Universo
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Para otros usos de este término, véase Universo (desambiguación).
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Cosmología física
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espacial · Sistema Solar
Índice
Evolución[editar]
Teoría sobre el origen y la formación del universo (Big Bang)
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Artículo principal: Teoría del Big Bang
Descripción física[editar]
Tamaño del universo[editar]
Artículo principal: Universo observable
La esfera perfecta del universo observable tiene unos 93 000 millones de años luz de diámetro.
Esquema logarítmico con el Sistema Solar en el centro y el Big Bang en el borde.
Muy poco se conoce con certeza sobre el tamaño del universo. Puede tener una
longitud de billones de años luz o incluso tener un tamaño infinito. 11 Un artículo de
200312 dice establecer una cota inferior de 24 gigaparsecs (78 000 millones de
años luz) para el tamaño del universo, pero no hay ninguna razón para creer que
esta cota está de alguna manera muy ajustada (Véase forma del universo).
El universo observable (o visible), que consiste en toda la materia y energía que
podría habernos afectado desde el Big Bang dada la limitación de la velocidad de
la luz, es ciertamente finito. La distancia comóvil al extremo del universo visible
ronda los 46,500 millones de años luz en todas las direcciones desde la Tierra.
Así, el universo visible se puede considerar como una esfera perfecta con la Tierra
en el centro, y un diámetro de unos 93 000 millones de años luz.13 Hay que notar
que muchas fuentes han publicado una amplia variedad de cifras incorrectas para
el tamaño del universo visible: desde 13 700 hasta 180 000 millones de años
luz. (Véase universo observable).
En el universo las distancias que separan los astros son tan grandes que, si las
quisiéramos expresar en metros, tendríamos que utilizar cifras muy grandes.
Debido a ello, se utiliza como unidad de longitud el año luz, que corresponde a la
distancia que recorre la luz en un año.
Anteriormente, el modelo de universo más comúnmente aceptado era el propuesto
por Albert Einstein en su Relatividad General, en la que propone un universo "finito
pero ilimitado", es decir, que a pesar de tener un volumen medible no tiene límites,
de forma análoga a la superficie de una esfera, que es medible pero ilimitada. Esto
era propio de un universo esférico. Hoy, gracias a las últimas observaciones
realizadas por el WMAP de la NASA, se sabe que tiene forma plana. Aunque no
se descarta un posible universo plano cerrado sobre sí mismo. Estas
observaciones sugieren que el universo es infinito.
Forma[editar]
Artículos principales: Forma del universo y Estructura a gran escala del universo.
Durante las primeras fases del Big Bang, se cree que se formaron las mismas
cantidades de materia y antimateria. Materia y antimateria deberían eliminarse
mutuamente al entrar en contacto, por lo que la actual existencia de materia (y la
ausencia de antimateria) supone una violación de la simetría CP (Véase Violación
CP), por lo que puede ser que las partículas y las antipartículas no tengan
propiedades exactamente iguales o simétricas, 22 o puede que simplemente las
leyes físicas que rigen el universo favorezcan la supervivencia de la materia frente
a la antimateria.23En este mismo sentido, también se ha sugerido que quizás
la materia oscura sea la causante de la bariogénesis, al interactuar de distinta
forma con la materia que con la antimateria.24
Westerlund 2
Todas las estrellas y la materia interestelar que contiene la Vía Láctea, tanto en el
núcleo central como en los brazos, están situadas dentro de un disco de 100 000
años luz de diámetro, que gira sobre su eje a una velocidad lineal superior a los
216 km/s.33
Las constelaciones[editar]
Artículo principal: Constelación
Constelación Andrómeda
Tan solo tres galaxias distintas a la nuestra son visibles a simple vista. Está
la Galaxia de Andrómeda, visible desde el Hemisferio Norte; la Gran Nube de
Magallanes, y la Pequeña Nube de Magallanes, en el Hemisferio Sur celeste. El
resto de las galaxias no son visibles al ojo desnudo sin ayuda de instrumentos. Sí
que lo son, en cambio, las estrellas que forman parte de la Vía Láctea. Estas
estrellas dibujan a menudo en el cielo figuras reconocibles, que han recibido
diversos nombres en relación con su aspecto. Estos grupos de estrellas de perfil
identificable se conocen con el nombre de constelaciones. La Unión Astronómica
Internacional agrupó oficialmente las estrellas visibles en 88 constelaciones,
algunas de ellas muy extensas, como Hidra o la Osa Mayor, y otras muy pequeñas
como Flecha y Triángulo.
Las estrellas[editar]
Artículo principal: Estrella
Son los elementos constitutivos más destacados de las galaxias. Las estrellas son
enormes esferas de gas que brillan debido a sus gigantescas reacciones
nucleares. Debido a la fuerza gravitatoria, la presión y a la temperatura del interior
de una estrella que sea suficientemente intensa, se inicia la fusión nuclear de sus
átomos, y comienzan a emitir una luz roja oscura, que después se mueve hacia el
estado superior, que es en el que está nuestro Sol, para posteriormente, al
modificarse las reacciones nucleares interiores, dilatarse y finalmente enfriarse.
Los planetas son cuerpos que giran en torno a una estrella y que, según la
definición de la Unión Astronómica Internacional, deben cumplir además la
condición de haber limpiado su órbita de otros cuerpos rocosos importantes, y de
tener suficiente masa como para que su fuerza de gravedad genere un cuerpo
esférico. En el caso de cuerpos que orbitan alrededor de una estrella que no
cumplan estas características, se habla de planetas enanos, planetesimales,
o asteroides. En nuestro Sistema Solar hay 8
planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno,
considerándose desde 2006 a Plutón como un planeta enano. A finales de 2009,
fuera de nuestro Sistema Solar se habían detectado más de 400 planetas
extrasolares, pero los avances tecnológicos están permitiendo que este número
crezca a buen ritmo.
Los satélites[editar]
Artículo principal: Satélite natural
Los satélites naturales son astros que giran alrededor de los planetas. El único
satélite natural de la Tierra es la Luna, que es también el satélite más cercano
al Sol. A continuación se enumeran los principales satélites de los planetas del
sistema solar (se incluye en el listado a Plutón, considerado por la UAI como
un planeta enano).
C/2014 Q2 (Lovejoy)
En aquellas zonas de la órbita de una estrella en las que, por diversos motivos, no
se ha producido la agrupación de la materia inicial en un único cuerpo dominante
o planeta, aparecen los discos de asteroides: objetos rocosos de muy diversos
tamaños que orbitan en grandes cantidades en torno a la estrella, chocando
eventualmente entre sí. Cuando las rocas tienen diámetros inferiores a 50 m se
denominan meteoroides. A consecuencia de las colisiones, algunos asteroides
pueden variar sus órbitas, adoptando trayectorias muy excéntricas que
periódicamente les acercan la estrella. Cuando la composición de estas rocas es
rica en agua u otros elementos volátiles, el acercamiento a la estrella y su
consecuente aumento de temperatura origina que parte de su masa se evapore y
sea arrastrada por el viento solar, creando una larga cola de material brillante a
medida que la roca se acerca a la estrella. Estos objetos se denominan cometas.
En nuestro sistema solar hay dos grandes discos de asteroides: uno situado entre
las órbitas de Marte y Júpiter, denominado el Cinturón de asteroides, y otro mucho
más tenue y disperso en los límites del Sistema Solar, a aproximadamente un año
luz de distancia, denominado Nube de Oort.
Mapa del universo observable con los objetos astronómicos notables conocidos en la actualidad. Los
cuerpos celestes aparecen con el tamaño agrandado para poder apreciar su forma.
Indicios de un comienzo[editar]
La teoría general de la relatividad, publicada por Albert Einstein en 1916, implicaba
que el cosmos se hallaba en expansión o en contracción. Pero este concepto era
totalmente opuesto a la noción de un universo estático, aceptada entonces hasta
por el propio Einstein. De ahí que este incluyera en sus cálculos lo que denominó
“constante cosmológica”, ajuste mediante el cual intentaba conciliar su teoría con
la idea aceptada de un universo estático e inmutable. Sin embargo, ciertos
descubrimientos que se sucedieron en los años 1920 llevaron a Einstein a decir
que el ajuste que había efectuado a su teoría de la relatividad era el ‘mayor error
de su vida’. Dichos descubrimientos se realizaron gracias a la instalación de un
enorme telescopio de 254 centímetros en el monte Wilson (California). Las
observaciones formuladas en los años 20 con la ayuda de este instrumento
demostraron que el universo se halla en expansión.
Hasta entonces, los mayores telescopios solo permitían identificar las estrellas de
nuestra galaxia, la Vía Láctea, y aunque se veían borrones luminosos, llamados
nebulosas, por lo general se tomaban por remolinos de gas existentes en nuestra
galaxia. Gracias a la mayor potencia del telescopio del monte Wilson, Edwin
Hubble logró distinguir estrellas en aquellas nebulosas. Finalmente se descubrió
que los borrones eran lo mismo que la Vía Láctea: galaxias. Hoy se cree que hay
entre 50 000 y 125 000 millones de galaxias, cada una con cientos de miles de
millones de estrellas.
A finales de los años 20, Hubble también descubrió que las galaxias se alejan de
nosotros, y que lo hacen más velozmente cuanto más lejos se hallan.
Los astrónomos calculan la tasa de recesión de las galaxias mediante
el espectrógrafo, instrumento que mide el espectro de la luz procedente de los
astros. Para ello, dirigen la luz que proviene de estrellas lejanas hacia un prisma,
que la descompone en los colores que la integran.
La luz de un objeto es rojiza (fenómeno llamado corrimiento al rojo) si este se aleja
del observador, y azulada (corrimiento al azul) si se le aproxima. Cabe destacar
que, salvo en el caso de algunas galaxias cercanas, todas las galaxias conocidas
tienen líneas espectrales desplazadas hacia el rojo. De ahí infieren los científicos
que el universo se expande de forma ordenada. La tasa de dicha expansión se
determina midiendo el grado de desplazamiento al rojo. La conclusión que se ha
extraído de la expansión del cosmos se puede ilustrar de la siguiente forma: un
científico invitó al público a analizar el proceso a la inversa —como una película de
la expansión proyectada en retroceso— a fin de observar la historia primitiva del
universo. Visto así, el cosmos parecería estar en recesión o contracción, en vez de
en expansión, y retornando finalmente a un único punto de origen.
El físico Stephen Hawking concluyó lo siguiente en su libro Agujeros negros y
pequeños universos (y otros ensayos), editado en 1993: «La ciencia podría afirmar
que el universo tenía que haber conocido un comienzo». Pero hace años, muchos
expertos rechazaban que el universo hubiese tenido principio. El científico Fred
Hoyle no aceptaba que el cosmos hubiera surgido mediante lo que llamó
burlonamente a big bang («una gran explosión»). Uno de los argumentos que
esgrimía era que, de haber existido un comienzo tan dinámico, deberían
conservarse residuos de aquel acontecimiento en algún lugar del universo: tendría
que haber radiación fósil, por así decirlo; una leve luminiscencia residual.
El diario The New York Times (8 de marzo de 1998) indicó que hacia 1965 «los
astrónomos Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron la omnipresente radiación
de fondo: el destello residual de la explosión primigenia». El artículo añadió: «Todo
indicaba que la teoría [de la gran explosión] había triunfado».
Pero en los años posteriores al hallazgo se formuló esta objeción: Si el modelo de
la gran explosión era correcto, ¿Por qué no se habían detectado leves
irregularidades en la radiación? (La formación de las galaxias habría requerido un
universo que contase con zonas más frías y densas que permitieran la fusión de la
materia.) En efecto, los experimentos realizados por Penzias y Wilson desde la
superficie terrestre no revelaban tales irregularidades.
Por esta razón, la NASA lanzó en noviembre de 1989 el satélite COBE (siglas de
Explorador del Fondo Cósmico, en inglés), cuyos descubrimientos se calificaron
de cruciales. “Las ondas que detectó su radiómetro diferencial de microondas
correspondían a las fluctuaciones que dejaron su impronta en el cosmos y que
hace miles de millones de años llevaron a la formación de las galaxias”.