PATRIARCAS

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LOS PATRIARCAS

ABRAHAM
◦ El primer patriarca es Abraham, cuya fe en Dios es exaltada en toda la
Biblia. Dios le dijo: “Y ya no te llamarás más Abrán: en adelante tu nombre
será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud
de naciones”(Gn 17, 5).
◦ Historia de Abrahán (Gn 12, 1-25, 12). Comienza por la narración de la vocación de
Abrán y la promesa de una tierra. Correspondiendo a esta llamada Abrán se pone en
marcha. Posteriormente el patriarca llega a Egipto y allí escapa de una situación
comprometida diciendo que su esposa es su hermana. De regreso a la tierra
prometida se separa de su sobrino Lot y cada uno se establece con su familia en una
zona distinta. Seguidamente hace frente en una batalla a una coalición de cuatro
grandes reyes, y después de vencerlos tiene lugar un encuentro con Melquisedec, a
quien le dio el diezmo de todo. Después de estos sucesos el Señor ratifica sus
promesas y establece una Alianza con Abrahán. Como Abrán era avanzado en días y
su mujer era estéril, ésta decidió entregarle a su esclava Agar para que le diera
descendencia; de ella nacería Ismael. Seguidamente Dios le cambia el nombre a
“Abrahán” y establece con él la alianza de la circuncisión. A continuación tiene
lugar la teofanía de Mambré, el anuncio del nacimiento de un hijo con Sara, su
mujer, y la destrucción de Sodoma y Gomorra de la que la intercesión audaz de
Abrahán sólo logra salvar a Lot y a su familia.
◦ Cuando Lot y sus dos hijas han escapado, cada una de ellas yace con su padre,
después de emborracharlo; de ellas nacerían los moabitas y los ammonitas. Mientras
tanto, Abrahán se traslada a Guerar, donde de nuevo recurre a la estratagema de
presentar a su mujer como hermana para evitar peligros. Nace, por fin Isaac, el hijo
de Sara, y al poco tiempo Abrahán expulsó a Agar con su hijo Ismael, y se dirigió a
Berseba. Cuando parecía que empezaba a vislumbrarse en Isaac el comienzo del
cumplimiento de las promesas de Dios, éste le pide que le ofrezca a su hijo Isaac en
sacrificio; Abrahán obedece, pero es detenido en el último instante antes de que le
diera muerte, una vez que ha probado su fidelidad. La historia de Abrahán termina
con la compra de la cueva en la que sepulta a Sara, el casamiento de Isaac y la muerte
y sepultura de Abrahán.
◦ La genealogía de Ismael (Gn 25, 12-19). En Gn 25, 12, la fórmula “estas son las
generaciones” marca un nuevo cambio de sección, esta vez muy breve, en la que se
habla de la descendencia de Ismael, hijo de Abrahán y de la esclava Agar. En Gn 25,
19 la misma fórmula “estas son las generaciones” se utiliza para introducir la
descendencia de Isaac, segundo hijo de Abrahán, pero nacido de su esposa Sara.
ISAAC
◦ El segundo patriarca es Isaac, el hijo de Abraham. Isaac aceptó libremente
su destino como sacrificio a Dios y llevó la madera que habría alimentado
el fuego debajo de él. Sin embargo, Dios lo salvó por la fiel obediencia de
Abraham y lo bendijo con hijos.
◦ Historia de Isaac y Jacob (Gn 25, 19-35, 29).- Se inicia con la historia del nacimiento
de Esaú y Jacob, gemelos, hijos de Isaac y Rebeca. El primogénito es Esaú.
Seguidamente se narran algunos episodios que tienen como protagonistas a Isaac y
Abimélek, rey de Guerar; en uno de ellos se repite el ya conocido engaño de
presentar a su mujer como si fuera su hermana. Cuando Isaac es anciano se dispone
a dar la bendición a su primogénito, pero mediante un engaño y con la complicidad
de su madre, Jacob logra suplantar a Esaú en la bendición paterna. Jacob se dirige a
Padam Aram. En el camino tiene el sueño de la escalera que toca a los cielos y hace
un voto a Dios en aquel lugar, al que denomina Betel. Llegado a casa de su tío
Labán contrae matrimonio con sus hijas Lía y Raquel y goza de unos años de
prosperidad.
JACOB
◦ El tercer patriarca es Jacob (Israel – Gn 32, 22-27), el hijo de Isaac. Se convertiría
en el padre de doce tribus, formando finalmente la nación de Israel.
◦ Antes de morir, Jacob vaticina a sus 12 hijos la suerte de sus tribus que son:
◦ Isacar, Judá, Leví, Rubén, Simeón y Zebulón (hijos de Lía);
◦ José y Benjamín (hijos de Raquel);
◦ Gad y Aser (hijos de Zilpá),
◦ y Dan y Neftalí (hijos de Bilhá).
◦ Judá es alabado entre sus hermanos y se le asegura la supremacía sobre los demás,
con palabras de hondo sentido mesiánico (Gen 49,8-12). Los restos de Jacob fueron
enterrados en la gruta de Macpela que había comprado Abraham para tener
sepultura de su propiedad.
◦ En Gn 36, 1 la fórmula “estas son las generaciones” marca un nuevo cambio de
sección, esta vez breve, en la que se habla de la descendencia de Esaú, primer hijo
de Isaac. En Gn 37, 2 la misma fórmula “estas son las generaciones” pone punto
final a esta historia y marca el comienzo de la historia de Israel en Egipto que se
inicia con la narración de la historia de José.
Nuestra oración: intercesores como Abraham
◦ Cuando Pablo escribe la carta a los Gálatas, una comunidad que creyó en Jesús por la
predicación del Apóstol, pero que luego fue mal influenciada por un grupo de judaizantes,
su palabra se vuelve enseñanza precisa y clarificadora.
◦ En efecto, los gálatas son de origen pagano pero escucharon hablar de Jesucristo y lo
aceptaron por la fe, haciéndose bautizar. Pablo, entonces, remontándose a la figura de
Abraham, propone varios principios teológicos :
◦ “Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gal 3, 26)
◦ “Y si son de Cristo, ya son descendencia de Abraham, herederos según la promesa” (3, 29),
◦ “Los que creen, esos son los hijos de Abraham (Dios)” (3, 7),
◦ “Los que creen son bendecidos con Abraham, el creyente”(3, 9),
◦ “Cristo se hizo maldición por nosotros... para que la bendición de Abraham llegara a los
gentiles en Cristo Jesús” (3, 13-14).
◦ De acuerdo con esto, todos nosotros somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús y
en él somos descendencia de Abraham, herederos de su promesa, herederos
también de la bendición. A partir de nuestro encuentro y nuestra experiencia con
Jesús, nuestra vida adquiere una doble modalidad que nos enriquece y nos
compromete:
◦ Somos para Dios sus hijos amados y él ha enviado a nuestros corazones el Espíritu
de su Hijo que clama en nuestro interior: Abbá! (Gal 4, 6-7). Esta presencia nos da
seguridad y confianza (cfr. Rom 8, 14-16) porque sentimos todo el amor de Dios
derramado en nosotros (cfr. Rom 5, 5) y una fuerza interior que nos impulsa a
bendecir y alabar. Somos también para Jesús sus Amigos, porque hemos recibido
en la historia la revelación del plan de Dios sobre el mundo (cfr. Jn 15, 14-16). De
esta manera – como hijos, amados y amigos de Dios – continuamos con nuevo
impulso la realidad misma de Abraham, el padre de la fe.
◦ Tenemos para el mundo una misión, como Abraham, la de ser bendición para todos
los pueblos de la tierra. Testigos de Dios en el mundo (Is 43, 10; Hch 1, 8) y pueblo
sacerdotal para anunciar las alabanzas de Aquel que nos llamó, nos iluminó y nos
transformó (cfr. 1 Pe 2, 9-10).
◦ Como herederos de la bendición de Abraham hemos de llegar a ser bendición para
el mundo. Y esto constituye para nosotros una seria responsabilidad: llevamos el
peso del mundo en nuestro corazón, con todas sus violencias e injusticias, sus
anhelos y esperanzas. Como Abraham, hemos de sentirnos responsables de la
salvación del mundo, y la mejor manera de colaborar en esta misión es mediante la
oración de intercesión y una vida justa en medio de los hombres (cfr. 1 Tim 2, 1-8).
◦ Bendecidos en abundancia para ser bendición. Abiertos plenamente al Amor y a la
misericordia para ser capaces de tener una actitud solidaria y comprometida con
los hombres y mujeres de nuestro mundo, que caen y se levantan, viven en el
mundo sumergidos en la injusticia y el desamor, y buscan entre tanteos a Aquel
que le puede dar sentido a sus vidas y a su actividad. Y la oración de intercesión es
una manera de expresar esta solidaridad y esta comunión con el mundo, siempre
que la hagamos unidos a la oración de Jesús, “el único capaz de salvar
definitivamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para
interceder a su favor” (Hb 7, 25).

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