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Doctrina

constitucional en
relación con el
control
mediante cámaras
de videovigilancia

Alicia Esther Ortuño Rodríguez


Magistrada especialista orden contencioso-administrativo.
Tribunal Superior de Justicia de las Illes Balears

1. Introducción
2. Concepto de datos de carácter personal y sus sujetos
3. Marco normativo interno a tener en cuenta en la utilización de cámaras
de videovigilancia y el tratamiento de los datos obtenidos
4. El Reglamento europeo 2016/679 y el Proyecto de Ley Orgánica que lo
desarrolla
5. La videovigilancia, el derecho fundamental a la intimidad y a la propia
imagen
5.1. La videovigilancia y el derecho fundamental a la intimidad
5.2. La videovigilancia en relación con el derecho a la propia imagen
6. Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
7. Algunas sentencias de los tribunales superiores de justicia, Audiencia
Nacional y Tribunal Supremo
8. Bibliografía

Resumen

Estudio normativo y jurisprudencial sobre el control ejercido a través


de cámaras de videovigilancia y su posible afectación a los derechos
fundamentales reconocidos en el art. 18 CE (honor, intimidad personal
y familiar, propia imagen, inviolabilidad del domicilio, secreto de las

Artículo recibido el 26/06/2018; aceptado el 10/03/2019.

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comunicaciones y protección de datos personales), así como, en general,


a la dignidad humana y derechos equivalentes garantizados en el ámbito
europeo, con especial atención a la doctrina del Tribunal Constitucional
español, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea.

Palabras clave: cámaras de videovigilancia; honor; intimidad; propia ima-


gen; inviolabilidad del domicilio; secreto de las comunicaciones; protección
de datos; dignidad humana.

Constitutional doctrine on the control by surveillance cameras

Abstract

The article studies the rules and case law over the control by surveil-
lance cameras and its use potentially in breach of fundamental rights
enshrined in Article 18 of the Spanish Constitution (right to honour, pri-
vacy, own image, protection of home, secrecy of communications and
personal data protection); as well as human dignity and equivalent
rights protected by the European mechanisms of protection of human
rights. The article pays especial attention to the case law of the Span-
ish Constitutional Court, the European Court of Human Rights and the
Court of Justice of the European Union.

Keywords: surveillance cameras; right to honour; right to own image; protec-


tion of home; secrecy of communications; personal data protection; human
dignity.

1
Introducción

En la sociedad del siglo XXI las nuevas tecnologías afectan a todos los ámbi-
tos que guardan relación con la vida diaria de sus ciudadanos. Evidentemente,
esta constante inmersión tecnológica plantea, de forma inevitable, una serie
de cuestiones jurídico-constitucionales que requieren una solución o respues-
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ta adecuada, habida cuenta de que están en juego derechos fundamentales


de la persona tales como el honor, la intimidad personal y familiar, la propia
imagen, la inviolabilidad del domicilio, el secreto de las comunicaciones o
el derecho a la protección de sus datos personales, todos ellos consagrados
en el artículo 18 de la Constitución, pero que también pueden afectar a otros
derechos como la libertad de circulación, el derecho a la no discriminación y,
en definitiva, la misma dignidad humana (SSTEDH de 28 de enero de 2003 y
de 4 de marzo de 2008).
Pues bien, siguiendo con este orden de cosas, resulta constatable cómo
en los últimos años han proliferado los sistemas de videovigilancia o equipos
destinados a la supervisión de la conducta de las personas a través de cáma-
ras, a los cuales pueden recurrir los sujetos públicos y privados para proteger
a las personas y bienes en los ámbitos espaciales que les son propios, y que
los poderes públicos utilizan a fin de preservar y garantizar la seguridad co-
lectiva. Todos los responsables en la toma de decisión del empleo de cáma-
ras de videovigilancia deben atender a los requisitos legalmente establecidos
para su utilización y acerca del tratamiento de los datos personales que se
obtienen mediante estos sistemas.
La videovigilancia es la técnica que permite la captación de imágenes
y sonidos (si bien la captación exclusiva de sonidos o escuchas no se puede
incluir en esta categoría, siendo de mayor trascendencia las imágenes en este
sentido) a los efectos de poder reproducirlos en cualquier momento y tener
acceso a los ficheros que con estos datos se constituyan. Resulta evidente
que las posibilidades que ofrecen estos medios técnicos constituyen un riesgo
para la intimidad, para la privacidad (SSTC 254/1993, 20 julio; 11/1998, 13
enero; 94/1998, 4 mayo, y 292/2000, 30 noviembre), para la protección de la
propia imagen, e incluso para el libre desarrollo de la personalidad, y ello sin
hablar de las posibilidades de uso indebido de las informaciones captadas,
conversaciones privadas, reuniones, hábitos personales, entre otras facetas de
la vida de las personas.
El ámbito de protección de la privacidad de las personas no está restrin-
gido a su vivienda o a lugares privados, sino que también debe ser protegido
incluso en los espacios públicos y en la esfera de trabajo, pues la intimidad
y la propia imagen son derechos fundamentales que le son inherentes y que
se proyectan alrededor del individuo en cualquier momento y circunstancias,
para asegurar una esfera de la personalidad libre de injerencias externas.
Ello no impide que estos derechos fundamentales puedan ser limitados
en pro de otros bienes jurídicos de relevancia, como es el caso de la seguri-
dad pública e incluso privada y la pacífica convivencia. Este conflicto entre
distintos derechos y bienes jurídicos se resolverá en cada caso concreto de la

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forma menos restrictiva posible a los derechos fundamentales en juego. Por


consiguiente, es de vital importancia que el legislador proceda a realizar una
regulación de estas técnicas de vigilancia, sus requisitos, límites y garantías.
La normativa comunitaria y, por supuesto, la legislación nacional, pro-
tegen los derechos fundamentales de las personas y, en este sentido, no han
olvidado la utilización «potencialmente lesiva» de las nuevas tecnologías de
vigilancia. En este orden de cosas, la Directiva 95/46/CE, del Parlamento
Europeo y del Consejo, estableció las directrices de esta utilización, siendo
traspuesta por la todavía vigente Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre,
de Protección de Datos de Carácter Personal. Si bien a través de las videocá-
maras se produce el uso y tratamiento automatizado de los datos personales
obtenidos, en ninguno de estos textos normativos se incluye precepto especí-
fico sobre la captación y grabación de imágenes y sonidos mediante cámaras
destinadas, en último término, a garantizar la seguridad de las personas, bie-
nes e instalaciones.
A partir del 25 de mayo de 2018 resulta directamente aplicable el Re-
glamento Europeo General de Protección de Datos (RGPD, Reglamento
2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de abril de 2016), el
cual entró en vigor el 25 de mayo de 2016 y ha derogado la Directiva 95/46/
CE.
Y desde el mes de noviembre de 2017 se encuentra en fase de tramita-
ción ante el Congreso de los Diputados el proyecto de la nueva Ley Orgánica
de Protección de Datos para adaptar la normativa interna al citado Reglamen-
to, proyecto legislativo en cuyo seno se inserta un precepto específicamente
destinado a las técnicas de videovigilancia (art. 22). A día de hoy, una vez
finalizadas las fases de debate de su totalidad y presentación de enmiendas
(un total de 369), se encuentra pendiente de la elaboración de informe por la
Comisión de Justicia de la Cámara Baja.
El presente trabajo abordará diversas cuestiones concernientes al equili-
brio entre la utilización de sistemas de videovigilancia y los derechos funda-
mentales de los ciudadanos, desde el punto de vista de la regulación normati-
va y la jurisprudencia de los tribunales a quienes se les encomienda, en última
instancia, la tutela de los derechos básicos de las personas físicas, no solo en
el ámbito nacional, sino en la órbita comunitaria e internacional, de acuerdo
con el artículo 10.2 de la Constitución. Y en especial, en cuanto atañe al uso
de estos sistemas por las Administraciones públicas y al albur de la nueva
regulación europea que ya se debe imperativamente cumplir.

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2
Concepto de datos de carácter personal y sus sujetos

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la instalación y el uso de sis-
temas de videovigilancia implican un tratamiento de datos pertenecientes a
la intimidad y privacidad de las personas. En este sentido, el art. 3 de la Ley
Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carác-
ter Personal (LOPD) define el concepto de dato personal como «cualquier
información concerniente a personas físicas identificadas o identificables».
Esta definición ha sido completada por el Reglamento de desarrollo de la
LOPD, aprobado por Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, que lo
define en su art. 5.1 f) como «cualquier información numérica, alfabética,
gráfica, fotográfica, acústica o de cualquier otro tipo concerniente a personas
físicas identificadas o identificables».
Sin duda alguna, la imagen -y el sonido- que se registra a través de los
sistemas de videovigilancia constituye información que identifica a perso-
nas físicas, por lo que resultan de plena aplicación tales conjuntos normati-
vos. Ahora bien, sus preceptos deben interpretarse a la luz del Reglamento
2016/679 a partir del 25 de mayo de 2018, entendiéndose derogados en cuanto
se opongan al mismo y supletoriamente complementados por la citada norma
de la Unión Europea en los aspectos no regulados en la normativa nacional.
Por otro lado, la Directiva 95/46/CE del Parlamento Europeo y del Con-
sejo, de 24 de octubre de 1995, relativa a la protección de las personas físicas
en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación
de estos datos, definía el concepto de «dato personal» en su art. 2 a) como
«toda información sobre una persona física identificada o identificable (el
“interesado”); se considerará identificable toda persona cuya identidad pueda
determinarse, directa o indirectamente, en particular mediante un número de
identificación o uno o varios elementos específicos, característicos de su iden-
tidad física, fisiológica, psíquica, económica, cultural o social».
Además, en su Considerando 14 reconocía expresamente su aplicación
a los tratamientos de datos realizados por sistemas de captación de imágenes,
al señalar que «Considerando que, habida cuenta de la importancia que, en
el marco de la sociedad de la información, reviste el actual desarrollo de las
técnicas para captar, transmitir, manejar, registrar, conservar o comunicar los
datos relativos a las personas físicas constituidos por sonido e imagen, la
presente Directiva habrá de aplicarse a los tratamientos que afectan a dichos
datos».
Y el directamente aplicable Reglamento General de Protección de Datos
(RGPD) UE-2016/679, de forma correlativa, también recoge una definición

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

de dato personal en el apartado 1 del art. 4: «toda información sobre una


persona física identificada o identificable (“el interesado”); se considerará
persona física identificable toda persona cuya identidad pueda determinarse,
directa o indirectamente, en particular mediante un identificador, como por
ejemplo un nombre, un número de identificación, datos de localización, un
identificador en línea o uno o varios elementos propios de la identidad física,
fisiológica, genética, psíquica, económica, cultural o social de dicha persona».
En el Proyecto de Ley Orgánica de Protección de Datos, por el contrario,
no se contiene precepto alguno destinado a la definición de los datos de ca-
rácter personal, ni tampoco acerca de los interesados, ni del responsable y/o
encargado de su tratamiento.
El RGPD define en el artículo 4.7) al «responsable del tratamiento» o
«responsable» como «la persona física o jurídica, autoridad pública, servicio
u otro organismo que, solo o junto con otros, determine los fines y medios
del tratamiento; si el derecho de la Unión o de los Estados miembros deter-
mina los fines y medios del tratamiento, el responsable del tratamiento o los
criterios específicos para su nombramiento podrá establecerlos el derecho de
la Unión o de los Estados miembros»; y en el artículo 4. 8) al «encargado
del tratamiento» o «encargado» como «la persona física o jurídica, autoridad
pública, servicio u otro organismo que trate datos personales por cuenta del
responsable del tratamiento».
3
Marco normativo interno a tener en cuenta en la utilización de cámaras
de videovigilancia y el tratamiento de los datos obtenidos

Los organismos de control tales como la Agencia Española de Protección


de Datos o la Agencia Catalana de Protección de Datos no son competentes
para autorizar la instalación de este tipo de dispositivos, sino de velar por el
cumplimiento de los requisitos y límites exigidos por la normativa vigente
en desarrollo del derecho fundamental consagrado en el artículo 18.4 de la
Constitución.
A) Estos condicionantes y garantías se recogen en la Ley Orgánica
15/1999, de 15 de diciembre, y en el Real Decreto 1720/2007, de 21 de di-
ciembre, aunque desde el 25 de mayo de 2018 se debe atender a la regulación
del RGPD. Se trata de una regulación que atañe a la utilización de estos me-
canismos dentro del ámbito privado (excluido el exclusivamente doméstico,
art. 2.1 d) RGPD), sin repercusión en los espacios públicos o pertenecientes
a la esfera privada de otros sujetos (tales como sus domicilios. Entre otras,
la Sentencia de Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de fecha 20 de abril
de 2016, indica que «la tutela constitucional del derecho proclamado en el
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apartado 2 del art. 18 de la CE protege, tanto frente la irrupción inconsen-


tida del intruso en el escenario doméstico, como respecto de la observación
clandestina de lo que acontece en su interior, si para ello es preciso valerse de
un artilugio técnico de grabación o aproximación de las imágenes. El Estado
no puede adentrarse sin autorización judicial en el espacio de exclusión que
cada ciudadano dibuja frente a terceros. Lo proscribe el art. 18.2 de la CE. Y
se vulnera esa prohibición cuando sin autorización judicial y para sortear los
obstáculos propios de la tarea de fiscalización, se recurre a un utensilio óptico
que permite ampliar las imágenes y salvar la distancia entre el observante y
lo observado». Se entiende por tanto que resulta procedente esta enmienda,
en tanto es necesario dejar explicitada en la ley la prohibición absoluta de
que este tipo de videovigilancia pueda servir como forma de observación o
grabación de lo que sucede en el interior de un domicilio, todo ello en base al
artículo 18.2 CE).
B) Además de este acervo normativo, y derivado de las competencias
otorgadas al organismo de control nacional, en el año 2006 se dictó la Ins-
trucción 1/2006, de 8 de noviembre, de la Agencia Española de Protección
de Datos, sobre el tratamiento de datos personales con fines de vigilancia
a través de sistemas de cámaras o videocámaras (BOE n.º 296, 9 diciembre
2006). Esta Instrucción ha sido y es una trascendental guía a considerar en
los tratamientos de datos realizados por sistemas de videovigilancia, ante la
ausencia de regulación concreta en la Ley Orgánica 15/1999.
Comienza la Instrucción 1/2006 reconociendo que la imagen de una per-
sona física es un dato de carácter personal cuando permita la identificación de
un sujeto (que la persona sea identificada o identificable) y que queda someti-
do a la normativa de protección de datos cuando se utilicen las videocámaras
con fines de vigilancia, excluyendo las actividades de videovigilancia de ca-
rácter privado, doméstico o familiar (art. 1.3 Instrucción), donde operarían las
disposiciones generales de protección de los derechos al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen.
El tratamiento referido en la Instrucción puede ser la simple grabación o
captación, y también la transmisión, conservación, almacenamiento de imá-
genes, reproducción o emisión en tiempo real.
La primera exigencia de la Instrucción 1/2006 es cumplir con los dere-
chos de información de los potenciales afectados, lo que implica una doble
obligación: anunciar las zonas videovigiladas con distintivos informativos
ubicados con visibilidad suficiente, tanto en espacios abiertos como cerrados,
y poner a disposición de los interesados los impresos con la información rela-
tiva al responsable del fichero a que se refiere el art. 5 de la LOPD.

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

Se debe destacar que la Instrucción 1/2006 prohíbe que los dispositivos


establecidos por particulares alcancen la vía pública (art. 4.3), salvo en el
control de accesos o cuando sea imprescindible para la finalidad de vigilancia
que se pretende, o resulte imposible evitarlo por la ubicación de las cámaras.
En la consideración de espacios semipúblicos o de titularidad privada
(centros comerciales, aparcamientos, entre otros), la Instrucción se refiere a
las exigencias para la instalación, el necesario respeto a los derechos de los
afectados (aparte del derecho de información, los de acceso, rectificación y
cancelación), e impone la destrucción de los datos en el plazo máximo de un
mes desde su captación (así se recoge también en la Ley Orgánica 4/1997 de
uso de las videocámaras en lugares públicos por las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad). Asimismo, establece que no serán cancelados cuando se constate
la grabación de un delito o infracción administrativa, y que deben conservarse
cuando haya responsabilidades nacidas de un tratamiento inadecuado de la
información.
En cuanto a las medidas de seguridad y secreto en el tratamiento de los
datos, la Instrucción no es muy precisa, pues se limita a señalar que el respon-
sable deberá adoptar las medidas de índole técnica y organizativas necesarias
que garanticen la seguridad de los datos y eviten su alteración, pérdida, trata-
miento o acceso no autorizado, recordando, asimismo, los deberes de reserva,
confidencialidad y sigilo de quienes tengan acceso a los datos.
C) El Preámbulo de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de pro-
tección de la seguridad ciudadana, recuerda que «libertad y seguridad
constituyen un binomio clave para el buen funcionamiento de una sociedad
democrática avanzada, siendo la seguridad un instrumento al servicio de la
garantía de derechos y libertades y no un fin en sí misma», añadiendo que
«cualquier incidencia o limitación en el ejercicio de las libertades ciudadanas
por razones de seguridad debe ampararse en el principio de legalidad y en
el de proporcionalidad en una triple dimensión: un juicio de idoneidad de la
limitación (para la consecución del objetivo propuesto), un juicio de necesi-
dad de la misma (entendido como inexistencia de otra medida menos intensa
para la consecución del mismo fin) y un juicio de proporcionalidad en sentido
estricto de dicha limitación (por derivarse de ella un beneficio para el interés
público que justifica un cierto sacrificio del ejercicio del derecho)».
Su artículo 1 establece que «la seguridad ciudadana es un requisito in-
dispensable para el pleno ejercicio de los derechos fundamentales y las liber-
tades públicas, y su salvaguarda, como bien jurídico de carácter colectivo,
es función del Estado, con sujeción a la Constitución y a las leyes»; y en el
artículo 22, específico sobre el uso de las videocámaras, dispone que se inser-
ta en el contexto y principios de esta Ley de Seguridad Ciudadana habilitar
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legalmente a la autoridad gubernativa y, en su caso, a las Fuerzas y Cuerpos


de Seguridad para proceder a la grabación de personas, lugares u objetos me-
diante cámaras de videovigilancia fijas o móviles legalmente autorizadas, de
acuerdo con la legislación vigente en la materia.
D) En lo que respecta a la de captación de imágenes de la vía y espacios
públicos, la competencia exclusiva reside en las Fuerzas y Cuerpos de Seguri-
dad del Estado, por lo que habrá de estarse a lo dispuesto en la Ley Orgánica
4/1997, de 4 de agosto, por la que se regula la utilización de videocámaras
por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en lugares públicos, y en el Real
Decreto 596/1999, de 16 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de
desarrollo y ejecución de la citada Ley Orgánica.
Se trata de una regulación de capital importancia para las Administra-
ciones públicas, en especial los ayuntamientos, los cuales ostentan especial
interés en la salvaguarda de la seguridad de las calles y lugares públicos del
municipio, donde principalmente las personas se interrelacionan y desarro-
llan la faceta social de su conducta, sin que ello obste a que realicen ac-
tuaciones que se insertan en el ámbito de su privacidad y que atañen a sus
derechos fundamentales. Las citadas entidades públicas pueden crear ficheros
de tratamientos de datos obtenidos mediante imágenes (videovigilancia) para
la supervisión en el interior de sus edificios e instalaciones, incluso a efectos
de control de sus empleados (siempre cumpliendo los principios y normativa
que rigen la utilización de estos dispositivos), pero en cuanto la captación de
los mismos se extienda a espacios públicos, deben recabar la autorización a
través de la Delegación del Gobierno, la cual resolverá -previo informe de la
Comisión de Garantías de Videovigilancia competente- de forma motivada,
referida al lugar público en concreto y sometiendo la licencia a cuantas con-
diciones y límites considere pertinentes.
La finalidad de la citada Ley Orgánica -y como correlato, la Ley Orgáni-
ca 4/2015, de 30 de marzo- es contribuir a asegurar la convivencia ciudadana,
la erradicación de la violencia y la utilización pacífica de las vías y espacios
públicos, así como prevenir la comisión de ilícitos penales, e infracciones
relacionadas con la seguridad pública.
El objeto es cualquier medio técnico que permita las grabaciones de imá-
genes y sonidos. No obstante, la captación únicamente de sonidos a través
de aparatos de mera escucha no puede considerarse incluida en el ámbito
objetivo de esta Ley. Se excluye asimismo del concepto de «grabaciones» el
sistema de vigilancia que consiste en la captación de imágenes y reproduc-
ción en un circuito cerrado de televisión que no permita la conservación y el
visionado posterior de la información aprehendida.

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

De acuerdo con el art. 2 de la mencionada Ley Orgánica, la captación,


reproducción y tratamiento de imágenes y sonidos que se realicen en los tér-
minos previstos en la misma, no se considerarán intromisiones ilegítimas en
el derecho al honor, intimidad personal y propia imagen.
La Ley no se limita al apoderamiento de las Fuerzas y Cuerpos de Segu-
ridad para la utilización de estos medios, ni tampoco a la regulación de aspec-
tos puramente procedimentales, sino que contiene el «régimen de garantías
de los derechos fundamentales y libertades públicas de los ciudadanos que
habrá de respetarse ineludiblemente en las sucesivas fases de autorización,
grabación y uso de las imágenes y sonidos obtenidos conjuntamente por las
videocámaras».
En este sentido se señala en el Preámbulo: «Las garantías que introduce
la presente Ley en el uso de sistemas de grabación de imágenes y sonidos por
parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad parten del establecimiento de un
régimen de autorización previa para la instalación de videocámaras inspirado
en el principio de proporcionalidad, en su doble versión de idoneidad e inter-
vención mínima».
La Ley Orgánica en cuestión no delimita específicamente aquello que se
debe entender por «lugares públicos», término que sirve para la delimitación
de su objeto en el aspecto espacial. Una parte importante de la doctrina se
postula a favor de una interpretación amplia de la noción «lugar público»
basándose en los siguientes argumentos:
-En primer lugar, tanto el Preámbulo de la Ley como su articulado utili-
zan expresiones en las que parece que lo relevante es la apertura al público y
la accesibilidad general, y no la titularidad del espacio.
-En segundo lugar, el art. 4 de la Ley Orgánica 4/1997 establece cuatro
criterios para autorizar la instalación de las videocámaras fijas, que nada tie-
nen que ver con la titularidad del lugar o espacio.
-En tercer lugar, y atendiendo a un criterio de interpretación teleológico,
la función de la Ley en su conjunto es incrementar la seguridad ciudadana, y
las competencias de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no se limitan a los
lugares abiertos al público de titularidad pública, sino que pueden, de acuerdo
con la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, afectar a actividades privadas
de carácter público (por ejemplo, espectáculos y actividades recreativas de
carácter público).
-Por último, la única delimitación negativa de la Ley Orgánica 4/1997
se refiere a la captación de imágenes del interior de las viviendas o de sus
vestíbulos, salvo consentimiento del titular o autorización judicial. La insta-
lación en otro tipo de lugares privados no queda descartada a priori. Puede
ocurrir, por ejemplo, que el mejor lugar para la instalación de una cámara fija
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para grabar la vía pública sea la fachada de un edificio de titularidad privada;


en este caso sería admisible la autorización. En suma, la titularidad del bien
en el cual se coloca el dispositivo o la titularidad del objeto a vigilar no debe
utilizarse como criterio delimitador. Sin perjuicio de lo apuntado hasta el mo-
mento, la titularidad privada de un espacio abierto al público faculta para es-
tablecer medios privados de vigilancia de acuerdo con lo previsto en las leyes,
y entre ellos la instalación de dispositivos de videovigilancia sin entorpecer
las competencias o potestades de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Los artículos 3, 4 y 5 de la Ley Orgánica 4/1997 establecen la sujeción
al régimen de autorización previa otorgada por la Administración competente
previo informe de un órgano colegiado presidido por un magistrado (presi-
dente del tribunal superior de justicia de la comunidad autónoma correspon-
diente), denominado «Comisión de Garantías de Videovigilancia». El infor-
me negativo de este órgano es vinculante. En el ámbito de competencias del
Estado corresponde la autorización a la/al delegada/o del Gobierno.
Se distinguen en orden a la autorización las videocámaras fijas y las mó-
viles, y se prevé un procedimiento de autorización de urgencia que prescinde
de la autorización previa, sustituyéndola por la inmediata comunicación pos-
terior a la autoridad competente, más adecuada a las circunstancias en estos
casos.
Respecto del destino de la información lícitamente captada mediante vi-
deovigilancia, el artículo 7 de la Ley Orgánica 4/1997 dispone lo siguiente:
1. Realizada la filmación de acuerdo con los requisitos establecidos en
la Ley, si la grabación captara la comisión de hechos que pudieran ser
constitutivos de ilícitos penales, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
pondrán la cinta o soporte original de las imágenes y sonidos en su inte-
gridad a disposición judicial con la mayor inmediatez posible y, en todo
caso, en el plazo máximo de setenta y dos horas desde su grabación. De
no poder redactarse el atestado en tal plazo, se relatarán verbalmente
los hechos a la autoridad judicial, o al Ministerio Fiscal, junto con la
entrega de la grabación.
2. Si la grabación captara hechos que pudieran ser constitutivos de in-
fracciones administrativas relacionadas con la seguridad ciudadana, se
remitirán al órgano competente, igualmente de inmediato, para el inicio
del oportuno procedimiento sancionador.
El artículo 8, en cuanto a la conservación y tratamiento de los datos,
establece lo siguiente:
1. Las grabaciones serán destruidas en el plazo máximo de un mes desde
su captación, salvo que estén relacionadas con infracciones penales o
administrativas graves o muy graves en materia de seguridad pública,

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

con una investigación policial en curso o con un procedimiento judicial


o administrativo abierto.
2. Cualquier persona que por razón del ejercicio de sus funciones tenga
acceso a las grabaciones deberá observar la debida reserva, confiden-
cialidad y sigilo en relación con las mismas, (…).
3. Se prohíbe la cesión o copia de las imágenes y sonidos obtenidos de
conformidad con esta Ley, (…).
4. Reglamentariamente la Administración competente determinará el
órgano o autoridad gubernativa que tendrá a su cargo la custodia de
las imágenes obtenidas y la responsabilidad sobre su ulterior destino,
incluida su inutilización o destrucción. Dicho órgano será el competente
para resolver sobre las peticiones de acceso o cancelación promovidas
por los interesados.
Respecto de los derechos de los interesados, el artículo 9 recoge los de
información, acceso y cancelación.
El artículo 11 y último de la citada Ley prevé la posibilidad de interponer
recursos en vía administrativa y en su caso contencioso-administrativa, en la
forma ordinaria, contra las resoluciones que recaigan en las materias regula-
das por esta Ley Orgánica.
E) En relación con el tráfico, es preciso indicar que la disposición adi-
cional octava de la citada Ley Orgánica 4/1997 se refiere a este tipo de su-
puestos, indicando que la instalación y uso de videocámaras para el control y
vigilancia del tráfico se efectuará por la autoridad encargada de la regulación
del tráfico a los fines previstos en el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2
de marzo (derogado por el Real Decreto Legislativo 6/2015, de 30 de octubre,
por el que se aprueba el texto refundido de la Ley sobre Tráfico, Circulación
de Vehículos a Motor y Seguridad Vial), y demás normativa específica en la
materia, y con sujeción a lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999 y en la Ley
Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a
la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen.
F) Respecto de la utilización de estos sistemas para la prevención de la
violencia en el deporte, se regula en el artículo 8 de la Ley 19/2007, de 11 de
julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el
deporte.
G) Resulta esencial en esta materia hacer una referencia a la Ley 5/2014,
de 4 de abril, de Seguridad Privada (LSP), en cuyo artículo 42 se regulan de
forma expresa, por primera vez, los servicios de videovigilancia en el ámbito
privado, generalmente aplicado a espacios de titularidad privada de acceso
general (tales como centros comerciales, establecimientos abiertos al públi-
co).
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

En el Preámbulo V de la Ley se refiere que «resulta especialmente


relevante la regulación de los servicios de videovigilancia y de investigación
privada, ya que se trata de servicios que potencialmente pueden incidir de
forma directa en la esfera de la intimidad de los ciudadanos».
En el artículo 5.1.f) se señala que constituyen actividades de seguridad
privada la instalación y mantenimiento de aparatos, equipos, dispositivos y
sistemas de seguridad conectados a centrales receptoras de alarmas o a cen-
tros de control o de videovigilancia.
La Ley 5/2014 dedica su artículo 42 a regular los servicios de videovigi-
lancia, definiéndolos en su apartado primero como aquellos que consisten en
el ejercicio de la vigilancia a través de sistemas de cámaras o videocámaras,
fijas o móviles, capaces de captar y grabar imágenes y sonidos, incluido cual-
quier medio técnico o sistema que permita los mismos tratamientos que estas.
Cuando la finalidad de estos servicios sea prevenir infracciones y evitar
daños a las personas o bienes objeto de protección o impedir accesos no auto-
rizados, serán prestados necesariamente por vigilantes de seguridad o, en su
caso, por guardas rurales.
Por otro lado, se considera que no tendrá la consideración de servicio de
videovigilancia la utilización de cámaras o videocámaras cuyo objeto prin-
cipal sea la comprobación del estado de instalaciones o bienes, el control de
accesos a aparcamientos y garajes, o las actividades que se desarrollan desde
los centros de control y otros puntos, zonas o áreas de las autopistas de peaje.
El apartado segundo del meritado artículo 42 prohíbe la utilización de
cámaras o videocámaras con fines de seguridad privada para tomar imágenes
y sonidos de vías y espacios públicos o de acceso público, salvo que una nor-
ma lo autorice y se cuente con la correspondiente autorización administrativa.
Este precepto deja claro que la utilización de estos sistemas dentro de los
domicilios de las personas afectadas requerirá su consentimiento.
El apartado tercero refiere que las cámaras de videovigilancia que for-
men parte de medidas de seguridad obligatorias o de sistemas de recepción,
verificación y, en su caso, respuesta y transmisión de alarmas no requerirán
autorización administrativa para su instalación, empleo o utilización.
Importante resulta el contenido del apartado cuarto del citado artículo,
donde se recoge expresamente el principio de finalidad en el tratamiento de
los datos. Se dice, a este respecto, que las grabaciones no podrán destinarse a
un uso distinto del de su finalidad. Cuando las mismas se encuentren relacio-
nadas con hechos delictivos o que afecten a la seguridad ciudadana se apor-
tarán, de propia iniciativa o a su requerimiento, a las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad competentes, respetando los criterios de conservación y custodia

246 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

de las mismas para su válida aportación como evidencia o prueba en investi-


gaciones policiales o judiciales.
Destacamos que el apartado quinto del artículo 42 de la LSP señala que
la monitorización, la grabación, el tratamiento y el registro de imágenes y
sonidos por parte de los sistemas de videovigilancia estarán sometidos a lo
previsto en la normativa en materia de protección de datos, y especialmente
a los principios de necesidad, idoneidad, proporcionalidad e intervención
mínima, principios de cuño jurisprudencial que hemos tratado anteriormente.
Finalmente, el apartado sexto establece la aplicación subsidiaria, para lo
no previsto en la Ley 5/2014, de la normativa sobre videovigilancia por parte
de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
H) Por otro lado, en el ámbito autonómico tenemos dos comunidades
autónomas que cuentan con normativa propia de protección de datos en el
ámbito público.
a) En el País Vasco, tenemos como normas de referencia la Ley 2/2004,
de 25 de febrero, de Ficheros de Datos de Carácter Personal de Titularidad
Pública y de Creación de la Agencia Vasca de Protección de Datos; el Decreto
308/2005, de 18 de octubre, por el que se desarrolla la Ley 2/2004, de 25 de
febrero, de ficheros de datos de carácter personal de titularidad pública y de
creación de la Agencia Vasca de Protección de Datos; y el Decreto 168/1998,
de 21 de julio, por el que se desarrolla el régimen de autorización y utilización
de videocámaras por la Policía del País Vasco en lugares públicos regulado en
la Ley Orgánica 4/1997, de 4 de agosto.
b) Por su parte, en Cataluña, tenemos la Ley 32/2010, de 1 de octubre, de
la Autoridad Catalana de Protección de Datos; el Decreto 48/2003, de 20 de
febrero, por el que se aprueba el Estatuto de la Agencia Catalana de Protec-
ción de Datos; y la Instrucción 1/2009, de 10 de febrero, sobre el tratamiento
de datos de carácter personal mediante cámaras con fines de videovigilancia
(DOGC n.º 5322, de 19 de enero de 2009). También el Decreto 134/1999, de
18 de mayo, de regulación de la videovigilancia por parte de la policía de la
Generalitat y de las policías locales de Cataluña.
Precisamente, la mención de la competencia en materia de videovigi-
lancia en el artículo 173 fue uno de los aspectos objeto de impugnación del
Estatuto de Cataluña, que finalmente fue desestimado por el Tribunal Cons-
titucional en su Sentencia n.º 31/2010, de 28 de junio (Fundamento Jurídico
N.º 109):
109. El art. 173 EAC, bajo la rúbrica «Videovigilancia y control de
sonido y grabaciones», dispone que «corresponde a la Generalitat la
competencia sobre el uso de la videovigilancia y el control de sonido y
grabaciones u otros medios análogos, en el ámbito público, efectuadas
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

por la policía de Cataluña o por empresas y establecimientos privados.


La Generalitat debe ejercer esta competencia respetando los derechos
fundamentales». Los diputados recurrentes sostienen que el precepto
estatutario vulnera la competencia exclusiva del Estado en materia de
seguridad pública (art. 149.1.29 CE), dotando a la competencia auto-
nómica de una rigidez no permitida por el texto constitucional al omitir
cualquier referencia y dependencia a lo que disponga el legislador es-
tatal en el ejercicio de la competencia que tiene reservada ex Constitu-
tione, e infringe, asimismo, la reserva de ley orgánica del art. 81.1 CE,
al afectar la actividad de videovigilancia a varios derechos fundamenta-
les. Las posiciones respectivas de los recurrentes y de las demás partes
procesales han quedado consignadas en el antecedente 101. El uso de
los sistemas o instrumentos de videovigilancia tiene una incidencia muy
especial en la seguridad pública, dada su relevancia para garantizar la
protección de personas y bienes, por lo que su regulación se incardina
en la competencia estatal en materia de seguridad pública (art. 149.1.29
CE), sin perjuicio de su reserva a la ley orgánica (art. 81.1 CE) en aque-
llos aspectos que afecten a los derechos fundamentales de los ciudada-
nos. A su vez, hay que considerar que el precepto impugnado no atribuye
a la Generalitat competencia alguna sobre «la regulación del uso» de
estas técnicas, sino exclusivamente sobre el «uso» o el «control» que de
estas técnicas se hagan por parte de «la policía de Cataluña o por em-
presas y establecimientos privados». Por todo ello hay que rechazar que
se vulnere el art. 81.1 CE.
En cuanto a la infracción de la competencia del Estado del art. 149.1.29
CE, las técnicas de videovigilancia y complementarias a que se refiere el
art. 173 EAC constituyen una técnica instrumental necesaria para la ac-
tuación de la Policía autonómica, que está llamada, por sus cometidos,
tanto a su empleo, como en su caso, al control de los sistemas de videovi-
gilancia existentes. Podemos decir, por tanto, que al igual que la compe-
tencia estatal sobre el régimen de tenencia y uso de armas y explosivos
(art. 149.1.26CE) no impide dicho uso y tenencia por las Policías auto-
nómicas y empresas o establecimientos de seguridad autorizados, nada
impide que ocurra otro tanto respecto de la videovigilancia. Por último,
en cuanto al reproche relativo a que la competencia de la Generalitat se
extiende indebidamente al uso que de estas técnicas puedan hacer las
empresas y establecimientos privados, cabe admitir el control autonó-
mico sobre empresas y establecimientos privados, sin perjuicio de que
para asegurar la virtualidad de la competencia estatal sea necesaria la
«puesta en juego de los mecanismos de coordinación y cooperación»,

248 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

que pueden ser todo lo intensos que se estime conveniente para el logro
del objetivo de la seguridad pública, cuya tutela corresponde al Estado
(STC 175/1999, FFJJ 6 y 7).

4
El Reglamento europeo 2016/679 y el Proyecto de Ley Orgánica que lo
desarrolla

A) Por lo que concierne a las principales novedades que incluye el RGPD,


son las siguientes:
- Ámbito territorial: El RGPD deja claro que sus disposiciones no solo se
aplican al tratamiento de datos realizado por un responsable o encargado del
tratamiento en el marco de un establecimiento ubicado en la UE, sino tam-
bién al tratamiento de datos de interesados que residan en la UE por parte de
responsables o encargados no establecidos en la UE, cuando: a. el tratamiento
de datos tenga por objeto la oferta de bienes o servicios a dichos interesados
en la UE; b. el tratamiento consista en el control de su comportamiento (ej.:
mediante cookies u otros dispositivos similares).
- Responsabilidad proactiva: En lo que se refiere al catálogo de princi-
pios aplicables al tratamiento de los datos, se incorpora el llamado «principio
de responsabilidad proactiva», según el cual el responsable del tratamiento
no solo debe cumplir con todos los principios establecidos en el Reglamento,
sino que además debe ser capaz de demostrarlo.
- Consentimiento: El RGPD introduce importantes novedades en cuanto
a las condiciones que debe reunir el consentimiento del interesado para legiti-
mar el tratamiento de sus datos: a. El propio concepto de consentimiento alu-
de a una manifestación de voluntad libre, específica, informada e inequívoca,
ya sea mediante una declaración o una clara acción afirmativa. En este senti-
do, el Considerando 32 del RGPD aporta ejemplos de lo que puede conside-
rarse un acto afirmativo claro (el marcado de una casilla en Internet o escoger
parámetros técnicos para la utilización de servicios de la sociedad de la infor-
mación), y también de lo que no puede ser considerado como tal (el silencio,
las casillas premarcadas o la inacción). b. Se aclara que, si el tratamiento tiene
varios fines, el consentimiento del interesado debe solicitarse para cada uno
de ellos, utilizando un lenguaje claro y sencillo. c. El responsable debe ser
capaz de demostrar que trata los datos con el consentimiento del interesado.
- Menores: La edad a partir de la cual un menor puede consentir por sí
solo el tratamiento de sus datos se eleva a los 16 años, si bien el RGPD admite
que los Estados miembros rebajen dicha edad hasta los 13 años. Recordemos

ISSN: 1696-0955, febrero de 2019, págs. 234 - 280 249


Alicia Esther Ortuño Rodríguez

que en España dicho límite continúa en 14 años, siendo necesario por debajo
de dicha edad el consentimiento de los padres o tutores.
- Derechos del interesado: A la regulación ya conocida de los derechos
ARCO (Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición) del interesado, se
le añaden nuevos derechos:
a. Transparencia: la información que el responsable facilite al interesado
para solicitar su consentimiento al tratamiento de sus datos debe ser concisa,
transparente, inteligible, de fácil acceso y con un lenguaje claro y sencillo,
especialmente la dirigida específicamente a niños. b. Derecho al olvido: se
regula como contenido del derecho a la supresión (antes cancelación de los
datos), cuando concurran determinadas circunstancias, contemplando entre
otros límites a dicho derecho la libertad de expresión y el derecho a la in-
formación. c. Derecho a la limitación del tratamiento: previsto para deter-
minadas situaciones en las cuales cabe limitar la finalidad del tratamiento. d.
Portabilidad de los datos: se concreta en la libre recuperación y/o transmisión
de los datos tratados por medios automatizados, en un formato estructurado,
de uso común y lectura mecánica.
- Derecho a la información: Con el RGPD, la información que el respon-
sable debe facilitar al interesado en el momento de la recogida de sus datos
se ve considerablemente ampliada (también cuando los datos no se obtengan
del interesado).
- Responsabilidad del responsable del tratamiento (responsabilidad
proactiva): El responsable debe aplicar medidas técnicas y organizativas
apropiadas para garantizar y poder demostrar que el tratamiento es conforme
al RGPD. Para probar dicho cumplimiento podrá utilizarse la adhesión a có-
digos de conducta o a un mecanismo de certificación.
- Protección de datos desde el diseño y por defecto: El RGPD introduce
2 nuevos conceptos en el capítulo relativo a las obligaciones del responsable:
a. Privacidad desde el diseño: supone que el responsable debe considerar la
protección de datos desde el momento inicial en que concibe un proceso que
implica tratamiento de datos. b. Privacidad por defecto: el responsable debe
adoptar medidas que garanticen que, por defecto, solo tratará los datos que
sean necesarios en relación con los fines del tratamiento.
- Registro de actividades de tratamiento versus inscripción de ficheros:
El RGPD abandona el enfoque formalista que obligaba a comunicar/inscribir
los ficheros ante las autoridades de control. No obstante, en su lugar contem-
pla el deber de los responsables y encargados de llevar un registro escrito de
sus actividades de tratamiento, si bien se exceptúan de dicha obligación las
empresas con menos de 250 empleados (salvo si los tratamientos realizados

250 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

suponen un riesgo para los derechos de los interesados, no son ocasionales o


incluyen categorías especiales de datos).
- Seguridad del tratamiento: El RGPD establece un principio general por
el que el responsable y el encargado del tratamiento deben aplicar medidas
técnicas y organizativas apropiadas para garantizar un nivel de seguridad ade-
cuado al riesgo. No obstante, no se detallan las medidas concretas a adoptar
para alcanzar dicho objetivo.
- Notificación de violaciones de seguridad: El RGPD regula diversas
obligaciones de notificación de violaciones de seguridad de los datos perso-
nales: a. Del responsable a la autoridad de control competente, en un plazo
máximo de 72 horas, salvo que sea improbable que constituya un riesgo para
los derechos de los interesados. b. Del encargado al responsable, sin dila-
ción indebida, en relación con aquellas violaciones de seguridad de las que
el primero tenga conocimiento. c. Del responsable al interesado, sin dilación
indebida, cuando sea probable que la violación de seguridad entrañe un alto
riesgo para sus derechos.
- Evaluaciones de impacto: Se regula la obligación, en determinados ca-
sos (básicamente, si se tratan categorías especiales de datos, o se elaboran
perfiles o existe videovigilancia a gran escala de zonas de acceso público), de
realizar una evaluación del impacto de las operaciones de tratamiento sobre la
protección de datos, con carácter previo a la realización de dichos tratamien-
tos. La evaluación tiene por objeto analizar la necesidad y proporcionalidad
del tratamiento con respecto a su finalidad, evaluar sus riesgos y adoptar me-
didas que garanticen la protección de datos personales de los afectados. Caso
de que la evaluación muestre que el tratamiento entrañaría un alto riesgo si
el responsable no adopta medidas para mitigarlo, deberá elevarse consulta
previa a la autoridad de control.
Se debe traer a colación que en la Instrucción 1/2009, de 10 de febrero,
de la Agencia Catalana de Protección de Datos, ya se incluyó la necesidad de
presentar una Memoria de impacto por parte del responsable del tratamiento.
- Delegado de protección de datos: El RGPD crea la figura del delegado
de protección de datos (DPO), atribuyéndole funciones de asesoramiento al
responsable o encargado sobre sus obligaciones en materia de protección de
datos, así como de supervisión del cumplimiento del RGPD, actuando como
punto de contacto con la autoridad de control. El DPO, que podrá ser interno
o externo, debe actuar con independencia y disponer de los recursos necesa-
rios para el desempeño de sus funciones. No obstante, su designación solo
será obligatoria: (a) en autoridades u organismos públicos; (b) cuando los tra-
tamientos consistan en la observación habitual o sistemática de interesados a

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gran escala; o (c) cuando se traten categorías especiales de datos a gran escala
y datos relativos a condenas e infracciones penales.
- Códigos de conducta y certificación: El RGPD sigue promoviendo la
elaboración de códigos de conducta para contribuir a la correcta aplicación
de sus disposiciones en sectores concretos de actividad, en función de las
especificidades de sus tratamientos. Como novedad, se promueve igualmente
la creación de mecanismos de certificación y de sellos y marcas de protección
de datos, para demostrar el cumplimiento de la normativa en los tratamientos
de datos que realicen responsables y encargados del tratamiento.
Por tanto, los responsables y encargados podrán someterse voluntaria-
mente a la evaluación de los denominados organismos de certificación, los
cuales, a su vez, deberán ser acreditados para dicha función por la autoridad
de control.
- Régimen sancionador: Destacan dos aspectos en cuanto a la imposición
de sanciones por el incumplimiento del RGPD: a. Aumenta significativamen-
te el límite máximo de las multas por incumplimiento del RGPD, pudiendo
alcanzar en función de las infracciones un importe máximo de 20 000 000 de
euros o, en el caso de empresas, una cuantía equivalente al 4 % del volumen
de negocio total anual, optándose por la de mayor cuantía. b. El RGPD deja
a criterio de los Estados miembros la posibilidad de regular la imposición de
multas a las autoridades y organismos públicos (la cual no ha sido acogida en
el Proyecto de Ley Orgánica de Protección de Datos Personales).
- Situaciones específicas de tratamiento: El Capítulo IX del RGPD con-
templa determinadas situaciones o áreas en las que puede ser necesario apro-
bar normas adicionales por los Estados miembros que establezcan garantías
específicas y/o excepciones/exenciones a la regulación común de protección
de datos. Entre otros, se prevé: a. que los Estados miembros concilien por ley
el derecho a la protección de datos con el derecho a la libertad de expresión
e información, incluido el tratamiento con fines periodísticos y de expresión
académica, artística o literaria; b. que los Estados miembros determinen con-
diciones específicas para el tratamiento de un número nacional de identifica-
ción; c. que los Estados miembros establezcan normas más específicas para
garantizar la protección de datos en el ámbito laboral.
- Entrada en vigor y aplicación: Aunque la entrada en vigor del RGPD se
produjo el 25 de mayo de 2016, no ha sido aplicable -ni de obligado cumpli-
miento- hasta el 25 de mayo de 2018.
B) A fin de trasponer y desarrollar la ordenación contenida en el Regla-
mento 2016/679, en noviembre del año 2017 el Gobierno presentó un pro-
yecto de ley orgánica reguladora de la protección de los datos de carácter

252 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

personal, en cuyo artículo 22 se recoge la regulación de la obtención y trata-


miento de datos personales mediante sistemas de videovigilancia.
Este borrador de precepto ha recibido una propuesta total de 15 enmien-
das en el trámite parlamentario, muchas de ellas referentes a la utilización
de estos dispositivos en el ámbito laboral, a la luz de la doctrina del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos plasmada en la Sentencia de 9 de enero de
2018 (asunto «López Ribalda y otros»).
El artículo 22 determina lo siguiente:
Artículo 22. Tratamientos con fines de videovigilancia.
1. Las personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, podrán llevar
a cabo el tratamiento de imágenes a través de sistemas de cámaras o
videocámaras con la finalidad de preservar la seguridad de las personas
y bienes, así como de sus instalaciones.
2. Solo podrán captarse imágenes de la vía pública en la medida en
que resulte imprescindible para la finalidad mencionada en el apartado
anterior.
No obstante, será posible la captación de la vía pública en una exten-
sión superior cuando fuese necesario para garantizar la seguridad de
bienes o instalaciones estratégicos o de infraestructuras vinculadas al
transporte.
3. Los datos serán suprimidos en el plazo máximo de un mes desde su
captación, salvo cuando hubieran de ser conservadas para acreditar la
comisión de actos que atenten contra la integridad de personas, bienes
o instalaciones.
No será de aplicación a estos tratamientos la obligación de bloqueo
prevista en el artículo 32 de esta ley orgánica.
4. El deber de información previsto en el artículo 12 del Reglamento
(UE) 2016/679 se entenderá cumplido mediante la colocación de un
dispositivo informativo en lugar suficientemente visible identificando, al
menos, la existencia del tratamiento, la identidad del responsable y la
posibilidad de ejercitar los derechos previstos en los artículos 15 a 22
del Reglamento (UE) 2016/679.
En todo caso, el responsable del tratamiento deberá mantener a dis-
posición de los afectados la información a la que se refiere el citado
reglamento.
5. Los empleadores podrán tratar los datos obtenidos a través de siste-
mas de cámaras o videocámaras para el ejercicio de las funciones de
control de los trabajadores previstas en el artículo 20.3 del Estatuto de
los Trabajadores, siempre que estas funciones se ejerzan dentro de su

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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

marco legal y con los límites inherentes al mismo. Los empleadores ha-
brán de informar a los trabajadores acerca de esta medida.
En el supuesto de que las imágenes hayan captado la comisión flagrante
de un acto delictivo, la ausencia de la información a la que se refiere el
apartado anterior no privará de valor probatorio a las imágenes, sin
perjuicio de las responsabilidades que pudieran derivarse de dicha au-
sencia.
6. Al amparo del artículo 2.2.c) del Reglamento (UE) 2016/679, se con-
sidera excluido de su ámbito de aplicación el tratamiento por una per-
sona física de imágenes que solamente capten el interior de su propio
domicilio.
Esta exclusión no abarca el tratamiento realizado por una entidad de
seguridad privada que hubiera sido contratada para la vigilancia de un
domicilio y tuviese acceso a las imágenes.
7. El tratamiento de los datos personales procedentes de las imágenes
y sonidos obtenidos mediante la utilización de cámaras y videocámaras
por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y por los órganos competen-
tes para la vigilancia y control en los centros penitenciarios y para el
control, regulación, vigilancia y disciplina del tráfico, se regirá por la
legislación de transposición de la Directiva (UE) 2016/680, cuando el
tratamiento tenga fines de prevención, investigación, detección o enjui-
ciamiento de infracciones penales o de ejecución de sanciones penales,
incluidas la protección y la prevención frente a las amenazas contra la
seguridad pública. Fuera de estos supuestos, dicho tratamiento se regirá
por su legislación específica y supletoriamente por el Reglamento (UE)
2016/679 y la presente ley orgánica.
8. Lo regulado en el presente artículo se entiende sin perjuicio de lo
previsto en la Ley 5/2014, de 4 de abril, de Seguridad Privada y sus dis-
posiciones de desarrollo.
Por otro lado, se debe destacar que el Proyecto no contempla la sanción
económica cuando el vulnerador es una autoridad u organismo público.
Al respecto, el artículo 83.7 del RGPD dispone que corresponde a cada
Estado miembro «establecer normas sobre si se puede, y en qué medida, im-
poner multas administrativas a autoridades y organismos públicos estableci-
dos en dicho Estado miembro».
Sin embargo, la trasposición que hace al respecto el legislador español
en el Proyecto enviado al Congreso de los Diputados en su artículo 77 (de-
nominado «Régimen aplicable a determinadas categorías de responsables o
encargados del tratamiento») es la de no sancionar las conductas infractoras
cuando la vulneración del derecho fundamental de los ciudadanos a la protec-

254 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

ción de sus datos de carácter personal provenga de una autoridad u organismo


administrativo.
La finalidad ejemplarizante -no solo punitiva- que justifica la sanción
económica a quien incumple la norma en estos casos desaparece para el legis-
lador español cuando el infractor sea una autoridad administrativa o la propia
Administración pública, sustituyendo la multa, ya que la sanción a aplicar no
podrá ir más allá de un mero «apercibimiento» que podrá derivar, como mu-
cho, en una «propuesta de iniciación de actuaciones disciplinarias».
Resulta chocante que el principio de igualdad de trato ante idénticos
comportamientos desaparezca sin justificación cuando la conducta ilegal pro-
ceda de los entes públicos. Y también sorprende que, en el trámite de enmien-
das, ningún grupo parlamentario haya planteado oposición alguna al respecto.

5
La videovigilancia, el derecho fundamental a la intimidad y a la propia
imagen

5.1
La videovigilancia y el derecho fundamental a la intimidad

Son numerosas las sentencias del Tribunal Constitucional que tratan de es-
pecificar un poco más el contenido del derecho a la intimidad, tarea espe-
cialmente ardua atendiendo al fenómeno que se viene denominando por la
doctrina «dimensión espiritual» de este derecho fundamental y que dificulta
mucho su delimitación concreta en abstracto.
Pasando al tema que nos ocupa, procede examinar si la videovigilancia
constituye una injerencia en dicho ámbito de protección. El derecho a la inti-
midad personal no se constriñe al ámbito doméstico o privado, sino que des-
pliega su eficacia también en la esfera pública. Protege un ámbito privado de
cada persona del que quedan excluidos los demás individuos. En este ámbito
no pueden penetrar terceros contra la voluntad del propio individuo.
Los sistemas de videovigilancia previstos en la legislación española cap-
tan imágenes de personas que deambulan o se hallan en el ámbito físico de
observación y el sonido ambiental que acompaña a aquellas. Los sistemas
captan con plena fidelidad los hábitos, las compañías, los horarios, las actitu-
des, y los gestos, así como el contenido de las conversaciones, etc. Toda esta
información es susceptible de ser registrada de forma duradera, así como de
ser analizada y reproducida cuantas veces se desee y utilizada con diversos
fines. No importa la relevancia de la información captada, o que ciertos ciuda-
danos manifiesten no tener reparos en su captación, lo decisivo es que se trata
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

de aspectos que prima facie están reservados a la propia persona y excluidos


para los demás.
Ciertamente, la Ley Orgánica 4/1997 excluye con carácter general la uti-
lización de estas tecnologías cuando se afecte de forma directa y grave a la
intimidad de las personas, así como para grabar conversaciones de naturaleza
estrictamente privada. Sin embargo, el derecho a la intimidad protegido por la
Constitución alcanza no solo estas «escenas íntimas», sino también las perte-
necientes a la «intimidad anodina» de las personas, aun desprovista de «esce-
nas íntimas». Por otro lado, si la vigilancia por estos medios es automatizada,
no se ve cómo a efectos de grabación se podrá distinguir entre carácter íntimo
o privado de las imágenes y sonidos, y ello no cambia cuando sea un operador
el que controle el momento exacto de la grabación.
En consecuencia, hay que concluir que la utilización de videocámaras
para la vigilancia de lugares públicos, de conformidad con la Ley Orgánica
4/1997, afecta, pero no constituye una injerencia en el derecho fundamental a
la intimidad personal, ya que la propia norma legal exime de esta calificación
lesiva.

5.2
La videovigilancia en relación con el derecho a la propia imagen

La Ley Orgánica 4/1997 y las demás leyes que hacen posible la videovigilan-
cia en otros ámbitos habilitan no solo a la observación de ámbitos públicos,
sino también a la recogida de datos de carácter personal consistentes en imá-
genes y sonidos (que constituyen datos de carácter personal de acuerdo con la
Ley Orgánica de Protección de Datos).
En consecuencia, la Ley Orgánica 4/1997 incide de forma clara en el
derecho fundamental a la protección de datos personales. Las imágenes se
consideran un dato de carácter personal, en virtud de lo establecido en el artí-
culo 3 de la Ley Orgánica 15/1999.
Cabe citar, en materia de videovigilancia en ámbitos distintos de la reali-
zada por Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Instrucción 1/2006 de
la Agencia Española de Protección de Datos, que dice al respecto: «Se consi-
derará identificable una persona cuando su identidad pueda determinarse me-
diante los tratamientos a los que se refiere la presente instrucción, sin que ello
requiera plazos o actividades desproporcionados». También dice lo siguiente:
En relación con la instalación de sistemas de videocámaras, será necesa-
rio ponderar los bienes jurídicos protegidos. Por tanto, toda instalación
deberá respetar el principio de proporcionalidad, lo que en definitiva
supone, siempre que resulte posible, adoptar otros medios menos intru-

256 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

sivos a la intimidad de las personas, con el fin de prevenir interferencias


injustificadas en los derechos y libertades fundamentales.
En consecuencia, el uso de cámaras o videocámaras no debe suponer
el medio inicial para llevar a cabo funciones de vigilancia por lo que,
desde un punto de vista objetivo, la utilización de estos sistemas debe
ser proporcional al fin perseguido, que en todo caso deberá ser legítimo.
En cuanto a la proporcionalidad, pese a ser un concepto jurídico inde-
terminado, la Sentencia del Tribunal Constitucional 207/1996 determina
que se trata de «una exigencia común y constante para la constituciona-
lidad de cualquier medida restrictiva de derechos fundamentales, entre
ellas las que supongan una injerencia en los derechos a la integridad
física y a la intimidad, y más en particular de las medidas restrictivas
de derechos fundamentales adoptadas en el curso de un proceso penal
viene determinada por la estricta observancia del principio de propor-
cionalidad.
En este sentido, hemos destacado que, para comprobar si una medida
restrictiva de un derecho fundamental supera el juicio de proporciona-
lidad, es necesario constatar si cumple los tres siguientes requisitos o
condiciones: «si tal medida es susceptible de conseguir el objetivo pro-
puesto (juicio de idoneidad); si, además, es necesaria, en el sentido de
que no exista otra medida más moderada para la consecución de tal
propósito con igual eficacia (juicio de necesidad); y, finalmente, si la
misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios
o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o
valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido estricto)».
Asimismo, la proporcionalidad es un elemento fundamental en todos los
ámbitos en los que se instalen sistemas de videovigilancia, dado que son
numerosos los supuestos en los que la vulneración del mencionado prin-
cipio puede llegar a generar situaciones abusivas, tales como la instala-
ción de sistemas de vigilancia en espacios comunes, o aseos del lugar de
trabajo. Por todo ello se trata de evitar la vigilancia omnipresente, con
el fin de impedir la vulnerabilidad de la persona.

6
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Justicia de
la Unión Europea y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos

1) Teniendo en cuenta que la utilización de dispositivos de vigilancia me-


diante cámaras puede resultar injerente e inhibitoria del ejercicio de dere-
chos fundamentales de la persona, debemos partir de la doctrina del Tribunal
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

Constitucional, plasmada de forma reiterada desde sentencias como la STC


n.º 207/1996, de 16 de diciembre, que determina que cualquier medida res-
trictiva de derechos fundamentales, entre ellas las que supongan una injeren-
cia en los derechos a la integridad física y a la intimidad, viene determinada
por la estricta observancia del principio de proporcionalidad.
Para ello, el Constitucional considera necesario constatar si se cumplen
los siguientes requisitos o condiciones:
- Juicio de idoneidad: es decir, si tal medida es susceptible de conseguir
el objetivo propuesto.
- Juicio de necesidad: es decir, si, además, es necesaria en cuanto im-
prescindible, en el sentido de que no exista otra medida más moderada para la
consecución de tal propósito con igual eficacia.
- Juicio de proporcionalidad en sentido estricto: es decir, si la misma es
ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o ventajas para
el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto.
La instalación de videocámaras no se justifica siempre, sino únicamente en
aquellos supuestos en los que la finalidad de vigilancia no pueda satisfacerse
mediante otros medios que, sin que exijan unos esfuerzos desproporcionados,
resulten menos intrusivos para la intimidad de las personas. Es decir, solo es
admisible cuando no exista un medio menos invasivo para la intimidad, por
lo que habrá de analizarse cada caso concreto.
2) El interés legítimo del responsable del uso y tratamiento de datos
obtenidos mediante dispositivos de videovigilancia.
Desde la Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Eu-
ropeas de 24 de noviembre de 2011, la cual resolvió una cuestión prejudicial
planteada por el Tribunal Supremo, se ha clarificado que el artículo 7.f) de la
Directiva 95/46/CE, de 24 de octubre, tiene efecto directo. Y en consonan-
cia con lo anterior, el Tribunal Supremo, en Sentencia de 8 de febrero de
2012, anuló el artículo 10.2.b) del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciem-
bre (RLOPD), por considerar que el citado precepto vulneraba la regulación
contenida en la Directiva.
Desde ese momento, la Audiencia Nacional realiza una ponderación
caso por caso entre el interés legítimo del responsable del tratamiento y los
derechos y libertades fundamentales de los afectados, como en las sentencias
de 5 de marzo y 31 de mayo de 2012.
Anteriormente, desde la publicación de la Ley 25/2009, de 22 de diciem-
bre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el
libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio (conocida como Ley
Ómnibus), se requería para legitimar este tipo de tratamientos una habilita-
ción legal, que en este ámbito venía dada por la Ley 23/1992, de 30 de julio,

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

de Seguridad Privada, y el Reglamento de Seguridad Privada, aprobado por


el Real Decreto 2364/1994, de 9 de diciembre, y por tanto se exigía que los
sistemas de videovigilancia conectados a una central de alarmas fueran ins-
talados por una empresa de seguridad habilitada por el Ministerio de Interior.
Desde la aparición de las citadas sentencias del TJUE y TS, este requisito ya
no es necesario.
Por tanto, en la actualidad, tal y como ha aclarado la Agencia Española
de Protección de Datos en informes de su Gabinete Jurídico de 7 de junio y
10 de julio de 2012, 12 de febrero de 2013, y en el 0052/2013, la habilitación
legal para el tratamiento de datos no es necesaria cuando exista un «interés
legítimo» que prevalezca sobre el interés o los derechos y libertades funda-
mentales de los afectados.
Así, los derechos y libertades fundamentales de los afectados -esto es,
las personas cuyas imágenes sean visionadas y, en su caso, grabadas por las
cámaras de seguridad- no se ven lesionados hasta el punto de prevalecer sobre
el interés legítimo del responsable del sistema de videovigilancia.
En similar sentido se pronuncia, en su Considerando N.º 34, la Sentencia
de 11 de diciembre de 2014 del TJUE, recaída sobre el asunto C-212/13,
Sr. Ryneš vs Agencia Checa de Protección de Datos, que trata el concep-
to de «ejercicio de actividades exclusivamente personales o domésticas» en
relación con la videovigilancia. El TJUE entiende que el tratamiento de esas
imágenes se justificaría por el interés legítimo regulado en el artículo 7 f) de
la Directiva 95/46/CE.
3) Las principales resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional
en materia de utilización de cámaras de seguridad y su afectación a los de-
rechos fundamentales de las personas, conciernen al empleo de estos meca-
nismos de captación de la imagen y sonido como forma de supervisión del
empleador respecto del cumplimiento de sus obligaciones por sus em-
pleados, esto es, en el ámbito laboral, doctrina perfectamente extrapolable a
las Administraciones públicas en el supuesto de la instalación y uso de estos
dispositivos para análogos fines.
El poder de dirección del empleador, cuyo fundamento último radica en
la propia libertad de empresa reconocida en el artículo 38 de la Constitución,
encuentra habilitación para la utilización de estos sistemas y tecnologías de
captación de la imagen en el artículo 20.3 del Estatuto de los Trabajadores,
el cual dispone que el empresario podrá adoptar las medidas de vigilancia
y control que estime oportunas, «guardando en su adopción y aplicación la
consideración debida a su dignidad (…)».
Podemos agrupar las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucio-
nal en varias etapas:
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

a) Primera etapa: admisión generalizada de mecanismos de control em-


presarial de carácter tecnológico.
El Tribunal Constitucional, en la STC n.º 142/1993, de 22 de abril, se-
ñaló lo siguiente:
«La conexión de la intimidad con la libertad y dignidad de la persona
implica que la esfera de la inviolabilidad de la persona frente a injerencias
externas, el ámbito personal y familiar, solo en ocasiones tenga proyección
hacia el exterior, por lo que no comprende en principio los hechos referi-
dos a las relaciones sociales y profesionales en que se desarrolla la actividad
laboral, que están más allá del ámbito del espacio de intimidad personal y
familiar sustraído a intromisiones extrañas por formar parte del ámbito de la
vida privada».
Por consiguiente, la protección de este derecho fundamental quedaba
sujeta a un criterio meramente espacial, regía una teoría contractualista según
la cual los derechos fundamentales del trabajador debían ceder frente al poder
de dirección del empleador, entendiendo que existía un consentimiento implí-
cito mediante la formalización del contrato de trabajo.
b) Segunda etapa: admisión condicionada a la observancia del principio
de proporcionalidad en aras del derecho fundamental a la intimidad.
La doctrina señalada anteriormente fue corregida por el Tribunal Consti-
tucional a través de las sentencias n.º 98/2000, de 10 de abril, y n.º 186/2000,
de 10 de julio. Se abandona la justificación espacial del lugar de trabajo y el
fundamento contractualista, en aras de aplicar el principio de proporcionali-
dad de las técnicas de supervisión en atención a los derechos fundamentales
que resultan afectados.
- En la STC 98/2000, de 10 de abril, en la que se analiza la constitucio-
nalidad de la instalación y puesta en funcionamiento de aparatos de grabación
de sonido en la zona de la ruleta y la caja del «Casino de La Toja S.A.», el
Tribunal Constitucional descartó que el ejercicio del derecho a la intimidad
en las relaciones laborales se limite a ciertos espacios físicos donde no se
desarrollan tareas profesionales, reconociéndose su aplicación de manera ge-
nérica en el lugar de trabajo.
En efecto, tras reconocer que «la instalación de tales medios en lugares
de descanso o esparcimiento, vestuarios, aseos, comedores y análogos resul-
ta, “a fortiori”, lesiva en todo caso del derecho a la intimidad de los trabaja-
dores», señaló que «ello no significa que esa lesión no pueda producirse en
aquellos lugares donde se realiza la actividad laboral», debiéndose atender
a las circunstancias del caso concreto. Los elementos de juicio a tomar en
consideración serían, entre otros, el carácter masivo e indiscriminado de la
instalación de los mecanismos tecnológicos de control, la comunicación so-

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

bre la existencia de los mismos a los afectados, y la presencia de razones de


seguridad vinculadas al tipo de actividad desarrollada, descartándose como
tal la mera utilidad o conveniencia.
De esta forma, se reafirmó la vigencia de los derechos laborales inespecí-
ficos, sosteniendo que la celebración del contrato de trabajo no priva en modo
alguno de los derechos fundamentales que corresponden a todo ciudadano,
por más que en ocasiones su ejercicio pueda sufrir justificadas modulaciones,
las cuales «tienen que ser las indispensables y estrictamente necesarias para
satisfacer un interés empresarial merecedor de tutela y protección, de manera
que si existen otras posibilidades de satisfacer dicho interés menos agresivas
y afectantes del derecho en cuestión, habrá que emplear estas últimas y no
aquellas otras más agresivas y afectantes».
- Por su parte, en la STC n.º 186/2000, de 10 de julio, se examinó la
instalación, ante sospechas de comportamiento irregular y sin previo aviso al
trabajador afectado, de un circuito cerrado de televisión para controlar la zona
donde desempeñaba su actividad laboral. En este pronunciamiento se conso-
lidó la observancia del principio de proporcionalidad en aras de determinar
la constitucionalidad de cualquier medida restrictiva de derechos fundamen-
tales, precisándose sus tres componentes: juicio de idoneidad, de necesidad y
de proporcionalidad en sentido estricto (STC 207/1996).
Expresamente, se señaló que «para comprobar si una medida restrictiva
de un derecho fundamental supera el juicio de proporcionalidad, es necesario
constatar si cumple los tres requisitos o condiciones siguientes: si tal medida
es susceptible de conseguir el objetivo propuesto (juicio de idoneidad); si,
además, es necesaria, en el sentido de que no exista otra medida más mode-
rada para la consecución de tal propósito con igual eficacia (juicio de nece-
sidad); y, finalmente, si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse
de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre
otros bienes o valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido es-
tricto)».
Finalmente, el Tribunal resaltó que, en este caso, a diferencia de la STC
n.º 98/2000, la medida no tuvo por finalidad controlar genéricamente el cum-
plimiento de la prestación laboral, sino que su implementación respondió
a la verificación de la comisión de irregularidades por parte del trabajador.
Asimismo, se determinó que la falta de comunicación previa al comité de
empresa y a los trabajadores carecería de trascendencia desde la perspectiva
constitucional, constituyendo un asunto de mera legalidad ordinaria.
c) Tercera etapa: especial trascendencia del derecho de información pre-
via. En la STC n.º 29/2013, de 11 de febrero, se analiza la vulneración del
derecho fundamental consagrado en el artículo 18.4 de la Constitución (STC
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n.º 292/2000, de 30 de noviembre, recurso de inconstitucionalidad inter-


puesto por el Defensor del Pueblo, contra los arts. 21.1 y 24.1 y 2 de la Ley
Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter
Personal) por parte de la Universidad de Sevilla.
Ante la sospecha de incumplimiento de la jornada laboral por parte de un
empleado de la Universidad, se decidió comprobar sus horarios de entrada y
salida a través de cámaras de videovigilancia instaladas con fines de control
de acceso de personas al campus universitario. La instalación de las cámaras
estaba autorizada por la Agencia Española de Protección de Datos, conta-
ba con la debida señalización y advertencia pública, pero no estaba prevista
como medio de control de la prestación laboral.
Desde un inicio conviene explicitar que en esta sentencia el Tribunal
Constitucional abordó el conflicto jurídico únicamente desde la perspectiva
del derecho a la protección de datos, descartando la aplicación de la doctrina
contenida en la STC 186/2000, en atención a las diferencias existentes entre
ambos casos: En la STC 186/2000 no se invocó la lesión al derecho de auto-
determinación informativa, sino exclusivamente el derecho a la intimidad; no
se planteó la utilización de las imágenes para un fin distinto, sino una graba-
ción secreta de la actividad laboral; la grabación se produjo en el puesto de
trabajo, no en los lugares públicos de paso; finalmente, el examen se centró
en la proporcionalidad de la medida, siendo residual el aspecto relativo a la
información.
De esta forma, tras estimar que las imágenes grabadas en un soporte
físico constituyen datos de carácter personal protegidos por el derecho de
protección de datos, el Tribunal Constitucional argumentó que la solución
del recurso se encontraba en la STC 292/2000, de 30 de noviembre, concreta-
mente en el pronunciamiento referido de forma específica al artículo 18.4 CE.
Con sustento en la misma, se reafirmó que el derecho de información
es parte del núcleo esencial del derecho de autodeterminación informativa,
pues es complemento indispensable del mismo «la facultad de saber en todo
momento quién dispone de esos datos personales y a qué uso los está some-
tiendo».
En base a él, el afectado tendría derecho a ser informado sobre los re-
feridos extremos, incluso en los casos en los que la recogida de los datos no
requiera consentimiento del titular, «pues es patente que una cosa es la nece-
sidad o no de autorización del afectado y otra, diferente, el deber de informar-
le sobre su poseedor y el propósito del tratamiento».
No obstante, el propio Tribunal reconoció que la exigencia informativa
no es absoluta, dado que caben limitaciones al derecho de información previa

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

por razones constitucionalmente admisibles y legalmente previstas, las cuales


deberán ser necesarias y proporcionadas.
En aplicación de dicha doctrina, se concluyó que al no existir habilita-
ción legal expresa para omitir el derecho a la información previa en el ámbito
de las relaciones laborales, no cabe que este sea desconocido. De ello deriva-
ría, entonces, la proscripción de cámaras ocultas, así como la utilización de
grabaciones para finalidades distintas mientras no exista norma legal que las
ampare, no siendo suficiente que el tratamiento de datos esté amparado en la
Ley o que pueda resultar en el caso concreto proporcionado.
En el caso concreto, era necesario que los trabajadores fuesen informa-
dos de manera previa, expresa, precisa, clara e inequívoca sobre la posibili-
dad de utilizar las grabaciones provenientes de cámaras instaladas en vestí-
bulos y zonas públicas con finalidad de control de la actividad laboral. La
información «debía concretar las características y el alcance del tratamiento
de datos que iba a realizarse, esto es, en qué casos las grabaciones podían
ser examinadas, durante cuánto tiempo y con qué propósitos, explicitando
muy particularmente que podían utilizarse para la imposición de sanciones
disciplinarias por incumplimientos del contrato de trabajo», no bastando que
existieran distintivos sobre la instalación de cámaras en el centro de trabajo
ni que se hubiera notificado la creación del fichero a la Agencia Española de
Protección de Datos. Fue en vista de que el Tribunal estimó que se vulneró
el contenido esencial del derecho en cuestión, que no consideró preciso exa-
minar el tratamiento de datos personales desde el enfoque del test de propor-
cionalidad.
d) Cuarta etapa: debilitamiento del derecho de información previa. En la
STC n.º 39/2016, de 3 de marzo, el Pleno del Tribunal Constitucional ana-
liza por primera vez la instalación de cámaras de videovigilancia de manera
integral, esto es, desde la perspectiva de ambos derechos involucrados (dere-
cho a la intimidad y a la autodeterminación informativa).
Los hechos analizados son los siguientes: En una de las tiendas de
«Bershka BSK España» se instaló videovigilancia para controlar la zona de
caja, ante la detección de múltiples irregularidades que generaron la sospecha
de apropiación de dinero por parte de alguno de los trabajadores. Cabe pre-
cisar que la instalación se realizó colocando un distintivo informativo en un
lugar visible.
Como punto de partida, la sentencia señala que el consentimiento del
afectado se erige como elemento definidor del sistema de protección de datos
de carácter personal. En el ámbito de las relaciones laborales, afirma el Tribu-
nal que «el consentimiento se entiende implícito en la propia aceptación del
contrato que implica reconocimiento del poder de dirección del empresario»,
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

ahora bien, solo en la medida en que el tratamiento de datos personales sea


necesario para el mantenimiento y el cumplimiento del contrato de trabajo.
Conforme sostiene la sentencia, que no sea necesario el consentimiento
no implica la anulación del derecho de información previa de uso y destino
de los datos personales, que integra el contenido esencial del derecho a la
protección de datos. No obstante, la propia sentencia matiza la referida afir-
mación, al señalar expresamente que, «a la hora de valorar si se ha vulnerado
el derecho a la protección de datos por incumplimiento del deber de informa-
ción, la dispensa del consentimiento al tratamiento de datos en determinados
supuestos debe ser un elemento a tener en cuenta dada la estrecha vinculación
entre el deber de información y el principio general de consentimiento».
De ello se desprende que el Tribunal entendería que en los casos en los
que no se exige consentimiento para la captación de datos, como sucede en
las relaciones laborales, podría modularse el derecho de información, pues
–al parecer– no sería absolutamente determinante que el trabajador conozca
el uso y destino que tendrán sus datos personales si no puede evitar su obten-
ción.
En dicha línea, el Tribunal estima que no siempre el incumplimiento
del deber de solicitar el consentimiento o del deber de información previa
por parte del empresario implicará una vulneración del artículo 18.4 de la
Constitución, pues ello dependerá de la superación del test de proporciona-
lidad. De este modo, el Tribunal Constitucional sostiene que «la relevancia
constitucional de la ausencia o deficiencia de información en los supuestos de
videovigilancia laboral exige la consiguiente ponderación en cada caso de los
derechos y bienes constitucionales en conflicto».
Por el contrario, en la STC 29/2013 se determinaba contrariamente que,
al lesionarse el derecho de información previa, contenido esencial del de-
recho de protección de datos, no tenía cabida la aplicación del principio de
proporcionalidad en ese extremo.
- La primera gran diferencia entre las sentencias bajo análisis consiste en
que mientras bajo la STC 29/2013 el derecho de información –dada la inexis-
tencia de habilitación legal expresa que justifique su omisión– no podía ser
desconocido bajo ningún supuesto, en la STC 39/2016 ello dependerá de la
superación del test de proporcionalidad, en atención a las concretas circuns-
tancias del caso.
- La segunda manifestación del cambio doctrinal operado estriba en
la manera como debe cumplirse el deber de información previa. En la STC
39/2016, el Tribunal se aleja de lo dispuesto en la sentencia precedente, al
estimar que basta con colocar el distintivo informativo genérico de «zona
videovigilada» exigido por la Instrucción 1/2006, de 8 de noviembre, de la

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

Agencia Española de Protección de Datos. Ello sería suficiente para permitir


a los afectados conocer la existencia de las cámaras y la finalidad genérica
de vigilancia para la cual fueron instaladas, pues no sería necesario, según el
Tribunal, «especificar, más allá de la mera vigilancia, la finalidad exacta que
se le ha asignado a ese control».
Se deja atrás, de esta manera, el criterio adoptado en la STC 29/2013,
que exigía que se proporcionara a los titulares de los datos información espe-
cífica e individualizada, bastando la colocación de un distintivo genérico que
no especifica la finalidad concreta del medio de vigilancia. Sobre este punto,
en tanto los titulares de los datos personales son los trabajadores, son estos
quienes deben ser informados. No siendo estos «los destinatarios naturales
del distintivo genérico “zona videovigilada”, siéndolo más bien los clientes
de la tienda», no debería admitirse como suficiente la información genérica
anunciando la instalación de cámaras.
En vista de ello, según la STC 29/2013, el canal a ser utilizado debería
ser uno típicamente laboral, dirigido a informar de manera concreta, expresa,
inequívoca y directa al grupo de trabajadores afectados de la presencia de
cámaras en el centro de trabajo y de su finalidad de control de la prestación
laboral.
En aplicación de esta doctrina al caso concreto, el Tribunal determinó en
la Sentencia 39/2016 que la obligación de información previa fue cumplida,
toda vez que la empresa colocó el distintivo informativo exigido por la Ins-
trucción 1/2006.
Procede destacar que el Tribunal Supremo viene aplicando la jurispru-
dencia constitucional contenida en la STC 39/2016, de 3 de marzo. Así, en
la STS de 31 de enero de 2017 (Pleno Sala Cuarta) aplicó el juicio de pro-
porcionalidad para justificar la limitación al derecho de autodeterminación
informativa, al admitir la utilización de imágenes de cámaras instaladas con
fines de seguridad para probar que el trabajador se apropió de dinero mientras
manejaba la caja registradora.
e) Doctrina emanada del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la
Sentencia de 9 de enero de 2018, asunto: López Ribalda y otros contra Espa-
ña.
Este es el caso de la última Sentencia dictada por el TEDH en el caso
«López Ribalda y otros» contra España (asuntos 1874/13 y 8567/13), dictada
el 9 de enero de 2018, que ha supuesto que se vuelva a cuestionar la posibili-
dad de grabar a los trabajadores en el centro de trabajo.
En particular, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos examina el
supuesto de una cadena de supermercados (M.S.A.) donde se comprueba que

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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

existieron irregularidades entre las existencias y las ventas reales, compro-


bándose que había pérdidas durante diversos meses.
En el anterior contexto, y para investigar y poner fin a las pérdidas eco-
nómicas, se decide instalar un sistema de videovigilancia, con cámaras visi-
bles, pero también otras cámaras ocultas, estas últimas posicionadas en las ca-
jas registradoras y cintas de productos. De las primeras fueron informados los
trabajadores y sus representantes, no ocurriendo lo mismo con las segundas.
Sentado lo anterior, a través de las cámaras ocultas se descubren compor-
tamientos irregulares de cinco trabajadores (los cuales sustraían o no cobraban
algunos productos), procediéndose al despido disciplinario de los mismos, el
cual fue declarado procedente por el Juzgado de lo Social y, posteriormente,
por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Tras ello, y previa inadmisión de los recursos interpuestos ante el Tribu-
nal Supremo y el Tribunal Constitucional, los trabajadores interponen sendos
recursos ante el TEDH, que, en lo que ahora interesa, examina si la instala-
ción de cámaras ocultas supone la vulneración de los artículos 6 y 8 de la
Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH).
Conviene subrayar que los allí recurrentes, entre otros factores, soste-
nían no solo la falta de información, sino que la grabación de las cámaras
ocultas no había sido limitada en el tiempo y que, por tanto, tenían vocación
de ser una instalación fija y no temporal. Cabe igualmente añadir que la re-
presentación del Estado español admitía la vulneración del artículo 18.4 de
la Constitución Española y artículo 8 de la CEDH, si bien concluía que dicha
vulneración lo habría sido por una empresa privada y, por tanto, no podía
considerarse responsable al Estado.
Así las cosas, el TEDH –tras la exposición de las diversas cuestiones,
normativa nacional e internacional y doctrina del Tribunal Constitucional y
del propio TEDH- comienza confirmando que la imagen de los trabajadores
debe considerarse incluida dentro del concepto de dato de carácter personal
que establece la vigente Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de pro-
tección de datos de carácter personal (LOPD).
Posteriormente, el TEDH analiza la obligación de informar de la reco-
gida y tratamiento de los datos personales -en este caso, de la imagen de los
trabajadores- en los términos establecidos en el artículo 5 de la LOPD y de
la Instrucción 1/2006 de la Agencia Española de Protección de Datos (en la
que se regulan los conocidos carteles amarillos de «zona videovigilada»), y
concluye que en este supuesto no se cumplió con el deber de información
recogido en la citada normativa española, tanto en el caso de las cámaras vi-
sibles como en el de las ocultas.

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

Tras la anterior consideración, el alto Tribunal Europeo pondera el de-


recho de la empresa a proteger sus bienes y, al mismo tiempo, el derecho de
los trabajadores a respetar su intimidad (en la vertiente de su protección de
datos), considerando en este caso vulnerados los artículos en litigio sobre las
siguientes consideraciones:
1.La legislación, como hemos señalado, establece claramente la obliga-
ción de informar de forma previa, explícita, clara y precisa de la existencia de
medios de recepción y tratamiento de datos, incluyendo la grabación (artículo
5 LOPD).
2.El Tribunal, a diferencia de otro supuesto que fue igualmente analizado
por el TEDH (caso «Köpke»), considera que las cámaras ocultas grabaron a
todo el personal (no exclusivamente a los que pudieran resultar sospechosos),
durante semanas, sin límite de tiempo y durante todo el tiempo de trabajo.
Como consecuencia de lo anterior, el TEDH considera que la medida no
fue proporcional, añadiendo incluso que podría ser una información general
(párrafo 69).
La doctrina emanada ahora del TEDH no difiere en sustancia de lo que
el propio Tribunal Constitucional sostuvo en la Sentencia número 29/2013
–caso Universidad de Sevilla-, ya que, efectivamente, en esta Sentencia men-
cionada el Tribunal Constitucional ha recordado la obligación de informar de
forma previa, explícita, clara y precisa sobre la instalación de cámaras fijas
(ya sean visibles u ocultas), exigiendo exponer la finalidad de las mismas.
Cabe destacar la gran importancia de esta sentencia del TEDH en aras
de examinar los supuestos de utilización de cámaras de videovigilancia en el
ámbito laboral y sus condiciones: «La Corte observa que la videovigilancia
encubierta de un empleado en su lugar de trabajo debe considerarse, como tal,
una intrusión considerable en su vida privada. Implica una documentación
grabada y reproducible de la conducta de una persona en su lugar de traba-
jo, que él o ella, que está obligado por el contrato de trabajo para realizar el
trabajo en ese lugar, no puede evadir (ver Köpke, citado anteriormente). Por
lo tanto, el Tribunal está convencido de que la “vida privada” de los deman-
dantes en el sentido del artículo 8 § 1 estaba relacionado con estas medidas».
En esta materia el TEDH otorga relevancia determinante a la regula-
ción del derecho a la vida privada que haya configurado la propia legislación
nacional. No estamos ante un derecho cuyo contenido sea unívoco para el
conjunto del ámbito del CEDH, sino que el Tribunal admite modulaciones
según la concreción del mismo que haya hecho el legislador nacional, en la
consideración de que tales contenidos, si han sido establecidos, se integran
como una especie de contenido adicional a la vida privada.

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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

En este pronunciamiento, se corrige en buena medida el criterio estable-


cido por el propio Tribunal que había legitimado dicha práctica (caso Köpke),
donde la empresa había utilizado cámaras para grabar al trabajador, ante la
sospecha de ilícitos cometidos en su puesto de trabajo: «La Corte no puede
compartir la opinión de los tribunales nacionales sobre la proporcionalidad
de las medidas adoptadas por el empleador con el objetivo legítimo de pro-
teger el interés del empleador en la protección de sus derechos de propiedad.
El Tribunal observa que la videovigilancia llevada a cabo por el empleador,
que tuvo lugar durante un período prolongado, no cumplió con los requisitos
estipulados en la Sección 5 de la Ley de Protección de Datos Personales y,
en particular, con la obligación de explicitar previamente informe de manera
precisa e inequívoca a los interesados sobre la existencia y las características
particulares de un sistema que recopila datos personales. El Tribunal observa
que los derechos del empleador podrían haberse salvaguardado, al menos en
cierta medida, por otros medios, en particular informando previamente a los
solicitantes, incluso de forma general, sobre la instalación de un sistema de
videovigilancia y proporcionándoles la información prescrita en la Ley de
Protección de Datos Personales».
De este modo, la argumentación utilizada por los órganos judiciales del
Orden Social, en el sentido de considerar que el incumplimiento de la Ley
Orgánica de Protección de Datos no afectaba a la legitimidad de la práctica
empresarial, y no incidía en los derechos fundamentales de los trabajadores,
pues la consideraban idónea, adecuada y proporcional para preservar el inte-
rés de la empresa, no es aceptable.
En realidad, el juicio de ponderación solo puede ser legítimo si la empre-
sa ha cumplido todas las exigencias legales para la instalación de las cámaras,
informando a los trabajadores y a sus representantes de forma clara, directa,
expresa, de los espacios de trabajo en los que se efectuará la grabación. Sobre
esta base es sobre la que hay que hacer el juicio de ponderación para saber
si, aun así, estamos ante un sacrificio del derecho fundamental a la intimidad
por no responder al canon de control de las medidas que limitan los derechos
fundamentales, como es el juicio de proporcionalidad de la medida en el sen-
tido de necesaria, idónea y proporcional, por no ser adecuada y no ser posible
otras menos gravosas.
Entre las conclusiones que cabe colegir de la doctrina recogida en dicha
Sentencia del TEDH están las siguientes:
1. El derecho a la vida privada está determinado por la expectativa le-
gítima de privacidad que pueda tener una persona, que se configura por las
garantías y derechos que se le hayan atribuido por la legislación o práctica
nacional.

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Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

2. En el caso de España, la normativa que protege el tratamiento de los


datos personales y las facultades que otorga a sus titulares es de plena aplica-
ción al ámbito de las relaciones laborales, y los trabajadores están plenamente
legitimados, y sus representantes, para ejercitar las facultades de información,
acceso, control del tratamiento, rectificación y cancelación.
3. Se constata un incumplimiento del deber establecido en la Ley Orgá-
nica de Protección de Datos, de informar y de los derechos de acceso a los
datos personales, efectuados por la empresa, al instalar las cámaras secretas y
tratar y visionar su contenido, aunque hubiera informado de otras cámaras de
vigilancia que controlaban otros espacios del centro de trabajo.
4. Corrige al Tribunal Constitucional en cuanto a la forma de conside-
rarse verificado el conocimiento de las grabaciones de la imagen. Cabe exigir
un conocimiento concreto y concluyente del espacio objeto de grabación, y la
exclusión en todo caso de la grabación clandestina.
5. Las sospechas de irregularidades graves en el desempeño de la acti-
vidad laboral, incluyendo los puestos que implican el manejo de fondos, no
legitiman una excepción del deber de informar del hecho de la grabación que
afecta al puesto objeto de sospecha, y cumplir las exigencias de la LOPD.
6. Desaparece la unilateralidad empresarial en la adopción de medidas de
afectación a la intimidad de los trabajadores, y se impone la regla general de
que siempre ha de cumplirse con el deber de información.
7. La empresa siempre dispone de un medio de defensa de sus intereses,
como es el anuncio de la grabación de las imágenes, que ofrece ya una protec-
ción sobre su patrimonio por la función disuasoria. Por ello, no puede decirse
que la grabación clandestina supere el test de proporcionalidad para legitimar
su implantación.
8. Con ello se debe poner fin a una configuración de los derechos funda-
mentales en la relación laboral que han venido utilizando, en cierta medida,
el propio Tribunal Constitucional y muchas decisiones del Orden Social, en
el sentido de que los derechos fundamentales, y en particular la intimidad y la
vida privada en la relación laboral, se sacrifican ante la existencia de un inte-
rés empresarial contrapuesto, que incide en ese ámbito de privacidad, cuando
se considera la medida idónea, necesaria y proporcionada.
9. Según la doctrina del TEDH, cuando existe una legítima expectativa
de privacidad, generada, en este caso, por una ley orgánica que de forma
incondicionada obliga al deber de informar de la instalación de cámaras, y
que esa información sea concluyente y precisa, no existe margen alguno para
considerar razonable, adecuada o proporcionada la decisión empresarial de
violar dicha normativa.

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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

10. Quedan fuera de este litigio los efectos de las pruebas obtenidas en
el proceso laboral. El TEDH no declara que en el caso se hubiera lesionado
el principio a un proceso justo, por las garantías que se aplicaron en el proce-
so laboral. No obstante, la legislación procesal atribuye carácter ilícito a las
pruebas obtenidas en violación de los derechos fundamentales, lo que puede
ser determinante en los procesos disciplinarios y por despido.
4) Respecto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), si
bien no cabe esperar una declaración dogmática por parte de este órgano,
podemos acudir a la casuística y a las diferentes posiciones fijadas en la juris-
prudencia recaída en cada caso para conocer los límites del «derecho a la vida
privada» de acuerdo con el TEDH.
Concretamente en el tema que nos ocupa se desprende que, con inde-
pendencia del dispositivo o tecnología utilizados, «se afecta a la vida privada
cuando el material recogido es objeto de un registro sistemático o permanen-
te, lo que permite que sea objeto de análisis y tratamiento de datos dirigidos
a la identificación de la persona» (Murray contra Reino Unido - Sentencia de
21 de septiembre de 1994; P.G y J.H contra Reino Unido - Sentencia de 25 de
septiembre de 2001; Peck contra Reino Unido - Sentencia de 28 de enero de
2003; Perry contra Reino Unido - Sentencia de 17 de julio de 2003; Von Han-
nover contra Alemania - Sentencia de 24 de junio de 2004). El caso Peck fue
el primer caso en el que el TEDH aborda la conformidad de la videovigilancia
desde la perspectiva del Convenio Europeo de Derechos humanos; sin em-
bargo, el razonamiento seguido no fue novedoso, pues en su jurisprudencia
anterior ya existían elementos suficientes para hacer previsible la resolución
de este primer caso de videovigilancia.
El TEDH diferencia entre Monitoring (o simple vigilancia electrónica de
la vía pública a través de un circuito cerrado de televisión que no graba imá-
genes), que no constituye una intromisión en la vida privada, y el Sistematic
or permanent recording (vigilancia con grabación de imágenes o videovigi-
lancia), que sí afecta al derecho a la vida privada. No obstante, para las Ad-
ministraciones públicas, la segunda opción es la única plausible, pues la pri-
mera requeriría un ratio de cámaras por supervisor que la hacen inviable, y la
descartan como opción general adecuada en lugares públicos. En este sentido
la legislación española ha previsto solamente los sistemas de videovigilancia
(captación y grabación de imágenes y sonidos en su caso).
La sentencia de Perry contra Reino Unido, referida a un caso de videofil-
mación policial subrepticia de una persona en las propias dependencias poli-
ciales, con objeto de elaborar un documento gráfico y poder practicar así una
rueda de reconocimiento a la que la persona afectada por la videofilmación
se había negado, aunque confirma los principios expuestos en casos prece-

270 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

dentes, contiene una frase que resulta unívoca: «As stated above, the normal
use of security cameras per se whether in the public Street or on premises,
such as shopping centers or police stations, where they serve a legitimate and
foreseeable purpose, do not raise issues under article 8 of de convention».
A la luz de esta Sentencia queda claro que, de acuerdo con el TEDH, la
utilización de videocámaras en espacios públicos abiertos o cerrados consti-
tuye una injerencia en el derecho al respeto de la vida privada, aunque puede
ser justificable cuando responde a una finalidad de seguridad preventiva en
una sociedad democrática.
7
Algunas sentencias de los tribunales superiores de justicia, Audiencia
Nacional y Tribunal Supremo

- Sentencia n.º 1082/2010 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.


Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección Octava. Videovigilancia y
conflicto con derechos fundamentales en el ámbito de centros de educación
secundaria.
CUARTO: En relación con la vulneración de los derechos fundamenta-
les expresados para la instalación de los sistemas de cámaras o video-
cámaras, será necesario ponderar los bienes jurídicos protegidos. Por
ello en la Instrucción 1/2007, de 16 de mayo, de la Agencia de Protección
de Datos de la CAM, sobre el tratamiento de datos personales a través
de sistemas de cámaras o videocámaras en el ámbito de los órganos y
Administraciones públicas de la CAM (BOCAM 18 julio 2007) que se
produce en su apartado 2.8 el contenido del art.º 6 antes expresado del
Reglamento, en la Norma Quinta se establece que toda instalación deberá
respetar el principio de proporcionalidad, lo que, en definitiva, supone,
siempre que resulte posible, adoptar otros medios menos intrusivos para
la protección de los datos de carácter personal, con el fin de prevenir
interferencias injustificadas en los derechos y libertades fundamentales.
En consecuencia, el uso de cámaras o videocámaras no debe suponer el
medio inicial para llevar a cabo sus funciones por las Administraciones
Públicas, debiéndose valorar la utilización de estos sistemas en atención
a su proporcionalidad en relación con el fin perseguido.
(…) para comprobar si una medida restrictiva de un derecho fundamental
supera el juicio de proporcionalidad, es necesario constatar si cumple
los tres requisitos o condiciones siguientes: Si tal medida es suscepti-
ble de conseguir el objetivo propuesto (juicio de idoneidad), si, además,
es necesaria, en el sentido de que no exista otra medida más moderada
para la consecución de tal propósito con igual eficacia (juicio de necesi-
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

dad), y finalmente si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse


de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios
sobre otros bienes o valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en
sentido estricto). La proporcionalidad es un elemento fundamental en la
instalación de sistemas de cámaras o videocámaras en el ámbito públi-
co, dado que son numerosos los supuestos en los que la vulneración del
mencionado principio puede llevar a generar situaciones abusivas. Este
juicio de proporcionalidad tratándose de centros educativos públicos de
Enseñanza Secundaria Obligatoria, no ofrece duda que en los tiempos
actuales concurren más ventajas y beneficios que inconvenientes en la
instalación de videocámaras en pasillos (no en las aulas), ya que se
utilizan: a) como medida preventiva y disuasoria, b) como instrumento de
identificación de aquellas personas que privan de sus derechos a la gran
mayoría de la comunidad educativa, c) no se pretende almacenar imáge-
nes sino garantizar los derechos de la mayoría y d) disminuir los gastos
por desperfectos. En definitiva, la utilización de los tres ficheros creados
por la Orden recurrida no se considera que afecta a derechos fundamen-
tales de los trabajadores del Centro.

- Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña n.º 394/2017.


Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección Cuarta. Recurso n.º
303/2015. Responsabilidad patrimonial de la Administración pública por
los daños producidos a la actora a causa de la incoación de una sanción a
su marido, impuesta por la captación de la imagen de la actora mediante
sistema de videovigilancia en una comisaría de los mossos d’esquadra.
CUARTO. (…) Las imágenes captadas por las cámaras exteriores son
planos generales del perímetro exterior de la comisaría en la que trabaja
el marido de la recurrente, que voluntariamente con ella entró en la co-
misaría. A los efectos que aquí interesan, la entrada y salida del local es
un acto que se produce en lugar público que puede ser presenciado por
cualquier persona. Asimismo, el marido de la recurrente, como agente de
Policía que es, conocía que su mujer, como persona extraña a la oficina
policial, debía entrar por la puerta del vestíbulo y registrarse en el libro
de visitas. En dicho vestíbulo se ha acreditado que existía un cartel anun-
ciando la existencia de aparatos de videovigilancia. Para la resolución
de la presente reclamación de responsabilidad patrimonial, entendemos
que tiene una especial relevancia el hecho del incumplimiento de las nor-
mas de entrada y salida al recinto policial por parte de la actora, y que
no justifica el incumplimiento de esta obligación la circunstancia de que
no existiera en el exterior un cartel anunciador en la instalación de un

272 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

sistema de videovigilancia, máxime cuando la entrada al edificio debe


efectuarse por los ciudadanos por el vestíbulo, cuestión que nadie la ha
discutido.
QUINTO. La actora achaca a la existencia de un expediente disciplinario
incoado a su marido y en el que se utilizó su imagen, como causa de las
dolencias que padece y que le han acarreado incluso su despido laboral.
A la vista de la prueba practicada entendemos que su pretensión no puede
prosperar. El hecho de incoar un expediente disciplinario a su marido e
imponerle una sanción, no supone una actuación de la Administración
contraria a derecho (…). A lo anterior cabe añadir que fue grabada por
un lugar por el que no está previsto que accedan los visitantes a la Comi-
saría. Es decir, que ella actuó de forma irregular, sin que la circunstancia
de que en el exterior no hubiera el cartel anunciador del sistema de vi-
deovigilancia pueda eximirla de sus responsabilidades. Por lo demás la
actora no ha acreditado el presunto perjuicio que le causó el haber sido
grabada por las cámaras de seguridad de la comisaría al entrar en la
misma, para después cuando permaneció en ella, hacer uso del ordenador
de su pareja y abandonar la comisaría en un vehículo policial, al igual
que lo hizo a la entrada. Tales actuaciones en ningún caso estuvieron
autorizadas.

- Sentencia n.º 88/2018 del Tribunal Superior de Justicia de Catalu-


ña. Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección Cuarta. Recurso n.º
143/2016. Reclamación de indemnización a la Administración pública por
mal uso de las imágenes captadas mediante videocámaras de videovigilan-
cia en los alrededores de una comisaría de los mossos d’esquadra.
Según la reclamación administrativa, el recurrente fundamentó su recla-
mación en la responsabilidad de autoridades y personal al servicio de la
Conselleria d’Interior, por la utilización de imágenes y datos personales
del demandante y de su mujer, sin consentimiento de los titulares. Como
se ha indicado, el recurrente y su mujer fueron grabados por cámaras de
seguridad instaladas en el entorno exterior de la Comisaria de Arenys de
Mar, sin haber cometido delito alguno, lo que supone una vulneración
grave de la normativa aplicable, Ley Orgánica 4/97 y Decret 134/1999.
Además, todo ello constituye una invasión ilegítima en el derecho al honor
y propia imagen. En la contestación a la demanda se remite a los antece-
dentes fácticos, relacionados con la intervención del demandante y su mu-
jer que dieron lugar al expediente disciplinario e imposición de la sanción
que fue objeto de recurso y anulación judicial. Alega que la utilización de
imágenes procedentes de cámaras de video vigilancia situadas en el exte-
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rior de la Comisaría de Arenys de Mar, son legales, tanto por su contenido


como por su finalidad preventiva. Niega los posibles daños y perjuicios
ocasionados, pues dichas imágenes fueron utilizadas exclusivamente en
la investigación llevada a cabo por el Departament d’Interior, sin que
en ningún momento se hiciesen públicas o tuviesen acceso a las mismas,
personas ajenas al Cuerpo de Mossos d’Esquadra. En dichas imágenes
aparecen planos generales del exterior de la Comisaría, de personas que
entran y salen de su interior, o bien, deambulan por el exterior, sin fijación
especial en ninguna persona. Por lo tanto, no concurren los requisitos de
relación de causalidad, ni daño antijurídico, ya que la anulación de una
resolución sancionadora, no es por sí misma suficiente para exigir res-
ponsabilidad patrimonial a la Administración pública demandada.
(…)
En el presente caso, no concurre ni uno solo de los requisitos exigidos
para apreciar la existencia de la responsabilidad patrimonial, tanto legal
como jurisprudencialmente, si tenemos en cuenta que la acción resarci-
toria basada en el principio constitucional de responsabilidad patrimo-
nial, en los términos solicitados por el recurrente, se fundamentan en un
mal uso de las imágenes captadas por las cámaras de video vigilancia
situadas en el exterior de la Comisaría del municipio de Arenys de Mar,
para la vigilancia del exterior. No se ha acreditado que se hiciese un mal
uso de las imágenes grabadas por las video cámaras de vigilancia de
la Comisaría, pues el hecho de que apareciese el recurrente y su mujer
no puede nunca ser responsabilidad de ninguna naturaleza de la Admi-
nistración pública demandada, ya que dichas video cámaras cumplen
una estricta finalidad de vigilancia del entorno de la Comisaría. Al ser
usadas las imágenes grabadas para una finalidad estrictamente jurídica,
como fue la determinación de la conducta del recurrente, en los hechos
que aparecen relatados tanto en la resolución administrativa, como en
la sentencia que anuló la sanción impuesta, en modo alguno se acredita
el mal uso pretendido por la parte recurrente, aun en el caso de que los
hechos denunciados y valorados en el expediente disciplinario estuviesen
mal tipificados, como es obvio, a juzgar por el tipo elegido y la sentencia
que así mismo lo consideró. Pero ello no puede afectar jurídicamente el
inicio o decisión de incoar el expediente disciplinario ante la gravedad
de los hechos, cuya prueba reside, al menos en parte, en el visionado de
dichas imágenes de las video cámaras de vigilancia.

- Sentencia Audiencia Nacional, Sala Contencioso-Administrativo, n.º


A 4198/2017. Cámaras de una entidad bancaria que graban la vía pública.

274 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

Se impugna en el presente recurso contencioso-administrativo por la en-


tidad «Abanca Corporación Bancaria S.A.» (en lo sucesivo Abanca) la resolu-
ción de la directora de la Agencia Española de Protección de Datos de fecha 11
de febrero de 2016, dictada en el Procedimiento Sancionador PS/00405/2015,
que impone a dicha entidad una sanción de multa de 40 001 € por la comisión
de una infracción del artículo 6.1 de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciem-
bre, de Protección de Datos de Carácter Personal, tipificada como grave en el
artículo 44.3.b) del citado Cuerpo Legal. La resolución impugnada considera
que Abanca ha cometido dicha infracción al haber tratado datos de carácter per-
sonal sin contar con el consentimiento inequívoco de los interesados que tran-
sitaban por las zonas de la vía pública captadas por las cámaras ubicadas en la
sede de la entidad bancaria situada en la avenida García Barbón n.º 3 de Vigo,
Pontevedra, no disponiendo de cobertura legal para ello por exceder dicho
tratamiento de la habilitación legal concedida por la Ley 5/2014, de Seguridad
Privada, y la Ley Orgánica 4/2015, de protección de la seguridad ciudadana.

- Sentencia Audiencia Nacional, Sala Contencioso-Administrativo, n.º


562/2017, sobre sanción impuesta por colocación de cámaras por un parti-
cular en su domicilio con grabación de la vía pública.
El demandante impugna la resolución de 31 de enero de 2014 del director
de la Agencia Española de Protección de Datos, que confirma en reposición
la resolución de 21 de noviembre de 2013 -PS/00170/2013- por la que se le
impone una sanción de 1000 euros por una infracción del art. 37.1.f) de la Ley
Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre (en lo sucesivo LOPD), tipificada como
grave en el art. 44.3.i) de dicha norma.

- Sentencia Audiencia Nacional, Sala Contencioso-Administrativo, n.º


3474/2016. Impugnación de resolución de la agencia de protección de da-
tos: cámara de una empresa que capta imágenes de la vía pública.
La parte demandante impugna la resolución de 10 de febrero de 2015 del
director de la Agencia Española de Protección de Datos, que confirma en re-
posición la resolución de 6 de noviembre de 2014, recaída en el procedimiento
sancionador PS/00270/2014, por la que se le impone una sanción de 2000 euros
por una infracción del art. 26.1 de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre
(en lo sucesivo LOPD), tipificada como leve en el art. 44.2.b) de dicha norma,
y otra sanción de 10 000 euros, por una infracción del art. 6.1 de la LOPD tipi-
ficada como grave en el art. 44.3.b) de dicha norma. Los Hechos Probados en
que se funda la resolución recurrida son los siguientes: «PRIMERO: Con fecha
14 de abril de 2014 la Inspección de esta Agencia Española de Protección de
Datos realizó una visita a la entidad ROTOMADRID S.L., situada en la calle
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

Meridiano 19 de Torrejón de Ardoz, Madrid, con motivo de la denuncia reci-


bida por la posible infracción de la LOPD de su sistema de videovigilancia».

- Sentencia Sala Contencioso-Administrativo Tribunal Supremo n.º


6827/2012, de 16/10/2012. Por interposición de recurso de casación contra
resolución de la Sala de la Audiencia Nacional de 27 de noviembre de 2009.
Instalación de cámaras de vigilancia en Universidad de Sevilla y creación
de ficheros con datos que infringen la Ley de Protección de Datos (prece-
dente STC 29/2013, de 11 de febrero).
De otra parte y en relación con la insistencia que se hace en esta vía
casacional sobre la infracción referida a la pretendida creación de una
base de datos ilegítima, se sigue desconociendo en la fundamentación del
motivo, lo declarado por la sentencia de instancia cuando se razona que
«... respecto a dicho alegato hay que señalar que de lo actuado se consta-
ta que la Universidad de Sevilla tenía en las fechas de autos establecido
como sistema de control de horario, hojas de firmas en las que todos los
miembros del Personal de Administración y Servicios debían firmar al
inicio y terminación de la jornada diaria. A partir de septiembre de 2007
se introdujo un nuevo sistema basado en la introducción de usuario y
contraseña en los ordenadores que la Universidad pone en cada centro
de trabajo. Es decir, el sistema de video vigilancia no se utilizaba con ca-
rácter general para el control del horario de los trabajadores, pues para
eso se empleaban las hojas de firmas. La utilización de dicho sistema en el
caso de autos, tuvo carácter excepcional, y se acudió a él, al tener indicios
de irregularidades en las entradas y salidas del trabajo del Sr. Bernardino
, como señala la sentencia del Juzgado de lo Social y el oficio remitido
por el director de recursos humanos al jefe de unidad de seguridad de la
Universidad -folio 85 del expediente- en el que le pide que articule los
medios necesarios para determinar las horas de entradas y salidas del
trabajo durante los meses de enero y febrero de 2006, valiéndose si fuera
necesario de las cámaras de video instaladas en los accesos a las depen-
dencias de la Unidad en que trabajaba D. Bernardino. Se trata, por tanto,
de un caso excepcional en el que, por las razones expuestas, las cámaras
de vigilancia que controlan los accesos a las dependencias universitarias
se utilizaron para el control del horario del trabajador en cuestión, por
lo que el incumplimiento del deber de información cabe circunscribirlo a
este caso concreto. Sentado lo anterior, hay que señalar que el control me-
diante el sistema de video vigilancia se produjo entre los meses de enero
y febrero de 2006, recayendo resolución de sanción laboral el 31 de mayo
de 2006 en la que como muy tarde el denunciante tuvo conocimiento que

276 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

se habían utilizado por la Universidad dicho sistema para controlar el


cumplimiento de su horario laboral». Es decir, lo que se declara probado
por la Sala de instancia, y de ello debemos partir inexorablemente, es que
no existía base de dato alguna a partir de las imágenes obtenidas, sino la
utilización de las imágenes para el supuesto concreto de la acreditación
de los hechos imputados al recurrente relacionadas con su relación labo-
ral con la Institución, lo que hace decaer la pretendida conducta que se
imputa constitutiva de la infracción que se reitera en esta vía casacional;
lo cual comporta el rechazo del motivo casacional examinado.

- Sentencia n.º 7699/2011. Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de


11/11/2011: cámaras de videovigilancia en la vía pública, aportación de las
imágenes en proceso penal.
En otro orden de cosas, y dentro también de este capítulo de posibles
afectaciones o limitaciones de derechos fundamentales, hay que hacer re-
ferencia también a las grabaciones de las escenas que tuvieron lugar en
la calle donde se halla ubicado el punto de encuentro, grabaciones que
se efectuaron mediante una videocámara de vigilancia instalada en la vía
pública. La parte recurrente solo las cuestiona muy tangencialmente, con
una simple alusión a su posible ilicitud. Según consta en los folios 3 y ss.
del sumario, las imágenes de la vía pública fueron captadas con una vi-
deocámara instalada en la fachada principal del edificio de la Subdelega-
ción de Gobierno de Almería. No se está por tanto ante una videocámara
utilizada en el curso de una investigación criminal para buscar indicios
concretos contra posibles autores de una presunta actividad delictiva que
se estuviera investigando; sino que se trataba de una videocámara que
servía a las autoridades gubernativas para funciones de vigilancia pre-
ventiva del edificio de la Subdelegación de Gobierno de Almería. En los
folios 354 y 355 del rollo de Sala figura un oficio de la Subdelegación
del Gobierno en Almería en el que se explica con detalle la razón de la
instalación de la videocámara en el exterior del edificio para proteger
su seguridad, concretando que también existen otras videocámaras en el
interior del inmueble con el mismo fin. El uso y control, según se informa
en el referido oficio, está a cargo de la Guardia Civil, como fuerza pública
encargada de la seguridad del edificio oficial. Y también se señala que la
instalación de la videocámara se ajusta a lo dispuesto en la LO 4/1997,
de 4 de agosto (por la que se regula la utilización de videocámaras por
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en lugares públicos), y al Reglamento
que la desarrolla, recogido en el Real Decreto 596/1999, de 16 de abril. Y
matiza el oficio informativo que en la entrada de la sede del edificio oficial
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

hay instaladas placas informativas de la existencia de instalaciones fijas


de videovigilancia acompañadas del correspondiente panel informativo.
A este respecto, conviene subrayar que la LO 4/1997, de 4 de agosto, en
su art. 1 permite la utilización por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de
videocámaras para grabar imágenes y sonidos en lugares públicos, abier-
tos o cerrados, y su posterior tratamiento, a fin de contribuir a asegurar la
convivencia ciudadana, la erradicación de la violencia y la utilización pa-
cífica de las vías y espacios públicos, así como de prevenir la comisión de
delitos, faltas e infracciones relacionados con la seguridad pública. Para
ello se precisa la autorización del Delegado del Gobierno en la Comuni-
dad Autónoma. Y en el art. 7 del texto legal se dispone que si la grabación
captara la comisión de hechos que pudieran ser constitutivos de ilícitos
penales, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad pondrán la cinta o soporte
original de las imágenes y sonidos en su integridad a disposición judicial
con la mayor inmediatez posible y, en todo caso, en el plazo máximo de se-
tenta y dos horas desde su grabación. De no poder redactarse el atestado
en tal plazo, se relatarán verbalmente los hechos a la autoridad judicial, o
al Ministerio Fiscal, junto con la entrega de la grabación. En el presente
caso consta que la grabación fue puesta a disposición de la causa al inicio
de la investigación, según se reseña en el folio 3 del sumario y se corro-
bora después en los folios 12 y ss. Sin que, por lo demás, conste ninguna
irregularidad legal o administrativa en la instalación de la videocámara
ni en el uso de la misma. A lo que ha de sumarse que la grabación fue
visionada en la vista oral del juicio con todas las garantías de contradic-
ción para las partes procesales. La grabación fue hecha, pues, en una vía
pública céntrica de la ciudad de Almería, donde en principio no figuraban
indicios de que pudiera incurrirse en una intromisión o injerencia del de-
recho a la intimidad de los ciudadanos que deambulaban por la zona. Por
lo demás, y aunque no puede descartarse que en casos singulares se desa-
rrollen actividades privadas en una vía pública, esta Sala tiene declarado
que cuando la grabación videográfica afecta solo a «espacios abiertos y
de uso público» no precisa la autorización judicial, según una reiterada
doctrina jurisprudencial.

- Sobre esta misma cuestión: STS n.º 1547/2002, de 27 de septiembre.


La jurisprudencia de esta Sala ha estimado legítima y no vulneradora de
derechos fundamentales la actividad de filmación de escenas presunta-
mente delictivas, que sucedían en vías o espacios públicos, y ha conside-
rado que únicamente se necesita autorización judicial para la captación
clandestina de imágenes o de sonidos en domicilios o lugares privados.

278 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local


Doctrina constitucional en relación con el control mediante cámaras de videovigilancia

- Sentencia n.º 1709/2016. Sala de lo Penal del TS de 20/04/2016: vul-


neración del derecho fundamental a la intimidad domiciliaria por uso por
parte de agentes de Policía de medios técnicos.
(…) contenido material del derecho a la inviolabilidad del domicilio (art.
18.2 CE). Es cierto que ningún derecho fundamental vulnera el agente
que percibe con sus ojos lo que está al alcance de cualquiera. El agente de
Policía puede narrar como testigo cuanto vio y observó cuando realizaba
tareas de vigilancia y seguimiento. Nuestro sistema constitucional no alza
ningún obstáculo para llevar a cabo, en el marco de una investigación
penal, observaciones y seguimientos en recintos públicos. A juicio de la
Sala, sin embargo, la fijación del alcance de la protección constitucional
que dispensa el art. 18.2 de la CE solo puede obtenerse adecuadamente
a partir de la idea de que el acto de injerencia domiciliaria puede ser de
naturaleza física o virtual. En efecto, la tutela constitucional del derecho
proclamado en el apartado 2 del art. 18 de la CE protege, tanto frente la
irrupción inconsentida del intruso en el escenario doméstico, como res-
pecto de la observación clandestina de lo que acontece en su interior, si
para ello es preciso valerse de un artilugio técnico de grabación o aproxi-
mación de las imágenes. El Estado no puede adentrarse sin autorización
judicial en el espacio de exclusión que cada ciudadano dibuja frente a
terceros. Lo proscribe el art. 18.2 de la CE. Y se vulnera esa prohibición
cuando sin autorización judicial y para sortear los obstáculos propios de
la tarea de fiscalización, se recurre a un utensilio óptico que permite am-
pliar las imágenes y salvar la distancia entre el observante y lo observado.

8
Bibliografía

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datos personales para corporaciones de derecho público, Thomson Civitas,
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Alicia Esther Ortuño Rodríguez

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280 QDL49 · Cuadernos de Derecho Local Fundación Democracia y Gobierno Local

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