Vinuales ElAteneo
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hasta llegar a la primera organización importante surgida con la Sociedad Estímulo de Bellas
Artes en 1876. Al mismo tiempo y al igual que los artistas, los literatos argentinos, cuyo campo
de acción mostraba aparentemente mejores perspectivas dado que tenían mayores recursos y las
bibliotecas estaban a su alcance, luchaban cada uno por su cuenta y por sus ideales. Fue a raíz de
defender y fortalecer la cultura nacional intentando hacer prevalecer el interés colectivo sobre el
individual.
Con tal espíritu surgió en 1893 El Ateneo, en donde los autores se reunieron en torno de
Carlos Guido Spano, hombre de larga experiencia en el terreno de las artes, que en 1848 había
estado en París mezclado en las huestes de Lamartine y de Hugo y tres años después había
asistido al golpe de Estado del príncipe Napoleón tomando parte activa en la protesta popular.
Regresado a la Argentina demostró sus dotes humanitarios abogando en favor de los prisioneros
31
. SCHIAFFINO (1933), p. 306-310.
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La primera reunión, en la cual quedó resuelta la creación de El Ateneo bajo la presidencia
de Guido Spano, se realizó en la casa del escritor Rafael Obligado y participaron de la misma
numerosas personalidades de las artes, de la cultura y hasta de la política como el General Lucio
V. Mansilla, militar que se había destacado en la guerra contra el Paraguay y trabajando como
jefe de frontera y explorador en el sur del país, etapa sobre la cual dejó testimonio en su libro
Entre los hombres de letras debe destacarse la presencia, además de los nombrados, de
Calixto Oyuela, Ricardo Gutiérrez, Roberto J. Payró y Enrique Larreta, y entre los artistas las de
Educación situado en la calle Esmeralda de Buenos Aires, hasta que se produjo la apertura del
local en la moderna Avenida de Mayo, esquina Piedras, el 25 de abril de 1893. Para esa entonces
los seis años siguientes, hasta la desaparición de El Ateneo, disertaciones de escritores y artistas -
entre ellas las primeras discusiones en torno al nacionalismo en el arte a partir de 1894 con
Obligado, Oyuela y Schiaffino como mayores animadores-, conciertos, entre ellos los
carácter anual, pioneras del Salón Nacional que habría de crearse en 1911.
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La primera exposición de El Ateneo reunió 106 pinturas y 30 esculturas, siendo
inaugurada el 15 de mayo de 1893. Entre las obras presentadas en aquella ocasión se destacaron
algunas de las que Augusto Ballerini había ejecutado durante sus excursiones al interior del país
como "Cascada del Iguazú", "Boca del río Iguazú" y "Toldería de indios Tobas", "La corrida
de sortija" de Angel Della Valle -expuesta en 1992 en el Pabellón Argentino de la Expo Sevilla-
y "Fiesta de la Pura, en Santa Fe", del valenciano Vicente Nicolau Cotanda quien estaba
radicado en el país desde hacía cuatro años y habría de ser, a partir de 1897, el primer maestro de
Entre las escasas notas periodísticas aparecidas a raíz de esta exposición vale destacar la
reseña publicada por la Revista Nacional32 en la que se augura que la muestra "marcará una
data digna de histórico recuerdo en el desenvolvimiento intelectual argentino, como que ha sido
la primera manifestación pública de vida artística nacional... (...). Sabemos... que algunas obras
han sido vendidas; hemos averiguado los nombres de los compradores y constatado con la
sorpresa consiguiente que entre ellos no figura el de ninguno de nuestros coleccionistas; éstos y
el Gobierno han dejado pasar esta primera manifestación oficial de vida artística nacional, sin
una sola demostración de interés efectivo, como que ni los unos, ni el otro se han dado cuenta
Este párrafo marcaba una realidad que, con honrosas excepciones, se mantuvo hasta
prácticamente la segunda década del siglo XX, en la que recién el público y los coleccionistas
alternaron su interés por adquirir las obras extranjeras -en general de segunda categoría- que
32
. “Notas acerca de la Exposición”. Revista Nacional, Buenos Aires, 1º de julio de 1893. Cit.. SCHIAFFINO
motivo los marchantes europeos eligieron a la Argentina como el paraíso de sus negocios,
sabiendo que allí podían hacer su agosto con exhibiciones de artistas europeos.
inmediata la realización de una nueva exposición artística, esta vez en el Palacio Hume de la
objetos de arte pertenecientes a las más prestigiosas colecciones privadas de Buenos Aires,
muchas de las cuales se habían formado durante los tiempos de Rosas y que el público nunca
En la sección de pintura se destacaron los lienzos de Villaamil que había traído desde
España Manuel de Guerrico durante aquel período tan aciago para la cultura argentina, las
pinturas flamencas y holandesas reunidas por don Francisco J. Brabo y otras también
importantes, muchas de las cuales estaban en vías de ser subastadas. Figuraron en la muestra
algunos cuadros españoles como "El sueño del Niño Dios" atribuído a Alonso Cano, el "Retrato
de Don Antonio Porcel" de Francisco de Goya, perdido en 1953, en el incendio del Jockey Club
Sin embargo, prevalecieron las obras francesas e italianas, destacándose entre las primeras
"El sacrificio de la Rosa" de Honoré Fragonard, la "Danza del Arlequín" de Edgar Degás,
actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, y que fue calificada como
la nota más moderna entre las pinturas de la exhibición. Esta muestra, que solamente habría de
ser superada por la Exposición Internacional del Centenario en 1910, no tuvo prácticamente
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repercusión en la prensa porteña salvo tres artículos aparecidos en La Nación en noviembre de
1893.
Ateneo, ya bajo la presidencia de Carlos Vega Belgrano quien había reemplazado a Calixto
guachitas", cuadro de corte costumbrista realizado por Eduardo Sívori, "La vuelta del malón" de
Angel Della Valle, el "Corsario la Argentina" de Martín Malharro y "Sin pan y sin trabajo" de
Ernesto de la Cárcova.
La exposición tuvo mayor eco que la anterior en lo que a prensa se refiere y los principales
exposición, la casi nula afluencia de artistas extranjeros quienes comprendiendo los propósitos
nacionalistas de la misma optaron por fundar paralelamente una sociedad rival llamada "La
Colmena Artística", que a pesar de haber organizado algunas exhibiciones, no llegó a tener
Ante la falta de interés de los coleccionistas, del Gobierno y del público en general por
adquirir obras, se optó por encargar a los martilleros Guerrico y Williams que las remataran en
subasta pública. La afluencia de la gente al acto fue notable pero a la hora de las ventas solo dos
ambiente no estaba aún preparado para acoger estas iniciativas locales y los compradores
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siguieron optando por los cuadros de comercio traídos por mercaderes extranjeros de poca
competencia.
A esto debemos sumar la falta de organismos oficiales que estimularan el afán de los
artistas y el interés del público como pudieron haber sido una Academia y un Museo Nacional
de Bellas Artes, como así también el poco apoyo que encontraron a su vuelta los jóvenes artistas
que, becados por el mismo Gobierno, habían ido a estudiar a Europa y dieron, a su regreso,
Este panorama tan desalentador para las artes y la cultura argentinas del momento fue
ilustrado en mayor medida por Eduardo Sívori quien expresó: "un pintor va a Europa, estudia y
trabaja allí durante años, hace cuadros de composición, piensa en hacerlos en su tierra, cuando
regrese, vuelve y se encuentra con que no hay mercado... Para qué va a pintar cuadros de
costumbres que nadie le comprará?... Entonces, con esta triste convicción, se dedica al retrato,
y hace retratos y más retratos, alternando con lecciones de pintura, que tiene generalmente que
dar a precios módicos, único medio de ganarse la vida. He aquí por qué los pintores hacen en
inició sus estudios en Buenos Aires con el pintor Martín Boneo, viajando posteriormente a
33
. La Nación, Buenos Aires, 5 de noviembre de 1894. En: SCHIAFFINO (1933), p. 376.
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Francia y estudiando a partir de 1873 en la Escuela de Bellas Artes de Bayona. Se trasladó a
Una beca otorgada por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires en 1881 le permitió
prolongar su estadía en Francia instalándose en París en donde presentó, en el Salón de 1886 -el
último en el que participó ya que tenía la costumbre de hacerlo desde 1879- el cuadro "La
muerte de Pizarro". En octubre de ese año regresó al país, retornando a Europa un año y medio
produjo en 1891. En Buenos Aires, viendo que el ambiente no era propicio para su anhelada
labor de artista, sumándose esto a otros problemas de índole personal y cierto desequilibrio
conjunto en el cual pudo apreciarse la diversidad de géneros que el artista había encarado
durante sus años de trabajo. Convivieron allí pinturas de historia como "La muerte de Pizarro"
con obras académicas como "La cabeza del Bautista". Se expuso también su composición más
recordada, "La vuelta al hogar", pintura de costumbres que hoy se halla en el Museo Nacional
de Bellas Artes en Buenos Aires. En la muestra figuraron también cinco naturalezas muertas y
Eduardo Sívori (1847-1918), de quien citamos en el punto anterior una caracterización del
ámbito artístico nacional luego de la segunda exposición de El Ateneo, provenía de una familia
sólida y había estudiado en Europa entre 1873 y 1876 año en que regresó y promovió la creación
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de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. En 1882 regresó a París residiendo allí hasta 1891,
período en el que trabajó bajo la dirección de Jean Paul Laurens, Colin, Hannoteau y Puvis de
pintura de Gustave Courbet. La más importante de ellas fue "Le lever de la bonne", presentada
(1866-1927), cuyos primeros estudios estuvieron en manos del italiano Francesco Romero en la
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. Titulada en francés L'alouette de la barriére, esta obra fue destruída en París por el propio Eduardo Sívori al
enterarse de la muerte de su padre, acaecida en Buenos Aires. En: SCHIAFFINO (1982), pp. 127-128.
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Academia de dibujo y pintura de la Sociedad Estímulo a partir de 1885. Prosiguió sus estudios
la obra "Sin pan y sin trabajo" en la segunda exposición de El Ateneo. Alternó su carrera de
artista con sus labores educativas siendo fundador y primer director de la Escuela Superior de
Bellas Artes de la Nación que hoy lleva su nombre. Fue designado primer director de la
Academia Nacional de Bellas Artes al crearse ésta en 1905, institución en la que también ejerció
tareas docentes.
Eduardo Schiaffino (1858-1935), artista y escritor, cuyos textos referidos al arte argentino
especialmente del siglo XIX han sido de referencia obligada a lo largo del presente trabajo,
realizó sus primeros estudios con el veneciano José Agujari, participando en 1876 de la
fundación de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. En 1884 fue becado por el Ministerio de
Instrucción Pública para estudiar en Europa. En Venecia estudió con Egisto Lancerotto durante
un año, partiendo luego hacia París, ciudad en la que fueron sus maestros Puvis de Chavannes y
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Collín entre 1885 y 1891, año en que regresó a la Argentina vinculándose nuevamente a la
Sociedad Estímulo.
Al crearse el Museo Nacional de Bellas Artes en 1895 bajo la presidencia de José Evaristo
Uriburu, fue designado como primer director. En 1904 fue delegado por el ministro de
muestra de artistas argentinos en el extranjero que se realizó en Saint Louis, Estados Unidos.
Dos años después, ya bajo la administración nacional de Figueroa Alcorta, viajó a Europa para
adquirir obras antiguas y modernas para el patrimonio del Museo. Debido a su permanente
participación en asuntos organizativos, costumbre con la que continuó por varios años, su
carrera artística se vio relegada a un segundo plano sin llegar a tener una producción numerosa.
Por último hemos de hacer mención a la labor de Pío Collivadino (1869-1945) quien
inició sus estudios artísticos en 1882 en la Societá Nazionale Italiana de Buenos Aires pasando
viajó a Italia donde cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de Roma de la que egresó en
1895. En 1898 el Gobierno argentino le otorgó una beca para seguir perfeccionándose en Roma.
En este período practicó la técnica del fresco junto a César Mariani colaborando además con
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César Maccari en la decoración del Palacio de Justicia de la capital italiana. En 1901 se presentó
en la Bienal de Venecia, costumbre que repitió en 1903 -con su obra más conocida, "La hora del
Ya regresado, fue cofundador del Grupo "Nexus", asociación que, creada en 1907, se
encargó de retomar la tarea de organizar exposiciones anuales que había iniciado El Ateneo,
siendo además precursora de la creación del Salón Nacional en 1911. Ejerció la presidencia de la
Academia Nacional de Bellas Artes desde 1908 hasta 1935, reemplazando a Ernesto De la
Entre sus labores más destacadas como artista debemos señalar la decoración del Teatro
Sacramento de la Catedral de la capital uruguaya, los cuales realizó en 1936 en colaboración con
el pintor oriental Carlos María Herrera quien había sido representante en el país hermano del
Grupo "Nexus".
Collivadino se dedicó a la pintura social en la que sobresalió con "La hora del almuerzo",
lienzo que data de 1903, destacándose también el cuadro titulado "El final de reyerta" en donde
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se ve a un carabinero cuidando el cadáver de un obrero muerto en una taberna. En estos lienzos
sino que su objetivo fue, ante todo, exaltar las tradiciones argentinas e hispánicas.
impulso la idea de formar una Museo de Bellas Artes que cobijara obras representativas del arte
europeo en sus distintos períodos a fin de que sirvieran como modelo a los nuevos artistas que se
realizado en 1870 el coleccionista Juan Benito Sosa con la finalidad de que se convirtiesen en la
base del mentado Museo, el senador Bernabé Demaría, hombre de las letras y de las artes,
Provincia de Buenos Aires", el cual incluyó la designación de dinero para adquirir y restaurar
El propio Sosa elaboró un nuevo proyecto para erigir un Museo, esta vez de carácter
nacional. Este plan de 1886 comprendió la creación de un "Museo público nacional de Pintura,
Municipio de la Capital".
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El coleccionista justificó el proyecto afirmando que "necesitamos un Museo público de
Bellas Artes, con modelos excelentes en lo antiguo y lo moderno; -con escuela pública nacional
de enseñanza bien dirigida, y biblioteca técnica, para que de allí surjan los artífices argentinos
que han de trazar con gloria en el lienzo gigante de nuestro pasado, los grandes perfiles de
modelando en la piedra y metales de nuestra tierra, a los próceres de toda esa larga historia de
sacrificios y de abnegación"35.
Entendía Sosa que la persona más importante en la formación y desarrollo del Museo
debía ser el "Director restaurador y conservador", y que lo mejor sería que fuese "una
articulado redactado por Sosa, presentar al director del Establecimiento "un catálogo detallado
de los modelos antiguos más selectos y necesarios, para formar la selección (copias exactas) de
ejemplares distinguidos de las Bellas Artes, como base indispensable y fundamental para el
mejor resultado de la escuela nacional" (art. 21). Asimismo, ambos directores determinarían "el
modo más ventajoso para la adquisición de los modelos más distinguidos de la Escultura
35
. SOSA (1889), p. 12.
36
. Ibídem., pp. 127-128.
37
. Ibídem, p. 118-120.
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Con la creación de El Ateneo la idea volvió a cobrar vigencia ahora de la mano del
Intendente de Buenos Aires don Federico Pinedo quien presentó el 11 de marzo de 1894 otro
proyecto, esta vez para crear un Museo Municipal de Bellas Artes, especializado sobre todo en
pintura. "Los cuadros originales -decía el proyecto dirigido al Honorable Concejo Deliberante-
serán obtenidos principalmente por donaciones de particulares... y los recursos que os dignéis
sancionar, los que se obtengan del Gobierno Nacional y de las fiestas que se organicen a
El proyecto, que como puede apreciarse estaba basado en las ideas que había esbozado
Juan Benito Sosa en años anteriores, no halló el eco esperado entre los representantes de la
comuna quienes rechazaron el mismo debiéndose archivar la idea hasta mejor ocasión.
sucedieron en el cargo Carlos Zuberbühler y Cupertino del Campo. En 1897, año en que
Bellas Artes, a la que se encomendaron los asuntos artísticos del país incluyendo el control de
todos sus establecimientos educativos. El Museo Municipal de Buenos Aires habría de fundarse
38
. SCHIAFFINO (1933), p. 348.
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5.4. El Ateneo en 1894 y las primeras discusiones acerca de la necesidad de un arte
nacional.
En las dos décadas finales del siglo pasado se acentuó la llegada a la Argentina de
Constitución Nacional de 1853. Esta había estado inspirada en las "Bases" de Juan Bautista
Alberdi en las cuales el estadista afirmó, entre otros aspectos, que "los que nos llamamos
americanos, no somos otra cosa que europeos nacidos en América... el salvaje está vencido...
cual había llevado el progreso a los Estados Unidos. "Traigamos -dijo- pedazos vivos de ellas
Concluyó diciendo que "en América gobernar es poblar" y se refirió al "desierto" como el
Durante los años posteriores notamos como estos principios se fueron imponiendo en la
Argentina. Llegaron las "campañas al desierto" para ganar el terreno que habría de entregarse a
los nuevos pobladores que venían desde Europa, combatiéndose al indio de quien se había
creado aquella imagen deshumanizada que se había reflejado en las letras y en las artes.
pero con una distinción respecto de las ideas alberdianas: la mayoría de los europeos que
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viéndose perjudicadas las intenciones de una "economía a la inglesa y cultura afrancesada" a que
europeos en menor escala. Cada grupo mantuvo sus costumbres, idiomas y otros rasgos
Ante esta "invasión" consentida, los hombres de las letras y de las artes argentinas vieron
peligrar la identidad cultural nacional. En 1894 en El Ateneo se trató por primera vez el tema del
entonces presidente de la institución Calixto Oyuela y el pintor Eduardo Schiaffino por el otro.
elementos, Oyuela habló de ello como de una utopía, "como si la América no hubiese sido
descubierta por Europa y estuviese sólo poblada por indios"39. Schiaffino declaró por su parte
que "la nacionalidad de una obra de arte no depende puerilmente del tema elegido sino de la
fisonomía moral de su autor"40, frase que habría de cobrar vigencia varios años después al
arte argentino o "si se quiere latino-americano" como "hijo de una civilización antigua" y que
"no debe descender de la alteza de su origen; pero debe, como sus hermanos, ser
39
. “Ateneo. La conferencia de anoche”. La Nación, Buenos Aires, 29 de junio de 1894, p. 5.
40
. “Cuestiones de arte. Réplica al señor Rafael Obligado”. La Nación, Buenos Aires, 29 de julio de 1894, p. 1.
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independiente". Replicó a quienes negaban esta posibilidad de "independencia cultural"
mano extraña porque se nos ha puesto que somos niños; imitamos porque se nos ocurre que no
familiarmente, nuestros primos hermanos, se dan el lujo de enseñarnos lo mismo que ellos y
nosotros hemos aprendido en la cuna. Sabemos cuanto ellos saben...(...). En los dominios del
arte, esclavizamos el alma rindiéndola a los pies de cualquier fetiche europeo. Esto prueba para
del arte argentino y americano, situación que a su criterio tenía que revertirse. Oyuela y
Schiaffino tildaron de utópico el ideario de Obligado. Aquel no había sido un siglo propicio para
revoluciones y continuos cambios de regímenes y formas de gobierno afectando esto a las demás
manifestaciones de la vida y en el caso de las artes, como ocurrió en España, dándose una
quien ya había mostrado su vena hispanista declarando inclusive que éramos una "provincia
autónoma del imperio literario castellano", afirmó aquél: "La España aquí nunca fue gran cosa.
Lo fue en Lima y en Méjico, sus hijas predilectas, lo es en Colombia y en Venezuela. Ella nos
desdeñó tratándonos como a pobres, porque en la Pampa no halló oro metálico... Más que
41
. “Sobre el arte nacional. Réplica a los señores Oyuela y Schiaffino. Conferencia del señor Rafael Obligado
leída en el Ateneo en la noche del 28 del corriente”. La Nación, Buenos Aires, 30 de junio de 1894, p. 1.
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España, tuvo Inglaterra la visión de la valía de este país, y lo honró con dos invasiones,
felizmente inútiles para ella y tónicas para nosotros...", haciendo referencia a los fallidos
intentos británicos de 1806 y 1807. "En esta causa histórica reside principalmente la razón de
que la influencia española haya sido débil entre nosotros y hoy esté a punto de desaparecer
totalmente"42.
Más adelante replicó a Schiaffino, quien había afirmado que "la belleza de la Pampa es
puramente literaria", expresando: "el siglo XX se aproxima; con el vendrá nuevamente un año
conceptos de aquél, haciendo lo propio Schiaffino en una conferencia posterior. Oyuela amplió
sus ideas en una nueva disertación llevada a cabo el 15 de agosto de 1894 en la que expresó que
"intelectual, y sobre todo artísticamente, seremos lo que debamos ser en virtud de la raza a la
que pertenecemos y de las variedades con que nuestro clima y nuestra historia nos
enriquezcan... La tradición... nos ampara contra los caprichos del primer viento que sopla...
Ella nos impedirá caer y vivir perpetuamente de rodillas... abdicando nuestra personalidad
propia, ante una nación determinada... Ella nos evitará suponer en París el cerebro del
42
. Ibídem.
43
. Ibídem.
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mundo... Así entiendo yo el arte nacional entre nosotros. Arte de nuestra raza española,
El tema del "arte nacional" en Argentina volvería a ser analizado durante los primeros
años del siglo XX, entre otros por los pintores Martín Malharro, Fernando Fader y Cupertino del
Campo, los escritores Ricardo Rojas y Manuel Gálvez, y los arquitectos Martín Benito Noel y
Angel Guido.
44
. OYUELA (1894).
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