los minerales a ellos.

e. Los minerales secundarios principales, tanto cristalinos como amor-


fos, son tratados con bastante detalle, destacándose sus propiedades
químicas y las consecuencias de ellas para el manejo de los suelos.
Se presenta información sobre la existencia de estos minerales en di-
ferentes suelos, especialmente en los de América Central. Se incluye
aquí bibliografía reciente sobre grupos de minerales poco estudia-
dos previamente, como los minerales fibrosos, los que no solamente
contribuyen a la formación de suelos en regiones muy secas, sino
también a la de otros, como parecen demostrarlo investigaciones
realizadas en los últimos años.

f. Finalmente se analizan los óxidos y óxidos hidratados en los suelos,


cuya importancia se constata en forma creciente.
40 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA
l. AGUILERA, N. Diatribuci6n geolll'áfica y características de los suelos deriva-
dos de cenizas volcánicas de México. In Panel sobre suelos derivados de
cenizas volcánicas de América Latina, Turrialba, Costa Rica, 1969. pp.
A.6.1-A.6.12.

2. AHMAD, N.; JONES, R.L. Geneaia, chemical properties and mineralogy of


Caribbean grumosoia. Soil Sci. 107(3): 166-174. 1969.

3. AOMINE, S.: INOUE, A.; MIZOTA, C. Imogolite of Chilean volcanic aah


soils. Clay Science (Japan) 4: 95-103. 1972.

4. BACH, R. Mineralogy of soil potassium. Report on the First Working Session.


In Potassium in soils, Proc. 9th Colloquium of Internl. pp. 67-71. Potaa-
sium Inst., Landahut, Alemania Federal, 1972.

5. BAILEY, S.W. Chlorites. In Gieaeking, J.S., Ed., Soil Componenta, v.2 Inor-
ganic Components, New York, USA,Springer Verlag, 1975. pp. 91-263.

6. BARNISHEL, R.I. Chlorites and hydroxy interlayered vermiculite and amecti-


te, In Dixon, J.B. y Weed, S.B., Eds. Minerals in soil environments. Madi-
son, U.S.A., Soil Sci. Soc. Am. Publ., 1977. pp. 331-356.

7. BESOAIN, E. Volcanic ash solla of Chile. In Meeting on the classification


and correlation of soils from volcanic aah. F AO-UNESCO World Soil
Resources Report n°14, 1964. pp. 92-93.

8. • E. Mineralogía de arcillas de algunos suelos volcánicos de Costa


Rica. In Blasco M. y Guerrero, R. Eds. 11 Panel sobre suelos volcánicos de
América. Pasto, Colombia, Univ. de Nariño, IICA, OEA, 1972. pp. 249-
278. .
9. E. Mineralogía de arcillas de suelos. Costa Rica, Editorial IICA.
1985. 1205 p.

10. BLASCO, M.; WEIR, A.H.; CATT, J.A.; OMEROD, E.C. Mineralogy of the
soils of the Río Cauca Valley, Columbia. Turrialba 19(3):332-339. 1969.

11. BORCHARDT, G.A. Montmorillonite and other smectite mineral&. In Dixon


J.B., y Weed, S.B., Eda. Minerals in soil environments. Madison, USA, Soil
Sci. Soc. Am. Publ. 1977. pp. 293-330.

12. BORNEMISZA, E. Minerales de arcilla en suelos centroamericanos y de Pana-


má. Turrialba 19:97-102. 1969.
13. BROWN, J.W.; WOLFSCHOON, T.A. Some chemical and physical propertiea
of representative soils of the Republic of Panama. Madison, USA, 7th
Internl. Congr. Soil Sci., 4:271-277. 1960.

14. BUOL, S.W.; HOLE, F.D.; MC CRACKEN, N.J. Soil genesia and claasification.
Ames. Iowa, USA, Iowa State Univ. Presa, 1973. 360 p.

15. CALHOUN, F.G.; CARLISLE, V.W.; LUNA, C. Properties and genesia of


selected Columbian Andoaols. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 36:480-485. 1972.

16. CLARKE, F.W. The data of geochemistry. 5 ed. US Geological Survey Bull. no
770,1924.p. 841.
17. COLLINS, G. In Blake, A., Ed. Principies of agriculture, Sidney, Sidney Univ.
Press, 1968.
Componentes Inorgánicos del Suelo 41

18. CORTEZ, R.B.; JIMENEZ, J.; REY, J.A. Génesis, claaificación y aptitud de
explotación de algunos suelos de la Orinoquia y la Amazonia colombianas.
Bogotá, Univ. de Bogotá, J.T. Lozano, 1973. 185 p .
19. DIXON, J.B. Kaolinite and serpentine group minerals. In Dixon, J.B. y Weed,
S.B. Eds. Minerals in soil environments. Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am.
Publ., 1977. pp. 357-403.
20. DOUGLAS, L.A. Vermiculites. In Dixon, J.B., y Weed, S.B., Eds. Minerals in
soil environments, Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am. Publ., 1977. pp. 259-
292.
21. EDWARDS, A.P.; BREMNER, J.M. Microagregatea in soils, J. Soil Sci. 18:64-
73. 1967.
22. EL-NAHAL, M.A.; WHITTING, L.D. Cation exchange behaviour of zeolitic
sodic soil. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 37:956·958. 1973.

23. FANNING, D.S.; KERAMIDAS, V.Z. Micas. In Dixon, J. B. y Weed, S. B. Eda.


Minerals in soil environmenta. Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am. Publ.
1977. pp. 195-258,

24. FIELDES, M.; PERROTT, U.W. The nature of alophane in soils. Part 3. Rapid
field and laboratory test for allophane. New Zealand J. Sci. 9:623·629.
1966.

25. FISKELL, J.G.A.; ILEY, J.R. Report on the clay fractlon of Costa Rican
soils. Mimeo Report, Gainesville, Fla., Univ, of Florida, 1961. sp.

26. GAMBLE, J. T.; AH CHU, R.; FISKELL, J.G.A. Soils and agriculture of
Eastern Panama and Northweatem Columbia. Bioacience (USA) 19(6):
529-531. 1969.

27. GIESE JUNIOR, R.F. Interlayer bonding in Kaolinite, dickite and nacrite
clays. Clay Mineralogy 21: 145·149. 1973.

28. GONZALEZ·BONORINO, F. Introducción a la geoquímica. Washington, OEA,


Programa Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico, 1972. 140 p.

29. HARDY, F. Suelos tropicales (Pedología Tropical) con énfasis en América.


México D.F., Herrero Hnos. 1970. 334 p.

30. HOROWITZ, A.; MAKITIE, O.A. Obaerva~oes sobre algumas argilaa dos solos
do Nordeste. l. Solos de regiio do medio Sao Francisco. Ministerio de
Agricultura, Inst. de Pesquisas e Experimenta~o do Nordeste. Boletín Téc·
nico n°21, 1963. 36 p.

31. HSU, P.H. Aluminum hydroxidea and oxyhydroxidea. In Dixon, J .B. y Weed
S.B. Eda. Minerals in soil environmenta. Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am.
Publ., 1977. pp. 99-143.

32. JACKSON, M.L. Frequency distribution of clay minerals in major great soil
groups as related to factora of soil formation. 6th Conf. Clays and clay
Minerala. Nueva York, USA, Pergamon Presa, 1969. pp. 133-146.

33. . Chemical composition of soils. In Bear, F.E., Ed. Chemistry of


the aoil. 2 Ed. Nueva York, Reinhold Publ., 1964. pp. 71-141.

S4. ; SHERMAN, G.D. Chemical weatherin¡ of mineral aoils. Adv.


Agron. 5:219·318. 1953.
42 Química de Suelos

36. LEON, A. Estudios químicos y mineral6¡icos de diez suelos colombianos.


Agric. Trop. (Colombia) 20:442·461. 1964.
36. LEPSCH, T.F.; BUOL, S.W.; DANIELS, R.B. Soil·landscape relationahips in the
Occidental Plateau of San Paulo State, Brazil- 11. Soil morphology,-gene-
siaand clauificatlon. Soil Sci. Soc. Am. J. 41(1): 109·116. 1977.

37. MAC EWAN, D.M.C.; RUIZ AMIL, A. lnterstratified clay minerals.In Giesek-
in¡, J.E. Ed. Soil Components, c.2, Inorganic Components, Nueva York,
USA, Sprin¡er Verlag, 1976. pp. 265-334.

38. MACKENZIE, R. C. The clauification of soilsilicates and oxides. In Gieseking,


J.E. Ed. Soil Components, v.2, lnor¡anic Components, Nueva York, USA,
Springer Verlag, 1975. pp. 1·26.

39. MALAGON CASTRO, D. Fundamentos de mineralo(la de suelos. Mérida,


Venezuela, Centro Interam. para el Desarrollo Inte~ral de Aguas y Tierras.
1979. 747 p.
40. MARTINI, J.A. Chemical, mineralogical and physlcal properties of seven
surface solla from Panama with special reference to cation exchange
capacity and potassium status. Ph. D. Dissertation, N. Y. Cornell Univ.,
1966. 190 p.
41. MC KENZIE, R.M. Man¡anese oxides and hydroxidea. In Dixon, J.B., Weed,
S. B., Eds. Minerals in soil environments. Madison, USA, Soil, Sci. Soc.
Am. Publ. 1977. pp.181-193.
42. MEJIA, G.; KOHNKE, H.; WHITE, J.L. Clay mineralogy of certain soils of
Colombia. Soil Sci. Soc. Am., Proc. 32(5):665·670. 1968.
43. MERING, J. Smectites. In Gieseking, J.E. Ed. Soil Components, v.2, Inorganic
Componenta, Nueva York, USA, Springer Verlag, 1976. pp. 97-119.

44. MOHR, E.C.J.; BAREN, F.A. VAN. Tropical aoils. N.Y. lnterscience, 1954.
498 p.
45. MOURA FILHO, W.; BUOL, S.W. Studiea of a Latosol Roxo (Eutrustox) in
Brazil: Clay Mineralogy. Experientiae 13: 218-234. 1972.
46. MUIR, A. Notes on the soils of'Syria. J. Soil Sci. 2: 163·183. 1951.

47. OADES, J.M. The nature and distribution of iron compounds in soil. Soils
Fert. 26:69·80. 1963.

48. PARFITT, R.L.; RUSSELL, M.; ORBELL, G.E. Weathering sequence of soils
from volcanic aah involvin¡ allophane and halloysite, New Zealand. Geo-
derma 29: ·U-57. 1983.
49. POPENOE, H. Effects of shifting cultivation on natural soil constituents in
Central America. Ph.D. Dissertation. Univ. of Florida, 1960. 164 p.
50. RENEAU JUNIOR, R. B.; FISKELL, J.G.A. Mineralogical properties of clays
from Panama soils. Soil Sci. Soc. Am., Proc. 36(3): 601·606. 1972.

61. RICH, C. l.; REINCHENBACH, H. GRAF VON. Fine grained micas in soils. In
Giesekin¡, J.E., Ed. Soil Components, v.2, Inorganic Components, Nueva
York, USA, Springer Verla¡, 1975. pp. 69-96.

52. ROGERS, L.E.R.; QUIRK, J.P.; NORRISH, K. Occurrence of an aluminum-


sepiollte in a soil having unusual water relationships. J. Soil Sci. 7:177-
184. 1966.
Componentes Inorgánicos del Suelo 43

63. RONOV, A.B.; YAROSHEVSKY, A.A. Chemical composition of the Earth's


crust. In Hart, P.J., Ed. The Earth's Cruat and Upper Mantle, USA, Am.
Geophys. Union, 1969. pp. 37·57.

54. SAWNHEY, B.L. Interstratification in !ayer silicates. In Dixon, J.B., y Weed,


S. B. Eds. Mineral& in soil environments. Madiaon, USA, Soil Sci. Soc. Am.
·Publ. 1977. pp. 405·434.

65. SCHEFFER, F.; SCHACHTSCHABEL, P. Lehrbuch de Bodenkunde. 11 ed.,


Stuttgart, F. Enke, 1982. 442 p.

56. SCHWERTMAN, U.;TAYLOR, R.M. Iron oxides. In Dixon, J.B., y Weed, S.B.,
Eds. Minerals in soil environments. Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am. Pub!.
1977. pp. 145·180.

57. SWINDALE, L. D. The cristallography of mineral& of the kaolin group. In Gie·


aeking, J.E. Ed. Soil Components, v.2, Inor¡anic Components. Nueva
York, USA, Springer Verlag, 1975. pp. 121·154.

58. VAN DEN HEUVEL, R.C. The occurrence of sepiolite and attapulgite in the
C4llcareous zone of a soil near Las Cruces, New Mexico. Clays. Clay Miner.
13: 193·207. 1966.
59. WADA, K. Reaction of phosphate with allophane and halloysite. Soil Sci. 87:
325·330. 1959.
60. HARV ARD, ·M. E. Amorphous clay constituents of soils. Adv.
Agron. 26: 211·260. 1974.

61. ; HIGOSHI, T. The categories of aluminum iron·humua complexea


in Ando aoila determined by aelective di8Solution. J. Soil Sci. 27: 357 ·368.
1976.

62. . Allophane and imoglite. In Dixon, J.B. y Weed, S.B. Eda. Minerala
in aoil environments. Madison, USA, Soil Scl. Soc. Am. Publ. 1977. pp,
603·638.

63. WALKER, G.F. Vermiculites. In Gieaeking, J.E. Ed. Soil Componenta, v.2,
lnorganic Components. Nueva York, USA, Springer Verlag, 1975. pp.
155-189.

64. WEAVER, C. E.; POLLARD, L. D. The chemiltry of clay minerals. Nueva York,
USA, Elsevier Sci. Publ. Co. 1973. 213 p.

65. WILDING, L.P.; SMECK, N.E.; DREES, L.R. Silica in soila: Quartz, Cristoba·
lite, Tridymite, and Opa!. In Dixon, J.B. y Weed, S.B., Eds. Minerals in soil
environments. Maaison, USA, Soil Sci. Soc. Am. Publ. 1977. pp. 471·552.
66. ZAVALETA, A. Saline and alkali soils in Peru Agrokém. Talajt. 18 (Supl.):
169·180.1969.

67. ZELAZNY, L.W.; CALHOUN, F.O. Palygorskite (attapulgite), sepiolite, tale,


pyrophyllite and zeolitea. In J. Dixon, J .B. y Weed, S.B. Eda. Minerals in
aoil environments. Madison, USA, Soil Sci. Soc. Am. fubl., 1977. pp. 435·
470.
CAPITULO 2

COMPONENTES ORGANICOS Y ORGANOMINERALES DE


LA FASE SOLIDA DEL SUELO

DEFINICION, CONCEPTOS, CLASIFICACION E IMPORTANCIA


Los conceptos de materia orgánica y humus
\ La materia orgánica está constituida por los compuestos de origen
biológico que se encuentran en el suelo~ El edafón consiste en los orga-
nismos vivientes del suelo: o sea, flora y fauna. El humus está com-
puesto por los restos postmortem de vegetales y animales que, depo-
sitados en el suelo, son constantemente sometidos a procesos de
descomposición, transformación y resíntesis.
El concepto sobre el humus componente del suelo difiere un poco
entre algunos autores: Scheffer y Ulrich (75), Stevenson (82) y Kono-
nova (57) lo definen como la totalidad de restos postmortem presentes
en el suelo; MeLaren y Peterson (63) lo describen como el conjunto de
aquellos componentes difícilmente mineralizables que se acumulan en
el suelo.
~ Según la recomendación de la Soil Science Society of America, la
materia orgánióa del suelo se define en los términos siguientes: " ... frac-
ción orgánica del suelo que incluye residuos vegetales y animales en
diferentes estados de desc~mposición, tejidos y células de organismos
que viven en el. suelo y substancias producidas por los habitantes del
suelo. Esta fracción se determina en general en suelos que pasan por un
tamiz con malla de 2.0 mm".'
En esta definición -aceptada por muchos edafólogos-, el concepto
de materia orgánica es una categoría muy amplia que incluye tanto a los
materiales muy poco alterados como a aquellos otros que sí han experi-
mentado profundos cambios en el suelo.
La parte más estable de esta materia orgánica del suelo se llama
humus, la que la misma sociedad ya citada define como: "la fracción
más o menos estable de la materia orgánica del suelo, la que se obtiene
después que se ha descompuesto la mayor parte de las substancias vege-
tales o animales añadidas al suelo. Comúnmente es de color oscuro".
Este color oscuro es más frecuente en las zonas templadas que en los
trópicos, espacio este último donde el humus no siempre da color al
suelo.

45
46 Química de Suelos

En todo caso, la fuente ongmaria de la materia orgánica y del


humus está formada por los residuos animales y, especialmente, vegeta-
les que cubren el suelo. La vegetación consta de tallos, hojas, flores y
frutos, los que al depositarse en la superficie del suelo constituyen la
hojarasca o mantillo; cada uno de estos componentes tiene una compo-
sición química específica. En la mineralización, los residuos sufren un
proceso de degradación o descomposición hasta de los componentes ele-
mentales de las proteínas, carbohidratos y otros. Los productos resultan-
tes pueden ser objeto de nuevos procesos de resínte.sis y polimerización,
dando lugar a nuevos agregados químicos que reciben el nombre de
ácidos húmicos que poseen características y propiedades específicas;
este proceso recibe el nombre de humificación.

Clasificación de las substancias húmicas


El humus se puede clasificar desde diversos puntos de vista. Los
criterios más importantes que se utilizan para ello son: su morfología,
sus formas en la naturaleza y su composición química. La clasificación
morfogenética, propuesta por Kubiena, se basa en los aspectos macro y
micromorfológicos del humus en la naturaleza. En las condicione~ eco-
lógicas de un suelo se desarrolla un tipo determinado de vegetación, lo
que hace que los restos que se depositan en él tengan, igualmente, una
composición específica; finalmente, y por la acción de los microorganis-
mos desarrollados en ese medio, se producen determinados tipos de
humus (ver Cuadro 2.1).
Cuadro 2.1 Formas del humus, clasificación morfogenética. (Según
Scheffer y Ulrich ( 7 5) ).
Tipos del humus según la
condición o régimen hídrico
Condición
nutritiva Subhídricos Semiterrestres Terrestres
Distrofia J dy turbera baja humus bruto
Oligotrofia 4. gyttja turbera alta moder
Eutrotrofia ~;1 sapropel anmoor mull

De acuerdo con el contenido de agua en un medio, se pt!eden consi-


derar condiciones subhídricas, semiterrestres y terrestres. En condiciones
nutritivas no muy favorables (distrofia) lo que se produce es sólo acu-
mulación de los restos vegetales y animales depositados en el suelo,
efectuándose· una descomposición muy limitada. Se conocen algunas
formas .de humus que aparecen en condiciones distróficas, como el
dy(*), las turberas y el humus bruto, las que dependen de las condicio-
nes hídricas del suelo.

• Términos no traducidos al español y aceptados por el Vocabulario Multilingüe


de las Ciencias del Suelo, FAO, 1960. 429 p.
* Términos no traducidos al español y aceptados por el Glosario de Términos en
Ciencias del Suelo 29 :330-351. 1965.
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 47

Al mejorar las condiciones nutritivas del suelo (eutrotrofia), se desa-


rrollan una flora y una fauna más favorables y, de este modo, aumenta
el grado de descomposición de los residuos y avanza la organización del
humus; con estas características se conocen algunas formas de humus
denominadas sapropel (*), anmoor (*)y mull (*).En condiciones inter-
medias de nutrición aparecen formas denominadas gyttja (*), turbera
alta y moder (*).
En los suelos forestales y en los explotados agrícolamente, con
frecuencia se presentan condiciones hídricas favorables, que permiten
las formaciones de humus del tipo terrestre. El humus reciente repre-
senta a los restos vegetales intactos que se han acumulado en la superfi-
cie del suelo por depósito; así se forma la capa con mantillo. Dentro del
mantillo se diferencian tres capas: ·

\Capa ÜL (L, primera letra de lit ter = hojarasca); con residuos vegetales
que exhiben estructuras inalteradas.
Capa OF (F, primera letra de fermentation = alteración): con residuos
vegetales en proceso de transformación.
Capa OH (H, primera letra de humus): con acumulación de productos
de resíntesis de naturaleza húmica.

En función de las características de la capa completa y de las subca-


pas OL, ÜF y OH, se distinguen tres términos para caracterizar los
tipos de mantillo: mull, moder y humus bruto. En el caso del mulllos
procesos de transformación son rápidos si se presentan altas temperatu-
ras y condiciones edafológicas óptimas. En el caso del humus bruto, la
velocidad de transformación disminuye rápidamente, debido a lo cual el
proceso puede durar entre diez y 20 años. El moder se considera como
un estado intermedio.
En una se_gunda clasificación se hace hincapié en la composición quí-
mica de los componentes del humus y .en sus propiedades químicas, físi-
cas y fisicoquímicas.
La composición química de la materia orgánica es muy heterogénea,
pues la cantidad de compuestos químicos que se presenta es infinita.
Los restos vegetales y animales son polímeros de compuestos orgánicos
que durante el proceso de su transformación son, primeramente, degra-
dados y despolimerizados hasta sus constituyentes básicos; como en
este proceso se produce la formación de componentes inorgánicos (N,
P, S), se le da el nombre de mineralización, y los productos orgánicos
resultantes constituyen la fracción de materia orgánica no alterada. A
través del proceso de humificación subsiguiente, y por medio de síntesis
microbiológicas, se producen nuevos componentes, generalmente de
coloración oscura y con alto grado de polimerización; estos son los que
constituyen la fracción denominada edáfica, por ser propia de los proce-
sos de reorganización ocurridos en el suelo .

• Términos no traducidos al español y aceptados por el Glosario de Términos en


Ciencias del Suelo 29:330-351. 1965.
• Términos no traducidos al español y aceptados por el Vocabulario Multilingüe
de las Ciencias del Suelo, F AO, 1960. 429 p.
48 Química de Suelos

Los ácidos húmicos se clasifican tomando como base su solubilidad


en diferentes solventes; así aparecen tres grupos: ácidos fúlvicos, ácidos
húmicos y huminas (Cuadro 2.2).

Cuadro 2.2. Oasificación y propiedades de los ácidos húmicos. (Según


Scheffer y Ulrich (75 )).
Acidos húmicos
Características Acidos Acido Acido húmicol Acido Humina
fúlvicos himatomelánico pardo húmico gris
Color amarillo marrón marrón gris· negro negro
amarillo-
marrón oscuro
Solubilidad en:
bromuro de
acetilo soluble soluble insoluble insoluble insoluble
agua soluble insoluble insoluble insoluble insoluble
alcohol soluble soluble insoluble insoluble insoluble
soda soluble soluble soluble soluble insoluble

Precipitabilidad
con ácidos en
extractos de soda no factible condicional factible muy factible --

Contenido de C 43-52% 58-62% 50-60% 58·62% nd.

Peso atómico
equivalente 100 150·200 300 250 nd.

Aumento de la profundidad del color.


Aumento del tamaño de partículas.
Aumento del grado de polimerización.
Aumento del peso equivalente.
Aumento del peso molecular total.
Disminución de la solubilidad.
Disminución del carácter ácido.

Los ácidos fúlvicos representan la fracción de humus, extraíble por


álcalis, que es no precipitable por ácidos y que tiene color amarillento
rojo. Generalmente son compuestos fenólicos de pequeño peso molecu-
lar.
Los ácidos húmicos se extraen con soda y pueden ser precipitados
en ese extracto por ácidos como el clorhídrico. Generalmente son polí-
meros de alto grado que se presentan entrelazados formando coloides
esferoidales; su carácter ácido, o sea su capacidad de intercambio catió-
nico, se basa principalmente en la presencia de radicales COOH y OH.\
La fracción de los ácidos húmicos soluble en alcohol se denomina ácido
himatomelánico, y es de color marrón rojizo. Los ácidos húmicos par-
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 49

dos son menos flocosos y más pobres en nitrógeno que los ácidos húmi-
cos grises; estos últimos tienen un mayor grado de polimerización, de
color oscuro y su proporción en el humus aumenta con el grado de hu-
mificación. La separación de los ácidos húmicos pardos y grises sólo es
condicionalmente factible.
Las huminas representan la fracción que solamente es soluble en
NaOH caliente.
En resumen, el método clásico de fraccionamiento del humus está
basado en la extracción de la materia orgánica con soda (NaOH) y en la
diferenciación del extracto por precipitación parcial con HCl y solubi-
lización parcial en alcohol. Mediante este procedimiento se obtienen,
de acuerdo con el esquema que se presenta a continuación, las siguien-
tes fracciones:

Materia orgánica del suelo

11

Substancias húmicas Substancias no húmicas


Restos animales y vegetales

~
Extracción con NaOH

Huminas Acidos húmicos


(insolubles) (solubles)
1
Tratamiento con HCI

Acidos húmicos
himatomelánico-pardos-grises-negros
(precipitables)
' Acidos fúlvicos
(no precipitables)

1
Extracción con alcohol

!
Acidos himatomelánicos Acidos húmicos
(solubles) pardos-grises y negros
(insolubles)

Las características de los productos resultaRtes están resumidas en


el Cuadro 2.2.

Determinación del contenido total de materia orgánica


La determinación de la materia orgánica total está basada en la
60 Química de Suelos

determinación de C mediante diferentes procedimientos: por combus-


tión seca del e, en la cual se determina el col desprendido, o por com-
bustión húmeda del C, basada en la reducción del Cr2 o, l - y determi-
nación del dicromato no reducido, por titulación.
En ambos procedimientos se incluye el C de los carbohidratos, de
manera que en suelos derivados de calizas o de alto contenido en carbo-
natos es necesaria la previa destrucción de los mismos utilizando un
ácido, por ejemplo HCI.
Los valores encontrados para C total incluyen: los restos vegetales y
animales recién depositados en el suelo; la fracción húmica en su proce-
so de mineralización; la fracción húmica en su proceso de humificación;
y las formas inertes de e elemental, tales como carbón, grafito, las que
algunas veces se presentan en grandes cantidades en los suelos, excepto
el último cuando se aplica el segundo procedimiento.
Los valores de C se expresan en porcentajes del to~l del suelo y
también de la materia orgánica; este último se obtiene al multiplicar el
porcentaje de C por el factor convencional de Van Bemmelen: 1.724.
El uso de este factor se ha generalizado con la consideración de que la
materia orgánica del suelo contiene en promedio 58% de C.
El contenido porcentual total de materia orgánica en los primeros
centímetros del suelo es alto y va decreciendo a medida que aumenta
la profundidad, lo cual puede definirse como una disminución regular
del contenido del C orgánico. En el caso de que aumentara, se trataría
de una disminución irregular; este último fenómeno tiene bastante im-
portancia en la taxonomía de suelos, ya que se debe a la presencia de
horizontes enterrados y cubiertos por capas aluviales o de otro tipo.
Algunas experiencias que llegaron a caracterizar el contenido de ma-
teria orgánica en suelos tropicales, como las de Díaz-Romeu et al. (19),
mostraron que los valores del horizonte A varían en un promedio de
dos al cinco por ciento de C, encontrándose un máximo de seis por
ciento en suelos asociados con cenizas volcánicas.
La característica de contenido de materia orgánica en los suelos se
ha utilizado para agrupar clases de ellos; así se han propuesto clasifica-
ciones como la siguiente:
-- ----

,\
-"
/

Interpretación Porcentaje de Porcentaje de C


/
materia orgánica
Muy bajos <2 < 1.2
Bajos 2a6 1.2-2.9
Medios 6a8 2.9-4.6
Altos 8 a 16 4.6-8.7
' ~
Muy altos > 16 >8.7
"
\
\
1 Importancia de la materia orgánica en el suelo 1 _ ~
La importancia de agregar materia organica l>flnl mejorar la produc-
tividad del suelo fue detectada hace milenios por los agricultores; de
modo que es una práctica muy antigua
En general, la fracción orgánica del suelo tiene un papel importante:
Componentes Ortánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 51

regula los procesos químicos que allí ocurren, influye sobre las caracte-
rísticas físicas y es el centro de aproximadamente toda~ actividades
biológicas en el mismo, incluyendo las de la microflora,.-las de la fauna y
hasta las del sistema de raíces de plantas superiores.,
Entre los procesos químicos de importancia en los que interviene la
materia orgánica, procede mencionar:
• El suministro de elementos nutritivos por la mineralización,
en particular la liberación de nitrógeno, fósforo, azufre y micronutri-
mentos disponibles para las plantas.

• La estabilización de la acidez del suelo; la materia orgánica


interviene por su poder amortiguador.
• La capacidad de cambio catiónico de los suelos. En esto, la
intervención de la materia orgánica es muy valiosa para los suelos con
textura arenosa y para los muy antiguos que contienen arcilla con redu-
cida capacidad de cambio y baja retención de cationes. Yuan y colabo-
radores informan que la proporción en que la materia orgánica contri-
buye a promover dicha capacidad en un suelo, varía según el tipo de
suelo y reviste particular importancia en Ultisoles, en los cuales puede
ser superior al 95%. La capacidad de intercambio de la materia orgánica
es alta, variando entre 100 y 400 cmol ( + )kg 1 , aunque en muchos sue-
los tropicales son más comunes los valores menores (86).

• La capacidad de intercambio aniónico, donde se acumulan nitra-


tos, fosfatos y sulfatos.

• La regularización de los niveles de disponibilidad de nutrimen-


tos principales y de elementos menores mediante la formación de subs-
tancias orgánicas que constituyen compuestos solubles, no iónicos
(complejos internos), con cationes de valencia variable. Estas substan-
cias llamadas quelatos, móviles en el suelo, también son importantes en
los procesos edafogenéticos. Se sabe que los ácidos orgánicos del suelo
influyen de manera apreciable en la solubilización y movilización de
componentes inorgánicos.

• La volatilización del azufre y del nitrógeno de los suelos, sobre


todo los procedentes de la misma materia orgánica que se descompone
fácilmente.

• Los fenómenos de adsorción, entre los cuales es de particular


importancia la inactivación de plaguicidas.

La materia orgánica también afecta algunas muy importantes


propiedades físicas del suelo; entre ellas cabe mencionar su acción:

• En la estructura del suelo: favorece la formación de agregados


individuales; reduce la agregación global del suelo; disminuye la plasti-
cidad del mismo.
52 Química de Suelos

• En el uso más eficiente del agua, lo que se debe a una serie de


fenómenos ante la presencia de la materia orgánica, sobre todo en
suelos de textura gruesa. Se sabe que la materia organica:

mejora la infiltración del agua en el suelo;


reduce la pérdida del agua por evaporación del suelo;
mejora el drenaje de suelos de textura fina y, por tanto, contri-
buye a una mejor distribución del agua en el perfil del suelo;
estimula el desarrollo de un sistema de raíces más profundo, las
que permiten el uso del agua en una capa del suelo también más
profunda;
al oscurecer el suelo en los climas templados, fomenta su calen-
tamiento y, por ende, promueve una mejor germinación y un
aprovechamiento más fácil del agua;
al mejorar el drenaje y la estructura, intensifica la aeración en
los suelos y, por tanto, ayuda a un mejor crecimiento y funcio-
namiento más eficaz de las raíces que aprovechan mejor el agua;
a través de los coloides orgánicos ayuda a retener el agua en los
suelos arenosos, aunque su influencia es menos pronunciada en
los de otro tipo.

• En el color del suelo, el cual tiene importancia para su balance


térmico, ya que favorece o dificulta la absorción de la energía solar. En
suelos oscuros hay mayor absorción de ondas infrarrojas y por lo tanto
mayores temperaturas que al final resultan favorables. Por el contrario,
los colores claros reflejan la mayoría de los rayos solares y tienen un
albedo alto (50%); todo esto debe relacionarse con el hecho de que las
temperaturas son importantes para los microorganismos, de acuerdo
con el grado de susceptibilidad de los mismos.
En cuanto a los factores biológicos, conviene distinguir entre los
que tienen efectos benéficos y los que son perjudiciales para las plantas.
Entre los factores que fomentan el crecimiento, ya se ha señalado
que la materia orgánica es fuente de nutrimentos, tanto para los organis-
mos superiores como para los inferiores; es también la fuente energética
de ellos, gracias a sus compuestos de carbono.
Por otra parte, en sus productos de descomposición, diversas plantas
contienen substancias inhibidoras del crecimiento vegetal. La investiga-
ción en este campo es relativamente reciente y, según Allison (3), la
información disponible sugiere que dichas substancias pueden tener un
efecto adverso cuando las condiciones favorecen su efecto. Estas subs-
tancias inhibidoras deben ser tomadas en cuenta especialmente en cul-
tivos mixtos; aunque no siempre impiden el crecimiento, pueden retar-
darlo incluso cuando se dan en concentraciones muy bajas.
La materia orgánica también es importante en los procesos de for-
( mación de los suelos; su participación en procesos pedogenéticos se
debe a sus propiedades de pe_Etiz~~i§n, coagulación, form_a~~?E_ <i:~-~
latos _X. _Q.tros. . -
--En resumen, la importancia de la materia orgánica se explica por la
influencia que ésta tiene sobre muchas de las características del suelo.
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 53

Aquí se presenta este aspecto en forma resumida, ya que se analizará


detalladamente en los capítulos sobre los elementos nutritivos (N, P,
S, K, Ca, Mg) y sobre las propiedades de intercambio y acidez de los
suelos.

LOS PROCESOS DE MINERALIZACION Y HUMIFICACION


Componentes químicos de los residuos vegetales
Los elementos nutritivos se acumulan en las plantas, generalmente
en calidad de compuestos orgánicos de una estrut:tura polimerizada
como la de los carbohidratos, proteínas y grasas; algunos nutrimentos se
presentan como compuestos inorgánicos en una estructura más simple.
La composición bioquímica de los restos vegetales varía dentro de
grandes límites, según la edad y funciones del órgano vegetal analizado.
En el Cuadro 2.3 se puede observar que los tejidos verdes son más ricos
en carbohidratos y proteínas y que los tejidos leñosos presentan mayo-
res contenidos en compuestos fenólicos (ligninas) y celulosas. También
se demuestra que existe una gran diferencia entre los grados de organi-
zación de los distintos tipos de plantas analizadas: las bacterias se carac-
terizan por su alto contenido de proteínas, los líquenes y algas presen-
tan una gran acumulación de carbohidratos, mientras que las plantas
superiores muestran una distribución más equitativa.
Dentro de los componentes orgánicos de los restos animales y vege-
tales se pueden diferenciar los grupos de: carbohidratos; proteínas,
polipéptidos y ácidos nucleicos; grasas, ceras y resinas; ligninas; y otros
compuestos.

a. Carbohidratos. Constituyen los tejidos de sostén y conducción de


las plantas, representando substancias de reserva de las mismas.
Entre ellos se encuentran:

1) Monosacáridos y derivados: glucosa, galactosa, ribosa, arabi-


nosa, xilosa, aminoazúcares (glucosamina).
2) Oligosacáridos: disacáridos como la sacarosa, la maltosa, la lac-
tosa y trisacáridos como la rafinosa.
3) Polisacáridos: almidón, celulosa, hemicelulosa, pectina, inulina,
glucógeno, quitina.

La celulosa es uno de los principales carbohidratos; está compuesta


por la polimerización- de la celobiosa, la que está constituida a su vez
por unidades básicas de la glucosa. Una molécula de celulosa consta, por
lo menos, de cien unidades de celobiosa y contiene, en cierta propor-
ción, otros azúcares (por ejemplo, xilosa y manosa); estas incrustaciones
de otros polisacáridos le dan mayor estabilidad.
La hemicelulosa es un polímero de pentosas (xilosa o arabinosa) y
hexosas (manosa y galactosa); en su constitución también intervienen
ácidos urónicos. El almidón es un polisacárido formado por amilosa y
amilopectina, las que a su vez son polímeros de la glucosa. El glucógeno
y la quitina se encuentran en mayor proporción en restos animales.
54 Química de Sueloa

Cuadro 2.3. Composición química aproximada de algun01 restos vege-


tales (porcentaje de materia seca). (Según Kononova (57)).

Resto vegetal Resinas, Proteínas Celulosa Hemlcelulosa y Ligninas


censy carbohidrato&
grasas solubles
Leguminosaa
perennes

Raíces 10·12 10-15 20·25 25·30 10-15


Hojas 12·20 15 10·12 5

Gramíneas
perennes

Raíces 5-12 5·10 25-30 25-30 15-20

Especies
caducifolias

Hojas 3·5 4·10 15-25 10·20 10


Madera 0.5·1 40·50 20·30 20·25

Especies
coníferas

Hojas 20·25 5-7 20 15-20 15


Madera 0.1·1 45-50 15·25 25-30

Musgos 5-10 15-25 30·60 trazas


Líquenes 3·5 5·10 60-80 8·10
Algas 10·15 5-10 50·60 trazas
Bacterias 40-70 trazas trazas trazas
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 55

1) Monosacáridos y Disacáridos: la estructura de algunos mono y


disacáridos se puede representar de la siguiente manera:

CH 20H CH 20H CH 20H CH20H

"KSx" OH

OH
HO
~" ~" H
HO
H

OH
bo" OH
H

CH20H
Galactosa Manosa Glucosa Fructofuranosa
P-O-CH2
CH20H CH 20H CH20H

b"
HO
H

Glucosa, 6 Fosfato
•OH
"l<t)l"
OH

Galactosa aminada
NH2
~ ~HOH
HO
OH
-O-
OH
Maltosa

2) Polisacáridos: el almidón es un polisacárido que constituye una de


las formas más importantes de las reservas vegetales; consta de uni-
dades de amilopectina (a), las que se representan en polímeros de
60 a 600 unidades en un arreglo espiral (b).

CH20H

H HO

o
t-

o
Fo,.. vt-.~
-'f----r- -1----r- o o
H OH H OH

(al Amllopectina (b) Almidón


56 Química de Suelos

Otros polisacáridos son la celobiosa y la celulosa:

1
1 1

_LQo-pLQ 0o---
l
l CH20H
1
0

CH20H

1 Celoblosa Celulosa

b. Proteínas, polipéptidos y ácidos nucleicos. Polímeros constituidos


sobre la base de aminoácidos y oligopéptidos derivados. Los amino-
ácidos más frecuentes son la lisina, la alanina y la glicocola. La poli-
merización de aminoácidos conlleva la formación de dipéptidos
y tripéptidos; entre los últimos se encuentra la glutationa, la que
está compuesta por moléculas de cistina, glicina y ácido glutámico.
Las substancias proteicas son cadenas de aminoácidos con una lon-
gitud y secuencia definidas, en las que se diferencian estructuras
(primarias, secundarias y terciarias), según sea la disposición de los
aminoácidos. El peso molecular de las proteínas alcanza las 100 000
unidades.
Los ácidos nucleicos son polímeros de nucleótidos que están com-
puestos por una base nitrogenada del grupo de la pirimidina (cito-
si na, tiamina, uracilo), o de la purina (adenina, guanina, hipoxanti-
na), unidos a un azúcar (ribosa o desoxiribosa); polimerizan en
cadenas específicas con aminoácidos y a través de puentes energéti-
cos de ácido fosfórico. En una molécula de un ácido nucleico poli-
merizan entre 100 y 20 000 nucleótidos en una secuencia definida.
Dentro de este grupo de compuestos se encuentran las proteínas,
enzimas y coenzimas; algunas substancias colorantes y de reserva.
los genes y algunos organismos con bajo grado de organización,
como los virus.

r
Componentes Or¡ánicos y Or¡anominerales de la Faee Sólida del Suelo 57

Algunos aminoácidos neutros se pueden representar del modo si-


guiente:

coo- coo- coo- coo- coo coo coo


+ 1 + 1 1 + 1 + 1 + 1 + 1
H3N-CH H3N-CH H3~-CH H3N-CH H3N-CH H2N-CH H2N-CH
1 1 1 1 1 1 1 1 1

/~
H CH3 CH2 CH2 H2VH2 H:zC CH2
/~ 1 '-../
G2 CH
/~
CH3 CH3 CH3 CH2
1 1
CH3 CH3 CH3 OH

Glicina Al.niM Vallna L..CÍM l10leuclna ProliM HidroxiproliM

coo- coo- coo- coo- coo- coo-


+ 1 + 1 + 1 + 1 + 1 + 1
H3N-CH H3N-CH H3N-CH H3N-CH H3N-CH H3N-CH
1 1 1 1 1 1
CH2 CH2 CH:z CH2 CH:z CH2
1 1 1 1 1 1
COOH CH2 CH2 CH:z CH2 NH2 e = OH
1 1 1 1 1 1 1
COOH CH2-NH:z CH2 CH:z C=NH N NH
1 '-'./
NH
"'-./
CH2-NH:z CH

Alpar~~gin. Glutamina OrnitiM Lillna Arginina Hi.tidina

Tlrolina Tript6fano S.rlna Treonina

Ci.teina Metionina Alpar~~giM GlutamiM


58 Química de lsueloa

El enlace peptídico puede ser representado como sigue:

/ /0
H3N-CH-C-NH-CH-C-O
1 1
R¡ R2

j ¡
donde R = resto de cadena molecular.

Los polipéptidos o proteínas pueden ser mostrados de la siguiente


manera:

donde R = resto de cadena molecular(= enlace -H-).


Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 59

Algunas representaciones de ácidos nucleicos son:

NH ~
1 e
/e, -N HC' '~-C-NH 3
N e , 1 11
HC~..- H O
ADENINA 1 1 e-H O-CH2 N

o:.t· o· J;~~H
-o-ro-oi~-1~::~,e--N/
NICOTINAMIDA

O OH OH
o o RIBOSA
RIBOSA ~H3
1
FOSFATO H
OH
H
OH
o-~-o- 1 ,J
0---<:~H!N""'N
< Nv"N

Adenoain Trífosfato (ATPI ADENINA


H
H H RIBOSA
OH OH

NAO

Nlcotlnamld adenln dlnucleótldo

c. Grasas, ceras y resinas. Las grasas neutras se derivan de la glicerina


esterificada con ácidos grasos; son substancias de reserva que se acu-
mulan en diferentes órganos de las plantas, especialmente en las
semillas.
Las ceras son ésteres de ácidos grasos y alcoholes que forman la
cutícula del tallo, 1~ hojas y los frutos, y cumplen funciones de
protección. En los fosfolípidos, una de las posiciones de polimeriza-
ción de la glicerina es saturada por una molécula de ácido fosfórico.
En el grupo fosfórico también puede polimerizar una base nitroge-
nada (por ejemplo, la colina o la calamina), dando lugar a otras
substancias lipoides, como la quepalina y la lecitina.

La representación de grasas y ceras es como sigue:

o
HO-CH2
-1

H3C-ICH2)n- e- O -CH2

HO-CH2
o
n
1 H 3C -[CH2)n -e -0 -CH
HO-CH2
o
a
HJC -iCH 2)n- c-0 -CH 2
Glicerina
Grasas
60 Química de Suelos

d. Ligninas. Son polímeros derivados del fenilpropano substituido.


El grado de substitución es muy variable; la longitud de los radica-
les de substitución en el fenilpropano da lugar a polímeros muy
irregulares.
En el conocimiento de las estructuras de la lignina hay que consi-
derar la hipótesis de Fuchs, Brauns y Freudenberg. Actualmente
se aceptan dos estructuras básicas del fenol en las ligninas, según
exista uno o dos radicales -OCH3 en él. Entre los componentes
unitarios del primer grupo de estructuras básicas se encuentran
la coniferina y el aldehído coniferílico, cuyo nombre indica su
presencia en coníferas; dentro del segundo grupo se encuentran
el alcohol sinapicálico y el cumarol, presentes en otras plantas.
Entre los polímeros más simples de estas estructuras, se encuen-
tran el DC-pinoresinol y el guayacil-glicerol-conifeniléter.
El peso molecular de las ligninas es variable y se calcula entre
600 y 900 unidades.
La lignina es un componente básico de tejidos leñosos (xilema,
endodermis) y constituye el tejido de sostén de las plantas. En
algunos casos se ha demostrado la presencia de N en la compo-
sición de las ligninas.

Las fórmulas de las ligninas son:

OH
1

O'OCH~

COOH CHO H2CIOH H2c¡OH /0 1


1 1
CH CH CH CH HzC CH
1 B lf

o
11 '
CH
CH CH CH CH HC
1 1 1 1
1
.'
HC CH2

Q 0°'"'
1
OCH3
C6H1105 OH
HJCO OOCHJ
OH
Q
OH ~,
OH
1

OCH3

Coniferina Aldehfdo Alcohol Cumarol DC·Pinoresinol


éonifelinico Sinapicálico

e. Otros compuestos. En los tejidos vegetales hay una multitud de


otros componentes bioquímicos importantes, como dcidos orgá-
nicos, pigmentos, alcaloides, hormonas externas, antibióticos y
quelatos. Estos no se consideran aquí en detalle porque desem-
peñan un papel de poca importancia cuantitativa en la minera-
lización de restos vegetales y en el proceso de humificación. Cabe
mencionar sin embargo, algunos alcaloides, como la cafeína, la
cocaína y la teína; algunos pigmentos como la clorofila y la he-
moglobina; y otros productos como la atropina, la quinina y la
estricnina. Los grupos químicos básicos son pirina, indol, quino-
lina y otros.
Componentes Orgánicos y Organominerales de la-Fase Sólida del Suelo 61

Las transformaciones más importantes en los procesos de la mi-


neralización y la humificación son de naturaleza bioquímica. Después
de la destrucción mecánica y física de los restos vegetales y animales
se produce el ataque de microorganismos, los que por medio de sus
jugos digestivos y enzimas, destruyen los compuestos orgánicos y dan
lugar a la liberación de minerales. Los siguientes grupos de micro-
organismos participan en los procesos de mineralización:
• Microflora
Bacterias:
Micrococcus sp.; Bacterium sp.; Bacillus sp.; Azotobacter sp.;
Clostridium sp.
Actinomicetes: Streptomicetes; Nocardia sp.
Hongos:
Ascomicetes: Aspergillus sp.; Penicillium sp.
Hifomicetes: Dematiacem sp.; Fusarium sp.; Cladosporium sp.;
Hormodi!ndrum sp.;
Bacidiomicetes.
• Microfauna protozoaria
Rizópodos, flagelados, ciliadas.
• Microfauna de animales superiores
Nematodos, lombrices, hormigas, termitas, colembolas.

Como ejemplo de la mineralización y la humificación de los resi-


duos vegetales y animales se presenta un esquema que corresponde a
estos procesos en los compuestos nitrogenados del suelo.
Protelnas
(C, H. O, N, SI

¡ Proteinases Derivados del


furano, como
Peptonas, Peptideses 6cidos húmicos
Alif&lticos: glico-
cola, laucillll, ar- ~ Arom6ticos: ti-
t
Míe:::.\-+~:~~~~·
ginillll, valina,
llaina, 6cido aa- Humificaci6n
(slnteaial

n
p6rtico, ornitiM, prohn11
alanina, 6cido Decarboxidesa
__j
glutjmico, cía-
taina. l>Memideses
t
Humificaci6n
NH3 Otrosarom6ticos: (polimerizaci6nl
lndol
Eskatol
CO 2

H2--- Amines
(Monol
Fenol y deriVIIdos
del fenol
r
CH4
H:¡.
Acidos grasos:
Acético
láctico
butlrico
pirúvico

Humificación
62 Química de Sueloc

A través de la amonificación, las macromoléculas - como las pro-


teínas-, los ácidos nucleicos y otros se despolimerizan en primer lugar
por acción de las proteasas, a peptonas y polipéptidos. Estos, a su tiem-
po, se descomponen en aminoácidos. Entre los aminoácidos alifáticos
resultantes de esta hidrólisis se encuentran: la glicocola, leucina, argini-
na, valina, lisina, alanina, el ácido aspártico; entre los aromáticos están:
la tirosina, histidina, prolina, el triptófano y la fenilalanina.
Entre las bacterias aeróbicas que participan en la primera fase de la
amonificación se encuentran: Bacillus subtilis, B. cereus, B. mesentericus,
B. megaterium, Pseudomonas sp.; entre las anaeróbicas: Clostridium
putrificum, C. sporogenes, C. tetani. Entre los hongos participan:
Cephalothecium roseum, Tricoderma koning~ Aspergillus sp., Penici-
llium sp.
Los aminoácidos resultantes pueden ser: 1) metabolizados por los
microorganismos (inmovilización); 2) adsorbidos por arcillas, formando
complejos organominerales; 3) incorporados en la fracción de humus;
4) utilizados por las plantas y 5) mineralizados hasta transformarse en
amonio. En este último proceso participa, nuevamente, una serie de
microorganismos como: Bacillus sp., Pseudomonas sp., Clostridium sp.,
Esclerichia sp., Streptococcus sp.
La amonificación de los aminoácidos se produce bioquímicamente
a través de procesos de desaminación y decarboxilación, los que son
activados por desamidasas y decarboxilasas. A través de la desaminación
en condiciones oxidativas y reductivas:

R-CH -CH2-COOH +0.6 02 -R-CH2-CO-COOH +NH2


1
NH2 (ramlnoácido ) (ácido cetónlco)

R-CH2-CH-COOH +2H- R-CH2-CH2-COOH + NH3


1
NH2 (aminoácido) (ácido graso saturado)

Por la desaminación se dan, además del NH3 ácidos grasos como


el acético, el láctico, el butírico, el pirúvico y compuestos aromáticos
como el indol, el fenol, el cresol, el eskatol y sus derivados.
Por la decarboxilación resultan aminas metiladas como la putresci-
na y la cadaverina:
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 63

De los procesos de amonificación también resultan compuestos sim-


ples como: C02, H2, CH4, H2 S, de acuerdo con el tipo de aminoácidos
que se han mineralizado.
El NH4 +resultante de la amonificación puede ser: 1) absorbido por
las plantas; 2) adsorbido por minerales arcillosos o por la materia orgá-
nica; 3) fijado por minerales 2:1 no expandibles; 4) inmovilizado por
microorganismos; 5) lixiviado a través del suelo; y 6) oxidado hasta el
nivel de nitratos (nitrificación).

Sustancias húmicas del suelo


A través de los procesos de humificación se forman en el suelo
productos definidos, estables, de color oscuro, denominados ácidos
húmicos. Por ser productos sintéticos del propio suelo, se agrupan en la
fracción típicamente edáfica del humus. Se trata de compuestos alta-
mente polimerizados, cuyo peso molecular se puede encontrar entre
10 000 y 50 000; su estructura aromática es complicada y variable. En
las substancias húmicas también se observan productos de la despoli-
merización de los compuestos orgánicos de los residuos vegetales.

Compuestos orgánicos de C, H y O.
Las cantidades de estas substancias son muy variables; dependen
especialmente del tipo de suelo y de la vegetación o del tipo de explo-
tación. El hecho de que normalmente no se encuentren polisacáridos
en el suelo se debe a que el proceso de la degradación de los mismos
ocurre muy rápidamente; en los casos aislados en que sí han sido en-
contrados, se considera que son de origen microbiano.
Entre los ácidos orgánicos identificados en los suelos se cuentan
los ácidos: fórmico, acético, propiónico, pirúvico, acrílico, oxálico,
glicólico, succínico, benzoico y otros grasos diferentes.
Se ha informado sobre la presencia, en algunos suelos, de compo-
nentes de los ácidos nucleicos, tales como las purinas y pirimidinas.
La guanina y la citocina son los más frecuentes. El contenido de piri-
midinas es mayor que el de purinas, como se interpreta de las relacio-
nes purinas/pirimidinas.
Ocasionalmente se ha podido aislar hidrocarburos (como la para-
fina), alcoholes (como el manitol), ésteres de ácidos grasos (caprílico
y oleico ), y resinas en los suelos.
Los ácidos húmicos típicos presentan una unidad elemental aro-
mática que tiene en la periferia uno o varios grupos radicales, los que
confieren características físicas, químicas y fisicoquímicas definidas
· a la materia orgánica. A continuación se presentan los principales
núcleos:

<)"A"OH OH OH
O(
COOH

COOH
Q
Acido benzoico hidroxidado Acldo ftálico Pirrol
64 Qufmica de Sueloa

OH
_Á_..,.....oH
[J
Benzol hidrolCidado
o o
11 OH

Q
o
~o
o o o CtJ N

Benzoquinona Fu rano Benceno Pirina Fenol

Además se conocen polinúcleos aromáticos complicados como:

Fenantreno Flouranteno Piren o 10.11-Benzofluoranteno

3,4-Benzofluoranteno 1,2-Benzantraceno Criseno

3,4-Benzoplreno Perlleno Dehldroableteno


(Banzo [ex) PI reno)
Componentes Orgánicos y Or¡anominerales de la Fase Sólida del Suelo 65

Para cada -clase de compuestos presentes en los residuos vegetales y


animales depositados en el suelo, se forman estructuras específicas en
el humus; esto se produce a través de su proceso de mineralización y
humificación, como se observa a continuación.:

Compuestos Núcleo del


primarios Humificaci6n compuesto secun-
presentes dario resultante
(humus edáfico)

Carbohidrato& (mono,
oligo, polisacáridos,
hemicelulosa) Furano
Lignina y derivados Fenol
Aminoácidos y deri-
vados (proteínas,
polipéptidos, aminas) Fenol

Grasas, aceites y No son humificados


ceras totalmente
Resinas, terpeno, Indo!, piridina
alcaloidea según estructura
Antocianos, flavonas Pirrol
Productos secundarios - - - - - - - - - Variables
(hormonas, vitaminas,
enzimas, antibióticos).

La bioquímica de los procesos de humificación es más compleja.


Está basada en una síntesis o resíntesis de los productos de mineraliza-
ción; esta polimerización conduce a ácidos húmicos y derivados de gran
tamaño molecular.
Los conocimientos actuales de la bioquímica de la humificación se
han obtenido en experimentos realizados con substancias-modelo y bajo
condiciones diferentes a las del suelo mismo. Como ejemplo, a conti-
nuación se presentan algunas de estas reacciones:

o o

()
11
H......._ /e'-....
.:::::-e eH 3 Conden&<~ción
o
He e= o
3'e/\ o o
11 H2 Triosas Quinona
o
66 Química de Sueloa

A partir de la condensación de triosas se llega a la formación de


quino nas.
La constitución de grupos de melanina, sobre la base de la tirosina,
se puede representar esquemáticamente como sigue:

Tiroaina Oxidihidroindol

~
V--NJ
n
lndol Melanina

Entre los radicales externos pueden encontrarse grupos ácidos de


carácter fenólico y carboxílico (-OH, COOH). De ellos resultan las pro-
piedades de acidez de los ácidos húmicos y la posibilidad de formar

Cuadro 2.4. Distribución de grupos funcionales en ácidos húmicos y


fúlvicos en cmol (+ ) kg- 1 • (Según Stevenson (82) ).
Grupo funcional Subtropicales Tropicales Rango Promedio
mundial
Acidos húmicos
Acidez total 630-770 620·750 560·890 670
Grupoa -eOOH 420·520 380·450 150-570 360
Grupoa OH acídicos 210·250 220·300 210·570 390
OH alcohólicos y
débilmente ácidos 290 20·160 20·490 260
Quinina• e = o 80·150 30·140 10·560 290
Quetonaa e = O oeH3 30-50 60-80 30-80 60

Acidos fúlvicos
Acidez total 640-1 230 820·1 030 640-1 420 1030
Grupoa -eOOH 520·960 720-1 120 520·1 120 820
Grupoa OH acídicos 120·270 30·250 30-570 300
OH alcohólicos y
débilmente ácidoa 690·950 260·520 260·950 610
Quininas e = o 120·260 30·150 120-420 270
Quetonaa e = o 160·270
OeH3 80·90 90-120 30·120 80
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fue Sólida del Suelo 67

sales que se denominan humatos (ver Cuadro 2.4). Ocasionalmente se


han determinado radicales externos metoxtñcos (-OCH 3 ).
Grupos amínicos (-NH2 ), en forma de radicales externos, son muy
comunes; en algunos casos pueden contribuir hasta con el 70% de los
radicales externos del humus del suelo. A veces se presentan azúcares
(sacáridos) y aminoácidos como grupos accesorios en los ácidos hú-
micos.

Compuestos orgánicos nitrogenados


La mayor parte del nitrógeno, sobre todo en regiones húmedas, se
encuentra en los compuestos orgánicos donde predomina el material
vegetal, como resultado de la descomposición microbiana de residuos
animales o vegetales. En estos residuos se incluye una gran variedad de
compuestos que contienen nitrógeno.
La descomposición de estas substancias es realizada tanto por los
animales como por los microorganismos del suelo. A los animales inver-
tebrados que están en el suelo corresponde la función principal de
desintegrar los tejidos y aprovecharlos para su metabolismo, liberando
C0 2 y excretando la fracción de nitrógeno que no utilizan en la estructu-
ración de su cuerpo. Los derivados de esta descomposición son princi-
palmente el ácido úrico y el amonio, los que son equivalentes al excre-
mento de los animales superiores. La actividad de la microflora del
suelo, que es la que completa la degradación, es controlada por los
factores ambientales ya analizados en este capítulo.
La distribución del nitrógeno en los perfiles de los suelos es variable
y depende de la cantidad, el origen y el grado de descomposición de la
materia orgánica en las diferentes capas. En la obtención de los datos
adecuados se emplean, en general, las técnicas de Bremmer (ver Bartho-
lomew y Clark (7), y Stevenson (82)).
Debido a las actividades biológicas en el suelo, poco sorprende la
gran variedad de compuestos nitrogenados sencillos que en él se encuen-
tra, aunque sean de corta vida. Este grupo de substancias ha servido, sin
duda, para determinar la existencia de aminoácidos libres y, en los últi-
mos años, para identificar también algunos péptidos sencillos. La canti-
dad.4e 'stasdX)IDpuei1os es .qllJY. P,.aJa~ l.o 9ue r,~vel~ ~mayw-'itarte
del nitrogeno orgánico en el suelo se halla en moléculas grandes. Debido ·
a su complejidad, se sabe muy poco acerca de estos compuestos. Se
estima que aquellos que son capaces de ~~~dos de
nitróg~no, ~o~o la lignina o los polifenoles, o&oll• ·impo~ en la
materia organ1ca. .. · '-- ·· . .... , .......
Desde hace mucho tiempo se obsewó que..loa.,compuestQs.cc;ynplejos
contienen la mayor parte del N en el suelo, por ello se dedicaron nume-
rosas investigaciones a su estudio. En éstas se comprobó que casi la
mitad del nitrógeno en el suelo aparece como aminoácidos y la otra
mitad como amidas, ambos presentes en su mayoría como parte de
macromoléculas. En estas investigaciones se usan las técnicas habituales
de la bioquímica. En particular, la extracción plantea un problema espe-
cial en este caso, ya que el extractor no sólo solubiliza la materia orgá-
nica, sino también los componentes inorgánicos del suelo, lo que hace
difícil la determinación posterior. Así, ·hasta ahora no se ha logrado
68 Química de Suelos

extraer proteínas puras del suelo. Al degradar las macromoléculas se


han identificado no menos de 20 aminoácidos y diferentes compuestos,
como glucosaminas, lo que indica que una elevada proporción de los
derivados nitrogenados es de origen microbiano. Se ha establecido que
las diferencias en el aporte de nitrógeno de aminoácidos al total se
deben a condiciones climáticas y prácticas agrícolas distintas; por ejem-
plo, entre los aminoácidos de suelos orgánicos de los trópicos y aquellos
de zonas templadas. Estas diferencias son más cuantitativas que cualita-
tivas, ya que se refieren a las proporciones de los aminoácidos presentes.
Actualmente se sabe que los aminoácidos son componentes impor-
tantes de muchos suelos y que pueden acumularse en algunos horizon-
tes, como en el B de los Spodosoles. Es conveniente recordar que la
estabilización de los compuestos nitrogenados en el suelo se produce
por medio de reacciones con otros derivados orgánicos, durante el trans-
curso de la humificación. Se cree que estos complejos orgánicos son
estabilizados, además, por su adsorción sobre los minerales de arcilla y
los sesquióxidos en el suelo. Esta estabilización es particularmente pro-
nunciada en suelos con alto contenido de arcillas amorfas, en las cuales
Bornemisza y Pineda (8) demostraron que existe una correlación en los
suelos de Costa Rica (8). El mismo retraso en la mineralización ha sido
observado también en otras condiciones (14).

Compuestos orgánicos fosfatados


Con frecuencia, la fracción O'rgánica del fósforo total alcanza por-
centajes elevados; así en suelos ácidos de regiones húmedas no es raro
que la mayor parte de la totalidad de este elemento se encuentre en
forma orgánica. Según Bornemisza e Igue (11), en 22 muestras de Costa
Rica el promedio fue de 51.2 i. y la variación entre 14 y 70 por ciento.
En resumen, el aporte de la fracción orgánica del fósforo para los
diferentes tipos de suelos considerados es como sigue: en suelos alta-
mente meteorizados, hasta un 80% del total; en Andosoles, fracciones
altas hasta de 90% del total; en Vertisoles, generalmente hasta dos ter-
cios del total; en suelos recientes es muy variable, pero comúnmente se
presenta en proporciones medianas.
¡, u u* nrpre hablar de cuatro mmg§ ndncinbs de fb(Ozyrgá-
Cfiltó, asaber: ... --





a. Fosfatos de inositol. Entre estos se conoce bastante bien el hexa-
fosfato de mio-inositol, también llamado ácido fítico, el que con
frecuencia se encuentra en las plantas, especialmente en las semillas.
Este compuesto es estable; sus sales son poco solubles, excepto con
los metales alcalinos. En el suelo, el hexafosfato suele encontrarse
junto a pentafosfatos y esto ocurre no sólo al ácido fítico, sino tam-
bién a sus isómeros. La configuración principal de los inositoles está
dada por el arreglo de grupos OH alrededor del ciclo del inositol o
Componentes Or¡ánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 69

hexahidroxiciclohexano, del cual se conocen los nueve estereoisó-


meros posibles. En el suelo se han identificado derivados de las
siguientes cinco formas de inositol:
H OH H OH

HO~H
j~~~~~:H
OH H
H
H

OH
H
HO

H
H

OH

Mioinositol Escilitol

l<t) OH OHH
OH OH

HO
H
OH

H
H
H

OH

0-quiro-inositol
OH

OH OH
lG
HO
H
H

OH
H
HO

L-Quiro-inositol
OH

H~
~H
OH OH

Neoinositol

Estas unidades se fosforilizan con seis moléculas de H3 P04 , dando


lugar al ácido fítico:
H H H H

o o o o

' P=o
/
'/ P:o

o o

/OH
HO'
P-o
0- p
HO/ 1 u'\.OH
o
o

o o

1 1
O ::.P P= O

o
H
/ 'o
H
o
H
/' o
H
70 Química de Sueloa

En diferentes condiciones, los hexafosfatos -o los pentafosfatos de


estos ciclohexanoles- han sido formas importantes del fósforo orgáni-
co. Se ha comprobado que la mayoría de los fosfatos de inositol corres-
ponde con esa forma, aunque también se ha detectado inositol trifos-
fato y tetrafosfato.
Los fosfatos de inositol llegan al suelo, procedentes tanto de mate-
rial vegetal -en el cual su presencia ha sido demostrada- como de
excrementos de animales, especialmente de gallinaza, la que puede ser
responsable de más del lO% del fósforo total.
La· síntesis microbiana del compuesto en el suelo, también parece
ser posible. Los fosfatos de inositol pueden aportar más del 50% del
fósforo orgánico en el suelo.

b. Acidos nucleicos. Es probable que éstos aporten sólo ·Una pequeña


parte del fósforo organico, la cual no excede el dos por ciento de la
fracción orgánica. Esto es fácil de comprender, ya que dichos ácidos
se mineralizan fácilmente y, por tanto, perduran en el suelo mucho
menos que los derivados estables de la fitina.

c. Fosfoüpidos. Debido a que los lípidos forman un grupo muy hete-


rogéneo de substancias, sus derivados fosforados, los fosfolípidos,
también comprenden compuestos diferentes. Sin embargo, la frac-
ción del fósforo orgánico en este tipo de compuesto es pequeña; en
general se estima que es inferior al uno por ciento del fósforo orgá-
nico total.
d . Otros derivados fosforados. Entre otros, los glicerofosfatos -identi-
ficados en plantas, animales y microorganismos- son los más
importantes; su fórmula general se puede escribir de la forma
siguiente:

donde:
X =colina o similar
COA 1 y COA 11 son radicales
de ácidos grasos

Según lo descrito se puede concluir que la identificación de una


fracción apreciable de fósforo todavía no ha sido posible y que la tarea
de logr&rlo corresponde a los químicos de suelos en el futuro.

Compuestos orgánicos azufrados


La fracción de azufre orgánico comúnmente representa una parte
apreciable del total de este elemento en el suelo. Se conocen casos en
que esta fracción es superior que el 90 %del total.
Las proteínas, esenciales en todos los seres vivos, regularmente, con-
tienen azufre y son componentes importantes de la materia prima que
Componentes Orránicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 71

interviene en la formación de la substancia orgánica. En extractos de


suelos se han identificado varios aminoácidos que contienen azufre. Se
cree que parte de este elemento puede incorporarse en la materia orgá-
nica, por medio de reacciones de condensación entre tioles (como cis-
teína y metil-mercaptano) y quino nas, aldehídos o azúcares, todos ellos
grupos frecuentes en la materia orgánica. Estas reacciones dan lugar a
compuestos bastante resistentes a la descomposición microbiana, lo que
explicaría la apreciable acumulación de azufre orgánico en.el suelo.
Para caracterizar la proporción en la cual el azufre contribuye a la
materia organica, en comparación con los demás elementos presentes,
se usa la relación carbono:nitrógeno:azufre (C/N/8).
Algunos compuestos de azufre encontrados en los suelos son:

CH3 CH3
1 1
S. CH3 S=O o::::s=o OH
1 1 1 1
S S CH2 CH2 CH2 O==S=o
1 1 1 1 1 1
CH2 CH2 CH2 CH2 CH2 CH2
1 1 1 1 1 1
H2N.CH CH. NH 2 CH.NH 2 CH. NH 2 CH. NH 2 CH. NH2
1 1 1 1 1 1
HOOC COOH COOH COOH COOH COOH
Cistin11 Metlonina Metlonlna Metlonina Acldo
sulfo oxidada sulf6nlca cistaico

Factores que influyen sobre la mineralización y la bumificación


Se pueden dividir en factores internos y externos. Los internos
están relacionados con los restos animales y vegetales que se mineralizan
y humifican; los externos se vinculan con características del medio en el
cual ocurren estos procesos.
Factores internos / ·
Entre los factores internos hay que considerar la composición y la
cantidad de restos animales y vegetales depositados; además es necesario
examinar la relación C/N, la relación ácidos/bases, la relación lignina/
celulosa y el contenido de minerales.
La relación C/N es variable en el sustrato a mineralizarse, según las
especies y la edad de las mismas presentes en el mismo. Generalmente
las plantas jóvenes y .gramíneas tienen relaciones C/N alrededor de 20;
al madurar un tejido se reduce el contenido en proteínas y minerales y
aumenta el de la lignina, incrementándose la relación C/N hasta valores
mayores que 30. De este modo decrece la susceptibilidad del sustrato
ante la mineralización.
La relación ácidos/bases es importante de manera especial en
medios ecológicos naturales; muchas veces un exceso de ácidos y la falta
de minerales, especialmente Ca y microelementos, pueden limitar la
mineralización.
Relaciones lignina/celulosa menores que 0.4, como se suele encon-
trar en troncos y restos de ramas de ciertas especies forestales, resultan
72 Química de Sueloa

en una mineralización lenta; valores mayores que 0.5, como se hallan


en plantas jóvenes, facilitan la mineralización.
Siendo la mineralización un proceso principalmente microbiológico,
la composición y cantidad de la microflora y microfauna son los facto-
res edáficos más importantes. Otros factores como el pH, granulome-
tría, riqueza y disponibilidad en nutrimentos, régimen hídrico y condi-
ciones de aereación, inciden sobre la flora y la fauna e influyen indirec-
tamente sobre la mineralización.
;'

Factores externos /
La mayor parte de las bacterias y actinomicetes se desarrolla mejor
con un pH neutro o ligeramente alcalino; el grupo de los hongos, por su
parte, pre~ un buen desarrollo dentro de límites de pH más amplios.
La '-humedad_ ~lativa es muy importante, pues las bacterias necesitan,
por lo inenós, de 98% de ella para desarrollar una actividad óptima; los
hongos, en cambio, en ambientes con 85% de humedad relativa, pueden
<!esarrollar la máxima actividad. (!'emperaturaS'~tre 20 y 25°C son
adecuadas para un buen desarrollo deTos hongos; las bacterias alcanzan
un apropiado desarrollo en medio de temperaturas entre 30 y 40° C.
Las condiciones de aereación y el régimen hídrico son factores com-
plementarios; en condiciones de saturación de agua disminuye el conte-
nido de aire y 02 en el suelo, desarrollándo~e un medio anaeróbico. La
mayor parte de la microflora y fauna es aeróbica, aunque existen algu-
nos grupos facultativos anaeróbicos ( Clostridium butyridum, Clostri-
dium celullosolvens, Clostridium putrificum ). Generalmente en condi-
ciones de mala aereación sólo se produce la acumulación de los restos
vegetales siendo su mineralización muy lenta (formas de humus sub-
hídricas: dy, gyttja y sapropel).
Aproximadamente t~dos los microorganismos son heterótrofo~ con
respecto del carbono, por lo que necesitan un sustrato de désarrollo que
disponga de cantidades adecuadas de ese elemento. El carbono provie-
ne, principalmente, de la mineralización de carbohidratos; cuando las
condiciones implican una alta proporción de lignina, la falta de C puede
ser limitativa para la mineralización. Son pocos los microorganismos
autótrofos con respecto de C, es decir, aquellos que obtienen la energía
necesaria para la síntesis de C a través de otros mecanismos (reacciones
quimiosintéticas ). Los microorganismos necesitan para su desarrollo, al
igual que las plantas, elementos nutritivos tales como N, P, S, K, Ca,
Mg, Fe y otros microelementos.
En las mismas condiciones de mineralización, la composición gra-
nulométrica puede influir sobre este proceso; así resultaría que, bajo
condiciones similares, un suelo limoso o arcilloso tendría mayor con-
tenido de materia orgánica. Esto se debe a la formación de complejos
organominerales y a la mayor posibilidad de que se presenten malas
condiciones de aereación que no favorezcan la mineralización.
Los factores ecológicos --temperatura y precipitación pluvial-
influyen tanto sobre la producción de restos vegetales y animales que se
incorporan al suelo como sobre la velocidad de su mineralización. Este
proceso se inicia a l0°C y aumenta hasta alcanzar su máximo entre 30
y 40° C. De allí resulta que con temperaturas relativamente bajas se pro-
Componentes Orránicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 73

ducen más restos de los que se mineralizan y que con temperaturas


. mayores de 25-28° C, la materia orgánica disminuye, lo que implica que
la temperatura crítica (de aproximadamente 25°C) es decisiva en la pro-
ducción y degradación de los restos vegetales. Temperaturas por debajo
del nivel crítico permiten una acumulación de materia orgánica, mejo-
rando una serie de propiedades en los suelos. Cuanc;lo las temperaturas
son excesivamente altas, como ocurre en muchas zonas tropicales, se
presenta una aceleración en la velocidad de degradación de los restos
vegetales en el suelo, lo que causa graves problemas en su fertilidad.

CONTENIDO Y FORMAS DE LA MA TER lA ORGANICA EN


SUELOS 'IROPICALES Y EN AMERICA LA TINA
El contenido de materia orgánica en los suelos es muy variable, se
encuentran desde trazas en los suelos desérticos hasta un 90-95 %en los
turbosos. El horizonte A de los suelos explotados agrícolamente, por lo
general, presenta valores entre 0.1 y 10% de materia orgánica, cuyo
contenido decrece con la profundidad en el perfil del suelo (ver Cuadro
2.5). Los suelos se pueden clasificar de acuerdo con su contenido en
materia orgánica y con las necesidades de un determinado cultivo.
Existen pocos estudios que presenten un análisis de la distribución
de los suelos en función del contenido de materia orgánica. En las Figu-
ras 2.1 y 2.2 se presentan, gráficamente, resultados obtenidos en Améri-
ca Latina; en ellas también se puede observar la frecuencia de los suelos
para los ámbitos del contenido de materia orgánica en intervalos de
0.5%C.
En el primer estudio, hecho por Díaz-Romeu, Balerdi y Fassbender
(19), se analizaron 167 muestras del horizonte Ah en suelos de América
Central, encontrándose un ámbito total entre 0.40 y 12.2% C, con un
promedio de 2.96% C. La mayor parte de las muestras (57%) presentó
un contenido de C entre el1.0 y 2.5%; alrededor del1 O% de la muestra
contenía< 1% C y el14% indicó valores> 5% C.
En el estudio ilustrado en la Figura 2.2 se consideraron datos de
diferentes autores para 91 muestras de los trópicos bajos del Brasil;
aquí se puede observar que cerca del 50% de las muestras presentan
.valores entre 0.5 y 2.0% C, y que solamente un 10% de ellas sobrepasa
el 4% e y que el 5% establece valores< 0.5% c.
Comparando ambas Figuras se puede concluir que las muestras de
América Central presentan una distribución en la cual los valores son
0.5 y 1.0% C más altos que en los suelos del trópico brasileño. En las
muestras de América Central se han incluido, en una gran parte, Ando-
soles que se caracterizan por un horizonte húmico muy diferenciado.
En la obra de Nye y Greenland (65) sobre explotación rotativa en
los trópicos, se evaluó la información disponible acerca del contenido
de C y N en suelos tropicales, especialmente de Africa y Asia. En Lato-
soles (Oxisoles) de diferentes países, ·los investigadores citados encon-
traron valores medios del contenido que oscilan entre 1.35 y 4.10 %de
C con un promedio de 1.85% en el trópico húmedo perennifolio; en
suelos de sabanas encontraron valores promedios entre 0.23 y 1.36% C
74 Química de Suelos

Cuadro 2.5. Contenido de C y N en algunos suelos de América Latina.


(Según Fassbender (26)).
HorboDieA Horizaate B
Autor( e.» a.p6D 'l1po de Número de pH pH
IUelo mu..tr• %C %N %C %N
(pupo)
Am6rica del Sm
Vleln-Boraemlaa AmuODM Latoeol 7 -&.80 8.10 0.20 6.80 0.-&7 0.08
No Latoeol 6 6.80 2.-&7 0.28 6.62 o.-&7 0.08
Sombroek Amuoau 18 -&.66 2.68 0.22 "-"2 0.82 0.0-&
Klinte Amuon• 19 8.90 2.-'1 0.11 8.70 0.66 0.06
Roeder-Bomemlaa AmuODM 8 6.80 0.66 0.06
Cabala·FUibender a.h!a 8 6.00 1.-&2 0.17 6.-&0 0.67 0.08
Blucoet al. Amuon• Culti•o (.&6) uo -&.2 0.67 6.50 2.70 0.86
(Colombia) Pradera 6.60 2.9 0.68 6.90 1.70 0.28
Pantano 6.60 6.8 0.92 6.8 7.90 0.96
Bluco Nariiio Andoeol 6 6.81 6.80 0.60
{Colombia) Subalplno
Montano 6 6.01 8.19 0.88
Subtr6pieo a 6.1S 2.67 0.27
Tr6pieo 6 6.60 6.81 0.70
FAO Llana.
(Colombia) -&.70 1.36 0.16
FAO Suram6rica Acriaol• 10 .&.S6 2.21 0.1S 4.S6 0.66 0.063
Ferruol• 10 4.66 2.76 0.22 6.10 1.00 0.078
Cambiaol• 6 6.06 3.70 0.87 6.10 1.10 0.11
Cantroam6rica
Díaz..Romeu, Balerdl
y F&Mbender Andoeol• 66 6.68 3.06 0.39 6.12 0.70 0.037
Lito.olea 21 6.69 2..20 0.48 6.67 0.71 0.030
Flu'fiaol• 20 6.02 3.09 0.30 6.S9 1.37 0.098
Cambiaol• 32 4.91 3.66 0.6S 4.93 0~90 0.063
Plu'fiaolea 12 6.79 2.41 0.64 6.2S 0.60 0.167
Brunbe- 12 6.96 2.38 0.41 6.00 0.66 0.036
Lu'fiaolea 8 6.10 8.06 1.82 6.88 1.02 0.078
a.,oeolh 8 6.06 8.26 0.20 4.73 1.03 0.078
Rhodoaolaa 2 6.66 2.40 0.23 6.66 O.S6 0.066
Vertiaolea 2 6.96 1.75 0.18 6.30 1.70 o.oso

con un promedio de 0,83 %. Esto significa que los valores hallados en


otras regiones tropicales son comparables con los del continente lati-
noamericano.

Factores que determinan el contenido de materia orgánica de los suelos


Jenny (51, 52, 53) inició las investigaciones extensivas sobre los
contenidos de materia orgánica y N de los suelos, con el fin de estable-
cer sus relaciones con los factores que los determinan; el trabajo comen-
zado en EUA, Jenny lo extiende, posteriormente, a América Latina,
realizando análisis de suelos de Costa Rica y Colombia y de otras regio-
Componentes Orgánicos y Organomineralea de la Fase Sólida del Suelo 75

20

...
~
;; 15
CD
::J
E
...
.!!
CD
"t:l 10
'#-

Fig. 2.1. Distribuci6n de algunos suelos de América Central en funci6n de


su contenido de materia orgánica. (Según Díaz Romeu, Balerdi y Fass-
bender ( 19)).

15

.....
;;
•E
::J

...
.!!
10


"t:l
'#-

2 3 4

Fig. 2.2. Distribución de algunos suelos de loa trópicos bajos del Brasil en
función de su contenido de materia orgánica. (Según Fassbender (26)).
76 Química de Sueloa

nes tropicales, como India. Hasta hoy, varios son los investigadores que
han verificado las leyes de Jenny, tanto en América Latina (ver por
ejemplo el libro de Hardy (46)), como en otras zonas tropicales.
Jenny indicó que los contenidos de materia orgánica y nitrógeno en
los suelos son determinados, en primera instancia, por el clima y la vege-
tación, pero que también sufren los efectos de otros factores locales,
como el relieve, el material parental, el tipo y duración de la explota-
ción de los suelos, y algunas de sus características químicas, físicas y
microbiológicas.
Se han publicado algunas funciones climatológicas en el contenido
de C y N, las que han sido encontradas por diferentes autores a propó-
sito de investigaciones en zonas tropicales; para su cálculo se considera-
ron los valores de C y N y diferentes determinaciones de temperatura-
promedio, precipitación pluvial y altura de los lugares de muestreo. En
la mayor parte de las evaluaciones, los autores separaron grupos de sue-
los de acuerdo con las temperaturas o la precipitación pluvial. Jenny,
Bingham y Padilla-Saravia (51), por ejemplo, diferenciaron los suelos de
Colombia en regiones con 900 a 1 500 y con 1 500 a 2 000 mm de
lluvia, y encontraron una relación inversa entre la materia orgánica, el N
y la temperatura; es decir, al aumentar la temperatura decrece el conte-
nido de materia orgánica y nitrógeno en los suelos; lo anterior, en cada
uno de los grupos de precipitación pluvial. En forma complementaria se
pueden presentar los resultados de Alexander y Pichott (2), los que
fueron obtenidos en investigaciones en la región de Cundinamarca,
Colombia (Figura 2.3).
Temperatura aproximada del aire (°C)
30 24 18 12 6
.,.5 16
~--~--~--~--~--~~--~--~p-~
16
.,ue '
12 \
o 12

..
2-
u 8 8
...·e:
E'

e= o632
o 4 4
.!'l
..
~
:::¡:
O 2 3 4 Altura (km)
Fig. 2.3. Contenido de materia orgánica en suelos superfi·
ciales de Cundinamarca, Colombia. (Según Alexander y Pi·
chott (2)).
Entre los factores locales que tienen incidencia en el contenido de
materia orgánica de los suelos de áreas tropicales hay que considerar su
relieve, exposición e inclinación. Por un lado, estos factores influyen en
el microclima y determinan, en parte, el grado de erofabilidad de los
suelos. Como efecto de la erosión, las capas superficiales de los suelos
de zonas altas se depositan en el fondo de los valles, lo que provoca un
aumento del contenido de C en estos últimos y una disminución en el
de las cimas de las colinas. Este efecto se ha comprobado repetidas
veces en el estudio de catenas en suelos del trópico.
Componentes Orgánicos y Or¡anomineralea de la Fase Sólida del Suelo 77

Por otro lado se debe considerar que el material parental de los


suelos tiene un efecto indirecto sobre el contenido de C. Rocas ricas en
minerales y elementos nutritivos, como las cenizas volcánicas, permiten
el desarrollo de una vegetación exuberante con una alta producción de
restos vegetales, lo que resulta en grandes contenidos de materia orgá-
nica. En sedimentos meteorizados y translocados que son pobres en
elementos nutritivos, especialmente de Ca, Mg y K, se producen for-
maciones vegetales esporádicas que implican contenidos bajos de C.
Un papel similar corresponde con la edad o grado de evolución de los
suelos; mientras que en los sustratos recientes, generalmente, existen
buenas reservas de elementos nutritivos, buen desarrollo vegetal y alto
contenido de materia orgánica, el avance de la edad de los suelos deja
ver en ellos, usualmente, una disminución del contenido de materia
orgánica.
Entre las características intrínsecas de los suelos hay que considerar
especialmente el contenido y tipo· de arcillas, y su reacción. Más ade-
lante, en este mismo capítulo, ese examinarán en detalle los complejos
organominerales de los suelos; se trata de complejos estables entre los
minerales arcillosos y las substancias húmicas del suelo. Es de esperar
que al aumentar la proporción de minerales arcillosos en los suelos se
obtenga un efecto de estabilización de la materia orgánica y un incre-
mento en su contenido. Esto lo han comprobado varios autores; por
ejemplo Sombroek (80), al analizar los suelos de la región amazónica
del Brasil. Por otro lado, los distintos minerales arcillosos tienen un
efecto estabilizante de la materia orgánica; aparentemente el alofán, que
es un mineral amorfo que se presenta con frecuencia en suelos derivados
de cenizas volcánicas, muestra mayor número de radicales funcionales
que contribuyen a la adsorción y estabilización de substancias húmicas.
Sin embargo, aún falta mucho por aclarar en la naturaleza de los com-
plejos organominerales de los suelos, especialmente de los Andosoles.
_;;;,· La reacción del suelo influye en el contenido de la materia orgáni-
ca. Por lo general se ha encontrado que en suelos ácidos, con un pH
menor que cinco, se produce una acumulación de la materia orgánica. 1
Esto se debe a diferentes razones; por un lado, el pH incide en el conte-
nido y composición de los microorganismos de los suelos: en condicio-
nes ácidas se limita la acción bacteriana y de la macroflora y se favore-
ce la reproducción de hongos, lo que da por resultado una menor efi-
ciencia en la mineralización y humificación con la consecuente acumu-
lación de la materia orgánica; por otro lado, la reacción del suelo deter-
mina la saturación del complejo de intercambio de los suelos; en condi-
ciones ácidas aumenta el Al cambiable -lo que conlleva un efecto de
estabilización de los complejos organominerales-, y se producen defi-
ciencias en la disponibilidad de Ca y Mg para los microorganismos, con-
duciendo igualmente a una acumulación de C. ~
En la Figura 2.4 y de acuerdo con lo indicado sobre factores de la
materia orgánica, se presentan esquemáticamente las relaciones entre
la temperatura (altura) y la producción, descomposición y contenido
de la materia orgánica del suelo.
78 Química de Suele»

m
4000 •e
6

3000
12

2000
18

1 000
24

4 8 12 16 20 Cantidad
% humus (0-20 cm)

Fig. 2.4. Contenido de humus y tasas relativas de producción y descom-


posición de materia orgánica en función de la altura. (Según Folster y
Fassbender; trabajo inédito).

Relaciones C/N, C/P y C/S en los suelos


Las relaciones C/N, C/P orgánico y C/S orgánico constituyen cri-
terios muy importantes para la caracterización de la materia orgánica
en los suelos.
1 Los valores C/N de los suelos agrícolas varían normalmente, entre
nueve y 14; en general son más bajos en los suelos de zonas áridas (con
menor cantidad de lluvia) que en los de zonas húmedas (más lluvia),
considerando valores de temperatura similares. iEn condiciones de igual
cantidad de precipitación pluvial, los indicadores C/N son más altos en
las áreas frías que en las calientes. Asimismo se ha encontrado que la
relación C/N es más baja en los suelos neutros o ligeramente alcalinos
(Figura 2.5 ).
Las tendencias mencionadas se explican con base en los factores que
influyen en la mineralización, los que fueron expuestos en acápites ante-
riores. En la Figura 2.6 se presenta la distribución C y N en cuatro per-
files de suelos.
Componentes Orgánicos y Or¡anominerales de la Fa1e Sólida del Suelo 79

Las relaciones C/P orgánico y C/S orgánico presentan valores que


generalmente oscilan alrededor de 100. Los valores C/P orgánico mues-
tran mucha variabilidad cualquiera sea el método de determinación del
P orgánico; este último generalmente se establece por diferencia entre el
P total y el P inorgánico, a través de métodos de ignición, extracción y
oxidación con H2 02 .
Substancias húmicas en suelos tropicales y de América Latina
La mayor parte de la información disponible sobre las substancias
húmicas se refiere a suelos de áreas templadas, existiendo pocos estu-
dios sobre suelos tropicales y subtropicales.
Duchafour y Domerguez (20) han brindado datos sobre las substan-
cias húmicas de numerosos suelos de Africa Occidental, desde Marrue-
cos hasta Senegal; sus investigaciones se han basado en el método de ex-
tracción con pirofosfato de sodio y separación por electroforesis. Ellos
encontraron que en suelos ricos en materia orgánica, como los Vertiso-
les y tirs (*),predominaban los ácidos húmicos sobre los fúlvicos en una
relación de 3.5 a 4.5:1, mientras que en los suelos ferralíticos, medite-
rráneos y aluviales se presentaban cantidades equivalentes de esos
mismos ácidos. En publicaciones recientes de Dabin (17, 18) se diferen-
cian las fracciones libres, las solubles en soda, el pirofosfato de sodio y
las huminas. De la gran cantidad de resultados obtenidos en suelos de
Africa, se presentan algunos ejemplos particulares de la Costa de Marfil
y del Alto Volta (Figura 2.7).
16

-
z
u
e:
-o
14

..

"ii
a:
12

10

4 5 6 7
pH

Fig. 2.5. Relación entre el pH y la relación C/N.


(Según Hardon ( 45 )).

• Término aceptado por el Diccionario Multilingüe de la Ciencia del Suelo (F AO


(23)) para denominar un suelo arcilloso negro, semejante al regur, existente en
Africa del Norte.
80 Química de Sueloa

Siguiendo las mismas técnicas de extracción (pirofosfato de sodio


1% y soda 0.1 N) y con la determinación de C por oxidación crónica,
Andreux y Becerra ( 5) estudiaron los materiales húmicos en algunos
suelos de la sabana de la Orinoquia colombiana. Uno de sus resultados
fue la detección de que las relaciones entre ácidos fúlvicos y húmicos
dependen especialmente de la textura del suelo (Cuadro 2.6).
De acuerdo con los resultados obtenidos por Manarino, Volkoff y
Cerri (61) durante un estudio en tres Latosoles amarillos de la región
Amazónica del Brasil -suelos bajo bosque primario y después de
cuatro, treinta y cinco años de explotación y cobertura vegetal- predo-
minan las huminas dentro del complejo húmico y los ácidos fúlvicos
libres dentro de las fracciones solubles. (Figura 2.8).
La importancia de este tipo de análisis estriba en las características
y propiedades de los ácidos húmlcos y fúlvicos. Los primeros poseen
mayor peso molecular, grado de polimerización, tamaño de partículas

%C %N %C %N
cm
6 4 2 0.2 0.4 0.6 8 6 4 2
...
02 04 06

1 1
20

1 1
60

100 '--
Galeras Botana
Typ. Eutrandept Typ. Eutrandept
%C %N %C %N

6 4 2

20

60

lOO
Catalina Ni pe
Tropeptic Haplorthox Typic Acrorthox

Fig. 2.6. Distribución del carbono y nitrógeno en cuatro perflles de suelo.


(Según Fassbender y Guerrero (25); Fassbender, et al. (27)).
Componentes Orgánicos y Or¡anominerales de la Fase Solida del Suelo 81

REGIONES HUMEDAS
SUELOS FERRALITICDS- COSTA DE MARFIL Carbono total
ML AFS AFL AFP AHP H Porcentaje
PUERARIA ~~~~~~~ITn~~~~~~~~~~~?7~~~~
18.1
MAIZ
6.5
H

REGIONES SECAS
SUELOS FERRUGINOSOS DE ARENA- ALTO VOLTA

7.1
6.8

ML AFS AFL AFP AHP AHS

Fig. 2.7. Materia orgánica de C total ( %),: ML, materiales livianos; AFS, ácidos
f(Jlvicos (con soda); AFL, ácidos fúlvicos hbres; AFP, ácidos fúlvicos (con pirofos-
fato); AliP, ácidos húmicos (con pirofoafato); AHS, ácidos húmicoa (con soda);
H, huminaa. (Dabin (17, 18); ver además en Cerri et al. (16)).

Cuadro 2.6. Fraccionamiento de la materia orgánica en suelos de sa-


banM. ( Andreux y Becerra (5) ).
e e e Extracción Extracción
Horizonte total libre ligado Pirofosfato Soda
Serie (S) (et) % %
% de et deet et AF/ et AF/
de S % AH % AH
GA A¡ 2.18 6.06 93.94 41.19 0.90 43.40 1.22
A3 1.99 39.70 0.87 42.10 1.00
MA A¡ 0.68 30.90 0.47 45.60 1.38
A3 0.42 32.38 0.83 50.00 1.62
JE A¡ 1.44 29.86 1.55 30.50 2.30
B¡ 0.77 35.06 1.50 38.10 2.04
JA A¡ 0.48 25.00 2.33 47.90. 1.47
B¡ 0.34 29.40 3.00 57.10
HI Al 0.88 27.72 2.60 39.80 1.50
B¡ 0.54 24.07 2.66 44.40 2.00
UR A¡ 4.81 10.60 89.40 44.00 0.40 51.00 0.57
A3 2.60 12.70 87.30 46.80 0.48 52.50 0.72
MI A¡ 5.12 14.85 85.15 38.35 0.69 44.90 0.74
A3 3.07 7.16 92.84 49.50 0.52 58.70 0.90
AR A¡ 1.62 29.40 70.60 34.82 0.95 52.90 0.91
B¡ 0.41 36.55 63.45 25.50 0.83 73.60 1.17
82 Química de Suelos

resultantes, y mayor agregación, estabilidad y color más oscuro. Los


ácidos fúlvicos, por el contrario, presentan una mayor reactibilidad y
colores más claros. De ello se desprende que la predominancia de uno u
otro grupo de substancias húmicas confiera propiedades muy diferentes
a los suelos; suelos con un coeficiente de ácidos húmicosfácidos fúlvicos
> 1 presentan colores más oscuros, mayor agregación y estabilidad, alta
capacidad de intercambio catiónico y alto grado de retención de agua.
Las técnicas de identificación de substancias en los extractos húmi-
cos son muy variables; algunas se han desarrollado ampliamente en las
últimas décadas, como la titulación, la cromatografía, la electroforesis,
la espectrometría infrarroja y la espectroscopía de fluorescencia. Estas
técnicas son altamente especializadas y, hasta ahora, han sido muy poco
aplicadas en suelos tropicales (ver Stevenson (82), Schnitzer y Khan
(78), MeLaren y Peterson (63), MeLaren y Skujins (64), Ziechmann
(87)). Según Rosell et al. (71) se pueden diferenciar por medio de una
curva única de titulación los siguientes tipos de acidez:

Tipo I. Grupos -COOH disociados;


Tipo II. Grupos -OH fenólicos disociados y algunos grupos -COOH
débilmente asociados; y
Tipo III. Grupos -OH fenólicos y alcohólicos titulables, ambos débil-
mente o poco asociados.
La suma de los grupos I y II se considera como la acidez total. Para
la caracterización de estos grupos de acidez se utiliza la diferencia de
extensión (~ Lineal) en la banda de 620 nm. Resultados muy recientes
sobre los grupos funcionales y propiedades espectrales del humus de
suelos en Argentina, se encuentran en el Cuadro 2. 7.
La espectrometría infrarroja ha permitido los mayores .adelantos en
el campo de la identificación de substancias. Al pasar un rayo de luz
infrarroja a través de una muestra preparada de materia orgánica se pro-
duce la activación de grupos atómicos y el desarrollo de bandas de
absorción de luz características. Este método permite reconocer dife-
rentes grupos atómicos o grupos funcionales, sin destruir la integridad
química de la substancia.
En la fig. 2.9. se presentan los resultados obtenidos por Paolini (69)
en los ácidos húmicos de los horizontes Ah de un Latosol y de los hori-
zontes Ah y Bh de un Spodosol en San Carlos de Río Negro,. en Vene-
zuela
Todas las muestras analizadas muestran bandas de absorción en
3 430 cm- 1 (grupo hidroxílico), 2 820 y 2 850 cm- 1 (grupos CH),
1 715 cm- 1 (C = O y grupo carboxílico), 1 610 cm- 1 (enlace C = C),
y 1 220 cm- 1 (enlace C-0 de grupos carboxílicos y fenólicos).
Yuca Yuca
Floresta primaria Regeneración 4 años Regeneración 35 años
MAM7 MAM8 MAM9

o 20 40 60 80 100%Ct o 20 40 60 80 100% Ct o 20 40 60 80 100% Ct


o l. ~~ 1 1 1 1
~:m~~ r. .. 1 .i_. 11 1 1 1 1
1 h AW::t: ~ T
A3
81
20

o
<(40 Cl)
~
'O
o w o
1-
o z ~
oN Cl
~60
I.L
o 82 a: :o
o
oc
~cm
1 1 1 1 1
:X:
Cl
...
lit
o o 15"
b) 20 40 60 80 100%Ce o 20 40 60 80 100%Ce 20 40 60 80 100% Ce o

'<
o AO o
~a
A3
20

1.
o

r··: : _· ; : :
<(40 ~-
o Cl)
!.
~ 60 ~
LL
o
r/~l
1 ' 1 1
~
N
1
..
a.
oc
1
~oc
-
;'
~~ ~
1: ::::: :!1 Acidos fúlvicos libres [ ¡2 Humina ~ 3 Aci~os húmicos ex-~ 4 Acidos fúlvicos e x - - 5 Acidos húmicos extra(dos l
· ·· · ·· · tra1dos por la soda traídos por la soda por el pirofosfato de sodio
~
~ 6 Acidos fúlvicos extraídos
S:
110
por el pirofosfato de sodio a.
!.
C"ll
S:
!.
Fig. 2.8. Variaciones de la distribución del e en las fracciones de humus en profundidad en suelos de la región amazónica: (1) floresta o
primaria; (2) explotación, 4 años; (3) explotación y regeneración, 35 años. a= e de cada fracción en por ciento de e total, et; b =e
00
de cada fracción en por ciento de e del total de las fracciones extraídas, Ce. (Manarino, et al. (61); ver Cerri (16)). c.o
84 Química de Suelos

Cuadro 2.7. Tipos de acidez y valores de t:. lineal en la materia orgáni-


ca de suelos en Argentina. (Según Panuska y Rosell (68) ).
Suelo Historia Tipos de acidez t:.Lineal
Horizonte agrícola me/g de AH purificado y seco a620nm
y Lugar Total
11 III I+II operacional
Argiabol 1· Sorgo 1.90 0.32 1.26 2.22 3.48 510.2
típico Al 5 añoa
Rafaela 2· Paatura natural 1.26 1.07 1.20 2.33 3.53 506.2
(Santa Fe)

Natracuol 1· Sor¡o 5 años 1.07 0.66 0.85 1.73 2.58 241.3


típico
Rafaela 2· Pastura natural 1.77 0.57 1.01 2.34 3.35 563.9
(Santa Fe)

Natracuol 1· Sorgo 5 añoa 1.71 0.51 0.95 2.22 3.17 268.8


típico Al
Rafaela 2· Pastura 1.45 0.25 1.52 1.70 3.22 375.9
(Santa Fe)

Argiudol 1· Sorgo 5 años 1.83 0.44 1.39 2.27 3.66 413,7


vértico Al
Rafae la 2· Pastura 1.45 0.76 1.52 2.21 3.73 407.2
(Santa Fe)

Udipsament 1· Arado 1.39 0.95 1.52 2.34 3.86 776.4


Al 2· Campo natural 1.45 1.23 2.27 2.68 4.95 768.0
Rafaela 3· Con cultivo de 1.52 0.38 1.00 1.90 2.90 223.2
(Santa Fe) frutilla

Argiudol 1· Sor¡o 5 años 1.77 0.63 2.15 2.40 4.55 751.9


típico 2· Trigo 5 años 1.45 0.98 1.17 2.43 3.60 439.6
Al 3· Alfalfa 5 años 1.71 1.07 1.52 2.78 4.30 628.6
(Santa Fe) 4· Pastura natural 1.33 1.01 1.71 2.34 4.05 449.9

Haplustol 1· Sorgo 5 años 1.26 0 .95 0.79 2.21 3.00 580.4


típico Al
Arroyito 2· Pastura 2.78 0 .69 0.88 3.41 4.35 457.9
(Córdoba)

Argiustol 1· Sorgo 5 años 1.45 0.44 1.07 1.89 2.96 556.5


típico Al
La Francia 2· Pastura 1.52 0.63 1.36 2.15 3.51 277.9
(Córdoba)
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 85

V\
4 000 3 000 2 000 1 500 1 000 500

Fig. 2.9. Espectros infrarrojos en suelos de San Carlos de


Río Negro, Venezuela (Paolini (69)).

A pesar de que existen institutos especializados en la investigación


de la naturaleza y funciones de la materia orgánica en los suelos, ésta es·
una rama de la ciencia del suelo que ofrece bastantes incógnitas.
Muchos investigadores reconocen su importancia y se dedican a su estu-
dio, por lo que se espera que en el transcurso de las próximas décadas
se tenga un conocimiento más exacto de todos estos problemas.

COMPONENTES ORGANOMINERALES DEL SUELO


La materia orgánica y la fracción inorgánica del suelo no actúan
independientemente (o sea, sin influir la una sobre la otra), sino que
en muchos suelos -por ejemplo, en los Andosoles- existen mezclas
y uniones muy estables entre compuestos inorgánicos y orgánicos.
Estas resultan de la combinación directa de estos materiales, por medio
de enlaces de hidrógeno o por uniones, compartiendo la materia orgá-
nica y el suelo, la atracción de un catión polivalente como el Ca2 . En
estas condiciones es posible imaginar uniones del tipo ilustrado en la
Figura 2.10.
Según Greenland más de la mitad de la materia orgánica en algunos
suelos -y a veces hasta un 95 %- se presenta en complejos organomi-
nerales (40). Estos últimos suelen ser de diferente tamaño y con fre-
cuencia solubles y contribuyen al desplazamiento de los componentes
en el suelo; los ácidos fúlvicos, de menor peso molecular promedio que
los ácidos húmicos, son importantes en esto. Los complejos organome-
tálicos influyen sobre la acidez y los mecanismos de retención de nutri-
86 Química de Suelo•

Partícula mineral del suelo


Residuos orgánicos

Fig. 2.10. Representación eaquemática de la unión entre


una partícula mineral y materia orgánica.
(Según Bornemisza et al. (12)).

mentos en el suelo. Las substancias, tanto de tipo fúlvico como húmico,


forman complejos organominerales, cuya estabilidad es de gran impor-
tancia para la regulación de procesos químicos.
Las constantes de estabilidad de los complejos de materiales orgá-
nicos y micronutrimentos en el suelo se relacionan con su disponibili-
dad y varían según la naturaleza de dichos materiales, la acidez del me-
dio y los cationes presentes. En suelos de Argentina, Rosell y colabora-
dores (71, 72) han detectado complejos de cobre muy estables con los
componentes orgánicos del suelo.
Los ácidos húmicos inmovilizan las substancias minerales, y la unión
por medio de cationes intercambiables de la materia orgánica con la
fracción inorgánica, bloquean posiciones de cambio, y así puede ocurrir
que la destrucción de dicha materia aumente la capacidad de cambio ca-
tiónico de un suelo, especialmente de Andepts, como lo han informado
Guerrero y Bornemisza (44) y Soto (81), después de estudiar suelos de
Costa Rica y Nicaragua. El último de estos autores da cuenta de una co-
rrelación negativa, significativa, entre la materia orgánica y la capacidad
de cambio catiónico.
En suelos de tipo Chernozem se ha confirmado la existencia de la
unión a través de ca+ 2 , lo que dificulta en ellos la extraccion de mate-
ria orgánica.
Los componentes organominerales se caracterizan por el tipo de
enlace que presentan. Se distinguen tres tipos de enlace que originan
sendos grupos a los que se asignart diversos grados de estabilidad; a
saber:
• enlaces iónicos, de los que resultan complejos estables;
• enlaces de Van der Waals, que dan lugar a compuestos meta-
estables; y
• enlaces de hidrógeno, que originan complejos poco estables.

Evidentemente hay muchos casos mixtos en los que una parte de


la molécula es atraída por grupos iónicos y otra parte por enlaces ·de
hidrógeno o de Van der Waals.
Componentes Orgánicos y Or¡anominerales de la Fase Sólida del Suelo 87

Para que los componentes organominerales se puedan formar, debe


haber descomposición inicial de la materia orgánica. Se sabe que las
arcillas con superficie específica alta (esmectitas, alofán) tienen nume-
rosas oportunidades para reaccionar con compuestos orgánicos.
Cuando se agregan sustancias artificiales al suelo con algún propó-
sito -servir de plaguicidas por ejemplo- influyen en ellas los mismos
mecanismos de atracción que en la materia orgánica propiamente dicha.
En consecuencia dichos productos agroquímicos son generalmente
menos eficientes en suelos que retienen materia orgánica, aspecto que
debe ser considerado cuando se aplican en Andepts o en suelos arci-
llosos o ricos en esmectitas u otros minerales con alta superficie espe-
cífica.
En suelos caoliníticos, la retención de materia orgánica es fuerte,
según lo demostraron Abruña y Vicente (1). La fuerte retención de
compuestos organominerales por parte de una fracción apreciable de
la materia orgánica reduce su mineralización, como Broadbent y cola-
boradores (14) lo demostraron en suelos de Nueva Zelanda, y Bome-
misza y Pineda (9) en Costa Rica. Esta menor mineralización explica
porque las plantas no pueden aprovechar con rapidez las abundantes
reservas de nitrógeno en la materia orgánica de estos suelos. Sin em-
bargo, para obtener buenas cosechas se debe aplicar este elemento en
varios cientos de kilogramos por hectárea, no sólo por las pérdidas debi-
das al lavado, sino también porque con la mineralización se libera po~
nitrógeno. Sin embargo no se sabe mucho acerca del comportamientO.
de diferentes tipos de substancias organominerales ni sobre sus distintas
velocidades de mineralización.
Entre los compuestos organominerales hay muchos que contienen
nutrimentos que, gracias al proceso de mineralización, se van liberando
a un ritmo lento. En algunas condiciones, esta es la fuente principal de
micronutrimentos, como lo demostró Soto (81) en el caso de los suelos
volcánicos de Nicaragua.
Es difícil separar los compuestos organominerales del resto de la
materia orgánica, lo que explica porque resulta complicada la obtenoión
de materia orgánica completamente libre de substancias inorgánicas.
De lo anterior se deduce que la materia orgánica es un componente
íntimamente relacionado, y unido por diversos mecanismos, a la parte
mineral del suelo. Es prácticamente imposible comprender el compor-
tamiento de los suelos si no se conocen las propiedades de la materia
orgánica de los mismos y su interacción con la parte mineral.

CICLO DE LA MATERIA ORGANICA EN ECOSISTEMAS


El concepto del ecosistema
La naturaleza está ordenada en una jerarquía de sistemas de comple-
jidad creciente, desde el nivel atómico hasta la biosfera como un todo.
Entre aquéllos, los sistemas ecológicos (ecosistemas) son los conforma-
dos por componenes vivos y no vivos que interactúan entre sí.
En los ecosistemas ingresa energía de origen solar y materiales pro-
venientes de otros sistemas. La energía solar se transforma en energía
potencial, la que se almacena en los organismos vivos, y en la energía tér-
88 Química de Suelos

mica, la que se disipa en el espacio. La energía potencial es susceptible


de ser aprovechada por el hombre, y el propósito básico (o primario)
de los sistemas de producción es su máxima utilización. El manejo y
eventual mejoramiento de los ecosistemas agrícolas ocurren sobre la
base de una comprensión adecuada de su estructura y funcionamiento,
tarea en extremo compleja dada la cantidad de aspectos que deben con-
siderarse obligadamente.
Para facilitar ese trabajo a menudo se recurre a la metodología del
análisis de sistemas, el que permite representar fenómenos complicados,
en términos relativamente simples que esquematizan los aspectos promi-
nentes y básicos de la situación analizada.
Los ecosistemas, o parte de ellos, pueden ser descritos mediante
modelos que constituyen una representación simplificada de la realidad.
En los modelos se exaltan los aspectos más sobresalientes del sistema,
de acuerdo con el objetivo de la investigación. Existen diversos tipos de
modelos. La forma más elemental es el denominado modelo verbal, que
consiste en una descripción con palabras del sistema en estudio; así se
deben establecer los componentes, el tipo de interacciones, los límites

COMPONENTES CLIMÁTICOS

AIRE
ENERGÍA SOLAR

TEMPERATURA
PRECIPITACIÓN
HUMEDAD GANANCIAS

'
VIENTO

~
COMPONENTES \ BIOTICOS

~~1~)
COMPONENTES
FISIOGRiFICOS PRODUCCIÓN

ALTURA
,
TOPOGRAFIA
EXPOSICI6N
~) REGULADORES

PENDIENTES

COMPONENTES
GEOLÓGICOS EDAFOLÓGICDS PÉRDIDA
FÍSICOS QUÍMICOS BIOLÓGICOS

Fig. 2.11. El ecosistema y sus componentes.


(Según Fassbender (30)).
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 89

del sistema, sus entradas y salidas. Una descripción mediante bloques,


que representan los componentes del sistema, y flechas, que indican el
sentido de las interacciones, da lugar al modelo de compartimientos o
diagrama de flujos. En la Figura 2.11 -que será detalladamente explica-
da en la sección siguiente- se presenta un sistema idealizado natural o
en explotación (30), en el cual las entradas corresponden a un sistema
simplificado (natural o en explotación) con sus componentes bióticos
(plantas y animales) y sus componentes abióticos (clima, fisiografía,
suelo y material geológico); todos estos componentes tienen interaccio-

V lA HOJARASCA LLUVIA V lA AGUA


!

BOSQUE

PRODUCCION
1
M. MUERTA
1 l l
ABSORCION
LAVAJE FOLIAR
ESCURRIMIENTO

Ll -CAPA-M~~IL-L: J
r-- J ___,, TALLO

1 t t 1
OESCOMPOSICION ABSORCION LAVAJE
1

1 1

SUELO MINERAL

1 1

PERCOLACION

Fig. 2.12. Esquema básico de los compartimientos de un ecosistema


forestal y sus procesos de transferencia y cambio.
(Según Grimm y Fassbender ( 42)).
90 Química de Suelos

nes múltiples entre ellos. El sistema representa ganancias (radiación


solar, precipitación y gases atmosféricos) y pérdidas (lavaje, escorrentía,
producción agrícola, calor y otros).
El concepto fundamental de las bases edafológicas de ecosistemas y
sistemas de producción netamente agrícolas, pecuarios, forestales y
agroforestales, está representado en la Figura 2.12 ( 42). El aporte del
suelo se basa en su profundidad; así provee el sostén para las plantas y
participa directamente en los ciclos del agua y elementos químicos que
se desarrollan en la biosfera Un análisis de los ciclos implica una especi-
ficación estática (el inventario de los recursos en compartimientos) y
una medida dinámica (la descripción de los procesos de flujo entre
compartimientos). El agua juega un papel muy importante dentro de
todos los procesos, por eso se necesita una explicación especial. El ciclo
de la materia orgánica -que es el resultado de los procesos biológicos
del sistema de producción- es primordial y conlleva la acumulación y
transferencia de los elementos químicos. Las acciones de manejo del
sistema (fertilización, encalado) y las cosechas representan, respectiva-
mente, entradas y salidas que deben estudiarse en detalle. Es de acuerdo
con todas estas consideracienes que pueden desarrollarse los modelos
respectivos.
Las técnicas con modelos constituyen una valiosa herramienta para
la investigación de sistemas, ya que permiten formular las relaciones
entre los componentes de un modo inequívoco -tal como fue interpre-
tado por el investigador-=, y destacar los aspectos sobresalientes, facili-
tando la distinción de los que son suficientemente conocidos, de aque-
llos que no lo son. Hechos adecuadamente medidos, pero cuyo proceso
íntimo no es conocido en detalle, pueden ser representados mediante
el modelo de caja negra.

Análisis e inventario de las reservas orgánicas de ecosistemas


Los ecosistemas son la base unitaria de la estructura y funciona-
miento de la naturaleza; así es posible reconocer en ellos los elementos
característicos (Figuras 2.11 y 2.12; ver Fassbender (30)).

a. Componentes. Se clasifican en bióticos y abióticos; los primeros


incluyen todos los organismos vivos y los segundos el resto de compo-
nentes del ecosistema.

1) Componentes bióticos. Desde el punto de vista energético hay dos


grandes grupos: los autótrofos (productores) y los heterótrofos.
a) Autótrofos: estos son los que captan la energía de origen solar y
compuestos inorgánicos simples; luego a través de la fotosínte-
sis, elaboran substancias orgánicas complejas ricas en energía po-
tencial que garantizan su funcionamiento metabólico. Este gru- ·
po incluye las plantas.
b) Heterótrofos: estos no son capaces de fabricar sus fuentes de
energía propias y dependen enteramente, para esto, de los exce-
dentes que quedan de lo producido por las plantas una vez satis-
fechas sus necesidades. A partir de estos productos, los animales
(consumidores) elaboran su protoplasma específico; por ende
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 91

los descomponedores obtienen la energía para su funcionamien-


to de los complejos orgánicos tanto de plantas como de anima-
les, transformando esos productos en substancias inorgánicas
simples disponibles nuevamente para las plantas.
2) Componentes abióticos. En los ecosistemas terrestres se reconocen
los climáticos, fisiográficos, geológicos y edafológicos.
a) Climáticos: 1) la energía solar, que en su forma lumínica susten-
ta la fotosíntesis y en su forma térmica es responsable de los
cambios de corto y largo plazo de la temperatura; 2) el agua,
que en su estado líquido entra al ecosistema como precipitación
o florecimientos subterráneos y en su estado gaseoso es hume-
dad relativa relevante en la provocación de fenómenos atmosfé-
ricos (formación de lluvias, por ejemplo), útiles para el inter-
cambio gaseoso de las plantas con el ambiente; 3) el viento, im-
portante en procesos biológicos como la distribución de espe-
cies, la polinización y la destrucción física de organismos; 4) el
aire, con sus concentraciones de oxígeno, nitrógeno y C02 . Hay
otros componentes que no se analizarán esta vez.
b) Fisiográficos: estos componentes están muy ligados a los climá-
ticos; se refieren a la topografía del terreno, su elevación (la
temperatura disminuye 0.6°C por cada 100 metros de altura),
su pendiente y su orientación geográfica (la que define las horas
de exposición a la luz solar).
e) Edafológicos y geológicos: estos definen las características físi-
cas del suelo (su granulometría y retención de agua), las quími-
cas (pH, materia orgánica, minerales primarios y secundarios) y
las biológicas (riqueza biótica).
b. Entradas. Son los aportes físicos, químicos o biológicos que contri-
buyen a la estructura y funcionamiento del ecosistema. La luz, la preci-
pitación, los animales migratorios o el agua de inundaciones pueden
considerarse como entradas a los ecosistemas.

c. Salidas. Son los productos, desechos o partes del ecosistema que


lo abandonan por cualquier vía. La energía térmica que se desprende de
los cuerpos calientes; las aves que migran a nuevos sitios; el agua que se
pierde por escorrentía o infiltración profunda; y el suelo que se pierde
por erosión, son algunas de las salidas del ecosistema.

d. Límites. En los ecosistemas naturales estos límites son usualmente


difíciles de establecer, a no ser que haya un rasgo ambiental muy defi-
nido (un río, un peñasco, otros); sin embargo, en el modelo del ecosis-
tema sí pueden aparecer, según sean los intereses del investigador.

e. Interrelaciones. La interdependencia entre los componentes del


ecosistema determina sus características. El flujo de energía, el cicla-
je de materiales, la descomposición, la sucesión y los mecanismos
homeostáticos aparecen entre los más importantes procesos en los eco-
sistemas.
Respecto del flujo de energía hay algunos conceptos de importancia
92 Química de Suelos

que deben aclararse. La producción se refiere a la cantidad de biomasa


que existe en determinado momento; la productividad se refiere al pro-
ceso fotosintético que ocurre, por unidad de tiempo y área, en los clo-
roplastos de las plantas. El costo energético para mantener en funcio-
namiento a los productores se expresa como gastos de respiración ce-
lular, los que sustraídos a la cantidad total de energía radiante conver-
tida en energía química (productividad primaria bruta), da por resulta-
do la productividad primaria neta. Este excedente es el que queda dis-
ponible para los consumidores, y cuyo uso tendrá distinta eficiencia
(productividad Secundaria).
Estos conceptos son aplicables a todos los ecosistemasy sistemas de
producción agncola, pecuaria o forestal. En la Figura 2.12 se presenta
un modelo ampliado de un ecosistema basado en estudios realizados en
bosques naturales de los Andes de Venezuela (Grimm y Fassbender
( 42)). El estudio citado puso énfasis en ciclos nutritivos. En la misma
Figura 2.12 se esquematizan los procesos de producción de materia ver-
de, traslocación y descomposición, paralelamente al de escurrimiento
del agua en el ecosistema. El ingreso de agua y materiales al sistema ocu-
rre con la precipitación; el egreso está representado por la percolación.
Por razones de simplificación no se analiza el flujo de energía y se con-
sidera que no existe transporte de materiales por aprovechamiento
forestal.
En el mismo estudio, y tomando en cuenta la distribución por espe-
cies y por diámetros, se escogió un área de aproximadamente una hectá-
rea representativa y se hizo una determinación de biomasa en un grupo
de árboles para cosecha. Para ello se tumbaron y cubicaron; y utilizando
la densidad aparente se calculó la biomasa de tallos. Se cortaron todas
las hojas de las copas y se pesaron para determinar la biomasa de las mis-
mas; la determinación de la biomasa de ramas se hizo en forma similar.
Seguidamente se realizó la determinación de la capa de mantillo utili-
zando un marco de madera de 50 x 50 cm, con un área conocida de
0.25 m 2 • El procedimiento consiste en colocar el marco sobre el suelo
e ir sacando todas las hojas de la capa de mantillo tomando en cuenta
sus características como ÜL, ÜF, ÜF; luego se apartan y muestrean por
separado, secándolas, y se obtiene ef peso seco para determinar la bio-
masa total de la capa de mantillo.
El contenido de materia orgánica o carbono en el suelo se puede
diferenciar en el perfil del suelo por horizontes: horizonte húmico A1,
el horizonte de meteorización B1 del horizonte gleyzado G; también
se puede utilizar una distribución en profundidades (por ejemplo 0-20,
20-40), realizando el análisis de suelo según estratos y obteniendo sus
características de materia orgánica.
Para hacer el análisis de la biomasa de raíces se utilizó un anillo me-
tálico con una profundidad de 10 cm; este se va introduciendo en el
suelo tomando muestra de agua, y utilizando un tamiz se van separando
las partes en sus diferentes diámetros, 0.5 cm, 0.5 a 2.0 cm, 2.0 a 5.0
cm.
Este estudio cubrió un total de 13 parcelas y se hizo un análisis
completo a modo de inventario de la materia orgánica, distribuyendo
la fitomasa en la parte aérea, raíces y en la madera muerta; la capa de
'
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 93

mantillo sobre el suelo mineral y el suelo mineral como tal. La fitomasa


total llegó a 348 t.ha- 1 distribuidas parcialmente como sigue: 62% en
tallos; 10% en ramas, 21% en raíces, 2% en hojas y epifitas. (Figura 2.16;
Cuadro 2.8).
Esta distribución es típica. En muchas investigaciones realizadas, la
capa de mantillo acumulada representa un 10% del total, pero en el
suelo se encuentra otra distribución, ya que los suelos varían con la
profundidad; se ha comprobado que el contenido de materia orgánica
disminuye con la profundidad del suelo. En estudios comparativos de la
biomasa viva de ecosistemas tropicales a nivel mundial, se constata que
los valores varían entre 1 190 t.ha en casos excepcionales como en
Santa Fe (Panamá) -donde se tienen características pantanosas- y
180 t.ha en el ecosistema de Cararé (Colombia). Sin embargo los valores
normales hallados están entre 250 y 400 t.ha. La comparación de los
valores encontrados es muy difícil ya que la metodología de medición
usada en cada estudio o región no es siempre la misma (Figura 2.13).
El porcentaje de la biomasa de los tallos, en el caso de representar
valores altos, implica que los estudios han sido incompletos, porque no
se han determinado las raíces o bien las epífitas. El contenido de bio-
masa de hojas a nivel mundial está entre 5 y 12 t.ha- 1 , teniendo un
valor promedio entre 7 y 8 t.ha- 1 dentro de los sistemas estudiados en
bosques primarios.
Naturalmente hay una diferencia entre bosques primarios de áreas
altas, como Nueva Guinea y Puerto Rico, y otro de zonas bajas de me-
nos de 1 000 metros de altura, incluyendo los bosques de llanura.

Transformaciones de la materia orgánica


En el ecosistema, la vegetación es una variable dependiente e inde-
pendiente. El establecimiento y desarrollo de ella en un área determi-
nada depende de los factores ambientales y edafológicos (suelo, clima,
organismos, relieve y tiempo). Después de su formación, y al llegar a un
estado de equilibrio con los factores ambientales, la vegetación suminis-
tra residuos vegetales (hojas, ramas, flores, frutos, raíces y tallos) que al
descomponerse son incorporados al material mineral del suelo.
Para describir el ecosistema es necesario referirse a la formación
vegetal como un factor estático, y al estudio del ciclo de los minerales y
materiales orgánicos, como un factor dinámico. Los aspectos más im-
portantes del ciclo de los residuos vegetales son: la cantidad de los resi-
duos vegetales agregados a cada unidad del suelo en un cierto período,
la composición biogeoquímica de los residuos, los procesos de descom-
posición y humificación de los residuos, y la liberación de col y ele-
mentos químicos.
La velocidad de descomposición de los residuos y la formación de
humus dependen de la actividad de los animales y microorganism'os
saprófagos del suelo; los estudios a este respecto son aún muy esporá-
dicos. Los resultados de tales procesos son más accesibles, ya que las
formas de humus tienen estructuras definidas (capa de mantillo y
materia orgánica del suelo mineral) que se pueden analizar en detalle.
La intensidad del ciclo de la materia orgánica se puede expresar
por medio del índice de transformación, determinado por Jenny et al.
_j
< _j
o(.) z
...::>< .... .... o(.) o
z 8 w
>
... za:
II>W
11)
en~
11)
U)w
zCI) za:
¡;; .... ....
<
z <
<< < ....
<
z z .,;
o....
o <
z -o
< ...
>-w
-W - 0
<a: <"-
>-o >-w e... ¡¡:
a:
< ~
w
..J

~
,;a: " ~
<i < " <
w
..J

~ w ·
<
11) z

a:
<
ID

""
iii a: II>Z ~
o ~8 ~::; ~8 ~~ ~ ~ ~ "~
(.)
w
11)
::>
w ¡;; o_
,;a:
w w-'
o.._ o-
,;o ,;a:
ui
o:z:
w
<
>
"o
w
111
.,;
o
<
oz
ow
<>-
,;z
w
D....JCLCL:t:
zW i w o
"
<< U:>
,;N LL:cñ
·W
<>
"-o
z"'.
z
<
"'< ~
w~ wa: < <
.... z< < w-
_,o !:!!5 !:!! 5 ui .....ow<a: a:<O a:_,
z
<
11)
>::
,_:


35 ::>"' =>8
111" ¡~ ~~
>
..J
w
..J
< "'
o < <
..J

....
-'Z
<w
a::cn a: Cl) O
<o< o< ~~ffi w<
0111 o 111 >::
U:-'
a: <a:
<<
z
< -·¡:;·e
3
" " >"- '>>- >-U
(.) (.)(,) Cll
JAMAICA r-1
11>
o.
BOSQUES MONTANOS 1 1,...., ,.., BOSQUES OE LLANURA ~

Cll
e
..o
~

300 ~ - .1 1 1 lnd 1 1 1 11 11 11 1 1 1 1 1

300

FITOMASA VIVA

FITOMASA MUERTA
••o MANTILLO

RAICES

HUMUS DEL SUELO

DIMENSION t/ha

lig. 2.13. Reservas órganicas de algunos ecosistemas forestales montanos y de llanuras, (Según Grimm y Fassbender ( 42); Herrera y Klinge ( 48); Cannel ( 15 )).
Reservas (t.ha- 1) Trans ~erenc1u t. ha-1 .a-1)
o (

Ecosistemas
Montanos
Biblioararia
de consulta Viva
Fitomasa
Area
Muerta Raíces Mantillo
Suelo
mineral
(cm) Total
Veaetación
suelo
Residuos Residuos Residuos
aéreos biom- mantillo
--~
s·....S:•
:S
San Eusebio Fassbender y Grimm ( 29) 348 24 57 38 310(40) 787 0.59 7.0 2.0 18
Venezuela Grimm y ~·assbender ( 42) ......., ~
13 Parcela• (+ 5 ) 115 7.7 9.2 30 21 3
Edward• ( 21) (25)
t!Q. 'ti
Kerigoma 310 11 40 691 1.09 8.0 2.6
Papúa ~
o
:S
~ ~
Blue foreat
Jamaica
moor
Tarner (85)

216 - 54 500( 45) 770 0.54 7.0 3.2


--
t.)

..o
....
:S
~

mull
El v~rdt• Odum y Pi"""" (67)
219 1!!0(40) 399 1.22 6.0 2.7
.,.,
IÍi{
:S
l,ut• rlu H. icn ¡:¡·
..o
182 72 60 HJ(30) 402 3.70 6.0 3.3 JO

Ecosistemas de
Llanura
. '<
o
M a naos K lin"~ ( f>6J -106 25 6i 114(30) 612 4.37 6.0 1.5 IÍi{
Brasil ...
Mavdalena Fül•t~r t'l u/. ( 33) 5
3
Columbia 18-1 ;, 9 54 135(50) 387 1.!17 7.0 3.8 13

Llanura 326 5'' 55( 50) 433 6.117
...
~

Depresiún
Darién
Panamá
1iulley •1 al. ( 37 J ..
1!.
~

Q.
~
Premuntano 271 13 5.0 2.0
ii'
Sabana 316 15 11 5.0 1.6 ....,
Llanos ...
Occidentales Hase y ~'olsler ( -17 ¡ ~
Venezuela 398 - - 9 76(50) 4113 5.4 6.0 2.0
~
San Carlos S:
Venezuela ...
Tierra }o'irme Jordán y Uhl (53) 324 - 26 - - - - - - - Q.
!.
Caatinga Herrera y Klin~e ( 48) 243 140
C'l.l
Bahía 95 142 S:
Kade Greenland y Kowal ( 39) 264 72 25 87(30) 448 4.15 !.
o
Ghana
Banco Huttel y Reversa! ( 49) 435 49 170(50) 634' 2.85 3.0 0.7 6 U)
Qt
Costa de Marfil
Malaya Kira.t al. 475 49 - - 140(100) 664 3.74 4.0 0.80
96 Química de Suelos

(52); para la obtención del índice se aplica la fórmula siguiente:

R
C= . 100
R+H

donde:

C es el coeficiente porcentual de descomposición de los residuos


vegetales.
R es la producción anual de residuos vegetales por unidad de super-
ficie.
H es la cantidad de humus en la capa de mantillo por unidad de
superficie.

En las regiones tropicales y subtropicales existen algunas investiga-


ciones sobre la producción de residuos vegetales. En Mérida, Venezuela,
se estudió la producción de residuos vegetales en un sistema; en él selle-
gó a determinar una producción de los residuos de 6.97 t.ha- 1 a- 1 ,
monto en el que la participación de las hojas fue alta, 3.4 t.ha- 1 a- 1 ,
estando el resto compuesto por ramas, flores, frutos y epífitas. En fun-
ción de la distribución de las lluvias y de las características fisiológicas
de los bosques se tiene un determinado ciclo, el que puede ser influido
por el agua; a medida que esta última va alcanzando su nivel crítico, las
hojas se pierden y entonces llegan al suelo (Fassbender y Grimm (28)).
En comparación con los valores encontrados en otros ecosistemas
montanos en el bosque de San Eusebio, Venezuela, se determinó un
valor promedio de residuos vegetales; en otros bosques de llanura, como
en Nueva Guinea, Puerto Rico y Colombia, se observan valores entre 5
y 8 t.ha- 1 a- 1 de deposición de residuos vegetales (Figura 2.14).
Para el estudio de las tasas de descomposición de las hojas o de las
ramas, se colocaron hojas y ramas en cajas con tamiz arriba y abajo.
Estas muestras fueron expuestas a condiciones de campo, y se determi-
nó el peso seco tomando dos muestras cada dos meses, obteniéndose
de este modo una curva de descomposición (Figura 2.15).
Si en la Figura 2.15 se proyectara la curva en un período de 18
meses, se podría observar que los residuos de hojas han sido descom-
puestos completamente e introducidos en el suelo; se trata, en este caso,
de un mantillo del tipo mull, en el que la descomposición de los residuos
vegetales es bastante acelerada. En el caso de las raíces y los troncos, la
descomposición es mucho más lenta; para llegar a cero sería necesario
que transcurrieran 12.5 años.
Con base en los datos obtenidos sobre las reservas de materia orgáni-
ca en los diferentes compartimientos del ecosistema y tomando en con-
sideración las tasas de transferencia entre los mismos, se puede postular
el modelo de ciclo de la materia orgánica correspondiente.
A manera de ejemplo en la Figura 2.16 se presenta el ciclo de la
materia orgánica para el ecosistema forestal montano de San Eusebio,
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 97

Venezuela; la Figura se basa en los datos de Grimm y Fassbender (42,


28). Para la descripción correspondiente se ha considerado una profun-
didad del suelo de 40 cm; ello debido a que las raíces finas, responsables
de la absorción de agua y de elementos nutritivos, forman una zona de
enraizamiento intensiva en esa profundidad -en mayores profundida-
des, las raíces finas disminuyen notablemente-. La materia seca del
ecosistema -que alcanzó un peso total de 785 t.ha.- 1 - se encontraba
distribuida en la vegetación, en el mantillo (con madera muerta) y en el
suelo, con 51.8 y 41% del total. La única fuente de ganancia de materia
orgánica es la fotosíntesis; la tasa de productividad neta anual, sin em-
bargo, no se puede determinar, pues la edad del bosque no es conocida.
Fuentes de pérdida maderables no existen en el ecosistema, ya que se
trata de bosques primarios sin utilización antropológica; sólo existen
fuentes df> transformación, a través de la producción de residuos vege-
tales. Un aspecto sui generis del ecosistema en estudio es la producción
y descomposición de la materia orgánica.

• BOSQUES MONTANOS -.1 1 4-- BOSQUES DE LLANURA

10

tJh• •

Manlillo(t lha)
25 30•6 38 7 17 ~ - 5 2 J 3 54 52 6 5
%
IN DICE 25 15 13 15 5< 38 <8 8< 83 81 70 70 8< 21 ,. 8~ 68

Fig. 2.14. Producción de residuos vegetales en diferentes ecosistemas tropicales


(Fassbender y Grimm (28)).

La producción de hojarasca o residuos vegetales finos es -con 7


t.ha- 1 a- - bastante importante, pues su tasa de descomposición es alta
(70% de la producción anual); los residuos de tallos y raíces, por su
parte, alcanzan 4.8 y 3.2 t.ha- 1 a- 1 respectivamente. En consecuencia
ingresan 15.0 t.ha- 1 a- 1 por estos rubros en la capa de mantillo.
La velocidad de descomposición de los residuos es alta en general,
pues sólo se encontraron 38.0 t.ha- 1 en total, de las cuales la mayor
parte estaba en su fase de humificación. La forma del mantillo corres-
ponde a un moder, caracterizando procesos de transformación rápidos
(en función de las temperaturas, las condiciones hídricas y la disponibi-
lidad de elementos químicos) y una actividad microbiana bastante in-
98 Química de Suelos

~ 1001~ 0 HOJAS RAMAS

'ii o........_ 100


-~ ...... r-cr--o----i~---o--

Í
.!!
,........~
r = -0.98"" o
•·101·2.~
r = -0.50"
o o

~
#-

Dic. Feb. Jun. Oct. Ene. Feb. Jun. Oct. E

Fig. 2.15. Líneas de descomposición de loa residuos de hojas y ramas.


(Según Faasbender y Grimm (28)).

FOTOSINTESIS

4.80
FITOMASA

TAL.L.OS

404.0

2e9.7
2.27
RAMAS 43.2
3.88
HOJAS 4.8
0.23
EPIFITAS 4.8
1.10
SOTOBOSOUE 25.5
flor•
3.20 RAICES 58.4

Producción

M.MUERTA
23.S
1 T~.J
1
+ 1 1
38.0
7.0/3.2
4.8
CAPA MANTIL.L.O
1 1
1
Descompoeición

Hojas
0.4
' ~Ción
1
1
1·'
1Tallos 319.3
Raleas

SUEL.O MINERAL
0-<lacm

PERCOL.ACION

Fig. 2.16. Ciclo de la materia orgánica en el ecosistema montano de


San Eusebio, Venezuela. (Adaptado de Grimm y Fassbender ( 42, 43);
Fassbender y Grimm (28, 29)).
Componentes Orgánicos y Or¡anomineralea de la Fase Sólida del Suelo 99

tensa. Con base en las tasas anuales de descomposición de los residuos


de hojas y ramas se han calculado la descomposición y la acumulación
de substancias húmicas orgánicas en el suelo mineral.
Así, la materia orgánica se ha acumulado paulatinamente en el suelo
mineral; la absorción directa por las plantas es nula y la pérdida por res-
piración de microorganismos es desconocida. En todo caso, las reservas
son bastante altas, y de ello resulta -como se analizó anteriormente-
una alta estabilidad del ecosistema.
MATER lA ORGANICA EN SISTEMAS DE PRODUCCION
Efecto de la tala y quema
Cualquier intento de explotación de los bosques empieza con la
tala y quema de los mismos. Esto produce, en primera instancia, una
interrupción en el ciclo natural de nutrimentos -en especial en el de la
materia orgánica, debido a que cesa la producción de residuos vegetales
y ya no ocurre degradación y mineralización de los mismos-. Además,
el suelo queda expuesto a los fenómenos climáticos, los que causan di-
versos problemas, como la erosión hídrica.
El proceso de tala empieza, normalmente, al finalizar la época de
lluvias; de ese modo se pretende aprovechar la época seca para facilitar
la quema de los restos vegetales y así poder sembrar antes de la siguien-
te temporada de lluvias.
Los efectos de la quema son muy variados. El primero es el calenta-
miento superficial del suelo, lo que acarrea la destrucción parcial del
mantillo. Otro efecto es la alteración de diversas propiedades del suelo y
de características de la población microbiana del mismo. La temperatu-
ra que se desarrolla en estas quemas depende de factores tales como la
cantidad de fitomasa, los tipos de restos vegetales, la posición de los
restos (dispersión o amontonamiento), el grado de humedad, los facto-
res climáticos (como la humedad del aire), la precipitación en el mo-
mento de la quema y lo vientos que atizan el fuego. (Ver Figuras 2.17
y 2.18).
Las temperaturas desarrolladas son variables y sobrepasan los lí-
mites biológicos que conducen a la esterilización parcial del suelo,
reduciendo la actividad microbiana. Valores de 60° C o superiores son
críticos, pues producen la desnaturalización de las proteínas. Con tem-
peraturas entre 80 y 100°C se acelera la oxidación de la materia orgá-
nica, con la respectiva producción de C02 que pasa a la atmósfera. Con
temperaturas mayores de 300° C, el N asociado con la materia orgánica
se desprende en forma de óxidos y también se pierden ciertas cantida-
des de azufre (Figura 2.17). En casos extremos se producen tempera-
turas hasta de 800° C.
Los otros elementos, en especial el P, K, Ca y Mg, se acumulan en
las cenizas que se depositan en el suelo donde posteriormente reaccio-
nan con el agua ante las formas iónicas; de esta manera, si bien aumen-
ta su disponibilidad, al mismo tiempo se hacen más susceptibles al lava-
do. Todos estos procesos de oxidación conducen a cambios en el pH,
comúnmente, aumentándolo.
Hacer un balance exacto de las pérdidas de elementos nutritivos
que genera la quema es difícil, ya que las temperaturas varían debido
100 Química de Suelos

a los diversos factores expuestos, lo mismo que las cenizas debido a


los fenómenos climáticos. Solamente un muestreo muy sistemático
es confiable.

Materia orgánica en sistemas de producción agrícola rotativa


En los sistemas de explotación rotativa (shifting cultivation) se
tiene en uso al suelo durante un período breve e intensivo, que es
seguido por una etapa larga de regeneración de su fertilidad. Es un
hecho comprobado en los trópicos, que la fertilidad de los suelos y las
cosechas disminuye rápidamente en aquellas áreas que son explotadas
después de la tala y quema de los bosques; se ha informado de casos
extremos (explotación del maní en el Congo), en que la disminución
de la producción en una segunda cosecha llega a ser del 86 %. El grado
de reducción de la fertilidad depende de las características del suelo
(contenido de humus, nitrógeno y otros elementos nutritivos; conte-
nido de arcillas, pH, grado de agregación de las partículas, número y
actividad de los microorganismos), de la secuencia o rotación de los cul-
tivos (los monocultivos por ejemplo llevan a una degradación acele-
rada), de la intensidad de explotación y de las prácticas de cultivo y
control de la erosión utilizadas y desarrolladas.
Las pérdidas de fertilidad de los suelos se deben también a diversos
procesos, entre ellos: la falta de restos vegetales para la mineralización;
el aumento de las enfermedades y parásitos; los cambios en las propie-
dades físicas del suelo (especialmente del régimen hídrico y de la airea-
ción); las pérdidas de elementos nutritivos (tanto por extracción de los
cultivos y lavado como por erosión); las pérdidas de humus por erosión
y escorrentía y los cambios en el ambiente microbiológico del suelo.
Estos procesos, por lo generral, ocurren juntos; la degradación de la fer-
tilidad es el resultado del comportamiento colectivo de ellos, y muy
pocas veces es posible indicar una sola causa ~el fenómeno. General-
mente después de una explotación intensiva del suelo, entre dos y cinco
años, se alcanza un grado de agotamiento tan elevado de la fertilidad del
mismo que los agricultores optan por abandonar la parcela procurando
encontrar una nueva en la cual iniciar otro ciclo de explotación, carác-
ter tradicional en el sistema rotativo de uso agrícola del suelo (Figura
2.19, Cuadro 2.8).
Algunos autores han propuesto modelos matemáticos para represen-
tar el agotamiento y regeneración del suelo con un proceso de explota-
ción rotativa; para ello han considerado entre otras cosas, la pérdida de
fertilización y la disminución y regeneración de los diferentes nutrimen-
tos (Cuadro 2.8).
En las parcelas abandonadas se produce, en un largo plazo, una
recuperación progresiva de las condiciones de fertilidad del suelo. El
plazo de regeneración puede estar entre ocho y 30 años, aunque en con-
diciones favorables de suelo se puede acortar bastante. En esta etapa de
descanso de las tierras, se desarrolla un bosque secundario, de nuevo se
acumulan elementos nutritivos en la vegetación, se restablece la produc-
ción de restos vegetales y su mineralización, y el suelo alcanza finalmen- .
te su fertilidad original. Algunos autores han podido determinar la acu-
mulación de elementos nutritivos en la vegetación de regeneración y
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 101

FACTORES TEMPERATURA EFECTO


Material
Volatilización
Humedad
e
Viento
N

S
(parcial)

Liberación
cm
P-H3P04
5
K-K20
10
Ca-CaO
20
30
Elementos pesados
Esterilización

Cambios de pH

Fig. 2.17. Efecto de la quema sobre los elementos nutritivos del suelo.
(Fassbender (24)).

TEMPERATURA (°C)

100 200 300 400 500 600


o
20
16

o 8
12
T
o
!l
-¡;
...
:l

-¡;
4
1 superficie del suelo
o ~~~~~~--~--------
.,
"C
·¡:¡ 4
;;::
... 8

....
~
:>
12
16
"C
E 20
i 24
"C
28
"' 32
"C
=g
:l 36
o
a 40
44

rig. 2.18. Desarrollo de la temperatura durante la quema.


(Según Ewel, et al. (22)).
102 Química de Suelos

Cuadro 2.8. Comportamiento del C y N en los suelos agrícolas en


explotación. Disminución del contenido de C y N en dife-
rentes condiciones climáticas{;. sistemas de cultivos. (Según
Jagnow (50); ver Fassbender 26)). ·
Disminución
porcentual
Lugar Lluvia Explotación Años Muestra pH %C %N anual de
mm
humus(*)
1 Trinidad 2000 Explotación Inicial 1.57 0.06 14.5
rotativa
(Shi(tinl) Final 1.15 0.05
2Trinidad 2000 Maíz· 6 Inicial 6.1 1.02 0.13 3,2
leguminoea Final 6.7 0.84 0.11
3Ghana 2080 Maíz-yuca 8 Inicial 6.0 2.19 0.164
Final 5.0 1.50 0.128 4.8
4Ghana 1500 Yuca 6 Inicial 5.7 2.12 0.191
Final 6.0 1.63 0.148 4.4
5 Ceilán 1500 Explotación 2 Inicial 7.4 2.55 0.218
rotativa Final 7.4 2.15 0.187 8.3
6Ghana 1500 Suelo 3 Inicial 6.9 2.41 0.230
desnudo Final 6.7 1.03 0.117 25.0
+cobertura 3 Final 6.8 1.44 0.155 15.8
bajo cacao 3 Final 6.6 1.71 0.178 2.5
7 Uganda 1350 Algodón· 17 Inicial 6.2 3.30 0.292
sorgo-
crotalaria Final 6.0 0.97 0.080 6.5
8 Kenia 1020 Maíz- 4 Inicial 7.7 1.20 0.13
m u cuna Final 6.1 0.42 0.04 23.1
9 Senegal 1300 Sorgo-maní 6 Inicial 6.4 0.75 0.15
Final 5.4 0.50 0.15 6.8
10Ghana 1300 Yam-maní- 6 Inicial 6.2 0.36 0.034
camote Final 5.7 0.28 0.025 4.0
6 e_ K
(*) La disminución porcentual anual de C es calculada según la fórmula """6t -
final, donde la disminución de humus en t años -l ,al nivel C final de acuerdo
con una constante de proporcionalidad K.

han tratado igualmente de calcular, matemáticamente, la recuperación


de estos elementos.
Un sistema de explotación rotativa, bien planeado y conducido, im-
plica la utilización productiva y momentánea de pequeñas áreas o parce-
las, y debe incluir la regeneración a largo plazo sin menoscabo de la
fertilidad de los suelos. (Figura 2.19).
El problema socioeconómico del sistema de explotación radica en
la falta de tierra en las áreas de mayor presión demográfica sobre el
suelo, y en la necesidad de acortar el período de regeneración y alargar
el de explotación; este último factor ha sido causa de desastres históri-
cos, por ejemplo dentro de la cultura maya.
Componente• Or¡ánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 103

-
8
AGRICULTURA ROTATIVA

Años

Fig. 2.19. Representación esquemática de la fertilidad de los auelos en


..... función del sistema de producción agrícola. ( Fassbender ( 26) ).
.,"
1 ;

) ¡ \
l
· Manejo de la materia orgánica en sistemas
de producción agrícola semipennanente y permanente
El contenido de materia orgánica y la consecuente fertilidad de los
suelos con explotación semipermanente se presentan en la Figura 2.19;
en ella se observa que la fertilidad natural disminuye rápidamente
(como ya se describió), y que los períodos de regeneración son muy
cortos (generalmente con una duración similar al ciclo de explotación)
como para permitir una recuperación adecuada de la fertilidad del
suelo. Por esta última razón, en ciclos alternados y sucesivos de explo-
tación y descenso, se produce una degradación muchas veces irreversible
de la fertilidad de los suelos. No se tiene información exacta sobre la
distribución de la agricultura rotativa y de la semipermanente en
América Latina, pero sí se sabe que la distribución de la segu~a toma
cada día más importancia debido al aumento de la población. La única
manera de contrarrestar las enormes pérdidas de fertilidad consiste en:
desarrollar sistemas apropiados de explotación y, o rotaciones de cul-
tivos; ampliar el uso de fertilizantes orgánicos y minerales; ampliar la
cobertura del suelo; mejorar la incorporación de restos vegetales y, adi-
/ cionalmente, implementar medidas de control de la erosión. .
., En explotaciones agrícolas permanentes de tipo arbóreo se tienen
condiciones muy similares a las de los bosques primarios, con un ciclo
interno de los elementos nutritivos que es de largo plazo; así, las pérdi-
das de C y N son mínimas. En explotaciones permanentes monocultu-
rales, arbustivas o con plantas anuales o bianuales, se tiene pérdidas de
la fertilidad del suelo aun mayores que las de los cultivos semipenna-
nentes; sólo a través de la fertilización y de las prácticas agrícolas men-
cionadas se pueden compensar tales problemas. Como generalmente se
trata de cultivos de alta remuneración económica, tales inversiones son
posibles. Cuando se descuida la fertilización, muchas veces se produce
una degradación muy rápida del suelo.
104 Química de Suelos

Residuos de cosecha
El manejo y utilización de residuos vegetales pueden ser decisivos en
la dinámica de la materia orgánica y en la conservación de la fertilidad
de los suelos. La biomasa de los componentes aéreos no cosechados de
los diferentes cultivos -los que pueden ser utilizados como cobertura
del suelo o incorporados al mismo por aradura- oscila dentro de un
rango muy amplio (Cuadro 2.9), y generalmente implica una masa com-

Cuadro 2.9. Producción de residuos vegetales en algunos cultivos tro-


picales. (Según Sánchez (74) y Ayanaba (6) ).
Cosec!\a Residuos
(t. ha - ) (t.ha' 1 )
Maíz 4.0 4.0
Arroz 8.0 8.0
Trigo 5.0 5.0
Sorgo 8.0 8.0
Yuca 30.0 29.0
Papa 40.0 22.0
Sorgo 2.0-8.0
Maíz 1.1-5.8
Arroz 4.0
Maní 2.5-3.3
Algodón 1.5-3.8

parable con la de los materiales cosechados. La extracción de los resi-


duos de cosecha o su quema involucran pérdidas muy grandes de mate-
ria orgánica y elementos nutritivos volátiles.
Los residuos vegetales de la cosecha representan materiales de cober--
tura (mulch), cuando se depositan sobre el suelo. De este modo se logra
una protección del suelo ante: la insolación directa, las lluvias torrencia-
les y la erosión hídrica, y al mismo tiempo se producen condiciones mi-
croclimáticas favorables. Además se depositan cantidades elevadas de
elementos nutritivos -en función de las cantidades y concentraciones
(Cuadro 2.10)-, los que paulatinamente van liberándose en el suelo
según se dé el proceso de mineralización.
Las tasas de descomposición dependen de una gran cantidad de fac-
tores (intrínsecos: composición del material y del suelo; extrínsecos:
condiciones de temperatura y lluvias). Los estudios respectivos aún son
escasos; en condiciones de campo se analizó la descomposición de paja
de trigo, marcada con 14 C en doce suelos de Costa Rica (Gonzáles y
Sauerbeck (38)), cuyos resultados se presentan en la Figura 2.20. Se en-
contró después de un año que el14 C agregado permaneció en los sue-
los entre un 23 y 36%; cuatro años después el 14 C residual varió entre
11 y 23 por ciento.
Los efectos directos de los materiales de cobertura han sido deter-
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 105

Cuadro 2.10. Composición química de algunos materiales de cobertura


-mulch-. (Según Ayanaba (6) ).
Mulch Ci%) N(%) P(%) Ca+Mg Mn Sllice Almidón
Org nico Total Total +K(%) (ppm) (%) (%)
Paja de maíz 47.0 0.73 0.07 1.12 56 2.08 3.20
Tuaaa de maíz 48.0 0.66 0.11 0.59 36 1.82 4.37
Hoja& de palma aceitera 45.0 1.48 0.11 1.66 372 3.78 3.50
Paja de arroz 41.0 0.77 0.15 1.75 800 8.22 3.42
Cáacara de arroz 46.0 0.89 0.45 1.57 263 10.40 15.03
Paja de pasto elefante 43.0 0.62 0.05 1.65 161 3.68 6.00
Paja de pasto guinea 45.0 0.31 0.17 3.87 103 6.59 2.7
Paja de Typha 47.0 0.89 0.11 2.90 1 250 0.0 2.20
Vainas de leguminoaaa 45.0 1.70 0.19 2.36 64 0.0 3.60
Parte aérea de soya 44.5 1.16 0.11 2.93 120 0.0 3.60
Aserrín 48.5 0.31 0.03 1.30 15 0.0 2.20
Tallos de yuca 47.0 0.70 0.11 2.19 95 0.0 4.20

minados en muchos experimentos de campo. Según análisis del Institu-


to Internacional de Agricultura Tropical -liTA- (ver Ayanaba (6)),
cuando se aplican diferentes materiales de cobertura al suelo las cose-
chas de yuca aumentan de 16.4 hasta 26.4 t.ha- 1 • Asimismo, las cose-
chas de maíz se incrementan de 3.0 a 4.4 t.ha- 1 en suelos con cober-
tura (Cuadro 2.11). La interpretación del aumento en el contenido de
materia orgánica en el suelo es, sin embargo, difícil, ya que las canti-
dades aplicadas son relativamente bajas, si se le compara con los méto-
dos analíticos utilizados.

~bonos verdes
' Si se trata de leguminosas, la incorporación de abonos verdes im-
, ' plica una gran acumulación de materia orgánica y de nitrógeno en
, el suelo. Además de mejorar el ciclo de la materia orgánica y de los
"' elementos químicos, se obtienen condiciones físicas más ventajosas
1 para el suelo (aireación; absorción y retención de agua; sombreamien-

; to y otras). Como todas las prácticas agrícolas, los abonos verdes deben
1 encajar bien en la economía y trabajos de la finca.
Son muchas las especies que se pueden utilizar como abonos ver-
des; se prefieren leguminosas por razones ya expuestas. Las más usadas
en las zonas altas de América Latina, según Suárez de Castro (83), son:
alfalfa (Medicago sativa), trébol rojo (Trifolium pratense) y tréboles
dulces (Melilotus spp.); en las zonas tropicales bajas y cálidas -menos de
2 000 m de altura- se utilizan el caupi o chícharo de vaca (Vigna
sinensis), el frijol terciopelo (Stizolobium deeringianum), varias especies
de crotalarias, el kudzu tr,opical (Pueraria phaseoloides), el añil rastrero
(Indigofera endescaphilla) y el lupino (Lupinus sp.). Entre las especies
no leguminosas, las más utilizadas como abonos verdes son: centeno
106 Química de Suelos

~~--------------n---------------nr------------~
TURRIAL8A TABOGA SIOUIRRES
TYPIC DYSTROPEPT FLUVENTIC HAPLUSTOLL FLUVENTIC DYSTROPEPT
70 pHU u ~e pH8.1 3.1 ~e pH4.8 1 .8~C
45~ <0.02mm 42~ <0.02mm 48~ <0.02mm

50

30

10

GUAPILES PATARRA TEMPISQUE


ANDEPTIC TROPORTHENT TYPIC HAPLUSTALF FLUVENTIC USTRUPEPT
pH5.1 4.4~C pH4.8 &.2 ~e pH6.3 3.3~C
70 10~ <0.02mm 47~ <0.02mm 55~ <0.02mm

30

10

JAVILLOS BUENOS AIRES NARANJO


ANDIC HUMITROPEPT OXIC DYSTROPEPT TYPIC DYSTRANDEPT
pH5.53.1~C pH 4.8 4.9 ~e pHS.1 8.7~C
70 44~ <0.02mm 34'11> • 0.02 mm 41~ <0.02mm

ALAJUELA PARAISO RANCHO REDONDO


TYPIC USTROPEPT TYPIC HUMITROPEPT TYPIC VITRANOEPT
pHS.1 s.9 ~e pH4.S 3.0~C pHS.1 O.S~C
70 47~ <0.02mm 36'11> <0.02 mm 9~ <0.02mm

50

30

10

2 3 4 Sellos 2 3 4 Sellos 2 3 4 Sellos

Fig. 2.20. Descomposición de la paja de trigo marcada con M C en doce


lugares de Costa Rica. (Según González y Sauerbeck (38)).

(Secale cereale), trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum), avena (Avena


sativa), trigo (Triticum aestivum), cebada (Hordeum sativum), sorgo
(Sorghum almum ), pasto gambia (Andropogon gayanus ), pasto gordura
(Melinis minutiflora); como coberturas se utilizan muchas malezas
perennes de crecimiento espontáneo.
La información existente sobre la diferencia entre el efecto que pro-
ducen los materiales de cobertura -mulch- y el que producen los
abonos verdes, aún es contradictoria. Para superar esta situación se
Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 107

Cuadro 2.11. Efecto de los materiales de cobertura sobre cosechas de


yuca y maíz. (Ayanaba (6) ).
Alulch Yuca (raíces ~rescas) Maíz
t. ha-
Control 16.4 3.0
Paja de arroz 16.4 3.3
Tusas de maíz 17.8 3.3
Hojas de palma aceitera 17.1 3.2
Paja de arroz 17.9 3.5
Cúcara de arroz 28.3 3.7
Paja Pennisetum 14.2 3.3
Paja paato Elefante 16.6 3.3
Paja Panicum 15.5 3.6
Paja Andropogon 18.5 3.5
Paja Typha 16.7 3.1
Tallos yuca 20.9 3.8
Hojas de gandul 22.9 3.7
Talloa de gandul 19.9 3.5
Cáscara de le¡uminoeaa 26.4 4.4
Hojas de soya 22.9 4.2
Eupatorium 18.8 3.6
Ramaa mezcladu 18.5 3.4
Aaerrín 20.5 3.7
Plástico negro 30.5 3.0
Plástico transparente 27.7 2.7
Grava 22.9 3.1

necesitan experimentos a largo plazo. Los resultados obtenidos en la


Estación Experimental de Yurimaguas, Perú, indican ventajas de los
materiales involucrados en el suelo (Cuadro 2.12); sin embargo, las
cosechas con fertilización NKP y encalado fueron más altas.

Residuos animales. Estiércoles


La recolección de residuos animales y su uso como estiércoles
se basa en la práctica de estabulación del ganado. Hasta ahora, sin
embargo, esta práctica es bastante limitada. Según datos de Femán-
dez (31) sobre México, en 1970 se produjeron 49 200 millones de
toneladas de estiércoles -bovinos (74.4 %), equinos (9.8 %), porcinos
(6. 7 %), caprinos y ovinos (5.6 %) y aviarios (3.5 %)-, las que contenían
260, 191 y 338 miles de toneladas de N, P y K respectivamente. Las
dosis aplicadas de estiércoles son muy variables; en general oscilan entre
diez y 20 toneladas por hectárea- 1 •

Residuos de ciudades e industrias


La utilización de residuos producidos por el hombre ha sido, hasta
108 Química de Suelos

Cuadro 2.12. Efecto de coberturas y abonos verdes, en compara~


ción con suelo sin fertilización, y con fertilización NPK
(valor 100). (Valores entre paréntesis cosecha en t.ha-1
= 100)*. (Yurimaguas, Perú, según Sánchez (74); ver
Ayanaba (6) ).
1er 20 3er 4o 5o Efecto
Cultivo Cultivo Cultivo Cult!vo Cultivo promedio
Soya Frijol Maíz Maní Arroz
terciopelo
Tratamiento (1.10) (0.74) (4.17) (2.88) (2.74)
Control 9 59 33 55 64 44
Mulch de pasto 14 103 57 52 94 64
Pasto incorporado 33 90 70 69 94 71
Mulch Kudzu nd 97 72 63 90 80
Kudzu incorporado 109 77 88 79 99 90
(*) Porcentaje de rendimiento en suelos descubiertos, fertilizados ampliamente
con NPK y con encalado.

ahora, poco utilizada. Los residuos de basuras, productos industriales


y aguas negras, generalmente, tienen valores altos de materia orgánica y
elementos nutritivos, pero frecuentemente conllevan un grave proble-
ma de contaminación. Sólo en México, en 1970 (Femández (31), se
produjeron cinco millones de toneladas de bagazo de caña de azúcar,
l. 5 millones de toneladas de basuras y 2 200 millones de metros
cúbicos de aguas negras.

Materiales de compost
El compost es una mezcla de residuos vegetales y animales (o basu-
ras), el que se aplica en el suelo en un paso intermedio del proceso de
descomposición. Su efecto depende de las características químicas y
cantidades aplicadas. Esta forma de manejo es, sin embargo, poco
común.

Rotación de cultivos
Se define como la sucesión recurrente y más o menos regular de di-
ferentes cultivos en el mismo terreno. Es una práctica muy antigua, la
cual, utilizada apropiadamente, contribuye de modo eficaz a controlar
la erosión y a mantener la productividad de los suelos. El efecto bené-
fico de la práctica depende de la selección que se haga de las plantas que
van a rotarse y de la secuencia que se siga en su siembra. Uña buena
rotación, siempre debe incluir leguminosas y praderas artificiales por
un tiempo más o menos largo, según la susceptibilidad del terreno ante
la erosión. ·
Este principio hace resaltar la importancia de combinar en la finca
la agricultura y la ganadería, para lograr un buen equilibrio en el uso
de los terrenos.
Entre las ventajas de las rotaciones deben mencionarse:

• Aumento de la producción de biomasa verde que se involucra


Componentes Orgánicos y Organominerales de la Fase Sólida del Suelo 109

en los procesos de mineralización y humificación.


• Fijación de nitrógeno por las leguminosas.
• Mejoramiento de la estructura del suelo y de su capacidad de
retención de agua.
• Utilización racional de los elementos nutritivos al intercalar
diferentes sistemas radiculares.
• Cobertura del suelo durante todo el año y control de la erosión.
• Control de plagas y enfermedades.
• Mejor utilización de fertilizantes y materiales de enmienda.
• Distribución racional de la mano de obra.

Las rotaciones de cultivos generalmente son locales, ajustándose


a las formas tradicionales regionales de la agricultura. Por ello es muy
difícil dar ejemplos generales. Algunos sistemas de rotación son objeto
l. Cultivos sucesivos (3 cultivos/año)

1 Arroz 2.14 0.56 Maní 1.58

2. Multicropping

14.4
0.61

3. Multicropping (4 cultivos/año)
Arroz 2.14 1
1 Maíz 0.83
1 Manr 0.981
1 Caupí 0.201
4. Multicropping (5 cultivos/año)


-•- ---,
.._
1 ______ --•
Maní 1

S. Multicropping (6 cultivos/año)

Arroz 1.43 1 Manr 1.34 0.51


Maíz 0.54 Mafz 0.34 1.36

Nov. Dic. En. Feb. Mar. Abr. May.Jun. Jul. Ag. Set. Oct. Nov.

1974 1975

Fig. 2.21. Representación interespacial de rotaciones en estudio en la


Estación Experimental de Yunmaguas, Perú. (Adaptado de Soil
Science Department, North Carolina University (79)).
110 Química de Suelos

de estudio en estaciones experimentales. A manera de ejemplo, en la


Figura 2.21 se presentan unas rotaciones en la Estación Experimental
de Yurimaguas, Perú, (ver Sánchez (74); Soil Science Department (79)).

Materia orgánica en sistemas de producción forestales


La recuperación de las parcelas abandonadas por la agricultura
migratoria es lenta, pudiendo durar entre ocho y 30 años, dependiendo
de las condiciones que se presenten. El proceso empieza con el desarro-
llo de un bosque secundario y la acumulación, por parte de la vegeta-
ción, de elementos nutritivos, restableciendo la producción de restos
vegetales y su mineralización para así alcanzar la fertilidad original-del
suelo. Esta regeneración produce una biomasa que varía de acuerdo con
las condiciones ecológicas imperantes en la zona.
En sistemas forestales de plantaciones el ciclo de producción de
restos vegetales y la disponibilidad de la materia orgánica forma, como
ya se dijo, un círculo completo. La producción de residuos vegetales

Tonelada métrica orgánica/ha (peso seco)

Biomasa

!Suelo)

..... ....
--- ---
500
[JI Hojarasca
I:ZI Biomasa radicular

&::j Troncos removidos en la corta final y en los raleos

Fig. 2.22. Cambios en la distribución de la materia o!gánica ~n la biomasa,


la hojarasca y el suelo ( 0-50 cm), durante una rotac16n de Pinus patula en
Tanzania. (Según Lundgren (60)}.
Componentes Or¡ánicoa y Organomineralea de la Faae Sólida del Suelo 111

varía entre seis y 10 t.ha- 1 a- 1 ; se han hecho diversos estudios a fin de


determinar los valores porcentuales de los distintos órganos de restos.
Los otros procesos que intervienen en la transferencia de nutrimentos
dependen de los medios de transporte, como el agua de lluvia a través
del lavaje foliar, escurrimiento por el tallo, escorrentía superficial,
percolación y drenaje del suelo. En general, el funcionamiento comple-
to es muy complejo y se han desarrollado nuevos conceptos y modelos
matemáticos para tratar de explicarlo; ya se han obtenido algunos resul-
tados sobre el ciclo de determinados elementos como el C, N, P y otros.
En la Figura 2.22 se presentan los cambios de la materia orgánica
durante la rotación de Pinus patula en Tanzania. La biomasa producida
alcanzó 1 000 t.ha- 1 , lo cual se considera alto en comparación con la
biomasa de bosques primarios.
112 Química de Sueloa

RESUMEN
En este capítulo:

a. Se aclaran los conceptos del humus, materia orgánica, edafón, para


enmarcar el tema a presentarse. Como humus se entiende la tota-
lidad de restos postmortem que se encuentra en el suelo.

b. En la clasificación de las substancias húmicas del suelo se consi-


deran su naturaleza morfológica, su composición y sus propieda-
des químicas. En la clasificación morfogenética se describen am-
pliamente el humus bruto, el moder y el mull; también los ácidos
fúlvicos, ácidos húmicos y las huminas.
c. Como punto de partida para los procesos de mineralización y humi-
ficación se analizan las formaciones ecológicas y la producción de
restos vegetales.

d. Se explican en forma resumida los principales componentes bioquí-


micos presentes en los tejidos vegetales; proteínas, azúcares, grasas
y ligninas.

e. Se describen los procesos enzimáticos envueltos en la descompo-


sición de los restos vegetales y se puntualizan los productos resul-
tantes.

f. Se discute la bioquímica de los procesos de humificación y las for-


maciones de substancias húmicas, describiéndose los principios ge-
nerales de la constitución y polimerización de ácidos húmicos y
fúlvicos.

g. Se presentan en detalle los compuestos orgánicos nitrogenados, fos-


fatados y azufrados, examinando sus características químicas.

h. Se explican los factores internos y externos que influyen sobre los


procesos de mineralización y humificación: cantidad y propiedades
de los restos animales y vegetales, y características del medio en el
cual se desarrolla este proceso.

i. Para discutir el contenido e importancia de la materia orgánica en


los suelos se describen los m·étodos de su análisis.

j. Se presentan y discuten resultados del contenido de materia orgá-


nica en suelos tropicales y de América Latina.

k. Se exponen, en forma extensa, los factores que determinan el conte-


nido de materia orgánica y N de los suelos, haciéndose especial hin-
capié en los estudios bioclimáticos de Jenny (51) al respecto.

l. Se ofrecen, en forma resumida, las relaciones C/N, C/P-orgánico y


Componentea Oraánicoa y Oraanomineralea de la Fue Sólida del Suelo 113

C/S-orgánico y las propiedades de la materia orgánica que se detalla-


rán en capítulos subsiguientes.

m. Se analizan los métodos químicos de fraccionamiento de la materia


orgánica y las técnicas de identificación de substancias húmicas del
suelo.
n. Se dan ejemplos de los contenidos y cocientes de ácidos húmicos y
fúlvicos en suelos tropicales y se discute su importancia.

ñ. Se presentan aspectos modernos de modelaje de la materia organi-


ca en ecosistemas considerando el análisis e inventario de las reser-
vas orgánicas y las transformaciones.

. o. Se examinan aspectos del efecto de la tala y quema de bosques en el


ciclo de la materia orgánica y el impacto de la producción agrícola
rotativa.

p. Se exponen los detalles sobre el manejo de la materia orgánica en


sistemas de producción agrícola, especialmente en los residuos de
cosechas, abonos verdes, residuos animales, materiales de compost
y rotaciones de cultivos.
114 Química de Suelos

BmLIOGRAFIA

l. ABRU~A. R.; VICENTE, J. Or¡anic matter activity in aome tropical aoils of


Puerto Rico. J. Agric. Univ. Puerto Rico 39:66·76. 1966.
2. ALEXANDER, E. B.; PICHOTT, J. Soil organic matter in relation to altitude in
equatorial Colombia. Turrialba 29:183-188. 1979.
3. ALLISON, F. E. Soil organic matter and ita role in crop production. Nueva
York, Elaevier, 1973. 637 p.

4. ANDERSON, G. The identification and estimation of soil inositol phosphates.


J. Sci. Food Agric. 7:437-444. 1966.

6. ANDREUX, F.; BECERRA, S.P. de. Fraccionamiento y caracterización del ma·


terial húmico en algunos suelos de sabana de la Orinoquia Colombiana.
Turrialba 26( 2): 191-198. 197 6.

6. AY ANABA, A. The value of mulches in the management of organic matter in


tropical soils. In Cerri, C.C. et al., Eds. Proceedings of the Regional
Colloquium on Soil Organic Matter. CENA. Piracicaba. Brasil, 1982. pp.
97-103.

7. BARTHOLOMEW, W.V.; CLARK, F.E. Soil nitrogen. Madiaon, Wiaconain,


American Soc. of Agronomy, 1966. 616 p.

8. BIRCH, H.F.; FRIEND, M.T. The organic matter and nitrogen status East
Mrican soils. J. of Soil Science 7: 166-167. 1966.

9. BORNEMISZA, E.; PINEDA, R. Minerales amorfos y mineralización de nitró·


geno en suelos derivados de cenizas volcánicas. In Panel aobre Suelos Deri·
vados de Cenizas Volcánicas de América Latina. Turrialba, Costa Rica,
IICA, 1969. pp. B 7.1 al7.7.
10. - - - - - - - : AL V ARADO, A. Eds. Soil management in tropical Ame-
rica. Raleigh, USA, Conaortium on Soils of the Tropics, North Carolina
State Univ., 1976. 666 p.
11. - - - - - - - ; IGUE, K. Comparation ofthree methods for determining.or-
ganic phosphorus in Costa Rican aoils. Soil Sci. 103 (5): 347·363. 1976.

12. - - - - - - ; CONSTENLA, M.; ALVARADO, A.; ORTEGA, E.J.;


VASQUEZ, A.J. Organic carbon determination by the Walkley-Black
and dry combustion methods in surface aoils and Andept profiles from
Costa Rica. Soil Sci. Soc. Am. J. 43(1):78-83. 1979.

13. - - - - - - - . Introducción a la química de Suelos. Washington, OEA,


Secretaría General, 1982. 69 p.

14. BROADBENT F.E.; JACKSON, R.H.; MCNICOLL, J. Mineralization of


carbon and nitrogen in aome New Zealand allophanic aoils. Soil Sci. 98
(2): 118-128. 1964.

16. CANNEL, M.G.R. World forest biomaaa and primary production data. Londres,
Academic Preas, 1982. 391 p.

16. CERRI, C.C.; ATHIE, D.; SODRZEIESKI, D. Eds. Proceedings of the regional
colloquium on soil organic matter. Piracicaba, Brasil. Centro de Energía
Nuclear (CENA), 1982. 266 p.
Componentes Or¡ánicoa y Or¡anomineralea de la Fase Sólida del Suelo 115

17. DABIN, B. Les matiéres organiques dans lea sola tropicaux normalement drai-
néa. Pédolo¡ie 18: 107-216. 1981.

18. . Rela~ao entre a evolu~ao dos compartimentos humicos sob cultura


e os factores físicos e químicos da fertilidade em diferentes solos tropicais.
In Cerri, C.C. et al., Eds. Proceedings of the Regional Colloquium on Soil
Organic Matter, Piracicaba, Brasil, CENA, 1982. pp. 87-98.

19. DIAZ·ROMEU, R.; BALERDI, F.; FASSBENDER, H.W. Contenido de materia


orgánica y nitrógeno en suelos de América Central. Turrialba 20( 2): 185-
192, 1970.

20. DUCHAFOUR.- P.H.; DOMINGUEZ. Y. A study of the humic compounds in


some tropical and aubtropicalsoils. African Soils 8: 25-39. 1963.

21. EDWARDS, P.J. Studies of mineral cycling in a montane rain forest in New
Guinea. 11. The production and diaappearance of lit ter. Journal of Ecology
65: 971-992. 1977.

22. EWEL, J. et al. Slash and burn impacta on a Costa Rican wet forest site.
Ecology 62: 816-829. 1981.

23. F AO. Multilingual Vocabulary of Soil Science. Roma, Italia, FAO 1960. 425 p.

24. FASSBENDER, H.W. Chemisches Verhalten der Hauptnáhrstoffe in Boden der


Tropen, insbeaondere in Lateinamerika. Gottinger Bodenkundliche
Berichte 23: 1-182. 1972.

25. ; GUERRERO, R. Identificación de fosfatos y equilibrios


catiónicos en suelos derivados de cenizas volcánicas de Pasto y Calima,
Colombia. Revista de Ciencias Agrícolas 5:5-18. 1973.

26. . Química de Suelos, con énfasis en suelos de América


Latina. San José, Costa Rica, llCA. Serie de Libros y Materiales Educati-
vos, 1975. 398 p.

27. ; et al. Amounts and forma of phosphorus in ten highly


weathered soils of Puerto Rico. Turrialba 28:9-13. 1978.

28. ; GRIMM, U. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 11. Producción y descom·
posición de residuos vegetales. Turrialba 31(1): 39·47. 1981.

29. . Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. IV. Modelos y conclu·
siones. Turrialba 31: 101-108. 1981.

30. . Bases edafológicas de los sistemas de producción agro·


forestales. Turrialba, CATIE, Materiales de Enseñanza 21, 1984. 185 p.
31. FERNANDEZ, G.R. Las investigaciones sobre abonos orgánicos en México. In
Cerri, C.C. et al. Eds. Proceedings of the Regional Colloquium on Soil
Organic Matter Studies, Piracicaba, Brasil, CENA, 1982. pp. 245·252.
32. FLAIG, W. Organic compounds in soil. Soil Sci. 111(1): 19·33. 1973.
33. FÓLSTER, H.; DE LAS SALAS, G.; KHANNA, P. K. A tropical evergreen forest
site with perched water table, Magdalena Valley Colombia. Oecología
Plantarum 11:297-320. 1976.
116 Química de Suelos

34. FOLSTER, H.; DE LAS SALAS, G. Litter fall and mineralization in three tro·
pical evergreen forest stands. Colombia. Acta Científica Venezolana 27:
192·202. 1976.
35. GIESEKING, J.E. Ed. Soil components. l. Organic componenta. Nueva York,
Springer Verlag, 1975. 534 p.

36. GOEDERT, W.l. Management of Cerrado soils of Brazil: a review. J. Soil


Science 34: 405·428. 1983.
37. GOLLEY, F.B.; et al. Mineral cycling in a tropical moist forest ecoaystem.
Athens, Univ. of Georgia Presa, 1975. 248 p.
38. GONZALEZ, A.M.A.; SAUERBECK, D.R. Decomposition of 14c-labeled
plant residues in different soila and climates of Costa Rica. In Cerri,
C.C. et al. Eds. Proceedings of the Regional Colloquium on Soil Organic
Matter Studies, 1982. pp. 141·146.

39. GREENLAND, D.J.; KOWAL, J.M.L. Nutrient content of the moist tropical
forest of Ghana. Plant and Soil12: 154·174. 1960.

40. . Interaction between clays and organic compounds in soil.


Soil and Fert. 28:521·532. 1965.

41. ; HAYES, M.H.B. The chemistry of soil processes. Chiches-


ter, Inglaterra, John Willey and Sons Ltd., 1981. 714 p.

42. GRIMM, U.; FASSBENDER, H.W. Ciclos biogeoquímicoa en un ecosistema


forestal de loa Andes Occidentales de Venezuela. Inventario de las reser·
vas orgánicas y minerales (N, P, K, Ca, Mg, Mn, Fe, Al y Na). Turrialba
31(1): 27·37. 1981.
43. . Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema
forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 111. Ciclo hidrológico y
translocación de elementos químicos con el agua. Turrialba 31(2): 89·99.
1981.

44. GUERRERO, J.I.; BORNEMISZA, E. Capacidad de intercambio catiónico en


suelos de cenizas volcánicas recientes. Turrialba 25( 4): 385·391. 197 5.

45. HARDON, H.D. Factoren, die het Organische Stofeen het Stikstoffgehalte
van Tropischen Gronden Beheersen. K. Meded. Alg. Proefstation. Candb.,
1936.

46. HARDY, F. Suelos tropicales: pedología tropical con énfasis en América. Trad.
del inglés por Bazán, R. México, D.F., Herrero Hnos. Sucs., 1970. 334 p.

47. HASE, H.; FOLSTER, H. Bioelement inventory of a tropical (semi) evergreen


seasonal forest on euthrophic soils, Western Llanos, Venezuela. Oecología
Plantarum 17:331-346.1982.

48. HERRERA, R.; KLINGE, H. Phytomass of tall Amazon Caatinga forest near
San Carlos Río Negro, South Venezuela. Vegetation. (at press).

49. HUTTEL, C.; BERNHARD-REVERSAT, F. Recherches sur l'ecoaysteme de


la foret subequatorial de Basse Cote-d' lvoire .l. Terre et la Vie 29 :203·
228. 1975.
50. JAGNOW, C. Der Humusgehalt tropischer Boden. Habilitationachrift. Giessen,
Rep. Fed. Alemania, Justus von Liebig Universitit, 1967. 188 p.
Componentes Oraánicos y Oraanominerales de la Fase Sólida del Suelo 117

51. JENNY, H.; BINGHAM, F.; PADILLA-SARAVIA, B. Nitrogen and organic


matter contenta of equatorial soils of Colombia, South America. Soil
Science 66: 175-186. 1948.

52. ; GESSEL, S.P.; BINGHAM, F.T. Comparative study of decompo-


aition ratea of organic matter in temperate and tropical regions. Soil
Science 68(6): 418-432. 1949. ·
53. . Causes of the high nitrogen and organic matter contenta of certain
tropical foreat aoils. Soil Science 69(1): 68-69.1950.

54. JORDAN, C.F.; UHL, C. Biomasa of a Terra Firma forest of the Amazonas
basin. Oecologia Plantarum 18: 387-400. 197 8.

55. KIRA, et al. Comparative ecolo¡ical studies on three main forest vegetations
in Thailand. Natural Life (S.E. Asia) 5: 149-174. 1967.

56. KLINGE, H. Beitriíge zur Kenntnisa tropischer Boden. IV. Uber Gesamthumus
und Stickstoff in Boden El Salvador 1 Zentralamerika. Zeitschrift für
Pflanzenerniíhrung Düngung und BOdenkunde 97: 40-51. 1962.

57. KONONOVA, M. M. Soil organic matter; ita nature, its role in aoil formation
and in soil fertility. 2 ed. Oxford, Pergamon Presa, 1967. 544 p.

58. LAUDELOUT, H. Dynamics of tropical soils in relation with their fallowing


techniquea. Rome, FAO, Paper 11266/E, 1960. 111 p.

59. LEOARDA, L; MORA, E.; BLASCO, M. Relaciones entre algunas característi-


cas de los suelos y los pisos altitudinales de Nariño, Colombia. Turrialba
28: 97-103. 1973.

60. LUNDGREN, B. Soil conditions and nutrient cycling under natural and planta-
tion forest in Tanzania Highlands. Uppsala, Swedish University of Agñcul-
ture Sciences, 1978. 426 p.

61. MANARINO, R.P.; VOLKOFF, B.; CERRI, C.C. Compara'"ao do humus de


capoeira e de floresta natural em Latosoles amarelos da regiao Amazoni-
ca, Brasil. In Cerri, C. C. et al. Eds. Proceedings of the Regional Colloquium
Soil Organic Matter Studies, Piracicaba, Brasil, CENA, 1982. pp. 51-67.

62. MC GILL, W.B.; COLE, C.V. Comparativa aspects of cycling of organic C, N,


S and P through soil organic matter. Geoderma 26: 267-287. 1981.

63. MCLAREN, A.D.; PETERSON, G.H. Soil biochemistry. v.1. New York,
Marcel Dekker Inc., 1967.

64. ; SKUJINS, J. Soil biochemistry. v.2, New York, Marcel


Dekker Inc., 1971. 527 p.

65. NYE, P.H.; GREENLAND, D.J. The aoil under shifting cultivation. England.
Commonwealth Bureau of Soils. Techhical Communication n°51, 1960.
156 p.

66. ; . Changes in the soil after clearing tropical


forest. Plant and Soil 21: 101-110. 1964.
67. ODUM, H.T.; PIGEON, R.F. A tropical rain forest. Washington, U.S. Atomic
Energy Commission, 1970. 1660 p .
118 Química de Sueloa

68. PANUSKA, E.N.; ROSELL, R.A. Grupos funcionalea y, propiedades espectra-


les del humus en suelos de Argentina. In Cerri, C.C; et al. Eds. Proceedings
of the Regional Colloquium on Soil Or¡anic Matter Studiea, Piracicaba,
Brasil, CENA, 1982. pp. 11-17.
69. PAOLINI, J.E. Charakterisierung und Dynamick von Huminstoffsyatemen in
der Amazoniachen Caatinga bei San Carlos de Río Negro, Venezuela. Tesis
Doctoral, Gotinga, Alemania, 197 8. 134 p.
70. PAUL, E.A.; MeLAREN, A.D. Soil biochemistry. v.3. New York, Maree!
Dekker Inc., 1975. 334 p.
71. ROSELL, R. A.; et al. Estudio potenciométrico del humus. 1, 11 y 111. Turrialba
22:317-337. 1972.

72. ; MIGLERINA, A.M.; DE NOVILLA, L.Q. Stability constants


of sorne complexea of Argentine humic acids and micronutrients. In Soil
Organic Matter Studiea, Vienna, Austria, IAEA-FAO, 19.77. pp. 15-21.

73. SALAS, G. DE LAS; FOLSfER, H. Bioelement loss on clearing a tropical rain


forest. Turrialba 26: 179-186. 1976.
7!l. SANCHEZ, P.A. Suelos del trópico, características y manejo. San José, Costa
Rica, IICA, Serie de Libros y Textos, 1981. 634 p.

75. SCHEFFER, F.; ULRICH, B. Humus und Humuadün¡ung. 2 Auflage. Stutt-


gart, F. Enke Verlag, 1960. 266 p.

76. ; SCHACHTSCHABEL, P. Lehrbuch der Bodenkunde. 11.


Ed. Stuttgart, F. Enke Verlag, 1982. 492 p.

77. SCHNITZER, M.; KHAN, S.U. Humic substances in the environment, New
York, Marcel Dekker, 1972. 327 p.

78. . Soil organic matter. Amaterdam, Elsevier


Scientific Publishing Co. 1978. 318 p.

79. SOIL SCIENCE DEPARTMENT. North Carolina State University Agronomic-


economic. Resel!lCh in Soils of the Tropics. 1978-1979 report. Raleigh,
North Cafrolina, USA, 1980. 284 p.
80. SOMBROEK, W.G. Amazon Soils. Wa¡reningen, Centre for Agricultura! PubÚca-
tions and Documentation, 1966. 292 p.

81. SOTO, C. Estudio de la concentración y distribución de loa micronutrientes


en un tranaecto de Nicaragua. Tesis M.S., Turrialba, Costa Rica, IICA,
1973. 139 p.
82. SfEVENSON, F. Humus chemistry, genesis, composition reactions. New York,
J. Willey and Sona, 1982. 443 p.

83. SUAREZ DE CASfRO, F. Conservación de suelos. San José, Costa Rica, IICA.
Serie de Libros y Materiales Educativos 57, 3 ed. 1979. 315 p.

84. SWIFT, M. et al. Decomposition in terrestrial ecosystems. Oxford, Inglaterra,


Blackwell Scientific Publications, 1979. 372 p.

85. T ANNER, E. V.J. Four main mountain rain foresta of Jamaica: A quantitative
characterization of the floristics, the aoil and the foliar minerallevela, and
a diacussion of the interrelationa. Journal of Ecology 6 5 : 883-918. 1977.
Componentes Or¡ánicos y Or¡anomineralea de la Fase Sólida del Suelo 119

86. YUAN, T.L.; GAMMON, N.; LEIGHTY, R.G. Relativecontributionoforganic


matter and clay fractions to cation exchange capacity of aandy soils from
several soil groups. Soil Science 104: 123-128.1967.
87. ZIECHMANN, WI. Huminatoffe. Weinheim, Alemania, Verlag Chemie, 1980.
435p.
CAPITULO 3
LAS FASES LIQUIDA Y GASEOSA DEL SUELO

Los espacios libres que quedan entre las unidades de la fase sólida
del suelo están ocupados por las fases gaseosas y líquidas del mismo. El
aire y la solución del suelo guardan proporciones recíprocas, así que al
aumentar la contribución de una, disminuye la de la otra.
El volumen total de los poros del suelo depende directamente de su
composición granulométrica. De manera general se puede afirmar que
cuanto mayor sea la proporción de las partículas grandes como arena o
seudoarenas, tanto mayor será el tamaño de los espacios libres y los
diámetros de los poros. A_m~prnporción d_e arcillas, menor_seráeL
di4m,etro de-lo&-espaeios; pero mayor su volumen total; esta es la razón
- · -p¡;r la cual el_peso específico de los suelo&. comúnmente llamados "pe-
-.. sados., o arcillosos, es en general menor. Las fases gaseosa ylíquidlfdét
suelo que ocupan este espacio serán examinadas en las próximas pági-
nas.

LA SOLUCION DEL SUELO


A la fase líquida del suelo también se acostumbra llamarla "solución
del suelo". Pearson (18) la define como una solución que casi posee
equilibrio de electrolitos y que ocurre en condiciones de suelos no satu-
rados por agua. Esta solución es de gran importancia para la nutrición
delas-plantas: ..-::- -
El agua en el suelo se renueva de diferentes maneras. La precipita-
ción pluvial aporta una gran parte de ella, pero hay otras fuentes impor-
tantes entre las cuales están las aguas de riego y la subida de aguas freá-
ticas por capilaridad. Esta agua es retenida con mayor o menor fuerza
por el suelo, según sean el material coloidal presente y la distancia de las
moléculas de la superficie del suelo. Los detalles de la retención y su
movimiento pertenecen a la física del suelo y no se tratarán aquí.
La solución del suelo contiene una serie de cationes, aniones y
moléculas inorgánicas u orgánicas u organometálicas que varían de
acuerdo con las condiciones del ambiente y de los materiales sólidos
que forman el suelo. Según Pearson (18), los electrolitos en la..,-solución

121
122 Química de Suelos

se originan de, y está!\ en equilibrio con, varios componentes del suelo


que son: las sales solubles, las sales absorbidas, los compuestos precipita-
dos y los iones cambiables. Los aniones principales en la solución son
aquellos que son poco adsorbidos por los suelos o no lo son; ellos deter-
minan, más que todo, la concentración de la misma (17). En suelos áci-
dos, los cloruros y los nitratos son los principales, mientras que en sue-
los alcalinos el carbonato ácido es importante. Los sulfatos, que pueden
ser adsorbidos con fuerzas intermedias, también contribuyen.
Las proporciones en que participan los diferentes cationes que
deben equilibrar a los aniones antes indicados dependen de una serie de
condiciones: de la carga de los cationes, de la proporción en que contri-
buyen con los cationes cambiables, del tamaño de los iones en su forma
hidratada, y de las propiedades del material cambiador de cationes.
En general, la concentración total de elementos en la solución es
pequeña, particularmente en suelos de regiones húmedas. Al contrario,
los suelos salinos y frecuentemente los de regiones más o menos áridas
se caracterizan por soluciones del suelo con alta concentración de iones.
Cuando éstas alcanzan niveles perjudiciales para las plantas, se habla
precisamente de suelos salinos, los que son analizados en el Capítulo
Sexto de este volumen.
Como la solución del suelo está en equilibrio dinámico con la fase
sólida del suelo, es difícil extraerla sin que sufra cambios de importan-
cia. Adama (1) ha estudiado la complejidad de estos equilibrios. Hoy
día se acostumbra extraerla del suelo usando tubos de porcelana porosa
cerrados en la punta, los que conectados a tubos de succión variable
permitirán una extracción rápida. Se suelen preparar extractos acuosos
o con cloruro de calcio centésimo molar de muestras previamente secas,
permitiendo un tiempo adecuado de equilibrio entre el suelo y la solu-
ción extractora. Los métodos para extraer una solución del suelo han
sido ampliamente discutidos por Nielsen (16).
Se sabe que las propiedades físicas y químicas del suelo, como la
presencia y solubilidad de sus componentes inorgánicos y orgánicos, su
temperatura y la presión de los diferentes gases en su atmósfera, influ-
yen en las concentraciones de los componentes de la solución en el
suelo.
Aquí también serán de importancia los factores biológicos, como la
absorción y excreción de los diversos iones por los componentes biológi-
cos del suelo, tanto en lo que se refiere a macroorganismos -especial-
mente plantas cultivadas o en ecosistemas naturales- como en lo que se
refiere a microorganismos.
Como resultado de tantos factores influyentes, la concentración de la
solución del suelo es muy variable con el tiempo y en diferentes suelos,
como lo ilustra el Cuadro 3.1. En dicho cuadro que presenta datos para
los trópicos, según Fried y Shapiro (9) y Fassbender (7), aparecen
valores sumamente bajos, sobre todo el fósforo, lo que coincide con las
notables respuestas agronómicas que corrientemente implican el suminis-
tro de este elemento cuya falta o insuficiencia limita la producción de
plantas. Se observa también que el catión más común en la solución del
suelo de los Andosoles es el potasio, lo que düiere de su distribución
generalizada en el complejo de cambio y explica las reducidas respuestas
Fases Líquida y Gaseosa del Suelo 123

Cuadro 3.1. Concentración de la solución de diferentes suelos. (Según


Fassbender (6, 7), Fried y Shapiro (9)).
Elemento Ambito Suelo Suelo Suelo Promedio
conocido ácido ácido de calcáreo Ando- Fluviales Latosoles
típico Costa soles de Brasil
Rica
En cmoLr1

Ca 0.05 -
3.8 0.34 0.03 1.4 0.027 0.047 0.002
M¡ 0.07 -10 0.19 0.01 0.7 0.033 0.038 0.001
K 0.02 1- 0.07 0.01 0.1 0.050 0.040 0.003
Na 0.04 -15 0.01 nd 2.9 nd nd nd
N 0.016- 5.5 1.2 nd 1 .3 nd nd nd
p 0.0001- 0.1 0,0007 0.001 0.003 0.0001 0,0002 0.0001
S 0.01 -13 0.05 nd 2.4 nd nd nd
Cl 0.02 -23 0.11 nd 2 nd nd nd

de abonamiento a este elemento en muchos suelos de este tipo.


La solución del suelo también contiene moléculas orgánicas solubles
de peso molecular reducido. Algunas de ellas forman quelatos -con
cationes como el Cu, Mn, Zn y Fe- y otros compuestos estables, con
elementos como el boro; estos aspectos se examinan en el Capítulo
Décimosegundo de este volumen. La mineralización de la materia orgá-
nica, cuestión analizada en detalle en el Capítulo Segundo, es un regula-
dor importante de esos procesos. Los minerales primarios originales de
donde proceden estos elementos son esenciales para la nutrición de las
plantas.

EQUIUBRIOS UQUIDO-GAS EN SUELOS


En este aspecto, la reacción principal es la disolución del COl en la
solución del suelo, formándose carbonato y carbonato ácido, aniones
de gran importancia que aumentan fuertemente el poder solvente de la
solución.
Cuando no hay reacción entre el gas y el líquido solvente, la ley de
Henry controla la disolución de gases en líquidos. De acuerdo con esta
última y con una temperatura dada, un volumen determinado de solven-
te disuelve tanto más de un gas cuanto mayor sea la presión de dicho
gas. Esto indica que las raíces en crecimiento activo que producen apre-
ciables volúmenes de COl , aumentarán la concentración de carbonato
en el agua y así su poder disolvente. La distribución de una substancia
en la fase gaseosa y en la líquida, es caracterizada por su coeficiente de
distribución entre las dos fases; y esto es muy importante para una serie
de plaguicidas en suelos y su movilización en el mismo, en la fase líqui-
da o gaseosa. Un metabolismo fuerte de las raíces alterará la composi-
ción de la fase gaseosa y, así, la disolución de gases, aumentando el col
disuelto y reduciendo el Ol cuando la composición del aire se altera en
este sentido.
124 Química de Suelos

EQUILIBRIOS EN1RE LA SOLUCION


DEL SUELO Y LA FASE SOLIDA
Los diferentes equilibrios entre las fases sólida y líquida del suelo
regulan, en alto grado, las concentraciones de los diversos componentes.
El trabajo de Arnold ofrece información sobre los factores que determi-
nan la distribución de iones entre la fase sólida del suelo y su solución
(2). Al considerar las solubilidades de los productos sólidos involucra-
dos es necesario recordar que muchos precipitados en suelos son amor-
fos o microcristalinos y, por ello, más ricos en energía y más solubles
que las formas bien cristalizadas del mismo producto.
En adición a los equilibrios inorgánicos, según Lindsay (14), la pre-
sencia de moléculas orgánicas solubles en la solución del suelo conlle-
vará la formación de complejos o quelatos, los que aumentarán la solu-
bilidad total de algunos componentes ihorganicos. Sin embargo, mien-
tras en la fase sólida existan componentes que controlan la solubilidad,
éstos tendrán una influencia definida. Los complejos orgánicos aumen-
tarán la movilidad de los iones que forman parte de ellos, ampliando su
disponibilidad para las plantas, pero no contribuirán a las actividades de
estos iones en solución (14).
Los equilibrios que regulan la disponibilidad de los oligoelementos
-lo que se discutirá con mayor detalle en el Capítulo Décimosegundo-
también pueden ser considerados como reacciones entre la fase sólida y
líquida del suelo, con cierta influencia especialmente como oxidante de
la fase gaseosa. Las interacciones entre las fases y la velocidad de las
reacciones -estudiadas por Mattigod, Sposito y Page (15)- controlan
las concentraciones de los oligoelementos.

LA FASE GASEOSA DEL SUELO


Esta fase varía bastante en los suelos y comúnmente ocupa volúme-
nes que oscilan de cero a 45% del volumen total de ellos. En condicio-
nes de campo, los valores inferiores comunes corresponden al volumen
no ocupado cuando el contenido de agua de suelos está en capacidad de
campo, lo que resulta en proporciones de aire que varían entre cinco a
10% en suelos arcillosos, entre 10 y 25% en suelos francos y entre 30 y
40% en suelos arenosos.
Para la mayoría de los cultivos, los suelos que tienen entre 10 y 15%
de aire se consideran bien aireados. Sin embargo, investigaciones re-
cientes han demostrado que existen grandes variaciones entre los
requerimientos de diferentes plantas. Se ha visto, por ejemplo, que un
cultivar de frijol requería hasta 25 % de aire para su producción óptima
(8). Se sabe que aunque un suelo sea globalmente aeróbico, si es arcillo-
so, en los agregados mayores puede persistir por largos períodos una
condición anaeróbica y, así, reductora. Sin embargo de acuerdo con
Smith (21), es imposible estimar con precisión el volumen del suelo que
corresponde con esta condición.

COMPOSICION QUIMICA
Los componentes principales del aire en el suelo son los mismos que
los del aire en la atmósfera: nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono,
Fases Líquida y Gaseosa del Suelo 125

vapor de agua y los gases inertes. La diferencia fundamental entre uno y


otro se presenta en que debido a la respiración de los componentes
biológicos del suelo, en el primero aumenta la concentración del C02 y
se reduce la del oxígeno. En condiciones aeróbicas, el volumen de C02
producido es aproximadamente igual al volumen de 02 gastado en estas
condiciones. El intercambio con la atmósfera depende, en alto grado, de
la textura del suelo; así mientras en los suelos de textura fina, el co2 se
acumula según la profundidad, en los de textura gruesa hay poca varia-
ción, como se puede observar en la Figura 3.1.
En la Figura 3.1 se observa que el contenido de 02 en el suelo B
%
02

20 o--o-.__
0--0----
~ --x_ - -.r ~
' '\ O--- O suelo
'\
franco arcilloso
' '\
+, x --- x suelo
10 ..
' '..¡.. arcillolimoso
---X

50 100 150 200


profundidad en cm
Fig. 3.1. Contenido de oxígeno en diferentes profundidades
en dos suelos. (Según datos de Boynton y Reuther ( 5)).

-de textura francoarenosa- varía muy poco con la profundidad, de-


bido al intercambio rápido entre el aire atmosférico y el de este suelo.
·Por el contrario, la curva A -que corresponde con un suelo arcilloli-
moso- muestra un cambio bastante intenso según la profundidad.
En la primera parte del Cuadro 3.2 se puede ver que, debido a la
acción biológica en el suelo, el porcentaje de C02 aumenta casi diez
veces mientras que el 02 sufre un decrecimiento proporcional mante-
niéndose casi constante la suma de los volúmenes de los dos gases. En
los datos relativos a la segunda fecha, correspondiente a un período llu-
vioso, los contenidos de 02 y co2 sobre la capa freática, son similares a
los de días secos.
Los cambios de gases ocurren tanto por difusión como por convec-
ción. Comúnmente se considera que la contribución del proceso de
difusión es más importante. Este ocurre de acuerdo con la primera ley
de Fick, la que indica que:
1 =- odc
dx
126 Química de Suelos

donde:

1 = flujo de gas en mole por unidad de tiempo y superficie;


D = coeficiente de difusión en cm2 • s- 1 ;
e la concentración en mole por cm 3 ; y,
x la distancia de la difusión en cm.

Cuadro 3.2. Porcentaje de 0 2 y COd en el aire bajo un cafetal de Tu-


rrialba en dos fechas (1 ).
en período seco en eeríodo lluvioso
Profun· %02 %C0 2 l: de% i. 0:;¡ %C0 2 l: de i.
didad 0 2 +C0 2 0 2 +C0 2
15 cm 20.1 0.6 20.7 19.9 0.5 20.4
30cm 18.9 1.4 20.3 19.5 1.1 20.6
45cm 18.6 1.6 20.2 19.2 1.0 20.2
60cm 18.6 1.8 20.4 agua agua
75cm 13.6 5.2 18.8

Se conoce que el coeficiente de difusión es diferente para cada gas y


también para los diversos medios en los cuales ocurre el proceso de
difusión. Así se sabe que D aumenta para el C02 en el suelo, a medida
que se incrementa el contenido de aire en el mismo. Es importante
recordar que también existe difusión del 02 en el agua del suelo, sólo
que ésta es aproximadamente 104 veces menor que en el aire.
Los gases se mueven por convección debido a cambios de volumen
- los que pueden ocurrir por variaciones en la temperatura, en la pre-
sión atmosférica o en el proceso de secamiento del suelo-, y también
por la influencia del viento sobre la superficie del mismo suelo.
Cuando el intercambio de gases es reducido y la concentración de
O:a disminuye y la de C02 aumenta, como se vio en la Figura 3.1,
pueden alcanzarse altos niveles de este último gas. Cuando la concentra-
ción del anhídrido carbónico llega a un ámbito de 15 a 20 i., se inhibe el
crecimiento de las raíces. Por lo general, estos valores avanzados se alcan-
zan solamente con pequeñas profundidades, después de haberse incor-
porado apreciables cantidades de materia orgánica al suelo. En estas con-
diciones, el poder de penetración de las raíces es notablemente redu-
cido, al igual que su poder de absorción.
El aire del suelo está en equilibrio con la solución del suelo y ·así,
en general, está saturado o casi saturado de vapor de agua; al mismo
tiempo, la solución del suelo tiene disuelta la cantidad de 02 y co2 que
corresponde con la temperatura y las presiones parciales presentes de
estos gases.

CONDICIONES DE OXIDACION Y REDUCCION


Reacciones de oxidación y reducción ocurren en aproximadamente
todos los suelos; éstas son de gran importancia en los procesos de
F..- Líquida y Gateoea del Suelo 127

meteorización, acumulación de materia orgánica, formación de suelos, y


en aquellos que regulan la disponibilidad y movimiento de varios ele-
mentos, como el hierro y el manganeso.
Los suelos con buen avenamiento contienen bastante oxígeno y,
por ello, representan sistemas oxidantes que -con la materia orgánica
como principal reductor de ellos- se descomponen con mayor o menor
velocidad.
Los suelos mal avenados comúnmente representan sistemas reduc-
tores. Considerando estos aspectos 8e habla del estado redox de los
suelos, el que influye en muchas propiedades del mismo, incluso en el
estado del nitrógeno en los suelos. En este útimo caso, y en condiciones
oxidantes este elemento es nitrificado a nitrato, mientras que en condi-
ciones reductoras (como aquellas con arroz inundado), el nitrógeno per-
manece en una forma reducida, como la amoniacal. Bartlett ( 3) sugiere
usar el estado de oxidación de Fe, como criterio para separar condicio-
nes oxidantes de reductores de suelos. Se estima que la presencia de Fe
(111) indica suelos aeróbicos, en tanto que la presencia de Fe(III) carac-
teriza condiciones anaeróbicas.
Una reacción de reducción se puede escribir como:

estado oxidado + electrón - - - - estado reducido


La manera de expresar el potencial de oxidación de un sistema es
por medio de la ecuación de Nemst, la cual se formula así:

E =E +RT 10 g estado oxidado


h 0 hF estado reducido

En esta ecuación:

es el potencial de redox del sistema;


es una constante llamada patrón -la que es igual al Eh cuando
la concentración de las formas oxidadas y reducidas es igual y,
por tanto, su logaritmo es cero-;
T = °
es la temperatura absoluta en K;
F = es la constante de Faraday (96 500 coulomb);
n = representa el número de electrones que se transfiere en la
reacción;
R = es la constante de los gases, aquí con 8 315 joule.

Una buena ilustración de estos aspectos se encuentra en el trabajo


de Jeffery (12), como se muestra en la Figura 3.2.
La cuiVa que se presenta en la Figura 3.2 ilustra claramente cómo el
potencial redox de un suelo depende de la presencia de substancias
oxidantes. Al mismo tiempo revela que para que algunas substancias
puedan existir en forma permanente en el suelo, se requieren ciertos
128 Química de Suelos

potenciales redox. Considerando que un suelo es aeróbico en tanto


tiene Fe(III) (ver Bartlett (3) ), esta curva muestra que al desaparecer el
Fe(III) el sistema oxidante se transforma en reductor.
En el Cuadro 3.3 se observa una serie de reacciones comunes en
suelos y los potenciales redox correspondientes, lo que permite estimar
la situación del suelo. Al comparar el Cuadro 3.3 con la Figura 3.2 se
nota que las reacciones indicadas corresponden con potenciales de

10 30 50 70 90

%Fe (111) presente

Fig. 3. 2. El potencial redox de un suelo recién


inundado, en función del porcentaje de Fe ( Ill)
presente ( 12).

oxidación inferiores a aquellos indicados en la misma figura, es decir, a


los ya pertenecientes a medios bastante reductores. Es importante
recordar que estas condiciones presentan una apreciable variación local
en el suelo, o sea, cambian con la profundidad, sobre todo según la
penetración del 02 en los diferentes sitios.
Algunas propiedades fácilmente observables de los suelos permiten
hacer estimaciones aproximadas de sus propiedades redox. Así, si el
potencial de oxidación excede 0.3 V tendría una concentración cre-
ciente de Fe(III) y los colores pardorojizos típicos de este ión. En sue-
los hidromórficos de color gris -lo que indica la presencia de Fe(III)-
es común medir valores de 0.17 V en la parte principal, mientras que en
las machas pardas, donde permanecen condiciones parcialmente oxidan-
tes, se puede observar 0.4 V.
En suelos naturales, comúnmente el valor medido corresponde con
un "potencial mixto", debido a la coexistencia aquí de varios sistemas
redox al mismo tiempo. Se considera que este potencial mixto es el pro-
medio ponderado de los potenciales redox presentes ( 4 ). Pocas veces los
suelos llegan a equilibrios redox, dada la frecuente entrada de reducto-
res, es decir, de materia orgánica. Para su medición se usa, generalmen-
Faaes Líquida y Ga.seoaa del Suelo 129

te, el electrodo de platino; no obstante, las mediciones son más estables


en sistemas reductores que en oxidantes ( 4).
En lugar del potencial redox Eh, cada vez se está usando más el
logaritmo decimal negativo de la electronegatividad, al que se llama pe;
el cual se relaciona con el Eh en la forma siguiente:
Eh
pe= 2.3 RT/F

Para condiciones de presión normal y 25° C, esto se simplifica a:

pe= Eh/0.59
Como se ve en la ecuación de Nernst y en la anterior, los oxidantes
aumentan el valor del potencial, mientras que los reductores lo disminu-
yen. Como se indicó anteriormente, el oxidante aceptar de electrones
principal en este sistema, es el oxígeno del aire en el suelo. Cuando ést~
llega a niveles muy bajos, comienza la reducción de los nitratos al
actuar los mismos como oxidantes, lo que determina la formación' de
N1 y N10.
Posteriormente y como se observa en el Cuadro 3.3, comienza la
reducción de Fe+ 3 , de Mn+ 4 y Mn+ 3 , y debido a que las formas diva-
lentes de estos elementos son más solubles, sube su concentración.
Se ha visto que en condiciones de campo los valores del potencial
redox varían en el suelo, aproximadamente entre +800 m V (oxidación
fuerte) y -350 mV (reducción fuerte). Estos valores fluctúan aprecia-
blemente durante el año, especialmente como consecuencia del mayor
o menor contenido de agua en el suelo. Los cambios con saturación de
agua son notablemente fuertes en horizontes con alta concentración de
materia orgánica.
El pH tiene una considerable influencia sobre el pe. Este último
generalmente aumenta cuando baja el pH, es decir, cuando aumenta la
toncentración de iones de hidrógeno. Este cambio es variable según las

Cuadro 3.3. Potenciales redox de reacciones importantes en suelos


agrícolas.

Reacción Voltaje (V)


Comienzo de la reducción de nitratos 0.45-0.55
Comienzo de la formación de Mn(II) 0.35-0.45
Ausencia de 0 1 ·o.aa
Ausencia de nitrato 0.22
Se inicia la reducción de 804 y formación de gl- -0.05
Inicio de formación de metano -0.12
Ausencia de sulfato -0.18
130 Química de Sueloa

propiedades del suelo. Dichas variaciones para el caso del hierro son
presentadas en la Figura 3.3 con base en valores de Segalen (20). Se
observa aquí que la forma oxidada (Fe+ 3 ) es más estable en un medio
más básico, mientras que el Fe+ 2 lo es en condiciones de acidez elevada,
aun bajo circunstancias relativamente oxidantes, como se aprecia en la
parte izquierda de la Figura 3.3.

SUELOS INUNDADOS
Una parte apreciable de los alimentos para la humanidad se basa en
el arroz, la mayor parte del cual se cultiva en suelos inundados, debido a
que los rendimientos son, en general, superiores en estas condiciones.
Lo específico de esta situación es que se crean condiciones anaeróbicas
en el suelo, las que existen excepto en los milímetros superiores del
mismo. Las características especiales de estos suelos han sido resumidas
por Ponnamperuma (19).
Estos suelos exigen un manejo especial y son drenados e inundados
según las necesidades del arroz. Cuando se prepara el suelo para su
inundación, se incorporan el fósforo, potasio y materiales orgánicos, y
se reduce al mínimo la permeabilidad del suelo. Durante el desarrollo
del cultivo se mantienen condiciones inundadas, las que requieren de un
Fe(OH)24' 1 Fe(OHh+
Voltios r----i~--+-------------.
+ 1.2

+ 1.0

+0.8
+0.6

+Q.4

+0.2
o
·0.2
·0.4
-0.6

7 pH 14
Fig. 3.3. Forrnaa de hierro en loa suelos, en fun-
ción del pH y el potencial redox ( 20).

cuidado especial en el manejo del nitrógeno, con el fin de evitar pérdi-


das por desnitrificación y lavado.
Cuando se drenan estos suelos aumenta su potencial redox y decre-
cen las concentraciones de Fe(II) y Mn(II), las que se volverán a incre-
mentar con la próxima inundación que se caracterizará de nuevo por
crear condiciones de reducción. Al ocurrir esto, se forma Fe(II) más
soluble. Los fosfatos de este catión son más solubles que los del Fe(III),
FUM Líquida y Gueoaa del Suelo 131

lo que explica la disponibilidad relativamente alta de P en suelos inun-


dados.
Los suelos en las costas marinas son frecuentemente inundados,
especialmente por las mareas altas. Cuando en ellos se establecen condi-
ciones de avenamiento, los sulfuros presentes se oxidan, formando sul-
fatos, dando lugar a suelos sumamente ácidos.
Otras situaciones se dan en los pantanos naturales, donde las aguas
estancadas producen condiciones de reducción que no permiten la oxi-
dación de los residuos orgánicos, los cuales a la larga se acumulan y ori-
ginan el desarrollo de Histosoles.
132 Química de Suelos

RESUMEN
a. En este capítulo se presenta la contribución de las fases gaseosa y
líquida en el volumen total del suelo. Se describe la solución del
suelo, los aniones que regulan su concentración y los factores que
determinan los cationes que acompañan a estos aniones. Se discu-
ten los aspectos dinámicos de los cambios de esta solución y las téc-
nicas para extraerla. Se exponen datos sobre la composición de la
solución del suelo y el papel de los equilibrios inorgánicos y orgá-
nicos que la regulan.

b. Se aporta información sobre los equilibrios líquido-gas en suelos y


se analiza el papel de los equilibrios sólido-líquido en la determina-
ción de la disponibilidad de nutrimentos, particularmente en la de
los oligoelementos.

c. Se estudian las propiedades generales y la composición química de


la fase gaseosa, sus cambios con la profundidad, la influencia de la
textura de los suelos y de la difusión como factores que la regulan.

d. Se analizan los procesos redox, en general, y los que se dan en


suelos; se examina el papel del hierro como indicador del estado de
oxidación de muchos suelos y el de la materia orgánica como reduc-
tor de gran importancia. Se estudia el potencial (redox) y la contri-
bución al mismo por parte de diferentes procesos que ocurren en el
suelo. Se presenta información sobre suelos arroceros inundados,
como un caso de suelos agrícolas en condiciones de potencial reduc-
tor.
Fases Líquida y Gaseosa del Suelo 133

BIBLIOGRAFIA

l. ADAMS, F. Ionic concentrations and activities in soil solutions. Soil Sci. Soc.
Am. Proc. 35: 420-426 . 1971.

2. ARNOLD, P.W. Surface·electrolyte interactions. In Greenland, D.J. y Hayes,


M.H., Eds. The Chemistry of soil constituents, New York, J. Wiley, 1978.
pp. 356-404.

3. BARTLETT, R.J . Oxidation-reduction status of aerobic soils. In Dowdy,R.H.,


et al. Eds. Chemistry in the soil environment. Madison, USA. ASA Spec.
Publ. no. 40, 1981. pp. 77-102.

4. BOHN, H.L. Redox potentials. Soil Sci. 112(1): 39-45. 1971.

5. BOYNTON, D.; REUTHER, W. Scasonal variation of oxygen and carbon


dioxide in three different orchard soils. Am. Soc. Hort. Sci., Proc. 36: 1-6.
1938.
6. F ASSBENDER, H.W. Caracterización de algunos nutrimentos en la rizosfera de
algunas plantas en un Latoso) de Costa Rica. In Actas 2° Congreso Latino-
americano de Biología de Suelos, Santa María, Brasil, 1968. 543 p.

7. . Chemisches Verhalten der Hauptnahrstoffe in Boden


der Tropen, insbesondere in Lateinamerika. Gottinger Bodenkundliche
Berichte 23: 1-182. 1972.
8. FORSYTHE, W. ; LEGARDA, L. Criterios de succión de agua y del espacio
aéreo del suelo para la producción máxima del frijol 27-R . In 19° Reunión
Anual PCCMCA, San José, Costa Rica, 1973. 11 p.

9. FRIED, M.; SHAPIRO, R.E. Soil-plant relationships in ion uptake. Annual


Review of Plant Physiology 12: 91-112. 1961.

10. GARAY, A. F. Aireación en un suelo de café. Turrialba 16( 4): 340-351. 1966.

11. HARDY, F. Edafología tropical. México, Herrero Hnos. 1970. 416 p.

12. JEFFERY, J.W.O. Iron and the Eh of waterlogged soils with particular referen-
ce to paddy. J. Soil Sci. 11: 140-148. 1960.

13. KHASAWNEH, F .E. Solution ion activity and plant growth . Soil Sci. Soc. Am.,
Proc. 35:426-436. 1971.

14. LINDSAY, W.L. Solid phase solution equilibria in soils. In Dowdy, R.H. et al.
Eds. Chemistry in the soil environment. Madison, USA, ASA Spec. Publ.
no. 40, 1981. pp. 183-202.
15. MATTIGOD, S. V. ; SPOSITO, G; PAGE, A.L. Factors affecting the solubilities
of trace metals in soils. In Dowdy, R.H., et al. Eds. Chemistry in the soil
environment. Madison, USA, ASA Spec. Publ. no. 40, 1981, pp. 203-222.

16. NIELSEN, N.E. A transport kinetic concept of ion uptake from soil by plants.
I.A method for isolating soil solution from soils with or without plant
o ver. Plant and Soil 36: 505-520. 197 2.
17. NYE, P.H.; TINKER, P.B. Salute movement in the soilroot system. Oxford,
U.K., Blackwell Sci. Publ., 1977. 342 p.

18. PEARSON, R.W. Introduction to Sympoaium, The soilaolution. Soil Sci. Soc.
Am., Proc. 35: 417-420. 1971.
134 Química de Suela~~

19. PONNAMPERUMA, F.N. The c:hemiatry or submerged aoil. Adv. in Agronomy


24: 29-96. 1972.
20. SEGALEN, P. La rer dans les aols. Paria, Orric:e de la Rec:herche Sc:ientirique et.
Tec:hnique d' Outre Mer, 1964. 150 p.

21. SMITH, K.A. Soll aeration. Soil Sc:i. 123 (5): 284-291. 1977.
CAPITUL04
FENOMENOS DE ADSORCION Y CAMBIOS EN SUELOS

Muchos de los componentes de la fase sólida del suelo retienen


moléculas o iones, en forma más o menos permanente. Algunos de estos
procesos son reversibles, y los diferentes iones se retienen en cantidades
aproximadamente equivalentes. Para analizar estos procesos se acos-
tumbra utilizar el término de "cambio o intercambio de iones". Aunque
estos fenómenos se conocen hace más de un siglo y medio, todavía que-
dan muchas preguntas sin contestación precisa; en parte porque en los
suelos ocurren, al mismo tiempo, fenómenos de diversos tipos de adsor-
ción, pero también debido a que, como afirma Thomas (52), no siempre
es posible definir si los procesos que suceden son de cambio, de adsor-
ción o de otro tipo. Se sabe, además, que la retención de iones puede
producirse por medio de diferentes tipos de reacciones, particularmente
en el caso de suelos con cargas variables, como lo describió Stoop (51).
Por su fuerte influencia sobre las propiedades de los suelos, tanto quí-
micas como físicas y biológicas, es de importancia un buen conocimien-
to de estos fenómenos, los que ya han sido ampliamente estudiados en
condiciones de clima templado.
La bibliografía sobre esta materia emplea muchos términos, a veces
sin mucha precisión. A continuación se exponen las definiciones que se
usan en este capítulo, empleando algunas de las más aceptadas y pro-
puestas por la Sociedad de Ciencia del Suelo de los Estados Unidos
(44).
Se entiende por adsorción el fenómeno por el cual una substancia se
une a una superficie, al ser atraída (la primera) por fuerzas que pueden
ser: electrostáticas, de Van der Waals o químicas, por un período más o
menos largo. Cuando las fuerzas que intervienen son predominantemente
electrostáticas, los procesos son más o menos reversibles y se les designa
como cambio iónico, debido a que además de la adsorción de un ión
se libera una cantidad equivalente de otro. Cuando la unión se debe a
fuerzas de Van der Waals, se tiene una adsorción física, y en estos casos
no se tiene que liberar .una substancia adsorbida. Es útil recordar que
estas fuerzas son aditivas y de corta distancia. La retención también

136
136 Qufmica de Suelos

puede ocurrir por medio de precipitación, fijación y quimisorción, pero


estos últimos procesos son poco reversibles.

CAMBIO DE CATIONES
Los componentes sólidos, inorgánicos y orgánicos del suelo poseen
cargas electrostáticas en su superficie. Como se vio en el primer y segun-
do capítulos, estas superficies pueden ser grandes, y lo son particular-
mente en las fracciones de arcilla y de materia orgánica. Se sabe que
especialmente en suelos tropicales la fracción de limo puede contribuir,
aunque en grado menor, a la capacidad de cambio. Estudiando suelos
superficiales de Panamá, Martini (29) informó sobre la existencia de un
10 a un 30 i. de la capacidad de cambio en la fracción de limo, con
mayor proporción en suelos recientes.
Para ilustrar el proceso del cambio catiónico se puede considerar
un método usado para la determinación analítica de la capacidad de
cambio de un suelo. Antes, esta propiedad se expresaba en miliequiva-
lentes por gramo de arcilla, por cada 100 gramos de suelo -o, para
determinaciones de análisis rutinarios de suelos, por cada 100 mililitros
de suelos-; en la actualidad se propone la unidad de centimole por
kilogramo de suelo (cmol.kg- 1 ). El método consiste en saturar el suelo
con un catión que normalmente no forma parte de sus iones, como el
bario. Si el proceso se realiza, con un pH de 8, con trietanolamina para
mantener el pH y con una solución 0.2 N, se logra obtener la capacidad
total de cambio del suelo. Si el proceso se representa esquemáticamen-
te, como se observa en la Figura 4.1, se ve que en el complejo sólido se
encuentran diferentes cationes, los cuales serán reemplazados por el Ba.

Al Ca Al K Mg Ba Ba Ba Ba
1 Complejo coloidal! +9 Ba+2 ~ 1Complejo coloidal!
Ba Ba Ba Ba
Ba + 2At3 NH4 Ca Mg K Na

Fig. 4.1. Representación esquemática del cambio de los cationes del suelo por el bario.

Posteriormente y después de eliminar cuidadosamente cualquier exceso


del reactivo del suelo, se desplaza este catión y se determina la cantidad
de Ba que ha estado adsorbida por el complejo de cambio del suelo.
Los cationes en la superficie, como el Ba, se llaman cationes cambia-
bles, y cuando el suelo está saturado de un solo ión se habla de un suelo
homoiónico. En la literatura europea no reciente, se usa mucho el
concepto de "suma de cationes" o "bases cambiables", al cual se le da
el símbolo S. Otro concepto empleado en los mismos trabajos, es el de
"porcentaje de saturación de bases", al cual se le asigna el símbolo V;
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 137

este queda definido como:

V=
_s_
CIC • 100

El valor de esta propiedad de los suelos es muy variable y guarda, en


general, una relación inversa con la acidez del suelo, lo que resulta en
que al aumentar el pH, aumenta también la saturación, aunque la rela-
ción entre las dos propiedades pueda ser linear o exponencial.

Fenómenos de adsorción
Dada la gran importancia de los fenónemos de adsorción, éstos han
sido estudiados ampliamente, tanto para suelos como para sistemas más
sencillos. Se conoce .que en mayores superficies, en general, les corres-
ponderá una mayor adsorción. Se sabe también Q\l.f. debi..do aJa. energía
cinética-de las-partículas, la qlie aumenta con la temperatura, su adsor- -
ción disminuirá cuando se i_ncremente esta última;_ este es un antece-
dente importante para que los estudios de adsorción se realicen en con-
diciones con una temperatura constante, obteniendo curvas que por ello
se denominan isotermas.
En determinadas condiciones, la adsorción resulta de un equilibrio
entre las fuerzas en la superficie adsorbente y la energía cinética de las
substancias adsorbidas; las primeras son las encargadas de inmovilizar
a estas últimas. Cuando esto ocurre, gran parte de la superficie adsor-
bente puede quedar cubierta con un tipo de rr.aterial adsorbido que se
convertirá, a su vez, en fuente de atracción para la misma substancia, lo
que conllevará a la formación de capas múltiples. Un ejemplo de esto es
la adsorción de agua por el suelo, donde se forman capas múltiples y
donde la fuerza de retención disminuye en forma gradual con la distan-
cia del adsorbente, hasta llegar al agua completamente móvil y no rete-
nida por el suelo.
Los estudios de adsorción se realizan, comúnmente, variando la con-
centración de la substancia cuya adsorción se investiga, manteniendo
constante el ambiente en que ocurre el proceso y la cantidad del adsor-
bente. Se ha observado que según las substancias involucradas, se obtie-
nen cinco tipos principales de isotermas de adsorción, los que se repre-
sentan en la Figura 4.2.
La curva tipo I es de forma cóncava. Esto se debe a que al ser
adsorbida una substancia sobre el adsorbente, se dificulta la adsorción
adicional de la misma, como se mencionó para el agua en el suelo. Estas
curvas tienen un máximo donde las fuerzas de retención ya no compen-
san las de movimiento, lo que da por resultado la suspensión del proce-
so de adsorción.
En el caso del tipo de curva 11, ésta se incia en forma cóncava pero
su segunda parte es convexa y por esto no presenta un valor máximo.
En el tercer caso, donde se observa una curva convexa, la intensidad
de la adsorción aumenta con la cantidad de substancia adsorbida, lo que
significa que esta última retiene a sus semejantes, más que el adsor-
bente.
La combinación de una isoterma de tipo II con una de tipo 1 confi-
138 Química de Suelos

o o

e e e

Fi~. 4.2. Formas principales de las isotermas de adsorción. (En la ordenada de los
graficos se r~resenta la concentración de la substancia adsorbida por unidad de
adsorbente (Q); en la abscisa, la concentración de la substancia cuya adsorción se
estudia (C)).

gura la cuarta forma conocida, la que podría ser considerada como la


suma de dos procesos subsiguientes donde, en ambos casos, la adsorción
de substancias reduce su unión posterior.

El quinto caso puede ser considerado como la combinación de los


tipos III y I, es decir, la realización de un proceso en cuya primera
parte aumenta la velocidad de adsorción para luego pasar a una curva
cóncava al máximo, similar a los casos I y IV.

Formas matemáticas para expresar la adsorción


Se ha propuesto una serie de ecuaciones para representar en forma
matemática los procesos de adsorción. Aunque recientemente se ha
trabajado intensivamente en este campo y se sabe que muchos enfo-
ques anteriores han sido equivocados, parece que los enfoques actuales
van a requerir más perfeccionamiento todavía, para poder representar la
complejidad total en el suelo. ·

La ecuación de Freundlich .
Esta ecuación fue propuesta en forma empírica para representar
matemáticamente fenómenos de adsorción del tipo expuesto como I en
la Figura 4.2. La ecuación se puede escribir: Q = acb, donde Q es la
cantidad de substancia adsorbida por unidad de adsorbente, como por
ejemplo miligramos de P adsorbidos por gramo de suelo; e es la concen-
tración de la substancia que se adsorbe en el medio en donde se realiza
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 139

este proceso; a y b son constantes empíricas de cada sistema.


Con mucha frecuencia se usa la forma logarítmica de la ecuación, la
cual se escribe: log Q = log a + b log c. En esta última, log a es una
constante; la representación de log Q (en la abcisa) contra log e (en la
ordenada), generalmente resulta en rectas con una pendiente "b", cuyo
valor, calculado en muchos sistemas, se refleja en números entre 0.1 y
1.0.
Una ilustración de esto se encuentra en la Figura 4.3, la que repre-
senta la adsorción de sulfato por muestras del horizonte A de tres
.suelos de Costa Rica (5).

oq; o
q; . Co

0
::::1 ::::1
tn tn <f. Ce
-a
en
~
a
~¡ -
a
en
a
~
e e
..!. Ah ..!.
o
ao
...J
o/ o o
ao
...J

1.5 2.0 2.5 3.0 1.5 2.0 2.5 3.0

Log. C (en mg.kg-1 S en la solución)

Fig. 4.3. La adsorción de sulfato en tres suelos de Costa Rica (5).

La isoterma de Freundlich ha sido ampliamente usada para la repre-


sentación de la adsorción de sulfatos (5, 10, 36) en suelos. Asimismo
con ella se ha representado la adsorción de herbicidas (28) en condicio-
nes de suelos tropicales, como es el caso de un Vertisol de Costa Rica, y
de diferentes plaguicidas en suelos de regiones templadas (7, 13).
Un enfoque nuevo en el uso de la isoterma se desarrolla en un estu-
dio de Sposito ( 48), quien indica que la ecuación puede ser derivada
cpn más precisión para el caso de adsorción de oligoelementos.

La isoterma de Langmuir
La ecuación correspondiente a la isoterma de Langmuir se emplea
en química desde principios del siglo; y en química de suelos se ha usa-
do en los últimos 30 años. En particular, los últimos diez años han sido
caracterizados por un examen a fondo de esta ecuación por varios inves-
tigadores, especialmente Sposito y colaboradores, quienes en estudios
básicos analizaron y, en parte especificaron, su utilidad y limitaciones
(11, 19, 20, 21, 47, 49, 50, 56). Como parte de estos estudios, Sposito
derivó de la ecuación, una forma que es adecuada para representar reac-
ciones de cambio usando principios de mecánica estadística ( 47).
140 Química de Suelos

La forma original de la ecuación de la isoterma de Langmuir se


escribe así:
qKC
Q==
(1 + KC)

donde q y K son constantes; igual que antes, Q es la cantidad de subs-


tancia adsorbida por unidad de adsorbente, y e es la concentración de
la materia adsorbida en el medio en que ocurre el proceso. Con cierta
frecuencia, la isoterma se usa en una forma que permite una mejor pre-
sentación gráfica:

C/Q ==
1 + 1 e
Kq q
En esta forma se separan las variables y se puede representar la rela-
ción entre concentración y cantidad adsorbida por unidad de adsor-
bente, en función del aumento de la concentración en el medio. Hay
casos especiales cuando la concentración Ces muy alta, circunstancia en
la que es válida la aproximación:

Q,.., qKC
q
KC

la cual se considera como la adsorción máxima posible del sistema.


Debido a esta última consideración, algunos autores estiman que se
puede determinar la máxima capacidad de adsorción, aunque otros
dudan de la validez de esta afirmación. Se han comparado sistemas simi-
lares usando la ecuación que permite distinguir entre aquéllos que pre-
sentan mayor o menor adsorción (14, 36). Se cree que las comparacio-
nes son más valederas que los datos absolutos de las máximas derivadas
de esta ecuación.
Otro caso especial se presenta cuando aparece una concentración
muy baja, donde 1 ~ KC y, por lo tanto, se asume que Q ::t:> q KC, es
decir que la cantidad adsorbida es directamente proporcional con su
concentración en el medio. Este caso es bastante común en suelos,
particularmente, para oligoelementos y fósforo; como resultado existen
varios estudios donde se aplica la ecuación para representar estos ele-
mentos (24, 33, 43).
La situación donde la concentración del material adsorbido es baja
hace más útil la ecuación, aun desde el punto de vista teórico (11). La
Figura 4.4 ilustra el caso de tres suelos de Costa Rica donde la adsor-
ción de P se ajusta a la isoterma.
Varios investigadores como Harter y Baker (19) consideran que la
isoterma de Langmuir permite obtener valores bastante realistas en lo
que se refiere a puntos máximos de adsorción, aunque estiman que son
menos sólidas las interpretaciones de K como medida de energía de ad-
sorción, especialmente por no considerar el efecto de los iones desorbi-
dos en el proceso de cambio. Estos autores indican que, más bien, la
constante K está relacionada con la proporción entre las energías de ad-
sorción y desorción. Se recomienda que para obtener más información
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 141

AlUVIal
25. 0.48 mg P.g-1 suelo

20
o
·.:::
.t:l o Andosol 1.66
Q)
::::J ::::J 15
fl)
i ..... 1
Latosol1.96
ll.. 01
..... ll..
1
01 01
10
,:¡e,
01
E
E
5

15 .20

mg.kg - 1 P equilibrio.

Fig. 4.4. Adsorción de fosfatos por tres suelos de Turrialba (Datos de


Fasabender ( 14)).

sobre las energías de unión, se realicen experimentos de cinética. Según


Harter y Smith (20), la información sobre fuerzas de retención es parti-
cularmente importante para estudios sobre residuos tóxicos, caso en
que no solamente se requiere saber sobre cuánto material puede retener
el suelo, sino también con qué fuerza lo retiene.
Al aplicar la ecuación de Langmuir, muchos autores han encontrado
curvas en lugar de rectas al representar C/Q contra C; el problema lo
han resuelto con dos líneas rectas. Según Holford (21), este enfoque es
equivocado, ya que asume erróneamente que la adsorción en sitios con
baja energía ocurre después que hubo una adsorción en los sitios con
alta energía.
En la ciencia del suelo esta isoterma se usaba, sobre todo, para
representar tres tipos de fenómenos:
a. La adsorción de aniones, especialmente, fosfatos, sulfatos y bora-
tos por el suelo (3, 5, 10, 14, 36, 37).
b. La adsorción de plaguicidas en los suelos (7, 13, 28).
c. La retención de oligoelementos y contaminantes de suelos de natu-
raleza catiónica (6, 9, 24, 33, 42).
La conclusión a la que se puede llegar, con base en la información
existente es que esta isoterma no se puede utilizar en todos los casos
que se ha pretendido desde hace unos veinte años, pero que tiene una
serie de aplicaciones -sobre todo para fines comparativos y en condi-
142 Química de Suelos

ciones fuertemente diluidas- siempre que el investigador conozca las


limitaciones de la técnica, las que parecen ser más numerosas de lo que
se pensaba originalmente.

La ecuación de adsorción de Brunauer, Emmett y Teller (8)


Esta ecuación -también llamada de BET, por ser esas las iniciales
de sus autores- tiene su uso principal en física de suelos, para la deter-
minación de superficies por adsorción de nitrógeno elemental. A pesar
de que esta ecuación representa bastante bien la adsorción de muchos
suelos, ha tenido muy poco uso en los estudios de química de ellos.
La ecuación se parece a la de Langmuir, pero tiene una constante
más, Co, que denota la concentración de la saturación. Así, se la puede
escribir:

1 + K-1 e
C/Q (Co-C)
Kq qKCo

Es posible aprovechar esta forma de la ecuación para representarla


gráficamente; se espera que sea una recta, lo que permitirá la determi-
nación de las constantes que caracterizan al sistema. La ecuación BET
es especial para representar adsorciones en capas múltiples, donde las
fuerzas de Van der Waals son de considerable importancia; también se
la ha usado para determinar la superficie del suelo.

Los materiales cambiadores en suelo


Los materiales que poseen cargas eléctricas son los responsables de
los fenómenos de cambio propiamente dichos. Para comprender estos
fenómenos es útil conocer los diferentes tipos de cargas que poseen los
suelos, aspecto que fue estudiado por Mehlich ( 30), quien propuso los
siguientes cinco grupos para las cargas:

• Capacidad de cambio de cationes, con base en la carga negativa


constante (CICC).
• Capacidad de cambio de cationes, con base en la carga negativa
variable (CICV).
• Capacidad de cambio de cationes, con base en la carga negativa
total (CICt).
• Capacidad de cambio de cationes, con base en la carga positiva
(CIA).
• Capacidad de adsorción de aniones (CAA).
Muchos suelos tropicales consisten en mezclas de minerales, con
cargas variables unos, y permanentes otros; su comportamiento refleja
la suma de estas propiedades. Uehara y Gillman (53) han presentado un
modelo que considera todas las cargas negativas, pero no las positivas.
En un estudio experimental del modelo anterior se detectó la presencia
de cargas positivas permanentes en dos Oxisoles y en un Spodosol (17).
Estas cargas se encuentran en la superficie de tres tipos principales de
substancias que son:
Fen6menoa de Ad.aorci6n y Cambios en Sueloa 143

a. Intercambiadores inorgánicos cristalinos con cargas permanentes,


debido principalmente a la substancia isomórfica en la red cris-
talina. Esta carga es poco influida por el medio, y a este hecho se
debe el nombre de la misma.
b. Intercambiadores inorgánicos con estructura poco organizada
(como el alofán y la hissingerita) y consistente en óxidos de diferen-
tes grados de hidratación con cargas variables, donde la capacidad
de retención del material es fuertemente influida por el medio.
c. Materiales orgánicos independientes y asociados en varios grados
con la fracción inorgánica, con cargas dependientes del ambiente
por su naturaleza química, como la disociación de los ácidos organi-
cos dependientes del pH. Es interesante anotar aquí que la capaci-
dad de cambio catiónico de la materia orgánica en suelos tropicales
es con frecuencia considerablemente menor que en condiciones
templadas, como lo mostró de Endrédy (12), probablemente
debido a las asociaciones firmes entre materia orgánica y 1QS-88Squi-
óxidos.

Para ilustrar la proporción en que contribuyen las diferentes fraccio-


nes al total, se recomienda estudiar los datos de Martini para suelos de
Panamá (29) y de Klinge para suelos de El Salvador (25).

Estructura y propiedades de la capa doble difusa


Los cambiadores antes examinados están rodeados por la solución
del suelo donde los iones hidratados están distribuidos en diferentes
capas. Cerca del intercambiador se encuentra una capa de iones contra-
rios llamada la capa de Stern, la cual forma, con las cargas negativas del
cambiador, la capa doble. En ella la concentración es mucho más alta
que en la solución del suelo. Desde esta capa la concentración cambia
gradualmente hasta llegar al nivel de la concentración de la solución del
suelo, como lo muestra la Figura 4.5.
En la Figura 4.5 se pueden observar, además, las dos capas: la de
Stern, cerca del cambiador, y la capa difusa que representa el C""llbio
gradual hasta llegar a la solución normal. El espesor de la capa doble es
variable y disminuye con la concentración de la solución del suelo. En
caso de iguales concentraciones, el espesor es más delgado para los
cationes polivalentes que para los monovalentes. El espesor de la capa
puede aumentar hasta valores particularmente altos cuando el catión sa-
turante es el Na altamente hidratado, lo que explica las propiedades de
los suelos sódicos que se tratarán en el Capítulo Sexto.
En la Figura 4.6 es posible notar que la influencia del ión monova-
lente Mo+ llega a más distancia de la superficie que la del ión trivalente
Mo+ 3 •

Formulación matemática para los procesos- de cambio en cationes


Se han realizado muchos estudios sobre la forma de expresar mate-
máticamente los procesos de cambio en cationes. Un enfoque se ha
denominado "ecuación de Kerr", en el cual la forma más general de
cambio se representa por una ecuación de acción de masas. Para esto se
tiene la reacción de cambio:
144 Química de Suelos

® ®
capa doble difusa
A
+ + +
+
- +
+ +
o
..
>
·;:
i'
- + +
+
+
+ 1
eü -- + +
e: +
+
.. - +
+
e:
o()

..
-¡; =+
;g -- +
o -
+
+ +
+
~e: n•=n-

+ ti D-E
8- +- +
+
e:
8

-
+
O istancia de la superficie

Fig. 4.5. Distribución esquemática de la capa doble difusa (a), y de las concen-
traciones aniónicas y catiónicas (b) que rodean al complejo de cambio.

1e:
1e:
..
:Q
u
~
:2
u
e: ...e:~
~
e: ti
e:
8 8
+1/K~
- 1 / K2 •
1/K~

Fig. 4.6. Espesor de la capa doble difusa en función de la valencia de los cationes
saturantes. (Según Blake ( 4)).

Ca- suelo+ 2 Na+ ~ suelo (Nah + ca•2 •

Este equilibrio se puede expresar de la siguiente forma:

En esta ecuación, los paréntesis cuadrados indican iones adsorbi-


Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 145

dos en el complejo, y los paréntesis redondos los iones libre en solu-


ción. Es común usar esta ecuación después de extraer la raíz cuadrada,
de lo cual resulta la forma usual.

Otra de las formulaciones más antiguas es la ecuación de Gapon,


originalmente propuesta como ecuación empírica. Recientemente,
Sposito ( 46) propuso una forma de la ecuación que toma en cuenta
los requerimientos de la termodinámica. Usando la teoría estadística
del cambio iónico y asumiendo algunas condiciones bastante comunes
en suelos, Jenny (23) llegó a otra forma de la misma ecuación; esta se
puede escribir para Na y Ca, así:

donde los paréntesis redondos denotan concentraciones de iones en


solución y los paréntesis cuadrados las concentraciones de los iones
adsorbidos. Esta ecuación permite predecir el comportamiento de los
cationes en muchos suelos en los ámbitos comunes. La ecuación inclu-
ye una constante K, la que si bien fue originalmente propuesta en forma
empírica, estudios posteriores demostraron que estaba relacionada con
varias propiedades importantes del cambiador, como su densidad de
carga superficial, la· estructura de los minerales presentes y su densidad
de carga superficial, la estructura de los minerales presentes y la existen-
cia de sitios de adsorción especial. Considerando estas propiedades se
pudieron calcular constantes que coincidían con los datos experimenta-
les ( 41). Se ha observado también que cuando los valores encontrados
se desvían fuertemente de los normales, ocurren procesos que no corres-
ponden al cambio, como por ejemplo sucede cuando hay fijación de
potasio -fenómeno este último no reversible y por lo tanto no de cam-
bio-.
Como la "constante" de Gapon presenta variaciones, últimamente
se prefiere denominarla coeficiente de Gapon o coeficiente de selectivi-
dad, debido a que también puede indicar retenciones preferenciales por
algunos cambiadores. Se ha constatado, además, que la ecuación de
Gapon se puede utilizar para sistemas de suelos con elevadas concentra-
ciones de sales y sodio, es decir, pam suelos sódicos y salinos. Al estu-
diar és-¿os, se emplea bastante el concepto de "relación de actividad":
RA = (Na+)/v(Ca+ 2 ), el que se refiere a la concentración de la solución
saturante.
Un ejemplo puede ilustrar el uso de la ecuación de Gapon. Imagíne-
se un sistema donde el coeficiente tiene un valor de uno y la solución
saturante tiene una concentración de dos milimoles de Na+ y cuatro
milimoles de ca+, de las cuales se asume que sean aproximadamente
iguales a sus aei:tividades. Introduciendo los valores en la ecuación de
146 Química de Suelos

Gapon se obtiene:
[Na+] y(4) 2 [Na+)
1 , transformando: 1 · - = 1 = -=---=--
[Ca+ 21 (2) 2 [Ca+ ]
2

lo que indica que cuando la concentración de Ca se duplica en la solu-


ción del suelo, en el intercambiador existirán proporciones iguales de
mole de los dos elementos.

Ley de la relación catiónica y potenciales catiónicos de Schofield


La ley de relación catiónica de Schofield (38) aprovecha los con-
ceptos de la ecuación de Gapon y puede ser resumida en la forma
siguiente: cuando los cationes en una solución están en equilibrio y hay
un gran número en el cambiador (por ejemplo, un suelo), al variar la
concentración de la solución no se alterará el equilibrio en el cambiador
si todas las concentraciones de iones monovalentes se modifican en la
misma proporción, las de los iones divalentes proporcionalmente a la
raíz cuadrada de dicha proporción y las de los iones trivalentes en for-
ma proporcional a la raíz cúbica de la misma proporción.
Amplios estudios en el campo confirmaron la validez de esta ley y
la de las relaciones que establece. Schofield derivó lo que llamó poten-
ciales catiónicos, usando para ellos los logaritmos negativos de las con-
centraciones catiónicas, análogamente como el potencial de hidrógeno
(pH) expresa la actividad de este ión. Se ha propuesto una serie de con-
juntos para caracterizar las propiedades de los suelos, entre ellos: el po-
tencial potasio-calcio, pK - 0.5 pCa; el potencial cálcico, pH - 0.5 pCa;
el potencial de aluminio, pH- 0.33 pAl; y otros más. Se ha observado
que en muchos suelos, especialmente en los de carga permanente, el
potencial de calcio es una buena guía para estimar y corregir la acidez
de los suelos ( 39).

El equilibrio de Donnan
Muchos autores han representado los fenómenos de cambio consi-
derándolos como un caso de equilibrio Donnan. Hoy día se le atribuye
poca importancia a este enfoque, debido a que varios investigadores han
demostrado que este equilibrio en suelos representa a la realidad sólo en
forma cualitativa ( 40).

Poder cambiador de diferentes cationes y factores que lo influyen


La fuerza con que un catión es retenido por el complejo de cambio
depende de dos de sus propiedades: su carga eléctrica (valencia) y su
tamaño (expresado por el radio hidratado de los iones). En adición a las
propiedades de los cationes, también es importante el cambiador; así,
para esmectitas (ya descritas en el primer capítulo) se ha observado la
siguiente fuerza de retención creciente:

Na < K < Mg < Ca < Al.

Se ha visto, y así quedó indicado en el Cuadro 4.1, que el catión


más común en la mayoría de los suelos es el Ca; con el lavado de ellos
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 147

el Al gana importancia en el complejo de cambio y, como lo muestran


datos de Guatemala, se descubre que hay una relación inversa entre
estos cationes (34), aspecto que se puede observar en la Figura 4.7.

1.6

1.3

~
~0.99
u

0.66

0.33

:
...· ..
5 10 15 20
Ca-cmol.kg-1 suelo

Fig. 4.7. Relación entre el calcio y el aluminio cambiables


en algunos suelos de Guatemala. (Según Popenoe (34)).

La cantidad de cationes presentes influye fuertemente sobre el pH


de los suelos. Pratt y Alvahydo (35) han observado que en suelos con
minerales de arcilla similares, y en condiciones de humedad variable, la
relación que se presenta entre el porcentaje de saturación y el pH,
exhibe características bastante similares a las de los suelos del sur de
Brasil; un ejemplo de esta última se muestra en la Figura 4.8.

Capacidad de cambio efectivo (CICE)


Debido a las múltiples dificultades para estimar correctamente la
capacidad de cambio de un suelo que tiene cargas permanentes y varia-
bles, se ha propuesto que esta propiedad se determine sumando los
miniequivalentes de los diferentes cationes de cambio a los del aluminio
e hidrógeno presentes; a esta suma se le llamaría la capacidad de cambio
efectivo.
Este enfoque de determinación de capacidad de cambio -que es
independiente del pH -· resulta en valores comprobados como bastante
útiles para estimar esta propiedad en suelos del trópico.
148 Química de Sueloa

pH

20 40 60 80

% saturación de bases

Fijl. 4.8. Relación entre el pH y el porcentaje de satura·


cion de bases en algunos suelos de San Pablo, Brasil.
(Según Pratt y Alvahydo (35)).

Se ha observado que esta forma de expresar la capacidad de cambio,


también permite representar adecuadamente la contribución del Al a
este complejo. La importancia de este enfoque se discutirá con más
detalle en el Capítulo Quinto.
INTERCAMBIO CATIONICO EN SUELOS DE AMERICA LATINA
Para suplir información sobre casas particulares y para ilustrar
mejor los principios antes presentados, se darán algunos ejemplos
extractados de la literatura latinoamericana.
Este dato se obtiene mediante dos procedimientos fundamentales.
El primer método consiste en saturar el suelo con un catión en exceso,
el cual desplazará los cationes presentes; en la práctica se usa, sobre
t9do, el amonio (como método oficial para la Taxonomía de Suelos), o
el bario, comúnmente con un pH de 8.2. El otro método, especialmente
útil en suelos con cargas variables, consiste en sumar los cationes extraí-
dos, generalmente con cloruro de potasio normal. En el Cuadro 4.1 se
presenta una serie de datos de Brasil, Costa Rica y Honduras (18, 32,
57). Se observan en él valores muy diferentes que ilustran bien la diver-
sidad enorme entre suelos tropicales. Otro resumen, sobre 240 muestras
de suelos superficiales analizados en Turrialba, se da en la Figura 4.9.
Los datos de la Figura 4.9 han sido agrupados en intervalos de 5
cmol (+p)kg- 1 • Se observa que a la mayoría de los suelos (62 %) le co-
rresponde valores entre 15 y 45 cmol (+p)kg- 1 • Son pocos los suelos
con valores extremos lo que en parte se debe a la escasez de Oxisoles en
Centroamérica. Los datos relativamente elevados coinciden con los valo-
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 149

res de los suelos en Costa Rica y Honduras que se exponen en el Cuadro


4.1; como los suelos representados en la Figura corresponden con hori-
zontes A, se puede decir que son bastante ricos en materia orgánica, lo
que es común en Centroamérica.
La gran influencia de la materia orgánica sobre la capacidad de
cambio de suelos superficiales fue estudiada en detalle por Martini (29)

Cuadro 4.1. Capacidad de cambio catiónico y cationes cambiables en


algunos suelos de Latinoamérica.
CIC Ca Mg K
cmol (+p) kg- 1
BRASIL (57)

Latoaol amarillo 7.0 0.18 0.15 0.09


Terra rOSBa 24.9 8.55 1.65 0.46
Latoaol rojo 16.2 5.62 0.83 0.35
Latoaol amarillo húmlco 18.8 0.10 0.05 0.20
Latosol concrecionario 7.3 0.20 0.09 0.19

COSTA RICA (18)

Andoaol (Birrilito) 29.8 0.2 0.05 0.39


Inceptiaol (Colorado) 28.0 1.3 0.45 0.48
Tropofluvent (Reventazón) 28.0 6.5 1.20 0.78
Andosol (Cervantes) 49.3 5.4 0.60 0.41

HONDURAS (32)

Aluvial (Tapatoca) 59.0 12.9 3.8 0.40


Aluvial (Sampile) 20.0 4.0 0.4 0.30
Andoaol (Samaria) 50.0 9.0 1.6 0.50

para suelos de Panamá; este autor indica que tal influencia es particular-
mente importante en suelos volcánicos, mientras que en los suelos Alu-
viales y Planosoles, la contribución de la materia orgánica es más reduci-
da.
Los datos que se cuentan para la región de Nariño, Legarda, Mora y
Blasco (27) indican que en los distintos pisos altitudinales de la región
que está entre el Océano Pacífico y los picos de los Andes, la capacidad
de cambio de cationes depende de la materia orgánica (29), la que
aumenta con la altura entre los 1 000 y 4 000 metros sobre el nivel del
mar.
En un estudio muy detallado sobre El Salvador, Klinge (25) deter-
150 Química de Suelos

21

18
11=
:S
~ 15
¡
~ 12
¡
~
9
E
.!CD 6
'ti
~
3

10 20 30 40 50
CIC cmol ( + p) kg-1

Fig. 4.9. Frecuencia de suelos en América Central, en


función de su capacidad de cambio catiónico. (Eva·
luación de Fassbender).

minó la capacidad de cambio de suelos enteros y su fracción orgánica


e inorgánica. El Cuadro 4.2 presenta los datos obtenidos por este inves-
tigador.
En el Cuadro 4.2 se observa una contribución de la materia·orgánica
que es aproximadamente entre una a tres cuartas partes de la capacidad
de cambio, lo cual es similar a los datos de Martini para Panamá (29). Se
ve que en algunos suelos la capacidad de cambio de la materia orgánica
es considerablemente inferior a la que se constata en clima templado,
confirmando el informe original hecho por Endrédy (12).
La capacidad de cambio de la materia orgánica es altamente depen-
diente del pH, como se observa en la Figura 4.10; en esta última se pre-
sentan datos de Igue y Fuentes (22) que ilustran el cambio del CIC con
el pH. Esta información que se refiere a Andosoles, muestra en forma
impresionante la variación de su capacidad de cambio con la variación
del pH.
Para suelos de horizontes B con muy poca materia orgánica,
Sombroek ( 45) encontró una correlación entre la capacidad de cambio
de los suelos y su contenido de arcilla. Los valores permitieron estimar
que estos suelos en la región amazónica del Brasil, eran fundamental-
mente caoliníticos.
La mayor parte de las investigaciones se refiere a las capas superfi-
ciales de los suelos, debido a su importancia agrícola. Cuando Vine estu-
dió los cationes en los horizontes B de suelos de Trinidad Central (58),
observó una mayor saturación de aluminio, con valores de 45 a 80%, lo
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 151

Cuadro 4.2. Fracciones orgánica e inorgánica de la capacidad de cam-


bio de algunos suelos superficiales de El Salvador (25).
Capacidad de cambio Cftiónico
(cmol (+p) kg- )) CICen Humus
Complejo Complejo complejo Contenido CIC
Suelo Total inorgánico orgánico orgánico ( %) (% ) cmol(+)kf1
Suelo pardo 37.0 12.6 24.8 67 18.0 138
Ranker 50.7 10.1 40.6 80 21.8 186
Suelo pardo 15.5 9.1 6.4 41 7.7 83
Suelo rojo 14.5 11.1 3.5 24 6.4 74
Suelo pardo 26.8 17.7 9.1 34 7.4 123
Andosol 24.4 17.2 7.4 29 4.0 207

J:
a.
CIC %
8 160
Cval.kg-1 humus
20.8
..,
11 ..···' 26
... , 38 13.8
16.0
J: . / / 35
a. ,.. / ,,' 22 10.0
o /1.,'','
:e " ,/

..,Eu 140 /
, _,
,./'
...
Ql // ,''¡"
1 •
~
o

... /~ 1 12.0
Gl :
1
1 •
"O
~ 120 1
1 1
1 1
~ ... ,' ¡·
...
"ii / ,',/. / ,
¡ /,X/
"O ¡,j."/
-~ 100 ~
a.
111
o 4 5 6 7 pH

Fig. 4.10. Relación entre pH y capacidad de cambio


en cinco suelos de Costa Rica ( lgue y Fuentes ( 22) ).

que probablemente es perjudicial para las plantas con raíces profundas.

LA CAPACIDAD DE CARGA CERO EN SUELOS


Al principio de este capítulo se mencionó que la carga eléctrica de
algunos órdenes de suelos es variable. Como resultado-, en diferentes
tipos de suelos -como en los que exhiben altos niveles de óxidos e
hidróxidos de hierro y aluminio-, la determinación de las propiedades
de cambio de aniones y cationes a un pH definido no caracteriza su
152 Química de Suelos

capacidad de adsorción y retención (26, 51). Se ha notado que la reten-


ción en estos suelos ocurre debido a diferentes mecanismos y no sola-
mente por la atracción electrostática (51). Algunos aniones, especial-
mente el fosfato, aumentan la adsorción de cationes (51, 58). En varios
suelos de Hawai se ha observado una correlación significativa entre la
cantidad de fosfato aplicada y el valor de punto de carga cero (PCZ) de
los suelos. Donde se encuentra esta carga, el fosfato baja el pH y aumen-
ta la densidad de carga superficial por encima del PCZ (58). Esto repre-
senta una ventaja agronómica, ya que habrá un ámbito mayor de reten-
ción satisfactoria de cationes y, así, menos peligro de su pérdida en el
caso de lavado fuerte.
Un aspecto fundamental de estos suelos se refiere al pH de su
de carga cero (PCZ). Este es el valor por encima del cual el complejo
coloidal del suelo tiene un valor negativo y, por esa razón, puede rete-
ner cationes intercambiables. En este caso, su pH en el KCl será más
bajo que el que se mide en agua, mientras que en valores inferiores la
relación se invierte y el pH en el KCl será igual o superior debido a la
retención de cloruro.
En la mayoría de los suelos cuyos minerales se caracterizan por
cargas variables -principalmente Oxisoles y Andosoles-, al aumentar el
pH, y así la carga, el incremento de la CIC se eleva al alejarse del PCZ.
La Figura 4.10 ilustra esto bien para Andosoles de Costa Rica. También
se sabe que la adsorción del Ca es favorecida sobre los iones monovalen-
tes (54) en este sistema.
La determinación de un valor verdadero para la CIC de estos suelos
es muy difícil. Por ejemplo se produce una fuerte alteración en los valo-
res cuando las determinaciones de CIC se hacen con un pH diferente al
del suelo, comúnmente superior al de este último generando un estado
de exceso sobre la realidad.
Los procesos de lavado también afectan los resultados, especial-
mente cuando se usa el alcohol etílico, como se acostumbra, para remo-
ver excesos de sales; así lo observaron Van Raij y Peech (55).
Evidentemente las características anteriores hacen del punto de
carga cero una propiedad importante· de conocer y considerar en el ma-
nejo de suelos con carga variable. Los autores antes citados propusieron
métodos para la determinación de esta característica Las consideracio-
nes del PCZ relacionadas con el manejo han sido analizadas por Uehara
y Keng, y deben ser tomadas en cuenta siempre y cuando se quiera ma-
nejar exitosamente estos suelos (54).
INTERCAMBIO Y RETENCION DE ANIONES
Estos procesos son de considerable importancia, tanto para la quí-
mica de suelos como para los estudios y puntos de vista sobre la fertili-
dad de los mismos. Como se vio previamente, existen fuerzas tanto elec-
trostáticas como específicas de adsorción. Las cargas positivas se origi-
nan por la adición de protones a un grupo de tipo (Al, Fe)-OH de la
superficie. La carga positiva se neutraliza por la adsorción de aniones, lo
que se puede representar por la reacción:
Fen6menos de Adsorción y Cambios en Suelos 153

(Al, Fe)-OH + H-Anión;:::=[(Al, Fe) OH2 ]• + Anión-

Los aniones retenidos en esta forma son intercambiables. Para la


existencia de estas cargas, el pH del suelo debe ser fuertemente ácido en
el caso de minerales cristalinos. En suelos con alto contenido de minera-
les con carga variable, como el alofán o los sesquióxidos, la adsorción se
vuelve importante, aun en valores menos ácidos. En el Cuadro 4.3 se
observa claramente esta tendencia para un Oxisol (serie Nipel) y un
Inceptisol (serie Sharkey), según datos de Wiklander (60) y de Gebhardt
y Coleman (16).
Los datos del Cuadro 4.3 ilustran claramente la adsorción global
creciente con la acidez del suelo y el hecho de que en suelos con mine-
rales de arcilla laminares, como el Sharkey montmorillonítico (aun con
pH bien bajos), es difícil llegar por debajo del PCZ; así, la carga positi-
va que se desarrolla, reflejada por la adsorción del ci-, permanece muy
baja. Al contrario, en las mismas condiciones, el Oxisol y el Andosol
desarrollan una carga variable apreciable, y con un pH menor.
También se observa que la retención de fosfato, un proceso especí-
fico influido por una serie de factores, existe (aun con pH altos) para
dos de los suelos, y crece considerablemente para ambos con el aumen-
to de la acidez.

Cuadro 4.3. Adsorción de aniones en función del pH por la fracción


arcillosa de dos suelos (en cmol( +p )lq( 1 de suelo).
Nipe (Oxisol} Sharkey (lnceptisol) S. Gregorio
cmol(+p)kg- cmol(+p)kg- 1 (Andosol)
cmol(+p~kf 1
pH e•- so:;2 Po¡3 pH e•- po-3
4 pH so;
7.2 0.0 0.0 31.2 6.8 0.0 22.0 6.3 13
6.7 0.3 2.0 41.2 5.6 0 .0 36.5
6.1 1.1 5.5 46.5 4.0 0.05 47.4 5.1 22
5.8 2.4 7.1 50.8 3.2 0.1 64.0 4.4 38
5.0 4.4 10.5 66.1 3.0 0.1 73.5 4.1 48
4.0 6.0 88.2 2.8 0.4 100.0

Por la existencia de este grupo de factores, hay una serie de reten-


ción de aniones inorgánicos que indica el orden siguiente para algunos
aniones importantes.

fluoruro > fosfato> arseniato> molibdato > sulfato> nitrato>,_, cloruro

La presencia de cationes complementarios también influye sobre la


retención de aniones, como lo ilustran los datos siguientes para el sulfa-
to, mostrando retención decreciente:
154 Química de Sueloa

Es importante recordar que en los suelos también existen aniones


orgánicos, los que en parte son resultantes del metabolismo de las
raíces y de la descomposición de la materia orgánica fresca. Estos anio-
nes, algunos relativamente pequeños (como el acetato, el citrato y simi-
lares), pueden ser adsorbidos en la superficie del suelo, y cuando su
cantidad es apreciable están en condiciones de influir sobre la inmovili-
zación de otros aniones. Trabajos de Appelt, Coleman y Pratt (1) han
mostrado que estos aniones sencillos, como el benzoato, son retenidos
por mecanismos de cambio de los aniones, mientras que los más com-
plejos se retienen en parte por reacciones que involucran enlaces no
iónicos. Se cree que las observaciones de Metcalf y colaboradores (31),
en Brasil, pueden ser explicadas con base en esto. Dichos investigadores
constataron que para suelos muy pobres en fosfato, la aplicación de am-
plias cantidades de materia orgánica reduce la inmovilización de este
anión y fomenta su absorción por los cafetos.
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 155

RESUMEN

a. En este capítulo se exponen, primeramente, los conceptos básicos


que regulan los diferentes tipos de fenómenos de adsorción en sue-
los, así como las fuerzas involucradas en estos procesos. Se dan las
definiciones de los términos más usuales, de acuerdo con lo pro-
puesto por la Sociedad de la Ciencia del Suelo de los Estados Uni-
dos de América.

b. Se presentan las diferentes formas gráficas de las isotermas de adsor-


ción y se hace un análisis crítico de las ecuaciones principales de
adsorción como las de Freundlich, Langmuir, Brunauer, Emmett y
Teller, exponiendo sus aplicaciones en ciencia del suelo y sus limi-
taciones de acuerdo con investigaciones recientes.

c. Se aporta información sobre los materiales responsables de los fenó-


menos de cambio y los tipos de carga que tienen, de acuerdo con
Mehlich.

d. Se da información sobre las propiedades de los cambiadores y las


condiciones especiales en la capa cercana a su superficie, además de
la influencia de los diferentes cationes sobre estas condiciones.

e. Se resumen las formulaciones más importantes para el cambio de


cationes, como las fórmulas de Kerr, de Gapon y la ley de las rela-
ciones de Schofield.

f. Se informa sobre las propiedades de los materiales cambiadores en


los suelos de Latinoamérica y se ilustran, con datos, los principios
fundamentales, particularmente el papel de las diferentes fracciones
del suelo en procesos de cambio.

g. Se discute el concepto de capacidad de carga cero en suelos y el ma-


nejo de esta propiedad para mantener la fertilidad en ellos.

h. Se informa sobre procesos de cambio y adsorción específica de


aniones.
156 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA

l. APPELT, H.; COLEMAN, N.T.; PRATI', P.F. Interactiona between organic


compounda, minerals and iona in volcanic-ash-derived soils. L Adsorption
of benzoate, p-OH- bonzoate, salicylate and phosphate iona. Soil Sci. Soc.
Am., Proc. 34(4): 623-627. 1975.

2. ARNOLD, P.W. Surface-electrolyte interactiona. In Greenland, D.J., y Hayes


M.H., Eda. The chemiatry of soil conatituenta. N.Y. Wiley-lnterscience.
1978. pp. 356-404.

3. BINGHAM, F.T.; PAGE, A.L.; COLEMAN, N.T.; FLACH, K. Boron adsorp-


tion characteristics of aelected amorphous soils from Mexico and Hawaü.
Soil Sci. Soc. Am., Proc. 35(4): 546-550. 1971.

4. BLAKE, C.D. Fundamental& of modem agriculture. Sidney Univ. Press, 1968.


s.p.
5. BORNEMISZA, E.; LLANOS, R. Sulfate movement adsorption and desorption
in three Costa Ricansoils. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 31(3): 356-360. 1967.

6. ; PERALTA, F. Zinc in Andosols. Soil Crop. Sci. Soc. of


Fla., Proc. 40:33-35. 1981.
7. BOWMAN, B.T.; SANS, W.W. Adsor¡ftion of Parathion Fenitrothion, Methyl-
parathion, Aminoparathion and Paraoxon by Na•, ca• 2 and Fe +3 montmo-
rillonitesuspenaiona. Soil Sci. Soc. Am. J. 41(3): 514-519.1977.
8. BRUNAUER, S.L.; EMMETT, P.H.;TELLER, E. Adsorption of gases in multi-
molecular layers. J. Am. Chem. Soc. 60: 309. 1938.
9. CAVALLARO, N.; McBRIDE, M.B. Copper and Cadmium adsorption characte-
riatica of selected acid and calcareous soils. Soil Sci. Soc. Am., J. 42( 4):
560-556. 1978.
10. CHAO, T.T.; HARVARD, M.E.; FANG, S.C. Adsorption and desorption
phenomena of sulfate iona in soils. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 26(3): 234-
237. 1962.
11. ELPRINCE, A.M.; SPOSITO, G. Thermodynamic derivation of equationa of
the Langmuir type for ion equilibria in soils. Soil Sci. Soc. Am. J. 45(2):
277-282. 1981.
12. ENDRÉDY, A.S. de. The organic matter content of Gold Coast soils. Trana.
5th Internl. Congr. Soil Sci. 2:457-463. 1954.
13. FARMER, W.J.; AOCHI, Y. Picloram sorption by soils. Soil Sci. Soc. Am.
Proc. 38(3): 418-423. 1974.
14. FASSBENDER, H.W. La adsorción de fosfatos en suelos fuertemente ácidos
y su evaluación usando la isoterma de Langmuir. Fitotéc. Latinoam.
3(1-2): 203-216. 1966.

15. GAMBLE, J.T.; CHU, R. AH.; FISKELL, J.G.A. Soilsand agriculture of Eastern
Panama and Northwestern Colombia. Bioscience 19(6): 529-631. 1969.

16. GEBHARDT, H.; COLEMAN, N.T. Anion adsorption by allophanic tropical


soils. 11. Sulfate adsorption. Soil Sci. Soc. Am., Proc. 38(2) : 259-262.
1974.
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 157

17. GILLMAN, G.P.; UEHARA, G. Charge characteristics of soils with variable


and permanent charge minerals. 11. Experimental. Soil Sci. Soc. Am. J.
44(2): 252-255. 1980.
18. HARDY, F. Soils of the IAIAS area. Turrialba, Costa Rica, IICA, Informe
poli¡rafiado, 1961. 76 p.
19. HARTER, R.D.; BAKER, D.E. Applications and misapplications of the Lang-
muir equation to soil adsorption. Soil Sci. Am. J. 41(6): 1077·1080. 1977.
20. ; SMITH, G. Langmuir equation and alternate methods of
studying "adsorption" reactions in soils. In Dowdy R.H. et al. Eds. Che-
mistry in the soil environment. Madison, USA, ASA Spec. Publ. no. 40,
1981. pp. 167·182.
21. HOLFORD, I.C.R. Soil adsorption phenomena and the Langmuir equation.
Soil Sci. Soc. Am. J. 42(6): 986·987. 1978.
22. IG UE, K.; FUENTES, R. Cation exchange properties of volcanic soils. In Inte~
American Institute of Agricultura! Sciences. Nuclear Energy Program,
Report 1970, Turrialba, Costa Rica, IICA, 1970. pp. 55-60.
23. JENNY, J. A simple kinetic theory of ionic exchange. J. Phys. Chem. 40:501-
517. 1936.
24. KICKENS, L. Studies on the adsorption and desorption of Zn by soils. Meded.
FacLandbouwwet.Rijksuniv. (Gent.) 40: 1481·1492. 197 5.

25. KLINGE, H. Umtauschkapazitat und lonenbelag von Boden aus El Salvador.


Beitr. Trop. Subtrop. Landwirtsch. Tropenveterinaermed 2:141-159.
1965.
26. KOENIGS, F.F.R. ; LEFFELAAR, P.A.; BREIMER, T.; VOLLENBROCK,
F.A. The cation and anion exchange characteristics of soils with large
sesquioxide surface area. Z.Pflanzenerniihr.Bodenk.143 (1): 87-100. 1980.

27. LEGARDA, L.; MORA, E.; BLASCO, M. Relaciones entre algunas caracterís-
ticas de los suelos y pisos altitudinales de Nariño, Colombia. Turrialba
23 (1): 97-103. 1973.
28. LEON, L.; CONSTENLA, M.; BORNEMISZA, E. Residuos, degradación y
comportamiento de la ametrina en un Vertisol de Guanacaste, Costa Rica.
Turrialba 28(1): 3-7.1978.
29. MARTINI, J.A. Allocation of cation exchange capacity to soil fractiona in
seven surface soils from Panama and the application of cation exchange
factor as a weathering index. Soil Sci. 109 (5): 324·331. 1970.
30. MEHLICH, A. Charge properties in relation to sorption and desorption of
selected cations and anions. In Dowdy, R.H., et al. Eds. Chemistry in the
soil environment. Madison, USA, ASA Spec. Publ. no. 40, 1981. pp.
47-75.
31. METCALF, J.C.; LOTT, W.L.; TECTER, P.B.; QUINN, L.R. Experimental
programa in Brasil. ffiEC Res. Inst. Bull. no. 6, 1955. 56 p.
32. MORILLO, M. Evaluación de los recursos edafológicos de la cuenca baja del
río Choluteca, Honduras. Tesis M.S. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1967.
107 p.
33. PERALTA, F.; BORNEMISZA, E.; AL VARADO, A. Zinc sorption by Andepts
158 Química de Suelos

from Central Plateau of Costa Rica.Commun. in Soil Sci. Plant: Anal. 12


(7): 669-682. 1981.
34. POPENOE, H. Sorne soil cation relationahips in an area of shifting cultivation
in the humid tropics. Madi.son, USA, Internl. Con¡r. Soil Sci. 7thTranaac-
tiona, 1960, 2: 303-311. 1961.
35. PRATT, P.F.; ALVAHYDO, R. Cation exchanae characteristics of soils of Sao
Paulo, Brazil..IRl Res. Inst. Rept. no. 31, 1966. 20 p.
36. RAMIREZ, E.; OELSLIGLE, D.D. Retenci6n de sulfatos en suelos de Costa
Rica. Turrialba 28 (2): 129·134. 1978.
37. RIMO LO, L. A. Efecto del encalado sobre la disponibilidad y adsorción de
boro en seis suelos de Costa Rica. Tesis Lic. Qufm. Univ. de Costa Rica,
1970.44 p.
38. SCHOFIELD, R.K. A ratio law aoverning the equilibrium of cations in the soil
solution. London, 11th Int. Conar. Pure Appl. Chem., Proc. 3: 257-261.
1947.
39. ; TAYLOR, A.W. The measurement of soil pH. Soil Sci.
Am., Proc. 19: 164-167. 1955.
40. SCHUFFELEN, A.C. The cation exchange system of the soil. In Pota11ium in
soil. Proc. 9th Colloquium lnternl. Potash Inst. Landshut, Alemania, 1972.
pp.75-88.

41. SCHWERTMAN, U. The selective cation adaorption of the clay fraction of


sorne soils developed from sedimenta. Z. Pflanzenerniíhr. Düng Bodenk.
97: 9-25. 1962.
42. SHUKLA, V.C.; MITTAL, S.B. Characterization of zinc adsorption in sorne
soils of India. Soil Sci. Soc. A., J. 43 (5): 905-908. 1979.
43. SHUMAN, L.M. The effect of soil properties on zinc adaorption by soils. Soil
Sci. Soc. Am. Proc. 39 (2): 454-458. 1975.
44. SOIL SCIENCE SOCIETY OF AMERICA. Glo11ary of soil science terma. Soil
Sci. Soc. Am., Proc. 29 (3): 330-331. 1965.
45. SOMBROEK, W.G. Amazon soils. A reconnoissance of the soils of the Brazilian
Amazon Region. Wageningen, Center for Agric. Publications and Docu-
mentation, 1966. 292 p.

46. SPOSITO, G. The Gapon and Vanselow selecting coefficients. Soil Sci. Am. J.
41 (6): 1205-1206. 1977.
4 7. . Derivation of the Langmuir equation for ion exchanae reactions
in soils. Soil Sci. Soc. Am. J. 43 (1): 197-198. 1979.

48. . Derivation of the Freundlich equation for ion exchange· reac-


tions in soils. Soil Sci. Soc. Am. J. 44 (3): 652·654. 1980.
49. . Cation exchange in soils: an historical and theoreticalperspec·
tive. In Dowdy, R.H. et al. Eds. Chemistry of the soil environment. Madi-
son, USA, ASA Spec. Publ. no. 40, 1981. pp. 13-30.

50. On the use of the Langmuir equation in the interpretation of


adsorption phenomena. IL The "two-surface" Langmuir equation. Soil
Sci. Soc. Am. J. 46 (6) : 1147-1152. 1982.
Fenómenos de Adsorción y Cambios en Suelos 169

61. 8l'OOP, W.A. Ion adsorption mechanisma in oxidic solla; implicationa for point
zero char¡e determinationa. Geoderma 23 (4): 303·314. 1980.
62. THOMAS, G.W. Hiatorical developmenta in soil Chemiatry: ion exchan¡e. Soil
Sci. Soe. Am. J. 41 (2): 230·238. 1977.
63. UEHARA, G.; GILLMAN, G.P. Char¡e characteriatica of solla with variable and
permanent char¡e minerala. l. Theory. Soil Sci. Soc. Am. J. 44 (2): 260.
262. 1980.
64. ; KENG, J. Relacione. entre la mineraloaía y el manejo de loa
suelos en la Ammca Latina. In Bornemiaza, E., y Alvarado, A., Eda. Mane-
jo de suelos en la América Tropical. Raleiah, USA, North Carolina State
Univ., 1976. pp. 367·370.
56. VAN RAIJ, B.; PEECH, M. Electrochemical propertiea of some Oxiaola and
Alfiaola of the Tropica. Solla Sci. Soe. Am., Proc. 36: 687·693. 1972.
66. VEITH, J.A; SPOSITO, G. On the use of the Langmuir equation in the inter-
pretation of "adaorption" phenomena. Soil Sci. Soc. Am. J . 41 ( 4): 697·
702. 1977.
57. VIEIRA, L. S. Ocorrencia e forma de fóaforo em solos da Amazonia, Brasil.
Theae M.S. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1966. 110 p.
58. VINE, H. Studiea of cation exchanae in aome solla of Central Trinidad. Trop.
Agríe. Trinidad 51 (2): 211·216. 1974.

69. WANN, S.S.; UEHARA, G. Surface char¡e manipulation of conatant aurface


potential soil colloida. l. Relation to aurface phoaphorua. Soil Sci. Soe.
Am. J. 42 ( 4): 666-670. 197 8.
60. WIKLANDER, L. Cation and anion exchan¡e phenomena. In Bear, F.E. Ed.
Chemiatry of the soil, 2 ed, New York, Reinhold Publ1964. pp. 163·206.
CAPITULO 5
REACCION DEL SUELO

La reacción del suelo es el concepto que se refiere a las relaciones


de acidez y basicidad del mismo; se trata de una propiedad que influye
tanto en sus características químicas como físicas, además de tener
considerable impacto sobre la vida microbiana de este medio.
Entre los procesos de gran importancia regulados por la reacción
del suelo se pueden indicar: la meteorización de minerales y la forma-
ción de arcillas, la descomposición de la materia orgánica y la dispo-
nibilidad mayor o menor de muchos nutrimentos. El exceso de nutri-
mentos puede llevar a fenómenos de toxicidad en las plantas; las con-
diciones para que ocurran tales excesos pueden ser causadas por reac-
ciones fuertemente ácidas de suelos.
Los conceptos básicos sobre la acidez del suelo han sufrido varios
cambios en el tiempo, situación que llevó a Jenny -en un trabajo en el
que resume los cambios- a compararlos con un carrusel dando vueltas
(24). La acidez del suelo depende del contenido de hidrógeno ionizable,
del Al en diferentes formas disociables y, en grado menor, de los iones
de manganeso y hierro, todos en equilibrio con la solución del suelo
donde ocurren variadas reacciones de hidrólisis.

NATURALEZA QUIMICA DE LA REACCION DEL SUELO


Concepto sobre ácido-base
Las ideas sobre ácido-base se acostumbra estudiarlas teniendo en
cuenta tres conceptos fundamentales referentes a qué es un ácido y
qué una base; los acápites que siguen se refieren a éstos.
El más antiguo de ellos es el concepto de Arrhenius, desarrollado
hace aproximadamente un siglo. Según este científico sueco, un ácido
es un compuesto que contiene un hidrógeno ionizable que en solucio-
nes forma el ión hidrógeno (H+). Similarmente se consideraba como
bases a los compuestos capaces de producir hidróxilos (OH-) en solu-
ciones. De estas definiciones la rr.ás aceptada hoy en día es la que se re-

161
162 Química de Suelos

fiere al concepto de ácidos, ya que se sabe que existen compuestos


como el amoníaco (NH3 ) y muchas substancias orgánicas que sin for-
mar hidróxilos poseen propiedades de bases. Una reacción típica que
ilustra este concepto es la disociación del ácido clorhídrico, producien-
do el ión hidrógeno:

Un concepto más moderno ha sido propuesto por Bronsted y


Lowry hace unos sesenta años. Ellos definen el ácido como un com-
puesto capaz de ceder un protón (H+); en forma complementaria, una
substancia capaz de aceptar un protón, es una base. De acuerdo con esta
teoría, para la disolución del HCl en agua se debe escribir:

donde al H3 o+ formado se le llama ión hidronio, ya que el protón no es


estable en soluciones acuosas y se asocia con una o varias moléculas de
agua. Con base en la teoría propuesta, y como el agua acepta el protón,
ésta se ajusta a la definición de una base. La reacción no es reversible,
ya que el agua es un fuerte "recibidor" de protones, pero no los dona
con facilidad.
Una tercera teoría -desarrollada por Lewis, también hace unos
sesenta años- considera como ácidos a los compuestos capaces de
aceptar un par de electrones; por bases entiende a aquéllos que lo~
pueden ceder. Un ejemplo es la reacción:

Se observa que el ión hidrógeno aceptó un par de electrones -por


esto es un ácido-, mientras que el ou- cedió el par de electrones; por
esto es considerado como una base. Más adelante se verá que al estudiar
los conceptos modernos de acidez de suelos, se tendrá que considerar
una u otra de las teorías antes expuestas, para explicar los diferentes
casos.

Fuentes de acidez en suelos


La acidez del suelo está determinada por la composición del mismo
y por las reacciones de intercambio de iones y de hidrólisis que presen-
tan los componentes inorgánicos y orgánicos existentes. Se discutirán
ahora los grupos de componentes responsables de la acidez del suelo;
para ello se seguirá el enfoque de Thomas y Hargrove ( 48).
Los componentes inorgánicos que deben ser considerados aquí, son:
los minerales de arcilla cristalinos, los óxidos e hidróxidos, el alofán y
otros compuestos amorfos, y los ácidos solubles en suelos.
La importancia de los minerales de arcilla en cuanto determinantes
de la acidez de los suelos fue descubierta por Mehlich (31), quien
encontró que, a un pH dado, el porcentaje de saturación de bases varia-
ba con los tipos de suelos y que esto dependía de los minerales de arci-
lla presentes. La carga permanente de arcillas laminares es la fuente
Reacci6n del Suelo 163

principal de la capacidad de intercambio catiónico y, por lo tanto, de su


acidez, ya que se sabe que los grupos SiOH son ácidos tan débiles que,
en el ámbito de un pH común en suelos, no producen cantidades de H:+:
apreciables (18). Aproximadamente todos los suelos tienen óxidos de
Al o Fe(Ill). Estos con frecuencia cubren las arcillas y son adsorbidos
sobre ellas, debido a su carga neta positiva, reduciendo su capacidad de
cambio.
Los alofanes son fuentes de capacidad de cambio de los suelos de
cenizas volcánicas recientes, pero también contribuyen al complejo de
cambio de muchos otros suelos. Estos alofanes tienen una alta capaci-
dad de cambio, la que depende de su carga variable. Son minerales de
gran importancia en suelos de la Cadena de los Andes, a lo largo de
América El comportamiento tampón de los suelos volcánicos depende
del alofán, lo que es explicado por Birrell (5).
Los ácidos solubles en suelos también pueden influir su acidez,
aunque su efecto es comúnmente de corta duración. La nitrificación de
los abonos de N añadidos al suelo da por resultado la formación de
ácido nítrico, lo que puede reducir el pH a valores menores que cuatro
y contribuir a generar pérdidas apreciables de Ca y Mg; estas pérdidas
pueden ser particularmente graves para las prácticas de laboreo mínimo
(6). La aplicación en los suelos, de superfosfato triple -que es fosfato
monocálcico-, especialmente en bandas, conduce a la formación de
ácido fosfórico libre, según la reacción:

Este reacción causa una acidificación fuerte en los alrededores del


sitio donde se pone el abono, y aunque su efecto sólo dura algunas
semanas, en ese tiempo puede disolver el Al, Fe y Mn de los minerales
del suelo.
La oxidación de la pirita en suelos de costas marinas drenadas, o en
residuos de minas, lleva a la formación de ácido sulfúrico, dando lugar a
una acidez muy fuerte en ellos.
Las lluvias ácidas, proveniente$_ de regiones industriales, pueden
tener un apreciable efecto de acidificación sobre suelos que tienen bajo ~
contenido de materia orgánica y una reducida capacidad de cambio.
La materia orgánica del suelo, descrita en el Capítulo Segundo,
contiene cantidades significativas de grupos carboxílicos y fenólicos
que participan en reacciones de intercambio catiónico. Se ha calculado
que en suelos, la capacidad de cambio catiónico de la materia orgánica
(25) es de 60 a 280 cmol (+ )kg- 1 • Parte de esta capacidad de cambio
está ocupada por el Al que forma uniones bien estables, lo que resulta
que en muchos suelos ácidos, con altos contenidos de Al, la materia
orgánica contribuya poco a la capacidad de cambio y también que actúe
como ácido más débil, sobre todo cuando el contenido de ese elemento
es muy alto.

Relación entre porcentaje de saturación de bases y pH


La suma de las bases cambiables (Ca, Mg, K y Na) expresada como
porcentaje de la capacidad total de intercambio catiónico, se conoce
164 Química de Suelos

como el porcentaje de saturación; el tanto por ciento de acidez cambia-


ble (Al y H) correspondería al con.plemento del anterior hasta el lOO%.
En suelos de coloides similares existe una correlación entre pH y por-
centaje de saturación de las bases, como se observa en la Figura 5.1.
Esta correlación directa no existe cuando se consideran suelos con
una mineralogía de arcilla diferente.

Capacidad tampón de los suelos


La capacidad tampón se define como la aptitud de los suelos para
resistir cambios de pH cuando se agregan ácidos o bases a una solución.

6.0....------------------,

5.5

5.0

:r
Q.

4.5

4.0

Y= 3.176 + 0.059x-0.0002x2
r=0.76

"'o saturación de basas

Fig. 5.1. Relación entre el pH y el porcentaje de saturación


de bases en algunos suelos de Puerto Rico (1).

Las soluciones tampones contienen substancias que reaccionan tanto


con ácidos como con bases, manteniendo relativamente constante la
concentración de iones H+.
Tanto los coloides inorgánicos en los suelos como las arcillas, y la
fracción húmica de ellos, tienen efecto tampón. En esto, también son
importantes los carbonatos en los suelos que los contienen; estos últi-
mos suelen caracterizarse por presentar un pH entre 7.2 y 8.2, como
consecuencia del C02 en la atmósfera del suelo. Las curvas de titula-
ción típicas de los suelos muestran una ascensión lenta con el aumento
de la base o cal agregada, debido a la capacidad tampón. Una ilustra-
ción de esto se presenta en la Figura 5.2, la que muestra la neutraliza-
ción de un Dystrandept de Costa Rica.
Reacción del Suelo 165

7.0

6.~

pH
6.0

5.5

5.0
o 2.3 4.6 6.9 9.2 11.5

CaO Mg•ha-1

Fig. 5. 2. Curva de neutralización de un Dystrandept de Costa Rica.

Los suelos con cargas variables cuya capacidad de cambio se debe


a cargas, ya sea en la materia orgánica, o en óxidos, o en silicatos
amorfos, o en la superficie de silicatos cristalinos, son fuertemente tam-
pones. Así en la materia orgánica en suelos de regiones templadas, se ha
observado una capacidad tampón entre pH 3 y 8 (21); para ·los óxidos
y el alofán se ha comprobado un ámbito tampón entre pH 5.5 y 8.
De tal manera que los suelos con valores altos en materia organica, ses-
quióxidos y alofán tienen un poder tampón fuerte. La acción tampón
de estos componentes de suelos es rápida y reversible; al revés, la acción
tampón es lenta; y básicamente irreversible, debido a los silicatos, óxi-
dos e hidróxidos en suelos, según lo exponen Scheffer y Schachtschabel

?
Causas de la acidificación progresiva de los suelos
La acidificación progresiva que se presenta de manera especial en los
suelos de áreas tropicales húmedas, particularmente cuando se practica
una agricultura intensiva, se debe al reemplazo paulatino de las bases
cambiables (Ca, Mg, K y Na). por ioneúi y f'l Este reemplazo resulta ..
de la percolaciÓn de agua, de-la extracción de los cationes cambiables
y del uso de abonos de carácter ácido. Un ejemplo característico de este
fenómeno es presentado por Malavolta (29) cuando se refiere a una
terra roxa cultivada con cafeto. Como lo ilustra claramente la Figura
5.3, en un período de 22 años y en las condiciones de la zona cafetalera
de Brasil, se pierde una fracción apreciable de los cationes principales,
lo que conduce a suelos fuertemente ácidos.
166 Química de Suelos

Las cantidades de bases en las ha- 1 extraídas por las plantas del
suelo varían entre 50 y 100 para CaO, entre 40 y 80 para MgO, entre.
100 y 150 para K2 O, y entre 10 y 30 para Na2 O; esto es válido para
la mayoría de los cultivos. Las cantidades absorbidas por las legumino-

100,.

Porcentaje
relativo
del elemento
presente

ca

- - Mg

Allol 22allol

Fig. 5.3. Pérdidas de Ca, Mg y K de una terra roxa cultivada con café.
(Según Malavolta (29)).

sas son, en general, mayores que para las otras dicotiledóneas. Estas
bases extraídas son reemplazadas en el complejo de cambio, por el Al y
el H. Los residuos de cosechas que se quedan en el campo, el abona-
miento y el encalado pueden reemplazar estas pérdidas. Sin embargo,
muchas veces se produce un balance negativo que lleva a una acidifica-
ción paulatina del suelo. Cuando los abonos se aplican en bandas, la
acidificación puede afectar aquella parte del suelo conocida como
banda de fertilizantes, en cuyo caso su efecto es menos perjudicial,
aunque resulte un pH muy bajo en el suelo de esta zona.
Como resultado del abonamiento pueden producirse en el suelo
ácidos fuertes, como los ácidos nítrico y sulfúrico, los que pueden for-
marse cuando se usa el sulfato de amonio; éste último se nitrifica según
la reacción:

En esta reacción se da tanta acidez, que para su neutralización


se requieren 5.36 kg de CaC03 por cada kilogramo de N aplicado.
Otros fertilizantes con reacción ácida son los superfosfatos: el
Reacción del Suelo 167

nitrato de amonio y los fosfatos monoamónico y diamónico; la nitrifi-


cación del amonio en este último produce la reacción:

(NH.)2 HPO• + 402 -2N03 + H2PO.- + 3H+ + 2H:z0

En esta reacción, la acidüicación requiere 3.57 kg de CaC03 por


kilogramo de N aplicado.
Un ejemplo ilustrativo de la acidificación progresiva de un suelo
africano, fue presentado por Fauck, Moreaux y Thomann, quienes
observaron que en el transcurso de 15 años continuos de cultivo de
maní, el pH descendió de 6.4 a 6.2 después de dos años, a 5.9 a los seis
años, y a 5.0 a los 15 años (13).
MEDICION DE LA REACCION DEL SUELO
Conceptos generales
La reacción del suelo se evalúa midiendo su pH, es decir, el logarit-
mo negativo de la actividad de iones de H+ en la solución o suspensión.
O sea:

pH = -log aH+, donde aH+ = actividad de iones de H+.


Es importante recordar que la disociación del agua pura en H+
y oH- resulta en una reacción de disociación que en equilibrio se puede
representar por:
(H+) (OH-)
p K = - - - - 10-13 •96 (o aproximadamente 10""14 ).
H20
Por lo tanto, cuando existen condiciones neutras se verifica la
relación: (H+) = (OH1 = 10""7 • En este momento, -log 7 es igual a
pH7.
La expresión de la actividad iónica del H+, en forma de pH, es de
uso universal. Este valor expresa la acidez activa del suelo, es decir,
la cantidad de ·acidez (H+ ó Al+ 3 ) que se encuentra en la suspensión
en equilibrio con el suelo. Esta es solamente una pequeña parte de la
acidez total o acidez potencial del suelo, la que incluye a todos los
Al y H cambiables; este último valor se acostumbra determinar por
titulaciones.

Métodos de medición
La reacción del suelo, o su acidez activa, se puede medir por méto-
dos calorimétricos y potenciométricos. Los métodos calorimétricos son
cada día menos usados, por ser de menor precisión y por involucrar
más trabajo. Sin embargo cuando no se dispone de un potenciómetro,
estos métodos permiten una información aproximada sobre el pH de los
suelos, a un costo muy reducido; ello se logra comparando los colores
que se desarrollan con indicadores adecuados, agregados a los suelos y a
las soluciones tampones de pH conocido.
Los métodos potenciométricos se basan en la comparación del
potencial eléctrico producido por los iones H+ en la solución -los que
168 Química de Suelos

son detectados por un electrodo de hidrógeno-, con el potencial cons-


tante que produce un electrodo patrón, en general un electrodo calome-
lano. Algunos aparatos modernos combinan los dos electrodos en un
electrodo doble que reúne en su construcción las dos funciones a detec-
tar y comparar.
Para la medición del pH del suelo se usan, principalmente, tres enfo-
ques:

a. Medición del pH en agua. Para esta determinación se utilizan pro-


porciones suelo seco: agua, 1:1 ó 1 :2.5; en análisis de rutina, el
suelo se mide, frecuentemente, en mililitros. En general, este méto-
do produce valores poco alterados, ya que se sabe que al cambiar la
proporción de 1:2.5 por la de 1:5 se obtienen valores menores de
pH en algunos décimos. Para hacer esta determinación, la que para
su confiabilidad requiere que los suelos no hayan sido abonados
recientemente, se deja el suelo en equilibrio con el agua por un
período determinado (alrededor de treinta minutos), y luego se
mide el pH.

b. Medición del pH en una suspensión de KCl normal. Para esta_deter-


minación se usa una proporción suelo:KCl = 1:2.5. Esta médición
es independiente del efecto de los abonos, y comúnmente da valores
más ácidos de pH, excepto para Oxisoles.

c. Medición de pH en una suspensión de CaCh 0.01 M. Esta forma de


determinación ha adquirido mucha popularidad en los últimos años,
especialmente en Europa. Se considera que este enfoque representa
mejor las condiciones de la solución del suelo. Esta medición tam-
poco es afectada por la acción de sales en los suelos, es decir, por el
abonamiento.

Los valores de pH en CaCh 0.01 M son menores en alrededor de 0.4


a 0.6 unidades con respecto de los que se obtienen en agua. En la Figura
5.4 se muestra la estrecha correlación (r = 0.918xx ) que existe entre los
valores de pH en agua y en CaCl2 , según datos obtenidos en Turrialba,
Costa Rica.
Una ventaja de los métodos de medición en soluciones salinas es que
son poco o no afectados por el efecto de suspensión; una medición que
se realiza cuando los electrodos se encuentran en el líquido superna-
tante da por resultado un pH que es unos cuantos décimos de unidad
superior que cuando se encuentran en la suspensión del suelo.
En relación al pH en CaCh , y con el fin de obtener un valor muy
poco dependiente de la concentración de sales del suelo, Schofield y
Taylor ( 42) propusieron el potencial de cal definido de la siguiente
manera:

Potencial de cal = pH - 0.5pCa = constante.

Se cree que este valor caracteriza la composición del complejo de


cambio, en lo que se refiere a su concentración de H~ y ca+ 2 •
Reacción del Suelo 169

El valor pH • 0.33 pAl


El potencial alumínico (pH - 0.33 pAl) se puede considerar como la
expresión del producto de solubilidad de la gibbsita o como el potencial
químico que indica la relación de las actividades iónicas aH+ ..J aAI
intermicelar con un cambiador cubierto con iones H3 (Y y Al(OHl);3 •

7.0 y= 1.028x..0.875
r= 0.918..
n= 110

8.0

5.0

Fig. 5.4. Relación entre el pH medido en agua


y en cloruro de calcio. (Evaluación de datos
obtenidos en el IICA·CTEI, en Turrialba,
Costa Rica).

Factores que afectan la medición del pH


Se consideran aquí los siguientes cinco factores:

a. Efectos de dilución. Se sabe que al aumentar la relación suelo:agua


o solución, se eleva el pH. Esto se explica por el incremento de la
concentración de iones divalentes en la capa adyacente al complejo
de cambio, como ya se vio con más detalle en el capítulo anterior.
El Cuadro 5.1 presenta datos que ilustran este efecto.

b. Efecto de las sales solubles. Este fenómeno ya se mencionó al exa-


minar las diferentes técnicas para medir el pH. Es conocido el hecho
de que mediciones del pH en KCl normal dan por resultado valores
que a veces son inferiores hasta por una unidad de pH; y esto
debido al intercambio de H y Al que realiza el K de la solución.

c. Efecto del COl . Se ha observado que al aumentar la presión del


C02 , disminuye el pH de la suspensión del suelo; esta se explica por
la disolución del col y por el hecho de formar iones u+ y neo;
en la solución del suelo. El mismo Cuadro 5.1 ilustra el efecto del
C02 . En los suelos calcáreos el contenido potencial de C02 es alto,
170 Química de Suelos

Cuadro 5.1. Efecto de dilución e influencia del C02


en la medición del pH. (Adaptado de
Russell (39) ).
Volumen de agua pH de la suspensión
por 100 g de suelo Suelo 1 Suelo 2 Suelo 3
10 mi 7.46 9.10 7.96
26 mi 7.60 9.40 8.00
100 mi 7.70 9.86 8.20
1 000 ml 8.16 9.90 9.20

Presión de C02 pH de la suspensión


en atrnósferu Suelo 1 Suelo 2 Suelo 3
0.0004 7.01 7.42 8.09
0.001 6.42 7.20 6.70
0.06 6.63 6.70 6.98

hecho que es necesario tener en cuenta en la medición de su pH.

d. Variaciones estacionales o anuales. En mediciones realizadas en el


campo, se han observado variaciones estacionales del pH. Las posi-
bles explicaciones de este fenómeno se encuentran en los cambios
en el régimen de lluvias, así como en las variaciones en la salinidad
de la solución del suelo, y en las modificaciones en la actividad bio-
lógica de éste. El efecto de estos factores se traduce en un pH redu-
cido en épocas secas, y en uno mayor en períodos lluviosos; este
aumento del pH en estaciones de lluvia se debe al efecto de
dilución.

e. Variaciones locales. Las variaciones de pH en áreas limitadas del


suelo se deben, principalmente, a los efectos de reacciones químicas
específicas (como las que se dan en las bandas de abono), y a la acti-
vidad biológica (como la que existe en las áreas que rodean las raí-
ces, donde, al contrario de las creencias populares y de los resulta-
dos obtenidos en soluciones nutritivas, el pH aumenta según lo
explican Nye y Tinker (34)). Entre los abonos que afectan fuerte-
mente el pH del suelo a su alrededor se pueden mencionar los dife-
rentes fosfatos, los que ejercen efectos variables según sea el catión
acompañante; esto se ilustra en el Cuadro 5.2.

Reacción de los suelos tropicales y especialmente en América Latina


Muchos de los suelos de los trópicos húmedos son ácidos e incluso
fuertemente ácidos, como lo afirma Kamprath (27). En la Figura 5.5 se
presenta la distribución de la acidez en 259 suelos que fueron estudia-
dos en Turrialba, Costa Rica. Como se ve, un 45% de dichos suelos se
halla en un ámbito ligeramente ácido, de pH 5 a 6; el grupo siguiente,
de pH 4 a 5, incluye aproximadamente el 30% de las muestras. Conside-
rando ambos datos se concluye que el ámbito de 4 a 6 comprende a
Reacción del Suelo 171

Cuadro 5.2. Valores del pH de las soluciones satura-


das en el área de disolución de algunos
fertilizantes fosfatados.
Substancia Fórmula pH de la
solución
Fosfato monocilcico Ca( Hz P04 )2 • H2 O 1.48
Fosfato monoam6nico NH4H2P04 3.47

Fosfato monopotáaico KHzP04 3.99


Superfosfato amonificado 6.25

Fosfato diam6nico (NH4)2HP04 7 .98


Fosfato dipotáaico KzHP04 10.10

unas tres cuartas partes de las muestras. También se observa que en


Centroamérica predominan los suelos ligeramente ácidos, lo que no
ocurre en regiones con suelos más antiguos como Brasil.
Estos valores de acidez moderada son típicos de suelos relativa-
mente recientes, como muchos Entisoles e Inceptisoles; estos últimos
son comunes en Centroamérica, de donde proceden las muestras de la
Figura 5.5.
Los Ultisoles y Oxisoles son, en general, más ácidos; y la relación
entre esta acidez y su saturación de Al se muestra en la Figura 5.6 según
A bruña, et al. (1, 2),
El catión intercambiable principal de estos suelos es el Al, aunque
con frecuencia el Mn también alcanza valores altos. Se sabe que la pro-
ducción de aproximadamente todos los cultivos se reduce fuertemente
cuando la saturación de Al en el complejo de cambio es superior al
60% (28).
Existe una relación entre la concentración de Al en la solución del
suelo y el porcentaje de saturación de este elemento en el mismo suelo.
Datos que ilustran este hecho fueron publicados por González-Erico,
et al. (19); en ellos se muestra el fuerte aumento del Al en la solución
cuando las saturaciones en el suelo son superiores a un 40 %, lo que
explica su efecto tóxico. En la Figura 5.6 esto corresponde a un pH de
aproximadamente 4.4; en la práctica, comúnmente, este valor indica
serios problemas en la producci6n de muchos cultivos.
Es importante recordar que, como lo indica Kamprath (28), cuando
se aumenta el nivel de abonamiento, se puede inducir mayores niveles
de Al en la solución del suelo, debido a la acidificación del mismo; así
lo muestra la Figura 5.7.

INFLUENCIAS DE LA REACCION
SOBRE LAS CARACTERISTICAS DEL SUELO
Influencia del Ir
El influjo del H+ en los suelos es muy difícil de estudiar debido a
que su efecto es fácil de confundir con otros efectos que, presentándose
17 2 Química de Suelos

n=259

o
1i
~

Gl
-o
1
¡~
10
E
1Gl
-o
'#-
3 4 5 8 7

Fig. 5.5. Distribución de al~Unos suelos en


América Central, en función de su pH en CaCla_.
(Datos obtenidos en el IICA-CTEI, en Turrial-
ba, Costa Rica, y evaluados por Faubender).

70~--------------------------~

eo

~
c:30
'()

·~
:J
1;í20
(1)

10 r=518.1-183.117x+12.7x2
r"' 0.110''

OL-----~----~--~~----~--~
3.9 4.2 4.5 4.8 5.1 5.4
pH

Fig. 5.6. Relación entre pH y saturación de Al


para varios Oxisoles y Ultisoles de Puerto Rico
(Abruña, etal. (1)).
Reacción del Suelo 173

Saturaci6n Al !%1
Fig. 5. 7. Relación entre la saturación de Al del
complejo de cambio y la concentración de este
elemento en la solución del suelo (19).

con pH bajos, son generados por otros elementos. Como resultado de


estas consideraciones se recurrió a estudios de soluciones nutritivas en
las que se observaron efectos dañinos con pH menores de cuatro. De
acuerdo con Foy (16), una parte de estos problemas se debe al efecto
de altas concentraciones de W sobre la permeabilidad de las membra-
nas de las raíces. Se ha constatado que niveles muy bajos de pH redu-
cen la absorción de Ca, Mg, Mn, Zn y Cu. Estas reducciones en conjun-
to con una disminución en el crecimiento de las raíces y de los pelos
radiculares, generalmente conducen a la disminución de las cosechas.
La tolerancia ante altos niveles de H+ en solución varía fuertemente
con las especies e incluso con los genotipos de las plantas. Islam, et al.
(22) mostraron que en soluciones nutritivas con pH entre 3.3 y 8.5, las
seis especies en estudio (frijoles, jenjibre, maíz, tomates, trigo y yuca)
crecieron óptimamente entre pH 5.5 y 6.5; el valor mínimo (pH 3.3)
perjudicó a todas las especies, pero con un pH 4 las raíces de yuca y
maíz se mantuvieron sanas, mientras que las raíces de frijoles y del ge-
notipo de trigo usado fueron dañadas. Los investigadores citados, tam-
bién observaron que con niveles bajos de pH, la absorción de Mg era
reducida en todas las especies.
En los últimos años se ha comprobado que no sólo existe un efecto
negativo sobre el desarrollo de los rizobios, sino también que entre espe-
cies de éstos y de plantas hospederas (33) hay una apreciable variabili-
dad en su tolerancia al H+.
El pH es también un factor importante en la determinación de las
especies, el número y las actividades de los microorganismos en los
suelos. Estos, a su vez, regulan en alto grado la mineralización de la
materia orgánica en los suelos y, de ese modo, la disponibilidad de N, S,
P y de oligoelementos. Con pH inferiores a 5.5, la actividad de las bacte-
rias y actinomicetales disminuye, aunque ahora se sabe que en algunos
suelos existen especies nutrificantes que son tolerantes ante pH bajos
(23). En ámbitos de acidez alta, los hongos -más tolerantes a estas
condiciones y con pocos competidores- son los principales responsa-
bles de la descomposición de la materia orgánica.
17 4 Química de Suelos

Efectos del aluminio


El factor más perjudicial para las plantas en suelos fuertemente
ácidos es la toxicidad del Al, particulannente cuando el pH es inferior
de 5.0.
Según lo indica Alexander ( 3), la toxicidad del Al también limita
la degradación microbiana de la materia orgánica. El pH en el cual los
niveles de Al alcanzan valores perjudiciales depende tanto de la planta
como de una serie de factores del suelo, como la mineralogía de arcillas,
el contenido de materia orgánica, la presencia de otros cationes y anio-
nes y la salinidad total del suelo. En este caso, la proporción de Al+ 3 en
el complejo de cambio y en la solución del suelo, llega a concentracio-
nes que prod~cen síntomas característicos, de acuerdo con las especies
vegetales. Estos síntomas se parecen, con frecuencia, a los que se dan
por deficiencias de P o Ca. Se sabe que las plantas jóvenes son particu-
larmente sensitivas a la acidez.
Tergas y Sánchez (47) indican que en los suelos de los trópicos de
América es común la alta saturación de Al y la toxicidad resultante.
Como consecuencia de esto y unido a los bajos niveles de cationes y
de nitrógeno, los suelos tropicales de Latinoamérica -los cuales, según
los autores mencionados, incluyen 58% de Oxisoles y Ultisoles- pre-
sentan problemas predominantemente químicos, mientras que sus
propiedades físicas, en general, son satisfactorias. En estos suelos, la
saturación de Al en el complejo de cambio es mayor de 60 %, lo cual,
según Kamprath (28), generalmente contribuye a una fuerte reduc-
ción de la producción. Ejemplos de esto último se observan en el
Cuadro 5.3 donde se nota que cuando la saturación de Al es superior
al 46% siempre se obtienen rendimientos relativamente menores de
50%, lo que comprueba el efecto perjudicial de este elemento.

Efectos del manganeso


Los daños causados por un exceso de Mn siguen en importancia
a los efectos perjudiciales de la toxicidad del Al en las plantas. La
solubilidad de este elemento (Mn) y su eventual toxicidad dependen de
varias propiedades del suelo, tales como : contenido de Mn total, pH,
nivel de materia orgánica, actividad microbiana, y grado de aereación
(15, 16). En general, la toxicidad se presenta en suelos con altos con-
tenidos de Mn, también en aquellos con niveles de pH inferiores que
5.5, y en el caso de las plantas sensitivas a este problema. Si las con-
diciones en un suelo son muy reductoras, el efecto negativo puede
presentarse aun con niveles de pH superiores. Las plantas muestran
síntomas bastante característicos para las especies individuales. Estos
síntomas que suelen aparecer aun antes de que haya una reducción
apreciable en el crecimiento, pueden disminuir la producción de frutas.
Souto y Dobereiner ( 45) informaron que un exceso de Mn en el suelo
hizo mermar apreciablemente la nodulación de leguminosas tropicales.
Los niveles críticos de su presencia se encuentran entre iOO y más de
6 000 mg.kg 1 ; esto último según Foy (16).
Se sabe que en algunas planths los excesos de Mn producen sínto-
Reacción del Suelo 17 5

Cuadro 6.3. Efecto de la saturación de Al sobre el crecí-


miento relativo de diferentes cultivos.
Cultivo Suelo Saturación Crecimiento Bibliografía
de Al(%) relativo referencial
Maíz Ultiaol 65 20% 1
Frijol Ulliaol 50 45% 1
Maíz Oxiaol 72 48% 19
Maíz 46 49% 26

mas similares a los que genera la deficiencia de Fe; cuando este es el


caso, la situación puede ser corregida añadiendo este último elemento.
Se conoce también que al aumentar los niveles de P, Si y Ca, general-
mente se reducen los problemas de toxicidad del Mn.

Otros cationes
Comúnmente, la acidez del suelo indica la existencia de niveles
bajos de los cationes principales: Ca, Mg y K. Los altos niveles de Al
influyen negativamente sobre la adsorción de otros cationes, pero
altos niveles de Ca pueden reducir los efectos dañinos del Al.
La disponibilidad de oligoelementos con diferentes pH se analiza
en el Capítulo Décimosegundo.

Adsorción de aniones
Se ha detectado gran paralelismo entre la tolerancia ante bajos
niveles de P y altos de Al, como en el caso del cacao (17), variedades
de maíz (14) y los Oxisoles .de Brasil (39), aunque haya mucha varia-
ción de planta a planta. En general, la precipitación de fosfatos inso-
lubles de Fe y Al en los suelos, es más alta con condiciones ácidas. La
adsorción de sulfatos, boratos y fosfatos se eleva exponencialmente al
disminuir el pH.

Estabilidad de agregados y textura del suelo


La influencia del pH sobre estas propiedades físicas del suelo es
indirecta, ya que se ejerce a través de la cubierta iónica del complejo
de intercambio. Al predominar el Ca en la cubierta del complejo de
cambio, se ha observado que ocurre una floculación adecuada; hay una
buena formación de agregados como resultado de una intensa actividad
biológica.

ENCALADO DE LOS SUELOS


Consideraciones generales del encalado
El primer criterio para el encalado ha sido el pH del suelo. Sin em-
bargo, al encalar de la misma manera muchos suelos diferentes, pero
con pH similares, se determinó que esta información sola no era sufi-
ciente. Se sabe que suelos con diferentes capacidades de cambio catió-
nico pueden tener pH idénticos cuando su grado de saturación con
176 Química de Suelos

cationes es distinto y, por consecuencia, sus propiedades referentes a


acidez también lo son.
Se ha visto que la capacidad de cambio efectivo (CICE), la que
según Coleman y colaboradores (9, 10) se obtiene sumando los catio-
nes cambiables más la acidez extraíble con una sal no tamponeada, es
una información muy valiosa que permite tomar decisiones sobre mane-
jo de suelos (9, 10).
Se ha recomendado y usado el porcentaje de Al en la CICE como
criterio para encalar suelos minerales (9). Se sabe que suelos con baja
saturación de Al tienen poco Al en la solución del suelo y que, por lo
tanto, no requieren encalado, aunque esta propiedad necesite ser evalua-
da considerando las plantas presentes.

Determinación de la necesidad del encalado.


El hecho de que la acidez del suelo sea perjudicial para la produc-
ción agrícola ha sido reconocido desde hace mucho tiempo y son varios
los enfoques que se han desarrollado para su medición; aquí se conside-
ran los siguientes:

• Neutralización del suelo con base fuerte, o su equilibrio con cal.


• Extracción de la acidez con soluciones tampones y valoración
de ella.
• Equilibrio del suelo con una solución tampón y estimación de la
acidez por el cambio del pH de esta solución.
• Extracción de la acidez con sales neutras que no son tampones,
como el KCl.

Un buen ejemplo del primer enfoque, adaptado para suelos tropica-


les, se encuentra en el método de Abruña-Rodríguez y Vicente-
Chandler (2).
Un procedimiento de lavado con solución tampón es el que se basa
en el uso de una solución de BaCh con trietanolamina, según lo reco-
miendan Coleman y colaboradores (9).
El tercer método permite determinar la acidez extraíble, restando
las bases cambiables de la capacidad de intercambio de cationes, usando
procedimientos como el de Pratt y Blair (37).
El cuarto enfoque trata de estimar la acidez del suelo mediante el
equilibrio del mismo con soluciones de alto poder tampón, como lo que
propusieron Shoemaker y sus colaboradores (43). El método ha tenido
una amplia aceptación en suelos de carga permanente en las regiones
templadas.
Para el quinto método, el procedimiento más recomendado es el de
Kamprath (26). Este modo evita caer en el error de encalar con un pH
determinado, procedimiento que, aunque frecuentemente es útil para
suelos de regiones templadas, puede ser perjudicial para Ultisoles y Oxi-
soles, como lo han demostrado Farina y colaboradores (11).
Todos estos métodos pueden tornarse imprecisos debido a la escasez
de información sobre la química de muchos suelos del trópico.
Reacción del Suelo 177

Materiales para encalar


Se definen como materiales para encalado agrícola aquellas substan-
cias cuyos compuestos de Ca y Mg son capaces de neutralizar la acidez
de los suelos (4). Se incluyen aquí la cal viva (CaO), la cal muerta o cal
hidratada (Ca(OHh ), la caliza molida, la dolomita molida, las margas,
las conchas y los residuos industriales, como las escorias de diferentes
tipos y las espumas azucareras.
El material más usado para encalar es la caliza. Esta puede acercarse
en su composición a la calcita (CaC03 ), o a la dolomita (CaC03 •
MgC03 ), o puede consistir en una combinación entre las dos formas
límites.
Como resultado de las reacciones entre estos materiales y el suelo,
aumentarán los niveles de Ca y Mg disponibles para las plantas y dismi-
nuirán los niveles de Al, Fe y Mn. Se estima que, en general, la cal de-
berá reaccionar en forma completa con el suelo, en unos dos o tres
años.

a. La caliza. En su forma calcítica pura el mineral contiene 40 i. de


Ca. Muchas calizas tienen mayores o menores contenidos de magnesio;
cuando la presencia de este elemento se encuentra en un nivel mayor
que 1.3 %, se sugiere hablar de calizas dolomíticas, y cuando se encuen-
tra más de 6.5 i. de Mg, se recomienda el término de dolomita calcítica.
Las dolomitas propiamente dichas deberán contener según Pettyjohn
(36), más del11.7 i. del elemento Mg.
La eficiencia química de las calizas se determina por su equivalen-
te de cal, lo que se refiere a su capacidad de neutralizar acidez en rela-
ción con el CaC03 puro. De esta manera, un material puede tener un
equivalente de cal superior al 100%, como ocurre con la dolomita
pura cuya equivalencia es de 108 %.
La caliza se muele para producir cal agrícola. El costo del material
depende del grado de fineza de molienda. Se estima que una cal agrí-
cola está suficientemente molida cuando por lo menos un 80 i. exhibe
diámetros meno~e~ ~ _2.36 mm, es decir, cuando puede pasar por
un tamiz no. 8, de acuerdo con las normas de los Estados Unidos de
América.
Para calcular la cantidad de cal a usar se recomienda: multiplicar
por cero la fracción que no pasa por el tamiz no. 8; por 0.50, la canti-
dad que pasa por éste pero no por un tamiz no. 60 (0.25 mm de aber-
tura); y por uno, la que pasa por este último tamiz. De la suma de estas
fracciones se obtiene la eficiencia del material que se estudia.
Para caracterizar la distribución de tamaños de partículas en las
calizas, se las puede tamizar en seco o en húmedo; comúnmente se usa
más el tamizado en seco. En general, un tamizado en húmedo dejará
pasar más material por los tamices individuales, excepto en el caso de
algunas cales agrícolas que se agregan.
Otra característica importante de las cales agrícolas es su contenido
de humedad, el que varía aproximadamente entre 0.1 y 10 por ciento.

b. Oxido de cal. Este material se prepara calcinando los carbonatos, los


17 8 Química de Sueloa

que se descomponen según la reacción:


.,.
caco, - eao + co2
850°C
La cal viva preparada de este modo reacciona con mayor velo-
cidad con el suelo. Sin embargo, su uso no está muy difundido por
tratarse de una substancia cáustica y de manejo difícil.
La descomposición de la caliza dolomítica ocurre con tempera-
turas más bajas que las del carbonato cálcico. La fabricación de las
calizas semicalcinadas se basa en descarbonatar la fracción magnési-
ca, quedando sin descomponer el carbonato de calcio.

c. Hidróxido de cal (Ca(OH)2 ). Se denomina también cal apagada,


y se obtiene según la reacción:

CaO + H2 O - Ca (OH)2
Este material es más manejable que el óxido de calcio, por ser
químicamente menos activo. Comúnmente, también contiene peque-
ñas impurezas que se conservan del material original.

d. Escorias industriales. Se trata, principalmente, de subproductos de


la fabricación del acero. Su importancia está disminuyendo al emplear-
se métodos nuevos en la siderurgia. Su contenido de CaO varía apro-
ximadamente entre siete y 20 %. Algunas de estas escorias tienen otros
nutrimentos útiles, particularmente fósforo, en las llamadas escorias
Thomas.

e. Silicatos de calcio. Estas substancias, en general con baja solubili-


dad, pueden ser usadas como materiales para el encalado. En Hawai,
especialmente, existen experimentos positivos con ellas.
f. Espumas azucareras. En el proceso de fabricación del azúcar se puri-
fican los jugos extraídos con adiciones de cal. El subproducto resultan-
te contiene entre 14 y 32% de carbonato de calcio y varios componen-
tes del jugo de caña, como fosfatos y cationes como K y Mg. Esta subs-
tancia es un residuo importante de la industria y puede usarse como
un buen encalador.
Encalado de suelos tropicales
Una gran parte de los suelos de los trópicos es ácida, con niveles
de pH frecuentemente inferiores de cinco. Un buen resumen de su
bibliografía fue preparado por Pearson (35), mientras que los principios
han sido presentado por Bornemisza (8) y Martini (30).
Los primeros experimentos de encalado de suelos tropicales fueron
modelados de acuerdo con la experiencia en regiones templadas, con
suelos de carga permanente. Los ensayos consistieron en llevar estos
suelos hasta niveles neutros de pH. Cuando este enfoque se ha aplicado
en los suelos con cargas variables en los trópicos, los resultados han sido
Reacción del Suelo 179

negativos. Sin embargo usando los principios y técnicas expuestos ante-


riormente es posible encalar con buen éxito en los suelos del trópico.
En la Figura 6.8 se presentan algunos resultados de Fassbender y
Piñeres (12) que ilustran el aumento del pH y la disminución del Al
extraíble, cuando se encalaron dos suelos de la región de Turrialba,
Costa Rica; se observa q~e el descenso rápido del A.l ocurre hasta apro-
ximadamente un pH de cinco, y que de allí en adelante Ja disminución
es lenta.
El rendimiento de los cultivos suele aumentar. con el encalado. En la
Figura 5.9, que se basa en estu~os de Ultisoles de Puerto Rico, se pre-
senta la respuesta del maíz al encalado; en la Figura 5.10 se muestra el
efecto sobre frijoles verdes en Oxisoles. Los datos de ambas Figuras
fueron obtenidos por Abruña y colaboradores (1, 2).
El encalado de suelos tropicales ha dado buenos resultados cuando
se le practica con base en la proporción del Al intercambiable presen-
te como lo recomienda Kamprath (26, 27, 28).
Este mismo investigador ha observado que la cantidad de equivalen-
tes de cal que se requiere para reducir el Al hasta un nivel menor de diez

7 • Juray
x El Banco
-pH
-- Alextralble ~x 6

:f. .....
1
6 ~

..
i+
o
u
E
Gl
:a
-~

-- -. __ ~

i
~ 2
C(
+'-4'.. -----
._. ""lr-- - - --x---..: __ _ • -- -.
.. -----~

o
o 2 4 8 16
Ca + Mg cmol( + p)•kg -.1

Fig. 5. 8. Efecto del encalado sobre el pH y el


aluminio extraíble en dos suelos de Costa Rica.
(Según Faubender y Piñeres(12)).

por ciento, es dos o tres veces la cantidad de Al intercambiable a neutra-


lizar. En el Cuadro 6.4 esto se ilustra con algunos ejemplos para suelos
de América del Norte y del Sur. Dicho cuadro presenta ejemplos para el
factor de encalado, que es como se llama al valor por el cual se debe
180 Química de Suelos

100

E111
E 80
-!
Se:
·e'ti"' 80

e:
! 40 y= 584.85 + 218.18x-18.38x 2
o r=0.88
E
·;¡
~ 20
~

3.8 4.0 4.2 4.4 4.8 4.8 5.0 5.2 5.4


pH

Fig. 5.9. Variación del rendimiento del maíz con el


ph en cinco Ultisoles.

o
~
'ii
'ti 80
g
·¡ y= -880.5 + 358.08x-32.181
'ii
... r=0.91
o 40
e
·e"'
~ 20
"'
ce

3.8 4.1 4.4 4.7 5.0 5.3 5.8


pH

Fig. 5.10. Efecto del pH sobre el rendimiento relativo


de frijoles verdes.

multiplicar los equivalentes de Al. Estos valores, los que -como se ob-
serva- oscilan en general entre 1.5 y 3, permiten el encalado adecuado
y aseguran que no ocurra un sobreencalado, fenómeno que se presenta-
rá si se trata de ajustar los niveles de pH a valores superiores de un pH
de 6.0, como se recomienda con frecuencia en condiciones de suelos en
regiones templadas.
Reacci6n del Suelo 181

La cal aplicada penetra lentamente en el suelo, como lo muestra la


Figura 5.11. En esta se presenta la distribución del Ca, 39 meses des-
pués de aplicar .cuatro niveles diferentes de cal. Los cambios en los pH
fueron paralelos. Esta tendencia -que se basa en experimentos de
Morelli realizados en Juan Viñas, Costa Rica- fue observada en distin-
tos lugares y contribuye a un mejoramiento de las propiedades quími-
cas del subsuelo, muy necesarias en muchas condiciones de los trópi-
cos húmedos (32).

anol (+) Ca/100 g suelo


4 8 12 16

1 Sin cal
2 1.4 t CaO/ha
3 2.8 t CaO/ha

80-100

0 5.6 5.6 t CaO/ha 0 11.2t CaO/ha

Fig. 6.11. Cambios en el calcio cambiable con dife·


rentes profundidades del suelo, como efecto del
encalado. (Según Morelli (32)).

Tomando en consideración la lenta penetración de la cal, Soares,


et al. (44) han recomendado la incorporación de la misma hasta una
profundidad de 30 cm en Oxisoles_Q_~ Brasil. Esta práctica ha duplica-
do el volumen -de raíces por unidad de volumen de suelo entre 15 y 30
cm y ha generado aumentos significativos de la producción de maíz.
182 Química de Suelos

Otra contribución de la práctica del encalado para el mejoramiento


de las propiedades químicas de los suelos anteriormente mencionadas,
reside en el hecho de que normalmente aumenta la capacidad de cambio
de los suelos y de ese modo da por resultado una mejor retención de
nutrimentos catiónicos en Oxisoles y Ultisoles.

Cuadro 5.4. Factores de encalado para obtener los equivalentes de cal


requeridos para reducir el Al a menos dell O% de saturación.
Fac:tor
Tipo ele suelo Paía Al Saturae16n pH de Blbllopatía
c:mol(+)kl"1 % lnic:ial Final ene:liado retereac:ial

Lato.ol
rojo-amarillento Bralil 0.23 70 4.0 4.9 3 44
Latoeol
rojo OICUfO Bruil 0.63 86 4.0 5.0 2 4
Oxlaol Colombia 1.16 78 4.3 5.3 2 46
Ultiaol EE.UU. 0.3 82 4.5 5.9 2 25
Ultltol EE.UU. 1.4 54 4.7 5.6 1.5 25
Reaeel6n del Suelo 188

RESUMEN
a. El capítulo se inicia con los conceptos básicos de acidez. Se presen-
tan las fuentes de acidez en suelos, haciendo énfasis en los de origen
inorgánico.

b. Se informa sobre la relación entre porcentaje de saturación y acidez


de los suelos y la capacidad tampón de los mismos, ilustrándola
con curvas de neutralización.

c. Se estudian los fenómenos responsables de la acidificación de los


suelos y las prácticas agrícolas relacionadas con este fenómeno.

d. Se consideran los principios y los métodos para la medición de las


reacciones de suelos y los factores que los afectan.

e. Se presenta un examen particular de las reacciones en suelos tro-


picales, con énfasis en los de América Latina. Se incluye informa-
ción, especialmente de Brasil y Puerto Rico, referente a Oxisoles
y Ultisoles, y de Centroamérica. sobre una gran variedad de suelos
menos desarrollados. Entre los factores que intervienen aquí, se
analizan los efectos que el Al, en sus diferentes formas, y el manga-
neso producen en los suelos.

f. Se discute, además, el efecto de la adsorción de aniones sobre estos


fenómenos, particularmente en suelos de carga variable.

g. Se expone información sobre el encalado, considerando sus aspec-


tos básicos; la determinación de su necesidad, los materiales a usar
y sus propiedades químicas y físicas.

h. En la última parte del capítulo se presentan experiencias sobre


encalado en condiciones del trópico, indicando los cuidados nece-
sarios y las posibilidades de este proceso.
184 Qu única de Suelo•

BIBLIOGRAFIA
l. ABRU~A. F.; PEARSON, R.W.; PEREZ·ESCOLAR, R. Re11puesta del maíz y
del frijol al encalamiento en Oxi1oles y Ultilolee de Puerto Rico. In Borne-
misza E., y Alvarado A., Eds. Manejo de suelos en la América tropical,
Ralei¡h, N.C., North Carolina State Univ., 1975. pp. 267·286.
2. ABRU~A-RODRIGUEZ, F.; VICENTE CHANDLER, J . Refinement of a
quantitative method for determining the lime requirements of soils. J. Agr.
Univ. Puerto Rico 39 (1): 41·45. 1955.
3. ALEXANDER, M. Effects of acidity on microorganisms and microbial proce~­
ses in soil1. In Hutchinson T., y Havas M., Ed1. Effect• of acid precipi·
tation on terre1trial ecosystems, New York, Plenum Publ. Co., 1980. pp.
363·364.
4. BARBER, S.A. Liming material• and practices. In Adam1 F., Ed. Soil acidity
and liming, 2 ed. Agronomy Monograph no. 12, Madison, Wiscon1in, USA,
ASA Inc. pp. 171-209. 1984.

5. BIRREL, K.S. The adsorption of cation1 from solution by allophane in rela-


tion to their effective size. J. Soil Sci. 12: 305·316. 1961.
6. BLEVINS, R.L. ; THOMAS, G.W.; CORNELIUS, P.L. lnfluence of no·tillage
and nitrogen fertilization on certain soil properties after 5 yean of con·
tinuous corn. Agron. J. 69: 383·386. 1977.
7. BLUE, W.G.; DANTZMAN, C.L. Soil chemistry and root development in acid
soils. Soil Crop. Sci. Soc. Fla., Proc., 36: 9·15. 1977.
8. BORNEMISZA, E. Conceptos moderno• de la acidez del suelo. Turrialba 15
(1): 20-24. 1965.

9. COLEMAN, N.T.; KAMPRATH, E.J.; WEED, S.B. Liming. Adv. Agron. 10:
475·522. 1959.
10. COLEMAN, N.T .; WEED, S.B.; McCRAKEN, R.J. Cation exchange capacities
and exchangeable cation1 in Piedmont soi11 of North Carolina. Soil Sci.
Soc. Am., Proc. 23: 146·149. 1959.
11. FARINA, M.P.W.; SUMNER, M.E. ; PLANK, C.O.; LETPSCH, W.S. Exchange-
able aluminum and pH u indicators of lime requirementl for com. Soil
Sci. Soc. Am. J. 44: 1036·1041. 1980.
12. FASSBENDER, H.W.; PI~ERES, E. Effect of liming on the exchangeable
cation composition and availability of six costarican soils. Z. Pflanzener-
niíhr. Bodenk. 130 (2): 124-135. 1971.

13. FAUCK, R.; MOREAUX, C.; THOMANN, C. BilBDI del'évolutiondes 1olsde


Séfa (Casamance, Sénégal) apr& quinze année11 de culture continue. Agro-
nomie Tropical 24 (3): 263·301. 1969.

14. FOX, R.H. Comparative reepollllel of field grown crops to phosphate concen·
trations in soil solution. In Mussel H., and Staples R. C., Eds. Streu phy·
siology in crop planta. Int. Conf. on Stress Physiology in Crop Plantl,
Boyce Thompson IDit. for Plant Res. and Rockefeller Foundation. New
York, J. Wiley and Sons, 1979. pp. 81·106.

15. . Mangane1e and plantl. In Manganese. Washington, D.C., NatL


Acad. of Sci. Natl. Re1. Council, 1973. pp. 51·76.
Reacción del Suelo 185

16. FOY. C.D. Physiological effeets of hydrogen, aluminum, and manganese


toxicities in acid soil. In Adama F., Ed. Soil acidity and liming, 2 ed. Agro·
nomy Monograph no. 12, Madison, Wiseonsin, USA, ASA Ine., 1984. pp.
57·97.
17. GARCIA, O.A., LEON, S.A. Reaetion of 5 coeoa hybrids (Theobromacacao)
to toxieity produced by aluminum in nutritive solution and on the plains
of Colombia. Rev. Inst. Colomb. Agropecu. 13: 219·228. 1978.
18. GOATES, J.R.; ANDERSON, K. Acidic properties of quartz. Soil Sci. 81: 277·
282. 1956.
19. GONZALEZ-ERICO, E.; KAMPRATH, E.J.; NADERMAN, G.C.; SOARES,
W.V. Effeet of depth of lime incorporation on the growth of corn on an
Oxisol of Central Brazil. Soil Sci. Soc. Am. J. 44: 1127·1232. 1979.

20. HARGROVE, W.L.; THOMAS, G.W. Effect of organic matter on exchangeable


aluminum and plant growth in acid soils. In Dowdy R.H., Ed. Chemistry
in the soil environment. Madison, Wiseonsin, USA, ASA Spee. Publ. 40.
Am. Soe. Agr. Inc., 1981. pp. 151·166.
21. HELLING, C.S.; CHESTERS, G.; COREY, R.B. Contributions of organic
matter and elay to soil cation·exchange capacity as affeeted by the pH of
the saturatingsolution. Soil Sci. Soc. Am., Proc. 28: 517·520. 1964.

22. ISLAM, A.K.M.S. ; EDWARDS, D. G. ; ASHER, C.J. pH optima for crop growth:
Resulta of flowing solution culture experiment with six speeies. Plant and
Soil 54: 339·357. 1980.

23. JACKSON, W.A. Physiological effeets of soil acidity. In Pearson R.W., y


Adama F., Eds. Soil acidity and liming. Agronomy Monograph no. 12, Ma·
dison, Wiseonsin, USA, ASA Ine., 1967. pp. 43·124.

24. JENNY, H. Reflections on the soil acidity merry·go·round. Soil Sci. Soe. Am.,
Proe. 25: 428-432. 1961.

26. ; WELCH, C.D. Retention and eation·exchange properties of orga·


nic matter in coastal plain soils. Soil Sci. Soe. Am., Proc. 26 : 263·268.
1962.
26. KAMPRATH, E.F. Exchangeable aluminum as criterion for liming leached
mineral soils. Soil Sci. Soc. Am., Proc. 24: 262·264. 1970.

27. . Soil acidity in well·drained soils of the tropics as a cona·


train to food production. In Soil-related constrains to food production in
the tropics. Los Baños, Philippines, 1980. pp. 171·184.

28. . Crop response to lime on soils in the tropics. In Adama F.,


Ed. Soil acidity and liming, 2 Ed. Agronomy Monograph no. 12, Madison,
Wisconsin, USA, ASA Inc., 1984. pp. 349·368.

29. MALAVOLTA, E. Nutri~ao mineral e aduba~ao do cafeiro, passado, presente e


perspectivas. In Malavolta, E.; Yamada, T.; y Guidolin, J.A. Nutri~ao e
aduba~ao do cafeiro. Piracicaba, Sao Paulo Inst. da Potassa y Fosfato
(USA). Inst. Intemal. da Fotassa (Sui~a) . 1981. pp. 138·178.

30. MARTINI, J. A. All(unas notas sobre el problema del encalado en los suelos del
trópico. Turrialba 18: 16 249·256. 1968.

31. MEHLICH, A. Base unsaturation pH in relation to soil type. Soil Sci. Soc. Am.,
Proc. 6: 160·166. 1942.
186 Química de Suelos

32. MORELLI, M. Influencia da colagern no complexo de troca e movimento do

"'
cálcio e magnesio em um Andosol de Costa Rica. Tese M.S. Turrialba,
Costa Rica, IICA, 1971. p. 56.

33. MUNNS, D.N. Legume·Rhyzobium relations. In Andrew C.S., and Kamprath


E.J., Eda. Mineral nutrition of legumes in tropical and subtropical soils.
East Melbourne, Australia, CSIRO, 1978. pp. 247·263.

34. NYE, P.H.; TINKER, P.B. Solute movement in the soil·root syatem. Oxford,
U.K., Blackwell Sci. Publ., 1977. p. 342.

35. PEARSON, R.W. Soil acidity and liming in the humid tropics. Ithaca, N.Y.,
Cornell lnt. Agríe. Bull. 30, Cornell Univ., 1975. p. 66.

36. PETTYJOHN, F.J. Rocas sedimentarias. 2 ed. trad. Buenos Aires, Eudeba,
1963. p. 731.

37. PRATT, P.F.; BLAIR, F.L. Cation·exchange properties of some acid soils of
California. Hilgardia 33: 689-706. 1962.
38. PRATT, P.F.; ALVAHYDO, R. Cation·exchange characteristics of soils of Sao
Paulo, Brazil. IRI Res. Inst. Rep. no. 31, 1966. p. 20.

39. RUSSELL, E.W. Soil conditions and plant growth. 9 ed. London, Longmans,
1961. p. 668.
40. SALINAS, J.G.; SANCHEZ, P.A. Soil plant relationships affecting varietal and
species differences in tolerance to low available soil phosphorus. Cienc.
Cult. (Sao Paulo) 28: 156-168. 1976.

41. SCHEFFER, F.; SCHACHTSCHABEL, P. Lehrbuch der Bodenkunde, 11 ed.


Stuttgart, Enke, 1982. p. 442.

42. SCHOFIELD, R .K.; TAYLOR, A.W. Measurements of activities of bases in


soils. Journal of Soil Science 6: 137·146. 1955.

43. SHOEMAKER, H.E. ;-McLEAN, E.O.; PRATT, P.F. Buffer methods for deter-
mining lime requirernents of soils with appretiable amounts of extractable
aluminum1. Soil Sci. Am., Proc. 25: 274-277. 1961.

44. SOARES, W.V.; LOBATO, E.; G.ONZALEZ, E.; NADERMAN, G.C. Encalado
de los suelos del Cerrado Brasileño. In Bornemisza E. y Alvarado A., Eds..
Manejo de suelos en la América Tropical, Raleigh, N.C., North Carolina
State Univ. 1975. pp. 287-303.
45. SOUTO, S.M.; DÓBEREINER, J. Manganese toxicity in tropical forage legu-
mes. Pesqui. Agropecu. Bras. 4: 128·138. 1971.
46. SPAIN, J.M.; FRANCIS, C.A.; HOWELER R.H.; CALVO, F. Diferencias entre
especies y variedades de cultivos y pastos tropicales en su tolerancia a la
acidez del suelo. In Bornemisza E., y Alvarado A., Eds. Manejo de suelos
en la América Tropical, Raleigh N.C., North Carolina State Univ. 1975.
pp. 313·335.

47. TERGAS, L.E.; SANCHEZ, P.A. Eds. Producción de pastos en suelos ácidos
de los trópicos. Cali, Colombia, CIAT, 1978. p. 524.
48. THOMAS, G.W.; HARGROVE, W.L. The chemistry of soil acidity. In Adama
F., Ed. Soil acidity and liming. 2 ed. Agronomy Monograph no. 12, Madi-
son, Wisconsin, USA, ASA Inc., 1984. pp. 3-56.
CAPITULO S
SUELOS SALINOS Y SODICOS

Del total de la superficie de tierra firme, aproximadamente 380


millones de hectáreas corresponden a suelos salinos; de éstos, en una
proporción apreciable no son fuertemente salinos. Una parte impor-
tante de los mismos se encuentra en los trópicos húmedos, en condicio-
nes climáticas adecuadas para la producción de cultivos, particular-
mente de arroz inundado. Muchas de estas tierras se hallan en las costas
marinas, una parte de ellas en manglares. Según Sánchez y Cochrane
(15), alrededor del cuatro por ciento de las tierras de América tropical
es de carácter salino, sódico o ambos. El drenaje de los suelos, tanto
interno como externo, es un factor esencial en la regulación de su
salinidad.

SUELOS SALINOS
Caracterización de los suelos salinos
Actualmente se definen como suelos salinos aquellos que contie-
nen suficiente sal soluble para reducir su productividad y que no son
alcalinos; es decir, suelos cuyo pH no es igual ni superior de 8.5 y cuya
cantidad de sodio presente es tal, que no interfiere con el crecimiento
de las plantas (se considera que el nivel crítico de Na en este aspecto
es el de 15% de la capacidad de intercambio catiónico ). La solución
saturada de los suelos salinos tiene una presión osmótica mayor que
1.5 bar.
Estos suelos, que son comunes en regiones semiáridas o áridas,
son el resultado del proceso de salinización, es decir, de la acumula-
ción de sales en los suelos. Este último fenómeno también puede tener
lugar en regiones próximas a las costas marinas, debido a la intrusión
del agua de mar, la que por evaporación repetida depositará sales en
cantidades perjudiciales.
En condiciones continentales, los suelos salinos se producen por
ascenso capilar de aguas freáticas ricas en sales solubles y su depósito

187
188 Química de Suelos

por evaporación, o por la acumulación de sales que dejan las aguas de


riego con alto contenido de ellas, cuando el lavado del suelo es deficien-
te, ya sea por mal drenaje o por falta de agua. También deben conside-
rarse como fuentes de sales la meteorización de minerales, las sales
depositadas hace largos períodos y, en un pequeño grado, las lluvias;
estas últimas contribuyen con sales, especialmente en las áreas cercanas
a los mares.
Igualmente importante es la presencia de suelos salinos y sódicos
en valles de ríos. Un caso es el del Cauca en Colombia, donde, según
Aguilera (1), estos suelos cubren más de 50 000 ha, presentándose
con bastante irregularidad, pero con preferencia en las zonas más bajas;
y donde, además, los suelos sódicos se muestran asociados con los más
arcillosos. No se ha observado una relación entre estos problemas y la
clasificación de los suelos.
Es necesario recordar que el contenido de sales en el suelo no es uni-
forme, sino que varía en sentido horizontal, vertical y en el transcurso
del año. Los problemas se presentan, frecuentemente, en forma de man-
chas en los campos. En la Figura 6.1 se observa la variación de la salini-
dad en un campo experimental en las Filipinas, usando datos del IRRI
(11).
Los suelos salinos de tierra firme, en general, tienen bajos conteni-
dos de N y P, pero disponen de abundante K. Existen también suelos
salinos orgánicos y suelos salinos calcáreos.
Para efectos de suelos se consideran sales solubles, aquellas cuya
EC (mmho•cm -1 )

Suelo
4

3
\
\
2 ''\ ,
\ ,~

------- ______________ _,"",


\. __ ::_Agua superficial !ll ,,

0~------~------_.--------~------~--~
o 4 8 16 12
SEMANAS

Fig. 6.1. Tendencia de la conductividad eléctrica en un campo


experimental, Sinacaban, Misamia Occidental, Filipinas, durante
el verano de 1978 (11).

solubilidad es mayor que la del yeso (2.41 .f L- 1 ). Los cationes princi-


pales en las sales solubles son el Na... , el Ca 2 y el Mg+ 2 pero, en gene-
Suelos Salinos y Sódicos 189

• se encuentran menores niveles de K+ y de NH. +. Los anio-


ral, también
nes comunes son el cloruro y el sulfato con cantidades menores de
carbonato ácido, de nitrato y, con niveles altos de pH del carbonato.
En proporciones mucho menores, pero con gran influencia, se presenta
el borato que es fuertemente fitotóxico.
Lo característico en los suelos salinos es que tengan niveles eleva-
dos de sales solubles. Se observó que la acción se debe al efecto osmó-
tico de la salinidad total y que su composición es, en general, de impor-
tancia menor. Por lo tanto, la salinidad de los suelos se mide por la
conductividad del extracto acuoso saturado, el cual se expresa en mili-
siemens (mS) por centímetro; anteriormente se usaba la unidad milim-
ho por centímetro.
Se ha observado una serie de efectos sistemáticos entre el aumento
de la conductancia de los extractos saturados y los problemas en sue-
los. Un resumen con base en la información del Manual de Suelos no.
60 del Departamento de Agricultura de los EE.UU., se expone en el
Cuadro 6.1. Evidentemente, en la realidad los cambios son graduales,
por ello es que los límites indicados en el Cuadro presentan, más que
todo, guías para esperar aproximadamente lo que ocurrirá; como se ob-
serva en él, suelos con una conductividad mayor de 4 ms. cm- 1 son con-
siderados salinos. Las condiciones favorecen la acumulación de las sales
cuando la precipitación anual es menor de 400 mm.
Muchos suelos salinos deben su origen a sistemas de riego mal admi-
nistrados, los que dan por resultado aguas de drenaje que eliminan

Cuadro 6.1. Efecto de las sales comunes en función de la concentración


de sales solubles.
Conduc- Efecto aobre Concentración Presión
tividad del extracto Clasificación
cosecha osmótica
(ms•cm-1 ) saturado (N)

0·2 Comúnmente o . 0.02 0·1 No ulino


despreciable

2·4 Cultivos muy 0.02 . 0.04 1·2 Poco salino


sensibles
afectados

4·8 Muchos cultivos 0.4 . 0.08 2-4 Medianamente


afectados ulino

8·16 Solamente culti· 0.08 • 0.16 4·8 Muy ulino


vos tolerantes
crecen bien

>16 Solamente crecen > 0.16 >B Extremadamente


cultivos muy salino
tolerantes
190 Química de Suelos

menos sales de las que se añaden en el riego, restando a este último lo


adsorbido en la cosecha. La diferencia permanece en el perfil del suelo
y, según su cantidad, provocará una salinización más o menos rápida. La
aplicación de excesos de riego puede reducir este problema, aunque sólo
se efectúe por períodos cortos; esto· será así, especialmente, si un ade-
cuado sistema de drenaje elimina las aguas con alto contenido de sal.
La influencia de la salinidad es comúnmente mayor sobre las plantas
jóvenes y sobre el crecimiento vegetativo que sobre las plantas maduras
y su producción de granos. Un resumen sobre los efectos de la salinidad
y del sodio sobre el crecimiento de las plantas fue preparado por Berns-
tein (2). El efecto también depende de la humedad del suelo, decre-
ciendo ~?n la mayor dilución en suelos inundados, lo que permite la
producc10n de arroz anegado incluso en aquellos que son bastante
salinos.
La recuperación de suelos salinos no involucra problemas químicos,
ya que sólo implica la ejecución de un lavado que requiere una canti-
dad adecuada de agua con buena calidad (es decir, poco salina) y una
eliminación rápida de la misma del suelo. En general, la aplicación de
agua en forma intermitente es más eficaz que aplicada una vez. Carter
y Robbins (6) encontraron que aplicando el agua en capas de 20 cm
cada una, y con una regularidad aproximadamente semanal, se podía
remover toda la salinidad de los suelos en ldaho. Estos mismos auto-
res proponen una guía detallada para lavar las sales de los suelos. Si
se tienen problemas de boro, en general se necesitará tres veces más
agua que en en el caso de no existir este elemento, ya que la adsor-
ción de este anión por los suelos hace más difícil su eliminación.
Para convertir suelos salinos en suelos de buena producción se
requiere, ante todo, detener el proceso de salinización, impidiendo
que más agua con niveles perjudiciales de salinidad penetre en el sue-
lo. Luego será necesario un buen lavado, de acuerdo con lo antes indi-
cado, asegurando un drenaje adecuado para la eliminación de las sales
disueltas. En seguida se deben corregir las deficiencias o excesos de
nutrimentos y escoger, preferiblemente, un cultivo con aceptable
tolerancia a una cierta salinidad. Entre muchos cultivos, el arroz
inundado es uno de los más adecuados para recuperar suelos salinos,
tanto por la existencia de variedades tolerantes como por la necesi-
dad de agua que lo caracteriza.

Efectos de la salinidad sobre los suelos


El efecto de las sales sobre las propiedades físicas de los suelos es
positivo, ya que permite la floculación; este aspecto se examinó en
el capítulo sobre cationes cambiables. Como consecuencia su permea-
bilidad es por lo menos igual, y a veces incluso mayor que la de los
suelos similares no salinos. Por lo mismo su aeración es adecuada,
fomentando un buen crecimiento de raíces. Esto es importante porque
muchos suelos salinos son de textura fina y a menudo tienen capas
impermeables.
En lo que se refiere a los efectos químicos, estos dependen de los
iones presentes. Se sabe que los excesos de iones pueden causar toxici-
Suelos Salinos y Sódicos 191

dad; por ejemplo, el CI-es tóxico para muchas especies poco tolerantes,
cuando su concentración en la solución del suelo excede 0.5 cmol. L- 1 ,
mientras que las plantas resistentes soportan unas cinco o seis veces este
nivel. Como se ve en el Capítulo Décimosegundo, el ámbito para el boro
es bastante estrecho. Por otro lado es conveniente recordar que las hojas
pueden absorber sales, lo que debe considerarse al usar riego por asper-
sión. En esto es muy importante la calidad del agua usada y la velocidad
de absorción de la planta específica. También es necesario resaltar aquí,
la gran diferencia entre las resistencias de distintas especies y sus culti-
vares a la salinidad.
SUELOS SODICOS
En general se considera que los suelos son sódicos cuando este
catión contribuye con un porcentaje igual o superior al15% de la CIC.
El porcentaje de Na intercambiable (% Na 1) se calcula con base
en la fórmula:

Na+ intercambiable X 100


%Na 1=
1: cationes intercambiables

Los suelos en los cuales pasa agua de riego con bastante sodio,
absorben este catión gradualmente a pesar de su gran solubilidad. Para
estimar este problema se usa el valor de la relación de absorción de Na
(RAS), la que en el Manual de Salinidad se define como:

CoNa
RAS=
-vi (coca+ CoMg) l/2

donde:
CoNa = concentración de sodio.
CoCa = concentración de calcio.
CoCa+ Mg = concentración de Ca + Mg

El RAS se expresa en milimole por litro con una potencia de 0.5; las
concentraciones de Co se expresan en miliequivalentes por litro de agua
de riego.
Frecuentemente, los suelos sódicos son el resultado de la exposición
de suelos anteriores a aguas con altos niveles de Na y con una alta pro-
porción de carbonato ácido ( 4). La velocidad con que se presentan los
problemas depende del RAS del agua que entre, de su evaporación, de
la precipitación de yeso en estas aguas y de la disolución de minerales
del suelo.
Del examen de la fórmula anterior se puede inferir que las aguas
para el riego no solamente deben ser juzgadas por su contenido de
sales, es decir de acuerdo con su conductividad eléctrica; sino también
según su RAS. ·
A pesar de que muchos lo creen, no todos los suelos sódicos tienen
niveles altos de pH, aunque los valores comunes se encuentren entre 8.5
y 10. Cuando los iones Na+ en la solución del suelo se presentan como
192 Química de Suelos

sales neutras (es decir, como cloruros o sulfatos), el pH es cercano a la


neutraiidad, como ocurre en los Planosoles solódicos. Las reacciones
fuertemente alcalinas de los suelos sódicos se deben a que el anión
acompañante sea el carbonado ácido o el carbonato, lo que resulta en
un pH entre 8.5 y 11.
Se ha observado que valores altos de saturación de sodio en el
complejo de cambio, tienen efectos perjudiciales sobre las propiedades
del suelo.
Los altos niveles de Na causan una dispersión de los agregados del
suelo, dañando así su estructura. Como resultado, la aeración y la con-
ducción del agua empeoran, y el crecimiento de las plantas se reduce
fuertemente.
En los últimos años se ha observado que para que se den efectos
fuertemente perjudiciales en las arcillas que tienen como principales
componentes a óxidos de Fe ó Al y caolinita, se requiere una satura-
ción de Na muy superior al 15%, la que puede alcanzar valores tres
veces superiores, antes de que tales efectos se verifiquen como lo indica
Donahue, Miller y Schickluna (7) y Bower ( 4). Bonnet también analiza
las dificultades que causan los suelos salinos y sódicos en los trópicos
(3).
Mortvedt (9) por su parte ha resumido la información sobre los
inconvenientes comunes que genera la presencia de elementos meno-
res en los suelos alcalinos, sobre todo en lo que se refiere a la toxici-
dad del B y a las deficiencias de Fe, Mn y Zn. Aquí, como para otros
problemas de micronutrimentos, existen muchas diferencias entre culti-
vos de la misma especie en cuanto a su tolerancia a éstos.
El Cuadro 6.2, con base en información de Pearson (10), indica
la tolerancia de algunas plantas de uso común a la alcalinidad.

SUELOS SALINOS Y SODICOS


Los suelos salinos y sódicos contienen suficiente sodio intercam-
biable para interferir en el crecimiento adecuado de la mayoría de los
cultivos; contienen, igualmente, cantidades perjudiciales de sales
solubles.
En estos suelos, al igual que los sódicos, el porcentaje de sodio en el
complejo de cambio excede frecuentemente el 15 %. Su conductividad
es comúnmente superior que 4 ms (a 25° C).
En general, estos suelos tienen niveles de pH inferiores a 8.5 y sus
propiedades físicas son menos problemáticas que las de los suelos só-
dicos, esto se debe al efecto coagulante de las sales presentes. Su apa-
riencia es similar a la de los suelos salinos.

RECUPERACION DE SUELOS
AFECTADOS POR SODIO Y SALINIDAD
Recuperación de suelos salinos
En principio, la recuperación de suelos salinos es sencilla. Ella con-
siste en el lavado del suelo con el fin de disolver y eliminar el exceso
de sales presentes. Los problemas con que este procedimiento tropieza
son de tres tipos:
Suelo• Salinos y Sódicos 193

• Problemas causados por propiedades del suelo; por ejemplo,


un mal drenaje, externo e interno, se puede deber a niveles
altos de agua freática, a capas poco permeables en el suelo, a
una baja conductividad hidráulica del mismo, o una combi-
nación de estos factores.

• La escasez de agua de riego con buena calidad (poco salina),


fenómeno que puede ser general o presentarse en la época
cuando se requiere la operación.

• Los factores económicos relacionados, especialmente con el


costo del agua.

Como se mencionó anteriormente, hoy día se sabe que el lavado


mediante la aplicación de varios volúmenes menores de agua es más
eficiente que realizar uno sólo con una gran cantidad de ella. Si se
riega con exceso de agua, ello puede equivaler a un lavado del suelo
evitando su salinización. Se sabe que prácticas como la aplicación de
coberturas vegetales -que reducen la evaporación del agua del suelo,
promoviendo de ese modo su percolación- ayudan al lavado del suelo.

Recuperación de suelos sódicos


La recuperación de suelos sódicos consiste en el cambio del sodio en
el complejo coloidal, por otro catión. Este proceso, comúnmente, re-
quiere tiempo. Se pueden escoger diferentes procedimientos, y depende
de las características propias del suelo. Las substancias que se aplican
son de tres tipos:

• Sales solubles de calcio, como el cloruro de calcio y el yeso.


• Sales de calcio con baja solubilidad, como la cal agrícola (que
es caliza molida) y los residuos industriales (por ejemplo, la
caliza sobrante en las fábricas de azúcar).
• Acidos o substancias que producen ácidos (como la flor de
azufre, el ácido sulfúrico) o sales ácidas (como el sulfato de alu-
minio o el sulfato de hierro (11)).

Otro procedimiento consiste en mezclar la capa superficial que tiene


exceso de sodio con material subyacente menos afectado, acción que
se puede lograr por medio de un arado profundo, según lo recomiendan
Rassmussen y colaboradores (12).
También es importante que, al mismo tiempo, se baje el nivel de
las aguas freáticas y que, posteriormente, se trate de mejorar la permea-
bilidad con prácticas como el cultivo de alfalfa; estos para que no se
repitan los procesos que causaron la acumulación de sodio.

Reacciones químicas
Las reacciones químicas de los diferentes mejoradores en suelos
con y sin carbonatos alcalinos térreos, fueron propuestas por Richards
(14) presentando ejemplos para los distintos grupos previos, y represen-
tado con X al complejo de cambio:
194 Química de Sueloa

a. Suelos con carbonatos alcalinotérreos:


1) Aplicación del yeso:
2 NaX + CaS04 =eax2 + 2Na+ + so¡-
2) Aplicación de S elemental a ácido sulfúrico:
(en general flor de azufre) con su oxidación
2S + 302 = 1 2S03
S03 + H2 O !::::::+ H2 S04 t
H2 S04 + CaC03 (en el suelo) !::::::+CaS04 + C02 + H2 O
2NaX + CaS04=CaX2 + 2Na+ + so¡-

3) Aplicación de FeS04 :
FeS04 + H 2 0~H2 S04 + FeO
t
H2 S04 + CaC03 (en elsuelo)--'-CaS04 + C02 + H2O
2NaX + caso4=eax2 + 2Na+ +so¡-
Después de lo anterior es importante aplicar un buen lavado al suelo
para eliminar el Na desplazado del complejo. Cuando se aplica ácido
sulfúrico directamente, éste requiere un manejo muy cuidadoso, dada
su naturaleza fuertemente corrosiva.
En estos procesos es fundamental la presencia de cal, ya que, de
acuerdo con Bower ( 4), el Na no se remueve por hidrólisis de estos sue-
los, sino que tiene que ser cambiado. Un informe reciente de Colombia
indica que el uso del azufre en el valle del Cauca resultó adecuado y
económico para corregir problemas de salinidad (1) en suelos cañeros.

b. Suelos que no tienen carbonatos alcalinotérreos:


1) Aplicación de yeso.
reacción igual que la anterior.

2) Aplicación de S:
las dos primeras reacciones iguales que antes, después:
2NaX + H2S04~2HX + 2Na+ +so¡-

3) Sulfato de hierro:
primera reacción igual que antes, luego:
2NaX + H2 S04 ~ 2HX + 2Na+ + so¡-

4) Aplicación de caliza:
2NaX + CaCO;::::::;CaX2 + 2Na+ + COi'

La recuperación de suelos salino-sódicos debe consistir en un lava-


do y en el reemplazo del Na, ya que si solamente se lavan las sales, las
condiciones empeorarán transformándose el suelo en uno sódico.
Manejo especial
Con cierta frecuencia no es económico o no es posible eliminar
todas las sales del suelo. Sin embargo, si se aplican cuidados especia-
Suelos Salinos y Sódicos 195

Cuadro 6.2. Tolerancia de algunas plantas usuales a la saturación de


sodio en el suelo en condiciones no salinas (1 O).
Planta Grado de tolerancia y ámbito, en suelo
con 5 i. de saturación de Na.
Frutas deciduu
Nuecea de re¡ión templada
Cítricos
Aguacate&
} Sumamente aenaitivaa (2·10%)

Frijoles
) Sensitivos (10·20 %)

Trébol
Avena
Arroz } Moderadamente tolerantes (20·40 %)

Trigo
Algodón
Alfalfa
Cebada Tolerant• (40·60 %)
Tomates
Remolachas

Algunos pastos Muy tolerantes (>60 %)

les, éstos permiten el uso eficiente de suelos con cierta salinidad e


incluso de aquellos que poseen alguna alcalinidad.
Tres prácticas son de particular importancia aquí, a saber:

a. Un manejo especialmente cuidadoso del agua. Se ha observado


que manteniendo una humedad alta en los suelos, cerca de la capaci-
dad del campo, se reducirá la concentración de las sales en la solu-
ción del suelo y, así sus efectos negativos. Para esto, dos normas
son útiles: una, lavados del suelo en períodos con agua más abundan-
te y, dos, la aplicación más frecuente de menores cantidades de riego.
Cuando se aplica riego, un ligero exceso de agua permite el uso de
suelos con cierta salinidad, aun en casos en que el agua de riego tam-
bién tenga una cierta salinidad. Un buen resumen sobre recuperación
y manejo de suelos salinos y sódicos se encuentra en el trabajo de
Ravina (13).

b. La regulación en la posición de las plantas. Esta descansa en el prin-


cipio de que las sales no se distribuyen por igual en la superficie. Se ha
observado que cuando se riega un campo por surcos, las sales se acumu-
lan en el centro entre los dos surcos, en el lomillo. Si en lugar de sem-
brar en el centro del lomillo (lo que se practica con frecuencia), se siem-
196 Química de Sueloa

bran dos hileras de plantas a ambos lados del centro, se tendrá menos
sal en el lugar de las semillas y las afectará menos en el período inicial,
el más crítico de su desarrollo. El establecimiento de lomillos asimétri-
cos y plantas en una ladera inclinada de este lomillo, es un método que
también ha sido usado con éxito.

c. Selección de variedades adecuadas. La selección de cultivos con


tolerancia mayor o menor a la salinidad y a la alcalinidad, también
puede ser un factor importante. Incluso, cultivares de una misma espe-
cie pueden demostrar una mayor tolerancia, como lo indica el volumi-
noso trabajo realizado en el IRRI que identificó variedades bastante
resistentes de un cultivo, lo que permite altos rendimientos en suelos
moderadamente salinos (11).
Suelo& Salinos y Sódicos 197

RESUMEN

a. En este capítulo se presentan las definiciones y las propiedades


principales de los suelos salinos, sódicos y salino-sódicos. Se informa
sobre su importancia en los trópicos y algunas propiedades de ellos.
Se considera, brevemente, la influencia de estas propiedades de los
suelos en el crecimiento de plantas.

b. Se incluyen datos sobre las condiciones en las cuales se forman estos


suelos y las medidas de manejo para evitarlas.

c. Se informa brevemente sobre los procesos principales involucrados


en la formación y recuperación de estos suelos, sobre las reacciones
químicas principales que ocurren en ellos y algunas precauciones
necesarias para realizarlas.
198 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA

l. AGUILERA, M.F. El problema de la salinidad y sodio en el valle del Cauca.


Suelos Ecuatoriales (Colombia) 10 (2): 98-114. 1979.

2. BERNSTEIN, L. Effects of salinity and sodicity on plant growth. Ann. Rev.


Phytopatology 13: 295-312. 1975.
3. BONNET, J.A. Edafología de los suelos salinos y sódicos. Río Piedras, Puerto
Rico, Estación Exp. Agrícola, 1960. 337 p.

4. BOWER, C.A. Origin, properties and amelioration of sodic soils. Agrokém


Talajt 18 (supl.): 69-72. 1969.

5. BRESLER, E.; McNEAL, B.L.; CARTER, D.L. Saline and sodic soils. Princi-
ples-Dynamics-Modeling. New York, Springer Verlag, 1982. 236 p.
6. CARTER, D.L.; ROBBINS, C.W. Salt and flow from new and old irrigated
Landa. Soil Sci. Soc. Am. J. 47: 627-633. 1978.

7. DONAHUE, R.L.; MILLER, R.W.; SHICKLUNA. J.C. An introduction to soils


and plant growth. 4 ed. Englewood Cliffs, New Jeraey, Prentice-Hall, Inc.,
1977. 626 p.
8. KAMPHORST, A.; BOLT, G.H. Saline and sodic soils. In Bolt G.H., y Bruggen-
wert M.G.M., Soil chemistry A. Basic elements. New York. Elsevier Sci.
Publ. Co. 1978. pp. 171-191.

9. MORTVEDT, J.J. Soil chemical constrains in tailoring planta to-fit problem


soils. 2. Alkaline soils. In Wright M.J., Ed. Proc. Workshop on Plant
Adaptation to Mineral Streas in Problem Soils, 1976. pp. 141-149.

10. PEARSON, G.A. Tolerance of crops to exchangeable sodium. Washington D. C.,


USA. USDA Inf. Bull., 216, 1960. s.p.
11. PONNAMPERUMA, F.N.; BANDYOPADYA, A.K. Soilsalinityasaconstraint
on food production in the humid tropics. In ffiRI; Soils related constrains
to food production in the tropics. Los Baños, Filipinas, 1979. pp. 203-
216.
12. RASSMUSSEN, W.W.; MOORE, D.P.; ALBAN, L.A. Improvement of a solo-
netzic (slick spot) soil by deep plowing, subsoiling, and amendements. Soil
Sci. Soc. Am., Proc. 36 : 137-142. 1972.
13. RAVINA, l. Recuperación y manejo de suelos salinos y sódicos. Suelos Ecuato-
riales (Colombia) 10 (2): 73-88. 1979.

14. RICHARDS, L. A. Ed. Diagnóstico y rehabilitación de suelos salinos y sódicos.


Manual de agricultura no. 60. Depto. de Agricultura de loa EE.UU. de
América. 4 ed. traducida al español, México, Editorial Cultura, 1954.
172. p.
15. SANCHEZ, P.A.; COCHRANE, T.T. Soil constrains in relation to majar farm-
ing systems of tropical America. In Soil related constrains to food produc·
tion in the tropics. Los Baños, Filipinas, IRRI 1980. pp. 107·139.

16. ZAVALETA, A Saline and alkali soils in Peru. Agrokém Talajt. 18 (supl.):
169-180. 1969.
CAPITULO 7
NITROGENO

CICLO GEOQUIMICO DEL NITROGENO


El ciclo del nitrógeno en el suelo representa solamente una parte del
ciclo total del nitrógeno en la naturaleza. La disponibilidad de este ele-
mento es de gran importancia para las plantas, las que absorben nitratos
y amonio que utilizan en la síntesis de las proteínas y de otros com-
puestos orgánicos vegetales. Tanto el hombre como los animales apro-
vechan, en su nutrición, los productos nitrogenados vegetales. Cuando
los restos animales y vegetales vuelven al suelo, son objeto de nume-
rosos procesos de transformación, en su mayoría de carácter bioló-
gico. A través de los procesos microbianos de fijación del N, se pro-
duce un enriquecimiento en el suelo. Todos estos procesos dinámi-
cos conllevan una serie de transformaciones de los compuestos nitro-
genados en los suelos. Así resulta que el contenido y las formas del
nitrógeno en el suelo no presentan una naturaleza estática, sino más
bien dinámica.

Sin embargo, las reservas de nitrógeno existentes en la biosfera son


pequeñas en relación con las presentes en la litosfera, atmósfera e
hidrosfera; su distribución en estas cuatro zonas se muestra en el
Cuadro 7.1, originalmente publicado por Stevenson (96). Aproximada-
mente el 98% del N total de la tierra, se presenta en la litosfera (suelos,
rocas, sedimientos, materiales fósiles). El resto del N se encuentra casi
en su totalidad en el aire, del que constituye el 78%, presentándose en
forma molecular (N2 ). En las aguas de la hidrosfera el nitrógeno apare-
ce en forma molecular (N2 ) e inorgánica, como NO;, NOi y NH;, y en
forma orgánica, en partículas de materia orgánica.
Las reservas de N en suelos fueron estimadas por Bohn, según se
muestra en el Cuadro 7.2. Para su cálculo se presume una relación C/N
de 10 para suelos minerales y de 30 para suelos orgánicos (Histosoles).
El contenido de N en el suelo está asociado con el desarrollo y

199
200 Química de suelos

Cuadro 7 .l. Contenido de nitrógeno en las cuatro esferas de la Tierra.


(Tg = Teragramo = 10 1 2 g = 1 millón de toneladas
(Según Stevenson (96) ).

Litoafera 1 636 • 10
Rocas ígneas
• corteza 1.0 • 109
• manto 1.62 • 10u
Núcleo 1.3 • 108
Fósiles 3.5-6.6 • 108
Carbón 1.0 • 105
Fondo de marea 5.4 • 105
Suelos terrestres
• materia orgánica 2.2. 105
• NH; fijado 2.0 • 104

Atmósfera 3.86. 10 9
Hidrosfera 2.3. 107
Bíosfera 2.8 • 105

evolución de las rocas parentales a largo plazo. La mayor parte de las ro-
cas originarias de la corteza terrestre es ígnea, formada del material de
magma del núcleo interno de la tierra en la época precámbrica. En el
momento que el magma llegó a la superficie (temperaturas 1 000°C), se
volatilizó el N pasando a la atmósfera. Paulatinamente, pero en millones
de años, el N se ha acumulado en las rocas y en los suelos, arrastrado por
las aguas de lluvia y a través del ciclo orgánico.
CONTENIDO Y FORMAS DEL NITROGENO EN LOS SUELOS
Contenido total de N en suelos tropicales
En los suelos de áreas con clima tropical, el contenido en nitrógeno
varía ampliamente entre 0.02% y 0.4 %, con valores muy altos en los
suelos desérticos y semidesérticos; en casos extremos, como en los
suelos muy ricos en materia orgánica, puede llegar hasta el dos por
ciento.
Las cantidades de nitrógeno presentes en los suelos están controla-
das, especialmente, por las condiciones climáticas y la vegetación; estas
últimas inciden, además, en las condiciones locales de la topografía, en
el material parental, en las actividades del hombre y en el tiempo que
estos factores han actuado sobre el suelo.
El clima tiene una influencia determinante sobre el nivel de N en los
suelos a través del efecto de la temperatura y las condiciones de hume-
dad (régimen de lluvias) sobre el desarrollo de las plantas y microorga-
nismos.
En suelos de Canadá y de Estados Unidos de América, Jenny (51)
Clllnhlla...-• ...,_____)
1 ll(nKiíll,~

c'o'~>'-
Nitr6teno 201
11 CA _

Cuadro 7.2. Contenido de nitrógeno en los suelos de diferentes conti-


nentes (Según Bohn (13)).

Total C
Area O!Jánico N° • 103 Tg
•105 ·103 Tg Ortánico NH¡ Total
Asociaciones fijado
América del Norte
Histosoles 13.3 266 8.9 8.9
Podzoles 31.5 66 5.9 0.7 6.6
Cambisoles 9.4 56 5.0 0.6 5.6
Haplic Kastanozemes 32.0 51 4.6 0.5 5.1
Eutric Gleysoles 10.9 33 3.0 0.3 3.3
GeUc Regosoles 15.9 32 2.9 0.3 3.2
Dystric Cambisoles 3.6 21 1.9 0.2 2.1
Phaeozemes 10.4 21 1.9 0.2 2.1
Resto 76.0 119 10.7 1.2 11.9
203.0 665 44.8 4.0 48.8

América del Sur


Ferrasoles 89.8 108 9.7 1.1 10.8
Dystric Histosoles 3.8 76 2.5 2.5
Cambisol-Andisoles 6.2 35 3.1 0.4 3.5
Cambisoles 4.2 26 2.3 0.3 2.6
Acrisol-Xerosol-Kastanozemes16.6 13 1.2 0.1 1.3
Otros 61.4 43 3.9 0.4 4.3

182.0 301 22.7 2.3 25.0

Asia, Africa, Europa, Oceanía


Histosoles 26.0 520 17.3 17.3
Cambisoles 37.0 280 25.2 2.8 28.0
Podzoles 130.0 270 24.3 2.7 27.0
Kastanozemes 131.0 210 18.9 2.1 21.0
Chemozemes 51.0 200 18.0 2.0 20.0
Ferrasoles 141.0 170 15.3 1.7 17.0
Cambisol-Vertisoles 28.0 110 9.9 1.1 11.0
Otros 282.0 220 19.8 2.2 22.0
836.0 1980 148.7 14.6 163.3

TOTAL 2 946 216.2 20.9 237.1

T¡ = Tera¡ramo = 10 12 g = 1 millón de toneladas.


202 Química de Sueloa

encontró relaciones inversas entre la temperatura y el contenido de


nitrógeno y materia orgánica de los suelos (ver Figura 7.1); es decir,
al aumentar la temperatura, decreció el nivel de N en el suelo. Encon-
tró, además, una asociación entre las condiciones de pluviosidad y el
contenido de N; al intensificarse las lluvias se desarrolló una vegetación
más exuberante, y la deposición de restos fue mayor, elevando así el
contenido de N en estas mismas condiciones, también se presentó una
fijación biológica de N bastante activa. Jenny representó el efecto de la
temperatura y de las condiciones hídricas en el contenido de N de los
suelos, según la fórmula:
N = 0.55e-o.oa T (1-e-o.oosH)

donde:
N = porcentaje de N de suelos superficiales.
e = base de logaritmos naturales.
T = temperatura anual promedio en grados centígrados.
H = "factor de humedad", o sea, la relación entre la precipitación
pluvial (mm/año) y el déficit de saturación del vapor de agua
(mm/Hg).

La vegetación es resultante de los factores anteriores y también


determinante sobre el contenido de N. Los suelos desarrollados bajo

0.5

0.4
1 Suelos tropicales
[Costa Rica, India)

0.3 \
\.
%N
"".......
0.2

0.1
1
Suelos........_
cultivados"""

.
', ........ ..........
..........

15 20 25
°C Temperatura

Fig. 7 .l. Efecto de la temperatura sobre el con·


tenido de N en los suelos de re¡iones tropicales
y templadas. (Según Jenny (51)).
Nitró¡eno 203

plantas con sistemas radicales extensos presentan altos contenidos de N;


en suelos de bosques se dan mayores cantidades de N que en los de
sabana. La topografía afecta indirectamente el contenido de N, a través
del clima, escorrentía, evaporación y transpiración. En condiciones de
clima y vegetación similares, la textura es determinante; los suelos arci-
llosos contienen mayores cantidades de N que los limosos y arenosos.
Los factores edáficos, como el pH, el drenaje, la presencia de inhibí-
dores, influyen sobre los microorganismos del suelo y sobre el conte-
nido de N. Finalmente se ha encontrado que el hombre, a través del
cultivo de los suelos influye en la merma de cantidades de N. Este pro-
ceso prosigue hasta alcanzar un equilibrio con las nuevas condiciones
del suelo. Los detalles sobre esto se explicarán más adelante al analizar
los sistemas de explotación y el comportamiento del N.
Los planteamientos originales de Jenny no encontraron validez en
suelos de áreas tropicales. Se pensó, inicialmente, que debido a las altas
temperaturas predominantes en los trópicos, el nivel del nitrógeno y
de la materia orgánica debería ser menos que el de los suelos de áreas
templadas. Jenny constató, sin embargo, que estos niveles no eran
menores, sino, por el contrario, mucho mayores; esto lo verificó al
analizar suelos de Colombia, Costa Rica e India (52, 53). Otros autores
encontraron condiciones similares en suelos de Hawai y de Africa Occi-
dental.
Algunos investigadores se han dedicado a tratar de aclarar el fenó-
meno del mayor contenido de nitrógeno y materia orgánica en los suelos
tropicales. Aún no se sabe a ciencia cierta cuál o cuáles son los meca-
nismos de adición del nitrógeno ni cuáles los factores que influyen y
determinan el mayor contenido de N y su mantenimiento en estos sue-
los. Sin embargo se pueden considerar algunas de las hipótesis o expli-
caciones propuestas.
Jenny, Bingham y Padilla-Saravia (52) encontraron relaciones inver-
sas entre el N total y la temperatura, y relaciones directas con la preci-
pitación en algunos suelos de Colombia, asimismo para suelos de la
India (Jenny y Rauchaudhuri (53) ). Birch y Friend (10) no encontra-
ron la asociación con la temperatura, sino el efecto positivo de la preci-
pitación pluvial sobre el contenido de N en suelos de Africa Occidental.
Ellos interpretaron que la precipitación pluvial influye más que la tem-
peratura sobre el desarrollo vegetal y, por lo tanto, sobre la producción
de materia orgánica y sobre el N del suelo. Jagnow (49) constató el
efecto y calculó funciones múltiples para el contenido de C y N en los
suelos, en relación con la precipitación y temperatura. Algunos autores
consideran que el problema aún no está aclarado, pues si bien las plan-
tas asimilan el carbono de la atmósfera, extraen el N del suelo, a menos
que la planta fije N atmosférico. Por lo tanto, este problema debe estu-
diarse más a fondo.
Se han considerado como otras explicaciones, la adición de nitró-
geno en el agua de lluvia y la alta fijación simbiótica y asimbiótica del
N atmosférico, y también la posibilidad de que el NRa liberado en la
meteorización sea fijado por arcillas 2:1 ('ver párrafos anteriores).
204 Química de Sueloa

Distribución de N en el perfil del suelo


Estudios sobre la distribución de N en el perfil del suelo indican
que éste disminuye con la profundidad. En la Figura 2. 5, expuesta en
el Capítulo Segundo, se presentan curvas del contenido de N en algu-
nos suelos, en función de la profundidad. Las diferencias en el conte-
nido y en la distribución de N en el perfil del suelo se explican por
los factores antes considerados, como: clima, vegetación y topogra-
fía. La acumulación de N en los primeros decímetros del suelo es el
resultado de la actividad biológica. En efecto; por un lado, a través
del proceso de la humificación (ver Capítulo Segundo) se producen
componentes nitrogenados que son incorporados al suelo por micro-
organismos y, por otro lado, las raíces finas, al morir, se humifican
en el suelo e incorporan nitrógeno.

Contenido de N total en suelos de América Latina.


Como se indicó anteriormente, el contenido de N total de los
suelos varía dentro de grandes límites; en suelos tropicales de América
Latina las variaciones encontradas son también amplias. Algunos datos
fueron presentados en acápites anteriores. Los valores tabulados en el
Cuadro 2.5 no pretenden ser una revisión de los datos disponibles,
sino más bien un ejemplo con énfasis en los suelos que en América
Central y Colombia se han derivado de cenizas volcánicas, y en los de
las zonas bajas del trópico del Brasil. Tal como se indica en el Capítulo
Segundo, en el acápite sobre el contenido de materia orgánica de los
suelos tropicales de América Latina, se observa que el contenido de N
de los suelos volcánicos es más alto que el de las zonas bajas del Brasil.
Esto se debe a muchas razones: en las regiones volcánicas se tiene un
rejuvenecimiento de los suelos por las cenizas de las erupciones; la for-
mación de complejos organominerales protege a las substancias nitro-
genadas de la mineralización; los microorganismos presentan una acti-
vidad equilibrada. En los suelos desarrollados sobre sedimentos meteo-
rizados y deficientes en elementos nutritivos, la acumulación de mate-
ria orgánica y N son generalmente muy superficiales, los árboles pre-
sentan un sistema radicular poco profundo y son objeto de una degra-
dación muy rápida cuando se tala y quema el bosque.
En la Figura 7.2 aparece un diagrama estadístico de la distribución,
según su contenido de N, de 167 muestras de suelos de América
Central, tal como lo publicaron originalmente Díaz-Romeu, Balerdi y
Fassbender (21): se trata de las mismas muestras analizadas para C y
presentadas en la Figura 2.1. Se observa que el 68.7% de las muestras
presentó un contenido entre 0.1 y 0.4% de N, que los valores extremos
encontrados fueron de 0.05 y 4. 71 por ciento.
Un diagrama similar fue presentado sobre la base de 72 muestras
de Guatemala, cuyos resultados fueron publicados por Simmons (90);
en éste se encuentran las mismas tendencias halladas en la evaluación,
mencionada antes, sobre los suelos de América Central. Esto es com-
prensible, ya que la influencia volcánica en los suelos de Guatemala
también es grande. La confección de estos diagramas de distribución
es muy ventajosa porque permite esclarecer los ámbitos y amplitudes
que presentan los suelos en algunas de sus características.
Nitrógeno 205

fll
......
IQ

fll
ID
:::1
20
E
fll
..!!!
ID
'C
~

10

0.2 0.4 0.6 0.8 1.0 1.2 %N

Fig. 7. 2. Distribución de algunos suelos de América Central,


en función de su contenido de nitrógeno. (Según Díaz·
Romeu, Balerdi y Faasbender (21)).

Formas de nitrógeno en los suelos


Esquemáticamente las formas de nitrógeno presentes en los suelos
podrían agruparse así:

Proteínico
N-orgánico { Nucleico
Azúcares aminados
Otros

N-total
Nlft nativo fijo ·
N-inorgánico { NH¡ intercambiable
NO; y otro N-mineralizado

Las técnicas de fraccionamiento del nitrógeno del suelo son com-


plicadas. De acuerdo con las recomendaciones de Bremner (15), se
calienta el suelo con 3N ó 6N HCl durante 24 horas; después se pueden
diferenciar las siguientes fracciones:

N insoluble en ácido, como residuo -también se puede deter-


minar cómo diferenciar entre N-total y N-hidrolizable-; con-
tribuye con 20 a 35% del N total.
206 Química de Suelos

NH 3 -N recolectado del hidrolizado por destilación con MgO; contri-


buye con 20 a 35 %de N tQtal.

N de aminoácidos, determinado con ninhidrina amoniacal; contri-


buye generalmente con 30 a 45 %del N total.

N de azúcares aminados (hexosaminas), determinado por destila-


ción por tampón fosfato borato; contribuye con cinco al 10%
de N total.

N hidrolizable desconocido, que contribuye con 10 al 20% de


N total.

Comúnmente, el nitrógeno orgánico representa entre el 85 y 95 %


del nitrógeno total. En buena parte su naturaleza química es desconoci-
da. Los compuestos nitrogenados que se acumulan en los suelos, en
forma de restos animales y vegetales, tienen en su mayoría naturaleza
proteica. Existen algunas pruebas que constatan este hecho; por ejem-
plo, al atacar al suelo con HCl 6N en caliente, se extrae una serie de
aminoácidos que constituyen las proteínas vegetales y animales. Entre
el 20 y el 40% del N de los suelos se presenta en forma de aminoácidos.
Entre los aminoácidos se han encontrado: lisina, serina, arginina, ala-
nina, isoleucina, glicina, ácido aspártico, treonina y otros.
Un segunda evidencia de la naturaleza proteica del N orgánico es la
liberación de aminoácidos a partir de la materia orgánica; sometiendo
a esta última a un ataque con papaína; esta enzima provoca la ruptura
de las uniones peptídicas de las proteínas.
Entre los azúcares aminados se han identificado derivados de la
glucosa y de la galactosa. La glucosamina y galactosamina pueden cons-
tituir entre el cinco y 1 O% del N total. Otros compuestos orgánicos
como los mucopéptidos (combinaciones de aminoácidos y aminoazú-
cares), los ácidos teichoicos (polímeros orgánicos fosfatados que con-
tienen alanina) y algunas purinas y pirimidinas (adenina, guanina,
xantina, uracil y tiamina), constituyen una fracción menos importante
del N orgánico.
Hay otros compuestos orgánicos nitrogenados que posiblemente,
entre todos, sumen otro uno por ciento del N total; por ejemplo, una
pequeña fracción del nitrógeno que es resistente a la hidrólisis por
ácidos o álcalis, aparece en la forma de complejo lignina-amoníaco. En
el suelo también están dos complejos carbohidratoproteínicos: péptidos
de muramilo y ácido teichoico, ambos, componentes de las paredes
celulares bacteriales. Otros compuestos orgánicos en los suelos son:
creatinina, alantoína, trimetilamina, colina, etanolamina, histamina,
urea, ácido cianúrico.
En formas inorgánicas, el nitrógeno se presenta como óxido nitro-
so (N 2 0), óxido nítrico (NO), dióxido (N0 2 ) y mnoníaco (NH 3 ), en
c~~idades mínim~ casi no detectables; además, como amonio (NH!),
mtnto (NOi) y mtrato (N03). Por lo general, estas formas inorgánicas
constituyen sólo hasta el dos por ciento del N total del suelo. Existen
otras formas cristalinas inorgánicas, como las tarakanitas, o sea, fos-
Nitrógeno 207

fatos amónicoferrialumínicos, que representan a productos de transfor-


mación de fertilizantes fosfatados.
La determinación de nitratos, nitritos y amonio se puede realizar
en la solución del suelo (ver Capítulo Tercero); el amoníaco cambiable
se fija, generalmente, después de su extracción con NCaC~ ó NKCl;
el NH 3 total inorgánico se extrae, generalmente, con una mezcla ácida
de HF y HCl.
El nitrógeno inorgánico de los suelos tiene un ámbito generalmente
comprendido entre cinco y 150 por ciento. Diversos estudios realizados
por Blasco, et al. (12) y Klinge (57) (Cuadro 7.3) demuestran que los
porcentajes de N inorgánico son altos en suelos de regiones áridas o
semiáridas, correspondiendo a los suelos volcánicos los porcentajes me-
nores. Por lo general, el N intercambiable (N-NH¡) no supera el dos
por ciento del nitrógeno total, aunque hay aumento significativo en las
regiones áridas y semiáridas. El denominado amonio nativo fijo tiene
un ámbito comprendido entre tres y 13 %. El nitrógeno mineralizado
(N-NH 3 , N-N0 2 , N-N0 3 ) en la mayoría de los casos no supera el dos
por ciento, aunque el porcentaje puede aumentar considerablemente
cuando las condiciones de incubación son óptimas. En el Cuadro 7.3
aparecen algunas cifras para las formas de N inorgánico previamente
descritas, según los datos, para suelos de América Latina y publicados
por diferentes autores.
El fraccionamiento de todas las formas de nitrógeno hasta ahora ha
sido poco estudiado en suelos tropicales. Los resultados obtenidos por
Martínez y Blasco (62) en tres suelos cultivados con cacao en Turrialba,
Costa Rica, están sumarizados en el Cuadro 7 .4. El alto porcentaje de
N-orgánico en los suelos estudiados se atribuye a la continua adición de
residuos vegetales del cacao y de los árboles de sombra (Erythrina sp.);
y a la influencia de los materiales volcánicos.

Relaciones C/N
Las relaciones C/N son parámetros utilizados en la caracterización
del nitrógeno y sus relaciones con la materia orgánica del suelo. Para
su cálculo se consideran, por lo general, los valores de N total, los que
están constituidos hasta en un 98 % por la fracción orgánica. Los valo-
res de la relaciones C/N varían entre ocho y 14. Los valores bajos en-
contrados en algunos suelos, se explican por la presencia de mayores
cantidades de N-inorgánico y, de manera especial, de NHt fijado en
minerales arcillosos. Se han hallado correlaciones exponenciales inver-
sas entre pH y relación C/N, para suelos tropicales de Indonesia (Figura
2.6) y de otras regiones.

CICLO DEL NITROGENO EN EL SUELO


Ciclo del N en la naturaleza
El ciclo del nitrógeno en el suelo es parte del ciclo integral del ni-
trógeno en la naturaleza. En la Figura 7.3 se observa que el ciclo del
N no sólo se limita al ecosistema (ver Capítulo Segundo), sino que im-
plica las interacciones con los animales, el hombre y la atmósfera e
hidrosfera. Para un estudio determinado es necesario establecer los
límites y componentes del sistema y las transferencias resultantes de
t-:1
o
QD

A:)
Cuadro 7.3. Formas de N inorgánico en algunos suelos de América Latina. e
§'
N-NH¡ (mg.klf1 ) N-N0 3 ñ"

Re¡ión-grupo · No. de Uso del N-Total Q.
Autor de suelos muestras suelo g. kg-1 Total Fijado Cambiable mg.kg-1 ~
en
e~
Blaaco et al. 12 Sibundoy,
Colombia 46 Cultivo 6.75 222.0 149.0 74.0 18.80
..o
Pradera 5.34 178.0 110.0 67.0 15.70
Pantano 9.25 184.0 125.0 59.0 7.20

Malina y Pasto,
Blaaco 64 Colombia 30 Cultivo 4.00 166.0 103.0 65.0
Bosque 4.71 164.0 89.0 75.0
Pradera 4.03 194.0 124.0 70.0

Tafury César,
Blaaco100 Colombia 8 -- 4.31 30.6 22.7 7.9 0.78

Klinre 56 El Salvador 17 -- 1.12 32.0 - - 3.50

Klinre 57 Amazonas 19 -- -0.36 65.7 - - 24.60


Nitr6geno 209

Cuadro 7.4. Contenido y formas de N en tres suelos de Costa Rica.


(Según Martínez y Blasco (62) ).

Formas LaMargot Instituto Reventazón


%del %del %del
mg.kg- 1 N-total mg.kg-1 N-total mg.kf 1 N-total
N-Total 3 663.0 100.0 4317.0 100.0 6 848.0 100.0
N-orgánico 3 466.4 97.3 4 213.9 97.6 6 684.1 97.6
N -N~ inorgánico 97.6 2.7 103.1 2.4 163.9 2.4
N-NH¡ nat-fijo 23.9 0.6 38.6 0.8 76.0 1.1
N·NH; intercamb. 73.7 2.6 64.6 1.6 88.9 1.3
N-NH 3 26.9 0.7 21.6 0.6 27.8 0.4
N-NO] 41.4 1.1 17.0 0.4 36.0 0.6
N-hidrolizado
N-total 3 137.6 88.0 3 363.8 77.7 6 597.6 81.7
N-NH¡ 996.2 27:9 1 029.3 23.8 1 674.3 22.9
N-aminoácido 1 000.1 28.1 1 088.4 26.1 1 764.6 25.6
Hexoaaminaa 44.1 1.2 184.1 4.2 176.8 2.5

los procesos de cambio, para así calcular las ganancias o pérdidas del
sistema o sus componentes.
Es importante enfatizar que en los procesos químicos y bioquími-
cos del ciclo de N en la naturaleza participan todas sus formas (molecu-
lares, inorgánicas y orgánicas), resultando así un ciclo muy complejo y
sui géneri8. Según Frissell (35) existen 31 procesos de transferencia de
nitrógeno en un sistema integral planta-animal-suelo. Los procesos
intrínsecos del suelo se verán a continuación; algunos de ellos han sido
comentados en el capítulo sobre la materia orgánica.

Amonificación y nitrificación
Según la Figura 7 .3, el N orgánico ocupa una posición clave dentro
del ciclo del N en la naturaleza. Los componentes nitrogenados en la
materia orgánica han sido presentados anteriormente (ver Capítulo
Segundo).
La mineralización del N consiste en una serie de procesos a través
de los cuales los componentes orgánicos, ya sea de la materia orgánica
o de los residuos vegetales y animales recién incorporados al suelo, se
transforman en formas inorgánicas nitrogenadas, tales como N¡, NO;
y NO]. En los procesos de mineralización toman parte los microorga-
nismos del suelo, los que son de gran importancia. La amonificación
comprende los primeros procesos de transformación, hasta que las
substancias orgánicas llegan a presentarse como NH¡. La nitrificación
comprende la transformación del NHt en nitratos, pasando previa-
mente por la forma de nitritos. En oposición con la mineralización está
la inmovilización; en este proceso el N-inorgánico es incorporado e
inmovilizado temporalmente en los microorganismos.
210 Química de Suelos

NITROGENO ATMOSFERICO

/(( (
Des
FIJACION
HOMBRE
ANIMALES

car- ' 1
lndus- Sim- No sim-
gas
tria bió-
ti ca
bió-
tica PLANTAS 1
eléc-
tri-
cas
\ \ \ \ \\
::~;um~:.z\ \
\ 1
ABSORCION OENITRIFI-
CACION

,-N_O_R_G_A_N_IC-0-~
...

Complejos organo-~ / AMONIFI-


minerales
-cACION- cambiable
INMOVI-
LIZACION \ 1¿NH 4 ~ fijado
N03 NH~ E~~

\ NITRIFICACION
)
LIXIVIACION

Fig. 7 .3. Representación esquemática del ciclo del nitrógeno en la naturaleza.


(Según Stevenson, en Bartholomew y Clark (96)).

a. Amonificación. A través de la amonificación, las macromoléculas


de las proteínas, los ácidos nucleicos y otros, en primer lugar, son des-
polimerizados por la acción de las enzimas proteilíticas, en peptonas y
polipéptidos; estos últimos, a su tiempo, se descomponen en amino-
ácidos. Entre los aminoácidos alifáticos resultantes de esta hidrólisis
se encuentran: la glicola, la leucina, la arginina, la valina, la lisina, la
alanina y el ácido aspártico, y entre los aromáticos: la tirosina, la histi-
dina, la prolina, el triptófano y la fenilalanina. Entre las bacterias aerér
bicas que participan en esta primera fase de la attlonificación se encuen-
tran: Bacillus subtilis, B. cereus, B. mesentericus, B. megaterium y
Pseudomonas sp., y entre las anaeróbicas: Clostridium putrificum, C.
sporogenes, y C. tetani.
Entre los hongos participan: Cephalothecium roseum, Tricoderma
koning~ Aspergillus sp., y Penicillium sp.
Los aminoácidos resultantes pueden ser: 1) metabolizados por los
Nitróeeno 211

microorganismos (inmovilización); 2) adsorbidos por arcillas, forman-


do complejos organominerales; 3) incorporados en la fracción de
humus; 4) utilizados por las plantas; y 5) seguir siendo mineralizados
hasta transformarse en amonio. En este último proceso participa nueva-
mente una serie de microorganismos, como Bacillus sp., Pseudomonas
sp., Clostridium, Esclerichia y Streptococcus.
La amonificación de los aminoácidos se produce bioquímicamente
a través de procesos de desaminación y decarboxilación, procesos acti-
vados por desamidasas y decarboxilasas. A continuación se presentan
ejemplos de la desaminación en condiciones oxidativas y reductivas:

1) R-CH 2 -CH-COOH + 0.5 0 2 -R-CH2-CO-COOH + NH 3


1
NH 2
(aminoácido) (ácido cetónico)

2) R-CH 2 -CH-COOH + 2H R-CH2-CH2-COOH + NH 3


1
NH2
(aminoácido) (ácido graso saturado)

Por la desaminación se producen, además del NHt, ácidos grasos,


como el acético, láctico, butírico y compuestos aromáticos como indol,
fenol, cresol, eskatol y sus derivados.
Por la decarboxilación resultan aminas metiladas, como la putres-
cina, cadaverina:

R-CH 2 -CH-COOH-- R-CH2 -CH2 -NH2 + C02


1
NH 2
(aminoácido) (amina)

Estos ejemplos y los esquemas correspondientes a la minerali-


zacton y a la humificación de compuestos nitrogenados, así como
a los factores que los influyen, fueron considerados en detalle en
el Capítulo Segundo.
El proceso de mineralización de los compuestos nitrogenados
del suelo es lento. Se considera que entre el uno y el dos por ciento
del N total es mineralizado por año, y en condiciones de clima tem-
plado. Esto se debe a la estabilidad que muestran los compuestos or-
gánicos nitrogenados del suelo, los que al presentarse en polímeros
de composición heterogénea formados por aminoácidos, polifeno-
les, tienen enlaces tridimensionales que les confieren estabilidad, por
lo que el ataque enzimático sólo se puede llevar a cabo en la superfi-
cie de estas macromoléculas. Además, la formación de complejos
organominerales aumenta la estabilidad de las moléculas. Algunos
autores han indicado que muchas moléculas de estos compuestos
orgánicos están localizadas en micro poros de un diámetro < lll, donde
no pueden ser atacados por microorganismos; en otras palabras, los mi-
212 Química de Suelos

croporos con un diámetro < 111 son demasiado pequeños para permitir
la entrada de ciertos microorganismos.
El NH¡ resultante de la amonificación puede ser: 1) absorbido
por las plantas; 2) adsorbido por minerales arcillosos, o por la materia
orgánica; 3) fijado por minerales 2:1 no expandibles; 4) inmovilizado
por microorganismos; 5) lixiviado a través del suelo; y 6) oxidado hasta
el nivel de nitratos (nitrificación).

b. Nitrificación. El amonio resultante de la mineralización de N orgá-


nico y, o, aplicado al suelo en forma de fertilizante, es oxidado en el
suelo, pasando primero a formas nitrosas y después a las formas nítri-
cas. Al conjunto de estos procesos se le llama nitrificación.
La primera reacción de transformación en nitritos es realizada por
bacterias de los grupos: Nitrosomas, Nitrosococcus, Nitrosospira, Nitro-
soglea. El segundo paso de la transformación a nitratos es realizado por
bacterias como Nitrobacter y Nitrocystis. Las reacciones químicas tota-
les se pueden expresar como sigue:

NHt + 2 0 2 - - NO;- + 2H2 O (Nitrosomas)

ppm-N N-N0 3 + N-nitrificable


35 N-N03

'
30 ''. 1\
1
' 11
1 1
"
1 1
25 1
1 1
1
1 1
1 1 1
1 1 1
1 1 1
20 \
1
~
J\
:
1
',
1 A
1 '\ 1 \ /1
\ 1 1 : \ 11
\ / l.,.. ...., /..J \_ ___/ \
7.5 15 1 1 \ //
L_l 1./

Mar. Abr. May. Jun. Jul. Ago. Set. Oct. Nov. Dic. Ene. Feb.
1956 MESES 1957

Fig. 7 .4. Variaciones estacionales de los nitratos,


en un suelo de Ghana. (Según Greenland (38)).
Nitr6¡eno 213

En realidad se producen diferentes productos intermedios en el


metabolismo de las bacterias Nitrosomas, tales como hidroxilamina e
hipo nitritos:

Amonio Hidroxilamina Hiponitrito Nitrito

En la oxidación de nitritos en nitratos (Nitrobacter) no existen


productos intermedios. Ambas reacciones tienen lugar al mismo tiem-
po con una velocidad similar, pues no se ha reportado una acumula-
ción de nitritos en los suelos en condiciones normales. Por el contrario,
una acumulación de NHt es posible en condiciones con inundación
y mala aireación.
Las condiciones óptimas para la nitrificación se dan a: temperaturas
de alrededor de 25 a 35° C, pH ligeramente ácido y niveles intermedios
de humedad; condiciones reductantes inhiben completamente este pro-
ceso.
En suelos de áreas tropicales se han hecho estudios sobre el conteni-
do de nitratos y se ha encontrado que existen grandes fluctuaciones
estacionales en diferentes condiciones climáticas. Así, la mineralización
de la materia orgánica tendría un ritmo cambiable, el que dependería
de las condiciones climáticas. En suelos de Trinidad, Uganda, Sudán y
Australia, se ha encontrado aumento de nitratos después de la época de
sequía. En la Figura 7.4 se observan las relaciones que existen entre
la fluctuación de nitratos, la precipitación, el N nitrificable y la hume-
dad del suelo; éstas fueron encontradas por Greenland ( 38) en suelos de
Ghana.
Algunos aspectos de las variaciones estacionales de las formas de N
se estudiaron en suelos de ·costa Rica (26);. Se seleccionaron ocho sitios
en condiciones de suelo, clima y vegetación diferentes; se condujo un
muestreo mensual y se determinaron el porcentaje de humedad y los
contenidos de nitratos y amonio en los suelos. Los resultados en
promedio, junto con los de la precipitación pluvial, se presentan en la
Figura 7.5. En este estudio se encontró: una dependencia muy marca-
da de la humedad de los suelos con respecto de la precipitación pluvial;
los meses de la estación seca coincidieron con aquellos con menos
humedad del suelo; el paralelismo entre los valores del suelo y subsuelo
indicaron que el movimiento de agua en ellos era· rápido, lo que se
explica por la porosidad y estructura suelta de los Andosoles, grupo al
que pertenecía la mayor parte de estos suelos. Las variaciones del NH~
no presentaron ninguna tendencia marcada: las fluctuaciones entre los
valores en promedio en los diferentes meses no se ajustaron al ritmo plu-
viométrico, ni a cambios en la temperatura, irradiación solar, ni otros; es
más, no se observó un ciclo o tendencia anual en los valores, ya que los
iniciales de diciembre de 1968 no se repitieron en el mismo mes de
214 Química de Suelos

z
~ 4

8z
2
--Suelos
---- Subsuelos

80

70
5I
&
...e:
11
::1 60
DI
11
¡#?.

50

500

.,... 400
E
eE 300
11
·¡; 200
::1

100

o
1968 NOV. Enero Marzo Mayo Julio Sep. Nov. 1969

Fig. 7.5. Variaciones estacionales del contenido de


humedad, nitratos y amonio en suelos de Costa Rica,
(Según Fassbender (26)).
Nitróaeno 215

1969. Sólo se observó un paralelismo entre las muestras del suelo y el


subsuelo.
Los valores en promedio de los nitratos se ajustaron a la precipi-
tación pluvial y confirmaron las tendencias advertidas en muchos luga-
res tropicales. Durante la época de sequía se observaron las concentra-
ciones más bajas de NO;-N (entre 2 y 5 mg N0 3-- N.kg 1 suelo) en el
horizonte húmico; al iniciarse las lluvias se produjo una nitrificación
muy fuerte, aumentando el contenido de nitratos hasta 6 mg.kg- 1 de
suelo. Por último, los nitratos disminuyeron paulatinamente durante
el transcurso de los meses subsiguientes, a través de su lavado en las
capas más profundas del suelo. De ese modo en los meses de setiem-
bre a diciembre se produjo una acumulación de nitratos en los subsue-
los. Greenland (38) (ver Figura 7.4) realizó un muestreo más detalla-
do de los suelos - en términos quincenales- y observó claramente que
el fenómeno de activación de la nitrificación se produjo al iniciarse las
dos épocas lluviosas del año.
La acumulación de nitratos se produce tanto en suelos descubiertos
como en los cultivados. Este fenómeno no fue completamente aclarado,
pero, se han propuesto diferentes mecanismos; algunos autores susten-
tan la teoría de la fotonitrificación, pues la acumulación es alta en
suelos desnudos y se produce, principalmente, en los primeros centíme-
tros de la superficie. Algunos microbiólogos han tratado de verificar
esta posibilidad, pero al controlar los microorganismos no se produce
la fotonitrif:icación (10). Esto los lleva a defender la hipótesis de que
la acumulación estacional de nitratos se debe a variaciones en la activi-
dad microbiana. Greenland (38) explica que durante la estación seca se
da una esterilización parcial del suelo y una acumulación del N-nitrifi-
cable, el cual se convierte lentamente en nitratos, cuya producción se
hace muy rápida cuando se inician las lluvias.
Algunos autores han tratado de explicar el fenómeno de la ascen-
sión capilar de los nitratos. Así, por la gradiente de humedad existente
se produce el ascenso del agua por los poros y al llegar a la superficie
se cristalizan y acumulan los nitratos (ver Wetselaar, 109, 110, 111).
Birch y Friend (10) estudiaron el efecto del secado y rehumedeci-
miento de los suelos, sobre su contenido en nitratos. Determinaron que
el secado-humedecimiento provoca cambios físicos en el complejo
orgánico del suelo, los que facilitan el ataque microbiano y la acumula-
ción de nitratos.
Esta acumulación de nitratos es de gran importancia en los suelos
tropicales y se debe:

• conocer y aprovechar para obtener mayor producción agrícola;


• coordinar con la aplicación de fertilizantes nitrogenados;
• evitar su lixiviación; y
• elaborar sistemas para el manejo de los suelos para regular este
fenómeno.

Denitrificación
La denitrificación agrupa una serie de procesos biológicos o abioló-
gicos que conducen a la reducción de nitratos, lo que produce pérdidas
216 Química de Suelos

de nitrógeno del suelo que, muchas veces, son considerables, tanto del
N nativo como del N aplicado en forma de fertilizante.

a. Denitrificación biológica. La denitrificación biológica es producida


por microorganismos denitrificantes heterotróficos. Se han registrado
23 géneros de Qacterias denitrificantes; entre ellas se encuentran:
Pseudomonas sp. (el más importante es P. denitrificans), Xantho-
monas sp., Achromobacter sp., .Bacterium sp., y Bacillus sp., y algunos
microorganismos autótrofos como Micrococcus denitrificans y Thio-
bacillus denitrificans.
Estos microorganismos en su mayoría son anaeróbicos facultativos;
usan preferentemente el oxígeno como receptor del hidrógeno, pero
también pueden usar nitratos y nitritos como substitutos.
En las reacciones de denitrificación hay que considerar los si-
guientes pasos intermedios:
+4H + 4H +2H
2NOi 2NO; Nl02 N2 0 N:z
-2H2 0 -2H2 0 -H20 -o
(nitrato) (nitrito) (h iponi trito) ( oxidinitro¡¡o) (nitrógeno
molecular)

En cada paso las enzimas son necesarias; la nitratoreductasa actúa


en la primera parte de la reacción, y luego la nitritoreductasa y la hipo-
nitritoreductasa.
La velocidad de la denitrificación biológica depende de las condi-
ciones edafológicas. Se ha establecido que ella ocurre cuando el 0 2 es
limitante y en condiciones de alta humedad (cerca de la capacidad de
campo); otros factores, como el pH, temperatura, concentración de
nitratos y condiciones redox, también influyen sobre la denitrificación
biológica.
Se ha indicado que la denitrificación es mínima en valores de pH
4.8 y que aumenta paulatinamente, para llegar a su grado máximo en
valores entre 8.0 y 8.6 de pH. El nivel crítico de humedad sería
del 60 % de la capacidad máxima de retención de agua de los suelos;
esto indica que sólo en condiciones de una alta pluviosidad (contenido
de humedad mayor del 60 %), o de inundación, se puede producir deni-
trificación biológica en suelos tropicales. Los suelos arroceros presentan
grandes pérdidas de N por la acción bacteriana y dependen especialmen-
te del pH y potencial redox. En valores de pH altos (arriba de 7) N2 O
es la forma predominante de pérdidas; en valores de pH más bajos, más
bien predomina NO.
b. Denitrificación no biológica (volatilización del amonio). Resulta de
reacciones químicas entre los diferentes componentes nitrogenados
inorgánicos presentes en el suelo y los aplicados en forma de fertilizan-
te. La volatilización del amonio tiene cada día más importancia debido
a: 1) el marcado incremento en la dosis aplicadas de N en la fertiliza·
ción; 2) el uso creciente de amonio anhidro; y 3) la preferencia de la
Nitrógeno 217

urea como fuente de fertilización.


Para condiciones tropicales casi no existe información sobre pérdi-
das de N de fertilizantes. En el Cuadro 7.5 se presentan algunos resulta-
dos, de Acquaye y \ Cunningham (1), encontrados en suelos de Ghana
al aplicar 200 mg N en 100 g de suelo.
Las mayores pérdidas se detectaron para amonio, urea y carbonato
de amonio; además estos autores encontraron que el pH, el porcentaje
de humedad, la temperatura, la capacidad total de cambio, la localiza-
ción del fertilizante y el tiempo, son factores que influyen sobre las
pérdidas de N.
Existen diferentes reacciones o mecanismos que llevan a la volati-
lización del amonio; así se tiene:

1) En suelos con un pH mayor que siete se produce una volatiliza-


ción del amonio, en particular si la superficie del suelo se deseca
temporalmente.

La volatilización del amonio puede ser un proceso estrictamente


inorgánico; por ejemplo, a partir del amonio producido en el proceso
de descomposición de la materia orgánica o del aplicado como fertili-
zante en forma de amonio anhidro o hidróxido de amonio. Así la
reacción sería:

En este caso, las pérdidas pueden llegar hasta el 25 %del N aplicado.

2) La descomposición espontánea del ácido nitroso en un medio ácido


(pH entre cuatro y cinco). Con un pH mayor que cinco, el ácido
nitroso es más estable. La fórmula correspondiente es:

El NO proveniente de la reacción se oxida rápidamente en dióxido


de nitrógeno, el cual se encuentra en equilibrio con el tetraóxido:

El dióxido nitroso se disuelve en el agua, según la fórmula:

Así, de estas reacciones resulta un ciclo de descomposición de


nitritos.

3) Otras dos reacciones de volatilización a partir de nitritos del suelo


son las descomposiciones de nitritos de amonio:
218 Química de Sueloa

Cuadro 7.5. Porcentaje de pérdida del nitrógeno por volatilización de


amonio durante los primeros siete días después de la apli-
cación. (Según Acquaye y Cunningham (1) ).
Fuente N perdido ( %)
KN0 3 0.42
NH4 H2P04 0.48
NH4 vo 3 0.50
NH4 N0 3 0.84
NH4 Cl 1.25
(NH4hS04 1.29
(NH4 hHP04 2.39
NH4F 6.28
(NH4hC03 12.04
(NH2hCO 16.37
NH4 0H 37.58

y la reacción del ácido nitroso con un grupo alifático aminado:

RNH 2 + HN02 - - - ROH + H 2 O + N 2 t


RNH4 + HN02 RH + 2H2 0 + N 2 t

Esta última reacción se denomina de Van Slyke.

4) La reacción entre amonio y óxido nitroso es una fuente de pér-


dida de N en condiciones de acidez y alta temperatura:

5) La urea reacciona en el suelo, pudiendo provocar pérdidas de N


de acuerdo con las siguientes ecuaciones:

(NH4 )2 C0 3 + 2HN0 2 - - - 2NH4 N02 + H 2 O + co;


2NH4 N0 2 4H2 0 + 2N'
(NH4 h CO + 2HN02 3H2 O + 2N' + COÍ
Nitrógeno 219

Cuadro 7.6. Fijación del amonio en suelos del Caribe (0-15 cm) después
de la aplicación del2g 15 NH4 -N por kg de suelo. (Ahmad,
et al. (2)).
Inicial la. Semana 2L Semana 4L Semana 8a. Semana
Serie de suelo
NH4 -N* NH4 -N %di** NH4 -N %df NH4 -N %df NH4 -N %df
Turba de Baratería 323 470 14 420 16 350 14 340 12
Arcilla de Monaerrat 279 740 60 730 57 720 57 680 52
Arcilla de PrinceA Town 349 1 010 59 950 57 690 50 660 45
Arcilla de Sevilla 280 450 45 480 43 470 41 450 41
Arcilla de Talparo 490 1 040 45 990 48 970 46 910 45
Arena fina de Arena 18 20 9 21 14 30 21 25 13
Arena fina de Valencia 104 200 36 200 36 190 35 190 31
Franco pedregoso de
Cuffy Gully 104 560 24 660 23 660 18 560 22
• Valorea en mg NH4 ·N.k¡(1
•• %df = porcentaje de fijación

Intercambio y fijación de amonio


El amonio es un catión (NH¡ ) que participa en los procesos de
intercambio catiónico (ver Capítulo Cuarto). Muchos suelos presentan
una capacidad de fijación de amonio, especialmente cuando tienen
minerales arcillosos del tipo 2: 1 ( esmectitas, ilitas) con altos valores de
capacidad de cambio. Los iones de K+ y NI-r. tienen diámetros simi-
lares, y, así, se intercambian en forma no reversible entre los paquetes
de tetraedros de Si y octaedros de Al.
Los resultados de un estudio de la fijación de NH: en algunos
suelos del Caribe, originalmente publicados por Ahmad y colaborado-
res (2), se presentan en el Cuadro 7.6. Las tasas,altas de fijación de NH:
están de acuerdo con la composición de las arcillas correspondientes. La
utilización del amonio fijado es casi nula, lo que implica una pérdida
considerable del N de fertilizantes.

Fijación de nitrógeno
Las principales formas asimilables de N para la planta son la nítrica
y la amoniacal. Sin embargo, éstas representan sólo una pequeña
fracción del N en la naturaleza y serían insuficientes para satisfacer
las necesidades de la vegetación que cubre la corteza terrestre. La mayor
reserva cte N se encuentra en la atmósfera, donde constituye aproxima-
damente el 80 % del volumen total. Este contenido atmosférico se apro-
vecha, en parte, a través de los procesos microbianos de la fijación y de
las descargas de N en la precipitación pluvial, cubriéndose así las necesi-
dades de las plantas.

Fijación simbiótica del N


Los microorganismos simbióticos contribuyen con la mayor propor-
ción en la fijación de N. Entre ellos, las diferentes razas del Rhizobium
leguminosarum (Bacterium radicícola) son las más importantes; se
desarrollan en simbiosis con plantas de las subfamilias Papilionoi'deae
(176 géneros, 2 430 especies), Caesalpinioi'deae (89 géneros, 983
especies) y Mimoso'ideae (31 géneros, 1 '200 especies), presentes en los
trópicos y subtrópicos. Entre las leguminosas tropicales más importan-
220 Química de Suelos

tes para la fijación de nitrógeno vale mencionar los géneros Phaseolus,


Glycine, Leucaena, Stylosanthes, Trifolium, Melilothus, Medicago,
Pisum, Crotalaria. Como se observa en el Cuadro 7. 7 existe una gran
cantidad de otras plantas no leguminosas que fijan el nitrógeno atmos-
férico. La fijación simbiótica ocurre generalmente en la rizosfera, sin
embargo, en algunos casos ocurre en la filosfera (hojas) y tallosfera
(tallos).
Algunas de estas especies desarrollan una simbiosis con hongos,
como Actinomices alni y A. elegni, en sus raíces.Muchas tienen la carac-
terística de fijar el N a través de una simbiosis localizada en las hojas.
Cada una de las razas de Rhizobium leguminosarum vive en simbiosis
con un grupo determinado de leguminosas. Se conocen veinte razas
diferentes de estas bacterias. Dentro de cada raza existen también sub-
razas que se caracterizan por su mayor o menor capacidad de fijación.
Esto es de gran interés práctico; al inocular leguminosas es importante
hacerlo con la raza específica de la bacteria nodulante.
La vida de las bacterias se acomoda al ritmo de la planta hospedera.
Las bacterias inoculadas se localizan en el parénquima radical, donde
producen una división celular acelerada, haciendo aparecer así los nódu-
los radiculares. En los primeros días de la inoculación, las bacterias se
alimentan exclusivamente de la planta hospedera, se reproducen rápido
y al llegar al estado de bacteroides (bacterias en forma de bastoncitos
ramificados) empiezan la fijación del N2 • El N inicialmente fijado lo uti-
lizan en su metabolismo, y al aumentar la producción comienzan a
ceder N a las plantas; en estados avanzados, hasta un 90% del N fijado
lo aportan a la planta hospedera, etapa que generalmente coincide con
la época de mayor necesidad de N en la planta.
El mecanismo de la fijación de N es complicado y aún no se conoce
íntegramente. Se sabe que en primer lugar las bacterias oxidan al N y

Cuadro 7. 7. Asociaciones simbióticas fijadoras de nitrógeno (Según


Graham (37)).
Familia Género Microsimbionte Localización

Casuarinaceae Casuarina Actinomiceto Raíz


Myricaceae Myrica, Comptonia. Gale Actinomiceto Raíz
Betulaceae Alnus Actinomiceto Raíz
Elaeagnaceae Elaeagnus, Shepherdia, Hippophae' Actinomiceto Raíz
Rhamnaceae Ceanothus, Discaria Actinomiceto Raíz
Coriariaceae Coriaria Actinomiceto Raíz
Rosaceae Dryas, Pu1'11hia, Cercocarpus Actinomiceto Raíz
.Myrsinaceae Ardisia Bacterias Hoja
Rubiaceae Pavetta, Psychotria Bacterias Hoja
Líquenes Collema, Leptogium, Peltigera lichina Algas Azules Tallo
Cycadaceae Cycas, Stangeria, Encephalartos Algas Azules Tallo
Letuminosae Más de 112 géneros y 1 063 especies
conocidas huta ahora Rhizobium Raíz
Nitrógeno 221

sintetizan un producto intermedio, la hidroxilamina, la que se reduce


a NH 3 en presencia de una enzima ferrosa (quizás loghemoglobina):

Otra posibilidad es la reacción de la hidroxilamina con ácidos cetó-


nicos, derivados del ciclo de Krebs y la producción de aminoácidos,
pasando por estados intermedios, como oxima y aminoácidos:

(Bacteria) (Ciclo de Krebs)


!
NH 0H
2 R-C-COOH
11
o
hidroxilamina ~. ~ácido cetónico
~ / -H2 0
R-C-COOH
11
NOH
oxima
+H+l -H2 O
R-C-COOH
11
NH
aminoácido
+H2l
R-CH-COOH
11
NH 2
aminoácido
La enzima de la primera oxidación del N atmosférico y este proceso
en sí, son poco conocidos. Se cree que una nitrogenasa conteniendo Mo
toma parte en el mismo.
Las formas finales de la síntesis de N en la fijación son aminoácidos,
como el ácido glutámico y aspártico, formas orgánicas que participan en
la formación de las proteínas vegetales.
Además de los factores propios de la simbiosis, de la bacteria y de
su planta hospedera, existen varios otros que influyen sobre la fijación
de N. Entre ellos, los más importantes son el pH y los nutrimentos, la
temperatura, el régimen hídrico y la aireación. Estos factores fueron
analizados en detalle por Vincent (106), Nutman (70), Havelka, et al.
(43) y la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU. (66), y han sido
considerados ampliamente en los libros de Bartholemew y Clark (6),
222 Química de Suelos

Stevenson (96), y de F AO (25). La temperatura óptima para la simbio-


sis leguminosas con Rhyzobium es entre 18 y 22°C; algunas especies
toleran temperaturas extremas hasta de 42° C. Para una fijación óptima
de N se requieren valores de 0.5 atm de 0 2 lo que indica que el reque-
rimiento de la tensión de oxígeno en la formación de los nódulos es
muy baja. Las condiciones de humedad extremas del suelo, tanto de
suelos secos como de los permanentemente anegados, tienen un efecto
decisivo sobre la efectividad de la simbiosis y la cantidad de N fijado.
Las deficiencias minerales del suelo afectan tanto al crecimiento de
la leguminosa como a la formación de los nódulos, a la fijación de N y
a la capacidad de las plantas hospederas para utilizar el nitrógeno fijado.
Las especies leguminosas difieren mucho en su susceptibilidad a la
acidez del suelo, pudiéndose desarrollar entre pH 3.5 y 8; las condicio-
nes óptimas, sin embargo, se encuentran entre pH 5 y 6. Los papeles del
Ca y Mg no sólo son importantes en la neutralización de los suelos y en
la producción de las plantas, sino que influyen bastante sobre la fijación
de N; esto fue ampliamente tratado por Norris (69). En la Figura 7.6 se
encuentran los resultados obtenidos por Trigoso y Fassbender (104) al
estudiar la fijación de N en cuatro leguminosas: Centrosema pubescens,
Phaseolus calcaratus, Desmodium intortum y Glycine jauanica, en dife-
rentes dosis de encalado (Ca + Mg) en un suelo de Costa Rica. El pH
óptimo se encontró entre 5.0 y 5.4 para las especies estudiadas; la mayor
susceptibilidad la presentó la soya, mientras que el siratro casi no reac-
cionó al encalado. Confirmando los resultados de Norris (69), en la
Figura 7.6 se presentan las correlaciones entre el Mg cambiable y la
producción de las plantas; esas correlaciones superan estadísticamente
a otras que se basan en características relacionadas con la acidez del sue-

....
20
····-·-
...... ..../ /
. k . ... 22

...·
/
/
\
..
_18
r/ .- A---- \

1
1
1

.t/
---~
' 'A
' \
1 1
1
O" , ... -
--A-_
- ..... ...._

1 ..á _;;------- - -~
'
Centrosema '/_7
•-..., Glycine
A- -A Desmodium
....• Centroserruz
o--o Siratro m- -m Glycine
"'_- - 11 Desmodium
o--<> Siratro

Encalado: meq Ca+ Mg/100 g 2

4.0 4.6 5.0 5.4 5.8 pH o 2 3 4

meqMg/100g

Fig. 7.6. Efectos del encalado y del magnesio cambiables, sobre la producción de
materia seca de cuatro leguminosas tropicales (Según Trigoso y Fassbender (104)).
Nitrógeno 223

lo y el pH, Al ó Mn-Ca-cambiables. Esto también fue comprobado en


investigaciones r~alizadas en Brasil (ver Dobereiner et al. (22); Souto
y Dobereiner (93); Ferrari, Souto y Dobereiner (33) ). Las legumino-
sas con Rhyzobium necesitan cantidades elevadas de fósforo para su de-
sarrollo y fijación óptima de N; este elemento es importante en el proce-
so metabólico de síntesis proteica, en la nodulación y en el desarrollo
de las raíces. Igualmente, los niveles de disponibilidad del boro y molib-
deno influyen en la nodulación y fijación de N, ya que ambos elemen-
tos forman parte de las enzimas catalíticas del proceso. La necesidad de
una aplicación de N para favorecer las fases iniciales de la simbiosis, es
muy discutida, especialmente en relación con el tipo de fuente nítrica o
amoniacal. Otros elementos, como S, K y oligoelementos, no tienen una
influencia tan específica sobre la fijación de N, pero deben estar dispo-
nibles en cantidades adecuadas para permitir un buen desarrollo de las
plantas y las bacterias.
En el Cuadro 7.8 se dan algunos resultados sobre la fijación de N
por leguminosas en áreas tropicales. Los datos muestran una gran varia-
ción. En casos extremos se ha informado que el Kudzú tropical ha
fijado 1 000 kg N. ha- 1 •
Fijación biológica asimbiótica
Algunos otros microorganismos libres, asimbióticos, están capaci-
tados para la fijación de N. Son heterótrofos con respecto del carbono:

Cuadro 7 .8. Fijación de N por algunas leguminosas tropicales. (Según


Henzell y Norris (46); Graham (37)).

Leguminosa Fijación de N
kg.ha-1
Centrosema pubescen& 100-200
Alysicarpus rugosus 33
Ctusia occidentalis 16
Cütoria tornata 38
Dolichos lablab 51
Stizolobium deeringianum 84
Stizolobium cochinchinensis 60
Lucerne glauca 325
Lucerne glauca 555
Cajanus cajan 265
Macuna deegeriana 144
Ctusia leschenaultiana 92
Phaseolus calcaratus 242
Trifolium subterraneum 100-200
Medicago sativa 60-160
Stylosanthes guanensis 100
Pueraria thunbergia 100
Vigna sinensis 40- 80
Glycine max 40-80
224 Química de Suelos

necesitan para su desarrollo azúcares, celulosa o almidón, los que en-


cuentran en el suelo, producidos, muchas veces, por otros microorga-
nismos.

a. Clasificación de microorganismos participantes. Los microorganis-


mos que participan en la fijación asimbiótica del N se pueden clasificar
como sigue:

1) Bacterias heterotróficas aeróbicas: Achromobacter, Azotobac-


ter, Aerobacter, Azotomonas, Beijerinckia, Clostridium, Pseudo-
monas y Derxia.
2) Bacterias heterotróficas anaeróbicas: Clostridium, Desulfavibrio.

3) Bacterias heterotróficas facultativas anaeróbicas: Bacillus,


Klebsiella.
4) Bacterias quimoautotróficas: Methanobacillus omelianskii.
5) Algas azules-verdes: Anabaena, Anabaenopsis, Aulosira,
Colotrix, Cylindrospermuns, Nostoc y Tolypothrix.
6) Bacterias fotosintéticas: Chlorobium, Chromatium, Rhodo-
microbium, Rhodopseudomonas y Rhodospirillum.
La bacteria Beijerinckia es específica de los suelos tropiciues, sin
embargo su distribución marcadamente tropical no tiene aún una expli-
cación definitiva. Becking (7) indica que los suelos lateríticos lixiviados
son un hábitat favorable para esta bacteria, debido a la lixiviación de
sales solubles, a la acumulación de Fe y Al, y a la fijación de fosfatos.

b. Fijación en asociaciones. En los últimos años se ha dado una impor-


tancia muy grande a la investigación de la fijación de N asimbiótica, ya
que existe una gran cantidad de asociaciones fijadoras con cultivos
tropicales (Dobereiner (22) ). Según Vose (108) se ha reportado la fija-
ción asimbiótica en las siguientes asociaciones:

Pasto
Paspalum notatum var. batatais Azotobacter paspali
Panicum maximum Azospirillum lipoferum
Cynodon dactylon Azospirillum lipoferum
Digitaria decumbens Azospirillum lipoferum
Pennisetum purpureum Azospirillum lipoferum
Spartina altemiflora Campylobacter
Trigo
Triticum spp. Bacillus polymyxa
Azospirillum brasilense
Arroz
Oryza sativa Achromobacter
Enterobacteriaceae
Azospirillum brasilense
Nitr6geno 225

Caña de azúcar
Saccharum app. Azotobacter, Beijerinckia
BaciUus, Klebsiella, DerxiD
Vibrio, Azospirillum
Enterobacteriaceae
Bacillaceae
Sorgo
Sorghum bicolor
Mijo Pennisetum purpureum Azospirillum, Bacillus polymyxa,
Klebsiella, Azotobacter, Derxia,
Enterobacter
Maíz Zea mays Azospirillum lipo{erum
Azotobacter vinelandii

La cantidad de N fijada por los microorganismos no simbióticos


no es tan alta como la fijada simbióticamente; varía entre unos pocos
kg N.ha- 1 .a-7, en condiciones de clima templado, hasta 100 kg.ha- 1 .a-1 ,
en zonas tropicales. Se cree, sin embargo, que la capacidad de fijación
de N de las algas azul-verdes puede ser mayor; éstas se encuentran en
suelos arroceros inundados y también tienen gran importancia en los
suelos desérticos. Sobre esto es necesario implementar una mayor
investigación para aclarar muchos aspectos aún desconocidos.

Deposición de nitrógeno con las lluvias.


En función de las descargas eléctricas y tormentas en la atmósfe-
ra se produce energía (hasta 100 000 voltios), con la cual el N mole-
cular (N 2 ) se oxida a (NOx) y en las nubes reacciona hasta ácido nítri-
co (NO;-). Con las lluvias se produce así una transferencia de N; las
cantidades dependen de la intensidad de las descargas, de la cantidad
de lluvia y de la contaminación del aire.
Dentro de un programa de estudios de los ecosistemas forestales
de la región occidental de los Andes de Venezuela, se realizaron me-
diciones de las lluvias y los análisis químicos respectivos. Los resul-
tados de esas experiencias se presentan en la Figura 7. 7; los mismos
datos, pero en forma comparativa con otros datos de la literatura,
se muestran en el Cuadro 7.9.
Las concentraciones de N oscilan entre 0.39 y 1.11 mg.t1 ; en
un promedio de 0.64 mg.t1 presentan un coeficiente de variación
bajo (5.6 %).
La tasa de deposición anual (9.9 ± 0.56 kg.ha- 1 .a-1 ) queda
dentro del marco de los valores encontrados en la literatura para
áreas tropicales, los cuales oscilan entre 4.8 y 35.4 kg N.ha- 1 .a-1
(Cuadro 7.9). Los valores expuestos en la literatura son muy varia-
bles, ya que como fuente más importante del nitrógeno se conside-
ran las descargas eléctricas de las nubes con formación de rayos, den-
tro de los cuales se alcanzan tensiones muy altas capaces de indu-
cir la oxidación del nitrógeno atómico atmosférico. En el área de estu-
dio es factible que la quema de gases excesivos mediante la extracción
del petróleo, en las regiones del lago de Maracaibo, genere la volatibi-
lización de gases nitrogenados que suban con los vientos ascendentes
en los flancos de los Andes, contribuyendo notablemente a los valores
226 Química de Suelos

encontrados. A partir de la industria petroquímica en El Cardón y


Amuray (Coro), Curazao y Aruba, resultan seguramente gases nitroge-
nados que influyen en los valores hallados.
El pH de las muestras analizadas oscila entre 3.83 y 6.21 y alcanza
un promedio de 4.55 (Figura 7. 7). De acuerdo con la citada Figura
no se puede encontrar una tendencia definida en el año en que se hizo
las mediciones. La reacción de las aguas formadas de lluvia se encuen-
tra en el ámbito de mediana acidez. Asimismo las mediciones del pH,

mgN•I
- X=0.64 pH X=4.55

6.0 ..f
4.5 I: l·~¡.rf rt·% l
~}. l~ l·
3.0

O E M M J S N DE M M J S N
Fig. 7. 7. Concentración de nitrógeno y pH de las aguas de lluvia en los flancos nor-
orientales de los Andes de Venezuela. (Según Steinhardt y Fassbender (95)).

Cuadro 7 .9. Tasas de deposición de elementos químicos (kg.ha - 1 .a -1 )


en lugares tropicales y templados. (Según Steinhardt y
Fassbender (95); Jordan, et al. (55); Santanay Cabala (85);
Hendry, et al. (45)).
Lugar País N p S Cl Na K Ca Mg
San Eusebio Venezuela \).90 1.10 11.8 59.40 3.26 2.60 5.60 5.23
Variación
estándar ( ±) 0.56 0.19 0.45 0.10 1.76 0.05
Santa Fe Panamá 0.95 30.70 9.50 29.30 4.86
Adiorodoumé Costa Marfil 21.20 2.30 5.50 30.00 7.00
Kade Ghana 14.00 0.42 17.50 12.70 11.33
Younde Camerún 12.00 1.70 12.00 3.80 1.50
Samaru Nigeria 4.80 61.11 37.20 1.00 2.95
Kampala Uganda 19.10 7.60 11.40 21.70 21.60
Zaire 6 .4 4.60 3.50 1.70 2.00 3.90 1.07
Cambia 35.40 0.25 8.10 4.30 2.90
Ma naos Brasil 10.00 0.30 3.7 3.0
San Carlos Venezuela 20.6 26.9 13.3 11.6 3.5
Turrialba Costa Rica 5.0 0.2 9.0 11.1 5.5 3.2 1.1 1.7
lleheus Brasil 22.9 21 .4 17.9 11.7
El Verde Puerto Rico 14.00 135.10 33.60 26.28
Berkeley EE.UU. 2.00 0.81 14.51 5.81 6.60 1.72 2.20 0.33
Hubbar Brook EE.UU. 22.60 0.13 38.40 7.01 1.59 0.89 2.17 0.58
±2.50 ±0.12 ±0.19 ±0.12 ±0.07
Solling Alemania 22.60 0 .80 24.10 16.00 7.20 3.70 14.40 2.40
Nitró¡eno 227

efectuadas en aguas de lluvia en Manaos, han arrojado valores compa-


rables; así en 43 muestras correspondientes con la época lluviosa, se
determinó un valor promedio de 4.65 pH; y en diez muestras de la
época seca mostraron un promedio de 4.54 pH. Una explicación de las
fuentes de hidrógeno en la atmósfera no es por ahora factible. Los
valores de H correlacionan significativamente con el cloro (r = 0.757)
y el azufre (r = 0.386); es probable que la formación y disociación
del HCl y H2 804 en las nubes constituyan una fuente importante del
hidrógeno.

Lixiviación de nitrógeno
La lixiviación del nitrógeno es posiblemente la pérdida más notable
del mismo, junto con la pérdida por absorción de las plantas. La lixi-
viación ocurre en forma de N0 3- y NH¡, los cuales se presentan en la
solución del suelo, la que, a su vez, percola por gravedad pasando al
agua freática.
La información sobre este proceso, sin embargo, es hasta ahora
muy somera, ya que las técnicas para su investigación son muy com-
plicadas. Por un lado es necesario conocer la cantidad de agua del
suelo que es lixiviada y, por otro lado, es imprescindible obtener
muestras de agua para su análisis químico.
En suelos en bosques naturales se estima una lixiviación de 5 a
20 kg.ha- 1 .a- 1 (Grimm y Fassbender (41); Odum y Pigeon (75),
Jordan, et al. (55), ver Cuadro 7.11)). Las pérdidas por lixividación
aumentan, generalmente, con la irrigación y la aplicación de fertili-
zantes, llegando a alcanzar magnitudes hasta de 80 kg.ha- 1 .a-1 (Robert-
son, et al. (79) ).
Balances de nitrógeno
La investigación completa del ciclo del nitrógeno en un ecosistema
implica una evaluación integral de todos los procesos de transforma-
ción y transferencia que ocurren en el mismo (ver Capítulo Segundo,
Figura 2.12). La complejidad de estos balances de elementos nutritivos,
especialmente del nitrógeno, se puede ver en la Figura 7 .8, donde están
presentados los procesos de transferencia y cambio en un sistema suelo-
planta-animal. Los procesos más importantes de ganancia de nitrógeno
en el suelo son:

• Fertilización.
• Fijación biológica simbiótica y no simbiótica.
• Fijación no biológica (deposición con lluvias).
• Deposición de residuos vegetales.

Los procesos más importantes de pérdida son:

• Absorción por las plantas.


• Lixiviación o percolación.
• Denitrificación.
• Erosión.
228 Química de Suelos

absorción de amoniade
estiércol
la at mósfera

residuos
vegetales
que quedan
en el campo

escurrimiento nutrimentos di sponibles

Fig. 7.8. Representación de los procesos de transferencia de elementos nu-


tritivos en un sistema suelo-planta-animal. (Según Frissell ( 35 )).

En el Cuadro 7.10 se presentan los balances de N para algunos


ecosistemas agriculturales de EE.UU. y los que fueron publicados
originalmente por Hauck y Tanji (44). Además de la complejidad
de los estudios, Legg y Meisinger (60) indican que una evaluación
de la literatura es difícil debido a la falta de precisión en las descrip-
ciones de los métodos experimentales y a la falta de seguridad esta-
dística. Las investigaciones al respecto en áreas tropicales son aún
muy escasas, en el capítulo siguiente se verán algunos ejemplos.

CICLO DEL NITROGENO EN


ECOSISTEMAS TROPICALES DE AMERICA LATINA
Ecosistemas forestales pluviosos
El desarrollo de modelos matemáticos para interpretar la estruc-
tura y el funcionamiento de ecosistemas forestales es el resultado de
la ecología moderna; hasta ahora esos modelos han sido poco aplica-
dos en ecosistemas tropicales de América Latina y, además, el grado
de detalle utilizado es muy diferente. Actualmente existe consenso
en que un estudio completo del ecosistema implica la evaluación de
las reservas y la medición de los procesos de transferencia. En el Cuadro
7.11 se sumarizan los datos disponibles en la literatura sobre América
Nitró¡eno 229

Cuadro 7.10. Balances de nitrógeno de algunos ecosistemas agrícolas de


EE.UU. (Según Hauck y Tanji (44)).
Maíz Soya Trigo Papas Algodón
grano grano (Kansas) (Maine) (California)
(Indiana) (Arkansas)

(en kg de N.ha-1 .a-1 ) (t = trazas)


N.ganancias
Fertilizante 112 34 168 179
Fijación t• 123 t t t
Irrigación 10 50
Deposición lluvia 10 6 6 3
Residuos cosecha 41 30 20 65 48
Total 163 163 60 239 280
N·pérdidas
Absorción plantas 126 120 56 145 127
Denitrificación 15 15 5 15 20
Volatilización t t t t t
Percolación 15 10 4 64 83
Escurrimiento
(inorgánico) 6 3 1 5 50
Escurrimiento
(or¡ánico) 10 13 4 10 t
Erosión viento t t t t
Total 172 161 70 239 280

N -Ganancias-Pérdidas -9 2 -10 o o

Latina y de otros continentes con áreas tropicales o subtropicales


(bosque de algarrobo (Prosopi8 sp.) en Sonora, California, EE.UU.).
Para la cuantificación de la dinámica se han utilizado diferentes
índices; algunos de ellos se han incluido en el Cuadro 7.11:

a. lndice de reservas de vegetación. Reservas en el suelo definidas


matemáticamente como:

Reservas en vegetación + mantillo (kg.ha-1 )


Reservas en el suelo mineral (kg.ha- 1 )

Cuanto menor es el índice, mayor es la estabilidad del sistema,


ya que la reserva de N se encuentra en el suelo.

b. lndice de transformación de la vegetación (turnover). Definido


230 Química de Suelos

matemáticamente como la diferencia entre ingresos (lluvia, fijación de


N) y egresos (producción de residuos, escurrimiento de tallos y hojas)
en el comportamiento de la vegetación; se expresa como masa en
unidad de superficie y tiempo (kg.há 1 .a-1 ).

c. Indice de ingreso-reserva en la vegetación. Definido matemática-


mente como:
Reservas en la vegetación + mantillo (kg.ha- 1 )
Ingreso en el ecosistema (kg.ha- 1 .a- 1 )

Este índice implica los años necesarios pará llenar la reserva encon-
trada en la vegetación, en función de la ganancia atmosférica encon-
trada.
En la Figura 7.9 se presenta el modelo del ciclo del N en el ecosis-
tema forestal pluvial montano de San Eusebio de Mérida, Venezuela.
Sus valores se pueden comparar con los de otros ecosistemas, de acuer-
do con el Cuadro 7.11.
Para calcular las cantidades de nitrógeno total acumuladas en los
diferentes compartimientos del ecosistema, es necesario conocer las
reservas de materia orgánica y el contenido de nitrógeno correspon-
diente. Las reservas de nitrógeno en los ecosistemas estudiados osci-
lan entre 2 100 y 13 400 kg. N.ha- 1 en la vegetación. Como fuente de
ganancia se considera al agua de lluvia (9.9 kg N.ha- 1 .a- 1 ), y como
fuente de pérdida, a la lixiviación del agua freática (5.1 kg N.ha- 1 .a- 1 );
aunque los rodales se encuentran en pendientes, los movimientos late-
rales de ganancia y pérdida se han considerado equiparables. Así, con
la acumulación de 4.8 kg.ha- 1 .a- 1 y con las posibles ganancias a tra-
vés de la fijación simbiótica, a largo plazo se han acumulado reservas de
N que se encuentran distribuidas en los diferentes compartimientos
del ecosistema; del total de 11 732 kg.ha- 1 se encontró en formas co-
rrespondientes a la vegetación: el 9%, al mantillo: el 6% (incluye
madera muerta), y al suelo mineral (0-40 cm): el 85 %. De esta distri-
bución resulta una gran estabilidad del ecosistema. La acumulación
en las capas de mantillo y en la vegetación equivalen a su deposición
con las lluvias en 176 años.
Las reservas totales de N en los ecosistemas son muy variables,
oscilando entre 2 087 (Caatinga en Río Negro, Venezuela) y 7 640
kg.ha- 1 (Kerigoma, Papúa). Los valores son generalmente explicables
en relación con la localización de los sitios experimentales y con las
interacciones suelo-clima en función de la productividad del sistema
y la descomposición de la materia orgánica.
A excepción de los ecosistemas de Manaos (Brasil) y Caatinga de
Río Negro (Venezuela), las reservas en el suelo son más altas que en la
vegetación. Ello implica una estabilidad del ecosistema, especialmente
si se piensa en la utilización o destrucción de la vegetación por el
hombre o por catástrofes naturales.
El índice de turnover representa, prácticamente, la absorción anual
de N del ecosistema; esto es, suponiendo q~e los ecosistemas se encuen-
Cuadro 7.11. Reservas y transferencias de N en ecosistemas forestales tropicales.
a..n. (k,.h.-1 ) TrallltenneiM (q.ha-• .•-•)
Filom• v11eta. veceta·
V.,.U· dón Eaami- cl6n
Suelo eión Lluvia miento Rell· Fija· l'wco· :rr,,.,.,.,
Ana Raíca Mantillo (em) Total -lo Lluvia (añoa) follar duoa elón lacl6n

Eeollltem• Montano• Pluvlo.,a


San Eu~ebio Fllllbend.., Grimm (30) 928 231 583 9 984(40) 11.726 0.15 9.9 176 8.6 182.0 - 5.1 183
Venezuela Grlmm, Faubend.. ( 41, 41)
Blue Foreot Tanner ( 101)
Jamalea
mor 426 - - 9 000(45) 9 426 0.22

"'"" Piaeon (75) 857 - - 7 000( 45) 7 857 0.11


El Verde Odum, 1 021 27 130 4 600(50) 5 778 0.23 10 117 70 160 88 30 22~
Puerto Rico
Keficoma Edwarda, Grubb ( 24) 1 277 163 150 6 050(25) 7 640 0.26
Papúa

Ecollltem• Pluvio.,. de Llanun


Manao a
Bruil
Klin¡e(57)
Klin¡e, Rodrí¡uez (58)
2 645 586 77 1 421(30) 4 704 2.30 6 547 - - - 5

M..dalena Llanura Folater, d al. ( 34) 741 - 672 5 350(50) 6 763 0.26
Colombia
Depresión 1011 - 650 4 828(50) 6 489 0.36
Río Ne¡ro Jordán, el al. (55)
Venezuela Herrera, Jordán ( 47)
Caatinp 336 834 132 785(50) 2 087 1.66 21 62 9.0 28 - 13 16
Tierra firme 1 084 586 406 3 507(50) 5 583 0.49 12 173 25.0 61 16 14 76

Llanoa Oecldentalea
Venezuela Hue, Folater ( 42) 1 984 - 137 3 934(50) 6 055
Kade Greenland ( 38) 1 788 211 35 1 533(30) 3 670 1.34 15 142 12.0 240 - - 237
Ghana Greenland, Nye (73)
Baneo, tal-1 B. Revenat(8) 1 400 - - 6 800 7 200 0.24 21 58 60.0 158 - - 226
Coata Marfil ~
Yapo 1 000 - - 2600 3 600 0.38 21 13.0 113 - - 136 ~
O•
EcoliltemM aeeoa ettaelonalea de Llanun
~
Cohume Rid1e Arnuon, Lambert (3) 690 - 480 7 500(36) 8 670 0.13 - - - - - - - 5
Beliee !\:)

Hiah Buah 203 - 65 13 150(36) 13 415 0.02 - - - - - - - (.1)


.....
Sonora RundeU, •t al. ( 81) 54.6 - 17.4 4 090(60) 4 162 0.02 0.12 535 - 46.3 56.7 1.3 46
California, EE.UU.
232 Química de Suelos

LLUVIA
VIA HOJARASCA 9.9 VIA AGUA

FITOMASA 1107

TALLOS 543
RAMAS 155
HOJAS 75.3
EPIFITAS 25.3
SOTOBOSQUE 76.4

RAICES 231.2

J
PRODUCCION
r--
M .MUERTA
l ABSORCION
l 1
LAVAJE FOLIAR
8.5

58.0 ESCURRIMIENTO
80.9/893/11.8
183.3 1 TALLOS 0.1
.l 1 J
1 1 J
CAPA MANTILLO
182.0
583
1 1
1
TABSORCIOJ
DE SCOMPOSICION LAVAJE

J
L
1
FIJACION
SUELO MINERAL
0·40cm
9984

PERCOLACION
5 .1

Fig. 7.9. Ciclo del nitrógeno en el ecosistema montano de San Eusebio,


Venezuela. (Grimm y Fasabender (~O); Fassbender y Grimm 1(291 30)).
Dimensiones : Reservas en kg.ha- ; transferencias en kg.ha- .a- .

tran en estado clímax, donde la producción es igual a la descomposl-


ción. Los valores son altos (entre 169 y 237 kg N. ha 1 .a- 1 ), a excepción
del ecosistema de Caatinga en Río Negro (16 kg.ha- 1 .a-1 ). La produc-
ción de residuos alcanzó 182 kg.ha- 1 .a-1 ; la tasa de su descomposición
no es conocida.
Ecosistemas forestales secos estacionales
En la literatura se han encontrado sólo tres ejemplos de estudios
Nitrógeno 233

del ciclo del N en este tipo de ecosistemas. El ecosistema High Bush


de Yucatán, Belice, es un bosque mixto con árboles de madera dura,
con predominancia de Guazuma ulmifolia. El ecosistema Cohune
Ridge se caracteriza por la predominancia de Orbignya cohune
(Arnason y Lambert (3) ). Los estudios de la dinámica estacional de
un bosque de Prosopis sp. fueron conducidos por un grupo de la Uni-
versidad de California (Rundel, et al. (81) ); esta última especie es típi-
ca de zonas secas de América Latina. El ciclo del nitrógeno en estas
comunidades se caracteriza por las cantidades limitadas de N en la vege-
tación (número de unidades por hectárea) y su acumulación en el suelo,
especialmente bajo la copa de árboles leguminosos (ver Cuadro 7.11).

Ecosistemas de sabanas
Las sabanas ocupan alrededor de 300 millones de hectáreas en
América del Sur. En la Figura 7.10 (Medina (63) ) se presenta el
balance de N en una sabana de Trachypogon en Calabozo (Venezue-
la) las reservas de N en la vegetación alcanzaron 38.3 kg.ha- 1 : 23.7 en
las partes aéreas y 14.6 en las raíces.
Como resultado de las quemas se pierden 8.5 kg N. ha- 1 .a- 1 , mien-
tras que las ganancias con la lluvia son de 2.0 kg.ha- 1 .a- 1
La absorción por la vegetación es de 14.8 kg.ha- 1 .a-1 , mientras que
el N total requerido para formar los tejidos vegetales es de 30 kg.
ha-1 .a-1 • Las pérdidas de N por quemas son probablemente compensa-
das por la fijación, pero no existen datos para estas sabanas.

NITROGENO EN SISTEMAS DE PRODUCCION


Efecto del fuego sobre el nitrógeno de los restos vegetales
El fuego es una de las herramientas más valiosas utilizadas por
el hombre en la implementación y manejo de la agricultura. Después
de la tala de bosques o de vegetación primaria, generalmente se usa
el fuego para la limpieza de los campos; y ello, como acción previa a
su utilización agrícola. Igualmente el fuego se aplica para quemar los
restos de las cosechas, y así mantener los suelos libres de desechos. La
quema anual de las praderas es también muy generalizada, buscándose
con ello la renovación de los pastizales. Con todo, los estudios integra-
les sobre el efecto del fuego en los ecosistemas y en los sistemas de
producción son muy escasos. No obstante, sí se sabe que las altas tem-
peraturas que se alcanzan al quemar restos vegetales, repercuten espe-
cialmente en la materia orgánica, en la microflora, en la fauna y en los
elementos nutritivos del suelo, incidiendo así sobre su fertilidad (ver
Capítulo Segundo).
No existen datos exactos sobre el área de los terrenos que son "que-
mados" anualmente. En la mayor parte de los campos ganados para los
sistemas de agricultura, inmigratoria o rotativa \milpa, chacra, conuco,
roca, shifting cultivation), estimados en 3.6.10 1 hectáreas, se ha utili-
zado el fuego para la limpieza de los restos que deja el derribo de la
vegetación. La magnitud del área donde se queman anualmente los
restos de las cosechas es muy difícil de estimar. La quema natural o
inducida de las praderas puede alcanzar hasta el 40 y 50 % del área de
234 Química de Suelo•

pastizales, lo que en áreas tropicales se estima en 2.9.10 12 hectáreas.


Los efectos que la temperatura del fuego produce sobre el suelo,
son múltiples. Entre 200 y 300° C, la oxidación de la materia orgánica
y la volatilización del co2 resultante aumentan rápidamente; en fonna
paralela se volatilizan substancias nitrogenadas (N2 ) y azufradas (S0 2 ),
(ver Figura 2.17). Según Nye y Greenland (73, 74), en Ghana, Nigeria
y Ceilán se produjeron pérdidas de 310, 134 y 210 kg N.ha- 1 respecti-
vamente al quemar la vegetación del bosque natural.
En un estudio en condiciones de laboratorio, siete muestras de
suelos derivados de cenizas volcánicas (de Pasto y Cali, Colombia) y
con altos contenidos de C y N (promedio 7.1 y 0.49 %), fueron some-
tidas, en estufas de secado durante cuatro horas, a temperaturas de
40, 105, 300 y 500°C (Fassbender (31) ). En los valores correspon-
dientes al C y N presentados en la Figura 7.11 se observan los notables
cambios en la materia orgánica por las temperaturas altas de 300 y,
especialmente, 500°C. En promedio, el humus disminuyó de 7.14 a
3.10% C. a los 300°C, y a 0.32% a los 500°C. Para el N, la disminución
fue aún mayor, de 0.49 a 0.06 %, después del tratamiento de 500°C.
Sin embargo para comprender la magnitud del efecto, es necesario
discutir sobre las temperaturas generadas por la quema, su duración y
su alcance en la profundidad del suelo. Según la información escrita,
las temperaturas superiores a 300° C son muy esporádicas y posible-
mente localizadas en zonas de incineración de restos gruesos (ramas y
tallos), alcanzando profundidades de sólo uno o dos centímetros; en
todo caso, esas temperaturas son de corta duración al tratarse de la
quema de restos finos y bien secos.
En función de la densidad aparente y su contenido en C y N se
pueden calcular las respectivas reservas en el suelo: a un centímetro de
profundidad en los suelos estudiados, los valores de C oscilan entre
3100 y 7 700, con un promedio de 4 890 kg.ha- 1 • Los valores res-
pectivo~ para el N son 220 y 560, y 340 kg.ha- 1 en promedio. Así,
las pérdidas con una temperatura de 300° C alcanzarán valores aproxi-
mados de 2 000 kg C y 190 kg N.ha- 1 ; valores dentro de los límites
reportados en experimentos de campo. La relación C/N se mantuvo en
un valor de 14 en los tratamientos de secado a 40 y 105°C, y disminu-
yó en promedio a 6.9 y 4.9 al aumentar la temperatura a 300 y 500°C
respectivamente (Figura 7 .11); y ello como resultado de la volatiliza-
ción diferenciada del C y N, lo que ya fue examinado.
Las cenizas que quedan en el campo, después de la quema, tienen
una composición química que es alta en elementos nutritivos (Cuadro
7 .12). Así si bien existen las pérdidas arriba mencionadas, las cenizas
se depositan sobre el suelo como una fuente directa de elementos; según
Seubert, et al. (88). Al quemar un bosque de 17 años en Yurimaguas,
Perú, por efecto de las cenizas, se adicionaron 67, 6 y 38 kg, respectiva-
mente, de N, P y K por hectárea.
La selección del método de limpieza del campo para iniciar la agri-
cultura es seguramente un factor decisivo para la productividad del
suelo. Algunos experimentos realizados en América Latina han demos-
trado que la tala y quema son más favorables que otros métodos, justa-
Nitrógeno 235

mente, por la adición de cenizas. Los métodos mecánicos producen,


además, una seria compactación del suelo.

Biomaaa aérea Fuego


3.00 • 103 kg MO • ha.,
8.5

,------ 23.7
!!
1
1
1

..
¡¡,;
;:,
¡¡¡·
n
g:
f3'
:.á 'ü
["'n
()"

6.3
1'ü
1.!! ~ 15.2 23.7
2.6 8'
18...
üi
.,e:... 0:
;:,
i.i'
0..
Biomasa radicular ,o..
1 ID
'Qj
... r
ID
z
1
e< ....
2.70 • 10 3 kg MO • ha 1 :+ 14.6 ;·

:.á
l''ü
e:
-o 111
'ü f3'
1·¡¡¡
·8. lE 6.3 14.8
...l!ln
'E 0:
;:,
:'O~ ~
"'
1
Suelo L-

78.7 • 103-MO • ha.,


Lixiviación 0.6 7

Fig. 7.10. Balance de N en sabanas de Trachypogon en Calabozo, Venezuela


· (Según Medina (63)).

Nitrógeno en sistemas de producción agrícola


A pesar de la gran cantidad de investigaciones sobre fertilización
nitrogenada, la información sobre las necesidades de N en los diferen-
tes cultivos tropicales es limitada. En el Cuadro 7.13 aparecen estima-
ciones, de acuerdo con la compilación de Sánchez (83) sobre la remo-
ción de N y otros elementos nutritivos, por diferentes cultivos. La
mayor dificultad para obtener tales datos es que generalmente se han
estudiado los rendimientos (en granos, tubérculos y otros), pero no se
han medido los residuos aéreos ni los radiculares.
Aunque se ha reconocido la importancia de modelos de nitrógeno
para cultivos, evaluándose las reservas en el agroecosistema y las trans-
ferencias, hasta ahora existen muy pocos estudios integrales al respecto.
Los valores obtenidos por Valdivia (105) para la caña de azúcar, se
presentan en la Figura 7.12. Según ella, la caña de azúcar cultivada en
236 Química de Sueloa

la costa de Perú requiere una fertilización de 300 kg.ha- 1 para obtener


rendimientos económicos máximos. Cerca de 24 kg.ha- 1 se añaden con
el agua de riego. El 1.2 % del nitrógeno total del suelo se encuentra en
forma disponible durante la época de crecimiento. La parte aérea de la
planta contiene entre 210 y 240 kg N ha- 1 ; un 70% de esta cantidad
es explotada con la caña que va al molino y el resto se pierde por quema
antes del corte.
Los aspectos del manejo de la fertilización húmica del nitrógeno:
residuos vegetales, materiales de cobertura, compost, abonos verdes,
residuos de ciudades (basuras y aguas negras), y rotaciones de cultivos,
han sido discutidos en el Capítulo Segundo, como el manejo de la ma-
teria orgánica en sistemas agrícolas semipermanentes y permanentes.
Todos los aspectos presentados se pueden extrapolar al nitrógeno, ya
que éste es un componente muy importante de estos materiales.

8
6
%C
4
2 6

40 105 300 500


%N
4 -
•e 2
n
L..-.&....L.....L....L-'-1........~
20
40 105 300500 C/N
10
5

40 105 300 500


•e
Fig. 7.11. Efecto de las temperaturu sobre el C y N del suelo
(Se¡ún Faubender (31)).

Nitrógeno en sistemas de producción forestales


La mayor parte de la información sobre el ciclo del N en plantacio-
nes forestales se limita a ecosistemas de áreas templadas. Para los suelos
utilizados como base de plantaciones forestales en áreas templadas se
pueden ampliar todos los conceptos anteriormente expuestos. En las
plantaciones forestales resulta un ciclo interno cerrado de N, donde los
residuos vegetales constituyen paulatinamente la capa de mantillo y des-
pués de su descomposición se libera N-inorgánico que es absorbido por
los árboles. Las cantidades de N en los residuos vegetales generalmente
oscilan entre 40 y 80 kg N.ha- 1 .a-1

En la Figura 7.13 se presentan, a modo de modelo de N, los resulta-


dos obtenidos por Nwoboshi (72) en una plantación de teca de 25 años
en Nigeria.
Nitrógeno 237

( ,....-~,

<c. c......e (~
'-7_,/'
\/";f
ro-- - - - - ,
1 quema 1
1.63-74 kg • ha· 11
A \... ____ f1_.:
,,
,,
,, ,----
1Na planta
- ---,
1
· - - - - - - . r"- .1'- - - - .. 1 procesadora 1
• volatilizaciÓn 1 ' ~ ..:::¡ 147-172 kg•ha-'~ 1
t muy escasa 1 L..'-"'~:- ____J

\ ' - - - - - - J L - - q -- _J ... ....


' '':.J

.
ol


Percolación
33kg•ha"1

Fig. 7.12. Modelo del nitrógeno en caña de azúcar en el Perú.


(Según Valdivia (106)).

Cuadro 7.12. Composición química de las cenizas y adición de elemen-


tos nutritivos. (Silva (89); Seubert, et al. (88)).
Porcentaje del elemento en la
composición química
(Silva (89)) (Seubert, et al. (88)) kg. ha-1
(Seubert, et al.}
N 0.8·3.4 1.72 67
p -0.14 0.14 6
K n.d. 0.97 38
238 Química de Suelos

Cuadro 7.13. Remoción de elementos nutritivos por diferentes cultivos


tropicales. (Según Sánchez (83)).
Nutrimentos extraídos (kg.ha-1 )
Rendimiento
Cultivo Parte (Mg.ha- 1 )* N p K Ca Mg
Cereales
Maíz Grano 1.0 25 6 16 3.0 2.0
Tallo 1.6 15 3 18 4.5 3.0
TOTAL 2.6 40 9 33 7.6 5.0

Grano 4.0 63 12 30 8.0 6.0


Caña 4.0 37 6 38 10.0 8.0
TOTAL 8.0 100 18 68 18.0 14.0

Grano 7.0 128 20 37 14.0 11.0


Caña 7.0 72 14 93 17.0 13.0
TOTAL 14.0 200 34 130 31.0 24.0

Arroz Grano 1.5 36 7 10 1.4 0.3


Paja 1.6 7 1 18 2.6 2.2
TOTAL 3.0 42 8 28 4.0 2.5

Grano 8.0 106 32 20 4.0 1.0


Paja 8.0 36 5 70 24.0 13.0
TOTAL 16.0 141 37 90 28.0 14.0

Trigo Grano 0.6 12 2.4 3 0.3 1.0


Paja 1.0 3 0.8 14 2.0 2.0
TOTAL 1.6 15 3.2 17 2.3 3.0

Grano 5.0 80 22 20 2.6 8.0


Paja 6.0 38 6 60 10.0 10.0
TOTAL 10.0 118 27 80 12.5 18.0

Sorgo Grano 1.0 20 0.9 4 4.0 2.4


Paja 1.2 6 0.4 2 4.6 3.2
TOTAL 2.2 26 1.3 6 8.6 5.6
Grano 8.0 136 10 27 16.0 9.6
Paja 8.0 65 4 13 18.0 12.8
TOTAL 16.0 200 14 40 34.0 22.4

Mijo Grano 1.1 17 6 69


Nitrógeno 239

Continuación del Cuadro 7 .13.

Nutrimentos extraídos (kg.ha-1 )


Rendimiento
Cultivo Parte (Mg.ha-1 )* N p K Ca Mg

Raíces alimenticias
Yuca Raíces 8.0 30 10 60 20 10
Raícea 16.0 64 21 100 41 21
Raícea 30.0 120 40 187 77 40
Planta entera 69.0 64 19 176 102 26
Raícea 69.0 42 28 291 43 19

Papa Raícea 12.0 62 10 80 22 14


Raíces 22.0 120 20 166 40 26
Raícea 40.0 172 34 232 70 48
Planta entera 62.0 147 19 403 60 31
Tubérculo• de la
planta anterior 44.0 77 14 224 4 9

Camote Raícea 16.6 72 8 88

Leguminoaaa de erano
Frijolee Granoe 1.0 31 3.5 6
Soya Grano a 1.0 49 7.2 21
Maní Vainu y grano• 1.0 49 5.2 27

Pastos (producción anual; corte cada dos meses)


Guinea Parte aérea 10.0 107 27 180 78 49
(Panicum Parte aérea 23.0 288 44 363 149 99
maximum) Parte aérea 35.0 560 77 600 230 133
Pangola Parte aérea 10.0 120 22 180 36 28
(Digitaria Parte aérea 23.0 299 47 358 109 67
decumbena) Parte aérea 31.0 400 63 568 130 87
Elefante Parte aérea 10.0 144 24 180 36 30
(Penni&etum Parte aérea 26.0 302 64 604 96 63
purpureum) Parte aérea 46.0 800 92 900 129 87
Pará Parte aérea 8.0 80 17 160 28 16
(Brachiario Parte áerea 24.0 307 43 383 116 79
mutica) Parte aérea 30.0 600 69 660 135 66
240 Química de Sueloa

Continuación del Cuadro 7.13.

Nutrimentos extraídos (kg.ha- 1 )


Rendimiento
Cultivo Parte (Mg.ha-1 )* N p K Ca Mg

Otros cultivos
Caña de azúcar Parte aérea 100 76 20 126 28 10
(cosechas de Parte aérea 200 149 29 316 56 58
dos años) Parte aérea 300 264 36 400 96 80
Algodón Semilla 0.8 30 4.4 7
Café Granoa secoa 1.0 26 1.7 16 1 ~
Té Hojaa secaa 0.6 31 2.3 16 2
Tabaco Hojas curadas 1.0 116 14 202
Caucho Látex seco 3.0 7 1.2 4 4
Cacao Almendras secaa 0.5 10 2.2 6 1 1
Palma aceitera Fruto 16.0 90 8.8 112 28

Cultivos frutales
Banano Racimo 10.0 19 2.0 54 23 30
Tallo y hojas 20 1.3 22 1 3
TOTAL 39 3.3 76 24 33

Racimo 30.0 56 6.0 161 70 82


Tallo y hojas 29 4.0 66 2 8
TOTAL 86 10.0 226 72 ~o

Piña Fruto 12.5 9 2.3 29 3


Coco Copra seca 1.2 60 7.2 40

(*)Rendimientos de cereales, leguminosas de grano y pastos con base en peso seco;


cultivos de raíces y banano con 15 a 20 % de materia seca.
Nitróeeno 241

VEGETACION

Madera 515.5

Corteza 152.6

Ramas 204.3
Hojas 79.2

Total 951.6

l Residuos vegatales
caldos 49.4
l Lluvia 7
1
!
Fijación Mantillo 89.0
biológica Superficie del suelo

l l
Suelo mineral
0·15cm 2990
15·39cm 1400
P6rdidas •erosi ón
• denitrificación

Fig. 7.13. Ciclo de N en una plantación de teca


de 25 años en Nig~ria. (Según Nwoboshij7~)).
(Reservas kg N. ha- , transferencias kg.ha- a- ).

TRANSFORMACION DE LOS FERTILIZANTES


NITROGENADOS Y SUS REACCIONES EN EL SUELO

Para usar y aplicar fertilizantes es necesario considerar: las caracte-


rísticas del suelo (contenido y disponibilidad del elemento nutritivo a
fertilizar, pH y textura); las condiciones climáticas (temperatura, canti-
dad y distribución de la precipitación pluvial); y las características de
las plantas (necesidades, sistema radicular, rotación de cultivos, sistema
de explotación y medidas de producción). En este complejo de factores,
los que con su intervención determinan la efectividad de la fertilización,
también juegan un papel muy importante las características de los fer-
tilizantes: contenido y forma química de los elementos nutritivos, pro-
ceso de disolución, tamaño de gránulos, y sus reacciones con el suelo:
y esto, de acuerdo con la dosis y sistema de aplicación (voleo, banda).
En la química de suelos interesan, especialmente, las características de
los fertilizantes en función de sus reacciones y transformaciones en el
suelo. Los factores que afectan la fertilización y las dosis para los dife-
rentes cultivos se tratan en libros especializados sobre la fertilidad del
suelo.
La mayoría de los fertilizantes son solubles en agua. A través de SlJ
hidrólisis en el suelo, en la zona de disolución alrededor del gránulo de
242 Química de Suelo1

fertilizante, resultan concentraciones elevadas de N-NH¡ y N-NO; de


naturaleza ácida, neutral y alcalina, de acuerdo con la composición
química del fertilizante; estas concentraciones determinan las reaccio-
nes y transformaciones subsiguientes en el suelo.

Fertilizantes amoniacales
El amonio anhidro (82.2 :r. de N) es la fuente de mayor tenor nitro-
genado; por su naturaleza gaseosa puede ser objeto de grandes pérdidas
durante su aplicación, la que se realiza en condiciones muy específicas de
humedad y profundidad del suelo. Las consideraciones para su aplica-
ción dependen, en gran parte, de la textura del suelo y del sistema
radicular del cultivo para evitar posibles toxicidades. El nitrato de
amonio (NH 4 N0 3 , a2 a 33.5 :r. N) y el nitrato-sulfato de amonio
(NH. NO, · (NH 4 ) 2 S04 , 28% N) reaccionan igualmente, acidificando
el suelo; el sulfato de amonio [ (NH 4 ) 2 S04 , 20.5% N y 24.2% S 1provo-
ca un mayor grado de acidificación por liberar H 2 S04 a través de su
hidrólisis.
El cloruro de amonio (26 % N) también reacciona acidificando el
suelo; entre los fosfatos amónicos se distinguen: el monoamónico (11%
N, 48.0% P 2 0s), con reacción ácida, y el diamónico (20% N, 54.0%
P 2 0 5 ), con reacción alcalina, los que ae consideran preferentemente
como fertilizantes fosfatad01.
El efecto acidificante de loa diferentes fertilizantes amoniacale1
depende de la dosis y granulación de ellos, del pH original del suelo y de
su capacidad tampón. La nitrificación se desarrolla en forma óptima
en un ámbito de pH entre 7 y 9.5 y es limitada en los fertilizantes
nitrogenados acidificantes, lo cual puede llevar a pérdidas de N. La apli·
cación de fertilizantes amoniacales en suelos alcalinos, especialmente en
condiciones de baja humedad y altas temperaturas, lleva a una volatili-
zación directa del amonio, como se vio antes. La disminución local del
pH del suelo por la aplicación de fertilizantes amoniacales, puede afec-
tar las condiciones del complejo coloidal, especialmente si los cambios
ocurren en valores de pH cercanos al punto isoeléctrico de las arcillas
de los hidróxidos y de las substancias húmicas.
Los coloides del suelo absorben, en parte, el NH¡ liberado por la
hidrólisis de fertilizantes amoniacales; la magnitud de este proceso
depende de la concentración de NH¡ resultante, del contenido y tipo
de arcillas y de la actividad microbiológica en los suelos ...
Blasco y Cornfield (11) estudiaron la capacidad de fijación de amo-
nio en ocho suelos de Colombia, encontrando valores entre 2 y 8 meq
NH 4 • 100 g 1 de suelo; los valores menores correspondieron con suelos
caoliníticos y los mayores con los montmorilloníticos.

Fertilizantes nítricos
Los nitratos de potasio (KN0 3 • 13.4% N y 44.2% K 2 0), de sodio
(16.0% N) y de calcio (15.5% N, 27.0% CaO), se hidrolizan rápida-
mente en el suelo y liberan NO; que es utilizado directamente por las
plantas. Estos fertilizantes son neutros, mientras que el nitrato de amo-
nio (32-33.5% N), que también pertenece a este grupo, es acidificante
como se dijo antes.
NitrópnQ 243

La denitrificación biológica que OC\lll'e en algunos suelos, especial-


mente en condiciones de alta temperatura y humedad, puede afectar
a los fertilizantes nítricos del suelo produciendo grandes pérdidas de N.

Otros fertilizantes nitrogenados

La urea [ CO(NH2 , 45 %] N hidroliza formando carbonato de


amonio, el cual es inestable y se descompone en NH 3 y C02 , de
acuerdo con las siguientes reacciones:

El NH 3 ó NH; liberado es adsorbido por el complejo coloidal


o nitrificado a NO; de acuerdo con los procesos indicados; también
se pueden originar otras reacciones que causan pérdida de N. La hidró-
lisis de la urea en el suelo depende, principalmente, de la presencia
de la enzima específica ureasa. El comportamiento de la urea es
típicamente amoniacal en su reacción inicial. Los problemas de su
reacción y posibles pérdidas fueron estudiadoa en auelos tropicales
por Acquaye y Cunningham (1).
La cianamida cálcica (CaCN2 , 21-22% N) reacciona en el suelo,
en forma ajustada a las condiciones de pH, resultando urea en última
instancia, de acuerdo con las siguientes reacciones:
2CaCN2 + 2H2 O - Ca(HCN2 ):¡ + Ca( OH):¡

2 Ca(HCN2 ) 2 + 2H 2 O suelo ligeramente (CaOH):z CN2 + 3H2 CN:z


ácido

2 Ca(HCN 2 ):¡ + 2H2 O suelo ligeramente (H 2 CN:z )2 + Ca (OHh


alcalino

Tanto la urea como la cianamida cálcica pueden provocar un efecto


tóxico en las plantas jóvenes, especialmente cuando se aplican en forma
localizada y cerca del sistema radicular.
En estudios realizados en el Centro Agronómico Tropical de Inves-
tigación y Enseñanza - CATIE-, en Turrialba, Costa Rica, se pudo
comprobar que la aplicación de un total de 2 260 kg N como urea,
en tratamientos bianuales y durante nueve años en un suelo aluvial
explotado con cacao, produjo una acidificación de los primeros 7.5 cm
del suelo de un valor de pH entre 5.4 a 4.6 (ver Díaz-Romeu y Jiménez
(20) ). El efecto acidificante de la urea se agravó al aplicarla en combi-
244 Química de Suelos

nación con otros fertilizantes fosfatados y potásicos acidificantes


(superfosfato triple y KCl), causando cambios de hasta 1.1 unidades
de pH. La acidificación del suelo produce, igualmente, cambios en la
materia orgánica, en la disponibilidad del P y de los cationes, y acidez
cambiables.

El comportamiento de los fertilizantes compuestos -NPK- depende


de los componentes originarios, en el caso del N de su naturaleza ácida,
neutra o alcalina.
Nitrógeno 245

RESUMEN
En este capítulo se describen:

a. El contenido total de N de suelos tropicales, extendiendo los con-


ceptos presentados sobre el contenido de materia orgánica y los
factores que los determinan; las hipótesis de Jenny (51) y otras
consideraciones sobre el contenido de N, como la deposición con
aguas de lluvia, la fijación biológica de N y la acumulación de NH;
en las arcillas; el contenido de C y N de numerosos suelos de
América Latina y sus diagramas de distribución.

b. Las formas de N en los suelos, tanto orgánicas como inorgánicas,


ilustradas con ejemplos de suelos de América Latina.

c. El comportamiento del C y N en diferentes sistemas de explotación


agrícola. La tumba y quema de los bosques que causan grandes pér-
didas de C y N, afectan a los microorganismos y provocan una alta
disponibilidad de P, K, Ca y Mg. Las causas de la pérdida de fertili-
dad de los suelos por su explotación con sistemas rotativos (shifting
cultivation ), dándose ejemplos de diferentes ámbitos tropicales. Las
medidas para conservar la fertilidad en sistemas de explotación
semipermanentes, examinándose también la situación en los siste-
mas permanentes.

d. El ciclo del N en la naturaleza y en el suelo. Se amplían los concep-


tos de los procesos de mineralización presentados en el Capítulo
Segundo.

e. La nitrificación como un fenómeno clave en el proceso de la mine-


ralización; se discuten las variaciones estacionales de las formas del
N en suelos tropicales, con ejemplos de Costa Rica y Ghana, y las
hipótesis establecidas para este fenómeno.

f. La denitrificación tanto biológica como química; esto se expone


con ejemplos de suelos tropicales y se establecen las reacciones
químicas que la causan.

g. La fijación biológica simbiótica y asimbiótica de N como una fuente


muy importante de adición de N en los suelos. La deposición no
biológica de N con las lluvias, la que oscila entre 5 y 20 kg.ha- 1 .a-1
en los diferentes lugares tropicales.

h. Los balances de N en sistemas de explotación en función de sus


reservas y los procesos de transferencia.

i. El ciclo del N en ecosistemas forestales pluviosos y secos estacio-


nales, haciéndose la descripción en función de algunos ejemplos de
América Latina.

j. El efecto de la tala y quema de bosques para la utilización del suelo


246 Química de Suelo•

en sistemas de explotación agropecuarios. Se dan algunos ejemplos


del ciclo del N en el sistema agrícola productor de caña de azúcar y
en el sistema forestal de teca.

k. Las reacciones del suelo en función de la naturaleza química de los


fertilizantes. Los fertilizantes amoniacales, los que generalmente
representan una reacción acidificante, y que en determinadas condi-
ciones sufren fuertes pérdidas de N. Los nitratos de Ca, de K y de
Na neutroa. Lu reacciones de la urea y cianamida cálcica, las que
actúan de una manera más complicada en el suelo y lo acidifican. Se
presenta un ejemplo de aplicaciones de urea que provocan una grave
acidificación de loa suelos.
Nitrógeno 247

BIBLIOGRAFIA
1. ACQUAYE, D.K.; CUNNINGHAM, R.K. Losses of nitrogen by ammonia
volatilization from surface-fertilized tropical forest soils. Tropical Agri-
culture (Trinidad) 42: 281-292. 1965.

2. AHMAD, N. et al. Crop utfiization and fixation of added ammonium in soils


of West Indies. Plant and Soil 67: 167-186. 1982.
3. ARNASON, J.T.; LAMBERT, D.H. Nitrogen cycling in the seasonally dry
forMt zone of BeHze, Central America. Plant and Soil67: 333-342. 1982.

4. ATKINSON, D. et al. Eda. Tree root syatema and their mycorhizas. Plant and
Soil71 (1-3): 525..1983.

5. AYANABA, B.; DAS!', P.J. Eds. Biological nitrogen fixation in farming sys-
tems of the tropics. Chicheater, New York, John Willey and Sons, 1977,
377 p.

6. BARTHOLOMEW, W.V.; CLARK, F.E. Soil nitrogen. Madison, Wisconsin,


American Society of Agronomy, 1965. 615 p.
7. BECKING, J.H. Nitrogen·Ílxing bacteria of the genus Beijerinckia in South
African soils. Plant and Soilll (3): 193·206. 1959.

8. BERNHARD·REVERSAT, F. Recherches sur l' écosysteme de la Foret sub·


equatoriale de Basse Cote D'Ivoire. VI. Les cycles des macroéléments. La
Terre et la Vie 29: 229-254. 1976.

9. BIRCH, H. F.; FRIEND, M.T. The organic matter and nitrogen status of East
African soils. Journal of Soil Science 7: 156·167. 1956.

10. ; . The effect of soil drying on decomposition and


nitrogen availability. Plant and Soil10 (1): 9-31. 1958.

11. BLASCO, L.M.; CORNFIELD, A. H. Fixation of added ammonium and nitri-


fication of fixed ammonium in soil clays. Journal of the Science of Food
and Agriculture 17: 481-484. 1966.

12. et al. Formas de nitrógeno en loa suelos volcánicos de Sibun-


doy, vertiente andina del Amazonas Colombiano. Anales de Edafología y
Agrobiología 30 (3-4): 261-269. 1971.

13. BOHN, H.L. Estímate of organic carbon in world soils. Soil Science Soc.
Amer., Proc. 40: 468-470. 1976.

U. BORNEMISZA, E.; ALVARADO, A. Eds. Soil management in tropical Ame·


rica. Raleigh, EE.UU. Consortium on Soils of the Tropics, North Carolina
State University, 1975. 665 p.

15. BREMNER, J.M.; HAUCK, R.O. Advances in methodology for research on


nitrogen transformations in soil. In Stevenson, C., et al. Eds. Nitrogen in
Agricultura! Soils. Madison, Wisconsin, USA, ASA·Monograph 22, 1982.
pp. 467-502.
16. BROUGHTON, W.J., Ed. Nitrogen fixation. l. Ecology. London, Oxford Uni-
versity Press, 1982. 300 p.

17. CASI'ILLEJA, G.; ROSKOSKI, J.P. N2(C2~) fixing ¡¡.ctivity of 17 varieties


of yield grown cow pea (Vigna unguiculata L.)Turrialba 33 : 67·71. 1983.
248 Química de Sueloa

18. CLARK, F.E.; ROSSWALL, T., Eds. Terrestrial nitrogen cycles. Ecological
Bulletins 33. Estocolmo, Suecia, SCOPE/UNEP, 1981. 714 p.

19. DE GEUS, J.G. Fertilizer guide for tropical and subtropical fanning. Zurich,
Centre d'Etude d'Azote, 1967. 727 p.

20. DIAZ·ROMEU, R.; JIMENEZ, E. Efecto residual de la aplicación de fertilizan·


tes a suelos para cacao. In American Soc. for Horticultura! Science. Carib-
bean Region, Proc. 14: 76·88. 1967.

21. ~BALERO!, F.; FASSBENDER, H.W. Contenido de materia


orgánica y nitrógeno en suelos de América Central. Turrialba 20: 185·192.
1970.

22. DOBEREINER, J. ;et al., Eds. Limitations and potentials for biological nitrogen
fixation in the tropics. New York, USA. Plenum Press, 1978. 398 p.
23. EDWARDS, P.J. Studies of mineral· cycling in a montane rain forest in New
Guinea. 11. The production and disappearance of Iitter. Journal of Ecology
65: 971·992. 1977.
24. ; GRUBB, P.J. Studies of mineral cycling in a montane rain
forest in New Guinea. Journal of Ecology 65: 943·969. 1977.

25. F AO. Legumes in agriculture. Roma, FAO Agricultura! Studies no. 21, 1969.
367 p.

26. FASSBENDER, H.W. Variaciones estacionales de elementos nutritivos en sue-


los derivados de cenizas volcánicas de Costa Rica. 11 Panel sobre suelos
volcánicos de América, Pasto, Colombia, 1972. pp. 19·38.

27. . Química de suelos con énfasis en América Latina. San


José, Costa Rica, IICA, Serie de Libros y Textos 24, 197 5. 398 p.
28. . Ciclos de elementos nutritivos en ecosistemas tropicales
y su transformación con la agricultura rotativa. Lima, Conferencia de
FAO/SIDA, inédito, 1978.
29. ; GRIMM, U. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema
forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 11. Producción y descom·
posición de residuos vegetales. Turrialba 31 (1): 39·47. 1981.

30. ; Ciclos biogeoqu ímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. IV. Modelos y conclu·
siones. Turrialba 31: 101·108. 1981.

31. . Bases edafológicas de los sistemas de producción agro-


forestales. Turrialba, Costa Rica, CATIE, Materiales de enseñanza 21,
1984. 185 p.

32. FENCHEL, T.; BLACKBURN, T.H. Bacteria and mineral cycling. Londres,
Academic Press Inc., 1979. 225 p.

33. FERRARI, E.; SOUTO, S.M.; DOBEREINER, J. Efeito da temperatura do solo


na nodula¡;ao e no desenvolvimento da soja perenne (Glycine javanica L.)
Pesquisa Agropecuária Brasileira 2: 461-466. 1967.

34. FOLSTER. H.; DE LAS SALAS, G.; KHANNA, P.K. A tropical evergreen
forest site with perched water table, Magdalena Valley, Colombia. Oecolo-
gfa Plantarum 11: 297·320. 1976.
Nitrógeno 249

35. FRISSEL, M.J. Ed. Cycling of mineral nutrients in agricultura! ecosystems.


Amsterdam, Holanda, Elsevier Scientific Publishing Co., 1978. 365 p.
36. GIBSON, A.H. et al. Current perspectives in nitrogen fixation. Holland, EJse.
vier Biomedical Press, 1981. 534 p.

37. GRAHAM, P. El ciclo del nitrógeno. In Sociedad Colombiana de la Ciencia del


Suelo: El uso del nitrógeno en el trópico. Suelos Ecuatoriales 4: 119·139.
1972.
38. GREENLAND, D.J. Nitrate nuctuations in tropical soils. Journal of Agricul·
tural Science 50 (1): 82·91. 1958.
39. ; KOW AL, J.M.L. Nutrient content in a moist tropical
forest of Ghana. Plant and Soll 12: 154-174. 1960.

40. GRIMM, U.; FASSBENDER, H.W. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. l. Inventario de las reser-
vas orgánicas y minerales (N, P, K, Ca, Mg, Mn, Fe, Al y Na). Turrialba 31
(1): 27·37. 1981.
41. • Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema
forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 111. Ciclo hidrológico y
translocación de elementos con el agua. Turrialba 31: 89-99. 1981.
42. HASE, H.; FÓLSTER, J. Bioelement inventary in a tropical evergreen seasonal
forest on eutrophic soil, W-Llanos, Venezuela. Acta Ecológica 3: 331·346.
1982.
43. HAVELKA, U.D.; BOYLE, M.G.; HARDY, R.W.F. Biological nitrollen fixa·
tion. In Stevenson, F.J., Ed Nitrogen in Agricultura! Soils 22, Madison,
Wisconsin, USA, Amer. Soc. of Agron. lnc., 1982. pp. 365·422.

44. HAUCK, R.D.; TANJI, K.K. Nitrogen transfer and masa balances. In Steven-
son, F.J., Ed. Nitro¡en in Agricultural Soils 22, Madison, Wisconsin, Amer.
Soc. of Agron. lnc., 1982. pp 891·924.
45. HENDRY, C.D. et al. Precipitation chemistry at Turrialba, Costa Rica. Water
Resources Research. (At ptess).

46. HENZELL, E.F.; NORRIS, D.O. Processes by which nitrol(enis added to the
the soil-plant system. In Commonwealth Scientific and Industrial Research
Organization. Australia. A review of nitrogen in the tropics with particular
reference to pastures; a Symposium. Farnham Royal, Bucks, England,
Commonwealth Agricultura) Bureaux, 1962. pp. 1·18.

47. HERRERA, R.F.; JORDAN, C.F. Nitrogen cycle in a tropical rain forest of
Amazonia; the case of low mineral nutrient status in the Amazon Caatinga.
In Clark, E.F. y Rosswall, T. Terrestrial Nitrogen Cycles. Ecol. Bull.
(Stockholm) 33 : 493-505. 1981.

48. HEW, H.E.J.; CUTTING, C.V. Eds. Nitrogen assimilation of plants. Londres,
Inglaterra, Academic Presa, 1979. 708 p.

49. JAGNOW, C. Der Humusgehalt tropischer Boden und seine Beeinnüssung


durch Klima, Bodennutzung, Trocknung und Erhitzung. Habilitation·
schrift. Giessen, Universitiit, 1967. 188 p.

50. JENNY, H. A study of the innuence of elimate upon the nitrogen and organie
matter content of the soil. Missouri Agricultura! Experiment Station. Re·
search Bulletin no. 152. 1930. 66 p.
250 Química de Suelos

51. JENNY, H. Factors of soil formation; a system of quantitative pedology. New


York, McGraw-Hill, 1941. 281 p.

52. ; BINGHAM, F.; PADILLA-SARA VIA, B. Nitrogen and organic


matter contents of equatorial soils of Colombia, South America. Soil
Science66: 175-186.1948.

53. ; RAUCHAUDHURI, S.P. Effect of climate and cultivation on


nitrogen and organic matter reserves in , lndian soils. New Delhi, lndian
Council of Agricultura! Research, 1960. 130 p.

54. . The soil resource. Berlin, Springer Verla¡, 1980. 377 p.


55. JORDAN, C.; CASKEY, W.; ESCALANTE, G.; HERRERA, R.; MONTAG·
NINI, F.; TODD, R.; UHL, C. The nitrogen cycle in a Terra firme rain·
forest on Oxisol in the Amazon territory of Venezuela. Plant and Soil
67: 325-332. 1982.
56. KLINGE, H. Beitrage zur Kenntnis tropischer Boden. II. Über Gesamthumus
und Stickstoff in Boden El Salvador /Zentralamerika. Zeitschrift für Pflan·
zenernahrung, Düngung und Bodenkunde 97: 40·51. 1962.

57. . Beitrage zur Kenntnis tropischer Boden. IV. Uber Gesamthumus


und Stickstoff in Boden des brasilianischen Amazonasge.bietes. Zeitschrift
für Pflanzenerniíhrung, Düngung und Bodenkunde 97: 106·118. 1962.
58. ;RODRIGUEZ,W. Litter production in an area of Amazon Terra
firme forest. 11. Mineral content of the litter. Amazoniana 1: 303·310.
1968.
59. . Fine litter production and nutrient return to the soil in t.hree
natural stands of Eastern Amazonia. Geo·Eco·Trop.1: 159·167. 1977

60. LEGG, J.O.; MEISINGER, J.J. Soil nitrogen Budgets. In Stevenson, F.J., Ed.
Nitrogen in Agricultura! Soils 22, Madison, Wisconsin, Amer. Soc. of
Agron. Inc., 1982. pp. 503-566.
61. LIE T.A.; MULDER, E.G., Eds. Biological nitrogen fixation. Plant and Soil
(Special Volume) 1971. 590 p.

62. MARTINEZ, H.H; BLASCO, M. Influencia de los residuos vegetales en el ni·


trógeno de algunos suelos de cacao en Costa Rica. Turrialba 22: 311-316.
1972.
63. MEDINA, E. Nitrogen balance in the Trachypogon grassland of Central Vene-
zuela. Plant and Soil 67: 305·314. 1982.

64. MOLINA, A.C.E.; BLASCO, L. M. El nitrógeno en los suelos derivados de ceni·


zas volcánicas del Altiplano de Pasto, Colombia. Turrialba 20 (3):
288·292. 1970.
65. NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES. Soils of the humid tropics. Washing·
ton, USA, National Academy of Sciences, 1972. 217 p.

66. ; . Trooicallegumea. . Washington, USA,


National Academy of Sciences, 1979. 331 p.
67. NEWTON, W.E.; ORME-JOHNSON, W.H., Eds. Nitro¡en fixation. Baltimore,
Maryland, USA, University Park Press, 1980. 2 v.
Nitrógeno 261

68. NIELSEN, D.R.; McDONALD, J G. Eds. Nitrogen in the environment. New


York, USA, Academic Press, 1978. 2 v.

69. NORRIS, D.O. Lime in relation to the nodulation of tropical legumes. In


Hallsworth, E.G ., Ed. Nutrition of the legumes. London, Buttersworths,
1958. pp. 164·182.

70. NUI'MAN, P.S. Tbe physiology of nodule formation. In Hallsworth, E.G., Ed.
Nutrition of the legumes. London, Buttersworths, 1958. pp. 87-107.

71. . Symbiotic nitrogen fixation. In Bartholomew, W.V. y Clark,


F.E., Eds. Soil nitrogen. Madison, Wisconsin, American Society of Agrono-
my, 1965. pp. 360-383.

72. NWOBOSHI, L.C. Nitrogen cycling in a teak plantation ecosystem in Nigeria.


In Rosswal, T . Ed. Nitrogen cycling in Westafrican ecosystems. SCOPE/
UNEP/MAB/IITA, 1980. 450 p .
73. NYE P H.; GREENLAND, D.J. The soil under shifting cultivation. Farnham
Royal, Bucks, England, Commonwealth Agricultural Bureaux, Common-
wealth Bureau of Soils Technical Communication no. 51, 1960. 166 p.
7 4. . . Changes in the soil after clearing tropical
forest. Plant' and Soil21: 101-110. 1964.

75. ODUM, H.I.; PIGEON, R.F. Eds. A tropical rain forest. Washington, U.S.
Atomic Energy Commission, 1970. s.p.
76. OLIVIERA, L.A. DE; SYLVESTER-BRADLEY, R. Effect of different Ama-
zonian soils on growth, nodulation and occurrence of N-fixing Azospiri-
llum spp. in roots of sorne crop planta. Turrialba 32 : 463-469. 1982.

77. PRATT, P.F. Ed. Management of nitrogen in irrigated agriculture, Proc. of


National Conference, Sacramento, Univ. of California Press, 1978. 422 p .
78. RAO, P.S.C.; JESSUP, R.E.; HORNSBY, A.G. Simulation of nitrogen in agro-
ecosystems: Criteria for model selection and use. Plant and Soil 67: 35-
43. 1982.
79. ROBERTSON, G.P.; HERRERA, R.; ROSSWALL, T. Eds. Nitrogen cycling
in ecosystems of Latin America and the Caribbean. Plant and Soil (Special
Volume) 1982. pp. 67-430.

80. ROSSWALL, T. Ed. Nitrogen cycling in Westafrican ecosystems: SCOPE/


UNEP/MAB/IIT A, 1980. 450 p.

81. RUNDEL, P.W. et al. Seasonal dynamics of nitrogen cycling for a Proaopill
woodland in the Sonaran desert. Plant and Soil 67: 343-353. 1982.

82. SANCHEZ, P.A. Suelos del trópico, características y manejo. San José, Costa
Rica, IICA. Serie de Libros y Textos, 1981. 634 p.

83. . Nitrogen in shifting cultivation systems of Latin America.


Plant and Soil67: 91-103. 1982. ·

84. SANCHEZ, P.; SALINAS. J G. Low·input technology for managing Oxisols


and Ultisols in tropical America. Adv. in Agronomy 34: 279-406. 1981.
85. SANT ANA, M.B.M. et al. Aspectos de la nutrición nitrogenada de POBpalum
notatum Flügge en respuesta a fuentes de nitró¡eno. Turrialba 32: 33·41.
1982.
252 Química de Suelos

86. SANTANA, M.B.M.;CABALA R.P. Reciclagem de nutrientes em una plan·


ta~ao de cacau sombreada com Erythrina. Conferencia de Cacao, Togo,
1984 (en prensa).

87. SCHEFFER, F.; SCHACHTSCHABEL, P. Lehrbuch der Bodenkunde. Stutt·


gart, F . Enke Verlag, 11 ed. 1982. 442 p.

88. SEUBERT, L. E. et al. Effects of land clearing methods on soil properties and
crop performance in an Ultisol of the Amazon jungle of Peru. Trop. Agri.
(Trinidad) 54: 307·321. 1977.

89. SILVA, L.F. Influencia do manejo de um ecosistema nas propiedades edafoló-


gicas dos Oxisoles de tabuleiro. Itabuna, Brasil, CEPLAC, 1978. s.p.

90. SIMMONS, C.; TARANO,J. M.; PINTO, J. H. Reconocimiento de los suelos de


Guatemala. Guatemala, Ministerio de Educación, 1960. 1000 p.

91. SOCIEDAD COLOMBIANA DE LA CIENCIA DEL SUELO. El uso del nitró-


geno en el trópico. Suelos Ecuatoriales 4: 1·424. 1972.

92. SOMBROEK, W.G. Amazon soils. Wageningen, Centre for Agricultural Publi·
cations and Documentation,1966. 292 p.

93. SOUTO, S.M.; DÓBEREINER, J . Fixa~ao de nitrogenio e estabelecimento de


duas variedades de soja perenne (Glycine javanica L.) com tres nivéis de
fósforo e de cálcio, em solo com toxidez de manganea. Pesquisa Agro·
pecuária Brasileira 4: 59-66. 1969.
94. - - - - - - · . Toxidez de manganes em leguminosas forra·
geiras tropicais. Pesquisa Agropecuária Brasileira 4: 129-139. 1969.
95. STEINHARDT, U.; FASSBENDER, H.W. Características y composición quí-
mica de las lluvias de los Andes Occidentales de Venezuela. Turrialba 29 :
17 5- 182. 1979.

96. STEVENSON, F J. Origin and distribution of nitrogen in soil. In Bartholomew,


W.V. y Clark F . E., Eds. Soil nitrogen. Madison, Wisconsin, American So-
ciety of Agronomy, 1966. pp. 1·42.

97. ; et al. Eds. Nitrogen in Agricultural soils. Madison, Wis-


consin, USA, American Society of Agronomy. Special monograph 22,
1982. 940 p .
98. SUMMERFIELD, R.J.; BUNTING, A.H. Advances in legume science. Rich·
mond, England, Royal Botanic Gardens, 1980.667 p.

99. SVENSON, B.H.; SODERLUND, R. Eds. Nitrogen, Phosphorus and Sulphur.


Global Cycles. Estocolmo, Suecia, SCOPE-Ecological Bulletins 22, 1981.
192 p.

100. TAFUR, N.; BLASCO, L.M. El nitrógeno de los valles del César. Acta Agro-
nómica (Colombia) 18 (1): 7-16. 1968.

101. TANNER, E.V.J. Four mountain rain foresta of Jamaica. A quantitative


characterization of the floristic, the soils and the foliar mineral levels.
Journal of Ecology 65: 883-918. 1977.

102. • Litterfall in montane rain forest of Jamaica and its rela-


tions to clima. Journal of Ecology 68: 883-848. 1980.
Nitró¡eno 253

103. TANNER E.V.J. The descomposition of leaf litter in Jamaican montane


forest. Journal of Ecology 69: 263-275. 1981.

104. TRIGOSO, R.; FASSBENDER, H.W. Efecto del encalado, P, Mo y B, aobre


la producción y fijación de N de cuatro leguminosas tropicales. Turrialba
23: 17 2-180. 1973.

105. VALDIVIA, S. Nitrogen gains and losaes in sugar-cane (Saccharum sp.) agro-
ecosystems on the coast of Peru. Plant and Soil 67: 147-156. 1982.

106. VINCENT, J.M. Environmental factors in the fixation of nitrogen by legume.


In Bartholomew, W. V. y Clark, F.E., Eds. Soil nitrogen. Madison, Wis-
consin, American Society of Agronomy, 1965. pp. 384-435.

107. ---:-:----· Nitrogen fixation in legumes. N. Y., Academic Press, 1982.


288p.
108. VOSE, P.B. The need of integrate associative N-fixation and soil organic
matter studies. In Cerri, C.C., et al. Eds. Regional Colloquium on Soil
Organic Matter Studies. Piracicaca, 1982. pp. 81-86.

109. WETSELAAR, R. Nitrate distribution in tropical soils. l. Possible causes of


nitrate accumulation near the surface after a long dry period. Plant and
Soil15 (2): 110-120. 1961.

110. . Nitrate distribution in tropical soils. 11. Extent of capi-


llary accumulation of nitrate during a long dry period. Plant and Soil 15
(2): 121-133-1961.

111. . Nitrate distribution in tropical soils. 111. Downward move-


ment and accumulation of nitrate in the subsoil. Plant and Soil16 (1): 19-
31. 1962.
CAPITULO 8

FOSFORO

CICLO GEOQUIMICO DEL FOSFORO


El ciclo del fósforo en los suelos representa sólo una parte del que
cumple en la naturaleza. El fósforo es relativamente estable en los sue-
los. No presenta compuestos inorgánicos, como los nitrogenados que
pueden ser volatilizados y altamente lixiviados. Esta gran estabilidad
resulta· de una baja solubilidad, lo que a veces causa deficiencias en la
disponibilidad de P para las plantas, a pesar de la continua mineraliza-
ción de compuestos orgánicos del suelo; esto puede evitarse, en parte,
a través de una fertilización fosfatada, pero los fosfatos aplicados al
suelo son objeto 'de reacciones rápidas de fijación. Así, la dinámica
del fósforo en el suelo incluye una serie de reacciones y transforma-
ciones. Las plantas absorben el fósforo en forma de ácido fosfórico,
el cual es utilizado como una fuente de energía muy importante en
todos los procesos bioquímicos.
Tanto el hombre como los animales usan para su nutrición los
productos fosfatados orgánicos vegetales. En este aspecto, el P juega
un papel importante en la bioquímica energética y especialmente en
la formación de los huesos. Las cantidades de P en la biosfera son
limitadas en comparación con las cantidades en la hidrosfera y litos-
fera.
Debido a que el P es parte de la composición de los detergentes,
se produce una acumulación selectiva de las aguas negras. Mediante
el desarrollo de la mineralización y la percolación en procesos geológi-
cos a largo plazo, se han acumulado cantidades importantes de P en
la hidrosfera.
El fósforo constituye 0.12% de la corteza terrestre. Se conocen cerca
de 150 minerales que contienen más de 0.44% P (1% P2 0 5 ). Las necesi-
dades de P se cubren con la explotación de yacimientos de fosfo-
rita, donde el P se encuentra generalmente en forma de apatitas,
Ca5 (P04 h OH. Los más importantes países productores de fosforita
son: Marruecos, EE.UU. y U.R.S.S. En América Latina existen algunos

255
256 Química de Suelos

yacimientos de fosforita (Cuadro 8.1).


El término fosforita se aplica a un material sedimentario en el cual

Cuadro 8.1. Reservas, recursos y producción de fosfatos en América


Latina. (Según Cathcard (22)).
En millones de toneladas
País Reservas Recursos Producción
1974
Fosforitas marinas
Mundo 19 705 87 810 92
EE.UU. 7 600 13 000 41.4
México 1140
(Baja Zacatecaa)
Brasil 200 520
(Olinda, Bambui)
Colombia 600
(Huila, Pesca, Azufrada, Sardinata)
Perú 5100
(Sechura)
Venezuela 20 0.1
(Lo hatera, Riecito)

Apatitas ígneas
Mundo 852 2 845 13.1
Brasil 237 275 0.2
(Araxa, Jacupiranga, Catalao, Tapira)

Rocas fosfatizadas
Mundo 225 100 4.7
Brasil 25 30
(Trauira, Pirocaua)
Aniba 10
Cura~ao 10

Guano
Mundo ? ? 0.5
Chile ? ? 0.2
Perú ? ? 0.2

un mineral fosfatado es su componente principal. Las rocas fosfatadas


(fosfatos de rocas) son los productos de extracción. Se habla de reser-
vas de fosforitas cuando el material de un yacimiento puede ser explo-
tado económicamente según los precios y tecnologías actuales. Se habla
de recurso cuando los yacimientos son, por ahora, no económicamente
Fósforo 257

explotables. De acuerdo con Cathcard (22), los yacimientos se pueden


dividir en cinco grupos:

a. Fosforitas marinas formadas en geosinclinales (elevación de la cor-


teza terrestre) y mediante la acumulación de huesos de pescados.
Constituyen aproximadamente el 80% de las reservas (Cuadro 8.1).
El P se encuentra en forma de apatita hidroxidada o carbonática.

b. Apatitas de origen ígneo formadas como masas intrusivas. Algunas


veces las apatitas están asociadas con rocas calcáreas, como en los
depósitos del Brasil.

c. Depósitos residuales especialmente formados por solubilización de


rocas calizas.

d. Depósitos de guano con residuos de pájaros o murciélagos. La


explotación de guano representa sólo 0.1 % del total mundial, y
proviene de Perú y Chile. También existen yacimientos pequeños en
Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela y Jamaica.

e. Rocas fosfatizadas formadas por disolución (guano y rocas calizas)


de ácido fosfórico y su acumulación específica en la corteza
terrestre.

La consideración de los yacimientos fosfatados es importante, ya


que ellos son las fuentes primarias de fósforo en la naturaleza. En el
Cuadro 8.2 se presentan algunos datos sobre la composición de rocas
fosfatadas.

Cuadro 8.2. Composición química porcentual de algunas rocas fosfa-


tadas. (Según Fassbender, (36)).
Sechura Araxa Alvorada Florida Gafsa Cola
Perú Brasil Brasil Cura~ao EE.UU. Túnez Marruecos Rusia

P20s 31.82 34.90 29.20 37.90 33.39 26.12 37.28 38.66


Na 2 0 1.74 0.21 0.30 1.06 0.28 0.35
K20 0.10 0.09 0.08 0.07 0.10
CaO 47.80 48.40 37.50 50.00 48.79 46.44 54.20 52.54
MgO 0.76 0.26 1.50 0.40 1.80 0.23 0.04
Si02 2.25 4.47 3.00 5.83 7.44 1.06 3.38
Al203 0.85 0.74 8.00 1.04 0.91 0.42 1.62
Fe203 0.63 0.76 8.80 1.27 0.36 0.09 0.66
F 2.11 3.28 2.70 0.70 3.50 2.56 4.05 3.00
803 4.02 0.31 1.10 0.93 2.27 0.63 0.23
co 2 3.25 3.80 4,40 3.90 2.78 8.81 2.36 0.00
268 Química de Suelos

CONTENIDO Y FORMAS
DEL FOSFORO EN SUELOS TROPICALES
Contenido total de P en los suelos
El contenido total de P es relativamente bajo. En suelos minerales
de áreas templadas, el contenido de P total varía entre 0.02 y 0.08%
(200 a 800 mg • kg- 1 ) y en promedio gira alrededor de 0.05 i. (500
mg • kg 1 ).
Los contenidos de P en los suelos de áreas tropicales son muy varia-
bles. En el Cuadro 8.3 se presentan datos en promedio que, obtenidos
por diferentes autores, se refieren al total y sus formas en algunos sue-
los de América Latina. En cuanto al P total, se ha informado sobre valo-
res extremos de 18 mg • kg 1 de suelo en Oxisoles y Ultisoles de Vene-
zuela (110) y de 3 300 mg · kg 1 de suelo en el caso de los derivados de
cenizas volcánicas de América Central (25, 38). Los grandes rangos en
el contenido de P total se deben a la heterogeneidad de las rocas paren·
tales, al desarrollo de los suelos y a otras condiciones edafológicas y
ecológicas.
Aparentemente, los suelos jóvenes derivados de cenizas volcánicas
presentan un mayor contenido de P que los desarrollados de sedimentos
meteorizados y redepositados en las áreas tropicales bajas. En algunos
casos de materiales parentales ricos en P resultan suelos con alto conte-
nido de ese elemento, como por ejemplo en un suelo Alfisol de Bahía
derivado de monzonita (19) y en suelos calcáreos del Caribe (1). Los
suelos pertenecientes al grupo de los Andosoles (América Central,
Colombia; Cuadro 8.2) alcanzan los valores más altos de P total registra-
dos en la literatura; los Oxisoles y Ultisoles (Brasil, Colombia, Venezue-
la, Puerto Rico; Cuadro 8.2) alcanzan valores muy bajos de P total.
Estos últimos tienen, además, una alta capacidad de fijación de P y por
ello resultan deficientes de este elemento; según estimaciones de
Sánchez y Salinas (96). aproximadamente el 82 i. de los suelos agríco-
las del trópico americano presenta deficiencia de fósforo.
En un estudio sobre suelos de América Central, Fassbender, Müller
y Roldán ( 47) encontraron que en 80 de ellos, en los que predominaban
los fosfatos de calcio, el contenido promedio de P total fue de 889
mg • kg- 1 • En los suelos más ácidos en los que predominaban los fos-
fatos orgánicos y, dentro de los inorgánicos los de aluminio y hierro,
el contenido de P total fue mayor, llegando en promedio a 1 241 mg •
kgl.
Se encontró que el contenido total de P también depende de la tex-
tura de los suelos, tanto en áreas de clima templado como tropical, ya
que cuanto más fina su textura, mayor es el contenido de P total.
De manera general, el contenido de P total disminuye con la pro-
fundidad del suelo, lo que es aplicable por la disminución de la materia
orgánica y de los fosfatos orgánicos.
El valor de P total en los suelos de áreas tropicales parece estar
ligado al contenido de materia orgánica en ellos, y con su evolución
pedológica. Al aumentar la concentración de materia orgánica y fosfa-
tos orgánicos en los suelos, se obtiene una mayor cantidad de P total
(Figura 8.1). Aún no se ha investigado el efecto del alofán y de los com-
Fósforo 259

1.000

o y = 43.80 + 147.30 X
~ r = 0.668**
Cl 800
E
111

·ª...
e:
'(Q
Cl
o
..
¡g
Cll
500
~
u. 400

300

200
100

2 3 4 5 8 10
%C

Fig. 8.1. Relación entre los contenidos de materia or-


gánica y de fosfatos orgánicos en suelos de América
Central. (Según Fassbender, Müller y Balerdi (38)).

piejos organominerales en el contenido de P, pero se puede esperar que


lo influyan, llevándolo a valores altos.

Formas de P en el suelo
Fosfatos orgánicos
El fósforo se presenta en el suelo casi exclusivamente como ortofos-
fato, y todos los compuestos son derivados del ácido fosfórico
(H3P04 ).
Los fosfatos del suelo se pueden dividir en dos grandes grupos: inor-
gánicos y orgánicos. En los inorgánicos, los iones hidrógeno del ácido
fosfórico se reemplazan por cationes, formando sales. En los orgánicos,
uno o más hidrógenos del ácido fosfórico dan origen a enlaces estéricos
y el resto puede ser reemplazado por cationes.
La participación del P orgánico en el P total generalmente varía
entre 25 y 75% , en casos extremos estos límites pueden extenderse
hasta tres y 85 por ciento.
En los datos sobre suelos, presentados en el Cuadro 8.3, el P orgá-
nico constituye entre el ocho (14) y el 73% ( 47) del P totaL En prome-
Cuadro 8.3 Contenido y fo:pnas de P en suelos de América Latina. (Según diferentes autores).
Total Al-P Fe-P Ca-P Ocluido Orpnlco 11.:1
No. de %P en
Autor País y repón muestru m¡P.q-1 &Uelo or¡ánlco
o
Gan:ra (58) México 7 - 11 18 175 - - - K)
e
Dahnke, Malcolm y §'
Menéndez ( 29) El Salvador 17 601 25 47 75 61 73 12 ¡;·
Chaverri (25) Costa Rica -16 1444 218 176 51 147 - - ID
Q.
Fuabender et al. ( 38) América Central 11
(Ca·P pred.) 80 889 58 40 161 251 370 41 Cll
e
(Al, Fe-P !!red.) 30 1 241 104 120 50 214 752 52 !.
o
Faubender ( 40) América Central
(cen. volc.) 34 1142 92 55 124 274 496 43
"'
Tafur y Blaaco (101) Colombia, Valledupar 11 415 27 49 67 151 114 27
Butidaa et al. ( 6) Colombia, Putumayo 45 1 270 226 189 40 431 379 30
Blaaco (14) Colombia, Nariño,
Altiplano 1442 155 177 138 858 123 8
Medio 534 57 48 53 301 74
Blaaco y
Boh6rquez (13) Colombia, Cauca 11 59~ 32 54 36 344 120 20
Weatín y Bríto (10) Venezuela 23 20 21 28 18 - 80 39
Faabender y Díaz ( 48) Bruil, Maranhao 8 600 17 21 15 107 437 73
Cabala y
Faabender(19) Bruil, Bahra 8 713 11 42 31 200 432 61
Vieira y
Bornemiaza ( 109) Bruil, Amazonu, Latoaol 7 369 52 37 10 - 147 40
No Latoaol 5 556 28 88 12 - 216 39
Coulot y Bolañoa ( 28) Ar¡entina, Buenos Airea 3 646 19 19 49 3 305 47
Ahmad y Jonea (1) Barbados 6 1 725 185 128 413 322
Benuidea (10) Colombia 179 1 19 2 19 138
CIAT(26) Colombia 130 1 26 1 - 101
Faaabender et al. (53) Puerto Rico
t.ntiaolea Hor. A 5 468 6 20 147 221
Hor. B
Hor. C
16
10
315
416

3
6
9
53
66
218
336
Oxiaolea Hor. A 7 650 24 109 15 260
Hor. B 20 531 4 79 10 366
Hor. C 2 254 2 28 5 221
Fósforo 261

dio, la participación del P orgánico es igual a la del P inorgánico. La


interpretación correcta de los análisis exige la consideración individual
de los suelos o grupos de suelos.
De manera general se ha encontrado que algunos factores, como la
temperatura, la precipitación pluvial, la acidez del suelo, la actividad
biológica y el grado de desarrollo de los suelos, determinan la participa-
ción de las fracciones orgánicas e inorgánicas en el P total. Estos fac-
tores fueron discutidos en el Capítulo Segundo. En condiciones de acu-
mulación de materia orgánica en el suelo (baja temperatura y alta preci-
pitación; acidez del suelo; y escasa actividad biológica), predominan los
fosfatos orgánicos.
De acuerdo con la estructura química, en la materia orgánica
existen cinco tipos principales de compuestos fosfatados: fosfolípidos,
ácidos nucleicos, fosfatos metabólicos, fosfoproteínas, y fosfatos del
ácido inositohexasfosfórico o inositol. La fracción principal está forma-
da por los del quinto grupo, los que llegan a constituir el 50 % del P
orgánico; en algunos suelos, esta proporción alcanza hasta el 75%. El
inositol forma con el fósforo un éster, denominado fitina; las sales de
esta última, filatos de Ca, Fe y Al, son los compuestos más comunes.
Los ácidos nucleicos son fácilmente mineralizables.
Para caracterizar el P orgánico se utiliza la relación C: N :P orgáni-
co. Esta relación es muy variable. Black y Goring (12) indican que el
promedio es de 110:9:1. Se ha indicado que en suelos de áreas tropi-
cales se presentan relaciones C/(P orgánico) del orden de 200 a 300/1.
En suelos de Africa se encontró que la relación C/(P orgánico) es ligera-
mente mayor en los suelos de sabana que en los forestales. En el Cuadro
8.3 se encuentran algunos datos sobre suelos de América Latina; los
valores son muy variables. En la Figura 8.1 se presenta, gráficamente, la
relación entre el porcentaje de carbono y el contenido de P orgánico en
suelos centroamericanos.
Fosfatos inorgánicos
Entre los fosfatos inorgánicos se pueden distinguir formas química-
mente bien definidas y cristalizadas, y otras no bien cristalizadas o
amorfas, como los fosfatos adsorbidos y presentes en la solución del
suelo.
Entre los fosfatos cristalinos se considera a los cálcicos, a los alumí-
nicos y a los férricos. Entre los primeros, son de importancia: el fosfato
monocálcico, Ca(H2 P04 h ; el fosfato dicálcico, CaHP04 , y sus formas
hidratadas Ca(H2 P04 h · H 2 O y CaHP04 • 2H2 O; las apatitas hidro-
xidadas, Ca5 (P0 4 h OH y sus variantes fluorada y carbonática. Entre
los-segi.mdos se destacan:el fosfato alumínico (variscita, AlP04 • 2H2 O)
y los fosfatos férricos o ferrosos (vivianita, Fe3 (P04 h • 8H 2 O, y
estrengita, Fe4 P04 • 2H2 0). Existen también algunos fosfatos crista-
linos complejos, derivados de la transformación de fertilizantes, como
taranakitas, fosfatos octacálcicos, gorceixita, crandalita y otros.
Por otro lado se deben considerar formas químicamente no bien
definidas, no bien cristalizadas o amorfas, como los fosfatos adsorbidos
al complejo coloidal y los ocluidos en los hidróxidos de Al, Fe y Mn a
través de su proceso de cristalización y crecimiento. Estos fosfatos se
262 Química de Suelos

denominan, generalmente, fosfatos ocluidos o inertes.


El fósforo en forma de ácido fosfórico se encuentra en cantidades
muy pequeñas en la solución del suelo. De acuerdo con las constantes
de disociación del ácido fosfórico:

H 3 P04~ff + H 1 PO¡,K 1 = 1.1· 10- 2


H 2 PO¡ =:::::: W + HPO,: -, K 2 = 1.2 · 10- 7
HP01 -~ W + PoJ-, K 3 = 1.8 · 10- 11

entre pH 2 y 7, predominan iones H 1 P0 4-, y entre pH 7 y 12, los iones


HPO]-, por lo que en la mayor parte de los suelos se presenta H 2 PO¡
en su parte acuosa.

Fraccionamiento de fosfatos inorgánicos


La técnica de Chang y Jackson (23, 24) ha sido ampliamente acep-
tada para el análisis de las diferentes fracciones de fosfatos inorganicos.
Este método está basado en la extracción sucesiva de las diferentes
formas, usando extractores específicos:

• Fosfatos adsorbidos y altamente solubles en NH 4 Cl. 1N


• Fosfatos alumínicos con NH 4 F. 0.5N,pH7
• Fosfatos férricos con NaOH. 1N
• Fosfatos cálcicos con H 2 80 4 0.5N
• Fosfatos solubles en reductante con citrato de sodio y
ditionito de sodio. 0.3N
• Fosfatos ocluidos con NaOH ó NH4 F, según su oclu-
sión en hidróxidos de Fe ó Al.

Analizando los fosfatos inorgánicos del suelo, se han podido esta-


blecer criterios sobre su distribución. Esta última depende, en primer
lugar, del grado de meteorización y desarrollo de los suelos. En los
recientes predominan los fosfatos cálcicos; en los medianamente desa-
rrollados se presentan proporciones balanceadas de los diferentes fosfa-
tos inorgánicos, y en los maduros predominan más bien los fosfatos
ocluidos en los hidróxidos de Al, Fe y Mn.
En la Figura 8.2 se pueden observar los resultados correspondientes
con una cronosecuencia de suelos de Honduras (85); en las condiciones
de Australia se han encontrado resultados similares. Según estos estudios,
los fosfatos de calcio predominan en suelos jóvenes y disminuyen con el
grado de meteorización; en cambio, los fosfatos de Al y Fe aumentan
hasta un punto en el cual los fosfatos ocluidos pasan a ser las formas
más importantes de este elemento. En los suelos maduros, la mayor
parte de los fosfatos inorgánicos se encuentra en las concreciones.
Asimismo, la distribución de los fosfatos inorgánicos se ve influida
por las condiciones de pH del suelo. En reacciones neutras o alcalinas
predominan los fosfatos de calcio; en condiciones ácidas, los de Fe y Al.
Esto es explicable con base en los productos de solubilidad de los dife-
rentes fosfatos, como se verá más adelante. Se han encontrado correla-
Fósforo 263

80 o---o Fosfatos de Calcio


A- _ _ A 1-'osfatos de Alumin io y Hierro

70
o ____ o FostatosOcluidos
o
A /
1 ' //

60 ./ \ 1
1 \ _a
1 \ ,'
50 tf \ . . o/
1 'h . . . . . . . .
1 o,
8 1
e
'()
·e
..., 40 1
"ü C> 1
.... 1
~
... g 1
I.L '30 1
Q. -o ___ al
X

8 20

10

AB AA AM AS Choluteca Samana Samp,le Papalon Tapatoca Moropacay

Meteorización Progresiva

Fig. 8. 2. Evaluación de fosfatos inorgánicos en fun-


ción de la evaluación en una cronosecuencia de suelos
de Honduras. (Según Morillo y Fassbender (85)).

100

o
>
·;;
u
(1)
Q.
e:
Q)
Y = 22.59 X -74.40
Q.
r = 0.709 ..
cO
u
#-

4 5 6 7
pH

Fig. 8.3. Correlación entre el P.H y los fosfatos cálci-


cos. (Según Fassbender, Muller y Balerdi (38)).
264 Qufmica de Suelos

ciones significativas entre las formas inorgánicas y el pH, examinando


ambos aspectos en suelos lateríticos de los Estados Unidos de América,
Puerto Rico y Centroamérica. En la Figura 8.3 se observa la relación
entre el porcentaje de los fosfatos cálcicos en los activos, en función
del pH para 110 suelos. Una relación inversa se encontró entre la contri-
bución de los fosfatos de Fe y Al (Figura 8.4). El punto de intersección
de las dos regresiones, entre el pH y el porcentaje de los fosfatos de
calcio y hierro, ocune con un valor de pH CaCl2 de 4.9; este punto
representa la línea divisoria de la predominancia de uno u otro de los
fosfatos inorgánicos del suelo.

100

v= 112.57 16. 13 X
r: 0.705'.
80

o
>
60
'-'
<11
Cl.
e:
Cll
Cl. 40
(i)
u..
j¿
o
20

4 5 7
pH -

Fig. 8.4. Correlación entre el P.H y loa fosfatos férri-


cos. (Según Fassbender, Múller y Balerdi (38)).

Se ha informado que la distribución de los fosfatos inorgánicos


también depende de la granulometría del suelo: en los arenosos predo-
minan los fosfatos cálcicos y en los arcillosos los alumínicos y férricos.
Las condiciones de inundación, como se presentan en los suelos arroce-
ros o pantanosos, propician la acumulación de fosfatos ferrosos.
Según los valores del Cuadro 8.3 los fosfatos de calcio se destacan:
en los suelos de México, analizados por García (58); en lo~ derivados de
cenizas volcánicas de América Central; en los de Barbados, analizados
por Ahmad y Jones (1); y en los de la provincia de Buenos Aires
(Coulot y Bolaños (28) ). Los fosfatos de hierro y aluminio son muy
importantes en algunos suelos de Costa Rica (Chaverri (25) ), de Colom-
bia (Blasco (14), Fassbender y Guerrero (52) ), de Puerto Rico (Fass-
bender, et al. (53)), de Venezuela (Westin y Brito (110)) y en los de la
Amazonía del Brasil (Vieira y Bornemisza (109) ).
Fósforo 266

Cuadro 8.4. Contenido porcentual de fosfatos inertes en algunos suelos


de Puerto Wco. (Según Fassbender, Beinroth y Sarmiento
(53)).
Porcentaje de P ocluido
Grupo 1 Horizonte Horizonte Horizonte
Serie de suelos A B e
Inceptisoles
Oxic Humitr~pept (Picacho) 67.4 93.9 87.6
tntisolea
Typic Tropohumult (Carreras) 43.5 75.0 99.4
Orthoxic Tropudult (Torres) 37.6 88.3 93.5
Orthoxic Tropohumult (Daguey) 49.0 89.9 99.3
Epiaquic Orthoxic Tropohumult
(Los Guineos) 54.9 55.0 59.9
Inceptisoles y l.ntisoles 47.2 69.2 75.4
Oxisoles
Tropeptic Eutrustox (Coto) 72.1 81.8
Tropeptic Eutrothox (Bayamon) 70.9 71.8 105.6
Tropeptic Haploorthox (Catalina) 52.7 88.8
l.ntic Haploorthox (Piña) 24.6 72.5
Typic Acrorthox (Nipe) 58.1 75.3 79.0
Oxisoles 40.0 68.7 87.1

Los fosfatos ocluidos se presentan en aproximadamente todos los


suelos estudiados; estos fosfatos, que pueden ser considerados inertes,
presentan una solubilidad muy reducida y una disponibilidad muy
escasa para las plantas. La importancia de esta fracción para suelos de
los grupos Ultisoles y Oxisoles, se puede estimar en el Cuadro 8.4, en el
que se expresa el porcentaje de P inerte del total en el suelo, separando
los horizontes A, By C. Cuanto más meteorizado el suelo, mayor es el
contenido porcentual de fosfatos inertes.
En la interpretación de las formas de P en los suelos, debe tomarse
en cuenta su distribución y la profundidad de los perfiles. Como resulta-
do de la acumulación biológica, el contenido de P orgánico es más alto
en horizontes superficiales; las formas inorgánicas aumentan, general-
mente, con la profundidad. En la Figura 8.5 se aprecia la distribución
de las formas de P en un suelo Cryandept de Colombia y en un Haploor-
thox de Puerto Rico. Aquí se puede discutir el problema del P en los
suelos tropicales: en los suelos derivados de cenizas volcánicas, el conte-
nio de P es alto (los fosfatos orgánicos, de calcio y aluminio, constituyen
las fracciones más importantes); los suelos de sedimentos altamente
meteorizados tienen un bajo contenido de P, predominando en ellos los
fosfatos de hierro ocluidos.
266 Química de Sueloa

Hor. p 1

mg•kg'' o 20 40 60 80 100
cm o
20 Ap 428
11 1 1 - org -P
217 1
8 21
40
8 22 188
1
8 23 168
1 1
8 24 141
AI-P
1
Fe-P
l 1
Occ-P
CaP
CATALINA (Tropeptic Haploorthox)
Hor. Pt
20 40 60 80 100
cm O mo•ko·' o
Al 1149
20 1 1 1
40
1150
All
60

80

100 8 21 756
Lld 1
Ca-P Fe-P Occ-P Org-P
AI-P
CAd-tAGUI (Typic Cryandeptl

Fig. 8.5. Distribución de las formas de P en un


Haploorthox de Puerto Rico; (según Faaaben·
der, Beinroth y Sarmiento (53)); y en un Cry-
andept de Colombia. (Según Fasabender y
Guerrero (52)).

Identificación de fosfatos inorgánicos con base en sus isotermas de solu-


bilidad.
El método actuaimente usado para identificar los fosfatos inor-
gánicos en los suelos, consiste en comparar la actividad iónica de las
soluciones equilibradas del suelo con la actividad iónica de los dife-
rentes fosfatos inorgánicos que se presentan en ellos (Olsen y Khasaw-
ned (88); Ulrich (106); Ulrich y Khanna (107); Fassbender et al. (47)).
Los trabajos de Aslyng (2), y Clark y Peech (27) sobre los pro-
ductos de solubilidad de los fosfatos cálcicos del suelo, marcaron el ini-
cio de una nueva orientación en esta ciencia. Estos autores derivaron los
parámetros del potencial del fosfato monocálcico (p H 2 P04 + 0.5
p Ca) y del potencial cálcico (pH- 0.5 p Ca), estableciendo las siguien-
tes relaciones para los diferentes fosfatos cálcicos que se presentan en el
suelo:

p H2 P04 + 0.5 p Ca = (pH- 0.5 p Ca)-0.66


para el fosfato dicálcico;
Fósforo 267

p H 1 P04 + 0.5 p Ca= 1.66 (pH-0.5 p Ca) - 3.30,


para el fosfato octocálcico;

p H 2 P04 + 0.5 p Ca= 2.33 (pH-0.5 p Ca)-4.70,


para la apatita hidroxidada.

La derivación de estos parámetros se basó en los productos de


solubilidad de los diferentes fosfatos (ver Cuadro 8.5). Por ejemplo,
de acuerdo con la ley de acción de las masas, el producto de solubili-
dad de la apatita hidroxidada es 5 p Ca + 3 p P04 + p OH = 57.5
(Ulrich (106) ). En varios pasos, este se puede transformar en el
potencial de fosfatos cálcicos; usando el producto iónico de la disocia-
ción del agua (p OH = 13.96-pH) y la tercera constante de disociación
del ácido fosfórico (p P04 = 12.02 + p HP04 -pH), se transforma en:

5 p Ca + 3 p HP0 4 - 4 pH = 7.48

Usando la segunda constante de disociación del ácido fosfórico

p HP0 4 = 7.19 + p H 2 P04 -pH), se obtiene .


./

5 p Ca+ 3 p H 2 P04 -7 pH = 14.09

Dividiendo toda la ecuación entre tres, se obtiene:

1.66' p Ca+ p H 2 P04 -2.33· pH = - 4. 70

Esto se puede transformar en:

0.33' p Ca p H2 P04 = 2.33' pH-1.16 p Ca- 4.70

Finalmente se obtiene:

0.5 p Ca+ p H2 P04 = 2.33' (pH- 0.5 p Ca)- 4.70


Esta formulación corresponde al potencial químico de fosfato
de calcio de la apatita hidroxidada, como se indicó anteriormente.
Se puede derivar las isotermas de solubilidad para cada uno de los
fosfatos presentes en el suelo, a partir de sus productos de solubilidad,
y representarlas en un diagrama como el propuesto por Aslyng (2), el
que permite identificar los fosfatos de calcio en los suelos y también
los productos de transformación de fertilizantes fosfatados.
Para los fosfatos de aluminio, cristalinos o amorfos, que se pre-
sentan preferentemente en suelos ácidos, Lindsay y colaboradores
(78, 79); Clark y Peech (27); y Taylor y Gumey (103) proponen las
siguientes relacion~s entre el potencial del ácido fosfórico (pH +
p H 2 P04 ) y el potencial alumínico (pH- 0.33 p Al):

pH + p H2 P04 = 3 (pH- 0.33 p Al)+ 2.5,


268 Química de Suelos
para el fosfato alumínico;

pH + p H 2 P04 = 3(pH · 0.33 p Al) + 0.5,


para el fosfato alumínico amorfo.

Cuadro 8.5. Productos de solubilidad de algunos ortofosfatos presentes


en suelos a 25° C ( Fassbender (50)).
Relación
Fosfato F6nnula pK Catión/P

Monodlcico anhidro Ca(H2P04)2 2.03 1:2


Monocálcico', hidratado Ca(H2P04) ·2H20 1.14 1:2
Didlcico anhidro CaHP04 6.66 1:1
Dicálcico dihidratado CaHP04 • 2H2 O 6.56 1:1
Dimagnéaico MgHP04 • 5H2 O 5.82 1:1
Octacálcico CaaH2(P04)6 ·6H20 46.90-47.90 4:3
Apatita hidroxidada Ca¡o(P04 )6(0Hh 111.82·115.00 5:3
Apatita fiuorada Ca10(P04 )6 F2 120.86 5:3
Alumínico (variacita) AIP04 ·2H20 21.5 -22.5 1:1
Férrico (estrengita) FeP04•2H20 35.35 1:1
Alumínico cálcico CaAlH(P04)2 ·6H2 0 39.0
Alum ínico potásico KAl2(P04)20H•2H20 55. 1
Tarakanita potásica H6 K 3 Al 5 (P04)1 •18H20 178.7 8:13
Tarakanita amónica H6(HN4 hAls (P04)a ·18H20 175.5 8:13

Lindsay y Moreno (78) expusieron un diagrama único de la solubi-


lidad de los fosfatos que se presentan en el suelo, como una función del
p H 2 P04 y el pH.
Posteriormente, Ulrich y Khanna (107) propusieron otro diagrama
único de la solubilidad de los fosfatos del suelo. La solubilidad de los
fosfatos de aluminio la expresan en función del potencial del ácido
fosfórico, como se indicó antes, y recalculan este parámetro, igualmen-
te, para los fosfatos cálcicos presentes en el suelo. Las relaciones corres-
pondientes son:
pH + p H 2 P04 = 2(pH- 0.5 p Ca)· 0.53,

para el fosfato dicálcico;

pH + p H2 P04 = 2.66' (pH · 0.5 p Ca) -3.26,

para el fosfato octocálcico;

pH + p H2 P04 = 3.33' (pH- 0.5 p Ca) -4.73,


para la apatita hidroxidada.
F6aforo 269

En el diagrama, la transición del pH - 0.5 p Ca al pH - 0.33 p Al,


fue lograda con base en la correlación encontrada entre estos dos
parámetros al analizar una gran cantidad de suelos.
Fassbender, Müller y Roldán ( 47) evaluaron, en 90 suelos de
Centroamérica, el uso de los diferentes diagramas de solubilidad de
fosfatos, utilizando para ello el diagrama de Ulrich y Khanna (107). En
la Figura 8.6 se observan tres grupos de suelos definidos. En condicio-
nes de pH - 0.5 p Ca mayores que 4.5 se localizan 30 de los suelos
estudiados, los que presentaron una solubilidad ordenable a la de la apa-
tita hidroxidada, y otros cuatro suelos que se aproximan en su solubili-
dad a las del fosfato dicálcico u octocálcico. Estos suelos presentaron
un metabolismo típico de fosfatos de calcio.
En condiciones de pH- 0.33 p Al menores que 3.9 (equivalente a
pH - 0.5 p Ca (3.5), 15 de los suelos considerados mostraron una solubi-
lidad que corresponde a la del fosfato de aluminio amorfo. En ninguno
de los casos la solubilidad de los fosfatos de los suelos analizados
equivale a la de la variscita.
La presencia de estos fosfatos de aluminio amorfos se explica a
través de las interacciones con minerales arcillosos amorfos, como el
alofán, que son muy frecuentes en los suelos derivados de cenizas volcá-

Fosfato d1cáfc1co
pH
Fosfato octacálcico
o 5 pCa
6

Apatita
h 1drox 1da<la
• Ca P predominio
5 • Fosfatos mezclados
A AI ·P predominio

..
. '¡ .,.. .
4 pH a. \u •
..
0.33 pAI • •¡."u
3.68
4.0
3.5

•:.:·:i. Al P amorfo

1> Al P cr1stalino
1.84 3.0
2.5 1>.

8 9 10 11 12 13

Fig. 8.6 ..~entificación de loa fosfatos inoreánicoa, utilizando sus iaotennaa


de aolubdtdad, en suelos de América Central. (Según Faaabender, Müller
y Roldán (47)).
270 Química de Suelos

nicas y, desde luego, en suelos de América Central. Estos resultados


coincidieron con los obtenidos al fraccionar los fosfatos inorgánicos de
los suelos estudiados.
La ventaja en la utilización de este método para la identificación de
fosfatos inorgánicos, fue constatada al· analizar otros perfiles de suelos
derivados de cenizas volcánicas de Colombia (Fassbender y Guerrero
(52) ). Según se ve en la Figura 8.7, en la mayor parte de las muestras
de suelos se identifican fosfatos de aluminio amorfos, seguramente como
resultado de las interacciones con alofán; en algunas muestras, especial-
mente en las de horizontes profundos, se encuentran apatitas hidroxi-
dadas.
En la Figura 8.8 se presentan los resultados obtenidos al estudiar la
solubilidad de los fosfatos inorgánicos, en suelos de Brasil ( 49). Se
observa que los fosfatos de esos suelos no alcanzan, ni siquiera la solu-
bilidad de los fosfatos de aluminio; esto podría interpretarse como que
la solubilidad de los fosfatos de los suelos estudiados corresponde a la
de los fosfatos férricos lo cual fue demostrado al realizar un fracciona-
miento con la técnica de Chang y Jackson (ver Cuadro 8.3).
La determinación del potencial químico de los fosfatos cálcicos,
alumínicos o férricos en suelos, se hace mediante el método de hidróli-
sis de cambio (ver Capítulo Cuarto: los conceptos de intensidad y capa-
cidad en la disponibilidad de cationes). Se obtiene la solución del equi-
librio del suelo, se determina el pH y las concentraciones de P, Ca, Mg
y K, y con ellas se calculan: las fuerzas de iones, los coeficientes de acti-
vidad iónica y las actividades iónicas de H2 PO;. Como en la determi-
nación se obtiene la concentración de P, algunos cálculos son necesarios
para expresarla como actividad iónica de H2 PO¡ para lo cual se usa la
siguiente fórmula de Ulrich:

a aH · f 2
H 2 P04 == Cp - - - - - - - - ' - - - -
6.53 · lo-• + aH ·...&_
ft
donde:

a actividad iónica en mol/1


e == concentración en mol/1

coeficientes de actividad iónica para elementos mono y


divalentes.
6.53 · 10- ==constante derivada de los productos de ionización del
1
ácido fosfórico.

Finalmente, la actividad iónica de los fosfatos se puede expresar


como 0.5 p Ca + p H 2 P04 o potencial del fosfato monocálcico
(Aslyng (2) ), y pH + p H 2 PO¡ o potencial fósforo (Ulrich y Khanna
(107) ).
Fósforo 271

FDC FOC

o Galeras
A Anganov

6 AH l Botana
pH )C Chachagüi
D Obonuco

·5 D • Calima
9 Madroñal
-0.5pCa

4 pH
4-0.33 pAI

9 11 13 15

Fig. 8. 7. Identificación de fosfatos inorgánicos en suelos de Pasto


y Calima, Colombia. (Seeún FassbP.nder y Guerrero (52)).

AI-P-amorfo

5 AI-P-crlatallno
pH-
...
" -..•. . --·
0.33pAI 4
• A-horizonte
! " ..
';:
3

2
.
,. ·. "
._.
.... $
---~--­
.~.
x B y C-horlzonte

8 9 10 11 ·12 13 14

Fig. 8.8. Identificación de los fosfatos inoreánicos de suelos del


Brasil. (Según Faubender (49)).
272 Química de Suelos

CICLO DEL FOSFORO EN EL SUELO


Ciclo del fósforo
En la Figura 8. 9 se presenta, en forma esquemática, el ciclo del P en
la naturaleza. Se observa que las interacciones no sólo se limitan al suelo
con las plantas (ecosistema), sino que también participan la hidrosfera
(percolación) y litosfera (mineralización). Sin embargo se puede notar
que el P circula en una forma química única del ácido fosfórico
(H 3 P04 ). Las plantas utilizan el ión fosfato (H 2 PO¡), el que es incorpo-
rado en substancias orgánicas (ver Capítulo Segundo). Una parte de las
plantas, después de la cosecha, se incorpora nuevamente al suelo; aquí,
los fosfatos orgánicos son mineralizados, liberándose ácido fosfórico en
la solución del suelo. A través de la mineralización de las rocas paren-
tales, también se produce la aparición de iones fosfatos en la solución.
El ión fosfato puede ser adsorbido en la superficie de partículas coloi-
dales y precipitado en forma de fosfatos de Ca, Al y Fe. Al disolverse
los fertilizantes aplicados al suelo, aumenta la concentrao,ión de H 2 P04-
en la solución del suelo; se aceleran los procesos de absorción y preci-
pitación; y, de este modo, parte del P aplicado es fijado en el suelo.
Bajo fertilizaciones masivas es posible que se dé una pérdida de P al ser
lixiviado en la capa freática del suelo. Los diferentes procesos del
ciclo del P se verán, en detalle a continuación:

ANIMALES _ _ __,

l
PLANTAS Residuos

Absorción

Disolución - - - - -.. l t - - - - Meteorización

Solución suelo
Adsorción
Precipitación

J
r
P-orgánico
1
Complejo
Mineral izaclón
'---------JI adsorción

Percolación

Fi¡. 8.9. Representación esquemática del ciclo del fósforo.


F6aforo 273

Mineralización de fosfatos orgánicos


La mineralización del P orgánico se desarrolla de acuerdo con un
esquema similar al presentado para el N orgánico. A partir de los com-
puestos polimerizados (nucleoproteínas) se forman compuestos más
simples (proteínas y ácidos nucleicos) y así se libera ácido fosfórico.
La participación de los microorganismos en los procesos de minerali-
zación es muy importante; se han encontrado más o menos 30 espe-
cies predominantes en la mineralización del P orgánico. Entre las
bacterias: Serratia carollera var. phosphaticum; Bacillus megatherium
var. phosphaticum; B. mesentericus; B. vulgatus; B. subtilis. Levadu-
ras: Rodentrelaria mucilaginosa. Hongos: Saccharomyces ellipsoideus.
Estos microorganismos habitan en la rizosfera y producen la liberación
de iones de fosfato que son directamente aprovechables por la planta.
La mayor parte de los microorganismos del suelo (Arthrobacter, As-
pergillus, Penicillum, Rhyzophus, Streptomices) no son selectivos, pero
sí capaces de producir hidrolasas de la fosfata, nucleidasa y fitasa que
catalizan el proceso metabólico. La actividad microbiana es afectada
por diferentes factores, entre los que se destacan:

• la temperatura,
• la humedad, y
• la reacción del suelo.

La mineralización de P orgánico, generalmente, se ha estudiado en


condiciones de laboratorio en experimentos de incubación. Este pro-
ceso es óptimo con pH altos (entre 5.5 y 7.0), con una temperatura
entre 25 y 45° C y en condiciones intermedias de humedad. En condi-
ciones de humedad cambiantes (sequedad-humedad) se favorece la mi-
neralización; al humedecer una muestra de suelo seca (ajustando su ten-
sión a 0.33 bar y someterla a una temperatura específica ( 30° C)) se pro·
duce un primer flujo de mineralización, como consecuencia de la dis-
ponibilidad de compuestos orgánicos fáciles de metabolizar. Al aumen-
tar el P disponible, la población microbiana se desarrolla considerable-
mente, lo cual lleva a la inmovilización del fósforo. Así se producen tam-
bién en condiciones de campo, fases de mineralización e inmovilización
alt~mas; como producto final se espera una liberación de P y una me-
jora en su disponibilidad. Los resultados de experimentos de este tipo
fueron publicados por Blasco (15) (Figura 8.10). La adición de glucosa
y la práctica del encalado aceleran la mineralización al mejorar, de
manera general, las condiciones de desarrollo de los microorganismos.

Adsorción de fosfatos
La adsorción de iones fosfatos hacia la superficie del complejo
coloidal, como partículas de arcilla, materia orgánica e hidróxidos de Al
y Fe - debido a las cargas electropositivas de la superficie de estos com-
ponentes- fue discutida ampliamente en el Capítulo Cuarto correspon-
diente al intercambio aniónico. Sólo se debe recordar que se trata de un
proceso de transformación de P que ocurre junto con el de la precipita-
ción de fosfatos, los que analítica y matemáticamente no se pueden
diferenciar.
274 Química de Suelos

4 mgP 1k!:~ suelo

Mineralización Suelos volcánicos de Costa Rica

3
O Poás

2 .1 Poás 2

O Arenall

4~Arena12

4
o
o
9 12
semanas incubación
<1

0~4
2
o..
x~ ----0-----
o........__ o

·3
Inmovilización
X-----X
Fig. 8.10. Metabolismo del P en algunos suelos de
Costa Rica (0.33 bar, a 30°C). (Según Blasco (15)).

Precipitación de fosfatos
En las condiciones existentes en el suelo, los iones fosfatos que se
liberan a través de la disolución de fertilizantes fosfatados, no son esta-
bles, ni permanecen en su forma original, sino que son objeto de trans-
formaciones de adsorción y precipitación. Estas reacciones son de espe-
cial importancia. ·
Al disolverse un gránulo de superfosfato triple (fosfato monocál-
cico) se forma una solución de ácido fosfórico ácida {pH 1.8, Cuadro
8.10), la que al reaccionar con los diferentes cationes existentes en la
solución del suelo (Ca, Fe, Al), da origen a la precipitación de fosfatos
cristalinos o amorfos, menos solubles, de Ca, Fe y Al. En algunos casos
se forman fosfatos mixtos de carácter muy complejo. Sample, Soper y
Racz (93) indican la precipitación de 67 fosfatos diferentes, a partir de
soluciones de fosfatos monocálcicos, dicálcico, monoamónico, diamó-
nico, monopotásico, y dipotásico, en distintas condiciones con la pre-
sencia de Ca, Mg, K, NH 4 , Al y Fe en la solución reactora. Estos pro-
ductos de la precipitación representan, luego, fuentes secundarias de P
para las plantas; su identificación y el conocimiento de sus propiedades
son de gran importancia.
Los suelos de áreas tropicales se presentan asociados por lo general
con: un pH bajo; grandes cantidades de hidróxidos de Al y Fe; gran
cantidad de cargas electropositivas y electronegativas de adsorción de
Fósforo 275

fosfatos. Pero asociados con un pH bajo, aumentan las cantidades de


Al y Fe cambiables, resultando así la precipitación de fosfatos. El di-
lema de la adsorción o precipitación del P como proceso responsable
de la fijación o retención de ese elemento, ya ha sido examinada en
el Capítulo Cuarto; aquí es de mayor interés discutir un método único
de determinación de la fijación del P.
Así, la fijación de P en algunos suelos de América Latina se ha estu-
diado haciendo uso en parte de 32 P. Los resultados, expresados en
un porcentaje de retención en condiciones de laboratorio a partir de
2 500 mg P • g- 1 suelo después de seis horas de agitación, se presentan
en el Cuadro 8.6 y en la Figura 8.11.
En estos estudios se ha encontrado que la capacidad de fijación del
P correlaciona significativamente con el contenido de: materia orgáni-
ca, hidróxidos libres de Al y Fe y arcilla de los suelos (ver Cuadro 8.7).
Los factores más importantes son: el pH (ver Figura 8.12), y el conte-
nido de hidróxidos libres de Fe en la materia orgánica
En la Figura 8.11 se presenta la distribución de algunos suelos de
América Central estudiados en función de su retención de P. La mayor
parte de ellas retiene entre 25 y 35 % del P ofrecido. La técnica aplica-
da permite conocer el comportamiento de un suelo ante una adición
de P, pero no considera en términos agronómicos, relacionados con las
condiciones de campo, la cantidad de fertilizante que se perderá, ni
tampoco el grado de di!sponibilidad de fosfatos retenidos.

111

......
!O

111
~
::l
20
E
111
.!!!
~
"O
o~

o 20 40 60 80 100
% P-retención

o 100 200 300 400 500


P-retención cgkg- 1

Fig. 8.11. Distribución de algunos suelos de


América Central en función de su capacidad de
fijación de Fósforo. (Según Fassbender (39)).
276 Química de Suelos

Cuadro 8.6. Retención de P en algunos suelos de América Latina.


% % %
Suelo Reten- Suelo Reten- Suelo Reten-
ción ción ción

Aluviales Andoaoles Latosoles


Honduras (Morillo Costa Rica Maranhao, Brasil
y Faaabender (85)) (Faaabender ( 40)) (Roeder (91)).

AA 42.4 Acquiarea 88.0 Capinambi 87.0


AB 39.2 Cervantes 74.7 Maracaja 84.2
AM 37.6 Guayabo 85.9 Gurupi 87.5
Choluteca 59.3 Birrisito 92.4 Paxiuba 86.1
Tapatoca 53.6 Juan Viñas 49.1 Sabá 91.8
AS 42.4 Toa 86.4
Sampile 49.3 Turi 87.0

Cuadro 8. 7. Correlaciones entre la capacidad de fijación y las carac-


terísticas del suelo (y = %fijación de P; x = caracterís-
ticas del suelo). (Según Fassbender (40 )).
Factor de Ecuación de Coeficiente de
fijación regresión correlación
pH y= 266.37- 68.22x + 4.910x2 R= 0. 37~
%arcillas y= 36.52 + 0. 25x + 0.006x2 R= 0.060
Al extraíble y= 27.44 + 13.89x + 1.312x2 R = 0. 284
%Fe2 03 -libre y= 17.63 + 10.83x + 0.890x2 R = 0.432"'
%C y= 25.00 + 3.32x + 0.219x2
1. R = 0.359*

El estudio de las formas de retención del P es tan importante como


la determinación de la capacidad de retención. Como se indicó antes,
su diferenciación se puede hacer utilizando los extractores específicos,
recomendados para las diferentes fracciones de fosfatos inorgánicos,
según el método de Chang y Jackson (23). Como un ejemplo se pre-
sentan los resultados encontrados. en algunos suelos de la Amazonia
de Brasil (Cuadro 8.8).
Los valores del Cuadro 8.8 indican que la precipitación de fosfatos
de Al, Fe y Ca, es más importante que la adsorción que equivale a la
fracción de fosfatos solubles en NH 4 Cl. La precipitación de fosfatos
de hierro predomina y tiene más importancia que la formación de otros
fosfatos.
La importancia agronómica de la retención de P y sus formas quí-
micas, fue demostrada por Bornemisza y Fassbender (17) en un estudio
con fertilizantes radioactivos. Al aumentar la capacidad de fijación de P,
F6aforo 277

100

90 y= 266.37-63.22 x 4.92 x2

80 r =0.378""
70

60

50

40

30

20

10

6 7

Fig. 8.12. Correlación entre el pH y la retención


de P. (Según Faubender (41)).

la respuesta a los fertilizantes disminuyó, advirtiéndose que ella está


directamente ligada a la retención superficial de P en los suelos. La res-
puesta de las plantas no correlaciona con la ~etención en forma alumíni-
ca, ya que estos fosfatos presentan una menor solubilidad y, en conse-
cuencia, una menor disponibilidad para las plantas.

Interpretación de las relaciones entre el suelo y la planta


En la Figura 8.13 se presenta un modelo simplificado de las rela-
ciones suelo-planta, el que fue elaborado inicialmente para suelos deri-
vados de cenizas volcánicas en América Central (Fassbender ( 40) ). Las
plantas absorben los iones H 2 P04 directamente de la solución del sue-
lo; la disponibilidad de P es caracterizada en ese medio por el potencial
de los fosfatos cálcicos (p H 2 PO¡ + 0.5 p Ca), presentando una buena
asociación matemática con la planta, ya que el coeficiente de correla-
ción entre ambas variables es altamente significativo (r = 0.677"').
Dadas las pequeñas concentraciones de H 2 PO¡ en la solución del sue-
lo y su rápida absorción por las plantas, en forma de p H 2 P04 + 0.5 p
Ca se tiene un parámetro de intensidad; una medida de la situación cam-
biante de P en el suelo. Del proceso de la absorción de P por las plantas
resulta también la necesidad de reponer continuamente H2 PO¡ en la
solución del suelo. Esto ocurre de acuerdo con la solubilidad y las can-
tidades de diferentes fosfatos presentes en la fase sólida del suelo. La
caracterización de las fuentes de reserva o capacidad puede hacerse
con los métodos de análisis de fosfatos orgánicos e inorgánicos y sus
fracciones. Como se puede observar en la Figura 8.13, al establecer
las asociaciones matemáticas entre las formas de P y p H 2 P04 + 0.5 p
278 Química de Suelos

Cuadro 8.8. Retención y distribución porcentual de sus formas en


ocho latosoles de la Amazonia del Brasil. (Según Fassben-
der (42)).
Distribución porcentual
Suelos Horizonte % de P retenido
Reten.
Denomi· Profundidad ción
nación (cm) NH4Clsol Al·P Fe·P Ca-P
1 Amarillo A¡ 0- 10 31.08 6.0 29.3 61.9 2.8
pesado B21 44- 90 33.10 11.7 27.7 57.6 3.0
2 Amarillo Ap o- 35 28.41 6.5 22.7 67.6 3.3
medio B21 87-120 30.27 6.3 20.3 69.2 4.2
3 Rojo A¡ o- 12 37.07 7.4 28.2 61.1 3.3
amer. concr. B2 cn 80-150 40.02 5.1 34.0 57.0 3.6
4 Concre- A¡ 0- 15 31.70 6.2 19.0 72.0 2.6
cionario B21cn 70-110 38.68 9.4 25.1 62.5 3.0
5 Amarillo Ap 0-115 41 .89 4.0 41.4 51.7 3.9
húmico B21 90-110 41.01 6.4 40.7 50.3 2.6
6 Amarillo Ap o- 15 51.58 2.0 54.8 39.4 3.8
húmico
concr. B2cn 110-150 35.56 5.8 37.3 33.9 3.0
7 Rojo Ap o- 20 26.92 7.9 12.6 75.1 4.4
B21 80-110 36.26 5.8 24.4 65.1 4.7
8 Terra rO&a Ap o- 13 26.93 7.6 12.9 76.3 3.2
estruc. B2 27-110 33.20 8.1 16.5 71.7 3.7

Ca, el mayor coeficiente de correlación se encontró con los fosfatos


cálcicos (r == 0.891 **). Ya que las otras formas presentaron asociacio-
nes mucho menores, se puede concluir que la reposición de fosfatos en
la solución de los suelos estudiados proviene principalmente de la frac-
ción cálcica. La evaluación de los fosfatos orgánicos como fuentes de
reposición no fue incluida en este estudio como se verá más adelante;
a través del proceso de mineralización de la materia orgánica, se puede
producir una alta liberación de P en la solución del suelo, lo que es de
gran importancia en la nutrición vegetal.
Actualmente, los estudios sobre la capacidad e intensidad en la
disponibilidad del fósforo están orientados de tal manera, que se pue-
den analizar estos parámetros en el transcurso del período vegetativo
de las plantas experimentales, incluyendo esta variable en la interpre-
tación de los resultados. Falta mucho por investigar en esta área, la
que parece muy promisoria para las ciencias del suelo. El desarrollo de
modelos adecuados, desde el punto de vista edafológico-fisiológico, y
su interpretación matemática con el uso de computación en regresio-
nes simples o múltiples, abre nuevas puertas a una descripción real
y causal del sistema suelo-planta.
Fóaforo 279

FORMAS DE P CONTENIDO COEFICIENTE DE COEFICIENTE DE


my.ky 1 CORRELACION lr l CORAELACION lr l

c._, P

Fe P

A IP

pH 2 P04
Oru P 49b
O 511C.r

P ~ul u hle i'll refluc:I.UIIl~


~
145
P oclwclo 1
CAPACIDAD INTENSIDAD

FASE SOLIDA SUELO - SOLUCION SUELO ~==!' PLANTA

Fi4. 8.13. Representación esquemática del sistema suelo-planta, en suelos de-


rivados de cenizas volcánicas de América Central. (Según Fassbender (40)).

CICLO DEL FOSFORO EN ECOSISTEMAS


1ROPICALES DE AME RICA LATINA
Ecosistemas forestales
La información disponible sobre las reservas de fósforo, especial-
mente la relacionada con las transferencias de este elemento en eco-
sistemas forestales tropicales, es bastante escasa. Los datos de 12
ecosistemas han sido sumarizados en el Cuadro 8.9; en general se dis-
pone de una información más o menos completa sobre las reservas pero
sólo en cuatro casos se tiene la información completa de ingresos, egre-
sos y transferencias.
Las reservas de P varían notablemente entre los ecosistemas, debido,
especialmente, a las variaciones en los suelos. La interpretación de los
valores de P total en el suelo implica ciertas dificultades: la información
sobre las formas de P asociadas con la formación de fosfatos de calcio,
aluminio, hierro o inertes, no está siempre disponible; en suelos tropica-
les ácidos predominan, generalmente, las formas menos solubles de fos-
fatos férricos e inertes (Fassbender (51) ).
En la mayor parte de los ecosistemas estudiados existe una distribu-
ción adecuada de P entre el suelo y el bosque; así, las reservas en la
vegetación sólo representan entre el 20 y 50 % de la reserva en el suelo.
Cuadro 8.9. Reservas y transferencias de P en ecosistemas forestales tropicales.
Re&e"u (kg.ha-1 ) Transferencias (kg.ha-1 .a-1 ) t-:1
OD
o
Fitomasa Man- Suelo mineral Total Vegeta- Vege- Escurri· Salida Reli· Tum·
Area Raí- tillo Fito- Pro fun· ción Uuvia ta- mieo- (perco- duos outr
ces masa didad suelo ción to !ación) vege. 6)
(cm) Lluvia tales e
(años)
3;:;·
Ecosistemu Montanos Pluviosos ID
San Eusebio Grim y Fassbender (65, 66) 56 14 29 509 (40) 608 0.19 1.1 90 1.4 0.26 4.0 4.3 o.
111
Venezuela Fasabender y Grimm (54, 55) Cll
Kerigoma Edwards y Grubb (31) 69 7 (25) - - - - - - r::
Papúa
Blue Forest Tanner (102) 26
9 108 193 0.79
..
!!.
o

Jamaica
El Verde Odum y Pigeon (87) 59 6 12 220 (30) 297 0.35 - - - - 1.1
Puerto Rico

Ecosistemas de Llanura Pluviosos


Manaos Klinge (73)
Brasil Klinge y Rodríguez (72) 62 7 1 124 (30) 194 0.56 0.3 233 - - 2. 1 1.8
M~gdalena
Colombia
Llanura Folster et al. (56) 27 - 18 254 (50) 299 0.18 - - - - 4.2
Depresión 38- 16 205 (50) 249 0.26 - - ~
- 3.4
Darién
Panamá
Llanura Golley et al. (62) 144 6 14 22 (30) 186 7.00 1.0 390 0.7 0.70 8.6 7.5
San Carlos Jordán y Herrera (70) 40 18 2 292 (40) 352 0.21 26.9 2.211.9 30.0 1.2 16.2
Venezuela

Llanos occidentales
Venezuela Hase y Folster (68) 291 - 10 2 474 (50) 2 775 0.12
Banco Bernhard· Reversat ( 11) lOO - - 750 (50) 850 0.13 0.5 200 9.8 - 13.6 25
Costa Marfil
YipO 70- - 100 (50) 170 0.70 - 140 - - 5.5 11
Kade Greenland y Kowal (64) 126 11 1 4 (30) 140 34.26 0.4 360 4.1
Ghana
Fósforo 281

En el caso de los ecosistemas de Darién (Golley et al. (62) ) y de Kade


(Greenland y Kowal (64) ) la situación es inversa: las reservas del suelo
son mucho mayores que las de la vegetación, resultando ser, por esta
razón, ecosistemas muy vulnerables.
El depósito de P con el agua de lluvia es muy pequeño (menor
que 1 kg• ha- 1 ·a-1 ) debido a la estabilidad de este elemento; el valor
encontrado en San Carlos de Río Negro (27 kg· ha- 1 • a- 1 ), es explica-
do por Jordán y Herrera (70) con base en la posible volatilización de
P a partir del suelo.
Las. tasas de transferencia con los residuos vegetales oscilan entre
dos y 14 kg· ha-1 • a- 1 . Asimismo, la tasa de absorción por la vegeta-
ción es baja (cuatro a 16 kg· ha- 1 • a- 1 ). Comparando estos valores
con los de otros elementos, se constata que el P tiene una movilidad
muy pequeña en la naturaleza.
Con base en los datos de reservas y transferencias en los ecosis-
temas, se puede montar el modelo del ciclo de P correspondiente. Ello
es posible sólo para tres ecosistemas (Cuadro 8.9). A manera de
ejemplo, en la Figura 8.14 se presenta el modelo del ciclo de P para
el ecosistema de llanura de Darién, Panamá, en función de los datos
de Golley et al. (62).
La determinación de la biomasa y de las reservas de elementos
químicos se basa en los datos de dos parcelas: una analizada en la
época seca, y la otra durante el período de lluvias. Las especies domi-
nantes fueron: espavel (Anacardium excelsum ), cuipo ( Canavillesia
platanifolia) y ceiba (Ceiba pentandra).
En este estudio es excepcional la determinación de la biomasa
de los herbívoros, de los carnívoros y de los detritófagos, y su parti-
cipación en los procesos de transferencia.
Las reservas en la vegetación alcanzaron 150 kg· ha- 1 ; las de la
fauna, 0.05 kg· ha- 1 • Las reservas del suelo son muy pequeñas en su
comparación (22 kg· ha- 1 ), implicando un grado de especialización
de los componentes bióticos del ecosistema.
El depósito de P con las lluvias es, con 0.96 kg· ha- 1 • a- 1 , mayor
que el de percolación (0. 7 3 kg· ha- 1 • a- 1 ), lo cual fue medido en la
descarga en el río.
Las tasas de transferencia de P con los residuos vegetales oscilan
entre 2 y 14 kg· ha- 1 ·a- 1 • Asimismo, las tasas de absorción turnover
en la vegetación de los sistemas estudiados son bajas, oscilan entre 2
y 8 kg·ha- 1 ·a- 1 •
Comparando estos datos con los de otros elementos, se constata
qu el P tiene una movilidad muy baja en la naturaleza.

Fósforo en diversos sistemas de producción.


Fósforo en sistemas de producción agrícola.
Como ya se indicó en capítulos anteriores (ver Capítulos Segundo
y Sétimo), la práctica de la tala y quema de los bosques es el punto
inicial de la utilización de los suelos para las explotaciones agrícolas.
Las temperaturas en el momento de la quema son de gran importancia
para el P y sus formas. Las cantidades de P total permanecen constan-
tes, dada la estabilidad de este elemento. Sin embargo, con la alteración
282 Química de Suelos

1
LLUVIA
HOJARASCA
l 0.96
AGUA

FITOMASA 150

TALLOS }
128
RAMAS
HOJAS 16
21
EPIFITAS HERBIVOROS
SOTOBOSOUE
RAICES 6

PROOUCCION
T
ABSORCION
T LAVAJE FOLIAR
o ESCURRIMI ENTO TALLOS
10
1 10.9 1
l 79

14

CAPA MANTILLO
1 1

OESCOMIPOSICION A;BSORCIOf 1 LA VAJE >

1 1
22

SUELO MINERAL
HERV.
o 40cm
1 1
2 .2

. !o n
PERCOLACION

Fig. 8.14. Ciclo del fósforo en un ecosistema fores-


tal pluvial de Panamá. (Según Golley et al. (62)).

de la materia orgánica se libera P, el que reacciona con el agua de la


lluvia, y con la solución del suelo para formar H3 P04 ; este último
reacciona finalmente con ca+2 , Fe+ 3 y Ar 3 formando los fosfatos res-
pectivos. Ello fue comprobado en los experimentos de laboratorio, uti-
lizando nueve suelos derivados de cenizas volcánicas (Figura 8.15,
según Fassbender (50) ). La proporción de fosfatos formados de Ca,
Al y Fe es balanceada y su utilización depende de los procesos de trans-
formación subsiguientes que ocurrirán en el suelo.
Las necesidades de fósforo en los cultivos tropicales se consideraron
en el Cuadro 7 .12. De manera general se puede indicar que las cantida-
des de P acumuladas en los cultivos es pequeña. Cuando la producción
de los cultivos (cereales y leguminosas de grano) no pasa de 1 t•ha- 1 , la
absorción de Pes menor de 10 kg· ha- 1 • En rendimientos de maíz, arroz y
trigo, se han registrado tasas de absorción hasta de 35 kg P· ha- 1 • Los cul-
tivos de raíces y tubérculos (yuca, papa) extraen entre 30 y 40 kg· ha- 1 •
El mayor consumo de P se registra en los casos de gramíneas forrajeras
y caña de azúcar (20 a 70 kg P· ha- 1 ).
El problema del fósforo en la agricultura no es la compensación del
P extraído por las plantas, sino el manejo de los fertilizantes para lograr
una utilización adecuada de las cantidades aplicadas.
Fóaforo 283

AI-P Fe-P Ca-P


mg.kg-1 mg.kg-1 mg.kg-1

300 300 ~00

200 200 2

100 100 100

F 40 105 300 500 F 40 105 300 500 F 40' 105 300 500
•e •e •e

Fig. 8.15. Efecto de la temperatura sobre las formas de P. (Según Fassbender (50)).

Fósforo en sistemas de producción forestales


En las plantaciones forestales, el ciclo del P toma paulatinamente
un carácter cerrado y de transferencias internas, ya que la ganancia
input de P a través de las lluvias, de la fertilización o de la meteoriza-
ción de minerales fosfatados de la roca madre, es casi nula. Los árboles
absorben el H 2 PO¡ del suelo y los fosfatos orgánicos se van acumulan-
do en la fitomasa; con la producción de residuos vegetales se acumula
P en la capa de mantillo, y a través de la mineralización se liberan nue-
vamente iones de ácido fosfórico, los que pueden ser absorbidos por las
plantas. La pérdida de P con el agua de percolación, también se puede
considerar nula. Con la cosecha de madera se extraen las cantidades de
P acumuladas en el sistema. En el caso de monoculturas forestales por
lo menos se debe reponer o compensar las cantidades extraídas, por
medio de una fertilización.
Según datos de Ejungabi y Bada (32), una plantación de pino del
Caribe de diez años de edad, en Nigeria, acumuló 26.7 kg P· ha- 1 , dis-
tribuidos con 23, 29 y 25% en hojas, tallos y raíces, respectivamente.
La capa de mantillo presentó 2 kg P· ha-1 •
La remoción total de una rotación de P por Pinus patula de 30
años de edad, equivale a 126 kg P· ha- 1 ; la correspondiente a Cupressus
lusitanica es de 95 kg P· ha- 1 • Ello equivale a una remoción anual pro-
medio de 4 y 3 kg P· ha- 1 • La distribución con el tiempo de desarrollo
de estas plantaciones fue presentada por Lundgren (83) y se puede
observar en la Figura 8.16.

EFICIENCIA Y MANEJO
DE LOS FERTILIZANTES FOSFATADOS
Naturaleza química y eficiencia de los fertilizantes fosfatados
Los problemas del fósforo en suelos tropicales ácidos radican, por
un lado, en la pequeña cantidad de fosfatos totales y su distribución
en formas poco solubles (fosfatos férricos e inertes) y, por otr9_lado,
en que los fosfatos aplicados como fertilizantes, pasan rápidamente
a formas que no son tan aprovechables por las plantas. Los problemas
de suelos alcalinos y calcáreos son de otra índole, pues las altas con-
centraciones de Ca inducen la precipitación de fosfatos cálcicos poco
284 Química de Suelos

300

200

100
Biomasa

o
Suelo

100

P disponible en el suelo 0.10


200

300
P total en la hoJarasca
P total en la biomasa radicular
P total removido en la corta final
y en los rateos
j'
400

500

Fig. 8;16. Cambios en la distribución del fósfo-


ro en la biomasa, hojarasca y suelo superficial
(0-10 cm), durante una rotación de Pinua patula
en 'tanzania. (Según Lundgren (83)).

solubles (apatitas) y la adsorción del H2 PO¡ en el complejo calcáreo.


El fertilizante óptimo y su dosis deben estudiarse en las condiciones
específicas de un determinado suelo (pH, contenido y disponibilidad
del P nativo, contenido de materia orgánica, carbonatos y sesquióxidos
libres); de su cultivo (sistema radicular y duración del cultivo); y del sis-
tema de explotación (rotaciones de cultivos y laboreo del suelo). Es ne-
cesario hacer hincapié en que el efecto de los fertilizantes depende, en
gran parte, de los cultivos y especies utilizadas. En la Figura 8.17 ori-
ginalmente publicada por Goedert y Lobato (59) (ver también Goedert
(61) ), se observa que las aplicaciones de fertilizantes fosfatados en
suelos arcillosos del Cerrado en Brasil, llevan a aumentos muy diferen-
ciados de las cosechas de arroz, trigo, soya o maíz, y que las cantidades
necesarias para lograr cosechas máximas de los diferentes cultivos son
muy variables.

En forma intrínseca, el efecto de los fertilizantes fosfatados depen-


de de su solubilidad y velocidad de disolución, y de las reacciones, con
las partículas del suelo del H 2 P04 liberado. Al aplicarse un fertilizante
en el suelo se produce una zona diferenciada que se denomina zona de
fertilizante, enriquecida con H 2 PO¡ de acuerdo con la solubilidad del
abono; el tiempo para alcanzar la máxima concentración depende de
Fósforo 285

la velocidad de disolución del material. Las concentraciones de P en la


zona de fertilizante, para fertilizantes solubles en agua, se pueden ver
en el Cuadro 8.10, originalmente publicado por Sample, Soper y
Racz (93).
En la Figura 8.18 se muestra que la solubilidad del P de diferen-
tes rocas fosfatadas aumenta en forma exponencial al disminuir el
pH y el efecto de diferentes productos naturales y comerciales. Por

i'
"'
~

o 200 400 600


kg P•ha·1 al voleo

Fig. 8.17. Curvas típicas de respuesta de cultivos a


aplicaciones de fertilizantes fosfatados, en un suelo
arcilloso del Cerrado de Brasil. (Según Goedert y
Lobato (59); ver Goedert (61)).

otro lado la velocidad de disolución depende: del tamaño del grá-


nulo (grado de molienda), o sea de la superficie de las partículas,
del grado de calcinación y del pH. En la misma Figura se observa
que la disolución del hiperfosfato, un producto industrial que se
fabrica mezclando diferentes fosfatos naturales, es mucho mayor al
disminuir el pH del suelo (ver Fassbender (35) ). Estas característi-
cas indican que en suelos ácidos se puede esperar un buen efecto de
las rocas fosfatadas, finamente molidas y aplicadas como fertilizantes.
A continuación se examinarán las propiedades de los fertilizan-
tes fosfatados, sus productos de transformación en los suelos y las
medidas agronómicas para controlar la fijación de P y aumentar el
aprovechamiento de fertilizantes.
286 Química de Suelos

Cuadro 8.10. Características de la solución saturada de algunos fertili-


zantes fosfatados. (Según Sample et al. (93))
Composición de la solución saturada
P, Catión,
Compuesto Fórmula pH mol/litro mol/litro
Altamente solubles en agua
Fosfato monocálcico Ca(H2P04)2 •H20 l. O 4.5 Ca 1.3
1.5 4.0 Ca 1.4
Fosfato monoamónico NH4H2P04 3.5 2.9 NH4 2.9
Fosfato monopotásico KH2P04 4.0 1.7 K 1.7
Pirofosfato triamónico (NH4)3 HP201 • H2 O 6.0 6.8 NH4 10.2
(3.4 p2 o,)
Fosfato diamónico (NH4)2HP04 8.0 3.8 NH4 7.6
Fosfato dipotásico K2HP04 10.1 6.1 K 12.2

Menos solubles
Fosfato dicálcico CaHP04 6.5 -0.002 Ca 0.001
CaHP0 4 • 2H 2 O
Apatita hidroxidada Ca¡o(P04 )6(0H)2 6.5 -1o-s Ca 0.001

100 pH
20(), - - Apelll8 Hidroxi-
__._._ Fotf8to G8fu 90
- • ~- Hiperfoefato
-•--- Foatato Perú
Marrueco~ 80 f 3.60

~~--
- - - - - Foefato
- · - · - Fotf8toCol8
150 70
CP
CP

100 !4.00
rnQIL

50

------15.35
1--------- ·5.70
5 6
~~r~s=~=================F?·OO
1 3 5 10 50 100 2!10 Equilibrio
pH
Tiempo de reacción, min.

Fi¡ 8.18. Isotermas de solubilidad de diferentes rocas fosfatadas y de velocidad de


disolución del hiperfosfato. (Según Fassbender ( 35) ).
Fósforo 287

Fertilizantes solubles en agua


Entre los fertilizantes fosfatados se diferencian dos grupos, de
acuerdo con su forma de fabricación: por la vía térmica o por aci-
dulación de rocas fosfatadas. Entre los últimos se consideran el ácido
fosfórico, los superfosfatos, los fosfatos amónicos, los nitrofosfatos
y los polifosfatos.
El ácido fosfórico (H 3 P04 , 55 % P2 Os ) puede fabricarse acidu-
lando las rocas fosfatadas, con ácido sulfúrico u oxidando fósforo
elemental. Pocas veces se usa directamente en la agricultura, si acaso
en suelos calcáreos y alcalinos, inyectándolo con equipo especial
al suelo o diluyéndolo en el agua de irrigación. El ácido superfosfó-
rico (79% P1 Os) se produce deshidratando el fosfórico, de lo que
resultan radicales tetra, piro y polifosfatados, los que se utilizan en la
fabricación de fertilizantes condensados.
Los superfosfatos (simples, entre 16 y 20% P2 Os, y triples, entre
46 y 50% P2 Os) son los fertilizantes de mayor producción y consumo
mundial; según estadísticas de F AO ( 33), aproximadamente el 50%
de los fertilizantes producidos en el mundo es de este tipo. El super-
fosfato simple se fabrica por acidulación de las rocas fosfatadas
con ácido sulfúrico, resultando una mezcla de fosfato monocálcico,
Ca (H1 P04 ),, y yeso (CaS04 ) con restos de apatita hidroxidada,
fosfatos de Fe y Ca, de acuerdo con la composición de la materia
prima. Para la producción del superfosfato triple se utiliza como acidu-
lante el ácido fosfórico, resultando fosfato monocálcico. Al aplicarse
fosfato monocálcico al suelo se observa, en primer lugar, un transpor-
te de vapor de agua en los gránulos seguido de la disolución del mismo,
resultando una solución saturada de H1 PO; (4.5 mol P/litro, pH:l)
en la zona del fertilizante. En el caso de superfosfato simple, al disolver-
se el sulfato de calcio aparece Ca1 + en la zona del fertilizante, la que
lleva a la formación de fosfato dicálcico, ya sea hidratado (CaHP04 •
2H2 O) o anhidro (CaHP04 ); estos compuestos son un poco menos
solubles, pero, en todo caso, permanece una solución saturada de
H 2 P04 (0.931 • 10"1 mol P·l- 1 en pH 3.61). Las soluciones de fos-
fatos mono y dicálcicos concentradas, reaccionan con los componentes
de la fase sólida y líquida del suelo, produciendo la adsorción y la preci-
pitación de los fosfatos, lo que ya fue descrito. En suelos ácidos, la reac-
ción se orienta, principalmente, a la formación de fosfatos de Fe, Al y
Mn: en suelos alcalinos se forman los fosfatos dicálcico_v apatita hidroxi-
dada, y en suelos calcáreos se produce, al mismo tiempo, la adsorción
de H 2 PO; en las partículas de CaC0 3 •
Los fosfatos amónicos resultan de la reacción entre amonio y ácido
fosfórico, y /o, su mezcla con ácido sulfúrico. Tanto el fosfato mono-
amónico (11% N, 48% P2 Os) como el diamónico (21% N, 53% P1 Os)
son altamente solubles en agua, no obstante se diferencian bastante
en su reacc-ión. La solución saturada que se ¡:>roduce en la zona del ferti-
lizante, es alcalina en el caso del fosfato diamónico (pH = 7 .98, 3.82
mol P/litro) y es ácida para el monoamónico (pH = 3.47, 2.87 mol
P/litro). Estas propiedades tienen mucha importancia en los procesos
de hidrólisis y en las reacciones sucesivas del fertilizante; así, por ejem-
plo, el uso de fosfato diamónico es favorable en los suelos ácidos, ya
288 Química de Suelos

que en las condiciones alcalinas resultantes de la zona del fertilizante,


la solubilidad de hidróxido de Fe y Al es mínima, obviándose la preci-
pitación de fosfatos de hierro y aluminio de baja solubilidad.
Los nitrofosfatos se fabrican, como su nombre lo indica, reaccio-
nando ácido nítrico y rocas fosfatadas. Para evitar la formación de
nitrato de calcio, el que es higroscópico, generalmente se adicionan
ácido sulfúrico y, o, fosfórico, o sulfatos de diverso tipo. Química-
mente, los nitrofosfatos son una mezcla compleja de fosfatos de amo-
nio, fosfato dicálcico, nitrato de amonio y sulfato de calcio, por lo que
el contenido de N y P puede variar dentro de grandes límites; igual-
mente pueden variar sus reacciones en el suelo. Su solubilidad en agua
es del orden entre 60 y 70%, variando de acuerdo con las técnicas de
fabricación.
Los fosfatos condensados (tetra, piro y polifosfatos) son de desarro-
llo reciente y se caracterizan por su alto contenido de P (llegando al
85 % de P2 0 5 ) y por los enlaces condensados (-P= P-) en sus estructuras.
Estos fertilizantes presentan una solubilidad muy baja en agua. Su
.. hidrólisis depende del pH del suelo; la actividad microbiana tiene que
ver con la ruptura del enlace P=P. Se conocen polifosfatos de Ca, K,
Na y NH4 , todos con diferentes propiedades y comportamientos en el
suelo.
Existe un amplio grupo de fertilizantes fosfatados que es de menor
producción y uso, tales como los superfosfatos enriquecidos con amo-
nio, los fosfatos mono y dipotásico y el fosfato amónicomagnesiano,
cuyas propiedades y reacciones han sido objeto de consideración en
textos específicos (ver, por ejemplo, Mattingly y Talibudeen (84);
Van Wazer (108); Sample et al. (93) ).
Si bien se sabe que los fertilizantes fosfatados solubles en agua se
fijan rápidamente en el suelo, hasta ahora existen pocos estudios inte-
grales sobre el balance completo de transformación de fertilizantes;
aquí se deben considerar: determinaciones sobre el P original del suelo;
cantidades aplicadas, las cuales deben ser equiparables con las extraídas
por los cultivos; y las formas de transformación en el suelo. La Figura
8 .19 representa gráficamente los resultados obtenidos de la transfor-
mación de la roca fosfatada de Land Pebble (EE.UU.), y del superfos-
fato triple, en un suelo de Costa Rica. En este estudio se aplicaron dosis
crecientes de P (entre O y 700 mg·kg 1 suelo) a macetas conteniendo
un suelo ácido de pH 3.8 (Fassbender (44) ). También se sembraron
plantas indicadoras de tomate, y después de la cosecha (ocho semanas),
se tomó una muestra del suelo, en la cual se determinaron las diferentes
formas inorgánicas; luego, por diferencia con las muestras sin fertiliza-
ción, se fijó la transformación porcentual del P aplicado en fosfatos de
Al, Fe y Ca. La roca fosfatada que tiene una baja solubilidad y velo-
cidad de disolución, permaneció en un 42 % sin alteración, y las cose-
chas tuvieron sólo pequeños aumentos. El fosfato monocálcico del
superfosfato triple se disolvió rápidamente y después de la cosecha se
había transformado, en un 96%, en fosfatos de Al y Fe; sin embargo,
las plantas lograron utilizar, en parte, la mayor disponibilidad de fós-
foro, obteniendo mejores cosechas que con la roca fosfatada (Figura
8 .19).
Fósforo 289

La transformación de los fosfatos también fue estudiada en condi-


ciones de campo; en un cacaotal, por nueve años consecutivos se apli-
có superfosfato triple al voleo, en combinación con fertilizantes nitro-
genados y potásicos, sin ningún efecto sobre las cosechas. En muestras
compuestas, provenientes de los diferentes tratamientos, se estudiaron
las formas de los fosfatos y se hizo un balance (42); los resultados se
presentan en el Cuadro 8.11. Se observa que el P se acumuló especial-
mente en los primeros 7.5 cm del suelo y que hubo una transforma-
ción muy intensa en fosfatos de aluminio y hierro. Inclusive se encon-
tró un balance negativo de los fosfatos cálcicos, lo que indicó que los
fosfatos cálcicos nativos fueron transformados, en parte y durante ese
lapso, en fosfatos de Fe y Al.
En un estudio de aplicaciones masivas de superfosfato ( 2 000 kg
P 2 Os · ha- 1 ) en un suelo volcánico de Costa Rica, Gamboa y Blasco
(57) encontraron que su utilización en cinco cosechas de maíz fue
relativamente pequeña en comparación con la transformación en
formas menos solubles; así, el 42% quedó retenido en los primeros 30
cm y el 27% entre 30 y 60 cm; este último especialmente en formas •.
férricas y alumínicas (70% del retenido).
Sin embargo, resultados más favorables han sido publicados por
Goedert (61), quien encontró que de 70 kg P 2 Os· ha- 1 aplicados
como superfosfato al voleo en un Latoso! rojo oscuro, las diez cose-

Roca fosfatada de Superfosfato triple


Land·Pebble

.,
700
....
e
700

e.. 600
~600
~ .!
~500 ~500
~
8
-8400
54.8% AI·P / i8 400
·~
~•n•~~

~-~~=
~300

100
~
0-
~
p· l,oo
~
4 .0% Ca·P
r:t. ti t 1 1 t t ti t 1 t 1 t
o 44 88 175 3~ Dosis P (mg/kgl 700 o 44 88 175 3~ Dosis P (mg/kgl 700

0 .43 0.54 0 .84 0.81 2.110 14.47 0.430.88 0.70 3.97 27.82 37.50

Materia seca [ g/mac J Materia seca [g/mac]

Fig. 8.19. Di~a de transfonnación del fosfato Land Pebble y del superfosfato
triple, en macetas. (Según Fassbender (37)).
290 Química de Suelos

Cuadro 8.11. Balance de fosfatos aplicados en forma de superfosfato,


durante nueve años en una plantación de cacao. (Según
Fassbender (42)).
Muestras de Fosfato
profun· Tratamiento Unidad Distribución.
didad de medida de de de Porcentaje
(cm) Sol H20 Alu· Hierro Calcio de recu-
minio peración
0-7.5 +P ppmP 9.9 157.5 130.0 71.6
o ppmP o 24.0 57.7 68.8
Diferencia ppmP 9.9 133.5 72.3 2.8
KgP20s 14.6 197.2 106.8 4.1 77.0
7.5-15 +P ppmP trazas 36.4 77.2 54.5
o ppmP trazas 14.8 52.8 75.5
Diferencia ppmP trazas 21.6 24.4 -20.5 9.5
KgP20s/ha trazas 33.8 38.1 -32.0
15-30 +P ppmP trazas 27.5 56.7 41.1
o ppmP trazas 17.0 49.2 41.8
Diferencia ppmP trazas 10.5 7.5 -0.7
KgP2 Os6 /ha trazas 35.3 25.2 -2.3 13.3

Promedio de formas de fosfatos ( % ) 3.5 63.4 40.4 -7.3

chas sucesivas de diez cultivares de maíz absorbieron 45 kg P· ha- 1


(Figura 8.20). El efecto residual de aplicaciones de 140 y 280 kg P· ha- 1
fue notable, lográndose cosechas de 27.8 y 42.7 t maíz· ha- 1 en las diez
cosechas sucesivas.
Rocas fosfatadas

Los fosfatos naturales, o rocas fosfatadas, son la materia prima


para la producción de fertilizantes fosfatados, a excepción de las esco-
rias Thomas. La formación y composición de las rocas fosfatadas han
sido examinadas anteriormente (Capítulo Octavo). Los fosfatos natu-
rales también se pueden utilizar como fertilizantes en condiciones
específicas.
El contenido de P en diferentes rocas fosfatadas se puede observar
en el Cuadro 8.2. La solubilidad y la velocidad de disolución de las
rocas fosfatadas se consideran como aspectos básicos en su utilización;
de acuerdo con la Figura 8.18 se puede afirmar que la solubilidad es
muy variable y que la velocidad de disolución depende, especialmente,
del tamaño de las partículas.
En los últimos años, en América Latina se ha dado un especial énfa-
sis al estudio de la eficiencia y utilización de rocas fosfatadas, ya que se
ha descubierto una serie de yacimientos, y debido a que los costos de
aplicación de estos fosfatos son módicos en comparación con otras
Fósforo 291

100
kg P.ha-1

o 70
~
.., o 140
...
.~
..!!!
4 280
·~
..,
~
u
lR
o 40
(.)

20

o~~_.--~~~~--._~~--
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Cultivos de ma(z
Fig. 8.20. Efecto residual del superfosfato sim-
ple aplicado al voleo durante d1ez cosechas de
maíz ( 100% = cosecha del primer cultivo).
(Según Goedert (60)).

fuentes. En detalle, y según Sánchez y Salinas (96), se trata de los


siguientes yacimientos:

Perú: Sechura (Bayovar)


Colombia: Huila, Pesca, Azufrada, Sardinata.
Venezuela: Lobatera, Riecito.
Brasil: Pirocaua, Trauira, Paulista, Olinda, Catalao, Patos de minas,
Araxa, Tapira, Ipanema, Juquia, Jacupiranga.
Bolivia: Potosí, Campinoto.

Según experimentos conducidos por León y Fenster (77), al compa-


rar una gran cantidad de rocas fosfatadas de América del Sur, EE.UU. y
Túnez (Cuadro 8.12) y al aplicar dosis de 50 a 400 mg P/maceta, el
efecto sobre la producción de pasto elefante (Panicum maximum) fue
muy variable. Algunas fuentes (Bayovar, Huila, Pesca, Lobatera, Patos,
Gafsa, Florida) lograron producciones muy favorables (70 a 100% de
la de superfosfato); sin embargo, la mayor parte de las rocas fosfatadas
alcanzó rendimientos relativos menores.
Los resultados de Cabala y Wild (20), expuestos en la Figura 8.21,
demuestran que las aplicaciones de rocas fosfatadas de Patos (Brasil),
en un Ultisol, son más favorables que en un Oxisol, en cuanto al desa-
rrollo de plantas de sorgo; lo anterior, después de una reacción del
suelo con los fertilizantes, entre cero y 270 días, y en comparación
con el fosfato monocálcico.
292 Química de Suelos

Cuadro 8.12. Efecto de la aplicación de rocas fosfatadas, en la cosecha


de pasto elefante (Panicum maximum) en un Oxisol de
Colombia en comparación con el de superfosfato. (Según
León y Fenster (77)).
Cosecha relativa en dosis
Roca Solubilidad 50 100 200 400
fosfatada relativa mg.kf 1 /maceta
Superfosfato (g/maceta) 13.3 19.0 22.2 22.2
Brasil
Abaete Baja 11 33 52 55
Araxá Baja 30 33 56 58
Catalio Baja 5 6 22 38
Jacupiranga Baja 12 13 19 51
Patos de Minas Baja 27 42 66 72
Tapira Baja 4 7 10 23
Colombia
Huila Media 58 59 84 84
Pesca Baja 56 61 80 83
Sardinata Baja 29 44 68 74
Perú
Bayovar Alta 99 79 104 91
Venezuela
Lobatera Baja 56 56 65 76
Túnez
Gafsa Alta 63 72 114 105
Estados Unidos de América
Florida Media 59 71 86 91
Carolina Hope Alta 70 78 107 108

Resultados similares han sido publicados por Fassbender (36); estos


fueron obtenidos al comparar los rendimientos de pasto sudán después
de la aplicación de cero a 400 mg P• kg 1 al suelo en diferentes fosfa-
tos. El efecto debido al tamaño de las partículas de las rocas fosfata-
das es de especial importancia para lograr una mayor efectividad; las
rocas fosfatadas de Sechura (Perú) llevaron a un aumento de las cose-
chas (plantas sudán) cuando fueron molidas finamente ( < 60 micrones,
ver Figura 8.22). Asimismo el contenido de P se incrementó en las plan-
tas sudán.
Resultados parecidos fueron publicados por León y Fenster (77) al
aplicar fosfatos de Huila (Colombia) en un Oxisol de Carimagua.
Las escorias Thomas son subproductos de la fabricación de acero.
Estas se forman cuando se reduce el acero bruto, por calentamiento en
temperaturas entre 1 300 y 1 600° C; al agregar cal se produce una esco-
ria fosfatada que, después de enfriarse y molerse finamente, puede ser
utilizada como fertilizante. Químicamente en el equilibrio CaO-P2 0 5
Fósforo 293

TROPUDULT CAMACA
cero
o 90 180 270
:D
Qj
3.2 DMS5%
o
o o_-- ro ----- -a·
u o
a: 1 V= 7038 + .016x = 000027x2
E 1.6
..... ~-
.!!
lll
:!e: o
-, - r r r r
r 2 =0.8810

"'
Q.

HAPLORTHOX CRYSTALINO
"O 3.2 o
~ DMS 5% ----o
~ ,.... JliD-·:nnr:~f~
v = 0.0434 + 0.006x
r2 = 0.9818
' 1'2345 12345 12HJ 12345

o 100 200 300 400


Tratamientos v dosis de P (mg•kg-1 1

FiJ. 8.21. Efecto de rocas fosfatadas en la produc-


cion de sorgo, después de la incubación del suelo
con los fertilizantes. (Según Cabala y Wild (20))

se produce fosfato tritetracálcico [Ca3 (P04 ) 2 CaO], mientras que con el


equilibrio Ca0-Si02 se produce Ca2 Si04 • Como ambos equilibrios suce-
den al mismo tiempo, resulta una mezcla complicada de cristales de fos-
fato y silicato de calcio, con contenidos variables de P, Ca y Si (12-16 i.
P 2 0 5 , 40-50 i. CaO, 5-6 i. Si02 ).
El fosfato de Renania se origina al calentar roca fosfatada con
soda r cuarzo, en hornos rotativos con temperaturas entre 1 000 y
1 200 C. Bajo estas condiciones se hace una mezcla de fosfato calco-
sódico· (Ca-Na-P0 4 ) y silicato de calcio (Ca2 Si04 ), de acuerdo con la
siguiente reacción:

La mezcla de cristales en el fosfato de Renania, puede variar dentro


de grandes límites, según sea la composición química de los materiales
utilizados en la producción (24-30% P2 0 50 35-40% CaO, 8-10 i. Si0 2 ,
y 15-20% Na2 0).
El Rekaphos es un fertilizante fabricado a partir del fosfato de Re-
nania, enriquecido con potasio y finamente granulado; el tamaño de los
granos es de 0.5 a 2.5 milímetros.
Estos fertilizantes son ampliamente utilizados en los países euro-
peos. Por ahora, su uso es limitado en América Latina, aunque algunos
países, como Argentina, Colombia y Chile, ya cuentan con plantas de
producción.
Las escorias Thomas y los fosfatos de Renania son poco solubles
en agua; su solubilidad se analiza y caracteriza en ácido cítrico. Estos
fertilizantes son de reacción alcalina, debido, especialmente, a su alto
294 Química de Suelos

...
~

11 ~
o
,... <O
LO O
10 ~-

~
~
5!
...
.!!
-o
....Cll
"'
E
e¡¡
~
7 ~
"'
~ ~
..."'
<.:1

...
N
o
o -
o o o o o o o
o
o No ~ ~ 8 o coco
o No ó v
8oo <O <O
gV 6 No 6 ó
N
y
8
A o N
A 8 o
A o
o
N

Diámetro de las parHculas (micrones)

Fig. 8.22. Efecto del tamaño de las partículas del fosfato


Sechura sobre la cosecha de plantas de pasto sudán, y su
contenido en P:z Os. (Según Fassbender (37)).
Fósforo 295

contenido de CaO. La aplicación de estos fertilizantes tiene un efecto


múltiple a través de las variaciones del pH del suelo y de la subsiguiente
disminución del aluminio cambiable, el que se reemplaza por el calcio
aplicado; también afecta al intercambio entre los iones silicato y fosfa-
to, resultando en un aumento de la producción. El uso masivo o conti-
nuado de fosfato de Renania puede, sin embargo, causar problemas
debido a la aparición del Na en el complejo de cambio -especialmente
en suelos ácidos, pobres en bases cambiables-, o produciendo un des-
balance de cationes en la cubierta iónica de los coloides. Los productos
de las reacciones de los fosfatos térmicos son poco conocidos y su uso
a nivel latinoamericano es muy limitado, aunque en algunos estudios
se ha demostrado su gran potencial.
En el Cuadro 8.13 se presentan algunos resultados obtenidos por
Fassbender y Molina ( 45) al utilizar fosfatos térmicos en suelos deri-
vados de cenizas volcánicas en Costa Rica. Estos fertilizantes silico-
fosfatados lograron mejores cosechas que el superfosfato triple fina-
mente molido. Como fuentes de P, las escorias Thomas son ligeramen-

Cuadro 8.13. Efecto de fertilizantes silicofosfatados, sobre la produc-


ción de plantas de tomate y en el pH del suelo de Juan
Viñas, Costa Rica. (Según Fassbender y Molina (45)).
Cosecha
Fertilizante Dosis pHCaC1 2
ppmP gMS/mac mg P/mac final
NoP o 0.2 0.4 4.1
Supertriple en polvo 44 0.3 0.6 4.4
88 0.5 1.2 4.5
175 l. O 2.0 4.1
350 4.9 9.3 4.1
Escoria Thomas 44 0.3 0.7 4.1
88 0.7 1.5 4.2
175 1.9 3.6 4.3
350 5.8 11.0 4.6
Fosfato de Renania 44 0.3 0.7 4.1
88 1.1 2.5 4.1
175 1.6 3.0 4.2
350 4.9 8.8 4.4
Rekaphos granulado 44 1.7 3.7 4.1
88 4.1 10.3 4.2
175 8.8 20.2 4.3
350 11.8 33.0 4.5
Supertriple granulado 44 4.0 10.0 4.1
. 88 7.1 17.7 4.1
175 12.1 28.1 4.2
350 19.1 53.5 4.3
Valor relativo
Supertriple en polvo 100 100
Escoria Thomas 129.0 127.4
Fosfato de Renania 117.3 114.0
Rekaphos granulado 385.0 500.7
Supertriple granulado 662.1 831.0
296 Química de Suelos

te superiores al fosfato de Renania. Es importante indicar que con


estos fertilizantes se produce igualmente un efecto de encalado.

Efecto de las mezclas de fertilizantes


En los capítulos anteriores ha quedado en claro que la aplicación
de fertilizantes en suelos tropicales ácidos es siempre problemática;
las fuentes solubles en agua llevan a un aumento notable de la concen-
tración de H 1 PO¡ en la solución del suelo y a la subsiguiente transfor-
mación en formas insolubles. Las fuentes de baja solubilidad y veloci-
dad de disolución no siempre conducen al aumento de cosechas desea-
do. Por ello, en los últimos años se ha realizado una serie de experimen-
tos aplicando mezclas de fuentes: superfosfato y rocas fosfatadas. Así
se espera un efecto inicial directo del superfosfato y la disolución lenta
de la roca fosfatada, como efecto residual. Como se observa en la Figu-
ra 8.23, la aplicación de 100 kg P 2 0 5 , como mezcla equiparada de
superfosfato triple y roca fosfatada, en un Ultisol de Colombia llevó
a mayores cosechas de arroz que cuando se aplicó el superfosfato solo.
En el Cuadro 8.14 se presentan los resultados de cultivos sucesivos
de trigo, soya y arroz, en parcelas abonadas con diferentes mezclas de
fertilizantes (rocas fosfatadas y termo fosfatos) en un Latoso! rojo
oscuro de Brasil, según los datos obtenidos por Goedert y Lobato (60).
El termofosfato magnesiano y el fosfato de Gafsa se comportan de
modo comparable al superfosfato. Los fosfatos naturales presentaron
efectos bajos en el primer cultivo, pero paulatinamente los mejoraron
con el progreso de los cultivos.
Efectos comparables en el rendimiento de maíz fueron obtenidos
por León y Fenster (77) al aplicar mezclas de 1.3 de rocas fosfatadas
(Florida, EE.UU., y Pesca, Colombia) y supersfosfato simple al Oxisol
de Carimagua. Las cosechas de las mezclas fueron equiparadas con las
del superfosfato solo.

Cuadro 8.14. Efecto porcentual (superfosfato = 100) de mezclas y


dosis de fertilizantes fosfatados (F) con superfosfato
triple (ST). (Según Goedert y Lobato (59))
F 200 P:z Os/ST:zeop2 Os F IOOp:zOs/STaoop20s
Fosfatos (F) % ler. 3er. 4to. ler. 3er. 4to.
P20s cultivo cultivo cultivo cultivo cultivo cultivo
(Trigo) (Soja) (Arroz) (Trigo) (Soja) (Arroz)
Termo magnesiano 15.9 96 89 82 95 129 112
Termo IPI' 28.7 50 35 41 51 90 103
Pirocaua 30.5 51 67 84 38 91 100
Gafsa 28.2 132 94 75 95 101 104
Araxá 37.6 20 22 38 23 48 43
Abaeté 21.4 7 9 34 8 46 57
Catalao 37.7 3 9 27 5 28 33
Fósforo 297

Otras medidas agronómicas para mejorar la eficiencia


de fertilizantes fosfatados
Como ya se ha indicado, la eficiencia de los fertilizantes depende
de una gran cantidad de interacciones: suelo-fertilizante-planta. Ade--
más de los aspectos intrínsecos del fertilizante fosfatado descritos
anteriormente, existe una serie de medidas agronómicas para mejorar
su eficiencia.
Sistema y época de aplicación
El sistema y la época de aplicación tienen una gran importancia
en la efectividad de los fertilizantes fosfatados y en su interacción con
las raíces de la planta. Muchos investigadores han encontrado que una

...
1 4
"'
.t:

..g
.t:

e TSP BANDAS
"' ~ '50% TSP +50% HUILA FA
.."'
..
ii • 50% TSP + 50% PESCA FA
A 50% TSP +50% SAAOINATA FA
8 A PESCA PA
'SAAOINATA FA
• HUILA FA

0~------~----~~------------~
50 100 200
kg P· ha -l P2 o 5

Fig. 8.23. Efecto del superfosfato triple (TSP)


en mezclas con rocas fosfatadas (RF), sobre la
cosecha de arroz en un Ultisol de Colombia.
(Según León y Fenster (77)).

aplicación en bandas, en las cercanías de las raíces de cultivos anuales,


es muy favorable; en praderas, la aplicación al voleo es casi la única
posibilidad. La época de aplicación debe ajustarse a la distribución de
las lluvias y al ritmo fisiológico de las raíces de las plantas.
Los resultados de las aplicaciones de superfosfato al voleo y, o,
en bandas durante diez cosechas sucesivas de maíz y soya, en suelos
del Cerrado de Brasil, publicados por Goedert (61), han sido presenta-
298 Química de Suelos

Cuadro 8.15. Cosechas de maíz (diez consecutivas) en función de dosis


y localización del fertilizante fosfatado en un Latoso!
rojo oscuro del Brasil. (Lobato; ver Goedert (61 )).
Cosecha
Fosforo
Trata. Total P 10 cosechas Total 1 O cosechas
miento Voleo Bandas aplicado
No. (kg/ha) (kg/ha) (kg/ha) t/ha % t/ha %
1 70 o 70 0.35 6 17.06 28
2 140 o 140 0.55 10 27.85 45
3 280 o 280 1.47 27 42.67 69
4 560 o 560 3.98 74 60.83 99
5 860 o 860 5.38 100 61.64 100
6 o 35(•4) 140 0.88 16 30.09 49
7 o 70(•4) 280 1.90 35 44.05 71
8 o 140(•4) 560 4.09 76 61.51 100
9 140 35(•4) 280 1.35 25 43.89 71
10 35 35 385 4.81 89 49.77 81

dos en el Cuadro 8.15 y en la Figura 8.24. En todos los casos se obser-


va una alta respuesta a la aplicación del fertilizante. En el caso del maíz
se lograron las cosechas máximas (61.6 t por diez cosechas) indepen-
dientemente de la forma de aplicación, con 860 kg P·ha- 1 al voleo, o
con 560 kg P· ha- 1 en bandas. En el caso de la soya, la dosis óptima fue
de 264 kg P• ha- 1 al voleo, combinada con 44 ó 66 kg P· ha- 1 en el
suelo.
Efecto del tamaño de las partículas
La velocidad del material de abono se regula en función de la super-
ficie total del fertilizante. En el caso de las rocas fosfatadas, cuanto
menor es el tamaño de las partículas (Figuras 8.18 y 8.22), mayor es
la velocidad de disolución, lográndose así un efecto favorable; el grado
de molienda es, sin embargo, un problema técnico.
En el caso de fertilizantes solubles en agua, cuanto menor es el
tamaño de las partículas, mayor es el grado de fijación; por ello, los
fertilizantes granulados tienen un efecto favorable (Cuadro 8.13). Aquí,
el problema consiste en encontrar el tamaño óptimo de los gránulos del
fertilizante. En un estudio realizado por Suárez (99) en suelos de Costa
Rica, altamente fijadores de P, utilizando fertilizantes radioactivos mar-
cados con 32P y con granallas de 0.5, 2.3, 6 y 12 mm de diámetro, se
encontró que el tamaño óptimo es de aproximadamente 8 mm. En
este estudio, el aprovechamiento del fertilizante aumentó del tres al
11 %. Estudios sobre la granulación o peletización de fertilizantes deben
incrementarse para obtener la información pertinente.
Aplicación de silicatos
La aplicación de silicatos solubles al suelo, antes de la fertilización
Fósforo 299

'#-
cu
>
·;;
cu
"ii kg P•ha-1 banda
~

cu
.S: •O

u
1 022
044
•ss
o 528
kg ha-1 voleo

Fig. 8.24. Cosecha de soya (tres consecutivas)


en función de aplicaciones al voleo y en banda
de superfosfatos en un Latosol rojo amarillo del
Brasil. ( 100% x 7 230 kg grano • ha- 1 ) (Según
Goedert (61)).

fosfatada, tiene la ventaja de que los iones de silicato son fijados en él,
en vez de los iones de fosfato, lográndose así un enmascarado de la
capacidad de fijación. La aplicación de fertilizantes sílicofosfatados
(escorias Thomas y fosfato de Renania) tiene la ventaja, además, de
aumentar el pH del suelo.
Exister pocas experiencias en América Latina sobre las aplica-
ciones dir ....ctas de silicatos solubles en suelos fijadores de P. Los resul-
tados obtenidos por Fassbender y Müller (37, 46) se presentan en
forma gráfica en la Figura 8.25.
La aplicación de silicatos de sodio en dosis de 200 mg Si· kg 1 en
combinación con la aplicación de 200 mg P2 0 5 • kg- 1 , no condujo a
resultados iguales para todos los suelos estudiados. En cuatro de ellos
se logró un aumento de la cosecha, mientras que en los otros cuatro
se produjo una depresión de la misma. El efecto positivo o negativo de
la cosecha no está asociado con el origen y clasificación de los suelos. Se
observa, en cambio, una relación con la reacción del suelo. Con excep-
ción del suelo de Cervantes (pH, KCl = 5.1), los aumentos de cosecha
se prod~jeron solamente en los suelos más ácidos; los suelos de Insti-
tuto, Colorado y La Fortuna tienen valores de pH de 4.4, 4.2 y 4.3,
respectivamente. Los otros suelos (El Banco, La Margot, Birrisito y
Guayabo) . en los cuales se registró la depresión de la cosecha, son
menos ácidos, teniendo valores pH de 4.6, 4.5, 4.6 y 4.6, respectiva-
mente.

Aplicaciones de encalado
El encalado tiene una influencia múltiple sobre la dinámica del fós-
foro en el suelo, su efecto se puede deber: a la acción de la mineraliza-
300 Química de Suelos

.. 16
§
E
10
8
6
4
2

2 3 4 5 6 7 8
ALUVIALES ANDOSOLES LATOSO LES
1- El Banco 4- Cervantes 7-Colorado
2· Instituto 5- Birrisito 8- La Fortuna
3- La Margot 6- Guayabo

Fig. 8. 25. Efecto de las aplicaciones de silicato de Na en ocho suelos deficientes en


fosfatos. Planta indicadora: maíz, Costa Rica. (Según Fassbender y Muller (37)).

ción de fosfatos orgánicos; a la hidrolización de fosfatos férricos y alu-


mínicos para aumentar la concentración de H2 PO; en la solución del
suelo; y a la disminución de la capacidad de fijación de los fertilizantes
fosfatados.
Los resultados de las interacciones entre el encalado y la aplicación
de fertilizantes fosfatados son muy claros al observar los datos, publica-
dos por Van Raij (89), sobre cultivos de soya en Minas Gerais y Río
Grande del Sur, en Brasil (Cuadros 8.16 y 8.17). Con una dosis adecua-
da de encalado se ha logrado casi triplicar la cosecha.

Interacciones con otros elementos nutritivos


Es muy común encontrar, en un suelo; deficiencias paralelas de va-
rios elementos nutritivos. En función de la materia orgánica y los valo-
res C/N/P-orgánico, muchos de los suelos deficientes en P son también
deficientes en N. Así existe, entonces, una interacción N-P al aplicarse
fertilizantes nitrogenados y fosfatados. Los resultados de Miranda y
Miranda (ver Van Raij (89) ) encontrados en 50 experimentos de ferti-
lización con N y P, en Sao Paulo, Brasil, demuestran que al aplicar
90 kg· N y 90 kg de P2 0 5 al suelo, se produce una duplicación de las
cosechas (2 000 a 4 300 kg de maíz) (Cuadro 8.18). También pueden
encontrarse interacciones con S y K.

Interacciones con microorganismos (micorrizas) en la rizosfera


La rizosfera es la zona del suelo influida por las raíces, donde
se logra un gran incremento de la población microbiana. La zona mide
Fósforo 301

Cuadro 8.16. Efecto del encalado sobre la respuesta de la soya a la apli-


cación de fertilizantes fosfatados, en Minas Gerais, Brasil.
(Según Van Raij (89))
Producción de soya
Suelo P20s
aplicado Sin cal Con cal
kg/ha kg/ha kg/ha
Latoso) rojo amarillo o 210 512
( 4 experimentos) 100 768 1 601
200 1008 1 832
300 1 080 2 081
Latoso) rojo oscuro o 385 434
100 1 042 1 533
200 1 283 1 772
300 1 414 2 077

Cuadro 8.17. Efecto del encalado y de la aplicación de fertilizantes


fosfatados, sobre la producción de la soya en un Oxisol
de Río Grande do Sul, Brasil. (Según Van Raij (89)).
Producción de soya con encalado
P20s Cal t.ha-1
aplicado o 6.6 13.2 19.8
kg·ha- 1 kg·ha- 1
o 1 203 2 000 2 044 1 925
150 1 438 2 205 2 262 2 350
300 1 844 2 376 2 558 2 529
450 1 984 2 652 2 822 2 815
600 1 804 3 053 3 230 3 205

sólo algunos milímetros de profundidad, pero es de gran importancia


para la nutrición de las plantas. De acuerdo con Tinker (105), hay una
serie de posibilidades para promover la absorción de P:

• a través de una alteración de la morfología de las raíces;


• por un cambio de la capacidad de absorción de elementos
nutritivos;
• por una influencia en los equilibrios físico-químicos en el siste-
ma planta-suelo;
• por un aumento de la velocidad de difusión de los iones fosfato,
en función de la interacción entre superficie y volumen con el
sistema suelo-microorganismo-raíz.

Entre las micorrizas - asociaciones entre raíces de plantas y


hongos- se diferencian las extomicorrizas y las endomicorrizas.
302 Química de Suelos

Cuadro 8.18. Interacción de N y P en la cosecha de maíz, con base en


50 experimentos en Sao Paulo, Brasil. (Según Van Raij
(89)).
Cosecha de maíz
P20s N kg·ha- 1
o 30 60 90
kg•ha- 1 kg·ha- 1

o 2 000 2 607 2 996 3 167


30 2648 3 220 3 646 3 818
60 3 022 3 631 4 022 4 195
90 3 122 3 732 4124 4 298

planta • N • patos planta • patos • E 3 N • patos • E 3

o a o
OMS5% DMS 5% DMS5%
stylo
1.25 N03

stylo desmo

desmo

-
o o o
OMS 5"·• DMs~·'· OMS 5 ...
paspa

"1.25 cench paspa


cench

patos· •

interacciOnes triples
8 N0 3 11 · patos
O NH 4 aD• patos

Fig. 8.26. Efectos de aplicaciones de roca fosfa·


tada de Patos, fuente de N e inoculación con
Glomus en el contenido de P en plantas de Des·
modium, Stylosanthes, Cenchrus y Paspalum.
(Según Cabala y Wild (21)).
Fósforo 303

a. Ectomicorrizas; donde las hifas (hyphae) de los hongos -general-


mente basidiomicetos- penetran en las células radiculares ( cortex).

b. Endomicorrizas; donde los micelios del hongo penetran hasta la


endodermis de la raíz formando deformaciones vesiculares-arbustivas
(VA-endomicorrizas).

Aún no se conocen exactamente los procesos de absorción de P por


las micorrizas ni los de transferencia a las plantas hospederas. Hasta
ahora se han realizado pocos estudios en este campo complejo de la bio-
logía, química y biofísica del suelo. Los resultados logrados y publica-
dos por Cabala y Wild (21) y por Geodert (61), así como otros trabajos
pioneros en América Latina, son muy promisorios. El contenido de P en
las leguminosas Desmodium, Stylosanthes, Cenchrus y en lú gra.&·nínea
Paspalum, aumentó notablemente con una inoculación de Glomus fasci-
culatus tipo E 3 (Figura 8.26).
En esta área existe una gran cantidad de aspectos desconocidos,
pero, al mismo tiempo, un gran número de posibilidades a investigar.
304 Química de Suelos

RESUMEN

En este capítulo:

a. Se analiza el contenido de P en suelos de América Latina, con base


en numerosos resultados de la literatura; el ámbito oscila entre 18
y 3 300 mg P· klf 1 suelo; de manera general, los valores se encuen-
tran entre 600 y 1 000 mg P· kg- 1 • El P total se determina por: las
características del material parental, el grado de meteorización, la
materia organica y el pH del suelo. Los Andosoles presentan, gene-
ralmente, valores altos de P total; los Ultisoles y Oxisoles valores
bajos.

b. Entre las formas de P se diferencian los fosfatos orgánicos y los


inorgánicos. En los suelos de América Latina, la proporción de P
orgánico en el P total es muy variable, situándose entre siete y 7 3 %;
el promedio es de alrededor del 50 por ciento.

c. Se presentan los principales fosfatos orgánicos y se analizan las


relaciones C/P orgánico.

d. Entre los fosfatos inorgánicos se diferencian: los cristalinos de Ca,


Al y Fe; los incluidos en las concreciones de sesquióxidos; y la
pequeña fracción de H 2 PO¡ presente en la solución del suelo. Se
explica el método de su análisis y se discuten los resultados obte-
nidos en los suelos; la proporción de fosfatos de Ca aumenta con el
pH, mientras que las de Al y Fe disminuyen.

e. Cronológicamente también varía el contenido de fosfatos inorgá-


nicos; en suelos jóvenes predominan los de Ca, con la meteorización
aumentan los de Al y Fe y en suelos maduros predominan los
ocluidos.

f. Se examinan los productos de solubilidad de los fosfatos de Ca, Al y


Fe; se derivan sus isotermas de solubilidad y se presentan resultados
obtenidos en suelos de América Central, Colombia y Brasil, respecto
de la identificación de fosfatos inorgánicos.

g. Las relaciones suelo-planta y la absorción de P se analizan con base


en parámetros de intensidad-situación momentánea de disponibili-
dad, y capacidad-poder de reposición de H2 PO¡ en los suelos.

h. Se analizan los diferentes procesos dinámicos de transformación


del P en los suelos, procesos que determinan el ciclo de este
elemento.

i. La mineralización de fosfatos orgánicos depende de muchos facto-


res: pH, contenido de materia orgánica, microorganismos, humedad,
temperatura. La liberación de H 2 PO; resultante es muy importante
para la nutrición vegetal.
Fósforo 305

j. Se examinan los fenómenos de la retención o fijación de P que son


consecuencia de la adsorción y precipitación de fosfatos; para ello
se toma como base los resultados obtenidos en suelos de América
Latina.

k. Se presentan la naturaleza química y las reacciones de los fosfatos


naturales -rocas fosfatadas-, y los factores que los gobiernan. Se
diferencian los fertilizantes térmicos y los de acidulación, conside-
rando sus características y reacciones en el suelo. En los suelos
ácidos predominan las reacciones con Al y Fe; en los alcalinos, la
precipitación de Ca; y en los calcáreos, la adsorción, en particular,
de CaC0 3 •

l. Se analizan resultados de transformación obtenidos al estudiar dife-


rentes fertilizantes en distintos suelos. Se discute la eficiencia de los
fertilizantes fosfatados y se consideran medidas agronómicas para
favorecer la forma, época de aplicación, tamaño de partículas, apli-
cación de silicatos y encalado, interacciones con otros elementos
nutritivos y con microorganismos (micorrizas).
306 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA
1. AHMAD, N.; JONES, R. L. Forma and occurrence of inorganic phosphorus and
its chemical availability in the limestone soils of Barbados. Soil Science
Society of America Proceedings 31 (2): 184-188. 1967.

2. ASLYNG, H.C. The lime and phoaphate potentials of soils; the solubility and
availability of phosphates. Royal Veterinary and Agricultura! College.
Yearbook 1959, Copenhagen, 1960. pp. 1-54
3. BARROW, N.J. Phoaphorua in soil organic matter. Soils and Fertilizers 34 (3):
169-173. 1961.
4. ; OZANNE, P.G.; SHAW, T.C. Nutrient potential and capacity.
l. The concepts of nutrient potential and capacity .a nd their application to
soil potaBSium and phosphorus. Australian Joumal of Agricultura! Re-
search 16:61-76. 1965.
5. .Nutrient potential and capacity. 11 Relationship between
pota11ium potential and buffering capacity and the supply of potassium to
planta. Auatralian Joumal of Agricultura! Research 17: 849-861. 1966.

6. BASTIDAS, O. et al. Formas de fósforo en los suelos volcánicos del valle de


Sibundoy, Putumayo, Colombia. Turrialba 20 (4): 434-438. 1970.

7. BECKETT, P.H.T. Studies on soil pota11ium. 11. The inmediate Q/1 relations
of potaBSium in the soil. Jo u mal of Soil Science 15: 9-23. 1964.
8. ; WHITE, R.E. Studies on the phosphate potentials of soils.
111. The pool of labile inorganic phosphate. Plant and Soil 21 ( 3): 253-282.
1964.
9. . Relationship between uptake of phosphorus by planta and
the phosphorus potential and buffering capacity of the soil; an attempt to
test Schofield's hypothesis. Soil Science 104 (2): 99-106. 1967.

10. BENAVIDES, S. T. Distribution on native phosphorus and phosphorus sorption


capacity of some tropical soils of Colombia. M.S. thesis. Stillwater USA,
Oklahoma State University. 1963.

11. BERNHARD-REVERSAT, F. Recherches sur l'écosystemelde la foret subequa-


toriale de Basse COte d'Ivoire. VL Les cycles des macroéléments. La Terre
et la Vie 29: 229-254. 1975.

12. BLACK, C.A.; GORING, C.A.I. Organic phosphorus in soils. In Pierre, W.H. y
Norman, A.G. Eds. Soil and fertilizer phosphorus in crop nutrition. New
York, Academic PreBS, 1953. pp. 123-152.

13. BLASCO, L.M.; BOHORQUEZ, N.A. Fractionation of phosphorus in tropical


soilsofColombia. Agrochimica 12(2-3): 173-178.1968.

14. . Propiedades químicas de los suelos derivados de cenizas volcá-


nicas de Nariño, Colombia. In Panel sobre suelos derivados de cenizas
volcánicas de América Latina. Turrialba, Costa Rica. IICA. 1969. pp. B.8-
B.8.10.
15. . El fósforo orgánico y su metabolismo en los suelos. Suelos
Ecuatoriales (Colombia) 6 ( 1): 19-43. 197 4.

16. BORNEMISZA, E.; IGUE, K. Comparison of three methods for determining


organic phosphorus in Costa Rican soils. Soil Science 103: 347-353. 1967.
Fósforo 307

17. BORNEMISZA, E. , FASSBENDER, H.W. Uptake of fertilizer phosphate from


nine soils from the humid tropics. Agrochimica 14 (2-3) : 259-268. 1970.

18. ; ALVARADO, A., Eds. Soil management in tropical Ame-


rica. Conaortium on Soil of the Tropica. Raleigh, North Carolina State Uni-
versity, 1975. 565 p.
19. CABALA, P.; FASSBENDER, H.W. Formas del fósforo en suelos de la región
cacaotera de Bahía, Brasil. Turrialba 20 (4): 439-444. 1970.

20. ; WILD, A. Direct use of low grade phosphate rock from Brazil as
fertilizer. L Effect of reaction time in aoil. Plant and Soil 65: 351-362.
1982.
21. ; WILD, A. Direct use of low grade phosphate rock from Brazil as
fertilizer. 11. Effect of mycorrhizal inoculation and nitrogen source. Plant
and Soi16 5 : 363-3 7 3. 1982.
22. CATHCARD, J.B. World phophate reserves and reaourcea. In Khasawneh, F.E.
et al., Eds. The role of phosphorus in Agriculture. Madison, Wisconain,
USA, ASA, 1980. pp. 1-18.

23. CHANG, S.C. ; JACKSON, M.L. Fractionation of soil phosphorus. Soil Science
84: 133-144. 1957.
24. ; JACKSON, M.L. Soil phosphorus fractiona in sorne representa-
tive soils. Joumal of Soil Science 9 (1): 109-119. 1958.

25. CHAVERRI, J . Fraccionamiento del fósforo en 16 suelos de Costa Rica. In


Costa Rica. STICA. Laboratorio de Investigaciones Agronómicas, Informe
Anual 1958. San José, 1958. 16 p.

26. CIAT. Informe Anual 1981. Cali, Colombia, 1982. p. irr.

27. CLARK, J.S.; PEECH, M. Solubility criteria for the existence of calcium and
aluminum phosphates in soils. Soil Science Soc. Am. Proc. 19: 171-17 4.
1955.

28. COULOT, J.; BOLA&OS, A.A. Estudio del estado del fósforo en suelos del
sudeste bonaerense. Argentina, INTA Boletín Técnico no. 61, 1967. 12 p.

29. DAHNKE, W.C. MALCOLM, J.L.; MENENDEZ, M.E. Phosphorus fractiona


in selected aoil profiles of El Salvador as related to their development.
Soil Science 98: 33-38. 1964.

30. DE GEUS, J.G. Fertilizer guide for tropical and subtropical farming. Zurich,
Centre d'Etude d'Azote. 1967. 727 p.
31. EDWARDS, P.J.; GRUBB, P.J. Studies of mineral cycling in a montane rain
forest in New Guinea. Journal of Ecology 65: 943·969. 1977.

32. EJUNGABI, J.K.; BADA, S.O. Biomasa and nutrient distribution in stands
of Pinus caribeae in the dry forest zone of Nigeria. Biotropica 11: 130-
135. 1974.
33. FAO. Fertilizer; Annual review 1978. Roma, Italia, 1979. p. irr.

34. FASSBENDER, H.W. La adsorción de fosfatos en suelos fuertemente ácidos


y su evaluación usando la isoterma de Langmuir. Fitotecnia Latinoame-
ricana 3 (1-2) : 203·216. 1966.
308 Química de Suelos

35. FASSBENDER, H.W. Deecripci6n fíaicoquímica del sistema fertilizante


fosfato-IUelo·planta. Turrialba 16 (3): 237·246. 1966.

36. . Los fosfatos naturales de Sechura, Perú. Turrialba


17: 159·164. 1967.
37. ; MULLER, L. Uso de enmiendas silicatadas en suelos
altamente fijadores de fosfatos. l. Efecto de aplicaciones de metasilicatoa
de sodio. Turrialba 17: 371·37 5. 1967.
38. ; ; BALERDI, F. Estudio del fósforo
en suelos de América Central. 11. Formas y su relación con las plantas.
Turrialba 18 (4) : 333·347. 1968.

39. • Conceptos físico·qufmicos en la interpretación del


sistema suelo-planta. In Con¡re&o Latinoamericano de Química, 10°, San
José, Costa Rica, 1969. San José, Universidad de Costa Rica, 1969. p. irr.

40. . Deficiencia y fijación de fósforo en suelos derivados


de cenizas volcánicas en América Central. In Panel sobre suelos derivados
de cenizas volcánicas de América Latina. Turrialba, Costa Rica, IICA,
1969. pp. 8.4.1·8.4.10.

41. . Estudio del fósforo en suelos de América Central. IV.


Capacidad de fijación de fósforo y su relación con características edáfi·
cas. Turrialba 19 ( 4): 497·505. 1969.

42. . Forms of phosphate after nine years of superphos-


phate fertilization to cacao. Agrochimica 13 (1·2): 39·43. 1969.

43. . Retención y transformación de fosfatos en ocho Lato-


soles de la Amazonia del Brasil. Fitotecnia Latinoamericana 6 (1): 1·9.
1969.
44. . Phosphorua fixation in tropical solla. Agri Digeat (Bél·
gica) 8: 20-ae. 1969.

45. ; MOLINA, R. Influencia de enmiendas calcáreas y silica·


tadas sobre el efecto de fertilizantes fosfatados en suelos derivados de ceni·
zas volcánicas en Costa Rica. In Panel sobre suelos derivados de cenizas
volcánicas de América Latina. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1969. pp.
C.2·C.2.12.
46. ; MULLER, L. Uso de enmiendas ailicatadas en suelos
altamente fijadores de fosfatos. IL Efecto de fertilizantes silico·fosfatados.
Turrialba 19 : 368·374. 1969.

47. ; MULLER, L.; ROLDAN, L. Physikalisch·chemiache


interpretationen der Phosphatformen und ihre Beziehungen zur Pflanze
in Boden Zentralamerikas. Geoderma 3: 147·155. 1969.

48. ; DIAZ, N. Contenido y formas de fósforo·· de algunos


suelos de la región amazónica del Estado de Maranhao, Braiil. Turrialba
20 (3): 372·374. 1970.
49. . Chemisches Verhalten der Hauptnihrstoffe in Boden
der Tropen, insbesondere in Lateinamerika. Gottinger Bodenkundliche
Berichte 23: 1·182. 1972.

50. . Experimentos de laboratorio para el estudio del fuego


de la quema de restos vegetales sobre las propiedades del suelo. Turrialba
25: 249-254. 1975.
Fósforo 309

51. FASSBENDER, H.W. Química de suelos, con énfasis en suelos de América


Latina. San José, Costa Rica, IICA, Serie de Libros y Materiales Educati-
vos, 1976. 398 p.
52. ; GUERRERO, R. Identificación de fosfatos y equili-
brios catiónicos en suelos derivados de cenizas volcánicas de Pasto, Calima,
Colombia. Revista de Ciencias Agrícolas (Pasto, Colombia) 6 : 5·18. 1976.

53. ; BEINROTH, F.H; SARMIENTO, L.S. Amounts and


forma of phosphorus in ten highly weathered soils of Puerto Rico. Turrial-
ba 28: 9-13. 1978.

54. ; GRIMM, U. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. II. Producción y descom-
posición de los residuos vegetales. Turrialba 31: 39-47. 1981.

55. ; . Ciclos biogeoqu ímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. IV. Modelos y conclusio-
nes. Turrialba 31: 101-108. 1981 .

56. FOLSTER, H.; DE LAS SALAS, G.; KHANNA, P.K. A tropical evergreen
forest site with perched water table, Magdalena Valley, Colombia. Oeco-
logía Plantarum 11: 297-320. 1976.

57. GAMBOA, J.; BLASCO, L.M. Dinámica del fósforo en el suelo después de cinco
fertilizaciones consecutivas. Turrialba 26: 150-155. 1976.

58. GARCIA, R. Phosphorus fractionation and phosphorus fixation capacity of


calcareous sugar cane soils in Mexico. In Congresa of the Intemational
Society Sugarcane Technology, 11th. Proceedings (s.i.): 111-115. 1963.

59. GOEDERT, W.J.; LOBATO, E. Eficiencia agronómica de fosfatos em solo de


Cerrado. Pesq. Agrop. Bras. (Brasilia) 15: 311-318. 1980.

60. . Efeito residual de fosfatos naturais em solos de Cerrado.


Pesq. Agrop. Bras. (Brasilia) 18: 499-506. 1983.

61. . Management of the Cerrado soils of Brazil: a review. J. Soil


Science 34: 405-428. 1983.

62. GOLLEY, F.B., et al., Eds. Mineral cycling in a tropical moist forest ecosya-
tem. Athens, Georgia, University of Georgia Presa, 197 5. 248 p.

63. GORING, C.A. l. Biological transformation of phosphorus in soil. L Theory and


Methoda. Plant and Soil 6 ( 1): 17-37. 1956.

64. GREENLAND, D.J .; KOWAL, J.M.L. Nutrient content in a moist tropical


forest of Ghana. Plant and Soil12: 154-174. 1960.
66. GRIMM, U.; FASSBENDER, H.W. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema
forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. l. Inventario de las reser-
vas orgánicas y minerales (N, P, K, Ca, Mg, Mn, Fe, Al y Na). Turrialba
31 (1): 27·3~. 1981.

66. ; . Ciclos biogeoqu ímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 111. Ciclo hidrológico y
translocación de elementos con el agua. Turrialba 31: 89·99. 1981.

67. HANDBOOK ON PHOSPHATE FERTILIZATION. París, ISMA, (¿1981 n 210


p.
310 Química de Suelos

68. HASE, H. y FOLSTER, H. Bioelement inventory in a tropical evergreen aea-


sonal forest on euthropic solla, Weatern Llanos, Venezuela. Acta Ecológica
3: 331·346. 1982.
69. HUCKER, T.W.G.; et al., Eds. Phosphorus in sevage sludge and animal waate
slurriea. Dordrecht, Holanda, D. Riedel, Publ. Comp. 1981. 443 p.

70. JORDAN, C.F.; HERRERA, R. Biochemical cycles of an Amazonian rain


forest (At presa).
71. KHASAWNEH, F.E.; SAMPLE, E. C.; KAMPRATH, E.J. Eds. The role of phos-
phorus in agriculture. Madison, Wisconsin, ASA, 1980. 910 p.

72. KLINGE, H.; RODRIGUEZ, W. Litter production in an area of Amazon terra


firme forest. 111. Mineral content of the litter. Amazoniana 1: 303-310.
1968.
73. . F'ine litter production and nutrient return to the soil in three
natural stands of Eastem Amazonia. Geo·Eco·Trop 1: 159·167. 1977.
74. LATHWELL, D.J. Phosphorus response on Oxisols and Ultisols. Comell
lnternational Agriculture Bulletin 33. Cornell University, 1979.

75. LE MARE, P.H. Observations on the phosphate potential of sorne tropical


soils. In 7th, International Congreas of Soil Science, Madison, Wisconsin,
1960. Transnatlonal Amsterdam, Elsevier, 1961. v.3, pp. 600-603.

76. . Sorption of isotopically exchangeable and non exchangeable


phosphate by sorne soils of Colombia and comparison with soils of south-
em Nigeria. J. Soil Science 33: 690-707. 1982.

77. LEON, L. A.; FENSTER, W.E. Management of phosphorus in the Andean


countries of tropical Latín America. Phosphorus in Agriculture 76: 57-73.
1979.
78. LINDSAY, W.L.; MORENO, E. C. Phosphate phaae equilibria in aoils. Soil
Science Society of America. Proceedings 24: 177-182. 1960.

79. ; FRAZIER, A.W.; STEPHENSON, H. F. ldentification of


reaction products from phosphate fertilizers in soils. Soil Science Society
of America, Proceedings 26: 446-452. 1962.
80. LOPEZ, H.D.; CORONEL, 1; ALVAREZ, L. Uso de la isoterma de adsorción
para evaluar requerimientos de foíforo. l. Isotermas de adsorción de los
suelos. Turrialba 31: 169-180. 1981.

81. ; ; . Uso de la isoterma de adsorción


para evaluar requerimientos de fósforo. 11. Determinación con base en los
datos de absorción del requerimiento externo de fósforo para Vigna
unguiculata. Turrialba 31:181-188. 1981.

82. ; ; . Uso de la isoterma de adsorción


para evaluar requerimientos de fósforo. 111. Comparación con otros m~
todos. Turrialba 31:313-317. 1981.
83. LUNDGREN, B. Soil conditions and nutrient cycling under natural and planta·
tion forest in Tanzania Highlands. Swedish Univeraity of Agríe. Sciences,
Uppsala, Suecia, 1978. 426 p.
84. MATTINGLY, G.E.G.; TALIBUDEEN, O. Progreas in the chemistry of ferti-
lizer and soil phosphorus. In Grayson, M.; Griffith, E.J., Eds. Topics in
phosphorua chemistry. New York Interacience 4: 157-290. 1967.
Fósforo 311

85. MORILLO, M. R.; F ASSBENDER, H.W. Formas y disponibilidad de fosfatos


de los suelos de la cuenca baja del río Choluteca, Honduras. Turrialba
18 (1): 26-33. 1968.

86. NATIONAL ACADEMY OF SCIENCE. Soils of the humid tropics. Washing-


ton, USA, National Academy of Sciences, 1972. 217 p.

87. ODUM, H.I.; PIGEON, R.F., Eds. A tropical rain forest. Washington, U.S.
Atomic Energy Commission, 1970. s.p.

88. OLSEN, S.R.; KHASAWNEH, F.E. Use and limitations of physical-chemical


criteria for assesing the status of phosphorus in soils. In Khasawneh, F.E.
et al., Eds. The role of phosphorus in agriculture. Madison, Wisconsin,
USA, ASA, 1980. pp. 361-410.

89. RAIJ, B. VAN. The use of phosphates on the main crops in Brazil. Phospho-
rus in Agriculture 76 : 121·131. 1979.

90. ; DIEST, A. VAN. Phosphate supplying power of rock phos-


phates in an Oxisol. Plant and Soil 55:97-107. 1980.

91. ROEDER, M. Recursos naturais especialmente solos no noroeste ·de Marahao,


Brasil. Tesis Mag. Se. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1967. 189 p.

92. RY AN, J. Phosphorus and its utilization in soils of dry regions. Geoderma
29: 341-354. 1983.

93. SAMPLE, E.C.; SOPER, R.J.; RACZ, G.R. Reactions of phosphate fertilizer
in soils. In Khasawneh, F. E. et al. Eds. The role of phosphorus in agricul-
ture. Madison, Wisconsin, USA, ASA, 1980. pp. 263-310.

94. SANCHEZ, P.A.; UEHARA, G. Management considerations for acid soils with
phosphorus flxation capacity. In Khasawneh, F.E. et al., Eds. The role
of phosphorus in agriculture. Madison, Wisconsin, USA, ASA, 1980. pp.
471-514.

95. . Suelos del trópico, características y manejo. San José, Costa


Rica, IICA, Serie de Libros y Textos, 1981. 634 p.

96. . SALINAS, J. G. Low-input technology for managing Oxisols


and Ultisols in tropical America. Advances in Agronomy 34: 280-398.
1981.

97. SMYTH, T.J.; SANCHEZ, P.A. Effects of lime, silicate and phosphorus appli-
cations to an Oxisol on phosphorus sorption and iron retention. Soil
Science Society of America. Jo u mal 44: 500-505. 1980.

98. STEINHARDT, U.; FASSBENDER, H.W. Características y composición quí-


mica de las lluvias de los Andes Occidentales de Venezuela. Turrialba 29:
175-182. 1979.

99. SUAREZ, D.A. Efecto del tamaño de granos en la eficiencia del superfosfato
concentrado en tres suelos fijadores de fósforo. Tesis Mg. Se. Turrialba,
Costa Rica, IICA, 1971. 88 p.

100. SVENSON, B.H.; SODERLUND, R., Eds. Nitrogen, phosphorus and sulphur.
Global cycles. Estocolmo, Suecia, SCOPE-Ecological Bulletins 22, 1981.
520 p.

101. TAFUR, V.N.; BLASCO, L. M. Fósforo en los suelos de Valledupar (César).


Agricultura Tropical (Colombia) 25 (3): 151-159. 1969.
812 Química de Suelos

102. TANNER, E.V.J. Four mountain rain forest of Jamaica: A quantitative


characterization of the floriatic, the soil and the foliar mineral levela.
Journal of Ecology 66: 883-918. 1977.

103. TAYLOR, AW. ; GURNEY, E.L. Solubility of amorphous aluminum phoa-


phate. Soil Science 93: 241-246. 1962.

104. ; WOODS, J. Inorganic phoaphorua in calcareoua rockland soils


of the Bahamas. Soil Science Society of America. Journal 46: 730-734.
1981.
105. TINKER, P.B. Role of rhizosphere microorganisms in phosphorus uptake by
planta. In Khasawneh, F.E., et al., Eds. The role of phosphorus in agri-
culture. Madison, Wisconsin, USA, ASA, 1980. pp. 617-654.

106. ULRICH, B. Boden und Pflanze. Ihre Wechselbeziehungen in physikalisch-


chemischer Betrachtung. Stuttgart, F. Enke Verlag, 1961. 114 p.
107. ; KHANNA, P. K. Schofieldsche Potentiale und Phosphatformen
in Boden. Geoderma 2: 65-78. 1969.

108. VAN WAZER, J.R. Phosphorus and its compounda. New York, Interscience,
2 v. 1958-1961. 2046 p.

109. VIEIRA, L.S.; BORNEMISZA, E. Categorías de fósforo en loa principales


grandes grupos de suelos en la Amazonia de Brasil. Turrialba 18 ( 3): 242-
248. 1968.

110. WESTIN, F.C.; BRITO, J.G. de. Phosphorus fractions of some Venezuelan
soils as related to their atagea of weathering. Soil Science 107 ( 3): 194--
202. 1969.

111. WHITE, R. E.; BECKETT, P. H. T. Studies on the phosphate potentiala of soils.


L The measurements of phoaphate potential. Plant and Soil 20 (1): 1-16.
1954.
112. WHITE, R.E. Studiea on the phosphate potentials of soils. 11. Microbial 'ef-
fects. Plant and Soil 20 ( 2): 184-193. 1964.
113. WHITE, R.E.; HAYDOCK, K.P. An evaluation of the phosphate potential,
Truog, Olsen and Morgan methods for measuring the availability of soil
phosphate. Auatralian Journal of Soil Research 5 (2): 215-224. 1967.
CAPITULO 9
AZUFRE

CONTENIDO Y FORMAS EN SUELOS TROPICALES


Contenido total de azufre
El contenido de azufre en los suelos de regiones húmedas, parti-
cularmente en los que son minerales, varía entre 0.02 y 0.2 dag· kg 1 ;
los suelos orgánicos presentan hasta 1 dag· kg- 1 de este elemento. En
suelos de regiones áridas existen niveles considerablemente superio-
res de azufre, debido a la acumulación de sulfatos, o al ascenso (por
capilaridad) de aguas subterráneas ricas en ellos, o como resultado
del contenido de sulfato en las aguas de riego aplicadas.
Entre los compuestos principales que se acumulan hay que men-
cionar al yeso (CaS04 • 2H 2 0), la anhidrita (CaS04 ) y la epsomita
(MgS04 • 7H2 0). En cantidades menores se encuentran minerales
poco solubles, como los sulfuros: esfalerita (ZnS) y calcopirita
(CuFeS 2 ).
Muchos suelos de origen volcánico reciente poseen altos niveles
de S inorgánico, como lo han mostrado Blasco (6) y Bomemisza (7),
aunque también se ha informado sobre su deficiencia en estos suelos
( 5 ). El primero de estos investigadores encontró un promedio de dos
tercios del S total como inorgánico en suelos de Centroamérica.
En suelos antiguos fuertemente desarrollados, todo S inorgánico
se encuentra en forma de sulfato, así lo indican Neptune, Tabatabai
y Hannway (28), en el caso de los Oxisoles de Brasil.
Igual que el nitrógeno y el fósforo, el azufre se encuentra en for-
mas orgánicas e inorgánicas. Con frecuencia, en suelos de regiones
húmedas, el azufre orgánico es la fracción principal de este elemento,
alcanzando el 100%, como lo constató Hesse (23) en Africa. En el
Cuadro 9.1 se presentan resultados de los estudios de diferentes formas
de azufre en varios países. Un buen resumen sobre las formas en los
suelos se encuentra en el trabajo de Williams (37).
Como se observa existen grandes variedades entre los suelos,
especialmente, si se comparan los suelos de Centroamérica, relativa-

313
314 Química de Suelos

Cuadro 9.1. Contenido de azufre total y orgánico, y relaciones C/S en


algunos suelos de Centroamérica y Mrica Oriental.
Suelos Referencia S total S orgánico %de S C/S
mg.k¡l mg.k¡f1 total orgánico

Cauque (Guatemala) (6) 539 277 51.4 206


Texpán (Guatemala) (6) 781 312 39.9 71
Quetzaltenango (Guatemala (6) 1 976 897 45.4 23
Palin (Guatemala) (6) 688 482 70.1 89
Sta. Ana (El Salvador) (6) 1669 780 49.7 32
Soyapango (El Salvador) (6) 1 015 539 53.1 24
Corinto (Nicaragua) (6) 872 490 56.2 61
Tipitapa ( Nicara¡ua) (6) 1 235 686 55.5 29
Heredia (Costa Rica) (7) 1980 690 34.6 148
Eacazú (Costa Rica) (7) 630 115 18.2 160
Paraíso (Costa Rica) (7) 2150 298 13.8 90
Kikuyo (Africa Oriental) (23) 355 355 100.0 183
Kinakop (Africa Oriental) (23) 750 750 100.0 53
Usambara (Africa Oriental) (23) 390 388 99.0 89
Cerrado (Brasil) (28) 166 154 93.0

mente recientes (6, 7), con los de Africa Oriental (23), mucho más
antiguos; en estos últimos se constata una contribución particularmente
alta del azufre orgánico.

Compuestos azufrados orgánicos


El S orgánico presente en la materia orgánica proviene de los
residuos vogetales, animales y microbianos que se incorporan al suelo;
consiste en una parte importante de proteínas y sus derivados, como
los aminoácidos que contienen azufre, varios de los cuales fueron detec-
tados en extractos de suelos. Sin embargo, la distribución de las dife-
rentes formas de S en la materia orgánica se conoce poco y la informa-
ción en Latinoamérica es muy escasa. Además se puede afirmar que no
es mucho lo que se sabe sobre las propiedades químicas de los deriva-
dos de azufre en la materia organica del suelo ( 5 ). En general se cree
que la formación del S orgánico depende de los factores generales que
regulan la acumulación de la materia orgánica. En esta línea, Probert
y Samosir (31) sugieren que se considere el contenido de fósforo del
material matriz como uno de los factores principales.
En muchos suelos tropicales se observó una buena correlación entre
el S total y el S orgánico (25). Para la caracterización del S orgánico se
emplea la relación C/N/S-orgánico; en el Cuadro 9.2 se presentan algu-
nos ejemplos de esta relación. Como se observa en estas relaciones, el
valor para C/S es similar al del C/P, y, comúnmente, su valor es del
orden de 100 a 200. En suelos recientes o en regiones secas los valores
son mayores. .
En las Figuras 9.1 y 9.2 se ilustran relaciones C/S y N/S-orgánico,
Azufre 315

Cuadro 9.2. Relaciones C: N: S en suelos de diferentes regiones.


Lugar geográfico Autores Relación
e N S
Australia 150 10 1.21
Minnestoa 135 10 1.13
Minnesota Harward, Chao y Fang (22) 145 10 1.01
Minnesota 116 10 1.50
Australia Oriental 150 10 1.30
Nueva Zelandia 130 10 1.30
Australia Freney y Stevenson (20) 113 10 1.20
Escocia 140 10 1.38
Costa Rica Bornemisza ( 7) 298 1.00
Indias Occidentales Haque y Walmsley (21) 123 10 1.08
Nigeria, Sabanas Kang et al. ( 26) 130 10 2.60

0.08 •

0.06
o
.5:!
e
'«1
a 0.04
~
o
(1)

#.
0.02

2 4 6 8 10
%C

Fig. 9.1. Relación entre el C y S orgánicos


(Según Harward. Chao y Fang (22)).

correspondientes a suelos de regiones templadas. Se estima que los prin-


cipales factores que influyen sobre la mineralización del S orgánico son:
la temperatura y la humedad del suelo; el contenido de S de la materia
orgánica; y la presencia de plantas (25).
Se usa este conjunto de relaciones -a las cuales con cierta frecuen-
cia se incorpora el fósforo orgánico- debido a que estos elementos son
partes importantes de la materia orgánica y porque suplen derivados
necesarios para la nutrición de las plantas cuando esta forma se minera-
liza, como se vio en el Capítulo Segundo. De acuerdo con Bettany,
316 Química de Suelos

Stewart y Saggar, la mayor parte del azufre potencialmente mineraliza-


ble se encuentra en la formación del ácido fúlvico, en la del ácido
húmico asociado con arcillas y en la de las huminas de menos de dos
micrones ( 4). En condiciones templadas, estos mismos investigadores
encontraron que el cultivo de los terrenos da por resultado menores
pérdidas de S orgánico que de C ó N orgánicos. Ellos creen que una
cierta acumulación del S en la fracción de ácido fúlvico es la responsa-
ble de este proceso.
Comparando la mineralización paralela de N y S, en doce Alfisoles
y Molisoles; Tabatabai y Al-Khafaji (34) observaron que en un período
de seis meses se mineralizó una proporción mayor de S que de N. La
descomposición de los compuestos orgánicos de azufre en los suelos es
en general rápida como resultado de la acción microbiana (Freney y
Stevenson (20) ) ; comúnmente, el encalado promueve este proceso.
En los suelos volcánicos, según Blasco (6), la mineralización del S
depende del porcentaje de arcilla, disminuyendo cuando éste aumenta.
Se cree que esto se debe a la reabsorción del S04 por los coloides del
suelo. El mismo autor indica que, en esos mismos suelos, y debido a
su excelente aeración el contenido de humedad tiene poca influen-

0.08

8
·e
'«1
0.06
a~
o
U)
0.04
'#.

0.02

0.2 0.4 0.6 0.8


%N

Fig. 9.2. Relación entre N y S orgánicos (Según


Harward, Chao y Farig (22)).

cia sobre la formación de S04 ó S 2 -, aun cuando ese contenido sea


alto.

Compuestos azufrados inorgamcos


La mayor parte del azufre inorgánico se encuentra en forma de
sulfatos; sólo en el caso de anaero bismo, como ocurre en los suelos
Azufre 317

anegados y pantanosos, aparecen otras fracciones importantes: por


ejemplo, los sulfuros, y la pirita (FeS 2 ). Por lo general, al establecer
condiciones aeróbicas, los sulfuros se oxidan rápidamente en sulfatos,
junto con una fuerte acidificación de los suelos. En aquellos bien airea-
dos, sólo se encuentran algunos sulfuros poco solubles, derivados prin-
cipalmente de los minerales primarios.
Los sulfatos en los suelos se pueden dividir en tres categorías:

• una pequeña fracción en la solución del suelo;


• una fracción variable adsorbida por la fracción coloidal del
suelo, en forma más o menos firme; y,
• sulfatos poco solubles.

En los suelos de regiones secas hay, frecuentemente, una acumu-


lación de sulfatos solubles y poco solubles. Como resultado de esto,
las fracciones primera y tercera, antes indicadas, aumentan hasta
valores bastante altos. La segunda fracción puede alcanzar grandes
magnitudes, de varios cientos de mg• kg-l' en suelos ácidos y arcillo-
sos, en los que los sulfatos se encuentran en forma adsorbida, con
una moderada disponibilidad para las plantas, como, por ejemplo,
lo demostró Fox (17) en el caso de los suelos de Puerto Rico; entre
esta fracción del elemento y la solución del suelo se encuentra un equi-
librio que resulta en una solubilización lenta. Esta misma fracción
puede ser parcialmente desplazada por niveles moderados o altos de
fosfato.

PROCESOS DINAMICOS DE TRANSFORMACION DEL AZUFRE


Ciclo del azufre en los suelos
Los procesos dinámicos del azufre son similares a los del nitrógeno.
En el ciclo del S (ver Figura 9.3) se observan transformaciones debidas
a procesos que ocurren principalmente por la acción de diferentes
microorganismos. En forma semejante que para otros elementos, se
puede considerar a la solución del suelo como fuente central de la que
las plantas o microorganismos absorben el S. Los residuos de todos ellos
son mineralizados por microorganismos, produciendo S inorgánico
oxidado o reducido. La mineralización del S orgánico sigue un esquema
similar al del N orgánico. Se cree que cuando se libera H 2 S, éste es
rápidamente oxidado en sulfato.
El lavado de los suelos genera una importante pérdida de S. Pearson
y colaboradores (29) observaron que en suelos de Puerto Rico, un 90%
de los cationes lavados se perdió con sulfato como anión acompa-
ñante; mientras tanto, los nitratos y cloruros sólo contribuyeron con un
seis y uno por ciento, respectivamente. En regiones industriales, el S
en la lluvia es fuente de apreciables cantidades del elemento, con niveles
que frecuentemente exceden a 20 kg· ha 1 por año (de acuerdo con
Coleman (14) ); en general, en estas regiones no se observan deficien-
cias de S. Para el caso de los Andes Occidentales de Venezuela, Stein-
hardt y Fassbender (33) informan sobre la presencia de apenas 11.8 kg·
ha- 1 • a- 1 de S en las lluvias, un contenido relativamente alto para regio-
318 Química de Suelos

nes tropicales, fenómeno influido posiblemente por las zonas con


instalaciones petroquímicas. Kamprath y Till (25) estiman que, en gene-
ral, la lluvia es fuente de menos de 5 kg•ha- 1 ·a- 1 del S, lo que no cubre
las necesidades de una agricultura intensiva.

auelo plante
mlrwrel eboorción enlmel
microorgeniamoa

eboorclón

deeorción SorP.,ico
en materia
so. 101uc:i6n del org6nice
·-lo

mineralización

miiW'elizeción reductlve

precipitación levado

l
aulfeto inooluble
!
Fig. 9.3. El ciclo del azufre en la naturaleza.

Oxidación y reducción
Los procesos de oxidación y reducción del azufre en los suelos son
importantes en la dinámica de este elemento y, en general, para el
balance redox del suelo. Bums (9) ha preparado un trabajo donde se
resume la información sobre este fenómeno.
Como ejemplo de la reducción de 804 , en condiciones anaeróbi-
cas, se _presentan lo~ datos del Cuadro 9.3. Estos _fueron obtenidos al
aplicar 130 mg de azufre -en la forma de (NH 4 ) 2 35804 - por maceta,
en un experimento con arroz en condiciones de inundación, en suelos
de India (36). Se observa que: de tres a 13 dag· kg 1 del azufre apli-
cado fue absorbido por la planta en dos meses de crecimiento; de dos a
12 dag• kg- 1 se incluyó en la fracción orgánica; entre 40. y 89 dag• kg 1
se encontró en su forma original de sulfato; y el resto, o sea cinco a 45
dag· kg- 1 fue reducido.

Movimiento y adsorción de sulfatos


La adsorción del sulfato es un proceso importante en los suelos
ácidos, particularmente en los caoliníticos. Gran parte de la adsorción
Azufre 319

del so¡- ocurre en sitios con carga positiva; por esto, el pH del suelo
y la diferencia entre este valor y el punto de carga cero del suelo son
importantes, de acuerdo con Probert y Samosir (31). En este proceso,
al adsorberse el S04 se liberan OH, como lo demostraron Chang y
Thomas para el caso de suelos de Estados Unidos (10); Bornemisza y
Llanos para el de Costa Rica (8) y Couto, Lathwell y Bouldin para el de
Oxisoles de Brasil (15).
De acuerdo con Fox et al. (18), para que se dé una adsorción apre-
ciable de sulfato, se requieren tres condiciones que son: la presencia de
superficies que reaccionen, la existencia de un ambiente químico favo-
rable y la existencia de sulfato en la solución del suelo. Las cantidades
de sulfato adsorbido pueden ser muy altas, especialmente cuando se
abona fuertemente y cuando la concentración de sesquióxidos en el
suelo es alta. En estas condiciones, Fox observó que en once suelos
fuertemente meteorizados la adsorción aumentaba con la profundidad
hasta aproximadamente 100 cm; también constató que en 120 cm,
incluidos los anteriores, diez de los once suelos contenían más de 4 000
kg· ha- 1 de sulfato (17).

Cuadro 9.3. Transformación porcentual del so.. aplicado en suelos


inundados (arroz) (36).

Absorción dag.kg-1 S incluido S como


Suelo por arroz en la materia orgánica so.. S reducido
1 6.1 5.7 40.7 47.6
2 5.2 3.8 45.6 45.4
3 9.2 4.1 52.6 34.3
4 4.0 3.9 83.8 8.3
5 3.2 12.2 68.6 16.0
6 9.8 2.9 81.0 6.2
7 2.8 3.3 89.0 4.9
8 3.8 1.6 70.8 23.9

El movimiento del sulfato es fomentado tanto por fosfatos como


por el encalado (11). Los autores antes citados observaron, además, que
suelos altos en óxidos libres de Fe y Al son muy buenos retenedores de
sulfatos.
Los procesos de adsorción, que fueron representados por medio de
isotermas de Freundlich (8, 13), son particularmente reversibles. Otros
autores, que estudiaron 30 suelos, pudieron utilizar adecuadamente
la isoterma mencionada para representar la adsorción de algunos de
ellos; en otros se usó la de Langmuir. Estos investigadores encontraron
correlaciones positivas entre la adsorción con el contenido de materia
orgánica (r = 0.62), con óxidos de hierro (r = 0.39) y de aluminio
. (r = 0.48); se hallaron correlaciones negativas con la suma de cationes
320 Química de Suelos

intercambiables (r :::: 0.54) y con el Ca (r:::: 0.54) de estos suelos. Como


se ve, todas las correlaciones son altamente significativas ( 32). Estos
datos concuerdan con los resultados obtenidos por Chao, Harward y
Fang (11), quienes también estudiaron el efecto de diferentes minerales
de arcilla y encontraron que la retención varía segun la serie:
caoliniia > illita > bentonita.
El movimiento de sulfatos en los suelos es reducido, aunque supera
al del fosfato. La adsorción de 35S0¡2 en tres suelos de Costa Rica y en
lisímeros es presentada en la Figura 9.4. Se observaron apreciables dife-
rencias entre los suelos, y una dependencia de la adsorción y de la con-
centración, como lo indican Fox et al. (18).

Relaciones de los fertilizantes azufrados


El uso directo de fertilizantes azufrados es relativamente poco fre-
cuente, a pesar de que en su trabajo de reseña Blair ( 5) informa sobre
deficiencias de este elemento en 40 países tropicales y para 23 cultivos
diferentes de la región. Sin embargo se emplean muchos abonos que
contienen azufre, aunque sean utilizados para suministrar otros elemen-
tos; el más generalizado es el sulfato de amonio, pero también es am-
pliamente usado el superfosfato simple. En este último hay más azufre

%retención
o 50 100 o 50 100 o 50 100

Colorado Cervantes Los Ahogados

Fig. 9.4. Movimiento de 35 so¡- en tres suelos de Costa Rica (Co-


lorado 1, Cervantes II, Los Ahogados III. (8)).

que fósforo, siendo además, una buena fuente de Ca; el anterior tiene
más azufre que nitrógeno por lo que en general, es mayormente apli-
cado. También se usa el S, en forma de sulfato de potasio, el que es de
empleo obligatorio cuando los cultivos no toleran el cloruro, o cuando
se ha aplicado demasiado de este anión.
El azufre elemental, o flor de azufre, se utiliza para disminuir el pH
de suelos alcalinos, ya que al oxidarse y reaccionar con el agua en el
suelo, forma ácido sulfúrico, como se vio en el capítulo sobre suelos
salinos y sódicos.
Azufre 321

Disponibilidad y aprovechamiento del azufre


En los suelos altamente meteorizados, el S es, posiblemente, el
cuarto elemento en importancia, limitando el crecimiento de plantas en
general; pero si se consideran las leguminosas, ocupa el segundo lugar
(16). Existe gran diferencia entre las leguminosas, las que responden a
aplicaciones de hasta 100 kg• ha- 1 S en suelos deficientes (como lo
informa Tergas ( 35) ) y las plantas como el banano, las que no requie-
ren más que 2 kg· ha- 1 S en la solución del suelo (16). Varios investiga-
dores han encontrado deficiencias de azufre en suelos de los "Campos
Cerrados" de Brasil y han corregido el problema aplicando de 20 a 40
kg S· ha- 1 (24).
Para la determinación de S04 en los suelos, se encontró que el
mejor extractor es el fosfato, estudiado por Barrow (2) en las condicio-
nes que se presentan en Australia. En una investigación en 30 suelos
diferentes de Costa Rica, Pérez y Oelsligle ( 30) hallaron que el nivel
crítico para la extracción con fosfato de Ca, era de 8 kg· ha- 1 , y para
la aplicada con fosfato de K, de 6 kg• ha- 1 , usando sorgo como planta
indicadora en condiciones de invernadero.
Es poco corriente que el azufre sea tóxico para las plantas. Esto
último ha sido observado sólo en el caso de concentraciones altas de
so2 en el aire, como ocurre en la vecindad de algunas industrias. Con-
centraciones muy altas de sulfato en la solución del suelo, como sucede
cuando los suelos salinos tienen altas concentraciones de sulfatos de
magnesio de gran solubilidad, no perjudican a las plantas por sus efectos
químicos, aunque pueden causar problemas por su efecto osmótico.
Es útil anotar que la presencia del yeso, poco soluble, aun en el caso
de muy altas concentraciones, no causa daños a la vegetación.
Algunos plaguicidas también contienen azufre y contribuyen con
cantidades pequeñas a las necesidades de las plantas. En regiones indus-
triales y cerca de la costa marítima, la precipitación atmosférica es una
fuente de azufre que, incluso, puede suplir esas mismaS necesidades.
322 Química de Suelos

RESUMEN
En este capítulo:

a. Se resume la información sobre los contenidos de azufre total en


suelos de regiones húmedas, donde con frecuencia domina el S
orgánico de los suelos orgánicos, altos en S total.

b. Se resalta la comúnmente alta concentración de S y su solubilidad


variable en suelos de regiones áridas.

c. Se discuten las variaciones en las relaciones C:N:S en la fracción


orgánica y su influencia en la mineralización de este elemento.

d. Se presentan los diferentes procesos que determinan el ciclo del S


en la naturaleza, las reacciones redox que interfieren en él y los
fenómenos de adsorción y desorción.

e. Se informa sobre los abonos de N, P, K, como fuentes de S, un


hecho a veces de mayor importancia de lo que se asume.
Azufre 323

BIBLIOGRAFIA
l. ANDERSON, G. Sulfur in soil organic substances. In Gieseking, J.E., Eds.
Soil Components, v.1, Organic Components. New York, Springer Verlag,
1975. pp. 333-341.

2. BARROW, N.J. Studies on extraction and on availability to planta of absorbed


plus soluble sulfate. Soil Science 104 ( 4): 242·249. 1967.

3. BETI'ANY, J.R.; SAGGAR, S.; STEWART, J.W.B. Comparison ofthe amounts


and forma of sulfur in soil organic matter fractions after 66 years of culti·
vation. Soil Science Soc. Am. J. 43 (5): 981·985. 1979.

4. ; STEWART, J.W.B.;SAGGAR, S. The nature and forma of


sulfur in organic matter fractions of soils selected along an environmental
gradient. Soil Science Soc. Am. J. 43 (5): 981·985. 1979.

6. BLAIR, G. Sulfur in the tropics. lnteml. Fertilizer Development Center Tech.


Bull. T-12, Muscle Shoals, USA, 1979. 69 p.

6. BLASCO, L.M. Contenido y metabolismo del azufre en suelos volcánicos de


Centroamérica. In 2° Panel sobre suelos volcánicos de América. Pasto,
Colombia, IICA. Serie de Informes de Conferencias, Cursos y Reuniones
no. 82: 107-123. 1972. ·

7. BORNEMISZA, E. Categorías de azufre de la Meseta Central. San José, Costa


Rica, Ministerio de Agricultura e Industrias, Informe 59-1, 1959. 7 p.

8. ; y LLANOS, R. Sulfate movement, adsorption and desorp·


tion in three Costa Rican soils. Soil Science Soc. Am. Proc. 31 ( 3):
356·360. 1967.

9. BURNS, G.R. Oxidation of sulphur in soils. Washington D.C., USA. The


Sulphur lnst. Tech. Bull. no. 13, 1967. 41 p.

10. CHANG, M.L.; THOMAS, G.W. A suggested mechanism for sulfate adsorption
by soils. Soil Science Soc. Am. Proc. 27 (3): 281·285. 1963.

11. CHAO, T.T.; HARWARD, M.E.; FANG, S.C. Movement of 358 tagged sulfate
through soil columna. Soil Science Soc. Am. Proc. 26 (1): 27·32. 1962.

12. . Soil constituents and properties


in the adsorption of sulfate ions. Soil Science 94 ( 5): 276·283. 1962.

13. ; . • Adsorption and desorption phe·


nomena of sulfate ions in &oils. Soil Science Soc. Am. Proc. 26 ( 3): 234·
237. 1962.

14. COLEMAN, R. The importance of sulphur as a plant nutrient in world crop


production. Soil Science 101: 230-239. 1966.

15. COUTO, W.; LATHWELL, D.J.; BOULDIN, D.R. Sulfate sorption by two
Oxisols andan Alfisol of the tropics. Soil Science 127 (2): 108·116. 1979.

16. FOX, R.L. Responses to sulphur by crops growing in highly weathered soils.
Sulphur in Agriculture 4: 16·22. 1980.

17. . Sorne highly weathered soils of Puerto Rico. 111. Chemical Proper-
ties. Geoderma 27: 139·176. 1982.
324 Química de Suelos

18. FOX, R.L.; ASGHAR, M.; CABLE, W.J. Sulfate accretion in soils of the
tropica. In Blair, G.J. and Till, A.R., Eds. Sulfur in S.E. Asían and S.Pacific
Agriculture. Armidale, Australia, University of New England, 1983. pp.
39-53.
19. FRENEY, J. R. Sulfur-containing organics. In MeLaren, A.D. y Peterson, G.H.,
Eds. Soil Biochemistry, v.1., New York, M. Decker Inc., 1967. pp. 229-
259.
20. FRENEY, J.R.; STEVENSON, F.J. Organic sulfur transformations in soils. Soil
Science 101 (4): 307-316. 1966.
21. HAQUE, 1.; WALMSLEY, D. Sulphur investigation in some West lndian soils.
Trop. Agríe. (Trinidad) 51 (2): 253-263. 1974.

22. HARWARD, M.E.; CHAO, T.T.; FANG, S.C. The sulfur status and sulfur sup-
plying power of Oregon soils. Agronomy J. 54: 101-106. 1962.

23. HESSE, P.R. Sulphur and nitrogen changes in forest soils in East Africa. Plant
and Soil 9: 86-96. 1957.
24. JONES, M.B. Sulphur fertilization of Brazil 's Campo Cerrado soils. Sulphur
Inst. J. 3 (2): 2-4. 1967.

25. KAMPRATH, E.J. ; TILL, A.R. Sulfur cycling in the tropics. In Blair, G.J. and
Till, A.R., Eds. Sulfur in S.E. Asían and S. Pacific Agriculture. Armidale,
Australia, Univ. of New England, 1983. pp. 1-14.

26. KANG, B.T.; OKORO, E.; ACQUAYE, D.; OSINAME, O.A. Sulfur status of
some Nigerian soils from savanna and forest zones. Soil Science 132 (3):
220-227. 1981.

27. McLACHLAN, K.D., Ed. Sulphur in Australasian agriculture. Australia, Sydney


Univ. Press, 1975. 261 p.

28. NEPTUNE, A.M.L.;TABATABAI, M.A.; HANNWAY, J.J. Sulfur fractions and


carbon-nitrogen-phosphorus-sulfur relationships in some Brazilian and
Iowa soils. Soil Science Soc. Am. Proc. 39 (1): 51-55. 1975.

29. PEARSON, R.W. ; ABRUtil'A, F.; VICENTE-CHANDLER, J. Effect of lime and


nitrogen applications on downward movement of calcium and magnesium
in two humid tropical soils of Puerto Rico. Soil Science 93: 77-82. 1962.

30. PEREZ, A.; OELSLIGLE, D.D. Comparación de diferentes extractantes para


azufre en suelos de Costa Rica. Turrialba 25 (3): 232-238. 1975.

31. PROBERT, M.E.; SAMOSIR, S.S. Sulfur in non-flooded tropical soils.In Blair,
G.J. and Tiii, A.R., Eds. Sulfur in S.E. Asían and S. Pacific Agriculture.
Armidale, Auatralia, Univ. of New England. 1983. pp. 15-27.
32. RAMIREZ, E.; OELSLIGLE, D.D. Retención de sulfatos en suelos de Coata
Rica. Turrialba 28 (2): 129-134. 1978.

33. STEINHARDT, U.; FASSBENDER, H.W. Características y composición quími-


ca de las lluvias de los Andes Occidentales de Venezuela. Turrialba 29:
175-182. 1979.
34. TABATABAI, M.A.; AL-KHAFAJI, A.A. Comparison of nitrogen and sulfur
mineralization in soils. Soil Science Soc. Am. J. 44 (5): 1000-1006. 1980.
Azufre 325

35. TERGAS, L.E. Importancia del azufre en la nutrición mineral de leguminosas


forrajeras tropicales. Turrialba 27 (1): 63-69. 1977.

36. VENKATESWARLU, J. Availability distribution and transformation of sul-


phur in selected lndian soils with special reference to rice. Ph. D. Thesis,
~PW Delhi, India. IARI, 1963.

37. WILLIAMS, C.H. The chemical nature of sulphur compounds in soils. In Me


Lachlan, K. D., Eds. Sulphur in Australia, 1975. pp. 21-30.
CAPITUW 10

POTASIO

CICLO GEOQUIMICO DEL POTASIO


El ciclo del potasio en el suelo representa sólo una parte del ciclo
de este elemento en la naturaleza. La corteza terrestre contiene apro-
ximadamente 2.5% de K (equivalente al 3.1% K 2 O; ver Cuadro 10.1).
Así, el potasio se presenta en el octavo lugar de abundancia de elemen-
tos químicos en la corteza terrestre, después del Si, O, Fe, Ca, Mg y
Na; estos ocho elementos juntos alcanzan valores del 98% del total
químico de la corteza terrestre.

Cuadro 10.1. Contenido de K en rocas comunes.


Rocas % K20 %K
Granitos 4.11 3.43
Sienitas 4.50 3.75
Gabro 0.89 0.74
Piurras 3.24 2.70
Areniscas 1.32 1.10
·:::ruizas 0.33 0.28

Los contenidos de K en las rocas difieren mucho entre ellas; por


esta razón es que, a manera de ejemplo, en el Cuadro 10.1 se indican
valores en promedio de porcentajes de K2 O y de K.
El contenido de K en los minerales que constituyen las rocas y,
desde luego, los suelos, es igualmente muy variable. A modo de ejem-
plo se indican promedios y rangos del contenido de K 2 O y K (Cuadro
10.2).
En función del material parental y de los procesos de meteoriza-
ción, los valores de K en los suelos varían generalmente entre 0.04 y

327
328 Química de Suelos

3 por ciento. En casos excepcionales, como en los suelos salinos, el


contenido de K puede llegar al ocho por ciento.
Las reservas de K en los suelos (pedosfera) y en la biosfera, son

Cuadro 10.2. Contenido de K en minerales comunes.


Mineral

Ortoclaaa 10.20 (0·15) 8.50 (3.3-12.5)


Plagioclaaa 1.10 (0-3) 0.90 (0.0-2.5)
Muacovita 9.40 (7-11) 7.80 ( 5.8-9. 9)
Biotita 7.90 (6-10) 6.60 ( 5.0-8.4)
Piroxeno 0.25 (0-1) 0.21 (0.0-0.8)
Anfíbol 1.00 (0-1) 0.80 (0.0-0.8)

pequeñas en comparación con las existentes en la hidrosfera (conteni-


do de K en agua de mar= 0.04% de solutos disueltos) y en la litosfera.
En la época geológica paleozoica (Perm) se produjo una acumula-
ción de sales y minerales de potasio específicas, formándose yacimien-
tos que actualmente se explotan para cubrir las necesidades de este
elemento. En mares salinos poco profundos debido a la evaporación del
agua, las sales de K se aproximan al punto de saturación con cationes
y aniones precipitando sales en un orden inverso de su solubilidad
-sulfatos, carbonatos, cloruros y fluoruros-; en épocas geológicas pos-
teriores, éstas forman brechas de sales que pueden ser explotadas.
Se conocen 30 minerales que se encuentran en los yacimientos de
potasio. El contenido de K en las sales y en los minerales más impor-
tantes se muestra en el Cuadro 10.3.
La formación de yacimientos de potasio y su explotación son geo-
gráficamente específicos. Los productores europeos fueron quienes pre-
conizaron y desarrollaron el empleo del potasio en numerosos países.
En los últimos años ha aumentado, en forma progresiva, el uso de la
potasa. En 1970, 1975 y 1980 se produjeron 20, 24 y 29 millones de
toneladas de K2 O, respectivamente (Kilmer et al. (39) ). La estimación
de las reservas (económicamente explotables) y la de los recursós
(reservas potenciales) es difícil, pues la misma propección de estos yaci-
mientos es complicada debido a la profundidad en que se encuentran las
brechas (hasta de 5 km). En el Cuadro 10.4 se presentan las reservas de
potasio y su distribución mundial. En América Latina se han encon-
trado yacimientos explotables en Brasil, Chile y Perú.

CONTENIDO Y FORMAS DEL POTASIO


EN SUELOS TROPICALES
Contenido de K total en los suelos
La distribución del contenido total de potasio en los suelos a escala
mundial sigue un esquema geomorfológico relacionado con la presencia
Potasio 329

Cuadro 10.3. Menas principales de K y su contenido de este elemento.


Nombre Fórmula % K20 %K
8ilvinita KCl + NaCI 10-35 8·29
Hartsalz (sal dura) KCI + NaCI + Ca804 • H2 O 10·20 8-17
Carnalita KCl•MgC1 2 •6H20 + NaCl 10·16 8·14
Langbeinita K2 804 • 2Mg804 + NaCl 7-12 5·10
Mischsalz (sal mixta) Hartsalz + Carnalita 8-20 6·17
Cainita (Kainita) 4KC1•4Mg804•11H2 0 + NaCl 13-18 10·14
Nitro ( caliche) KN03 + NaN03 + Na2S04 + NaCl 0.6·1.9 0.5-15
Cloruros
Silvi na KCl 63.2 52.4
Carnalita KCl•MgC1 2 •6Hz O 16.9 14.1
Cainita 4KC1•4Mg804 ·l1H2 O 19.3 16.0
Halita NaCl o o
Sulfatos
Polihalita K2 S04 • Mg804 • 2CaS04 • 2H2 O 15.6 13.0
Langbeinita K2 804 • 2MgS04 22.7 18.8
Leonita Kz 804 • MgS04 • 4H 2 O 25.7 21.3
Schoenita KzS04 ·MgS04 •6H20 23.4 19.4
Glasuita 3Kz S04 • Na2 S04 42.5 35.3
Singenita Kz S04 ·CaS04 ·Hz O 26.7 .23.8
Alunita KzA16(0H)u(S04 )4 11.4 9.5
Quieserita (Kieserita) MgS04•HzO o o
Anhidrita CaS04 o o
Nitratos
Nitro KN03 46.5 38.6

y la meteorización de feldespatos y micas en los materiales parentales.


Los suelos arenosos formados a partir de rocas pobres en feldespatos y
micas, serán pobres en K; esta pobreza es extrema si las condiciones de
meteorización son muy intensas, como sucede en numerosos Podsoles
y Latosoles. Los suelos arcillosos formados a partir de rocas ricas en
minerales feldespáticos y micáceos, resultan ricos en K, como sucede
en muchos Vertisoles y Grumosoles.
Como en muchos otros elementos nutritivos, el contenido de K
total en los suelos no da mayor información acerca de su disponibilidad
y su dinámica; para conocer estos aspectos es necesario considerar las
diferentes formas en que este elemento se presenta en el suelo y las rela-
ciones entre las mismas.
En los suelos minerales, la mayor cantidad de patasio se encuentra
asociada con silicatos en los feldespatos ( ortosa u ortoclasa), en las
micas (muscovita, leucita y biotita) y en los minerales arcillosos (illita,
330 Química de Suelos

Cuadro 10.4. Reservas y recursos de potasio del mundo (en millones de


toneladas de K2 0). (Según Malavolta (48)).
Región y país Minerales % K20 Reservas Recursos Total
Améric!l del Norte
Canadá Silvinita y carnalita 5-32 10 000 64 000 74 000
EE.UU. Silvinita 10-25
Langbeinita 7-12
Camalita ?
Salmuera 0.5-3
Subtotal EE.UU. 200 5 800 6 000
Subtotal 10 200 69 800 80 000
Europa Oriental
Alemania Oriental Silvinita y carnalita 13-17 300 4 700 5 000
U.R.S.S. Hartsalz 16
Silvinita 8-30
Cainita 10
Langbeinita 8-30
Carnalita 11-17
Subtotal U.R.S.S. 2 000 48 000 50 000
Polonia Carnalita 8 8 8
Subtotal 2 308 52 708 55 008
Europa Occidental
Francia Silvinita 15-25 40 160 200
Alemania Federal Silvinita 15-20
Hartsalz 9-15
Carnalita 9-15
Cainita 12-18
Subtotal Alemania
Federal 200 3 400 3 600
Italia Camalita 11-13
Silvinita 18-19
Subtotal Italia 10 30 40
España Silvinita 15-25
Carnalita 14
Subtotal España 30 170 200
Reino Unido Silvinita 15-30
Folhelhos 11
Subtotal Reino Unido- 50 250 300
Sub total 330 4 010 4 010
Asia
China, Rep. Popular 10 10 20
Israel y Jordania Salmuera 0.7 240 960 1 200
Laos 20 30 50
Tailandia 60 9 940 10 000
Subtotal 330 10 940 11000
Potasio 331
Continuación del Cuadro 10.4.

Región y país Minerales %K20 Reservas Recursos Total


Otros
Australia 20 20
Brasil Carnalita y silvinita 8·16 131 540 671
Chile Nitratos 10 10 20
Congo, Rep. Popular Silvinita 15·20
Camalita 15
Subtotal Congo 10 190 200
Etiopía Silvinita 20-30
Cainita
Subtotal Etiopía 22 22
Libia Salmuera y sales 1-4 23 23
Marruecos Silvinita 10-11 23 23
Perú Salmuera 2 10 10
Subtotal 151 838 989

Total mundial 13 319 138 296 151 615

vermiculita y glauconita). Como ya se indicó, el contenido de K en


estos minerales es bastante alto; la ortosa u ortoclasa contiene entre
siete y 12%, las muscovitas entre siete y 9%, la biotita entre cinco y 7%
y la leucita llega a contener 16% de K. Otros minerales primarios, como
la plagioclasa, anfíboles y piroxenos, sólo alcanzan hasta uno por ciento
de K. Los minerales arcillosos, especialmente los trilaminares, presentan
K adsorbido en su superficie; la illita muestra una selectividad específica
en la adsorción y fijación de K (como más adelante se verá en detalle),
lo que da por resultado un alto contenido de este elemento en ella.
Existen algunos estudios sobre el contenido de K total en suelos
de América Latina, lo que está parcialmente considerado en los Cuadros
10.5 y 10.6. En estos estudios se ha dado mayor importancia a las frac-
ciones o formas de K, como se verá más adelante.

Formas de potasio en los suelos


De la Figura 10.1 )se desprende que en los suelos se pueden distin-
guir varias formas de K, cuya interpretación es muy importante. El K
que contiene la solución del suelo, donde se produce la absorción por la
planta, es una fracción muy pequeña del K total; generalmente varía
entre 0.1 y 100 mgK · 1 1 • En el suelo, el potasio se encuentra en dife-
rentes fracciones, las cuales presentan un equilibrio químico, con distin-
tas velocidades de reacción, representado en la ecuación:
332 Química de Suelos

Cuadro 1 0.5. Contenido y formas de K en algunos suelos de Panamá.


(Según Martini (49)).
Estructura (total) Cambiable No Cambiable
(dispo- (no dispo-
kg/ha % kg/ha cmol· kg- 1 %Total nible) nible)
kgfha kg/ha
Panamá (Martini)
Latosol rojo 2 040 0.10 160 0.20 7.9 40 470
Aluvial joven 6 230 0.31 200 0.25 3.2 50 850
Aluvial joven 8 550 0.42 440 0.56 4.9 120 1650
Gris sabana 4 310 0.21 50 0.06 1.2 20 150
Volcánico reciente 17 810 0.89 280 0.35 1.6 120 930
Volcánico reciente 17 060 0.80 600 0.76 3.5 70 940

Cuadro 10.6. Valores promedio de las diferentes formas de potasio en


algunas zonas cálidas secas de Colombia, según su respues-
tasa la fertilización potásica. (Según Frye (29)).
Regiones Suelos no retpOndiel'on Suelos sí retpOndleron
FOI'mude
potasio No. Promedio RaDIO (1) No. Promedio Ralllo(2)
cmoi·K·q- cmol·K·q-

Total Alto Magdalena 14 26.5 11.3·41.7 6 8.9 3.6·14.2

Difícil má• fácil· Alto Magdalena 14 1.50 0.24·2.75 6 0.34 0.14·0.54


mente intercam·
biable
(HNO, 1N) Valle D. Cauca 12 1.10 0.65·1.45 38 0.40 0.23·0.57

Fácilmente Alto Magdalena 14 0.40 0.19-0.65 6 0.18 0.12·0.24


intercambiable Valle D. Cauca 14 0.59 0.32·0.86 41 0. 20 0.08-0.32
(NH4 0 Ac 1 N) Litoral Atlántico 33 0.68 0.45·0.90 9 0.35 0.22·0.47

Difícilmente Alto Ma¡¡dalena 14 1.12 0·2.32 6 0.16 0·0.36


intercambiable Valle D. Cauca 12 0.44 0.29·0.59 38 0.19 0.11·0.27
(HNO, lN-NH4 ·
OAc IN)

% Saturación Alto Ma¡¡dalena 14 5.0 2.2·7.9 6 2.5 1.1·3.9

Relación Alto Magdalena 14 35.7 11.1·60.2 6 78.0 58.3- 97.8


Ca+~ Valle D. Cauca 12 47.3 25.5·69.1 37 152.0 48.7-255.3
K Litoral At"ntico 32 24.3 13.4·35.2 9 32.6 20.(). 45.2

en la cual:

A es el K estructural, nativo, contenido en los minerales primarios


(ejemplo: feldespatos potásicos, micas).
Potasio 333

B es el K en los minerales secundarios (ejemplo; illitas, micas hidra-


tadas, minerales medios de transición, vermiculita, montmorilloni-
ta, clorita, y otras).

C es el K adsorbido, quelatado o acomplejado (en parte en la materia


orgánica).

D es el K intercambiable en las superficies electrostáticas de las arci-


llas, materia orgánica y sesquióxidos.

E es el K en la solución del suelo.

Cada una de las diferentes formas o fracciones constituyen una


reserva potásica, actúan como un stock separado, definido y cuantifi-
cable, susceptible de transformaciones de una forma a otra continua-
mente según los factores que afecten el equilibrio. Los procesos e inter-
acciones que determinan los fenómenos de cambio, son múltiples y
complicados.
La determinación del K en el suelo se realiza, por lo general, en un
extracto acuoso: una muestra de suelo se equilibra con agua; se centri-
fuga, y en la solución equilibrada se determina el K (ver en el Capítulo
Cuarto el acápite sobre formulación matemática del intercambio catió-
nico).

SUSTRACCION FERTILIZACION
POR LAS PLANTAS
11 LLUVIA, MANTILLO

MOVILIZACION • N

meteorización, mineralización, desorción

EROSION MOVIMIENTO
DEFLACION K ntructurel
nattvo
K minerales LATERAL DEL
K interc:embieble
secundarios
K ecomplejedo AGUA
K fijado
ACUMULACION
COLUVIACION

INMOVILIZACION

fijación, -ción

PERCOLACION
11 ASCENSO CAPILAR

Fig. 10.1. Esquema de las fracciones de K, procesos de liberación, retención, ganan-


cias y pérdidas en un suelo. (Adaptado de Schroeder, ver Mejía (53)).
334 Química de Suelos

En un estudio sobre la composición química de la solución equili-


brada en 94 suelos de América Central (23), se encontró que el ámbito
correspondiente a la concentración de K oscila entre 0.05 y 52.0 mg
K·l- 1 ; sin embargo, tal como se aprecia en la Figura 10.2, la mayor
parte de los suelos estudiados presentó una concentración de K entre
ocho y 16 mg.l- 1 (equivalente a 0.2 y 0.4 • 10-3 mol.l- 1 ). También es
importante considerar la participación del K+ dentro de los cationes del
suelo en su solución equilibrada. En la Figura 10.3 se observa que en el
52 % de los suelos estudiados, el K+ contribuye con el 1 O y 30 % de la
suma de cationes de la solución del suelo. En muy pocos casos el K+
sobrepasa una contribución del 40 % de la suma de los cationes en la
solución del suelo. La mayor proporción de la solución catiónica corres-
ponde al Cal+ y al Mg2 •, como se verá más adelante. Las concentracio-
nes en suelos de áreas tropicales son relativamente bajas, comparadas
con los valores extremos (7 .2 a 391 mg• Kt 1 ) encontrados por Fried y
Shapiro (28) para suelos en áreas de clima templado.
El K intercambiable se encuentra adsorbido al complejo coloidal
del suelo (arcillas, materia orgánica e hidróxidos). La determinación
del K cambiable se realiza, como se indicó en el Capítulo Cuarto en la
parte sobre intercambio catiónico, reemplazándolo con BaC12 -TEA
o NH4 -acetato o NH4 Cl, de acuerdo con los métodos de Peech, Mehlich
y Ulrich (78). El K así determinado incluye al K soluble en agua, el que,
para una mayor exactitud debe restarse de los datos. Dentro del K
intercambiable, muchos autores diferencian distintas subfracciones, de
acuerdo con su extractibilidad: intercambiable fácilmente disponible
(extraída con NH4 AcO 1N), o subfracción más fácilmente intercambia-
ble (extraída con HN0 3 1N).
Con base en las digestiones sucesivas del suelo con HN03 , se extrae
una fracción denominada potasio no cambiable, diferenciándose, dentro
de la misma, el K de las primeras digestiones: uno como escalonado dis-
ponible para la planta a largo plazo y, otro, como no disponible o de
tasa constante de liberación. Es posible que en esta determinación, ade-
más del K localizado en láminas estructurales de las arcillas, se extraigan
diversas cantidades de K estructural. En los estudios de Martini ( 49), en
Panamá, se demostró que los suelos volcánicos tienen cantidades totales
(y de las diferentes formas de K) más elevadas que los suelos lateríticos
y aluviales, debido a la edad del material parental de los suelos. El K
cambiable es una fracción muy pequeña del K total, variando entre 1.2
y 7.9 por ciento.
Los resultados de Frye (29), obtenidos sobre el K total, sobre el
intercambiable, sobre el porcentaje de K en el complejo de intercambio
y sobre la relación ca• Mg/K como parámetros de caracterización del
K en suelos de Colombia, se han agrupado en el Cuadro 10.6, de acuer-
do con la respuesta a la fertilización potásica.
Los suelos que presentan valores de K cambiable, menores que 0.3
cmol.kg- 1 , generalmente responden a la fertilización potásica; ellos pre-
sentan, frecuentemente, una participación menor del 2.5% de K en el
complejo de intercambio.
De acuerdo con el Cuadro 10.7, el material parental de los suelos
y la fracción de arcillas son muy determinantes en el contenido y for-
Potaaio 336

30

.....
111
IV
111
ID
::::1
20

E
111
..!!
,ID 10
?l.

10"3 "1
K• moll solución del suelo

3.9 19.5 mg 1-1 39


Fig. 10.2. Distribución de algunos suelos de América Cen·
tral, según las concentraciones de K en la solución del suelo.
(Según Faaabender (23)).

30

fl) 20
......
IV
fl)
Q)
::::1
E
fl)
.!!
Q)
"O 10
-¡¡.

o 20 40 60 80 100
% K en solución suelo

Fig. 10.3. Participación porcentual de K en la solución del


suelo, en suelos de Am4!rica Central (Faubender (23)).
336 Química de Suelos

Cuadro 10.7. Valores de diferentes fracciones de potasio en suelos del


Brasil. (Según Mielniczuk (55, 56)).
No. de K K Mineral de Material
Clulficac:lón• aueloa K-cambiable No c1mblable total arcilla de
(KX) domi- orilen
nante••
HN03 IN Aba. Suelo Aba.
Ortox 5 0.19 0.18 1.00 6.52 1.10 e Bualto
Uldot 2 0.87 0.74 1.18 15.60 1.40 M Baaalto
Aquult 1 0.41 0.10 1.09 30.69 1.95 M Sedimento&
LVE, LVA 2 0.11 0.07 0.05 3.13 0.15 e Detrito•
Laterftic:oa
LRD (S. Angelo) 0.23 0.12 0.05 4.17 0.22 e Baaalto
LVEd (C. Alta e P. Fundo) 2 0.15 0.11 0.05 4.11 0.13 e Basalto/
arenit.
LBAd (Sio Jerónimo) 0.35 0.20 0.08 8.67 0.34 e Granito
LVEd (P Fundo 111) 0.65 0 .18 0.10 5.68 0.60 e Basalto
SLe (Charrúa) 0.75 0 .24 0.08 5.98 0.71 M Bualto
B-Textura eutrof. 10 0.98 6.25 2.72
B-Textura eutrof. 10 0.34 0 .61 0.61
----
(•) LVE = Latoaol Vermelho Escuro;
LVA = Latoaol Vermelho Amarelo;
PVA = Podzol Vermelho Amarelo;
S Le = Solo Litólic:o eutrófico.
( . . )2/C = Caolinita;
M = Montmorillonita;
G = Gibbsita.

mas de K en los suelos de Brasil. El K cambiable de los suelos estudia-


dos oscila entre 0.11 y 0.98 cmol.kg- 1 de suelo. No hay duda que la
vegetación y el tipo de uso del suelo influyen notablemente sobre el
contenido de K cambiable y en la solución del suelo.
De acuerdo con los grupos de suelos en América Central, Fassben-
der (23) encontró los siguientes valores característicos para potasio
cambiable promedio x y desviación estándar (s):

n cmol.kg- 1 suelo
!: S

Andosoles 38 0.71 0.11


Fluvisoles 33 1.34 0.21
Litosoles 9 0.60 0.13
Cambisoles 7 1.30 0.51
Brunizem 7 0.33 0.12

Al evaluar un total de 125 análisis de K cambiable en suelos deri-


vados de cenizas volcánicas de Colombia, Luna y Suárez ( 46) encon-
traron los valores agrupados en el Cuadro 10.8. El rango absoluto en
suelos superficiales es de 0.01 a 1.80 cmol.kg 1 suelo. Los valores en
promedio presentan una distribución regional muy marcada, indicando
que la composición química de las cenizas volcánicas es muy variable.
Potasio 337

Caracterización físicoquímica de las formas de K


La evaluación adecuada de las formas de potasio también se obtie-
ne con criterios de físicoquímica. La ecuación de equilibrio entre el K
en la soÍución del suelo y el complejo de cambio, será tal como se pre-
senta en el Capítulo Cuarto en la sección sobre intercambio catiónico:

(K¡)
=
(Ca¡)

donde (K¡) y (Ca¡) representan las actividades iónicas del K y calcio


adsorbidos en el complejo de cambio (por dificultad de medición se
acostumbra expresarlas en cmol.kg- 1 suelo); (K)e y (Cae) son las acti-
vidades iónicas en la solución equilibrio del suelo, y Kg es la constante
de proporcionalidad de Gapon. Los resultados sobre estos estudios ya

Cuadro 10.8. Contenido máximo, mínimo y promedio de K en algunos


suelos derivados de cenizas volcánicas en Colombia
(Según Luna y Suárez (46)). (Resultados en cmol.kg-1
suelo).
0-20 cm 20-100 cm
Departamentos No. Maximo Mínimo Promedio Máximo Mínimo Promedio
perfiles

Nariño 22 0.80 0.10 0.38 0.80 0.07 0.20


Cauca 16 0.50 0.01 0.20 0.40 0.01 0.20
Valle 37 1.80 0.04 0.22 1.50 0.04 0.19
Huila 10 0.50 0.01 0.20 0.40 0.04 0.14
Tolima 10 0.90 0.10 0.38 0.40 0.01 0.14
Caldas 5 0.83 0.12 0.35 0.76 0.10 0.33
Antioquia 10 1.00 0.04 0.16 0.13 0.02 0.08
Cundinamarca
Sabana de
Bogotá 15 1.60 0.04 0.81 1.10 0.04 0.49

fueron ampliamente discutidos. La curva (Kg) de relación entre el valor


de intensidad del potasio en la solución del suelo

(K)

y el valor de capacidad del potasio en el complejo de intercambio,


cambia gradualmente de forma, indicando la progresión del proceso de
intercambio. El fraccionamiento matemático en tres rectas de la curva
de un suelo illítico, permite diferenciar tres formas de potasio: el K
adsorbido en la superficie externa del mineral arcilloso (planar, de
acuerdo con Bolt, Sumner y Kamphorst (13); Beckett (8, 9, 10); Ehlers,
338 Química de Suelos

Meyes y Ulrich (19); el adsorbido en los bordes (edges) del mineral


arcilloso, y el localizado entre paquetes laminares (interlattice) (Figura
10.4).
De la Figura 10.4 se desprende que la extrapolación de la porción
linear de la curva en ARK = O (el punto donde ni se gana, ni se pierde
K), es un indicador del potasio retenido en las superficies planares
(~Ko) y del potasio retenido en bordes de paquetes arcillosos.
La Capacidad Potencial tampón del potasio (PBCK) se calcula
como la relación

ARK

y es una medida de la capacidad del suelo para mantener un potencial


de potasio constante en la solución del suelo y evitar el agotamiento
del potasio. La curva inferior así obtenida tiene una porción superior
rectilínea y una inferior curvilínea. Cuanto más pendiente es la línea
recta, mayor será ll-l capacidad potencial buffer de los suelos. La por-
ción curvilínea está relacionada con los sitios selectivos del potasio en
el suelo: cuanto más curva, mayor selectividad.
En un trabajo reciente de Benavides (11) se han caracterizado las
curvas Q/1 del potasio en los suelos de la sabana de Bogotá y en los de

KL =pool de potasio cambiable.


K0 =
potasio retenido en superficies planarea
=
Kx potasio retenido en sitios esp~fflcos
AR 0 =relación de actividades en el equilibrio
K= cantidad (diferencia entre K inicial y final)
=
PBC capacidad buffer potencial

PBC =pendiente

AR K (M/110.5

Fig. 10.4. Curva característica Q/1 de potasio. (Adaptado de diferentes


autores, ver Benavides (11)).
Potasio 339

la Amazonia colombiana. Los resultados son presentados en forma par-


cial en la Figura 10.5. La capacidad potencial buffer del medio Tibai-
tatá sobrepasa la de los otros suelos; los valores del K cambiable son
más altos en el suelo Cota. Los detalles de los valores obtenidos para las
curvas de Q/1 se presentan en el Cuadro 10.9.

TIBAITATA COTA
Andic Eutropept Typic Dyatrendept
2.8
2.4
2.0
1.6
1.2

....
.2
0.8
"
..
~

"'
0.4

o
~u -0.4
:..:
<1 -0.8
·1.2

-1.6
-2.0

·2.4
-2.8
Equilibriofin•IIKI (mol•l- 1 ) 0.5 • 10 ·2

FUNZA BACATA
Aqu ic Dystrendept Typic Dyetr•ndept
1.6

/"
o /.,.,..Ap,Ah
-¡; 1.2
~

.."' 0.8

~u
0.4
o
2 4 6 8 10 12
/ 6 8 10 12
:..:
-0.4
-0.8
-1.2
EquilibriofinellKllmol•l- 11•0.5 10. 2

Fig. 10.5. Relación Q/1 del potasio de algunos suelos de la


sabana de Bogotá, Colombia. (Según Benavidea (11)).

Interpretación de las relaciones suelo-planta


El crecimiento de las plantas exige el paso continuo de iones desde
el sistema suelo hasta las raíces de las plantas. Los iones de la fase
sólida, ya sea de las partículas cristalizadas o a partir de los coloides,
pasan a la solución del suelo, donde se ponen en contacto con la super-
ficie radical, penetran en el espacio libre en el que la planta puede
340 Química de Suelos

absorberlos y transportarlos a los tejidos donde se necesitan. Desde el


punto de vista de la descripción de la disponibilidad de nutrimentos y
las relaciones suelo-planta, interesan por lo menos dos parámetros: el de
la actividad iónica de los diferentes elementos presentes en la solución
del suelo, en un momento dado, (parámetro de intensidad); el segundo
parámetro de la reserva total de un elemento, la que está ligada a la fase
sólida del suelo y a su capacidad de reponer los iones en la solución
del suelo cuando son extraídos por las plantas o eluviados (parámetro
de capacidad). Para la derivación de estos parámetros, se consideran en
detalle los conocirr.ientos obtenidos en los últimos años, sobre el com-
plejo de intercambio catiónico y los cationes cambiables que lo rodean,
los cuales presentan un estado balanceado con los cationes existentes
en la solución equilibrada del suelo (ver Capítulo Cuarto: intercambio
catiónico y aniónico ).
Tanto en los suelos en áreas con clima templado como los de cli-
ma tropical, gracias al uso de diferentes plantas indicadoras, se han
obtenido buenas correlaciones entre los potenciales químicos catió-
nic;os y s11 absorción. En Sl!elos de Nigeria, Tinker (77) encontró que
la cosecha de palma africana fertilizada con potasio es proporcional
con el valor pK-l0.5 (pCa + pMg) + 0.33 pAl]. Acquaye, McLean y Rice
(1) encontraron, en suelos de Ghana. una correlación significativa
(r = 0.60) entre el valor pK-0.5 p(Ca + Mg) y la absorción de K por
las plantas indicadoras. Le Roux y Sumner ( 44) publicaron valores
de coeficientes de correlación (de 0.78) entre la cosecha de mijo japo-
nés (Setaria sp.) y el valor pK-0.5 p(Ca + Mg) en suelos de Suráfrica.
Los resultados obtenidos por Barrow et al. (5, 6, 7) en suelos austra-
lianos, utilizando trébol subterráneo (Trifolium subterraneum), hasta
cierto punto son contradictorios. Se encontró que el valor pK-0.5
p(Ca + Mg) ~resenta buenas correlaciones con una primera cosecha
rK0 = 0.676, rK100 = 0.748. Los valores del potencial potasio-calcio-
magnesio; en cambio no fueron estadísticamente significativos para
la segunda cosecha. Asimismo no se encontró una correlación signifi-
cativa con la absorción de K por las plantas.
Fassbender y Laroche (20) establecieron correlaciones entre dife-
rentes potenciales químicos de cationes en muestras de suelos, tomadas
antes y después del período vegetativo en plantas de tomate (Licoper-
sicum esculentum) y la absorción de K, Ca y Mg por las mismas. En
los resultados se puede observar que las muestras de suelo tomadas
antes de la siembra presentan mejores correlaciones que las tomadas
después, y que ellas son altamente significativas.
En un estudio de Fassbender (23), realizado en suelos de América
Central, se encontraron las relaciones presentadas en las Figuras 10.6
y 1 O. 7, en ellas se vinculan la absorción de potasio y el parámetro de
intensidad (pK-0.5 pCa) y el de capacidad (representado por el K cam-
biable). El coeficiente de asociación (pK-0.5 pCa) es más bajo que
con el K cambiable, lo cual indica que los procesos de absorción y
percolación de K son bastante rápidos y que se produce un cambio
continuo en la actividad iónica del K en la solución del suelo; esto
exige una reposición continua a partir de las reservas disponibles del
Potasio 341

Cuadro 10.9. Propiedades derivadas de las curvas de Q/1 del potasio en


suelos de la sabana de Bogotá. (Según Benavides (11)).
Perfil Horizonte ARk -&o PBCk
(M/1) 0 •5 me/100 g me/100 g/
(M/I)o.s
Tibaitatá Ap 0.024 1.00 42
Ah 0.0004 0.10 250
Cota Ap 0.155 2.00 17
Ah 0.080 0.60 7
Funza Ap 0.007 0.20 30
Ah 0.018 0.53 29
Bacatá Ap 0.018 0.53 29
Ah 0.018 0.53 29

suelo, de lo que resulta una mejor asociación con el parámetro de


capacidad.
Actualmente se hace hincapié en la determinación de los parámetros
de intensidad y capacidad, en forma conjunta, para establecer sus rela-
ciones, y, al mismo tiempo, para asociarlos con el desarrollo de las plan-
tas. Barrow (6) encontró un coeficiente de correlación 0.542 al asociar
ñQ/!11 con la absorción total de K en varias cosechas de trébol subte-
rráneo (Trifolium subterraneum). Una correlación múltiple, conside-
rando los valores pK-0.5 p(Ca + Mg) y ñQ/!11, dio un resultado mucho
más alto (r = 0.943). Esto indica que la consideración de ambos pará-
metros combinados permite una mejor descripción del sistema suelo-
planta.
Por su parte, Acquaye, Me Lean y Rice (1) encontraron, en suelos
de Ghana, una correlación entre la capacidad tampón del potencial
potásico (Potential buffering capacity PCB, K) y la absorción de K por
las plantas (r = O. 77), la que es más o menos similar a la que se obtuvo
al considerar sólo el potencial químico (r = O. 79). La consideración de
ambos factores en correlaciones múltiples permitiría una mejor predic-
ción de la absorción de K.
Mielniczuk (55) ha estudiado los cambios de las relaciones Q/1
del potasio, en función de la extracción del mismo por las plantas,
en varios suelos de Brasil. En la Figura 10.8 se observa que después
de la extracción de O. 71 cmol K.kg- 1 suelo, las reservas de K estaban
bastante agotadas, ya que la capacidad buffer de K en los suelos era
relativamente pequeña. Estos autores indican que estos valores permiten
una interpretación efectiva de la disponibilidad de elementos catióni-
cos en los suelos.

OTROS PROCESOS DINAMICOS DEL POTASIO EN EL SUELO


Ciclo del potasio en el suelo
La dinámica del potasio, así como la de otros elementos nutritivos
alcalinos y alcalino-térreos, presenta una naturaleza completamente
diferente a la de los elementos nutritivos aniónicos. La distinción im-
342 Química de Suelos

60

50

l
Ci

40 y= -53.56 + 215.98- ~
X x2
R = 0.415 ••
~ 30
:§ n= 49
u
j 20
ol(

10

2.5 2.0 1.5 1.0


pk-0.5pC.
.J\.,¡'
-3000
1

-2 000

~G

Fig. 10.6. Correlación entre pK-0.5 pCa y la absorción de K


por las plantas. (Según Fasabender (23)).

70

60

s8 50
"'
E
Ci 40

~
e: 30
-o

J:l
s 20
Y= 3.28 + 32.037x·5.115x2
ol( · R = 0.735 ••
n= 49
10

o 0.5 2 3
K cmol•kgÍ suelo

Fig. 10. 7. Correlación entre el K cambiable y la absor-


ción de K por las plantas. (Según Fassbender (23)).
Potasio 343

portante radica en su comportamiento con respecto de la materia orgá-


nica o humus; como los cationes no son componentes de la materia
orgánica, los procesos que envuelven su dinámica son menos complica-
dos y su número más reducido. Los distintos procesos dinámicos y los
equilibrios químicos entre las diferentes formas de K en el suelo, están
representados en la Figura 10.1.
El potasio en la solución del suelo es directamente disponible por
la planta, y en condiciones específicas puede ser percolado, lo que, a
veces, genera una pérdida de K en el suelo; esta última puede variar
entre cinco y 250 kg.K.ha- 1 .a- 1 , según sean las condiciones de contenido
de K, de la intensidad de precipitación pluvial y de la cobertura vegetal.
Al disolverse los fertilizantes potásicos aplicados (KCl, K 2 S04 u
otros) en el suelo, el K liberado pasa a formar parte de la solución del
suelo. Por lo general, la velocidad de disolución es rápida; la influyen,

0.4
b a

0 .2

o
e
.><
0.8

e
;! 0.2 /
/
< /
/ K· planar

, ,, /

0.4 / K L • cambiable

----------J
/

0.6
K-""'"'""''
------------- _l
0 .. 8

Fig. 10.8. Curva Q/I de potasio en un suelo de Río Grande del Sur, Brasil, antes (a)
y después del cultivo sucesivo (b), extrayendo 0.7 cmol K.kg- 1 • (Según Mielniczuk
(55)).

especialmente, el tamaño de las partículas del fertilizante (la granula-


ción la retarda sensiblemente), el pH del suelo, su relación y composi-
ción química.
El K intercambiable que se encuentra adsorbido al complejo coloi-
dal (arcillas, materia orgánica e hidróxidos) está en equilibrio con el
344 Química de Suelos

K de la solución del suelo. Cuando las plantas absorben el K, o al


ser éste lavado, su reposición en la solución del suelo se produce a partir
del K cambiable; por ello es que esta fracción es tan importante en la
nutrición vegetal, ya que representa una reserva pool en la que se alma-
cena el K, el que poco a poco se pone a disposición de la planta. Al
mismo tiempo, este K se protege del lavado a través de la adsorción.
La interpretación de la dinámica del potasio en el suelo implica
consideraciones sobre equilibrios de flujo desarrollados en la termodi-
námica, tomando en cuenta que las diferentes formas no son estables y
definidas, sino que continuamente sufren cambios graduales en sus mag-
nitudes. El K absorbido por la planta debe ser repuesto, paulatina-
mente, a partir del K cambiable; a medida que se agota el K intercam-
biable, será necesaria la reposición a partir del K no cambiable pero dis-
ponible. Los fenómenos de percolación también causan pérdidas de K
en el suelo, las que se deben corregir gradualmente. La aplicación de fer-
tilizantes y su disolución, rápida o lenta, interfieren nuevamente en el
equilibrio del K al establecerse en el suelo; parte del K aplicado pasa,
entonces, a formas cambiables o fijadas.
En los últimos años, las evaluaciones sobre la dinámica del K, Ca
y Mg de este tipo han sido objeto de estudios intensos; hace aproxi-
madamente diez años aparecieron las primeras publicaciones sobre su
consideración físicoquímica. Actualmente hay bastante material escri-
to pero, a pesar de ello, aún faltan muchos estudios para aclarar com-
pletamente la dinámica de estos elementos.

Fijación de potasio
La fijación del K, o sea la acumulación de este elemento en el espa-
cio interlaminar de las arcillas, es un fenómeno de gran importancia
dentro de su dinámica. Este proceso ocurre debido a características
específicas de los minerales arcillosos del grupo 2:1, como las illitas,
montmorillonitas y vermiculitas, y en virtud de características especí-
ficas de los iones K+ y NH: (ver en el Capítulo Cuarto la sección sobre
intercambio catiónico ). El espacio interlaminar de las illitas .s:le 3.5 A,
sólo permite la acumulación de iones K (diámetro 2.68 A) y NH4
(diámetro 2.86 A). Para que se produzca este fenómeno, es necesario
que se deshidrate el ión potasio y se introduzca en el espacio interla-
minar, saturando las cargas electroestáticas. El K fijado llena el espa-
cio y se establece una configuración química estable con el resto del
mineral. La densidad de las cargas también es importante para que se
produzca la fijación: las electropositivas en cantidades equivalentes a
200 cmol.kg- 1 de arcillas o humus, la facilitan, mientras que las de
110 cmol.kg- 1 , sólo permiten una pequeña fijación.
El K+ y el NH; fijados son accesibles a la planta solamente cuando
faltan otras formas disponibles de K (cambiable) del suelo.
La determinación de la capacidad de fijación se realiza en seco o en
húmedo. Para la determinación en húmedo, se agita una cantidad del
suelo con una solución potásica (generalmente 100 mg K.100 g de
suelo) y se determinan el K cambiable y el K soluble en H 2 O, y por
diferencia se establece el K fijado. Para la determinación en seco, el
suelo con la solución potásica es llevado lentamente a una sequedad de
Potasio 345

80° C. Los valores de fijación de K en seco son generalmente dos y tres


veces mayores que los de fijación húmeda. En el Cuadro 10,10 se pre-
sentan los resultados de algunos experimentos sobre fijación de K en
suelos de Trinidad, determinados en húmedo. La capacidad de fijación
varía entre uno y 26 %, siendo relativamente alta; los autores de esa
investigación (Moss y Coulter (57)) explican esta situación como que
es causada por el contenido de alofán en esos suelos. Schuffelen y Van
der Marel (70), así como Rama Moorthy et al. (62), han encontrado,
eñ otros suelos tropicales, valores similares de fijación de K.
Al ofrecer 1 000 kg• ha- 1 a un suelo de Colombia, Chaves (17)
encontró una fijación del 6%. Esta pequeña fijación se debe a un gran
contenido de caolinita en el suelo estudiado. Acquaye, MacLean y
Rice (1), trabajando con suelos de Ghana, encontraron que los suelos
lateríticos presentaron los menores valores de fijación de K aplicado,
entre 0.22 y 0.34 cmol.kg- 1 de suelo.
Tincknell y López (76), investigando en suelos de Venezuela,
establecieron que los lateríticos fijaron un porcentaje menor del K apli-
cado, en relación con los aluviales; Ahmad, en auelos de Guyana, cons-
tató que la fijación fue menor en los suelos aluviales más viejos y más
lixiviados. En un suelo aluvial de Costa Rica, Bornemisza (14) encontró
que la fijación de K, causada por secamiento de la muestra, fluctuó
entre 29 y 82 kg· ha- 1 de potasio en el suelo.

Pérdidas por escorrentía y percolación


En la Figura 10.1 sobre el ciclo de K en los suelos, se indica la posi-
bilidad de pérdidas de K, por la percolación del agua a través del suelo
y /o el arrastre de las partículas superficiales del suelo, como consecuen-
cia de la erosión eólica y /o hídrica. Estos procesos son de gran impor-
tancia para el balance de los elementos nutritivos, especialmente de
las bases K, Ca y Mg.
Los estudios de Suárez de Castro y Rodríguez Grandas (73) -rea-
lizados en suelos derivados de cenizas volcánicas, bajo explotación
agrícola, especialmente de café- certifican en Chinchiná, Colombia
(2 775 mm lluvia) la importancia de las pérdidas de elementos nutriti-
vos. Las pérdidas registradas a un metro de profundidad en los lisíme-
ros monolíticos, con un promedio de varios años, alcanzaron cocientes
de 235, 983 y 268 kg· ha- 1 • a- 1 , en suelos desnudos, para K, Ca y Mg,
respectivamente. Con la cobertura del suelo, usando restos vegetales
(hojas de Inga spp.), las pérdidas disminuyeron en promedio, a 191,
760 y 212 kgi un cultivo con añil rastrero (lndigofera indica) las redujo
a 101,714 y 178 kg·ha- 1 ·a-1 , respectivamente (ver Cuadro 10.11).
La escorrentía y la erosión, en los suelos estudiados, produjeron
pérdidas menores de elementos nutritivos, pero considerables, dismi-
nuyendo de acuerdo con el grado de cobertura del suelo y las prácti-
cas de control de la erosión (ver Cuadro 10.12). Las menores tasas
de pérdida de K, Ca y Mg se verifícaron en un cultivo joven de cafÓ
en terrazas y con cobertura del suelo (1.6, 4.4 y 3.2 kg· ha- 1 • a- 1 ). Las
prácticas de control de la erosión, necesarias para contrarrestar las
pérdidas de bases del suelo, fueron ampliamente discutidas por Suárez
de Castro (72) en un estudio que corresponde más al manejo y conser-
346 Química de Suelos

Cuadro 10.10. Capacidad de fijación del K en algunos suelos de


Trinidad. (Según Moss y Coulter (57)).
Suelos Porcentaje de
fijación de K

Jóvenes
Penninston 17
Ruthland Vale 15
Unión 21
Camden Park 12
Alofánicos
Queensbury 26
Castledon 1
Fort Thomas 6
Belle Isle 17
Latosólicos
Scottland 5
Calledon 21
Stock farm 1
Vieny Fort 18
La Sagesse 3

vación de los suelos que a la química.


Los materiales erosionados se redepositan en los suelos de regiones
bajas y, en parte, se pierden en los materiales suspendidos en el agua
de los ríos. El agua gravitacional se infiltra en la corteza terrestre,
formando ríos y fuentes subterráneas; al encontrar sedimentos endure-
cidos, aflora, llegando a constituir una parte importante del agua de
los ríos. La importancia de la pérdida de elementos nutritivos, debido
al agua de escorrentía y gravitacional, puede comprenderse al observar
los datos disponibles sobre el río Amazonas. La cuenca· del Amazonas
abarca cerca de 7.10 6 km 2 en varios países de América del Sur y pre-
senta una descarga anual promedio de 218 000 m 3 • segundo- 1 • Un
estudio de Gibbs (31) sobre los diferentes afluentes y el río Amazonas
como tal, registró por un lado valores de materiales de suspensión
entre dos y 120 mg·l- 1 y un promedio de 75 mg·l- 1 en el Amazonas,
al tiempo que las pérdidas totales de materiales suspendidos se calcu-
laron en 5.10 6 t por año; por otro lado, los materiales disueltos alcan-
zaron valores entre 25 y 45 mg·l-t con un promedio de 36 mg·l-1 , lo
que implica una pérdida de 2 479 000 t• a 1 • Estas pérdidas son
irreparables.

CICLO DEL K EN ECOSISTEMAS


1ROPICALES DE AME RICA LATINA
Los datos disponibles sobre las reservas y transferencias de potasio
Potasio 347

Cuadro 10.11. Pérdida de elementos nutritivos por percolación en lisí-


meros monolíticos, Chinchiná, Colombia (en kg· ha-• •
a-• ). (Según Suárez de Castro y Rodríguez Grandas (73)).
Año mm lluvia N-mineral N-orgánico p K Ca Mg

Cobertura viva (añil rastrero)


1952 2 440 57.3 13.3 0.21 134.4 645.5 191.3
1953 2 622 48.7 22.1 0.11 124.5 696.8 238.8
1954 3 157 88.9 16.9 0.01 121.2 713.7 248.0
1956 2 870 110.5 26.3 0.10 78.1 786.8 154.1
1956 1 879 8.2 24.4 0.29 45.7 728.5 56.0
Sin cobertura
1952 2 440 319.9 17.5 0.32 201.1 1 059.3 263.7
1953 2 622 403.8 22.2 0.26 269.3 907.1 273.5
Cobertura muerta
1954 3 158 353.5 23.5 0.07 251.9 887.3 355.9
1955 2 870 290.4 29.8 0.22 172.7 812.9 199.1
1956 1 879 271.3 33.2 0.15 147.7 580.4 82.5

Cuadro 10.12. Pérdida de elementos nutritivos por escorrentía (en


kg· ha-• · a-• ) promedios de seis años, Chinchiná, Colom-
bia. (Según Suárez de Castro y Rodríguez Grandas (73)).
-
Escornmtía
mm N p K Ca Mg

l. Suelo desnudo 1 730 25.3 0.98 24.0 238.6 151.6


2. Pradera 513 6.6 0.15 5.5 24.8 26.3
3. Plantación joven de café 190 7.5 0.06 2.1 4.7 5.0
4. Plantación vieja de café
sin medidas contra erosión 59 1.6 0.08 1.1 2.0 2.1
5. Plantación joven de café
en terrazas 410 4.2 0.16 4.0 7.7 8.3
6. Plantación joven de café
con cobertura del suelo 192 2.2 0.08 2.3 5.3 4.9
7. Plantación joven de café en
terrazas y cobertura del suelo 143 1.8 0.07 1.6 4.4 3.2

en ecosistemas forestales se han resumido en el Cuadro 10.13. Como


en el caso del fósforo, se observa que la información sobre las reservas
es más abundante (14 ecosistemas). Las reservas en la vegetación, gene-
ralmente, no pasan de 1 000 kg· há 1 ; los ecosistemas de Darién,
Cuadro 10.13. Reservas y transferencias de potasio en ecosistemas forestales tropicales. (Según diferentes fuentes).
Reserns (ke.ha-1 ) Transferencias (q.ha-1 .a-1 )
w
Fitomua Suelo Veeetación Esc:urri· ,¡:..
Aérea mineral Veeetación Lluvia miento Residuos 00
Viva Muerta Raíces Mantillo (cm) Total suelo Lluvia (años) foliar veeetación f4reao Turnover
Ecosistemas Montanos ..=3
.()

San Eusebio Faubender y Grimm (26) 1 322 28 147 59 180( 40) 414 1.30 2.6 508 69.7 66.1 2.2 140 ¡;·
DO
Venezuela Grimm y Fa88bender (34)
Q..
Kerigoma Edwards y Grubb 1 090 7 137 24 200(25) 1 458 6.64 - - - - - - ~
Cll
Papúa
- - =
Blue Forest
Jamaica
Tanner 259 - 29( 45) 288 8.93 - - - - - .-
..o
!..

El Verde Odum y Pigeon (60) 926 - 21 2 34(30) 983 27.91


Puerto Rico
&:osistemas de Llanura
Manaos Klinge (42) 434 5 62 3 18(30) 522 28.0 - - - 13.0
Brasil
Magdalena Folster et al. ( 27)
Colombia
Llanura 277 - - 3 118(50) 399 2.35 - - - 17.0
Depresión 389 - - 32 176( 50) 597 2.39 - - - 29.0
Darién Golley et al. (33)
Panamá
Llanura 3 492 - 80 20 118(30) 3 710 30.44 9.5 368 50 128.0 9.3
Premontano 2 249 - 68 25 100(30) 2 442 23.42 - 237 - 91.0
Llanos
occidentales Hase .y Fólster 1 821 - - 20 399( 50) 2 240 4.61
Venezuela
San Carlos Jordán y Herrera (39)
Venezuela
Tierra Firme 318 - 46 8 125(40) 497 2.98 13.3 - 19.9 9.3 6.1 24
Kade Greenland y Kowal 774 36 88 10 217( 30) 1 125 4.18 17.5 44 237 - - 278
Ghana
Banco Bernhard·Reveraat (12) 600 - - - 160(50) 5.5 110 170 81.0 - 255
Coata Marfil
Yapo forét 350 - - - 116(50) 466 3.04 64 82 26 -- 114
Potasio 349

Panamá (Golley et al. (33)), y de los Llanos Occidentales de Venezuela


(Hase y Folster) alcanzan valores más altos. Los datos acerca del suelo
mineral se refieren, en parte, al K total; en algunos casos sólo se ha indi-
cado el valor de K cambiable, y por ello resulta difícil la interpretación
correspondiente. En función de lo anterior, las relaciones vegetación/
suelo son siempre mayores que l. O; ello implica que en la mayor parte
de los ecosistemas, el potasio es el elemento mínimo. El depósito de K
con las aguas de lluvia, es muy variable (Cuadros 7.9 y 10.13), oscilan-
do el rango observado entre 2.0 y 37.2 kg K· ha- 1 • a- 1 ; en la mayor
parte de los estudios, los valores se encuentran entre cinco y 1 O kg K·
ha- 1 ·a-1 •
A partir de los datos sobre transferencias se puede concluir que
las tasas de depósito con las lluvias son siempre menores que las de
escurrimiento foliar; ello implica que el agua, en su pasaje por el
ecosistema, moviliza en parte, el potasio de los tejidos foliares (ver
Figura 10.9). A manera de ejemplo, en la Figura 10.10 se presenta
el modelo de K para el ecosistema de San Carlos de Río Negro,
Venezuela, según datos de Jordán y Herrera ( 39). Se trata del eco-
sistema de tierra firme, el cual no es inundado y recibe una preci-
pitación anual de 3 600 mm. Del total de 496 kg· ha- 1 , en forma
correspondiente, se encuentran 73.2 y 25% de K en la vegetación,
mantillo y suelo mineral. El escurrimiento en tallos y hojas es bas-
tante elevado (19.9 kg·ha- 1 ·a-1 ), lo que también ocurre en la
producción de residuos vegetales (9.3 kg· ha- 1 • a- 1 ); sin embargo, las
pérdidas por escurrimiento lateral del suelo, sólo alcanzan 5.1 kg•
ha- 1 • a 1 • De este modo, la mayor parte del K que llega al suelo es
reabsorbido por el rodaje.
POTASIO EN SISTEMAS DE PRODUCCION
Efecto de la tala y quema sobre las bases del suelo
En el Capítulo Segundo fueron considerados en detalle los pro-
cesos y pérdidas de materia orgánica, nitrógeno y fósforo que ocurren
al tumbar y quemar los bosques, y durante la explotación agrícola
de los suelos. Las transformaciones correspondientes a las bases cam-
biables también son de importancia y se consideran a continuación.
Las bases K, Ca y Mg se encuentran formando sales o en forma
iónica, en el citoplasma celular de los tejidos vegetales. Al ser que-
mados los restos vegetales para limpiar el suelo y prepararlo para la
explotación agrícola, estos pasan a sus formas oxidadas (K 2 O, CaO
yMgO), y al reaccionar con el agua del suelo y de la lluvia, pasan a
sus formas iónicas (K+, ca• 2 y Mg 2 ). Poco después de la quema de
los restos vegetales, se produce una gran acumulación de bases en
la solución del suelo y en el complejo coloidal. Esta acumulación
temporal disminuye gradualmente en el suelo, a través de la percola-
ción o la lixiviación, de la erosión y de la absorción de K, Ca y Mg
por las plantas, apareciendo, en última instancia, síntomas de defi-
ciencia en las plantas.
Los procesos y cambios mencionados se han estudiado en suelos
de Chinchiná, Colombia. Según Suárez de Castro (72), al quemar
la vegetación natural en un suelo con tres a 10% de pendiente, se
350 Química de Suelos

encontraron grandes cambios al analizar muestras antes y después


de la quema. El pH aumentó de 4.6 a 5.4; el Ca, el Mg y el K aumen-
taron de 1.52 a 1.82, de 0.61 a 0.80 y de 0.19 a 0.55 cmol.kg- 1 , res-
pectivamente. Estos cambios dependen, especialmente, de la biomasa
total y del contenido de elementos nutritivos en la vegetación, tal como
se examinó en el Capítulo Segundo sobre materia orgánica.
En estudios de Nye y Greenland (59) realizados en Ghana, los
análisis en muestras de suelo (pH, K, Ca y Mg cambiables), antes y
después de la quema y después de uno y dos años de explotación
agrícola bajo diferentes prácticas de cultivo, demostraron claramente
los cambios ocurridos en el suelo. Como resultado de la quema, el K
cambiable aumentó en los primeros 30 cm de profundidad, de 0.25
a 0.59 cmol.kg- 1 , y disminuyó a 0.38 y 0.29 en los primeros dos años
de explotación. La intensidad en la preparación del terreno y en las
rotaciones estudiadas, no presentaron mayores influencias. Al dife-
renciarse las distintas profundidades del suelo, los cambios fueron más
notorios; por ejemplo, en los primeros 5 cm de profundidad se encon-
traron los siguientes valores para K: 0.4, 1.2, 0.6 y 0.3 cmol.kg- 1 ,
antes y después de la quema y después de uno y dos años de explota-
ción, respectivamente. Las variaciones de Ca y Mg presentan tenden-
cias similares.
En estudios de laboratorio (24) se comprobó la influencia de la tem-
peratura (de la quema) en la fase inicial de la explotación agrícola del
suelo. En la Figura 10.11 se observa claramente que los elementos nutri-
tritivos K, Ca y Mg son afectados notablemente por la temperatura. En
la solución del suelo aumentaron significativamente el Ca y Mg, de 18
a 180 y de seis a 36 mg, al someter los suelos a una temperatura de 40

percolación 20 cm

6 ...,....:..o:::...____...::_,¿__ _...~,__
percolación 90 cm
__,:....__ _ _ _ _ _ _ egreso ecosistema

0.5 1 2 -3 4 5 6 7 8 9 10 12 14 16 17 mg 1" 1

Fig. 10.9. Concentración de elementos químicos en el pasaje del ecosistema de


San Eusebio, Venezuela. (Según Grimm y Fassbender (35)) .
Potasio 361

HOJARASCA lÜJVIA AGUA


13.3

FITOMASA l6J 3

TAllOS
------
12792
377

RAICES ...
PROOUCCION ABSORCION
ESCURfUMIENTO TALLOS 2 8
• l

CAPA MANTillO>

OESCOMPOSICION •

•• ABSORCION

SUElO MINERAL • 1

O· 40cm

Fig. 10.10. Ciclo del potasio en el ecosistema de Caatinga


en San Carlos de Río Ne¡ro, Venezuela. (Jordan y Herrera
(39)). (Dimensiones: Reservas en kg/ha; transferencias en
kg/ha y año).

a 500° C, respectivamente. Para el K no se observa una tendencia clara;


las concentraciones de Na y Al en la solución del suelo aumentaron
igualmente con la temperatura. Estos cambios repercuten directamente
en la composición porcentual de elementos del agua en el suelo, carac-
terizada por un aumento de la proporción de Ca y Mg y una disminu-
ción de la proporción de Al. En el complejo de intercambio aumentó
el K, pero disminuyeron notablemente el Ca y el Mg. Estos procesos
explican claramente los problemas de la fertilidad de los suelos tropi-
cales en la agricultura nómada y rotativa y de carácter semipermanente.
La pérdida de fertilidad obliga a la interpolación de un barbecho a largo
plazo mientras no se utilicen fertilizantes.

Potasio en sistemas de explotación agrícola


Después de la liberación de K, Ca y Mg en las cenizas de la quema
de la tala del bosque, se obtienen niveles altos, los cuales conllevan
cosechas satisfactorias. Con el transcurso del tiempo se produce la
lixiviación de estos elementos, resultando así una disminución en
su disponibilidad y, con ello, de las cosechas (ver también Capítulos
Segundo, Sétimo y Octavo). Los valores de cosechas sucesivas de
352 Química de Suelos

K c. Mg
80 ma•t·• 40
2.00 mg•l·•
eo 30
150
40 20
100
20 TO
50

F 40 105 300 500


•e •e •e

Ce Mg
K 16
~mol• kg·• 4
0.6
14 cmol• kg ' '
cmol•kg·'

oDO o~
3
0 .7 12

10 2
0.6

F 40 TOS 300 500 F 40 105300 500 F 40 105 300 500


·e •e •e
Fig. 10.11. Efecto de las temperaturas sobre los cationes presentes (parte supe-
rior) y cambiables (parte inferior), en la solución del suelo en experunentos de
laboratorio. (Según Fassbender ( 24)).

soya y los valores de K cambiable en suelos del sur de Brasil, indican


que el menoscabo de las primeras es serio, a pesar de las aplicaciones
de fertilizantes potásicos combinados con N y P (Figura 10.12).
La disminución de las cosechas es paralela a la disminución del K-
cambiable, ello debido, seguramente, al lavado y pérdida, por escorren-
tía de esta fracción de K en el suelo (Figura 10.13). La disminución
también se registró en los tratamientos con fertilización potásica, indi-
cando que estos fertilizantes son objeto de una lixiviación considerable.
Un trabajo de Ritchey informa sobre la extracción de K y de otros
nutrimentos, por varios cultivos tropicales importantes (64). Las nece-
sidades de K son muy variables, los valores en cada uno de los cultivos
dan una información sobre el agotamiento de las reservas de K que
causa en el suelo. .• Las necesidades de K que presentan el cacao, el café,
el caucho, el té, el algodón, así como las leguminosas de grano, son
generalmente pequeñas (cinco a 30 kg K.ha- 1 ). La extracción de K
por los cereales oscila entre 40 y 120 kg K.ha- 1 y cosecha. La extrac-
ción de una cosecha de tubérculos puede llegar a 300 y 400 kg K.ha- 1 •
Las necesidades en los casos de bananos, palma aceitera, tabaco y
caña de azúcar, también alcanzan valores del orden de 200 a 400 kg
K.ha- 1 • La extracción por los pastos es la más elevada; en algunos casos
se han reportado valores de 600 y 900 kg K.ha- 1 • Estos datos tienen
que ser considerados en detalle al hacer las recomendaciones para la
utilización de fertilizantes.
La relación N/K y P/K de los elementos extraídos por las cosechas
indican la afinidad de las plantas por el potasio, en relación con el
Potasio 353

nitrógeno o fósforo. Cada grupo de cultivos ha desarrollado una afini-


dad específica.

.__ sinK
4000 - - - 50 kg • ha., K20 al plantar
~ 100 kg • ha ·1 1<.20 al plantar

~ 3000

....
Cl

2 2000
e:
G>
·e
:¡ 1000
a:
o
72/73 73/74 74/75 75/76 76tn 77/78 78/79

años de cultivo de soya

Fig. 10.12. Rendimientos de cultivos sucesivos de soya en


suelos de Río Grande del Sur, Brasil. (Según Vidor, ver
Mielniczuk (55)).

Potasio en sistemas de explotación forestales


En las plantaciones forestales, el ciclo del potasio toma paulati-
namente un carácter cerrado. A través de la meteorización parental
si liberan cantidades apreciables de K que aparecen en forma de ión
en la solución del suelo, donde se establece un equilibrio químico con
el complejo de intercambio. Al desarrollar el rodal, se acumula K en
las plantas y, a través de la producción de la hojarasca y su descom-
posición, en la capa de mantillo se establece un ciclo interno suelo-
bosque, muchas veces estable. Por medio de la percolación se puede
perder K del suelo, el que aparece en el agua freática. En el caso de
monoculturas forestales, por lo menos es conveniente reponer el K
extraído, con una fertilización de compensación.
Casi· no existen estudios completos sobre el ciclo del K en planta-
ciones forestales tropicales y subtropicales. De acuerdo con los datos
sobre una rotación de Pinus patula de treinta años, se remueve 696
kg K.ha- 1 del suelo; de la demanda anual de 78 kg K.ha- 1 , aproxima-
damente la mitad (35 kg K.ha- 1 ) retorna al suelo en forma de hoja-
rasca. En el caso de Cupressus lusitanica, la demanda es de 7 4 kg.ha- 1
y año, de los cuales 30 retornan al suelo, 36 se acumulan en la bio-
masa y 8 kg.ha- 1 se remueven con los raleos; a los 30 años se extraen,
en total, 724 kg K.ha- 1 del suelo. Según Egunjobi y Bada, en una
354 Química de Suelos

plantación de Pinus caribaea de diez años de edad se acumulan, en total,


375 kg K.ha- 1 , de los cuales 152 se encuentran en las acículas y 105
en las ramas y tallos; el resto aparece en las raíces y en la capa de man-
tillo.

TRANSFORMACIONES DE LOS FERTILIZANTES POTASICOS


Y SUS REACCIONES EN EL SUELO
Naturaleza de los fertilizantes.
En este Capítulo se han considerado detalles sobre las acumulacio-
130 ......... sin K
- - . 50 kg • ha-1 K20 al plantar
-...... 100 kg • ha-1·K20 al plantar

o
~

•o
E
.!!
.e
<11
:.e
E
~
~
40
30
0+-~--~---r--~---.r---r-~
72 73 74 75 76 77 78 79
antes año de muestreo
de plantar
Fig. 10.13. Contenido de K-cambiable después de las cosechas sucesivas de soya
en el sur del Brasil. (Según Vidor, ver Mielniczuk (54)).
nes de sales de potasio que se utilizan como materia prima en la fabri-
cación de fertilizantes, los que se dan superficialmente (nitratos de
Chile) y en grandes profundidades en la corteza terrestre (yacimientos
de Europa y América del Norte).
El cloruro o muriato de potasio (KCl, 60-63% K 2 O) es el fertili-
zante potásico más generalizado, altamente soluble en agua y de reac-
ción neutra; al hidrolizar se producen concentraciones elevadas de K+
y cr en la zona del fertilizante; la velocidad de disolución depende del
grado de la molienda. Los iones K+ resultantes son adsorbidos por el
complejo de intercambio y, en algunos casos, se acumulan entre paque-
tes laminares, lo que trae como consecuencia la fijación del K.
El K+ se difunde rápidamente en la solución del suelo, de donde es
absorbido por las plantas; en condiciones de alta humedad y percola-
ción de agua, también se crean grandes pérdidas de potasio. Los detalles
de estos procesos fueron presentados anteriormente en este capítulo.
El sulfato de potasio (K 2 S04 , 50-52% K 2 O) es, igualmente, otra
fuente importante de este elemento nutritivo. Presenta, al igual que
el muriato de potasio, una alta solubilidad y las reacciones antes men-
cionadas. Al hidrolizar se liberan iones so¡- que son favorables para la
nutrición vegetal, especialmente en suelos deficientes en azufre. Los
sulfatos de potasio y magnesio (K 2 804 , MgS04 , 22% K 2 O, 18% MgO
Potasio 355

y 18% S), tienen la ventaja de su contenido de magnesio; son altamente


solubles en agua y de reacción neutra, como los fertilizantes mencio-
nados.
El nitrato de potasio (KN0 3 , 44% K2 O y 13% N) fue el fertili-
zante natural de N y K más importante -junto con el guano- antes
de conocerse la fabricación de ellos. La mayor producción del primero
provino de los yacimientos de salitre en Chile.
Otros fertilizantes potásicos de menor importancia, son: el fosfato
de potasio (ver Capítulo Octavo) y el carbonato de potasio. También
- se puede pensar en el uso de silicatos como otra fuente de potasio.

Efecto de las fertilizaciones potásicas


De acuerdo con Malavolta ( 48) existen tres tipos principales de
aplicación de fertilizantes potásicos en cultivos anuales:

• Fertilización de corrección, para aumentar la disponibilidad del


elemento deficiente en el suelo.
• Fertilización de manutención o reposición, equivalente a la
cantidad extraída por una cosecha y necesaria para mantener la
fertilidad del suelo.
• Fertilización de cobertura, en cultivos ya establecidos como
pastos.

Para conocer las necesidades de estos tipos de fertilización, es con-


veniente considerar las características del suelo (K-disponible, K-cam-
biable), las interacciones con otros elementos y las exigencias de las
plantas. La respuesta a la fertilización potásica en cultivos de maíz,
frijol, caña y café, en una gran cantidad de experimentos del Brasil, se
muestra en el Cuadro 10.14 (según Malavolta ( 48)). De acuerdo con los
factores anteriormente expuestos, muchas veces se obtienen respuestas
favorables; sin embargo, en algunos casos no se ha logrado efecto.
En la Figura 10.14 se representan las curvas ajustadas y los coefi-
cientes de correlación para el cultivo de maíz en San Pablo y para el
de soya en Río Grande del Sur, Brasil (73); para la elaboración de la
Figura se han tomado como base los patrones de interpretación utili-
zados en el Instituto Agronómico de Campinas.
Para los cultivos permanentes, Malavolta ( 48) considera dos tipos
de fertilización potásica:

• Inicial al momento de instalar el cultivo; tiene carácter de


corrección para lograr un nivel óptimo de K para el cultivo.
• Anual, para reponer las cantidades extraídas por el cultivo.

En función de la localización (bandas, contorno) y de la distribu-


ción de aplicaciones (varias al año) se obtiene un efecto favorable
con estas fertilizaciones.
El efecto residual de la fertilización se refiere a aquel que produce
el K al descontinuarse la aplicación de fertilizantes (ver Figuras 10.12
y 10.13). El efecto residual depende especialmente de la dosis aplica-
da, del cultivo, del tipo de suelo y de las lluvias (lavado de elementos).
356 Química de Sueloa

El efecto de la fertilización potásica, así como el de otros elementos


nutritivos, depende de las interacciones entre sí en estos últimos, tal
como lo demuestran los valores de la respuesta a largo plazo (diez
años) del café a la fertilización con N, P y K en diferentes lugares de
Colombia (Cuadro 10.15, según Bravo (16)). Generalmente se encontró
un efecto favorable para el nitrógeno; en la mitad de los experimentos
se logró un efecto favorable para el N y K. En estos experimentos se
constató que en cafetales con plena exposición solar, o con sombrío
regulado, la respuesta al K depende del contenido de K-cambiable
(ecuación Y cos. = 615.9 + X-0.42 k-cam.), de la luminosidad, de la
precipitación y de la densidad de población.

Cuadro 10.14. Respuestas a la fertilización potásica en Brasil. (Según


Malavolta (48) ).
Cultivo Estado No. de Respuesta al K Tamaño de la
experimentos (%) respuesta

Maíz MG 216 28 133·770 kg•ha-


SP 94 8 8· 27%
PR 152 19 87·783 kg•ha- 1
RS 51 53 180·233 kg•ha-1
PI 4 100 511 kg•ha- 1
CE 4 o o
RN 6 100 284·521 kg•ha-1
PB 3 lOO 319 kg•ha-1
PE 21 o o
AL 5 100 157 kg•ha-1
SE 9 100 567 kg•ha-1
GO 23 o
Frijol PA 8 12
MG 50 o o
GO 22 o o
DF 3 3
SP 123 9
se 3 o o
RS 22 9
Caña de azúcar SP 62 100 2·27 t•ha-1
AL 103 79 43% Planta
53 %Soca } _1
80 % Ressoca t•ha
PE 29 100 3.14 t/ha
BA 1 o o
MG 31 100 6·38 t. ha - 1
RJ 13 92 3·24 t.ha-1
Café SP 5 4·60 sacos por
cosechas 100 1 000 plantas
Potasio 357

Existen pocos estudios en los trópicos acerca del efecto a largo pla-
zo de fertilizantes potásicos sobre las propiedades del suelo, especial-
mente en condiciones de fertilización intensiva. En el Cuadro 10.16 se
han compilado algunos resultados, después de fertilizar al voleo, du-
rante nueve años, un suelo aluvial ácido explotado con cacao en las
llanuras del Caribe de Costa Rica. Durante todo ese tiempo se aplicó,

100
...o
·e:
80
Q)
.E 60 soya
"O
40 RS
·e:
...
Q)
R = -0.712** R = -0.731 **
'#. 20
E F
o
o 0.20 0.40 o 0.20 0.40

K cambiable cmol • kg -,

Fig. 10.14. Relaciones entre K-cambiable y respuesta a la fertilización


potásica en maíz y soya en Brasil. (Según Van Raij (79)). ,

en porciones anuales, un total de 2 260, 1 660 y 4 420 kg N, P 2 0 5 y


K 2 O· ha- 1 en forma de urea ( 46% N), de superfosfato triple ( 46%
P 2 Os) y de muriato de potasio (60% K). Los valores de las muestras,
tomadas en diferentes profundidades (0-7.5, 7.5-15 y 15-30 cm), mani-
fiestan claramente la influencia de los diferentes fertilizantes utilizados
y de sus combinaciones. El efecto acidificante de la urea llevó a dismi-
nuciones en el pH, hasta de 0.8 unidades; combinada con el superfosfa-
to, la urea aumentó su efecto provocando cambios hasta de 1.1 unida-
des de pH. El Ca aplicado con el superfosfato condujo a incrementos
del Ca-cambiable hasta de 1 cmol.kg- 1 •
Las aplicaciones de potasio llevaron a una acumulación de K en
el suelo superficial: de 0.6 cmol· kg- 1 en la parcela control, y de
4.63, 3.75 y 3.77 cmol·kg- 1 en las parcelas de los tratamientos
K, NK y NPK, respectivamente; las acumulaciones de K en las pro-
fundidades 7.5-15 y 15-30 cm indican, por otro lado, que el K aplica-
do fue lavado en forma muy intensa. Como efecto de la acidificación
producida por la urea y por el aumento de K en el complejo de inter-
cambie;», se produjeron grandes cambios en la cobertura iónica, los que
se carácterizaron por una pérdida significativa del Ca y Mg cambiables.
La urea sola indujo una lixiviación de 4 cmol. Ca· kg- 1 , la combina-
ción NPK llevó a pérdidas de 9 y 8 cmol.Ca• kg- 1 en las condiciones de
sol y sombra, respectivamente. El Mg disminuyó en los primeros 7.5
358 Química de Sueloa

Cuadro 10.15. Características fíaicas y químicas de los suelos y efecto de la fertilización


con N, P y K sobre café, en ocbo lugares de Colombia. (Según Bravo (16)).
MO N p K !.:;1 ~
Lu¡ar Textura pH % % ppm cmol· ka-=-- CIISificaci6n
Naranjal (Caldas) FA 5.6 13.1 0.634 11 0.22 0.9 0.9 Dyatrandept
Cenicafé (Caldas) F 4.8 6.6 0.379 25 0.34 3.3 2.3 Dyatrandept
Pararuacito ( Quindio) FA 5.4 6.6 0.395 12 0.61 5.2 2.1 Dyatrandept
El Rosario (Antioquia) F 4.0 13.8 0.528 8 0.14 2.0 1.6 Dystropept
Piamonte ( Antioquia) FAr 4.9 5.5 0.302 10 0.17 5.1 5.1 Dyatropept
Meaitas (Cundinamarca) F 5.0 8.3 0.393 3 0.18 13.4 6.7 Dyatrandept
Granjea (Cundinamarca) FA 5.1 16.3 0.867 4 0.5 12.3 4.4 Dyatrandept
La Trinidad (Tolima) FA 5.7 17.8 0.723 8 0.60 9.0 1.8 Dyatrandept

Producción promedio de café per¡amino seco (k¡• ha-•)


Efecto
Lugar N (kg· ha- 1 .•-• ) PzOs (kg·ha- 1·a- 1) K 2 0,(kg·ha-•·a- 1 ) acumu.
o 120 240 o 120 240 o 120 240 lado
Naranjal (Caldas) 3 743 4 338 4 553 3 980 4 265 4 413 3 038 4 603 4 990 K
Cenicafé (Caldas) 1 640 4 358 4 840 3 468 3 665 3 690 3 513 3 668 3 635 N
Para¡uacito ( Quindio) 3 618 4 880 S 530 4 755 4 623 4 633 4 518 4 660 4 833 N
El Rosario (Antioquia) 2 772 3 313 3 516 3 041 3 056 3 503 1 806 3 753 4 047 NyK
Piamonte ( Antioquia) 703 987 1 019 903 862 953 616 969 1 106 NyK
Mesitas (Cundinamarca) 1 213 2 088 2 194 1 675 1 863 1 947 1 203 2119 2 156 NyK
Granjas (Cundinamarca) 1690 2 735 2 968 2 656 2 428 2 540 2 170 2 888 2 583 NyK
La Trinidad (Tolima) 2 712 4 312 3 853 3 369 3 635 3 778 3 335 3 613 3 835 N

cm del suelo debido a la aplicación NPK de 8.07 a 4.28 cmol· kg- 1 ,


indicando así la pérdida de aproximadamente el 50%. Los cambios en
las relaciones (Ca+ Mg)/K también son de gran importancia.
Estos resultados obtenidt>s a largo plazo y con dosis elevadas de
fertilizante, indican los peligros de una fertilización unilateral en los
suelos y señalan la necesidad de más investigaciones al respecto.
También es conveniente indicar la importancia de balances de ferti-
lizantes aplicados en diferentes cultivos. En los cálculos hay que consi-
derar las cantidades de K presentes originalmente en los suelos, las apli-
cadas con fertilizantes y las cantidades de K remanentes en el suelo y
las extraídas por el cultivo en la época de observaciones. Estudios de
este tipo casi no existen en la literatura sobre suelos y cultivos tropica-
les. A manera de ejemplo se presentan los datos de un balance de Souza
et al. (ver Ritchey (64)), los que fueron obtenidos en un Latoso! rojo
oscuro en Planaltina, Brasil, al aplicar cantidades crecientes de K (O a
498 kg K· ha- 1 ), y las extracciones con cultivos de maíz (16 a 86 kg
K· ha- 1 ). Los valores de recuperación del K en el sistema en estudio
(87 a 102 %) son muy adecuados, si se interpreta la variabilidad del
suelo y de las plantas, especialmente, considerando las limitaciones de
los métodos analíticos utilizados. Esto se muestra en el Cuadro 10.17.
Potasio 359

Cuadro 10.16. Efecto de aplicaciones NPK a largo plazo sobre el pH y


las bases del suelo. (Datos de Díaz-Romeu, IICA-CTEI,
Turrialba, Costa Rica).
pHH 2 0 crnol·kg- 1 cmol•kg- 1 cmol•kg- 1
Tratamiento Profundidad Condiciones
(cm) sol sombra sol sombra sol sombra sol sombra

Testigo o- 7.5 5.4 5.4 28.78 30.23 8.07 7.36 0.62 0.72
7.5-15.0 5.4 5.4 27.70 28.92 8.31 7.50 0.45 0.51
15.0-30.0 5.4 5.6 29.33 30.83 9.06 8.15 0.39 0.40

N 0- 7.5 4.6 4.6 23.31 25.24 5.76 6.07 0.69 0.70


7.5·15.0 4.8 5.0 26.84 28.21 6.98 7.73 0.36 0.47
15.0-30.0 5.2 5.4 29.63 29.50 8.05 8.59 0.38 0.34

p O· 7.5 5.3 5.3 29.67 30.05 7.12 7.18 0.51 0.58


7.5-15.0 5.3 5.4 28.08 28.94 7.73 7.87 0.37 0.39
15.0-30.0 5.4 5.4 28.74 29.74 8.43 8 .65 0.34 0.29

K 0- 7.5 5.2 5.0 25.84 25.23 4.32 6.07 4.63 4.18


7.5-15.0 5.1 5.1 26.56 26.45 7.08 7 .40 2.23 2.13
15.0-30.0 5.2 5.3 29.10 28.50 8.07 8.58 1.14 1.14

NP 0- 7.5 4.7 4.7 24.92 25.91 6.51 6.07 0.50 0.61


7.5-15.0 4.9 5.1 27.43 28.33 7.26 7 .44 0.34 0.41
15.0.30.0 5.1 5.4 29.03 30.01 8.13 8.75 0.29 0.32

NK o- 7.5 4.5 4.6 20.56 23.55 5.29 5.35 3.75 3.84


7.5-15.0 4.8 4.9 24.79 24.83 6.27 5.94 2.()1 2.13
15.0·30.0 5.1 5.1 28.17 29.63 8.07 7.89 1.07 1.07

PK 0- 7.5 5.2 5.1 26.77 28.30 6.01 5.90 4.03 3.08


7.5-15.0 5.2 5.2 27.78 28.46 6.88 6.83 2.08 2.15
15.0-30.0 5.5 5.4 29.93 30.05 7.60 8.58 1.11 1.10

NPK o- 7.5 4.3 4.5 19.32 22.46 4.28 4 .60 3.77 3.34
7 .5-15.0 4.5 4.7 24.05 25.99 6.20 6.23 2.11 2.02
15.0-30.0 4.9 5.1 28.11 29.30 8.23 7.61 1.21 1.05
360 Química de Sueloa

Cuadro 10.17. Balance del potasio aplicado al cultivo de maíz en un


suelo de Planaltina, Brasil. (Según Ritchey (64 )).
K en abono K en 0.90 cm K que K removido Recuperación
añadido de suelo permanece por cosecha calculada tle
en el suelo potasio*
kg·ha- 1 %
o 140 ± 7 127 ± 14 16 ± 7 102 ± 13
62 132 ± 12 155 ± 16 29 ± 4 95 ± 7
125 136 ± 7 188 ± 24 40 ± 7 87 ± 9
249 138 ± 22 275 ± 28 76 ± 15 91 ± 4
498 151 ± 37 498 ± 94 86 ± 27 90 ± 9

* El cálculo se efectúo comparando K originalmente presente en el suelo de 0·90


cm y K añadido en fonna de abono; K presente en el suelo después de la cosecha
y K en granoa, tallos y hojas de maíz.
Potasio 361

RESUMEN

En este capítulo:

a. En primer lugar se analiza el contenido total de K en los suelos, el


cual está relacionado con la presencia y meteorización de feldes-
patos y micas en los materiales parentales del suelo.

b. Se demuestra que las formas directamente disponibles de K están


asociadas con la solución del suelo; se presentan resultados obteni·
dos en suelos de América Central, diferenciándose la concentración
de K y su participación en el total de bases de la solución equilibra-
da del suelo.

c. Se expone que la fracción de K-intercambiable es muy variable,


dependiendo del material parental y de su meteorización, así como
del contenido y naturaleza de los coloides del suelo. Se analizan
numerosos resultados, obtenidos por diferentes autores en América
Latina.

d. Se constata que con un ataque fuerte (ácido nítrico) y sucesivo, se


obtienen diferentes fracciones de K denominadas escalonada y de
tasa constante, las que pueden ordenarse, en parte, dentro del K
estructural o constituyente de las arcillas.

e. Se indica que las formas disponibles de K pueden estudiarse con


parámetros físicoquímicos de intensidad (1, pK-0.5 pCa) y de capa·
cidad (Q, curva de liberación), los que permiten describir igualmen-
te, en forma causal, las relaciones suelo-planta (ver también en el
Capítulo Cuarto, la sección sobre Intercambio Catiónico ).

f. Se analiza el ciclo de K en los suelos y los diferentes procesos que


lo componen.

g. Se explica que el fenómeno de la fijación de K proviene de la acu·


mulación de este elemento en el espacio interlaminar de las arcillas,
especialmente de las illitas; se ilustra el fenómeno y los factores
que lo determinan.

h. Se demuestra que las pérdidas de K se deben a su percolación a tra-


vés del perfil del suelo y a la erosión y escorrentía superficial. Se
discuten resultados obtenidos tanto en suelos y en sistemas foresta·
les como en suelos explotados agrícolamente.

i. Se determina que el comportamiento de las bases (K, Ca y Mg) en


el proceso de tumba y quema de los bosques para explotar el sue-
lo agrícolamente, se inicia con una liberación grande de estos ele-
mentos y se caracteriza por las pérdidas graduales que finalmente
resultan en deficiencias minerales.
362 Química de Suelos

j. Se presentan las características químicas de los principales fertili-


zantes potásicos y se explican sus reacciones en el suelo. Los tres
fertilizantes de mayor utilización son: el cloruro, el sulfato y el
nitrato de potasio.

k. Se discuten algunos resultados sobre la influencia de la fertiliza-


ción NPK a largo plazo y en forma intensiva sobre las propiedades
del suelo. La fertilización potásica lleva a la acumulación de K-
cambiable, aunque la infiltración también es grande y provoca
cambios en la cobertura iónica de los coloides del suelo y posibles
desbalances entre el K, el Ca y el Mg.
Potasio 363

BIBLIOGRAFIA

1. ACQUAYE, D.K.; MacLEAN, A.J. ; RICE, H.M. Potential and capacity of


potassium in sorne representative soils of Ghana. Soil Science 103 ( 2):
79-89. 1967.

2. AGARWAL, R.P. Potassium fixation in soils. Soils and Fertilizers 23: 375-
378. 1960.
3. AHMAD, N. The potassium status of the inorganic coastal soils of British
Guiana. Tropical Agriculture (Trinidad) 40 (3): 197·203. 1963.

4. ALIAS, L.J. et al. Relaciones entre los parámetros Q/1 de potasio y otras
propiedades del suelo del sureste español. 1, 11, 111, IV. Anales de Eda-
fología y Agrobiología 39, 1: 593·609; 11: 611-622, III : 623-633,
IV: 635-345. 1980.

5. BARROW, N.J.; OZANNE, P.G.; SHAE, T.C. Nutrient potential and capa·
city. L The concepts of nutrient potential and capacity and their appli·
cation to soil potassium and phosphorus. Australian Journal of Agri·
cultural Research 16 (1) 61·76. 1965.

6. . Nutrient potential and capacity. 11. Relationship between


potassium potential and buffering capacity and the supply of potassium
to planta. Australian Journal of Agricultura! Research 17 ( 4): 849·861.
1966.
7. ; ASHER, C.J.; OZANNE, P.G. Nutrient potential and capa·
city. 111. Minimum value of potassium potential for availability to
Trifolium subterraneum in soil and solution culture. Australian Journal
of Agricultura! Research 18 (1) : 55·62. 1967.

8. BECKETT, P.H.T. Potassium-calcium exchange equilibria in soils. l. Specific


adsorption sites for potaslium. Soil Science 97 (6): 376-383. 1964.

9. . Studies on soil potassium. 11. The "inmediate" Q/1 relations


of labile potassium in soil. Journal of Soil Science 15 ( 1): 9·23. 1964.
10. . The factors of quantity, capacity and intensity for soil
potassium. Suelos Ecuatoriales (Colombia) 2: 18·28. 1978...
11. BENAVIDES, G . El factor cantidad/intensidad en potasio en algunos suelos
de la Sabana de Bogotá y de la Amazonia Colombiana. Suelos Ecuato·
riales (Colombia) 2: 97·108. 1978.
12. BERNHARD-REVERSAT, F. Recherches sur l'écosysteme de la foret sub-
equatoriale de Basse Cote d 'Ivoire. VI. Les cycles des macroéléments.
La Terre et la Vie 29: 229-254. 1975.
13. BOLT, G.H.; SUMNER, M.E.; KAMPHORST, A. A study of the equilibria
between three categories of potassium in an illitic soil. Soil Science Soc.
of America, Proc. 27: 294·299. 1963.
, 14. BORNEMISZA, E. La acidez, el contenido de potasio y de materia orgánica
de algunos suelos de Costa Rica. San José, Costa Rica, Laboratorio
Químico de Investigaciones Agronómicas, STICA, Informe 59-2, 1959.
18 p.
15. ; AL VARADO, A Soil management in tropical America.
Raleigh, Consortium on Soils of the Tropics, North Carolina State Uni-
versity, 1975. 565 p.
364 Química de Suelos

16. BRAVO, E. Fertilización potásica en café. Suelos Ecuatoriales (Colombia)


2: 68-75. 1978.
17. CHAVES, R. Estudio preliminar sobre la fijación de potasio en suelos de la
Serie 10 (Caldas, Colombia). Boletín Informativo, Cenicafé (Colombia)
2: 28-33. 1951.

18. EGUNJOBI, J.K.; BADA, S.O. Biomass and nutrient distribution in stands
of PinUI caribaea L. in the dry forest zone of Nigeria. Biotropica 11:
130-135. 1979.
19. EHLERS, W.; MEYER, B.; ULRICH, B. Curva de intercambio de potasio
del suelo. Revista de la Potasa (Suiza} 4 ( 38·39) 1967. p. irr.
20. FASSBENDER, H.W. y LAROCHE, F.A. The nutritive potentiala of soil
and the proportions of K :Ca :Mg in tomato planta. Plant and Soil 28
(3): 431-441. 1968.
21. ; VIEIRA, L.; STABILE, M.E. Equilibrios catiónicos
y liberación de potasio en algunos suelos de la Amazonia del Brasil.
Revista de la Potasa (Suiza) 4 ( 46) 1970. p. 10.
22. . Chemisches Verhalten der Hauptniilirstoffe in Boden
der Tropen, insbesondere in Lateinamerika. Gottinger Bodenkundliche
Berichte 23: 1·182. 1972.
23. . Equilibrios catiónicos y disponibilidad de potasio
en suelos de América Central. Turrialba 22 ( 4): 388·397. 1972.

24. . Experimentos de laboratorio para el estudio del efec-


to del fuego de la quema de restos vegetales sobre las propiedades del
suelo. Turrialba 25 (3): 249-254. 1975.

25. . Química de suelos, con énfasis en suelos de América


Latina. San José, Costa Rica, IICA, Serie de Libros y Materiales Edu-
cativos, 1975. 398 p.

26. ; GRIMM. U. Ciclos biogeoquímicos en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 11. Producción y dea-
composición de los residuos vegetales. Turrialba 31: 39-47. 1981.
27. FOLSTER, H.; DE LAS SALAS, G.; KHANNA, P.K. A tropical evergreen
forest site with perched water table, Ma¡dalena Valley, Colombia. Oeco-
logía Plantarum 11: 297-320. 1976.

28. FRIED, M.; SHAPIRO, R. E. Soil-plant relationships in ion uptake. Annual


Review of Plant Physiology 12: 91-112. 1961.

29. FRYE, A. El potasio en suelos de las zonas cálidas secas en Colombia. Suelos
Ecuatoriales (Colombia) 2: 44-51. 1978.

30. GEUS, J.G. Fertilizer guide for tropical and subtropical farmin¡. Zurich,
Centre d'Etude d'Azote, 1967.727 p.

31. GIBBS, R.J., Amazon River: environmental factors that control its dissolved
and suspended load. Science 156: 1734-1737. 1967.
32. GOEDERT, W.J. Management of the Cerrado soils of Brasil: a review. J. Soü
Science 34: 405-428. 1983.

33. GOLLEY, F.B. et al., Eds. Mineral cycling in a tropical moist forest ecosya-
tem. Athens, Georgia, Univ. of Georgia Preas, 1975. 248 p.
Potasio 365

34. GRIMM, U.; FASSBENDER, H.W. Ciclos biogeoquímicoa en un ecosistema


forestal de loa Andes Occidentales de Venezuela. L Inventario de las
reservas orgánicas y minerales (N, P, K, Ca, Mg, Mn, Fe, Al y Na).
Turrialba 31 (1): 27·37. 1981.

35. ; . Cielos bio¡eoquímicoa en un ecosistema


forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. 111. Ciclo hidrológico y
translocaci6n de elementos con el a¡ua. Turrialba 31: 89-99. 1981.
36. . Ciclos bio¡eoquímicoa en un ecosistema
forestal de los Andes Occidentales de Venezuela. IV. Modelos y Conclu·
siones. Turrialba 31: 101·108. 1981.
37. INTERNATIONAL POTASH INSTITUTE. Editorial: lntemational Potaah
lnat. 9th. Potaasium Congresaes. Role of potasaium fertilization in the
intensiflcation of agricultural production. Antibes, and Potaasium research
and agricultura] production. Budapeat, Potaasium colloquia. Bern, Suiza,
1973.354 p.
38. ; . Potauium Reaearch-Review Trenda
Congreu 25th Anniversary of the Sci. Board. Bem, Suiza, 1979. 499 p.
39. JORDAN, C.F.; HERRERA, R. Biochemical cycles of an Amazonian rain
forest. (At preu).
40. KILMER, V.J. et al., Eds. The Role of potauium in agriculture. Madiaon.
Wisconsin, U.S.A., American Society of A¡ronomy, 1968. 509 p.
41. KLINGE, H.; RODRIGUEZ, W. Litter production in an area of Amazon
terra firme forest. 111. Mineral content of the lit ter. Amazoniana 1:
303-310. 1968.

42. . Fine litter production and nutrient return to the soil in three
naturalstands of Eastern Amazonia. Geo-Eco-Trop. 1: 159-167. 1977.

43. LE ROUX, J.; SUMNER, M.E. Labile potassium in soils. l. Factors affecting
the quantity-intensity parameters. Soil Science 106 (1): 35-41. 1968.

44. ; . Labile potauium in soila. 11. Effect of ferti-


lization and nutrient uptake on the potauium status of soils. Soil Science
106 (5): 331-337. 1968.

45. LINDSAY, W.L. Chemical equllibria in soila. N.Y. Wiley-lnteracience, 1979.


449 p.
46. LUNA, C.; SUAREZ, C. V. El potasio en suelos derivados de cenizas volcáni-
cas. Suelos Ecuatoriales (Colombia) 2: 37-44. 1978.

47. MALAVOLTA, E.; USHERWOOD, N.R. Adubos e aduba~;ao potassica. Pira·


cicaba, Brasil, lnat. de potasaa e fósforo. Boletín Técnico 3, ~978. pp. 1-56.

48. MALAVOLTA, E. Potauio, magnesio e enxofre nos solos e culturas brasilei·


ras. Piracicaba, Brasil, lnat. de potaua e fosforos. Boletín Técnico 4,
1979. pp. 1-92.

49. MARTINI, J. A. Caracterizaci6n del estado de potasio en seis suelos de Panamá.


Fitotecnia Latinoamericana 3 (1-2): 163-168. 1966.

50. McCOLL, J .G. Propertiea of some natural waters in a tropical :wet forest of
Costa Rica. BioScience 20 (20): 1096-1100. 1970.
366 Química de Sueloa

61. McGINNIS, J.T. et al. Elemental and hydrologicaJ bud¡ets of the Panama-
nian tropical moiat forest. BioScience 19 (8): 697·700. 1969.
52. McLEAN, A.J. Water soluble K, per cent K aaturation, and pK 1/2 p (Ca+ M¡)
aa índices of mana¡ement effects on K status of soils. IntemationaJ Con-
¡reaa of Soil Science, 7th. Madiaon, Wiaconain, Tranaactions 1960.
Amsterdam, Elaevier 3 : 86-91. 1961.
53. MEJIA, L. Mineralo¡ía del potasio en el suelo y el) el material parental. Suelos
Ecuatorialea (Colombia) 2 : 1·17. 1978.
54. MENGEL, K.; KIRKBY, E.A. Principies of plant nutrition. Berna, Suiza.
Intemational Potash lnatitute, 1978. 593 p.
56. MIELNICZUK. J. O Potasaio no solo. Piracicaba, Brasil, Inst. da potassa e
foaforo, Boletín Técnico 2, 1978. pp. 1·80.
56. . Avali~ao da resposta das culturas ao potasaio em ensaios
de lon¡a dura~ao. A experiencia braaileirL In Instituto da Potaasa e Fos-
fato. Simposio aobre potaasio na a¡ricultura braaileira. 1983. pp. 289-
303.
67. MOSS, P.; COULTER, J.K. The potassium status of West Indian volcanic
soils. JournaJ of Soil Science 15 ( 2) : 284·298. 1964.
58. NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES. Soila of the humid tropica. Wash-
ington, U.S.A., 1972. 217 p.
59. NYE, P.H.; GREENLAND, D.J. Changes in the soil after clearing tropical
forest. Plant and Soil21 (1): 101·112. 1964.

60. ODUM, H.I.; PIGEON, R.F. A tropical rain forest. Washington, U.S. Atomic
Ener¡y Comiasion, 1970. s.p.
61. PALENCIA, J. A.; MARTINI, J. A. Características morfol6gicas, físicas y
químicas de algunoa suelos derivados de cenizas volcánicas en Centro-
américa. Turrialba 20 (3): 325-332. 1970.

62. RAMA MOORTHY, B.; DESAI, S.V.; RAUCHAUDHURI, S.P. Potaaaium


fixation in aoils with special reference to India. Indian Journal of A¡ri-
cultural Science 22 (1): 49-62. 1952.

63. REITEMEIER, R.F. Soil Potassium. Advances in Agronomy 3: 113-164.


1951.

64. RITCHEY, K.D. Potassium fertility in Oxisols and Ultiaola of the humid
tropics. Comell IntemationaJ Agriculture Bulletin 37: 1-45. 1979.

66. RUSELL, E.J. Soil conditiona and plant growth. London, Longmans, 9 ed.
1961. 668 p.

66. SANCHEZ, P.A. Suelos del trópico, características y manejo. San José, Costa
Rica, IICA. Serie de Libros y Textos, 1981. 634 p.

67. ; SALINAS, J.G. Low-input technology for mana¡ing Oxisola


and Ultisols in tropical America. Advances in Agronomy 34 : 280-
398. 1981.
68. SCHEFFER, F.; SCHACHI'SCHABEL, P. Lehrbuch der Bodenkunde. Stutt-
gart, F. Enke Verla¡ 11 ed., 1982. 443 p.
Potasio 367

69. SCHROEDER, D. Relationships between soil potallllium and the potallllium


nutrition. In 10th. Intemational Congress Potash Institute. Budapest,
1974. pp. 53-63.
70. SCHUFFELEN, A.C.; MAREL, H.W. VAN DER. Potallllium fixation in soils.
In Potassium Symposium, Berna, Suiza, Instituto Internacional de la
Potasa, 1956. pp. 157-201.
71. SERPA, R.; BORNEMISZA, E. Influencia del manejo de dos suelos del tró-
pico húmedo sobre sus propiedades químicas. Turrialba 32: 137-148.
1982.
72. SUAREZ DE CASTRO, F. La quema como práctica agrícola y sus efectos.
Tesis Mag. Aa-t. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1966. 55 p.

73. ; RODRIGUEZ GRANDAS, A. Investigaciones


sobre la eroai6n y la conservación de los suelos en Colombia. Bogotá,
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, 1962. 473 p.
7 4. . Conservación de Suelos. San José, Costa Rica,
IICA, 2 ed., 1980. 319 p.,
1

75. THENG, B.K.G., Ed. Soils with variable charre. Nueva Zelandia, Lower Hutt,
1980. 448 p.
76. TINCKNELL, R. C.; WPEZ, R.J. La fijación de potasio en algunos suelos vene-
zolanos. Revista de la Potaaa (Suiza) 4 (29): 1-9. 1962.
77. TINKER, P.B. Studies on soil potassium. IV. Equilibrium cation activity ratios
and responses to potassium fertilizer of Ni¡erian oil palms. Journal of
Soil Science 15 {1): 35-41. 1964.
78. ULRICH, B. Kationen¡leichtewichte. Zeitschrift für Pflanzenemiihrung und
Bodenkunde 113: 141-159. 1966.
79. VAN RAIJ, B. Disponibilidade de potassio em solos do Braail. In Instituto da
potassa e fosforo. Simposio sobre potassio na agricultura braaileira,
Piracicaba, Braail, 1983. pp. 67-76.
CAPITULO 11
CALCIO Y MAGNESIO

CICLO GEOQUIMICO DEL CALCIO Y MAGNESIO


Estos elementos presentan un amplio ciclo en la naturaleza, en el
cual los suelos conforman una parte solamente. La corteza terrestre
contiene aproximadamente 4.2% de Ca y 1.95% de Mg, ocupando
el quinto y octavo o noveno lugar (8), respectivamente, según dife-
rentes autores.
El contenido de estos elementos en una serie de rocas importan-
tes se muestra en el Cuadro 11.1, según González-Bonorino (7).
Como lo ilustra el Cuadro mencionado, hay grandes diferencias
entre las rocas importantes. Así será muy interesante saber cuál de ellas
está presente cuando los suelos se derivan de materiales altos en estos
elementos, como las rocas ígneas básicas y las calizas, o cuando proce-
den de substancias bajas en Ca y Mg, como las areniscas o rocas ígneas
ácidas.
Es conveniente recordar aquí que el calcio de muchas rocas es poco
disponible, aunque sea relativamente soluble. En este sentido, Flocker
y Fuller ( 4), usando calcio radioactivo, demostraron que el CaC0 3 es

Cuadro 11.1. Contenido de Ca y Mg en rocas importantes, en porcen·


taje de óxidos. (Adaptado de González-Bonorino (7)).
Porcentaje
CaO MgO
Rocas í¡neas ácidas 1.3 0.5
Rocas f¡neas intermedias 6.5 3.8
Rocas í¡neas básicas 11.1 8.1
Rocas ígneas ultrabásicas 3.5 34.0
Areniscas 4.0 1.5
Calizas 40.5 7.7
Lutitas 4.7 2.9

369
370 Química de Suelos

una fuente muy mala de calcio.


En las rocas, estos elementos se encuentran en diferentes minerales
y con distintos contenidos; el Cuadro 11.2 ilustra los más importantes,
conocidos como de meteorización rápida.
Debido a la fácil meteorización de los minerales primarios con Ca y
Mg, existen minerales sedimentarios importantes con altos contenidos
de ellos, como las calizas, las dolomitas, el yeso y otros. Los apreciables
contenidos de estos elementos en el agua de mar (Mg: 1.29 dag.kg 1 ;
Ca: 0.41 dag.kg 1 ) también contribuyen a su importante presencia en
los depósitos de sedimentos.

Cuadro 11.2. Ambito en los contenidos de QlO y MgO en los minera-


les primarios principales (porcentajes).
-----------------------------------dag•kg1 - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Mineral CaO MgO

Augita 16-26 6-20


Plagioclasa 0-19.5
Muscovita 4.5 2.4
Biotita 0.3-28
Piroxeno 13-22 10-18
Anfíbol 10-14 3-25

EL CALCIO EN LOS SUELOS


Contenido y formas del calcio en los suelos
El contenido total de Ca en los suelos no calcáreos y en regiones no
áridas, se encuentra, comúnmente, entre 0.1 y 1.2 dag• kg- 1 • Se consi-
dera que el mineral primario anortita (CaA12 Si2 0 1 ) es la fuente más
importante de Ca en los suelos no calcáreos. Como se ve en el Cuadro
11.2, el contenido de este elemento es variable en las rocas y aparece
en varias fracciones del suelo (11). Una fracción considerable del Ca
total se encuentra en forma intercambiable, y otra, menos estudiada,
está unida a la fracción orgánica. Los Oxisoles suelen contener niveles
muy bajos de Ca cambiable; de acuerdo con Ritchey, Silva y Costa
(20), el bajo nivel de este elemento en los horizontes B de los Oxiso-
les en la región central de Brasil, limita el crecimiento de las plantas,
gravitando en esto, más que la presencia de niveles apreciables de Al.
Aunque el elemento Ca es el catión más importante de la solución de
los suelos, en la mayoría de éstos las cantidades de Ca son mucho me-
nores que las que corresponden a las fracciones anteriores. El Cuadro
11.3 muestra la variación de niveles de Ca en suelos de diferentes orí·
genes en Honduras (9). Se detectan grandes variaciones entre suelos
bastante meteorizados, como Sampile, y otros relativamente recientes,
como el denominado AM. También se observa que, como ocurre en la
mayoría de los suelos no muy ácidos, el Ql es el catión principal en el
Calcio y Magnesio 371

Cuadro 11.3. Contenido y formas de calcio en suelos del área baja de


la cuenca del Río Choluteca, Honduras. (Según Morillo
(15).
Suelos Ca total Ca intercambiable Ca en solución
dag•kg-1 cmol•kg-1 del suelo(mg. 1-1 )

~} Alurialeo
1.13 10.7 3.6
0.93 24.1 17.0
AM 3:42 31.9 50.0
Choluteca aluviales 1.29 12.9 5.0
Tapatoca aluviales 0.95 25.4 3.0
AS aluviales 1.36 26.7 24.4
Sampile aluviales 0.41 7.9 2.8
Monopacay volcánico 0.99 28.7 14.8
Papalón volcánico 0.49 18.2 10.0
Samaria volcánico 0.25 17.9 5.8

complejo de cambio.
En general, los suelos de regiones húmedas contienen menos Ca que
su roca madre. Cuando el lavado es moderado, este catión no sale del
perfil, sino que se encuentra acumulado como una capa de CaC0 3 en
un horizonte cuya profundidad aumenta con la precipitación. Los
suelos derivados de calizas, en general, son particularmente ricos en este
elemento, aun en regiones lluviosas. Aunque el Ca es un componente
importante, se pierde rápidamente en el caso del cultivo de los suelos
en el trópico húmedo; esta pérdida se produce con una velocidad de
100 a 240 kg.ha- 1 de Ca, según De las Salas y Folster (21). Esto condu-
ce a los muy ba)os niveles de Ca, típicos en los Oxisoles, como los de
los Uanos Orientales y los de sabanas altas de Colombia (6). Van Baren
(26) cita un caso de suelos cañeros en las tierras bajas de Bolivia, donde
se detectó que de 1 500 kg.ha- 1 de Ca en el suelo virgen, el contenido
bajó a 400 kg.ha- 1 en un año, y a 50 kg.ha- 1 en cinco años de cultivo
de caña de azúcar.
Según Fried y Shapiro ( 5 ), el Ca presente en la solución del suelo
varía entre 20 y 1 500 mg.1 1 en condiciones de clima templado, como
se analiza con más detalle en el Capítulo Tercero. Los valores más altos
corresponden a los suelos de regiones áridas. En suelos de Honduras y
de Costa Rica se han encontrado concentraciones en un ámbito más es-
trecho. En un estudio sobre la composición de las soluciones equilibra-
das del suelo se encontraron (en unos 100 suelos de Centroamérica) lí-
mites entre 0.5 y 1.2·10-3 mol/1 (3). En este mismo trabajo se informa
que la participación del Ca en la composición de la solución del suelo
fue variable entre los grupos de suelos; para los Litosoles y Brunizems,
ella osciló entre 23 y 42%, respectivamente (Cuadro 11.3). Observando
la Figura 11.1 se puede notar que en el 85 %de los 94 suelos analizados
de Centroamérica, el Ca constituye entre el 20 y 50 %de la solución del
suelo.
372 Química de Suelos

En mucbos suelos del trópico se encuentra una relación inversa


entre el Ca y el Al en el complejo del suelo, como lo mostró Popenoe
para los del valle del Polochic en Guatemala; esto es así, especialmente
si los suelos no son de carga variable, como en los examinados por este
autor (17). En sus datos se observa claramente cómo el Ca es reempla-
zado por el Al, a medida que aumenta la meteorización de los minerales
primarios.

., 20
...
111

i
:::1

.,E
.!!
G
"'C 10
#.

o 10 30 50 70
%Ca en solución del suelo

Fig. 11.1. Histograma de la participación del Ca en la com-


posición de la solución equilibrada, en 94 suelos de América
Central. (Según Fassbender (3)).

El ciclo del calcio en suelos


En la Figura 11.2 se observa el ciclo del Ca en la naturaleza Este es
similar al del K, pero no presenta el fenómeno de fijación. Los procesos
de meteorización discutidos por Simonson (23) reducen rápidamente
el contenido de Ca que es relativamente alto en las rocas ígneas, las .que
son fuente inicial del elemento. Una parte apreciable del Ca permanece
en el complejo catiónico, en equilibrio con la solución del suelo. Este
equilibrio explica las rápidas pérdidas antes indicadas; estas últimas fue-
ron documentadas por investigadores de Colombia, quienes informaron
sobre pérdidas de Ca mayores de 1 t.ha- 1 .a- 1 en suelos desnudos, y de
aproximadamente 0.66 ó 0.75 t.ha- 1 .a-1 en tierras con cobertura vege-
tal (25). Mucha de esta pérdida ocurre por el arrastre superficial, ya que
el movimiento vertical del elemento es lento, como se observó en expe-
rimentos con trazadores radioactivos aplicados en cuatro suelos fuerte-
mente meteorizados de Costa Rica (19). En suelos con muy alta infil-
Calcio y Magnesio 373

tración, como los Dystrandepts de la serie Birrisito, se ha ob~rvado un


movimiento de Ca que penetra hasta 80 cm después de cuatro años y
como resultado de un fuerte encalado (14); esto es diferente a lo obser-
vado en los suelos fuertemente meteorizados. También se sabe que la
pérdida de Ca aumenta con el nivel de encalado en condiciones húme-
das, como lo mostraron Gammon y Blue (6) en las condiciones de Flo-
rida, lo que corresponde con una tendencia también observada por
Morelli et al. (14 ).

lluvias encalado
abonamiento

Ca en solución Ca en complejo
del suelo de cambio

pérdida por lavado materia Ca en plante u


or~nica otro sar vivo

Ca en coeecha

Fig. 11.2. El ciclo del calcio.

La absorción de Ca por las plantas, varía desde 20 a más de 180


kg.ha- 1 .a-1 encontrándose valores particularmente altos en el caso de
las leguminosas, como la alfalfa. La mineralización rápida de una parte
apreciable de la materia orgánica devuelve una fracción importante del
Ca, de la misma, al suelo. Como se ve en el histograma en la Figura
11.1, la solución del suelo contiene al Ca como catión principal en la
mayoría de los suelos. Es interesante anotar que las lluvias también son
fuente de Ca; en los Andes venezolanos se midió 5.6 kg.ha- 1 .a- 1 en esta
categoría ( 24).

EL MAGNESIO EN LOS SUELOS


Contenido y formas del Mg en los suelos
El contenido de magnesio total en los suelos no calcáreos varía
entre 0.1 y 1 %. La mayor fracción del elemento se encuentra asocia-
da con algunos minerales primarios - como la biotita, la augita y la
hornablenda- y con otros secundarios, como la montmorillonita.
374 Química de Suelos

Entre los silicatos, se sabe que el olivino, la biotita, los piroxenos y


los anfíboles muestran contenidos altos de magnesio, como se puede
ver en el Primer Capítulo y en el Cuadro 11.2. Las rocas calcáreas
y especialmente las dolomitas, que contienen este elemento como car-
bonato, se caracterizan por formar suelos hasta con el 2 % de Mg total.
En los suelos de regiones áridas, a veces se presentan acumulaciones
de MgS04 • Una pequeña parte del Mg se asocia con la materia orgá-
nica del suelo.
En el Cuadro 11.4 se presentan los datos correspondientes a dife-
rentes formas de Mg en diez suelos de Honduras (15). En estos suelos,
la variación alcanza diferencias de diez veces algún valor y cubre el ám-
bito casi total en que se presenta el elemento.

Cuadro 11.4. Contenidos y formas del magnesio en suelos del área de


la cuenca del Río Choluteca, Honduras. (Según Morillo
(15)).
Suelos Mg total Mg intercambiable Mg en solución
dag•kg-1 cmol• kg-1 del suelo (mg. ¡-l)

AA l
AB Aluviales
AM
0.26
0.50
0.51
1.4
3.2
2.6
1.5
9.3
10.2
Choluteca aluviales 0.10 1.3 1.8
Tapatoca aluviales 0.40 7.5 3.0
A S aluviales 0.08 5.0 13.4
Sampile aluviales 0.08 0.7 0.9
Monopacay volcánico 0.49 5.0 10.0
Papalón volcánico 0.21 1.1 6.5
Samaria volcánico 0.33 3.1 4.2

Una proporción apreciable del Mg en los suelos se encuentra en el


complejo de cambio. En el Cuadro 4.1 se exponen algunos datos sobre
el Mg cambiable, en suelos de Costa Rica, Brasil y Honduras, indicando
ámbitos entre 0.05 y 3.8 cmol.kg 1 de suelo. Se sabe que en muchos
suelos salinos y sódicos, los niveles de Mg cambiable son particular-
mente altos, al igual que en aquellos derivados de dolomitas y de algu-
nas rocas ígneas como basaltos y peridotitas. Ahmad y Jones (1) han
informado que para los Grumosoles (Vertisoles) del Caribe, de origen
volcánico, el catión cambiable dominante es, con frecuencia, el Mg.
Al estudiar suelos del Valle del Cauca de Colombia, Ramírez infor-
mó sobre relaciones Ca/Mg muy bajas (<2.1) hasta con valores inferio-
res a la unidad en la zona, entre 600 y 1 200 metros sobre el nivel del
mar; valores asociados, especialmente, con áreas bajas, mal drenadas,
arcillosas y frecuentemente alcalinas (18).
En muchos suelos volcánicos, pero no en todos, se han detectado
altos niveles de Mg cambiable. Así, Alvarado, estudiando Andepts dedi-
cados a potreros, encontró un promedio de 2. 7 cmol.kg 1 (2), mientras
Calcio y Magnesio 37 6

que Martini de Costa Rica, al analizar suelos derivados de materiales de


diferentes volcanes del mismo país, obtuvo promedios entre 0.64 y 1.48
cmol.kg 1 (13). Por el contrario, suelos altamente meteorizados, o desa-
rrollados sobre sedimentos pobres en bases, contienen muy bajos niveles
de Mg cambiable, como los de la Amazonia de Brasil (Cuadro 4.1), con
un promedio de solamente 0.17 cmol.kg 1 •
Para un grupo de 94 suelos centroamericanos se obtuvo el histo-
grama que se muestra en la Figura 11.3, el que ilustra la distribución de
Mg cambiable en ellos. Se observó que aproximadamente la mitad de
las muestras (aproximadamente 46 %), tiene menos de 2 cmol.kg 1 ,
mientras que el ámbito hasta de 4 cmol.kg- 1 incluye no menos del 72 %
de las muestras. Los suelos comprenden valores presentados por Martini
y colaboradores (12, 13, 16).

.,
11)
20
......
11)
CD
:::1
E
11)
.!!
,
CD
10
<f.

o 2 4 6 8
Mg cmol•kg-1 suelo

Fig 11. 3. Histograma del magnesio cambiable en 94 suelos


de América Central. (Según Faasbender (3)).

El Mg cambiable representa una fracción pequeña del Mg total.


Como se ve en el Cuadro 11.4 sobre los suelos de Honduras, el Mg cam-
biable varía entre O. 7 y 7.5 cmol.kg 1 • Para el Mg en la solución del
suelo se encontraron valores intermedios entre los del Ca y K. En los
mismos suelos de Honduras, éstos variaron entre 0.9 y 13.4 mg.t 1 •
Comparando los Cuadros 11.3 y 11.4 se observa que es en la solución
del suelo donde comúnmente hay más Ca, pero en algunos casos las
concentraciones son iguales, como en el suelo Tapatoca.
El ciclo del magnesio
Este se parece, en muchos aspectos, al ciclo del calcio, y se presen-
376 Química de Suelos

ta en la Figura 11.4. Las pérdidas de Mg son, en general, menores que


las de Ca. Se estima que las cosechas extraen entre 10 y 60 kg.ha- 1 y
cosecha. Comúnmente, los cereales absorben poco Mg, mientras que
las leguminosas requieren cantidades alrededor del límite superior. Las
pérdidas por lavado en suelos de Colombia son del orden de una cuarta
parte de las pérdidas de Ca (25).

Mg atmosférico disuelto v polvo

Mg en abonos
v enmiendas

Mg en materia
minera-
organica Mg cambiable
lizaci6n

lavado

L.......--------i Mg en seres
vivos

l cosecha lavado erosión )


~------------~yr----------------
pérdidas de Mg

Fig. 11.4. El ciclo del magnesio.

En los suelos ácidos de los trópicos, con frecuencia, se requiere la


aplicación de este elemento, especialmente para cultivos como el cafeto,
que tienen altas necesidades del mismo. Según Sánchez y colaboradores
(22), en Ultisoles cultivados de Amazonia, el P y Mg vuelven deficientes
los suelos durante el segundo año; ello debido a sus bajas reservas me-
teorizables y mineralizables.
Calcio y Magnesio 377

RESUMEN
En este capítulo:

a. Se demuestra que el contenido de Ca y Mg de los suelos, depende


del material parental y del grado de meteorización. Los suelos no
calcáreos tienen contenidos de Ca y Mg totales que oscilan entre
0.15 y 1.5% y 0.1 y 1.0 %, respectivamente. Los suelos calcáreos al-
canzan valores superiores en más de veinte veces.

b. Se presenta información sobre las rocas y los minerales primarios y


secundarios en los cuales se encuentran Ca y Mg.

c. Se informa sobre los contenidos de Ca en las diferentes fracciones


del elemento en los suelos y acerca de su distribución en los suelos
de Centroamérica. Se incluye información paralela a la anterior
sobre el Mg, indicando datos para algunos casos de Centroamérica.

d. Se exponen los ciclos del Ca y Mg, los que son muy similares y
parecidos al del potasio, con la diferencia principal de que no
existen formas fijadoras de estos elementos. Se realza la importancia
de los procesos de erosión en la pérdida de dichos elementos.

e. Se presentan los equilibrios entre las distintas formas del Ca y del Mg.

f. Se refiere, brevemente, el papel de estos elementos en los procesos


de corrección de los problemas de acidez discutidos previamente.
378 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA

l. AHMAD, N.; JONES, R.L. Genesis, chemical properties and mineralogy of


Caribbean Grumosols. Soil Science 107 (3): 166-174. 1969.

2. AL V ARADO, A. Fertilidad de algunos Andepts dedicados a potreros en Costa


Rica. Turrialba 25 (3): 265-270. 1975.

3. FASSBENDER, H.W. Chemisches Verhalten der Hauptnahrstoffe in Boden der


Tropen, insbesondere in Lateinamerika. Gottinger Bodenkundliche Berich-
te 23: 1-182. 1972.

4. FLOCKER, W.J.; FULLER, W.H. Availability of calcium in calcareous soils.


Soil Science Soc. Am. Proc. 20 (3): 387-391.1956.

5. FRIED, M.; SHAPIRO, R.E. Soil-plant relationships in ion uptake. Annual


Review of Plant Physiology 12: 91-112. 1961.

6. GAMMON, JR. N.; BLUE, W.G .. Rates of calcium losa and production of
clover-grass herbage at four lime levels on Leon fine sand. Soil Science 106
(5): 369-373. 1968.

7. GONZALES-BONORINO, F. Introducción a la geoquímica. Monografía. Wash-


ington OEA, Serie Química no. 8, 1972. 140 p.

8. GUALDRON, R.; SPAIN, J.M. Calcio y magnesio: ocurrencia y magnitud de


los problemas en suelos ácidos. Suelos Ecuatoriales (Colombia) 10 ( 2):
131-146. 1979.

9. HARDY, F. Soils of the IAIAS area. (Mimeo). Turrialba, Costa Rica, IICA,
1961. 76 p.

10. KANEHIRO, Y.; CHANG, A.T. Cation exchange properties of the Hawaiian
great soil groups. Honolulu, Hawaii Agr. Exp. Sta. Tech. Bull. no. 3·1,
1956. 27 p.

11. LAWTON, K. Composición química de los suelos. In Bear, F.E., Ed. Química
del Suelo. Madrid, Ediciones Interciencia, 1963. pp. 63-100.

12. MARTINI, J.A. Algunas notas sobre el problema del encalado en los suelos del
trópico. Turrialba 18 (3): 249-256. 1968.

13. . Caracterización del estado nutricional de los principales


Andosoles de Costa Rica, mediante la técnica del elemento faltante en el
invernadero. Turrialba 20 (1): 72·84. 1970.

14. MORELLI, M.; IGUE, K.; FUENTES, R . Efecto-del encalado en el complejo de


cambio y movimiento de Ca y Mg. Turrialba 21 (3): 317-322.1971.

15. MORILLO, M. Evaluación de los recursos edafológicos de la cuenca baja del


río Choluteca, Honduras. Tesis M.S. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1967.
107 p.

16. PALENCIA, J.A.; MARTINI, J.A. Características morfológicas, físicas y quími-


cas de algunos suelos derivados de cenizas volcánicas en Centroamérica.
Turrialba 20 (3): 325-332. 1970.

17. PO PENO E, H. Some soil cation relationships in areas of shifting cultivation in


the humid tropics. 7th. Internl. Congr. Soil Sci, Trans. 2: 203-211. 1960.
Calcio y Magnesio 379

18. RAMIREZ, A. Evaluación de la relación calcio/magnesio en suelos del Valle


del Cauca. Suelos Ecuatoriales (Colombia) 10 (2): 147·155. 1979.

19. RIOS, V.; BORNEMISZA, E.; FASSBENDER, H.W. Movement of Ca, Mn,
Sr and W in four Costa Rican soils. Z. Pfanzenernahr. Düng. Bodenk.
113 (1·2): 124·132. 1972.

20. RITCHEY, K.D.; SILVA, J.E.; COSTA, V.F. Calcium deficiency in clayey
B horizonts of savanna Oxisols. Soil Science 133 (6): 378·388. 1982.
21. SALAS, G. DE LAS; FOLSTER, H. Bioelement loss on clearing a tropical rain
forest. Turrialba 26 (2): 179-186. 1976.

22. SANCHEZ, P.A.; VILLACHICA, J.H.; DANDY, D.E. Soil fertility dynamics
after clearing a tropical rain forest in Peru. Soil Science Soc. Am. J. 4 7 ( 6):
1171-1178. 1983.

23. SIMONSON, R.W. Loss of nutrient elements during soil formation. In Engel-
stad, O.P., Ed. Nutrient mobility in soils: Accumulation and losses.
Madison, Wisconsin, USA, Soil Science Soc. Am. Spec. Publ. no. 4, 1970.
pp. 24·45.

24. STEINHARDT, U.; FASSBENDER, H.W. Características y composición quími·


ca de las lluvias de los Andes Occidentales de Venezuela. Turrialba 29 ( 3):
175-182. 1979.

25. SUAREZ DE CASTRO, F.; RODRIGUEZ, A. Investigaciones sobre la erosión


y la c~nservación de los suelos en Colombia. Bogotá, Fed. Nac. de Cafeta-
leros de Colombia, 1962. 473 p.

26. VAN BAREN, F.A. The pedological aspects of the reclamation of tropical, and
particularily volcanic, soils in humid regions. In Tropical Soils and Vege·
tation, Proceedings of the Abidjan Symposium, Abidjan, UNESCO, 1959.
pp. 65·67.

27. VIEIRA, L. O correncia e forma do fósforo em solos da Amazonia, Brasil. Tesis


M.S. Turrialba, Costa Rica, IICA, 1967. p. 110.
CAPITULO 12
ELEMENTOS MENORES U OLIGOELEMENTOS

CARACTERISTICAS GENERALES
Se acostumbra llamar elementos menores u oligoelementos a aque-
llos que se requieren en cantidades muy pequeñas para el crecimiento
de las plantas; los ejemplos son: B, Cl, Cu, Fe, Mn, Mo y Zn, los cuales
van a ser discutidos en este capítulo. Los seres vivos contienen peque-
ñas cantidades de muchos otros elementos no necesarios y de algunos
que, incluso son dañinos.
Los oligoelementos son requeridos en cantidades definidas entre lí-
mites bastante estrechos, sobre los cuales resultan tóxicos. Estos nive-
les tóxicos parecen ser independientes de las condiciones ecológicas en
que crecen las plantas ( 4).
Las variedades y especies de las plantas tienen una considerable in-
fluencia sobre su contenido de oligoelementos. Se sabe que un faltante
de estos elementos causa, a menudo, daños internos, deformidad en los
frutos y colores alterados de los mismos, de tal manera que frecuente-
mente afectan su calidad.
La Ley del Mínimo de Liebig es tan válida para los oligoelementos
como para los otros elementos esenciales que las plantas necesitan en
mayores cantidades. Como resultado de esto, un faltante de un oligoele-
mento reduce la producción, pero la corrección del problema la hace
volver rápidamente a sus niveles normales, como se observa en la Figura
12.1.
Los materiales constitutivos de los suelos determinan, en grado
importante, los contenidos de sus elementos menores, particularmente
en los casos de los suelos relativamente poco desarrollados. En el caso
de los suelos muy meteorizados, como por ejemplo los Oxisoles, se ha
producido una fuerte pérdida de estos nutrimentos; de ahí que su con-
tenido sea comúnmente insuficiente para el crecimiento de las plantas
(77) e independiente de los materiales formadores.
La mineralización de la materia orgánica es una fuente importante
de oligoelementos en los suelos, al igual que el uso de los plaguicidas lo

381
382 Química de Suelos

elemento2

l
CQ
.r.
CJ

~
u

Contenido de oligoelemento - - - -..

Fig.l2.1. Contenido de oligoelementos.

que, incluso, puede conducir a fuertes excesos de estos elementos (19,


20).
Los elementos B, Cl y Mo en los suelos, se presentan como aniones,
y sus comportamientos tienen ciertas analogías; mientras que el Cu, Zn,
Mn y Fe se presentan, en la solución del suelo, como cationes y en com-
plejos quelatados, pudiendo ser absorbidos en ambas formas por las
plantas. Muchos de estos cationes forman parte de los procesos enzi-
máticos en las plantas y animales.
Existen, y son agrícolamente importantes, algunos oligoelementos
no esenciales para las plantas, pero que sí lo son para los animales,
como el SeFCo e 1, los que los herbívoros deben derivar de las plantas
que consumen.

OLIGOELEMENTOS ANIONICOS
Este grupo incluye los elementos boro, molibdeno y cloro. Aunque
el Mo es un metaloide, se incluye aquí en virtud del hecho de que en los
suelos se presenta, en general, como el átomo central del anión molib-
dato, cuyo comportamiento se parece al del borato.
Generalmente, el cloro se encuentra en suelos en la foma de ión
cloruro, el cual comúnmente no limita la producción por deficiencia,
sino que, a veces lo hace por exceso; información reciente indica defi-
ciencia de este elemento en condiciones tropicales y templadas (81).

El boro
El boro presente en los suelos proviene de las rocas ígneas y de sedi-
mentos marinos, con una distribución bastante desigual. En rocas ígneas
ácidas se han encontrado valores hasta de 60 mg· kg- 1 de B; en las rocas
básicas, las que más bien son pobres en B, se han hallado no más de unos
10 mg·kg- 1 •
Minerales con niveles bajos de B pueden resultar en suelos deficien-
tes, como lo observaron Garavito y León (29) en el Valle del Cauca en
Elementos Menores u Oligoelementos 383

Colombia. El agua de mar contiene, como promedio, cuatro a 6 mg• kg- 1


del elemento y, en consecuencia, los depósitos de origen marino son
relativamente ricos en B, con algunas arcillas que contienen hasta 200
mg· kg 1 • Varios investigadores indican límites de uno a 200 mg· kg- 1
de boro total en los suelos; los valores son superiores en regiones secas
y se acercan al mínimo en suelos muy antiguos y lavados ( 42). En regio·
nes áridas (77), la concentración de boro alcanza niveles muy altos, del
orden de 1 000 mg· kg 1 , lo que puede resultar en niveles solubles eleva-
dos que causan problemas en los cultivos (93).
El mineral más importante del boro en los suelos es la turmalina, la
cual se encuentra en ellos gracias a su resistencia a la meteorización.
El boro orgánico es una fracción importante del boro total y en
general, los suelos superficiales con más materia orgánica contienen más
B que los subsuelos como lo observó Weir en Jamacia (92).
El boro soluble, según Berger y Pratt, varía entre 0.05 y 5 mg· kg- 1
en las capas superficiales de los suelos de regiones húmedas y consiste
en ácido bórico, boratos y compuestos orgánicos solubles que contienen
el elemento (7). Hodgson amplía el límite hasta 10 mg· kg- 1 ( 42). El
boro disponible está sujeto a procesos de adsorción por el complejo
coloidal del suelo. Según Evans y Sparks, menos del 5 i. del Bo total en
los suelos se encuentra, en general, disponible para las plantas, lo que
hace frecuente la falta de este elemento (22).
Los factores que más influyen sobre la disponibilidad del elemento
son: la textura, el pH y la humedad del suelo.

Adsorción de boro
Se cree que las formas de adsorción se deben principalmente a:

• Coberturas de compuestos de Al y Fe sobre minerales de arcilla


(39, 78).
• Oxidos y óxidos hidratados de Fe y Al.
• Minerales de arcilla, particularmente de tipo micáceo (78).
• Capas de hidróxido de magnesio que existen en la superficie de
minerales ferromagnesianos (64).

Los procesos de adsorción dependen del pH, que disminuye en el


medio ácido, como lo ilustra la Figura 12.2, donde también se observa
el efecto de los diferentes suelos.
Según Elrashidi y O'Conner (21), la isoterma de Freundlich repre-
senta bien tanto la adsorción como la desorción del B. Estos autores
encontraron que tres propiedades de suelos: el porcentaje de e organi-
co, la superficie específica del suelo y el porcentaje de Fe 2 0 3 , lograron
explicar el 98 i. de la adsorción.
De acuerdo con Hingston, la substancia adsorbida puede ser tanto el
ión borato como el ácido no disociado. También es posible que se
adsorban complejos orgánicos del boro, que se precipiten boratos poco
solubles de Al, o que el borato se integre al retículo cristalino de las
arcillas ( 41). Las diferentes formas participantes en las reacciones, expli-
can la gran variación de las mismas.
Entre las prácticas agrícolas, la que más influye sobre la adsorción
384 Química de Suelos

• Colorado
O Juray
'7~;~3 X El Banco
Cl
~
X Paraíso
•Cl
E
a;
;ee: 2
8.
(/)

:e
...oo
CIJ

o
6 7

Fig. 12.2. Efecto del pH sobre el boro disponible. (Según


Rímolo (65)).

del B es el encalado, como se observa en la Figura 12.3 en relación con


tres suelos bastante diferentes de la vertiente Atlántica de Costa Rica.
Esto evidencia el apreciable aumento de la adsorción del B con el enca-
lado, lo que explica porque el mismo puede conducir a deficiencias del
elemento. La reducción en la disponibilidad del B como resultado del en-
calado, ha sido observada por Scott (72) en diversos suelos. Este investi-
gador encontró que tanto el encalado como la reducción de la humedad
del suelo aumentan la adsorción y reducen la difusión del B en el suelo.

La extracción del B.
El boro disponible se determina extrayéndolo con agua caliente,
según la técnica de Berger y Truog (6), o con intercambiadores de anio-
nes (64). Los problemas de deficiencia de B se pueden corregir me-
diante aplicaciones al suelo o foliares. Resultados de Silva y Vicente-
Chandler de Puerto Rico demuestran que el uso de abonos de elementos
menores puede ser muy rentable (76). El B extraíble con agua caliente,
frecuentemente correlaciona bien con los niveles foliares del elemento,
como lo observaron Ryan y Berger en muchos cultivos, como trigo,
maíz, bananos, naranjas y otros (68). Los suelos estudiados eran cal-
cáreos.

El molibdeno
Este elemento es, entre los oligoelementos, el más escaso en la natu-
raleza. En las rocas ígneas, su contenido promedio es de uno a 2 mg·
kg 1 y en el suelo, según Mitchell (57), su contenido total varía de
0.2 a 5 mg· kg- 1 • En suelos volcánicos de Hawaii se informa sobre conte-
Elementos Menores u Oligoelementos 385

!XI
E
Q.
Colorado
Q. V= 28.9-67.7
r:: 120 r=0.942**
-o

...o /
m /
"O /
!U /
Q)
/
"O / El Banco
!U 80 / V =39.2x-182.2
E // r=0.95**
)(
/
'«! /
E /
/
"O /
!U

·~irrisito
"O
"ü //
!U
Q. 40 / v = 32.8x-90.5 /
!U
u /. r=0.94** //

4 5 6

Fig.l2.3. Efecto del encalado sobre la capacidad máxima de


adsorción del boro (Rímolo (65)).

nidos hasta de 30 mg· kg 1 (28), mientras que para la región de Pasto,


Colombia, la cantidad encontrada no pasa de 2.5 mg· kg 1 (10).. Los sue-
los muy antiguos, como los de los Campos Cerrados de Brasil (27), son
comúnmente bajos en Mo. Un buen resumen sobre molibdeno en sue-
los y plantas ha sido presentado por Gupta y Lipsett (36).
En condiciones oxidantes de los suelos, el elemento se presenta
como el anión Mo0:; 2 • Una parte del Mo se encuentra asociada con la
materia orgánica.

Adsorción del molibdeno


La adsorción del Mo muestra similitud con la del boro, excepto que
la disponibilidad que refleja la solubilidad del elemento aumenta con el
pH. De esta manera con cierta frecuencia, un encalado resuelve proble-
mas de molibdeno, de igual manera como lo hace el uso de algunas
fuentes de fosfatos que contienen impurezas de Mo que pueden corre-
gir su deficiencia, como se ha observado en suelos recientes de Chile
(32).
En general, la adsorción de Mo aumenta con la acidez de los suelos.
En diferentes materiales se encontró el siguiente orden: hidróxidos de
Fe> hidróxidos de Al> haloisita > nontronita > caolinita (45).
En suelos de Chile se encontró que, en adición a los factores anterio-
res, el alofán y el sílice amorfo en los suelos también correlacionan con
386 Química de Suelos

la adsorción, mientras que la materia orgánica no presenta esta relación


(32).

Extracción y disponibilidad del Mo


La determinación del Mo disponible para las plantas se realiza simi-
larmente a la del boro, extrayéndolo con agua caliente, como lo reco-
miendan Lowe y Massey (52), o con una resina de intercambio aniónico
(8). En suelos neutros, Ahmed et al. (1) encontraron que el reactivo de
Grigg (oxalato de amonio ácido) indicaba mejor el nivel de Mo para el
arroz, en comparación con varios otros extractores ensayados.
Los suelos con pH alto, los recientes y los con abundante materia
orgánica, suelen tener suficiente molibdeno, mientras que los suelos
antiguos, muy meteorizados, Oxisoles, son frecuentemente deficientes,
de modo similar a los muy arenosos (19).
El molibdeno es un anión fuertemente retenido por el suelo. Sin
embargo, la aplicación de fosfatos, probablemente más fuertemente
retenidos, aumenta su disponibilidad. Se ha observado, por el contrario,
que el uso de sulfatos reduce el aprovechamiento (36).
En el transcurso del depósito de capas de sesquióxidos de Al y Fe,
con cierta frecuencia ocurre la coprecipitación de compuestos de molib-
deno. Esto puede inmovilizar una parte importante de molibdeno en
suelos y llevar a deficiencias, como se observa en el Estado de Florida
(EE.UU.), Australia, Nueva Zelandia y en el centro de Brasil (27).
La mineralización de la materia orgánica, también es una fuente de
molibdeno soluble.
Los niveles de toxicidad del molibdeno son bajos para el ganado
(36), habiéndose observado que los pastos pueden acumular niveles ex-
cesivos del elemento en Ultisoles abonados, como lo comprobaron
Hawes, Simms y Wells (40) .

El cloro
Este elemento está muy difundido en la naturaleza y, por ello, ha
sido difícil establecer su esencialidad. Las pocas deficiencias del mismo
se han encontrado en regiones con suelos muy lavados, como en Africa
Occidental, donde Taffin y Quencez (82) y otros autores identificaron
respuestas al abonamiento con cloruro en cocoteros y palmas aceiteras.
El elemento Cl se presenta en los suelos como cloruro; así, es fácil-
mente lavado, excepto en los suelos alofánicos que retienen varios mili-
equivalentes de el- por cada 100 g de suelo, especialmente con pH
bajos donde las cargas variables aumentan. Gebhardt y Coleman (30)
informan de una adsorción por un suelo mejicano, de más de 30 cmol·
kg- 1 con niveles de pH inferiores de cuatro. La retención de este cl-
adsorbido no es muy fuerte. Estos autores encontraron la mayor adsor-
ción en Dystrandepts (7-30 cmol·kg 1 ), menos en Hydrandepts (16-18
cmol· kg 1 ) y valores de 2-4 cmol· kg- 1 para otros suelos ácidos tropica-
les. Se observó también (84) que en materiales caoliníticos, la adsorción
aumenta con el porcentaje de hierro retenido por el mineral y con la
acidez del medio.
Las plantas absorben diferentes cantidades de cr, según la cantidad
disponible (77).
Elementos Menores u Oligoelementos 387

En los suelos salinos puede ocurrir una toxicidad por cloruro, lo


que también puede resultar debido al riego con aguas lavadas en conte-
nido de este anión. La tolerancia de distintas plantas al el- es muy
variable (77); este aspecto se discutió en el Capítulo Sexto.
Las lluvias pueden ser fuente de cantidades apreciables de el-'
como lo encontraron Steinhardt y Fassbender (80) en los Andes Occi-
dentales de Venezuela, donde a más de 100 km del lago de Maracaibo
y de la zona petrolera, se comprobó que las lluvias contenían 59.4 kg
el-. ha- 1 por año.
OLIGOELEMENTOS CA TIONICOS
Todos los elementos se presentan en el suelo, con la valencia de 11,
aunque en aquellos con un ambiente oxidante, el manganeso actúa con
una valencia de 111 y especialmente de IV; el hierro, predominante-
mente con 111.
Al grupo de oligoelementos catiónicos pertenecen el hierro, el man-
ganeso y el zinc, los que se caracterizan por una solubilidad fuertemente
influida por el pH del suelo; a estos se agrega el Cu, cuya solubilidad es
poco afectada por el pH.
Todos estos elementos forman complejos más o menos solubles que
regulan, en un alto grado, su comportamiento en los suelos.
Las rocas y minerales son una fuente muy importante de los ele-
mentos menores catiónicos, aunque ellos se presentan en cantidades
muy variables. La Figura 12.4 muestra el contenido de 22 elementos en
los suelos, según Mitchell (57). En la citada Figura no aparece el Fe, cu-
ya_ contribución puede alcanzar un alto porcentaje.
En el Cuadro 12.1 se presenta una serie de minerales importantes
del suelo, cuya susceptibilidad a la meteorización decrece de arriba
hacia abajo en el mismo. Se observa en este Cuadro que los cuatro pri-
meros minerales son fuentes apreciables tanto de Mn y Zn como de Cu.
También se sabe que los minerales de arcilla pueden ser fuentes de
oligoelementos. Especialmente importante es el papel del Fe, el que sus-
tituye en forma isomórfica al Al en arcillas como la montmorillonita.
Una representación de las ideas de Mattigod y colaboradores (54) se
encuentra en la Figura 12.5, la que resume los procesos que controlan
las transformaciones de oligoelementos catiónicos en suelos.
Este esquema permite observar, de manera global, las reacciones en
las fases líquida, sólida y gaseosa del suelo. Estas reacciones y sus veloci-
dades y direcciones controlan las concentraciones de los metales en las
diversas partes del sistema y, de ese modo, el comportamiento de los
oligoelementos en suelos.
Evidentemente, como Lisk (51) lo presenta en detalle, no solamente
los componentes naturales, sino también las substancias involucradas en
el manejo de suelos son de importancia aquí. Es necesario mencionar el
papel de los abonos, los que con cierta frecuencia contienen elementos
menores como impurezas; tal es el caso de algunos fosfatos que poseen
milibdeno. Igual relevancia presentan los plaguididas, ya que su conteni-
do de Mn, Zn, Fe y Cu, puede introducir cantidades beneficiosas y aún
excesivas de micronutrimentos (20).
388 Química de Suelos

10000

1
1000

u Sr
,,1

~
100
1

Pb

10
!1
1
1
1
1

1
1 Cu
9
e;.,
n

Be
'

1
Mo

0.1

Fig 12.4. Contenido de elementos menores en loa suelos


(Según Mitchell (57)).

Cuadro 12.1. Elementos menores asociados con diferentes mineralP.S


primarios del suelo. (Adaptado de Mitchell (57)).
Mineral primario Elementos principales Elementos accesorios
Olivino Mg, Fe, Si Ni, Co, Mn, Li, Zn, Cu, Mo
Hornblenda Mg, Fe, Ca, Al, Si Ni, Co, Mn, Se, Li, Zn, Cu, Ga, V
Augita Ca, Mg, Al, Si Ni, Co, Mn, Se, Li, V, Zn, Pb, Cu, Ga
Biotita K, Mg, Fe, Al, Si Rb, Ba, Ni, Co, Se, Li, Mn, V, Zn, Cu, Ga
Apatita Ca,P,F Pb, Sr
Anortita Ca, Al, Si Sr, Cu, Ga, Mn
Andesina Ca, Na, Al, Si Sr, Cu, Ga, Mn
Oligoclasa Na, Ca, Al, Si Cu,Ga
Albita Na, Al, Si Cu,Ga
Ortoclasa K, Al, Si Rb, Ba, Sr, Cu, Ga
Muscovita K,Al,Si F, Rb, Ba, Sr, Ga, V
llmenita Fe, Ti Co, Ni, Cr, V
Magnetita Fe Zn, Co, Ni, Cr, V
Turmalina Ca, Mg, Fe, B, Al, Si Li, F,Ga

Las plantas presentes, agrícolas o naturales, y las condiciones en que


se encuentran, también tienen una influencia apreciable al extraer y
devolver elementos al sistema.
Elementos Menores u Oligoelementos 389

reacciones de
intercambio y disolución y de
transferencia
adsorción ee de masas precipitación
Kps

reacciones CONTENIDO DE ION LIBRE reacciones


Redox ácido-base
e.H EN LA SOLUCION DE SUELO pH

formación de formación de
complejos insolubles complejos solubles

Fig. 12. 5. Esquema de procesos que regulan las transforma-


ciones de olioelementos catiónicos en los suelos. (Según
Mattigod et. al., modificado (54)).

El hierro
Este elemento corresponde a un caso especial, ya que es el cuarto
elemento más abundante en la corteza terrestre superior. Su posición
de elemento absorbido en cantidades pequeñas, se debe a la muy escasa
solubilidad de la gran mayoría de sus compuestos en el estado triva-
lente, que es en el que se presenta en suelos bien aireados .. Tanto los
procesos redox como los de ácido-base influyen muy fuertemente sobre
los niveles solubles de este elemento.

La presencia de hierro en los suelos


El hierro es un componente importante tanto de silicatos primarios
como de minerales de arcilla. Sus compuestos principales son óxidos
e hidróxidos, frecuentemente hidratados y, por lo común, finamente
divididos en los suelos, donde tienen un papel decisivo en la coloración
de los mismos.
El óxido de hierro más corriente es la goetita (a-FeOOH), de color
amarillo parduzco. Este mineral se forma cuando el hierro se libera por
procesos lentos, como es la meteorización de minerales primarios. Otro
óxido común es la hematita (a-Fe 2 0 3 ) de color rojo sangre. Este se
forma con mayores temperaturas del suelo.
La lepidocrocita (-y-Fe OOH), de color naranja, es menos corriente,
pero se presenta en suelos arcillosos, húmedos y libres de carbonatos.
Se origina en la oxidación de sales de Fe II.
La maghemita ( r-Fe 2 0 3 ) es la forma magnética del mineral. Tiene
color pardo rojizo y se acumula en suelos meteorizados.
Se conoce también en los suelos a la ferrihidrita (5Fe 2 0 3 • 9H 2 0),
mal cristalizada, que se forma cuando el Fe (111) se precipita muy rápi-
damente, como en los canales de drenaje.
390 Química de Suelos

Según Oades (59), la fracción inorgánica del Fe total en los suelos,


se debe dividir en: el hierro en minerales primarios y el hierro en mine-
rales secundarios.
Investigaciones modernas resaltan la importancia del Fe en la frac-
ción orgánica del suelo, confirmando al autor antes mencionado, quien
hace ya más de 20 años indicaba que el Fe en la fracción orgánica puede
alcanzar un tercio del Fe total (59).
Entre los minerales primarios, los silicatos ferromagnesianos son
la fuente principal de Fe; se trata de compuestos de reducida resistencia
a la meteorización, como se observa en el Cuadro 12.1, y por ello son
fuentes de Fe que se solubiliza en este proceso.
La fracción coloidal de los óxidos de Fe en los suelos caoliníticos
se deposita en la superficie de estas arcillas y contribuye a su agrega-
ción. Los diferentes minerales de hierro pueden formar agregados y con-
creciones.
Los óxidos de hierro 11 y 111, con o sin hidratación, forman una
parte importante del suelo y se presentan bajo cuatro formas:

• Concreciones de óxidos de hierro solo o con otros elementos,


principalmente el Mn, especialmente en suelos de meteorización
avanzada, como Oxisoles.
• Depósitos iluviales, en los horizontes B de suelos.
• Corazas o capas lateríticas, en Oxisoles.
• Oxidos de Fe coloidales, ampliamente divididos en la fracción
de arcilla, principalmente en suelos viejos, como Ultisoles y Oxi-
soles, a los cuales dan su color.

El hierro activo, o hierro libre en los suelos, representa una fracción


de él, la que aunque con frecuencia se determina, no corresponde con
una categoría química claramente definida del elemento. Para su cuanti-
ficación se usan diferentes soluciones reductoras que extraen compues-
tos bien cristalizados y amorfos. Con alguna regularidad se han encon-
trado correlaciones entre las propiedades físicas y químicas de los sue-
los y su contenido de Fe libre (59); la correlación entre hierro libre y la
inmovilización de fosfatos en suelos de Australia, representa un buen
ejemplo. Una amplia fracción de este "hierro libre" se encuentra asocia-
do con las superficies de las arcillas.

Disponibilidad de hierro
La determinación del Fe disponible es difícil, debido a que son
muchos los procesos que influyen sobre esta propiedad, y particular-
mente porque el uso del Fe del suelo es controlado por factores genéti-
cos (17). En el caso del arroz se ha demostrado, en condiciones de pE
controlado, que la absorción de Fe depende de la concentración de la
forma disuelta en el medio (70). Según Gotoh y Patrick ( 33), la disponi-
bilidad de Fe es favorecida tanto por la reducción de pH como por la
del potencial redox (e.H).
Existe una estrecha relación entre los niveles de Fe y Mn presentes:
si en los suelos existen elevados niveles de Mn con valencias altas, éstos
oxidan el Fe 11 a Fe III, reduciendo su disponibilidad ( 3).
Elementos Menores u Oligoelementos 391

El manganeso
El manganeso en los suelos.
El contenido de las diferentes fracciones de Mn en los suelos, es
muy variable. Se encuentra en forma de distintos óxidos y óxidos hidra-
tados, como parte de silicatos y como carbonatos. De acuerdo con Mc-
Kenzie, los tres minerales más comunes del Mn son: la biemesita, la
litioforita y la hollandita, los cuales se presentan como capas sobre
partículas de suelos y como depósitos en el suelo (56).
Con frecuencia los óxidos e hidróxidos se presentan juntos, con for-
mas análogas de hierro. Entre los factores que se han observado como
influyentes sobre los niveles de Mn, se pueden mencionar: la textura
fina y el contenido de materia orgánica; estos, según Shuman, inciden
positivamente (75). En suelos jóvenes, la roca madre es muy importante
como se puede constatar en el Cuadro 12.2 para el caso de Jamaica
(92).

Cuadro 12. 2. Contenido de Mn en algunos suelos latinoamericanos y


del Caribe.
-------------------··----------~~----------~~--~------
Región Mn total Mn extratble Mn reducible Referencia
mg•kg 1
Pacífico de Nicaragua 510-1 253 0.1-13 Blasco y Soto (11)
Pacífico Sur traza-69 38-1 831 Flores et al. ( 25)
Costa Rica
Cuenca <8 Zusevics y La
Orinoco Breque (94)
Centroamérica 1-184 12-1 000 Fassbender y
Roldán (24)
Jamaica calcáreo 175-950 25-200 Weir (92)
roca ígnea 125-385 15- 43 Weir (92)

Las formas de Mn estables en los suelos son: la divalente, que es


soluble, y la tetravalente, que forma derivados poco solubles. En condi-
ciones corrientes (oxidantes), el Mn 111 no es estable y se descompone
según la reacción:

Existen equilibrios entre las diferentes formas de Mn, como se ve en


la Figura 12.6. Se sabe que condiciones ácidas y reductoras fomentan la
reacción siguiente:
Mn02 + 4H+ 2e--Mn+ 2 + 2H2 0

lo que resulta en la formación de Mn (11), soluble y disponible. La


Figura 12.6 representa 62 suelos de Centroamérica y confirma e ilustra
la interrelación entre el Mn cambiable y el pH de los suelos. Se sabe que
392 Química de Suelos

una acidificación excesiva de los suelos, como la que resulta de altos


niveles de abonamiento nitrogenado en suelos de baja capacidad tam-
pón, puede resultar en una fuerte acidificación de los mismos, lo cual,
en presencia de materia organica, crea las condiciones de la reacción
previa, pudiendo conducir a niveles tóxicos de Mn, como se observó en
Puerto Rico (90).

El ciclo del manganeso en los suelos


Este sistema -Figura 12.7- centrado en el Mn que está en la solución
del suelo, se caracteriza por ser muy dinámico. Así, se sabe que muchos
factores reducen el Mn 111 y el Mn IV, como por ejemplo la adición de
Fe 11, la que, como se observó en Hawaii, reduce los óxidos de Mn con
valencias superiores, oxidándose al mismo tiempo (3). La oxidación del
Mn también puede ser microbiana, como lo demostraron Ross y Barlett
(66). La concentración de Mn en la solución es baja, con frecuencia
inferior que 5 mg· kg 1 , según Fassbender y Roldán (24). De acuerdo

.
.--50
CD
=
v 48.86-8.68 x 0.428
R =0.342**
x2
~ n =62
o• 40
E
~
30 \
.!! \

.,
.e ''
''
:S 20 ',,
E ' '',,
B ........
e 10 •',
............. _
:E .·. ...·.:..... .. -------
·........
3 4 5 6 7

Fig. 12.6. Relación entre el manganeso cambiable y el pH


· del suelo ( 24).

con los mismos autores, se encuentran correlaciones entre diferentes


propiedades del suelo y varias formas de Mn. Así, en Centroamérica
se determinaron correlaciones entre:

• Mn cambiable y el pH del suelo.


• Mn fácilmente reducible y el contenido de arcilla.
• Mn soluble en agua y el contenido de materia orgánica.

Estudios recientes de McBride han demostrado que la unión entre


Mn y compuestos orgánicos en el suelo puede presentar una considera-
Elementos Menores u Oligoelementos 393

JMnoOJ•4Ho0~
1 Mn cambiable
MnO ~ MnQ, • 4Ha0.

Mn en minerales
T 1
prtrnanosv
secunderios titaci6n Mn 111) en IOiución del suelo
Abonos y
ailica...too
Mn +J¡::::::t Mn ·~ Queleto ~- - plaguicida
meteoriz~-:;---t
1
1
1
1
MineraliDCión 1
1

.L l
erosi6n
lavado
1 l Materia or~nic:a Plantnv
microorganismos
J
Lr Animales
~
Fig, 12.7. El ciclo del Mn en suelos.

ble variación, dependiendo fuertemente del pH del medio y del tipo


de substancia organica presente en el suelo (55).
También se han observado diferencias entre los minerales de arci-
lla en cuanto a la habilidad para fijar Mn; se ha constatado mayor capa-
cidad en los minerales 2:1 y una baja fijación en el caso de la caolinita
(63).

Manganeso disponible para plantas


Debido a la gran complejidad de la química del Mn en los suelos
y a los diversos procesos de absorción por las plantas, se cree que sola-
mente una consideración general de las propiedades de los suelos y las
plantas puede explicar la disponibilidad del elemento. En este sentido
son de particular importancia las propiedades de la rizosfera, como lo
observaron Godo y Reisenauer (31). La acción del Mn aplicado al suelo
tiene efecto residual, como lo demostraron experimentos de Salcedo y
Ellis (69). En suelos calcáreos, la disponibilidad del elemento es, más
que todo, regulada por el carbonato de Mn, llamado rodocrocita; la acti-
vidad del elemento en la solución del suelo está estrechamente correla-
cinada con su absorción por el arroz (71).
Se ha observado el hecho curioso de que en el caso del tabaco, en
condiciones de Carolina del Norte, la temperatura del medio ambiente
influyó apreciablemente en los niveles de toxicidad del Mn, dejando ver
una mayor tolerancia a mayores temperaturas (67). Se conoce, también,
que las propiedades generales de los suelos -como su pH, textura o
contenido de materia orgánica- tienen mayor influencia sobre los nive-
les de Mn en los suelos, en comparación con la que ejercen las can-
394 Química de Suelos

tidades añadidas de este elemento, como lo demostraron Shuman y


Anderson ( 7 4 ).
En suelos volcánicos del sur de Colombia, se constató que el conte-
nido de los componentes amorfos y de materia orgánica correlacionan
negativa y significativamente con el contenido de Mn en los suelos ( 35 ).
En general se observa que la estimación adecuada de esta categoría es
compleja, debido tanto a aspectos propios de los suelos como de las
plantas.

El zinc
La química del Zn en los suelos
El Zn total, según Swain, varía entre 10 y 300 mg•kg 1 (81). En
Andosoles de Costa Rica se observaron niveles de 10 a 100 mg· kg 1
(13), mientras que en suelos volcánicos recientes y poco lavados de
Nicaragua se encontraron cantidades superiores, entre 252 y 615 mg·
kg-l (11).
Se sabe que una proporción apreciable del Zn en el suelo, se encuen-
tra en la fracción arcilla; así es poco sorprendente que los suelos arcillo-
sos tengan, frecuentemente, contenidos más altos de este elemento
(75). Este Zn puede estar incluso dentro de la estructura de las arcillas,
sustituyendo isomórficamente al Al o al Mg, dado su tamaño similar.
Una correlación entre Zn extraíble y la fracción de arcilla, en suelos de
Nigeria, ha sido observada por Udo y Fagbami (86 ).
La cantidad fijada de Zn varía según las arcillas; por ejemplo, Reddy
y Perkins observaron una fijación muy superior por parte de las arcillas
2:1, en comparación con la ejercida por la caolinita (63).
La fracción orgánica también es sede de una apreciable parte del Zn
total. Esta, incluso, puede inmovilizar parte del Zn, cuando se aplican
cantidades fuertes de abonos verdes en suelos bajos en Zn disponible
(79). Los resultados obtenidos por Weir (92) en suelos de Jamaica,
donde en 30 sitios (en un total de 31) se encontró más Zn en los suelos
superficiales que en los subsuelos, confirman lo anterior.
La adsorción de Zn por los suelos
Este elemento posee una limitada movilidad en los suelos. Así se
sabe que el carbonato de calcio en el medio, tiene una gran afinidad por
el Zn, lo que lo hace causante de una reducción fuerte en su disponibi-
lidad, como se demostró por ejemplo, en suelos de Egipto (Osman et
al. (60).
Las arcillas adsorben el Zn y, por ello, tienen alto contenido de
esta fracción, como ya se vio anteriormente (73, 75, 94).
Kordi y Donner observaron que la adsorción de Zn puede ser repre-
sentada con la isoterma de Freundlich, pero no con la de Langmuir;
también constataron que la adsorción del elemento resulta en la solubi-
lización de H+ y Mn+ 2 • Estos mismos autores encontraron que la adsor-
ción de Cu reduce considerablemente la del Zn ( 46).

El Zn disponible para plantas en los suelos


Esta categoría incluye fracciones pequeñas, como la que es soluble
Elementos Menores u Oligoelementos 395

en agua, es intercambiable y es parte de la fracción en quelatos. El Cua-


dro 12.3 muestra ámbitos de Zn disponible. Como se puede ver en ese
cuadro, los niveles del elemento observados en muchas regiones son ba-
jos, lo que indica que, con frecuencia el Zn limita la producción agrope-
cuaria.
La disponibilidad del Zn disminuye con el aumento del pH. El
carbonato de calcio también reduce fuertemente su disponibilidad,
como se vio previamente. El efecto combinado de los dos factores ante-
riores, fenómeno que se presenta en el caso de un encalado excesivo,
comúnmente resulta en deficiencias del elemento.
La disponibilidad del zinc se reduce, como consecuencia de las am-
plias aplicaciones de abonos fosfatados, los que no inmovilizan este
anión, como lo demostraron Takkar y colaboradores en el caso del
maíz, un cultivo sensitivo ante bajos niveles de Zn (83). Este problema
fue reportado en diferentes tipos de suelos en el Estado de Sao Paulo,
Brasil, y corregido por la aplicación de cinco a 10 kg.ha- 1 de ZnS0 4
añadidos a los abonos completos usados ( 43).

Cuadro 12.3. Ambitos de Zn disponible en suelos de Latinoamérica y


el Caribe.
País Zn (mg•kg-1 ) Referencia
Pacífico Sur, Costa Rica 0.1·6.5 Flores et al. ( 26)
Pacífico Sur, Nicaragua 7.9-34.9 Blasco y Soto (11)
Jamaica o ·13 Weir (92)
Colombia 0.3-9.2 Mortvedt (58)
Cuenca del Orinoco Superior <1 Zusevics y La Breque ( 94)

En suelos ácidos, fijadores de fósforo, Guzmán y Bomemisza obser-


varon recientemente, que no ocurre reducción de la disponibilida del
Zn, ni siquiera en los casos de aplicación de altos niveles de fosfato
(37).

El cobre
La química del cobre en los suelos
En los suelos este elemento se presenta en su estado divalente y
entre los límites de dos a 100 mg• kg 1 , cuando estos no están contami-
nados (81). Entre las rocas madres, el basalto se conoce como una
buena fuente de Cu, mientras que las calizas son, en general, bajas en el
contenido del elemento.
Una fracción considerable del Cu en los suelos, se encuentra unida
a la fracción orgánica. Trabajos recientes de Boyd et al. (15) realizados
con métodos instrumentales avanzados, indican un complejo bien esta-
ble entre Cu y ácidos húmicos.
396 Química de Suelos

Estos complejos se basan en uniones del tipo:

Cu-0-C-ácido húmico
11
o
Esta fracción puede incluir la mayor parte del cobre en el suelo,
como Vermaa y Van der Bie (89) lo observaron en suelos volcánicos de
Java, Indonesia.
Según Grimme, el Cu en los suelos puede estar presente en una de
cuatro fracciones; estas son:

• Cobre orgánico.
• Una fracción extraíble con oxalato de amonio ácido (pH 3.0)
que posee una parte orgánica.
• La fracción del Cu que está unida a los óxidos de Fe y Mn en el
suelo.
• El Cu en los minerales primarios y secundarios, principalmente
silicatos, excluyendo los óxidos de Fe y Mn.

Una propiedad importante del cu+2 es su reducida movilidad, la


cual, según Korte y colaboradores (47), es la menor entre los oligo-
elementos.

Adsorción de Cu por los suelos


Como ya se dijo, este elemento es el menos móvil entre los oligo-
elementos en los suelos. La adsorción puede ser representada por la
curva de Langmuir. En general, los..suelos con pH alto retienen mejor el
elemento que los suelos ácidos ( 18); el elementp retenido es extraíble con
HCl 0.01 normal, lo que explica los fracasos en los intentos de controlar
casos de toxicidad de Cu por encalado ( 38 ).
En suelos de Punjab, India, se vio que los factores pH del suelo,
su contenido de carbonatos, su CIC, su contenido de arcilla y de mate-
ria orgánica, eran los factores que influían la adsorción de Cu, con la
materia orgánica como factor principal (61).
Boon (12) estudió la adsorción de este elemento en suelos de
Jusepín, Venezuela, y observó que la representación más adecuada se
obtenía por medio de las ecuaciones de Freundlich o de Temkin. En-
contró, también; una correlación positiva entre la materia orgánica
presente y la adsorción.
En suelos de N igeria se observó que los suelos superficiales adsor-
bieron más Cu que los subsuelos, lo que es fácil de comprender si se
tiene presente su mayor contenido de materia orgánica (87). La corre-
lación entre la adsorción de Cu y la materia orgánica, también fue
observada por Boon en Venezuela (12).
La fuerte adsorción del elemento puede conducir a la acumulación
del mismo en la capa superior del suelo, como lo informan Cordero y
Ramírez en estudios sobre el sur de Costa Rica, donde el uso intensivo
de fungicidas cúpricos (hasta 100 kg· ha- 1 • a- 1 ) rel;ultaron en niveles
Elementos Menores u Oligoelementos 397

máximos de más de 1 000 mg• kg- 1 en los 5 cm superiores del suelo.


Con mayores profundidades (> 30 cm), comúnmente sólo se encuen-
tran unos 30 a 50 mg· kg 1 niveles que no causan problemas (20).
El Cu adsorbido, a pesar de una inmovilización aparente, permane-
ce disponible en proporción apreciable para las plantas; posiblemente en
forma de complejos orgánicos, de acuerdo con Jacintho y colabora-
dores (44).

El Cu disponible para las plantas


La cantidad de Cu disponible para las plantas varía ampliamente
entre diferentes regiones, como se observa en el Cuadro 12.4. Zonas
muy húmedas, como la Orinoquia, se caracterizan por niveles muy
bajos, mientras que regiones como el Pacífico de Nicaragua, con clima
seco y suelos recientes, tienen con cierta frecuencia niveles relativa-
mente altos. Los suelos de textura muy gruesa y los derivados de rocas
muy ácidas presentan, comúnmente, niveles también muy bajos.
Según Martens (53), una parte apreciable del Cu disponible para las
plantas está unido a compuestos orgánicos. Información de Lambert
et al. indica que las micorrizas aumentan la absorción del Cu por muchas
plantas. Como aquellas son reducidas en presencia de fosfatos, se cree
que en algunos casos la disminución en la adsorción de oligoelementos
se debe a menor cantidad de micorrizas (50).
En suelos del sur de Costa Rica se encontraron correlaciones signi-
ficativas entre el contenido del Cu disponible y la CIC y la fracción
fina (limo + arcilla) de los suelos, según informan Flores et al. (26).

OLIGOELEMENTOS DE IMPORTANCIA EN LA
ALIMENTACION ANIMAL
Los elementos como: cobalto, selenio y yodo son importantes en la
nutrición animal, aunque no sean necesarios para las plantas. Sin embar-
go, para los herbívoros, la principal forma de entrada de estos elemen-
tos es por las plantas que consumen, a pesar de que pueden ser añadi-
dos a la sal o nutrimentos animales preparados especialmente. Los
trabajos de Scott y de Beeson presentan buenos resúmenes de estos
problemas (72, 5 ).

Cobalto .
Aunque este elemento se requiere únicamente en la molécula de la

Cuadro 12.4. Contenido de Cu en suelos no contaminados de Latino-


américa y el Caribe.
Región Contenido de Cu (mg· kg-1 ) Referencia
Valle del Orinoco Superior 0.3 Zusevics y La Breque ( 94)
Pacífico de Nicaragua 5 -71 Blasco y Soto (11)
Zona cafetalera de Costa Rica 8 -38 Kass et al. ( 48)
Suelos de Jamaica 0.4-13 Weir (92)
398 Química de Sueloa

vitamina B 12 , su deficiencia causa, con cierta frecuencia, problemas en


la producción animal. Su contenido normal en alimentos humanos y
animales es de aproximadamente 0.1 a 0.2 mg· kg 1 • El contenido del
suelo influye sobre su concentración en las plantas, y por ello existen
regiones con muy bajas concentraciones. En el sur de los EE.UU. se
observó que muchos Aquods, suelos muy intensamente lavados, son
deficientes en el elemento ( 5).
Las bacterias de los nódulos de las leguminosas también requieren
Co. En Brasil, Teixeira et al. (84) informaron sobre la deficiencia de
Co en el Estado de Goias. Tanto ellos como Kubota y Allaway (49)
resaltan la dificultad de identificar mediante análisis de suelos, las regio-
nes donde las plantas son deficientes en el elemento. Para el Pacífico de
Nicaragua, Blasco y Soto (11) encontraron niveles de Co relativamente
altos (Co total = 3.5-28 mg· kg 1 ; Co extraíble = 0.6-20.3 mg· kg- 1 ).

Yodo
Este elemento se requiere en cantidades pequeñas; así, por ejemplo,
en el ganado el contenido promedio de yodo se estima en 0.1 mg· kg 1 •
Los alimentos lo tienen en contenidos variables; en la harina de pes-
cado existe hasta 1m~· kg 1 , debido al alto contenido de 1 en el agua de
mar. La melaza es otra buena fuente de 1, según Scott (72). Mientras
que en los seres humanos la deficiencia de 1 es un problema importante,
lo que se combate agregando el elemento a la sal de cocina (NaCl), en
los animales no es común.
Los problemas de 1 resultan de la interacción de una serie defacto-
res ambientales que no se puede identificar por el momento, según lo
han analizado Kubota y Allaway ( 49).

Selenio
Este elemento es esencial para los animales y presenta problemas
tanto de deficiencia como de toxicidad. Esta última fue identificada
en Colombia, en los departamentos de Boyacá y Leiva, donde las mues-
tras contenían hasta 7 mg· kg- 1 de Se en los suelos (2), lo que daba
como resultado una producción de plantas tóxicas para los animales.
En los EE.UU. se observó que todos los suelos altos en contenido
de este elemento, eran neutros o alcalinos y que con frecuencia conte-
nían CaC0 3 o CaS04 libres. El origen de las rocas madres de los suelos
altos en Se es importante, pero se vio que en condiciones de suelos
fuertemente ácidos, aun las rocas seleníferas no producen toxicidad.
Derivados de Fe (111) con el Se, parecen ser poco solubles y no resultan
tóxicos. Existen plantas acumuladoras de Se, las cuales, en condiciones
de pH altos en los suelos, concentran este elemento en niveles que
pueden ser fuertemente perjudiciales para los animales que se nutren de
ellas.
Las regiones con deficiencia de Se involucran zonas húmedas y, con
frecuencia, suelos de textura gruesa como los Quartzipsamments. En
general, suelos con capas de caliza, tienen niveles adecuados o altos de
este elemento.
Elementos Menores u Oligoelementos 399

CONTAMINACION DE SUELOS CON ELEMENTOS MENORES


El aumento en la densidad de población ha requerido un progreso
en la tecnología, la que, aplicada a la agricultura, resultó en un uso
ampliado de productos químicos para la industria y para la misma agri-
cultura. Estas substancias son utilizadas, a veces, sin las precauciones
necesarias y llegan al suelo en concentraciones excesivas. Algunas de
ellas son retenidas por los suelos, especialmente por aquellos de gran
superficie específica, pudiendo permanecer en ellos por largos períodos.
También puede ocurrir que algún elemento esencial llegue al suelo en
cantidades excesivas, en las cuales es tóxico para muchas plantas; por
ejemplo, por la aplicación inmoderada de fungicidas cúpricos, como fue
observado en el Pacífico Sur de Costa Rica (20).
La movilidad es el fenómeno inverso de la retención; la primera,
junto con la estabilidad química y biológica del producto y de sus even-
tuales residuos, influye sobre los problemas de contaminación.
Se ha observado que las substancias en la superficie de los suelos son
afectadas por las pérdidas gaseosas y la descomposición fotoquímica,
o trasladadas como sólidos por la erosión, o escorrentía, como lo ilustra
la Figura 12.8. En el suelo pueden ser disueltas, adsorbidas, perdidas
por lavado, degradadas o absorbidas por las plantas. Como ejemplo se
puede citar que en Ultisoles y Andosoles no ocurre eutrofización de
aguas por fosfato, aun en el caso de aplicaciones agrícolas o industriales
muy fuertes, debido al excepcional poder inmovilizador que estos
suelos ejercen sobre el anión mencionado. De manera similar, el arse-
niato, componente de algunos fungicidas, es retenido eficientemente
por estos suelos (23). De acuerdo con un trabajo de Fassbender (23),
una diferencia importante entre los dos aniones antes señalados, con-
siste en que no ocurre una acumulación biológica del arseniato en
las capas superiores, como sucede con el P orgánico.
Según Korte y colaboradores ( 4 7) la movilidad de algunos de los
principales contaminantes catiónicos en los suelos se puede agrupar
en el siguiente orden:

Cu< Pb < Ba < Zn< Cd <Ni< Mg (47).

Los factores del suelo que se conocen como influyentes sobre la


movilidad son: la textura, la superficie específica, el contenido de
sesquióxidos libres en el suelo y su pH. Los autores antes citados lla-
man la atención sobre el hecho que el solo conocimiento de la CIC,
no es información suficiente.
El estado en que se encuentran las substancias contaminantes afecta
fuertemente su distribución. Se ha obsezvado que los contaminantes
sólidos, como por ejemplo los residuos industriales o de minas, sola-
mente influyen áreas reducidas y bastante bien definidas, pero su efecto
en ellas es grave. Los materiales sólidos, fi,n amente divididos, que pue-
den ser arrastrados por los ríos (como lodo) y por los vientos fuertes
(como la ceniza volcánica, la que ha sido detectada a decenas de kilóme-
tros de su lugar de origen), son casos excepcionales.
Los contaminantes líquidos son más móviles, aunque se mantienen
en áreas limitadas. Se ha observado que de los metales conocidos como
400 Química de Suelos

descomposic ión fotoquími.

pérdida
gaseosa

degradación ;
a) q uo'mica
adsorcoón b) microbiana

lavado

Fig. 12.8. Fenómenos que influyen sobre una substancia


contaminante.

contaminantes importantes, se puede escribir la siguiente serie de


solubilidad:

Cd ;;;a. Zn >Ni> Cu > Pb > Cr

Se sabe que la absorción de los elementos por las plantas es favore-


cida por su solubilidad, dependiendo, también de mecanismos de absor·
ción específicos y de los antagonismos por otros elementos. Así,
amplias cantidades de Ca reducen la absorción del Sr, un componente
de los residuos de eventos nucleares.
L~s contaminantes gaseosos se mezclan con la atmósfera y de ese
modo quedan rápidamente diluidos, por lo que su efecto es de corta
duración. Los vientos fuertes y dominantes, especialmente los de grandes
alturas, pueden ser portadores de estos productos, como por ejemplo
los gases C0 2 o N0 2 • Estos gases, en su forma original o en fonnas
transformadas, son finalmente disueltos por la lluvia y llevados a la tie-
rra. Una vez que los contaminantes están en el suelo, el problema puede
ser afectado por cinco grupos de factores que se representan en la Fi·
gura 12.9.
El esquema expuesto en la Figura 12.9 deja en evidencia que los
fenómenos de contaminación son complicados, y que para su compren·
sión y eventual corrección, se requiere información amplia.
Elementos Menores u Oligoelementos 401

Los contaminantes inorgánicos son, en general, de larga vida en el


suelo pero se necesitan concentraciones relativamente altas en la mayo-
ría de ellos para que sean perjudiciales. Comúnmente son poco degra-
dables y bastante influidos por las propiedades del suelo, como el pH,
el CH y otras; por ejemplo, cambiando el pH se puede reducir la solu-
bilidad del Al, Mn y Fe, y eliminar eventuales altas cantidades de estos
elementos. Por desgracia, no todos los cationes tóxicos son manejables
por un cambio de pH, el que es posible por un encalado más o menos
fuerte. Por ejemplo, la toxicidad del Cu no es influida por esta prácti-
ca. Las substancias inorgánicas no son biodegradables.
Comúnmente, los contaminantes orgánicos son compuestos que no

Factor 5 : Sistema
Factor 1: biológ ico: adsorción,
Contaminante: media vida biológica,
calidad, cantidad, concentración, retención, otros.
estabilidad y
10lubilidad.

¡- PROBLEMAS DE
CONTAMINACION

1~
,..------...!...--,
Factor 2: Suelo : Factor 4 : Manejo:
textura, industr ial, agrícola,
%materia orgánica, urbanfstico, otros.
%R2, 03, pH,
superficie, otros.
Factor 3: Clima :
temperatura, radiación
llluvia, otros.

Fig. 12.9. Principales factores que afectan la contaminación


de los suelos y las plantas.

se encuentran normalmente en los suelos. Varios de ellos pueden ser


rápidamente transformados -biodegradados- por los microorganis-
mos del suelo. También existen algunas substancias que no son descom-
puestas por los sistemas enzimáticos de los microorganismos. Estas subs-
tancias pueden, por consiguiente, acumularse, en caso de aplicaciones
repetidas. A estas substancias se las considera como no biodegradables.
Las diferentes transformaciones de las substancias orgánicas pueden
llevar a productos de degradación que pueden ser, incluso, más tóxicos
que las substancias en los productos sintéticos, ya que se sabe que las
substancias naturales, aun algunas fuertemente tóxicas como las aflato-
402 Química de Suelos

xinas, producidas por ciertos hongos, son rápidamente descompuestas


por las enzimas. Substancias totalmente extrañas al suelo, como los
hidrocarburos halogenados, muy eficientes como insecticidas, son
muy estables, requiriéndose décadas para su degradación.
Elementos Menores u Oligoelementos 403

RESUMEN
En este Capítulo:
a. Se estudian las propiedades comunes de los oligoelementos, así
como el estrecho ámbito en que se les necesita y la gran influencia
del ambiente sobre su disponibilidad.
b. Entre los oligoelementos aniónicos se presenta información sobre el
B; los factores del suelo y del clima regulan su comportamiento y su
aprovechamiento por las plantas. Se informa también sobre los
factores que regulan los procesos que involucran al Mo en los suelos
y su aprovechamiento por las plantas. Los fenómenos de adsorción
de estos aniones por diferentes suelos, son analizados usando ejem-
plos latinoamericanos.
c. También se presenta información sobre el cloro, considerado ele-
mento esencial, y sobre la necesidad de su presencia en cultivos tro-
picales, como los del cocotero y de la palma de aceite.

d. Se discuten las propiedades generales de los oligoelementos catió-


nicos y su comportamiento de acuerdo con el esquema modificado
de Mattigod y colaboradores.
e. Se estudian, luego, el Fe y el Mn, las formas en que se presentan en
los suelos, sus estados de oxidación y las fuerzas que los regulan, y
las relaciones de estos factores con su disponibilidad para las
plantas.

f. Se presenta información sobre la química del Zn en los suelos, su


adsorción por diferentes materiales y su disponibilidad biológica. Se
informa también sobre los niveles de este elemento en suelos latino-
americanos.
g. Se estudia la química del Cu en los suelos, haciendo énfasis en las
distintas fracciones que este oligoelemento forma en los suelos. Se
informa sobre los compuestos organometálicos de este elemento, de
gran importancia tanto en lo que se _efiere a excesos como a defi-
ciencias de cobre. La adsorción de este elemento y su disponibilidad
para las plantas, se exponen con ejemplos latinoamericanos.

h. Se discuten, además, los problemas de contaminación de los suelos,


debido a la presencia de oligoelementos, y los principales fenóme-
nos que intervienen en ello. Se intenta correlacionar estos fenóme-
nos en un esquema.
i. Se estudian, brevemente, los oligolementos importantes en la nutri-
ción animal: Co, 1 y Se. Se informa aquí sobre las dificultades de
estimar estos problemas sólo con base en el análisis del suelo. Se
consideran los múltiples factores ambientales que regulan la absor-
ción de estos elementos por las plantas, y, así, su disponibilidad
para animales. Se informa sobre problemas de exceso y de deficien-
cias en el ámbito latinoamericano.
404 Química de Suelos

BIBLIOGRAFIA

l. AHMED, S.; MESBAHUDIN; RAHMAN, L. Evaluation of extractants for


available Mo in several soils of Bangladesh. Plant and Soil 69: 287-291.
1982.

2. ANZICAR-SORDO, J. Occu_rr~nce of selenium in soils and planta of Colombia,


South America. Soil Science 63 (6): 437-438. 1947.
3. ASGHAR, M.; KANEHIRO, Y. The fate of applied iron and manganese in an
Oxisol and Ultisol from Hawaii. Soil Science 131 (1): 50-52. 1981.

4. BECKETT, P.H.; DA VIS, R D. Upper criticallevels of toxic elements in plants.


New Phytol. 79 : 95-106. 1977.

5. BEESON, K.C. The relation of soils to the micronutrient content of plants and
to animal nutrition. In Lamb, C.A.; Bentley, O.G. and Beatie, J M., Eds.
Trace Elements. New York, Academic Presa Inc., 1958. pp. 67·79.

6. BERGER, K.C.; TRUOG, E. Boron test and determination for soil and planta.
Soil Science 57: 25-36. 1944.

7. ; PRATT, P.F. Advances in secondary and micronutrient fertili-


zation. In McVickar, M.H.; Bridges, Q.L. y Nelson, L.B., Eds. Fertilizer
technology and usage. Madison, Wisconsin, Soil Science Soc. Am. 1963.
pp. 287-340.

8. BHELLA, H.S.; DAWSON, M.O. The use of anion exchange resin for determin·
ing available soil molybdenum. Soil Science, Soc. Am., Proc. 36:177-179.
1972.

9. BIGGAR, J.W.; FIREMAN, M. Boron adsorption and release by soils. Soil


Science Soc. Am., Proc. 24: 115·120. 1960.

10. BLASCO L.M. Propiedades químicas de los suelos derivados de cenizas volcá-
nicas de Nariño, Colombia. In Panel sobre suelos derivados de cenizas vol-
cánicas de América Latina. Turrialba, Costa Rica, IICA-F AO, 1969. p--:-B8,
1-10.

11. ; SOTO, G.C. El estado actual de las investigaciones sobre


micronutrientes en América Latina. Suelos Ecuatoriales (Colombia) 9 (2):
160·164. 1978.

12. BOON, J.A. Adsorción de cobre en un suelo francoarenoso de sabana. Agron.


Trop. (Venezuela) 26 (5): 367-382. 1976.

13. BORNEMISZA, .E.; PERALTA, F. Zinc in Andosols of Costa Rica. Soil and
Crop Sci~ce Society of Florida, Proc. 40: 33-35. 1981.
14. BOYO S.A.; SOMMERS, L.E.; NELSON, D.W. Cooper (11)_ and iron (III)
complexation by the carboxylate group of humic acids. Soil Science Soc.
Am. J. 45 (6): 1241-1242. 1981.

15. ; WEST, D.X. The mechanism


of copper (11) binding by humic acid: An electron spin resonance study of
cooper (11)-humic acid complexes and some adducts with nitrogen donors.
Soil Sci. Soc. Am. J. 45 (4): 745-749. 1981.

16. BROMFIELD, S.M. Studies of the relative importance of iron and aluminum
in the sorption of phosphate by some Australian soils. Austr. J . Soil Res.
3: 31-44. 1965.
Elemento• Menores u Oli¡oelementoa 405

17. BROWN, J.C.; JONES, W.E. A technique to determine iron efficiency in


planta. Soil Sci. Soc. Am. J. 40 (3): 398-405. 1976.
18. CAVALLARO, N.; McBRIDE, M.B. Cooper and cadmium adsorption characte-
ristics of aelected a cid and calcareoua soil. Soil Sci. Am. J. 42 ( 4): 550·
556. 1978.
19. CHAVERRI, B.; BORNEMISZA, E. Interacción fóaforo/zinc en el cultivo de la
papa (Solanum tuberosum L.) en la zona de Pacayaa. Agronomía Costarri·
cenae 1: 83·92. 1977.
20. CORDERO, A.; RAMIREZ, G.F. Acumulamiento de cobre en los suelos del
Pacífico Sur de Costa Rica y sus efectos detrimentalea en la agricultura.
Agronomía Costarricense 3 ( 1) : 63-7 8. 197 9.

21. ELRASHIDI, M.A.; O'CONNER, G.A. Boron sorption and desorption in soils.
Soil Sci. Soc. Am. J. 46: 27·31. 1981.

22. EVANS, C.M.; SPARKS, D.L. On the chemistry and mineralogy of boron in
pure and mixed systems: a review. Commun. in Soil Sci. Plant Anal. 14:
827·846. 1983.

23. FASSBENDER, H.W. Contenido y formas de arsénico en algunos suelos tropi-


calea. Turrialba 25: 11·17. 1975.

24. ; ROLDAN, J.A. Formas y equilibrios del manganeso en


suelos de América Central. Turrialba 23 (1): 30-36. 1973.

25. FLORES, R.A; BORNEMISZA, E.; ALVARADO, A. Influencia de las propie-


dades de suelos del Pacífico Sur de Costa Rica sobre su contenido de ca-
tiones menores. l. Manganeso intercambiable y soluble en reductor. Tu·
rrialba 29 (2): 97-104. 1979.
26. ------ · .. . Influencia de propie-
dades de los su;¡os del Pacífico Sur sobre su contenido de cationes meno-
rea. 11. Cobre y zinc extraíbles. Turrialba 29 (2): 105-110. 1979.
27. FREITAS, L.M.M. DE; McCLUNG, A.C.; LOTT. W.L. Field studies on fertility
problema of two brazilian Campos Cerrados 1958·1959. N.Y. mEe, Res.
Int. Buli. no. 21, 1969. 30 p.

28. FUJIMOTO, G.; SHERMAN, G.D. Molybdenum content of tropical soils and
plants of the Hawaiian Islands. Agron. J. 43: 70·71. 1951. ·

29. GARAVITO, F.; LEON, A. Propiedades del suelo en relación con deficiencias
de boro en el Valle de Cauca. Suelos Ecuatoriales(Colombia) 9:195-201.
1978.

30. GEBHARDT, M.; COLEMAN, N.T. Anion adsorption by allophanic tropical


soils. l. Chloride adsorption. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 38: 255-259. 1974.

31. GODO, G.H.; REISENAUER, H.M. Plant effects on soil manganese availability.
Soil Sci. Soc. Am. J. 44 ( 5): 993·995. 1983.

32. GONZALEZ, R.; APPLET, M.; SCHALSCHA, E.B.; BINGHAM, F.T. Molib-
date adsorption characteristics of volcanic-ash-derived soils in Chile. Soil
Sci. Soc. Am. Proc. 38: 903·906. 197 4 ..
406 Química de Suelos

33. GOTOH, S.; PATRICK, W.H. Transformation of iron in water-logged soil as


influenced by redox potential and pH. Soil. Sci. Soc. Am. Proc. 38:
66-71. 1974.
34. GRIMME, H. Die fraktionierte Extraktion von Kupfer aus Boden. Z. Pflanze-
nernáhr. Bodenk. 116 (3): 207·222. 1967.

35. GUERRERO,R; BURBANO, H. Estado de los micronutrientes en suelos deri·


vados de cenizas volcánicas. In Memorias del 5° Coloquio de Suelos Soc.
Colombiana de la Ciencia del Suelo, 1978. pp. 171·183.
36. GUPTA, V.C.; LIPSETT, J. Molybdenum in soils, planta and animals. Adv.
Agronomy 34: 73·115. 1981.

37. GUZMAN, E.; BORNEMISZA. E. Relaciones fósforo-zinc en tres suelos ácidos


de Costa Rica 11. Absorción de los elementos por tomate en el inverna·
dero. Turrialba 33(3): 264-276. 1983.

38. HARTER, R.H. Effect of soil pH adsorption of lead, cooper, zinc and nickel.
Soil Sci. Soc. Am. J. 47 (7): 47·51. 1983.

39. HATCHER, J.T.; BOWER, C.A .. ; CLARK, M. Adsorption of boron by soils as


influenced by hidroxyaluminum and surface area. Soil Sci. 104: 422·
426. 1967.
40. HAWES, R.L.; SIMMS, J.L.; WELLS, K.L. Molybdenum concentration of
certain crop species as influenced by previous application of molybdenum
fertilizer. Agron. J. 68: 217-221. 1976.

41. HINGSTON, F.J. Reactions between boron and clays. Austr. J. Soil Res. 2: 83·
95. 1964
42. HODGSON, J.F. Chemistry of the micronutrient elements in soils Adv. Agron.
15: 119-159. 1963.

43. IGUE, K.; GARCIA·BLANCO, H.; ANDRADE SOBRINHO, J. Influencia do


zinco na produ~ao de milho. Bragantia 21 (16): 263·269. 1967.

44. JACINTHO, A.O.; Bl'M'ENCOURT, V.C.; MACHADO, P.R. Comportamiento


do cobre em solos cultivados com caña de azúcar. Turrialba 26 (3): 302·
307. 1976.

45. KASIMIAN, N.; COX, F.R. Adsorption and extractibility of molybdenum in


relation of sorne chemical properties of soil. Soil Sci. Soc. Am. J. 42: 757·
761. 1978.
46. KORDI, F.; DONNER, H.E. Zinc and copper sorption and interaction in soils.
Soil Sci. Soc. Am. J. 47 (5): 873-876. 1983.

47. KORTE, N.E.; SKOPP, J; FULLER, W.H.; NIEBLA, E.E.; ALESH, B.A. Trace
element movement in soils. Influence of soil physical and chemical pro-
perties. Soil Sci. 122 (6): 350-357. 1976.

48. KOSS J.; CARVAJAL, J.F.; SOLANO, J.A. Nutrición por cobre en algunos
suelos cafetaleros y cafetos de Costa Rica. Turrialba 23 (2): 208·215.
1973.

49. KUBOTA J.; ALLAWAY, W.H. Geographic diatribution oftraceelementpro-


blems. In Mortvedt, J.J.; Giordano, P.M. y Lindsay W.L.; Eds. Micronu-
trients in Agriculture. Madison, Wisc., U.S.A., Soil Sci. Soc. Am. Inc.,
1972. pp. 526·554.
Elementoa Menores u Oliroelementoa 407

50. LAMBERT, D.H.; BAKER, D.E.; COLE Jr., H. The role of mycorrhizae in the
interactions of phosphorus with zinc, copper and other elements. Soil Sci.
Soc. Am. J . 43 (5): 976·980. 1979.

51. LISK, D.J. Trace metals in soils, planta and animals. Advancea in Agronomy
24: 267·325. 1972.

52. WWE, R.H.; MASSEY, H.F. Hot water extraction for available soil molyb-
denum. Soil Sci. 100: 238·243. 1985.
53. MARTENS, D.C. Plant availability of extractable boron, copper and zinc aa
related to aelected soil properties. Soil Science 106 (1) : 23·28. 1968.

54. MATTIGOD, S. V.; SPOSITO, G.; PAGE, A.L. Factors affectin¡ the solubilities
of trace metala in soils. In Stelly, M., Ed. Chemistry in the soil environ·
ment. ASA Spec. Publ. no. 40, Madison, Wiac., U.S.A. ASA·SSSA Inc.,
1981. pp. 203·221.
55. McBRIDE, M.B. Electron apin resonance inveatigation of Mn+2 complexation
in natural and synthetic or¡anica. Soil Sci. Soc. Am. J. 48 (6): 1137·1143.
1982.

56. McKENZIE, R.M. Man¡aneae oxidea and hydroxidea. In Dixon, J.B. y Weed,
S.B., Eds. Mineral& in soil environments. Madison, Wisc., U.S.A. Soil Sci.
sOc. Ain. Inc., 1977. pp. 181-193.
57. MITCHELL, R.L. Trace elements in soils. In Bear F.E., Ed. Chemistry of the
soil. 2 ed. New York, Reinhold, 1964. pp. 320-368.

58. MORTVEDT, J.J. Occurrence of micronutrienta in rocks, soils, planta and fer-
tilizers. Sueloa Ecuatoriales (Colombia) 9 (2): 134-140. 1978.

59. OADES, J.M. The nature and distribution of iron compounds in soila. Solla and
Fertilizers 26 (2): 69-80. 1963.

60. OSMAN, A.Z.; WASSIF, M.M.; EL-KADI, M.A.; ABDEL SALAM, M.A. Effect
of carbonate in clay fraction on faation of zinc. Z. Pflanzenerniihrung,
Bodenk. 143: 524-529. 1980.

61. RAIKHY, N.P.; TAKKAR, P.N. Copper adsorption by soils and its relation
with plant ¡rowth. Z. Pflanzenerniihr. Bodenk. 144 (6): 597-612. 1981.

62. REDDY, M.R.; PERKINS, H.F. Fixation of Mn by clay minerals. Soil Science
121 (1): 21-24. 1976.

63. . Fixation of zinc by clay minerals. Soil Sci.


Soc. Am. Proc. 38: 229-321. 1974.

64. RHOADES, J.D. ; INGVALSON, R.D.; HATCHER, J.T. Laboratory determi-


nation of leachable boron. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 84 : 871-876. 1970.

65. RIMO LO, L.A. Efecto del encalado sobre la disponibilidad y adsorción de boro
en seis suelos de Costa Rica. Tesis de Lic. Quím., Univ. Costa Rica, 1970.
p. 45.
66. ROSS, D.S.; BARTLETT, R.J. Evidence for non microbial oxidation of manga·
nese in soil. Soil Science 132 (2): 153· 160. 1981.

67. RUFTY, T.W.; MINER, G.S.; RAPER, C.O. Temperature effecta on ¡rowth
and manganeae tolerance in tobacco. Agronomy J. 71 ( 4): 638-644. 1979.
408 Química de Suelos

68. RYAN, J.; BERGER, K.C. Available boron in calcareous soils of Lebanon.
Agronomy J. 71: 688-690. 1979.
69. SALCEDO, I.H.; ELLIS, B.G. Manganese labile pool and plant uptake. Soil
Science 127 (4): 227·234. 1979.

70. SCHWAB, A. P.; LINDSA Y, W.L. Effect of redox on the solubility and availabi·
lity of iron. Soil Sci. Soc. Am. J. 47 (2): 201·205. 1983.
71. . The effect of redox on the solubility and
availability of manganese. Soil Sci. Soc. Am. J. 47 (2) : 217·220. 1983.

72. SCOTT, M. L. Trace elements in animal nutrition. In Mortvedt, J.J.; Giordano,


P.M. y Lindaay, W.L. Eds. Micronutrients in Agriculture. Madison, Wisc.,
U.S.A., Soil Sci. Soc. Am. Inc., 1972. pp. 555·591.

73. SHUMAN, I.M. The effect of soil properties on zinc adsorption by soils. Soil
Sci. Soc. Am. Proc. 39: 454-458. 197 5 .

74. . ANDERSON, O.E. Relationship of extractable soil manganese


to soil pro~rties. Soil Sci. Soc. Am. J. 42 ( 4): 666-667. 197 8.

75. - - - - - - . Zinc, manganese and copper in soil fraetions. Soil Science


127 (1): 10·17. 1979.

76. SILVA, S.; VICENTE·CHANDLER, J. Effect of boron and zinc applications


on yields of intensively managed plantains growing on a steep Ultisol. J.
Agric. Univ. Puerto Rico 58: 134-136. 1974.

77. SILLANPAA, M. Trace elements in soils and agriculture. Roma, Italia, F AO


Soils Bull. no. 17, 1972. 67 p.

78. SIMMS, J.R; BINGHAM, F.T. Retention of boron by layer silicates, sesqui·
oxides and soil materials. Soil Sci. Soe. Am. Proc. 32: 364·369. 1968.

79. SMITH, R.L.; HENRY, A.S.; SHOUKRY, K.S.M. Inactivation of radiactive soil
zinc by soil organic matter. In lsotopes and Radiation in Soii·Plant Nutrí·
tion Studies. Proc. IAEA-F AO Symposium, Ankara, Turquía, 1965.
pp. 21-36.

80. STEINHARDT, U.; FASSBENDER, H.W. Características y composición quí·


mica de las lluvias de los Andes Occidentales de Venezuela. Turrialba 29:
179·182. 1979.

81. SW AIN, D.J. The trace element content of soils. Commonwealth Bur. of Soil
Sci. Tech. Comm. 48, 1955. 157 p.

82. TAFFIN, G. DE; QUENCEZ, P. An aspect of anionic nutrition in the oil palm
and coconut. Problem of Chlorine Oleagineux 35: 539·546. 1980.

83. TAKKAR, P.N.; MANN, M.S.; BANSSAL, R.L.; RANDHAWA, N.S.; SINGH,
H. Yield and uptake response of corn to zinc as influenced by phosphorus
fertilization. Agronomy J. 68: 942-946. 1976.

84. TEIXEIRA, T.; CAMPOS, J.; BRAGA, J.M.; DA SILVA, D.J. Deficiencias de
fósforo, cobre e cobalto em pastagens do Municipio de Morrinhos Goias.
Experientiae (Brasil) 12 (3): 63-87. 1971.

85. THOMAS, G.W. Kinetics of chloride desorption from soils. J. Agric. Food
Chem. 11: 201-203. 1963.
Elementos Menores u Oligoelementos 409

86. UDO, E.J.; FAGBAMI, A.A. The profile distribution of total and extractable
Zn in selected Nigerian soils. Commun. Soil Sci. Plant Analysis 10: 1141-
1161. 1979.
87. . Specific and non-specific sorption of copper by sorne Nigerian
soils. Agronomy Abstracta 1981, (USA) 1981. 155 p.

88. VALENCIA, G.; MESTRE, A.; DURAN, M. Respuesta a la aplicación de boro


y zinc en un cafetal de Fredonia, Antioquía. Cenicafé (Colombia) 19: 95-
101. 1968.
89. VERMAA, J.G.; BIE, G.J. VAN DER. On the occurrence of copper in tropical
soil. Plant and Soil2: 257-282. 1950.
90. VICENTE-CHANDLER, J.; CARO-COSTAS, R.; PEARSON, R.W; ABRU:Iil'A,
F.; FIGARELLA, J.; SILVA, S. The intensive management of tropical
forages in Puerto Rico. Río Piedras, Puerto Rico, Univ. of Puerto Rico,
A¡r. Exp. Sta. Bull. no. 187,1964. 152 p.

91. WADA, K.; ELFATTAH, A. ABO. The effect of cation-exchange material on


zinc adsorption in soils. lnternl. Soil Sci. Soc. 11th. Congr. 1: 293-294.
1978.
92. WEIR, C.C. A trace element survey of the major soil types in Jamaica. Trop.
Agríe., Trinidad, 57 (1): 21-28. 1980.
93. ZAVALETA, A Saline and alkali soils in Peru. Agrokém. Talajtan 18 ( Supl.):
169-180. 1969.
94. ZUSEVICS, J.; LA BREQUE, J.J. Micronutrient content of tropicalsoils of the
Upper Orinoco River. J. Agríe. Univ. Puerto Rico 64 (3): 363-367. 1980.
411

INDICE DE MATERIAS
A
Acidez del suelo, fertilizantes azufrados, 320
efecto de man«aneso, 17 4 lavado, 317
efectos de aluminio, 174 materia orgánica, 314
Acido foafórico, movimiento, 318, 320
disociación, 262 orgánico en suelos, 313
Acidos fúlvicos, orgánico, formación, 314
grupos funcionales, 66 orgánico, mineralización, 315, 316
Acidos húmicoa, 48 orgánico, propiedades, 314
espectros IR, 82, 85 oxidación y reducción, 318
grupos funcionales, 66 plaguicidas, 321
propiedades, 48 proceso de adsorción, 319
Acumulación materia orgánica, procesos dinámicos, 317
en bosques, 11 O reducción, 318
Adsorción, relación C:N:S, 315
aniones, 153 solubilidad, 317
concepto, 135 suelos volcánicos, 316
ecuación de Brunauer, Emmett y toxicidad, 321
Teller, 142 transformaciones, 319
ecuación de Freundlich, 138
fenómenos, 137 B
formas matemáticas, 138
Isoterma de Langmuir, 139 Balance de potasio, 360
Adsorción física, 135 Bases cambiables, 136
Alofán, 33 Beidelita, 27
adsorción, 33 fórmulas, 26
propiedades, 33 ]3iomasa,
Aluminio, componentes, 92
niveles críticos, 17 4 Biotita, 17
saturación, 17 4 Boro,
toxicidad, 17 4 adsorción por suelos, 383
Aminoácidos, 57, 68 contenido total suelos, 383
Aminoácidos azufrados, 71 disponible, medición, 384
Amonificación, 209-212 encalado, 384
Amonio, extracción, 384
fijación, 219 factores de disponibilidad, 383
intercambio, 219
volatización, 21 7 e
Aniones,
sueloa salinoa, 189 Cal, 177
Análisis químico elemental penetración, 181
. de suelos, 11 Calcio,
Azufre, absorción, 373
abonos, 320 ciclo, 372, 373
adsorción, 318 ciclo geoquímico, 369
adsorción, condiciones, 319 concentración en solución
aprovechamiento, 3 21 suelos, 371
ciclo, 317, 318 contenido en minerales, 370
compuestos en suelos, 313, 314 contenido en rocas, 369
compuestos inorgánicos, 316 en lluvias, 373
compuestos orgánicos, 314 en solución suelo, 370
contenido en suelos, 313 en suelos de Honduras, 371
determinación, 321 formas, 370
disponibilidad, 321 humedad, 371
412 Química de Suelos

meteorización, 372 lavado, 386


movimiento en suelos, 373 toxicidad, 387
pérdida, 372 Cloruro,
Cales agrícolas, 177 en lluvias, 387
Caliza, Cobalto, 397
composición química, 177 Cobre,
Cambio catiónico, acumulación tóxica, 396
proceso, 136 adsorción, 396
capacidad suelos latinoamericanos, disponible, 397
149 fracciones en suelos, 396
unidad, 136 propiedades, 396
Cambio de cationes, química en suelos, 395
carga cero, 161 unido a materia orgánica, 395
concepto, 136 Coeficiente de difusión de gas, 126
equilibrio de Donnan, 146 Componentes organominerales,
factores, 146 caracterización, 86
formulación matemática de proce- definición, 86
sos, 143 unión, 86
poder cambiador, 146 Compuestos orgánicos, 63
potencial, 146 azufrados, 70
relación, 146 fosfatos, 68
Caolinita, 24 Constante de Gapon, 145
estructura, 26 Contaminación,
Capa doble difuaa, factores que influyen, 401
estructura, 143 Contenido P,
propiedades, 143 factores influyentes, 258
Capacidad de cambio, Cuarzo, 16
en Centroamérica, 150
en horizontes B, 150 D
materia orgánica, 160
suelos con carga variable, 162 Denitrificación, 214-218
Capacidad de cambio efectivo (CICE), ecuación, 216
enfoque, 147 no biológica, 216
Capacidad de fijación, pH, 216
potasio determinación, 344 velocidad, 216
potasio, suelos, 346 biológica, 216
Capacidad tampón y atmósfera del Deposición nutrimentos,
suelo, 164 en lluvias, 226
Características del §Uelo, Desamin..dó de los residuos, 62
influencia del W, 171 Distribución C,
Carbonatos, 17 en Amazonía, 83
Carbonatos alcalinotérreos, 194 Distribución de C y N,
Carbono, en perfiles, 80
relación C:N:S, 316 Distribución de P,
Cationes, en latosoles de Brasil, 278
suelos salinos, 188 Distribución N en perfiles, 67
Cationes cambiables,
definición, 136 E
Cenizas,
nitrógeno, 204 Ecoaistema,
Cenizas volcánicas, análisis de biomasa, 92
potasio,336 análisis de reservas, 90
Ciclosilicatos, 13 bases edafológicas, 90
Cloritas, 29 componentes, 88
Cloro, componentes abióticos, 89, 90, 91
adsorción, 386 componentes bióticos, 89, 90
disponibilidad, 386 concepto, 87
lndice de Materias 413

forestales, 23 2 Fertilizantes de N,
sabanas. 233 transformaciones, 241
Ecuación de Gapon, 145 Fertilizantes fosfatados,
Ecuación de Jenny para N, 202 efecto de localización, 298, 299
Efecto Birch, 214 Fijación,
Efecto de fertilización, potasio, 344
largo plazo, 359 Filosilicatos, 15
Elementos menores, Fosfato de Ca,
ver oligoelementos distribución, 264
Encalado, Fosfatos de inositol, 68, 69
determinación de niveles, 176 Fosfatos ocluidos, 265
fósforo, 299 Fosforitas marinas, 257
materiales, 177 Fuentes de acidez, 162, 163
necesidad, 176 Fósforo,
neutralización de aluminio, 179 absorción, 277
rendimiento, 179 absorción por plantas, 301
saturación, 17 5 adsorción, 273
Encalado y pH, 17 5 apatitas, 257
Encalados, aplicación de silicatos, 298
suelos tropicales, 1 7 8 aplicación de silicatos, efectos, 299
F.ecoriu industriales, 1 7 8 aplicación de superfosfatos, 289
F.ecorias Thomas, 292, 293 capacidad, 277, 278
Esmectitas, 24 características de suelo y retención,
fórmulas ideales, 26 276
Espumas azucareras, 1 7 8 ciclo, 272
Esquema de meteorización, 20 ciclo en ecosistema forestal pluvial,
Explotación agrícola, 282
potasio, 352 ciclo geoquímico, 255
Explotación forestal, contenido en suelos, 265
potasio, 353 contenido suelos tropicales, 258
Extracción nutrimentos, contenido y formas en Latinoamé-
otros cultivos, 239, 240 rica, 259
por cereales, 23 8 cristales, 261
disociación, 267
F disponibilidad, 278
ecosistemas forestales, 279
Factor de encalado, 179, 181 ecosistemas forestales, reaervas, 279
Fase gaseosa, ecosistemas, reaervas y transferen-
composición química, 124 cias, 280
concepto, 124 efecto de tamaño fosfatos Sechura,
variación con profundidad, 125 294
Fase líquida, en agua de lluvia, 281
concentración iones, 122, 123 en vegetación, 281
concepto, 121 encalado, interacción, 299
Feldespatos, 14, 15, 16 existencias, 255
Ferrihidrita, 389 fabricación de fertilizantes, 293
Fertilidad y sistema agrícola, 103 fertilizantes, 275
Fertilización, fertilizantes silicofosfatados efecto,
nitrógeno, 235 295
Fertilizantes, fertilizantes, dosis, 284
amoniacales, 241 fertilizantes, efecto, 284
cianamida cálcica, 243 fertilizantes, efecto de mezclas, 296
efecto acidificante, 241 fertilizantes, efecto de tamaño, 298
fósforo, 283 fertilizantes, fórmula, 286
nitrogenados, 241 fertilizantes, naturaleza química,
nítricos, 242 283
urea, 243 fertilizantes, pH soluciones, 286
414 Química de Suelos

fertilizantes, problemas, 283 rocaa fosfatadaa, rendimiento, 292


fertilizantes, propiedades solucio- siatemaa de producción, 281
nes, 286 solubilidad, 267
fertilizantes, rendimiento, 296 superfosfatos, propiedades, 287
fertilizantes, siatema de aplicación, superfosfatos, efecto, 291
297 temperatura, 283
fertilizantes, época de aplicación, transferencia, 281
297 trasformación diferentes fuentes,
fijación, 27 6, 288 289
formas, 268 yacimientos, 267
formu en suelos, 260 zona de fertilizante, 286
formas, meteorización, 263 ácido fosfórico, 287
fosfato de aluminio, 269 Fósforo orgánico,
fosfato de calcio, 264 grupos principales, 68, 70
fosfatos amónicos, propiedades,
287 G
fosfatos condeDBados, 288
fosfatos orgánicos, 260 Gibbsita, 36
fosfatos orgánicos, estructura qu {- adsorción de aniones, 36
mica, 261 Goetita, 36, 389
fosforitas marinas, 267 Gorceixita, 261
guano, 267 Granito,
identüicación,. 266 composición, 9
inorgánico, 261 Guano,
inorgánico, estructura química, 261 fósforo en, 267
inorgánico, fraccionamiento, 262
interacciones, elementos nutritivos, H
300 Haloisita, 24
interacciones, microorganismos, estructura, 25
300 Hematita, 36, 389
interacción nitrógeno, 302 Hidróxido de cal, 1 7 8
isotermas, 267 Hierro,
metabolismo, 27 4 adsorbido, 389
micorrizas, 301, 303 color, 389
mineralización de P orgánico, 273, determinación, 390
274 disponibilidad, 390
necesidades, 282 en materia orgánica, 390
necesidades de cultivos, 282 importancia, 389
nitrofosfatos, 288 libre o activo, 390
orgánico, caracterización, 261 óxidos, 390
ortofosfatos, 268 Hiuingerita, 34
Oxisol, 292 Humificación,
países productores, 255 factores ecológicos, 72
pH, 269 factores externos, 7 2
plantaciones forestales, 283 factores internos, 71
potencial químico, 270 nitrógeno, 204, 211
precipitación de abonos, 27 4 proceso de, 65
producción, 266 Humus,
Rekaphos, 293 clasificación, 46
relación pH, 263 definición, 45
relación suelo planta, 277, 279 método clásico de fracciona-
reposición, 27 8 miento, 49
reservas latinoamericanas, 266
retención, 276, 276 1
rocas fosfatadas, 268, 286, 290
rocas fosfatadas, características, Dita, 28
290 propiedades, 28
lnclice de Materias 415

Ditas, contenido suelos hondureños, 874


retención de K, 29 en Andepta, 375
Imogolita, 32, 34 formu, 373
Indice de tumover, 231 lavado, 376
lndice de ingreso-reserva, 231 Magnetita, 37
lndice de reservas de vegetación, 229 Manejo de suelos salinos, 194
lndice de tranaformación de Jenny, Manganeso,
93,96 cambiable, 392
lndice de transformación de vegeta· ciclo, 392, 393
ción, 229 concentración, 892
Indice de tranaformación N, 229 contenido, 391
lnosilicatos, 15 disponibilidad, 393
composición, 15 fácilmente reducible, 892
Intercambio catiónico, niveles críticos, 1 7 4
América Latina, 148 toxicidad, 17 4
Intercambio de aniones, 152 óxidos, 391
Intercambio de iones, 135 Mantillo, 4 7
laotermu de adsorción, 137, 138 Materia orgánica,
Isotermas de Freundlich, abonos verdea, 105
USOS, 139 acidez, 84
laotermu de Langmuir, América Latina, 73
formu, 140 azufre, 314
limitaciones, 140 capacidad de cambio, 150
uso, 141 composición química, 4 7
contenido, 73
K contenido en suelos, 74 •
definición, 45
Kanditas, descomposición, 96, 98
composición química, 23 determinación del contenido, 49
propiedades, 23 efecto de quema, 101
efecto de tala y quema, 99
L explotación permanente, 104
explotación rotativa, 100, 102
Lavado, explotación aemipermanente, 103
azufre, 317 factores biológicos, 52
cloro, 386 formas, 73
magnesio, 376 fraccionamiento, 81
potasio, 343 importancia, 49, 50
Lepidocrocita, 36, 389 incidencia, 76
Ley de Fick, 125 intensidad del ciclo, 93, 96, 98
Ley de Nernst, 127 mulch, 107
Ley de relación.catiónica, 146 nitrógeno, 203
Líquido-gas, potasio, 343
equilibrio, 123 procesos químicos, 51
Líquido-sólido, producción, 97
·equilibrio, 124 producción forestal, 110
Lixiviación, 227 propiedades del suelo, 77
recuperación, 100
M relaciones C/N, C/P, C/S, 78
residuos animales, 107
Maghemita, 37 residuos de ciudades, 107
Magnesio, residuos de cosecha, 104
camLiable, 374, 375 rotación de cultivo, 108
ciclo, 375, 376 suelos tropicales, 73
ciclo geoquímico, 369 transformaciones, 93
contenido en minerales, 370 Materiales cambiadores,
contenido en rocu, 369 concepto, 142
416 Química se Suelos

Materia orgánica, determinación, 386


capacidad tampón, 165 disponibilidad, 386
ciclo, 87 extracción, 386
distribución, 7 6 toxicidad, 386
factores determinantes, 7 4 Montmorillonita,
física de suelos, 52 formación, 26
interpretación, 50 composición química, 26
material parental, 77 estructura, 27
pedología, 52 Muscovita, 17
retención por suelos, 87
utilidad, 51
velocidad de descomposición, 93 N
acidez del suelo, 77
Materia orgánica y agricultura, 99, 102 Nesosilicatos, 13, 15
Materia orgánica y clima, 76 Nitratos, 214
Meteorización, Nitrificación, 209, 212·214
condiciones climáticas, 21 clima, 213
Meteorización física, 18 condiciones, 213
Micas, 13, 15 Nitritos,
Micas hidratadaa, 28 oxidación, 213
Minerales, Nitrógeno,
dioctaédricos, 22 influencia del clima, 200
trioctaédricos, 22 relación temperatura, 201
Minerales arcillosos, aminoácidos, 206
composición, 22 amonificación, 209·212
composición química, 23 azúcares, 206
Minerales fibrosos, 31 balances, 229
Minerales interestratüicados, 30 balances en ecosistemas, 227
formas, 31 balances en sabanas, 235
Minerales primarios, 11 caña de azúcar, 237
coloración, 17 cenizas, 204
composición, 1 O ciclo, 207, 210
distribución, 17 ciclo geoquímico, 199
estructura molecular, 12 ciclo, ecosistema montano, 23 2
factores de meteorización, 21 clima, 203
hidratación, 19 compuestos, 206
hidrólisis, 19 contenido, 204
meteorización, 12, 18 contenido en suelos, 200
meteorización edafoqu ímica, 19 denitrificación, 214
meteorización geoqu ímica, 18 deposición lluvias, 225
óxidos, 16 distribución, 199
Minerales secundarios, 11 distribución en suelos de Centro-
cloritaa, 22 américa, 204
interestratificados, 22 ecosistema, 228
kanditas, 22 ecosistemas forestales, 228
silicatos, 21 efecto del fuego, 233, 234
trimórficos, 22 efecto temperatura, 234
Minerales trimórficos, factores edáficos, 203
subgrupos, 24 fertilización, 235, 241
Mineralización, fijación, 219
factores internos, 71 fijación asimbiótica, 222
materia orgánica, 53 fijación de reacción, 221
Molibdeno, fijación especies plantas, 220
acidez suelos, 385 fijación simbiótica, 219
adsorbentes, 385 fijación, asociaciones, 224
adsorción, 385 fijación, pH, 222
contenido, 384 fijación, temperatura, 222
lndice de Materias 417

formas en loa suelos, 205 Ley de Liebig, 381


fraccionamiento, 205 mineralización, materia orgá-
ganancias, 229 nica, 381
humedad, 202 movilidad, 399
humificación, 204, 211 requerimientos plantas, 381
inorgánico, 205, 206 toxicidad, 401
inorgánico, composición, 207 Opalo, 15, 16, 17
inorgánico, formas, 208 Ortanominerales, 211
interacción fósforo en abonos, 302 Ortofosfatos,
lixiviación, 227 en suelos, pK, 268
materia orgánica, 203 Oxidación,
mecanismo de fijación, 220 azufre, 318
microorganismos fijadores, 224 condiciones, 126
mineralización, 209, 211 Oxido de cal, 1 77
nitrificación, 209, 212-214 Oxido de man¡aneao, 37
niveles de fijación, 223 Oxido de silicio, 15
nodulación, 222 Oxido de titanio, 37
orgánico, 205, 206 Oxidoa de aluminio, 34
perfil del suelo, 204 Oxidos de hierro, 36
precipitación, 203 Oxidos hidratados, 34
producción agrícola, 235 Oxidos metálicos,
producción forestal, 236 en suelos, fórmulas, 17, 35
pérdidas, 229
quemas, 233 p
relación C:S:N, 315
relación con e, 207 Paligorskita, 31
reservas, 199, 231 Potasio,
reservas suelos, 234 absorción, 340
sistemas de producción, 233 abundancia, 3 27
temperatura, 203 acumulación, 357
topografía, 203 cambiable y absorción plantas, 342
Nodulación, 222 cambiable, ámbito, 335
Nontronita, 28 capacidad, 337
Nutrimentos, capacidad de fijación, 344
perdidos por erosión, 347 capacidad potencial, 338
remoción, 238-240 caracterización físico-química, 337
Núcleos en ácidos húmicos, 64 cenizas volcánicas, 336
Núcleos resultantes de humifica- ciclo, 333
ción, 65 ciclo de explotación forestal, 353
ciclo geoquímico, 327
o clima, 339
cloruro, 3 54
Oligoelementos, composición química, 334
alimentación animal, 3 97 contenido en rocas, 327
ámflitos contenido en suelos, 388 curva Q/1, 338
amónicos, 382 determinación, 333
cationes, 387, 389 difusión, 354
cationes, transformaciones, 387 dinámica, 344
contaminación, 399 ecosistemas, 346
contaminantes gaseosos, 400 ecosistemas forestales, 348
contaminantes inorgánicos, 401 efecto acidificante, 357
contaminantes líquidos, 399 efecto de fertilizantes, 355
contaminantes orgánicos, 401 efecto de tala, 349
contenido, 382 efecto residual, 355
caracterización, 381 en solución suelos, 335
en minerales primarios, 388 equilibrio, 337
factores de movilidad, 399 escorrentía, 345
418 Química de Suelos

ntructural, 332 R
explotación a¡rícola, 351
explotación forntal, 3 53 Reacción del suelo,
extracción, 352 para diferentes órdenn, 171
atraíble ácido nítrico, 334 acidificación progrniva, 165
fertilidad, 351 América Latina, 170
fertilización, rnpueata, 355 banda de fertilizantes, 166
fertilizante dosis, 3 58 capacidad tampón, 164
rijación, 344 concepto, 161
fijado, disponibilidad, 344 concepto ácido-base, 161
formas en suelos, 331, 332 conceptos de medición, 167
formu, equilibrio, 331, 333 efectos de abonos, 166
intercambiable, 334, 343 efectos del aluminio, 174
lavado, 344 efectos del manganeso, 1 7 4
lluviu,349 en suelos salinos, 168
materia orsánica, 343 factores en medición del pH, 169
menu principales, 3 29 influencia del pH, 178
meteorización, 3 29 medición del pH en agua, 168
minerales, 328 métodos de medición, 167
necnidades de cultivos, 852 naturaleza química, 161
necesidades de fertilización, 355 otros cationes, 17 5
percolación, 340, 343, 345 saturación de bases, 163
pérdida por erosión, 345 variaciones estacionales, 170
potenciales químicos, 339 Recuperación de suelos,
proceso de liberación, 333 con carbonatos alcalinotérreos, 194
quema, 349 Redox,128
recuperación, 358 potenciales, 129
recursos, 330 Reducción,
relaciones Q/1 y absorción, 341 condiciones, 126
relaciones, suelo-plantas, 339 reacción, 127
reservas, 328 Relaciones N/K, P/K, 352
respuesta a fertilización, 356 Relación de adsorción de Na( RAS),
sulfato, 355 191
temperatura, 350 Rendimiento agrícola y pH, 180
total suelos, 328, 829 Reservas,
transferencias, 348 potasio, 330
transformación de fertilizantes, 354 Reservas N en vegetación, 231
velocidad de disolución, 348 Residuos industriales, 107
yacimientos, 328 Residuos vegetales,
zona de fertilizantes, 354 amonificación, 62
Potencial de aluminio, 169 carbohidrato&, 53
Potencial de cal, 168 ceru, 59
Potencial de P, 266 como mulch, 104
Potencial mixto redox, 128 componentes químicos, 53
Potencial redox, 128 composición química, 54, 105
Potencial redox y pH, 129 compuestos orgánicos nitrogenados,
Potenciales catiónicos, 146 67
Producción agrícola, descomposición, 97, 98, 106
nitrógeno, 235 efectos sobre coaechas, 107
Producción forestal, grasas, 59
nitrógeno, 236 humificación, 61
Q lillninas, 6 o
microflora, 61
Quema, mineralización, 61
desarrollo de la temperatura, 101 otros compuestos, 60
efectos sobre nutrimentos, 101 polipéptidos, 56, 58
potasio, 849 producción, 97, 104
lndice de Materias 419

proteínas, 56 Suelos orgánicos, 7


resinas, 59 Suelos salinoa,
sacáridos, 55 aniones, 189
ácidos nucleicos, 56 caracterización, 187
Respuesta al P, cationes principalea, 188
cultivo, 285 efectos siatemáticoa, 189
Retención de aniones, 152 fuentes, 188
Retención de aniones orgánicos, 154 localización, 187
Roca básica, 9 manejo de agua, 195
Roca madre, problemas, 187
composición química, 7 propiedades físicas, 190
Roca semibáaica, 9 recuperación, 190, 192
Roca ultrabáaica, 9 riego, 189
Roca ácida, 9 sembrado, 197
Rocas fosfatadas, tolerancia, 195
composición 257 toxicidad, 191
depósitos de Latinoamérica, 291 Suelos salinos y plantas, 196
Rocas ígneas, Suelos salinos y sódicoa, 192
clasificación, 7, 8 recuperación, 192
composición química, 9 Suelos sódicos,
Rocas metamórficas, 1 O concepto, 191
Rocas sedimentarias, estructura química, 192
composición, 10 manejo de agua, 195
composición química, 10 propiedades físicas, 191
formación, 9 recuperación, 193
origen, 10 sembrado, 195
Rocas semibáaicas, 9 Suelos volcánicos,
Rocas semiácidas, 9 azufre, 316
Rocas ultrabásicas~ 7 Sulfato,
Rocas ígneas, movimiento, 319
acidez, 9 movimiento, efecto encalado, 319
movimiento, efecto fosfatos, 319
S Superfosfatos, 287
Sustancias húmicas, 63
Salinidad, tipos identificación, 82
efectos sobre suelos, 190 trópicos, 79
influencia, 190 Sustancias responsables,
Saponita, 28 por capacidad tampón, 164
Selenio, 398
toxicidad, 398 T
Sepiolita, 31
Serie retención de aniones, 152 Tala,
Silicatos, potasio, 349
clasificación grupal, 14 Taranakitas, 261
estructura, 13 Textura de suelo, 17 5
Silicatos de calcio, 17 8 Tolerancia a acidez, 1 7 3
Silicatos laminares, 21
constitución, 22 V
Silicatos no cristalinos, 32
Solución del suelo, 121 Variscita, 261
composición química, 121, 122, Vermiculita, 29
123 estructura, 30
equilibrio, 122 propiedades, 29
Sorosilicatos, 14, 15 Vivianita, 261
Suelos,
definición, 7 y
Suelos inundados, 130 Yodo,398
420 Química de Sudos

z
Zeolitu,32
Zinc,
adlorci6n, 394
di.lponibllidad y foafatoa, 395
diatribuc:i6n. 394
fertilizante, 395
química en aueloa, 394
lllla libro ae termlo6 de Imprimir
en loe Tallera Gr6flc:oe de
TllEJOS HNOS. SUCS., S. A.
SanJ.. Colla Rica

También podría gustarte