Revolución Libertadora y Resistencia Peronista

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INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE #54

“VICTORIA OLGA COSSETTINI”


MATERIA:
Historia III
PROFESOR:
Favio Josin
ALUMNA:
Nadia Estefanía Castro
AÑO LECTIVO:
2021
REVOLUCIÓN LIBERTADORA Y RESISTENCIA PERONISTA
Hablar de la Revolución Libertadora es hablar no sólo de la dictadura militar que comenzó
en 1955, sino también de varios acontecimientos que provocaron el desenlace del
Gobierno peronista y de las formas que este Gobierno de facto manejó los asuntos del
Estado durante los años en que gobernó la Argentina.
Uno de los acontecimientos más importantes que dejó entrever los problemas que estaba
teniendo el Gobierno de Perón, fue la marcha que se dio a mediados de 1955, la cual
respondía a un conflicto que éste guardaba con la Iglesia católica y que actuó como
detonador de la ofensiva opositora. el 11 de junio día de la celebración de Corpus Christi,
los principales dirigentes del radicalismo, el socialismo y el Partido Demócrata progresista
marcharon frente a la catedral de Buenos Aires junto a militantes católicos y a miles de
ciudadanos que no simpatizaban con el Gobierno. Esta fue la manifestación popular más
importante contra el Gobierno en curso.
Cinco días más tarde sectores antiperonistas de la Marina de guerra y la Aeronáutica
bombardearon la Casa Rosada con la intención de forzar la renuncia de Perón.
Rápidamente las fuerzas leales peronistas se baten a duelo con los rebeldes y con las
últimas horas del día los aviones rebeldes cesan el bombardeo y emprenden la retirada
hacia las costas uruguayas comprendiendo que el plan había fracasado
momentáneamente. El fin de la jornada entre bombas y enfrentamientos dejan un saldo de
más de 300 muertos y el doble de heridos.
Ante esta crisis política irreversible el Gobierno intenta una tregua, pero cuando la situación
está controlada cambia de táctica y decide aumentar la presión. El 16 de diciembre de
1955 un grupo de oficiales opositores a Perón toma las principales guarniciones militares
de Córdoba, Mendoza y Bahía Blanca. Los militares sublevados avanzan sobre los más
importantes centros urbanos poniendo en jaque al Gobierno. Una semana más tarde el
comandante militar de dicho levantamiento el teniente general Eduardo Lonardi, asume la
presidencia de la nación. A todo esto, Perón logra encontrar asilo en la embajada
paraguaya iniciando un largo exilio que lo aleja del país por muchos años.
Sin dudas estos acontecimientos fueron cruciales para la concreción de la toma del poder
por aquellos que habían impulsado esta llamada “Revolución Libertadora”, que como se
mencionó anteriormente se da en septiembre de 1955. dentro del nuevo Gobierno existían
2 líneas políticas muy claras: por un lado, estaba el grupo liderado por el presidente
Lonardi, más conciliador con algunos sectores políticos y sindicales del peronismo; por otro
se encontraba la línea más dura que representaba el ala antiperonista, aunque tenía como
referente al vicepresidente Isaac Rojas.
Durante los meses de septiembre y octubre de 1955, el ala conciliadora de la revolución
encarnada por el presidente Lonardi dirige las políticas de Gobierno. Una de las medidas
del Gobierno militar fue no intervenir la CGT y buscar canales de diálogo con la fuerza
peronista. Mientras tantos comandos civiles armados integrados por jóvenes radicales y
socialistas atacaban los locales del peronismo, esto era muestra fiel de que los intereses
contradictorios de los sectores del Gobierno no harían más que aumentar la tensión
política y animar a la militancia peronista a pensar en un posible contraataque.
Finalmente, en noviembre de 1955 el sector más liberal y antiperonista del Ejército
desplazó a Eduardo Lonardi de la presidencia y designó en su lugar al general Pedro
Eugenio Aramburu. El nuevo Gobierno iniciaría una política de persecución y proscripción
del partido peronista que se dió a conocer como el “Proceso de desperonización de la
sociedad”. A estas acciones Aramburu le sumo la intervención a la CGT y la proscripción
de todos los dirigentes sindicales que hubieran ocupado cargos a partir de 1952.
Aprovechando esta situación muchos empresarios vieron su oportunidad para no cumplir
con los convenios colectivos de trabajo y aplicar severos recortes a las conquistas
laborales conseguidas durante el peronismo. Al calor de la represión y el deterioro de las
condiciones de trabajo se comenzó a gestar un movimiento obrero clandestino, conocido
luego como la resistencia peronista.
Este grupo va a llevar acciones que consistían en pequeñas maniobras individuales de
sabotaje, cómo abrir una máquina o formas de protesta colectiva como detener el trabajo
por un par de minutos y ponerse a silbar la marcha peronista. A fines de 1956 varios
miembros del Partido Comunista se suman a las iniciativas de la resistencia, y forman la
Comisión Intersindical. De forma paralela varios militantes y exlíderes sindicales forman
grupos de choque llamados comandos de la resistencia. Estos llevaron a cabo acciones de
protesta y reivindicación del partido peronista con volanteadas clandestinas o la detonación
de artefactos explosivos de fabricación casera. Uno de los principales impulsores de los
comandos de resistencia fue el abogado y exdiputado John William Cook, al que luego
Perón lo elegiría delegado personal. Para la misma época en que estos comandos se
activaron, un grupo de militares leales a Perón planteó un levantamiento armado contra el
Gobierno. Esta sublevación militar estuvo encabezada por Juan José Valle y dicho
alzamiento tendría como fin único crear las condiciones necesarias para el regreso de
Perón al país.
Los focos de rebelión son reprimidos y el Gobierno militar ordena el fusilamiento de civiles
y militares involucrados en dicho levantamiento, entre ellos esta el general Valle que es
fusilado en el patio de la Penitenciaría Nacional. Ante el fracaso de la sublevación militar,
tanto Perón como los comandos de la resistencia abandonaron la idea de la lucha armada,
para volcar sus esfuerzos a la reorganización de los sindicatos.
El Gobierno militar comienza a pactar a partir de 1957 con los partidos políticos no
peronistas las condiciones para el traspaso del poder. Una camada de dirigentes surgidos
de la segundas y terceras líneas del sindicalismo durante el último gobierno peronista, y de
los cuerpos de delegados de la resistencia, comienza a recuperar lugares claves dentro de
los principales gremios. Estos nuevos protagonistas reclaman la dirección del movimiento
obrero argentino, y entre los más importantes estarán Sebastián Borro y José Alonso
quienes mantenían una actitud de intransigencia frente al Gobierno; mientras que por el
otro lado estaría Augusto Vandor dirigente que establecía contactos con el Gobierno militar
para fortalecer sus posiciones frente a una posible apertura política.
Entre los objetivos del Gobierno militar se encontraba la derogación de la Constitución
peronista (algo que efectivamente va a conseguir) y el llamado a elecciones presidenciales
que se llevarían a cabo en febrero de 1958. Los principales candidatos en esta elección
serían Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, este último candidato de los radicales
intransigentes, que tejería una estrategia muy hábil para alcanzar al poder. La misma
consistía en negociar con el peronismo su apoyo para llegar a la presidencia y luego de
ganar las elecciones se levantaría la proscripción del partido peronista. Con el apoyo
peronista Frondizi gana las elecciones el 28 de febrero de 1958. Con esto queda
demostrado que, a pesar de la proscripción del partido peronista, la persecución de sus
líderes sindicales y la política de desperonización de la sociedad impulsada por el
Gobierno de la Revolución Libertadora, en 1958 la figura de Juan domingo Perón tenía
tanto peso político como en los años de su Gobierno.
Con relación a las conclusiones que se pueden alcanzar a través de la nota periodística,
puede decirse que se comienza a ver en esta época como las Fuerzas Armadas actúa de
manera casi criminal ante la población, siendo esta la primera vez que las armas de la
patria se alzan contra la comunidad civil y como la misma se convierte en un objetivo del
terrorismo de Estado. Además, la contradicción que conlleva pensar que las acciones
brutales que se llevaron adelante fueron apoyadas por partidos políticos que en teoría
buscaban el bien común, pero que en la práctica solo querían poder acceder a aquello que
por mucho tiempo se les estaba negando lo cual era el poder.
A mi entender, la oposición que identificaba con la Iglesia y con los valores morales del
cristianismo cayeron en la misma aptitud la cual criticaban a Perón, esto es tratar de
apropiarse de la verdad y de los valores de justicia vinculados a Cristo y el nombre de este
apoyaron y llevaron adelante aptos que poco tienen que ver con dichos valores.
Concuerdo en este punto con el autor de la nota y con María Sánchez Quezada, que dice:
“El saldo final de la revolución libertadora era un país más dividido que nunca. Había
vencedores y vencidos, odios profundos y cuestiones sin resolver…”. Sin dudas esta
llamada Revolución Libertadora abrió el camino hacia una forma de gobernar guiada por el
desprecio por la voluntad popular y el atropello a los derechos civiles, algo que nuestro
país debería soportar hasta los primeros años de la década del 80.

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