Entre El Río y La Selva

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Entre el río y la selva: la historia de un mundo perdido entre el reino de

los dioses y el paganismo.

Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-ND

Cuando no existían las divisiones y el primer hombre pisó lo que hoy


coloquialmente se conoce como Putumayo y Cauca, se encontró con un enorme río, muy
común en esa parte del mundo; sus aguas cristalinas y turbulentas se hacían camino desde
las montañas hasta un territorio todavía desconocido, ese hombre y las personas que lo
seguían decidieron formar un pequeño asentamiento de 50 habitantes. Aquellos primeros
habitantes tumbaron árboles, exploraron las bondades del territorio que en ese momento
habían descubierto y empezaron a construir sus casas con hojas de iraca y de usupanga.
Mientras la niebla cubría aquel extremo del planeta las personas corrían apresuradas
recogiendo leña para encender el fuego, los niños jugueteaban alrededor del mismo,
mientras se preparaban para la gran ceremonia de los dioses. Una a una las personas se
acercaban al chaman (líder del grupo) para recibir la preciada medicina que muchos años
antes de crearse el primer hombre bajó del cielo en forma de liana para enseñarle los
secretos más profundos de la naturaleza, aquel conocimiento se fue pasando de generación
en generación. De repente la noche se hizo más densa, cuando de pronto las personas
comenzaron a bailar, a hablar sobre grandes y proféticas visiones que les habían sido
develadas por medio de la medicina. Antes de que el primer rayo de sol llegara a la tierra el
chaman mencionó que faltaba muy poco para que hombres blancos llegaran a esclavizar a
sus varones, violar a sus mujeres y a separar a los niños de sus familias, por eso decidió dar
a su pueblo una solución: llevar a su estirpe a lo más profundo de la selva para vivir de
manera libre antes que esclava, muchos se fueron siguiendo el rastro dejado por su líder,
pero algunos se quedaron para presenciar la transformación total de su mundo, los que se
fueron se convirtieron en gente invisible, los que se quedaron todavía conservan su sangre
en aquel tétrico paraíso. Quien escribe esta pequeña reseña histórica también desciende de
los que se quedaron en este lugar.
Cada mañana los gallos cacarean advirtiendo el regreso del sol, muchas familias
encienden las luces y las velas que fueron puestas a su disposición por el mundo occidental,
se preparan para ir a sus fincas, pequeñas parcelas en las que cultivan comida para su
propia subsistencia, se ponen su ropa de trabajo y se van a cumplir con su estricta jornada,
los niños acompañan a sus padres para aprender a vivir en este mundo, mientras levantan
los machetes para limpiar las parcelas, los padres les cuentan a sus hijos que el mundo
había cambiado muy rápido, claramente el boom de la tecnología en los años 80 y 90 en
todo el planeta generó transformaciones sin precedentes, se dice que antes, los abuelos se
sentaban alrededor de las tulpas en sus tambus cada mañana a darle consejo a sus niños y
nietos para que aprendieran a vivir en equilibrio consigo mismos, con los vecinos y la
naturaleza, además, de haber un líder espiritual que aún conservaba el secreto de la planta
sagrada que había sido transmitida por los primeros hombres. Ahora todo parece un mito,
aunque, todavía persista el conocimiento de la planta como herencia en algunas familias.
Hace muchos años antes nació en este mundo un pequeño niño llamado Antonino,
hijo de Aniceto y clementina Chindoy, descendientes de los primeros habitantes de ese
territorio, lo que no sabían era que a su hijo le había sido obsequiado un don muy especial,
la facultad y la voluntad de llegar a conocer los secretos de la planta sagrada que aún
subsiste como herencia de los primeros hombres, la siguiente historia hablará sobre su
recorrido en el aprendizaje de la medicina, su encuentro con sus grandes maestros y
consigo mismo.
Era una noche lluviosa, cuando me desperté estaba en casa del taita………., , el
techo de iraca asemejaba a una gran montaña llena de especies vegetales nativas de la
Amazonía, mis padres me llevaron por algunos problemas de salud causados por el
malaire1, él me curó y en algún momento le dijo a mi padre en secreto que tenía el don de
llegar a conocer la planta sagrada de mis ancestros, de eso me vine a enterar años más tarde
cuando había transitado de la adolescencia a la adultez. Hace ya más de 6 años que los
médicos tradicionales que manejan la medicina y conocen del tema me autorizaron a usar
mis habilidades, para servir a las personas que requieren de mi ayuda, soy médico, porque
sano las heridas del alma, conozco una gran variedad de plantas nativas de la región que
tienen propiedades que sanan distintas dolencias que afectan el equilibrio natural del ser
humano.
Hace mucho tiempo que de dejé de ser un niño, ahora soy un adulto y recuerdo
muchos acontecimientos que han cambiado el curso de vida de nuestra comunidad, aún en
mis pensamientos eclosionan las remembranzas alrededor de lo que era mi comunidad antes
y después de que llegaran los padres franciscanos, quienes, de cierto modo, cambiaron las
formas de pensar y de ser de los integrantes del pueblo. Luego, recuerdo cuando el
conflicto armado desapareció muchos familiares que solo buscaban sobrevivir en este,
nuestro hogar, la iglesia y la plaza se tiñeron de sangre, mientras una bandada de gallinazos
sobrevolaban en los cielos informando que ya nada era como antes, algo había sucedido, el
terror y el miedo hicieron que las personas dejaran de confiar en foráneos, ya nadie salía a
caminar o a jugar en la plaza, las puertas de las viviendas siempre permanecían cerradas,
advirtiendo que los extraños no eran bienvenidos. Fue así como, los descendientes de los
1
Enfermedad causada por el contacto con ambientes pesados en los que transitan o descansan malos
espíritus, los principales síntomas son: vomito, diarrea y mal estar general. (descripción tomada de la
conversación con el médico tradicional).
que se quedaron aún sufrían las consecuencias de no haber seguido al primero hombre que
pisó esta tierra.

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