La Fábula

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La fábula

Aristóteles llamó fábula o mitos a la manera particular de disponer las acciones en


un texto literario. En este sentido, el término designa la trama o argumentos de
una obra. Definía la fábula como elemento de obra literaria como "composición o
estructuración de los hechos".
Características
 Son populares y son relatos breves con estructura sencilla
 Pueden comunicarse en verso o en prosa;
 El orden del relato es lineal, sin saltos temporales;
 Son educativas o moralizantes, los personajes representan arquetipos;
 Predominan los personajes de animales u objetos humanizados (personificados),
aunque también hay fábulas con personajes humanos y divinos.

Tipos

 Agonales. Consisten en un relato de confrontación de conductas u


opiniones entre los protagonistas, o entre el protagonista y el antagonista. A
medida que transcurren se premiará a un personaje y se castigará al otro,
estableciendo así la enseñanza.
 Mitológicas. recogen el contenido religioso o místico de una cultura o grupo
humano específico, es decir, su mitología. Se centran en pequeñas
anécdotas que demuestran sus valores culturales.
 De animales. Tienen como protagonistas a seres del reino animal, a los que
se les da rasgos humano y se ubican en situaciones posibles de la vida
cotidiana de las personas.

Etimología

La palabra fábula viene del latín fabŭla, íntimamente relacionada con el verbo


hablar. Decir fábulas es fabular, que proviene directamente del latín fabulare, que
derivó a fabulari entre los pobladores de Hispania, por cuya tendencia a la dulzura
de lenguaje debilitaron la "e", y de allí viene el verbo actual hablar.

Origen histórico
El origen de estos relatos es remoto y probablemente debe relacionarse con la
literatura oriental. El papel de las fábulas de animales en la India y en las culturas
de Mesopotamia es conocido desde hace tiempo Seguramente los jonios,
habitantes de las colonias griegas de Asia Menor, fueron quienes actuaron de
intermediarios en la transmisión de esta tradición a su propia cultura, la cual,
desde época muy temprana recogió algunas de estas historias dentro de obras
literarias pertenecientes a otros géneros. No obstante, dado que no constituían
relatos independientes, y dado que no eran cultivadas con asiduidad, no podían
considerarse aún como un auténtico género literario. Hasta el s. VI a.C. no
alcanzarían las fábulas esta categoría en la literatura griega, gracias a la figura de
Esopo, un personaje de características semimíticas y cuya vida está llena de
leyendas de dudosa autenticidad: por él, la fábula de animales se denomina
«fábula esópica». En Roma, el término fábula tiene, por un lado, un sentido
amplio, designando cualquier relato con peripecias variadas; por otro lado, se usa
en sentido restringido haciendo referencia a las características que antes hemos
citado. Inicialmente, también los romanos, influidos por los griegos, incorporaron la
fábula a otros géneros ya existentes dentro de su literatura. Así, escritores como
Ennio, Lucilio y Horacio, ponderando principalmente su carácter crítico y
moralizante, la asociaron a la sátira. De nuevo sería necesario que transcurriera
algún tiempo para que un autor se decidiera a considerar estos relatos como
material suficiente para su obra. Este autor sería Fedro.

Historia

La fábula es un género muy antiguo. Los arqueólogos han encontrado ejemplos
en tablillas de arcilla de la era mesopotámica. En ellas se cuentan historias de
animales astutos, malagradecidos o prepotentes, lo cual indicaría que ya se
empleaban con el mismo sentido educativo. Durante la era clásica grecorromana
las fábulas fueron muy comunes, especialmente las del griego Esopo, autor de
muchas de las que aún leemos. Su ejemplo fue seguido por los romanos Horacio y
Flavio Alviano, lo cual demuestra que era un género con mucho éxito
en Occidente. En la Edad Media la fábula continuó escribiéndose. Los autores
generalmente eran anónimos (temerosos de la inquisición) o bien se trata de
creaciones colectivas. Abundaban también las traducciones del árabe o de
otros idiomas. En el Renacimiento la fábula alcanzó un punto muy elevado, sobre
todo por parte de autores como el francés Jean de La Fontaine. Su origen se
rastrea a tiempos muy remotos en países de oriente. Pero su más grande
exponente fue Esopo y a este lo encontramos en la Grecia del siglo VI A.C. A él se
deben casi todas las fábulas provenientes de la antigüedad. Él fue la fuente de
inspiración para los siguientes exponentes del género hasta el siglo XVIII D.C.

Estructura
En términos generales, se conocen las siguiente partes de la fábula o estructura
del relato:

 Situación inicial;
 Conflicto;
 Desenlace o solución;
 Moraleja (esta puede ir antes o después del relato).

La fábula clásica presenta una estructura doble, que consiste en una oposición


fundamental, principal, entre dos personajes cuyas posiciones subjetivas suelen
ser opuestas, paradójicas o retadoras. Por ejemplo, puede tratarse de un
hambriento y un ricachón, un avaricioso y un pedigüeño, etc. Se trata, pues,
de dos personajes que se encuentran siempre en desigualdad social: una alta y
otra baja. Luego, gracias a un evento imprevisto (survenant), dichas posiciones
suelen invertirse, para que cada uno de ellos aprenda una lección al ponerse en
los zapatos del otro. Esta estructura de la fábula es llamado de «doble
reenvío» por el semiólogo canadiense Christian Vandendorpe en su libro Aprender
a leer las fábulas (1989) y es sumamente común, sobre todo en las fábulas
populares, en las que se puede apreciar una enseñanza moral muy clara.

Género en Venezuela

La fábula venezolana tiene sus inicios desde 1829 con la creación de libros
dirigidos a los niños, destacando “El libro de la infancia” por un amigo de los niños
en 1856 de Amenadoro Urdaneta. Una manera efectiva de transmitir ciertas
enseñanzas y principios morales se basa en usar fábulas. Algunas de las historias
populares han sido creadas por fabulistas venezolanos y siguen captando
actualmente la atención de las personas. Conocer esas historias ficticias, que
emplean personajes como los animales, resulta entretenido y provechoso. Las
fábulas venezolanas cortas consiguen captar sin distracción la atención de todo
tipo de gente. Debido a su breve contenido, imparten la instrucción de forma
directa, pero con mucha fuerza en quienes la leen. No permiten que la gente se
aburra por tener que leer por mucho tiempo e inculcan valores muy importantes.

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