Prueba de Lectura "Leyendo y Aprendiendo" 11
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Ruidos y gorjeos
Hace siglos, cuando aún no existían los festivales de
la canción, se celebraban como hoy festejos musi-
cales. La costumbre de reunirse en un local cerrado
para producir ruidos más o menos agradables co-
menzó a practicarla el género humano en los albores
de la civilización. En la Edad de Piedra, sin ir más
lejos, se celebró el Primer Festival de los Imitadores
de Pájaros. La crónica de este suceso, publicada en
la pared de una cueva por un periodista de la época,
cuenta que el festival tuvo lugar en el poblado de
Glup, que se alzaba en la costa mediterránea muy
cerca del lugar que hoy ocupa Benidorm. La crónica
sigue contando que al anfiteatro de Glup acudieron
representantes de muchos países. Y el maestro de
ceremonias, ataviado con piel de gala y garrote de
respeto, inauguró el festival con estos versos:
Cuando los pájaros cantan
se alegra el corazón mío.
Otorguemos un gran premio
al que imite el pío-pío.
Tosca cuarteta, en efecto, pero conmovedora si te- –¡Piripipí, parapapá…! –seguía trinando Sadko, se-
nemos en cuenta que la poesía acababa de inven- guro de su triunfo.
tarse el verano anterior. Pero en aquel momento, cuando nadie creía posible
El primero que subió al escenario para actuar fue arrebatar el trofeo del festival al gigantón de la gar-
Monec, representante de una tribu nórdica, viejo y ganta privilegiada, la voz de otro participante resonó
cegato, pero habilísimo imitador de aves. en el vasto anfiteatro:
–¡Pío, pío! –comenzó el anciano, torciendo su boca –¡Melifluo y banal! ¡Así es tu gorjeo, Sadko!
de singular forma para modular su gorjeo. Los ojos de todos los presentes se volvieron hacia el
–¡Bravo, bravo! –gritó el auditorio, satisfechísimo–. osado. Era Galo, miembro de una tribu nómada que
¡Más fuerte, que no se oye! pastoreaba en la zona que más tarde sería Francia.
Monec hinchó las venas de su cuello y repitió su –¿Cómo has dicho? –bramó Sadko, enrojeciendo de
asombroso gorjeo. Parecía que nadie podría dispu- cólera.
tarle el primer premio del festival, y una salva de –Tu gorjeo es pura farsa –insistió Galo–. No hay pá-
aplausos le acompañó al bajar del escenario. jaros que digan «parapapá».
Actuó después Sadko, un corpulento centroeuropeo ¡Cuán traidora es la fama! Minutos antes, el público
que había necesitado las pieles de dos osos para cu- del festival aplaudía frenético a Sadko. Después, las
brir sus enormes desnudeces. opiniones se dividieron.
–¡Piripipí, parapapá…! ¡Piripipí, parapapá…! –cantó Por desgracia, unas manchas de humedad borraron
Sadko con voz dulcísima. en la cueva el resto de la crónica, y nunca podremos
El público quedó perplejo ante la hermosura de su saber quién ganó aquel Primer Festival de los Imita-
trino, y tributó al coloso una cálida ovación. ¡Jamás dores de Pájaros.
el canto de los pájaros había sido imitado con tanta ÁLVARO DE LAIGLESIA
propiedad! Medio muerto y nada más
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COMPRENDO LO QUE LEO