Rehabilitación de Personas Adictas
Rehabilitación de Personas Adictas
Rehabilitación de Personas Adictas
Superar una adicción, más que dejar de consumir estimulantes como alcohol,
tabaco, cocaína o marihuana, significa encontrar una nueva manera de entender la
vida y de relacionarse con el entorno. Ello es posible gracias al trabajo de un equipo
que ayuda física, mental y emocionalmente al paciente y a su familia.
Aunque se sabe que una adicción está condicionada por múltiples causas, desde
las de orden biológico hasta las de tipo social, y que “ podemos encontrar a personas
con dependencia a la sustancia ‘a’, ‘b’ o ‘c’, e incluso a eventos como sexo
compulsivo, compras desmedidas, apuestas y deportes extremos, en todos los
casos es posible aplicar el mismo tratamiento, sin importar que el paciente lleve
mucho o poco tiempo con este padecimiento, porque hablamos de que la estructura
del mismo es idéntica”.
Tal es la opinión del Dr. Raúl Ramírez Reyna, adictólogo y coordinador médico de
las Clínicas de Atención Integral en Desintoxicación y Recuperación (Claider), quien
afirma en entrevista con saludymedicinas.com.mx que el trabajo de rehabilitación
debe encaminarse a que el paciente mejore su relación consigo mismo y con su
entorno, y que para lograrlo es necesario que trabaje con un grupo de especialistas
y con su familia, pues tratar de vencer solo a una adicción sería “como intentar
aliviarse de un cuadro infeccioso severo, que requiere antibióticos, sin consultar a
un médico”.
Además, juzga que en México hay todavía largo trecho por recorrer en cuanto a
atención de adicciones y que no son muchos los pacientes que acuden a los
especialistas por esta causa, ya sea porque niegan sufrir dependencia o porque
socialmente no existe la cultura de visitar este tipo de centros de atención. “Desde
luego, también se debe considerar que no todas las personas tienen la posibilidad
económica de asistir a una clínica profesional y acuden a granjas gratuitas o de bajo
costo, donde los encierran sin atenderlos como se debe”.
Así, hay quienes debido a esta causa nunca se sienten satisfechos, pero al consumir
algún estimulante desencadenan la generación de neurotransmisores que permiten
experimentar placer. “Las sustancias adictivas sirven para ‘abrir llaves’, de modo
que, por ejemplo, el alcohol incrementa la producción de endorfinas (químicos que
se parecen a la morfina) y compensa de alguna manera los problemas que existen
por determinación genética en el sistema de recompensa”.
Por otro lado, el médico enfatiza que nuestra sociedad tiene numerosos
“reforzamientos operadores”, es decir, conceptos, estereotipos y situaciones que
nos llevan a actuar de determinada manera. “La presión social hace que muchos
individuos, sobre todo jóvenes, utilicen estimulantes para acompañar sus
experiencias placenteras, de modo que beben una cerveza para acompañar unos
tacos, toman una copa de vino con sus alimentos, fuman marihuana para ir a un
concierto, inhalan cocaína cuando acuden al ‘antro’, o consumen tachas en un
‘rave’”.
Con el paso del tiempo, hay quienes dejan de usar las sustancias adictivas para
acompañar los momentos felices y las convierten en fuentes de placer directas; “ya
no les interesan los tacos, la comida, el concierto, el ‘antro’ o el ‘rave’, sino la droga
en sí”. Finalmente, refiere, “en una tercera fase el adicto utiliza el estimulante para
vivir una realidad virtual que le evade de lo que le sucede a diario y de pensamientos
como ‘todo está mal, todos son unos tontos, nadie me comprende, este mundo está
perdido’, ya que de no hacerlo empieza a sentirse muy mal, física, emocional y
mentalmente”.
Aunque el Dr. Raúl Ramírez reconoce que las drogas que generan más temor en la
sociedad mexicana son las ilegales (heroína, anfetaminas, tachas y éxtasis, entre
otras), y que entre ellas la cocaína y la marihuana son las más consumidas, subraya
que hay dos sustancias socialmente aceptadas que causan más estragos, no sólo
por sus efectos, sino porque facilitan el inicio de otras adicciones: alcohol y tabaco.
Para sostener esta afirmación, expone: “65% de la población mexicana con edad
entre 18 y 65 años bebe alcohol, lo que equivale a aproximadamente 30 millones
de personas; de ellas, 3 millones presentan un cuadro de dependencia y 7 millones
beben problemáticamente, es decir, tienen dificultad en sus relaciones personales
y laborales, sin ser alcohólicos propiamente. En total, hablamos de 10 millones de
afectados directos”.
Pero el problema no se detiene ahí, ya que se sabe que cada uno de estos pacientes
afecta en promedio a cuatro personas cercanas (cónyuge, hermanos, padres o
hijos), de manera que, sin contabilizar a los adolescentes, hablamos de 10 millones
de alcohólicos y consumidores problemáticos, así como de 40 millones de
perjudicados, lo que da un total de 50 millones de involucrados, que equivalen a la
mitad de la población mexicana.
Paso a paso
Ramírez Reyna afirma que el tratamiento de la enfermedad adictiva debe atender
los dos componentes esenciales del padecimiento: la obsesión o aspecto
psicológico, que consiste en pensar en consumir un estimulante, y la compulsión,
que describe la dependencia física hacia la sustancia.
Sobre este aspecto explica que “cuando una persona entra en rehabilitación lo
primero que hacemos es romper el cuadro compulsivo; para lograrlo, recurrimos a
un tratamiento médico en el que se le hidrata, se dan vitaminas y nutrientes, y
medicamentos. Una vez que se estabiliza físicamente pasa a una segunda etapa,
más larga y complicada, en la que se revisan sus procesos obsesivos, es decir,
descubrimos cuáles son los motivos por los que cree que no puede vivir sin
sustancias, además de que incluimos en la atención a su familia”. También es
factible que se realicen trabajos de grupo con pacientes que presenten
problemáticas similares, además de que se recomienda que una vez superado el
período crítico se de seguimiento de por lo menos un año.
El tratamiento ideal debe ser aplicado por un equipo interdisciplinario que cuente
con capacitación especial y experiencia comprobada: enfermeras, médicos
generales, psicoterapeutas, consultores (personas que se han recuperado de
adicciones y ayudan en terapias grupales), asesores externos, como psiquiatras y/o
cardiólogos y, ante todo, una figura poco conocida en México, el adictólogo.
“Nuestra misión en este sentido –asegura el Dr. Ramírez Reyna– consiste en ayudar
al paciente y su familia a aceptar la enfermedad, sobre todo para que se inicie el
tratamiento adecuado. Por supuesto, el trato debe ser ético, humanista y
profesional, de modo que debemos convencer, pero nunca retener a alguien por la
fuerza, ya que eso sería atentar contra los derechos humanos.”
Amor a la vida
De acuerdo con el médico, superar una adicción no sólo significa dejar de consumir
estimulantes, sino que implica un cambio en el estilo de vida y de adaptación a la
existencia, así como madurez emocional y fortaleza interna. “Eso se llama
sobriedad, y no tiene que ver con la abstinencia. Sabemos que una persona con
dependencia a sustancias puede tener 6 meses o un año sin consumo de
estimulantes, pero vive en neurosis, es intolerante e irritable, no se siente satisfecho
y experimenta aburrimiento constante. Es el caso del marido al que la esposa les
dice: ‘Ya tómate algo para que te tranquilices'”.
Por ello, explica el Dr. Ramírez Reyna, la rehabilitación verdadera consiste en volver
a enamorarse de la vida.
En efecto, el paciente con adicción desarrolla una relación de confianza con una
droga, la cual es evidentemente enfermiza, pero al mismo tiempo puede calificarse
como “amorosa”. De inicio, esto lleva a la persona a perder la relación con su
espiritualidad o ideas que fundamentan su existencia, y conforme el problema
evoluciona se genera un distanciamiento progresivo de la sociedad, de su trabajo,
de su familia y amigos y, finalmente, se aleja de sí mismo.
Por esto, añade, “el proceso que seguimos para superar la dependencia a las
drogas es a la inversa, pues primero rompemos la relación del paciente con la
sustancia y luego le ayudamos a que reestablezca los vínculos con él mismo, luego
con sus seres significativos, con sus actividades, con la comunidad y, por último,
con un poder superior, como cada quién lo entienda. Ése es el camino”.
Por último, el Dr. Raúl Ramírez explica que la mejor medida que se puede llevar a
cabo en cuanto a las adicciones es la prevención, para lo cual es importante perder
el miedo a hablar sobre el tema. “La labor consiste en dar información y detectar
con rapidez la aparición de nuevos casos, pero aún más importante es reflexionar
sobre los sistemas de valores de la sociedad. Estamos acostumbrados a proponer
diversiones y placer de manera distorsionada, a la vez de que carecemos de
fundamentos existenciales verdaderos”.