La Cueva de Haicol Jorge Fernandez-2 PDF
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La Cueva de Haicol Jorge Fernandez-2 PDF
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por JORGE FERNANDEZ C.
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO
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FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
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MEN)OZA - REP. ARGENTINA
ISSN 0325-0288
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ANALES DE
ARQUEOLOGIA Y
ETNOLOGIA
ANALES
DE ARQUEOLOGIA
YETNOLOGIA
1988- 1990
Dirección Postal
Centro Universitario,
Casilla de Correo 345,
MENDOZA (5500)- ARGENTINA
293
un pulido bastante intenso, que podrÍa denotar un uso prolongado.
No se observan deformaciones en la perforación que pudieran
atribuirse al desgaste causado por un agente de suspensión.
- -
297
dones rojizas debidas a impregnaciones de Óxidos de bien-o.
Ha sido dificultoso diluci¡iar si las fiiaciones de sustancia ocrácea
responderían a algún proceso biológico propio de Diplodón, o
si eran resultado de alguna manipulación. Las concentraciones
de pigmento constatadas en algunas de las valvas de Haichol
(figura 81, H) establecen que han sido empleadas como recipientes
destinados a contener esa sustancia de color rojo vivo, un Óxido
férrico según los análisis practicados, pero nunca pigmentos
de color ocráceo amarillento.
298
rodeando al núcleo en condiciones tales de tranquilidad que
permitían su cristalización ordenada. La depositación cristalina
cesó después por alguna causa, siendo reemplazada por un depósito
orgánico envolvente, cuya carbonización comunició a esta envol-
tura el color oscuro que la destaca. Posteriormente, se produjeron
depósitos sucesivos de materia mineral, seguidos por otras tantas
coberturas de materia orgánica envolvente, y así en forma ininte-
rrumpida. Tal dispositivo secuencial señala la existencia de
un ritmo, o posiblemente de cierta estacionalidad en las condicio-
nes que regían la depositación de cada sustancia.
, Las características macro y microscópicas descriptivas
responden a un edificio estructural que, hasta en sus menores
detalles, coincide con el de los cálculos Iitiásicos. Estos, se
recordará, son acumulaciones minerales producidas por causas
. patolÓgicas, que se localizan preferentemente en las vias de
excreción, en las cavidades y en los conductos del organismo
humano y en el de diversos animales de todo el mundo.
¿Qué significado tienen estas piedras cuando son descubier-
tas en excavaciones arqueológicas? Su ocasional hallazgo en
campamentos prehistóricos ocupados por cazadores, ha trascendido
,. a la bibliografía de nuestro medio desde que AMEGHINO (1880)
formulara a su respecto consideraciones tan atinadas como
plenas de vigencia. Su presencia ha sido documentada en excava-
ciones recientes, como la de Intihuasi (GONZALEZ 1960), iAnsilta
(GAMBIER 1977) y Cuyin Manzano (CEBALLOS 1982), todos
ellos lugares que, en un sentido abarcativo suficientemente
amplio, pudieran considrarse circumpatagónicos. Pero resulta
llamativo que no se hayan producido hallazgos similares en
las excavaciones hasta ahora practicadas en la Patagonia austral
y central, habitat preferencial así de pueblos cazadores como
de mamíferos portadores de cálculos. En ninguno de los sitios
arqueológicos citados precedentemente ha sido identificado
el animal productor, ni la parte de su organismo en que estuvieran
localizados, aspectos que, desde diferentes ángulos, pudieran
tener un interés particular para la arqueología. En cuanto a
la significación cultural que estas concreciones pudieran tener,
con excepción de los comentarios de AMEGHINO en su ya citado
trabajo (Nota 1), se desconocen antecedentes. La tendencia,
aún cuando no manifiesta, ha sido de considerarlos, como al
hueso, un desecho más de los animales sacrificados. No es posible
desconocer, sin embargo, la reputada fama de que gozaron los
cálculos, que abarcó ambos mundos, como portadores de poderes
mágicos y medicinales. Es en el N1.Cevo donde se superponen
sus dos prestigios: el originado en las concepciones del Mundo
Antiguo euroasiático, y el ya existente en América. Es decir,
el que introdujeran los conquistadores europeos, y el que ya
existía en las culturas indígenas de América del Sur.
Como consecuencia de los interrogantes ¡w,nteados ,por
299
los especímenes recuperados en Haichol, en este trabajo se
intentará: 1) determinar la especie animal productora y, en
lo posible, la localizaciÓl1 anatómica de los cálculos; Z) establecer
si tuvieron alguna significación cultural, medicinal o mágica,
entre las culturas prehistóricas locales; y, en todo caso, tratar
de seguir esa tradición hasta sus raíces.
300
para designar, justamente, a las concreciones calculosas específi-
cas del hipotético chilihueque. Aunque la palabra de referencia
posiblemente ni en Chile constituya una voz con-iente, pareciendo
más bien una adquisición libresca, y aunque no exista prueba
razonable de que camélido alguno -con excepción del guanaco--
haya extendido su habitat al pie de la Cordillera Andina en
la latitud de 38° 35' S, la presente se considera una ocasión
favorable para testear, por medio de un indicador previamente
no considerado -los cálculos arqueológicos-, los verdaderos
alcances de aquélla posibilidad.
Si, como parece universalmente reconocido, los cálculos
en general estuvieron dotados de un significado cultural muy
amplio, y circularon y se difundieron entre los pueblos por causa
de los valores mágicos y rituales de los que eran portadores,
no habna entonces por qué descartar una proveniencia más
lejana. Al grupo de esta clase de candidatos podrfa agregarse,
en tal caso, el huemul (Hippocomelus bisu/cus), cuyo habitat
en la Cordillera Norpatagónica comienza a unos 100 km de
Haichol.
El acceso de los cálculos al interior de la cueva se puede
explicar a través de dos alternativas: 1) la accidental, como
accesorios todavía inclwdos en los tejidos del animal en que
se habían formado; Z) la intencional, por voluntad explícita
de sus ocupantes.
Para la arqueología es importante conocer qué porciones
de los animales apresados fueron selectivamente introducidas
por el grupo prehistórico al recinto habitacional que ocupaban.
Tal reconstrucción, relativamente simple por intermedio del
análisis osteolÓgico de los restos acumulados en el sitio, es
inverificable cuando se refiere a las partes blandas, de las que
normalmente no sobrevive vestigio alguno. ¿Cuál pudo ser el
órgano vehiculizador e introductor de las luoncuros en la cueva, ca-
paz de proporcionar esa información? Algunos integrantes de lapo
blación criolla moderna son conocedores de algunos de esos detalle~
señala son, alternativamente, la pan;a, el hígado, el cuajar,
el estómago, el intestino, la barriga, con el agravante de que,
en boca del informante, no siempre la panza designa al estómago,
ni el intestino a lo que anatómicamente se conoce como tal.
Si su introducción pudiera reputarse accidental, significaría
que los cazadores evisceraban las presas dentro de la cueva,
o por lo menos que transportaban a su interior los órganos que
ocupan las cavidades de sus cuerpos, donde los cálculos se forman.
Si, por el contrario, los cálculos hibiesen sido introducidos
intencionalmente, conducidos por los cazadores desde dit,tancias
mayores, podrÍa significar que conferían a esas piedras un valor
ritual, medicinal o mágico similar al que esos mismos objetos
gozan actualmente entre la población criolla del Noroeste y
aún más allá, en plena Bolivia. Si la raíz de tales creencias
301
fuese, efectivamente, prehistórica, se abrirÍa como un camino
merecedor de ser explorado la posibilidad de establecer puntos
de· contacto entre los , cazadores prehistóricos del Neuquén,
en las puertas de la Patagonia, con los pastores de la Región
Andina, en un aspecto normalmente indetectable a través de
los registros arqueológicos más comunes.
Las posibilidades de seguir un hilo conductor tan tenue
y previsiblemente sujeto a controversia, dependían de una exacta
determinación de la especie animal productora de los cálculos
encontrados en HaichoL Cuando se los encuentra sin vfuculos
con indicadores apropiados, asignarles procedencia específica
y anatómica no resulta sencillo. Se suma, a esta dificultad,
la escasez o nulidad de antecedentes bibliogralicos utilizables.
La única referencia concreta relacionada con los cálculos del
guanaco, efectuada por un observador directo, es una notícula
de BULLOCK (1929), pero no trata ni de su localización ni de
so. composición, aspectos muy relacionados entre sí. Quien mayor
cantidad de datos aporta sobre cálculos de guanaco, algunos
valiosos y otros inexactos, es RUSCONI (1961), pero al dividir
los cálculos según sean producidos en el estómago o en el hígado
de ese animal, pone en guardia con respecto a la validez de
sus restantes opiniones. Los cálculos mejor conocidos son,' 'obvia-·
mente, los humanos, principalmente los urinarios y las litiasia
biliares, de los que existen datos analíticos muy elaborados
en los tratados de medicina (PRIEN y FRONDEL 1947; LONSDA-
LE 1968). La información referente a los cálculos de animales
domésticos y silvestres, en cambio, es sumamente imprecisa
en los de veterinaria. La excepción la constituyen los de ciervo,
que cuentan con importantes y muy precisos estudios (BRY ANT
1924; BURT 1942; MILTON AXELROD 1951; MOSBY y CUSHWA
1969). TERUGGI et al. (1972) establecieron la composición
de un cálculo fósil, de especie animal desconocida, que formó
parte de la Colección Paleontológica de AMEGHINO. En cuanto
a la composición químico-mineralógica de los cálculos de caméli-
dos, en general, no ha sido posible constatar antecedente alguno.
Para aclarar así la naturaleza como la localización origina-
ria de los cálculos arqueológicos era preciso, evidentemente,
efectuar observaciones directas sobre los animales que actualmen-
te los producen, constantando in vivo su localización anatómica,
formando una colección representativa de ellos, investigando,
por otra parte, su composición químico-mineralógica, única
información vigente en los de procedencia arqueológica, compa-
rándola por Último con los de proveniencia taxonómica y anatómi-
ca conocida.
302
están sujetos a un tipo de litiasis, al parecer crónica en ellos,
localizada en el primer compartimiento estomacal. Tanto los
cálculos, como las causas que los originan, han sido objeto de
escasa o nula investigación veterinaria entre los camélidos
domésticos, tal vez por no llegar a ofrecer, en su evolución,
cuadros o complicaciones capaces de comprometer la salud
de estos animales.
Obtuvimos para esta investigación, muestras frescas
de cálculos de llama, vicuña y guanaco, que en la provincia
de Jujuy se denominan ayantillas. Las de llama las hemos visto
extraer, y las de vicuña nos fueron entregadas con la certificación
de proceder de la panza, rumen o herbario de esos animales.
Las referencias bibliográficas que ocasionalmente mencionan
al estómago o a los intestinos como Órganos de localización,
deben considerarse generalizaciones excesivas. En cuanto a
los cálculos de guanaco, forman parte de las colecciones del
Museo de La Plata, proceden en su totalidad de la Patagonia,
y fueron obtenidos por el naturalista Jorge-Becerra.
Los cazadores de guanacos en Neuquén, y los pastores
de llama de la Puna Jujeña, habituados al manejo y explotación
de estos animales, aducen desconocer que, fuera de la panza
o rumen, pueden tener cálculos alojados en otros órganos. Even-
tualmente, pudieran tenerlos también en la segunda cámara
estomacal, hecho que personalmente no pudimos comprobar,
Esto no implica negar que individuos aislados puedan ser también
portadores de urolitos, salivalitos, etc., hecho perfectamente
posible aunque hasta ahora no comprobado entre los camélidos,
pero que escapa a la litiasis de tipo generalizado que aquí está
siendo considerada, limitada al rumen, motivo por el que, en
esta contribución, se les denomina rumenlitos.
A fin de comparar sus respectivas composiciones mineraló-
gicas, los cálculos arqueológicos, que constituyen la muestra
problema, y los cálculos actuales de camélidos de procedencia
comprobada, que constituyen la muestra testigo, fueron analizados
por el Dr. C. BARBOSA utilizando difracción de rayos-X, en
el Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Cien-
cias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires, quien
obtuvo los resultados analíticos expuestos en el Cuadro 1.
De los estudios practicados (BARBOSA y FERNANDEZ,
1987), resulta que en el 93,33% de los casos considerados en
la muestra testigo, los cálculos de camélidos modernos (llama,
vicuña, guanaco) están constituidos por una sal fosfatocálcica
di-hidratada que corresponde a la especie mineral brushita (Ca,
Mg)3(P04).ZHzO, como componente principal o único, asociado
a un componente fosfato-cálcico anhidro, la whitlockita, Ca3
(P04)z• presente en pequeñas cantidades. Sólo se reconoció
un caso en que la relación de los minerales estaba invertida,
predominando la whitlockita sobre la brushita. Estos resultados
303
sugieren que los camélidos americanos (guanaco, llama, vicuña)
producen actualmente en su rumen cálculos compuestos por
brushita con escasa whitiockita y, en un número mucho menor
de casos, por brusbita pura.
En los cálculos arqueológicos, solamente existen dos
casos (2.8,57%) que tienen la misma composición mineralógica
que los cálculos modernos. En los cinco restantes (51,42.%) la
whitlockita es el componente único (BARBOSA y FERNANDEZ
1987). Esta diferencia podrÍa indicar que los cálculos arqueológi-
cos investigados no han c01Tespondido a camélidos. Tampoco
pudieron haber sido humanos, ya que no se conocen cálculos
de este orígen formados por whitlockita pura (PRIEN y FRONDEL
1947; LONSDALE 1968). Similares comparaciones permiten
descartar sucesivamente a los cérvidos, al caballo y al perro,
cuyos cálculos, a juzgar por los antecedentes éditos (MILTON
y AXELROD 1951; MOSBY y CUSHWA 1969; BURT 1942.) no
continen whitlockita.
CUADRO 1
...
18 guanaco Haichol Whitlockita
19 guanaco Patagoni• Bru•hita. IMIY eacaaa lfflitlock!,
304
El espectro faunístico neuquino no permite extender
las bÚSquedas a otras especies, como el tapir, y la cronología
radiocarbÓnica de los sedimentos portantes de los especímenes
arqueológicos excluye la amsideración de representantes de
la fauna no neotrópica, de manera que para explicar la constitu-
ción mineralÓgica discrepante de los cálculos de Haichol, se
deberá tomar en cuenta: l) la antigüedad relativamente grande
de los cálculos; Z) el carácter inestable que como especie mineral,
tiene la brushita.
En conclusión, se considera que los cálculos arqueológicos,
originariamente constituídos por brushita con menores cantidades
de whitlockita, fueron producidos en el rumen de guanacos (Lama
guanicae). Durante el transcurso de los milenios abarcados por
el proceso diagenético, se produjo el reemplazo de brushita
por whitlockita. No existiendo casos conocidos de mamíferos
·productores de cálculos constituídos por whitlockita exclusiva-
mente, ésta constituye momentáneamente la explicación más
aceptable.
305
y de un cérvido, la taruca. El producto americano pasó a ser
distinguido en el mercado europeo de especialidades medicinales
con el nombre de bezoar ,occidental, para distinguirlo del oriental,
producido por la aegragus (Nota 2).
Entre los pueblos andinos, los cálculos litiásicos tenían
ya una larga historia cultural, por lo menos de raíces tan profun-
das que las del bezoar asíatico introducido por los doctores
árabes. Ahora no es fácil, sin embargo, diferenciar las concepcio-
nes americanas en torno a los cálculos, de las que fueran introdu-
cidas en América después de la Conquista. Estas se referían
a los aspectos farmacológicos, al parecer residual de una signifi-
cación mágica más amplia; las de los peruanos, a lo esencialmente
mágico, aunque indisolublemente asociado a lo medicinal.
Los peruanos antiguos adoraban a las montañas y a las
piedras grandes y pequeñas, pero "de toutes ces pierres, le plus
généralement estimée, celfe qui ¡oussait de la vénérotion lo
plus considéroble, était le bezoard qu'ills tiroient d l'estomoc
des rumionts, huonocos, /lomos, vicuñas, etc. /Is y voyaient
lo substance vita/e de la terre; ils les considéraient comme
formées par une affinité naturelle de la vie élémentaire avec
la vie animo/e dans fe sein de l'etre vivant. Aussi les poudres
de bézoard étaient-elles, et sont-elles encore d_ans ces Ct'Jntrés,
un des agents les plus puissants de la therapeutique populaire;
elles passaient pour souveraines contre les poisons. /Is donnaient
o la pierre meme un nom qui montre l'etendue de ·1eurs
connoissances physiques: i Is l'appelaient la substonce éthérée,
la lumiére, la matiére: ILLA" (LOPEZ 1871) (Nota Nº 3).
En su obra impresa en Lima en 1621, pero que registra
hechos observados en el Último tercio del siglo XVI, ARRIAGA
(1919) proporciona importante información sobre los cálculos
o illa: "Las Canopos que en el Cuzco y por allá arriba llaman
Chancas, son propiamente sus dioses Lares y Penates, y 'CJSSÍ
tambien las llaman Huasicamayac (cuidador o guardador de
la casa) ••• Las Conopas se heredan de padres a hi¡os••. Por Canopos
suelen traer algunas piedras bezares que los indios llaman Quicu
y en esta visita se han hallado algunas manchadas de sangre
con los sacrificios". Lo que el P. ARRIAGA pareciera presentarnos
como un rito sangriento, en realidad no es más que una ingenua
manifestación de la aspiración humana a ejercer cierto control
sobre lo sobrenatural por medio de ritos capaces de apaciguar
sus fuerzas negativas. El indio americano se valía, para ello,
de pequeños guijarros, de piedras naturales que se asemejaban
a personas o animales, o que simplemente eran llamativas por
su color y apariencia, en las que suponía existía ese poder, y,
a las que intencionalmente buscaba en las cumbres andinas.
También a los cálculos o illa se le confería tan poderosa virtud,
pues ya hemos visto que constituían la i//o por excelencia, y
como consecuencia los buscaba en los pliegues que revisten
306
- ·---- --------- - - - -
la panza de los camélidos.
FLORES OCHOA (1977) nos dice que el aymara moderno
llama illa a las piedras utilizadas con finalidad propiciatoria.
Tal denominación, como vemos, queda implícita en el vocablo
ayantilla que nosotros hemos registrado entre los pastores de
llama de Jujuy, donde tal influencia idiomática ha sido poderosa,
y que fuera recogido por BERTONIO (1879) en su diccionario
aymara, cuya edición prÍncipe es de 1612: "Piedra bazaar: Hainti-
1/a. La grande: illa. Haintilla: piedra bazaar menuda que se halla
en la panza de las vicuñas o carneras: la mayar, se dice illa."
AMBROSETTI (1899) comunica una versión recogida en los Valles
Calchaquíes: "La palabra illa se aplica en general a toda animal
a parte de él, que se conserva como mascota para que la buena
suerte se cierna simpre sabre un rebaña, una sementera, uno
cacería, o también sobre el hogar.•
Desde el punto de vista etnológico, tanto el bezoar asiático
como su equivalente americano se prestan a interesantes compa-
raciones. Por una parte, la comprobación de que encontramos
las mismas creencias e idénticas atribuciones mágicas y medicina-
les referidas a los bezoares en dos agrupamientos humanos caren-
tes de vínculos directos y culturalmente tan diferenciados como
pueden serlo los del Perú incaico y preincaico, y los del Asia
Central entre los siglos V y XII de la Era Cristiana, nos harían
recordar prudentemente que no siempre parecen necesarios
los contactos directos para la difusión de ciertas ideas y conoci-
mientos afines. Y que pareciera haber existido un cúmulo de
ideas básicas, originadas en la más remota prehistoria, y comunes
a la humanidad en su conjunto. Algo similar a lo <JUe ocurre
con los ceraunios o piedras del rayo, y con las hachas magicas.
El indígena americano, el andino especialmente, cuyo
animismo lo condujo a la veneración de los cerros elevados
y de rocas diminutas, debe haberse sentido subyugado por piedras
como los cálculos, a las que veía nacer y crecer en las entrañas
de los animales de su universo que mayor cúmulo de beneficios
y utilidad le proporcionaban. La reverencia o adoración hacia
las illas se ha originado en etapas de la prehistoria a las que
cabe suponer bastante remotas, cuando el cazador primero,
y más tarde el pastor de camélidos, estableció una relación
de total intimidad y comprensión con los animales que le prove-
nían el sustento y demás necesidades cotidianas, como el vestido.
Esas creencias supervivieron cuando las mismas poblaciones
andinas devinieron agricultoras de maíz y de tubérculos, después
soportaron el embate de otras creencias religiosas, y se mantienen
incólumnes hasta el presente.
Ahora será preciso evaluar a través de qué caminos estas
ideas septentrionales pudieron canalizarse en dirección a los
aledaños del Río de la Plata, de la Pampa o a los confines de
la Patagonia. Una de las vías de acceso es, indiscutiblemente,
307
la de la medicina y farmacia de la Colonia, cuyo foco procede
de Europa y, más lejos en espacio y tiempo, del Asia Central.
De esta fuente, tanto GRENON (192.Z) como ZAPATA GOLLAN
(1947) traen acopio de curiosos datos sobre el empleo medicinal
del bezoar durante los siglos XVII y XVIII. Interesante como
pudiera ser su análisis (Nota 4), esta adecuación local no importa
tanto como la genuinamente americana, cuyo patrón de difusión
debiera investigarse a través del modelo impuesto por los doctos
yatiri o kalahuaya, según lo demuestra LUGONES (192.8) de
manera artísticamente insuperable, en su poema El Col/o (Nota
Nº 5). La importancia de los cálculos en la farmacopea yatiri
ha sido documentada, entre otros, por OTERO (1951).
Esas mismas creencias, u otras muy parecidas, fueron
documentadas posteriormente en el seno de grupos indÍgenas
muy distantes del núcleo andino propiamente dicho, como los
de· Neuquén (Nota 6). Se admite que esta coincidencia, como
otras similitudes de la vida material, documentadas arqueológica-
mente, se deben a la influencia que los incas ejercieron sobre
el Último pueblo andino, el araucano, el que en una etapa posterior
habrÍa materializado su transmigración a la Pampa y a la Patago-
nia. Los cálculos arqueológicos de Haichol, cuya cronología
supera los 6000 años, en uno de los casos, demuestra la antigüedad
de esta práctica o creencia en su facies local, a la vez que la
completa falsedad de la explicación anterior. Los cálculos perfo-
rados para ser usados como colgantes o amuletos tienen una
edad radiocarbÓnica estimada en 2.130 (figura 82., D) y 4300
(figura 82., E) años antes del presente.
Los grupos aborígenes residuales del Neuquén,altamente
conservadores de sus valores espirituales, mantienen, con respecto
a los cálculos de camélido (luancura) un ideario que puede conside-
rarse homólogo al de la población criolla de la región propiamente
andina de la Argentina, concretamente la Puna de Jujuy. Tal
supervivencia, en ambos casos, podría tener antecedentes remotos
y un foco de procedencia común.
Que las ideas referidas a los cálculos y a sus propiedades má-
gico-medicinales puedan tener el mismo o parecido alcnace en el
seno de una cultura superior, como la del PerÚ Antiguo, y en
grupos de cultura marginal, como los cazadores recolectores
de las faldas de la Cordillera Andina del Neuquén, debiera llamar
la atención hacia la posibilidad de que ambos hayan estado englo-
bados, antes de producirse su compartimentación y posterior
disyuntamiento, en un mismo sustrato cultural antiguo, y que
su fuente de surgencia histórica más remota sea la misma.
NOTAS
308
los paraderos neol!ticoa de la provincia de Buenos Air-es. he hablado
de los cálculos hallados en algunos de ellos. Eato hace suponer- que
su presencia en tales parajes no es obra del acaso. pero sí el resultado
de alguna creencia. uso o superstición de los indígenas. Los gauchos
de nuestras pampa5 atribuyen a estas piedras un gran ndmero de virtudes
imaginarias. y durante el &iglo pasado participaban de est-a opiniún
hombres ilustrados, como puede verse leyendo lo que al respecto de
ellas dice el padre Lozano. Sé por el señor Nicour que al9unas tri"bus
de indios llevan col9adas al cuello unas bolsitas de cuero en las
que &e hallan encerradas- dos o tres piedras b,zarea de guanaco. objetos
de auperatici.6n a los que atribuyen gran valor y con loa que creen
salir bien de loa mayores pe,ligroa. Todo esto nos induce a suponer
gua iguales creencias superst-iciosaa tenían loa indígeneaa primi-tivos
y gua debe atribuirse a dicha causa la existencia de c,lculos o piedras
b,zara• en los paraderos prehist6ricoa de esta provincia-.•
309
loa conaideraban for.ada• por una afinidad natural de la vida eleaental
con la vida animal en el &ano del aer viviente. Por e&o IH que lo•
piilV"áá de bezoar fueran. ~ aon todavía en aquéllo• pa{ ■ e ■• uno de
10·¡¡··-agante ■ Ú ■ podaro■ ,H da la terapéutica popular: ■e laa con ■ ideraba
sobe·ranaa contra lo• venal'IO■• Ello■ daban a la pied!""a un nombre que
mue ■ tra exten ■ ión de au• COADcimiento ■ f! ■ ico■: la llamaban la su•tancia
et,rea. la luz. la . . tar-ia có•lllica. ILLA ••• •
NOTA
grandes
5. Loa
difuaorea
médico ■
de
y herbolarios
conocimientos
yatiria
útiles
o
de
k.alahuayaa han
productos
.
aido
fltedicinalea
la ■
NOTA ti. El uao del bezoar entre la población radicada sobra las faldas
andinas del Sur,. ha mantenido ■u vigencia hasta nua ■ tro• d{aa. El P.
ROSALES refiere que. durante la guerra dilatada de Chile ( siglo XVII]
para que lo• caballo■ ae hagan ligeroa ••• [lo ■ indio.al lea dan
a beber piedra bezar dealeída en agua. Que. como esta piedra la sacan
de venados y guanacaa,. que ■ 0-n anima-lea muy ligeros. juzgan que en
la piedra e ■ t-' la ligereza del venado y que hace ligero• a loa caballo•
que la beben". CABRERA y YEPES ( 1 gq.o) dicen que entre loa in-dio• del
Sur (Patagonia] ae cree que la• lwancu-r . . cicatrizan la ■ heridas por
■ imple contacto. que sanan laa llhfermedadea de la viata y que. pulveriza-
das e ingerida ■• calman el dolo.r c:le estómago. Carlos R. DARWIN dice
qu~--· loa indio ■ que conaerciaban ( 1839) con el eatablecimiento del Río
NeQta. trai'an gran cantidad de piedra• de guanaco ••• "para vender como
310
r8ftllldio11. o aea medicina de curandero•: y vi a un viejo con una caja
llena da ellas-.. grandes y chicaa•. Entre lo• grupoti: indígena• del Neu-
quén. cuando actualmente ae encuentra un ciUculo en el organismo de
alguna cabra u oveja. es enterrado en una ceremonia con abundancia
de ofrendas. El ntotivo aducido ea que de ese modo ae protejan y multipli-
can los rebañoa. Teniendo en cuenta de que ec.onómicamante la oveja
ha r-eemplazado al guanaco y que constituye una continuidad simb.Ólica
.con 41. ea r,cil ca111prender que · 1a cereraonia deacripta 1u un símil
de laa que FLORES OOHOA [ 1977) ha ob&ervado entre pastorea de alpaca
del Perd. En lfneas generala•. para concluír. laa aplicaciones aborígenes
antiguas da la luancura continúan siendo man.tenidas por las machis
(curandero ■ y curanderaal cuyos conaultorioa proaparan ahora haata
en loa alrededoraa de la ciudad de Neuquén.
8/BLIOGRAFIA
AGEITOS DE CASTELLANOS. z. 1957-1959. Algunas conaideracianea sobre
el género "Diplodon• (Molu ■ coa-Pelac!pedosl. Nota ■ Museo
La Plata. 19: 2113-246.
DARWIN. CH. 1839. The zoology of the vayaga of HMS Beagla. Part 2. Mamma-
~ [Waterhouae). Londrea.
311
FLORES OOHOA. J. A. 1977. Enqa. anqaichu. illa y khuya rumi. En: J.
A. FLORES OOHOA. Ed. Paatoras da Puna. 211-237. Lima: lnatituto
Eatudio• Peruana--.
VENETTE. N. 1701. Trait.S dea pierre• gui s 1 angandrent dan• lea terrea
312
et dans les animaux. ou l 1 on parle exactement des causes
qui les fourment dano les hommes. Amsterdam.
313
9. TEXTILES
1. INTRODUCCION
315
forma y función de los objetos, técnicas de elaboración, tipo
y motivo de decoración, etc.
De todas maneras el estudio de estas muestras es importan-
te porque representan algunas de las pocas manifestaciones
de material textil indígena, o asociado a elementos indígenas,
que se han hallado en Patagonia hasta la actualidad.
El estado de las muestras es en general bueno. En la
mayoría de los casos se trata de fragmentos de piezas mayores.
El aspecto que más alteración ha sufrido es el color, ya que
en general éste se presenta en casi todas las muestras como
un gris parduzco homogéneo, producto de la acción del tiempo
y los elementos naturales, no permitiendo la correcta apreciación
del co~or original.
Muestra Nº 1
Muestra Nº 1
Muestra Nº 3
316
No presenta huellas de machacamiento o preparación con inten-
ciones de utilización en labores textiles.
Muestra N° 4
Muestra N° 5
Muestra Nº 6
317
cm de la cuadrÍcula 12-1383 que tendrÍa una antigüedad mayor
de 400 años, que es la edad para algunos sectores del nivel inme-
diatamente superior. '
MuestraNº 7
o
,__1 2. 3~ ,
10
Muestra NºB
Muestra Nº9
3Zl
Esta muestra proviene del nivel 40-50 cm de la cuadrÍcula
16Bl asociada a elemen,tos arqueológicos fechados a comienzos
de .la Era Cristiana. Fue anteriormente citada por Diana Rolandi
de Perrot en un trabajo sobre cestería de El Chocón (ROLANDI
de PERROT, 1981: 67).
El origen indígena de esta muestra es indudable no sólo
por el contexto que la acompaña (pipa de piedra, raspadores,
cerámica) y su antigüedad de 1830 ± 85 años A.P., según los
datos proporcionados por el investigador Jorge Fernández, sino
porque presenta todas las características de confección propias
de otros elementos semejantes hallados en otros yacimientos
arqueológicos.
Si bien en Patagonia no han aparecido otros restos de
redes, en zonas cercanas que gozan de mejoras condiciones
de conservación de la materia orgánica, son comunes entre
los elementos arqueológicos de culturas desaparecidas como
por ejemplo en Argentina la Gruta del Indio del Rincón del Atuel,
San Rafael, Mendoza (LAGIGLIA y SEMPER, 1968: 106-107)
y en los sitios que conservaron restos de las culturas de Morrillos
y Ansilta en la zona andina de San Juan (MICHIELI, 1985: 195-
196; MILLAN de PALAVECINO y MICHIELI, 1977: 17íl) y en
Chile en hallazgo de redes sin nudo en la zona central (RUEDA.,
1964: 155).
La confección y el uso de redes, tanto con nudo ·como
sin nudo, fue especialmente desarrollada por culturas que poseían
un sistema económico en el cual la recolección constituía un
elemento importante, por lo que es posible que el uso de este
artículo textil estuviera ligado a esa actividad (MICHIELI, 1983:
9). Por este motivo suelen aparecer restos de redes integrando
contextos de culturas, cazadoras o agricultoras, que daban cierta
importancia a la recolección, como por ejemplo la cultura cazado-
ra-recolectora de Los Morrillos (GAMBIER, 1985: 165) y la
cultura de Ansilta (GAMBIER, 1977: 5) en San Juan, el nivel
Atuel III de cazadores-recolectores de la Gruta del Indio en
San Rafael, Mendoza (LAGIGLIA y SEMPER, 1968: 106; 126),
los grupos de Inca Cueva (sitio IC-c7) en Jujuy (AGUERRE et
al., 1973: 205) y los grupos de cazadores-recolectores de sitios
del norte de Chile como Caleta Abtao, Conanoxa y Camarones
(BOISSET, 1969: 100-109; NIEMEYER y SCHIAPPACASSE,
1963: 124; NIEMEYER y SCHIAPPACASSE, 1978: 93-94); también
los grupos del precerámico sin algodón con agricultura incipiente
de la costa peruana (ENGEL, 1964: 147-150; ENGEL, 1966:
88 y 120) así como los especímenes del Complex III de Guitarrero
Cave, Perú (ADOVASIO y LYNCH, 1973: 89 ss) que son similares
al analizado en este trabajo.
En el caso de Chenque Haichol la vinculación de los restos
de red con actividad recolectora está dada por la apreciación
3ZZ
del investigador Jorge Fernández quien destaca • ••• la presencia
de un potente modelo de subsistencia basado en la recolección
que se manifiesta desde la más temprana ocupación de la cueva,
hasta el final, sin variar" (FERNANDEZ, 1987: 100).
Históricamente se documenta en la zona de existencia
de confección y uso de redes,entre los indígenas puelches de
los siglos XVI y XVII, fundamentalmente cazadores y secundaria-
mente recolectores, que habitaban la banda oriental de la Cordi-
llera desde aproximadamente la latitud del río Diamante en
Mendoza hasta el lago Nahuel Huapi y río Limay en Neuquén,
tal como lo confirman las fuentes documentales (MICHIEU,
1978: 21-22).
4. CONCLUSIONES
323
Cbenque Haichol radica principalmente en la presencia de mate-
riales hispánicos mezclados con elementos arqueológicos indíge-
nas, que dan idea de un contacto entre los grupos.
Especial interés tiene la muestra Nº 7 en la que se aprecia
la elaboración, a partir de un trozo de tejido industrial, de una
cinta; posiblemente quizás una vincha, en la cual se · ha usado
la decoración de la tela en forma intencional, siendo probablemen-
te también decorativo el botón , que se ha dejado cosido en
su lugar original. Por la vinculación de esta pieza con restos
indígenas puede suponerse que quizás la confección haya sido
realizada por los aborÍgenes.
Dentro de los elementos de origen indudablemente indíge-
na, se destaca la red que lleva el Nº 9, que constituye un ejemplar
hasta ahora único en Patagonia y que se relaciona muy probable-
mente con la actividad recolectora de los habitantes de Cbenque
Haichol.
BIBLIOGRAFIA
324
FERNANDEZ DISTEL. A. 197q. Excavacione ■ arquealógicaa en la ■ cuevas
de huachichocana. Opto. de Tumbaya. Prov. de Jujuy. Argentina.
Relacianes de la Sociedad Argentina de Antrapolog!a. B! 101-
126.
325
9.2. ESTUDIO DE UNA PIEZA DE CESTERIA
327
A fin de lograr la forma discoidal y mantener el espiral cerrado,
se realizan aumentos en cada espiral. En la primera se observan
aumentos consecutivos 'en cada puntada y posteriormente se
van espaciando (entre 12 y 14 aumentos en cada espiral). La
técnica del aumento consiste en realizar una doble puntada en
el espacio entre dos consecutivas.
Presenta decoración en el anverso y reverso. Se utilizaron
dos tonos: uno rojo violáceo y otro castaño rojizo oscuro. La
técnica de la decoración consiste en la utilización de fibras
teñidas o naturales del color que se desea, durante el armado
de la pieza (ver más arriba la técnica utilizada para los añadidos).
No son muchos los datos con que contamos para establecer
comparaciones y correlaciones a partir de esta pieza. Son escasos
los fragmentos de cestería que se han exhumado en Patagonia
y no se pueden establecer semejanzas entre ellos. En el caso
de aquellos encontrados en el área de Piedra, departamentos
Languiñeo y Cushamen, Chubut, están asociados a un contexto
Patagoniense cerámico posterior al 700 D.C. (CSIC 495, 1330
:!: 50 A.P., P.P. 1, capa 3) y a otro acerámico (AC 669, 1 750
:!: 80 A.P., C.M. 2, capa 2c) (PEREZ de MICOU, 1980, 1981 y
1987). En la provincia de RÍO Negro, MOLDES de ENTRAIGAS
(1978) ha analizado material proveniente de' Ñorquinco que,
según las características anotadas por la autora guarda relación
técnica con el aquí estudiado. La técnica empleada para la
confección de esto pieza es la de espiro/ con bose, es decir,
con un elemento bose formada por hoces de fibras vegeto/es
(••. ) de 1/ mm de espesor que quedan fiias, mientras son entrelaza-
dos por otros del mismo material. Resulta uno superficie compac-
to y poco flexible de aspecto muy cuidado en su coro exterior
... (MOLDES de ENTRAIGAS, 1978: 7). En Neuquén, la cestería
exhumada en los sitios Alero Los Sauces y Alero del Dique (RO-
LANDI de PERROT, 1977), no se asemeja a esta pieza de cueva
Haichol ni en su técnica, en el caso de los fragmentos confeccio-
nados con técnica de acordelado (twined), ni en su aspecto,
en el caso del Único fragmento realizado con técnica espiral
(coi/ed).
Cabe destacar que, de los ejemplares analizados por
nosotros y de los que hemos podido observar, en éste se nota
el dominio de una técnica cestera muy elaborada que permite
inferir µna larga tradición en la confección de estos elementos,
posibilitando al artesano el manejo de una serie de recursos
técnicos, interesándose no sólo por la resistencia del objeto
resultante sino por su acabado final y apariencia. Apoyan esta
idea, por ejemplo, la· ejecución de decoración doble faz, bicolor,
al mismo tiempo que se ejecuta la superficie a decorar.
328
8/BLIOGRAFIA
329
y
ELENAANCIBOR (1)
1. FRAGMENTO DE RED
(1) Tllulardela~ Aollklrní• Vegetal, Dio. Cs. Biol., Fac. Cs. Ex. Nat.. Uni-.ersidadde
8-Aires.
333
d
"'o<>
3
500 ttl'I
e
50 ,...,,
50 t;tm
Fig. 11: A~ D. fibra• flaemáticae de Malvaceae
A. Fibra• floemáticae y radiae. aspecto general
B. Detalle de una fibra
C. Radio con criatalee y fibras
O. Fibraa en corte transversal
cr criatalea de oxalato de calcio
f fibras
rd radioa
334
A
___s._,,,.,,_c:,
_____ 1
200w 2
___,,_¡:,..a:
...__ 3
335
una fibra vegetal (B) se hallan envueltas por las hojas de una
gramínea (A), configura:qdo una trama apretada (Fig. 87 A). Estruc-
turas anatómicas de ambos componentes está constituída por
una especie de Cortadería sp (Fig. 87, Al y AZ), mientras que
el material 8 se halla constituído por la raíz de una gramínea,
muy esclerosada (Fig. 87B), posiblemente de la misma Cortaderia
sp (METCALFE, 1960).
Los investigadores proporcionaron material fresco de
algunas juncáceas que aún crecen en los mallines de la vecindad
del sitio arqueológico, juzgándolas como las más aparentes
para ser utilizadas en cestería. El detalle de un CT reproducido
en la figura 87 (Cl y CZ) permite desechar esta posibilidad,
en el sentido de que hayan participado como materia prima
en la confección del objeto arqueológico que nos ocupa.
BIBLIOGRAFIA
336
10. MATERIALES LEÑOSOS: MADERA,
CAÑA Y OTROS
10.1 CARA
337
das, y co/ihues o coleu_s, que son rectas y sin ramificaciones
grandes. Aquí nos ocuparemos del colihue, esto es, de Chusquea
cu/eou, única especie registrada arqueológicamente. Será conve-
niente dejar planteado el hecho de que en Neuquén se encuentran
también astiles de flecha confeccionados en caña hueca, un
aspecto etnobotánico merecedor de ser esclarecido.
En la vertiente cordillerana argentina, el colihue comienza
a difundirse en el extremo norte del Neuquén {Departamento
Minas). Está muy difundido en toda esta provincia, ya que su
reproducción agámica facilita la generación de bosques impene-
trables; hacia el sur se presenta otra especie, Chusquea argentina
(PARODJ 1952). El límite austral del colihue no está bien estable-
cido, o por lo menos la bibliografía especializada no lo cita
expresamente; no sabemos si las cañas que se encuentran en
Río Negro y Chubut son todavía de la misma especie que las
de más al norte. Los usos conferidos a esta gramínea son numero-
sos. Sus cañas macizas tienen muy lisos los entrenudos, siendo
los nudos fácilmente desbastables con una lasca cortante, de
manera que con escaso trabajo y tiempo es factible confeccionar
con ellas armas temibles, del tipo del venablo o de la, lanza,
uso éste que la totalidad de las crónicas históricas ha recordadq,.
El Único inconveniente de este tipo de lanzas radica en su peso,
aspecto secundario frente a sus muchas otras ventajas. Durante
el transcurso de la Primera Guerra Mundial, el Ejército Argentino
armó su caballería con lanzas de caña norteña hueca, aunque
su punta era de bambú sureño, precisamente del Neuquén
(HOSSEUS 1915). Resulta llamativo no haber podido constatar
en Haichol el empleo del colihlíé en la construcción de lanzas,
hecho que se descarta porque el diámetro de todos los fragmentos
arqueológicos no se adecúa a ese fin.
338
Fig. 89: Desarrollo lateral de loo motivos decorativas. En negra. porción
deecratezada. o en Mgativc; en blanco. auperficie natural de la caña,
o pcrsitiva.
339
mediante la aplicación de una sustancia colorante de color negra
(tinta o pintura). La posil¡ilidad de que se tratase de un pirograba-
do, ha debido descartarse.
Consideramos que, por haber sido ejecutados causando
pérdida de materia, los trazos excavados y pintados constituyen
una decoración negativa; las porciones no excavadas, que han
conservado el lolor natural de la corteza de la caña, se consideran
motivos positivos. Las figuras están constituídas por unidades
cuadradas o levemente rectangulares cuya traza de conjunto
tiene una inclinación de 80º o se acerca a ese valor angular.
Esta inclinación se mantiene en las tres bandas decoradas, aunque
las lineaturas escalonadas de las bandas superiores se desvían
a izquierda o derecha de la inferior con inclinaciones que varía
entre 20º y 30°, formando en conjunto una línea quebrada o
en zigzag.
El entrenudo siguiente está decorado con motivos positivos
y negativos, estos Últimos coloreados en negro. El motivo negativo
(pintado), consite en figuras rectangulares con tres rectos y
uno escalonado. El motivo positivo, recíproco del anterior, está
formado por trazos en parte escalonados, en parte rectos, que
recuerdan a la letra N. El entrenudo superior,. deteriorado por
acción de la humedad, permite distinguir la repetición de otros
tres campos integrados por los motivos descriptos primeramente,
es decir, diminutos rectángulos o cuadrados escalonados con
una inclinación de aproximadamente 80º, formando el conjunto
de las tres bandas una línea en zigzag.
Los diseños descriptos tienen características particular-
mente interesantes, destacándose: 1) la regularidad y disciplina
de su trazado geométrico; 2) su carácter repetitivo; 3) su finalidad
ornamental. El elemento básico, o unidad decorativa fundamental
de este diseño y de otros muchos que se le emparentan, y que
es causa posibilitante de la formación de escalonados, es un
motivo de forma cuadrada o rectangular, cuyo orígen más distante
es posible encontrarlo en el ajedrezado, es decir, en una asocia-
ción repetitiva, sin fin, de cuadrados iguales de diferente colora-
ción.
La segunda comprobación merecedora de ser destacada,
es que estos motivos, pero particularmente el descripto en segun-
do término, provoca una singular interacción o dualidad Óptica
entre el fondo (positivo) y la figura grabada (negativo). La visión
está adecuada a la percepción conjunta de innúmeros objetos,
normalmente ubicados en planos diferentes. Así, puede captar,
alternativamente, la figura que surge del fondo o la que ha
sido grabada y pintada. Lo que no puede, contradictoriamente,
es captar las dos al mismo tiempo. Estas figuras recíprocas,
que engañan o contradicen la capacidad de nuestra percepción
visual, se denominan figuras ilusorias (ATTNEAVE 1971), y
ya fueron consideradas en un trabajo anterior (FERNANDEZ
340
1987) referente a la difusión del arte ornamental en Patagonia.
La caña decorada de Haichol se encontraba en la cuadrÍcula
12.Al, a una profundidad de 45 c. La datación radiocarbÓnica
más próxima, ubicada en 12.Al: 85-95 cm, proporcio11Ó una edad
de 1390 años A. P., por lo que tentativamente la antigüedad
de este objeto podría acercarse a 1000 años A. P. Su interés
radica en que demuestra la difusión alcanzada por los motivos
geométricos escalonados, presentes en otras manifestaciones
del arte ornamental neuquino. En la cesta espiralada descripta
en el capítulo 9.2. de esta obra, vuelven a manifestarse, esta
vez en negro y rojo, aunque sin generar figuras ilusorias por
su escaso desarrollo.
La ejecución de estos diseños demanda gran cantidad
de tiempo y de paciencia. No pueden improvisarse, menos aún
trabajando a mano alzada, como es el caso de la caña descorteza-
da, hecho cuya veracidad puede comprobarse tratando de imitarlos
sobre papel cuadriculado. Sólo una gran familiaridad con su
trama y el carácter dual-ilusorio de sus motivos, posibilita desa-
rrollarlos sin cometer equivocaciones. El artesano que descortezó
la caña en la cueva de Haichol procedió con una certeza y seguri-
dad casi totales, sin comprometer en ningún momento una obra
de tanta paciencia, tal vez en una etapa avanzada, lo que prueba
su familiaridad con el diseño.
Este tipo de decoración, que se fundamente en la trama
de figuras ilusorias, se encuentra difundido en el arte rupestre,
en las placas grabadas, en los mantos pintados de los indios
tehuelches, en el cuero de los juegos de naipe, en los tejidos
neuquinos, etc. Debe relacionarse, en su orígen, con un arte
mecánico y exacto, o de fundamento aritmético al menos, y
esencialmente repetitivo, como pudieron ser el tejido o la ceste-
ría, o ambos conjuntamente.
Si volvemos a considerar los motivos grabados en la caña
decorada, se comprueba fácilmente que el arreglo general corres-
ponde a un diseño textilero: la delimitación de los campos, o
su contorno, en primer lugar, se corresponden con las guardas
que, en los tejidos, circunscriben los motivos principales o centra-
les de las piezas de telar características de la región neuquina,
muchas de las cuales sobreviven actualmente. El mismo arreglo
es posible observarlo, con las transformaciones lógicas, en los
mantos de cuero decorados de los indios tehuelches.
341
la cueva. El primer fl'al!l,mento muestra en uno de sus extremos
una acanaladura o muesca definida. aparentemente destinada
a recibir la insersión de una punta de proyectil pequeña. Desde
la horqueta de inserción hacia abajo, el trozo de caña muestra
huellas muy claras, con forma de trazos paralelamente dispuestos,
de coloración más oscura que la caña, como las que pudieran
dejar tendones fuertemente amarrados (figura 90, K).
Es posible, sin embargo, que no se trate del extremo
distal de un astil, sino del proximal, destinado a insertar en
la cuerda del arco. Tratándose de la parte sujeta a sufrir mayores
tensiones, por trabajar sobre la cuerda tensa del arco, dicho
sector debía reforzarse mediante envolturas de tendón de guanaco
o choique. Dicho retobo. constituía un trabajo cuidadosamente
ejecutado, según se aprecia en especímenes de otra proveniencia.
Nuestro ejemplar, sin embargo, muestra dos rajaduras longitudina-
les, debidas a esfuerzo antes que a resecamiento, por lo que
podrÍamos concluír que, efectivamente, se trata de un extremo
proximal de astil.
Otro ejemplar (figura 90, C) mide 78 mm de longitud
y sólo 5 mm de diámetro. La abertura del corte en ángulo ,;:¡dsten-
te en su extremo, mayor que en el caso anterior '(sus dimensiones:
longitud, 6 mm; abertura máxima, 3 mm) deponen· a favor
de que se trate del extremo distal, destinado a recibir la punta
lítica y su soporte de mástico. A corta distancia de esta ranura,
el astil fué desprovisto de la corteza, pero sin tocar en absoluto
los haces de fibras longitudinales que constituyen el meollo
o alma de la caña.
En la sección A de este capítulo, ANCIBOR llama la
atención sobre la dureza que caracteriza a estos materiales.
Por nuestra parte, desearíamos plantear la posibilidad de · que
las cañas hayan sido endurecidas por tatamiento térmico, sea
por inmersión en agua caliente o por exposición al fuego, variantes
que podrán aclararse contando con mayor cantidad de casos
y experimentación adecuada.
11
'
1
10.1.4 ASA
10.1 MADERA
345
10,1.1 OBJETOS VARIOS DE MADERA
10.1.1 PALA
346
u
,.,
z
Figura 93. Artefactos de madera y caña.
al eje principal del objeto; se trata de un conjunto de estrías
poco profundas y paralelas entre sí, que parecen resultar del
pasaje de un cepillo lítico muy esponjoso y duro, tal vez un
basalto escoriáceo (véase informe petrográfico de RAMOS,
este volúmen). La madera ha desempeñado un papel activo,
al ser percutida con apoyo sobre una superficie de desgaste
(percusión oblÍcua, apoyada y difusa; LEROI-GOURHAN 1943).
En la cara posterior del artefacto, que es a1lÍ de sección convexa,
las trazas muestran la aplicación de un filo lítico con melladuras,
de escasa anchura, poco penetrante, que ha dejado áreas de
desbaste muy pronunciadas en las zonas de impacto, y areas
de desbastamiento menor causadas por el deslizamiento del
filo. La aplicación de la fuerza, en este caso, ha sido oblícua,
lanzada y transversal (LEROI-GOURHAN 1943).
10.1.5 ESPINA
349
según estudio de ANCIBOR. Su estado de fragmentación impide
extraer conclusiones referentes a su empleo. No ha conservado
vestigios de contenido.
10.1.8 PUNZON
350
se presta la consistencia, la contextura y el elevado contenido
en celulosa de las cañas macizas.
Lo que, con seguridad casi completa, ha podido comprobar-
se en Haichol, es el uso de instrumentos que generan fuego
mediante la fricción rotativa de dos elementos, uno de ellos
activo y el otro ·pasivo. El activo está constituido por una varilla
de sección transversal circular y poco grosor, generalmente
de menos de un centímetro, y ápice cónico o aproximadamente
cénico. Este actúa verticalmente dentro de un alvéolo o concavi-
dad excavada en el elemento pasivo, que se dispone horizontal-
mente, en el suelo. El elemento activo debe hacerse girar enérge-
ticamente dentro del alvéolo, ejerciendo a la vez cierta presión.
a fin de desprender partículas de madera y generar suficiente
calor como para que produzca lumbre.
La rotación enérgica del elemento activo dentro de la
concavidad pasiva se consigue mediante la aplicación de algún
artificio. La escasa longitud de los activos hallados en Haichol,
sin embargo, sólo· autoriza a reconocer la actuación del más
simple de esos ingenios: ambas palmas de las manos, enfrentadas
y ejecutando un enérgico movimiento de vaivén, directamente
transmitido a la varilla. En base a esta consideración. en adelante
nos referimos exclusivamente a fricción rotativa simple, con
sólo dos elementos y participación de las manos de un solo opera-
rio, como agente motor.
351
se ha fracturado. El fondo de los alvéolos es aproximadamente
cónic:o; morfol<>gicamente, constituye el negativo del ápice
del. elemento activo. En el fondo de todas las concavidades,
particularmente en una de ellas, se observan adherencias carbono-
sas e impregnaciones blanco grisáceas, de aparencia salitrosa.
Desconocemos la morfologÍa del elemento activo con el que
esta pieza ha trabajado en relación de machihembrado, pero
podemos deducirla por medio de las relaciones recíprocas que
debieron existir entre ambas. Ya se dijo que su ápice debió
ser cónico, no podemos establecer su longitud, pero sí su grosor,
que debió ser no mayor que un centímetro, vale decir, equivalente
al grosor del elemento pasivo. La posible razón de esta equidimen-
sionalidad del grosor en activo y pasivo, debiera ser aclarada.
352
ción, debió ser tratada con solución endurecedora de base alcohÓ-
lica. El peritaje realizado por ANCIBOR ha demostrado que
se trata, como en el caso anterior, del leño de Flotovia sp.
353
La producción de fuego por fricción pervivió en Nuequén
hasta el siglo XIX, y de ella existen descripciones que, aún cuando
no tajantemente demostrativas, confieren cierto grado de veraci-
dad a la posible obtención de fuego por fricción longitudinal.
CRUZ (1835), que en 1806 viajó por en N del Neuquén acompañado
de los Últimos pehuenches, expresa al describir sus costumbres:
"Paro sacar fuego tienen eslabón, y cuando no, usan del repu,
que son dos polos de coliu o rorin, que restregando el mós delgado
sobre el más grueso, hocen salir un aserrín que con el color
del movimiento se incendio. El sauce es también muy pronto
o i ncendiorse. •
CRUZ, observador penetrante, nos proporciona los nombres
del arsenal botánico empleado por los pehuenches en la obtención
del fuego: caña colihue, rarin y sauce. El rarin o dadin es una
Eugenio (mirtácea); el sauce a que se refiere, es el americano
(IHERING 1925). Pero nos proporciona también un indicio de
la fomra en que operaban los elementos productores del fuego:
restregando ·el palito más delgado sobre el más grueso, tan dife-
rente a girarlo entre las manos, que un observador .de sus méritos
no hubiese dejado de señalar. Existe pues, al menos la presunción
de que en la región pudo también practicarse la producción
del fuego por fricción longitudinal, con cuya negación rotunda
nada se ganaría, por lo menos hasta que la aparición de evidencias
arqueológicas y etnográficas más claras autoricen la adopción
de un criterio definitivo.
La evaluación de los elementos pasivos hallados en Haichol,
por el contrario, nos conduce con total certidumbre a la compro-
bación de las prácticas de ignición mediante fricción rotativa
simple, analizada Últimamente con tanto esmero por GARCIA
(1985). Esto es particularmente cierto si tomamos en cuenta
los casos ilustrados en las figuras 93, Z; y 94, E, cuya morfología
inserta por completo con la de elementos similares ilustrados
por LYNCH (1980), BOMAN (1908), GARCIA (1985) y GAMBIER
(1985), proveneintes en su totalidad de la Región Andina compren-
dida entre Perú y el Noroeste Argentino.
Sabemos que los indios canoeros de Tierra del Fuego
y los canales magallánicos, utilizaron el yesquero de pirita (sulfuro
de hierro). Esta práctica, según los indicios existentes, no alcanzó
al Neuquén, donde en cambio los intrumentos de ignición son
similares según hemos visto, a los de la Región Andina. Esta
similitud se basa, fundamentalmente, en el empleo como elemento
pasivo, de ramas descortezadas de forma cilÍndrÍca y grosor
casi equivalente al del activo, de tt:lanera que la progresión
de la horadación del alvéolo determinaba el desprendimiento
de uno de los tabiques de la celdilla. GARCIA (1985) llama "esco-
tadura funcional" a la ranura formada en la pared de la horada-
ción, la cual facilitaba lo solido de la chispo hacia el material
355
que se intentaba encender y su axigenac,an (GARCIA 1985).
La escotadura no se t¡µlaba de manera intencional, sino que
se producía como una consecuencia de utilizar un activo de
casi el mismo diámetro que el pasivo.
Sabemos que los esquimales, cuando utilizan pasivos
de mayor anchura que el activo, superan esta dificultad tallando
en la superficie del primero una grada o escalón, a cuyo borde
efectúan horadaciones sucesivas, garantizando así el tiraje
y una oxigenación con-ecta, a más de facilitar la recolección
de las astillas o aserrín encendido, que son entonces fácilmente
transferibles al material que se procura encender (MASON 1985).
El artefacto ilustrado en la figura 94, D se asemeja a este disposi-
tivo, pero carece de la grada auxiliar. El usuario. sin embargo,
ha superado esa limitación horadando 2.2. alvéolos contiguos
entre sí, con lo que el tiraje se establecía a través de la pared
de alguna de las celdillas vecinas. La ventaja de este instrumento
radica en que facilita la transferencia de las partículas en igni-
ción, al material que constituirá la hoguera. Este consiste en
algún combustible ligero, posiblemente paja o hierbas secas
menudas. Existe en los bosques del Neuquén y RÍO Negro una
especie grande de hongo arbóreo, que en una ocasión ~ps fué.
indicado como el medio más eficaz de activar la combustión
de las partículas encendidas, algo así como un comburente;
no hemos retenido, lamentablemente, el nombre indígena con
que nos fuera señalado.
La caña seca de colihue contiene celulosa, que contando
con ella no es necesario ningún intermediario. Comprobaciones
etnográficas de la obtención del fuego por rotación, si no abundan-
tes, son por lo menos claras y dirimentes. ROSALES (1877)
describe la siguiente operación presenciada con anterioridad
a 1677: "Asientan el un palito en el suelo y tiénenle fijo .con
los pies, y con el macho sacan fuego del otro palito, afirmado
con las dos manos y refregándole entre ellas con fuerza y moña.
Porque ludiendo el quicio sobre el dado, hacen los dos un aserrín
menudito, que con la colusión de los palitos se enciende brevisi-
mamente, y echando aquél aserrín encendido en unas pajas o
en otra materia seca, a das soplos tienen sacada el fuego•.
HAVESTADT (1983), m1S1onero que en 1752. recorrió
el N. neuquino junto a los pehuenches, deja perfectamente defini-
dos los nombres indÍgenas del instrumento y la forma de usarlo:
"REPU, instrumentum & modus duobus bacillis eliciendi ignem.
Assumunt nempe duos bacillos sa/icios; bacillumque alterum,
qui proptereo damu vocatur, facto prius in medio parva cancavito-
te, substernunt. seu collocant horizontaliter; atque super huc
intra illam concavitatem ponunt perpendiculariter alterum
bacillum huentu dictum; mox hunc huentu supra a/ium domo
utraque va/a quam in arbem gyrumque versant, unde statim
ignis cancipitur, qui ut sit copiossor: radunt primo utrumque
356
bacil/um, ponuntque rosomen in medio prope dictom coveolom.
Repun. reputun, ignem dicto modo elicere".
BIBLIOGRAFIA
HOSSEUS, C.K. 1915. Las caña.a de bambú en las cordillerau del Sur.
Boletín Ministerio Agricultura, 19: 195-2DB.
LYNCH. T,· F. 1980 •. Bene and· wood toa-la. En: T. F. LYNCH (Ed.) Buitarrsro
C•ve. 2~3-252. New York: Academic Pre ■ a.
3S7
MA9€111,. o .. T. 1985. The origin• oF invention: a atudy oF indu ■ try HIOftQ
primitiva peoplea. Landon: Valter Scott Ltd.
358
e
1
~ K
1 .1sa,
1
o
so_o_,.,_.,___ -4 . . .aoo'J"'
2 - - ~ ~ - - - 3 _____
Figura 95. A, B, cáscara de mate (Lagen.aria sp.) en CT; A, mate actual, B, material
arqueológico. C, fragmento de mar lo de maíz, material arqueológico, superficie interna,
inserción de los granos (flechas). D, pericarpio esclerosado deEuphorbia sp (?) en CT,
mat. arq. E, pericarpio maduro de Co/letia hystrix Clos. (Rhamnaceae) m.c. F, G, H,
maderita rodeada de una tira de cuero, m. arq.: F, aspecto externo; G, cuero en corte; H,
maderita = Bambuseae en C.T. I, J, K, porción proximal de una flecha, m. arqueo!. L
aspecto externo, J-K en CT: J, aspecto general; K, detalle de su hv; L-0, trozo de un eje
vegetal, rodeado de tendón animal: L, aspecto externo; M, tendón en CT; N-0, eje de
Cyperaceae en CT: N, aspecto general; O, detalle del hv . Las reglillas corresponden: 1.
a F, L, I; 2, a D, E; 3, a A, B, G, K, O; 4 a H, J, M, N.
10.A. IDEN'I'lFICACION ANATOMICA DE RESTOS
VEGETALES
ELENAANCIBOR (1)
METODOS
(1) Titular de la Citedrade 4eetoeúa v'Olletal. Dio. Cs. BioL. F11c. Cs. Ex.Ne., Univasidad de
Buenos Aires.
361
Los especímenes a determinar se numeraron, para su
descripción y manejo, de 1 a 17.
OBSERVACIONES
36Z
de mate (Cucurbitaceae), Se comparó con el mate actual y
se llegó a la conclusión de que se trata posiblemente de una
Lagenaria siceraria (Mol.) Stand!, Las células del pericarpio
en ambos casos son esclerosadas, irregulares y forman grupos
de células semejantes (Fig. 95, A, B; 98, !, J),
7, Procedencia: 14Al: 10 cm. Se trata de la mitad de
un pequeño recipiente de madera (Fig. 96, D, E), Los caracteres
de Xi observados son elementos vasales con apéndices cortos,
puntuaciones alternas y placas de perforación en su mayoría
simples. Se han visto algunas escalariformes de pocas barras.
La porosidad es difusa. La disposición de los vasos es más frecuen-
te en series largas, aunque se ven también algunos solitarios,
de a pares y en racimos. El parénquima axial es escaso a ausente.
Los radios son,, uni, bi y triseriados, de 2 a 14 células de alto
(Fig. 96, F, K; '97, D-F). Los caracteres mencionados,se acercan
notablemente a Maitenus sp (Celastraceae) segÚn TORTORELLl
(1956), CRISTIANI (1962) y METCALF y CHALK (1950). Hay
que hacer notar que el maiten es un árbol abundante en la zona.
8, Procedencia: 18B2: 30-40. Se trata de un órgano tuberoso
(Fig, 96, A), rizoma o raíz, más cercano a esta Última por la
ausencia de la médula central. El cilindro vascular presenta
una estructura anómala formando tres estelas individuales y
con el xilema fracturado en porciones radiales. Esta separación
se debe a la ruptura del parénquima axial poco engrosado que
habfa entre las láminas del Xi. El Xi, a su vez, muestra vasos,
fibras y algo de parénquima axial. Se pueden distinguir, levemente
marcados, los períodos de crecimiento correspondientes. La
estructura se asemeja a la observada en el eje del cojín de Oxalis
exigua del NO argentino y también en algunas crucíferas de
alta montaña (ANCIBOR, 1971),
9, Procedencia: 13A3: 10 cm. Extremo proximal de una
flecha, presentando una muesca para la cuerda del arco (Fig.
1, I). El material es muy duro. Resultó ser una Bambuceae. El
material de comparación utilizado fué el tallo del colihue (Chus-
quea co/eou), encontrándose notables semejanzas (Fig. 95, J,
K; 98, D, E),
10. y 13. Procedencia: 15: 25 cm y 16B2: 50, respect.
Se trata de dos bases para encender fuego. La madera está
deteriorada, pero por comparación con las descripciones de
TORTORELLl (1967) se acerca a F/otovia diacanthoides (Com-
puesta), especie que habita en las cercanías. Los caracteres
histológicos usados son: vasos de elementos cortos, perforaciones
simples, puntuaciones reoladas alternas. Radios heterocelulares,
parcialmente biseriados y porosidad difusa (Fig. 99 A-G; 100,
A-B),
11, Procedencia: 15Al: 10 cm. Se trata de otra base
para encender fuego con dos cavidades. La madera de este arte--
facto se acerca a Araucaria araucana por las puntuaciones areola-
363
das de las traqueidas dispuestas a veces en varias hilera y los
campos de cruzamiento característicos (Fig. 99, H-k; 100, L).
12. Se trata de restos de "estopa" encontradas en las
cavidades del artefacto para producir fuego descripto en 11.,
junto con resinas. El análisis de tal "estopa" mostró material
foliar de dos gramíneas distintas, muy triturado. Es difícil precisar
la determinación taxonómica de este material por el estado
en que se encuentra (Fig. 99, R, S; 100 C-D).
14. Fragmento del mango de un instrumento. La madera,
por sus características, pertenece a una Proteaceae, posiblemente
Embotrium coccineum. Los caracteres usados para su identifica-
ción son: porosidad difusa con la típica disposición ulmoide
o en series tangenciales de los vasos y radios desde uniseriados
a multiseriados muy anchos (Fig. 99, X-Z; 100, G-H).
15. Procedencia: IZA3: 3ü-40. Se trata de una palita
de madera que por sus caracteres de campos de cruzamiento
y puntuaciones areoladas con abertura angosta se acerea a A us-
trocedrus chilensis (Fig. 99, L-0; 100, E-F).
16. Procedencia: !SAZ: 10 cm. Se trata de un bastoncillo
de madera con forma estilizada de ave. La madera presenta
la porosidad difusa con escasos vasos solitarios. El parénquima,
axial es apotraqueal en bandas angostas y cortas. Los radio§
son heterocelulares y uni a biseriados. La comparación con
las descripciones de TORTORELLI (1967) indica una Mirtaceae,
sin la posibilidad de dar mayor precisión a la determinación.
Falta el material de comparación de las Mirtáceas patagónicas
(Fig. 99, P-Q; 6, H).
17. Fragmento del mango de una cuchara. La madera
presenta poros numerosos, con tendencia a porosidad subcircular;
los radios son heterocelulares uni, bi y multiseriados. Los períodos
de crecimiento no demasiado marcados. Estas características
acercan al especimen a Nothofogus nervosa, pero la presencia
de radios 4 y 5 seriados y las puntuaciones exclusivamente areola-
das de los vasos indican más a Moitenus booria (Celastraceae).
Para dificultar la precisión de la determinación se agrega el
estado en que se encuentra el material (Fig. 99, T-W; 100, I-
J).
NOTA FINAL
364
M
'l:i, \t:, ~
l:;il::>, ¡;:;,'-0i
~~ \)~(\) 1 a
2 2.00,m
~') C'l\l)C\l ,soo,,,.
o 3
4--""''º""º""'1"'-----
Figma 97. A, B, fruto tricalpelar de Euphorbia sp., mat. arq.; A, aspecto externo; B, en
CT; C, pericarpio del fruto de Colletia hystrix en CT, m.c.; D, E, F, madera del cuenco,
mat. arqueo!.: D, en CLRd; E,en CLtg; F,en CT; G, maderadeAustrocedrus cupresoides,
lf
m.c ., en CT; H-I, madera del recipiente, m. arqueo!.: H, en CLtg; I, en CT. Todas las
rcglillas equivalen a 10 µm.
1l
Figw-a 98. A, eje de Cyperaceae, mat. arqueo!, en CT; B, cuero en CT; C, tendón en CL;
1!
D, tallo de Bambuceaeen CT, m. arqueo!.; E, tallo de Bambuceae (colihue) en CT, m.c.;
'I
F, flecha en CT, m. arqueol..Bambuceae; G,H, raíz tuberosa: Gen CT: H en CL, detalle
de vasos espiralados; I-J, cáscara de mate, Lagenaria sp.: I, actual, J, mat. arqueo!.: K,
maíz: a la izquierda, una mazorca con parte del marlo visible, del NO argentino (m .c.);
a la derecha, porción del mar lo arqueológico. Todas las reglas (menos la de K) equivalen
a 10 µm .
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..-5"C0,~11J
:100}/Jn
4
Figura 99. A-G. dos bases para ence nder fuego : A, B, aspectos externos; C -G, estructura de la madera
perteneciente a F/010via diaca nthoides (Comp.). C , radio en CLRd; D. radios en CLtg; E, un vaso de
elementos coit os; F. puntuaciones areoladas, -detalle; G, madera en CT, esquema; H-K, base para encender
fuego: H, aspecto externo: I, madera en CT afín a Araucaria araucana; J, campos de cruzamientos tipo
araucarioide; K, madera en CLtg: L-0, una palita de madera de Austrocedrus chilensis: L, aspecto externo:
M, campos de cruzamiento: N, madera en CT; O, puntuaciones areoladas, detalle . P-Q, bastón en forn1a de
ave : P, aspecto externo: Q, madera de una Mirtaceae en CT; RS, estopa hallada en las cavidades del aitefacto:
restos de hojas de gramíneas: T-W, parte del mango de una cuchara, de madera afín a Maitenus boaria
(Celastraceae). T. aspecto externo, U madera en CT; V, radio en CLRd; W radios enCLtg; X-Z, mango de
madera . de una Proteaceae. posiblemente Embothrium cocci11e11m: X, aspecto externo: Y. radios en CLtg; Z. ,,.
madera en CT. most rando la dis1x,sició11 ulrnoide de los vasos. Lis reglillas corresponden: 1. a A. B. H. L. P.
l. X: 2. a C. D.G. K. W. Y. Z: ~ a: E C.V: -La: F. l. J. \1. \. O. Q. R. S.
les arqueológicos de una región determinada se ve dificultada
muchas veces por la escasez o ausencia de materiales de compa-
ración de dicha región, ya que no existen histotecas completas
de todo el país.
Se sugiere a los arqueólogos la recolección de todo el
material vegetal de las zonas en que practiquen excavaciones,
adjuntándolo a los especímenes problemas que procuren deter-
minar. De esta forma se facilita la tarea del histólogo, y las
determinaciones ganarán en precisión.
BIBLIOCRAFIA
369
-,..
a.
Figura 100. A-K. Observaciones con microscopio óptico: A-B, madera de las bases-para
encender fuego Nº 10 y Nº 13 affin. Flotovia diacantlwides (Comp): A, en CT; B. en
CLtg; C,D, restos de hojas de dos gramíneas usadas como estopa y hallada en el
espécimenNº 11; E-F, palita de maderadeAustrocedruschilensis: E,en CLtg; F,en CT;
G, H, madera de un mango, de una Proteaceae: G, en CT; H en CLtg; 1-J, mango de
cuchara de madera de Maitenus boaria (Celast.): I en CLtg; J, en CT. K, madera de una
Mirtácea en CT, el espécimen es un bastón con forma de ave; L, madera de una base para
encender fuego (Nº 11) de Araucaria araucana en CT. Todas las reglillas equivalen a
lOµm.
a
"
l:,
,.
J!f
Figura 10 l. Objetos de cobre, a los que se considera posibles colgantes
auriculares.
11. ARTEFACTOS METALICOS
373
11.3 COMPOSICION METAL/CA
374
F-irman este Informe Ing. Jorge P. PINA; Dra. Celia PU-
·GLISI e Ing. Jorge J. VEGA, los dos primeros del laboratorio
Microscopía Electrónica y el Último Dirección Técnica, CITAC •
.
11.4 COMENTARIOS
375
proporción. Si bien es cierto que existen referencias hist-óricas
antiguas relativas a masas de cobre en estado nativo, usadas
en la confección de campanas, etc., lo cierto es que carecemos
de análisis a través de los cuales pueda obtenerse un panorama
desprovisto de subjetividades. No queda otra alternativa, pues,
que procurar establecer la procedencia cultural de estos objetos
y su antigüedad mediante comparaciones con elementos parecidos,
conocidos ya en sitios arqueológicos de otras áreas.
Esto, lamentablemente, tampoco ayudará mucho, ya
que la difusión de estos objetos de adorno no sólo abarcó en
algunas épocas una zona mucho más amplia, sino que también
pervivieron en algunas partes basta épocas muy próximas.
376
11.6 CRONOLOGIA
9Bl: 10-2.0 cm prof.: 42.0:!:110 años A.P. (AC 551, cáscara de huevo)
9Bl:2.0--30 cm prof.: 470::':110 años A.P. (AC 550, cáscara de huevo)
9Bl: 50-60 cm prof.: 12.90 ::': 110 años A.P. (AC 897).
Más ajustada todavía resultaría ser la relación cronológica
del pendiente cuadrangular con muesca procedente de l0Bl:
3Q--40 cm, con la muestra siguiente:
l0Bl: 40-50 cm prof.: 12.90 .:!: 110 años A.P. (AC 075)
es decir, ubicada a 10 cm por debajo de la pieza metálica en
cuestión, por lo que la antigüedad de ésta podrÍa ser limitada
a un intervalo de 800-600 años A. P.
Deben tomarse en cuenta las consideraciones oportunamen-
te formuladas, en el sentido de que este tipo de correlaciones
de los fechados radiocarbÓnicos con materiales arqueológicos
no directamente asociados con ellas, sólo puede tener un carácter
meramente orientativo, cuyo grado efectivo de contemporaneidad
es totalmente azaroso e imprevisible.
377
BIBLJOCRAFIA
378
1 8- NOV-87 15: 1 5 : 24 18-NOV-87 15: 19: 50
RATE: C P S TIME 160LSEC R ATE: CPS TIME 160LSE C
00-20KEV: 10EV / CH PRST: 160LSE C 00-20KEV: 10EV/CH PRST: 160LSEC
A: M: 3 SUP . NA T . B: A: M: 3 SUP . RASP . B:
FS= 3918 MEM : A FS= 200 FS= 5259 MEM: A FS= · 200
C URS OR (KEV) =05. 320 EOAX CURSOR (KEV) =05 . 320 EOAX
Fig.lOZ CPS Fig. 103 CPS
20-NOV-87 13:24: 17 18-NOV -67 15: 24 : 25
RA TE : C PS TIM E 1 57LSE C R ATE: CPS TIME 115LSEC
00-20KEV: 10 E V/CH PRST: 160LSEC 00-20KEV: 10EV/ CH PRST: 160LSEC
A: ARO AL . S. RASP . B: A: ARO AL . RASP. B :
•> F S= 2169 MEM: A FS • FS= 3641 MEM : A FS • 200
200
381
las ramas; rama A, 4Z mm; rama B, 43 mm. Anchura de la zona
adelgazada para insertar la boquilla, 10 y 8 mm, respectivamente.
El segundo caso es un fragmento proximal de tubo de
aspiración (figura 106, b), procedente de 16BZ: 110-lZ0 cm.
Mide 38 mm de longitud, siendo de forma cilindro-cónica, de
14 mm de diámetro. El diámetro del conducto mide casi 4 mm;
en su boca (punto de inserción de la boquilla de caña) aumenta
a 7 mm. La anchura de la zona de implantación de la boquilla
mide lZ mm.
Las pipas de piedra que nos ocupan plantean interrogantes
de interés apreciable, 1) por el alto desarrollo de la técnica
aplicada en su construcción, sumamente compleja, ya que com-
prende sucesivas operaciones de transformación hasta la termina-
ción del artefacto; Z) por su modalidad de uso; 3) por sus conexio-
nes culturales con las regiones septentrionales; 4) por su cronolo-
gía.
Las perforaciones practicadas a lo largo de los tubos
de aspiración, en primer lugar, cada una de -5 cm de longitud,
en roca dura, se presentan como una operación de difícil realiza-
ción para los lapidarios locales, cuyos recursos técnicos ya cono-
cemos y hemos podido juzgar a través de otras manifestaciones
más modestas, como los fragmentos de piedra pómez horadados,
las cuentas de collar de calcita y las catancuras. Esta limitación
tecnológica, asociada a su empleo en una roca competente,
sugieren la posibilidad de que las pipas en estudio hayan sido
bienes de intercambio, introducidas en la región como naufacturas
provenientes de las regiones andinas situadas directamente
al norte.
El segundo aspecto se refiere a la modalidad de uso.
Colmado el hornillo de sustancia fumatoria, aplicado al fuego
y succionando el aire del tubo por el fumador, la combustión
no podía producirse en tanto el conducto de la rama opuesta
no se obturase. Si una de las manos era ocupada por el fumador
en la sujeción del aparejo, es cierto que la otra podía aplicarse
en la obturación de la rama del tubo ubicado -en tal caso sí-
en el extremo distal. Pero escapa a toda lógica encarar la manu-
facturación complicada y costosa de una pipa con rama de aspira-
ción doble, para sólo utilizar una de ellas. Es más razonable
admitir que -el otro tubo se halló obturado de la misma manera
que el primero, es decir, por los labios de otro fumador que
también succionaba por el tubo. Quiere decir que el uso de este
implemento ha requerido, en el acto de fumar, la participación
de un fumador consorte, pudiendo entonces concebir tal acto
como entretenimiento o como rito compartido. Esta modalidad
es de gran significación cultural, porque evidencia un manejo
de la droga por completo diferente del que posteriormente se
difunde con la aparición de las pipas simples de cerámica, que
38Z
a b
11
385
panden a tipos anteriormente conocidos en el Neuquén. Destacan,
entre sus rasgos generales, su manufactura tosca y la baja calidad
de la pasta empleada en su confección. Su detalle es el siguiente:
1) Pipa pequeña, con hornillo cilfudrico ubicado casi en el extremo
distal. En el mismo, por detrás del hornillo, se levanta un apéndice
arqueado, aparentemente destinado a facilitar la aprehensión
del objeto. Procede de 1ZB3: 6070 cm (figura 106, e; 107).
386
12.3 INTERROGANTES PLANTEADOS POR LAS PIPAS NEUQUI-
NAS
387
no pudo haberse originado localmente, resulta inevitable tentar
la búsqueda de sus fue¡ites de procedencia o, concretamente,
buscar similitudes con las pipas de procedencia más lejana. Las
más antiguas, en el Noroeste argentino, poseen una cronología
estimada en 4000 años A.P. y son de forma tubular (FERNANDEZ
DISTEL 1980). Este tipo de implemento no se ha detectado
todavía ni en la región Central de Chile, ni en el Neuquén, de
manera que toda búsqueda por ese camino, se encuentra momen-
táneamente bloqueada.
Las pipas que, en cierto modo, caracterizan a las culturas
agroalfareras tempranas del Noroeste, son de tipo angular y
de gran tamaño. En ellas, el hornillo puede llegar a igualar la
longitud de la rama horizontal (DOGHERTY, 1972). Caracterizan
al complejo cultural de San Francisco, cuya cronología es de
620 años A. C. (DOG HERTY, 1972). El mismo tipo pasa a las
culturas de Cóndorhuasi y Ciénega, manteniéndose vigentes
bastas el período medio en la región de Valles y Quebradas,
la antigua "región diaguita" de Catamarca, Tucumán y La Rioja.
Caracterizan a las pipas de esta región arqueológica, el grosor
del tubo, la presencia de un orificio pequeño para la introducción
de boquillas, la posición vertical del hornillo y la forma de embudo
(infundibuliforme) que tiene éste. Otro aspecto importante
es la decoración que, por lo comÚn, es de tipo antropozoomorfa
(BOMAN, 1927-1932). Momentáneamente, no hay forma alguna
de correlaciona! los tipos del Noroeste argentino con los de
Neuquén, que parecieran haberse hallado sujetos a una concepción
totalmente diferente. Son pequeños, con hornillos de muy escasa
capacidad de contención, a veces diminutos. Predominan los
tipos monitor y angular, aunque con variaciones intermedias.
En su confección han participado la piedra, la cerámica, la
madera y la caña. Desconocemos la utilización del hueso, quizá
por la falta del tipo tubular.
Los tipos angulares del Neuquén carecen de similitud
con los angulares del Noroeste. En ciertos casos, recuerdan
imitaciones de formas europeas, impresión distante de tener
confirmación. No debieran descartarse aportes de otra proceden-
cia, quizás desde la costa atlántica.
El tipo monitor del Neuquén, confeccionado en piedra
o en cerámica, con dos ramas activas o ciega una de ellas, encuen-
tra similitudes notorias con las pipas de tipo monitor tan frecuen-
tes en la cultura de El Molle y otras que, con anterioridad, han
ocupado la región Centro de Chile. Lamentablemente, desembo-
camos en un callejón sin salida, ya que a su vez no es posible
encontrar relaciones formales entre estas Últimas pipas con
las de algÚn otro gran centro de difusión de Argentina, Bolivia
o Perú.
388
12.4 FUMA TORIOS
389
12.4.1 ANAL/SIS QUIMICOS E HISTOLOGJCOS EN BUSCA DE
PRINCIPIOS ACTl,VOS VEGETALES O ALCALOIDES EN
RESTOS DE COMBUSTION RECUPERADOS DE PIPAS DE
FUMAR.
l90
del material fué completa difícilmente proporcionada informa-
ción realmente utilizable. Tal ha sido el caso del espécimen
descripto en primer lugar en este trabajo, investigado en 1982.
en el Departamento de Química Orgánica de la Fac. Cs. Ex.
y Nat., U. B. A. con resultados negativos. Tratándose de un
ejemplar de gran valor científico y museográfico, la búsqueda
no pudo ser ampliada a sectores recónditos del objeto.
Los tubos de aspiración se han revelado como el sector de
las pipas que potencialmente pudo haber conservado mayor cantidad
de información, no sólo constituida por los productos de destila-
ción allí condensados y acumulados, sino también por los fragmen-
tos vegetales microscópicos arrastrados al tubo por el succiona-
miento intenso e incluidos en el material, los cuales pueden
ser investigados a través de su estructura anatómica.
La Figura 108, a, muestra la gruesa adherencia fijada
a la pared del conducto de una de las pipas lÍticas, la ilustrada
en la Fig. 106, b.
La Fig. 108, b, corresponde a un corte delgado petrográfi-
co, de 30 micras de espesor, transversal al eje o conducto de
la pipa, reproducido con aumento de 5 X. Las áreas que en la
fotografía aparecen blanquecinas, corresponden en realidad
a las zonas más oscuras del corte delgado. La zona clara que
circunda al conducto de aspiración, por ejemplo, corresponde
a un sector en que los poros de la roca 1 una toba, fueron penetra-
dos por los productos de condensación. Esto indica un uso prolon-
gado del implemento.
Las adherencias externas, una vez solubilizadas, fueron
tratadas analíticamente en la Cátedra de Farrnacobotánica
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, U. B. A. En el informe
producido por los analistas, doctores Alberto A. GURMI y Marcelo
L. WAGNER, a quienes se manifiesta el debido agradecimiento
por su efectiva y desinteresada labor, se expresa textualmente:
"La sustancia fué sometida a la reacción con el reactivo
de Draggendorf y no se detectó precipitado. Reacción negativa.
Si hubiera alcaloides, estarían en muy pequeña proporción".
"Reacción con ninhidrina, para compuestos aminados:
reacción negativa".
"Determinación de polifenoles por cromatografía en
papel: no se detectaron más que trazas de ácido caféico".
Se prosigue con el estudio histológico de una partícula
vegetal, correspondiente a una superficie foliar. En el momento
de completar este capítulo, se encuentran en curso otros ensayos
y análisis diversos sobre los demás implementos obtenidos en
Haichol.
391
11.5 CRONOLOGIA
BIBLIOGRAFIA
392
radiacarb.ánico. Provincia del Neuquén. Ediciones Culturales
Neuquinas. Mus. Hi1:1t. Provincial. Arqueolugía. 1: 1-q3_
r
1
393
13.ALFARERIA
395
Finalizada su vida Últil, los desechos cerámicos pasaron
a formar parte de un proceso diagenético espélico de característi-
cas especiales que, al liberarlos de la acción directa de los agentes
físicos, posibilitó se conservaran en ellos muchos rasgos secunda-
rios, adquiridos durante la etapa de uso. Gran cantidad de gases
ha quedado ocluÍda entre sus poros, que al liberarse por exposi-
ción comunican al ambiente de la habitación en que se exponen
un olor sui generis. Las adherencias que recubren las dos superfi-
cies (externa e interna) no son solamente las que resultan del
tiznado común, sino que también están presentes sustancias
grasas y otros productos de orígen vegetal y animal, químicamente
recuperables, capaces de proporcionar información arqueológica
tan valiosísima como poco frecuente. Los tiestos, por este motivo,
no han sido lavados ni cepillados, lo que si por una parte ha
asegurado la conservación de esa evidencia, por la otra ha dificul-
tado notoriamente la medición de algunos rasgos físicos de
la cerámica, principalmente el color. Es "posible que surjan,
por esta circunstancia, diferencias apreciables entre algunas
de las cerámicas aquí descriptas y las que provengan de sitios
arqueológicos al aire libre de las proximidades, en los que la
meteorización (aguas circulantes, ácidos hÚmicos, congelamiento
del suelo) han eliminado de los tiestos los vestigios del empleo
doméstico culinario a que aludimos.
2. OBJETIVOS Y METODOLOGIA
396
y de apoyos comparativos debe sumarse la pequeñes relativa
de la muestra en estudio, su estado de fragmentación y la parcia-
lización extrema del registro; limitación, esta Última, que la
naturaleza espélica del recinto prehistórico habitado ha impuesto
a la ecología de la cerámica (ARNOLD 1975). El análisis debió
intensificarse, por estas causas, al pormenor de sus rasgos tecno-
lógicos y composicionales, esto es, a los que menos han sido
tomados en cuenta en el desarrollo de estudios similares practica-
dos en regiones circunvecinas o en otras más septentrionales,
con lo que las posibilidades de comparación se malogran nueva-
mente.
Las unidades de análisis que se tomarán en cuenta serán
los atributos y las técnicas. Los primeros son fenómenos físicos
(color, dureza, etc.) causados por acciones humanas, que constitu-
yen las técnicas. La aparición regular de ciertos atributos, tanto
como su asociación constante, permiten diferenciar las técnicas
que los producen. Algunas de las técnicas a considerar, son:
el acabado de la superficie, su decoración, el proceso de cocción,
etc. Tanto los atributos como las técnicas que evaluaremos
se hallan previstas y definidas, casi en su totalidad, en las normas
clasificatorias de ia PRIMERA CONVENCION NACIONAL DE
ANTROPOLOGIA (1966), sobre cuya base ha sido organizado
este trabajo. Tratándose de una muestra básicamente constituÍda
por tiestos, sin embargo, muchos de los criterios utilizables
-los de forma y capacidad, principalmente-, o se han perdido
de manera definitiva o han reducido el caudal explicativo que
pudieran aportar. Con tales limitaciones, nuestro análisis debió
concentrarse en los atributos de las superficies y de las pastas
y en la reconstrucción tecnológica que es posible derivar mediante
su desmenuzamiento analítico. Otra categoría de atributos,
los estilísticos, más sensitivos a los cambios y más fácilmente
identificables como elementos decorativos, apenas se encuentran
representados en la muestra, formada principalmente por alfarería
doméstica de tipo culinario, destinada a la contención de líquidos
y a ser expuestas a temperaturas elevadas e i.rTegulares.
En la primera etapa de la ordenación, los tiestos fueron
diferenciados según la técnica con que fuera acabada su superficie
externa: alisados, pulidos, bruñidos y bañados. Se consideran
tiestos decorados los que muestran rasgos (pintura o modificacio-
nes plásticas) que pudieran considerarse no esenciales para
el desempeño de una finalidad utilitaria específica.
Durante la segunda fase del ordenamiento que se describe,
se concedió especial relevancia a la dureza, al espesor de las
paredes y al color de los tiestos. L2 medición de este Último
atributo fué practicada por comparación con estándares o patro-
nes de la escala de colores preparada por THE ROCK-COLOR
CHART COMMITEE (1986), basada a su vez en la escala de
MUNSELL Los efectos del uso han afectado la apreciación
397
ajustada del color en las cerámicas utilitarias: ahumado y enholli-
nado en las superficies externas, adherencias de materia orgánica
carbonizada en las interim-es. La medición de la dureza se refiere
a la escala de MOHS. No habiéndose registrado valores inferiores
a 3, y siendo limitados los casos en que se encuentran por encima
de 4, se ha recurrido a la comparación con cristales de calcita
y de fluorita. Tal aproximación es solamente grosera. Existiendo
relaciones sumamente importantes entre la dureza, el color
de la superficie y el grado de cocción, se juzga que será preciso
recurrir, en lo futuro, a escalas de medición más ajustadas,
mediante ensayos de indentación (SIMON y COGHLAN 1989),
u otros.
La identidad y coherencia de cada uno de los agrupamientos
formulados basta el punto descripto fué constrastada, en un
tercer procesamiento, con sus atributos internos, los que fueron
evaluados desde niveles de análisis macro y microscópicos.
Aplicando el primero, se consideraron la textura, la porosidad
y otros caracteres de la pasta, el color en los núcleos y en los
bordes, sus variaciones cromáticas, el tamaño y densidad de
las inclusiones gruesas, etc. La observación, en este caso, se
practicó a ojo desnudo y con ayuda de la lupa monocular hasta
16 x, y con la binocular en casos de magnificación mayor. En
base a estos atributos se evaluaron tanto el proceso como tempe-
ratura aproximada de cocción, los que fueron controlados por
experimentaciones térmicas y químico-térmicas que se detallarán
en cada caso.
El análisis microscópico, aunque extendido en casos espe-
ciales a la observación electrónica por medio de la microsonda
.•
EDAX, ha sido esencialmente petrográfico, estudiando cortes
delgados transversales de cerámica de 0,03 mm de espesor por
medio del microscopio de luz polarizada, y abarcando• aspectos
entre los que destacan: la identificación de rocas y minerales
presentes en la matriz y en el antiplástico, la medición de espa-
cios vados y de otras discontinuidades estructurales, los caracte-
res de los bordes, el grado de carbonización en la pasta, etc.
Por su complejidad, y por constituír su aplicación una innovación
en el campo de la ceramología local, dejaremos que sea el propio
petrógrafo (BARBOSA, este volumen), quien explicite adecuada-
mente los principios y finesa que ha ajustado su labor; ésta,
por otra parte, se extiende también a las descripciones detalladas
de casos de cerámicas características consideradas en el presente
capítulo. La petrografía no sólo ha permitido diferenciar cerámi-
cas aparentemente idénticas, sino que proporciona también
indicios atendibles para reconocer las cerámicas autóctonas
de las introducidas.
La información reunida basta este punto engloba aspectos
y categorías diferentes, de naturaleza tanto tipológica como
tecnológica, pero carentes de historicidad, por lo que en las
398
"
J. CLASIFICACION
401
-
resistente y ahumado sobre engobe, antiplástico micá-
ceo (figura 11 Z, G, H)
a) alisadas
11. Blanca alisada, antiplástico granítico
12. Negro carbonizado (reducido) sobre marrón rojizo
alisado, antiplástico andesítico basáltico.
b) pulidas
13. Negra mate pulida, antiplástico andesítico basáltico.
14. Negra olivácea mate pulida, antiplástico pumíceo
c) bruñidas
15. Negra bruñida, antiplástico andesítico basáltico
d) bañadas
16. Marrón rojizo por baño, antiplástico micáceo
a) negras
17. Negra olivácea alisada, antiplástico granítico
18. Negra marronosa alisada, antiplástico pumíceo
b) seudo-negras
19. Marrón pardo alisado, antiplástico obsidiana.
40Z
- -- - - - - - - - - -
Fig. 111 • V ccmpleto.
- ªªº
403
20. Man-ón amarillento oscuro alisado, antiplástico micá-
ceo.
21. Marrón amarillento oscuro alisado, antiplástico andesí-
tico basáltico.
c) marrones
22. Marrón alisado, antiplástico pumíceo
23. Marrón alisado, antiplástico, micáceo.
24. Marrón alisado, antiplástico granítico.
25. Marrón alisado, antiplástico andesítico basáltico
26. Man-ón alisado, antiplástico micacítico.
4. DESCRIPC/ON
404
Figura 112. Vasos de cerámica negra, reconstrucción del Prof. D.
FURIOSO (D , E, F). G, H, Fragmento con pintura resistente.
.
a b e d e f g
1
b,
.,,
~
h ---e •
j k m
11
n ñ o p q t
r
407
reside, a nuestro modo de ver, su característica decorativa
más importante, ya que no se trata de pintura semipastosa que,
por su brillo o espesor (grosor) pueda diferenciarse de la superficie
a la que fué aplicada, sino que parece constituír una continuidad
subsuperficial con la pasta. La pintura fué aplicada, al parecer,
cuando el engobe se encontraba oreado, de manera que es preciso
explicar de qué manera pudo el artesano llegar a obtener, en ,
una sola operación de cocción: 1) un engobe marrón rojizo con
tonalidades anaranjadas; Z) un tinte negrusco para los motivos
pintados, que parece inclUÍdo en la pasta, más que en el mismo
engobe. La pintura negra de los motivos no puede ser un pigmento
mineral de escasa penetración, aÚn cuando fuera agilizado por
medio de un vehículo adecuado, ya que éste hubiera formado,
al secarse, un depósito de cierto grosor y brillo sobre la superficie.
Sumamente intrigantes y llamativas son las pequeñas "clepsidras"
negras que ostenta el fragmento de la figura 110 Q, cuya aparien-
cia fugitiva, como diluída en la pasta, resulta tan difícil de
explicar. PodrÍa sospecharse de que se haya tratado de una
tinta constituída por una base orgánica, capaz de comunicar
a la arcilla un aporte significativo de materia carbonosa. Teóri-
camente, por lo menos, esto pareciera imposible porque la materia
orgánica hubiera desaparecido al calentarse la cerámica por
encima de 500° C, pero no si la materia orgánica productora
de carbón hubiera quedado ocluída o interdicta por la contracción
o encogimiento de los cristales de arcilla, que al desmoronarse
durante la primera etapa de cocción, habrían protejido los micro-
gránulos de materia carbonizada. Calentando el tiento a Z00-
300º C, el diseño no desaparece, pero la situación varía si se
coloca una gota de ácido fluorhídrico sobre el motivo pintado.
El ácido fluorhídrico no ataca al carbón, pero destruye la estruc-
tura silícea de la cerámica, de manera que libera sus partículas
y facilita su exposición directa a la acción del calor. Recalentando
el tiesto humedecido con ácido fluorhídrico (HFl) en una mufla
a 300º C, el motivo comienza a evanescerse por volatilización
del carbón. Comparativamente, se recalentaron por el mismo
medio partes del tiesto no expuestos a la acción del HFI: a
300º C, la tintura negra orgánica resiste; a 400º C subsiste
como una sombra apenas distinguible; a 500° C, los motivos
se esfuman totalmente; a 600° C la superficie exterior del tiesto
muestra cofor lOR 4/6 (moderate reddish brown), pero el núcleo
adquiere color 10 YR 7 /4 (grayish orange), diferenciación cromá-
tica que demuestra la existencia inequívoca de engobe. Es lamen-
table que la pequeñez de la muestra nos impida ampliar las
indagaciones en torno a esta modalidad tecnológica y decorativa,
a la que reputamos sumamente novedosa, porque demuestra
un dominio técnico sobre los recursos disponibles que hubiera
sido inimaginable encontrar en las cordilleras del Neuquén.
408
b) Por aplicación de motivos en negativo sobre engobe:
5. Nombre: Negro sobre man-Ón rojizo por aplicación
de pintura resistente y ahumado sobre engobe, antiplás-
tico micáceo (figura llZ, G, H). Cantidad: 7 fragmen-
tos (0,6Z%) Peso: 5Z g (0,4Z%).
Se trata, básicamente, de la misma cerámica descripta
en el Nº 4, pero su decoración ha sido impuesta por la técnica
diferente.
Espesor, 4-6 mm. Fractura recta.
Caracteres de la pasta. Composición: 84% de fracción fina;
15% de antiplástico, 1% de espacios libres. Se observan clastos
de cuarzo y mica; esta Última no tiene una distribución regular.
La textura es uniforme, fina y compacta. Se observan núcleos
negros. Caracteres de la superficie, a) externa: dureza, 3, 5-
4. Tratamiento: bañado, provisto de brillo. La decoración es
muy compleja. !'rlmeramente, las vasijas oreadas fueron sometidas
a un baño exterior en una suspensión arcillosa extremadamente
fina, cuya composición fué diferente en relación con la pasta
subyacente. Una vez oreado este engobe, se impusieron sobre
la superfice los motivos decorativos. Para. ello se utilizó una
pintura especial, llamada pintura resistente, de carácter proviso-
rio o simplemente auxiliar, ya que estaba destinada a ser removida
durante el tratamiento final. Las vasijas, ya engobadas y con
la pintura resistente aplicada, se colocaron en el horno y cocidas
hasta 600-700° C con buena circulación de aire, eventualmente
hasta 800° C; esto aseguraba que el engobe adquiriera la colora-
ción man-Ón rojiza deseada. Durante la etapa de enfriamento,
en el horno se restringió la circulación de aire, para lo cual
se agregó a la hornalla un exceso de material carbonoso que
se fijó por reducción a la superficie de las vasijas, causando
en ellas un efecto de ahumado o tiznado apenas insinuado, que
muy probablemente se haya producido a temperaturas apenas
superiores a 300° C, prolongándose hasta el enfriamiento total.
Posteriormente se eliminaba la pintura resistente, de manera
que en los sectores recubiertos por ella reaparecía el fondo
marrón rojizo del engobe, pasando a constituír los sectores
tiznados un fondo negro. La penetración por adsorción del carbón
en el engobe fue limitada, ya que su aspecto es el de nubarrones
vaporosos dispersos en el engobe con mayor o menor intensidad.
Este ahumado no se desprende por el uso normal de los vasos,
pero no puede ser expuesto al fuego, ya que experimentalmente
hemos comprobado que desaparece completamente al recalentar
los tiestos a 400 º C con circulación de aire.
La técnica de decoración en negativa y sus· variedades
han sido muy discutidas, permaneciendo algunas sujetas a
controversia. No podemos, por nuestra parte, modificar los
aspectos que dejamos expuestos, ratificados por la
409
experimentación. Existen algunos puntos, no obstante, que
permanecen sin explicación satisfactoria, entre ellos la
composición de la pintura resistente. No podemos aceptar la
utilización de la cera -materia prima existente en el Neuquén
prehistórico-, que se volatilizaría sin dejar residuos y sólo
proveería un tiznado parejo. Nuestros materiales son demasiado
escasos para intentar resolver el problema, pero podríamos
anticipar que más probable parece la aplicación de una arcilla
no adherente sobre el engobe marrón rojizo. SCHOBINGER
(1969) y HAJDUK (1978) se han referido con anterioridad al
significado de la presencia de esta cerámica en el Neuquén.
410
el uso del artefacto. _Fara aclarar esto debieron tratarse los
tiestos a ebullición en agua oxigenada de 200 volúmenes hasta
el cese del ataque, dejando enfriar, lavando con agua destilada
y secado finalmente a estufa durante 24 horas, a 100º de tempera-
tura. El agua oxigenada destruye la totalidad de las adherencias
orgánicas de la cerámica, de manera que el color puede apreciarse
en los tiestos con la mayor exactitud. Se pudo comprobar que
la medición del color había sido incorrecto en varios casos,
pero las variaciones de color por recocción se produjeron igual-
mente. Como resultado del tratamiento térmico a 450, 550
y 650º C, los cambios en el color de la cerámica gris olivácea
son notables. A 700° C todos los casos (13) se transformaron
en una cerámica marrón típica, con leves tintes rojizo-anaranjados
en algunos. El núcleo y la pasta -exceptuando las puntuaciones
blancas del antiplástico cuarzozo- adquiere el mismo color
que los bordes y ambas superficies. El tono gris verdoso original
pudiera deberse a una oxigenación incompleta del hierro contenido
en la arcilla. Como consecuencia de esto, podrÍa sospecharse
que el artesano prehistórico ha preferido obtener una cerámica
de menor dureza (aproximadamente 3) cociéndola a baja tempera-
tura, nunca superior a 600º C. Es probable, además, que exista
una cerámica de las mismas características, pero de color man-Ón
y mayor dureza, en la que la oxidación huebiera sido completa.
La decoración consiste en acanaladuras, sucesión de
lomos y depresiones de 5 a 10 mm de ancho, dispuestas en bandas
paralelas que parecieran limitarse al cuello o a sus proximidades,
sin extenderse al cuerpo de los vasos, según se puede juzgar
por ejemplares completos de otra procedencia (figura 114).
Forma: se trata de vasijas grandes destinadas a usos culinarios.
Existe un asa de doble inserción, forma de cinta en arco, con
un alisado superior al común (color 5 Y 5/2, light olive gray).
8. Nombre: Marrón alisado con estampado por puntua-
ciones de caña hueca (figura 109, H).
Cantidad de fragmentos: 2 (0,17%); Peso 13 g (0,10%).
Es una cerámica marrón de superficie alisada, cuya carac-
terística diferenciadora es la decoración. Esta consite en una
variedad de estampamiento producido al parecer mediante una
caña de cortadera o instrumento similar cuando la pasta se
encontraba todavía fresca. Las incisiones son circulares, están
irregularmente dispuestas, tienen una profundidad de 1 mm
y un diámetro de 2 mm.
9. Nombre: Negro pulido raspado.
Cantidad: l fragmento (0,08%); Peso 3 g (0,02%)
Cerámica de pasta y superficies negras, de 3 mm de espesor.
El pequeñÍsimo fragmento muestra en la superficie externa
4 bandas paralelas de poco más de l cm de ancho cada una,
que se hallan delimitadas por líneas. Dos de las bandas son pulidas,
con brillo, mientras las otras dos, que son alternantes, fueron
411
obtenidas por raspado de la superficie pulida. Esta operación
debió efectuarse sobre pasta seca, antes de la cocción. Las
vasijas debieron ser de· tamaño reducido. Al ser calentada a
500º C esta cerámica negra típica adquiere un color marrón
rojizo (10 R 4/6, moderate reddish brown).
10. Nombre: Marrón alisado con aplicaciones hemisféricas,
antiplástico micacítico (figura 109, I, K)
Cantidad de fragmentos: 3 (O,Z6%). Peso: 8 g (0,06%)
Se trata de la misma cerámica marrón alisada descripta
con el N º Z6, de antiplástico micacítico,. a la que le han sido
agregadas, por pastillaje, aplicaciones hemisféricas diminutas
cuyo diámetro puede llegar a 5 mm y alcanzar una altura de
pocos milímetros. Las aplicaciones están irregularmente dispues-
tas en la superficie y, al parecer, se extenderían solamente
a una parte de los vasos. La operación habría tenido lugar sobre
pasta seca, a la que previamente habría sido necesario humedecer
para facilitar la adherencia del pastillaje.
a) Alisadas
11. Nombre: Blanca alisada, antiplástico granítico.
Cantidad de fragmentos: 35 (3,14%). Peso: 125 G (1,01 %)
Espesor: 3-4 mm. Fractura recta, angular
Pasta. Composición: 65% de fracción fina (matriz arcillosa),
30% de antiplástico, 5% de espacios libres (poros). Color 5
B 9/1 (bluish white) a N 8 (very light gray). Dureza 4. La descrip-
ción petrográfica se proporciona en el capítulo analÍtico (BAR-
SOSA, este volÚmen). El antiplástico es denso, de distribución
regular. La textura es porosa. Superficies, a) Interna: Color
5 y Z/1 (olive black a 5 Y 4/1 olive gray), la variación se debe
a existencia de una adherencia superficial negruzca. Tratamiento:
alisado, además del agregado de una cobertura aludida en el
párrafo anterior, que no es un engobe. b) Externa, color 5 Y
6/1 (light olive gray) a 5 Y 8/1 (yellowish gray). En el alisado
de la superficie seobservan microcuarteaduras,posiblemente por
tensión diferencial. Carece de lustre. Formas: no es posible
deducirlas. La delgadez extrema de las paredes pudiera hallarse
en conexión con vasijas pequeñas, en escasa capacidad de conten-
ción. En líneas generales, esta cerámica está relacionada con
la variedad denominada "Valdiviana". Ofrece dos características
interesantes, el baño negro interior y el color blanco de arcilla,que
no es frecuente. De este Último aspecto nos ocuparemos en
las conclusiones, ya que es de real importancia. Del primero
diremos que, tratándose de una arcilla porosa, es probable que
se hubiese aplicado para impermeabilizar el recipiente; habrÍa
412
que aceptar, en el caso, que los vasos eran ideados para contener
líquidos. No se trata de aherencias carbonosas, ya que el revesti-
miento negro resiste temperaturas de 80º C sin variar. La pasta
blaquecina de la cerámica, por el contrario, cambia de color
a partir de 650º C (YR 7 /4, grayish orange).
413
b) pulidas
13. Nombre: Negra mate pulida. antiplástico andesítico
basáltico
Cantidad de fragmentos: 36 (3,Z3%). Peso, 4Z5 g
(3,44%)
Espesor, 4-7 mm. Fractura recta.
Caracteres de la pasta. Color, muestra transiciones del negro
a gris negruzco, por lo general sin diferenciaciones en el núcleo.
Dureza, 3,5. Antiplástico de tamaño uniforme, fino, de distribu-
ción regular. Textura uniforme, fina, compacta. Superficies,
a) interna. Tratamiento, alisada a muy alisada. b) superficie
exterior: pulida, a veces con poco brillo, pero normalmente
mate. Dureza mayor que 4. Valor negro (Black N 1), en casos
con transiciones a tonos marrones. Formas: a juzgar por los
que se han reconstruído (figuras llZ, D-F; 116 a 118), los vasos
son de formas sencilla y de tamaño reducido: una vasija hemisféri-
ca sin asas, de 50 mm de altura, 95 mm de diámetro de boca;
un vaso subcilíndrico, de contorno convexo, 7 5 mm de altura,
40 mm de diámetro de boca; una vasija con asas, 90 mm de
diámetro, 110 mm de altura. Volvemos a encontrar una variedad
de cerámica caracterizada por su elevado contenido en materia
orgánica carbonosa. El aporte carbonoso no pareciera deberse,
en este caso, a un enriquecimiento producido artificialmente
durante la cocción, existiendo razones para suponer que ya
existía en la arcilla empleada. Algunos experimentos de recocción,
no obstante, parecieran cóntradecir esta alternativa: a 300º
C, los tiestos no presentan cambios; a 400°, su color ha variado
a 5 YR 4/1 (brownish gray), permaneciendo el núcleo negro;
a 500° C, .el color· varió a 10 YR 7 /4 (grayish ornage), variando
la pasta a marrón amarillento, desapareciendo el núcleo. Final-
mente, el conjunto adquirió el color 10 YR 8/6 (pale yellowisb
orange). De acuerdo a esta escala de variación de color por
influencia térmica, habría que aceptar que esta cerámica fué
cocida entre 300° y 400º C, la que parece demasiado baja para
la dureza y perfección técnica alcanzada. Para dilucidar la
cuestión, evidentemente, sería necesario experimentación efec-
tuada bajo condiciones controladas, lo que en primer lugar deman-
daría contar con materia prima arcillosa de las mismas caracterís-
ticas que la arqueológica.
414
tamaño uniforme, fino, distribución regular, denso. Textura
de la pasta uniforme, ,muy fina, porosa. Dureza, menor que
4. Superficies, a) externa: Color 5 Y 2/1 (olive black) a 5 YR
2/1 (brownish black), dureza 4. Tratamiento: pulido. Dureza:
4. b) Interna. Tratamiento, alisada. Formas: existen tres bordes
engrosados, y 2 sin engrosar. La abertura de la boca, en los casos
respectivos, se ha calculado en 26 cm (2 casos) 28 cm y 30 cm
(figura 113, d-h). El labio es biconvexo. Experiencias de recocción:
a 300º, varía a 10 YR 4/2 (dark yelleowish hrown) a 400º 5
YR 4/4 (moderate hrown); a 500º, 5 YR 5/6 (light brown); a
600°, permanece invariable. El color marrón que presenta la
cerámica negra después de la recocción, difiere completamente
del que caracteriza a las cerámicas marrones alisadas culinarias
existentes en la localidad, lo que indica otra composición y,
seguramente, otra procedencia.
c) Bruñidas
15. Nombre: Negra bruñida, antiplástico andesítico basálti-
co.
Cantidad de fragmentos: 10 (0,89%); Peso, 70 g (0,56%).
Espesor: 5-6 mm. Fractura recta
Caracteres de la pasta. Color gris, en ocasiones con núcleo
negro. Antiplástico de tamaño uniforme, mediano, distribución
regular, denso. Textura uniforme, poco densa, compacta. Superfi-
cies, a)interna: bruñida (2 casos), pulida (2 casos) y alisada en
el resto; b) externa: color negro brillante, de tersura grafítica •
..L......::;,,,
Dureza .mayor que 4. Tratamiento: es difícil definir ·si el bruñido
es posterior a un baño. Formas: no deducibles en base a los
fragmentos existentes.. Decoración: en uno de los fragmentos
existe -en relieve- un ojo de morfología grano de café, por lo
que se piensa podrÍa haber formado parte de alguna decoración
antropomorfa. Sección de un fragmento de borde, figura 113
t. Experiencias de recocción de fragmentos de esta cerámica
se presentan en las conclusiones.
d) Bañadas
16. Nombre: Marrón rojizo por baño, antiplástico micáceo
Cantidad: 40 fragmentos (3,59%). Peso: 240 g (1,94%)
Pasta: espesor, 3,5 a 6 mm; fractura: recta. Color: 10
R 6/6 a 10 R 4/6. Composición: 88% matriz arcillosa, 10% frac-
ción elástica, 2% poros. El color predominante en la pasta,
es el aludido, pero existen casos de color grisáceo, con una
banda gris o negra en el núcleo. Esto podrÍa indicar la presencia
de materia orgánica en la pasta, no eliminada totalmente durante
la cocción. Superficies, a) externa. La mayoría de los tiestos
presenta un baño, en ocasiones un engobe bien alisado y brillante,
de gran dureza. Muchos de los tiestos muestran descascaramientos
y saltaduras, que podrÍan deberse a un trabajo descuidado. b)
415
interna: apenas alisada; el engobe continúa en los cuellos, por
su cara interna.
El color del engobe es 10 R 4/6 (moderate reddish brown)
y su dureza es de 3,5. Formas aparentemente globulares y peque-
ñas. Asa (un caso) pequeña, en arco vertical, lisa, uniendo la
inflexión cuerpo cuello. Cuello vertical, borde evertido, labio
convexo (figura 113 b). Boca reducida (8-9 cm de diámetro).
Como esta cerámica marrón rojiza bañada constituye
la base para las variedades decoradas 4 (Negro sobre marrón
rojizo) y 5 (Negro sobre marrón rojizo por aplicación de pintura
resistente y ahumado sobre engobe), se ha considerado de interés
establecer con seguridad si el recubrimiento exterior constituye
un verdadero baño o un falso engobe obtenido por pulimento
intenso. Se practicaron, con ese fin, algunas observaciones con
. el microscopio electrónico. En la figura 115 E (10,6 x), se aprecia
la superficie curvada exterior y la parte superior de la superficie
de fractura del tiesto 628, pertenenciente a esta variedad. La
textura finísima del engobe, cuyo espesor es de 1,25 mm, se
diferencia nítidamente de la fracción elástica hasta sobrepasar
el sector del núcleo.
Las figuras 115 H (194 c) y 115 I (1550 x) son detalles
del mismo sector. Se pueden observar detalles del acabado de
la superficie exterior y de la textura del engobe, totalmente
desprovisto de componentes elásticos. El baño, en consecuencia,
parece haber consistido en una suspensión acuosa de material
arcilloso, cuya composición mineralógica era diferente a la
de la pasta que recubrió.
a) Negras
17. Nombre: Negra olivácea alisada, antiplástico granítico
Cantidad de fragmentos: 343 (30,81 %) Peso: 3,790
kg (30,75%).
Espesor: 4-8 mm. Fractura: irregular
Pasta. Color, 10 YR 4/2 (dark yellowish brown) a 5 YR 4/4 (mode-
rate brown). Antiplástico de tamaño uniforme, grueso, de distribu-
ción regular, denso. Textura no uniforme, gruesa, porosa. Superfi-
cies: todas están manchadas por carbonización, y un elevado
porcentaje tiene adherencias en la cara interna. De esto se
infiere el uso culinario acordado a esta cerámica. Superficie
externa: color, 10 YR 2/2 (dusky yellowish brown), predominando
5 Y 2/1 (olive black). Raros fragmenos llegan a N 2 (grayish
black). Dureza, mayor que 4. Tratamiento, alisado, con algunos
defectos e irregularidades. Superficie interna, tratamiento:
alisado.
416
- - --------------~-----
-- -
-- ..
---
Figura 114. Vasos de cerámica tipo Gris Verdoso acanalado.
Figura 115. Cerámicas 12 y 16. Detalles de pasta y engobe, vistos con el
microscopio electrónico de barrido (MEB).
Formas: vasijas relativamente grandes, de cuellos verticales,
bordes evertidos, labio convexo (figuras 113, i-11). La abertw-a
de la boca se estima de un diámetro de Z3, Z4 (3 casos) y Z6
_,..,
'
__ cm.
419
andesítico basáltico.
Cantidad de fragmentos: 5Z (4,67%). Peso 1Z75 g
(10,34%). '
Espesor: 6-8 mm, Fractura: irregular.
Pasta. Color de los núcleos, grisáceo a pardos; tonos algo más
claros en los bordes; ocasionalmente, tonos rojizos o man-ones.
Antiplástico de composición andesítico basáltico, de tamaño
grueso, distribución regular, denso. Textura uniforme, porosa.
Superficies, a) interna: alisada; b) exterior, tratamiento: alisado,
color 10 YR Z/2 (dusky yelloswish brown). En el grupo existen
6 bordes, 3 de ellos engrosados (figura 113, p-s). Diámetro de
la boca, 24, 25 y 26 cm (dos casos).
C) Cerámicas marrones
Consideración general: sólo se diferencian por el antiplásti-
co, siendo comunes la mayoría de sus restantes atributos.
22. Nombre: Marrón alisado, antiplástico pumíceo
Cantidad de fragmentos: 61 (5,48%). Peso, 665 g
(5,39%)
Espesor: 6-8 mm. Fractura, recta.
Pasta: antiplástico de tamaño uniforme, grueso, de distribución
regular, poco denso. Textura uniforme, porosa. Superficie exte-
rior: color, 5 YR 4/6 (moderate reddish brown). Dureza 4, Trata-
miento: alisada; existe un porcentaje que alcanza cierto pulimen-
to. Señales evidentes de haber sido colocadas al fuego.
420
,,, ...
Figura 118. Cerámicas pintadas. rojo sobre crema y rojo sobre gris.
Fragmentos con imposición de motivos en negativo sobre engobe marrón
fOJIZO
Figura 119. Cerámica g1is alisada incisa; marrón alisada estampada, y
con aplicaciones hemisféricas.
4, ocasionalmente mayor; b) interna, alisada. Señales de exposi-
ción al fuego en ambas superficies.
5. CONCLUSIONES
4Z3
El porcentaje cOtTespondiente a las monocromas (bañadas,
pulidas, bruñidas) alcanza en conjunto el 13,35%. Algunos indica-
dores experimentales expresan que ni las cerámicas blancas
ni las negras que componen este grupo debieron haber sido ideadas
para ser expuestas al fuego. La variedad 16 (Man-ón rojizo por
baño), por el contrario, soporta experimentalmente temperaturas
superiores a 800° C sin que resulten variaciones en la tersura
y brillo del engobe.
Resta considerar el grupo de las cerámicas culinarias
de superficies alisadas, cuyo séquito constituye el 59,6% de
la muestra, pero cuyo porcentaje se ampliaría a 84,12.% si, por
las consideraciones antes formuladas, incluyéramos la variedad
Gris verdoso acanalado (2.4,52. %). Se trata de verdaderas ollas,
de boca amplia y gran capacidad, muchas de ellas con bordes
reforzados. En la constitución de sus pastas intervienen antiplásti-
cos que atemperan el impacto térmico; su textura, observada
al microscopio, -expresa el petrógrafo-, es siempre flotante,
es decir, los clastos del antiplástico no se hallan en contacto
unos con otros, sino que entre ellos se interpone siempre la
fracción limo-arcillosa. Tal disposición ayuda durante la dilatación
térmica, pero igualmente favorece la contracción durante el
enfriamiento. En todos los tiestos es llamativo el alisado exhaustivo
de las dos superficies, tanto la interna como la externa, trata-
miento destinado a controlar la porosidad de las pastas utilizadas.
El alisado interno ha sido posible por la amplitud del diámetro
de la boca, que en todos los casos supera los 2.0 cm. La carboniza-
ción que ha avanzado a través de las paredes desde el interior
de los recipientes, las adherencias de materia orgánica en la
superficie interna, las de tiznado por hollín en la externa, consti-
tuyen evidencias que, unidas a las de orden técnico y composicio-
nal, permiten concluír con relativa certeza que este tipo de
artefactos estaba primordialmente ideado para la contención
de líquidos, para su exposición a la acción directa del fuego,
y a la transformación de sustancias destinadas al consumo huma-
no. Dichas sustancias alimenticias fueron, primordialmente,
de orígen vegetal, pero eventualmente -a juzgar por la cantidad
de lÍpidos que aún es posible extraer de algunos tiestos por medio
del éter y de otros solventes-, también de orígen animal.
Pese a su aparente disimilitud es posible distinguir, entre
algunas de las variedades de cerámica que reseñamos, cierto
emparentamiento. Así, la consanguinidad es evidente dentro
del grupo engobado marrón rojizo, al punto de permitir afirmar
que las variedades 4, 5 y 16 básicamente constituyen la misma
cerámica, la Marrón rojiza por baño, la que por agregado de
diversas técnicas o modalidades decorativas (pintado con extracto
orgánico (tinta) de base probablemente vegetal; tiznado o ahuma-
do con pintura resistente), originó las variedades restantes.
424
También son evidentes, por otra parte, las conexiones entre
las cerámicas blancas (1, z, 3 y 11), como así también entre
las negras (variedades 9, 13 y 14), y entre las de antiplástico
micacítico (10 y Z6).
Con lo expuesto, ingresamos al problema de la procedencia
de las variedades de cerámica que hemos distinguido, problema
que no se refiere ni puede limitarse al aspecto de su elaboración
in situ. Los hechos debieran circunscribirse, provisoriamente,
a la ocurrencia de pastas con componentes litológicos de naturale-
za local, acordes con la constitución geológica predominante
en la localidad, 11ersus la de pastas cuya fracción elástica gruesa
(antiplástico) denota en sus componentes una aloctonía marcada,
por haber incorporado minerales o rocas extraños a la ambienta-
ción petrográíica zonal. El petrógrafo, afortunadamente, ha
distinguido grupos cuyos componentes líticos muestran franca
renuencia a presentarse juntos: Ígneos y metamórficos (granitoi-
deos), por una parte, y volcánicos, por otra.
T.os 111.rP.dedo,...,. ,¡,. H~khnl v ,lp la ,·omarra que <'Onstituvf'
su entorno geografico son de naturaleza exclusivamente volcánica
(ver mapa de la figura 18), por lo que cualquier cerámica elabora-
da dentro de esta zona debiera, previsiblemente,.haber incbrpora-
do a su pasta, aún cuando fuera como elemento indeseado, mate~
riales afines con las rocas volcánicas. PodrÍamos adelantar,
en base a esto, que las cerámicas con antiplástico volcánico
(andesítico basáltico, pumíceo, obsidiana), constituyen variedades
cuya elaboración local, comarca o regional, es relativamente
probable.
Las de antiplástico granitoideo (micacítico, granítico,
micáceo) sqn, con mayor probabilidad, foráneas, ya que la litología
¡,resente en una cte tas materias pnmas que la integran está
en franca contradicción genética y litológica con el ambiente
geológico circunvecino a la localidad arqueológica investigada,
verificación que no implica que su procedencia deba ser necesa-
riamente remota.
Asumimos, como hipótesis a verificar, que las cerámicas
con antiplástico de obsidiana, andesítico basáltico o pumíceo
-volcánico, en general- pudieron haber sido manufacturadas
en el valle del arroyo Haichol o en tributarios septentrionales
del Agrio, comarca en la que el predominio del cortejo de rocas
volcánicas (andesítas, basaltos, pumicitas, obsidianas) es casi
absoluto, y donde, por e1 "ontrar10, están completamente ausentes
las rocas graníticas, las micacitas, etc.
Con respecto a las cerámicas que incluyen antiplástico
granitoideo (micacítico, micáceo, granítico), avanzaremos la
probabilidad de que se manufacturaron en ambientes cuya litología
difiere por completo con la de Haichol. Sería de la mayor impor-
tancia arqueolÓgica establecer la localización de esta comarca
425
proveedora de antiplásticos granitoideos, o de arcillas contamina-
das por ellos, ya que de ella ha fluido en dirección de la cueva
de Haichol el 78,87% de la cerámica que, al fin de su vida Útil,
quedó interestratificada en el relleno sedimentario antrópico
de ese lugar, mientras que sólo 2.0,43% tiene mayor probabilidad
de haber contituído una industria "local", es decir, vecina o
próxima a la cueva.
La totalidad de las cerámicas pintadas, a igual que las
blancas, provienen de la comarca "granitoidea". Las monocromas
negras, por el contrario, son originarias de una comarca "volcáni-
ca", es decir, la probabilidad de que su manufactura sea local,
es mayor.
Sería demasiado simplista aspirar a señalar con precisión,
en base a estos indicadores, una zona determinada en la que
pudiera haberse manufacturado el séquito de las cerámicas
"granitoideas" (alóctonas). Pero parece más inteligente, cuando
menos, tratar de localizar esa zona de fluencia en las adyacencias
del lugar de uso, obsolescencia y diagénesis final del producto
desechado, que reiterar la sospecha, como se ha hecho hasta
ahora, de que los centros prehistóricos de producción alfarera
hayan tenido localizaciones remotas, ocupadas por sociedades
o grupos culturalmente "más adelantados". Este lugar común,
vacío de todo contenido real, ha sido repetido con insistencia;
conviene disiparlo de la ecuación desde el comienzo, ya que
limita el intento mucho más racional de orientar la bÚSqueda
hacia los alrededores, necesariamente próximo al punto en que
ese bien cultural fué usado, destruido e incorporado al proceso
sedimentario antrópico.
Entre los posibles candidatos a erigirse en centros de
proveniencia de las cerámicas con antiplástico "granitoideo"
extralocal, se encuentran, en primer lugar, las áreas recubiertas
-
por exposiciones de metamorfitas precámbricas de la F. Colohuin-
cul, constituídas por esquistos micáceos, micacitas y gneises,
y los granitos de la F. Huechulafquen (DIGREGORIO 1972.). Estas
entidades litológicas cubren discontinuamente las zonas ubicadas
directamente al S y SE de Haichol, a partir de Junín de los Andes
al N, cabeceras del Catan Lil y cursos fluviales que tienen sus
cabeceras sobre la ladera E del Cº de Chachil (ríos Covunco
y Picun Leufu). Aunque mal explorados aún, esos centros parecen
haber constituido importantes centros de manufactura cerámica
prehistórica. Por Último, y siendo probable que rocas de similar
composición también afloren en Chile, un criterio equilibrado
tampoco descuidaría esa proveniencia poco posible, al menos
mientras no pueda explicarse razonablemente de qué medios
pudo valerse la población antigua para transportar, a través
de la Cordillera, la vajilla destinada a la cocción de parte de
sús alimentos, integrada por vasijas voluminosas y de paredes
426
relativamente delgadas.
En Haichol hemoii reconocido la presencia de cerámicas
con el mismo acabado de superficie (alisado), idéntica coloración
(marrón), aunque con diferentes antiplásticos en la composición
de su pasta. De hecho existen, en el séquito de las cerámicas,
marrones, antiplásticos de diferente composición: granítica,
andesítica basáltica, etc., con lo que una misma variedad de
cerámica podrÍa, indistintamente, provenir tanto de la zona
"volcánica" como de la "granitoidea", plantenado una ambigüedad
o contradicción aparente. Lo que confiere color a la cerámica
no es, en Última instancia, el antiplástico, sino el contenido
de Óxido de hierro existente en la arcilla utilizada y la temperatu-
ra de cocción. De modo que es perfectamente explicable que
cerámicas de idénticas características incluyan antiplásticos
de diferente composición.
Frecuentemente se opina que los alfareros prehistóricos
pudieron, a voluntad, obtener cerámicas blancas, marrones
o negras, simplemente regulando la temperatura de cocciÓn
y la atmósfera en que tiene lugar la combustión. Esto no es
totalmente cierto, por lo menos desde el punto de vista del
papel fundamental que en esto desempeñan las materias. .primas
arcillosas, que normalmente debieron ser diferentes en cada
caso.
•
La totalidad de las cerámicas aquí investigadas han sido
cocidas en hornos con buena circulación de aire alcanzando
temperaturas comprendidas entre 600° y 700º C, aproximadamen-
te. Pudo haber sido diferente el proceso de enfriamiento a partir
de la máxima temperatura alcanzada, y de ello nos ocuparemos
más adelante. Los antiplásticos, indiferentemente, pudieron
haber sido los mismos o variar. Pero las arcillas destinadas
a la obtención de cerámicas blancas, marrones o negras en pasta
y superficie, debieron haber sido de composición necesariamente
diferente, interesando en nuestro caso particular la diferencia
entre las blancas y las negras. Esto permitirá distinguir no sola-
mente dos tradiciones distintas en el proceso de cocción, sino
también diferentes ámbitos geográficos de aprovisionamiento
de la materia prima arcillosa. La composición de esta Última
después de la cocción no puede, como la del antiplástico, investi-
garse por medios petrográficos (Ópticos o difractométricos),
ya que la temperatura elevada a que ocurrió la cocción modificó
la composición mineralógica de las arcillas.
El caso de la cerámica blanca es muy sugestivo, ya que
no se trata de una manufactura común. Su color no depende
de alguna técnica especial aplicada durante el cocimiento, sino
que resulta de características particulares de la arcilla. Es
frecuente que se obtenga partiendo de arcillas blancas, directa-
mente, pero también es posible prepararlas usando arcillas negras.
Las arcillas, como los antiplásticos antes, nuevamente
4Z7
nos encaminan a la región emplazada al oriente de Cbacbil,
en el departamento de Zapala, donde existen importantes yaci-
mientos de minerales arcillosos de color blanco, gris, rojo y
también negro, cuando incluyen sustancias carbonosas como
restos de plantas fósiles. ANGELELLI y SCHALAMUK 0978)
dicen que en la composición de estas arcillas plásticas varicolores
predominan la caolinita con illita y montomorillonita. además
de cuarzo y feldespatos, y que en general son aptas para la
obtención de cerámicas blancas y rojas, de alto valor económico
actual. Vemos que existen ciertas coincidencias genéticas entre
los antiplásticos de tipo "granitoideo" y el emplazamiento de
los mejores centros de abastecimiento de arcillas, y todos los
indicios van a coincidir en una zona que tiene como centro el
departamento neuquino de Zapala. convirtiéndolo teóricamente
en el centro de fluencia óptimo. No se trata de comprobaciones
definitivas, evidentemente, pero señalado es suficiente para
el diseño de una estrategia de investigación futura tendiente
a verificar esta madeja de posibilidades.
Existe otro cuerpo de evidencias, derivado de la experimen-
tación térmica y químico-térmica sobre tiestos, que igualmente
permiten diferenciar modalidades de cocción cuya trayectoria
tecnológica se inserta en tradiciones diferentes.
Las cerámicas marrones, principalmente las de tipo culina-
rio, se obtuvieron sometiendo a las vasijas a un proceso de cocción
caracterizado por una circulación de aire normal, pudiendo
definirse el producto resultante como cerámica oxidada. Sus
tiestos pueden recocerse experimentalmente hasta temperaturas
cercanas a 1000° C sin que se produzcan variaciones significativas
ni en el color de la pasta. ni en el núcleo, ni en las superficies.
De este ciclo térmico resultan cerámicas de la mayor dureza,
superiores al grado 4 de MOHS, a las que cabe considerar durables
y eficientes para el servicio.
Las cerámicas negras y seudo-negras reconocen, en cuanto
a composición de la arcilla y tratamiento térmico, dos modalida-
des diferentes. Es probable que en las variedades 13 y 14 la
arcilla contase originariamente con un elevado contenido de
materia orgánica carbonosa, como la que existe en el departamen-
to de Zapala, impregnadas por material vegetal fósil, parte
de la cual perdió al ser cocida por encima de 600º C. Alcanzada
la temperatura máxima, el artesano posiblemente debió disminuír
el flujo de aire, para lo cual rodeo a las vasijas todavía incandes-
centes con una atmósfera recargada de partículas carbonosas,
las que fueron absorbidas por los poros de la cerámica, '\fue
por este medio regeneró el carbÓn hasta allÍ perdido, reennegre-
ciéndose.
Las cerámicas 12, 15, 17 y 18, por el contrario, debieron
manufacturarse con arcillas totalmente desprovistas de materia
orgánica, o que si originariamente la tuvieron, la perdieron
428
al ser calentadas hasta 700° C. Alcanzada la temperatura máxi-
ma, quizás superior a la ,antedicha, el acceso de aire fué limitado
severamente rodeando a los vasos incandescentes con un exceso
de carbón. Limitar el acceso de oxígeno durante el transcurso
de una combustión no significa impedirlo totalmente, ya que
sin ese elemento la combustión no sería posible. De manera
: que el escaso oxígeno presente de inmediato es tomado por
el carbono producido intencionalmente en exceso, con el que
se asocia para formar dióxido de carbono y monóxido de carbono
(COz, CO), siendo absorbido por los poros de la cerámica y
fijándose en ellos por reducción mientras la temperatura se
encuentra entre aproximadamente 600 y 300º C. La cerámica
así tratada adquiere un color negro lustroso o mate, según las
características, forma, tamaño, densidad y distribución de los
poros. Debe tomarse cuenta de la intencionalidad de este proceso,
y el hecho de que el dominio artesanal o empírico de esta técnica,
en medio de su sencillez, importa un conocimiento total de
las materias primas en uso y del manejo de los combustibles
y de las fuentes de calor. Está en la base, si se quiere, del dominio
de técnicas que se basan en similares artificios, entre ellas
la decoración en negativo mediante el uso de p i n ~ resitentes.
La verosimilitud del procesamiento descripto puede com,.
probarse por dos caminos, por comparación etnográfica y, en
el laboratorio, l!lediante una serie de experimentaciones sencillas.
Para lo primero, no podemos tomar en cuenta las narraciones
de una gran parte de viajeros, escritores y folkloristas quienes,
sencillamente, ignoraban lo que describían o se copiaban unos
a otros. En una nota de pie de página agregada a la edición
que la sociedad de anticuarios españoles ha hecho de la obra
de COBO (1891), el erudito Jiménez de la Espada ha agregado
observaciones tomadas del Diario inédito del célebre botánico
de la misma nacionalidad, D. José Hipólito RUIZ, redactado
en 1777, durante su estada en Concepción (Chile), al tratar
de las gredas y de su cocción entre los aborígenes de esa provin-
cia: "El color negro que dan a los huaqueros (ollas) y mates
se hace con paja quemada de cualquier grama, y de camino
los cuecen con ella en montoncitos, sin necesidad de hornos".
De manera que contamos con una descripción tan sucinta como
fotográfica del procesamiento, que de otra manera parecería
complicado y difícil; al material aprotante de carbono es cualquier
gramínea, como si dijéramos cortadera o coirón, reduciéndose
el -horno a la más simple de las estructuras de combu;;•ión.
Contando con una mufla aireada en la que" sea posible
medir las variaciones de telflperatura, en el laboratorio es posible
revertir los pasos seguidos por el artesano y reconstruir el proceso
a partir de los productos de desecho. El caso de la cerámica
15 (Negra bruñida) ofrece el caso más dramático de reversión
429
cromática. Su brillo y tersura superficieales son casi los del
grafito, tanto que la imaginación se deja tomar fácilmente
por la sospechable.presencia de Óxido negro de hierro o de bióxido
de manganeso. Basta calentarla a 300° C, sin embargo, para que
pierda buena parte de su bizarra apariencia. A 400º C se trans-
forma en cerámica de marrón claro, virando a 600º C a naranja
amarillento oscuro. Intensificando el recalentamiento, el producto
resultante no es una cerámica márrón corriente, lo que expresa
claramente que la arcilla utilizada para elaborarla es de otra
calidad y de otra composición.
En otras cerámicas, el cambio de color por recalentamiento
no es tan drástico, pero si se humedece la superficie con una
gota de ácido fluorhídrico -que no ataca al carbÓn, pero desarma
la estructura silícea de la cerámica y lo libera-, la acción del
calor elimina el carbÓn a baja temperatura, entre 300 y 400º
c.
Si ahora consideramos en su conjunto tanto a las técnicas
reconocidas, como a lo~ productos resultantes de su aplicación,
tal vez podnamos expresar que unas y otras son arcaicas, efecti-
vamente, pero no que se encuentren en una etapa inicial de
su desarrollo. Denotan corresponder, por .el contrario, a tradicio-
nes tecnológicas evolucionadas, que al hacerse presentes en
la localidad poseían ya el dominio integral de ciertos aspectos
fundamentales de la producción alfarera, entre los que merecen
destacarse: 1) el control de la permeabilidad de los vasos, conse-
guido mediante el tratamiento adecuado de ambas superficies;
2) la regulación de los efectos de la dilatación térmica y de
la contracción por enfriamiento brusco, ajustando la composición
y granulometría de los antiplásticos y la atemperación de la
porosidad¡ 3) la prolongación de la vida Útil de los artefactos
mediante el control de la dureza, propiedad en la que participan:
-
~
430
la de su instrumental lítico, sobre el que tanto se ha enfatizado.
Ocupantes de un tenitorio ubicado en el límite de los
pueblos productores de cerámica, la adopción de este bien cultural
debe considerarse una respuesta a la necesidad creciente de
transformar, de manera rápida eficiente y sencilla, los alimentos
vegetales que constituyeron las bases de su alimentación; como
una modernización de su estilo de vida; como parte esencial
de un proceso de adaptación a necesidades nuevas y cambiantes.
Por ello es tan difícil caracterizar culturalmente a los
alfareros cordilleranos del Neuquén, aquéllos "cazadores recolec-
tores" que, aplicando la tecnología del fuego, obtuvieron la
modificación total y permanente de la materia arcillosa plástica,
para lo que supieron regular las temperaturas y utilizar los com-
bustibles adecuados al requerimiento técnico. De grupos humanos,
en definitiva, que conocieron, produjeron, usaron e intecambiaron
manufacturas alfareras -conjunto de conocimientos y comporta-
mientos creados por los pueblos andinos, de los que eran genuinos
y extremos herederos-, pero que no consiguieron liberarse de
la recolección y de la caza de manera definitiva.
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103-117.
(1) Lali. Dl6n :' f ..,...X. TIio. Ca. Glol., Peo. C.. l!L NaL. Uai•••dad -le Bim AinL
433
1. ANAL/SIS DE LA FRACC/ON GRUESA (ANTIPLASTICOJ
43'l
tienen afinidad petrológica entre sí, pero ésto no necesariamente
significa que sus localizaoiones estén relacionadas.
Para la clasificación se identifican los elementos de
la fracción gruesa y se establecen las proporciones relativas
entre ellos. De acuerdo a qué elementos sean los que predominen,
pertenecerán a uno u otro grupo. Dichas predominancias han
de ser netas para el caso de la clasificación en grupo, y netas
o simples para el caso de los subgrupos. Si no existe predominancia
neta, o si existe un grado de inseguridad para la asignación
a un determinado tipo litológico, será necesario considerar
un grupo de caracteri'sticas mixtas.
Los elementos a identificar son fragmentos de rocas
y de minerales. Si se cuenta con fragmentos de rocas, la clasifica-
ción se verá simpli.ficada, sucediendo lo contrario si se cuenta
con minerales individuales, ya que para identificar las rocas,
aparte de su composición mineralÓgica, son definitorias las
relaciones texturales entre los minerales que las componen.
Si sólo se cuenta con minerales, se toma el conjunto de los mismos
y se establecen sus proporciones relativas; con éstas, y con
las características texturales propias que algÚn mineral pueda
tener, se trata de establecer qué tipo litolÓgico representarl:
2. POROS
436
Cerámica 16. Marrón ro11zo por baño1 rmtiplástico micáceo
(M1-T 111}·
4-37
0,0702 mm, en partes está· ausente, el espes0l" medio es de 0,0549
mm. Interpretación tentativa: la fracción fina tiene un orígen
sedimentario y/o metamórfico. Cuarcita y cuarzo con bordes
de Óxido de bien-o (relictos de cemento), indican orígen sedimen-
tario; biotita y feldespatos indicarían orígen metamórfico.
438
poseen contornos angulosos. La fracciÓn elástica está compuesta
por 80% de clastos líticos, 15% de clastos de plagioclasa, 5%
de elastos de piroxeno, escasos clastos de olivina y de óxido
de hien-o, aún más escasos de anfÍbol. Los clastos líticos corres-
ponden casi exclusivamente a vulcanitas y subvulcanitas lávicas
compuestas por plagioclasa y piroxeno, reconociéndose en propor-
ciones aproximadamente similares texturas subofÍticas, vitriofídi-
cas (vidrio volcánico con escasos cristales, en escasas ocasiones
con vesículas), e intergranular a hialofilÍtica. Se reconocen
escasos vitroclastos. La granulometría de los clastos líticos
varía aproximadamente entre 0,89 x 0,67 y 0,14 x 0,11 mm.
Los clastos de plagioclasa cuya granulometría varía aproximada-
mente entre 0,57 x 0,41 y 0,12 x 0,05, muestran escasa alteración.
Los clastos de piroxeno varían entre 0,35 x 0,21 mm y 0,09
x 0,07 mm, se muestran en general con escasa alteración. Los
clastos de olivina no muestran alteración, los de anfíbol se en-
cuentran alterados. Los poros poseen tamaños que varían entre
0,80 y 0,25 mm y 0,07 0,05 mm, . poseen contornos DTegulares,
algunos equidimensionales. No se observa engobe. Interpretación
tentativa: El orígen de la fracción elástica es netamente volcáni-
ca. Transporte escaso o nulo.
439
77. Negra olivócea alisada, antiplástico granítico.
440
pertenecientes ·a la fracción limo de cuarzo. La textura de la
fracción elástica es flotante. La selección es pobre, los clastos
tienen contornos angulosos, la esfericidad es mediana a pobre.
La fracción elástica está compuesta por l 0% de clastos líticos,
20% de cuarzo, 35% de plagioclasa, 30% de feldespato, 5%
de anfíbol y escasa biotita. Los cl,astos de cuarzo se presentan
poco corroídos. El tamaño varía entre 0,60 x 0,43 y 0,07 x 0,04
mm. La plagioclasa, cuyo tamaño varía entre 1,13 x 1,01 mm
y 0,09 x 0,05 mm, se presenta poco alterada. El feldespato potási-
co, cuyo tamaño varía entre 1,47 x 0,67 mm y 0,12 x 0,09 mm
se presenta alterado. El tamaño del anfíbol varía entre 0,67 x
0,14 mm; el de los clastos líticos, entre 1,22 y 1,01 mm y 0,55
x 0,53 mm. Existen tres tipos de poros. El primer tipo corresponde
a canalÍCulos de recorrido irregular, ancho y longitudes variables,
en algunos casos, atraviesan todo el espesor de la muestra, y
se ubican paralelamente a los bordes o formando ángulo con
ellos. El otro tipo de poros forma oquedades equidimensionales
o elongadas, de contornos aproximadamente netos y de escaso
desarrollo. El tercer tipo es de mayor tamaño y carece de formas
definidas. Interpretación tentativa: en esta muestra se observa
una mezcla de material granítico y/o metamórfico. con c,;>p,posi-
ción diorítica a granodiorítica, y volcánico.
441
formado un ángulo de 30°. Interpretación tentativa: El orígen
de la fracción elástica tiene un neto predominio volcánico mesosi-
Ifceo a básico con escaso transporte, Lo llamativo es el vidrio,
que es abundante.
442
la textura es seriada, los clastos son angulosos. La fracción
elástica está compuesta _por 70% de litoclastos y 30% de plagio-
clasa. Los litoclastos, cuyo tamaño varía aproximadamente
entre 0,93 x 0,40 y 0,14 x 0,09 mm, son casi exclusivamente
de rocas volcánicas, reconociéndose mayoritariamente textura
intergranular, en un caso se reconoce un litoclasto de cuarzo
de vena. La plagioclasa, cuyo tamaño varía entre 0,74 x 0,29
y O, 15 x 0,09 mm, está en general escasamente alterada, posee
hábito prismático y en muy escasos individuos se reconoce una
zonación incipiente. En forma escasa se reconocen clastos de
piroxeno y cuarzo. Los poros son de forma diversa, en general
aquellos .elongados muestran una tendencia a ubicarse con los
ejes mayores formando un ángulo con el borde externo. Interpre-
tación tentativa: el orígen de la fracción elástica tiene predominio
volcánico, predominio básico . sobre mesosilíceo, con escaso
o nulo transprote. No hay vitroclastos. Podría haber clastos
de vidrio volcánico.
443
pretación tentativa: el arígen de la fracción elástica tiene un
neto predominio volcánico, con vitroclastos (tobáceo-vítreos)
de composición mesosilÍcea-básica, con escaso o nulo transporte.
444
pos Pumíceo, Andesítico Basáltico y Obsidiana, y en un Grupo
Granitoideo que contiene a los Subgrupos Granítico, AnfibÓlico,
Micáceo y Micacítico.
GRUPO VOLCANICO:
GRUPO GRANITOIDEO
445
ortosa, microclino., plagioclasa ácida y litoclastos compuestos
por cuarzo, plagioclasa ácida y feldespato potásico. En forma
subordinada a escasa se reconocen elementos de rocas metamórfi-
cas de grado medio a bajo, como ser anfÍboles, litoclastos de
anfibolitas y micas. En forma esporádica se reconocen elementos
de rocas volcánicas como ser plagioclasa con zonación. Pertene-
cen a este Subgrupo las cerámicas: l. Negro sobre baño gris
blanquecino; 2.. Rojo sobre blanco o crema; 7. Gris alisado acana-
lado; 11. Negra olivácea alisada; 2.4. Marrón alisado.
Subgrupo Micáceo: En la fracción elástica se reconoce una llama-
tiva abundancia de micas. Si bien las micas no son ·preponderan-
tes, la llamativa abundancia de las mismas hace que se considere
un subgrupo con características propias. En forma subordinada
se reconocen otros elementos metamórficos como anfÍboles.
Pertenecen a este subgrupo las cerámicas 4. Negro sobre marrón
rojizo; 5. Negro sobre marrón rojizo por aplicación de pintura
resistente y ahumado sobre engobe; 16. Marrón rojizo por baño;
2.0. Marrón oscuro amarillento; 2.3. Marrón alisado.
Subgrupo Micacitico: En la fracción gruesa predominan micas
y clastos de micacitas. La no inclusión del subgrupo anterior
·en éste obedece a que en éste, a diferencia del anterior, los
elementos micáceos son predominantes y se reconocen clastos
de micacitas. Conceptualmente, si suponemos para ambos subgru-
pos un mismo material originario, el anterior estaría más impuri-
ficado, lo que podría indicar una mayor distancia a dicho material
originario, en cambio éste prácticamente representa dicho mate-
rial por lo que puede haber sido extraído del mismo o de un
sitio muy cercano. En forma muy escasa se reconocen otros
elementos metamórficos, como anfíboles. Pertenecen d este
Subgrupo las cerámicas 3. Rojo sobre crema; 10. Marrón alisado
con aplicaciones hemisféricas al pastillaje; 2.6. Marrón alisado.
BIBLIOGRAFIA
446
14. ZOOARQUEOLOGIA. l. MAMMALIA
BLIOMASSOIA(l)
INTRODUCCION
El interés arqueológico, antropológico y zoológico que revistieron las
excavaciones realizadas por Jorge Fernández y sus colaboradores (CONICET)
planteó la necesidad de determinar rodo el elenco faunístico de mamífettis de la
zona •
Como consecuencia del pedido de colaboración realizado por el ciui-
do investigador para la determinación de restos óseos de mamíferos, el autor tuvo
oportunidad de estudiarlos. Los objetivos de este trabajo no radicaron únicamente la
simple determinación uixonómica sino que las tareas especializadas realizadas per-
mitirán vislumbrar a otros técnicos las interrelaciones del tema con diversos aspec-
tos de la agricultura, ganadería, alimentación humana, arqueología, antropología y
medicina.
MATERIALES Y METODOS
Los materiales que se estudian fueron recuperados en las excava-
ciones arqueológicas efectuadas en Chenque Haichol, Deparuimento Picunches,
provincia del Neuquén, a 1.050 metros sobre el nivel del mar. La posición
astronómica es de 38º 35' sur y 70' 40' oeste. El lugar fue ciUido antes como
EsUincia Haichol (Massoia, 1979). Las weas de recolección se extendieron desde
1979 hasui 1981. La superficie excavada se estimó en 80 m2, y el espesor medio de
los sedimentos que rellenan la caverna próximo a los 2 metros.
447
posrcraneanos. Las medidas anOladas corresponden a milímetros.
Este trabajo no tiene caracter de revisión sistemática compleia. Sin
embargo en aquellos casos en que existen controversias entre dos o mas especialis-
tas, se deja constancia de cuáles son y qué criterio u opinión se adoptó. Asimismo,
se anotan IOdos los nombres no científicos, es decir vernáculos, vulgares o librescos
que han podido recopilarse en la abundante bibliografía especializada, creándose
algunos para las especies no designadas en idioma español (Massoia, 1980 y
Murphey, 1976). Cuando fue posible se determinaron los taxones hasta el nivel de
sub-especie.
Supercohone Eutheria
Cohorte Paratheria ( = Edentata)
Grandorden Xenarthra
Orden Cingulata
Superfamilia Dsypodoidea
Familia Dasypodidae
Subfamilia Euphractinae
Género Chaetophractus
Género Zaedyus
Cohorte Epitheria
Magnorden Emotheria
Superorden Lepticida
Grandorden Anágalida
Orden Lagomorpha
Familia Leporidae
Género Lepus
448
Magnorden Preptotheria
Superorden Tokotheria
Grandorden Ferae
Orden Carnívora
Superfamilia Canoidea
Familia Canidae Suborden Hystricognathi
Subfamilia Caninae lnfraorden Caviornorpha
Género Dus;cyon Superfamilia Octodontoidea
Familia Octodontidae
Superfamilia Procyonoidea Subfamilia Octodontinae
Familia Memphitidae Género Octodon
Subfamilia Mephitinae
Género Conepatus Subfamilia Ctenornynae
Género Ctenomys
Familia Mustelidae
Subfamilia Lutrinae Familia M yocastoridae
Género Lontra Género Myocastor
449
El esquema clasificatorio anterior ha sido basado en el extenso y útil
irabajo de Reig (1981), que se considera una revisión fundamental no obstante los
numerosos interroganies que aún subsisien. Debe quedar claro que la anotación de
todos los taxa de nivel supergenérico supera una finalidad faunística. agropecuaria o
arqueológica que en mayor grado comempla este trabajo; sin embargo es la única
manera de intentar aumentar el caudal de conocimientos zoológicos y de respetar lo
más fielmente posible los pareniescos emre los mamíferos estudiados, sin que ello
signifique entrar en especulaciones teon~ t::volu(;1omstas ya ampliamente 1.nu.act~
por varios especialistas (vg.; Simpson, 1964; Me Kenna. 1975; Van Valen, 1979:
Ameghino, 1915; Hennig, 1%8; Pauerson y Pascual, 1972.
Se agrega que como todos los taxa citados están basados en caracteres
morfológicos su importancia para realizar reconocimientos inmediatos no puede
negarse. Motivo en demasía valioso que justifica su anotación completa en esta con-
tribución.
RESULTADOS
Como este trabajo es eminentemente faunístico y arqueológico, no
obstante sus implicaciones agropecuarias ecológicas que son tratadas aunque no
extensamente. cabe comelWIJ'lo con los datos obtenidos y anotados en los cuadros
(1 y 2), que corresponden a estimaciones de numerosidad de taxones y de restos..y
que penniten realizar los comentarios siguientes:
Los datos numéricos y también los porcentajes coinciden con los ano-
tados en un trabajo anterior (Massoia, Renard y Femández, 1980) correspondiente
al comienzo de las excavaciones en la cueva, porque los cinco primeros lugares
prioritarios de numerosidad lo ocupan los géneros Ctenomy.<, Conepatus.
Chaetophractus, Galea y Lama en el orden anotado. Ctenomy.< y Lama no los vari-
aron; Galea, Conepatus y Chaetophractus cambiaron únicamente su ordenación
anterior por la anotada. Recuerdo que durante 1980 el N era de 432, cifra mucho
menor a la registrada de 3.914. En el trabajo anterior determinamos 20 taxones.
número elevado ahora a 27 por la comprobación de las presencias de los género,
Microcavia. Lepus. Capra, Marmosa. Rattu.<, Chelemv.< y Euneomvs.
Se anotan (Cuadro 3) los mamíferos mencionados pard la fauna de
Neuquén, en coincidencia con los datos bibliográficos dignos de crédito, con los
citados para Cheuque Haichol y con los obtenidos por el autor de este trabajo y
eventuales colaboradores en otros lugares de la provincia. Algunos resultados son
sumamente curiosos por ejemplo: de los tres géneros de marsupiales provinciales
únicamente Marmosa está presente, de 11 roedores cricétidos conocidos 4 y no
están representados los géneros Pudu. Hippocamelus, Dolichotis y Lagoscomu.,
aunque ellos incluyen especies o subespecies consideradas netamente patagómcas
cordilleranas. También está ausente el género Oryctolaglli! que por su abundancia
reciente es considerado plaga (Amaya, 1976; Howard y Amaya, 1975).
El impacto ocasionado por los primitivos habitantes a cada orden de
la clase Mammalia queda evidenciado en el Cuadro 4. La matanza de roedores,
carnívoros y cingulados superó por amplio margen la de artiodáctilos que ocupan el
cuarto lugar. Los valores para los otros tres órdenes son poco significativos. Un
error que puede cometerse es considerar que fue mayor la ingestión de carne, peso
450
por Kg. vivo, de mamíferos de los tres órdenes más predados ya ciíados. No es así,
ya que el de la carne de los 110 Artiodactyla supera ampliamenle el peso de los
3259 Rodentia.
CUADRO 1
Númc.ro mínimo (N) de especímenes recolectados de cada taxón y porcauaje sobre cl número total de mamíf~
detenninados en on:ien decredente. Sigla: O mi.mero de mden coincidente con cl de tax(lfles anOlados. Se aclara que
la importancia faunística de las pn:senci.s de las especies cuyos p0n:entajes: son iguales a cero no queda anulada.,
ej.: un solo puma puede ocasiooarseria& desequilihrillli en la comunidad estudiada.
451
CUADRO 2
Número de cráneo6 o sus fragmentos (C), rarrnis mandibulanz derechas (RMD), ramas mandibulares izqu1erda
(RMI) y dientes osU5 fragmenl.OS (D) n:colcaados, que pemutieron estimar los K del Cuadro 1.
452
,,
n:AURO 3
0
l .1s1 ,<·Jual11.acfa di: [n,i 1namffero~ reciente~ ~il...,,trei y d,,111".,11, "' ,k, ,._cu,¡um, y ,·,,rup,irlll'1< >n de la~ l"'·'"'-'I1C1a.s cornprofflula~ e para Otorlquo llaichul y ntrn~ trcK ln,:~l•da<lc~
de I P..,viucia. Refonmda.,:A Chenq1u: llaidml: B I a, (",.1.,t.ula,. 1 1,1" V0<t,ma; J) ('.,llúu Curá y~: ('hnll ,\falal
MAMIFEROS 11 ( IJ li MAMIHiROS ,,
' A 11 e D
- ' "
1 Dromiciops au.vrralís australis 35 No,iomys valdivianus fos.for ,.
2 Mamw..fa elegans bruchi 36 lrt!ltfRnys 1ar.rnli., larsafü
1 Didelphis albiventri.s
• • •• 37 PhyUotis dorwini xanthopygu.f
4 Myoti..: (St:ly.~iu.,:) chiole11.rá 3K loxodol'llomy.f micropu,f
1 1/istialu.f montaniu mon,anus
• 39 Eligmodontia typu.,:
• •• •• •
6 La.,:iurus borea/i.f mriu.r 40 Reilhrodon auritK.f 11vae
1 1'adarida brasi.l~1ui.r
••
41 Euneomy., mordax
• •• ••
Chaewphrac1u., villosus 42 Cienomys mendocinu., haisi
9 Zatdyus pichiy caurillU.I'
' •• • • 43 C1enomy., Emilial'IU.f ••
11 lepus cap,nsis 44 Ocwdm1 bridge.ti
1 Oryclolagus clUUculus
•• 45 Aconaemy.r fu.rcu.r c:.neri
•
2 Canis lupus 46 Galea mu.rtelouh.v i110ralis
1 Du..ricyon gri.l·eus gracilis 47 Microcavi.a auslrali.r au.rrrafü·
,11,o 4 Du.vieyon culpaeu..r culpaeu.v 48 Dolicholi~· palago11um palagonum
• •• •• • •• • •
5 Galic/1.'í cuja ci,¡ja 49 Lago..ftomu.s ma.umu.r pt!lili~M
t/l 6 Lyncodon palagoni.cus pa1agonicu.f 50 Lagitbum viscacitl sarae
•• •
1 Co11epatu.r ch.inga ""11tdo.1·us 51 Myocas1or coypus bonarien.1·is
Conepa1u.r ca1·1o.neu.1· ca.1·1aneu.r 52
•• • Ra11u.r rauu..r •• •
•' LoNra provoca% 53 Rattus norvegicu.v
•() Puma. CON:olor amucana
54 Mus mu..l'cu/us ••
'I Feli.r calu.r 55 Lama guanicoe g1U2nicoe
Feli.r geoffrcryi 8eofmy1
••• • • •• 56 nos /auru.f
'1 Felis guigna gu,gna 57 Cer,,u..y t:laphu..v
••
",4 Feli.r coloco/a pajeros 58
,5 Oligoryzo,nys longicauda.tu.r philippi º"'""dama
59 Axis <niv
'6 Alwdon varius 1tt:ocenu..r 60 llippocamelu.v b1sulcu.r
7 Alwdon ini.vcalu.r nucw·
,,
•• • •• 61 Pud.upudu
Alwdon inL\'catu.v nw:u.v • • 62 Su.r ,1·crofa ,vero/a
Abrothru lonffipilis moere,i.v 61 Sus .w:rofa ssp
'"' ,\f,r,,1Jinl' /,,11v1p1lu hiriu, • ()1,1.,· <lTI(.,.
Abr&tlu-u ,:a,i1/ivn11i..• ca'l.t '"&:- Carra ,u,, 1..,
12 Abrothru sanbor,u " •• 66 Equu.,· ~Jmlú1.,
•••• •• •• ••
Ch1demy,r mar.ronyx macr,:,nyx 67 f:quus avim,,· •• •• •
14 Chelemy., müeronyx 'Vf!,r1i1u.v
" •
Los resultados inferidos del Cuadro 5 son los siguientes: ya
desde épocas remotas los primitivos habitantes de Chenque
Haichol, y qui1..ás de toda la Provincia de Neuquén, estimaban
mucho mas para su aHmentacción la carne de los animales
mamíferos herbívoros o vegetarianos, la que mayor uso ali-
mentario tiene en nuestros días, en todo el mundo civilizado.
CUADRO 4 Si bien el esquema clasificatorio o de agrupamiento no es sis-
temático, si tiene relación con la calidad estimada de cada carne.
Los datos citados en el cuadro citado son:
Números mínimos y porcentajes de numerosidad según los
ejemplares estudiados de la clase Mamma1ia agrnpados por CUADROS
órdenes. Predilección alimentaria humana primi1iva, verificada mediante
la agrupación de los mamíferos según su regimen alimenlario
MAMIFEROS N %
l-lERBIVOROS
N % Ordenes Aniodactyla, Perissodac-
•t ORDEN tyla, Lagomorpha y varios géne-
ros de Rodentia (Ctenomys, Ga-
RODENTIA 3259 83,26 lea, Octodon, lagidium, Micro-
cavia, Phy/lotis, Reithrdon, Myo-
CARNTVORA 366 9,35 caslor y Euneomys) 3379 86,33
CINGULATA 166 4,24
CARNIVOROS
ARTIODACTYLA 117 2,98 Ordenes Marsupicamivora y car·
LAGOMORPHA 4 0,10 nivorn 367 9,37
•
"
CUADRO 6
Agrupación tentativa ,le los mamíferos hallados según sus preferencias ecológicas.
TOTAL 26 99,99
Los valores numéricos de los cuadros 1 y 6 permiren los comeniarios
siguientes:
Los antiguos habitanres de la cueva capWraban muy pocos mamíferos
anfibios. Tenían cierta predilección por la caza de mamíferos con preferencias
ecológicas por los lugares desérticos. En efecto, los géneros Lama y Ctenomys son
considerados adaptados a vivir en desienos áridos y resultaron los que mayor
importancia alimentaria renían. El primero por los muchos kilogramos de carne
comestible que representó y el segundo por su numerosidad muy alta.
De los mamíferos dotados de gran poder de adaptación a cualquier
medio (=alta labilidad ecológica) fueron muy predados el "peludo" y el "zorrino",
géneros Chaetophractus y Conepatus respectivamenre; ambos muy frecuenres en
numerosas y muy diferentes regiones ecológicas de la Argentina.
CUADRO 7 ,
Apupad6n llenUOYa de k,s manlímt,, de la cueva se&ím su ardo de adaplaci6n •
la vida c,ivkx,bi y -, eflciePcia en la fllnción de cav•.
~ 5 5 11
'
Los datos anotados en el Cuadro 7 sugieren los comentarios si-
guientes: de los restos recolectados ocupan un lugar importante los mamíferos muy
cavadores, cuatro géneros representados por el mismo número de especies incluyen
mamíferos de morfología especial para la vida subrerránea, el quinto menos espe-
cializado que aparenta ser un pequeño "conejo" es Reithrodon.
Con la excepcion de los no cavadores los otros mamíferos y en csp..:--
cial los muy cavadores pueden trasladar objetos horizontalmente o verticalmente, es
decir, son capaces de enterrar, desemerrar y llevar generalmente en su boca de un
lugar a otro más o menos cercano incluso huesos de otros animales.
Los datos anteriores permiten alejar las dudas sobre la recolccrnin de
ejemplares de los géneros Ovis. Capra. Equus. Lepus v Rattus. Se afirma que sus
restos son poscolombianos.
Otro comentario interesante es que aún los mamíferos no cavadores
pueden habitar o guarecerse en cuevas, socavones o márgenes de ríos y también uti-
lizar como refugio las galerías de otros animales. Incluso es seguro que en las
épocas en las que Chenque Haichol quedó deshabitada por hombres, varios
mamíferos deben haberse instalado allí.
Los dalos anotados en el cuadro 8 han sido recopilados de publica-
ciones de célebres sanitaristas argentinos y aún reconociendo que no están aclual-
izados perrniren inferir que ya en épocas prehistóricas los seres humanos pudieron
456
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PALUDISMO Ir ir ¡¡;·
-----
mamíferos estudiados ha debido iener gran irnportaneia sanitaria. La estreeha vincu-
lación ecológica de los aborígenes con los mamíferos pudo haber 1enido relación
con la morbilidad y monalidad infantiles y también de personas adultas, y que el
origen de algunas zoonosis endemoepidémicas regionales y también de ouas enfer-
medades infecciosas puede ser buscado con éxito en los restos de las cavernas.
Resulta obvio señalar, que los indígenas al alimentarse con carne mal
cocida ingerían gérmenes sumamente peligrosos y que al trabajar con cueros y
pieles con los cuerpos semidesnudos quedaban expuestos al ataque y picadura de
ectoparásitos (pulgas y ácaros) vehiculizadores de otros agentes uasmisores con
graves consecuencias para su salud.
La historia de las zoonosis en la argentina y toda América del Sur
encierra innumerables e interesanles interroganles. Su resolución esta íntimamenle
ligada al aumento de los conocimientos arqueológicos, antropológicos y mastozo-
o1ógicos: los que por carácter transitivo adquieren importancia mé.dica sanitaria,
aunque ella sea considerada únicamenle de índole cultural-educativa.
4S8
TAXONES ESTUDIADOS Y DESCRIPCION
SUMARIA DE ALGUNOS RESTOS
"LLACA"
2 Chaetophractus villosus
"PELUDO"
Género Chaetophractus Fitzinger, 1871
Especie Chaetophractus villosus (Desmarest), 1804
459
La distribución geográfica de la especie abarca una superficie enorme
de los territorios nacional, uruguayo y brasilero (Cabrera, op. cit), y también chileno
(Atalah G., 1975); por lo tanto sin un estudio comparado y minucioso
de numerosos ejemplares de procedencias muy distantes la consideración de subes-
pecies no es posible.
De las 159 ramas mandibulares izquierdas que delimitan el número
mínimo de ejemplares estimado, 25 están completas y 3 poseen todos los dientes.
De los 70 cráneos, 23 están en buen estado de conservación (Fig. 121: 1 a 6) y 13
presentan un gran orificio dorsal posterior que también presentan otros cráneos estu-
diados y que tantos varios arqueólogos como el presente autor asignamos a cortes
realizados por los antiguos para poder exiraer la masa encefálica (sesos) con fines
alimentarios.
3 Zaedyus pichiy
4 Lepus capensis
"LIEBRE EUROPEA"
Género Lepus Linnaeus, 1758
Especie Lepus capensis Linnaeus, 1758
Subespecie Lepus capensis esp.
460
.2.. -· ·"..~.\'\
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&~
'
\
~'
5 Dusicyon culpaeus
" CULPEO"
Especie Dusicvon culpaeus (Molina), 1782
Subespecic Dusfryon culpaeus culpaeus (Molina), 1782
"Zorm cof()radn". ··cu/peo". "culpeu". "zorro andino mayor", "zorro lobo", "lobo".
465
6 Dusicyon griseus
"CHILLA"
Especie Dusicyon griseus (Gray), 1837
Subespecie Dusicyon griseus gracilis (Burmeister), 1861
'Tollo gris chico", "chilla"," zorro andino menor"," ZOllO gris de la palagonia",
"n-rú", "yeshgai", "zollo de campo"
7 ConeJHllus chinga
"CHINGA"
Género Conepatus Gray, 1837
466
------------ - - - - - - - - -- ·------
"Zorrino común", "zorrillo", "chinga", "chiñe", "chini", "Chiñke", "chingue",
"yaguaré" "yaguani". "añaluya". "anatuya". "zorrino chileno"
8 Puma concolor
"PUMA"
Género Puma Jardinel834.
467
9
Especie Puma concolor (Linnaeus), 1771
Subespecie Puma concolorarOJJCana Osgood, 1943
10
Género Fe/is Linneaus, 1758
468
11 Lontra provocax
"HUILLIN"
Género Lontra Gray, 1843
Especie Lontra provocax [fhomas), 1908
12 Galictis cuja
QUIQUI"
Género Galicus. Bell, 1826
Especie Ga/ictis cuia (Molina), 1782
Subespecie Galú:ti.< cuja cuja (Malina), 1782
469
13 Lyncodon patagonú:us
"HURONCITO"
Género Lyncodon Gervais, 1845
EspecieLyncodon patagonicus !BlainvilJe), 1842
Subespecie Lyncodon patagonicus patagonicus (Blainville) 1842.
14 Reithrodon auritus
470
nombre inconsistente. Sobre las especies y subespecies del género es mucho aún lo
que falta por estudiar y la presente no es la publicación adecuada.
En síntesis, Mus plrysodes Olfers, 1818 es nombre sinónimo y posteri-
or a Mus auritus Fischer, 1814 que se revalida como Reithrodon auritus (Fischer).
1814 aceptando así las conclusiones de Langgudt.
Los materiales desenterrados son fragmentarios (Fig. 13: 2, 4 y 5)
pero permiten su exacta determinación. Se enumeran a continuación:
15 Chelemys macronix
"RATA TOPO"
Género Chelemys Thomas, 1903
Especie Chelemys macronyx (Thomas), 1894
Subespecie Chelemys macronyx macronyx (Thomas), 1894
''Rala topo", "gran rata topo", "ralón topo", "ratón topo de las pam•
pa.s mendocinas", raión topo vestido".
Así se determina, en forma provisoria, un gran fragmento de rama
mandibular izquierda (CEM 7166) con los molariformes (Fig 13: 6 y 23: S).
El estado sistemático propuesto por Reig es correcto Che/emys
macronyx y Notiomys valdivianus no son especie congenéricas, por los muy marca-
dos caracteres distintivos tanto craneanos como externos que poseen. Sin embargo
subsiste una duda ¿Sí lo son Notiomys valdivianus (Philippi), 1900 considerada
especie tipo del género Geoxus por diversos autores (vg. Gyldenstolpe, 1932;
Thomas 1919) y Notiomys edwardsi (Thomas), 1890 que es la especie tipo de
Notiomys?. Reig asegura que sí pero no ofrece pruebas concluyentes al respecto.
471
16 Phyllotis darwini
"LAUCHON OREJUDO
Género Phyllotis Waterhouse, 1837
Especie Phyllotis darwini (Waterhouse), 1837
Subespecie Phyllotis darwini xalllhopygus (Warerhouse) 1837
17 Euneomys mordax
472
"I
" 4
¡
r,
18 Rattus norvegicus
"RATA PARDA"
Género Rattus Fischer, 1803
Especie Ratlus norvegicus (Berkenhout), 1769
Subespecie Rattus norvegicus ssp.
19 Octodon bridgesi
481
"Degú de los """""ales", "Octodon de Bridges"
2O Ctenomys mendocinus
"TUNDUQUE"
Género Ctenomys Blainville. 1826
C: CEM 6710, 7030, 7044, 7046, 7058, 7062, 7069, 7141, 7265,
7271, 7276, 7284, 7285, 7631 y 8011.
482
RMD: CEM 7088, 7109, 7286, 7600 y 7605.
RMI: CEM 7141,,7353. 7452, 7470 y 7604.
Una mandíbula completa (CEM 8549) resulta interesante, ya que la
mayor pan.e de las ramas estudiadas estaban sueltas.
CUADR09
CARACTER
COlECCION N~ ESPECIE
1 2 3 4 5 6
CEM7285 CzeMMyS 1ft. lraigi 10.2 7,2 9,1 6,8 10.9 19,5
CEM 8011 Ct.enomys ll'l.. Jtaigi 10,6 7.3 10,0 7,0 12,0 21,7
483
2 lMyocastor wypus
"COIPO"
Género Myocas1or Kerr. 1792
Especie Myocastor coypus Molina 1782
22 Lagidium viscacia
"PILQUIN"
Género Lagidium Meyen, 1833
Especie lagidium viscacia (Molina), 1782
Sube.specie Lagidium viscacia sarae Thomas y St. Leger, 1926.
484
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Figura 134. Restos del único roedor exhumado de la Familia Chinchillidae Lagidium
viscacia sarae, 1 y 2 fragmentos de cráneos en vistas dorsales (CEM 6428 y 6458), 3
y 4 los mismos en vista externa, 5 región palatilar muy ampliada (CEM 6428), 6
premaxilar izquierdo con el incisivo (CEM 7189), 7 rama mandibular derecha en vista
externa (CEM 6445), 8 rama mandibular izquierda en vista interna de otro ejemplar
(CEM 6445), 8 rama mandibular izquierda en vista interna de otro ejemplar (CEM
6448), 9 y 10 vistas superiores de las ramas mandibulares opuestas de ejemplares (CEM
6443 y 6448), 11 y 12 vistas ampliadas de los molariformes de ambos. Las escalas
equivalen a 10 milímetros.
::
Figw-a 137. Fragmentos de maxilares en vista ventral con dientes molariformes deLama-
guanicoe guanicoe. Obsérvese la amplia variabilidad de los dibujos de las superficies
de masticación aún métrica y adviértase que ella no queda agotada con los siete
ejemplares ilustrados. 1 a 6 maxilares derechos (CEM 7528, 7150, 7065, 8417, 7414.
8418); 7 maxilar izquierdo (CEM 8419). Las escalas equivalen a 10 mm.
y
23 Galea musteloides
"CUIS MORO"
Género Galea Meyen, 1832 .
Especie Galea musteloides Meyen, 1832
Subespecie Galea musteloides U1toralis (Thomas) 1901
24Microcavia australis
"CUIS CHICO"
Género Microcavia H. Garvais y Ameghino, 1880
Especie Microcavia QJlSlralis (l. Geoffrey y d'Orbigny /, 1833
493
mentos de cráneos ilustrados (Fig. 135: 4 a 6) y con canícter mas endeble, excepto
dos (CEM 841 O y 8411) por poseer alglDIOS molares mejor conservados. se detenni-
naron hasta 16 ramas mandibulares derechas. número coincidente con el mínimo de
ejemplares anotado.
25 lAma guanicoe
"GUANACO"
Género Lama G. Cuvier, 1800
Especie Lama guanicos (Müller). 1776
Subespecie Lama guanicoe guanicoe (Müller). 1776.
26
Género Ovis Llnneaus. 1758
Especie Ovis aries Linneaus. 1758
------------------------------ ------
Subespecie Ovis aries ssp.
27
Género _Capra Linneaus, 1758
Especie Capra hircus Linneaus, 1758
Subespecie Capra hircus ssp.
28
Género Equus Linneaus, 1758
Especie Equu., caballus Linneaus, 1758
Subespecie Equus caballus ssp.
495
DISCUSION
El N de cada taxón determinado puede o no coincidir con el que en
realidad se depositó en el suelo de la caverna. Es siempre aproximado debido a que
resulta imposible delimiiarlo en fonna exacta por haber sido los restos muchas
veces espan:idos y otras muchas roturados por la acción concomirante de numerosos
agentes, vg~ el hombre, otros animales, la erosión eólica e hídrica con denum-
. bamienlOS o sin ellos, ere.
La conespondencia de los valores nwnéricos anotados en los cuadros
bioestadíslicos con números naturales resulta tanlO o mas adecuada que la anotación
de los porceniajes de presencias para realizar futuras comparaciones de los restos
estudiados con los recolectados en OlraS excavaciones, con los hallados en regurgi-
tados de aves (Massoia, 1979) y con los logrados mediante la utilización de uampas
para realizar muestreos mastozoológicos.
Si bien se recolectaron restos posrcraneanos, ellos no se estudiaron no
solo por resollar mucho mas fragmentarios sinó por considerarse que, para el tipo de
esmdios reali,acios, no tienen la importancia de los cráneos. Se agrega que es muy
confuso o imposible con su estudio delimitar algunos rangos taxonómicos, especial-
mente de especies simpátricas o de géneros muy afines o incluso de mamíferos de la
misma familia pero no congenéricos, vg.: los fémures, húmeros e isquiones de
cricétidos pequeños, de cávidos, de chinchíllidos, de zorros y también de gams
resulran casi o completamente indeterminables, porque es muy difícil o imposible
eslablecer la edad relativa o real de los e_j¡;molares y si las diferencias de tamaño
observables o de sutiles vai:iables morfo_¼gicas son resultado o de las diferentes
edades o de la variabilidad natural de cada especie o de procesos reales de diferen-
ciación taxonómica.
Se incluyen escasas medidas por considerarse que las escalas en
milímelros incluidas en las foiografías que componen las figura.s (Fig. 100 a 141)
son suficientes para verificar detenninaciones.
La oficialización a nivel nacional o latinoamericano de uno de los
nombres vernáculos, vulgares o librescos de los mamíferos argentinos eslUdiados y
también de las otras zonas, puede ser buena tónica p-ara los especialisras y los divul-
gadores de temas científicos, pero para estudios como el presente no es adecuada
porque ranto en Cheuque Haichol como en muchos otros lugares de la Argentina y
_ de América de Sur se hablan o hablaron recientemente varios dialectos de lenguas
indígenas complelamellle diferentes (vg.: ona. araucana. quichua. guaraní, etc) y los
nombres que los primitivos aplicaban a los mamíferos han llegado a nuesaos días y
siguen en uso, podo que su conocimiento es muy útil a investigadores de diversas
disciplinas.
Las determinaciones anotadas de subespecies pueden ser objetables
en muchos yacimientos arqueológicos o paleontológicos argentinos, por estar ubica-
dos en zonas que, por evidencias bien verificadas, han sufrido enonnes v-ariaciones
geológicas, climáticas y florísticas es decir, cambios ecológicos generales muy
acentuados. Sin embargo, en Chenque Haichol se justificaban ya que los restos cor-
responden a especies vivientes en la actualidad representadas aparentemente por las
mismas subespecies. Lo cierio es que no pudieron hallarse diferencias mínimas
entre los restos estudiados y otros homólogos de ejemplares recientes pero recolec-
tados de las maneras usuales en Masrozoología. a saber: cap1Ura.s con irampas o con
496
armas de fuego o recogiendo cadáveres en banquinas de ruta, etc.
Lamentablemente el reconocimiento de las razas de animales domés-
ticos (vg. caballo, oveja, cabra)•no pudo efectuarse por serias carencias a nivel uni-
versal tanto de colecciones de cráneos bien identificados, como de bibliografía
especializada acerca de su anatomía comparada.
Debido al estado fragmentario de algunas ramas mandibulares de
ejemplares de la familia Canidae y la gran similitud existente enlre las de Dusicyon
y Cams no deberá descartar la ausencia del segundo enlre los restos exhumados. Es
decir, podría haberme equivocado pero por no haber hallado ni mínimos fragmentos
craneanos asignables a Canis concluyo en negar su existencia en la cueva.
Los N citados de mamíferos de Neuquén (Cuadro 3) no son exhaus-
tivos porque a criterio del autor de las listas no son completas al no basarse en
recolecciones intensas, ya de animales vivientes o de sus restos, aunque como se
explicó sí fue exhaustiva la recolección de restos en Chenque Haichol.
Las investigaciones sobre fauna silvestre de mamíferos realiz.adas por
el INTA en la Patagonia comenz.aron durante 1966 en las comisiones oficiales reali-
zadas por el presente autor para el Departamento de Patología Vegetal y continuaron
hasta 1983, según se hace constar en la Bibliografía (Massoia y Fornes, 1966;
Massoia 1967, 1970, 1973, 1977, 1979, 1981, 1982; Massoia, Renard y Femández,
1980). Por lo tanto este 1rabajo es una continuación de los citados.
El INTA tiene ingerencia erdos asuntos faunísticos nacionales desde
su creación y abarca en su accionar el estutfro'ile aves y mamíferos de todos'los eco-
sistemas productivos o no. Explico que áUn<Jlle una zona se considere improductiva
ello no significa que su estudio no teñga importancia cultural agropecuaria (vg.:
Massoia, Renard y Femández, 1980). · ·
Aprovecho además para comunicar a los interesados que el estudio
completo de los mamíferos del Orden Rodentia siempre tuvo prioridad en los cam-
pos dé la Zoonosis y de la Patagonia Vegeial denlro y fuera del INTA y por cierto
en todo el mundo (OMS, 1974) .
•La composición de la fauna local de la zona es muy similar sinó igual
a la existente en la actualidad, ya sea un número de !axones como en los porcenta-
jes relativos de presencias comprobadas. La ausencia en la cueva de restos de
algunos pequeños roedores (vg.: Eligmodontia y Akodon) queda justificada en los
comentarios siguientes: los datos censales ianto cuantitativos (ej.: especie determi-
nadas) son aproximados; porque en la captura es obvio que siempre hubo selección
por parte de los primitivos Ca?.adores y porque con seguridad los pequeños mamífe-
ros, roedores y marsupiales mas pequeños, eran generalmente desestimados para la
alimeniación humana: Razón de su relativa pobreza en los mueslreos de Cheuque
Haichol y seguramente en 01ras cavernas recién comenzadas a estudia..
Se exceptúan de esa afirmación las que albergan o albergaron, ya sea
como guarida fija o temporaria, a aves eslrigiformes u otras carniceras donde el
número de los restos de los micromamíferos ciiados u 01ros (vg.: quirópteros) puede
ser muy grande como en la Cueva de Quebrada Honda en Venezuela (Linares,
1968).
Tales restos tienen menor o ningún valor arqueológico. Las conclu-
siones de un estudio anterior sobre alirneniación de "lechuzas" verifican lo anotado
(Massoia, 1983.
El presente autor tuvo oponnnidad de estudiar únicamente los resios
4.97
citados, todos de mamíferos; sin embargo detenninó también un pequeilo fragmento
craneano de ave pequeña y en el subsuelo de la cueva había gran número de cás-
caras fragmentarias de huevosde."ñandúes" (Massoia. 1982).
CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
498
- - - - ----------
temas arqueológicos.
Al profesor Julio R. Contreras (CECOAL-CONICET) por ceder
material de Lyncodon y otros mamíferos patagónicos de importancia para realizar
comparaciones.
Al Técnico y estudiante Sr. Juan C. Chebez (Fundación Vida Silvestre
Argentina) por obtener valiosa información bibliográfica y materiales de otras wnas
de la Pa1agonia.
Al Técnico Sr. J. R. Garrido por su envío de importantes materiales de
Chubut
A los Ingenieros Agrónomos Horacio .F. Rizzo y Francisco H. Santoro
(INTA, CNIA, Opto. de Patología Vegetal (INTA) por la terminación de los dibujos.
Al señor Osvaldo Bonifacio, fotógrafo del mismo departamento, por
la valiosa preparación de las fotografías de restos óseos.
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sos
15. BIOARQUEOLOGIA
508
- --- -- - - - - - - - - - -
Nº ' Y ESPECIE
GENERO CANTIDAD %
1 ·ctenomys (dos especies) Z780 71,03
z Galea musteloides littoralis 383 9,79
3 Conepatus (dos especies?) Z40 6,13
4 Chaetophractus villosus 161 4,11
5 Lama guanicoe guanicoe 110 Z,81
6 Dusicyon culpaeus culpaeus 6Z 1,59
7 Octodon bridgesi 36 0,9Z
8 Dusicyon griseus gracilis 35 0,90
9 Lagidium viscacia sarae zo 0,51
10 Microcavia austro/is austro/is 16 0,41
11 Fe/is sp. 14 0,36
lZ Phillottis darwini xanthopygu_s 14 0,36
13 L yncodon pataganicus patagonicus 6 0,15
14 Reithrodon auritus·evae 6 0,15
15 Ovis aries ssp. 6 0,15
16 laedyus pichiy caurinus 5 0,13
17 Lontra provocax 4 0,10
18 Lepus capensis 4 0,10
19 Ga/ictis cu;a cu;a ~ 0,08
za Puma concotor oraucana z 0,05
Zl Capra hircus ssp. 1 O,OZ
zz Equus caballus 1 ·o,oz
23 Myocastor coypus bonariensis 1 o,oz
24 Marmosa elegans bruchi 1 0,02
25 Ratus norvegicus 1 0,02
Z6 Euneomys mordax 1 o,oz
TOTAL 3914 99,97
509
prehistórico. La frecuencia de algunas, como las que se hallan
representadas por un solo caso (0,02%) dudosamente pudieron
haber constituído un aporte significativo a su funcionamiento
y fijación. Estableceremos ese límite arbitrario en el valor
correspondiente a seis casos, o sea cuando la especie participa
con más de 0,15% (figura 142).
%0 • • • • • 7 8 9 10
Galea mu1teloidH
Conepotut
Choetophroctu1
Lamo ouanicoe
DuliC)'Oft
Octodon
Looidium
Microcavio
F11is
Phyllotis
Otros ( t 5 oénero■ )
Flg. IU
510
su introducción. Llama poderosamente la atención de· que en
este registro aparezcan tarde y en tan poca cantidad, al punto
de que no llegan a modificar, aparentemente, el cuadro económico
preexistente. Para evaluar correctamente este punto será preciso,
sin embargo, recurrir a otros controles provenientes de sitios
arqueológicos al aire libre, dentro de la zona.
A juzgar por la ubicación cronoestratigráfica de sus
restos Óseos, en la localidad habrían aparecido primero la oveja
y el caballo. Contrariamente a lo esperado, dado su arraigo
presente, la cabra aparece tardíamente y representada por
un solo caso, La carne de caballo ha sido el alimento preferido
por la población aborígen histórica, y continúa siéndolo. Esta
circunstancia carece del pertinente registro en Haichol, donde
sólo se ha podido documentar la presencia de dos piezas dentarias,
lo que ni siquiera basta a garantizar su consumo local efectivo.
En base a la llamativa escasez de restos pertenecientes a especies
domésticas eminentemente ganaderas, como las que nos ocupan,
podrían formularse una serie de premisas, algunas opuestas
o contradictorias en su contenido: 1) las gentes que ocuparon
la cueva durante los períodos de la Conquista y Colonia fueron
grupos marginados que conocieron, pero que sólo ocasion'Hmente
tuvieron acceso al consumo de animales doméstit:os, no contándo-
los entre sus bienes de consumo permanentes; 2) la fluencia
de ganado de procedencia europea hacia la zona debe haberse
incrementado desde mediados del siglo XVIII y período de la
Independecia. Resultaría verosímil que los restos de la nueva
fauna pudieran encontrarse en sitios arqueológicos al aire libre
y no en el interior de las cuevas, que habían dejado de ocuparse
desde mucho antes; 3) poseyeron hacienda, a la que no comsumie-
ron por constituír un elemento demasiado valioso como elemento
de movilidad, o para la industria textil.
Nuestra opinión es que, en varias oportunidades a lo
largo de sus siete milenios de registro, la cueva Haichol ha
interrumpido o disminuido su función sensora de la realidad
arqueológica circundante. En base a la escasez y aún a la ausencia
de registros faunísticos correspondientes a los comienzos de
la etapa ganadera tan vigorosamente desenvuelta posteriormente
en la región, pudiera aceptarse que una de tales ocasiones pudo
haber coincidio con la introducción de las especies domésticas
de procedencia europea. Sin embargo, numerosos registros de
otra índole (culturales y cronológicos) demuestran fehacientemen-
te que la cueva estuvo poblada en los siglos XVIII y XIX. Es
probable que los pastores de entonces tuviesen mayor interés
en la multiplicación que en el consumo de los animales domésticos
disponibles. Algunas de las consideraciones formuladas constitu-
yen, evidentemente, falsos planteos. Son suficientes, sin embargo,
para: l) evidenciar nuestro desconocimiento sobre las consecuen-
cias que la aparición del ganado produjo en el seno de los grupos
511
cazadores recolectares; Z) el grado de fragmentación sufrido
por la información arqueológica, que no alcanza a más que a
explicar algunos aspectos del proceso.
Especie Cantidad %
51Z
cies domésticas introducidas, citadas en el pán-afo anterior,
y la del puma (Puma canco/ar araucana); los restos de puma
recuperados, principalmente el cráneo, denota haber sido consu-
mido por el hombre; 4) es llamativa la escasa representación
alcanzada por el piche, que esporádicamente forma parte de
la dieta del hombre actual en la región.
A} Los roedores
1. El tucutuco (Ctenomys}
513
huellas de significado especial. ni señales de exposiciÓn al fuego
que sean reconocibles.
514
DISCUSION DEL SIGNIFICADO DE LOS RESTOS DE ROEDORES
EN EL SITIO ARQUEOLOGICO
515
su dieta. HESSE (1984) estudió sitios del arcaico del N. de Chile
en los que encuentra__restos de Lagidium, Ctenomys, Phyl/otis,
etc. Ctenomys, increÍblemente abundante, estaba representado
por 969 fragmentos óseos. La distribución esqueletaria estaba
allí dominada -a igual que en Haichol- por elementos craneanos,
lo que considera compatible con la forma de consumo, consistente
en la decapitación y cocción posterior. El efecto arqueológico
de esta práctica sería que las cabezas se conservaron diferencial-
mente, mientras que se perdieron las partes postcraneanas al
ser asadas. si los carnívoros fuesen responsables de la acumula-
ción, señala, habría que esperar más elementos de desmembra-
miento • HESSE (1984) se interroga cuál puede ser la explicacion ·
los restos de roedores son predecibles tomando en cuenta la
ubicación geográfica de los sitios. Interpreta que "the heavy
exploitation of tuco tucus a response to a failure of the usual
come/id hunter at higher elevotions". Sus conclusiones finales:
la clase de utilización de los truca pequeños no siempre es obvia.
la motivación que conduce a las sociedades a invertir tiempo
y esfuerzo en la persecución de éstos, muchas veces, pequeños
envoltorios de recursos, es multifacética. Segundo, las causas
que rodean la depositación de los truca pequeños no siempre
es clara (HESSE 1984: 49).
Pasando al extremo austral sudameric~o, Ctenomys
se halla bien representado en la gruta Fell, Patagonia austral,
junto a félidos, zorro y guanaco, pero el posible significado
económico no ha sido evaluado por quienes se ocuparon de
la arqueología en ese lugar (BIRD 1938; SAXON 1976). En territo-
rio de la Argentina, restos de C tenomys y cricétidos se hallaron
en cueva de las Manos (MENGONI GOÑALONS y SILVEYRA
197 6) junto a guanaco, ñandú, félidos, cánidos y otros. Con respec-
to a los roedores hallados en los aleros del río Limay, Neuquén,
BOND et al. (1981) plantearon apreciaciones claras y valiosas.
Se ha argumentado, expresan, que la aparición de roedores debe
considerarse usualmente como prueba de perturbación o, por
el contrario, como prueba de consumo humano. Aclaran que
tendencias tan opuestas podrían tener soluciones diferentes
en diferentes zonas. Consideran difícil establecer si los roedores
cuyos restos analizan (Ctenomys y /Hicrocovia) resultan de deposi-
tación natural (es decir, si hay turbación), o si es artificial (debida
al consumo).
Luego de la revisión efectuada, resulta evidente que
la prevención hacia los restos de roedores presentes en sitios
arqueológicos, tiene como fundamento las siguientes posibilidades
de malinterpretación: 1) que hayan sido conducidos a los sitios
por carniceros o por aves rapaces; Z) que sean intrusivos en
el sitio, en el sentido de que lo hayan utilizado como habitación,
particularmente en el caso de los cavadores. Sus restos correspon-
516
derían, en este Último caso, a muerte natural producida mientras
ocupaban sus cuevas o galerías.
La etología de los roedores es hoy aceptable conocida,
también la de Ctenomys (CONTRERAS 1973, 1984, 1980; CON-
TRERAS et al. 1977). La discusión que sigue se formuló en base
a nuestras observaciones personales en la Puna y Neuquén y
están referidas al caso de Haichol, sin negar que aspectos o
situaciones diferentes puedan presentarse en otras regiones.
517
, do. Pero he observado otro hecho aún más importante para
diferenciar el hueso de egagrÓpila, y es que blanquea al tiempo
de regurgitado y aunque haya quedado sepultado en sedimento
seco, lo que sin duda se debe a las alteraciones sufridas durante
el proceso metabólico (la difractometría de raspaduras de la
superficie del hueso regurgitado muestra otros picos aparte
del que corresponde a la hidroxiapatita, y que pudieran ser de
brushita). Ninguna de estas características ha sido observada
en los huesos de roedores de Haichol, lo que permitiría rechazar
cualquier relación cnn aves rapaces. Pero existen todavía otras
razones, sencillas pero contundentes, que avalan esta afirmación.
Las rapaces que se refugian en cuevas y regurgitan en su interior
acreciendo el sedimento que las rellenan, efectúan sus raÍdes
de caza durante la noche, descansando durante el día (GOODHALL
et al. 1951; OLROG 1959; MASSOIA 1983), mientras que nuestros
roedores Ctenomys y Colea, son de hábitos diurnos (PEARSON
1959; CONTRERAS 1984; observaciones personales inéditas
del A.). Una limitación tan severa en las posibilidades de apresa-
miento debiera considerarse dirimente en la aclaración de la
faz arqueológica de este problema. Ctenomys pesa entre 500
g (macho) y 400 g (hembra). RAU et al (1985) analizaron el
material de 56 egafrÓpilas de Tyto alba (lechuza blanca), encon-
trando que su dieta comprende 98,5 de roedores y lo faltante
de insectos. Las 133 presas identificadas tenían una longitud
comprendida entre 105 y 48 mm, mientras que su peso varió
entre 48 y 3 g. Si quisieramos establecer una primera aproxima-
ción comparativa con nuestro problema, diríamos que los roedores
comprobados en la dieta de esta voraz stragiforme son mucho
más pequeños que los arqueológicos, provenientes de Haichol.
MASSOIA (1983) estudió el contenido de 1421 regurgitacio-
nes, de las cuales 1389 provenientes de Tyto alba tuidara y
32 de Bubo virginianus nacurutu. En sus conclusiones, establece
que Tyto alba es un habilÍSimo depredador de mamíferos varía
entre el de una laucha (Mus) y el de un cuis (Cavia sp.). Aparente-
mente -expresa MASSOIA-, los murciélagos, cuises y mursupiales
mayores son capturados sólo por casualidad, atacándolos en
raras ocasiones.
518
mente debió ser prolongado para explicar satisfactoriamente
tanto la dispersión vertical como el número inusualmente elevado
de individuos presentes. De acuerdo con esta hipótesis, los roedo-
res serían netamente intrusivos en el sitio arqueológico, la presen-
cia de sus restos obedecería a causas naturales y estaría despro-
vista de cualquier connotación cultural que quisiera asignársele.
Pero, principalmente, indicarían que la estratigrafía del sitio
ha sido perturbada por la intensa actividad fosorial que los carac-
teriza.
Todas estas argumentaciones carecen de un mínimo susten-
to lógico, no pudiendo resultar menos que verdaderamente preocu-
pante que las complicaciones que resultan de estas interpretacio-
nes hayan sido sugeridas por quienes instentamos explicar estrate-
gias adaptativas de seres humanos, no habiendo sido capaces
de comprender previamente la de animalitos rudimentarios
que cavan el suelo simplemente para comer y para defenderse
de sus enemigos.
Tanto Ctenomys como Colea son de hábito gragario,
no porque compartan sus madrigueras con otros individuos,
sino porque se integran en el territorio que colonizan con una
determinada cantidad de representantes de su misma especie.
Para el caso del tucutuco, PEARSON (1959) ha documentado
densidades de hasta 42 individuos por ha, aunque la común es ·
de sólo 2,5 individuos por ha. De acuerdo a esta Última, en los
80 m2 de la cueva Haichol sólo podrían haber habitado 0,02
individuo por vez o, si nos acogiéramos al cálculo más optimista
de 42 individuos por cada 10,000 m2, de apenas 0,33 individuo.
¿Cómo explicar en la cueva de Haichol, entonces, densidades
de hasta 12 individuos por 0,1 m3 de sedimento excavado?
Más preocupante todavía. es la incomprensión hacia aspec-
tos verdaderamente elementales, como los vinculados al dónde
y al por qué de las galerías subterráneas que excavan los tucutu- ·
cos. Es totalmente cierto que mina los terrenos enjutos, no
inundables y con buen drenaje, pero es falso que las excave
en terreno cuya sequedad siquiera se aproxime a la de los sedi-
mentos que normalmente rellenan cuevas secas. El autosoporte
de las galerías, aunque favorecido por su sección semicirq.1lar
distribuidora de las presiones, exije que inevitablemente sean
excavadas en terreno húmedo, ya que si se excavaran en terreno
seco, se derrumbarían por su propio peso. Más aún, Ctenomys
solamente excava en aquellas clases de terreno cuya granulome-
tría garantice que no se producirán pérdidas de humedad por
capilaridad e irradiación a la atmósfera: como consecuencia,
jamás excavara en suelos arcillosos, limosos o limo-arcillosos,
a menos que se hallen protejidos de ese efecto por una cobertura
vegetal de tipo cespitoso.
Para que pueda considerarse apto el terreno en que se
519
instale una colonia de Ctenomys (tunduquera, tunduqueral) o
una cuisera, debe satisfacer una condición textura! y granulomé-: /
trica fundamental: que carezca de piedras u objetos duros, como
huesos enterrados. Aún en las regiones pedregosas consiguen
implantarlas en ambientes altamente diferenciados que no las
contienen. El problema técnico más serio _que Ctenomys enfrenta
en la socavación del suelo, radica en la evacuación del relleno
que resulta del avance ininterrumpido de sus galerías, al que
debe arrastrar hasta la entrada y dispersar en sus alrededores.
Para ello tiene las plantas y las palmas provistas de cerdas
laterales con aspecto de peine (ctenos, peine; mys, ratón), efecti-
vas para sedimentos finos, pero inútiles para arrastrar piedras
o huesos. La densidad con que estos Últimos materiales se hallan
presentes en los sedimentos de Haichol, hubiese limitado la
capacidad fosorial de Ctenomys e imposibilitado totalmente
l<j. de Galea, que es un cavador menos efectivo.
Será preciso considerar, finalmente, con qué objetivos
estos animales excavan sus madrigueras. Totalmente desvalido
para enfrentar a sus enemigos de tie:rra y aire (zotTO, zorrino,
gato, halcón, gavilán), Ctenomys se sustrajo de su acción letal
socavando su habitáculo a pocos decímetros por debajo de la
superficie del terreno pero, además, unificó su estrategia defensi-
va con la de subsistencia, explotando eficientemente la porción
subterránea de las plantas (raíces, tuberosidades) que encuentra
durante la progresión de sus cuevas. Expresándolo con sencillez,
cava para comer y para defenderse. Con características similares
a las presentes, su evolución biológica ya estaba estabilizada
en el Terciario superior, pero la adaptación que ha logrado ha
sido ganada a costa de severas limitaciones. Su organismo ha
debido modificar, en alguna medida, el metabolismo de gases
y líquidos: no puede beber agua como los demás animales, y
la atmósfera que respira sería intolerable para la mayoría de
ellos. Su seguridad le impide alejarse más de un metro de la
madriguera, ocasi~n en que se encuentra totalmente expuesto
a las agresiones externas.
En resúmen, la excavación de sus galerías depende de
dos condiciones fundamentales: suelo texturalmente favorable
para excavar, y provisto de raíces para comer. Vegetación solo
existe en terrenos adecuadamente húmedos y favorecidos por
la luz solar, y ambos son los motivos limitantes que impiden
que no ya una colonia, pero ni siquiera una pareja, se instale
en los sedimentos secos que rellenan cuevas que alguna vez
habitó el hombre, desprovistas de ambos factores reguladores
(humedad, luz solar) y de su resultante, la vegetación, pero
en cambio colmados de gran cantidad de huesos, piedras y dese-
chos de talla sumamente cortantes y aguzados.
Fallan por su base, en consecuencia, las argumentaciones
520
con las que se ha intentado explicar la presencia de estos roedores
en sitios arqueológicos cubiertos, limitándola a una simple cues-
tión de habitat que de' ninguna manera podrÍa ser utilizable
por estos animales~
STAHL (1982) ha demostrado experimentalmente que
los mamíferos pequeños pudieron haber sido importantes constitu-
yentes de las dietas prehistóricas. Para fundamentar esa posibili-
dad, tomó en cuenta su abundancia y la elevada proporción
de carne comestible en relación al peso vivo de los animales.
El peso in vivo de los mamíferos tasados por STAHL desde el
punto de vista dietético fué, en los roedores, de 58 a 216 g.
Una vez cuereados y decapitados, halló que su rendimiento
en carne variaba entre 67 y 76% del peso en vivo.
Agregaremos por nuestra parte que, entre los factores
que favorecen su inclusión en la dieta humana, se encuentran
los siguientes: 1) se encuentran en el suelo o inmediatamente
por debajo de él, facilitando su captura por trampeo (lazos fijos),
con mínimo dispendio de tiempo y energía; 2) forman colonias
extensas; 3) constituyen recursos territorialmente circunscrip-
tos y altamente predecibles; 4) se les encuentra de día o de
noche; 5) son de fácil captura, practicable por niños; 6) su tasa
de reproducción es elevada, de manera que sus colonias se reponen
fácilmente de la agresión humana; 7) Las particularidades etológi-
cas de los roedores en general, que alcanzan al extremo de
casi compartir el espacio físico con el hombre y .aún el aprove-
chamiento de un recurso común o el de algunos desperdicios
que resultan de sus actividades, -componentes; que se encuentran
en la base de todo proceso de domesticación (caso de Cavio
procelus, el conejito de Indias).
Para terminar con el tema, diremos que no es poca nuestra
satisfacción al haber comprobado que la cantidad verdaderamente
abrumadora de restos de Ctenomys excavados en Haichol, proven-
gan del corazón de una región a la que los tratadistas consideran
fuera del habitat correspondiente a ese género.
BJ Los carnívoros
52.1
1 Orden carní"ora
2 Conepotu,
Distribución ntroti9rÓfica
o •
'---......JL.....-_......J_ ____.
.. %
...
""oht11tUdod
szz
3 Dl1lrlbuclón 11t,rotl9rÓllca di Duclc1on culpani
Pl'ofllftdldod
• • • • • •
,_ O ,.;,-;,-,7777,.,,..-;
Prvf11,n4tdod
%O 2
• • • •
"" o
5Z3
que no ha sido posible diferenciar. Los huesos, a igual que el
aparato masticatorio, son robustos, lo que ha facilitado su conser-
vación. Se hallaron distribuidos en la totalidad de las cuadrÍculas.
La densidad de un individuo por unidad estratigráfica de excava-
ción (0,1 m3) puede reputarse normal, pero hay 22 casos de
2 individuos; 6 de 3; 3 de 4; 3 de 5 y, por Último, 3 de 6 individuos,
sin que estas concentraciones conlleven la presencia de restos
articulados o semiarticulados.
El zorrino provee no solamente la más hermosa de las
pieles, de color negro reluciente listada de. blanco puro, sino
que también su carne es estimada por su gordura; la mayor
parte de los hombres de campo presume de haberla comido
alguna vez. Su único inconveniente radica en la insoportable
hediondez que adquiere al evacuar el animal el contenido glandu-
lar que constituye su defensa. En el caso de Conepotus aparecen
indicadores mucho más claros de la manipulación de sus huesos
por parte del hombre: fragmentación casi constante de los cráneos
y, particularmente, casos de vaciado de la masa encefálica,
como los ilustrados en la figura 14 7 A.
En la figura 143, 2 se ha graficado la interesante distribu-
ción vertical de los restos de Conepotus, que son bajas -entre
0,41 y 3,75%- en los niveles inferiores y medios. Es recién en
los superiores que asciende a 5%, para llegar a 15,42% en los
10 cm contiguos a la superficie. Aunque resulta imposible asimilar
de una manera general las profundidades aludidas con una cronolo-
gía determinada, podrÍa estimarse que la inflexión de la curva
se produce alrededor de 2500 años A. P.
524
ticos. Es un animal de piel bonita y llamativa y, según testimonio
de quienes afirman haberlo comido ocasionalmente, de carne
muy agradable. El estad'O de los restos demuestra la condición
de presa que tuvieron estos animales, cuyo cuerpo fué desarticula-
do, resultando reconocibles solo algunas mandíbulas inferiores
que conservaron algunas piezas dentarias.
C} Orden Xenartra
D} Orden Artiodactila
525
5 Distribución ntrotlorciflca de Loma Guanicoe
• • • • • 7 1
• "' " . . ,. ,.
%o
Protundi-dod
2 3 4
• 7
• • 'º
,m
526
Lomo Guonlco.
7 Ol1tftbución de edode•(47 co■oa)
8 Lomo Guanteo•
OiotrlbuclÓn Hlrall9rÓflca de odadH
Profundidad
om REFERENCIAS1
o
~ Adulto•
••
••
••
••
10$
'
Fig. 1-6: 7} Distribuci6n porcentual de edades de Lama 9uanicae. 81 Dia-
tribuci6n estratigráfica de edadea de L. 9uanicoe.
51.7
recibido por el esqueleto postcraneano de los guanacos los trans-
formó en lo que podrÍa describirse como una brecha Ósea en
la que predominan las astillas y esquirlas diafisarias. Las epífisis
proximales y distales. no parecen hallarse en con-espondencia
numérica con la cantidad de astilla Ósea. Huesos carentes de
fraccionamiento, como las vértebras y costillas, se contaron
en escaso número, siendo en cambio muy frecuentes las falanges.
Los rasgos descriptos trasuntan un aprovechamiento total
de las presas, no sólo de su carne sino también de la médula
ósea. Descontando la utilización de sus cueros -reflejada y deducible
de las características del instrumental Óseo y lítico-, los huesos
de guanaco fueron usados en la confección de instrumentos,
particularmente retocadores. Entre otras materias primas relacio-
nadas con el guanaco, deben consignarse sus concreciones litiási-
cas fosfatocálcicas (luancuras).
Lama guanicoe, junto a Ctenomys, es la especie animal
que se halla presente en todos los niveles, desde los más profundos
a los superficiales, incluso en aquellos que ya son portadores
de fauna doméstica europea (Capra, Aries, etc.). Un muestreo
practicado sobre 4 7 mandíbulas (42, 72 % del total) fué ordenado
por MASSOIA según la edad aparente de los individuos (figura
146, 7 y 8). Las presas juveniles y neonatas predominan en
los niveles intermedios, pero posteriormente las presas adultas
se imponen hasta constituír el 7 5%, en ocasiones hasta el 80%
de la muestra. Si bien esta información tiene apenas un carácter
orientativo, pareciera haber existido cierta variación en la
selección de las piezas de acuerdo a la edad. Un aumento en
la densidad de población prehistórica y una mayor necesidad
de alimentos pudo haber disminuido la selectividad aparente
que parece manifestarse en las ocupaciones intermedias. Pero
también la disminución numérica de las manadas de guanaco
existentes en la zona pudo haber provocado los mismos o parecidos
resultados.
528
Figura 140. Superficies de masticación de dientes molariformes de varios mamíferos
estudiados: 1 a 3 Rei throdon auritus evae, 1 serie molar superior izquierda (CEM 7646);
2 y 3 series molares inferiores derechas (CEM 7442 y 7999); 4 Euneomys mordax (=
Euneonys chinchilloides ?) serie molar inferior izquierda (CEM 6438) incompleta,
porque le falta el tercer molar aunque se observan los alveólos de inserción; 5 Chelemys
macronyx macronyx, serie molar inferior izquierda (CEM 7166); 6Rattus sp. serie molar
inferior derecha (CEM 7424); 7 Lama guanicoe guanicoe, serie molar superior derecha
(CEM 8412) y 8 ovis (?), serie molar inferior izquierda (CEM 7522). Las escalas
equivalen a I mm (1 a 6) y a 10 mm (7 y 8).
r
"
531
de manera que cabria descontar también el peso de esas adheren-
cias.
532
15..f FITOARQUEOLOGIA
533
caso en que los desechos sobrevivientes no guardan relación
con el volúmen localmente asignado al aprovechamiento del
recurso. Es cierto que, una vez desprovistos de sus reservas
alimenticias, estos restos pudieron haber sido destinados a ser
consumidos por el fuego.
BIBLIOGRAFIA
534
L
Ol.ROG. C. C.. - 1 95Q. La& ave& argentinas.. Una guía de campo. Tucumán:
In&tituo Miguel Lillo.
535
SAXo-t. E. c. 1978. La prehistoria da Fuago•Patagonia: colonización
da un habitat ntarginal. Anal•• lnatituto Patagania. 7: &7-
73.
536