TEORIA DE LA COMUNICACIÓN DE Familias
TEORIA DE LA COMUNICACIÓN DE Familias
TEORIA DE LA COMUNICACIÓN DE Familias
I INTRODUCCIÓN
Cada familia es única e irrepetible y de ahí la imposibilidad de crear tipos de familias para
acomodarlas a determinados patrones. Así, en el presente artículo se hablará de configuraciones
familiares y se ha de entenderlas como hipótesis de trabajo o guías para investigar y tratar la vida
familiar, pues: "la tarea es llegar a obtener información que los miembros de la familia no
consideran pertinente y más difícil todavía obtener la información que aquellos no disponen". (S.
Minuchin, 1997)
Por lo tanto, se pretende propiciar un conocimiento que permita ampliar la visión acerca de lo que
consideramos como la familia; hecho de vital importancia para el trabajador social ligado, desde
sus orígenes, con la cotidianidad familiar fuente de crecimiento y empoderamiento pero también de
dificultades tan diversas y complejas como el abuso sexual y la violencia intrafamiliar.
Así, se necesita desarrollar la empatía para comprender la diversidad familiar y partir de una
realidad que permita construir conjuntamente con la familia relaciones más sanas, duraderas y
autónomas.
II CLASIFICACIÓN
En la familia compuesta de dos personas, se puede conjeturar que con probabilidad las personas
están muy apegadas. En el caso de la madre e hijo es posible que éste pase mucho tiempo en
compañía de adultos. El niño puede mostrar adelanto en su capacidad verbal, parecerá más
maduro e interesado en algunos temas relevantes para sus coetáneos.
La madre tiene la posibilidad de dar al hijo más atención de la que podría si tuviera marido u otros
hijos. En consecuencia parecerá muy sagaz para interpretar los gestos de un hijo, satisfacer sus
necesidades y responder sus preguntas. En síntesis, puede generarse un estímulo de vinculación
interna que alimente al mismo tiempo la mutua dependencia y el resentimiento recíproco.
Otra familia de pas de deux es la pareja cuyos hijos ya han dejado el hogar. Padecen el síndrome
del nido vacío. También, un ejemplo más constituye un progenitor y un único hijo adulto.
En general, la estructura de dos personas es proclive a una formación del liquen, en que los
individuos contraen una recíproca dependencia casi simbiótica. El entrevistador puede investigar
las fuentes extra – familiares de apoyo o de interés a fin de cuestionar la concepción "somos una
isla".
Si las observaciones indican que la unión excesiva limita las potencialidades de los miembros,
pueden plantearse intervenciones para deslindar la frontera entre los componentes de la diada y al
tiempo cancelar las que mantienen a cada uno de estos individuos desvinculados de otras
personas.
Tiende a ser la más característica de clase media baja y los grupos socioeconómicos marginales.
Por eso, existe una inclinación a considerar en esta configuración familiar sus deficiencias, en lugar
de buscar las fuentes de fortaleza.
En una familia compuesta por la madre, la abuela y un hijo (a), la primera pregunta suele ser:
¿Quién se encarga de criar al niño (a)?. Es probable que la abuela viva con su hija y nieto. Pero
puede ser también la cabeza de la casa y madre e hijo a su cuidado.
Hay aquí una estructura deslindada con claridad en que ambos adultos viven como iguales y uno
actúa como el progenitor primario del hijo. ¿Cooperan los adultos en una organización que
contempla funciones y pericias diferenciadas, o los dos adultos están empeñados en una lucha por
la supremacía? Si esto último es el caso, ¿Está el niño coaligado con una de las mujeres en contra
de la otra?
Son muchas las formas de familias de tres generaciones, desde una combinación de progenitor
soltero, abuelos y niño hasta la compleja red de vastos sistemas de parentesco que no necesitan
ser alojados en un mismo domicilio para ejercer notable influencia. Puede ser indispensable
descubrir cuál es realmente "la familia", cuántos miembros tiene y qué nivel de contacto sostienen
éstas con la red extensa. En ningún caso, se debe subestimar el influjo de familia extensa sobre las
funciones de la familia nuclear.
Cuando las familias aumentan de tamaño, es preciso delegar autoridad. Cuando son muchos los
niños en un hogar por lo común uno de ellos, a veces varios de los mayores reciben
responsabilidades parentales. Estos toman sobre sí funciones de crianza de los demás niños,
como representantes de los padres.
Este ordenamiento, funciona sin tropiezos mientras las responsabilidades del niño parental están
definidas con claridad por los padres y no sobrepasan su capacidad de acuerdo a su nivel de
madurez. Existe el peligro potencial de que estos menores contraigan síntomas cuando se
descargan sobre sus hombros responsabilidades superiores a sus fuerzas o no les confieren la
autoridad que les permitiera ponerlas en práctica.
Los niños parentales por definición, quedan entre dos fuerzas. Se sienten excluidos del contexto de
los hermanos, pero no aceptados de manera genuina en el Holón 1 parental. Además, el hijo
parental puede bloquear el ejercicio de los cuidados que los demás niños pequeños necesitan de
sus padres.
4. FAMILIAS ACORDEÓN
Se caracterizan porque uno de los progenitores permanece alejado por lapsos prolongados. Las
funciones parentales se concentran en una sola persona durante una parte de cada ciclo y el
cónyuge que permanece en el hogar asume funciones adicionales a expensas de la colaboración
entre los miembros de la pareja.
Los niños pueden actuar en el sentido de promover la separación de los padres e inclusive de
cristalizarlos en los papeles de "padre bueno, madre mala abandonadora". Es posible que los
problemas en esta familia surjan cuando un progenitor viajero cambia de trabajo y se convierte en
figura "nueva" algo difícil de aceptar porque las "partes de la familia han permanecido juntas
durante largo tiempo", sólo la configuración familiar es nueva.
Algunas familias cambian de domicilio constantemente. También el cambio puede estar referido a
la composición misma de la familia, tal es el caso del progenitor que cambia de pareja una y otra
vez.
En lo referente a las variaciones de domicilio, hay pérdida de sistemas de apoyo, tanto familiares
como de la comunidad. La familia queda aislada. Los niños han perdido su red de compañeros,
deben de ingresar en un contexto escolar nuevo y pueden desarrollar disfuncionalidad.
Resulta esencial, no dar por supuesto que la crisis es producto de una patología existente en la
familia, pues, esta forma parte de un contexto más vasto cuando este último se altera también la
familia manifestará distorsiones por tratarse de un sistema abierto.
6. FAMILIAS HUÉSPEDES
Un niño huésped es por definición miembro de una familia. Como ejemplo se tiene, la ubicación
temporal de un menor por un tiempo determinado. Un problema potencial en esta configuración es
que en ocasiones la familia se organiza como si no fuera huésped. El niño es incorporado al
sistema familiar.
Lo interesante, si desarrolla síntomas, es que puede ser el resultado de tensiones dentro del
organismo familiar. No obstante, el entrevistado y la familia pueden suponer que los síntomas del
menor son producto de su experiencia previa al ingreso en la familia, o bien una patología
internalizada.
Por consiguiente, resulta necesario evaluar el nexo del síntoma con la organización familiar. Aquel
puede deberse a una crisis transitoria del niño al ingresar a un sistema nuevo o bien, si ya está
plenamente integrado, a la organización familiar y las tensiones manifestadas por otros miembros.
Cuando un padre adoptivo se agrega a la unidad familiar, pasa por un proceso de integración más
o menos prolongado. El nuevo padre puede no entregarse a la nueva familia con un compromiso
pleno o la unidad originaria mantenerlo en una posición periférica.
En esta configuración, las crisis son comparables a los problemas que surgen en un organismo
familiar reciente; se deben considerar normales. No obstante, la cultura occidental impone la
formación instantánea de la familia, tras el ritual legal o paralegal, pero el tiempo no les ha
conferido aún su legitimidad funcional.
Virginia Satir hace un análisis de estas familias "mixtas". Y plantea tres formas básicas:
a. Una mujer con hijos que se casa con un hombre sin hijos.
b. Una mujer sin hijos que se casa con un hombre con hijos.
En el primer caso, la familia mixta se compone de la esposa, sus hijos, esposo y del ex-marido de
la señora.
En el segundo caso la unidad comprende al esposo, con sus hijos, la esposa y la ex – esposa.
En el tercer caso, la familia incluye a la esposa y sus hijos, al esposo y sus hijos, a la ex - esposa y
al ex - esposo respectivos.
Aunque estos grupos pueden o no (y seguramente no), vivir bajo el mismo techo, ellos mal que
bien forman parte de las otras vidas. Hay que tener lugar para ellos. Son importantes para el
crecimiento y éxito de la familia mixta. Mucha gente en esta familia trata de vivir como si estas
personas no existieran.
Todos los integrantes tienen autoridad en una u otra forma. Los problemas surgen cuando no se
encuentra tiempo para hablar abiertamente unos con otros. Cuando están en desacuerdo, o en
algunos casos cuando son enemigos acérrimos.
"Cuando los adultos cercanos al niño saben ser sinceros unos con otros, y asumir la
responsabilidad de lo que piensan o sienten, el niño se beneficia de esta honestidad y tiene mayor
libertad de elegir porque también a su vez puede ser honesto. Ser sincero con alguien no significa
que hay que quererlo. No se puede esperar que los padres que estuvieron casados sigan
amándose, pero si pueden ser sinceros y no cargar a los hijos con sus problemas". (Virginia Satir,
1988)
La familia que ha sufrido la muerte o deserción puede tropezar con problemas para reasignar las
tareas del miembro faltante. Nadie quiere asumir las funciones de la madre o padre fallecido, por
deslealtad a su memoria.
Los miembros de estas familias pueden vivir sus problemas como la consecuencia de un duelo
incompleto. Pero a partir de este supuesto puede cristalizar a la familiar en lugar de ayudarla. En
realidad se trata de una familia en transición, en la cual, la configuración anterior estorba las
nuevas estructuras.
9. FAMILIAS DESCONTROLADAS
Uno de los miembros presenta síntomas en el área de control. Se ha de suponer la existencia del
problema en:
El tipo de problemas de control varía según la etapa de desarrollo o ciclo vital de los miembros de
la familia. En la edad preescolar es común el niño "monstruo" que no quiere admitir regla alguna.
"Cuando el tirano de veinticinco kilos aterroriza a una familia entera, se debe suponer que tiene un
cómplice. Es preciso que esté subido sobre los hombros de uno de los adultos. Con certeza se
puede suponer que los cónyuges se descalifican uno al otro. Lo que confiere al tirano triangulado
una posición de poder aterrorizante para él y la familia". (S. Minuchin, 1987).
En las familias con adolescentes, posiblemente los problemas de control se liguen con la
incapacidad de los progenitores para pasar del estadio de padres solícitos de niños pequeños al de
padres respetuosos de adolescentes.
En familias con hijos delincuentes, el control de los progenitores depende de su presencia. Hay
mutuo acuerdo que, tras cierto número de demandas parentales el hijo responderá. Las pautas de
comunicación tienden a ser caóticas en estas familias. Los participantes no cuentan con ser
escuchados y los mensajes sobre la modalidad del vínculo son más importantes que el contenido.
Otra familia, los niños con maltratos. El sistema no puede controlar las respuestas destructivas de
los padres hacia los hijos. Responden a los hijos como si sólo fueran una continuación de ellos
mismos. Los progenitores, en esta situación, carecen de un contexto donde pudieran
desenvolverse completamente. La familia se convierte en el único campo en que el progenitor
puede desplegar poder y capacidad y esta regresión excesiva aflora como agresión.
En ciertos casos, la familia que maltrata a sus hijos se organiza en torno de una diada demasiado
unida, uno de los progenitores y un hijo. Por lo común, la forma, la madre y el hijo, a quienes el
padre ataca de manera indiscriminada como si se tratara de una alianza enemiga.
Entre las características de estas familias se descubre sobreprotección, fusión o unión excesiva
entre los miembros de la familia; la incapacidad para resolver conflictos, enorme preocupación por
mantener la paz, evitar conflictos y una rigidez extrema.
Estas familias parecen internamente normales, la familia típica. Sus miembros son buenos vecinos.
No se querellan con nadie. Destacan las relaciones de lealtad y protección. En suma, es la familia
ideal. Justamente, su carácter agradable es un problema: el entrevistador puede creer que
cooperan con él, sólo para sentirse una y otra vez decepcionado por los problemas que le
presentan, así como por la facilidad con que lo absorben en su política de paz a cualquier precio.
FAMILIAS PROBLEMÁTICAS
Un problema especial lo constituyen las familias que se parten porque los padres están separados
o a punto de hacerlo. Con frecuencia no llegan a tratamiento por propia iniciativa, sino porque lo
aconsejan o lo han dispuesto tribunales o instituciones de bienestar social y no pocas veces se
comunican sólo a través de abogados.
¿Hasta qué punto los padres convierten a los hijos en sus aliados, es decir en qué medida
delegan a los niños combatir y destruir al cónyuge y los exponen con ello a insolubles
conflictos de encargos y lealtades?
¿Determinados niños, obstaculizan que los padres tengan nuevas relaciones o funden una
nueva familia?
Por regla general, estos padres podrán volver a ser buenos progenitores en la medida que la
separación de los cónyuges si fuera inevitable, los lleve a nuevas formas de individualización
relacional y una mayor capacidad de comprensión y disposición a reconciliarse. Esta actitud crea
luego condiciones para que los padres puedan trabajar juntos en interés de sus hijos, pese y quizá
precisamente a causa de su separación.
En este sentido, puede hablarse de una separación constructiva de los cónyuges, posiblemente a
través de una "terapia de divorcio". A la inversa, también es cierto que la intervención y
cooperación paternas, en beneficio de los niños, no sólo favorecen a éstos, sino también a los
propios padres porque entonces aumentan sus posibilidades de ser amados y respetados por sus
hijos, incrementan su integridad personal y se liberan de la culpabilidad derivada de una actitud de
esa naturaleza.
12. FAMILIAS CON INTEGRANTES PSICÓTICOS
En todos los casos, una perturbación aguda o crónica de uno o varios miembros de la familia
significa un reto especial para el entrevistador. Esto vale sobre todo para perturbaciones
esquizofrénicas.
En numerosas, tal vez en todas estas familias, a lo largo de los años se les viene realizando
estudios de comunicación que confunden a las personas que participan de la misma desde afuera;
las vuelven impotentes y les dan la impresión de estar pisando arena movediza. Puede hablarse de
estilos de comunicación o de relación esquizofrénicos o esquizofrenógenos.
Los miembros de la familia hablan sin entenderse; es más, parecen "decirse necedades hasta
volverse locos", descalifican de modo sutil lo que acaban de decir, o sea, se dan, según las
palabras de Luce Kaufran (1975) "recibos falsos", cambian imperceptiblemente la dirección de la
conversación y no contestan en la misma longitud de onda.
Estas familias, y en especial los padres se encuentran en una auténtica situación de crisis: él (o
los) jóvenes delincuentes les demuestran en forma drástica su fracaso como padres en su función
de fijar límites y valores. Desairan, hacen pública su vergüenza y los llevan a una justificada
preocupación por el futuro. Al mismo tiempo, un joven de esta índole revela la impotencia aparente
o real de los padres.
Paradójicamente, se puede ayudar a los padres a volverse más fuertes y eficientes si les damos la
posibilidad de aceptar y confesar su debilidad en presencia de los jóvenes. Así se lleva "ad
absurdum" la lucha por el poder (Bateson, 1972. La llama "escalación simétrica") entre el
delincuente y los padres.
Por tanto, en lugar de la disputa cargada de odio, ahora se puede iniciar una "disputa con amor".
Una disensión llevada por la confianza y el respeto mutuo, en el que se pueden articular
claramente contrastes, comprender y definir conflictos y revelar y estipular las cuentas corrientes
de los méritos. (Stierlin, 1975)
14. FAMILIAS CON INTEGRANTES DE TENDENCIA
DROGADICTA
El abuso de estupefacientes incluye tanto a jóvenes que los consumen durante un tiempo como
toxicómanos insalvables, y en muchos casos adictos, las relaciones familiares cumplen un
importante papel. Así las perturbaciones de la individualización relacional se manifiestan en los
drogadictos sobre todo en dos ámbitos:
Otros jóvenes drogadictos, en cambio, son expulsados temprana y duramente. Les falta
experiencia de ser necesitados por los demás y de ser importantes para ellos. Tales jóvenes,
buscan en las drogas "inyecciones de leche tibia y nutritiva" un poco de ese calor y esa seguridad
que no se les brindó en las familias.
Cuando en una entrevista familiar se indica que hay riesgo de suicidio, ha de tomarse en serio y
ésto depende sobre todo de dos puntos de vista:
Con frecuencia una conversación familiar bien llevada consigue no sólo captar estos factores, sino
también influir en ellos de modo que el riesgo de suicidio disminuye notablemente. Por lo demás, la
labor terapéutica con toda la familia es en general la profilaxis del suicidio más eficaz.
FAMILIAS CON NIÑOS CON IMPEDIMENTOS PSÍQUICOS O FÍSICOS
Generalmente, estas familias sienten una carga extraordinaria que suele intensificarse
recíprocamente en el sentido de un círculo negativo. Las cargas son tanto de naturaleza
económica como social y emocional.
Ahora bien, este repliegue refuerza la carga emocional de todos los integrantes de la familia.
Aislados de los recursos del medio finalmente se sienten más sobreexigidos. Se presentan estados
de agotamiento e irritación permanentes, reacciones depresivas, perturbaciones vegetativas,
alcoholismo o abuso de estupefacientes, los cuales, no hacen más que agudizar el círculo negativo
de soledad, desvalimiento, vergüenza y culpa en que se halla apresada la familia.
En estos casos con frecuencia se forma una dinámica especial de delegación con un
correspondiente cómputo de méritos: los hermanos sanos reciben el encargo de compensar o
incluso tapar la verg?enza o el defecto familiar a través de méritos excepcionales y brillantes; el
éxito externo y el brillo suelen encubrir entonces el hecho de que el delegado exitoso está
profundamente sobreexigido y, como los demás miembros familiares, al borde del agotamiento.
Ambas alivian momentáneamente a quien las formula, pero a la larga agravan el dilema de todos.
Por eso, de lo que se trata es de reconocer las cargas y los méritos de todos y de guiar a la vez la
familia hacia la necesaria confrontación con su situación especial y al trabajo de duelo inherente
que las recriminaciones y auto acusaciones no hacen más que rechazar.
III EL MOSAICO DE LA DIVERSIDAD FAMILIAR EN COSTA RICA
Así, de acuerdo con el documento "ESTADO DE LA NACIÓN", publicado en 1997, se refiere a que
en 1996, las unidades familiares en Costa Rica, sumaron 772.000 (cifra que refleja un incremento
de 20.752 hogares con respecto de 1995).
Según su composición se mantiene el predominio de hogares formados por una pareja conyugal
con hijos (as) solteros (as), un poco más de la mitad del total, seguidos de hogares extendidos y
los hogares uniparentales (jefeados únicamente por un hombre o predominantemente una mujer).
Los primeros han mostrado una tendencia moderada, pero constante a disminuir, mientras la
proporción de los hogares uniparentales no han variado desde 1992. Los hogares formados por
más de seis miembros siguen en vías de extinción; el promedio por hogar es de alrededor de
cuatro personas, y lo más frecuente, entre uno, dos y cinco hijos.
Otro aspecto de gran importancia es lo relacionado con la Jefatura Femenina. En 1996, una
proporción 20,7% de todos los hogares costarricenses (159.575) fueron encabezados por una
mujer, jefatura repartida en 45% de los hogares uniparentales, 33% en hogares extendidos y 3,4%
en hogares con pareja conyugal e hijos. Al considerar la presencia de jefas para cada tipo de
hogar, la jefatura femenina alcanzó casi la totalidad de los hogares uniparentales (90,4%) una
tercera parte de los hogares extendidos y una cuarta parte de los hogares extensos.
En general, hoy podemos hablar de un perfil de los hogares costarricenses con las siguientes
configuraciones: unipersonal: hogar en el que viven una única persona que se denomina jefe,
(6.3%); nuclear conyugal: Constituido por una pareja conyugal casada o unida, (7,6%); nuclear
conyugal más hijos no unidos: Formado por el jefe, su cónyuge e hijos solteros, (52 %); nuclear
uniparental: Integrado por uno de los padres que se desempeña como jefe y sus hijos solteros,
(10,3%); nucleares extendidos: Hogar formado por el jefe, con cónyuge o sin él, e hijos, además
de otros parientes y no parientes solteros, (20,4%); nucleares extensos: Al menos dos núcleos
conyugales, es decir, el núcleo conyugal del jefe y otro núcleo conyugal con familiares o sin ellos, o
no familiares solteros, (3,2 %). (Estado de la Nación, 1997).
IV EL TRABAJO SOCIAL Y LAS CONFIGURACIONES
FAMILIARES
Históricamente, el Trabajo Social ha tenido un vínculo muy cercano con la familia y por ello
comprender la diversidad familiar y las respectivas configuraciones le permite al (la) profesional
definir su trabajo no en función de estereotipos o esquemas preconcebidos de "la familia ideal" o
pensar en tipos de familia que implican una etiqueta dentro de la cual se enmarcan las conductas
de las personas.
Por lo contrario, las configuraciones familiares reflejan la dinámica propia de la familia y la sociedad
que mantienen una relación recíproca y por ésto se plantea que la familia no está en crisis sino el
concepto rígido y estereotipado porque en todas la épocas el sistema familiar ha sufrido cambios y
ello ha sido fundamental para su permanencia en la sociedad a pesar de serias críticas e incluso
pronósticos sobre su extinción tal como lo hizo David Cooper, antipsiquiatra inglés, en su texto de
gran impacto en su época: LA MUERTE DE LA FAMILIA.
Asimismo, las configuraciones nos permiten partir de la realidad familiar con flexibilidad
considerándose los lados fuertes y la modificación de la estructura familiar, independientemente de
quienes la forman, en beneficio de la salud emocional y espiritual de sus miembros.
También, desde la perspectiva analizada se acepta que, la familia tiene una base biológica y es la
unidad social (y de socialización) primaria. Así, el HECHO de la familia es una constante; la
FORMA de la familia es una variable. Como señala La Barre (Anderson y Carter, 1994) la forma
cultural de la familia no debe confundirse con la norma biológica de la familia, las formas culturales
varían enormemente y la familia nuclear, formada por los padres biológicos y sus descendientes,
es sólo una de esas formas.
En consecuencia, la forma de la familia es influida por la cultura en la que existe; a su vez la forma
de la familia influye en la cultura. La familia humana, entonces es un sistema, un holón y tiene una
existencia simultánea como parte y como todo. Su forma organiza las energías de los miembros de
la familia y debe involucrarse en transacciones con sus suprasistemas.
Como manifiesta el antropólogo Ralph Linton (1998) todo induce a pensar que la familia es la más
antigua de las instituciones sociales humanas, una institución que sobrevive, en una forma u otra,
mientras exista nuestra propia especie y por eso la expresión de Mark Twain de que nada es tan
continuo y duradero como el matrimonio resulta cierto sea cual sea el sentido en que lo tomemos.
Finalmente los (as) Trabajadores (as) Sociales al manejar los criterios analizados, mediante las
configuraciones familiares, podrán enfrentar con flexibilidad y creatividad a las familias tan diversas
como las de clase alta, media y las de áreas denominadas "marginales". A la vez, ubicarse en la
realidad cultural de lugares como Guanacaste, Limón, Zona Sur, Zona Norte, para no entrar en
detalles de las diversas subculturas que generan conductas muy particulares en concordancia con
la cotidianidad familiar.
CONSIDERACIONES FINALES
Así, la familia ha dejado de ser el punto de referencia estable de un mundo definido por la
movilidad geográfica, social de las personas y participa de la misma fragmentación y fluidez que la
sociedad contemporánea. Por lo tanto, la familia como parte de los diferentes procesos históricos
no es un receptor pasivo de los cambios sociales ni el elemento inmutable de un mundo en
constante transformación.
La familia en la sociedad actual vive definida por la diversidad y también por la cohesión y
solidaridad hechos de suma importancia no sólo en la investigación y estudio de las familias sino
también para su tratamiento ya sea en lo preventivo o en lo terapéutico.