(P) (W) T.M. His. Jojot, María Cristina
(P) (W) T.M. His. Jojot, María Cristina
(P) (W) T.M. His. Jojot, María Cristina
Posgrado en Historia
Abstract: This thesis inquires on the social experiences of the founding women of the
Buenos Aires Charity Society, between 1823 and 1835. Tries to understand how its
members, summoned by the Government to lead the Orphans School and to establish
schools in the city and the countryside, found in these institutions an intervention and
guardianship space over poor girls, deciding, together with the politicians the way these
public and collective affairs would be handled. At the same time, it examines the
subjects that acted in these scenarios: poor girls, orphan girls, mothers, teachers,
craftsmen, village neighbors, this is, people with a varied social origin that operated in
these institutions. Observing their dynamics we will be able to understand the plot of
consensus and conflicts that circled these spaces, while analyzing in which way a place
created to contain poor girls, could be functional in other ways: for the elite women, as
a space to intervene in political affairs in these foundational times of the independent
Governments, for the village inhabitants, as a place to rise as subjects with rights, either
claiming for the fulfilment of them and/or denouncing their absence, renaming the uses
and representations of this charity institution.
2
Agradecimientos
Quisiera agradecer a mi directora de Tesis, Valeria Silvina Pita, por los comentarios y
sugerencias realizados durante la dirección de este trabajo, los que me permitieron
pensar la Sociedad de Beneficencia e involucrarme en su historia y sus circunstancias.
A los profesores Marta Goldberg y José Luis Moreno, por haberme introducido en el
tema y acompañado en los primeros años de esta investigación. Al señor Alejandro
Jankowski, por su esmero en localizar los documentos solicitados, algunos inéditos y
perdidos en los depósitos del Archivo General de la Nación. A Oscar, por colaborar
afectuosa y arduamente en la recopilación de la bibliografía pertinente en los diferentes
momentos del trabajo. Y también a mis padres, por su perpetua lección acerca de la vida
y las cosas que importan.
3
A mi hijo Juan Martín
4
Índice
Introducción ......................................................................................................................................... 6
1. Perspectivas de análisis .......................................................................................... 7
1.1. Desde el positivismo........................................................................................ 8
1.2. Narrativas del control social .......................................................................... 10
2. Redimensionando la eficacia del control social como perspectiva de análisis..... 16
Capítulo 1
Capítulo 3
5
Introducción
Esta investigación tiene como propósito estudiar las relaciones sociales, los conflictos, y
las experiencias que se anudaron en torno a la Sociedad de Beneficencia de Buenos
Aires y las primeras instituciones que estuvieron a su cargo, las escuelas públicas de
niñas y el Colegio de Huérfanas, desde su creación en el año 1823 hasta el ascenso de
Juan Manuel de Rosas a su segundo gobierno, en el año 1835.
Busca indagar las vivencias experimentadas por las socias fundadoras de la
institución, con el objeto de conocer cómo estas mujeres llamadas por el gobierno para
dirigir el Colegio de Huérfanas y fundar escuelas en la ciudad y la campaña,
encontraron en estas instituciones un espacio de intervención y tutela sobre las niñas
pobres del pueblo, decidiendo con la clase política las formas que guardarían la
educación y cuidado de estas futuras ciudadanas.1
1
El término ciudadana era utilizado por la Sociedad de Beneficencia para describir el status de las
personas que estaban bajo su cuidado y protección. El 26 de mayo de 1830, por ejemplo, siendo
presidenta de la Sociedad de Beneficencia María Sánchez de Mendeville, en la ceremonia de entrega
anual de los premios a la virtud, instituidos por Rivadavia para distribuirlos entre las mujeres pobres y
trabajadoras del pueblo, la secretaria tomó nota de que “al frente ocupaban un asiento distinguido las
cuatro ciudadanas que debían recibir la recompensa de sus virtudes”, Archivo General de la Nación (en
adelante, AGN), Sociedad de Beneficencia (en adelante SB), Libro de Actas Número 1 (en adelante LA
Nº1), Acta 112 del 26 de Mayo de 1830.
6
Rivadavia y culmina en los años que rodearon la asunción de Rosas a su segunda
gobernación en 1835. Durante estos 12 años, atravesados por los conflictos de
facciones, las guerras con el imperio de Brasil y el avance territorial sobre los
pobladores de la provincia de Buenos Aires, surgieron las primeras instituciones
sociales de bien público.2 A partir de 1835, la provincia atravesó la radicalización de las
políticas de Rosas, incluyendo un recorte presupuestario global, que afectaría también a
la Sociedad de Beneficencia y sus establecimientos, obligando a sus administradoras a
ensayar diferentes estrategias para garantizar su viabilidad.
1. Perspectivas de análisis
En las últimas décadas distintos investigadores han abordado el tema de las políticas
sociales y asistenciales de nuestro país, enfocados en diferentes ejes temáticos y
perspectivas historiográficas. Esas investigaciones posibilitaron re-pensar aspectos
relacionados con las prácticas, representaciones y discursos que se anudaron en torno a
la pobreza, permitiendo visualizar las respuestas ensayadas por los gobiernos, sus
agentes, y también conocer las condiciones de existencia de los individuos que
incluyeron en sus agencias.
Este trabajo, que se inscribe dentro del campo de la historia social y de los
estudios de género, entabla un diálogo con la historia de la beneficencia, la historia
política de la primera mitad del siglo XIX, y también dialoga con la historiografía de la
infancia, que ha problematizado y dado historicidad a la figura del niño y ha ayudado a
comprender, entre otros enunciados, que un niño no siempre fue un niño, que las niñas y
los niños ocupaban diferentes espacios en una misma sociedad, y que su
conceptualización es el resultado de un proceso no lineal a través de un tiempo
histórico.
2
Moreno, José Luis (comp.), La política social antes de la política social, Buenos Aires, Trama
editorial/Prometeo libros, 2000. Introducción.
7
investigación, cobrarán una dimensión significativa a la luz de esas interpretaciones y
también revelarán sus posibilidades y contornos.
3
Meyer Arana fue Doctor en Medicina, miembro de la Comisión Directiva del Patronato de la Infancia y
Director de la Revista de Higiene Infantil entre fines del siglo XIX y principios del XX. Escribió varias
obras sobre la asistencia social en Buenos Aires. Nota: Quisiera mencionar que he tomado la licencia de
repetir las referencias y citas a pie de página, en lugar de utilizar las herramientas Op. cit. ó Ibídem.
4
Meyer Arana, Alberto, La caridad en Buenos Aires, Barcelona, Sopena, Volumen I y II, 1911.
5
Los nombres de estos ensayos son: Alrededor de las huérfanas; Apuntes sobre beneficencia; Matronas y
maestras; Rosas y la Sociedad de Beneficencia; Las primeras trece.
6
Correa Luna, Carlos, Historia de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, Tall. Gráf. Asilo de
Huérfanos, 1923-25, Tomo 1 1823-1852.
8
centenario de la misma.7 Dos de sus obras, “Origen y Desenvolvimiento de la Sociedad
de Beneficencia de la Capital, 1823-1904”, publicada en 1905 y el “Libro Centenario,
1823-1910: Álbum histórico de la Sociedad de Beneficencia de la Capital”, fueron
también encargados por la Sociedad a este autor. Las circunstancias que rodearon la
producción de su obra, definitivamente contribuyeron a proyectar una imagen idílica de
la Sociedad de Beneficencia, y por eso sus relatos se detienen cuando en la
documentación (pudimos observar), aparecen los conflictos; y en el caso de abordarlos,
el autor deslinda a las socias de las potenciales responsabilidades que pudieran caberles
como administradoras de la Sociedad. Al analizar la preocupación de las socias
fundadoras por las dificultades que se presentaban en las instituciones a su cargo,
concluye que el problema radicaba en que “sus ineptas e ignorantes preceptoras
[poseían] un insoportable índole pleitista” agregando que “las resoluciones de la
Sociedad […] nunca se apartaron de la máxima prudencia y de la justicia más suave y
más blanda”. 8 Omite fuentes importantes que dan cuenta de las dificultades que
atravesaron las socias en la administración de estos establecimientos y las reemplaza
por documentos oficiales y predecibles, como la “Memoria” que María Sánchez envía al
gobierno en el año 1832. Las actas que deliberada y repentinamente deja sin analizar
dan cuenta de problemas relevantes que debieron resolver las socias durante la
presidencia de Sánchez, y que se analizan en esta tesis. Las obras de Correa Luna
contienen un valioso material fotográfico de períodos posteriores a esta investigación.
Estas obras clásicas, analizadas en clave positivista, propia del momento en el
que escriben los autores, son el punto de partida de cualquier investigación relacionada
con la Sociedad de Beneficencia. Sin embargo resulta necesario volver sobre los
documentos originales de la Sociedad, que se encuentran en el Archivo General de la
Nación, y abordarlos con otras miradas, nuevas preguntas y perspectivas de análisis.
7
Correa Luna, Carlos, Historia de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, Tall. Gráf. Asilo de
Huérfanos, 1923-25, Tomo 1 1823-1852, pág. 31.
8
Correa Luna, Carlos, Historia de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, Tall. Gráf. Asilo de
Huérfanos, 1923-25, Tomo 1 1823-1852, pág. 237.
9
1.2. Narrativas del control social
9
Ciafardo, Eduardo O., Caridad y Control Social. Las sociedades de beneficencia en la ciudad de Buenos
Aires, 1880-1930, Buenos Aires, Tesis de Maestría presentada en la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, 1990.
10
Ciafardo, Eduardo O., Caridad y Control Social. Las sociedades de beneficencia en la ciudad de
Buenos Aires, 1880-1930, Buenos Aires, Tesis de Maestría presentada en la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, 1990. Pág. 9.
11
Ciafardo, Eduardo O., Caridad y Control Social. Las sociedades de beneficencia en la ciudad de
Buenos Aires, 1880-1930, Buenos Aires, Tesis de Maestría presentada en la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, 1990. Pág. 16 y 17.
10
clasificar a los sectores populares.
12
Donzelot, Jacques, La policía de las familias, Artes Gráficas Soler, Valencia, 1990.
11
No cabe duda que estas narrativas han sido una alternativa significativa a las
producciones positivistas, ya que han incorporado sujetos históricos no siempre
contemplados en otras historiografías, como mendigos, madres, porteras, infantes. Los
problemas que implicarían estas visiones, estarían más relacionadas con los excesos de
interpretación del modelo foucaultiano, y su generalización y aplicación a todas las
instituciones y en todos los sujetos. Estas interpretaciones no dejaría espacios para
observar, por ejemplo, las estrategias y alternativas que los individuos a los que se hace
referencia pudiesen haber ensayado y que necesariamente le imprimieron otro carácter a
las intenciones normalizadoras.13
Investigaciones más recientes, comenzaron a cuestionar aquellos trabajos que
clasificaban a las instituciones surgidas de los gobiernos, como dispositivos
inconfundibles de control social, en donde se reforzaban, a través de técnicas
específicas, los roles tradicionales de género. También desestimaron el rol pasivo con el
que se quiso caracterizar a los beneficiados, otrora señalados como receptores
inmutables de los deseos caritativos de otros, complejizando el rol de la beneficencia y
sus resultados.
13
La disonancia entre los aportes de la teoría foucaultiana y las producciones historiográficas se pueden
ver en Lila Caimari, “Entre el panóptico y el pantano: avatares de una historia de la prisión argentina”, en
Política y Sociedad, 2009, Vol. 46 Núm.3: 135-147.
14
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág.15.
15
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág.15.
12
dinámicas y respuestas ensayadas, que matizarían fuertemente la idea de solo un
dispositivo de control eficiente, otorgándole a esta último, una dimensión menor.
En el año 1992, desde la perspectiva del Trabajo Social y con las herramientas
de Michael Foucault, Norberto Alayón16 realizó una crónica de los antecedentes de su
disciplina en la Argentina. El autor realizó una reseña cronológica de los momentos que
considera, definen el accionar de la Sociedad de Beneficencia. Inmerso luego en el
estudio de una de las actividades emblemáticas de la Sociedad, como lo fue la entrega
anual de premios a las mujeres pobres que se destacaban por alguna circunstancia
determinada, Alayón critica con énfasis a las socias, quienes según su visión
“promovían la resignación y la aceptación del estado de necesidad como algo natural
[…], el sacrificio y la humildad extrema de los sectores necesitados, contrastaban
nítidamente […], con el parasitismo y las ansias de figuración de las “damas
benefactoras” […], premiaban que las familias y viudas pobres tuvieran vergüenza de su
propia situación”. De esta manera, el autor concluía que los objetivos de la Sociedad de
Beneficencia “estaban muy lejos de los verdaderos problemas de la gente”.17
El trabajo de Alayón, abordado desde la perspectiva del control social y con una
postura crítica hacia la Sociedad de Beneficencia, no permitiría observar, de nuevo, las
formas de resistencia de los sectores populares a estas prácticas estatales, ni los usos
productivos que las mujeres pobres premiadas, pudieran haber hecho de sus triunfos,
corriendo el riesgo de perder de vista las complejas relaciones sociales que atravesaron
los temas relacionados con la pobreza, la asistencia social, la beneficencia y los
acuerdos y negociaciones que implicaban estos vínculos.18 El trabajo del autor carece de
historicidad y nos parece desacertado que unifique el accionar de las mujeres de la
Sociedad de Beneficencia (y varias generaciones de socias), atribuyéndoles a sus
integrantes un único y unívoco criterio de acción hacia la pobreza en sus 120 años de
existencia. En ese sentido, nos parece desconcertante la afirmación que realiza en las
conclusiones de su trabajo, aludiendo que “producto de determinados intereses, poco
cambió en el fondo, la Sociedad de Beneficencia, desde la época de Rivadavia hasta su
intervención en 1947”.19 No podemos identificar a qué intereses particulares se refiere,
16
Alayón, Norberto, Historia del trabajo social en Argentina, Buenos Aires, Espacio Editorial, 1992.
17
Alayón, Norberto, Historia del trabajo social en Argentina, Buenos Aires, Espacio Ed., 1992. Pág. 18
y 19.
18
Alayón, Norberto, Historia del trabajo social en Argentina, Buenos Aires, Espacio Ed., 1992. Pág. 9 y
siguientes.
19
Alayón, Norberto, Historia del trabajo social en Argentina, Buenos Aires, Espacio Ed., 1992. Pág. 20.
13
ni en qué se basa para caracterizar de forma unívoca, lineal e ininterrumpida el accionar
de las mujeres de la beneficencia a lo largo de su historia. En nuestra tesis intentaremos
ver, desde otra perspectiva, los significados y usos de la entrega anual de premios, así
como las representaciones que tanto las premiadas como las administradoras de la
Sociedad, tenían de ese tipo de acontecimientos.
20
Thompson, Andrés, “Beneficencia, filantropía y justicia social, El “tercer sector” en la historia
argentina" en, Andrés Thompson (comp.) Público y Privado: Las organizaciones sin fines de lucro en la
Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995.
21
Para ver las asociaciones benéficas que precedieron a la Sociedad de Beneficencia durante el siglo
XVII en Europa ver el texto de Cynthia J. Little, The Society of Beneficence in Buenos Aires, 1823-1900.
Ph. D. Dissertation, Temple University, 1980, págs. 40-41. La autora Cynthia Little intenta recorrer el
derrotero de la Sociedad de Beneficencia durante toda la centuria. Si bien el trabajo diserta sobre 80 años
de vida de la Sociedad y se refiere a todas las áreas en las que actuaron las socias, sin detenerse en
ninguna institución en particular, la obra es rica en documentos. La autora basándose principalmente en,
las Sucesiones de las familias de la elite porteña, la fuente historiográfica Historia de la Sociedad de
Beneficencia de Carlos Correa Luna y el diccionario biográfico realizado por Lila Sosa de Newton, va
construyendo una genealogía de las instituciones fundadas por la Sociedad a lo largo del siglo XIX. Little,
C. J. The Society of Beneficence in Buenos Aires, 1823-1900. Ph. D. Dissertation, Temple University,
1980.
22
Tenti Fanfani, Emilio, Estado y pobreza en la Argentina. Estrategias típicas de intervención, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, Biblioteca Política Argentina, 1989.
23
Thompson, Andrés, "Beneficencia, Filantropía y Justicia Social. El “tercer sector” en la historia
argentina", en Andrés Thompson, (comp.), Público y Privado: Las organizaciones sin fines de lucro en la
Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995, pág.27.
14
encuentran otras visiones,24 como la de la socióloga María Inés Passanante.25 Para esta
autora, explica Thompson, las ideas de Rivadavia habrían sido de avanzada,
revolucionarias y casi feministas, ya que se refería a la capacidad de la mujer para
insertarse en el mercado laboral, e independizarse del hombre.26 Passanante reflexiona
que, “ La importancia asignada a la mujer con la creación de la Sociedad de
Beneficencia es doble […] por un lado, se le atribuye participación social, otorgándole
un rol y una función específica: la administración y la organización de la caridad
pública, designándola para manejar los asuntos de la Sociedad […], por otro, se la hace
depositaria de la grandeza de la nación, procurando su crecimiento espiritual a través de
la educación”.27
Resulta interesante la propuesta de Thompson en función de visualizar los
debates que se dieron en torno a la Sociedad de Beneficencia y las intenciones de
Rivadavia al crearla. Pero también consideramos que, el adjetivar la gestión en términos
de elitismo ó feminismo, como lo plantean Tenti Fanfani y Passanante, si bien marcan
direcciones interpretativas, no terminan de explicar a la Sociedad de Beneficencia y las
personas que confluyeron en esa institución, y que, en definitiva, le dieron su carácter a
través de sus experiencias. Los enfoques que se instalaron en estas disyuntivas hoy nos
parecen insuficientes para conocer su existencia en uno u otro término. Al polarizarse
las interpretaciones, se perdería de vista la complejidad de los vínculos que atravesaron
estas relaciones y a los sujetos históricos que se cruzaron en esos espacios. Por eso es
necesario volver sobre el relato e interpelarlo, para entender el complejo entramado de
vínculos y poderes que comenzaron a entretejerse en los gobiernos surgidos de la
revolución de Mayo, también en torno a la beneficencia.
Un segundo tema que aborda Thompson está referido a la Sociedad de
Beneficencia y su relación con el Estado. Si bien el autor relaciona el origen de la
institución con el “impulso estatal”, se inclina a pensar que la Sociedad de Beneficencia
tuvo una relación ambigua con el Estado. El autor enfatiza que, al no haber podido
24
Thompson, Andrés, "Beneficencia, Filantropía y Justicia Social. El “tercer sector” en la historia
argentina", en Andrés Thompson, (comp.), Público y Privado: Las organizaciones sin fines de lucro en la
Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995, pág.28.
25
Ver el trabajo completo de esta autora en, Passanante, María Inés, Pobreza y Acción Social en la
Historia Argentina, Buenos Aires, Editorial Humanitas, 1987.
26
Thompson, Andrés, "Beneficencia, Filantropía y Justicia Social. El “tercer sector” en la historia
argentina", en Andrés Thompson, (comp.), Público y Privado: Las organizaciones sin fines de lucro en la
Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995, pág.28.
27
Passanante, María Inés, Pobreza y Acción Social en la Historia Argentina, Buenos Aires, Editorial
Humanitas, 1987, pág. 13.
15
asumir éste sus funciones asistenciales, delegó las mismas en la Sociedad, una
“institución que se manejaba de manera privada y autónoma”,28 y con la que colaboraba
financiándola. También Thompson argumenta que, una vez puesta en marcha la
Sociedad de Beneficencia, “sus propios miembros se (ocuparon) de bregar, con cada
vez mayor ahínco, por la autonomía del Estado”.29 En este sentido nos preguntamos: las
acciones de la Sociedad que Thompson interpreta en estos términos, ¿eran
necesariamente intervenciones para alejarse de sus mentores o, por el contrario, (y lejos
de querer independizarse de ellos), eran movimientos destinados a insertarse con más
presencia en las discusiones políticas en torno a las formas que debía guardar la
asistencia pública que ellas dirigían y el gobierno reglamentaba, supervisaba y
financiaba? Nuestro trabajo intentará demostrar que, el vínculo de la Sociedad de
Beneficencia con el Estado, durante los años que abarcan esta tesis, estuvo claramente
definido por una relación lo suficientemente cercana como para no pensar en ella en
términos ambiguos.
16
agentes, con sus particularidades, proyectos, ideas, diferencias y disputas”. 30 Estas
producciones han significado un freno a las narrativas abordada unidireccionalmente en
términos de control social.
Desde la historia política,31por ejemplo, se han analizado nuevas estrategias para
abordar temas referidos a las formas de sociabilidad, entre las que también se
encuentran entidades abocadas a la educación y la beneficencia, y que han generado
cuestionamientos a aquella perspectiva. La historiadora Pilar González Bernaldo de
Quirós, en su trabajo “Civilidad y política en los orígenes …”.32 estudia la relación
entre el asociacionismo y la vida política, otorgándoles a las prácticas de sociabilidad la
capacidad de explicar problemas relacionados con la constitución de la nación
argentina.
La autora centró su prisma en espacios de sociabilidad pública como las
asociaciones étnicas, los cafés, las pulperías, las organizaciones masónicas, asociaciones
culturales. Si bien su trabajo no se centró en la Sociedad de Beneficencia, interpretó que
distintas organizaciones civiles surgidas entre 1820 y 1860, incluyendo a la Sociedad,
fueron utilizadas por distintos grupos de personas como herramientas para el debate
político. Es decir, desde su perspectiva, complejizó las razones por las cuales los
individuos se relacionaban, forman asociaciones que utilizan para diferentes propósitos,
experiencias que no estarían relacionadas con el control social sino con las disputas en
otros sectores o ámbitos. Para Pilar González “las formas de sociabilidad contractuales
fueron un factor de transformación de la sociedad y de las representaciones que ésta se
daba de sí misma”.33 Estas reflexiones constituyeron una manera de leer, una forma de
30
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009.
31
Para ver la perspectiva política ver: Gonzalez Bernaldo, Pilar “Sociabilidad, espacio urbano y
politización en la ciudad de Buenos Aires (1820-1852)” en Sábato, Hilda y Lettieri, Alberto (comp.) La
vida política en la Argentina del siglo XX. Armas, votos y voces. Buenos Aires, FCE, 2003; Bragoni,
Beatríz, “Los avatares de la representación. Sufragio, política y elecciones en Mendoza, 1854-1881” en
Sábato, Hilda y Lettieri, Alberto (comp.) La vida política en la Argentina del siglo XX. Armas, votos y
voces. Buenos Aires, FCE, 2003; Bonaudo, Marta, “ Las elites santafesinas entre el control y las
garantías: el espacio de la jefatura política”, en Sábato, Hilda y Lettieri, Alberto (comp.) La vida política
en la Argentina del siglo XX. Armas, votos y voces. Buenos Aires, FCE, 2003; Goldman, Noemí, “Formas
de gobierno y opinión púbica”, o la disputa por la aceptación de las palabras, 1810-1827, en Sábato, Hilda
y Lettieri, Alberto (comp.) La vida política en la Argentina del siglo XX. Armas, votos y voces. Buenos
Aires, FCE, 2003.
32
González Bernaldo de Quirós, Pilar, Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina: las
sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2008.
33
González Bernaldo de Quirós, Pilar, Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina: las
sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2008,
Introducción.
17
ser interpretada la Sociedad de Beneficencia, que luego otros autores retomaron y
profundizaron. También Marta Bonaudo34 estudia una experiencia asociativa voluntaria
y contractual, la Sociedad de Damas, creada de manera autónoma de cualquier poder del
estado, formado por mujeres de la elite de la Provincia de Santa Fe, fuertemente
relacionadas por hombres del poder provincial y nacional. Estas mujeres, reflexiona la
autora, lograron integrarse en una trama social más amplia de asociaciones civiles con
diferentes intereses, por lo que, el ejercicio de la caridad, se transformó en una vía
legítima para participar en asuntos de índole colectiva y de intervenir políticamente, a
pesar de estar excluidas legalmente de otros ámbitos de decisión y deliberación. Con
estas prácticas, aquellas mujeres otrora excluidas, se hicieron visibles, siendo capaces
de hablar con su propia voz, y no a través de la voz de quiénes las tenían bajo su tutela.
Al involucrarse en las tareas filantrópicas, estas mujeres fueron conociendo las
necesidades que aquejaban a aquellos sectores de la sociedad con necesidades de
distinta índole, y exigiendo a quiénes tenían la decisión de mejorar estas vidas, la
promesa de involucrarse.
El trabajo de Alejandra Vasallo, por otra parte, en sintonía con las nuevas
35
perspectivas historiográficas, aborda el tema de los premios distribuidos por la
Sociedad de Beneficencia con el objeto de establecer algunas conexiones entre los
conceptos de ciudadanía, estado y mujeres en el siglo XIX. La historiadora comienza su
relato comentando la ceremonia celebrada en mayo de 1830 y la pompa y el despliegue
escénico que la caracterizaron, reconociéndola como “una de las fiestas de conciencia
cívica más extraordinarias de la historia argentina, la primera en establecer las bases de
una ciudadanía femenina basada en nuevos sentidos de la virtud en relación a las
mujeres en el contexto de la construcción de la nación”.36 Vasallo destaca que, durante
los tiempos rivadavianos las mujeres de la elite tenían la certeza de que las virtudes
femeninas serían fundamentales para la construcción de una nación y que esas certezas
eran reforzadas por la prensa local y oficial. El periódico Argos, por ejemplo,
refiriéndose a la entrega de premios del 27 de mayo de 1826, se refiere al trabajo de la
34
Bonaudo, Marta, “Cuando las tuteladas tutelan y participan. La Sociedad de Damas de Caridad (1869-
1894)”, en Signos Históricos, No 15, enero-junio, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa,
2006.
35
Vassallo, Alejandra, Bordando virtud en la trama de la nación: la creación de mujeres republicanas en
Argentina, 1823-1880, Buenos Aires, Mimeo, 2005.
36
Vassallo, Alejandra, Bordando virtud en la trama de la nación: la creación de mujeres republicanas en
Argentina, 1823-1880, Buenos Aires, Mimeo, 2005. pág. 2.
18
Sociedad de Beneficencia como “un senado de mujeres administrando justicia
distributiva”.37
Vasallo señala que para comprender lo que la entrega de premios significó para
la Sociedad de Beneficencia es necesario analizar la ideas de Rivadavia y menciona la
gran influencia que tuvo “la filosofía moral de Bentham [que] se sustentaban en torno al
“principio de la utilidad”38 y para sostener su hipótesis señala que “en la última carta
con fecha 26 de agosto de 1822, [Rivadavia] explicaba que todas las reformas que había
decretado como Ministro de Gobierno derivaban de la aplicación de los principios
utilitaristas de su mentor”.39
Estos conceptos no sólo estaban relacionados con los discursos fundacionales de
Rivadavia sino que se relacionaban con la experiencia cotidiana de estas mujeres de la
elite con los sectores subalternos, y la convicción de que la educación y el trabajo
femenino eran la llave de la civilidad. La moral y la virtud, lejos de interpretar valores
cristianos intentarían destacar la virtud de sostener una familia con el fruto de sus
labores, ante la ausencia (o no) de la figura masculina en el hogar.
Vasallo renueva las preguntas y reflexiones a partir de las evidencias que pone
en juego y sus interpretaciones. Su trabajo permitió repensar conceptos incorporados en
nuestro imaginario como muy relacionados con la Sociedad de Beneficencia (premios a
la virtud, la moral, la industria) poniendo énfasis de manera especial en su contexto de
producción y los cambios que experimentaron a lo largo del siglo XIX. Estas
intervenciones asistencialistas públicas, desarrolladas por la Sociedad durante la
segunda mitad del siglo XIX, nos deja ver que había espacios políticos abiertos y que
estos fueron transitados por estas mujeres benéficas “superando la visión de la
constitución de un esfera pública “moderna” y a su vez masculina, en la cuál las
mujeres quedaron excluidas”.40
Tanto el trabajo de Bonaudo como el de Vasallo, y tantos otros anclados en las
41
perspectivas de género , han venido abriéndose un camino en nuestro país
37
Vassallo, Alejandra, Bordando virtud en la trama de la nación: la creación de mujeres republicanas en
Argentina, 1823-1880, Buenos Aires, mimeo, 2005 pág.3.
38
Vassallo, Alejandra, Bordando virtud en la trama de la nación: la creación de mujeres republicanas en
Argentina, 1823-1880, Buenos Aires, mimeo, 2005 pág.8.
39
Vassallo, Alejandra, Bordando virtud en la trama de la nación: la creación de mujeres republicanas en
Argentina, 1823-1880, Buenos Aires, mimeo, 2005.pág.9.
40
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág. 20.
41
Podemos ver la perspectiva de género en Acha, Omar y Halperín, Paula (comp.), Cuerpos, géneros e
identidades, Buenos Aires, Editorial del Signo, 2000; Barrancos, Dora, Inclusión/Exclusión. Historia con
19
enriqueciendo la producción historiográfica con sus investigaciones. Estos dos trabajos
mencionados han iluminado la trama de relaciones, los significados sociales y políticos
de las asociaciones con fines filantrópicos y la manera en que ciertas mujeres de la elite,
apropiándose de determinados lugares, redefinieron también los significados de la
participación y la representación, ejercitando de este modo su derecho a ser actores
activos”. 42 Como reflexiona Valeria Pita, los estudios históricos enfocados en la
perspectiva de género “han posibilitado poner el foco en un sujeto histórico en
particular, las mujeres […], recreado sus escenarios, develado sus presencias e incitado
a considerar problemas, procesos y acontecimientos antes desapercibidos por la
historiografía”. La historiadora nos advierte sobre la necesidad de visibilizar a las
mujeres en la historia, y por eso sus hipótesis son necesarias para abordar esta
investigación. En ese sentido se hace imprescindible sumarse al conjunto de
historiadores que, además de haber encontrado a las mujeres en los documentos, han
“escudriñado las relaciones entre los varones y mujeres despojando de toda connotación
biológica a los sexos, reflexionando en torno a un amplio universo de prácticas,
discursos, imaginarios, políticas y normativas con el objeto de comprender cómo los
vínculos “entre géneros”, como refiere Dora Barrancos, “retratan con rasgos decisivos a
las sociedades según cada temporalidad”, finaliza la autora”. 43 Estas producciones,
constituyen un pilar central para las nuevas investigaciones que buscan, como esta tesis,
poner en evidencia a los individuos y grupos de personas que interactuaron en la
Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires en sus años fundacionales. Esta
investigación entiende y comparte la perspectiva de análisis de Valeria Pita, quien,
centrando su mirada en el manicomio administrado por la Sociedad de Beneficencia y
desde una perspectiva de género, se propuso comprender “ de qué manera distintas
generaciones de mujeres lograron conformar un espacio de intervención y tutela que las
mujeres, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002; Barrancos Dora, Mujeres en la sociedad
argentina. Una historia de cinco siglos, Buenos Aires, Sudamericana, 2007; Bravo, María Celia et al.,
Historia de luchas, resistencias y representaciones. Mujeres en la Argentina, Tucumán, Universidad
Nacional de Tucumán, 2007; Lobato, Mirta, Historia de las trabajadoras en Argentina (1869-1960),
Buenos Aires, Edhasa, 2007; Morgade, Graciela (comp.), Mujeres en la educación. Género y docencia en
la Argentina, 1870-1930, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1997; Nari, Marcela, Políticas de maternidad y
maternalismo político (1890-1940), Buenos Aires, Biblos, 2000; Palermo, Silvana, “El sufragio femenino
en el Congreso Nacional. Ideologías de género y ciudadanía en la Argentina”, en Boletín del Instituto de
Historia Argentina Dr. E. Ravignani, Tercera Serie, Nº 16 y 17, 1997-1998, pp.151-178.
42
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág. 22.
43
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág. 22.
20
habilitó para participar política y activamente en la formación del entramado estatal y de
la Nación, 44 que en definitiva las había convocado. Para lograr este objetivo, fue
necesario re-significar a las instituciones de ayuda, como la Sociedad de Beneficencia,
observando sus “características, funciones sociales y usos políticos [ya que estos]
forman parte de complejas construcciones históricas y respondieron a singulares
conflictos, imaginarios, representaciones colectivas, proyectos políticos e
intervenciones públicas distantes de lo que hoy en día reconocemos, aceptamos o
rechazamos”.45
En un proceso de innovación y complejización temática e interpretativa la
historiadora Valeria Pita rediscute el valor del disciplinamiento y la normalización
como ejes de análisis aplicados a la Sociedad de Beneficencia y el manicomio. El
trabajo de la historiadora es novedoso por el recorte temporal, espacial y documental
que, sumado a la ambición temática y a la perspectiva historiográfica, en cuanto a
combinar las estructuras institucionales con las experiencias sociales de sus
protagonistas, logra una visión múltiple y enriquecedora del objeto de estudio en el
sentido de describir una síntesis de lo complejo. Para Pita, el análisis de la “diversidad
de relaciones sociales, experiencias y pugnas que ahí se gestaron”, nos permiten
conocer más al manicomio pero también “las complejas intersecciones que existieron
entre ese establecimiento público, la formación de la nación y el entramado estatal”.46
En este sentido es necesario ver al Estado “ ya no como un ente abstracto sino a través
de sus agentes, profundizando el conocimiento en torno a quiénes componían las
diferentes dependencias e instituciones públicas, qué hacían, cuántos eran, con quiénes
se vinculaban”.47 Desde esta perspectiva los significados que otrora se le asignaron a la
caridad, la beneficencia y la filantropía, deben ser revisados, para incluir en sus
conceptualizaciones las experiencias que quedaron invisibilizadas por la historiografía y
que hoy aparecen en los relatos. Es necesario observar que las experiencias políticas
circulan por diferentes escenarios, atraviesan todo el entramado social y comprometen
de diversas maneras a los individuos que transitan esos espacios. La dimensión política
44
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009,
pág. 262.
45
Pita, Valeria Silvina, La casa de las locas: una historia social del Hospital de Mujeres Dementes:
Buenos Aires, 1852-1890.- 1 ed. –Rosario: Prohistoria Ediciones, 2012, pág. 14.
46
Pita, Valeria Silvina, La casa de las locas: una historia social del Hospital de Mujeres Dementes:
Buenos Aires, 1852-1890.- 1 ed. –Rosario: Prohistoria Ediciones, 2012, pág. 14.
47
Pita, Valeria Silvina, La casa de las locas: una historia social del Hospital de Mujeres Dementes:
Buenos Aires, 1852-1890.- 1 ed. –Rosario: Prohistoria Ediciones, 2012, pág. 16.
21
del ejercicio de la beneficencia pública, por ejemplo, está presente “en el manejo
administrativo de los establecimientos a cargo de la Sociedad, en cómo discutían y
llegaban a acuerdos en su seno, en las gestiones que llevaban a cabo y en las redes y
vínculos que establecieron con distintas asociaciones, grupos políticos y funcionarios.
Pero también, se revela cuando las señoras de la beneficencia oficial, las instituciones
que administraban y los programas que llevaban a cabo se convertían en materia de
discusión pública”.48 Las socias de la beneficencia intervenían de manera activa en el
espacio público, sus programas de protección y cuidado se llevaban a cabo según lo
dictaba un reglamento oficial, pero que era puesto a debate y confrontado, primero entre
las diferentes voces de las socias y luego con las autoridades del gobierno. Estas
mujeres decidían dentro de la institución, un orden de mérito (o necesidad) que incluía a
algunos y postergaba a otros, producto de sus propias representaciones de la pobreza,
las urgencias y también los deseos de un gobierno que las supervisaba, y al que
respondían con responsabilidad, pero sin ocultar las observaciones que desestimarían el
programa oficial y las prácticas administrativas terminarían modificando, y con ellas, el
significado de las instituciones a su cargo.
48
Pita, Valeria Silvina, La casa de las locas: una historia social del Hospital de Mujeres Dementes:
Buenos Aires, 1852-1890.- 1 ed. –Rosario: Prohistoria Ediciones, 2012, pág. 16 y 17
49
Myers, Jorge, “Una revolución en las costumbres”, en: Historia de la vida privada en la Argentina,
Devoto, Fernando y Madero, Marta (comp.), Buenos Aires, Editorial Taurus, Octubre 1999.
50
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires, 1852-1890, Tesis de Doctorado, presentada en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2009, pág. 22.
22
enunciados; efectivamente, Oszlak afirmaba que, “la existencia del Estado nacional
exigía replantear los arreglos institucionales preexistentes, desplazando el marco de
referencia de la actividad social de un ámbito local-privado a un ámbito nacional-
público”. 51 Y si bien sus investigaciones son una referencia ineludible para los
historiadores, también es cierto que hoy “se está señalando un nuevo camino para
reflexionar en torno al proceso histórico de construcción del Estado”.52 El nuevo camino
propondría un derrotero diferente y estaría más abocado a conocer “cuáles fueron los
atributos de la estatidad a partir de instituciones y relaciones concretas”, recorrido que
por otra parte permitiría ver al Estado, no como un ente abstracto sino a través de sus
agentes”. 53 En este sentido, continúa Pita, sería necesario llevar adelante nuevos
trabajos de investigación, que permitan vislumbrar “quiénes lo componían, qué hacían,
cuántos individuos participaban de la agencia, pues, como lo expresó el historiador Juan
Carlos Garavaglia, “sin saber nada acerca de la burocracia, de la policía, del sistema
judicial, etc. resulta harto difícil construir teorías sobre la dominación estatal”, cita la
historiadora”.54
Otros trabajos de investigación, también han puesto en duda las teorías que
afirmaban la incapacidad del Estado para llevar adelante las políticas sociales públicas.
El trabajo de Pilar González Bernaldo de Quirós, 55 “Beneficencia y gobierno en la
ciudad de Buenos Aires (1821-1861)”, presenta estos giros historiográficos necesarios
para abordar temas tan complejos, con nuevas miradas. La autora afirma que es erróneo
pensar que, en el proceso de formación del Estado, la beneficencia pública no tuvo
ninguna relevancia. Sin embargo, su argumento en cuanto a que en Estado asumió
funciones asistenciales pero de forma indirecta a través de determinadas asociaciones
será puesto en duda en nuestra investigación. Estas afirmaciones no ayudarían a
entender ni el rol ni las funciones que la Sociedad de Beneficencia puso en práctica y
51
Oszlak, Oscar, La formación del Estado argentino, Buenos Aires, Editorial Ariel, 2004, pág.98.
52
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009,
pág. 23.
53
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009,
pág. 23.
54
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009,
pág. 23.
55
Pilar González Bernaldo de Quirós,55 en su trabajo “Beneficencia y gobierno en la ciudad de Buenos
Aires (1821-1861)”.
23
tampoco las formas que habría guardado el vínculo “a medio camino” que la autora
propone instalar. Un vínculo que, pudimos constatar, fue directo, cotidiano, minucioso y
que abarcaba todos los temas concernientes a la administración, destinados a sostener a
la Sociedad de Beneficencia. Por eso es necesario analizarlo, no ya desde las
conceptualizaciones pre-existentes sino a través de las prácticas que se visualizaron en
sus escenarios. Los presupuestos, reglamentos, pedidos de vacantes, elección de socias,
antecedentes de las maestras, elección de la portera, y otros temas, se trabajaban de
manera cotidiana con el gobierno de turno. Estas formas de gestión institucional que
poco tiene que ver con la sociedad colonial, tiene mucho que ver con “la voluntad de los
hombres que condujeron Buenos Aires, de comenzar a desplegar el entramado
estatal”. 56 Por eso esta tesis no adhiere a las conceptualizaciones de Pilar González
sobre este tema en particular.
Por otra parte, y desde la historia social, José Luis Moreno evalúa la producción
historiográfica contemporánea e infiere que ésta se ha ocupado de analizar la
construcción del estado y la nación desde las perspectivas políticas y económicas,
dejando un vacío (o un espacio) en lo que se refiere las políticas sociales y asistenciales
y que considera estrechamente relacionadas con esta construcción. El historiador
destaca la importancia de abordar estos espacios vacíos, para tener una visión conjunta
del problema asistencial público y su historia, convirtiéndola en un objeto de estudio
más acabado. Moreno propone conceptualizar estas prácticas asistenciales como
políticas sociales, señalando que la Sociedad de Beneficencia formó parte de la política
social, ya que dicha organización estaba conformada por un grupo de individuos que
recibía ayuda sistemáticamente del gobierno y fue creada directamente y de manera
novedosa para tal fin, es decir incorporada plenamente al aparato burocrático del
estado.57 Para el autor, este proyecto moderno, que ponía el acento en la educación y la
protección social desde el sector público, afirmaba su gobernabilidad, dejando el control
56
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009,
pág. 25.
57
Dice Moreno “ … cuando un pobre recibe una limosna de otro individuo, estamos frente a un acto de
caridad, constituye una acción individual. En cambio, cuando un grupo de individuos recibe ayuda
sistemática de una institución creada para tales fines, sea religiosa o estatal, nos encontramos frente a una
organización de beneficencia. Cuando las organizaciones de beneficencia se incorporan plenamente al
aparato burocrático del estado, la ayuda a los pobres se transforma en política social …” José Luis
Moreno (comp.), La política social, antes de la política social, Buenos Aires, Trama editorial/Prometeo
libros, 2000.
24
de una parte de la sociedad bajo las órdenes de una sola mano o grupo hegemónico. A
esta altura, continúa, el gobierno había tomado la decisión de separarse de la Iglesia y
poniendo al frente de la administración a mujeres que profesaban la religión católica, no
sólo se aseguraba la aceptación social de aquellas controvertidas decisiones sino que le
brindaba a la elite porteña femenina la oportunidad de participar en la construcción de
los primeros atisbos de una identidad nacional.58 Moreno asegura que “durante la etapa
de secesión de la provincia de Buenos Aires de la Confederación, se establecieron los
cimientos de la más grande institución asistencial jamás conocida en el Río de la Plata:
la Sociedad de Beneficencia de la ciudad de Buenos Aires”.59
Una de las riquezas de su trabajo consiste en sumergirse en el acervo
documental de la Sociedad de Beneficencia existente en el Archivo General de la
Nación, pudiendo observar en las fuentes directas e inéditas el empeño que puso en
gobierno provincial en direccionar la ayuda social de los sectores sociales más
vulnerables, a través de la incursión de las mujeres en las políticas públicas. Moreno
logra identificar a la Sociedad como una herramienta imprescindible en el vínculo entre
la plebe y el gobierno; este último depositó en ella la responsabilidad de concretar los
objetivos asistenciales que el ambicioso plan gubernamental liberal tuvo desde sus
comienzos. El autor visualiza a la Sociedad estrechamente ligada a los gobiernos que se
fueron sucediendo a lo largo del siglo XIX, los que, con más o menos simpatía hacia la
Institución, no pudieron dejar de reconocer la importante función que desempeñaban y
que por el momento se presentaba como la única respuesta pública a los problemas
relacionados con la ayuda social, y por ende, irremplazable.
58
Moreno, José Luis (comp.), La política social, antes de la política social, Buenos Aires, Trama
editorial/Prometeo libros, 2000.
59
Moreno, José Luis, “Modernidad, y tradición en la refundación de la Sociedad de Beneficencia por las
damas de la élite, durante el estado de Buenos Aires, 1852-1862”, IEHS, Volumen 18, 2003,
Introducción.
25
La mayoría de los historiadores de la infancia coinciden en que, a partir del siglo
XVIII las actitudes hacia los niños se modificaron y la familia comenzó a mirarlos
desde una óptica diferente y a tratarlos, por ende, de manera diferente, interesándose en
ellos. Se ampliaron las diversiones de los niños, comenzaron a verse libros, juguetes,
ropa pensada para ellos. Aún así, en algunas cuestiones de base, como la educación, el
sexo ó la disciplina, esta nueva mirada no significó un paliativo para ellos. Se comenzó
a pensar que los niños debían ser preparados para la vida adulta, a través de prácticas
especiales y en este proceso, según el historiador Philippe Aries, por ejemplo, el niño
fue arrancado de la vida adulta (y de las libertades que tenía como consecuencia). En
este proceso los niños fueron puestos bajo la mirada atenta de las familias, la Iglesia, los
gobiernos y los moralistas que se arrogaron el derecho de corregir conductas utilizando
métodos que incluían los castigos y los azotes, en vistas a quebrar y encauzar las
posibles rebeldías. Si bien las prácticas sobre la niñez tenían diferencias de clase, varios
historiadores de la infancia sostienen que los niños eran maltratados en toda la escala
social.
Ante la pregunta de qué significaba ser un niño en Buenos Aires, en la primera
mitad del siglo XIX debemos tener en cuenta ciertas consideraciones. Para la
investigadora en educación Sandra Carli, hablar de infancia no es sólo analizar y
entender el concepto surgido en determinado período histórico sino también conocer la
construcción de dicho concepto inmerso en la cultura política y la cultura escolar del
momento y cómo estas construcciones condicionan el tiempo presente de una
generación de niños.60 Por su parte, el historiador Pablo Cowen nos advierte sobre la
dificultad de responder este cuestionamiento tomando el concepto aparecido en la
Europa de la Ilustración, y traspolándolo a la sociedad porteña, sin tener en cuenta las
particularidades. No debemos perder de vista que este niño se encontraba inserto dentro
de una sociedad tradicional pero que experimentaba cambios de carácter político con
incidencia en todos los ámbitos, algunos acelerados, otros más lentos, pero de manera
constante. Para Cowen los niños porteños eran considerados niños y no como adultos en
miniatura “o rehenes de las instituciones y prácticas de la modernidad”.61 Aún teniendo
que competir con hipótesis historiográficamente extensas que prueban lo contrario, el
60
Carli, Sandra, Historia de la infancia: una mirada entre cultura, sociedad y política en Argentina, en
Cucuzza, Héctor Rubén (comp.), Historia de la educación en debate, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1996.
págs. 221-224.
61
Cowen, M. Pablo, “Nacimientos, partos y problemas de la primera infancia. Fines del siglo XVIII,
primeras décadas del siglo XIX”, en Moreno, José Luis, (comp.) La política social antes de la política
social, Buenos Aires, Trama editorial/Prometeo libros, 2000, pág. 77.
26
autor afirma que en Buenos Aires existió una consideración especial hacia la infancia.
Esta apreciación que parece acertada al referirse a niños de pecho y párvulos, es decir,
niños hasta los nueve años, es incierta a partir de esa edad, nos advierte José Luis
Moreno, quien destaca las dificultades que se nos presentan en las fuentes al querer
identificar a los preadolescentes. A partir de los nueve años las clasificaciones que
aparecen en los documentos son ambiguas y confusas, dependen de la situación y el
contexto, producto del período de transición por el que atraviesa el niño hacia la
adolescencia 62 . También habría que tener en cuenta, que, como dice la historiadora
Carolina Zapiola, “las representaciones de cada sociedad sobre la infancia están
naturalizadas”.63 por lo que las relaciones sociales que se entablan con los niños, aún
caracterizadas como variables y en cambio permanente, son vistas por la sociedad en
donde se desarrollan como lo que debe ser, lo común, lo habitual.
Los juristas posrevolucionarios sostenían, como sus pares juristas españoles, que
la patria debía velar por el porvenir del niño, a quién veían como un sujeto de
protección por derecho. Por eso las instituciones encargadas de velar por los
desamparados, entre ellos los niños y las niñas, fueron redefinidas y aumentadas durante
los primeros gobiernos patrios.64
Sin embargo, dichas instituciones no necesariamente garantizaban el bienestar del
infante aunque la preocupación por resolver los problemas estuviera presente. ¿Cuáles
eran los padecimientos de niñas y niños en el Río de la Plata? ¿De qué había que
protegerlos? En primer lugar del abandono. El abandono de niños, dice Moreno, ha
constituido un hecho social sistemático en la historia de Oriente y Occidente y en él
influyen los valores sociales, culturales y religiosos. Esta práctica dio lugar a distintos
intentos de solución, a lo largo de toda la historia y convocó iniciativas tanto de los
sectores privados como desde los gobiernos y los estados.65 En la Buenos Aires de 1820
62
Moreno, José Luis, Historia de la familia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Sudamericana, 2004.
págs. 89-90.
63
Zapiola, María Carolina, Argentina investiga, Universidad Nacional de General Sarmiento, Instituto de
Ciencias, 18 de Febrero de 2013.
64
Adalberto González nos anuncia que la figura jurídica del menor abandonado aparecerá 100 años
después, a través de la llamada Ley de Patronato de Menores sancionada en 1919, que legitimará como
solución para el aumento de la niñez abandonada una práctica anterior a dicha ley, como lo es el encierro
del niño-menor de edad de principios del siglo XIX. González, Favio Adalberto, “Niñez y beneficencia:
Un acercamiento a los discursos y las estrategias disciplinarias en torno a los niños abandonados en
Buenos Aires de principios del siglo XX (1900-1930)”, en La política social antes de la política social,
Moreno, José Luis (comp.), Trama editorial/Prometeo libros, 2000, págs. 130-131.
65
Moreno, José Luis (comp.), La política social antes de la política social, Buenos Aires, Trama
editorial/Prometeo libros, 2000. Introducción.
27
las niñas y los niños padecían las consecuencias directas de las guerras de
independencia y civiles: la orfandad y la pobreza.
Las producciones historiográficos sobre la infancia ayudan a comprender a los
infantes y adolescentes inmersos en las instituciones de protección creadas para
contenerlos, como la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires. Lejos de ser parte de
una asociación caritativa, cristiana y elitista, que repartía limosnas a los indigentes, estas
mujeres, que pertenecían, si, a la elite, en la estratificada sociedad bonaerense de
principios del siglo XIX, indagaron a las mujeres indigentes de su pueblo, con el objeto
de ubicar a sus hijas huérfanas y pobres en las instituciones creadas para cuidarlas y
educarlas, bajo la protección del gobierno.
66
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009.
28
los documentos de la Sociedad de Beneficencia en su etapa fundacional: momento
histórico particularmente convulsionado, que dejó espacios suficientes a sus
protagonistas para ensayar sus capacidades y habilidades con cierta dosis de libertad y
que, en el caso de la Sociedad de Beneficencia les permitió incursionar en los escenarios
políticos y participar de las discusiones que allí se presentaban. Desde estos espacios,
las mujeres que la integraron, discutieron con el gobierno de turno, las formas que
debían guardar las instituciones asistenciales públicas, como el Colegio de Huérfanas de
Buenos Aires y las escuelas públicas de niñas. Esta institución sería reglamentada,
financiada, controlada y evaluada desde el Gobierno de la Provincia, y sus integrantes
serían definidas y tratadas como agentes imprescindibles de las prácticas asistencialistas
del estado provincial.
La Sociedad de Beneficencia fue una entidad creada por aquellos primeros
ensayos estatales post-independentistas e incorporada de manera cotidiana a la agenda
gubernamental. Las mujeres que la integraron, fieles y obedientes al gobierno que las
convocaba, se dedicaron a educar a las niñas pobres del pueblo, fundando escuelas en la
ciudad y la campaña, con el objeto de transformarlas en la base civil de la nueva patria
que se estaba forjando, incluyendo a las niñas negras y mulatas que habitaban la ciudad
y la campaña.
Pensamos que es relevante indagar las circunstancias que rodearon los
momentos fundacionales de la Sociedad de Beneficencia para poder desenmarañar, no
sólo las construcciones discursivas gestadas en torno a ella, si no y sobre todo, para
poder conceptualizarla en función de las prácticas que atravesaron a los individuos que
la recorrieron, enriqueciendo las conceptualizaciones de todos ellos y de la institución.
………………..
29
Sociedad de Beneficencia y los discursos oficiales que legitimaron su existencia.
También se detiene a observar las formas que guardaron el armado de esta estructura
horizontal y jerárquica a la vez. La segunda parte se aboca a presentar a las 13 socias
fundadoras de la agencia rivadaviana.
El segundo capítulo comprende el mismo período del capítulo uno, 1823-1829.
Se analiza cómo las socias de la Sociedad fueron gestionando y negociando con los
diferentes gobernadores de la década del 20 las formas que debía guardar la tutela de las
infantes, a medida que se iban asentando como indispensables agentes de la institución.
Se observan las primeras tensiones y conflictos que debieron afrontar las mujeres como
consecuencia de diferentes problemáticas: la disparidad de criterios que tenían entre
ellas mismas, entre ellas y el gobierno que las supervisaba y también con las personas
que trabajaban para la Sociedad. Estas disputas, que atravesaban temas relacionados con
problemas cotidianos como la concesión de una vacante ó el financiamiento de las
obras, nos permiten observar los consensos, acuerdos y negociaciones que debieron
ponerse en práctica en pos de la viabilidad del proyecto.
El tercer capítulo se desarrolla entre los años 1829 y 1835, es decir, bajo el
Gobierno de Rosas y otros gobernadores adherentes a la causa federal. Se analizan
situaciones significativamente conflictivas que debieron afrontar las mujeres
administradoras, en un contexto de cambio, en donde hubo que abrir nuevos canales de
diálogo y negociación con los gobernantes federales. Se analiza el alcance del proyecto
tutelar detentado por las mujeres de la beneficencia, quienes, cumpliendo el mandado
del gobierno, incorporaron a las niñas negras y mulatas al sistema educativo.
30
Capítulo 1
31
que disponía (la aduana de Buenos Aires, ahora en soledad), los representantes del
nuevo gobierno se dispusieron a encarar una serie de medidas tendientes a modernizar
estos espacios. Buenos Aires se preparó para vivir entonces “lo que en ese momento se
llamó la “feliz experiencia” con la creación de nuevas instituciones, la prosperidad del
comercio y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes”.69
69
Lobato, Mirta Zaida, Atlas histórico/ Mirta Zaida Lobato y Juan Suriano, Buenos Aires, Sudamericana,
2010, pág.161.
70
Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina: 1800-
1846, Buenos Aires, Emecé Editores, 2007, pág.181.
71
Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina: 1800-
1846, Buenos Aires, Emecé Editores, 2007, pág.183.
32
gobierno que Bernardino Rivadavia72 había diagramado como Ministro de Gobierno y
Relaciones Exteriores de Martín Rodríguez.73 La iniciativa estaba relacionada no sólo
con el deseo de recortar las atribuciones de los antiguos tutores de estas infantes, la
Orden de los Betlemitas74 y la Hermandad de la Santa Caridad,75 sino también con el
proyecto de incorporar a mujeres patricias en el manejo de varias instituciones. La idea
no era original, ya que organismos similares habían sido fundadas en distintos países
Europeos durante el siglo XVIII .76 Sin embargo los antecedentes europeos funcionarían
sólo como disparadores de las ideas rivadavianas, en parte resultado de las experiencias
intelectuales e institucionales que había atesorado durante el ejercicio de la diplomacia
en Europa; ahora tenía la oportunidad de reformular estas ideas y llevarlas a la práctica
en la provincia de Buenos Aires.77
Creada por decreto el 2 de Enero de 1823, organizada y reglamentada por tres
individuos de la confianza de Rivadavia, como Francisco del Sar, José María Roxas y
Valentín Gómez, la Sociedad de Beneficencia fue inaugurada el 12 de Abril de 1823;
pronto adquiriría caracteres propios que resaltarían su singularidad, y que le permitirían
72
Rivadavia expresaba en una disertación que “El Gobierno [considera] la ignorancia como el primer
enemigo de los pueblos, que desmoraliza y embrutece […]La educación de las niñas era descuidada desde
el antiguo tiempo: ella ha recibido un grande impulso, es de esperar que la Sociedad de Beneficencia,
establecida en el presente año, ponga en acción los sentimientos que distinguen al sexo” Este mensaje
pertenece a los ministros encargados del poder ejecutivo, Bernardino Rivadavia y Manuel José García, al
abrir las sesiones de la legislatura de la Provincia de Buenos Aires, el 5 de Mayo de 1823. Verlo en
Mabragaña, H., Los Mensajes: historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada
cronológicamente por sus gobernantes: 1810-1910, Tomo I, 1810-1839, publicación autorizada por la
Comisión Nacional del Centenario, Buenos Aires, Compañía Nacional de Fósforos, 1910, pág.195.
73
Carlos Newland menciona que “hasta la creación de la Sociedad de Beneficencia no habían existido
escuelas públicas para niñas en Buenos Aires” Newland, Carlos, Buenos Aires no es pampa: La
educación elemental porteña, 1820-1860, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1992, pág. 70.
74
El historiador Gabriel Di Meglio menciona que la intervención de Rivadavia en el clero, estaba
relacionada con el deseo de “reubicar a la Iglesia heredera de la colonia en el nuevo orden
posrevolucionario a través de la secularización de buena parte del clero regular y un fortalecimiento del
secular”. Estas medidas habrían dividido al propio clero entre quienes estaban a favor de ellas y quiénes
no. El sector opositor habría participado en el segundo motín de Tagle, junto con algunos militares
retirados también por Rivadavia. En ese conflicto, sigue reflexionando el autor, habría participado
algunos integrantes de la plebe urbana, con la excusa de la religión, pero pidiendo por sus propias
cuestiones. Di Meglio, Gabriel, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre
la Revolución de Mayo y el rosismo, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007, págs. 230-236.
75
La Hermandad de la Santa Caridad fue una institución de composición mixta, formada por notables y
religiosos que dependían del obispado y que administraba el Hospital de Mujeres, la Casa de Huérfanas y
la Casa de Niños Expósitos.
76
Para ver las asociaciones benéficas que precedieron a la Sociedad de Beneficencia durante el siglo
XVII en Europa ver el texto de Little, C. J. The Society of Beneficence in Buenos Aires, 1823-1900. Ph.
D. Dissertation, Temple University, 1980, págs. 40-41.
77
Moreno, José Luis, Éramos tan pobres …: De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón, Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 2009, pág. 32 y 33.
33
funcionar como modelo de futuras instituciones similares en el vasto territorio local y
continental.78
78
La Sociedad de Beneficencia fue la primera de su clase, y fue tomada como referente de instituciones
en América Latina y en el interior del país.
79
Para José Luis Moreno “se trataba de formar ciudadanas que acompañarían a los ciudadanos en la
construcción de un Estado moderno”, y esto era un aspecto distintivo, original y diferente de las
instituciones similares de Europa “más ocupadas en la protección y el control social de los menesteros
que en la educación de los mismos” Moreno, José Luis, Éramos tan pobres …: De la caridad colonial a
la Fundación Eva Perón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2009, pág. 35 y 36.
34
mismo estrato social y compartían el punto de vista de liberales 80 , la inestabilidad
política de los años siguientes, y con ella, la de las relaciones interpersonales, crearon
tensiones dentro de la institución, entre las socias, y fuera de ella, que las obligaron a
ensayar estrategias de adaptación impensadas para estas mujeres, administradoras,
probablemente, de sus casas; tutoras celosas de sus familias, devenidas ahora en agentes
de las políticas públicas del gobierno de la provincia.
En el decreto de creación de la Sociedad de Beneficencia, Rivadavia anunciaba
la incorporación de la mujer al aparato gubernamental y justificaba su decisión
expresando la preocupación que le generaba la presencia de las mujeres de la sociedad
civil porteña, a las que el veía como de una existencia “demasiado vaga e incierta”.81
Para el ministro, esta “imperfección del orden civil”82 sería causada por la exclusión de
las mujeres en la educación formal, y con ella, de la formación moral e intelectual,
destinada no sólo a la “mejora de sus costumbres”83 sino también a la obtención de
“medios de proveer a sus necesidades 84 . Es decir, el ministro mencionaba que las
madres no sólo debían prepararse para ser individuos ejemplares sino también mujeres
trabajadoras capaces de lograr su propio sustento.
Para Rivadavia, la exclusión de la mujer de la educación sistemática habría
ocasionado “obstáculos al progreso de la civilización” 85 , observando también que
dichos obstáculos se habían visto maximizados porque no se visualizaban ni percibían
como tales. Sin embargo, esta amenaza invisible tenía una contracara visible: las
mujeres habían sido dotadas por la naturaleza de cualidades exclusivas que no poseía el
hombre, y que (si habían nacido dentro de la elite), las hacían las mejores candidatas
para realizar determinados tipos de servicios a la sociedad. Rivadavia conjugaba así, en
el mismo relato, el problema y la solución al problema. Las mujeres del pueblo
recibirían educación financiada por el Gobierno y las mujeres de la elite serían quienes
gestionarían todo lo concerniente a este proyecto.
81
AGN-SB, LAN 1 Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, discurso de Rivadavia,12 de
Abril de 1823.
82
AGN-SB, LAN 1 Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, discurso de Rivadavia,12 de
Abril de 1823.
83
AGN-SB, LAN 1 Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, discurso de Rivadavia,12 de
Abril de 1823.
84
AGN-SB, LAN 1 Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, discurso de Rivadavia,12 de
Abril de 1823.
85
AGN-SB, LAN 1 Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, discurso de Rivadavia,12 de
Abril de 1823.
35
Para el Ministro de Gobierno, las mujeres de la elite porteña, además de poseer
las cualidades exclusivas de su sexo, tenían garantizada la virtud de la moral por su
condición de clase, así como la solvencia económica que caracterizaba al grupo. 86
Esperanzado, el día de la inauguración en el patio de la casa de Expósitos, el Ministro
advertía al público que se había acercado a escucharlo, incluyendo las socias, que “…
ellas no [podían] dejar de aprovechar con una ansiosa solicitud, la primera oportunidad
que se les proporciona, para reducir a hechos las verdades que se han indicado…”87 Con
esta reflexión, Rivadavia ponía un parte aguas con respecto a todo lo que ellas habían
hecho anteriormente en materia de beneficencia. Porque como dijimos, aunque las
mujeres de la elite ya habían actuado en obras caritativas desde que las necesidades se
hicieron visibles en la provincia, como el mismo Rivadavia señalaba, nunca habían sido
llamadas para formar parte de un aparato asistencial y educativo gubernamental,
destinado no sólo a atender a la población civil necesitada y pobre (con proyección en la
campaña), sino también y especialmente en estos primeros momentos fundacionales,
crear instituciones educativas para todas las niñas de la ciudad, promoviendo desde el
gobierno aquellas intervenciones en determinado sector de la sociedad, destinadas
también a crear ciudadanía. El proyecto era definitivamente novedoso.88
Rivadavia destacaba la importancia de la mujer y la educación en la
recuperación de los valores perdidos en la década anterior producto de las guerras. Daba
cuenta de por qué las mujeres, “la perfección de la moral … el cultivo del espíritu en el
bello sexo … y la dedicación del mismo a lo que se llama industria, y que resulta de la
combinación y ejercicio de aquellas cualidades ”89, serían las personas más capacitadas
para propiciar el trabajo, la educación, y el cuidado de las niñas que las convocaba. Y si
por casualidad alguna de las mujeres se sentía ignorada en sus valores agregados, el
ministro tuvo la prudencia de aclarar “ .. que no debían extrañar las damas de la
Sociedad de Beneficencia que al dirigirse á ellas no hubiera empezado, como ha sido
siempre de costumbre, por probar la capacidad de las mujeres. Sobre este particular,
señoras, la autoridad que os habla está lejos de hacer un insulto, no á vosotras, (dijo),
86
Para el historiador José Luis Moreno, el proyecto es notable, en cuanto a “ … promover a la mujer en
un rol activo en la construcción de un nuevo orden, asignando a la educación de las niñas un papel
decisivo en la nueva concepción de la sociedad civil …” Moreno, José Luis, Éramos tan pobres …: De la
caridad colonial a la Fundación Eva Perón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2009, pág. 33.
87
AGN, SB, Decreto de Creación de la Sociedad de Beneficencia, 2 de Enero de 1823.
88
Por otra parte, podemos decir que, la educación de las niñas estaba definitivamente en desventaja con
respecto a la de los varones, ya que ellos concurrían a las escuelas públicas administradas por el Cabildo.
89
AGN, SB-LA Nª 1, Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, 12 de Abril de 1823, (discurso
de Rivadavia).
36
sino a la naturaleza que es completa y acabada en todas sus obras ...” . 90 Este
argumento con el que Rivadavia justificaba la incorporación de las mujeres a su
proyecto, será reutilizado por las socias de la beneficencia a lo largo de su membresía y
por los mismos motivos: reafirmar su irreemplazable presencia en la dirección de las
instituciones. Nadie mejor que estas tiernas esposas, madres respetables, la perfección
de la moral, en las palabras de Rivadavia, para llevar adelante y en nombre del gobierno
la tutela de este sector tan necesitado de sus valiosas e imprescindibles atenciones.91
90
AGN, SA-LA Nª 1, Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia, 12 de Abril de 1823, (discurso
de Rivadavia).
91
Para Valeria Pita, “ … la pertenencia a la Sociedad [de Beneficencia] funcionaba de hecho como la
confirmación de un estatus ciudadano cuyos deberes se basaban en la preexistencia de una población al
margen de la sociedad que requería de protección, tutela e instrucción …” Pita, Valeria Silvina, La
Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración y tutela del Hospital de
Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009, pág.44
92
Birocco, Carlos María, “La primera Casa de Recogimiento de huérfanas de Buenos Aires: El beatario
de Pedro de Vera y Aragón (1692-1702)”, en La política social antes de la política social, Moreno, José
Luis (comp.), Buenos Aires, Trama editorial/Prometeo libros, 2000, pág. 25.
37
creación de una Casa de Recogimiento para niñas Huérfanas. Fue así que 12 huérfanas
se reincorporaron en noviembre de 1755 al nuevo establecimiento que se llamó Nuestra
Señora de los Remedios. La ubicación de esta institución, estaba junto a la Iglesia de
San Miguel y albergaba niñas entre 5 y 16 años. Los requisitos de admisión eran el
haber perdido alguno de los progenitores, y probar la buena condición física y mental.
Esta institución funcionó también como escuela pública, es decir, que concurrían a ella
las huérfanas y las niñas cuyos padres podían costear la educación.93 La Hermandad de
la Santa Caridad se encargó durante muchos años de la Casa de Huérfanas de San
Miguel hasta que un decreto del 1° de julio de 1822 (tres meses después de aparecido un
informe que mostraba dificultades presupuestarias), emitido por el gobernador Martín
Rodríguez y refrendado por su ministro secretario, Bernardino Rivadavia, la disolvió.
Calificada su gestión como “in metódica y sin garantía alguna … desvirtuada en sus
principios básicos, y convertida en un “hervidero de ambiciones y rivalidades”,94 poco
después, el 25 de abril de 1823, el establecimiento quedaba en manos de la
recientemente fundada Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires.
93
Gallo Edit, Historia de la Beneficencia en el Buenos Aires colonial, Buenos Aires, Ediciones
Corregidor, 2002, págs. 63-71.
94
Decreto del 22 de Marzo de 1822, citado por Alberto Meyer Arana, ¨Las primeras 13¨, Imprenta de
Gerónimo Pesce, 1923.
95
Balmori, Diana, Stuart F. Voss y Miles Wortman, Las alianzas de familias y la formación del país en
América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, Introducción, pág. 10.
38
sus seguidores se mantuvieron por décadas. Los vínculos con la tierra, con el ganado y
con las exportaciones reinventaron los lazos o por lo menos los acomodaron lo
suficiente como para seguir obteniendo réditos.
La elite porteña de Buenos Aires era parte de la estructura social que se
multiplicaba y complejizaba con el correr del siglo. Estaba fuertemente relacionada
entre sí, habitaba la zona urbana; probablemente había adquirido notoriedad a través de
la actividad comercial, militar ó política y tenía fuertes lazos con la tierra en la
96
campaña. Heredera y parte de la estructura colonial de los años anteriores,
“conformaban una sociedad patriarcal abierta, al menos elástica, dispuesta a modificar
las formas tradicionales de vida, y evitar los patrones estrictos y rígidos de
comportamiento, dentro de los límites de una sociedad cristiana, católica ”.97 Si bien los
cambios políticos se sucedían y sucedieron en tiempos históricos que podrían
caracterizarse como cortos, los cambios sociales funcionaron a otro ritmo, con mayor
lentitud. Por eso la sociedad patriarcal y sus arraigadas tradiciones perduraron en el
tiempo “a pesar de sus aires de renovación”.98Las ideas de la ilustración encabezaban
los debates ideológicos de los hombres notables quienes reelaboraban sus preceptos
ajustándolos a los tiempos y espacios que habitaban, aunque reticentes a abrir la
participación a los sectores medios y bajos que formaban la parte más numerosa de la
población. Así, el discurso político que pregonaba la igualdad ante la ley, tropezará con
una tradición social apoyada en el concepto de castas, que siguió protagonizando las
relaciones sociales durante largo tiempo, aunque no sin fisuras99.
96
Balmori asegura que este tipo de vínculos caracterizó una parte de la sociedad en Latinoamérica
durante el siglo XIX “ … a menudo las alianzas eran complementarias: las familias que tenían intereses
mercantiles se casaban con las que poseían tierras; las que tenían tierras se casaban con las que tenían
capital, propiedades urbanas, un comando militar (que a veces implicaba tener acceso a nuevas tierras
abiertas a la colonización) o un puesto político …”Balmori, Diana, Stuart F. Voss y Miles Wortman, Las
alianzas de familias y la formación del país en América Latina, México, Fondo de Cultura Económica,
1990, Introducción, pág. 10.
97
Mallo, Silvia, “La mujer rioplatense a fines del siglo XVIII. Ideales y realidad”, en Anuario, Instituto de
Estudios Histórico-Sociales, IEHS, Nº 5, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires, Tandil, 1990. pág. 117.
98
Mallo, Silvia, “La mujer rioplatense a fines del siglo XVIII. Ideales y realidad”, en Anuario, Instituto de
Estudios Histórico-Sociales, IEHS, Nº 5, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires, Tandil, 1990. pág. 117.
99
Para Roberto Di Stéfano “... los hombres y mujeres de la época concebían la sociedad como un
organismo en el que cada persona y cada grupo ocupaba un lugar que no venía dictado ni siquiera
teóricamente por las capacidades de cada cual: se nacía dentro de una determinada condición, que
implicaba específicos derechos y obligaciones para con Dios, para con las demás personas-y según el
lugar que ocupaba cada una de ellas- y para consigo mismo. La entidad básica de la sociedad eran menos
las personas que los grupos, empezando por la familia. Se pensaba que existía un orden dictado por Dios
y por la naturaleza al que la voluntad de los hombres debía adecuarse, un orden esencialmente justo que
por regla de principio no podía ser alterado sin atentar contra la justicia ...” Di Stéfano, Roberto,
39
Balmori llama a estas familias notables, ya que ese concepto se utilizó por estos
tiempos para destacar un valor social, basado en las posibilidades de acceder a los
bienes (o a la manera de controlarlos y reproducirlos). Si bien Balmori está pensando en
sociedades más cerradas que la rioplatense, como la sociedad mexicana, por ejemplo,
estos vínculos sociales convenientes también se presentaron, con formas más laxas, en
la sociedad rioplatense. Las familias notables utilizaron las redes familiares para
controlar la política, la sociedad y la economía de los países emergentes. A través de los
lazos familiares lograban alianzas estratégicas y en consecuencia, beneficios
corporativos, que difícilmente obtendrían de manera individual.100
Una vez ascendidos al gobierno, el grupo liberal de los años ´20 ensayó cambios
estructurales en distintos ámbitos de la estructura provincial, institucionalizando y
reglamentando la vida de Buenos Aires. Con la invención de la Sociedad de
Beneficencia, una institución creada para dar asistencia y educación a las niñas del
pueblo (la mayoría pobres y varias de ellas huérfanas), no sólo se introdujo a la mujer
en la actividad pública, también se las habilitó legítimamente para participar de la
discusión política en estos temas.101 Y si bien el trabajo que realizaban nunca fue ni
pretendió ser rentado, con el tiempo revistió caracteres de carga pública a la que sería
difícil renunciar, si no imposible.
“Orígenes del movimiento asociativo: de las cofradías coloniales al auge mutualista”, en Di Stéfano, R.,
Sábato. H, Romero, L.A., Moreno, J.L. (autores), De las Cofradías a las Organizaciones de la Sociedad
Civil, Historia de la iniciativa asociativa en Argentina,1776-1990, Argentina, Gadis, 2002, pág.26.
100
Balmori, Diana, Stuart F. Voss y Miles Wortman, Las alianzas de familias y la formación del país en
América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, Introducción, pág. 10.
101
Moreno reflexiona que “haber colocado en la administración de la recién creada Sociedad de
Beneficencia sólo a mujeres –aunque ellas pertenecieran a las familias de las elites- fue sin duda, en el
Río de la Plata, un acto revolucionario más. Tan importante como haberle dotado a las instituciones que
pertenecían a la Sociedad presupuestos acordes con sus necesidades” Moreno, José Luis (comp.), La
política social antes de la política social (Caridad, beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos
XVII a XX), Buenos Aires, Prometeo, 2000, págs. 10 y 11.
40
intentó instruir previamente, es decir, se determinaron las formas que revestirían la
educación y la asistencia de un conjunto cada vez mayor de personas, arropadas en una
institución creada por el Gobierno de Buenos Aires específicamente para estos fines, y
supervisadas directa y minuciosamente por él.
Por otra parte, las ideas de Rivadavia no incomodaban a sus pares. Por el
contrario, los hombres liberales aceptaban de buen grado la participación de las mujeres
como partidarias y soportes de sus lineamientos políticos; el apoyo que podrían
proporcionar sería invaluable, tratándose de un proyecto de gobierno que ponía el
acento en la institucionalización de la provincia, y que por ende, precisaba de todas las
manos posibles para imponerse física e ideológicamente y perdurar en el tiempo.
102
AGN, SB-LA N1 Acta 2 del 18 de Abril de 1823.
103
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 42 del 13 de Mayo de 1824.
41
con los gobernadores, una estrategia que trascendía las excusas que motivaban el
encuentro y del que siempre esperaban conseguir algún rédito para la institución que
dirigían. Por lo menos era una manera bastante explícita de mencionarle al funcionario
de turno, quiénes eran y qué estaban haciendo allí. También se dirigieron al fuerte
cuando asumió la gobernación de la provincia el caudillo federal Manuel Dorrego en
Agosto de 1827: se “ ... nombro una comisión para felicitar a nombre de la Sociedad al
Sr Gobernador de la Provincia por su elevación al mando ...” 104; ó un año después,
Isabel Cazamayor “ ... dio cuenta á la Sociedad de haber desempeñado su comisión de
felicitas al Sr Gobernador por la ventajosa Paz estipulada entre la República Argentina,
y el Imperio del Brasil ...”. Las incursiones a los despachos de los funcionarios de turno,
ya sean gobernadores, ministros u otros funcionarios, daban cuenta de que no sólo ellos
podían convocarlas exhortándolas a cumplir con el desafío que se les presentaba;
también ellas podían ir a su encuentro para dar bienvenidas, repartir felicitaciones ó
exigir demandas en nombre de la Institución, proyectando una imagen de cierta
reciprocidad entre iguales y de cierta complicidad entre miembros de un mismo equipo,
que es preciso visualizar. Estos hombres y mujeres que se habían cruzado de manera
cotidiana en otros espacios de sociabilidad, habían conversado acerca de los proyectos
institucionales que se caían y reinventaban con otras formas, desde que comenzó el
nuevo siglo; herederos y herederas de la década revolucionaria, también habían
imaginado juntos las formas que debía guardar la nación que habitaban, y por ende,
hablaban un mismo idioma; social, cultural y político. Con el correr de los años y los
avatares políticos, la Sociedad se fue transformando en una institución cada vez más
heterogénea, no en cuanto a su composición social pero sí en cuanto a la ideología de
sus integrantes; en un país dividido por la lucha de facciones, se hizo necesario
diagramar de manera estratégica la composición de las comisiones, más abocadas a
persuadir al gobierno que a felicitarlo.
104
AGN, SB-LA Nº 1, Acta del 23 de Agosto de 1827.
105
Habría que esperar más de 120 años para determinar que la sólida estructura de la Sociedad de
Beneficencia, ya no era funcional a los tiempos que corrían.
42
Intentamos visualizar a la Sociedad de Beneficencia para tratar de explicar y
darle sentido a un conjunto de respuestas que se ensayaron desde ésta, y que las llevó a
instalarse en el imaginario de la sociedad bonaerense, como competentes e
irremplazables administradoras de los pobres. Quiénes eran estas mujeres, cómo se
organizaron y agenciaron, de qué manera superaron las disputas y se convirtieron en
legítimas consultoras del gobierno en asuntos de asistencia, son algunos de los
interrogantes que lo recorren.
“ era necesario poner la mira en Damas que no estuviesen demasiado ligadas a sus atenciones domésticas,
bien por su poca fortuna, bien por el número de su familia [...] por otra parte era necesario una
combinación de edades entre las candidatas para que estuviesen en toda la proporción que demandan los
empleos de la Sociedad de los que si unos exigen más calma, y más reposo, otros piden más movimiento
y más actividad ”106
106
Gómez Valentín, Del Sar, Fco. Roxas, José M. (Comisión de beneficencia pública), “Nota enviada por
la Comisión encargada de organizar la Sociedad el 14 de febrero de 1823, al Ministro Secretario de
Estado y Gobierno, Rivadavia”, en Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de
Jerónimo Pesce, 1923, pág. 35.
43
Martín, Caballero de la Orden de Santiago en 1790, sargento mayor de la plaza y
gobernador político y militar de Mojos y Chiquitos, hijo del promotor de la Casa de
Expósitos,107 también era uno de los estancieros más prominentes de la provincia. El
apellido Riglos provenía de una familia que llevaba más de 100 años en el negocio de
las vaquerías. En 1823 los Riglos se encontraban de lleno abocados a las gestiones que
desembocarían en el empréstito Baring Brothers de 1824, gestión pública de la que
esperaban obtener, como obtuvieron, desmesurados beneficios privados. 108 Mercedes
era madre de 5 hijos, deducimos todos adultos y que no necesitaban de su atención. Fue
reelegida como Presidenta por sus compañeras durante cuatro períodos anuales, lo que
nos da la pauta de su capacidad de conducción ó la popularidad que detentaba entre sus
pares.109
La secundaba la española, María de la Concepción Cabrera de Altolaguirre, dos
años menor, también viuda; fue su vicepresidenta durante los cuatro períodos. Estaba
casada con Martín de Altolaguirre, amigo personal de Manuel Belgrano, 110 era tía
política de Martín y Mariano Sarratea, hijos del compañero de misiones europeas de
Rivadavia. 111 La afinidad con los objetivos unitarios estaba asegurada, así como un
posible respaldo económico al proyecto. Josefa Gabriela Ramos Mejía, había sido
convocada directamente por Rivadavia, tenía 57 años. Su padre el español Gregorio
Ramos Mejía había fue alcalde de segundo voto, regidor decano del Cabildo en 1797
llegó a ocupar los cargos de Inspectora y Presidenta. Isabel Agüero de Ugalde, con 40
años, era una mujer viuda, hermana de Julián Segundo de Agüero, fiscal eclesiástico de
1810 del Cabildo del 22 de Mayo, miembro del grupo rivadaviano,112 enfrentado con el
Ministro García, futuro marido de Manuela Aguirre. Su padre había sido comerciante
del Consulado. La familia Agüero pertenecía al grupo de terratenientes y estaba
emparentada con otras familias “notables” con las que entretejía lazos matrimoniales,
ensanchando las hectáreas de sus tierras y formando una “especie de empalizada
107
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, pág.78.
108
Bagú, Sergio, “El plan económico del Grupo Rivadaviano 1811-1827”, en Instituto de Investigaciones
Históricas, Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Filosofía y Letras, Colección de textos y
documentos, serie B/Nº 2, 1966, págs. 61 y siguientes.
109
Origen y Desenvolvimiento de la Sociedad de Beneficencia de la Capital, 1823-1904, Buenos Aires,
Imprenta Guillermo Kraft, 1905, pág. 47.
110
Little, C. J., The Society of Beneficence in Buenos Aires, 1823-1900. Ph. D. Dissertation, Temple
University, 1980, authorized facsimile, Michigan, UMI Dissertation Services, 1998, págs. 55-56.
111
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
72-75.
112
Areces, Nidia, Ossana, Edgardo, Rivadavia y su tiempo, Historia Testimonial Argentina, Documentos
vivos de nuestro pasado, Buenos Aires, CEAL, 1984, pág. 10.
44
familiar”.113 Meyer Arana menciona que Isabel vivía dedicada a sus dos hijos y a ella se
apeló para que convenciera a su amiga, María de la Concepción Cabrera de
Altolaguirre, para formar parte de la Sociedad.114
Sobre Estanislada Cossio de Gutiérrez115(1791-1871), Arana nos cuenta que era
de educación francesa, y suponemos que esta caracterización era un rasgo sobresaliente
de prestigio. Su padre había sido un español, educado en Francia, que llegó a Teniente
Gobernador de Corrientes. Esta socia fue nombrada directa y exclusivamente por
Rivadavia y fue elegida Presidenta a los 36 años, luego de los cuatro períodos de
Mercedes Lasala y Riglos. Y si bien fue una de las socias con más años en la
institución, 48, sólo ostentó el cargo mayor durante un período. María del Rosario
Azcuénaga116 era una de las más jóvenes con 25 años. Fue nombrada Presidenta de la
Sociedad en 1832 luego de la gestión de Mariquita. Había desempeñado el cargo de
inspectora del Colegio de Huérfanas, junto con otras socias y había ejercido tres
secretarías. También estaba al cuidado de su padre octogenario, el Brigadier Miguel de
Azcuénaga. Según Arana, su consagración y cuidados a él eran “aún recordados cuando
se trata de presentar un modelo de hija”.117
La atención a los familiares adultos era considerada como algo para destacar y
motivo de premios y recompensas. En las fuentes María del Rosario se muestra como
criteriosa y austera, y crítica de algunas actitudes que consideraba frívolas, como los
gastos excesivos en propaganda y ostentación. Bernardina Chavarría de Viamont (1782-
1832), estaba casada con Juan José Viamont, quien era de filiación unitaria, gobernador
en ejercicio en dos ocasiones y diputado durante más de siete años, representante del
sector medio de la clase de propietarios terratenientes. 118 Arana señaló a Bernardina
como una mujer afectuosa, espontánea pero demasiado inmadura y de carácter débil
para llevar adelante la presidencia de la Sociedad que le tocó asumir.119 Permaneció en
este cargo durante un período, entre 1827 y 1828.
113
Balmori, Diana, Stuart F. Voss y Miles Wortman, Las alianzas de familias y la formación del país en
América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pág. 198.
114
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, pág. 72.
115
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
105-108.
116
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
94-96.
117
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
94-96.
118
Lynch, John, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1997, pág. 77.
119
Meyer Arana, Alberto, Alrededor de las Huérfanas, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923,
pág.14.
45
La española Isabel Casamayor de Luca, con 35 años, fue elegida la primer y
eficiente secretaria. Había llegado siendo una niña a Buenos Aires y crecido en una casa
casi contigua a la de Rivadavia. Era hija de un Celador de la Hermandad de la Santa
Caridad y factor de Contaduría, Tesorería del Ejército y Real Hacienda en 1803. Su
padre contaba entre sus amistades a Santiago de Liniers y había alojado a Beresford
durante las Invasiones Inglesas. Estaba casada con Juan Manuel de Luca, ascendido a
Contador de Rentas del Tribunal de Cuentas y Presidente de la Sociedad del Buen
Gusto120 según Meyer Arana.121 Una vez más la estrecha afinidad con la causa estaba
asegurada. Años más tarde, con el advenimiento de Rosas, sus preferencias darán un
vuelco hacia las ideas federales. Así, en 1835, fue elegida como Presidenta de la
Sociedad, impulsada, según Cynthia Little, por la cercana relación de su esposo con
Juan Manuel de Rosas.122 Tradujo del francés al español el “Manual Para las Escuelas
Elementales de Niñas” de Madame Quignon, que se utilizó en las escuelas dirigidas por
la Sociedad.
Manuela Aguirre de García 123 era pariente de Miguel Riglos y de estrecha
vinculación desde la infancia con Agustina y Manuelita Rosas y una de las muchachas
de invitación obligada en todas las fiestas. Una persona madura y con el tiempo
disponible para ofrecer a la Sociedad. Sus vínculos con la familia Rosas no impidieron
su nombramiento y serían de ayuda en épocas posteriores. Los Aguirre eran
comerciantes que estaban en el negocio de la trata de esclavos y que se convirtieron en
prósperos ganaderos y estancieros. En 1830 figuraban entre los más grandes estancieros
de la provincia de Buenos Aires, junto con los Anchorena.124 Manuela era soltera, se
casaría después, en 1825, a los 43 años, con el Dr. Manuel José García, dos años menor
que ella. García era colega de Rivadavia en el ministerio del gobernador Martín
Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, pero debido a discrepancias en algunas
cuestiones, se enfrentaría con el grupo rivadaviano y terminaría siendo ministro de
120
La Sociedad del Buen Gusto se proponía, a través del teatro, divulgar las ideas de la Ilustración
necesarias para construir una sociedad post-revolucionaria. Di Stéfano, Roberto, “Orígenes del
movimiento asociativo: de las cofradías coloniales al auge mutualista”, en Di Stéfano, R., Sábato. H,
Romero, L.A., Moreno, J.L. (autores), De las Cofradías a las Organizaciones de la Sociedad Civil,
Historia de la iniciativa asociativa en Argentina, Argentina, Gadis, 2002, págs. 52-53.
121
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, pág. 46.
122
Little, C. J., The Society of Beneficence in Buenos Aires, 1823-1900. Ph. D. Dissertation, Temple
University, 1980, authorized facsimile, Michigan, UMI Dissertation Services, 1998, págs. 56-57.
123
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
88-90.
124
Lynch, John, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1997, pág. 51 y 81.
46
Hacienda de Rosas.125 Bajo el cargo de ministro del gobernador Viamonte, y enfrentado
con Agüero, García suscribirá el decreto por el cual Rivadavia fue expulsado de Buenos
Aires. Manuela e Isabel fueron designadas para saludar y felicitar al gobernador
Dorrego, en nombre de la Sociedad, cuando éste asumió su cargo.126
Por su parte, María Sánchez de Mendeville (1786-1868), según la describe
Meyer Arana, era la más ilustrada de su época (otros historiadores puedan documentar
estas afirmaciones) y una de las más representativas y de mayor preeminencia social.
Hay varias biografías que hablan de su personalidad inteligente, sofisticada y
conciliadora. 127 Fue la encargada de organizar la Sociedad por expreso pedido de
Rivadavia. Consciente de su personalidad y capacidades el ministro recurrió a ella para
confeccionar la lista de posibles candidatas para integrar la Sociedad. González Arrili,
menciona que Mariquita era “muy amiga de Rosas, puso éste en duda alguna vez su
patriotismo y en un billete privado llamóla “francesita parlanchina y coqueta”[…]”128.
El autor expone la respuesta de Mariquita a Rosas, extrayendo la cita textual de Antonio
Dellepiane en “Dos Patricias Ilustres”:
“No quiero dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te diré que, desde
que estoy unida a un francés, he servido a mi país con más celo y entusiasmo aun, y lo haré siempre del
mismo modo, a no ser que se ponga en oposición de la Francia, pues, en tal caso, seré francesa, porque
mi marido es francés y está al servicio de su nación. Tú, que pones en el “cepo” a Encarnación si no se
adorna con tu divisa, debes de aprobarme, tanto más, cuanto que, no sólo sigo tu doctrina, sino las reglas
del honor y del deber. ¿Qué harías si Encarnación se te hiciese unitaria? Yo se lo que harías. Así, mi
amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría me
declararas la guerra. Hasta entonces permíteme que te hable con la franqueza de nuestra amistad de la
infancia”129
La carta nos da cuenta del peso de las alianzas implícitas entre dos familias de
“notables”. Rosas parecía cuestionar el sentimiento de empatía de Mariquita con la
patria de su marido extranjero, francés, diplomático, enemigo, sin lazos de fidelidad con
el grupo terrateniente, político, comercial, más allá de la causa federal. Mariquita había
enviudado de su primer matrimonio con Thompson, era madre de ocho hijos, y se había
125
Lynch, John, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1997, pág. 149.
126
AGN, SB-LA Nº1, Acta del 23 de agosto de 1827.
127
Ver Sáenz Quesada, María, Mariquita Sánchez: vida política y sentimental, Buenos Aires,
Sudamericana, 1998, ó Rodríguez, Teresa V. Mariquita Sánchez y Martín Thompson: un himno a la
independencia y al amor, Buenos Aires, Planeta, 2000.
128
González Arrili, Bernardo, Mujeres de Nuestra Tierra, Buenos Aires, Ediciones La Obra, 1950, pág.
63.
129
Dellepiane, Antonio, “Dos patricias ilustres”, Buenos Aires, 1923, citado por González Arrili,
Bernardo, Mujeres de Nuestra Tierra, Buenos Aires, Ediciones La Obra, 1950, págs. 63-64.
47
vuelto a casar con el funcionario francés Mendeville, circunstancia que, bajo ciertas
coyunturas, generaba desconfianza entre sus iguales. Probablemente su matrimonio con
Mendeville, haya sido el motivo por el cual se consideró prudente no nombrarla
presidenta de la Sociedad de Beneficencia, un cargo de por sí estratégico, en sus
primeros y vulnerables años. Las desavenencias entre el diplomático Mendeville y
Rosas, estaban relacionadas con una compleja trama de alcance internacional, que
incluía el decreto del gobierno de Buenos Aires, que obligaba a los residentes
extranjeros de algunos países, entre ellos, los franceses, a cumplir con el servicio
militar. Esta reglamentación fue cuestionada por Mendeville, quién se negaba a obligar
a sus compatriotas a cargar las armas en defensa de los intereses de Buenos Aires.
Volviendo a la carta, en ella se puede percibir, la cercanía que podían llegar a
tener personas que tenían pensamientos políticos diferentes, o en todo caso, tenían
visiones diferentes de los problemas que acuciaban a la patria y los caminos para
superarlos. El trato demuestra la complicidad de dos individuos que compartieron sus
vidas en algún momento, en este caso, la infancia, y que aun, por estos años, podían
dialogar en el disenso con sinceridad pero sin agresiones. Las adjetivaciones que Rosas
le impuso a Mariquita en la fuente citada, dudosamente realizadas sólo en términos de
broma, fuero tomadas como una oportunidad para contestarle al gobernador con
sinceridad y firmeza. Lejos de sentirse preocupada por las calificaciones que Rosas le
endilga, la socia de la beneficencia aprovecha la ocasión para decirle a su amigo de la
infancia lo que piensa de el y sus formas autoritarias de gobernar. Con la certeza de que
la vieja amistad la protege (no cualquiera hubiera podido contestarle a Rosas, en el año
1838, bajo estos términos), por lo menos a ella, Mariquita expone sus convicciones en
diferentes asuntos: el gobierno, la familia, la amistad, con un tono severo e íntimo a la
vez, y nos dan una pequeña pero significativa imagen de las relaciones sociales entre
iguales, tan diferentes a su vez, en estos momentos históricos atravesados por las luchas
entre facciones.
Siguiendo con el plantel de socias fundadoras, mencionamos a Joaquina
Izquierdo (¿?-1824?), quién fue elegida para ocupar el segundo cargo de secretaria.
Entre sus cualidades se encontraba el recitado y el canto y si bien estas “cualidades" nos
revierten a las opiniones de Marmier y Parich130 acerca de la pobre y frívola educación
de las porteñas, sabemos que estas condiciones la acercaban a poetas y personajes
130
Parish, Woodbine, Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata desde su descubrimiento y
conquista por los españoles, Buenos Aires, Hachette, El Pasado Argentino, 1958, pág. 183.
48
políticos de Mayo, inclusive Rivadavia.131 Tenía, según Arana, “un rancherío para los
negritos de su predilección,”132 a quienes educaba y les hacía aprender un oficio.133 Esta
iniciativa con los “negritos” la dotaba de la actitud necesaria que se pretendía de las
socias: criar, educar y reubicar a las personas condicionadas por su pertenencia social,
representadas, en este nuevo proyecto, por las niña huérfanas. Su estilo frontal la hacía
eficiente y necesaria “ [...] “no conocía el modo estudiadamente meloso”, para
desempeñarse: llamaba al pan por su nombre y vino al vino”.134 Sabemos que murió
poco después de su ingreso como socia.
Justa Foguet de Sánchez tenía 36 años cuando ingresó y según Arana “era hija
de un francés distinguidísimo.” Se casó a los 20 años con el sanjuanino Ángel Mariano
Sánchez y era “catalogada entre las literatas por su dominio de la pluma y familiaridad
con los autores.”135 Arana la describe como de temperamento nervioso y vehemente,
buena, sencilla, enérgica, activa y de carácter cariñoso y fuerte.136
Cipriana Viaña de Boneo cerraba la lista de las primeras 13 socias de la
Sociedad de Beneficencia. Josefa Sosa, Petrona Sarratea, Josefa Rondeau, Lucía Riera
de López y Juana del Pino, se incorporarán al plantel, durante la segunda mitad del año.
Juana, esposa de Bernardino Rivadavia había nacido en Montevideo y pasado su niñez
en el Alto Perú y Chile. El historiador Segreti, biógrafo de Rivadavia, menciona que “se
ha dicho de Juana que no fue hermosa ni agraciada […], “se le reconocía una gran
dignidad en el trato y un porte sumamente noble”; educada, cariñosa y sensata, agrega
quien se detiene en ella que no tiene nada de notable “ni en el físico ni en el
comportamiento” […]”.137 También se ha dicho que Rivadavia no había permitido a su
mujer ocupar los cargos directivos de la Sociedad de Beneficencia. Sin embargo Juana
Del Pino aceptó la designación como socia 138 y entró a formar parte del plantel de
131
Sosa de Newton, Lily, Diccionario biográfico de Mujeres Argentinas, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986,
págs. 319-320.
132
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
68-69.
133
González Arrili, Bernardo, Mujeres de Nuestra Tierra, Buenos Aires, Ediciones La Obra, 1950, pág.
32.
134
Meyer Arana, Alrededor de las huérfanas, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, pág. 49.
135
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, pág. 98.
136
Meyer Arana, Alberto, Las primeras trece, Buenos Aires, Imprenta de Jerónimo Pesce, 1923, págs.
101-102.
137
Segreti, Carlos S.A., Bernardino Rivadavia: hombre de Buenos Aires, ciudadano argentino, Biografía,
Buenos Aires, Planeta, 2000, Pág. 39.
138
AGN, SB-LA Nº1, Acta del de Septiembre de 1823 y actas subsiguientes.
49
mujeres desde septiembre de 1823, en estos momentos fundacionales, en donde todas
las socias tenían responsabilidades similares, pertenecieran o no al Consejo.139
La nómina de las primeras trece mujeres finalmente quedó conformada no sin
antes vencer varias negativas, ausencias y rechazos. Los apellidos de las futuras socias
llevarían un ritmo similar al de los vaivenes políticos y es por eso que en 1830 las
cuatro mujeres que ingresaron a la Sociedad estarían vinculadas con el régimen rosista:
Tomasa Vélez Sarsfield, hermana de Dalmacio Vélez Sarsfield (de reconocida adhesión
unitaria), quien “cuando se produjo el advenimiento del poderío rosista, se asoció
decididamente al partido federal”;140 Pastora Botet de Senillosa (¿?-1872), esposa del
ingeniero Felipe Senillosa, funcionario de Rosas; Pascuala Beláustegui de Arana
(1799-¿?), esposa del Dr. Felipe Arana, ministro de relaciones exteriores de Rosas, fue
elegida Presidenta en 1833; Crescencia Boado de Garrigós (1802-¿?), esposa de Agustín
Garrigós Conget “que tuvo actuación pública en el régimen rosista” 141 , ocupó los
cargos de Inspectora y Presidenta. Las familias de procedencia de Pascuala Beláustegui
y Crescencia Boado, no comulgaban con el régimen rosista, y es probable que sus
apellidos de origen les sirviera para contemporizar las posturas inevitablemente
enfrentadas dentro de la Sociedad. En el caso de Crescencia Boado de Garrigós, su
actuación destacada en la Sociedad superó la coyuntura política; fue elegida Presidenta
durante el gobierno de Rosas, permaneciendo en el cargo durante cinco años
consecutivos y fue reelegida en varias oportunidades durante la década del ´60. En
homenaje a su desempeño el Colegio de Huérfanas llevaría su nombre desde 1878.
La primera presidenta de la Sociedad fue elegida directamente por el gobierno,
pero en las elecciones sucesivas, las socias realizarían una primera selección de
potenciales candidatas, que luego elevaban al gobierno para su aprobación.
La participación de los funcionarios gubernamentales en los asuntos de la
Sociedad, incluyendo al gobernador y sus ministros era significativa, aún en aquellas
139
Felipe Pigna menciona que “entre el discurso público del ministro Rivadavia y sus prácticas familiares
había una gran distancia, y sistemáticamente “impedirá que su esposa, Juana del Pino integre la comisión
directiva de la Sociedad de Beneficencia, para no restarle tiempo al cuidado de la casa y de los hijos”. Sin
embargo, Juana aceptó la designación como socia en Septiembre de 1823, cinco meses después de dar a
luz al menor de sus hijos; durante los siguientes doce meses asistirá a veintisiete de las treinta y dos
reuniones llevadas a cabo en la Sociedad de Beneficencia, registrando también asistencias a las reuniones
en los años siguientes. Los cargos más altos de la Sociedad de Beneficencia eran elegidos pensando en los
beneficios estratégicos y no en cuestiones honoríficas. Pigna, Felipe, Mujeres tenían que ser, Buenos
Aires, Planeta, 2011, pág. 250.
140
Sosa de Newton, Lily, Diccionario biográfico de Mujeres Argentinas, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986,
pág. 663.
141
Sosa de Newton, Lily, Diccionario biográfico de Mujeres Argentinas, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986,
pág. 84.
50
decisiones que parecían insignificantes, como el nombramiento de empleados de rangos
bajos y la aprobación de sus sueldos. Poco a poco las socias fueron observando que la
orden de elevar cada mínimo movimiento de la Sociedad a las autoridades era excesiva;
por un lado, por la pérdida de tiempo que significaba redactar notas que, con criterio,
veían como repetitivas e innecesarias, y por otro lado, por considerar que había asuntos
internos que debían quedar dentro de la institución y que implicaban sólo a sus
integrantes. En una oportunidad, por ejemplo “se habían despedido la ecónoma y la
portera y sustituido estos empleos en otras dos mujeres que parecían bastante a
propósito,” surgió una duda referida a “si seria necesario dar cuenta a el Gobierno de
estas variaciones” ¿Era necesario comunicar al gobierno asuntos referidos a noticias
poco fortuitas, como el haber tenido que despedir al personal de Colegio?
Convenientemente se decidió “que no era preciso, porque estos detalles pertenecían solo
a la Rectora y a las Inspectoras”. 142 Sin embargo, estas licencias no significaban
cuestionar la dependencia final que tenían con los políticos que las regenteaban, ya que
ellas se percibían a sí mismas como fieles integrantes del gobierno de la provincia. Aún
así, en casos que consideraban de mayor envergadura hubo opiniones divididas. En una
oportunidad, cuando hubo que comunicarle a Bárbara Escalada, una candidata de la
elite que rechazaba su nominación, que su renuncia al nombramiento de socia había
sido aceptada por el gobierno, surgió la duda entre las socias concurrentes ese día:
“debía copiársele a Bárbara Escalada literalmente la contestación del Gobierno sobre su
renuncia o […] debía decírsele sencillamente que estaba admitida,” la practicidad primó
por sobre la burocracia administrativa y “fue acordado lo último”, por lo que “se le pasó
143
inmediatamente una nota”. Ya habían pasado varias veces por esta rutina,
designación, renuncia, comunicación del gobierno … y estos pequeños espacios de
decisión comenzaron a vislumbrarse cada vez con mayor frecuencia, y como dijimos,
no sólo para agilizar los trámites administrativos que restaban horas productivas a la
gestión, sino como estrategia para mostrar a las autoridades sólo aquello que decidían
en conjunto, era digno de ser mostrado, y guardándose para sí, los inconvenientes que
iban presentándose en el sinuoso camino de la dirección de estas instituciones públicas.
Cada mandato presidencial comenzaba con una ceremonia íntima pero de gran
valor simbólico: llevar a la elegida a presidir el recinto.
142
AGN, SB- LA Nº1, Acta 22 del 12 de septiembre de 1823.
143
AGN, SB- LA Nº1, Acta del año 1823.
51
“la Sra. de Mendeville [Presidenta electa] fue puesta en su asiento. La Sra. Secretaria de
contabilidad entregó á la Sra. Secretaria entrante los fondos particulares de la Sociedad, cuya cantidad
asciende a dos mil ciento ochenta y un pesos con seis reales, un billete del Crédito público de mil pesos y
144
los libros y demás documentos: igual entrega de todos los documentos y papeles”
Las socias debían reunirse una vez por semana para las reuniones ordinarias y
cada vez que el consejo las convocase para las reuniones extraordinarias. La asistencia
disminuía en los días muy fríos del invierno, o en el verano cuando las familias se
instalaban en las quintas y estancias. Esto no sólo perjudicaba el funcionamiento de las
instituciones a cargo de la Sociedad sino también a la Sociedad misma, que se veía
privada del voto que justificaba las decisiones que luego había que sostener. Todas las
decisiones administrativas que se tomaban guardaron una dinámica similar a la elección
de la Presidenta: el voto de todas las socias elevado al gobierno para su aprobación.
144
AGN, SB- LA Nº1, Acta 96 del 22 de Enero de 1830.
52
buscar los votos de las ausentes hasta sus domicilios, y así “pasarla a Gobierno para la
competente aprobación”.145
Sin embargo esta estrategia que parecía apropiada para determinados temas, no
fue aplicada en todas las circunstancias. Las socias presenten no siempre fueron
solidarias con sus pares ausentes, sobre todo cuando las ausencias, eran sospechadas de
ser respuestas en sí mismas. Ante la queja de un grupo de socias inspectoras que por
haber faltado y en consecuencia no haber podido participar de la votación de asuntos
que consideraban trascendentes y que además las implicaba, una de sus compañeras
replicó que:
“todas estas observaciones no tenían lugar porque era un asunto sancionado, y que lo que se
había puesto en el informe era lo que la Sociedad acordó en la sesión anterior; si las Inspectoras hubieran
asistido, habrían podido hacer todas las reflexiones que creyeran convenientes a este respecto, pero ahora
no tenia remedio. La señora … López replico que ya sabia no tenia remedio pero que hacia aquellas
observaciones para que no se creyera que las Inspectoras no entendían y se quedaban calladas cuando se
les decía tanto ” 146
Las formas que guardan estas conversaciones, nos dan cuenta de las tensiones
que se vivenciaban en el recinto. Las socias inspectoras tenían la ardua tarea de
supervisar a la Rectora y a las maestras, dos fuentes de conflicto permanente; y recibir
las quejas de las dos partes, de sus compañeras y de sus subordinadas. No era sencillo
enfrentar los problemas que se sucedían en cada una de las instituciones, por lo general,
relacionadas con problemas edilicios, difíciles de resolver sin una holgada solvencia
económica; por eso tampoco estaban dispuestas a recibir reprimendas de quiénes no
transitaban sus experiencias, sin hacerse oír en la sala de reuniones.
145
AGN, SB- LA Nº1, Acta 30 de agosto de 1823.
146
AGN, SB- LA Nº1, Acta 41 del 22 de Febrero de 1827.
53
El no sentirse preparadas para afrontar la responsabilidad era una de las excusas
que se leían en las cartas de disculpa que enviaban a la Sociedad. 147 Aunque el ámbito
cerrado en el que circulaban las invitaciones, nos hacen pensar que todas conocían los
conocimientos que se necesitaban para integrar la Sociedad, por lo tanto no pensamos
que esta pueda ser una razón de peso para declinar la invitación. El viernes 5 de
septiembre de 1823, por ejemplo, Andrea Rosas, una vecina y amiga de algunas de
ellas, sostenía su renuncia apoyada en que “no se encontraba con los conocimientos
necesarios para ellos y en su determinación de llevar siempre una vida retirada y
oculta”. También las excusas estaban relacionadas con el tiempo que demandaba
atender a su familia:
“[una socia se queja de que] ... sus muchas atenciones domesticas que no le permitían ocuparse
tanto como era indispensable en el presente año, para reparar los atrasos que necesariamente debían haber
experimentado los establecimientos después de las convulsiones políticas, sobre todo los de la campaña,
que aun se ignoraba el estado en que estaban ” 148
En esta fuente que comienza con el planteo de la falta de tiempo, se puede ver la
conciencia que tenía la postulante de la exigencia que demandaría formar parte de la
institución, sobre todo en los años más inestables de la década caracterizada por
conflictos bélicos entre facciones, con el extranjero y con el indio; conflictos, que
actuaban en un escenario que devastaban a su paso y que por ende había que reparar (ya
no sólo constituir).
147
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 21 del 5 de Septiembre de 1823.
148
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 95 del 14 de Enero de 1830.
54
para la negativa tenían que ver con problemas personales, por lo general, de carácter
familiar y problemas de salud:
“Se presentó una nota de la Sra. Doña Justa Foguet haciendo renuncia de su comisión de
Inspectora del Colegio. La Presidenta puso a deliberación de las Señoras si debía admitírsele ó no la
mayor parte fueron de opinión que estando en muy mal estado la salud de esta señora, tanto que no había
permitido en todo el año anterior asistir al colegio sino rara vez, teniendo que irse al campo ... era de
necesidad admitírsela, lo que fue unánimemente acordado” 149
149
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 41 del 22 de Febrero de 1827.
150
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 41 del 22 de Febrero de 1827.
151
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 41 del 22 de Febrero de 1827.
152
AGN, SB- LA Nº 1, Acta 41 del 22 de Febrero de 1827.
55
fuente nos da cuenta también de las carencias que debían sufrir las niñas alojadas en el
Colegio de Huérfanas; a esta altura, ya se habían resignado a que había problemas
estructurales de larga data, los que serían de difícil solución, sumado a la constante
demanda de vacantes que fue creciendo con el correr de los años.
Para las mujeres que aceptaron integrarse al plantel de socias, formar parte de la
Sociedad de Beneficencia significaba la posibilidad de insertarse en las discusiones
políticas de estos momentos fundacionales, no sólo escuchando lo que los hombres de la
elite venían diciendo desde la década anterior, sino también poniendo a consideración
sus propias visiones y aspiraciones asistenciales y educativas, llevando a la práctica las
propuestas que habían estado presentes en los debates políticos de la década anterior.
Ejercer la tutela como madres sustitutas de una parte importante de la población,
negociando y disputando sus formas, no sólo con sus compañeras sino también con el
propio gobierno que las convocaba, habilitadas para administrar parte de los recursos
del erario, disputar presupuestos, gestionar contrataciones y programar celebraciones
patrias, las puso en contacto con los habitantes del pueblo, niñas pobres y huérfanas,
madres pobres, viudas y trabajadoras y un sin número de actores sociales que de una u
otra manera se relacionaban con la compleja administración de la Institución y que
habitaban otros espacios de Buenos Aires. Una experiencia de mujeres que se
justificaba en las virtudes enunciadas por Rivadavia y que “funcionaba de hecho como
la confirmación de un estatus ciudadano cuyos deberes se basaban en la preexistencia de
una población al margen de la sociedad que requería protección, tutela e instrucción”.153
Para el conjunto heterogéneo de niñas pobres y huérfanas, así como para las
mujeres encargadas de su cuidado y formación, representó una oportunidad de inclusión
a través de la educación y el trabajo. Esta iniciativa daba cuenta de la preocupación
especial que se tenía de la situación de las niñas en la provincia de Buenos Aires y ponía
en evidencia la intención política de educarlas y protegerlas. Por eso los orígenes de la
Sociedad de Beneficencia deben entroncarse con los avatares políticos de esos tiempos,
visualizando los espacios que facilitaron el surgimiento y la permanencia de una
institución de estas características, no sólo durante los primeros años de buenaventura
rivadaviana, a expensas de su mentor, sino también en los años adversos y hostiles que
se sucedieron en la década.
153
Pita, Valeria Silvina, La Sociedad de Beneficencia en el manicomio. La experiencia de administración
y tutela del Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires 1852-1890, Tesis de doctorado, UBA, 2009.
56
Para los sectores liberales, la creación de la Sociedad de Beneficencia fue parte
de un extenso proyecto de renovación y corte con la desordenada situación anterior
(producto de las guerras que azolaron la provincia) y un intento de visibilizar problemas
sociales y ensayar soluciones estructurales a través de la creación de instituciones;
girones de un proyecto más amplio que incluía y ansiaba la organización nacional.
Particularmente para Rivadavia, la creación de la Sociedad de Beneficencia significaba
no sólo incorporar a las mujeres liberales en la construcción de la Nación, sino también
llegar con la educación a todos los rincones de la patria, propiciando el funcionamiento
de la sociedad dentro de un orden acotado, europeo, culto, institucionalizado; también
significó la posibilidad de enviar un mensaje tranquilizador a la elite porteña católica: se
podía cuestionar al clero sin abdicar de sus creencias, y la incorporación de las mujeres
era la afirmación de estos pre-supuestos.
57
Capítulo 2
58
costumbre en las prácticas de gobierno, se nombraron diferentes comisiones, es decir,
grupos de entre tres y cinco personas, por lo general, que tomaban en sus manos un
asunto determinado y realizaban todas las gestiones concernientes al mismo:
evaluaciones, diagnósticos, presupuestos, averiguaciones, recomendaciones y
presentaciones. La primera comisión se abocó a buscar docentes idóneos para las
escuelas de niñas que se iban a fundar en el corto plazo. Así, ese mismo martes 15 de
abril, la comisión elegida, se dirigió a la “Escuela de Lancaster159 que existe cerca del
Hospital … [para] ver si las Maestras que las dirigen están en estado de servir a las
nuevas escuelas que debe instruir la sociedad”.160 La escuela Lancaster ostentaba los
últimos adelantos en educación, y si bien las socias no estaban convencidas de su
eficacia, era el método que exigía el gobierno para las escuelas elementales. Por eso,
tentar a sus maestras fue prioritario para incorporar estas novedosas prácticas
pedagógicas. Pero conscientes de que necesitarían cubrir varios cargos y poco
esperanzadas en conseguir a las maestras de aquella prestigiosa escuela, abrieron la
búsqueda a las potenciales educadoras del pueblo.
En este marco los vecinos porteños fueron los referentes de la moral y las buenas
costumbres de las candidatas. Este recurso, que comprometía la palabra de los
habitantes de Buenos Aires y los involucraba de manera indirecta con los asuntos de la
Sociedad era una garantía en la elección de mujeres que ellas no conocían.
La primer semana de Mayo comenzaron a llegar las notas de las mujeres que se
ofrecían como maestras de las nuevas escuelas públicas, Isabel Cazamayor dijo le
parecía conveniente antes de responderles, “hacerles venir a la Sociedad el viernes
siguiente para que las señoras juzgaran por sí mismas sus disposiciones y actitud sin
159
El sistema lancasteriano (o de enseñanza mutua) había surgido en la Gran Bretaña debido a las enormes
aglomeraciones urbanas que aparecieron con la industrialización. Consistía en utilizar a los mejores
alumnos para instruir a otros y se había extendido por toda Europa. En Buenos Aires, el sistema
lancasteriano se conoció en 1818, con la llegada al país del delegado de la “Sociedad Lancasteriana” de
Londres, Diego Thompson, quien traía consigo los beneficios que el sistema había proporcionado a los
países europeos. Un año después el Cabildo de Buenos Aires dio a Thompson la habilitación para fundar
una escuela modelo e instruir en el sistema lancasteriano a los preceptores de la ciudad. El sistema fue
aceptado y propagado por Bernardino Rivadavia en Buenos Aires, por Bernardo de O´Higgins en Chile,
por José de San Martín en Perú y por Simón Bolívar en el norte de Sudamérica; también funcionó como
escuela oficial en México desde 1823. Este sistema de enseñanza que no era nuevo en el Río de la Plata
(un método similar había sido utilizado anteriormente por los jesuitas), fue recibido con reservas y
ocasionó varios conflictos. Por un lado, con los protagonistas de la gestión anterior, los maestros
ayudantes, que secundaban a los maestros a cargo de las aulas y que temían ser reemplazados por los
monitores y por el otro, por las autoridades que debían capacitar al personal y que contaban con pocos
recursos para hacerlo.
160
AGN, SB-LA Nº1, Acta 1 del 15 de enero de 1823.
59
perjuicio de los informes que se tomarían por fuera”. 161 Se acordó también que las
comisiones encargadas de buscar referencias entre los vecinos se nombrarían después de
que las maestras se hubiesen presentado en la sociedad, y las socias realizado el primer
descarte de postulantas. Una semana después, Damiana Medina y María Langa se
apersonaron en la institución con sus antecedentes documentados, y luego de ser
entrevistadas por las mujeres de la beneficencia aseguraron aceptar “el precio de 300
pesos que la Sociedad ofrecía y a aprender el método de Lancaster”. 162 El sistema
lancasteriano contemplaba la incorporación de las alumnas aventajadas del curso en
calidad de monitoras, quiénes se desempeñarían como guías y soportes de sus
compañeras. Y si bien la actividad de aquellas no incluía remuneración alguna, al
Consejo le pareció oportuno proponer al gobierno “un sueldo de 100 pesos […] a las
segundas o monitoras generales”. 163 En su nota dirigida al gobierno, las socias
declamaban los beneficios que traerían a la institución estas alumnas adelantadas, pues
consideraban que “este empleo era indispensable en escuela de mujeres donde era
menester enseñar además de la lectura, escritura y cuentas las labores de agujas y que
las niñas no podrían enseñarlo hasta que ellas mismas lo hubieran aprendido”.164 Sin
importar los principios de la escuela lancasteriana, las socias consiguieron modificar
este sistema, surgido para ahorrarle recursos al estado, logrando que éste apruebe la
remuneración de los cargos. En otras palabras, el gobierno propuso la dirección
pedagógica ya probada en Europa, y que ahora se aplicaría en las escuelas, y la
Sociedad de Beneficencia, modificó una de los principales postulados del sistema,
confiadas en que las modificaciones reclamadas y aprobadas por el gobierno, se
adaptaban mejor a las escuelas de Buenos Aires.
En la práctica, decíamos, esa actividad fue llevada a cabo por las hijas de las
maestras, y probablemente hayan sido ellas quienes presionaron a la Sociedad para
incorporarlas como ayudantes rentadas, exigiendo una remuneración acorde a su trabajo
(y que seguramente engrosaba el siempre necesitado presupuesto familiar). La
Sociedad, por su parte, transfirió esta presión a las autoridades gubernamentales,
alegando que las monitoras debían ser premiadas por el esfuerzo de aprender un sistema
de enseñanza que no conocían y que en definitiva beneficiaría a las alumnas que
cobijaban las escuelas públicas.
161
AGN, SB- LA Nº1, Acta 4 del 2 de Mayo de 1823.
162
AGN, SB- LA Nº1, Acta 5 del 9 de Mayo de 1823.
163
AGN, SB- LA Nº1, Acta 5 del 9 de Mayo de 1823.
164
AGN, SB- LA Nº1, Acta 5 del 9 de Mayo de 1823.
60
Las presiones al gobierno no quedaron allí, ante la renuencia de las maestras de
la escuela de Lancaster a ocupar las vacantes en las escuelas públicas, las socias
expusieron a las autoridades, que los sueldos propuestos a las postulantas no eran
competitivos y que sería imposible conseguir maestras si no mejoraban las condiciones
laborales. Por eso el viernes 16 de Mayo el gobierno envió una nota dictaminando que
el sueldo de las educadoras ascienda a quinientos pesos además de habitación y
alimentos. También aprobaba la solicitud de la Sociedad para que las hijas de las
maestras fueran monitoras generales, con la asignación de cien pesos cada una por sólo
el primer año. Esta estrategia de ofrecer y aceptar a las hijas de las maestras asignadas
beneficiaba a las dos partes. Aunque no pudieron convencer a las maestras de Lancaster
de abandonar sus puestos de trabajo, sí pudieron establecer una mejor plataforma
salarial, para tentar a las potenciales educadoras de sus escuelas.
La Sociedad de Beneficencia, sin embargo, no estaba convencida del método de
enseñanza lancasteriano (sistema posteriormente cuestionado por las autoridades
competentes y reemplazado), ya que sostenían que eran las maestras quiénes debían
impartir las lecciones a las alumnas para garantizar los resultados. Por eso asignaron a
las monitoras tareas consideradas menores, como lo eran para estas mujeres, las
costuras165, dejando así traslucir, qué tipo de educación, según su criterio, debían recibir
las niñas pobres y las huérfanas del pueblo, al mismo tiempo que le presentaban al
gobierno estas tareas secundarias tan indispensables como para justificar una
remuneración.
Esta primera búsqueda de trabajadoras dejó también en claro que no sería tan
sencillo conseguir maestras para los establecimientos educacionales. Por eso, el 14 de
Junio cuando las autoridades reclamaron por nota enviada a la institución las formas que
debían guardar los informes elevados a gobierno para su aprobación, en referencia a la
cantidad de postulantas, la Sociedad tuvo que contestar que aún con el deseo de cumplir
con la “orden que previene deban ir todos los empleos en terna, […] para las maestras
no podría cumplirse en esta ocasión, pues por mas diligencias que se habían practicado
solo se encontraban dignas de esta confianza a [dos] señoras y [una]para monitora”. 166
Sin embargo el juego de las pulseadas con el gobierno tenía su contrapartida: no poder
cubrir las expectativas de los mandatarios podría ser tomado como falta de idoneidad en
165
Si bien el trabajo de costureras representaba una salida laboral, las mujeres de la elite aspiraban a que
las niñas completaran sus estudios, ampliando así las posibilidades laborales en el futuro.
166
AGN, SB- LA Nº1, Acta 11 del 14 de Junio de 1823.
61
el desempeño de las administradoras. Estas observaciones, que podían devenir en
potenciales amenazas, delinearon los vínculos de la Sociedad con los diferentes
gobiernos de turno, y les mostraron a las mujeres de la beneficencia cómo aplicar
nuevas estrategias en el tratamiento de viejos problemas, ya para entonces,
definitivamente estructurales, como lo fue el conseguir el número de maestras
competentes que demandaba la empresa que ellas querían delinear.
La primera reunión del 15 de Abril terminó con la intervención de la Presidenta
recordándoles a sus compañeras la nota que se había enviado desde la gobernación “
advirtiendo a la sociedad se entienda con el oficial primero de gobierno”,167 Juan Cruz
Varela, en todo lo referente a la entrega de premios. El decreto que bajaba del
gobernador hasta la Sociedad incluía la pública entrega anual de premios a la industria y
a la moral, entre los sectores trabajadores del bajo pueblo, y consistía en la gratificación
económica de las postulantes sugeridas por la Sociedad y aprobadas por el Gobierno.
Los “Premios a la Virtud” fueron distribuidos desde los comienzos de la Sociedad;
Rivadavia los había instituido para fomentar el trabajo ó la industria, en las mujeres.168
En el discurso de instalación de la Sociedad de Beneficencia el Ministro de Gobierno
instaba a premiar la independencia económica de la mujer, mencionando que dicha
situación las elevaría de rango y las transformaría en “verdaderas compañeras” del
hombre.169
La fecha ya había sido agendada para el día 26 de Mayo, es decir, el segundo día
de las Fiestas Mayas (apenas en un mes), por lo que la presidenta propuso que se
“fijaran carteles lo más pronto posible avisando los premios”.170 Esta ceremonia, que en
mayo de 1823 tuvo su primera representación, significará un evento sumamente
importante para la Sociedad de Beneficencia y para los diferentes gobiernos, en el
devenir de los años; a través de los premios, no sólo se pretenderá recompensar las
conductas virtuosas (con la esperanza de que se reproduzcan entre las trabajadoras
pobres de la ciudad), sino que también funcionará como un espacio de promoción y
167
AGN, SB-LA Nº1, Acta 2 del 18 de Abril de 1823.
168
Alejandra Vasallo menciona que los premios a la virtud no estaban asociados a conceptos de
“moralidad asociados a la religiosidad”, ó “el comportamiento sexual y de subordinación de género”. En
todo caso, continúa la autora, “fueron una experiencia extraordinaria de conciencia cívica que pretendió
sentar las bases de una ciudadanía específicamente femenina, basada en nuevos significados de la virtud
en relación con las mujeres en la nueva nación …” Vasallo, Alejandra, Bordando virtudes en la trama de
la nación: la creación de mujeres republicanas en Argentina, 1823-1880, mimeo, 2005, pág. 6.
169
AGN, SB- LA Nº1, “Acta de Instalación de la Sociedad de Beneficencia”, Buenos Aires, 12 de Abril
de 1823, firmada por Bernardino Rivadavia y 12 de las 13 socias presentes.
170
AGN, SB-LA Nº1, Acta 2 del 18 de Abril de 1823.
62
publicidad, para las mujeres de la Sociedad de Beneficencia171 y para el gobierno que
las había puesto allí.
En esta primera celebración de 1823 no podrían vislumbrar cuál sería el alcance
de estos actos en el futuro, pero las socias pudieron captar las intenciones de Rivadavia.
Por eso, cuando Bernardina Viamont, Isabel Agüero, y María Sánchez, dieron cuenta de
su visita a la escuela de Lancaster, y esta ultima mencionara que “había encontrado la
mejor disposición en las maestras que la dirigen, para encargarse de enseñar, algunas
otras mujeres, […] en las nuevas escuela”; 172 Isabel Casamayor dijo que le parecía
mejor dejar este asunto para “examinarlo con más formalidad cuando se trate del
establecimiento de escuelas, pues por ahora la averiguación de las personas a quienes se
debían adjudicar los premios debía ocupar principalmente la atención de la
Sociedad”.173 La presidenta no sólo fue de la misma opinión sino que además propuso
que para el viernes siguiente cada socia trajera una nota sobre la persona que hubiese
encontrado digna del premio para examinarla según previene el reglamento. Con
criterio María Sánchez observó que le parecía muy corto el término de ocho días para
hacer estas averiguaciones pero fue retrucada por Casamayor, que sentenció que “[el
tiempo] le parecía suficiente si las diligencias se hacían con actividad y que además no
había tiempo que perder pues era muy poco el que quedaba hasta el día prefijado por el
gobierno” La moción se puso a votación y como “las demás socias fueron de esta
opinión … [así] quedó acordado”. Josefa Ramos entonces pidió la palabra para decir
que “le parecía muy oportuno se nombrara una comisión de cuatro o cinco socias para ir
a cumplimentar al Sr Ministro de Gobierno a nombre de la Sociedad felicitándolo por
establecimiento y dándole las gracias por elocuente discurso que le dirigió el día de su
instalación” Moción que fue aprobada por todas las socias.
El viernes 25 de Abril se pasó a examinar cuál sería el lugar más adecuado para
la repartición de premios; teniendo en cuenta los deseos del Gobierno relacionados con
la publicidad que quería darle al acto y ya que la sala de la Sociedad era muy pequeña
para el objeto que perseguía Rivadavia, “se convino por unanimidad de votos en elegir
171
Alejandra Vasallo nos advierte que “ … en estos espacios, las mujeres de la elite participaron
activamente en las discusiones acerca de los nuevos y secularizados sentidos de la moral y la virtud, en
tanto se entendía que éstos estaban íntimamente relacionados con la organización política y social de la
nueva república …” Vasallo, Alejandra, Bordando virtudes en la trama de la nación: la creación de
mujeres republicanas en Argentina, 1823-1880, Mimeo, 200?, pág. 9.
172
AGN, SB-LA Nº1, Acta 2 del 18 de Abril de 1823.
173
AGN, SB-LA Nº1, Acta 2 del 18 de Abril de 1823.
63
el templo de San Ignacio”.174 Concluido este asunto la Presidenta propuso “abrir una
subscripción entre todas las socias para añadir a los premios del gobierno uno o dos más
según resultara de la subscrición para pobres viudas o madres de familias”. 175 La
moción aprobada por unanimidad de votos logró juntar nueve onzas de oro, por lo que
se acordó hacer tres premios de a tres onzas cada una y anunciarlas al público junto con
los del Gobierno.
Esta rápida movida de las mujeres de la Beneficencia logró sacar un rédito
inmediato y visible, ya que presentó públicamente a sus integrantes como generadoras
de sus propias visiones acerca de las conductas que se debían premiar entre las mujeres
del pueblo y que debían actuar como ejemplo, al margen de las conductas premiables
que Rivadavia había instituido, y sobre todo, estas iniciativas, “conllevó a poner en
marcha un juego de inclusiones y exclusiones, a partir del cual intentaron definir cómo
las mujeres que no pertenecían a la elite podían integrarse en la nación en ciernes”.176
Para el viernes 2 de Mayo las socias lograron postular a 26 mujeres cuyas
virtudes estaban debidamente documentadas; y cómo lo previene el Reglamento de
Entrega de Premios, en el artículo sexto, se nombró una comisión de tres socias para
examinar las historias de cada una de ellas y abrir dictamen. Los resultados se darían a
conocer el 20 de Mayo, fecha para la cuál Cipriana Boneo, Josefa Ramos y María del
Rosario Azcuénaga, deberían haber llegado a un veredicto.
Es justo decir que el trabajo que las convocaba no fue interrumpido por los
preparativos festivos. Más bien se inclinaron por agregar encuentros fuera de las
reuniones reglamentarias. Por eso, el martes 20 de Mayo “se contrajo toda la atención
de la Sociedad al objeto para [el] que se había reunido extraordinariamente” 177 , y
declarar por fin quiénes serían las afortunadas acreedoras de los premios. María del
Rosario, luego de plantear lo difícil que había sido para esa comisión elegir entre las 13
postulantes que habían quedado luego de la primera selección, anunció que “ninguna
era más indicada que Martina Viena”, no sólo por desempeñar los roles de esposa y
madre con “la mayor perfección” sino también por “hallarse en la mayor indigencia y el
pertenecer a una de las clases medianas de la sociedad a quiénes el celo del gobierno
174
AGN, SB-LA Nº1, Acta 3 del 25 de Abril de 1823.
175
AGN, SB-LA Nº1, Acta 3 del 25 de Abril de 1823.
176
Pita, Valeria, Repensando los encuentros entre benefactores y trabajadoras en una ciudad
republicana. Buenos Aires 1852-1870, mimeo, Proyecto de investigación postdoctoral, pág. 1.
177
AGN, SB-LA Nº1, Acta 7 del 20 de Mayo de 1823.
64
deseaba estimular [hacia] las buenas costumbres y elevarlas”. 178 Sin embargo a
Estanislada Cossio no le pareció que la elegida hubiese realizado los suficientes méritos
y propuso volver a realizar la votación “con más exactitud”, en virtud de la confianza
que el gobierno había puesto en ellas y para que la Sociedad se hiciese “digna de la
aprobación de la crítica pública”. 179 En una nueva votación se decidió premiar a la
misma señora con el premio a la moral, y a Juana Francisca Mariño para la Industria.
Otras tres señoras fueron premiadas con los premios de 3 onzas (cincuenta pesos) a cada
una, que había instituido, con aportes de sus propios bienes. Sobre la marcha se fueron
modificando reglamentos y prácticas. Como vemos, las socias estaban atentas a premiar
a aquellas mujeres cuyas vidas no incluían la presencia masculina y que debían trabajar
y esforzarse para llevar adelante a sus familias.
El lunes 26 de Mayo hubo que hacer frente a la inesperada ausencia de la
Presidenta de la Sociedad; su vice presidenta, María Cabrera, encabezó entonces el acto
en el presbiterio de San Ignacio. Las cinco premiadas, sentadas a la derecha de María
Cabrera escuchaban atentamente sus nombres a medida que eran anunciadas por la
secretaria y se acercaban a la presidenta, quien se ponía de pie para entregarle los
doscientos pesos “con que el celo paternal del Gobierno de la provincia recompensa la
moral y las virtudes de vuestro estado; agregando un deseo potencial: “que él sea un
estímulo poderoso, para que os hagáis cada vez más dignas del aprecio público”.180Una
vez entregados los otros cuatro premios se determinó que sería buena idea presentar al
Gobierno de la provincia a las dos acreedoras que este había instituido. Fue así que
Estanislada Cossio e Isabel Casamayor se dirigieron directamente a la fortaleza junto
con la premiadas y fueron recibidas por el Ministro de Gobierno, a quien Isabel le
anunció, en nombre de la Sociedad de Beneficencia que “quedaban cumplidas sus
órdenes”. Por su parte Rivadavia felicitó a la Sociedad por haber desempeñado con
tanto discernimiento y rectitud “el primer acto que se le había encargado, lo que le daba
las mejores esperanzas para lo venidero” y también felicitó a las mujeres premiadas por
haberse hecho “dignas de recibir un premio público”, exhortándolas también a ser un
ejemplo para las personas en su condición. A partir de entonces, la entrega de premios
tendrá un lugar preponderante en las actividades de la Sociedad; más allá del lucimiento
personal que implicaban estos actos (lucimiento tan exhaustivamente señalado por
178
AGN, SB-LA Nº1, Acta 7 del 20 de Mayo de 1823.
179
AGN, SB-LA Nº1, Acta 7 del 20 de Mayo de 1823.
180
AGN, SB-LA Nº1, Acta del 26 de Mayo de 1823.
65
diferentes perspectivas historiográficas), las socias recorrían los sectores más populares
del pueblo buscando aquellas historias dignas de ser premiadas.
La entrega de premios era, por un lado, una oportunidad para conectarse con los
problemas de la gente, con las historias de un sector de la sociedad desconocido por
ellas, con un universo de experiencias conmovedoras y diferentes, en parte, a sus
propias experiencias; y por otra parte, para las mujeres premiadas, era una oportunidad
única para alzarse con una contribución monetaria importante y bienvenida, que no les
cambiaría su situación económica de manera sustancial, pero que ayudaba, junto con el
reconocimiento social que, al hacerlo público, multiplicaría sus intenciones.
1. El Colegio de Huérfanas
181
Era uno de los nombres que se le daba al Colegio de Huérfanas por estar ubicado en las inmediaciones
de dicha Iglesia. Edit Gallo, en su trabajo sobre la Beneficencia, recorre parte de la vida de las huérfanas
desde mediados del 1700, haciendo referencia al problema que se suscitó cuando las huérfanas se vieron
forzadas a abandonar la única institución que hasta ese momento se dedicaba a ellas, el Hospital Militar
de San Martín, y la oportuna intervención de la Hermandad de la Santa Caridad para cubrir la falencia
que se había producido. En noviembre de 1755 ingresaron doce huérfanas al nuevo establecimiento
(denominado Nuestra Señora de los Remedios y ubicaba junto a la Iglesia de San Miguel), que albergó a
niñas indias, españolas y mulatas entre 5 y 16 años, cuya condición era la de haber perdido alguno de los
progenitores y probado buena aptitud física y mental. Esta institución funcionó también como escuela
pública ya que concurrían a ella no sólo las huérfanas sino también las niñas de familias humildes y de
familias pudientes; y aunque la institución albergaba a menores provenientes de distintos sectores de la
escala social, el rigor y la disciplina llegaban a todas. La obra de la Hermandad de la Santa Caridad se
financiaba desde distintos sectores aunque el grueso de la recaudación provenía de las limosnas y a esto
se sumaba el producto de las quintas que pertenecían a la hermandad y lo recaudado por el trabajo de
costura y cocina de las niñas. La Sociedad de Beneficencia re-significó el Colegio de Huérfanas en 1823.
Gallo, Edit, Historia de la Beneficencia en el Buenos Aires colonial, Buenos Aires, Ediciones Corregidor,
2002.
182
AGN, SB-LA Nº1, Acta 3 del 25 de Abril de 1823.
66
embargo, con mucho criterio, conocimiento y preocupación, el Director observó que,
como ya le había explicado al Gobierno (pareciera ser, sin una devolución satisfactoria)
“esto no podía asentarse puntualmente sin que el Colegio quedase exhausto de todo
servicio indispensable como cocina, lavado, cuidado de las niñas pequeñas” y que en
consideración a esto el Gobierno le había encargado entenderse en este punto con la
Sociedad.
El director remataba su visita con la causa que probablemente motivó su
desplazamiento hasta la institución, “suplicando a las Señoras, lo ayudasen en la
repartición de las huérfanas” que debían abandonar el instituto y anunciando que,
mientras no se expidieran al respecto, “no procedería a sacar ninguna [huérfana] del
Colegio” La presidenta contestó en nombre de la Sociedad, diciendo que la Institución
estaba enterada de la resolución del Gobierno, “por una nota que el mismo le había
pasado”, dando a entender que tenían y respetarían sus propias instrucciones bajadas
desde las autoridades provinciales y se tomarían un tiempo para contestarle si
colaborarían con la ubicación de las huérfanas salientes o no. Oído esto el Director dijo
que daría inmediatamente orden a la Rectora para que recibiese la comisión
“imponiéndole todo cuanto juzgase por conveniente saber respecto del estado del
Colegio” y no teniendo más asunto que tratar se retiró del lugar.
Para la semana siguiente las socias habían decidido actuar “negándose […]
encargarse de las mujeres que deben salir de el”183 y así se lo hicieron saber al Director,
imponiendo su propio criterio e interpretación de cuáles eran sus obligaciones y cuáles
no y los términos de los favores que estarían dispuestas a brindar. Probablemente
influyó en la decisión negativa, la comisión enviada especialmente al Colegio, formada
por Cipriana Boneo, Josefa Ramos, María Sánchez, Manuela Aguirre y María del
Rosario Azcuénaga, y su informe sobre la visita que hicieron a las huérfanas. La
primera en hablar fue Josefa Ramos diciendo que “el capellán del mismo Colegio les
había oído muy malos informes de la conducta de todas las mujeres que estaban en el, y
que exceptuando tres o cuatro, no debía la Sociedad dejar allí ninguna [incluyendo]a la
Rectora por ser inútil” A partir de allí se convirtió en prioritario encontrar una rectora
que reemplazara a la desacreditada empleada existente. Corrían contra reloj, ya que en
cualquier momento el antiguo Director podría informarles que había culminado con la
reubicación de las adolescentes que salían por haber cumplido los 13 años.
183
AGN, SB-LA Nº1, Acta 3 del 25 de Mayo de 1823.
67
Esta confusión con el tema de la edad de las niñas, al ingresar y egresar de la
Institución, en realidad, complicaba al Administrador quien, repentinamente, debía
reubicar en casas de familia a más mujeres de las que había pensado en un principio.
Mientras el reglamento decía que las niñas debían ingresar al Colegio a la edad de seis
años y permanecer en el hasta los 16, Rivadavia se dirigió a las socias disponiendo que
el ingreso se produzca a los 10 años y el egreso a los 14. Consultado el documento y
certificada la contradicción, la Sociedad de Beneficencia envió una nota al Ministro de
Gobierno expresándole las razones por las cuales recomendaba se aplique el artículo 8
del reglamento, que indicaba que las niñas debían permanecer desde los seis hasta los
dieciséis años el establecimiento. En la carta, las socias se argumentaban que “la mayor
parte, Señor, de las damas que componen la Sociedad de Beneficencia son madres de
familia, y esto les da un conocimiento particular de la edad en que se desarrolla la razón
en el uno y en el otro sexo”. 184 En este documento podemos observar la estrategia
aplicada por las mujeres de la beneficencia quiénes, haciendo valer su condición de
tales, se presentan como imbuidas de sabidurías que supuestamente ignoraba el varón,
como el mismo Rivadavia se había encargado de declamar en el discurso de
inauguración de la Institución. Se puede decir que, desde este lugar, se trató de ayudar
al director saliente, que cargó con la tarea de ubicar a las internas mayores que debían
dejar el Colegio de Huérfanas. En esta oportunidad, las socias no lograron modificar las
disposiciones del Gobierno, lo que habla también de la fuerte presencia de este último
en las decisiones de la Institución. Sin embargo siguieron peleando por espacios de
decisión cada vez más amplios, para, como en este caso, disputar los años de
escolaridad que querían para las niñas pobres y huérfanas del pueblo.
Habiendo terminado con las cuestiones que tenían que ver con el traspaso de
niñas se propuso que cada socia se aboque, en primer lugar, a tomar informes en el
pueblo sobre las posibles postulantas al cargo de Rectora, una tarea que a priori parecía
ser no tan sencilla, ya que, como registró la secretaria a cargo de las actas, sería muy
difícil encontrar “una que quisiese encerrarse allí” […] ”.185 (Encomillado de la fuente).
1.1. La rectora
184
AGN, SB-Beneficencia, legajos, 1823, citado por Carlos Correa Luna, Historia de la Sociedad de
Beneficencia, 1823-1852, Buenos Aires, Talleres Gráficos del Asilo de Huérfanos, 1923.
185
AGN, SB-LA Nº1, Acta 4° del 2 de Mayo de 1823.
68
Esperanzada, Manuela Aguirre, “dijo que ella creía que Juana Arandia, que solicitaba
un acomodo no tendría inconveniente en hacerlo”, pero no todas estuvieron de acuerdo
con esta sugerencia “la Presidenta dijo que esta podía servir para maestra de una de las
escuelas, pero Manuela Aguirre replicó que, para maestra le parecía “de mucha edad y
enfermiza”, dato que generó una primera reacción de rechazo entre las mujeres, ya que
luego de reflexionar sobre estas condiciones de la postulanta se resolvió “que las socias
hicieran cada una por su parte las diligencias posibles para encontrar una buena
Rectora”.186
El viernes 9 de Mayo de 1823 se presentaron informes de nuevas candidatas
para el puesto de rectora; Cabrera propuso volver a mirar un curriculum que se había
presentado la sesión anterior, ya que “según la habían informado una señora apellidada
Cuitiño que Isabel Agüero había propuesto el viernes anterior sería la más a propósito ,
pues aunque se decía tener el “genio fuerte” este no era un gran defecto para ese empleo
cuanto todas sus otras cualidades eran buenas”. 187 En cambio María del Rosario
Azcuénaga no perdía las esperanzas de conseguir a alguna de las maestras de la escuela
Lancaster, ya que “a ella le habían asegurado que lo deseaban y que tal vez irían dos de
las hermanas quedando la otra y una sobrina con la escuela de junto al hospital”.188 El
deseo de tener docentes idóneos compensaría la espera obligada. Sin embargo, estas
maestras contestaron que hasta no saber las condiciones laborales no podrían dar una
respuesta. Se les comunicó entonces que la Sociedad pagaría 500 pesos anuales, además
de casa y comida y se aguardó la respuesta favorable, que sin embargo, nunca llegó.
Es interesante observar que las maestras que se postulaban, lo hacían
frecuentemente incluyendo a sus familiares: hermanas, hijas, sobrinas, es decir,
ensayaban una estrategia de redes que, en una coyuntura con pocos maestros (idóneos, o
no tanto), fortalecería su postulación ante otras candidatas. Esta práctica también
beneficiaría a la Sociedad de Beneficencia, ya que la inclusión de mujeres vinculadas
entre sí por lazos familiares, garantizaría la convivencia dentro de las instituciones y
probablemente ubicaría a las socias en una mejor posición para negociar los sueldos de
todas.
Para la primera semana de Junio aún no habían podido resolver el tema de la
rectora del Colegio; apuradas por el tiempo se propuso nombrar a Francisca Molina
186
AGN, SB-LA Nº1, Acta 4° del 2 de Mayo de 1823.
187
AGN, SB-LA Nº1, Acta 9 de Mayo de 1823.
188
AGN, SB- LA Nº1, Acta 6 del 16 de Mayo de 1823.
69
“diciendo que personas imparciales (sic) les habían asegurado que reunía las cualidades
de talento, instrucción, buenas costumbres y disposición para dirigir una casa”. 189
Cossio, sin embargo, no estaba muy convencida y aconsejó se buscaran todavía algunas
otras mujeres; por su parte, la Presidenta, propuso pasara la comisión una nota a los
curas, pidiéndoles noticias de las personas que conocieran idóneas para ocupar “un
empleo tan delicado”. Toda la información recaudada sería analizada por la totalidad de
las socias.
Mientras tanto, el gobierno acusó recibo de la nota que ya había enviado el
Consejo, en donde se mencionaba el deplorable estado en que se había encontrado el
Colegio y en donde se había decidido “pedirle mandara artífices para hacer las obras
que se necesitaban”190 ya que en las condiciones en que se encontraba sería imposible:
“todo lo que encontraron en él … se reducía a once huérfanas, la rectora, cuatro mujeres
para el servicio, una negra y un negro esclavos del Colegio … casi ningunos muebles, y
el edificio bastante estropeado”. 191
A la semana siguiente se leyó una nota del gobierno, “ordenando al Ingeniero en
Jefe de pasar a el [Colegio]y hacer el presupuesto de las mejoras que necesita” . Esta
nota trajo cierto alivio a las socias, las perspectivas eran favorables. Sin embargo el
Colegio tenía problemas edilicios estructurales que eran reparados constantemente pero
de forma ineficaz; el techo, por ejemplo, se intervenía de manera continua pero nunca
definitiva. Por más que el Gobierno contestara sus pedidos de reparación avisando año
tras año que “se había pasado orden á el Comisario de obras publicas para que se
192
reparasen los techos del Colegio”, la realidad era que esas construcciones ya no
tenían posibilidad de ser reparadas, y resultaba difícil tentar a las maestras y rectoras
para que se instalaran allí. Lo que sí es plausible de destacar es el contacto directo y
cotidiano que tenía el gobierno con la sociedad de Beneficencia, que no se desentendía
de las demandas planteadas por las socias.
189
AGN, SB- Beneficencia, legajos, 1823, citado por Carlos Correa Luna, Historia de la Sociedad de
Beneficencia, 1823-1852, Buenos Aires, Talleres Gráficos del Asilo de Huérfanos, 1923.
190
AGN, SB- LA Nº1, Acta 2 de Junio de 1823.
191
AGN, SB- Beneficencia, legajos, 1823, citado por Carlos Correa Luna, Historia de la Sociedad de
Beneficencia, 1823-1852, Buenos Aires, Talleres Gráficos del Asilo de Huérfanos, 1923.
192
AGN, SB-LA Nº1, Acta 5° del 18 de Marzo de 1825.
70
conducir a las huérfanas, “ que tanto urgía por el abandono en que está el Colegio”.
quiénes seguían buscando una rectora idónea, habían llegado las contestaciones de los
curas “uno [de] Taivo, Medrano [y] de Montserrat” [el] cura Medrano dijo que no
conoce ninguna y los otros dos nombraron dos mujeres que ninguna fue [del agrado] de
la sociedad”.193 Por lo que la designación quedó otra vez en suspenso, pero ¿cuánto
tiempo más podrían esperar? Por fin se decidió poner a debate el curriculum de Cecilia
Ribas. Cabrera no pudo ocultar su inclinación por esta candidata, sobre todo desde que
se había enterado de que había solucionado sus problemas de salud y ya no parecía
“estar impedida por sus achaques”; sin embargo, Azcuénaga y Viamont, dijeron que las
veces que ellas habían estado a verla la habían encontrado unas veces en la cama y otras
con [problemas?]. Cazamayor, fiel a su primeras percepciones y en sintonía con
Cabrera, bogaba por Rivas, argumentando que “si ella estaba perfectamente buena en el
presente no debían ser un obstáculo las enfermedades que hubiese tenido
194
anteriormente”. Las opiniones estaban definitivamente divididas; Azcuénaga,
intentando darle más peso a sus preferencias, comentó que según los informes que a ella
le habían dado, la hermana de Cecilia, Paula, “sería más a propósito porque tenía mejor
carácter”.
La intervención de Cossio proponiendo a otra candidata, Josefa Caballero,
pareció destrabar las desavenencias. Para ella, esta persona era la indicada “tanto por
conocerla ella personalmente como por los informes que se le habían dado”. Cazamayor
dijo que ella era de la misma opinión porque aunque no la conocía había recibido “los
mejores informes de personas dignas de crédito”. 195 El reglamento que obligaba de
elevar las candidatas al gobierno en ternas las eximió de seguir discutiendo al respecto.
El consejo, después de repasar nuevamente los méritos e inconvenientes de cada una,
acordó proponer al gobierno a Cecilia Ribas, Francisca Molina y Josefa Caballero “en
cumplimiento de la orden que previene deban ir todos los empleos en terna”.196 En esta
oportunidad, aplicar el reglamento a rajatabla y dejar en última instancia la decisión al
gobierno, logró darle un impase a las desavenencias entre las socias, re-estableciendo un
clima propicio para seguir gestionando y tomando decisiones. El viernes 20 de Junio de
1823, se leyó una nota del gobierno nombrando a Cecilia Ribas para Rectora del
Colegio San Miguel y a Paula Ribas para maestra de la escuela. La elección de Rivas
193
AGN, SB- LA Nº1, Acta N 10 del 6 de Junio de 1823.
194
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 20 de Junio de 1823.
195
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 20 de Junio de 1823.
196
AGN, SB- LA Nº1, Acta N 11 del 14 de Junio de 1823.
71
como rectora, la catapulto a su mentora como inspectora del Colegio de Huérfanas,
junto con Estanislada Cossio. Las mismas acordaron llevar el lunes próximo a la nueva
Rectora “para imponerle del estado de la casa y de las obligaciones que tenía que
desempeñar”.197
Pocos días después, Cabrera y Cossio, inspectoras del colegio de huérfanas,
presentaron una nota de la ya instalada Rectora Cecilia Ribas haciéndoles saber:
“la apremiante necesidad en que se hallaban las niñas de ropa, zapatos, cama y otras cosas, otra
pidiéndole útiles para el servicio de la casa y otra exponiendo la cuenta del gasto diario del Colegio, y
haciendo saber a la Sociedad que el administrador [que aún estaba a cargo] sólo le pasaba una ración de
carne muy escaza y mala”198
Las carencias parecían abarcar todos los rubros de la canasta básica: las niñas
estaban faltas de ropa, muebles, útiles y comida. La socias acordaron que estas notas se
pasaran inmediatamente al gobierno “pidiendo al mismo tiempo indicase a quién debía
dirigirse para proveer el gasto del colegio, que hasta el presente había sido suplido por
una de las señoras socias”.199
197
AGN, SB- LA Nº1, Acta N 12 del 20 de Junio de 1823.
198
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 27 de Junio de 1823.
199
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 27 de Junio de 1823.
200
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 11 de Julio de 1823.
201
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 11 de Julio de 1823.
202
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 11 de Julio de 1823.
72
La gestión de la rectora Rivas fue un fracaso, por lo que todo lo que habían
trabajado para lograr una persona eficaz y responsable, no había rendido sus frutos. El
27 de noviembre de 1823 fue necesario postergar otras cuestiones, ya que la búsqueda
de un reemplazo, como advirtió Isabel Casamayor a sus compañeras, era urgente
“principalmente por Da Cecilia [ya que] si se detenía por orden del gobierno [su cargo]
tendría el Colegio en tal abandono que causaría peores males”.203 Por fin en Diciembre
consiguieron nombrar una nueva rectora y “las señoras Inspectoras del Colegio hicieron
presente que estaba ya en posesión de su empleo María Casacuberta”.
Sin embargo, aún no habían terminado con la rectora desafectada, ya que al
presentar el inventario que nuevamente se había hecho de todos los muebles y ropa de
las niñas del Colegio se dieron cuenta de que “faltaban varios útiles, de los que se
habían entregado a Da. Cecilia Ribas”.204 Las mismas señoras dijeron que habiéndola
reconvenido sobre este particular había contestado que no savia como se habían
extraviado, y que así eran de parecer se rebajase su valor de su sueldo; ... se acordó que
las señoras inspectoras le escribiesen obligándola a su pago, y que en caso de
conseguirse por este medio se le rebajase de su sueldo”.205 El presupuesto era ajustado,
no estaban las cosas como para tener que reponer elementos que consideraban,
pertenecían a las escuelas, o en este caso, al Colegio de Huérfanas.
Por otro lado, la respuesta desafiante de la rectora, aceptando se le rebajase de su
salario lo que faltaba, mostrándoles a las mujeres que no necesitaba el dinero de la
Sociedad de Beneficencia, pareciera ser, provocó la reacción de las socias quienes, lejos
otorgarle el beneficio de la duda, decidieron cobrarle lo que faltaba.
El verano acumuló tres cartas de Cecilia Ribas, las que fueron leídas en Febrero
del año siguiente. La primera carta, negándose a pagar lo que se le reclamaba, las otras
dos, pidiendo los detalles de lo gastado. Lo interesante de las cartas (y que fue necesario
exponer en la reunión de las socias), fue que “estas cartas estaban escritas con la mas
insultante grosería, respecto a las dos señoras y a toda la Sociedad”.206 Se pusieron a
debatir entonces lo que convenía hacer en este caso, y aunque algunas socias fueron de
opinión que se le pasase la cuenta y se desentendiese de las cartas, el mayor numero
decidió “que se le contestase en los términos que merecía su atrevimiento advirtiéndole
203
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 27 de Noviembre de 1823.
204
AGN, SB- LA Nº1, Acta 30 del 12 de Diciembre de 1823.
205
AGN, SB- LA Nº1, Acta 30 del 12 de Diciembre de 1823.
206
AGN, SB- LA Nº1, Acta 37 del 20 de Febrero de 1824.
73
que tendría peor resultado si no se moderaba en adelante y mandándole repusiese las
mismas especies” .207
“se había hecho venir á la Rectora del Colegio para que expusiera con franqueza los motivos
porque quería retirarse ya que juzgándolos de muy poca consideración el consejo había tenido la
satisfacción de arreglar estas pequeñas discusiones comunes en familia y se había convenido la Rectora á
continuar sin haber ninguna alteración que hacer en el Colegio”208
207
AGN, SB- LA Nº1, Acta 37 del 20 de Febrero de 1824.
208
AGN, SB- LA Nº1, Acta 28 del 28 de Abril de 1826.
74
adelantaban nada sobre todo en escribir y contar y que creía que no se podría conseguir
que hicieran progresos en esto con la misma maestra porque no sabia bien ni uno ni
otro”. 209 No podían darse el lujo de perder también a la Rectora.
209
AGN, SB- LA Nº1, Acta 33 del 18 de Octubre de 1826.
210
AGN, SB- LA Nº1, Acta 33 del 18 de Octubre de 1826.
75
el colegio de niñas y presento algunas muestras de tejidos de seda que le había dado
para hacer ver á la Sociedad una de las ramas de industria que prometía enseñar”, 211 las
socias le hicieron saber que, por el momento, no solicitarían sus servicios. Algo similar
sucedió con la presentación que hizo un maestro, Carlos Odonell, “ofreciendo enseñar á
las niñas de las Escuelas del Estado la Geografia y manejo de esferas, dejando á
discreciones de la Sociedad la gratificación que este trabajo merecía”.212 En este caso,
las socias pusieron como pretexto la coyuntura de guerra, contestándole al postulante
que “en las actuales circunstancias en que en Estado hacia gastos tan inmensos con
motivo de la guerra, la Sociedad creía no debía proponer ningunos extraordinarios, que
se tendría presente su propuesta en todo caso que pudiera admitirse ó que la sociedad
tuviera fondos particulares para poderlo gratificar, sin tener que pedir al gobierno esta
213
suma”. Pero en la misma reunión se festejó con entusiasmo el hecho de que el
gobierno se ofreciera a financiar un maestro para enseñar a las niñas las asignaturas
tradicionales relacionada con la lengua y las matemáticas, como lo habían propuesto las
socias en la reunión anterior. Es evidente que la educación que las mujeres tenían en
mente para las niñas que estaban bajo su tutela, estaba orientada a formar ciudadanas
instruidas. Por eso, una vez leída la nota del gobierno aprobando la incorporación de un
“Maestro á las Niñas del Colegio” , se sugirió que se diligenciaran los trámites “lo mas
pronto que pudieran”, convencidas de que las niñas “adelantaran en la escritura y
aritmética”. 214
211
AGN, SB- LA Nº1, Acta 31 del 9 de Mayo de 1826.
212
AGN, SB- LA Nº1, Acta 35 del 15 de Diciembre de 1826.
213
AGN, SB- LA Nº1, Acta 35 del 15 de Diciembre de 1826.
214
AGN, SB- LA Nº1, Acta 35 del 15 de Diciembre de 1826.
76
Terminado finalmente el traspaso del Colegio de Huérfanas a manos de la Sociedad de
Beneficencia y encarado el tema de la Rectora, otro de los asuntos que debieron afrontar
las socias, fue el problema de las vacantes. ¿Quiénes eran consideradas huérfanas? Una
carta de la Inspectora del Colegio, Estanislada Cossia, dirigida al Gobierno en Julio de
1823 nos aclara quiénes eran consideradas huérfanas para las mujeres de la
beneficencia:
“se entenderá por huérfana la que ha sido arrojada a la [Cuna]; la que ha quedado sin Padres, y sin
bienes, con que proporcionarse una educación; o la que tenga una madre pobre [...] Para ser admitida una
huérfana de la Cuna, será suficiente estar en la edad y capacidad bastante: aquella será de seis cumplidos
[...] Las otras huérfanas que no sean de la cuna podrán pretender un ingreso por medio de aquellas en
cuyo poder se hallen; o por el Defensor General de Menores”.215
“se leyó una nota del Defensor General de Menores, remitiendo al consejo una huérfana como
de edad de 10 años, llamada Juana Martínez para que se encargase de darle destino, este la paso con una
215
AGN, SB- LA Nº1, Acta de Julio de 1823.
77
orden de la Sra. Presidenta al Colegio de San Miguel donde se haya provisionalmente hasta la aprobación
del Gobierno”
Lo cierto es que apenas recibían a las niñas las ubicaban en sus instituciones y
después se encargaban de formalizar la parte legal. Cuatro días después, otra nota del
defensor y otra niña, en este caso “remitiendo a […] una niña nombrada Ángela Balrrey
para que esta se encargase de darle destino”. Pero después comenzaron a llegar las notas
que se debían evaluar y poner a votación para aprobar o no el ingreso de la solicitante.
Josefa Grimau viuda de Don Mariano Larrazábal solicitaba una plaza de gracia en el
Colegio de huérfanas para su hija Efigenia, en “consideración a los servicios de su
padre”. 216 Se acordó entre las socias, fuese elevada a el gobierno apoyada por un
informe de la Sociedad. Pero unos días después hubo que contestarle que “su solicitud
no podía tener efecto este año por estar las veinte plazas de huérfanas provistas pero que
se tendría presente para el año venidero”.217 Las cartas, estratégicamente formuladas
por los solicitantes, se acumulaban en la Sociedad de Beneficencia, a la que le costaba
entender que el gobierno no tuviera a bien habilitar más plazas para la cantidad de
pedidos, uno más conmovedor que otro, que llegaban hasta las puertas de la Sociedad,
de madres, padres o ambos, suplicando que reciban como interna a una, dos o hasta tres
hijas en la institución de niñas.
Las cosas se empeoraron cuando el administrador de la casa de expósitos envió
el listado de las niñas que tenía en condiciones de pasar al Colegio “para enviarlas lo
más pronto”.218 La recluta de huérfanas estuvo desde el principio relacionada con la
Casa de Expósitos quién reubicaba en el Colegio de Huérfanas a las niñas que cumplían
los seis años, pero como el gobierno había señalado que este año el cupo de huérfanas
no podía pasar de 20 plazas, y que con las dos que ha enviado el Defensor de menores
se había completado este cupo, se acordó:
“pasar una nota al administrador de la casa de Expósitos para que viera una razón de las niñas
que tiene a su cargo desde la edad de cinco años hasta la edad de catorce, para saber las que pueden entrar
en el Colegio el año siguiente y formar el presupuesto en [relación] a ello, pues por decreto del Gobierno
de 6 de Agosto, por este año, no pueden admitirse en el mas huérfanas que veinte” 219
La mala noticia que anunciaba que durante el año en curso no podrían ingresar
más niñas, era acompañada por la promesa de tenerlas presupuestadas para el año
216
AGN, SB- LA Nº1, Acta ¿? del 16 de agosto de 1823.
217
AGN, SB- LA Nº1, Acta 21del 5 de Septiembre de 1823.
218
AGN, SB- LA Nº1, Acta 17 del 8 de Agosto de 1823.
219
AGN, SB- LA Nº1, Acta 17 del 8 de Agosto de 1823.
78
siguiente, ya habría tiempo para comunicarle que el gobernador había decretado subir la
edad de las niñas ingresadas. En efecto, las mujeres no se resignaban a retener que
reclutar a las niñas recién a los diez años y tener que relevarlas a los 14 y no hasta los
16, según lo disponía el reglamento. Consideraban que el lapso de tiempo era muy
breve para poder completar el proyecto educativo que tenía la sociedad para las niñas
del pueblo. Se decidió, entonces, enviar una nota al gobierno “remitiendo el reglamento
del Colegio hecho por el Consejo con las observaciones convenientes sobre el artículo 7
del superior decreto de 7 de Agosto que previene no se reciban niñas en el Colegio que
bajen de 10 años, la cuál fue de la aprobación de toda la sociedad”,220 para mostrarle a
las autoridades las contradicciones que había entre uno y otro escrito. Sin embargo el
gobierno de Rivadavia, se mantuvo firme en sus decisiones, y un nuevo intento por
hacerlo cambiar de opinión, había fracasado. El gobierno y las socias tenían diferentes
criterios acerca de cómo debería estar conformada la matrícula del establecimiento, y
pasar a tener un mayor protagonismo en su agenda fiscal, fue un objetivo cada vez más
urgente.
No había presupuesto para sumar vacantes, sin embargo hubo órdenes de
incorporación que venían directamente del gobierno y que había que aceptar; cartas
ineludibles por la categoría de sus solicitantes, como la recibida el viernes 26 de
Septiembre, “para recibir la pensión de las dos hijas de Mansilla”, 221 apenas días
después de haber tenido que rechazar los pedidos de incorporación de las niñas
expósitas.
Las vacantes del Colegio no siempre estuvieron ocupadas por aquellas niñas que
motivaron la existencia de un Colegio para Huérfanas. El establecimiento también
representaba un lugar conveniente para algunas niñas de la elite porteña, sobre todo
desde que las mujeres de la Beneficencia estaba a cargo de su dirección. Las niñas de la
elite pagaban sus propias cuotas de mantenimiento. Sin embargo, los problemas no sólo
se reducían al tema económico. Las maestras, por ejemplo, no veían con buenos ojos la
incorporación de lo que ellas llamaban niñas acomodadas y culpaban por estas
irregularidades a las socias inspectoras de los establecimientos, añadiendo que por esta
irregularidad algunas internas del Colegio “ perdían … sus disciplinas”. 222 También
había dificultades para establecer un rango de prioridades; las socias se mostraban
220
AGN, SB- LA Nº1, Acta 19 del 20 de agosto de 1823.
221
AGN, SB- LA Nº1, Acta 24 del 26 de Septiembre de 1823.
222
AGN, SB- LA Nº1, Acta 24 del 26 de Septiembre de 1823.
79
preocupadas por confirmar la validez de los pedidos de los padres. Ellos, a su vez,
ideaban sus propias estrategias para conseguir una vacante tan preciada y era necesaria
una lectura atenta de las solicitudes. Así, el gobierno, las socias, las maestras y los
padres se cruzaban en el tema de las vacantes, complicando el cuadro de situación.
Un caso que desató dudas sobre cómo actuar estuvo asociado a una devolución
de favores entre partes ¿qué respuestas se les daba a aquellas personas que solicitaban
una vacante y que habían colaborado de manera activa con el Colegio de Huérfanas?
Unos días antes de la Navidad del año 23 una de las socias leyó una nota del boticario
del pueblo “solicitando escuela gratis en San Miguel, para tres hijas suyas”. El boticario
había recurrido directamente a esta socia, probablemente por alguna afinidad con ella,
quien no dudó en afirmar “ella había tomado todos los informes necesarios, y
encontraba que era muy acreedor de la gracia que pedía, por el estado deplorable en
que se hallaba y por los servicios que expresaba haber hecho dando medicina de balde
223
AGN, SB- LA Nº1, Acta 24 del 26 de Septiembre de 1823.
224
AGN, SB- LA Nº1, Acta 24 del 26 de Septiembre de 1823.
80
en otro tiempo a los expósitos y las huérfanas”. El asunto parecía referirse a una
devolución de favores entre partes. Sin embargo otra de las socias pidió la palabra para
comentar que “en su opinión no se le podía conceder tal gracia porque las escuelas de
caridad eran para los que absolutamente no podían pagar, pero un hombre que tenia una
botica abierta una casa propia, y que se presentaba en la calle en cierto pie de hijo, seria
muy criticada la Sociedad si le daba escuela de balde”.225 La preocupación era grande,
porque al no poder cubrir todos los pedidos de los padres, su voto era el que en
definitiva decidía la suerte de cada una de las niñas que aspiraban a ser elegidas,
sumado a que los criterios de selección no eran uniformes, como no lo era la Sociedad
misma ni la representación que cada una de sus socias tenía sobre la pobreza, la
orfandad y su compromiso con el gobierno y la sociedad que las rodeaba.
Por fin el 20 de Febrero de 1824 llegó la nota tan esperada que traía no sólo el
visto bueno del presupuesto del año, sino que además se incluían cuatro plazas en el
Colegio de Huérfanas. No cambiaría significativamente la ecuación, pero lo cierto es
que las vacantes se incrementaban un 20%. Se pusieron a discutir entonces cuáles serían
las niñas que debían proponerse para llenar las nuevas plazas del Colegio y se acordó
que serían “las dos hijas de doña N. Benítes, y dos de la casa de Expósitos” 226; una
equilibrada selección que contemplaba la recluta de por lo menos dos de los sectores
que más reclamaban una vacante: la Cuna y los pedidos de orfandad de particulares.
El Colegio de Huérfanas tenía alumnas pensionistas que pagaban su educación y
sus gastos. Nos hemos preguntado por qué una niña que residía en la ciudad sería
encerrada en condición de pupila en este establecimiento. ¿Era simplemente para recibir
una buena educación o un castigo a una posible rebeldía, como vimos en períodos
anteriores? ¿Por qué teniendo la oportunidad de hacerlo no concurría en condición de
alumna externa? Una posible respuesta podría estar relacionada con la necesidad de
sacar a la niña de un entorno familiar que si bien la protegía por un lado la exponía a un
ocio improductivo, en el amplio sentido del término, por el otro.227 En este sentido la
225
AGN, SB- LA Nº1, Acta 29 del 20 de Diciembre de 1823.
226
AGN-SB, LA N1, Acta 37 del 20 de Febrero de 1824.
227
En Brasil, para el mismo período, se pensaba que las niñas debían ser separadas de la casa paterna y
educadas en el convento ya que “los vicios de la educación doméstica se describen fundamentalmente en
torno al concepto de ociosidad. Puesto que las sirvientas hacían el trabajo de la casa, la niña estaba exenta
del “trabajo manual” y, al no tener nada que hacer, dormían de más: “y a partir de ese demasiado dormir
acaba por ser indolente y delicada, y más expuesta a las rebeliones de la carne" ,Nizza da Silva, María
Beatriz, “Familia y educación en el Brasil colonial”, en Gonzalbo Aizpuru, Pilar, (coordinadora),
Familia y Educación en Iberoamérica, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos,
1999, pág. 28.
81
decisión parecía más una estrategia preventiva, que apuntaba a cubrir varios aspectos de
la formación de las menores de la casa. Además, sabemos que las niñas que podían
pagar tenían privilegios que las demás internas no gozaban, como el tener personas que
se dedicaban exclusivamente a su cuidado y atención, solventadas por sus familias,
como también permiso para ausentarse del establecimiento en determinas
oportunidades. Estas atenciones y contemplaciones del reglamento, (sumadas a las
contravenciones al mismo que aumentaban las oportunidades de escapar del encierro)
hacían que la permanencia en el Colegio no fuera una situación tan difícil de
sobrellevar.
228
AGN, SB- LA Nº1, Acta 30 del 28 de Julio de 1826.
82
Durante los años que abarcan este trabajo fue difícil respetar la edad de ingreso y
egreso de las huérfanas, según lo marcaba el reglamento que se había consensuado con
Rivadavia, como tampoco se pudo negar las vacantes a un número importante de
solicitudes que clamaban por una justa e impostergable ayuda. La estrategia aplicada
fue la de aumentar el número de vacantes fuera del reglamento, aunque esto trajera
problemas de fondo relacionados, sobre todo, con la organización de los recursos, la
calidad de vida de las internas y el presupuesto.
La primera reunión de la Sociedad de Beneficencia dejó en claro que había tres temas
que deberían tratar de forma simultánea: La entrega de premios, el Colegio de
Huérfanas y la fundación de escuelas públicas para niñas pobres en los diferentes
barrios porteños. Agüero y Cazamayor fueron designadas para informarse del precio y
comodidad de una casa que estaba desocupada cerca de Montserrat y Viamonte y
Aguirre para una cerca de las Catalinas. Por otra parte, María Sánchez fue comisionada
para tomar informe sobre el carpintero que hizo los bancos y mesas de las escuelas
Lancaster, ya que “luego que las casas estuvieran, se harían inmediatamente los útiles”
Agüero fue de opinión que se hiciera todo el esfuerzo para establecer siquiera una
escuela para el 25 de Mayo, el golpe de efecto en la entrega de premios les otorgaría
una muy buena carta de presentación.
Se analizaron entonces los lugares del pueblo en donde sería preciso fundarlas y
“se acordó que fuera en el barrio de Montserrat, en el de San Nicolás, las Catalinas y la
Residencia”. La agenda seguía con las entrevistas a las potenciales docentes que
trabajarían en esas escuelas; se anunció a una de las maestras y entró Damiana Medina,
la cuál “después de presentar su memorial dijo que se convendría con el precio de 300
pesos que la Sociedad ofrecía y a aprender el método de Lancaster”.229
Se pasó entonces la palabra a Isabel Agüero, quién dijo que había visto la casa
que se le había encargado la sesión anterior situada en el barrio de Montserrat, la cuál le
parecía tener suficiente comodidad para una escuela, que “la había ajustado con el
dueño en el precio de veinte pesos, y le había ofrecido este hacerle algunas composturas
229
AGN, SB- LA Nº1, Acta ¿? del 9 de Mayo de 1823.
83
que necesitaba”.230 Viamont había visto la que a ella le habían encargado en el barrio de
las Catalinas, y comentó que le parecía muy apropiada; aunque pedían treinta pesos por
ella, “como había alquilado algunos cuartos en el interior por cuenta del dueño, venía a
resultar lo que quedaba que eran las mejores habitaciones, en los mismos veinte pesos
que el Gobierno señalaba”.231 Comenzó entonces a ser preciso establecer una suerte de
logística, para distribuir a las maestras estratégicamente en los barrios más
convenientes, y después de haber acordado que la de Ruano quedaría en el de
Montserrat donde vive, quedó pendiente la decisión sobre las otras tres hasta tener las
casa que faltaban. La Presidenta dijo que le habían hablado de una muy buena casa que
se ofrecía en el barrio de San Nicolás, pero que pedían algo más del precio señalado; se
trató de ver si se podía conseguir a el precio de las otras, y esto quedó pendiente.
Mientras tanto María Langa, una de las maestras nombradas y avisó haber
encontrado una casa muy oportuna en el barrio de la Concepción.232 Esta cooperación
entre las maestras designadas y las socias fue gratamente recibida por el plantel de
mujeres que, a esta altura de las circunstancias, se veían presionadas para abrir las
escuelas lo antes posible; maestras y administradoras habían encontrado un interés
común, y aunaban los esfuerzos para concretarlos: las socias, por el deseo de poner en
marcha cuanto antes la educación de las cientos de niñas que aguardaban; las maestras,
por entrar en el circuito laboral lo antes posible. El sábado 14 de Junio de 1823 “se leyó
el presupuesto que cada señora mandaba del costo de una escuela de 100 niñas”.233 Tal
era el número que pretendían alojar en cada una de las escuelas. No habían podido
presentar una escuela para el acto de la entrega de premios, pero los trabajos estaban
encaminados.
Bernardina Viamont, traía buenas noticias, su escuela estaba acabada y había
mandado empezar la obra de carpintería sin esperar la aprobación del presupuesto para
que no se perdiera tiempo por que su carpintero le ofrecía hacerlo por el precio más
barato de lo que habían estado hablando las otras compañeras. Nadie quería seguir
dilatando el ingreso de las niñas, y las decisiones se iban tomando sobre la marcha,
basándose más en el sentido común que en los pasos burocráticos que lentizaban sus
proyectos. Manuela Aguirre y Josefa Ramos, sin embargo, dijeron que ellas “tenían
alguna incomodidad con el dueño de la casa de Montserrat porque quería volver a
230
AGN, SB- LA Nº1, Acta 6 del 16 de Mayo de 1823.
231
AGN, SB- LA Nº1, Acta 6 del 16 de Mayo de 1823.
232
AGN, SB- LA Nº1, Acta 6 del 6 de Junio de 1823.
233
AGN, SB- LA Nº1, Acta 6 del 14 de Junio de 1823.
84
deshacer el trato negándose acabar lo que faltaba de la compostura”. Intervino entonces
la Presidenta, y convencida de que la Sociedad no pagaría un peso más de lo que pedían
los otros propietarios, “instruyó a sus compañeras y se acordó mandarlo llamar a la
sociedad a ver si buenamente se podía persuadirlo a que formalizara la contrata”
Reticentes a esperar los tiempos de las notas escritas, se le hizo saber que la presidenta
de la Sociedad de Beneficencia lo llamaba a sus despachos y “efectivamente vino a los
pocos momentos y Mercedes Lasala lo persuadió a que dejara la casa por el precio de
veinte pesos aunque no quería convenir por el término de un año, al cabo del cual se
revalidaría la contrata” Mercedes tuvo que ceder en los tiempos, pero logró el precio
que quería, además de comprometerlo a “acabar la compostura que faltaba” , y aunque
no pudo convencerlo de que incluyera la pintura de las aberturas, Manuela Aguirre
ofreció hacer[las] a su costa.
Para el 19 de Julio, Viamont dijo que sólo esperaba que se le entregaran los
útiles para abrir su escuela y propuso se pasara una nota al gobierno pidiendo permitiera
“recibir en las escuelas un cierto número de niñas con paga tanto para el auxilio de las
maestras como para que las familias de esos barrios no se privaran de las ventajas de
estas escuelas lo que fue inmediatamente acordado”. Con este sistema, lograban llegar
con la educación a todas las niñas del pueblo, con o sin recursos, y reduciendo el
presupuesto asignado por el gobierno. Esperanzadas en poder abrir cuanto antes los
establecimientos, llegó el momento de “nombrar inspectoras de las escuelas” Viamonte
de Catalinas, Foguet de Concepción (mientras esta no esté acabada sigue en su
inspección de la escuela normal junto con Agüero), Manuela Aguirre de Montserrat,
después que esté abierta (entre tanto sigue su comisión hasta fundarla en compañía de
Josefa Ramos). En ese momento entró funcionario de gobierno que habían estado
esperando: “el oficial de secretaría comisionado para acabar de arreglar los
presupuestos” Los mismos no se habían terminado aún (todavía faltaba equipar las
escuelas, y no querían quedarse cortas con los costos), así que se le informó oficial que
los números definitivos se tratarían al día siguiente con el Consejo, agregando que no se
molestara en venir, pues “las señoras comisionadas llevarían los que faltaban”
personalmente. Dicho esto Cazamayor propuso a la Sociedad la compra de “más
pizarras a 12 reales la docena … las que se acordó probarlas haciéndolas rayar para ver
si eran buenas”. “Y no pudiendo adelantar nada más por el momento en el colegio, ni en
85
las escuelas, a causa de no estar aprobados los presupuestos se acabó la sesión y se
retiraron las señoras”234.
Por fin el miércoles 20 de agosto de 1823, Bernardina Viamont presentó la
contrata hecha con el dueño de la casa en que está la escuela de la que ella es Inspectora
y anunció al mismo tiempo que “la escuela estaba ya abierta con treinta y tantas niñas”.
La primera escuela pública para niñas pobres estaba funcionando, mientras Josefa
Ramos anunciaba que la que estaba a su cargo, la de Montserrat, “se abría el lunes
inmediato con cincuenta niñas” Justa Foguet aseguró que la suya quedaría sin falta
abierta la semana entrante. El miércoles 20 de agosto María Sánchez, que tuvo que
excusarse por llegar tarde, al acabarse la sesión dijo que la de San Miguel de que ella es
encargada no podía abrirse tan pronto a pesar de estar cuasi acabada la obra de
carpintería, “porque el ingeniero aún no había puesto manos a las obras que era
menester hacer en la sala, y con esto, quedando ya establecida las escuelas sólo tratará
la sociedad de continuar la organización del Colegio y los presupuestos que deben
presentarse a fines de año”.235
El gobierno fiscalizaba de constantemente las actividades de las socias, sobre
todo en los primeros tiempos durante la gestión del Ministro de Gobierno y luego
Presidente Bernardino Rivadavia. Poco a poco, la Sociedad fue tomando conciencia de
que no era necesario (o conveniente) recurrir al Gobierno para plantear cada cuestión
que se presentara. Esto creó una situación ambigua con respecto a cuáles eran los
problemas que había que comunicar y cuáles no y estas dudas se mantuvieron con
distintas intensidades y dependiendo de la relación que se tuviera con el gobierno de
turno, a lo largo de todo el período estudiado.
“se acordó a el mismo tiempo pasar otra nota dando cuenta a el gobierno de estar establecidas
tres de las escuelas de niñas, incluyendo las listas de todas las que se educaban en ellas, y los calificados
que las señoras Inspectoras presentaban del tiempo en que las maestras habían empezado a ejercitar sus
empleos, y las contratas hechas con los dueños de las casas”.236
234
AGN, SB- LA Nº1, Acta del 19 de Julio de 1823.
235
AGN, SB- LA Nº1, Acta 19 del 20 de agosto de 1823.
236
AGN, SB- LA Nº1, Acta 24 del 26 de Septiembre de 1823.
86
Se decidió realizar una categorización de las escuelas para establecer cuál era la
cantidad de alumnas pagas que se podía aceptar en cada una, basándose en el poder
adquisitivo de los demandantes:
“la misma señora propuso en seguida, que habiendo observado que el partido de la Piedad era de
los mas pudientes, le parecía muy oportuno se propusiera a el Gobierno, que en aquella escuela hubiese
diez niñas mas a pensión, , […] por el beneficio que resulta a las familias acomodadas en tener escuela
inmediata” 237
237
AGN, SB- LA Nº1, Acta 36 del 9 de Febrero de 1824.
238
AGN-SB, LA Nº1, Acta 36 del 9 de Febrero de1824.
87
Sociedad, porque recaudaba más fondos. Las ideas de Sosa contaron con el beneplácito
de todas.
239
AGN, SB-LA N1, Acta 39 del 10 de Abril de 1824.
240
Rivadavia había declamado que “La Sociedad de Beneficencia ha satisfecho completamente la
expectación pública, al celo e inteligencia de las señoras que la componen, son debidos los progresos de
la educación de las niñas, así como el aspecto que presenta el colegio de huérfanas” Mensaje de los
ministros encargados del poder ejecutivo Bernardino Rivadavia y Manuel José García al abrir las sesiones
de la legislatura de la Provincia de Buenos Aires en 3 de Mayo de 1824, en Mabragaña, H. Los Mensajes:
historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes:
1810-1910, Tomo I, 1810-1839, publicación autorizada por la Comisión Nacional del Centenario, Buenos
Aires, Compañía Nacional de Fósforos, 1910, pág. 204.
241
AGN, SB-LA N1, Acta 39 del 10 de Abril de 1824.
88
de Iglesia y si habría de haber canto”.242 Se adelantó en contestar Agüero, quien “hizo
presente los inconvenientes y al mismo tiempo dijo que se los había hecho
particularmente al señor Ministro y que esto lo había dejado a la prudencia de la
Sociedad y la comisión”
Por fin decidieron que la comisión de socias designadas para organizar los
detalles de la fiesta, se ocupasen de este asunto, que parecería ser, se colaba también en
los despachos de Rivadavia. Se pasó entonces a leer las notas de las postulantes a un
premio “todas con suficientes documentos que acreditaban el mérito de cada una” La
Presidenta entonces nombró a la comisión calificadora y recayó en las señoras del Pino,
Sarratea y Sosa, quiénes “hicieron bastante resistencia para encargarse de esta comisión
tan delicada por su naturaleza, pero se les hizo presente que las demás señoras estaban
ya ocupadas en otras, con lo que se prestaron a desempeñarla y concluyó la sesión y se
retiraron las señoras” La comisión calificadora siempre traía problemas. Era mucha
responsabilidad calificar las desgracias de los otros al mismo tiempo de leer entre líneas
sus propias estrategias de premiación y promoción. Pero en estos primeros años
fundacionales, las socias fundadoras, lejos de ser consejeras de oficio del trabajo de
otros, eran quienes se cargaban las responsabilidades al hombro para cumplir de forma
satisfactoria con todas las obligaciones que demandaba la institución. Por eso, si sus
compañeras ya estaban comisionadas en otros asuntos, la negación al pedido de la
presidenta, no era una opción.
La entrega anual de premios estaba organizada y pareciera ser que todos los
detalles habían sido tenidos en cuenta. Sólo una última recomendación de la presidenta
a las inspectoras: “que las niñas de las escuelas de su cargo debían asistir a la función de
los premios con la decencia posible, muy limpias pero nada de compostura para que así
acreditaran que efectivamente eran escuelas de caridad pues de lo contrario pondrían en
duda si podían o no pagar sus padres, y al mismo tiempo las previno que cuidaran de no
presentar para la adjudicación de premios a las niñas que ya hubieran entrado a la
escuela con algunos adelantamientos, y que estas fueran puramente gratuitas”.
El mensaje que se quería transmitir estaba perfectamente delineado: las escuelas
eran públicas, gratuitas y para niñas pobres, como lo dictaba el reglamento, como lo
había soñado Rivadavia y como lo demandaban sus conciencias.
242
AGN, SB-LA N1, Acta 40 del 23 de Abril de 1824.
89
El miércoles 13 de Mayo de 1824 se leyó una nota del gobernador Martín
Rodríguez “en que se despedía de la Sociedad y le daba las gracias por los servicios que
había hecho”. 243 Estos y otros nombramientos oficiales, como la designación de
funcionarios, eran enviadas a la Sociedad para su conocimiento. Definitivamente, la
Sociedad de Beneficencia estaba inmersa dentro del entramado gubernamental de la
provincia, sus logros eran expuestos cada año en la cámara de representantes por los
gobernadores de turno y hasta sus puertas llegaban las notas informativas que el
gobierno enviaba a cualquier dependencia de su jurisdicción.
Mientras acusaban recibo de estas notificaciones, llegadas en medio de los
preparativos de la fiesta de la Sociedad, y se preparaban para recibir al nuevo
gobernador Las Heras, las nuevas autoridades pedían a las socias describan por escrito
“una exposición del modo con que estaba organizada, de los servicios que había hecho,
con los inventarios de todas las existencias que hubiese en los establecimientos de su
cargo”.244 Un informe detallado que no tomó por sorpresa a las organizadas señoras de
la beneficencia y que pudo enviar en tiempo y forma, por lo que “se leyó en seguida la
contestación echa por la Sociedad satisfaciendo a todos estos artículos”.245 Las socias
comenzaron a deliberar, entonces, acerca de cuál sería la mejor forma de ir a saludar a
Las Heras, muchas señoras fueron de opinión de que se hiciese por una nota “pero la
pluralidad fue que por una diputación, y se acordó fuese la señora presidenta con las
señoras Cossio y Casamayor para lo cual se pidió inmediatamente al señor Gobernador,
por el Ministerio de Gobierno, señalase el día y la hora en que podría recibir la
comisión”.246 Estos pequeños signos aparentemente formales, guardaban la intensión de
mostrarse como dignas matronas a cargo de las funciones que se les había asignado,
funciones que no declinarían con el cambio de gobernador.
Los premios fueron entregados finalmente el lunes 26 de Mayo, en la Iglesia de
San Ignacio a mujeres viudas y humildes del pueblo, que con su trabajo sostenían a sus
extendidas familias “allí encontraron reunido un numeroso concurso a que presidía el
Gobierno, y las personas más respetables de la ciudad; el Colegio de Huérfanas y las
seis escuelas que están bajo la dirección de la Sociedad estaban arreglados por su orden,
las maestras a la cabeza de cada una, tenían a su lado las niñas que debían ser
premiadas, las dos candidatas que habían obtenido el de la moral y la industria
243
AGN, SB-LA Nº1, Acta 42 del 13 de Mayo de 1824.
244
AGN, SB-LA Nº1, Acta 42 del 13 de Mayo de 1824.
245
AGN, SB-LA Nº1, Acta 42 del 13 de Mayo de 1824.
246
AGN, SB-LA Nº1, Acta 42 del 13 de Mayo de 1824.
90
ocupaban dos asientos dentro? del circulo en que estaba la Sociedad luego que esta
hubo ocupado sus correspondientes lugares, se entonó un himno acompañado de una
brillante orquesta”.
La entrega de premios de los años siguientes guardaron escenarios similares a
los de estos primeros años, habría que esperar hasta los tiempos de Rosas para
vislumbrar cambios significativos en esta fiesta de la Sociedad, que se celebraba cada
año y no de manera casual, con las fechas mayas.
247
Ternavasio, Marcela, Historia de la Argentina, 1806-1852, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pág.1453.
91
posiciones “entre los unitarios, defensores de un régimen centralizado, y los federales,
propulsores de un régimen que pretendía dotar de mayor autonomía a las provincias”.248
Las reuniones semanales no estaban exentas de discusiones. Las socias se repartían las
tareas administrativas y el incumplimiento de una de ellas era vivido como una
amenaza, ya que afectaba la imagen de toda la institución. El Gobierno les exigía una
rendición de cuentas con un calendario de presentación que, en ocasiones, no podían
cumplir por distintos motivos, y esto generaba fuertes enfrentamientos. Por eso, cuando
“la Presidenta hizo presente a la Sociedad, que las cuentas del año pasado no se habían
presentado todavía estando a mediados de Marzo; que había instado repetidas veces
sobre esto a la secretaria doña María Sánchez; que siempre le aseguraba iba a
248
Ternavasio, Marcela, Historia de la Argentina, 1806-1852, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pág.149.
249
Romero, José Luis,
92
concluirlas y hasta ahora lo ha verificado; que aquella misma mañana le había escrito el
comisionado Don Andrés Sánchez, que nuestra Señora le había ofrecido a la semana
entrante entregarle los documentos que faltaban y que quedarían concluidas. Las
Señoras se mostraron muy disgustadas […] era muy vergonzoso para la Sociedad; que
sus cuentas fueran las ultimas que se presentaran y en su consecuencia acordaron
unánimemente, se pasase una nota a la Señora Mendeville diciendo: que si no se
concluían en la semana entrante como se ofrezca, se vería la Sociedad en la preciso de
pasarlas en el estado que estuvieran, y hacer presente del Gobierno, las causas de su
demora é informalidad, pues todas las Sras. por su parte, deseaban descargarse de las
responsabilidades que les resultaban”.250
A pesar del prestigio y el apoyo con el que contaba María Sánchez (dos años
después sería elegida Presidenta por unanimidad) no se le perdonaba el poner en duda la
honestidad de la institución, que se veía en la obligación de retrasar la entrega del
estado de cuentas de todos los establecimientos por su demora. Sabemos que Mariquita
tenía amigas dentro del plantel de socias pero ¿cuántas habrían estado en condiciones de
poner en juego su honestidad por ella?
Probablemente lo que ella describía como un encuentro casual haya sido una
visita personal expresamente dedicada a poner en sobre aviso a su compañera y amiga,
describirle el clima de tensión que se vivía en la Sociedad y persuadirla de que
solucione sus cuentas cuanto antes. Probablemente, la estrategia de arreglar los
conflictos extramuros, haya sido un recurso aplicado en diferentes momentos de la
agencia de las socias. Estos acuerdos informes, realizados en un ambiente más familiar
y menos hostil, propicio para las persuasiones, en donde lo que se dijera no tendría
testigos ni constaría en actas, fueron aplicados en situaciones como estas, para destrabar
desencuentros y seguir avanzando en la gestión que las convocaba.
250
AGN, SB- LA Nº1, Acta 41 (bis) del 16 de Marzo de 1827.
251
AGN, SB- LA Nº1, Acta 42 del 23 de Marzo de 1827.
93
La intervención de la Presidenta descomprimió el conflicto por un tiempo, pero
ante las presiones del gobierno y el malestar de las socias la defensa se volvió
insostenible. Cuando la Sociedad recibió una esquela del comisionado Don Andrés
Sánchez diciendo que aun no había conseguido los documentos que faltaban para
concluir las cuentas “las señoras acordaron unánimemente, que sin perdida de tiempo,
se pasase a la Señora Mendeville la comunicación acordada anteriormente añadiendo
que se fijase un día solamente de termino en razón de que estando a fines de mes y
queriendo presentarse antes que se concluyera no podía dilatarse mas”.252
Un asunto fortuito se sumaba al conflicto entre las socias: una de las maestras de
las escuelas también acusaba a María Sánchez.
252
AGN, SB- LA Nº1, Acta 43 del 26 de Marzo de 1827.
94
Inspectoras”. Pero María Sánchez le replicó que “ella no entraba a examinar el proceder
que la Sociedad había tenido separándola de la Inspección sin oírla, que sin duda lo
habría creído justo cuando lo había hecho aunque en su opinión no lo era”. La
presidenta, entonces, tomo la palabra para imponer a la Sra. Mendeville y a las Sras. que
no se habían hallado presentes, sobre los fundamentos que la Sociedad había tenido para
proceder del modo que lo había hecho, pero ella la interrumpió, probablemente no
quería que se volvieran a relatar las acusaciones que pesaban sobre ella, diciendo que
era inútil probar nada, “que ella se daba por satisfecha del proceder de la Sociedad”
tratando de demostrar que ella era diferente a quiénes las acusaban, y que no quería la
Inspección por una hora mas. La presidenta quiso volver a hablar pero Mariquita
insistió en que “no podía sostener mas la discusión por lo muy indispuesta que se
hallaba y en efecto se retiro”. Luego de que saliera de la Sala, se leyó otra
representación de la misma maestra, en la que se quejaba de los “muchos insultos que
había recibido de la Sra. Mendeville y principalmente de las expresiones con que la
ultrajaba en su ultima carta, sin mas delito que haber pedido a la Sociedad algunos útiles
con que poder servir su escuela; últimamente concluyo ratificándose en cuanto había
asegurado anteriormente y ofreciendo repetirlo en presencia de la misma señora, si la
Sociedad lo determinaba, para lo cual esperaba en la antesala”.
Las Señoras entraron en discusión sobre este asunto y la opinión estuvo dividida.
Algunas aseguraban que la Sra. de Mendeville había sido calumniada por la maestra y
descuidada por la Sociedad, y que el problema era que la escuela en cuestión “estaba
presidida por una mujer tan díscola que tenia el atrevimiento de quejarse de una
Inspectora a quien debía tantos beneficios”. Una de las socias llevó la reflexión más allá
y opinó que “no se debían haber oído sus quejas, ni recibido sus representaciones, por
que esto seria dar mal ejemplo a las demás maestras con otras reflexiones de esta
naturaleza” Pero la presidenta salió a su encuentro contestándole que “mientras ella lo
fuera no dejaría de leerse cuanto se presentase”. Otras de las compañeras reflexionó que
debido atender a la maestra y surtir las escuelas, pues que el interés del público es
primero que los respetos particulares” y que todas las pruebas que la Sra. Mendeville
había alegado, no destruían en nada el asunto que se estaba tratando. Por último se
concluyó esta discusión determinando que no se le diera contestación ninguna a la
maestra y que quedara el asunto en el mismo estado en que estaba”.253
253
AGN, SB- LA Nº1, Acta 45 del 23 de abril de 1827.
95
Una de las posibles vías de análisis de este caso lleva a observar la necesidad
que sentía la socia agraviada de salvaguardar su honor y honestidad, presentando
recibos y pruebas, y mencionando la actitud generosa que había tenido, solventando
gastos de su propio patrimonio. También es interesante observar el clima que va
construyendo en la sala de reuniones, por un lado, intimidando potencialmente a la
maestra acusadora (menciona la intención que tenía de amenazarla con el desprecio de
las mujeres de la Sociedad), y por el otro, demostrando a sus compañeras su indignación
y haciéndolas sentir responsables de su malestar y enfermedad. Luego de hacer las
denuncias pertinentes, y decir que no cuestionaba las decisiones de la Presidenta,
aunque no las compartiera, se retiró de la escena, dejando sin efecto las posibles
respuestas que la institución pudiera efectuarle. ¿Por qué Mariquita no sintió la misma
urgencia en responder a sus pares que la acusaban desde hacía tanto tiempo por no tener
las cuentas de gastos al día? Nos preguntamos ¿era la desafección del cargo lo que más
le molestaba y qué se haya puesto en duda su honestidad? Puede ser, pero también
pensamos que en esta sociedad estratificada, el hecho de recibir una acusación de parte
de una persona que ocupaba un lugar inferior en la escala social, pero que compartía en
cierta medida con la elite estos nuevos espacios públicos que se estaban conformando,
resultaba más intimidante que cualquier comentario que hubiera surgido entre pares. La
agraviada cuestionaba la ingratitud de la maestra que la acusaba (quien debería haberse
sentido agradecida por su condición de clase) y denunciaba la poca generosidad de sus
compañeras (quiénes prefirieron tomar partido por la querellante y no en función de las
alianzas estratégicas de grupo, implícitas en todas ellas).
96
que demuestra la maestra, al exponer su denuncia en la intimidante sala de reuniones de
la Sociedad de Beneficencia.
Las razones por las cuales una huérfana abandonaba el Colegio tenían que ver
con diversas cuestiones. Una de ellas era el haber llegado a la edad límite que indicaba
el reglamento para ser educada. Esta situación movilizaba a la Sociedad, ya que
“las Niñas que no tuviesen padres o personas quienes se hiciesen cargo; quedaban encargadas
las Sras. de la Sociedad de buscarles un asilo en casas honradas para que las tuviesen”;255
254
AGN, SB-, LA Nº1, Acta 46 del 30 de Abril de 1827.
255
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 6 de Diciembre de 1833.
97
probable que terminaran trabajando como empleadas domésticas, prácticamente, por la
casa, vestimenta y comida. La Sociedad de Beneficencia les exigía a las familias que se
postulaban, la firma de un contrato y “que todos los meses se les pusiese uno o dos
pesos en la caja de ahorros”.256 Así había sucedido con “las niñas Isidora y Úrsula Patria
[ubicadas] en dos casas de honor, cuyas contratas presentaba [la socia inspectora]”. En
la misma reunión se agregaba que la señora Ramos, había conseguido ubicar a una de
las niñas con una señora “que le haría contrata ventajosa”. 257 El contrato debía ser
cumplido por las dos partes, la familia contratante y la huérfana, bajo la mirada atenta
de las socias. Si ésta última no cumplía con el compromiso contraído era sancionada
fuertemente por la Sociedad. El 5 de octubre de 1827:
“ ... la Presidenta informo a la Sociedad que una de las jóvenes del Colegio que se habían dado
con contrata a una casa de honor, había fugado; que inmediatamente le había avisado a la Policía pero que
a los seis días de haberse ido habían venido a refugiarse a la (Cuna) cuyo Administrador avisó hallarse
allí la joven”
“antes convenía oírle para saber que la indujo y las causas que tenia para cometer tal
atrevimiento, y al efecto habiéndose llamado a la joven a presencia de la Sociedad se le hicieron varias
preguntas y que la había impulsado ese paso tan escandaloso que la desacreditaba enteramente”
Pero el problema era que la huérfana en cuestión no había dado una disculpa
que pudiera de algún modo salvarla.259 Por lo que
256
AGN, SB- LA Nº1, Acta 54 del 5 de Octubre de 1827.
257
AGN, SB- LA Nº1, Acta 51 sin fecha (aprox. fines de mayo de 1827).
258
AGN, SB- LA Nº1, Acta 54 del 5 de Octubre de 1827.
259
AGN, SB- LA Nº1, Acta 54 del 5 de Octubre de 1827.
98
“la Presidenta la reprendió echándole antes una severa reprensión, y [confirmando] se le daría el
castigo que merecía; encargando a [la] Inspectora del colegio la ejecución de lo dispuesto por la Sociedad
260
respecto de dicha joven”. Es importante destacar que a la joven ahora condenada, se le
“Se leyó una nota del Alcalde del cuartel núm. 7 en que manifiesta que la Joven Máxima Ruis
colocada por la Sociedad en poder de un Matrimonio de protestantes, recibe el trato de una esclava, hace
servicios indecorosos y no ejerce ningún acto católico, pues ni aun oye misa; sobre lo cual se acordó que
la Sra. Presidenta tomase los conocimientos necesarios para en caso de ser cierto lo expuesto por el
Alcalde, pasarlo a otro poder” 261
99
tardes llegó a la Sociedad el pedido de un hombre “solicitando el permiso para casarse
con la niña Juana Gary Colegiala de Gracia”.262 La Presidenta informó que “aun no se
había podido informar de las cualidades de este individuo que esperaba poderlo
verificar muy pronto para que deliberase el consejo a este respecto” .263 Además de
convencer a al Concejo de la Sociedad sobre sus cualidades, el interesado debía
presentar un certificado que acreditara su condición de cristiano reconocido, sobre todo
para constatar que no hubiese estado casado con anterioridad; “la Presidenta expuso que
el sujeto que pretendía casarse con la joven Juana Gary, le había llevado el certificado
de haberse amonestado en las dos Parroquias que les pertenecían y pedía permiso para
verificar el matrimonio con la joven expresada.264 El Gobierno, por su parte, recibía
comunicaciones con la información pertinente, en este caso, “avisándole la colocación
de jóvenes colegialas en casas de honor asegurando su subsistencia con contratas y el
matrimonio de otra con un artesano honrado” .265
262
Los diferentes nombres que se aplicaban a las vacantes estaban relacionados con la práctica de ubicar a
más niñas de las que mencionaba el reglamento, dándoles a estas, nominaciones incluyentes a pesar de las
restricciones.
263
AGN, SB- LA Nº1, Acta 51 sin fecha (aprox. fines de mayo de 1827).
264
AGN, SB- Acuerdo del Consejo de la Sociedad de Beneficencia del 23 de Agosto de 1827.
265
AGN, SB- LA Nº1, Acta 53 del 13 de Septiembre de 1827.
266
AGN, SB- LA Nº1, Acta 38 del 27de Febrero de 1824.
100
bajo la protección de la Sociedad, y era preciso procurar lo mas conveniente para su
felicidad” Luego de observar que casar a sus huérfanas con hombres pertenecientes a
otras castas no era lo más deseado por la Sociedad, se acordó poner á la joven indicada
provisionalmente en el Colegio, “para ver si con prudencia se podía conseguir que
variase de resolución, y que si no se podía conseguir disuadirla, se tomarían entonces
las medidas que fueran mas convenientes” .267 La vieja práctica del encierro, en este
caso, era retomada para cumplir con un mandato similar al que tenía en su origen:
desalentar a alguien a que realice algo que estaba en contra del deseo de sus padres o
tutores. Se esperaba que el encierro de la huérfana fuera suficiente elemento de
persuasión. Si no causaba el efecto deseado, la Sociedad se comprometía a elegir las
medidas “más conformes a su felicidad”; aunque no sabemos a ciencia cierta a qué se
referían con este concepto, estaba claro que, la felicidad pretendida, pareciera ser, no
incluía el matrimonio con un hombre pardo.
267
AGN, SB- LA Nº1, Acta 117 del 20 de Septiembre de 1830.
268
AGN, SB- LA Nº1, Acta 25 del 6 de Abril de 1826.
101
cuestión se terminó luego de una negociación entre las partes en donde ambos lados
obtenían y cedían algo:
“La secretaria dio cuenta de haber recibido contestaciones de la tía de las niñas ... la que
esperaba se convendría á dejar cuanto tenia a estas niñas después de sus días si estas se obligaban también
á vivir en un todo sujetas á su voluntad. Se encargo a la secretaria de hacer un convenio á este respecto lo
mas favorable que fuera posible para las niñas” 269
“estaba de maestra en el colegio para remplazar a la que había salido … la que había creído
muy capaz de desempeñar provisoriamente aquel cargo por su moralidad y habilidad que se le pagaban
tantos pesos y se costeaba una maestra para dar lecciones de Escribir y contar a niñas y de este modo se
hallaba servida la escuela” 272.
Así como Ana Rodríguez consiguió un trabajo de maestra, otra ex alumna del
Colegio, Adriana Hernández, “se había colocado de Monitora en la Escuela de San
Isidro”. 273
Estos dos casos parecían no haber sido la excepción. Cuando María del Rosario
Azcuénaga dejó la Presidencia de la Sociedad, con orgullo expresó:
“me es satisfactorio anunciar al Sr. Ministro de Gobierno que en el año que ha transcurrido han
concluido su educación en el Colegio de Huérfanas, diez y ocho pobres de las cuales una se halla de
Preceptora en la Escuela de san Fernando y seis de Monitoras Generales, cuatro en el mismo Colegio”274
269
AGN, SB- LA Nº1, Acta 27 del 15 de junio de 1826.
270
Nota: ¿conviene poner oficio?
271
AGN, SB- LA Nº1, Acta 19 del 7 enero de 1826.
272
AGN, SB- LA Nº1, Acta 51 sin fecha (aprox. fines de mayo de 1827).
273
AGN, SB- LA Nº1, Acta 119 del 23 de Diciembre de 1830.
102
En esos primeros años la Sociedad de Beneficencia pretendió educar a estas
niñas, con el objeto de superar su situación de pobreza y realizar un salto cualitativo en
sus existencias. El hecho de que muchas de ellas terminaran en casas de familia,
pareciera ser que estuvo más relacionado con la coyuntura que vivió la provincia y sus
habitantes entre los años 20 y 30, que con los proyectos que las socias tenían para ellas
y que circulaban en la institución que las cobijaba. La exigencia de pedir contratos a las
personas que las tomaban, para realizar cualquiera de las tareas que vimos en estos
relatos, demuestra la importancia que para estas mujeres tenían las vidas de las niñas
pobres del pueblo y la responsabilidad que asumían como tutoras legítimas de todas
ellas. Es necesario observar que, el pedido de Rivadavia de que las niñas dejaran el
colegio al cumplir 14 años, en realidad no fue respetado por la Sociedad de
Beneficencia. Más allá de los reglamentos y los decretos gubernamentales, y la
discusión perdida con el Ministro de Rodríguez, las socias siguieron aplicando su
propio criterio de desafección de las niñas mayores, las que permanecieron mezcladas
en el Colegio de Huérfanas con las otras alumnas, las empleadas no docentes, las
maestras; tuteladas celosamente por la Sociedad, que aplicó su propio criterio de
inclusión y exclusión en las instituciones que administraban.
274
Carta de María del Rosario Azcuénaga al gobierno al dejar su presidencia en 1832, citado por Meyer
Arana, Alberto, Alrededor de las huérfanas, Buenos Aires, Imprenta de Gerónimo Pesce, 1923, pág. 39.
103
Capítulo 3
El año 1828 estuvo atravesado por el desenlace de la guerra con el Brasil y las
consecuencias que este acontecimiento había traído a la gobernabilidad de Buenos
Aires. El Gobernador federal electo por la junta de representantes un año antes, Manuel
Dorrego, era derrocado por las tropas que comandaba el militar unitario Juan Lavalle el
1 de Diciembre de 1828 y fusilado el 13 del mismo mes, ante la mirada atónita del
pueblo. El estanciero bonaerense Juan Manuel de Rosas llegaría al gobierno de la
provincia a los 36 años, el 8 de diciembre de 1829, un año después de aquellos trágicos
acontecimientos, como caratularían las socias el fusilamiento del Gobernador.
275
Lobato, Mirta Zaida, Atlas histórico / Mirta Zaida Lobato y Juan Suriano- 4 ed. Buenos Aires,
Sudamericana, 2010, pág. 179.
276
AGN, SB- LA N1, Acta 89 del 14 de Septiembre de 1829.
104
como el tener que declarar públicamente la adhesión a la causa, modificar los uniformes
de las niñas y hasta la vestimenta de las socias en actos públicos, entre otras cuestiones.
Rosas, reflexiona Moreno, “pretendió imponer una política dirigida a homogeneizar la
sociedad en las virtudes federales […] e implantar contenidos educativos basados en la
idea del federalismo, excluyente de otros ideales y valores políticos”.277 Producto de los
problemas con los fondos del erario, la Sociedad no logró que la gobernación, de quién
dependían, sostuviera en el tiempo el apoyo económico reglamentado para la Sociedad.
¿Cuáles fueron las respuestas ensayadas ante los casos extremos, como la muerte de una
niña en las escuelas de la Sociedad? La Presidenta en esta ocasión era María Sánchez de
Mendeville, que luego de dos períodos consecutivos renunciaría a su cargo dos meses
después de que salieran a la luz estos acontecimientos.
“como se sospechaba que en la renuncia de doña Juliana había influido el saber ésta, la
averiguación que desde tanto tiempo se estaba haciendo sobre la niña que la voz publica indicaba había
muerto de una penitencia que ella le había impuesto, y que como había informado a la Sociedad otras
veces, no había podido tener sobre este hecho los informes que había solicitado, había creído prudente
presentar a la Sociedad la madre de la indicada niña para que la oyese, y según su relación decidiese si se
debía ó no indicar este incidente al Gobierno, en el momento de acompañar la renuncia de esta
maestra”.278
277
Moreno, José Luis, “Modernidad, y tradición en la refundación de la Sociedad de Beneficencia por las
damas de la élite, durante el estado de Buenos Aires, 1852-1862”, IEHS, Volumen 18, 2003,
Introducción.
278
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 8 de Noviembre de 1831.
105
Según relataba la madre, la niña había fallecido días después de haber sido
castigada, y aunque es poco probable que el castigo estuviera realmente relacionado con
el deceso, el relato de la madre que describe los acontecimientos según las palabras de
su hija, nos da cuenta lo vivido por la niña dentro de una de las escuelas de la Sociedad
de Beneficencia. Siguiendo con el relato:
“ se hizo entrar a Juana Pico para que expusiese a la Sociedad [si era] cierto que había tenido la
desgracia de perder [una hija] de resultas de una penitencia que se le había [impuesto] en la escuela
normal, tomo la palabra la [señora] dijo que su hija estaba con un poco de tos debido a una peste que
andaba y que un día por una [cosa que] perdió la niña la puso de rodillas279 y con la cabeza[ en el] suelo a
pesar de llevar su niña real y [...] agujas y agua todas los meses, que [a] una hermanita le daba otras
agujas, que estando cumpliendo la penitencia le dio la tos con fuerza ni por este motivo la hizo levantar,
que luego que [al] entrar a su casa con la cara tan colorada que [parecía] que tenia sarampión le preguntó
que traía, y [le dijo] que la maestra la había puesto con la cabeza [para abajo] en penitencia, que afligida
de verla en aquel [estado y] encontrándose casualmente en la casa en que vivía [el señor] Rivera, se la
hizo ver, diciéndole de que provenía [de] aquella elevación de sangre a la cabeza, que demostraba por el
encarnado de sus ojos, y [...] cuando … [que] había ido buena á la escuela este Sr se había indignado
contra la maestra, había aconsejado algunos remedios, que esto [...] había pasado en la casa donde vivía
delante [de su ] dueña” 280
María Sánchez, mientras tanto, acotaba datos que evidentemente, no conocían todas sus
compañeras. Por eso:
“la Presidenta interrumpió a esta madre para informar a la sociedad, que como el año anterior no
había podido lograr ver a esta Sra. por que había estado en el campo donde había ido por ultimo consejo
de los médicos a conducir a su hija, donde había muerto la niña el 28 de agosto del año pasado, así que a
principio del presente año había por fin logrado hablarla, y que le había hecho la misma relación que
acababa de oír la Sociedad” 281
279
Carlos Newland observa que en esa época “la disciplina se aseguraba mediante una gama de castigos
corporales, el más común arrodillar al niño” No obstante aclara que su utilización era objeto de críticas
desde el siglo XVIII y que los jesuitas fueron los primeros en desaconsejar su utilización. La concepción
utilitarista (a la que adhería Rivadavia) negaba la efectividad de estas penas, proponiendo “ mecanismos
de incentivación más racionales y reglamentados”. La Asamblea del Año XIII prohibió los castigos
corporales en todas las escuelas. Sin embargo, estas ordenanzas fueron y vinieron durante la primer
década; en el año 1817 se volvieron a prohibir, pero “su empleo persistió, pese a las insistencias del
gobierno por desterrar su práctica”. Carlos Newland, Buenos Aires no es Pampa: La educación elemental
porteña 1820-1860, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1992, págs. 62, 63 y 64.
280
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 8 de Noviembre de 1831.
281
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En esta parte del documento vemos a la Presidenta de la Sociedad, tratando de
justificar por qué había pasado un año y tres meses de un hecho que conocía hace
tiempo y recién ahora se precipitaba (y cuya gravedad no pudo haber ignorado). En ese
tiempo Mariquita había realizado algunas gestiones: había contactado al doctor que,
según la madre, tuvo oportunidad de ver y diagnosticar a la niña el mismo día de la
penitencia, por ejemplo. Como el facultativo en cuestión, un tal Dr. Rivera, contestó que
no había tenido jamás a ninguna enferma en esos términos, la madre de la niña fue
enviada personalmente para refrescar la memoria del facultativo y en este sentido la
estrategia de la Presidenta fue positiva: el doctor tuvo que admitir que “el se acordaba
confusamente, pero que sobre todo como el no había asistido a la niña no era de su
deber dar ningún certificado sobre esto” .282 Esta fuente que nos confirma la versión de
la madre en lo que al médico se refiere no sirvió de mucho para esclarecer lo sucedido.
El médico no vio la necesidad de involucrarse en un hecho que acusaba a la Sociedad de
Beneficencia de haber descuidado a la hija de una mujer “pobre obligada a servirse y a
mantenerse de su trabajo”, como se definía la madre a sí misma. Sin embargo el dr.
Rivera no pudo negar el haber estado en la situación que se describía.
A las socias les pareció oportuno cuestionar a la madre, por no haber denunciado
la muerte de su hija ante las autoridades correspondientes, poniendo así la
responsabilidad de la falta de toma de medidas en ella, y no en el manejo del problema
por parte de la institución. Así, María Sánchez, dando a entender que ella nada sabía del
tema, le reclamó “como era posible que ella no hubiera dado parte al Gobierno ó a la
Sociedad de aquello”.283 Sin embargo, ¿cómo hubiera podido la Sociedad no enterarse
de un hecho, que, como ellas mismas citaban en el acta, era conocido por todo el
pueblo?
Por otra parte, pareciera ser que gracias a los lazos entramados con la gente del
pueblo, ó gracias a lo que podríamos llamar, una “estrategia de redes”, la madre había
logrado mantener el recuerdo en la memoria colectiva de la gente y reabrir el caso de su
hija, impidiendo a los responsables olvidarse del asunto. La madre también le respondió
a la presidenta que
“varias personas y entre ella la Sra. Doña Benita y Doña Ramona Pico le habían aconsejado se
presentase a la Sociedad, mas que siendo ella una pobre obligada a servirse y a mantenerse de su trabajo,
282
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283
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teniendo que asistir su desgraciada hija, no se había decidido a dar ningún paso por que también los
consideró inútiles, pues desde el momento había comprendido [que] su hija moría de aquello y que ya
nada iba [a] aventajar” 284
La madre relató que un tercer doctor, “el Dr. Davila, le había dicho que iba a dar
parte a la justicia de aquel hecho y que para ello tomó su nombre y el N° de la casa, y
aun le aseguró llevaba otros nombres de otras niñas que estaban en igual caso por la
misma causa”. 287¿A qué se refería el Dr. Davila con este comentario? ¿a que otras niñas
habían tenido los síntomas de la niña muerta?¿a que otras niñas habían sido
maltratadas? Por otra parte es necesario observar, que si bien la madre había padecido la
indiferencia de diferentes personas, también es comprobable que otras pretendieron
ayudarla e involucrarse. Más allá de si el Dr. Dávila terminó haciendo las denuncias que
había prometido o no, en su locución expresó el deseo de comprometerse.
284
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obligado a las socias a encarar un tema que hubiesen preferido pasar por alto. El acta de
la reunión del 8 de Noviembre, que acá analizamos, cuenta con cuatro folios de doble
faz, cuando comúnmente se utilizaban uno o dos, y da cuenta de una serie de idas y
venidas entre la madre, los pedidos de testimonio a los doctores, y las voces
sorprendidas de las socias. Luego de despedir a Juana Pico: “dándole los debidos
consuelos que en tan triste caso podía darle”,288 la Presidenta continuó dirigiéndose a
sus compañeras, aduciendo que:
“en este asunto había tenido el pesar de ver desde los primeros rumores que le habían sido
indicados a últimos del año pasado, la lentitud y desagrado con que se habían prestado a esta indagación
personas de calidad, que ella debía suponer con iguales sentimientos a los suyos”
Sin embargo es difícil creer que alguien con los contactos que tenía Mariquita no
hubiese podido poner el tema de la niña muerta en el tapete, cuando la madre, pobre y
trabajadora, sí había podido hacer el intento de involucrar a tres doctores, movilizar a
sus vecinos para mantener vivo el recuerdo de lo acontecido con su hija, lograr que los
hechos fueran conocidos por todo el pueblo, y sentarse a exponer su relato en la sala de
reuniones de la Sociedad de Beneficencia. En la alocución a sus compañeras, la
presidenta seguía argumentando:
“que con vergüenza, casi y solo por su deber había continuado en estas averiguaciones luchando
entre el temor de parecer enemiga de la Maestra cuando no tenia ningún motivo y entre la obligación de
esclarecer un hecho que además de la justicia, envolvía el descredito de la Sociedad”.289
Era muy difícil asumir el hecho de que la Sociedad de Beneficencia debía cargar
con la responsabilidad de la muerte de la niña, que había fallecido en una de las escuelas
supervisada directamente por sus socias. Como vimos en la fuente, la presidenta
mencionó que los primeros rumores sobre el tema los había escuchado hacía un año
atrás, y justificaba la demora en presentar el problema, basada en la negativa de los
testigos a ser indagados, y además, porque “dar [las] denuncias tan graves sin mas
fundamentos [le] parecía aventurado” 290 . Sin embargo, este tipo de respuestas de
Mariquita, no alcanzaban para explicar el silencio de la Sociedad de Beneficencia en la
voz de su presidenta. El deseo de preservar el buen nombre de la institución que había
ayudado a fundar y que ahora presidía, cegó el criterio de la socia fundadora, que no
pudo, no quiso o no supo resolverlo con anterioridad . A los hechos que ya eran graves
288
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289
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290
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(y lo fueron siempre), había que agregarle el tema de la demora, y esto era
responsabilidad exclusiva de la Presidenta de la Sociedad, que con su silencio, sí
arrastraba en el descrédito al resto de sus compañeras.291
“[en] primer [lugar] en un hecho tan ruidoso no se creyera que la Sociedad había sido una fría
espectadora,[...] y el segundo porque [...] separándose Da Juliana Gomez de la dependencia de la
Sociedad no [...], [estuvieran] expuestas otras inocentes a experimentar la suerte”.293
El Gobierno parecía tener en claro cuáles eran los pasos a seguir en estos casos:
cerrar la escuela, dar parte a la justicia y colaborar con ella aportando la mayor cantidad
de pruebas posibles; pero la Sociedad no tuvo más remedio que contestar que no tenía
pruebas. Intentó justificar la demora que se había producido entre la muerte de la niña y
la denuncia del hecho, alegando que se trató de proteger primero a la maestra para que
no cayeran en ella falsas acusaciones, persuadidas de que las niñas no corrían riesgos
porque la misma había renunciado. 295 Pero ¿se podría pensar que en la causa de la
demora primaban los lazos de solidaridad hacia una maestra de las escuelas?
291
María Sáenz Quesada menciona que no es posible saber cuál fue el actuar de Mariquita durante la
Presidencia que ejerció en 1831 debido a que las actas de ese año se perdieron. Sin embargo, en el AGN
figuran 14 actas correspondientes a las reuniones realizadas en los meses de Enero, Marzo, Abril, Mayo,
Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre de dicho año y que son analizadas en este trabajo. Sáenz
Quesada, María, Mariquita Sánchez: vida política y sentimental, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pág.
166.
292
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293
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 8 de Noviembre de 1831.
294
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 5 de Diciembre de 1831.
295
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296
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110
y varias señoras “fueron de opinión que la mejor respuesta a esta comunicación seria la
renuncia de todas las [socias]” 297 . María Sánchez, sin embargo, apeló a su actitud
conciliadora para convencer a sus compañeras de que continuasen en el cargo, alegando
que renunciar a la Sociedad de Beneficencia era:
“derribar un edificio que tantos gastos y asares le había costado formar, y que el merito de la
Sociedad era sobreponerse a estas incomodidades, considerando [el] servicio que hacían al País” .298
Una queja que, vista de forma desplazada, se parecía bastante a una reflexión
autocrítica.300
297
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 5 de Diciembre de 1831.
298
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 5 de Diciembre de 1831.
299
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 5 de Diciembre de 1831.
300
Carlos Correa Luna, luego de contar la historia de la Sociedad de Beneficencia basándose en las actas
de la Sociedad, cuando llega al año 1831, año en el que surge el tema de la muerte de la niña, cambia de
metodología de análisis y, aduciendo que si bien, “de acuerdo con el método, correspondería seguir
analizando y exprimiendo los grises legajos y las actas borrosas, para ofrecer, en forma más o menos
tolerable, la síntesis angustiosamente perseguida. Pero el hallazgo de una pieza excepcional y casi inédita-
la “Memoria” que la señora de Mendeville dirigió al gobierno en enero de 1832- me impulsa variar de
sistema”. Carlos Correa Luna Historia de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, Tall. Gráf. Asilo de
Huérfanos, 1923-25, Tomo 1 1823-1852, pág. 249. De esta manera el autor se libró de tener que analizar
un hecho tan penoso para la Sociedad de Beneficencia, que celebraba, hacia 1923, los 100 años de
existencia.
111
durante el año 1833. En su alocución a la Sociedad, la presidenta saliente ponía de
manifiesto algunas de las dificultades que habían atravesado su gestión en el alto mando
de la institución. Aún así pronosticaba que “este año su sucesora con relaciones con los
Sres. Ministros y deseos de servir como tenia; vencería las dificultades que se
presentasen por la escases del erario 301 . Como vimos anteriormente, la Sociedad de
Beneficencia estaba conformado por un grupo de mujeres pertenecientes a las familias
de la elite dirigente que, lejos de ser homogénea, protagonizaba conflictos de intereses y
contiendas de poder. María Sánchez y María del Rosario eran amigas muy cercanas, a
pesar de la diferencia de edad, pero eso no significaba tener los mismos contactos en la
dirigencia. El gobierno de Juan Manuel de Rosas no le había facilitado la gestión a las
mujeres de la beneficencia pública, pero luego de que el saliente mandatario decidiera
avanzar hacia el sur de la provincia en busca de tierras, la asunción de Juan Ramón
Balcarce renovaba los votos de confianza en la institución.
301
AGN, SB- LA Nº 2, Acta del 24 de enero de 1833.
302
Silvia Mallo ha estudiado el concepto de honor, y deduce que éste expresa no sólo aprobación y
desaprobación, porque “traduce los valores habituales de una cultura y refleja sus conflictos”. Para Mallo
“La agresión al honor y a la reputación, vinculados a partir del siglo XVI a la virtud, se produce a través
del insulto, de la injuria, de la preocupación por la propia reputación. “Quien lanza un insulto se hace con
la reputación de que privó al otro”, es más agravante en público, en la cara y en presencia de testigos.
Exige por lo tanto algún tipo de defensa para no incurrir en el deshonor de la cobardía. Ellas son la
disculpa o negación de la intención de ofender, la agresión física, o una presentación judicial” Silvia
Mallo, “Hombres y mujeres y honor. Injurias, calumnias y difamación en Buenos Aires, 1770-1840. Un
aspecto de la mentalidad vigente”, en Estudios de Historia colonial, Nº 13, La Plata, Universidad
Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1993, pág. 9.
303
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 23 de Agosto de 1833.
112
Pero el hecho de que las disputas entre estas dos mujeres excedieran el ámbito
cerrado de la sesión y se hicieran públicas, multiplicaba el malestar de la socia
involucrada, no sólo porque los problemas se ventilaban en toda la sociedad y a juicio
de todos, sino porque la Sociedad se veía en la obligación de notificar al gobierno y dar
una explicación. En la nota que enviaron al gobernador Balcarce, la Sociedad ensayaba
una defensa que incluía un recordatorio de varias de las virtudes que acompañaban a las
socias. Así se le comunicaba que:
“ya en otra ocasión la Presidenta de la Sociedad fue calumniada de un modo vil, bajo, y
despreciable, y si la Sociedad de Beneficencia toleró en silencio aquel agravio inferido a una Sra.
respetable de su seno, fue porque el tamaño de la calumnia hacia mirar a sus autores con un silencioso
desprecio, calumnia digna solamente de un alma baja y que no está impuesta de los estatutos que la rigen.
¡Ojala no hubiese sido así! Porque la moderación que entonces guardó, la han puesto en el mortificante
convencimiento de que si estos desagradables sucesos se repiten, cuando no se disuelva el
establecimiento, al menos se apoderara de las Sras. que lo componen un desaliento que vendrá a refluir en
notable perjuicio del País; y los desvelos de años de trabajo y asidua contracción se perderán en un
momento fatal” .304
304
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 23 de Agosto de 1833.
305
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 23 de Agosto de 1833.
306
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 23 de Agosto de 1833.
113
la petición dada por hecho por las socias, sorprendió ratificando en los cargos a las
docentes acusadas, aduciendo que:
“no ha tenido a bien hacer lugar a las renuncias de la Rectora y Maestra del Colegio de
huérfanas, porque está bien persuadido del buen desempeño de ellas y de su moralidad y virtudes, por lo
que recomienda a la Sociedad que allane las dificultades que puedan oponerse a este objeto”. 307
Sin dejarse impresionar por las autoridades, la estrategia elegida por la mayoría
de las mujeres, fue la de redoblar la apuesta y comenzar a escribir una carta
amenazando con desentenderse del Colegio de Huérfanas. Mariquita, fiel a su estilo
conciliador en asuntos de renuncia, y conocedora de los entramados políticos (y a los
actores políticos de su tiempo), no estaba de acuerdo con las formas en las que se
pretendía responder a Balcarce. Confiada en sus contactos con la elite dirigente, pidió a
sus compañeras, le dieran tiempo para solucionar el problema de manera personal,
postergando el envío de la carta hasta nuevo aviso. Sin embargo la mayoría de ellas le
contestaron que no pensaban retroceder en su decisión, ya que el honor de la socia
agraviada, y de la Sociedad en su conjunto estaban en juego, por esa denuncia pública
que ofendía a las socias, quiénes “por patriotismo se consagran al servicio publico”. En
realidad ese no era el punto en cuestión; todas estaban de acuerdo en que la situación
era desafortunada, deshonrosa e injusta, la pregunta era, luego de plantear la contienda
con el gobierno, ¿cómo se seguía? Mariquita pugnaba por lograr una salida lo menos
costosa posible para todas. Por lo pronto había conseguido aplazar el envío de la nota
que consideraba un retroceso para la Sociedad, prometiendo a cambio un encuentro
personal con el gobernador Balcarce, para destrabar la situación.
307
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 6 de Septiembre de 1833.
308
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 9 de Septiembre de 1833.
114
Sin embargo, la Presidenta de la institución no estaba dispuesta a soportar
“el desaire inferido por el Gobierno a la Sociedad en este negocio en el que sin oír su informe y
dando certidumbre a otros que dice haber tomado no hace lugar a las Renuncias que la sociedad y el
Consejo habían admitido”.309
Mariquita había logrado negociar con Balcarce pero no tuvo la misma suerte con
sus compañeras, la carta escrita en duros términos, finalmente sería enviada al
Gobernador. Lo único que pudo hacer María Sánchez fue dejar en claro que ella no
estaba de acuerdo con el curso que la Sociedad le había dado al asunto y modificar
algunos puntos de una nota que, sabía, sumaría un problema más a los que ya tenían
como institución. No renegaba de las cuestiones de fondo pero si de la forma. Pidió
entonces a la Sociedad “que se modificasen algunas expresiones y encargó a la
secretaria pusiese en el acta, que aunque deseaba esta variación no aprobaba se pasase la
nota” .310 Estas disputas en nombre del honor, en realidad, también encerrarían otras
contiendas menos evidentes, que tenían que ver con las luchas de poder dentro de la
Sociedad de Beneficencia misma y también en su relación con el gobierno. La
coyuntura hizo que Balcarce tuviera otros problemas más urgentes que resolver en la
Provincia. Un mes después de estas idas y vueltas con el gobierno, se producía la
llamada Revolución de los Restauradores, producto de una escisión dentro del mismo
partido federal; Balcarce, defensor de las posturas más moderadas, será reemplazado
por Viamonte, otro político cercano a la Sociedad de Beneficencia, que no había
manifestado su adhesión a ninguno de los dos federalismos en contienda, y que
renovarían las esperanzas de la Sociedad. De hecho fue durante su gobierno, que la
Sociedad logró mudarse de edificio a uno más confortable, a pasos de la Plaza de
Mayo.
3. La mudanza
309
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 9 de Septiembre de 1833.
310
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 9 de Septiembre de 1833.
115
Juan José Viamonte, el Gobernador, viudo de Bernardina Chavarría de Viamont, como
firmaba una de las trece socias fundadoras, fallecida dos años antes, debe haber tenido
un afecto especial hacia la institución que presidiera su mujer en una oportunidad y de
la que habría escuchado las penosas circunstancias edilicias en la que se encontraba, en
la antigua sede, junto a la Iglesia de San Miguel. El acta de sesiones del 6 de Diciembre
de 1833, mencionaba el mismo documento con el agregado de cinco artículos de orden
secundario en donde se dictaminaban los términos y las formas en las que se llevaría a
cabo el proyecto de traslado. El segundo de los artículos otorgaba a la Sociedad:
“la cantidad de cuatro mil pesos moneda corriente e igual valor en materiales y útiles sin perjuicio de los
demás auxilios que pueda proporcionarle la ejecución de la obra en el edificio destinado; tercero que la
obra sea dirigida por el ingeniero de las Provincias según los planos que ha presentado y aprobado el
Superior Gobierno; el quinto que el 15 del corriente mes sea entregado el convento de la Merced, á
excepción de las habitaciones destinadas al servicio del templo; el sexto que luego que sea concluida la
obra se le dé cuenta al Superior Gobierno por la Sociedad para trasladar el Colegio con la solemnidad
posible, el séptimo que queda encargado el Ministro de Gobierno de la ejecución de este decreto” 311
La mudanza puso en evidencia que había niñas que habían pasado ya la edad de
vivir en el Colegio y seguían estando allí. Se acordó se “pasase una nota a nombre de la
Sociedad á los padres ó personas de quienes dependían estas jóvenes” diciéndoles que
debían sacarlas por haber vencido el tiempo de su estada en Colegio; y las Niñas que no
tuviesen padres o personas quienes se hiciesen cargo, “quedaban encargadas las Sras. de
311
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 6 de diciembre de 1833.
116
312
la Sociedad de buscarles un asilo en casas honradas para que las tuviesen”. La
Sociedad de Beneficencia se veía, de repente, enfrentando el mismo desafío que el
antiguo administrador había sufrido al entregar el Colegio a la Sociedad: ubicar a las
niñas más grandes. Aún así, las circunstancias eran diferentes, no sólo porque bajo el
cuidado de las mujeres de la beneficencia las niñas entraron en una órbita administrativa
que las observaba de manera sistemática y atenta, sino porque, el prestigio que la
Sociedad de Beneficencia había logrado durante sus más de diez años de existencia,
movilizaba a los habitantes del pueblo comprometiéndolos de una u otra manera con la
causa.
El proyecto original, no contemplaba que las niñas pertenecientes a las distintas castas
compartieran las escuelas con las niñas consideradas blancas. Por eso, una vez
establecidas las escuelas públicas y el Colegio de Huérfanas “se trató de ver si se podía
fundar la escuela de castas ... con lo cual se acordó empezar a hacer las diligencias de
casa y maestras para establecerla lo mas pronto posible”. 313 Una de las secretarias,
María del Rosario Azcuénaga, comunicó a sus compañeras que el dinero disponible
proveniente del fondo de escuelas eran “ochocientos pesos sobrantes, con lo cuál se
acordó empezar a hacer las diligencias de casa y maestra para establecerla lo más pronto
posible”.314
312
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 6 de Diciembre de 1833.
313
AGN, SB- LA Nº1, Acta 26 del 17 de Octubre de 1823.
314
AGN, SB- LA Nº1, Acta 26 del 17 de Octubre de 1823.
117
escuela para las niñas de las diferentes castas, sin embargo, se decidió tener “presente la
mujer que se había propuesto para maestra para cuando llegase el caso o antes si había
alguna vacante”.315. Es decir, la maestra que se había ofrecido a tomar el trabajo, podría
postularse para enseñar en la escuela de castas o en las otras escuelas de la institución
indistintamente, sin establecer, la Sociedad de Beneficencia, diferencias al respecto.
Las razones que alegaban para no aceptar a las niñas de color (por utilizar una
expresión de la época),316 en las escuelas de niñas blancas, tenía que ver con la amenaza
de ahuyentar a las alumnas pagas, tan necesarias para solventar las instituciones, sobre
todo en la década del 30, con los gobiernos de adhesión federal. En el mes de Mayo de
1833, se leyó en la sala de reuniones, una solicitud que había llegado al gobernador
Balcarce y que este remitía a la Sociedad de Beneficencia, de una pareja que se
presentaba como “individuos de color para que sus hijas sean admitidas en las Escuelas
del estado”. Pero la Sociedad decidió contestarle a Balcarce, que “para acceder a los
deseos de los exponentes seria necesario establecer una escuela especial, porque la
experiencia había manifestado que las Madres se retraían de enviar sus hijas á las
Escuelas en que habían una ú otra alumna de las castas”.317 La sociedad jerárquicamente
estratificada de Buenos Aires no estaba de acuerdo con una práctica que, en definitiva,
se daba de hecho: las uniones de individuos pertenecientes a las diferentes etnias. Más
allá de compartir de manera más o menos elocuente estos discursos propios del
momento histórico que vivía la provincia, las administradoras de la beneficencia no
estaban dispuestas a dejar escapar a aquellas niñas pertenecientes a la elite de Buenos
Aires, que pagaban sus estancias en las escuelas administradas por la sociedad, y cuyos
aportes ayudaban a solventar los gastos de todas. Una escuela destinada a albergar a las
niñas de color, separadas de las niñas blancas, solucionaba este problema al mismo
tiempo que brindaba protección y educación a todas las infantes de la provincia. Porque
a pesar de la negativa de alojar a las niñas de color en las instituciones ya fundadas, las
mujeres de la beneficencia deseaban “no dejar afuera una parte sustancial de la
población femenina de origen esclavo y liberto”.318
315
AGN, SB- LA Nº1, Acta ¿? del 24 de octubre de 1823.
316
Carmen Bernard, “Los olvidados de la revolución: el Río de la Plata y sus negros”, Nuevo Mundo
Mundos Nuevos, 7 de Enero de 2010.
317
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 13 de Mayo de 1833.
318
Moreno, José Luis, “Modernidad, y tradición en la refundación de la Sociedad de Beneficencia por las
damas de la élite, durante el estado de Buenos Aires, 1852-1862”, IEHS, Volumen 18, 2003,
Introducción.
118
También las escuelas de campaña se expedían al respecto; y si bien se observaba
una mayor flexibilidad con respecto a las niñas pertenecientes a las distintas castas, y de
hecho las vemos ocupando algunas plazas, en las mismas escuelas que las niñas blancas,
se observaba la necesidad de establecer las diferencias de alguna manera. Ya el año
anterior, la Presidenta de la Sociedad había advertido a sus compañeras que “de la
Campaña hay reclamos para poner en las Escuelas chinitas y mulatitas, que la Sociedad
resolviese lo que le pareciese” y que llevó a la resolución de que “en la campaña se
319
tomasen; pero que se colocasen separadas en un banco a las niñas blancas”. Ya
habían pasado diez años desde el primer proyecto que prometía fundar una escuela de
castas y aún no se había llevado a cabo. El Gobierno de Balcarce por fin dio la orden de
solucionar el problema, no conforme con la respuesta negativa que le había dado la
Sociedad, a la solicitud de la pareja de color, que había llegado primero a sus manos. En
la reunión del 11 de Junio de 1833, la Presidenta leyó el:
“decreto superior del 3 del corriente que ha recaído en la solicitud de los individuos de color para
que sus hijas se admitan en las Escuelas, en el cual se ordena que la Sociedad pre suponga el costo y
gastos que demanden la formación de una Escuela para esta clase”. 320
“En Buenos aires el día 11 del mes de agosto de 1835 se reunió la sociedad de beneficencia en
sesión extraordinaria en el salón de la escuela de castas titulada (El subrayado es de la fuente) del
Rosario, donde después de revisadas las labores de las alumnas, y observados los progresos que habían
echo en el último año pasaron las Sras. a la distribución de premios. El acto se abrió por la lectura de los
documentos presentados por la comisión. Estos consistían en los nombres y clasificación de las veinte y
una educandas que habían obtenido los premios, un certificado del cura párroco que las examinó en
doctrina cristiana y otro del maestro Don Juan Montero correspondiente al de escritura, lectura y
319
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 19 de Diciembre de 1832.
320
AGN, SB- LA Nº2, Acta del 11 de Junio de 1833.
119
aritmética. Concluida la lectura la presidenta hizo un breve alocución a las Sras. para abrir el acto
enseguida se entonó la Canción alusiva del mismo discurso, y en el orden acostumbrado se efectuó la
adjudicación de premios siendo las jóvenes presentadas de a dos por una Sra. Socia. Al concluir la
presidenta se dirigió a las premiadas con otro breve discurso en que les recordaba sus deberes y el
reconocimiento que debían al gobierno benéfico que se dignaba protegerlas”.321
Si bien se perciben diferencias entre esta sencilla entrega de premios a las niñas
pertenecientes a diferentes castas y las pomposas entregas de premios a las niñas
blancas, documentadas en este trabajo, es preciso notar que la educación de las niñas de
color y las blancas, no se diferenciaban en cuanto al contenido. El proyecto formaba
parte del programa original de tutela, que el gobierno de Rivadavia había encargado a la
Sociedad de Beneficencia, y se concretó, finalmente, bajo el gobierno de Rosas. Se
puede objetar la demora en fundar una escuela para estas niñas. Sin embargo, la
preocupación por encontrar una docente idónea que pudiera instruirlas, la acción de
premiar a las alumnas destacadas, nos dan cuenta de que este sector no era ignorado ni
por el gobierno, ni por sus funcionarias, en una sociedad que continuaba siendo
estratificada. Cuando se hablaba de las niñas pobres de Buenos Aires, se estaba
hablando de todas ellas. La protección que las mujeres de Beneficencia ejercieron sobre
la infancia, ahora abarcaba por fin, al conjunto de niñas descendientes de inmigrantes
negros, ahora libres y mezclados con el resto de la población, más allá de las leyes que
intentaban reglamentar los matrimonios. Historiadores de la población negra y mestiza
del Río de la Plata y otras regiones del actual país, nos dan cuenta de que, lejos de ser
un grupo de personas estáticas y siempre sometidas por los blancos, y en constante vías
de extinción, los negros se movían dentro del pueblo e interactuaban con sus habitantes.
Llevando consigo sus aptitudes físicas e intelectuales, su cultura y tradiciones de origen,
las que conservaban y multiplicaban a través de su descendencia, se sentían también
miembros de la patria que los albergaba.322 Ayudados por los Defensores de Pobres,
lograban pelear por su libertad, en una provincia caracterizada por defender los ideales
liberales de la revolución francesa, y que, durante el primer tercio del siglo XIX, se
sentía incómoda con la idea de esclavitud. Es necesario superar la imagen de los negros
y mestizos de Buenos Aires como “meros objetos de propiedad y de víctimas pasivas
321
AGN, SB- LA Nº2 Acta del día 11 de Agosto de 1835.
322
Bernand analiza los dichos de Paul Groussac, a mediados del siglo XX, en donde el autor reflexiona
sobre los negros que llegaban a la argentina a finales del siglo XVIII, destacando la adaptación que
experimentaron con la nueva patria. Carmen Bernard, “Los olvidados de la revolución: el Río de la Plata
y sus negros”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 7 de Enero de 2010.
120
del poder discrecional de los amos”.323 Al acercarnos a las experiencias vividas por los
esclavos en el Río de la Plata, podemos observar que:
“mujeres y varones negros […] no se dejaron destruir psíquica y físicamente por su condición
servil, [y] que respondieron creativamente a la adversidad, que fueron forjadores de cultura y, sobre todo,
de cultura de resistencia”.324
Todas estas nuevas perspectivas de análisis nos dan cuenta de que es necesario
resignificar la importancia de la población negra que habitó Buenos Aires desde la
época colonial, y que ha sido invisibilizada por la historiografía tradicional en clave
positivista.
323
Florencia Guzmán, Los claroscuros del mestizaje. Negros, indios y castas en la Catamarca Colonial.
Córdoba, Encuentro Grupo Editor, 2010.
324
Florencia Guzmán, Los claroscuros del mestizaje. Negros, indios y castas en la Catamarca Colonial.
Córdoba, Encuentro Grupo Editor, 2010.
121
inmediata de la Presidenta fue que se llevaría a cabo en el Colegio de la Merced (nueva
residencia de las niñas huérfanas desde 1834 y sede de las reuniones semanales de la
Sociedad) como única posibilidad, dejando en claro que los tiempos de los grandes
eventos habían terminado.
“excusándose de no poder asistir al acto que se celebraba por inconvenientes [...], pero que
incluía un billete de 100 pesos para que la sociedad lo adjudicase ó bien al favor de alguna pobre de las
que no habían conseguido premio o bien para disminuir los gastos del gobierno”326
Otra de las donaciones de ese día, la había efectuado un cura de Buenos Aires,
“expresando su voluntad [de] que se repartiera en una huérfana del colegio, y una
educanda de la escuela de las catalinas” .327 Las donaciones se veían aumentadas por la
325
AGN, SB- LA Nº3, Acta del 6 de Mayo de 1837.
326
AGN, SB- LA Nº3, Acta del 26 de Mayo de 1837.
327
AGN, SB- LA Nº3, Acta del 26 de Mayo de 1837.
122
promoción que significaba la ya tradicional fiesta de la Sociedad. En una coyuntura en
donde la limosna había dejado de ser bien vista y se había transformado en sinónimo de
vagancia,328 las donaciones pasaron a ser la acción más viable para cumplir con uno de
los preceptos cristianos. La generosidad de los habitantes de la provincia, se había
comenzado a sistematizar direccionándola cada vez más a favor de las instituciones que
habían fundado los gobiernos independientes. Al dejar de ser ocasional y anónima, la
práctica comprometía a los habitantes de diferentes sectores de la sociedad, quiénes no
querían quedar afuera de las prácticas cristianas y ser señalados como indiferentes, pero
también a todo aquel que comenzara a tener cierta conciencia cívica, ciudadano o
extranjero, al margen de la religión que profesase. Por otra parte, la Sociedad de
Beneficencia había logrado un nombre respetable entre la sociedad civil. Los aportes de
los donantes ayudaron a mantener activo el Colegio de Huérfanas y algunas de las
escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires, durante los años difíciles del
segundo gobierno de Rosas.
“satisfecho de los trabajos de la sociedad y que seguiría esperando a sus adelantos y que tenía
encargo especial de recomendar muy particularmente a la sociedad que insistiera con empeño en invitar a
niñas en la adhesión al sistema Federal” 330
En ese año de 1837, el Gobierno decidió modificar los encabezados que debían
tener las circulares oficiales. El Acta del 15 de Noviembre de 1837 enviada por la
Sociedad de Beneficencia fue la primera en aparecer con la leyenda “¡Viva la
Federación!” “Año veintiocho de la Libertad – veinte dos de la Independencia y octavo
de la Confederación Argentina” .331
328
Di Stéfano, Roberto, “Orígenes del movimiento asociativo: de las cofradías coloniales al auge
mutualista”, en Di Stéfano, R., Sábato. H, Romero,L.A., Moreno,J.L. (autores), De las Cofradías a las
Organizaciones de la Sociedad Civil, Historia de la iniciativa asociativa en Argentina,1776-1990,
Argentina, Gadis, 2002, pág. 29.
329
AGN, SB- LA Nº3, Acta del 26 de Mayo de 1837.
330
AGN, SB- LA Nº3, Acta del 26 de Mayo de 1837.
331
AGN, SB- LA Nº3 Acta del 15 de Noviembre de 1837.
123
En 1838 el gobierno de Rosas suspendió los pagos a la Sociedad de
Beneficencia, como lo hizo con otras instituciones bajo su cargo. De todas maneras, la
Sociedad siguió funcionando, apoyada en los recursos que se obtenían de las donaciones
y los aportes personales de las mujeres que la integraban.
Conclusiones
Desde que asumió como gobernador de Buenos Aires en el año 1829, Rosas se dirigió
cada año a la Asamblea de Representantes para inaugurar el comienzo de las sesiones,
exponiendo a los legisladores algunos conceptos que deseaba destacar y proyectar en la
provincia. Casi todos los años, hasta el año 1849 inclusive, el gobernador dedicó
algunos renglones de su discurso, a una institución que no contaba con su entera
simpatía, (probablemente por la filiación política de su fundador), pero que fue
mencionada de manera sistemática en sus alocuciones: la Sociedad de Beneficencia de
Buenos Aires. La Sociedad de Beneficencia, decía Rosas en 1838, casi diez años
después de haber asumido por primera vez a la gobernación de la Provincia:
“es acreedora al distinguido aprecio de la autoridad y del público. El celo y patriotismo de las señoras
que la componen, ha suplido la falta de arbitrios del erario, para continuar la educación de la juventud
desvalida del bello sexo, conservando el sistema de una educación federal, modesta y religiosa. El
Colegio de Huérfanas continúa sin alteración bajo la vigilancia de la Sociedad”332
La Sociedad de Beneficencia había logrado construir una imagen de sí misma, lo
suficientemente fuerte como para cobijar, bajo su prestigio y reputación, a los gobiernos
de diferentes facciones. Rosas mencionaba a estas mujeres en su discurso, para
transmitir una imagen de tranquilidad y control de la Provincia, aún en aquellas
situaciones adversas, como lo era el bloqueo francés de los puertos de Buenos Aires.
332
Mensaje del Gobernador Juan Manuel de Rosas al abrir las sesiones de la legislatura de la Provincia de
Buenos Aires en 27 de Diciembre de 1838, Mabragaña, H. Los Mensajes: historia del desenvolvimiento
de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes: 1810-1910, Tomo I, 1810-
1839, publicación autorizada por la Comisión Nacional del Centenario, Buenos Aires, Compañía
Nacional de Fósforos, 1910, pág. 390.
124
Ciertamente, el poder de convocatoria que lograron estas mujeres, sumado al
conocimiento que habían atesorado en años de gestión, animaba a los gobernadores a
nombrar a la Sociedad de Beneficencia públicamente, así sea para disculparse por la
falta de financiamiento de las instituciones a su cargo, ó evidenciar sus logros, como un
instrumento más de propaganda política.
Estas observaciones ayudan a visualizar el lugar que la Sociedad supo construir
y sostener durante los primeros doce años de su gestión. También deja entrever que las
mujeres que lo transitaron, fueron capaces de ofrecer respuestas convenientes a las
disputas y negociaciones que se presentaron en estos espacios institucionales, aplicando
estrategias lo suficientemente laxas como para soportar los embates que se sucedieron
en la provincia, y afectaron sus agencias. Sin perder de vista el objetivo que las
convocaba, y a su vez, re-significaban con sus experiencias, estas mujeres impregnaron
a la institución de un carácter cada vez más politizado y popular, en el sentido de
“reconocido popularmente” por diferentes sectores de la estructura social, propiciando a
su vez la intervención política de sus integrantes, en asuntos de interés colectivo y
público.
125
que pertenecían, y que pudieron facilitar, circunstancialmente, la resolución de algunos
problemas puntuales de diversa caracterización que se presentaron en la agencia.
126
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