Pablo, Apostol de Jesucristo - R - David Martyn Lloyd-Jones

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Pablo, Apóstol de Jesucristo

D. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981)


“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol,
apartado para el evangelio de Dios” - Romanos 1:1

Hemos estado considerando todo lo que Pablo quiere decir


cuando se describe a sí mismo como "llamado a ser un apóstol", y
el siguiente punto a establecer, por supuesto, es que el Apóstol
también fue comisionado muy especialmente por el Señor mismo,
y eso es algo bastante vital. La declaración clásica de eso se
encuentra en el capítulo vein séis del Libro de los Hechos, donde
Pablo, que está siendo juzgado, por así decirlo, ante Agripa y Festo,
lo pone así en los versículos 16 al 18 - un pasaje muy importante si
queremos entender lo que él dice acerca de sí mismo aquí. El
Señor resucitado le está hablando, y le dice: "Pero levántate, y
ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a , para
ponerte por ministro y tes go de las cosas que has visto, y de
aquellas en que me apareceré a , librándote de tu pueblo, y de
los gen les, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos,
para que se conviertan de las nieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
los pecados..." Ahora, allí está la comisión del Apóstol. El Señor
resucitado no sólo se le aparece, sino que le dice específicamente
que lo ha hecho para comisionarlo, para enviarlo como apóstol,
uno de los pocos elegidos que han sido llamados y apartados muy
específicamente para este gran fin de proclamar la verdad acerca
de Él, y hacerlo de una manera evidentemente autoritaria.
Pero hay algo más que es interesante, y es algo que
podemos fácilmente pasar por alto, o no tener cuidado de
observar. Diría, de nuevo, que nunca debemos permi rnos
apresurarnos al repasar estas declaraciones preliminares en
ninguna epístola, o cualquier comentario que parezca ser un mero
aparte pronunciado por este gran hombre, porque aquí nos dice
que no sólo vio al Señor de esta manera, y que no sólo fue llamado
y comisionado por Él para ser un apóstol, sino que - y esta era otra
marca y signo, recuerden, de un apóstol – le fue enseñada la
verdad por el Señor mismo. Ahora bien, Pablo está muy
preocupado por esto. Permítanme darles la prueba de lo que estoy
diciendo a par r del capítulo uno de Gálatas, versículos 11 y 12:
‘Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí,
no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre
alguno, sino por revelación de Jesucristo.’ Los otros apóstoles no le
enseñaron este evangelio; de haber sido así, no habría sido él
mismo un apóstol.
Por eso, entonces, él lo aclara, y si usted con núa leyendo
ese primer capítulo de la Epístola a los Gálatas, usted encontrará
que él con núa enfa zando esto y repi éndolo; él dice, ‘Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que
yo le predicase entre los gen les, no consulté en seguida con
carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes
que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro...’
No para que aprendiera de Pedro. No para que se convir era en
discípulo o estudiante de Pedro, para que Pedro le dijera la verdad.
¡En absoluto! Fue como un igual, como nos dice en el resto de ese
capítulo. La afirmación del Apóstol es que la verdad que predicaba
le había sido transmi da por el mismo Señor, no por un maestro
humano. El mensaje del evangelio, el entendimiento de todo esto,
le había sido dado directamente por el mismo Señor que había
enseñado a los doce en los días de Su carne aquí en la erra.
Ahora todo esto ene una importancia tremenda. Es parte
de la declaración de Pablo que él es un apóstol ‘llamado’ y quiero
jus ficar este punto de la enseñanza aún más, porque el Apóstol lo
dice en otros dos lugares. Encontrarás que lo dice en 1 Corin os
capítulo once, verso 23 - recuerdas este pasaje en relación con la
Cena del Señor: ‘Porque yo recibí del Señor lo que también os he
enseñado...’ De nuevo, es la misma afirmación de que él no lo
aprendió y que no fue enseñado por los hombres. Y puedes ver
que en 1 Corin os 15:3 vuelve a hacer lo mismo: ‘Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí...’ Y ves el
argumento adicional que él plantea, en el versículo 11, de su
igualdad con estos hombres; dice: ‘Porque o sea yo o sean ellos,
así predicamos, y así habéis creído’. En otras palabras, se esfuerza
mucho por afirmar su absoluta igualdad con los demás apóstoles.
Es un apóstol ‘llamado’. Es un ‘completo’ apóstol, tanto como
Pedro.
Luego te das cuesta de que él hace la tercera afirmación,
de que el Señor, al hacer todo esto, le comisionó muy
especialmente para ir a los gen les, de modo que puede decir en
Romanos: ‘Porque a vosotros hablo, gen les. Por cuanto yo soy apóstol a
los gen les,’ ese es su tulo, ‘honro mi ministerio’ [11:13]. Fue el
Señor quien, como vimos en Hechos 26:18, le comisionó muy
especialmente para ir a los gen les. Se gloría en el hecho de que
él, que era un ‘hebreo de los hebreos’, y tan estrecho como un
hombre podía ser en un sen do nacionalista, es ahora el apóstol
de los gen les. Él magnifica su oficio.
Permítanme, entonces, resumirlo diciendo que el Apóstol
está muy preocupado de que estos Cris anos en Roma se den
cuenta de que él es realmente un apóstol de pleno derecho y que
no hay ninguna duda al respecto. ‘¿Por qué insistes tanto en
esto?’, dice alguien. Hay una buena razón. Había muchos en
aquellos primeros días en la iglesia que decían que eran apóstoles.
Por ejemplo, lees esto en Apocalipsis: ‘Yo conozco tus obras, y tu
arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y
has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has
hallado men rosos’[2:2]. Había mucha gente que se arrogaba este
tulo a sí misma, y afirmaban que eran apóstoles, así que el
apóstol Pablo, natural y correctamente, estaba muy preocupado
de que no hubiera dudas sobre este asunto. Él es igual a los otros
apóstoles, y lo está enfa zando en este punto por esta razón.
Quiere que los miembros de la iglesia en Roma sepan que cuando
él escribe, como está escribiendo, lo hace con la plena autoridad
de un apóstol, lo que significa que está escribiendo con la plena
autoridad del Señor Jesucristo mismo. Él es el embajador; él es el
representante; él es autoridad. Lo que escribe no es una carta
personal; no es un hombre que escribe a otros hombres y mujeres.
¡No! es un hombre que escribe, que ha sido llamado y a quien se
le ha dado su mensaje; escribe con una autoridad única, y por eso
dice: ‘No sólo soy "un siervo de Jesucristo", soy "llamado a ser
apóstol".’
Ves el significado de eso. Pero como no hay nada en la
Escritura que no sea siempre de aplicación prác ca, esto, me
parece, es un punto muy importante para nosotros también.
Vivimos en una época en la que se hacen muchas reivindicaciones,
en la que hay todo po de movimientos en los que, queramos o
no, podemos estar implicados y, por lo tanto, nos corresponde
tener ciertas ideas claras sobre este asunto. ¿Qué deducción, por
lo tanto, podemos sacar de lo que hemos visto en cuanto al
significado de esta frase, este término ‘apóstol’? Bueno, la primera
deducción que sugiero que podamos sacar es que obviamente no
existe tal cosa como la sucesión apostólica; y ustedes ven la
relevancia de eso de inmediato. La Iglesia de Roma no sólo afirma,
como ustedes saben, que el Papa es el Vicario de Cristo, sino que
también hace esta otra afirmación de la sucesión apostólica.
Pero esto no se limita a la Iglesia de Roma. Hay otras ramas
de la iglesia Cris ana a las que les gusta usar el término ‘católico’
para referirse a sí mismas, y también hacen mucho esta pretensión
de la sucesión apostólica. Es uno de los grandes argumentos que
se esgrimen para tener un episcopado, para tener obispos. No me
malinterpreten; hay eclesiás cos que, aunque creen en los
obispos, no están de acuerdo con la pretensión de la sucesión
apostólica. Pero los Anglo-Católicos, y los llamados Altos
Eclesiás cos, dirían que el obispo - un obispo - es de la esencia
misma de la iglesia, no sólo para el bienestar de la iglesia sino del
ser mismo de la iglesia, y que no hay una iglesia sin un obispo.
Este fue un gran asunto, como saben, en el siglo XVII y creo
que también puede ser un gran asunto en este siglo. Puede ser un
asunto que cause una división, incluso en la Iglesia de Inglaterra, si
se presionan ciertos asuntos. Estos temas están apareciendo en los
periódicos en la actualidad. La afirmación es que estos obispos son
los descendientes directos de los apóstoles - la sucesión apostólica
- y mi opinión es que una correcta comprensión del término
‘apóstol’ demuestra sin duda que la sucesión apostólica es una
imposibilidad. Uno de los signos esenciales de un apóstol es que es
capaz de dar tes monio de la resurrección del Señor Jesucristo.
¿Cómo, pues, puede alguien vivo hoy ser apóstol? ¡Esa cosa no
ene sen do! Y, por supuesto, somos conscientes del hecho de
que no hay un intento de basarlo en la Escritura sino más bien en
la tradición. De hecho, si tomamos la posición de las Escrituras,
todo esto es bastante imposible, por definición.
¡No sólo eso! El Apóstol Pablo mismo, al escribir a los
Efesios, dice que la iglesia Cris ana está ‘edificada sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas’. Ciertamente no sigues
construyendo los cimientos; un cimiento es algo que pones al
principio y sólo una vez. No ex endes tus cimientos. Una pared
sobre un cimiento no es una extensión del cimiento; el muro está
sobre el cimiento, y esa es la declaración de Pablo. El fundamento
son los apóstoles y los profetas, pero eso no se sigue extendiendo.
Además, seguramente está perfectamente claro, si se me permite
decirlo con reverencia, que desde la formación del Canon del
Nuevo Testamento no hay realmente necesidad de apóstoles.
Como hemos visto, una de las funciones de los apóstoles era dar
enseñanza autorita va. Tú recuerdas que hemos visto a Pedro
refiriéndose a las epístolas de Pablo en ese sen do, diciendo que
en ellas hay cosas ‘di ciles de entender’, y que los hombres las
tuercen ‘como hacen también con las otras escrituras, para su
propia destrucción’. Ahora los apóstoles hablaron con autoridad.
No dudo en decir que hablaron de manera inerrante. Se les dio el
poder y el mensaje, y lo dieron como los representantes del Señor
resucitado, que los había enviado. Estaban hablando como
hombres de Dios, de una manera tan defini va e inspirada como
siempre lo hizo un profeta del An guo Testamento.
Se deduce, entonces, que una vez que enes las Escrituras
del Nuevo Testamento - el Canon del Nuevo Testamento - enes
aquí la enseñanza autorita va, y de aquí en adelante, por
supuesto, un apóstol no es necesario. Y allí es donde ves la
sabiduría de Dios trabajando desde todos los ángulos concebibles.
Hasta que el Canon estuvo disponible, hubo necesidad de
apóstoles y de aquellos cercanos y entrenados por ellos. Una vez
que el Canon autorita vo fue completado, ya no hubo necesidad
de apóstoles. Hay otra prueba muy interesante de todo esto, que
bien podría haber escapado a nuestra atención. ¡Cuán cuidadoso
es el Apóstol en sus frases iniciales! En 1 Corin os dice: ‘Pablo,
llamado a ser apóstol de Jesucristo’ (esa es nuestra frase otra vez),
‘por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes’ [1:1]. Verás,
Sóstenes es un hermano. ¿Quién iba a pensar que estas cosas
tenían tanta importancia? Si te das cuenta de algo, podrías decir
que este apóstol es muy egoísta, diciendo: ‘Yo y Sóstenes’; ¿por
qué no dijo, ‘Sóstenes y yo’? Pues bien, tú ves, estos no son
asuntos de cortesía; estos son asuntos de hablar con autoridad de
Dios, y Pablo sabía que él era un apóstol del Señor Jesucristo, y
Sóstenes, un hombre excelente aunque era un santo, no era un
apóstol, así que – ‘Sóstenes nuestro hermano’.
Pero permíteme darte otro ejemplo; en el primer versículo
de la Epístola a los Colosenses enen esto: ‘Pablo, apóstol de
Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo’. Ahora
bien, Timoteo, es bastante obvio, era un gran preferido del
Apóstol. Pero no era un apóstol. Él también es ‘nuestro hermano’.
Y el Apóstol no puede elevarlo por encima de eso; no puede
decidir hacer a los hombres apóstoles. No dice: ‘Ahora Timoteo es
el hombre que va con nuar, va a ser un apóstol, y va a descender
por sucesión a través de los siglos’. ¡En absoluto! ‘Pablo, apóstol de
Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo’. Y
especialmente cuando contrastas eso con el primer versículo de la
Epístola a los Filipenses donde encuentras esto: Pablo y Timoteo,
siervos de Jesucristo, a todos los santos....’ Tú ves, cuando se
describe a sí mismo como un ‘siervo’ de Jesucristo, él y Timoteo
son uno. Timoteo es tan siervo de Jesucristo como el apóstol
Pablo. Así que cuando se trata de ‘siervo’, ambos están juntos,
pero no cuando usa la designación de ‘apóstol’ - entonces hay una
dis nción. Timoteo es un siervo, pero no un apóstol.
Así que ahora ves la importancia de tomar estas frases una
por una. ‘Pablo, siervo de Jesucristo’ - ah, pero más – ‘llamado a
ser apóstol’. ¡La singularidad de esta gran posición! No se puede
repe r. No ha habido apóstoles desde aquellos primeros días y
cualquier afirmación de ser un apóstol es una afirmación que va
directamente en contra de las enseñanzas del Nuevo Testamento
con respecto a lo que significa el término. No es necesario que
explique esto más detalladamente, sino que señale que si todos
vamos a ser forzados a entrar en una gran iglesia mundial, con la
Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Católica Romana y los diversos
movimientos católicos, se nos pedirá que creamos en la sucesión
apostólica, que creamos que los obispos han llegado hasta
nuestros días sin interrupción alguna, y que hay hombres hoy en
día que son tan apóstoles como lo fueron Pablo y los demás en el
primer siglo.
¡Oh! amigos míos, qué importante es que miremos estas
frases, y no las vayamos a la ligera para pasar a algún versículo
favorito como el 16 –‘Porque no me avergüenzo del evangelio...’,
pensando que el asunto realmente comienza allí. ¿No ves que el
primer versículo está lleno de doctrina vital? Es porque muchos de
nosotros hemos descuidado tan a menudo la doctrina aquí al
principio, que caemos presa fácil de estos argumentos engañosos
con los que estamos rodeados.
Pasemos ahora a la tercera frase: ‘apartado para el
evangelio de Dios’. He aquí lo siguiente que el Apóstol dice de sí
mismo - y estoy sugiriendo que aquí va un paso más arriba aún - y
que estamos ascendiendo con cada frase: ‘siervo de Jesucristo’ –
‘llamado a ser apóstol’ – ‘apartado para el evangelio de Dios’. ¿Por
qué digo eso? Bien, permíteme decirlo de esta manera; hay
quienes dirían que esto sólo significa que el Apóstol había sido
separado y llamado y puesto a un lado para predicar el evangelio.
Pero, si sólo significa eso, no ene sen do que lo diga, porque ya
lo ha dicho bajo el término ‘apóstol’. Hemos visto que una parte
vital de la comisión del Apóstol era que él debía enseñar y predicar
el evangelio de una manera autorita va, y escribirlo también; así
que si él sólo está diciendo ‘apartado para la obra de predicar el
evangelio’, entonces yo lo llamaría tautología, y Pablo no es
culpable de eso. Estos términos que u liza, los u liza siempre con
un cuidado me culoso, y quiero mostrarles, por tanto, que no se
trata de una mera repe ción. Él está añadiendo a su descripción
de sí mismo; nos está llevando a un nivel más alto, y a uno más
glorioso.
¿Cuál es, entonces, la fuerza de la palabra ‘separado’?
Significa ‘apartar’. Se traza una línea divisoria y se separa a las
personas. Así que el Apóstol dice que ha sido apartado para el
evangelio de Dios. ¿Qué quiere decir exactamente con ser
apartado para la obra de Dios? Me pregunto si aquí Pablo estaba,
por así decirlo, jugando con una palabra y su significado.
¿Recuerdas lo que era antes de su conversión? Era Fariseo, y el
significado del término ‘Fariseo’ en hebreo es ‘uno separado’, uno
apartado. Los Fariseos se separaron. Caminaban al otro lado de la
calle, y se cuidaban de que sus faldas no tocaran a nadie para que
no se ensuciaran, y no tendrían nada que ver con publicanos y
pecadores. Ese es el Fariseo bíblico. ¿Es pura imaginación,
entonces, sugerir que el Apóstol estaba diciendo algo así? ‘Una vez
me separé como Fariseo, pero la verdad sobre mí es que he sido
separado por Dios mismo a esta gran obra que tengo el privilegio
de hacer, y una parte de la cual estoy haciendo ahora al escribir
esta Epístola a ustedes.’ Estoy seguro de que esto estaba allí. ¡La
separación falsa - la separación verdadera! ¡La separación del
hombre! ¡La separación de Dios!
Con nuemos, entonces, siguiendo el completo significado
de lo que Pablo quiso decir. Afortunadamente para nosotros, nos
ha dicho en otra epístola a lo que se refiere. Creo que estás
empezando a entender lo que estoy haciendo. Verás, no puedo
exponer la Epístola a los Romanos sin exponer todas las otras
Epístolas al mismo empo y te sugiero que si no haces lo mismo,
te perderás en tu exposición de Romanos. Todos los escritos de
Pablo deben ser tomados en conjunto. Él nos dice exactamente a
lo que se refiere en Gálatas 1:15-16. Encuentro esto intensamente
conmovedor; comencemos en el versículo 13: ‘Porque habéis oído
de mi conversación en el pasado en la religión de los judíos, cómo
perseguí sin medida a la iglesia de Dios, y la desperdicié; y me
aproveché de la religión de los judíos por encima de muchos de
mis iguales en mi propia nación, siendo más celosamente celoso
de las tradiciones de mis padres’ - Ahora, pues: ‘Pero cuando le
agradó a Dios, que me separó’ - ¡esa es la palabra! – ‘desde el
vientre de mi madre, y me llamó por su gracia a revelar a su Hijo
en mí, para que yo pudiera predicarlo entre los paganos,
inmediatamente no consulté con carne y hueso’. Eso es lo que
quiere decir – ‘apartado para el evangelio de Dios’. ¿Cuándo?
Desde el vientre de su madre - mucho antes de que fuera llamado
a ser apóstol, Dios lo había separado para esta misma tarea que
ahora está llevando a cabo al escribir una carta a la iglesia de
Roma. ¡Ah, esta es una gran doctrina bíblica!
Jeremías dice algo similar, recuerdas, en su presentación de
sí mismo. Nos dice que Dios le habló así: ‘Antes que te formase en
el vientre te conocí, y antes que nacieses te san fiqué, te di por
profeta a las naciones.’ [1:5]. Eso es lo que Dios le dijo a Jeremías.
Antes de que lo formara en el vientre de su madre, y antes de que
saliera de ese vientre, lo conoció y lo separó, lo san ficó y lo
ordenó para que fuera un profeta para las naciones. Y, por
supuesto, hay muchos otros ejemplos e ilustraciones de esto.
Como sabes, lo mismo era cierto de Juan el Bau sta – ‘lleno del
Espíritu Santo desde el vientre de su madre’, nos dicen – también,
en cierto sen do, de Moisés, de Sansón, y de muchos otros.
Eso, entonces, es de lo que Pablo está hablando, para que
veas que es un paso más alto. Un ‘siervo’ de Jesucristo - ¡sí! como
cualquier otro Cris ano. Timoteo, Sóstenes, todos son siervos de
Jesucristo. Todos lo somos. Ah sí, pero ‘llamado apóstol’. Oh, esto
no termina ahí, dice Pablo. Si realmente quieres saber el alcance
de mi autoridad, fui separado del vientre de mi madre para esta
misma cosa que estoy haciendo. Pablo no sólo fue llamado a ser
un apóstol, sino que fue ordenado por Dios para ser predicador
del evangelio antes de su nacimiento. Nos encontraremos con este
pensamiento muchas veces en esta gran Epístola y es importante,
por lo tanto, que sepamos algo al respecto desde el principio.
Este Apóstol siempre está hablando de estas cosas, de esta
separación y de esta acción de Dios. Lo encontramos, recuerden,
en el capítulo nueve, donde dice: ‘A Jacob amé, mas a Esaú
aborrecí.’ ¿Cuándo? Antes de que nacieran. Mientras aún estaban
en el vientre de su madre: ‘pues no habían aún nacido’, y antes de
haber hecho nada en absoluto. Eso es lo que Dios dice de ellos.
Apartado, entonces, para el evangelio de Dios mientras aún estaba
en el vientre, antes de nacer. ¿Por qué? Bueno, el Libro de los
Hechos nos dice: ‘…el Señor, que hace conocer todo esto desde
empos an guos.’[15:18].
Aquí nos encontramos, digo, cara a cara con la gran y
gloriosa y poderosa doctrina de la soberanía de Dios. El ‘llamado’
de Pablo no fue una idea tardía; los eventos y las circunstancias no
lo llevaron a cabo. Era una parte esencial del propósito eterno y
del conocimiento y previo consejo de Dios. Es el apóstol quien lo
dice. Discute con él si quieres, pero estás discu endo con un
hombre que habla con la autoridad del Señor resucitado, un
apóstol ‘llamado’. ¡Así que ten cuidado! Y dice que ha sido
apartado para este evangelio desde el vientre de su madre. Digo
que nos encontraremos con este gran término muchas veces. Nos
enseña que hay un plan y un propósito en la mente de Dios. Lo
vemos muy claro en el caso de este hombre, ¿no? Hemos pensado
en su maravilloso entrenamiento; nada de eso fue accidental. No
fue un accidente que naciera Saulo de Tarso, esa curiosa mezcla de
la cultura Griega y la cultura Hebrea. No fue un accidente que
naciera como ciudadano libre del Imperio Romano; ninguna de
estas cosas fueron accidentales. Todo fue parte del gran plan de
Dios que se desarrolló en la eternidad, no sólo antes de que Pablo
naciera, sino antes de que el mundo fuera hecho. Todo esto estaba
en la mente de Dios. Él llevó a cabo.
Entonces esta cues ón del empo me interesa mucho.
Ustedes pueden decir: ‘Bueno, si el propósito de Dios era hacer de
Pablo un gran predicador del evangelio a los gen les, ¿por qué no
lo hizo de inmediato? ‘ ¡Pero esa sería una pregunta tonta! El
empo de lo que Dios hace es una de las cosas más fascinantes de
la Biblia. Lees la Biblia y casi te dices a mismo a veces: ‘Bueno,
aquí no hay ningún plan; de todos modos, todo está sucediendo,
de alguna manera; a cada uno se le permite hacer lo que le gusta’.
Pero sigue adelante, y verás ‘cuando la plenitud del empo llegó’ -
en el momento justo - Dios actuó y actuó a su manera. Podrías
haber pensado que Pablo debería haberse conver do cuando se
quedó allí parado viendo a hombres apedreando a Esteban hasta
la muerte, cuando pusieron sus ropas a sus pies. Pero no ocurrió
entonces. Dios le permi ó blasfemar. Dios le permi ó exhalar
amenazas y muerte, y hacer otras cosas contrarias al nombre del
Señor Jesucristo. ¿Por qué? No lo sé, no lo sé. Esto es conocido por
Dios y sólo por Dios.
Puedo sugerirte una respuesta, si quieres. Puede haber
sido la manera en que Dios nos mostró más allá de cualquier duda
o reparo que el apóstol Pablo nunca decidió ser cris ano, sino que
tuvo que ser aprehendido mientras se dirigía a Damasco. Dios le
muestra que sigue su camino con toda su violencia y su
vituperación, y luego el Señor le atrapa. El momento es muy
interesante. Se permiten muchas cosas que parecen ser
exactamente lo contrario de lo que cabría esperar, pero el final
siempre es seguro. Ese es el argumento de Pablo en los capítulos
nueve, diez y once de esta gran Epístola a los Romanos. No
cometas un error, dice; piensas que el propósito de Dios se ha
descarriado porque la mayoría de los judíos están rechazando a
Jesús como el Cristo en la actualidad. En absoluto, con núa.
Permítanme que les explique Su gran plan; y él los lleva a través de
esta gran extensión de la historia y les muestra que el propósito de
Dios va a ser cumplido. Está todo allí en los capítulos nueve, diez y
once - sí, pero también está aquí en el primer versículo – ‘apartado
para el evangelio de Dios’. Apartado aún en el vientre de su madre,
antes de que naciera. Fue allí donde Dios lo puso a un lado para
esto; el propósito llega hasta el final, a pesar de toda la
contradicción y la oposición.
Por úl mo, quiero decir esto: Pablo enseña que esto mismo
es cierto de tu salvación y la mía, y no hay nada que yo sepa que
sea tan glorioso y al mismo empo tan humillante. Mi salvación
fue determinada, según este apóstol, antes de la fundación del
mundo. Lee sus epístolas; esa es su enseñanza. Antes de la
fundación del mundo, nuestros nombres estaban escritos en el
libro de la vida del Cordero. ¿No es asombroso? Dios había
separado a este hombre para esta tarea par cular antes de su
nacimiento. No estoy diciendo que eso sea necesariamente cierto
para nosotros, aunque, permítanme decir, cada vez más estoy
llegando a creer que lo es. Yo mismo no puedo evitar la conclusión
de que estoy en este púlpito en este momento por la misma razón.
No puedo decir que decidí entrar en el ministerio cris ano. Es esta
conciencia de la mano de Dios, la restricción, la compulsión, si se
quiere, este sen do de que un hombre está cumpliendo su
des no, y haciendo aquello para lo que Dios le había des nado.
Pero, digo, cualquier cosa que ustedes crean acerca de los
llamados, es sencilla y claramente la enseñanza de la Escritura con
respecto a cada uno de nosotros. Y amigos míos, ¿hay algo más
maravilloso y poderoso que esto - que el Dios todopoderoso y
eterno los conoció antes de la fundación del mundo - los conoció
individualmente? Aunque Él es tan grande y tan alto y eterno, Él
nos conoce de esta manera, uno por uno. ¡Es un gran misterio!
Está más allá de nuestro entendimiento. Es maravilloso y
sorprendente. ¡Pensar que el glorioso Dios nos mira y nos conoce
uno por uno! Esa es la manera bíblica, tal como yo la en endo, de
predicar la san dad y la san ficación. Si nos damos cuenta de que
Su ojo está sobre nosotros, que nos conoce de esta manera ín ma,
y que se preocupa por nosotros de esta manera especial,
entonces, a la luz de todas estas cosas, el efecto que ene sobre
mí es hacerme usar las palabras del Apóstol Pedro: ‘¡cómo no
debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!’ [2
Pedro 3:11].

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