Cuaderno de Actividades Autoestima
Cuaderno de Actividades Autoestima
Cuaderno de Actividades Autoestima
O DE
EJERCICI Revisa varias fotografías tuyas de distintas etapas de tu
vida y, a partir de ellas, construye tu autobiografía.
OS PARA Elige entre 5 y 10 fotografías tuyas y colócalas en orden
PRACTICA cronológico sobre una mesa. Míralas detenidamente y
contesta a estas preguntas:
R ¿En cuál de estas etapas de tu vida te sentiste mejor? ¿Por
AUTOESTI qué?
MA Y
AUTOCON
OCIMIENT
O
¿En cuál te sentiste peor? ¿Por qué?
Utiliza este espacio para anotar otras reflexiones relacionadas con la historia de tu vida.
Pega una fotografía significativa para ti.
Signos de Autoestima
(Puedes leer algo más sobre la autoestima en el Anexo 1).
¿Qué cosas valoran las y los demás de tu persona, y qué cosas señalan como defectos?
¿Qué cosas valoras de tu persona y qué cosas te parecen defectos?
Presta atención a los pensamientos que te rondan en la cabeza. Comienza a pronunciar esos
pensamientos, intenta decirlos en voz alta, como si estuvieras hablando con alguien.
¿Cómo es tu voz, fuerte o débil, clara o confusa, severa o dulce, enjuiciadora, quejosa,
enojada o suplicante, etc.?
Reflexiona sobre hechos en distintas etapas de tu vida que, por su importancia, hayan
marcado en la misma un antes y un después, sobre experiencias que hayan provocado
cambios significativos o trascendentes en tu vida.
Darnos cuenta de nuestro cuerpo
Centra tu atención en tu cuerpo y siente qué partes de él entran de forma espontánea dentro
de tu conciencia.
Reflexiona sobre cualquier incomodidad física que sientas y centra tu atención en ella
¿Qué sientes? ¿Con qué lo relacionas? ¿Qué emociones – rabia, miedo, pena, etc. – te
produce?
Cuando tienes alegría, ¿sientes alguna manifestación corporal?
¿Cómo es tu cuerpo?
¿Qué atención le prestas?
Haz una lista de las cosas que debes dejar, hacer y mantener para cuidarte y sentirte
mejor.
¿Dispones de un lugar donde puedas estar a solas contigo misma, sin que te interrumpan,
donde puedas tener tus cosas, que utilices para escuchar música, leer, reflexionar o hacer
lo que te apetezca? ¿Puedes describirlo con detalle?
¿Cómo has logrado que las y los demás de tu entorno respeten ese espacio?
Dedica unos cinco minutos a hacer una lista de aquellas cosas que no haces por miedo.
Identifica aquellos miedos que te impiden actuar y reflexiona sobre ellos (si quieres, puedes
leer el texto del Anexo 2).
¿Te has dado cuenta de si tus miedos impiden que logres algunos de tus objetivos, de si tus
temores te impiden obtener algún beneficio?
Tus errores
Reflexiona sobre alguna ocasión en que dijiste “sí” queriendo decir “no”.
¿Tienes un trabajo?
¿Has formado familia? ¿Cuál es tu lugar en ella con respecto a tu pareja (esposa
compañera, conviviente…)?
Si eres o has sido madre, ¿qué impacto tiene el hecho de ser madre en tu posición vital y
en tu autoestima?
Si no vives en familia, no tienes pareja y no eres madre, explica cómo te relacionas con tus
familiares y cómo te sientes desde tu situación.
Imagínate que estás completamente sola en el mundo, que no existe nadie más…
¿Cómo lo visualizas? Describe tu experiencia.
¿Cómo vives estar sola? Describe tus emociones.
Anexo 2
Uno de los grandes obstáculos para nuestro desarrollo personal y nuestra autoestima
es el miedo, ya que éste nos bloquea y hace que desaparezcan las palabras de nuestra
mente. Esta reacción a veces tiene que ver con mensajes de rechazo que alguna vez hemos
recibido y a los que nosotras asociamos otros mensajes de rechazo que elaboramos.
Debemos distinguir entre un miedo físico real, entendido como prevención frente a un
peligro, y los miedos psicológicos y/o sociales. Muchos de nuestros miedos son fantasías
que nos impiden actuar y elegir libremente.
Siempre que digo: “Tengo que…”, “No puedo…”, “Necesito…” o “Tengo miedo…”, me
hipnotizo, creyéndome menos capaz de lo que realmente soy. “No puedo…” y “Tengo
miedo…” me debilitan y acobardan; “Tengo que…” me hace esclava; “Necesito…” me
hace desvalida e incompleta. Cuando digo “Elijo…”, afirmo que tengo el poder de elegir...
También puede haber momentos en que “no puedo”, pero tomo conciencia de ello, me
identifico con mi experiencia y mis vivencias, lo que me da poder y capacidad. El miedo es
paralizante, bloquea la creatividad. Reconocerlo nos ayuda a gestionarlo y manejarlo; en
muchas ocasiones nos permite darnos cuenta de cuál es su dimensión. El miedo que
sentimos se relaciona con la capacidad de resolver problemas. Por ello, en los ámbitos en
los que actuamos con seguridad no tenemos miedo. Otra herramienta que nos permite
resolverlo es expresarlo con palabras, cosa que podemos hacer oralmente frente a otra
persona que nos escuche, o por escrito.
Verbalizar nos permite liberarnos y la persona que nos escucha nos puede ayudar a
encontrar el hilo conductor de nuestro miedo. Hacerlo por escrito nos da más autonomía y
nos permite aclararnos frente a lo que nos pasa.
Entre los distintos efectos que genera el miedo está la alteración de la respiración, además
de las descargas de hormonas que preparan el cuerpo para huir o atacar. Aunque apenas
podemos intervenir en la segregación hormonal, sí podemos hacerlo en la respiración.
Respirar profundamente nos ayuda a disminuir la sensación de miedo.
Anexo 3
En nuestra cultura, el “no” suele tener una connotación de rechazo o de falta de afecto. Por
ello, muchas veces queremos decir que “no” y no nos atrevemos a hacerlo por cómo
intuimos que la otra persona lo va a recibir. En una determinada situación, decir “no” puede
significar muchas cosas (“no tengo ganas”, “estoy cansada”, “no es el momento”…). Ante
todo, significa “no” a esa circunstancia específica: no es una negación a la otra persona
como ser humano/humana, ni expresa necesariamente rechazo o falta de afecto. Por ello es
importante practicar el ejercicio de aprender a decir “no”, para que seamos capaces de
decirlo cuando queramos. Ello significa también aprender a ser para nosotras mismas, para
alejarnos del ser-para-otros/as, del “deber ser”.
Hacer este ejercicio nos permite también aprender a recibir un “no”, a ser capaces de
ponernos en la situación de la otra persona y de entender que ese “no” tiene que ver con una
necesidad de dicha persona y no expresa necesariamente un rechazo hacía mí.
Anexo 4
La culpa
La culpa es un sofisticado y eficaz mecanismo de control. Está relacionada con el deber ser
y la prohibición. El orden social tiene instituciones de culpabilización que administran y
enseñan la culpa. La culpa cuenta con cada persona como culpabilizadora de sí misma y de
las demás. El grado de culpa social es un termómetro que mide la emancipación de las
mentalidades.
Ser inocente es un estado entre culpa y culpa. Cada persona está investida de la función
social de vigilancia de las demás personas, en la que va implícita la culpabilización.
La culpa es una forma de castigo, es un juicio, es una agresión. La culpa se reduce a través
de castigos. Cuando se viven los castigos, es posible el perdón. El perdón es parte del
sistema de la culpa. La culpa implica siempre venganza. En el orden de la culpa, hay
siempre presunción de maldad. La manera de hacer justicia es hacer daño. Si no hay
reparación de daños, la culpa se repite. Las personas que han logrado construir un
pensamiento, unos valores y unas normas propios, y que asumen con responsabilidad su
vida, tienen posibilidades de salir del orden de la culpa.