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Apareamientos a la Medianoche

Un Chirrido y un Rugido

Escamas y una Cola

Fuego y Cenizas

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Apareamientos a la Medianoche 3

Fuego y Ceniza

Gabrielle Evans
3
El mundo paranormal está en caos. Los Ancianos están cansados
de que sus jóvenes solo piensen en divertirse, causando problemas
y peleando entre ellos. Todos los que asisten a la Conferencia de la
UPAC ahora tienen veinticuatro horas para reclamar un compañero
de una diferente especie. Si no lo hacen, nunca tendrán pareja. El
hechizo ya ha empezado a correr. No hay escapatoria al
Apareamiento de Medianoche.

Diez minutos después de haber puesto los ojos en el sexy y


pequeño shifter Fénix, Zaiden se encuentra accidentalmente
emparejado con el hombre. No sabe cómo ocurrió. Lo último que
recuerda es que habían estado tratando de escapar.

Asher tampoco está muy entusiasmado con su apareamiento, pero


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no tiene otra opción. Renunciando a su vida y todo lo que posee en
México, se compromete con Zaiden y su nueva relación.
Afortunadamente, en realidad le gusta el tipo. Lamentablemente,
alguien más lo hace también. Alguien que esté dispuesto a hacer
cualquier cosa para sacarlo de la imagen.
CAPITULO 1
—Bienvenido. Soy el Anciano Burke.

Asher se apoyó contra la pared y miró su vaso. Deseaba que el


Anciano simplemente terminara con lo que tenía que decir, para así
poder examinar con detenimiento a la multitud para un poco de
acción.

—Quiero agradecerles a todos por estar aquí, esta noche. Esta es


una ocasión memorable para nosotros. Han pasado veinticinco años
desde que terminó la Gran Guerra entre todos los paranormales,
llevándose con ella una gran parte de nuestra población.

Sí, ese tipo de mierda. Era algo bueno que el mayor lo mencionase.

—Quisiera que todos hagan un brindis conmigo, en memoria de


aquellos que perdimos. —El Anciano levantó su copa de champán.
—Jamás los olvidaremos. 5
Echó hacia atrás su vaso, drenándolo de un trago y comenzó a
alejarse de la pared. Ahora que se había quitado eso del camino,
había un lindo y pequeño rubio que quería conocer mucho mejor.

—Como he dicho, esta es una ocasión trascendental para todos.


En los últimos veinticinco años, desde que terminó la Gran Guerra, la
United Paranormal Alliance of Cooperation ha estado observando y
esperando. No lo haremos más.

Puso los ojos en blanco y gimió, cuando se giró para enfocar su


atención en el estrado donde estaban los Ancianos.

—La pelea entre especies deben parar. —Otro Anciano se paró


junto al primero mientras hablaba. —Los humanos saben de
nosotros, y han aprendido a aceptarnos entre los suyos. Sin
embargo, su tolerancia sólo durará un tiempo. La lucha constante
entre las comunidades paranormales ha sido objeto de escrutinio. Ya
no tenemos el lujo de observarlos resolver sus propios desacuerdos.
Dejó de escuchar después de eso. Él no peleaba con nadie, por lo
que obviamente el hombre estaba hablando con alguien más.
Escaneó la habitación en busca del rubio que había perdido, y levantó
la cabeza cuando varios jadeos y gritos se elevaron por la habitación.
¿Cuál era el problema?

—A causa de que continúan peleando entre especies, no pueden


reclamar a una pareja de su misma raza. Deberán elegir una fuera
de tu propia especie. —El Anciano parecía que estaba disfrutando
demasiado de esto.

—Si fallan a la hora de traernos una pareja ante este Concilio al


filo de la medianoche de mañana, serán perseguidos y ejecutados
como un paria.

Resopló. Tendrían un infierno de tiempo para hacer cumplir esta


nueva ordenanza. ¿Cómo esperaban forzar a todos a aparearse
fuera de su especie? Era ridículo.
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—Para asegurarnos de que encontrarán una, se ha añadido algo
especial a la poción que han bebido, cada uno de ustedes. —
Continuó el Anciano. —Eso asegurará que la necesidad de
aparearse fuera de su especie supere la de pelear. Es un aditivo
particular que induce el calor de apareamiento en cada uno de
ustedes. No serán capaces de negar la necesidad de aparearse.

Miró su copa de champán e hizo una mueca. ¡Hijo de puta!


Hombre, su compañero de cuarto, Colton, iba a estar enojado. El
hombre odiaba venir a estas cosas, pero él siempre lo arrastraba.
Oops. No es como si supiera que los Ancianos los iban a obligar a
todos.

Aun así, probablemente había una forma de evitarlo. Siempre


había algún tipo de cláusula de escape.

—Y sólo en caso de que crean que puedan tratar de romper el


hechizo —, dijo el Anciano Burke. —Hemos añadido una pequeña
clausula especial.
¡Aja! Lo sabía. El Anciano tenía toda su atención ahora, mientras
esperaba ansiosamente para descubrir cómo iba a salir de este lío.

—Cualquiera que intente negar los compromisos que derivan de


este hechizo, será maldecido inmediatamente acorde a su propia
raza. Los vampiros ya no serán capaces de beber sangre. Los
Shifters ya no serán capaces de cambiar. Los usuarios de magia ya
no serán capaces de hacer magia, y así sucesivamente. Estoy
seguro de que entienden mi punto.

Sí, entendió el punto, y quería golpear al viejo justo en su cara


sonriente. ¿Quién diablos pensaban los Ancianos que eran? ¡No
podrían hacerles esto!

—Ahora, niños, buena suerte. Esperamos verlos en veinticuatro


horas. Que su cacería sea exitosa.

El Anciano apenas soltó la última frase, cuando la habitación


estalló en un caos total, el nivel de ruido alcanzó volúmenes 7
ensordecedores en segundos, mientras la gente gritaba, gruñía,
siseaba, refunfuñaba y rugía. Se presionó contra la pared, tratando
de volverse invisible cuando los Ancianos entraron por la puerta a su
lado. Un tipo rubio, enorme corrió directamente hacia él, cerró los
ojos y tragó saliva. No sabía exactamente qué tipo de shifter era el
hombre, pero olía como un gato grande, y los gatos tenían unos
dientes malvados.

—¿Qué diablos es esta mierda? ¿Por qué me incluyeron? ¡No


peleo con nadie!

Sus ojos se abrieron de golpe, cuando vio que la shifter agarraba


a uno de los Ancianos por el codo y le gruñía en la cara. Oh, esto no
podría ser bueno. Antes de que pudiera escuchar la respuesta de los
Ancianos, fuertes dedos se envolvieron alrededor de su antebrazo y
lo hicieron girar. Genial, un puto vampiro. Justo lo que necesitaba.
Sonriéndole al tipo, sintió que el fuego fluía a través de él, calentando
su piel hasta que llamas naranja de media pulgada se alzaron
alegremente a lo largo de su brazo.
El vampiro siseó, sacudiendo su mano y mirándolo furioso. Antes
de que pudiera tomar represalias, otro pasó corriendo junto a ellos,
rozándolo y haciéndolo caer hacia atrás, para aterrizar sobre su
trasero.

—A la mierda esto. —Gruñó, mientras se ponía de pie. No quería


un compañero, y estaba seguro de que no quería que le endosaran
a alguien que conocía desde hacía cinco minutos. Podrían
perseguirlo si querían, pero buena suerte atrapándolo. La mitad de la
maldita población pensaba que ya estaba loco. ¿Y qué si se volvía
un poco más, porque no reclamaba una pareja?

Sumergiéndose, agachándose, girando y esquivando ataques y


avances, se dirigió hacia las puertas dobles del otro lado del salón de
baile. Se iría de una puta buena vez antes de que todo el lugar
implosionara.

Se agachó nuevamente, mientras un tipo volaba por el aire y


pasaba sobre su cabeza. Al darse la vuelta para ver quién había
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arrojado la bala de cañón humana, sus ojos se posaron en el hombre
más hermoso que había visto en su vida. Bueno, lo que podía ver de
él de todos modos. Tres hombres rodeaban al tipo, mordiéndolo
desde todas las direcciones. Un largo cabello dorado revoloteaba
alrededor del delgado rostro del extraño, y sus ojos verdes brillaron
con una luz feroz, cuando envió a otro de sus posibles pretendientes
a cruzar el salón de baile. Maldita sea, daba un excelente de golpe.

Negando con la cabeza, continuó su camino hacia las puertas. Sí,


el tipo era ardiente, pero obviamente podía cuidarse solo. Antes de
que pudiera escapar, un musculoso brazo lo alzo, y se encontró
arrojado sobre el enorme hombro de un tipo.

—Eres tan bueno como cualquiera. —Gruñó el hombre.

—Sí, eso no está pasando, amigo. —Respiró profundamente,


buscando en el fondo su fuego, avivándolo y construyéndolo hasta
que toda su parte superior del cuerpo estalló en llamas anaranjadas.
El hombre que lo cargaba gritó y lo dejó caer al piso, donde aterrizó
pesadamente sobre su trasero ya dolorido. Gimiendo mientras
frotaba su abusada parte trasera, pasó su otra mano sobre su torso
ahora desnudo. Maldición, realmente le había gustado esa camisa.
Ahora, no era más que unas pocas cenizas humeantes.

Negando con la cabeza, comenzó a levantarse cuando una mano


pálida con largos dedos, se acercó para ayudarlo. Siguiendo la mano,
dejó que sus ojos recorrieran los músculos del brazo del hombre
antes de pasar a la amplia extensión de su pecho, y luego siguió la
línea hasta la columna de su garganta. Sus ojos se redondearon, y
su corazón saltó dentro de su pecho, golpeando frenéticamente
contra su esternón.

Mucho más alto y mucho más sexy de cerca, el hombre que había
visto hacia minutos, aparentemente había despachado a su multitud
de admiradores. Tomando su mano con cautela, le permitió que lo
ayudara a ponerse de pie, luego dio varios pasos apresurados a la 9
salida.

—No te preocupes —, dijo el tipo. —No voy a intentar aparearme


contigo.

Bueno, gracias a Dios por los pequeños milagros. —¿Puedes creer


esta mierda? —Estiró los brazos para abarcar el caos que los
rodeaba.

—Mira a las mujeres. —Dijo el señor sensualidad y asintió con la


cabeza hacia un grupo de chicas que se reían juntas en medio del
salón de baile. —Se están alimentando de esto.

Efectivamente, podía verlas apuntando y susurrando, eligiendo a


qué hombre atraer a su red. Negó con la cabeza y suspiró. —No me
inscribí para esto.

—Sí, bueno, tampoco estoy bailando felizmente por esto. —Este


miró por encima de su hombro, mientras sus ojos se estrechaban.

—Los Ancianos han regresado.


Se giró y negó otra vez. —Me voy.

—Marca el camino.

Zaiden se mordió la parte interior de la mejilla, para evitar gemir,


mientras sus ojos se fijaban en el pequeño y apretado culo que
seguía. La espalda desnuda del hombre, brillaba con un fino brillo de
sudor, los músculos se aglomeraban y se flexionaban mientras movía
los brazos. Tardó un minuto entero en darse cuenta de que la
persona desparramada en el suelo había sido un hombre. Ese era un
pequeño pajarito caliente.

—Entonces, eres un fénix, ¿verdad? He oído hablar de tu tipo, pero


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nunca he visto uno.

—Sí, somos raros, y la mayoría nos escondimos cuando comenzó


la Gran Guerra. —Miró por encima del hombro y sonrió. —Por cierto,
soy Asher, Asher Deacon.

—Zaiden Reed.

Asher los condujo por un largo pasillo de piedra, presumiblemente


dirigiéndose hacia la salida. Demonios, el castillo era tan grande, y
aunque esta no era su primera reunión, todavía se perdía más veces
que no.

La puerta de entrada apareció, cuando doblaron la esquina, y dos


guardias se adelantaron al acercarse. —¿Te has apareado?

—Uh, claro —, dijo Asher con una sonrisa brillante.

—Necesito ver tu marca de apareamiento.

—Uh, está en mi culo —, respondió Asher, todavía sonriendo.


—Entonces baja tus pantalones.

—Es mi compañero con el que estás hablando—, dijo con


desprecio, cuando dio un paso adelante y empujó a Asher detrás de
él. Si iban a jugar este juego, también podría ir a por todas.

—Las reglas son las reglas. —El guardia se encogió de hombros.


—Necesito ver una marca de apareamiento.

Antes de que pudiera volver a hablar, una bola de fuego pasó


volando y golpeó al primer guardia en el pecho, haciéndolo caer al
suelo. El otro avanzó, y él se balanceó, conectando fuertemente con
su mandíbula y enviando al hombre al suelo junto a su compañero.

Dando vuelta, metió un dedo en el pecho de Asher. —Advierte a


un chico la próxima vez, ¿quieres?

Este solo se encogió de hombros y le guiñó un ojo, antes de pasar


junto a él y correr hacia la puerta. Después, lo vio, el pequeño hombre
fue arrojado hacia atrás, rodando sobre su cabeza hasta que se
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desplomó a sus pies.

—Bueno, maldita sea. —Asher gimió cuando se sentó. —Una


maldita berrera encantada.

—Entonces, tenemos que tener la marca de apareamiento antes


de poder atravesarla. —Asintió. No le gustaba, pero tenía sentido.
Los Ancianos eran inteligentes.

—¿Y ahora qué?

Negó con la cabeza, mientras ayudaba a Asher a ponerse de pie.


—No lo sé. —Un cosquilleo comenzó donde sus manos se juntaron,
corriendo por su brazo y extendiéndose por todo el cuerpo. —Sin
embargo, puedo sentir el calor de apareamiento comenzando.

Asher se inclinó para reajustar el impresionante bulto detrás de su


cremallera y gimió. —Sí, lo mismo aquí.

—Entonces, como dijiste, ¿y ahora qué?


Asher lo miró de arriba abajo mientras sonreía.

—Lindos zapatos. ¿Quieres follar?

Hizo eco del gemido anterior de Asher, mientras agarraba al


hombre por la muñeca y prácticamente lo arrastraba por el pasillo
hacia su habitación en el ala que los Ancianos habían designado para
los fae.

Asher se rió sin aliento mientras corría detrás suyo. —¿Sabes a


dónde vas?

Se detuvo repentinamente, cuando llegó a una intersección de


cuatro vías. Miró a la derecha, luego a la izquierda, luego a la derecha
otra vez. No tenía ni idea de qué camino tomar. Su pene palpitaba
dentro de sus jeans, presionando contra su cremallera y suplicando
por un poco de tiempo de juego con el delicioso bocado todavía
aferrado a su mano.

¡Mierda! No reconocía nada, no sabía cuántas vueltas habían dado


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en el camino hacia las puertas de entrada. —Guía el camino—,
gruñó. Sentía comezón y calor en la piel, le brotaban gotas de sudor
en la frente y relámpagos de pura lujuria se clavaban en él con cada
respiración.

—¿Parezco un maldito sabueso? —Se burló Asher, arqueando


una ceja y alejando su mano.

—Me importaría muy poco aun si fueras un reno morado. Tengo la


intención de tenerte desnudo y gritando mi nombre en unos tres
minutos. Si quieres hacer eso en medio de este pasillo, eso está bien
para mí. —Su voz fluía brusca y salvajemente. El calor de
apareamiento lo abrumaba, y una neblina lujuriosa ocupaba toda su
cabeza, una que no podía quitarse de encima.

La saliva se acumuló en su boca, cuando vio el cuerpo ágil de


Asher temblar ante él. Cabello largo y negro con puras vetas blancas,
piel pálida y cremosa, y los ojos ámbar más hermoso que había visto
en su vida. Asher era su fantasía hecha realidad.
Meneando la muñeca de este, arrastró al hombre contra él, su
pequeño cuerpo se ajustaba perfectamente contra su pecho.
Inclinándose para susurrar al oído de Asher, rozó los labios sobre el
delicado contorno. —Así que, ¿qué va a ser, pequeño pajarito?

Asher gimió, girando sus caderas y moliendo su erección contra su


muslo. —No soy pequeño —bromeó.

Todo dentro suyo gritaba que reclamara el fénix, lo obligara a


someterse y lo tomara como propio. La necesidad arañó y raspó,
ardiendo en su vientre y extendiéndose a todo su cuerpo. Asher le
tiró de la camisa, caminando hacia atrás hasta que se apoyó contra
la pared de piedra. Le cubrió el cuerpo, presionando a Asher
firmemente contra la pared mientras arrastraba sus labios por la
suave columna de su garganta.

Este se arqueó contra él, inclinando la cabeza hacia un lado para


darle más espacio para jugar. Sus pequeñas manos buscaron a
tientas su botón, haciéndolo volar. La cremallera le siguió
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rápidamente, y largos dedos se envolvieron alrededor de su goteante
polla, liberándola de su confinamiento.

Gruñendo en voz alta, quería que Asher lo volviera a sujetar con


fuerza. —Más duro —jadeó.

El agarre de Asher se afianzó, y su mano comenzó a moverse,


acariciándolo con movimientos largos y rápidos. Con un poco de
torpeza, continuó su ataque contra la piel flexible a lo largo de los
hombros de Asher, mientras trabajaba para despojar al hombre de
su ropa. Desabrochando los botones, empujó la mezclilla por las
delgadas caderas de Asher, hasta que su gruesa polla se liberó,
saltando para encontrarse con su palma.

—Maldición, eres bajo —murmuró contra la mandíbula de Asher.

Agarrando el lindo trasero de burbuja de su amante, lo apretó,


alzándolo y clavándole contra la pared. Ambos gimieron, cuando
Asher envolvió su mano alrededor de sus ardientes pollas,
acariciándolos juntas mientras se follaba contra su ingle.
—Mierda. Cerca. —Asher jadeó, dejando caer su cabeza contra
las frías piedras. Fue más rápido, arqueando su espalda mientras sus
caderas se balanceaban y se reunían.

Cerró los ojos, su respiración se volvió superficial cuando sus bolas


se acercaron a su cuerpo, y la electricidad corrió a lo largo de su
columna vertebral. Cerca, muy cerca. Necesitaba más. Solo un poco
más para empujarse al límite.

Sus ojos se abrieron, cuando la mano libre de Asher se enredó en


su cabello, tirando de él hacia adelante, hasta que sus bocas
chocaron en un exigente beso. Jadeó sorprendido, cuando nuevas
sensaciones recorrieron su cuerpo. Asher lo aprovechó al máximo,
metiendole la lengua entre los labios y asedió las cálidas
profundidades de su boca.

Oh, diablos, nunca antes había sentido algo así. La lengua de


Asher se enredó con la suya, girando, retorciéndose y exigiendo una
respuesta. Perdido en su placer, se batió en duelo, girando su lengua
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alrededor de Asher, antes de chupar el labio inferior del hombre en
su boca y mordisquearlo. Este gritó, el sonido se amortiguó contra su
boca, e interminables cuerdas de semen pegajoso y caliente salieron
de la rendija de Asher, cubriéndole la mano y la camisa.

Un fino humo plateado flotaba en la boca de Asher, bañándole la


cara, mientras inhalaba el delicioso y dulce olor. No sabía lo que
significaba, de dónde venía ni por qué lo excitaba. Solo que quería
más. Reclamando los labios de Asher nuevamente, lamió dentro de
su boca mientras sus caderas se sacudían, y su orgasmo se disparó
a través de él. Sus músculos se tensaron, y se estremeció cuando su
pene pulsó dentro del agarre de Asher, y semen cremoso brotó de la
cabeza hinchada de su eje, para bañar el espacio entre ellos.

Finalmente, saciado, la comezón comenzó a disminuir, y su cabeza


se aclaró mientras se apoyaba contra la pared y lentamente bajaba
a su amante para ponerlo de pie. —Maldición —respiró, apoyando la
frente en la fría pared y rechinando los dientes.
—Es lo que acabamos de hacer. Más o menos —bromeó Asher,
mientras metía su pene flácido dentro de sus jeans y sonreía.

—¿O hacía referencia a que nos apareemos?

—Sip. —Murmuró, mientras se apartaba de la pared y comenzaba


a ponerse en pie. —Eso es.

15
CAPITULO 2
—¿Lo hiciste a propósito?

Asher terminó de acomodarse los pantalones y levantó los ojos


para ver a un muy enojado fae. —¿Qué eres? —Inclinó la cabeza
hacia un lado, mientras inspeccionaba a su nuevo compañero. Orejas
ligeramente puntiagudas, brillantes ojos verdes esmeralda, piel
pálida e impecable… Zaiden era deslumbrante.

—¿Acabas de ignorarme intencionalmente?—Zaiden dio un


amenazante paso hacia adelante, sus manos apretadas a sus
costados mientras le gruñía.

Puso los ojos en blanco. Haría carbón con el tipo en tres segundos.
El ladrido de Zaiden no lo asustaba ni un ápice. —Me gustaría saber
exactamente a quién acabo de unirme. —Arqueó una ceja, cruzó los
brazos sobre el pecho y esperó.
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—Sprite1.—Zaiden mordió la palabra, prácticamente escupiéndola.

Sus ojos se abrieron de par en par, y su boca se abrió en una


exhibición indigna de shock.

—Fan-jodidamente-tastico. Acabo de violar tu boca virgen—


Arrugó el entrecejo y miró a Zaiden. —Vaya manera de hacerme
sentir como un imbécil. Deberías avergonzarte de ti mismo. —Luego,
levantó la nariz al aire y le dio la espalda al hombre.

No sabía mucho sobre los fae, pero sí que los Sprite se apareaban
a través de un intercambio químico con su saliva. Nunca jugaban
hockey de amígdalas hasta que elegían a un compañero, y parecía
que él acababa de recibir ese honor. Aun así, si lo hubiera sabido, no
habría atacado a Zaiden de esa manera. Ahora se sentía mal, y todo
era culpa del maldito Sprit.

1
Un sprite o duende es una entidad sobrenatural. A menudo se representan como criaturas parecidas a
las hadas o como una entidad etérea.
Entonces este lo golpeó en la parte posterior de la cabeza. Se giró,
su boca se abrió nuevamente. —¿Por qué diablos fue eso?

—¿Te olvidarías de ti mismo por cinco minutos, para poder decidir


qué hacer ahora? —Zaiden cruzó los brazos sobre su musculoso
pecho y lo miró. —Sí, fue mi primer beso, pero me gustó. Deja de ser
una reina del drama.

Se pavoneo ante el cumplido, frunció los labios y sacó su pecho.


—¿Te gustaría otro?

Zaiden lo golpeo en la parte posterior de la cabeza otra vez.

—Enfócate.

Frotándose la cabeza, lo miró. —¿Siempre eres tan violento?

—¡Asher!

—Está bien, está bien—Levantó las manos en señal de rendición.


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—Bueno, no podemos deshacerlo, así que supongo que le
sacaremos provecho.

—Espera. —Zaiden comenzó a pasearse por el pasillo, mirando


sus pies, mientras movía las manos salvajemente.

—Nos apareamos. Conseguimos el sello y salimos de este maldito


castillo—Se detuvo y lo miró con una sonrisa traviesa. —Después de
obtener el sello, hemos terminado. Vuelves a tu vida y yo a la mía.
Todos felices.

Sus labios se extendieron también en una amplia sonrisa. —Me


gusta tu forma de pensar, Zaiden Reed. —Estiró la mano e hizo una
leve reverencia. —Vamos a casarnos.

Este resopló, ignoró su mano y se volvió para caminar por el pasillo


en la dirección de dónde venían. Negó con la cabeza y sacó su
lengua a la espalda de Zaiden. Demonios, básicamente habían dicho
—Acepto—. ¿No podría un hombre ofrecerle una pizca de romance
a su prometido?
—¡Mueve tu trasero, Asher!

Aparentemente no.

—¡Oye, espera!—Corrió hacia el lado de su compañero. —¿Puede


alguien más reclamarnos, antes de obtener el sello?

Los pasos de Zaiden vacilaron, pero siguió caminando. —No estoy


seguro, pero deberíamos poner nuestro nombre en ese libro
rápidamente.

Agachó la cabeza en acuerdo, pero por lo demás, no hizo ningún


comentario. De alguna manera, no creía que fuera así de fácil.

Al entrar por las puertas del salón de baile, de inmediato se dio


cuenta de cuán cierta había sido su suposición. No había dado más
de dos pasos, antes de que alguien lo abordara, por un lado,
enviándolos a ambos a deslizarse por el suelo. El chico mostró sus
dientes, gruñendo y siseando, mientras lo inmovilizaba en el suelo.
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Antes de que pudiera superar la sorpresa por completo, Zaiden
apareció sobre ellos, levantando al pelirrojo y lanzándolo a un lado
como un muñeco de trapo.

—Supongo que eso responde nuestra pregunta. —Murmuró,


mientras se inclinaba para ayudarlo a levantarse del suelo. Parecía
que había pasado mucho tiempo allí, desde el anuncio de los
Ancianos.

En lugar de pararse, agarró la mano de Zaiden y tiró de él hacia el


piso, mientras una pequeña mujer rubia se arrojaba a su espalda.
Este aterrizó pesadamente a su lado, y la shifter paso sobre sus
cabezas para golpear el suelo y rodar antes de ponerse de pie y
escanear la habitación en busca de su próxima víctima.

—De acuerdo, nuevo plan. —Zaiden se levantó rápidamente y lo


agarró, llevándolo sobre su hombro. —Mira la parte de atrás. Me
pondré al frente.
Aunque no le importaba exactamente que lo llevaran como un saco
de patatas, comprendía la necesidad. —Rápido.

Zaiden corrió a través de la habitación, girando y esquivando,


cuando alguien se acercó demasiado. Sostenía una pequeña bola de
llamas parpadeantes en su mano, desafiando a cualquiera a tratar de
atacar la espalda de Zaiden.

Soltó un silencioso suspiro de alivio, cuando este subió las


escaleras hacia la plataforma y lo bajó. Extinguiendo su fuego, se
volvió con su compañero para enfrentar a los Ancianos.

—Asher Deacon—dijo.

—Zaiden Reed.

—¿Y te has apareado? —Preguntó uno de los Ancianos.

Resistiendo el impulso de poner los ojos en blanco, solo asintió en


respuesta. 19
—Sí, nos hemos apareado, señor— dijo Zaiden respetuosamente.

El Anciano sonrió y asintió, mientras se inclinaba y grababa sus


nombres en el libro de registro que tenía delante. Escuchó a Zaiden
sisear a su lado. Mientras se volvía para preguntar qué había pasado,
un dolor ardiente le quemo el interior del muslo. Ese sello de
apareamiento era una putada. Saltando de un pie a otro, apretó los
labios y trató de no gritar, cuando su marca de apareamiento se
estampó sobre su piel.

—¿Hemos terminado? —Preguntó Zaiden, con voz temblorosa.

El Anciano sonrió de nuevo, mientras le entregaba un sobre con el


sello UPAC en el. —Estas son tus instrucciones de apareamiento. Es
de suma importancia que los leas.

—Uh, correcto—Tomó el sobre y se lo metió en el bolsillo trasero


de sus jeans. —Bueno, sí, esto apesta, pero al menos no fue
aburrido. —Dio un pequeño saludo y saltó del escenario con Zaiden
justo detrás de él.
—Necesito ver sus marcas de apareamiento. —Anunció el guardia,
mientras arrastraban sus bolsas hacia la puerta principal. No se
acercó a ellos esta vez y parecía un poco cauteloso. Zaiden tuvo que
morderse el interior de la mejilla para no reírse.

Asher resopló y dejó caer su bolsa, buscando los botones de sus


jeans.

—¿Realmente está en tu culo? —Esta vez rió.

—Dentro de mi muslo, y cállate —se quejó Asher.

Le puso la mano en el hombro a su compañero mientras reía. 20


—Déjame—Dio un paso adelante y se giró, quitándose la camisa
para mostrarle al guardia su marca de apareamiento, justo entre sus
omóplatos.

No tenía idea de cómo era, pero aparentemente calmó al guardia


porque gruñó su aceptación y se alejó. Tirando de su camisa sobre
su cabeza, levantó su bolsa del suelo e hizo un gesto con su cabeza
de Asher hacia la puerta. —Después de ti, mi pequeño pájaro.

Este puso los ojos en blanco, mientras levantaba su bolso sobre


su hombro y se abría camino a través de las puertas. —Realmente
tienes que dejar de llamarme así.

—Oh, no alborotes tus plumas.

—¡Uf! Eres imposible. —Asher se quejó y gimió durante todo el


camino por los escalones y hacia los vehículos de la UPAC.
—¿Por qué la United Paranormal Alliance of Cooperation tiene su
base en Escocia? —Preguntó, mientras se deslizaba en el asiento
trasero al lado de Asher.

—¿De verdad? Después de todo lo que ocurrió esta noche, ¿esa


es tu gran pregunta?

Se encogió de hombros. —Solo trato de conversar. ¿Entonces,


dónde vives?

Asher se dejó caer en su asiento y cerró los ojos. —Isla Blanca,


México. ¿Tú?

—A las afueras de Chattanooga, Tennessee.

Los ojos de este se abrieron de golpe, y se sentó un poco más


derecho. — ¿Deberíamos intercambiar números o algo?

Asintió lentamente. —Sí, podría ser una buena idea. —Sacó su


teléfono móvil y abrió la aplicación de contacto antes de pasárselo a 21
Asher. —Simplemente graba tu número allí.

Este hizo lo que le pedían, antes de sacar su propio teléfono celular


y pasárselo, con instrucciones de hacer lo mismo. Una vez que
terminaron, se acomodaron en sus asientos y miraron por la ventana
en silencio. Al llegar al aeropuerto, descargaron su equipaje y se
abrieron paso por las puertas corredizas de vidrio.

— Yo voy para allá—dijo Asher, señalando en la dirección opuesta


al mostrador de registros que debía ir. Extendió su mano y esperó a
que la tomara. —Bueno, ha sido... sí. Tal vez te veré en la próxima
reunión.

Soltó la mano de su compañero y asintió. No conocía al tipo,


honestamente, no había invertido nada en su apareamiento.
Entonces, ¿por qué la idea de no ver al pequeño fénix volvió a
tensarle el estómago?

Sacudiéndose la sensación irracional, se apartó y sonrió.


—Cuídate, pajarito. Tienes mi número por si surge algo.

Asher bajó la cabeza e hizo un gesto con la mano. —Nos vemos,


amigo. — Luego se volvió sin decir una palabra más y desapareció
entre la multitud.

22
Capítulo 3

Quince horas más tarde, Asher se dejó caer en el sofá en su sala


de estar y gimió. Se rascó sobre los pantalones vaqueros, justo
donde la marca de apareamiento estaba impresa en su muslo. La
maldita cosa le había estado picando como loca desde que dejó a
Zaiden en el aeropuerto. Esperaba que no fuera algo permanente.
Aunque su cerebro estaba cansado y sus ojos le quemaban, el
resto de su cuerpo se sentía nervioso y ansioso. Todo el viaje a casa,
se había sentido como si estuviera esperando algo. Aunque
simplemente no tenía idea de qué.
Echando un vistazo al reloj en el reproductor de DVD, negó y
suspiró. Se preguntó si Zaiden habría llegado sano y salvo a casa, y
qué es lo que estaría haciendo, si estaría pensando en él.
Poniéndose de pie, comenzó a pasearse por el pequeño espacio
frente a la mesa de café. Habría conseguido exactamente lo que
quería: un apareamiento sin ataduras que le permitiera vivir su vida
como él quisiera.
Entonces, ¿por qué ya echaba de menos a su gran fae? Apenas 23
veinticuatro horas después de que se aparearon, y un poco más
desde que vio a Zaiden, y ya no podía sacárselo de la cabeza.
¡Increíble!, ya había perdido.
Siguió caminando, rascando distraídamente su cuello, sus brazos,
después su pecho ¿Cuándo comenzó a hacer tanto calor? Se quitó
la camisa por la cabeza, se secó su sudada frente con ella, antes de
arrojarla a un lado. Se dirigió hacia el termostato y puso en marcha
el aire acondicionado tan bajo como podía.
Se quitó el resto de la ropa y continuó caminando.
Su cuerpo temblaba, sus manos también, y una furiosa tormenta
de fuego corrió a través de su cuerpo, hasta que sintió que su piel se
derretiría directamente sobre sus huesos.
Corriendo por el pasillo, llegó al baño, abrió el grifo de la ducha y
se metió bajo el chorro de agua frío. Su piel continuó sintiéndose
caliente, y su polla se llenó y se endureció, latiendo entre sus piernas
y gritando por atención.
Los agudos calambres le apuñalaron el vientre y le dolieron los
cansados músculos. Su respiración era sucinta y alterada, se deshizo
de la ropa interior, y su cabeza comenzó a dar vueltas, haciéndolo
alcanzar la pared para estabilizarse.
¿Qué demonios estaba pasando?
Le dolía la polla, goteando más pre-semen de lo que nunca antes
le había ocurrido, se sacudía y le palpitaba hasta el punto del dolor.
Situado en la esquina de la pequeña ducha, palmeó su ardiente
erección y se acarició rápidamente.
Solo tomó tres bombeos y un ligero giro debajo de la cabeza antes
de echar la cabeza hacia atrás y gritar, cuando su orgasmo se abrió
paso en su interior. En lugar de calmar la quemadura, la necesidad y
el hambre carnal, la sensación profundizó más desesperadamente
en él. Su erección no bajó, pero pareció hacerse más dura, presionó
sus bolas hasta que temió que explotaran. Las imágenes de Zaiden
pasaron por su mente, y su cuerpo reaccionó bombardeándolo con
otro orgasmo que le robó la respiración. Cordones ardientes de
esperma explotaron desde el agujero en su glande, sin
absolutamente ningún motivo. 24
Lentamente se sentó en el suelo de la ducha, demasiado débil para
continuar de pie. El fuego creció y le quemaba, su piel burbujeaba, y
su polla aún estaba dura como la piedra Sin siquiera molestarse en
cerrar el agua, se arrastró de la ducha y tropezó por el pasillo hacia
la sala de estar para buscar su teléfono.
Jugueteando con sus jeans, donde habían sido lanzados, sacó su
teléfono del bolsillo y buscó en sus contactos, tratando de concentrar
sus nublados ojos en la lista. Finalmente, encontró el nombre de
Zaiden, pulsó para llamar, llevó el teléfono a su oído y esperó.
—Oh, gracias a Dios —la voz sin aliento de Zaiden se apoderó del
receptor después de la segundo timbreo. —¿Qué diablos está
pasando? Mi polla está lo suficientemente dura como para clavar
clavos. Me la he meneado como cuatro veces, pero sigue
empeorando.
—Sí, lo mismo me pasa a mí. Disparé mi carga sin siquiera tocarme.
Esperaba que tuvieras alguna idea.
—¿Has leído las instrucciones que los Ancianos nos dieron?
Quería darse un golpe. Metió el sobre en su bolsillo trasero y se
había completamente olvidado de él.
—Espera. —Agarró sus jeans otra vez, sacó las instrucciones y
abrió el sobre.
Después de retirar el pergamino de dentro, lo desplegó con su
mano libre y echó un vistazo a la escritura. —¿Estás sentado?
—Apenas puedo sostenerme en pie—respondió Zaiden, su voz era
aguda y tensa.
—Bueno, no solo estamos conectados ahora, y estoy hablando de
la mente, cuerpo y espíritu, tenemos que consumar nuestro
apareamiento al menos una vez cada veinticuatro horas, hasta la
próxima reunión.
—Espera. Parece que mi cerebro se está derritiendo. Comienza de
nuevo y habla más lento. Indicación por indicación.
Entendía la sensación, pero aun así tuvo que tragarse la
impaciencia. —Estamos unidos, Zaiden. Como en si mueres, muero,

25
y viceversa.
—Oh, no me jodas—gimió Zaiden.
—Sí, esa es la siguiente parte—Se giró a un lado, acurrucándose
formando una pelota cuando su estómago se contrajo violentamente.
El sudor fluía como si fuera un río, empapando el suelo debajo de él.
Sus ojos se agrandaron, jadeó cuando las llamas parpadearon y
murieron en su piel, chamuscando la alfombra debajo suya.
—¿Asher? ¿Cuál es la siguiente parte? ¿Qué está pasando?
—Voy a incendiar mi maldita casa —murmuró.
Sacudiendo la cabeza para despejarse, releyó las instrucciones
otra vez, antes de responder a las preguntas frenéticas de Zaiden.
—Tenemos que consumir nuestro apareamiento al menos una vez
cada veinticuatro horas.
—Es una maldita broma, ¿verdad? —Zaiden gritó.
—No. Lo dice aquí mismo en blanco y negro.
—¿Durante cuánto tiempo? ¿Sólo las primeras veinticuatro horas
o qué?
—Dice que hasta la próxima reunión. Por lo tanto, durante los
próximos cuatro años hasta que el 29 de febrero llegue otra vez.
—¿Y qué pasa si no lo hacemos?
—Supongo que lo mismo que si no encontramos un compañero.
Enloqueceremos. Perderé mi fénix y tú tu magia. —Una larga pausa
se encontró con sus palabras. Incapaz de soportar el silencio por más
tiempo, habló de nuevo. —No puedo vivir sin mi fénix, Zaiden.
Estaba tan enojado, estaba listo para salir de ese castillo sin
pensar en las consecuencias. —Estoy de acuerdo en que es una
locura, pero no puedo perder mi pájaro.
—Lo sé—susurró Zaiden. —No dejaré que eso ocurra. ¿Dice
cuánto tiempo tenemos para arreglar esto?
Volvió a leer la carta por cuarta vez. —No, pero a juzgar por la
forma en que me siento ahora, creo que no es mucho. Unas pocas
horas tal vez. No más de seis o algo así.
Esperó a que hablara el otro lado de la línea, donde estaba su sexy
Zaiden.
—¡No puedo hallar un vuelo que me lleve allí en seis horas! —

26
Cerró los ojos, gimió cuando otra oleada de dolor y calor lo atravesó.
—Iré a buscarte.
—¿Me estás escuchando? No hay vuelos. En ninguna dirección.
—Zaiden, hombre, soy un maldito pájaro, y un fénix, tengo el
asunto controlado. Puedo hacerlo en tres horas.
—¿Estás seguro de que estás bien para cambiar y volar tan lejos?
La preocupación de Zaiden le sacó una suave sonrisa.
—Honestamente, no estoy seguro, pero no veo otra opción—
Gruñendo por el dolor, intentó sentarse y después cuidadosamente
comenzó a ponerse de pie. —No voy a poder llevar nada conmigo,
pero necesitaré mi teléfono y algo de ropa para cuando llegué allí.
—Me encargaré de eso. Ten cuidado. ¿Necesitas la dirección?
—No. Puedo sentirte—Frunció el ceño y negó con la cabeza. —No
puedo explicarlo, pero te encontraré.
—Te estaré esperando.
Colgó el teléfono, agarró su billetera del bolsillo de sus jean y luchó
para ir hacia la puerta. Salió al aire nocturno, miró por encima de su
hombro, echó un último vistazo a su pequeño hogar junto a la playa,
luego cerró la puerta y después cerró los ojos, mientras llamaba a su
fénix.
El cambio fue mucho más largo, mucho más doloroso de lo habitual,
pero finalmente lo pudo hacer. Tomó el teléfono y la billetera con sus
garras, extendió sus alas rojas y doradas y tomó vuelo sobre las
aguas del Caribe.

Zaiden se paseó por su patio trasero, completamente desnudo y


mirando fijamente el hielo, mientras un cálido sudor brotaba por su
piel. El último informe meteorológico decía que la temperatura
rondaba los cuarenta, pero a él le parecí que estaba en los pozos del
Infierno.
Su pene rebotaba entre sus piernas, mientras avanzaba a
zancadas sobre el césped cubierto de rocío, hinchado y palpitante
mientras filtraba copiosas cantidades de pre-semen de su punta. Su
muñeca y antebrazo estaban adoloridos por el número de veces que 27
se había masturbado. Después de su octavo orgasmo, finalmente se
había dado por vencido. Cada corrida solo servía para llevar la
quemadura más cerca de la superficie, hasta que sintió que se
quemaría con ella.
Una ligera neblina comenzó a caer, lavando parte de su
transpiración mientras el vapor se elevaba de su cuerpo enrojecido.
Tres horas y media habían transcurrido desde la llamada de Asher,
por lo que comenzó a preocuparse. Había estado caminando sin
detenerse en su patio trasero durante casi cuarenta minutos, su
teléfono móvil aferrado a su mano, desesperado por alguna noticia,
alguna señal de su compañero.
Cuando se acercaba la marca de cuatro horas, una suave y
musical llamada sonó desde arriba, levantó la cabeza, parpadeando
a través de la llovizna, buscando en el cielo nocturno. Un círculo
grande y carmesí, de un pájaro, se acerca al suelo con cada aleteo.
Su pico de fuego y ceniza se volvió a abrir, emitiendo el sonido más
increíble que había oído jamás.
Las llamadas de su fénix sonaban como una canción de amor:
alegre, hermosa y desgarradoramente tierna. El ave del tamaño de
un águila aterrizó frente a él, doblando sus alas e inclinando la cabeza
mientras su cuerpo comenzaba a transformarse. En cuestión de
minutos, Asher estaba de pie frente a él, sonrojado, mojado y
absolutamente magnífico.
Se miraron el uno al otro por un momento, antes de que Asher se
arrojara sobre él, cerrando sus brazos alrededor de su cuello y
mordiéndose la boca como un hombre hambriento. Tropezando hacia
la puerta trasera de su casa, gimió cuando Archer se presionó contra
él, aplastando sus erecciones duras como un diamante.
—Te necesito—Asher jadeó, contra sus labios una vez que logró
meterlos a salvo en su cocina débilmente iluminada. La sangre le
hervía por tener al hombre en sus brazos, reconocía a Asher como
su compañero y exigía que encontrara una superficie plana y pronto.
—Lo sé cariño. Solo espera. Voy a arreglar esto—La pasión rodó
por su lengua sin pensarlo, y descubrió que no le importaba.
Poniendo a su amante sobre el mostrador, siguió reclamando su
deliciosa boca, mientras buscaba a tientas el dispensador de aceite 28
de oliva detrás de Asher.
—Date prisa —le susurró este. Quien le puso los labios por el
cuello, mordiendo la carne sensible, y luego deslizó la lengua hacia
la leve quemadura. Rozó con el dedo la botella de vidrio, roció el
aceite en la palma de su mano y rápidamente cubrió su pene, que
estaba muy duro. Agarró las caderas de Asher, tirando de él hacia
adelante, hasta que su culo colgó del borde del mostrador.
—No sé si podré ser gentil—advirtió.
—No me importa. Te necesito dentro de mí.
Deslizó sus dedos resbaladizos entre los redondeados cachetes
de su amante y acarició su caliente entrada, relajando los músculos
antes de empujar dos dedos.
Asher gritó, echó la cabeza hacia atrás y se balanceó contra los
dos inminentes dedos. —Más, Zaiden. Necesito más.
—Shh, cariño. Estoy trabajando aquí. —Arrugó las cejas al unísono,
mientras se concentraba en estirar los músculos que se cerraban
alrededor de sus dedos. —Relájate, Asher. Respira hondo.
Agacho la cabeza y sus músculos temblaron, mientras usaba todos
los recursos de su arsenal para aferrarse a su deshilachado control.
El culo de Asher comenzó a abrirse para él, y deslizó un tercer dedo,
entrando y saliendo de la entrada que parecía estar forrada de
terciopelo.
—Suficiente. Ahora, por favor —le suplicó. Empujó hacia arriba el
mostrador, sosteniendo su peso con solo sus brazos, mientras se
empujaba contra su mano de Zaiden. —Zaiden, por favor, oh mierda,
por favor. Duele.
—Está bien. De acuerdo, cariño—el dijo Zaiden jadeando. Le
apartó los dedos de la entrada, agarró su tensa polla y dio un
golpecito contra la abertura de su compañero. Balanceando sus
caderas tan suavemente como pudo, movió la hinchada cabeza más
allá de los músculos protectores, mientras lentamente penetraba a su
ansioso amante.
Asher se empujó hacia adelante contra él, empalándose contra su
base en un rápido y fuerte movimiento. Gimió en voz alta, agarrando
las caderas del hombre y aferrándose a la vida mientras su orgasmo
se abalanzaba sobre él. 29
—Fuerte y sucio, Zaiden. Fóllame cómo te gusta—demandó Asher.
Haciendo caso de la palabra de su amante, comenzó un ritmo
castigador, golpeando el acogedor cuerpo de Asher una y otra vez.
—No voy a durar. Te sientes malditamente increíble. —Levantó a
Asher más alto, golpeando en su punto una y otra vez.
—Voy a correrme —jadeó Asher, enérgicamente.
—Hazlo. Córrete por mí, mi pajarito. Demuéstrame que me
perteneces.
Los ojos de Asher se cerraron, mientras gritaba su liberación. Las
paredes de su esfínter se apretaron, masajeando en oleadas,
mientras el semen salía de la corona de su pene hinchado a chorros
uno detrás de otro, abundantes chorros de fluido espeso y cremoso.
Satisfecho de haberse ocupado de su amante, echó su cabeza
hacia atrás y rugió, bombeando a través de su orgasmo e inundando
el canal de Asher, que se convulsionaba recibiendo su semilla. El
clímax se sentía como un calmante, apaciguando la quemadura y
aliviando la necesidad de clavarse dentro de él.
Se dejó caer sobre su amante, tirando del hombre hacia él,
mientras lo estrechaba fuertemente contra su cuerpo.
—Parece que estás atrapado conmigo—susurró.
—Ha habido cosas peores—Asher respondió con la misma
tranquilidad. —Al menos me gustas. —Se alejó y lo miró a la cara,
con una sonrisa. —Y el sexo contigo, es malditamente caliente.
Su risa se convirtió en un suave siseo, mientras deslizaba
suavemente su polla medio dura al agujero de Asher.
—No puedo rebatírtelo.
Mirando sobre el cuerpo desnudo de su pareja como si fuera el
especial en el menú, sus ojos se posaron en lo que parecía ser una
marca de nacimiento oscura en el interior del muslo de este.
Deslizando las puntas de los dedos sobre él ligeramente, titubeó
cuando su compañero se estremeció.
Las letras AD y ZR se entrelazaban, tejidas una alrededor de la
otra en un intrincado nudo. —¿Mi marca de apareamiento se ve así?
—Sí—Asher sonrió suavemente. —Lo vi cuando se la mostraste el
guardián.
30
Bajó la cabeza. —Genial.
—Solo volé cuatro horas y tuve el mejor sexo de mi vida. Estoy
muy contento—El labio inferior de Asher se asomó, mientras se
bajaba del mostrador. —Aliméntame.
Poniendo los ojos en blanco y mordiendo el labio que sobresalía,
se apartó del mostrador y ayudó a su amante a bajar al suelo.
—Entonces, ¿qué te llevó tanto tiempo? Pensé que habías dicho
que solo te llevaría unas tres horas.
Con la frente formando una V poco profunda, Asher negó con la
cabeza lentamente. —Regresé un par de veces, una vez que había
llegado a los Estados Unidos. Tenía este sentimiento extraño como
si alguien me estuviera observando, siguiéndome. —Después, frotó
su nuca y sonrió. —Tonto, lo sé. Simplemente no quería traer los
problemas a tu puerta.
—Oh, pero lo hiciste—le dijo, mientras movía su ceja de manera
inquisitiva. —Y abrí y lo invité a entrar.
Capítulo 4

Asher se deslizó por la puerta y se apresuró a cruzar el jardín


trasero para tomar su teléfono móvil y su billetera. Gracias a los
dioses que la llovizna había cesado. Ahora solo esperaba que su
teléfono móvil aún funcionara. La respuesta llegó en segundos
cuando su teléfono comenzó a sonar justo cuando lo alzaba de la
hierba húmeda. Mirando el nombre y el número en la pantalla, sonrió
ampliamente, mientras respondía.
—Hola dulce.
—¡No me llames así! Vuelvo a casa para encontrar la ducha en
funcionamiento, alfombra quemada, y tu ropa en el medio del maldito
suelo. ¿Dónde estás?
—Cerca de Chattanooga, Tennessee, creo.
Una larga pausa se encontró con sus palabras, ante la voz de su
mejor amigo sonando a través del teléfono. —¿Exactamente por qué
estás en Tennessee? —Habló lentamente, como si tratara de armar 31
un rompecabezas.
—Bueno, mi compañero vive aquí. ¿Dónde más estaría, Colt? —
Podía imaginárselo sacudiendo la cabeza con exasperación.
—Lo entiendo. Sin embargo, al menos podrías habérmelo dicho
Desapareciste justo después del anuncio de los Ancianos, hombre.
Acaso no merezco saber a dónde diablos fuiste.
—Aww, te preocupas por mí.
—No dejes que se te suba a la cabeza, imbécil—dijo bruscamente
Colton. —Así, que supongo que esto responde a la pregunta sobre la
ducha y la alfombra chamuscada. No leíste la carta, ¿verdad?
—Cállate—se quejó.
Colton solo se rio. —¿Volverás o me necesitas para que te prepare
tus cosas?
—Uh, todavía no estoy seguro. No hemos discutido los detalles,
¿sabes?
—Bueno, sí vuelves, debes saber que tenemos un nuevo huésped
en casa.
—Tu compañero—dedujo.
—Sí, y chico, es un tipo duro. Casi hace que nos arresten en el
maldito aeropuerto.
Una amplia sonrisa se deslizó sobre sus labios. Colton necesitaba
un poco de condimento en su vida, y parecía que su nueva pareja era
la persona que iba a animarle las cosas. —Está bien, necesito volver
a entrar antes de que Zaiden piense que lo abandoné de nuevo. Ya
te diré sobre qué hacer con mis cosas.
—¡Espera!
—¿Qué? —Frunció el ceño confundido.
—No es a ti—suspiró Colton. —Sí, solo llámame cuando te hayas
decidido. —Gruñó profundamente. —Tengo que dejarte hombre.
Rio, mientras cerraba su teléfono y regresaba dentro de la casa. El
olor dulce de galletas de suero de leche flotaba a través de la cocina,
haciendo que se le hiciera agua la boca y le gruñera el estómago.
—Eso huele increíble, pero no tienes que cocinar.
Zaiden estaba de pie cerca del horno, todavía completamente
desnudo. Le sonrió sobre el hombro y se encogió de hombros. 32
—Realmente no tenía nada para comer ya preparado. Las galletas
son rápidas y fáciles.
—¿Te importa si tomo una ducha rápida? —Hizo una mueca,
mientras corría una mano sobre su pecho. —Estoy totalmente
pegajoso en este momento.
—Por supuesto. Al final del pasillo, la segunda puerta a la izquierda
es mi habitación. El baño adjunto tiene jabón y esas cosas, y puedes
tomar una sudadera de mi mueble cómoda.
Inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. —Comida, ducha y
ropa. Sabía que me gustarías.
Se rio entre dientes y movió la mano. —Date prisa. —Golpeó los
nudillos contra el frontal de la puerta. —Ya están casi están listas.
Sonreía, mientras caminaba por el pasillo en busca de la habitación
de Zaiden. Colton y él habían sido mejores amigos y compañeros de
piso durante siglos, pero ninguno podía cocinar algo que valiera la
maldita cosa. Ahora tenía un hombre hermoso y desnudo en la cocina
haciéndole galletas a la una en punto de la mañana. Definitivamente
podría acostumbrarse a esto.
Zaiden tragó un gemido, mientras miraba el lindo culo de Asher
contorneándose, mientras salía de la habitación y giraba en la
esquina. Sacudiendo la cabeza para despejar sus lujuriosos
pensamientos, se metió en la sala de estar y agarró los pantalones
de pijama que se había quitado cuando el calor del apareamiento se
había convertido también en algo intenso.
Después de deslizarlos hasta sus caderas y atar el cordón, se
obligó a volver a la cocina y comenzó a preparar salsa blanca desde
cero. No sabía lo que le gustaba a su pareja, pero realmente no tenía
muchas opciones. Definitivamente tendrían que ir de compras.
La idea lo congeló, mientras revolvía la leche y la harina en la olla
¿Se mudaría Asher? ¿O esperaba que viajara a México junto a él?
Demonios, ni siquiera sabía cómo se ganaba la vida su compañero. 33
Amaba su trabajo, su hogar, y en general todo lo relacionado con
su vida, solo con una excepción. Y era algo que necesitaba discutir
con Asher. ¿Qué diría el hombre cuando se enterara que había
perdido su magia?
—Deja de preocuparte. Me está doliendo la cabeza. —La voz de
Asher llego hasta él desde el otro lado de la habitación, cerró los ojos
por un breve momento. Tal vez sería mejor sacar del camino los
temas de conversación más escabrosos.
—Tenemos que hablar. —Habló sin volverse.
—Realmente no me gusta la forma en que dijiste eso, pero sí,
tenemos que hablar.
Arrojando los panecillos del horno, colocó la sartén encima de la
hornilla y alcanzó los platos que había puesto al lado del fregador.
Luego llenó ambos platos, finalmente se giró y miró a su compañero.
El tipo parecía un niño pequeño que había allanado el armario de
su padre. Llevaba la sudadera enrollada varias veces en su cintura,
pero todavía se veía ardiente. La camiseta no era mucho mejor. Las
mangas llegaban hasta más abajo de sus codos, y el dobladillo de la
cintura, hasta casi sus rodillas.
Sonrió. Su compañero se veía malditamente hermoso con su ropa.
—¿Puedes agarrar los cubiertos? —Preguntó, señalando con la
cabeza hacia el cajón cerca del refrigerador.
Asher sonrió alegremente y asintió, mientras caminaba y
comenzaba a reunir los cubiertos, servilletas, tazas y leche. Después
de colocar todo sobre la mesa, se sentó frente a él y buscó con avidez
su tenedor. —Esto está fantástico.
Riéndose ligeramente, cortó el humeante pan y tomó un bocado
cerrando los ojos en señal de agradecimiento. Sí, estaba bastante
malditamente bueno para una comida de último minuto.
—Está bien, entonces hablemos. —Asher se sirvió un vaso de
leche antes de extender la mano para llenarle el vaso. —¿Nos vamos
a quedar aquí, o quieres que volvamos a México?
Bueno, su pequeño compañero ciertamente fue directo al corazón
del problema.
—Me gusta aquí —dijo lentamente. —Tengo un buen trabajo. La

34
casa es mía. Conozco algunas personas por aquí, aunque no los
llamaría amigos.
—Está bien, entonces nos quedaremos.
Inclinando la cabeza hacia un lado, miró a su compañero
curiosamente. —¿Así?
Asher se encogió de hombros adorablemente. —Tengo un amigo
en México, podemos visitarlo en cualquier momento Tengo más
dinero del que sé qué hacer con él, así que realmente no necesito
trabajar. Me mudaré y seré tu ama de casa. —Le dio un guiño
travieso.
Resopló, casi tirando leche por su nariz. —¡Cómo es que tienes
tanto dinero?
—Bueno, cuando has vivido tanto como yo, es solo acumular.
—¡Bueno, mierda! —No había querido llegar aun a esa parte de
la charla. Oh, bueno, mejor solo arrancar la tirita y poner sal sobre
sus heridas. —¿Exactamente cuántos años tienes?
La frente de Asher se arrugó, contrayendo la nariz. —Quizás un
poco más de cuatro mil.
Comenzó a toser, ahogándose con el bocado que acababa de
tomar. —Cuatro mil—jadeó. —Y pensé que yo era viejo con
doscientos.
Poniendo los ojos en blanco, la sonrisa nunca se marchaba de la
hermosa cara de su compañero. —Soy un fénix, hombre, el epítome
absoluto de la inmortalidad.
Frunció el ceño, mientras apuñalaba la comida restante en su plato.
—Sí, sobre eso. —Habló sin mirar a Asher. —Perdí mi magia—dijo
bruscamente.
La habitación se mantuvo silenciosa durante un largo momento.
Cuando él se volvió demasiado, levantó la vista para estudiar la
expresión de su amante. Tristeza y shock lucharon por el dominio en
el rostro de este. Sus ojos marrones dorados se posaron sobre él con
su intensidad, como si le observara directamente el alma.
—¿Cómo?
Suspirando, apartó su plato, ya no sentía hambre. —Sucedió en la
última reunión. En resumen, confié en el hombre equivocado, y él me
jodió. 35
—¿Otro fae? —Asher preguntó en voz baja.
—No. —Negó con la cabeza. —Un brujo. Le hizo a mi magia
cuando estábamos teniendo sexo. —Gruñó la última palabra cuando
la amargura del recuerdo lo cubrió.
—Lo amabas.
Sin levantaros ojos, asintió lentamente. —Sí, lo amaba.
¿Qué tan mal estaba? Darkin no había sido su amante. El hombre
había sido su obsesión durante casi tres décadas, y él no lo pensó
dos veces antes de saltar al fuego, cuando el brujo finalmente mostró
una pequeña chispa de interés. Había oído todas las historias, todos
los rumores sobre las fechorías de Darkin. Pero los dejó todos a un
lado, reacio a creer lo peor sobre el hombre al que todos sus
pensamientos habían perseguido durante tanto tiempo.
El sexo había sido rudo, casi brutal, y lo siguiente que supo, es que
se había quedado sangrando y sollozando en el medio de la
habitación, con su cara oculta sobre la alfombra para ocultar su
vergüenza. Débil como un recién nacido con la repentina pérdida de
su magia, se había esforzado por ponerse de pie y fue directamente
a la ducha para limpiar su humillación.
—Lo siento —, Asher susurró, y realmente lo dijo. —Si es así, ¿por
qué no vives con tu clan?
Mirando a los ojos de su compañero, asintió de nuevo. Después
de que se hubiera duchado en el castillo, hizo sus maletas, tomó el
primer vuelo a casa, tomó las pocas cosas que tenían algún valor
para él, y los dejó sin decir una palabra a nadie. De ninguna manera
podría enfrentar a su familia, y mucho menos a todo el clan, y
contarles sobre qué le permitió al brujo hacerle.
—Estaba muy avergonzado para decírselo a alguien, así que me
fui. Quiero decir, ¿qué tipo de Fae no tiene magia?
—Y ahora qué has perdido tu magia, estás envejeciendo como
humano —Asher descifró. Maldita sea, el hombre era inteligente.
—Sí. Lo siento. No quise hacerte esto, acortar tu esperanza de vida.
Para su completo desconcierto, Asher comenzó a reír.
—Amigo, ¿cómo muchas veces te he dicho que soy un maldito
fénix? No morimos, podrías apuñalarme en el corazón ahora mismo,

36
y yo simplemente irrumpiría en llamas y renacería. —Él sonrió y bajó
la cabeza. —Como mi pareja, nuestros hilos de vida están
entrelazados. Bienvenido a la inmortalidad.
Abrió la boca para responder, luego la cerró y frunció el ceño.
Finalmente, revisando los confusos pensamientos en su cerebro,
expresó lo primero que se surgió claramente.
—Así que, ¿vuelves a ser un bebé otra vez cuando mueres? —Él
negó con la cabeza. —Es solo que es tan malditamente raro, pero no
voy a tener que limpiarte el trasero ni a cambiar tus pañales.
Asher se echó a reír, golpeando la mesa con el puño y haciendo
que los cubiertos chocaran contra sus platos. —No me convierto en
un bebé — jadeó a través de sus carcajadas. Sí, estallaré en llamas,
pero seré igual que ahora. El fuego simplemente me cura. Todo el
asunto del nacimiento, es solo una especie de simbolismo.
Sonrió, exhalo con alivio. —Gracias, misericordia, porque me
asustaste por un momento.
—Entonces, entiendo que no quieres tener hijos. —Asher arqueó
una ceja. —Pensé que los machos hembras podrían quedar
embarazados, al igual que las hembras.
—No, nunca me había imaginado a mí mismo como padre. Sí, los
hombres faes llevan niños, pero yo no puedo. Los hombres no están
hechos para el parto. La habilidad viene de nuestra magia. Sin la mía,
no puedo impregnarme. —Asher sonrió maliciosamente. —Entonces,
no tengo que preocuparme por no preñarte cuando te esté follando
contra la pared. Es bueno saberlo.
Gimió, cuando su polla se crispó y su culo se tensó con fuerza.
—Sé amable.
—¿Cómo de amable te gustaría que fuera? —Asher ronroneó.
Bajando su servilleta, la tiró cuando vio la cara de su pareja.
—¿Quieres mi cama o el sofá?
—¿Qué hay de nuestra cama? —Asher movió sus cejas,
sacándole una risa estrangulada de los labios
—Vas a hacer mi vida muy interesante, ¿verdad? —Asher se
levantó de su asiento y recogió los platos.
—Bueno, ciertamente estoy intentándolo.
37
Capítulo 5

Rodando, Asher se acercó, alisando su mano sobre la sábana


donde debería haber estado su compañero. Apenas recordaba haber
caído en la cama, pero sabía que Zaiden había estado a su lado, tal
como había estado cada noche desde que se mudó allí.
Arrastrándose hasta el borde de la cama, rodó los ojos y sonrió.
—Estás en el piso otra vez.
Los ojos de Zaiden se abrieron de par en par y frunció el ceño.
—Es como dormir al lado de un maldito horno. ¿No vienes con un
termostato o algo?
Riéndose, rodó desde la cama y entró desnudo al baño.
—Ya deberías estar acostumbrado a esto.
—Han pasado tres días, hombre—refunfuñó Zaiden desde la
puerta del baño.
Sonrió por encima del hombro, mientras encendía la ducha y
esperaba a que el agua se calentara. Puede haber vivido durante
38
miles de años, pero los últimos tres días se habían llenado de la
mayor diversión que jamás haya experimentado. Le gustaba pasar
tiempo con Zaiden. Si se hubieran encontrado en circunstancias
diferentes, definitivamente podría verlos convirtiéndose en amigos.
Estar emparejado con el hombre realmente no cambiaba nada.
Disfrutaba del ardiente sexo, pero también le gustaba relajarse y
mirar la televisión con el chico. Se sintió atraído por Zaiden, un
sentimiento que asociaba con su vínculo. Más allá de eso, sin
embargo, realmente le gustaba el hombre. Se estremeció un poco
ante la idea de estar conectado con alguien a quien no quería, por
toda la eternidad. Puede que Zaiden no fuera su compañero
destinado, pero tal vez, el destino sabía algo de lo que se estaba
guardando.
—¿Entonces, qué harás hoy?—Zaiden preguntó, mientras entraba
en la ducha.
Lo siguió, casi tragándose la lengua cuando su compañero dejó
caer su cabeza sobre sus hombros y gimió, cuando el agua humeante
cayó sobre él.
—Uh, ¿cuál fue la pregunta?
Zaiden levantó la cabeza y sonrió. —¿Alguna vez piensas en algo
más que sexo?
Puso las manos sobre su erección, que crecía rápidamente e
intentó parecer inocente. —No sé a qué te refieres.
Negando con la cabeza, Zaiden resopló cuando extendió la mano
hacia atrás para buscar el jabón. —Ven aquí, pajarito.
Lo miró, porque Zaiden lo esperaba. Dentro, sin embargo, estaba
sonriendo. Sí, había sido molesto al principio, pero el pequeño
sobrenombre había crecido en él. Sin embargo, eso no significaba
que dejara que alguien, además de su compañero, lo llamara así.
Dando un paso adelante, cerró los ojos y ahogó un gemido, cuando
este comenzó a enjabonar su cuerpo.
El acto no fue sexual en su inicio, pero no pudo evitar responder al
toque de su amante. El instinto de apareamiento o lo que sea, Zaiden
tenía dedos muy talentosos, y se estremeció de anticipación,
mientras vagaban por su cuerpo. Sus ojos se abrieron de golpe,
cuando Zaiden gruñó, y sus manos dejaron de explorar su
resbaladiza piel.
39
—No tengo tiempo para jugar. Tengo una cita en veinte minutos.
Aww, su pareja se veía tan adorable cuando hacia un puchero.
Poniéndose de puntillas, beso el sobresaliente labio superior de
Zaiden.
—Esta noche jugaremos. —Balanceándose sobre sus talones,
inclinó la cabeza hacia un lado y frunció el ceño. —¿Qué tipo de cita?
¿Estás enfermo? —Como el hombre había perdido su magia, sería
susceptible a todo tipo de flaquezas humanas.
Zaiden reía mientras se lavaba y enjuagaba rápidamente. —Tengo
una cita con un paciente. Soy el médico.
—Ooh, rico, inteligente y sexy —, arrulló. —Todas mis cualidades
favoritas. —Guiño traviesamente, cuando pasó por encima de Zaiden
y enjuagó las burbujas de jabón de su cuerpo. —¿Qué clase de
doctor?
—Trabajo con parejas que tienen problemas de intimidad.
Se giró y casi se cae de culo, mientras sus pies resbalaban en el
piso de la ducha. —¿Eres un terapeuta sexual? ¿Qué tan genial es
eso?
Zaiden solo rodó los ojos. —Es solo mi trabajo. Parece que
encontraste el Santo Grial o algo así.
Le dio una bofetada juguetona en el pecho, a su amante.
—Oh, cállate y déjame que me emociones por un minuto.
Cerró el agua y siguió a Zaiden fuera de la ducha. Agarró la toalla
que su compañero le arrojó y comenzó a secarse distraídamente,
mientras que en su cabeza se formulaba una pregunta. —¿Qué es lo
más extraño que alguien te ha dicho?
Zaiden lo golpeó con su toalla. —No puedo decírtelo. Va en contra
de la confidencialidad médico-paciente.
Envolviendo su toalla alrededor de su cintura, se encogió de
hombros.
—Valió la pena intentarlo. ¿Quieres desayunar algo antes de irte?
—¿Cocinaras? —Zaiden lo miró aprensivamente.
Alzo sus manos y gimió. —¡Solo prendí fuego a la cocina una vez!
—Dios mío, su compañero realmente necesitaba aprender a no
indagar. 40
—Uh, agarraré una barra de energía. Realmente no tengo tiempo
para nada más elaborado en este momento, de todos modos. —
Zaiden todavía parecía nervioso cuando fue al armario y comenzó a
sacar la ropa. —Oh, y traeré una pizza a casa para la cena. Así no te
preocuparas por cocinar, ¿está bien?
Presionó sus labios para ocultar su sonrisa y se dejó caer en el
extremo de la cama.
—Quiero la mía con champiñones.
Realmente no había querido incendiar la cocina, pero si eso hacía
que no tuviera que cocinar, no podía lamentarse mucho por ello.
—Hola Andrew. —Zaiden se puso de pie y se movió alrededor de
su escritorio. Miró al hombre por la puerta vacía detrás de él.
—¿Dónde está Denise?
—Bueno, yo, eh, quería hablar... hablar contigo solo, hoy. Yo -Si
eso - bueno —, balbuceó Andrew.
Frunció el ceño, pero asintió. Andrew cerró la puerta, y cada uno
se dirigió a los sillones acolchados en el centro de la habitación.
Continuó frunciendo el ceño, sus cejas se juntaron, mientras
estudiaba a su paciente. Andrew se veía pálido y sudoroso. Sus
manos temblaban visiblemente, mientras las giraba nerviosamente
sobre su regazo. Tragó saliva varias veces y su lengua salió para
humedecer sus labios entreabiertos.
—¿De qué querías hablar hoy, Andrew? —Se acomodó en su
asiento y cruzó las manos sobre su regazo.
Andrew se inclinó más cerca del borde de su asiento, su rodilla
rebotó, mientras frotaba la tela de jeans que la recubría.

41
—Bueno, se trata de mí y Denise, pero sobre todo de mí.
Asintió y sonrió. Tenía una idea de a dónde conduciría la
conversación. Había tenido una idea, acerca de Andrew, desde hacía
varios meses.
—Hemos venido a usted por un tiempo, y las cosas no están
mejorando. De hecho, están empeorando. Debo dejar de mentirme a
mí mismo... y a mi esposa.
Asintió de nuevo, mientras se sentaba en su silla. —¿Y en qué has
estado mintiendo, Andrew?
—No me siento atraído por Denise —, espetó su paciente. Apretó
los labios fuertemente, mientras giraban hacia abajo en las esquinas.
—Yo... no me atraen para nada las mujeres —, murmuró.
Sonrió suavemente. —¿Le has dicho a Denise?
Andrew negó con la cabeza rápidamente. —Todavía no se lo dije
a nadie. Quería hablar contigo primero. ¿Crees que soy gay?
Continúo sonriendo y arqueó una ceja. —Eso no es algo que pueda
decirte. ¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes? ¿Te atraen otros
hombres?
Andrew no se movió ni habló durante varios minutos. Luego inclinó
la cabeza una vez, lenta, casi imperceptiblemente.
—Sí, encuentro atractivos a otros hombres. —Lo miró a los ojos
con tal intensidad, que casi sintió la necesidad de mirar hacia otro
lado. —Me encuentro pensando, soñando... fantaseando sobre un
hombre en particular.
—¿Has hablado con este hombre? ¿Sabe cómo te sientes? —
Negando con la cabeza, Andrew comenzó a juguetear con los
botones de su camisa. —No, él no lo sabe. ¿Qué debería hacer, Dr.
Reed?
—No me corresponde a mí decidir. Te ayudaré de cualquier forma
que pueda, pero debes tomar la decisión y decírselo a tu esposa.
Pasaron otros minutos en silencio, antes de que Andrew moviera
la cabeza.
—¿Me ayudarías a decirle? ¿Puedo traerla aquí?
Se debatió por un momento antes de contestar. —Te ayudaré,

42
Andrew. Entiendo que sientes que necesitas un lugar seguro para
expresar estas emociones. Sin embargo, quiero que pienses en
hablar solo con Denise. Es una buena mujer, y creo que será más
comprensiva de lo que piensas.
—Está bien —murmuró Andrew. —Lo pensaré.
—Bueno. ¿Hay algo más que quisieras discutir hoy?
—No. Estos sentimientos seguían burbujeando dentro de mí, y no
sabía a dónde ir, o con quién hablar de ellos.
Andrew se levantó de su silla y arrastró los pies. —Gracias por
escuchar, Dr. Reed.
Él también se puso de pie y le dio una palmadita en el hombro. —
Gracias por hablar conmigo, Andrew. Sé que esto es difícil. Puedes
venir y hablar conmigo en cualquier momento, ¿de acuerdo? —
Esperó el asentimiento de cabeza de Andrew, antes de darle otra
palmada en el hombro y alejarse.
—¿Es gay, Dr. Reed?
—Sí—respondió de inmediato. Aunque normalmente no compartía
nada sobre su vida personal con los pacientes, Andrew tenía miedo
y buscaba apoyo. Si pudiera ofrecer al hombre incluso un poco y de
comodidad, lo haría.
Andrew asintió y una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
—Gracias —dijo en voz baja. —Te llamaré.
—Hazlo—Vio a Andrew deslizarse por la puerta, luego se volvió
hacia su escritorio. Tenía la sensación de que escucharía a Andrew
George antes de su próxima cita programada.
Su teléfono comenzó a vibrar, moviéndose a través de la parte
superior de su escritorio, mientras zumbaba contra la madera.
Levantándolo, sonrió al ver el nombre de Asher en la pantalla.
El primer día que estuvieron separados desde la llegada de este y
su compañero no parecía estar bien con la separación. La sola idea
hizo que su sonrisa se ampliara y se hiciera un poco más brillante.
—Hola, Asher. ¿Ya me extrañas? sólo ha pasado una hora desde
que me fui —, bromeó.
—Uh, ¿puedes venir a casa? —Este sonaba nervioso, y su voz
temblaba, mientras hablaba, poniéndolo en alerta.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?
—¡No hice nada! —Asher dijo bruscamente. —¿Por qué asumes 43
automáticamente que hice algo mal?
—¿Asher? —Gruñó, advirtiéndole.
—Fue solo un pequeño accidente.
—¿Podrías decirme algo más? —Se paseó por su oficina,
pasándose los dedos por su largo cabello rubio mientras su corazón
galopaba dentro de su pecho.
—Prendí fuego a la casa, ¿está bien? —Asher gimió como si
hubiera sido apuñalado.
Se congeló a mitad del paso, y su boca se abrió.
—Santo cielo —gimió. —Supongo que estás bien ya que estoy
hablando contigo. ¿Llamaste al departamento de bomberos?
—No, yo lo apague, pero solo necesito que vengas a casa, ¿está
bien?
—¿Qué no me estás diciendo?
—Sólo ven a casa, por favor. —Entonces la línea se cortó.
Capítulo 6

Asher temblaba mientras paseaba de un lado a otro del salón,


murmurando en voz baja y meneando sus manos salvajemente,
como un loco. Nunca había perdido el control de esa manera. Nunca
había dejado que su fuego se alejase de él.
¿Qué pasaba si Zaiden hubiera estado a su lado cuando ocurrió?
¿Qué pasaba si no pudiera controlar sus llamas durante el sexo, o
peor, cuando estuviera durmiendo? Dios, ni siquiera sabía que
estaba pasando, hasta que la mitad de la habitación había estado
carbonizada y crujiente.
La puerta principal se abrió, y Zaiden se apresuró a entrar,
moviendo la cabeza de un lado al otro buscando frenéticamente por
la habitación. Sus ojos se posaron en él, y se apresuró a ir a su lado,
tocándolo e inspeccionándolo por doquier.
—Estás bien —musitó, aunque era para confirmárselo a sí mismo.
La idea de que Zaiden hubiera estado preocupado genuinamente por
él hacía que sintiera cosquillas en el vientre. 44
Sus labios se alzaron solo un poco en las comisuras, y tomó las
manos vagabundas de Zaiden en las suyas.
—Estoy bien. El fuego no me afecta.
Zaiden asintió con la cabeza una vez, mientras se erguía en la
totalidad de su metro noventa de envergadura.
—Así que, ¿dime que pasó? —Escaneó la habitación de nuevo. —
Todo parece estar justo igual que cuando me marché.
Con un fuerte suspiro, apretó la mano de su pareja y lo condujo por
el pasillo hasta su dormitorio. Al entrar en la habitación, señaló con la
mano y se mordió el labio. mientras sus mejillas enrojecían. Mierda,
esto era bochornoso.
Zaiden soltó su mano y se acercó a la cama. Sus ojos se
entrecerraron, y los músculos de su mandíbula se tensaron. De
hecho, podía escuchar el sonido de los dientes de su amante
chirriando. De todas las reacciones que imaginó que pudiera tener
Zaiden, enojarse no era una de ellas.
—Lo siento, Zaid. Te la pagaré. Te compraré una nueva. —Dejó
caer la cabeza y siguió mordisqueando su labio inferior.
—¿Hay alguna razón para que le prendieras fuego a mi cama? —
Zainen se volvió y arqueó una ceja interrogativamente. Con los
brazos cruzados sobre el pecho, y observándolo expectante.
—¡No es como si lo hubiera hecho a propósito! —Una indignación
santurrona llegó en su rescate, blindándolo de la irritación de Zaiden.
—Simplemente me dejaste a la buena de Dios, duro e insatisfecho
esta mañana. ¿Qué demonios se supone que hiciera?
Zaiden inclinó su cabeza hacia un lado.
—¿Qué tiene eso que ver con mi cama?
—Bueno, tenía que ocuparme de mí mismo. Me estaba
masturbando y cuando me corrí, simplemente entré en combustión.
—Meneó la cabeza, sus hombros se desplomaron, cuando se calmó
un poco. —Lo siguiente que supe, era que la cama y la mitad de las
malditas habitaciones estaban encendidas como una fogata.
Zaiden lo miró fijamente con la expresión en blanco durante un
momento, entonces sus ojos empezaron a revolotear, sus labios se
extendieron por su rostro, y comenzó a reírse.
—Realmente sabes cómo calentar las sábanas, ¿no? 45
Gruñendo, puso los ojos en blanco.
—Estás comportándote como un imbécil.
—¡Oh, vamos! Esto es demasiado bueno. Te pusiste tan cachondo,
que, de hecho, le prendiste fuego a la cama. No dejaré que en tu vida
olvides esto. —Zaiden se aferró a su barriga, meciéndose de delante
a atrás de la risa.
Le frunció el ceño a su pareja, antes de que sus ojos vagaran a los
restos carbonizados de la cama, sobre las cortinas destrozadas y las
largas marcas de quemaduras sobre las paredes. El armario y toda
su ropa habían sido reducidas a poco más que a cenizas para el
momento que le había sido posible extinguir las llamas. Se sentía
muy mal.
—No es divertido —refunfuñó. —Esto es peligroso, Zaid. Siempre
me ha sido posible controlarlo. —Se pasó una mano temblorosa por
la cara. —Ni siquiera sabía lo que estaba pasando, hasta que olí el
humo. ¿Qué pasa si hubiéramos estado durmiendo? ¡Podría haberte
herido!
—De acuerdo, cálmate. —Zaiden fue hasta él y le puso la mano
sobre el hombro, apretando ligeramente. —Todo estará bien.
Sus ojos se abrieron por la incredulidad, y señaló los restos de la
cama.
—¿Cómo puede eso estar bien?
—Bueno, verás, tengo una teoría. —Zaiden le sonrió con
suficiencia, mientras se apartaba y comenzaba a desvestirse.
Simplemente quería abofetearlo por la expresión en su cara de
inmediato. ¿Cómo podía estar tan tranquilo sobre esto?
—¿Por qué demonios te estás desnudando?
—No es la primera vez que ocurre—Zaiden terminó de desvestirse
y lo arrastró a sus brazos.
—¿De qué estás hablando? ¡Por supuesto que lo es! Nunca antes
había perdido el control así.
Las yemas de los dedos de Zaiden se deslizaron por el costado de
su cuello y a lo largo de su mandíbula.
—Sí, lo has hecho, Ash. Simplemente no lo sabías—Habló
suavemente, una sonrisita juguetona en sus carnosos labios. —Deja
que te lo muestre. 46
Antes de que pudiera responderle, Zaiden se inclinó, presionando
sus bocas en un beso que hacía que los dedos de los pies se
curvaran. Su cabeza flotó, los latidos de su corazón se aceleraron, y
un gemido silencioso se escapó entre sus labios, cuando los abrió
para la lengua inquisidora de su pareja. Enredó sus brazos alrededor
del cuello de Zaiden, se acercó más, hasta que pudo sentir cada
cresta del largo cuerpo de su amante presionado contra el suyo.
Gruñendo de frustración, persiguió los labios de este que se
alejaban cuando el hombre se apartó riendo. No había tenido ni de
cerca suficiente de esa boca lujuriosa.
—Mira —murmuró Zaiden. Sus largos dedos se extendieron para
agarrarle la muñeca y apartarle el brazo del cuello. — Mira —repitió.
Jadeó, retorciéndose para liberarse y echándose para atrás a
trompicones. Diminutas llamas rojo anaranjadas revoloteaban
felizmente sobre su cuerpo desnudo. Mientras ponía distancia entre
él y su pareja, las llamas titilearon, haciéndose más pequeñas, hasta
que se desvanecieron por completo.
—¿Qué está pasando? —Incluso él podía escuchar el pánico en
su voz. No le gusta nada todo eso.
Zaiden todavía sonriendo, se le acercó, acosándolo hasta que lo
tuvo presionado contra la pared.
—No me lastima —murmuró contra su clavícula. —De hecho, se
siente asombroso. También ocurrió anoche. Las huellas de tus
manos, quedaron impresas en la puerta principal.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Jadeó, arqueando el cuello hacia
un lado para darle a su pareja más espacio para jugar. —Deberías
habérmelo dicho.
—Pensaba que lo sabías, pajarillo. —La lengua de Zaiden se
deslizó muy suavemente por la longitud de su garganta, mientras sus
manos se movían delicadamente por sus muslos y sobre sus caderas.
—¿En qué estabas pensando, cuando tenías esta hermosa polla en
tu mano? —Una mano surcó hacia abajo, a su vientre plano y se
envolvió en su sobresaliente erección.
—Tú. Nosotros. En las cosas que hicimos anoche. —Dios, le era
tan difícil formar frases coherentes, con la mano de su amante sobre
él.
—¿Se sentía bien? ¿Te hizo desear que estuviera en casa para 47
enterrarme dentro de ti?
—Mierda, sí —, jadeó. Abriendo los ojos, no se sorprendió al
encontrar que las llamas se habían reavivado sobre su piel. Estaba
empezando finalmente a comprender. —Eres mi fuego.
Zaiden lo acarició de la base a la punta, metiendo su pulgar en la
ranura goteante, y sus caderas se balancearon hacia delante.
—No sé lo que eso significa, pero me gusta. —Sonrió
calurosamente antes de unir sus bocas de nuevo.
Bastantes minutos después, apartó la boca y jadeó en busca de
aire.
—No puedo pensar, cuando haces eso. —El sonido salió de algún
lado entre un gemido y un lloriqueo. Su polla dolía y palpitaba bajo el
agarre de Zaiden, suplicando más atención.
—Bien. —Entonces, sin decir otra palabra, Zaiden se puso de
rodillas y lo tragó hasta la base.
Una calidez resbaladiza y húmeda envolvió su eje palpitante, y se
corrió inmediatamente, gritando a más no poder, mientras empujaba
hasta el fondo de la garganta de su amante y descargaba sus bolas.
No pudo evitarlo, no pudo pararlo, y maldita sea, se sentía como el
paraíso. Desplomándose de espaldas contra la pared, observó como
Zaiden se sentaba sobre sus talones y sonreía como un tonto.
—Mejor.
La tormenta de fuego en su interior calmada, convirtiéndose en
meras ascuas. Se sentía relajado y mucho más en control.
—Definitivamente mejor.

—¿Necesitas que me ocupe de ti?


Zaiden se levantó con gracia y bajó los ojos a su polla medio flácida.
—Estoy bien. —Asher le frunció el ceño. 48
—Ahora me siento como una puta barata. ¿Ni siquiera te pusiste
duro?
Soltando una risita, señaló el charco cremoso en la alfombra a sus
pies.
—Uh, hiciste mucho más que ponerme duro—dio un paso hacia
delante y besó la punta de la nariz de su pareja.
—Nunca te preocupes sobre que no me sienta atraído hacia ti—
Deslizó sus dedos suavemente sobre el pecho y los abdominales de
Asher. —Levanto una tienda solo con pensar en toda esta piel
cremosa.
Asher suspiró con fuerza, mientras miraba a su alrededor sobre su
hombro.
—Por lo tanto, ¿qué hacemos con este lío?
—Nosotros no vamos a hacer nada. Tú creaste este desastre,
puedes limpiarlo. —Girándose para ocultarle la sonrisa a su pareja,
juntó su ropa y comenzó a vestirse. —Tengo que regresar al trabajo.
Estoy seguro que pensarás en algo.
—Oh, apestas. —Asher se apartó de la pared y caminó lentamente
alrededor de la habitación.
Siguió su pequeño culo sexy, observando cómo se contraía y
estiraba a cada paso. Su pene también lo notó, retorciéndose e
hinchándose, mientras se enderezaba hacia uno de sus lugares
favoritos en la tierra. Ahogando un gemido, alzo sus pantalones de
vestir y se los arreglo con cuidado, para meter su polla
completamente erecta detrás de la cremallera, prometiéndose algún
tiempo para jugar con su pareja más tarde.
—Traslada lo que sea salvable a la habitación de invitados. Las
sábanas y las mantas para hacer la cama, están en el armario del
pasillo. Haremos una lista de lo que necesitamos reemplazar
después de eso. —Se puso la chaqueta y extendió la mano para
apretar suavemente la nuca de Asher. —¿Te parece bien?
—Lo siento muchísimo —murmuró este.
Tirando juguetonamente de uno de los largos mechones de ébano
de su amante, tiró de la cabeza del hombre hacia atrás hasta que
pudo mirarlo a los ojos.
49
—No es tu culpa, y estas cosas son reemplazables. Deja de
sentirte culpable. Es demasiado deprimente.
Asher arrugó la nariz y sacó la lengua. Causando que se riese.
—Bien. Comenzaré con ello. No olvides la pizza.
—Estoy en todo. No intentes cocinar, y si sientes la necesidad de
aliviar un poco la tensión sexual, intenta hacerlo en la ducha, ¿ehh?
—Retrocedió de un salto, evitando por poco el codo que Asher
apuntó a sus costillas, riendo todo el tiempo.
—Oh, solo sal de aquí—Lo ahuyentó este y le dio una fuerte
bofetada en el culo. —Tengo trabajo que hacer y estás en el medio—
Bajo los ojos hacía su cuerpo desnudo, entonces se volvió hacia él.
—Uh, ¿podrías quizás buscarme algo para ponerme? Las pocas
cosas que tenía, simplemente se incineraron.
Asintió de mala gana. Realmente le gustaba ver a Asher sin ropa.
Le gustaba mirarlo caminar alrededor, con el culo al aire aún más.
Entonces la idea cruzó por su mente, y sonrió diabólicamente
mientras se giraba para dejar la habitación. Su amante no había
especificado que quería ponerse. Él tenía algunas excelentes ideas.
Capítulo 7

—Me estás tomando el pelo, ¿cierto? —Asher levanto un par de


vaqueros al menos una talla demasiado pequeña para él.
Descartándolos hacia un lado, buscó por la bolsa, casi tragándose la
lengua, cuando vio numerosos tangas. —Realmente tienes que estar
bromeando.
—Bueno, esos solo son para andar por casa—dijo Zaiden,
señalando la fina tira de tejido en su mano. El hombre no había
parado de sonreír desde que había llegado a casa.
—¿Exactamente cuándo te di la impresión de que me gustaban los
tangas?
—Bueno, parece que te gusta tener mi polla en tu culo. ¿Qué hay
de malo en un poco de tela? —Zaiden contoneó sus pestañas
juguetonamente.
—Tienes tu punto. Eso no significa que quiera ir por ahí, con mi
culo todo el día al aire.
50
—Y eso es una vergüenza—Zaiden meneó su cabeza en una
parodia de decepción, mientras hacía un puchero con su labio inferior
y lo hacía temblar.
Puso los ojos en blanco, pero no podía parar de reír.
—¿Me trajiste verdadera ropa?
Zaiden continuó haciendo pucheros, mientras señalaba una gran
bolsa en el sofá.
—Aunque no me gustan.
Sacando la ropa, prenda a prensa, asintió con la cabeza su
aprobación antes los vaqueros holgados, las camisetas sencillas,
sudaderas, boxers y calcetines.
—Esto es más mi estilo.
—No me gustan —, repitió Zaiden, mientras lo observaba cuando
sacaba un par de pantalones de deporte negros.
—Eres un idiota. No puedo andar desnudo todo el tiempo, Zaid.
—No veo por qué no. Haría mi vida mucho más placentera. Sin
mencionar que tendría un acceso mucho más fácil a ese magro
cuerpo tuyo.
Decidiendo ignorar a su amante, miró alrededor de la habitación.
—Así que, ¿dónde está la pizza? Tengo hambre.
—¡Ni siquiera miraste la última bolsa! —Zaiden se apresuró y
quitándola de mesita del café, presentándosela, mientras pensaba
que contenía regalos dignos de un rey.
Curioso a pesar de todo, tomó la bolsa y miró en su interior. Sus
ojos y su boca se abrieron de par en par.
—¿Dónde demonios conseguiste esto? —Sacó un plug anal liso y
negro de silicona, dos anillos para el pene y un par de esposas
forradas de terciopelo.
—Condom Sense —dijo con orgullo Zaiden. —Tienen lo mejor de
lo mejor allí. Tendrás que venir conmigo la próxima vez—le birló la
bolsa de las manos y sacó dos botellas de lubricante de aspecto
sofisticado. La botella negra tenía pequeños diamantes de imitación
en la maldita cosa.
Los sostuvo en alto, pasándolos de un lado al otro, sonriendo como

51
el gato Cheshire.
—Caliente o sabroso. ¿Cuál quieres probar primero?
—¿Qué más tienes en esa bolsa pequeña de juguetes? —Cruzó
los brazos sobre el pecho e inclinó la cabeza hacia un lado. No tenía
problemas en hacer las fantasías de su amante realidad, pero
primero quería saber en que se estaba metiendo.
—Solo una cosa más—Zaiden sacó algo que parecía una piruleta.
—Pleasure pops—dijo, mientras se lo pasaba. —No lo
necesitamos, pero era demasiado lindo para no comprarlo.
Con una inspección más cercana, se percató que no era para nada
una golosina. Realmente era un condón de sabor, envuelto en
celofán y unido a un pequeño palito blanco. Tenía que admitir, que
era algo ingenioso.
Devolviéndole el objeto a su pareja, sonrió ampliamente.
—De acuerdo, podemos jugar después de que comamos. Lo digo
en serio. No he comido en todo el maldito día. ¿Dónde está la pizza?
Las mejillas de Zaiden enrojecieron, y dejó caer la cabeza como si
hubiera sido atrapado haciendo algo malo.
—Me emocioné tanto, que olvidé comprar la pizza—musitó.
—Fabuloso —su estómago rugió, demandando sustento.
—Bueno, entonces supongo que es mejor pedir una.
—¿Qué tal si pedimos comida china? Hay un restaurante justo en
la esquina, que es bastante bueno. Sería más rápido.
Zaiden asintió con la cabeza vehemente complacido de haberse
librado de problemas.
—Traeré un poco de todo. ¿Qué te parece?
—Me parece que necesitas mover el culo. —Le guiñó el un ojo y
se giró para salir contoneándose de la habitación.

Buscando a tientas su teléfono, Zaiden gimió mientras apagaba la


alarma y se levantaba del sofá. Con su cama quemada hasta los 52
cimientos, y la que había en la habitación de invitados demasiado
pequeña para que ambos durmieran juntos cómodamente, había
pasado las tres últimas noches en el salón.
Sorprendentemente, descubrió que no le gustaba dormir sin su
pareja. Nunca había compartido su cama con alguien durante más
de unas cuantas horas, pero le gustaba despertarse con la pequeña
nariz de botón acurrucada en su cuello. Incluso si terminaba en el
suelo la mayoría de las noches y no por culpa del extremo calor del
cuerpo de Asher, le gustaba saber que el hombre estaba cerca.
Definitivamente necesitaban conseguir edredones nuevos, y
cuanto antes mejor.
Estirando sus brazos por encima de su cabeza, gimió de nuevo,
mientras músculos doloridos de su espalda se estiraban.
Arrastrándose hasta la cocina, sonrió ampliamente cuando el aroma
a café recién hecho llenó el aire.
El periódico estaba colocado, doblado, al lado de su taza favorita
de café en la encimera, y una tarjeta blanca apoyada contra un
costado de la cafetera.
Ponte la camisa de vestir verde hoy. Resalta tus ojos.
Sonriendo ampliamente, preparó su café y caminó pasillo adelante
en boxers para darle a su novio las gracias adecuadamente por la
pequeña sorpresa. Entrando en la habitación, su sonrisa se suavizó
cuando encontró a Asher durmiendo. Bueno, simplemente tendría
que agradecérselo más tarde.
Caminando de puntillas por la habitación, fue hasta el armario y lo
abrió silenciosamente. Mirando en la ropa que había sobrevivido al
pequeño percance de esta semana de Asher, sus cejas se juntaron
cuando no vio su camisa de color salvia. ¿Por qué le pediría que se
la pusiera si no la había colgado en el armario?
Encogiéndose de hombros, seleccionó una camisa de un gris
carbón. reuniendo lo que necesitaba, salió de la habitación, con
cuidado de no despertar a su pareja durmiendo. Llevó su ropa por el
pasillo hasta el baño de invitados, se duchó y se vistió con prisa,
entonces regresó a la cocina para un desayuno rápido.
Descubrió que su novio se había arrastrado finalmente fuera de la
cama y estaba moviéndose actualmente por la cocina, gloriosamente
desnudo y tarareando suavemente, mientras preparaba tostadas y
sacaba mermeladas y mantequilla de la heladera. . Aclarando su 53
garganta para anunciar su presencia, caminó hasta su pareja y
envolvió sus brazos alrededor de su delgada cintura. colocando un
rápido pico en la cima de la cabeza de este, soltándolo fue a sentarse
a la mesa.
—Realmente necesito enseñarte a cocinar.
Asher gruñó, llevando las tostadas y los acompañantes a la mesa.
—¿Más café?
Apretó los labios para evitar sonreír. Así que su pequeña pareja no
era una persona de buen despertar. Lo cual era la razón por la que
se había sorprendido al encontrar su pequeña sorpresa cuando se
había levantado. Pensar que Asher se preocupaba lo suficiente para
levantarse temprano para preparar café, incluso si había regresado
a la cama después, hacía que le derritiese el corazón.
—Esa es una camisa bonita —, dijo Asher mientras se sentaba. —
Me gusta cómo te queda ese color. —Le dedicó una sonrisa de medio
lado y mordió un trozo de tostada.
—Gracias. Siento no haber podido encontrar la verde.
Asher frunció el ceño y arrugó la nariz.
—¿Esa que parece como vómito de gato? La tiré el otro día,
cuando estaba limpiando la habitación. Lo siento, pero era una
camisa horrorosa.
Dejó la tostada de mantequilla a medio camino de su boca.
—Creía que querías que me la pusiera hoy. Dijiste que resaltaba
mis ojos.
El ceño de Asher se profundizó, y meneó la cabeza lentamente,
mientras dejaba la tostada en su plato.
—Uh, ¿cuándo dije eso? Honestamente, esa camisa no resalta
nada, salvo mis ganas de vomitar.
—Me dejaste una nota, en la cafetera.
—No, no te deje ninguna nota. Lo juro, Zaiden. Odiaba esa maldita
camisa. La tiré-
Su cabeza se osciló por la información. ¿Estaba Asher burlándose
de él? Todavía podía ver la nota en la encimera, cerca del fregadero.
—Bueno, aprecio que hicieras el café esta mañana. Iba a
agradecértelo adecuadamente—contoneó sus pestañas la 54
insinuación se deslizaba en su voz—, pero parecías tan cansado que
no quise despertarte.
—Zaid, ¿de qué demonios estás hablando? Creía que tú habías
hecho el café.
El desasosiego se apoderó de él, se levantó de la silla y cruzó la
habitación para agarrar la pequeña tarjeta blanca. La llevó de regreso
y la metió bajo la nariz de Asher.
—¿No escribiste esto?
Asher la tomó, leyendo y meneado la cabeza.
—Esta no es mi letra, hombre.
—Ash, esto no es divertido. Si tú no fuiste, eso significa que alguien
estuvo en casa, mientras dormíamos. Eso no me da exactamente
buenas vibraciones, así que para de bromear.
Levantándose de la silla, Asher le colocó una mano en el pecho,
mientras lo miraba a los ojos.
—No estoy bromeando, Zaid. Juro que no hice nada, salvo hacer
tostadas esta mañana.
—Entonces, ¿quién hizo el café y dejó la nota?
—No lo sé, pero no me gusta. ¿Deberíamos de llamar a la policía?
Arrastrando a su pareja hacia sus brazos, suspiró mientras
descansaba su mentón en la cabeza del hombre.
—No fue exactamente un gesto amenazante.
—Sí, pero alguien estuvo en nuestra casa sin saberlo.
Sonrió. Le gustaba como Asher se refería a ella como su casa.
—De acuerdo. Puedo modificar mi agenda para esta tarde. Ve a
darte una ducha y vístete. Llamaré a la policía.
Asher deposito un suave beso sobre su clavícula y salió de su
abrazo.
—¿No quieres que los cerditos se coman con los ojos mi seductor
culo?
Gruñó, golpeando esa particular parte de la anatomía de su pareja.
—Nadie salvo yo, pajarillo.

55
Capítulo 8

La policía vino, básicamente rodó sus ojos mientras le aseguraban


que lo investigarían, luego se fueron. Zaiden se fue poco después,
para prepararse para las citas de la tarde, dejándolo enojarse por la
casa, solo. No le gustaba la idea de que alguien estuviera dentro de
su casa, sin su conocimiento. Puede que solo haya estado allí
durante una semana, pero ahora era su hogar, y alguien había
invadido su santuario. Sin mencionar que su compañero había
estado durmiendo a solo unos pies de la cocina.
Asher se estremeció al imaginarse a una persona sin rostro parada
frente a Zaiden, solo mirándolo, viéndolo dormir. Apartando los
pensamientos antes de asustarse demasiado, fue a la cocina y
comenzó a limpiar los platos del desayuno. Cargó el lavaplatos, su
mente a la deriva sobre las cosas que necesitaba hacer antes de que
Zaiden volviera a casa. Tenía que hacer varias llamadas telefónicas.
Necesitaba que alguien entrara y limpiara el desorden y reemplazara
las alfombras en el dormitorio al que le prendió fuego. Poniendo los
ojos en blanco, comenzó a limpiar los mostradores y las mesas. 56
Todavía se sentía como un polluelo por ese pequeño incidente. No
había perdido el control desde ese entonces, pero había tenido
mucho cuidado de concentrarse en mantener su llama enterrada. No
era tarea fácil, teniendo en cuenta el placer que lo abrumaba cada
vez que Zaiden lo tocaba.
Aunque había considerado brevemente pedirle a su compañero de
habitación que empacara y enviara sus pertenencias a Tennessee,
finalmente había decidido comprarlo todo nuevo. Tenía el dinero para
comprar lo que quería, y no era como si poseyera algo de valor
sentimental en Isla Blanca.
Tal vez debería empezar a buscar un trabajo. La idea no le atraía
mucho, pero tampoco sentarse en la casa esperando el regreso de
su compañero cada día. Había pasado menos de una hora desde
que este se fue, y ya estaba aburrido. Si quería mantener su cordura,
necesitaba encontrar algo para ocupar sus días. En México, había
tenido la playa y su mejor amigo para ayudar a evitar el aburrimiento.
¿Qué diablos había para hacer en esta ciudad de todos modos? Al
darse cuenta de que ni siquiera había salido de la casa desde que
había llegado, decidió que tal vez era hora de ver los lugares de
interés y conocer a los lugareños.
Planeo ir de compras al día siguiente para comprar un colchón
nuevo, pero eso no significaba que no podría comprar algunas cosas
para arreglar un poco el lugar.
Al caminar por la casa, tomó imágenes mentales, pensando en
diferentes maneras de agregar un poco de color y vitalidad a la
decoración suave y sosa. No quería traspasar sus límites, ni insultar
a su amante, pero si este sería su hogar al menos debería tener algo
que decir en la decoración. Con un nuevo firme plan, agarró su
billetera de la mesa auxiliar cerca del sofá y se la metió en el bolsillo.
Llamó a un taxi, luego se sentó en los escalones de la entrada para
esperar, mientras buscaba en el motor de búsqueda de su teléfono
los concesionarios de automóviles locales. No le molestaba tomar
taxis, pero le gustaba la libertad de poder ir donde quisiera y cuando
quisiera.
El taxi se detuvo cerca de la acera, salió corriendo para subir al
asiento trasero, casi aturdido por la idea de su primera compra en su
nueva vida. Ahora solo necesitaba decidir qué tipo de auto comprar.
Imágenes de algo llamativo y rápido giraron en su cabeza, y tuvo
que sonreír. Eso sonaba perfecto. Ya podía imaginarse la expresión
de la cara de Zaiden cuando condujera un brillante deportivo rojo.
57
Quizás incluso podrían cambiar el sedán aburrido de su amante y
conseguirle algo un poco más llamativo también.
Comparado con él, el hombre todavía era prácticamente un bebé,
sin embargo, todo lo que poseía parecía estar acercándose al ocaso
de la vida. Bueno, tendría que ver qué podía hacer para sacudir un
poco las cosas y llevar a su compañero de vuelta a la tierra de los
vivos.

—Denise. Andrew. —Zaiden sonrió brillantemente y agitó una


mano hacia el sofá de su oficina. —Lamento tener que reprogramar
con tan poca antelación. Me alegro de que pudieran hacerlo. ¿Cómo
están hoy?
—Estamos bien, doctor. ¿Cómo estás? —Denise le dedicó su
sonrisa alegre normal, por lo que comenzó a relajarse un poco.
—Sí, estamos bien —, murmuró Andrew. Se apartó el cabello
castaño oscuro de la frente y suspiró fuertemente, mientras se
sentaba junto a su esposa.
No deseando suponer que habían hablado sobre las preguntas de
Andrew sobre su sexualidad, se reclinó en su silla y esperó. La pareja
siempre lo hacía mejor sin insistir. Ellos abordarían los temas que
querían discutir, a su propio tiempo.
Efectivamente, solo le tomó un minuto para que Andrew hablara.
—Hablé con Denise, sobre nuestra discusión de la semana pasada.
—No miraba a nadie en la habitación, pero al menos, estaba
hablando.
—Estoy seguro de que debe haber sido muy difícil para ti. —Se
volvió hacia la bonita pelirroja y le tendió las manos, con las palmas
hacia arriba. —¿Cómo te hizo sentir eso, Denise?
Doblando sus manos sobre su regazo, esta sonrió
comprensivamente a su esposo. —Lo he sospechado por un tiempo.
—Entonces, ella se acercó y tomó la mano de Andrew antes de
volverse hacia él. —Es un alivio poder entender, y darse cuenta, de
que no era solo yo.
58
Le dio una cálida sonrisa, antes de que sus ojos se dirigieran a
Andrew.
—¿Y tú, Andrew? ¿Cómo te sientes, ahora? —Levantando la
cabeza, este finalmente se encontró con sus ojos y una pequeña
sonrisa parpadeó sobre sus labios.
—Siento que realmente puedo respirar por primera vez en años.
Estoy nervioso, por supuesto, pero Denise ha sido maravillosa. —Él
le dio un pequeño beso en la mejilla.
—Siempre serás mi mejor amiga —le susurró. Denise soltó una
risita como una colegiala y se sonrojó con un tono rosado, mientras
golpeaba su hombro. —Me alegro de que finalmente me lo hayas
dicho.
Los observó, con una mezcla de orgullo y tristeza. Obviamente,
ellos se amaban, y odiaba ver el final de su matrimonio. Sin embargo,
no había hostilidad entre ellos. Esperaba que realmente siguieran
siendo amigos después de esto.
—¿Hay algo más que quisieras discutir hoy? ¿Has hablado sobre
qué pasos tomar desde aquí?
—Estamos trabajando, un día a la vez —dijo Denise, con una
sonrisa.
—Entiendo que Andrew haya conocido a alguien, del que está
enamorado. —Soltó una risita ante el gemido avergonzado de este.
—Ocurre que hay alguien que me llamó la atención también.
—¿Has estado viendo a alguien? —Mantuvo la cara impasible, el
juicio se apoderó de su voz. Era neutral como siempre.
—Oh, no, no. —Denise movió su mano, en señal de despedida.
—Nunca sería infiel a mi esposo. Una chica puede mirar, sin
embargo. Andrew y yo hemos decidido ver a otras personas. Incluso
me he ofrecido a acompañarlo en una cita doble, para ayudar a
romper el hielo.
—Eso es muy generoso de tu parte, Denise. Andrew, ¿te sientes
cómodo con este arreglo?
Andrew negó con la cabeza. —Estaremos solicitando el divorcio
mañana. Esto es lo mejor para los dos.
—De acuerdo. —Denise asintió con la cabeza. —Sin embargo,
siempre estaré allí para ti —. le susurró a Andrew.
59
—¡Maravilloso! —Juntó sus manos. —Todavía nos quedan unos
minutos. ¿Alguno de ustedes tenía algo más que quisieran sacar a la
luz?
Cada uno negó con la cabeza y se levantaron del sofá.
—Como técnicamente no somos una pareja, esta será nuestra
última visita, doctor Reed. —Denise extendió su mano para que se la
estrechara. Se la estrecho brevemente, luego la que Andrew le
ofreció.
—Lo entiendo, Denise. Sin embargo, espero que todavía me
llames si alguna vez necesitas a alguien con quien hablar.
—Gracias. —Andrew comenzó a dirigirse hacia la puerta.
—Esa es una hermosa camisa, doctor Reed. El color te sienta muy
bien.
Andrew le frunció el ceño a su esposa, luego a él, mirando su
camisa como si le hubiera ofendido mortalmente. Luego desapareció
por las puertas. Denise solo puso los ojos en blanco, le hizo una
pequeña saludo y se deslizó detrás de su esposo.
Se tocó los botones de la camisa, mientras caminaba hacia su
escritorio. ¿Por qué tanta gente se interesaba tanto en su ropa de
repente? ¿Y qué había perturbado tanto a Andrew antes de irse?

Zaiden se detuvo en el camino de entrada y se quedó mirando el


Ford Mustang GT rojo brillante estacionado a su lado. Tenía la boca
abierta, y en realidad babeaba un poco. Salió de su aburrido sedán,
caminó alrededor de la obra maestra automotriz y silbó.
Esperaba poder persuadir a su pequeño compañero de que lo
dejara conducir la belleza al menos una vez. Subiendo la acera, dio
un salto en la puerta, ansioso por ver a su compañero y felicitarlo por
el nuevo automóvil. Se congeló justo dentro de la entrada, luego se
giró y salió caminando, mirando los números que estaban sobre la
puerta para asegurarse de que era la casa correcta. 60
—Cuatro-siete-nueve —, murmuró por lo bajo, luego giró y caminó
de regreso a la casa. Apenas reconocía algo. Se habían ido su sillón
y sofá color castaño, la mesa de café descascarillada y desteñida, y
sus robustas lámparas de aspecto rechoncho.
Grandes sofás de gamuza y borgoña ahora adornaban su sala de
estar. Una preciosa mesa de centro de roble de cerezo, mesas a
juego y elegantes lámparas de pie acompañaban a los sofás. Nuevas
pinturas colgaban de las paredes, cortinas burdeos cubrían las
ventanas y una gruesa alfombra de felpa terminaba en la habitación.
—Guardé todas las cosas viejas, en caso de que no te gustara
esto—dijo Asher desde la puerta de la cocina. — Creo que debería
haber preguntado primero, pero quería sorprenderte. —Se balanceó
de un pie a otro, inquieto mientras lo miraba. —¿Te gusta?
Aunque quería burlarse de su amante, no pudo hacerlo, no cuando
el hombre parecía tan nervioso.
—Creo que se ve increíble. Podemos destrozar lo viejo. —Giró un
dedo para que Asher se le acercara.
Sin perder un segundo, este saltó por la habitación para pararse
justo frente a él. Tirando de su compañero en sus brazos, le dio un
suave beso en la sien.
—Siempre he sido yo, y nunca necesité mucho. Puedes cambiar
lo que quieras.
—Gracias. —Asher susurró contra su cuello, haciendo que un
temblor recorriera a lo largo de su espina dorsal. —No compré nada
para el dormitorio. Quería que hiciéramos eso juntos.
—Me gusta eso. Gracias. —Volvió a besar la sien de Asher y se
alejó.
—¿Conseguiste algo de comida en esta pequeña juerga de
compras tuya?
—No exactamente. —Asher sonrió maliciosamente, mientras
comenzaba a quitarse la ropa, mientras viajaba hacia el pasillo. —Sin
embargo, sí fui por un poco de salsa de chocolate.
Tragó audiblemente, y el calor se extendió por todo su cuerpo.

61
Merodeó hacia adelante, acechando a su compañero cuando un
gruñido bajo y retumbante comenzó.
—¿Qué piensas hacer con esta salsa de chocolate, bebé?
Asher se detuvo, mientras se bajaba los jeans y fruncía el ceño.
—¿Por qué haces eso?
También se detuvo, inclinando la cabeza hacia un lado en
confusión.
—¿Hacer qué?
—Solo me llamas bebé cuando estás caliente. ¿Por qué?
Por más que lo intentó, no hallo una buena respuesta.
—No lo sé. Realmente no lo pienso —, respondió sinceramente—
Los chicos dicen tonterías cuando están pensando con la cabeza
equivocada.
Asher se subió los jeans a sus caderas, y quiso golpearse la frente.
—No quise decir eso, Ash. —Dio un paso hacia su compañero,
pero este lo detuvo con levantando la mano. —Ash, vamos, sabes
que no quise decir eso.
—Solo no lo hagas—Asher negó con la cabeza, mientras lo miraba.
—Te veré en la mañana —dijo rotundamente, luego giró sobre sus
talones y marchó por el pasillo.
Hizo una mueca de dolor cuando oyó que la puerta de la habitación
de invitados cerrarse con fuerza suficiente como para resonar en toda
la casa. Mirando por encima del hombro, miró el sofá y suspiró. Al
menos parecía más cómodo que el anterior.

62
Capítulo 9

Gimiendo y jadeando, Asher rodó de un lado a otro sobre el


colchón, empapando las sábanas con su sudor. Se le hizo un nudo
en el estómago, se le erizó la piel y su corazón se aceleró dentro de
su pecho. Su polla palpitaba, sacudiéndose y goteando pre-semen
entre sus piernas.
Extendió su tembloroso cuerpo. Siseó de dolor mientras envolvía
sus dedos alrededor de su caliente eje. Sus bolas se tensaron tanto
en su cuerpo que solo notaba como si estuvieran subiendo por el
interior de su cuerpo.
Sus músculos se tensaron, y la electricidad corrió a través de él,
poniéndolo en tensión y dejándolo nervioso y ansioso. Le dio una
caricia lenta a su exigente polla y gritó, mientras su espalda se
arqueaba sobre la cama. Nada se había sentido tan doloroso. Era
como si alguien le hubiera pateado la polla y después le prendieran
fuego por si acaso.
Todavía enojado por las palabras negligente de Zaiden, no se 63
deleitó con la idea de tener intimidad con el imbécil.
Desafortunadamente, no tenía otras opciones. El calor se extendía a
través suyo y se apoderaba de él, eso sería suficiente para llevarlo
pronto a la locura. No sabía que las personas podían soportar esta
temperatura y seguir viviendo. Demonios, prácticamente podía sentir
su cerebro chisporroteando dentro de su cráneo.
Luchó de lado, jadeando mientras trataba de levantarse de la cama.
Sin embargo, antes de que pudiera salir del colchón, la puerta del
dormitorio se abrió de golpe, rebotando contra la pared con un fuerte
crujido. Zaiden estaba de pie en la entrada, son los ojos muy abiertos,
las aletas de su nariz dilatadas y el pecho agitado. Su pálida piel,
brillaba a la luz de la luna que se filtraba a través de las ventanas,
resbaladiza y empapada en sudor. Su largo cabello rubio yacía
húmedo y liso sobre sus hombros, y sus manos se apretaron y
relajaron mientras lo miraba.
Sin pensarlo, rodó sobre su cuerpo como si este hubiera sido
entrenado para hacerlo en cuanto viera a su amante. Abrió los brazos
y movió los dedos, haciendo señas a su compañero para que se
acercara. Zaiden ni siquiera lo dudó. Dio dos pasos y se lanzó sobre
la cama, cubriendo su cuerpo con el suyo.
—Lo siento mi amor. No quise decir esas cosas estúpidas. —Las
manos de Zaiden lo estaban acariciándolo por todas partes, y habló
entre los besos desesperados que le daba a lo largo del cuello y los
hombros. —Te llamaré mi amor todos los días. Así será la única
forma en la que te llamaré. Lo siento mucho. No te enojes. Por favor,
no estés enojado conmigo.
Gimió y se retorció cuando sus brazos rodearon el cuello de Zaiden
y lo atrajeron más cerca, presionando sus bocas mientras luchaban
por el dominio. En este punto, ni siquiera podía recordar por qué se
había irritado con el fae. Su fénix gritó, una hermosa canción que
llenó su corazón y su alma, regocijándose por la cercanía con su
pareja.
Mientras Zaiden lamía su boca y mordisqueaba sus labios, decidió
que estaría molesto después y ahora, disfrutaría el placer del
momento. El toque de Zaiden calmó su fuego interno, incluso cuando
avivó las llamas de su deseo en un furioso incendio. Tal vez era por
el truco de los Ancianos, pero él no se cansaba de compañero.
Una pequeña voz en su cabeza, lo llamó sucio mentiroso. Incluso
cuando no estaba en medio de su calor de apareamiento, todavía 64
deseaba al hombre grande. Desafiaría a cualquiera a mirar a su
amante y no desearlo. Maldita sea, el hombre era maravilloso.
—Te necesito, Zaid.
—También te necesito cariño. Lamento haber comportado como
un idiota. —Zaiden se estiró sobre él, para alcanzar el lubricante de
la mesita de noche. —Dime lo que quieres Ash. Todo lo que quieras.
—Quiero esposarte a la cama y cubrir todo tu cuerpo con chocolate
para lamer cada centímetro de tu piel. Después, quiero enterrarme
en tu culo apretado y follarte hasta que te desmayes. —Sonrió
mientras Zaiden gemía y su cuerpo se sacudía. —Pero por ahora,
solo quiero cabalgarte.
Zaiden gruñó, girando rápidamente para llevarlo encima de él. Los
bruscos movimientos los hicieron caer por el borde del colchón para
aterrizar en el suelo con un fuerte golpe. Sí, realmente necesitaban
una cama nueva.
No pudo evitar reírse, mientras levantaba las manos y miraba a su
aturdido amante. —Buena jugada Zaid.
Este frunció el ceño, y un fuerte golpe aterrizó sobre su culo
desnudo. Cerró los ojos y gimió, moviendo su culo y pidiendo otro
golpe. —Compórtate —lo reprendió Zaiden.
Parpadeando abrió los ojos, sonrió ampliamente. —¿Dónde está
la diversión en eso?
Después se quedó sin aliento, cuando Zaiden rodó nuevamente,
presionándole la espalda sobre la alfombra y clavándolo en el suelo.
Sin decir una palabra, dos dedos resbaladizos se enfocaron en su
agujero y se empujaron dentro. La quemadura, ese leve mordisco de
dolor, hicieron que dejara caer su cabeza y arqueó el cuello hacia
atrás, gimiendo como una zorra.
—Sí, me gustas más así —murmuró Zaiden mientras metía y
sacaba los dedos de su cuerpo de Asher. —Solo disfruta lo bien que
se siente y déjame cuidarte. —Sus dedos desaparecieron, siendo
reemplazados por la cabeza roma de su pene. —Respira
profundamente, mi amor.
Hizo lo que se le indicó, gimiendo al exhalar cuando su compañero
invadió sus oscuras profundidades. Su cabeza se balanceaba a un
lado y a otro sobre el suelo mientras rayos de placer se deslizaban
65
por su cuerpo. —Maldición, esto no va a llevarnos mucho tiempo.
—Eres tan romántico—Zaiden se rio entre dientes, mientras se
clavaba dentro de su culo hambriento.
—Cállate y fóllame.
—Pajarito mandón—Zaiden se empujó con fuerza, clavándose
contra su próstata y soltando un sollozo estrangulado de su boca
abierta. —Oh, ¿te gusta esto? —Zaiden se retiró lentamente y volvió
a entrar. —¿Quieres que sea más fuerte cariño?
—¡Oh Dios! —Atrapó con sus tobillos la espalda de Zaiden y
enredó sus dedos en el cabello de su compañero, sacudiéndolo
bruscamente. —¡Sí! ¡Más fuerte!
Tomando su palabra, Zaiden deslizó un brazo debajo de sus
caderas, levantándolo mientras se abalanzaba sobre él lo suficiente
como para sacudir sus huesos. —Te gusta mi polla, ¿verdad cariño?
Dime que te encanta.
—Sí, oh dulce infierno, ¡me encanta!
Más rápido y más fuerte, la intensidad creció hasta que se volvió
loco por el placer. No podía pensar, no podía hablar, ni siquiera podía
hacer algo que no fuera aceptar la gloriosa follada que Zaiden le
estaba brindando. Su orgasmo corrió por su interior como una
locomotora fuera de control, anunciando una gran explosión.
—Abre los ojos, Ash. Mírame —, exigió Zaiden.
Sus ojos se abrieron, ensanchándose ante la hermosa mezcla de
dolor y placer impresa en la cara de su amante. Sus ojos se cerraron
y se mantuvieron firmes, y el resto de la habitación pareció derretirse.
Su fuego burbujeó hacia la superficie, y pequeñas llamas lamían la
piel de sus brazos y sus manos. Lo sintió, finalmente lo entendió y,
por lo tanto, pudo controlarlo.
Zaiden Reed era su fuego. El hombre lo controlaba, lo poseía, su
cuerpo, su alma y ahora la llama. Mirando fijamente a los ojos
esmeralda de su compañero, su fénix llamó a Zaiden, calmando sus
temores y dudas. Podía confiar en que este nunca traicionaría su
regalo. Con ese saber afianzado firmemente en su lugar, finalmente
se dejó ir, cayendo al borde y gritando cuando su clímax estalló a
través de él, enviando cuerdas abrasadoras de semillas nacaradas 66
que salían disparadas de su pene palpitante.
Zaiden se inclinó hacia adelante, le enterró la nariz en su cuello, y
gimió cuando su liberación le cubrió las paredes internas, hasta el
punto de hacerlo desbordarse. —Maldición, siempre es tan bueno
contigo.
—Se supone que debe ser así —murmuró. —Eres mi fuego Zaiden
Reed.

Jadeando cuando su polla flácida se deslizó del apretado agujero


de Asher, Zaiden se giró a su lado e intentó recuperar el aliento. Esa
era la segunda vez que este se lo decía, todavía no sabía a qué se
refería. —Explícame eso.
Asher maniobró para acercarse, acurrucándose a su lado.
—Eres mi compañero.
—Eso lo entiendo bebé. Es con la otra parte con la que estoy
teniendo un problema de comprensión.
Empujando su codo, Asher le sonrió. —Me llamaste bebé.
Puso los ojos en blanco y envolvió un brazo alrededor de la espalda
de su amante, tirando de él hacia abajo para asentarse sobre su
pecho. —Te dije que lo sentía por eso. No lo dije como debería
haberlo hecho. Me veo a mí mismo con ganas de decirlo todo el
tiempo, pero no estaba seguro de si le darías el visto bueno cariño.
Cuando estamos juntos así, no puedo pensar.
—Ahora lo entiendo—susurró Asher. —No me importa que me
llames bebé. Eso me hace sentir especial.
Dando un apretón a su compañero, dejó caer un beso casto en la
parte superior de su cabeza. —Bien, porque lo eres. Ahora, ¿podrías
explicarme esto del fuego? Me está volviendo loco.
—Cuando un fénix reclama a su compañero, se entrega a esa
persona. Estamos destinados a la eternidad. —Su pequeña mano se
inclinó para descansar sobre el corazón de Zaiden. —Nuestros
corazones laten como uno. —Sus delgados dedos se movieron para 67
rozarle los labios. —Nuestras respiraciones están sincronizadas.
Nuestras mentes y almas están entrelazadas. —Echó la cabeza
hacia atrás para mirarlo a los ojos. —¿Ahora lo entiendes?
Acarició amorosamente la mejilla de su pareja, con la parte
posterior de sus nudillos. —¿Cómo es que eso me convierte en tu
fuego cariño?
—Me calmas y lo dominas. Cuando estoy emocionado, mi llama
arde más brillante. Cuando estoy contento, como ahora, mi llama
apenas arde. Tú me haces eso. Intentaba negarlo, luchando contra
él. Ahora que ya lo he entendido y acepto nuestro apareamiento, es
más fácil para mí controlarlo. —Sonrió suavemente. — Así que, tú
puedes llamar a mi fuego.
—¿Cómo puedo hacer eso? ¿Y por qué querría? —No se oponía
a la idea. Simplemente no entendía cómo podía controlar algo
integral en el ser de su pareja.
Asher levantó una mano, su palma mirando hacia su cara.
Dudando, también levantó su mano y la presionó contra la de Asher.
—Has visto mi fuego. Piensa como se ve, como se siente cuando
te toco. Imagina las llamas bailando sobre nuestras manos.
Mirando fijamente a sus dedos entrelazados, se imaginó diminutas
llamas anaranjadas saltando sobre su piel. Se quedó sin aliento
cuando el fuego inmediatamente se volvió realidad, envolviendo sus
manos y muñecas. No era naranja, pero era de un color morado
oscuro. Nunca antes había visto algo así.
Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello. El placer
siguió de inmediato, comenzando por las yemas de los dedos y
extendiéndose por todo su cuerpo, mientras marcaba su curso rápido
hacia su pene ya endurecido.
—Se siente bien, ¿verdad? —Asher gimió en voz baja, agarrándole
la mano un poco más fuerte. —Tú haces esto.
—¿Te estás burlando de mí?
—No. No estoy haciendo nada. Tú eres quién estás haciendo
todo—Asher le lamió la clavícula. —Así que, ahora dime. ¿Por qué
querrías llamar al fuego?
—Porque se siente increíble —susurró sin aliento. —¿Sabes que
se sentiría aún mejor?
—¿Qué? —Murmuró Asher, mientras se arrastraba sobre él y 68
mordisqueaba su pecho.
—Que envolvieras esos bonitos labios, alrededor de mi polla.
Asher resopló y le mordió bruscamente el pezón, antes de
deslizarse por su cuerpo para detenerse entre sus piernas.
—Creo que vamos a tener que probar esa teoría.
Acariciando lentamente de la base a la punta de su polla de una
sola vez, Asher se inclinó hacia adelante y envolvió la esponjosa
cabeza en su boca. Lamió la húmeda hendidura, capturando su pre-
semen con la lengua, mientras sus amortiguados gemidos vibraban
a lo largo de su eje.
¡Santa Madre de la Misericordia! La boca de su compañero se
sentía como el cielo sobre su polla, y no podía evitar arquearse en el
calor húmedo de la boca de Asher. Apoyándose sobre un codo y con
ojos entrecerrados, observó el erótico espectáculo. Se tragó un grito
de placer cuando Asher envolvió su mano alrededor de la base de su
polla y comenzó a masajear la cabeza con los labios a lo largo de la
mitad superior.
Después se alejó por completo, mirándolo a los ojos, con una
sonrisa maliciosa. —¿Estás preparado?
Asintió lentamente. No sabía lo que acababa de consentir, pero
aceptaría felizmente cualquier cosa que su amante estuviera
dispuesto a hacerle. Siguió la mirada de Asher hacia abajo, donde su
mano todavía le agarraba la polla que ya goteaba.
Todo su cuerpo se tensó, mientras las llamas violetas estallaron
sobre la mano de Asher, bailando lentamente a lo largo de su pene.
El placer lo inundó, inmediata e intensamente. Entonces, este se
lanzó hacia adelante, tragándole completamente la polla, que se
perdió por completo.
Nunca había sentido algo tan increíble en su vida. Era como si su
misma alma ardiera por el hombre, entre sus muslos extendidos.
Dejándose caer al suelo, entrelazando las manos en el largo cabello
de Asher y comenzó a metérsela en su boca, embistiendo la parte
posterior de la garganta de su compañero con cada empujón.
La otra mano de Asher se deslizó debajo de sus huevos, donde la
tensión se acumulaba, y le acarició el perineo antes de bajar aún más
para acariciar su palpitante entrada. Un golpe, otro, después Asher
69
tragó golosamente la cabeza de su pene, y sintió otro orgasmo que
era como un cohete, gritando hasta que su garganta se sintió en
carne viva, mientras descargaba sus bolas, disparando ríos de
semen espeso en la boca de su compañero.
Tumbándose sobre la alfombra, trató de controlar su acelerado
pulso, mientras jadeaba y gemía, sacudiendo la cabeza de un lado a
otro. Su cerebro no funcionaba, apenas podía ver, y su lengua se
sentía espesa y pesada en su boca. La habitación se volvió borrosa
en las esquinas de sus ojos y comenzó a desvanecerse hasta que
finalmente dio por perdida la batalla y cayó en la inconsciencia.
Capítulo 10

—Me gusta este.


Giró sobre el colchón y se puso de pie, para negar con la cabeza.
—Sigamos buscando.
—Pero quiero este—se quejó Asher.
—Podemos cambiar de idea después—quiso engatusarlo. —
Sigamos buscando.
Asher arqueó una ceja hacia él, antes de sentarse sobre la cama y
gemir fuertemente. —¡Oh wow! Este es asombroso. Quiero este.
Su polla se crispó de interés al ver a su compañero retorciéndose
y gimiendo sobre el colchón. Mirando a su alrededor, se dio cuenta
de que no era el único que se había dado cuenta. Algunas mujeres e
incluso un par de hombres, habían dejado de hablar y se habían
girado para ver el pequeño espectáculo de Asher, en medio de la
tienda de muebles.
Gruñendo, se acercó a la cama y golpeó a su amante en la cadera. 70
—Bien, ya puedes detener esto—siseó. —¡Ahora vas a dejar de
hacer eso!
Asher solo sonrió maliciosamente, mientras arqueaba su espalda
y gemía más fuerte.
—Esta cama es tan perfecta. Solo imagina lo duro que podrías
joderme sobre esto—Dijo en voz alta, mucho más alta de lo que la
distancia entre ellos podría justificar.
Cerró los ojos, sus mejillas se enrojecieron al escuchar varios
jadeos y algunas risas provenientes detrás suyo. —Levántate Ash.
Girándose sobre su estómago, Asher meció sus caderas en el
colchón, embistiéndolas con golpes rápidos y agudos.
—Oh sí. Es realmente robusto. No creo que rompamos este, como
hicimos con los otros dos.
Apretando sus ojos con más fuerza, luchó contra su completa
vergüenza. Iba a matar al pequeño mocoso, en cuanto llegaran a
casa. —Asher, te juro por todo lo que es sagrado, que si no te
levantas en los próximos dos segundos… —Se detuvo, dejando la
amenaza sin sentenciar.
—No estoy seguro de estar haciendo esto bien. Creo que tenemos
que asegurarnos que resistirá nuestro peso combinado. —Asher se
puso de rodillas, —Túmbate de la manera que me gusta, así puedo
asegurarme de que sea cómodo.
Sin pensarlo, se inclinó y golpeó duro a su compañero, en su culo
redondeado como reprimenda. Asher gimió y gimió como un
profesional, inclinando su pecho sobre el colchón y moviendo su
trasero.
—A la mierda, sí—gritó. —Ya sabes que me gusta salvaje. Hazlo
de nuevo, amor. Podría correrme solo siendo azotado en mi culo.
Cambiando de táctica, bajó la voz, dejando que fluyera profundo y
dominante. —Levántate de la cama, y prometo hacer que este culito
brille agradable y caliente para mí, cuando lleguemos a casa.
Sin embargo, Asher no se detuvo. —Oh, pero lo necesito ahora,
Zaid. Estoy tan malditamente duro —, gimió.
—Malditos maricas—gruñó un tipo, mientras los miraba cerca,
enviándoles miradas asesinas en su dirección.
La furia repentina superó su vergüenza, y se volvió para seguir al 71
hombre. No le importaba lo que la gente dijera de él, pero nadie
hablaba a su pareja de esa manera. Un fuerte agarre en su muñeca
lo detuvo, y miró hacia atrás para ver a Asher mirándolo con una
disculpa.
—Lo siento, Zaid. Solo me estaba divirtiendo.
—No tiene derecho a hablar de ti de esa manera.
—Déjalo. No vale la pena—Asher se arrastró fuera de la cama y
se pegó a él. —¿Estás enojado conmigo?
Con un profundo suspiro, sonrió torcidamente y golpeó la punta de
la nariz de Asher, con su dedo índice. —No estoy enfadado mi amor.
Una hermosa morena se aclaró la garganta junto a ellos, mientras
se retorcía las manos nerviosamente.
—¿Puedo ayudarlos caballeros?
—Definitivamente quiero este colchón—susurró seductoramente
Asher.
—Queremos este—Habló con la vendedora, sin apartar los ojos de
la mirada hipnótica de su pareja. —Estoy dispuesto a pagar más, si
puedo recibirlo hoy.
Después de comprar el colchón, eligieron un bonito somier con una
cabecera de listones, perfecto para colocar las esposas o atar
pañuelos. Le costó toda la fuerza de voluntad a Asher comportarse,
a medida que avanzaban por el centro comercial en busca de una
tienda para comprar ropa de cama y de baño.
Completamente feliz por el hecho de que Zaiden no estuviera
enojado por su truco en la tienda de muebles, prácticamente vibró
por la emoción. No se había propuesto avergonzar a su compañero,
pero chico, había sido muy divertido. Zaiden se veía tan adorable
cuando se sonrojaba, y esa profunda y sexy voz que le envió
escalofríos hasta su columna vertebral, mientras la repetía una y otra
vez en su cabeza.
—Me gustan los azules—Zaiden lo sacó de sus pensamientos, 72
mientras señalaba hacia un conjunto de cama azul marino.
Arrugó la nariz. —¿Qué tal algo con un poco más de estilo?—
Examinó el pasillo, mirando las opciones, hasta que sus ojos se
posaron mirada en el conjunto perfecto: un edredón carmesí intenso,
con sábanas doradas de satén. Ya podía imaginar a su compañero
extendido sobre él, su piel pálida era un perfecto contraste con el rojo
brillante y el otro descolorido.
Zaiden se encogió de hombros e inclinó la cabeza.
—Ese está bien. No soy exigente.
—¡Ugh! ¡No tiene gracia! —Resopló, mientras arrojaba el edredón
y las sábanas al carro de la compra. —De acuerdo, necesitamos
almohadas, cortinas y probablemente, una alfombra enorme para
reemplazar las que tenemos.
—Lo quieras amor. —Zaiden sonrió con indulgencia, pero él
internamente podía imaginarlo poniendo los ojos en blanco.
—¿Por qué haces eso?
—¿Hacer qué?
—Dejarme hacer lo que quiero. Si hay algo que te gusta o no te
gusta, tienes que decírmelo. De lo contrario, ¿cómo lo sabré? Me
haces sentir como si simplemente estuviera asumiendo el control de
tu casa.
La sonrisa de Zaiden nunca titubeó, mientras negaba con la
cabeza. —Es tanto tu casa como la mía. Realmente no soy exigente.
Te lo dije. Si no estoy convencido de algo, te lo haré saber. De lo
contrario, prefiero dejar que te diviertas. Eres demasiado lindo,
cuando tus ojos se iluminan así.
—No soy lindo—se quejó.
Zaiden lo miró como si fuera a discutir por un minuto, después sus
cejas se juntaron, e inclinó su cabeza hacia un lado, mientras
observaba algo justo sobre su hombro. Mirando sobre su propio
hombro, para ver qué es lo que observaba su amante, para fruncir
así su ceño, divisó a un hombre alto y apuesto observándolos desde
el final del pasillo.
—¿Andrew? —Zaiden lo apartó y se acercó al hombre. Tendió su
mano, sonriendo, mientras la estrechaban.
73
Los vio hablar y reír por un momento, antes de que la curiosidad, y
un poco de celos lo dominaran. Caminando hacia ellos, envolvió un
brazo posesivo alrededor de la cintura de Zaiden y enyesó en su
rostro la sonrisa más grande que pudo reunir. —Hola. Estamos
teniendo sexo. —De acuerdo, entonces hubo un montón más de
celos que de curiosidad.
El hombre que Zaiden había llamado Andrew casi se atragantó por
su anuncio. Sus ojos se abrieron de par en par, y tosió un par de
veces antes de que finalmente pudiera recuperarse.
—Bueno, entonces supongo que felicidades—respondió, cuando
pudo hablar de nuevo.
—Asher—Zaiden llevaba la más grande maldita sonrisa en su
rostro, mientras hablaba. —Este es Andrew George, un ex paciente
mío.
Asintió, pero no soltó a su amante ni le ofreció la mano.
—Encantado de conocerte.
—Igualmente —dijo Andrew con una sonrisa. Este lo miro de arriba
a abajo, dejando que sus ojos se demoraran demasiado en su ingle,
antes de pasar a hacer lo mismo con Zaiden.
—¿Cuánto tiempo llevan juntos?
—Suficiente tiempo —se burló con frialdad. —No creeré en tus
palabras. No me gustas, y nos vamos ahora. Hasta luego, amigo—
Se giró y tiró del codo de Zaiden. No sabía qué diablos le había
pasado, y tampoco es que le importara demasiado. Zaiden era suyo,
completamente. Andrew George se podía ir a la mierda él sólito.
—Un poco hostil, ¿no crees?—Zaiden se rio entre dientes,
mientras le permitía llevarlo hacia su carrito de compras. —Una vez
que lo conoces, es un buen tipo.
—No me importa. No me gusta, y no puedes obligarme. —Sabía
que había superado el punto de amante celoso y se había convertido
en un niño petulante. Había reclamado a Zaiden, y este lo había
reclamado a él. Se sintió completamente justificado en su actitud
posesiva.
Zaiden se acomodó detrás de él, presionándole el pecho contra la
barra del carro, mientras se inclinaba sobre él pasa susurrarle al oído.
—Cuando te pones celoso, eres sexy como el pecado. Quizás
debería invitar a mi ex novio a cenar una noche. 74
—Hazlo y te castraré. Eso ni siquiera es divertido Zaiden.
Este se rio entre dientes, después le mordió el lóbulo de la oreja,
en broma. —Debidamente anotado amor. Sin embargo, tu pequeña
racha posesiva me ayuda. Quiero inclinarte sobre la superficie plana
más cercana y no me importara que alguien nos vea.
Gimió, empujando su trasero contra la entrepierna de Zaiden y
restregándose contra la firmeza que se encontró allí. —¿Podemos
irnos a casa? Zaid, realmente creo que ahora es el momento idóneo
para irnos a casa.
—Hasta dentro de un par de horas más, no llegará nuestra nueva
cama. Acabemos nuestras compras y comamos.
—Maldito provocador —, murmuró, mientras se esforzaba en
calmar su respiración entrecortada.
—No es una broma. Mi amor, esta noche, te cuidaré especialmente.
—Le raspó con los dientes la nuca, produciéndole una descarga
eléctrica que lo atravesó por la espina dorsal y se alojó directamente
en su polla ya dura. —¿Confías en mí, Ash?
—Sí. De acuerdo —, respiró. Con la boca y las manos de Zaiden
sobre él, estaría de acuerdo con casi cualquier cosa en ese momento.
Si este le decía que se ponga de rodillas y se la chupe, tendría esa
preciosa polla en la boca en nanosegundos.
—No estás caminando Ash. —Zaiden le sonrió con una ceja
arqueada.
—Cállate. Estoy tratando de recordar como respirar. Peleas
haciendo trampas.
—Esto lo dice el hombre que técnicamente se folló a un amigo
imaginario en medio de una tienda de muebles.
Una risa muy poco masculina escapó de sus labios, y se tapó la
boca con una mano para cortarla. —Oh, te encantó cada minuto —,
murmuró entre sus dedos como si fuera un secreto.
Poniendo los ojos en blanco, Zaiden le dio una palmada en el culo
y le dio un pequeño empujón entre los omóplatos. —Solo sé, que me
vas a matar.

75
—Nooo, soy inmortal, ¿recuerdas? Estás atrapado conmigo para
siempre. —Le envió muchos besos a su compañero, después se
agachó junto al carro y caminó más rápido por el pasillo, riendo como
un loco.
A juzgar por los ojos de Zaiden, iba a tener una buena sesión de
montar cuando llegaran a casa. Él, absolutamente, no podía esperar.
Capítulo 11

—¿Qué demonios? —Zaiden empujó a su amante detrás suyo y


se apresuró a cruzar el estacionamiento hacia su vehículo. Se quedó
allí, en estado de shock, con la boca abierta como un pez, mientras
meneaba la cabeza con incredulidad. ¿Quién diablos habría hecho
tal cosa?
—¿En serio? —Asher gruñó mientras se ponía a su lado y dejaba
caer las bolsas sobre el asfalto. —¿Hay algo que necesites decirme?
—Cruzó los brazos sobre el pecho y lo miró.
Siguió negando con la cabeza, como si fuera un idiota. —No tengo
ni idea de quién pudo hacer esto. —Se acercó a su vehículo, pasando
la punta de los dedos sobre las palabras grabadas en el capó.
¡ÉL ES MÍO!
—Tal vez haya sido un amante celoso o algo así. Quizás se han
equivocado de coche —, dijo con esperanza. Podría haber molestado
a Asher antes, pero no tenía ningún ex capaz de hacer algo como
esto. Diablos, ni siquiera tenía un ex. Lo que explicaba por qué
76
continuaba follando con su compañero todo el tiempo y en dónde sea.
—Bueno, tenemos que llamar a la policía.
—No creo que haya mucho que puedan hacer al respecto.
—Probablemente no—asintió Asher. —Pero la compañía de
seguros va a querer ver un informe policial, antes de pagar para que
arreglen este destrozo.
Asintiendo con la cabeza, como un muñeco cabezón, no pudo
pensar en nada que decir. Gracias a Dios que al menos uno de ellos
tenia un trabajo de jornada completa.
Una idea repentina emergió, le heló la sangre y le quitó el aliento.
¿Qué pasaría si quién hizo esto no se equivocó de coche, pero no se
refería a él? ¿Qué pasaría si alguien más quería a Asher?
El miedo lo hizo girar sobre sus talones y arrastrar a su pareja hasta
sus brazos, aplastándolo contra su cuerpo, mientras salpicaba de
besos la parte posterior de la cabeza de Asher. Todavía no sabía si
amaba al hombre, pero sabía que pronto se encaminaba a no poder
vivir sin él. Haría lo que fuera necesario para mantener a su pareja a
salvo. Nadie le podría quitar al hombre. Nadie.
Asher se apartó, mirándolo como si hubiera perdido la maldita
cabeza, que probablemente la había perdido.
—¿Qué te pasa? Estás temblando como una hoja—La voz de
Asher se suavizó, y le puso la mano sobre el corazón. —Tú corazón
late tan rápido—susurró. —¿Qué pasa muchachote?
Negó con la cabeza, intentando su mejor imitación se una sonrisa
tranquilizadora. —Nada, supongo que un poco condicionado. Nunca
antes me había pasado nada como esto.
—Estás mintiendo—Asher lo miró. —No me mientas Zaiden. No
soy un niño.
Suspirando pesadamente, bajó la barbilla hacia su pecho y
extendió la mano para frotar la tensión de la parte posterior de su
cuello. No quería parecer paranoico, pero tal vez si expresaba sus
preocupaciones, Asher se quedaría más tranquilo.
—¿Qué pasa si ese mensaje no es sobre mí?
—Sí, ya dijiste eso. Como si se hubieran equivocado de coche.
—No. —Ahuecó la mejilla de Asher con la palma de la mano,
mientras miraba a sus ojos ambarinos. —¿Qué pasaría si el mensaje
77
fuera para mí, no sobre mí?
—¿Crees que alguien quiere que te mantengas alejado de mí?—
Asher frunció el ceño, mientras pensaba en la declaración. —No creo
que eso sea probable. Me acabo de mudar aquí. Apenas he salido
de la casa, y definitivamente, no he hablado con nadie más de lo que
he necesitado para comprar algo.
Parte de la tensión desapareció de sus hombros y dejó escapar un
suspiro de alivio. —Sí, probablemente tengas razón. Me volví
paranoico y sobre protector.
Los ojos de Asher se suavizaron y sonrió tiernamente.
—Me gusta eso —susurró. Sus mejillas se sonrojaron, y miró hacia
otro lado, de repente, se encontró el neumático delantero izquierdo
de su coche muy rajado.
—Escúchame. —Sostuvo la barbilla de su amante y le indicó que
volviera a mirarlo a los ojos. —Nada de eso. Podríamos haber sido
engañados, con este asunto del apareamiento, pero me gustas
mucho, ¿de acuerdo? Si tengo que quedarme con alguien por el resto
de mi vida, no creo que pudiera haber podido elegir a alguien mejor.
Ahora, somos un equipo.
Los ojos de Asher se empañaron un poco, brillando a la luz del sol,
mientras asentía lentamente. —Está bien—susurró fuertemente.
Luego se aclaró la garganta y se alejó, dándose la vuelta y
pasándose la manga de su camisa de cuadros por sus ojos. —Date
prisa y llama a la policía, porque me muero de hambre.
Puso los ojos en blanco, pero permitió que Asher se hiciera cargo
de la situación. Si eso era lo que necesitaba su compañero para
castigarse aún más, no lo discutiría.

Terminaron de hablar con la policía sobre el vandalismo que había


sufrido el coche de Zaiden y llegaron a casa justo a tiempo para
descargar sus compras antes de que el camión de reparto llegara a
la puerta de su casa, con su nueva cama. Zaiden insistió en
supervisar la disposición, sobrevolando a los repartidores y 78
observándoles como un halcón.
Una vez que los hombres se fueron, miró a Zaiden y a toda
velocidad, Asher se puso a trabajar colgando las nuevas persianas y
cortinas mientras su amante hacía la cama con el nuevo juego de
sábanas. Realmente se veía bien, y combinaba perfectamente con
las relucientes cortinas de oro que había encontrado en su tercera
parada en las tiendas.
—Se ve genial—comentó Zaiden, cuando terminó. Retrocedió
unos pasos, examinando la habitación, mientras sonreía y asentía.
—Se ve muy bien. Hiciste un trabajo fantástico, mi amor.
Asher acepto el cumplido orgullosamente, soplando sobre sus
nudillos y fingiendo pulirlos contra su pecho. —Sí, soy increíble. Dilo
otra vez.
Zaiden resopló y puso sus ojos en blanco antes de lanzarle un
pájaro de peluche. Saltando de la escalera que había estado usando
para colgar las cortinas, corrió tras su compañero y lo alcanzó en la
cocina. —¿Por qué te fuiste así? Solo estaba bromeando.
Girándose, Zaiden lo miró en estado de shock.
—Asher, no estoy enfadado. Solo vine a la cocina a buscar una
cerveza. ¿Qué te pasa?
Mordiéndose el labio, negó con la cabeza rápidamente. Maldita sea,
él podría ser un idiota a veces. —No pasa nada. Solo que estaba
enojado por que estabas actuando como si estuvieras furioso, y yo
no hice nada malo.
Zaiden lo miró por un mucho tiempo, luego finalmente asintió y se
volvió hacia la nevera. Suspiró y se restregó las manos sobre la cara.
Antes había exigido honestidad total a Zaiden. Lo mínimo que podía
hacer era corresponder a la solicitud.
—Realmente me gustas Zaiden. Sé que no llevamos mucho tiempo,
pero puedo ver que esto realmente va a ir bien. No solo estamos
atrapados juntos. —Observó que Zaiden se enderezaba lentamente
y cerraba la puerta de la nevera antes de girarse para fruncir el ceño.
—Han sucedido algunas cosas raras, y me pregunto si tal vez
tienes a alguien más. Alguien que no está feliz de que yo esté aquí—
Se encogió de hombros y miró a sus pies descalzos. 79
—No me gusta cuando estás enojado conmigo—murmuró. —Hace
que mi estómago se revuelva.
La habitación se volvió ensordecedoramente silenciosa. Lo abrazó,
presionándolo contra él y sofocándolo, hasta que no pudo soportarlo
más. Levantó la cabeza, abrió la boca para decir algo estúpido, sin
duda, pero la cerró cuando vio la expresión de Zaiden. El hombre
tenía la cabeza inclinada a un lado, las manos apoyadas en las
caderas y una media sonrisa en la boca, como si conociera un
secreto y no estuviera dispuesto a compartirlo. Luego levantó una
mano al aire y le hizo un gesto con un dedo. Dos veces.
Moviéndose como en trance, cruzó la habitación, sin dejar de mirar
a Zaiden hasta que se detuvo frente a él. Inclinando su cabeza hacia
atrás sobre sus hombros para ajustar su diferencia de altura, casi
treinta y cinco centímetros, esperó pacientemente lo que sea que su
pareja le tuviera que decir.
—Nunca he tenido novios —comenzó Zaiden. —No hay nadie más
en mi vida. No quiero a nadie más. —Lo envolvió con sus brazos y
se inclinó para besarle la frente. —Para ser sincero, nunca he querido
a nadie como te quiero a ti. Simplemente, no lo he intentado.
Asintiendo con la cabeza, se acurrucó más cerca del pecho de su
compañero. —Lo entiendo. Todo sucedió tan rápido, y siento que
estoy luchando por mantener el ritmo. Algunos días no estoy seguro
de siquiera lograr mantener la cabeza por encima de la superficie.
—Se exactamente lo que quieres decir, amor. —Zaiden le acarició
la parte superior de la cabeza con la mejilla y suspiró. —Juntos lo
resolveremos, pero tenemos que ser honestos el uno con el otro. ¿De
acuerdo?
—De acuerdo. Acepto.
—Ahora, ¿qué quieres hacer mi amor? —Zaiden se alejó y movió
sus cejas juguetonamente. —Qué tal ver una película en la cama y
luego podríamos romper nuestro colchón nuevo.
—¡Oh sí!, respaldo ese plan. Tú haces las palomitas, y correré al
videoclub. Tu colección de películas apesta.
—Estoy de acuerdo contigo en eso. —Zaiden hizo una mueca,
mientras sacaba las bolsas de palomitas de maíz del armario sobre
el fregador. —No veo mucho la televisión, por lo que no he sentido la
necesidad de comprar películas. Antes de mudarme, pasaba la 80
mayoría del tiempo en la oficina. Diablos, hubo noches que incluso
dormí allí.
—Eso es triste. —Negó con la cabeza con fingida desesperación y
agarró las llaves de su coche del gancho junto a la puerta trasera. —
¿Tienes alguna preferencia?
—Las de terror, acción o algo con hombres medo desnudos y
sudorosos.
—Me gusta la forma en que piensas. Conseguiré una de cada
una—Le lanzó un beso a Zaiden y salió corriendo de la cocina.
Capítulo 12

—Ese hombre es un maldito dios —Asher respiró antes de meterse


otro puñado de palomitas en la boca. —¿Alguna vez habías visto
tantos músculos?
Zaiden tuvo que estar de acuerdo, pero su gusto en hombres iba
más hacia pequeño y delicado. Había estado observando más a
Asher que la película, mirándolo de reojo tan a menudo como era
posible. Le encantaba la forma en que su compañero había jadeado
y se había agarrado a él, prácticamente gateando a su regazo
durante la película de terror.
Ahora habían pasado a la película de acción, y maldición, Asher
había elegido una buena. Combinaba algunas escenas de lucha de
primera calidad con muchos pechos y abdominales brillantes,
desnudos y resbaladizos. Por lo que indicaba la tienda de campaña
en sus pantalones de dormir, estaba disfrutando la película
inmensamente.
Su polla le gritaba por ser el centro de la atención de Asher 81
mientras palpitaba entre sus piernas. Envolvió un fuerte agarre
alrededor de su deseo y se apoyó en el cabecero para disfrutar el
tiempo con su compañero.
—Esto es agradable.
Sonrió y asintió por las palabras suavemente susurradas por su
compañero. —Sí, nunca antes he hecho algo como esto. Me gusta.
—Tengo algo que creo que podría gustarte un poco más. —Asher
se giró y se arrodilló en la cama delante de él, con un brillo travieso
en sus ojos. Sacó sus manos de su espalda y le presentó un par de
esposas y una botella de sirope de chocolate.
Intentando desesperadamente no tragarse su lengua, sus ojos se
ampliaron y siguió asintiendo, como aturdido. —Oh sí. Me gusta. —
Estiró el brazo hacia las esposas, pero Asher las mantuvo fuera de
su alcance, mientras chasqueaba con su lengua.
—Quiero esos azotes. Luego voy a esposarte a la cama y a
montarte hasta que grites mi nombre. ¿Puedes soportar eso?
Gruñó mientras arremetía contra su compañero, arrojándolo contra
el colchón e inmovilizándolo por los hombros.
—Realmente hoy te comportaste como un niño en el centro
comercial. Creo que necesitas que te recuerden quién está al mando
aquí.
Asher tragó fuerte, mientras su boca se abría y su lengua salía para
humedecer sus secos labios. —Oh, sí. Necesito que me castigues,
Zaid.
Cerró sus ojos por un breve momento, intentando mantener el
control. Su compañero demostraba ser demasiado tentador cuando
se empujó contra él y restregó juntas sus erecciones cubiertas.
Rodando fuera de la cama con un gruñido, se levantó a los pies del
colchón y se bajó los boxers para dejarlos a sus pies.
—Desnúdate, y luego quiero que te estires ahí en la cama. —Su
voz bajó a un tono ronco, bajo, rudo y autoritario. Nunca había
escuchada nada así saliendo de su boca.
Asher asintió rápidamente, mientras saltaba de la cama y se
quitaba los pantalones en tiempo récord. Se apresuró para ponerse 82
delante suyo, luego se giró y se estiró en el colchón boca bajo, sus
pies en el suelo, su culo alto en el aire.
—¿Así? ¿Así es cómo me quieres?
Acarició las redondeadas nalgas una a una, antes de darle una
ligera palmada a cada una. —Esto es perfecto, cariño. No te muevas.
Asher empezó a alzar sus manos, su cabeza moviéndose para
mirar por encima de su hombro. Lo palmeó con fuerza, su polla
removiéndose mientras observaba su mano marcada aparecer en el
culo de su compañero. —Dije que. No. Te muevas.
—Sí, señor —jadeó Asher.
Satisfecho con que su compañero obedeciera sus órdenes, se
apresuró al armario y buscó por la parte de arriba hasta que encontró
su pequeña bolsa de suministros. Sacando el delgado tapón anal y
el lubricante caliente de la bolsa, volvió con su compañero y se
arrodilló. Sin una palabra ni otros preliminares, separó las nalgas de
Asher y lamió un largo camino hacia su agujero. Giró su lengua
alrededor de la pequeña estrellita, gruñendo y gimiendo por el sabor
de su compañero.
Gimoteó y gimió, pero permaneció perfectamente quieto. Buen
chico. Lamió y empujó hasta que los músculos empezaron a relajarse,
luego empujó su lengua dentro, lamiendo el interior de la entrada de
Asher.
Apretó y masajeó las nalgas antes de golpear fuerte la derecha.
Asher gritó, sus músculos tensándose alrededor de la lengua
invasora. —Oh, mierda. Haz eso de nuevo—gimió.
Marcó un ritmo estable, follando el agujero de su compañero con
su lengua mientras seguía azotándole una y otra vez, alternando
lados. Cuando sintió que había reducido a su compañero a un
agonizante montón de sustancia viscosa, agarró el lubricante del
suelo y sacó el tapón con una mano. Sentado sobre sus tobillos,
trabajó rápidamente, deslizando sus dedos y pasando un poco más
por la grieta de Asher.
Rodeó los músculos una vez antes de empujar dentro la segunda
articulación de su índice. Lamió y mordió, arañando con sus dientes
el culo brillante de Asher mientras lo penetraba, girando su muñeca
y estirando sus músculos.
—Te ves tan malditamente ardiente así, cariño. ¿Te gusta? Quiero
83
escuchar cuanto te gusta.
Los gemidos de Asher crecieron en volumen mientras salían de su
boca en sollozos. Añadió un segundo dedo, haciendo tijera dentro y
fuera, estirando a su compañero para la diversión que había
planeado. Cuando pudo meter fácilmente un tercer dedo, empujó un
par de veces más antes de sacarlos con cuidado del túnel tembloroso
de Asher. Gruñendo, este empujó su culo hacia él, suplicando más
silenciosamente. Habría sido divertido si no hubiera estado luchando
para no soltar su carga sólo mirándolo. Agarrando el tapón anal de
silicona negra, lo untó rápidamente y presionó la punta contra la
entrada de su compañero.
—¿Estás listo, cariño?
—¿Qué es eso? —Asher no parecía preocupado… sólo curioso.
—¿Confías en mí? —Tanto como quería esto, tenía que ser
decisión de Asher. Nunca obligaría a su compañero a nada con lo
que el hombre no se sintiera cómodo.
—Sí, Zaid. Confío en ti. Lo que quieras. Soy tuyo.
Agarrando la base de su polla para prevenir su orgasmo, gimió
patéticamente ante las palabras de Asher. Podría escucharlas una y
otra vez y nunca se cansaría de ellas. Apartando su propio deseo, se
centró en su compañero, empujando la punta del tapón a través de
los apretados músculos y moviéndolo con cuidado. El culo
hambriento de Asher se cerró alrededor de la punta, chupándolo
dentro hasta que la base plana descansó contra sus nalgas.
—Dios, me siento tan malditamente lleno.
Se levantó, admirando su trabajo mientras pasaba suavemente sus
palmas por el culo todavía caliente de su amante. Entonces le palmeó
ligeramente, una y otra vez sin parar. La intensidad creció, su mano
doliendo por el castigo otorgado a su ansioso compañero.
Asher se volvió salvaje, gritando y gimiendo, moviéndose para
meter una mano bajo él y agarrar su turgente carne. Palmeó la base
del tapón, empujándolo más profundamente, mientras gruñía.
—Uh-uh, pajarito. No toques lo que me pertenece.
Maullando patéticamente, Asher movió su mano de debajo y la
colocó contra el colchón. —Necesito correrme, Zaid. Se me va a caer 84
la maldita polla y mis pelotas van a explotar, si no dejas que me corra.
—Oh, voy a dejar que te corras, cariño. Pero no hasta que yo lo
diga—Tres palmadas más tarde al culo de Asher y él sonrió
ampliamente mientras el bonito tono rojo encontraba sus ojos.
—Deberías verte, Ash. Nunca he visto nada más hermoso que
como te ves ahora mismo.
Inclinándose sobre su compañero, apoyó sus manos a cada lado
de la cabeza de Asher, curvándose sobre él hasta que su pecho se
apoyó en la espalda de este. Ambos sisearon, y Asher realmente
gimió cuando su goteante polla se deslizó por su caliente culo
ardiendo.
—Fóllame, Zaiden. Por favor, no puedo soportarlo más. —Asher
sonaba casi histérico, y eso lo asustó.
Sentándose rápidamente, le dio la vuelta a su amante y apartó su
sudado cabello de su rostro. —Shh, cariño. Está bien. —Agarró la
polla de Asher en su mano y le acarició rápidamente. —Córrete para
mí, cariño. Si eso es lo que necesitas, entonces hazlo.
La cabeza de Asher se movió delante y atrás en la manta, y le
apartó la mano. —Quiero follarte —dijo, mirando a Zaiden a los ojos.
—Quiero correrme dentro de ese hermoso y pecaminoso culo tuyo
y marcarte como mío.
Su polla palpitó, goteando grandes montones de pre-semen de la
punta, mientras una película mental pasaba por su mente, su
compañero penetrando su culo una y otra vez.
—Sí—siseó. —Fóllame, Asher. —Moviéndose en la cama, se
posicionó boca arriba en mitad de la cama y separó sus piernas en
invitación.
Moviéndose más rápido de lo que le había visto hacerlo nunca,
Asher salió de la cama, agarró las esposas y las cerró alrededor de
su muñeca, antes de que pudiera protestar. Entonces, pasó la cadera
a través de las barras de metal del cabecero y le cerró la otra
alrededor de la otra muñeca.
—¿Bien? ¿No está demasiado apretado?

85
Giró su muñeca hacia un lado y el otro, tirando ligeramente contra
las restricciones.
—No está demasiado apretado, pero quiero tocarte—hizo un
puchero.
—Más tarde—Asher no perdió tiempo mientras le empujaba las
rodillas contra el pecho y empujaba dos dedos bien lubricados dentro
del ansioso culo. —Oh, santo cielo, estás malditamente apretado,
cariño. No me di cuenta. ¿Estás bien?
Cerró los ojos y respiró a través de la quemazón y el ligero dolor
que le hizo Asher al entrar. Aunque su erección nunca bajó, y su
respiración se aceleró hasta que su cabeza empezó a dar vueltas por
la falta de oxígeno. Demonios, ni siquiera recordaba que Asher
hubiera agarrado el lubricante.
—Se siente bien. Sigue. —No estaba mintiendo. Le gustaba un
poco de dolor, justo antes de que el placer fuera todo lo que pudiera
sentir. —Me encanta lo que me haces.
Asher lo estiró rápidamente, todo su cuerpo temblando, mientras
trabajaba para prepararle su agujero. Entonces los dedos
desaparecieron y la punta roma de la polla de Asher se empujó contra
su entrada. Este paró y lo miró como pidiendo permiso. Sólo había
una respuesta que dar.
—Fóllame, Ash. Rápido y duro, lento y suave, de la forma que
desees, cariño.
—No puedo ir lento —, le dijo este entre sus dientes apretados. —
Te necesito demasiado.
—Oh gracias, mierda —, jadeó, mientras su amante se empujaba
dentro hasta la base de un solo empuje.
—Tan apretado. Tan bueno —, gimió Asher mientras marcaba un
ritmo, metiendo y sacando su brillante eje de su apretado canal.
—Tu culo se acaba de tragar mi polla, cariño. Está tan hambriento
de mí.
Se inclinó hacia delante, cubriéndole el cuerpo y empezó a besar
su cuello y pecho mientras marcaba un ritmo duro y rápido que lo
dejó luchando para seguirle el ritmo. —Me corro—advirtió
—No, sin mí no. —Sentándose para acercarse entre sus piernas,
Asher le agarró las caderas, mientras se empujaba dentro de él.
Se empujó contra su amante, encontrándose con cada embestida.
—Acaríciame, cariño. Necesito que me toques. Maldición, necesito
correrme.
86
—No—gruñó Asher. —Te vas a correr sólo teniendo una polla en
tu culo. —Entonces, la mano derecha de Asher estalló en llamas
moradas y naranjas, y se la pasó por el pecho, pasando de su polla
y ahuecando su pesado saco. —Córrete para mí —, susurró tan
suavemente que apenas le escuchó, pero no tuvo más elección que
obedecer.
El calor se esparció a través de él, ahogando su grito de
culminación en sollozos, mientras chorros de leche perlada salía de
la cabeza de su polla y pintaba su pecho y estómago. Se le pusieron
los ojos en blanco, mientras su corazón aporreaba su pecho,
golpeando su esternón como un martillo.
—Quédate conmigo, Zaid —, ordenó Asher, mientras tiraba de sus
caderas y empujaba dentro una vez más. Se congeló, sus ojos
cerrándose, mientras su cuerpo se retorcía y temblaba, caliente lava
le llenó el culo, mojando sus paredes internas y sacando otro suave
gemido de su pecho.
Asher se desplomó sobre él, dándole suaves besos en los labios.
—Increíble —, susurró tiernamente.
—Siempre lo es—le contestó, todavía intentando recuperar el
aliento.
—No conseguí jugar con mi chocolate—Asher hizo un puchero.
—La próxima vez, cariño. Lo prometo. —Adoraba la forma en que
el labio inferior de su compañero sobresalía, la forma en que sus ojos
se arrugaban en las esquinas. Movió las esposas contra el cabecero
y arqueó una ceja. —Suéltame para que podamos limpiarnos.
Asintiendo una vez, Asher se sentó, saliendo de su cuerpo, y se
movió a la mesita de noche para agarrar las llaves. Rápidamente
abrió las esposas tirándolas a un lado y frunció el ceño, mientras le
restregaba las muñecas para devolver la circulación.
—¿Pasa algo Ash?
—Las esposas te han marcado. —Le alzó la mano, pasando sus
dedos por la roja piel de sus muñecas. —No pensé que harían eso.
—Sólo un poco—le aseguró. —Habrá desaparecido por la mañana.
Estoy bien.
—Me lo dirías si te hiciera daño, ¿verdad? 87
La angustia en los ojos de Asher tiró de su fibra sensible. Abrió los
brazos, atrayendo a su amante contra él. —No me hiciste daño, así
que detente. Disfruté cada segundo.
Una mano se deslizó por el cabello de Asher, masajeando su cuero
cabelludo. La otra bajó por el lado, sobre su cadera, y rodeó hasta la
grieta de su culo, todavía caliente. Rozó la base del tapón que todavía
estaba dentro del agujero de su compañero, tocándolo ligeramente
para que se moviera un poco.
El suave jadeo de Asher se convirtió en un gemido amortiguado,
mientras le empujaba su rostro contra el cuello y se restregaba contra
él. —Se siente bien.
—¿Te gustó estar lleno, mientras empujabas tu monstruosa polla
dentro de mi culo?
Asher asintió contra su garganta. —Nunca sentí nada así. Fue
malditamente fantástico. Se suponía que iba a ser para ti. Sigues
arruinando mis planes.
Rió suavemente, mientras abrazaba a su compañero. —¿Te estás
quejando?
—No. Hay tantas cosas que quiero hacerte…hacer contigo.
—Y tenemos toda la eternidad para experimentar, cariño—Palmeó
la cadera de Asher y suspiró. —Aunque preferiría no pasar ese
tiempo pegados. —Arrugó la nariz, mientras el semen sobre su pecho
empezaba a secarse, haciendo que le picara. —Ducha.

88
CAPITULO 13

Lo que quedaba de marzo, pasó como un borrón de puro gozo.


Zaiden y Asher pasaron cada minuto disponible juntos, hablando y
riendo, aprendiendo más el uno del otro con cada día que pasaba.
Todo lo que Asher descubría sobre su compañero, lo acercaba más
a la orilla para enamorarse.
Nunca había conocido a nadie como Zaiden, en todos sus milenios
en la tierra. Amable, generoso, encantador, e ingenioso, Zaiden era
todo lo que esperaba encontrar en un compañero. Aunque su unión
había sido sellada por engaños y por la casualidad, no dudaba de
que el destino los había juntado. Zaiden alzó la vista del periódico de
la mañana, mientras sentía sus ojos sobre él, y sonrió con esa sonrisa
especial que paraba el corazón y lo dejaba sintiéndose débil. Suspiró
como un tonto enamorado, y realmente podía sentir la sonrisa tonta
en sus labios como respuesta.
—¿Qué estás pensando, cariño? —La voz de Zaiden flotó a través
de la mesa hacia él, profunda, rica y suave como la miel. 89
Sacudiendo la cabeza para despejarse, se sentó un poco más
recto en su asiento y se aclaró la garganta. —Oh, nada. Entonces,
¿qué quieres hacer hoy?
Zaiden le miró conocedor, sus ojos bailando con entusiasmo, pero
no dijo nada. Sabía que no lo haría, y eso le hacía querer más al
hombre. Sí, profundamente en su corazón, sabía que se había
enamorado del grande y hermoso fae, pero no estaba listo para
decirlo. Apenas habían pasado más de cuatro semanas desde que
estaban juntos y sus vidas se habían puesto del revés. Sólo
necesitaba un poco más de tiempo, para estar seguro de que sus
sentimientos fueran genuinos.
—Pensé que podríamos conducir hasta Memphis el fin de semana.
Visitar Graceland, ir a un hotel, y vivir del servicio de habitaciones.
Apretó los labios para evitar que su boca cayera abierta como la
de un pez. Apretando sus manos en puños y bajándolas a su regazo
para ocultar su temblor, asintió lentamente aceptando la idea.
—¿Estás bien, cariño? —El ceño de Zaiden se arrugó, y pareció
preocupado. —No tenemos que ir. Sólo pensé que sería divertido.
Puedes escoger que hacer, lo que quieras. —Se levantó de su
asiento y se apresuró a rodear la mesa y arrodillarse junto a él. —Me
estás asustando, Ash.
No podía aguantarlo más. Gritando como un idiota, se lanzó al
regazo de Zaiden, envolvió sus brazos alrededor del cuello del
hombre y lo apretó. —¡Por favor, por favor, por favor!
Zaiden rió fuertemente, mientras sus brazos lo rodeaban. —Así
que, ¿asumo que te gusta la idea?
—¡Demonios, sí! Sólo que no quería parecer un niño
excesivamente entusiasmado, pero mierda, ¡estoy tan malditamente
entusiasmado! Nunca he estado en Graceland.
—¿Nunca? —Zaiden parecía paralizado. —Te has perdido tanto,
carió. —Le guiñó un ojo y le besó la punta de la nariz. —Ve a hacer
las maletas, limpiaré la cocina. Podemos salir en una hora.
La excitación aumento, aplastó su boca contra la de su compañero
en un beso ardiente, que derretía la mente y hacía que curvaras los 90
dedos de los pies. Apartándose y jadeando a través de su sonrisa
ridículamente enorme, saltó del regazo de su amante y extendió una
mano para ayudar a Zaiden a que también se levantara. —Gracias.
—De nada. —Zaiden rió, palmeándole el culo y moviendo la
muñeca hacia el pasillo. —Apresúrate o nunca nos iremos.
Asintió una vez, le lanzó a Zaiden un beso y se apresuró a salir de
la sala. ¡Mierda! No tenía ni idea de que meter en las maletas. ¿Qué
lleva uno a Graceland? ¿Irían a algún sitio más? ¿Debería llevar algo
bonito en caso de que salieran alguna noche al pueblo?
Oh, a la mierda. Llevaría de todo y ya está.
—Y no te lleves todo el maldito armario —, dijo Zaiden, desde la
cocina.
Se cubrió la boca con una mano para amortiguar su risa. El hombre
lo conocía demasiado bien.
Zaiden acababa de encender el lavavajillas, cuando el timbre sonó.
Esperando que fuera la sorpresa que había pedido para Asher, se
apresuró a salir de la cocina para contestar.
—¡Voy! —Asher salió del pasillo y llegó a la puerta antes de que
hubiera pasado por el umbral de la cocina.
Asher abrió la puerta y se congeló, los músculos de sus hombros
y espalda se tensaron, mientras sus dedos mantenían un fuerte
agarre en el pomo de la puerta. —¿Qué mierda quieres?
Frunciendo el ceño, ante la bienvenida nada amistosa, se apresuró
a cruzar la sala hasta su compañero. Paró justo detrás de este y miró
sorprendido a Andrew George de pie en su porche delantero.
—¿Andrew? 91
—Hola, Dr. Reed —respondió este temblorosamente. —Siento
molestarle en casa, pero realmente no podía esperar.
Dividido entre su ética como doctor y el disgusto por la invasión de
su intimidad, no dijo nada por unos segundos. Finalmente, el deber
ganó, y asintió, colocando una mano en el hombro de Asher para
apartarlo de la puerta. —Está bien, Andrew. Por favor, entra.
Asher gruñó, su labio superior curvándose sobre sus dientes, él se
tragó un suspiro. Aunque encontraba el ataque de posesividad de su
compañero atrayente, este no era el momento ni el lugar.
—¿Por qué no vas a acabar de hacer las maletas, cariño? —Le
besó la frente y le apretó el hombro.
Asher siguió mirando a Andrew por unos minutos antes de asentir,
girar, y salir de la sala dando pisotones sin otra palabra.
Colocando una sonrisa en su rostro, llevó a Andrew dentro de la
casa y le indicó que se sentara en el sofá. —¿Qué puedo hacer por
ti?
—Estoy enamorado —soltó Andrew, nervioso.
Sus ojos se agrandaron antes de controlar sus rasgos y asentir.
—Felicidades. Sin embargo, no estoy seguro de entender que tiene
que ver eso conmigo.
—Él ni siquiera sabe que existo. No sé cómo hacer que me note.
No puedo dejar de pensar en él.
—¿Le has dicho cómo te sientes?
Andrew se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.
—Estoy asustado—susurró.
—Es perfectamente normal estar nervioso —dijo gentilmente.
—¿Cómo sabes que no siente lo mismo por ti? Quizás está tan
nervioso como tú, y está preocupado de que le rechaces.
—Nunca lo haría —dijo Andrew firmemente. —Es el hombre más
hermoso, increíble y perfecto que he conocido. Sólo quiero una
oportunidad.
—Entonces tienes que arriesgarte, ¿no? Nadie va a servírtelo en
una bandeja de plata. Si quieres algo, tienes que ir y conseguirlo.
Andrew ladeó la cabeza como considerando sus palabras.
92
—Tienes toda la razón. No puedo esperar que venga a mí.
—¿Has hablado con Denise sobre esto? Quizás ella pueda ayudar.
Suspirando, Andrew negó con la cabeza con tristeza.
—No he hablado con Denise, desde que rellenamos los papeles
del divorcio. Se mudó, cambió de número, y prácticamente se
desvaneció de la noche a la mañana.
Su corazón sufrió por el hombre. —Siento escuchar eso. Quizás,
sólo necesita un poco de tiempo para aceptar el final de su relación.
—Creo que ha encontrado a alguien. —Las cejas de Andrew se
juntaron. —Estoy bien con eso, espero que sea feliz. Sólo pensé, que
podríamos seguir siendo amigos.
—Estoy seguro de que lo serán, Andrew. Sólo dale algo de tiempo.
—Dijo que yo estaba loco —, susurró este. —No entiende cómo
puedo amar a alguien tan rápidamente después de conocerlo.
—El amor es curioso, ¿no crees? —Sus pensamientos fueron
hacia Asher, y sonrió como un tonto. Tenía la noche perfecta
planeada en Memphis. No quería que su compañero olvidara la
noche en que le declararía sus sentimientos.
—Tengo que estar de acuerdo. —Andrew se pasó una mano por
el pelo y suspiró. —Entonces, cree que debería decírselo. ¿Decirlo y
dejar que las cosas vayan como tengan que ir?
—Quizás deberías intentar cortejar a ese hombre. Todo el mundo
aprecia un poco de romance, Andrew.
—Sí. Sí, eso es exactamente lo que haré. —Andrew se levantó tan
rápido del sofá que lo hizo saltar por la sorpresa. —Gracias por su
tiempo, Dr. Reed. Siento haberlo molestado.
Entonces prácticamente corrió a la puerta, la abrió y salió.
Negando con la cabeza y riendo, se levantó de los cojines y se giró
para encontrar a su irritado amante. No tuvo que buscar mucho.
Asher estaba de pie dentro de la sala, con los brazos cruzados sobre
el pecho, mientras apoyaba su hombro contra la pared.
—Eres un idiota, Dr. Reed. 93
—¿Perdona?
Asher gruñó, apartándose de la pared y dejando que sus manos
cayeran a los lados. —Sabes que está hablando de ti, ¿verdad?
¡Acabas de darle permiso al psicópata para que te acose!
Poniendo los ojos en blanco, luchó contra su ira. —No es un
acosador, y seriamente dudo que se estuviera refiriendo a mí.
—Oh, ¡no seas tan inocente, Zaiden! El hombre te mira como si
fueras el último trago de agua en el desierto.
—¿Quieres decir de la misma forma en que te miro? —Cerró la
boca y apartó los ojos. No es que las palabras no fueran verdad, pero
no quería decirlas en voz alta.
—No creas que me vas a distraer con palabras bonitas. —La
mirada de Asher lentamente se convirtió en media sonrisa, y sacudió
la cabeza. —No quiero arruinar nuestro fin de semana, por lo que
déjalo por ahora. Aunque hablaremos de esto cuando volvamos.
¿Entendido?
Satisfecho por haber ganado esta ronda, no pudo resistirse a
bromear. Bajó su cabeza y miró sus zapatos y juntó sus dedos en su
espalda. —Sí, señor.
—Dios, sólo das problemas. —Asher resopló. —Ven aquí y
ayúdame a terminar de hacer las maletas, gran tonto.
—Tengo algo que me gustaría meter justo dentro de ese pequeño
y apretado c…
—¡Zaiden! —Asher alzó sus manos en el aire, rodó sus ojos y se
giró para caminar por el pasillo, sacudiendo la cabeza todo el camino.
Siguió a su compañero, pero el timbre lo paró de golpe. Gruñendo
por la frustración, se acercó a la puerta y la abrió de golpe. Eran las
malditas nueve de la mañana de un sábado por la mañana. ¿Por qué
la gente no podía dejarles tranquilos? —¿Qué? —Ladró.
—Un paquete, señor—dijo el hombre de UPS con una sonrisa.
Obviamente, estaba acostumbrado a recibir esas bienvenidas, pero
de todos modos se sintió como un idiota.

94
Firmando el paquete, sonrió en disculpa y tomó la caja de las
manos del hombre. —Gracias.
—Que tenga un buen día, señor.
Apretando el paquete en ambas manos, fue rápidamente hacia la
puerta y entró en el dormitorio. —Feliz aniversario —canturreo,
mientras empujaba el regalo a su desconcertado compañero.
—¿Aniversario? —Preguntó este, lentamente estirando la mano
para tomar la caja.
—Hoy hace un mes que estamos emparejados. —Sacó pecho,
orgulloso de sí mismo por haber recordado la ocasión.
Asher se mordió le labio y dejó la caja en el colchón sin abrirla.
—No tengo nada para ti—dijo en voz baja.
Apartando su preocupación, bajó a la cama y empujó la caja hacia
Asher. —No importa. No necesito nada. Ahora, abre tu regalo.
Dándole una pequeña sonrisa, Asher empezó a romper el
envoltorio de la caja marrón y abrió la tapa para revelar una caja más
pequeña dentro. Su boca cayó abierta y su cabeza se alzó para
mirarlo con los ojos muy grandes. —¿Me compraste un portátil?
Asintió entusiasmado. —Siempre estás escribiendo tus pequeñas
historias en esas libretas que tienes. Pensé, que quizás de esta forma,
no sólo podrías escribir más rápido, sino que podrías hacer algo con
ellas. —Su voz se suavizó y acarició la mejilla de Asher con el dorso
de su mano. —Tienes un talento increíble, cariño. Necesitas
compartirlo.
El labio inferior de Asher tembló y la humedad se reunió en sus
ojos mientras seguía mirándolo a los ojos. —Gracias, Zaiden. Esto
significa mucho para mí —murmuró.
—Shh. —Tosió para aclararse la voz. —Corre y termina de hacer
las maletas.
—¿Puedo llevarme mi regalo?
Su corazón se derritió, y su interior se deshizo.
—Lo que quieras, cariño.

95
CAPITULO 14

—Santa mierda, estoy exhausto—gimió Asher, mientras subía al


asiento del conducir y estiraba sus brazos sobre su cabeza. —Eso
fue fantástico, pero conducir es un asco.
Desdoblando su gran cuerpo del coche deportivo, Zaiden tuvo que
estar de acuerdo. Aunque lo sufriría miles de veces por ver el rostro
entusiasmado que había estado en el rostro de Asher todo el fin de
semana.
—Tenemos que planear un viaje de estos, una vez al mes. Fue
realmente bueno sólo apartarse de y olvidarse de todo—Asher volvió
al coche para abrir el maletero y sacar su equipaje.
—Gracias por traerme.
—Eres más que bienvenido, y creo que esa es una gran idea.
¿Dónde te gustaría ir después? —Sacó la gran maleta del maletero
y la llevó por el camino hasta la puerta principal.
—¿Qué te parece Nashville? No está tan lejos, y hay cosas 96
geniales por ver allí.
—Me gusta. —Sonrió, mientras sacaba las llaves de su bolsillo y
la metía en la cerradura. Planea que quieres hacer, y podemos ir en
un par de semanas—dijo, mirando por encima de su hombro a su
amante.
—¡Perfecto! —Asher le sonrió.
Abrió la puerta, entró y buscó la luz junto a la entrada. Esta se
encendió en el salón, iluminando la destrucción total y el caos.
Soltando la maleta, su brazo se alzó para evitar que su compañero
entrara en la casa. —Llama a la policía.
—Estoy en ello—contestó Asher, su voz tensa.
—Voy a comprobar el resto de la casa. Quiero que te quedes fuera.
—Soy más que capaz de cuidarme, Zaid. De hecho, soy mucho
menos frágil que tú. Por qué no llamas tú, y yo investigo la casa.
—¡Llama a la policía y no te muevas! —Rugió, mientras se giraba
para enfrentar a su amante.
Asher gruñó. Pero asintió. —Si no has vuelto en cinco minutos, iré
a buscarte.
—Me parece justo. —Dejó a su compañero en el porche, mientras
iba a ver el daño en el resto de su casa. Como temía, cada habitación
estaba en el mismo estado que el salón. Lámparas en el suelo,
cojines destrozados, sus pertenencias rotas y aplastadas.
Entrando en el dormitorio y encendiendo la luz, su corazón se
encogió en su pecho, y la sangre se convirtió en hielo. El espejo sobre
la cómoda estaba destrozado, las cortinas y el edredón rasgados, y
sus almohadas hechas pedazos. Agarrando una de las camisetas de
Asher, sus manos temblaron, cuando encontró poco más que tiras.
—¿Dónde estás? —Preguntó este, mientras entraba en la
habitación detrás suyo.
—¿De qué hablas? Me estás mirando.
—No, Zaid. Mira. —Asher señaló el techo, siguió su dedo, alzó los
ojos y jadeó en shock. Grandes letras rojo brillante marcaba el blanco
techo, haciendo una pregunta. —Te dije que Andrew estaba chiflado.
—Andrew no hizo esto—dijo de inmediato. —No le haría daño a
una mosca. No es así.
—¡Abre los ojos, Zaiden! ¡El hombre está completamente loco! 97
—¿Llamaste a la policía? —Preguntó, cambiando de tema. No
quería discutir con su amante. Sólo respuestas.
—Sí. —Asher suspiró. —Estarán aquí en unos minutos.
—¿Pensé que te había dicho que esperaras fuera?
—Sí, y han pasado más de cinco minutos. Por lo que, —Asher
extendió sus brazos, —aquí estoy.
Mirando a su compañero a los ojos, su corazón se aceleró en su
pecho. No le había dicho a Asher como se sentía durante su estancia
en Memphis. Después de mucho debate, finalmente decidió que la
primera vez que lo dijera fuera en la casa que compartían... el hogar
de ambos. Las palabras temblaron en la punta de su lengua, pero se
las tragó. Ahora definitivamente no era el momento.
Un coche llegó, apartándolo de sus pensamientos, y negó con la
cabeza mientras pasaba a Asher y se dirigía a la puerta principal para
saludar a los oficiales.
Zaiden canceló todas sus citas de los siguientes tres días, y se
pusieron a trabajar en limpiar los escombros de la casa y comprar
nuevos muebles y ropa. Ya que la policía no pudo encontrar señales
de que hubieran forzado la entrada, también compraron nuevas
cerraduras y cerrojos de seguridad para las puertas.
Las cerraduras parecían lo bastante robustas, pero Asher quería
más. Necesitaba saber que estaban seguros y que su compañero
estaba protegido a cualquier precio. Por lo que instaló un sistema de
seguridad con alarmas y silbatos que automáticamente alertarían a
la policía ante la primera señal de allanamiento.
Intentó convencer a Zaiden de mudarse de vuelta a México con él,
pero el hombre se negaba a permitir que el incidente lo alejara de
casa. Por lo que respetó la decisión de su compañero e hizo todo lo 98
que pudo para apoyarlo. Para el siguiente sábado, ya habían
limpiado todo rastro del acto vandálico de la casa, y sin más visitantes
no invitados, finalmente empezó a relajarse. Se sentó en su nuevo
sofá negro de cuero, con sus pies en el regazo de Zaiden, mientras
reían con la televisión.
—¿Todavía quieres ir a Nashville el siguiente fin de semana? —
Preguntó Zaiden repentinamente.
Consideró la oferta por un momento, antes de asentir.
—Sí, creo que eso suena como una gran idea. Después de esta
semana, no me importaría volver a irnos.
—¿Estás seguro de que quieres abandonar la casa? —Zaiden se
sentó más hacia delante y ladeó la cabeza, mientras fruncía el ceño.
—Sabes qué pasó la última vez. ¿Realmente quieres volver a
encontrarte algo como eso?
Puso sus pies en el suelo y se levantó, inclinándose sobre su
compañero con sus manos en las caderas. —Fuiste tú quien dijo que
no se encogería de miedo ni huiría de nuestra casa. ¿Por qué
cambias de opinión de repente?
Zaiden sonrió y se estiró para alcanzarle las caderas y atraerlo
entre sus grandes muslos. —Tienes toda la razón, cariño. Hermoso
y listo. Me tocó el premio gordo.
Puso los ojos en blanco y resopló. —Las palabras bonitas no te
llevarán a ningún sitio.
—Esperaba que dijeras eso. —Zaiden sonrió traviesamente,
mientras tiraba con más insistencia hasta que cayó en su regazo. Sus
labios se encontraron, dulces y gentiles, no pudo evitar la sonrisa que
apareció en su rostro.
Antes de que las cosas se calentaran demasiado, llamaron a la
puerta, se apartaron, ambos mirando hacia la cocina y frunciendo el
ceño. ¿Por qué alguien iría a la puerta trasera a esa hora de la
noche?
Otro golpe, luego una pausa, luego otro golpe. Aunque no sonaba
realmente como si llamaran a la puerta. Eran amortiguados, como si
alguien estuviera lanzando algo a la puerta.
—¿Llamo a la policía? —Preguntó, mientras salía del regazo de
Zaiden y se dirigía a la cocina. 99
Este le agarró del codo para parar su progreso. —Sí. Llama a la
policía. Iré a revisar fuera.
—Zaid, soy perfectamente capaz de ir a…
Este lo interrumpió girando de golpe y colocándole una mano sobre
la boca. —¿Podrías dejarlo por esta vez? Ya he escuchado esta
cancioncilla, y no quiero un bis. Sólo haz lo que pedí. ¿Por favor?
Lo miró, pero asintió lentamente, mientras envolvía sus dedos
alrededor de la muñeca de Zaiden y apartaba la mano de su
compañero de su boca. —Me quedaré aquí y llamaré a la policía, si
me prometes que gritarás si necesitas ayuda. No intentes ser un
héroe, Zaid.
—Lo prometo. Si te necesito, gritaré y puedes venir a dar algunos
golpes. ¿De acuerdo? Sólo necesito que ahora estés a salvo.
Aunque la idea de quedarse atrás mientras Zaiden se enfrentaba
a un posible peligro no le agradaba, su corazón se derritió ante la
preocupación y la ternura en los ojos de su compañero.
—Apresúrate—dijo, mientras sacaba su móvil del bolsillo y
empezaba a marcar.
Habló con quién contestó, expresando el problema y dando su
dirección, mientras observaba a Zaiden acercándose con cuidado a
la puerta trasera y mirar a través de la cortina. Encendió la luz,
iluminando el patio trasero, vio los tendones de su cuello tensarse y
los músculos de su mandíbula apretarse, como si estuviera
apretando sus dientes.
Después de que quién le atendió le asegurara que una unidad
estaba de camino lentamente hacia el umbral de la cocina y paró, no
queriendo romper la promesa de mantenerse a salvo. Aunque era tan
malditamente difícil. La curiosidad lo carcomía, y no quería más que
correr a través de la sala y apartar a Zaiden del camino, romper la
puerta y confrontar a quien fuera que estaba saboteando su relación.
Apostaría todo lo que tenía, cada penique de su substancial cuenta
bancaria, que Andrew George estaba detrás de todo. No tenían
ninguna prueba, y su compañero no escucharía nada malo contra el
hombre, por lo que realmente no había mucho que pudiera hacer.
—Quédate ahí —dijo Zaiden sobre su hombro, mientras alcanzaba
el pomo y lo giraba lentamente antes de abrir la puerta y salir a la
noche. 100
Se removió de un pie al otro, esperando nervioso a que su
compañero volviera a salvo, lo cual era completamente ridículo
considerando que era el más pequeño de los dos, era sin duda el
más fuerte. Al menos mágicamente.
Caminando por el suelo de linóleo, se acercó a la puerta y miró a
través de la rendija que Zaiden había dejado abierta. Vio a su
compañero de pie fuera de la puerta, los músculos de su espalda
flexionándose, y un gruñido grave saliendo de su gran pecho.
—Asher, ¿por qué mierda no puedes escucharme? —Preguntó
peligrosamente.
—Por la misma razón que querías que me quedara dentro.
Necesito saber que mi compañero está a salvo. Además, supongo
que esto tiene más que ver conmigo o no estarías tan enojado.
Salió y se quedó junto a su amante, escaneando el patio en busca
de un intruso. —No veo a nadie.
—Quien fuera ya se ha ido—gruñó Zaiden. —Aunque nos dejó un
regalo de despedida.
Siguió la mirada de Zaiden e hizo una mueca. Tres pájaros,
muertos, estaban a sus pies en el patio de cemento. Realmente no
podía distinguir que tipo de pájaro eran, aunque suponía que quizás
eran cuervos. Cada uno había sido pintado de rojo, sus alas con algo
dorado y brillante. Si eso no declaraba nada, no sabía que era.
—Saben lo que eres, Ash.
—Eso parece.
—Tenemos que irnos. No podemos quedarnos aquí.
—¿De qué mierda estás hablando? Acabamos de limpiar esto y
compramos muebles nuevos. No quiero irme, porque algún enfermo
deja pájaros muertos en nuestro patio.
—¿Estás viendo lo mismo que yo? —Zaiden se giró y lo agarró
fuertemente de los brazos. —Alguien definitivamente quiere que te
vayas, y no volveré a casa para encontrarte en el lugar de los cuervos.
¿Me entiendes?
Finalmente entendiendo la completa magnitud de la angustia de su

101
compañero, sus ojos se suavizaron, y asintió lentamente. —Espera
a la policía, y yo iré a empezar a hacer las maletas. Podemos ir a un
hotel, por un tiempo, mientras descubrimos que pasa. Aunque no voy
a huir. Esta es nuestra casa.
Zaiden lo atrajo a un fuerte abrazo, enterrando su rostro en su
cabello y estremeciéndose violentamente.
—Gracias por no discutir conmigo, cariño.
Pasó sus palmas arriba ay debajo de los costados de su
compañero, tranquilizándolo lo mejor que pudo.
—Somos un equipo, recuerdas. A dónde vayas, yo iré.
CAPITULO 15

Mientras llegaban a la tercera semana de abril, Asher empezó a


entrar en un espiral de depresión. Aunque le encantaba pasar el
tiempo con su amante, estaba empezando a encontrar esos
momentos más cortos. Zaiden había estado pasando más y más
tiempo en el trabajo, sin volver hasta después de medianoche, y sólo
a veces, cayéndose debido a la borrachera.
Varias veces lo había dejado tirado, hasta que el calor del
apareamiento se había vuelto tan intenso, que prácticamente lo había
atacado cuando Zaiden finalmente tropezaba por la puerta.
Sin importar lo que dijera, o cuantas veces le preguntara, Zaiden
negaba su preocupación con alguna excusa sobre estar cansado o
trabajar demasiado. Desayunaban juntos cada mañana, el sexo
todavía era genial, y Zaiden era tan atento como siempre… siempre
que estaba presente. Echaba de menos a su amante. Echaba de
menos la camaradería que compartían. Echaba de menos despertar
para encontrar a Zaiden durmiendo en el suelo, porque la 102
temperatura de su cuerpo lo echaba de la cama. Echaba de menos
sus bromas, su cariño, e incluso un poco la sonrisa de suficiencia
cuando él intentaba cocinar.
Veía al hombre cada día y dormía con él cada noche, aun así
sentía una distancia infranqueable entre ellos.
Paseando por la sala de la suite del hotel, se devanó los sesos
intentando descubrir exactamente qué había ido mal en su relación.
Sabía cuándo había empezado el problema, pero no podía entender
por qué.
Dos días después de llegar al hotel, se había despertado para
encontrar a Zaiden sentado en la pequeña mesa de la esquina de la
sala, mirando ausente su taza de café. Le había llevado tres intentos
llamar la atención de su compañero. Las cosas habían empeorado
progresivamente desde entonces, y no podía contar el número de
veces que lo había encontrado mirando a la nada con la misma
expresión. Su cerebro todavía se rebelaba contra la idea de estar
enamorado del hombre, pero su corazón lo sabía, y se rompía un
poco cada vez que Zaiden lo alejaba. Demonios, no podía recordar
la última vez que se habían sentado a hablar, o que se habían
acurrucado en el sofá a ver una película.
Nunca había disfrutado particularmente de esas cosas antes, pero
echaba de menos hacerlas con Zaiden. Necesitaba encontrar una
forma de llegar a su compañero antes de que todo se derrumbara a
su alrededor. No tenían una cláusula de —salida— en este
emparejamiento, y se negaba a pasar la eternidad con un borracho
silencioso y malhumorado.
Paró de pasearse por la habitación, cuando la puerta principal de
la suite se abrió de golpe y Zaiden se derrumbó dentro, cayendo al
suelo y gruñendo miserablemente. Alzando sus manos exasperado,
atravesó la habitación y se quedó sobre su compañero con las manos
en las caderas.
—¿De nuevo, Zaiden? ¿En serio? —Un pensamiento repentino se
le ocurrió, y le tocó la cadera con el pie. —¿Condujiste?
—Sip—le dijo con una risita.
Gruñendo bajo, su rostro retorciéndose por la ira, cerró la puerta
con la suficiente fuerza como para que las ventanas temblaran.
—¡Tú, bastardo egoísta y estúpido! —Gritó. —Si quieres matarte,
es problema tuyo, ¿pero se te ha ocurrido por un segundo pensar 103
qué me haría eso?
—Eres inmortal—dijo Zaiden, mientras alzaba los ojos hacia él con
la mirada borrosa. —Aunque muriera, tú sólo estallarías en tus
llamitas y renacerías. —Ondeó su mano sobre su cabeza como un
lunático.
—No, imbécil, no pasará. —Negó con la cabeza tristemente.
¿Cómo se suponía que iba a tener una conversación con el hombre
cuando seguramente ni recordaba su propio nombre? —Si yo muero,
sí, renazco. Lo que significa que tú siempre estarás seguro de la
muerte por ese aspecto.
—¿Ves? Te lo dije—masculló Zaiden adormilado.
—Si tú mueres—continuó fríamente, —te llevaras mi fuego y me
destrozaras el alma. Un fénix no puede vivir con la ausencia de
ninguno de ellos.
—Dijiste que no podías morír—Zaiden se sentó y se levantó con
mucha dificultad. Se agarró la cabeza con ambas manos, mientras
se balanceaba peligrosamente a un lado. —No puedes morir Ash.
—No me pueden matar —lo corrigió. —Sin embargo, puedo morir.
Es por eso, que la mayoría de los fénix sólo toman a otro fénix como
compañero.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —Los ojos de Zaiden se
entrecerraron, y sonó enojado.
Se encogió de hombros. —Nunca salió el tema. Habría sacado el
tema en algún momento.
—¿En algún momento? —Zaiden dijo la frase como si le diera
vueltas buscando su significado. —Me mentiste. —Sip, descubrió su
definición.
—No mentí —, dijo, defendiéndose. —Sólo pensé que no estabas
listo para escuchar todos los hechos.
—Te lo dije todo. Te hablé de mi magia. Sobre abandonar mi clan.
¡Nunca te he ocultado nada! —La voz de Zaiden creció en volumen
hasta que gritó las últimas palabras.
—Nada excepto por qué sigues llegando a casa borracho—

104
Escupió las palabras y se alejó un paso de su compañero. —Eso es,
si decides venir a casa. Si no quieres estar a mí alrededor, todo lo
que tienes que hacer es decirlo. Mi culo todavía estará disponible
para ti hasta la siguiente reunión, simplemente ¡porque no perderé a
mi pájaro por un patético imbécil como tú!
Esperó a que Zaiden contestara, esperando haber provocado al
hombre para escupir lo que le pasaba realmente. Cuando este sólo
siguió mirándolo, tuvo suficiente. Resopló y puso los ojos en blanco,
mientras pasaba a su compañero que apenas se mantenía en pie y
se apresuraba a entrar en el dormitorio separado. Empezaría a
buscar su propia casa cerca por la mañana. No tenía opción sobre
estar emparejado con el hombre, pero eso no significaba que tuviera
que vivir bajo el mismo techo.
Zaiden rodeó el sofá arrastrando los pies y se dejó caer sobre los
cojines. No sabía que pensar de lo que acababa de pasar. Oh, sabía
que la había cagado…otra vez. Aunque eso no le daba a Asher el
derecho a mentirle. U ocultar información, lo cual, para él, era
equivalente a mentir.
Había sabido que sus acciones podrían hacer daño a su
compañero, nunca debería haber transitado el camino de la
autodestrucción. Había pensado que estaba protegiendo a Asher con
sus acciones. ¿No podía hacer nada bien? Parecía que no importaba
cuanto lo intentara, sólo seguía equivocándose.
Sí, y quizás estaba siendo un sucio hipócrita. Había estado
ocultándole cosas a Asher durante semanas, pero sólo lo había
hecho para mantener a su compañero a salvo. Inclinándose hacia
delante, apoyó sus codos en sus rodillas y se cubrió la cara con las
manos. ¿Por qué todo tenía que ser tan malditamente difícil? Nunca
había querido nada de esto. Especialmente, después de lo que había
pasado con Darkin en la reunión anterior. Nadie merecía tener a
alguien dañado, y eso era exactamente lo que el brujo había hecho
con él. 105
No se había sentido encantado al descubrirse emparejado
accidentalmente con Asher, pero las semanas que habían pasado
juntos habían sido de las más felices de su vida. Se sentía como si
pudiera contarle cualquier cosa, reabrir sus heridas y dejarlas
sangrando a sus pies, y su compañero sólo recogería los pedazos y
los arreglaría. Entonces la locura empezó, y se había asustado.
Nunca permitiría que lo que le había pasado, le ocurriría a su
compañero. Juzgando por los pequeños regalos que habían
aparecido en su puerta, alguien sabía lo que era Asher, su fénix, y
buscaba herir al hombre. No podía permitir que eso pasara.
Perdido en sus pensamientos, se tensó cuando un cuerpo cálido
se deslizó detrás de él en el sofá y brazos más delgados rodearon su
pecho, abrazándolo con fuerza.
—¿Estás preparado para hablar?
La mano de Asher subió por su pecho en suaves caricias y le apoyó
la mejilla contra su nuca. Aceptando el consuelo ofrecido, cerró los
ojos y suspiró. Había intentado las cosas a su manera, y sólo había
conseguido apartar a su compañero, su único amigo y aliado, y
sentirse miserable.
Levantando el rostro de sus manos, acarició el antebrazo de Asher
con sus dedos, amando la sensación sedosa de la piel de su amante.
El sexo había sido increíble durante el último par de semanas, pero
había faltado la cercanía y la intimidad que una vez compartieran.
Echaba de menos sostener a su compañero, escucharlo divagar, o
sólo estar en la casa los domingos por la tarde.
—Te echo de menos—susurró suavemente, sin darse cuenta de
que había dicho esas las palabras, hasta que salieron de sus labios.
—Es gracioso, he estado aquí todo el tiempo. Sólo tenías que dejar
de ser un imbécil y abrir tus ojos.
Sus labios se arrugaron, no luchó contra la sonrisa que apareció
en su rostro. —Sí, también eché de menos eso.
—¿Qué sea un sabelotodo? —Asher rió suavemente y le dio un
suave beso en el cuello. —Háblame, Zaid. Dime qué pasa.
—¿Puedo abrazarte? —No tenía derecho a pedirlo, después de la
forma en que se había comportado, pero no quería más que tener a
su hombre en sus brazos.
—Por favor—susurró Asher, su suave respiración soplándole en la 106
oreja, haciéndolo estremecer. Lo rodeó, gateando en su regazo y
acurrucándose con su cabeza, apoyándola en su hombro. —He
necesitado esto.
Abrazando a su amante con fuerza, cerró los ojos y respiró la cálida
y dulce esencia de su compañero. Asher siempre olía como la
primavera y le encantaba. —Yo también, cariño. Yo, también.
—Hey, ¿Zaid?
—¿Sí?
—También te eché de menos, grandote. —Asher pasó su nariz por
la clavícula y su mano le subió por el pecho. —Incluso cuando estás
aquí, estás a miles de años de distancia. Necesito que vuelvas, ¿está
bien?
Cerrando los ojos, luchó contra las emociones que amenazaban
con abrumarlo. —De acuerdo—se las arregló para susurrar.
—Bien. Puedes empezar diciéndome que pasa por tú cabeza, y
por qué has estado actuando como si tuvieras personalidades
múltiples.
—Pon a hacer café—Señaló hacia la pequeña cafetera que estaba
sobre la mini-nevera. —Me tomaré alguna aspirina. Esto podría llevar
un rato.

107
CAPITULO 16

Colocando una humeante taza de café delante de su compañero,


Asher se deslizó en la silla delante de Zaiden y juntó sus manos sobre
la mesa. —De acuerdo, empieza a hablar. —No quería ser duro ni
brusco con el hombre, ahora que finalmente iba a alguna parte, pero
todavía se sentía disgustado y herido por la actitud reciente de Zaiden.
—Está bien, ¿sabes los pájaros que encontramos en el patio?
Asintió lentamente, sin entender a dónde iba la conversación.
Pensó que habían superado eso. —¿Qué tiene eso que ver, con que
llegues a casa borracho y comportándote como un imbécil?
—No fueron sólo los pájaros. —Zaiden suspiró y agarró un puñado
de sus largos rizos y tiró fuerte. —Las cosas empezaron a pasar
después de eso. Al principio, sólo eran cosas pequeñas. —No lo
miraba, sino que bajó los ojos a su taza de café. —Mi oficina aparecía
limpia como los chorros del oro, cuando sabía que la había dejado
echa un caos total el día anterior.
—Bueno, quizás tu secretario o alguien más limpió—le brindo.
108
—Sí, al principio pensé eso. Incluso le pregunté, y me dijo que ella
no lo había hecho—Sacudió la cabeza y rió sin mucho humor.
—Entonces empezaron los regalos. Sólo cosas pequeñas al
principio como flores o chocolate.
—¿Qué regalos?—Se sentó más derecho, mirando a su
compañero. —Nunca me hablaste de ningún regalo.
—Lo sé—murmuró Zaiden. —No quería preocuparte.
—Dijiste que empezaron con cosas pequeñas al principio.
¿Entonces qué pasó después de eso?
—Empecé a recibir regalos más caros como relojes, brazaletes, y
cosas como esas. Entonces, hace como tres días, hubo una pequeña
caja de terciopelo negra en mi escritorio con un anillo de oro dentro.
—¿Un anillo de compromiso?—Jadeó, sus ojos ampliándose
mientras se llevaba la mano a la boca.
—Eso es lo que asumo. Había una nota. —Zaiden finalmente alzó
los ojos y pudo ver las lágrimas en ellos. —Básicamente, decía que
tú no eras la persona adecuada para mí, y que necesitaba
deshacerme de ti o cosas malas iban a pasar.
—¿Dónde está la nota?
—En mi escritorio, en el trabajo, junto al anillo. Iba a llamar a la
policía, pero entonces decidí que ponerme como una cuba sonaba
como una idea mejor. —Zaiden deslizó su mano a través de la mesa,
la palma hacia arriba en una obvia señal de que necesitaba ser
tocado y consolado.
Tanto como quería permanecer molesto con su amante por
ocultarle cosas, conocía sus razones por las que lo hizo. Él se habría
asustado si hubiera sabido algo de eso. Si era honesto consigo
mismo, habría hecho todo lo que hubiera podido para evitar que su
compañero pasara por algo así.
Sus dedos temblaron, mientras lentamente colocaba su mano
dentro de la de Zaiden y la apretaba. —Deberías habérmelo dicho.
—Lo sé—le susurró este. —Estaba asustado, y no sabía qué hacer.
Nunca te pondría en peligro, por nada en el mundo.
—Lo sé—le contestó con el mismo tono bajo. —Pero podría
haberte ayudado a tratar con esto. No tenías que soportarlo tú solo.
Para eso están los compañeros, ¿no? Se supone que estamos ahí el 109
uno para el otro. SI me dejas fuera, ¿cómo podemos ser realmente
un equipo?
—Lo sé, cariño. Lo siento tanto. ¿Puedes perdonarme?
No emitió palabra por un tiempo. Por supuesto que iba a perdonar
al hombre, pero quizás, sería buena idea dejar que Zaiden se
preocupara un poco. —Entonces, ¿por qué te has estado quedando
fuera hasta tan tarde y volviendo a casa borracho?
Zaiden bajó la cabeza como si entendiera que él no iba sólo a
perdonarlo de repente. —Me quedaba lejos tanto como fuera posible,
porque pensé que, si no estaba contigo, entonces estarías a salvo.
Quienquiera que sea, quiere separarnos. Si no estoy contigo,
entonces no son una amenaza para ti.
—¿Y emborracharte?
—Te echaba de menos —susurró Zaiden. —Echaba de menos
sostenerte, reír contigo, la forma en que tu nariz se levanta y sacas
la lengua entre tus dientes cuando te pones a escribir. Echaba de
menos cada maldita cosas sobre ti, cariño. Era miserable, y el alcohol
me ayudaba con el dolor.
—Esa es una historia patética, Zaiden Reed—Asher tragó con un
nudo en la garganta y soltó la mano de Zaiden y se levantó de la
mesa. Había escuchado suficiente.
La cabeza de este se alzó, parecía perdido, tan asustado que no
pudo soportarlo más. Apresurándose a rodear la mesa, se colocó en
el regazo de su amante, envolvió sus brazos fuertemente alrededor
del cuello de Zaiden, y le dio un beso que esperaba que endureciera
a su compañero.
Este respondió con el entusiasmo apropiado, jadeando y gruñendo,
apretándolo, mientras devoraba su boca con la suficiente pasión y
calor para incendiar la habitación. Largos minutos después, cuando
finalmente se separaron, hociqueó con su nariz el cuello de Zaiden e
intentó aguantar la respiración.
No podía aguantar más. —Te amo, Zaiden— susurró suavemente,
dando húmedos besos a la piel húmeda de la garganta de su amante.
Su compañero se tensó, sus brazos apretándose a su alrededor, y
un suave gemido vibró en su pecho. —Gracias Dios—gimió.
Luchando contra el agarre de Zaiden, se echó atrás y miró a su 110
compañero a los ojos, curvando una ceja en confusión.
—¿Qué significa eso?
—Significa que estaba tan preocupado de que no me perdonaras,
creí que iba a perderte. Significa que tú eres lo mejor que me ha
pasado, y la persona más importante en mi mundo. Demonios, eres
mi mundo. —Le rozó los labios sobre los suyos una vez, dos, una
tercera vez, antes de sonreír ampliamente. —Significa que también
te amo, cariño.
No podía hablar, no podía pensar… apenas podía respirar. Nunca
había creído que encontraría un compañero, menos a alguien que le
amara. Era más de lo que podría haber esperado. Sólo esperaba
poder ser suficiente para su compañero.
—No volverás a ocultar cosas nunca más. ¿Ha quedado claro?
—Como el agua—contestó Zaiden seriamente con un rápido
asentimiento de cabeza. —Lo prometo, cariño. Nunca más. Y te digo
lo mismo—Sus ojos se entrecerraron, mientras lo miraba.
—Tenemos que hablar de lo que pasa si me muero.
Hizo un puchero. No quería hablar sobre alguien muriendo. Quería
llevar a su compañero a la cama, desnudarlo, y lamer cada
centímetro de su cuerpo. Quería hacerle el amor a su hombre, echar
una siesta, luego levantarse y repetirlo todo de nuevo. Varias veces,
si pudiera elegir.
—Asher, hablo en serio.
—Bien —, suspiró. —Déjame conseguir más café, e intentaré
explicártelo.

—Así que, ese fuego morado que creas cuando hacemos el amor.
¿Viene de mí? ¿No puedes hacerlo sin mí? —La cabeza de Zaiden
daba vueltas con la información que Asher le acababa de dar.
—Nop. Sólo llamas naranjas sin ti, cariño. Te lo dije, tú eras mi 111
fuego.
—Sí, comprendo eso. Sólo que no entiendo que tiene eso que ver
con que yo muera, Estás diciendo que, si muero, ¿me llevo tu fuego
conmigo? —Intentó entenderlo con su confuso cerebro. —Pero
tenías tus llamas mucho antes de que yo apareciera.
Asher sonrió suavemente y sonrió. — Sí, lo tenía. Pero cuando me
aparee contigo, y mi fénix te aceptó, te dimos esa llama. —Se inclinó
sobre la mesa y le tomó la mano. —Y enlazamos nuestras almas. Ni
mi fénix ni yo podemos vivir sin nuestra alma.
Su garganta ardió, y parpadeó rápidamente para dispersar las
lágrimas que sentía reuniéndose allí. Probablemente, era lo más
dulce que alguien le hubiera dicho nunca…de una forma
completamente macabra.
—¿Y tú fuego? Dijiste que tampoco podías vivir sin tu fuego.
Asher suspiró y bajó la cabeza a la mesa para restregar su ceño
contra la madera. —¿Me estás escuchando? —Alzó la cabeza y lo
miró a los ojos.
—Tú. Eres. Mi. ¡Fuego! —Golpeó la mesa con su otra mano. —Te
lo regalé cuando nos apareamos. Si tú mueres, te llevas ese regalo
contigo. Adiós, llamas. Adiós, fénix. Adiós, Asher.
—No me gusta esto—No creía que pudiera soportar tanta
responsabilidad. —Recupéralo. No lo quiero.
—Es demasiado tarde. No puedo quitártelo, y aunque pudiera no
lo haría. —Asher sonrió traviesamente y le guiñó un ojo. —Deberás
cuidar mejor de ti y dejar de hacer cosas estúpidas como conducir
cuando estás como una cuba.
La culpa y la vergüenza lo abrumaron, no pudo hablar durante unos
minutos. —Lo siento, Ash. No lo sabía. Nunca habría hecho nada tan
estúpido, si me hubiera dado cuenta de lo que podría pasarte.
—Lo sé. Y es culpa mía, en parte por no darte todos los hechos.
Aunque ahora que lo sabes, espero que atesores y protejas el regalo
que te he dado.
—Siempre—susurró. —Eres mi regalo, Asher. Nunca pensé que
me emparejaría. Después de lo que pasó con Darkin, y la forma en
que me dejó roto, nunca quise ser una carga para alguien más. 112
—No estás roto—le dijo con fiereza. Entonces sus cejas se
juntaron en confusión, y ladeó su cabeza. —¿Quién es Darkin?
—El brujo que se llevó mi magia. Te hablé de él.
—Sí, lo recuerdo. Sólo que nunca dijiste su nombre.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora?
—Para eso, no tengo respuesta—le dijo, negando con la cabeza y
levantándose de la mesa. —Tenemos que descubrir quién nos acosa,
porque odio esta estúpida cama de hotel, y quiero ir a casa. Esta
atmósfera no es adecuada para escribir.
Rió, sintiéndose mejor que de lo que había hecho en días, mientras
se levantaba y rodeaba las sillas hacia su compañero.
—Está bien, repasemos los hechos y veamos qué tenemos.
Aunque realmente quiero abrazarte, ¿por lo que podemos hacer eso
en la cama que tanto odias?
Asher rió, mientras se quitaba la camiseta y se dirigía al dormitorio
adjunto. —No es tan mala, cuando hay alguien aquí, con quien
compartirla.
—Quieres decir, cuando yo estoy aquí para compartirla contigo. —
Sus celos, ante la idea de que su compañero estuviera en los brazos
de otro hombre, hirvieron bajo la superficie, y tuvo dificultades para
no expresarlo. —Nadie más, Asher. Nunca nadie más que yo.
—Sabes lo que quiero decir, Zaid. —Asher puso los ojos en blanco,
mientras se bajaba los jeans y apartaba las mantas. —Pierde la ropa
y métete dentro. No puedo dormir sin ti, y estoy exhausto. Podemos
hablar, hasta que me duerma.
Eso sonaba como la mejor idea que había escuchado en toda la
semana. Desnudándose rápidamente, gateó en la cama e
inmediatamente alcanzó a su compañero, atrayendo a Asher a sus
brazos y metiendo la cabeza de su compañero bajo su barbilla.
—Entonces, creo que podemos asumir con seguridad que esta
persona va a por mí—dijo, después de que se acomodaran.
—Sí, creo que esa es una suposición bastante acertada—estuvo
de acuerdo Asher, mientras bostezaba. —Y todavía digo que es ese
hombre, Andrew.
—No hemos sabido de él, desde que fuimos a Memphis. 113
—Lo cual me recuerda, que nunca me llevaste a Nashville. Me lo
debes.
—Ash, por favor intenta centrarte.
—Oh, de acuerdo, pero tiene sentido. Mucho sentido. Andrew
aparece justo cuando estamos a punto de irnos, te dijo que está
caliente por algún hombre, y luego desaparece. Podría haber sabido
que nos íbamos, pero no dijimos por cuanto tiempo o a dónde íbamos.
Eso lo altero.
Tanto como odiaba admitirlo, su pequeño compañero tenía un muy
buen argumento. —Pero por qué no me lo ha dicho. De eso hablamos.
Que debería decirle cómo se siente a esa persona de la que está
enamorado.
—No, tú le dijiste que intentara cortejar al tipo. —Asher resopló. —
Te está cortejando, Zaid.
—¡Desgraciado! Tiene sentido cuando lo dices así.
—Lo sé. Por eso yo soy el listo, y tú sólo estás para verte apuesto
y agarrar las cosas de los estantes altos.
—Mocoso —dijo riendo. —De acuerdo, suficiente por esta noche.
También estoy exhausto, y necesitamos aclararnos las cabezas si
vamos a tratar con esta mierda. Vamos a dormir un poco y por la
mañana, pensaremos que hacer.
—Uh, ¿Zaid?
—¿Sí, cariño?
—Quiero dormir y todo eso, pero hay dos cosas de las que me
gustaría hablar.
Gruñó pero asintió. —Dime.
—Número uno, me acabas de decir que me amas, y realmente me
gustaría hacerte el amor ahora. Y número dos, de todas formas,
tenemos que hacerlo porque si no voy a incendiar la cama en unas
tres horas.
Quería golpearse en la cabeza. Con todo lo que pasaba, todo lo
que acababan de discutir, y todavía sintiéndose un poco mareado por
el licor que había consumido, se había olvidado por completo sobre

114
consumir su apareamiento cada veinticuatro horas.
Hizo una mueca, cuando recordó las noches en que había llegado
borracho al hotel, a penas capaz de levantarse y ardiendo de entro a
fuera. Sabía que tenía que ser peor para Asher porque el hombre
básicamente le atacó cada una de esas noches. Dios, había sido un
imbécil egoísta. Realmente no merecía su perdón.
—Lo siento, cariño.
Asher alzó la mano y colocó dos dedos sobre sus labios, antes de
que pudiera decir algo más.
—No te disculpes, Zaid. Sólo arréglalo.
—Encantado—masculló través de los dedos de Asher. Entonces
sonrió traviesamente y se tiró encima de su hombre. —¿Algunas
últimas palabras antes de que te folle hasta la muerte?
—Oh, eso fue tan malo. Realmente deberías intentar ser sólo verte
apuesto y dejarme pensar a mí.
—Está bien—Se encogió de forma evasiva. —Esperaremos para
ver lo que tienes que decir, cuando acabe contigo.
—Hey, ¿Zaid?
—¿Sí, cariño? —Arqueó una ceja. Realmente le gustaba jugar a
este juego.
—Te amo, ¿está bien?
Todo su cuerpo se ablando por su amante, mientras cubría el
cuerpo de Asher y presionaba un tierno beso en sus labios.
—Lo sé, cariño, y yo también te amo.

115
Capítulo 17

—Dr. Reed, alguien vino a verlo. —Dijo la recepcionista por el


intercomunicador.
Zaiden frunció el ceño. —Abby, no tengo ninguna cita hasta dentro
de una hora.
—Lo siento, señor, pero ella dice que es una emergencia.
—¿Quién es?
—Es Denise George, señor.
Sus ojos se abrieron un poco. Y se enderezó en su asiento.
—Hazla pasar—Ajustó su corbata y se levantó de su asiento para
rodear el escritorio de caoba y recibir a su actual paciente. Después
de varias semanas en las que estuvo perdida en acción, no podía
contener la curiosidad respecto a la razón de su actual visita a la
oficina.
La esbelta mujer ingresó en la habitación, luciendo muy hermosa 116
en su sweater ligero beige y su pollera negra. Cerró la puerta
sigilosamente y se apresuró a atravesar la habitación hasta llegar a
él, arrojándose a sus brazos sollozando.
Sorprendido, la rodeó con sus brazos y le acarició torpemente la
cabeza. —¿Ocurrió algo malo Denise? ¿Qué es lo que sucede?
—Es Andrew —sollozó. —Está completamente desquiciado.
—¿Te lastimó?
—No, no a mí—Sus sollozos se detuvieron luego de unos
segundos, y se alejó de él, para secarse los ojos con los dedos.
—Va a lastimar a tu amante, Dr Reed.
—¿Qué? —Gritó. —¿Cómo lo sabes?
—Continúa llamándome. No sé cómo consiguió mi número, pero
sigue rogándome que lo ayude. Está obsesionado con usted doctor.
Nunca habla de otra cosa. Por eso, cambié mi número. Estaba
asustada.
—Asher está a salvo —le dijo Zaiden con firmeza. —Andrew no
sabe dónde se encuentra.
—Ustedes se están quedando en el Dorchester —le respondió con
seguridad. —Andrew me dijo, que te siguió una noche cuando saliste
del trabajo. —Se alejó unos pasos y negó con su cabeza con tristeza.
—Está de camino hacia allá. No lograrás llegar a tiempo.
—Llama a la policía. Habitación cuatro cuarenta y uno. —Gruñó las
palabras, mientras pasaba por delante de la mujer dirigiéndose con
rapidez hacia la pesada puerta de madera de la habitación.
Deteniéndose por un segundo, miró por encima de su hombro y
asintió una vez. —Gracias, Denise.
—Por favor, apresúrese, Dr. Reed. Llamaré a los de seguridad del
hotel y les diré que lo esperen allí.
Asintió nuevamente y salió apurado de la habitación, pasando de
largo a su muy confundida secretaria y saliendo por la puerta hacia
el lobby y de ahí al estacionamiento. Llegaría a tiempo. Acababa de
encontrar a Asher, y nadie le quitaría a su pareja.
Sacando el celular de su bolsillo, rápidamente marcó su número,
mientras hurgaba en su bolsillo por las llaves.
—Hola, bebé —respondió Asher en el segundo timbre. —¿Qué 117
sucede?, ¿Sigue en pie lo que llevar esa nota al departamento de
policía, durante tu hora de almuerzo?
—Asher, cierra las puertas y no dejes entrar a nadie a la habitación.
Estoy de camino hacia allí.
—¿Qué es lo que está sucediendo Zaid? —Sonaba nervioso, y él
no podía estar más agradecido por ese hecho. Si Asher estaba
asustado, se pondría en guardia.
Sacando las llaves con sus temblorosas manos, las dejó caer al
suelo, y maldijo, mientras se agachaba a recogerlas. No tenía tiempo
para esta mierda. —Estoy yendo —, repitió.
Algo grande y pesado lo golpeó al costado de la cabeza, causando
que trastabillara y cayera al suelo, sobre sus manos y rodillas. Su
teléfono deslizó por el pavimento hasta quedar debajo de su sedán.
Antes de poder deshacerse de su atacante, otro golpe lo alcanzó en
su sien, y cayó al suelo mientras el mundo se desvanecía a su
alrededor.
—¡Zaiden! —Gritó Asher a través del teléfono, el pánico subiendo
por su pecho haciendo arder su garganta. Escuchó un ruido
amortiguado y un fuerte gruñido, luego todo se volvió en silencio.
—¡Zaiden!
Cuando no recibió respuesta alguna, cerró su teléfono y lo mandó
a volar por la habitación, para estrellarse contra la pared opuesta.
Pasándose los dedos por el pelo, caminó por la alfombra, tratando
desesperadamente de pensar qué hacer. Supuso que Zaiden había
estado en su oficina cuando llamó, pero él ni siquiera sabía dónde
estaba. Casi dos meses habían estado juntos, y nunca había estado
en el trabajo de su pareja, o incluso pensó en preguntar dónde estaba
ubicado.
Aún así, no podía simplemente sentarse allí y no hacer nada.
118
¿Debería llamar a la policía? Honestamente, no tenía ninguna
información para darles, tampoco alguna prueba de que Zaiden
realmente había sido herido.
—¡Puta madre! —Gritó, cuando la frustración lo envolvió como si
lo estrangulara.
Agarrando sus llaves de la mesa auxiliar, se apresuró a cruzar la
habitación hacia la puerta. No sabía por dónde empezar a buscar,
pero tenía que hacer algo. Abriéndola bruscamente, casi chocó con
un muy nervioso Andrew. —Tú —gruñó con vehemencia. —¿Qué le
hiciste?
Andrew dio un paso apresurado en retirada y levantó las manos,
con las palmas hacia afuera, en una muestra de rendición. —No hice
nada, Asher. Lo juro.
—¿Dónde está Zaiden?
—No- no lo sé —, tartamudeó Andrew. —Vine a hablar contigo.
—Bueno, he agotado mi cuota de conversación amistosa con el
chico del servicio de habitaciones, así que intenta de nuevo
mañana—Pasó al lado del hombre, casi derribándolo, mientras corría
por el largo pasillo.
—¡Asher, espera! Puedo ayudar—Andrew llamó mientras trotaba
detrás de él. —Creo que podría saber dónde está.
Girando, envolvió con su mano la garganta del hijo de puta y lo
estrelló contra la pared, inmovilizándolo allí con un férreo agarre.
—¡Deja de jugar conmigo y dime dónde está mi maldita pareja!
Los ojos de Andrew parecían estar en peligro de desaparecer de
su cabeza, y su boca se abrió en estado de shock. —¿Pareja?
¿Estás emparejado?
—Sí —dijo. —Es mi compañero, mi amante y mi maldito mundo
entero. Voy a quemar toda esta ciudad para encontrarlo. ¿Ha
quedado claro?
Sacudiendo su cabeza rápidamente, Andrew le envolvió la muñeca

119
y tiró suavemente. —Te ayudare.
Lo soltó abruptamente y giró sobre sus talones para marchar hacia
los ascensores. —Esto no significa que confío en ti —gritó por encima
del hombro. —Si intentas algo, te incineraré y me reiré mientras gritas.
¿Entendiste?
—Entendido—Andrew repitió mientras caminaba junto a él y
sacudía la cabeza hacia la puerta de la escalera.
Asintió y le indicó a Andrew que fuera primero. De ninguna manera
le daría la espalda al hombre en un espacio tan reducido. Andrew
suspiró y empujó la puerta primero, guiando el camino.
Subieron las escaleras de dos en dos hasta la planta baja y se
desplazaron con rapidez, pero de la manera más informal posible a
través del vestíbulo principal del hotel y hacia su Mustang. Una vez
dentro y con el cinturón puesto, presionó el embrague y salió del
estacionamiento, ansioso por encontrar a su compañero.
—¿Cómo puedo llegar a su oficina?
—Por Broadway hacia Commercial, luego directamente a la
izquierda—Andrew respondió con fuerza, mientras agarraba la
manija de la puerta.
Apretó el acelerador a fondo, mientras esquivaba el tráfico,
tocando la bocina y moviéndose entre los coches que se movían más
despacio. Siguiendo las indicaciones de Andrew, se dirigieron hacia
el estacionamiento frente a la oficina de Zaiden, en escasos cuatro
minutos. Dejando el motor en punto muerto, saltó de su asiento y
corrió hacia el automóvil de Zaiden. Tal vez su compañero todavía
estaba dentro del edificio. El alivio intento inundarlo, pero lo impidió
firmemente. Necesitaba ver a Zaiden con sus propios ojos.
—Mira —dijo Andrew, mientras se ponía a su lado y señalaba el
suelo.
Su corazón se contrajo en su pecho, mientras se ponía en cuclillas
y mojaba los dedos en el líquido oscuro acumulado al lado del
neumático trasero. Levantando su mano, su cara cayó sobre el
líquido carmesí manchándola con sus dedos.
Comenzó a levantarse, pero un destello de luz de debajo del
vehículo llamó su atención. Agachando la cabeza y presionando su
pecho más cerca de la acera, se movió a tientas hasta que sus dedos
se envolvieron alrededor de algo frío y duro. Sacando el objeto de
debajo del auto, se puso de pie y miró el celular de Zaiden en su 120
mano. Alguien había puesto sus manos sobre su compañero, lo
había lastimado, y él quería su sangre.
—Tenemos que encontrar a Zaiden.
—No sé dónde buscar, hombre —Andrew cruzó los brazos sobre
el pecho y negó con la cabeza. —Esto es una locura.
Todavía no sabía qué demonios había estado haciendo Andrew en
su habitación de hotel, ni siquiera cómo había sabido dónde
encontrarlos. En realidad, tampoco tenía tiempo de buscar
respuestas en este momento. Tendría que esperar hasta después de
que encontraran a Zaiden. Su fénix clamo, canto una hermosa y
desgarradora canción, mientras buscaba a su compañero perdido.
Se golpeó la frente y gimió. Dios, era un idiota.
—Sé cómo encontrarlo.
—¿Como?
—Tengo que cambiar. Seré atraído hacia él, y mi fénix sabrá a
dónde ir—Movió su cabeza hacia su coche. —Necesito que me sigas,
luego llama a la policía cuando aterrice, ¿de acuerdo?
—Vámonos—Andrew corrió hacia su Mustang y se sentó detrás
del volante.
Quitándose la ropa, pensó, que probablemente debería
preocuparse por las leyes de la decencia pública, pero en este
momento, simplemente le importaba una mierda. Lo único que le
importaba era encontrar a su compañero. Una vez desnudo, cerró los
ojos, extendió los brazos y dejó que su fénix se hiciera cargo.

Gimiendo cuando la consciencia se le acercó lentamente, Zaiden


rodó sobre su costado y tomó su palpitante cabeza, siseando cuando
su palma acarició la profunda herida justo debajo de su cabello. Sus
párpados se abrieron, y tuvo que parpadear varias veces para disipar
lo borroso alrededor de sus ojos.
¿Qué demonios había pasado? ¿Dónde se encontraba y cómo
121
terminó allí? Luchando por sentarse, observó su entorno, casi
desmayándose, cuando se dio cuenta de que estaba de vuelta en su
propia cama.
—Ah, así que ahí estás. —Denise entró a toda prisa en la
habitación, empujándolo por los hombros y obligándolo a volver al
colchón. —Estaba empezando a pensar, que nunca te levantarías.
Le apartó las manos y gruñó, mientras quitaba las mantas de sus
piernas y se ponía de pie. —¿Dónde diablos está Asher?
—Está perfectamente a salvo, te lo aseguro. Así que siéntate y
déjame mirarte la cabeza. Me temo que todavía está sangrando un
poco.
—¡Me golpeaste! —Rugió.
—Bueno, por supuesto que lo hice. —Denise siguió sonriendo
alegremente como si no estuvieran discutiendo nada más que el
informe meteorológico del fin de semana. —¿De qué otra manera
podría haberte traído aquí?
—¿Tú? —Su corazón golpeó contra su esternón, y el calor se
extendió por todo su cuerpo, mientras la rabia se apoderaba de él.
—Mujer o no, si no te quitas de mi camina, patearé tu culo de acá
a la China.
—Estás siendo demasiado dramático—Denise resopló y chasqueó
la lengua. —Ese pajarito no puede cuidarte como yo. —Pronto lo
verás y te olvidarás de él.
Había escuchado suficiente. Fue a empujar a la delirante mujer,
pero se encontró congelado en su lugar. No importa cuánto luchara
contra las restricciones invisibles, no podía moverse. Mirando a la
perra frente a él, mostró los dientes y gruñó.
—¡Bruja!
Echando la cabeza hacia atrás, Denise se rió a carcajadas.
—Recién ahora lo notas, ¿verdad? ¿Cómo crees que sabía sobre
tu pequeño fénix? —Ella le guiñó un ojo traviesamente, luego le
movió la mano frente a la cara.
Sus ojos se redondearon, cuando sintió volar por el aire y aterrizar
de espaldas en el medio de la cama. Aún así, no podía moverse.
122
—Ahora, quédate ahí y descansa. No queremos accidentes,
¿cierto?
—¡Déjame ir!
—Ahora deja eso, o tendré que amordazarte. Planeo usar esa
bonita boquita más tarde, así que eso sería muy desafortunado.
Dejando de lado la pelea, continuó mirándola con expresión
rebelde. —Confié en ti.
Las cejas de Denise se elevaron hasta la línea del cabello, y lo miró
en estado de shock, antes de estallar en carcajadas.
—Oh, esa es una buena, — logró articular entre risas.
Cuando se calmó, se acercó a la cama y se inclinó sobre él,
aplastando sus bocas en un beso que lo dejó con ganas de vomitar.
—Creo recordar que cometiste el mismo error la primera vez —,
dijo dulcemente. Luego la voz de Denise se hizo más profunda,
fluyendo suavemente como el agua clara sobre las piedras del río y
sonando demasiado familiar. —Realmente eres bastante redundante,
mi pequeño juguete roto.
Capítulo 18

—Darkin —gruñó Zaiden. Parecía como si su vieja llama hubiese


ganado algunos poderes más en los últimos años. No muchos
usuarios de magia podrían cambiar de forma y mantenerla por largos
períodos de tiempo.
La mujer que estaba al lado de la cama comenzó a vibrar,
moviéndose tan rápido que se convirtió en nada más que una borrosa
sombra. Cuando el temblor finalmente se detuvo, Darkin apareció
donde acababa de estar Denise, su largo cabello negro fluyendo
sobre su hombro desnudo. Se veía tan hermoso como siempre,
vestido solo con un par de jeans bajos, haciendo alarde de su cuerpo
inmaculadamente musculoso. Sus labios se curvaron en una sonrisa
maliciosa, mientras extendía sus brazos hacia un lado y giraba en un
lento círculo.
—¿Todavía te gusta lo que ves, Zaiden?
—¡Que te jodan!
123
—Oh, llegaremos a esa parte—Darkin se rió de su propio chiste
más de lo que realmente era necesario. —No te ves muy feliz de
verme, pequeño fae.
Puro odio lo atravesó, mientras luchaba contra los lazos mágicos
que lo mantenían en el colchón. Sin magia propia y los poderes de
Darkin eran superiores debido a su desafortunado hábito de drenar a
sus víctimas, sabía que no tenía ninguna posibilidad de vencer al
bastardo. Sin embargo, eso no significaba que simplemente
esperaría pacientemente los juegos que había planeado para él.
—Ya te llevaste mi magia. ¿Qué más quieres de mí?
—No te quiero, tonto. —Darkin se burlaba, mientras paseaba por
la habitación. —Solo eres solo el cebo.
Un frío miedo, se filtró en él, enfriándolo hasta los huesos. —¡No
puedes tenerlo! —Rugió. —¡Él nunca te hizo nada!
Darkin solo rodó los ojos. —Raramente hacen algo. No es nada
personal. Simplemente deseo su llama. No es como si fuera a matarlo.
Solo será un poco más ... frágil.
—¡No puedes hacerle eso! Incluso tú no puedes ser tan cruel.
—No tienes idea de lo que soy capaz, Zaiden. —Darkin se encogió
de hombros. —Sacrificios tienen que hacerse. Me aseguraré de que
se vaya con una sonrisa en su rostro—Lo observaba con satisfacción,
mientras se tapaba la entrepierna y se frotaba la palma contra su
creciente erección.
Rechinando los dientes, gruñó y gruñó tratando de alcanzar al
bastardo que estaba al otro lado de la habitación.
—Si tan solo respiras sobre él, te juro que no habrá lugar para
esconderte en el que no vaya a encontrarte. Te perseguiré como un
perro y te arrancaré las bolas a través de tu ombligo.
—Suficiente—Darkin habló con calma, mientras movía la muñeca
perezosamente.
Gritó cuando su ropa desapareció, y fue empujado al aire antes de
voltearse y caer de espaldas a la cama boca abajo. Fuertes manos
se agarraron a su trasero, apretando los cachetes y separándolos.
—¡Quítame las manos de encima!

124
—Ahora pórtate bien, amor. —Las yemas de los dedos de Darkin
le rozaron la piel entre sus omóplatos. —¿Y qué tenemos aquí? Una
marca de apareamiento. ¿Te has emparejado con el fénix? —Sonaba
pensativo, mientras hablaba pronunciándolas lentamente.
Una súbita idea surgió dentro de su cabeza, y se quedó
completamente quieto, intentando calmar su voz y su respiración.
—¿Sabes que es inmortal, ¿verdad?
—Sí, pero también, yo lo soy.
—Es cierto, pero no como Asher. Él no puede ser asesinado. Sin
embargo, no puedes extraer eso de él, ¿verdad? —Dejó que la
sonrisa se filtrara en su voz, incitando al hombre. —Siempre que esté
emparejado con él, tampoco puedo morir. —Bueno, eso no era
exactamente cierto, pero esperaba que Darkin no lo supiera.
—¿Qué estás tratando de decir? ¿Qué debería aparearme con el
fénix? —Darkin se burló de la idea, pero podía oír la duda en sus
palabras. —Verdadera inmortalidad —, murmuró el hombre.
—Sí. Imagina el tipo de poder que te traería. Tendríamos que
aparearnos a los dos —, se apresuró a agregar. —Ya estamos
emparejados y no podemos romper el vínculo. No puedes reclamarlo
como tu pareja, a menos que nos aceptes a los dos.
La habitación permaneció en silencio durante varios largos y
agonizantes minutos. Permaneció en silencio, rezando para que su
loco plan funcionara. Solo necesitaba a Darkin para liberar el hechizo
vinculante. Si podía atraer a al brujo hacia una falsa sensación de
seguridad, jugar con su ego, entonces tal vez tendría la oportunidad
de sobrevivir.
Por supuesto, todo era solo palabrerío. Su apareamiento había
sido grabado en el libro de registro, el sello forjado, y Asher o él ya
nunca podrían reclamar o ser reclamados por nadie más. Si Darkin
hubiera estado en la reunión, lo sabría. No lo había visto allí, pero
había estado deliberadamente ocultándose en las sombras para no
llamar la atención y las preguntas incómodas de su antiguo clan.
—¿Por qué no estabas en la reunión? — Soltó con pánico.
Darkin rió tenebrosamente.
—Parece que una de mis ... adquisiciones se molestó bastante,
cuando tomé su habilidad para manipular el agua. Fue a llorar a los
Ancianos en la última reunión. He estado escondido desde entonces.
La última reunión. No solo había sido más que un juguete y una 125
fuente de poder para el bastardo, sino que no había sido el único en
sufrir esa noche. El saberlo solo sirvió para hacerlo sentir como una
puta barata. ¿Qué había visto en este hombre?
Gritos musicales recorrieron la habitación, hermosos y
sorprendentes, pero podía detectar la amenaza subyacente en la
llamada de su compañero. Aún así, el sonido se calmó y lo consoló,
recordándole la fuerza que poseía su amante. Asher podría cuidarse
solo. No necesitaba su protección.
En todo caso, en este momento necesitaba su propio héroe. El grito
de Asher resonó por la habitación de nuevo, más fuerte y más cerca.
Mordiéndose el interior de la mejilla para no sonreír, se relajó contra
el edredón y esperó. Su compañero estaba enojado, y Darkin estaba
a punto de entregarle su culo.
Asher voló en círculos sobre el cielo, rozando justo sobre el techo
de su casa, siguiendo la cuerda que lo conduciría a su compañero.
Mantuvo un ojo en la calle, esperando hasta que vio que su Mustang
se detenía en la acera antes de aterrizar sobre las tejas y dejar
escapar otro fuerte grito. No sabía quién estaba dentro de la casa con
su amante, pero sabía que eran sobrenaturales y extremadamente
poderosos. No le importaba nada. Incendiaría al bastardo hasta sus
cimientos y luego escupiría las cenizas. Nadie tocaba a su pareja.
Aferrándose a la cúspide del techo con sus garras, inclinó la
cabeza y cruzó las alas, tratando de calmar su rabia para volver a ser
humano. Le tomó varios minutos respirando profundamente antes de
sentir que sus plumas comenzaban a retroceder, dando paso a su
habitual piel cremosa. Su torso se encogió, sus extremidades se
alargaron, y su largo pelo color ébano se desplegó sobre sus
hombros. Al abrir los ojos, sacudió la cabeza para quitarse la
desorientación que sentía y se puso de pie, lentamente. Observó a
Andrew bajar desde el asiento del conductor de su Mustang y sacar
su teléfono móvil del bolsillo.
—Sin policía —le dijo. Sabía que alguien en la casa lo oiría, pero
su fénix estaba tan enojado, clamando por su compañero, que ya
126
deberían saber que había llegado. —Quédate fuera.
—Voy contigo—dijo Andrew, corriendo por el jardín delantero hacia
la puerta principal.
Suspiró y negó con la cabeza. No tenía tiempo como para discutir
con el chico. Solo esperaba que el idiota no fuera asesinado.
Corriendo apresuradamente por el techo, se deslizó por el enrejado
que trepaba por el revestimiento de la parte posterior de la casa.
Acercándose a la ventana de su dormitorio, se inclinó profundamente,
alzando su chispa, abanicándola y avivándola, formando las llamas
en sus manos.
Dirigió toda su energía en la bola de fuego del tamaño de una
pelota de béisbol, inspiró profundamente y la arrojó hacia el vidrio
que lo separaba de su compañero. Se elevó por el aire, rompiendo la
ventana e invadiendo la habitación. Un fuerte estrépito, maldiciones
y el grito ahogado de su compañero siguieron rápidamente mientras
echaba a correr y se impulsaba a través del enorme agujero hacia la
casa.
—¡Asher!
Rodando por encima del piso, se detuvo abruptamente cuando
chocó con la puerta de la habitación. Maldita sea, casi había logrado
aterrizar.
—Solo mira su poder —alguien respiró detrás de él. —Lo necesito.
—Entonces ven y tómalo —le gruñó, cuando se puso de pie y giró
para enfrentar a su enemigo. Sus ojos recorrieron la habitación,
observando la forma tendida de su pareja, desnuda y boca abajo
sobre la cama. Sus puños se apretaron y una roja neblina de furia se
apoderó de él.
Dirigió su atención hacia el hombre medio vestido que estaba
parado al lado de la cama, avanzó lentamente, moviéndose por pura
ira e instinto, y olvidando por completo su desnudez. El fuego lamió
sus brazos, sobre su pecho, y hacia abajo de sus muslos, haciéndose
más brillante y más cruel con cada paso que daba.
—Suéltalo —, gruñó.
—Dame tu poder —respondió el muy desgraciado.

127
La demanda hizo que tomara una pausa. Ladeando la cabeza
hacia un lado rápidamente, lo suficientemente fuerte como para
sonarle el cuello audiblemente, una sonrisa lenta y diabólica cubrió
su rostro. —Darkin—Oh, ¿podría ser esto más perfecto? Había
estado prácticamente salivando por conseguir un pedazo del idiota
que había lastimado a su hombre.
—Ah, mi reputación me precede—Este hizo una pequeña
reverencia, orgulloso y engreído, pasando su brazo frente a él para
envolver su flanco opuesto.
La acción rompió la última hebra de autocontrol que tenía, y rugió
fuertemente mientras forzaba una corriente de fuego de su mano
hacia Darkin. El hombre desvió su ataque, alzando rápidamente su
brazo y redirigiendo el fuego lejos de él. Las llamas se extendieron
sobre la espalda de Zaiden, soltando un suave gemido.
Volvió a llamar su llama y tuvo la loca necesidad de reírse. Incluso
en medio de una crisis, Zaiden todavía se despertaba con la
sensación de su fuego. Se dirigió hacia la cama, pero el movimiento
de la esquina en sus ojos, le llamó la atención, y giró, cayendo al
suelo justo cuando un puño se balanceaba hacia su cabeza. Saltando
hacia adelante, envolvió sus brazos alrededor de las piernas de
Darkin, empujando su cabeza contra las rodillas del hombre.
El brujo gritaba mientras caía al suelo, aterrizando por completo
encima de él. Lucharon por el dominio, tirando, empujando,
mordiendo y golpeando mientras rodaban por el suelo. Él obtuvo la
ventaja, terminando a horcajadas sobre las caderas de Darkin, y
golpeó con su puño la nariz del hombre.
Este rugió, una mano yendo a su nariz y la otra empujando hacia
su pecho. El dolor lo atravesó, rápido y ferozmente, cuando la magia
lo arrojó por el aire para estrellarse contra el marco de la cama de
metal. Su cabeza se golpeó contra la pata de la cama, afectándole la
vista y haciendo que le zumbasen los oídos. Cuando recupero la vista,
encontró a Darkin de pie, caminando hacia él con una expresión
asesina en sus ojos negros. Levantó su brazo, señalándolo con los
dedos, mientras murmuraba palabras no identificables en voz baja.
Arqueó su espalda, las cuerdas en su cuello se tensaron y sus ojos
se cerraron con fuerza, mientras gritaba de dolor. Su pecho ardía,
sintiéndose destrozado, como si lo estuvieran despedazando de
adentro hacia afuera. Sus músculos se bloquearon, y comenzó a
convulsionarse, sacudirse y temblar mientras sus talones golpeaban
el suelo. Un fuerte rugido resonó alrededor de la habitación, abrió los
ojos a tiempo para ver a Zaiden saltar de la cama y derribar a Darkin
128
en el suelo.
—Te mataré —cantaba una y otra vez mientras sus puños volaban,
aterrizando golpe tras golpe en el rostro y el cuerpo del brujo. Con
toda su atención y odio enfocados en él, aparentemente Darkin había
olvidado todo sobre mantener su control sobre Zaiden.
Cayendo al suelo, pudo respirar cuando el dolor desapareció
lentamente de su cuerpo, llevándose la mayor parte de su energía
con él. Invocando su poder restante, tendió su mano frente a él, con
la palma hacia arriba, y trabajó para reconstruir su llama. La pareja
continuó peleando, Darkin volviendo a unirse a la pelea en lugar de
simplemente recibir su paliza como un buen chico. Sus poderosos
muslos se envolvieron alrededor de la cintura de Zaiden y lo voltearon
hacia el piso alfombrado, mientras Darkin rodaba sobre él.
—Ya terminé de jugar contigo — jadeó.
—Oye, pedazo de mierda —llamó débilmente. —¿Todavía quieres
un trozo de mí?
La cabeza de Darkin giró bruscamente, y lo atrapó con su mirada
ónix, mientras comenzaba a alejarse de Zaiden. Esperó por otro
latido hasta que tuvo el disparo perfecto, luego envió su bola de fuego
gritando a través de la habitación.
Tomado por sorpresa, los ojos de Darkin se abrieron de par en par
cuando las llamas lo golpearon en el pecho, encendiendo todo su
cuerpo al impactar. Zaiden se alejó del hombre ardiendo y caminó
como un cangrejo hacia atrás para presionarse contra la pared.
Darkin rodó por el suelo, chillando por solo un momento antes de
que el fuego mágico lo acabara, reduciéndolo a cenizas en cuestión
de segundos.
Agotado y adolorido, dejó caer la mano y cayó al suelo, jadeando
contra la alfombra. Sin embargo, antes de que pudiera recuperar el
aliento, el aterrador grito de Zaiden lo obligó a levantarse
nuevamente, mientras el pánico le quemaba el corazón.
Zaiden tenía la cabeza echada hacia atrás, golpeándose de lado a
lado con los ojos abiertos y saltones, mientras continuaba gritando.
Entonces todo se detuvo abruptamente. Su voz se cortó en medio del
llanto, sus ojos se movieron hacia atrás en su cabeza, y cayó de
129
costado, flácido e inmóvil.
Capítulo 19

—¡Zaiden! ¡Zaiden!
Manos temblorosas lo tocaron por todas partes, acariciando su
sensible piel, mientras se estremecía y gemía. No era, precisamente,
dolor, era más como si estuviese siendo cargado con electricidad.
—Zaid, te amo. No puedes dejarme.
—No me iré a ningún lado, bebé —, intentó tranquilizar a su pareja.
Escuchó a Asher jadear y sintió que se posicionaba sobre su cuerpo,
antes de que una mano suave acariciara suavemente su mejilla.
—Abre tus ojos, chico grande.
—Lo estoy intentando—gruñó. Dios, estaba tan cansado. Solo
quería dormir.
—Inténtalo de nuevo —dijo Asher entre risas.
Con un gran esfuerzo, pudo finalmente abrir sus pestañas y
guiñarle a su pareja. 130
—Pájaro mandón —rezongó.
Asher rió de nuevo, mientras se estiraba en el piso, y se acurrucaba
cerca de su pecho. —Arruiné la alfombra de nuevo, lo siento.
Resoplando suavemente, envolvió su brazo alrededor de su pareja
y lo acercó más a su cuerpo. —Lo arreglaremos, cariño.
Las tablas del suelo en el pasillo crujieron, levantó la cabeza,
gimiendo por el dolor en sus sienes. Con solo un pensamiento y un
gesto de su mano, se cubrió y a su compañero con camisetas y
sudaderas.
—Oh —jadeó Asher. —Eso es genial. —Levantó los ojos y movió
las cejas juguetonamente. —¿Funciona al revés?
—Pervertido —bromeó, pero no miró a su compañero. Sus ojos
estaban fijos en la entrada, y sus músculos se tensaron, un gruñido
salvaje subió por su garganta, cuando Andrew entró en la habitación.
—Corre —advirtió.
—¿Qué? ¿Por qué? —Asher preguntó mientras movía la cabeza
hacia adelante y hacia atrás, mirando primero a Andrew y luego a él.
—No nos va a hacer daño. Ya le dije lo que le haría. ¿Por qué
tengo que correr?
—Me está hablando —, respondió Andrew en voz baja desde el
otro lado de la habitación. Mantuvo la distancia, sin acercarse más,
pero él no relajó su postura enojada.
—¿Lo sabías?
Andrew lo miró confundido.
—¿Saber qué? No tengo idea de lo que está pasando aquí. Fui al
hotel a hablar con Asher, y él casi me desgarra la garganta—Se ponía
más histérico con cada palabra, agitando sus manos salvajemente,
mientras levantaba la voz. —¡Luego se convierte en un maldito pájaro
de fuego, y descubro que ambos son preternaturales y que están
emparejados, por el amor de Dios!
—Los humanos saben sobre los sobrenaturales —, dijo Asher en
voz baja. —Todos lo hicieron cuando comenzó la Gran Guerra.
—Sí —Andrew resopló. —Aunque no sabía que ustedes lo eran.
—¿Hay algún problema con eso? —Separó a Asher de él y se puso
de pie, tambaleándose levemente, mientras se preparaba para
131
defender a su compañero si era necesario.
—No me importa lo que eres. Me importa que estés emparejado—,
Andrew susurró la última parte con tristeza. —Nunca tendré una
oportunidad ahora.
Asher se levantó del suelo y se paró junto a él, tomando su mano
y uniendo sus dedos. —No, no la tendrás. Él es mío.
—¿Qué? —Las cejas de Andrew se juntaron, y miró a Asher como
si creciera una segunda cabeza. Luego, muy lentamente, su frente
se suavizó y sus ojos se ampliaron, mientras su mandíbula se
desquiciaba. Casi podía ver la bombilla prenderse sobre su cabeza.
—¿Pensaste que quería al Dr. Reed?
—¿No es así? —Asher sonaba tan confundido como Andrew lo
había hecho. —Los pájaros, el mensaje en el techo- todo era tuyo.
Me querías fuera del camino para poder tener a Zaiden. No me
mientas.
Andrew negó con la cabeza lentamente. —No tengo idea de qué
estás hablando, y ciertamente no quiero al Dr. Reed. —Le sonrió un
poco, cuando sus mejillas se tiñeron de rosa. —Sin ofender.
No pudo evitar reírse. Aunque sabía hacia dónde se dirigía esta
conversación, no podía culpar al hombre. —Lo quieres a él.
El rubor en las mejillas de Andrew se hizo profundizo a medida que
se extendía por su cuello. —Desde el momento en que lo vi —,
confirmó. —No me di cuenta de que ustedes eran exclusivos. Cuando
dijo que estabas jodiendo, solo asumí que era eso y tal vez, tendría
una oportunidad.
—¿Yo? —Asher chilló.
Andrew le lanzó una mirada duh. —Eres hermoso, Asher. ¿Cómo
puede alguien no quererte?
En lugar de estar celoso, el orgullo se hinchó dentro de su pecho,
porque Asher era suyo. La gente siempre desearía al hermoso
hombre, apreciaría su belleza, pero él era dueño de su corazón. Las
siguientes palabras de la boca de su compañero, cristalizaron la
sensación, y casi se derritió en el suelo en un charco de baba.
—Soy de Zaiden—dijo Asher con firmeza. —Él es todo lo que
siempre he querido.
Andrew sonrió entendiendo y bajó la cabeza. —Lo sé, Asher. Te 132
juro que no entendí el alcance de su relación.
—¡Pero estábamos viviendo juntos! — Asher volvió a enojarse en
un instante. Su cabeza se inclinó en un sentido sobre sus hombros y
luego en el otro, mientras daba un paso deliberadamente hacia
Andrew. —Estás mintiendo —dijo con confianza.
—¿Qué? ¡No!
Asher señaló hacia lo que quedaba de las cenizas de Darkin, aún
humeantes, a escasos metros de Andrew. —No has dicho ni una
palabra sobre eso. Cualquier otro humano se habría asustado por
completo. Por lo menos, querrían saber qué fue eso.
—Yo ... no sé de qué estás hablando —, balbució Andrew, mientras
retrocedía hacia la puerta.
Movió una mano, congelando al hombre a medio paso. No tenía ni
idea de lo que estaba pasando, o a dónde se dirigía Asher con su
hipótesis recién formada, pero confiaba en su compañero con su vida.
Si Asher sentía que algo andaba mal, seguramente quería escuchar
el resto de esto.
—¿Cómo conociste a Darkin? —Asher continuó avanzando, dando
vueltas alrededor de la inmóvil forma de Andrew, mientras hablaba.
—¿Por qué lo estabas ayudando?
—¡Te juro que no sé de lo que estás hablando! —Gritó Andrew,
pero el movimiento nervioso de sus ojos, contó otra historia.
—Yo comenzaría a hablar —, le dijo con calma. —Sin embargo, te
advierto. Mi compañero puede quemar tus bolas, si no está
satisfecho con tus respuestas.
Asher parpadeó sobre su hombro y chasqueó los dedos,
produciendo diminutas llamas anaranjadas que bailaban en las
puntas. —¿Quieres volver a intentarlo? —Preguntó, volviéndose
hacia Andrew y sosteniendo su ardiente mano cerca de la ingle del
hombre.
—¡Está bien, está bien! —Asher retrocedió un poco, y Andrew
tomó un par de respiraciones profundas. Sus ojos se encontraron con
los suyos, cuando comenzó su historia. —¿Recuerdas cuando llegué
a tu oficina ese día? Cuando te dije que pensaba que era gay y que
había conocido a alguien a quien no podía quitarme de la cabeza—. 133
—Sí—No era probable que fuera a olvidar rápidamente esa
conversación.
—Fue Darkin —, susurró. —Nos encontramos en la fila de la tienda
de conveniencia, y él era tan guapo y encantador, y todo sobre él
simplemente me atrapó.
—Ve al punto —, ordenó Asher, aumentando las llamas en sus
manos.
—Espera —, le dijo. —¿Cómo me encontró? ¿Cómo siquiera sabía
sobre Asher? Solo nos hemos apareado hace un par de meses.
—Dijo que había estado buscando un fénix por años. La
manipulación del fuego era el único poder que aún tenía que adquirir.
Encontró a Asher justo antes de la reunión. Como no podía mostrarse
delante del Consejo, esperó hasta que Asher regresó a México, y
luego lo siguió hasta aquí.
—¿Cómo? —Exigió Zaiden. —Asher vino aquí como un fénix.
—Él puede cambiar su forma —, agrego Andrew. —Viajó como un
águila.
Asher y él intercambiaron miradas, luchó contra el impulso de
poner los ojos en blanco. Asher se veía tan malditamente presumido.
La sonrisa en su rostro, prácticamente resplandeció como neón,
gritando, —¡Te lo dije!
—¿Y los regalos? —Asher quería saber, volviendo su atención a
Andrew.
—Eso fue solo para llevarte en la dirección equivocada. No quería
ayudarlo, pero era como si no pudiera detenerme. Quería que
pensaras que eras el que estaba siendo acosado —Andrew terminó,
todavía mirándolo.
—Así creería que era una amenaza hacia mi compañero. Sabía
que no pondría a Asher en peligro —murmuró, más para sí mismo
que para alguien más. —Por ello, cuando traté de poner distancia
entre nosotros, él podría entrometerse y jugar al héroe. Recoger los
pedazos y llevarse a Asher a la cama, para poder absorber sus
poderes.
—Sí.
—Entonces, ¿me quieres o no? —Asher sacó el labio inferior. Puso 134
los ojos en blanco y negó con la cabeza, ante el puchero en la cara
de su amante.
—Eres hermoso, Asher —, dijo Andrew, mirándolo por el rabillo del
ojo. —Pero todo era solo parte del juego. No sabía lo que Darkin
había planeado hoy. Se suponía que solo debía aparecer en el hotel
y mantenerte ocupado. Cuando descubrí que el Dr. Reed había
desaparecido, caí en cuenta de algo, y simplemente no pude hacerlo.
Lo siento por todo esto.
—Entonces, ¿Darkin fue Denise todo este tiempo?
Andrew lo miró sin comprender. —Denise llevó a nuestro chico de
la piscina a la casa, el día que solicitamos el divorcio. Honestamente,
no sé nada sobre Darkin pretendiendo ser Denise.
—Te creo. —Se frotó la cara con las manos y suspiró pesadamente.
—¿Y ahora qué?
—Tengo algo de dinero ahorrado—dijo Andrew. —Quiero
mudarme, encontrar un lugar donde nadie me conozca y comenzar
de nuevo.
—¿Ash?
Asher se quedó en silencio por varios minutos, antes de finalmente
asentir secamente. —Sospecho que pudiste haber estado bajo algún
tipo de hechizo, así que tendré piedad de ti, esta vez. —Empujando
a Andrew, poniéndose de puntillas, hasta que estuvieron nariz con
nariz. —Pero, si vuelves a acercarte a mí o a mi pareja, no seré tan
agradable. Te mataré, Andrew.
Este tragó audiblemente. —Entiendo. Nunca me volverás a ver.
—Está bien. —Asher dio un paso atrás y se volvió para mirarlo—
Suéltalo. —Luego miró a Andrew por encima del hombro, una vez
más. —Corre.
Movió su mano, y Andrew retrocedió unos pasos, antes de volver
sobre sus talones y huir de la habitación. —Realmente sabes tratar
con la gente, bebé. —Se rió entre dientes mientras se movía detrás
de Asher y envolvía sus brazos alrededor de su delgada cintura.
Este se acurrucó contra él y suspiró. —Adulador. —Señaló hacia
los restos de Darkin. —Supongo que tenemos que informar esto a los
Ancianos, ¿eh?
Frunció el labio y arrugó la nariz, ante el montón de cenizas. —No. 135
Dudo que alguien lo extrañe.
—Como sea. —Asher se encogió de hombros. —Sé que lo prendí
fuego a él y a todo, pero él era tu loco ex, así que, voto por que limpies
este desastre. —Soltó una risita mientras bailaba fuera de su abrazo.
—¿Te gustaría que te consiga una escoba?
Negó, con fingida exasperación. —Eres un mocoso, Asher Deacon.
Capítulo 20

—Cariño, estoy en casa —cantó Zaiden, mientras entraba por la


puerta principal, dos semanas después.
Asher cerró su computador portátil y saltó del sofá, arrojándose a
los brazos de su compañero. Apretó su boca contra la de Zaiden,
besándolo ferozmente antes de alejarse, sonriendo como un loco.
—Bienvenido a casa.
—Mmm —ronroneó Zaiden, mientras lo levantaba en sus brazos,
apretando su trasero y empujándose contra él. —Con una bienvenida
como esa, podría tener que trabajar hasta tarde, más seguido.
—Ni siquiera bromees sobre eso —, bromeó. Su excitación
burbujeó a la superficie, y no podía esperar un minuto más para
compartir las noticias con su amante. —¡Mi libro será publicado!
Zaiden lo miró boquiabierto por un segundo, antes de que una
mano se enredara en su cabello, tirando de él hacia adelante
mientras Zaiden sellaba sus bocas, una vez más. —Felicidades, 136
cariño —jadeó contra sus labios, segundos después. —Sabía que
podrías hacerlo.
—Gracias. —Respondió aturdido, mientras Zaiden lo llevaba por el
pasillo hasta su habitación.
Lo apoyó sobre el colchón y lo cubrió, mordiendo y chupando su
cuello.
—Te quiero, bebé.
—Sí —gimió cuando se arqueó contra su compañero. —Date prisa.
En el siguiente parpadeo, su ropa desapareció, y un dedo
resbaladizo cepillo sobre su pulsante entrada. Moviendo su culo
contra la caricia demasiado ligera, miró a su amante a los ojos y
sonrió.
—¿He mencionado que me encanta que hayas recuperado tu
magia?
—Solo unas cien veces—respondió Zaiden distraídamente,
mientras le empujaba hacia su agujero con un dedo lubricado. —¿He
mencionado que hablas demasiado?
—Más—Gimió. Zaiden no tendría que preocuparse por la
conversación por un tiempo. El toque de su compañero siempre le
freía el cerebro y lo dejó luchando por formar palabras.
Un segundo dedo empujó dentro suyo, y su espalda se inclinó
hacia arriba de la cama, mientras se mecía hacia adelante y hacia
atrás en los gruesos dedos. — Ahora, Zaid.
—Shh, bebé. No estás listo.
Zaiden introdujo y sacó los dedos, girando la muñeca y haciendo
tijeras, hasta que pudo agregar un tercero. Gimió y se retorció,
moviendo su cabeza hacia adelante y hacia atrás sobre la almohada.
—Por favor —, suplicó. No importa cuántas veces se unían entre
así, solo mejoraba.
Sus ojos se abrieron cuando un líquido pegajoso y frío rozó sus
pezones.
—¿De dónde sacaste eso?
—Magia —murmuró Zaiden, dejando a un lado la botella de jarabe
de chocolate antes de inclinarse sobre él y chupar uno de los brotes
de color cobre en su boca.
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—Amo la magia. —Suspiro, mientras sus dedos se apretaban en
el cabello largo y dorado de Zaiden.
La lengua de este se arremolinaba alrededor de su pezón,
lamiéndolo mientras sus dedos seguían aserrándose dentro y fuera
de su necesitado canal. Su polla palpitaba y se retorcía, goteando
líquido preseminal sobre su vientre, mientras se estremecía bajo la
boca de su amante. Después de los besos húmedos sobre su pecho,
Zaiden se puso a trabajar, prodigando atención en su otro pezón,
lamiéndolo y tirando de el con los dientes. Una vez que había
terminado, se sentó sobre sus talones y se lamió los labios
seductoramente, antes de palmearle su dolorido pene e inclinarse
para tragarlo profundamente. Dedos se movieron dentro de su túnel,
rozando su punto dulce y haciendo que las estrellas exploten detrás
de sus ojos.
Gritando, echó la cabeza hacia atrás cuando su orgasmo lo tomó
por sorpresa, y descargó en la dispuesta boca de su compañero,
vertiendo su semilla en la garganta de Zaiden.
Este se tragó todo lo que él tenía que darle, luego lo lamió y le sacó
los dedos de su apretado agujero.
—Te necesito ahora, Ash.
Saciado y satisfecho, su cuerpo quieto y relajado, todavía no decía
que no a otra ronda con su hermoso compañero. —Hazme el amor,
Zaid.
No hizo más que sacar las palabras de su boca, antes de que su
amante se inclinara sobre él, empujando la cabeza roma de su polla
lubricada contra su entrada empujando lentamente.
—Mierda —gimió, levantándose para encontrarse con su pareja y
llevándolo más profundo. —Amo la magia.
Zaiden se rió sin aliento, acariciándole con la nariz su cuello,
mientras su cabello se abanicaba a su alrededor. —Te amo, bebé—
Susurró las palabras, mientras comenzaba a mecer sus caderas en
movimientos lentos y tiernos. —Eres mi vida.
Tragó alrededor de la quemadura en su garganta, y sintió las
lágrimas haciendo cosquillas en las comisuras de sus ojos. Nadie le
había dicho algo así antes, y no creía que nunca se cansara de
escucharlo. —También te amo, grandote.
Los dos se movieron juntos, lenta y perezosamente al principio y 138
luego aumentando la velocidad e intensidad, mientras sus clímax
corrían hacia ellos. Una y otra vez, Zaiden golpeaba, su pecho se
agitaba, sus fosas nasales se dilataban y su piel se humedecía de
sudor. Luego se arrodilló, le tomó una de las manos y la envolvió
alrededor de su llorosa polla.
La mano de Zaiden cubrió la suya, ayudando a acariciarlo al ritmo
de sus embestidas discordantes. Llamas moradas parpadearon
sobre su agarre combinado, bailando por su ya ardiente eje y
empujando el placer hasta el punto de ebullición.
—¡Ahhh! —Gritó, las sensaciones lo abrumaban, mientras la
electricidad corría por todo su cuerpo.
—Vente por mí, bebé —, exigió Zaiden, levantándole las caderas
y golpeándolo de nuevo. No tuvo más remedio que obedecer. Gritó
su liberación, mientras pintaba su pecho y su estómago con calientes
y cremosas cuerdas de semen.
—¡Asher! —Rugió Zaiden, mientras se empujaba hasta la raíz y se
congelaba mientras los tendones de su cuello se tensaban y los
músculos de su pecho y brazos se hinchaban.
El calor abrasador salpicó sus paredes internas, y se movió de
nuevo, meciéndose contra su compañero para prolongar su clímax.
Entonces Zaiden se desplomó sobre él, atrapándose en sus brazos
mientras jadeaba contra su pecho. —Santa mierda.
—Mmm—tarareó somnoliento. —Creo que necesito una siesta
después de eso.
El aliento de Zaiden entrecorto sobre su pecho, mientras se reía
entre dientes antes de sentarse y salir suavemente de su cuerpo.
—No me digas que estás cansado.
—Me agotas —murmuró, mientras se levantaba de la cama y
caminaba pesadamente hacia el baño. —Créeme, es un cumplido.
—Así que, supongo que estás demasiado cansado para lo que he
planeado —, preguntó Zaiden desde el dormitorio.
—¿Y qué sería eso? —Mojó una toalla y comenzó a lavarse,
semen escapándose de su culo, goteando por sus muslos y
causándole una mueca. Pensándolo mejor, tal vez debería darse una

139
ducha.
—Todavía tenemos una bolsa llena de juguetes, con los que aún
no hemos jugado —, le gritó Zaiden.
Su traidora polla se animó ante la mención de juguetes y un gesto
húmedo y feliz de un desnudo Zaiden. Dejando caer la tela en el
fregadero, se apresuró a regresar al dormitorio y golpeó a su pareja
contra el colchón.
—La ducha puede esperar —murmuró, mientras cubría la boca de
Zaiden con la suya.
—¿Quién dijo que no podemos jugar en la ducha? —Zaiden frotó
sus narices y le palmeó la cadera. —Todavía no hemos probado ese
juego de Ducha Sutra.
Pasó de estar medio duro a estarlo por completo al instante.
—Competiré contigo —, sugirió. —El primero que llegue, usara el
tapón en el trasero.
Luego saltó de la cama, toda la somnolencia desapareció, y corrió
al baño.
—¡Tramposo! —Gritó Zaiden.
Se cubrió la boca, para silenciar su risa antes de volver a llamar:
—¡Deja de lloriquear y trae tu trasero aquí!
—Ya voy. Ya voy.
Zaiden entró al baño, su hermosa polla sobresalía entre las piernas,
y sonrió.
—Pequeño pájaro mandón.

Fin

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Créditos
Drawde
Luna Maria
David
Ketty
Dark Fae
Aisa
Vero
Clau
Morgana Celtic
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