Repensar Las Clases Sociales en Bolivia Juan Pablo Neri: Inglaterra" 1845

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Repensar las clases sociales en Bolivia

Juan Pablo Neri

Quisiera comenzar realizando una afirmació n provocadora. Y, es que


estamos viviendo en tiempos muy difíciles, o en una de las coyunturas
histó ricas má s abyectas del capitalismo. En efecto, en el presente las
condiciones de vida y subsistencia de la mayoría es tanto o má s abyecta que,
por ejemplo, durante el capitalismo industrial del siglo XIX, descrito de
manera magistral por Engels en “La condición de la clase obrera en
Inglaterra” 1845.

Engels ya preveía el continuo declive de las condiciones de vida, hacia un


estado aná rquico de supervivencia y despojo. De la misma manera, en este
trabajo Engels preveía la tendencia hacia una creciente competencia al
interior de las clases trabajadoras o subalternas, es decir, entre los
oprimidos, que a su vez es aprovechada por los grupos dominantes. El
capitalismo, notaba Engels, es un sistema que produce poblaciones cuya
experiencia de vida es extremadamente violenta. O en palabras de Engels.

El capitalismo lanza al nuevo proletariado, a menudo compuesto por


inmigrantes de origen preindustrial, a un infierno social en el que se les
machaca, se les paga mal o se les hace pasar hambre, se les deja pudrirse en
tugurios abandonados, despreciados y coaccionados, no só lo por la fuerza
impersonal de la competencia, sino por la burguesía como clase, que los
considera objetos y no hombres, mano de obra o manos y no seres humanos

La tragedia del presente es que, es evidente que no ha habido una mejora, en


el sentido de cierto optimismo del liberalismo actual. Prueba de ello es el
continuo crecimiento de la precariedad, el pauperismo y la incertidumbre en
la vida de la mayoría de las personas en el mundo. Y, de manera paralela, la
cada vez má s grotesca concentració n de riqueza por parte de las clases
capitalistas, cuyos activos son tan extensos, que ni siquiera pueden tener un
correlato material y tan solo existen en la abstracció n financiera.

1
En este sentido, uno de los trabajos definitorios del siglo XXI, es Planet of
Slums, Planeta favela o Planeta de Tugurios, del geó grafo marxista Mike
Davis, recientemente fallecido. En este libro, el autor nota có mo a partir de
las políticas violentas de ajuste estructural, que dieron lugar al giro global
hacia el neoliberalismo, tuvieron lugar dos grandes fenó menos a nivel
global:

1- La expulsió n de poblaciones rurales del campo y, en consecuencia, la


masificació n de la migració n campo-ciudad.
2- La “liberació n” masiva de trabajadores industriales vueltos
redundantes, en determinadas regiones del mundo y, por lo tanto, la
ampliació n hipernumérica de las poblaciones excedentarias o
sobrantes. (Sobre estos temas retomaré má s adelante, para hablar del
caso boliviano)

Ambos fenó menos dieron lugar a una proliferació n global de los cinturones
de miseria, de los tugurios. A tal punto que, aunque desde nuestra posició n y
experiencia social resulte difícil comprender, la mayor parte de la població n
en el mundo habita en tugurios, favelas o villas miseria. En estos espacios,
las condiciones de vida son profundamente abyectas y violentas. En
consecuencia, es también ló gico pensar que el visible decaimiento de los
está ndares culturales de las poblaciones es una consecuencia de continuum
de violencia (estructural, simbó lica, normalizada y directa).

Esta breve introducció n puede resultar demasiado grandilocuente, pero es


que no solo estamos viviendo en tiempos difíciles, sino también sumamente
peligrosos.1 Por lo tanto, y esto es lo que me interesa argumentar en esta
charla, en el presente la reflexió n y discusió n sobre las clases sociales

1
Incidentalmente, estos apuntes también son interesantes para entender la política rusa y el
conflicto actual con Ucrania. No se puede entender el auge del nacionalismo ultraconservador
ruso, sin el fracaso rotundo de las políticas de ajuste estructural llevadas a cabo durante el
periodo de Boris Yeltsin. El colapso de las condiciones de vida de la población, de las políticas
de bienestar y el auge de una incertidumbre extendida a la mayoría de la población son
factores clave para comprender la crisis del consenso liberal democrático y la proliferación de
ideas ultra-reaccionarias, no solo en Rusia, sino también en el resto del mundo.

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continú a siendo un tema central. Y, esto no lo digo simplemente yo, sino que,
en la mayoría de las facultades de ciencias sociales a nivel global, es una
discusió n que está recuperando su notoriedad. (sobre este tema también
voy a volver má s adelante).

Ahora bien, desde luego que no es mi intenció n darles una charla al estilo
marxista ortodoxo setentero, sobre la contradicció n estructural bá sica entre
burguesía y proletariado. El hecho que la cuestió n de las clases sociales esté
recuperando su notoriedad, no implica que pueda llevarse a cabo en los
mismos términos. De hecho, por los mismos factores que he señ alado (auge
de la precariedad, de la informalidad y de la incertidumbre; expansió n de los
tugurios; y cada vez má s visibles contradicciones culturales; entre otros),
ahora la cuestió n de las clases sociales se ha vuelto mucho má s compleja.

Enfoques sobre las clases sociales. En este sentido, antes de continuar con
la discusió n má s aterrizada, permítanme hablar brevemente sobre ¿Có mo
entender las clases sociales en el capitalismo contemporá neo? En particular,
lo que a mi má s me interesa en có mo pensar o entender a las clases
subalternas. Y, quiero notar que utilizo deliberadamente la noció n
gramsciana de clases subalternas, en lugar de clases trabajadoras, obreros o
el proletariado, precisamente apelando al hecho de que hoy la situació n es
má s compleja. Ya no se puede hablar de una sola clase trabajadora, sino que
los grupos subalternos está n cada vez má s disgregados y las posiciones que
ocupan son cada vez má s indeterminadas.

Por lo tanto, hoy es necesario repensar o incluso reteorizar la manera de


abordar este tema socioló gica y antropoló gicamente. A modo de provocarlos
un poco quisiera leer un pasaje de El camino a Wigan Pier, de George Orwell
1937, que es un libro que reú ne ensayos y apuntes socioló gicos del autor,
durante indagaciones etnográ ficas que el mismo realizó en Inglaterra. En
este pasaje el autor reflexiona sobre los marginados sociales y su diferencia
con la clase trabajadora tradicional. Si bien el autor se refiere a los

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“vagabundos”, en la lectura del pasaje voy a referirme intencionalmente a
los “marginados”, para sugerir la actualidad de estos apuntes:

Pero, ¿por qué es tan fá cil estar en igualdad de condiciones con los
marginados sociales? La gente me ha dicho a menudo: "Seguro que cuando
está s con los vagabundos no te aceptan realmente como uno de ellos.
Seguramente notan que eres diferente, notan la diferencia de acento", etc.,
etc. En realidad, una buena parte de los marginados, má s de una cuarta
parte diría, no notan nada de eso. Para empezar, mucha gente no tiene oído
para el acento y te juzga completamente por tu ropa. (…) Un marginado está
acostumbrado a escuchar todo tipo de acentos entre sus compañ eros,
algunos de ellos tan extrañ os para él que apenas puede entenderlos, y un
hombre de, por ejemplo, Cardiff o Durham o Dublín no sabe necesariamente
cuá l de los acentos del sur de Inglaterra es un acento "educado". En
cualquier caso, los hombres con acentos "educados", aunque raros entre los
vagabundos, no son desconocidos. Pero incluso cuando los marginados son
conscientes de que uno es de origen diferente a ellos, eso no altera
necesariamente su actitud.

Pero cuando se trata de la clase trabajadora normal, la situació n es


totalmente diferente. Para empezar, no hay ningú n atajo para entrar en su
seno. Puedes convertirte en un marginado simplemente poniéndote la ropa
adecuada y yendo al pabelló n informal má s cercano, pero no puedes
convertirte en un marinero o en un minero del carbó n (…). A través de la
política socialista puedes entrar en contacto con la clase obrera inteligente,
pero no son má s típicos que los vagabundos o los ladrones. Por lo demá s,
só lo puedes mezclarte con la clase obrera alojá ndote en sus casas como
inquilino, lo que siempre tiene un peligroso parecido con el "arrabal".
Durante algunos meses viví enteramente en casas de mineros del carbó n.
Comía con la familia, lavaba en el fregadero de la cocina, compartía
habitaciones con los mineros, bebía cerveza con ellos, jugaba a los dardos
con ellos, hablaba con ellos por horas. Pero, aunque estaba entre ellos, y
espero y confío en que no me encontrará n una molestia, no era uno de ellos,
y ellos lo sabían incluso mejor que yo.

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Este pasaje, escrito en 1937, es de suma actualidad porque, a diferencia de lo
que pasaba en esa época, la condició n de marginalidad hoy en día ha
superado cuantitativamente a la de la “clase trabajadora normal”, como se
refiere Orwell. Pero, ademá s, ofrece elementos variados para pensar la
posició n de clase que una persona o un grupo de personas ocupan. Por
ejemplo, el hecho que, a pesar de tener un bagaje relativamente privilegiado,
uno puede acabar en una situació n de marginalidad. Y, esta es una realidad
cada vez má s extendida en el presente.

Para entender mejor esta afirmació n, voy a permitirme realizar algunos


apuntes má s teó ricos y espero no aburrirlo o perder su atenció n. El
soció logo norteamericano Erik Olin Wright dedicó gran parte de su carrera
profesional a repensar teó ricamente la discusió n sobre las clases sociales. Y,
distinguió tres enfoques predominantes en la disciplina socioló gica, a partir
de los cuales se ha estudiado y se estudia aú n este tema.

1. El primer enfoque, señ alaba Wright, es el má s bá sico y extendido, y se


basa en los atributos personales (con los que uno nace y los que va
adquiriendo en la vida). Por ejemplo, formas de comportarse o
interactuar, tendencia política; pero también condiciones materiales:
lugar de residencian, formas de consumo, que denotan una posició n
clara de clase.

Estos atributos se traducen en recursos econó micos, sociales y culturales,


que pueden ser claramente identificados, a partir de la simple observació n.
Y, aunque muchas veces pueden ser performá ticos, para una parte de la
sociología, son indicadores empíricos ineludibles. Este enfoque fue
popularizado notablemente por Pierre Bourdieu (educació n y reproducció n
social de las desigualdades).

2. El segundo enfoque tiene que ver con las formas de acaparamiento de


oportunidades. Este enfoque se centra sobre todo en relaciones y
estrategias sociales cuyo propó sito y resultado es la exclusió n de

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grandes grupos poblacionales de acceder a determinadas
oportunidades.

Por ejemplo, el desarrollo de leyes, normas, mecanismos encubiertos de


acaparamiento y exclusió n: ciudadanía, credencializació n o afiliació n a
determinados cuerpos colegiados. Estos mecanismos y medios de exclusió n
son bastante relevantes en el presente, para comprender la situació n de las
clases subalternas en distintas partes del mundo (tanto locales, como
migrantes). El aporte de este enfoque, sobre todo popularizado por Max
Weber, es que existe una relació n causal entre las ventajas econó micas y los
privilegios de determinados grupos sociales, con las desventajas de otros.

 Y, para terminar de aclarar, se centra en el aná lisis de posiciones de clase


a partir de relaciones, asociaciones y estrategias sociales.
3. Por ú ltimo, el tercer enfoque tiene que ver con las posiciones que
ocupan las personas en las relaciones de producció n e intercambio. Es
decir, el aná lisis de las clases sociales como el resultado de procesos
de explotació n y dominació n. No hace falta decir que este enfoque ha
sido predominantemente desarrollado por la tradició n marxista. Sin
embargo, como señ ala Wright, también ha sido trabajado por
soció logos de influencia má s weberiana.

Ahora bien, coincido con Wright en señ alar que, a pesar del retorno con
fuerza de la discusió n sobre clases sociales en el mundo académico, los
temas de explotació n y dominació n todavía son evitados por muchos. De
hecho, la economía política, es considerada por algunos como un enfoque
“trasnochado”, “ya no relevante”, etc. Sin embargo, parafraseando a Wright,
este abordaje identifica y analiza aspectos claves y fundamentales de las
clases sociales, que los otros omiten, precisamente por lo que le vengo
señ alando.

Ambos conceptos, explotació n y dominació n, se refieren a las formas o


diná micas sociales mediante las cuales un grupo o clase dominante, controla

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la vida y los medios de vida de las clases subalternas. El primer concepto,
explotació n, se refiere a la contradicció n material estructural: las formas
concretas de producció n y reproducció n de la desigualdad econó mica. Y, el
segundo, dominació n, se refiere a las formas políticas y culturales (o
ideoló gicas) de justificació n, legitimació n y reproducció n de la desigualdad
social.

No corresponde por ahora explicar con mayor profundidad ambos


conceptos, pero sí, con miras a postular su vigencia y utilidad, me parece
importante señ alar que este sigue siendo el abordaje má s consistente sobre
las clases sociales. Lo cual no quiere decir que los otros dos no sean ú tiles, ni
importantes. Al contrario, coincido con Wright sobre que, para lograr un
aná lisis de las clases sociales mucho má s rico, es necesario poder combinar
estos enfoques. Desde luego, sin caer en el error del eclecticismo, sino
estableciendo claramente los aportes y las carencias de cada uno

- Personalmente, considera que los primeros dos enfoques, el de


atributos personales y el de acaparamiento de oportunidades, ofrecen
elementos sobre todo orientativos, que tan solo pueden alcanzar una
profundidad analítica cuando son sometidos al escrutinio del tercero.

Para un poco situar estos apuntes, en los ú ltimos añ os se han realizado


algunos trabajos en Bolivia, que proponen estudiar las clases sociales
contemporá neas. Y, me refiero a investigaciones, es decir, trabajos con un
cierto grado de indagació n empírica. Esta distinció n me parece importante,
considerando que en Bolivia se le da, a veces, má s importancia al género
ensayístico. (pero bueno esa también esa otra discusió n).

1.- Por ejemplo, en 2019 Fernando Molina publicó con el CIS un estudio
sobre las estrategias de los grandes conglomerados empresariales privados,
de ampliar sus activos y su capital, y para conservar una cierta
homogeneidad socioló gica. Esta investigació n en enmarca en el abordaje
weberiano de estrategias y mecanismos de acaparamiento de

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oportunidades. Aunque también, como la mayoría de los trabajos
socioló gicos realizados en Bolivia, se basa en el abordaje de atributos
personales.

De hecho, el autor deja bastante en claro su posició n de eludir el enfoque


marxista, en mi parecer, por razones má s personales que epistemoló gicas.
Molina diferencia “grupos de estatus” de “clases sociales” y, por otra parte,
se centra en la cuestió n del privilegio, que relació n con los “capitales” de
Bourdieu. Si bien los elementos que ofrece son interesantes y, una vez má s
orientativos, para comprender las diná micas de acaparamiento de
oportunidades, no permiten confrontar la relació n entre las posiciones de
clase que el señ ala, con las condiciones materiales o características de la
economía boliviana que hacen posibles tales diná micas, má s allá de, por
ejemplo, los datos macroeconó micos má s visibles. Por lo tanto, su estudio se
queda en la discusió n cultural (como sucede también, con sus ensayos sobre
racismo, por ejemplo).

2.- Otro trabajo reciente, también publicado por el CIS el añ o 2020, es el de


Carlos Macusaya sobre los albañ iles. En este caso, el aná lisis se basa
principalmente en los atributos personales: por ejemplo, la forma de vestir y
las características fenotípicas de los trabajadores. Esto responde,
claramente, a que la motivació n de Macusaya, no solo en este estudio, sino
en el resto de su obra, es señ alar la “racializació n”, como en elemento
ordenador de las relaciones sociales y, por lo tanto, de la estructura de clases
en Bolivia.

En este sentido, Macusaya incurre en el exceso culturalista y subjetivista de


enfatizar en las percepciones de los trabajadores sobre su propia
subjetividad y posició n social. En este sentido, los pasajes en los que
“analiza” la estructura y organizació n del trabajo de albañ ilería, se queda en
la simple descripció n empírica. No obstante, y por la misma razó n, este

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trabajo ofrece varios insumos etnográ ficos para comprender las diná micas
de explotació n y dominació n, aunque esta no es la intenció n del autor.

3.- Finalmente, mencionaría el trabajo sobre los Nietos del proletariado, de


Eduardo Paz y Sergio Ramírez (2020). Este trabajo, que traza las
trayectorias de familiares descendientes de los trabajadores ferroviarios y
textileros de La Paz, para comprender procesos de movilidad social, también
se enmarca en los abordajes de atributos personales y acaparamiento de
oportunidades. En este sentido, los autores notan que en Bolivia existen
trayectorias variadas de movilidad social, que contradicen la noció n
socioló gica bastante extendida de reproducció n social (Bourdieu).

La constatació n que realizan los autores se debe, en sus propios términos, al


cará cter excepcional en Bolivia, del trabajo obrero tradicional. Por lo tanto,
los hijos y nietos de estos trabajadores se vieron forzados a buscar sus
medios de subsistencia en otros sectores, sobre todo informales y
precarizados. Ahora bien, el hecho que no exista una reproducció n clara de
posiciones de clase, como sucede en el caso del estudio de Fernando Molina,
por ejemplo, no quiere decir que no se reproduzca la desigualdad. Sino que
ésta se traduce en una amplia gama de posiciones inestables.

Al igual que en el caso de Molina, lo que queda pendiente en este caso es un


aná lisis de las condiciones materiales o de las características de la economía
boliviana, que dan lugar a tales diná micas sociales. Y, dicho sea de paso, se
confirma el hecho que los estudios contemporá neos de las clases sociales
tienden a eludir el tercer enfoque: explotació n y dominació n.

Capitalismo contemporáneo y hegemonía selectiva. Entonces, ¿Có mo se


relacionan todos estos apuntes teó ricos con el pasaje de Orwell que les leí y
el tema del que quiero hablarles hoy? Si, recuerdan, Orwell se refiere, con
gran perspicacia a los atributos personales, pero no como dato socioló gico
absoluto, sino indicativo de que todos, en algú n momento, podemos ingresar
en una situació n de marginalidad. De hecho, el ingreso en la marginalidad es

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mucho má s hacedero que la movilidad social ascendente, por ejemplo. Por
otra parte, como ya lo señ alé, me interesa este pasaje porque la
marginalidad es una condició n que, efectivamente, ha desplazado a la “clase
trabajadora normal”.

¿Có mo explicar esta situació n en el capitalismo contemporá neo? Para


responder a esta pregunta, retomo una afirmació n que hice al inicio de mi
charla: ya no se puede entender el mundo a partir de la dicotomía clá sica
marxista de las clases trabajadoras con la burguesía. En efecto, Molina, al
igual que Paz y Ramírez, tienen razó n al señ alar que las posiciones de clase
son mucho má s variadas e indeterminadas. Sin embargo, lo que sí voy a
intentar hacer es argumentar a favor del aná lisis marxista de la explotació n
y la dominació n.

En primera instancia, me gustaría realizar otro apunte teó rico (lo siento),
sobre el concepto de hegemonía selectiva, desarrollado por el antropó logo
Gavin Smith. En el aná lisis marxista, el concepto de hegemonía se refiere al
proceso mediante el cuá l un grupo social dominante intenta hacer que su
agenda y concepció n del mundo se convierta en la agenda y concepció n de
todos los demá s grupos. Es decir, a la construcció n de consensos. Por lo
tanto, no se trata de un estadio ú ltimo e identificable, sino y siempre de un
proceso.

Por otra parte, tampoco se refiere a un proceso eminentemente o


ú nicamente cultural o discursivo. Sino que se traduce en políticas y acciones
que reconfiguran la realidad social material: es decir, la manera en có mo se
organizan las relaciones de producció n; la redistribució n de la riqueza; el
acceso a oportunidades y, en ú ltima instancia, la construcció n de la
subjetividad y los atributos personales. Es por eso que, hace rato, afirmaba
que los 2 primeros enfoques de aná lisis de las clases sociales tan solo
adquieren una dimensió n má s analítica con son confrontados con el tercero.

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El concepto de hegemonía selectiva se refiere a la manera en có mo, en el
capitalismo contemporá neo, tiene lugar este proceso. Smith diferencia la
hegemonía selectiva, de la hegemonía expansiva, que era la forma de
construcció n de hegemonía durante la segunda mitad del siglo XX: estado de
bienestar, políticas de redistribució n homogéneas para toda la població n y
mayor protagonismo del Estado.

A partir de los añ os 70, ocurre lo que todos ya saben, inspirados en los


trabajos de economistas poco conocidos de Austria de los añ os 40,
Inglaterra, Estados Unidos y Chile inician el proceso de privatizació n de la
economía, repliegue del Estado e interrupció n abrupta de las políticas de
redistribució n y bienestar. El resto es historia reciente y sociología del
presente. Entonces, las políticas de redistribució n y bienestar pasan de estar
enfocadas en toda la població n en su conjunto, a grupos poblacionales
particulares y seleccionados por criterios diversos.

Este proceso da lugar, entre otras cosas, a lo que hoy se denomina como
identity politics. La reconfiguració n neoliberal del proceso hegemó nico, así
como de las relaciones de producció n e intercambio, dio lugar al repliegue
de la clase trabajadora tradicional, y al auge de las clases subalternas
ocupando diversas posiciones. No obstante, la contradicció n de clase, en
términos de explotació n y dominació n se vuelve mucho má s acuciante y
eficaz. Este es, para mí, el gran desafío del presente.

En el caso latinoamericano y boliviano, esto también ocurre, con la


peculiaridad de que las políticas de redistribució n y bienestar dependían y
continú an dependiendo de los fideicomisos de cooperació n internacional. Y
este dato me parece clave, sobre todo para desmentir la idea de que el
gobierno boliviano, simplemente, se pelea con la cooperació n. ¡NO! Lo que
en realidad ocurre, desde 2006, es un intento por el bloque político en el
poder, de controlar o tener má s protagonismo en estas políticas. Sin
embargo, el Estado Plurinacional, substancialmente, no se desmarca de

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la lógica de hegemonía selectiva, característica del neoliberalismo. Ahí,
no hay o no tiene lugar una oposición real.

Ahora ¿Có mo incide todo esto en la cuestió n de las clases sociales? Pues
bien, la crisis del capitalismo fordista, producto de este viraje al
neoliberalismo, se tradujo en la flexibilizació n del trabajo, procesos masivos
de relocalizació n de las operaciones industriales y, como consecuencia de la
presió n global por abrazar el libre-mercado, la profundizació n de la
dependencia en los bienes primarios, de los países que se especializaban en
estos sectores.

Por un lado, en los países del norte, se “libera” a la mano de obra industrial,
dando lugar a una ampliació n hipernumérica de las poblaciones sobrantes.
Tiene lugar un nuevo proceso de acumulació n por despojo, en el que estas
poblaciones desempleadas está n a merced de la terciarizació n de la
economía. Y, en los países del sur global, se profundiza la dependencia; en
algunos casos inician procesos industrializadores basados en la
superexplotació n; la expulsió n de poblaciones rurales y, como señ alé al
inicio, la expansió n masiva de los tugurios.

 En ese contexto estamos.

Para las ciencias sociales, el nuevo desafío es ¿Có mo categorizamos a estas


nuevas clases subalternas, que ya no encajan en la categoría de clase
trabajadora tradicional/obrero/proletario? Han surgido una serie de
propuestas: desde retomar el concepto marxiano de “poblaciones
excedentarias”; hasta nociones como “los marginados” (Orwell), “los sin
salario”, “la subclase”, “los desempleados”, y una que se ha popularizado
bastante en el norte: “el precariado”, propuesta por Guy Standing (2011).

Me gustaría detenerme muy brevemente sobre esta ú ltimo, porque me


parece particularmente problemá tica. Standing combina precario con
proletariado, para caracterizar a los grandes contingentes de personas
precarizadas y señ alar que esta es una nueva clase social, que reemplaza al

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proletariado. Sin embargo, su propuesta se basa ú nicamente en el acceso a
oportunidades, datos estadísticos sobre el desempleo y una noció n
neokeynesiana de có mo podría resolverse la cuestió n de la precariedad.

El problema con este aná lisis de la situació n de las clases subalternas es que,
nuevamente, no problematiza las nuevas diná micas de explotació n y
dominació n capitalista, en su fase histó rica actual. Cuando afirmo que la
contradicció n de clase sigue siendo fundamental, es porque, a pesar de todos
estos cambios, el sistema econó mico en el que habitamos sigue dependiendo
de la explotació n del trabajo humano vivo, para el proceso de valorizació n y
de continua acumulació n de capital. Lo que ha cambiado son los términos
sociales en los que estos procesos tienen lugar.

Para que se entienda lo que estoy argumentando, voy a aterrizar mi


explicació n al estudio que me encuentro realizando actualmente, sobre el
trabajo en plataformas de Delivery. Las denominadas gig-economies son una
manifestació n paradigmá tica de lo que señ alo. En particular porque inducen
a una contradicció n ontoló gica de las clases trabajadoras: la posició n que
ocupan en el proceso de valorizació n, no corresponde con la posició n que
ellos creen que ocupan en este proceso.

- Trabajador es reclutado como empresario individual y no tiene un


vinculo laboral reconocido por la empresa.
- El trabajador asume una noció n contradictoria de libertad y agencia
individual, por el hecho que considera que su posició n de clase es la
de empresario individual.
- Bajo este esquema contractual, es el trabajador y no el empresario, el
que, ademá s de trabajar, asume los costos de capital constante y
variable.
- El proceso de valorizació n, en este caso del servicio ofertado, sigue
consistiendo en la relació n tiempo de trabajo y desgaste físico, por la
cantidad de entregas realizadas.

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- A pesar de que el modelo de negocio es presentado como intercambio
de servicios, de ahí la noció n profundamente ideoló gica de
“economías colaborativas”, la ló gica de explotació n es por salario a
destajo.

¿Cuá l es la contradicció n cultural mayor? Tanto en el caso de estas


economías colaborativas, como de otros modelos de negocio. El trabajador
no se piensa, ni se asume como tal, sino como agente econó mico
independiente y autó nomo. De ahí, la afirmació n esquizofrénica de “yo soy
mi propio jefe”. Y también la proliferació n de una noció n contradictoria y
sustancialmente falsa de libertad.

Este es el éxito del capitalismo en su fase histó rica actual: el neoliberalismo.


1.- Por un lado, los trabajadores no se asumen como tal, la posició n de clase
que ocupan está absolutamente fetichizada. 2.- Por otra parte, como señ ala
Slavoj Zizek insistentemente, la ausencia de libertad es, paradó jicamente
experimentada como libertad.

Esto me hace pensar en la contradicció n evidente de aquellos defensores de


la libertad liberal, o del liberalismo “puro y original”, que defiende el estatus
quo actual: No existe nada má s iliberal, en el sentido estricto e histó rico de la
filosofía ilustrada liberal, que el libre-mercado, en particular en su versió n
histó rica actual.

Pero bueno, para no ingresar en otras discusiones de orden filosó fico-


politico, a modo de concluir, el desafío es comprender las clases sociales en
su complejidad actual. En este sentido, es cierto que el aná lisis esquemá tico
y de cemento del marxismo tradicional/ortodoxo ya no es suficiente. Pero la
solució n a esta insuficiencia no se halla en los enfoques socioló gicos de
atributos personales y de acaparamiento de oportunidades. La economía
política, es decir el aná lisis de la explotació n y la dominació n sigue siendo el
enfoque má s só lido, pero necesito de los elementos orientativos de los otros
dos enfoques.

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Muchas gracias.

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