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Artículo - El Mito de La Neutralidad Religiosa JL PDF

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“El mito de la

neutralidad religiosa”
Por Josué López Delgadillo
Enero 2020

“El que no está conmigo, está contra mí”


Jesús (Mateo 12:30)

¡La religión no tiene nada que ver con política! -me dijo una persona mientras yo le
argumentaba en contra del aborto desde una cosmovisión cristiana-, alguien también dijo:
¡La religión no debería regular la moralidad, no debería decir lo que es bueno y lo que es
malo!

Estas expresiones muestran una falsa dicotomía presumiendo que las personas que se
mueven en el campo de la política pueden ser religiosamente neutrales; pretenden decir que
la religión es un campo relegado a lo privado de cada persona y que no debe interferir en
cuanto a la vida pública o nacional. Pero ¿pueden acaso ser neutro los políticos en cuanto a
la religión?

Hay personas que afirman que su pensamiento no refleja ninguna filosofía en particular, que
es solo “la manera en que piensa la gente razonable”. De esta manera presentan su postura
como imparcial y racional, adecuada para el espacio público de la política o la economía,
mientras que denuncian los puntos de vistas religiosos como parciales o cargados de
prejuicios. El error radica en lo que estas personas entienden por religión y en creer que hay
tal cosa como teorías imparciales o neutrales indiferentes a cualquier presuposición religiosa
y filosófica. En el ámbito sagrado, cada persona tiene su propia concepción religiosa:
cristiana, judía, musulmana, budista y así sucesivamente. Pero en el ámbito secular se cree
que podemos ser neutrales, que los valores religiosos o filosóficos no deben interferir.

Entonces, ¿qué es religión?


La religión el conjunto de presuposiciones o creencias a través de las cuáles el
hombre interpreta el mundo y la realidad; y consecuentemente basa su conducta. Es toda la
cosmovisión acerca del origen, propósito y destino de todas las cosas, así como la moralidad
que debe regir todas las cosas. El juicio de lo que es correcto o no, forma parte de una
percepción religiosa.
Todo ser humano cuenta con estas presuposiciones sobre la cuál emite juicios, interpreta
eventos y rige su conducta. Este ejercicio es realizado permanentemente por los hombres
mientras están en vida, de manera que el hombre es inexorablemente religioso y nunca
podrá escapar de este atributo.

Los actos del hombre – y consecuentemente de las naciones -, su comprensión de la realidad


y su ética personal corresponde a su religión. El hombre no puede ser moralmente neutro,
éste tiene siempre una inclinación o percepción acerca de lo que es correcto o incorrecto, y
esta valoración la hace a partir de las presuposiciones religiosas a las que se adhiere.

De tal manera que cuando un grupo de políticos están formulando leyes que rijan la
conducta de los ciudadanos, ellos esencialmente están expresando su religión en cuanto a
un asunto ético. Por ejemplo, si se emite una ley que legaliza el aborto, detrás de esta ley se
encuentran las presuposiciones de estas personas en cuanto al asesinato de bebés. Su
religión o conjunto de creencias es su estándar para aprobar el asesinato como algo correcto.
El hombre siempre tiene un estándar sobre el cuál basar sus actos.

Sabemos que el aborto está mal porque Dios ha revelado en Su Ley: No matar (Éxodo 20:13),
pero el humanismo rechaza la religión verdadera e implanta su propia religión, redefine esta
concepción de la vida y dice que es un derecho de cada mujer decidir.

La mayoría de las personas asocian el término religión al ámbito sagrado y espiritual de la


persona, pero no del ámbito material y externo. Sin embargo, los aspectos religiosos del
hombre están presentes en todos los niveles de su vida. Así que todo sistema de pensamiento
que emita un juicio sobre la ética individual o colectiva (nacional), sobre el origen, propósito
y destino de todas las cosas, esencialmente constituye una religión. Lo que ocurre es que no
todas las religiones modernas son explícitas en sus juicios, y en algunos casos adoptan
distintas formas o etiquetas de otras religiones.

El humanismo, el comunismo, socialismo esencialmente constituyen una religión, porque


redefinen según sus términos la moralidad, la ética y la economía de una nación. Así que los
asuntos nacionales como puede ser una ley de impuestos, o una ley de aprobación del
matrimonio homosexual o el aborto legal, necesariamente es una expresión de ética,
moralidad y religión.

El socialismo muchas veces adopta una etiqueta cristiana para sus mensajes populistas y así
ganar adeptos, pero esto es un error histórico, puesto que las bases de la cosmovisión
socialista o comunista se desprenden de la filosofía de un individuo en particular que no era
cristiano: Karl Marx.

Karl Marx, en su cosmovisión creía que la materia era preexistente (origen del cosmos), no
creía en un Dios creador, si no que la materia era su dios, la economía y los bienes que hiciera
una mejor sociedad, que la causa del mal en la sociedad era la propiedad privada, el
capitalismo opresor y que el remedio para esto era la revolución (redención y estándar moral
o de conducta).

Karl Marx, aunque no era cristiano era religioso y toda su enseñanza en su manifiesto
comunista corresponde con su religión.

En su manifiesto comunista él planteó una serie de pasos para implementar el socialismo


que tenía como objetivo alcanzar a la utopía del comunismo. Para Marx, el socialismo era el
camino para alcanzar la realidad última que él llamó comunismo, en la que el hombre dejaría
de ser ávaro y egoísta, se preocuparía por el bienestar de los demás y los bienes no
escasearían, sino que sobrarían para ser repartidos para todos.

Marx escribió esto sin ninguna base científica ni mucho menos, en su libro no cita ningún
tratado de psicología para demostrar como una revolución en los modos de producción
alterarían la psiquis humana y suprimir el deseo de afluencia. Él lo creyó por fe. Del
mismo modo creyó por fe que la revolución en los modos de producción provocaría
abundancia de bienes y servicios disponibles para todos, si estos eran administrados por el
estado. También lo creyó por fe.

También los grupos políticos de derecha lo hacen, adoptan una etiqueta cristiana para ganar
adeptos y expresan su religión humanista formulando leyes opuestas a las de la ley bíblica.

A este punto, puesto que el hombre es inherentemente un ser religioso, la pregunta medular
es:

¿cuál es la verdadera religión?

La cosmovisión cristiana es coherente con toda la realidad del hombre, el testimonio


poderoso de la existencia, muerte y resurrección de Jesucristo y el estándar moral de Dios
revelado en Su Palabra-Ley, es la respuesta a todos los asuntos de fe y práctica del hombre y
las naciones. La palabra de Dios nos revela un diseño para cada aspecto de la vida del
hombre, familia, vocación, estado-nación, etc., sin embargo, el hombre se ha rebelado,
quiere ser independiente, él no quiere el gobierno de Dios por medio de Su Ley, por eso
escuchamos expresiones como “¡La religión no debería regular la moralidad, decir lo que es
bueno y lo que es malo!, esencialmente lo que están diciendo es “Yo quiero formular mi
propio estándar de vida”. La religión siempre regirá la moralidad, la pregunta es ¿qué
religión lo hará? ¿el humanismo y el cristianismo?

Si una nación no es edificada sobre el fundamento del Dios Verdadero, la religión verdadera,
lo será sobre el fundamento de sus ídolos y religión falsa; puesto que no hay neutralidad
religiosa.

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