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CONSUMIDORES
HIPERVULNERABLES
Colección: Código Civil y Comercial de la Nación
Editorial: El Derecho
Año: 2018 / Edición: 1
1
2
CONTENIDO
Palabras Preliminares
4
Palabras Preliminares
6
Como se deja entrever, este trabajo toma el denominado
“diálogo de fuentes” como método práctico y analítico
vigente en nuestro Derecho, considerando el impacto de
distintos cuerpos normativos en nuestra disciplina, en
especial del Código Civil y Comercial de la Nación, que ha
incorporado en su articulado diversas previsiones
normativas, que los codificadores han calificado como
“núcleo duro de tutela”.
7
resultados de investigación y a Pablo Schlot Thauer,
Vanina A. Ríos y Gala Núñez, becarios del proyecto, que
colaboraron con la compilación y corrección de los
trabajos.
8
Hacia la construcción de la categoría de
consumidores hipervulnerables
I. Introducción -
9
En esta etapa de posmodernidad, caracterizada por
Bauman como “sociedad de consumo”, se “interpela” a sus
miembros fundamentalmente en cuanto a su capacidad
como consumidores. La “sociedad” espera ser escuchada,
atendida y obedecida; y la satisfacción consumista se
erige como el principal programa de vida que se
manifiesta como una especie de software que se activa,
inconsciente, en cada uno de nosotros, que nos impulsa a
la satisfacción inmediata de caprichos y necesidades, casi
sin distinción3. Consumir para ser feliz, consumir para
pertenecer, consumir para ser aceptado. Consumir para
ser4.
11
Las posiciones clásicas parten de la base de entender que
las relaciones jurídicas se dan en un pie de igualdad entre
los sujetos que la componen.
12
En el caso de las relaciones de consumo, la vulnerabilidad
entre consumidores y proveedores es “estructural”, en
tanto obedece a circunstancias sociológicas y no
individuales, que busca traspasar de la idea de “igualdad
formal” a la de “igualdad de trato en igualdad de
circunstancias”, en miras de grupos sometidos, excluidos
o sojuzgados12.
14
De esta manera, en toda relación de consumo tendremos
una parte “fuerte” (proveedor) y una parte débil
(consumidor)20.
15
Es socioeconómica, material o fáctica, por cuanto son los
proveedores los agentes económicos detentores de los
medios y mecanismos de control de la producción, en
todas sus fases, y, por tanto, del capital y, como
consecuencia, de estatus y prestigio social23.
16
Esta desigualdad se vislumbra también en el hecho de que
los proveedores tienen mayor acceso al asesoramiento de
un grupo de técnicos o profesionales –en áreas contables,
jurídicas o técnicas– que lógicamente no están a
disposición del común de los consumidores25.
17
en la agenda pública y en los diversos ámbitos de toma de
decisiones27.
18
Esta problemática ha sido abordada por la literatura
jurídica comparada en distintas conceptualizaciones:
“subconsumidores”29, “infraconsumidores”30,
“consumidores especialmente frágiles”31, “consumidores
vulnerables”32 o “consumidores hipervulnerables o
hiposuficientes”33.
19
En el campo del Derecho Internacional, se destaca la
reciente modificación del año 2015 a las Directrices de
Naciones Unidas de Protección al Consumidor.
20
imperativa la adopción de medidas positivas,
determinables en función de las particulares necesidades
de protección del sujeto de derecho, ya sea por su
condición personal o por la situación específica en que se
encuentre”35.
21
En el Derecho Comunitario Europeo cabe mencionar, en
primer término, la Directiva Nº 2.005/29, relativa a las
prácticas comerciales desleales de las empresas en sus
relaciones con los consumidores en el mercado interior,
que introdujo la cuestión al referir al “consumidor
vulnerable” por oposición al llamado “consumidor
medio”38. Posteriormente se refirieron al tema la
Directiva Nº 2.009/72 sobre normas comunes para el
mercado interior de la electricidad, al contemplar la
situación del consumidor o cliente vulnerable y la llamada
“pobreza energética”. También refiere al concepto la
Directiva Nº 2.011/83, de defensa de los derechos de los
consumidores, que en su considerando 34 establece que
“el comerciante debe proporcionar al consumidor
información clara y comprensible antes de que el
consumidor se vea vinculado por un contrato celebrado a
distancia o fuera del establecimiento, por un contrato
distinto de estos o por una oferta contractual
correspondiente. Al facilitar esa información, el
comerciante debe tener en cuenta las necesidades
especiales de los consumidores que sean particularmente
vulnerables debido a su enfermedad mental, física o
psicológica, edad o credulidad de una forma que el
comerciante pueda razonablemente prever. No obstante,
la toma en consideración de estas necesidades específicas
no debe conducir a niveles diferentes de protección de los
consumidores”39.
23
La cuestión de los consumidores vulnerables también es
referida en el Programa Plurianual de Consumidores para
el período 20142020, aprobado por Reglamento UE Nº
254/2014 del Parlamento Europeo. Dicho plan toma
como retos el envejecimiento de la población, la exclusión
social y la cuestión de los consumidores vulnerables, sus
necesidades específicas y la voluntad de reforzar sus
capacidades; en particular, respecto al acceso a la
información y su comprensión, la protección frente a
engaños, la educación y sensibilización sobre sus
derechos y acceso y herramientas específicas en sistemas
de resolución de litigios.
24
El concepto de consumidor medio parece ser una versión
2.0 del “buen padre de familia”, que desnaturaliza el
concepto de consumidor, requiriendo la prueba de
vulnerabilidades in concreto.
25
Así, podemos mencionar, en primer término, a Francia42,
Italia43, Luxemburgo44, Andorra45 y Papúa Nueva
Guinea46, quienes refieren en sus ordenamientos a
consumidores especialmente vulnerables o
pertenecientes a colectivos de especial protección.
26
desigualdad con las empresas, la situación de pobreza y el
lugar de residencia o cualquier otra análoga.
28
En el Derecho Argentino no hay una mención expresa a
esta categoría de consumidores.
29
Puede destacarse también la referencia que la Ley Nº
26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual hace en
materia de publicidad abusiva y la Comunicación “A”
5460 del Banco Central de la República Argentina de
Protección de Usuarios de Servicios Financieros respecto
a sujetos de atención prioritaria y medidas positivas en
favor de usuarios con discapacidad.
30
criterios para la delimitación de la categoría
“consumidores hipervulnerables”.
31
un rótulo o una etiqueta que podemos aplicar. La
vulnerabilidad no debería ser entendida como una
condición permanente y categórica, una etiqueta que es
aplicada a alguien en ciertas circunstancias (como la falta
de poder o incapacidad) y que persiste durante toda su
existencia. No es un concepto de todo o nada: un rótulo
que incluye o excluye a un grupo particular. Más que
considerarla una etiqueta o una característica esencial,
debería ser analizada de esta manera más sutil. La
vulnerabilidad no cumple una finalidad de compasión o
construcción de estereotipos o etiquetas, sino que se
construye como herramienta evaluativa y operativa72.
32
Un primer criterio para la delimitación de quiénes se
encuentran comprendidos dentro de la categoría de
consumidores hipervulnerables es indagar en las
categorías que la Constitución Nacional comprende
dentro de grupos vulnerables sobre los que ordena
realizar medidas de acción positiva que garanticen la
igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce
y ejercicio de sus derechos. Así, podemos mencionar a los
niños, las mujeres, los ancianos, las personas con
discapacidad (art. 75, inc. 23) y los pueblos indígenas (art.
75, inc. 17).
33
Pero entendemos que dicha delimitación no debe ser un
numerus clausus que excluya otras situaciones en
concreto de la realidad social que el legislador pueda
incluir para determinadas relaciones de consumo en
particular o que las autoridades administrativas o
judiciales consideren para un caso concreto.
34
En cuanto a las implicancias jurídicas sustanciales y
procesales y de políticas públicas aplicables a los sujetos
comprendidos dentro de la categoría consumidores
hipervulnerables, si bien entendemos que resulta
necesario realizar un estudio particularizado para cada
uno de los supuestos y en el caso concreto, creemos que
podemos establecer algunas reglas comunes para
destacar:
35
La hipervulnerabilidad debe ser el estándar de
evaluación de materia de información, seguridad, y de
trato digno y equitativo y de ilicitud en prácticas
comerciales y publicidad.
36
Este pareciera ser el criterio que desliza la Corte Suprema
de Justicia de la Nación argentina76.
38
Por este motivo es que se requiere de normas y medidas
específicas a la hora facilitar el ejercicio de este derecho.
39
modalidades de provisión de bienes o prestaciones de
servicios, etc. En tanto sean razonables, los proveedores
deben facilitar la realización de dichos ajustes sin que los
mismos impacten de manera discriminatoria o
excesivamente costosas para los consumidores
hipervulnerables.
40
Los procesos colectivos permiten una mayor eficacia en la
tutela de sus derechos.
41
los consumidores hipervulnerables en el eje de sus
debates centrales y promover que las autoridades
públicas adopten las medidas adecuadas para visibilizar
sus problemáticas, garantizar sus derechos y defender
sus intereses con justicia y equidad.
Notas -
42
* Profesor regular adjunto por concurso, “Contratos Civiles
y Comerciales” (UBA) Profesor Titular ordinario. Derecho
Civil III (USAL). Profesor permanente de la Carrera de
Especialización en Contratos y Derecho de Daños (USAL),
del Programa de Actualización en Derecho del Consumidor
Profundizado (UBA), de la Maestría en Derecho Civil
Patrimonial (UCA) y de la Maestría en Derecho Civil
Constitucionalizado (UP). Investigador adscripto al
Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio
L. Gioja” (UBA). Miembro de la Mesa Directiva de la
Asociación Internacional de Derecho del Consumidor
(IACL). Secretario Académico del Instituto Argentino de
Derecho del Consumidor (IADC).
43
Penal, Buenos Aires, Hammurabi, 2016, p. 434.
6 Reich, Norbert, Mercado y Derecho, Barcelona, Ariel,
1985, p. 10; Lorenzetti, Ricardo, Consumidores, Santa Fe,
Rubinzal Culzoni, 2003, p. 16; Rusconi, Dante, Manual de
Derecho del Consumidor, Buenos Aires, Abeledo Perrot,
2009, pp. 10 y sigs.
7 Rusconi, Dante D. (Coordinador), Manual de Derecho
del Consumidor, ob. cit., p. 12.
8 Junyent Bas, Francisco; Garzino, María Constanza;
Rodríguez Junyent, Santiago, Cuestiones claves del
Derecho del Consumidor a la luz del Código Civil y
Comercial, Córdoba, Advocatus, 2016, p. 18.
9 Ossola, Federico, Obligaciones, Buenos Aires,
AbeledoPerrot, 2016, p. 37.
10 Conf. Correa Heano, Magdalena, “El Estatuto del
Consumidor: aspectos generales sobre la naturaleza,
ámbito de aplicación y carácter de sus normas”, en
Valderrama Rojas, Carmen Ligia (Directora), Perspectivas
del Derecho del Consumo, Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2013, p. 112.
11 Conf. Marques, Claudia Lima, “Contratos no Código de
Defesa do Consumidor”, Revista dos Tribunais, 6ª edición,
San Pablo (Brasil), 2011, p. 323.
12 Conf. Saba, Roberto, Más allá de la igualdad formal ante
la ley, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2016, pp. 26
y sigs.
13 Conf. Rusconi, Dante D. (Coordinador), Manual de
Derecho del Consumidor, ob. cit., p. 12.
14 Tartuce, Flávio; Neves, Daniel Amorim Assumpcao,
Manual de Direito do Consumidor, 3ª edición, San Pablo
(Brasil), Editora Método, 2014, p. 33.
15 Amaral, Luiz Otavio de Oliveira, “Teoría geral do
direito do consumidor”, Revista dos Tribunais, San Pablo
(Brasil), 2011, p. 68; Sobrino, Waldo, Consumidor de
seguros, Buenos Aires, La Ley, 2009, p. 77.
44
16 Tartuce, Flávio; Neves, Daniel Amorim Assumpcao,
Manual de Direito do Consumidor, ob. cit., p. 33.
17 Farina, Juan M., Defensa del consumidor y del usuario,
4ª edición, Buenos Aires, Astrea, 2008, p. 67.
18 CSJN, 2242008, “Ledesma, María L. c/ Metrovías S.A.”,
Fallos: 331:819; CSJN, 24112015, “Consumidores
Financieros Asociación Civil p/ su defensa c/ Nación
Seguros S.A.”, Fallos: 338:1344; CSJN, 2842015, “PADEC
c/ Bank Boston”, Fallos: 340:172.
19 Conf. Frustagli, Sandra A., “La tutela del consumidor
hipervulnerable en el Derecho Argentino”, Revista de
Derecho del Consumidor, tercera época, Número
1 noviembre 2016, 30112.016, IJCCLI396.
20 Conf. Caycedo Esquinel, Carlos Germán, “Principios e
instituciones del Derecho de Protección del Consumidor
en Colombia”, en Valderrama Rojas, Carmen Ligia
(Directora), Perspectivas del Derecho del Consumo,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2013, p. 112.
21 Conf. Marques, Claudia Lima, “Contratos no Código de
Defesa do Consumidor”, ob. cit., p. 324.
22 Conf. Marques, Claudia Lima, “Contratos no Código de
Defesa do Consumidor”, ob. cit., 8ª edición; Miragem,
Bruno, “Curso de Direito do Consumidor”, Revista dos
Tribunais, 3ª edición, San Pablo (Brasil), 2012, p. 102;
Moraes, Paulo Valério Dal Pai, Código de Defesa do
Consumidor – O princípio da vulnerabilidade, Porto
Alegre, Síntese, 1999, pp. 115 y sigs.; Rusconi, Dante D.
(Coordinador), Manual de Derecho del Consumidor, ob.
cit., p. 155.
23 Cavalieri Filho, Sergio, Programa de Direito do
Consumidor, 4ª edición, San Pablo (Brasil), Atlas, 2014,
pp. 50 y sigs.
24 Conf. Miragem, Bruno, “Curso de Direito do
Consumidor”, ob. cit., p. 102.
25 Rusconi, Dante D. (Coordinador), Manual de Derecho
45
del Consumidor, ob. cit., p. 13.
26 Conf. Kalafatich, Caren y Barocelli, Sergio Sebastián,
“Gratuidad en los procesos de consumo”, LL 2762017, 2.
27 Conf. Miragem, Bruno, “Curso de Direito do
Consumidor”, ob. cit., p. 102.
28 Conf. ibídem, p. 102.
29 Ghidini, Gustavo, Per i consumatori, Bolonia, Ed.
Zanicchelli, 1977, pp. 63 y sigs.; Acedo Penco, Ángel, “Los
subconsumidores como colectivos de especial protección
reconocidos en el estatuto de los consumidores de
Extremadura”, Anuario de la Facultad de Derecho,
Universidad de Extremadura, Nº 22, 2004, pp. 195203;
Alterini, Atilio Aníbal, “Los contratos de consumo”, LL
1993E, 105; Brizzio, Claudia R., “La teoría general del
contrato y el Derecho del Consumidor”, LL 1998D, 1285;
Vázquez Ferreyra, Roberto A., “Turismo y defensa del
consumidor en defensa del consumidor”, en Lorenzetti,
Ricardo L. y Schötz, Gustavo J. (Coordinadores), Defensa
del Consumidor, Buenos Aires, Ábaco, 2003, pp. 416 y
sigs.; Rinessi, Antonio J., “Consumidor informático”, LL
1995A, 868; Alterini, Atilio Aníbal, “El consumidor en la
sociedad postmoderna”, LL 1996E, 818; Cavanillas
Múgica, Santiago, “La protección del subconsumidor en la
normativa sobre responsabilidad civil por productos o
servicios defectuosos”, Estudios sobre consumo, Nº 18,
1990, pp. 4454.
30 Ghersi, Carlos A.; Weingarten, Celia, Manual de los
derechos de usuarios y consumidores, 2ª edición, Buenos
Aires, La Ley, 2015, p. 19.
31 Bihl, Luc, “La protection du consommateur
particulièrement fragile”, La Semaine Juridique Notariale
et Immobilière, Mai 1985 nº 18.
32 Es la denominación dominante en Europa, a raíz de la
normativa comunitaria.
33 Así, por primera vez, en conferencia de Antônio
46
Herman Benjamin, el 8 de septiembre de 2005, en
Gramado (RS), en el Congress International 15 años del
CDC, organizado por Brasilcon y las Escuelas Superiores
de la Magistratura y del Ministerio Público de Río Grande
do Sul (RS Brasil) y luego en varios autores
latinoamericanos, Lima Marques, Claudia, “Solidaridad en
la enfermedad y en la muerte: sobre la necesidad de
acciones afirmativas en contratos de planes de salud y de
planes funerarios frente al consumidor anciano”, en
Lorenzetti, Ricardo y Lima Marques, Claudia, Contratos de
servicios a los consumidores, Santa Fe, RubinzalCulzoni,
2005, p. 252; Sozzo, Gonzalo, “La resistematización de la
regulación del consumo en el Proyecto del Código Civil
2012”, Revista Derecho Privado, Año 2, Nº 4, Infojus, p. 79,
Id Infojus: DACF130079; Schmitt, Cristiano Heineck, “A
‘Hipervulnerabilidade’ do Consumidor Idoso”, Revista de
Direito do Consumidor, vol. 70, 2009, p. 139; Schmitt,
Cristiano Heineck, Consumidores hipervulneráveis, San
Pablo (Brasil), Atlas, 2014; Barocelli, Sergio Sebastián,
“Los consumidores hipervulnerables como colectivos de
especial protección por el Derecho del Consumidor”, en
Stiglitz, Gabriel A.; Álvarez Larrondo, Federico M.,
Derecho del consumidor. Problemática general del
régimen de defensa del consumidor, Buenos Aires,
Hammurabi, 2013, p. 165 y Barocelli, Sergio Sebastián,
“Incumplimiento del trato digno y equitativo a
consumidores hipervulnerables y daños punitivos: la
Suprema Corte de Buenos Aires confirma su
procedencia”, DJ 2952013, 3.
34 Sobre la caracterización de los derechos de los
consumidores como Derechos Humanos de tercera
generación, ver: Sahián, José Humberto, Dimensión
constitucional de la tutela de los consumidores.
Progresividad y control de regresividad de los derechos
de los consumidores, Madrid, Universidad Complutense
47
de Madrid, 2016, en Tambussi, Carlos E., El consumo
como Derecho Humano, Buenos Aires, Universidad, 2009.
En el Derecho Comparado: Deutch, Sinai, “Are Consumer
Rights Human Rights?”, Osgoode Hall Law Journal, 32.3
(1994): 537578, [Consultado: 2212018]; Jagielska,
Monika; Jagielski, Mariusz, “Are Consumers Rights
Human Rights?”, en Devenney, James; Kenny, Mel (Eds.),
European Consumer Protection: Theory and Practice,
Cambridge, Cambridge University Press, 2012, p. 336.
35 CIDH, 31 de agosto de 2012, “Furlán y Familiares vs.
Argentina”.
36 Aprobadas en la Asamblea Plenaria de la XIV Edición
de la Cumbre Judicial Iberoamericana, celebrada los días
4, 5 y 6 de marzo de 2008.
37
http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr14summary
es.pdf.
38 La Directiva también se ocupa de la “distorsión
sustancial del comportamiento económico del
consumidor”, en su art. 2.e, expresando que ello se dará
cuando se utilice “una práctica comercial para mermar de
manera apreciable la capacidad del consumidor de
adoptar una decisión con pleno conocimiento de causa
haciendo así que éste tome una decisión sobre una
transacción que de otro modo no hubiera tomado”.
39 Para ampliar sobre este punto, ver: DíazAmbrona,
María Dolores, Consumidor vulnerable, Madrid, Reus,
2015, pp. 27 y sigs.
40 González Vaqué, Luis, “La noción de consumidor medio
según la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas”, Revista de Derecho
Comunitario Europeo, Año 8, Nº 17, eneroabril 2004,
Hualde Manso, Teresa, Del consumidor informado al
consumidor real. El futuro del Derecho del Consumo
europeo, Madrid, Dykinson, 2016, pp. 25 y sigs.
48
41 .
42 Código de Consumo, art. 1211.
43 Código de Consumo, arts. 4º y 20.
44 Código de Consumo, art. L. 1221.
45 Ley Nº 13/2013 de Protección al Consumidor, art. 2º,
inc. h.
46 Ley de la Comisión Independiente de Consumo y
Competencia de 2002, art. 5º, inc. 2º, ap. b.
47 Cabe mencionar, no obstante, el Real Decreto Nº
897/2017, del 6 de octubre, que regula la figura del
consumidor vulnerable, el bono social y otras medidas de
protección para los consumidores domésticos de energía
eléctrica.
48 Ley Nº 13/2003, del 17 de diciembre, de Defensa y
Protección de los Consumidores y Usuarios de Andalucía,
“Situaciones de inferioridad”: Exposición de motivos,
punto II; art. 4º, inc. 7º; arts. 36 y 37; art. 72, inc. 3 b.
49 Ley Nº 16/2006, del 28 de diciembre, de Protección y
Defensa de los Consumidores y Usuarios de Aragón,
“Colectivos de consumidores especialmente protegibles”:
Preámbulo, 3er. párrafo; art. 5º; art. 8º, inc. d; art. 15, inc.
f y arts. 82 y 83.
50 Ley Nº 3/2003, del 12 de febrero, del Estatuto de los
Consumidores y Usuarios de la Comunidad Autónoma de
Canarias, “Colectivos especialmente protegidos”: art. 4º;
art. 5º, inc. d; art. 15, inc. d; art. 43, inc. f.
51 Ley Nº 1/2006, del 7 de marzo, de Defensa de los
Consumidores y Usuarios, “Colectivos especialmente
protegidos”: Preámbulo, punto II; art. 4º; art. 15, inc. 3º;
art. 23, inc. e; art. 27, inc. e; art. 32, inc. 4º; art. 52, inc. f.
52 Ley Nº 11/2005, del 15 de diciembre, del Estatuto del
Consumidor, “Situaciones de protección prioritaria”: art.
3º; art. 4º, inc. k; art. 15, inc. 2º; art. 23, inc. 2º.
53 Ley Nº 2/2015, del 4 de marzo, por la que se aprueba
el Estatuto del Consumidor de Castilla y León, “Supuestos
49
especiales”: Exposición de motivos, punto II, 6º párrafo;
art. 4º; art. 5º, inc. f; art. 15, inc. 1º; art. 16, inc. 2 a.
54 Código de Consumo de Cataluña, “Colectivos
especialmente protegidos”: Preámbulo, punto III, 4º y 5º
párrafos; art. 1112, inc. c; art. 1213; art. 12610, inc. g; art.
12618, inc. a; art. 26210; art. 3324, inc. b; art. 3332, inc. d.
55 Ley Nº 1/2011, del 22 de marzo, por el que se aprueba
el Estatuto de los Consumidores y Usuarios de la
Comunidad Valenciana, “De los colectivos de especial
protección”: Preámbulo, 13º párrafo; art. 6º; art. 7º, inc.
2º; art. 17, inc. a; art. 27, inc. 1º; art. 70, inc. 2 b; art. 71,
inc. 3 f.
56 Ley Nº 6/2001, del 24 de mayo, del Estatuto de
Consumidores de Extremadura, “Colectivos de especial
protección”: Exposición de motivos, 13º párrafo; art. 5º;
art. 21; art. 34, inc. f; art. 39, inc. f.
57 Ley Nº 2/2012, del 28 de marzo, gallega de protección
general de las personas consumidoras y usuarias,
“Colectivos de especial protección”: Exposición de
motivos, 11º y 15º párrafo; art. 7º; art. 8º; art. 11, inc. f;
art. 49, incs. d y f; art. 84, inc. b; art. 88, inc. d.
58 Ley Nº 7/2014, del 23 de julio, de Protección de las
Personas Consumidores y Usuarias de las Illes Balears,
“Consumidores vulnerables”: Exposición de motivos, 10º
párrafo, art. 2º, inc. b; art. 4º, inc. c; art. 8º, apartado 2; art.
15; art. 82, apartado 2, inc. j.
59 Ley Nº 5/2013, del 12 de abril, para la Defensa de los
Consumidores de la Comunidad Autónoma de La Rioja,
“Colectivos que se encuentren en situaciones de
indefensión, inferioridad o subordinación”: Exposición de
motivos, 16º párrafo; art. 3º, apartado 1, inc. k; art. 6º,
apartado 3; art. 36, apartado 1; art. 67, apartado 3, inc. b.
60 Ley Nº 11/1998, del 9 de julio, de Protección de los
Consumidores de la comunidad de Madrid, “Colectivos de
especial protección”: Preámbulo, 11º párrafo; art. 4º; art.
50
16, apartado 2, inc. d; art. 17, apartado 4; art. 20, apartado
1, inc. a; apartado 2, inc. a; art. 34, apartado 2; art. 52,
apartado 1.
61 Ley Foral Nº 7/2006, del 20 de junio, de Defensa de los
Consumidores y Usuarios, “Supuestos de especial
protección”: Exposición de motivos, 15º párrafo y art. 3º.
62 Ley Nº 2/2012, del 9 de febrero (modificación Ley Nº
6/2003), de Estatuto de las Personas Consumidoras y
Usuarias, “Colectivos de especial protección en
situaciones de inferioridad, subordinación o indefensión”,
art. 5º, inc. b.
63 Ley Nº 11/2002, del 2 de diciembre, de los
Consumidores y Usuarios, “Colectivos de especial
protección”: Exposición de motivos, 7º párrafo; art. 5º;
art. 14; art. 19, apartado 3; art. 21, inc. d; art. 39.
64 Ley Nº 1/2008, del 21 de abril (modifica la Ley Nº
4/1996, 14 de junio), del Estatuto de los Consumidores y
Usuarios de la Región de Murcia, “Colectivos especiales”,
art. 30, apartado 1.
65 El Salvador: Decreto Nº 776/2005, “Ley de protección
al consumidor”, art. 5A: “En razón de las especiales
circunstancias que en ellos concurren, las personas con
discapacidad física, mental, sicológica o sensorial, en
tanto consumidoras, gozarán de especial protección por
parte de todos los Órganos del Estado y, en especial, por
parte de la Defensoría del Consumidor quien, en el marco
de las atribuciones que le confiere la presente ley,
procurará: a) Contribuir a su inclusión social como
consumidores y usuarios, mediante la adopción de
medidas para la educación, la prevención y la atención de
reclamaciones de este colectivo; b) Promover acciones de
sensibilización, estudio e información sobre diferentes
temas relacionados con el consumo de las personas con
discapacidad en cuanto al acceso a los bienes y servicios,
especialmente de aquéllos ofrecidos directamente por la
51
Administración pública; y, c) Impulsar la colaboración
entre el colectivo de los discapacitados, las
organizaciones de consumidores y las instituciones
públicas relacionadas con el tema, con el fin de desarrollar
programas conjuntos a favor de la defensa de los derechos
de las personas con discapacidad como consumidores de
productos y servicios”.
66 Colombia: Ley Nº 1.480/2011, “Estatuto del
consumidor”, art. 1º, inc. 5, 28 (información) y 52
(comercio electrónico).
67 Proyecto 1061D2006, firmado por los diputados Stella
Maris Córdoba, Juan Manuel Irazábal, Eduardo Gabriel
Macaluse, Heriberto Eloy Mediza, Adrián Pérez y Patricia
Vaca Narvaja y Dictamen de las Comisiones de Defensa del
Consumidor, de Comercio y de Justicia de la Honorable
Cámara de Diputados de la Nación, Orden del Día Nº
306/2006.
68 CNCiv., Sala H, 262014, “G. R., J. H. y otros c/ C. V. J. y
otros s/ daños y perjuicios”, LL 5112014,
AR/JUR/44769/2014; C. Civ. y Com. Rosario, Sala 1,
2682013, “S. A. c/ Hipermercado Libertad s/ daños y
perjuicios”, MJJUM81275AR | MJJ81275; CNCiv., Sala A,
21112012, “R., F. y otro c/ Parque de la Costa S.A. y otro
s/ daños y perjuicios”, AR/JUR/63681/2012; CS
Tucumán, Sala Civil y Penal, 3052014, “Amaya, Mariana
Delicia c/ Galicia Seguros S.A. s/ daños y perjuicios”, LL
14102014, AR/JUR/27270/2014.
69 CNCiv., Sala A, 18112016, “M., N. A. c/ Empresa San
José S.A.”, MJJUM102238AR | MJJ102238 | MJJ102238.
70 CSJN, 2242008, “Ledesma, María Leonor c/ Metrovías
S.A.”, Fallos: 331:819.
71 C. Civ. Com. y de Garantías en lo Penal, Necochea,
291999, “Cazabat, Norma S. c/ Editorial Perfil S.A.”,
AR/JUR/2854/1999.
72 Conf. Luna, Florencia, “Vulnerabilidad: la metáfora de
52
las capas”, JA 2008IV1116.
73 Ley Nº 26.657 de Salud Mental.
74 Conf. Medina, Graciela, “Acceso a la justicia de
personas en condición de vulnerabilidad. Las 100 Reglas
de Brasilia. En género, discapacidad y pobreza”, LL
14112017, 1.
75 Ley Nº 26.396 de Trastornos Alimenticios.
76. CSJN, 2242008, “Ledesma, María Leonor c/ Metrovías
S.A.”, Fallos: 331:819.
77 CNCiv., Sala A – 21112012, “R., F. y Otro c/ Parque de
la Costa S.A. y otro”, RCyS 2013II, 183.
78 STJ de Brasil, Sala II, 1742007, “Ministério Público do
Estado de Minas Gerais c/ Associação Brasileira das
Indústrias da Alimentação – ABIA”. Min. Ponente Antonio
Herman Benjamin, Dje, 1932009.
53
La infancia y la adolescencia en el derecho de los
consumidores: derecho a la salud y publicidad
Celeste Ferrer*
Natalia Torres Santomé**
Javier Orduna***
I. Introducción -
55
Estos factores pueden ser internos, como la edad o el
género; o externos, como la situación socioeconómica6.
Estos sujetos, que acumulan capas de vulnerabilidad, son
los denominados “consumidores hipervulnerables”. En
este colectivo de hipervulnerabilidad, analizaremos en
particular lo referente a la infancia y adolescencia.
57
En el colectivo NNA, entonces, aparece una sumatoria de
vulnerabilidades. Por un lado, la propia de la infancia y
adolescencia, y, por otro, la propia de los consumidores.
58
ámbito de maduración intelectual y emocional, referido al
aspecto interno del desarrollo de un niño, niña o
adolescente. Todo ello se desprende del derecho humano
a la salud, reconocido expresamente para este colectivo
en los arts. 3º, 23 y 27 de la CDN, así como también en el
art. 14 de la Ley de Protección Integral (Ley Nº 26.061).
59
El derecho a la salud implica, por tanto, el cumplimiento
por parte del Estado en una doble faz; por un lado, la
implementación de políticas que garanticen la protección
frente a prácticas nocivas, y, por otro, el estímulo de
prácticas saludables.
60
internacionales al cuerpo constitucional. Entre los que
expresamente lo incluyen, podemos mencionar la
Declaración Universal del Hombre (art. 25); el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (art. 12); la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre (arts. 11 y 16), y la ya
mencionada Convención sobre los Derechos del Niño
(arts. 23 y 27).
61
capacidades diferentes, exigiendo, a los Estados Parte, su
compromiso para asegurarles su inclusión y participación
activa en la comunidad. Finalmente, a través del art. 27 se
reconoce el derecho de todo niño a un nivel de vida
adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual,
moral y social, obligando a los Estados Parte a adoptar las
medidas apropiadas para dar efectividad a este derecho.
62
orientación y asistencia, tanto para el niño como para su
familia y la obligación del Estado de realizar campañas de
difusión y promoción de los derechos del colectivo, a
través de los medios de comunicación social.
63
frente al conflicto entre ambos, se resuelve sobre la base
de la opinión médica respecto a las consecuencias de la
realización o no del acto médico, siempre teniendo en
cuenta el interés superior del adolescente. Finalmente,
una vez alcanzada la edad de dieciséis años, el
adolescente pasa a ser considerado como un adulto para
las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo.
64
En resumen, del juego armónico de todos estos artículos
surge que a la hora de establecer un lineamiento para las
políticas públicas se deberá considerar en primer lugar
aquellas tuitivas y respetuosas de los derechos de los
NNA.
66
67
68
En Latinoamérica, pueden observarse marcos normativos
de protección general del colectivo. Brasil es el pionero en
la materia, ya que el Estatuto del niño y adolescente se
remonta al año 1990. Esta ley fue modificada en el año
2014, a través del Decreto Nº 5.089/2004, que estableció
la estructura, competencia y funcionamiento del Consejo
Nacional de los Derechos de los Niños y de los
69
Adolescentes (CONANDA), como pilares máximos. Posee,
también, otras normativas, tales como la Ley de Primera
Infancia (Ley Nº 13.257/2016) o la Resolución Nº 113
Secretaría de DDHH y el CONANDA/2006, que regula los
parámetros para la institucionalización y el
fortalecimiento del Sistema de Garantía de Derechos de
Niños y Adolescentes.
70
se aprueba mediante la Resolucion Legislativa Nº
25.278/1990. Uruguay posee el Código de la Niñez y
Adolescencia (Ley Nº 17.823/2004) y aprueba la
Convención sobre los Derechos del Niño (Ley Nº
16.137/1990).
71
Por su parte, Perú da cuenta de determinados decretos
supremos, tales como aquel que reglamenta la
alimentación infantil (Decreto Supremo Nº 009/2006); o
el que regula el Plan Nacional de Acción por la Infancia y
la Adolescencia (PNAIA) 2012-2021 (Decreto Supremo
Nº 001/2012). Tiene también leyes sobre la educación
(Ley Nº 28.044/2003); sobre Centros de Atención
Residencial de Niñas, Niños y Adolescentes (Ley Nº
29.174/2007); y sobre la Promoción de la Alimentación
Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes (Ley Nº
30.021/2013). En tanto Uruguay cuenta con la Ley Nº
18.640/2009 sobre promoción de la salud y la educación
en la niñez y la adolescencia en el ámbito de la Educación
Pública.
72
En cuanto al marco tuitivo que refiere al desarrollo de la
personalidad de los niños, niñas y adolescentes, el
material normativo nacional es escaso. Las primeras
referencias se encuentran en la Ley de Servicios
Audiovisuales, promulgada y sancionada el 10 de octubre
de 200913. La ley sufrió un derrotero particular, ya que,
si bien fue sancionada luego de un enorme consenso
logrado a través del aporte de organismos públicos y
privados, resultó varias veces judicializada por afectar
intereses económicos en materia de comunicación. En el
año 2015, y a través del DNU Nº 267, el 29 de diciembre
fue derogada parcialmente y disolvió a la Autoridad de
Aplicación, AFSCA.
73
El encuadre protectorio de la misma en materia de
infancia aparece, en primer término, a través de su art. 4º,
que determina las condiciones que deben cumplir
aquellos programas destinados a este colectivo. A tal fin,
los define como aquél “producto audiovisual
específicamente destinado a ser emitido por radio o
televisión, creado para y dirigido a niños y niñas,
generado a partir de elementos estilísticos, retóricos y
enunciativos de cualquier género o cruce de géneros que
deben estar atravesados por condicionantes, limitaciones
y características propias que apelan y entienden a la niñez
como un estatus especial y diferente a otras audiencias”.
74
calidad de ciudadanos y de públicos competentes de las
obras audiovisuales nacionales e internacionales.
75
niños no debe incitar a la compra de productos
explotando su inexperiencia y credulidad”. Mientras que
el inciso I refleja que los avisos publicitarios no deben
inducir a comportamientos perjudiciales para la salud
física y moral de los niños, niñas y adolescentes. En tanto
que el art. 71 expresa que los licenciatarios deben velar
por el cumplimiento de varias leyes, e incluye
expresamente la Ley Nº 26.061, de Protección Integral de
Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
78
debe ser comprensible, lo que exige tener especial
atención a las circunstancias particulares, la edad y el
nivel educativo alcanzado por el consumidor (art. 4º,
LDC), algo particularmente trascendente en materia de
infancia y adolescencia.
79
a Orlando, Estados Unidos. Pese a que el niño ganó, por
tratarse de un menor de edad la empresa no le entregó el
premio. Frente a ello, la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil decidió una indemnización de veinte mil pesos
por el daño moral y material que le causó al no entregarle
el viaje a Disney World que había ganado en dicho
concurso. En el fallo, los camaristas resaltaron que “dadas
las características de la promoción, esto es que el premio
era justamente un viaje a Disney y que los productos que
había que comprar para obtener cupones a los fines de
participar del sorteo eran identificados con la imagen de
Mickey, es evidente que la publicidad se hallaba dirigida a
los niños”.
80
El CONARP establece lineamientos generales respecto de
la forma en que la publicidad cumpla con las directivas
tuitivas que surgen de la ley y de la convención. En este
sentido, el art. 33 determina que se deben evitar las
publicidades que, a través de prácticas visuales o
situaciones peligrosas, induzcan a los niños a imitar
conductas riesgosas para su salud; deberán, además,
cuidar el contenido de los mensajes que se incluyan en los
programas dirigidos a ellos, así como también evitar
mostrar en la publicidad a niños realizando actos ilegales.
81
que es necesario contar con el permiso previo de sus
padres o adulto responsable, además de informar sobre el
costo de la comunicación, si corresponde. La información
personal sobre menores sólo puede ser obtenida por
terceros si la entrega de la misma es autorizada
previamente por sus padres, observando las leyes de
privacidad vigentes. Por otra parte, los padres o tutores
deben participar y supervisar las actividades de los
menores, en especial en lo referente a comunicaciones
interactivas”. Tampoco, dice el artículo, se deberá incitar
al NNA a obtener el producto por cualquier medio.
82
público. En este sentido, la ausencia de una política
integral aparece como un dato que requiere atención, no
sólo porque expone la absoluta desprotección a la que se
encuentra sujeto el colectivo, sino porque ello resulta una
clara violación a las obligaciones asumidas por el Estado
con la CDN.
83
En Colombia, en tanto, el Estatuto del Consumidor19
regula especialmente el derecho a la información de los
niños, niñas y adolescentes. Al respecto, su art. 28
determina que el Gobierno Nacional deberá reglamentar
el contenido y la forma en que debe presentarse la
información que sea suministrada al género NNA en su
calidad de consumidores, en base al derecho de la
información consagrado en el art. 34 de la Ley Nº 1.098
de 2006.
IV. Conclusiones -
84
Las regulaciones que pueden observarse son aisladas y no
dan cuenta de una política integral. Por el contrario,
ninguna de ellas refiere al tema de la publicidad y sus
lineamientos, sino solamente a cuestiones puntuales
respecto de la salud física.
85
El respeto por los derechos fundamentales de la persona
humana exige, en primer término, asumir su condición de
sujetos de derecho. Negarle a un colectivo la legitimación
que es reconocida para otros sujetos ya es un
incumplimiento grave. Pero además de ello, cuando se
trata de un colectivo vulnerable, la obligación estatal se
resignifica.
86
Notas -
88
18. Preámbulo del CONARP.
19. Ley Nº 1.480 de 2011.
20. SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Cuatro verdades sobre
nuestra crisis, Buenos Aires, Ed. Nuestro tiempo, 1985, p.
77.
Maximiliano Boned*
Diego Ortiz**
I. Introducción -
90
La idea de este trabajo es plantear la hipervulnerabilidad
de la mujer en esta rama, específicamente en la
publicidad.
92
la Ley Nº 23.264 de Filiación y Patria Potestad y la Nº
23.515 de Divorcio Vincular, fue adquiriendo
progresivamente derechos que el hombre ya tenía
ganados mucho tiempo antes; entre ellos, elegir domicilio
conyugal, adquirir aptitud nupcial dispensando de los
efectos personales del matrimonio, como el de
cohabitación, elegir el nombre de sus hijos, participar de
las decisiones patrimoniales y extrapatrimoniales
atinentes a ellos, etc.
93
familia, activo, fuerte, viril, propietario del cuerpo de la
mujer, titular de productos específicos relacionados a su
virilidad, como autos, bebidas alcohólicas, entre otras
cosas.
94
así como sobre las características de los bienes o servicios
ofertados. Así entendida la publicidad, de modo amplio, se
extiende al mensaje escrito en la prensa, oral en la radio o
aún visual en la televisión. Puede resultar igualmente de
información contenida en los documentos comerciales o
inscripciones sobre el embalaje de un producto”7.
95
IV. La mujer como sujeto hipervulnerable en la
publicidad -
97
atender al cliente, debían “efectuar la limpieza del local,
cargar los baldes conteniendo el producto, los que tienen
un peso de 10 kg, ingresar a los pozos de frío que tienen
una profundidad importante y bajas temperaturas. Con
relación a los motoristas se requieren conocimientos
mínimos de mecánica, poseer registro, limpiar el
ciclomotor, cargar combustible con bidones, reparar la
moto y cambiar las piezas de la misma. Asimismo, las
tareas desempeñadas son cumplidas en horarios
rotativos hasta altas horas de la madrugada […]”. En este
sentido, Freddo pretende “proteger” y no discriminar a la
mujer.
98
selección, en el caso, a los fines de acceder a un empleo
como conductora de colectivos.
99
Los fallos anteriores ejemplifican cómo se considera a la
mujer para la realización de determinadas tareas, ejercer
labores en una heladería o conducir un colectivo.
101
adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el
ejercicio y el goce de los Derechos Humanos y las
libertades fundamentales en igualdad de condiciones con
el hombre”, tal como lo ordena el art. 3º de la Convención.
El art. 5(a) requiere que los Estados Partes transformen
las normas patriarcales tomando todas las medidas
apropiadas para “modificar los patrones socioculturales
de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar
la eliminación de los prejuicios y las prácticas
consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén
basados en la idea de la inferioridad o superioridad de
cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de
hombres y mujeres”. Dicho apartado enfatiza
críticamente la obligación de lograr la modificación de
patrones sociales y culturales de conducta para eliminar
los prejuicios, costumbres y todas las demás prácticas
fundadas en estereotipos sobre la inferioridad o
superioridad de mujeres y hombres o sobre los roles
apropiados de los sexos.
102
mujer dedicada a su belleza e imagen, por ejemplo, el
aviso de la cerveza, donde vemos a una mujer apartando
a su grupo de amigas en una fiesta, a las cuales les muestra
un cuarto donde guarda toda su vestimenta y zapatos, a lo
que sus amigas reaccionan volviéndose completamente
locas, gritan, etc. En contrapeso de la reacción de las
amigas de la dueña de la casa se escuchan gritos de
hombres, cuando el que parece ser el esposo o pareja de
la primera muestra, a su grupo de amigos, una heladera
gigante donde guarda una gran provisión de la cerveza
que se publicita14. Con esta publicidad se asignan
productos y reacciones conforme al género, lo
relacionado a la belleza como zapatos produce ciertas
emociones en las mujeres y lo relacionado a la
masculinidad como la cerveza impacta de otra manera en
los hombres.
103
químicas del producto y la mujer los utiliza en su hogar, o
disfruta ver cómo su esposo e hijos aprecian el resultado
de su limpieza. Esto le genera felicidad, plenitud y
autorrealización. De las mismas no se ve al grupo familiar
colaborando en las tareas del hogar ni al hombre
compartiendo los quehaceres con la pareja. La carga de
estas tareas recae únicamente sobre la mujer. El art. 2º del
Decreto Nº 1.011/2010, mencionado anteriormente,
considera patrones socioculturales aquello que mantenga
funciones estereotipadas asignadas a varones y mujeres,
tanto en lo relativo a tareas productivas como
reproductivas.
104
2. Mr. Músculo: Al igual que la pieza anterior, en la misma
se observa la participación predominante de la mujer
cumpliendo el rol de ama de casa y el de Mr. Músculo
como creador del producto que va utilizar la misma. La
publicidad de productos de limpieza del hogar sigue
presentando explícita o implícitamente a la mujer como la
persona encargada de asumir las tareas de cuidado de la
casa y la familia. La presencia femenina en dichos
anuncios refuerza el perfil de ama de casa de las
mujeres16. Por otro lado, al hombre se lo coloca en un
lugar de imposibilitado de realizar determinadas tareas,
como las del quehacer doméstico, pero con la finalidad de
darle exclusividad de las mismas a la mujer.
105
no se murió; Paco hizo un descubrimiento, lavar la ropa
ya no es un sufrimiento; ves que no es para tanto ni tenés
que soltar el mando, ellos también pueden y tú, ellos
también pueden y tú, ahora ya lo saben todos, los
gallumbos no se lavan solos. Caballeros, recordar el
aparato con el agujero que da vueltas no es el horno, ellos
también pueden y tú”. El locutor termina diciendo por el
reparto igualitario del trabajo en casa19.
106
independientemente del deseo de la mujer. Se la asimila
al producto a publicitar comparándola con el mismo o es
usada como atractivo para promover el producto. Se
plantea el término “la cosificación de la mujer”, que es lo
que ocurre cuando se la ve como un objeto sexual,
separando los atributos y la belleza del resto de la
personalidad; es vista como un mero instrumento de
placer por otra persona. De esta manera, se le quita
cualquier posibilidad de decidir porque se la cosifica.
107
2) ¿Muestra la imagen a una persona sexualizada que
actúa como soporte para un objeto?
108
Algunos ejemplos serían:
109
En una publicidad de vino, se ve cómo un chico mira en un
bar a dos mujeres que están jugando al pool y hablando
entre ellas. Una es morocha y la otra es rubia. Las describe
y está indeciso a cuál de ellas conquistar por el miedo del
rechazo. En ese momento ingresa en el bar un indio, le
pega un cachetazo al hombre indeciso, toma a la mujer
rubia y la lleva en andas sin tomar en cuenta su
decisión26. La publicidad termina con un eslogan que
dice: “El indio no duda”. La mujer en esta publicidad es
tomada como un objeto a disposición del hombre que no
duda y lo elige. De hecho, la mujer tomada por el indio no
habla ni opone ningún tipo de resistencia. El art. 2º, inciso
e), del Decreto Nº 1.011/2010, también considera como
patrón sociocultural que promueve y sostiene la
desigualdad de género referirse a las mujeres como
objetos (punto 5).
110
El uso de la expresión “violencia de género” es tan
reciente como el propio reconocimiento de la realidad del
maltrato a las mujeres. Es significativo que hasta muy
avanzado el siglo pasado no se encuentre ninguna
referencia precisa a esa forma específica de violencia en
los textos internacionales28. Es una manifestación más de
la resistencia que existe a reconocer que la violencia
contra las mujeres no es una cuestión biológica ni
doméstica sino de género. Se trata de una variable teórica
esencial para comprender que no es la diferencia entre
sexos la razón del antagonismo, que no nos hallamos ante
una forma de violencia individual que se ejerce en el
ámbito familiar o de pareja por quien ostenta una
posición de superioridad física (hombre) sobre el sexo
más débil (mujer), sino que es consecuencia de una
situación de discriminación intemporal que tiene su
origen en una estructura social de naturaleza
patriarcal29.
111
entiende por violencia contra la mujer: “Todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que
causa o es susceptible de causar a las mujeres daño o
sufrimiento físico, psicológico o sexual, incluidas las
amenazas de tales actos y la coacción o la privación
arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida
pública como en la privada” (art. 1º).
113
privación de los medios indispensables para vivir una
vida digna; d) La limitación o control de sus ingresos, así
como la percepción de un salario menor por igual tarea,
dentro de un mismo lugar de trabajo.
114
Con respecto al tipo de violencia económica en
convergencia con la violencia simbólica, en la publicidad
del supermercado Día, denominada “Expertas en Ahorro”,
un coro de mujeres canta sobre las posibilidades que da
Día, haciendo hincapié en la supuesta calidad de expertas
que tienen las mujeres a la hora de comprar. En cierto
momento se muestra a un hombre cualquiera
estableciendo: “Que hasta mi marido […]”, poniendo al
hombre en un lugar de inexperto o inexperimentado en
materia de compras33.
116
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención Belém
do Pará)36 plantea, en el art. 6º, que el derecho de toda
mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros, el
derecho a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y
culturales basadas en conceptos de inferioridad o
subordinación (inc. b).
117
Otro de los instrumentos a tener en cuenta son “Las 100
Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las
personas en condición de vulnerabilidad”37. Las mismas
se refieren al trabajo cotidiano de todos los servidores y
operadores del sistema judicial y quienes intervienen de
una u otra forma en su funcionamiento. La regla 3 incluye
como personas en condición de vulnerabilidad aquellas
que por razón de género tienen dificultades para ejercitar
con plenitud ante el sistema de justicia los derechos
reconocidos por el ordenamiento jurídico, y la regla 4
incorpora como causa de vulnerabilidad al género. La
regla 17 expresa que la discriminación que sufre la mujer
en determinados ámbitos supone un obstáculo para el
acceso a la justicia, que se ve agravado en aquellos casos
en los que concurra alguna otra causa de vulnerabilidad.
Se entiende por discriminación contra la mujer toda
distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que
tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la
igualdad del hombre y la mujer, de los Derechos Humanos
y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra
esfera (regla 18).
118
una vida sin violencia; garantizar las condiciones aptas
para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la
discriminación y la violencia en cualquiera de sus
manifestaciones y ámbitos; y la remoción de patrones
socioculturales que promueven y sostienen la
desigualdad de género y las relaciones de poder. La ley
recepta los instrumentos internacionales de protección
de los derechos de las mujeres, como la CEDAW y la
Convención Belém do Pará.
119
La Ley Nº 26.522, de Servicios de Comunicación
Audiovisual, tiene como objeto la regulación de estos
servicios en toda la República Argentina. En el apartado 9,
denominado Medios de Comunicación, se plantea como
objetivos el de promover una imagen equilibrada y
variada de las mujeres y los hombres en los medios de
comunicación (inc e). En el art. 3º, se establecen como
objetivos la defensa de la persona humana y el respeto a
los derechos personalísimos (inc. d); la participación de
los medios de comunicación como formadores de sujetos,
de actores sociales y de diferentes modos de comprensión
de la vida y del mundo, con pluralidad de puntos de vista
y debate pleno de las ideas (inc. i); promover la protección
y salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, y
el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado,
evitando toda discriminación por género u orientación
sexual (inc. m).
120
avisos no importaran discriminaciones de raza, etnia,
género, orientación sexual, ideológicos, socioeconómicos
o nacionalidad, entre otros.
121
En relación con la existencia de un Código basado en un
paradigma no discriminatorio, el Derecho del
Consumidor debe contener normas que nucleen a todos
los consumidores, independientemente de su género. Las
mismas deben estar basadas en el respeto y la dignidad
del consumidor.
122
Es importante la búsqueda de respuestas jurídicas frente
a la violencia de género que surge de la publicidad
colocando a la mujer en una situación de vulnerabilidad.
123
hipervulnerable, también se están dando soluciones al
mismo que dependen de varias cuestiones: la sanción de
leyes especiales de protección contra la violencia, la
recepción de los instrumentos internacionales, el
conocimiento de la temática, la sensibilización, la creación
de publicidades con perspectiva de género, etc. Con
respecto a estas últimas, a primera vista generan impacto
en el público que no está acostumbrado a las mismas. Sin
embargo, contribuyen a la educación, información y
prevención de situaciones de violencia.
124
La publicidad muestra a un hombre común haciendo la
limpieza de su hogar, dando a entender que dichas tareas
las puede realizar sin inconvenientes formando parte de
la cotidianeidad y no de algo extraordinario, y que, gracias
al producto en sí, nuestro sujeto en análisis no debe gastar
mucho tiempo en dicha tarea y puede proseguir con su
rutina. Del mismo producto, surge la publicidad llamada
“La historia de Sofía”44. En esta se ve algo de la vida de
Sofía, quien realiza las actividades cotidianas de la casa,
cocina, limpia, pero se hace un especial hincapié en los
momentos en que nuestra actora asiste a lo que parece ser
un estudio de grado en la universidad, o curso similar.
125
estrategias de marketing para difundir un producto o
servicio, es dable en estos temas sensibilizar para generar
conciencia en el público.
126
Notas -
* Abogado (UBA).
** Abogado (UBA). Profesor Universitario en Ciencias
Jurídicas (UBA). Especialista en Violencia Familiar (UMSA).
Ayudante docente de las materias Derecho de Familia y
Sucesiones y Contratos Civiles y Comerciales (UBA).
Director de la Revista de Actualidad en Derecho de Familia
de Ediciones Jurídicas. Letrado de la Oficina de Violencia
Doméstica. Autor de libros y artículos de su especialidad.
127
RUSCONI, Dante D. (Director), Manual de Derecho del
Consumidor, ob. cit., 2ª edición, Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, 2015, pp. 309-310.
7. SISTERNA, María de las Mercedes, “La publicidad como
fuente de obligaciones. A propósito de la regulación de la
publicidad prohibida en el Código Civil y Comercial de la
Nación”, Editorial El Dial, Publicado el día 4 de enero del
año 2016, elDial DC20C1. Si bien tendríamos que hacer el
análisis de cada publicidad enmarcada en el contexto
socio-histórico de su realización, podemos ver que en la
actualidad las publicidades se asimilan a las de otras
décadas y, por ende, a otros contextos históricos y repiten
esa muestra de desigualdad en muchos aspectos.
Seguidamente veremos algunos de ellos.
8. “Fundación Mujeres en Igualdad c/ Freddo S.A. s/
amparo”, 16-12-2002.
9. “Sisnero, Mirta Graciela c/ Taldelva S.R.L y otros s/
amparo”, Sentencia 932, LXVI, CSJN, 20-5-2014.
10. Producto: Cerveza, Marca: Schiltz, País: Estados
Unidos, Año: 1937.
11. PAUTASSI, Laura, “La igualdad en espera: el enfoque
de género”, Lecciones y Ensayos, Facultad de Derecho,
UBA, Núm. 89, 2011, p. 280.
12. COOK, Rebecca J.; Cusack, Simone, Estereotipos de
género: Perspectivas legales trasnacionales, traducción al
español por Andrea Parra, Filadelfia, Ed. Press, 2009, p. 1.
13. Instituto de Familia y Vida, 2012, “Estereotipos de
Género: lo masculino y lo femenino”.
14. Producto: Cerveza Heineken, Comercial: Walk in
bridge, Año: 2008/2009.
15. Producto: Jabón líquido quitamanchas Vanish,
Campaña televisada, “Vanish poder O2”, 2010.
16. Campaña televisada, “Mr. Músculo combatible”, 2014,
por Mr. Músculo, producto promocionado: limpiador de
baños, cocinas, superficies.
128
17. Servicio: Shopping Alto Palermo, Comercial: Podes
dejarlos un rato solos.
18. Producto: Detergente, Marca: Punto matic, Agencia:
Shackleton, País: España, Año: 2007, consultado el 25-1-
2018.
19. Producto: Detergente, Marca: Punto matic, Agencia:
Shackleton, País: España, Año: 2007. viven”, explica Juan
Nonzioli, director creativo de Shackleton, la agencia
encargada de esta campaña20.
20. PIÑA, Raúl, “Los hombres también pueden poner la
lavadora sin morir en el intento”, Diario El Mundo,
España, Madrid, 8-11-2007.
21. “La cosificación sexual: La representación de la mujer
en los medios”, Asociación Órbita Diversa, España, 28-1-
2013.
22. Autora citada por “La cosificación sexual: La
representación de la mujer en los medios”, ob. cit.
23. Aviso publicitario gráfico citado por “La cosificación
sexual: La representación de la mujer en los medios”, ob.
cit.
24. Ídem.
25. Ídem.
29. Ídem.
30. Resolución de la Asamblea General de Naciones
Unidas Nº 48/104, del 20 de diciembre de 1993,
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, Viena.
31. “It’s nice to have a girl around the house”, Mr. Leggs
(1970), Dacron Leggs Pants.
32. Producto: Piña colada American Blue. Comercial:
Dame otra piña, 1985.
33. “¡Las expertas en ahorro somos muchas más!”. DIA
Argentina – Publicidad 18 de enero de 2017.
34. Aprobada el 18 de diciembre de 1979, por la Asamblea
General de las Naciones Unidas. Entró en vigor como
tratado internacional el 3 de septiembre de 1981 tras su
129
ratificación por 20 países.
35. Comité de la CEDAW, Recomendación General Nº 28
sobre las obligaciones fundamentales de los Estados
parte, conforme el art. 2º de la Convención sobre la
Eliminación de todas las formas de Discriminación contra
la Mujer, 16 de diciembre del año 2010, párrafo 5.
36. Sancionada el 9-6-1994. Sancionada por Ley Nº
24.632 en Argentina, 13-3-1996.
37. XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, 4, 5 y 6 de marzo
del año 2008.
38. Sancionada el 11-3-2009, Promulgada: 1-4-2009.
39. ESCUDERO, T.; ORTIZ, D. O., “El género y sus efectos
en el consumo”, Proyecto Impactos del nuevo Código Civil
y Comercial en el Derecho del Consumidor, Director
Sebastián Barocelli, 2016, art. citado.
40. Ob. cit., 23.
41. CHAMATROPULOS, Alejandro, “La publicidad
prohibida y sus subtipos en el Código Civil y Comercial”,
La Ley, RCCyC 2015 (diciembre), 16-12-2015, 229,
AR/DOC/4236/2015.
42. Producto: Jabón en polvo, Marca: “Ala Polvo,
Rendimiento Imbatible”, Año: 2016.
43. Producto: Detergente, Marca: “Mr. Músculo – La
historia de Rubén”.
44. “Mr. Músculo – La historia de Sofía”.
130
Las personas con discapacidad como usuarios
hipervulnerables: la situación de los
electrodependientes por cuestiones de salud
132
marketing, la promoción de la imagen corporativa y la
‘confianza’ de los consumidores en la ‘marca’, entre otras
configuraciones y prácticas de mercado”2.
133
El primero (“hiposuficiencia”) obedece a un aspecto
subjetivo del consumidor/usuario, fundado en la carencia
de suficiencia o aptitud que padece y que es generada por
el propio mercado de consumo, como factor
condicionante, que imposibilita al consumidor/usuario
actuar en paridad de condiciones frente al proveedor.
134
contratar o no contratar, sin ninguna mínima posibilidad
de negociar absolutamente nada6.
135
Por estos motivos, el reconocimiento de la vulnerabilidad
impulsa la mayor intervención del Estado en la protección
del consumidor/ usuario (parte débil de la relación
jurídica), intervencionismo necesario y capaz de
neutralizar las desigualdades, inequidades y disparidad
de fuerzas presentes y propias del mercado de consumo
y, que, a su vez, se convierte, al entender de Efing, “[…] en
un factor de transformación social en la medida en que
permite un crecimiento más sostenible y ecuánime del
país, modelando permanentemente una sociedad que se
muestre atenta a los derechos sociales y colectivos que
demandan atención especial por tratarse del interés de
todos”9.
136
El concepto de discapacidad se corresponde con una
visión dinámica en el tiempo, que ha estado sujeta a una
valoración social cambiante de lo que se ha ido
considerando como “normalidad”. En función de ello se
fueron catalogando, a lo largo de la historia, abordajes y
visiones sucesivos que fueron determinando diferentes
actitudes y concepciones sociales respecto de las PCD.
137
paradigma, la mirada social se dirige al déficit de la
persona, a lo que no puede o le resulta imposible hacer, y
origina una proyección paternalista, rehabilitadora,
centrada en las limitaciones y que habilita la intervención
estatal a fin de configurar las denominadas “instituciones
totales”, en donde se busca recuperar “capacidades
residuales” de la persona a fin de su completa
“normalización”, lo que da pie a una segregación y
marginación social para este colectivo, al amparo de un
poder médico omnisciente12.
138
Es la comunidad la que distingue y construye un “otro”
diferente al “nosotros”, centrando el análisis en las
distinciones entre lo que se considera, en un lugar y
tiempo dados, como “normal” o “anormal”.
139
Aquí, a fin de que las PCD alcancen un nivel de vida digno,
desarrollándose en igualdad de condiciones que las
demás personas, debe el Estado intervenir15 para
proteger los derechos de este colectivo vulnerable,
actuando fuertemente sobre el entorno para
concientizarlo a fin de que acepte la diversidad y su
riqueza, dignifique la discapacidad y no interponga
barreras16 que impidan el logro de estos objetivos.
140
Esta dificultad tiene múltiples proyecciones, reflejadas en
los principales derechos consagrados en la referida
Convención, y habla a las claras de la vulnerabilidad social
que presentan hoy en día las PCD.
141
inferioridad de condiciones y de trato, como es el caso de
las personas con discapacidad19.
142
los Derechos Humanos y libertades fundamentales22, y,
de esta manera, lograr el pleno desarrollo y realización de
las personas con discapacidad23, haciendo valer sus
derechos y participando plena y efectivamente en la
sociedad, en igualdad de condiciones con las demás
personas24.
143
Como ya explicamos, todos los consumidores/usuarios se
encuentran en una situación de debilidad estructural
frente a los proveedores de bienes y servicios. Sin
embargo, si bien todos los consumidores/usuarios gozan
de la presunción iure et de iure de su fragilidad y
debilidad, cierto es que, como menciona Barocelli, en
cierta clase de consumidores esa vulnerabilidad se
encuentra especialmente profundizada27.
144
Las PCD, definidas oportunamente al desarrollar el
apartado precedente (II), en el marco de una relación de
consumo (conf. art. 3º de la Ley Nº 24.240 de Defensa del
Consumidor, en adelante LDC), deben ser consideradas
como consumidores/usuarios “hipervulnerables”.
145
dubio pro consumidor, y de políticas públicas específicas
y activas por parte de las autoridades del sector público,
que garanticen una mayor presencia del Estado en la
promoción, fiscalización, regulación y control,
garantizando de ese modo el pleno goce y ejercicio de los
derechos de los consumidores/usuarios, reconocidos
constitucionalmente.
146
de Sistema de Protección Integral de los Discapacitados;
la Ley Nº 23.592 de Actos Discriminatorios; la Ley Nº
24.901 del Sistema de prestaciones básicas en
habilitación y rehabilitación integral a favor de las
personas con discapacidad; la Ley Nº 26.061 de
Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes; la Ley Nº 26.657 de Salud Mental; la Ley Nº
10.592 de la Provincia de Buenos Aires del Régimen
Jurídico Básico e Integral para las Personas
Discapacitadas; la Ley Nacional Nº 27.351 y las diversas
normas provinciales referidas a los electrodependientes;
entre otras, dependiendo de cada caso en concreto).
147
lograr el desarrollo y la efectiva aplicación de los derechos
y garantías reconocidos en la Constitución Nacional y en
los Tratados Internacionales de Derechos Humanos,
mediante la implementación de acciones positivas (y ya
no sólo negativas) tendientes al cumplimiento de dicho
objetivo.
148
En suma, para lograr tales fines, consideramos acertadas
las recomendaciones31 propuestas por Barocelli y Ortiz,
que reproducimos a continuación:
I. Introducción
150
Nos proponemos determinar aquí el concepto de
personas “electrodependientes”, novedoso colectivo
social que viene demandando con urgencia un
tratamiento adecuado desde los poderes públicos, para
poder solucionar sus dificultades y desarrollarse
plenamente como seres humanos, en igualdad de
derechos y condiciones que los demás, a fin de poder
participar completa y efectivamente en la sociedad.
151
Se pueden considerar como “electrodependientes por
cuestiones de salud”, a todas aquellas personas que
requieran de un suministro eléctrico constante y en
niveles de tensión adecuados para poder alimentar el
equipamiento médico prescrito por un médico
matriculado y que resulte necesario para evitar riesgos en
su vida o su salud –conf. art. 1º de la Ley Nacional Nº
27.351 y, en sentido concordante, art. 2º de la anterior
Ley Nº 14.560 (Provincia de Buenos Aires, ahora adherida
por Ley Provincial Nº 14.988, al régimen de la Ley
Nacional Nº 27.351); art. 2º de la Ley Nº 2.904 (La
Pampa); art. 2º de la Ley Nº I-586 (Chubut); art. 2º de la
Ley Nº 10.511 (Córdoba); art. 2º de la Ley Nº 3.556 (Santa
Cruz); art. 2º de la Ley Nº 8.997 (Mendoza); art. 1º de la
Ley Nº III-972 (San Luis); art. 2º de la Ley Nº 6.005 (Jujuy)
y art. 2º de la Ley Nº 7.715 (Chaco), entre otras.
152
Podemos así entender esta figura como una circunstancia
o condición de la persona, vinculada con su salud, a raíz
de la cual la misma se constituye en un usuario del
servicio de suministro de energía eléctrica, que requiere
un equipamiento y/o infraestructura especial para el
completo y efectivo desarrollo de su vida.
153
Por lo tanto, estamos hablando de usuarios y/o de
integrantes de su grupo familiar o social que necesitan de
un suministro del servicio de energía eléctrica constante
y en niveles de tensión adecuados34 para poder
alimentar los equipos eléctricos necesarios, de asistencia
y tratamiento, conforme las prescripciones médicas y, de
esta manera, no poner en riesgo su salud, su integridad
física o, incluso, su vida35.
154
Dado que por la expresión “hiper” se interpreta un “grado
superior al normal”39, entendemos a la
hipervulnerabilidad como una acumulación de niveles de
vulnerabilidad concentrados en un mismo grupo o
colectivo social. Estos usuarios, que son más vulnerables
que la media, son aquellos a los que a la vulnerabilidad
estructural en que se encuentran situados en el mercado,
por el hecho de encuadrar en esa categoría analítica, se les
suma/n otro/s grado/s de vulnerabilidad, que pueden
estar ligados a su condición psicofísica, a su edad, a su
género, a su situación socioeconómica o sociocultural, o
bien, a cualesquiera otras circunstancias, como bien
indicamos en el párrafo precedente.
155
Administrativo, a partir de considerar al servicio público
domiciliario como relación de consumo […]”41.
157
En función de una lucha constante que persiguió la
creciente concientización de las autoridades y la sociedad
toda, se han ido generando diversas regulaciones legales
y reglamentarias que han tenido como finalidad
solucionar las principales dificultades que atraviesan los
electrodependientes.
158
27.351, conteniendo la adhesión a esta última, y las
adaptaciones necesarias a cada estructura institucional
provincial: Ley Nº 9.023 (Tucumán), Ley Nº 5.211 (Río
Negro), Ley Nº XIX-66/2017 (Misiones), Ley Nº III-
0972/2017 (San Luis), Ley Nº 5.518 (Catamarca), Ley Nº
8.997 (Mendoza), Ley Nº 3.556 (Santa Cruz), Ley Nº 3.100
(Neuquén), Ley Nº 8.050 (Salta), Ley Nº 10.511
(Córdoba), Ley Nº 6.005 (Jujuy) y Ley Nº 14.988 (Buenos
Aires)48.
160
para la población, la apropiada difusión del
procedimiento por parte de las distribuidoras51, la
adecuada atención personalizada de todo tipo de
consultas52, la capacitación del personal, la elaboración
de un manual de procedimientos que prevea todas las
instancias del trámite y permita que el mismo resulte ágil
y eficaz, etc.)53.
161
convivientes, no se hace mención alguna del organismo
encargado de la gestión del Registro, ni se dan pautas
claras para su funcionamiento, quedando eventualmente
reservado dicho aspecto a la órbita reglamentaria (lo que,
desde nuestro enfoque, no resulta lo más adecuado, por la
demora que ello ocasiona en su efectiva implementación).
162
distribuidoras de energía eléctrica, concesionarias del
servicio, y su provisión en los niveles de tensión
adecuados y constantes, lo que en la realidad no sucede,
poniendo en grave riesgo la salud y la vida de los usuarios
electrodependientes56.
163
En cambio, si bien la distribuidora no puede interrumpir
el servicio sin la autorización expresa del organismo de
control competente, el art. 5º de la Ley Nº 14.560 (Buenos
Aires) establecía que la antelación mínima es de sesenta
(60) días, para el caso de que la interrupción se deba a la
falta de pago y que la falta de suministro sea susceptible
de poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de las
personas61. En similar sentido se expresan el art. 7º de la
Ley Nº 8.997 (Mendoza), el art. 5º de la Ley Nº 6.005
(Jujuy) y el art. 6º de la Ley Nº 7.715 (Chaco).
164
Estimamos que la cuestión está sujeta a la determinación,
conforme al grado de electrodependencia acreditado, del
medio idóneo sustitutivo del suministro hasta su
restauración, de modo de no causar daño ni perjuicio
alguno a la condición del paciente.
165
b) Dicho beneficio abarca la totalidad de la facturación del
servicio público de provisión de energía eléctrica (art. 6º).
166
E. Autoridad de Aplicación. Adhesión a la Ley Nacional
170
Ante la referida aparición de ciertos aspectos de la
Resolución Nº 544/17-ENRE que dificultan la obtención
de la provisión de la Fuente Alternativa de Energía (en
adelante, FAE), el Ente Regulador debe encontrar las
adaptaciones y soluciones que permitan el acceso rápido
y adecuado de todos los pacientes electrodependientes a
las FAE.
172
https://sisa.msal.gov.ar, a fin de poder iniciar el trámite
de registración correspondiente.
173
que los individualiza como usuarios hipervulnerables, así
como también una violación a lo prescripto por el art. 42
de la CN, por los arts. 1096 y 1097 del CCCN, por el art. 8
bis de la Ley Nº 24.240 y por toda la normativa
internacional en materia de discapacidad y Derechos
Humanos (conf. art. 75, inc. 22 de la CN y leyes
especiales)76. Asimismo, queda evidenciado, como ya
indicamos, la falta de voluntad de las autoridades
estatales en el control y sanción a las empresas
incumplidoras.
174
Es también deseable que, tal como lo estipula la Ley Nº
2.904 de La Pampa (en su art. 1º), se identifique en forma
fehaciente quién debe hacerse cargo de solventar la tarifa
eléctrica, a los fines de darle mayor claridad y practicidad
a la aplicación del sistema y poder exigir, en consecuencia,
al responsable el pago del servicio.
175
En conclusión, creemos que la Ley Nacional Nº 27.351, si
bien es susceptible de ser perfeccionada, satisface las
urgentes necesidades de un colectivo social
hipervulnerable cuyas principales demandas podrán, de
aquí en más, ser atendidas de mejor manera a través del
esquema normativo nacional y la progresiva adecuación
y adopción de regulaciones similares por parte del resto
de las jurisdicciones, garantizando, de este modo, un
avance en el reconocimiento y efectivo cumplimiento de
los objetivos tendientes a lograr un mayor respeto por la
dignidad y por los Derechos Humanos, así como también
la revalorización de la igualdad como principio orientador
de todo el entramado jurídico-social existente. Al menos
así lo esperamos, fervientemente. Que haya luz para ellos.
Siempre.
Notas -
178
disponibles es una discapacidad. Una incapacidad para
moverse es una deficiencia, pero la incapacidad para salir
de la cama debido a la falta de disponibilidad de ayuda
apropiada es una discapacidad”.
Entonces, las barreras surgen de la falta de toma de
conciencia, por parte de la comunidad, acerca de la
necesidad de establecer mecanismos que permitan la
plena inclusión de las PCD en todos los aspectos del
desarrollo humano, y de articulaciones y esquemas
superadores de dichas dificultades, lo que provoca el
agravio a los derechos que les corresponden a las PCD y a
su entorno, como a cualquier otra persona vinculada, y a
su dignidad inherente. Ello lleva, a su vez, a la
discriminación, segregación y marginación social
causadas por la indiferencia e invisibilización de dicha
problemática.
17. Aprobada por Ley Nº 26.378. A su vez, se le otorgó
jerarquía constitucional mediante Ley Nº 27.044,
conforme a lo dispuesto por el art. 75, inc. 22, de la CN.
18. SEDA, Juan Antonio, Discapacidad y Universidad,
Buenos Aires, Eudeba, 2014, p. 17 y SKLIAR, Carlos,
“Poner en tela de juicio la normalidad, no la anormalidad”,
en Pablo Vain y Ana Rosato (Coords.), La construcción
social de la normalidad. Alteridades, diferencias y
diversidad, Buenos Aires, Noveduc, pp. 7-21.
19. Ver LORENZETTI, Ricardo Luis, Consumidores, 2ª
edición actualizada, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni Editores,
2009, p. 149.
20. Ver GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación
Argentina (comentada y concordada), 1ª edición, Buenos
Aires, La Ley, 2001, p. 522.
21. Ver EKMEKDJIAN, Miguel Ángel, Tratado de Derecho
Constitucional,
T. IV, Buenos Aires, Depalma, 1997, pp. 633-634 y
QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Constitución de la Nación
179
Argentina comentada, Buenos Aires, Zavalía, 1996, p. 454,
citado por EKMEKDJIAN, ob. cit., p. 634, nota 398.
22. Conforme al art. 1º, primer párrafo de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el
propósito de la Convención es “promover, proteger y
asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de
todos los Derechos Humanos y libertades fundamentales
por todas las personas con discapacidad, y promover el
respeto de su dignidad inherente”, y al art. 1º de la Ley Nº
23.592 de Actos Discriminatorios.
23. Ver Fundamentos del Proyecto de la Ley Nº 27.269,
cuarto párrafo.
24. Ver, entre otros ejemplos, el Preámbulo, incs. c), e), f),
h), j), t) y v); art. 1º; art. 4º, inc. h); art. 9º, punto 1, inc. b)
y punto 2, inc. f); art. 16, punto 2; art. 21; y art. 23, punto
1, inc. b) de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (CDPCD).
25. Ver art. 4º de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad y los Fundamentos del
Proyecto de Ley Nº 27.269, segundo párrafo.
26. En esta línea, queremos resaltar el lúcido y acertado
pensamiento de Bianco, en cuanto señala que,
encontrándonos frente a personas con discapacidad, y
por ello, con una desigualdad en su integración social,
dicha circunstancia obliga al Estado a intervenir en su
favor en forma privilegiada. Máxime en casos como el que
aquí nos ocupa, en el cual el derecho a la salud debe ser
asegurado cabalmente, pues se encuentra en juego el
principio de igualdad ante la ley y el peligro de faltar al
principio de justicia. Ver BIANCO, María Inés,
“Herramientas legales de acceso a la salud”, en SEDA, Juan
Antonio (compilador), La Convención sobre los derechos
de las personas con discapacidad. (Avances, perspectivas
y desafíos en la sociedad argentina), CABA, Eudeba, 2016,
pp. 33-48.
180
27. BAROCELLI, Sergio S., art. cit., en DJ 29-5-2013, Cita
online: AR/ DOC/1191/2013.
28. El diálogo de fuentes le asegura al
consumidor/usuario una tutela especial que actúa como
garantía de la dignidad e igualdad humana, de
conformidad con los valores y los principios
constitucionales de protección especial, en el marco del
denominado proceso de constitucionalización del
Derecho Privado, poniendo especial énfasis en la
prevalencia de los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos y, de esa manera, garantizando la plena
aplicación del principio pro homine, en conjunción con el
principio general del Derecho favor debilis que, en el
Derecho del Consumidor se traduce en el principio
protectorio (en sus tres formas de expresión: aregla in
dubio pro consumidor, bregla de la norma más favorable
y cregla de la condición más beneficiosa). Ampliar el
concepto, la clasificación y las características del principio
protectorio en BARocELLI, Sergio S., “Los principios del
Derecho del Consumidor como orientadores de la
interpretación y aplicación en el diálogo de fuentes”, en
Impactos del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
en el Derecho del Consumidor. Diálogos y perspectivas a
la luz de sus principios, Publicación: Proyecto de Interés
Institucional (PII 502), ISBN 978-987-42-2585-6, 1ª
edición, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones
Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja, Secretaría de
Investigación, Facultad de Derecho Universidad de
Buenos Aires, 2016, p. 15.
29. Ibídem.
30. BAROCELLI, Sergio S., art. cit., DJ 29-5-2013, Cita
online: AR/ DOC/1191/2013.
31. BAROCELLI, Sergio S. y ORTIZ, Diego O., “Deber de
seguridad en playas de estacionamiento en hipercentros
de consumo. Consumidores hipervulnerables”, en La Ley
181
2016-D, 250, Cita online: AR/DOC/1935/2016.
32. En tal sentido, se ha sostenido –entre otros numerosos
ejemplos–: “El derecho a la vida es el primer derecho de
la persona humana que resulta reconocido y garantizado
por la Constitución Nacional. El hombre es eje y centro de
todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo –más
allá de su naturaleza trascendente– su persona es
inviolable y constituye valor fundamental con respecto al
cual los restantes valores tienen siempre carácter
instrumental” [CSJN, C 823 XXXV, 24-10-2000,
“Campodónico de Beviacqua, Ana Carina c/ Ministerio de
Salud y Acción Social (Secretaría de Programas de Salud y
Banco de Drogas Neoplásicas)”, Fallos: 323:3229]. Y que:
“El derecho a la vida, más que un derecho no enumerado
en los términos del art. 33 de la Constitución Nacional, es
un derecho implícito, ya que el ejercicio de los derechos
reconocidos expresamente requiere necesariamente de
él. A su vez, el derecho a la salud, máxime cuando se trata
de enfermedades graves, está íntimamente relacionado
con el primero y con el principio de la autonomía
personal, toda vez que un individuo gravemente enfermo
no está en condiciones de optar libremente por su propio
plan de vida principio de autonomía” (CSJN, A. 186. XXXIV,
1-6-2000, “Asociación Benghalensis y otros c/ Ministerio
de Salud y Acción Social Estado Nacional s/ amparo Ley
Nº 16.986”, Fallos: 323:1339).
33. Por ejemplo, el art. 3º de la Ley Nº 2.904 (La Pampa)
estipula: “La condición de persona electrodependiente
será determinada por un médico del Sistema Público de
Salud, especialista en la patología, quien deberá realizar
la certificación evaluando el diagnóstico, tratamiento del
mismo y la cantidad de equipos necesarios para que no
corra riesgo su vida”. En igual sentido se expresa, v. gr., el
art. 2º de su reglamentación, aprobada por Decreto Nº
2.566/2016. Hacemos esta mención dado que nos parece
182
importante puntualizar la necesidad de que se uniformen,
dentro de lo posible, los mecanismos de acreditación y
verificación de la condición de electrodependiente y,
además, consideramos deseable no dejar en manos del
Servicio Médico de las empresas distribuidoras la facultad
de conceder, mantener o verificar la condición de
electrodependiente por razones obvias (incumplimientos
legales sistemáticos y reiterados por parte de dichas
empresas). Nos parece más apropiado lo dispuesto, en tal
sentido, por el art. 8º de la Ley Nº 27.351, que instituye
que sea el Ministerio de Salud, nacional o local, el que se
encuentre a cargo del Registro de Electrodependientes de
cada jurisdicción, y que sean los efectores públicos
quienes, sin perjuicio de contar con todos los
antecedentes necesarios proporcionados por el cuerpo
médico tratante del paciente, determinen en definitiva la
condición de electrodependiente y el acceso a los
beneficios que otorgue el régimen legal en cada distrito
del país. En ese sentido, actualmente, lo dispone el Anexo
I de la Resolución Nº 1.538-E/2017 (BO 25-9-2017), que
crea el Registro de Electrodependientes por Cuestiones
de Salud y regla el procedimiento pertinente, conforme lo
dispuesto por la Ley Nº 27.351 y, en consonancia con lo
estipulado, en tal sentido, por el art. 2º del Decreto Nº
740/2017 (BO 22-9-2017). A su vez, la Disposición Nº 32-
E (del 16-11-2017) delega en la Dirección Nacional de
Redes de Servicios de Salud, dependiente de la
Subsecretaría de Gestión de Servicios Asistenciales, la
ejecución del Registro de Electrodependientes por
Cuestiones de Salud (conf. art. 1º), y agrega que la
Dirección Nacional de Redes de Servicios de Salud será la
encargada de emitir el Acto Administrativo pertinente a
fin de conferir o denegar la inscripción en el RECS y de dar
cumplimiento a los procedimientos establecidos por el
Anexo I de la Resolución Nº 1.538-E/2017.
183
34. Así lo especifica, puntualmente, el art. 1º de la Ley
Nacional Nº 27.351.
35. SUÁREZ, Enrique Luis, “Un desafío de nuestro tiempo:
la temática de los electrodependientes”, en Revista
Enfoques sobre Salud, Bioética & Derecho, Vol. 1-2017
(marzo), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Visión
Jurídica Ediciones, pp. 104-105.
36. Ampliar en RUSCONI, Dante D., ob. cit., pp. 12-21.
37. Resulta pertinente destacar que en el régimen del
consumidor ambos conceptos son equiparados y, por
ende, gozan de la misma protección normativa.
Independientemente de ello, y con fines meramente
expositivos, mencionamos que, parte de la doctrina
perteneciente al Derecho Administrativo, y con la que no
coincidimos, no equipara estas figuras, sino que por el
contrario, remarca la existencia de diferencias
conceptuales entre las voces consumidor y usuario
(colocando al usuario en una situación de mayor
vulnerabilidad con respecto al consumidor), resumidas
en el análisis efectuado por Barocelli y que se reproduce
a continuación: “Siguiendo la opinión de Pérez Hualde,
podemos esquematizar sus diferencias y las
repercusiones desde ambas ramas jurídicas, del siguiente
modo: a) El consumidor está dentro del mercado, pero no
necesita en principio de regulación, salvo casos especiales
(v. gr., Monopolio); en cambio, el usuario se encuentra
fuera del mercado y requiere regulación normativa
específica; b) El consumidor posee libertad de conclusión
y en el marco de los códigos de fondo; en cambio, el
usuario carece de libertad de elegir al prestador del
servicio público (v. gr., agua, luz, gas, etc.) y además está
sujeto a un ‘régimen público de normas inmodificables
para las partes, inderogables en principio, no las pueden
sustituir’; c) El consumidor posee una libertad de
configuración severamente limitada, pero cuenta con la
184
facultad correlativa de requerir la nulidad de las cláusulas
abusivas (art. 37, LDC); en cambio, el usuario carece
totalmente de libertad de configuración ya que no puede
acordar precios, tarifas ni condiciones del servicio; d) El
consumidor cuenta con el régimen de orden público
económico que le permite equilibrar las fallas del
mercado; en cambio, el prestador del servicio público
debe propiciar la finalidad de dotar de esos bienes
mínimos a las personas o usuarios actuales y potenciales;
e) El proveedor no tiene privilegios ni potestades
públicas, y actúa por su cuenta y riesgo: el denominado
riesgo empresario; en cambio, el prestador de un servicio
público gestiona bienes del dominio público, cuenta con
potestades públicas y con un contrato administrativo que
debe necesariamente mantener la ecuación económico
financiera del negocio, permitiéndole gozar de una renta
razonable” (en BAROCELLI, Sergio S. y ARIAS CAU,
Esteban J., “Servicios públicos, trato digno y daños
punitivos. Comentario al fallo ‘Bianco, Alicia c/ Telecom
S.A. s/ demanda sumarísima’”, en Revista Jurídica de
Daños, 2012, Cita online: IJ-LI-177).
38. FRUSTAGLI, Sandra A., “Subconsumidores o
‘Consumidores especialmente vulnerables’: hacia la
acentuación del principio protectorio”, en ARIAS, María
Paula y URRUTIA, Liliana Aída Beatriz (Coordinadoras),
Protección Jurídica de los Subconsumidores, Rosario,
Juris, 2017, p. 42.
39. Diccionario de la Real Academia Española, Edición del
Tricentenario, voz hiper.
40. Conf. Anexo I de la Resolución Nº 1.538-E/2017 del
Ministerio de Salud de la Nación.
41. BAROCELLI, Sergio S. y ARIAS CAU, Estéban J., art. cit.,
Revista Jurídica de Daños, Cita online: IJ-LI-177.
42. Aquí es importante poner de manifiesto que tanto en
el art. 1092 del Código Civil y Comercial de la Nación
185
(CCCN), como en el art. 1º de la Ley Nº 24.240 de Defensa
del Consumidor (LDC), la persona que asume la condición
de electrodependiente puede ser tanto el usuario que
reviste el carácter de signatario del contrato de
suministro eléctrico, como un integrante de su grupo
familiar o social, encontrándose protegido en cualquier
caso por todo el marco tuitivo general del Derecho del
Consumidor, como también por el específico atinente a
los electrodependientes, en clara aplicación del sistema
de diálogo de fuentes.
43. No debemos olvidarnos que estamos en el marco de la
prestación de un servicio público domiciliario, en el cual,
a través de una licencia o concesión, se le ha otorgado al
operador una zona exclusiva de prestación del servicio, en
virtud de su carácter de monopolio natural. En este
sentido, cabe tener en cuenta las disposiciones del plexo
normativo que conforman el Marco Regulatorio Eléctrico,
que debe sumarse a la tutela constitucional, la del CCCN y
el Derecho del Consumidor, y la específica concerniente a
los electrodependientes en nuestro caso, en claro diálogo
de fuentes. Ver BERSTEN, Horacio L., Derecho Procesal
del Consumidor, Buenos Aires, La Ley, 2003, pp. 155-169.
44. Es conocido que la situación fáctica de contar con un
electrodependiente en la familia es un elemento que
cambia radicalmente la convivencia, hábitos y modo de
vida del conjunto familiar. La atención y cuidado
constantes, requeridos por dicha persona, sumado a la
necesidad de contar con: una persona determinada que se
haga cargo de dicho cuidado; los medios económicos para
ello; las energías que insume la atención de una situación
crónica y continua, entre otros factores asociados,
generan que este cuidado dé lugar, por lo general, a una
situación de estrés crónico que termina impactando en la
vida social, familiar, emocional y económica de la familia
en su conjunto.
186
Recomendamos la lectura, por su claridad y carácter
aleccionador, de MANES, Facundo, “Los otros enfermos”,
art. publicado en el Diario Clarín, Revista Viva, edición del
24-2-2017.
45. Conforme al Preámbulo, inc. e) y al art. 1º, primer
párrafo, de la CDPD, la deficiencia o dificultad que padece
el electrodependiente en su condición se constituye a
través del abordaje o mirada social actualmente vigente
respecto de la discapacidad y que refleja la propia
Convención, en una barrera que impide su participación y
desarrollo pleno en igualdad de condiciones, lo que
agudiza su hipervulnerabilidad.
46. Sancionada el 26-4-2017 y promulgada el 16-5-2017
(BO 17-5-2017).
47. Recientemente, el Poder Legislativo provincial dictó la
Ley Provincial Nº 14.988, que dispone la adhesión de la
Provincia de Buenos Aires a la Ley Nacional Nº 27.351, al
establecer en su art. 1º: “Adhiérase la Provincia de Buenos
Aires a la Ley Nacional Nº 27.351, de tarifas gratuitas para
usuarios electrodependientes”. La misma fue promulgada
el 28-12-2017 (BO 4-1-2018).
48. Cabe destacar que esperamos que, con posterioridad
a la redacción del presente trabajo, la enumeración de las
provincias que adhieran a la Ley Nacional Nº 27.351 o que
dicten regulaciones propias en sentido concordante con
la precitada norma, pueda verse ampliada.
49. Ver nota 33. Como ya se señaló en la misma,
recientemente se dictó la Resolución Nº 1.538-E/2017 del
Ministerio de Salud, que creó el Registro de
Electrodependientes por Cuestiones de Salud,
contemplando en principio los diversos aspectos
concernientes a su procedimiento, dinámica e
implementación, en concordancia con lo regulado por el
art. 2º del Decreto Nº 740/2017. Asimismo, la Disposición
32-E/2017 del Ministerio de Salud delegó en la Dirección
187
Nacional de Redes de Servicios de Salud, dependiente de
la Subsecretaría de Gestión de Servicios Asistenciales, la
ejecución del Registro y dispuso que la nombrada
Dirección es la que debe emitir el Acto Administrativo
pertinente a fin de conferir o denegar la inscripción en el
Registro y es la que debe dar cumplimiento a los
procedimientos establecidos por el Anexo I de la
Resolución Nº 1.538-E/2017.
50. Es de suma importancia la previsión contenida en el
art. 9º de la Ley Nº 27.351, en el sentido de mantener la
vigencia de los Registros de Electrodependientes ya
constituidos, hasta la fecha de sanción de dicha norma,
por los entes reguladores pertinentes o por las empresas
distribuidoras, hasta que se pueda implementar el nuevo
Registro previsto en el art. 8º de la mencionada ley, en el
art. 2º del Decreto Nº 740/2017 y en la Resolución Nº
1.538/17-MS.
51. Es necesario, asimismo, el rol de la autoridad pública
consignado en el art. 10 de la Ley Nº 27.351, en cuanto al
desarrollo de campañas de difusión, educación y
concientización, con el fin de promover los derechos de
los electrodependientes por cuestiones de salud y de los
principios contenidos en la ley.
52. El art. 7º de la Ley Nº 27.351 establece la obligación,
para las distribuidoras, de habilitar una línea telefónica
especial gratuita de atención personalizada destinada
exclusivamente a los usuarios electrodependientes por
cuestiones de salud, disponible las 24 horas, incluyendo
días inhábiles. Ello no obstante, por supuesto, la atención
al público por cualquier otro medio de comunicación,
incluyendo la atención personalizada presencial en un
sector especial en todas las sucursales de las
distribuidoras.
53. Sólo el transcurso del tiempo permitirá apreciar y
merituar el funcionamiento del procedimiento para la
188
inscripción en el Registro de Electrodependientes por
Cuestiones de Salud (RECS), y la gestión del mismo, para
poder determinar si en la práctica constituye una tutela
efectiva de los derechos de los electrodependientes o si,
por el contrario, obstaculiza y dificulta el acceso a los
mismos por parte de este colectivo hipervulnerable.
54. Lamentablemente, a través de las noticias brindadas
por la Asociación Argentina de Electrodependientes
(AADE) y difundidas por diversos medios de
comunicación, existen varios indicios de las dificultades y
demoras que se ocasiona en la efectiva implementación
de la ley. Así, por un lado, los electrodependientes
continúan recibiendo facturas con montos a pagar por el
consumo efectuado de energía eléctrica e intimaciones de
corte, en aparente violación a lo dispuesto por la Ley
Nacional Nº 27.351 y la Resolución Nº 292/2017 del Ente
Nacional Regulador de la Energía (ENRE). Por otra parte,
ante las referidas notificaciones de corte del servicio y el
incumplimiento de las distribuidoras de las normas
vigentes, la Asociación Argentina de Electrodependientes
ha decidido colocar “stickers” o “calcomanías” en los
frentes de los medidores de los hogares de las familias con
una persona electrodependiente, elaboradas por la
propia Asociación, mientras aguardan por el efectivo
cumplimiento de los dispuesto legal y
reglamentariamente para la vigencia plena y efectiva del
régimen tuitivo instituido (por lo que exigimos a las
autoridades competentes la urgente regularización de
dicha situación, cumpliendo con lo establecido en el art.
2º in fine de la Ley Nº 27.351). A los fines de la
distribución de dichos distintivos, se ha elaborado un
formulario a completar que hace las veces de incipiente
Registro de Electrodependientes, gestionado por la
propia AADE, a la espera de que el Ministerio de Salud
cumpla con lo estatuido en el art. 8º de la Ley Nº 27.351.
189
Ver, al respecto, “Con calcos, identifican medidores para
que no corten servicio a electrodependientes”, Diario
Popular, edición del 2 de agosto de 2017 y “Los
electrodependientes siguen desenchufados”, Diario
Página 12, edición del 4 de agosto de 2017. Esperamos
que la implementación práctica de la Resolución Nº
15.18/17MS modifique la situación apuntada.
55. La cuestión se halla prevista en la Ley Nº 27.351 (art.
2º) y en todas las normativas locales vigentes citadas
oportunamente.
56. Tal es la gravedad de la situación por la que atraviesa
la sociedad argentina en general y, los
electrodependientes y sus familiares en particular, con
respecto a las fallas y cortes de suministro, a las
constantes oscilaciones en los niveles de tensión y a la
falta de respuesta por parte de las distribuidoras así como
también de los organismos estatales de contralor, que la
Asociación Argentina de Electrodependientes organizó el
23 de febrero de 2018 una masiva movilización y una
serie de reuniones con las autoridades de las empresas
distribuidoras y, luego, con el directorio del ENRE, a fin de
entregarles un petitorio exigiendo respuestas y
soluciones urgentes e inmediatas a dichas problemáticas.
(Ver, al respecto,
https://m.minutouno.com/notas/3062913-familiares-
electrodependientes-se-movilizan-reclamar-los-cortes-
luz [Consultado: 23-2-2018]).
57. Ver, al respecto, MALJAR, Daniel Edgardo, “Las
distintas facetas de la continuidad del servicio público”,
en Revista Argentina del Régimen de la Administración
Pública –Rap: 228, Sección Regulación Pública, Buenos
Aires, Ediciones Rap, 1997, pp. 91 y sigs.
58. A modo de ejemplo, y para resaltar la importancia
fundamental que reviste la prestación adecuada del
servicio, traemos a colación parte de un fallo muy
190
esclarecedor al respecto: “Está fehacientemente probado
que el domicilio del actor estaba registrado como ‘usuario
electrodependiente cliente nº 458048-6’ y que, frente al
corte del día 25 de noviembre de 2008, el servicio de
bomberos tuvo que tomar intervención de urgencia pues
la señora Marra debía ser asistida por respirador artificial
y el suministro de energía se hallaba interrumpido con
riesgo de vida para la paciente. La electricidad afectaba no
solamente el respirador artificial sino el aparato
aspirador de secreciones y la bomba de alimentación
enteral. Si bien es cierto que los testigos conocieron los
padecimientos del actor y los detalles fácticos de lo
ocurrido por dichos del señor Carrizo, puesto que eran
compañeros de trabajo, no encuentro motivo para
descartar las declaraciones de la señora Patricia Susana
Marra, hermana de la señora incapacitada y persona que
la acompañaba y contribuía a su atención, quien estuvo
presente la noche en que Adrián Esteban Carrizo ‘salió
como loco a conseguir un generador’” (Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala 1, 14-
6-2011, 3.769/09, “C. A. E. c/ Edesur S.A. s/ daños y
perjuicios”).
59. Tanto el art. 42 de la CN, como el marco regulatorio
eléctrico, encabezado por la Ley Nº 24.065, y los contratos
de concesión respectivos, establecen obligaciones
específicas al respecto en lo atinente a la prestación del
servicio con la calidad adecuada, lo que supone su
prestación sin interrupciones, sin alteraciones en los
flujos de tensión y con la infraestructura eléctrica
debidamente mantenida para su correcto
funcionamiento. Asimismo, el Estado debe ejercer
rigurosamente su rol de control y sanción a través del
Ente Regulador Nacional o Provincial respectivo y del
Ministerio de Energía correspondiente, a fin de que las
distribuidoras cumplan con los cometidos asumidos en su
191
condición de prestadores del servicio de distribución de
energía eléctrica. Sobre lo expuesto, en mérito a la
brevedad, véase SUÁREZ, Enrique L., art. cit., pp. 95-103 y
pp. 105-106; BERSTEN, Horacio L., ob. cit., pp. 213-254.
60. Esta regulación, que consideramos necesaria, ya que
pueden darse en forma periódica cortes programados con
diversos fines, no es objeto de regulación expresa en el
resto de la legislación existente a la fecha, por lo que
deberá ser contemplado el tema por vía reglamentaria.
61. Se debe tener en cuenta que la Ley Nº 14.560 fue
dictada con anterioridad a la Ley Nacional Nº 27.351 y
establece que los “electrodependientes por cuestiones de
salud” gozarán de un tratamiento tarifario especial
denominado “Tarifa Eléctrica de Interés Social”, de
acuerdo a la normativa y contratos de concesión vigentes
en la jurisdicción. Sin embargo, tal como se indicó
oportunamente, la Provincia de Buenos Aires adhirió,
recientemente, a la Ley Nacional Nº 27.351, a través de la
Ley Provincial Nº 14.988, promulgada el 28-12-2017 (BO
4-1-2018), que ya se encuentra en vigencia.
62. Dado que no es objeto del presente trabajo, y en
mérito a la brevedad, apuntamos tan sólo que por motivos
de público conocimiento, la calidad de producto técnico y
de servicio técnico y comercial se ha deteriorado
fuertemente a partir de la Ley Nº 25.561 (Ley de
Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario),
que en sus arts. 8º y 9º dispuso la pesificación de las
tarifas de los servicios públicos y la renegociación de los
contratos de prestación de dichos servicios, lo cual
conformó un esquema donde se modificó el contexto
original sobre el que basó el proceso de privatizaciones de
los mismos en virtud de la Ley Nº 23.696, repercutiendo
ello en las diversas modalidades de prestación de los
servicios públicos domiciliarios, especialmente en todo lo
referido a la continuidad del servicio de distribución de la
192
energía eléctrica.
63. En similares términos lo establecía el art. 8º de la Ley
Nº 14.560 de la Provincia de Buenos Aires, provincia que
actualmente se encuentra adherida al régimen de la ley
nacional, como ya indicamos. Por el contrario, no resulta
clara la redacción del art. 10 de la Ley Nº 2.904 de la
Provincia de La Pampa, que dispone textualmente: “En el
caso que el usuario con la condición de
electrodependiente no posea un equipo electrógeno, el
Prestador del Servicio financiará en condiciones
accesibles el mismo, garantizando de esta manera la
continuidad del servicio eléctrico en caso de cortes” (el
destacado es nuestro).
Sin perjuicio de la oscuridad de la norma, nosotros
entendemos que la provisión del grupo debe ser
efectuada sin cargo alguno para el electrodependiente, tal
como lo dispone la reciente Ley Nacional Nº 27.351, la
cual, por cierto, es posterior a la referida Ley Provincial
Nº 2.904, la que esperamos se adecue a la nueva
regulación.
64. Con el fin de demostrar la importancia que reviste esta
cuestión, remitimos a la nota 58.
65. La cuestión es regulada de modo diverso según la
norma que se trate. En un sentido similar a la Ley Nº
27.351 encontrábamos la Ley Nº 14.560 (Buenos Aires),
pero hay prescripciones disímiles, y a todas las leyes
provinciales de adhesión a la ley nacional. Así, a modo de
ejemplo, el art. 10 de la Ley Nº 2.904 (La Pampa),
establece: “En el caso de que el usuario con la condición
de electrodependiente no posea un equipo electrógeno, el
Prestador del Servicio financiará en condiciones
accesibles el mismo, garantizando de esta manera la
continuidad del servicio eléctrico”. También el art. 4º de
la Ley Nº 9.023 (Tucumán) garantiza la entrega en
comodato y por el tiempo requerido en el diagnóstico, de
193
un sistema de alimentación ininterrumpida (SAI-UPS),
debidamente homologado por normas IRAM, que deberá
garantizar el funcionamiento del equipamiento médico
con un mínimo de seis (6) horas continuas sin suministro
desde la red de distribución. Sólo en casos excepcionales
se podrá proveer de un grupo electrógeno a solicitud del
electrodependiente, con la debida autorización del
Sistema Provincial de Salud (SIPROSA). Como podemos
advertir, en el caso de la Provincia de La Pampa, se
considera que, en principio, es el propio
electrodependiente quien debe agenciarse de un equipo
electrógeno, y sólo puede solicitar del prestador la
financiación del mismo para garantizar la continuidad del
servicio. Dicha financiación no es establecida ni
especificada en la norma. El art. 9º de la reglamentación
aprobada por Decreto Nº 2.566/2016 tan sólo habla de
financiar “en condiciones accesibles” el grupo electrógeno
a la persona electrodependiente, sin brindar mayores
precisiones. En lo que se refiere a la regulación de la
Provincia de Tucumán, se arbitran diversas instancias,
dando como resultado de dicha previsión, la entrega en
condiciones restrictivas de un sistema de alimentación
cuya autonomía de funcionamiento es insuficiente para
los requerimientos de la mayoría de los cuadros médicos
diagnosticados, pero sólo contempla la provisión de
grupos electrógenos en casos excepcionales.
66. Recientemente, por Resolución Nº 544/2017-ENRE
(BO 13-11-2017), se aprobó el Reglamento Técnico para
la Provisión de una Fuente Alternativa de Energía (FAE)
para los electrodependientes incorporados en el registro
pertinente (RECS), creado por Resolución Nº 1.538/17-
MS. Las primeras repercusiones de la medida, al momento
de redacción del presente, no son favorables según lo
expresa la Asociación Argentina de Electrodependientes,
que señaló que, por ejemplo, el requisito establecido en el
194
mentado reglamento (inc. A, punto 4), de contar con una
“Declaración de Conformidad de las Instalaciones”, en los
términos de la Resolución ENRE Nº 225/2011, implica
presentar un certificado emitido por un electricista
matriculado, lo que insume un costo que torna
inalcanzable o dificulta en grado sumo el acceso a una
FAE, ya que el costo de obtención de dicha declaración
queda a cargo del solicitante.
Si a ello le sumamos los cortes de luz que aún persisten, y
la deficiente perfomance de las líneas de atención
telefónicas de emergencia (tanto de las empresas
distribuidoras como de los organismos de control
estatales), resulta claro, en opinión de la Asociación, que
una resolución está tornando inaccesible, en la práctica, el
ejercicio de un derecho reconocido por ley para el
colectivo hipervulnerable de los electrodependientes. Por
ello, exigimos que a la brevedad, los reclamos y gestiones
pertinentes reviertan esta situación desfavorable. Puede
consultarse Diputados Bonaerenses, Edición del 16 de
enero de 2018, “Electrodependientes denuncian trabas
por parte de las compañías y advierten que la ley es
‘inaccesible para muchos’”.
67. Todas las normas provinciales de adhesión a la Ley
Nacional Nº 27.351, de manera explícita y también en el
algún caso de modo soslayado, establecen la gratuidad
como derecho primordial. Cabe poner de resalto que,
momentos previos a la entrada en vigencia de la Ley
Nacional Nº 27.351 (que establece la gratuidad), el
Ministerio de Energía de la Nación, a través de la
Resolución Nº 261-E/2017, impuso un tope máximo de
600 kilovatios/hora de consumo eléctrico gratuito para
hogares registrados como electrodependientes por
cuestiones de salud y especificó que, si superan ese tope
de consumo, deberán pagar por el excedente utilizado de
acuerdo a una tabla contenida en la misma resolución. A
195
pesar de ello, la ley nacional posee jerarquía superior y,
por lo tanto, se debe respetar la gratuidad establecida por
ley, conforme lo ya explicado.
68. Ver “Los Derechos de los Consumidores y Usuarios
con Discapacidad”, CERMI (Comité Español de
Representantes de Personas con Discapacidad).
69. No obstante, atento los distintos grados de necesidad
que puede presentar la electrodependencia, así como el
eventual nivel económico que permita en algunos casos
afrontar el pago de todo o parte del consumo, podrían
preverse por vía de reglamentación mecanismos que
impidan abusos o inequidades.
En tal sentido, en el proceso de registración existe una
evaluación médica sobre el diagnóstico del paciente y su
incorporación al Registro de Electrodependientes por un
plazo determinado, que se va renovando en función de la
situación del electrodependiente. Por otra parte, puede
preverse dentro de dicho proceso, tomando los recaudos
para evitar demoras innecesarias, la elaboración de un
informe socioeconómico y ambiental que acredite que el
usuario y su grupo familiar se encuentran en situación de
vulnerabilidad social, debiendo ser primordial en el
análisis la situación de electrodependencia y luego otros
indicadores como la situación económica, habitacional,
etc. A título de ejemplo, así lo prevé el art. 3º de la
reglamentación de la Ley Nº 2.904 de la Provincia de La
Pampa, aprobada por Decreto Nº 2.566/2016.
70. Consideramos que, dentro del ámbito de
responsabilidades que atañen a la autoridad de
aplicación, no sólo se encuentran las cuestiones
vinculadas a la provisión de la energía eléctrica, sino
también la atención médica en caso de emergencia, es
decir, que consideramos que además se debería haber
dado intervención al Ministerio de Salud. Aquí deben
contemplarse las situaciones en que, por diversos
196
factores, puede ser necesario que el efector proceda al
traslado de urgencia en ambulancia desde el domicilio
hasta el centro médico correspondiente para la debida
atención del paciente. Se torna necesaria, así, la debida
previsión por parte de las autoridades sanitarias de las
obligaciones a cargo de los prestadores médicos, a los
fines de su estricto cumplimiento, partiendo de la base de
que el electrodependiente se encuentra bajo un régimen
de internación domiciliaria. Esto puede, sin embargo,
subsanarse por vía reglamentaria, lo cual sugerimos y
alentamos.
71. A la luz de las prescripciones de la Ley Nacional Nº
27.351 deben realizarse labores de articulación en cada
distrito e interjurisdiccionales a fin de homogeneizar el
espectro de derechos reconocidos para los habitantes de
todo el país, evitando inequidades y situaciones injustas.
72.
73.
74. “Declaro conocer que la prestación del servicio
eléctrico, encuadrado dentro de los niveles de calidad
previstos en la Ley Nº 24.065/1992, contempla la
inevitabilidad de cortes de suministro, ya que el mismo se
ve afectado por distintos factores inherentes a todo
Sistema de Distribución Eléctrica y otros ajenos al mismo,
como ser casos de fuerza mayor y/o eventos externos.
Ante una situación imprevista de corte energético, el
médico y/o responsables del paciente deberán arbitrar
los medios necesarios para lograr la debida asistencia
médica y el eventual traslado de la persona
electrodependiente que habita el domicilio” (la cursiva es
nuestra).
75. http://www.edesur.com.ar/general/electro.aspx
[Consultado: 24-2-2018].
76. Ver nota 54.
197
Pablo Schlotthauer*
I. Introducción -
198
Es por ello
que el ordenamiento jurídico, a través la Ley Nº
24.240 (con sus modificaciones), la Constitución
Nacional, el Código Civil y Comercial de la Nación1, y otras
leyes, resoluciones y normativas relacionadas, a partir de
su correcto diálogo de fuentes2, busca equilibrar la
relación de consumo con el propósito de lograr una
“igualdad entre desiguales”3.
199
Alimentario y Derechos Humanos (tales como el derecho
a la salud, dignidad, acceso al consumo6, entre otros).
201
elección, entre los principales. Los derechos de los
consumidores son “derechos humanos de tercera
generación”; en la clasificación de KarelVašák, se
componen de una faz individual y otra de incidencia
colectiva y rompen con la díada clásica Derecho Público-
Derecho Privado, proponiendo una dimensión
transversal y sistémica11.
202
El Derecho Alimentario (junto con el derecho a la salud y
a la vida) se reguló a través de diferentes Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, los cuales fueron
ratificados conforme al art. 75, inc. 22, de nuestra
Constitución Nacional, adquiriendo jerarquía
constitucional.
203
Por su parte, es fundamental aclarar que el Derecho del
Consumidor y el de la salud están intrínsecamente
relacionados, imposibles de considerar por separado y
menos aún, dejados al azar por quienes tienen
responsabilidades públicas, sociales o prestan servicios a
la comunidad15. Es por ello que los fabricantes,
distribuidores o cualquiera de los que participan en la
provisión de alimentos deben adoptar las medidas
apropiadas para que lleguen en óptimas condiciones a ser
consumidos; esto quiere decir, que deben velar por su
cuidado de forma tal que no pierdan su inocuidad debido
a una manipulación, adulteración o almacenamiento
inadecuado, debiendo indicar toda la información
relevante de forma comprensible sobre su consumo16.
No es concebible, por ejemplo, pensar que un proveedor
de alimentos, a sabiendas, comercialice productos en mal
estado y que afecten directamente la salud de quienes los
consuman17.
204
En los años ochenta y noventa, Europa sufrió diferentes
crisis alimentarias19; entre ellas, el consumo de aceite
adulterado, el mal de las aves contaminadas, etc., que
llevaron a los Estados a legislar sobre la materia. Es por
ello que la Comisión Europea abrió un debate que
concluyó en el año 1997, con la sanción del Libro Verde y
en el 2000, con el Libro Blanco, con el objeto de organizar
la seguridad alimentaria de forma descentralizada y por
medio de la aplicación del sistema de análisis de riesgo y
de los principios de prevención y precaución. A través del
Reglamento Nº 178/2002, de la Unión Europea, se crea la
Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), se
establecen los principios y requisitos generales de la
legislación alimentaria y los procedimientos relacionados
a la seguridad alimentaria (desde su producción hasta su
consumo, regulando cuestiones higiénico-sanitarias,
nutricionales y consumeriles)20.
205
entendiendo por tales al régimen de alimentación que
contiene “[…] una combinación de productos nutritivos
para el crecimiento físico y mental […] suficiente para
satisfacer las necesidades fisiológicas humanas en todas
las etapas del ciclo vital”23.
206
tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación […]”.
207
alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre,
teniendo en cuenta los peligros y riesgos de
contaminación del medio ambiente”. El art. 27.2 dispone:
“A los padres u otras personas encargadas del niño les
incumbe la responsabilidad primordial de proporcionar,
dentro de sus posibilidades y medios económicos, las
condiciones de vida que sean necesarias para el
desarrollo del niño”. Los Estados deben participar para
ayudar a los padres y/o personas responsables por el
niño a dar efectividad a este derecho; que en caso de ser
necesario, otorgará asistencia material y programas de
apoyo respecto a la nutrición, vestuario y vivienda (art.
27.3)24.
208
– Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer. En el art. 12.2 se
establece que se le garantizará a la mujer embarazada,
durante el parto y posteriormente a ello: “[…] una
nutrición adecuada durante el embarazo y la lactancia”.
209
Si bien son de adopción voluntaria, la mayoría de los
países lo han incorporado, ya que su objetivo es proteger
la salud de los consumidores y garantizar prácticas leales
en el comercio alimentario27. Por su parte, a nivel
nacional, a mediados del siglo XIX y principios del siglo
XX, surgieron las primeras reglamentaciones y códigos
específicos de la materia28. Estos se caracterizaron, en un
primer momento, por ser de corte higiénico-sanitario.
Entre ellos está el Código Bromatológico de la Provincia
de Santa Fe (Ley Nº 2.998 modificada por Ley Nº 6.248),
el cual establece, en términos generales, los requisitos de
elaboración, inspección y rotulación de alimentos, siendo
el primer Código relativo a la materia. Ello dio pie a la
sanción del Código Alimentario Argentino29, en el año
1969 (Ley Nº 18.284); el mismo constituye la base del
Derecho Alimentario Argentino de alcance nacional; está
compuesto por 22 capítulos, de los cuales 7 se refieren a
cuestiones generales, como requisitos para el
establecimiento de fábricas y comercios, los utensilios,
materiales y envases en contacto con los alimentos, la
metodología analítica y la rotulación y publicidad de
alimentos; mientras que los quince restantes desarrollan
temas específicos de cada uno de los grupos de alimentos.
Reglamentado por el Decreto Nº 2.126/1971, en el que se
establecen determinados conceptos, requisitos y
procedimientos complementarios.
211
Es por ello que esta rama del Derecho posee una estrecha
relación con el Derecho de los Consumidores y el
Ambiental, teniendo como principal finalidad garantizar
la disponibilidad, el acceso al consumo (sostenible), y la
seguridad alimentaria, entendiendo por tales: “[…]
cuando todas las personas tienen acceso físico y
económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos
para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus
preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una
vida activa y sana”34.
212
legislación pertinente, entre otros. En definitiva, lo que se
busca es educar a los consumidores de alimentos y así
proteger su derecho a la salud35.
213
Es indispensable determinar quiénes son consideradas
personas con necesidades alimentarias especiales. Hay
personas que tienen una alimentación específica en torno
a su cultura o a su religión (v. gr., prohibición de ingesta
de cerdo y jabalí para los judíos). Sin embargo, se entiende
por tales a aquellas personas que, por cuestiones
transitorias o permanentes, padecen de problemas
fisiológicos y requieren de una dieta particular o especial
en relación a sus necesidades (alimentos dietéticos o para
regímenes especiales) para desarrollar una adecuada
calidad de vida.
214
El art. 1339 hace una clasificación de los alimentos, con el
objeto de poder ser identificados por los consumidores
que requieran de una alimentación específica.
215
material, el proveedor tiene un patrimonio mayor
respecto del consumidor para acceder a medios y
recursos (v. gr., mayor asesoramiento en los servicios que
necesite), provocando que sus decisiones sean
“intuitivas”; psicológico, referido a esa presión constante
que tiene el consumidor ante ofertas, promociones,
publicidades, etc., que trae aparejada una alteración en su
capacidad de raciocinio, de forma tal que no pueda
evaluar adecuadamente los riesgos y beneficios de una
compra; y por último, cognoscente, es decir, el “poder de
conocimiento” que posee el proveedor, implicando lo
técnico (característica, información, etc., que sólo sabe
quien lo fabrica, distribuye o vende) y lo cívico (mayor
conocimiento por parte del proveedor en relación a los
derechos que le asisten)38.
216
Por ende, pueden ser muchas las características que
ubican a una persona en una situación de
hipervulnerabilidad, entre estas se colocan las personas
con necesidades alimentarias especiales, porque se les
agrava la condición de consumidor con la existencia de
una patología de base que hace requerir de una dieta
nutricional específica para tener una adecuada calidad de
vida. Es decir, está conformada por aquellas personas que,
como afirma el art. 1339, del CAA, presenten “[…] estados
fisiológicos particulares […]”, ya que estas personas
tienen limitaciones para satisfacer necesidades
fundamentales. Esas limitaciones pueden derivar, por
ejemplo, de personas con celiaquía, porque no es fácil
obtener productos libres de gluten o sin TACC40.
217
Por lo expuesto, es fundamental otorgarle una mayor
protección a esta categoría de personas y, de esta forma,
poder defender sus derechos, que son indispensables
para su salud y que hacen a la dignidad humana, equidad
e igualdad en nuestra sociedad.
A. Diabéticos
219
B. Celíacos
221
ofrezcan una ayuda a este grupo de personas, se sanciona
una deficiente que no tiene en consideración la
importancia de cubrir sus necesidades, entendiendo que
la asistencia económica es una parte vital para
cumplimentar el derecho a la salud.
C. Hipertensos
224
“[…] hábitos saludables y prioritariamente reducir el
consumo de sodio en la población […]” (art. 5º, inc. a);
advertir en los envases y publicidad de los productos con
contenido de sodio sobre los riesgos que implica su
excesivo consumo (art. 5º, incs. d y e); establecer “[…]
menús alternativos de comidas sin sal agregada, las
limitaciones a la oferta espontánea de saleros,
la disponibilidad de sal en sobres y de sal con bajo
contenido de sodio, que deben ofrecer los
establecimientos gastronómicos […]” (art. 5º, inc. g);
establecer que los sobres de sodio no deben exceder los
500 mg (art. 5º, inc h); desarrollar compañas de difusión
y concientización sobre el riesgo de consumo excesivo de
sal y promover al consumo de alimentos con bajo
contenido de sodio (art. 5º, inc. k). Por su parte, establece
penalidades en caso de incumplimiento con lo dispuesto
por esta ley (arts. 8º y 9º), que pueden consistir en
apercibimiento, publicación de una sanción, multa
de $1.000 a $1.000.000, decomisar, suspensión de
publicidad o establecimiento o directamente su clausura.
Por último, en su art. 10, establece que la Autoridad de
Aplicación debe fijar el procedimiento en su jurisdicción
para la investigación de infracciones. Actualmente se
encuentra reglamentado por el Decreto Nacional Nº
16/2017. En definitiva, establece la importancia de la
reducción del consumo de sodio en la población.
225
En tanto que Córdoba
(Ley Nº 10.298), Mendoza (Ley Nº 8.891), La Pampa
(Ley Nº 2.826) y Río Negro (Ley Nº 4.970) adhieren a la
legislación nacional. Mientras que las siguientes
provincias legislaron específicamente sobre la
hipertensión: Buenos Aires, Catamarca, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Neuquén y Santa Cruz47. Lo legislado
por estas provincias refiere, principalmente, a la
estimulación en los “establecimientos gastrónomicos” a
ofrecer platos sin sal o reducido en contenido de sodio.
D. Obesos
227
consumidores; v. gr., beneficios impositivos a las
empresas o industrias que fabriquen estos alimentos,
programas educativos para los consumidores,
garantización de acceso de alimentos, entre otras.
228
sin sustancias nocivas, ya sea directamente, explotando
tierras productivas u otras fuentes naturales, o a través de
sistemas de distribución, elaboración y comercialización
que funcionen adecuadamente, permitiendo trasladar los
alimentos desde el lugar de producción hasta el
consumidor.
229
Dentro de los primeros se encuentra la educación, ya que
es indispensable para que el consumidor pueda tener la
libertad necesaria para elegir los productos en base a sus
regímenes alimentarios en particular. Ante tal situación,
la creación de programas de educación en torno a la
nutrición y alimentación sería fundamental, no sólo para
quienes tengan necesidades alimentarias especiales sino
para todos los consumidores, con el objeto de ser
capacitados de forma tal que puedan hacer elecciones
fundadas sobre los productos alimenticios.
230
En general, se destina a alimentos una cantidad que oscila
entre el 15-30 % del sueldo, yendo de arriba hacia abajo
en la escala dependiendo de sus ingresos; es decir, cuanto
más bajo el ingreso, mayor el porcentaje de gasto en
alimentos55; este porcentaje aumenta si se requiere de
una dieta específica, ya que, por lo general, la mayoría de
los alimentos necesarios para las mismas se encuentran
por encima de su valor promedio; siendo inaccesible para
los sectores más pobres de la población.
231
garantizar la exigibilidad de estos derechos y así pueda,
cada Estado, satisfacer el Derecho Humano a una correcta
alimentación. En otras palabras, fijar programas y
políticas orientadas al bien común, colocando a la
alimentación y la salud en el epicentro.
232
instrumento de persuasión al consumidor, que tiene por
objeto influir en la decisión de contratar59.
233
detallado, eficaz y suficiente sobre las características
esenciales de los alimentos a los que accede. Por lo tanto,
la protección del Derecho de los Consumidores a una
información adecuada y veraz contribuye a dar una
mayor transparencia a las leyes que regulan el mercado
de productos alimenticios, jerarquizando al ciudadano
consumidor61.
234
En definitiva, se coloca una especie de “advertencia” a los
componentes de ese producto alimenticio.
235
elegir mejor su alimentación y a conciencia de lo que
verdaderamente ingiere”. Es decir, una elección fundada
en base a sus necesidades alimenticias.
236
El “punto de corte” deberá ser establecido por la
Autoridad de Aplicación, que es el Ministerio de Salud de
la Nación (art. 2º).
237
Luego de hacer un análisis pormenorizado de la doctrina
y del plexo normativo existente en nuestro país, se puede
concluir lo siguiente:
238
– Se ha legislado en relación a la diabetes, celiaquía,
hipertensión y obesidad; sin embargo, son necesarias
nuevas normas o reformas a las existentes, que sean
superadoras en el sentido de que adopten políticas
(directas o indirectas) en beneficio de esta categoría de
consumidores; v. gr., beneficios impositivos a las
empresas o industrias que fabriquen estos alimentos
aptos para esta categoría de consumidores, programas
educativos sobre la alimentación y nutrición,
garantización de acceso de alimentos, entre otras.
239
– La publicidad y la rotulación de alimentos es el primer
contacto que el consumidor tiene con la industria
alimentaria, siendo muy importante la sanción del
proyecto de ley de “semáforo nutricional”, ya que el
mismo permitiría de forma rápida y eficaz informar sobre
los componentes esenciales del alimento en cuestión,
cumplimentando con el derecho a la información, el
principio de veracidad y la protección de la salud del
consumidor.
Notas -
240
1. A partir de la sanción de la Ley Nº 26.994, se prevé de
forma expresa en el Libro III, Capítulo III, desde el art.
1092 al art. 1122.
2. Para más información, consultar BAROCELLI, Sebastián
(Coordinador), “Impactos del nuevo Código Civil y
Comercial en el Derecho del Consumidor. Diálogos y
perspectivas a la luz de sus principios”, proyecto de
interés institucional PII502. ISBN 978-987-42-2585-6,
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Derecho,
2016.
3. HEINECK SCHMITT, Cristiano, “Prevención y
reparación de daños al consumidor anciano en América
Latina”, en Revista jurídica de Daños – Número 4.
Publicado 29-11-2012. IJ-LXVI-729.
4. BAROCELLI, Sergio Sebastián. “El concepto de
consumidor de servicios financieros y bursátiles y el rol
del Estado”. Ponencia en Comisión Nº 8 de Consumidor en
Jornadas Nacionales de Derecho Civil Nº XXV.
5. También suele ser denominado “subconsumidor”,
“consumidor especial”, “consumidor particularmente
frágil”.
6. TAMBUSSI, Carlos Eduardo. “Los derechos de usuarios
y consumidores y el derecho a la salud”.
7. RICCARDI, Gisela, “Derecho Penal de Consumo:
Propuesta de incorporación a nuestro sistema penal”,
elDial.com – DC20BD. Publicado el 1-42016.
8. Aunque algunos doctrinarios ya lo consideraban
incluidos dentro de los derechos implícitos del art. 33, CN.
9. NIKKEN, Pedro, “Sobre el concepto de Derecho
Humanos”. Instituto Interamericano de Derechos
Humanos (IIDH). Seminario sobre Derechos Humanos, La
Habana. 30 y 31 de mayo, 1º de junio de 1996.
10. El Código Civil y Comercial de la Nación, en su art.
1092, sostiene: “[…] Se considera consumidor a la
persona humana […]”.
241
11. BAROCELLI, Sergio Sebastián, “Impactos en el
Derecho del Consumidor ante el nuevo Código Civil y
Comercial y sus incidencias en el Derecho Penal”, en El
Código Civil y Comercial y su incidencia en el Derecho
Penal. Impacto del Derecho Civil y Comercial en el
Derecho Penal desde la perspectiva constitucionalizada,
Raúl Zaffaroni y Marisa Herrera (Directores), Buenos
Aires, Editorial Hammurabi, 2016.
12. MONTIEL, Luisa, “Los alimentos y el estado de salud”,
en La responsabilidad de las empresas y la tutela del
consumidor de alimentos, GHERSI, Carlos (Compilador),
Buenos Aires, Editorial Eudeba, 1998.
13. Resolución Nº 70/186. Asamblea General –
Directrices de la Naciones Unidas para la “Protección al
consumidor”. Resolución aprobada por la Asamblea
General el 22 de diciembre de 2015.
14. FERNÁNDEZ, Silvia E., “La competencia judicial en
materia alimentaria y el efectivo acceso a la justicia”,
Editorial La Ley. Publicado: 12-8-2015.
15. LAQUIDARA, José Luis, “La ‘transversalidad’ de la ley
de defensa del consumidor y la protección de la salud”,
elDial.com DC11E0. Publicado: 2-102009.
16. Resolución Nº 70/186…, cit.
17. LAQUIDARA, José Luis, ob. cit.
18. Directrices para la Protección del Consumidor.
Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y
desarrollo. Naciones Unidas, Nueva York y Ginebra 2016.
19. OANTA, G., La política de la seguridad alimentaria en
la Unión Europea, Valencia, España, Tirant lo Blanch,
2007.
20. GAUTERO, María Emilia,
“Evolución de la legislación alimentaria vigente y su
integración con los derechos de los consumidores y
usuarios”, elDial.com DC1EFD. Publicado: 8-5-2015.
21. RECUERDA GIRELA, Miguel Ángel (Director), Tratado
242
de Derecho Alimentario, Navarra, España, Thomson-
Reuters Aranzadi, 2010.
22. Tales como la higiene, contaminación (física, química,
biológica, ambiental), la idoneidad de los procesos
(producción, industrialización, ionización, biotecnología
genética, manipulación, conservación, transporte,
sistemas de envasado, sistemas de venta).
23. ALBANESE, Susana, El alcance de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales en el plano de las
Observaciones Generales, Buenos Aires, Editorial EDIAR,
2013, p. 212.
24. Sorgi Rosenthal, Marina y PILDAYN, Nicolás,
“Alimentos a los niños, niñas y adolescentes en el Código
Civil y Comercial: una mirada desde los Derechos
Humanos”, elDial.com DC2172. Publicado el 12-8-2016.
25. Ibídem.
26. Normas oficiales que componen el Codex
Alimentarius.
27.
28. GAUTERO, María Emilia, ob. cit.
29. Código Alimentario Argentino (CAA).
30. Resolución del Ministerio de Salud y Acción Social Nº
587/1997 (Incluye la Resolución Nº 80/2009 del Grupo
de Mercado Común –GMC– al capítulo II del CAA).
31. Resolución Conjunta Nº 040/03 de SPReI y Nº 344/03
de SAGPyA (incorpora al art. 154 bis del CAA).
32. Decreto Nº 815/1999.
33. Resolución Conjunta SPReI Nº 116/12 y SAGyP Nº 356
(incorpora la Resolución Nº 12/11 del GMC al capítulo III
del CAA).
34. Plan de Acción que se suscribió en la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación organizada por la FAO (13-17 de
noviembre de 1996 en Roma, Italia).
35. GAUTERO, María Emilia, ob. cit.
36. Ibídem.
243
37. El INAL se encarga de registrar, inscribir, autorizar,
certificar y fiscalizar los alimentos que están dentro de su
competencia. Registra y fiscaliza el cumplimiento de las
normas de sanidad y calidad por parte de aquellas
personas (físicas o jurídicas) que intervienen en el
aprovisionamiento, producción, elaboración,
fraccionamiento, importación, exportación, depósito y
comercialización de productos alimenticios; teniendo a su
cargo la evaluación del riesgo de los productos bajo su
control y adoptar las medidas que resulten necesarias a
fin de proteger la salud de la población.
38. RUSCONI, Dante D., Manual de
Derecho del Consumidor, ob. cit., 1ª edición, pp. 10 a 18.
39. LUNA, Florencia, “Vulnerabilidad: la metáfora de las
capas”. Fuente: SJA 1-10-2008 – JA 2008-IV-1116. Lexis
Nº 0003/014059 o 0003/014068.
40. El art. 1383, CAA, establece: “Estos productos se
rotularán con la denominación del producto que se trate
seguido de la indicación ‘libre de gluten’, debiendo incluir
además la leyenda ‘Sin TACC’ […]”; esto significa ‘Sin trigo,
avena, cebada y centeno’. Es obligatorio el rotulado del
símbolo específico que se detalla en el art. 1383 bis del
CAA.
41. Definición de la Organización Mundial de la Salud.
42. Para más información: Buenos Aires, Ley Nº 11.620 de
Pacientes Diabéticos en la Provincia de Buenos Aires.
Catamarca, Ley Nº 5.127 sobre la Detección de la
Enfermedad. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ley Nº
337, de Adhesión a la Ley Nacional y la Ley Nº 1.906 de
Prevención de Enfermedades Cardiovasculares, Obesidad
y Diabetes. Chaco, Ley Nº 3.319 de Interés Provincial
Contra la Lucha de la Diabetes. Corrientes, Ley Nº 4.362
de Interés Provincial Contra la Lucha de la Diabetes. Entre
Ríos, Ley Nº 10.401 de Asistencia al Diabético y de
Creación del Programa Provincial de Diabetes. La Pampa,
244
Ley Nº 1.245 de Adhesión a la Ley Nacional, Control de
Diabetes, Salud Pública y Derecho Laboral. Mendoza, Ley
Nº 8.903, declara el 14 de noviembre día provincial de la
diabetes. San Juan, Ley Nº 6.785 de Prevención de
Diabetes. San Luis, Ley Nº 73 de Adhesión a la Ley
Nacional, y Ley Nº 5.231 de Creación de Centros de
Diabetes. Tierra del Fuego, Ley Nº 450 de Adhesión a la
Ley Nacional, y Ley Nº 489 de Lucha Contra la Diabetes.
43. POLANCO ALLUÉ, Isabel y RIBES KONINCKX, Carmen,
“Enfermedad celíaca”.
44. Causa 5228/2010 – “F. M. A. c/ Swiss Medical S.A. y
otro s/ amparo” – CNCiv. y Com. Fed. – Sala I – 5-9-2013,
elDial.com AA8468. Publicado el: 9-1-2014.
45. Para más información: Buenos Aires: Ley Nº 10.499
declara de interés provincial el estudio, prevención,
tratamiento e investigaciones relacionadas con la
enfermedad celíaca. Catamarca: Ley Nº 5.104 de
detección precoz y tratamiento de la enfermedad celíaca
en establecimientos sanitarios. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Ley Nº 3.373 de enfermedad celíaca. Chaco:
Ley Nº 6.828 de tratamiento y prevención de enfermedad
celíaca. Córdoba: Ley Nº 9.142 de relación del programa
provincial de asistencia y apoyo al paciente celíaco y
portadores de intolerancias alimenticias permanentes.
Corrientes: Ley Nº 5.596 declarada de interés provincial
sobre el estudio, prevención y diagnóstico, tratamiento e
investigación para la enfermedad celíaca. La Pampa: Ley
Nº 2.620 de adhesión a la Ley Nacional Nº 26.588.
Mendoza: Ley Nº 5.243, se declara el interés provincial
sobre la prevención y tratamiento de la enfermedad
celíaca. Río Negro: Ley Nº 4.784 de adhesión a la Ley
Nacional Nº 26.588. Declara de interés nacional la
atención médica, la investigación clínica y epidemiológica,
la capacitación, diagnóstico y tratamiento de la
enfermedad celíaca. Salta: Ley Nº 7.155 de enfermedad
245
celíaca. San Juan: Ley Nº 8.178 de adhesión a la Ley
Nacional Nº 26.588. Ley Nº 8.081 de obligación del
gobierno de garantizar oferta adecuada de alimentos para
celíacos. Ley Nº 7.141 de enfermedad celíaca. Santa Cruz:
Ley Nº 3.085 de asistencia al celíaco. Santa Fe: Ley Nº
10.112, que declara de interés provincial el estudio,
prevención, tratamiento e investigación relacionada con
la enfermedad celíaca. Ley Nº 13.190 de adhesión a la Ley
Nacional Nº 26.588. Santiago del Estero: Ley Nº 6.518,
que declara de interés provincial el estudio, investigación
y tratamiento de la enfermedad celíaca. Tierra del Fuego:
Ley Nº 793 de programa de asistencia al celíaco.
46.
47. Para más información: Buenos Aires: Ley Nº 14.349
dispone la obligatoriedad de colocar, cuando sea
necesario, en el menú la leyenda “Consumo excesivo de
sal es perjudicial para la salud”. Catamarca: Ley Nº 5.360
establece la obligatoriedad de que los establecimientos
que provean alimentos deben ofrecer platos sin sal o bajo
contenido de sodio. Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Ley Nº 4.407/2012, en su art. 1º, establece la
obligatoriedad de poner a disposición de los
consumidores: sal modificada libre de sodio como opción
a la sal tradicional. Neuquén: Ley Nº 2.858, se limita la
oferta de sal –cloruro de sodio– en todo tipo de
establecimiento gastronómico público o privado. Santa
Cruz: Ley Nº 3.337 de promoción de reducción de
consumo de sodio en el ámbito de la Provincia.
48. Definición de la OMS.
49. Para más información: Catamarca: Ley Nº 5.200 de
incorporación de la obesidad como enfermedad en el
Sistema Público y Privado de Salud de la Provincia. Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Ley Nº 1.906 de prevención
de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.
Ley Nº 4.432 de fomentación de hábitos saludables de
246
alimentación y la prevención de la obesidad de niños,
niñas y adolescentes. Chaco: Ley Nº 6.031 de Programa
integral provincial para la asistencia a la obesidad.
Mendoza: Ley Nº 7.798 de la creación del programa
provincial de obesidad mórbida destinado a niños,
adolescentes y adultos. Misiones: se sancionó la Ley XVII
(Nº 57) de declaración de interés provincial de la lucha
contra la obesidad. Río Negro: Ley Nº 4.233, asignación de
carácter de política pública a la prevención, diagnóstico y
tratamiento de obesidad.
50. La FAO diferencia pérdida de alimentos con
desperdicio; la primera se refiere a deficiencias en los
procesos productivos en las primeras etapas del ciclo de
la vida del alimento (producción agropecuaria,
separación de cultivos, poscosecha, etc.); en tanto que el
segundo se produce en el final de la cadena de suministro,
en la comercialización (distribución, envasado,
supermercados, etc.) y consumo (hogares, restaurantes,
hoteles, etc.). Para más información: FAO. 2012. “Pérdidas
y desperdicio de alimentos en el mundo – Alcance, causas
y prevención”. Roma.
51. VALLS, Mariana, “¿Cuánto ambiente desperdiciamos
para producir alimentos que no se consumen? ¿Es
realmente necesario duplicar la producción de alimentos
para satisfacer las necesidades de nuestra población
creciente? Parte I: La magnitud y multidimensión del
problema que enfrentamos”. En elDial.com DC23CA.
Publicado: 9-5-2017.
52. NÚÑEZ SANTIAGO, Beatriz, “La salud en relación con
los alimentos. Desde la cooperación científico-técnica
internacional. Desde el orden nacional”, en Salud,
Derecho y Equidad, dirigido por Gladys Mackinson y
coordinado por Alicia Farinati, Buenos Aires, Editorial Ad-
Hoc, 2001, pp. 285-286.
53. BALARDINI, Lorena y RoYO, Laura. “Indicadores para
247
medir la satisfacción del derecho a la alimentación. Una
mirada desde las potencialidades de esta herramienta
metodológica”, en Respuestas estatales en torno a la
alimentación y al cuidado: los casos de los Programas de
Transferencia Condicionada de Ingreso y el Plan de
Seguridad Alimentaria en Argentina, Laura Pautassi y
Carla Zibecchi (compiladoras), Buenos Aires, Instituto
Ambrosio Lucas Gioja, ISBN: 978-987-28100-0-9.
54. Resolución Nº 70/186…, cit.
55. MONTIEL, Luisa, ob. cit.
56. Intercambio de información, promover programas de
educación e información del consumidor, cooperación
tanto para la aplicación de políticas de protección al
consumidor como para mejorar las condiciones de los
productos esenciales que se ofrecen a los consumidores.
Extraído de “Directrices para la …”, ob. cit.
57. GHERSI, Carlos A., “De los alimentos a la industria
alimenticia”, en La responsabilidad de las empresas y la
tutela del consumidor de alimentos, Buenos Aires,
Editorial Eudeba, 1998, p. 12.
58. GAUTERO, María Emilia, “Los rótulos y publicidad de
los productos alimenticios: comunicadores y conectores
de los derechos de los consumidores y usuarios”, en
Revista Electrónica de Derechos de los Consumidores,
elDial.com DC1E9F, 3-6-2015.
59. DIAs PALACIo, Eugenia, “La información y seguridad
en el comercio de alimentos”, en Tutela del consumidor.
Alimentos. ¿Cómo defendernos de los alimentos
defectuosos y dietéticos ineficientes?, Mendoza,
Ediciones Jurídicas Cuyo. ISBN: 987-527-063-6, 2002, p.
73.
60. Resolución Nº 70/186…, cit.
61. DIAS PALACIO, Eugenia, ob. cit., p. 93.
62. Guía de envasado de productos.
248
Ricardo A. Parra*
Martín A. Testa**
I. Introducción -
249
Usualmente, el término vulnerabilidad conlleva la idea de
debilidad, fragilidad e inseguridad, de una especie,
persona, grupo o comunidad, asociándose además a su
indefensión o desprotección ante un riesgo o daño. Es
empleado incluso para referirse a un sistema u objeto.
Desde luego, en una primera acepción, puede sostenerse
que –genéricamente– todos los seres humanos serían
vulnerables, toda vez que su supervivencia depende de la
satisfacción de ciertas condiciones físicas, biológicas y
económicas2.
250
Este desafío nos coloca, además, en situación de revisar, a
corto plazo, el trato, la atención, el tiempo dispensado por
los profesionales de la salud para con los adultos mayores,
a efectos de modificar los paradigmas establecidos en la
relación médico-paciente.
252
expectativas conforme la normas deontológicas7 que
atañen a su profesión.
254
Hacia fines del siglo XX, y a través del Informe Belmont,
dos médicos americanos, respondiendo a un planteo del
Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica,
lograron trazar los principios rectores de la Bioética
Médica: beneficencia, no maleficencia, autonomía y
justicia.
255
directo con el paciente, es donde se notan las deficiencias
del sistema. Desde el principio de beneficencia/no
maleficencia, el profesional de la salud debe empeñar
todo su expertise para lograr una completa entrevista con
el paciente a modo de lograr obtener la mayor
información del paciente y, por consecuencia, aplicar los
tratamientos adecuados a la patología del enfermo.
Lamentablemente, el extenso tiempo que puede llevar
escuchar a un adulto mayor en una consulta médica, sus
quejas, sus dolencias y su interpretación por parte de los
profesionales no encuentran lugar en su agenda diaria. La
autonomía, de la mano de un principio garantizado como
el art. 19 de la Constitución Nacional, se pone en conflicto
constante a la hora de atender a un adulto mayor, toda vez
que los profesionales de la salud intentan realizar su
trabajo sin pensar en lo que realmente desea o no el
adulto mayor.
256
Pero si bien es claro que existe una prerrogativa estatal
para evitar que ello ocurra cuando se trate de acciones
positivas de los individuos, no lo es tanto cuando ello
tiene lugar como resultado de conductas pasivas. En otras
palabras, no es lo mismo atentar directamente contra la
propia vida, que dejarse morir por negarse a recibir un
tratamiento médico, especialmente si el mismo es muy
invasivo, no garantiza un resultado positivo o, como en el
caso, atenta contra convicciones profundas.
258
consumo y/o relaciones médico-paciente en particular.
Por esto, tenemos que pensar el pasado y proyectar el
porvenir, de cara a la Argentina digna, igualitaria y
saludable que nos merecemos.
259
Coincidiendo con Scotti, “en estos tiempos de
posmodernidad, nosotros integramos la sociedad de la
información, y a la vez, somos parte de la denominada
sociedad de consumo. En efecto, en los últimos años ha
irrumpido un nuevo modo de comunicación, que ha
transformado la realidad social […]”15. En similitud, es
dable destacar que el paradigma actual del planeta
globalizado requiere: “Más humanidad”16.
260
No podemos desconocer que nuestro objeto de estudio –
el adulto mayor como consumidor hipervulnerable de los
servicios de salud– implica el análisis de un fenómeno
complejo en donde hay que tener en cuenta los aportes de
las especialidades afines, tales como la ciencia política, la
economía, la medicina, la salud pública, la ética médica, la
teoría política, la filosofía y la judicialización en salud,
entre otras19.
261
tanta judicialización pueda generar, a veces, resultados no
deseables.
262
de protección de los sujetos vulnerables de la relación
médico-paciente. Esto permite brindar un real
cumplimiento del deber genérico de no dañar, del deber
esencial de informar y del deber específico de brindar
asistencia a toda persona que presenta una necesidad
médica, en beneficio de su plena libertad e igualdad, ya
que las personas viven –y mueren– en sociedad.
263
de los servicios de salud y al reconocimiento de este
fenómeno como una problemática que no solo afecta a un
grupo vulnerable, sino a la sociedad en su conjunto.
264
determinar el contenido de este principio de dignidad.
Por esto, no es de extrañar que el Código Civil, haciendo
eco de esto, regule expresamente la inviolabilidad de la
persona humana y las afectaciones a la dignidad.
265
consagrado en la Constitución Nacional, en el Código Civil
y en diversos instrumentos internacionales, a veces, se ve
afectado por las múltiples tensiones, límites, abusos y
desequilibrios de la práctica de consumo y médica.
266
Derecho Interno, cuenta con jerarquía superior a la ley,
habilita a las personas a fundar sus reclamos jurídicos
bajo su marco y obliga a todos los operadores y jueces a
aplicarla con primacía, incluso respecto del nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación”30.
267
investigar la situación que se está denunciando, es
importante contar con un relato lo más detallado posible
del hecho del cual ha sido víctima o del que se tuvo
conocimiento, indicando todos los datos que se posean
acerca de la persona denunciada. Las comunicaciones
también podrán realizarse de forma anónima, aunque
resultara de mucha utilidad para la eventual
investigación, que el denunciante se identifique para así
poder ser consultado, en caso de necesidad31.
268
– Casos de cobro de plus por parte de los prestadores a los
afiliados, cometidos mediante una conducta engañosa del
profesional o sus empleados, dirigida a los pacientes o con
la amenaza de no prestar servicios con cobertura del
Instituto.
269
Hemos advertido en parágrafos anteriores que el adulto
mayor consumidor hipervulnerable de los servicios de
salud era tomado de rehén de su propio sistema de salud,
que además era público y notorio y que el periodismo
argentino denunciaba a diario casos de abusos en contra
de sus afiliados. Convalidamos nuestra postura, ya que
PAMI otorga a sus afiliados prestaciones médicas y
sociales (internaciones RAM – Residencia de Adultos
Mayores). Estas prestaciones deben ser consideradas
como un consumo del cual los adultos mayores deben ser
protegidos por el sistema protectorio de consumidor32.
270
vulnerados, cuando se trata de adultos mayores en
atenciones de salud. La poca información que brindan los
profesionales –a nuestro entender– proveedores de los
servicios de salud; las Instituciones de Salud –Obras
Sociales y Empresas de Medicina Prepaga–, que suelen
aumentar sus cuotas arancelarias en virtud de haber
alcanzado la persona la edad jubilatoria (mayor a los 60
65 años), sin un cálculo actuarial de base; la violación al
poder de decisión con libertad del adulto mayor sobre su
propio cuerpo en franca violación a la garantía
constitucional protegida por el art. 19, CN, y recogido por
nuestro más alto tribunal –CSJ in re: “Albarracini Nieves,
Jorge Washington s/ medidas precautorias–, presunción
de la cual pocos ancianos escapan por parte de sus
familias y de los profesionales del arte de curar, ya que
siendo adultos mayores, carecen de comprensión y el
avasallamiento de sus más íntimos y primordiales
derechos, hacen que confirmemos nuestra postura.
271
de innumerables reclamos, encontrándose fracturado en
su domicilio y en su cama, su obra social no acudía a sus
peticiones por burocracia administrativa, a costa del
agravamiento de su propia salud. Este adulto mayor,
consumidor de los servicios del PAMI, tuvo que acudir a
la justicia para ser asistido por un médico de urgencias en
su domicilio y, luego, trasladado a un centro asistencial
para recibir su tratamiento quirúrgico y su rehabilitación
postoperatoria.
272
En el presente trabajo hemos intentado reflexionar sobre
el adulto mayor en su condición de paciente y/o
consumidor hipervulnerable de los servicios de salud,
desde una perspectiva bioética, con una mirada
transdisciplinaria y en clave de Derechos Humanos,
tratando de visibilizar las complejidades de este
fenómeno social y global de suma actualidad.
273
El consentimiento libre e informado, el deber de
información, el trato digno y respetuoso, equitativo y no
discriminatorio, entre otros tantos derechos que
circunscriben al adulto mayor como paciente, no pueden
quedar plasmados solo como una bella declaración por el
mero cumplimiento prestacional del profesional de la
salud, sin ser comprendidos y analizados por el adulto
mayor.
274
Quebrar esas barreras que continúan existiendo en estas
relaciones y comenzar a venerar a nuestros adultos
mayores hipervulnerables son metas que en el corto plazo
debemos conseguir.
Notas -
275
* THeI (CRA). Abogado (UBA). Doctor en Derecho Privado
por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales
(UCES). Docente de Grado de la Universidad de Buenos
Aires (Facultad de Derecho y Ciencias Sociales). Jefe de
Trabajos Prácticos de Contratos Civiles y Comerciales;
Cátedra Prof. Dr. Luis F. P. Leiva Fernández. Docente de
grado de la Universidad de Buenos Aires Ciclo Básico
Común (CBC), Principios Generales del Derecho
Latinoamericano de la Universidad de Buenos Aires.
Cátedra Prof. Miguel Federico De Lorenzo. Docente de
Grado de la Universidad Nacional de La Matanza. Profesor
Adjun to a cargo de Deontología. Carrera de Licenciatura
en Kinesiología y Fisiatría. Docente de Grado en la
Universidad de Buenos Aires, Docente Libre a cargo con la
Prof. Dra. Mariana G. Vensaus de la materia Kinesiología
Ocupacional y Laboral en la Carrera de Licenciatura en
Kinesiología y Fisiatría. Docente de Doctorado y Maestría
en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales
(UCES). Tutor de Tesis Doctorales. Docente de Posgrado de
la Sociedad Latinoamericana de Auditoría de Servicios de
Salud. Miembro permanente del equipo de Investigación del
Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L.
Gioja de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires.
** Argentino. Universidad de Buenos Aires. Facultad de
Derecho. Abogado; docente; investigador en formación;
personal de planta permanente; alumno regular de los
cursos válidos para el doctorado; miembro de equipo de
proyectos de investigación científica (UBACyT; DECyT;
Interés Institucional); colaborador en el Observatorio de
Derecho de la Salud; responsable de la Coordinación de
visitas guiadas; Investigador Adscripto del Instituto de
276
Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja.
Integra el Consejo Editorial de la Revista En Letra.
278
su Estado actual consecuencia de las transformaciones
tecnológicas y financieras en los últimos tiempos; en un
segundo sentido, la globalización en sentido amplio es un
proceso histórico que coincide con los comienzos de la
occidentalización del planeta a partir de los viajes y
descubrimientos de fines del siglo XV; finalmente, en un
sentido amplísimo, la globalización menta a procesos
ocurridos en la denominada antigüedad de la civilización
occidental o civilización helenística y que tiene que ver
con los intentos imperiales romanos
o alejandrinos” (Ver ORTIZ, T., Pero qué es la
Globalización, Buenos Aires, El Dial, 2007).
14. En palabras de T. Ortiz, quien nos recuerda a G. Bidart
Campos: “El ser humano –aduce el autor– tiene conciencia
de su ser, tiene sentido de las cosas y sabe que lo tiene.
Sabe que puede elegir y que ello lo torna responsable de
sus actos. Cada hombre decide en cada momento de su
existencia. La vida es un permanente proyecto.
El proyecto humano es un esfuerzo, una tensión desde la
naturaleza hacia la cultura, es algo en permanente hacer,
un quehacer que nutre el espíritu hacia adentro del ser
humano y hacia afuera culturaliza la realidad natural, de
agreste la vuelve cultivada, culta.
El hombre es la naturaleza que se observa a sí misma; si
el hombre no hubiera existido la naturaleza hubiera
quedado imperfecta, inerte, le faltaría conciencia de sí
misma. Por consiguiente, tal aprehensión del mundo se
hace desde la situación o perspectiva del propio hombre.
Toda visión de la realidad, por consiguiente, es histórica.
Como la propia vida del hombre que avizora esa
realidad… Por ende, el hombre además de ser un ente
histórico es un ser cultural, su propia vida es significado,
su trayectoria vital tiene un sentido para los demás
hombres, por humilde que parezca. La relación con los
demás hombres es también cultural pues se da a través de
279
significados, de símbolos.
Como ser histórico –agrega Bidart Campos–, el hombre es
heredero de un pasado, recibe el legado de una
humanidad que lo ha precedido. Detrás de cada hombre,
diría Comte, están las tumbas de millones de seres que le
han precedido y que, de cierta manera, lo condicionan. Es
una continuidad a través de las generaciones que se forjan
a sí mismas en función de un material heredado. Lo
interesante es que es heredero no sólo de seres que le han
antecedido sino también de sí mismo, de lo que en su
historia individual e intransferible hizo o no hizo. El
pasado está inexorablemente dentro del presente. El que
vive opta permanentemente: desecha unas posibilidades
y asume otras; gasta o invierte su tiempo en forma
totalmente irreversible. Es un drama que no se repite,
pero que deja sus huellas indelebles en el futuro. Cada
época, sea individual o social, es única.
Lo importante de ello es que el presente es una delgada
hoja que carga un pasado a veces desconocido por el
propio interesado, u olvidado. Por otro lado, contiene un
futuro que nos presiona tanto o más que el propio
presente.
Este presente –sigue Bidart Campos– no es exclusivo de
una persona: pertenece a todos aquellos que soportan el
mismo tiempo simultáneamente, es decir, los
contemporáneos. Pueden existir, entonces, varias
generaciones simultáneamente en el mismo presente. Es
la contemporaneidad de los no coetáneos. Por lo tanto, las
generaciones constituyen la unidad del tiempo histórico,
son vida biológica pero fundamentalmente vida histórica.
Lo que da continuidad a las generaciones a través del
tiempo es la cultura, que se transmite, se lega.
Desgraciadas aquellas generaciones en donde desaparece
dicha transmisión, pues equivale a la falta de memoria en
un ser” (ORTIZ, T., Política y Estado, Buenos Aires,
280
Estudio, 1996, pp. 32 y sigs.).
15. SCOTTI, L., “La protección del consumidor en los
contratos internacionales de consumo celebrados por
medios electrónicos”, en FELDSTEIN DE CÁRDENAS, S.
(Dir.), Contratación Electrónica Internacional. Una
mirada desde el Derecho Internacional Privado, Málaga,
Universidad de Málaga, 2008, p. 111.
16. CRUCES, A., Los principios del derecho privado en el
siglo XXI, Ponencia presentada ante las XXIII Jornadas
Nacionales de Derecho Civil, Comisión de Estudiantes:
Los principios del Derecho Privado en el siglo XXI, “La
moderna pero humana autonomía de la voluntad”, San
Miguel de Tucumán, 2011, http://
derechoportal.blogspot.com/2011/11/la-moderna-
pero-humana-autonomia-de-la. html.
17. Al respecto, se puede ver el Número extraordinario
sobre “Derecho de la Salud”, realizado por la Revista En
Letra (2014). En particular, las entrevistas realizadas: a)
Panorama latinoamericano del Derecho de la Salud,
Entrevista a Oscar Cabrera (O’Neill Institute for National
and Global Health Law); b) Un acercamiento a las
enfermedades crónicas no transmisibles en Argentina,
Entrevista a Verónica Schoj (Fundación InterAmericana
del Corazón – Argentina); y c) Salud Pública
Internacional: la mirada joven desde África del Este,
Entrevista a Kai Cogwer (Global Health Corp Fellowship).
18. Como enseña E. Pregno: “[…] el Derecho de la Salud
viene a orientar la búsqueda de respuestas a los dilemas
y conflictos que el avance de la Biotecnología y la
Biomedicina plantean.
La justificación de la autonomía de esta ‘neorama’ radica
en el carác ter transversal que porta respecto de las
demás ramas jurídicas. El Derecho de la Salud no se
descuelga del tronco madre, sino que constituye un
verdadero by-pass hacia el interior del mundo jurídico,
281
desde que es preciso realizarla articulando la totalidad de
las ramas, las tradicionales y las no tradicionales; en el
Derecho de la Salud confluyen, en todas sus
manifestaciones, el Derecho Público, el Derecho Privado y
las ramas eclécticas.
La aparición de la disciplina reviste importancia no sólo
desde especulaciones epistemológicas en el mundo
jurídico sino también por el alto impacto en la vida
cotidiana de las personas, en su avance en la construcción
de ciudadanía, el cual debe ser necesariamente
acompañado por el saber jurídico.
La proliferación de normativa reguladora de la sanidad,
las demandas por mala praxis médica (y las implicancias
del juicio de responsabilidad profesional), el ofrecimiento
de cursos especializados sobre cuestiones atinentes a
Derecho y Salud en las escuelas de leyes, de medicina y
afines, son sólo algunos destellos que señalan cambios
sociales sustanciales insoslayables en la construcción de
un objeto jurídico complejo”. (PREGNO, E., El Derecho de
la Salud, Curso del Ciclo Profesional Orientado de la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires,
2010.
19. En palabras de M. A. Ciuro Caldani: “Es importante que
la composición de las ramas del mundo jurídico guarde
relación con las necesidades de espacio, tiempo y
personas. En nuestros días de cambio de era histórica en
los que se desenvuelve una gran tensión entre economía
capitalista y tecnología, por una parte, y democracia y
Derechos Humanos por otra, resulta relevante la
consideración de nuevas ramas llamadas a enriquecer, no
a sustituir, los planteos tradicionales, demasiado
vinculados al capitalismo y la tecnología. Una de esas
ramas nuevas a tener en cuenta es, a nuestro parecer, el
Derecho de la Salud.
La noción de salud, a menudo muy discutida y variable
282
según el espacio, el tiempo y las personas, posee gran
significado en el enriquecimiento de todo el pensamiento
jurídico y cultural. Su aporte a la interdisciplinariedad,
requisito del saber de nuestro tiempo, es muy importante.
Cuando nos referimos al Derecho de la Salud, de
interesantes contactos con el Bioderecho, lo hacemos en
términos mucho más ‘abarcativos’ del a veces llamado
‘derecho a la salud’. Se trata de una perspectiva que
considera a todo el Derecho desde la problemática de la
salud, de modo que las distintas ramas tradicionales,
como el Derecho Constitucional, el Derecho Internacional,
el Derecho Administrativo, el Derecho Comercial, el
Derecho del Trabajo y el Derecho Procesal, no resultan
suficientes para plantear y resolver satisfactoriamente las
cuestiones jurídicas respectivas. La jerarquía de la
problemática de salud, la complejidad científico-técnica
de las respuestas al respecto y en especial la debilidad del
enfermo (‘in-firme’, ‘infirmus’) son puntos de vista
principales para hacer que los despliegues que resultan
comunes en las ramas tradicionales deban recibir esta
especial consideración.
Las cuestiones de salud enrarecen los problemas jurídicos
haciendo, por ejemplo, que la apertura o el cierre de un
hospital o un sanatorio no sean, v. gr., cuestiones
administrativas o comerciales comunes” (CIURo
CALDANI, M. A., “Filosofía trialista del Derecho de la
Salud”, Revista del Centro de Investigaciones de Filosofía
Jurídica y Filosofía Social, Nº 28, pp. 19 y sigs., Cartapacio,
http://www.saludcolectiva-unr.com.ar/docs/SC-
220.pdf).
20. “Organización Mundial de la Salud, (19-4-2005);
Organización Panamericana de la Salud, (19-4-2005). Ya
en 1947 la definición de salud de la Organización Mundial
de la Salud mostraba la complejidad del concepto
respectivo, 19-4-2005). Cabe, asimismo, Internet
283
Sanitario; Federación Argentina de la Magistratura, Salud,
Derecho y Equidad, Mackinson, G. (Directora); Farinati, A.
(Coordinadora), (20-4-2005). Pueden v. Salud; Brasil,
Biblioteca Virtual em Saúde, História da Saúde e da
Medicina; Departamento de Medicina Preventiva y Salud
Pública e Historia de la Ciencia, Facultad de Medicina,
Universidad Complutense de Madrid, (23-4-2005)”.
Citado en: CIURO CALDANI, M. A., “Filosofía trialista del
Derecho de la salud”, ob. cit.
21. Cabe resaltar aquí lo que bien señala Andorno cuando
reflexiona acerca de lo que él llama el naciente bioderecho
internacional, expresando: “[…] la globalización creciente
en todos los ámbitos que caracterizan nuestra época
también alcanza a los desarrollos biomédicos y a su
regulación legal. Parece claro que hoy en día los países no
pueden enfrentar de modo aislado los nuevos desafíos
derivados de la medicina y de la genética. Por el contrario,
resultan imprescindibles la cooperación internacional y
una cierta armonización de las normas nacionales a fin de
asegurar el respeto de la dignidad humana y de los
Derechos Humanos en esta nueva área caracterizada por
avances vertiginosos. Sin duda, esta tarea es compleja, ya
que implica alcanzar acuerdos sobre temas muy sensibles
entre países con diversas tradiciones culturales,
filosóficas y religiosas. Sin embargo, este objetivo no es de
imposible realización, ya que el Derecho Internacional
presupone la existencia de ciertos principios universales.
El mayor desafío consiste, por lo tanto, en determinar
cuáles son esos principios propios del ámbito biomédico
que trascienden la diversidad cultural entre los pueblos”
[ANDORNO, R., “La Convención de Oviedo. Un hito en la
internacionalización del Derecho Biomédico”, pp. 91-106,
en REGAZZONI, Carlos (Dir.), Salud y Conciencia Pública,
Seminario de investigación sobre La Problemática de los
Daños en la Sociedad Actual, Instituto de Investigaciones
284
Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja”, Buenos Aires,
Fundación Sanatorio Güemes, 2011.
22. En palabras de M. Aizenberg: “[¿] Y por qué pensar en
salud? Porque ello implica permitir el desarrollo
sostenible, individual y colectivo, como pilares de una
sociedad más justa, ya que los más afectados por los
problemas de salud resultan ser los sectores vulnerables,
condicionados por variables relacionadas al ambiente, la
falta de trabajo y vivienda, la mala alimentación. De allí
nuestra profunda preocupación y vocación por el
aseguramiento y restitución de derechos, a través de una
abogacía capacitada y una sociedad empoderada.
Asistimos como perplejos observadores a la globalización
de las complejidades de los procesos de
salud/enfermedad, que parecen decididos a no respetar
las fronteras y jurisdicciones que el hombre ha trazado,
con sangre en ocasiones […]. Los avances tecnológicos en
materia sanitaria, la aparición de nuevos tratamientos y
medicamentos que otorgan sobrevida a enfermedades
antes mortales, la mayor información por parte de la
sociedad sobre temas médicos, y la creciente demanda de
la ciudadanía peticionando servicios y prestaciones
sanitarias, nos plantean permanentes desafíos que
involucran el balance entre derechos y necesidades,
atravesados por profundos dilemas, en términos
bioéticos y de justicia distributiva, donde sobrevuela la
pregunta acerca de si es posible todo para todos. Ello nos
obliga a realizar nuevos esfuerzos de conceptualización
para aprehender estos complejos fenómenos, que
requieren un enfoque dialógico, transdisciplinario y
colaborativo en métodos y modelos” (AIZENBERG, M.,
“Prólogo”, Derecho de la Salud, En Letra, 2014).
23. “El derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud”, E/C.12/2000/4, CESCR Observación General Nº
14. (General Comments).
285
24. Consagrados por Ley Nº 26.529, Derechos del
Paciente en su Relación con los Profesionales e
Instituciones de la Salud, modificada por Ley Nº 26.742,
reglamentada a través del Decreto Nº 1.089/2012.
25. AIZENBERG, M. y ROITMAN, A., “Los derechos de los
pacientes y su reconocimiento a nivel nacional”,
Suplemento La Ley, Buenos Aires, 2009.
26. GARRIDO CORDOBERA, L. y BUSTO LAGO, J., Los
riesgos de desarrollo en una visión comparada, Ed. Reus,
2010.
27. PÉREZ BUSTAMANTE, L. (s. f.), “La protección de la
salud en el régimen tuitivo de derecho del consumo”, p.
172.
28. Como nos enseña Antoine de Saint-Exupéry en El
Principito, un libro clásico de la literatura infantil: sólo se
puede ver bien con el corazón, lo esencial es invisible a los
ojos.
29. Al respecto de la situación de la lucha de los derechos
de la salud en el caso de Argentina, ver: BERGALLO, P.,
“Argentina: los tribunales y el derecho a la salud. ¿Se logra
justicia a pesar de la ‘rutinización’ de los reclamos
individuales de cobertura?”, en YAMIN, Alicia Ely y
GLOPPEN Siri (Coords.), La lucha por los derechos de la
salud. ¿Puede la justicia ser una herramienta de cambio?,
Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2013,
pp. 59-96.
30. DABOVE, Isolina, ob. cit., pp. 49-50.
31.
32. Inédito. UCES – Diplomatura en Responsabilidad
Médica y Empresas de Salud. Dr. Javier Arzubi Calvo –
Fiscal Federal a cargo de la UFI –PAMI, Buenos Aires,
2017.
33. Argentina. Código Civil y Comercial de La Nación,
Buenos Aires, Ediciones el País, 2014.
34. Inédito. UCES – Diplomatura en Responsabilidad
286
Médica y Empresas de Salud. Dr. Javier Arzubi Calvo –
Fiscal Federal a cargo de la UFI –PAMI, Buenos Aires,
2017. “La UFI-PAMI fue creada en el año 2004. Tuvo
varios años sin representante y recién en el año 2016, se
hizo cargo el Dr. Javier Arzubi Calvo como Fiscal Federal.
Funciona actualmente en calle Sarmiento 657 (entre piso)
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y recibe
denuncias verbales, telefónicas, vía correo electrónico,
por carta o el medio que los pacientes/consumidores o
sus familiares tengan a su alcance”.
I. Introducción -
287
Desde la llegada de los conquistadores europeos a
América, hacia el siglo XV, los pobladores originarios de
estas tierras sufrieron diversas transformaciones,
mediante las cuales buena parte de su cultura y de sus
derechos fueron vulnerados, al punto tal de llegar a
perder por completo un gran número de sus costumbres,
lenguas y tradiciones. Asimismo, un gran número de ellos
fueron sometidos a la esclavitud, perdieron sus apellidos
ancestrales y los territorios que habitaban, pasando a
tomar los apellidos de sus dueños. Muchos otros fueron
llevados a la guerra; mientras que los niños fueron
comprados, como mercancías, con el propósito de
inculcarles la cultura europea y sacarlos del “salvajismo”
a través del catolicismo. Como decía Frites, “convertir a
los aborígenes al catolicismo provocaría la mansedumbre,
que permitiría la rápida dominación”1.
288
Sin embargo, hacia 1985 tuvo lugar un cambio de
paradigma en nuestro país, con la sanción de la Ley Nº
23.302, que creó el Instituto de Asuntos Indígenas (INAI).
Empero, no fue hasta 1992, con la Ley Nº 24.071, que se
receptó el Convenio Nº 169 de la OIT3, reconociendo un
gran abanico de derechos de los pueblos aborígenes,
entre ellos, el derecho a la tierra, al territorio y a la
propiedad comunitaria; y donde se definió por vez
primera el concepto de pueblos indígenas, cuyo espíritu
influyó en la redacción del art. 75, inc. 17, de la Reforma
Constitucional de 1994. Parte de este articulado quedó
esbozado en el art. 18 del Código Civil y Comercial en su
reforma del año 2015.
289
esta vulnerabilidad primigenia, que se manifiesta en toda
relación de consumo, se le sumaría una veta más: la
condición de integrante de una comunidad indígena,
dando lugar a una situación de hipervulnerabilidad; en la
que resulta necesario incorporar un abanico protectorio
mucho más amplio, que permita conservar indemnes
frente a posibles riesgos, vicios, daños y abusos a las
personas pertenecientes a estos grupos5.
290
las comunidades indígenas son especialmente
vulnerables radica en el escaso conocimiento que tienen
tanto la sociedad como los gobernantes sobre sus
costumbres y formas de vida. En esta línea, muchos
programas de “desarrollo” que se han ido implementando
han tenido como resultado el menoscabo y deterioro de
las culturas ancestrales y el medio ambiente, amén del
alejamiento y la consecuente exclusión de sus propias
tierras.
291
Como señala Saba, si bien en nuestro país casi no hay nor
mas que excluyan a las mujeres, a las personas con
discapacidad, a los indígenas o a otros grupos –a veces
llamados “vulnerables”– del ejercicio de los derechos a
ser elegidos para cargos públicos, trabajar en la
Administración pública, acceder a la educación, a la salud
o a la alimentación, de hecho, alcanzar esas metas es para
ellos “solo palabras”, y esto se debe a una situación
sistemática de exclusión social y de sometimiento de esos
grupos por otros o por el resto de la comunidad surgida
de complejas prácticas sociales, prejuicios y sistemas de
creencias que los desplazan de ámbitos que, desde luego,
ellos no controlan8.
292
Más allá de lo señalado, debe tenerse presente que cada
pueblo indígena de nuestro país, además de su propia
cultura y lengua, comparte una cosmovisión propia
basada en la relación espiritual con la tierra y una
organización colectiva de la producción, el trabajo y los
bienes9.
293
aquellos consumidores rurales y los consumidores
analfabetos, situación en la que muchos de los integrantes
de los pueblos indígenas se encuentran, por vivir alejados
de las urbes, en situación de pobreza y con un bajo grado
de alfabetización por falta de un sistema educativo que
llegue a estas zonas.
294
Siguiendo este análisis, Barocelli y Testa manifiestan que
en el marco de las relaciones de consumo, donde hay una
vulnerabilidad y debilidad de los consumidores frente a
los proveedores de bienes y servicios, nacen los “derechos
humanos de tercera generación”, que buscan tutelar la
buena fe, la confianza, la justicia social, la equidad, la
solidaridad y la sustentabilidad, lo que impulsa a una
fuerte protección jurídica por parte del Estado y el
ordenamiento jurídico11.
295
Cuando abordamos la cuestión referida a las políticas
públicas se nos viene a la mente un conjunto de proyectos
y actividades de aplicación para toda la sociedad por
parte del Estado. Éste, a través de la Administración
pública, tiene el deber de satisfacer las necesidades de la
sociedad a partir de la gestión de estas políticas.
296
Por otra parte, si bien se podría pensar que la resolución
del conflicto es un tema exclusivamente relegado al Poder
Judicial, entendido éste como el eslabón estatal encargado
de la administración de justicia, esta situación se torna
abstracta cuando el consumidor o usuario no cuenta con
los apoyos suficientes (ya sean logísticos, de información
o de cualquier otra índole) para acceder al ejercicio de sus
derechos y al sistema de administración de justicia.
297
V. Comunidades indígenas: deber de integración
pluricultural -
298
Es por ello, que hoy por hoy, deben de tener una
protección estatal más fuerte, siendo el horizonte más
efectivo el de la integración, con políticas públicas
razonables y de acción ante las necesidades de aquellos
que no tienen voz en la sociedad.
299
manera, la educación es totalmente diferente, ya que la
cultura de las comunidades y saberes son transmitidos de
generación en generación a través de las palabras de los
jefes de la comunidad.
300
En materia de educación se crearon las “Escuelas EIB”
(Educación intercultural bilingüe), establecidas por ley en
el año 2006. De acuerdo con la ley, los niveles de
Educación Inicial, Primaria y Secundaria deben garantizar
el acceso a todos los pueblos originarios que habitan en el
territorio nacional el derecho constitucional a una
educación que contribuya a preservar su identidad étnica,
su lengua, su cosmovisión y su cultura.
302
En noviembre del mismo año, en la Provincia de Salta, por
gestión de oficio de la Secretaría de Defensa del
Consumidor, una comunidad aborigen recuperó dinero
cobrado de manera irregular por la firma “Multigol New
Plan Car S.A.”, debido a que realizó un contrato con los
integrantes de la comunidad a un plan de ahorro, sin
haber asegurado la debida comprensión del mismo por
parte de los pobladores14.
304
Como manifiesta Tambussi: “[…] el acceso al consumo
para todos se vincula indisolublemente con el principio de
no discriminación y significa existencia de
infraestructuras, medios e información para colocar al
consumo al alcance y a la comprensión de todos los
sectores de la población, e introduce la problemática de
los sectores con necesidades especiales o características
diferentes”16.
305
El último Censo oficial del año 2010 arrojó que la quinta
parte de los jóvenes y adultos que se asumieron o
reconocie ron como indígenas no terminó la escuela
primaria, y muchos de ellos no pudieron hacerlo en su
propio idioma. Esta situación deja en evidencia la
compleja tarea que reviste para los miembros de estos
pueblos acceder a la educación y a la información que se
pone a su disposición, y, como consecuencia, las
dificultades que existen para poder acceder al ejercicio de
sus derechos como consumidores18.
306
La Ley Nacional de Educación Nº 26.206 recepta al art. 75,
inciso 17, de la Constitución Nacional Argentina, en su art.
1º, donde reconoce la preexistencia de los pueblos
indígenas a la formación de la Nación y en el art. 11, inciso
ñ, expresa: “Asegurar a los pueblos indígenas el respeto a
su lengua y a su identidad cultural, promoviendo la
valoración de la multiculturalidad en la formación de
todos/as los/as educandos/as”.
307
A nivel regional, según la CEPAL, los pueblos indígenas
hacen uso de las nuevas tecnologías dentro de sus
organizaciones, como así al exterior de estas; siempre
preservando su carácter comunitario y participativo,
mayormente expresado desde las radios comunitarias
localizadas en comunidades de alta marginación o zonas
de conflicto, y de a poco, estos contenidos son bilingües o
trilingües, también están incursionando en la televisión y
el cine, tornándose en piezas claves para la paz. Por lo
expuesto, estos espacios podrían ser lugares desde donde
pregonarse los derechos que como consumidores tienen
y hacerlos valer, lo que debería formar parte de las
políticas de radiodifusión y servicios audiovisuales20.
308
Pero sin dudas, el pionero y hasta ahora más avanzado de
todos los gobiernos regionales es el de la Provincia de
Chaco, que ha realizado la interpretación a la lengua Qom
de un instructivo y un aplicativo en donde se reflejan los
aspectos más sobresalientes de la Ley Nº 24.240 adaptada
a las niñas y niños de la comunidad21.
309
El Estado debe articular políticas y planes de acción para
permitir el acceso a la justicia ante la vulneración de sus
derechos como consumidor, y debe encargarse de
garantizar a los miembros de las diferentes comunidades
indígenas el acceso al pleno ejercicio de sus derechos
como consumidor, mediante la creación e
implementación de normativa que resulte operativa,
sencilla, clara y económica para este tipo de
consumidores.
Notas -
310
*** Estudiante de Derecho (UBA). Ayudante‐alumna en
asignatura “Elementos del Derecho Constitucional” (2014‐
2018). Ayudante‐alumna en asignatura “Negociación
Práctica” (2017‐2018). Ayudante‐alumna en asignatura
“Teorías Críticas de la Justicia” (2017). Estudiante
adscripta a actividades de investigación (Segundo
Cuatrimestre de 2017).
El turista:
Un consumidor hipervulnerable
312
Javier Orduna*
Carolina Santana**
313
Se debe tener principalmente en cuenta que el turista es
un consumidor revestido de una especial vulnerabilidad
jurídica y fáctica respecto del resto de los consumidores.
La vulnerabilidad es jurídica, porque el turista se mueve
en un mercado que está en constante desarrollo, que
cuenta con escasa legislación, y que además no logra
actualizarse a tiempo. Esto lo deja desprotegido, y vuelve
sus eventuales reclamos muy engorrosos, disminuyendo
las posibilidades de éxito.
314
Así, las agencias de viajes, hoteles, empresas que ofrecen
excursiones, alquileres de autos, entre muchas otras,
cuentan con un contratante sin tiempo ni deseos de
reclamar, aún cuando no se cumple con lo que se le
prometió.
315
resarcimiento no podrá compensar el no haber podido
disfrutar del viaje de placer ideado.
316
24.240 y la ley Nº 25.997. consolidación de una
relación de consumo -
317
Otra crítica que se le hacía al instrumento era que éste
sólo había sido redactado en el idioma inglés y francés,
dificultando una interpretación sencilla y adecuada por
parte de los países de habla hispana. Además de la
cuantificación de los montos de las indemnizaciones que
fueron tomadas en la moneda del país en el que el
tratado fue concebido, dificultando así la conversión al
momento de aplicar las respectivas indemnizaciones en
los países suscribientes.
319
A. Definición del turista como consumidor
320
vulnerabilidad con un esquema de la responsabilidad
subjetiva. Así, entran en conflicto con la Ley nº 24.240 de
1993 y, posteriormente, con la Constitución Nacional.
321
que “el mercado” se compone por oferentes y
demandantes, esta ley no hace más que tener una visión
sesgada al sólo tener en cuenta e incluir a los oferentes,
ignorando a los demandantes y, con esa actitud,
agravando la situación de vulnerabilidad que padece este
colectivo. Esto es grave pues la LNT, de esta manera,
termina agravando la situación estructural de
vulnerabilidad que atraviesan los consumidores turistas,
dejando plasmada la vulnerabilidad en la norma.
322
lo cual carece de facultades reales para llevar adelante
algún tipo de política que proponga.
323
protección del mismo– terminó por agravar la situación
de vulnerabilidad.
324
consumidor o usuario por imperativo legal y
constitucional”12.
325
desarrolle, esté alcanzado asimismo por otra normativa
específica”13.
B. Sistema de la responsabilidad
326
Partiendo de este enfoque, cuando hablamos de turistas
nos referimos sencillamente a quien se encuentra dentro
de la categoría típica de consumidor, es decir, aquél que
adquiere o utiliza un servicio turístico (transporte,
hospedaje, alimentación, excursiones) como “destinatario
final”, en beneficio propio o de su grupo familiar, tal como
reza el art. 1º de la LDC15. De esta manera, la típica
relación de consumo se genera con el proveedor del
servicio turístico (agencias intermediarias,
organizadores, prestadores de servicios turísticos).
329
del lugar en el que se encuentre o la ignorancia de sus
derechos con su inherente posibilidad de ejercer su
derecho pueden ser los elementos característicos que
más capas de vulnerabilidad aporten a este consumidor.
330
No sólo ve frustradas sus vacaciones o viaje de placer, sino
que tampoco obtiene una reparación por ello.
331
incumple el deber de informar, omitiéndole a los
consumidores turistas información acerca de las posibles
inestabilidades políticas que puedan ocurrir en el lugar a
visitar, como así también las eventuales condiciones
climáticas, o cuestiones acerca de la fauna, que pueden
perjudicar la estadía del turista.
332
Este deber legal que tienen las empresas en lo
concerniente al deber de información proviene del art. 42
de nuestra Carta Magna, como así también de la LDC17, y
debe darse en la etapa precontractual, tanto como en la
etapa de ejecución del mismo.
333
d) La legislación que ampara a los consumidores turistas
es escasa. Para aumentar la situación de vulnerabilidad,
no sólo ocurre que el turista no tiene pleno acceso a la
información, que se encuentra en un lugar lejano a su
domicilio, del que probablemente no conozca el idioma ni
las reglas procesales para reclamar en caso de ver
vulnerados sus derechos, sino que tampoco está
debidamente protegido por la legislación nacional, pues a
pesar de que contamos con el amparo de la LDC y del art.
42 de la Constitución Nacional, creemos que el marco
protectorio debería ser más específico teniendo en cuenta
las particularidades que presenta este hipervulnerable
frente al resto de consumidores.
334
Para eso proponemos un plan de acción por parte de la
autoridad de aplicación.
336
ser desde las asociaciones de consumidores que, por
ejemplo, citan a la LDC18.
337
Sostenemos que este órgano debe tener su
representación en cada provincia, en CABA y cada
municipio, por estar los proveedores de servicios
localizados en algunas de sus jurisdicciones.
338
El decreto reglamentario debe contemplar, en lo que hace
a la tramitación de reclamos y al plan de fiscalización,
entre otros aspectos, los siguientes:
339
2. Intervención inmediata por parte del ER. Diagnóstico y
ofrecimiento de solución.
341
relación de consumo, como son las negociaciones
precontractuales, en la oferta, en el lugar de
cumplimiento contractual y en los lugares de paso de los
turistas, inclusive también en los portales de internet. Es
claro que la finalidad del ER es prevenir la afectación de
los derechos de los consumidores mediante un accionar
fiscalizador.
342
consumidor constatando que no siga encontrándose en la
situación que menoscabe su derecho.
343
Fiscalizaciones posteriores (de oficio) por parte del Ente
una vez resuelto el conflicto: estas fiscalizaciones son
esenciales para la prevención de incumplimientos pues,
mediante éstas, el Estado previene situaciones
vulnerantes. Así también, nuevamente remarcamos la
elaboración de estadísticas e informes que sirvan a los
efectos de reducir cada vez más los incumplimientos y
brindar nuevas soluciones y respuestas para esta
problemática en particular.
Notas -
344
* Estudiante de Derecho (UBA).
** Estudiante de Derecho (UBA).
345
12. Cámara Sexta de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de Córdoba, “Combina, José Armando y otro c/ Viajes
Falabella S.A. s/ ordinario”, 10-122015.
13. Art. 3º de la Ley Nº 24.240.
14.
15. Cámara Sexta de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de Córdoba, “Combina, José Armando y otro c/ Viajes
Falabella S.A. s/ ordinario”, 10-12-2015.
16. Arts. 9º y 1.061 del Código Civil y Comercial de la
Nación.
17. Art. 4º, Ley Nº 24.240.
18. Art. 55, LDC.
19. Art. 43 de la Ley Nacional de Turismo.
I. Introducción -
346
A lo largo de las últimas tres décadas, como consecuencia
directa del surgimiento de las modernas tecnologías de la
información y la comunicación, su generalización y
progresiva masificación, se fue gestando
progresivamente ante el uso comercial y civil de las TICs
un sujeto antes desconocido: el consumidor electrónico.
En un principio, la utilización de las TICs estaba reservada
al intercambio de datos y realización de transacciones,
originadas en entornos académicos y militares. Es recién
luego de su apertura al comercio y su uso por particulares
–uso civil autorizado en el año 1990– que su impacto
jurídico se torna visible y comienza a demandar una
respuesta normativa desde un plano protectorio.
347
características, claro está, que acarrean determinadas
consecuencias que el Derecho debe contener y
contemplar para preservar la seguridad jurídica de las
transacciones y conservar la protección que el
consumidor tiene como derecho fundamental.
348
Sin perjuicio de todo ello, esta moderna modalidad
comercial instalada en nuestra sociedad también posee
sus desventajas. Naturalmente, gran parte del público
consumidor posee temores fundados e incerteza en la
realización de sus transacciones por este medio, lo que se
encuentra ligado a los riesgos inherentes de su utilización.
Cuando se utilizan tecnologías, el uso que se haga de las
mismas debe ser seguro, por lo que se requiere que el
consumidor conozca cabalmente cuáles son las
condiciones normales de uso de esa tecnología, que
domine su utilización, que se le informe cómo hacerlo
correctamente, y cuáles son los riesgos que puede sufrir
su seguridad y qué mecanismos preventivos debe tomar.
349
comercio directo no le inspiran, sumado a ello los
conflictos normativos que enfrenta internet, la
entronización de la costumbre comercial, la falacia de la
anomia o autorregulación de este ámbito, y la
multiplicidad de opiniones doctrinarias que abundan en
el área en torno a la responsabilidad y protección
eficiente del consumidor, hacen que este último se
encuentre sumergido en un ámbito riesgoso plagado de
inseguridad jurídica.
350
El art. 42 de nuestra Constitución Nacional establece: “Los
consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen
derecho, en la relación de consumo, a la protección de su
salud, seguridad e intereses económicos; a una
información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y
a condiciones de trato equitativo y digno”.
351
La Ley de Defensa del Consumidor establece en sus
disposiciones generales tres conceptos claves: el de
consumidor (art. 1º), el de proveedor (art. 2º) y el de
relación de consumo (art. 3º), de cuyo juego se centra su
aplicabilidad y se funda una restricción textual e
interpretativa, contraria al espíritu amplio, difuso y
abarcativo del mencionado art. 42 de nuestra
Constitución.
352
El Decreto Reglamentario de la Ley Nº 24.240 establece,
en referencia al art. 1º: “a) Serán considerados asimismo
consumidores o usuarios quienes, en función de una
eventual contratación a título oneroso, reciban a título
gratuito cosas o servicios (por ejemplo: muestras gratis)
[…]”, lo cual también resulta aplicable a los efectos de
nuestra definición (ej.: provisión de cualquier servicio por
medios electrónicos de carácter gratuito).
353
autoridad de aplicación de esta ley informará al
denunciante sobre el ente que controle la respectiva
matrícula a los efectos de su tramitación (artículo
sustituido por art. 2º de la Ley Nº 26.361, BO 7-4-2008)”,
y su artículo reglamentario complementa: “Se entiende
que los bienes o servicios son integrados en procesos de
producción, transformación, comercialización o
prestación a terceros cuando se relacionan con dichos
procesos, sea de manera genérica o específica”.
354
II. La contratación y el comercio electrónico: marco
regulatorio del comercio y la contratación electrónica
a nivel nacional -
355
Respecto al marco regulatorio relativo a la
documentación digital, resulta de básica aplicación la Ley
Nº 25.506 de Firma Digital y su regulación
complementaria, lo cual se vio reafirmado por la
novedosa regulación introducida respecto de la forma de
los actos jurídicos en nuestro Código Civil y Comercial, el
que recepta el principio de equivalencia funcional.
356
En la actualidad, no existe aún una norma que regule de
manera unívoca y uniforme la temática del consumidor
electrónico, las vulnerabilidades específicas que lo
aquejan, como así tampoco los planos protectorio,
documental, instrumental y procesal específico que
merecen ser reformulados para su adecuación a su
ejercicio en el medio electrónico.
357
Es ante dichas circunstancias en donde estamos frente a
un consumidor hipervulnerable, sea o no la mayor tutela
otorgada por el sistema de defensa del consumidor
suficiente o adecuada, e incluso cuando estamos frente a
una relación de consumo especialmente asimétrica para
las que el sistema no contempla una tutela diferenciada.
358
IV. El consumidor electrónico como consumidor
hipervulnerable: las vulnerabilidades propias del
consumidor electrónico -
360
implicancias de su click o de presionar con el dedo sobre
determinada opción en una pantalla táctil.
361
B. Imposibilidad de cumplir con el deber de información
363
información brindada al consumidor. La información
debe ser brindada en soporte físico, el que se podrá
suplantar por soporte alternativo –entendiendo por este
al digital– si el consumidor brinda para ello su
consentimiento expreso4.
364
Desde un punto de vista jurídico, la información se define
como aquel: “[…] deber constitucional y legal de conducta
impuesto a quienes produzcan, importen, distribuyan o
comercialicen bienes y servicios tendiente a despejar la
incertidumbre del consumidor o usuario y a que obtenga
una precisión lo más real posible sobre sus derechos y las
obligaciones que asumirá. Debiendo ser cierta, objetiva,
veraz, detallada, eficaz, suficiente y adecuada. Derecho
constitucional y legal del consumidor o usuario que le
posibilita una decisión selectiva fundada en un marco de
mayor libertad”5.
365
proveedor debe informar al consumidor, además del
contenido mínimo del contrato y la facultad de revocar,
todos los datos necesarios para utilizar correctamente el
medio elegido, para comprender los riesgos derivados de
su empleo, y para tener absolutamente claro quién asume
esos riesgos”.
366
El consumidor electrónico puede conocer la información
relativa al bien o servicio y la información que le sirve
para la utilización y el normal desenvolvimiento en el
medio electrónico, no obstante lo cual jamás podrá
detentar –a excepción que fuere su área profesional– un
dominio efectivo sobre el medio relacional.
367
a neutralizarlo, puesto que puede permanecer latente,
oculto o reproducido en algún lugar inexplorado.
369
Por otro lado, las construcciones jurisprudenciales en
torno a la responsabilidad de los intermediarios en
internet, particularmente las plataformas de comercio
electrónico.
371
Este tipo de contrataciones tienen especial relevancia hoy
en día, ya que, como se ha ido describiendo a lo largo del
presente trabajo, los medios informáticos cada vez se
integran a más aspectos de nuestra vida en sociedad, y el
Derecho se ha tenido que ir readecuando en
consecuencia, dejando de lado concepciones clásicas y
adaptándose a los nuevos tiempos.
373
Toda vez que es poco común que los operadores de
comercio electrónico cumplan con informar
apropiadamente el derecho de arrepentimiento, debe
tenerse en cuenta que al no informarse de forma
adecuada (el piso mínimo de adecuación es lo exigido por
la normativa), la consecuencia lógica es la subsistencia del
período de reflexión. El plazo de subsistencia no se
encuentra establecido en la LDC, pero a modo de
referencia, en el de Reino Unido, donde el período de
reflexión (cancellation period) es de catorce (14) días,
subsiste el período hasta que se informe el derecho de
arrepentimiento apropiadamente, hasta el plazo de un
año. Este criterio fue adoptado por el CCC en el art. 1111,
por lo que el derecho de arrepentimiento subsiste por el
plazo de prescripción, contado desde el momento en que
debía informarse.
374
del consumidor con respecto al esquema de la LDC. Y es
que, en caso de duda sobre la interpretación de este
Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable
al consumidor (art. 1094, CCyC), regla fundamental para
el correcto diálogo de fuentes.
375
internet son simplemente un eslabón más de esta cadena,
cuyo listado de integrantes no es taxativo sino meramente
enunciativo, que finaliza con la adquisición de bienes o
servicios por parte del consumidor.
376
su actividad a la intermediación de las partes (proveedor
y consumidor), resultan solidariamente responsables por
los riesgos naturales e inherentes a su actividad, puesto
que lucran con ella, lo que típicamente se conoce por el
latiguillo riesgo-provecho.
377
en internet es una actividad riesgosa y lucrativa, por lo
que todo aquel que se dedique a ella debe responder por
los riesgos inherentes a la misma ante el consumidor, sin
perjuicio de las acciones de repetición que pueda ejercer
contra aquel que considere responsable en su faz interna
relacional (fabricante, proveedor, distribuidor, marca,
transportista, etc.).
378
las partes (proveedor y consumidor), jamás podrían ser
responsabilizadas. Esta postura, claramente, resulta
arbitraria porque desatiende absolutamente al hecho de
que los intermediarios lucran con dicha actividad, ya sea
por medio de publicidad, ganancias asociadas,
comisiones, cargos, honorarios, etc., y omite contemplar
otras causales de daños. La postura de la
irresponsabilidad omite considerar a la actividad de
intermediación comercial como actividad económica
riesgosa, lo cual no tiene justificación alguna; la
intermediación es una variante más de las actividades
económicas que se realizan en el mercado, y como todas
ellas, posee sus riesgos y responsabilidades correlativas.
379
la cual el consumidor adquiere bienes o servicios tampoco
obsta a la aplicabilidad de la norma. Por todo lo cual se
concluye que la intermediación comercial efectuada en
internet en las relaciones de consumo se encuentra
alcanzada por el plexo protectorio de los derechos de los
usuarios y consumidores. Así, recientemente, “[u]na
empresa dedicada a la intermediación de compras, ventas
y pagos por internet debe ser multada por infracción a los
arts. 4º, 9º, 11, 13 y 34 de la Ley Nº 24.240, en virtud de la
denuncia formulada por una usuaria que compró un
producto cuya descripción no coincidió con el que le
entregó el vendedor, pues, en la medida que cobra por
publicitar y por la concreción de las operaciones, deviene
responsable en los términos del estatuto del consumidor,
ya que se da una situación de conexidad contractual
donde los intervinientes asumen una garantía solidaria”.
[Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, Córdoba,
“Mercado Libre S.R.L. c/ Dirección de Defensa del
Consumidor y Lealtad Comercial s/ rec. apel. c/
decisiones autoridad adm. o pers. jurídica púb. no estatal
(civil)”, 29-12-2016, La Ley, AR/JUR/97601/2016].
381
En conclusión, opinamos que, cuando menos, debe
educarse con respecto a las normas existentes que son
tuitivas de los consumidores electrónicos para que
puedan ser exigidas, y que dichas normas sean aplicadas
cotidianamente. Refinar las normas existentes y adicionar
normas específicas, claras y abarcadoras con respecto a
las distintas problemáticas identificadas en esta sección y
otras propias de la cambiante realidad tecnológica es
deseable.
Notas -
382
Privado de la Fac. Derecho UBA. Consultora, Asesora y
Representante Legal Especializada para Argentina, LATAM
y Caribe, en Derecho Informático, Protección, Seguridad,
Privacidad y Gobernanza de Datos, Comercio Electrónico,
Economía Digital, y Criptomonedas, Compliance y RSE,
entre otras temáticas. Es Directora de Seminarios
Independientes de Posgrado en Data Privacy y Derecho
Informático, y Profesora de Posgrado y Grado en diversas
Universidades (UBA, UP, USAL, UNDEF). Es Profesora para
ADACSI (ISACA Bs. As. Chapter). Investigadora Adscripta
del Inst. Gioja, en Proyectos UBACyT, DeCyT y PII (F.
Derecho UBA). Autora de Libros y publicaciones.
Minorías religiosas:
Vanina A. Ríos*
384
I. Introducción -
386
La Constitución Nacional (CN) recepta esta diversidad, y
es especialmente sensible respecto de esto, al partir del
“presupuesto de la religiosidad del hombre”5.
Encontramos en su articulado alusiones a Dios como
“fuente de toda razón y justicia” (Preámbulo); como único
juez de “las acciones privadas de los hombres que de
ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni
perjudiquen a un tercero” (art. 19); además de reconocer
a todo habitante del país el derecho de “profesar o ejercer
libremente su culto” (arts. 14 y 20).
387
también hábitos de consumo idénticos, preferencias por
determinado tipo de productos, en determinados
momentos, o abstenciones en situaciones específicas.
388
características y, en ambos casos, resaltaremos los
riesgos que corren como consumidores.
389
ejemplo, en el art. 75, inc. 23, encontramos el deber del
Congreso de legislar de manera particular, atendiendo las
situaciones de los niños, las mujeres, los ancianos y las
personas con discapacidad.
390
minorías religiosas, cuyas exigencias no pueden ser
correctamente atendidas por el mercado.
391
asimetría habida entre los sujetos de la relación de
consumo. El consumidor sufre una debilidad material,
atento no contar con recursos que le permitan acceder a
especialistas que lo asesoren a la hora de adquirir un
producto o utilizar un servicio. De este modo, sus
decisiones son guiadas por la necesidad, y por lo general
son intuitivas. Asimismo, sufre una debilidad psicológica,
condicionado por el entorno de la sociedad de consumo;
una debilidad cognoscente, siendo el conocimiento
monopolizado por los proveedores; carga también con el
desconocimiento técnico, sin tener acceso a los detalles
sobre el producto o servicio que adquiere; y, entre otros
aspectos, enfrenta su consumo con desconocimiento
cívico, sin capacitación para defenderse
espontáneamente en el consumo10.
392
Asimismo, la dignidad del consumidor es protegida en los
arts. 8º bis de la Ley de Defensa del Consumidor (LDC)12
y 1097 del Código Civil y Comercial (CCyC)13.
393
También de vital importancia es el concepto de libertad,
entendido en un sentido amplio, consagrado en el art. 19
de la CN, que recepta las esferas de actuación del hombre,
referidas a la autonomía personal, la intimidad, la
privacidad y la autodeterminación. Imprescindible a los
fines de este trabajo, es el derecho a la libertad de
conciencia, derivado del mentado artículo: “Pues el art. 19
asegura la intimidad de la persona y, además, en función
de lo dispuesto por el art. 33, es obvio que para manifestar
exteriormente el culto, éste debe primero estar en la
conciencia del individuo”16.
394
El respeto y protección de estos derechos generan el
ambiente propicio para que se proteja la dignidad de las
personas, que no implica, ni más ni menos, que proteger
su humanidad.
395
La oposición a la transfusión de sangre alógena, recién
mencionada, abarca algunos componentes como glóbulos
rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma, aunque es
posible que acepten fracciones de estos componentes.
396
Tras el paso del tiempo y los cambios en la consideración
de los derechos del paciente, en el año 1989, se realizó un
cambio de paradigma frente al caso “Bahamondez”23:
Marcelo Bahamondez fue internado en el Hospital
Regional de Ushuaia como consecuencia de una
hemorragia digestiva y se negó a recibir transfusiones de
sangre, por su condición de Testigo de Jehová. Los
médicos recurrieron a la justicia para acordar el
tratamiento, y tanto el Juez de primera instancia como la
Cámara Federal de Comodoro Rivadavia autorizaron las
transfusiones de sangre, no obstante la negativa del
paciente, entendiendo que la negativa de Bahamondez
implicaba un suicidio realizado por medios no violentos.
Frente a estas sentencias, el defensor oficial de
Bahamondez llegó a la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, aunque para cuando se arribó a un
pronunciamiento, el paciente había sido dado de alta, sin
haber sido transfundido.
398
Destaca Sappia, María C., que encontramos “prestadores
directos del servicio de salud, como lo son las clínicas, los
sanatorios u hospitales, quienes brindan el servicio a
través de los médicos que contratan. Y prestadores
indirectos, donde aparecen las obras sociales, el seguro de
salud y la medicina prepaga, cuya característica común es
que son empresas que recaudan el dinero que aportan sus
afiliados y luego contratan con terceros para que presten
el servicio médico a sus afiliados”.
400
De la misma manera que sucede al consumidor, la
posición del paciente es definida y provocada por su
necesidad: “[…] justamente la demanda de saber qué le
pasa a su cuerpo es el motor principal de cualquier
consulta que un potencial paciente realice a un médico
cualquiera”27.
401
Creemos que en el ejercicio de su autodeterminación, los
pacientes pertenecientes a esta minoría religiosa se
enfrentan a una debilidad que es más que estructural –
típica de todo consumidor–, es “sistémica”.
402
El paciente Testigo de Jehová que se opone a ser
transfundido no sólo podrá poner en jaque el criterio del
médico que le brinda su servicio, sino también la
infraestructura en la que se atiende. Es sabido que, por
ejemplo, los hospitales públicos, “han visto deteriorada la
calidad de sus prestaciones, adoleciendo en muchos casos
de falta o deficiencia de infraestructura para brindar
respuestas acordes a las necesidades de los pacientes”, y
que “el perjuicio sufrido por el paciente obedece, en
muchos casos –más que al accionar del médico–, a las
deficientes condiciones en las cuales éste debe prestar su
servicio, lo cual condiciona su actuación profesional”30.
403
la comunidad médica, y aquellas para las que cuenta con
la aparatología necesaria.
404
Es por esto que afirmamos, precedentemente, que el
respetar el derecho a la información del paciente
consumidor es, en definitiva, respetar su libertad, en
tanto es él quien puede y debe decidir respecto de su
salud, para lo cual es menester que cuente con toda la
información habida. Caso contrario, se podría “dar lugar a
un consentimiento viciado, susceptible de ser impugnado
con posterioridad por su emisor”35.
405
recomendando, como dice la ley, un procedimiento por
encima de otros alternativos.
406
tratamientos que contradigan sus valores y el impulso
casi incorporado de procurar la curación de la manera
más eficiente. Por otro lado, respecto a su saber
profesional, no siendo la medicina una ciencia exacta,
habrá contradicciones respecto de cuáles son los
tratamientos más recomendables.
407
La situación que enfrentan los pacientes Testigos de
Jehová ante al consejo médico de realizarse una
transfusión sanguínea, los expone y pone a prueba sus
convicciones. El médico tiene el deber de recomendar
este tratamiento si estima, en su saber, que será el más
eficiente para la curación. La recomendación no es pasible
de generar ningún daño.
408
afectaciones que pueden darse dependiendo del caso
concreto41.
409
D. Algunas conclusiones
412
alimentación”, delimitando sus alcances a los fines de esta
investigación.
413
De este modo, el derecho a la alimentación es inescindible
de otros derechos que hacen a la integridad de la vida
digna49.
414
preocupaciones fundamentadas de los consumidores
acerca de la naturaleza de los alimentos disponibles”53.
415
Se ha dicho que “el Estado tiene que crear un entorno
jurídico, normativo e institucional que permita a las
personas tener acceso a alimentos inocuos y nutritivos
respetando plenamente la dignidad humana –ya sea
mediante la adquisición o la producción de los mismos–
”55.
416
precepto que traspasa sus hábitos y condiciona nada más
y nada menos que su dieta, de vital importancia para su
desarrollo en la sociedad.
417
manuales de procedimiento y protocolo y
asesoramiento”58.
418
aparatos o medios exentos de todo aquello que sea ilícito
con arreglo a la ley islámica; 3) y no deben haber estado,
durante su preparación, elaboración, transporte o
almacenamiento, en contacto directo con un alimento que
no satisfaga los requisitos de los apartados anteriores60.
419
primero alegaba inconsistencia entre algunas medidas
impuestas particularmente por Indonesia para la
importación de pollo y derivados, con otros acuerdos
relacionados con el comercio internacional61. Cabe
destacar que Argentina participa en este pleito como
tercero, y que el mismo, a la fecha, aún no fue resuelto.
420
Como explica el IRAM, la certificación es “la demostración
independiente del cumplimiento de normas”63. Para el
caso de los productos Halal, el CIRA, el IRAM y el INTI
aúnan sus esfuerzos para acreditar la producción de
alimentos conforme a la doctrina islámica, con el objetivo
de ofrecer mayor seguridad a los productores, a los
agentes del mercado musulmán y a los consumidores
musulmanes.
421
El derecho de acceso al consumo no está contemplado
explícitamente en nuestro ordenamiento jurídico, sino
que se puede inferir su existencia y exigibilidad, derivadas
del derecho a un nivel de vida adecuado, a una mejora
continua en la existencia de las personas, y esencialmente,
de la enumeración de los derechos de los consumidores
del art. 42, CN65.
422
[…] tiene un impacto social; los precios de los productos
aumentan y estos costos son transferidos a los
consumidores, ya que las empresas son obligadas a
realizar inversiones para cumplir con las diferentes
reglas. Los costos de los alimentos, que generalmente no
son gastos discrecionales, son difíciles de reducir para los
consumidores, a menos que tomen la decisión de
renunciar a la calidad de la comida o a su adherencia a las
normas Halal”68.
423
encontramos precauciones particulares atenientes al
deber de informar, en casos como productos deficientes,
usados o reconstituidos (art. 9º, LDC); cosas muebles o
inmuebles (art. 10, LDC); servicios públicos domiciliarios
(art. 25, LDC); entre otros.
424
en forma alguna, debiendo cumplir con la totalidad de los
parámetros que identifican la calidad del alimento”.
425
Siendo que la sola certificación puede resultar
insuficiente, será necesario que en la rotulación del
producto, se suministre mayor detalle sobre la
elaboración del mismo, y sobre el cumplimiento de la
doctrina religiosa.
427
Tal afirmación se desprende del art. 40, LDC, que obliga
por el vicio de la cosa no sólo al productor, fabricante,
proveedor, entre otros, sino también a quien “haya puesto
su marca en la cosa”, lo cual debe cumplirse, también,
incluso cuando la marca haya sido utilizada de manera
fraudulenta.
D. Algunas conclusiones
428
cumplir objetivos que considera trascendentales. Frente
al proveedor de alimentos Halal, el consumidor musul
mán está expuesto a la dependencia. La escasa oferta lo
hace cautivo de los pocos proveedores habidos, y la
inseguridad respecto del cumplimiento de los rituales que
considera vitales, lo hace vivir en una situación constante
de precaución y curiosidad.
429
conductas positivas para el respeto del acceso a una
alimentación adecuada, así como de una información
precisa y certera para evitar que sus creencias se
conviertan en una herramienta aprovechada por el
mercado de consumo, en detrimento de su libertad,
dignidad y seguridad.
V. Reflexiones finales -
430
Las creencias religiosas forman parte de los
condicionantes de la conducta de los hombres, y
orientarán sus hábitos consumeriles. Este hecho
convierte a los creyentes en sujetos vulnerables a
embates de la sociedad de consumo, en la que se ven
desprotegidos por la especificidad de sus demandas, que
a menudo no pueden ser respondidas satisfactoriamente.
431
proyecto de vida, la conciencia, la autodeterminación. En
definitiva, es necesario lograr el pluralismo religioso en el
mercado de consumo, excediendo el mero
reconocimiento de la diversidad.
Notas -
432
derechos religiosos”, Soc. estado. [online], vol. 23, n. 2,
2008, pp. 227-260. ISSN 0102-6992.
5. GENTILE, J. H., “Libertad religiosa y de culto”, en La Ley
2001-F, 1480, AR/DOC/17873/2001.
6. Entre estos elementos, como enumera CARDOSO, J. C.,
en “Perspectivas constitucionales sobre libertad
religiosa”, La Ley 2001-A, 787, AR/ DOC/10177/200,
encontramos: “a) Profesar creencias religiosas,
cambiarlas o abandonarlas, manifestarlas o abstenerse;
b) Practicar individual o colectivamente actos de culto; c)
No ser obligado a practicar actos de culto contrarios a sus
convicciones; d) Recibir asistencia religiosa de ministros
de la propia confesión en cualquier parte; e) Recibir
sepultura de acuerdo a las propias convicciones; f) No
padecer discriminaciones arbitrarias por motivos
religiosos; g) Asociarse y reunirse con fines religiosos; h)
Recibir e impartir enseñanza e información religiosa; i)
Derecho de los padres de decidir la orientación espiritual
y religiosa de sus hijos menores hasta la edad del
discernimiento; j) Realizar prédica, divulgación y difusión
de sus creencias religiosas; k) No ser obligado a prestar
juramento que violente las propias convicciones; l) No ser
obligado a manifestar la propia religión; m) Conmemorar
sus festividades religiosas; n) Celebrar matrimonio de
acuerdo a la propia religión; o) Derecho de las confesiones
religiosas a establecer lugares de cultos, cementerios,
escuelas, hogares, hospitales, etc.; p) Derechos de las
confesiones a formar ministros de su culto y a
comunicarse con sus autoridades”.
7. IBARRA PALAFOX, F., “Minorías religiosas y laicidad”,
en TRUEBA BUENFIL, F., Deontología, en Revista Los
libros de Escriva, 2011, p. 463.
8. BAROCELLI, S., “El Derecho del Consumidor y el nuevo
Código Civil y Comercial”, en KRIEGER, W. F.; BAROCELLI,
S., Derecho del Consumidor, CABA, El Derecho, 2016, p. 9.
433
9. LUNA, F., “Vulnerabilidad: la metáfora de las capas”, La
Ley Online: 0003/014059.
10. RUSCONI, Dante, Manual de Derecho del Consumidor,
ob. cit., 2ª edición, 2016, pp. 15-21. Específicamente la
obligación de trato digno de los prestadores “se trata de
un deber de garantía, a partir del cual los proveedores se
encuentran obligados no sólo a abstenerse sino también a
tomar una serie de medidas positivas que involucran la
organización del servicio, la remoción de obstáculos y la
prevención del trato inequitativo o indigno”, comentario
de ALPOSTA, M. S., en TAMBUSSI, C. E. (Dir.), Ley de
Defensa del Consumidor. Comentada. Anotada.
Concordada, Buenos Aires, Hammurabi, 2017, p. 100. Ver
también ALFONSO, S., “La dignidad de la persona humana
como fundamento del orden político y jurídico. A 70 años
de la Carta de San Francisco”, La Ley 2015-E, 1240: La
dignidad de la persona humana “no expresa tanto el
contenido de un Derecho Humano concreto, como el
fundamento mismo de esos derechos. Es un ‘por qué’
definitivo y último, más que un ‘qué’ específico y concreto,
más allá de que algunos derechos como la prohibición de
la esclavi tud y de la tortura y el respeto a la vida de todo
ser humano guardan con ella una estrecha proximidad”.
11. La Declaración Universal de Derechos Humanos inicia
su Preámbulo
declarando que el reconocimiento de la “dignidad
intrínseca” de los Derechos Humanos, es la base de la
libertad, la justicia y la paz. A su vez, nuestra Carta Magna,
al receptar y otorgar jerarquía constitucional a este y
otros tratados que reconocen la dignidad del hombre, le
asigna prioridad y protección a este valor.
12. Art. 8º bis, LDC: “Trato digno. Prácticas abusivas. Los
proveedores deberán garantizar condiciones de atención
y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios.
Deberán abstenerse de desplegar conductas que
434
coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No podrán
ejercer sobre los consumidores extranjeros
diferenciación alguna sobre precios, calidades técnicas o
comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los
bienes y servicios que comercialice. Cualquier excepción
a lo señalado deberá ser autorizada por la autoridad de
aplicación en razones de interés general debidamente
fundadas. En los reclamos extrajudiciales de deudas,
deberán abstenerse de utilizar cualquier medio que le
otorgue la apariencia de reclamo judicial. Tales
conductas, además de las sanciones previstas en la
presente ley, podrán ser pasibles de la multa civil
establecida en el artículo 52 bis de la presente norma, sin
perjuicio de otros resarcimientos que correspondieren al
consumidor, siendo ambas penalidades extensivas
solidariamente a quien actuare en nombre del
proveedor”.
13. Art. 1097, CCyC: “Trato digno. Los proveedores deben
garantizar condiciones de atención y trato digno a los
consumidores y usuarios. La dignidad de la persona debe
ser respetada conforme a los criterios generales que
surgen de los Tratados de Derechos Humanos. Los
proveedores deben abstenerse de desplegar conductas
que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias”.
14. Art. 42, CN: “Los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la
protección de su salud, seguridad e intereses económicos;
a una información adecuada y veraz; a la libertad de
elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las
autoridades proveerán a la protección de esos derechos,
a la educación para el consumo, a la defensa de la
competencia contra toda forma de distorsión de los
mercados, al control de los monopolios naturales y
435
legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios
públicos, y a la constitución de asociaciones de
consumidores y de usuarios. La legislación establecerá
procedimientos eficaces para la prevención y solución de
conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios
públicos de competencia nacional, previendo la necesaria
participación de las asociaciones de consumidores y
usuarios y de las provincias interesadas, en los
organismos de control”.
15. Art. 1100, CCyC: “Información. El proveedor está
obligado a suministrar información al consumidor en
forma cierta y detallada, respecto de todo lo relacionado
con las características esenciales de los bienes y servicios
que provee, las condiciones de su comercialización y toda
otra circunstancia relevante para el contrato. La
información debe ser siempre gratuita para el
consumidor y proporcionada con la claridad necesaria
que permita su comprensión”.
16. KIPER, C. M., Derechos de las minorías ante la
discriminación, Buenos Aires, Hammurabi, 1998, p. 190.
17. NUSSBAUM, M. C., La libertad de conciencia: el ataque
a la igualdad de respeto, Buenos Aires, Katz Editores,
2011, p. 15.
18. BURGOS, O. R., Daños al proyecto de vida, Buenos
Aires, Astrea, 2012, p. 137.
19. En líneas generales, los Testigos de Jehová se
consideran cristianos, reconociendo la salvación
mediante la fe en la muerte y resurrección de Jesucristo,
aunque sin reconocer en Él la personalidad de Dios,
negando así la trinidad de éste.
20. MULLER, Enrique C., “Los testigos de Jehová frente a
los tratamien tos médicos. El respeto a la personalidad,
dignidad e intimidad. La confidencialidad”, en Revista de
Derecho Privado y Comunitario, 2010 – 3, p. 261.
21. Ídem.
436
22. La Ley, 1976-A-1, p. 9.
23. CSJN, “Bahamondez, Marcelo s/ medida cautelar”,
Sentencia: 6-4-1993, en JA 1993-IV-558.
24. SAPPIA, M. C., “El contrato de medicina prepaga y su
interrelación con la Ley de Defensa del Consumidor.
¿Consumidores pacientes o pacientes consumidores?”, en
DJ 18-7-2012, 11.
25. PARRA, R. A., “Los contratos de consumo y la inclusión
de la responsabilidad de los profesionales de la salud en
la normativa protectoria de consumidor”, en BAROCELLI,
S. (Dir.), Diálogo de fuentes en el Derecho del Consumidor,
Proyecto de interés institucional PII502, Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Derecho, Secretaría de
Investigación, Instituto de Investigaciones jurídicas y
sociales “Ambrosio L. Gioja”, p. 177.
26. Al respecto, explican Castagnola, Y.; Marhaba, D. y
Orduna, J., que “el diálogo de fuentes afirma la superación
del conflicto entre leyes, reemplazándolo por la idea de la
posibilidad de aplicar a un mismo caso distintas normas,
coordinadamente, con la finalidad de proteger los
derechos fundamentales de la persona humana”, en “Una
aproximación al diálogo de fuentes como herramienta
hermenéutica del sistema de protección al consumidor”,
en BAROCELLI, S. (Dir.), Diálogo de fuentes en el Derecho
del Consumidor, ob. cit., p. 40.
27. MARSILLA, M.; BUCAHI, A., “Médicos y pacientes:
¿Ante qué nos encontramos?”.
28. LORENZETTI, R. L., Responsabilidad civil de los
médicos, 2ª edición, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2016, p.
113.
29. Ibídem, pp. 21-22.
30. CALVo CosTA, C. A., “Responsabilidad civil de los
médicos. Infección intrahospitalaria y falta de
infraestructura necesaria del hospital”, La Ley 2005-E,
860.
437
31. LORENZETTI, R. L., Responsabilidad civil de los
médicos, ob. cit., p. 111.
32. “La obligación de informar ya no constituye un mero
deber secundario de conducta proveniente de la buena fe
contractual, sino, por el contrario, es un deber principal y
autónomo, generador de responsabilidad por sí mismo en
caso de ser incumplido”, BIANCHI, F., “El deber de
información. Una nueva mirada sobre la responsabilidad
civil médica”, en Temas de Derecho Civil, Persona y
Patrimonio, diciembre, 2016, p. 33.
33. Art. 2º: “Derechos del paciente. Constituyen derechos
esenciales en la relación entre el paciente y el o los
profesionales de la salud, el o los agen tes del seguro de
salud, y cualquier efector de que se trate, los siguientes
[…] f) Información sanitaria. El paciente tiene derecho a
recibir la información sanitaria necesaria, vinculada a su
salud. El derecho a la información sanitaria incluye el de
no recibir la mencionada información”. Art. 5º:
“Definición. Entiéndese por consentimiento informado, la
declaración de voluntad suficiente efectuada por el
paciente, o por sus representantes legales en su caso,
emitida luego de recibir, por parte del profesional
interviniente, información clara, precisa y adecuada con
respecto a: a) Su estado de salud; b) El procedimiento
propuesto, con especificación de los objetivos
perseguidos; c) Los beneficios esperados del
procedimiento; d) Los riesgos, molestias y efectos
adversos previsibles; e) La especificación de los
procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y
perjuicios en relación con el procedimiento propuesto; f)
Las consecuencias previsibles de la no realización del
procedimiento propuesto o de los alternativos
especificados”. Art. 6º: “Obligatoriedad. Toda actuación
profesional en el ámbito médico-sanitario, sea público o
privado, requiere, con carácter general y dentro de los
438
límites que se fijen por vía reglamentaria, el previo
consentimiento informado del paciente”. Art. 7º:
“Instrumentación. El consentimiento será verbal con las
siguientes excepciones, en los que será por escrito y
debidamente suscrito: a) Internación; b) Intervención
quirúrgica; c) Procedimientos diagnósticos y terapéuticos
invasivos; d) Procedimientos que implican riesgos según
lo determine la reglamentación de la presente ley; e)
Revocación”.
34. CALVO COSTA, C. A., “El deber de información en la
responsabilidad civil médica. El consentimiento
informado”, RCCyC, 2017 (junio), 12-6-2017, 71, Cita
Online:AR/DOC/1248/2017.
35. Ídem nota anterior.
36. JAPAZE, M. B., “El deber de información”, en RUSCONI,
Dante D. (Dir.),
Manual de Derecho del Consumidor, ob. cit., 2016, p. 230.
37. Ídem nota anterior, p. 234.
38. STIGLITZ, R. S., “Deber de información precontractual
y contractual. Deber de consejo. La cuestión en los
contratos paritarios y de consumo”, La Ley 2009-B, 1085,
Cita Online:AR/DOC/1259/2009.
39. ARTACHO, J. A., “Relación médico paciente y
subjetividad”.
40. HOOFT, P. F.; PICARDI, G. J.; HOOFT, L., “La Corte
Suprema fortale ce la protección del ámbito de la
autonomía personal. Testigos de Jehová. Respeto a la
dignidad humana. Directivas anticipadas. El caso
Albarracini”, AP/ DOC/3381/2012.
41. Ver: MARCANO NAVARRO, Y., “Transfusión sanguínea
en pacientes Testigos de Jehová mayores de edad:
derechos involucrados”, en Revista de Ciencias Jurídicas
de la Universidad Rafael Urdaneta, Vol. III, Nº 1 (enero –
junio 2009), ISSN 1856-6073; NISNEVICH, A. D., “Los
Testigos de Jehová y su negativa a recibir transfusiones de
439
sangre. Aspectos constitucionales”, en CAVIGLIA, G. L.
(Dir.), Zeus, Colección Jurisprudencial, Rosario, Zeus,
volumen: 120, pp. 736-743; SAMBRIZZI, E. A., “Objeción
de conciencia: cuatro supuestos emblemáticos”, La Ley
2016-D, 1162.
42. Comentarios de PICASSO, S.; SAÉNZ, L. R. J., en
HERRERA, M. (Dir.); CARAMELO, G. (Dir.); PICASSO, S.
(Dir.), Código Civil y Comercial de la Nación Comentado,
T. IV, CABA, Infojus, 2015, p. 444.
43. Ver “El sagrado Corán”.
44. LABANDAL, J., “El islám”, en GRAPPASONO, N.,
Sistemas judiciales comparados: investigaciones 2011,
CABA, Lajouane, 2012, pp. 116-118.
45. GALLO, M., “Las comunidades judía e islámica en la
Argentina: aportes religiosos y culturales. La presencia de
los musulmanes en la Argentina”, en DURÁN, J. G.
(Coord.), Congreso “Hacia el Bicentenario 2010-2016”:
memoria, identidad y reconciliación, Buenos Aires, Educa,
2010, pp. 981, 985.
46. Art. 30, DADDH: “Toda persona tiene el deber de
asistir, alimentar, educar y amparar a sus hijos menores
de edad, y los hijos tienen el deber de honrar siempre a
sus padres y el de asistirlos, alimentarlos y ampararlos
cuando éstos lo necesiten”.
47. Art. 12, Pacto de San Salvador: “Derecho a la
Alimentación. 1. Toda persona tiene derecho a una
nutrición adecuada que le asegure la posibilidad de gozar
del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e
intelectual”.
48. Art. 25, DUDH: “1. Toda persona tiene derecho a un
nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica
y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad,
440
invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad. 2. La maternidad y la
infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.
Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de
matrimonio, tienen derecho a igual protección social”.
Asimismo, el respeto al derecho a la alimentación implica
la protección contra el hambre, considerado como “el
nivel mínimo que debe garantizarse a todos,
independientemente del grado de desarrollo de un
determinado Estado”, por debajo del cual jamás se debe
permitir vivir a un ciudadano. FAO, “El derecho a la
alimentación. Cómo hacerlo realidad. Progresos y
lecciones aprendidas en la práctica”.
49. CDESC, Observación General Nº 12, “El derecho a una
alimentación adecuada (art. 11)”, 1999, párrafo 4º: “El
Comité afirma que el derecho a una alimentación
adecuada está inseparablemente vinculado a la dignidad
inheren te de la persona humana y es indispensable para
el disfrute de otros Derechos Humanos consagrados en la
Carta Internacional de Derechos Humanos. Es también
inseparable de la justicia social, pues requiere la adopción
de políticas económicas, ambientales y sociales
adecuadas, en los planos nacional e internacional,
orientadas a la erradicación de la pobreza y al disfrute de
todos los Derechos Humanos por todos”. Ver también:
AMAYA, J. A., “Categorías sospechosas, pobreza y derecho
a la alimentación”, en HUTCHINSON, T. (Dir.); ROSATTI,
H. D. (Dir.), Revista de Derecho Público, nº 1, Santa Fe,
Rubinzal Culzoni, 2017, p. 43: “Las condiciones de
dignidad se refieren al goce de bienes básicos como
alimentación, vivienda, salud, servicios públicos, etcétera,
dado que es la situación frente a ellos la que configura la
situación socioeconómica de las personas”.
50. Art. 11, PIDESC: “1. Los Estados Partes en el presente
441
pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de
vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación,
vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de
las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán
medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este
derecho, reconociendo a este efecto la importancia
esencial de la cooperación internacional fundada en el
libre consentimiento. 2. Los Estados Partes en el presente
pacto, reconociendo el derecho fundamental de toda
persona a estar protegida contra el hambre, adoptarán,
individualmente y mediante la cooperación internacional,
las medidas, incluidos programas concretos, que se
necesiten para: a) Mejorar los métodos de producción,
conservación y distribución de alimentos mediante la
plena utilización de los conocimientos técnicos y
científicos, la divulgación de principios sobre nutrición y
el perfeccionamiento o la reforma de los regímenes
agrarios de modo que se logre la explotación y la
utilización más eficaces de las riquezas naturales. b)
Asegurar una distribución equitativa de los alimentos
mundiales en relación con las necesidades, teniendo en
cuenta los problemas que se plantean tanto a los países
que importan productos alimenticios como a los que
exportan”.
51. De esta norma se desprenden los deberes de respetar,
proteger y realizar. El primero significa no adoptar
medidas que impliquen impedir acceso a la alimentación
adecuada; el segundo, velar por que las empresas o los
particulares no priven a las personas del acceso a una
alimentación adecuada, y el tercero, iniciar actividades
con el fin de fortalecer el acceso y la utilización por parte
de la población de los recursos y medios que aseguren sus
medios de vida, incluida la seguridad alimentaria. CDESC,
Observación General Nº 12, “El derecho a una
alimentación adecuada (art. 11)”, 1999, párrafo 15.
442
52. Por disponibilidad se entienden las posibilidades que
tiene el individuo de alimentarse; la accesibilidad
comprende la accesibilidad económica y física, es decir,
que los costos financieros de una alimentación adecuada
no interfieran en la realización de otras necesidades
básicas, y que no haya impedimentos para nadie,
prestando especial atención a los grupos vulnerables; la
seguridad hace referencia a la inexistencia de sustancias
nocivas; y la calidad conlleva que los alimentos sean
suficientes para satisfacer las necesidades alimentarias
de los individuos. CDESC, Observación General Nº 12, “El
derecho a una alimentación adecuada (art. 11)”, 1999,
párrafos 7-10.
53. Ídem cita anterior, párrafo 11.
54. ONU, Consejo Económico, y Social, El derecho a la
alimentación, Informe del Sr. Ziegler Jean, 7-2-2001,
párrafo 14.
55. FAO, “El derecho a la alimentación. Cómo hacerlo
realidad. Progresos y lecciones aprendidas en la práctica”,
ob. cit.
59.
60. Art. 2.1 de las Directrices Generales para el uso del
término halal.
61. Caso DS484.
62.
63.
64.
65. Explica Laura Pérez Bustamante: “Del art. 42 surge
una serie de derechos que presuponen, en principio, la
existencia del derecho de acceso al consumo […] resulta
requisito indispensable para la vigencia efectiva de los
explícitamente contemplados”, en PÉREZ BUSTamante,
L., “El derecho de acceso al consumo como Derecho
Subjetivo”.
66. TAMBUSSI, C. E., “Los derechos del consumidor como
443
Derechos Humanos”, en GORDILLO, A., Derechos
Humanos, 6ª ed., Buenos Aires, Fund. de Derecho
Administrativo, 2007, pp. VII-9.
67. PÉREZ BUSTamante, L., “El derecho de acceso al
consumo como Derecho Subjetivo”, ob. cit.
68. MRAD, R., “Halal Certificacion and the need to set
Unified International Standards”, en VLEX-679691085.
[La traducción es nuestra].
69. JAPAZE, M. B., “El deber de información”, ob. cit., p.
246.
70. STIGLITZ, R., “Contratos de consumo”, en HERRERA,
M. (Dir.); CARAMELo, G. (Dir.); PICASSo, (Dir.), Código
Civil y Comercial de la Nación Comentado, ob. cit., T. III, p.
496.
71. Entendiendo que al hablar de marca nos referimos a
la “señal que se hace o se pone en alguien o algo, para
distinguirlos, o para denotar calidad o pertenencia”, Real
Academia Española.
72. “El titular del sello asume una responsabilidad directa
sobre el cumplimiento de las expectativas prometidas,
junto con el productor que a su vez colocó su propia
marca en el producto”, SCHÖTZ, G. J., “Los titulares de
marcas y las modificaciones a la Ley de Defensa del
Consumidor”, La Ley 2008-E, 979. En un caso análogo se
ha dicho: “Si I.V.E.S.S. garantiza en el mercado la calidad e
higiene de los productos elaborados por sus asociados a
quienes autoriza, bajo licencia especial, a ostentar el ‘sello
de conformidad con sus normas’, es natural que,
correlativamente, responda por los daños que, por su
riesgo o vicio, causen esos mismos productos a los
consumidores”, CNCiv., Sala F, “Iuele de Pinotti, Bárbara L.
c/ Soda Profesional S.A. y otro”, Sentencia: 18-5-2007, en
AR/ JUR/2229/2007.
444
Ezequiel N. Mendieta*
Lucas Colás**
Santiago Sansone***
I. Introducción -
445
efectos. Ante el fenómeno del consumo masivo, los
proveedores de bienes y servicios estandarizaron las
modalidades de contratación a los fines de tornarlo más
dinámico y veloz.
446
Habida cuenta de ello, a lo largo del mundo se comenzó a
brindar tutela específica a los consumidores,
estableciendo derechos y garantías tendientes a
protegerlos de diversas prácticas abusivas y otras
situaciones injustas a las que se encontraban sometidos.
447
Esta cuestión no tardó en reflejarse en el campo de los
derechos del consumidor, trayendo consigo importantes
cambios y soluciones a diversas cuestiones que se
presentaban a menudo.
448
monto del proceso, haya obtenido un rédito a sabiendas y
con grave menosprecio hacia los derechos de los
consumidores.
450
los exemplary damages, definió a estos últimos como una
indemnización concedida a los fines de castigar al
demandado, buscando, a su vez, disuadirlo de que repita
la grave inconducta llevada a cabo5.
451
compensatoria descarta de plano su naturaleza
indemnizatoria.
452
El primer caso en el cual los exemplary damages fueron
autorizados expresamente fue “Huckles v. Money”9,
dictado en el Reino Unido en 1763. Allí, el tribunal
sentenció que se había ejercido el poder de manera
arbitraria en contraposición a lo dispuesto en la Carta
Magna, atentando incluso contra la libertad del reino. En
consecuencia, determinó que correspondía fijar
exemplary damages10.
453
Sin perjuicio de ello, en nuestros días, la finalidad que se
les da a los daños punitivos es claramente disuasiva. Lo
que se va a buscar con su imposición es motivar a los
proveedores a que adopten las medidas de seguridad y
prevención que razonablemente amerite cada situación o
para que no repita una determinada conducta.
454
En otro orden de ideas, resulta interesante destacar el
caso de Quebec. En efecto, en el art. 1621 del Código Civil
de Quebec, se estableció lo siguiente: “Where the
awarding of punitive damages is provided for by law, the
amount of such damages may not exceed what is
sufficient to fulfil their preventive purpose”. De lo
expuesto se desprende que al momento de legislarse la
graduación del monto de los daños punitivos, se
estableció que estos debían fijarse teniendo en cuenta la
suma necesaria a los fines preventivos.
455
consideraron que la aplicación de estos daños ejemplares
procedería cuando el victimario tuviera posibilidades de
evitar la reparación del daño injustamente causado19.
Precisamente, lo que se busca es generar el suficiente
incentivo para que los proveedores adopten las medidas
razonables de prevención del daño20.
456
deseables). Asimismo, según el criterio de eficiencia
perseguido, podríamos sostener que es deseable, bajo
ciertos supuestos, una segunda función principal, que es
la compensación de los perjuicios sufridos por las
víctimas. Por último, podríamos admitir la
deseabilidad de una última función accesoria, que es
sancionatoria. En principio, la primera función principal
(disuasoria) se logra mediante la segunda función
principal (compensatoria) y, excepcionalmente, cuando
ésta es insuficiente o inadecuada para crear los incentivos
de prevención óptimos, la función accesoria
(sancionatoria) es necesaria para alcanzar el
cumplimiento de la función principal disuasoria”24.
457
gravemente reprochables que afecten sus derechos. De
esta forma, cada vez que se aplique este remedio para la
protección de los derechos de los consumidores, debe
hacerse teniéndose siempre en cuenta que la función
principal es la disuasión de la conductas gravemente
reprochables, es decir, lo que se debe buscar es la
prevención de la repetición de la conducta que motivó la
aplicación de la sanción ejemplar.
458
Sin perjuicio de ello, ello no quita que los daños punitivos
hayan procedido ante casos en los cuales se presentó un
grave menosprecio hacia los derechos de los
consumidores hipervulnerables o que dicha condición
fuese considerada como suficiente para tener por
acreditado el elemento subjetivo agravado que se
requiere para su procedencia. A continuación, se verán
algunos ejemplos.
460
En ese contexto, se enumeraron una serie de conductas
gravemente reprensibles que darían lugar a la aplicación
de daños punitivos. Entre esas conductas podemos
destacar que se hizo referencia a aquellas que
demostraran una grave indiferencia hacia la salud o la
seguridad y aquellas que tuvieran como objetivo
aprovecharse de la vulnerabilidad financiera30.
461
el caso “Koch v. Greenberg”33, dictado por la corte de
distrito de Nueva York.
462
Por consiguiente, el jurado consideró que se debía
indemnizar al comprador por la suma de U$S 355.811,
más U$S 12.000.000 en concepto de daños punitivos. A
pesar de ello, la decisión fue apelada, cuestionando
principalmente el monto otorgado por daños punitivos.
En efecto, el tribunal consideró que la cifra otorgada por
daños punitivos era desproporcionada en comparación
con la indemnización, ya que el primero era 33 veces
mayor que el segundo. De este modo, determinaron que
cualquier cifra mayor al doble del daño compensatorio
sería exorbitante y, en consecuencia, podría interpretarse
que el jurado actuó guiado por la pasión.
463
En resumen, se puede colegir que a la hora de meritar la
procedencia de los daños punitivos, de alguna manera se
percibe y se valora la hipervulnerabilidad que pueda
presentar el consumidor, considerándose como una
conducta gravemente reprochable pasible de ser
sancionada mediante la aplicación de la mentada multa
civil.
464
El 27 de mayo de 2009, la Sala II de la Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata
resolvió confirmar la sentencia dictada por el juez de
grado a instancias de la acción entablada por el Sr.
Machinandiarena Hernández.
465
En este sentido, la Cámara realizó un relevamiento
normativo estimando la Declaración Universal de
Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales y la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad y su Protocolo Facultativo, hasta la
Ordenanza Nº 13.007 sancionada por el Concejo
Deliberante del Municipio de General Pueyrredón.
466
Pocas dudas caben del carácter acertado de la decisión de
ambas instancias judiciales (de hecho, la Suprema Corte
de Justicia de la Provincia de Buenos Aires falló con
posterioridad en el mismo sentido36), ya que el trato
dispensado al Señor Machinandiarena no sólo evidenció
la falta de empatía de la empresa demandada respecto de
aquellas personas con discapacidad motriz (siendo
extensivo también a ancianos e incluso madres con
carritos de bebés), al no proveer un acceso para este
grupo, sino también al proveer como única solución en
dichas circunstancias una atención en la calle, ya que se
negaba a ingresarlo al establecimiento cargando la silla de
ruedas entre dos personas, por temor a provocar un
accidente.
467
comprender de qué se habla, cuando se habla de daños
punitivos.
468
En el año 2011, la médica tratante de TGI prescribió la
realización de una resonancia por contraste. Cuando el
paciente se presentó en las oficinas de Swiss Medical para
autorizar el estudio, le comunicaron que dicha solicitud
sería evaluada por el área de Auditoría Médica. Frente a
la ausencia de respuesta en un plazo razonable, TGI
intimó mediante carta documento reiterando el pedido.
Sin embargo, la recepción de dicha misiva fue
expresamente rechazada por el proveedor de medicina
prepaga. Frente a la persistente negativa por parte de la
empresa, el consumidor decidió acudir al Hospital
Italiano y realizarse el estudio en forma particular,
abonando los costos correspondientes.
469
ellos, daños punitivos. El juez de grado dictó sentencia a
favor de TGI, fijando los daños punitivos en $15000.
470
Pocas dudas caben en relación a la naturaleza gravemente
reprochable38 de la conducta por parte de la empresa de
medicina prepaga, toda vez que el incumplimiento de sus
obligaciones (legales y contractuales) fue palmario,
teniendo especialmente en cuenta que el derecho a la
salud se encontraba claramente comprometido.
471
manera, la Cámara puso de resalto la protección de la que
envuelve la Constitución Nacional a este colectivo de
vulnerables.
472
En concordancia con ello, Irigoyen Testa sostuvo que el
incumplimiento es la conditio sine qua non para que
proceda la condena por daños punitivos, pero no resulta
suficiente por sí sola. En consecuencia, valorando la
doctrina y jurisprudencia imperante, considera necesario
que el autor actúe con dolo o culpa grave43.
Es por ello que no caben dudas de que para que los daños
punitivos procedan se debe requerir una conducta
gravemente reprochable –ya sea efectuada con dolo o
culpa grave–, puesto que de lo contrario se diluiría el
efecto buscado.
475
cabeza de los proveedores. Esta noción ha sido receptada
por parte de la jurisprudencia al determinar la
procedencia de daños punitivos por violación a la
obligación legal de trato digno al consumidor55.
476
la protección de los derechos de los consumidores
hipervulnerables resulta simbiótica.
477
A partir de este principio general, se desprende toda una
serie de recomendaciones tendientes a reforzar la
protección de aquellos consumidores que por causas
ajenas a ellos se encuentren en una situación de
vulnerabilidad o de desventaja. Entre dichas
recomendaciones, dentro del apartado V F, se encuentran
aquellas Directrices referidas a la solución de
controversias y compensación. En particular, en la
Directriz 3757, expresamente se recomendó a los Estados
miembros que se estableciesen mecanismos justos,
efectivos e imparciales para atender las reclamaciones de
los consumidores, así como también para que se les
otorgasen las compensaciones que por derecho le
correspondan ante un daño injustamente sufrido. Lo
interesentante de la mencionada directriz es que se
recomienda especialmente tener en cuenta las
necesidades de los consumidores vulnerables y
desaventajados. Asimismo, la previsión de controversias
y reclamaciones de los consumidores constituye uno de
los principios para las buenas prácticas comerciales
establecido en la Directriz 11 f).
478
En concordancia con ello, se puede mencionar que en el
art. 4259 de la Constitución de la Nación Argentina se
estableció la protección a los derechos de los
consumidores, dentro de los cuales se encuentra el
establecimiento de procedimientos eficaces para la
prevención y resolución de conflictos. Asimismo, ya
enfocados en los consumidores hipervulnerables,
también se previó en el art. 75, inciso 2360, la adopción
de medidas de acción positivas para aquellos grupos
desaventajados o en situación de vulnerabilidad
tendientes a lograr la igualdad material.
480
ahorrar costos a costa de la salud de los consumidores,
en este caso, hipervulnerables, evadiendo así su
responsabilidad por los daños injustamente causados.
481
Una de las barreras más importantes con la que se
encuentra el consumidor al momento de hacer el
correspondiente reclamo judicial es la cuantía económica
de la pretensión, dado que resultaría más oneroso el
inicio de una demanda que el valor del daño reclamado.
483
justicia por factores completamente ajenos a su voluntad.
El hecho de que iniciar una demanda sea antieconómico,
conspira contra la garantía de acceso a la justicia. En el
caso de los consumidores hipervulnerables, la denegación
se torna más grave, dado que el reclamo se invisibiliza aun
más.
484
Por todo ello, los daños punitivos constituyen una
herramienta para facilitar el acceso a la justicia, es decir,
se convierte en un mecanismo eficaz para que todo
consumidor, sin importar la cuantía de su reclamo o las
barreras existentes, se vea incentivado para acceder a la
jurisdicción y reclamar la indemnización que le
corresponda.
VI. Conclusiones -
485
A su vez, si bien los exemplary damages fueron
mayormente aplicados a cualquier caso de
responsabilidad civil, lo cierto es que no pueden
desconocerse las grandes ventajas que ofrecen para
reforzar y volver efectivos los derechos de los
consumidores hipervulnerables. Debe buscarse que
aquellas acciones efectuadas por los proveedores con
grave menosprecio hacia los derechos de dichos
consumidores no vuelvan a repetirse. El objetivo tiene
que ser la disminución de los daños injustamente sufridos
por los consumidores, lo que impactará claramente en
una disminución de los litigios y en favorecer a la
prestación de un servicio de justicia más rápido y eficaz.
486
trayectoria en el common law y hoy en día comienzan a
transitar su camino en los ordenamientos jurídicos de
tradición continental.
487
Finalmente, nunca se debe olvidar que la justicia es el
valor cardinal que guía a cualquier ordenamiento jurídico.
En virtud de ello, siempre debe buscarse que las personas
gocen sus derechos de la manera más plena posible sin
afectar los derechos de otros. En este contexto, cuando el
consumidor vea conculcado sus derechos, a fin de
restablecer este valor imperante de justicia, debe
concedérsele un remedio eficaz a los fines de poder
dársele respuesta a esa violación y se le otorgue una
indemnización que compense los daños injustamente
sufridos. Pero cuando esa vulneración sea producto de
una conducta efectuada con grave menosprecio hacia sus
derechos, se necesitará algo más que la compensación
correspondiente para restablecer la justicia en el caso
concreto. Ahí es donde los daños punitivos cobran
especial relevancia y resultan útiles a los fines
mencionados, evitando que los proveedores no evadan su
responsabilidad por los daños injustamente causados.
488
Notas -
490
compuesta por jueces, abogados y profesores de los
Estados Unidos de Norteamérica. La mentada publicación
es producto del estudio de las normas, la doctrina y de los
diversos pronunciamientos judiciales sobre distintos
temas del Derecho, entre ellos el Derecho de Daños, con el
fin de brindarle claridad a los operadores jurídicos
acerca de los distintos entuertos que el ordenamiento
jurídico ofrecía. Para ello empezó a elaborar los
Restatements of the Law, convirtiéndose así en su
principal tarea. Así lo expresa la institución: “The
Institute’s founding Committee recommended that the
first undertaking should address uncertainty in the law
through a restatement of basic legal subjects that would
tell judges and lawyers what the law was. The formulation
of such a restatement thus became ALI’s first endeavor”.
4. LÓPEZ HERRERA, E., Los daños punitivos, 2ª edición,
Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2011, p. 18.
5. Law Reform Commission, “Aggravated, Exemplary and
Restitutionary Damages”, Law Report del Parlamento
británico, 1997, p. 53, pto. 1.85. Allí se definió a los
exemplary damages de la siguiente manera: “Exemplary
damages are damages which are intended to punish the
defendant […] exemplary damages seek to effect
retribution, as well as being concerned to deter the
defendant from repeating the outrageously wrongful
conduct and other from acting similary […]”.
6. MARTÍNEZ ALLES, M. G., “¿Para qué sirven los daños
punitivos? Modelos de sanción privada, sanción social y
disuasión óptima”, RCyS 2012-V, 55.
7. IRIGOYEN TESTa, M., “Daños punitivos: Análisis
económico del Derecho y teoría de juegos”, JA 2006-II,
1024.
8. LÓPEZ HERRERA, E., Los daños punitivos, ob. cit., p. 20.
9. 95 Eng. Rep. 768 (KB 1763).
10. “[…] I think they have done right in giving exemplary
491
damages. To enter a man’s house by virtue of a nameless
warrant, in order to procure evidence, is worse than
Spanish Inquisition; a law under which no Englishman
would wish to live an hour […]”, 95 Eng. Rep. 768 (KB
1763), p. 769.
11. 98 Eng. Rep. 489 (KB 1763). La controversia se suscitó
cuando el periódico North Briton publicó un panfleto que
fue considerado ofensivo contra el Rey. Ante ello, el
Secretario de Estado Lord Halifax emitió una orden
general de allanamiento ordenando revisar e incautar
todos los papeles que encontrasen del diario
anteriormente mencionado. En dicha orden no se
precisaba lugar ni sujeto al cual requisar. Por lo tanto, la
medida ordenada se cumplió en la casa del señor Wilkes,
quien era el editor del periódico.
En este contexto, ante el atropello sufrido, el actor pidió
que se le imponga una “indemnización ejemplar” al
demandado, puesto que la compensación por los daños
sufridos sería insignificante para detener este tipo de
prácticas.
12. “Notwithstanding what Mr. Solicitor-General has said,
I have formerly delivered it as my opinion on another
occasion, and I still continue of the same mind, that a jury
have it in their power to give damages for more than the
injury received. Damages are designed not only as a
satisfaction to the injured person, but [19] likewise as a
punishment to the guilty, to deter from any such
proceeding for the future, and as a proof of the detestation
of the jury to the action itself”, 98 Eng. Rep. 489 (KB
1763), pp. 498 y 499.
13. [1964] AC 1129.
14. [1964] AC 1129. “In a case in which exemplary
damages are appropriate, a jury should be directed that if,
but only if, the sum which they have in mind to award as
compensation (which may of course be a sum aggravated
492
by the way in which the Defendant has behaved to the
Plaintiff) is inadequate to punish him for his outrageous
conduct, to mark their disapproval of such conduct and to
deter him from repeating it, then it can award some larger
sum”.
15. Law Reform Commission, ob. cit., p. 130, pto. 1.101 y
185, conclusion Nº 20. “(20) punitive damages may be
awarded in addition to any other remedy which the court
may decide to award, but may only be awarded if the
judge considers that the other remedies which are
available to the court will be inadequate alone to punish
the defendant for his conduct (the ‘if, but only if ’ test);
(Draft Bill, clause 3(7) and 3(8)) for these purposes the
court may regard deterring the defendant and others
from similar conduct as an object of punishment”.
16. 418 US 323 (1974).
17. 418 US 323, 350 (1974). “[…] they are private fines
levied by civil juries to punish reprehensible conduct and
to deter its future occurrence”.
18. POLINSKY, A. M. y SHAVELL, S., Punitive damages: An
economic analysis, Harvard Law Review, Vol. 114, Nº 4,
febrero 1998, p. 869.
19. Esta idea fue analizada por la Supreme Court of the
United States en “Cooper Industries v. Leatherman Tool
Group, Inc.” [532 U.S. 424, 438/439 (2001)]. Allí, el
trabajo de Polinsky y Shavell fue expresamente citado y
sirvió como puntapié inicial para desarrollar la idea si los
daños punitivos guardaban una función disuasoria.
20. PoLINsKY, A. M. y ShAVEL, S., Punitive damages…, ob.
cit., pp. 888889. Al desarrollar este punto, los autores
advirtieron de los peligros que conllevan el
underdeterrence y el overdeterrence, proponiendo una
fórmula matemática que contemple las diversas variables
analizadas a los fines de calcular el monto óptimo para los
daños punitivos y generar el incentivo necesario.
493
21. “Artículo 52 bis: Daño punitivo. Al proveedor que no
cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá
aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se
graduará en función de la gravedad del hecho y demás
circunstancias del caso, independientemente de otras
indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un
proveedor sea responsable del incumplimiento
responderán todos solidariamente ante el consumidor,
sin perjuicio de las acciones de regreso que les
correspondan. La multa civil que se imponga no podrá
superar el máximo de la sanción de multa prevista en el
artículo 47, inciso b) de esta ley”. Esta redacción ha
causado diversas controversias en la doctrina local,
principalmente por lo laxo que resultó ser en la exigencia
de una conducta gravemente reprochable, teniendo en
cuenta que en la letra de la norma se consignó que bastaba
el mero incumplimiento de una norma de consumo para
que proceda la aplicación de los daños punitivos, lo cual
desvirtuaría por completo la finalidad que estos últimos
tienen.
22. Esta fue la norma que, en el año 2008, introdujo el
artículo 52 bis en la Ley Nº 24.240 de Defensa del
Consumidor, en la cual se regularon los daños punitivos
en el Derecho Argentino.
23. Dictamen de las Comisiones de Defensa del
Consumidor, de Comercio y de Justicia de la Honorable
Cámara de Diputados del Congreso de la Nación
Argentina, Orden del Día Nº 306/2006, 26-5-2006, p. 16.
24. IRIGOYEN TESTa, M., “¿Cuándo el juez puede y cuándo
debe condenar por daños punitivos?”, RCyS 2009–IX, 16.
25. 517 U.S. 559 (1996).
26. Específicamente sostuvo: “In this case, none of the
aggravating factors associated with particularly
reprehensible conduct is present. The harm BMW
494
inflicted on Dr. Gore was purely economic in nature. The
presale refinishing of the car had no effect on its
performance or safety features, or even its appearance for
at least nine months after his purchase. BMW’s conduct
evinced no indifference to or reckless disregard for the
health and safety of others. To be sure, infliction of
economic injury, especially when done intentionally
through affirmative acts of misconduct, id., at 453, or
when the target is financially vulnerable, can warrant a
substantial penalti”.
27. 538 U.S. 408 (2003).
28. 538 U.S. 408, 418 (2003).
29. 538 U.S. 408, 424 (2003).
30. 538 U.S. 408, 419 (2003). En concreto, el tribunal
sostuvo lo siguiente: “[…] the tortious conduct evinced an
indifference to or a reckless disregard of the health or
safety of others; the target of the conduct had financial
vulnerability […]”.
31. 538 U.S. 408, 433 (2003). En particular, el juez
manifestó lo siguiente: “The trial court further
determined that the jury could find State Farm’s poli cy
‘deliberately crafted’ to prey on consumers who would be
unlikely to defend themselves. Id., at 122a. In this regard,
the trial court noted the testimony of several former State
Farm employees affirming that they were trained to
target ‘the weakest of the herd’—‘the elderly, the poor,
and other consumers who are least knowedgeable about
their rights and thus most vulnerable to trickery or deceit,
or who have little money and hence have no real
alternative but to accept an inadequate offer to settle a
claim at much less than fair value’”.
32. “The Campbells themselves could be placed within the
‘weakest of the herd’ category. The couple appeared
economically vulnerable and emotionally fragile”.
33. 14 F. Supp. 3d 247 (S.D.N.Y. 2014).
495
34. Al momento de valorar la conducta desplegada por el
proveedor, entre los varios aspectos considerados, el
tribunal sostuvo lo siguiente: “While the flagrancy of
Greenberg’s fraud merits some award of punitive
damages, the harm he caused is less compelling. This
harm was economic in nature and none of its targets –
neither Koch nor other potential buyers at auction– were
financially vulnerable”.
35. C. 1ª de Apel. en lo Civil y Comercial de Mar del Plata,
Sala II, “Machinandiarena Hernández, Nicolás c/
Telefónica de Argentina”, del 25-5-2009, LL 2009-C-647.
36. SCBA, “Machinandiarena Hernández Nicolás c/
Telefónica de Argentina S.A.”, del 6-11-2012, Citar
Abeledo Perrot Nº: AP/JUR/3381/2012.
37. C. Nac. Com., Sala B, “G. I. T. c/ Swiss Medical S.A. s/
ordinario”, RCyS 2016-IX, 89.
38. En este punto, cabe destacar que no todo
incumplimiento por parte de una empresa de medicina
prepaga a las necesidades de una persona con
discapacidad será una conducta gravemente reprochable.
Ante ello, cabe citar el caso “I. G. A.” (C. Nac. en lo Civ. y
Com. Federal, Sala I, “I., G. A. y otros c/ Swiss Medical S.A.
s/ Incumplimiento de prestación de Obra Social/Medicina
Prepaga”, del 17-12-2013, Expte. Nº 7712/2009). La Sala
I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, el 17 de diciembre de 2013, resolvió
modificar parcialmente la sentencia dictada por el juez de
grado, confirmando, en lo que aquí interesa, el rechazo a
la procedencia del rubro daños punitivos. Los padres de
A.B.I., quien además de ser menor de edad, presentaba
una discapacidad, habían entablado acción por daños y
perjuicios en virtud de ciertos incumplimientos en las
prestaciones a las que se encontraba obligada la empresa
de medicina prepaga. Así, Swiss Medical se negó a dar
cobertura a un proyecto pedagógico terapéutico, que
496
surge de un acta de compromiso suscripta entre los
padres de la menor y la Asociación Barker y el Centro de
Investigación Psicológica Asistencial Educativa Infanto
Juvenil S.A. (“La Casa de Juanita”), respecto del cual tenía
conocimiento la demandada. Dicho tratamiento dio lugar
a favorables respuesta por parte de la menor. Mediante la
sentencia favorable en un juicio iniciado por acción de
amparo, los padres consiguieron que la empresa de
medicina prepaga cubra la totalidad del tratamiento en
cuestión. Pese a ello, los actores reclaman el
resarcimiento de las sumas erogadas no compensadas
mientras Swiss Medical se negaba a dar cobertura. Así, las
sumas abonadas a la Asociacion Barker, gastos de
transporte, entre otros posteriores a la extensión del
certificado de discapacidad, del que carecía la menor
perjudicada. Los actores arguyeron que dicho certificado
no fue presentado porque la empresa de medicina
prepaga nunca lo exigió. De este modo, nunca les fueron
informados los beneficios de la extensión del certificado
por parte de Swiss Medical. En lo que refiere al rubro
daños punitivos –rechazado en la primera instancia–, el
tribunal de apelación sostuvo que el mismo no resultaba
procedente, debido a que no hubo una actitud guiada por
la mala fe por parte de la demandada, de allí que la
instancia judicial no consideró necesaria una sanción
ejemplar. Pese a tratarse de una conducta dañosa,
acordamos con el criterio de la alzada, en cuanto no se da
el presupuesto de una conducta gravemente reprochable
ya que la demandada, pese a haberlo hecho en virtud de
un mandato judicial, cumplió con la totalidad de la
prestación. De esta manera, no obstante tratarse de
derechos de una niña con discapacidad (es decir,
doblemente amparada por el art. 75, inciso 23, de la
Constitución Nacional), la protección de la misma
mediante la aplicación de los daños punitivos no es
497
automática, ya que no se reúne uno de sus requisitos
básicos, esto es, una conducta gravemente reprochable.
39. Puntualmente, los jueces de Cámara sostuvieron lo
siguiente: “No tengo duda de que la falta en que incurrió
‘Swiss Medical’ fue cruel y grose ra, existiendo una
manifiesta y grave despreocupación por las necesidades
del accionante en condición de discapacidad. Por lo
demás, su calidad de profesional de la salud la
responsabiliza de manera agravada, pues no procuró una
comunicación efectiva con el accionante (en su condición
de afiliado), sino que ignoró sistemáticamente sus
requerimientos. Es que, en cuestiones de salud,
especialmente cuando –como en el caso de autos– está en
juego la protección de las personas con discapacidad, el
criterio a seguir debe ser de tolerancia cero” (CN. Com.,
esta Sala, in re: “Raspo, Miguel Ángel y otros c/ Swiss
Medical S.A. s/ ordinario”, del 2-6-2015; ídem, in re:
“Barrera, Jorge Ramón c/ Coto Centro Integral de
Comercialización s/ ordinario”, del 20-3-2016). El
Derecho de Daños reconoce una “función de
demarcación” (delimitación de fronteras entre ámbitos
en que existe libertad de actuación y aquellos en los que
ella se encuentra limitada en pos de la protección de
determinados bienes e intereses (conf. Díez-Picazo, Luis,
Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, T. V, Madrid,
Civitas, 2011, p. 23). En este marco, resulta razonable
considerar que se encuentran reunidos los extremos que
hacen procedente la aplicación de la multa prevista en el
art. 52 bis de la Ley Nº 24.240.
40. En esta línea de pensamiento, debe mencionarse el
caso “T. M. c/ Galeno Argentina S.A. s/ Incumplim. de
prest. de obra soc. / med. Prepaga” (C. Nac. en lo Civ. y
Com. Federal, Sala I, “T. M. c/ Galeno Argentina S.A. s/
Incumplim. de prest. de obra soc. / med. Prepaga”, del 31-
5-2016, Citar: elDial AA9831). Ante ello, el 31 de mayo de
498
2016, la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal, modificó parcialmente la
sentencia dictada por el juez de grado, elevando, en lo que
aquí interesa, el monto del rubro daños punitivos de
$20.000 a $35.000 a favor de la menor M. T. Para así
decidir, ponderó que Galeno Argentina S.A. (en adelante,
Galeno) incumplió con sus obligaciones contractuales, en
tanto empresa de medicina prepaga. Asimismo, resaltó
que la menor presentaba una discapacidad motora-
mental. Desde un principio, la demandada se negó a
brindar las prestaciones específicas que requería la
menor en virtud de la patología que presentaba. Por ello,
los padres de la niña debieron interponer acción de
amparo en tres circunstancias distintas y en todos ellos se
dictaron medidas cautelares favorables tendientes a
asegurar la cobertura de las prestaciones. Sin embargo,
los padres debieron incurrir en numerosas erogaciones
producto de los atrasos en el pago de Galeno y la falta de
cobertura temporal de las prestaciones hasta tanto no
habían sido dictadas las medidas cautelares. Es por ello
que los padres entablaron demanda por daños y
perjuicios a los efectos de que les sean reintegrados
dichos gastos y se los resarza por diferentes rubros de
daños, reclamando, a su vez, daños punitivos. La primera
instancia acogió el reclamo, pero la defensora pública
oficial (quien representaba a la niña) apeló el monto, por
considerarlo bajo. La alzada, acertadamente, aumentó el
monto de daños punitivos, sosteniendo que se había
afectado el derecho al proyecto de vida de la niña, que se
encontraba comprometido su derecho a la salud y,
asimismo, sostuvo que “[e]sta conducta demuestra
desaprensión por el sufrimiento que provoca la
discapacidad y mala fe en el desarrollo de actividades
profesionales de servicios altamente especializados
frente a los usuarios/consumidores”. De esta manera, a
499
diferencia del caso “I. G. A.” (ver nota 38), se observan
claramente las diferencias en el presupuesto de hecho de
los daños punitivos: en el fallo citado, el presupuesto de
hecho, esto es, una conducta gravemente reprochable, no
se da; sin embargo, en el presente fallo, la menor tuvo que
acudir a la instancia judicial tres veces para que se proteja
su derecho a la salud, demostrando, la empresa de
medicina prepaga, una clara desaprensión y menosprecio
por los derechos de M. T., de forma tal que se configura el
presupuesto de hecho. La comparación entre ambos casos
judiciales nos permite vislumbrar que, pese a que ambos
actores pertenecen a dos grupos de los protegidos por la
Constitución Nacional en su art. 75, inciso 23, esto es,
niños y personas con discapacidad, la aplicación de los
daños punitivos no es automática, en virtud de que debe
darse el presupuesto básico de hecho, como ya se ha
referido.
41. ÁLVAREZ LARRONDO, F. M., “La incorporación de los
daños punitivos al Derecho de Consumo argentino”, SJA
28-5-2008, Número Especial: “Régimen de Defensa del
Consumidor. Análisis de su Reforma”, p. 34. Dejando en
claro que se trataba de una interpretación literal de la
norma, sostuvo: “[…] para que la actuación del proveedor
merezca la citada sanción la norma sólo exige el
incumplimiento por parte de éste de sus obligaciones
legales o contractuales para con el consumidor. Nada
más”.
42. LÓPEZ HERRERA, E., Los daños punitivos, ob. cit., p.
378.
43. IRIGOYEN TESTa, M., “¿Cuándo el juez puede…?”, ob.
cit., p. 16.
44. PIZArro, R. D., “¿Sirven los daños punitivos tal como
están regulados en la Ley de Defensa del Consumidor?”,
Revista de Derecho de Daños, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni
Editores, 2011-2, 435, p. 437.
500
45. BUERES, A. J. y PIcAsso, S., “La función de la
responsabilidad civil y los daños punitivos”, Revista de
Derecho de Daños, Rubinzal-Culzoni Editores, 2011-2, 21,
p. 65.
46. C. Civ. y Com. de Rosario, Sala IV, “Vázquez Ferreyra,
Roberto c/ Claro AMX Argentina y otro s/ daños y
perjuicios”, RCyS 2012-XI, 65. En general, la
jurisprudencia exige un grave comportamiento por parte
del demandado para que los daños punitivos procedan.
47. XXII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Comisión
Nº 9: “Derecho Interdisciplinario: Derechos del
consumidor: incidencias de la reforma introducidas por la
Ley Nº 26.361”, celebradas en la Universidad Nacional de
Córdoba en 2009.
48. Law Reform Commission, ob. cit., pp. 107, pto. 1.46 y
108, pto. 1.47. Textualmente, se sostuvo lo siguiente: “We
have selected the phrase ‘deliberate and outrageous
disregard of the plaintiff’s rights’ as the clearest of the
multitude of similar phrases which were used in England
before Rookes v. Barnard, and which continued to be used
in Australia, Canada and the United State, to describe
when exemplary damages or punitive damages are
avaible”.
49. Esta cuestión fue expuesta en los fallos “BMW” y “State
Farm”, citados ut supra en las notas 25 y 27,
respectivamente.
50. Desde el punto de vista del análisis económico del
Derecho, se sostuvo con respecto a la procedencia y el
efecto disuasivo lo siguiente: “[e]l juez debe sancionar con
los [daños punitivos] (función accesoria) a la conducta
que se aparta gravemente de aquellos niveles de
precaución deseables socialmente, cuando además la
indemnización por daños es insuficiente para crear los
incentivos adecuados encaminados a la disuasión óptima
de aquéllos (función principal de los DP)” (IRIGOYEN
501
TESTa, M., “¿Cuándo el juez puede…?”, ob. cit., p. 16).
51. “Artículo 42.Los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la
protección de su salud, seguridad e intereses económicos;
a una información adecuada y veraz; a la libertad de
elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las
autoridades proveerán a la protección de esos derechos,
a la educación para el consumo, a la defensa de la
competencia contra toda forma de distorsión de los
mercados, al control de los monopolios naturales y
legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios
públicos, y a la constitución de asociaciones de
consumidores y de usuarios. La legislación establecerá
procedimientos eficaces para la prevención y solución de
conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios
públicos de competencia nacional, previendo la necesaria
participación de las asociaciones de consumidores y
usuarios y de las provincias interesadas, en los
organismos de control” (lo destacado no pertenece al
original).
52. En el art. 8º bis de la Ley Nº 24.240 se estableció lo
siguiente: “Trato digno. Prácticas abusivas. Los
proveedores deberán garantizar condiciones de atención
y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios.
Deberán abstenerse de desplegar conductas que
coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No podrán
ejercer sobre los consumidores extranjeros
diferenciación alguna sobre precios, calidades técnicas o
comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los
bienes y servicios que comercialice. Cualquier excepción
a lo señalado deberá ser autorizada por la autoridad de
aplicación en razones de interés general debidamente
fundadas. En los reclamos extrajudiciales de deudas,
deberán abstenerse de utilizar cualquier medio que le
502
otorgue la apariencia de reclamo judicial. Tales
conductas, además de las sanciones previstas en la
presente ley, podrán ser pasibles de la multa civil
establecida en el artículo 52 bis de la presente norma, sin
perjuicio de otros resarcimientos que correspondieren al
consumidor, siendo ambas penalidades extensivas
solidariamente a quien actuare en nombre del
proveedor”.
53. “Artículo 1097.Trato digno. Los proveedores deben
garantizar condiciones de atención y trato digno a los
consumidores y usuarios. La dignidad de la persona debe
ser respetada conforme a los criterios generales que
surgen de los Tratados de Derechos Humanos. Los
proveedores deben abstenerse de desplegar conductas
que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias”.
54. “Artículo 1098.Trato equitativo y no discriminatorio.
Los proveedores deben dar a los consumidores un trato
equitativo y no discriminatorio. No pueden establecer
diferencias basadas en pautas contrarias a la garantía
constitucional de igualdad, en especial, la de la
nacionalidad de los consumidores”.
55. C. Nac. Com., Sala F, “R., S. A. c/ Compañía Financiera
Argentina S.A.”, del 10-5-2012, LL 2012-D, 613.
56. Modificadas mediante el dictado de la Resolución Nº
70/186 de la Asamblea General de la Naciones Unidas del
22 de diciembre de 2015.
57. “37. Member States should encourage the
development of fair, effective, transparent and impartial
mechanisms to address consumer complaints through
administrative, judicial and alternative dispute
resolution, including for cross-border cases. Member
States should establish or maintain legal and/or
administrative measures to enable consumers or, as
appropriate, relevant organizations to obtain redress
503
through formal or informal procedures that are
expeditious, fair, transparent, inexpensive and accessible.
Such procedures should take particular account of the
needs of vulnerable and disadvantaged consumers.
Member States should provide consumers with access to
remedies that do not impose a cost, delay or undue
burden on the economic value at stake and at the same
time do not impose excessive or undue burdens on
society and businesses”.
58. OECD Recommendation on Consumer Dispute
Resolution and Redress, March 2014.
59. “La legislación establecerá procedimientos eficaces
para la prevención y solución de conflictos, y los marcos
regulatorios de los servicios públicos de competencia
nacional, previendo la necesaria participación de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las
provincias interesadas, en los organismos de control”.
60. “Legislar y promover medidas de acción positiva que
garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y
el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por
esta Constitución y por los Tratados Internacionales
vigentes sobre Derechos Humanos, en particular respecto
de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con
discapacidad. Dictar un régimen de seguridad social
especial e integral en protección del niño en situación de
desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del
período de enseñanza elemental, y de la madre durante el
embarazo y el tiempo de lactancia”.
61. No resulta ocioso señalar que otra herramienta de
vital importancia para la protección de los derechos de los
consumidores hipervulnerables es la acción colectiva,
cuyo análisis es objeto de otro apartado de la
investigación.
62. Sobre este punto, se ha señalado: “[…] el instituto de
los daños punitivos constituye una herramienta eficaz en
504
manos de la autoridad jurisdiccional a efectos de
disuadir la conducta del sujeto dañador y de otros
competidores en el mercado, ejemplificar situaciones de
particular gravedad y prevenir eventuales situaciones
análogas en el futuro” (v. BAROCELLI, Sergio Sebastián,
“Incumplimiento del trato digno y equitativo a
consumidores hipervulnerables y daños punitivos: la
Suprema Corte de Buenos Aires confirma su
procedencia”, DJ 29-52013, p. 3).
63. A los fines del presente trabajo, se adopta la definición
de acceso a la justicia brindada por Cappelletti y Garth,
quienes sostuvieron que debía entenderse como aquel
principio fundamental basado en “[…] que el pueblo
pueda ejercer sus derechos y/o solucionar sus conflictos
por medio del Estado” (v. CAPPELLETTI, Mauro; GARTH,
Bryant, El acceso a la justicia, La Plata, Colegio de
Abogados del Departamento Judicial de La Plata, 1983, p.
18).
64. CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryant, El acceso…, ob.
cit., p. 27.
65. CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryant, El acceso…, ob.
cit., p. 121. En concreto, los autores sostuvieron lo
siguiente: “Para establecer la igualdad entre los
consumidores y los comerciantes en los conflictos de
menor cuantía es necesario, indiscutiblemente, que la
cantidad de demandas no congestionen los tribunales y,
al mismo tiempo, que los consumidores sean inducidos a
litigar sólo en los casos que niegan la existencia de las
deudas”. De este modo, se podría afirmar que los daños
punitivos contribuirían a ambos objetivos: por un lado, la
imposición de la multa civil al proveedor motivará a este
a adoptar las medidas de seguridad necesarias tendientes
a evitar la producción de nuevos daños, lo cual
repercutirá en una baja en las demandas judiciales por
dicho producto o servicio. Por otro lado, la suma extra que
505
se podría otorgar en concepto de daño punitivo serviría
de incentivo a los consumidores para que inicien el
reclamo, incluso resultando atractivo para el abogado que
plantee la demanda.
66. OWEN, D. G., Punitive damages in products liability
litigation, Michigan Law Review, Vol. 74, Nº 7, junio 1976,
p. 1257.
67. OWEN, D. G., Punitive damages in products…, ob. cit.,
p. 1286. Concretamente, sostuvo lo siguiente: “Punitive
damages, therefore, should have the greatest deterrent
effect in cases in wich the marketing of an excessively
hazardous product is profitable for the manufacturer
even after the payment of claims for actual damages. The
greater the product’s profit potencial and the less the
likelihood that individual victims will seek recovery, the
greater the need for a strong deterrent to reckless
marketing decisions. Illustrative is the case of a
manufacturer who knowingly markets a product
particulary apt to cause minor injuries of a type that will
be uneconomical for injured consumers to litigate”.
68. OWEN, D. G., Punitive damages in products…, ob. cit.,
pp. 1287-1288. En particular, sostuvo: “The use of
punitive damages as a law enforcement tool is socially
beneficial in two respects. First, serving as a kind of
bounty, the prospect of punitive damages recoveries
induces injured plaintiffs to act as ‘private attorneys
general’ and thereby helps to increase the number of
wrongdoers who are properly ‘brought to justice’”.
69. POLINSKY, A. Mitchell y SHAVEL, Steven, Punitive
damages…, ob. cit., p. 888. En efecto, los autores
sostuvieron lo siguiente: “[…] even if the victim knows
both that he was wrongfully injured and who injured him,
he might not sue the injurer. A person will tend not to
bring a suit if the legal cost and the value of the tim and
effort he would have to devote to the suit exceed the
506
expected gain. The decision to forgo suit will often occur
when the harm the victim has suffered is relatively small
or the likelihood of establishing causation is low”.
I. Introducción -
507
En este primer trabajo exploratorio abordaremos tres
cuestiones básicas que hacen al tema propuesto para la
investigación:
508
Luego, tenderemos el puente (una vez más) entre el
Derecho del Consumidor y el Derecho Ambiental con la
intención de identificar la posible existencia de
consumidores hipervulnerables frente a determinados
desarrollos urbanísticos y señalando los criterios de
identificación de éstos y una serie de principios y normas
sobre los cuales construir su debida protección jurídica.
510
No obstante este crecimiento y el hecho de que entre el 60
y el 70 % del producto bruto interno se produce en dichas
urbes, el desarrollo no es necesariamente ni esto se
traduce en una mejoría para los habitantes: dos de cada
tres personas en dichas urbes viven en condiciones de
pobreza y se hallan expuestas a condiciones de
vulnerabilidad4.
511
En lo que refiere a la situación de las urbes frente a los
desastres climáticos, la mala o falta de planificación
urbana en torno al uso de sus recursos ambientales, en
especial el agua y la tierra, puede exponer a
vulnerabilidades a comunidades enteras. De hecho, en
América Latina y el Caribe, de 1970 a 2008, se han
perdido USD 100.000 millones en eventos
hidrometeorológicos, como las inundaciones7.
512
saneamiento, en las que las zonas de mayor ingreso tienen
acceso a este servicio; mientras que las de menor ingreso
tienen un acceso deficiente e, incluso, inexistente a estos
servicios. Hacia el año 2008, las ciudades de Argentina
poseían una divergencia superior al 30 % en materia de
acceso al saneamiento11.
513
una infraestructura eficiente; orientar la inversión
pública impulsando la inversión privada; fortalecer las
economías locales y su autonomía (actualización de
información, planes estratégicos, aprovechamiento de
recursos, estrategias productivas)”13.
514
que el mundo, o la región propia, en promedio, nos
permite16, para evaluar la necesidad de generar
estrategias que tiendan a un desarrollo y un consumo
sostenibles.
515
construcción en la Unión Europea al año 2003; por
ejemplo, a través de la recuperación de zonas industriales
abandonadas u obsoletas20.
516
por su parte, implican la planificación de la arquitectura
de la construcción para obtener eficiencia energética. En
particular, se tiene en cuenta la relación ventana/pared,
el sombreamiento, la incidencia del calor en vidrios,
muros y cubiertas, la reflectividad de radiación solar, la
estanqueidad o hermeticidad y la ventilación natural24.
517
El Derecho de los Consumidores y el Derecho Ambiental
son, en nuestro país, subordenamientos normativos que
constituyen un piso mínimo de protección a los sujetos,
encontrándose vinculados con los principios y valores
jurídicos provenientes de otras áreas del Derecho, en
tanto que sus normas se encuentran en permanente y
necesario diálogo con otras fuentes.
518
El concepto no es novedoso ni reciente ya que la noción
de consumo sustentable encuentra recepción normativa
en múltiples documentos desde hace más de treinta años.
En efecto, las Directrices de Naciones Unidas para la
Protección de los Consumidores (1985) –con las
modificaciones realizadas en el año 1999– incorporan
una sección sobre Consumo y Producción Sustentables,
donde se explica: “Consumo sostenible significa que las
necesidades de bienes y servicios de las generaciones
presentes y futuras se satisfacen de modo tal que puedan
sustentarse desde el punto de vista económico, social y
ambiental” (Directiva 42).
519
Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA) lo ha definido como el uso de
servicios y productos que responden a las necesidades
básicas y aportan una mejor calidad de vida, al mismo
tiempo que minimizan el uso de recursos naturales y de
materiales tóxicos, así como también la emisión de
desechos y contaminantes sobre el ciclo de vida, de
manera tal de evitar poner en peligro las necesidades de
futuras generaciones (Comisión de Naciones Unidas para
el Desarrollo Sustentable, 1995)30.
520
En el ámbito local, el concepto es receptado en el año
2008 por la Ley Nº 26.361, que modifica los arts. 43 y 61
de la Ley de Defensa del Consumidor Nº 24.240 (LDC),
incorporando como directriz el acceso al consumo
sustentable, teniendo en cuenta la implicancia mutua de
sustentabilidad y consumo, “forzando a pensar en
equidad”33. En efecto, el art. 43, inciso a), de la LDC
incorpora como facultad de la Secretaría de Comercio
Interior la de “elaborar políticas tendientes a la defensa
del consumidor o usuario a favor de un consumo
sustentable con protección del medio ambiente”;
mientras que el art. 61 establece que “la formación del
consumidor debe facilitar la comprensión y utilización de
la información sobre […] e) Protección del medio
ambiente y utilización eficiente de materiales”.
521
En la Guía de compras públicas sustentables elaborada
por la Jefatura de Gabinete de Ministros se indicaban
criterios de sustentabilidad ambientales y/o
éticos/sociales. En los criterios ambientales se expresaba
que se debe tener en cuenta el análisis del impacto
ambiental durante todas las etapas del ciclo de vida del
producto en cuestión, un producto ecológico es aquel que
tiene un menor impacto en el ambiente durante todo su
ciclo de vida. Además, se elaboraron recomendaciones
generales para la adquisición de productos (plásticos,
papel, productos de limpieza, tubos fluorescentes, aires
acondicionados, productos de impresión) y unos pocos
servicios (catering y limpieza)35.
522
Sin embargo, no son éstas las únicas cuestiones en donde
ambos objetos de regulación convergen. Y, en ese sentido,
el concepto de “consumo sustentable” es estrecho y
requiere ser ampliado para comprender fenómenos
relacionados con el consumo insostenible de
determinados bienes y servicios a través de modalidades
de contratación modernas más complejas que la mera
decisión en cuanto a la procedencia de un alimento o el
posterior reúso o reciclado de un envase.
523
Encontramos en este punto un vacío sobre el que
pretendimos comenzar a estudiar. Nuestro trabajo tiene
expectativas exploratorias teniendo en consideración que
la mayoría de la regulación legal y el análisis doctrinario
se ha venido centrando en las problemáticas del consumo
sustentable de cosas muebles o servicios públicos, por eso
entendemos que es necesario ampliar las vinculaciones
entre el Derecho de los Consumidores y el derecho del
desarrollo a otros lugares.
524
A los efectos de ampliar el desarrollo de este trabajo,
elegimos agregar algunos pasajes acerca de la reciente
agenda global de desarrollo sostenible que fue adoptada
por los Estados Miembros de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), en la Cumbre Mundial sobre
Desarrollo Sostenible que tuvo lugar en septiembre de
201537. Dicha agenda comprende 17 objetivos de
desarrollo (ODS) y 169 metas que deberán ser cumplidas
por los países con miras al año 2030, con el fin de
transformar nuestro mundo y mejorar la calidad de vida
de todos los que habitamos en él. Se trata de una agenda
transversal y basada en un enfoque de derechos, que
requiere de la participación activa de los distintos
sectores de la comunidad para una efectiva
implementación.
525
Entre las ocho metas de este ODS 12 nos parece
pertinente destacar la vinculada con la gestión sostenible
y el uso eficiente de los recursos naturales (12.2), la que
alienta a las empresas, en especial las grandes empresas
y transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e
incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo
de presentación de informes (12.6) y la que refiere al
derecho a la información para que todas las personas
tengan los conocimientos pertinentes para el desarrollo
sostenible y los estilos de vida en armonía con la
naturaleza, fortaleciendo la capacidad científica y
tecnológica de los países más desfavorecidos (12.8).
526
I. Estabilidad macroeconómica ODS 1, 8, 10.
527
VIII. Inserción inteligente al mundo ODS 1, 2, 8, 11, 12, 13,
16, 17.
529
Otra de las herramientas descriptas por la ley es la
evaluación de impacto ambiental como herramienta que
permite conocer, valorar y prevenir los impactos que
originará una obra o actividad en el caso de que sea
ejecutada, es decir, cuantificar esos impactos en forma
previa y adoptar medidas de corrección o mitigación de
los mismos con un enfoque preventivo.
530
herramientas de gestión y de solución de conflictos. Entre
ellos, destacamos el de sustentabilidad, equidad
intergeneracional, progresividad, precautorio y
preventivo. Asimismo, la última parte del art. 14 del
Código Civil y Comercial de la Nación (CCCA) expresa que
ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos
individuales cuando pueda afectar gravemente al
ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en
general, tomando posición por la preeminencia de los
intereses colectivos en caso de colación entre ambos tipos
de derechos42.
531
una isla, sino que está inserta en un medio urbano, un
hábitat entendido en un sentido amplio, lo que incluye
“cuestiones como el acceso a servicios básicos de agua y
cloaca en tanto aspectos centrales para mejorarla, la
participación ciudadana para poder incorporar las
percepciones subjetivas, el desarrollo educativo, de salud,
recreación, así como aspectos típicamente físicos como la
materialidad de las viviendas, la cercanía a espacios
verdes, entre otros”46. Entender, así, al hábitat, permite
al consumidor de urbanismo acceder no solo al consumo
de la vivienda, sino también a un consumo digno y
sustentable de ésta, conforme con el art. 1094, CCCA.
Asimismo, la participación ciudadana en las cuestiones
relativas a lo urbano es un asunto tocado tangencialmente
por el Derecho del Consumidor, en lo que se refiere al
contralor de los servicios públicos47 (art. 42, CN), y que
merece un mayor desarrollo a futuro.
532
Previo a ingresar a su análisis legal hay que recalcar que,
como señalamos al principio de este trabajo, existe una
tensión entre la durabilidad de un producto y su consumo.
Lo reiteramos aquí, ya que se relaciona íntimamente con
las características de los bienes inmuebles. Generalmente,
cuando un consumidor adquiere una vivienda proyecta
en ella un plazo de uso más largo que para otros
productos y también el plan de vida de una persona en su
vivienda tiene un valor simbólico fuerte en nuestra
sociedad. El sueño de la vivienda propia tiene un peso
insoslayable48.
533
tiempo a cambio de lo digital. Así, el autor señala: “[…] El
orden digital desplaza todos los parámetros del ser.
‘Propiedad’, ‘vecindad’, ‘clan’, ‘estirpe’ y ‘estamento’ se
encuadran todos ellos en el orden del terreno, en el orden
de la tierra. La interconexión digital disuelve el clan, la
estirpe y la vecindad. La economía del compartir o del
sharing hace que también la ‘propiedad’ se vuelva
superflua, reemplazando por el acceso”51.
534
De este modo hay que tener en cuenta que conforme el
art. 75, inc. 22, de nuestra Constitución, los instrumentos
internacionales indicados en él “[…] en las condiciones de
su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan
artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y
deben entenderse como complementarios de los
derechos y garantías por ella reconocidos […]” Así, los
contenidos mínimos expuestos en el PIDESC gozan de una
supremacía superior a las leyes comunes “en las
condiciones de su vigencia”, es decir, tal como se
interpretan y se aplican en el Derecho Internacional53.
535
Por su parte, nuestra Constitución Nacional reconoce el
derecho al acceso a la vivienda digna en el art. 14 bis, que
resulta propio de los derechos de segunda generación que
hacen referencia a lo social. En este sentido, nuestro
Superior Tribunal nacional tuvo como norte el derecho a
la vivienda en varios casos donde se le dio prioridad
frente a otros: sobreendeudamiento familiar en casos de
ejecuciones hipotecarias y acceso a la vivienda digna a
personas en situación de calle56.
536
mayor nivel social, entre otras motivaciones, provocaron
nuevas formas de aprovechamiento como de las cosas
inmuebles, para satisfacer necesidades tanto
habitacionales, como recreativas, comerciales e
industriales”58.
537
emprendimientos –lo que significa un gran avance–,
existen otras que deben respetarse y tenerse en cuenta,
propias de cada jurisdicción provincial o municipal.
538
Previo a la sanción del Código Civil y Comercial de la
Nación, a los conjuntos inmobiliarios se les aplicaban
analógicamente diferentes figuras que existían en nuestra
legislación. Asimismo, las provincias en ejercicio del
poder de policía urbanística dictaron diferentes normas
que servían de marcos legales para una realidad
innegable donde esta modalidad de habitación se
extendía. En dicho contexto se dan múltiples relaciones
jurídicas y converge legislación pública como privada, lo
que hacía más compleja la situación: habitualmente la
subdivisión del suelo se realizaba a través del loteo o por
la vía de la propiedad horizontal y a partir de allí la
situación se resolvía por el emprendedor según las
conveniencias del desarrollo inmobiliario: el derecho de
los adquirentes podía ser de naturaleza real o personal, o
ambas61. En este contexto la doctrina indica que la
propiedad horizontal respondió de mejor manera a los
clubes de campo, barrios cerrados y similares. Sin
perjuicio de ello, resalta también que se ha adoptado una
combinación de Derechos Reales y Personales: el Derecho
Real de dominio recaía sobre la vivienda y otra entidad
resultaba propietaria de las parcelas comunes de las
cuales se reservaba el Derecho Real de servidumbre62.
539
En el art. 1887 del CCCA se enumeran como Derechos
Reales los conjuntos inmobiliarios, el tiempo compartido
y el cementerio privado. El Título VI se dedica a los
conjuntos inmobiliarios en general y a partir del art. 2073,
a los propiamente dichos y dispone: “Son conjuntos
inmobiliarios los clubes de campo, barrios cerrados o
privados, parques industriales, empresariales o náuticos,
o cualquier otro emprendimiento urbanístico
independientemente del destino de vivienda permanente
o temporaria, laboral, comercial o empresarial que tenga,
comprendidos asimismo aquellos que contemplan usos
mixtos, con arreglo a lo dispuesto en las normas
administrativas locales”.
540
privativas pueden hallarse construidas o en proceso de
construcción y solo son necesariamente comunes las
partes y los lugares del terreno destinados a vías de
circulación, acceso y comunicación, áreas específicas
destinadas al desarrollo de actividades deportivas,
recreativas y sociales. Por último, en lo que hace al tópico
del presente trabajo, el CCCA también plantea el derecho
de admisión al regular la transmisión de unidades.
541
medio de un tercero. De este modo, se pueden apreciar
diferentes aristas en cuanto se configure una relación de
consumo. Generalmente, la comercialización de estos
proyectos se materializa en contratos de compraventa
realizados a través de formularios de adhesión donde,
siempre y cuando las partes encuadren dentro de los
conceptos de consumidor y proveedor de los arts. 1º y 2º
de la Ley Nº 24.240, nos encontraremos frente a una
relación de consumo con todas las consecuencias
jurídicas que ello conlleva.
542
Es interesante traer a colación que se ha expresado que
“[…] todas las grandes ciudades, ya sean París o Tokio, se
han convertido ya en superficies comerciales. Es muy
importante que las ciudades encuentren un equilibrio
entre los recursos que garantizan su prosperidad y la
calidad de vida de quienes residen en ellas. De otra
manera, las ciudades se convierten en entidades
deshumanizadoras”63. De este modo, la experiencia local
ha demostrado que no se comercializa ni se ofrece un
producto inmobiliario pensando en el equilibrio de los
recursos, sino que se desarrolla un conjunto inmobiliario
de bajo costo económico, que puede poseer o no todos los
servicios básicos, financiado por la propia empresa
constructora o un tercero y comercializados por ellos
mismos u otros sujetos. Asimismo, se hace hincapié, no en
la calidad, diseño, desarrollo o construcción sustentable,
sino en determinadas comodidades que no hacen a la
funcionalidad del habitar y en el menor de los casos si se
presta atención y se ofrece un “barrio verde” es a los
simples efectos de comercializar un producto
“energéticamente sustentable” sin la debida información
o costos que tendrá mantener dicha estructura ecológica.
Es decir, la forma de organizar el suelo simplemente en la
experiencia hasta el día de hoy implica una plataforma
comercial más sin compromiso alguno con las
generaciones futuras64.
543
consumidor a aquellas “[…] personas físicas o jurídicas
que contratan a título oneroso para su consumo final o
beneficio propio o de su grupo familiar o social:
544
A su vez, el Decreto Nº 1.798/1994, que reglamentó la Ley
Nº 24.240/1993, en su art. 1º disponía: “[…] Serán
considerados asimismo consumidores o usuarios
quienes, en función de una eventual contratación a título
oneroso, reciban a título gratuito cosas o servicios (por
ejemplo: muestras gratis). b) En caso de venta de
viviendas prefabricadas, de los elementos para
construirlas o de inmuebles nuevos destinados a
vivienda, se facilitará al comprador una documentación
completa suscripta por el vendedor en la que se defina en
planta a escala la distribución de los distintos ambientes
de la vivienda y de todas las instalaciones, y sus detalles,
y las características de los materiales empleados. c) Se
entiende por nuevo el inmueble a construirse, en
construcción o que nunca haya sido ocupado”.
546
La hipervulnerabilidad de los consumidores requiere ser
definida desde una perspectiva más amplia que aquella
que tiene en cuenta exclusivamente las especiales
circunstancias personales de cada uno –género, edad,
situación socioeconómica, ocupación, condición de salud–
, para transitar hacia una definición con rasgos más
objetivos. No es una noción novedosa en el Derecho.
Recordemos que para la evaluación de la responsabilidad,
el derogado Código de Vélez Sarsfield incluía la pauta de
las circunstancias del modo, tiempo y lugar de las
obligaciones.
547
En materia de urbanismo, podríamos pensar que la
condición de vulnerabilidad está dada por: 1) la existencia
de un hecho técnico insuperable –relacionado con el
conocimiento especial que debería tener el adquirente
sobre los puntos desarrollados en un estudio de impacto
ambiental, de prefactibilidad hidráulica, de captación y
vuelco de efluentes líquidos–; 2) la imposibilidad de
cumplir acabadamente con el deber de información, y 3)
la potencialidad de exposición a daños irreparables o de
muy difícil reparación –que hasta podrían incluir una
condena por daño ambiental iniciada por un conjunto de
actores contra el desarrollo inmobiliario del que en
general terminan siendo socios, puesto que suelen
incorporarse a estos conjuntos inmobiliarios a través de
un fideicomiso en donde se transmite un lote de terreno y
una acción ordinaria que da derecho a participar de las
decisiones sociales.
548
que a su vez debe ser solidariamente asumido por las
entidades gubernamentales que son autoridad de
aplicación de normas ambientales, y su vinculación con la
garantía por defectos ocultos y el deber de seguridad del
desarrollista; así como también cuestiones asociadas a la
carga dinámica de la prueba y herramientas de
financiamiento de posibles daños ambientales, frente a
los procesos de remediación que podrían llegar a
intentarse en contra de los adquirentes.
549
definidos como megaemprendimientos, con el objetivo de
asegurarles a sus pobladores un mayor
autoabastecimiento de sus necesidades (de
esparcimiento, educativas, asistenciales, de consumo,
entre otras).
550
diferentes características desde el punto de vista
topográfico. Si bien la mayoría de los mismos se
encuentran en cotas de más de 15 metros de altura,
algunos emprendimientos, y en particular los de
comercialización más reciente, han sido localizados en
cotas inferiores a la mencionada, en zonas inundables”;
indicando en diferentes mapas cómo se halla superpuesta
la localización de los emprendimientos privados junto
con el valle de inundación del río Luján y de los demás
cursos de agua que atraviesan el partido69.
551
efluentes líquidos, que muy difìcilmente se encuentre en
condiciones de comprender acabadamente. No resulta
difícil imaginar cuán complejo de abordar puede llegar a
ser para un consumidor estándar.
553
al ser una zona urbana tiene la infraestructura básica para
funcionar como tal (suministro de energía,
pavimentación, etc.), cada cual con sus desafíos de
sostenibilidad particulares. Segundo, tiene un diseño y
brinda servicios accesorios para funcionar como un
barrio de lujo. Tercero, tiene viviendas con estándares de
calidad y estética elevados. Si se intenta desglosar estos
elementos, pronto se descubre la necesidad de un equipo
interdisciplinario para que un conjunto inmobiliario
exista como tal. Aun una persona con un nivel de vida y de
educación elevados tendría dificultades para informarse
cabalmente de todos los detalles necesarios para
cerciorarse de la sostenibilidad del conjunto inmobiliario.
554
suplir la imposibilidad de cumplir con el deber de
información compensándola con otros derechos en favor
del consumidor. Aquí, medidas de Responsabilidad Social
Empresaria pueden resultar beneficiosas. El conjunto
inmobiliario, como organización, es pasible de obtener
una certificación como las Normas ISO 14001 de Sistemas
de Gestión Ambiental. Si un proveedor puede garantizar
la sostenibilidad de su producto mediante una
certificación acorde y luego plasmarla como una
extensión a la obligación de saneamiento legal74, esa
garantía puede valer como una representación
comprensible para el consumidor de que el producto es
sustentable, a la vez que generar consecuencias jurídicas
para el proveedor en caso contrario. Una sugerencia más
lejana es la de suponer que en materia de consumidor, por
imperio del principio de acceso al consumo sustentable
(art. 1094, CCCA), las garantías pueden ejecutarse por
defectos relacionados a la sustentabilidad del producto
independientemente de su funcionamiento o integridad
actual; pero el Derecho no ha llegado a esos confines aún,
ni las garantías legales resultan derechos absolutos. Si
bien esta solución no es ideal, es preferible compensar la
falta de información con otros derechos que dejar al
consumidor a la deriva de la vulnerabilidad, y más aun si
esta actitud es adoptada por los proveedores de forma
voluntaria.
555
Hasta ahora hemos mencionado distintas adversidades
que pueden generar daño ambiental, tales como la
contaminación, la falta de respuesta o prevención ante
catástrofes naturales, la modificación del ambiente –en
particular, los caudales y remansos–, la disminución de la
biodiversidad y el exceso en el umbral de consumo. Todo
esto nos retrotrae a las herramientas del Derecho
Ambiental. Las analizaremos y, luego, las expandiremos
con soluciones particulares al Derecho del Consumidor.
556
tipo de actividad pública o privada, durante su
funcionamiento ordinario o por hechos imprevistos a lo
largo de su historia, que constituyan un riesgo
permanente y/o potencial para la salud de la población, el
ecosistema circundante y la propiedad, y que haya sido
abandonado por el responsable”.
557
ilícitos, entre ellos, el principio de la reparación integral,
sostener que se debe compensar ante un daño al medio
ambiente. Dicha compensación puede incluir una
indemnización por la merma o pérdida de bienes y
servicios ambientales y el pago por la restauración del
ambiente dañado. El pago por restauración supone el
hecho de que la recuperación natural no siempre será
suficiente para devolver un ambiente al estado previo al
acaecimiento del daño. En dichas instancias puede
requerirse de medidas de restauración activas para
devolver el ambiente a su estado anterior en la medida de
lo posible”78.
559
circunstantes81 deben tener derecho a una protección
mayor que un consumidor o un usuario cuando el daño a
circunstantes por causa de un defecto es razonablemente
predecible. Los consumidores y usuarios, por lo menos,
tienen la oportunidad de inspeccionar los productos
fabricados por fabricantes de renombre y vendidos por
vendedores de renombre; mientras que el circunstante
normalmente no tiene dicha oportunidad. En resumen, el
circunstante tiene una necesidad mayor de protección
ante productos defectuosos que son peligrosos, y si
alguna distinción debe hacerse entre circunstantes y
usuarios, esta debe hacerse en el sentido contrario a la
posición de los demandados, y extender aun más la
responsabilidad en favor del circunstante”82.
560
40, LDC). El Código Civil y Comercial de la Nación casi
incluye el instituto de los daños punitivos –con mejoras
sustanciales y aplicabilidad preferencial en materia de
ambiente83. Contar con una sanción para los
proveedores que provocan daño ambiental es beneficioso
si se tiene en cuenta la función preventiva –a futuro– de
este instituto.
VI. Conclusiones -
561
1. El urbanismo con una visión más amplia que la
meramente económica es un factor clave para el
desarrollo sostenible si se tiene en cuenta el crecimiento
acelerado de la urbanización en la región latinoamericana
y las deficiencias en la gestión del suelo, los recursos
hídricos y la infraestructura.
562
3. Los principales problemas de sostenibilidad que surgen
con los conjuntos inmobiliarios tienen que ver con el
control administrativo de los recursos hídricos, factor que
eleva la vulnerabilidad ante fenómenos climáticos y del
suelo.
563
Notas -
564
pertenece.
4. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 1.
5. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 6.
6. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 13.
7. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 14.
8. Torres Rodríguez, Andrea, “Coeficiente de Gini, el
detector de la desigualdad salarial”, 28 de noviembre de
2016.
9. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 18.
10. Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires,
“Coeficiente de Gini. Población ocupada según escala de
ingreso de la ocupación principal. Ciudad de Buenos
Aires. 4to. trimestre de 2014/1er. trimestre de 2017.
11. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 23.
12. BID, “Sostenibilidad Urbana en América Latina y el
Caribe”, 2011, p. 28.
13. La resiliencia es entendida como la capacidad de los
asentamientos humanos para resistir y recuperarse
rápidamente de cualquier peligro plausible. Informe
Nacional de la República Argentina, ob. cit., p. 6.
14. Departamento de Ordenación del Territorio y Medio
Ambiente del Gobierno Vasco, “Criterios de sostenibilidad
aplicables al planeamiento urbano”, Serie Programa
Marco Ambiental Nº 22, mayo de 2003, p. 5.
15. Departamento de Ordenación del Territorio y Medio
Ambiente del Gobierno Vasco, “Criterios de sostenibilidad
aplicables al planeamiento urbano”, mayo de 2003, p. 9.
16. PNUD, “Informe sobre Desarrollo Humano 2014.
Sostener el Progreso Humano: Reducir vulnerabilidades y
565
construir resiliencia”, 2014, ISBN: 9789210566650, p. 50.
17. PNUMA, 2011, “Hacia una economía verde: Guía para
el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”,
www.unep.org/greeneconomy, ISBN: 9789280731439,
p. 18.
18. PNUD, “Informe sobre Desarrollo Humano 2014.
Sostener el Progreso Humano: Reducir vulnerabilidades y
construir resiliencia”, 2014, ISBN: 9789210566650, p. 47.
19. Departamento de Ordenación del Territorio y Medio
Ambiente del Gobierno Vasco, “Criterios de sostenibilidad
aplicables al planeamiento urbano”, Serie Programa
Marco Ambiental Nº 22, mayo de 2003, p. 13.
20. Departamento de Ordenación del Territorio y Medio
Ambiente del Gobierno Vasco, “Criterios de sostenibilidad
aplicables al planeamiento urbano”, Serie Programa
Marco Ambiental Nº 22, mayo de 2003, pp. 3031.
21. PNUMA, 2011, “Hacia una economía verde: Guía para
el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”.
22. PNUMA, 2011, “Hacia una economía verde: Guía para
el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”.
23. PNUMA, 2011, “Hacia una economía verde: Guía para
el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”.
24. CAMACOL, “Anexo Técnico Nº 1. Código de
construcción sostenible en Colombia. Guía de
construcción sostenible para el ahorro de agua y energía
en edificaciones”, agosto 2013, pp. 1013. Accedido el
1922018.
25. PNUMA, 2011, “Hacia una economía verde: Guía para
el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”,
www.unep.org/greeneconomy, ISBN: 9789280731439,
pp. 133, 135.
26. Estevarena, Emiliano; Castagnola, Yamila (revisión),
“Un diálogo de consumo y desarrollo sustentable”, ob. cit.,
pp. 281303.
27. Referenciado por Orman, Marina, “El consumo
566
sustentable en la Argentina: experiencias, problemas y
desafíos (19952016)”, UNSAMCONICET, IV Jornadas de
Jóvenes Investigadores, Instituto de Investigaciones Gino
Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2007.
28. Ibídem. El resaltado nos pertenece.
29. Stiglitz, Gabriel, DJ 19973,73.
30. Citado por Aletti, Daniela y Semino, Cynthia V.,
“Herramientas para un consumo sustentable”, en
Revista[áDA Ciudad, Nº 3, Buenos Aires, Asociación de
Derecho Administrativo de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, 2010.
31. Benjamin, Antonio, Direito do Consumidor, Sao Paulo,
Instituto Brasileiro de Política e Direito do Consumidor,
Nº 8, ed. Revista dos Tribunais, 1993, p. 198. Citado por
Stiglitz, Gabriel, DJ 19973,73.
32. Durante los días 13 y 14 de marzo de 1998, se
celebraron en Mar del Plata las Jornadas Internacionales
y 3er. Congreso Argentino de Derecho del Consumidor,
presididos por el Dr. Augusto M. Morello, y organizados
por el Instituto Argentino de Derecho del Consumidor,
conjuntamente con la asociación marplatense “Acción de
Consumidores y Usuarios”.
33. Tambussi, Carlos E. “Contratos de consumo”, en
Código Civil y Comercial de la Nación, dirigido por Bueres,
A., T. I, Buenos Aires, Hammurabi, 2014, p. 630.
34. En la actualidad, la norma ha sido reemplazada por el
Decreto Nº 1.030/2016, que incorpora pautas similares
en sus arts. 36, 37, 62 y 115. Una vez más, se ha optado
por evitar definiciones sobre los alcances del concepto,
delegando en los organismos específicos esa facultad.
35. La Guía se encontraba publicada en la página web de
la Oficina Nacional de Contrataciones. Actualmente ya no
se encuentra disponible para su consulta y las
recomendaciones generales elaboradas por la anterior
gestión de gobierno no han sido actualizadas ni ampliadas
567
por la actual, lo cual constituye un verdadero retroceso en
la materia.
36. Garrido Cordobera, L., “El paradigma de la
sustentabilidad y su recepción en el Código Civil y
Comercial”, en Informe Ambiental Anual 2016, Buenos
Aires, Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
37. La Asamblea General aprobó el documento final de la
Cumbre de las Naciones Unidas titulado: “Transformar
nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible”, mediante Resolución Nº 70/1, del 25 de
septiembre de 2015.
38. “Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible. Una oportunidad para América Latina y el
Caribe”, CEPAL, Santiago de Chile, abril de 2017, p. 37.
39. Ibídem, p. 38.
40. Informe Voluntario Nacional de Argentina, elaborado
por el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas
Sociales y presentado ante el Foro Político de Alto Nivel
sobre Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, julio de
2017, p. 27.
41. “Un fiscal pide que frenen obras de countries para
evitar inundaciones”, Diario Clarín, 632016 y Aranda,
Darío, “Freno a los barrios privados”, Página 12, 1732016.
42. Como indicamos con anterioridad, señala Garrido
Cordobera, esta norma establece el paradigma de la
sustentabilidad que, unido a los criterios de
progresividad, de no regresión y pro homine serán muy
importantes para la aplicación del sistema normativo de
tutela de los derechos de incidencia colectiva.
43. Estevarena, Emiliano; Castagnola, Yamila (revisión),
“Un diálogo de consumo y desarrollo sustentable”, ob. cit.,
p. 286.
44. IRAMNMISO 14001:2002, Norma MERCOSUR,
Sistemas de Gestión Ambiental, 1ª edición, 20020131, p.
2.
568
45. CORTE IDH, “Caso Salvador Chiriboga vs. Ecuador”.
Sentencia del 6 de mayo de 2008 (Excepción Preliminar y
Fondo)”.
46. Informe Nacional de la República Argentina,
Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el
Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), septiembre de
2016, p. 13.
47. La participación ciudadana jurídicamente más
relevante en los últimos tiempos, no obstante, lejos de
relacionarse con la sostenibilidad urbana, se dio en el
marco del conflicto de los “tarifazos” del 2016. Ver: CSJN,
“Centro de Estudios para la Promoción de la Igualdad y la
Solidaridad y otros c/ Ministerio de Energía y Minería s/
amparo colectivo”, sentencia del 1882016.
48.
49.
50.
51. Byung Chul Han, La salvación de lo bello, Buenos
Aires, Ed. Herder, 2015, pp. 7274.
52.
53. CSJN, “Giroldi, Horacio y ot.”, 741995: “[…] la ya
recordada ‘jerarquía constitucional’ de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (considerando 5º)
ha sido establecida por voluntad expresa del
constituyente, ‘en las condiciones de su vigencia’ (art. 75,
inc. 22, 2º párrafo), esto es, tal como la Convención citada
efectivamente rige en el ámbito internacional y
considerando particularmente su efectiva aplicación
jurisprudencial por los tribunales internacionales
competentes para su interpretación y aplicación […]”.
54. Por ejemplo, de este modo, nuestra Corte Suprema de
Justicia de la Nación por imperio de una decisión de un
organismo internacional revisó la cosa juzgada. Nos
referimos a los casos en donde la Corte Interamericana
ordenó continuar con las investigaciones por violación a
569
los Derechos Humanos y así ordenó al Estado argentino
que no aplique el instituto de la prescripción. (Ver: CSJN,
“Derecho, René Jesús s/ incidente de prescripción de la
acción penal”, del 29112011) . “Que, por tanto, con el
objeto de dar estricto cumplimiento a lo ordenado por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos –en la
sentencia ‘Bueno Alves vs. Argentina’, notificada a este
Tribunal el 21 de septiembre de 2007–, corresponde
hacer lugar al recurso de revocatoria articulado, dejar sin
efecto el pronunciamiento apelado y devolver as
actuaciones a la instancia anterior para que, por quien
corresponda, se cumplimenten las pautas fijadas en dicho
fallo […]”. En la misma sentencia, en el voto del Dr.
Maqueda se desprende: “[…] 2º Que aun cuando es
criterio reiterado que las sentencias de la Corte no son
susceptibles del recurso intentado […], en el caso se
presentan circunstancias estrictamente excepcionales
que autorizan a apartarse de tal principio (R. 896. XLII
‘Rivadeneira, Rogelio Abel y otros c/ Lian S.A.’, resuelta el
20 de agosto de 2008) […]”. Por otro lado, en “Espósito,
Miguel Ángel s/ incidente de prescripción de la acción
penal promovido por su defensa”, del 23122004, la
mayoría de la CSJN sostuvo: “[…] 5º) Que, por lo tanto, el
recurrente ha limitado sus agravios a una mera
discrepancia con lo resuelto por la cámara sobre temas no
federales. Por regla general, ello constituiría fundamento
suficiente para rechazar el recurso extraordinario
introducido. Sin embargo, no puede soslayarse la
circunstancia de que en el sub lite el rechazo de la
apelación tendría como efecto inmediato la confirmación
de la declaración de prescripción de la acción penal, en
contravención a lo decidido por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en su sentencia del 18 de
septiembre de 2003, en el caso ‘Bulacio vs. Argentina’, en
el que se declara la responsabilidad internacional del
570
Estado Argentino –entre otros puntos– por la deficiente
tramitación de este expediente. 6º) Que la decisión
mencionada resulta de cumplimiento obligatorio para el
Estado Argentino (art. 68.1, CADH), por lo cual también
esta Corte, en principio, debe subordinar el contenido de
sus decisiones a las de dicho tribunal internacional […]”.
55. Corte Interamericana de Derechos Humanos,
“Almonacid Arellano vs. Chile”, de fecha 26 de septiembre
de 2006: “[…] 124. La Corte es consciente que los jueces y
tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y,
por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional como la
Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que
les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones
de la Convención no se vean mermados por la aplicación
de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio
carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer una especie de ‘control de
convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que
aplican en los casos concretos y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial
debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino
también la interpretación que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención
Americana […]”; por otro lado, en una sentencia posterior,
directamente obligó al Poder Judicial a ejercer el control
de convencionalidad, no una “especie”. Así, en
“Trabajadores cesados del Congreso (Aguado Alfaro y
otros) vs. Perú”, de fecha 24 de noviembre de 2006, la
CIDH dijo: “[…] los órganos del Poder Judicial deben
ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino
también de convencionalidad, ex officio, entre las normas
internas y la Convención Americana, evidentemente en el
571
marco de sus respectivas competencias y de las
regulaciones procesales pertinentes […]”.
56. CSJN, “Rinaldi, Francisco Augusto y otro c/ Guzmán
Toledo, Ronal Constante y otra s/ ejecución hipotecaria”,
1532007; “Q. C., S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires s/ amparo”, 2442012.
57. Mariani de Vidal, Marina; Abella, Adriana, Derechos
Reales en el Código Civil y Comercial, Buenos Aires, Ed.
Zavalia, 2016, p. 308.
58. Molina Quiroga, Eduardo, “Nuevos Derechos Reales en
el Código Civil y Comercial: Conjuntos inmobiliarios y
cementerios privados”, SAIJ, 2942015, recuperado de
www.infojus.gov.ar [Consultado: 682017].
59. Mariani de Vidal, Marina; Abella, Adriana, ob. cit., p.
307.
60. Ibídem, p. 308.
61. Molina Quiroga, E., ob. cit.
62. Mariani de Vidal, M.; Abella, A., ob. cit., pp. 310311.
63. Entrevista a David Le Breton, “Guardar silencio y
caminar son hoy día dos formas de resistencia política”,
publicado en Diario de Sevilla, 1922018.
64.
65. Mariani de Vidal, Marina; Abella, Adriana, ob. cit., pp.
312313.
66. Mosset Iturraspe, Jorge; Wajntraub, Javier, Ley de
Defensa del Consumidor, Santa Fe, Ed. Rubinzal Culzoni,
2010, pp. 5057.
67. Arizaga, María Cecilia, “Nuevas urbanizaciones
cerradas en los noventa: representaciones del suburbio
en sectores medios”, Documentos de Jóvenes
Investigadores, Nº 4, Instituto de Investigaciones Gino
Germani, Universidad de Buenos Aires, junio de 2003,
ISBN 9502907256.
68. Diario Clarín, “Pilar: convocan a los countries para
definir obras contra las inundaciones”, 6 de marzo de
572
2016, Suplemento Ciudades.
69. Alsina, Griselda y Borello, José Antonio (Coord.),
“Diagnóstico Ambiental del Partido de Pilar. Año 2002”,
Universidad Nacional de General Sarmiento, 2007, ISBN:
9876300075, p. 37.
70. Tabares, Julieta, “Derivaciones del consumo
sustentable como consecuencia del diálogo entre el
Derecho del Consumidor y el Derecho Ambiental”,
Ponencia, Comisión 6, Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, Universidad Nacional de La Plata, 2017.
71. Pérez Bustamante, Laura, Derechos del consumidor,
Buenos Aires, Astrea, 2004, p. 155.
72. Tabares, Julieta, ob. cit.
73. Marín, Marta, Lingüística y enseñanza de la lengua, 2ª
edición, Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 2008, pp.
2830, 77108, 133167.
74. Si bien en el Derecho del Consumidor se suele hablar
de la “garantía legal y técnica”, por imperio del diálogo de
fuentes (arts. 1º, 2º y concordantes del CCCA), resulta
conveniente usar un término más genérico como la
obligación de saneamiento.
75. CSJN, “Cruz, Felipa y Otros c/ Minera Alumbrera
Limited y Otro s/ Sumarísimo”. Fecha: 2322016.
76. Morales Lamberti, Alicia, Estudios de Derecho
Ambiental, 1ª edición, Córdoba, Alveroni Ediciones, 2008,
p. 6.
77. Por compensación nos referimos a la función
compensatoria del Derecho de Daños, es decir, la
obligación de reparar (art. 1716, CCCA), de devolver al
dañado a su situación anterior (art. 1740, CCCA). No
hablamos de “reparación”, porque en Derecho
Internacional puede referirse también a otras funciones
del Derecho de Daños, como la simbólica, es decir,
reconocer el daño. En cambio, compensación es el
término preferido en Derecho Internacional (ver
573
Principios UNIDROIT de los Contratos Comerciales
Internacionales). Por otro lado, incluso nuestro Derecho
ha adoptado en su jerga “daño compensatorio” como
sinónimo de la clásica indemnización por daños y
perjuicios (ver art. 1747, CCCA).
78. Corte Internacional de Justicia, “Certain Activities
carried out by Nicaragua in the Border Area (Costa Rica v.
Nicaragua) Question of compensation”, Informe de
prensa Nº 2018/8, 2 de febrero de 2018, p. 2.
79. Ídem.
80. Ver: Barocelli, Sebastián, “Los principios del Derecho
del Consumidor como orientadores de la interpretación y
aplicación en el diálogo de fuentes”, en Barocelli,
Sebastián (Coord.), Impactos del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación en el Derecho del Consumidor.
Diálogos y perspectivas a la luz de sus principios, ob. cit.,
pp. 837.
81. A diferencia del Derecho Argentino, la palabra
“bystander” no refiere a categoría de sujeto jurídico
alguna del Derecho Norteamericano; al contrario, es una
palabra de uso corriente. De allí, que no se utilice la
expresión “sujeto expuesto”.
82. “Elmore v. American Motors Corp.”, 70 Cal. 2d 578.
Accedido el 192 2018.
83. Lorenzetti, Ricardo Luis y otros, “Fundamentos del
anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación”,
pp. 178182.
84. “Desde tal sesgo, a la responsabilidad del fabricante le
sigue la de todo aquel que intervenga en la
comercialización y/o prestación de servicios cuando a
consecuencia de su actuación se causan daños
injustificados a las personas o sus bienes. Esta
responsabilidad se basa en la seguridad prometida al
consumidor –o razonablemente esperada por éste– con
respecto a la idoneidad del producto o servicio, y la
574
calidad que le es inherente. Es del caso señalar que el
fabricante del rodado es responsable por el vicio que
tiene el motor que adquirió el actor y por la consecuente
reparación insatisfactoria que luego realizaron sus
concesionarias oficiales, a quienes cuadra imponerles
también una responsabilidad solidaria por sus tareas
incumplidas, ya que el actor, en definitiva, tuvo que
recurrir a un taller no oficial para mitigar los defectos
mecánicos que afectan aún hoy al bien de marras”.
“Geddes, Enrique c/ General Motors de Argentina S.R.L. y
otros s/ sumarísimo”. Kölliker Frers Míguez Uzal.
Cámara Comercial: A. Fecha: 2052014. Ficha Nº:
000065906.
85. La responsabilidad del art. 40, LDC, es concurrente.
Primero, responde cualquiera de los proveedores ante él
y, luego, repiten los proveedores contra el miembro de la
cadena que es responsable por el daño. Aquellas cláusulas
entre miembros de una misma cadena que garanticen la
indemnidad ante esta norma son oponibles solo entre
partes –nunca al consumidor– y en la medida que no sea
considerada una cláusula abusiva en el marco de un
contrato de adhesión entre empresas.
575
Caren D. Kalafatich*
I. Aclaraciones preliminares -
576
de consumo, ostentan o evidencian una situación de
vulnerabilidad agravada o específica frente a la
vulnerabilidad general que cotidianamente enfrenta
cualquier consumidor.
577
basado en la filosofía individualista, por lo que el derecho
de acceso se limitaba al que formalmente tenían las
personas para litigar o defenderse en juicio. Así, la justicia
era solamente accesible para quienes podían afrontar sus
costos. Los juristas que predominaban en esta ideología
eran formulistas y dogmáticos, distanciados de la realidad
del proceso civil, estudiantes sólo de teoría y de manera
exegética. Como destacan los autores, en aquel momento,
tanto los juristas como los abogados no tenían conciencia
de los problemas de la mayoría de la gente.
Posteriormente, cuando las sociedades modernas fueron
abandonando la ideología liberal de corte individualista,
empezaron a surgir las tendencias hacia el
reconocimiento de los Derechos Sociales por parte de los
gobiernos, grupos e individuos. En este nuevo devenir, el
acceso a la justicia se convirtió en el principal derecho, es
decir, el más importante de los Derechos Humanos,
constituyéndose en la columna vertebral de todo el
Derecho Procesal Civil. En este contexto, los juristas
tienen que admitir que las normas procesales cumplen
una función social3.
579
equilibradoras que consagran una suerte de igualdad por
compensación7.
580
lo que atañe al Poder Judicial (o, mejor dicho, en el rol de
los jueces en el proceso), y en particular, en lo que refiere
a las estructuras procesales (o, dicho de otro modo, los
sistemas de resolución de conflictos entendidos en
sentido amplio). Puede observarse que los jueces
continúan ejerciendo un rol clásico (o decimonónico)
desde el cual, abstraídos de la realidad extraprocesal
desigual en la que operan o se desenvuelven las
relaciones de consumo, aplican las normas procesales con
un rigorismo desmedido (v. gr.: los diversos avatares en
torno a la aplicación y alcance del beneficio de justicia
gratuita9), generando lo que se ha dado a conocer como
la “revictimización procesal”10 de los consumidores.
581
Ante lo expuesto deviene oportuno traer a colación las
palabras de los autores ya reseñados, en tanto
reconocieron que “los sistemas legales no pueden tener ‘a
la medida’ procedimientos y tribunales para cada clase de
conflicto”11. En esta línea, apuntaron a que “la
proliferación de tribunales especiales puede ser un
obstáculo para el efectivo acceso”12 y que, “desde que un
grande y creciente número de personas, grupos e
intereses, antes no representados, están teniendo ahora
acceso a los tribunales y a otros órganos similares […] la
presión sobre el sistema legal, para que reduzca su campo
y se encuentren procedimientos aún más sencillos,
aumenta sin cesar”13.
582
En línea con lo antedicho, se ha entendido también que “el
derecho a la tutela judicial efectiva comprende, en un
triple e inescindible enfoque: a) La libertad de acceso a la
justicia, eliminando los obstáculos procesales que
pudieran impedirlo. b) De obtener una sentencia de
fondo, es decir motivada y fundada, en un tiempo
razonable, más allá del acierto de dicha decisión. c) Que
esa sentencia se cumpla, o sea a la ejecutoriedad del
fallo”15.
583
Actualmente no hay mecanismos en el ordenamiento
procesal vigente para sortear la situación de la falta de
recursos para conseguir un abogado. También puede
reconocerse sin hesitaciones que, aunque la Defensa
Pública tiene como competencia expresa el patrocinio y
representación de los consumidores (art. 42, inciso c de la
Ley Nº 27.149), históricamente sus recursos no han
alcanzado para afrontar todas las demandas que
cotidianamente recibe, por lo que, en la generalidad de los
casos, un reclamo de un consumidor de clase media baja
que tiene un problema con su empresa de cable o
telefonía no resulta prioritario en la agenda institucional.
A ello se agrega lo ya dicho respecto a que no siempre los
consumidores saben que pueden recurrir a estos
organismos en búsqueda de asesoramiento legal, o bien,
que estas instituciones no siempre cuentan con personal
técnico especializado en estos temas, en razón de no ser
un área estratégica como lo podrían ser penal, salud,
entre otras. Algunas veces puede observarse que las
defensas públicas litigan casos de consumo, aunque no los
consideren de esa forma, como por ejemplo, cuando
reclaman prestaciones de salud para personas con
discapacidad.
584
personas pobres o indigentes, e incluso difundir más la
posibilidad de que los consumidores concurran a sus
oficinas. Pero como dijéramos, el problema mayor es de
recursos económicos y humanos. Y si bien el Estado
intentó avanzar en soluciones, al sancionarse la Ley Nº
26.993 del Sistema de Resolución de Conflictos en las
Relaciones de Consumo, la propuesta no fue buena en
términos de acceso a la justicia y, aun así, ha quedado
trunca desde 2014 por la falta de implementación de la
Justicia Nacional de las Relaciones de Consumo. Las
razones por las que decimos que las soluciones
propuestas para estos problemas de acceso a la justicia no
fueron buenas son varias y las señalaremos a
continuación.
586
abusos, como la violación al art. 36 de la Ley Nº 24.240,
que es una norma de orden público.
588
y que, a su vez, comprende también el derecho a un
recurso judicial efectivo y adecuado, resulta relevante
señalar –a los efectos de este apartado– que dicho recurso
podrá ser individual o colectivo, según se adecúe mejor al
caso que se judicializará. En esta línea, la Comisión IDH
indicó: “El art. 25 de la Convención establece el deber
estatal de crear un recurso sencillo, rápido y efectivo para
la protección de los derechos humanos. Para ser
considerados idóneos, debe tratarse de recursos
sencillos, urgentes, informales, accesibles y tramitados
por órganos independientes; que deben poder tramitarse
como recursos individuales y como acciones cautelares
colectivas a fin de resguardar los derechos de un grupo
determinado o determinable”20.
589
Asimismo, la Comisión IDH manifestó: “[…] es indudable
que los Derechos Sociales tienen una dimensión colectiva
y, por ello, su vulneración suele presentarse como
afectación de grupos o colectivos más o menos
determinados. Lo mismo puede decirse de aquellas
acciones estatales que impactan en sectores sociales
excluidos y que suelen presentarse como prácticas
generales que configuran situaciones de características
estructurales y que demandan remedios de naturaleza
colectiva, tal como la afectación de Derechos Civiles,
Políticos y Sociales de una comunidad indígena o de una
población desplazada. […] un componente esencial de la
exigibilidad de los derechos en la justicia es la posibilidad
de contar con este tipo de acciones de representación de
intereses públicos o colectivos, cualquiera sea su diseño
procesal. Este derecho está comprendido en el artículo 25
de la Convención Americana, y se encuentra vinculado
íntimamente con el derecho de asociación y de
participación en los asuntos públicos, en tanto se trata del
tipo de recursos judiciales idóneos y efectivos para la
tutela de este tipo de derechos. Es común que los
remedios judiciales del tipo se encuentren limitados o
condicionados por normas procesales reglamentarias o
por una jurisprudencia restrictiva en cuanto a la
legitimación activa, los medios de prueba, el régimen de
costas y los costos del proceso, y las vías de ejecución de
decisiones. Encuadrar estas acciones en el ámbito del
derecho a la tutela judicial efectiva de los Derechos
Humanos en su dimensión colectiva, permite brindar
algunas líneas más claras sobre el tipo de reglamentación
que los Estados pueden o no realizar”22.
590
Ahora bien, esto nos lleva a explorar respecto al marco
normativo, jurisprudencial y reglamentario en el que se
desenvuelven los procesos colectivos de consumo en
Argentina. La tutela de los derechos de incidencia
colectiva comienza a tomar forma normativa con la
Reforma de la Constitución Nacional del año 1994. Allí, se
modificó el art. 43 y se estableció: “Toda persona puede
interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre
que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo
acto u omisión de autoridades públicas o de particulares,
que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere
o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta,
derechos y garantías reconocidos por esta Constitución,
un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto
u omisión lesiva.
591
los litigios colectivos. A la fecha, se continúan procesando
estos conflictos a la luz de pautas adjetivas clásicas que
fueron pensadas para el procesamiento de los
tradicionales conflictos de corte individual23. En lo
específico a las relaciones de consumo, si bien es cierto
que la Ley Nº 24.240 contiene algunas normas aisladas
relativas a los procesos colectivos (v. gr., arts. 52, 54, 55),
dichas prescripciones no constituyen en sí una regulación
sistémica y completa siquiera para este tipo de conflictos.
593
consumidores afectados sean o no hipervulnerables). El
problema, o mejor dicho la desinterpretación, aparece
cuando la Corte aprueba la Acordada Nº 12/2016, por
medio de la cual reglamenta la regla para los procesos
sobre derechos individuales homogéneos (es decir, la
exigencia de acreditar “la afectación del derecho de
acceso a la justicia de los integrantes del colectivo
involucrado”), sin receptar la excepción (v. gr., casos de
consumo) que elaboró en su propio precedente más de
ocho años atrás.
594
tienden a facilitar el acceso a la justicia. En este sentido, se
ha dicho: “Los procesos colectivos tienden a facilitar el
acceso a la justicia de conflictos que de otro modo
quedarían marginados del sistema debido a los conocidos
obstáculos materiales (económicos) y personales
(sociales y culturales) que impiden el ejercicio efectivo de
los derechos por parte de la ciudadanía, tales como el
desconocimiento de los derechos (potenciado cuando se
pone en juego la aplicación de marcos normativos o
cuadros regulatorios complejos), la falta de acceso a la
información por parte de los afectados (agravada en
general por la insuficiencia de medios para obtenerla), la
relación costo beneficio desfavorable para el accionar
individual (excesivo costo que conlleva el remedio, frente
a la escasa cuantía del beneficio ulterior), entre otras”25.
En esta línea, Verbic ha sostenido que “la efectividad del
proceso colectivo para superar estas situaciones de
desigualdad que inciden sobre las posibilidades reales de
acceso a la justicia es la razón más importante por la cual
esta herramienta ha sido objeto de ataques constantes y
sistemáticos por parte de los grupos económicos y los
sectores políticos conservadores”26.
597
Liminarmente, corresponde aclarar que las afirmaciones
que en este apartado se sostengan toman como base el
modelo procesal de “solución de controversias justas”,
conforme lo ha desarrollado Michele Taruffo. El autor
señalado, tomando palabras de Bentham, identificó la
cuestión de la siguiente manera: “factual truth is an
essenctial element of substantive justice”. Por
consecuencia, “la determinación de la verdad de los
hechos en el proceso es posible y
598
Sin perjuicio de ello, creemos que parte de la confusión
entre los institutos tiene como origen la propia Ley de
Defensa del Consumidor. Ello es así, toda vez que al
momento de llevarse a cabo la reforma de la LDC –a través
de la Ley Nº 26.361 en el año 2008–, se tomó como una de
las fuentes principales de la misma el Código de Defensa
del Consumidor de Brasil, que sí prevé la inversión de la
carga probatoria como un derecho específico del
consumidor que procede cuando su hipótesis sea
verosímil o cuando se trate de un consumidor
hiposuficiente, de acuerdo a las reglas ordinarias de la
experiencia32. Pese a que la fuente sí regula la carga
dinámica como Derecho del Consumidor, nuestra norma
receptó simplemente el principio de colaboración.
600
aplicable por derivación de otros principios, como el de
amplio acceso a la prueba o la garantía de igualdad (art.
16, CN) en sentido material. En efecto, mal podría
considerarse válida o razonable una sentencia que, ante
determinados supuestos objetivos (v. gr., dificultad
probatoria de quien alega, y facilidad probatoria para
quien no tiene la carga), haga aplicación de las reglas
clásicas de carga de la prueba con desinterés de la
manifiesta desigualdad de las partes34. En esta línea,
Carpes cita un precedente del Superior Tribunal de
Justicia brasileño, que sostuvo: “[…] aunque no haya sido
expresamente contemplada en el CPC, una interpretación
sistemática de nuestra legislación procesal, inclusive por
bases constitucionales, confiere una amplia legitimidad a
la aplicación de la teoría de la distribución dinámica de la
carga de la prueba según la cual esa carga recae sobre
quien tenga mejores condiciones de producir la prueba,
conforme las circunstancias fácticas de cada caso” (Resp.
1286704/SP, Rel. Ministra Nancy Andrighi, Terceira Sala,
decidido en 22102013, DJe 28102013)35.
602
En consecuencia, consideramos que cuando estamos ante
casos judiciales de consumidores hipervulnerables, y en
atención a su especial situación de notoria y agravada
asimetría para con su contrincante procesal,
correspondería dejar de lado las discusiones académicas
en torno a la distinción o no del principio de colaboración
y la carga probatoria dinámica (y sobre si ésta última está
o no regulada en el ordenamiento consumerista o en el
CCCN), aplicando el principio pro homine o pro
consumidor y considerando, como hemos dicho, que
ambos institutos tienen base constitucional. En razón de
ello, correspondería que luego de la traba de la litis,
cuando la plataforma fáctica a probar ya está definida, el
juez proceda a evaluar si la regla general de la carga de la
prueba es razonable o no, según la posición relativa de
cada una de las partes y con especial consideración de la
del consumidor hipervulnerable. Es decir, deberá
controlar si en el caso concreto se encuentran presentes
los presupuestos objetivos para invertir la carga, y de ser
así, deberá comunicarlo a las partes de manera temprana
u oportuna (v. gr., en el proceso por audiencias sería en la
audiencia preliminar) y explicitando los fundamentos
para tal decisión. De esta forma, estaría dando
cumplimiento a la función subjetiva del onus probandi.
604
Ahora bien, introduciéndonos a un somero análisis
teórico del tema, coincidimos con aquellos autores que
entienden que el fenómeno del sobreendeudamiento
debe ser abordado necesariamente desde un análisis
contextual. Así, el sociólogo Zygmunt Bauman se ha
sostenido que la nuestra es la “sociedad de
consumidores”, lo cual “implica un tipo de sociedad que
promueve, alienta o refuerza la elección de un estilo y una
estrategia de vida consumista, y que desaprueba toda
opción cultural alternativa; una sociedad en la cual
amoldarse a los preceptos de la cultura del consumo y
ceñirse estrictamente a ellos es, a todos los efectos
prácticos, la única elección unánimemente aprobada”39.
605
De esta forma, podemos observar que el
sobreendeudamiento se da en un contexto complejo en el
cual el consumo es alentado y promovido de manera no
sostenible41 por diversas fuerzas que operan dentro de
la sociedad, entre ellas la del Estado (como herramienta
de crecimiento económico42), donde el lugar que las
personas ocupan dentro del entramado social está
definido por el “nivel de consumo” que ostentan, y la
voluntad se encuentra viciada invisiblemente43; resulta
cuanto menos difícil determinar a priori la existencia de
una única causa o razón para que las personas puedan
consumir más crédito del que efectivamente pueden
pagar de acuerdo con su situación patrimonial.
606
mundo occidental […] hasta el punto de haberse
constituido como uno de los principales problemas de la
sociedad de nuestros días”47. Asimismo, se ha dicho que
por más de que se encuentra presente en todo el mundo,
este problema afecta con mayor fuerza en las sociedades
más desiguales y marcadas por el desmembramiento del
tejido de solidaridad48.
607
deudas ya no es una opción sensata, alegremente
perseguida hacia la movilidad de la clase media y las
comodidades que brinda el consumo, como lo fue para
una porción importante de la población del Norte en la
posguerra. El endeudamiento se ha convertido en un
escenario general y permanente, que la mayoría vive
como una situación de impotencia, por no decir de
sometimiento”51.
608
situaciones personales del consumidor (desempleo,
problemas de salud, etc.)54. Podríamos agregar a la
desagregación que propone la autora, una causal que se
encuentra invisibilizada socialmente: la obsolescencia
programada55. La misma autora señala que “los estudios
estadísticos de todas las latitudes son reveladores de las
manifestaciones y niveles del problema: alto nivel de
endeudamiento, estimulado por políticas de crédito
blandas y aparente bonanza económica; paralización de
amplios sectores de la actividad productiva;
implementación de medidas de crisis que afectan la
integridad del salario, lo recortan o restringen56 la
disponibilidad del mismo; crecimiento alarmante del
desempleo: alto nivel de morosidad y de incumplimiento
insuperable; incremento de solicitudes de concurso,
etc.”57.
611
Ante el cobro de un crédito, la conducta habitual del
sujeto endeudado es pasiva. Estas personas no pueden
afrontar sus deudas, mucho menos pagar un abogado.
Muchas veces además no conocen la existencia de
mecanismos de defensa gratuita. Ahora, cuando la
situación se agrava, es decir, hay muchos juicios de cobro
de deuda o ejecuciones, el único escape que encuentran es
a través de la Ley de Concursos y Quiebras, por medio de
procedimientos cuyo enfoque es cubrir el pasivo sin
proteger al sujeto vulnerable de manera debida.
612
Algo debe quedar claro en todo esto. Los comerciantes
que entregan créditos lo hacen con intereses lucrativos
muchas veces desmedidos y no por pura filantropía. Sin
perjuicio de ello, todo acreedor tiene derecho al recupero
del crédito, y al mismo tiempo, tiene la obligación de
entregarlo de manera responsable: dentro de los niveles
de capacidad económica de cada solicitante, con
información adecuada, aconsejando al consumidor, entre
otras garantías.
613
mayor carga de trabajo de los juzgados civiles y
comerciales corresponde a la cobranza de deudas63; (ii)
cuando el consumidor no puede pagar debe acudir a
procesos concursales o falenciales que no son adecuados
a su problemática y que ponen en riesgo su vivienda o
salario (y con ello, su posibilidad de subsistencia y la de
su grupo familiar)64; (iii) no existen mecanismos
efectivos para la solución de la insolvencia de las personas
físicas no comerciantes que se estructuren sobre un
enfoque que, sin desconocer el derecho patrimonial del
acreedor, permitan garantizar el mínimo existencial para
el desarrollo de una vida digna de aquel sujeto que por
diversas causas ha contraído un pasivo que no puede
afrontar; (iv) esta situación evidencia una clara afectación
al derecho fundamental de acceso a la justicia pero los
procesos de reforma no se hacen eco de esta problemática
social, la cual continúa invisible en la agenda
reformista65; (v) pese a todo lo dicho, sigue ganando paso
en la mesa de discusión la preocupación en relación a la
“agilización” de los cobros (v. gr., a través de procesos
monitorios) por encima de la necesidad de equilibrar o
balancear los derechos en juego.
615
ello que consideramos que el Estado debería avanzar en
su regulación a los efectos de garantizar mecanismos
procesales idóneos para la tutela judicial efectiva (y, en
consecuencia, el efectivo acceso a la justicia) de todos los
consumidores hipervulnerables que se encuentran
sobreendeudados.
VI. Conclusión -
616
sistema de procesamiento de conflictos (yuxtaposición de
estructuras), existen problemas de legitimación para
acceder a usar muchas de las herramientas, incluso
mucho peores (por ej., procesos colectivos), etc.
617
Seguidamente, sostuvimos que en los casos (individuales
o colectivos) donde hay un consumidor sobreendeudado,
deben sortearse las discusiones académicas en torno a la
distinción de la colaboración y las cargas dinámicas, y
aplicar éstas últimas, estén o no reguladas, en razón de
que las mismas tienen un sustento constitucional y son
necesarias para alcanzar la igualdad material en estos
conflictos de evidente asimetría entre los litigantes. El
traslado de la carga probatoria al sujeto que se enfrenta a
un consumidor hipervulnerable permitirá allanar el
acceso a la justicia de los mismos.
618
general y la falta de regulaciones integrales que
contemplen la situación judicial del consumidor como
actor y como demandado, como sucedió al sancionarse la
Ley Nº 26.993. En sintonía con estos puntos, afirmamos
que un modelo judicial basado en la resolución justa de
las controversias exige un juez activo que, en uso de sus
facultades (tanto las 100 Reglas de Brasilia como las
contenidas en los ordenamientos adjetivos y sustantivos),
tome las decisiones necesarias para equilibrar las
asimetrías y resolver los conflictos, siempre en miras a la
tutela judicial efectiva de los consumidores
hipervulnerables. Esta afirmación no puede llevarnos a
interpretar que puede violarse el debido proceso o que
debe resolver siempre a favor de quien no tiene razón
sólo por ser un sujeto vulnerable. Lo que estas líneas
expresan es que, sin un juez activo que humanice el
proceso, que equilibre a los contrincantes y que evite los
abusos no podrá haber tutela judicial efectiva de los
consumidores hipervulnerables. Un juez pasivo, que
actúe como árbitro ajeno al conflicto y que espera que las
partes administren el proceso, solamente resulta
funcional a los litigantes poderosos.
619
Notas -
621
párrafo 77, p. 17.
11. Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant, ob. cit., p. 180.
12. Ibídem, p. 181.
13. Ibídem, p. 182.
14. Abramovich, Víctor, “Una aproximación al enfoque de
derechos en las estrategias y políticas de desarrollo”,
Revista de la CEPAL Nº 88, abril 2016.
15. Grillo, Iride Isabel María, “El derecho a la tutela
judicial efectiva”.
16. Siendo que en nuestro país existe un monopolio a
favor de los abogados para patrocinar reclamos ante la
justicia y entendiendo que no siempre los consumidores
contarán con recursos para poder afrontar los gastos que
demanda contratar un abogado (defensor técnico
privado), toma mayor importancia la defensa pública (por
medio del ministerio público de la defensa) y por lo tanto,
la necesidad de que en ella existan recursos humanos
especializados en temáticas relativas a la defensa del
consumidor.
17. Las primeras manifestaciones del “derecho a la
autorrepresentación” se dieron dentro de la justicia de
pequeñas causas, una institución híbrida para definir en
tanto engloba los conflictos que la ley de cada lugar
determina que debe alcanzar. Lo peligroso es que en
algunas jurisdicciones expresamente incluye los
conflictos de consumo; ver, por ej., art. 375 del Código
Civil y Comercial de Mendoza. Otro ejemplo claro fue el
art. 9º de la Ley Nº 26.993, que determinaba la “asistencia
letrada no obligatoria”.
18. Esto es así siempre, aunque reconozcamos que los
niveles de asimetría puedan variar, por ej., no será lo
mismo enfrentarse ante un vendedor aislado de un
comercio barrial que ante una cadena de
electrodomésticos o una empresa multinacional. Lo
cierto, en todos los casos, es que hay asimetría y que
622
cuando en los conflictos el polo activo (actor o
reclamante) es un consumidor hipervulnerable, la
asimetría es palmaria.
19. Autos: “Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. c/ Dayan,
Gonzalo s/ cobro ejecutivo”, Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, Sala F, 1922015.
20. Comisión IDH, “El acceso a la justicia como garantía de
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Estudio
de los estándares fijados por el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos”, 2007.
21. Ídem.
22. Ídem.
23. Ver Verbic, Francisco, “Por una necesaria y urgente
reforma que permita una tutela judicial adecuada de
usuarios y consumidores en Argentina”.
24. Considerando 12, “Halabi”, CSJN, 2009.
25. Giannini, Leandro J.; Pérez Hazaña, Alejandro;
Kalafatich, Caren; Rusconi, Dante; Salgado, J. María;
Sucunza, Matías A.; Tau, Matías R.; Ucín, Carlota y Verbic,
Francisco, en “Propuesta de bases para la discusión de un
proyecto de ley que regule los procesos colectivos”,
Revista de Derecho Procesal, Rubinzal, 2016.
26. Verbic, Francisco, “Manual de introducción a los
procesos colectivos y a las acciones de clase”, en Diálogo
multidisciplinario sobre la nueva justicia civil de
Latinoamérica, Fandiño, Marco y González, Leonel
(Directores), Chile, CEJA, 2017, p. 270.
27. Algo así puede observarse en la Regla 23 del Federal
Rules of Civil Procedural, cuando indica certificación “a
class action is superior to other available methods for
fairly and efficiently adjudicating the controversy”,
apartado b) 3).
28. “Asociación REDI y otros c/ EN Ministerio de
Desarrollo Social s/ amparos y sumarísimos” (Causa Nº
39031/2017), Sala 2 de la Cámara Federal de la Seguridad
623
Social, resolución de fecha 9112017.
29. Taruffo, Michele, Simplemente la verdad. El juez y la
construcción de los hechos, Madrid, Ed. Marcial Pons,
2010, p. 137.
30. Ver Giannini, Leandro, Principio de colaboración y
carga dinámica (una distinción necesaria), Buenos Aires,
Ed. La Ley, 2010F1136; y del mismo autor, “Principio de
colaboración y ‘carga probatoria dinámica de la prueba’
en el Código Civil y Comercial”, La Ley, 2016F217.
31. Giannini, Leandro, Principio de colaboración y carga
dinámica (una distinción necesaria), ob. cit., p. 1.
32. El texto de la Ley Nº 8.078 indica: “Art. 6º São direitos
básicos do con
sumidor: VIII a facilitação da defesa de seus direitos,
inclusive com a inversão do ônus da prova, a seu favor, no
processo civil, quando, a critério do juiz, for verossímil a
alegação ou quando for ele hipossuficiente, segundo as
regras ordinárias de experiências”. Carpes indica que
para constatar la hiposuficiencia hay que realizar un
juicio de desigualdad entre los litigantes. El citado autor
afirma que la dinamización de la carga de la prueba fue
incorporada al nuevo Código Procesal Civil brasileño, y su
aplicabilidad presupone una (i) no ruptura de la igualdad,
(ii) respeto por el derecho a la prueba, y (iii) que no se
imponga a la parte un cumplimiento del encargo
imposible o excesivamente difícil. Carpes, Artur T., “Carga
de la prueba dinámica y el postulado de razonabilidad”,
en AA.
VV., Prueba y proceso judicial, Renzo Cavani y Vitor de
Paula Ramos (Coord.), 1ª edición, Breña, Ed. Pacífico
Editores S.A.C., 2015, p. 354.
33. Morello, Augusto M., La prueba. Tendencias
modernas, Buenos Aires, Ed. AbeledoPerrot, 1991, pp.
6364.
34. Ver Carpes, Artur T., “Carga de la prueba dinámica y el
624
postulado de razonabilidad”, ob. cit., p. 358, el autor
afirma: “[…] es mediante la utilización del postulado
normativo de la razonabilidad que frecuentemente el
Superior Tribunal de Justicia legitima la aplicación de la
regla de la distribución de la carga de la prueba en
perspectiva dinámica, esto es, mediante una regulación
distinta de aquella que se extrae de la interpretación
literal del texto del art. 333, CPC, y del art. 380, I y II, PL
8.046/10. En efecto, la razonabilidad, utilizada en la
perspectiva de la equidad, actúa en función de armonizar
la norma general al caso individual”.
35. Carpes, Artur T., “Carga de la prueba dinámica y el
postulado de razonabilidad”, ob. cit., p. 353.
36. Para Taruffo, la inversión de la carga probatoria a
través de presunciones legales tiene sustento
constitucional (ob. cit., 2010, pp. 260261) pero no así
cuando se trata del juez (ob. cit., 2010, pp. 261262). El
autor pareciera encontrar el problema en la
“discrecionalidad” del juez; en consecuencia, distingue
entre ordenamientos en donde hay norma habilitante
para tal discrecionalidad (el ordenamiento español) y
ordenamientos donde no hay norma habilidad (el
ordenamiento italiano). Sobre éste último, sostiene “no es
fácil reconocer al juez el poder discrecional de asignar
esas cargas de modo diverso al previsto por la ley” (ob.
cit., 2010, p. 261). Taruffo entiende que habría
“preferencias subjetivas” del juez que en algún punto
lesionan la debida imparcialidad.
37. Si en una etapa preliminar el juez elabora una
presunción para invertir la carga de la prueba –o dicho de
otro modo, se aparta de la regla general a través de la
construcción de una presunción–, y lo manifiesta a las
partes en una decisión fundada que garantice el derecho
al contradictorio, no habría lesión al debido proceso.
38. Rusconi, Dante D., Manual de Derecho del
625
Consumidor, ob. cit., 2ª edición, 2015, p. 150.
39. Arias Cáu, Esteban J. y Barocelli, Sergio S., “El
sobreendeudamiento del consumidor y la adicción al
consumo”, Microjuris, 2013, p. 2.
40. Ross, Andrew, La creditocracia y los argumentos para
resistirse al pago de las deudas, EUDEBA, 2016, p. 11.
41. Aquí nos referimos a patrones de consumo que no son
sostenibles desde lo ambiental, económico y social, que se
basan en la reproducción del ciclo “comprar, tirar,
comprar”, y que se vinculan con una matriz productiva
basada en productos de poca duración (real o ficticia).
42. En el caso de Argentina, durante los últimos años hubo
una fuerte política estatal para permitir mayor acceso al
crédito para consumo, esto puede observarse con planes
de acceso al crédito a jubilados y pensionados a través del
mecanismo “Argenta”, o la promoción de planes en cuotas
“sin interés” conocidos como “Ahora 12”. Esto no fue
acompañado por mecanismos efectivos para la
prevención del sobreendeudamiento ni del saneamiento
del mismo. Ello generó que proliferaran procesos de
quiebras de consumidores y nuevas problemáticas
asociadas como la pérdida del empleo, de la vivienda, etc.
Si bien es un mecanismo para alentar el crecimiento
económico desde el consumo no es negativo en sí mismo,
es necesario advertir los problemas serios que esto
plantea si no se acompañan mecanismos efectivos para
las consecuencias negativas (nuevos excluidos sociales).
Para la situación en Brasil ver Borges Tosta Figueiredo,
Natália, “Superendividamento do consumidor e a
necessidade de tutela estatal”, en Sociedade de Consumo,
pesquisas em direito do consumidor, do Amaral Ferreira,
Vitor; Faria de Carvalho, Diógenes; Dos Santos, Nivaldo
(Organizadores), Editora PUC GOIÁS, 2015. En este
artículo la autora va mostrando cómo fue la expansión del
acceso al crédito en Brasil y los efectos positivos y
626
negativos que produjo en la sociedad.
43. Decimos esto en razón de lo que diversos autores
señalan sobre el marketing o la publicidad, y lo que
actualmente se conoce como la obsolescencia
programada.
44. Barocelli, Sergio S. y Rodríguez, Gonzalo M.,
“Sobreendeudamiento y pagarés de consumo”,
Jurisprudencia Argentina, Abeledo Perrot, 2013, p. 1.
45. El proceso multidimensional de progresiva ruptura
social, que separa grupos e individuos de las relaciones
sociales y de las instituciones, y que les impide la plena
participación en las actividades normales y
normativamente prescritas de la sociedad en la que viven
(Del Negro 2016:388). Esta misma autora sostiene que
poner “el foco sobre la dimensión ‘relacional’ del
problema desplaza la atención hacia la recuperación de la
persona deudora para reactivarla no tanto en un
comportamiento de consumo tout court, sino de un
consumo ‘responsable’, rehabilitándola en las esferas
personales y familiares, además de reincorporar la
motivación económica en las relacionas sociales en las
que radica (embedded)” (Del Negro 2016:390).
46. En este sentido puede verse Japaze, M. B., “La
protección del consumidor frente al
sobreendeudamiento”, en Picasso (dir.), Vázquez Ferreira
(dir.), La ley de Defensa del Consumidor, T. III, Parte
Especial, Ed. La Ley, 2011.
47. Gutiérrez de Cabidies, Pablo, El sobreendeudamiento
doméstico: prevención y solución. Crisis económica,
crédito, familias y concurso, Pamplona, Aranzadi, 2009, p.
71, citado en Japaze, María Belén, “Sobreendeudamiento
del consumidor. Remedios preventivos y de saneamiento.
Ámbitos y procedimientos de actuación”, tesis doctoral,
Salamanca, 2015.
48. Del Negro, Grazia, “Sobreendeudamiento de las
627
personas y exclusión social”, en Hacia un nuevo
paradigma del Derecho Europeo de insolvencias, sistemas
jurídicos a debate, Majó Llebot, José Oriol (Director),
EuriConv, 2016, p. 385.
49. Ver Bianchi, Lorena Vanina; Clément, María Florencia;
Dos Santos Freire, María Betania; Weidmann, Gabriela,
“Una aproximación al perfil del consumidor
sobreendeudado argentino”, Revista de Direito do
Consumidor, Vol. 83, 2012; y Borges Tosta Figueiredo,
Natália, “Superendividamento do consumidor e a
necessidade de tutela estatal”, en Sociedade de Consumo,
pesquisas em direito do consumidor, do Amaral Ferreira,
Vitor; Faria de Carvalho, Diógenes; Dos Santos, Nivaldo
(Organizadores), Editora PUC GOIÁS, 2015.
50. Ver Lima Giacomini, Bruna; do Amaral Ferreira, Vitor,
“Homo Economicus: os (des)encontros da sociedade de
consumo superendividada”, en Sociedade de Consumo,
pesquisas em direito do consumidor, do Amaral Ferreira,
Vitor; Faria de Carvalho, Diógenes; Dos Santos, Nivaldo
(Organizadores), Editora PUC GOIÁS, 2015.
51. Ross A., La creditocracia y los argumentos para
resistirse al pago de las deudas, EUDEBA, 2016.
52. Japaze, María Belén, ob. cit., p. 739.
53. Citando a Bohoslavsky, se ha sostenido que “la sana y
prudente gestión de los bancos se promueve a través de
la imposición de límites razonables en la asunción de los
riesgos. En definitiva, que a la par de la necesidad de
preservar y estimular la actividad bancaria, debe
bregarse por el respeto a los límites y principios que
procuran el desarrollo del crédito de manera sana y
eficiente” (Bianchi 2012:90).
54. Japaze, María Belén, “La protección del consumidor
frente al sobreendeudamiento”, en La Ley de Defensa del
Consumidor, PicassoVázquez Ferreira (Directores), T. III,
parte especial, Ed. La Ley, 2011.
628
55. Por obsolescencia se entiende aquella modalidad de
producción de bienes que se caracteriza por controlar de
manera directa o indirecta el tiempo de vida útil de los
productos para reducir la tasa de recambio de los mismos.
En estas situaciones los consumidores son obligados a
renovar o sustituir los bienes incluso antes de haber
terminado de pagarlos. Ver: Clément, María Florencia y
Kalafatich, Caren, “Una aproximación a la teoría de la
obsolescencia programada en oportunidad del dictado
del fallo ‘Apple’ en Brasil. Ideas para su incorporación en
Argentina”, 2015.
56. A través del mecanismo de códigos de descuentos,
determinados sujetos (por ej., empleados públicos) se
apropian de una porción del sueldo del sujeto que solicitó
un crédito. Al momento de acreditarse los haberes, de
manera automática (ya que interviene el agente pagador),
retira esa porción que resulta “indisponible” para el
endeudado. Las autoras que realizaron un trabajo de
campo relatan que “muchas veces hasta el 60 % o más del
haber, dejando a los deudores con un monto insuficiente
de recursos para costear los gastos mensuales de
vivienda, luz, agua, educación, vestimenta, salud, etc.”, ver
Bianchi, Lorena Vanina; Clément, María Florencia; Dos
Santos Freire, María Betania; Weidmann, Gabriela, ob. cit.,
p. 90.
57. Japaze, María Belén, ob. cit., p. 737.
58. Ibídem, p. 776.
59. Ver Japaze, María Belén, ob. cit.
60. Bianchi, Lorena Vanina; Clément, María Florencia; Dos
Santos Freire, María Betania; Weidmann, Gabriela, ob. cit.,
p. 86.
61. Ibídem, p. 87.
62. Ibídem, p. 87.
63. Si bien no tengo datos numéricos sobre la situación en
Argentina, entiendo que seguimos la tendencia de los
629
países de Latinoamérica, conforme la cual los procesos
ejecutivos dispuestos para el cobro de deudas promedian
entre el 60 % y 70 % de la carga de los juzgados. Sobre
esto se puede ver Villadiego, Carolina, “Los sistemas de
justicia no penal en América Latina: Estructura y datos de
la justicia civilmercantil, laboral, de familia y contencioso
administrativa”, Santiago, CEJA, 2010. Asimismo, la gran
mayoría se litigan sin oposición de los deudores dado que
no se presentan en juicio. Para un cuestionamiento sobre
las razones de ausencia de defensa en estos casos, ver
Bengolea, Adrián y Kalafatich, Caren, ob. cit.
64. Para ver un trabajo empírico que permite
aproximarnos al perfil del consumidor sobreendeudado
(género, actividad laboral, tipo de deuda), una distinción
entre los procesos concursales y falenciales, y una crítica
detallada sobre la falta de idoneidad de los mismos,
Bianchi, 2012.
65. En este sentido, ver las bases de Justicia.
66. Para otra propuesta distinta a la aquí señalada, ver
Pérez Hazaña, Alejandro, “Acceso a la justicia del
consumidor sobreendeudado a través de las
autoridades”, Microjuris, 2017.
67. Cappelletti y Garth, ob. cit., p. 22.
630
Juan Francisco Rodríguez Ayuso*
I. Consideraciones preliminares -
632
Desde una perspectiva puramente mercantil, la aplicación
de estas modernas tecnologías a la actividad económica,
más específicamente a aquella que tiene lugar como
forma de intermediación entre la producción, de un lado,
y el consumo, de otro, origina el nacimiento de una
modalidad de comercio, distinto y alternativo (que no
incompatible) del comercio tradicional y que ha dado en
conocerse como comercio electrónico8. Los beneficios
que se anudan a estos cambios no son tampoco
desdeñables, ni por extensión ni por intensidad.
633
Para el vendedor o empresario, este traslado del
escenario de venta de la calle al ordenador11 permite
saber más acerca de los competidores gracias al
aprendizaje organizativo, al tiempo que posibilita una
mayúscula apertura de las oportunidades de negocio,
toda vez que los potenciales clientes a los que ahora
puede acceder se multiplican de manera extraordinaria.
También se favorece una mayor celeridad en el desarrollo
de relaciones comerciales y el poder de competir en pie
de igualdad con estructuras y organizaciones superiores
en tamaño12.
634
favorecen declaraciones negociales impulsivas14, la
dificultad para determinar la ley y jurisdicción aplicables
en caso de litigio como consecuencia de la naturaleza
transfronteriza tradicionalmente anudada a este tipo de
comercio o la complejidad que supone el acceso en
condiciones óptimas de seguridad a servicios en línea
públicos y privados, obstaculizan, a menudo, el desarrollo
integral de esta nueva modalidad electrónica15.
635
nuevo, necesarios, ambos, en un contexto global que,
caracterizado por la creciente diversidad y la eclosión de
importantes intereses comerciales, amenaza los valores
de libertad, apertura y cooperación que caracterizaron los
inicios de su proceso16.
637
Consecuencia de todo lo anterior, vemos que la conocida
como informática jurídica, en cuanto disciplina unitaria,
viene a bifurcarse en dos direcciones distintas: de una
parte, la del Derecho de la informática, centrada en
analizar y tratar de resolver los problemas jurídicos
planteados por la informática (informática legislativa,
judicial, administrativa y profesional) y en la que, por
primera vez en la historia, el Derecho se hace dependiente
de otra disciplina (la informática) para poder regular
adecuadamente los acontecimientos sociales. De otra, la
informática del Derecho, que estudia la utilización de la
informática en el Derecho (en esencia, propiedad
intelectual, protección de datos, documentos digitales,
presencia virtual, comercio electrónico, gobierno
electrónico, ciberdelincuencia o adecuación de la
informática a los parámetros y exigencias
constitucionales). Ambos, caras de una misma moneda,
han conocido una enorme expansión en el curso de los
últimos años, articulándose en sectores diversos que, en
conjunto, han posibilitado de manera creciente el uso de
las nuevas tecnologías como plasmación y realización de
los derechos individuales y de las exigencias sociales24.
638
expansivo del que surge y al que acompaña: internet.
Además, la rapidez de los cambios exige una paralela
celeridad (no siempre posible) de la producción
normativa, imprimiendo unos ritmos cada vez más
acelerados para poder estar actualizados26. Ello nos
recuerda a lo que, ya en la primera mitad del siglo XX
(1946), Carl Schmitt denominó legislación motorizada,
describiendo el fenómeno caracterizado por la
incontenible y frenética multiplicación y alteración que
sufrían las leyes en los ordenamientos jurídicos
contemporáneos, denuncia que fue reiterada con
posterioridad (1953) por Ortega y Gasset27.
639
Todo ello determina, en definitiva, que la complejidad del
fenómeno digital no pueda ser regulada en exclusiva por
los Estados individualmente considerados, habiendo de
acudir a mecanismos de coordinación y organización de
carácter supranacional capaces de imprimir una
respuesta suficientemente satisfactoria, equilibrada y
uniforme a los problemas derivados del proceso
expansivo que, de manera progresiva, se consolida31. Y
todo ello con una, más que patente, dificultad añadida,
cual es la naturaleza territorialmente delimitada de cada
Derecho interno y soberano, difícilmente compatible con
el carácter global propio de internet32. En estos casos, la
organización de intereses comunes en materias concretas
se traduce en la determinación de normas a nivel
supranacional que necesitan, no obstante, de normas de
ejecución a nivel interno, es decir, de actos estatales de
transformación de la norma internacional en norma
interna (según la teoría dualista) o de adecuación del
Derecho Interno al Derecho Internacional (según la teoría
monista). De este modo, el monopolio normativo estatal
viene erosionado33, al menos en cuanto a la concreción
del contenido de la norma, ya que el Estado se limita a dar,
con el acto de ejecución, un imprimatur interno,
obligatorio desde el momento en que aceptan
voluntariamente participar de la organización en
cuestión34. Tal es el caso, a los efectos que aquí interesan,
de las normas que forman parte del Derecho de la Unión
Europea, que merman el domino estatal (exclusivo hasta
la ratificación del Tratado de Roma y los sucesivos actos
modificativos) sobre las reglas jurídicas aplicables a los
particulares, hasta el punto de no necesitar, en muchos
casos, de medidas internas de ejecución. Estas normas
serán tomadas posteriormente como modelo de
640
referencia por otras organizaciones regionales, ubicadas,
fundamentalmente, en América del Sur y, en menor
medida, en la zona del sudeste asiático35. A ello se une la
incertidumbre a la hora de determinar, de una parte, los
órganos competentes para resolver las cuestiones que se
originan en este nuevo espacio y para garantizar la
eficacia extraterritorial de las decisiones judiciales que se
dicten al respecto y, de otra, la ley aplicable a los procesos
que se originan en la Red36.
641
esenciales, y, de otro, posibilitar su diferenciación
respecto de otras prestaciones de distinta naturaleza. Se
acuña, así, el término servicios de la sociedad de la
información.
643
que deberán ser excluidos del régimen jurídico específico
de los PSSI.
644
televisiva47 o radiofónica, ya que ninguno de ellos se
presta a petición individual del destinatario de la
prestación. El uso del correo electrónico o, por ejemplo,
de sistemas equivalentes de comunicación entre
individuos, por parte de personas físicas que actúan fuera
de su profesión, negocio o actividad profesional, incluso
cuando los usen para celebrar contratos entre sí, no
constituirán, en ningún caso, un SSI48; lo mismo sucederá
con la relación contractual entre un empleado y su
empresario o con aquellas actividades que, por su propia
naturaleza, no puedan realizarse a distancia ni por
medios electrónicos, entre las que se incluirían el control
legal de la contabilidad de las empresas o el
asesoramiento médico que implica el reconocimiento
físico de un paciente.
B. Servicios de intermediación
646
que estos puedan ser prestados por el PSSI y utilizados
por el DSSI. Hablamos de los SSIi, a los que tanto la
normativa comunitaria como la nacional prestan una
especial atención.
647
(mere conduit o routing), estando sometidos sus
prestadores a cuanto disponen los preceptos anteriores;
en tercer lugar, los servicios relativos a la realización de
copia temporal de las páginas de internet solicitadas por
los usuarios o destinatarios (proxy caching o memoria
tampón), cuya posible responsabilidad está recogida en
los arts. 13, DCE y 15, LSSICE; en cuarto lugar, se
encuentran los servicios que permiten el alojamiento, en
los propios servidores, de datos, aplicaciones o servicios
suministrados por otros (hosting), donde los sujetos que
se encarguen de su prestación se verán sometidos a lo
establecido por los arts. 14, DCE y 16, LSSICE; en quinto
lugar, aquellos que proveen instrumentos de búsqueda,
acceso y recopilación de datos o enlaces a otros sitios de
internet (searching and linking)55, contemplados
legalmente por primera vez en el art. 17, LSSICE56, sin
equivalente en la DCE57 y, en último lugar, los servicios
de confianza que hacen posible tanto la creación,
verificación y validación de firmas electrónicas, sellos
electrónicos, sellos de tiempo electrónicos, servicios de
entrega electrónica certificada, certificados relativos a
estos servicios y certificados para la autenticación de
sitios web, como la preservación de firmas, sellos o
certificados electrónicos relativos a estos servicios,
agrupados en los arts. 3.16) y 17) y 13 a 45, Reglamento
(UE) Nº 910/2014 del Parlamento Europeo y del Consejo,
del 23 de julio de 2014, relativo a la identificación
electrónica y los servicios de confianza para las
transacciones electrónicas en el mercado interior y por el
que se deroga la Directiva Nº 1999/93/CE (RIESCTE)58.
649
partimos del hecho de que un DSSI es aquella persona
física o jurídica, que utiliza, sea o no por motivos
profesionales, un SSI y un SSIi es aquel SSI por el que se
facilita la prestación o utilización de otro SSI o el acceso a
la información, por deducción, un DSSIi será aquella
persona, física o jurídica, que utiliza, sea o no por motivos
profesionales, un SSIi.
651
su contraparte no sea otro consumidor) se verán
amparadas por las normas de protección del consumidor,
que serán de aplicación conjunta con el resto de las
disposiciones propias del negocio electrónico celebrado.
Este concreto consumidor DSSIi participará de todo
cuanto se ha dicho en el apartado general relativo a los
consumidores de SSI (consumidores como DSSI), si bien
teniendo en cuenta que los SSIi que utiliza han de estar
destinados a su esfera personal; de lo contrario, huelga
decirlo, no estaríamos en presencia de un consumidor
sino de un empresario o profesional.
A. Noción
653
tienen dificultades para comprender las opciones de las
que disponen, donde se agrupan los que no conocen sus
derechos y se muestran reticentes a tomar medidas
cuando surgen problemas; los niños y los jóvenes,
progresivamente expuestos a los inconvenientes
derivados del sedentarismo y de la obesidad, habida
cuenta de que son más vulnerables a la publicidad de
alimentos con alto contenido en grasas, sales y azúcares;
las mujeres embarazadas, por la situación patente de
indefensión en que se encuentran; los usuarios de los
mercados financieros, donde la complejidad del sector en
el que se desenvuelven así lo justifica; los usuarios de los
medios de transporte, donde todos conocemos y hemos
experimentado alguna vez problemas al viajar,
especialmente en lo relativo a los supuestos de
cancelación o retraso de su viaje; o los consumidores o
usuarios potenciales de los servicios digitales, en aquellos
casos en que no sea posible acceder a la Red (lo que
conocemos como infopobres).
654
Entre ellas destacan, en primer lugar, la Decisión Nº
2010/15 de la Comisión del 16 de diciembre de 2009, por
la que se establecen directrices para la gestión del Sistema
Comunitario de Intercambio Rápido de Información
RAPEX, creado en virtud del art. 12 de la Directiva Nº
2001/95/CE (Directiva sobre seguridad general de los
productos), y del procedimiento de notificación
establecido en el art. 11 de esa misma Directiva65; en ella,
el apartado 3.3 alude a estos consumidores, distinguiendo
varias categorías, como la de niños (de 0 a 36 meses, > 36
meses a < 8 años y de 8 a 14 años) y personas mayores.
Todos ellos tienen menos capacidad para reconocer un
peligro; por ejemplo, los niños, cuando tocan una
superficie caliente, no notan el calor hasta unos ocho
segundos después (y entonces ya se han quemado),
mientras que los adultos lo notan inmediatamente. En
segundo lugar, la Directiva Nº 2009/72/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo, del 13 de julio de
2009, sobre normas comunes para el mercado interior de
la electricidad y por la que se deroga la Directiva Nº
2003/54/CE4766, en la que alude a la protección de los
clientes vulnerables. En tercer lugar, la Directiva Nº
2009/73/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, del
13 de julio de 2009, sobre normas comunes para el
mercado interior del gas natural y por la que se deroga la
Directiva Nº 2003/55/CE67, donde se utiliza una
terminología y consagran principios muy parecidos, sino
idénticos, a los que figuran en la Directiva Nº
2009/72/CE. En cuarto lugar, el Reglamento (CE) Nº
1881/2006 de la Comisión, del 19 de diciembre de 2006,
por el que se fija el contenido máximo de determinados
contaminantes en los productos alimenticios68, en el que
se pone de manifiesto que “[…] en el caso de los
contaminantes que se consideran cancerígenos
genotóxicos o en los casos en los que la exposición actual
655
de la población o de los grupos vulnerables de la
población se aproxime a la ingesta tolerable o la supere,
deben establecerse contenidos máximos tan bajos como
sea razonablemente posible” o la Recomendación Nº
1999/721/CE de la Comisión, del 12 de octubre de 1999,
sobre los resultados de la evaluación del riesgo y sobre la
estrategia de limitación del riesgo para las sustancias
2(2butoxietoxi) etanol 2(2metoxietoxi) etanol alcanos,
C1013, cloro bencenzo, C1013alquilderivados69, en la
que dispone literalmente la obligación de “[…] indicar
claramente en las instrucciones de uso de estos productos
(embalajes, envases) el hecho de que las mujeres en edad
fértil constituyen un grupo vulnerable”.
656
y vías de reclamación”), previstas en el art. 4º de la norma
de referencia al respecto, figura la “[…] facilitación del
acceso a sistemas de resolución de litigios para los
consumidores, especialmente a sistemas alternativos de
resolución de litigios, en particular mediante un sistema
en línea para toda la Unión y la red de entidades
nacionales de resolución alternativa de litigios, prestando
especial atención a medidas adecuadas que atiendan a las
necesidades y los derechos de los consumidores
vulnerables; seguimiento del funcionamiento y la eficacia
de los sistemas de resolución de litigios para los
consumidores, inclusive mediante el desarrollo y el
mantenimiento de las herramientas informáticas
correspondientes, mediante el intercambio de las mejores
prácticas y la experiencia existentes en los Estados
miembros”.
Notas -
659
el paso de la sociedad agrícola a la sociedad industrial, la
informatización (el empleo de las máquinas en la
elaboración de la información) está determinando la
formación de la sociedad de la información o sociedad
informacional.
2. Castells Oliván, M., The power of identity, Oxford,
WileyBlackwell, 2010, p. 30.
3. Barlow, J. P., “A declaration of the independence of
cyberspace”, Davos, 1996. Definido por la RAE como
“ámbito artificial creado por medios informáticos”, este
término fue popularizado a raíz de la novela de Gibson,
W., Neuromancer, Nueva York, Ace Books, 1984, si bien su
origen se encuentra en el relato, también de Gibson, W.,
Johnny Mnemonic, Nueva York, Ace Books, 1982, incluido
en el volumen Burning Chrome. Sobre esta cuestión y los
aspectos críticos que conlleva su conciliación con el
mundo jurídico, vid. Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho
de Internet, Buenos Aires, Elisa, 2012, pp. 71 a 85, que
niega la existencia de un Derecho especial para el
ciberespacio, reducido a la existencia de cuestiones
jurídicas específicas que deberían ser solucionadas desde
la perspectiva de los principios generales en la materia
(propiedad intelectual, contratos, etc.) o Di Cocco, C.;
Sartor, G., Temi di Diritto dell’informatica, Turín,
Giappichelli, 2013, p. 1, quienes se hacen eco de la
concepción de este mundo virtual como un espacio
dotado de cultura y ética propias que, por esa misma
razón, no tiene necesidad de política y de Derecho, siendo
capaz de autorregularse y de resolver sus propios
conflictos con sus propios medios.
4. Lévy, P., Qu’estce que le virtuel?, París, La Découverte,
1998, p. 141.
5. De Miguel Asensio, P. A., Contratación electrónica, Cizur
Menor, Aranzadi, 2015, pp. 33 y 34. Conviene precisar, no
obstante, el distinto nivel de acceso que a este desarrollo
660
tecnológico se produce entre regiones económicamente
más y menos favorecidas, originando una importante
discriminación de partida. Así es, la distinta participación
en este nuevo modelo social no hace sino acrecentar, en
principio, las desigualdades entre inforricos (con
posibilidades de conexión) e infopobres (en situación de
desconexión), que hace a algunos autores hablar, incluso,
de “apartheid digital”; entre ellos se encuentra Moliní
Fernández, F., “Ventajas, inconvenientes e impactos
territoriales del comercio electrónico”, Investigaciones
geográficas, vol. 27, 2002, p. 143, quien añade, no
obstante, que es muy probable que no haya existido hasta
ahora un espacio tan global y con menor discriminación
por motivos de raza, nacionalidad, sexo, religión o de
cualquier otro tipo. Para un estudio más profundo de esta
cuestión, vid., entre otros, Amar Rodríguez, V. M., “La
interculturalidad tecnológica: inforricos e infopobres”, en
Inmigración, interculturalidad y convivencia, Ceuta,
Instituto de Estudios Ceutíes, 2002.
6. Sanjurjo Rebollo, B., Manual de Internet y redes
sociales: una mirada legal al nuevo panorama de las
comunicaciones en la Red, con especial referencia al
periodismo digital, propiedad intelectual, protección de
datos, negocios audiovisuales, ecommerce,
consumidores, marketing, Madrid, Dykinson, 2015, p. 34.
7. Bravo, F., Contrattazione telematica e contrattazione
cibernetica, Milán, Giuffrè, 2007, p. 625; Miranda Serrano,
L. M.; Vela Torres, P. J.; Príes Picardo, A., La contratación
mercantil. Disposiciones generales. Protección de los
consumidores, Madrid, Marcial Pons, 2006, p. 336.
8. Ibídem, p. 336.
9. Con la aparición del comercio electrónico, la
importancia de los intermediarios (mayoristas y
minoristas) se reduce, ya que se facilita y favorece el
contacto entre productores y consumidores. De igual
661
modo, cualquiera de los intermediarios puede
relacionarse con el consumidor final, haciendo
innecesarios el resto de eslabones de la cadena
tradicional. Cierto es, no obstante, que con la aparición y
expansión del comercio electrónico también aparecen
nuevos intermediarios hasta ahora desconocidos. Para un
estudio más profundo de cuanto acabamos de citar, vid.
Botana García, G. A., Comercio electrónico y protección de
los consumidores, Las Rozas, Wolters Kluwer, 2001, pp.
92, 93 y 104.
10. Las comunidades virtuales hacen referencia a aquellos
grupos de personas dotados de cierta estabilidad que se
hallan conectados entre sí en línea y someten a discusión
uno o varios aspectos cuyo interés es compartido por
todos ellos, pudiendo ejercer presión conjunta a fin de
alcanzar un objetivo común en materia comercial. De este
asunto trata de manera tanto más profunda Carretero
Pérez, J., Descubre Internet, Madrid, Prentice Hall, 2001,
p. 121 y Sábada Chalezquer, C., “Interactividad y
comunidades virtuales en el entorno de la world wide
web”, Comunicación y sociedad, vol. 1, 2000, pp. 139 a
166.
11. Varias han sido las respuestas adoptadas frente a este
nuevo reto: algunas empresas han optado por la
sustitución del establecimiento material tradicional en el
que surgieron por un modelo de negocio entera y
exclusivamente virtual o telemático. Otras, en cambio,
han preferido complementar ambos tipos de mercados,
permaneciendo abiertas al público de un modo físico pero
sirviéndose, al mismo tiempo, de estos nuevos
instrumentos para potenciar el volumen de sus ventas.
Por último, se encuentran aquellas empresas que nacen
unidas a esta nueva cultura (las conocidas como empresas
puntocom).
12. Díaz Fraile, J. M., “El comercio electrónico: Directiva y
662
Proyecto de Ley español de 2000. Crónica de su
contenido, origen, propósitos y proceso de elaboración”,
Actualidad civil, vol. 1, 2001, p. 43; Moliní Fernández, F.,
“Ventajas, inconvenientes e impactos territoriales del
comercio electrónico”, cit., pp. 142 a 144; Shaw, M.;
Blanning, R.; Starder, T.; Whinston, A., Handbook on
Electronic Commerce, Berlín, Springer, 2000, pp. 19 a 21.
13. De Miguel Asensio, P. A., Contratación electrónica, ob.
cit., pp. 33 y 34.
14. La configuración y el diseño de páginas web dedicadas
al negocio con consumidores es fundamental para
garantizar la tutela de estos. Para ello, como veremos, es
necesario que se adopten medidas en materia de
información, sobre el negocio (identificación,
localización, datos de contacto, de registro, códigos de
conducta, sistemas de certificación o mecanismos de
solución de controversias), sobre las características de los
productos y servicios ofertados o sobre las transacciones
que tengan lugar (idioma empleado, condiciones
generales, coste exacto, condiciones y puesta a
disposición, pago, tiempo de entrega, seguridad, servicio
posventa, revocación, terminación, derecho de
desistimiento o garantías). Además, y para reforzar la
decisión consciente del adquirente, es importante que se
permita a este, antes de concluir la compra, la posibilidad
de identificar con claridad los bienes y/o servicios que se
desean adquirir, de rectificar el pedido, de manifestar su
aceptación final y de obtener un recibo de la operación
realizada.
15. Rosello, C., Commercio elettronico: la governance di
Internet tra Diritto statuale, autodisciplina, soft Law e lex
mercatoria, Milán, Giuffrè, 2006, pp. 3 y 4; Stoll, P. T.;
Goller, B., Electronic commerce and the Internet, Berlín,
German Yearbook of International Law, 1998, p. 162.
16. Di Cocco, C.; Sartor, G., Temi di Diritto dell’informatica,
663
ob. cit., p. 19.
17. Martínez Nadal, A., “La protección del consumidor en
la Propuesta de Directiva sobre determinados aspectos
del comercio electrónico”, Cuadernos de Derecho y
comercio, vol. 29, 1999, p. 114; Martínez Nadal, A.,
“Comercio electrónico”, en Curso sobre protección
jurídica de los consumidores, Madrid, McGrawHill, 1999,
pp. 247 y sigs.; Madrid Parra, A., “Contratación
electrónica”, en Estudios jurídicos en homenaje al
profesor Aurelio Menéndez, Madrid, Civitas, 1996, p.
2941.
18. Miranda Serrano, L. M. y otros, La contratación
mercantil. Disposiciones generales. Protección de los
consumidores, ob. cit., p. 337.
19. Olivencia Ruiz, M., “De nuevo la Lección 1a. Sobre el
concepto de la asignatura. Discurso leído en la solemne
apertura del curso académico”, Universidad de Sevilla,
1999.
20. Cavanillas Múgica, S., “Dieciocho recomendaciones
para la empresa que practique comercio electrónico con
consumidores”, Actualidad informática Aranzadi: revista
de informática para juristas, vol. 37, 2000, p. 1; Guerrero
Clavijo, R., “Novedades en materia de contratación
mercantil introducidas por la Ley de Servicios de la
Sociedad de la Información”, CEFLegal: revista práctica de
Derecho. Comentarios y casos prácticos, vol. 47, 2004, p.
6; Jiménez de Parga Cabrera, R., “El comercio electrónico
¿seguridad jurídica?”, Derecho de los negocios, vol. 118 y
119, 2000, pp. 3 a 12.
21. Illescas Ortiz, R.; Perales Viscasillas, P., Derecho
Mercantil Internacional. El Derecho uniforme, ob. cit., p.
333.
22. Tradicionalmente, como bien señala Lorenzetti, R.,
Comercio electrónico: documento, firma digital,
contratos, daños, defensa del consumidor, Buenos Aires,
664
AbeledoPerrot, 2001, p. 37, ambas posturas han estado
enfrentadas, surgiendo dos posiciones (las ya
mencionadas postura instrumental –Lemley, M. A.; Lessig,
L., The end of endtoend: preserving the architecture of the
Internet in the broadband, Los Ángeles, Ucla Law Review,
2000, p. 930; Muñoz Machado, S., La regulación de la Red:
poder y Derecho en Internet, Barcelona, Taurus, 2000, p.
36; Trotter Hardy, I., “The proper legal regime for
‘cyberspace’”, University of Pittsburgh Law Review, vol.
55, 1994, pp. 994 y 995– y postura ontológica –Bowrey,
K., Law & Internet cultures, Cambridge, Cambridge
University Press, 2005, p. 45; Pascuzzi, G., Il Diritto
dell’era digitale, Bolonia, Il Mulino, 2006, p. 22–) que, yo,
entiendo compatibles.
23. Bariatti, S., “Internet: aspects rélatifs aux conflits de
lois”, Rivista di Diritto internazionale privato e
processuale, vol. 550, 1997, p. 550.
24. Para un estudio más pormenorizado de las relaciones
entre Informática y Derecho a lo largo de estos años, vid.
Sartor, G., L’informatica giuridica e le tecnologie
dell’informazione: corso d’informatica giuridica, ob. cit.,
pp. 16 a 41.
25. Entre ellos, Pérez Bes, F., El Derecho de Internet,
Barcelona, Atelier, 2016, pp. 23 y 24.
26. Di Cocco, C.; Sartor, G., Temi di Diritto dell’informatica,
ob. cit., pp. 22 a 24.
27. Ambos autores son mencionados, al hilo de esta
cuestión, en la obra de E. García De Enterría y
MartínezCarande, Justicia y seguridad jurídica en un
mundo de leyes desbocadas, Madrid, Civitas, 1999, p. 48.
28. Las opiniones expresadas al respecto, inspiradas a
menudo en conceptos de Filosofía del Derecho, oscilan
entre la concepción de Internet como espacio sin ley
(Cyberia, como han dado algunos en llamarlo), por
analogía con otros espacios ausentes de soberanía estatal
665
(Gigante, A., “Blackhole in cyberspace: the legal void in the
Internet”, The John Marshall journal of computer &
information Law, vol. 3, 1997, pp. 413 a 436), y la visión
de Internet como fenómeno con un nuevo ordenamiento
jurídico, a veces llamado lex informatica o lex electronica,
propio de una sociedad virtual (Burnstein, M. R.,
“Conflicts on the net: choice of Law in transactional
cyberspace”, Vanderbilt journal of transactional Law, vol.
29, 1996, pp. 75 a 90; Delacourt, J. T., “The international
impact of Internet regulation”, Harvard international law
journal, vol. 38, 1997, pp. 207 a 235; Gautrais, V.;
Lefebvre, G.; Benyekhlef, K., “Droit du commerce
électronique et normes applicables: l’emergence de la lex
electronica”, Revue de Droit des affaires internationales,
vol. 5, 1997, pp. 547 a 583; Gould, M., “Rules in the virtual
society”, International review of Law, computers &
technology, vol. 2, 1996, pp. 199 a 218; Reidenberg, J. R.,
“Lex informatica: the formulation of information policy
rules through technology”, Texas Law review, vol. 3, 1998,
pp. 553 a 593).
29. Sentencia Tribunal Supremo norteamericano núm.
96/511, del 26 de junio de 1997, que declara la
inconstitucionalidad de la Ley de decencia de las
telecomunicaciones, del Congreso de los Estados Unidos.
Para un estudio más profundo de esta sentencia, vid.
Fernández Esteban, M. L., “Limitaciones constitucionales
e inconstitucionales a la libertad de expresión en
Internet”, Revista española de Derecho Constitucional,
vol. 53, 1998, pp. 283 a 311.
30. Sartor, G., L’informatica giuridica e le tecnologie
dell’informazione: corso d’informatica giuridica, ob. cit., p.
15.
31. Barnes Vázquez, J., “La Internet y el Derecho: una nota
acerca de la libertad de expresión e información en el
espacio cibernético”, Cuadernos de Derecho Judicial, vol.
666
6, 1997, pp. 235 a 241.
32. Finocchiaro, G. D.; Delfini, F., Diritto dell’informatica,
ob. cit., pp. 3 a 42.
33. Maestri, E., Lex informatica: Diritto, persona e potere
nell’età del cyberspazio, Nápoles, Edizioni Scientifique
Italiane, 2015, p. 95.
34. Finocchiaro, G. D.; Delfini, F., Diritto dell’informatica,
ob. cit., pp.
10 y 11.
35. Sobre los aspectos concernientes al ámbito de
extensión de los modelos comunitarios más allá de los
confines geográficos europeos, vid. Panebianco, M.,
Introduzione al Diritto comunitario comparato: Diritto
internazionale e Diritto dell’integrazione nell’Europa
comunitaria e in America Latina, Edisud, AixenProvence,
1985.
36. Sobre esta cuestión, resulta especialmente útil la obra,
antes citada, de Calvo Caravaca, A.; Carrascosa González,
J., Conflictos de leyes y conflictos de jurisdicción en
Internet, ob. cit., pp. 13 a 167.
37. Peguera Poch, M., Principios de Derecho de la sociedad
de la información, ob. cit., p. 319.
38. DOCE L 178, del 17 de julio de 2000, p. 1.
39. DOCE L 204, del 21 de julio de 1998, p. 37.
40. DOCE L 217, del 5 de agosto de 1998, p. 18.
41. Como señala Plaza Penadés, J., Derecho y nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, ob. cit.,
p. 46, lo que se quiere poner de manifiesto es que el SSI de
que se trate debe prestarse a través de una red de
comunicación, con independencia de cómo se produzca el
acceso a la Red, ya sea por teléfono móvil, por televisión o
por ordenador.
42. On demand, de modo que los SSI están puestos a
disposición de cualquier persona que lo desee, que podrá
acceder a ellos de manera individualizada y en cualquier
667
momento (ibíd., p. 46).
43. Arias Pou, M., Manual práctico de comercio
electrónico, Las Rozas, La Ley, 2006, p. 60.
44. Díaz Fraile, J. M., “El documento electrónico y la firma
digital: su regulación en la Unión Europea”, Noticias de la
Unión Europea, vol. 177, 1999, pp. 17 y 18. En la misma
línea, Plaza Penadés, J., Propiedad intelectual y sociedad
de la información: Tratados OMPI, Directiva 2001/29/CE
y responsabilidad civil en la Red, Cizur Menor, Aranzadi,
2002, p. 229.
45. Adsuara Varela, B., “Algunas consideraciones previas
sobre el comercio electrónico”, Información comercial
española, vol. 813, 2004, p. 16; De Miguel Asensio, P. A.,
Derecho privado de Internet, ob. cit., p. 134; López
Richart, J., “Difamación en la web 2.0 y responsabilidad
civil de los prestadores de servicios de alojamiento”,
Derecho Privado y Constitución, vol. 26, 2012, p. 160.
Consciente de la dificultad que, en ocasiones, puede
entrañar la determinación del carácter económico de un
determinado servicio, Peguera Poch, M., Principios de
Derecho de la sociedad de la información, ob. cit., pp. 320
y 321, compara seguidamente dos ejemplos claramente
ejemplificativos al respecto y que constituyen extremos
opuestos: un primer ejemplo, como sería el caso del
buscador Google , donde el criterio de la obtención de
ingresos indirectos por vía de publicidad es útil para
apreciar la naturaleza económica de la prestación, y un
segundo ejemplo, concretado en toda página web
personal que se limita a incluir un simple banner
publicitario, donde este mismo criterio no determina, per
se, el carácter oneroso del servicio.
46. No encontramos en nuestro Derecho un concepto
legal de correo electrónico. No obstante, el art. 2.h), DPCE
(DOCE L 201, del 31 de julio de 2002, p. 37), sí
proporciona una definición al respecto. De acuerdo con la
668
misma, se entenderá por correo electrónico “todo
mensaje de texto, voz, sonido o imagen enviado a través
de una red de comunicaciones pública que pueda
almacenarse en la Red o en el equipo terminal del
receptor hasta que éste acceda al mismo”.
47. Definidos en el art. 1.e) DART (DOCE L 298, del 17 de
octubre de 1989, p. 23), modificada, primero, por la
DMDART (DOCE L 202, del 30 de julio de 1997, p. 60), y,
después, por la DMDARTP (DOUE L 332, del 18 de
diciembre de 2007, p. 27).
48. Para entender este supuesto incluido en el ámbito de
aplicación de la norma se requiere, por tanto, que el uso
del correo electrónico (o de sistemas equivalentes de
comunicación entre individuos) para realizar
comunicaciones comerciales o, incluso, para celebrar
contratos electrónicos entre sí, se realice por personas
jurídicas o por personas físicas, siempre que, al menos,
una de ellas (el PSSI) actúe dentro de su actividad
profesional. Resultado de lo anterior, cuatro situaciones
se antojan posibles: en primer lugar, que el uso del correo
electrónico (o de sistemas equivalentes de comunicación)
se produzca entre personas jurídicas, es decir, que tanto
el PSSI (que siempre ha de actuar en el marco de su
profesión, negocio o actividad profesional) como el DSSI
(que puede, o no, actuar en el marco de su profesión,
negocio o actividad profesional) sean personas jurídicas;
en segundo lugar, que el uso del correo electrónico (o de
sistemas equivalentes de comunicación) se lleve a cabo
entre una persona física y una persona jurídica, es decir,
que el PSSI sea una persona física y el DSSI una persona
jurídica o viceversa; en tercer lugar, que el uso del correo
electrónico (o de sistemas equivalentes de comunicación)
se realice por personas físicas, es decir, que tanto el PSSI
como el DSSI sean personas físicas, y, en cuarto y último
lugar, que el uso del correo electrónico (o de sistemas
669
equivalentes de comunicación) se realice por personas
físicas y que ninguna de ellas actúe en el marco de su
profesión, negocio o actividad profesional, es decir, que
ninguno de ellos tenga la consideración de PSSI (no
teniendo el otro, por ende, la consideración de DSSI). Los
tres primeros constituirán un SSI, no siendo así en el
último de ellos. Para algunos autores (ibíd, pp. 325 y 326),
la mera comunicación efectuada por vía electrónica entre
dos personas que actúan en un ámbito ajeno al de su
profesión, negocio o actividad profesional, no significa
que se estén prestando mutuamente SSI; es esta, entiende,
la razón por la cual la DCE excluye expresamente este
supuesto de la noción de SSI, dado que no tendría sentido
exigir en tal supuesto el cumplimiento de los requisitos
que se imponen al PSSI. Yo tengo mis dudas al respecto,
habida cuenta de que, desde un punto de vista
estrictamente formal, el cumplimiento de los requisitos
que forman parte del concepto de SSI sería causa
justificativa suficiente para encuadrar también este
supuesto dentro del ámbito de aplicación de la DCE,
contribuyendo, así, a reforzar la certeza y seguridad
jurídica de cuantos realizan una prestación por vía
electrónica, máxime cuando tengan la condición de
consumidores, ávidos de una especial protección jurídica
que, de este modo, se vería ciertamente mermada.
49. No hay que confundir este supuesto con el conocido
como comercio electrónico indirecto, en el que, como
tendremos ocasión de analizar más detalladamente, la
ejecución de la obligación se efectúa por medios
tradicionales, si bien el resto de las fases se llevan a cabo
de manera electrónica.
50. Como acertadamente señalaran Nespor, S.; Cesaris, A.
L., Internet e
la legge: la persona, la proprietà intellettuale, il
commercio elettronico, gli aspetti penalistici, Milán,
670
Hoepli, 2001, p. 49, es esta una diferencia básica entre los
servicios de telecomunicación y los servicios de
radiotelevisión y radiodifusión, pues los primeros
transmiten mensajes entre dos sujetos determinados,
mientras que los segundos hacen lo propio entre un
sujeto emitente y una pluralidad de sujetos receptores.
51. Como vimos en el apartado anterior, el vídeo a la carta
sí sería un SSI, a la vista de lo dispuesto por el
considerando (18) DCE.
52. BOE núm. 166, del 12 de julio de 2002.
53. Entiendo que ambas funciones no son excluyentes,
por lo que sería más conveniente haber introducido y/o
en lugar de sólo o.
54. Peguera Poch, M., Principios de Derecho de la sociedad
de la información, ob. cit., p. 337.
55. Como bien describe Moncada Flórez, J. P., La
responsabilidad de los prestadores de servicios de
intermediación en la sociedad de la información, Granada,
Universidad de Granada, 2009, pp. 79 y 80, estos servicios
se caracterizan por realizar rastreos de forma continuada
e ininterrumpida en las webs existentes en la Red, a fin de
identificar su contenido y proceder a su selección y
clasificación sistemática, previa introducción en una base
de datos electrónica para la puesta a disposición de sus
destinatarios mediante el sistema de hiperenlaces, que
conducen directamente al sitio mediante una simple
pulsación sobre la dirección electrónica resaltada en el
texto.
56. El apartado segundo de este precepto se ha visto
modificado por el art. 4.7 LMISI (BOE núm. 312, del 29 de
diciembre de 2007).
57. Sobre estos SSI, vid. Carbajo Cascón, F., “Aspectos
sustantivos del procedimiento administrativo para la
salvaguarda de derechos de propiedad intelectual en
Internet”, IDP: revista de Internet, Derecho y Política, vol.
671
15, 2012, pp. 9 y 10; Davara Rodríguez, M. Á., Manual de
Derecho Informático, Cizur Menor, Aranzadi, 2015, pp.
248 y 249.
58. DOUE L 257, del 28 de agosto de 2014, p. 73. Este
Reglamento es también conocido por sus acrónimos en
inglés eIDAS y eTS.
59. Esta definición, aclara el considerando 20 de la
Directiva, abarca todos los tipos de utilización de los SSI,
tanto por personas que suministran información en redes
abiertas tales como Internet, como las que buscan
información en Internet por razones profesionales o
privadas.
60. En torno a la falta de idoneidad en el empleo de este
término por parte del legislador nacional, vid. Illescas
Ortiz, R., Derecho de la contratación electrónica, ob. cit., p.
246.
61. DOCE L 84 del 2032014, p. 42.
62. Vidreras Pérez, C., “El Reglamento (UE) Nº 1151/2012
sobre los regímenes de calidad de los productos agrícolas
y alimenticios: ¿Una normativa al servicio de los
consumidores o de los productores?”, BoDiAlCo, núm. 4,
2014, pp. 45.
63. Fernández Marilgera, E., “El nuevo Reglamento
relativo a los Novel Foods no puede basarse en criterios
políticos sino en sólidos fundamentos científicos a fin de
proteger la salud de los consumidores de la UE”,
BoDiAlCo, núm. 4, 2014, pp. 2324.
64. Regulado de acuerdo al art. 3.18, del Reglamento Nº
178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, del 28
de enero de 2002, por el que se establecen los principios
y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se
crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se
fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria,
cuya aplicación generalizada es la regla en las normativas
comunitarias que regulan el sector alimentario.
672
65. DOCE L 22 del 2612010, p. 1.
66. DOCE L 211 del 1482009, p. 55.
67. DOCE L 211 del 1482009, p. 94.
68. DOCE L 364 del 20122006, p. 5.
69. DOCE L 292 del 13111999, p. 42.
70. Asunto C446/08, del 29 de abril de 2010.
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