Tecnicas de Estudio UD 4

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TÉCNICAS DE ESTUDIO

Unidad Didáctica Nº 4

FORTALECER EL ESTUDIO
TÉCNICAS DE ESTUDIO Unidad Didáctica Nº 4

I La memorización
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto

B) ¿Cómo usamos la memoria? (Tipos de memoria)

C) Las ayudas a la memoria

II El repaso
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto

B) ¿Cómo repasar?

III Recogida de información oral (Toma de apuntes)


A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto

B) Las ventajas de tomar apuntes

C) Recomendaciones prácticas para tomar apuntes

IV Atención e interés en el estudio


A) Concepto y características

B) Los determinantes de la atención

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TÉCNICAS DE ESTUDIO Unidad Didáctica Nº 4

I La memorización
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
Tal y como empezábamos diciendo en la anterior unidad didáctica del curso, parece
claro que un adecuado proceso de estudio personal requiere realizar de forma secuenciada y
ordenada distintas tareas, encaminadas a recoger, analizar, sintetizar, memorizar la
información y, finalmente, expresar y aplicar los conocimientos.

En dicha unidad hablamos de la tarea mediante la que se debe iniciar un proceso de


estudio correcto: Anticipar la información general del texto, que no era más que localizar la
información y seleccionar los contenidos más importantes (recurriendo en todo momento a los
conocimientos previos de los que disponemos).

El segundo paso, ampliamente tratado en la segunda unidad didáctica del curso, se


refería a la lectura del texto. Recordemos que el objetivo de esta primera lectura es captar la
información general y localizar los aspectos más destacados del tema.

Tras estos dos pasos llega el momento de analizar los contenidos del tema. El
objetivo de esta tercera tarea es identificar los conceptos clave y la información más relevante,
es decir, distinguir las ideas de los datos y descubrir las relaciones entre los conceptos.
Requiere, entre otros aspectos, utilizar la técnica del subrayado.

La cuarta tarea consiste en sintetizar la información, técnica que, como es lógico,


siempre debe partir del subrayado. Sintetizar y organizar la información de un texto requiere
aprender a expresar, oralmente y por escrito, de forma esquemática y resumida las ideas
principales, mostrando las relaciones entre ellas. Como ya vimos en la tercera unidad didáctica
los principales métodos para estructurar y simplificar la información de un texto, haciéndola
más abarcable y operativa, son los esquemas, resúmenes, mapas de contenido y cuadros
sinópticos.

Por fin, las dos últimas tareas necesarias para realizar un proceso de estudio personal
correcto son memorizar la información y estar en disposición de recuperarla, en cualquier
momento, mediante el planteamiento de repasos programados.

Así pues, comenzaremos esta cuarta y última unidad didáctica del curso desarrollando
los aspectos más significativos de estas tareas.

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B) ¿Cómo usamos la memoria? (Tipos de memoria)

Un aprendizaje completo exige siempre la posibilidad de conservar y recuperar lo


adquirido. La adecuada utilización de la memoria, a pesar del descrédito popular, es un medio
extraordinariamente eficaz para desarrollar la capacidad de aprendizaje.

En efecto, las actitudes ante la importancia o papel de la memoria en la vida intelectual


son antagónicas. Por un lado se subraya el sentido peyorativo del “aprendizaje memorístico” y
se toma con recelo al profesor que encarga aprender “de memoria”. Por otro lado, se envidia al
que tiene buena memoria, y tienen éxito los libros y cursillos que pretenden mejorarla.

Algunos de los ataques que se lanzan contra la memoria provienen de identificarla


erróneamente con una de sus clases, que es la memoria mecánica (o memoria sin sentido).
Esta memoria consiste en retener literalmente, sin tratar de descubrir previamente la relación
que hay entre las diversas partes del material a aprender. Con otras palabras, es el memorizar
una serie de contenidos sin previamente haberlos entendido. Es obvio que toda información ha
de ser procesada, codificada y, por tanto, entendida antes de pasar a la memoria.

Así pues, la memoria es la reproducción de datos o experiencias vividas con


anterioridad, y en este sentido puede aparecer como simple capacidad para reproducir
mecánicamente el pasado (palabras, números de teléfono, fechas, personas, situaciones...).
Sin embargo, lo más importante de la memoria es que reconstruye el pasado de manera
verdaderamente activa y dinámica.

No es, por tanto, una función pasiva ni se opone a la creatividad, sino que la favorece,
porque al evocar el pasado, se da una recreación inteligente, esto es, la memoria significativa.

El modelo de memoria más conocido es, sin duda, el de Atkinson y Shiffrin (1968), el
llamado modelo estructuralista, que distingue entre tres tipos de memoria: almacenamiento de
información sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.

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1.- La memoria sensorial se vincula a la primera impresión de la información. Al


estudiarla podemos diferenciar la memoria sensorial icónica, relacionada con la información
visual, de la memoria sensorial ecoica, relacionada con la información auditiva. Además de
tener una duración aproximada de medio segundo, presenta las siguientes características:

• Registro textual de la información, tal cual, sin ningún tipo de transformación del
estímulo.

• Su función principal consiste en dar tiempo a que se operen sobre el estímulo


otros mecanismos que extraigan la información pertinente y la elaboren.

• Dura más la percepción del estímulo que el propio estímulo.

2.- La memoria a corto plazo posee una capacidad limitada: Se pueden retener entre
cinco y nueve unidades con un solo golpe de atención, según se trate de números, palabras o
frases, y el tiempo de retención oscila entre un segundo y un minuto. Este tipo de memoria es
consciente y voluntaria, y como proceso atencional, depende de la repetición.

Así pues, la información que no se retiene en esta memoria se pierde. Cuanto tomamos
de oído la dirección de una persona, o su número de teléfono, podemos retenerlos durante
unos segundos en la memoria; pero, como la capacidad de retención es tan limitada, para
recordar después esos datos, debemos hacer un acto consciente y repetir varias veces la
información hasta que pase a formar parte de la memoria a largo plazo.

3.- La memoria a largo plazo no posee límites ni en lo relativo a duración ni a


capacidad. Abarca desde el fin del proceso de consolidación hasta el olvido. En ella coexisten
informaciones de las que podemos disponer casi de forma inmediata (números de teléfono...), y
aquellas que exigen un proceso de búsqueda o recuperación (por ejemplo, el nombre de
alguna calle, de una persona a quien hace mucho que no vemos...).

Dado que, como ya hemos dicho, la información que no se retiene en la memoria a


corto plazo se pierde, es necesario pasarla a la memoria a largo plazo, y ello requiere de
estrategias dirigidas a conseguir que la información se mantenga en la mente del alumno, y
pueda vincularse a la información que ya se posee.

Esta teoría estructural de la memoria ha recibido críticas y está siendo reemplazada en


los últimos años por otra concepción denominada “niveles de procesamiento”. Esta posición
mantiene que el mecanismo de funcionamiento de la memoria a corto plazo no puede
considerarse de forma aislada de la memoria a largo plazo, dado que el ser humano establece
relaciones continuamente entre la información nueva y la que ya posee.

De todo lo dicho hasta el momento se desprenden algunos de los factores de los que
depende la capacidad de memorización de una persona. Los factores objetivos son
dependientes del contenido a memorizar y se distinguen por ciertas características:

• Capacidad de significación del material. Se aprende mejor un material que se


presenta bien organizado, con claridad y haciendo referencia al estilo intelectual
del individuo.

• Tiempo disponible. La premura de tiempo interfiere negativamente en el proceso


de la memoria.

• Tipo de tarea. Lo que nos ha costado más aprender, más difícilmente lo


olvidamos. Así pues, cuantos más sentidos se hallen implicados en el aprendizaje
más fácilmente se aprende.

• Los objetos que más resaltan. En una lista aprendemos mejor los elementos que
figuran al principio y al final.

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Por su parte, los factores subjetivos son dependientes de las disposiciones internas
del individuo, y tienen, entre otras, las siguientes características:

• Se fijan más fácilmente aquellas impresiones que se entienden mejor, lo que es


más significativo para el individuo.

• Los recuerdos no se fijan indistintamente, sino que lo hacen en torno a núcleos de


interés, motivos, ideales... De hecho, las impresiones que no tienen un núcleo de
atracción se pierden con facilidad.

• También facilita la memoria la cantidad de atención prestada, el interés en retener


datos (las personas “dispuestas” a aprender retienen más y mejor) y la actitud ante
el material a memorizar. Este punto será desarrollado con más detenimiento en el
tercer apartado de esta unidad didáctica.

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C) Las ayudas a la memoria

No hay atajos artificiales para la memoria. No hay trucos fáciles ni métodos


sorprendentes para llegar a tener una buena memoria. Sin embargo, existen algunas ayudas
que favorecen y potencian su uso. Debemos interpretarlas, más que como técnicas, como una
serie de condiciones básicas para mejorar la retención y posterior recuperación de una
información.

Si tenemos en cuenta los pasos, ya comentados, para realizar un proceso de estudio


personal correcto (anticipar la información general del texto, lectura del texto, análisis de los
contenidos del tema, síntesis de la información, MEMORIZACIÓN y repaso programado) el
procedimiento más recomendable para memorizar correctamente los datos de un tema o texto
debería ser el siguiente:

- En primer lugar, es imprescindible analizar y sintetizar el texto.

- Más adelante habría que utilizar el esquema para repetir las ideas principales y cómo se
estructuran. Esta información debe ser repetida hasta que pueda ser recordada y
explicada perfectamente.

- El tercer paso consiste en recurrir al texto para fijar toda la información relevante que
permita explicar, argumentar y ejemplificar cada idea. Es muy recomendable fijarse en
los márgenes para localizar rápidamente la información buscada, así como leer el
subrayado de ideas y datos. De nuevo, conviene repetir la información hasta que sea
posible desarrollar y explicar cada uno de los conceptos y cómo se relacionan.

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- Por último, es imprescindible disponer las condiciones para mejorar la retención y


recuperación de una información. A continuación veremos cuáles son algunas de estas
condiciones básicas:

• Es fundamental realizar, antes de la tarea propiamente memorística, actividades


para analizar el significado de los contenidos, para diferenciar lo importante de lo
accesorio, para organizar y estructurar los conceptos. Esto es más sencillo si se
han utilizado las técnicas de análisis y síntesis de información recogidas en la
anterior unidad didáctica del curso.

Cuanto más se elabora un texto más información se adquiere, más se


interrelaciona e integra con otros conocimientos y, por tanto, se establecen más
claves para recuperar con facilidad lo adquirido.

• Repetir la información. El recuerdo requiere siempre que la información se repita


durante el tiempo suficiente para producirse conexiones seguras entre los
conocimientos. Por eso es muy recomendable repetir siempre los contenidos
estructurados siguiendo el esquema.

• Evitar interferencias entre informaciones. Para ello es aconsejable sintetizar en


pocas palabras las ideas (las frases cortas y sencillas requieren un menor
esfuerzo de fijación), reducir todo lo posible el número de conceptos que hay que
memorizar a la vez, memorizar durante períodos de tiempo breves pero
frecuentes, realizar descansos durante la sesión de estudio (cambiando de tarea),
memorizar con un nivel adecuado de concentración y relajación, pues la ansiedad
dificulta extraordinariamente el recuerdo, etc.

Se recuerda mejor al día siguiente aquello que se memorizó antes de dormir, dado
que durante el sueño se producen pocas interferencias con otras informaciones.
También es muy recomendable memorizar, lo más distanciados en el tiempo que
sea posible, los contenidos muy parecidos.

• Evitar el desuso de la información repasando. Conviene realizar repasos


programados para reducir el olvido. Así pues, es muy recomendable repasar al
final de cada sesión de estudio los temas memorizados ese día. Repasar de
nuevo el tema al día siguiente y al cabo de una semana, también uno y tres meses
después. De este modo, tan sólo se repasará cada tema el número necesario y
suficiente de veces para recordarlo de forma duradera. Desarrollaremos esta
técnica, con más profundidad, en el siguiente apartado de esta última unidad.

• Utilizar conjuntamente el lenguaje y todos los canales sensoriales para consolidar


la información. Para ello es aconsejable fijar y relacionar toda la información
gráfica con los conceptos del texto, utilizar procedimientos gráficos para
estructurar la información (por ejemplo, los esquemas), destacar y diferenciar
gráficamente la información más relevante del texto (mediante subrayado,
mayúsculas, colores, dibujos, etc.).

• Para aplicar y relacionar lo estudiado en una situación de prueba o examen se


debe trabajar de forma comprensiva, organizando en esquemas la información e
integrando los nuevos conocimientos con los conceptos previos que ya se poseen.

• Conocer y aplicar correctamente reglas mnemotécnicas, cuyo objetivo es crear


conexiones lógicas e imágenes mentales para enlazar elementos sueltos (no son
objeto de análisis en este curso).

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II El repaso
A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto
Los repasos programados marcan el final del proceso de estudio correcto al que
venimos aludiendo durante el desarrollo del curso. Tras anticipar la información general del
texto, leerlo con detenimiento, analizar los contenidos del tema, sintetizar la información y
memorizarla, ya “sólo” queda establecer una adecuada programación de repasos, que
ayuden a consolidar en la estructura cognitiva del sujeto que aprende la nueva información
adquirida, relacionándola con la ya existente.

Hemos de caer en la cuenta de que a medida que pasa el tiempo se van desdibujando
muchos de nuestros recuerdos. Sin embargo, pese a esta aparente desintegración de lo que
hemos aprendido, es evidente que el esfuerzo realizado durante el aprendizaje no ha sido
inútil. Esto queda confirmado por el efecto positivo que tienen los repasos que intercalamos: No
hace falta que hagamos el mismo esfuerzo que hicimos en un principio para restablecer el nivel
de retención anterior.

Estos repasos deben ser programados de una forma determinada. Al principio el olvido
es más rápido, lo que quiere decir que durante los primeros momentos son más necesarios y
productivos. Luego podemos espaciarlos más.

Así pues, la necesidad de repasar surge del hecho de que cualquier información que
hayamos asimilado tiende a olvidarse. Aunque las causas de este hecho son muchas y muy
variadas, una de ellas puede señalarse como más significativa: el desuso. Cuando dejamos de
utilizar una información, por ejemplo el número de teléfono de alguien, resulta cada vez más
costoso acordarse de la misma. Es la falta de uso de los datos lo que nos lleva a olvidarnos de
ellos.

Durante años, muchos psicólogos han investigado la evolución del olvido llegando a
conclusiones muy semejantes: Justo inmediatamente después de haber memorizado la
información el recuerdo de la misma es muy bueno, aunque transcurridos unos minutos mejora.

En efecto sabemos que siempre que transcurre un período pequeño de descanso


después de memorizar el recuerdo se optimiza (¡una nueva prueba científica de los nefastos
resultados que producen los “atracones” de estudio el día antes de un examen!...). Sin
embargo, después de unas horas comienza a olvidarse aquella información que no se ha
usado y el olvido se hace, progresivamente, mucho más notable a partir de este momento.

Así pues, la primera consecuencia aplicada al estudio es realizar un repaso


programado para reducir el olvido. Este repaso debe caracterizarse, entre otros, por los
siguientes aspectos:

• Al finalizar la sesión, conviene repasar por primera vez los textos memorizados
ese día.

• Es importante comenzar cada sesión de estudio repasando los temas


memorizados el día anterior.

• Hay que repasar cada tema al cabo de una semana, y también después de uno y
tres meses de memorizarlo por primera vez.

• Es recomendable programar y anotar en un diario los repasos de los temas


estudiados. No conviene exigir demasiado a la memoria.

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B) ¿Cómo repasar?

El repaso bien hecho no necesita de una relectura del texto, sino que ha de hacerse
directamente tomando como único apoyo la síntesis (por ejemplo, el esquema) que se haya
realizado del tema en cuestión. Mirando el tema se debe ser capaz de repasar el tema,
repitiendo a partir de cada una de las palabras clave la idea a la que hace referencia.

Así pues, hay que repasar los contenidos básicos de cada tema, los apuntes (en el
siguiente apartado del curso haremos un análisis de su finalidad y características), las
anotaciones marginales, las observaciones del profesor, y los aspectos más importantes del
capítulo o la lección.

Respecto al tiempo que se ha de invertir en cada repaso, la experiencia indica que


repasar un tema apoyándonos en su esquema suele ocupar un tercio del tiempo que se ha
empleado para estudiarlo. Es decir, que si después de subrayar y esquematizar un tema
tardamos una hora en memorizarlo, en repasarlo no deberíamos invertir más de veinte minutos,
y habremos garantizado un recuerdo más duradero.

En cualquier caso, el tiempo que se tarda en repasar dependerá siempre de la


dificultad que tenga cada materia para el estudiante. Así, si ya se tiene una idea general
bastante clara, los contenidos están bien organizados y hay cierta familiaridad con ellos, sería
suficiente con lo reseñado en el párrafo anterior (un tercio del tiempo empleado en el primer
estudio).

Los trabajos de experimentación psicopedagógica han demostrado que se aprende


mejor en pequeños intervalos que en prolongadas sesiones de estudio. En este sentido, el
psicólogo Herman Ebbinghaus demostró que, si se estudia un tema en tres sesiones distintas
en lugar de en una única, se tarda aproximadamente la mitad de tiempo, o sea, ahorramos un
cincuenta por ciento del mismo.

Muchos estudiantes consideran que el repaso debe hacerse sólo en las fechas previas
a los exámenes, estando muy equivocados. Como estamos comentando, antes de los
exámenes es necesario hacer varios repasos sobre la base de los apuntes, los resúmenes y
los esquemas previamente elaborados. De este modo se ahorra mucho tiempo y se evita la
ansiedad y el nerviosismo de última hora. A medida que se acercan los exámenes, los repasos
deben ser más frecuentes e intensos.

Es evidente que aunque los exámenes no deben ser el fin y único objetivo de nuestro
aprendizaje, la mejor forma de superar los exámenes es comenzarlos a preparar desde el
comienzo del curso. Esta es la mejor regla y el único “truco” efectivo para superarlos con éxito.
Esto exige, por tanto:

• Llevar al día las distintas materias, concretamente los apuntes de clase, el


subrayado, etc.

• Tener debidamente realizados y archivados los esquemas y resúmenes,


elementos facilitadores del repaso.

• Haber solucionado todas las dudas, no dejando cuestiones por entender.

• Programar y llevar a cabo frecuentes repasos, en la línea de lo expuesto


anteriormente.

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De este modo, parece claro que el repaso final no está pensado para aprender lo que
se debería haber aprendido durante el curso, pues como su propio nombre indica es repaso y,
además, final, lo que supone que no debe ser el primero.

Por supuesto, las “empolladas finales” son absolutamente desaconsejables. El intentar


meter conocimientos nuevos o casi nuevos de forma apresurada los días inmediatamente
anteriores al examen no tiene más que consecuencias negativas:

• Al estudiar aceleradamente y sólo con vistas al examen se pierde la estructura y


visión de conjunto.

• Hay más posibilidades de que no se recuerde en el momento del examen, pues el


aprendizaje habrá sido normalmente defectuoso.

• Este tipo de prácticas fatigan más y dejan una sensación desagradable, aversión
al estudio, que suele repercutir negativamente en futuras ocasiones.

• Por último, las consecuencias físicas son también muy significativas. Si el


embotellamiento final no es generalmente bueno, es peor todavía cuando se hace
a costa del sueño. El tiempo que se roba al sueño se paga con creces en el
momento del examen con nerviosismo, confusión, cansancio e incluso bloqueos
del recuerdo.

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III Recogida de información oral (Toma de apuntes)


A) Contextualización de esta tarea en el marco de un proceso de
estudio correcto

Una vez analizadas las principales tareas implicadas en un proceso de estudio


personal correcto, no podemos olvidarnos, en la recta final de este curso, de otras técnicas y
disposiciones personales favorecedoras del aprendizaje. Hablamos de la recogida de
información oral (toma de apuntes), y de los procesos atencionales de los sujetos, aspectos
a desarrollar en los dos últimos apartados del curso.

Aunque no es la situación más deseable, habitualmente las lecciones expositivas son el


procedimiento de enseñanza fundamental de muchos profesores. Es evidente, por tanto, que la
palabra del profesor sigue siendo un medio formativo insustituible en muchas situaciones
didácticas.

Como hemos comentado en el apartado precedente (el correspondiente a la técnica del


repaso), la curva de olvido pone de manifiesto que el recuerdo comienza a desgastarse
inmediatamente después del aprendizaje, incluso después de la primera hora, de modo que
muchos detalles del principio de una lección pueden haberse olvidado al final de la misma.

Para prevenir este rápido desgaste se hace muy aconsejable tomar apuntes que
permitan reconstruir el contenido de la exposición. Tomar notas no equivale a registrar punto
por punto absolutamente todo lo dicho por el profesor, sino esencialmente:

• Los puntos esenciales de la exposición.

• El orden de las ideas y encadenado del razonamiento.

• Las relaciones entre los datos y las conclusiones.

Así pues, tomar apuntes significa prestar atención a una información, seleccionar las
cuestiones más importantes, organizarlas y elaborarlas por escrito. No es equivalente a copiar
al dictado. La capacidad de tomar apuntes debe entenderse como un recurso que se va
adquiriendo con la práctica. Requiere el esfuerzo de una mente atenta, así como un trabajo
adicional anterior y, sobre todo, posterior a la clase.

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En efecto, esta tarea debe comenzar antes de las clases, por ejemplo cuando uno
piensa sobre lo que se dijo en las sesiones anteriores, o cuando repasa el tema día a día,
debido a la gran ventaja académica que ello proporciona. Cuando el tema a exponer se trate en
el libro, conviene leerlo en su totalidad (o, al menos, los títulos) antes de la explicación, para
disponer de una visión general de los contenidos.

Por otra parte, también es muy conveniente que una vez finalizada la clase los apuntes
sean completados y reelaborados, por lo menos en aquellas partes que lo requieran, con el
objetivo de convertirlos en un elemento realmente práctico, funcional y favorecedor de la
memoria y, consiguientemente, de los aprendizajes. Así pues, es necesario releer, corregir y
completar las anotaciones lo antes posible, para ello es recomendable utilizar el libro de texto y
aclarar las dudas con el profesor.

Tomar apuntes no es, en cualquier caso, una tarea fácil, sino que requiere un cierto
entrenamiento que permita eliminar malos hábitos como, por ejemplo:

• Ineptitud para valorar las ideas y diferenciar su importancia.

• Incapacidad para sintetizar, así como para centrar el interés en los detalles
importantes, las conclusiones y los resúmenes que haga el profesor.

• Escritura lenta y premiosa, y obsesión por recoger absolutamente todo lo que dice
el profesor.

• Deficientes hábitos de escucha, como consecuencia de gran variedad de motivos:


Distracciones por la fatiga, el frío o el calor, etc., pasividad o falta de voluntad para
captar lo que se escucha, falta de motivación necesaria para superar el
aburrimiento que a veces puede producir escuchar.

Es necesario que el alumno mantenga la atención durante la exposición, que disponga


de conocimientos suficientes para comprender la explicación, que sepa recoger la información
de forma correcta, ordenada y suficiente y que comunique al profesor tanto las dudas como los
conceptos comprendidos.

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B) Las ventajas de tomar apuntes


Aunque el tomar apuntes no es más que un medio –y no un fin en sí mismo-, es un
medio eficaz por numerosas razones:

1.- Es un hecho el que las clases y la enseñanza en general están, en gran parte,
fundadas en las explicaciones del profesor. Para superar los exámenes es necesario saber y
dar razón de lo que éste ha dicho.

2.- Lo que se escribe, de lo que se toma nota, puede ser recordado cuando se quiera.
Ideas o datos que mientras explica el profesor se entienden y que parece que siempre van a
ser recordados, es bastante probable que se vayan borrando o debilitando a medida que pasa
el tiempo. Es muy distinto entender algo que ser capaz de reproducirlo.

3.- El tomar apuntes favorece la postura activa durante la clase, de lo que resulta un
mejor aprendizaje, que se concreta en que la materia de estudio se “queda” y se “almacena”
con más facilidad. Al contrario, el no tomar notas favorece una actitud pasiva que, además de
un aprendizaje de menor calidad, produce una sensación de desagrado y de aburrimiento.

4.- Al tomar bien los apuntes se desarrolla el hábito de sintetizar, de esquematizar una
exposición, sabiendo destacar lo principal de todo lo que se dice y relacionarlo con lo menos
importante o complementario.

5.- El tomar apuntes correctamente ayuda notablemente a saber seguir una charla o
conferencia y poder redactar posteriormente un resumen de la misma.

6.- No tiene demasiado sentido “fiarse” de los apuntes de cualquier otra persona. Los
apuntes son algo personal. Equivalen al modo que cada uno tiene de recoger, sintetizar y
expresar la información que el profesor suministra. Algunos no anotan cosas importantes
porque les resultan demasiado elementales. Otros las recogen mal o con palabras o signos
difíciles de interpretar por una persona diferente a quien lo anotó.

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C) Recomendaciones prácticas para tomar apuntes

En posesión de unos buenos hábitos de escucha, el estudiante puede obtener unos


buenos apuntes si sigue, entre otras, las siguientes indicaciones:

• Disponerlos, a ser posible, en un cuaderno recambiable de anillas, con


separadores, que permita añadir nuevas hojas y sacar material atrasado para
archivar.

• Las hojas donde tomamos apuntes deben tener unas características especiales
para facilitar la elaboración y organización de la información. Conviene dejar un
margen amplio a la izquierda, y utilizarlo para hacer todo tipo de anotaciones
durante la toma de apuntes. Estas hojas deben ir encabezadas por el nombre de
la asignatura y la fecha, para facilitar la localización de una información después
de semanas o meses.

• Los apuntes no deben recoger palabra por palabra el discurso del profesor, ni ser
una línea telegráfica difícilmente interpretable al cabo de unos días.

• Tomar los elementos esenciales, definiciones, información numérica, gráficos,


esquemas.

• Redactar las ideas en frases cortas, para facilitar la comprensión y el recuerdo


posterior.

• Emplear las propias palabras, reelaborando lo que el profesor va diciendo. Es


imposible pretender transcribir literalmente las palabras del profesor pues, por una
parte, por muy despacio que hable acabaríamos agotados, y, por otra, no todo lo
que el profesor dice vale la pena que sea anotado, ni conviene que lo sea por
razones de claridad.

• Prestar atención a las palabras-clave, tales como “además”, “por el contrario”, “en
resumen”, etc.

• Seguir el razonamiento del que habla, manteniendo la atención y mostrando la


comprensión durante la clase.

• No pasarlos a limpio, pero sí completarlos, subrayar y mejorar su estructura. Es


aconsejable revisar las notas antes de pasadas 24 horas para perfeccionar la
redacción y el sentido de palabras y frases dudosas.

• Utilizar abreviaturas en palabras o expresiones muy frecuentes. Sin embargo, las


cifras, los nombres propios y la bibliografía deben tomarse al pie de la letra.

• Desarrollar cada concepto en un párrafo, separando los contenidos con un punto y


aparte.

• Poner títulos a los distintos aspectos que se desarrollan en el tema.

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IV Atención e interés en el estudio

A) Concepto y características

La atención es el proceso por el que centramos, de forma selectiva, la percepción


sobre un estímulo que pasa al primer plano de nuestra consideración, mientras ignoramos los
demás estímulos, que por ello quedan fuera de nuestro campo de atención.

El estudio requiere atención prolongada, es decir, una determinada concentración en


lo que estamos haciendo, pues de lo contrario nuestra actividad no será mínimamente eficaz.
Debemos distinguir entre dos grandes tipos de atención:

• Atención espontánea. Es la que se da hacia hechos, objetos y personas que nos


cautivan y arrebatan de tal manera que ponemos todo nuestro ser en su
contemplación. En este caso nadie –ni siquiera nosotros mismos- nos tenemos
que imponer o forzar para atender. Así pues, este tipo de atención se da sin
esfuerzo alguno por parte del individuo, porque es el estímulo el que provoca
directamente la misma: un sonido estridente, un color llamativo, o cualquier hecho
novedoso...

• Atención voluntaria. Está promovida por nosotros mismos y, por tanto, surge
cuando se dan unas circunstancias propicias, tanto por nuestra parte como por
parte del objeto. Depende de un esfuerzo, de un acto consciente buscado y
deseado por el individuo y, por tanto, mediante una participación activa y selectiva.

Este último tipo de atención –la voluntaria- es la que precisa el trabajo intelectual, y
para que resulte positiva debe tener:

• Concentración. Es la propiedad más destacada, y supone estar inmerso, física y


mentalmente, en el tema u objeto atencional con exclusividad.

• Carácter limitado. La atención tiene un límite. No debemos querer abarcar


demasiado, porque esto perjudica indudablemente la concentración.

• Constancia y firmeza en apartar todos los estímulos que puedan interferir en la


concentración o que no guarden relación con el objeto central de la atención (¡no
nos engañemos, no aprovechamos al máximo el estudio si, al tiempo, estamos
oyendo música, la radio o, peor aún, viendo la televisión!...).

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• Capacidad de adaptación. Significa poder pasar nuestra atención de unos


objetos a otros, con fluidez, sin brusquedad y sin perder el grado de la misma,
durante el breve proceso de acomodación al nuevo tema sobre el que centrar
nuestra mente.

• Motivación. Es un elemento imprescindible para una atención efectiva y para que


el individuo esté interesado y dispuesto. La atención motivada facilita la
concentración en el estudio y permite que toda la energía psíquica del estudiante
se concentre en la consecución de los objetivos que se ha propuesto, evitando la
dispersión del esfuerzo y facilitando la comprensión y asimilación de los
contenidos.

La atención es susceptible de ser analizada en virtud de tres parámetros básicos:


amplitud, límites y selectividad.

La amplitud se refiere al número de elementos a los que se puede atender al mismo


tiempo. Se ha comprobado que, aun existiendo un foco atencional, si nos movemos en un
campo relativamente homogéneo de objetos podemos atender a varias cosas a la vez, e
incluso con una especialización la atención puede ser ampliada (perspectivas global y analítica
de una película, un partido, un texto, un cuadro, etc.).

Los límites se refieren a la posibilidad de considerar simultáneamente distintas


secuencias de estímulo. En el párrafo anterior, al hablar de la amplitud, analizábamos el
número de objetos o elementos de un tipo de estímulos. Al referirnos a los límites hablamos de
diversos tipos de estímulos, llegados por distintas vías sensoriales.

Es decir, ¿es posible leer y escuchar la radio al tiempo?... Los estudios apuntan a que
NO; parece que la heterogeneidad de estímulos está reñida con la capacidad de atención.

La selectividad de la atención hace referencia a que, según han confirmado multitud


de estudios e investigaciones, existe un mecanismo de filtro o de control atencional, en virtud
del cual podemos afirmar que ésta es selectiva.

En efecto, parece que los mensajes nos llegan en dos fases: En la primera el individuo
puede manejar varios mensajes al mismo tiempo (por ejemplo, una voz, su procedencia
espacial, el sexo del emisor, sus características, etc.). Se trata de elementos físicos. En la
segunda fase sólo se puede tratar con un mensaje, analizando su contenido verbal. Parece que
el sujeto sólo puede codificar información de un mensaje.

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B) Los determinantes de la atención


Existen dos tipos de factores que influyen o determinan la atención. Hablamos de los
factores externos e internos:

Los determinantes o factores externos tienen un carácter predominantemente físico


y exterior al individuo, determinando nuestra atención en cada momento. Son de diversos tipos:

• Modificaciones en el medio. En términos generales puede decirse que los


cambios en nuestro entorno suelen captar nuestra atención (ruidos fuertes,
silencios repentinos, etc.).

• Movimiento: En general los objetos móviles captan más la atención que los
estáticos. En cualquier caso, y como en el caso anterior, esto depende del
contexto (si muchos elementos se mueven y uno no, éste será el que capte más la
atención).

• Tamaño: También generalmente los objetos grandes atraen más la atención que
los pequeños, aunque como siempre esto dependerá del contexto. La ruptura en
la constancia del tamaño es importante (un objeto llamará especialmente la
atención si está colocado entre otros de diferente tamaño iguales entre sí).

• La repetición del estímulo suele captar la atención (¡qué mejor ejemplo que el de
los anuncios publicitarios!). No obstante este efecto deja de producirse a
determinados niveles, puesto que la habituación es uno de los factores que
determinan de forma más directa la pérdida de atención.

• La novedad es un factor que no implica sólo modificación del medio. Para captar
nuestra atención se necesita algo distinto y, también, algo interesante.

Pasemos ahora a analizar los factores internos, aquellos relacionados con las
motivaciones, las expectativas y demás características del individuo.

Desde esta perspectiva podemos hacer referencia a la motivación, la cual actúa como
motor efectivo de la atención. Los motivos nos “mueven” a obrar de una determinada forma
(así, por ejemplo, el hambre nos moverá a centrar nuestra atención en anuncios de alimentos,
olores de comida...).

Por otro lado, la motivación puede entenderse también en un sentido más amplio y
abstracto, como la motivación intelectual (la curiosidad y los deseos de saber algo centrarán
nuestra atención). Por último, existen otros motivos relacionados con factores emocionales y
sociales. Por ejemplo, nuestros valores e intereses condicionarán el que atendamos más a
unas personas que a otras, a un contenido que nos transmiten o a otro, etc.

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Tras el análisis de los determinantes de la atención, desde un punto de vista interno o


externo, hemos de concluir que todos ellos, naturalmente, se relacionan en el momento de
canalizar nuestra atención, la cual condicionará el estudio y el aprendizaje.

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