Una Lectura Del Poema de Parmenides
Una Lectura Del Poema de Parmenides
Una Lectura Del Poema de Parmenides
Alfonso Flórez
Departam ento de Filosofía
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colom bia
alflorez@javeriana.edu.co
esta reseña y presentar en ella la lectura que el Prof. Cordero nos propone del
Poem a de Parm énides.
Antes de presentar la estructura m ism a del libro y sus principales líneas de
argum entación, es preciso indicar que una parte considerable de las razones
aducidas por el autor son de orden filológico y codicológico, pues desde sus
prim eros estudios sobre los pensadores presocráticos, Cordero se convenció de la
necesidad de consultar la tradición m anuscrita como vía privilegiada para el
establecim iento de líneas m ás seguras tanto de fijación del texto, como de
interpretación del m ism o. Ello hace que este estudio asum a por m om entos el
carácter de una indagación detectivesca no sólo por las principales bibliotecas
europeas, sino por la corriente de la historia, donde el autor nos lleva a la tradición
filológica alem ana del siglo XIX, al m undo de los editores renacentistas del siglo
XVI, al final de la Escuela de Atenas en el siglo VI d. C., y tam bién, por supuesto, al
m om ento en que todo em pezó, a la aparición de uno de los m ayores pensadores en
el siglo VI a. C. Com o puede esperarse de una obra filosófica embebida de filología
clásica, las citas de térm inos griegos son continuas, recurso que no sólo nunca es
pesado sino que, por el contrario, el lector agradece y entiende com o pertinente,
tanto m ás cuanto que las palabras griegas se ofrecen en una sencilla transcripción
en caracteres latinos y del contexto se infiere siem pre su significado.
El libro se com pone de un prólogo, nueve capítulos, un epílogo, dos apéndices, la
bibliografía y dos índices. En esta com posición destaca la pertinencia y utilidad de
todos los recursos. Así, el Apéndice 1 contiene tanto el texto en griego del Poem a de
Parm énides, com o la traducción ofrecida por Cordero, que con el paso de las
páginas se va haciendo diam antina para el lector. El Apéndice 2 ofrece el sistem a
de transcripción de los caracteres griegos que se usa en el texto. Autor avezado en
este tipo de publicaciones, Cordero sabe que utilizar en el cuerpo principal los
caracteres griegos no representa ninguna ventaja real, y aparte de ser un dolor de
cabeza para los editores, im pone en el lector potencial el inri de lo esotérico y lo
técnico. Su sencillo sistem a de transcripción debería ser de uso estándar en obras
sem ejantes, pues sin perder precisión científica, se gana am abilidad y acceso al
lector. Las doce páginas de la Bibliografía (225-236) enum eran sólo las obras
citadas en el texto. Ello es testim onio de la feliz conjunción entre la am plísim a
Alfonso Flórez – Una lectura del Poem a de Parm énides 3
erudición del autor y su sobriedad científica, que lo llam a a recoger el elenco en que
su propia investigación ha encontrado apoyo directo – siem pre pertinente, por lo
dem ás– , huyendo de la veleidad de mencionar el universo de obras que todo
estudioso conoce, recom ienda o ha revisado, pero que no ha m encionado en la
com posición final de su escrito. Hay que aclarar, sin em bargo, que las num erosas
obras de la bibliografía prim aria que se citan a lo largo del texto – Hom ero,
Hesíodo, Platón, Aristóteles, Sim plicio y un largo etcétera, en el que se podría
incluir el fam oso Lexicon de Liddell-Scott-J ones– no se hallan com piladas en la
sección de la Bibliografía, sino que su referencia y su uso se asum en com o algo
natural en un estudio de esta clase, por lo que establecer un listado independiente
de ellas pudo considerarse com o algo m ás bien inoficioso. Dos Índices de Autores,
uno de Antiguos y otro de Modernos, completa el utillaje editorial de la obra,
haciéndola no sólo apta para su propósito com o texto de estudio especializado, sino
ejem plar para publicaciones académ icas en hum anidades. Otros índices,
difundidos en publicaciones francesas, son m ás raros en publicaciones en español,
por lo que no puede considerarse com o una verdadera carencia la falta de un Índice
de Pasajes Citados, o de Textos Antiguos Citados, o de Locuciones Griegas.
Tratándose de un texto tem ático, el editor pudo haber pensado que un Índice
Analítico era superfluo, cuando quizás habría podido ser útil.
Menciono en este punto una serie de erratas, ninguna de ellas grave y que no
desdicen del conjunto de la obra, pero que pueden tenerse en cuenta para una
eventual reim presión. 119: denn das kein sein/ denn das Sein kann sein; 142:
Porque el razonamiento parm enídeo el circular/ Porque el razonam iento
parm enídeo es circular; 153: ákrita fûla/ ákrita phûla; 173: Füllerborn (1995:
95)/ Füllerborn (1795: 95); 177: forzozam ente erróneo/ forzosamente erróneo; 191:
ékritai/ kékritai; 191: nágke/ anágke; 191: (8.168)/ (8.16-18); 199: supondría
convertise/ supondría convertirse. Por últim o, una sospecha, para que las dos
expresiones sean correlativas, en 125: pero tam bién porque sostiene que es
necesario no ser/ pero tam bién porque sostiene que es necesario no ser.
Los títulos de los capítulos son form ales, m ás que m ateriales, por lo que a partir
de ellos es difícil discernir de antem ano la estructura en el progreso argum entativo
del texto; sin em bargo, a m edida que avanza la lectura, se va viendo su pertinencia,
Alfonso Flórez – Una lectura del Poem a de Parm énides 4
por lo que prim ero los enunciaré, para después tratar de esclarecer su significado
dentro del conjunto. Los títulos de los capítulos son, pues, los siguientes: I.
Presentación de Parm énides; II. Prolegóm enos a la tesis de Parm énides; III. La
tesis de Parm énides y su negación; IV. El sentido de la tesis de Parm énides (y de su
negación); V. La tesis de Parm énides, el pensam iento y el discurso; VI.
Presentación de la tesis y de su negación en los fragm entos 6 y 7; VII. La negación
de la tesis, las “opiniones” y el inexistente “tercer” cam ino; VIII. La significación de
las “opiniones de los m ortales”; IX. El fundam ento de la tesis: el cam ino de la
verdad.
Com o lo indica su título, el Capítulo I hace una presentación de Parm énides,
com enzando por la región en que se situó la antigua ciudad de Elea – hoy Ascea, al
sur de Nápoles– , resultado de la colonización focense, es decir, jónica, no muchos
años antes del nacim iento del filósofo. Cordero presenta y evalúa los diferentes
testim onios sobre la cronología de Parm énides, inclinándose por el testim onio de
Diógenes Laercio, en conform idad con el cual hay que situar su nacim iento hacia el
545 a. C. Ya en este punto se nota la habilidad del autor para el m anejo de fuentes,
pues deja claro por qué el testim onio del filósofo Platón, con ser tan venerable,
tiene a sus ojos m enos fuerza que el del historiador Diógenes. En relación con la
vida m ism a de Parm énides, se establece lo poco que sabemos de ella – que
perteneció a la aristocracia de su ciudad y fue uno de sus legisladores– ,
descartándose con razones otras com posiciones novelescas o abusivas, en
particular la relación de nuestro filósofo con el itinerante J enófanes. A
continuación se hace referencia a la única obra de Parm énides, su célebre Poem a, y
se explica por qué la unicidad de su producción no constituye una situación
excepcional en el m undo presocrático. Más interés revisten las elucidaciones en
torno a la reconstitución del Poem a a partir de un puñado de citas provenientes de
diversos autores de la Antigüedad, algunos de ellos distantes m il años de la época
del propio Parm énides. El autor precisa que denom inar ‘fragm entos’ a lo que en
realidad son citas, constituye m otivo de desorientación sobre el verdadero carácter
de la obra conservada, cuya recom posición no puede asim ilarse a la de un papiro
descubierto en una cueva sino que, al venir conformada por citas encontradas en
diversas obras, exige siem pre una posición interpretativa respecto de los pasajes y
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los autores que han hecho la transm isión. Esto no hace inútil el trabajo en códices
– y el autor ha cotejado la m ayoría de los m anuscritos de la tradición– , pero lo sitúa
en el nivel de la fuente transm isora, no en el del autor originario. De hecho, no se
conserva un solo m anuscrito del Poem a, raro ya en el siglo VI d. C., donde se sitúa
Sim plicio, últim o testigo directo del Poem a com o obra m aterial. El Poem a se halla
com puesto en hexám etros épicos, con lo que Parm énides m uestra su interés en que
su obra sea conocida, incluso por quienes no saben leer, dada la m ayor facilidad del
verso para ser m em orizado y transm itido. Con este recurso, adem ás, el filósofo se
vincula a la tradición de la gran poesía épica de Homero y Hesíodo, aunque en su
caso la diosa no transm itirá la narración de hechos heroicos del pasado sino una
verdad fundada en el razonam iento. Valga anotar que la escritura en verso ha
prestado una invaluable ayuda a la hora de recomponer pasajes lacunares o
corruptos del Poem a, dado que la m étrica perm ite o prohíbe ciertas lecturas. Así
m ism o, y dado que en un hexám etro pueden distinguirse dos hem istiquios, la
estructura en verso ha servido de guía para la com prensión estructural del Poem a.
Estos últim os puntos no los m enciona el autor en esta sección, pero se siguen del
uso que hará de la métrica en los capítulos sustantivos de su interpretación. En
relación con la ordenación de las citas – o fragm entos, dado que Cordero tam poco
quiere distanciarse a rajatabla de la denom inación usual– , el autor presenta las
razones que llevan a adm itir el orden general aceptado por los estudiosos, que en el
caso de Parm énides son m ucho m ás vinculantes que en el de los dem ás filósofos
presocráticos. El prim er capítulo term ina con un apretado párrafo, donde el autor
expone el conjunto de su proyecto, y, por ende, la estructura central del libro, por lo
que su cita in extenso puede justificarse en este m om ento (32):
Según esta reconstitución, podem os afirm ar lo siguiente: (a) Parm énides
com ienza con una presentación alegórica de su filosofía, en la que m ediante una
serie de im ágenes fácilm ente interpretables por el público de su época describe los
dos cam inos de búsqueda que se ofrecen al pensam iento (fr. 1); (b) presenta luego
filosóficamente am bas posibilidades y m uestra que una de ellas es viable y que la
otra es un callejón sin salida (fr. 2); (c) dem uestra a continuación por qué quien
intenta recorrer am bos cam inos llegará a la conclusión de que sólo una
posibilidad debe ser adm itida (fr. 6 y 7); (d) m ás adelante, una larga serie de
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El capítulo III, com o bien lo indica su nom bre, ‘La tesis de Parm énides y su
negación’, recoge la posición básica del autor sobre la estructura de la propuesta
parm enídea. En efecto, el fr. 2 del Poem a le exige al intérprete versado que se
com prom eta tanto con lecturas del texto griego, com o con versiones a las lenguas
m odernas. Procediendo con enorm e cautela, Cordero evita asum ir a la ligera
posiciones respaldadas por grandes nom bres o por una larga tradición. En el
contexto de las dos únicas posibilidades iden tificadas en la lectura de los vv. 1.28 a
1.30 , es claro que el fr. 2 concuerda con aquella doble determ inación y la refuerza.
Ahora la diosa exhorta al joven que escucha a recibir su palabra, y esta palabra se
apresta a enseñar los únicos cam inos de investigación que hay para pensar. La
estructura del pasaje señala – he m èn, por una parte; he de, por otra parte– que
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nos hallam os aquí ante una alternativa nítida: se trata de dos vías y sólo dos. Estas
dos vías se determ inan com o cam inos de investigación, pero el rem ate de la frase
ha sido objeto de interpretaciones confusas, la m ás frecuente de las cuales es
presentarlos com o cam inos que pueden pensarse o que son pensables, com o si la
diosa dijera ‘los dos únicos cam inos pensables son estos’. Aquí el autor hace valer
su erudición filológica y, frente al conjunto de aquellas interpretaciones, afirm a el
valor de infinitivo final de la form a usada del verbo ‘pensar’ (noésai). Por eso, aquí
la diosa exhibirá los dos únicos cam inos para pensar. ¿Cuáles son estos cam inos
para pensar? Por un lado – v. 2.3– , [pensar] que es y que no es posible no ser; y, por
otro lado – v. 2.5– , [pensar] que no es y que es necesario no ser. En este punto, el
lector avisado echará de m enos el sujeto que en un camino es y que en el otro no es,
cuya determ inación, por cierto, constituye una de las cruces de los intérpretes del
Eleata. En diez densas páginas (61-71) el autor pasa revista a los diferentes intentos
de solución que se han propuesto para esta anom alía, antes de avanzar su propia
respuesta. De este análisis interesa destacar ante todo que con singular lucidez el
autor ha subordinado los enfoques filológicos a la reflexión filosófica com o m odo
de resolver la cuestión. En efecto, cuando la entera filología de un siglo no ha
bastado para zanjar un asunto fundam ental, hay que desconfiar de seguir
insistiendo por esa ruta de solución. Su propia posición se basa, pues, en resaltar la
intuición filosófica de Parm énides, que encontrará en la en apariencia seca
afirm ación de que es (éstin), toda la riqueza de lo que es, lo que está siendo (eón).
El autor estim a que Parm énides hace un uso im personal de es (éstin), com o si se
dijera llueve; y así com o en este últim o caso hay una afirm ación im plícita de la
lluvia o el llover, así tam bién en el prim ero hay una afirm ación im plícita de lo que
es o de el hecho de ser (eón o einai). Con esta reflexión el autor justifica tam bién su
propensión a usar la expresión se es com o interpretación del éstin (es), lo que
quizás podría conducir a una versión m ás interpretativa – que, em pero, no se
encuentra en el autor– de las dos vías de investigación propuestas para pensar: por
un lado, pensar que se es y que no es posible no ser; y, por otro lado, pensar que no
se es y que es necesario no ser.
El capítulo IV, ‘El sentido de la tesis de Parménides (y de su negación)’, constituye
una reflexión filosófica fundam ental sobre la tesis de Parm énides (y su negación).
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cam ino de la verdad (v. 2.4), y el otro com o el camino del error (v. 2.6). Las
nociones epistém icas de verdad y error (o incognoscibilidad) aluden aquí a la
estructura de cada uno de los dos cam inos: en el prim ero, del ser se afirm a que es y
del no ser que no es; m ientras que en el segundo, del ser se afirm a que no es y del
no ser que es. El cam ino del pensar será el cam ino de la verdad, pues el cam ino del
error – contradictorio en sí m ism o– se m uestra com o intransitable. Pero hay que
evitar entender los dos cam inos propuestos com o equivalentes, pues el cam ino del
error se constituye sólo a partir de la negación de la tesis, de allí que sea
subsidiario del cam ino de la verdad. El autor se com prom ete en este punto con una
am plia reflexión acerca del carácter prim ordial del ser (éstin) sobre el no ser y, en
consecuencia, de la afirm ación sobre la negación, llegando incluso a sostener que
“en Parm énides, éstin es el contenido exclusivo del prim er cam ino” (93), lo cual no
contradice su posición de unas páginas atrás acerca de que “los dos cam inos de
investigación (…) se ocupan, a la vez, tanto del ser com o del no-ser” (89), sino que
hace explícita la determ inación del no ser a partir del ser, incluso al interior del
prim er cam ino, lo que constituye la tesis de Parm énides en sentido propio.
Con el capítulo V, ‘La tesis de Parm énides, el pensam iento y el discurso’, concluye
esta sección donde se han presentado los dos cam inos para pensar y se prepara la
transición para la tercera sección. El autor expone ahora el lugar del pensar y el
decir en relación con el ser. Para ello se ocupará de los pasajes principales donde el
Eleata presenta las relaciones entre ser y pensar y decir, a saber, los vv. 8.34 a 8.36,
así com o los vv. 6.1 y 6.2., conjunto de textos cuya recta interpretación exige
com pleta solvencia filológica, que el autor aduce con toda la claridad deseable para
un lector atento. Los versos analizados del fr. 8 m uestran que la identidad que
Parm énides establece entre pensar y ser debe entenderse en el sentido de que el ser
es la causa del pensar y que todo pensam iento es pensam iento del ser, es decir,
acerca del ser. A propósito, este pasaje ofrece el único entorno posible y adecuado
para entender el fr. 3, cuya transm isión fuera de todo contexto ha desviado hacia
las procelosas aguas del idealism o a pensadores incautos, que se apresuraron a ver
en el enigm ático fragm ento la prim era equiparación entre ser y pensam iento. Con
habilidad de cirujano y una cierta im paciencia, el autor corta de tajo cualquier otro
intento de adentrarse en tales aventuras m ás propias del sofista Gorgias que de
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Parm énides. Esta convicción lo guía tam bién en la fijación del texto del v. 8.35,
donde corrige una inveterada línea de traducción que entiende que el pensam iento
se expresa en el ser a favor de que el pensam iento se expresa gracias al ser. En
efecto, com o el ser es su causa, el pensar no puede estar ya expresado en ella. La
centralidad de este pasaje para la filosofía reside en que funda la em presa entera de
la disciplina com o pensam iento del ser que se m anifiesta en un discurso. A lo así
ganado por este tránsito por el fr. 8, los vv. 6.1 y 6.2 añaden una determ inación de
necesidad: es necesario decir y pensar que siendo, se es; en otras palabras, el
contenido de lo que se dice y se piensa con necesidad no es otro que la m ism a tesis
de Parm énides, que siendo, se es. Esta proclam ación – positiva– de decir y de
pensar lo que es se refuerza con la prohibición – negativa– de decir y de pensar lo
que no es; o, enunciado con los énfasis m odales, la proclam ación de la necesidad de
decir y de pensar lo que es se refuerza con el reconocim iento de la im posibilidad de
decir y de pensar lo que no es, donde esta im posibilidad se deriva de la propia
im posibilidad de la negación de la tesis de Parm énides. Mostrar en concreto la
necesidad de una vía y la im posibilidad de otra es la tarea de la siguiente sección.
Esta sección se com pone de un solo capítulo, cuyo título poco expresivo reza así:
‘Presentación de la tesis y de su negación en los fragmentos 6 y 7’. Sin em bargo, a
partir del nom bre de esta sección ya puede anticiparse que se trata de un m om ento
fundam ental dentro de la argum entación, pues si hasta ahora se han m ostrado los
cam inos y se han ofrecido sus determ inaciones básicas, en lo que sigue se tratará de
transitarlos efectivamente, o al m enos de intentarlo, a ver qué ocurre. En este
punto el exam en filosófico depende de m odo esencial del estudio filológico del fr. 6,
respecto del cual se harán dos correcciones fundam entales en este capítulo. La
prim era corrección tiene que ver con la recta com prensión de los vv. 6.1 y 6.2, que
no presentan dos cam inos, com o suelen asum ir la m ayoría de los estudiosos, sino
sólo uno, a saber, el m ism o prim er cam ino de la tesis de Parm énides, aunque con
los acentos indicativo y m odal intercam biados, de form a tal que no diga que se es y
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que no es posible no ser, sino que exprese que es posible ser y que el no ser (i.e., la
nada) no existe. Se trata, sin duda, de una radicalización de la tesis, pero de ningún
m odo de una posición diferente, y m ucho m enos de la presentación de dos
cam inos, el del ser y el de la nada. En el fr. 6 esta tesis así radicalizada obra la
justificación de la necesidad ya expresada de decir y pensar que siendo, se es, lo
cual hace razonable la exhortación subsiguiente de la diosa para que el joven
proclam e este cam ino. En este punto se introduce la segunda corrección decisiva al
fr. 6. En efecto, la m ayoría de las versiones traen a continuación de esta
exhortación de la diosa una extraña instrucción que llam a a apartarse de este
cam ino de investigación. Por supuesto, estas versiones entienden que el cam ino de
investigación del que hay que apartarse es el del no ser, pero, com o se acaba de
decir, el com ienzo del fr. 6 no habla de un cam ino del ser y de un cam ino del no ser
– del que habría que apartarse– , sino que allí se expresa radicalizada la m ism a y
única tesis de Parm énides, que com prende siem pre referencias tanto al ser com o al
no ser. ¿Está invitando, entonces, la diosa a apartarse del cam ino establecido por la
tesis de Parm énides? Si tal fuera el caso, se trataría de una situación bien extraña,
pero el testim onio de la tradición filológica previene de ir a dar a esa encrucijada.
En em otivas páginas que no desdicen de ninguna novela m edieval de Um berto Eco,
con la diferencia de que aquí nada es ficción, Cordero trae a la luz el origen
histórico – codicológico y filológico– de aquel im pertinente verbo que llam a a
apartarse de dicho cam ino. La explicación últim a es que no hay un solo testim onio
a favor de dicha expresión, por lo que el autor se siente libre para hacer su propia
propuesta, concorde con la m étrica y con los testim onios literarios de la época. La
diosa no invita a apartarse, sino a com enzar por este prim er cam ino de
investigación – el de la tesis de Parm énides– , para luego pasar al cam ino forjado
por los m ortales. El conjunto de la argum entación es convincente, y deja m uy
m alparados otros intentos de explicación del texto, en quienes ahora recae el peso
de la prueba para m ostrar la inaceptabilidad de la interpretación de Cordero. Baste
decir, en el contexto de la lengua española, que el propio m aestro de Cordero, el
renom brado Conrado Eggers Lan, sintió la necesidad de apartarse de la conjetura
de su discípulo, pero en este punto el resultado no puede ser m ás lam entable (cf.
Los filósofos presocráticos, T. I, Gredos, Madrid, 1978, p. 442, en nota). La lealtad
Alfonso Flórez – Una lectura del Poem a de Parm énides 14
( e ) Op in io n e s d e lo s m o rtale s
Com o ya se anunció, siguiendo el orden del libro, se considerarán prim ero las
opiniones de los m ortales, literal (e) del program a propuesto, para concluir con la
presentación de las “propiedades” del ser, literal (d) de aquel program a. El exam en
de estas opiniones com ienza en el capítulo VII, ‘La negación de la tesis, las
“opiniones” y el inexistente “tercer” cam ino’, donde se estudia el resto del fr. 6 y el
fr. 7, pues en estos pasajes se m uestra en qué consiste el cam ino de las opiniones.
Se trata, en efecto, de un cam ino forjado por los m ism os m ortales, no de un cam ino
autónom o en el que ellos se encontrarían errantes, lectura sensata que el autor
propone a partir de una sólida evidencia filológica, y que se contrapone a las
versiones tradicionales. La caracterización de bicéfalos que aquí reciben los
m ortales alude a la confusión que establecen entre ser y no ser, estado de
aturdim iento que procede de una larga costum bre, y que afecta por igual al ojo, al
oído, a la lengua y al juicio en general. Es así com o los m ortales, al contrario de lo
que dice la palabra de la diosa, estim an que ser y no ser son lo m ism o y no lo
m ism o, estableciendo una diferencia, pero tam bién una identidad entre ser y no
ser. El énfasis de la argum entación de Cordero reside aquí en la identificación de
este cam ino así fabricado por los m ortales con el cam ino de las opiniones, que no
es otro que la negación de la tesis de Parm énides. De ningún m odo se trata de una
tercera vía, pues lo que han fraguado los m ortales, que el no ser es y que el ser no
es, no es m ás que la negación de la tesis parm enídea. Por m om entos la lectura del
Alfonso Flórez – Una lectura del Poem a de Parm énides 15
texto, con su puntual refutación de quienes entienden que Parm énides habla aquí
de un tercer cam ino, parece sugerir que esos m ism os intérpretes son víctimas del
cam ino de las opiniones forjado por los m ortales; por eso, la adm onición de la
diosa al joven para que m ediante el razonam iento juzgue acerca de la inviabilidad
de la vía de las opiniones podría tam bién el lector aplicarla a aquellos intérpretes
partidarios de las tres vías.
En el capítulo VIII prosigue el análisis de ‘La significación de las “opiniones de los
m ortales”’, respecto de lo cual vale la pena precisar que si bien las opiniones de los
m ortales constituyen el cam ino del error, conocer el error del error form a, por el
contrario, parte del cam ino de la verdad. La exposición engañosa de las opiniones
se encuentra entre el fr. 8.53 y el fr. 19., y aunque el objetivo del capítulo no es
hacer una presentación porm enorizada de ellas, sí se aclaran sus lineam ientos
generales. El prim ero de éstos consiste en identificar el objeto de esas opiniones,
que no es otro – no puede ser otro, pues nada m ás hay– que lo que es, pero
entendido no en su carácter necesario, absoluto y único, sino de m odo contingente,
relativo y m últiple, de suerte que se identifica con diversos “principios”, m uchas
veces contrarios entre sí y, así m ism o, transeúntes. La realidad así entendida se fija
en un conjunto de nom bres, establecidos por los hom bres, y que no pueden
transm itir un saber verdadero pues nom bran sólo opiniones. El centro de la
argum entación viene dado en el v. 8.53, respecto del cual el autor ofrece una
justificación apropiada de su opción de lectura, en el sentido de que para nom brar
las form as exteriores los m ortales establecieron dos puntos de vista, que resultarán
contrapuestos entre sí y obrarán, por ende, com o la fuente de la diversidad de
opiniones. Valga decir que estas opiniones no sólo se han postulado, sino que
incluso se han ofrecido pruebas de ellas, pruebas insuficientes, por supuesto, pero
que perm iten conjeturar que ya Parm énides se inscribe dentro de una tradición
argum entativa, de la que se siente continuador. En relación con el contenido de las
opiniones, el autor es claro en señalar el contrasentido que significaría atribuirle
una cosm ología a Parm énides mism o, y los textos que presentan una cosm ología
deben entenderse com o una crítica de dichas opiniones cosm ológicas.
Alfonso Flórez – Una lectura del Poem a de Parm énides 16
pues tam poco hay diferentes tipos de ser, por lo que Parm énides ha podido
trasladar la pregunta sobre las cosas (tà ónta) a la pregunta por lo que está siendo
(tò ón). En este últim o respecto es im portante m antenerse fiel a los textos de
Parm énides y desconfiar de los doxógrafos, así se trate de uno tan insigne com o el
filósofo Platón, que hace decir al Eleata que todo es uno. Así concluye la diosa el
razonam iento confiable y el pensam iento acerca de la verdad, declaración que hay
que estudiar con cuidado en la vinculación que establece entre el pensam iento
(nóem a) y el razonamiento (lógos); aquél, en efecto, se apoyó en un conjunto de
pruebas, dadas en un discurso verdadero, que, en consecuencia, suscitan confianza
en el razonam iento. De form a análoga, puede decirse que las pruebas aportadas por
el Prof. Néstor Cordero a favor de la tesis de Parm énides, habiendo versado acerca
de la verdad, suscitan en el lector sim ilar confianza en su razonam iento.
Hecha la presentación del libro, pueden presentarse un par de conclusiones. La
prim era tiene que ver con el elevado nivel de exigencia, alcanzable con disciplina y
trabajo, que supone la investigación en filosofía griega. En efecto, un corolario
inm ediato de la lectura de Cordero es que para adelantar estos estudios no basta un
buen conocim iento del griego, sino que dado el estado de las ediciones, en
particular de los presocráticos, es im perativo tener com petencia en filología e
incluso en codicología, con todo lo que ello im plica de paleografía e historia de la
transm isión. Puede pensarse que si un m ovim iento parecido está teniendo lugar en
relación con las dem ás figuras del pensam iento griego, m uchas de las grandes
obras de referencia habrán de reescribirse en los próxim os decenios y que el
conocim iento de base de la filosofía antigua aún habrá de recibir im portantes
m odificaciones y ajustes. La segunda conclusión se refiere a la urgencia de hacer
trabajo filosófico a partir de Parm énides. Si bien nunca podrá prescindirse de
cuestiones filológicas en relación con los pensadores de esta época, sería deseable
que, m ás allá de asuntos históricos y filológicos, las enseñanzas de Parm énides
recibieran el desarrollo filosófico correspondiente a su im portancia. Me parece que
sólo entonces la obra de Cordero adquirirá el justo valor en su em peño de insuflar
un nuevo hálito a las palabras del gran pensador eleata.