La Reciprocidad en Las Prestaciones

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La reciprocidad en las prestaciones

De acuerdo al autor Manuel de la Puente y Lavalle, la reciprocidad es toda obligación que es


producto de un contrato, pero cuyo cumplimiento se coliga a otra obligación. Así, las
prestaciones son recíprocas cuando una está vinculada a la otra, teniendo la calidad cada una de
ellas de “prestación y contraprestación” (De la Puente y Lavalle, 2017, p. 18).

El autor ejemplifica las prestaciones recíprocas de la siguiente manera: “Con la creación de la


relación jurídica obligacional, el vendedor se convierte en deudor de la prestación de entregar
física o jurídicamente el bien, y el comprador se convierte en deudor de la prestación de pagar el
dinero”. Con este ejemplo queda claro que la reciprocidad en la prestación surge de un vínculo
que debe coexistir por la propia necesidad de la relación jurídica obligacional, estando una
obligación directamente relacionada con la otra.

En otras palabras, la reciprocidad de las prestaciones se da cuando dos partes son deudoras y
acreedoras la una de la otra, con total independencia de la cantidad de prestaciones a la que cada
una de ellas estuviera obligada respecto de la otra.

Contrato con prestaciones recíprocas

Es un tipo de contrato que contiene obligaciones directamente vinculadas unas con las otras.
También conocidos como contratos sinalagmáticos. Así, como bien señala De La Puente y
Lavalle (2017):

“(…) el contrato de referencia crea inmediatamente – por el hecho de su celebración –


la reciprocidad dentro las obligaciones que componen la relación jurídica obligacional,
y crea mediatamente – a través de dicha relación jurídica obligacional a la cual se
confiere, por el mismo contrato, el poder de establecerlo – la reciprocidad de las
prestaciones que constituyen el contenido de las respectivas obligaciones” (p. 19).

Para el referido autor, un contrato con prestaciones recíprocas será un contrato que cuando se
celebra vincula la obligación recíproca y a la ejecución de esta que conlleva a la prestación,
también de forma recíproca. Además, se debe recalcar que los contratos de prestaciones
recíprocas pueden ser a favor de terceros.

Para el autor Ramela (1975), el contrato con prestaciones recíprocas debe entenderse como todo
aquel negocio jurídico, cuyos beneficios o ventajas son recíprocos, esto significa que deben ir,
de igual forma, para las partes que han suscrito el contrato. En esa línea, las prestaciones
recíprocas pueden entenderse como aquellas ventajas que se le otorga a alguien a cambio de
algo que ha hecho o que hará en el marco de un contrato (p. 144, citado en De La Puente y
Lavalle).

Asimismo, el autor indica que en los contratos con prestaciones recíproca se genera “un nexo
especial – que se denomina de correspondencia o reciprocidad y que consiste en la
interdependencia (o causalidad recíproca) entre ellas” (Ramela, 1975).

Por su lado, Larroumet (1999) señala que en todo contrato con prestaciones recíprocas:

“Cada parte es acreedora y deudora de la otra parte. El contrato sinalagmático es el


contrato por el cual cada una de las partes se compromete con la otra o las otras, si hay
más de dos; tal es el caso, por ejemplo, de la venta, del arrendamiento y del seguro. En
todos estos contratos y en muchos otros, cada uno de los contratantes es a la vez
acreedor y deudor de la otra parte. De ello, se deduce que en un contrato sinalagmático
se considera que las obligaciones son recíprocas, es decir, que el acreedor es al mismo
tiempo el deudor y el deudor es al mismo tiempo acreedor. Pero esas obligaciones son
también interdependientes, es decir, que si el acreedor es deudor, es porque el deudor es
acreedor y ello en virtud del mismo contrato. En otras palabras, desde la celebración del
contrato, cada contratante acepta comprometerse con él” (p. 150).

Contratos bilaterales y de prestaciones recíprocas

El profesor Miquel (2008) advierte que un “contrato de prestaciones reciprocas” no es


equivalente a un “contrato bilateral”. Al respecto, señala lo siguiente:

“Al referirse a los contratos bilaterales, tanto la legislación como la doctrina aluden a la
estructura de un determinado tipo de negocio jurídico, desde el punto de vista de la
relación obligacional. Se habla de reciprocidad e interdependencia de las obligaciones
para tipificar la esencia de la bilateralidad y, para no incurrir en el error de Pothier
relativo a la mutua causalidad, se sostiene que las obligaciones se hallan en posición
correlativa y simétrica, con un paralelismo esencial.

La prestación no es la “obligación”. La prestación es el objeto de la obligación, es la


cosa o el hecho sobre el cual recae la obligación contraída. La clara intención del
legislador tiende a que todos los contratos con prestaciones recíprocas puedan ser
incluidos dentro del mecanismo normativo de resolución por incumplimiento, con
prescindencia de que ellos sean bilaterales o unilaterales. El legislador pone la tónica en
la reciprocidad de las prestaciones, no de las obligaciones.” (p. 81) (Énfasis agregado)

Del mismo modo, Blasco Gascó (1995) indica que un contrato no se considera sinalagmático
solo por contar con más de una prestación, pues la característica es que entre estas existe una
interdependencia. En efecto, señaló que lo esencial de los contratos con prestaciones recíprocas:

“No se halla en la pluralidad de prestaciones o, si se quiere, de obligaciones, sino en la


reciprocidad de las mismas. Un sujeto puede ser, respecto de otro, acreedor y deudor:
acreedor, por ejemplo, de la cosa que le ha comprado; deudor, por ejemplo, de la
devolución de la cantidad dineraria que el otro sujeto le entregó en concepto de
préstamo. Aquí no hay reciprocidad porque las distintas prestaciones (u obligaciones)
no se exigen mutuamente, es decir, no hay interdependencia entre ella: entre la entrega
de la cosa y la devolución de la cantidad prestada no hay un nexo de dependencia o
causalidad. (p. 57) (Énfasis agregado)

Además, añadió lo siguiente:

“Cuando se verifica este nexo de dependencia mutua, decimos que la obligación o la


relación obligatoria es recíproca o sinalagmática. Por eso, en tales supuestos la conducta
prestacional asumida por cada una de las partes se suele denominar contraprestación: el
pago del precio es la prestación principal del comprador, mas en relación con la entrega
de la cosa (prestación principal del vendedor) es una contraprestación: el comprador se
obliga a pagar el precio contra la obligación del vendedor de entregar la cosa y
viceversa; es decir, porque el vendedor se obliga a entregar la cosa.” (Énfasis agregado)

Onerosidad y prestaciones recíprocas

El carácter recíproco de un contrato se encuentra íntimamente ligado al carácter oneroso del


mismo. En efecto, la reciprocidad requiere onerosidad; “pero entre ambas cualidades no hay una
relación de equivalente, sino de género a especie: no toda relación onerosa (género) es
necesariamente sinalagmática (especie)” (Blasco Gascó, 1995, p. 58). Ejemplo de lo anterior es
el préstamo, contrato oneroso sin prestaciones recíprocas. Por el contrario, la relación
sinalagmática es siempre onerosa, por ejemplo, la compraventa, la permuta, el suministro, entre
otros.
Un claro ejemplo de contratos onerosos, mas no recíprocos, lo postula Roppo (2001). Veamos.

“En el contrato de sociedad cada socio se obliga a su prestación (el aporte) en vista de la
ventaja jurídica de la participación en la sociedad, hecho posible por las prestaciones
(por los aportes) de los otros socios: por consiguiente, el contrato es oneroso. Pero las
prestaciones de los diversos socios no son entre sí recíprocas: cada socio realiza su
propio aporte no para obtener en cambio una utilidad directa de los otros socios; sino
para obtener que, a través de los aportes de todos los socios, se realice la estructura
común destinada a satisfacer los intereses (desplegar la actividad económica, capaz de
dar utilidades).” (p. 411) (Énfasis agregado)

La importancia de la reciprocidad de la prestaciones en los contratos

Para Roppo (2001), las prestaciones recíprocas permiten “utilizar los “remedios sinalagmáticos”
frente a eventos que lo privan o corren el riesgo de privarlo de la contraprestación esperada por
él, como la resolución.

Con la resolución, “se deja sin efecto la relación jurídica patrimonial, la convierte en ineficaz,
de tal manera que ella deja de ligar a las partes en el sentido que ya no subsiste el deber de
cumplir las obligaciones que la constituyen ni, consecuentemente, ejecutar las respectivas
prestación” (De la Puente y Lavalle, 2001, p. 455). Asimismo, se indica que “es una forma de
extinción anticipada del contrato actuada facultativamente por una de las partes, cuya función
consiste en salvaguardar su interés contractual como defensa frente al riesgo de que quede
frustrado por la conducta de la otra parte” (García de Enterría, 2001, p. 750).

Asimismo, el autor Lorenzetti (2004) indica que la existencia de reciprocidad en este tipo de
contratos es un elemento clave tanto en el momento de su celebración, como durante la etapa de
ejecución. La importancia en esta última etapa es que mediante la reciprocidad se pretende
tutelar el cumplimiento del contrato a través de diversos remedios que permitan que ambas
partes puedan conseguir el correcto cumplimiento de la prestación que les favorece; por
ejemplo, mediante la excepción de incumplimiento contractual.

El referido autor indica que “la excepción de incumplimiento contractual tiene una lógica muy
clara: si una de las partes debe cumplir antes o simultáneamente con la otra y no lo hace, o lo
hace defectuosamente, esta última puede suspender su cumplimiento. Es racionalmente
justificado que esta última parte no desee – por ejemplo – poner en manos de la otra un bien,
sabiendo que no hay cumplimiento, porque es probable que se quiera apropiar del bien y no
cooperar” (p. 646). Es decir, es razonable que una de las partes no quiera cumplir cuando sabe
que la otra no cumplirá.

Al respecto, en la Casación N° 0401-1999 Lima se señaló lo siguiente:

“Segundo. - Que, el artículo 1426 del citado cuerpo de leyes regula la excepción de
incumplimiento o exceptio non adimpleti contractus, que es una de las consecuencias
más importantes de la interdependencia de un contrato con prestaciones recíprocas, el
cual tiene por fundamento según lo sostiene Luis Diez Picazo en su obra Fundamentos
de Derecho Civil Patrimonial (Tecnos 2° Edición. V.I. página 561), proteger el
mantenimiento del equilibrio patrimonial entre las prestaciones recíprocas que se
manifiesta en que cada parte puede rehusar o rechazar el cumplimiento de la obligación
prevista a su cargo, mientras la otra parte no cumpla con la suya.” (el subrayado es
nuestro)

Como se observa, para la aplicación de la excepción de incumplimiento es indispensable la


reciprocidad o sinalagma de prestaciones en un contrato y es gracias a esta característica que
aplica este remedio. Así lo indicó la Casación N° 0396 – 2004 Lima en su considerando quinto.
Veamos:

“Quinto. - Que, el artículo mil cuatrocientos veintiséis del Código Civil, regula la
llamada excepción de incumplimiento, sustentado en la siguiente premisa: en los
contratos con prestaciones recíprocas en que éstas deben cumplirse simultáneamente,
cada parte tiene derecho de suspender el cumplimiento de la prestación a su cargo, hasta
que la otra satisfaga la contraprestación o garantice su cumplimiento. Se tiene entonces
que para que se verifique dicha excepción se requiere la concurrencia copulativa de los
siguientes requisitos: a) que se trate de un contrato con prestaciones recíprocas, b) que
haya pactado la simultaneidad de las prestaciones, c) que uno de los obligados incumpla
la ejecución de la prestación debida, y d) que el otro obligado recíprocamente suspenda
la prestación a su cargo. La ausencia de alguno de estos requisitos conlleva a que la
excepción invocada no resulte amparable (…)” (el subrayado es nuestro)

A manera de resumen, es correcto afirmar que la reciprocidad, entonces, encuentra su


fundamento en una correlación de prestaciones o, en otras palabras, en la conexión de la
ventajas y sacrificios que obtienen o están llamadas a obtener la partes contratantes. Como
apuntan Garrido y Zago, es “en el intercambio de ventajas y en la interrelación de ellas donde
está la característica tipificante de los contratos con prestaciones recíprocas” (Garrido & Zago,
1989, p.66). Tales ventajas se materializan en la protección que reciben las prestaciones a través
de los remedios que tienen las partes para protegerlas; tales como la excepción de
incumplimiento.

Por lo anterior, resulta correcta la descripción que realiza el profesor Hedemann de lo que
significa para cada una de las partes contratantes su posición jurídica, que ha plasmado en la
siguiente frase: “(…) yo estoy obligado frente a ti, al igual que tú lo estás frente a mí, no con
carácter retorsivo, sino como una manifestación de un acuerdo integral” (citado por De la
Puente y Lavalle, 2017, p. 476).
CITAS

De la Puente y Lavalle, Manuel. El Contrato en general, Tomo II. Editorial Palestra. Lima.
2017.

Larroumet, Christian. Teoría General del Contrato, Vol. I. Editorial Temis. Santa Fe de Bogotá.
1999.

Lorenzetti, Ricardo. Tratado de los Contratos: Parte General. Rubinzal - Culzoni editores.
Santa Fe. 2004.

Casación N° 0401-1999 Lima

Casación N° 0401-1999 Lima

Garrido, Roque & Zago, Jorge. Contratos Civiles y Comerciales. Parte General, Tomo I.
Editorial Universidad. Buenos Aires. 1989.

Blasco Gascó y otros. Derecho de Obligaciones y Contrato. Editorial Tirant lo Blanch.


Valencia. 1995.

Miquel, Juan Luis. Resolución de los Contratos por Incumplimiento. Lexis Nexis. Buenos
Aires. 2008.

Roppo, Vincenzo. El Contrato. Versión español (traducción de Ariano, María Eugenia).


Editorial Gaceta Jurídica. Lima. 2001.

De la Puente y Lavalle, Manuel. El contrato en general – Comentarios a la Sección Primera del


Libro VII del Código Civil. Tomo I. Palestra Editores SRL. Lima. 2001.

García de Enterría, Eduardo. Curso de Derecho administrativo I. Reimpresión 2001. Civitas.


Madrid. 2001.

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