Gundermna 2
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Revista de Antropología
ISSN: 1515-2413
revista_ava@yahoo.com.ar
Universidad Nacional de Misiones
Argentina
ARTÍCULOS
Resumen
Abstract
This article offers background information on the migration and mobility of peasants and Mapuche people
from the Araucanía, Los Rios and Los Lagos regions to the Argentinian Patagonia, especially to Neuquén
and Río Negro, during the second half of the 20th century. This event is part of a larger process of spatial
redistribution that includes central Chile, Magallanes and the Patagonia region across the Andes. We
describe this economic migration as well as the changes that have taken place because of the oscillation of
economies and the relations between Chile and Argentina, or because of the formation of kinship and
community social nets between the areas of origin and destination. This idea is related to the regional
integration pattern that the Mapuche people have created in the modern era as well as to the translocated
relationships that keep favoring mobility between rural, urban and semi urban components.
Fecha de recepción:
Fecha de aprobación:
Introducción
unidades económicas, algo que no sólo proviene del mercado sino que guarda una
relación bastante estrecha con políticas estatales; lo que conduce a procesos de
pauperización, diferenciación, incorporación a mercados de trabajo y, para quienes
perseveran, a perfiles campesinos inestables, menos nítidos. Asimismo, los patrones de
relaciones sociales, reclutamiento y conformación de grupos tienden a translocalizarse,
a realizarse y depender de unidades y segmentos sociales que no agregan en igual
manera y medida que antaño los contingentes de la comunidad o localidad.
Las unidades sociológicas a las que las ciencias sociales, las legislaciones, el discurso
burocrático y, al final, los propios sujetos indígenas terminaron por llamar "comunidades"
(de manera genérica, agrupaciones sociales rurales dotadas de estructuración), han
estado cambiando activamente en relación a la conformación que todavía poseían hace
medio siglo. Hay indicios de que no estamos ante su progresiva disolución; más bien
asistimos a su transformación. Estas entidades sociales intermedias -unidades de
agregación social colectiva más extensas que los hogares- se encontrarían sujetas a
una dinámica de remodelación histórica, seguramente inestable, que integra aspectos de
la tradición y otros de la modernización, lo rural y lo urbano, lo agrario y la salida de lo
agrario.
con ello, la economía campesina mapuche actual ha sido descrita como una actividad
recesiva, de subsistencia, complementaria de recursos originados en extensivas
migraciones y movilidad desde las comunidades rurales. Estas se han transformado,
eventualmente, en "áreas de refugio" y "territorios de entrada y salida" (Bengoa, 1996;
1997). Es más que discutible la terminología que la describe, pero la observación de
base resulta pertinente. Nuevamente, redes sociales que integran sujetos en zonas y
ciudades distantes tendrían un papel de relevancia (Bengoa, 2000: 351- 352).
Encontramos entonces antecedentes para poder sostener que la comunidad o la
localidad no pueden entenderse hoy sino a través de las relaciones que sus miembros
desarrollan en y fuera de ellas, sobre espacios sociales (laborales, parentales, de
amistad, incluso religiosos) considerablemente distendidos, de alcance regional o incluso
nacional e internacional. Y en esta transformación esas mismas relaciones y a veces
instituciones están cambiando, redefiniendo el sentido y las funciones de comunidades y
localidades para los grupos y redes sociales integrantes.
De esta manera, cada localidad indígena podría verse hoy como el resultado de una
redefinición interna en el marco de procesos generales que se resuelven regionalmente
y que reproducen pautas de integración específicas de los pueblos indígenas a esas
regiones, macroregiones o al país. Esta redefinición origina modalidades de nueva
ruralidad si apreciamos los segmentos con una permanencia visible o residencia en las
áreas indígenas, y comunidades translocales si consideramos el conjunto de las
sociedades locales desplegadas espacialmente por las migraciones y la movilidad.
Proporciona esas posibilidades el acceso cada vez más expedito a medios de transporte
y comunicación, lo que incide en un mayor dinamismo y complejidad del movimiento.
Migraciones definitivas, migraciones temporales, migraciones de retorno,
desplazamiento y movilidad fluidos, comunicaciones cotidianas entre familiares, vecinos
y amigos dispersos en la geografía nacional encuadran hoy la interacción social
planteada desde marcos locales indígenas. Individuos, unidades familiares y segmentos
locales y fuera de lo local mantienen una fluida comunicación y relaciones, lo que
representa un dato relevante acerca del marco social en que se desarrollan los
desplazamientos indígenas en el presente, algo bastante diferente a la pura emigración
definitiva. Este patrón de movilidad más dinámico y complejo, así como algunas de sus
implicaciones sociales y culturales se ponen en evidencia a partir del caso estudiado que
detallamos a continuación5.
El estudio que sustenta este análisis consideró trabajo de campo en una comunidad
mapuche de la precordillera andina de la Araucanía, tanto en su asentamiento rural
como con sus segmentos translocalizados (urbanos o en otros lugares no urbanos) en
relación con los rurales. En los faldeos del Volcán Llaima y en el sector conocido como
Escorial, camino al Parque Nacional Conguillío (comuna de Melipeuco, provincia de
Cautín) radica un grupo de familias mapuche descendientes de una línea parental de
base de apellido Melivilu, procedente de la zona de Maquehua, cerca de Temuco, la
capital regional, y organizada hoy en la Comunidad Indígena Melivilu-Melirayén.
A principios de la década de 1960, con el crecimiento de las familias, los medios de vida
se fueron haciendo insuficientes, deteriorándose aceleradamente por el corte excesivo
de árboles, la pérdida de fertilidad de la tierra y la falta de labores de mejoramiento
productivo (como riego, fertilización, empastadas, manejo forestal) en una escala
suficiente. Como con todo el campesinado del sur de Chile, el de la precordillera andina
de Cautín y el mapuche en particular, una salida a la pobreza consistió en la
intensificación del trabajo asalariado temporal o permanente. Éste lo encontraron a
veces en la misma zona (en fundos y aserraderos), pero ello no se mantuvo en el
tiempo. Luego de los convulsionados años de la década de 1970, los fundos se
reconvirtieron productivamente y en lo sucesivo contrataron un mínimo de mano de obra.
Esto concuerda con el agotamiento de los recursos silvícolas de la zona, la prohibición
del corte de araucarias (Araucaria Araucana), la obligación de contar con planes de
manejo forestal, el cambio tecnológico en la producción maderera y el cierre de los
aserraderos tradicionales. Desde hace ya décadas que una comuna de extrema pobreza
como Melipeuco ofrece poco en materia de empleo remunerado. Con todo, la vecindad a
un parque nacional muy concurrido en los meses de verano brinda hoy a los integrantes
de la Comunidad Melivilu-Melirayén la oportunidad de ofrecer servicios turísticos como
hospedaje, visitas guiadas a sus propios circuitos, venta de alimentos y otros productos.
Otra salida a la que se recurrió fue la migración. A partir de la década de 1960, varias
mujeres jóvenes del lugar se desplazaron a ciudades intermedias y grandes, en especial
Temuco y Santiago, empleándose -a menudo sucesivamente- como trabajadoras de
casa particular, obreras industriales no calificadas y pequeñas comerciantes, y formando
allí familias con personas no mapuches. Algunas han retornado, con sus hijos o solas;
otras visitan Escorial durante los meses de vacaciones y otras más fueron perdiendo
contacto paulatinamente con sus familiares del sur. Los hombres, a veces con sus
familias, han salido a Santiago, otros se han redistribuido en el área y unos cuantos se
han dirigido al Neuquén. Desde la década de 1970 numerosos trabajadores de la zona,
entre ellos los de Escorial, encontraron en esa provincia argentina empleo en labores
forestales (la explotación de bosques en Moquehue y otras áreas cordilleranas
inmediatas) y como peones agrícolas, obreros de la industria de la fruta y trabajadores
de la construcción en Neuquén y el valle del Río Negro. Otros sitios de destino fueron
Centenario y San Martín de los Andes. El atractivo del país vecino no se limitó a la
obtención relativamente fácil de trabajo mejor remunerado. También se valoró
positivamente las condiciones laborales y las relaciones entre patrones y empleados, de
una calidad humana poco conocida en la Araucanía. Entre las diversas experiencias
emigratorias hacia Argentina podemos distinguir una de tipo estacional (durante el
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En las últimas décadas presenta una movilidad laboral flexible y dispersa, adecuándose
a las contingencias de depresión económica en Argentina o a la apertura de la oferta
estacional de trabajo en la zona central de Chile. Ello es coherente con historias de
emigración y trayectorias de movilidad articuladas a través de relaciones egocéntricas
(que dan cabida fácil a la construcción de vínculos particulares y hacia afuera) y vínculos
familiares verticales poco extendidos8. La emigración y la movilidad son así fenómenos,
en primer lugar, individuales o de familias, dependiendo de los momentos de los ciclos
de desarrollo doméstico en que se encuentren los hogares cuando se llevan a efecto las
decisiones de emigración y movilidad. Con todo, en su modulación pueden darse
implicaciones colectivas a través de la activación de lazos parentales delimitados.
Por sobre los linajes y parentelas la comunidad sociológica representa el nivel superior
de integración de la localidad. Pero una cultura comunitaria que facilite la acción
conjunta es poco notoria en el caso mapuche. La preexistencia de un substrato de
relaciones y coordinación social permanente no es evidente y la agrupación está
motivada principalmente por estímulos externos y beneficios directos. Así las cosas,
aunque la comunidad es una red social extendida que preexiste a la organización,
resulta relativamente precaria en la medida que su objetivación depende de la
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organización y esta última de las relaciones con agencias públicas. Por lo demás, la
organización que detentan los grupos mapuches puede servir a los fines de reforzar,
ordenar, orientar o crear la red comunitaria de base, pero también puede ser un medio
para fraccionarla. Son frecuentes los casos mapuches con utilización de la organización
legalmente reconocida en las pugnas y conflictos internos.
Diversos son los contenidos que nutren las redes sociales creadas por la
translocalización, cubriendo un espectro amplio de asuntos. De importancia es la
circulación de información privilegiada, por ejemplo respecto de bienes apetecidos,
acerca del acceso preferente a servicios, oportunidades de empleo, o "datos" favorables
de diversa índole. El acceso a bienes campesinos valorados, como la carne, o la
medicina herbolaria nos proporciona otros ejemplos9. La información, trámites y favores
para la obtención de beneficios estatales es una materia muy presente en la
comunicación interna. Los préstamos de objetos, herramientas, bienes y dinero también
son comunes. La cooperación laboral entre parientes cercanos muestra otros buenos
ejemplos. El hospedaje y hospitalidad urbana a parientes e integrantes de la localidad
rural, o las "vacaciones en el sur" de personas y hogares que se trasladan con sus
parientes de Escorial son otras formas de relación. La acción agrupada o colectiva
acudiendo a la red extensa (comunal) o restringida (linajes, sublinajes) cuando se
reciben recursos de desarrollo local de algunas agencias públicas representa hoy un
aspecto importante de la cooperación indígena en las situaciones estudiadas. Se puede
mencionar, finalmente, diversos compromisos colectivos como el de sostener el
funcionamiento de la organización de la comunidad.
Las emigraciones de mapuches desde la Araucanía y las regiones de los Ríos y los
Lagos hacia el Neuquén y Rio Negro que aquí analizamos son modernas. Sus
motivaciones son eminentemente económicas y laborales. Toman varias modalidades:
pueden ser temporales o concluir en definitivas; en el primer caso adquieren el carácter
de estacionales o producirse de manera más aleatoria y circunstancial. Desde el punto
de vista de las temporalidades implicadas, pueden corresponder con cortos, medios y
largos ciclos de ocurrencia. Constatamos, asimismo, la existencia de ciclos e
intensidades variables en los flujos de migración, según los periodos históricos, los
avatares de las economías nacionales y regionales y las oportunidades que con ello se
abren o se cierran para los propósitos de movilidad y migración. Insistamos, todavía, en
que participan de estos flujos de población campesinos indígenas y no indígenas e
incluso trabajadores urbanos de la Araucanía y el sur de Chile. La pobreza rural de esta
área meridional lanza en distintas direcciones a una parte de su población (Santiago,
Concepción, la propia Patagonia chilena y la argentina).
Actividades en las que se constata una considerable presencia indígena son las
explotaciones forestales en las cordilleras del Neuquén (tala, aserreo y plantación),
especialmente en la década de 1970 y 1980. Pero donde quizá de manera más
característica se atestigua la presencia de chilenos es en el trabajo de los huertos
frutales, la chacarería y las plantas procesadoras de frutas y zumo de Neuquén y Rio
Negro. En las áreas urbanas, el servicio doméstico de mujeres chilenas y la presencia
de los hombres en las faenas de construcción es también notorio. Para el caso de la
industria de la fruta, esta vive una considerable ampliación e intensificación de la
producción desde la década de 1960 en adelante, lo que abrió necesidades de mano de
obra estacional que no pudieron cubrirse del todo con personal local o de otras regiones
de Argentina. La fuerza de trabajo chilena estacional o radicada establemente se hará
entonces característica en esta actividad económica de nor Patagonia (Trpin, 2005a: 47-
64, y 2005b)13.
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Conclusiones
La pobreza mapuche y de los campesinos del sur del país ha hecho de las provincias de
la Patagonia argentina un destino de emigraciones laborales, temporales y definitivas. La
más temprana emigración campesino-indígena a la Patagonia fue protagonizada por
chilotes que, desde la segunda mitad del siglo XIX, se dirigieron a Magallanes y Aysén y,
desde allí o directamente, a Santa Cruz y Chubut. Se recordará que muchos de ellos
tienen evidentes antecedentes mapuche - "veliches", cuestión respecto de la cual en las
últimas dos décadas se ha ido gestando un reconocimiento explícito. Desde mediados
del siglo pasado, a estas corrientes de movilidad y emigración tempranas se agrega un
flujo de trabajadores desde las regiones mapuches centrales (Araucanía, Valdivia,
incluso Biobío) hacia la región nor patagónica argentina (Rio Negro y Neuquén). Una
parte de esos trabajadores y familias son mapuches; los otros, campesinos y obreros
"chilenos". La emigración estacional, aquella de ciclos más largos o la definitiva han
contribuido así a formar una definida presencia chilena en esas áreas meridionales,
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fronteriza y una red de lazos sociales vigentes no son suficientes si acaso los mercados
de fuerza de trabajo nacionales e internacionales dejan de proveer oportunidades de
inserción. Su amplitud o estrechez, el tipo de demanda laboral que gestan, los ciclos
económicos o las relaciones entre los países son decisivos para dar vigencia y vitalidad
a esas redes sociales. De allí que la condición fronteriza y las relaciones creadas a
través de la frontera como factor potencial para la emigración, la translocalización y la
incorporación a la economía formal o el acceso a mercados, sean también relativos a
escenarios y procesos más amplios.
Notas
1
Proyecto Fondecyt N°1060973 "Comunidades translocales: grupos y redes sociales indígenas en un
contexto de postcomunalidad". Una versión resumida de este artículo fue presentada como ponencia en
el IX Congreso Argentino de Antropología Social, Simposio "Movimientos indígenas, políticas indigenistas
y academias en Pampa, Patagonia y Araucanía: comparaciones nacionales y regionales entre Chile y
Argentina", Coordinadores Dra. Claudia Briones (UBA), Dr. Hans Gundermann (UCN), Dra. Ana Ramos
(UBA), Posadas, Misiones, Argentina, 5 al 8 de agosto de 2008.
2
Acerca de los inmigrantes mapuches en la ciudad, especialmente Santiago, véase el trabajo pionero de
Munizaga (1961). Ilustrativa es también la historia de un dirigente mapuche elaborada por Foerster (1983).
Más tarde, tenemos los de Aravena, (2000, 2002, 2003), Gissi (2001) y Valenzuela (1995).
3
Un estudio de la primera mitad de la década de 1990 sobre la comuna de San Pedro de Atacama en el
norte de Chile evidenció la escasa importancia económica de las actividades agropecuarias entre los ya
pocos que se desempeñaban en este rubro en las aldeas del sector. Lo fundamental de los ingresos
provenía del trabajo asalariado en la minería y los subsidios estatales (Gundermann y González, 1995).
Ello no ha cambiado en la actualidad, aunque las fuentes de ingresos externos seguramente se han
diversificado más. Redes familiares dispersas jugarían un papel destacado en las oportunidades de
empleo y acogida de trabajadores indígenas atacameños. Las poco campesinas comunidades
atacameñas estudiadas, tomadas en su conjunto, aportarían entonces funciones residenciales, de
repliegue ante los vaivenes del mercado laboral y de retiro de fuerza de trabajo desahuciada.
4
En el extremo norte, antecedentes aymaras apuntan a la vigencia de migraciones y una intensa
movilidad regional. Pero donde el elemento fuerte no es el asalariamiento, sino el trabajo por cuenta propia
y la continuidad, cuando existen oportunidades para ello, de rubros de actividad agropecuaria. Las
comunidades rurales pueden llegar a constituir un tipo de residencia y un rubro de actividad entre otros, de
unidades familiares o segmentos de ellas que se desplazan según los requerimientos de fuerza de trabajo,
posibilidades de ingreso o compromisos de educación (González, 1996 y 1997a y b). Lo agrario puede en
muchos casos representar un aspecto relevante de las economías indígenas, pero ello se realiza desde
modos de residencia y organización interna de las unidades familiares que poco tienen ya de las formas
de asentamiento y vida social presentes hasta hace unas décadas atrás en el campo andino.
5
En el mismo sentido se orientan los resultados de un reciente estudio acerca de la ruralidad y la vida
rural en Chile, intensamente transformada por relación con el pasado. Se transita propiamente por "nuevos
caminos": "hasta hace poco, la distancia, el tiempo de las comunicaciones y las conexiones entre lugares y
actividades formaban un todo que definía al territorio rural como uno aislado, distinto y vuelto sobre sí
mismo. Pero las distancias se han acortado, los tiempos se han reducido y los vínculos se han
estrechado" (PNUD, 2008:37).
6
Es el caso de doña Ana Rosa Melivilu Calfiñir, madre de los Curín Melivilu; de doña Ana Rosa Melivilu
Huenchuleo, madre de los Ancavil Melivilu, y de doña Juanita Melivilu Carinao, madre de los Navarro
Melivilu y de los Nahuelpán Melivilu. El traslado femenino desde Maquehua tuvo que ver con el deseo de
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escapar de rencillas familiares y de contar con mayores recursos económicos. Doña Juanita, por ejemplo,
poseía en Maquehua sólo media ha. de tierra, y pudo ocupar en Escorial, al principio, 347 has.
7
Ello se manifiesta en el relativamente débil desarrollo de organizaciones mapuches en áreas de
residencia no tradicional y, cuando surgen, en el marcado carácter familiar y parental del reclutamiento de
sus miembros.
8
Un estudio ya clásico enfatiza la importancia de las relaciones egocéntricas en la vida social mapuche
(modelo transaccional), por diferencia con el modelo estructural o de grupos institucionales (Stuchlik, 1999
[de la versión inglesa de 1976]).
9
Un ejemplo mapuche de gran interés en el valle central de la Araucanía se observa durante el periodo
invernal con la organización de la distribución de la carne y subproductos de cerdo entre familias
emparentadas campesinas y aquellas radicadas en Santiago, incluida la comercialización de una parte de
los mismos. Algo similar ocurre con las papas en áreas costeras de producción de este tubérculo.
10
Es realmente notable la cantidad de apellidos mapuche - huilliches entre los emigrantes desde la actual
Región de los Lagos a la de Magallanes, en especial desde la isla de Chiloé. Los descendientes de
chilotes, muchos con evidente ancestro indígena constituyen el grueso del sustrato popular en esta región.
Flujos de población de Chiloé insular y continental se han dirigido a Aysen, Magallanes, Tierra del Fuego y
la región de Santa Cruz desde mediados del siglo XIX (Martinic, 1999). Otra cosa es el reconocimiento
étnico, un fenómeno de reciente aparición. Información complementaria sobre poblamiento, inmigración y
flujos de población en la Patagonia meridional chilena y argentina puede encontrarse en Cepparo de
Grosso (1993), Martinic, (1996) y Bona y Bilaboa (2004).
11
Por ejemplo, entre los documentos de la Comisión Parlamentaria de Colonización se menciona la
memoria de 1905 del Cónsul chileno en Neuquén Don Víctor Aquiles Bianchi, quien "calcula en 25.000 el
número de chilenos de aquella región" (Congreso Nacional, 1912: 388). Se dice luego, que "la emigración
ó, mejor dicho, la expulsión de chilenos y su refugio al oriente de los Andes, continuó en los años
siguientes" (op. cit.:389).
12
Puede mencionarse también el exilio político mapuche producido durante el gobierno autoritario. Aunque
pequeño en el número de integrantes, su aporte es relevante en la movilización étnica contemporánea.
13
Esta autora analiza lo que ella llama "una división "nacional" del trabajo" (p.63), en que una persistente
identificación nacional de los trabajadores en la industria de la fruta patagónica a menudo se prolonga
hasta la o las generaciones siguientes a los emigrantes directos, a pesar de que legalmente son ya
argentinos. Tanto por la propia fuerza de los sentimientos nacionales de los inmigrados, como por la
existencia de fronteras sociales nacionalitarias (asociadas a la especialización chilena en ciertos tipos de
trabajos asalariados no calificados y a la percepción argentina de que los chilenos ocupan ciertos nichos
laborales), la definición de identidad colectiva más gravitante es la nacional. Hasta donde estamos
informados, los emigrados mapuches a argentina participan de este reposicionamiento de la identidad
nacional en las regiones de destino, sin que la pertenencia mapuche sea aquí socialmente relevante,
como sí lo es en la Araucanía de origen. Destacamos con esto la contextualidad e historicidad de las
identificaciones colectivas que se hacen socialmente significativas.
14
A partir de su generalización, constituyen aspectos claves de caracterización la movilidad espacial y
residencial, la dispersión sobre una extensa subregión, la multi ocupación y los multi ingresos, la
inestabilidad y precariedad de los empleos, así como la redefinición de la ruralidad y sus significaciones.
En consecuencia, resulta incompleto apreciar la dinámica espacial indígena como persistencia en la
ruralidad y disolución en los nuevos sitios de destino. Aunque tales fenómenos existen, representan una
descripción insuficiente de la movilidad y las relaciones que persisten, se forman o cambian bajo los
parámetros espaciales del presente.
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La antigüedad de la experiencia chilota contrasta, también, con la migración mapuche a la Región
Metropolitana, que se hace visible sólo a mediados del siglo XX y con un carácter eminentemente urbano.
O, todavía más recientemente, la masiva afluencia de trabajadores y a veces radicación mapuche en la
región agrícola central. Para complicar más las cosas, la expansión de la industria acuícola en Llanquihue,
Chiloé y Aysén atrae trabajadores desde regiones septentrionales, la Araucanía de manera destacada, y
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