Parasha 47 Ree
Parasha 47 Ree
Parasha 47 Ree
Resumen
Mosheh le dice al pueblo que tiene ante sí la bendición si escuchan los mandamientos de El
Eterno, y la maldición si no los escuchan. Las bendiciones deberán ser pronunciadas sobre el
monte Gerizim y las maldiciones sobre el monte Eval. Nuevamente exhorta a cumplir todos
los mandamientos. Deberán ser destruidos los lugares de adoración de las demás naciones;
por el contrario, el lugar que El Eterno designe para poner Su Nombre, deberá ser en el cual
se reúna el pueblo. Allí serán llevados los holocaustos, ofrendas y diezmos, y se comerá allí, y
todos se alegrarán delante de El Eterno; pero cada uno no hará lo que le parece. No se podrá
ofrecer holocausto en cualquier lugar que el pueblo viere, sino en el que sea designado por El
Eterno.
Se podrá matar y comer carne en cualquiera de las ciudades; tanto el puro como el impuro
podrán hacerlo, sólo que no podrán comer sangre, sino que la derramarán en tierra. Los
diezmos no podrán ser comidos en cualquier lugar, sino en el lugar designado por El Eterno.
No se podrá desamparar a los levitas. Si se desea comer carne, pero el lugar designado por
El Eterno está muy lejos para ir hasta él, entonces se podrá comer en las ciudades, pero sin
comer la sangre, para que al pueblo le vaya bien. Sin embargo, lo que se haya consagrado a
El Eterno deberá ser llevado al lugar designado para hacer allí la ofrenda y la sangre sea
derramada sobre el altar, y entonces se podrá comer la carne. Se deberá hacer lo bueno para
que al pueblo y a sus hijos les vaya bien por siempre.
Una vez El Eterno haya permitido entrar en la Tierra Prometida el pueblo no deberá hacer lo
que hacían las naciones allí asentadas, pues todo lo que ellas hacían era abominable para El
Eterno. No se podrá añadir ni quitar algo a lo ordenado por El Eterno. Si se levanta profeta o
soñador que anuncie señales que se cumplan, no se deberá hacer caso a sus palabras porque
esta es una prueba por parte de El Eterno, para saber si el pueblo le ama; sólo a Él Yisrael ha
de seguirle; el profeta o soñador ha de ser muerto, pues aconsejó rebelión contra El Eterno.
Toda persona que incite a servir otros dioses ha de ser muerta; así el pueblo aprenderá la
lección. Igual se procederá contra los impíos que habiten en las ciudades e inciten a la
rebelión contra El Eterno; toda la ciudad será consumida por fuego y no se podrá tocar nada
del anatema.
Los Benei Yisrael no se podrán sajar o rapar por causa de muertos. Sólo se podrán comer los
animales prescritos por El Eterno; los demás son impuros. No se cocerá el cabrito en la leche
de su madre. Se deberá diezmar de todo el grano que produzca el campo cada año, el cual
deberá ser comido en el lugar designado; si el lugar quedare muy lejos, el diezmo se podrá
vender y llevar el dinero al lugar designado y allí se podrá comprar animales para comer en
dicho lugar. No se desamparará al levita. Cada tres años el diezmo será guardado en las
ciudades, para que de él puedan disfrutar la viuda, el huérfano y el extranjero que haya en
las ciudades; así El Eterno bendecirá la obra de nuestras manos.
Cada siete años se hará remisión de deudas. Sólo se demandará reintegro al extranjero, pero
no al hermano. Se deberá ayudar al menesteroso, sin importar la cercanía del año de
remisión; de esta manera El Eterno nos bendecirá. Si un hermano se vende como siervo, al
séptimo año será despedido pero no con las manos vacías. Si él no quiere irse, se le horadará
la oreja y será siervo por siempre. Todos los primogénitos de animal serán consagrados y
comidos en el lugar designado, excepto si tienen defecto.
Se guardará Pesaj, pero haciendo la ofrenda en el lugar designado por El Eterno; siete días
no se comerá pan con levadura. Así mismo se celebrarán la Fiesta de las Semanas y Sukot,
de la forma como ya ha sido establecido por El Eterno. Tres veces al año todo varón irá ante
El Eterno en el lugar escogido; una por cada una de las fiestas. Ninguno irá con las manos
vacías, sino que se llevará ofrenda de acuerdo con lo que El Eterno haya prosperado.
En Devarim 11:26-28 está escrito: “He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y
la maldición: La bendición, si oyereis los mandamientos de El Eterno vuestro Elohim, que yo
os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de El Eterno vuestro Elohim,
y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no
habéis conocido.”
Este texto nos muestra que en realidad no existen “muchas alternativas” en cuanto a nuestro
camino por la vida. Y esto en realidad nos anticipa lo que será el mundo futuro, en el que se
sabrá la recompensa por nuestras acciones realizadas en el Olam Haze. Lo que El Eterno está
haciendo es una advertencia muy clara sobre lo que le espera a cada persona según su
camino escogido. Anteriormente vimos que todo lo que sucede tiene que ver más con el
cumplimiento de leyes naturales establecidas por El Eterno, más que con bendiciones o
maldiciones; no hay nada sorpresivo, sino que por el contrario todo ha sido establecido de tal
forma que no existe ninguna disculpa para no hacer lo que es correcto.
El camino de la Torah, que es la misma “puerta estrecha”, la senda de la vida, hoy en día es
quizá el tema más impopular. Diariamente se escuchan temas que se consideran normales
para la actual sociedad, sin que ya sonrojarse por conductas aberrantes sea algo común. Sin
querer hacer una apología del pecado, El Eterno no lo permita, mencionemos algunos casos
de lo que para el mundo son conductas “respetables”, a las cuales cualquier persona “tiene
derecho” de acceder, sin que pueda ser criticado y mucho menos juzgado: La
homosexualidad y matrimonios homosexuales, la legalización del aborto, las legislaciones que
favorecen el consumo de sustancias alucinógenas, la participación en “reinados de belleza”
(que en realidad son ni más ni menos que “tratas” de mujeres), intercambio de parejas en
sitios específicos para ese efecto, la eutanasia, el dinero fácil, la cohabitación de personas sin
casarse, y muchos más.
Como podemos ver la lista es profusa; y las voces de protesta son muy escasas y raramente
son escuchadas, porque lo importante es “estar a la moda”, “ser dueño de su propio cuerpo”,
“exigir derechos”, “ser famosos”, etc., lo que lleva a millones de personas a decidirse por un
camino que dista mucho de la Voluntad Santa de El Eterno.
Incluso todos los medios de comunicación están totalmente comprometidos con impulsar a
las personas a practicar estas costumbres, lo que se refleja por ejemplo en los mal llamados
“realities”. Jugar con la autoestima de las personas es una herramienta que tristemente ha
sido muy efectiva, especialmente entre la juventud, que quiere buscar a cualquier precio la
fama y la aceptación de los demás.
Por otro lado, y lamentablemente son una minoría, están quienes a pesar de las modas y
demás seducciones no han negociado con Edom. Este grupo de personas son quienes hacen
honor a su palabra, quienes aún hoy en día reprenden a sus hijos, quienes llaman a lo bueno
bueno y a lo malo malo. Este grupo es absolutamente impopular y no es considerado como
importante, y máxime cuando se manifiesta alguna inclinación religiosa.
Este contraste nos muestra que existe una gran mayoría que ha decidido, aunque sea
“inconscientemente”1, tomar el camino fácil, que los Escritos Sagrados llaman “camino de
muerte”2 sin reparar en el hecho de que habrá una retribución por las obras de este mundo,
y un grupo pequeño que, sin importar las dificultades derivadas de no pertenecer al mundo
fácil de Edom, está aumentando sus activos en el Mundo Venidero.
¿Qué pasaría si la Voz Celestial, o un profeta “reconocido” por el mundo nos hiciera hoy en
día la advertencia del texto que nos ocupa? ¿Sería todo diferente? Quizá no. Dado que otro
mal del que sufre la humanidad es la existencia de falsos profetas, es probable que ese
profeta fuera considerado ligeramente por el común de la gente. Si nos remontamos a la
época de Noaj veremos que el cuadro no es muy diferente; a este pregonero de justicia la
gente no lo escuchó, y ya conocemos los resultados.
Las condiciones establecidas en la Torah no cambian; aunque si bien es cierto que la Torah
es pertinente para todas las épocas, y que en cada caso puede haber “formas” de cumplirla
dependiendo del contexto, en su esencia es la misma todo el tiempo; esto es, el pecado sigue
siendo pecado, pero también la obediencia no ha dejado de serlo como el camino que nos
lleva a purificar nuestra vida.
Por ello el texto cobra nueva vitalidad cuando vemos el actual panorama y no cedemos ante
los empujes del satán. Hemos sido designados como pueblo escogido, y hoy más que nunca
es imperiosa la necesidad de ver el resplandor de la preciosa Luz del Bore Olam en todos los
Benei Yisrael, de manera que su fidelidad enseñe al mundo que sí vale la pena ponerse del
lado del Todopoderoso, y que Sus palabras están lejos de ser ficción. Son entonces muy
pertinentes las palabras de Rav Shaul cuando dijo: “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga.” (1 Corintios 10:12)
1
En realidad, todos tenemos ese “tablero de control” llamado conciencia, que nos dice cuándo las cosas son malas o buenas;
aunque de hecho hay quienes la tienen tan cauterizada que hacer las cosas según sus propios “instintos” es lo normal.
2
Ver Mishlei 14:12, 16:25.
¿Dónde pone El Eterno Su Nombre?
En esta parashá la Torah nos dice que hay un lugar designado por El Eterno para poner en Él
Su Nombre, al cual deben ser llevadas las cosas consagradas, pues de esta forma serán
gratas ante Su Presencia. Si nos atenemos al significado literal de estas palabras, obviamente
deducimos que hoy en día no existe tal lugar, ya que el Santo Templo fue destruido y por lo
tanto no tenemos el servicio dentro del mismo. Y todo, por causa de los pecados de Yisrael.
Pero vayamos un poco más al fondo del significado de estas palabras: Yehoshua forma parte
del pequeño remanente que permaneció fiel, a pesar de que el pueblo incluso quiso
apedrearlo en el incidente de los espías. Y no sólo en ese momento sino durante toda su vida
su fidelidad fue a toda prueba. Pues bien, Yehoshua es de alguna forma uno de los fieles
representantes de ese remanente fiel para el que la Presencia de El Eterno es una realidad,
por medio de la Shejinah.
Y como eco de esto encontramos las palabras del Rebe HaQadosh, cuando dijo: “Y yo rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros
me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los
guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y
me manifestaré a él. Le dijo Yehudah (no el “sicario”): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a
nosotros, y no al mundo? Respondió Yeshua y le dijo: El que me ama, mi palabra
guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que
no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre
que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el
Espíritu de santidad, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas
las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Yojanan 14:16-26)
¿Qué significa esto? Que, si nos identificamos con ese remanente fiel, si nos hemos aferrado
al olivo natural, si somos de los que han comprometido sus vidas con los decretos de El
Eterno, entonces tenemos la seguridad de que estaremos acompañados de la Shejinah, lo
que en pocas palabras “equivale” a que el Nombre de El Eterno esté en cada uno de
nosotros. Sin embargo, hagamos claridad sobre lo dicho: El espíritu de santidad que tiene
que ver con el aliento de El Eterno en una persona, y que se manifiesta como la “Presencia
Divina Reducida” es justamente la chispa que nos ha sido puesta como sello en nuestro ser
para que tengamos la capacidad de cumplir la Voluntad de El Eterno. Y esto nos muestra, por
decirlo así, como los “representantes” de El Eterno, en el sentido de que somos quienes, por
identificarnos absolutamente con las mitsvot de la Torah, somos los que actuamos con esa
condición, lo que en manera alguna significa que estamos asignándonos el papel de jueces
supremos o declarando una condición superior sobre las demás personas; simplemente
somos testigos fieles de los decretos de la Torah, y nada más.
Entonces, el hecho de que la chispa de El Eterno esté en nuestro ser nos permite entender
que de alguna forma se cumplen las palabras de Rav Shaul: “¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu de Santidad, el cual está en vosotros, el cual tenéis de
Elohim, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues,
a Elohim en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Elohim.” (1
Corintios 6:19-20)
Y teniendo en cuenta este texto, así como lo dicho anteriormente, concluimos que si la chispa
de El Eterno mora en nosotros, entonces (¡y entendámoslo en su justa medida!) Su Nombre
está también en nosotros, y por lo tanto somos el lugar escogido para mostrar la santidad de
El Eterno. De aquí que todo lo que decimos, hacemos y pensamos, así como también todo
aquello en lo cual nos comprometemos es verdaderamente sagrado, pues refleja “el carácter
mismo de El Eterno”, y por ello es necesario (¡desde hoy mismo!) comenzar a limpiar nuestra
casa, para que el Gran Huésped pueda sentirse a gusto en ella.
El Nombre Sagrado entonces ha dejado una chispa en cada uno de nosotros, por causa del
yetser tov, que es el que nos hace ver como tsadiqim; pero ello puede llegar a ser “mucho
más real” en la medida en que el yetser hara sea llevado a su más mínima expresión3. Pero
esto último depende exclusivamente de cada uno de nosotros.
En Devarim 12:29-31 está escrito: “Cuando El Eterno tu Elohim haya destruido delante de ti
las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate
que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no
preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas
naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a El Eterno tu Elohim;
porque toda cosa abominable que El Eterno aborrece, hicieron ellos a sus dioses;
pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.”
Analizando la historia de la humanidad nos encontramos con que las naciones de la tierra
comúnmente buscan cosas como el éxito, el cual conciben como triunfos sobre otras
naciones, gobiernos prósperos materialmente, fama y demás.
3
Mientras estemos en esta edad presente, el Olam Haze, la mala inclinación existirá en alguna medida.
Individualmente la situación es parecida: Fama, honores, dinero y belleza física son sólo
algunos de los factores que en general conforman lo que hoy en día se concibe como éxito.
Aquello que tiene la característica de “éxito inmediato” es afanosamente buscado por todo
tipo de personas, lo cual es reforzado por los medios de comunicación, que inundan las
mentes con muchas clases de mensajes referentes al éxito. ¿Pero es eso realmente éxito?
Respecto de este tema, veamos el texto de Yehoshua 1:8: “No se apartará de tu boca este
libro de la Torah, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo
te saldrá bien.” Este éxito por supuesto refleja el parecer de El Eterno, como cada una de las
palabras de la Torah; y esto, independientemente de que al hombre le guste o no le guste.
De lo que podemos estar absolutamente seguros es de que la “opinión” de El Eterno es la
mejor, y no puede ser comparada con la de los hombres; es más bien nuestro óptimo punto
de referencia para encaminar los hilos de nuestra vida.
Pero el mundo piensa diferente. La tendencia a exaltar al hombre es desmedida, pues los
modelos a tener en cuenta son personas o cosas que están viciadas por alguna forma de
idolatría, que es precisamente lo que está en contravía de la Voluntad Santa de El Eterno,
Bendito sea. Y es esta tendencia la que no nos es ajena, pues el yetser hara justamente se
“alimenta” de la levadura de Edom, que es la idolatría y los demás pecados.
Nuestras emociones y deseos materiales a cada instante están siendo probados, pues en este
exilio difícilmente podríamos estar a resguardo de los impulsos de la carne. Y aquí justamente
es donde El Eterno hace énfasis en la necesidad de no actuar como lo hacen los demás,
aunque parezca que somos quienes estamos equivocados. No es fácil soportar la presión del
mundo, pero en definitiva no estamos llamados a formar parte de su contaminación. Somos
llamados a ser uno con el Amo del Universo, y no con el mundo.
Si nos proyectamos hacia lo que nos depara el mundo futuro, sin mirar hacia los lados,
podremos tener siempre la certeza de que haber seguido la senda de la Torah valió la pena;
y esto a pesar de críticas de las personas o sistemas que rigen el mundo4.
En Devarim 13:1 está escrito: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a
ello, ni de ello quitarás.” Este texto nos habla sobre la fidelidad que debemos observar hacia
todos los decretos de la Torah, de los cuales no debemos movernos a derecha o a izquierda
en cuanto a interpretaciones particulares.
En todas las épocas el ser humano siempre ha tenido la tendencia de buscar su propia auto
satisfacción, y de ahí que en muchos casos los textos sagrados son interpretados a
conveniencia; no son pocos los movimientos religiosos y aún hasta grupos políticos o de otra
4
Recordemos siempre, por lo tanto, a quién deseamos agradar (ver Gálatas 1:10).
índole, los cuales ocasional o frecuentemente citan textos de la Torah, pero acomodados a
sus circunstancias particulares, sin tener en cuenta el contexto en el cual fueron expresados.
Esto es una abominación, pues de hecho lo que se hace es pervertir el sentido que El Eterno
mismo asignó a sus palabras, y demuestra que el hombre pretende poseer una mayor
sabiduría que el más Santo de los santos, Exaltado sea Su Nombre. El texto es una
reiteración de las palabras de Devarim 4:2, donde está escrito: “No añadiréis a la palabra que
yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de El Eterno
vuestro Elohim que yo os ordeno.” Aquí Mosheh lo que hace es ratificar que sólo las palabras
de El Eterno son las idóneas para adquirir todas las posesiones que Él ha prometido.
Para conocer un poco más acerca de la forma de trazar las palabras de la Torah podemos
decir que en nuestro pueblo se conoce y acepta que existen cuatro niveles de interpretación,
que podemos resumir así:
Peshat; este es el sentido simple5 de la Escritura, que tiene que ver con el mensaje
primigenio que se encuentra en el texto. Aunque es el más “básico”, no por ello deja
de ser muy profundo, y es así mismo la base para los demás niveles de interpretación.
Podemos tomar como ejemplo el pasaje de la búsqueda de esposa para Yitsjaq por
parte del siervo de Avraham. A este nivel se le identifica normalmente con la propia
Torah Escrita.
Remez; es la sugerencia, esto es, un mensaje que no está explícito pero que por las
características del texto hace alusión a lo sugerido. Un ejemplo interesante de remez lo
encontramos en la sentencia “ojo por ojo, diente por diente” (Shdmot 21:24-25),
donde por ejemplo no dice “rodilla por rodilla”, pero claramente esta es una alusión del
texto que tiene que ver con la compensación que debe existir cuando se causó algún
daño. Este nivel se identifica con el Talmud.
Drash; se refiere a “estudio” o “investigación”, y su forma de enseñanza se basa en
símbolos que frecuentemente vienen mencionados en pasajes en los que el relato no
es lo real sino la enseñanza inmersa en él. Shoftim 9:8-15 nos da un ejemplo de drash
en la conversación que tuvieron los árboles para elegir rey, lo cual es obvio que no se
refiere a árboles sino a personas. La correspondencia de este nivel se establece con el
Midrash.
Sod; este es el sentido oculto, místico, es un misterio que contiene verdades que
permanecen ocultas para la gran mayoría de personas; casos de sod se ven por
ejemplo en los valores numéricos de las palabras y sus significados según el contexto,
así como también en figuras que contienen, más que una enseñanza en sí mismas,
relaciones profundas con los planes de El Eterno para todas las épocas. Respecto de
este nivel, se le identifica con el Zohar.
Cada uno de estos niveles nos provee abundantes riquezas que nos permiten comprender
mejor los Escritos. Pero a pesar de que existen suficientes elementos para meditar en la
Torah como es debido, en muchos casos las palabras en ella escritas son descontextualizadas
por muchas personas, con lo cual el sentido inicial se pierde, lo que da paso a
5
En muchos casos es el relato literal.
interpretaciones erróneas que violan abiertamente la mitsvah de no añadir o quitar a las
palabras de HaShem, Baruj Hu.
No es el caso aquí citar ejemplos de esta situación, que son muchos; interesa más
concentrarnos en lo que está escrito en la Torah, así como también los libros de la sabiduría
de nuestro pueblo que nos ayudan a esclarecer los pasajes difíciles. Existen casos donde las
personas se “apasionan” por un tema que es mencionado en las Escrituras, hasta el punto de
estudiar el tema a fondo basándose en la sabiduría de grandes hombres de Yisrael, pero
también, lo que ya genera duda en cuanto a la veracidad del estudio, en otro tipo de libros
incluso seculares que hablan sobre el tema.
Casos muy típicos son los relacionados con el contenido de las demás religiones, lo
relacionado con ángeles o demonios, el satan, y otros más. Sobre esto podemos decir que lo
que nos es demandado es que “nunca la Torah se aparte de nuestra boca, sino que hemos
de meditar en ella día y noche” (Yehoshua 1:8); con esto lo que queremos decir es que al
aprender mucha Torah, lo cual otorga muchas bendiciones que miran hacia el Mundo
Venidero, nos estamos llenando de sabiduría y de gran discernimiento para conocer la
Voluntad del Creador, que es lo verdaderamente importante. Cuando aprendemos sobre otros
temas (lo cual en gran manera tiene que ver con llevar anatema a la casa) podemos desviar
nuestra atención, llegando incluso a la posibilidad de dudar de lo que está escrito en la
Torah.
La Torah es más que suficiente para nuestra vida; es muy rica en enseñanzas y la mayor
fuente de sabiduría, a la cual debemos “apostarle”; de seguro que al ser buenos conocedores
de la Torah, cualquier duda se disipará. El conocimiento de otros temas puede ser
interesante, pero nunca debe estar por encima de la Torah, lo cual tampoco quiere decir que
no debamos instruirnos en las ciencias propias de muchas profesiones, que en incontables
casos son las formas que El Eterno ha decidido proveer nuestro sustento; lo que pasa es que
siempre debemos tener claras nuestras prioridades. La Torah misma es la que nos evita
desviaciones en nuestro camino6.
Añadirle o quitarle a la Torah tiene que ver en gran parte de los casos con auto
justificaciones que en ninguna manera engañan a El Eterno. Lo que Él permitió que fuera
escrito es más que suficiente.
En Devarim 15:7-11 está escrito: “Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus
hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que El Eterno tu Elohim te da, no
endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino
abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.
Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el
año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso
6
Si en realidad tenemos la intención correcta al querer conocer sobre otros temas, es muy conveniente entonces buscar un
maestro que nos pueda instruir, de tal manera que tengamos una visión correcta de las cosas. Su guía es importante y es
nuestro deber seguirla.
para no darle; porque él podrá clamar contra ti a El Eterno, y se te contará por pecado. Sin
falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te
bendecirá El Eterno tu Elohim en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas.
Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo:
Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.”
La dificultad para el cumplimiento de este mandamiento llegó a tal extremo que Hilel
estableció una alternativa para que cuando hubiera cercanía del año de remisión hubiera la
posibilidad de recuperar los dineros que se habían prestado; esta alternativa se denominaba
prozbul. Esto daba más confianza para prestar al pobre; pero, ¿era este el propósito de El
Eterno al decretar esta mitsvah?
Podemos argumentar todo tipo de justificaciones para el establecimiento del prozbul, pero la
realidad nos enseña que El Eterno no decretó el prozbul ni nada que se le parezca. En primer
lugar, “de El Eterno es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan”7,
pero también “Mía es la plata, y mío es el oro, dice El Eterno de los ejércitos.” (Jagai 2:8).
Esto significa en pocas palabras que nada de lo que tenemos es nuestro sino que le
pertenece a El Eterno, de manera que Él con Su inmensa Sabiduría sabe cómo deben hacerse
las cosas, porque Él mismo es el que da y quita; entonces, ¿por qué la desconfianza para dar,
especialmente en la época cercana al año de remisión?
Esto tiene que ver en gran manera con la mala inclinación que hay en cada uno de nosotros,
la que nos lleva a la desconfianza en lo que El Eterno establece. Si Él dice que le abramos
nuestra mano al pobre, simplemente eso es lo que hay que hacer, aunque falte un solo día
para que se declare el año de remisión. El Eterno, Bendito sea, es Quien empobrece y
enriquece, y lo hace según el designio de Su Voluntad, que además quiere prosperar aún más
a quien da tsedaqah. El prozbul es entonces una medida diseñada por los hombres por causa
de la mala inclinación del hombre mismo, que normalmente tiende a preservar sus
pertenencias materiales (¿acaso fue elaborado un prozbul para la tsedaqah “espiritual”?),
pero, y hay que insistir sobre este punto, este no es el plan de El Eterno, Bendito sea. En
realidad esta es una prueba de lealtad hacia Él, que siempre es Fiel en Sus promesas; de
hecho, pareciera que fueron minimizadas las palabras “porque por ello te bendecirá El
Eterno tu Elohim en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas”.
No cumplir la mitsvah implica por lo tanto, por un lado, una tendencia a mostrarse como
“hombre carnal”, que se interesa más por las cosas materiales que las espirituales y, por otro,
una desconfianza en los decretos de El Eterno; y tanto uno como otro asunto tienen que ver
con el crecimiento del ego, que en últimas es idolatría. Reflexionemos un poco: ¿Realmente
merecemos todo lo que poseemos? ¿De dónde fuimos sacados, como para que exijamos algo
a nuestro favor? Y además, ¿cómo podremos asegurar que el pobre no restituirá lo prestado?
7
Tehilim 24:1.
La tsedaqah es la mejor forma de organizar nuestras finanzas, y muestra en forma evidente
nuestra confianza en El Eterno, que recompensará toda tsedaqah mucho más
abundantemente de lo que podemos imaginar. De hecho, todo lo que poseemos ha sido una
obra de “tsedaqah” de El Eterno, Bendito sea.
El vocablo “sangre” (dam - ) tiene un valor de 44, que equivale a ocho, que nos recuerda
que la vida eterna del Olam Haba (la jet de “jai” vale ocho); por otro lado, la palabra “vida”
en el contexto que nos interesa es “alma” (nafesh o nefesh - ), cuyo valor es 430, que
equivale a siete, indicándonos la perfección creada por El Eterno en cada uno de nosotros.
Sin embargo, al sumar los valores de las dos palabras nos da un valor de 474, que equivale a
seis, lo que nos indica que esta mezcla no es buena para tener acceso al Mundo Venidero, y
por ello no es dado “consumirla”.
La perfección de la sangre
La frase “la sangre es la vida” de Devarim 12:23 ( ) suma 496 (que es un número
perfecto ), que equivale a diez, que nos muestra que la sangre como base de la vida (o
8
mejor, lo que sustenta al alma) simboliza la plenitud de nuestra alma, como el fundamento
insuflado por El Eterno cuando todo era perfecto, esto es, en Gan Eden, de tal manera que
aún hoy tenemos dentro de nosotros algo de esa perfección.
De hecho, en la sangre se nos muestra que estamos con la capacidad de ejecutar las mitsvot
de la Torah; si miramos el contenido de la sangre veremos que existen glóbulos rojos que
son los que se encargan de “hacer”, en el sentido de que su constante movimiento y
provisión en todo el cuerpo reflejan en cada persona su “vitalidad” para realizar sus tareas.
Son el grupo más numeroso, lo que nos indica que es necesario un mayor esfuerzo para
“hacer” los 248 mandamientos positivos. Así mismo ello nos recuerda la actitud proactiva que
nos llama a actuar en pro de nuestra vida y las de los demás.
Pero también están los glóbulos blancos, que son como el ejército defensor de la sangre, y
por consiguiente de todo el cuerpo, los cuales reaccionan inmediatamente después de
detectar alguna anomalía; por ello es que cuando se presentan, por ejemplo, algunas
infecciones severas, la concentración de glóbulos blancos sube considerablemente. Esto nos
da la idea de “actuar” en el “no hacer”; en otras palabras, las anomalías son lo que no debe
“realizarse”; es aquello de lo cual el cuerpo “debe abstenerse”, y por lo tanto estos
corpúsculos nos recuerdan los 365 mandamientos negativos y, al ser mucho menos
numerosos que los glóbulos rojos, nos dan la idea de que el esfuerzo para “no hacer” es
8
Un número perfecto es aquel en el cual la suma de todos sus divisores es exactamente el número; por ejemplo el 6 es
perfecto, pues es divisible por 1, 2 y 3, que suman 6; 28 también lo es, pues es divisible por 1, 2, 4, 7 y 14, cuya suma es 28;
el siguiente es precisamente 496. Más que una “curiosidad matemática” el que esta frase tenga este valor nos enseña algo
sobre la perfección que estamos mencionando, y seguramente muchas cosas más.
menor que para hacer, lo que se refleja en el hecho de que en cierta forma es mayor el
esfuerzo para hacer que para abstenerse.
Y así como somos preservados por hacer cuando se nos dice que hagamos y por no hacer
cuando se nos ordena que no hagamos, la sangre también nos preserva manteniéndonos con
vida, al cumplir cada uno de sus componentes en la forma en que fueron concebidos. Como
dato interesante, la relación entre glóbulos rojos y blancos es muy similar al número perfecto
ya mencionado.