Sentencia 1 Instancia Robo Auto

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FOJA: 162 .- .

NOMENCLATURA : 1. [40]SENTENCIA
JUZGADO : 1º JUZGADO DE LETRAS DE SAN BERNARDO
CAUSA ROL : C-113588-2007
ROL : 113.588
DEMANDANTE : TAPIA OLIVARES, CARLOS ENRIQUE.
DEMANDADO : SUPERMERCADO LIDER.
MATERIA : JUICIO ORDINARIO.
INICIO : 18.06.2007.
C.O.S. : 08.09.2010.
MMR CUMPL : 05.10.2010.

San Bernardo, a diecisiete de Diciembre del año dos mil diez.


VISTOS:
Que, a fojas 1 y siguientes, comparece CARLOS ENRIQUE
TAPIA OLIVARES, micro empresario, cédula nacional de
identidad N°5.691.207-K, con domicilio en Avenida Colón
N°0636, Villa Los Aromos, comuna de San Bernardo, viene en
deducir demanda de indemnización de perjuicios en contra de
SUPERMERCADO SAN BERNARDO LTDA., nombre de fantasía “LIDER”,
RUT N°77.133.880-1, representada legalmente por don RODRIGO
CRUZ MATTA, chileno, cédula nacional de identidad
N°6.978.243-4, ambos con domicilio en calle San José N°69,
comuna de San Bernardo, a fin que se le indemnice los daños y
perjuicios que ha ocasionado en su patrimonio producto del
robo de su vehículo que sufrió en las dependencias de uno de
sus Supermercados Líder, en la comuna de San Bernardo.
Como consecuencia del robo de su vehículo reclama la
indemnización de perjuicios por concepto de daño emergente el
valor del vehículo ascendiente a la suma de $5.190.000,(cinco
millones ciento noventa mil pesos), más $1.800.000, (un
millón ochocientos mil pesos), por concepto de pagos
especiales por tratarse de un taxi colectivo; por concepto de
lucro cesante la suma de $3.600.000,(tres millones
seiscientos mil pesos), y por concepto de daño moral la suma
de $10.000.000, (diez millones de pesos), condenarlo en
definitiva al pago de las sumas indicadas por cada uno de los
ítem mencionados, sumando un total de $20.590.000, (veinte
millones quinientos noventa mil pesos), más intereses y
reajustes legales desde la fecha de la notificación de la

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demanda y hasta su pago efectivo, o la suma que el tribunal
estime de equidad, con expresa condenación en costas.
A fojas 25 y sgtes., se tuvo por contestada la
demanda.
A fojas 36 y sgtes., se tuvo por evacuado el trámite
de la réplica.
A fojas 39 y sgtes., se tuvo por evacuado el trámite
de la dúplica.
A fojas 53, se efectuó el llamado a conciliación en
rebeldía de las partes, no se produjo.
A fojas 57, se recibió la causa a prueba,
notificándose a las partes a fojas 58 al apoderado de la
demandada, y a fs. 62, al demandante de conformidad a lo
previsto en el artículo 55 del Código de Procedimiento Civil.
A fojas 150, se citó las partes a oír sentencia.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que a fojas 01 y siguientes, comparece CARLOS


ENRIQUE TAPIA OLIVARES, micro empresario, cédula nacional de
identidad N°5.691.207-K, con domicilio en Avenida Colón
N°0636, Villa Los Aromos, comuna de San Bernardo, viene en
deducir demanda de indemnización de perjuicios en contra de
SUPERMERCADO SAN BERNARDO LTDA., nombre de fantasía “LIDER”,
RUT N°77.133.880-1, representada legalmente por don RODRIGO
CRUZ MATTA, chileno, cédula nacional de identidad
N°6.978.243-4, ambos con domicilio en calle San José N°69,
comuna de San Bernardo, a fin que se le indemnice los daños y
perjuicios que ha ocasionado en su patrimonio producto del
robo de su vehículo que sufrió en las dependencias de uno de
sus Supermercados Líder, en la comuna de San Bernardo.
Como consecuencia del robo de su vehículo reclama la
indemnización de perjuicios por concepto de daño emergente,
el valor del vehículo ascendiente a la suma de $5.190.000,
más $1.800.000, por concepto de pagos especiales por tratarse
de un taxi colectivo; por concepto de lucro cesante, la suma
de $3.600.000, y por concepto de daño moral, la suma de
$10.000.000, condenarlo en definitiva al pago de las sumas

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indicadas por cada uno de los ítem mencionados, sumando un
total de $20.590.000, (veinte millones quinientos noventa mil
pesos), más intereses y reajustes legales desde la fecha de
la notificación de la demanda y hasta su pago efectivo, o la
suma que el tribunal estime de equidad, con expresa
condenación en costas.
Basa su accionar en las consideraciones de hecho y de
derecho que expone, y que constituye una clara infracción a
las disposiciones establecidas en nuestro Código Civil en
relación al contrato de Depósito y de las obligaciones que
conlleva.
LOS HECHOS: Con fecha 18 de Noviembre de 2006 a eso
de las 16:16 horas, su hijo CARLOS ALEJANDRO TAPIA OVANDO,
dejó el automóvil placa patente ZC-2735 en el estacionamiento
de supermercado para comprar algunas cosas y al volver se
encontró con que su vehículo había sido sustraído del
estacionamiento del propio establecimiento, ante tal
situación concurrió donde los guardias para ver qué
información podían proporcionarle, pero solo respondieron que
"que no se quería meter en problemas” por lo que solicitó ver
las cámaras de seguridad por si ellas habían logrado captar
el hecho en cuestión, cámaras que por normativa todo
establecimiento debe tener operativas, pero se le informó por
el administrativo del lugar “que las cámaras no estaban
funcionando”, por lo que no podían responder de lo sucedido.
Es preciso hacer presente que el vehículo que le
sustraído en las dependencias del Supermercado San Bernardo
Ltda., (cuyo nombre de fantasía corresponde a "LIDER") y que
era conducido por su hijo ya individualizado, era utilizado
como taxi colectivo por lo que significaba el sustento de su
familia y que por la negligencia de la empresa demandada hoy
está privado tanto de explotarlo como de recuperarlo.
EL DERECHO: Es así, que frente a la situación antes
descrita nos encontramos frente a un Contrato de Depósito con
oferta a persona indeterminada, determinado y regulado por
nuestro Código Civil a partir del artículo 2211 y siguientes,
ya que así los hechos, don Carlos Tapia confió al
Supermercado demandado la custodia de su vehículo en el

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estacionamiento que la demandada ofrecen al cliente en razón
de su concurrencia a su Supermercado. En toda la situación
antes descrita le cabe a esta Empresa responsabilidad en el
hecho ya que el éxito de este tipo de negocios, como
Supermercados, no será tal, sino existiera disponibilidad de
estacionamientos, en estos casos no hay un pago por el
servicio de estacionamiento, por tanto se trata de un
servicio que complementa la actividad comercial y que desde
un punto de vista económico la operación de dicho recinto es
subvencionada en los costos del servicio principal, por
compra directa del consumidor en el caso de supermercados.
Las condiciones en que la demandada ofrece
estacionamiento a sus clientes hace presumir concurrencia de
todos los elementos para concluir que se trata de una oferta
a personas indeterminadas, del Contrato de Depósito, en
términos tales que, éste se perfeccionó cuando el cliente, en
este caso el actor, dejó al cuidado o amparo de la Tienda su
vehículo en el recinto dispuesto para tal efecto, sin cobrar
por este depósito importe alguno, pero con interés en el
cliente, entendiendo que éste contrato se mantiene mientras
el cliente no retire su vehículo del lugar. Así las cosas al
referido vínculo contractual le impuso a la parte demandada,
las obligaciones inherentes al referido contrato de depósito,
a saber, guardar la cosa y restituirla a término del mismo,
entendiendo que guardar la cosa supone cuidarla a objeto de
restituirla “en especie”, tal como fue recibida.
Además, el Supermercado tiene responsabilidad en caso
de hurto o robo del vehículo de los clientes estacionados en
sus estacionamientos destinados a tal fin, ya que quien se
sirve del estacionamiento como medio de atraer clientes a sus
Centros de compra debe brindar un servicio adecuado,
eficiente y seguro, por lo que estos establecimientos generan
en el usuario la confianza de que su vehículo queda bajo la
guarda del mismo, lo que implica la concertación de un
contrato de depósito ofrecido a persona indeterminada, cuyo
incumplimiento origina la responsabilidad del mismo.
Que de esta forma, la demandada incumplió su deber de
cuidado respecto del vehículo, lo que permitió que resultara

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el robo del vehículo, lo que evidentemente constituye un
incumplimiento del contrato pactado, más precisamente de su
obligación de cuidado, esto es, guardar la cosa empleando la
debida diligencia y cuidado en cuestión, por lo que
habiéndose ofrecido libre y voluntariamente y sin
restricciones a dicha obligación, debe responder de culpa
leve, al tenor de lo dispuesto en el artículo 2222 del Código
Civil.
Es así que este cuidado que debe prestar el
depositario en la cosa depositada, se materializa claramente
y sin lugar a dudas en la deficiencia en la seguridad que se
hace consistir en la falta de vigilancia y el no tener el
equipamiento tanto de personal como electrónico operativo por
parte de la demandada sobre los estacionamientos disponibles
para los vehículos de sus clientes, que son proporcionados
específicamente para los efectos de atraer a los clientes a
sus Supermercados.
Que, como se aprecia, en ninguna parte de la denuncia
se ha acusado a la demandada de haber cometido un ilícito del
que no puede responder, sino que se le imputa falta de
cuidado o negligencia, en el sentido de que las medidas de
seguridad dispuestas han sido insuficientes o ineficaces, en
términos de impedir o limitar la comisión de ilícitos o,
cuando menos, de morigerar sus perniciosas consecuencias, con
lo que se presenta como corolario de su negligencia en el
cuidado de lo depositado bajo responsabilidad, siendo ésta la
materia que debe resolverse en estos autos.
En virtud de lo expuesto y disposiciones legales,
viene en interponer demanda civil de indemnización de
perjuicios en juicio ordinario en contra de Supermercado San
Bernardo Ltda., cuyo nombre de fantasía corresponde a LIDER,
representado por RODRIGO CRUZ MATTA, a fin que se le
indemnice los daños y perjuicios que ha ocasionado en su
patrimonio producto del robo de su vehículo que sufrió en
dependencias de uno de sus Supermercados.
Como consecuencia del robo de su vehículo ha sufrido
los siguientes perjuicios que se evalúan de la siguiente
manera:

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Daño emergente: el valor del vehículo marca NISSAN
modelo V16, del año 2005, que asciende a $5.190.000, (cinco
millones ciento noventa mil pesos).
Además el vehículo taxi-colectivo para ser tal,
requiere del pago de un derecho especial de taxi-colectivo
avaluado en $1.800.000, (un millón ochocientos mil pesos).
Lucro cesante: en el intertanto que no ha tenido el
vehículo, el cual usaba como taxi-colectivo, no ha podido
obtener los ingresos que de él obtenía ni sacar ningún
provecho, en circunstancias que dicho vehículo es un activo
que se encuentra perdido hasta la fecha, dejando de percibir
a lo menos el valor de lo percibido por concepto de la
explotación del mismo la suma de $600.000, (seiscientos mil
pesos) mensuales, lo que hace un total desde Noviembre de
2006 hasta hoy (18 de junio de 2007)de $3.600.000, (tres
millones seiscientos mil pesos), más intereses y reajustes.
Daño moral: la angustia de ver a su familia sin tener
la certeza que podrá darles de comer, de si podrá cubrir las
cuentas propias de un hogar, el temor de no poder volver a
recuperar el vehículo que con tanto esfuerzo adquirió para
mantener a su familia, daño moral importante que evaluó a lo
menos en la cantidad obligado a desembolsar como daño
emergente de $10.000.000, (diez millones de pesos).
De acuerdo a lo expuesto y lo dispuesto en los
artículos 1547,1549, 1698, 2211, 2212, 2215, 2219 y 2222 del
Código Civil; artículos 698 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil y demás disposiciones legales, solicita
tener por interpuesta demanda civil de indemnización de
perjuicios en contra de SUPERMERCADO SAN BERNARDO Ltda.,
“LIDER”, ya individualizado, y condenarla en definitiva al
pago de las sumas indicadas por cada uno de ítem mencionados,
que hacen un total de $20.590.000, (veinte millones
quinientos noventa mil pesos), más intereses y reajustes
legales desde la fecha de la notificación de la demanda y
hasta su pago efectivo, o la suma que se estime de equidad,
con expresa condenación en costas.

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SEGUNDO: Que, a fojas 25 y siguientes, José Joaquín Lagos
Velasco, abogado, contestó la demanda solicitando su total
rechazo de conformidad a los antecedentes que expuso:
1. Señala el actor que concurrió en su automóvil a
comprar al local de su representada y que, luego de efectuar
compras y regresar al lugar donde fue estacionado el
vehículo, éste ya no se encontraba allí.
De la demanda se desprende que uno de los motivos por
los cuales se optó por el Supermercado de su representada,
fue precisamente la existencia de estacionamiento a
disposición del público en el subterráneo, en relación con
los cuales el actor afirma haber celebrado con su
representada un contrato de depósito para la custodia de su
vehículo.
2. La existencia de estacionamientos tiene su origen
en una obligación legal, no en una estrategia comercial:
Contrariamente a lo que afirma el actor, la existencia de
estacionamientos en el Supermercado obedece a una estrategia
destinada a atraer clientes. Concretamente, afirma el actor
que el éxito comercial de su representada radicaría en la
existencia de estacionamientos para sus clientes.
Por desgracia tal argumentación es enteramente
equivocada, ya que ha sido la Ley General de Urbanismo y
Construcción, y sus ordenanzas complementarias en materia
urbanística, quién ha impuesto la obligación de contar con
estacionamientos para el público.
Entonces, su construcción no ha sido el resultado de
un acto voluntario de su representada, ni mucho menos una
estrategia comercial, sino que un requisito de existencia del
establecimiento de comercio, originado en regulaciones
urbanísticas.
Así las cosas, la existencia de estacionamientos
viene a constituir un derecho reconocido por la ley a todo
ciudadano (y específicamente a aquellos que opten por ser
clientes de un determinado establecimiento de comercio),
quienes podrán exigirlos aún compulsivamente, recurriendo a
las instancias administrativas y judiciales pertinentes.

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3. No existe obligación legal de custodiar los
establecimientos que la ley obliga a construir: Por ello, los
estacionamientos con qué cuenta su local no constituyen un
recinto cerrado que cuente con controles o vigilancia en su
entrada y salida, ni tampoco en su interior.
Precisamente por tratarse de un recinto abierto al
público, no sólo transitan por él personas y vehículos
correspondientes a clientes del Supermercado, sino que
también proveedores y público en general. Por tal razón
resulta absolutamente imposible mantener una férrea
vigilancia del lugar.
Sin perjuicio de ello, su representada ha dispuesto
que en los estacionamientos circulen guardias, quienes lo
recorren con el objeto de realizar cierta vigilancia y, muy
fundamentalmente, de velar por el adecuado orden y
circulación en su interior.
4. Según SS., habrá podido comprobarlo personalmente,
la visibilidad al interior de un estacionamiento subterráneo
es siempre reducida, atendida la gran cantidad de elementos
que distraen la atención del conductor, a saber: menor
luminosidad, poco espacio, automóviles y peatones circulando,
etc.
En razón de ello, y no obstante la relativa
vigilancia que los guardias del Supermercado pueden ejercer
en tal recinto, no es posible impedir del todo que en él
pueda acontecer un hecho como el informado por el actor. Así,
Y aún cuando los esfuerzos desplegados han logrado reducir al
mínimo la tasa de delincuencia, es imposible garantizar a sus
clientes la absoluta indemnidad frente a posibles robos u
otros daños ocasionados por choques, golpes etc.
5. Los estacionamientos con que cuenta su
representada no son objeto de explotación, bajo ninguna
modalidad: ellos son de libre acceso y circulación del
público en general, y por su uso no se cobra precio o tarifa
de ninguna especie.
Así, y a diferencia de lo que ocurre con otros
establecimientos de comercio, su representada no explota,
regenta ni dirige actividad comercial alguna relacionada con

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los estacionamientos que ha puesto gratuitamente a
disposición del público.
6. señala que, con el actor no han celebrado
contratos de ninguna especie, en lo que a los
estacionamientos respecta: resulta evidente que, si la
existencia de los estacionamientos no está asociada a ninguna
definición o estrategia comercial de su representada, tales
estacionamientos no constituyen ni han constituido el objeto
de ninguna relación contractual con sus clientes.
Por ello, yerra el actor al afirmar y desarrollar una
lata tesis respecto de la existencia de un contrato de
depósito para la utilización de los estacionamientos,
precedido de una oferta a persona indeterminada.
7. Que, su parte no ha celebrado con el actor el
contrato que éste señala en su demanda, ni ha consentido en
ninguna relación contractual análoga o similar a la que el
demandante indica. Mucho menos ha formulado el tipo de oferta
que en la demanda se menciona.
Reiteraran que el derecho al uso de estacionamientos
en sus establecimientos de comercio no tiene su origen en la
voluntad de su representada, sino que es un derecho
reconocido y declarado por la propia Ley, respecto del cual
sería ilegítimo formular oposición.
Fundamentos de derecho:
Primero: Naturaleza jurídica y calificación de los
hechos denunciados:
1. Se sostiene como fundamento jurídico central de la
demanda la equivocada tesis de que el aparcamiento del
vehículo en los estacionamientos del Supermercado
constituiría una especie de contrato de depósito, que se
asemejaría al necesario, siendo aplicables los artículos 2237
y siguientes del Código Civil.
Además de ello, asimilan el caso de autos a la
situación regulada por los artículos 2241 y siguientes del
Código Civil, de acuerdo con la cual, aquéllos han confiado
su automóvil al Supermercado, para que éste lo guarde y lo
restituya en especie, a voluntad de los actores, y por tanto,
sería responsable de todo daño que se causen al objeto del

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depósito, al que el posadero respecto de los bienes
introducidos en su posada.
2. Que tal apreciación resulta absolutamente errada y
toda posibilidad de análisis respecto de ella resulta
inadmisible.
No obstante ello, harán las siguientes acotaciones:
a) El Código Civil en su artículo 2215, señala que, "el
depósito propiamente dicho es un contrato…”. De acuerdo con
el artículo 1438 del mismo Código, contrato “es un acto por
el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no
hace alguna cosa".
Luego, de acuerdo según lo establece el artículo 1445
del citado cuerpo legal, para que una persona se obligue a
otra por un acto o declaración de voluntad es menester que
consienta en el acto o declaración y que el consentimiento no
adolezca de vicios.
b) El artículo 2237 señala que "El depósito
propiamente dicho se llama necesario, cuando la elección de
depositario no depende de la libre voluntad del
depositante...".
c) Sin embargo, respecto del depositario debe existir
la voluntad de recibir la cosa entregada en depósito y de
obligarse a guardarla y restituirla en especie a voluntad del
depositante.
d) En la especie, su representada jamás ha consentido
en asumir la obligación, por un lado, de "guardar" el
automóvil del actor, y por otro, de "restituirlo" a
requerimiento de este último.
e) El depósito necesario, como figura contractual
dentro de la cual el querellante ha enmarcado los hechos que
motivan la demanda de autos, carece, de acuerdo con lo
expuesto, de uno de los elementos de existencia del mismo,
cual es, el consentimiento del depositario para obligarse.
3.- Así las cosas, al momento de indagar en la
naturaleza jurídica de aquello que la contraria reputa
contrato de depósito, resulta más acertado concluir que éste
se acerca mucho más a un comodato o préstamo de uso, en que
una de las partes entrega a la otra gratuitamente una

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especie, mueble o raíz, para que haga uso de ella, y con
cargo de restituir la misma especie después de terminado el
uso.
En tal hipótesis, el Supermercado entregó a la
demandante, gratuitamente, un espacio, para que estacionase
su automóvil, a su cuenta y riesgo. Si lo utilizó es porque
ha consentido en recibir la especie en comodato. Así, se ha
perfeccionado el contrato de comodato, y ha asumido la
demandante, por tanto, la obligación de restituir el mismo
espacio una vez concluido su uso.
Segundo: La demanda reclama una inexistente
responsabilidad contractual.
1. Consecuencia obvia de lo expuesto en el capítulo
precedente es que la demanda de autos ha sido mal
interpuesta: en ella se demanda la reparación de daños
provenientes de un presunto incumplimiento de contrato, en
circunstancias de que ningún contrato ha existido entre las
partes en lo que a los estacionamientos respecta.
2. Según lo disponen los artículos 1437 y 1445 del
Código Civil, las obligaciones tienen como fuente -entre
otras- el concurso real de voluntades de dos o más personas,
hipótesis en que se basa la demanda de autos.
Por desgracia, no ha existido entre las partes de
autos el acuerdo de voluntades que el actor pretende, razón
por la cual resulta imposible pretender la existencia de un
contrato no cumplido.
3. En definitiva, el actor ha errado al interponer su
demanda. La ha fundado en normas que no son aplicables a los
vínculos jurídicos que han unido a las partes de autos,
creyendo ver un contrato donde éste no existe.
Así, debió reclamar la existencia de responsabilidad
extracontractual y no contractual. Tal especie de
responsabilidad, aunque tampoco existe en la especie, se
ajusta más a la naturaleza de los vínculos que han existido
entre las partes de autos.
Tercero: La demanda no cumple con los requisitos
legales para exigir la responsabilidad contractual que
pretende.

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1.- Más allá de la errada fundamentación de la
demanda, aún en el caso hipotético de que ella fuese correcta
resultaría imposible para SS., acogerla en la forma en que ha
sido planteada, toda vez que el actor no se ha ceñido a las
expresas exigencias legales para demandar este tipo de
responsabilidad.
Así, ha pedido derechamente la indemnización de
perjuicios derivados del presunto incumplimiento de un
contrato, en circunstancias de que ello es imposible si antes
no se ha solicitado el cumplimiento forzado o la resolución
del mismo.
2.- En efecto, dispone el artículo 1489 del Código
Civil:
"En los contratos bilaterales va envuelta la
condición resolutoria de no cumplirse por uno de los
contratantes lo pactado.
Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su
arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con
indemnización de perjuicios."
De tal disposición se sigue inequívocamente que ante
una hipótesis de incumplimiento contractual como la que el
actor plantea, el contratante diligente dispone de dos
acciones distintas, y ambas llevan aparejada la acción de
perjuicios. 3.- Sin embargo, no resulta lícito al contratante
diligente el demandar simplemente la indemnización, toda vez
que en materia contractual tal petición deberá ir aparejada
necesariamente de una petición de cumplimiento forzado o de
resolución del contrato que se reputa incumplido.
4.- La demanda de autos, conforme salta a la vista,
no cumple con tan sencillo requisito legal, no obstante que
el actor alega incumplimiento de contrato, ha omitido toda
referencia y aplicación de la condición resolutoria tácita
prevista en el citado artículo 1489 del Código Civil.
Tal omisión impide a SS., Acoger la demanda, al no
ajustarse ésta a lo especialmente previsto por la ley.
Cuarto: Ausencia de culpa de la demandada.

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1.- Sostiene la demandante que dejó el automóvil en
el estacionamiento subterráneo y al regresar a buscarlo, éste
ya no estaba.
Al respecto, cabe señalar que si bien en dicho sector
se realizan rondas de vigilancia por parte de personal de
segundad del Supermercado, ello no constituye una obligación
de ésta, puesto que de acuerdo con los antecedentes expuestos
en lo principal, no es un servicio por el cual se cobre algún
precio o tarifa ni existe norma legal o reglamentaria que
imponga dicha obligación.
Su representada no tiene respecto del demandante la
calidad de proveedor, por lo que tampoco es aplicable lo
dispuesto en el artículo 23 de la Ley N° 19.496, norma que
regula la responsabilidad del proveedor por actuar con
negligencia.
2.- De ello se sigue, en forma inequívoca, que no ha
existido culpa alguna por parte de la demandada.
Nuestro Código Civil ha definido la culpa en su
artículo 44, el cual, conjuntamente con los artículos 2319 y
2329, la hacen sinónima de descuido o negligencia, es decir,
es la falta de aquella diligencia o cuidado que los hombres
prudentes emplean ordinariamente en sus actos o negocios
propios.
Entonces, resulta que la culpa es un error de
conducta, supone descuido, imprudencia, negligencia, falta de
precaución, atención o vigilancia, inadvertencia, omisión de
aquellos cuidados que la prudencia requiere o hace
necesarios, sin que sea de rigor que haya una infracción
reglamentaria o de ley. En otros términos hay culpa cuando no
se obra como es debido, es decir, cuando no hizo lo que se
debía.
3.- La definición de culpa supone necesariamente una
comparación entre la conducta del autor del daño y la que
habría observado un tipo ideal de persona, toda vez que ella
consiste en la falta de la diligencia o cuidado que los
hombres prudentes emplean en sus actividades.
Entonces, para definir si existe o ha existido culpa
es necesario comparar la actuación del imputado con la que un

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hombre prudente habría tenido en las mismas circunstancias.
4.- El actuar de su representada ha sido diligente y
cuidadoso, y no obstante no tener obligación alguna de
hacerlo, presta cierta vigilancia al sector de los
estacionamientos, por cierto su representada según se dijo,
no tiene obligación alguna de actuar de manera diligente
respecto de los demandantes.
Quinto: En la especie no existe relación de
causalidad entre los daños reclamados y la culpa o
negligencia que se imputa a la demandada.
1.- No existe culpa del demandado. Sin embargo, aún
cuando ella existiese, tampoco sería posible una relación de
causalidad entre ambos.
Como es obvio, para que un hecho u omisión imponga a
una persona responsabilidad delictual o cuasidelictual no
basta con la existencia de culpa y la presencia de un daño,
sino que además, es necesario, que entré uno y otro exista
una relación de causalidad, es decir, que el segundo sea
consecuencia o efecto del primero. En caso contrario, él
autor del hecho dañoso no podrá ser considerado responsable
por el daño experimentado por la víctima, ni aún cuando
hubiera obrado con culpa.
Tal requisito ha sido expresamente contemplado en los
artículos 2314 y 2329 del Código Civil.
2.- Existe relación de causalidad cuando el hecho
culpable es la causa directa y necesaria del daño ocasionado,
es decir, cuando sin él este último no se habría producido.
Lo esencial es que la culpa haya sido la causa directa y
necesaria del daño, o sea, que de no existir la culpa el daño
no se habría producido.
En la especie, los perjuicios se derivarían del hecho
de no haber vigilado ni protegido el automóvil del
demandante, y de las molestias producidas por el robo del
mismo.
3.- En definitiva, y aún cuando el obrar del personal
de seguridad hubiera sido negligente, cosa que niegan, no ha
existido relación de causalidad toda vez que fue uno de los
propios demandantes quien de manera libre y espontánea, y

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conociendo las condiciones físicas del lugar, en lo relativo
a su extensión y escasa luminosidad decidió dejar su
automóvil en los estacionamientos subterráneos, sufriendo con
ello los perjuicios que ahora reclama.
Sin embargo, la relación de causalidad, por su propia
naturaleza, constituye un asunto de carácter puramente
relativo y circunstancial. Deberá ser el tribunal quien con
su buen juicio apreciará la mayor o menor influencia que la
culpa atribuida ha tenido en el daño que se reclama.
Por ello, nuestra Corte Suprema ha declarado en
innumerable ocasiones que determinar la causa del daño, y si
entre éste y el hecho ilícito existe o no una relación de
causalidad, constituye una cuestión de hecho que los jueces
del fondo establecerán privativamente.
Sexto: Los perjuicios que se reclaman no son
consecuencia del actuar de la demandada.
1.- Se demandan perjuicios derivados del robo de un
automóvil desde los establecimientos subterráneos de su
representada.
Sin embargo, es evidente que los hechos se
sucedieron, en primer término, a raíz de una decisión
adoptada por la propia víctima en cuanto a utilizar el
recinto de estacionamientos subterráneos ubicados en
dependencias de su representada, y en segundo término, por el
actuar de terceras personas que habrían cometido el ilícito,
no cabiendo en tales hechos participación alguna de su
representada.
A mayor abundamiento, el conductor del vehículo tuvo
la opción de no ingresar a los estacionamientos subterráneos
que se encuentran abiertos a todo público, pero
conscientemente optó por ocuparlos.
2.- Así las cosas, si el demandante no hubiera
ingresado a dicho recinto, jamás su vehículo habría sido
robado. En ello ninguna intervención tuvo la demandada.
Séptimo: Existencia de un caso fortuito.
1.- Que en los hechos que motivan este proceso no
existió participación de su representada, por acción u

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omisión, sino que han sido la consecuencia de un caso
fortuito.
2.- Define el artículo 45 del Código Civil el caso
fortuito o fuerza mayor como el imprevisto imposible de
resistir. Entonces, se trata de un hecho de la naturaleza o
del hombre que no se ha podido o debido prever, que se
desencadena por cansas ajenas a la voluntad de quien lo
alega, interfiriendo la relación causal y haciendo
irresistible el efecto nocivo con el cuidado y la diligencia
que imponen los estándares ordinarios prevalecientes en la
sociedad civil en un momento y lugar determinados.
Son elementos esenciales del caso fortuito la
imprevisibilidad, la exterioridad y la irresistibilidad. Por
lo tanto, es fundamental para que exista caso fortuito o
fuerza mayor que se trate de un hecho de naturaleza o de un
tercero (que puede ser incluso la propia víctima), que no es
posible de resistir, ni de prever sus consecuencias. En la
especie no puede imputarse a su representada responsabilidad
alguna por los hechos denunciados, toda vez que ellos son
constitutivos, de caso fortuito, en los términos previstos
por el legislador.
3.- El robo que se ha denunciado jamás ha sido a
consecuencia de un acto de su representada o sus
dependientes, sino, que de un tercero.
Tratándose del hecho antijurídico de un tercero
(persona que obra negligentemente), no existe norma alguna en
nuestro ordenamiento jurídico que imponga la obligación de
prever tal comportamiento. Exigirlo excedería de la normal
diligencia y cuidado exigida a las personas, obligándolas a
prever situaciones extremas, imposibles de avizorar.
Como es lógico, lo único que cabe esperar de terceras
personas es el cumplimiento de la ley o, dicho de otro modo,
un obrar diligente y cuidadoso.
Por ello, todo acto contrario a derecho es siempre
imprevisible.
4.- En términos generales, nuestro estatuto de
responsabilidad civil extracontractual obliga a la reparación
sólo a la persona responsable del daño.

16
Así lo dispone el artículo 2314 del Código Civil: "El
que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño
a otro, es obligado a la indemnización, sin perjuicio de la
pena que le impongan las leyes por el delito o cuasi delito".
En este mismo sentido, se pronuncian los artículos 2316 del
mismo Código, que impone la obligación a la indemnización a
quién hizo el daño, y el artículo 2329, también del Código
Civil, el cual establece el principio general sobre esta
materia al disponer que "Por regla general todo daño que
pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona debe
ser reparado por ésta".
5.- Sólo excepcionalmente, el legislador impone a las
personas responsabilidad por un hecho ajeno, o por el hecho
de las cosas a cuyo cuidado está. Ello no constituye una
excepción al principio general de la responsabilidad por el
hecho propio. Esta clase de responsabilidad civil
extracontractual requiere de una omisión a los propios
deberes de supervigilancia y cuidado de personas o cosas a su
cargo.
Los casos de este tipo de responsabilidad han sido
establecidos taxativamente por el legislador; en las
disposiciones de los artículos 2320 y siguientes del Código
Civil. Ella requiere de un vínculo de subordinación y
dependencia, es decir, una correlación de autoridad y
supervigilancia, que imponga a una de las partes un deber de
cuidado respecto de la otra.
La fuente de la responsabilidad por el hecho del
dependiente, persona que debió ser vigilada a fin de evitar
los efectos dañosos de su obrar doloso o descuidado, está en
la inobservancia de tal deber de cuidado.
6.- En casos de daños ocasionados por terceros por
cuyos actos no responde el demandado, éste se encuentra por
completo exento de responsabilidad.
A tales efectos "… no es necesario que se identifique
a ese tercero, lo que interesa es consignar que el daño se
debe al hecho ajeno, aún cuando no exista certeza respecto de
quién es ese tercero", haciendo mención sobre la
responsabilidad extracontractual, por Pablo Rodríguez Grez.

17
El hecho de un tercero, sea o no un hecho ilícito,
constituye una causa eximente de responsabilidad, salvo que
se trate de una de aquellas personas por cuyos actos se
responde, y que tal hecho constituya la causa única del daño,
o sea, cuando el demandado no ha contribuido al él por causa
de su dolo o culpa. Ninguna de tales hipótesis concurre en la
especie.
Aún más, "Si el hecho del tercero el lícito, si no
proviene de su dolo o culpa, se asimila al caso fortuito: la
víctima soportará todo el daño. Si es ilícito, la víctima
tendrá acción contra ese tercero en conformidad a los
principios generales, pero respecto del demandado obrará como
causa eximente de responsabilidad", haciendo mención de la
responsabilidad extracontractual por Arturo Alessandri
Rodríguez.
7.- Entonces, los hechos en que se funda la demanda
son evidentemente constitutivos de caso fortuito, en los
términos previstos por el legislador, razón por la cual no
puede imputarse a su representada responsabilidad por ellos.
Los hechos protagonizados por la demandante son
asimilables, guardando las proporciones, a un suicidio, un
asalto u otro suceso de similar naturaleza en el interior del
Supermercado. En tales casos no podría exigirse la previsión
del suceso, para haber adoptado las providencias necesarias.
Su representada, no ha omitido deber alguno respecto
del autor del hecho dañoso. Por ello, es imposible atribuirle
responsabilidad por los perjuicios que se reclaman. El hecho
del tercero es, en la especie, una eximente de
responsabilidad.
Octavo: Existe obligación de indemnizar, solo cuando
el daño es consecuencia de un actuar doloso o culposo.
1.- Al respecto, los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil imponen responsabilidad por daños y perjuicios,
cuando son consecuencia de actos realizados con dolo o culpa
de aquél a quien se le imputa responsabilidad.
2.- No existe un daño o perjuicio que atribuir al
obrar de su representada, por lo que es imposible atribuirle
responsabilidad civil extracontractual.

18
Muy por el contrario su actuar ha sido diligente y
cuidadoso, nuestras dependencias se mantienen siempre limpias
y aseadas. Luego el actuar de personal de su representada fue
cuidadoso, diligente y oportuno, ya que tan pronto la clienta
se accidentó, fue atendida inmediatamente, derivándola en
ambulancia a un centro asistencial de reconocido prestigio
nacional.
Por lo anterior, si su actuar ha sido diligente y
cuidadoso, si en el accidente no ha existido participación
alguna de su representada o de su personal, entonces, la
responsabilidad imputada es del todo inexistente.
3.- Aún más, el accidente se produjo a raíz del
derramamiento de sangre de una bandeja que llevaba otro
cliente. Ignoran la manipulación qué éste dio a dicho
producto y si tuvo alguna responsabilidad en el hecho de que
la sangre escurriera. Obviamente resulta inaceptable
pretender que su representada asuma la responsabilidad por el
hecho de un tercero, que ninguna relación tiene con su
representada o con su personal.
Noveno: En subsidio, la indemnización de perjuicios
demandada carece de todo sustento jurídico y material.
1.- Sostiene la demandante que ha sufrido daños de la
más diversa índole, los que abarcan todo el espectro de
posibilidades que contempla la ley.
Tales daños, por cierto, no existen y aún cuando
existieran, jamás podrán tener la entidad y monto que la
contraria pretende.
2.- Se demanda por concepto de daño emergente una
suma correspondiente al valor arbitrariamente fijado al
automóvil, cosa que en todo caso deberá probar en su
oportunidad.
Idéntica cosa ocurre con el lucro cesante demandado.
3.- Con respecto al daño moral, que resulta por
completo incuantificable, la actora demanda la exorbitante
suma de $10.000.000, (diez millones de pesos), la cual
resulta por completo arbitraria y carente de fundamento
plausible.

19
En efecto, la demandante no ha acreditado la forma en
que tal daño se habría materializado en su persona. Resulta
indispensable para estos autos el conocer de qué forma un
accidente derivado única y exclusivamente de la falta de
cuidado de la actora, se ha transformado en un daño moral
avaluado en la suma de $10.000.000, por la que su
representada debería responder. En último término, el
accidente se debió a un caso fortuito, como se señaló
anteriormente, por lo que malamente puede pretenderse que su
representada sea quien asuma dicho pago.
4.- Así las cosas, y según es de conocimiento la
indemnización de un daño jamás puede ser fuente de lucro para
la víctima. La reparación debe ser igual al daño causado.
Reparar un daño es restituir las cosas a su estado anterior
como si el daño no hubiera existido, es decir, restablecer en
el patrimonio de la víctima el valor destruido por el hecho
ilícito.
El monto de la reparación depende de la extensión del
daño y no de la gravedad del hecho. La culpabilidad del
agente no tiene influencia alguna en el monto de la
reparación, cualquiera que sea la gravedad, ya sea que el
hecho haya sido cometido con dolo o alguno de los grados de
culpa, la reparación no puede aumentarse o disminuirse en
relación con ella. La reparación no es una pena, es el
resarcimiento del daño causado por un hecho ilícito. El monto
de la misma no puede ser superior ni inferior a la cuantía
del daño realmente sufrido por la víctima.
5.- De tal manera, deberá ser la demandante quien
acredite de qué forma ha, sufrido daños morales por la suma
señalada, considerando que su representada no ha incurrido en
responsabilidad alguna. La actora deberá acreditar
fehacientemente la existencia de tales daños, su monto y
extensión. Sólo así podría determinarse la procedencia de una
indemnización.
La reparación debe comprender el daño emergente
(pérdida o disminución efectiva que la víctima ha
experimentado en su patrimonio) y el lucro cesante (lo que se

20
dejó de ganar o percibir a consecuencia del delito o
cuasidelito).
En este sentido, el artículo 1556 del Código Civil
establece un principio del carácter general en materia de
indemnizaciones. A ello se agregan los artículos 2317 y 2329
del mismo Código, el artículo 2331.
La reparación del daño emergente no ofrece, por lo
general, dificultad; será igual a la pérdida o disminución
experimentada por la víctima a virtud del delito o
cuasidelito. La reparación del lucro cesante ofrece, en
cambio, dificultad, porque éste no es siempre de fácil
determinación. Al respecto, sólo deben considerarse las
utilidades realmente probables y no las posibles. El lucro
cesante sólo es indemnizable en cuanto tenga por causa el
delito o cuasidelito. Si a él contribuyeron otras causas,
ésta no podría pretender su reparación total.
6.- Las excesivas sumas de dinero demandadas por la
actora, sin desglosar de manera alguna los rubros que
constituirían tales sumas, evidencian la falta de claridad de
la misma con respecto a la naturaleza y entidad de los
perjuicios que dice haber sufrido. No resulta extraviado
pensar que ello se debe a que en realidad, ningún perjuicio
han sufrido.
De la simple lectura de la demanda, se advierte ánimo
de lucro en el interés de la actora, pretendiendo que su
representada no sólo indemnice daños en los que ninguna
responsabilidad ni participación ha tenido, sino que además,
sin causa legítima, pague gruesas sumas de dinero por
concepto de inexistentes perjuicios, todo lo cual resulta
moralmente inaceptable y jurídicamente insostenible.
7.- La existencia del daño moral debe ser probada por
quienes alegan haberlo sufrido. No existen daños morales,
evidentes, ni aun respecto de víctimas directas, por cuanto
todo daño es excepcional y de aplicación restrictiva, no
escapando a estas características el de índole moral. Su
existencia, por ende, deberá ser acreditada no obstante las
dificultades que ello pueda generar.

21
La jurisprudencia ha dicho que la indemnización del
daño moral debe acordarse sólo "si se acredita que aquellas
personas (los demandantes) han sufrido real y efectivamente
un dolor profundo y verdadero"
8.- La prueba que debe rendirse deberá acreditar al
menos los siguientes elementos de la responsabilidad que se
persigue:
a. Que los presupuestos de la responsabilidad
extracontractual se cumplen en la especie
b. Que existe un real y efectivo daño moral en quien
lo reclama. Ello conlleva acreditar que el hecho ilícito
generó un menoscabo en un interés o derecho extramatrimonial
de la víctima.
c. El modo como se produjo el daño moral cuya
indemnización se pide.
9.- Al efecto son válidos todos los medios legales de
prueba, siendo el modo más idóneo un informe de peritos, pero
no limitado a ello.

TERCERO: Que, a fojas 36 y siguientes, Gabriel Rolando Nahuel


López, evacuó el trámite de la réplica, expresando lo
siguiente:
1.- Que, con fecha 18 de 2006 a eso de las 16:16
horas de la tarde su representado confió el cuidado de su
vehículo en el estacionamiento del Supermercado Líder
habilitado para tal efecto, a fin de comprar algunas cosas de
aseo para el mismo vehículo, pero al volver su hijo a
buscarlo se dio cuenta que el vehículo había sido sustraído
de aquella dependencia, ante tal situación concurrió donde
los guardias para ver qué información podían proporcionarles,
pero sólo respondieron que no se querían involucrar en
problemas, no prestando ninguna ayuda al respecto mientras su
representado esperaba en el interior del Supermercado,
circunstancia que refleja la total falta de diligencia o de
mínimo cuidado por quien presta un servicio, y por lo mismo y
como consecuencia de lo anterior facilita el actuar de la
delincuencia, en efecto por los mismo dichos de la contraria

22
al contestar la demanda de autos deja patente e incluso en
forma expresa lo ineficiente del servicio a que se aduce.
2.- Que, el actor don CARLOS TAPIA OLIVARES, confío
el cuidado a la demandada, la custodia de su vehículo en el
estacionamiento que la demandada ofrece al cliente en razón
de su concurrencia al Supermercado.
Las condiciones en que la demandada ofrece a sus
clientes hace presumir la concurrencia de todos los elementos
para concluir que se trata de una oferta a personas
indeterminadas del contrato de depósito, en términos tales
que éste se perfeccionó cuando el cliente en este caso el
actor CARLOS TAPIA OLIVARES dejó al cuidado o amparo de la
tienda su vehículo en el recinto dispuesto para tal efecto.
Si bien la ley General de Urbanismo y Construcción
impone la obligación de contar con establecimientos
estacionamientos para el público que concurre al local
comercial, eso no es óbice, para eximir de responsabilidad a
la demandada, puesto que las condiciones en que se ofrece el
estacionamiento manifiesta inequívocamente una intención de
celebrar un contrato de depósito por parte del Supermercado
con sus clientes, de lo contrario, no resulta comprensible
que si no tienen responsabilidad alguna por lo que sucede en
sus estacionamientos, se vean en la necesidad de prestar
seguridad y confianza a sus clientes que su vehículo será
custodiado durante la permanencia del cliente en el
establecimiento de comercio.
Así entonces corno lo expresa la demandada de autos
en su contestación el estacionamiento cuenta con personal de
seguridad, cámaras de grabación de lo que sucede en el
recinto, etc., que genera una oferta hacia el cliente que su
vehículo será custodiado, por lo tanto, no cabe sino deducir
que estaríamos en presencia de la celebración de un contrato
de depósito, que se perfeccionaría con la entrega de la cosa
por ser este un contrato real, que en el caso de autos
aparcar el vehículo en las dependencias habilitadas para este
efecto en el Supermercado.
En conclusión, en ningún caso este estacionamiento se
puede asimilar a los que existen en la vía pública, puesto

23
que son diametralmente distinto en su naturaleza y especie,
ya que el aparcamiento que ofrece el Supermercado en sus
dependencias, tiene el carácter y las condiciones de un
recinto privado,
3.- Que, contrariamente a lo que afirmado por la
demandada en su escrito de contestación los estacionamientos
ubicados en su dependencia efectivamente constituyen una
utilidad o beneficio para el desarrollo de su actividad
comercial, ya que al interior de este operan maquinarias
propias del Supermercados para su funcionamiento, por ejemplo
máquina de recepción de envases, y que no dicen relación con
un lugar que se use por parte del Supermercado exclusivamente
al estacionamiento de vehículos.
4.- Que, contrariamente como lo indica la demandada
en su escrito de contestación los estacionamientos con los
cuales cuenta el Supermercado no son públicos, es decir, es
recinto privado, ya que no permiten el ingreso a sus
dependencias a cualquier hora como lo sería un
estacionamiento que se encuentre en la vía pública, en donde
tales estacionamientos calzan con más propiedad al concepto
de público. Si siguiéramos la tesis de la contraria
entraríamos en una crisis conceptual de que existiría una
especie de recinto de público parcial, lo que sería una
aberración conceptual del término. A mayor abundamiento se
encontrarían ante el absurdo de que para un determinado
horario el recinto o estacionamientos sería de carácter
público y para otros horarios privado prohibiendo el ingreso
al público en general (ya que estos se cierran a las 22:00
horas no permitiendo el ingreso de ninguna persona que no se
encuentre autorizada por el Supermercado).
En el caso de autos tiene perfecta aplicación la
teoría de la apariencia desarrollada, reconocida y aceptada
por la doctrina y jurisprudencia, toda vez que se crea en el
cliente la apariencia de que concurre a un establecimiento
comercial cuyo estacionamiento que ofrece tiene el carácter
de recinto privado y que está dotado de medidas de seguridad
suficientes para crear en él la convicción de que tal Empresa
asume la responsabilidad respecto del cuidado de su vehículo,

24
es más, la empresa contribuye de manera fehaciente y
consiente en crear tal apariencia con un objetivo claramente
comercial.
5.- Que, las condiciones en que la demanda ofrece el
estacionamiento a sus clientes hace presumir la concurrencia
de todos los elementos para concluir que se trata de una
oferta para celebrar un contrato de depósito en términos
tales que éste se perfeccionó cuando el cliente en este caso
el actor CARLOS TAPIA OLIVARES dejó al cuidado o amparo de la
tienda su vehículo en el recinto dispuesto para tal efecto,
el contrato se mantiene mientras el cliente no retire el
vehículo del lugar. Así las cosas el referido vínculo
contractual le impuso a la parte demandada las obligaciones
inherentes al referido contrato de depósito, a saber, guardar
la cosa y restituirla al término del mismo, entendiendo que
guardar la cosa supone cuidarla a objeto de restituirla “en
especie" tal como fue recibida.
6.- Que no es efectivo como lo afirma la contraria
que la demandada no consistió jamás en asumir la obligación,
por un lado, de guardar el automóvil del actor y por otro de
restituirlo a requerimiento de éste último, puesto que la
demandada ha consentido en la celebración del contrató al
manifestar tácitamente su voluntad, manifestación reconocida
por nuestro Código Civil, esto como conclusión de las
condiciones en que la demandada ofrece estacionamiento a sus
clientes.
7.- Que, en cuanto a si la obligación de restituir
una especie o cuerpo cierto se extingue por el modo de
pérdida de la cosa debida y que en el caso de autos es por
culpa del demandado, la obligación varia de objeto, pudiendo
el acreedor demandar el precio de la cosa e indemnización de
perjuicios, artículos 1567 N°7, y artículos 1672 inc. 1° del
Código Civil.

CUARTO: Que, a fojas 39 y siguiente, José Joaquín Lagos


Velasco, evacuó el trámite de la dúplica, reiterando todo lo
expuesto en la contestación de la demanda, complementándolo
en la forma que sigue:

25
1.- Señala el demandante de autos, que el día 18 de
Noviembre de 2006, su hijo Carlos Tapia Ovando, dejó un
automóvil en el estacionamiento de un Supermercado de
propiedad de su representada. Acto seguido, procede a
desarrollar en extenso una teoría en razón de la cual él
habría convenido un contrato de depósito con su representada,
por cuanto habría confiado la custodia de su vehículo al
Supermercado demandado, el que supuestamente ofrece estos
estacionamientos para el éxito de su giro.
2.- Tal como lo indicó en la contestación de la
demanda, la argumentación sostenida por el demandante es del
todo errada y carente de fundamentos, por cuanto su
representada ha dispuesto estacionamientos para vehículos en
su local, únicamente a causa de una obligación legal
contemplada en la Ley General de Urbanismo y Construcción, y
no con el ánimo de ejercer una actividad comercial como sería
la explotación de los estacionamientos. Por lo mismo, no está
obligada, ni legal ni contractualmente a ejercer la custodia
de los vehículos que utilicen dicho estacionamiento, por
cuanto no existe norma alguna que lo exija ni tampoco ofrece
ese servicio al público, sea a título gratuito u oneroso.
3.- Más allá de lo errado e infundado de la teoría
que sostiene el demandante en su libelo y que reitera sin
mayores modificaciones en su réplica, debe tener presente que
es imposible en la especie que se hubiere podido perfeccionar
contrato alguno entre el demandante y su representada
respecto de la custodia de su vehículo, por cuanto de la
propia narración de los hechos formulados en la demanda se
desprende que el actor no fue quien estacionó el vehículo en
el Supermercado demandado, sino que lo realizó su hijo, el
que lo hizo a título personal, no estando mandatado para ello
ni menos realizando un acto de representación del actor. EL
DEMANDANTE DE AUTOS NO PUEDE SER PARTE EN UN CONTRATO EN EL
QUE NO CONSINTIÓ, de forma tal que no se cumplen los
requisitos básicos para que pueda hablarse de la existencia
de una convención generadora de derechos y obligaciones.
4.- No habiendo existido voluntad por parte del
demandante de autos, por cuanto su hijo actuó por sí mismo y

26
no en representación de éste, ha faltado en dicho acto el
requisito contemplado en el N°2 del artículo 1445 del Código
civil, a saber "Para que una persona se obligue a otra por un
acto o declaración de voluntad es necesario: que consienta en
dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de
vicio". De esta forma, al contrato que alega haber concurrido
el demandante, le falta un requisito de su esencia, la
voluntad, razón por la que este no sólo adolecería de nulidad
absoluta, sino que en rigor sería inexistente.
5.- Ahora bien, no sólo falta en este acto la
voluntad del demandante, sino que tal como se ha explicado en
la contestación de la demanda, claramente ha faltado la
voluntad del demandado, por cuanto su representada no ha
consentido, ni tácita ni expresamente, en el contrato que
argumenta existiría la demandante. De esta forma, es
imposible plantear que a raíz del estacionamiento del
vehículo de propiedad del demandante, ha surgido un contrato
entre las partes, por cuanto no ha existido voluntad al
respecto entre ellas.
6.- Siendo inexistente el contrato por cuyo
incumplimiento se sustenta la teoría en base a la cual la
demandante solicita el pago de una indemnización de
perjuicios, esta es del todo improcedente y deberá ser
rechazada por cuanto no se dan los presupuestos que exige la
Ley.
7.- Por lo demás, la demanda no cumple con los
requisitos que exige la ley para conceder la responsabilidad
contractual que reclama, por cuanto no se ha solicitado el
cumplimiento forzado o la resolución del supuesto contrato,
sino que únicamente una indemnización de perjuicios por el
supuesto incumplimiento. De esta forma, aún cuando se
considerase que el contrato existe, la demanda ha sido mal
formulada y la pretensión del actor es impracticable, ya que
no podrá resolverse a riesgo de caer en ultrapetita.
8.- Finalmente señala que conforme lo dispuesto en la
Constitución Política de la República, las Fuerzas de Orden y
Seguridad Pública constituyen la fuerza pública y existen
para garantizar el orden público y la seguridad pública,

27
siendo por tanto las encargadas de dar eficacia al derecho,
de lo que se desprende que es responsabilidad de la autoridad
el control de los ilícitos como el que supuestamente le
ocurrió al demandante de autos. No puede el actor reclamar
por parte de su representada un deber de custodia y resguardo
que excede sus atribuciones, funciones y obligaciones. Los
hechos expuestos en la demanda de autos no han sido causados
ni directos ni indirectamente por su representada, claramente
están ante un caso fortuito, no habiendo sido posible a su
representada asumir otras medidas tendientes a impedir la
acción de terceros respecto de los cuales no existe relación
alguna. Resultaría impracticable exigirle a los privados un
control absoluto por sobre el actuar de delincuentes al
interior de recintos privados, por cuanto sería una clara
aplicación de auto tutela, prescrita en nuestro ordenamiento.
El daño que eventualmente ha sufrido el demandante de autos
deberá ser reclamado a los causantes del mismo, quienes se
apropiaron indebidamente del mismo, y no a su representada.
9.- De esta forma, siendo del todo infundada la
demanda de autos, deberá ser rechazada en todas sus partes,
con costas.

QUINTO: Que, a fojas 57 se recibió la causa a prueba,


repuesta a fojas 59 y modificada a fojas 65, fijándose como
hechos, sustanciales, pertinentes y controvertidos los
siguientes:
1.- Efectividad que el vehículo P.P.U ZC-2735, de
propiedad del demandante, fue robado o hurtado del interior
de los estacionamientos del supermercado Líder.
2.- Efectividad que lo anterior le produjo al
demandado perjuicios. Naturaleza y monto de los mismos.
3.- Si es obligación legal de la demandada custodiar
los establecimientos, si estos son objeto de explotación, si
se celebró por las partes contrato respecto al
establecimiento.
4.- Efectividad de que en los hechos materia de la
litis ha habido un caso fortuito o fuerza mayor respecto de
la demandada.

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SEXTO: Que a fojas 2 vta., para acreditar sus asertos la
demandante allegó a la presentación de la demanda los
siguientes elementos de prueba:
DOCUMENTAL:
1. Certificado otorgado por el Sindicato de
Trabajadores Independientes de dueños y chóferes de Taxis-
Colectivos línea 170, que acredita las recaudaciones
percibidas por el vehículo.
2. Fotocopia de Parte denuncia N°5554, de fecha 18 de
Noviembre de 2006.
3. Solicitud de primera inscripción del Servicio de
Registro Civil e Identificación R.V.M.
4. Facturas de compra del vehículo de la Empresa
Automotriz HERNÁNDEZ MOTORES.
5. Fotocopia de permiso de circulación del vehículo.
6. Boleta de compra en el Supermercado San Bernardo
Ltda. "LÍDER", de fecha 18.11.2006.
EXHIBICION DE DOCUMENTOS:
Que a fojas 136 se lleva a efecto tal diligencia en
la cual se exhiben los aparejados a fojas 133 a 135.
INSPECCION PERSONAL DEL TRIBUNAL:
A fojas 157 y siguientes consta el acta en la que se
da cuenta que en San Bernardo, a uno de octubre de dos mil
diez, siendo las 12.12 horas y en cumplimiento a lo ordenado
a fojas 151, se constituye el tribunal en el Supermercado
Líder ubicado en la intersección de calles San José con
Barros Arana de esta ciudad. Se ingresa por calle San José
por un acceso señalizado al subterráneo del supermercado en
donde se emplaza el sector de estacionamientos. En el lugar
se encuentran la apoderada de la demandante doña Paula
Rebolledo Rojas, el demandante don Carlos Enrique Tapia
Olivares, don Carlos Tapia Ovando, hijo del anterior y el
apoderado de la demandada don Felipe Castillo Latournerie. El
tribunal se constituye en el costado poniente del subterráneo
en donde se emplazan los estacionamientos del supermercado,
entre los pasillos 6 y 7, donde está el único acceso a la
sala de ventas del supermercado, al que se accede por

29
escaleras o bandas mecánicas, sala de venta que se emplaza en
el primer piso del inmueble, constatando que no existe
visibilidad desde uno u otro nivel al o desde el
estacionamiento. Al momento de la inspección se observa una
cámara de seguridad adosada el techo justo frente al referido
acceso a la sala de ventas y un guardia que sobre una
bicicleta circula por los pasillos del lugar, también se
observan clientes del supermercado que ascienden y descienden
a este sector mediante dos escaleras mecánicas o bandas
transportadoras. Se observa señalética tal como pasos
peatonales, tachones de reducción de velocidad, derecho
preferente de paso, etc. En el primer nivel, fuera de la sala
de ventas, o cercana a ella, no se aprecian estacionamientos.
La extensión del sector de estacionamientos es de
aproximadamente 60 por 80 metros aproximados y la altura es
de tres metros y medio aproximados. Desde este punto se
observan los dos accesos y salida al sector de
estacionamientos uno que corresponde al acceso desde calle
San José y otro que corresponde al de calle Barros Arana,
ambos de dos pistas que permiten indistintamente el ingreso y
salida de vehículos. Orientado de Oriente a Poniente existen
seis pasillos que permiten el acceso a cada uno de los
lugares habilitados para estacionamientos, observándose
alrededor de 30 espacios delimitados para estacionamiento por
pasillo, calculando 190 estacionamientos. Al momento de la
inspección la visibilidad al interior del estacionamiento se
logra mediante la luz natural que entra por ambos sectores de
acceso, Oriente y Sur ya reseñados y por tubos fluorescentes
dispuestos en los pasillos y cadenas divisorias de cada uno
de los lugares habilitados para estacionamiento. El tribunal
a indicación de don Carlos Tapia Ovando llega al lugar en
donde señala haberse dejado estacionado el vehículo el día de
los hechos. El tribunal constata que está ubicado en el
sector Poniente a 10 metros aproximados a la derecha del
acceso a los estacionamientos desde la sala de ventas,
inmediatamente al costado, mirando hacia el Poniente y
pasados dos estacionamientos habilitados para minusválidos y
mediando un pilar y cadena, se sitúa el estacionamiento en el

30
cual Carlos Tapia Ovando manifiesta haberse dejado
estacionado el vehículo. Al momento de la inspección se puede
apreciar este estacionamiento con un ancho aproximado de dos
metros de ancho por 4,5 metros de largo. Entre el muro
Poniente y el estacionamiento observado existe una franja que
permite la circulación que es aparentemente utilizada como
estacionamiento de carros. Luego, el tribunal se desplaza al
exterior por las escaleras o bandas mecánicas, pasando por
fuera de la sala de ventas y se dirige al acceso de calle
Barros Arana, en este punto se incorpora al recorrido don
Alex Manzo Navarro, quien según lo manifestado, es encargado
de sistemas del Supermercado Líder. Se llega al referido
acceso y el tribunal constata que este se encuentra en el
sector Surponiente del supermercado y consta de dos vías que
permiten el acceso y salida de vehículos. En su parte
superior se observan dos letreros colgantes, en el ubicado al
costado derecho se lee la palabra “Entrada” en fondo verde y
a ambos costados, en recuadro de fondo blanco y dentro de un
círculo en línea roja se lee “2,10 m”. Al costado izquierdo,
en otro letrero de similares dimensiones se lee la palabra
“Salida” en fondo verde y a ambos constados, en recuadro de
fondo blanco y dentro de un círculo en línea roja se observa
una flecha tachada con una línea diagonal, señal de tránsito
que significa no entrar. Detrás del letrero de salida se lee
al costado izquierdo la palabra “Dirección obligada” en fondo
verde y al costado derecho, en recuadro de fondo blanco y
dentro de un círculo una flecha que apunta a la derecha.
Detrás del letrero de entrada se lee al costado derecho la
palabra “No virar izquierda” en fondo verde y al costado
izquierdo, en recuadro de fondo blanco y dentro de un círculo
una flecha quebrada que apunta a la izquierda, tarjada con
línea roja diagonal. Esta calzada de acceso a los
estacionamientos subterráneos tiene entre 8 a 10 metros de
ancho y una pendiente de aproximados 30 grados. En el muro
del supermercado y casi inmediatamente detrás de los
letreros, adherido al muro del supermercado existe otro
letrero de grandes dimensiones fondo verde y letras blancas
que señalan “Estacionamiento cubierto”, observándose a dos

31
metros aproximados hacia el interior una cámara de vigilancia
direccionada a la parte baja de dicho acceso mirando hacia el
interior del inmueble. Acto seguido el tribunal se dirige al
acceso de calle San José. Este se encuentra en el sector
Nororiente del supermercado y consta de dos vías que permiten
el ingreso y salida de vehículos. En su parte superior se
observan dos letreros colgantes, en el ubicado al costado
derecho se lee la palabra “Entrada” en fondo verde y en un
costado, en recuadro de fondo blanco y dentro de un círculo
en línea roja se lee “2,10 m”. Al costado izquierdo, en otro
letrero de similares dimensiones se lee la palabra “Salida”
en fondo verde y a un costado, en recuadro de fondo blanco y
dentro de un círculo en línea roja, se observa una flecha
tachada con una línea diagonal, señal de tránsito que
significa no entrar. Detrás del letrero de salida se lee al
costado izquierdo la palabra “Dirección obligada” en fondo
verde y al costado derecho, en recuadro de fondo blanco y
dentro de un círculo una flecha que apunta a la derecha.
Detrás del letrero de entrada se lee al costado derecho la
palabra “No virar izquierda” en fondo verde y al costado, en
recuadro de fondo blanco y dentro de un círculo una flecha
quebrada que apunta a la izquierda, tarjada con línea
diagonal. Esta calzada de acceso a los estacionamientos
subterráneos tiene alrededor de 6 metros de ancho y una
pendiente de aproximados 30 grados y en el muro divisorio
con otra propiedad, a 4 metros aproximados hacia el interior
existe una cámara de vigilancia direccionada hacia el
interior, a la parte baja de dicho acceso. El apoderado de la
demandada hace presente que sin perjuicio de tratarse de un
estacionamiento techado, éste es de acceso a todo público.

SÉPTIMO: Que la demandada no rinde prueba.

OCTAVO: Que, el artículo 1698 del Código Civil establece en


su inciso primero que corresponde probar las obligaciones o
su extinción al que alega aquéllas o ésta.

32
DÉCIMO: Que el artículo 1437 del Código Civil señala que las
obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de
dos o más personas, como en los contratos o convenciones; ya
de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en
la aceptación de una herencia o legado y en todos los
cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido
injuria o daño a otra persona, como en los delitos y
cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los
padres y los hijos sujetos a patria potestad.
Que el artículo 1438 del Código Civil establece que
contrato o convención es un acto por el cual una parte se
obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Cada parte puede ser una o muchas personas.
Que el artículo 1439 del Código Civil dispone que el
contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga
para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral,
cuando las partes contratantes se obligan recíprocamente.
Que el artículo 1440 del Código Civil indica que el
contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por
objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el
gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de
ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro.
Que el artículo 1440 del Código Civil señala que se
distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia,
las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales.
Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las
cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro
contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las
que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle,
sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a
un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le
pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas
especiales.

UNDÉCIMO: Que por su parte el artículo 2211 del Código Civil


expone que llámase en general depósito el contrato en que se
confía una cosa corporal a una persona que se encarga de
guardarla y de restituirla en especie.

33
La cosa depositada se llama también depósito.
Que el artículo 2212 del Código Civil dispone que el
contrato se perfecciona por la entrega que el depositante
hace de la cosa al depositario.
Que el artículo 2215 del Código Civil señala que el
depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las
partes entrega a la otra una cosa corporal y mueble para que
la guarde y la restituya en especie a voluntad del
depositante.
Que el artículo 2217 del Código Civil refiere que
cuando según las reglas generales deba otorgarse este
contrato por escrito, y se hubiere omitido esta formalidad,
será creído el depositario sobre su palabra, sea en orden al
hecho mismo del depósito, sea en cuanto a la cosa depositada,
o al hecho de la restitución.
Que el artículo 2219 del Código Civil señala que el
depósito propiamente dicho es gratuito.
Si se estipula remuneración por la simple custodia de
una cosa, el depósito degenera en arrendamiento de servicio,
y el que presta el servicio es responsable hasta de la culpa
leve; pero bajo todo otro respecto está sujeto a las
obligaciones del depositario y goza de los derechos de tal.
Que el artículo 2222 del Código Civil dispone que las
partes podrán estipular que el depositario responda de toda
especie de culpa.
A falta de estipulación responderá solamente de la
culpa grave.
Pero será responsable de la leve en los casos
siguientes:
1. Si se ha ofrecido espontáneamente o ha pretendido
se le prefiera a otra persona para depositario;
2. Si tiene algún interés personal en el depósito,
sea porque se le permita usar de él en ciertos casos, sea
porque se le conceda remuneración.
Que el artículo 2223 del Código Civil señala que la
obligación de guardar la cosa comprende la de respetar los
sellos y cerraduras del bulto que la contiene.

34
Que el artículo 2224 del Código Civil dispone que si
se han roto los sellos o forzado las cerraduras por culpa del
depositario, se estará a la declaración del depositante en
cuanto al número y calidad de las especies depositadas; pero
no habiendo culpa del depositario, será necesaria en caso de
desacuerdo la prueba.
Se presume culpa del depositario en todo caso de
fractura o forzamiento.
Que el artículo 2227 del Código Civil refiere que la
obligación de guardar la cosa dura hasta que el depositante
la pida; pero el depositario podrá exigir que el depositante
disponga de ella, cuando se cumpla el término estipulado para
la duración del depósito, o cuando, aun sin cumplirse el
término, peligre el depósito en su poder o le cause
perjuicio.
Y si el depositante no dispone de ella, podrá
consignarse a sus expensas con las formalidades legales.
Que el artículo 2228 del Código Civil indica que el
depositario es obligado a la restitución de la misma cosa o
cosas individuales que se le han confiado en depósito, aunque
consistan en dinero o cosas fungibles; salvo el caso del
artículo 2221.
Que el artículo 2230 del Código Civil señala que el
depositario que no se ha constituido en mora de restituir, no
responde naturalmente de fuerza mayor o caso fortuito; pero
si a consecuencia del accidente recibe el precio de la cosa
depositada, u otra en lugar de ella, es obligado a restituir
al depositante lo que se le haya dado.
Que el artículo 2233 del Código Civil señala que las
reglas de los artículos 2181 hasta 2185, se aplican al
depósito.

DUODÉCIMO: Que, el artículo 3 de la ley 19.496 señala que Son


derechos y deberes básicos del consumidor:
a) La libre elección del bien o servicio. El silencio
no constituye aceptación en los actos de consumo;
b) El derecho a una información veraz y oportuna
sobre los bienes y servicios ofrecidos, su precio,

35
condiciones de contratación y otras características
relevantes de los mismos, y el deber de informarse
responsablemente de ellos;
c) El no ser discriminado arbitrariamente por parte
de proveedores de bienes y servicios;
d) La seguridad en el consumo de bienes o servicios,
la protección de la salud y el medio ambiente y el deber de
evitar los riesgos que puedan afectarles;
e) El derecho a la reparación e indemnización
adecuada y oportuna de todos los daños materiales y morales
en caso de incumplimiento de cualquiera de las obligaciones
contraídas por el proveedor, y el deber de accionar de
acuerdo a los medios que la ley le franquea, y f) La
educación para un consumo responsable, y el deber de celebrar
operaciones de consumo con el comercio establecido.
Que el artículo 4 de la ley 19.496 dispone que los
derechos establecidos por la presente ley son irrenunciables
anticipadamente por los consumidores.
Que el artículo 15 de la ley 19.496, señala que los
sistemas de seguridad y vigilancia que, en conformidad a las
leyes que los regulan, mantengan los establecimientos
comerciales están especialmente obligados a respetar la
dignidad y derechos de las personas.
En caso que se sorprenda a un consumidor en la
comisión flagrante de un delito los gerentes, funcionarios o
empleados del establecimiento se limitarán, bajo su
responsabilidad, a poner sin demora al presunto infractor a
disposición de las autoridades competentes.
Cuando la contravención a lo dispuesto en los incisos
anteriores no fuere constitutiva de delito, ella será
sancionada en conformidad al artículo 24.

DÉCIMO TERCERO: Que, la demandada no ha controvertido la


existencia del hecho que el actor dejó estacionado el
vehículo Marca Nissan modelo V-16, patente ZC-2735, en el
lugar que se ha dispuesto como estacionamientos para el
público por parte de la demandada, y sin perjuicio de ello
consta del mérito de los antecedentes especialmente del parte

36
denuncia que al momento de regresar el actor su vehículo no
fue habido en el estacionamiento en el que lo posicionó
desconociendo su paradero.

DÉCIMO CUARTO: Que, sin perjuicio de lo que luego se dirá, y


coincidiendo con lo que expone la demandada, la existencia de
estacionamientos en los llamados supermercados, deriva
directa y explícitamente de exigencias legales y
reglamentarias, que constituyen condiciones previas para el
otorgamiento de las autorizaciones administrativas para la
construcción y el funcionamiento de los mismos.

DÉCIMO QUINTO: Que, esta exigencia y las demás asociadas a la


implementación de dichos establecimientos de comercio,
derivan de cuestiones urbanísticas que tienen o presentan hoy
por hoy, los centros poblados modernos, que por su densidad,
por el parque automotor y diversidad de personas que circulan
por las vías de uso público, se enfrentan a problemas de
contaminación ambiental, congestión y otros, que confluyen
para producir el deterioro de las condiciones de vida de sus
habitantes y luego con la finalidad de morigerar tales
efectos adversos o externalidades negativas, la ley ha
establecido la obligación que las nuevas construcciones que
se levanten en el denominado espacio urbano, tengan lugares,
especialmente destinados para que las personas usuarias y
concurrentes a dichos establecimientos estacionen o sitúen
los medios en los que se movilizan y por los cuales han
arribado al centro comercial o al lugar que les interesa
concurrir.

DÉCIMO SEXTO: Que, en efecto el artículo 41 de la Ley General


de Urbanismo y Construcción, aprobada por el Decreto con
Fuerza de Ley Nº 458, de 1975, del Ministerio de la Vivienda
y Urbanismo, establece que la planificación urbana comunal se
realiza por medio del Plan Regulador Comunal, que es “el
conjunto de normas sobre adecuadas condiciones de higiene y
seguridad en los edificios y espacios urbanos y de comodidad
en la relación funcional entre las zonas habitacionales, de

37
trabajo, equipamiento y esparcimiento. Este plan regulador,
en conformidad con lo dispuesto en el inciso final del
precepto citado, debe referirse, entre otras materias, a los
estacionamientos.

DÉCIMO SÉPTIMO: Que, por su parte el artículo 8º de la Ley Nº


19.537, ratifica este principio, referido a que los
condominios, al señalar que en éstos “debe contemplarse la
cantidad mínima obligatoria de estacionamientos que señale el
plan regulador”.

DÉCIMO OCTAVO: Que, a su turno, la Ordenanza General de


Urbanismo y Construcciones, Decreto Nº 47, de 1992, del
Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, en su capítulo 4,
regula las exigencias que deben cumplir en este aspecto
concreto, los edificios y construcciones, y al respecto en el
artículo 2.4.1., se dispone que “todo edificio que se
construya deberá proyectarse con una dotación mínima de
estacionamientos de acuerdo a lo que fije el Instrumento de
Planificación Territorial respectivo”.

DÉCIMO NOVENO: Que, entonces, para el caso de los


supermercados y de otros establecimientos comerciales, por
las características del comercio que ofrecen, en cuanto
dirigen una oferta amplia y a un público masivo, el servicio
de estacionamientos se torna como un requisito legal esencial
para su existencia y funcionamiento y que en definitiva forma
parte de la oferta que se hace, ya que tal servicio, es en
primer lugar complementario al giro y por, en segundo termino
es un factor comercial esencial para que el público a quien
va dirigida la oferta de esos comercios, concurra
efectivamente a ellos, discriminando o prefiriendo el resto
de los establecimientos de comercio que se sitúan en el resto
de la ciudad o sector en que se emplazan y que no cuentan con
tal servicio o inclusive respecto de aquellos que cuentan con
el servicio pero que cobran por el mismo o que cuentan con
él, pero por sus características y espacio son descartados

38
prefiriendo el que ofrece el que pose uno de mejor calidad y
características.

VIGÉSIMO: Que, reiterando lo expuesto, el servicio de


estacionamientos, ofrecido, es un servicio que complementa la
oferta comercial que se hace, bajo cuyo respecto es el medio
que se facilita para que el cliente, concurra primeramente al
establecimiento y en un lugar suficientemente habilitado
pueda cargar y luego transportar todas y cada una de las
mercancías que adquiere, especialmente si hablamos de un
supermercado que, por las características de los productos
ofrecidos requiere que quienes concurren, cuentan con el
espacio para realizar tales acciones sin el cual se hace
difícil, concebir la posibilidad que se adquieran grandes
volúmenes de ellas y luego el cliente las pueda transportar a
su domicilio, así como no es posible concebir dicho
establecimiento sin contar con bolsas contenedoras de los
productos y de carros en los que se ingresan transportan y
desplazan las mercaderías que se emplazan en los pasillos y
respectivos estantes que las contienen.

VIGÉSIMO PRIMERO: Que, en criterio de esta magistratura, el


servicio complementario del estacionamiento forma parte
integrante e inseparable del conjunto de actos jurídicos
relacionados con la venta y prestación de servicios que en
tales establecimientos de comercio, se produce los
potenciales o efectivos compradores y vendedores o entre los
prestadores o los beneficiarios de ellos, o en el lenguaje de
la ley 19.496, entre los proveedores y los consumidores, y
luego unos y otros aparecen relacionados íntimamente siendo,
a juicio de este sentenciador, el giro comercial propio del
supermercado lo principal y el servicio de estacionamientos
complementario y accesorio de aquello pero sin los cuales no
se entiende la razón de ser del establecimiento máxime si con
ello se busca atraer a la clientela y que conforme a las
reglas del Código de Comercio, constituye una universalidad
de hecho que forma parte del patrimonio del establecimiento
comercial conocido como supermercado, avaluable en dinero y

39
teniendo presente finalmente que las normas jurídicas
urbanísticas a las que esta obligada la demandada, si quiere
implementar dicha actividad, en el evento de ser incumplidas,
no permitirían la obtención del permiso de edificación y
luego la patente comercial respectiva a quien quisiera
ejercer dicha actividad, de forma tal que la alegación hecha
a fojas 25, al obrar antecedentes señalados por la misma
demandada que el municipio competente, en su oportunidad,
autorizó la edificación de la obra con destino de ser un
establecimiento comercial, lo cual incluyó, necesariamente,
los estacionamientos respectivos como una parte integrante
del todo, confirman el criterio que los estacionamientos no
constituyen un servicio apartado o disgregado de la actividad
comercial propia ejercida, sino que forman parte de la misma
identificándolo y distinguiéndolo respecto de otros.

VIGÉSIMO SEGUNDO: Que, en este ultimo contexto valga la pena


referir que el emplazamiento de los estacionamientos
configura además una oferta tácita, que hace el vendedor de
los productos que se disponen en su sala de ventas y es un
servicio complementario, que se pone a disposición del
público que concurre a sus locales, que puede ser en forma
gratuita u onerosa, a cuyo respecto inclusive la persona a la
que va dirigida la oferta puede o no adquirir algún producto
en su interior, pero ello corrobora que el establecimiento
ofrece un “gancho” o atractivo, que otros oferentes no poseen
o no están en condiciones de proponer y que fuerza o motiva
preferirlo en desmedro de aquellos que no poseen tal
servicio.

VIGÉSIMO TERCERO: Que, refrendando lo anteriormente expuesto,


y como lo reconoce y consta en autos, la existencia de
guardias en los alrededores del estacionamiento de la
demandada y de cámaras de seguridad emplazadas no solo en la
sala de ventas sino que como consta de la inspección
personal, en los accesos e interior de los estacionamientos,
conducentes a prevenir o evitar daños a las personas y bienes
de quienes concurren en virtud de esta oferta, a sus

40
dependencias, solo cabe ser entendido en la medida que forma
parte del cuidado y de la oferta misma de carácter tácito que
se hace a la comunidad o publico en general, y de no
entenderse así dichas medidas no tendrían razón de ser o
justificación de su existencia de parte en este caso de la
demandada, en la medida que la oferta de estacionamientos se
hace con la garantía que ellos serán resguardados mientras el
interesado recorre y concurre a la sala de ventas respectiva,
otorgándole tranquilidad y una menor preocupación que tendría
concurriendo a otros lugares en los que no se cuenta con tal
servicio o en que debe dejar en bienes nacionales de uso
público algunos de sus bienes.

VIGÉSIMO CUARTO: Que, atento lo expuesto en consideraciones


previas y encontrándonos en sede civil, corresponde dilucidar
la naturaleza jurídica del servicio que la demandada oferta
al público en general y para el caso de marras, con el actor
CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES.

VIGÉSIMO QUINTO: Que, como ha quedado dicho el servicio de


estacionamientos, forma parte del giro comercial de la
demandada y configura un servicio que accede o forma parte
del mismo y en cuanto a su estatuto jurídico, es dable
considerar que por sus características y naturaleza es
primeramente un contrato, mas específicamente un contrato de
depósito, y para el caso de marras de un contrato de depósito
gratuito, no porque no se perciba dinero por ello, sino que
ello entendido conforme al artículo 1440 del Código Civil,
dado que conforme fue dicho previamente quien concurre puede
o no comprar algún producto de los que se expenden en la sala
de venta, pero en lo tocante al estacionamiento mismo, quien
efectúa la oferta tácita o el servicio de estacionamientos,
en este caso el supermercado, es la única parte que asume
obligaciones, cual es que guarde la cosa, en el caso el
vehículo y la restituya en especie a voluntad del
depositante, sin que el comprador y en el caso el demandante,
asuma obligación alguna.

41
VIGÉSIMO SEXTO: Que, en efecto, y de conformidad al artículo
97 del Código de Comercio, el establecimiento comercial
demandado, a la par de la oferta por los diversos productos
que expende, la hace también respecto del servicio de
estacionamientos, y en tal contexto, se forma el
consentimiento respecto de la existencia de un contrato de
depósito gratuito, con el solo hecho que el interesado
ingrese al recinto o patio de estacionamientos y lo detenga y
posicione en alguno de los lugares que se encuentran
habilitados para ello, independiente de si efectúa o no
compras en su interior.

VIGÉSIMO SÉPTIMO: Que, de la inspección personal efectuada


por el Tribunal se pudo verificar que el vehiculo fue
emplazado en un sector que estaba destinado para tales fines
en el domicilio de la demandada.

VIGÉSIMO OCTAVO: Que, de esta forma cabe tener por acreditado


por parte de esta magistratura, que entre las partes de este
juicio existió una relación contractual derivada de un
contrato de depósito gratuito, consistente en haber dejado el
actor dentro del horario de funcionamiento del supermercado
el vehículo Marca Nissan modelo V-16, patente ZC-2735 del
actor CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES situado en uno de los
lugares que la demandada dispuso o habilitó previamente para
que el demandante como terceros aparcaren o situaren los
medios en los que se desplazaron para arribar a sus
dependencias y a cuyo respecto la demandada era obligada a
guardarlo y restituirlo en especie a voluntad del
depositante.

VIGÉSIMO NOVENO: Que, en consecuencia, acreditada la


existencia de una relación contractual en los términos
referidos previamente, correspondía acreditar por la
demandada si dio cumplimiento a las obligaciones que daba
origen al contrato y a este respecto, cabe distinguir el
grado de culpa de la que respondía, atenta la circunstancias
de tratarse de un estacionamiento por el cual no se percibe

42
por la demandada remuneración o pago de estipendio alguno,
pero que forma parte consustancial, esencial e indisoluble de
la oferta que se hace al publico en general y en el caso al
actor.

TRIGÉSIMO: Que, en una primera aproximación, tratándose de un


depósito por el cual no se percibe remuneración o ingreso es
dable inferir que a la luz de lo que señala el artículo 2.219
y 2.222 del Código Civil en relación con los artículos 44,
1.547 y 1.549 del mismo cuerpo normativo, se debiera
responder de la culpa grave.

TRIGÉSIMO PRIMERO: Que, no obstante lo anterior, y para el


caso en análisis, teniendo presente lo expuesto en
consideraciones previas en lo relacionado a que el
ofrecimiento del estacionamiento por parte de la demandada,
constituye un servicio consustancial e indisoluble al giro
comercial y por el cual se atrae o hace preferir a la
clientela a su establecimiento en desmedro de otros y por
ende que lo complementa, siendo una oferta tácita como fue
dicho, ello cae precisamente en lo que dispone el artículo
2.221 en su numeral 1.-, en cuanto señala que el depositario
responde de la culpa leve “1. Si se ha ofrecido
espontáneamente o ha pretendido se le prefiera a otra persona
para depositario”.

TRIGÉSIMO SEGUNDO: Que, en efecto, la oferta de


estacionamiento que se hace por parte del supermercado
demandado, y como se ratifica por el apoderado de la
demandada a fojas 158 vta., se hace a todo el público por
cuanto, el lugar que dispone la demandada, se encuentra en un
subterráneo, al que se accede y egresa por sendas ramplas, y
por tanto se encuentran dentro de su recinto, abierto a todo
el público, siendo por tanto un lugar o recinto privado, de
libre acceso al público, así dispuesto por la demandada.

TRIGÉSIMO TERCERO: Que, luego y teniendo en cuenta las


condiciones y características antes señaladas, desarrollando

43
la demandada la actividad comercial de ventas y prestaciones
de servicios por los cuales percibe una utilidad, respecto de
la cual oferta, como parte de la misma, estacionamientos que
se sitúan en sus dependencias, abiertos a todo el público,
ello constituye una oferta de manera espontánea de la
demandada, es decir que se hace de manera unilateral, sin
obligación o compulsión alguna, de propia iniciativa, en el
contexto que forma parte del giro o actividad comercial y
como servicio complementario e indisoluble al mismo, y al
mismo tiempo en el contexto que se ha adelantado, siendo un
establecimiento comercial, en el que se persigue un lucro,
legítimo por cierto, y para atraer a la clientela por sobre
otros establecimientos comerciales del sector o del lugar o
ciudad en que se emplaza, se hace esta oferta, para situar en
las dependencias que acceden a la sala de ventas, el móvil en
que el interesado se desplaza y por el cual ha llegado al
lugar donde se sitúa la demandada, de manera que en este
sentido se verifica al mismo tiempo la segunda condición
alternativa legal, dado que esta circunstancia de contar con
estacionamientos y que además son cubiertos, hace que se
busque se le prefiera por sobre aquellos que no poseen
estacionamientos y que se sitúan en inmuebles que acceden a
bienes nacionales de uso publico en los que o no existen
tales estacionamientos o los que existen deben ser pagados
por los usuarios a quien los administra o incluso de aquellos
que poseyéndolos son obviados o preteridos por el interesado
por la condiciones o características de los mismos
(estrechez, ubicación, lejanía, dificultad de acceso,
restricciones por tamaños de vehículos, ejes, etc.).

TRIGÉSIMO CUARTO: Que, refuerza lo anterior que el actor


habría inclusive realizado una compra en el establecimiento
de comercio conforme aparece de la boleta de compra
780875140007 de fecha 16 de Noviembre de 2006, considerando
que el servicio de estacionamiento no constituye un servicio
anexo, adicional o diferente de la mera venta de mercancías o
servicios, sino que forma parte de la oferta de la

44
denunciada, lo que demuestra y comprueba que la oferta dada
por la demandada fue aceptada íntegramente por el actor

TRIGÉSIMO QUINTO: Que, en consecuencia, establecida la


existencia de una relación contractual entre las partes, que
el depósito gratuito era de interés de la demandada, y
acreditado por su parte que desde los estacionamientos con
los que cuenta, no fue habido el vehículo Marca Nissan modelo
V-16, patente ZC-2735 del actor CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES
luego que fue estacionado por su dueño, corresponde
determinar si la demandada dio cumplimiento a sus
obligaciones.

TRIGÉSIMO SEXTO: Que, acreditado que fue que el vehículo en


el que el actor concurre fue estacionado en los lugares que
la demandada había dispuesto para tales fines, sin que
posteriormente haya sido habido en el mismo lugar en que se
le deja y sin que le haya sido devuelto o restituido por
quine estaba obligado a hacerlo, debe tenerse por incumplida
la obligación del supermercado de resguardar los bienes de su
cliente, en el marco de lo que dispone la ley 19.496, por
cuanto para tales efectos la demandada cuenta, tal como
consta de los antecedentes, especialmente de la Inspección
personal, de un servicio de resguardo, cuyo fin, considerando
que se trata de un recinto de libre acceso al público, radica
esencialmente en otorgar un mínimo de seguridad en la
realización y operación del acto específico de la prestación
de servicios de venta de mercancías o servicios, lo que fue
incumplido, de manera que, inclusive como adquirente, el
actor de mercancías expendidas por la demandada en los
términos de la ley 19.496, corresponde que ésta última
responda civil y contractualmente de las obligaciones a las
que queda sujeta en virtud del contrato de depósito habido
con el actor, y que fueron incumplidas.

TRIGÉSIMO SÉPTIMO: Que, las obligaciones a las que queda


sujeta la demandada, conforme al artículo 2.215 del Código
Civil, eran de medio y resultado, por cuanto consistían en

45
guardar y restituir la cosa que se debía conservar,
respectivamente y en tal contexto aparece que ellas fueron
incumplidas, toda vez que desde los estacionamientos del
supermercado Líder situados en el subterráneo, no fue
encontrado en el mismo lugar en que fue estacionado ni se dio
señales de su destino o lugar y menos aun fue devuelto al
actor, el vehículo el vehículo Marca Nissan modelo V-16,
patente ZC-2735 del actor CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES, sin
que la demandada haya acreditado o justificado las razones
por las que ocurren dichas circunstancias.

TRIGÉSIMO OCTAVO: Que, encontrándonos en sede contractual,


correspondía según el “onus probandi”, a la demandada,
acreditar que dio cabal cumplimiento a las obligaciones a las
que quedó sujeta por el contrato de depósito, lo que no fue
probado, dado que por una parte nada prueba o dice respecto
de la efectividad de haber adoptado las medidas necesarias
para garantizar la custodia y entrega del vehículo y por otra
parte no señaló, ni acreditó con prueba suficiente que el
vehículo del demandante haya sido sustraído por terceros, ni
la forma en que ello habría ocurrido, es decir, no acredita
el caso fortuito alegado, dado que la prueba documental
aportada por el actor, parte denuncia, que cedería en
principio a favor de la demandada para probar dicha
circunstancia, y que se aprecia conforme al artículo 1704 del
Código Civil, se contradice a su vez con la documental pedida
exhibir a fojas 134 que emanad de la demandada y que también
se pondera a la luz de la norma referida, donde la demandada
cuestiona la efectividad de aquello en cuanto señala o expone
que, al actor “supuestamente” le habrían robado su vehículo,
de modo que en existencia de antecedentes contradictorios, no
puede tenerse por acreditada la circunstancia alegada por la
demandada de haber existido un caso fortuito, en torno a que
terceros haya hurtado o robado el móvil del actor sin que
hubiese ella formulado denuncia ante la autoridad a tal
respecto o colaborado o ratificado lo dicho por el actor en
tal instancia, siendo que legalmente en su carácter de
depositaria estaba en obligación de hacerlo por mandato de

46
las normas de los artículos 2.215 y siguientes del Código
Civil por ser responsable en la custodia y conservación de
ello, y en dicho contexto corresponde rechazar las
alegaciones vertidas por la demandada a este respecto.

TRIGÉSIMO NOVENO: Que, constando en autos que la demandada


incumplió sus obligaciones de resguardo, custodia y entrega
del vehículo estacionado en los estacionamientos del interior
del supermercado, y que ello ocurre durante la jornada
habitual de atención de público, la demandada en base a las
consideraciones precedentes respondiendo de culpa leve,
considerando que a dicho respecto y siendo de carga
probatoria de su parte haber acreditado que se adoptaron
todas las medidas necesarias que un buen “pater familiae”,
debía disponer para cumplir sus obligaciones y por ende
conservar y restituir la cosa, teniéndose por incumplidas sus
obligaciones, debe responder de los perjuicios derivados de
su falta de observancia del contrato de depósito gratuito
habido para con el demandante de conformidad a los artículos
1545, 1546, 1547, 1549, 1550, 1556, 1557, 2217, 2219, 2222,
226, 2227, y 2228 del Código Civil.

CUADRAGÉSIMO: Que el profesor Arturo Alessandri R., señala


que: “Daño emergente es la pérdida pecuniaria causada al
acreedor por el incumplimiento de la obligación del deudor, y
lucro cesante es la privación de la ganancia que fundada o
razonablemente habría obtenido el acreedor si el deudor
hubiera cumplido”.

CUADRAGÉSIMO PRIMERO: Que, el daño emergente se caracteriza


por la disminución patrimonial del que sufre el daño, y en el
caso de marras se caracteriza por todas las reparaciones que
la victima ha debido realizar para restaurar o intentar
volver al estado anterior del accidente los bienes que se
deterioraron.

CUADRAGÉSIMO SEGUNDO: Que, si bien es cierto, el principio


que sustenta la reparación impetrada es restituir las cosas

47
al estado anterior al perjuicio, dando a la indemnización el
mismo valor que el daño causado, pesa sobre el actor la carga
de aportar los elementos de juicio necesarios para que el
Tribunal se encuentre en condiciones de avaluar el monto de
la indemnización.

CUADRAGÉSIMO TERCERO: Que, analizados los antecedentes


probatorios allegados al proceso, y siendo físicamente
imposible restituir al actor el mismo vehículo, al
desconocerse su paradero y condiciones, siendo de cargo de la
demandada devolver, y en consecuencia lo que se debe
restituir es el valor de la cosa, conforme al artículo 1.672
del Código Civil, en dicho sentido, debe considerarse que
conforme al mérito del documento consistente en factura de
adquisición, se acredita que el móvil fue primera compra, en
el mes de marzo de 2005 por parte del actor y la desaparición
del móvil se produce el 18 de Noviembre de 2006, es decir
cerca de un año y medio luego de la primera fecha, de modo
que lo que correspondería en principio es entregar un
vehículo de similares características, es decir un móvil
usado, con un año y medio de uso luego de haber sido retirado
de su primer vendedor, a cuyo respecto conforme al Decreto
Ley 825 del año 1976, Ley sobre Impuesto a las Ventas y
Servicios, se exime del pago de dicho impuesto a segundas
enajenaciones de dichos bienes muebles, de manera que al
tener que realizarse el pago por equivalencia en una suma de
dinero respecto de un vehículo de similares condiciones y
características, en la reparación del daño causado, deben
descontarse los montos correspondientes al valor del impuesto
IVA y conforme al mérito de la factura 241123 que se custodia
en autos, y en ausencia de otro medio de prueba que demuestre
un valor distinto, sea menor o mayor, es posible establecer
la existencia del daño emergente identificado con la perdida
de la cosa debida, la cual permite a su vez concluir, con los
restantes elementos de convicción en los términos del
artículo 426 del Código de Procedimiento Civil, con
caracteres de precisión, concordancia y gravedad suficientes
que el daño emergente ocasionado en el patrimonio del

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demandante, y luego se declarará el derecho a ser indemnizado
el actor CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES en la suma de
$4.361.345 (cuatro millones trescientos sesenta y un mil
trescientos cuarenta y cinco pesos) que corresponden al valor
neto del vehículo adquirido, (sin IVA), y por su parte siendo
un hecho público y notorio que el dinero experimenta una
perdida de valor adquisitivo, siendo este un perjuicio
directo, la suma de dinero sobre la cual se declara el
derecho del actor, deberá ser reajustada conforme a la
variación que haya experimentado el Índice de Precios al
Consumidor, entre el 18 de Noviembre de 2006 y la fecha en
que se efectúe el pago, debiendo al mismo tiempo aplicarse
por concepto de perjuicios moratorios, intereses corrientes
para operaciones de crédito de dinero reajustables, entre las
mismas fechas.

CUADRAGÉSIMO CUARTO: Que, en cuanto al lucro cesante, cabe


señalar que se le define tradicionalmente como la legítima
utilidad dejada de percibir, como consecuencia del hecho
dañoso y, se hace consistir en las pérdidas económicas
inmediatas y la incapacidad laboral o profesional que una
persona experimenta.

CUADRAGÉSIMO QUINTO: Que, el lucro cesante, en la práctica


está dado por la diferencia entre los ingresos brutos y los
costos de producción, materia de contenido eminentemente
técnico–económico, que necesariamente debe ser evaluado
mediante un medio de prueba idóneo, como por ejemplo, un
peritaje, que permita establecer efectivamente, cuales son
los ingresos y los gastos de la explotación de la actividad
comercial o empresarial del actor, a objeto de determinar los
ingresos reales que el demandante ha dejado de percibir por
dicho concepto, como consecuencia directa del hecho sufrido
en su patrimonio, lo que no sucede en la especie, toda vez
que la escasa prueba rendida por el actor no permite
acreditar los ingresos que percibía antes de la sustracción
de su vehículo y en mérito de la actividad desarrollada y que
permitieran proyectar todo aquello que hubiere dejado de

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percibir de no haberse producido el incumplimiento de la
demandada y luego no se ha probado la existencia de ingresos
menores o disminución de los mismos, o de los que podría
haber percibido o la perdida de oportunidades económicas
ciertas o concretas, que emanaban y formaban parte de su giro
o actividad micro-empresarial y que en razón de ello dejó de
percibir lo que normalmente conformaban sus utilidades,
cuando tenía su vehículo.

CUADRAGÉSIMO SEXTO: Que, en efecto y sin perjuicio de lo


dicho previamente, la documental rendida en autos es
insuficiente para acreditar dichas circunstancias, en la
forma que ha sido pedida en el libelo de fojas 1 y
siguientes, toda vez que el único antecedente que consta a
dicho respecto es un documento denominado “certificado”
emitido por un tercero que no es ministro de fe, y que a
dicho respecto para haber podido darle algún valor probatorio
debió de haber comparecido en juicio ratificando lo escrito y
formado conforme al artículo 346 N° 1 del Código de
Procedimiento Civil, lo cual no consta que haya ocurrido, y
el resto de los antecedentes nada aportad a dicho respecto
considerando que lo que se buscaba era determinar la
proyección pecuniaria en el tiempo de los efectos del hecho
que impedía, según lo alegado, la percepción de un provecho
económico que, razonablemente y conforme al desarrollo
natural de las cosas, hubiere debido obtener quien demanda,
si no hubiese acaecido el incumplimiento de la demandada,
teniendo a su vez presente que su determinación resulta más
compleja toda vez que se debe estar a las utilidades
objetivamente que se iban a percibir de manera cierta o
conocida o prestablecida, acompañando declaraciones de renta
fuere real o presunta flujos de pasajeros acreditados o que
obedecieran a patrones de continuidad, y que dieran cuenta de
ello y no a las eventuales posibilidades que pudieren haber
ocurrido, lo cual constituye una mera expectativa, debiendo
para ello considerar copulativamente los ingresos del actor y
la utilidad y deterioro y desvalorización del bien utilizado,
en relación con el evento de no haberse presentado el

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incumplimiento dañoso alegado, de modo que al no obrar
elementos de convicción suficientes en tal sentido, para
estimar la existencia de haber perdido el actor un legitimo,
cierto y adquirido derecho, carga que no fue cumplida por el
actor, la demanda de autos por lucro cesante debe ser
rechazada en tal sentido.

CUADRAGÉSIMO SÉPTIMO: Que, el daño moral, puede ser definido


como "el dolor, pesar o molestia que sufre una persona en su
sensibilidad física, o en sus sentimientos, creencias o
afectos." Siendo éste un concepto un tanto difuso, cuyo
desarrollo corresponde al derecho civil del último siglo, se
le ha definido también como "todo aquel menoscabo no
susceptible de avaluación pecuniaria", haciéndolo sinónimo de
daño no patrimonial y expandiéndolo para cubrir intereses
serios de la víctima, como son los atributos de la
personalidad, las consecuencias que se siguen de los daños a
la integridad física o a la muerte y a la calidad de vida en
general, es un daño de índole subjetiva y su estimación
pecuniaria queda entregada a la regulación prudencial del
sentenciador, que debe ceñirse a los principios de equidad
que informan a nuestra legislación.

CUADRAGÉSIMO OCTAVO: Que, la doctrina y la jurisprudencia,


han establecido los principios que rigen la determinación del
daño indemnizable, señalando que la indemnización debe ser
completa y cierta, sin que se trate de un daño hipotético o
sujeto a conjeturas, directo, previsible, debe ser probado -
lo que rige sin limitaciones en el daño material-,
comprendiendo la indemnización los daños sufridos
personalmente por la víctima que no ha sido ya indemnizada.

CUADRAGÉSIMO NOVENO: Que, respecto del daño moral, cabe


señalar que, nuestra jurisprudencia ha declarado que
tratándose de daño moral puede demandar su reparación la
víctima inmediata y directa, como ocurre precisamente en
estos autos, en que el personalmente ofendido ha demandado la
indemnización de los perjuicios que la misma habría sufrido

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como consecuencia de la perdida del vehículo que estacionó en
las dependencias de la demandada.

QUINCUAGÉSIMO: Que, el daño moral no escapa a los principios


generales en materia probatoria, por ende, no se debe
presumir y debe ser acreditado por quien lo alega.

QUINCUAGÉSIMO PRIMERO: Que, el daño moral demandado por


CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES no ha sido acreditado, por
cuanto no se ha rendido prueba para demostrar las
circunstancias alegadas consistentes en “la angustia de ver a
su familia sin tener la certeza que podrá darles de comer, de
si podrá cubrir las cuentas propias de un hogar, el temor de
no poder volver a recuperar el vehículo que con tanto
esfuerzo adquirió para mantener a su familia”, por cuanto
ninguna prueba directa o indirecta se ha aportado a tal
respecto y la documental aparejada nada dice o refiere en
base a ello, por lo que al no obrar antecedentes que prueban
las circunstancias fácticas alegadas y que sustentan la
pretensión deducida, el libelo en esta parte será rechazado.

QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO: Que el resto de las alegaciones y


probanzas en nada alteran lo razonado y concluido
precedentemente.

POR ESTAS CONSIDERACIONES Y VISTO ADEMÁS lo dispuesto en los


artículos 1437, 1438, 1445, 1545, 1546, 1547, 1548, 1551,
1552, 1556, 1557, 2314, 2315, 2316, y 2329 del Código Civil y
artículos 1, 144, 160, 162, 170, 346, 356, 384, 385, 395,
426, y 428 del Código de Procedimiento Civil, SE DECLARA:

I.- Que SE ACOGE la demanda de fojas 1 y siguientes, deducida


por CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES, en contra de SUPERMERCADO
SAN BERNARDO LTDA., nombre de fantasía “LIDER”, representada
legalmente por don RODRIGO CRUZ MATTA, SOLO EN CUANTO SE
CONDENA a ésta última parte a pagar al primero la suma de
$4.361.345 (cuatro millones trescientos sesenta y un mil
trescientos cuarenta y cinco pesos) cifra que deberá ser

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reajustada conforme a la variación que haya experimentado el
Índice de Precios al Consumidor, entre el 18 de Noviembre de
2006 y la fecha en que se efectúe el pago efectivo, e
intereses corrientes para operaciones de crédito de dinero
reajustables, entre las mismas fechas.

II.- Que en lo demás, SE RECHAZA la demanda de fojas 1 y


siguientes deducida por CARLOS ENRIQUE TAPIA OLIVARES, en
contra de SUPERMERCADO SAN BERNARDO LTDA., nombre de fantasía
“LIDER”, representada legalmente por don RODRIGO CRUZ MATTA.

III.- Que SE CONDENA en costas a la demandada SUPERMERCADO


SAN BERNARDO LTDA., nombre de fantasía “LIDER”, representada
legalmente por don RODRIGO CRUZ MATTA.
Anótese, regístrese y archívese en su oportunidad.
NOTIFÍQUESE POR CEDULA.
Rol 113.588.

DICTADO POR DON CHRISTIAN CÁCERES MOLINA, JUEZ TITULAR.


AUTORIZA DOÑA MARIA PILAR VALLADARES SANTANDER, SECRETARIA
TITULAR.

En San Bernardo, a diecisiete de diciembre del año dos mil


diez, notifiqué por el estado diario la resolución que
antecede.

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