Reseña Cuerpo Enfermedad y Escritura

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issn 2683-1635

doi https://doi.org/10.19130/iifl.anec.2023.1.1745X00S240

Ana Laura Zavala Díaz. Cuerpo, enfermedad y escritura. Narrativa mexicana del Porfiriato.
México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigacio-
nes Filológicas, Seminario de Edición Crítica de Textos, 2021 (Resurrectio VI.
Estudios, 12). 245 pp.

Publicado en la colección Resurrectio del Instituto de Investigaciones Filológicas


de la Universidad Nacional Autónoma de México, el reciente libro de Ana Laura
Zavala Díaz, Cuerpo, enfermedad y escritura. Narrativa mexicana del Porfiriato, es producto
de una rigurosa investigación acerca de la abundante presencia de imaginerías so-
máticas en la cultura letrada mexicana de finales del siglo xix. En este trabajo, la
autora recupera un amplio y heterogéneo corpus textual en el que observa con de-
tenimiento el trasfondo epistemológico de las discusiones sobre los límites entre los
individuos sanos vs. enfermos, sostenidas por los sectores jurídico, social y médico,
bajo la lógica dominante de los saberes cientificistas en boga. Como concepto clave,
la estudiosa propone hablar de “retóricas somáticas” (215), con el fin de poner
al descubierto el lenguaje morfológico corporal ideado por la medicina clínica de
época —que localiza en testimonios de diversos géneros— y difundido por las élites
intelectuales que lo mismo buscaron gobernar por medio de mecanismos discipli-
nantes, que promover nuevos ideales de belleza literaria.
Hacia el último tercio del siglo, varios años después de haberse iniciado el pro-
ceso de secularización del Estado mexicano y en pleno auge modernizador, el afian-
zamiento de la doctrina positivista sentó las bases de la nueva ideología del Estado
porfirista. Así, la asimilación y la imposición de teorías evolucionistas extranjeras,
como las de Herbert Spencer, Auguste Comte y Charles Darwin, debilitaron las
figuraciones somáticas religiosas y tradicionales, cediendo el paso a la creación de
metáforas de corte cientificista para fraguar las representaciones de la población,
fundadas en nociones clínicas. En su primer capítulo, titulado “Estado y cuerpo en
el México porfiriano finisecular”, Zavala Díaz se centra en el pensamiento de Justo
Sierra, letrado de gran autoridad en la política y educación mexicanas. Convencido
de que la sociedad marchaba al ritmo de los organismos vivos, “cuyo funcionamien-
to era equiparable al del cuerpo humano” (40), este personaje adoptó una posición
biologicista con el objetivo de ponerle fin a los supuestos males que aquejaban al
país. En los artículos que retoma la investigadora, Sierra asegura que el estudio del
cuerpo individual permitiría, a su vez, la exploración del desarrollo del cuerpo nacio-
nal; sin embargo, estas medidas crearon marcajes semánticos sobre el cuerpo: “lo
normal, lo saludable, lo moral, pero también la evolución, el progreso, lo positivo e,
incluso, el nacionalismo [...] se opusieron a lo anormal, lo enfermo, lo amoral” (48).
De esta suerte, esos encadenamientos de sentido validaron la exclusión de organismos
enfermos, susceptibles de amenazar el orden social, signándolos como miembros de

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la comunidad destinados a desaparecer, de acuerdo con las leyes biológicas y deter-


ministas: indígenas, alcohólicos, afeminados y algunos artistas y escritores.
Aunado a lo anterior, la visión progresista de las clases dirigentes, en consonancia
con la retórica de la afinidad entre cuerpo individual y colectivo, fomentó el desarro-
llo y la circulación mediática de los postulados de la medicina higienista. A la cabeza
de esta nueva narrativa clínica se encontraba Luis E. Ruiz, quien propuso, más
allá de un tratado sobre la materia, un código de políticas públicas. Para el galeno, “las
grandes cuestiones administrativas o de economía política van siempre aparejadas
con una cuestión de higiene”.1 Así, la obsesiva recurrencia a los principios higie-
nistas del organismo fisiológico, entendido como agente patógeno causante de males
físicos y morales, individuales y colectivos, que aquejan a la comunidad nacional, de-
vino la normativización de una serie de medidas de índole infraestructural, así como,
también, el disciplinamiento de conductas personales. Ruiz diagnosticó estos males y
aseguró que su sistema sanaría al mexicano, en armonía con la patria moderna.
Luego de haber esclarecido la preponderancia y eficacia culturales de estos apa-
ratos somato-políticos que circularon, sobre todo, en los medios impresos del país, en
el capítulo “Del caso clínico al caso literario”, Zavala Díaz descubre un giro de estas
metáforas fisiologistas hacia otras narrativas de corte más bien literario. La simbo-
logía somática —en particular, el tópico del cuerpo enfermo— comenzó a delinear
la identidad y la estética de un grupo de jóvenes escritores que, para entonces, iban
ganando notoriedad; me refiero a los autodenominados decadentistas, quienes bus-
caban abrirse espacio en el campo intelectual mediante la imposición de sus ideales
sobre el arte y el artista. En respuesta a estas perturbadoras plumas, los adeptos al
realismo nacionalista no dudaron en descalificar sus trabajos; por medio de un ejer-
cicio de asimilación de la narrativa clínica, Victoriano Salado Álvarez, José Primitivo
Rivera Fuentes, Hilarión Frías y Soto y Ángel de Campo criticaron a los autores en
ciernes con parámetros psicofisiologistas. La estudiosa advierte que esta valoración
médico-cientificista censuró su “vocabulario indecente”, basado en la recepción de los
postulados de Bénédict Morel, Cesare Lombroso y, en especial, Max Nordau, teóricos
que sistematizaron las enfermedades psíquicas padecidas por los artistas —funda-
mentadas, principalmente, en los binomios normal/anormal y sano/enfermo—. Con
ello, algunos artistas fueron denostados por su supuesta condición de degenerados,
dementes, desequilibrados e hipersensibles, rasgos de innegable contagiosidad y, sobre
todo, inmoralidad. No obstante, la autora recupera una serie de textos que evidencian
las estrategias discursivas de las que se valieron los decadentistas para subvertir tales
axiomas, recurriendo a ese mismo universo de cariz temperamental enfermizo. Estos

Luis E. Ruiz, Tratado elemental de higiene. México: Oficina Tipográfica de la Secretaría de


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Fomento, 1904, p. 6.

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“locos estéticos” (106) reclamaron su presencia en el medio cultural al validarse a sí


mismos como miembros de una escuela literaria refinada, cuyos cofrades “compartían
una constitución anímica, caracterizada por una extrema excitación nerviosa” (79).
Las discusiones en torno al cuerpo, en consonancia con la ideología positivista y
los anhelos de desarrollo, transformaron los saberes sobre lo somático en el ambien-
te finisecular y cobraron fuerza, también, en los discursos literarios. Porfirio Parra,
médico y político, escribió en 1891 Pacotillas. Novela mexicana; en esta narración de
corte costumbrista nacionalista, filiada a las posturas de Ignacio Manuel Altamirano
sobre el empleo de la literatura como un medio para civilizar a los lectores, el lite-
rato recurrió al género modélico de la medicina: el caso clínico. La obra da cuenta
de la degeneración de Francisco Téllez, en voz de un narrador-médico. Ana Laura
Zavala Díaz dedica a este relato el capítulo “Retóricas realistas de la enfermedad: el
caso de Porfirio Parra”, donde analiza las motivaciones que llevaron a este escritor
a construir un protagonista “enfermo del mal de fin de siglo” (113-114). Al decir de
la estudiosa, el personaje-paciente revela los discursos con los que Parra dialogaba:
“herencia, medio y circunstancia” (142). No obstante, Zavala Díaz no pierde de vista
que el autor pone en el centro de su novela un padecimiento psicosomático. No es
casual que Pacotillas encarne a un enfermo mental cuya sintomatología se origina en
sus agitadas circunvoluciones cerebrales, causadas por la fractura de la armonía de su
ambiente, lo cual tendría un correlato con el posicionamiento de Parra como médico
ante los temperamentos hiperestesiados y melancólicos, una evidente resonancia de la
polémica del modernismo decadente.
Por último, en el capítulo “Retóricas decadentistas de la enfermedad. El caso
de Bernardo Couto Castillo”, Zavala Díaz analiza “Blanco y Rojo”, relato del joven
escritor, quien se adhirió a la escuela decadentista con la publicación de su libro Asfó-
delos. El cuento narra el testimonio de Alfonso Castro, personaje ávido de impresiones,
quien lleva a cabo un asesinato como vía de acceso a la suprema creación estética. A
diferencia del enfermo hereditario de Parra, cuya constitución mental pone a prue-
ba los presupuestos de la razón y, por ende, perturba el funcionamiento de la na-
ción, Couto traza una figura autónoma que atenta directamente contra el aparato de
Estado, un degenerado-criminal envilecido por las lecturas de escritores extranjeros
malsanos. En consonancia con la estética decadentista, Couto emplea las ideas nor-
dausianas de tonalidad mórbida y el vocabulario patológico cientificista para hacer
del personaje criminal un sujeto de su propio discurso.
Ciertamente, la investigación de Ana Laura Zavala Díaz forma parte de una
reciente tradición crítica conocida como historia cultural, cuyo propósito es obser-
var los vasos comunicantes entre el objeto de estudio y sus posibles lazos políticos y
sociales con el poder que los articula; de tal suerte que su análisis de las dimensiones
simbólicas construidas sobre la tríada: medicina, enfermedad y escritura, dialoga de

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manera ejemplar con las indagaciones de Jacques Le Goff, Nicolas Truong y Daniel
Denis, así como las de Isabel Clúa Ginés, Gabriela Nouzeilles y Rafael Huertas. Ade-
más de las valiosas aportaciones filológicas acerca de cuestiones poco atendidas por la
crítica mexicana, el lector interesado en el estudio de Zavala Díaz podrá contemplar
un par de aspectos medulares que recorren sus páginas globalmente: por un lado, la
mirada crítica de la investigadora no deja de tomar en cuenta la realidad colonial
imperante en los países latinoamericanos, entre ellos México, que, en pleno estadio
de autodefinición nacional, fue impelido por las élites gubernamentales a someterse
al nuevo mandato del progreso social —basado en el adelanto tecnológico e indus-
trial— mediante la imposición de saberes híbridos provenientes de diversas latitudes,
que, a su vez, buscaron fracturar las doctrinas religiosas, los conocimientos caducos, así
como las posiciones estéticas, con el propósito de curar —y, quizá, mejor dicho, enfer-
mar— la heterogeneidad poblacional: racial, religiosa, de clase y género, por medio
de procedimientos clínicos. Y, por el otro, en el terreno de la metodología de investi-
gación, el rigor de la autora es destacable en cuanto a su compromiso intelectual con
la producción de conocimiento sobre la compleja realidad decimonónica: quienes
se adentren en sus páginas —estudiantes, investigadores, grupos especializados en la
literatura mexicana— podrán advertir dos ejes notables del estudio, el cual propone
deconstruir, en primera instancia, el concepto de cuerpo como “organismo natural”
(10) y, en segunda, las nociones de escritura y de actos del lenguaje —así sean los cor-
porales— como eventos situados fuera del marco político.
Fuente inagotable de experiencias sensoriales, deseos, placeres y dolores, en el
cuerpo se circunscriben los signos con los que la historia, el poder y la cultura han
cifrado un amplio repertorio de ideologías e imaginarios en torno a la anatomía de los
individuos y las comunidades normales y anormales. El cuerpo es la herramienta
de acción del poder, así como poder en sí mismo. En este sentido, la labor de apro-
ximarse a lo corporal no solo se reduce a recuperar la presencia de ese tópico en
modalidades textuales de diferente cuño, sino que, como muestra Ana Laura Zavala
Díaz en su libro, esta tarea también implica leerlo en clave de bisturí que permita di-
seccionar tales testimonios y encontrar en ellos las vías de abordaje para localizar esos
mecanismos con los que la letra tomó la forma de aparato normalizador y tecnología
disciplinaria, los cuales sirvieron tanto al Estado para regular la praxis social como a
los escritores para explorar inéditos modelos literarios en aquel fin de siglo xix.

Claudia Ximena Yáñez Chávez


El Colegio de San Luis, México
ID: http://orcid.org/0000-0002-7553-7633
xime.yanezchavez@gmail.com

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