El Barroco Como Categoría Hermenéutica

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Retablo Barroco:

visiones y horizontes de lo exuberante

Joaquín Darío Huertas ruiz (comp.)

Serie
SerieFFilosófica • • Número
iloSóFica Número 2727
Retablo Barroco:
visiones y horizontes de lo exuberante

Joaquín Darío Huertas Ruiz (Comp.)


Samuel Arriaran
Elizabeth Hernández Alvídrez
María Guadalupe Díaz Tepepa
Mario Madroñero Morillo
Miguel Rojas Gòmez
Camilo Alfonso Salazar Flórez
Jhon Jairo Losada Cubillos

Serie Filosófica • Número 27


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XIOXI Joaquín Darío Huertas Ruiz (Comp.)
Retablo Barroco: Visiones y horizontes de lo exuberante
1-12’.—Bogotá: Editorial Bonaventuriana, 2016.
214 páginas.—(Serie Filosófica; N.º 27).
ISBN: 978-958-8422-92-3
Teología, cruz, Guardini, von Balthasar, obediencia, libertad, salvación.

EDITORIAL
BONAVENTURIANA

Retablo Barroco: visiones y horizontes de lo exuberante


© Joaquín Darío Huertas Ruiz (Comp.)
Serie Filosófica • Número 27

Universidad de San Buenaventura


Colombia
© Editorial Bonaventuriana, 2016
Universidad de San Buenaventura
Carrera 9 N.º 123-76, oficinas 602-603
PBX: 57 (1) 629 5955
www.usb.edu.co
Bogotá - Colombia

Rector: Fray José Wilson Téllez Casas, o.f.m.


Coordinador editorial: Anatael Garay Álvarez
Jefe Unidad de Publicaciones: Luis Alfredo Téllez Casas
Diseño y diagramación: Vivian Astrid Rodríguez Ch.
y Luis Orlando Ferrucho Bran

Aviso Legal
Los autores son responsables del contenido de la presente obra.
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier
medio,sin permiso escrito de la Editorial Bonaventuriana.
Derechos reservados de la Universidad de San Buenaventura

ISBN: 978-958-8422-92-3
Tirada: 60 ejemplares
Depósito legal: se da cumplimiento a lo estipulado en la Ley 44 de 1993,
Decreto 460 de 1995 y Decreto 358 de 2000.
Impreso en Colombia - Printed in Colombia.
Tabla de contenido

Prólogo
Franklin Giovanni Púa................................................................................7
1. La epistemología barroca en torno
de una teoría de Boaventura de Sousa Santos
Samuel Arriarán........................................................................................15
1. ¿Por qué la vieja epistemología ya no explica la realidad actual?.........17
2. ¿Qué entender por epistemología?......................................................19
3. ¿Qué papel tiene la mezcla o el mestizaje?.........................................22
4. Interculturalidad y epistemología barroca...........................................23
Conclusión.................................................................................................25
Bibliografía................................................................................................26
2. Erótica, crítica y política en la estética del pensar barroco
Mario Madroñero Morillo.........................................................................29
Imágenes....................................................................................................44
Bibliografía................................................................................................44
3. El barroco como categoría hermenéutica de la identidad
cultural en la narrativa literaria latinoamericana
Elizabeth Hernández Alvídrez...................................................................47
Introducción...............................................................................................49
1. Lezama Lima. La expresión americana..............................................50
2. El desarrollo de la idea del barroco
en el análisis de la literatura latinoamericana.....................................52
Juan Rulfo..................................................................................................56
Gabriel García Márquez............................................................................58
Conclusión.................................................................................................61
Bibliografía................................................................................................62
4. El neobarroco en la construcción de la identidad iberoamericana
María Guadalupe Díaz Tepepa.................................................................65
1. La modernidad barroca como mestizaje cultural................................67
2. Lo neobarroco como categoría analógica e identitaria.......................68

5
3
El barroco como categoría
hermenéutica de la identidad
cultural en la narrativa literaria
latinoamericana
Elizabeth Hernández Alvídrez
Universidad Pedagógica Nacional de México
Introducción

Al afirmar, en La expresión americana que el barroco es un deve-


nir americano original, José Lezama Lima ha creado una importante
categoría hermenéutica para el análisis de la literatura latinoamericana
(Lezama Lima, 1977). A partir de su obra, son numerosos los estudios
donde se muestra que la presencia de rasgos de estilo, temas y proce-
dimientos barrocos en cierta narrativa producida en América Latina,
produce un efecto neobarroco particular. Este fenómeno barroco ha
dado la posibilidad de acudir a la narrativa como vía de crítica y cons-
trucción de la identidad cultural hoy en día, lo cual ubica al discurso
literario como una fuente de la conciencia histórica. El propósito de
este trabajo es mostrar la capacidad de aplicación de esta categoría
en el estudio de la problemática de la identidad latinoamericana en la
literatura narrativa, a través de las novelas de autores como Juan Rulfo
y Gabriel García Márquez.

En la primera parte del artículo presento las tesis de Lezama Lima


desarrolladas en las cinco conferencias agrupadas con el nombre de La
expresión americana, acerca de la formación de una imagen propia del
ser americano que, en sus palabras, constituye una “visión histórica,
que es ese contrapunto o tejido entregado por la imago, por la imagen
participando en la historia.” (Lezama Lima, 1997, p. 279). Una segunda
parte está dedicada a interpretaciones del barroco y neobarroco cuyos
desarrollos han contribuido a la realización de estudios de la iden-
tidad cultural a partir de la narrativa latinoamericana. En la tercera
parte del artículo se presenta al análisis de la cuestión de la identidad
cultural, mediante la hermenéutica barroca de obras de los novelistas
mencionados.

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Elizabeth Hernández Alvídrez

1. Lezama Lima. La expresión americana

El autor cubano establece la polifonía como principio de la imagen ameri-


cana, a partir de momentos de cultura integrados en una sola visión histórica.
En todas, dice, hay presencias naturales y datos de cultura que participan
como metáforas. Son entidades naturales imaginarias. Lo que ha posibilitado
la rotación de las entidades para integrar una nueva visión es la intervención
del sujeto metafórico, quien efectúa la metamorfosis hacia la nueva visión. El
sujeto metafórico actúa como el factor temporal, que impide que las entidades
naturales o culturales imaginarias se queden estáticas. Estas entidades adquieren
nueva vida en un espacio contrapunteado por la imagen y el sujeto metafórico,
que pasa a ser espacio dominado. Es en el lenguaje donde el sujeto metafórico
se vuelca sobre el espacio no organizado en la imaginación del espacio contra-
punteado. Hace falta entonces una técnica de la ficción cuando la técnica de
la historia no puede establecer la precisión de sus dominios. Los mitos son la
técnica de la ficción que Lezama Lima propone como método. Para ello hay
que poner énfasis en las eras imaginarias más que en las culturas, establecer
las eras donde la imagen, y cuál imagen, mito se impuso como historia. Si una
cultura no logra crear un tipo de imaginación con el tiempo sería indescifrable.
La imagen hace que en la historia un hecho sea real o inexistente o indiferente.
Se puede establecer una causalidad retrospectiva para percatarse de dónde se
verifican los enlaces. El barroco entonces es una era imaginaria y lo que hace
Lezama Lima es rastrear los puntos de enlace.

Otro recurso para rastrear esos enlaces es la memoria desde la raíz que
da la forma. En esa retrospección, se busca mediante el análogo metafórico al
análogo nemónico. Con esos elementos de método se puede mirar las obras de
arte de nuestra época, con lo cual adquieren nuevas perspectivas que pueden
llegar a ser su verdadero nacimiento. Este método rompe con la idea de las
constantes artísticas. A eso se debe, dice Lezama, el complejo del americano,
a que considera que su expresión no es forma alcanzada, sino problema por
resolver. De ahí su inclinación a buscar la forma en la autoctonía. Pero lo que
no observa el americano son las síntesis. Para ejemplificar, Lezama analiza
las presencias imaginarias en el Popol Vuh, donde detecta presencias de la
imaginación china, dejadas por las adecuaciones, interpolaciones, paralelismos
hechos por los jesuitas. Ahí descubre que lo incompleto de los versículos está
elaborado para un complemento en la llegada de los nuevos dioses. La tesis de

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

Lezama Lima es que las teogonías de las epopeyas indias, búdicas, etc. y las
recopilaciones confucianas habían llegado a Europa por medio de los jesuitas,
con lo que chinificaron los iconos cristianos. De esta forma los copistas jesui-
tas y los filólogos españoles traspasaron esa influencia al Popol Vuh; además
traspasaron la mitología odiseica. El gusto europeo de búsqueda oriental, unida
a la imaginación provenzal, traía aparejado el concepto de salvaje bueno y de
indias galantes, en que el cansancio de la imaginación europea había pasado
de la bondad al encuentro de las delicias.

El principio que establece Lezama Lima es el de dos circunstancias que


dieron lugar a la puesta en marcha de esa expresión: Para los conquistadores la
nueva tierra se mostraba como un paisaje en busca de expresión, que renovó la
iniciativa del sujeto metafórico, como respuesta al cansancio de la imaginación
europea. Y por parte de los conquistados se estaba a la espera de alguien. Nace
una nueva manifestación del barroco que obedece a la astucia y la cautela.

Desde la perspectiva de Lezama, el barroco americano no es, pues, una con-


tinuación del barroco hispánico, sino que tiene características peculiares, debidas
a las necesidades particulares de enfrentar un orden de vida distinto, tanto para
los colonizadores como para los colonizados. El barroco incorpora el arreglo a un
conflicto. Podemos comprender el barroco americano como lugar de encuentros
en el que se mantiene una tensión resuelta provisionalmente, en la unión de los
fragmentos de las culturas involucradas (la hispana, la indígena y la africana),
pero sin resolver el conflicto. Lezama advierte el carácter creativo del barroco
americano que se manifiesta en el lenguaje, las formas de vida y de intereses
culturales. Es arte de contra-conquista, pues el que irrumpe desde Europa con
violencia es conquistado por el paisaje que surge como posibilidad de renovación.
Así, para Lezama el primer americano es el ‘señor barroco’ que “participa, vigila
y cuida, las dos grandes síntesis que están en la raíz del barroco americano, la
hispano incaica y la hispano negroide.” (Lezama Lima, pags.324-325).

Una vez establecida la colonia, surgen los precursores de los movimientos


de independencia, que reivindican una identidad propia distinta de la hispana,
como Fray Servando Teresa de Mier, Simón Rodríguez y Francisco de Miranda.
La expresión criolla nace del lenguaje popular. Es la lengua de “Juan Lanas, el
Juan Pueblo, poeta malo necesario” (Lezama Lima, p. 352). Explica con ejem-
plos como el inicio del acompañamiento de la música a la letra en el corrido, que

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Elizabeth Hernández Alvídrez

difunde los acontecimientos populares. Otra manifestación es la del grabador,


como José Guadalupe Posada que graba la muerte como manera de ahuyentar el
miedo hacia ella, ante los ofrecimientos del nuevo paisaje. Otra figura es la sátira,
que renueva el lenguaje al obedecer a las formas orales.

2. El desarrollo de la idea del barroco


en el análisis de la literatura latinoamericana

La fuerza creadora de Lezama Lima en la hermenéutica del barroco como


expresión americana, ha convocado a la interpretación y nueva creación, en el
estudio del barroco. En este apartado analizo las posiciones de varios estudiosos
de la identidad cultural en la literatura latinoamericana. Con estos supuestos, se
presenta el estado del arte en la conceptualización del barroco y las consecuencias
que conlleva para comprender el conflicto identitario, tomando en cuenta la rique-
za que este concepto ha llegado a adquirir como categoría de interpretación en el
proyecto de investigación que en la Universidad Pedagógica Nacional de México
que estamos realizando con Samuel Arriarán (Hernández y Arriarán 2001, 2006).
Particularmente he desarrollado en mi tesis doctoral el problema de la lectura
de textos literarios con base en la hermenéutica barroca con el objetivo de com-
prender la crisis de identidad en el contexto latinoamericano (Hernández, 2008).

Otros autores nos han aportado a la filosofía del barroco como crítica y
proyecto de la identidad latinoamericana (Sarduy, 1978; Rama, 1982; Campra,
1982 y Fuentes, 1990).

Severo Sarduy desarrolla una perspectiva original a partir del señalamiento


de un neobarroco para la manifestación literaria latinoamericana del siglo XX,
en el que emergen recursos barrocos para la expresión de un conflicto de identi-
dad cultural. Escribir en el barroco es trabajar por el regreso del cuerpo deseoso,
sacrificado en nuestra cultura, que significa también la vuelta del encantamiento
del mundo. Atendiendo al señalamiento de Lezama Lima, Sarduy pregunta si el
cuerpo que regresa es el mismo exiliado o si se trata de su máscara vaciada, de
su doble desacralizado, simple impostura pintarrajeada o verdadera subversión
corporal. Por ello le interesan los efectos del discurso barroco hoy en día, no
como recuperación de los residuos del barroco histórico, sino para observar los
estatutos y las premisas de un nuevo barroco que integraría las formas antiguas
pero también trataría de atravesarlas, irradiarlas, minarlas por medio de la parodia,

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

por el humor e intransigencia que Sarduy considera propios de nuestro tiempo.


Para él, ese barroco sólo puede surgir del lenguaje de América y de sus márgenes
críticas y violentas. En el barroco, dice, el arte busca presentarse como una nueva
realidad, desafiando la verosimilitud y lo ideológico. Se trata de un barroco no
trasplantado, sino de origen latinoamericano.

Para Rosalba Campra la identidad ha sido una obsesión para el latinoamerica-


no por la falta de fusión entre el sustrato indígena, el colonizador y el inmigrante,
en donde la condición de colonizado tiene que ver con la modernidad occidental
que lucha con la modernidad de un ethos barroco. La identidad plena se daría,
según la autora, si se tomara conciencia de lo que molesta e impide una buena
vida. Para ella, la literatura como una voz privilegiada en la construcción de una
conciencia de sí, surge a mediados del siglo XX y considera que los elementos
propuestos por esta narrativa son “el redescubrimiento de un lenguaje barroco,
proliferante, mágico; la proyección mítica; la refundación de utopías…” (Cam-
pra, 1982, p. 23). El sustrato lingüístico de este afloramiento de la identidad
corresponde a “un mestizaje de la lengua, pero no como inclusión inorgánica del
léxico indígena en el español, sino como modificación de la afectividad, del papel
de la metáfora” (Campra, 1982, p. 31). El uso de la metáfora ha posibilitado la
creación de espacios utópicos capaces de dar forma e inteligibilidad a la realidad
de América Latina. Para la cultura, estos espacios no sólo dan cuenta de esa rea-
lidad como totalidad y no fragmentariamente, sino que también abren un nuevo
sentido de cómo pudiera ser esa realidad: “El espacio totalizador ha encontrado
su nombre: en la forma del mito se expresa el desfase temporal del colonizado, la
opresión sufrida sin reconocerla, pero también la capacidad de inventar el mundo,
de reinventarse” (Campra, 1982, p. 61). El lenguaje del mito sirve a propósitos
de denuncia de una realidad que se quiere modificar. El barroquismo consiste en
tomar todo lo que culturalmente esté a la mano. Rosalba Campra ve lo barroco
de la literatura latinoamericana en la proliferación, la superposición, la forma, en
el predominio del nivel verbal del cual se generan los otros niveles, pero también
ve el barroco de esta literatura en su posibilidad de actuar sobre la realidad, de
determinarla y convocarla. Cada obra narrativa manifiesta el ser, pero también
el querer ser de América Latina a través de la literatura, por ello se explica su
tendencia hacia lo mítico.

De acuerdo con Ángel Rama la cultura debe ofrecer a la literatura “una


cosmovisión, una lengua, una técnica para producir las obras literarias” (Rama,

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Elizabeth Hernández Alvídrez

1982, p.20). Utiliza el concepto de transculturación como un proceso en el que


las culturas pierden algo, con lo cual se presenta una desculturación parcial, pero
también culturalmente crean y se da un giro hacia una neoculturación. Las cul-
turas internas se narran correlacionando los temas, la cosmovisión y las formas
literarias. La creatividad ejercida en este proceso de transculturación desemboca
en una reestructuración general del sistema cultural. El proceso culmina en la
inclusión dentro del texto de las diversas voces culturales en toda su plenitud, en
un movimiento que puede ser explicado con el concepto de polifonía, considerado
por Lezama Lima.

Rama señala que la riqueza artística la aportó el sistema narrativo oral que
caracteriza al narrador de esta literatura, la voz de resistencia cultural frente a
la modernización. La cosmovisión generadora de los significados vertidos en el
texto literario es el punto central donde fructificó la transculturación. La literatura
acude a las fuentes populares, se reconocen las virtudes del habla y las estructuras
del narrar popular. Las creaciones de los narradores transculturadores fueron
posibles gracias a la existencia de conformaciones culturales propias, producto
de largos procesos de acumulación y reelaboración.

Este planteamiento nos ayuda a entender que la unidad de Latinoamérica es un


proyecto que se basa en una comunidad histórica y lingüística y en comportamien-
tos similares. Por otra parte, en el presente la unidad responde a la expansión de
culturas dominantes política y económicamente, la globalización sustentada en la
universalización de un sistema económico. Los conflictos culturales han aportado
narrativas donde se expresa un discurso literario con base en fuertes tradiciones
propias y estas creaciones literarias se elaboran mediante procedimientos transcul-
turadores donde se utiliza la modernización con fines propios. Rama señala que
la función de la literatura latinoamericana de finales del Siglo XX podría ser la
de fundar los mensajes culturales. Las regiones tienen peculiaridades culturales;
los escritores que provienen de estas regiones evidencian estos orígenes en su
literatura. Rama los llama los narradores de la transculturación11 . Sin embargo,
hay que subrayar que en esta narrativa no sólo se revela el conflicto, sino que se

11 Cita como ejemplos a Joao Guimaraes Rosa (Minas Gerais), Gabriel García Márquez (costa
colombiana) y Juan Rulfo (Jalisco). Estos escritores, dice Rama, reelaboran la configuración
cultural regional en las circunstancias del conflicto modernizador; tienen el conocimiento
de varios mundos y captan el conflicto que se produce en su confrontación.

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

trabaja un replanteamiento de valores culturales que han permanecido estáticos


y tradicionalistas, obligándolos a dar respuestas en las nuevas circunstancias. En
ello residiría el valor identitario que tiene esta narrativa.

Carlos Fuentes ha reflexionado sobre la identidad latinoamericana y ve en


el barroco un fundamento cultural fuerte. En primer lugar, percibe una unidad
en la que hoy podemos imaginar a América con continuidad cultural que con-
trasta con su fragmentación política. Por otra parte, considera que América es
un continente en búsqueda de su modernidad, pero de manera diferente de la
vigente en el pensamiento actual, ya que la herencia de la contrarreforma espa-
ñola hace preguntarse por la manera peculiar en que Latinoamérica puede ser
moderna, toda vez que es heredera intelectual, moral y política de las filosofías
de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, más que de las ideas de John Locke y
Martín Lutero (Fuentes, 1990)12 . De esa continuidad considera que puede surgir
un nuevo modelo político y económico más consonante con la experiencia, el ser
y el futuro probable de América Latina. Para ello, piensa, hay que pasar por la
crítica de la cultura que sólo puede darse desde las artes y la literatura, porque
expresan otra historia, creada por medio de la experiencia, que evidencia modos
de ser opuestos a las instituciones de la historia oficial que se vive paralelamente.
Un modelo, concluye, puede surgir de las tradiciones comunitarias del mundo
rural prehispánico, la tradición escolástica que orienta la política al bien común,
y las tradiciones de la democracia medieval española. Señala que la narrativa de
Juan Rulfo es la de los mitos rurales, cuyas memorias son nuestra historia. Por
otra parte, considera que Cortázar hace lo mismo pero desde una contranatura-
leza urbana en la que los mitos contemporáneos ponen en duda la capacidad de
comunicación, de hablar y de escribir de las maneras acostumbradas, con lo que
dota a la modernidad conflictiva más que de un lenguaje, de un contralenguaje
que se inventa con la colaboración entre escritor y lector, para llenar las lagunas
de los lenguajes parciales, agotados, mentirosos; este contralenguaje es el del
deseo que priva en los novelistas urbanos. La nueva novela hispanoamericana es
una reflexión sobre el pasado como signo de narrativa para el futuro.

12 Como ejemplos de ello menciona la continuidad de las tradiciones múltiples de la España


medieval (árabes, judías y cristianas) recuperadas en las fábulas de Jorge Luis Borges; de
las tradiciones míticas orales de la selva y la montaña en la narrativa de García Márquez; de
los mitos y construcciones solares del mundo indígena en manifestaciones como el cine, la
música, el arte, las novelas, los ensayos, la poesía.

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Elizabeth Hernández Alvídrez

Juan Rulfo

Desde la perspectiva de una mirada frontal de la novela Pedro Páramo, en


su búsqueda el personaje Juan Preciado se encuentra con la oposición masculino-
femenino como una manifestación del machismo, el patriarcado, el paternalismo,
productos de un desarrollo histórico mexicano; sin embargo, la mirada sesgada
del observador revela significados más profundos de la simbolización mítica
de la obra. En la novela de Juan Rulfo, una lectura oblicua descubre detrás de
la temática paternalista que se presenta en la superficie de la obra, un segundo
nivel de simbolización, en la inmersión en el mito de la relación del ser humano
Pedro Páramo con la tierra, en quien se revela un conflicto que se establece
en la predominancia del elemento masculino que toma como objeto externo al
elemento femenino, convirtiendo la relación en la de explotador y explotada.
La historia del cacique que acaba con el pueblo de su dominio es una metáfora
del agotamiento de la tierra (elemento femenino), como consecuencia de la
acción depredadora de la explotación agresiva de la tecnología (elemento mas-
culino), que conduce al nivel simbólico comprensible desde la perspectiva de
una cosmovisión que se basa en la armonía entre los dos elementos humanos,
la armonía entre ser humano y tierra. El páramo, la desertización de la tierra
se corresponden con una desertización de la condición humana. La novela nos
presenta una confrontación estructural que se da entre hombre-mujer, hombre-
tierra (Pedro Páramo explota mediante engaños a su madre, a su esposa Dolores
y a sus mujeres, como explota a la tierra, a la vez que su deseo por Susana San
Juan nunca se satisface). Deseo y realidad se contraponen en una temporalidad
detenida que, convertida en espacio, permite juntar todos los tiempos históricos
que han pasado por la ciudad-cosmos, Comala, cuyo contexto está marcado por
una forma política en que se oponen la caduca figura del cacique y la revolución
modernizadora, y ambas a la tradición. Esta oposición entre una organización
de la vida a través del cacicazgo familiar que se sostiene sólo en la acción ejer-
cida por la vertiente masculina, tiene sus consecuencias en la manifestación
del padecimiento de todos, incluido Pedro Páramo, un personaje que también
sufre y que sucumbe en la lucha por sostener un régimen de autoridad des-
tructivo, en el que él mismo resulta sacrificado, al no conseguir satisfacer su
ámbito del deseo, del cual es símbolo Susana San Juan. El contexto histórico
de la novela está constituido por el lastre de una forma de vida impuesta por
la desvitalización de otras voces, como pueden ser las de la cultura popular

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

de la oralidad, acentuado por el intento de modernización de una revolución,


cuyo propuesta de vida también implica el sacrificio del deseo. El recurso de dar
la voz a la cultura popular nos hace percibir el conflicto de la separación de lo
femenino y lo masculino. Se trata de dos cosmovisiones en pugna, dos formas
de relacionarse con la tierra y construir el mundo de la vida, la tradicional que
no niega los procesos destructivos y los constructivos de la naturaleza frente a
un orden que considera esa postura como antiprogresista.

En el nivel profundo de simbolización ¿cuál es el mito que sirve de tras-


fondo del conflicto planteado en la novela? Como inicio se puede decir que un
mito tiene como tarea hacer emerger el punto de confluencia entre masculino
y femenino, orden y desorden, alto y bajo, luz y tinieblas, etc., a través de la
metáfora del viaje del héroe, como el que realiza Juan Preciado, impulsado por su
madre para reclamar lo que le corresponde, que es un tiempo en el que Comala
era un vergel, el illus tempus que conforma al mito. Es introducido por su her-
mano Abundio a un mundo de muertos en el que son mujeres las encargadas de
guiarlo para enterarse de la manera en que su padre ha acabado con ese mundo
armónico. El héroe también sucumbe en el mundo de los muertos; sin embargo,
queda enterrado dialogando con dos fuerzas opuestas, como son Susana San
Juan (lo alto) y Dorotea (lo bajo). La faceta femenina aporta como sabiduría la
información sobre los instintos, sobre la decadencia, sobre la muerte que el ego
moderno no quiere aceptar. Es el factor de incertidumbre moral porque insiste
en que la verdad del hombre es buscar la armonía y el bienestar, en un tiempo
que es breve y cuyo ciclo culmina en la descomposición y la muerte. Es el mito
de la madre devoradora que desconcierta a la conciencia de sí. Es un viaje en
que el héroe no logra su objetivo que es el equilibrio, pero la novela deja una
puerta abierta para que el lector complete el proceso. Juan Preciado es un héroe
con el que el lector puede establecer una identificación comunicativa, ya que
es un hombre común que, en el camino de autoconocimiento, siente el mismo
desconcierto que experimenta el receptor ante las revelaciones cada vez más
enigmáticas en el transcurso de profundización mítica13.

13 Un análisis más extenso del tema en la novela de Juan Rulfo se encuentra en mi artículo
“Hermenéutica del mito en Pedro Páramo”, en: Pierre Civil/Francoise Crémoux (eds.) Actas
del XVI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. París, Julio de 2007. Nuevos
caminos del hispanismo. Madrid, Iberoamericana/Vervuert.

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Elizabeth Hernández Alvídrez

Gabriel García Márquez

El coronel no tiene quien le escriba (1974) plantea la manera en que se


expresa en la narrativa de García Márquez un tema característico del barroco
latinoamericano, el conflicto que se da cuando se interceptan la cultura de la
oralidad frente a la de la escritura14; la tradición frente a la modernidad. La her-
menéutica de esta novela invita a fijar la atención en la simbolización comunitaria
en la que las acciones en torno al gallo de pelea cobran un significado ritual de
la solidaridad entre los integrantes de una comunidad oprimida por los excesos
de una parodia de la república moderna. Desde el título de la novela se anuncian
las líneas que dan una estructura antitética a la historia de este relato. En efecto,
la trama de la novela transcurre en una creciente tensión entre el mundo de la
modernidad latinoamericana, de la cultura de la escritura y el mundo de la tra-
dición, de la oralidad, que culmina en la resolución de esta lucha que se presenta
interiormente en el personaje del coronel, un hombre que pasó su vida creyendo
y trabajando por los ideales de la república moderna y que en el momento de su
vejez debate sus convicciones entre estos dos mundos.

En el contexto de la cotidianidad, que marca el tono del relato, empieza el reco-


rrido del coronel en su debate interior. Las escenas adentran al lector en los contextos
y los personajes de la antítesis en la que se desarrolla la historia del coronel. Los
rasgos que definen esta antítesis son la pobreza, llevada con dignidad, del coronel
y su esposa, la presencia del gallo que juega un papel central en la novela, el estado
de salud de estos dos personajes, la circunstancia política en la que se encuentra el
pueblo, que es la del estado de sitio, resguardado por el alcalde militar, la dinámica
interna de las relaciones de los habitantes del pueblo que sobreviven esta situación
con prácticas comunitarias y las distorsiones en esta comunidad por la presencia de
algunos de sus miembros que traicionan con sus actitudes las acciones de defensa
contra un estado de cosas que los oprime. De esta manera, se va estructurando la
contraposición tradición-modernidad, que nos coloca en el conflicto central del
debate interno del coronel entre su entrega a las convicciones de la instauración
de la república moderna y el desencanto de esta visión esperanzadora que lo hace

14 Esta idea que desarrollamos hace muchos años está siendo reforzada actualmente, por ejem-
plo por autoras como Lois Parkinson Zamora al subrayar cómo García Márquez no se nutre
tanto de la tradición escrita sino más bien de la rica tradición oral de la Cartagena colonial.
Véase “La iconografía barroca de García Márquez” , Parkinson (2011) pp.247-277.

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

voltear la mirada a la construcción de un mundo de vida alterno construido en la


tradicionalidad del pueblo.

Frente a este mundo de la modernidad, en el pueblo se desarrolla otra forma de


comunicación y de construcción y mantenimiento de valores, que se realiza a través
de rituales como el de la ceremonia de entierro del muerto, en la que mediante los
ritos como el tapizado de flores de las calles, la reunión en el velorio y la marcha
hacia el cementerio acompañada por la banda de músicos, se consolidan sus con-
vicciones como pueblo al que la modernidad no le ha cumplido sus promesas. De
esta manera, las ceremonias que se dirigen al muerto contribuyen a la reunión de
los vivos, y constituyen el primer indicio manifiesto en el coronel de vuelta de su
mirada hacia las tradiciones comunitarias.

Por otra parte, la escritura en el uso comunitario cobra el valor de la comunica-


ción desde la clandestinidad, a través de hojas, pasquines o libelos de denuncia. De
esta manera se subvierten los usos modernos de la cultura de la escritura como el del
periódico y como el de la pelea de gallos que para los ojos modernos es un lugar de
juego pero para los de la tradición es un lugar de renovación de lazos comunitarios.

El gallo cobra especial significación para el coronel, ya que es la herencia de


su hijo, presuntamente asesinado por un soldado, durante una redada en la gallera,
lugar de reunión política también. Esta circunstancia, que sugiere que el hijo no
murió como consecuencia del ataque del ejército, sino que permanece escondido
en la selva, provoca un acercamiento del coronel a esa otra lucha, la clandestina,
la del pueblo joven, tan distinta de la suya en el mundo de la burocracia en el que
culminó su actividad de juventud, tan parecida a las de los jóvenes como su hijo.

El motivo que desencadena la reflexión del coronel es la espera por años de su


jubilación que se objetiva durante el relato en el significado de dos fuerzas en que
se centra el conflicto, el inicio de la sospecha ante la larga espera de su jubilación y
la atención al gallo: “Quince años de espera habían agudizado su intuición. El gallo
había agudizado su ansiedad.” (García Márquez, 1974, p. 22) Una actitud que lo
eleva en su calidad humana, en el paso de la ingenuidad a la toma de conciencia,
es la resistencia a aceptar su condición de marginado de la modernidad. En efecto,
el coronel no tenía quien le respondiera del lado de la modernidad. Cuando el
coronel se ubica en el lugar que le corresponde, aumenta la estimación del pueblo
hacia él, tanto como su autoestima.

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Elizabeth Hernández Alvídrez

Por el lado de la escritura como valor de la modernidad, encontramos el


mundo de la burocracia, la corrupción, las promesas incumplidas, desplegada por
personajes antagónicos como el cacique terrateniente paternalista Don Sabas, el
abogado, el alcalde militar, el mundo de la información parcializada de los pe-
riódicos que llegan de la ciudad, como ejemplos de la deficiente realización de la
modernidad en Latinoamérica, aunque en el aspecto positivo de la modernidad,
debemos prestar atención a la conciencia crítica pero con cierto alejamiento de
la tradición, como se manifiesta en el personaje del médico citadino, quien es
un hombre comprometido con la crítica, pero desde el ámbito de una formación
puramente moderna, que lo mantiene con cierta solidaridad distanciada del mo-
vimiento interno de la comunidad.

La creación de estos personajes y sus contextos suscitan una actitud irónica


de provocación ante la naturaleza de los antihéroes, como el personaje de don
Sabas, un ser que se inserta en la dinámica del pueblo de manera traicionera y al
cual el pueblo acepta guardando una distancia sabia para que no rompa la armonía
interna cuyas estrategias son ocultadas a éste y otros personajes. El efecto que
produce en el lector es de una inmersión de lleno en la esfera de vida particular
de este pueblo sumido en la opresión con sus consecuencias funestas de pobreza
e injusticia. En plena marcha del cortejo fúnebre, como manifestación de la co-
munidad, aparecen en connivencia dos personajes recurrentes en la narrativa de
García Márquez que podríamos colocar en el lado de la antítesis que corresponde
a la modernidad disonante y al cristianismo desviado de sus premisas humani-
tarias: el alcalde y el padre Ángel.

Detrás de estos sucesos que aumentan la tensión, se empieza a revelar ese otro
mundo, el de la modernidad fallida, con la presencia del alcalde, el cacique Don
Sabas y el padre Ángel y a la com-pasión del lector con el coronel se añade una
actitud de provocación mediante la ironía con la que son tratados los personajes y las
situaciones de este polo de la antítesis, el cual se presenta al tiempo que el coronel
se rebela, por vez primera, ante la indolencia de la burocracia. Acude al abogado,
un personaje que asume un papel incongruente con su pretendido contexto.

La ingenuidad del coronel ante la corrupción de antiguos ideales va decre-


ciendo en la medida en que la comunidad lo atrae hacia ella. El duro recorrido
del coronel culmina en la gallera, con una toma de conciencia provocada por la
captación plena del significado de la reunión.

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El barroco como categoría hermenéutica de la identidad cultural en la
narrativa literaria latinoamericana

El desenlace de la novela, aunque no es optimista, es liberador al darse la


circunstancia de que el coronel es ganado por una toma de conciencia que nos deja
como lectores en la perspectiva abierta a la interpretación de la última palabra
que pronuncia el coronel al finalizar el texto:

“La mujer se desesperó.


'Y mientras tanto qué comemos', preguntó, y agarró al coronel por el cuello
de la franela. Lo sacudió con energía.
–Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años los setenta y cinco años de su
vida, minuto a minuto para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito,
invencible, en el momento de responder:
–Mierda.” (García Márquez, 1974, p. 121)15 .

Conclusión

Las perspectivas de análisis estudiadas llaman nuestra atención hacia el ba-


rroco como un momento que ha tenido en la historia latinoamericana una fuerza
cultural tan profunda, que ha permanecido como una huella identitaria hasta el
presente, en que la lengua española latinoamericana ha logrado su madurez ex-
presiva manifestada en una literatura narrativa que puede concebirse como una
fuente cultural para la reflexión y crítica de la identidad, ya que su forma de juntar
en el presente todos los tiempos vividos en este contexto, permite desandar un
camino para encontrar el punto que haga inteligible el conflicto en la condición
de ser humano en el contexto latinoamericano actual, en que se enfrentan formas
de vida correspondientes a maneras diferentes de construir el mundo de la vida,
la de la modernización, y la de las formas de vida más apegadas a las razones del
cuerpo. Así, la identidad como búsqueda que da sentido para hablar de unidad
latinoamericana no es la búsqueda de esencias, sino de significados, que surjan
no de la imposición colonizadora, sino de la reflexión propia, como una acción
ética de toma de conciencia de lo que molesta e impide una buena vida. La novela

15 Una interpretación más amplia de la novela de García Márquez se encuentra en mi artículo


“Hermenéutica y construcción de la identidad en El coronel no tiene quien le escriba”. Con-
Notas. Revista de crítica y teoría literarias. Vol. V, Núm. 9, 2007, Universidad de Sonora,
División de Humanidades y Bellas Artes, Departamento de Letras y Lingüística. Pp. 89-100.

61
Elizabeth Hernández Alvídrez

latinoamericana constituye este tipo de trabajo de apropiación transculturadora


que relaciona la particularidad latinoamericana con la universalidad. El trabajo
con el mito, no sólo en el aspecto temático, sino como manera de estructurar la
obra de acuerdo con una forma de pensar, puede considerarse como uno de los
logros de la novela latinoamericana en el esfuerzo por responder a necesidades
de expresión de identidad en un recurso de difusión universal como el de la no-
vela moderna. La narrativa latinoamericana es, de esta manera, el resultado y a
la vez la impulsora de la pregunta por la identidad, debido a su iconicidad para
revelar imágenes propias. Esta autenticidad cultural hace de la reflexión sobre la
identidad un acto que no conduce al encerramiento cultural particularista, sino
que incorpora a la reflexión lo universal, concretamente en las posibilidades que
ofrece de pensar en otra modernidad como búsqueda liberadora.

Hemos visto la manera en que el barroco latinoamericano ha despertado un


interés de estudio en la actualidad, con un creciente énfasis en el cuestionamiento
de la identidad cultural.

Considero el neobarroco como una expresión divergente del modo de vida


que impone la modernización capitalista y la vuelta al mito, la exaltación del
cuerpo como su manifestación contra la represión provocada por tal orden de
vida. De esta manera, el barroco se expresa como creatividad en la literatura,
con lo cual se puede concebir su salida liberadora. La hipótesis-guía para el
análisis de la narrativa latinoamericana es que el trabajo de las formas míticas
(tal como se ve en Rulfo y García Márquez), entendidas como el camino del
héroe en búsqueda de sentido, revela un conflicto de identidad debido a la su-
perposición de dos mundos que no tienen correspondencias uno con el otro, el
de las formas institucionales de una modernidad inacabada y el de las formas
de vida cotidianas, que al plantear el conflicto al interior de la obra, lo hacen
de tal manera que requieren de la participación del lector que acompaña al
héroe en su experiencia y con quien puede establecer una identificación como
interlocutor que puede llevar más allá del plano textual la discusión generada
en la obra. No se trata entonces de reconocer el uso de determinados mitos en
las obras, sino de seguir la experiencia mítica del héroe.

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