FANCONI
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V.1. Introducción
Las enfermedades renales congénitas se encuentran, por definición, en el animal en el momento del
nacimiento. Puede ser el resultado de un desorden genético o de un desarrollo anormal del órgano du
rante la gestación o durante el periodo neonatal. Por ello, una enfermedad genética no tiene por qué ser
necesariamente heredada, mientras que los trastornos hereditarios son congénitos, en cualquier caso, ya
que la anomalía genética siempre está presente al nacer. Las enfermedades renales congénitas más impor
tantes son genéticas o heredadas, ya que siguen un patrón de enfermedad familiar o asociado a la raza,
importancia relacionada en la decisión de reproducción (1, 2).
Las enfermedades congénitas son más frecuentes en perros que en gatos y han sido reconocidas en
varias razas y en sus cruces, no existiendo una clara predilección sexual en la mayoría de ellas (3). Pueden
afectar a diferentes lugares dentro de la unidad funcional de la nefrona (glomérulos, túbulos e intersticio).
La progresión en la mayoría de las enfermedades renales congénitas es fatal, aunque muy variable depen
diendo de cada individuo (2).
Las principales enfermedades renales congénitas y familiares más comunes en perro y gato por razas
se resumen en la Tabla 1, consistiendo principalmente en agenesia renal, hipoplasia renal, displasia renal,
glomerulopatías, riñones poliquísticos, disfunción tubular, trastornos del tracto urinario inferior y una
mezcla de otras enfermedades que se caracterizan por su aparición en una raza en particular (1, 2, 3, 4).
Aunque en muchas es desconocido, en algunas de estas enfermedades el defecto genético subyacente y
la patogénesis específica ha sido determinada mediante estudios genéticos, los cuales, debido al avance rea
lizado en la tecnología y a la disponibilidad de información genética en el perro, van en aumento (1, 3).
Tabla 1. Enfermedades renales congénitas y familiares más frecuentes en perros y gatos (1,2,3,4).
Glomerulopatías:
Glomerulonefritis
Boyero de berna, Spaniel bretón.
membranoproliferativa
Bull terrier, Cairn terrier, West highland white terrier, Persa, Himalaya, Bratánico
Riñones poliquísticos
pelo largo, Británico pelo corto, Exótico pelo corto, Scottish fold.
Disfunción tubular:
Misceláneas:
Bulldog inglés, Pastor de Brie, Border terrier, Foxterrier, Golden retriever, Grif
Uréter ectópico fon, Labrador retriever, Caniche miniatura, Caniche toy, Husky siberiano, West
highland white terrier, Skye terrier, Terranova, Boyero de Entlebuch.
Doberman, Bulldog inglés, Caniche miniatura, Boston terrier, Bulldog inglés, Dál
Incontinencia urinaria
mata.
Tanto en enfermedades renales congénitas como familiares los signos clínicos pueden aparecer al na
cimiento o bien durante etapas más avanzadas de su vida (3). En algunas enfermedades, como displasia
renal o algunas glomerulopatías primarias en perros, la clínica de enfermedad renal puede aparecer desde
los 3 meses a los 3 años de edad, con un pico de presentación al año de edad. Sin embargo, en muchas
nefropatías primarias, amiloidosis, riñones poliquísticos, glomerulopatías primarias y glomerulonefritis,
el fallo renal aparece entre los 3 y 7 años de edad, dependiendo del grado de afectación (1). Por lo tanto,
el clínico debe considerar siempre la existencia de estas enfermedades en pacientes jóvenes con signos
clínicos de enfermedad renal crónica (3).
V.5. Diagnóstico
Cuando se sospecha la existencia de enfermedad renal congénita o familiar es esencial, para su correcto
diagnóstico, descartar otras posibles enfermedades renales a través de un correcto estudio del caso me
diante historia clínica, examen físico completo, análisis de sangre y de orina y diagnóstico por imagen. Sin
embargo, el diagnóstico definitivo se basa en los hallazgos patológicos de las muestras de biopsias o por
necropsias (1). Estos hallazgos pueden consistir en lesiones displásicas primarias, como glomérulos in
maduros o fetales (Figura 1), hiperplasia o proliferación adenomatosa en conducto colector medular y
persistencia mesenquimatosa en médula renal. También es posible encontrar lesiones compensatorias y
lesiones degenerativas secundarias que pueden enmascarar la causa primaria, haciendo más difícil el
diagnóstico, como son fibrosis intersticial, infiltrado de células inflamatorias mononucleares, calcificación
distrófica y atrofia quística glomerular (3).
En perros y gatos de razas o familias con riesgo de padecer enfermedad renal congénita o familiar, y
a pesar de no existir ninguna clínica, se recomienda realizar pruebas que ayuden a detectar el problema
de manera temprana, como análisis de orina y diagnóstico por imagen. Estudios genéticos de muestras
biológicas como saliva, sangre entera, semen o tejido celular, pueden realizarse para confirmar enferme
dades renales congénitas o familiares, y ayudar en la detección de animales en riesgo para comenzar una
monitorización temprana de la posible enfermedad e iniciar medidas de tratamiento en el momento más
beneficioso para el animal. No en todas las enfermedades, el patrón genético que siguen es conocido (4).
Figura 1. Glomérulo fetal en un perro con enfermedad renal familiar (imagen procedente de
2ª Ed. By Dennis J. Chew, Stephen P. DiBartola, Patricia Schenck).
radiales, desde la superficie renal a la unión corticomedular. También se pueden encontrar otros hallazgos
como tejido mesenquimatoso inmaduro y conductos metanéfricos persistentes, proliferación epitelial tubu
lar atípica y metaplasia disontogénica más frecuente en gato y rara en el perro. De manera secundaria a la
displasia renal, comúnmente, se observa hipertrofia compensatoria e hiperplasia de túbulos glomerulares,
fibrosis intersticial, nefritis tubulointersticial, pielonefritis, mineralización distrófica, atrofia glomerular quís
tica, túbulos microquísticos, quistes de retención y lipidosis glomerular (2, 3).
La aplasia renal hace referencia a una forma de displasia severa generalizada afectando a la totalidad
del riñón (10). Se ha diagnosticado en un gran número de razas de perros y menos en gatos, siendo más
predispuesta las razas Lhasaapso y Shihtzu (12). También se ha detectado en Alaskan malamute, Chow
chow, Golden retriever (13), Schnauzer miniatura, Elkhound noruego, Caniche estándar, Airdale terrier,
Beagles (14), Bedlington terrier, Bóxer (15), Bulldog inglés, Gran danés, Perro de montaña de los Pirineos,
Lebrel irlandés, Pequinés, Cavalier king charles spaniel, Keeshound, Bobtail, Yorkshire terrier, Soft
coated wheaten terrier irlandés, Cocker spaniel (16), Bullmastiff (17), Cairn terrier (18), Bichón frise (19),
Spaniel holandés, Rhodesian ridgeback (20), y en gatos Persas y Bosques noruegos (21).
Se han informado nefropatías juveniles con características histológicas típicas de displasia renal en uno
o más perros de razas diferentes a las descritas anteriormente, por lo que se sospecha que el trastorno
ocurre de manera esporádica en todas las razas, aunque hasta el momento no existe ningún test genético
valido para el diagnóstico de la displasia renal para ninguna raza (2).
Los signos clínicos que aparecen en esta enfermedad son los típicos de enfermedad renal crónica,
como apetito caprichoso, pérdida de peso, retraso en el crecimiento, mal pelaje, poliuria, polidipsia de
leve a moderada y nicturia. Se ha descrito también en estos animales la presencia de mandíbula de goma
por el alongamiento simétrico del maxilar y la mandíbula, pudiendo aparecer fracturas patológicas (10).
En la palpación abdominal se pueden detectar riñones de pequeño tamaño. Como hallazgos laboratoriales
aparece anemia normocítica normocrómica, azoemia, hiperfosfatemia, acidosis metabólica, pérdida de
capacidad para concentrar la orina y proteinuria de leve a moderada (10). En ecografía los cambios pue
den ser muy variables, dependiendo de la gravedad de la enfermedad, observándose perdida de definición
corticomedular y focos hiperecogénicos multifocales en médula renal o hiperecogenicidad medular gene
ralizada (18). Para el diagnóstico definitivo es necesario la realización de biopsia renal (22) e histopatolo
gía, en las que como lesión primaria se observan glomérulos y túbulos fetales, mesénquima persistente,
conductos metanéfricos persistentes, epitelio tubular atípico y metaplasia disontogénica (10).
El tratamiento a tener en cuenta en perros y gatos con enfermedad renal es similar al recomendado en
animales adultos con enfermedad renal crónica, con alguna modificación como, por ejemplo, no admi
nistrar dietas reducidas en proteínas como se aconseja en el caso de enfermedad renal crónica (10). Es
importante tener en cuenta la presencia de acidosis metabólica, hiperparatiroidismo secundario renal e
hipertensión sistémica en estos pacientes jóvenes. El diagnóstico precoz y un manejo adecuado han de
ser el principal objetivo para disminuir la evolución de la enfermedad (2).
V.6.3. Glomerulopatías
V.6.3.1. Amiloidosis
La amiloidosis (Figura 2) es un grupo de enfermedades caracterizadas por el depósito extracelular de
proteínas fibrilares insolubles, amiloide, con una conformación de lámina plisada beta específica, siendo
el intersticio medular el lugar primario de depósito de esta proteína en la amiloidosis renal familiar, a
diferencia de la amiloidosis renal adquirida donde el depósito de proteínas se produce en el glomérulo
(10). Los depósitos de amiloide fueron sensibles a la oxidación del permanganato, lo que sugiere la pre
sencia de proteína amiloide AA, proteína de fase aguda (3). La amiloidosis hereditaria es causada por
genes mutantes que codifican proteínas con estructura amiloidogénica, las cuales pueden originarse de
múltiples precursores y su formación puede ser primaria o secundaria (2).
La amiloidosis familiar ha sido principalmente descrita en perros de raza Sharpei (23, 24), también en
Beagles (25), Foxhound inglés (26) y Akita inu, y en gatos Abisinios (27) y Siameses (28), entre 1 y 6 años
de edad. En estos animales el depósito de amiloide en riñón provoca la aparición de signos clínicos de
enfermedad renal crónica. También puede producirse el depósito en otros órganos como hígado (29),
pudiendo provocar hepatomegalia, ictericia, incluso rotura hepática con hemoabdomen (1), bazo, tracto
gastrointestinal, glándula tiroides y glándulas adrenales (3, 4). La proteinuria y otros signos de síndrome
nefrótico como la hipoalbuminemia aparecen en un 65% de los pacientes (4, 10). En la raza Sharpei, la
amiloidosis se hereda de manera autosómica recesiva (24). Esta raza es homocigota para el gen del ácido
hialurónico sintasa 2 (HAS2) responsable de la presencia de las arrugas tan características (30), pudiendo
también provocar en algunos individuos episodios de fiebre alta e inflamación en articulaciones, siendo
esta enfermedad análoga a la fiebre mediterránea familiar en el humano (31). El diagnóstico está basado
en la raza, signos clínicos y estudio histopatológico de biopsia renal (10).
codificadores da como resultado cadenas de colágeno incorrectas no pudiendo interactuar con otras ca
denas para formar los heterómeros alfa3alfa4alfa5 (2), produciendo el deterioro prematuro de la
membrana basal glomerular y enfermedad glomerular progresiva (1).
Varias mutaciones y modos de herencia han sido descritas en diferentes razas. En el Samoyedo aparece
una nefritis hereditaria dominante ligada al cromosoma X (32), y los perros machos suelen ser más afec
tados que las hembras. La nefritis hereditaria en esta raza se caracteriza por proteinuria persistente de
moderada a severa, hematuria o glucosuria, que se manifiestan en los primeros 69 meses de vida, pro
gresando a un deterioro de la función renal y apareciendo azoemia causando la muerte antes de los dos
años de edad. Las hembras portadoras desarrollan proteinuria persistente a la misma edad que sus her
manos machos afectados, pero rara vez progresa a insuficiencia renal antes de los 5 años de edad (32).
En el Cocker spaniel inglés la enfermedad es autosómica recesiva (33) y, excepto que afecta por igual a
machos y hembras, la nefritis hereditaria en esta raza es clínica y patológicamente igual a la que aparece
en el Samoyedo (3). En los perros de raza Bull terrier (34) y Dálmata la forma es autosómica dominante
(35) y afecta por igual a machos y hembras. Todos los perros afectados presentan proteinuria, pero la
progresión a insuficiencia renal aparece entre los 11 meses y los 8 años en Bull terrier (36) y entre los 8
meses y 7 años en Dálmata (3, 35). Las anormalidades oculares y auditivas, como se describen en la
nefritis hereditaria humana, parecen ser poco comunes en perros afectados, a excepción del lenticono
anterior en Bull terrier que si se ha observado (36).
El diagnóstico se basa en la raza, signos clínicos, biopsia renal y microscopía electrónica. Para algunos
tipos de enfermedades de nefritis hereditaria existen pruebas genéticas que detectan la mutación causante
de la enfermedad (33). Como tratamiento se aconseja dieta baja en fósforo, control de hipertensión sis
témica mediante inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y control de la acidosis. Una
detección temprana de la nefritis hereditaria permite retrasar la progresión de la enfermedad, siendo pre
decible en el Samoyedo y en el Cocker spaniel inglés, mientras que la evolución es más variable en Bull
terrier y Dálmata, llegando incluso a sobrevivir hasta 10 años (37).
, aunque el organismo no ha sido detectado por inmunohistoquímica en los tejidos afectados
(3, 40). La glomerulonefritis membranoproliferativa también ha sido descrita en Spaniel bretón con defi
ciencia genética en el tercer componente del complemento (3, 41).
Figura 4. Corte longitudinal de un riñón con múltiples quistes en un perro con enfermedad renal poliquística (Imagen
procedente de 2ª Ed. By Dennis J. Chew, Stephen P. DiBartola, Patricia Schenck).
en orina en ausencia de hiperglucemia. La base genética por la que se produce esta alteración es desco
nocida (4, 10).
V.6.5.2. Cistinuria
La cistinuria es un defecto genético que provoca disminución en la reabsorción de cisteína y aminoá
cidos dibásicos como ornitina, lisina y arginina, resultando en urolitiasis de cistina debido a su baja solu
bilidad (54). Este trastorno se ha informado en más de 70 razas de perros, entre ellos Pastor australiano,
Basenji, Basset hound, Bullmastiff, Chihuahua, Teckel, Bulldog inglés, Bulldog francés, Terrier irlandés,
Terrier escocés, Mastín, Pinscher miniatura, Terranova, Labrador retriever, Lebrel escocés, Staffordshire
terrier y Welsh corgi (4). Aunque se han encontrado diferentes mutaciones que causan este fenotipo en
las diferentes razas, todas aparecen en el mismo gen que causa cistinuria en humanos, gen SLC3A1 y
SLC7A9. Sólo en humanos se han identificado más de 170 mutaciones en el gen SLC3A1 (55). Diferentes
tipos de herencia se han identificado en las diferentes razas de perros afectadas con cistinuria. Herencia
autosómica recesiva se ha observado en perros Labrador retriever y Terranova (56), mientras que en
perros de raza Pinscher miniatura el tipo de herencia es autosómica dominante (54). En otras razas aún
no se ha encontrado la causa genética, como en Mastín, Terrier irlándes y Lebrel escocés, que muestran
cistinuria dependiente de andrógenos. En este caso sólo los machos adultos no castrados muestran la
enfermedad, siendo la castración curativa. La cistinuria en gatos, aunque rara, se ha diagnosticado recien
temente (57). Los signos clínicos que pueden aparecer son los típicos de urolitiasis, aunque la mayoría de
los afectados no muestran signos clínicos relacionados con el trastorno. Existen pruebas de ADN espe
cíficas de raza, pero la prevalencia de cada mutación sigue siendo desconocida (54).
V.6.5.3. Hiperuricosuria
A diferencia de la cistinuria, la hiperuricosuria se asocia a una predisposición a urolitiasis en edad
adulta. Esta patología se trasmite mediante una herencia autosómica recesiva que provoca un defecto en
el transporte de ácido úrico en el hígado y riñones causando este incremento de ácido úrico en la orina.
Esta alteración puede aparecer en diferentes razas, y aunque todos los perros de raza Dálmata son ho
mocigotos para este gen autosómico recesivo, no todos desarrollan urolitiasis de urato (58). La urolitiasis
por urato también se ha observado en razas predispuestas a enfermedad hepática, como shunt portosis
témico en Yorkshire terrier y Schnauzer miniatura y hepatitis crónica en Dobermann, Labrador retriever
y Cocker spaniel (4).
V.6.5.4. Hiperxantinuria
La xantinuria genética y la formación de urolitiasis por xantina, presenta una herencia autosómica
recesiva en perros de raza Cavalier king charles spaniel, que causa deficiencia de la enzima xantina oxidasa
encargada de la hidroxilación de una serie de sustratos (59). Este trastorno puede observarse también en
perros en tratamiento con alopurinol (4).
V.6.5.5. Hiperoxaluria
La hiperoxaluria primaria es un trastorno hereditario autosómico recesivo que provoca una mutación
puntual en el gen de alaninaglioxilato aminotrasnferasa, cuyo déficit produce un aumento de oxalato en
orina al no poder ser eliminado por excreción renal favoreciendo la formación de cálculos o cristales de
oxalato. Esta mutación se ha detectado en cachorros de pocas semanas de Coton de Tulear inglés (60) y
en gatos (61). En razas de perros predispuestas a hiperadrenocosticismo, como Caniche miniatura,
Bichón frise o Teckel, aumenta la posibilidad de urolitiasis de oxalato de calcio por la hipercalciuria y
urolitiasis de estruvita por la predisposición a infección del tracto urinario que se ha descrito en estos
animales (4).
V.6.6. Misceláneas
V.6.6.1. Telangiestasia
La telangiectasia en la raza Pembroke welsh corgi produce episodios de hematuria macroscópica pe
riódica que aparecen entre los 2 y 8 años de edad (66). Estos animales pueden presentar signos de malestar
abdominal y disuria. En ocasiones presentan anemia y coágulos de sangre en la orina debido al abundante
sangrado. Los animales afectados pueden desarrollar nefrocalcinosis o cálculos y en casi la mitad de los
perros afectados aparece hidronefrosis si un cálculo o coágulo obstruye el uréter (1). Se pueden encontrar
lesiones nodulares en otros tejidos como subcutis, bazo, duodeno, mediastino, pared torácica, espacio
retroperitoneal y sistema nervioso central. Histológicamente aparecen cavernas llenas de sangre recubier
tas de endotelio. La trombosis es un hallazgo frecuente en senos (3).
V.6.6.3. Cistoadenocarcinoma
El cistoadenocarcinoma renal múltiple y la dermatofibrosis nodular son una forma autosómica domi
nante de neoplasia en perros Pastores alemanes, que provoca una mutación en el gen BHD (Birt–Hogg–
Dubé locus) canino. El estado positivo homocigoto es letal en el embrión (68). Se caracteriza por el
desarrollo de tumores bilaterales multifocales en riñones, nódulos en piel y subcutis y leiomiomas uteri
nos. El diagnostico se realiza entre los 5 y 11 años de edad por la aparición de nódulos cutáneos o de
signos inespecíficos como anorexia, pérdida de peso, polidipsia y signos digestivos (69).
Otro trastorno relacionado con la raza es la incontinencia urinaria en perros de raza grande como el
Doberman, por vejigas intrapélvicas, conformación corta de uretra o por fístulas uretrorectal en Bulldog
inglés y Caniche miniatura, por fístulas uretroperitoneal en el Caniche miniatura, prolapso uretral en ma
chos de raza Boston terrier y Bulldog inglés, duplicación uretral en Bulldog inglés y Caniche miniatura y
por hipospadias en Boston terrier y Dálmata (4).
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