Tecnicas de Estudio UD 4
Tecnicas de Estudio UD 4
Tecnicas de Estudio UD 4
Unidad Didáctica Nº 4
FORTALECER EL ESTUDIO
TÉCNICAS DE ESTUDIO Unidad Didáctica Nº 4
I La memorización
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
II El repaso
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
B) ¿Cómo repasar?
I La memorización
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
Tal y como empezábamos diciendo en la anterior unidad didáctica del curso, parece
claro que un adecuado proceso de estudio personal requiere realizar de forma secuenciada y
ordenada distintas tareas, encaminadas a recoger, analizar, sintetizar, memorizar la
información y, finalmente, expresar y aplicar los conocimientos.
Tras estos dos pasos llega el momento de analizar los contenidos del tema. El
objetivo de esta tercera tarea es identificar los conceptos clave y la información más relevante,
es decir, distinguir las ideas de los datos y descubrir las relaciones entre los conceptos.
Requiere, entre otros aspectos, utilizar la técnica del subrayado.
Por fin, las dos últimas tareas necesarias para realizar un proceso de estudio personal
correcto son memorizar la información y estar en disposición de recuperarla, en cualquier
momento, mediante el planteamiento de repasos programados.
Así pues, comenzaremos esta cuarta y última unidad didáctica del curso desarrollando
los aspectos más significativos de estas tareas.
No es, por tanto, una función pasiva ni se opone a la creatividad, sino que la favorece,
porque al evocar el pasado, se da una recreación inteligente, esto es, la memoria significativa.
El modelo de memoria más conocido es, sin duda, el de Atkinson y Shiffrin (1968), el
llamado modelo estructuralista, que distingue entre tres tipos de memoria: almacenamiento de
información sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.
• Registro textual de la información, tal cual, sin ningún tipo de transformación del
estímulo.
2.- La memoria a corto plazo posee una capacidad limitada: Se pueden retener entre
cinco y nueve unidades con un solo golpe de atención, según se trate de números, palabras o
frases, y el tiempo de retención oscila entre un segundo y un minuto. Este tipo de memoria es
consciente y voluntaria, y como proceso atencional, depende de la repetición.
Así pues, la información que no se retiene en esta memoria se pierde. Cuanto tomamos
de oído la dirección de una persona, o su número de teléfono, podemos retenerlos durante
unos segundos en la memoria; pero, como la capacidad de retención es tan limitada, para
recordar después esos datos, debemos hacer un acto consciente y repetir varias veces la
información hasta que pase a formar parte de la memoria a largo plazo.
De todo lo dicho hasta el momento se desprenden algunos de los factores de los que
depende la capacidad de memorización de una persona. Los factores objetivos son
dependientes del contenido a memorizar y se distinguen por ciertas características:
• Los objetos que más resaltan. En una lista aprendemos mejor los elementos que
figuran al principio y al final.
Por su parte, los factores subjetivos son dependientes de las disposiciones internas
del individuo, y tienen, entre otras, las siguientes características:
- Más adelante habría que utilizar el esquema para repetir las ideas principales y cómo se
estructuran. Esta información debe ser repetida hasta que pueda ser recordada y
explicada perfectamente.
- El tercer paso consiste en recurrir al texto para fijar toda la información relevante que
permita explicar, argumentar y ejemplificar cada idea. Es muy recomendable fijarse en
los márgenes para localizar rápidamente la información buscada, así como leer el
subrayado de ideas y datos. De nuevo, conviene repetir la información hasta que sea
posible desarrollar y explicar cada uno de los conceptos y cómo se relacionan.
Se recuerda mejor al día siguiente aquello que se memorizó antes de dormir, dado
que durante el sueño se producen pocas interferencias con otras informaciones.
También es muy recomendable memorizar, lo más distanciados en el tiempo que
sea posible, los contenidos muy parecidos.
II El repaso
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
Los repasos programados marcan el final del proceso de estudio correcto al que
venimos aludiendo durante el desarrollo del curso. Tras anticipar la información general del
texto, leerlo con detenimiento, analizar los contenidos del tema, sintetizar la información y
memorizarla, ya “sólo” queda establecer una adecuada programación de repasos, que
ayuden a consolidar en la estructura cognitiva del sujeto que aprende la nueva información
adquirida, relacionándola con la ya existente.
Hemos de caer en la cuenta de que a medida que pasa el tiempo se van desdibujando
muchos de nuestros recuerdos. Sin embargo, pese a esta aparente desintegración de lo que
hemos aprendido, es evidente que el esfuerzo realizado durante el aprendizaje no ha sido
inútil. Esto queda confirmado por el efecto positivo que tienen los repasos que intercalamos: No
hace falta que hagamos el mismo esfuerzo que hicimos en un principio para restablecer el nivel
de retención anterior.
Estos repasos deben ser programados de una forma determinada. Al principio el olvido
es más rápido, lo que quiere decir que durante los primeros momentos son más necesarios y
productivos. Luego podemos espaciarlos más.
Así pues, la necesidad de repasar surge del hecho de que cualquier información que
hayamos asimilado tiende a olvidarse. Aunque las causas de este hecho son muchas y muy
variadas, una de ellas puede señalarse como más significativa: el desuso. Cuando dejamos de
utilizar una información, por ejemplo el número de teléfono de alguien, resulta cada vez más
costoso acordarse de la misma. Es la falta de uso de los datos lo que nos lleva a olvidarnos de
ellos.
Durante años, muchos psicólogos han investigado la evolución del olvido llegando a
conclusiones muy semejantes: Justo inmediatamente después de haber memorizado la
información el recuerdo de la misma es muy bueno, aunque transcurridos unos minutos mejora.
• Al finalizar la sesión, conviene repasar por primera vez los textos memorizados
ese día.
• Hay que repasar cada tema al cabo de una semana, y también después de uno y
tres meses de memorizarlo por primera vez.
B) ¿Cómo repasar?
El repaso bien hecho no necesita de una relectura del texto, sino que ha de hacerse
directamente tomando como único apoyo la síntesis (por ejemplo, el esquema) que se haya
realizado del tema en cuestión. Mirando el tema se debe ser capaz de repasar el tema,
repitiendo a partir de cada una de las palabras clave la idea a la que hace referencia.
Así pues, hay que repasar los contenidos básicos de cada tema, los apuntes (en el
siguiente apartado del curso haremos un análisis de su finalidad y características), las
anotaciones marginales, las observaciones del profesor, y los aspectos más importantes del
capítulo o la lección.
Muchos estudiantes consideran que el repaso debe hacerse sólo en las fechas previas
a los exámenes, estando muy equivocados. Como estamos comentando, antes de los
exámenes es necesario hacer varios repasos sobre la base de los apuntes, los resúmenes y
los esquemas previamente elaborados. De este modo se ahorra mucho tiempo y se evita la
ansiedad y el nerviosismo de última hora. A medida que se acercan los exámenes, los repasos
deben ser más frecuentes e intensos.
Es evidente que aunque los exámenes no deben ser el fin y único objetivo de nuestro
aprendizaje, la mejor forma de superar los exámenes es comenzarlos a preparar desde el
comienzo del curso. Esta es la mejor regla y el único “truco” efectivo para superarlos con éxito.
Esto exige, por tanto:
De este modo, parece claro que el repaso final no está pensado para aprender lo que
se debería haber aprendido durante el curso, pues como su propio nombre indica es repaso y,
además, final, lo que supone que no debe ser el primero.
• Este tipo de prácticas fatigan más y dejan una sensación desagradable, aversión
al estudio, que suele repercutir negativamente en futuras ocasiones.
Para prevenir este rápido desgaste se hace muy aconsejable tomar apuntes que
permitan reconstruir el contenido de la exposición. Tomar notas no equivale a registrar punto
por punto absolutamente todo lo dicho por el profesor, sino esencialmente:
Así pues, tomar apuntes significa prestar atención a una información, seleccionar las
cuestiones más importantes, organizarlas y elaborarlas por escrito. No es equivalente a copiar
al dictado. La capacidad de tomar apuntes debe entenderse como un recurso que se va
adquiriendo con la práctica. Requiere el esfuerzo de una mente atenta, así como un trabajo
adicional anterior y, sobre todo, posterior a la clase.
En efecto, esta tarea debe comenzar antes de las clases, por ejemplo cuando uno
piensa sobre lo que se dijo en las sesiones anteriores, o cuando repasa el tema día a día,
debido a la gran ventaja académica que ello proporciona. Cuando el tema a exponer se trate en
el libro, conviene leerlo en su totalidad (o, al menos, los títulos) antes de la explicación, para
disponer de una visión general de los contenidos.
Por otra parte, también es muy conveniente que una vez finalizada la clase los apuntes
sean completados y reelaborados, por lo menos en aquellas partes que lo requieran, con el
objetivo de convertirlos en un elemento realmente práctico, funcional y favorecedor de la
memoria y, consiguientemente, de los aprendizajes. Así pues, es necesario releer, corregir y
completar las anotaciones lo antes posible, para ello es recomendable utilizar el libro de texto y
aclarar las dudas con el profesor.
Tomar apuntes no es, en cualquier caso, una tarea fácil, sino que requiere un cierto
entrenamiento que permita eliminar malos hábitos como, por ejemplo:
• Incapacidad para sintetizar, así como para centrar el interés en los detalles
importantes, las conclusiones y los resúmenes que haga el profesor.
• Escritura lenta y premiosa, y obsesión por recoger absolutamente todo lo que dice
el profesor.
1.- Es un hecho el que las clases y la enseñanza en general están, en gran parte,
fundadas en las explicaciones del profesor. Para superar los exámenes es necesario saber y
dar razón de lo que éste ha dicho.
2.- Lo que se escribe, de lo que se toma nota, puede ser recordado cuando se quiera.
Ideas o datos que mientras explica el profesor se entienden y que parece que siempre van a
ser recordados, es bastante probable que se vayan borrando o debilitando a medida que pasa
el tiempo. Es muy distinto entender algo que ser capaz de reproducirlo.
3.- El tomar apuntes favorece la postura activa durante la clase, de lo que resulta un
mejor aprendizaje, que se concreta en que la materia de estudio se “queda” y se “almacena”
con más facilidad. Al contrario, el no tomar notas favorece una actitud pasiva que, además de
un aprendizaje de menor calidad, produce una sensación de desagrado y de aburrimiento.
4.- Al tomar bien los apuntes se desarrolla el hábito de sintetizar, de esquematizar una
exposición, sabiendo destacar lo principal de todo lo que se dice y relacionarlo con lo menos
importante o complementario.
5.- El tomar apuntes correctamente ayuda notablemente a saber seguir una charla o
conferencia y poder redactar posteriormente un resumen de la misma.
6.- No tiene demasiado sentido “fiarse” de los apuntes de cualquier otra persona. Los
apuntes son algo personal. Equivalen al modo que cada uno tiene de recoger, sintetizar y
expresar la información que el profesor suministra. Algunos no anotan cosas importantes
porque les resultan demasiado elementales. Otros las recogen mal o con palabras o signos
difíciles de interpretar por una persona diferente a quien lo anotó.
• Las hojas donde tomamos apuntes deben tener unas características especiales
para facilitar la elaboración y organización de la información. Conviene dejar un
margen amplio a la izquierda, y utilizarlo para hacer todo tipo de anotaciones
durante la toma de apuntes. Estas hojas deben ir encabezadas por el nombre de
la asignatura y la fecha, para facilitar la localización de una información después
de semanas o meses.
• Los apuntes no deben recoger palabra por palabra el discurso del profesor, ni ser
una línea telegráfica difícilmente interpretable al cabo de unos días.
• Prestar atención a las palabras-clave, tales como “además”, “por el contrario”, “en
resumen”, etc.
A) Concepto y características
• Atención voluntaria. Está promovida por nosotros mismos y, por tanto, surge
cuando se dan unas circunstancias propicias, tanto por nuestra parte como por
parte del objeto. Depende de un esfuerzo, de un acto consciente buscado y
deseado por el individuo y, por tanto, mediante una participación activa y selectiva.
Este último tipo de atención –la voluntaria- es la que precisa el trabajo intelectual, y
para que resulte positiva debe tener:
Es decir, ¿es posible leer y escuchar la radio al tiempo?... Los estudios apuntan a que
NO; parece que la heterogeneidad de estímulos está reñida con la capacidad de atención.
En efecto, parece que los mensajes nos llegan en dos fases: En la primera el individuo
puede manejar varios mensajes al mismo tiempo (por ejemplo, una voz, su procedencia
espacial, el sexo del emisor, sus características, etc.). Se trata de elementos físicos. En la
segunda fase sólo se puede tratar con un mensaje, analizando su contenido verbal. Parece que
el sujeto sólo puede codificar información de un mensaje.
• Movimiento: En general los objetos móviles captan más la atención que los
estáticos. En cualquier caso, y como en el caso anterior, esto depende del
contexto (si muchos elementos se mueven y uno no, éste será el que capte más la
atención).
• Tamaño: También generalmente los objetos grandes atraen más la atención que
los pequeños, aunque como siempre esto dependerá del contexto. La ruptura en
la constancia del tamaño es importante (un objeto llamará especialmente la
atención si está colocado entre otros de diferente tamaño iguales entre sí).
• La repetición del estímulo suele captar la atención (¡qué mejor ejemplo que el de
los anuncios publicitarios!). No obstante este efecto deja de producirse a
determinados niveles, puesto que la habituación es uno de los factores que
determinan de forma más directa la pérdida de atención.
• La novedad es un factor que no implica sólo modificación del medio. Para captar
nuestra atención se necesita algo distinto y, también, algo interesante.
Pasemos ahora a analizar los factores internos, aquellos relacionados con las
motivaciones, las expectativas y demás características del individuo.
Desde esta perspectiva podemos hacer referencia a la motivación, la cual actúa como
motor efectivo de la atención. Los motivos nos “mueven” a obrar de una determinada forma
(así, por ejemplo, el hambre nos moverá a centrar nuestra atención en anuncios de alimentos,
olores de comida...).
Por otro lado, la motivación puede entenderse también en un sentido más amplio y
abstracto, como la motivación intelectual (la curiosidad y los deseos de saber algo centrarán
nuestra atención). Por último, existen otros motivos relacionados con factores emocionales y
sociales. Por ejemplo, nuestros valores e intereses condicionarán el que atendamos más a
unas personas que a otras, a un contenido que nos transmiten o a otro, etc.