Análisis de Sistemas-Mundo: Immanuel Wallerstein
Análisis de Sistemas-Mundo: Immanuel Wallerstein
Análisis de Sistemas-Mundo: Immanuel Wallerstein
IMMANUEL WALLERSTEIN
ANÁLISIS DE SISTEMAS-MUNDO
Una introducción
1
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
una teoría global y sus aportaciones a la historia como ciencia social, una línea
directa entre Karl Marx, Fernand Braudel y Wallerstein. También tiene empatía
intelectual con Ilya Prigogine, Marc Bloch, Paul Sweezy y Franz Fanon.
El científico social mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas -uno de sus
principales discípulos- en el prólogo a La crisis estructural del capitalismo (Editorial
Contrahistorias, 2005) planteó que sus aportes teóricos se pueden esbozar en
cuatro líneas principales:
a) la explicación histórico-crítica de la historia, el desarrollo y los mecanismos
globales y funcionales del capitalismo desde el siglo XVI hasta nuestros días
mediante la colectivamente aceptada teoría del sistema-mundo (world-system).
b) el análisis crítico de los hechos y realidades del largo siglo XX y su
influencia en los procesos históricos en los que estamos inmersos.
c) el análisis histórico-crítico de los hechos coyunturales y el ejercicio de
escenarios prospectivos del actual sistema-mundo, resaltando que éste vive la fase
B de un ciclo de Kondratiev iniciado posterior a 1945 y experimenta una crisis
estructural que iniciará su fase final hacia 2050.
d) la reflexión epistemológica-crítica de la urgente necesidad de reconfigurar y
replantear la estructura parcelada de las ciencias sociales actuales y encaminarlas
hacia una perspectiva unidisciplinar.
El moderno sistema-mundo
Su obra más importante, El moderno sistema-mundo (The modern world-system)
ha aportado a la ciencia histórica un nuevo modelo teórico-interpretativo.
Apareció en tres volúmenes en 1974, 1980 y 1989. En ellos, Wallerstein se basa en
tres influencias intelectuales: Karl Marx, el historiador francés Fernand Braudel, la
Teoría de la dependencia, en su experiencia práctica obtenida en su trabajo en la
África post-colonial y las varias teorías acerca de las naciones en desarrollo. Un
aspecto de su trabajo por el cual se merece crédito fue el anticipar la importancia
del creciente Conflicto Norte-Sur el cual estaba ya en la cima durante la Guerra
Fría. Wallerstein rechazaba la noción de un "Tercer Mundo", afirmando que había
sólo un mundo conectado por una compleja red de relaciones de intercambio
económico.
Wallerstein localiza el origen del moderno sistema-mundial en el noroeste de
Europa del siglo XVI. Una pequeña ventaja en la acumulación de capital en Gran
Bretaña y Francia, debido a circunstancias políticas específicas al final del período
del feudalismo, pusieron en movimiento un proceso gradual de expansión, como
resultado: la red mundial, o sistema de intercambio económico que existe en la
actualidad. Un mayor avance ocurrió durante la época del imperialismo, el cual
puso en contacto a cada rincón de la tierra con la economía capitalista al estilo
europeo. El sistema-mundial capitalista se encuentra lejos de la homogeneidad en
términos culturales, políticos y económicos; está caracterizado por profundas
diferencias en el desarrollo cultural, acumulación del poder político y capital.
Wallerstein concibe las diferencias en las teorías de la modernización y capitalismo
2
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
RECONOCIMIENTOS
Cuando acepté escribir este libro, recibí, por casualidad, una invitación de la
Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, España, para dar un
seminario de verano sobre "análisis de sistemas-mundo". El curso consistiría en
cinco conferencias. Los participantes eran en su mayoría alumnos graduados y
profesores jóvenes de universidades españolas, quienes, en su mayoría, habían
tenido escaso contacto con el análisis de sistemas-mundo. Eran alrededor de cua-
renta. Aproveché así la ocasión para presentar una primera versión de los cinco
capítulos de este libro. Y me he beneficiado por los comentarios recibidos. A ellos
les agradezco.
Cuando terminé de escribir el borrador de este libro, le pedí a cuatro
amigos que lo leyeran y criticaran. Estos amigos son personas en cuyo juicio como
lectores y experiencia docente confío. Pero todos tenían cierto grado de
participación e interés en el análisis de sistemas-mundo. Esperaba por tanto
obtener una variada gama de reacciones, y eso fue lo que sucedió. Como es el
caso con un ejercicio semejante, les estoy agradecido por rescatarme de zonceras y
pasajes oscuros. Me ofrecieron sus avezadas sugerencias, las cuales incorporé. Pero,
por supuesto, persistí en mi opinión acerca del tipo de libro que yo consideraba
más útil escribir, y los lectores merecen mis disculpas por ignorar parte de sus
sugerencias. Así y todo, el libro es mejor gracias a las cuidadosas lecturas de Kai
Erickson, Walter Goldfrank, Charles Lemert y Peler Taylor.
PARA COMENZAR:
COMPRENDER EL MUNDO EN EL QUE VIVIMOS
Los medios, así como también los científicos sociales, repiten constantemente
que hay dos cosas que dominan el mundo en que vivimos desde los últimos
decenios del siglo XX: la globalización y el terrorismo. Ambos se nos presentan
como fenómenos sustancialmente nuevos: el primero rebosante de esperanzas y el
segundo, de peligros temibles. El gobierno de los Estados Unidos parece
desempeñar un papel central en el avance de uno y la lucha contra el otro. Pero
por supuesto, estas realidades no son meramente estadounidenses sino
mundiales. Lo que subyace a gran parte de este análisis es el eslogan de la señora
Thatcher, primer ministro de Gran Bretaña entre 1979 y 1990: TINA ("There is NO
Alternative", en español: "No Hay Ninguna Alternativa"). Se nos dice que no hay
ninguna alternativa a la globalización, a cuyas exigencias todos los gobiernos deben
someterse. Y se nos dice que, si queremos sobrevivir, no hay ninguna alternativa más
que aplastar sin piedad al terrorismo en todas sus manifestaciones.
La caracterización no es falla de verdad, pero sí muy parcial. Si observamos la
globalización y el terrorismo como fenómenos definidos en un tiempo y escena
3
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
4
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
5
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
último, que discutimos el futuro posible al que nos enfrentamos y por ende,
nuestras realidades contemporáneas. Algunos lectores preferirán dirigirse direc-
tamente al capítulo 5, y convertirlo en su capítulo 1. Si he estructurado mi
argumentación de la manera en que lo he hecho es porque creo firmemente que
para entender el análisis de sistemas-mundo el lector (incluso el joven y
principiante) necesita "impensar" mucho de lo que ha aprendido de la escuela
primaria en adelante, reforzado cotidianamente por los medios de
comunicación masivos. Es sólo mediante la confrontación directa de cómo
hemos llegado a pensar del modo en que lo hacernos como podemos comenzar a
liberarnos para pensar de maneras que, creo, nos permitan analizar de forma
más coherente y útil nuestros dilemas contemporáneos.
Los libros son leídos de distintas maneras por personas distintas, y supongo
que cada uno de los tres grupos de lectores a quienes está dirigido este libro lo
leerá de manera diferente. Sólo puedo esperar que cada grupo, cada lector
individual, lo encuentre de utilidad. Ésta es una introducción al análisis de sistemas-
mundo. No tiene la pretensión de ser una summa. El libro intenta cubrir todo el
espectro de temas, pero sin duda algunos lectores entenderán que faltan ciertos
elementos, otros se encuentran sobrevaluados y, desde ya, algunos de mis
argumentos son, simplemente, erróneos. El libro se plantea como una
introducción a un modo de pensar, siendo por ende también una invitación a
un debate abierto, del que espero participen los tres públicos.
6
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
que por primera vez el mundo está listo para considerar seriamente las ideas que
encarna, y que, además, tal vez dichas ideas han sido reformuladas de manera tal
que resultan más convincentes y accesibles a un número mayor de personas.
La historia de la emergencia del análisis de sistemas-mundo está imbricada en
la historia del sistema-mundo moderno y las estructuras de saber que se
desarrollaron como parte de ese sistema. Es por demás útil rastrear los comienzos
de esta historia particular no en los años setenta sino a mediados del siglo XVIII.
La economía-mundo capitalista había existido ya por espacio de dos siglos. El
imperativo de la incesante acumulación de capital había generado una necesidad
de cambio tecnológico constante, y una constante expansión de las fronteras
(geográficas, psicológicas, intelectuales, científicas).
Surgió, como consecuencia, la necesidad de saber cómo sabemos y debatir
acerca de cómo debemos saber. La afirmación milenaria según la cual las
autoridades religiosas se arrogaban el ser la única vía de saber la verdad venía
siendo desafiada en el sistema-mundo moderno hacía tiempo ya. Las alternativas
seculares —esto es, no religiosas— recibían cada vez mejor aceptación. Los filósofos
se prestaban a dicha tarea, sosteniendo que los seres humanos podían adquirir
saber mediante el empleo de su intelecto, en oposición a la recepción de una
verdad revelada por medio de autoridades o textos religiosos. Filósofos tales
como Descartes y Spinoza —al margen de las diferencias entre uno y otro—
buscaban relegar el saber teológico a un rincón privado, separado de las
principales estructuras del saber.
Mientras los filósofos desafiaban los dictados de los teólogos, afirmando que
los seres humanos podían discernir la verdad directamente mediante el uso de
sus facultades racionales, un grupo cada vez más numeroso de intelectuales se
manifestaba de acuerdo respecto de la función de los teólogos, pero argumentaba
también que la denominada intuición filosófica era una fuente de verdad tan
arbitraria como la revelación divina. Estos intelectuales insistían en darle
prioridad al análisis empírico de la realidad. Cuando Laplace a comienzos del siglo XIX
escribió un libro sobre los orígenes del sistema solar, Napoleón, a quien presentara
el libro, le hizo notar que no había mencionado a Dios una sola vez en su grueso
volumen. Laplace respondió: "No tengo necesidad de tal hipótesis, señor." Estos
intelectuales serían a partir de entonces llamados científicos. No obstante,
debemos recordar que al menos hasta fines del siglo XVIII no había una distinción
clara entre ciencia y filosofía a la hora de definir el saber. En aquellos tiempos,
Immanuel Kant encontraba perfectamente adecuado dar conferencias sobre
astronomía y poesía así como también sobre metafísica. Escribió además un
tratado sobre relaciones entre estados. El saber era considerado aún un campo
unificado.
Aproximadamente en ese momento a fines del siglo XVIII, ocurrió lo que hoy
denominamos "divorcio" entre la filosofía y la ciencia. Fue por insistencia de quienes
defendían las "ciencias" empíricas que ocurrió este divorcio. Afirmaban que el único
camino a la "verdad" era la teoría basada en la inducción a partir de observaciones
empíricas, y que dichas observaciones tenían que ser realizadas de modo tal que
otros pudieran repetirlas luego y así verificar dichas observaciones. Sostenían que
7
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
8
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
9
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
10
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
del presente o incluso los límites que se reclamaba a la fecha. La historia de Francia
fue así la historia de todo lo que hubiera ocurrido dentro de los territorios de
Francia tal como ésta era definida en el siglo XIX. Tal cosa era por cierto un poco
arbitraria, pero servía a un propósito, el de reforzar los sentimientos nacionalistas
contemporáneos, y fue por ende una práctica alentada por los propios estados.
Sin embargo, dada la práctica de los historiadores a limitarse al estudio del
pasado, tenían muy poco que decir frente a la situación contemporánea de sus
países. Y los líderes políticos sentían la necesidad de obtener más información sobre
el presente. Nuevas disciplinas surgieron con este propósito. Eran básicamente tres:
economía, ciencias políticas y sociología. ¿Por qué, de todos modos, habría tres
disciplinas para estudiar el presente pero sólo una para estudiar el pasado? Porque
la ideología liberal dominante en el siglo XIX sostenía que la modernidad se
encontraba definida por la diferenciación de tres esferas sociales: el mercado, el
estado y la sociedad civil. Las tres esferas operaban, se decía, de acuerdo con lógicas
diferentes, y por ende era lo mejor mantenerlas separadas unas de otras, en la vida
social y por tanto en la vida intelectual. Requerían ser estudiadas de modos diversos,
apropiarlos a cada esfera: el mercado por economistas, el estado por politólogos y la
sociedad civil por sociólogos.
Otra vez surgió la pregunta: ¿cómo acceder a un conocimiento "objetivo" sobre
estas tres esferas? Aquí, la respuesta fue distinta de la dada por los historiadores. En
cada disciplina, el punto de vista que se tornó dominante fue que las esferas de la vida
—el mercado, el estado y la sociedad civil— eran gobernadas por leyes que podían ser
discernibles mediante el análisis empírico y la generalización inductiva. Era exacta-
mente la misma postura que los científicos puros defendían respecto de sus objetos
de estudio. Por ello denominamos a estas tres disciplinas nomotéticas (esto es,
disciplinas en busca de leyes científicas) en oposición a la disciplina ideográfica que la
historia aspira a ser (esto es, una disciplina predicada en la singularidad del
fenómeno social).
Otra vez vuelve a plantearse la pregunta ¿dónde debía concentrarse el estudio
de los fenómenos contemporáneos? Los científicos sociales nomotéticos se
encontraban en los mismos cinco países que los historiadores, y del mismo modo, se
dedicaron básicamente al estudio de sus propios países (o cuanto mucho a la
realización de comparaciones entre esos cinco países). Esto era sin duda una
fuente de legitimación social, pero los científicos sociales nomotéticos expusieron
además un argumento metodológico para justificar su elección. Dijeron que el
mejor modo de evadir el prejuicio era el uso de datos cuantitativos, y que resultaba
más probable encontrar dichos datos en sus propios países en el presente
inmediato. Más aún, sostuvieron que aceptada la existencia de leyes generales
reguladoras del comportamiento social, carecía de importancia el lugar donde los
fenómenos fueran estudiados, puesto que aquello que resultase válido en un lugar
y un momento determinados debía serlo en todo lugar y todo tiempo. ¿Por qué
no estudiar entonces los fenómenos acerca de los cuales se contaba con datos más
confiables; esto es los más cuantificados y cuya obtención fuera posible repetir?
Los científicos sociales tenían otro problema por delante. Las cuatro disciplinas
en su conjunto (historia, economía, sociología y ciencias políticas) estudiaban, de
11
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
hecho, sólo una pequeña parte del mundo. Pero en el siglo XIX, esos cinco países
imponían su dominio colonial en muchas otras regiones, e incluso sostenían
relaciones comerciales y a veces bélicas con otras. Convenía estudiar el resto del
mundo también. No obstante, el resto del mundo parecía ser un poco distinto,
resultando inadecuado el uso de estas cuatro disciplinas inspiradas en Occidente
para el estudio de partes del mundo que no se consideraba "modernas". Como
resultado, surgieron dos disciplinas adicionales.
Una de ellas se denominó antropología. Los primeros antropólogos estudiaron
pueblos que estaban bajo dominio colonial concreto o virtual. Partieron de la
premisa de que los grupos que estudiaban no disfrutaban de la tecnología moderna,
no contaban con sistemas de escritura propios y no poseían religiones que se
extendieran más allá del propio grupo. Se los denominaba genéricamente "tribus":
grupos relativamente pequeños (en términos de población y área ocupada) que
observaban un conjunto común de costumbres, hablaban un idioma común y en
algunos casos reconocían una estructura política común. En el lenguaje del siglo
XIX, se los consideraba pueblos "primitivos".
Una condición esencial para el estudio de estos pueblos fue que cayeran bajo
jurisdicción política de un estado moderno, garante del orden y el seguro acceso
del antropólogo. Dado que estos pueblos eran culturalmente tan distintos de
quienes los estudiaban, el principal modo de investigación fue el denominado de
"observación participante": el investigador se instalaba en la población por un
tiempo determinado, con el objeto de aprender su idioma y discernir la totalidad
de sus usos y costumbres. A menudo, hacía uso de intermediaros locales como
intérpretes, tanto lingüísticos como culturales. Se llamó a este ejercicio "escribir una
etnografía", y se basaba en el "trabajo de campo" (opuesto a la investigación
bibliográfica o de archivo).
Se supuso que estos pueblos carecían de "historia", salvo aquella resultante de
la instauración de dominio por parte de extranjeros "modernos", hecho entendido
como un "contacto cultural" y por lo tanto un cambio cultural. Este cambio
implicaba que el etnógrafo normalmente intentase reconstruir las costumbres tal
como existían antes del contado cultural (relativamente reciente), bajo la
suposición de que dichas costumbres habían existido desde tiempos inmemoriales
hasta la imposición del control colonial. Los etnógrafos sirvieron, muchas veces,
como los principales traductores de estos pueblos para esos extranjeros modernos
que los gobernaban. Reponían en lenguaje comprensible a estos extranjeros la
racionalidad subyacente a las costumbres locales. Resultaban por ende útiles a las
autoridades coloniales, brindando información que posibilitaba a los gobernantes
trabar mejor conocimiento respecto de qué podían o no podían (o no debían)
hacer en su administración.
El mundo de todos modos no estaba constituido únicamente por los estados
"modernos" y los denominados pueblos primitivos. Había vastas regiones fuera de
la zona paneuropea que debían ser consideradas aquello que el siglo XIX
llamaba "altas civilizaciones", como era el caso de China, India, Persia o el mundo
árabe. Todas estas zonas poseían ciertas características en común: escritura, un
idioma dominante empleado en tal escritura y una sola religión "mundial"
12
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
13
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
14
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
15
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
las verdades tradicionales (lo que alguna vez se llamó "confusión" dentro de las
disciplinas) y por el otro abrió camino a cuestionamientos heréticos de algunas
de estas verdades, especialmente por parte del creciente grupo de académicos
procedentes del mundo no occidental o de aquellos que formaban parte del
cuadro de los académicos occidentales entrenados bajo los ya consolidados
estudios de área. En el período que va de 1945 a 1970, cuatro debates prepararon la
escena para la emergencia del análisis de sistemas-mundo: el concepto de centro-
periferia desarrollado por la Comisión Económica Para América Latina de las
Naciones Unidas (CEPAL) y la elaboración subsiguiente de la "teoría de la
dependencia"; la utilidad del concepto marxista de "modo asiático de producción",
debate que tuvo lugar entre los académicos comunistas; la discusión entre los his-
toriadores de Europa occidental acerca de "la transición del feudalismo al
capitalismo"; el debate acerca de "la historia total" y el triunfo de la escuela
historiografía de los Anuales en Francia y en distintas partes del mundo después.
Ninguno de estos debates era totalmente nuevo, pero en este período ocuparon el
centro de la cuestión, arrojando como resultado un desafío enorme para las
ciencias sociales tal como habían evolucionado hasta 1945.
El par centro-periferia fue una contribución decisiva de los académicos del
Tercer Mundo. Es cierto que algunos geógrafos alemanes habían sugerido algo
similar ya en 1920, como también hiciera un grupo de sociólogos rumanos en los
años treinta (época en que la estructura social de Rumania era bastante similar a la
del Tercer Mundo, por cierto). De todos modos, no fue sino hasta los años
cincuenta, con el trabajo de Raúl Prebisch y sus “jóvenes turcos" latinoamericanos
en la CEPAL, que el tema pasó a ser cuestión relevante dentro del saber académico
de las ciencias sociales. El punto de partida era muy sencillo. Sostenían que el
comercio internacional no consistía en un intercambio entre pares. Algunos países
eran económicamente más poderosos que otros (los de centro) y por ende podían
negociar en términos que favorecían el desvío de la plusvalía de los países débiles
(la periferia) al centro. Alguien lo llamaría luego "intercambio desigual". El análisis
suponía un remedio para la desigualdad: que los estados periféricos
emprendiesen acciones con el fin de instituir mecanismos que equilibrasen el
intercambio en su mediano plazo.
Desde luego, una idea tan simple dejaba de lado una enorme cantidad de
detalles, dando lugar a encendidos debates. La discusión se planteó entre sus
partidarios y quienes sostenían una visión más tradicional del comercio
internacional planteada en lo fundamental por David Ricardo en el siglo XIX,
aquella según la cual si todos siguen su "ventaja comparativa", todos obtienen el
máximo beneficio. Pero también se suscitaban discusiones internas al grupo de
partidarios del modelo centro-periferia. ¿Cómo funcionaba? ¿Quién se beneficiaba
realmente del intercambio desigual? ¿Qué medidas pudieran ser efectivas para
contrarrestarlo? ¿Y hasta qué punto tales medidas requerían más de una acción
política que de una regulación económica?
Sobre este último tema fue que los teorizadores de la "dependencia"
desarrollaron sus versiones corregidas del análisis de centro y periferia. Varios
sostenían que la revolución política era un requisito previo de cualquier acción
16
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
17
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
18
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
19
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
porque se metía en los ojos, impidiendo ver las verdaderas estructuras subyacentes.
Pero Braudel también criticó la búsqueda de verdades atemporales y eternas,
considerando el trabajo puramente nomotético de muchos científicos sociales como
mítico. En medio de estos dos extremos, insistió en otros dos tiempos sociales que
las dos culturas habían olvidado: el tiempo estructural (o de larga duración, pero
no eterno, las estructuras básicas que subyacen a los sistemas históricos), y los
procesos cíclicos dentro de las estructuras (o tendencias de mediano plazo, tales
como las expansiones y contracciones de la economía mundial). Braudel también
destacó el tema de la unidad del análisis. En su primer trabajo importante, insistió
que el Mediterráneo del siglo XVI que había estado estudiando, constituía una
"economía-mundo" (économie-monde), e hizo de la historia de esta economía-
mundo el objeto de su estudio.
Estos cuatro debates tuvieron lugar esencialmente entre 1950 y 1960.
Ocurrieron básicamente por separado, sin referencias mutuas, y con frecuencia sin
conocimientos el uno del otro. Sin embargo, colectivamente, representaron una
crítica central a la estructura existente. Este levantamiento intelectual fue
seguido por el choque cultural de las revoluciones de 1968, Y estos hechos juntaron
las piezas dispersas. La revolución mundial de 1968 se ocupó primariamente de una
serie de asuntos políticos centrales: la hegemonía de los Estados Unidos y su
política internacional, que lo había llevado a la guerra de Vietnam; la
relativamente pasiva actitud de la Unión Soviética, a la que los revolucionarios de
1968 vieron en "colusión" con los Estados Unidos; la ineficacia de los movimientos
tradicionales de la Vieja Izquierda en oposición al statu quo. Discutiremos estos temas
más adelante.
En este proceso de levantamiento, sin embargo, los revolucionarios de 1968,
quienes contaban con su base más poderosa en las universidades de todo el
mundo, comenzaron también a elevar una serie de temas respecto a las estructuras
del saber. Al principio, hicieron preguntas referentes a la participación política
directa de los académicos universitarios en trabajos que apoyaban el statu quo
mundial, tal como los físicos que realizaban investigaciones vinculadas con la
guerra y los científicos sociales que proveían material para los esfuerzos de
contrainsurgencia. Luego, cuestionaron sobre áreas descuidadas del saber. En las
ciencias sociales, esto significó las historias ignoradas de muchos grupos oprimidos:
mujeres, grupos "minoritarios", poblaciones indígenas, grupos con identidades o
prácticas sexuales alternativas. Pero, eventualmente, comenzaron a plantear
cuestiones sobre las epistemologías subyacentes a las estructuras del saber.
Es en este punto, a principio de los años setenta, cuando la gente comenzó a
hablar explícitamente sobre los sistemas-mundo de análisis como una perspectiva.
Los sistemas-mundo de análisis fueron un esfuerzo por combinar de manera
coherente las preocupaciones respecto a la unidad de análisis, la preocupación
por las temporalidades sociales y la preocupación por las barreras que se habían
erigido entre las diferentes ciencias sociales.
Los sistemas-mundo de análisis significaron antes que nada la sustitución de
una unidad de análisis llamada "sistema-mundo" en vez de la unidad estándar de
análisis, que había sido el estado nacional. En su conjunto, los historiadores habían
20
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
21
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
22
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
de aquellos sistemas que habían sido agrupados bajo el título de "modelo asiático
de producción". Uno ya no tenía por qué preocuparse sobre si estas estructuras
estaban ubicadas en algún punto en particular sobre la curva histórica. Y uno podía
ahora preguntarse por qué la transición del feudalismo al capitalismo había tenido
lugar (como si la posibilidad de que pudiera no haber ocurrido fuera una
alternativa real) y no asumir su inevitabilidad y buscar, sencillamente, cuáles fueron
las causas inmediatas de la transición.
El tercer elemento en el análisis de sistema-mundo fue su falta de respeto por las
fronteras tradicionales en las ciencias sociales. Los analistas de sistema-mundo
analizaban la totalidad del sistema social a lo largo de la longue durée. Se sentían por
lo tanto en libertad de analizar materiales que en alguna oportunidad habían sido
considerados dominio exclusivo de historiadores o economistas o politólogos o
sociólogos y de analizarlos con un marco analítico común. El análisis resultante de
los sistemas-mundo no era multidisciplinario, puesto que los analistas no estaban
reconociendo la legitimidad intelectual de estas disciplinas. Estallan siendo
unidisciplinarios.
Por supuesto, esta trilogía de críticas —sistema-mundo antes que estados como
unidad de análisis, la insistencia en la longue durée, y un enfoque unidisciplinario—
representaban un ataque a muchas vacas sagradas. Era de esperar que se diera un
contraataque. Este llegó, inmediata y vigorosamente, desde cuatro frentes: los
positivistas nomotéticos, los marxistas ortodoxos, los autonomistas estatales y las par-
ticularistas culturales. La crítica central de cada uno había sido que sus premisas
básicas no habían sido aceptadas por el análisis de sistema-mundo. Esto era, por
supuesto, correcto, pero ni con mucho llegaba a convertirse en un argumento
intelectual devastador.
Los positivistas nomotéticos habían sostenido que el análisis de sistema-mundo
era esencialmente una narrativa, que su teorizar se basaba en hipótesis que no
habían sido sometidas a rigurosas pruebas. De hecho, con frecuencia argüían que
muchas de las proposiciones de los análisis de sistema-mundo eran no verificables,
y por ende, intrínsecamente inválidas. En parte, ésta es una crítica a una insuficiente
(o no existente) cuantificación en la investigación. En parte, es una crítica a una
insuficiente (o no existente) reducción de situaciones complejas a variables simples
y claramente definidas. En parte, ésta es una sugerencia de la intromisión de
premisas con carga de valor en el trabajo analítico.
Por supuesto que ésta es, de hecho, el reverso de la crítica de los análisis de
sistema-mundo al positivismo nomotético. Los analistas de sistema-mundo insisten
que más que reducir situaciones complejas a variables más simples, el esfuerzo
debería dirigirse a complejizar y contextualizar todas las denominadas variables
más sencillas a fin de entender situaciones sociales reales. Los analistas de sistema-
mundo no se oponen a la cuantificación per se (cuantificarían aquello que es de utilidad
cuantificar), pero (como nos enseña aquel viejo chiste del borracho) siente que uno
no tiene que buscar la llave perdida debajo del farol sólo porque la luz es ahí mejor
(en donde hay mayor datos cuantificables). Uno busca la información más
apropiada en función del problema intelectual; uno no elige el problema porque
existen datos firmes y cuantitativos. Este debate puede entenderse como lo que
23
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
24
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
25
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
26
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
27
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
tienen lugar los mismos tipos de intercambios. Qué tan grande y extendido esté el
mercado virtual depende de las alternativas realistas que los vendedores y
compradores tengan en un momento determinado. En principio, en una
economía-mundo capitalista, el mercado virtual existe como totalidad en la
economía-mundo. Pero como habremos de ver, hay muchas veces interferencias
en estas fronteras que crean mercados más estrechos y "protegidos". Existen, claro
está, mercados virtuales separados para todos los bienes de consumo así como
para el capital y para los distintos tipos de trabajo. Pero a lo largo del tiempo, tam-
bién puede decirse que existe un solo mercado global virtual para todos los factores
de producción combinados, más allá de las barreras que existen para su libre
funcionamiento. Uno puede pensar en este mercado virtual completo como un
imán que atrae a todos los productores y compradores y cuya atracción es un
factor político constante en los procesos de decisión de todos: los estados, las
compañías, las unidades domésticas, las clases y los grupos de estatus (o identi-
dades) . Este mercado global virtual completo es una realidad en tanto que influye
en todos los procesos de decisión, pero nunca funciona entera y libremente (esto
es, sin interferencias). El mercado absolutamente libre funciona como una
ideología, un mito y una influencia restrictiva, pero nunca como una realidad
cotidiana. Una de las razones por las que un mercado totalmente libre no es una
realidad cotidiana, si es que alguna vez fuera a existir, es que volvería imposible la
acumulación incesante de capital. Esto puede parecer una paradoja, porque es cierto
que el capitalismo no puede funcionar sin mercados, y también es cierto que los
capitalistas dicen con regularidad que están a favor del libre mercado. Pero los
capitalistas necesitan, de hecho, mercados no completamente libres sino mercados
parcialmente libres. La razón es obvia. Supongamos que existiera un mercado
mundial en el que todos los factores de producción fueran completamente libres,
como nuestros libros de texto los definen habitualmente; esto es, uno en donde los
factores fluyeran sin restricciones, en donde hubiera un enorme número de
compradores y un enorme número de vendedores, y en el cual existiera una per-
fecta información (esto es, que todos los vendedores y todos los compradores
supieran el estado exacto de todos los costos de producción). En un mercado de
tal perfección, sería siempre posible para los compradores regatear con los
vendedores hasta un nivel de ganancia absolutamente minúsculo (digamos de
sólo un centavo), y este bajo nivel de ganancia haría del juego capitalista algo sin el
más mínimo interés para los productores, removiendo el sustrato social básico de
tal sistema.
Lo que los vendedores prefieren siempre es un monopolio, porque entonces
pueden crear un amplio margen relativo entre los costos de producción y los
precios de venta, y por lo tanto obtener grandes porcentajes de ganancia. Por
supuesto, los monopolios perfectos son extremadamente difíciles de crear, e
infrecuentes, pero los cuasimonopolios no lo son. Lo que uno necesita más que
cualquier otra cosa es el apoyo de la maquinaria de un estado relativamente
fuerte, uno que pueda apoyar a un cuasimonopolio. Hay muchos modos de
realizarlo. Uno de los más fundamentales es el sistema de patentes que se reserva
los derechos de una "invención" por un determinado número de años. Esto es lo
28
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
que hace, básicamente, que los productos "nuevos" sean los más caros para los
consumidores y los más ventajosos para los productores. Claro que las patentes
son con frecuencia violadas y en todo caso, eventualmente expiran, pero, en
general, protegen a un cuasimonopolio durante un tiempo. Incluso en ese caso, la
producción protegida por patentes permanece sólo como cuasimonopolio, puesto
que pueden existir otros productos en el mercado que no estén cubiertos por esa
patente. Ése es el porqué de la situación normal de las denominadas industrias de
punta (esto es, productos que son tanto nuevos como poseedores de un porcentaje
importante del mercado global de productos) es un oligopolio antes que un
monopolio absoluto. Los oligopolios son, empero, lo suficientemente buenos como
para brindar una tasa de ganancia elevada, en especial desde que varias firmas
con frecuencia, se asocian para minimizar la competencia de precios.
Las patentes no son el único modo en el que los estados pueden crear
cuasimonopolios. Las restricciones estatales a la importación y exportación (las
denominadas medidas proteccionistas) son otra. Los subsidios estatales y los
beneficios impositivos son una tercera. La capacidad de los estados fuertes para
usar de su fuerza y prevenir que los estados más débiles desarrollen medidas
contraproteccionistas son también otro modo. Y el papel de los estados como
compradores a gran escala de ciertos productos dispuestos a pagar precios
excesivos, es otro. Finalmente, las regulaciones que imponen un peso sobre los
productores puede ser relativamente sencilla de absorber por los grandes
productores pero paralizante para los pequeños productores, una asimetría cuyo
resultado es la eliminación de los pequeños productores del mercado
incrementado de esa manera el porcentaje del oligopolio. Las modalidades por la
que los estados interfieren con el mercado virtual son tan extensas que
constituyen un factor fundamental en la determinación de precios y ganancias.
Sin tales interferencias, el sistema capitalista no podría prosperar y por lo tanto
no podría sobrevivir.
Sin embargo, existen dos características antimonopólicas intrínsecas a una
economía-mundo capitalista. Antes que nada, la ventaja de un productor
monopólico es la pérdida de otro productor. Los perdedores negociarán
políticamente para eliminar las ventajas de los ganadores. Pueden realizar esto
mediante pujas dentro de los estados en donde los productores monopólicos están
ubicados, apelando a las doctrinas del libre mercado y ofreciendo su apoyo a los
líderes políticos decididos a terminar con ciertas ventajas monopólicas particulares. O
lo logran persuadiendo a otros estados a desafiar al monopolio del mercado global
mediante el uso del poder estatal para apoyar a productores competitivos. Ambos
métodos son utilizados. Por lo tanto, a lo largo del tiempo, todo cuasimonopolio es
desmantelado por la entrada de nuevos productores al mercado.
Los cuasimonopolios son, por ello, suicidas. Pero duran lo suficiente (digamos
unos treinta años) como para asegurar una considerable acumulación de capital
por aquellos que controlan los cuasimonopolios. Cuando un cuasimonopolio deja
de existir, los grandes acumuladores de capital, sencillamente mueven su capital a
nuevos productos de punta o a industrias de punta completamente nuevas. El
resultado es un ciclo de industrias de punta. Las industrias de punta tienen vidas
29
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
30
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
31
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
32
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
33
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
mundo capitalista. Uno de los problemas que observamos en los ciclos Kondratieff
es que en determinado momento los procesos de producción más importantes se
vuelven menos beneficiosos, y estos procesos comienzan a reubicarse a fin de
reducir costos. Entretanto, existe un incremento del desempleo en zonas
centrales y esto afecta la demanda global efectiva. Las compañías individuales
reducen sus costos, pero la colectividad de compañías encuentra más difícil
encontrar suficientes consumidores. Una manera de restaurar un nivel suficiente
de demanda global efectiva es el incrementar los niveles salariales de los
trabajadores ordinarios en las zonas centrales, algo que ha ocurrido con
frecuencia hacia el final de los períodos Kondratieff B. Esto a su vez crea el tipo de
demanda efectiva que es necesario para suministrar suficientes consumidores para
nuevos productos líderes. Pero, obviamente, mayores niveles de pago significan
menores márgenes de ganancia para los empresarios. A escala global esto puede
compensarse expandiendo el número de trabajadores asalariados en otros lugares
del planeta que estén dispuestos a trabajar por salarios más bajos. Esto puede
hacerse mediante la convocatoria de nuevos individuos a la arena laboral, para
quienes un salario más bajo representa de hecho un incremento en sus ingresos
reales. Pero es obvio que cada vez que uno incorpora "nuevas" personas en la
arena de trabajo asalariado, uno reduce el número de personas restantes fuera de
la arena laboral. Llegará un momento en el que el grupo haya disminuido de tal
modo que cese de existir en forma efectiva. Estamos entonces alcanzando la
asíntota. Volveremos a este tema en el último capítulo cuando discutamos la crisis
estructural del siglo XXI.
Obvio, un sistema capitalista necesita que existan trabajadores que ofrezcan su
trabajo para el proceso productivo. Con frecuencia se afirma que tales trabajadores
son proletarios, esto es, trabajadores asalariados que no cuentan con medios
alternativos de sustento (porque carecen de tierras y no cuentan con dinero o
reservas inmobiliarias). Esto no es del todo correcto. Casi todos los trabajadores
están vinculados a otras personas en unidades domésticas que aglutinan habitual-
mente a personas de distinto sexo y diferentes edades. Muchos, quizá la mayoría,
en esas unidades domésticas pueden ser denominados familias, pero los lazos
familiares no son, sin embargo, los únicos modos en los que las unidades
domésticas se mantienen unidas. Las unidades domésticas cuentan con
frecuencia con residencias en común, pero esto no es tan habitual como uno
podría pensar.
Una unidad doméstica típica consta de tres a diez personas quienes, en un largo
plazo (digamos unos treinta años), juntan sus recursos e ingresos a fin de sobrevivir
de modo colectivo. Las unidades domésticas no son internamente, en general,
estructuras igualitarias, ni estructuras inamovibles (las personas nacen y mueren,
entran o abandonan las unidades domésticas, y en todo caso envejecen y tienden
así a alterar su papel económico). Lo que distingue a una unidad doméstica es
alguna forma de obligación de suministrar el ingreso para el grupo y compartir el
consumo resultante de dicho ingreso. Las unidades domésticas son muy
diferentes de los clanes o tribus y de otros grupos o entidades numerosos y
extendidos, los cuales con frecuencia comparten obligaciones de ayuda mutua e
34
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
35
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
la economía-mundo pero no está del todo ausente del resto de otras zonas. En las
zonas más ricas solemos denominarla "free-lancing". Este tipo de actividad incluye
no sólo el mercadeo de mercaderías producidas (incluyendo, por supuesto, los
bienes intelectuales) sino también la pequeña producción mercantil. Cuando un
niño vende en la calle cigarrillos o fósforos de a uno a consumidores que no
pueden asumir la compra de éstos en las cantidades en las que habitualmente se
los vende, el niño está involucrado en la pequeña producción mercantil, siendo
esta producción el desmontaje del paquete mayor y su transporte al mercado
callejero.
Un cuarto tipo de ingreso es aquel al que solemos denominar renta. La renta
puede ser obtenida de alguna inversión mayor de capital (el ofrecimiento de
departamentos urbanos para alquiler, o de habitaciones dentro de los
departamentos) o por ventajas de ubicación (la colección de peaje en un puente
privado) o por propiedad de capital (los cupones de los bonos o los intereses
obtenidos en una caja de ahorro). Lo que hace que la renta sea tal es que es una
propiedad y no un trabajo de ningún tipo lo que hace posible el ingreso.
Por último, existe un quinto tipo de ingreso, el que en el mundo moderno
denominamos pagos de transferencia. Éstos pueden definirse como ingresos de
un individuo en virtud de una obligación de un tercero de proveerle de dicho
ingreso. Este pago de transferencia puede originarse en personas cercanas a la
unidad doméstica, como cuando se ofrecen regalos o préstamos de una
generación a otra al momento del nacimiento, matrimonio o muerte. Tales
pagos de transferencia entre unidades domésticas pueden realizarse sobre bases
de reciprocidad (lo que en teoría asegura que no exista un ingreso extra en el
lapso de una vida pero tiende a eliminar las necesidades de liquidez). O el pago
de transferencia puede ocurrir mediante un esquema de seguros (en donde uno
puede, al final, beneficiarse o no), o a través de la redistribución de una clase
económica hacia otra.
Tan pronto como pensamos sobre ello, caemos en la cuenta de la
mancomunión de recursos que se produce en las unidades domésticas.
Imaginemos una familia estadounidense de clase media, en la cual el hombre
adulto tiene un trabajo (y tal vez tenga un segundo trabajo), la mujer adulta tiene
una empresa de banquetes que maneja desde su casa, el hijo adolescente es
repartidor de diarios y la hija de doce años es babysitter. Agreguemos a esto, quizá, la
abuela que retira su pensión de viudez y quien también, en ocasiones hace de baby-
sitter para un niño pequeño, y la habitación encima del garaje, la cual alquilan. O
pensemos en una familia trabajadora de una unidad doméstica mexicana en la
cual el hombre adulto ha migrado ilegalmente a los Estados Unidos y envía dinero
a la casa, la mujer adulta cultiva una pequeña huerta en la casa, la joven adolescente
trabaja como doméstica (y recibe pago en efectivo y en especies) en un acaudalado
hogar mexicano, y el joven preadolescente vende chucherías en el mercado del
pueblo, luego de asistir a la escuela (o en vez de asistir a la escuela). Cada uno de
nosotros podemos imaginar muchas más situaciones similares.
En la práctica, pocas unidades domésticas funcionan sin los cinco tipos de
ingreso. Pero uno puede darse cuenta en forma inmediata que las personas
36
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
37
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
38
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
del mismo grupo de estatus o identidad. Esta presión es sentida en primera ins-
tancia por todas las personas que contraen matrimonio y a quienes se les
requiere, o al menos se las presiona para que busque su pareja dentro del grupo
de estatus o identidad. Pero, obviamente, el constante movimiento de los
individuos dentro del sistema-mundo moderno, más la presión normativa de
ignorar los grupos de estatus o identidades de las que se es miembro a favor de un
criterio meritocrático ha dado como resultado una mezcla considerable de las
identidades originales dentro del marco de las unidades domésticas. Sin embargo,
lo que suele suceder en cada unidad doméstica es la evolución hacia una sola
identidad, la emergencia de nuevas, y con frecuencia apenas articuladas
identidades o estatus grupales que reifican precisamente aquello que comenzó como
mezcla, y por lo tanto reunifican ala unidad doméstica en términos de identidades
grupales de estatus. Un elemento en la demanda de legitimación de los
matrimonios gay es la presión para reunificar la identidad de la unidad
doméstica.
¿Por qué es tan importante para las unidades domésticas el mantener una sola
clase e identidad grupal de estatus, o al menos pretender mantenerla? Semejante
homogeneización ayuda, por supuesto, a mantener la unidad de la unidad
doméstica como lugar de recursos económicos comunes y para superar cualquier
tendencia centrífuga que pueda surgir por las desigualdades internas en la
distribución del consumo y los procesos decisorios. Sería empero un error el ver
esta tendencia primariamente como un mecanismo de defensa interno del grupo.
Existen importantes beneficios para la totalidad del sistema-mundo para apoyar la
tendencia homogeneizadora dentro de las estructuras de las unidades domésticas.
Las unidades domésticas funcionan como las agencias primarias de socialización
del sistema-mundo. En ellas se nos enseña, particularmente a los jóvenes el
conocimiento y el respeto de las reglas sociales que se supone debemos obedecer. Esto
está, obviamente, apoyado por agencias estatales tales como las escuelas y los ejércitos
así como por las instituciones religiosas y los medios de comunicación. Pero
ninguno de ellos alcanza el impacto de las unidades domésticas. ¿Qué es entonces lo
que determina cómo las unidades domésticas socializarán a sus miembros? En
general, la manera en que las instituciones secundarias enmarcan estos temas para
las unidades domésticas y su habilidad para realizarlo de manera efectiva depende
de la relativa homogeneidad de las unidades domésticas, esto es, tienen y se
perciben como poseedores de una función definida en el sistema social histórico.
Una unidad doméstica convencida de su identidad grupal de estatus —su
nacionalidad, su raza, su religión, su etnia, su código de sexualidad— sabe
exactamente cómo socializar a sus integrantes. Una cuya identidad es más incierta
pero que intenta crear una identidad homogénea, aunque sea nueva, tiende a
funcionar casi tan bien. Una unidad doméstica que permitiera en forma permanente
la escisión de su identidad encontraría que la función socializadora le resultaría casi
imposible de llevar a cabo, y encontraría difícil sobrevivir como grupo.
Por supuesto, los poderes constituidos de un sistema social siempre esperan
que la socialización resulte en la aceptación de las muy reales jerarquías
productos del sistema. También espera que la socialización resulte en la
39
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
40
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
41
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
les. La clasificación jerárquica étnica es más local, pero en cada país, existe una etnia
dominante sobre las otras. Los clasificaciones jerárquicas religiosas varían a lo
largo del mundo, pero en cualquier zona particular todos están conscientes de su
ubicación en ésta. El nacionalismo asume con frecuencia la forma de vínculos entre
los lados de cada antinomia fusionados en una categoría, para que uno pueda, por
ejemplo, crear una norma que sostenga que los hombres blancos heterosexuales de
etnias y religiones específicas son los únicos que pueden ser considerados
"verdaderos" ciudadanos.
Existen varias preguntas que esta descripción nos presenta. ¿Cuál es el sentido
de profesar el universalismo y simultáneamente practicar el antiuniversalismo? ¿Por
qué existe tanta variedad de antiuniversalismos? ¿Es esta contradicción antinómica
parte necesaria del sistema-mundo moderno? El universalismo y el antiuniversalismo
funcionan, de hecho, cotidianamente, pero funcionan en diferentes arenas. El uni-
versalismo tiende a ser el principio operativo más fuerte para los que
denominaríamos los cuadros del sistema-mundo: ni los que están en la cima en
términos de poder y riqueza, ni los que proporcionan la mayoría de los
trabajadores del mundo y la gente ordinaria en todos los campos y a lo largo y
ancho del mundo, sino más bien un grupo intermedio de gente que tiene puestos
de liderazgo o funciones de supervisión en varias instituciones. Ésta es una norma
que proporciona el nivel de reclutamiento óptimo para el personal técnico, profe-
sional y científico. Este grupo intermedio puede ser más o menos numeroso
dependiendo de la ubicación del país en el sistema-mundo y de su situación
política local. Cuanto más fuerte sea la posición económica del país, más grande
será el grupo. Cuando el universalismo pierde el equilibrio incluso entre los
cuadros en zonas específicas del sistema-mundo, los observadores tienden a ver
una disfunción y en forma casi inmediata surgen presiones políticas (tanto desde
dentro del país como desde el resto del mundo) para que se recupere un cierto
grado de criterio universalista.
Existen dos razones diferentes para ello. Por un lado, se cree que el
universalismo garantiza una tarea relativamente competente y vuelve por ello, más
eficiente a la economía-mundo, lo cual a su vez mejora la capacidad de acumular
capital. Por lo tanto, quienes suelen estar a cargo de los procesos de control de
producción tienden a apoyar los criterios universalistas. Es claro, el criterio
universalista genera resentimientos cuando entra en operación sólo después de
que algún criterio particularista ha sido invocado. Si el servicio civil está abierto sólo
a personas de una religión o etnia particular, entonces la elección de personas
dentro de dicha categoría puede ser universal, pero la elección total no lo es. Si el
criterio universalista es invocado sólo en el momento de elegir mientras que se
ignora el criterio particularista por el cual los individuos tienen acceso al
entrenamiento previo necesario, entonces existe el resentimiento. Cuando, por el
contrario, la opción es verdaderamente universalista, el resentimiento puede así y
todo ocurrir porque la elección presupone la exclusión y podemos sufrir presiones
"populistas" para el ingreso irrestricto e ilimitado a una posición. Con estas
múltiples circunstancias, el criterio universalista desempeña una función
sociopsicológica central en la legitimación de las asignaciones meritocráticas. Hacen
42
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
43
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
interestatales que ponían límites así como también garantizaban una relativa
autonomía. Estas leyes fueron elaboradas y posteriormente expandidas bajo la
rúbrica de la ley internacional.
Las nuevas monarquías eran estructuras centralizantes. Esto es, buscaban
asegurar que las estructuras de poder regionales estuvieran efectivamente
subordinadas a la autoridad supervisora del monarca. Y buscaban asegurarlo
mediante el fortalecimiento (en realidad la creación) de una burocracia civil y
militar. Aún más crucial, buscaban reforzarse mediante el aseguramiento de ciertos
poderes impositivos con el suficiente personal para cobrar efectivamente esos
impuestos.
En el siglo XVII, los gobernantes de estas nuevas monarquías se declararon a sí
mismos monarcas "absolutos". Esto parece sugerir que contaban con un poder
ilimitado. En realidad carecían no sólo de un poder ilimitado sino que no tenían
demasiado poder. La monarquía absoluta reclamaba para sí simplemente el
derecho a contar con un poder ilimitado. El término "absoluto" proviene del latín
absolutas, lo cual significaba no que la monarquía era todopoderosa sino que el
monarca no está sujeto (está exento de) a las leyes y por lo tanto no puede ser
legítimamente restringido por ninguna persona por hacer aquello que el
gobernante considere que tiene que hacer. Esto permitía que el poder fuera
arbitrario pero no significaba que el monarca contara con poder efectivo, que,
como ya hemos visto, era relativamente escaso. Para asegurarse, los estados
buscaron a lo largo de los siglos el sobreponerse a esta falta de poder real, y
lograron un cierto éxito en este emprendimiento. En consecuencia, una de las
tendencias seculares del sistema-mundo moderno desde el principio (al menos
hasta los 1970, como hemos de ver) fue un lento y sostenido incremento en el poder
real del estado. Si comparamos el poder real (la habilidad de que sus decisiones
fueran llevadas efectivamente a cabo) de Luis XIV de Francia (que reinó entre
1661-1715), a quien se lo suele considerar como el arquetipo del poder absoluto,
con, por ejemplo, el primer ministro de Suecia en el año 2000, pronto nos daremos
cuenta que este último cuenta con más poder real en Suecia en el 2000 que Luis de
Francia en 1715.
La mayor herramienta que los monarcas usaban para incrementar su poder
efectivo fue la construcción de burocracias. Y puesto que en un principio no
contaban con los ingresos impositivos para pagar por las burocracias, encontraron la
solución en la venta de oficinas, lo que brindó a los monarcas un incremento tanto
de burócratas como de ingresos (y por ende, una cuota adicional de poder,
aunque menor que si hubieran sido capaces de contratar directamente a los burócra-
tas, como habrían de hacer más adelante). Una vez que los burócratas dispusieron de
una burocracia mínima, buscaron hacer uso de ésta para darle a los estados el control
sobre toda suerte de funciones políticas: el cobro de impuestos, las cortes, la legislación
y las agencias de control (policía y ejército). Al mismo tiempo, buscaron eliminar o por
lo menos limitar la autoridad autónoma de los nobles locales en todos estos
campos. Buscaron además la creación de una red de información para asegurarse
que sus intenciones fueran respetadas. Los franceses crearon la institución de los
prefectos —personas que representaban al estado central y residían en diversas
44
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
partes del país— y esta institución fue copiada de distintas maneras por todos los
estados modernos.
La soberanía era una afirmación de autoridad no sólo interna sino
externamente; esto es, vis-à-vis otros estados. Fue, en primer lugar, una afirmación
de fronteras fijas, dentro de las cuales un estado determinado era soberano, y por
lo cual dentro de ellas ningún otro estado tenía el derecho de ejercer ningún tipo
de autoridad: ejecutiva, legislativa, judicial, o militar. Más aún, estas afirmaciones
por parte de los estados acerca de la no "interferencia" de otros estados en sus
asuntos domésticos ha sido observada más fielmente en su violación que en su
cuidadoso seguimiento. Pero la mera afirmación ha servido, sin embargo, para
limitar el grado de injerencia. Tampoco han permanecido las fronteras
inmutables. Los reclamos limítrofes entre estados han sido una constante. Sin
embargo, en cualquier momento dado, existen realidades de facto en cuanto a
las fronteras dentro de las cuales se ejerce la soberanía.
Existe una característica fundamental más en cuanto a la soberanía. Es una
afirmación, y las afirmaciones significan poco y nada a menos que sean
reconocidas por los demás. Los demás pueden no respetar las afirmaciones, pero
eso es en muchos sentidos mucho menos importante que el que las reconozcan
formalmente. La soberanía es antes que nada una cuestión de legitimidad. Y en el
sistema-mundo moderno, la legitimidad de la soberanía requiere el
reconocimiento recíproco. La soberanía es un intercambio hipotético, en el que
dos bandos potencialmente (o en verdad) en conflicto, respetando la realidad
de facto del poder, intercambian semejante reconocimiento como estrategia
menos costosa.
El reconocimiento recíproco es uno de los fundamentos del sistema interestatal.
Con frecuencia han existido entidades que han proclamado su existencia como
estados soberanos pero fracasaron en recibir el reconocimiento de la mayoría de los
restantes estados. Sin tal reconocimiento, la proclama es relativamente inútil,
incluso si la entidad retiene el control, de facto, sobre un territorio determinado. Tal
entidad se halla en una situación precaria. Sin embargo, en todo momento la
mayoría de los estados son reconocidos por todos los otros estados. Existen
habitualmente algunos estados putativos que no son reconocidos por nadie, o por
sólo uno o dos estados (lo que los vuelve, en efecto, estados protectores). La
situación más difícil es aquella en la que un estado es reconocido por un
importante número de países pero no reconocido también por un número
importante. Esta situación puede tener lugar como consecuencia de secesiones o
de cambios revolucionarios en regímenes. Tal división en el proceso de
reconocimiento crea un dilema y una tensión en el sistema interestatal que los
estados concernientes tratan eventualmente de resolver, en una u otra dirección.
Podemos hallar con facilidad tres ejemplos de las posibles situaciones en el
sistema-mundo en el primer decenio del siglo XXI. Los Estados Unidos y Cuba,
aunque políticamente hostiles el uno hacia el otro, no pusieron en duda su mutua
soberanía, ni tampoco lo hicieron otros países. En un segundo caso, en China, la
proclama de la República Popular en 1949 —con el nuevo gobierno ganando
control de facto sobre el territorio continental y el gobierno anterior retirándose a
45
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
46
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
47
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
48
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
49
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
medida, no por las empresas que hacen uso de la infraestructura sino por la
colectividad. La justificación es que los costos son tan masivos, y el beneficio para una
compañía tan mínimos, que la infraestructura nunca sería creada si no fuera con la
cobertura de una gran parte de los costos por el estado. Esto bien puede ser
cierto, aunque un poco exagerado, pero sigue siendo evidencia del papel crítico
que juega la participación estatal en el proceso incesante de acumulación de
capital.
Ya hemos analizado cómo la creación de monopolios o cuasimomopolios es
central a la acumulación de capital. Necesitamos sólo recordar que toda decisión
que posibilita a un cuasimonopolio de cualquier índole, cualesquiera sea su
mecanismo, representa una ventaja para alguien pero también una desventaja para
otros. Aquí, como en todas partes, no existen posiciones neutrales para el estado
cuando facilita la acumulación de capital. La acumulación de capital siempre es
acumulación de capital de individuos específicos, o compañías, o entidades. Y la
competencia entre capitalistas es inevitable en un sistema capitalista.
En las discusiones sobre "interferencia" estatal con las empresas, aparecen
mencionados con frecuencia los impuestos. Por supuesto. Pero no podrían existir
sin los impuestos. Y hemos dado cuenta cómo el elemento más crucial en el
establecimiento de estructuras estatales fue adquirir no la autoridad sino la
capacidad real para cobrar impuestos. A nadie, se dice, le gustan los impuestos. De
hecho la afirmación opuesta es cierta, aunque muy pocos lo reconozcan. Todos —
tanto las empresas como los trabajadores— quieren las cosas que los estados
pueden ofrecerles con el dinero que los estados han obtenido mediante los
impuestos. Hay dos problemas básicos que la gente tiene con los impuestos. Uno es la
sensación o sospecha de que los estados están haciendo uso de los impuestos no
para ayudar a los contribuyentes honestos que todos presumimos ser, sino a otros
(políticos, burócratas, compañías rivales, los pobres y rechazados, e incluso los
extranjeros). Por esta razón queremos que los impuestos sean más bajos, y que este
uso indebido de los impuestos cese. La segunda queja respecto a los impuestos es
cierta: el dinero gravado es dinero que de otro modo hubiera estado a disposición
de cada persona para gastarlo como a ella o a él le pareciera. Básicamente, uno
está renunciando al control sobre ese dinero a favor de un cuerpo colectivo, que
decide cómo ha de gastarse.
De hecho, la mayoría de la gente y la mayor parte de las empresas están
dispuestas a ser gravadas a fin de proveer el mínimo de servicios que cada persona y
cada empresa considera puede servir a sus intereses. Pero nadie está dispuesto, o
preparado a ser gravado más allá de ese punto. La pregunta es siempre la
ubicación de la línea que separa los niveles impositivos legítimos de los ilegítimos.
Puesto que los individuos y las compañías tienen intereses distintos, trazan la línea
de manera diferente. Y puesto que, además de la cantidad de los impuestos, el
estado puede y debe elegir entre una gran variedad de modos de gravar, las
personas y las empresas prefieren los modos en que ellas sean afectadas lo menos
posible y lo más posible los demás. No es ninguna sorpresa que los impuestos sean
una certeza y las disputas impositivas sean endémicas a la política del mundo
moderno. El estado no puede ser neutral, pero puede, ciertamente, afectar de
50
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
manera seria los beneficios eme las empresas y las personas derivan de su política
impositiva.
Finalmente, hemos discutido el papel del estado con relación a las empresas
como si fuera un asunto interno a las fronteras estatales. Pero es evidente que las
compañías se ven afectadas por las decisiones no sólo de su propio estado sino de
muchos otros estados en tanto que las mercaderías, capital o personal cruzan o
han cruzado fronteras estatales, un proceso que es a la vez constante y masivo. Pocas
compañías pueden mantenerse indiferentes a las políticas estatales de un estado
que no sea el propio, en tanto domicilio. La pregunta es cómo pueden las empresas
negociar con esos otros estados. Y la respuesta tiene dos partes: directa e
indirectamente. La vía directa es comportarse como si estuvieran domiciliadas en
el otro estado, y utilizar todos los mecanismos y argumentos que utilizarían en el
propio (sobornos, presión política, intercambio de beneficios). Esto puede ser
suficiente, pero con frecuencia, la Firma "extranjera" se encuentra en considerable
desventaja en la arena política local. Si la compañía "extranjera" está domiciliada en
un estado "fuerte," podrá entonces apelar a su propio estado para que use el poder
estatal para presionar al otro a fin de que acceda a las necesidades y demandas de
los empresarios del país más fuerte. Y por supuesto, este proceso es eje de la vida en
el sistema interestatal. En el último tercio del siglo XX, los fabricantes de
automóviles, acero y las aerolíneas de los Estados Unidos no tenían ningún empacho
en pedirle al gobierno de los Estados Unidos que presionara a Japón y a Europa
Occidental para que modificaran sus políticas de modo que mejoraran la posición
de los fabricantes estadounidenses y el acceso que ciertas líneas aéreas
estadounidenses tenían a los derechos de rutas transoceánicas.
La inmensa mayoría de la población de un estado está contabilizada por las
unidades domésticas de aquellos que trabajan para las empresas y otras
organizaciones. El sistema capitalista provee un cierto modo de dividir la plusvalía
producida, y obviamente, en cualquier momento determinado el balance es cero.
La mayor proporción está destinada a la acumulación de capital, la menor puede
ser destinada a compensar a quienes han trabajado en la producción de unidades
que crearon la plusvalía. Una de las realidades básicas es que esta división de la
plusvalía tiene ciertos límites (no puede ser el 100% en una dirección y 0% en la
otra), pero la gama de posibilidades intermedias es enorme, sobre todo a corto
plazo, e incluso, hasta cierto punto, en el largo plazo.
Se sigue, por lógica que siempre existirá una lucha constante por la
distribución de esta plusvalía. Esto es lo que se ha denominado lucha de clases.
Cualesquiera sean los sentimientos que uno tenga respecto a las políticas de la
lucha de clase, es una categoría analítica inevitable, que puede ser verbalmente
disfrazada pero nunca ignorada.
Y es claro que en esta continua lucha de clases (la que sin duda es un
fenómeno complejo, carente de una simple distribución binaria de lealtades), el
estado es un actor principal en la distribución hacia una u otra dirección. Por lo
tanto, ambas facciones se organizan políticamente para presionar al estado tanto
en su estructura ejecutiva como legislativa. Si uno toma una postura a largo plazo
respecto a la política interna de múltiples estados a lo largo de la historia de la
51
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
economía-mundo capitalista, uno puede observar que llevó bastante tiempo, varios
siglos, antes de que el estrato trabajador fuera capaz de organizarse lo suficiente
como para jugar al juego político con un mínimo de eficacia.
El punto de inflexión fue sin duda la Revolución francesa. La Revolución
francesa trajo consigo dos cambios fundamentales, que ya hemos mencionado, en
la geocultura del sistema-mundo moderno: convirtió al cambio, al cambio
político en un fenómeno "normal", algo inherente a la naturaleza de las cosas, y,
más aún, deseable. Ésta fue la expresión política de la teoría del progreso que era
tan esencial a las ideas de la Ilustración. Y en segundo lugar, la Revolución
francesa reorientó el concepto de soberanía, del monarca o la legislatura al
pueblo. Cuando el genio del pueblo como soberano se escapó de la botella, jamás
pudo volver a ser colocado dentro de ella. Se convirtió en el criterio establecido ele
todo el sistema-mundo.
Una de las principales consecuencias de la idea de que el pueblo era soberano
es que el pueblo era ahora definido como "ciudadano". Hoy, el concepto es tan
elemental que nos resulta difícil entender qué tan radical fue este giro de "sujetos" a
"ciudadanos". Ser un ciudadano significó tener el derecho a participar en un mismo
nivel con todos los otros ciudadanos, en las decisiones básicas del estado. Ser
ciudadano significó que no había personas cuyos estatus fueran más elevados que el
de ciudadanos (como los aristócratas). Ser un ciudadano significó que todos eran
aceptados como personas racionales, capaces de decisiones políticas. La conclusión
lógica del concepto de ciudadano fue el sufragio universal, Y como sabemos, la
historia política de los siguientes 150 años fue la de la expansión constante del voto
en país tras país. Hoy, virtualmente todos los países sostienen que sus ciudadanos
son iguales entre sí y ejercen su soberanía a través de un sistema de voto universal.
La cuestión es que sabemos que en realidad esto no es así. Sólo una parte de la
población en la mayoría de los países ejercita los plenos derechos de la ciudadanía.
Porque si los pueblos son soberanos, entonces debemos decidir quién está
incluido en esa categoría de pueblo, y muchos, resulta, están excluidos. Existen
algunas exclusiones que parecen "obvias" para la mayoría: quienes son meros visi-
tantes en un país (extranjeros); quienes son demasiado jóvenes para tener criterios
formados; quienes están locos. Pero ¿qué sucede con las mujeres? ¿Y con las
personas de un grupo étnico minoritario? ¿Y con quienes no son propietarios? ¿Y
con quienes están presos como delincuentes? Una vez que uno comienza a
enumerar las excepciones al término "pueblo", la lista puede volverse bastante larga.
El "pueblo" que comenzó como un concepto incluyente, se volvió muy pronto un
concepto de exclusión.
En consecuencia, las políticas de inclusión y exclusión se volvieron la pieza
central en las políticas nacionales a lo largo de los dos siglos posteriores. Aquellos
que estaban excluidos buscaban la inclusión, y quienes ya estaban incluidos se
inclinaban, con frecuencia a mantener restringido el criterio de elección para
acceder a los derechos del ciudadano, manteniendo las exclusiones. Esto quiso decir
que quienes buscaban ser incluidos tenían que organizarse fuera de los canales par-
lamentarios para que su causa fuera escuchada. Dicho de manera sencilla, tenían
que organizarse en manifestaciones, rebeliones y, a veces, actividades
52
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
revolucionarias.
Esto llevó a un gran debate estratégico entre los poderosos a principios del
siglo XIX. Por un lado, estaban quienes en su temor creían que estos movimientos
debían ser suprimidos (y la ida de las soberanía popular rechazada). Se
denominaban a sí mismos conservadores y celebraban las instituciones
"tradicionales" —la monarquía, la iglesia, los notables, la familia— como baluartes
contra el cambio. Pero opuestos a ellos se encontraba otro grupo que consideraba
que esta estrategia estaba destinada al fracaso y para quienes sólo aceptando lo
inevitable de algún cambio podían limitar el grado y la velocidad de éste. Este
grupo se autodenominó liberal, y celebraban al individuo educado como al
ciudadano modelo y al especialista como a la única persona que podía determinar
sabiamente los detalles de las decisiones sociales y políticas. Sostenían que todos los
individuos debían acceder lentamente a la totalidad de los derechos ciudadanos
cuando su educación fuera lo suficiente como para capacitarlos para tornar
decisiones equilibradas. Al abrazar el progreso, los liberales buscaban enmarcar su
definición de manera tal que las "clases peligrosas" lo fueran menos y que aquellos
con "mérito" pudieran participar en papeles claves en las instituciones políticas,
económicas y sociales. Existía, por supuesto, un tercer grupo, los radicales, quienes
tendían a agruparse en movimientos antisistémicos, y en muchos casos, a ser sus
líderes.
En esta trinidad de ideologías que emergió a la sombra de la Revolución francesa
—los conservadores, el liberalismo y el radicalismo— fueron los liberales centristas
quienes tuvieron éxito en controlar la escena del sistema-mundo, al menos durante
mucho tiempo. Su programa de cambio modulado sería aplicado en todas partes,
y serían ellos quienes persuadieran tanto a conservadores como a radicales a
modular sus posiciones respectivas de manera tal que tanto conservadores como
radicales se convirtieran en la práctica en avatares virtuales del liberalismo
centrista.
Las políticas de estos movimientos se vieron afectadas por la fuerza de los
estados en los que se desarrollaban. Como sabemos, algunos estados son más fuertes
que otros. Pero, ¿qué significa ser un estado internamente fuerte? La fuerza no está
determinada por el grado de arbitrariedad o abuso de la autoridad central,
aunque es un criterio frecuente que muchos observadores utilizan. El
comportamiento dictatorial de las autoridades estatales es con frecuencia un signo
de debilidad y no de fuerza. La fuerza de los estados es definida de manera más
útil como la capacidad de poder implementar decisiones legales. (Recordemos el
ejemplo que diéramos de Luis XIV contra el primer ministro contemporáneo de
Suecia.) Una sencilla medida que uno puede utilizar es el porcentaje de impuestos
cobrados y el alcance de la autoridad impositiva. La evasión impositiva es de
hecho una pandemia. Pero la diferencia entre lo que pueden cobrar los estados
fuertes (alrededor de un 80%) y lo que pueden cobrar los estados débiles
(alrededor del 20%) es enorme. La figura más baja se explica por una burocracia
débil y la incapacidad de cobrar impuestos a su vez priva al estado de los fondos
con los cuales fortalecer su burocracia.
A más débil el estado, menor es la riqueza que puede acumularse por medio
53
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
54
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
que históricamente, los mafiosos, una vez que acumularon exitosamente capital,
buscaron (con frecuencia en la siguiente generación) lavar su dinero y transformarse
en empresarios legales. Pero en donde el control legal estricto se quiebra o es limitado,
siempre hay nuevas mafias que emergen.
Uno de los modos por el que los estados tratan de reforzar su autoridad y de
fortalecerse y disminuir el papel de las imafas es transformar su población en una
"nación". Las naciones no son otra cosa que mitos en el sentido en que son creaciones
sociales, y los estados desempeñan una función central en su construcción. El proceso
de creación de una nación incluye el establecimiento (en gran medida, una inven-
ción) de una historia, una larga cronología y un presunto grupo de características
definitorias (incluso aunque grandes segmentos de la población incluida no
comparten dichas características).
Pensemos en el concepto de "estado-nación" como la asíntota hacia la que
todos los estados aspiran. Algunos estados afirman que no lo hacen, que ellos son
"multinacionales", pero de hecho, incluso esos estados buscan crean una identidad
panestatal. Un buen ejemplo de esto es la Unión Soviética la cual, cuando existía,
sostenía que era multinacional, pero promovía simultáneamente la idea del
pueblo "soviético". Lo mismo sucede en Suiza o en Canadá. El nacionalismo es una
identidad de estatus grupal, tal vez la más crucial para el mantenimiento del sistema-
mundo moderno, que se basa en su forma presente en una estructura de estados
soberanos ubicados en un sistema interestatal. El nacionalismo sirve como el
aglutinante mínimo de las estructuras estatales. Si uno examina de cerca, el
nacionalismo no es sólo un fenómeno de los estados débiles. Es, en verdad,
extremadamente fuerte en los estados más ricos, incluso aunque se lo invoque
menos públicamente que en los estados cuya fuerza no esté solidificada. Una vez
más, la propugnación pública de temas nacionalistas por parte de los líderes
estatales debería ser analizada como un intento de afianzar el estado, no como
evidencia de que el estado ya es de por sí, fuerte. Históricamente, los estados han
tenido tres maneras de crear nacionalismo: el sistema escolar estatal, el servicio
en las fuerzas armadas y las ceremonias públicas. Todos ellos son de uso
constante.
Los estados, como hemos remarcado, existen dentro del marco de un sistema
interestatal, y su fuerza relativa no es tan sólo el grado en el que pueden ejercer su
autoridad hacia su interior sino también el grado en el que pueden mantener sus
cabezas en alto en el competitivo entorno del sistema-mundo. Todos los estados
son, en teoría, soberanos, pero los estados más fuertes encuentran más sencillo "in-
tervenir" en los asuntos internos de los estados más débiles que la situación
opuesta, y todo el mundo es consciente de ello.
Los estados más fuertes se vinculan con los más débiles presionándolos
para que mantengan sus fronteras abiertas al flujo de aquellos factores de
producción que son útiles y beneficiosos a las compañías ubicadas en los
estados fuertes, mientras que resisten cualquier demanda de reciprocidad en
este tema. En los debates sobre el comercio mundial, los Estados Unidos y la
Unión Europea demandan en forma constante de los estados del resto de
mundo que abran sus fronteras al flujo de manufacturas y servicios que ellos po-
55
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
seen. Sin embargo se resisten con notable tenacidad a abrir completamente sus
propias fronteras para el flujo de los productos agropecuarios o textiles que
compiten con sus propios productos de estados en zonas periféricas. Los
estados fuertes se vinculan con los débiles mediante presiones para que les
permitan instalar y mantener en el poder a individuos a quienes los estados
poderosos encuentran aceptables, y a unirse a los estados fuertes para hacer
presión sobre otros estados débiles para que se adapten a las necesidades
políticas de los fuertes. Éstos se vinculan con los débiles mediante presiones para
que acepten prácticas culturales —políticas lingüísticas, educacionales,
incluyendo en dónde deben estudiar los alumnos universitarios y distribución
de medios— que refuercen los vínculos a largo plazo entre ellos. Los estados
fuertes se vinculan con los estados débiles presionándolos para que sigan su
liderazgo en la arena internacional (tratados, organizaciones internacionales). Y
mientras que los estados fuertes pueden comprar la cooperación de líderes indi-
viduales de estados débiles, los estados débiles como estados compran la
protección de los fuertes mediante el arreglo de un apropiado flujo de capital.
Por supuesto que los estados más débiles son aquellos que llamamos colonias, a las
que definimos como unidades administrativas que no son soberanas y que caen bajo
la jurisdicción de otro estado, habitualmente distante de ellas. El origen de las
colonias modernas se encuentra en la expansión económica del sistema-mundo.
En esta expansión, los estados fuertes centrales intentaron incorporar nuevas zonas
a los procesos del sistema-mundo moderno. A veces se encontraron con unidades
burocráticas lo suficientemente fuertes como para ser definidas como estados
soberanos aunque no fueran lo suficientemente fuertes como para mantenerse
fuera del sistema-mundo en expansión. Pero con frecuencia los estados
militarmente fuertes (la mayoría ubicados en Europa occidental, pero también los
Estados Unidos, Rusia y Japón deben ser agregados a la lista) encontraron áreas en
donde las estructuras políticas eran débiles. Para asegurarse la incorporación de
tales áreas al sistema-mundo de manera satisfactoria, dichas áreas fueron
conquistadas y se instalaron en ellas regímenes coloniales.
Las colonias desarrollaron internamente los mismos tipos de funciones que un
estado soberano: garantizaban los derechos de propiedad, tomaban decisiones
sobre el cruce de fronteras; organizaban los modos cíe participación política (casi
siempre extremadamente limitada); aplicaban las decisiones sobre la tuerza de
trabajo y decidían con frecuencia qué tipos de producción iban a perseguirse o
favorecerse en la colonia. Pero de hecho, el personal que tomaba estas decisiones
era abrumadoramente enviado por el poder colonial y no individuos de la
población local. El poder colonial justificaba su presunción de autoridad y la
distribución de funciones a personas del país "metropolitano" mediante una
combinatoria de "razones": argumentos racistas acerca de la inferioridad cultural e
incapacidad de la población local; y una auto justificación sobre la función
"civilizadora" que la administración colonial estaba llevando a cabo.
La realidad básica era que el estado colonial era sencillamente el tipo de estado
más débil del sistema interestatal, con el menor grado de autonomía real, y por lo
tanto sujeto de modo extremo a la explotación por las empresas y personas de un
56
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
país diferente, el así denominado país metropolitano. Es claro, uno de los objetivos
del poder colonial era no sólo asegurarse el control de los procesos de producción
en la colonia sino también asegurarse que ningún otro estado relativamente
fuerte en el sistema-mundo pudiera tener acceso a los recursos o mercados de la
colonia, o cuando mucho, un acceso mínimo. Era por lo tanto inevitable que en algún
momento, existiera una movilización política de las poblaciones de las colonias en
forma de movimientos de liberación nacional, cuyo objetivo podía definirse como
la obtención de la independencia (esto es, el estatus de estado soberano) como
primer paso en el camino para mejorar la posición relativa del país y su población
en la economía-mundo.
Sin embargo, si prestamos atención sólo a la relación de los estados fuertes con
los débiles podemos llegar a descuidar el crucial vínculo de los estados fuertes entre
sí. Tales estados son, por definición, rivales, cargando sobre sí la responsabilidad de
diferentes grupos de empresas rivales. Pero al igual que en la competencia entre
grandes empresas, la competencia entre estados fuertes está aminorada por una
contradicción. Mientras que uno se enfrenta al otro en una suerte de juego
donde la sumatoria final es cero, mantienen en común el interés por sostener el
sistema interestatal, y el sistema-mundo moderno como totalidad. Por lo tanto los
actores son empujados simultáneamente en direcciones opuestas: hacia un sistema
interestatal anárquico y hacia un sistema interestatal coordenado y coherente. El
resultado, como es de esperar, es una serie de estructuras que se encuentran a
medio camino entre los dos tipos.
En esta lucha contradictoria, no debemos descuidar la función particular que
desempeñan los estados semiperiféricos. Éstos, de fuerza intermedia, derrochan
su energía apresurándose para por lo menos intentar mantener su estatus
intermedio, pero con la esperanza de ascender en el escalafón. Hacen uso del
poder estatal en el ámbito interno e interestatal en forma consciente para elevar el
estatus de su estado como productor, como acumulador de capital y como fuerza
militar. Su elección es en última instancia, sencilla: o tienen éxito en ascender en la
jerarquía (o al menos en mantener su lugar) o serán empujados hacia abajo.
Deben por lo tanto elegir con celeridad y cuidado sus aliados y
oportunidades económicas. Los estados semiperiféricos están en primer lugar en
competencia entre sí. Si, por ejemplo, durante una fase B Kondratieff existe un
desplazamiento de una industria hasta entonces de punta, ésta habrá de dirigirse,
por regla general, hacia un país semiperiférico. Pero no ha de hacerlo hacia todos
ellos; tal vez sólo uno o dos. No hay suficiente espacio en la estructura productiva
de todo el sistema para permitir este tipo de desplazamiento (llamado
"desarrollo") simultáneamente en muchos países. Cuál de todos, entre tal vez
quince países, será el sitio de tal desplazamiento no es de fácil determinación
anticipada o incluso de explicar una vez decidida ésta. Lo que es de fácil
comprensión es que no todos los países pueden ser favorecidos, puesto que las
ganancias se desplomarían demasiado rápido y marcadamente.
La competencia entre los estados fuertes y los esfuerzos de los estados
semiperiféricos para incrementar su estatus y su poder dan como resultado una
constante rivalidad interestatal que habitualmente toma la forma de un llamado
57
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
equilibro de poder, con lo que se quiere decir una situación en la que no existe un
estado que pueda, de manera automática, conseguir sus objetivos en la arena
internacional. Esto no significa que los estados más fuertes no intenten conseguir
justamente semejante cuota de poder. Pero hay dos modos muy diferentes en los
que un estado puede intentar convertirse en dominante. Uno es transformar la
economía-mundo en un imperio-mundo. El segundo es obtener la hegemonía en el
sistema-mundo. Es importante distinguir entre estas dos modalidades, y entender
por qué ningún estado ha sido capaz de transformar el sistema-mundo moderno
en un imperio-mundo sino que varios estados han alcanzado, en diversos
momentos, la hegemonía.
Por imperio-mundo entendemos a una estructura en la que hay una sola
autoridad política para todo el sistema-mundo. Han existido varios intentos por
crear tal imperio-mundo en los últimos quinientos años. El primero fue el de
Carlos V en el siglo XVI (continuado de manera atenuada por sus sucesores). El
segundo fue el de Napoleón a comienzos del siglo XIX. El tercero fue el de Hitler a
mediados del siglo XX. Todos fueron formidables, todos fueron finalmente derrota-
dos e incapaces de alcanzar sus objetivos.
Por otro lado, tres poderes han alcanzado la hegemonía, aunque sólo por
períodos relativamente breves. El primero fueron las Provincias Unidas (lo que hoy
conocemos como los Países Bajos), a mediados del siglo XVII. El segundo fue el
Reino Unido a mediados del siglo XIX, y el tercero fueron los Estados Unidos a
mediados del siglo XX. Lo que nos permite denominarlos hegemónicos es que
por un período determinado fueron capaces de establecer las reglas del juego
en el sistema interestatal, en dominar la economía-mundo (en producción,
comercio y finanzas), en obtener sus objetivos políticos con un uso mínimo de la
fuerza militar (de la cual contaban en abundancia), y en formular el lenguaje
cultural mediante el cual se discutía el mundo.
Hay dos preguntas a realizar. La primera es por qué la transformación de la
economía-mundo en un imperio-mundo nunca fue posible, mientras que el
logro de la hegemonía sí lo fue. La segunda es por qué la hegemonía nunca
duró. En cierto sentido, tomando en cuenta nuestros análisis anteriores, no es
demasiado difícil responder a estos interrogantes. Hemos visto que la peculiar
estructura de una economía-mundo (una sola división del trabajo, múltiples
estructuras estatales aunque parte de un sistema interestatal y por supuesto múl-
tiples culturas aunque comprendidas en una geocultura) se halla en peculiar
consonancia con las necesidades de un sistema capitalista. Un imperio-mundo,
por otra parte, paralizaría de hecho al capitalismo, porque significaría la
existencia de una estructura política con capacidad para imponerse a la
acumulación incesante de capital. Esto es por supuesto lo que ha sucedido
repetidamente en todos los imperios-mundo que han existido antes del sistema-
mundo moderno. Por ello, cuando algún estado parece empeñado en transformar
el sistema en un imperio-mundo, encuentra que se enfrenta eventualmente a la
hostilidad de las mayores empresas capitalistas de la economía-mundo. ¿Cómo
pueden entonces los estados lograr la hegemonía? La hegemonía, a fin de cuentas,
puede ser muy útil a las empresas capitalistas, en particular si dichas empresas
58
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
59
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
fundamentales de los que se puede decir que constituyen las bases de lo que se
transformó en la geocultura del sistema-mundo moderno: la normalización del
cambio político y la reformulación del concepto de soberanía, ahora depositada
en el pueblo, que está constituido por "ciudadanos". Y este concepto, como hemos
dicho, aunque se supone incluyente, en la práctica excluye a muchos.
La historia política del sistema-mundo moderno en los siglos XIX y XX se
convirtió en la historia de un debate sobre la línea que divide a quienes están
incluidos de los excluidos, pero este debate estaba teniendo lugar dentro del marco
de una geocultura que proclamaba la inclusión de todos como la definición de una
sociedad justa. Este dilema político fue disputado en tres arenas diferentes: las
ideologías, los movimientos antisistémicos, y las ciencias sociales. Estas arenas
aparecen separadas. Anuncian su separación. Pero en realidad, se encuentran
íntimamente ligadas entre sí. Examinemos a cada una de ellas sucesivamente.
Una ideología es más que un conjunto de ideas o teorías. Es más que un
compromiso moral o una cosmovisión. Es una estrategia coherente en la arena
social mediante la cual uno puede sacar específicas conclusiones políticas. En este
sentido, uno no necesitaba de ideologías en los sistemas-mundo previos o incluso
en el sistema-mundo moderno antes de que el concepto de normalidad del
cambio y el del ciudadano como último responsable de ese cambio fueran
adoptados como estructuras básicas de las instituciones políticas. Las ideologías
presumen que existen grupos en competencia, con estrategias a largo plazo
enfrentadas acerca de cómo efectuar el cambio y quién es el mejor capacitado
para dirigirlo. Las ideologías nacieron a la sombra de la Revolución francesa.
La primera ideología en nacer fue la de los conservadores. Ésta fue la ideología
de quienes pensaban que la Revolución francesa y sus principios eran un desastre
social. Casi inmediatamente, algunos textos básicos fueron escritos, uno por
Edmund Burke en Inglaterra en 1790 y luego toda una serie por Joseph de Maistre
en Francia. Ambos autores habían sido anteriormente reformistas moderados.
Ambos anunciarían ahora una ideología archiconservadora como reacción a lo que
veían como un peligroso intento de intervención radical en la estructura básica del
orden social.
Lo que particularmente los preocupaba era el argumento acerca de la infinita
maleabilidad del orden social, su infinita posibilidad de mejoramiento y que la
intervención política podía y debía acelerar los cambios. Los conservadores
consideraban que semejante intervención era una soberbia, de características
extremadamente peligrosas. Sus opiniones se basaban en una visión pesimista de la
capacidad moral del hombre; encontraban falso e intolerable el optimismo funda-
mental de los revolucionarios franceses. Pensaban que cualquier carencia que
existiera en el orden social en el que vivían causaría, en última instancia, menos
daños que las instituciones que serían creadas como resultado de semejante
soberbia. Luego de 1793 y del Reino del Terror, en el cual los revolucionarios
franceses enviaron a otros revolucionarios franceses a la guillotina por no ser lo
suficientemente revolucionarios, los ideólogos conservadores tendieron a formu-
lar sus opiniones diciendo que la revolución como proceso, llevaba, casi en
forma inevitable a tales reinos del terror.
60
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
61
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
62
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
63
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
64
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
65
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
66
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
67
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
68
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Ergo, una vez que existiera el voto masculino universal, los trabajadores llevarían
al Partido Socialdemócrata al poder. Una vez en el poder, los socialdemócratas
aprobarían la legislación necesaria para transformar el país en una sociedad
socialista. Cada una de estas premisas sucesivas parecía lógica. Cada una de estas
premisas resultó ser falsa.
La postura revolucionaria era diferente. Su formulación clásica por Lenin, era
que en muchos países los proletarios no constituían la mayoría de la población. En
muchos países no existían procesos electorales libres, y si los había, la burguesía no
respetaría los resultados si el proletariado intentara votar su acceso al poder. La
burguesía, sencillamente, no lo permitiría. Los revolucionarios sugirieron una serie
de contrapremisas: el proletariado urbano era el único actor histórico progresivo.
Incluso los proletarios urbanos, para no hablar del resto de la población
(trabajadores rurales, por ejemplo) no estaban siempre en sintonía con sus
propios intereses. Los militantes de los partidos de trabajadores eran capaces de
definir los intereses del proletariado urbano más claramente que el proletario
promedio, y podían inducir a los trabajadores a que comprendieran sus propios
intereses. Estos militantes podían organizarse de manera clandestina y alcanzar el
poder mediante una insurrección con la que ganarían el apoyo del proletariado
urbano. Podrían entonces imponer una "dictadura del proletariado" y transformar
el país en una sociedad socialista. Cada una de las sucesivas premisas parecía
lógica. Cada una de estas premisas resultó ser falsa.
Uno de los mayores problemas de los movimientos antisistémicos a fines del
siglo XIX y la mayor parte de siglo XX fue su incapacidad para encontrar un terreno
en común. La actitud dominante en cada variedad de movimiento antisistémicos
fue que las quejas que sus adherentes articulaban eran las fundamentales y que las
quejas de los otros movimientos era secundarias y servían como distracción. Cada
variedad insistía que sus quejas debían ser resueltas en primera instancia. Cada
una argüía que la solución exitosa de sus problemas crearía una situación en la
cual las demás quejas podrían ser resueltas subsecuente y consecuentemente.
Observamos esto en las difíciles relaciones entre los movimientos de
trabajadores y socialistas y los movimientos de mujeres. La actitud de los
sindicatos frente a los movimientos de mujeres era básicamente que el empleo de
mujeres era un mecanismo utilizado por los empleadores para obtener mano de
obra barata y que por lo tanto representaba una amenaza a los intereses de la clase
trabajadora. La mayor parte de los trabajadores urbanos durante el siglo XIX y
buena parte del XX creían en un modelo social en el que las mujeres casadas
serían amas de casa que permanecerían al margen del mercado laboral. En vez
del acceso de las mujeres al mercado laboral, los sindicatos luchaban por obtener
lo que se denomina "salario familiar" es decir, un salario suficiente para que el
trabajador industrial masculino pueda mantenerse a sí mismo, a su esposa y a sus
hijos menores.
Los partidos socialistas se encontraban, en muchos casos, con más dudas sobre
el papel de las organizaciones de mujeres. Con excepción de los grupos de mujeres
que se definían como secciones de los partidos socialistas y cuyo objetivo era
organizar a las esposas e hijas de los miembros del partido con motivos
69
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
70
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
71
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
72
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
humanistas por apropiarse de esta área para su metodología de saber. Para quienes
estaban en la arena pública (los estados y las empresas capitalistas), el control de las
ciencias sociales significaba, en cierto sentido la habilidad de controlar el futuro. Y
para quienes se ubicaban en las estructuras del saber, tanto los científicos como los
humanistas consideraban a este terreno como un anexo importante en su no muy
fraternal lucha por el control del poder y por la supremacía intelectual en los
sistemas universitarios.
En la segunda mitad del siglo XIX y en la primera mitad del XX, como hemos
argumentado, seis nombres fueron aceptados como los que se ocupaban de la
realidad social: historia, economía, ciencia política, sociología, antropología y
orientalismo. La lógica subyacente a estos seis nombres, y por lo tanto la división
del trabajo en el estudio de la realidad social derivaba de la situación social
global en el siglo XIX. Existían tres líneas divisorias. La primera estaba dada
entre el estudio del mundo occidental "civilizado" y el estudio del mundo no
moderno. La segunda distinción estaba marcada dentro del mundo occidental
entre el estudio del pasado y el estudio del presente. Y la tercera tenía lugar entre
el presente occidental que la ideología liberal había designado como las tres áreas
diferenciadas de la vida social civilizada y moderna: el mercado, el estado y la
sociedad civil. En términos epistemológicos, las ciencias sociales colectivamente
se ubicaban entre las ciencias naturales y las humanísticas, y se veían por ende
tironeadas por la lucha epistemológica entre las dos culturas. Lo que de hecho
sucedía era que los tres estudios del presente occidental (economía, ciencias
políticas, y sociología) habían sido transferidos en su mayoría al campo científico
y considerados como disciplinas nomotéticas. Las otras tres disciplinas—historia,
antropología y orientalismo— resistieron el canto de la sirena y tendieron a
considerarse disciplinas humanísticas o ideográficas.
Esta clara división del trabajo fue la premisa de cierta estructura del sistema-
mundo: un mundo dominado por Occidente, en el que el "resto" era o bien
colonias o semicolonias. Cuando esta presunción dejó de ser cierta, esencialmente
después de 1945, las líneas fronterizas comenzaron a parecer cada vez menos
obvias y menos útiles que lo que habían sido hasta ese momento, y la división
del trabajo comenzó a desmoronarse. La historia de lo que sucedió con las
ciencias sociales junto con lo que sucedió con las ideologías y los movimientos
antisistémicos es la historia del impacto de la revolución mundial de 1968 sobre
el sistema-mundo, punto al que arribamos.
En términos de la geocultura que había sido construida en el espejo de las
tres ideologías y paradójicamente sostenida por los mismos movimientos
antisistémicos creados para enfrentarse a ella, la función de las ciencias sociales
era la de suplir los fundamentos intelectuales de las justificaciones morales que
eran utilizadas para reforzar los mecanismos operativos del sistema-mundo
moderno. En esta tarea tuvieron, en general, éxito, por lo menos hasta la
revolución mundial de 1968.
73
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Hemos dicho que los sistemas históricos tienen vidas. Alcanzan la existencia
en algún punto del tiempo y del espacio, por razones y de maneras que podemos
analizar. Si sobreviven a los dolores del nacimiento, siguen entonces su vida
histórica dentro del marco y las constricciones de las estructuras que los
constituyen, siguiendo sus ritmos cíclicos y atrapados en sus tendencias
seculares. Estas tendencias seculares, inevitablemente se aproximan a las
asíntotas que agravan considerablemente las contradicciones internas del
sistema: esto es, el sistema encuentra problemas que no puede resolver, y esto
causa lo que podemos llamar crisis sistémica. Con frecuencia, la gente usa el
término crisis en forma casual, simplemente para indicar un período de difi-
cultades en la vida de un sistema. Pero cuando la dificultad puede ser resuelta de
algún modo, no existe una crisis verdadera sino una mera dificultad construida
dentro del sistema. Las verdaderas crisis son aquellas dificultades que no pueden
ser resueltas dentro del marco del sistema, sino que deben resolverse por fuera y
más allá del sistema histórico del cual las dificultades son parte. Para usar el
lenguaje técnico de las ciencias naturales, lo que sucede es que el sistema se
bifurca, esto es, encuentra que sus ecuaciones básicas pueden ser resueltas de dos
modos muy diferentes. Podemos traducir esto a un lenguaje cotidiano diciendo
que el sistema se enfrenta a dos soluciones alternativas para la crisis, ambas
intrínsecamente posibles. De hecho, los integrantes del sistema son llamados en
forma colectiva a realizar una opción histórica sobre cuál de los caminos
alternativos debe seguirse, es decir, qué nuevo sistema ha de construirse.
Puesto que el sistema existente ya no puede funcionar adecuadamente
dentro de los parámetros definidos, el tomar una decisión sobre cómo abandonar
el sistema, sobre el sistema (o sistemas) futuros que han de construirse, es
inevitable. Pero cuál de las opciones elegirán colectivamente los participantes es
inherentemente imprevisible. El proceso de bifurcación es caótico, lo que
significa que cada pequeña acción llevada a cabo en este período es pasible de
conllevar importantes consecuencias. Observamos que en tales condiciones, el
sistema tiende a oscilar bruscamente. Pero eventualmente termina inclinándose
en una dirección. Suele llevar bastante tiempo hasta que se arriba a la elección
definitiva. Podemos llamar a este período de transición, uno cuyo resultado es
incierto. En algún momento, sin embargo, existe un resultado claro y entonces nos
encontramos finalmente inmersos en un nuevo sistema histórico.
El sistema-mundo moderno en el que vivimos, el de una economía-mundo
capitalista, se encuentra precisamente en una crisis semejante, y lo ha estado
durante ya un tiempo. Esta crisis puede continuar por unos veinticinco a
cincuenta años más. Puesto que una de las características centrales de tales
períodos de transición es que nos enfrentamos a bruscas oscilaciones de todas las
estructuras y procesos que hemos conocido como parte inherente del sistema-
mundo existente, nos encontramos con que nuestras expectativas a corto plazo
son necesariamente inestables. Esta inestabilidad puede generar una ansiedad
considerable y por lo tanto violencia en lo que las personas intentan preservar los
74
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
75
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
76
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
77
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
78
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
79
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
impuestas por las cortes y las legislaturas por los daños causados por negligencia.
El tercer costo que se ha ido incrementando con el paso del tiempo es el
impositivo. Los impuestos son un elemento básico de la organización social.
Siempre ha habido y siempre habrá impuestos de uno u otro tenor. Pero quién
paga, y cuánto, es tema de una incesante lucha política. En el sistema-mundo
moderno, han existido dos razones básicas para la carga impositiva. Una es
proveer a las estructuras estatales de los medios para ofrecer servicios de se-
guridad (ejércitos y policías), construir infraestructura y emplear una burocracia
con la cual proveer los servicios públicos y cobrar los impuestos. Estos costos son
inevitables, aunque obviamente pueden existir importantes diferencias en los
puntos de vista sobre en qué y cómo debe gastarse el dinero.
Existe, empero, una segunda razón para los impuestos, más reciente (ha surgido
sólo en el último siglo de manera significativa). Esta segunda razón es consecuencia
de la democratización política, la que ha concitado demandas de la ciudadanía
sobre los estados para que los provean de tres beneficios principales que han
pasado a ser entendidos como derechos: educación, salud y la garantía de un
ingreso durante la vitla del sujeto. Cuando estos beneficios fueron suministrados
por primera vez en el siglo XIX, los gastos estatales eran reducidos y sólo existían en
unos pocos países. A lo largo del siglo XX, la definición de qué es lo que los estados
deben suministrar y el número de estados que lo suministraban de modo
constante creció en cada una de estas áreas. Hoy parece virtualmente imposible
bajar los gastos a los niveles de la situación previa.
Como resultado de los incrementos en los costos (no sólo en términos
absolutos sino como una proporción del excedente mundial) de seguridad,
construcción de infraestructura y la oferta a la ciudadanía de los beneficios de la
educación, la salud y la garantía de por vida del sujeto, la carga impositiva como
parte de los costos totales se ha ido incrementando en forma constante para todas
las empresas productivas, y continuará haciéndolo.
Esto es, los tres costos de producción —remuneración, insumos e impuestos—
se han ido incrementando sin pausa a lo largo de los últimos quinientos años y en
particular en los últimos cincuenta. por otro lado, los precios de ventas no han
sido capaces de mantener el ritmo, a pesar del incremento efectivo de la demanda,
por una expansión constante en el número de productores y por la recurrente
incapacidad para mantener condiciones oligopólicas. O sea lo que significa la
reducción de las ganancias. Más aún, los productores buscan revertir en forma
constante, estas condiciones, y es lo que hoy día intentan llevar a cabo. Para
apreciar los límites de la capacidad que tienen de llevarlo a cabo, debemos volver
al impacto cultural de 1968. La economía-mundo en los años posteriores a 1945
vio la mayor expansión de las estructuras productivas en la historia del sistema-
mundo moderno. Todas las tendencias estructurales a las que hemos hecho
referencia —costos de remuneración, costos de insumos, impuesto— se movieron
en una abrupta curva ascendente. Al mismo tiempo, los movimientos
antisistémicos que hemos discutido, realizaron extraordinarios avances en la
consecución de sus objetivos inmediatos: el acceder al poder en las estructuras
estatales. En todas partes del mundo estos movimientos parecían haber logrado
80
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
el primer paso de los dos que constaba su proyecto. En una vasta área del norte
de Europa central al este asiático (desde los ríos Elba al Yalú), gobernaban los
partidos comunistas. En el mundo paneuropeo (Europa occidental, América
del Norte y Australasia), los partidos socialdemócratas (o sus equivalentes)
detentaban el poder, o al menos alternaban en el poder. En el resto de Asia y la
mayor parte de África, los movimientos de liberación nacional habían tomado el
poder. Y en América latina, los movimientos nacionalistas/populistas habían
tomado el control.
Los años posteriores a 1945 fueron pues un período de gran optimismo. El
futuro económico aparecía brillante, y los movimientos populares de toda índole
parecían estar logrando sus objetivos. Y en Vietnam, un pequeño país que luchaba
por su independencia, parecía mantener a raya al poder hegemónico, los Estados
Unidos. El sistema-mundo moderno nunca se había visto tan bien para tanta
gente, un sentir que tuvo un efecto excitante, pero a la vez un efecto muy es-
tabilizador.
Sin embargo, existía una gran desilusión subyacente respecto, precisamente,
de los movimientos en el ámbito del poder. El segundo paso de la fórmula de dos
pasos —cambiar al mundo— parecía a la práctica estar mucho más lejos de ser
realizado que lo que la mayoría de la gente había anticipado. A pesar del
crecimiento económico total del sistema-mundo, la brecha ente el centro y la periferia
había crecido más que nunca. Ya pesar de la llegada al poder de los movimientos
antisistémicos, el gran entusiasmo participativo del período de movilización parecía
haber muerto una vez que los movimientos antisistémicos accedían al poder en un
estado dado. Aparecieron nuevos estamentos de privilegio. Ahora, se le pedía a la
gente común que no efectuara demandas militantes sobre lo que se aseguraba era un
sistema de gobierno que los representaba. Cuando el futuro devino en presente,
muchos ardientes militantes previos de los movimientos comenzaron a replantear sus
ideas, y eventualmente comenzaron a disentir.
Fue la combinación de un descontento de larga data sobre el funcionamiento
del sistema-mundo y la desilusión respecto a la capacidad de los movimientos
antisistémicos de transformar al mundo que llevó a la revolución mundial de 1968.
Las explosiones de 1968 contenían dos temas repetidos virtualmente en (odas
partes, independientemente del contexto local. Uno era el rechazo al poder hegemó-
nico de los Estados Unidos, simultáneamente con una queja hacia la Unión
Soviética, el presunto antagonista de los Estados Unidos, la cual parecía en
connivencia con el orden mundial que los Estados Unidos habían establecido. Y el
segundo era que los movimientos antisistémicos tradicionales no había cumplido
sus promesas una vez que llegaron al poder. La combinación de estas dos quejas,
largamente repetidas, constituyó un terremoto cultural. La multitud de levan-
tamientos parecía un fénix y no consiguió elevar al poder a los múltiples
revolucionarios de 1968, al menos no por mucho tiempo. Pero legitimaron y
fortalecieron el sentimiento de desilusión no sólo con los antiguos movimientos
antisistémicos sino también con las estructuras estatales que estos movimientos
habían fortalecido. Las certezas a largo plazo de la esperanza evolutiva se había
transformado en temor de que el sistema-mundo fuera inmutable.
81
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
82
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
83
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
84
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
85
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
86
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
GLOSARIO
Acción sindical. Término genérico para cualquier tipo de acción por la que la gente se
agrupa para defender sus intereses comunes. Un sindicato es un ejemplo típico.
Pero hay muchas otras formas de acciones sindicales por parte de los trabajadores.
Y otras personas que no son trabajadores pueden participar de acciones sindicales.
Actividad del saber. Término neutral para referirse a cualquier tipo de actividad
académica o científica, un término que evita tomar postura entre las DOS CULTURAS.
Asíntota. Un concepto matemático, que se refiere a una línea que una curva
particular no puede alcanzar en el espacio finito. Su uso más frecuente es en
referencia a curvas cuyo ordinal se mide en porcentajes y para las que el 100%
representa la asíntota.
87
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Cuadros. Este término se utiliza en el texto para hacer referencia a todas aquellas
personas que no están ni en la cima de los puestos de mando del sistema social ni
88
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
entre la vasta mayoría que se encarga de las tareas básicas. Los cuadros llevan a
cabo funciones gerenciales y con frecuencia reciben una remuneración que se
encuentra entre los que están en la cima y los que están en la base. En mi opinión,
en términos globales, hoy estamos hablando de un 15 a un 20 por ciento de la
población mundial.
Dos culturas. Un término inventado por G. P. Snow en los años cincuenta. Se
refiere a dos "culturas" claramente diferenciadas —en realidad, dos
epistemologías— de individuos en las humanidades y las ciencias naturales. El
quiebre, a veces denominado "divorcio" de la ciencia y la filosofía fue consumado
apenas a fines del siglo XVIII, y ha sido puesto en cuestión nuevamente a fines del
siglo XX.
Eje de división del trabajo. Término utilizado para articular el argumento que
sostiene que lo que mantiene la economía-mundo capitalista intacta es un eje
invisible que une a procesos centrales y periféricos (véase centro-periferia) .
89
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Epistemología. Rama del pensamiento filosófico que analiza cómo e que sabemos
lo que sabemos y cómo podemos validar la veracidad de nuestro saber.
90
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Gran narrativa. Término crítico utilizado por los posmodernistas para referirse a
todos los modelos de análisis que ofrecen explicaciones comprensivas de los
sistemas histórico sociales.
Hegemonía. Este término ha sido usado con frecuencia de modo lábil para indicar
el liderazgo o dominio en una situación política. Antonio Gramsci, teórico
comunista italiano, siguiendo a Maquiavelo insistía en el componente ideológico y
cultural por el cual el liderazgo se legitimaba de alguna manera por la población,
proceso que consideraba crucial para el mantenimiento de las élites en el poder. El
término tiene un uso más restringido para los análisis de sistema-mundo. Hace re-
ferencia a aquellas situaciones en las que un estado combina su superioridad
económica, política y financiera sobre otros estados fuertes, y por ende cuenta
además con el liderazgo militar y político. Los poderes hegemónicos definen las
reglas del juego. Así definida, la hegemonía no dura por un largo tiempo y es
autodestructiva.
91
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
en la arena social de la cual uno puede sacar conclusiones políticas. En este sen-
tido, han existido ideologías sólo desde la Revolución francesa, luego de la cual fue
necesario contar con una estrategia coherente sobre la demanda continua de
cambio político, y han existido sólo tres: conservadurismo, liberalismo y radi-
calismo.
Infraestructura. Rutas, puentes y toda otra estructura comunitaria que sea vista
como basamento esencial para el sistema de producción e intercambio.
Intercambio desigual. Este término fue inventado por Arghiri Emmanuel en los
cincuenta para refutar el concepto de ventaja comparativa de David Ricardo.
Emmanuel argumentaba que cuando los productos contaban con bajos costos de
salarios (productos periféricos) eran intercambiados por productos que tenían
altos costos de salarios (productos centrales), había entonces un intercambio
desigual de la periferia hacia el centro, con la transferencia de plusvalía. El libro de
Emmanuel causó un significativo debate. La mayoría aceptó el concepto de
intercambio desigual sin aceptar la explicación de Emmanuel de qué lo definía o
daba cuenta de ello.
92
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
los liberales eran el Partido del Movimiento y los conservadores el Partido del
Orden. El término "liberalismo" ha sufrido el uso más variado que se pueda
concebir. Para algunos, hoy día, especialmente en los Estados Unidos, liberal
significa izquierdista (o por lo menos un Demócrata del Nuevo Orden). En Gran
Bretaña, el Partido Liberal clama para sí el lugar del centro entre los Conser-
vadores y los Laboristas. En gran parte de la Europa continental, los partidos
Liberales son aquellos económicamente conservadores pero no clericales. Para
algunos, la esencia del liberalismo es la oposición a la participación estatal en la
economía. Pero desde fines del siglo XIX muchos "liberales" se han proclamado
reformistas a favor de un estado asistencialista. Para otros, el liberalismo refleja
una preocupación por las libertades individuales, y por lo tanto una voluntad de
limitar el poder estatal para constreñir dichos derechos. Se agrega a la confusión la
emergencia a fines del siglo XX del término neoliberalismo, el cual tiende a
significar una ideología conservadora que enfatiza la importancia del libre mer-
cado. Como una de las tres ideologías (véase ideología) referida por el análisis de
sistema-mundo, el liberalismo se ubica primariamente en el centro, favoreciendo
una continua (pero relativamente) lenta evolución del sistema social, la extensión
de la educación como fundamento de la ciudadanía, la MERITOCRACIA y la
prioridad al rol de los especialistas en la formación de políticas públicas.
Modo asiático de producción. Este término fue inventado por Karl Marx para
referirse a lo que otros consideraban sistemas imperiales centralizados
organizados en torno de la necesidad de suplir y controlar la irrigación para la
agricultura. El punto clave para Marx era que estos sistemas se encontraban fuera
de lo que él consideraba una secuencia universal progresiva de "modos de
producción", es decir, diferentes maneras en las que los sistemas de producción
estaban organizados.
93
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Nación-estado. El ideal de facto al que todos, o casi todos los estados modernos
aspiran. En una nación-estado todas las personas son parte de una nación y por lo
tanto comparten ciertos valores y conceptos básicos. La idea de nación es definida
de manera diferente por distintos países. Casi siempre significa el uso de un
mismo idioma. Con frecuencia significa la misma religión. Se dice que las naciones
tienen lazos que, sostienen, son frecuentemente anteriores a la existencia de una
estructura estatal. Mucho de esto, no todo, es pura mitología. Y casi ningún estado
está próximo a ser una genuina nación-estado, aunque pocos lo admitan.
94
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
95
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
debe ser promovido por aquellos que se beneficiarán con éste. El marxismo (en sus
muchas variedades) es una ideología radical, pero no ha sido, en modo alguno, la
única. El anarquismo es otra. Y a fines del siglo XX, surgieron nuevos grupos que
reclamaban para sí el título de ideología radical.
Religión mundial. Este concepto comenzó a ser utilizado en el siglo XIX para
describir a un limitado número de religiones que existían en amplios territorios, a
diferencia de las estructuras religiosas de las tribus (véase TRIBU). La lista
estándar de religiones mundiales incluye por lo menos al cristianismo, judaísmo,
islam, hinduismo, budismo y taoísmo.
96
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Sociedad civil. Este término, inventado a principios del siglo XIX se volvió muy
popular en las últimas décadas del siglo XX. Originariamente fue usado como
antónimo de "estado". En Francia, en esa época se contrastaba le pays legal (el país
legal, o el estado) con le pays réel (el país real o la sociedad civil). Este tipo de
distinción implicaba el grado en el que las instituciones estatales no reflejaban la
sociedad (a todos nosotros), el estado era en ese grado, ilegítimo. En años
recientes, el término fue utilizado de manera más restringida para incluir a la
panoplia de "organizaciones no gubernamentales" y conlleva la idea de que un
estado no puede ser verdaderamente democrático a menos que haya una "sociedad
civil" fuerte. El término es también utilizado, en particular en este libro, para
referirse a todas las instituciones que no son estrictamente económicas ni
políticas.
Tiempo social. Este concepto, favorecido en especial por Fernand Braudel sugiere
que el analista debe concentrarse en diferentes temporalidades que reflejan
diferentes realidades sociales. Braudel distinguía entre dos usos muy distintos de
los tiempos sociales: el tiempo corto de los "acontecimientos" usado por los
académicos idiográficos y el "eterno" de los científicos sociales nomotéticos (véase
IDIOGRÁFICO - NOMOTÉTICO). Él prefería otros dos tiempos sociales a los que
consideraba más básicos: el tiempo estructural que era de larga duración y
reflejaba la continuidad (pero no la eternidad) de las realidades estructurales, y que
denominaba longue durée y el tiempo cíclico de los altibajos que ocurren dentro del
marco de un tiempo estructural.
Tribu. Éste es un término inventado por los antropólogos del siglo XIX para
describir la unidad en la que se ubicaban los pueblos preliterarios. El término fue
muy criticado en la segunda parte del siglo XX, puesto que sus críticos
argumentaban que ocultaba una enorme e importante variedad de arreglos
sistémicos.
97
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Ventaja comparativa. David Ricardo, economista inglés del siglo XIX argumentaba
que aunque un país produjera dos productos a un costo menor que otro país, le
resultaría más ventajoso concentrar su producción sólo en uno de ellos, aquel de los
dos para el que fuera el productor de más bajo costo y negociar ese producto con
el segundo país por el segundo producto. Esto es llamado teoría de la ventaja
comparativa. Ricardo ilustraba esto con el ejemplo de Portugal, quien debiera
concentrarse en producir vino y negociarlo con Inglaterra por textiles, aun cuando
produjera textiles a más bajo costo que Inglaterra. Esta teoría subyace a muchos
de los argumentos en favor de la globalización.
GUIA BIBLIOGRÁFICA
98
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Incluyo aquí sólo a personas que se identifican como sujetos que utilizan el
análisis de sistema-mundo. E incluyo sólo los trabajos que son de alcance amplio
(en contraposición a los estudios empíricos de situaciones particulares). Para no
hacer distingos insidiosos, la lista de los autores es por orden alfabético.
99
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
1350 (Oxford University Press, 1989). Este libro intenta trazar la historia del
sistema global moderno hasta un período anterior al realizado en The Modern
World-System.
Samir Amin, Accumulation on a World Scale: A Critique of the Theory of
Underdevelopment (MonthlyReviewPress, 1974). Publicado en francés en 1971, ésta
fue tal vez la primera presentación totalizadora de una visión del capitalismo
moderno desde el punto de vista del análisis de sistema-mundo. Un trabajo
reciente sobre el futuro de los sistemas-mundo es Obsolescent Capitalism: Con-
temporary Politics and Global Disorder (Zed, 2003).
Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century: Money, Power, and the Origins of
Our Times (Verso, 1994) [El largo siglo XX, Madrid, Akal, 1999]. A pesar de su
título, este libro trata sobre el desarrollo del sistema global moderno visto desde
los ciclos extensos de acumulación desde el siglo XIII hasta el presente. También,
un libro escrito por Arrighi y Beverly Silver (y otros), Chaos and Governance in the
Modern World System, (University of Minessota Press, 1999) Caos y orden en el
sutema-mundo moderno, Madrid, Akal, 2001], es un estudio comparativo de las
sucesivas transiciones hegemónicas.
Chris Chase-Dunn, Global Formation:Structures of the World-Economy (Basil
Blackwell, 1989). Una teorización sobre las estructuras de la economía global
capitalista. También, un libro de Chase-Dunn y Tgomas D. Hall, Bise and Denme:
Comparing World Systems (Westview, 1997), es el mejor ejemplo de los esfuerzos
por comparar los múltiples tipos de sistema-mundo.
Arghiri Emmanuel, Unequal Exchange: A Study of the Imperialism of Trade
(Monthly Review, 1972) [El intercambio desigual, México, Siglo XXI, 1972]. Una
refutación de la teoría de Ricardo sobre el beneficio mutuo del comercio
internacional, este libro lanzó el concepto de "intercambio desigual".
André Gunder Frank, World Accumulation, 1492-1789 (Monthly Review,
1978). La más clara y completa presentación de su postura en el primer período
de su trabajo. Su obra posterior, ReOrient: Global Economy in the Asian Age
(University of California Press, 1998), incluye una revisión radical, en la que
argumenta que ha existido un sistema global por más de cinco mil años, que ha
estado centrado mayormente en China y que el capitalismo no es un concepto
importante. Véanse las críticas a ReOrient en tres ensayos de Samir Amin,
Giovanni Arrighi e Immanuel Wallerstein en Review 22, número 3 (1999).
Terence K. Hopkins e Immanuel Wallerstein, World-System Analysis: Theory
and Methodology (Sage, 1982). Los ensayos de Hopkins son los más importantes
ensayos metodológicos dentro de la tradición de sistema-mundo.
Peter J. Taylor, Modernities: A Geohistorical Interpretation (Polito, 1999). Una
interpretación de algunos patrones geoculturales en el sistema-mundo moderno.
Además, está la sección de las conferencias anuales de Economía Política del
Sistema-Mundo de la Asociación Sociológica Americana. Ésta publica uno o más
volúmenes por año. Fueron publicados como Anuarios de Economía Política del
Sistema Global por Sage de 1978 a 1987, y luego como Estudios de Economía
Política del Sistema-Mundo por Greenwood de 1987 a 2003. En 2004, han sido
publicados por Paradigm Press. Existen dos publicaciones trimestrales que
100
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
Esta sección incluye sólo aquellos autores que han criticado específi-camenre,
por sus diferentes falencias, al análisis de sistema-mundo. La mayoría de estas
criticas han aparecido en artículos más que en libros.
La crítica más temprana, y una de las más famosas, fue la de Robert Brenner:
"The Origins of Capitalist Development: A Critique of Neo-Suiithian Marxism",
New Left Review 1/104 (julio-agosto de 1977): 25-92. Fue dirigida a Paul Sweezy,
André Gunder Frank y a mí y renovó la ortodoxia produccionista, centrada en
Inglaterra en el marxismo de Maurice Dobb.
Al poco tiempo, aparecieron dos artículos críticos de The Modern World-
System (vol. 1) por la escuela "estatal-autonomista": Theda Skocpol, "Wallerstein's
World Capitalist System: A Theoretical and Historical Critique", American Journal
of Sociology 82, núm. 5 (marzo de 1977): 1075-1090; y Aristide Zolberg, "Origins of
the Modern World-System: A Missing Link", World Politics 33, núm. 2 (enero de
1981): 253-281. Tanto Skocpol como Zolberg reconocieron su deuda con las
posturas de Otto Hintze.
Las críticas culturalistas han sido continuas. La primera y más completa es la
de Stanley Aronowitz, "A Metatheoretical Critique of Immanuel Wallerstein's The
Modern World-System", Theory and Society 10 (1981): 503-20.
No exactamente igual es la crítica de algunos académicos del Tercer Mundo,
quienes sostienen que el análisis de sistema-mundo no se ha desembarazado del
eurocentrisino. Véase Enrique Dussel, "Beyond Eurocentrism: The World System
and the Limits of Modernity", en F. Jameson y M.Miyoshi, eds., The Cultures of
Globolization (Duke Univer-sity Press, 1998), 3-37.
Mientras que la crítica de los positivistas empedernidos ha sido severa,
nunca han considerado que valiera la pena el realizar una crítica sistemática del
análisis de sistemas-mundo.
PerryAnderson, Lineages of the Absolutist State (New Left Books, 1974). [El
101
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
102
Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo
103