Modelo Humanista Existencialista
Modelo Humanista Existencialista
Modelo Humanista Existencialista
NATURALEZA DE LA INTERVENCIÓN
Al igual que en el caso del modelo psicodinámico, este modelo posee diferentes
enfoques de intervención que de alguna forma se reconocen como similares en
cuanto a los pilares de referencia mencionados, si bien incorpora matices teóricos
innovadores y nuevas formas de práctica profesional que le hacen diferente, entre
los que destacan:
El enfoque centrado en el cliente:
Plantea el siguiente postulado como eje de su concepción terapéutica: «La
persona tiene capacidad suficiente como para manejar de forma constructiva
todos los aspectos de su vida que potencialmente pueden ser reconocidos en
la conciencia» De forma que la intervención no se centrará tanto en actuar
sobre la persona, sobre el ser humano en dificultad, sino más bien en
«acompañarle» en la experiencia, dándole las condiciones necesarias y
dándole seguridad para poder crecer, para poder desarrollarse.
El enfoque guestáltico
Desde esta perspectiva, la Gestalt, no sólo apunta a tratar la patología, sino
que se fija en el desarrollo integral del ser humano considerado como un todo
(holísticamente), como una totalidad que implica lo mental, lo corporal, lo
emocional, lo social y hasta 10 espiritual. La Gestalt se centra en el «aquí y
ahora», considera más importante que las personas indaguen e investiguen
«cómo» experimentan un problema en el presente, a que busquen los orígenes
en el pasado. Para ello es necesario estar en «contacto» con todo lo que
sucede, desarrollando y abriendo la capacidad de percepción a las
sensaciones corporales y a los sentimientos.
El enfoque existencialista
Este modelo toma ideas de Rogers, de la psicología de la Gestalt, del zen y de
filosofías similares. Según Krill, este enfoque fija su atención en que los
usuarios se centren en la exploración de sí mismos y de su entorno. Según
este principio, las primeras entrevistas se dedicarán a la indagación de la razón
de ser de las personas. La utilización del diagnóstico tal y como lo utilizan otros
modelos son a su entender inadecuadas, ya que no sirven para ayudar al
usuario, sino para que el trabajador social se sienta menos inseguro.
En segundo lugar, conforme avance el tratamiento, y usuario y trabajador
social tengan una relación de seguridad, se le pueden ofrecer a la persona
otras vivencias (por demostración o práctica), así como asignarle tareas para
hacer en casa sobre nuevas experiencias de la vida cotidiana. El trabajador
social no realiza un diagnóstico, ni un pronóstico, ni una prescripción, sino que
estimula al usuario para que éste busque nuevas opciones vitales (Ballestero,
2004: 28-56).