El documento resume las razones por las que Pablo insiste en que él es un apóstol llamado. Pablo fue comisionado por Jesús resucitado para ser testigo y ministro de lo que vio y para abrir los ojos de los gentiles. Pablo también afirma que la verdad del evangelio le fue enseñada directamente por Jesús y no por otros hombres. Pablo enfatiza esto para establecer su autoridad como apóstol y que su mensaje en la Epístola a los Romanos viene con la autoridad plena de Jesucristo.
El documento resume las razones por las que Pablo insiste en que él es un apóstol llamado. Pablo fue comisionado por Jesús resucitado para ser testigo y ministro de lo que vio y para abrir los ojos de los gentiles. Pablo también afirma que la verdad del evangelio le fue enseñada directamente por Jesús y no por otros hombres. Pablo enfatiza esto para establecer su autoridad como apóstol y que su mensaje en la Epístola a los Romanos viene con la autoridad plena de Jesucristo.
Descripción original:
Buenisimo
Título original
Pablo, Apostol de Jesucristo_ R - David Martyn Lloyd-Jones
El documento resume las razones por las que Pablo insiste en que él es un apóstol llamado. Pablo fue comisionado por Jesús resucitado para ser testigo y ministro de lo que vio y para abrir los ojos de los gentiles. Pablo también afirma que la verdad del evangelio le fue enseñada directamente por Jesús y no por otros hombres. Pablo enfatiza esto para establecer su autoridad como apóstol y que su mensaje en la Epístola a los Romanos viene con la autoridad plena de Jesucristo.
El documento resume las razones por las que Pablo insiste en que él es un apóstol llamado. Pablo fue comisionado por Jesús resucitado para ser testigo y ministro de lo que vio y para abrir los ojos de los gentiles. Pablo también afirma que la verdad del evangelio le fue enseñada directamente por Jesús y no por otros hombres. Pablo enfatiza esto para establecer su autoridad como apóstol y que su mensaje en la Epístola a los Romanos viene con la autoridad plena de Jesucristo.
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Pablo, Apóstol de Jesucristo
D. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981)
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” - Romanos 1:1
Hemos estado considerando todo lo que Pablo quiere decir
cuando se describe a sí mismo como "llamado a ser un apóstol", y el siguiente punto a establecer, por supuesto, es que el Apóstol también fue comisionado muy especialmente por el Señor mismo, y eso es algo bastante vital. La declaración clásica de eso se encuentra en el capítulo vein séis del Libro de los Hechos, donde Pablo, que está siendo juzgado, por así decirlo, ante Agripa y Festo, lo pone así en los versículos 16 al 18 - un pasaje muy importante si queremos entender lo que él dice acerca de sí mismo aquí. El Señor resucitado le está hablando, y le dice: "Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a , para ponerte por ministro y tes go de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a , librándote de tu pueblo, y de los gen les, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las nieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de los pecados..." Ahora, allí está la comisión del Apóstol. El Señor resucitado no sólo se le aparece, sino que le dice específicamente que lo ha hecho para comisionarlo, para enviarlo como apóstol, uno de los pocos elegidos que han sido llamados y apartados muy específicamente para este gran fin de proclamar la verdad acerca de Él, y hacerlo de una manera evidentemente autoritaria. Pero hay algo más que es interesante, y es algo que podemos fácilmente pasar por alto, o no tener cuidado de observar. Diría, de nuevo, que nunca debemos permi rnos apresurarnos al repasar estas declaraciones preliminares en ninguna epístola, o cualquier comentario que parezca ser un mero aparte pronunciado por este gran hombre, porque aquí nos dice que no sólo vio al Señor de esta manera, y que no sólo fue llamado y comisionado por Él para ser un apóstol, sino que - y esta era otra marca y signo, recuerden, de un apóstol – le fue enseñada la verdad por el Señor mismo. Ahora bien, Pablo está muy preocupado por esto. Permítanme darles la prueba de lo que estoy diciendo a par r del capítulo uno de Gálatas, versículos 11 y 12: ‘Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.’ Los otros apóstoles no le enseñaron este evangelio; de haber sido así, no habría sido él mismo un apóstol. Por eso, entonces, él lo aclara, y si usted con núa leyendo ese primer capítulo de la Epístola a los Gálatas, usted encontrará que él con núa enfa zando esto y repi éndolo; él dice, ‘Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gen les, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro...’ No para que aprendiera de Pedro. No para que se convir era en discípulo o estudiante de Pedro, para que Pedro le dijera la verdad. ¡En absoluto! Fue como un igual, como nos dice en el resto de ese capítulo. La afirmación del Apóstol es que la verdad que predicaba le había sido transmi da por el mismo Señor, no por un maestro humano. El mensaje del evangelio, el entendimiento de todo esto, le había sido dado directamente por el mismo Señor que había enseñado a los doce en los días de Su carne aquí en la erra. Ahora todo esto ene una importancia tremenda. Es parte de la declaración de Pablo que él es un apóstol ‘llamado’ y quiero jus ficar este punto de la enseñanza aún más, porque el Apóstol lo dice en otros dos lugares. Encontrarás que lo dice en 1 Corin os capítulo once, verso 23 - recuerdas este pasaje en relación con la Cena del Señor: ‘Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado...’ De nuevo, es la misma afirmación de que él no lo aprendió y que no fue enseñado por los hombres. Y puedes ver que en 1 Corin os 15:3 vuelve a hacer lo mismo: ‘Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí...’ Y ves el argumento adicional que él plantea, en el versículo 11, de su igualdad con estos hombres; dice: ‘Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído’. En otras palabras, se esfuerza mucho por afirmar su absoluta igualdad con los demás apóstoles. Es un apóstol ‘llamado’. Es un ‘completo’ apóstol, tanto como Pedro. Luego te das cuesta de que él hace la tercera afirmación, de que el Señor, al hacer todo esto, le comisionó muy especialmente para ir a los gen les, de modo que puede decir en Romanos: ‘Porque a vosotros hablo, gen les. Por cuanto yo soy apóstol a los gen les,’ ese es su tulo, ‘honro mi ministerio’ [11:13]. Fue el Señor quien, como vimos en Hechos 26:18, le comisionó muy especialmente para ir a los gen les. Se gloría en el hecho de que él, que era un ‘hebreo de los hebreos’, y tan estrecho como un hombre podía ser en un sen do nacionalista, es ahora el apóstol de los gen les. Él magnifica su oficio. Permítanme, entonces, resumirlo diciendo que el Apóstol está muy preocupado de que estos Cris anos en Roma se den cuenta de que él es realmente un apóstol de pleno derecho y que no hay ninguna duda al respecto. ‘¿Por qué insistes tanto en esto?’, dice alguien. Hay una buena razón. Había muchos en aquellos primeros días en la iglesia que decían que eran apóstoles. Por ejemplo, lees esto en Apocalipsis: ‘Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado men rosos’[2:2]. Había mucha gente que se arrogaba este tulo a sí misma, y afirmaban que eran apóstoles, así que el apóstol Pablo, natural y correctamente, estaba muy preocupado de que no hubiera dudas sobre este asunto. Él es igual a los otros apóstoles, y lo está enfa zando en este punto por esta razón. Quiere que los miembros de la iglesia en Roma sepan que cuando él escribe, como está escribiendo, lo hace con la plena autoridad de un apóstol, lo que significa que está escribiendo con la plena autoridad del Señor Jesucristo mismo. Él es el embajador; él es el representante; él es autoridad. Lo que escribe no es una carta personal; no es un hombre que escribe a otros hombres y mujeres. ¡No! es un hombre que escribe, que ha sido llamado y a quien se le ha dado su mensaje; escribe con una autoridad única, y por eso dice: ‘No sólo soy "un siervo de Jesucristo", soy "llamado a ser apóstol".’ Ves el significado de eso. Pero como no hay nada en la Escritura que no sea siempre de aplicación prác ca, esto, me parece, es un punto muy importante para nosotros también. Vivimos en una época en la que se hacen muchas reivindicaciones, en la que hay todo po de movimientos en los que, queramos o no, podemos estar implicados y, por lo tanto, nos corresponde tener ciertas ideas claras sobre este asunto. ¿Qué deducción, por lo tanto, podemos sacar de lo que hemos visto en cuanto al significado de esta frase, este término ‘apóstol’? Bueno, la primera deducción que sugiero que podamos sacar es que obviamente no existe tal cosa como la sucesión apostólica; y ustedes ven la relevancia de eso de inmediato. La Iglesia de Roma no sólo afirma, como ustedes saben, que el Papa es el Vicario de Cristo, sino que también hace esta otra afirmación de la sucesión apostólica. Pero esto no se limita a la Iglesia de Roma. Hay otras ramas de la iglesia Cris ana a las que les gusta usar el término ‘católico’ para referirse a sí mismas, y también hacen mucho esta pretensión de la sucesión apostólica. Es uno de los grandes argumentos que se esgrimen para tener un episcopado, para tener obispos. No me malinterpreten; hay eclesiás cos que, aunque creen en los obispos, no están de acuerdo con la pretensión de la sucesión apostólica. Pero los Anglo-Católicos, y los llamados Altos Eclesiás cos, dirían que el obispo - un obispo - es de la esencia misma de la iglesia, no sólo para el bienestar de la iglesia sino del ser mismo de la iglesia, y que no hay una iglesia sin un obispo. Este fue un gran asunto, como saben, en el siglo XVII y creo que también puede ser un gran asunto en este siglo. Puede ser un asunto que cause una división, incluso en la Iglesia de Inglaterra, si se presionan ciertos asuntos. Estos temas están apareciendo en los periódicos en la actualidad. La afirmación es que estos obispos son los descendientes directos de los apóstoles - la sucesión apostólica - y mi opinión es que una correcta comprensión del término ‘apóstol’ demuestra sin duda que la sucesión apostólica es una imposibilidad. Uno de los signos esenciales de un apóstol es que es capaz de dar tes monio de la resurrección del Señor Jesucristo. ¿Cómo, pues, puede alguien vivo hoy ser apóstol? ¡Esa cosa no ene sen do! Y, por supuesto, somos conscientes del hecho de que no hay un intento de basarlo en la Escritura sino más bien en la tradición. De hecho, si tomamos la posición de las Escrituras, todo esto es bastante imposible, por definición. ¡No sólo eso! El Apóstol Pablo mismo, al escribir a los Efesios, dice que la iglesia Cris ana está ‘edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas’. Ciertamente no sigues construyendo los cimientos; un cimiento es algo que pones al principio y sólo una vez. No ex endes tus cimientos. Una pared sobre un cimiento no es una extensión del cimiento; el muro está sobre el cimiento, y esa es la declaración de Pablo. El fundamento son los apóstoles y los profetas, pero eso no se sigue extendiendo. Además, seguramente está perfectamente claro, si se me permite decirlo con reverencia, que desde la formación del Canon del Nuevo Testamento no hay realmente necesidad de apóstoles. Como hemos visto, una de las funciones de los apóstoles era dar enseñanza autorita va. Tú recuerdas que hemos visto a Pedro refiriéndose a las epístolas de Pablo en ese sen do, diciendo que en ellas hay cosas ‘di ciles de entender’, y que los hombres las tuercen ‘como hacen también con las otras escrituras, para su propia destrucción’. Ahora los apóstoles hablaron con autoridad. No dudo en decir que hablaron de manera inerrante. Se les dio el poder y el mensaje, y lo dieron como los representantes del Señor resucitado, que los había enviado. Estaban hablando como hombres de Dios, de una manera tan defini va e inspirada como siempre lo hizo un profeta del An guo Testamento. Se deduce, entonces, que una vez que enes las Escrituras del Nuevo Testamento - el Canon del Nuevo Testamento - enes aquí la enseñanza autorita va, y de aquí en adelante, por supuesto, un apóstol no es necesario. Y allí es donde ves la sabiduría de Dios trabajando desde todos los ángulos concebibles. Hasta que el Canon estuvo disponible, hubo necesidad de apóstoles y de aquellos cercanos y entrenados por ellos. Una vez que el Canon autorita vo fue completado, ya no hubo necesidad de apóstoles. Hay otra prueba muy interesante de todo esto, que bien podría haber escapado a nuestra atención. ¡Cuán cuidadoso es el Apóstol en sus frases iniciales! En 1 Corin os dice: ‘Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo’ (esa es nuestra frase otra vez), ‘por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes’ [1:1]. Verás, Sóstenes es un hermano. ¿Quién iba a pensar que estas cosas tenían tanta importancia? Si te das cuenta de algo, podrías decir que este apóstol es muy egoísta, diciendo: ‘Yo y Sóstenes’; ¿por qué no dijo, ‘Sóstenes y yo’? Pues bien, tú ves, estos no son asuntos de cortesía; estos son asuntos de hablar con autoridad de Dios, y Pablo sabía que él era un apóstol del Señor Jesucristo, y Sóstenes, un hombre excelente aunque era un santo, no era un apóstol, así que – ‘Sóstenes nuestro hermano’. Pero permíteme darte otro ejemplo; en el primer versículo de la Epístola a los Colosenses enen esto: ‘Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo’. Ahora bien, Timoteo, es bastante obvio, era un gran preferido del Apóstol. Pero no era un apóstol. Él también es ‘nuestro hermano’. Y el Apóstol no puede elevarlo por encima de eso; no puede decidir hacer a los hombres apóstoles. No dice: ‘Ahora Timoteo es el hombre que va con nuar, va a ser un apóstol, y va a descender por sucesión a través de los siglos’. ¡En absoluto! ‘Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo’. Y especialmente cuando contrastas eso con el primer versículo de la Epístola a los Filipenses donde encuentras esto: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos....’ Tú ves, cuando se describe a sí mismo como un ‘siervo’ de Jesucristo, él y Timoteo son uno. Timoteo es tan siervo de Jesucristo como el apóstol Pablo. Así que cuando se trata de ‘siervo’, ambos están juntos, pero no cuando usa la designación de ‘apóstol’ - entonces hay una dis nción. Timoteo es un siervo, pero no un apóstol. Así que ahora ves la importancia de tomar estas frases una por una. ‘Pablo, siervo de Jesucristo’ - ah, pero más – ‘llamado a ser apóstol’. ¡La singularidad de esta gran posición! No se puede repe r. No ha habido apóstoles desde aquellos primeros días y cualquier afirmación de ser un apóstol es una afirmación que va directamente en contra de las enseñanzas del Nuevo Testamento con respecto a lo que significa el término. No es necesario que explique esto más detalladamente, sino que señale que si todos vamos a ser forzados a entrar en una gran iglesia mundial, con la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Católica Romana y los diversos movimientos católicos, se nos pedirá que creamos en la sucesión apostólica, que creamos que los obispos han llegado hasta nuestros días sin interrupción alguna, y que hay hombres hoy en día que son tan apóstoles como lo fueron Pablo y los demás en el primer siglo. ¡Oh! amigos míos, qué importante es que miremos estas frases, y no las vayamos a la ligera para pasar a algún versículo favorito como el 16 –‘Porque no me avergüenzo del evangelio...’, pensando que el asunto realmente comienza allí. ¿No ves que el primer versículo está lleno de doctrina vital? Es porque muchos de nosotros hemos descuidado tan a menudo la doctrina aquí al principio, que caemos presa fácil de estos argumentos engañosos con los que estamos rodeados. Pasemos ahora a la tercera frase: ‘apartado para el evangelio de Dios’. He aquí lo siguiente que el Apóstol dice de sí mismo - y estoy sugiriendo que aquí va un paso más arriba aún - y que estamos ascendiendo con cada frase: ‘siervo de Jesucristo’ – ‘llamado a ser apóstol’ – ‘apartado para el evangelio de Dios’. ¿Por qué digo eso? Bien, permíteme decirlo de esta manera; hay quienes dirían que esto sólo significa que el Apóstol había sido separado y llamado y puesto a un lado para predicar el evangelio. Pero, si sólo significa eso, no ene sen do que lo diga, porque ya lo ha dicho bajo el término ‘apóstol’. Hemos visto que una parte vital de la comisión del Apóstol era que él debía enseñar y predicar el evangelio de una manera autorita va, y escribirlo también; así que si él sólo está diciendo ‘apartado para la obra de predicar el evangelio’, entonces yo lo llamaría tautología, y Pablo no es culpable de eso. Estos términos que u liza, los u liza siempre con un cuidado me culoso, y quiero mostrarles, por tanto, que no se trata de una mera repe ción. Él está añadiendo a su descripción de sí mismo; nos está llevando a un nivel más alto, y a uno más glorioso. ¿Cuál es, entonces, la fuerza de la palabra ‘separado’? Significa ‘apartar’. Se traza una línea divisoria y se separa a las personas. Así que el Apóstol dice que ha sido apartado para el evangelio de Dios. ¿Qué quiere decir exactamente con ser apartado para la obra de Dios? Me pregunto si aquí Pablo estaba, por así decirlo, jugando con una palabra y su significado. ¿Recuerdas lo que era antes de su conversión? Era Fariseo, y el significado del término ‘Fariseo’ en hebreo es ‘uno separado’, uno apartado. Los Fariseos se separaron. Caminaban al otro lado de la calle, y se cuidaban de que sus faldas no tocaran a nadie para que no se ensuciaran, y no tendrían nada que ver con publicanos y pecadores. Ese es el Fariseo bíblico. ¿Es pura imaginación, entonces, sugerir que el Apóstol estaba diciendo algo así? ‘Una vez me separé como Fariseo, pero la verdad sobre mí es que he sido separado por Dios mismo a esta gran obra que tengo el privilegio de hacer, y una parte de la cual estoy haciendo ahora al escribir esta Epístola a ustedes.’ Estoy seguro de que esto estaba allí. ¡La separación falsa - la separación verdadera! ¡La separación del hombre! ¡La separación de Dios! Con nuemos, entonces, siguiendo el completo significado de lo que Pablo quiso decir. Afortunadamente para nosotros, nos ha dicho en otra epístola a lo que se refiere. Creo que estás empezando a entender lo que estoy haciendo. Verás, no puedo exponer la Epístola a los Romanos sin exponer todas las otras Epístolas al mismo empo y te sugiero que si no haces lo mismo, te perderás en tu exposición de Romanos. Todos los escritos de Pablo deben ser tomados en conjunto. Él nos dice exactamente a lo que se refiere en Gálatas 1:15-16. Encuentro esto intensamente conmovedor; comencemos en el versículo 13: ‘Porque habéis oído de mi conversación en el pasado en la religión de los judíos, cómo perseguí sin medida a la iglesia de Dios, y la desperdicié; y me aproveché de la religión de los judíos por encima de muchos de mis iguales en mi propia nación, siendo más celosamente celoso de las tradiciones de mis padres’ - Ahora, pues: ‘Pero cuando le agradó a Dios, que me separó’ - ¡esa es la palabra! – ‘desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia a revelar a su Hijo en mí, para que yo pudiera predicarlo entre los paganos, inmediatamente no consulté con carne y hueso’. Eso es lo que quiere decir – ‘apartado para el evangelio de Dios’. ¿Cuándo? Desde el vientre de su madre - mucho antes de que fuera llamado a ser apóstol, Dios lo había separado para esta misma tarea que ahora está llevando a cabo al escribir una carta a la iglesia de Roma. ¡Ah, esta es una gran doctrina bíblica! Jeremías dice algo similar, recuerdas, en su presentación de sí mismo. Nos dice que Dios le habló así: ‘Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te san fiqué, te di por profeta a las naciones.’ [1:5]. Eso es lo que Dios le dijo a Jeremías. Antes de que lo formara en el vientre de su madre, y antes de que saliera de ese vientre, lo conoció y lo separó, lo san ficó y lo ordenó para que fuera un profeta para las naciones. Y, por supuesto, hay muchos otros ejemplos e ilustraciones de esto. Como sabes, lo mismo era cierto de Juan el Bau sta – ‘lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre’, nos dicen – también, en cierto sen do, de Moisés, de Sansón, y de muchos otros. Eso, entonces, es de lo que Pablo está hablando, para que veas que es un paso más alto. Un ‘siervo’ de Jesucristo - ¡sí! como cualquier otro Cris ano. Timoteo, Sóstenes, todos son siervos de Jesucristo. Todos lo somos. Ah sí, pero ‘llamado apóstol’. Oh, esto no termina ahí, dice Pablo. Si realmente quieres saber el alcance de mi autoridad, fui separado del vientre de mi madre para esta misma cosa que estoy haciendo. Pablo no sólo fue llamado a ser un apóstol, sino que fue ordenado por Dios para ser predicador del evangelio antes de su nacimiento. Nos encontraremos con este pensamiento muchas veces en esta gran Epístola y es importante, por lo tanto, que sepamos algo al respecto desde el principio. Este Apóstol siempre está hablando de estas cosas, de esta separación y de esta acción de Dios. Lo encontramos, recuerden, en el capítulo nueve, donde dice: ‘A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.’ ¿Cuándo? Antes de que nacieran. Mientras aún estaban en el vientre de su madre: ‘pues no habían aún nacido’, y antes de haber hecho nada en absoluto. Eso es lo que Dios dice de ellos. Apartado, entonces, para el evangelio de Dios mientras aún estaba en el vientre, antes de nacer. ¿Por qué? Bueno, el Libro de los Hechos nos dice: ‘…el Señor, que hace conocer todo esto desde empos an guos.’[15:18]. Aquí nos encontramos, digo, cara a cara con la gran y gloriosa y poderosa doctrina de la soberanía de Dios. El ‘llamado’ de Pablo no fue una idea tardía; los eventos y las circunstancias no lo llevaron a cabo. Era una parte esencial del propósito eterno y del conocimiento y previo consejo de Dios. Es el apóstol quien lo dice. Discute con él si quieres, pero estás discu endo con un hombre que habla con la autoridad del Señor resucitado, un apóstol ‘llamado’. ¡Así que ten cuidado! Y dice que ha sido apartado para este evangelio desde el vientre de su madre. Digo que nos encontraremos con este gran término muchas veces. Nos enseña que hay un plan y un propósito en la mente de Dios. Lo vemos muy claro en el caso de este hombre, ¿no? Hemos pensado en su maravilloso entrenamiento; nada de eso fue accidental. No fue un accidente que naciera Saulo de Tarso, esa curiosa mezcla de la cultura Griega y la cultura Hebrea. No fue un accidente que naciera como ciudadano libre del Imperio Romano; ninguna de estas cosas fueron accidentales. Todo fue parte del gran plan de Dios que se desarrolló en la eternidad, no sólo antes de que Pablo naciera, sino antes de que el mundo fuera hecho. Todo esto estaba en la mente de Dios. Él llevó a cabo. Entonces esta cues ón del empo me interesa mucho. Ustedes pueden decir: ‘Bueno, si el propósito de Dios era hacer de Pablo un gran predicador del evangelio a los gen les, ¿por qué no lo hizo de inmediato? ‘ ¡Pero esa sería una pregunta tonta! El empo de lo que Dios hace es una de las cosas más fascinantes de la Biblia. Lees la Biblia y casi te dices a mismo a veces: ‘Bueno, aquí no hay ningún plan; de todos modos, todo está sucediendo, de alguna manera; a cada uno se le permite hacer lo que le gusta’. Pero sigue adelante, y verás ‘cuando la plenitud del empo llegó’ - en el momento justo - Dios actuó y actuó a su manera. Podrías haber pensado que Pablo debería haberse conver do cuando se quedó allí parado viendo a hombres apedreando a Esteban hasta la muerte, cuando pusieron sus ropas a sus pies. Pero no ocurrió entonces. Dios le permi ó blasfemar. Dios le permi ó exhalar amenazas y muerte, y hacer otras cosas contrarias al nombre del Señor Jesucristo. ¿Por qué? No lo sé, no lo sé. Esto es conocido por Dios y sólo por Dios. Puedo sugerirte una respuesta, si quieres. Puede haber sido la manera en que Dios nos mostró más allá de cualquier duda o reparo que el apóstol Pablo nunca decidió ser cris ano, sino que tuvo que ser aprehendido mientras se dirigía a Damasco. Dios le muestra que sigue su camino con toda su violencia y su vituperación, y luego el Señor le atrapa. El momento es muy interesante. Se permiten muchas cosas que parecen ser exactamente lo contrario de lo que cabría esperar, pero el final siempre es seguro. Ese es el argumento de Pablo en los capítulos nueve, diez y once de esta gran Epístola a los Romanos. No cometas un error, dice; piensas que el propósito de Dios se ha descarriado porque la mayoría de los judíos están rechazando a Jesús como el Cristo en la actualidad. En absoluto, con núa. Permítanme que les explique Su gran plan; y él los lleva a través de esta gran extensión de la historia y les muestra que el propósito de Dios va a ser cumplido. Está todo allí en los capítulos nueve, diez y once - sí, pero también está aquí en el primer versículo – ‘apartado para el evangelio de Dios’. Apartado aún en el vientre de su madre, antes de que naciera. Fue allí donde Dios lo puso a un lado para esto; el propósito llega hasta el final, a pesar de toda la contradicción y la oposición. Por úl mo, quiero decir esto: Pablo enseña que esto mismo es cierto de tu salvación y la mía, y no hay nada que yo sepa que sea tan glorioso y al mismo empo tan humillante. Mi salvación fue determinada, según este apóstol, antes de la fundación del mundo. Lee sus epístolas; esa es su enseñanza. Antes de la fundación del mundo, nuestros nombres estaban escritos en el libro de la vida del Cordero. ¿No es asombroso? Dios había separado a este hombre para esta tarea par cular antes de su nacimiento. No estoy diciendo que eso sea necesariamente cierto para nosotros, aunque, permítanme decir, cada vez más estoy llegando a creer que lo es. Yo mismo no puedo evitar la conclusión de que estoy en este púlpito en este momento por la misma razón. No puedo decir que decidí entrar en el ministerio cris ano. Es esta conciencia de la mano de Dios, la restricción, la compulsión, si se quiere, este sen do de que un hombre está cumpliendo su des no, y haciendo aquello para lo que Dios le había des nado. Pero, digo, cualquier cosa que ustedes crean acerca de los llamados, es sencilla y claramente la enseñanza de la Escritura con respecto a cada uno de nosotros. Y amigos míos, ¿hay algo más maravilloso y poderoso que esto - que el Dios todopoderoso y eterno los conoció antes de la fundación del mundo - los conoció individualmente? Aunque Él es tan grande y tan alto y eterno, Él nos conoce de esta manera, uno por uno. ¡Es un gran misterio! Está más allá de nuestro entendimiento. Es maravilloso y sorprendente. ¡Pensar que el glorioso Dios nos mira y nos conoce uno por uno! Esa es la manera bíblica, tal como yo la en endo, de predicar la san dad y la san ficación. Si nos damos cuenta de que Su ojo está sobre nosotros, que nos conoce de esta manera ín ma, y que se preocupa por nosotros de esta manera especial, entonces, a la luz de todas estas cosas, el efecto que ene sobre mí es hacerme usar las palabras del Apóstol Pedro: ‘¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!’ [2 Pedro 3:11].