Escribiendo Urbanismo,: Diseñando Narraciones
Escribiendo Urbanismo,: Diseñando Narraciones
Escribiendo Urbanismo,: Diseñando Narraciones
Diseñando narraciones
Bogotá: literatura, urbanismo y cultura urbana 1940 - 1960
Escribiendo urbanismo,
Diseñando narraciones
Bogotá: literatura, urbanismo y cultura urbana 1940 - 1960
Bogotá, Colombia
2013
Escribiendo urbanismo,
Diseñando narraciones
Bogotá: literatura, urbanismo y cultura urbana 1940 - 1960
Directora:
TATIANA URREA UYABÁN
Salmo 117
TABLA DE CONTENIDO
EPÍLOGO: La “verdad de las mentiras” o la imagen de bogotá a mitad del siglo xx.................................. 251
Es pertinente señalar que tres novelas fueron elegidas como eje cen-
tral de análisis, ellas fueron: El Día del odio5, Viernes 96 y La Ciudad y el
Viento 7. Otras tres novelas y un libro de cuentos acompañan el ma-
terial utilizado y son citadas con alguna frecuencia en varios pasajes
de este trabajo8. La selección de las obras de literatura se realizó te-
niendo en cuenta tres condiciones fundamentales: en primer lugar
debían ser obras escritas en el periodo al que hacemos mención (1940
- 1960). Una segunda condición indicaba que las obras debían tratar
temas sobre la ciudad del periodo en el que fueron escritas, desde esa
perspectiva fueron descartadas las novelas de corte histórico. Otro
de los términos indicaba que los autores debían residir o haber residi-
do en Bogotá durante una parte del periodo de la ciudad que descri-
ben. Esta serie de pautas tenían como función acotar la elección de
fuentes y al tiempo brindar mayor encuadre metodológico con res-
pecto al periodo y los temas de investigación elegidos.
Conceptos y teorías
Capítulo 1
El juego de lo imposible: La relación
entre urbanismo, historia y literatura
Contenido
I.
II.
Introducción
La verdad ficcionada o la
Capítulo 2
ficción revelada, anotaciones Un reino que es de este mundo.
a propósito de cambios A propósito de la modernidad urbana.
disciplinares.
III. Imagen y ciudad análoga Contenido
IV. Urbanismo literario I. Introducción
II. Tres caminos para entender lo
moderno:
> la postergación,
> modernización sin modernidad
> modernidad a nuestro modo
III. La experiencia urbana o lo urbano
en la experiencia: revisando mitos
de la modernidad
> espacio – tiempo
> movimiento
> definiendo un límite defendiendo
un límite
IV. Adendas sobre consideraciones
entre límites y divisiones
Capítulo 1
El juego de lo imposible:
La relación entre urbanismo, historia y literatura
El arte es la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo.
[A. Einstein]
Contenido
I. Introducción
II. La verdad ficcionada o la
ficción revelada, anotaciones
a propósito
de cambios disciplinares.
III. Imagen y ciudad análoga
IV. Urbanismo literario
I. Introducción
Le gustaba pasar, de tiempo en tiempo, por donde estuvo la
casa en la que nació. Se la había llevado la piqueta demoledora
del progreso. Un testigo menos –reflexionó cuando la tumba-
ron. Él sabía por qué. (...) Allí había nueve audaces y modernos
pisos dedicados a oficinas, y en la planta baja almacenes con
letreros rojos y azules y lámparas de neón. En sus paseos noc-
turnos registraba este cambio, esta transformación material
de la ciudad. ¿Pero acaso el espíritu de mis vecinos también se
ha transformado? (La ciudad y el viento, Pág. 54).
El interés de este trabajo se centra en examinar las pistas que las no-
velas (y otras formas de narración) escritas en las décadas del cuaren-
ta y del cincuenta del siglo XX, en y sobre Bogotá, brindan para poder
entender el cambio urbanístico en medio de un proyecto de moder-
nización y modernidad urbana, y la serie de contradicciones, nego-
ciaciones e imágenes que tales transformaciones ejercían sobre la
forma en que se habitaba la ciudad, atendiendo la recomendación de
Lewis Mumford, quien aseguraba con respecto a su propia obra que:
Ha sido este uno de los motivos por los cuales se ha decidido tomar la
literatura de mediados de siglo para entender el cambio urbanístico
en la capital colombiana, considerando que este cambio de la estruc-
tura física no puede sustraerse del entramado cultural y viceversa.
en la ciudad transforman los modos de comportamiento de quienes 12 Norbert Elias. Apuntes sobre el concepto de lo
cotidiano. En: La civilización de los padres y otros
la habitan –este por su parte tradicionalmente entendido como más ensayos. Bogotá, Editorial Norma, 1998. Pág. 338
40 El juego de lo imposible: La relación entre urbanismo, historia y literatura
o menos comprehensiva”32, de aquí se desprende la idea de un punto 30 Kevin Lynch. La Imagen de la ciudad. Gustavo Gili,
Barcelona 1998 Pág. 16
medio en el cual lo ‘imaginario’ se encuentra con lo ‘real’, un punto bá- 31 Kevin Lynch. La Imagen de la ciudad… Pág. 19
sico para comenzar a trazar pistas que contribuyan a la definición de 32 Kevin Lynch. La Imagen de la ciudad… Pág. 61
46 El juego de lo imposible: La relación entre urbanismo, historia y literatura
Podría reafirmarse este argumento con la tesis según la cual “la ima-
gen no es un algo recibido desde afuera, o no es algo solamente re-
cibido desde afuera. La imagen es el medio material, sensible y con-
creto, a través del cual se hace posible la representación”33, es decir la
imagen se vuelve determinante no solo porque tiene su asidero en la
ciudad construida, sino también porque “la imagen de la ciudad que
de alguna manera comparten quienes viven en ella influye de manera
notable en una multitud de prácticas: el uso que los distintos grupos
hacen de la ciudad, por supuesto, está signado por esto, pero incluso
la producción del medio construido y las acciones privadas y pú-
blicas que sobre el medio urbano se ejercen son incomprensibles
si no se tiene en cuenta esta mediación”34.
dola “el relato de la ciudad nace y vive con la ciudad: éste le da fuerzas
a la ciudad y recibe fuerza de ella. Es impensable una ciudad sin su
relato”36, y ser parte integral de la realidad urbana con la que se fu-
siona, a la que alimenta y de la que se alimenta, le da los argumentos
suficientes a este autor italiano para asegurar que
Intentando ser más preciso, Luque Valdivia asegura que la idea sub-
yacente a la analogía lingüística es la de proporción, que ayuda a en-
tender la existencia de una nueva regla y la utilización de ella para
crear una palabra nueva. Expone el siguiente esquema:
Pero además, afirma Luque Valdivia, uno de los aspectos más deter-
minantes de la ciudad análoga es que posee un elemento profundo
que forma parte de la biografía de quien crea; así pues, la analogía
actúa sobre una estructura mental que tiene unas características
preeminentemente personales, de modo que esa estructura pone de
manifiesto –como el propio Rossi señala acudiendo a Benjamin– la
deformación a la que el arquitecto está sometido por los nexos con
las cosas que le rodean. Lo más significativo de esta inmersión del
creador en un mundo de relaciones que convierte la ciudad en una
obra de arte colectiva, es que reconoce lo improbable de una origina-
lidad total o de una homogeneidad absoluta. Existe entonces la posi-
bilidad de hacer una obra nueva, de vanguardia si se quiere, pero que
responde de manera abierta o soterrada a las condiciones de existen-
cia en las que fue llevado a cabo el proceso de creación.
mirada crítica, porque no hace sino reproducir los valores que se pre-
sentan como inmutables e indiscutibles, como naturales”45. Se alza lo
análogo como un tipo de abordaje de la ciudad que cuestiona la ciudad
naturalizada, aquella del sentido común que disimula los conflictos.
Ese extraordinario sentido del hacer del hombre moderno, que como
el incrédulo apóstol Tomás no cree hasta no ver, le concede un papel
fundamental a los entornos urbanos como escenario de concreción
de los ideales más elevados de las élites políticas y económicas. Por
ello tal vez pueda afirmarse con contundencia que “debatir lo mo-
derno en América Latina es debatir la ciudad: la ciudad america-
na no solo es el producto más genuino de la modernidad occidental,
sino que además es un producto inventado como una máquina para
inventar la modernidad, extenderla y reproducirla”. Adrián Gorelik el
9 Miguel Ángel Hernández, La Modernización so-
cial y el mundo moderno, en: Misión de Ciencia autor de esta cita, es aún más categórico al asegurar que la ciudad
y Tecnología. Estructura científica, desarrollo
tecnológico y entorno social, tomo II, volumen
funge como polo dirigido a “producir hombres social, cultural y políti-
2, Bogotá, ed. Universidad Nacional de Colombia. camente modernos”10.
Pág. 493
10 Adrián Gorelik, Ciudad, modernidad y moder-
nización, en: Universitas Humanisticas, Ponti- Ese uso de la ciudad como artefacto de la modernidad, como indi-
ficia Universidad Javeriana, junio Nº 56, Bogotá,
2003, Pág. 13 cador incontrovertible del avance en pos de la promesa del llamado
Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana 57
La calle los reunía, los hacía rodar en una vorágine y los de-
jaba que hicieran con sus experiencias y encuentros lo que
pudieran. A los habitantes de San Petersburgo les gustaba la
Nevski, y la mitificaban inagotablemente, porque abría para
ellos en el corazón de un país subdesarrollado, la perspectiva
de todas las deslumbrantes promesas del mundo moderno13.
la experiencia del encuentro entre lo “culto” y lo “popular” en donde es- 16 Néstor García Canclini. Culturas Híbridas. Estra-
tegias para entrar y salir de la modernidad. Pág.
tán las claves para poder entender lo moderno en lo urbano. El análisis 86 (Cursiva del autor)
60 Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana
Para tal efecto en este trabajo (cuyo telón de fondo es el análisis de esa
búsqueda y puesta en marcha de un proyecto moderno urbano) se ha
hecho acotación de algunas dimensiones cuyo vínculo directo entre el
urbanismo y la experiencia urbana son determinantes, al tiempo que
se constituyen en aspectos distintivos de la modernidad. Estas cate-
gorías que aquí denominamos como: la transformación del espacio-
tiempo, el movimiento y la construcción de límites, permitirán
orientar la exposición del material empírico de la investigación y en-
contrar un punto de confluencia no solo entre la dimensión humana y
física del espacio urbano, sino de éstos con el proyecto moderno. Aun-
que antes es pertinente hacer algunas anotaciones sobre lo moderno
y sobre la modernidad.
Como parte del ejercicio analítico se han definido tres visiones alre-
dedor de las cuales se agrupan los diversos ejercicios que han preva-
lecido sobre la cuestión moderna en Latinoamérica y particularmen-
te en Colombia. Es cierto que sobre el tema se han hecho muchos y
extensos artículos que han llevado a tantas conclusiones como pu-
blicaciones existen, en ese sentido es preciso reconocer los alcances
modestos de este apartado, e invitar a su lectura en tono de punto
de referencia, reconociendo eso sí que con frecuencia los enfoques
que se expondrán han jugado un papel preponderante en ejercicios
21 Michel de Certau, La Invención de lo cotidiano,
reflexivos de estudiosos de la ciudad moderna. Vol. 1 Artes de hacer, Pág. 107
62 Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana
El tránsito por el siglo XIX reforzó la idea, según la cual, la senda del
progreso había sido descubierta en Europa Occidental y el modo más
seguro para alcanzar el ser moderno era seguir esa fórmula. El avance
científico, el material y algunas ideas liberales sedujeron en un princi-
pio a una élite nacional entusiasmada, pero que no logró materializar
el hervor en un proyecto serio compartido; la colonia persistió duran-
te un largo trecho del siglo XIX, pues “las estructuras fundamentales
de la sociedad no fueron alteradas, a pesar de que los grupos más
desarrollados espiritualmente, que constituían una ínfima minoría
en un país de grandes masas analfabetas desde un principio quisie-
ron adoptar modelos provenientes de los países más avanzados”24
un ejercicio a todas luces, infausto.
La opulencia en la ciudad y la evidencia de El título de este apartado durante largo tiempo se convirtió en lugar
la irrupción de un modesto pero sostenido
común al que recurrían profesionales y estudiosos de distintas áreas
bienestar económico, ue permitía encon-
trar paisajes tan admirables como el de la disciplinares con el ánimo de expresar en pocas palabras el hecho de
Av. Jiménez, entre otros aspectos, permitió a que en Colombia hubo un cambio drástico, particularmente en el
algunos académicos sugerir que en Colombia trascurso del siglo XX, basado en elementos externos de mutaciones
hubo modernización sin modernidad.
socioeconómicas que implicaban a su vez inserción al mercado mun-
Fuente: El Tiempo, Febrero 16 de 1942, Pág. 7.
dial capitalista, conflictos laborales, transformaciones demográficas,
expansión urbana, consolidación del Estado nacional, movimientos de
masas, avances técnicos y consolidación del discurso científico.
Más allá de la explicación del avance del sector industrial a partir del
primer tercio del siglo XX, aproximaciones basadas en este enfoque
sugerían una interpretación admisible sobre los fenómenos urbanos
que ocurrían en el tercer mundo, al poner el acento en el desarrollo
material, la ciudad se convertía en el escenario privilegiado de este
proceso, pues eran los entornos urbanos en donde de manera más
acabada se evidenciaba los éxitos materiales de la sociedad, allí se
constataba que una perversión de la experiencia moderna actua-
ba sobre una sociedad como la Colombiana, impulsando drásticas
transformaciones en los centros urbanos que los acercaban a la ca-
tegoría de metrópoli, sin asumir el “sacrificio” de extender a la pobla-
ción los beneficios que implican la asunción de los valores ligados a la
experiencia de la modernidad.
A favor de esta crítica, habría que señalar el hecho de que incluso al-
46 Adrián Gorelik, Ciudad, modernidad y… Pág. 15 (El
subrayado es mío) gunos análisis de académicos europeos ya comienzan a cuestionar
47 Fabio Giraldo Isaza / Héctor Fernando López, La la idea de una modernidad paradigmática, cuyas figuraciones son el
metamorfosis de la modernidad... Pág. 259
patrón a través del cual debe ser medido el proceso en el resto de la
48 Norbert Elias. Sociología fundamental, Barcelo-
na, Editorial Gedisa, 2006. Pág. 16 humanidad. De hecho es perceptible que aquellas zonas geográficas
49 Fabio Giraldo Isaza / Héctor Fernando López, La
metamorfosis de la modernidad, Opc. Cit. Pág.
denominadas corrientemente como modelos de la modernidad, en
263 Europa occidental y Norteamérica, han tenido bastantes diferencias
Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana 77
entre ellas, pues “sostener que todos estos países tuvieron en este
período unas instituciones políticas y económicas similares supone,
simplemente, una falsedad”50.
Uno de los eventos más notables de los que se tiene noticia desde el siglo XIX son las exposiciones universales. La rea-
li ación de estas respondía básicamente a la intención de mostrar los avances de la ciencia aplicada a la industria y al
comercio, o el impacto de los avances tecnológicos en la vida diaria. Estos espacios eran lugares donde el mundo occi-
dental alardeaba de su poderío, pero sobre todo reconocía el xito de uienes se embarcaban en la senda del progreso.
En el caso bogotano en se había reali ado tal ve la más importante exposición de este talante, con motivo de la
celebración de los a os de independencia del país cuarenta a os más tarde se inauguraba en la ciudad la eria Expo-
sición Internacional, un lugar ue despertó jubilosas celebraciones en la prensa local, pues la presencia de un espacio de
estas características contenía todo lo ue se buscaba ser, alguno de estos comentarios así lo demuestran, se leía entonces
ue: no hay duda de ue una de las más acusadas características de pe ue a ciudad independiente dentro de ogotá, la
da a la ona donde se encuentra la eria Exposición Internacional el aire cosmopolita ue allí se respira. or ejemplo, por
sus pe ue as calles y carreras, las cuales tienen nomenclatura propia para facilitar el tránsito de vehículos y peatones, se
pueden escuchar no menos de cinco o seis idiomas” más adelante se mencionaba que “cuando se recorre los pabellones
de nuestra industria declaraba un grupo de extranjeros ue ayer hacían visita a la eria se abrigaba la certe a de ue
Colombia asiste a una etapa extraordinaria de desarrollo”.
ero además se enaltecía ue pudiera encontrarse juntos tanto los muestrarios de los países extranjeros donde se podían
apreciar los más heterog neos artículos. esde la ma uinaria pesada hasta los artículos de lujo más ex uisito , al tiempo
que se encontraban pabellones “en los cuales se exhiben productos de todos los géneros fabricados e Colombia”. Tener
el colombiano pabellón araíso Tropical junto al industrial de los alemanes o los suecos contribuía a alimentar la fantasía
seg n la cual olombia era parte de ese movimiento poderoso e ineluctable encaminado en la firme senda del progreso,
una fantasía ue hacía sentir a los bogotanos parte del mundo.
Foto y extractos de artículo tomado de: El Espectador, 27 de Octubre de 1954
82 Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana
Giddens, quita las amarras del anclaje de la actividad social que cir-
cunscribe la experiencia a contextos que implican obligatoriamente
la interacción cara a cara. La capacidad de influir se traduce en capa-
cidad de ostentar poder y dominación, sobre el territorio y sobre la
vida de millones de personas, este enfoque explicaría el por qué un
discurso como el de los urbanistas en las primeras cuatro décadas
del siglo tendría tanto asidero sobre la administración de la ciudad
(recuérdese el ejemplo de Haussman en París) y permitiría también
entender el porqué de las extenuantes alusiones a otras ciudades
como referentes materiales de los objetivos que se suponía deberían
alcanzar las urbes nacionales.
Las mismas llagas de los siglos pasados aún subsisten. Vimos Fuente: El espectador, 11 de Junio de 1947.
Pág. 10
que Bogotá fue desaseada, misérrima, congestionada, plena
de desolación y de tristeza. Pero nosotros invitamos a la gente
que entiende de aseo y de higiene a dar un paseo por los ba-
rrios del sur, de oriente y de occidente. En ellos la sordidez, la
carencia de higiene, la aflicción, el desconsuelo y angustia son
las que reinan68.
“ E V E I ITIV E TE L T
E TE I T ”
ble considerar el mundo como una tabla rasa sobre la que se puede
inscribir lo nuevo sin hacer referencia al pasado o, si éste cruza el ca-
mino, mediante su obliteración” 75, una búsqueda mitológica cuyas
posibilidades de realización no pocas veces serían problemáticas.
egresando al tema central de esta croni uilla, cabe repetir ue no es problema alguno de ingeniería salvar de la ruina a
la casa de Ugarte y al templo uandediano, pues basta con abrir en dos bra os, la futura avenida a partir de la calle , para
unirlo de nuevo al sur del pasaje de la lauta y en el centro del costado oriental de la abominable pla a de mercado de
La oncepción, cuya existencia nada ya justifica, ni si uiera la posibilidad de conseguir en ella los famosos e inexistentes
huevos de centavos. Tiene la misma importancia conservar la iglesia de anta In s ar ceme ue no.
La reciente moderni ación de la fachada hici ronle, del peor gusto, acabó con todo el encanto ue tenía la colonial fábri-
ca terminada de construir hace trescientos a os. La ornamentación de esta iglesia es pobre: hay altares dorados del
tiempo de la olonia, menos ricos ue los ue de la misma poca se conservan en otras iglesias: las pinturas y esculturas
no sobresalen por su m rito artístico, el altar mayor existe, pero mano profana lo hi o barni ar de blanco con detrimento
del arte antiguo. Las ornamentaciones del techo de madera son de escasa ri ue a aun ue no de mal gusto el conjunto
de la nave es pobre y frío y a n ote en l un ambiente conventual .
Vencido el tropie o de la iglesia de santa In s, la prolongación de la venida del Libertador hacía el sur no ofrece pro-
blemas de ninguna especie, ni la historia ni la tradición habrán de sufrir el menor roce con la apertura de la nueva calle.
Todo marchará sobre un lecho de rositas, pues las santafere as calles ue la vía tocará carecieron de importancia en los
tiempos coloniales ya olvidados. En todo caso los bogotanos si tenemos pleno derecho para exigir ue se salven de la
destrucción monumentos históricos…”
Fuente: Prolongación de la carrera Décima, El Espectador, Septiembre 21 de 1951
EL VIE T UE E V
acía fines del siglo , cuando se hablaba de la propuesta de Le orbusier para ogotá un n mero no pe ue o de acad -
micos y estudiosos se alaban con desd n de la obra del ar uitecto europeo, entre otras cosas por su loca idea de acabar con
el centro histórico de la ciudad, reduci ndolo a unas cuantas man anas ue l mismo llamó ar ueológicas , ue se suponía
acababa con el pasado patrimonial de la nación y de la ciudad. En contraste, en los primeros a os del siglo I, ha habido una
explosión de revisionistas de la obra orbuseriana, muchos de stos neo corbuserianos se han al ado en defensa de parte
de la obra del viejo padre de los I y del movimiento moderno, en esta ocasión sugiriendo, ue en el caso del proyecto de
ogotá, no había intención de acabarlo todo, ue vestigios del pasado uedaban y ue la acusación es poco menos ue injusta.
Unos y otros parecieran olvidar una de las máximas ue debe tenerse en cuenta cuando se aborda acad micamente el
pasado histórico, esto es, no tratar los hechos del pasado con las categorías y visiones con las ue se aborda el presente.
i era un loco des uiciado ue uería acabarlo todo, ni dejo de proponer lo ue efectivamente propuso.
La idea de arrasar con buena parte de la ciudad como efectivamente sugiere el proyecto fue reali ada en un contexto
en el cual el entusiasmo por el cambio de las ciudades invadía el espíritu de elites locales y nacionales, de acad micos y
habitantes urbanos, para uienes el progreso pasaba por derruir lo ue hasta entonces se tenía. El error de carácter meto-
dológico consiste en ju gar la idea de lo patrimonial como se hace hoy en día, sin considerar ue para muchos en la mitad
del siglo , el hoy tan reivindicado pasado colonial, era visto más como un obstáculo ue como una virtud.
Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana 91
Esta postura va ser uno de los aspectos que finalmente sería com-
partido por la sociedad colombiana, no obstante, habría que adver-
tir que aun para los años que estudiamos era evidente que el cambio
vertiginoso agenciado por la migración interna, el crecimiento eco-
nómico y las reformas políticas de la República Liberal, que acelera-
ron el proceso de urbanización dejaba ver dos vertientes distintas en
términos ideológicos sobre el hecho urbano, pues por lo “general los
liberales se sentían más cómodos en la nación cambiante que trata-
ban de gobernar. Tenían una perspectiva más urbana, mientras que
los ideales conservadores seguían adornados con imágenes pas-
toriles. Para ellos el ruido de la ciudad, su densidad y la heterogenei-
dad se su población representaba la decadencia de la autoridad y de
los valores sociales”92. Las reservas de los conservadores no durarían
por mucho tiempo, y con el pragmatismo que les caracterizó bien rá-
pido abrazaron la “ideología” de la economía de mercado, cuyo desti-
no estaba irremediablemente amarrado al mundo urbano.
Sobre esta misma cita vale la pena hacer una consideración. Si como
se mencionó muchos Bogotanos se sentían más cerca del mundo
pero al tiempo lejos de él, el llamado que el articulista hace al final de
92 Herbert Braun, Mataron a Gaitán. Vida pública y su escrito, se asemeja a aquella preocupación en la construcción de
violencia urbana en Colombia. Op. Cit. Pág. 61
los estados nacionales, en la cual no bastaba con crear y administrar
93 “Bogotá gran ciudad”, Cromos: revista de actuali-
dad gráfica, Marzo 30 de 1943, Pág. 16 entidades territoriales si al tiempo no nacía el sentimiento de perte-
Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana 95
Movimiento
Todo cuerpo dejado en movimiento seguirá en movimiento. El movimiento es go-
bierno de sí mismo: carece del más rudimentario sentido de autocrítica. El movi-
miento es puro amor del movimiento ensordecido, ebrio.
[Antonio Caballero]
Tal vez uno de los casos más ilustrativos sobre el influjo de las relacio-
nes económicas en la idea de movimiento pueda encontrarse en las
reflexiones de Adam Smith, específicamente en la explicación sobre
la importancia del tamaño del mercado y su justificación, a través de
la descripción de los procesos acontecidos en la fábrica de alfileres,
examinado en el segundo capítulo de su obra Sobre la naturaleza y cau-
sa de la riqueza de las naciones98. Allí Smith define que el estímulo para
aumentar la productividad se encuentra en el tamaño del mercado
“pues cuando éste es amplio y activo, el trabajador se verá estimula-
do a producir un excedente. Así, la división del trabajo surge de la pro-
pensión a trocar, permutar e intercambiar una cosa por otra. Cuan-
to mayor sea la circulación, más especializado será el trabajo y más
convierten en actores individuales”99, la circulación y el movimiento
constante de las mercancías está en la base del cambio en los patro-
nes culturales –el estímulo de producir más-, que a la postre promue-
ve formas más racionales de organización al interior de la industria.
U E T TE TI EL -
TE E EL E T
“Chapinero, puede decirse, comienza en la
la uela de an artín, un sector de grande
actividad, puesto que está rodeado de fábri-
cas como avaria y establecimiento comer-
ciales en gran número”.
Fuente: El Espectador, Noviembre 28 de
1952.
Para poder abordar este punto vale la pena traer a colación un argu-
mento expuesto por Castro-Gómez quien asegura con respecto a la
construcción del ferrocarril que “más que un hecho fortuito, es pro-
ducto de la necesidad autónoma del género humano por satisfacer
sus ansias de civilización y progreso (…). Por eso la construcción de
vías férreas en Colombia es una prueba de que el país está contribu-
yendo no solo a generar su propia riqueza, sino también a engran-
decer la riqueza de las naciones”103. Este aspecto es central porque
reconoce una importancia –real o ficticia- de las obras que se aco-
meten en nombre del progreso y de la modernidad, la evidencia del
cambio no hacía más que constatar que se era parte del espíritu que
guiaba al mundo, de suerte que cada construcción, cada nueva ave-
nida, cada edificio levantado era una prueba que contribuía al con-
vencimiento de que la senda del progreso indudablemente estaba
siendo transitada.
Izquierda:
e transforma el centro de ogotá . El espec-
tador, de ctubre de
erecha:
La v. im ne como símbolo del progreso
del país . El Tiempo, de ebrero de .
Puede decirse que en este apartado se ha hecho mención a las dos pri-
meras dimensiones descritas en el cuadro de Lefebvre-Harvey; se se-
ñaló la forma como la concepción urbanística de fines del siglos XIX y
de parte del XX está profundamente influenciada por esta concepción,
particularmente en la idea de zonificación y separación de funciones,
y al tiempo se indicó que esta concepción de manera análoga afectó
117 Henri Lefebvre. The production of space. Black-
la vida social de las ciudades al generar dinámicas de distanciamiento well Publishing, 1991. Pág. 39 “espacios que se
viven a través de la asociación de sus imágenes y
definidas por una serie de aspectos que en último término contribuye- símbolos, y por lo tanto el espacio de habitantes y
usuarios, pero también de algunos artistas y qui-
ron a afianzar la distancia individualista tan típica del medio urbano. zás de aquellos, como filósofos y algunos escrito-
La última fila, la de los espacios de representación, se mostrara en la res, que describen y no aspiran a más que a des-
cribir. Es el espacio dominado – y experimentado
segunda parte de este investigación donde se examinan los aspectos pasivamente- que la imaginación busca cambiar
y apropiarse. Se superpone al espacio físico, ha-
urbanísticos de los relatos de ciudad creada por los literatos, cronistas ciendo uso simbólico de sus objetos. Este espacio
de representación, puede decirse, que tiende ha-
y periodistas de las dos décadas objeto de este estudio. cía sistemas más o menos coherentes de símbo-
los y signos no verbales”. (Traducción propia)
118 Sebastián Cuellar S. Entre la hacienda y la socie-
Solo con el ánimo de mencionar aspectos centrales para este traba- dad civil. Lógicas culturales de la guerra en Co-
jo, en relación con la idea de límite y fragmentación, se abordarán de lombia. Tesis maestría en sociología. Universidad
Nacional de Colombia, Departamento de Socio-
manera muy breve, dos temas adicionales que buscan mostrar el di- logía, Bogotá D.C., 2009. Pág. 54
110 Un reino que es de este mundo. A propósito de la modernidad urbana
Así como en la Edad Medía la relación entre ese ente abstracto, ultra-
terreno, trascendente e inmutable y las creaturas de la creación se es-
tablece a través de lo sagrado que se materializa simbólicamente en el
templo; en la modernidad la relación entre ese otro ente abstracto, ma-
terial pero imperfecto y mutable definido analíticamente como Estado
Moderno encuentra su relación con los sujetos políticos de modo más
acabados en el espacio público urbano, lo que permite el establecimien-
to de una nueva noción de lo sagrado y un nuevo espacio para él.
Wagner, de hecho avanza en una dirección que hasta ahora los arqui-
tectos historicistas no habían explorado, dirección en la cual los valo-
res del mundo moderno son reivindicados y el individualismo e incluso
el anonimato urbano no son menospreciados; el homo economicus es el
nuevo paradigma que define la construcción y el diseño de la ciudad. El
arquitecto era un buen hijo de su tiempo, y cuando intervino en el dise-
ño del sistema ferroviario de Viena, “su imaginación se encendió con las
posibilidades que abría para la ciudad la nueva tecnología. Anunció la
ciudad moderna, expansiva hasta el infinito, la megalópolis. La arqui-
tectura y la planificación urbana debían adaptar la imagen de la ciudad
al hombre moderno, un hombre manifiestamente económico”121.
Habría que advertir que esta división casi que extrema entre lo pú-
blico y lo privado, se fue construyendo conforme los procesos de la
modernidad iban instaurándose, particularmente en las sociedades
Capítulo 3
Circular
Contenido
I. Introducción.
II. La muerte acecha.
III. “Lo que no hay es
puestos…”: racionalizando
la vida cotidiana.
Capítulo 4
Habitar
IV. La medida del progreso:
vías, autos, buses.
V. El fin de un modo de Contenido
sociabilidad – un criterio I. Introducción
que se impone.
II. La ‘pobreza se pega’ o
el espacio doméstico
especializado
III. De un trozo de ciudad
Contenido
I. Introducción
II. Un lugar en el trabajo,
un lugar en la ciudad.
III. Del club al parque y
del parque al potrero.
IV. Entre la obligación y la
diversión
Capítulo 3
Circular
Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva
belleza: la belleza de la velocidad.
[Tommaso Marinetti, Manifiesto del Futurismo]
I. Introducción.
II. La muerte acecha.
III. “Lo que no hay es puestos…”:
racionalizando la vida
cotidiana.
IV. La medida del progreso: vías,
autos, buses.
V. Un criterio que se impone
o el fin de un modo de
sociabilidad.
I. Introducción
Pero sobre todo porque esa vía, cientos de veces explorada, no lo-
gra conjugar la contribución al análisis de las intrincadas relaciones
construidas entre literatura e interpretación urbanística. Una salida
probable a este laberinto se encontró en el marco que construye el
historiador Carl Shorscke a propósito del pensamiento europeo so- 9 Luz Mary Giraldo utiliza, por ejemplo, la noción de
sociedad escindida que retoma de José Luis Rome-
bre la ciudad en los dos últimos siglos, en la que según él se pueden ro para referirse al fenómeno narrado en la novela
encontrar tres momentos claramente definibles: la ciudad como vir- de la segunda mitad del siglo XX. Ver: Luz Mary
Giraldo, Ciudades escritas, Bogotá, Ed. Convenio
tud, la ciudad como vicio y la ciudad más allá del bien y del mal. Andrés Bello, 2004. Pág. 58 -66
126 Circular
En ese mismo sentido la ciudad como vicio, no sólo será aquella sim-
bolizada “en el ladrillo, la suciedad y la miseria del delito social de la
época [siglo XIX], un delito que más que ningún otro preocupaba a la
intelectualidad europea. El cri du coeur (grito del alma) que surgió por
primera vez en Gran Bretaña se extendió hacía el este con el indus-
trialismo”10, será también el límite infranqueable, la muralla simbóli-
ca, la falta de mecanización que acompañara a ciertos habitantes de
la ciudad narrada objeto de nuestro estudio.
La ciudad más allá del bien y del mal será entonces una tendencia de
pensamiento liberada de prejuicios éticos y morales, en palabras de
Schorske es una visión promovida por “revaluadores” cuyo sustento
intelectual lo habían encontrado en la reformulación de las pregun-
tas fundamentales sobre los nuevos tiempos, según este autor estos
pensadores:
10 Carl E. Schorske, La idea de la ciudad en el pensa- Y es sólo a través de este nuevo enfoque intelectual que logran enten-
miento europeo: de Voltaire a Spengler, en: Pensar
con la Historia. Madrid, Editorial Taurus, 2001. derse algunos aspectos fundamentales, convertidos ya en enfoques
Pág. 88
clásicos sobre la experiencia de la vida moderna en la urbe; pues lo que
11 Carl. E. Schorske, La idea de la ciudad en el pensa-
miento europeo… Pág. 97 ocurre no es sólo un cambio de preguntas sino de asunciones sobre
Circular 127
La connotada modernidad se construía sobre estas diferencias fun- 13 Le Corbusier. Principios de urbanismo. La carta de
Atenas… Pág. 91
damentales entre lo viejo asociado a lo lento y obstaculizador y lo
14 Le Corbusier. Principios de urbanismo. La carta de
nuevo vinculado al esplendor luminoso y a la velocidad: Atenas… Pág. 92
130 Circular
El centro (el corazón) conectado con los barrios y la periferia (el resto
de los órganos) se convertía en una forma de control territorial, de
desembotellamiento, de búsqueda de velocidad, de disminución del
tiempo y racionalización del espacio. Ir más rápido significaba no sólo
llegar más pronto, sino poder tener más cerca espacios que antes se
encontraban muy lejos, y en el contexto de la economía de mercado,
tener la ficción del control del tiempo representaba poder. La búsque-
da incesante de velocidad explicaría el entusiasmo constructor que
impulsó la realización de nuevas vías, el ensanchamiento de otras 19 Carlos Niño Murcia, Sandra Reina Mendoza. La ca-
tantas y la pavimentación de un sinnúmero de ellas. Este frenesí se rrera de la modernidad, construcción de la carrera
décima. [Bogotá 1945 – 1960]. Bogotá D.C., Insti-
justificaba por el imperativo de ir más rápido, la imagen arquetípi- tuto Distrital de Patrimonio Cultural, 2010. Pág. 71
134 Circular
Daba lo mismo caminar para el norte que para el sur. Por cual-
quier parte encontraba la clásica fealdad de una gran ciudad
en tarde de domingo. Esta era, además, en pleno centro, su-
cia y abigarrada. ¡Cuánto por hacer! A las gentes las encontró,
asimismo, faltas de estética y ridículas. Aquel con matita de
pelusa bajo las narices, con la chaqueta ajustada y a pequeños
cuadritos. Otro con el estimable vientre y el sombrerito verde
de alas recortadas y plumas de codorniz falsa. Toda una fami-
lia con los desarmonizados trapos domingueros. En la puerta
de un café escuchó la música y se le pegó en lo oídos como un
vino dulce al paladar. (La ciudad y el viento. Pág. 173)
35 000
Nº. de vehículos
30 000
25 000
20 000
23 Santiago Castro Gómez. Tejidos Oníricos. Movili-
15 000
dad, Capitalismo y Bipolitica en Bogotá... Pág. 76
10 000
24 Tomado de: Leopoldo Prieto. La aventura de una
5 000 vida sin control. Bogotá Movilidad y vida urbana,
0 1939 – 1953. Bogotá, Tesis sociólogo. Universidad
1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953
Nacional de Colombia, Departamento de Sociolo-
Año gía, 2005. Pág. 13
136 Circular
18 000
16 000
14 000
12 000
10 000
25 “Triple rio”. En: El Espectador, 31 de Marzo de 1952. 8 000
Pág. 4 (Las negritas son mías) 6 000
26 Tomado de: Leopoldo Prieto. La aventura de una 4 000
vida sin control. Bogotá Movilidad y vida urbana, 2 000
1939 – 1953. Bogotá, Tesis de Pregrado. Univer- 0 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1951 1953
sidad Nacional de Colombia, Departamento de
Sociología, 2005. Pág. 52 Año
Circular 137
200
150
Nº. de víctimas
100
50
0
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953
Año
Durante un año, por cada 10000 habitantes, la proporción de defunciones por atropellamientos, es:
Buenos Aires 0.3, Santiago 0,8, Caracas 1,2, Lima 1,3, México 1,7. La misma proporción da para nosotros un resultado
que en verdad no es muy tranquilizador: Bogotá 2,3. Según los cuadros estadísticos correspondientes al año pasado, la
peligrosidad de las diferentes clases de carro automotores puede expresarse con la proporción de víctimas causadas por
cada 100 vehículos, así: Automóviles… 4,4, Camiones… 7, Buses… 15,6.
entro de las horas de mayor actividad cierre de las oficinas y movili ación del centro a los barrios no se registra la mayo-
ría de los accidentes, como sería de suponerlo. Al contrario, estas horas de congestión imponen al conductor una especial
prudencia y es de las 3 a las 6 de la tarde el periodo del día que arroja una más alta proporción sobre el total de accidentes.
Fuente: “Los Grandes viajes: Bogotá – Chapinero”, Revista Cromos, Noviembre 7 de 1942 Pág. 5 - 7.
Fuente: El plano fue tomado del libro Atlas Histórico de Bogotá, los datos y la onificación es del nuario Estadístico unicipal de . La rea-
lización de los cálculos para determinar la cantidad de accidentes por zona son de mi autoría.
140 Circular
143,4
120,9
112,6
103,8
103,4
87,8 77,0 73,0
86,3 79,6
81,8
67,7
57,8 56,7
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953
Es notable el hecho de que la primera mitad del periodo fue más críti-
co que la segunda parte en términos de accidentalidad, situación in-
fluenciada por la forma de habitar la ciudad y el modo de moverse por
las calles de los bogotanos. A los ojos contemporáneos puede llegar
a parecer sorprendente, pero una ciudad que recibe una gran masa
de migración interna campesina (o en general de poblaciones peque-
ñas) justo en el momento en el que ocurre un crecimiento sin pre-
cedentes del número de automotores, requiere de una adecuación
33 “¿Por qué hay tantos accidentes automovilísti- en infraestructura y en comportamientos, que permitan obtener el
cos?”. En: Revista Cromos, Septiembre 5 de 1953.
Pág. 14 derecho a vivirla.
Circular 143
Es indicativo por tanto, que en 1940, en una de las revistas que cir-
culaban en la capital se mencionara que “los semáforos estuvieron
muchos meses guardados en un rincón de las oficinas de la Dirección
de Circulación, debido a que las gentes no se han podido acostum-
brar a las órdenes obligantes de las lucecitas. El verde, el amarillo o
el rojo nada les dice”35. Esa falta de adecuación a los símbolos básicos
que facilitaban la circulación por la ciudad, basados en convencio-
nalismos y acuerdos tácitos, hacen recordar, por ejemplo, la manera
como Simmel explica la imprescindible necesidad del reloj de pulse-
ra como elemento connatural a la vida urbana, el sociólogo alemán
menciona:
Las relaciones y los negocios del citadino son a tal punto múl-
tiples y complicados y ante todo, a causa del hacinamiento de
tantos hombres con preocupaciones tan diversas, sus contac-
tos se enmarañan en una red tan compleja que sin la puntuali-
dad más absoluta en el cumplimiento de las citas, el conjunto
se desmoronaría en un caos inextricable (…) A esto se añade,
fenómeno aparentemente más superficial, la magnitud de
las distancias que hace que toda espera o desplazamiento
inútil provoque una pérdida de tiempo que resulta imposi-
ble soportar36.
lizar y volver efecto del cálculo el circular por la urbe, el desconoci- 36 Georg Simmel, Las grandes ciudades y la vida del
espíritu, en Cuadernos Políticos, (México, D. F.)
miento de los símbolos mencionados lleva al caos que se manifiesta a n.° 45, enero-marzo de 1986, p. 6.
144 Circular
Qué bochorno, el autobús rodaba repleto de pasajeros. Un La galantería tranviaria –la cesión
minuto tiene sesenta segundos, cinco minutos, diez minutos seis- de puesto- ha entrado casi en to-
cientos segundos. Alguien hacia señas, pero no a ella. Otro miro tal desuso, por culpa de algunas
insistente, primero a sus cejas, después a los labios, a los hom- señoras demasiado precavidas
bros, el busto, hasta que le descubrió mirando sus rodillas. (excesivamente mal educadas)
Sentada iba mejor, y no solo por la comodidad, sino por los con lo que pudiéramos llamar
roces y los tanteos de los atrevidos. Seiscientos segundos faltan. “la parte de atrás”. Porque un
caballero le cede su asiento, es-
casamente le hace una mueca
- ¡Tanto calor y esa tarde lloverá a cantaros! - dijo el de las mira-
de agradecimiento y enseguida
das, y se lo dijo a ella como para tantear, para acercarse más.
se paran al pie de este hasta que
Ella volvió la cabeza hacia la ventanilla.
se les enfría el... puesto cedido,
lo cual, francamente es como
El autobús saltaba en los hoyos del pavimento. El busto de El- para que se le caliente el tiesto
vira brincaba y el don Juan ocasional no le quitaba ojo… ¡Fas- y el puesto a cualquiera. Por eso
tidioso!… cuando ciertas damas se calien-
tan y gritan –Como se ve aquí no
Debe resaltarse la manera como el tiempo está presente en este es- hay caballeros, cualquiera con-
cenario creado por el autor, no es un tiempo abstracto, lejano o di- testa -Lo que no hay es... puesto
fuso, es un tiempo que corre en segundos y que Elvira cuenta y reco- Fuente: Mario Ibero, Viajando en tran-
noce, sabe cuánto le falta para llegar, seiscientos segundos; el autor vía, en: Semanario Sábado, 10 de marzo
mismo resalta este elemento en la edición original de la novela, en de 1945 Pág. 13
de los cincuenta, no sólo permite ser indiferente con los extraños sino
que además es bien visto, pues las miradas no eran solo incómodas
sino además ofensivas; de esa manera la indolencia e indiferencia tí-
pica del habitante de la gran ciudad (actitud blasé en términos de Sim-
mel) se irá afincando en las formas de comportamiento de quienes le
habitan.
El otro elemento presente tiene que ver con el hecho mismo de las
incomodidades a las que se ve sometida Elvira por cuenta del fisgón.
José Luis Romero lo menciona como un aspecto de aquellos que se
vuelven habituales en esa sociedad masificada y que adecúa la in-
fraestructura y los servicios a las nuevas dimensiones de la población
urbana, dice el historiador argentino que en este periodo “no se tardó
mucho en advertir que empezaba a cambiar el comportamiento de
la gente en las calles, en los vehículos públicos, en las tiendas. Antes
se podía ceder cortésmente el paso. Ahora era necesario empujar y
defender el puesto, con el consiguiente abandono de las formas que
antes caracterizaban la urbanidad”41, como en el siguiente caso:
“Con los tranvías llegaron los tu- el ultraje contra el género femenino hace resaltar algo que en efecto
multos y dentro de ellos mucha no es como solía ser, el abandono de formas de cortesía asociadas al
falta de modales. La maquinaria caballero causa conmoción, básicamente porque una situación poco
se ha encargado de quitarle al común hasta hacía un tiempo, la perdida de la puesta en escena de la
hombre un poco de su natura- buenas maneras hacia el género femenino es distintos escenarios de
leza, o mejor dicho, de hacerlo la urbe, comienza a generalizarse; la manera en que esto se reseña en
parecer un poco menos gentil, la prensa es diciente:
más áspero, brusco o en una sola
expresión mal educado. Y es que El hecho es que la cortesía capitalina, cuando se muestra
aquí en Bogotá no se ha sabido en su real significado, es muy difícil de igualar. Infortunada-
apreciar los inventos. ¿se ha vis- mente son muy pocos los que la practican. Y Bogotá resulta
to muestra peor de mala educa- así intrínsecamente descortés en su conjunto. (…) Subamos
ción que aquella que consiste a un tranvía ¿en dónde está la cortesía? ¿En las fenomena-
en viajar en un tranvía cómoda- les peloteras de la entrada? Si es abierto ¿está acaso bien
mente sentado, mientras muchas representada esa cortesía en la desapacible voz del cobra-
señoras tienen que someterse al dor que a grito pelado exige el valor de los pasajes? (...) Hay
bamboleo consecuente con un descortesía en las taquillas de los teatros y los cines. Descor-
tránsito mal establecido ... o tesía en la generalidad de los restaurantes (…). De las oficinas
se necesita sino ser una persona públicas ni hablemos. En lo referente a los taxis y los buses,
medianamente viajada para po- oiga amigo: ¿para qué meneallo? Y así podríamos recorrer
der afirmar como ios manda, muchos bancos (no todos), varios cafés (no demasiados) y to-
que aquí el grueso público –ya das las porterías de los hospitales de Bogotá43.
que claro hay excepciones- se
comporta con los peores moda- Apenas una década atrás la cortesía no era una opción, era una
les. Y no es porque no sepa litera- norma social bastante afincada que buscaba regular la manera
tura, ni música ni escultura. No, como conductores y peatones se relacionaban en el espacio urba-
es porque quiere ser maleducado no. En la primera mitad de la década del cuarenta las buenas ma-
y los desarrollos y los inventos se neras eran reivindicadas tanto en la prensa como en las campañas
adelantaron a la educación de oficiales e incluso en los manuales y reglamentos de empresas pú-
la población (…) la cultura de la blicas de servicio de transporte. Así por ejemplo, en algunos de los
que nos hablan con tanto énfasis artículos del Reglamento de tráfico se señalaba entre los deberes
los apologistas criollos, no deja del cobrador:
de ser un deseo, una ilusión que
puede tener realización en muy Artículo 212: Para recibir los pasajes el cobrador comenzará a
contados miembros de la socie- recorrer el carro por la banca de adelante y en voz alta pero
dad, pero que es triste y lamen- con toda suavidad y educación irán repitiendo en cada ban-
table con relación al ochenta por ca: “los señores háganme el favor del pasaje”, en esta forma
ciento de la masa ciudadana” efectuara el trabajo con mayor rapidez (…).
Acuerda
En todo caso, los impactos de estas campañas fueron más bien mo-
destos, pues aunque las muertes tendieron a la baja, los índices de
accidentalidad –que era la manifestación más contundente de la
falta de conocimiento y respeto de las normas de tránsito- seguían
siendo preocupantemente altos, en tanto la cortesía se agotaba, la
muerte se afincaba.
púsculo cayó enseguida y ella avanzaba por la carrera 13 hacía Fuente: “Ritmo y carácter del tráfico nocturno
en Bogotá”, Revista Cromos, Abril 19 de 1941
el centro de la ciudad (El día del odio. Pág. 24)
los de Ignacio Gómez Dávila no está dado sólo por la diferencia de cla- El descrédito del transporte públi-
ses sociales, sino sobre todo por ciertas actividades que están ligadas co comienza a señalarse en tér-
a esta pertenencia pero que van denunciando el tipo de aspecto que minos de pérdida de tiempo:
se realzan o condenan en la relación con el espacio de la ciudad.
“Es por tales contingencias por
las que nadie puede atenerse a
En la ciudad como vicio recreada por Osorio los personajes siempre
la puntualidad de estos vehícu-
van a pie, son peatones incansables que deben dedicar largas horas
los para el cumplimiento de un
del día a recorrer amplias extensiones espaciales – o lo que parecen
horario más o menos preciso.
amplias por el mismo hecho de recorrerlas de este modo-, en contra-
Las personas que ya están al tan-
posición, Alfredo y varios de los personajes de la novela Viernes 9 expe-
to del funcionamiento de estos
rimentan el hecho urbano la mayor parte de las veces en auto, un as-
servicios, saben que es arriesga-
pecto sinceramente valorado toda vez que permite recorrer enormes
do confiar en ue si un bus, por
distancias en muy poco tiempo lo que otorga al protagonista y a la
ejemplo, gasta 20 minutos en el
novela misma mantener el ritmo frenético en cuenta regresiva hacía
recorrido de su ruta, se puede
el viernes 9 de abril fecha en la que todo acabará gracias a que para
salir a tomarlo a las 3 de la tar-
ese día está planeado el escape de Alfredo con su amante.
de para estar en el lugar desea-
do a las 3 y media. No. Ello es
Del mismo modo en la Ciudad y el Viento, los protagonistas usan los
exponerse indefectiblemente, a
tres tipos de transporte de manera indistinta, pero debe tenerse en
incurrir en el incumplimiento, ya
cuenta el papel central del transporte público el cual hace parte in-
que el margen mínimo de seguri-
tegral de toda la novela, de hecho si en las otras dos obras apenas si
dad tiene que ser de media hora.
aparece esta forma de circulación, en esta última con frecuencia es
Siempre surge un factor que casi
mencionado, no sólo a través de los buses de servicio público urbano
nunca obedece a causa de los pa-
sino también de los taxis.
sajeros, pues todo el que utiliza
los servicios de un bus tiene que
La siguiente gráfica muestra la manera como se presenta las formas
escuchar al subirse a él, de labios
de recorrer la ciudad por parte de los personajes y el modo como ello
del chofer, la consabida conmi-
influye en el análisis que aquí se hace:
nación:
– ¡Siga!”
Bus
Fuente: Revista Cromos, Mayo 3 de
1947, Pág. 4
Carro
158 Circular
Los recorridos de Alfredo indican la evidente centralización de las ac- El ritmo frenético en la novela
tividades del personaje en una zona de la ciudad, acciones que no se Viernes 9 está definido por la
restringen a actividades de carácter laboral, pues allí se encuentra marcación de las horas:
el apartamento en el que tienen lugar los encuentro furtivos con su
“Le pusieron sobre la mesa una
amante o escenarios en los que eventualmente se llevan a cabo esce-
copa con coñac. El reloj de la
na como esta:
cantina marcaba las seis y cuatro
minutos” (Pág. 91)
Faltaban veinticinco minutos para las once. Paró frente a un
café y entró. No había casi gente. En una mesa, un grupo de “Encendió las luces del tablero,
trasnochadores bebían, rodeados por tres músicos que afina- las once menos ocho minutos
ban sus tiples y guitarras. Se dirigió al mostrador y le dijo al marcaba el reloj, aceleró, anduvo
hombre que atendía detrás: -Sírvame un brandy e indíqueme dos cuadras más y se detuvo en
en donde está el teléfono. (…) Volvió al mostrador. El coñac le una calle desierta (…) Un lejano
calmó un poco los movimientos del intestino. Los de la mesa reloj dio las once” (Pág. 102)
cantaban ahora con los músicos. El ritmo enervante del “son”
“Principió a oír el reloj eléctrico
invadía el café. Captaba estrofas sueltas de la canción: “No te
del automóvil eliminar segundos;
vayas, mi negra; dame tu cintura, Caridad; muévete conmigo,
el ruido se acoplaba al que hacía
negrita.” Lanzó un billete sobre el mostrador y casi corriendo
su corazón, y ambos aumentaban
salió. Había principiado a lloviznar y el asfalto ya estaba moja-
en el silencio” (Pág. 103)
do (Viernes 9 Pág. 101 – 102)
“El reloj de encima de la chime-
En otra escena Alfredo sale del centro para ir en busca de Manolo con nea dio doce campanadas lentas
el fin de advertir cuáles son los movimientos de éste, en el momento y frías. ¡Ya era viernes!” (Pág. 132)
en que la ciudad entera se encuentra en la pausa de almuerzo: “Miró el reloj del coche: era la
una y veinte. Tomó la primera ca-
Tomó el automóvil y se fue lentamente hacia el norte, cui- lle a la izquierda” (Pág. 146)
dadoso de que nadie estuviese tras él siguiéndole. Buscó las
“El reloj de la iglesia lanzó dos
avenidas de menos tránsito. Pasó a corta distancia del hipó-
campanadas, se aferró al timón
dromo, ya a unos cuantos kilómetros del centro, y siguió en
del volante sin percibir el sudor
dirección a la casa de Yolanda. Faltando unas tres cuadras se
que dejaba” (Pág. 48)
desvió y buscó la calle que le había indicado Yolanda, donde
vivía Manolo. Halló el número y estacionó el automóvil unos
metros antes. Encendió un cigarrillo y se acomodó a esperar.
Los últimos pasos por la carrera 10 hasta su coche los hizo casi al
trote. La sospecha estaba confirmada: el hombre estaba siguién-
dolo. Dentro del automóvil se sintió más protegido, encerrado y
viendo algo familiar. De nuevo le pareció absurda la idea del hom-
bre tras de él. Se ruborizó de su miedo (Viernes 9. Pág. 25)
Los recorridos son así mismo difusos, con frecuencia van por cami-
nos apenas trazados o que no corresponden con los definidos para
una ciudad moderna, en la parte derecha del plano se identifica con
una línea fucsia que va de oriente a occidente en un extenso recorrido El transporte público es un deseo
realizado por Tránsito y una pareja ocasional que aparece cuando el de los habitantes urbanos, parti-
Alacrán es enviado a Prisión: cularmente de los más pobres,
éste se convierte en una de las
Habían hecho un largo camino, primero para salir de la ciudad y primeras certezas de pertenencia
luego a lo largo de parajes desiertos salpicados de construccio- a la ciudad, no es raro por eso
nes esporádicas, para llegar hasta la lejana barriada. (…) Fue ade- ue se afirme ue:
más después de pasar la Hortúa, donde los vigilantes son más “Fontibón sigue conectado con
escasos cuando él se obstino en detenerse en los ventorros y ale- la capital, aunque con menos
grarse con fáciles conformativos, obligando a Tránsito a aceptar frecuencia hasta las 12. Con este
algunas veces, por lo cual sus sombras acabaron por avanzar con último bus –que son más los que
dificultad en el seno nocturno. (El día del odio, Pág. 204) los pierden que los que lo apro-
vechan- la ciudad rompe relacio-
Adicionalmente ni siquiera en este momento el transporte público es nes con el vecindario, se aisla en
mencionado, los viajes por más lejanos continúan haciéndose a pie, un sí misma hasta las 6”
aspecto a todas luces anacrónico, que aunque practicado aún por mu-
Fuente: Revista Cromos, Abril 19 de
chos ciudadanos, va a comenzar a ser paulatinamente visto como algo 1941, Pág. s.p.
del pasado y más acorde a las formas de vida de lejanos lugares rurales .
162 Circular
En otro lugar se leía la forma En el caso de la ciudad más allá del bien y del mal las diferentes formas
como: de transportarse son incluidas sin las mayores reivindicaciones o
condenas; si bien existe una mayor presencia del transporte público
“Algunos presidentes de las jun-
donde suele ir la clase trabajadora, es perfectamente factible que un
tas de mejoras de los barrios, [han
auto pueda ser conducido por un empleado del sector servicios como
manifestado] su deseo porque el
Armando, que poco a poco ha logrado cosechar algo de éxito gracias
problema del transporte urbano
a su trabajo; del mismo modo las caminatas pueden ser realizadas
sea resuelto lo antes posible pues
por el personaje de clase alta que disfruta rememorando épocas que
la situación que confrontamos
consideran mejores.
es sumamente seria, debido a
la carencia de vehículos para la
No significa ello que el auto deje de tener las connotaciones que ha
movilización de los numerosos
tenido hasta ese momento, o que el transporte público esté mayo-
habitantes de estas zonas”.
ritariamente ocupado por los personajes vinculados a comporta-
Fuente: “Reglamentación de rutas en mientos de élite. La velocidad y el circular siguen siendo aspectos
Bogotá”. El Espectador, Agosto 30 de centrales y siguen siendo virtudes, pero ahora los embotellamien-
1950. Primera Página
tos son parte del paisaje, lo que convierte la virtud en problemática,
de manera que el circular no es tan valorado y tan libre como ocurre
en Viernes 9, de la misma manera el caminar no hace parte de la
rutina de los condenados como en El día del odio. Algunos apartados
irán mostrando la manera como tramas narrativas más complejas
van siendo correlato de situaciones urbanas complejas. Si bien exis-
ten escenas como esta en la que se valora el conducir como un acto
que acerca a una idea de poder:
Arriba izquierda:
Plan Vial de la sociedad Colombiana de Ar-
quitectos en 1945.
Fuente: Bogotá CD.
Arriba derecha:
Plan Vial de Le Corbusier, 1951.
Fuente: Bogotá CD.
Abajo derecha:
Plan Vial de K. Brunner, 1936.
Fuente: Bogotá CD.
Las obras a las que se refiere Alfredo son realizadas con motivo de la
celebración en Bogotá de la XI Conferencia Panamericana en 1948, la
166 Circular
“EL PLAN VIAL PARA BOGOTÁ. En este pla- preparación de este evento justamente deja ver las prioridades de la
no de Bogotá aparecen marcadas las nuevas administración, y cómo el noble empeño de tener una ‘decorosa pre-
avenidas y arterias principales con las que se
quiere desarrollar el plan vial de la capital.
sentación’ se afincaba fuertemente en el hecho de construir vías. De
Las vías verticales, de izquierda a derecha, manera que en el ejercicio de discusión del tipo de obras, la construc-
corresponden en primer términos a la ave- ción de calles y avenidas ocupa el primerísimo lugar, el hecho se rese-
nida 26, que se prolonga hasta empatar con
ña en la prensa de la siguiente manera:
Los Cerros. Enseguida se va el corte de la Ave-
nida 19, que arranca de la Avenida Jiménez
de Quesada. En el centro, más prolongada Las bases del plan del municipio para la Conferencia Panameri-
también en línea casi recta, está la Avenida cana son las siguientes: 1. Terminación (ampliación, pavimen-
de Los Comuneros. Y a los extremos de la
tación, arborización y cerramientos) de la Avenida Caracas
derecha, dos avenidas por el sur. En las vías
horizontales, en la parte superior aparece en hacia el norte. 2. Terminación (ampliación, pavimentación, ar-
toda su extensión la Avenida de Los Cerros, borización y cerramientos) de la Avenida de Colón y de la Ave-
donde van empatar todas las demás arterias nida del Centenario hasta el ramal de Techo. 3. Terminación
del plan vial”.
(ampliación, pavimentación, arborización y cerramientos)
Fuente: El Independiente, Agosto 30 de 1958,
Primera Página.
de la Avenida Jiménez de Quesada inclusive el sector de Ger-
manía hasta la Quinta de Bolívar. 4. Terminación del Paseo
Así como en la década de los cuarenta el al-
calde Mazuera realizó múltiples ensanches y
Bolívar (pavimento y demolición de los ranchos que falta por
apertura de vías, hacía fines de la d cada de adquirir) 5. Apertura y regularización de las calles adyacentes
los cincuenta la estrategia del alcalde seguía al circo de Toros según los proyectos ya aprobados por el Mu-
siendo la misma, gran parte de la estrategia
nicipio. 6. Reformar el perfil transversal y pavimentación de la
de modernización se basaba en la apertura y
conexión de sistemas viales. carrera 7ª entre las calles 40 y 60. 7. Mejorar y arreglar las ca-
lles que constituyen la entrada a la Ciudad Universitaria 8. Ter-
minación de la Avenida de Santander, mediante la compra de
las zonas que falta por adquirir. 9. Arreglo de las otras vías que
Circular 167
Arriba izquierda:
Foto de primera página en la que se observa la demoli-
ción de edificaciones para darle paso a la carrera .
Fuente: El Espectador, Julio 30 de 1952.
Arriba derecha:
Ampliación de la carrera décima.
Fuente: El Siglo, Marzo 24 de 1953. Pág. 11
Abajo izquierda:
La Caracas en obra.
Fuente: El Independiente, Junio 13 de 1957. Pág. 9.
Desde luego el ideal de todo Miró el reloj del coche; era la una y veinte. Tomó la primera
bogotano sería transformar el as- calle a la izquierda. A cinco cuadras se acabó el pavimento de
pecto exterior de la ciudad en el asfalto y principió otro de macadán que, a medida que avan-
menor término de tiempo. Sí(…) zaba, se iba tornando en un lodazal. Olvidándose de muelles
pero como todo ideal, no puede y llantas lanzó el vehículo por encima de huecos y piedras a
realizarse repentinamente. Por lo la velocidad mayor a que pudo sostenerlo. (Viernes 9 Pág. 146)
tanto, deberíamos contentarnos
por ahora con tener una ciudad Esta escena previa al intento de asesinato a Manolo, es reforzada en
bien pavimentada y limpia. términos de construcción de la narración, justamente por el hecho
de la ausencia de pavimento; una mirada al plano de los recorridos de
Fuente: El Espectador: “La pavimenta-
Alfredo por la ciudad, van mostrando que sus excursiones al entonces
ción en Bogotá”, Enero 25 de 1941. S.P.
lejano noroccidente de la ciudad eran hechos con el fin de cometer un
crimen y si bien el auto le permite ir a donde quiera, ese espacio inclu-
so puede ser el lugar de lo salvaje. De esa manera cuando no logra co-
meter el crimen porque se lo ha impedido la explosión de la revuelta
popular del 9 de abril, Reflexiona de la siguiente manera:
Matar ¿ÉL, ayer, había pensado en matar? No podía ser; debía ha-
ber estado loco. Pero sí; había hecho planes de cómo asesinar a
un hombre. ¡Que horror! ¿Estaría verdaderamente loco? Lo había
meditado, calculado fríamente; había pensado en todos los de-
talles. A las dos de la tarde lo esperaría para lanzarle encima el
automóvil, (…). Llegaría al aeropuerto a las tres, y quince minu-
tos más tarde despegaría el avión. Y en verdad, no habría modo
de que los atraparan… ¡Qué horror! ¡Si, estaba completamente
loco! De otro modo, ¿cómo poderse explicar que él estuviese pla-
neando el asesinato de un hombre? Él, que no podía ver sangre,
al que la menor herida escalofriaba y producía deseos de vomitar
(…) ¡Un asesino! ¡Lo irreal de nuevo! Más que irreal.
Los lodazales que recorre Alfredo son una afrenta a la idea misma de
vía, la que era considerada como tal sólo si brindaba la posibilidad real
de que los automotores fuesen a altas velocidades por ella; se explica
así por qué poco tiempo después de que fuera inaugurada en 1947 la
Avenida de las Américas, se prohibiera “en ambos sentidos de la ave-
nida el tránsito de ganado, aves, recuas conducidas por pastores o
51 Herbert Ritter. La avenida de las Américas. Revista
por jinetes. Tampoco podrían transitar carritos, ‘zorras’ o volquetas
Proa No. 1 Agosto de 1946. Pág. 32 animadas por personas”51.
Circular 169
En ese contexto es que se entiende la propuesta, surgida en 1948 52 Defensa de los ‘zorreros’. En: El Espectador, Agos-
de abrir la circulación de la carrera 7ª entre calles 10 y Av. Jiménez al to 26 de 1949, Pág. 4
170 Circular
El otro aspecto tiene que ver con los argumentos que se esgrimen a
favor de la velocidad con el propósito de terminar con el Tranvía de
la ciudad. Uno de los novelistas hace referencia sobre este aspecto
mencionando el hecho de que:
a menudo preferían utilizar los buses pues eran más rápidos y las ru-
tas llegaban a los barrios más alejados e incluso los que se encontra-
ban fuera del perímetro.
vicio en Bogotá a fines del corriente año. Cinco de estos buses que,
automáticamente descongestionarán el tránsito en Bogotá, se
encuentra ya en Barranquilla”61. La idea de solución automática con-
tribuyó a que los viejos empresarios del servicio de transporte, que
junto con los urbanizadores piratas brindaban las primeras solucio-
nes a los necesitados migrantes que llegaban a la ciudad en la medida
que vivienda y transporte eran las dos principales ofertas de servicios
urbanos que con cierta facilidad encontraban los nuevos habitantes
urbanos, contribuyó decíamos, a que los empresarios privados se
convirtieran en una especie de benefactores bogotanos.
Izquierda:
La ciudad moderna es la ciudad del bus ur-
bano. Anuncio que publicita la llegada de
las rutas y sistemas de buses trolley a Bogo-
tá.Fuente: EL Espectador, Diciembre 30 de
1948. Pág. 5.
Derecha:
esfile de buses compa ías privadas. uente:
El Espectador, Abril 5 de 1949. Primera página.
Abajo izquierda:
Nota que reseña la compra de nuevos auto-
motores para el servicio público municipal de
transportes. Fuente: EL Espectador, septiem-
bre 21 de 1948. Primera página
Abajo derecha:
“Buses que automáticamente descongestio-
narán el tránsito en Bogotá”. Fuente: EL Es-
pectador, Junio 17 de 1947. Primera página.
Los desfiles de las flotas adquiridas, cada vez con más frecuencia por
parte del empresariado, se presentaban en la ciudad en pomposos
desfiles que al tiempo eran reseñados en la prensa de la época, con
inocultable entusiasmo:
que este produce o escenifica, velocidad, circulación constante, mo- Mirando hacia fuera por la ven-
vimiento autónomo y libertad, lo que en el fondo es lo que reafirma la tanilla de su “Nemesia” nuestro
superioridad de Alfredo sobre el reconocimiento que hace Gaspar. hombre se siente tranquilo a pe-
sar de todas las dificultades del
Escenas como la que ocurre en el Día del Odio donde Tránsito tiene viaje. l fin de cuentas como
como principal objetivo llegar al tren, y no lo logra justamente por su no tiene que moverse, lo demás
incapacidad para circular por la ciudad, o el hecho de que en su deriva nada importa. A las gentes que
esquive las grandes avenidas para deambular por parajes sórdidos, van a pie y que pronto se mez-
oscuros y periféricos, ejemplifica los aspectos que determinan la ciu- clará a ellas, las mira ahora si,
dad como vicio. En el lado opuesto está el espacio de la gran velocidad, con aire de superioridad como si
el mismo que le permite a Alfredo en Viernes 9 borrar los límites tradi- nunca tuviera que abandonar el
cionales de la ciudad y convertir la misma en una extensión infinita, vehículo.
un espacio en el que virtualmente pueda llegar a cualquier lado.
Fuente: Cromos, Diciembre 4 de 1943.
Pág. 8
La coexistencia de este par de personajes asociadas con una forma
de transportarse, son recogidas en un artículo escrito en 1943, allí
se reconocían las distintas formas de hacer recorridos en la urbe y
la manera como estas formas diferenciadas se daban cita cotidia-
namente en las calles; el articulista reconoce una premisa que de-
fine que “lo que siente el hombre que va por la calle, en cualquier
clase de vehículo, es una vasta sensación de superioridad sobre los
demás, que se traduce en un tonillo de suficiencia”66. Más adelante
comienza mencionando, en primer lugar, el criterio del peatón:
Una ciudad centenaria debió ceder para dar paso a la Avenida Déci-
ma, la vieja costumbre de caminar y pasear se antojo anacrónica por-
que obstaculizaba el paso de los buses y los autos, aquel momento
en que el tranvía pasaba lento en medio de contertulios en la carrera
Séptima, se reconocía como una lesión a los ideales de progreso y el
mismo conversar en la calle se convirtió en un vicio.
Habitar
Todas estas formas han desaparecido de la calle y de las plazas para replegarse
al interior de los edificios, cediendo a la general tendencia de nuestro tiempo, es
decir a la agorafobia.
[Camilo Sitte]
Contenido
I. Introducción
II. La ‘pobreza se pega’ o
el espacio doméstico
especializado
III. De un trozo de ciudad
a un trozo de vivienda.
IV. Los resquemores
del habitar
I. Introducción
Como ocurriera en otras ciudades del mundo, que crecían por efec-
tos de la industrialización acelerada, porque se convertían en polos 1 Germán Mejía P. y Marcela Cuéllar, Atlas histórico
de Bogotá. Cartografía 1791-2007, Bogotá, Plane-
de prestación de servicios o consolidaban su papel como centros de ta, 2007, p. 108.
182 Habitar
durante este período, y a partir de ahí, durante el resto del siglo XX. El
crecimiento como parte de la urbanización de terrenos de vivienda para
la clase media y la clase acomodada que paulatinamente conquistaba
el norte de la ciudad, era absolutamente modesto si se compara con el
enorme desarrollo habitacional para los habitantes más pobres en el
otro extremo de la ciudad. En uno y en otro caso, el enriquecimiento de
unos pocos personajes, favorecidos como producto de la explotación
de los beneficios que brindaba la urbanización de tierras en o cerca de
la ciudad, era tan evidente como significativo.
9,7
5,6 7,8
4,6 5,0
3,7 3,6 4,2
3,3 5,4
3,9 4,4 3,9
3,4 3,4 3,4
1940
1941
1942
1943
1944
1945
1946
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1959
1949
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1951
1952
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1955
1956
1957
1958
1959
Fuente: Cromos, Abril 5 de 1947, Pág. 2 La falta de vivienda fue una preocupación constante pues afecta-
ba de manera contundente a los más pobres de la ciudad.
Fuente: Cromos, Julio 10 de 1943, Pág. 2
6 000
5 000
4 000
3 000
2 000
1 000
0
1948 1949 1950 1951 1951 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959
Año
En los documentos citados por Peter Hall sobre la situación de las cla-
ses trabajadoras en la Inglaterra Victoriana, especialmente el artícu-
lo de Andrew Means, The Bitter Cry of Outcast London (El amargo grito de
los desheredados de Londres), se percibe ya, el argumento según el cual,
uno de los principales problemas tanto de higiene y de moral se en-
contraban en el hacinamiento al que están abocados grandes grupos
de población trabajadora y pobre:
habitar son precisamente los límites los que determinan una vivienda 12 Citado en: Luis Carlos Colón, El saneamiento del
paseo Bolívar y la vivienda obrera en Bogotá…,
como virtuosa, es la existencia de la separación y la especialización Pág. 122
190 Habitar
the transition between the exterior and the interior of houses 15 Roderick Lawrence, An anthropological analysis
can be simultaneously interpreted as a liaison and separation of home interiors, En: Consultado en internet
(Junio de 2011) www.raco.cat/index.php/Temes/
between public and private, exterior and interior, polluted and article/download/29368/42047 La transición entre
el interior y exterior de la casas se puede interpre-
non-polluted —in the anthropological sense of those terms as tar simultáneamente como unión y separación
entre lo público y lo privado, lo exterior y lo inte-
discussed by Leach. This categorical differenciation of external rior, lo contaminado y lo no-contaminado; en el
and internal spaces can be extended to include the liaison and sentido antropológico de estos términos analiza-
dos por Leach. Esta diferenciación categórica de
separation between spaces inside the dwelling, such a zones espacios internos y externos puede ser extendida
para incluir la unión y la separación entre espa-
for kinds of domestic activities according to the following bi- cios dentro de la vivienda, como zonas para niño
o para diferentes tipos de actividades domésticas,
nary codes: de acuerdo con los siguientes códigos binarios:
inside : outside -- female : male -- private : public -- non-pollu- dentro – fuera; femenino – masculino; privado
-- público; no contaminado – contaminado (tra-
ted : polluted15 ducción propia)
194 Habitar
La posibilidad de contar con una vivienda Esta adaptación del canon ocurre en el marco de una transformación
‘cómoda’ y ‘funcional’ para los más pobres es estructural e histórica de la sociedad, así lo hace ver Norbert Elias
motivo de satisfacción. cuando ejemplifica este argumento con la manera como se ha tras-
Fuente: El Siglo, Marzo 26 de 1953. Pág. 11 formado el modo en que se llega al estándar de dormir solo:
Sin que se supiera por qué había escogido ese lugar, llegó una
tarde, atraída por el aviso colocado en una ventana que daba
a la calle y que decía: ‘Se arrienda una pieza’. Parecía buscar un
precio módico y por eso seguramente prefirió ese barrio po-
bre, urgida de encontrar vivienda. Acababa de llegar a la ciu-
dad. Sin embargo, se sabía que estaría por poco tiempo”. (Los
de en medio, Pág. 51).
196 Habitar
La última advertencia que hace esta autora resulta del todo pertinen-
te.En efecto, no era tan fácil para la totalidad de los habitantes de
la ciudad gozar de los beneficios que ella ofrecía a los grupos más
23 Silvia Arango, Evolución del espacio urbano en adinerados. La idea de que la exclusividad es parte fundamental en
Bogotá en el siglo XX (Tesis doctoral, Universidad
de París VII, abril de 1979), Pág. 133. la construcción de identidad de clase, ésta pasaba por la necesidad
Habitar 201
tan determinante. Cada momento era ritualizado y se convertía en la Fuente: Contraloría General de la República.
oportunidad de escenificar frente a otros la valía y la legitimidad de Las condiciones económico sociales de la Cla-
se Media en Bogotá. Bogotá, Ediciones con-
su propia situación. Sobre este aspecto menciona López que: traloría, 1946.
Así por ejemplo, es interesante la manera como en el párrafo de La ciu- 34 Luz Mariela Gómez. Tres ideas de lo moderno en
la concepción del hogar… Pág. 85
dad y el viento, que acaba de ser citado (ver La ciudad y el viento Pág. 142, los 35 Se menciona en el estudio sobre la clase media
en Bogotá que hemos venido utilizando que
artefactos que se mencionan más que lujosos ofrecen comodidades a ‘Clothing expenses were also important in sha-
la habitabilidad por la función que prestan. De hecho el lujo poco im- ping empleado identities. This ítem in the family
budget demostrated a major difference vis-avis,
porta, pues la televisión esta para el entretenimiento, la lámpara para both the working and upper class. Obreros, in
general, did not spend beyond the strictly nec-
iluminar el lugar y los vestidos para mantener el estatus35, y así ocurría cesary to dress themselves. In direct contrast,
empleados on average spent 11.1 percent of their
con gran parte de los escenarios de la vivienda, como se reseñó en la incomes in clothing. Such differences expressed
revista Proa donde se aseguraba que “el equipamiento de la cocina y the cultural and social assumptions about the
role of clothing and the proper way to dress” Abel
la mecanización de las tareas domésticas simplificaron considerable- Ricardo López, “We have everything and we have
nothing’. Abel Ricardo López, Empleados and
mente la vida material, pero costaba caro. Hoy se prefiere la heladera Middle-Class Identities in Bogotá, Colombia:
eléctrica a un espejo con marco sobre una chimenea de salón”. 36 1930-1955... Pág. 94 (El gasto en vestuario era
también importante en la formación de la identi-
dad del empleado. Este aspecto en el presupues-
to familiar demostraba una gran diferencia si se
No sólo fue la consolidación de un determinado estilo lo que de- compara tanto con la clase trabajadora como con
las clases más altas. Los obreros, generalmente
terminó la forma de habitar la vivienda, el hecho fue que tras ese no gastaban más allá de lo estrictamente necesa-
rio para su propio vestido. En claro contraste, los
estilo existieron una serie de valores que sustentaron el cambio. empleados en promedio gastaban el 11.1 por cien-
Más que remarcar en qué términos se dio ese cambio, lo que resulta to de sus ingresos en vestido. Tales diferencias
expresaban los supuestos culturales y sociales
importante a la luz de las obras literarias, es indicar la forma que acerca del rol del vestido y la manera apropiada
de vestir. Traducción propia)
debió tomar ese habitar; a través de lo que se condena o lo que se 36 Citado en: Luz Mariela Gómez. Tres ideas de lo
enaltece se evidenció el perfil de aquello que un grupo social traza moderno en la concepción del hogar… Pág. 91
210 Habitar
Fuente: El Tiempo, Diciembre 18 de 1944, Pág. 15 Fuente: El Espectador, Octubre 30 de 1946, Pág. 8
Zona Bancaria
216 Habitar
Departamentos de cuatro (4) alcobas Torre de oficinas Departamentos de dos (2) alcobas
Zona social Área privada del piso típico 525 m2 Zona social
Alcobas 9 oficinas por piso Alcobas
Servicios Sanitarios Servicios
Torre de ascensores
encuentra sentada una mujer, con suéter ajustado, falda corta, pelo
corto, con una mano sobre el pecho y otra sobre la barbilla, en gene-
ral la vestimenta de la mujer demuestra un toque moderno. La cabe-
za inclinada de la mujer apunta hacia el exterior del edificio, el cuerpo
y los gestos esbozados la muestran en lo que pareciera una actitud
reflexiva, aunque en todo caso una actitud de tranquilidad. Al fondo,
como un escenario inmóvil se ve la esquina de la calle 28 con Carrera
7ª y más allá la silueta del panóptico.
En 1950 se publicó una carta de una mujer que buscaba con su familia
una casa en la ciudad, estaba dirigida a una amiga y en ella le mani-
festaba el tipo de viviendas que había encontrado:
En todo caso un aspecto irrefutable de ese tipo de ciudad más allá del
bien y del mal, es que los habitantes de estas viviendas se mueven en
diferentes terrenos; es la ciudad de los empleados de cierta categoría
que en algún modo son los que tejen la relaciones entre los diferen-
tes grupos de la ciudad. Se relacionan con los pobres por necesidad, y
con los ricos por aspiración, un juego pendular que ha perdurado en
la ciudad por más de medio siglo.
Capítulo 5
Recrearse y trabajar
El mar enorme y extenso, incesante, golpea en todas las puertas. Los domingos
de tres a cinco de la tarde, suelen darse películas para jovencitos y jovencitas.
Doscientos, cuatrocientos, cinco mil y tantos nuevos hombres, nuevas mujeres,
entran a las salas, se miran, se ven, comen chocolatinas, mascan chicle, ríen, y
si la película resulta romántica, lloran por dentro, pero patalean y lanzan chistes. Contenido
Son jóvenes, más cultos, mas enterados, mas estudiosos, mas higienizados que I. Introducción
sus padres, que sus abuelos. La vida les abre las puertas. II. Un lugar en el trabajo,
[Clemente Airó] un lugar en la ciudad
III. Del Club al parque
y del parque al potrero
IV. Entre la obligación
y la diversión
I. Introducción
El sábado resultaba tan “seductor” entre otras cosas porque, era un día
sui generis, se trabajaba pero se descansaba al mismo tiempo, era una
especie de experiencia liminal, es decir, de convergencia de dos mo-
mentos que tradicionalmente habían sido considerados excluyentes.
94,9 94,8 94
93,8
92,2 92,4 91,4
1 “¿Qué hace usted el domingo en Bogotá? No nos 90 90 89,5
89 89,2
divertimos”. Revista Cromos Agosto 21 de 1943.
87,3 87
Pág. 2
85
2 Los datos de la gráfica han sido construidos con 84,2
información extraída del Anuario Estadístico Mu-
nicipal, los cálculos son del autor. Es importante
anotar que se miden solo las actividades que se
han mencionado; hace falta información de asis-
1941
1942
1943
1944
1945
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
Pero tal vez más popular que el cine, aunque sin estadísticas claras
para hacer una aseveración más contundente, eran los cafés de la
ciudad; aquellos espacios en los que era común encontrar tanto po-
líticos como estudiantes, trabajadores como oficinistas. De hecho
el análisis presentado más adelante mostrará que el gusto por estas
dos actividades, signó de manera importante el perfil de la ciudad.
Según este autor una suerte similar corrió el tema industrial en los
años cincuenta, al menos en los postulados de los planeadores del
Movimiento Moderno, pues a pesar que identifican dispersión y falta
de organización en la localización de este sector “este diagnóstico no
parece haber contado con la suficiente imaginación para plantear las
posibilidades futuras de organización de la industria bogotana con
base en la comprensión de sus características particulares”5, si bien la
crítica de este autor está más orientada hacia el hecho de que se obvió
el sector industrial para considerar la región dentro de la distribución
espacial de las distintas actividades de la ciudad (“el factor productivo
industrial estuvo prácticamente ausente como factor de influencia re-
gional)”6, debe resaltarse esta suerte de queja sobre la manera como la
industria ocupa un papel secundario en las consideraciones del análisis
de los urbanistas extranjeros contratados por la ciudad.
Desde este punto de vista es importante resaltar la manera como las 4 Luis Fernando Acebedo, Las industrias en el pro-
ceso de expansión de Bogotá hacía el occidente…
actividades comerciales determinan un cierto tipo de configuración Pág. 75
espacial, pero al mismo tiempo la forma como la literatura misma se 5 Luis Fernando Acebedo, Las industrias en el pro-
ceso de expansión de Bogotá hacía el occidente…
va convirtiendo en una caja de resonancia en la cual los aspectos pro- Pág. 94
pios del desarrollo urbano tienen un lugar (o no) en estos relatos. En 6 Luis Fernando Acebedo, Las industrias en el pro-
ceso de expansión de Bogotá hacía el occidente…
la realización de esta investigación uno de los aspectos que más sor- Pág. 95
prende, es la falta de una presencia más activa y vigorosa de indus- 7 Ver: Richard Lehan, Urban sings and urban litera-
tura: literary form and historical process: En: New
tria. Juan Carlos del Castillo8 enuncia una hipótesis en la que citando Literary History, Vol. 18, No. 1 Pág.
8 Ver Juan Carlos del Castillo Daza, Bogotá el trán-
a Marco Palacios, mencionaba que el despegue del proceso moder- sito a la ciudad moderna. Bogotá, Universidad
nizador del país ocurrió gracias a una actividad agraria y no a una ac- Nacional de Colombia – Faculta de Artes
228 Recrearse y trabajar
En la ciudad más allá del bien y del mal el mundo del trabajo tiene unas
características que establecen una condición simbólica de la ciudad
bien particular. En primer lugar, existe un encuentro de los diferentes
estratos en el mismo punto geográfico: al centro van los empresa-
rios, pero también los conductores, van los profesionales y también
los porteros, están los mensajeros y por supuesto las secretarias. Un
grupo demasiado heterogéneo que en su mayor parte se caracteri-
za fundamentalmente por el tipo de consumo que realiza y por las
actividades laborales en las que se ocupa. Uribe Celis plantea que “el
grupo conformado por propietarios de negocios, empleadores, em-
pleados, profesionales liberales, funcionarios públicos ligados a la
burocracia y rentistas conforman los sectores medios de la sociedad;
por añadidura, se presenta como el sector bajo a los peones, obreros,
artesanos y lumpen urbano”9. La reunión de personajes en el centro
de la ciudad es narrada por Airó:
cines, los cafés, los estadios o los hipódromos son en verdad escasos.
De hecho, la presencia de espacios de este tipo en la narración se re-
duce al momento en que el señor B. K. espera a una mujer de la clase
trabajadora a la que ha invitado a salir, pero quien finalmente lo deja
esperando; esta espera es narrada como sigue:
que pagaron $ 1.411.720. La comparación de estas cifras deja un Fuente: Museo de Bogotá. c.a. 1950
música en las tarde y por las noches (…) a Bogotá le hace falta vida
nocturna”27. En otra publicación una articulista se quejaba del mismo
aspecto:
27 “Bogotá, ciudad aburrida”. El Tiempo, Enero 12 de …anduvo dos cuadras más y paró en una calle desierta. (…) En-
1941. Pág. 5
tre la casa y la calle se extendía un terreno desocupado. Ape-
28 “Bogotá, ciudad sin luz”. Revista Cromos, Agosto
16 de 1941. Pág. s.p. nas adivinaba el contorno de las paredes. Estuvo tentado a a
Recrearse y trabajar 247
O este apartado que lejos está de mostrar una vida nocturna apacible
y sosegada:
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Directora:
Tatiana Urrea Uyabán