Say It Aloud. A.E. Vuocolo.

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@wearejustread
Staff

Traducción Corrección
Sleep Pumpkin Yoha
LiaBelo Jenny
Anaile Majo
Alex Allison
Martina
Corrección y
N_N
Revisión Final
Moonlight
Sleep Pumpkin

Diseño Lectura Final


Chloé Velaris
LiaBelo
Contenido
Sinopsis Jess
Capítulo Uno Capítulo Nueve

Jess Hunter

Capítulo Dos Capítulo Diez

Hunter Jess

Capítulo Tres Capítulo Once

Jess Hunter
Capítulo Doce
Capítulo Cuatro
Jess
Hunter
Capítulo Trece
Capítulo Cinco
Hunter
Jess
Capítulo Catorce
Capítulo Seis
Jess
Jess
Capítulo Quince
Capítulo Siete
Hunter
Hunter
Capítulo Dieciséis
Capítulo Ocho
Jess
Capítulo Diecisiete Capítulo Veintidós

Hunter Jess
Capítulo Dieciocho Capítulo Veintitrés

Jess Hunter
Capítulo Diecinueve Capítulo Veinticuatro

Hunter Jess
Capítulo Veinte Epílogo

Jess Jess
Capítulo Veintiuno Hunter

Hunter
Sinopsis
Jess

¿Alguna vez has sentido una atracción por la persona equivocada tan fuerte
que parecía inútil luchar contra ella?

¿Qué pasa cuando te dejas llevar por esa atracción?

Ese es mi problema.

Me llamo Jess Holms y tuve una aventura de una noche con el hermano de
mi mejor amiga.

Bueno, lo intenté.

Ahora, él no me deja en paz.

Quiere cosas que me aterra darle. Una oportunidad. Mi corazón.

Hunter

¿Qué haces cuando tienes la oportunidad que siempre has querido con la
chica de tus sueños?

La valoras.

Lástima que no haya vivido según mis propias palabras.

Mi nombre es Hunter Carter.

Estoy persiguiendo a la mejor amiga de mi hermana.


Capítulo Uno

Jess
¿Por qué sigo haciendo esto? ¿Por qué sigo entrando en esa aplicación de citas
para conocer chicos? Uno pensaría que, después de la tercera cita terrible,
me daría por vencida con los hombres y las citas en línea y simplemente
conseguiría unos cuantos gatos. No creo que sea muy difícil encontrar a
alguien que no se quede mirando sólo mis tetas toda la noche: Cita uno, Mitc
hum.

Alguien que no coquetee con la camarera cuando no le dejo meter la mano en


mi vestido: Cita dos, Smith.

La afortunada cita número tres pensó que estaba bien no llevarme ni siquiera
a cenar. Quería "pasar directamente a la parte sexual de la noche", como dijo
tan elocuentemente. Ni siquiera recuerdo su nombre. Digamos que le cerré la
puerta en las narices y me pasé la noche viendo Gilmore Girls y comiendo
helado de brownie doble.

Lo que nos lleva a la cuarta cita. Ahora mismo estoy sentada en The Four
Goats, un bar local, esperando a que mi cita aparezca. Cuando me preparé
esta noche, me dije a mí misma que si era educado y podía mantener una
conversación algo interesante, y no era un completo asqueroso, entonces lo
llevaría a casa. Hacía demasiado tiempo que no tenía ningún tipo de placer
que no fuera autoinfligido.

Miro el reloj y marca las siete y trece minutos, habíamos quedado a las seis y
media. Llevo aquí casi una hora; me estoy tomando mi segundo trago y me
doy cuenta de que me han dejado plantada. Supongo que la sequía va a
continuar, porque a menos que venga y diga que llega tarde porque estaba
sacando huérfanos de un edificio en llamas, no ha superado la prueba del
imbécil, ni la de la cortesía, porque los huérfanos moribundos son la única
razón para hacer esperar a una mujer atractiva durante casi una hora.

—¿Quieres otro vodka con tónic? —me pregunta la camarera, Abby. Niego con
la cabeza.

—Creo que esto amerita algo un poco mejor, dame un Johnnie Walker, solo.

—Maldita sea, golpeando el whisky, ¿qué pasa? ¿Se ha muerto alguien? —me
pregunta en broma. Llevo tantos años viniendo aquí que ella sabe que sólo
pido whisky cuando he tenido una semana muy dura o estoy en apuros
emocionales.

—No hay nada malo, sólo celebro que he renunciado a los hombres —digo,
dando un largo trago a mi bebida.

—¿Eso significa todos los hombres o puedes hacer una excepción


especial? —La profunda y sexy voz detrás de mí sólo podía pertenecer a una
persona, Hunter Carter, el hermano de mi mejor amiga y el destinatario de
mi enamoramiento a nivel de colegiala.

Me doy la vuelta en mi taburete y contemplo su cara verdaderamente apuesta.


Maldita sea, un hombre no debería ser tan sexy, no es justo para los demás
hombres de la Tierra, ni para las mujeres que han perdido el corazón al entrar
en contacto con su sonrisa sexy, su cabello castaño y sus penetrantes ojos
verdes, que a veces son azules dependiendo de lo que lleve puesto.

Mis ojos recorren su cuerpo sin pensarlo. Lleva una camiseta gris y unos
jeans oscuros. La camiseta le aprieta el pecho y los anchos hombros, pero no
de una manera en la que compras en BabyGap 1, sino de una forma en la que
me dan ganas de quitársela y recorrer con los dedos el perfecto conjunto de
abdominales que sé que se esconden debajo. Dios, hasta hace que mi
monólogo interior divague incluso sobre algo tan simple como una camisa.

Oigo que alguien se aclara la garganta, sacándome de mi fantasía. Vuelvo a


mirar la cara de Hunter y me sonríe, sabiendo exactamente lo que estaba
haciendo.

1
Tienda de ropa de bebes.
—No dejes que interrumpa tu descarada comprobación. Trabajo mucho en
este cuerpo; me alegro de que alguien lo aprecie. —Me limpia la comisura de
la boca con el pulgar—. Pero quizás quieras tomar una servilleta, tienes un
poco de baba aquí.

Le quito la mano de un manotazo. —Lo que sea, idiota, créeme que no es nada
que no haya visto antes. —Veo que la mandíbula de Hunter se tensa y su
mirada cambia, como si estuviera enfadado. Luego, la sonrisa de sabelotodo
vuelve a estar en su sitio tan rápido que creo que me lo he imaginado.

—Créeme, nena, nunca has visto a nadie como yo. —Me guiña un ojo. Me río,
pero sólo porque no tengo ni idea de qué decir a eso. Estoy segura de que
tiene razón. Estoy segura de que no he visto un cuerpo como el suyo. Como
policía, tiene que trabajar muy duro para mantenerse en forma y poder
perseguir a todos esos tipos malos.

Las imágenes de Hunter con su uniforme pasan por mi mente. Me encanta


cuando llega a casa de Mila justo después de un turno y aún no se ha
cambiado. Ya sabes lo que dicen, a las mujeres les encantan los hombres de
uniforme, y nadie llena un uniforme como Hunter Carter.

Vuelvo de mis ensoñaciones y Hunter tiene esa mirada, como si me hubiera


preguntado algo y yo no hubiera respondido. Mierda. ¿Qué ha dicho?

—Lo siento. ¿Qué has dicho?

—¿Qué está pasando en esa linda cabecita tuya? Te has quedado


completamente fuera de juego por un minuto. —Me toca la frente como si
fuera una niña pequeña, y supongo que para Hunter lo soy. Ahora estoy
molesta. Nunca quieres que tu enamoramiento te vea como una niña bonita.

—Hunter, no soy una niña pequeña. Sólo tengo cuatro años menos que
tú —digo frunciendo el ceño.

—Oh, créeme, Jess, sé que no hay nada de niña en ti. Ese cuerpo y esa actitud
son todo de una mujer. No hay un hombre en este bar, o que se haya cruzado
en tu camino para el caso, que piense en ti como una niña, especialmente
con ese vestido. Incluido yo. —Los ojos verdes de Hunter tienen una profunda
llama en ellos.
—No, no sé qué decir a eso —tartamudeo.

Hunter me acerca la mano al rostro y me pasa el pulgar por la mejilla. —No


digas nada, sólo tómate una copa conmigo. Nunca podemos pasar tiempo,
solo nosotros. Siempre hay alguien más alrededor. Quiero conocerte mejor.

Chillo un "Está bien". Hunter baja su mano y se sienta en el taburete junto a


mí. Le hace señas a Abby y ella se acerca enseguida. —Oye, semental,
¿quieres otra Coors? —Le sonríe coquetamente y mueve las pestañas.

Bueno, maldita sea. Pensé que me gustaba Abby, pero ahora no estoy tan
segura. Quiero llegar al otro lado de la barra y arrancarle el cabello. Lo cual
es una locura porque tengo cero pretensiones con Hunter. Mencionó haber
notado mi cuerpo, ¿y qué? Probablemente se fijó en todos los cuerpos de todas
las mujeres de este bar. Saber eso aún no frena mis celos y la necesidad de
arrancar cada cabello de la cabeza de Abby.

—Sí, eso sería genial y le darías a Jess una más. —Da un golpecito al borde
de mi vaso. Me acerco a él.

—Oh no. Nada más para mí, sólo tomaré agua.

—Vamos. Dijiste que tomarías una copa conmigo.

—Tengo que trabajar mañana. No puedo enseñar a los niños con resaca. Son
demasiado ruidosos y necesitan demasiada atención.

—Hablas como si lo supieras por experiencia. —Se ríe y enarca una ceja para
mirarme.

—Puede que sí. Entonces, sé que tengo que cambiar al agua ahora.

—Uno más no hará daño. Te he visto beber. Puedes beber casi como cualquier
hombre bajo la mesa. Esos dos vodkas tonics y un poco de bourbon
probablemente sólo te tienen apenas embriagada.

¿Sabe lo que he bebido? ¿Ha estado aquí desde que me senté? ¿Cómo no me
he dado cuenta de su presencia?

—¿Cómo sabes lo que he bebido ya? —pregunto, necesitando saber.


—Te vi entrar. Acababa de empezar una partida de billar con uno de mis
amigos o habría venido antes. —Señala hacia donde veo a un grupo de chicos
de pie alrededor de una de las mesas de billar. Parece que se están divirtiendo
entre ellos.

—No te había visto.

—No te preocupes. Es el policía que hay en mí; estoy entrenado para ser
consciente de cualquier cambio en mi entorno. Y cuando entraste, con ese
vestido, definitivamente cambiaste mi entorno. —Su mirada recorre todo mi
cuerpo, con una clara mirada de apreciación en sus ojos—. Por si no te das
cuenta, soy un fanático de ese vestido. —Sonríe.

—Me di cuenta. —Mi boca está repentinamente muy seca por la forma en que
Hunter me mira. Me vendría bien ese trago—. Supongo que uno más no hará
daño.

Hunter asiente y Abby se aleja para traer nuestras bebidas. Había olvidado
que estaba allí.

Después de que Abby nos deja las bebidas, se apoya en la barra y junta los
brazos, dándole a Hunter una imagen perfecta de su amplísimo escote.

—¿Cómo va el trabajo? ¿Ha pasado algo emocionante desde la última vez que
te vi? —Pone su mano en el antebrazo de Hunter que está apoyado en la
barra.

—No, nada demasiado loco. Sólo lo mismo de siempre.

Abby se acerca a Hunter y le susurra: —Salgo en una hora, ¿quieres quedar


conmigo después y pasar el rato o algo así? —Por la forma en que lo dice, sé
exactamente lo que quiere decir. ¿No me ve sentada aquí? Es obvio que
Hunter y yo estamos teniendo una conversación, ¿y ella quiere saltar y tratar
de abrir sus piernas para él? Es oficial, no me gusta Abby. No importa lo
buenos que sean sus vodkas tonics. Perra.

Hunter aparta su mano de su tacto y pone la suya encima de la mía. —En


realidad, tengo otros planes esta noche. —¿Qué? ¿Se refiere a mí? ¿Qué
planes? ¿No puede referirse al sexo? ¿Estaría dispuesta a tener sexo con
Hunter si me lo pide? Sexo con Hunter Carter, sí, creo que lo haré. Esto es
una locura. Es imposible que hable de sexo.

Tengo que dejar de pensar en la palabra sexo. Me sacan de mis pensamientos


sobre el sexo cuando Abby se da la vuelta y se aleja, claramente molesta por
haber sido desairada.

—No tenías que decir que tenías planes conmigo. Podrías haber aceptado su
oferta de salir —digo, entre comillas, porque ambos sabemos lo que quiere
decir. Me pregunto si han "salido" en el pasado.

—Los celos te sientan bien —ríe Hunter.

—No estoy celosa. Con quién te acuestas no es asunto mío. Sólo somos dos
conocidos que están tomando una copa y poniéndose al día. No hay razón
para que no puedas irte con Abby al final de su turno.

—¿Conocidos? ¿Es eso lo que crees que somos? Nos conocemos de toda la
vida. Pasamos juntos los fines de semana y las vacaciones. Creo que eso al
menos nos convierte en amigos —dice, pareciendo irritado.

—Bien, supongo que somos amigos, pero eso no significa que tengas que
renunciar a conseguir algo sólo para pasar tiempo conmigo. No te sientas
obligado a quedarte. Uno de nosotros debe conseguir algo esta noche, y como
mi cita no apareció, no seré yo.

—¿Te han dejado plantada? —Parece sorprendido.

—Sí, esta es mi cuarta mala cita consecutiva, por eso me oíste maldecir contra
los hombres cuando llegaste.

—Siento que hayas tenido tan mala suerte en el departamento de citas


últimamente. El tipo que te dejó plantada es un idiota. Aunque no puedo
sentirme tan mal por él, porque, aunque lo odio, me toca estar sentado aquí
contigo en vez de él.

—Sí, bueno, no vas a arreglar mi sequedad. Esperaba que esta cita se fuera
por la mañana, si sabes a lo que me refiero.
Hunter se inclina tan cerca de mi rostro que puedo sentir su aliento
abanicándome. —Sé lo que quieres decir, y puedo ser quien te ayude con tu
problema. Todo lo que tienes que hacer es decir que quieres que lo haga.

Me inclino hacia atrás, necesitando algo de espacio, y rompo a reír. —¿Qué


tan borracho estás?

Enreda sus dedos en mi cabello y luego me pone la mano en la nuca,


asegurándose de que le sostengo la mirada. —No estoy borracho en absoluto,
Jess. Sólo estoy cansado de negarme a mí mismo algo que he deseado durante
tanto tiempo, y es tenerte en mi cama.

—Oh —exhalé.

—Entonces, ¿nos vamos a ir de aquí o vamos a seguir jugando a este juego


del gato y el ratón que llevamos haciendo hace años? —Tiene razón, hemos
tenido estas bromas coquetas durante años, pero nunca pensé que quisiera
decir algo con sus comentarios o toques "accidentales". Sólo pensé que era
Hunter siendo Hunter.

Esto es como una realidad alternativa. Nunca hubo un momento, en todo el


tiempo que he conocido a Hunter, en el que pensara que íbamos a salir. Sé
que probablemente debería decirle que no podemos y enumerar todas las
razones, pero ahora mismo ninguna de esas razones me viene a la mente. Es
como si todos mis pensamientos fueran sobre Hunter, yo y su cama. O en el
suelo. O contra una puerta. Sí, esto está sucediendo.

Me trago el resto de la bebida y me bajo del taburete. Empiezo a alejarme y


luego me giro, tendiendo la mano a Hunter. —¿Vienes?

Se acerca a mí, me rodea la cintura con los brazos y me aprieta contra él.
Luego se inclina hasta que su boca está junto a la oreja. —Oh, los dos lo
haremos. Viniendo eso es. —Me mordisquea el lóbulo de la oreja
juguetonamente.

Le doy una palmada en el pecho y me aparto de sus brazos. —Dios mío, eres
tan cursi. Tal vez me vaya a casa sola y me dedique a hacer ejercicio.
—Oh no, Dimples2, ya has dicho que sí. El único que trabaja en ese cuerpo
esta noche soy yo.

No me deja comentar nada, simplemente me toma de la mano y me lleva fuera


del bar.

2
En inglés original. Dimples=Hoyuelos.
Capítulo Dos

Hunter
No me extraña la forma en que sus mejillas se sonrojan cuando la llamo
"Dimples". Me gusta mucho. Pensé que me iba a correr en los pantalones en
medio de este bar cuando ella miró por encima de su hombro y me tendió la
mano, preguntando si venía como la última tentación.

Nos dirigimos a mi camioneta. Esta fue mi primera compra de lujo después


de que empecé en la fuerza. Me encanta esta camioneta. Es una Ford F150
negra de dos mil doce con interior de cuero negro y un sistema de sonido
increíble. Es la camioneta soñada por un hombre. O al menos el mío.

Le abro la puerta del lado del pasajero a Jess y tiendo la mano para ayudarla
a subir a la camioneta. Ese vestido rojo que lleva casi me hace caer de rodillas
cuando la vi entrar en The Four Goats. Si a eso le añadimos los tacones negros
que lleva y la belleza natural de Jess, que he intentado ignorar durante los
últimos ocho años, no es de extrañar que tirara todas mis preocupaciones por
la ventana cuando vi la derrota en su rostro después de que un imbécil la
dejara plantada. Oye, su pérdida es mi ganancia.

Conozco a Jessica desde hace casi toda su vida. Su familia vivía a unas
cuantas casas de distancia de nosotros mientras crecíamos. Siempre ha sido
amiga de mi hermana pequeña. Era linda, pero nunca pensé en ella de
manera sexual. Hasta que ella y mi hermana vinieron a casa para las
vacaciones de otoño, en el primer año de universidad. De repente, la niña
valiente que conocía se había ido y esta mujer sexy estaba en su lugar.

Tiene un largo y sedoso cabello rubio, ojos azules, un cuerpo de infarto y una
sonrisa que podría parar el tráfico, pero cuanto más tiempo pasaba con ella
después de aquella primera visita a casa en la que noté el cambio en ella, más
me enteraba de que tenía mucho más a su favor que su buena apariencia.
Parece que, aunque la conocía de toda la vida, estaba demasiado ocupado
viviendo mi vida como para fijarme en esta increíble chica que tenía delante.

Se detiene antes de entrar y se gira para mirarme, con una mirada de


escepticismo. —¿Cuánto has bebido? —Eso me hace reír.

—Sabes que soy policía, ¿verdad?

—Entonces, ¿me estás diciendo que un policía nunca ha infringido la ley y ha


conducido borracho? —pregunta.

Tiene un punto y me encanta lo cautelosa que está siendo. —He tomado una
cerveza. Los chicos y yo no estuvimos aquí mucho antes de que tú llegaras, y
ni siquiera tomé un sorbo de la cerveza que me trajo el camarero. Nunca te
pondría a ti o a otras personas en peligro.

—Lo sé, Hunter, sólo sentí que tenía que preguntar.

—Lo entiendo. Me alegro de que no te subas a un vehículo con alguien cuando


no sabes cuánto ha bebido.

Extiendo la mano para subirla a la camioneta. Su vestido es lo


suficientemente corto como para que pueda llamar la atención de alguien que
intente subir a mi camioneta alta, y la única persona que ve esas bragas soy
yo. Si es que lleva bragas. Ese vestido es tan ajustado y no vi ninguna línea
cuando estaba mirando su culo antes. Está bien, genial, ahora estoy más
duro que el acero pensando en que Jess está desnuda bajo ese vestido. Pienso
en lo fácil que sería deslizar mis dedos por debajo y ver.

Necesito calmarme. Cierro la puerta una vez que ella está sentada, y
aprovecho el paseo por la camioneta para calmar la situación en mis
pantalones. Cuando subo al asiento del conductor, toda la cabina huele a
Jess. El dulce aroma floral de su perfume y algo que es inherentemente Jess.

No vivo lejos de The Four Goats, pero el corto trayecto parece eterno con toda
la tensión que hay en la cabina. Los dos sabemos lo que va a pasar cuando
lleguemos a mi casa. No mentía cuando dije que llevábamos años jugando a
este juego. Siempre lo he interpretado como un coqueteo sin sentido, pero era
todo lo contrario.

Jess se mueve en su asiento. Parece nerviosa. Espero no haber interpretado


mal todo esto. Cuando llego a la entrada de mi casa, apago el motor, pero en
lugar de salir me giro en el asiento y miro a Jess. Está jugando con sus dedos.
Una señal segura de que está nerviosa. Estiro la mano y la pongo sobre la
suya.

—Si no quieres hacer nada más que hablar, está bien. O puedes decirme que
te lleve a casa ahora mismo, y lo haré. Nunca haría nada con lo que no
estuvieras cien por cien de acuerdo. ¿Me siento increíblemente atraído por ti?
Sí. ¿He pensado en algo más que en quitarte ese vestido desde que entraste
en el bar? No. Pero tú tienes el control de lo que pasa.

Respira profundamente y me mira a los ojos. Los suyos están entrecerrados.


—Vamos adentro, Hunt.

Me han llamado "Hunt" un millón de veces, pero nunca ha sonado mejor que
cuando ella lo acaba de decir.

Entramos en mi casa. Solía ser de mi abuela, pero me mudé después de que


ella falleciera.

—Está exactamente igual que cuando la abuela Rose vivía aquí —dice.

—Sí, no he llegado a redecorar mucho. —Excepto para cambiar ese incómodo


sofá de flores que tenía por el seccional 3 negro, y montar la pantalla plana
sobre la chimenea. A los chicos del trabajo les gusta venir a ver los partidos
cuando tenemos la oportunidad.

Jess deja de examinar mi sala de estar y se gira para mirarme. Los dos nos
quedamos mirándonos el uno al otro, sintiendo la electricidad que pasa entre
nosotros. No estoy seguro de quién se mueve primero, pero lo siguiente que
sé es que Jess está en mis brazos y nuestras bocas tocándose.

3
Modelo de sofá.
Besar a Jessica Holms no es nada de lo que pensé que sería. Es mucho mejor.
Ella no se limita a seguir mis indicaciones. Es una participante activa del
beso. Acaricia mi lengua con la suya. Y cuando me muerde el labio inferior,
casi me corro en los pantalones como un adolescente la primera vez que toca
a una chica.

Me está volviendo loco. Coloco mis manos bajo su culo y la levanto. Ella
envuelve sus piernas en mi cintura y coloca sus brazos alrededor de mi cuello.
Subo por las escaleras hasta mi habitación, porque Jess se merece una cama,
no un polvo rápido contra la pared o la puerta. Al menos no la primera vez.
Pero definitivamente en otra ocasión, porque follar con ella contra la puerta o
la pared suena jodidamente caliente.

No quito mis labios de los suyos hasta que la tiro en la cama. Me saco la
camisa por encima de la cabeza y me acomodo entre sus piernas. La beso a
lo largo de la mandíbula y hasta el cuello, chupando la unión entre el hombro
y el cuello.

Ella arquea la espalda. Deslizo mis manos hacia sus muslos, empujando el
dobladillo del vestido hacia arriba. Cuando llego a su culo, lo palmeo y me
encanta cómo se siente en mi mano, y luego le doy un fuerte apretón.

—Siéntate. Necesito ver lo que hay debajo de este vestido.

Ella sigue mis instrucciones. Lleva un sujetador de color lavanda que apenas
contiene sus hermosas tetas y unas bragas a juego de las más diminutas que
he visto nunca. Gracias al cielo por la persona que inventó la tanga. Es mi
héroe.

Sin poder resistirme más, me inclino hacia delante y chupo uno de sus
pezones a través del encaje de su sujetador. Ella emite un gemido en el fondo
de su garganta. Haré todo lo que esté en mis manos para que haga esos ruidos
toda la noche.

Sigo amasando sus tetas y chupando sus pezones. Mientras estos se mueven
bajo mi lengua, Jess empieza a retorcerse debajo de mí. Está frotando su
centro contra mi cremallera, intentando conseguir la fricción que tanto
necesita para correrse. Incluso a través del áspero material de mis jeans,
puedo sentir su calor.

—Por favor, Hunter... necesito... —Sin terminar su pensamiento, busca la


hebilla de mi cinturón. Le quito las manos y le doy un beso abrasador en la
boca.

Me aparto ligeramente y murmuro contra sus labios. —Chica traviesa, tan


impaciente. ¿Quieres que te folle? ¿Necesitas que te haga correr?

—Sí. —Se agacha y trata de desatar la hebilla de mi cinturón otra vez. Le paso
la mano por la muñeca para detenerla.

—Sé que he dicho que tú tienes el control, y es cierto. Dices que pares y
paramos, pero yo controlo el ritmo, y te follaré cuando esté bien y listo. En
esta habitación, eres mía. —Le pongo las manos por encima de la cabeza.

—Ahora sé una buena chica y no muevas esas manos, mientras adoro este
cuerpo. No me hagas sacar las esposas. —Ella se retuerce—. Te gusta esa
idea, ¿verdad, chica traviesa? ¿Quieres que te ate? —Me inclino y le muerdo
el labio inferior—. Quizá la próxima vez. —Agacho la cabeza y vuelvo a besar
sus labios carnosos antes de empezar a besar su cuerpo. Jess tiene un cuerpo
hecho para ser adorado. Por mí. Está en forma, pero no demasiado delgada
como para temer que la rompa, y tiene unas curvas que hacen que un hombre
quiera derramar una lágrima.

Recorro con la lengua el rígido pezón de su teta izquierda, alternando


chupadas y pellizcos. Como no quiero que me acusen de tener favoritos,
cambio de lado y le presto la misma atención al pecho derecho. Ella se
contonea debajo de mí, buscando un poco de alivio al placer que se acumula
en su interior.

—Qué impaciente —digo riendo. Decido ayudarla un poco y continúo besando


su cuerpo hasta llegar al vértice de sus muslos. Muevo su tanga a un lado y
hago un largo recorrido con la lengua por su centro. Su sabor estalla en mi
lengua. Sabe mejor que cualquier otra cosa que me haya metido en la boca.
Su sabor me recuerda a los melocotones recogidos directamente del árbol,
mezclados con sexo. Sé que suena como una combinación extraña pero no lo
es, su sabor me está volviendo loco. Soy un chico de Georgia después de todo;
nos encantan los melocotones.

Podría pasarme el resto de mi vida comiéndola y nunca tendría suficiente. Se


ha convertido en mi comida favorita.

—Sí, justo ahí —gime Jess cuando chupo su clítoris en mi boca. Sigo
chupando su clítoris mientras utilizo la lengua para aplicar la presión
adecuada. Me mete los dedos en el cabello y me agarra por la nuca,
sujetándome.

—¡No pares! —No lo había planeado, nena. No hasta que siento que se corre
en mi lengua. Cuando introduzco un dedo dentro de su coño, curvándolo para
golpear ese punto justo dentro de ella, se corre. Puedo sentir sus muslos
temblando a ambos lados de mi cabeza.

Continúo con mis caricias hasta asegurarme de que su orgasmo ha


terminado. Me lamo los labios, saboreando lo último de su sabor, y luego me
limpio la boca con el dorso de la mano.

Vuelvo a subir por su cuerpo hasta situarme encima de ella. Los ojos de Jess
siguen cerrados. Beso suavemente sus labios.

Cuando abre los ojos, tienen una mirada soñadora y lejana. Parece
completamente satisfecha. Quiero golpearme el pecho y rugir de orgullo por
haber puesto esa mirada en su rostro.

—Mi turno. —Me empuja el pecho hasta que estoy de pie al final de la cama.
Me desabrocha la hebilla del cinturón y abre el botón de mis jeans, antes de
empujarlos junto con mis boxers por las piernas hasta el suelo. Mi polla está
ahora en plena forma, justo delante de su rostro. Me quito los pantalones
mientras ella rodea mi polla con sus dedos.

Su mano parece tan diminuta envuelta en mí. Me acaricia desde la raíz hasta
la punta, haciéndome gemir. Se siente tan bien. Demasiado bien, pero decido
darle un poco de tiempo para que juegue antes de tirarla de nuevo a la cama
y follarla a fondo.
Me da dos caricias más antes de que una gota de presemen salga de la punta
de mi polla. Se inclina hacia delante y elimina la gota con la lengua. Ese
pequeño golpe hace que mis bolas se tensen y me obliga a emitir otro gemido
desde el fondo de mi garganta. Esta chica apenas me ha tocado y ya estoy
preparado para correrme como un tren de mercancías. Cuando rodea la
punta con sus preciosos labios, estoy acabado. La levanto y la tiro sobre la
cama. Subo por su cuerpo y me sitúo sobre ella, colocando mis antebrazos a
ambos lados de su cabeza.

—Todavía no había terminado —se queja.

—Estoy demasiado excitado por ver cómo te corres contra mi boca. Verte
chupar mi polla casi me lleva al límite. Cuando me corra, quiero que sea
cuando esté tan dentro de ti que no sepamos dónde empiezas tú y dónde
termino yo. ¿Te parece bien? —Pregunto.

Ella asiente con la cabeza y luego me da un jadeante —Sí.

Le quito rápidamente el sujetador y las bragas, y le doy otro pellizco en el


pezón, lo que me hace ganar un gemido de placer; luego busco en mi mesita
de noche y saco un condón. Ella lo toma de mi mano y empieza a pasarlo por
mi polla. Bien, tengo que pensar en otra cosa que no sea esta jodida mujer
caliente poniéndome un condón.

Cachorros que se ahogan, espinillas que estallan, mi tía abuela Louise en


traje de baño de dos piezas. Sí, eso hizo el truco.

Tan pronto como el condón está puesto, penetro a Jess en un movimiento


fluido. Ambos gemimos cuando mi polla toca fondo en su apretado coño. Esto
tiene que ser lo que se siente en el cielo. Su coño está hecho para mí. Se
envuelve alrededor de mi polla como un guante, incluso con la goma que
cubre mi polla puedo sentir su calor, lo mojada que está.

Le doy unos segundos para que se adapte a mi invasión y luego la saco


lentamente hasta la mitad y vuelvo a penetrarla. Ella gime. Ese ruido es mi
perdición; empiezo a follarla en serio. La agarro por detrás de la rodilla y la
subo a mi cintura para poder penetrarla más profundamente.
—Así de fácil, Hunter. Sí, fóllame. —Y lo hago. La penetro con fuerza, los dos
persiguiendo la liberación. Los dos estamos empapados de sudor cuando
siento el primer temblor de su coño. Está cerca y tengo que hacer que llegue
rápido porque no sé cuánto tiempo más podré aguantar.

Me siento sobre mis talones y me agarro a sus muslos. Este ángulo hace que
me roce justo con sus paredes. Ella jadea y gime. —Tócate, nena, ayúdame a
llegar hasta ahí. —Ella hace lo que le pido; mete la mano y empieza a frotarse
el clítoris.

Por suerte, no pasa mucho tiempo antes de que sienta que empieza a correrse
alrededor de mi polla y la sigo hasta el borde, disparando mi descarga dentro
del condón. Nunca me había corrido tan fuerte en mi vida. Me corro con tanta
fuerza que mi cuerpo está agotado y me derrumbo encima de Jess. Tardo un
minuto en darme cuenta de que probablemente la estoy aplastando y me hago
a un lado.

Los dos nos quedamos tumbados jadeando, intentando recuperarnos del


mejor sexo de la historia. Cuando recupero el aliento, me levanto de la cama
y me pongo los boxers.

Camino por el pasillo hasta mi cocina y agarro dos botellas de agua de la


nevera. Veo que la luz de mi teléfono parpadea. Lo tomo y veo un mensaje de
Jack, preguntando si seguimos jugando a la pelota en el gimnasio mañana.
Escribo un rápido "sí", queriendo volver con Jess.

Cuando entro en el dormitorio, veo a Jess tirando de su vestido por encima


de la cabeza.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, realmente confundido. Esto no era lo que


esperaba para volver.

—Me voy. Ya he llamado a un Uber; debería llegar en cualquier


momento. —Dejo las botellas de agua en la mesita de noche y cruzo los brazos
sobre el pecho.

—¿Cómo que ya has llamado a un Uber? Estuve fuera dos minutos, como
mucho. ¿Por qué te vas? No te estoy echando.
—Hunter, ambos sabemos lo que era esto. Hemos estado pasando de
puntillas el uno por el otro durante años y esto era sólo para sacarlo de
nuestro sistema.

—¿Eso era para ti? ¿Sólo para sacarme de tu sistema? —Ahora estoy
cabreado. No tiene ni idea de lo que está hablando.

—Sí. Fue genial, pero eres el hermano de mi mejor amiga. Tenemos que
vernos regularmente, así que ¿por qué complicar las cosas haciendo de esto
algo más grande de lo que es? Tuvimos un sexo increíble y ahora podemos
volver a ser lo que éramos antes. Amigos.

—No sabes nada, ¿verdad? ¿Crees que puedo volver a ser tu amigo después
de lo que acaba de pasar? Realmente no lo entiendes, ¿verdad? He luchado
contra mi atracción por ti y cuando por fin consigo lo que quiero, me dices
que no significa nada —digo entre dientes apretados.

—Vamos, Hunter. Eres el rey de las aventuras de una noche. Eres el Sr. Hit
it and Quit it4. ¿Por qué esto tiene que ser diferente? Ambos disfrutamos del
sexo y ahora podemos volver a ser amigos, como dije.

Voy a poner todas mis cartas sobre la mesa. Ella necesita saber que es
diferente. —No quiero volver a ser sólo amigos. ¿No lo ves? Te he deseado
desde que llegaste a casa con Mila en tu primer año de universidad. Claro
que me atraías, pero era algo más que eso. ¿Por qué no podemos ser algo más
que un polvo rápido?

—Porque eres el hermano de Mila, te veo todo el tiempo. Así que, cuando esto
se vaya al traste, que lo hará, porque seamos sinceros, todas mis relaciones
lo hacen, perderé a mi mejor amiga. No puedo perderla a ella ni a Lily, son
todo lo que me queda. —Veo que sus ojos empiezan a lagrimear.

Cubro los pocos centímetros de espacio que nos separan y la atraigo hacia
mis brazos. No soporto verla llorar. —¿Cómo sabes que se va a estropear?
¿Cómo no ves que tú no eres la razón por la que tus otras relaciones se fueron
a pique? Fueron los imbéciles con los que estuviste. Ellos no sabían lo que

4
Argot. Tener un encuentro sexual para la gratificación física, y separarse de la otra pareja inmediatamente después;
tener una aventura rápida de una noche.
tenían, pero yo sí. Sólo dale una oportunidad a esto. No puedes decirme que
no sentiste la conexión que compartimos.

—Hunter, no hagas esto más difícil de lo que tiene que ser. Sé que no es culpa
mía que mis relaciones no duren, pero tengo que tener algún papel en ello,
soy el único factor común. Tu familia es la única que me queda. No los perderé
sólo porque tengamos una conexión en la cama.

—Es más que eso y lo sabes. —Se aparta de mis brazos.

—Hunt, tú no tienes relaciones formales. En todos los años que te conozco,


nunca oí que vieras a alguien como algo más que un polvo de una noche. ¿Y
ahora me dices que estás dispuesto a dejarlo todo por mí? Lo siento, no lo
creo.

—Sólo dame una oportunidad para demostrarte que no soy lo que piensas.
¿Se te ha ocurrido que no iba en serio con nadie porque estaba esperando a
la chica adecuada?

Ella se burla. —Vaya, ¿ahora dices que soy esa chica? —Sus ojos brillan con
humor. Sé que no me cree en absoluto.

—Tal vez. Nunca sabremos a dónde puede llegar esto, si no estás dispuesta a
intentarlo. Quédate esta noche. Te haré un buen desayuno por la mañana.
Hago omelets fantásticos. Incluso pondré más queso en el tuyo, si dices que
te quedarás. —Le doy mi mejor sonrisa baja bragas.

—Bien, me quedaré, pero más vale que haya jamón en ese omelet
también. —Se quita la ropa y se mete en la cama. Se acurruca a mi lado y me
quedo dormido con una sonrisa en la cara, pero cuando me despierto a la
mañana siguiente esa sonrisa se desvanece porque Jess no está en mi cama
ni en ningún lugar de la casa. Anoche se escapó.

Es entonces, de pie en mi casa vacía, que decido luchar por Jess. Ella quiere
huir, bien. Soy un policía. Me encanta una buena persecución.
Capítulo Tres

Jess
Cuando entro en mi casa, está oscuro porque son las dos de la mañana. Salir
a escondidas de la cama de Hunter fue probablemente lo más difícil que he
hecho. Por mucho que odiara dejarlo, sabía que a la larga era mejor para los
dos. Tenía toda la intención de quedarme. De quedarme dormida envuelta en
los brazos de Hunter, pero cuanto más tiempo permanecía allí sin poder
conciliar el sueño, más pensaba en todo lo que podía salir mal.

Hunter puede pensar que soy la chica adecuada para él, pero no podría estar
más equivocado. Soy la chica adecuada ahora. Siempre lo he sido. Hay algo
en mí que hace que la gente que me importa me deje.

Cada novio que he tenido desde el instituto. Mis padres, mi abuela. Todos se
fueron. Ahora sé que mis padres y mi abuela no eligieron realmente irse, eso
fue el universo, pero, aun así, se aplica.

En cuanto a los novios. Ha habido cuatro novios serios. Todos ellos salieron
conmigo durante un largo periodo de tiempo, y luego, justo cuando pensé que
estábamos trabajando en algo, se fueron.

Como le dije a Hunter, sé que no soy la única razón por la que esas relaciones
fracasaron, pero tiene que haber algo malo en mí para que no pueda mantener
a un hombre interesado.

Hunter no sería diferente. Sólo que esta vez, cuando se aburra, perderé la
única familia que tengo. Cuando mis padres y yo nos mudamos a la casa que
está a unas cuantas casas de los Carter, yo sólo tenía tres años. Mi madre y
la de Mila fueron amigas al instante, así que era natural que Mila y yo también
lo fuéramos. Mila estuvo a mi lado cuando recibí la peor noticia de mi vida,
una noche durante nuestro primer año de universidad.

Mis padres murieron cuando una mujer que enviaba mensajes de texto y
conducía se incorporó a su carril. La carretera estaba oscura y helada, así
que cuando mi padre trató de desviarse para no ser golpeado de frente, se
salieron de la carretera y se estrellaron contra un árbol. Mi madre murió en
el momento del impacto y mi padre murió en el quirófano horas más tarde
por una hemorragia interna.

Me tomé unas semanas de descanso para sobrellevar el duelo y luego me subí


las bragas de niña grande, como diría la abuela, y volví a estudiar. Mis padres
siempre soñaron con que fuera a una gran universidad en lugar de una
universidad comunitaria como ellos. No quería defraudarlos. Tardé casi un
año en dejar de tener el sueño recurrente de ver a mis padres morir en aquel
auto. Mila estaba a mi lado cada noche cuando me despertaba gritando.

Realmente es mi mejor amiga. Tres años más tarde, cuando la abuela murió
en una residencia de ancianos, Mila volvió a estar ahí. Me ayudó con la
planificación del funeral y evitó que me volviera loca.

Su familia ha sido mi familia desde que tengo uso de razón, y no estoy


dispuesta a perderlos. Estaban allí para mí cuando iba a ver a mi abuela,
pero ella tenía demencia, así que no siempre se acordaba de mí. Salía de la
residencia de ancianos llorando porque mi único pariente de sangre ni
siquiera sabía quién era yo.

Por eso no puedo estar con Hunter. Por mucho que quiera estar con él, y que
me demuestre que estoy equivocada, sé que es sólo cuestión de tiempo que
rompamos. Entonces no sólo se me rompería el corazón, porque no hay ni
una sola duda en mi mente después de esta noche de que perdería mi corazón
con Hunter en poco tiempo; perdería a mi segunda familia.

Me quito la ropa y me meto en la cama. No me ducho porque todavía puedo


oler a Hunter en mi piel. Esta noche fue más de lo que podría haber
imaginado. Hunter es el amante perfecto, no sólo por sus habilidades, que
son divinas, sino porque es dulce y casi cariñoso. Incluso cuando me
susurraba palabras sucias al oído y me follaba, me acariciaba. Sus ojos eran
tiernos. Me llamó hermosa varias veces y yo le creí.

Era la combinación perfecta de sucio y dulce. Cierro los ojos y lo repito todo.
Esta noche, voy a fantasear cómo sería si todo fuera diferente y pudiera ser
la chica "correcta" de Hunter.

Entonces, mañana voy a sacarlo de mi mente. Voy a olvidar sus caricias y


cómo me hizo sentir apreciada. Voy a olvidar cómo me hizo creer que era
diferente.

Me voy a dormir y sueño con una vida diferente.

Todo vuelve a la normalidad al día siguiente, excepto que no hice lo que iba a
hacer. No podía olvidar mi noche con Hunter. No ayudó que él no me dejara.
Me envió mensajes de texto todos los días los primeros días.

Exigía saber por qué me había ido en mitad de la noche; quería saber por qué
no le respondía. Finalmente, le envié un mensaje de texto y le dije que
teníamos que olvidar lo sucedido. Sus mensajes cesaron después de eso. Eso
fue hace unos meses y todavía no lo he escuchado ni visto desde entonces.

Evitar a Hunter ha sido bastante fácil; he estado ocupada entre el trabajo y


la casa. Me acabo de mudar a la antigua casa de Mila. Mi apartamento estaba
bien, pero era un poco pequeño. Quería una casa, y cuando me enteré de que
Mila iba a mudarse oficialmente con Grant y a vender su casa, aproveché la
oportunidad para comprarla.

Me dieron un gran trato. Mila me vendió su casa amueblada, pero tuve que
cambiar algunas cosas que guardaba de la casa de mis padres. El trabajo ha
sido una locura. Uno pensaría que como enseño primer grado mi trabajo sería
fácil, pero no lo es. Tengo que hacer de árbitro todo el día. También tengo que
averiguar cómo conectar y enseñarles algo cuando todo lo que quieren hacer
es tener el recreo y colorear.
Esta noche, sin embargo, no podré evitar a Hunter. Grant le va a proponer
matrimonio a Mila esta noche y se supone que todos la sorprenderemos
después de que le haga la pregunta con una fiesta de compromiso
improvisada. Obviamente, Hunter estará allí y estoy aterrada.

Me dirijo a casa, me ducho y me dirijo a Savannah. Estaciono al final de la


calle en un estacionamiento, tal y como me habían dicho. Grant no quería
correr el riesgo de que Mila viera alguno de nuestros vehículos y se diera
cuenta de que pasaba algo.

Doy la vuelta a la entrada trasera del restaurante y llamo; un joven camarero


me abre la puerta.

—Estoy aquí por la fiesta de los Carter.

—Por supuesto, señora, por aquí. —Me conduce a una habitación trasera y
veo que soy la última en llegar. La habitación está decorada con sencillez. Hay
una pancarta con "Felicidades" escrita en ella. Hay una mesa con aperitivos
y champán frente la pequeña pared y hay velas repartidas por el salón.
Intento no buscar a Hunter en el salón, pero mis ojos son traidores y lo
encuentro de pie a un lado hablando con su padre y el de Mila, Jeff.

Lauren, su madre, me ve y se acerca a mí, tirando de mí en un fuerte abrazo.


—Hola, querida. Siento que hace años que no te veo. ¿Qué has estado
haciendo?

—Sólo trabajando y tratando de tener la casa como la quiero. Siento no


haberte invitado desde que me mudé. Te prometo que una vez que tenga todo
bien, te invitaré a ti y al Sr. Jeff a cenar.

—Oh, cariño, lo entiendo. Es que te echamos de menos. Tienes que venir a


cenar el próximo domingo. Voy a hacer tu favorito, pollo y albóndigas. —Ella
sonríe mucho, sabiendo que no hay manera de que pueda decir que no a su
pollo y albóndigas.

—Suena bien. Sabes que no puedo rechazar tu pollo y albóndigas. —Pasamos


a hablar de Mila y Grant.

Lauren habla con entusiasmo de lo feliz que está por Mila.


—Yo también. Sabía que todo esto iba a salir bien. Me alegro mucho de que
tenga un final feliz. Se lo merece. Lily también.

Mis ojos se dirigen a Hunter. Tiene muy buen aspecto. Lleva sus habituales
pantalones oscuros y su camiseta, y tiene tan buen aspecto como siempre.

Lauren sigue mi mirada y luego me lanza una mirada cómplice. —Sabes,


querida, tú también te mereces un final feliz.

Me río y sacudo la cabeza. —Eso no parece estar en las cartas para mí,
Lauren.

—Creo que sólo tienes que abrir los ojos y ver lo que está delante de ti. —Hace
un gesto con la cabeza en dirección a donde está Hunter. Cuando lo miro esta
vez, me está mirando a mí. Su mirada es una mezcla de ira y algo más.

Rompo el concurso de miradas que tenemos cuando un camarero nos dice


que es la hora.

Todos atravesamos la cortina, Grant sigue arrodillado; él y Mila se están


besando.

Mila levanta la vista y se queda completamente sorprendida al vernos a todos


de pie.

Ella va alrededor y nos abraza a todos. Todo el tiempo puedo sentir los ojos
de Hunter sobre mí. Me cuesta todo mi autocontrol no mirarlo.

Mila debe notar que le mira fijamente porque me pregunta —¿Alguna idea de
por qué mi hermano sigue todos tus movimientos?

Me encojo de hombros. —Ni idea de lo que estás hablando. No me está


mirando.

—Claro que no, y no está caminando hacia aquí como un hombre en una
misión.

—¿Qué? —Me doy la vuelta y confirmo que lo que ha dicho es cierto. Hunter
está caminando a paso ligero hacia nosotras.
Envuelve a Mila en un abrazo. —Felicidades, Mils.

—Gracias, hermano mayor. —Le rodea la cintura con los brazos. Ojalá fuera
yo quien pudiera rodear su cintura con los brazos siempre que quisiera.

Esto es una locura. Estoy celosa de su hermana. Necesitas olvidar. No te


importa a quién abraza. Ya lo has superado. Antes de que pueda continuar
con mi charla de ánimo, Hunter me tira en sus brazos, abrazándome fuerte
contra su cuerpo. Su cuerpo tan duro y sexy. Chillo de sorpresa.

Se queda un poco más que un abrazo amistoso, apoyando su barbilla sobre


mi cabeza. Llevo lentamente las manos a su pecho para apartarlo, pero
descubro que mis dedos se enroscan en su camisa y lo mantienen pegado a
mí.

Oigo que alguien se aclara la garganta y alzo la vista para ver a mi mejor
amiga que me mira confusa.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta, sus ojos cambian entre Hunter y yo.

—Nada, tengo que irme. Tengo una mañana ocupada con conferencias de
padres y maestros.

La abrazo con fuerza. —Me alegro mucho por ustedes dos, Mils. Los quiero.

—Yo también te quiero. Te llamaré mañana. —Me da una mirada que dice
que esto no ha terminado, y que cuando me llame será mejor que esté
preparada para explicar lo que está pasando entre Hunter y yo.

—Te acompaño a tu auto. Yo también estaba a punto de irme —oigo decir a


Hunter mientras me alejo.

—Eso no será necesario. Estoy justo al final de la cuadra.

—Deja que te acompañe, Jess. No me gusta la idea de que camines cualquier


distancia sola por la noche. —Mila me dedica una sonrisa diabólica.

Traidora. Supongo que es hora de conseguir una nueva mejor amiga. Puede
que no sepa lo que pasa entre Hunter y yo, pero sabe que hay algo y ya ha
decidido que va hacer de cupido.
Entrecierro los ojos hacia mi mejor amiga y me doy la vuelta y me alejo sin
esperar a que Hunter me alcance. Tal vez la suerte esté de mi lado y él se
quede atascado intentando marcharse, y yo pueda llegar a mi auto antes de
que me alcance.

La suerte no está de mi lado, porque al poco tiempo siento que una gran mano
se posa en la parte baja de mi espalda. —No pensaras que te iba a dejarte ir
sola, ¿verdad? —me pregunta bruscamente al oído.

—¿Por qué necesitas tenerme a solas, Hunter?

—¿Tal vez para hablar del hecho de que me hiciste un acto de desaparición
hace unos meses? Te escabulliste de mi casa después de decir que te
quedarías, como un ladrón en la noche. Luego, ignoraste mis mensajes y
llamadas, antes de decirme que esencialmente te dejara en paz.

—Hice lo que pensé que era lo mejor, Hunter. No sé por qué no puedes ir a
buscar a otra persona y olvidarte de esa noche —resoplo.

—Porque no puedo. Esa noche te dije que te deseaba desde hace tiempo, y
que sólo luchaba contra mi atracción y quería matar a todos los imbéciles con
los que salías. ¿Qué puedo hacer para convencerte de que me des una
oportunidad? —Coloca su mano en mi mejilla y me mira a los ojos. Su mirada
es esperanzadora.

¿Quién es este tipo? ¿Dónde está el policía playboy?

—¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué correr el riesgo? —Realmente
necesito saberlo.

—Por muchas razones. La primera vez que te vi me sentí obviamente atraído


por ti, pero eres mucho más que un rostro bonito. Eres cariñosa, te preocupas
por cada uno de tus alumnos. Sé qué harías cualquier cosa por ellos si
pudieras. Eres tan inteligente y motivada. Eres tan fuerte. Cuando cualquier
persona normal se habría derrumbado y rendido después de la muerte de tus
padres y de tu abuela, tú te levantaste. Los hiciste sentir orgullosos. Te
admiro por todas esas razones.
Busco en sus ojos alguna señal de que no quiere decir lo que ha dicho, pero
no encuentro ninguna. Sus ojos están llenos de honestidad

—Sólo dame la oportunidad, por favor, Jess. Sabes que estaremos muy bien
juntos.

Nada me apetece más que lanzar la cautela al viento y correr el riesgo que él
me pide, pero si hay algo que sé en esta vida es que no puedo soportar perder
a alguien que quiero. Arriesgarme con Hunter podría significar perder a varias
personas que quiero si algo sale mal.

Exhalo. —Hunter, no puedo. —Miro al suelo, sin poder mirarlo a los ojos. Sé
que si veo algo de dolor en su expresión mi determinación se desmoronará.
Sacrificaría mi felicidad a largo plazo para hacerle feliz ahora.

Se pasea delante de mí. —No te entiendo, Jess. Estás dispuesta a salir con
todos estos imbéciles, que sabes que no son lo suficientemente buenos para
ti, pero yo estoy aquí básicamente rogando por una oportunidad. Sabes que
podríamos estar bien juntos, y dices que no puedes arriesgarte. ¿Por qué?
Sólo dame una buena razón de por qué. —Me doy cuenta de que está
frustrado.

—Porque perderte destruiría mi mundo. —Siento que mis ojos empiezan a


humedecerse. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación en una
calle llena de gente. Me limpio rápidamente los ojos, sin dejar que las lágrimas
caigan.
Capítulo Cuatro

Hunter
Cuando veo que Jess se limpia las mejillas para atrapar las lágrimas que han
caído, parte de mi frustración y mi ira se evaporan. Es la mujer más testaruda
que he conocido, y sabe cómo sacarme de quicio como nadie.

—Vamos, Dimples, no llores. —Me acerco a ella y le quito la mano del rostro.

Resopla y se separa de mi agarre. —Yo no estoy llorando, tú estás


llorando —se ríe. Esa es una cosa de Jess, sólo la gente que la conoce de
verdad, sabe de ella, Jess puede aparentar valentía, no le gusta mostrar lo
que considera debilidad.

Insistir en ello no servirá de nada, así que lo dejo pasar y cambio de ángulo.
—¿Qué tal si me das la oportunidad de demostrar que no voy a ninguna
parte?

—¿Y cómo piensas hacerlo? —Me mira con escepticismo.

—¿Qué tal si salimos? Sólo como amigos. —Jess se echa a reír.

—Oh, Dios mío. Hunter Carter acaba de ofrecerse a ser amigo de una chica
en lugar de acostarse con ella. Creo que el infierno se acaba de congelar.

—Maldita sea, Dimples, qué manera de hacerme sentir como un imbécil.


¿Estás diciendo que sólo porque nos acostamos, no podemos ser amigos?

Ella echa su cuerpo hacia atrás y me mira con atención. —Hablas en serio,
¿verdad? —Asiento con la cabeza.

—Hunter, te conozco de toda la vida. Nunca hemos sido amigos. Yo era la


mejor amiga de tu hermana. La chica que te seguía a ti y a tus amigos. Fui la
chica a la que se le ocurrió envolver tu auto con plástico y cubrirlo de notas
adhesivas, después de que le prohibieras a tu hermana ir a una fiesta. Nunca
hemos sido amigos.

—¡Era una fiesta de mayores! Ella no tenía que estar allí. No sé por qué se
enfadó tanto —me defiendo—. Espera, ¿fue tu idea? ¿Qué demonios? ¿Sabes
cuánto tiempo me llevó quitar todos esos Post-it y luego descubrir que tenía
que pasar otras dos horas quitando el plástico?

Se encoge de hombros. —Ella realmente quería ir a esa fiesta. Ella es mi mejor


amiga, mi compañera de viaje o de muerte. —Como si eso lo hiciera mejor.

—Perdí una cita con Cassie Hoppkins por culpa de esa broma. —Cassie era
una chica de mi clase de inglés. Esa chica podría haber trabajado para Dyson,
o eso me dijeron, porque cuando pensó que la había dejado plantada, se negó
a chupármela.

—Ella estaba muy enamorada de Alex Mullins. Ella estaba planeando hablar
con él en esa fiesta. Lo arruinaste cuando amenazaste con decirle a tu madre
y a tu padre que iba a salir a escondidas.

—Bueno, otra razón por la que me alegro de haber hecho lo que hice. Alex
Mullins era un completo idiota. —Alex y yo jugamos juntos en el equipo de
fútbol antes de graduarme. Era un completo imbécil. Lo habría matado antes
de dejar que se acercara a mi hermanita.

—Pero nos estamos desviando del tema. Quiero conocerte como algo más que
la mejor amiga de mi hermana, o la chica molesta que solía atormentarme a
mí y a mis amigos. ¿Preferiría hacerlo desnudo? Claro. —Me río cuando me
da una palmada en el pecho.

—¡Idiota! —Intenta fruncir el ceño, pero veo la sonrisa que se dibuja en sus
labios.

—Como decía, si no quieres salir conmigo, no me queda más remedio que


hacer que te enamores de mí siendo el mejor maldito amigo que hayas tenido.
—No creo que seas capaz. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste amigo de una
mujer? —Abro la boca para contestar, pero ella me interrumpe—. Sólo
amigos. No amigos sexys.

Pienso. —La esposa de mi compañero, Hannah. Nunca ha habido nada entre


nosotros. Solo es mi amiga —digo con suficiencia, porque por su rostro me
doy cuenta de que no esperaba que tuviera una respuesta.

Se gira y termina de caminar hacia su auto. Pulsa el control y abre la puerta.


—Bien, Hunter. Si quieres que seamos amigos. Podemos ser amigos. Me voy
a casa ahora. Tengo un largo día mañana.

La atraigo hacia mis brazos. Se pone rígida por un momento y luego se relaja
en mi abrazo. Al cabo de unos instantes, intenta apartarse, pero yo la agarro
con más fuerza. Me encanta cómo se siente entre mis brazos. Cómo su cabeza
se adapta perfectamente a mi pecho.

Me toca el costado con la mano. —Hunter, los amigos no se abrazan tanto


tiempo. —La suelto y doy un paso atrás. Sus ojos recorren mi cuerpo y se
centran en mi cremallera. Veo que traga saliva—. Y definitivamente no se
empalman con esos abrazos.

Veo el calor en sus ojos. Puede que esté intentando fastidiarme, pero le gusta
el efecto que produce en mí. Levanto los hombros hasta las orejas y le dedico
mi sonrisa más arrogante. —Lo siento. Debe de haberse perdido el
memorándum de 'sólo amigos'.

Se ríe y sacude la cabeza. Oírla reír hace que se me apriete el pecho. —Lo que
tú digas, Hunter. Puede que quieras hablar con él. Sólo está ayudando a mi
caso y hundiendo el tuyo.

—Ahora mismo me pongo a ello. —Ella asiente y se desliza en el asiento del


conductor—. Adiós, Hunter.

—Adiós, Jess. Nos vemos pronto. —Cierro la puerta ante su expresión de


desconcierto. Ella cree que simplemente voy a aceptar este título de amigos y
volver a cómo eran las cosas, pero tengo algo totalmente diferente en mente.
Pasan tres días antes de que pueda poner en marcha mi plan. Llego a la
antigua casa de mi hermana poco después de las cinco. Agarro la comida
china para llevar, la botella de vino y el paquete de seis cervezas que he
tomado del asiento del copiloto. Subo los escalones del porche y llamo al
timbre. Jess no tarda en abrir la puerta, con unos pantalones de pijama del
Monstruo de las Galletas y una camiseta negra ajustada. Lleva el cabello
recogido sobre la cabeza, en uno de esos moños desordenados que tanto
gustan a las mujeres. Sigue estando muy guapa.

Parece sorprendida al verme de pie al otro lado de la puerta. —Hunter, ¿qué


estás haciendo aquí?

Paso por delante de ella hacia la entrada. Me pongo de lado, pero mi brazo
sigue rozando la parte delantera de su cuerpo. Ambos inhalamos
rápidamente. Sí, voy a tener que controlar eso sí quiero demostrarle que
podemos ser sólo amigos. Ese simple roce hace arder mi cuerpo. Otra cosa
que hay que mantener a raya. Mi polla. No está muy de acuerdo con el acuerdo
de "amigos, pero no del tipo desnudo" que estoy tratando de lograr.

Jess se recupera rápidamente. —Claro, por supuesto, entra.

—Gracias. —Me dirijo a la sala de estar y empiezo a colocar nuestro festín en


la mesa de centro.

—¿Qué es todo esto? —Hace un gesto con la mano, señalando lo que hay
sobre la mesa.

—Comida —digo simplemente.

—Veo que es comida. Te pregunto por qué tú y la comida están aquí en mi


casa —dice claramente frustrada. Es tan sexy cuando se enfada.

—Pensé que podríamos cenar y ver una película. —Agito la bolsa que tiene
los Blu-ray.
—Hunter, ya hemos hablado de esto. Te lo dije, no puedo salir
contigo —suspira.

—Sé lo que dijiste, Jess. No estoy aquí para salir contigo. Estoy aquí
estrictamente como tu amigo. —Me tumbo en el sofá y tomo una cerveza.

—Traerme la cena y ver una película suena muy parecido a una cita, Hunter.
¿Por qué crees que se llama Netflix and Chill 5?

—Bueno, ahora no estamos viendo Netflix, ¿verdad? —Le sonrío.

—Hunter, no eres gracioso.

—Siento discrepar. Ahora siéntate y come antes de que se enfríe. —Le doy
una palmadita al cojín del sofá que está a mi lado.

Se baja al sofá. Con la espalda recta. Me río. —Relájate, Jess. Sólo he venido
a comer algo y a ver la tele.

Me mira con escepticismo. —Hiciste esto con Mila todo el tiempo, ¿no? —Ella
estrecha sus ojos hacia mí.

—Sí, supongo. —Su espalda sigue rígida como una tabla.

—Genial, y soy un amigo, como ella. —Ella asiente lentamente. Todavía me


mira como si no creyera del todo lo que estoy diciendo.

—De acuerdo. —Al final, ella extiende la mano para tomar el recipiente de
carne y brócoli. Me levanto y pongo la primera película. Agarro el mando a
distancia de la mesa y lo pongo en marcha.

Aparece el menú y Jess casi escupe la comida por la habitación de tanto


reírse. —El club de los cinco, ¿en serio? —Se gira y me mira, todavía riendo.

—¿Qué? ¿Un tipo no puede ver The breakfast club? John Hughes es un genio.

—Por supuesto que pueden. Sólo que nunca esperé que el duro y malvado
policía Hunter Carter viera de buena gana The breakfast club. —Se limpia la

5
Es un término de la jerga de Internet que se utiliza como eufemismo para referirse a la actividad sexual, ya sea como
parte de una relación romántica, como sexo casual o como una invitación grupal.
boca y toma un sorbo de la copa de vino que ya estaba sobre la mesa cuando
llegué.

Después de dar un buen sorbo, baja la copa. Mis ojos se quedan pegados a
su boca mientras la punta de su lengua asoma y se lame el exceso de vino de
sus labios. De repente, quiero ser yo quien pruebe el vino en sus labios.
Amigos. Le dijiste que querías que fuéramos amigos. Me aclaro la garganta.
—Me alegro de poder demostrar que te equivocas. —Vuelvo mi atención a la
pantalla, tratando de hacer cualquier cosa para que mi polla coopere.

Tomo mi propia cerveza y me bebo la mitad de la botella. Noto que Jess se


desplaza a mi lado y se hunde más en el sofá. Está apoyada en el brazo del
sofá con las piernas acurrucadas a su lado. Sus ojos están concentrados en
la pantalla mientras toma otro bocado de carne y brócoli. Tomo el recipiente
de pollo al bourbon y me acomodo también en el sofá.

Hemos terminado casi toda la comida y estamos viendo al reparto hacer


confesiones cuando Jess habla —¿Te ha contado Mila que conocimos a un
chico que era tan estúpido que intentó pegar sus propias nalgas con cinta
adhesiva después de ver esta película?

La miro confundido. —¿De verdad? ¿Quién?

—James Beckett. —Me parto de risa. Por supuesto.

—Tiene sentido. Ese tipo era un idiota. —Bebo otro sorbo de mi cerveza.

—¿Lo conocías? —pregunta.

—Sí, hizo una prueba para el equipo de fútbol y ni siquiera pasó de la carrera
de una milla. —Se presentó a las pruebas drogado y con resaca.

—Estaba en mi clase de biología. Era un junior en una clase de primer año.


Era un idiota. —Asiento con la cabeza porque tiene razón. Apenas se graduó
y lo último que supe es que aún vivía con su madre.

—¡Diseccionó un feto de cerdo y luego se comió una bolsa de Doritos, SIN


LAVARSE LAS MANOS! —Jess tiene la expresión de mayor asco cuando grita
la última parte de su frase.
—¡Qué asco! —Me río entre dientes. Volvemos a ver la película. Cuando
termina, recojo los envases vacíos y pongo lo que queda en la nevera. Voy al
salón y Jess está revisando la bolsa de películas que he traído.

—¿Duro de matar? Esto es lo que esperaba que quisieras ver. —Agita el


estuche.

Me encojo de hombros. —Qué puedo decir, soy un chico. Está en nuestro


código genético amar esas películas. —Ella hojea el resto de las películas.
Pesadilla en Elm Street, Ted, cuando llega a La Bella y la Bestia me mira con
las cejas levantadas—. Tuve que comprar algunas películas de Disney para
cuando Lily pase la noche. Las he puesto por si te apetece volver a ser una
niña esta noche.

—Aww, dulce tío Hunter. —Ella se ríe—. Esa niña te ha envuelto.

—Oh, no juegues como si ella no tuviera tu número también. Sé de hecho que


si camino por el pasillo. Hay una habitación llena de cosas sólo para cuando
ella se queda a dormir. Y también tengo la sensación de que no se sienta a
beber zumos y a comer Teddy Grahams. —Levanto las cejas.

—Nunca dije que no estuviera envuelta en su dedo también. Es mi ahijada,


por supuesto que la mimo.

—Ciertamente sabe cómo salirse con la suya. Hace unas semanas tuve que
pasar todo el día en el zoo. También tuve que darme una vuelta por la tienda
de regalos, y digamos que mi cartera tenía unos cuarenta dólares menos.

Jess sólo me mira con una mirada soñadora. —¿Qué? —Le pregunto.

Ella sacude la cabeza. —Nada. Sólo creo que es muy dulce lo mucho que la
quieres.

—Bueno, no te da muchas opciones.

Me encojo de hombros. —No, no lo hace.

—¿Cómo va el trabajo? ¿Te gustan tus niños este año? —Abro otra cerveza.
—Hasta ahora va bien. Mis niños son geniales, incluso los que me
presionan. —Toma un sorbo de vino.

—Tienes algunos problemas, ¿eh? —Sonrío.

—Todos los años hay algunos chicos que tienen problemas para escuchar,
pero eso viene de serie. Este año aún no ha ocurrido nada demasiado grave.

—¿Qué es lo peor que ha hecho un niño? —le pregunto. Se sienta y piensa


por un momento y luego su rostro se divide en una sonrisa.

—Esto no fue mientras enseñaba, sino cuando era ayudante de profesor


durante la universidad. Estaba acompañando a un maestro de jardín de
infantes y este niño se paró en la silla de su escritorio, se bajó los pantalones
y se orinó en el aire, todo porque no recibió un premio al final del día. —Se
echa a reír.

—Vaya, eso está muy mal. —Ni siquiera intento disimular la risa en mi voz.

—Eso no es lo peor. Se lo dijimos a sus padres cuando vinieron a recogerlo;


no parecían sorprendidos en absoluto. Al parecer, ¡hacía lo mismo en casa
cuando no se salía con la suya!

—Maldita sea, te hace pensar realmente en tener hijos, ¿no?

Jess sacude la cabeza. —Yo no, siempre he querido una familia grande.
Siendo hija única, siempre quise que mis hijos tuvieran alguien con quien
jugar.

Asiento con la cabeza. —Puedo entenderlo. Por muy molesta que fuera Mila
cuando crecía, no me gustaría no tenerla cerca. No le digas que he dicho eso.
—La señalo con el dedo.

Se pasa los dedos por los labios. Se ve tan linda haciéndolo. —Tu secreto está
a salvo conmigo.

—¿Qué vamos a ver ahora? —Jess elige "Pesadilla en Elm Street". Pasamos el
resto de la noche viendo películas y simplemente estando juntos.
Capítulo Cinco

Jess
¿Qué está pasando? Estoy flotando. No. Me están cargando. Me muevo y
trato de abrir los ojos. —Shh, cariño, te tengo. —Reconocería esa voz en
cualquier lugar. Estoy en los brazos de Hunter. No sé por qué. Lo último que
recuerdo es que Freddy Kruger estaba destrozando a un adolescente. Debo
haberme quedado dormida. Giro la cabeza hacia su pecho. Maldita sea, huele
bien; como algo picante y algo totalmente Hunter. Debo gemir porque Hunter
dice—: Maldición, esos sonidos me están matando, amor.

Estoy demasiado cansada para responder. Siento que Hunter me baja a la


cama. Me acurruco en la almohada y me quedo dormida. Juro que antes de
que el sueño me reclame por completo, siento los labios de Hunter en mi
frente.

Al día siguiente es sábado. Me paso el día repasando las tareas. Cuando


termino de ver las tareas escolares, me pongo a ordenar. Esperaba tener un
desastre que limpiar después de la noche anterior, ya que me quedé dormida
antes de poder guardar todo, pero Hunter debió quedarse a limpiar después
de acostarme.

Sonrío pensando en esta mañana. Cuando me desperté, todavía podía oler a


Hunter en mi camisa. Puede que haya sido súper rara y haberme puesto la
camisa sobre la nariz. Antes de salir de la cama, compruebo mi teléfono y
veo que tengo un mensaje de Hunter.

Hunter: Me lo pasé muy bien esta noche, dulces sueños,


Dimples

Sonrío como una estúpida.


Estoy vaciando el lavavajillas cuando empiezo a repetir lo de anoche. Cuando
Hunter dijo que quería que fuéramos amigos, pensé que era algo que se
decía. Como "Oye, te follé hasta los sesos, pero ahora podemos ser amigos".
No amigos para pasar el rato y ver películas.

Así que me quedé más que sorprendida cuando abrí la puerta y me encontré
con un Hunter de aspecto sexy, con comida y películas, y yo en mi pijama
peludo. No sé qué hacer con él. Mi cerebro, mi corazón y mi cuerpo quieren
cosas diferentes.

Mi cerebro me dice que ignore todos los sentimientos por él porque sólo
puede acabar de una manera: yo con el corazón roto, sollozando en el suelo
del baño. Mi corazón quiere enamorarse perdidamente de Hunter, al diablo
con el dolor de corazón porque los cuentos de hadas suceden en la vida real.
Y luego mi cuerpo, quiere que Hunter nos lleve a la cama y no se vaya por
varios días, después de muchos, muchos orgasmos. No tengo ni idea de quién
va a ganar.

Voy a mi equipo de música y conecto mi teléfono. La música me ayudará a


no pensar en Hunter. Abro Spotify y pongo mi lista de reproducción. "Kama
Sutra", de Jason Derulo, empieza a sonar por los altavoces.

Agarro mi trapeador y empiezo a bailar. Permítanme decir que soy una


pésima bailarina, pero puedo bailar sucio y sacudir el culo como la mejor.
Estoy bailando al ritmo de "Feel It", de Jacquees, cuando siento que unos
brazos me rodean la cintura.

Empiezo a gritar y a retorcerme. Le meto un codazo en el estómago al


desconocido, le piso el pie y lanzo el puño hacía atrás y lo golpeo justo en las
bolas. Me suelta, doblándose y agarrándose la polla. Me doy la vuelta con el
trapeador en las manos, dispuesta a golpear a este tipo hasta dejarlo sin
sentido, pero veo a Hunter en el suelo.

El miedo a un extraño se convierte en pura rabia. —¡Hunter! ¿Qué diablos


estás haciendo aquí? ¿Cómo demonios has entrado aquí?

Hunter comienza a enderezarse, todavía con una mano sobre sus bolas.
Respira profundamente un par de veces. Por fin levanta la vista; la mirada
de dolor en sus ojos hace que mi ira se tambalee. Sin embargo, me aferro a
la ira. Básicamente ha entrado en mi casa y me ha dado un susto de muerte.

—¿Y bien? —Le dirijo la mirada enojada que les dirijo a mis alumnos.

—Dame un segundo, cuando vine aquí no esperaba recibir un golpe en los


huevos. —Cruzo los brazos sobre el pecho—. He venido para ver si querías
acompañarme a comer antes de que tenga que entrar en mi turno.

Es entonces cuando me doy cuenta de que lleva su uniforme. Maldita sea,


se ve tan caliente. Ninguna persona debería ser tan caliente. —¿Así que
pensaste que irrumpir en mi casa, y matarme de miedo, era la manera de
conseguir que fuera a comer contigo? —digo, después de apartar mis ojos de
su sexy pecho.

—Llamé varias veces, pero no pudiste oírme porque estabas aquí dentro
moviendo el culo. Y no es forzar la entrada si usas una llave. —Sostiene una
llave, que supongo que es la de mi casa, y sonríe.

Me acerco a él a grandes zancadas e intento agarrar la llave de sus manos,


pero es mucho más alto que yo, así que se limita a levantar la llave por
encima de su cabeza. Me pongo de puntillas y trato de alcanzarla. No es
hasta que Hunter me rodea la cintura con su brazo que me doy cuenta de
que básicamente he estado frotando mis tetas contra su pecho mientras
luchaba por alcanzar una llave que sabía que nunca podría conseguir.

Miro los ojos de Hunter y sólo veo el deseo reflejado en ellos. Sus ojos,
normalmente verde esmeralda, ahora son más oscuros por el deseo, más
verde bosque. Mi pulso se acelera y mi cuerpo arde. —Jess, —dice Hunter
con voz ronca. Mis pezones se endurecen al instante. Perras traidoras. Se
supone que debería haber dejado atrás nuestra noche juntos y ahora estoy
entre sus brazos, pensando en lo bien que me siento al estar presionada
contra su pecho.

Hunter baja la cabeza, sus intenciones son claras: va a besarme. Si dejo que
me bese, sé que no se quedará en un beso. Seré un charco a sus pies,
dejando que haga lo que quiera con mi cuerpo. Así que, justo antes de que
sus labios toquen los míos, giro la cabeza y me separo de los brazos de
Hunter.

Hunter se aclara la garganta y, cuando lo miro a los ojos, veo claramente lo


que parece dolor. Solo está allí un momento antes de que cambie su
expresión y me muestre esa sonrisa juguetona de playboy que tiene.

—Bueno, ¿qué tal ese almuerzo? —Y así, sin más, se acabó el


momento—. Soporté el daño corporal sólo para poder invitarte.

—Quizá no hubiera tenido que herirte si no hubieras utilizado una llave, una
llave que no tengo ni idea de cómo tienes, para entrar en mi casa sin
invitación.

—Olvidas que esta era la casa de mi hermana. Siendo su hermano, tiene


sentido que tenga una llave.

—Eso no significa que puedas usarla cuando se te dé la gana.


Devuélvelo. —Extiendo la palma de la mano.

Se mete las llaves en el bolsillo. —No, creo que me lo voy a quedar. Nunca se
sabe cuándo podría necesitarla —entrecierro los ojos—. Ahora, sube y
cámbiate. A menos que quieras salir así. —Me miro. Llevo puesta una
camiseta vieja y un par de pantalones de yoga desgastados. De ninguna
manera voy a salir así.

—¿Realmente crees que sería apropiado que saliéramos a comer?

Se ríe. —¿Por qué le das tantas vueltas a esto? Iba a ir a Marco's por pizza,
y recordé que anoche dijiste que hacía tiempo que no ibas, pensé que
podríamos almorzar juntos. No es gran cosa. —Me tuvo con Marco's; hace
una eternidad que no voy a comer pizza allí.

—Está bien, dame diez minutos. —Subo corriendo las escaleras para
prepararme. Me pongo una camiseta gris con cuello en V y mis mejores
pantalones. Que no podamos tener sexo no significa que no me guste que
me mire. ¿Quién no querría que un chico sexy te mirara?
Me pongo las sandalias brillantes, me saco el cabello de la coleta y me lo
sacudo. Decido dejar el rostro sin maquillaje. Al fin y al cabo, solo somos
amigos.

Cuando bajo las escaleras, Hunter está sentado en el sofá cambiando de


canal en mi televisor. Se ve tan a gusto en mi espacio. Como si perteneciera
a este lugar. No. Basta. Amigos. Amigos. Esto es lo que querías. Así es, amigos
es todo lo que puedo ser con Hunter. No puedo acercarme y bajar la guardia.
Aunque sería tan fácil. Sí, lo sería. Hunter es el tipo de hombre con el que
debería querer pasar el resto de mi vida. Desafortunadamente, Hunter no
puede ser ese tipo. Aparte de lo obvio: que sea pariente de la única "familia"
que me queda, su trabajo lo pone en peligro todos los días, y no puedo perder
a otra persona. Amigos. Sigue repitiendo eso. Y tal vez deberíamos establecer
algunas reglas básicas.

Hunter se gira en el sofá y me sonríe. Su genuina, perfecta y sexy sonrisa.


Sí, necesitamos reglas. La regla número uno será no más sonrisas como esa.
Porque cuando me sonríe así, quiero saltar sobre él y prometerle que será
para siempre.

—Sí, todo listo —trago saliva. Agarro mi bolso de la mesa de la puerta


principal y saco las llaves. Hunter me mira mientras cierro y me acompaña
hasta el auto, abriéndome la puerta—. ¿Siempre abres las puertas a tus
amigos? —pregunto, con una sonrisa maliciosa en los labios.

—No, sólo los especiales. Nos vemos allí. —Se aleja y sube a su auto. Me
quedo sentada un segundo como una colegiala; Hunter Carter me ha llamado
especial. Sonrío durante todo el camino hasta el restaurante.

Entro en Marco's. El local tiene el mismo aspecto desde que tengo uso de
razón. La decoración es la de una pizzería tradicional. Hay mesas de cuadros
rojos, tres cabinas a lo largo de una pared, y el olor a ajo y queso llena el
aire. Hay fotos de Italia por todas las paredes.

La misma familia ha sido propietaria del negocio desde que lo abrió Marco
Ricci en 1973. La pareja que lo lleva ahora es Victoria y Stefano Ricci. Hunter
ya está sentado en la cabina más alejada de la puerta. Me deslizo en el puesto
de enfrente y abro el menú, aunque sé lo que voy a pedir. Siempre pido lo
mismo.

—¿Planeas esconderte detrás de ese menú todo el tiempo que estemos aquí?
Podría ser un poco raro, pero quién soy yo para juzgar. —Dejo el menú sobre
la mesa y miro a Hunter. Tiene un brillo travieso en los ojos y está sonriendo.

Respiro profundamente. —Bien, necesitamos tener algunas reglas si vamos


a hacer esto de ser amigos.

—¿Reglas? —dice, todavía sonriendo—. ¿Cómo qué? —Da un sorbo al agua


que tiene delante.

—Como... —Me interrumpe nuestra camarera, una adolescente alegre.

—¿Qué puedo ofrecerles hoy? —dice "ofrecerles" pero sólo mira a Hunter.
Vaya, supongo que nadie es inmune a las miradas de Hunter. Me aclaro la
garganta—. Sí, quiero un Dr. Pepper y dos rebanadas con pepperoni y
aceitunas negras.

—Me quedaré con el agua, y sólo trae una pizza entera con pepperoni y
aceitunas negras. Lo compartiremos. —Le muestra una sonrisa a la
adolescente y luego me guiña un ojo—. Lo pondré por ti.

Una vez que se aleja, Hunter enarca una ceja hacia mí. —Entonces, estabas
diciendo algo sobre las reglas.

—Sí, tenemos que establecer algunos límites. —Enderezo los hombros,


tratando de transmitir que hablo en serio.

Se ríe. —Límites. Bien. ¿Qué tienes en mente?

—Bueno, lo primero que se me ocurre es no tocar. Lo que pasó en mi casa no


puede volver a pasar. Hay que dejar espacio para Jesús en todo momento.

—Para ser justos, tú eras la que se frotaba sobre mí. Yo sólo estaba allí
disfrutando. —Se encoge de hombros y me regala esa sonrisa, recordándome
otra regla. Le apunto con el dedo a la cara—. ¡Regla!

—¿Qué?
—No me sonrías así. —Vuelvo a señalar su cara.

—¿Así cómo? ¿Dices que no puedo sonreírte? —Parece divertido.

—No, estoy diciendo que no puedes darme tu sonrisa de “te he visto desnuda
y no puedo esperar a hacerlo de nuevo”.

Voy a poner la mano en mi regazo, pero antes de que pueda moverme Hunter
me agarra el dedo y me da un rápido beso en la punta del dedo índice.
—¿Nadie te ha enseñado que es de mala educación señalar? —Retiro la mano
de su agarre. El calor se extiende por mis mejillas, ese rápido beso fue como
una sacudida directa a mi clítoris. Tengo que frotarme los muslos, tratando
de conseguir algo de alivio.

—En primer lugar, has roto la primera regla, no tocar. Segunda, tercera
regla, nada de besos. En ningún lugar.

—¿En ningún lugar? —Hunter pregunta.

—Sí, pervertido, en ningún lugar. —Nuestra camarera nos deja la comida y


las bebidas—. Gracias.

—De nada, avísame si necesitas algo, —le dice directamente a Hunter.

Él se ríe. —Creo que estamos bien, gracias. —Comienza a comer,


despidiéndose de ella.

—De acuerdo. —Se aleja con un poco menos de ánimo.

—Está bien, quiero asegurarme de que lo tengo claro. No puedo tocarte,


sonreírte o besarte. ¿Algo más?

Me trago el bocado de pizza. —Sí, lo que no hace falta decir: No. Sexo.

—Bueno, como no me dejas tocarte, el sexo sería bastante difícil, —se ríe.

—Sólo come sabelotodo. —Ambos terminamos de comer. Quedan dos


rebanadas y Hunter me deja llevarlas a casa. Se niega a dejarme pagar,
aunque yo insisto. No dividir la cuenta parece demasiado como una cita. Se
limita a pagar y dice que yo puedo pagar la próxima vez. Salimos y siento
que Hunter estira la mano como si fuera a ponerla en la parte baja de mi
espalda, pero luego la retira. Ninguno de los dos lo comenta.

Cuando estamos junto a mi auto, me doy cuenta de que ambos no sabemos


qué hacer. —Umm, gracias por el almuerzo. Que tengas un buen turno,
cuídate.

—Fue un placer, y siempre lo hago. Ten cuidado al volver a casa. —Se acerca
a mí. Tan cerca, pero sin tocar—. Mira, aquí es donde te daría un beso de
despedida, o al menos un abrazo amistoso, o algo, pero tienes tu regla de no
tocar.

Su voz es baja, íntima. —Hunter, —suspiro.

—Lo sé, cariño. Voy a respetar tus reglas, pero tengo la sensación de que me
vas a pedir que las rompa muy pronto. —Da un paso atrás.

Salgo de mi confusión sobre Hunter y pongo mi mejor sonrisa. —Yo no


aguantaría la respiración.

Se ríe y me abre la puerta del auto. —Entra. —Subo y Hunter cierra la


puerta—. Hasta luego, Dimples.

—Adiós, Hunt.
Capítulo Seis

Jess
—Hola, Chica6. ¿Qué hay? —Me estoy preparando para salir de la escuela
cuando Mila me llama.

—Lily y yo nos preguntábamos si querías unirte a nuestro día de chicas.


Vamos a hacernos las uñas y luego iremos a tomar un helado. —Miro la pila
de papeles en mi escritorio y sé que realmente no debería ir, pero quién
podría rechazar pasar el día con su sobrina y su mejor amiga, especialmente
cuando hay helado de por medio—. ¡Me encantaría! ¿Vas de camino a la
peluquería ahora?

—Sí, deberíamos estar allí en unos diez minutos.

—De acuerdo, nos vemos allí. —Colgamos y recojo los papeles, sabiendo que
va a ser una noche larga.

Quince minutos más tarde, me detengo frente a Miracle Salon. Antes de que
pueda entrar en la puerta, me atropella una ráfaga de rizos rubios.

—¡Tía Jess! Te extrañe. —Me inclino y envuelvo a Lily con mis brazos—. Me
viste hace dos días, Monkey7, en casa de Mimi. —Fui a cenar el domingo,
nerviosa por ver a Hunter, pero él tenía que trabajar. No estaba segura de sí
me alegraba su ausencia o no.

—Eso fue hace mucho tiempo, —insiste mi sobrina con el rostro más serio.

—Lo siento. Si fuera por mí, te vería todos los días. —Beso la parte superior
de su cabeza y luego vuelvo mi atención a mi mejor amiga. Mila es un maldito

6
Español original.
7
Mono en inglés.
encanto. El compromiso parece estar de acuerdo con ella. Parece flotar por
el salón hacia mí.

—Hola, cariño. —Me da un abrazo—. ¿Qué tal el trabajo?

—Estuvo bien. Tengo un gran grupo de chicos este año.

—Hola, señoras. ¿Cómo están? —nos saluda Mira Walker. Este es su salón.
Sus padres lo llamaron Milagro porque intentaron durante años quedarse
embarazados, tuvieron varios abortos, y cuando se dieron por vencidos, se
quedaron embarazados de Mira. La ventaja de un pueblo pequeño es que
todos conocemos los negocios de los demás.

—Estamos bien. Pensando en hacernos las uñas. —Mira asiente.

—Suena bien. ¿Ya eligieron los colores? —Sacudo la cabeza, dirigiéndome a


la gigantesca pared de esmaltes.

Busco en la sección de púrpura. Elijo un ciruela oscuro y profundo. Lily


alucina con un color rosa intenso con purpurina. Después de elegir nuestros
colores, Lily insiste en sentarse en mi regazo mientras le hacen las uñas. Así
que Mila se sienta a nuestro lado y le pintan las uñas con un color verde
azulado.

—¿Y cómo van los planes de boda? —Lily se retuerce, tan emocionada por
sus uñas.

—Van muy bien. Grant está totalmente de acuerdo con una pequeña boda
aquí. ¿Recuerdas la Granja Stevens?

—¿Con el gran huerto de manzanas? —Asiento con la cabeza.

—Alquilan uno de sus antiguos graneros para bodas y eventos. Allí es donde
vamos a celebrar la boda.

—¡Vaya! ¡Va a ser precioso! —Estoy muy emocionada por Mila.

—¡Voy a ser la chica de las flores! —Lily grita.


—Lily, voz interior, nena. Y sí, te toca ser la chica de las flores —dice Mila.
Me río de mi sobrina. Tiene mucha energía. No sé cómo mi mejor amiga ha
hecho esto sola durante tanto tiempo. Es una supermamá.

—Vas a ser la florista más bonita de la historia. —Le beso la sien.

—¡Papá ha dicho que voy a llevar un bonito vestido de princesa! ¡No puedo
esperar! —Mira termina con Lily, y luego comienza con mis dedos—. Lily, ven
aquí y deja que la tía Jessie tenga las uñas terminadas para que podamos ir
por un helado.

Lily salta de mi regazo y va a sentarse en el de su mamá. —¿Qué hay de tu


vestido? ¿Y cuándo se celebra esa boda campestre perfecta?

—Si fuera por Grant, estaría ocurriendo hoy, —bromea Mila—. Pero hemos
decidido esperar hasta marzo antes de que se reanude la temporada.

—Tenemos que ir a comprar vestidos entonces. ¿Este fin de semana?

—Suena bien. —Mira termina mis uñas. Pagamos y nos dirigimos a la


Dreamery Creamery. Tienen el mejor helado que he probado nunca.
Decidimos caminar ya que la franja principal de negocios está toda en Main
Street. Pasamos por delante del único restaurante de la ciudad, Marie's
Diner. Tienen unas hamburguesas perfectas y una cocina campestre.

Junto a la cafetería está la ferretería, luego la escuela de danza y, por último,


el nuevo parque de bomberos. Alberga un camión de bomberos y una
ambulancia. Nuestros servicios de emergencia son muy pequeños aquí.
Probablemente por eso Hunter se unió al Departamento de Policía de
Savannah en lugar de Masonville.

El interior de Dreamery Creamery parece una heladería de los años 50. Hay
algunas mesas en el interior, pero la mayoría son de estilo picnic. Lo mejor
de Dreamery es que hacen helados de temporada y sabores especiales.

Este mes es de calabaza. Sin embargo, voy a pedir un brownie de triple


caramelo en un cono de gofre. Mila tiene tarta de queso con fresas y Lily una
especie de cono de unicornio, de color rosa brillante y que parece tener
malvaviscos dentro.
Nos sentamos fuera y Lily nos entretiene con historias de su clase de la
guardería y pasando tiempo con Grant, ahora que la temporada de béisbol
ha terminado. Hay un pequeño parque infantil al lado, así que cuando Mila
termina de limpiar todo el helado de Lily, con unas diez toallitas para bebés,
sale corriendo a jugar.

Una vez que Lily está fuera del alcance del oído, Mila se gira para mirarme.
No establezco contacto visual. Me quedo fascinada por la gente que pasea
por la ciudad y por mi helado.

—Que pretendas ignorarme no va a impedir que haga preguntas.

—¿Preguntas sobre qué? —pregunto, pero sé exactamente lo que va decir.

—Sí, adelante, hazte la tonta. Preguntas sobre lo que pasa entre tú y mi


hermano. —Hay una sonrisa y un brillo en sus ojos. Conozco esa mirada. A
Mila le encanta meterse en la vida de su familia. Le encanta hacer de
casamentera. Antes de encontrar a Grant, se divertía viendo cómo otras
personas eran felices para siempre, porque creía que ella no iba a
conseguirlo.

Ahora que ella ha encontrado su final feliz, quiere que yo encuentre el mío,
preferiblemente con su hermano.

—Mils, no hay nada entre tu hermano y yo. —Sacudo la cabeza.

Me mira con escepticismo. —¿Entonces por qué saliste corriendo de mi fiesta


de compromiso dos segundos después de que él se acercara a nosotros? ¿Y
por qué te persiguió como si el edificio estuviera en llamas?

—Te lo dije, tenía que madrugar y él sólo quería asegurarse de que llegaba a
mi auto sana y salva. Es un policía y prácticamente de la familia. Sólo estaba
siendo amable. —Me río nerviosamente porque no hay manera de que Mila
deje pasar esto. Es un pitbull con un hueso cuando quiere información.

—Entonces explica por qué ustedes dos se veían muy cercanos en la acera.

—¿Nos estabas espiando? ¿No se suponía que estabas disfrutando de tu


fiesta de compromiso? —Me defiendo.
—Estaba disfrutando de mi fiesta de compromiso, mamá salió con Silvia
porque tenía que sacar unos libros para el club de lectura de su auto. Los
vio a los dos teniendo lo que dijo que parecía un momento muy privado.

Exhalo profundamente. —Bien. Puede que haya habido un ligue hace unos
meses. Me dejaron plantada; tu hermano estaba allí. Fue una vez y le dije
que no podía volver a pasar. Por alguna razón, ahora quiere que seamos
mejores amigos. Así que el sábado pasado pasamos el rato, comimos comida
china y vimos algunas películas. Al día siguiente almorzamos. Eso es todo;
ya estás al día. ¿Estás contenta ahora? —le digo enfadada. En realidad, no
quiero hablar de Hunter, hablar de ello me hace pensar que es cuestión de
tiempo antes de que pase algo, y quiero aplazar ese momento todo lo posible.

También hay una parte de mí que piensa que podría ser demasiado tarde.
Sé que siento algo más que atracción por Hunter. Cuanto más tiempo pase
con él, corro el riesgo de que esos sentimientos aumenten, pero soy
demasiado egoísta y estúpida para renunciar a cualquier momento que él
quiera pasar conmigo.

—Vaya. ¿Cómo diablos no me dijiste que tú y mi hermano se habían


enrollado? ¿Durante meses? ¿Y ahora está tratando de reemplazarme como
tu mejor amigo? No va a suceder. —Parece molesta.

—Tenías mucho en tu plato con la llegada de Grant a tu vida y la de Lily.


Luego el enamoramiento y la mudanza. Nunca hubo un momento adecuado
para decírtelo. ¿Y cómo puedo siquiera abordar ese tema? "Oye, Mils, por
cierto, tu hermano me folló hasta los sesos hace unos meses, ¿qué hay de
nuevo contigo?

—Sí, no, espero que cambies la redacción porque -asqueroso- es mi


hermano. No necesito saber nada sobre sus 'habilidades' en la cama. Hemos
sido mejores amigas toda la vida, no debería haber secretos entre nosotras.

—Tienes razón, lo siento. —Me inclino y le doy un abrazo a Mila.

—Está bien, cariño, te quiero de todos modos. —Se ríe y llama a Lily. Se hace
tarde, tienen que volver a casa con Grant y yo tengo que ocuparme del
montón de papeleo que tengo que hacer por la mañana.
Por fin he terminado de corregir los trabajos y me estoy lavando el rostro,
preparándome para ir a la cama, cuando suena mi teléfono.

Hunter: Hey, Preciosa. ¿Cómo estuvo tu día?

Sé que no debería, pero me encuentro sonriendo cuando me llama preciosa.

Yo: Fue genial. Tuve un día de chicas con Mila y Lilybells. ¿Qué hay de
ti? ¿Disparaste a algún chico malo? ¿Alguna persecución a alta
velocidad?

Hunter: No, sólo algunas aburridas paradas de tráfico. Pero prefiero eso
a tener que disparar mi arma todos los días.

Yo: Yo también me alegro de que haya sido aburrido.

Odio la idea de que Hunter esté en peligro, pero así es Hunter. Siempre fue
el héroe. Queriendo hacer lo correcto y ayudar a la gente. Eso no quita mi
preocupación. Incluso antes de que nos enrolláramos, me preocupaba por
él. Ahora me siento más preocupada, lo que no tiene sentido para mí.

Hunter: Entonces, ¿qué hicieron en el día de chicas?

Yo: Nos hicimos las uñas y tomamos un helado. Ah, y tu hermana me


interrogó sobre lo que está pasando con nosotros.

Hunter: ??????

Yo: Tu madre nos vio hablando fuera del restaurante y Mila está
convencida de que ahora somos almas gemelas.

Hunter: LOL. Sólo mi hermana.

Yo: Le conté lo del ligue. Estoy segura de que ahora mismo está
planeando nuestra boda.

Hunter: ¿Puedo llamarte?


No espera mi respuesta. Mi teléfono empieza a vibrar en mi mano.

—¿Hola?

—Así que estaba pensando en una boda de otoño. No quiero estar sudando
las bolas en un esmoquin.

Empiezo a reír. Por supuesto, toma algo serio como que su hermana planee
nuestra boda y lo convierte en una broma.

—Eres un idiota. ¿Qué te hace pensar que me casaría contigo? —Sé que es
coqueto, pero no puedo evitarlo.

—¿Quieres decir además de mi cuerpo caliente, mi gran polla y mi


personalidad asesina? Tienes razón, nadie querría casarse conmigo.

—Sí, me siento tan mal por la mujer a la que engañes para que esté atada a
ti y a tu gigantesco ego hasta que la muerte los separe.

—Maldita sea, Dimples. Sí que sabes cómo cortar a un hombre en


profundidad.

—Sólo digo las cosas como son. —Sonrío como un idiota.

—Lo sé, una de mis cosas favoritas de ti. —Su voz se reduce a un susurro.
Se me pone la piel de gallina.

—¿Jess? ¿Estás ahí? —Me doy cuenta de que ha pasado un minuto desde
que dije algo. Quiero preguntarle qué otras cosas le gustan de mí, pero eso
podría ir por un camino que no necesito.

—Sí, lo siento. Sólo estaba cerrando la casa —miento.

—¿Cerraste todas las puertas? —pregunta.

—Sí, papá, lo hice.

—Ja-ja muy graciosa. Sólo me estoy asegurando de que estás a salvo.

—Lo sé, Hunt. Gracias por preocuparte por mi seguridad. —Hay una larga
pausa.
—Jess, me preocupo mucho más que por tu seguridad. Me preocupo por ti. —
Lo dice en serio; sé que lo hace.

—Yo también me preocupo por ti, Hunter.

—Lo sé, Dimples. —Suena un poco triste.

—¿Qué pasa?

—Nada, Jess. ¿Qué tal si me dices lo que llevas puesto, para darme algo en lo
que pensar mientras me duermo?

—Vaya, sí que sabes cómo arruinar un momento.

—No intento arruinar un momento, sino empezar otro. —Se ríe a carcajadas.

—No va a suceder. Tendrás que fantasear con otra cosa. —Me acurruco bajo
la manta.

—No va a suceder. Llevas demasiado tiempo protagonizando mis fantasías


como para cambiarlas ahora.

—Buenas noches, Hunter.

—Dulces sueños, Dimples.


Capítulo Siete

Hunter
Este es el primer domingo en dos meses que tengo uno libre. Así que es mejor
que sepan que estoy en casa de mis padres para la cena del domingo. Mamá
va a hacer pollo frito, mi favorito absoluto, y también resulta que sé que mi
nueva mejor "amiga" va a estar allí.

Soy el primero en llegar. Entro en la casa y oigo a mis padres hablar en la


cocina, en voz baja.

Cuando doblo la esquina, veo la cara de mi padre enterrada en el cuello de


mi madre, sus brazos rodeando su cintura y bajando hasta su culo. Me doy
la vuelta rápidamente. No necesito ver a mi padre tocando a mi madre.

—¡Hola, ya no están solos! —Grito de espaldas. Oigo que mi madre se echa


a reír.

—Ahora es un lugar seguro, cariño.

—Bien, probablemente ahora estoy marcado de por vida —bromeo,


acercándome a mi madre y dándole un abrazo y un beso en la mejilla.

—Hunter, soy tu madre. No soy tonta. Sé que has hecho mucho más que
abrazar a una chica. Así que no te hagas el sorprendido de que tu padre y yo
no seamos diferentes. —Me lanza una mirada mordaz.

Me muevo y abrazo a mi padre. Tratando de no pensar en mis padres


haciendo lo que yo he hecho con las chicas. Eso sí que me marcará de por
vida. Me gusta pensar en ellos como Ricky y Lucy Ricardo, durmiendo en
camas separadas.
—¿Cómo estás, papá? ¿Cómo va el trabajo? —Mi padre ha trabajado en la
construcción casi toda su vida. Empezó su propio negocio. Ya no trabaja
mucho en las obras; se queda principalmente en la oficina y trabaja en el
papeleo y esas cosas.

—Nunca fue mejor. Acabamos de recibir el proyecto Simms. —Rebecca y Pete


Simms son dos de las personas más ricas de la ciudad. Siempre están
remodelando sus casas y los dos negocios que poseen en la ciudad.

—¿Qué están cambiando ahora? —Intento pellizcar el puré de patatas, pero,


por supuesto, mi madre lo ve y me da un golpe en la mano.

—Niño, no me hagas pegarte. —Mi padre se ríe de la declaración de mi


madre.

—Van a añadir una biblioteca y un spa para sus tres perros.

—¿Un spa para perros? ¿Qué demonios es eso? —¿Por qué iba a necesitar un
perro un spa? Los spas son para las personas estresadas. ¿Qué tiene que
hacer un perro para estresarse?

—Al parecer, en lugar de llevar a los perros a la peluquería, quieren tener un


lugar en su casa donde el peluquero pueda trabajar. Rebecca siente que el
viaje de ida y vuelta a la peluquería estresa a "sus bebés".

Vaya, los ricos están locos.

Papá se encoge de hombros. —Pero ¿quién soy yo para juzgar? Si quieren


gastar su dinero en una locura como ésta, lo aceptaré con gusto.

—No puedo discutir eso. —Pasamos al salón y vemos la televisión mientras


esperamos a que lleguen los demás. Espero que se den prisa; me muero de
hambre. Papá y yo estamos tratando de resolver el rompecabezas de La
Rueda de la Fortuna cuando oigo un silencioso golpe en la puerta, y luego
escucho que se abre.

Unos segundos después, el hermoso rostro de Jess aparece en la puerta. Me


sonríe y me da un pequeño saludo. —Hola, chicos.
Me levanto y me acerco a ella. —Hola, preciosa. ¿Qué tienes ahí? —Quiero
estrecharla entre mis brazos y besar sus labios rosados. En lugar de eso, le
pregunto—: ¿Qué hay dentro del recipiente?

—Brownies de caramelo. —Sonríe. Mi padre se levanta de su silla y la abraza.


Genial, ahora estoy celoso de mi padre. Él puede abrazarla y yo no.

Jess está hablando con mi padre sobre el trabajo. Aprovecho para estudiarla
sin que se dé cuenta. Lleva un vestido amarillo con flores en la parte inferior.
No es corto, le llega justo por encima de las rodillas, pero hace que sus
piernas parezcan largas y bonitas.

Tiene el cabello largo y le cae por la espalda. Levanta la mano y se coloca un


mechón suelto detrás de la oreja. Quiero hacer eso. Quiero pasar mis dedos
por su cabello mientras estamos juntos en la cama. También me gustaría
tirar de su cabello mientras me deslizo dentro y fuera de su apretado coño.

Me muevo y me ajusto discretamente la entrepierna en mis pantalones cortos


de color caqui. Jess capta mi movimiento y me mira con curiosidad. Le quito
el recipiente de la mano. —Llevaré esto a la cocina por ti.

Ella retira el recipiente de mi mano. —Está bien, los llevaré. De todos modos,
quiero ir a saludar a mamá Carter. Además, no confío en que lleguen a la
cocina, al menos no sin que falten algunos. —Me guiña un ojo y luego sus
mejillas se vuelven rosas, dándose cuenta de lo que acaba de hacer.

No puedo evitarlo. —Qué puedo decir, cariño, me encanta tu brownie. —Le


devuelvo el guiño para que sepa el doble sentido.

Sus mejillas se ponen más rojas, agacha la cabeza y se da la vuelta y entra


en la cocina. La veo irse. Papá me da una palmada en el hombro. —Esa es
una buena chica.

Me doy la vuelta y miro a mi padre, que me dedica una sonrisa de


complicidad. —Lo sé.

—Trátala bien. —Asiente con la cabeza.


—Sólo somos amigos, papá —le digo. Es cierto, no importa lo que yo quiera
o el hecho de que coqueteemos, seguimos siendo solo amigos.

—Tu madre y yo también éramos amigos. Ahora, veinticinco años después,


sigue siendo mi mejor amiga, sólo le añadí el título de esposa y
amante. —Me guiña un ojo.

—Qué asco, papá, podría haber entendido sin la parte de la amante —bromeo.

—Sabes, me encanta meterme contigo, chico. —Vuelve a su silla y yo me


hundo en el sofá y pienso en lo que ha dicho.

Soy feliz siendo amigo de Jess, pero no es un secreto que quiero más. Por
mucho que sus referencias de dormitorio me den asco, quiero lo que tienen
mis padres. Realmente son los mejores amigos y compañeros. Puede que no
sea un santo, que haya tenido aventuras de una noche y me haya acostado
con cualquiera, pero nunca he tenido miedo al compromiso. Quiero una
esposa, hijos y una casa con una valla; creo que Jess podría ser esa esposa.
Ella es perfecta. Ahora sólo tengo que convencerla de que podemos ser más.

Salgo de mis pensamientos, cuando mi sobrina de cinco años salta a mi


regazo. —¡Tío Hunt! ¡Te extrañe muchoooooo!

—Ahí está mi chica favorita. Yo también te extrañe, Monkey —He estado tan
ocupado con el trabajo y saliendo con Jess, que no he podido ver a mi sobrina
en mucho tiempo. Ella ha sido mi mejor amiga desde que nació. Nadie más
ha conseguido que me ponga una diadema y juegue a la fiesta del té, pero
con una mirada de puchero y un "tio Hunt", estaba bebiendo de un vaso de
plástico.

—¿Atrapaste a algún chico malo? ¿Te ha dicho mamá que mi clase tiene un
conejo de mascota? Tuve que traerlo a casa para el fin de semana. Salió de
su jaula porque dejé la puerta abierta. —Hace una pausa, pareciendo un
poco culpable, lo que me hace reír—. Hizo caca por todo el suelo mientras
papá lo perseguía por toda la casa. ¡Fue muy divertido!

—No fue divertido cuando tropecé con tus juguetes persiguiendo a ese
conejo. —Mi futuro cuñado, Grant, dice mientras entra en la habitación.
Extiende su mano y estrecha la mía—. Hola, hombre.
—Oye, pensé que eras un atleta hábil. ¿No podías atrapar un conejito? —Me
meto con él.

—Sí, bueno, perseguir conejos no forma parte de mi entrenamiento habitual,


y no recuerdo la última vez que un conejo se soltó durante un
partido —responde bromeando.

Lily salta de mi regazo y empieza a tirar de mi mano. —Vamos afuera, tío


Hunt.

—Lily, ¿qué dijimos sobre ser tan mandona? —Le dice Grant.

—Lo siento, papá. —Se gira y me mira—. ¿Podemos salir, tío Hunter, por
favor?

Me río y me levanto. —Claro, Monkey, vamos. Podemos jugar en los


columpios.

Lily corre por la cocina y se detiene para abrazar y besar a mi madre antes
de salir corriendo por la puerta. Jess está poniendo la mesa. Se está
estirando a través de la mesa, lo que hace que su vestido se levante
ligeramente en la parte de atrás.

Estoy mirando fijamente, lo sé, pero no puedo apartar los ojos de su delicioso
culo y de todas las fantasías que pasan por mi mente en este momento. Mila
me da un golpe en el brazo, sacándome de mis sucios pensamientos.

—¿Qué tal si despegas tus ojos del culo de mi amiga?

—¡Mila Grace! Lenguaje, —regaña mamá.

Sonrío. —Lo siento, mamá, sólo regañaba a Hunter por ser un pervertido.

—Qué puedo decir, es una bonita vista. —Le guiño un ojo a Jess y salgo para
empujar a Lily en los columpios.

Después de pasar veinte minutos con Lily en los columpios, viendo cómo
corre y persiguiéndola por el patio simulando ser un malvado dragón, idea
suya, estamos todos reunidos alrededor de la mesa de mis padres,
atiborrándonos de comida.
Mila, mamá y Jess están hablando de la boda. Papá está hablando con Grant
sobre el spa para perros, y Lily está metiendo sus guisantes por debajo de la
mesa para el perro de mis padres, Bennie, mientras yo miro a Jess a
escondidas por el rabillo del ojo. Cuando nos sentamos todos, me aseguré de
que se sentara a mi lado.

Parece tan despreocupada y feliz sentada a la mesa con mi familia. Como si


perteneciera a ella. Supongo que el hecho de que haya estado sentada en
esta mesa toda su vida puede tener algo que ver, pero es diferente. Ella
debería estar en esta mesa conmigo. Debería poder tomarla de la mano por
debajo de la mesa y besarle el costado de la cabeza, como he visto hacer a
Grant con mi hermana varias veces desde que nos sentamos.

Me muevo en mi silla para que mi muslo quede presionado contra el suyo.


Ella se tensa en su asiento por un momento. Mi madre se da cuenta.
—¿Estás bien, cariño?

Jess asiente rápidamente con la cabeza. —Sí, estoy bien. —Luego se aleja.
Sonrío para mis adentros. Ella se gira, me dirige una mira de reprimenda y
susurra en voz baja—: ¡Reglas!

Me tapo la boca con la mano para contener la risa. Me encanta verla tan
irritada. Mientras dura la cena, me guardo las partes de mi cuerpo para mí.
Desde que mamá cocinó, es nuestro trabajo limpiar, una regla que mi padre
inició cuando éramos niños.

Mila se levanta de la mesa y anuncia que ella y Grant van a limpiar, lo que
nos deja a Jess y a mí lavando y secando los platos.

—¿Quieres lavar o secar? —Le pregunto a Jess.

—Yo secaré, tú lavas. No quiero mojarme. —Ella agarra una toalla de la


encimera.

—¿De verdad? Eso no es lo que he oído. —Me río.

—Tienes cinco años, Hunter Carter. —Ella frunce el ceño. Lavamos y


secamos los platos en silencio. El aroma de su perfume me está volviendo
loco. Casi se me caen varios platos de mi madre porque no puedo
concentrarme. Esto es ridículo. Soy un hombre adulto y estoy actuando
como un adolescente por culpa de esta mujer. Eso es lo que Jess me hace.

—Hunter, concéntrate. Me gustaría terminar esto antes de la próxima


semana. —Jess me da un codazo en el costado.

—¿Y por qué iba a darme prisa? En cuanto terminemos, te irás. Me gusta
pasar tiempo contigo.

—Acabamos de pasar tiempo juntos hace unas semanas. ¿Cuánto tiempo


quieres? —pregunta ella.

Quiero decirle que todo. Quiero todo su tiempo para el resto de nuestras
vidas, pero Jess se asusta fácilmente. Decirle que quiero poseer todo su
tiempo sólo la alejaría más, y eso no es una opción.

En lugar de eso, pongo mi sonrisa arrogante y me inclino hacia ella. —Bueno,


cariño, todo depende del tiempo que estés dispuesta a dedicarme.

—Hunter, detente. —Me pone la mano en el pecho, dejando una gran


mancha húmeda, pero no se aparta como creo que quiere. En cambio, cierra
los ojos y se inclina ligeramente.

—Vamos Jess, ¿cuándo vamos a parar esto? Sabes lo que deseo. ¿Por qué
no puedes admitir que me deseas como yo te deseo?

—Admitirlo no es el problema, Hunter. Te deseo. Me haces sentir como


ningún hombre lo ha hecho. Ese es el problema.

Cierro el resto de la distancia entre nosotros. —Jess...

Ella da un paso atrás. —¡Hunter, déjalo! —Se da la vuelta y sale corriendo


de la cocina de mis padres. La oigo despedirse apresuradamente de todos en
el salón, seguida del sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose.

Ni dos segundos después, una Mila con su rostro de enfado entra en la


cocina. —¿Qué demonios acaba de pasar? ¿Por qué mi mejor amiga salió
corriendo de aquí como si la persiguiera un asesino en serie?
—No tengo ni idea. Dijo que había olvidado algo y se fue. —Me doy la vuelta
y continúo lavando los pocos platos.

—Déjate de tonterías, Hunter. Sé lo que pasó entre ustedes hace unos meses.
¿Qué le hiciste a mi mejor amiga?

Sonrío. —Bueno, creo que sabes exactamente lo que hice.

—¡Ewww, eso es asqueroso! No estoy hablando de eso. ¡Nunca hablamos de


eso! De lo que estoy hablando es de por qué mi mejor amiga, terca, aguerrida
y molesta, salió corriendo de la casa de nuestros padres con lágrimas en los
ojos.

Joder, ¿estaba llorando? Eso no es lo que quería. Mila tiene razón. Casi
nunca he visto llorar a Jess. Es demasiado fuerte para eso. Tengo que salir
de aquí y pensar qué hacer a continuación. Cada fibra de mi cuerpo me dice
que me presente en casa de Jess y le exija que hablemos de todo esto hasta
que acepte estar conmigo. Pero sé que eso no funcionará. Si me presento en
su casa ahora, se cerrará y nunca tendré mi oportunidad.

Levanto la vista del fregadero y veo que Mila me lanza la misma mirada de
"mamá" que le lanza a Lily cuando habla en serio. —Mils, te amo, pero esto
no es asunto tuyo. Ahora tengo que salir de aquí. Te amo, adiós. —Le doy un
beso en la mejilla.

Después de despedirme del resto de mi familia, subo al auto y me dirijo a


casa. Necesito una cerveza fría y estar solo en este momento.
Capítulo Ocho

Jess
—Adiós, Jason, hasta mañana. —Saludo con la mano al último chico que sale
de mi clase. Cuando no hay moros en la costa, me dejo caer en la silla de mi
escritorio y suspiro.

Esta semana ha sido un verdadero dolor de cabeza. Parecía que todo lo que
podía salir mal, salía mal. El lunes, después de no haber dormido casi nada
porque estaba despierta pensando en cierto policía, mi auto decidió que no
quería arrancar. Después de llamar a Mila, ella envió a su padre y éste tuvo
que arrancar la batería. Llegué a clase con doce minutos de retraso.

El martes, después de las clases, tuve que ir a la tienda local de repuestos


para comprar una batería nueva porque, al parecer, la mía estaba estropeada.
Todos mis alumnos parecían saber que estaba teniendo una mala semana
porque hacían todo lo posible para sacarme de quicio.

Durante toda la semana, Hunter no ha estado lejos de mis pensamientos. Voy


de un lado a otro sobre lo que es correcto cuando se trata de él. Realmente
quiero ceder y estar con él, sin importar las consecuencias. Pero sé que no lo
haré. Todo el mundo piensa que soy una mujer fuerte que puede manejar
cualquier cosa, y eso es cierto en muchos aspectos, pero cuando se trata de
Hunter Carter, nada podría estar más lejos de la verdad.

Maldita sea, es tan perfecto. ¿Por qué no puedo sacarlo de mi cabeza? Aunque
he estado pensando en él constantemente, no he escuchado ni una sola
palabra de él. Ni un mensaje, ni una llamada, ni una visita sorpresa.

Supongo que es lo mejor. Empiezo a guardar mis cosas cuando oigo que
llaman a mi puerta. En mi puerta está Ben Sheals. Ben es un profesor de
quinto grado. Siempre intenta que salga con él. Es muy guapo. Sería una
apuesta segura, pero no cago donde como. O salgo donde trabajo.

—Hola, Ben —Me pongo el bolso al hombro.

—Hola, Jess. ¿Semana dura? —me pregunta. Me río.

—¿Es realmente tan obvio? ¿Tan mal me veo? —Me arreglo los cabellos que
se me han caído de la coleta.

—Nunca podrías tener un aspecto terrible, Jess. Sólo pareces


cansada —Asiento con la cabeza.

—Sí, sólo una de esas semanas. Ya sabes cómo es eso. Sólo queda un día más
y luego tengo el fin de semana para recuperarme.

Asiente con la cabeza, pero no dice nada de inmediato. Miro a Ben. Es alto,
mide más de un metro ochenta. Tiene el cabello rubio, más largo arriba que
por los lados. Tiene unos dientes extrañamente rectos y blancos. También se
ve muy bien con jeans y pantalones de vestir.

Es un tipo muy guapo, y es muy dulce. Ojalá no trabajara aquí. Entonces tal
vez podría ayudarme a dejar de pensar en cierta persona.

—Bueno, ¿qué tal si mañana, después del trabajo, me dejas por fin salir
contigo? Podemos ir a tomar unas copas y cenar y desahogarnos. —Se mete
las manos en los bolsillos, de esa manera que hacen los chicos cuando
intentan ser casuales.

—Ahora, Ben, sabes que no puedo hacer eso. —Le guiño un ojo. Está mal y
es coqueto, pero oye, qué puedo decir, soy una coqueta.

—Sólo son bebidas y cena. Podría ser divertido. —Entra en mi aula.

—¿Y qué pasaría después de estos tragos y la cena? —pregunto.

—Bueno, tal vez me dejes llevarte a casa y posiblemente darte un beso de


buenas noches. Completamente amistoso. —Se ríe.

—Oh sí, eso suena muy amigable.


—Bien, ¿qué tal esto? ¿Invitamos a otras personas y lo hacemos en
grupo? —Parece tan esperanzado.

Me vendría bien una noche fuera. Y no hay manera de que pueda confundir
una cosa de grupo con una cita. —Sí, tal vez, eso suena bien.

—De acuerdo, preguntaré por ahí a ver quién más quiere unirse.

—Me parece bien, nos vemos mañana. —Cierro mi aula y me voy a casa.
Mañana no debería ser un día difícil. Es el día de la seguridad. Los
departamentos locales de bomberos y de policía vienen a dar una charla a los
niños sobre el 9-1-1 y la seguridad contra incendios.

A los niños les encanta y es un día bastante fácil. Pasamos mucho tiempo
fuera con los camiones de bomberos y demás.

Me dirijo a la tienda de comestibles y compro las cosas para hacer una cena
rápida de pollo Alfredo y una botella de vino blanco. Tardo un poco en la
tienda porque me encuentro con la Sra. Keisler, dueña de la floristería, y
quiere hablar del enorme pedido de lirios que ha recibido y del estrés de la
boda que tiene próximamente.

Cuando por fin me despido de ella. Pago la comida y la bebida y me voy a


casa. Ceno y me tomo dos vasos de vino antes de dar por terminada la noche.
Permanezco despierta durante dos horas y no dejo de mirar mi teléfono en la
mesita de noche. No sé qué sería peor, sí que no se pusiera en contacto
conmigo o que lo hiciera.

Me gustaría decir que, si no se pone en contacto conmigo, podré dejar todo


esto atrás y seguir adelante. Lo pondré en una cajita en mi mente y terminaré
con todos estos sentimientos tontos. Como ya ha pasado casi una semana
desde la cena en casa de sus padres y sigo pensando sólo en él, diría que la
posibilidad de que olvide mis sentimientos por él es escasa o nula.

Vuelvo a tomar el teléfono de la mesita de noche y lo vuelvo a dejar de golpe.


Esto es ridículo. Soy una mujer adulta. No voy a quedarme sentada esperando
el mensaje de un chico. Madura, Jess. Sigue adelante. Eso es lo que voy a
hacer. Hunter Carter, por ahora, es sólo el hermano de mi mejor amiga. Voy
a salir mañana y pasar un buen rato. Tal vez incluso coquetear con alguien.
No puedo seguir pendiente de Hunter, cuando le dije que sólo podíamos ser
amigos.

Mentira. Sabía en el fondo de mi mente que él presionaría por más y era sólo
cuestión de tiempo antes de que cediera. Ahora con su silencio de radio,
supongo que hizo la decisión fácil.

—Bien, todo el mundo, en fila aquí. —Señalo al grupo que está frente al
camión de bomberos—. Todo el mundo en silencio y prestando
atención —Camino hasta situarme en la parte de atrás con algunos de los
otros profesores. Observo cómo un joven y atractivo bombero explica lo de
parar, caer y rodar. Cuando siento una mano en la parte baja de mi espalda.

Ben se inclina y habla cerca de mi rostro. —Ya está todo listo para esta noche.
He invitado a Sara, a Dean y a Tim. Sara va a traer a su novio. Nos reuniremos
todos en The Four Goats. ¿Te parece bien? Puedo ir a recogerte si
quieres. —Me sonríe.

Que me recoja se sentiría demasiado como una cita. —No, está bien. Me
encontraré con ustedes allí.

De repente, siento que un zumbido de electricidad se filtra por mi cuerpo.


Aunque estamos en el exterior, siento que el aire que me rodea es poco denso.
Siento que me observan. Observo a la multitud en busca de alguien que me
esté observando. Es entonces cuando lo veo, de pie a un lado con otro policía.
Hunter.

La mirada de Hunter se fija en Ben y en mí. Sus ojos están ligeramente


entrecerrados. Su mandíbula parece estar flexionada, pero no puedo decirlo
desde esta distancia. Por su postura puedo decir que no está muy contento
con lo cerca que está Ben de mí.

¿Quién demonios se cree que es? ¿Qué derecho tiene a molestarse por lo cerca
que está otro hombre de mí? Tal vez no quería verme. Esa es una posibilidad,
basada en su falta de comunicación. Que se joda por poner estos
pensamientos en mi cabeza. Nunca debí haberme acostado con él hace tantos
meses. Nada de esto estaría ocurriendo si me hubiera ido a casa sola y
hubiera hecho una ronda con mi vibrador favorito.

Los bomberos han terminado su presentación y es hora de que nuestro grupo


se mueva. Me alejo de la mirada de Hunter y sonrío a Ben. —Tengo que irme.
Nos vemos esta noche. —Le doy un apretón a la mano de Ben, sólo por el bien
de Hunter, y me muevo junto a mi clase.

Mi grupo se encuentra ahora frente a cinco agentes de policía y sus vehículos,


uno de los cuales es Hunter. Dividen el grupo en dos; por supuesto, mi clase
tiene que ir con Hunter y el otro oficial.

—Hola, niños, mi nombre es oficial Jack Gibson. Trabajo para el


Departamento de Policía de Savannah. Este es mi compañero, el oficial
Hunter Carter. —El oficial Jack señala a Hunter. Hunter mueve su mirada de
mí a los niños. Sonríe mucho y saluda con la mano—. ¡Hola a todos!

—¿Puede alguien decirme qué hacemos el oficial Carter y yo como


policías? —Las manos se disparan por todas partes.

—¿Atrapas a los malos? —dice Samantha de mi clase.

—Así es —Jack asiente. Siguen hablando con los estudiantes y dejan que
algunos de ellos jueguen dentro de la patrulla. Cuando terminan su
presentación, es hora de que volvamos a entrar. Otra profesora de nuestro
grupo, Tina, dice—: Muy bien, todo el mundo da las gracias a los
agentes —Está mirando a Hunter como si fuera un trozo de carne. Una ola
de celos me recorre. La reprimo y empiezo a llevar a mis chicos a la escuela.

Siento una mano fuerte en mi brazo antes de llegar al edificio. Sé que es él


sin mirar.

—¿Quién era ese tipo? —pregunta con firmeza.

—¿Qué tipo? —Le miro. Su mirada es dura.

—No juegues conmigo, Jessica. Sabes de quién estoy hablando. El tipo que
sintió la necesidad de sentirse encima de ti delante de todos aquí. —Él frunce
el ceño.
—Es sólo un compañero de trabajo, Hunter. No me estaba tocando por todos
lados. Sólo estaba hablando conmigo. No es que sea asunto tuyo.

Su agarre en mi brazo se hace más fuerte, no lo suficiente como para doler.


—Tú eres mi asunto. ¿Lo estás viendo?

—¿Cuándo me convertí en tu asunto? ¿Me perdí el memorándum? ¿Fue


cuando no hablaste conmigo durante una semana? Para tu información, voy
a verlo esta noche en The Four Goats. Ahora tengo que volver a mi clase.
Adiós, Hunter.

Me alejo furiosamente. Sé que no fue muy maduro hacer creer a Hunter que
Ben y yo íbamos a tener una cita, pero estaba siendo un idiota.

Entro en The Four Goats y veo que todos están ya allí. Me dirijo a la mesa
que están ocupando.

—¡Oye, chica! Llegas tarde —me dice Sara, una compañera de primer grado.

—No recuerdo que haya una hora fija. —Le sonrío. Sara está sentada junto a
un chico que supongo que es su novio, Todd. A la izquierda de ellos están Tim
y luego Dean. Ben está sentado a la derecha de Sara. Me deslizo en el taburete
junto a él.

Se inclina y me da un rápido beso en la mejilla. Me tenso un momento, pero


decido no decir nada. —Estás muy guapa —dice—. ¿Puedo ofrecerte una
bebida?

—Claro, tomaré un chardonnay, —Me guiña un ojo y se dirige a la barra a


por mí bebida. Los demás hablamos de la escuela y de nuestros chicos. Me
entero de que Todd es fotógrafo. Viaja y hace fotos para revistas y periódicos.
Se mantiene muy ocupado.

Ben vuelve con mi bebida y acerca su taburete al mío. Amigo, ¿en serio? Me
deslizo hasta el borde de mi taburete para tomar distancia. Ben puede ser un
tipo dulce, pero ahora mismo se está acercando mucho.
—¿Así que tu mejor amiga se va a casar con Grant Holden? —Tim pregunta.
Empezamos a hablar y puede que se me haya escapado lo de Grant y Mila.
No son un secreto, pero intento mantenerlo en secreto porque no quiero que
me acosen con preguntas. Culpo a la tercera copa de vino por mi lengua
suelta.

—Sí, así es. —Asiento con la cabeza.

—Eso es genial. Deberías presentarme. —Ben me echa el brazo por encima


del hombro. Me lo quitó de encima.

—No sé. Está muy ocupado con la vida y el béisbol. Tengo que ir al
baño. —Me pongo de pie y me dirijo al baño. Mientras me lavo las manos,
decido que es hora de dar por terminada la noche. Ben lleva toda la noche
buscando formas de tocarme y no me siento muy cómoda.

Hablando de Ben, cuando salgo del baño, está apoyado en la pared junto a la
puerta del baño.

—Oye, Jess, pensé que tal vez podría convencerte de bailar. —Su aliento huele
a las cuatro cervezas que le he visto beber. Basándome en la mirada vidriosa
de sus ojos, apostaría que no bebe mucho.

—En realidad, estaba a punto de irme. Estoy muy cansada por esta
semana. —Me agarra de la muñeca, impidiendo que pase por delante de él.

—Vamos, Jess, sólo un baile. Luego podemos salir de aquí. —Empujo su


pecho mientras trata de ocupar mi espacio.

—En realidad, no creo...

Me interrumpe: —Sabes que estoy muy enamorado de ti desde que empezaste


a trabajar en Millcreek.

Intento apartarme de nuevo. —Ben, déjame. Tienes una idea equivocada.

—No, aceptaste salir conmigo esta noche. Coqueteas conmigo todo el tiempo.
Finalmente estás viendo lo que yo veo. Que podemos trabajar juntos. —Se
inclina para besarme. Le empujo tan fuerte como puedo en el pecho.
—¡Ben, para! —Le grito. Parece aturdido, pero intenta acercarse a mí de
nuevo.

—Jess... —Antes de que pueda decir nada más, una voz profunda resuena en
el pasillo.

—Te sugiero que la escuches y te alejes antes de que tengas que lidiar
conmigo. —Hunter está de pie al final del pasillo mirando a Ben. Tiene suerte
de que las miradas no puedan matar, porque ahora mismo estaría en una
bolsa para cadáveres.

—Oye, tú eres el policía de la escuela de hoy. Esto no es asunto tuyo,


hombre —Ben agita la mano tratando de descartar a Hunter.

Hunter pone su cuerpo entre Ben y yo. —Te diré lo mismo que le dije a ella,
ella es mi asunto. Ahora, muévete antes de que te obligue.

Ben evalúa a Hunter. Incluso borracho debe darse cuenta de que no es rival
para Hunter. Murmura un “como sea” en voz baja y se marcha.

Hunter lo mira irse. Una vez que Ben se pierde de vista, Hunter se vuelve
hacia mí. —¿Estás bien? —me pregunta, tomando mi rostro. Logro asentir
con la cabeza. Me levanta la muñeca con cuidado para examinarla. Hay una
marca roja visible en el lugar donde Ben me ha agarrado con demasiada
fuerza.

La mandíbula de Hunter se flexiona. —Debería ir a cazar a ese tipo y romperle


los putos dientes. —Retiro mi muñeca de su ligero agarre y deslizo mi otra
mano por su pecho.

—Hunter, mírame. —Gira la cabeza para mirarme a los ojos. Están llenos de
ira. Puedo sentirlo temblar bajo mi palma—. Estoy bien. Ni siquiera me saldrá
un moratón. Me has salvado. —Siento que parte de la tensión abandona su
cuerpo, pero no toda.

—No quiero pensar en lo que habría pasado si no hubiera subido cuando lo


hice.
—Yo también. —Ben es un buen tipo, o al menos lo parece cuando no ha
estado bebiendo. No creo que hubiera hecho más que intentar besarme de
nuevo, pero no podía estar segura.

—¿Ese es el tipo de hombre con el que quieres salir por encima de


mí? —Hunter ahora parece enfadado conmigo.

—No era una cita. —Levanto la barbilla, desafiante.

—No es así como lo vió. O como lo hizo parecer cuando me lo contaste esta
tarde.

—Fue una cosa de grupo. He tenido una semana dura y necesito


desahogarme. Ben me propuso una cita, pero cuando lo rechacé, lo convirtió
en algo grupal. Supuse que entendería la indirecta si me negaba a estar a
solas con él.

—Sí, ¿y cómo te funcionó eso? Estaba tratando de meter su lengua en tu


garganta hace dos segundos.

—De verdad, Hunter, los celos no te sientan bien. —Eso es una mentira.

—Esto es más que celos. Quería arrancarle los brazos por tocarte, tocando lo
que es mío, pero podrías haberte hecho daño. Eso me cabrea más.

Mis defensas se desinflan. —Tienes razón. Gracias por venir a rescatarme.

—No quiero pelear. Deja que te lleve a casa. —No discuto.

—Sólo tengo que agarrar mi bolso. —Asiente y me sigue hasta la mesa.

Sara levanta la vista. —¿Qué ha pasado? Ben fue a buscarte y luego salió
corriendo como si alguien se hubiera meado en sus cereales.

Sentí que Hunter se tensaba a mi lado. —Es una larga historia. Los veré más
tarde. Voy a salir de aquí. —Con un rápido adiós, dejé que Hunter me guiara
fuera de The Four Goats.

El trayecto hasta mi casa es tranquilo. Cuando llegamos a la entrada de mi


casa, no salgo del auto de inmediato.
—¿Por qué no has contactado conmigo desde el domingo en casa de tus
padres? —Le oigo exhalar.

—Jess, dices que quieres que seamos amigos. Dices que eso es todo lo que
podemos ser. Tienes todas esas reglas. Sabes que quiero más, pero no estás
dispuesta a ceder. Huiste de la casa de mis padres cuando sentiste que te
insinuaba que quería más, ¿y ahora quieres saber por qué no te tendí la
mano?

Escucho su frustración. Puedo entender por qué se siente así. Estoy enviando
señales contradictorias. Tiene razón.

—Tienes razón. —Se acerca a la consola y me toma la mano.

—No quiero tener razón. Quiero que me digas lo que quieres. Haré lo que tú
quieras. Si dices que podemos ser sólo amigos, entonces, por mucho que me
moleste, respetaré tus deseos. —Me inclina la barbilla para que lo
mire—. Pero, Jess, dame, aunque sea un indicio de que quieres darnos la
oportunidad de ser más, y haré todo lo que esté en mi mano para demostrar
que estamos hechos el uno para el otro.

Siento que se me llenan los ojos de lágrimas. —No sé lo que quiero. —Le doy
un rápido apretón de manos, salgo de la camioneta y entro en mi casa sin
mirar atrás.
Capítulo Nueve

Hunter
Jess devolvió el favor del silencio radial durante casi dos semanas. Es una
tortura. Cuando salió de mi camioneta, sentí que nada estaba resuelto.
Quería exigirle que me diera respuestas. No puedo seguir viviendo en este
purgatorio, sin saber a qué atenernos, pero ahí estoy.

Entiendo que habían pasado muchas cosas esa noche. Con ese tipo Ben
empujando sobre ella, a nosotros teniendo una conversación seria en su
entrada, sabía que ella tenía derecho a estar confundida.

Cuando pienso en lo que pasó con ese tal Ben, se me calienta la sangre. Quise
matarlo cuando lo vi agarrar la muñeca de Jess e intentar besarla. Al principio
pensé que tal vez ella lo quería, luego escuché lo que decía y cómo lo apartaba.

Mi ira se disparó cuando supe lo que estaba pasando. Tuvo suerte de salir del
bar caminando esa noche y no en camilla.

Ha sido una agonía no llegar a ella, pero sé que necesita tiempo. Me he


mantenido ocupado con el trabajo, tratando de mantenerla fuera de mi
mente. Hoy, estoy fuera del trabajo, pero tengo la última distracción.

Voy a llevar a Lily al zoológico de Savannah. Es lo nuestro. Nos pasamos todo


el día viendo todos los animales y comiendo helado y algodón de azúcar. Lo
pasamos muy bien. Llego al apartamento de Grant y Mila y saludo con la
cabeza al portero. Introduzco el código del ascensor para subir a la planta de
Grant del edificio.

Grant abre la puerta con una tiara. Me río en voz baja. —Bonita diadema,
hombre. Realmente resalta tus ojos.
—Oh sí, adelante, ríete. He oído todo sobre tus días de fiesta del té. —Me
mira. Me ha pillado. No se puede decir que no a la princesa Lily.

—Touché. —Me hace señas para que entre. Me detengo en seco cuando veo a
la persona que ha ocupado mis pensamientos mañana y noche sentada en la
barra de mi hermana. Ella y Mila miran para ver quién ha entrado por la
puerta, y juro que se ha puesto más guapa que la última vez que la vi.

Me saluda y sonríe débilmente. —Hola, Hunt. —Su voz es música para mis
oídos. Maldita sea, parezco un tonto enamorado. Demonios, tal vez lo soy. Ni
siquiera he tenido una cita con esta chica. Claro que me gusta, pero no puedo
amarla. Todavía.

—Hola, Jess. —Asiento con la cabeza. Hay una tensión en el aire. Por suerte,
Lily entra en la habitación y disuelve parte de ella.

—¡Tío Hunt! ¡Estoy tan emocionada por ver las jirafas! ¿Puedo darles de comer
esta vez? —pregunta mientras se lanza a mis brazos.

Me río. —Por supuesto que puedes darles de comer. ¿Alguna vez no te dejo
darles de comer en nuestro día de zoo?

Ella sacude la cabeza. —No, pero me estaba asegurando de que no cambiaras


de opinión. —Lily se retuerce de mis brazos y se gira y mira a Jess—. Tía
Jessie. ¿Te gusta el zoo? —Jess esboza una sonrisa genuina, que ilumina todo
su rostro.

—¿A quién no le gusta el zoo? —exagera y saca las manos.

—Deberías venir al zoo con el tío Hunt y conmigo. Apuesto a que te dejaría
alimentar a las jirafas también.

Los ojos de Jess se abren de par en par. —Uhh... no lo sé.

Lily vuelve a mirar hacia mí. —¿Puede la tía Jessie alimentar a las jirafas, tío
Hunt? ¿Puede venir con nosotros? ¿Por favor?

—Creo que eso depende de la tía Jess. Puede que ella tenga planes —Levanto
las cejas hacia ella.
Jess me estudia por un momento, probablemente tratando de averiguar si
realmente quiero que vaya. La verdad es que sí quiero. Haría cualquier cosa
para estar cerca de ella, incluso si eso significa llevarla a ella y a Lily al zoo.

Mira a Lily, que le dedica una gran sonrisa de dientes y sus ojos de “por favor”.
Es un éxito. No se puede decir que no a ese rostro.

Respira profundamente y finalmente dice: —No, no hay planes. El zoo parece


divertido.

—Muy bien, pongámonos en marcha. —Asiento con la cabeza. Lily besa a su


madre y a su padre y luego nos ponemos en camino. Jess viene conmigo
porque argumento que no tiene sentido que ella conduzca cuando vamos al
mismo lugar.

Lily habla a mil por hora de todos los animales que está dispuesta a ver. Por
fin llegamos al zoo y desengancho a Lily de su asiento del auto.

—¿Te has puesto crema solar, Munchkin? —Mila siempre se asegura de


hacerlo antes de que pasemos todo el día caminando bajo el sol, pero quiero
estar seguro.

Asiente con la cabeza rápidamente y luego se apresura a agarrar la mano de


Jess. Le pongo la mochila a Lily en la espalda. Es una de esas que se supone
que son de tipo correa, pero nunca la usa así. No me gusta pasear así a mi
sobrina. Dicho esto, no hay manera de que yo lleve un unicornio rosa en mi
espalda, así que ella tiene que llevarlo.

Lily casi arrastra a Jess hasta la entrada del zoo. Jess me mira por encima
del hombro y me sonríe. Maldita sea esta mujer. Es tan hermosa. Su sonrisa
puede hacer que todo sea mejor.

Nosotros pagamos. Jess intenta pagar por sí misma, pero no hay manera de
que eso ocurra. Entramos y nos dirigimos directamente a la exposición de
leones marinos. Lily los adora casi tanto como a las jirafas. Cuando era
pequeña los llamaba “perritos de agua”. Es tan linda.
—Mira, tío Hunt. Mira qué grande es ese bostezo. —Asiento con la cabeza.
Jess viene y se pone a mi lado, los dos miramos a Lily hablar con otra niña,
que está observando a los leones marinos bañarse al sol.

—Así debe ser la vida, poder tumbarse y dormir al sol todo el día —señala
Jess.

—Sí, no puedo pensar en una vida que sería mucho mejor. —Tal vez si ella
estuviera a mi lado mientras me tumbo al sol.

—¿La llevas mucho al zoo?

—Siempre que tengo la oportunidad. Es un poco lo nuestro —digo.

—Bueno, gracias por dejarme colarme en tu día especial. —Me sonríe.

—Eres bienvenida a colarte en lo que quieras. Ya te lo he dicho. Me encanta


pasar tiempo contigo, incluso cuando tengo que compartirte con mi
sobrina. —Justo entonces Lily empieza a tirar de la mano de Jess y la lleva al
hábitat de los monos.

Vamos de exposición en exposición. Jess y yo tenemos que obligar a Lily a


parar y comer un plato de palitos de pollo. Hago varias fotos de las dos a lo
largo del día.

Las dos alimentando a las jirafas. Snap.

Lily metiendo algodón de azúcar en la boca de Jess. Snap.

Jess sonriendo mientras da de comer a un pajarito un poco de jarabe de


azúcar en las pajareras. Snap.

Y por último Lily recibiendo un beso de cabra de una de las cabras del zoo de
mascotas. Snap.

Es un día realmente estupendo. Lily está desmayada cuando la dejamos en


casa. La llevo al apartamento y se la paso a Grant. Me despido y bajo
corriendo, con la esperanza de alcanzar a Jess antes de que se vaya.
Cuando salgo, veo que no ha hecho ningún movimiento para irse. Está
apoyada en mi camión.

—Pensaba que ya te habrías ido —le digo cuando me pongo a su lado.

—Quería darte las gracias de nuevo por lo de hoy. Me he divertido mucho.

—No hay problema. Yo también me he divertido. —Me meto las manos en los
bolsillos para no alcanzarla. Se ve tan hermosa con el sol poniéndose detrás
de su cabeza, proyectando un suave resplandor. Parece un ángel. Mi ángel.

—Hunter, he estado pensando mucho desde la última vez que hablamos.

—¿Lo has hecho? ¿Sobre qué? —Ya sé la respuesta, pero necesito oírla decir.

—Nosotros. —Se inquieta.

—¿Y qué se te ocurrió después de tanto pensar?

—Creo que deberíamos hablar. Y pasar el rato. Ver hacia dónde van las cosas.
Estoy dispuesta a admitir que quiero ver a dónde podemos llegar, pero quiero
tomarme las cosas con calma. —Doy un suspiro de alivio. Va a darnos una
oportunidad.

La acerco. —Maldita sea, Dimples, qué manera de hacer que un hombre se


preocupe. Tu rostro me hizo pensar que no querías tener nada que ver
conmigo. Lo cual sería bastante mezquino, ya que pagué para que pasaras
un gran día en el zoológico. Debería recibir algo a cambio.

Me sacude la cabeza. —Idiota. Tienes que pasar tiempo conmigo, eso es


suficiente pago.

La miro fijamente a los ojos. —Más que suficiente. —Rodeo su cintura con
mis brazos y entierro mi cara en su cuello. Inhalo su aroma. Aroma dulce a
cítricos. Nos quedamos abrazados contra mi camión durante minutos u
horas, no lo sé. El tiempo se detiene cuando esta mujer está en mis brazos.

Ella se aleja primero.


—Debería ponerme en marcha. Tengo que repasar unos papeles antes de irme
a dormir.

—Sí, tengo turno mañana temprano. —Aprieto mis labios contra su frente.
Me demoro un poco más de lo amistoso, pero no me importa, nunca fue sólo
mi amiga—. Mándame un mensaje cuando llegues bien a casa.

Asiente con la cabeza y entra en su auto. Mientras la veo alejarse, tengo algo
que no he tenido en mucho tiempo cuando se trata de Jess. Esperanza.
Esperanza en el futuro.

Cuando llego a casa, agarro una cerveza de la nevera y me siento frente al


televisor. Estoy pasando los canales sin pensar cuando mi teléfono vibra en
mi bolsillo. Lo saco y veo un nuevo mensaje de Jess.

Dimples: Llegue a casa a salvo. Gracias de nuevo por lo de hoy, me he


divertido mucho pasando tiempo contigo y con Lily.

Yo: Me alegro de oírlo. Ahora tengo una pregunta sobre esta nueva
situación nuestra.

Dimples: Okay....

Yo: ¿Y tus normas? ¿Se siguen aplicando?

Dimples: Definitivamente la regla de no sexo se sigue aplicando.


Recuerda... despacio.

De acuerdo, puedo trabajar con eso. Básicamente quiero saber si me va a


gritar cada vez que la mire de cierta manera o intente tocarla.

Yo: Bien, despacio. Ahora dime qué llevas puesto.

Dimples: Eso no es lento. Buenas noches, Hunter. :)

Pensé que era una posibilidad remota, pero sabía que la haría sonreír.
Aunque no pueda verla sonreír, puedo imaginarlo y eso es casi suficiente.
Capítulo Diez

Jess
—Se me han antojado unos tacos, espero que esté bien —le grito a Hunter
cuando le oigo entrar por la puerta principal. Estoy usando una espátula para
desmenuzar la carne de hamburguesa cuando él entra en la cocina.

Camina detrás de mí y me abraza por detrás. Esto es algo que ha hecho desde
que empezamos esta nueva cosa de “tomarlo con calma, ver a dónde va”.
Encuentra pequeñas formas de tocarme, siempre un abrazo, un beso en la
parte superior de la cabeza, la frente o la mejilla. Nunca en los labios. Nos
acurrucamos en el sofá, pero nunca insiste en que nos acerquemos.

Me encanta que respete mis deseos de tomarse las cosas con calma, pero ya
han pasado tres semanas y una chica no puede aguantar mucho. Aparece en
mi casa o cuando quedamos en algún sitio, con un aspecto cada vez más
atractivo.

Esta noche lleva un polo negro ajustado y unos jeans que parecen hechos
para él. No son demasiado ajustados como para ser unos jeans skinny
hipster, sino que le sientan perfectamente como a un chico de campo.

—Los tacos suenan increíbles. ¿Estás haciendo guacamole hecho en casa?

Me alejo de los fogones y le veo observando los ingredientes del guacamole en


la encimera. Sonrío. —¿Quién puede comer tacos sin
guacamole? —Empiezo a cortar los aguacates. Mi madre siempre hacía la
salsa y el guacamole desde cero para las noches de tacos o para las cenas.
Recuerdo que la veía hacerla todo el tiempo, así que ahora hacerla yo misma
es algo natural.

—¿Qué tal el trabajo hoy? ¿Has tenido algún encontronazo con ese
tipo? —Hunter pregunta, mirándome fijamente.
Ben me ha estado evitando desde el incidente de The Four Goats. Se da la
vuelta si me ve en los pasillos, lo que no es frecuente ya que enseñamos en
dos cursos diferentes. Tampoco me ha buscado para disculparse o algo así.
Lo que realmente no me importa.

—No, nada. No tienes que preocuparte. Puedo cuidarme sola. —Le frunzo el
ceño falsamente, lo que hace que se ría y se acerque a mi lado del mostrador.
Me atrae hacia sus brazos.

—Siempre me preocuparé por ti. Nunca cambiaré. —Nos quedamos mirando


el uno al otro. La mirada de Hunter se desplaza a mi boca y se detiene. Se
aclara la garganta y se aparta.

—¿Necesitas ayuda en algo? —Sacudo la cabeza.

—No. Todo está casi listo. Toma una cerveza y ve a relajarte.

—De acuerdo, cariño. —Él guiña un ojo—. Esto se siente muy hogareño. Yo
viniendo aquí, y tú cocinando la cena para mí mientras yo bebo una cerveza.
Como un viejo matrimonio. —Sale de la habitación, dejándome contemplar
sus últimas palabras.

Tiene razón. Es muy doméstico. Entonces me imagino haciendo esto todos


los días. Hunter llegando a casa del trabajo, dándome un beso de bienvenida,
mientras cocino la cena. Él jugando con nuestros hijos en el patio trasero. Me
imagino una casa llena de risas y amor. Entonces esa imagen se transforma
en mi cabeza.

¿Qué pasa cuando no llega a casa? ¿Qué pasa si se hace daño en el trabajo o
al volver del supermercado porque nos quedamos sin leche? De repente,
nuestra casa llena de amor y risas se llena de tristeza y lágrimas. Nuestros
hijos se pierden de crecer con un padre.

Se me llenan los ojos de lágrimas. Parpadeo rápidamente. Esto es una locura.


No tenemos hijos, ni una casa. No estamos casados; apenas estamos
saliendo. Un paso a la vez. Hunter está a salvo y me hace feliz. Sólo tengo que
concentrarme en eso.
—Muy bien, vamos a comer —digo en el pasillo. Los dos apilamos nuestros
platos con tacos y sus complementos.

Discutimos sobre qué ver. Yo quiero ver The Bachelor pero Hunter quiere ver
Supernatural... otra vez. Nos conformamos con empezar Lucifer en Netflix.

Después de los dos primeros episodios, Hunter me ayuda a cargar el


lavavajillas y luego nos acurrucamos en el sofá. Los dos nos reímos tanto que
tenemos lágrimas en los ojos. Hemos visto cuatro episodios, pero no quiero
que la noche termine, así que sugiero otro episodio, pero antes voy a mi
habitación a cambiarme.

Quería tomarme las cosas con calma, pero la calma no significa quedarse
quieto. Decido que Hunter y yo vamos a avanzar esta noche, sólo necesita un
pequeño incentivo. Escojo mis pantalones cortos de noche. Dejan muy poco
a la imaginación y una camiseta de tirantes azul turquesa.

Vuelvo a entrar en el salón, sentándome en el sofá, fingiendo que no veo cómo


se oscurecen los ojos de Hunter o cómo se ha movido en el sofá, seguro que
para ajustarse la entrepierna. —¿Vas a darle al reproducir? —Me acurruco a
su lado, asegurándome de que mi pecho está pegado a él.

Le oigo tragar: —Sí. —En este momento no estoy concentrada en el


espectáculo en absoluto. Sigo contoneándome y moviéndome. A la tercera vez,
Hunter suelta un gruñido—. ¿Qué estás haciendo?

—Estoy segura de que no tengo la menor idea de lo que estás


hablando —Muevo las pestañas.

—Corta el rollo. Vienes aquí, vestida con casi nada y sigues frotándote contra
mí. ¿Estás tratando de darme un conjunto permanente de bolas azules?

—No, me gustan tus bolas tal y como están. —Inclino la cabeza hacia arriba,
acercándome ligeramente.

—Jess, has dicho lento. Lo estoy intentando. De verdad, pero estás haciendo
que sea muy difícil no tirarte en este sofá y follarte hasta que no puedas
caminar. —Esa es mi luz verde.
Pongo mis piernas sobre las suyas y me pongo a horcajadas sobre su regazo.
—Quizás, ya no quiero ir tan despacio.

Las manos de Hunter suben por mis muslos y se posan en mi culo. Me da un


apretón y me desliza hacia delante a lo largo de su polla. Gimoteo.

—Maldita sea, Dimples. Sin ropa interior. Estás intentando matarme. ¿Cómo
de lento estamos hablando?

—No, sexo. Todavía. Pero diría que todo lo demás es juego limpio —exhalo,
porque él sigue meciéndome a lo largo del bulto de sus jeans. Con sólo mis
finísimas bragas entre mi vagina y el áspero material de sus jeans, estoy a
punto de correrme.

Hunter mueve sus manos por mi nuca y atrae mi rostro hacia el suyo,
presionando su boca contra la mía. Continúo meciéndome en su regazo. Su
lengua masajea la mía.

Me mete el labio inferior en la boca y lo mordisque.

Mueve sus caderas contra mi cuerpo y me baja la camiseta de tirantes para


liberarme los pechos. Me besa en el cuello y se mete el pezón en la boca.

Me pasa la lengua por el pico y utiliza su otra mano para hacer rodar mi otro
pezón entre sus dedos. Se siente muy bien. Retira su boca brevemente. —Sí,
nena. Frótate contra esa polla. Se siente tan bien —Vuelve a poner su boca
en mi pezón.

Entre sus dedos, su boca en mis pechos y sus palabras sucias, mi cerebro se
sobrecarga de estímulos y caigo al vacío.

Separo mi boca de la suya y entierro mi rostro en su cuello, aguantando mi


orgasmo. Me retiro y miro a Hunter. Tiene los labios hinchados y los ojos
vidriosos. —Eso fue...

—Alucinante —proporciono.

—Sí, yo diría que sí. —Me acaricia el rostro y me da un rápido beso en los
labios—. Dimples, tengo que ir a mi camioneta.
Se me cae la cara de vergüenza. Quiere irse. Mis piernas aún tiemblan por el
orgasmo que acabo de tener y él está dispuesto a irse. Estoy más que
dispuesta a arrodillarme y corresponderle, pero él actúa como si no pudiera
irse lo suficientemente rápido.

—Vale, adiós, supongo. —Me muevo para levantarme y poder abrirle la


puerta. Me agarra de la mano y me arrastra a su lado. Enreda sus dedos en
mi cabello y me obliga a mirarle.

—Lo tienes todo mal. Tengo que ir a la camioneta por mi bolsa de viaje. Verte
correrte frotándote contra mi polla ha sido lo más sexy que he visto nunca.
Ahora tengo que buscar el cambio de ropa que guardo en la camioneta. —
Levanta las cejas, deseando que lo entienda.

Sus ojos bajan a la parte delantera de sus pantalones, mis ojos los siguen y
finalmente entiendo lo que quiere decir.

—¡Ohhh! —Sonrío.

—Sí, Dimples. Cuando te subes a mi regazo y emites esos gemidos tan


sensuales, haces que me corra en los jeans, como un niño de trece años que
ha tocado su primer seno —se ríe.

—Vuelvo enseguida. —Vuelve con su bolsa y utiliza el baño del pasillo para
limpiarse. Cuando vuelve al salón, se sienta a mi lado en el sofá. Me abraza
contra su costado. Nos quedamos sentados disfrutando de la sensación del
otro.

—Por mucho que lo odie, necesito llegar a casa. —Quiero decirle que se quede.
Quiero quedarme dormida en sus brazos, pero tomármelo con calma significa
que no hay fiestas de pijamas.

Así que asiento con la cabeza y le acompaño a la puerta. Él desliza sus labios
sobre los míos.

—Que tengas una buena noche, Dimples. Gracias por la cena.

—Y gracias por el orgasmo. —Le guiño un ojo. Él echa la cabeza hacia atrás
y se ríe.
—Nunca dejas de sorprenderme por las cosas que dices. Y de nada. —Nos
besamos unos minutos más y luego lo veo alejarse. Estoy tan jodida. Hunter
Carter es el dueño de mi corazón y ni siquiera hemos tenido nuestra primera
cita. Por mucho que me asuste, sé que me arrepentiré el resto de mi vida si
dejo que el miedo a perderlo me haga no tenerlo nunca.

Durante la siguiente semana, Hunter y yo no podemos ponernos de acuerdo.


No nos hemos visto desde nuestra sesión de sexo seco en mi sofá. Nos
enviamos mensajes de texto cuando podemos, pero hemos tenido horarios
distintos: él trabaja por la noche y duerme todo el día y yo trabajo durante el
día y duermo por la noche.

Estoy fuera, en la cola de recogida de autos, esperando a que recojan a mi


último chico, cuando oigo que me llaman por mi nombre. Me giro y veo a Ben
caminando hacia mí. Supongo que ha terminado de evitarme.

—Hola, Jess —dice, haciendo ruido con sus zapatos en el pavimento. Tiene
los hombros encorvados y evita el contacto visual.

—Sr. Sheals. —Asiento con la cabeza. No tiene sentido tratar de ser


demasiado amistoso. Me ciño a lo formal. Se queda de pie sin decir nada
mientras vemos al último alumno subir a su auto.

—¿Cómo has estado? —Por fin levanta la vista.

—Bien.

—Esto es incómodo. —Intenta sonreír. No le devuelvo el gesto.

—Entonces, sobre la otra noche... —Hace una pausa.

Yo espero. —Sólo quería decir que lo siento. Estaba borracho. Nunca bebo
así, sólo estaba nervioso. Al final conseguí que salieras conmigo, aunque
fuera en grupo. Quería que te divirtieras conmigo. Terminé actuando como
un idiota. Nunca te habría obligado a hacer nada, lo prometo.

Le miró fijamente.
—No soy ese tipo. Odio haberte hecho sentir incómoda. No puedo disculparme
lo suficiente, Jess.

Asiento con la cabeza. —Sé que no lo eres. Acepto tus disculpas —Sonríe, con
cara de esperanza—. Pero la cuestión es que me hiciste sentir incómoda. No
creo que podamos volver a antes de esa noche —No es que tuviéramos mucha
relación antes de esa noche, pero no puedo estar cerca de él.

Su cara es solemne, mientras vuelve a mirar a sus pies. —Lo entiendo. Sólo
quería que supieras que lo siento de verdad. —Me hace un gesto triste con la
mano y se aleja.

En casa, ceno rápidamente y me tumbo en el sofá. Intento leer la última


novela romántica que me ha recomendado Mila, pero no consigo entrar en
ella. Termino mirando vídeos divertidos de cabras en mi teléfono. No se puede
pensar que haya tantos vídeos de cabras bebés o desmayadas, pero los hay.

Saco mi teléfono y le envío un mensaje a Hunter.

Quiero un bebe.

Hunter lee el mensaje casi inmediatamente; no debe estar tan ocupado en el


trabajo. Los tres puntos que indican que está escribiendo una respuesta
aparecen y desaparecen varias veces. Seguro que no sabe qué decir.
Finalmente responde. Bueno... estoy seguro de que se nos ocurrirá algo.

Yo: Creo que voy a comprar uno. Los venden por todo Internet.

Hunter: Ummm creo que no es así como funciona. Estoy seguro de que
es ilegal comprar un bebe en Internet. Como yo soy el que tiene la placa,
será mi trabajo arrestarte. No me hagas enviarte a la cárcel.

Yo: Un niño, no una niña.

Yo: Imagen.

Le envío una foto de una cabra bebé con un jersey de Navidad.


Hunter: Gracias por joderme. Estuve un poco preocupado por un
segundo. Creo que deberíamos esperar a tener hijos al menos hasta
después de nuestra primera cita.

Yo: Probablemente. Tal vez nuestra tercera cita.

Hunter: No sé si puedo esperar tanto tiempo. No consigo que salgas de


tu casa conmigo. Empiezo a pensar que te da vergüenza que te vean
conmigo.

Yo: Maldita sea, has descubierto mi secreto.

Hunter: Eres mala.

Yo: Lo siento. Por favor, perdóname. ;)

Hunter: Sólo si finalmente sales conmigo.

Yo: Tal vez, lo pensaré.

Hunter: Piensa bien. Tengo que volver al trabajo. Hablamos más tarde,
nena.

Me encanta cuando me llama nena. Es tan de novio. Novio. Eso suena tan de
secundaria, pero quiero que sea mi novio.

Yo: Bien, adiós. Cuídate.

Hunter: Siempre.
Capítulo Once

Hunter
Yo: Hola, Dimples. ¿Cómo te fue en el trabajo?

Esperé cerca de una hora antes de recibir una respuesta.

Dimples: Estuvo bien. Solo un niño lloraba hoy, así que fue un éxito en
mi agenda. ¿Cómo estuvo tu día?

Yo: Pasé el día durmiendo. Anoche tenía el turno de noche.

Dimples: ¿Así que pasaste la noche manteniendo el mundo a salvo


mientras yo estaba cómoda y caliente en la cama? Mi héroe. * Dice en
voz de belle sureña *

Me echo a reír. Puedo oírla decir eso totalmente. Esa es otra cosa que me
gusta de ella. Ella nunca tiene miedo de romperme las bolas. Ella lo hace. Mi
pequeña fiera.

Yo: Exactamente. Soy el héroe del mundo. Quizás no del mundo, solo
Savannah. Pero ahora realmente deseo estar caliente en tu cama contigo.
;)

Dimples: Oh, el precio que pagas por ser un héroe. Tu vida es tan dura.

Yo: No poder sentir tu cuerpo sexy presionado contra mí mientras


duermo es un sufrimiento.

Yo: ¿Qué estás haciendo ahora mismo?

Dimples: Acabo de salir de la ducha.


Yo gimo; imaginando a Jess en la ducha, el agua corriendo por sus curvas.
Con jabón, usando ese champú que me vuelve loco.

Yo: Lo hiciste a propósito, ¿no?

Dimples: ;)

La pequeña descarada. Ella está tratando de provocarme una furiosa


erección, lo que ha logrado con éxito.

Yo: Eso es malo.

Dimples: Lo siento :) Si ayuda, estoy usando una camiseta holgada y


pantalones cortos en este momento.

Yo: No ayuda porque ahora te estoy imaginando con mi camisa holgada.

Yo: Ven a una cita real conmigo mañana.

Dimples: Tal vez si preguntas en lugar de ordenar.

Maldita sea, esta mujer me va a desafiar en cada paso del camino.

Yo: No te importó que diera órdenes la noche que dormimos juntos.

Dimples: No sé de qué estás hablando.

Oh, así es como quiere jugar. En lugar de responder a su mensaje de texto,


toco el botón de llamada.

—¿Hola?

—¿Entonces no sabes de lo que estoy hablando?

—No, ni idea. —Escucho la sonrisa en su voz.

—¿Entonces no recuerdas haber gritado mi nombre? ¿No recuerdas haberme


dejado rasguños en la espalda porque te hice correr tan fuerte?

Una fuerte toma de aire, luego una respuesta entrecortada. —No.


—Está bien, entonces tal vez tenga que ir y recordártelo. —Silencio—. ¿Es eso
lo que quieres, Dimples? ¿Quieres que vaya y te recuerde todas las cosas que
puedo hacerle a ese cuerpo sexy?

—S-Sí.

Yo gimo. Joder, ¿cómo puedo resistirme a eso?

—Nada me daría más placer que ir ahora mismo, pero quiero hacerlo bien.
Hicimos las cosas un poco al revés antes; quiero que sepas que eres diferente.
Así que sal conmigo mañana. ¿Por favor?

—Okey. Eso suena genial.

—Está bien, te veo mañana a las cinco. Buenas noches, Dimples.

—Buenas noches, Hunter. —Colgamos y empiezo a pensar en qué debemos


hacer mañana. Me voy a dormir con el plan perfecto.

A la mañana siguiente comienzo a ejecutar la cita perfecta. Llamé a la florería


local y les pedí que enviaran un ramo de tulipanes morados, su flor favorita,
a la escuela donde trabaja Jess. Con una nota diciéndole que se reuniera
conmigo en Cooper's Park a las 5:00 p.m. Luego paso al resto de los
preparativos.

Si hay algo que he aprendido sobre Jess en los ocho años que la conozco: es
una chica sencilla de corazón. Ella quiere atención por encima de cosas
costosas. No es que no merezca que la lleven a los restaurantes más caros
porque lo merece, pero por ahora, creo que un picnic en el parque al atardecer
-con todas sus comidas favoritas- es lo correcto para mostrarle que me fijo en
ella. Le presto atención. Que me importa.

Me siento como un idiota cursi y si los chicos de la policía se enteraran de


cuánto trabajo estaba poniendo en esta primera cita, se divertirían conmigo
por una semana, pero Jess lo vale. Voy a Smoke House y consigo dos
sándwiches de cerdo desmenuzado, ensalada de col, papas fritas y un galón
de té dulce.
Luego voy a Sweet Dreams y consigo cinco cupcakes. Le compro tres cupcakes
Death by Chocolate y dos cupcakes de merengue de limón. The Death by
Chocolate es una tarta de chocolate con cobertura de chocolate y chocolate
raspado encima. No sé cómo puede comer tanto chocolate a la vez, pero estos
cupcakes son los que Mila le compra todos los años para su cumpleaños.

Tengo que parar en Walmart y comprar una canasta de picnic, porque ¿qué
hombre soltero tiene una canasta de picnic? Sé que mi mamá tiene una, pero
eso implicaría decirle lo que he planeado y no estoy listo para que todo el
pueblo sepa que Jess y yo estamos saliendo. Así que Walmart será.

Después de tener todo listo para nuestra cita, subo las escaleras para
ducharme y ponerme un polo gris y unos pantalones cortos caqui. Puede que
sea noviembre, pero en Georgia nunca se sabe qué tipo de tiempo va a hacer,
y hoy hace veintitrés grados afuera. Verifico que tengo todo y luego me dirijo
al parque.

Llego unos diez minutos antes de que se suponga que Jess esté aquí. Salgo
de mi camioneta y empiezo a caminar. No sé por qué estoy nervioso. Me
disparan para ganarme la vida; esta cita debería ser un paseo por el parque.
¿Por qué esta mujer tiene el poder de atarme en nudos?

Me limpio las manos en los jeans. Vamos, esto no es gran cosa. Es solo una
cita con Jess. Puedes hacerlo. ¡Se un hombre! Durante mi charla de ánimo,
veo que el Impala negro de Jess llega. Se estaciona tres lugares más abajo de
mi camioneta.

Voy a encontrarme con ella, pero cuando sale del auto, mis pasos vacilan.
Lleva un vestido de verano floral que le llega justo debajo de las rodillas. Es
modesto y sexy al mismo tiempo. Su cabello rubio está recogido en una coleta
lateral que cuelga sobre su hombro.

Su maquillaje es tan simple que no sé si está usando, y sigue siendo la mujer


más hermosa que he visto. Jess también ha dejado de caminar y me está
sonriendo, haciendo un rápido barrido de mi cuerpo.

Puedo ver la apreciación en sus ojos. Cierro la brecha entre nosotros y le doy
un rápido y casto beso en los labios antes de alejarme.
—Estás preciosa. ¿Estoy asumiendo que tienes las flores?

—¿Enviaste flores? No, solo tuve el presentimiento de que querías tener una
cita para jugar en el parque esta noche.

—Está bien, listilla, solo por eso, creo que podría quedarme con lo que tengo
en esta canasta para mí y hacer que me veas comerlo. —Le sonrío.

Ella se encoge de hombros. —Bien, supongo que me iré a casa entonces. Si


no hay comida, entonces no hay razón para que yo esté aquí. —Ella sonríe.

Dejo la canasta en el suelo y aprieto su cuerpo con el mío. Ella es tan pequeña
comparada conmigo. Su cabeza apenas llega a mi hombro. Ella levanta la
cabeza; cuando sus ojos se encuentran con los míos, veo deseo allí. A ella le
gusta cuando me paro tan cerca de ella.

—No hay razón, mi culo. Basándome en la forma en que me estabas comiendo


con la mirada cuando saliste del auto, y basándome en la forma en que me
miras ahora, diría que hay al menos una razón por la que deberías estar aquí
ahora mismo. —Intenta transformar su expresión en un ceño fruncido, pero
en realidad no funciona.

—¿Y cuál sería esa razón? —ella pregunta. Pongo mi mano a un lado de su
rostro. Le acaricio el pómulo con el pulgar—. Quieres ver a dónde va esto con
nosotros. Quieres saber si todo lo que tenemos es una loca química sexual.
También quieres saber si podemos ser más que eso.

Me inclino cerca de su rostro, así que tocamos nuestras narices antes de


retroceder un poco. —Está bien. Solo necesito que sepas que yo sé todas esas
cosas. Sé que somos auténticos. Supe el momento en que mis labios tocaron
los tuyos hace meses atrás. Nunca fuiste un ligue de una noche para mí, pero
cuando te vi en The Four Goats y luego esa noche cuando nos besamos, supe
que podríamos ser algo real. Probablemente me quiten mi tarjeta de hombría
por las cosas que acabo de decir, pero necesito que sepas que estoy seguro
de que quiero ver adónde vamos, aunque tengo una idea.

Los ojos de Jess tienen una mirada soñadora cuando me mira. Como si no
pudiera creer que acabo de decir todo eso. En cierto modo yo tampoco, pero
quiero que ella sepa dónde estoy. Le toco la nariz con el dedo para romper la
seriedad de esta conversación. Quiero que esto sea divertido. —Ahora,
¿deberíamos empezar con esta cita? Estoy hambriento.

—Sí, vamos. No querría que te desmayes. —Me río, tomo su mano en la mía
y camino hacia un lugar sombreado debajo de un gran roble.

—¿Puedes sostener esto por un segundo? —Extiendo la canasta. Cuando la


toma, saco la manta que tenía debajo del brazo y luego la extiendo por el
suelo.

—Mi dama. —Le hago un gesto con el brazo para que se siente y hago una
reverencia.

Jess se ríe de mis payasadas. —Eres un tonto —dice mientras toma asiento.

Me siento a su lado y coloco la canasta entre nosotros. —Lo sé, pero es por
eso que me amas. —Le sonrío—. Eso y mi buena apariencia y habilidades
asesinas en el dormitorio.

Echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Estudio la curva de su cuello, siento la


necesidad de inclinarme y darle un beso en la garganta. También percibo la
forma despreocupada en la que se ríe. Quiero que ella siempre se sienta así
de cómoda y despreocupada conmigo.

—Maldita sea, qué bueno que planeaste esta cita afuera, no sé si tu ego habría
encajado dentro de un restaurante. Ahora veo por qué conduces una
camioneta tan grande, necesitas espacio extra.

—Según recuerdo, no tuviste problemas con el tamaño de mi 'ego' esa noche.


O la otra noche en tu sofá. Otra razón por la que me amas. —Le guiño un ojo.

—No sé sobre el amor. Ni siquiera he decidido si me gustas todavía. Todo eso


depende de lo que tengas en esa canasta.

—Oh, me amarás después de esto. Podría convertirte en una pegajosa en


etapa cinco después de esta fecha. —Me inclino cerca de su oído—. Pero está
bien, ese es el plan. —No puedo resistirme y le doy un beso rápido
directamente debajo de la oreja.
Cuando me aparto, la escucho jadear. Empiezo a desempacar la canasta como
si nada. Si reconozco el beso, su fuerte inhalación de aire o el rubor en sus
mejillas por un simple beso, podríamos tener una situación de exposición
indecente en nuestras manos. Como se supone que debo respetar la ley, no
violarla, solo me concentro en desempacar la comida.

Saco cada trozo de comida, primero los sándwiches. —¿Son esos sándwiches
de cerdo desmenuzado de Smoke House? —Jess chilla. Me arrebata uno de
la mano. Eso me hace reír. Otra cosa que me gusta de Jess es que no es una
de esas chicas que nunca se aleja de la comida.

Incluso en las raras ocasiones en que llevaba a uno de sus novios a una cena
familiar o unas vacaciones, nunca mordía su comida porque él estaba allí.
Comía hasta saciarse y volvía en unos segundos. Ese es el tipo de mujer que
necesito en mi vida porque me encanta comer.

Me distraigo de sacar la otra comida cuando escucho el crujido de un


envoltorio y luego el gemido más sexy que he escuchado. —Mmmm, ¡este es
el mejor sándwich de todos! No he tenido uno en mucho tiempo. —Ella tiene
su mano cubriendo su boca mientras habla. Cuando lo deja caer, noto un
poco de salsa de barbacoa en la esquina de su boca.

Sin decir nada, uso mi pulgar para quitar la salsa. Jess sigue mi mano
mientras llevo el dedo a mi boca y chupo la salsa. Sus ojos se dilatan, su
mirada no deja mi boca. —Mierda, tienes razón, eso es bueno.

Ella mira mi boca un momento más y luego mira hacia otro lado y da otro
mordisco, lo cual es bueno porque un segundo más e iba a tirar de ella a mi
regazo y darle el beso por el que sé que ambos estamos muriendo.

—También te compré ensalada de col y papas fritas. —Le muestro los


contenedores. Saco los vasos que empaqué y sirvo té dulce a los dos. Decido
dejar los cupcakes hasta que terminemos con nuestra cena.

Comemos en silencio, no en uno incómodo, solo en uno que sucede cuando


dos personas no sienten la necesidad de llenar el espacio con palabras. Como
si hubiéramos comido juntos un millón de veces y lo volviéramos a hacer.
Una vez que termino de comer, me recuesto y solo la miro. Lo asimilo todo.
La forma en que la luz juega con su cabello. Cómo tiene las piernas dobladas
hacia un lado. La forma sexy en que sus labios se presionan contra el borde
del vaso mientras toma un trago. ¿Quién diría que algo tan simple como beber
podría ser sexy?

—La Sra. Green seguro que sabe cómo hacer té dulce. Me recuerda a el de mi
abuela. —Sonríe cuando menciona a su abuela.

—Apuesto a que la extrañas —le digo, afirmando lo obvio.

—A diario. Son las pequeñas cosas lo que más extraño de ella y de mis padres.
Cosas que no parecían importantes en ese momento, pero ahora son a las
que me aferro y en las que más pienso.

—¿Como el té dulce de tu abuela?

—Sí, o la forma en que besaba mi frente tres veces cuando salía de su casa.
Siempre tres, ni más ni menos. O cómo mi papá siempre besaba a mi mamá
cuando llegaba a casa. Era lo primero que hacía. No importaba quién
estuviera allí o qué estuviera haciendo, él la haría detenerse solo para besarla.
—Sus ojos comienzan a lagrimear un poco, pero tiene una sonrisa en su
rostro, como si recordarlos le trajera alegría y tristeza al mismo tiempo.

Ella continúa y yo me quedo ahí sentado y escucho.

—Mi mamá solía cantar con la radio. No importaba si estaba en el auto, en


casa cuando estaba limpiando o cocinando, o incluso en el supermercado. No
puedo decirte cuántas veces cantaba una canción. Nunca le molestó estar
parada en medio del pasillo de cereales. Ella simplemente cantaba. —Ella se
ríe del recuerdo.

—Eran grandes personas. —Gira la cabeza y me mira.

—Las mejores. —Ella se aclara la garganta. La tomo en mis brazos y


simplemente la abrazo. Nos sentamos en el parque, mis brazos alrededor de
ella, sus brazos alrededor de mi cintura. Dos personas perfectamente
contentas.
Capítulo Doce

Jess
Nos sentamos allí unos minutos más abrazados. Es como si de alguna manera
Hunter supiera que necesitaba un poco de consuelo después de hablar sobre
mis padres y la abuela. Me tomó mucho tiempo recordarlos, o incluso hablar
de ellos, después de que fallecieron sin romper a llorar. Ahora, como le dije a
Hunter, me gusta recordar las pequeñas cosas.

Observo a un par de chicos jugando al fútbol en el césped. Hay una familia


de tres jugando en el parque más lejos. La mamá y el papá se turnan para
empujar a su pequeño en el columpio. La vida parece tan simple y pacífica
sentada aquí con Hunter.

Cuando recibí las flores en el trabajo, me sorprendió. Nadie me había enviado


flores antes. Otra señal de que no salí con los mejores. Lo que más me
sorprendió fue que no eran las rosas tradicionales que la mayoría de los
chicos enviarían. Hunter me envió tulipanes, sabiendo de alguna manera que
eran mis favoritos. No sé cómo lo supo. No es un tema del que discutas
realmente.

Me aparto de su abrazo para poder ver su rostro. —¿Cómo supiste que los
tulipanes son mis flores favoritas? ¿Llamaste a Mila?

Él ríe. —Diablos, no, ¿te imaginas si llamo a mi hermana y le pregunto cuáles


son tus flores favoritas?

Eso me hace reír.

Si la llamaba y le preguntaba acerca de mis flores favoritas, probablemente


todavía estaría hablando por teléfono con ella, tratando de que dejara de
hacer preguntas.
—Para responder a tu pregunta, presto atención. Noto cosas sobre ti porque
me fascinas.

Sostiene mi mirada para que sepa que lo que dice es en serio. Le fascino.
Hunter Carter. El policía caliente, mujeriego, está fascinado por mí. ¿Qué
universo alternativo es este? Siento que estamos en la zona desconocida.

—¿Qué más has notado? —Pregunto, ahora soy yo la que está fascinada.

—Para empezar, sabía que te traería aquí en lugar de un restaurante


exclusivo. Sabía que preferirías sándwiches de cerdo desmenuzado y
ensalada de col a langosta y espárragos.

—Eso es verdad.

—Me doy cuenta de que cuando te pones nerviosa juegas con los dedos y
divagas.

—¡Yo no divago! —Lo hago totalmente. Estoy muy contenta de haber tomado
ese curso de preparación para el trabajo en la escuela secundaria, o es posible
que no hubiera conseguido un trabajo después de la universidad debido a
mis nervios.

Hunter se acerca, agarra un mechón de cabello suelto y lo coloca detrás de


mi oreja. —Sí lo haces. Simplemente pienso que es adorable.

Juguetonamente aparto su mano de un golpe, y luego cruzo los brazos y finjo


hacer un puchero. —Como sea —resoplo.

—Aww, cariño, no seas así. Si haces pucheros, no te mostraré lo que tengo


de postre. —Ante la mención de los dulces, dejo de hacer pucheros. Soy una
adicta al azúcar. Podría hacer cualquier cosa por algo dulce. Tal vez sea
exagerado, pero me encantan todas las cosas dulces.

Cuando saca la caja con la etiqueta familiar, instantáneamente siento que se


me hace agua la boca. ¡Sweet Dreams hace los postres más deliciosos de todos
los tiempos! Mierda, podría tener razón sobre lo de amarlo.

—¿Qué compraste? —Agarro la caja, tratando de quitarla de las manos de


Hunter. Tira la caja de fuera mi alcance, y le doy mi mejor gesto de "dámelo
o te lastimaré" con el ceño fruncido. Eso solo sirve para divertirlo, mientras
que a mí me molesta más.

Me lanzo hacia la caja una vez más. Esta vez nos golpeó a los dos y termino
medio encima del torso de Hunter. Empiezo a luchar por la caja que está
sobre su cabeza. Entonces ambos nos detenemos cuando notamos que estoy
casi completamente encima de Hunter y nuestras caras están tan cerca que
nuestras narices se tocan.

Lo miro a los ojos y veo mi deseo reflejado en ellos. Sus ojos verdes son más
verdes de lo que nunca los había visto. Su brazo se aprieta alrededor de mi
cintura y dibuja círculos con el pulgar de la otra mano, que descansa sobre
mi muslo desnudo.

Esos círculos hipnotizan. Mis ojos se cierran rápidamente y concentro toda


mi atención en su toque. Todo mi cuerpo se pone de piel de gallina y se siente
como si estuviera en llamas.

—Jess —Hunter susurra profundamente, su voz tiene un tono somnoliento.


Abro los ojos y lo miro. Nuestras caras se mueven juntas como imanes, antes
de que nuestros labios se toquen un niño en el parque comienza a llorar,
rompiendo nuestro trance.

Me aclaro la garganta y me muevo para sentarme. Mis mejillas están


calientes. Básicamente estaba a horcajadas sobre Hunter en medio del
parque. ¿Qué está mal conmigo? Nunca he sentido este tipo de atracción
hacia un hombre. ¿Por qué tenía que ser Hunter? Hay tantas razones por las
que esto podría salir mal.

Aparte de las razones obvias de que él sea el hermano de mi mejor amiga y


un mujeriego. Es policía. Ya he perdido a demasiadas personas que amo y es
su trabajo ponerse en situaciones que podrían hacer que lo maten. Lo que
significa que necesito mantener la guardia en alto con Hunter Carter.

—¿Vas a comer tu postre o simplemente te sentarás ahí? —Hunter agita los


cupcakes Death by Chocolate debajo de mi nariz, sacándome de mis
pensamientos.
Saco el cupcake de la caja y le doy un enorme mordisco muy poco femenino.
Escucho a Hunter reír a mi lado, pero todo en lo que puedo concentrarme es
en la explosión de sabor en mi boca. Estos son realmente los mejores
cupcakes del mundo.

Después de que termino de devorar el pastelito, esa es la única forma de


describirlo, miro hacia arriba y veo a Hunter mirándome. —¿Qué?

—Tienes algo ahí mismo. —Hace un gesto hacia el lado derecho de mi boca.

—Mierda. —Extiendo la mano desesperadamente y limpio el chocolate


sobrante. Hunter se ríe de mí.

—No te preocupes por eso. Amo a una mujer que sabe comer.

Sonrío y niego con la cabeza. —Entonces debes estar realmente enamorado


de mí. —Lo digo en broma, pero la cara de Hunter se pone realmente seria.
Borra la expresión seria de su rostro y la reemplaza con su habitual sonrisa
fácil.

—Sí, tal vez lo esté. Ciertamente no te asusta la comida. —Finjo jadear y


coloco mi mano en mi pecho.

—Hunter Blake Carter, ¿me acabas de llamar gorda? —Frunzo el ceño.


Hunter comienza a tartamudear.

—N-No, por supuesto que no. Yo-yo nunca haría eso. No estás gorda. Me
gusta tu cuerpo. No quise decir eso, lo prometo, Jess. —Parece que va a
vomitar.

No puedo controlar la risa que sale de mi garganta. —¡Dios mío, deberías ver
tu cara ahora mismo! —Me dejo caer sobre la manta, sosteniendo mi
estómago.

Cuando finalmente dejo de reírme y me limpio las lágrimas de los ojos, veo
que Hunter me frunce el ceño con los brazos cruzados sobre su ancho pecho.
—Eso no fue gracioso —dice con su voz seria. La que solo puedo asumir que
usa cuando está de servicio.

—Solo por eso, no te voy a dar los otros cupcakes que te compré.
—¿Qué? ¿A quién se los darás?

—Los llevaré al trabajo. Los dejaré en la sala de descanso; el que llegue


primero lo tomara. O tal vez se los lleve a mi mamá. Ella me preparará mi
propio pastel de calabaza el jueves si le llevo pastelitos.

Me acerco a Hunter y le doy mis mejores ojos "tristes". —Pero me los


compraste. —Saco mi labio.

—Di que lo sientes. —Me dice con una voz severa, pero su cara se ha
suavizado. Sé que mi expresión lo está afectando.

—Hunter, lo siento mucho, no debería haberte molestado. Sé que no llamarías


gorda a una mujer. Tu mamá te despellejaría.

Hunter me sonríe y luego me entrega la caja. —No le tengo miedo a mi mamá.

—Oh, voy a llamarla y decirle que dijiste eso. —Sus ojos se abren cuando
alcanzo mi bolso y saco mi teléfono celular, porque ambos sabemos que no te
metes con mamá Carter.

—Sí, estás reconsiderando esa afirmación ahora, ¿no es así? —Le doy un gran
mordisco a mi segundo cupcake.

—Sí —dice simplemente y luego comienza a comer su pastelito. Ambos


terminamos de comer en silencio y luego nos sentamos y miramos a los niños
jugar en los columpios. Ninguno de los dos está realmente listo para irse.

Cuando el sol comienza a ponerse, Hunter comienza a empacar toda nuestra


basura en la canasta.

—Supongo que tenemos que irnos. Ambos tenemos que madrugar


mañana —suspiro.

—Sí, supongo que sí. —Me pongo de pie y empiezo a doblar la manta. Hunter
pone la manta encima de la canasta y luego toma mi mano y comienza a
caminar hacia el estacionamiento. Ambos nos tomamos nuestro tiempo. No
con prisa.
Pasamos junto a la camioneta de Hunter y nos dirigimos a mi auto. Hunter
no suelta mi mano hasta que tengo que buscar en mi bolso para encontrar
mis llaves. Mientras abro la puerta, me pregunto qué pasará a continuación.
¿Espera una invitación a mi casa? ¿Quiero que vaya a mi casa? La respuesta
es no lo sé. La cabeza y el corazón dicen que debo tomarme esto con calma.
Pero mis hormonas están diciendo; “Diablos, sí, llévalo a casa”.

¿Qué debe hacer una mujer? ¿A quién escucho? Antes de que pueda tomar
una decisión, una mano grande cubre la mía sobre la puerta del auto.

—Deja de pensar tanto, te van a salir arrugas —dice Hunter, y pasa su dedo
índice entre mis cejas.

—No espero nada. Excepto tal vez un beso rápido y luego subirás a tu auto y
te iras. Me enviarás un mensaje de texto cuando estés a salvo dentro y luego
te llamaré mañana para hablar de nuestra próxima cita. ¿Eso te suena bien?

—S-Sí, eso suena bien. —Hunter cierra la brecha entre nuestros cuerpos. Mi
pecho está apretado contra el suyo.

—Lo pasé muy bien contigo esta noche, Jess. Espero que tú también

Asiento con la cabeza. —Un gran momento —digo.

—Bien. —Luego baja la cabeza y presiona sus labios ligeramente contra los
míos. Tan suave al principio que creo que me lo estoy imaginando. Luego,
después de unos segundos, presiona más fuerte. Me pongo de puntillas y
profundizo el beso. Las manos de Hunter se mueven por mi cabello para
mantener mi cabeza en su lugar. Pongo las mías sobre sus hombros. Hunter
mantiene el beso dulce. Antes de que se ponga demasiado caliente, Hunter se
aleja y pone fin al beso.

Lloriqueo. Hunter me sonríe y luego me da un dulce beso en la nariz. —No


olvides avisarme cuando llegues a casa.

Supongo que en realidad se refería a solo un beso. —Está bien, te enviaré un


mensaje de texto. —No soy de los que siguen las reglas. Robo un beso rápido
más y luego subo a mi auto y me alejo. Hunter todavía está parado justo
donde lo dejé, con la sonrisa más grande en su cara cuando miro por el espejo
retrovisor.

La mejor. Primera. Cita. Del mundo.


Capítulo Trece

Hunter
Me despierto a la mañana siguiente con un impulso en mi paso. No puedo
quitarme de la cabeza cierta belleza rubia. Todo lo que puedo pensar es en el
mensaje de texto que me envió cuando llegó a casa.

Dimples: Estoy en casa. Gracias por la mejor primera cita de mi vida.


Quizás la próxima vez no tenga que robar un segundo beso. ;)

Yo: Soy un oficial de la ley. Es mi deber proteger las calles de los


ladrones. Tal vez pueda usar mis esposas contigo después de todo.

Dimples: ¡Eres tan cursi! Buenas noches Hunter

Yo: Pero te encanta. Buenas noches Jess

Tal vez fuera cursi, pero no bromeaba sobre las esposas. Nunca quise usarlas
con otra mujer. Pero la idea de Jess inmovilizada, y a mi merced, es muy
atractiva. Podría hacerle cualquier cosa a su cuerpo y ella tendría que
recostarse y disfrutar.

Estoy tan concentrado en mis pensamientos sobre Jess, aparentemente no


escucho de lo que mi socio Jack está hablando porque ahora empuja mi
hombro, sacándome de mis pensamientos.

—Oye, imbécil. ¿Qué tal al menos fingir estar interesado en algo de lo que
estoy diciendo?

—Aww, lo siento, cariño, no te enojes conmigo. —Me río de él—. ¿Te sientes
descuidado?

—Realmente eres un idiota. Hoy ha sido un día muy lento y estoy aburrido.
Eres mi socio, tu trabajo es entretenerme.
Jack cruza los brazos sobre el pecho y hace pucheros. Dios, este chico.

—Maldita sea, amigo, ¿qué te pasa? ¿Estás en tus días o algo así? —Me hace
un gesto con su dedo.

—Vete a la mierda. Las cosas en casa no están tan bien. Está afectando mi
estado de ánimo. —Maldita sea, soy un idiota. Jack no es solo mi compañero
de trabajo; él es mi mejor amigo. He estado tan concentrado en conquistar a
Jess que no he notado lo que está sucediendo con él.

—¿Que pasa hombre? ¿Hannah y Mason están bien? —Hannah es su esposa.


Se casaron nada más terminar la escuela secundaria y tuvieron a Mason unos
años después. Ahora tiene cinco años.

—Hannah y yo hemos estado tratando de tener otro hijo por un tiempo. Ha


estado embarazada dos veces y los perdió a ambos al principio. Le ha afectado
mucho. Cada vez que hace una prueba y sale negativa, se deprime un poco
más y no sé qué hacer. —Él suspira. Sus hombros se encorvan como si le
hubiera quitado un gran peso de encima decir eso en voz alta.

—Wow, hombre, lo siento mucho. Eso es duro. No sé qué decir. ¿Por qué no
dijiste algo antes?

—¿Qué tipo quiere admitir que no puede embarazar a su esposa y que no


sabe cómo manejar su tristeza?

—Jack, sabes que puede haber una gran cantidad de razones por las que aún
no ha quedado embarazada. Tal vez dejar de esforzarse tanto y deja que solo
suceda. Eso es lo que hicieron con Mason, y ustedes sacaron a un gran niño
de eso.

—Sí, tal vez tengas razón. Mason fue una gran sorpresa. —Él sonríe. Ama
tanto a Mase.

—En lo que respecta a Hannah, solo diría que estés allí para ella. Asegúrate
de que sepa que, pase lo que pase, la vas a amar.

—¿Cuándo te convertiste en este cursi maestro de relaciones? El chico que se


folla a una chica nueva cada vez que tiene la oportunidad, me está dando
muy buenos consejos sobre mi matrimonio. El mundo se debe estar
acabando.

—Vete a la mierda. —Jack sabe que no he sido así desde hace tiempo. Nos
contamos casi todo. Sabe que he estado buscando algo más serio
últimamente. Esa noche con Jessica hace tantos meses cambió algo en mí.
Sé que quiero sentarme y realmente construir una vida con alguien. Quiero
lo que tienen Jack y Hannah.

—Solo te estoy molestando. Bien, suficiente de esta mierda cursi. Háblame


de tu cita con la profesora sexy. —Mueve las cejas hacia mí.

—Llámala caliente de nuevo y mira lo qué pasa. —Le frunzo el ceño. No quiero
que nadie hable de la apariencia de Jess. Quiero romper los brazos de
cualquier tipo que mire en su dirección.

—Maldita sea, mírate volviéndote todo cavernícola. Sabes que solo estaba
bromeando. Amo a mi esposa. Solo quería ver tu reacción.

—Lo sé. Y la cita fue genial. Hicimos un picnic, comimos algo y


hablamos. —Y no puedo esperar hasta la próxima, creo. Tengo esta necesidad
de estar cerca de ella.

—Estoy feliz por ti, hombre. Pareces contento. Pensé que iba a tener que
patearte el culo deprimido después de que ella desapareciera en la noche.
Nunca antes te había visto así con una chica.

—Sí, bueno, Jess es diferente —le digo. Nuestra charla intima se ve


interrumpida por la llamada de un bebé encerrado en un automóvil.

Jack y yo arrastramos nuestros culos a la escena. Cada situación es diferente,


pero cuando un niño está involucrado, se lleva a un nivel completamente
nuevo. Tu adrenalina se dispara a toda marcha. Entramos en el
estacionamiento de la tienda de comestibles.

Los bomberos ya están en la escena. Jack y yo nos acercamos a la madre del


niño, que se está volviendo loca. Aparentemente, metió a su hija en el auto y
la abrochó en el asiento del auto. Fue a devolver su carrito de compras y de
alguna manera el auto se cerró con las llaves en el asiento trasero.
—Señora, solo necesita mantener la calma, vamos a sacar a su hija del auto.
Lo prometo.

El equipo de bomberos está tratando de usar un brazalete de presión arterial


para inflar la puerta para abrirla lo suficiente y que podamos introducir un
poste en el espacio y presionar el botón de desbloqueo. Afortunadamente, esto
no sucedió durante el verano. Sólo hace veintidós grados, pero todavía
tenemos que apurarnos.

La mamá está parada en el lado del pasajero hablando con su hija.

—Está bien, cariño. Te sacarán pronto.

Los bomberos tienen algunos problemas para inflar el brazalete lo suficiente.


Van a buscar un brazalete nuevo. Éste hace el trabajo y deslizo el poste plano
en el hueco de la puerta. No me toma mucho tiempo presionar el botón y
escucho que las cerraduras se abren. He tenido bastante práctica. Le
sorprendería la frecuencia con la que los niños quedan encerrados en los
autos. O los padres se distraen y los encierran por accidente o los niños
mayores piensan que es divertido cerrar la puerta.

La madre entra y saca a su hija del asiento trasero. La niña es revisada por
los bomberos y, además de algunas lágrimas perdidas, está perfectamente
bien.

La mamá me pasa el brazo por el cuello y luego se acerca a Jack.

—¡Muchas gracias por tu ayuda! —Jack le da una palmada en la espalda a la


mujer ligeramente y luego se mueve fuera de su alcance.

—No hay problema, solo hacemos nuestro trabajo. —Jack y yo asentimos con
la cabeza y luego pasamos a la siguiente llamada.

El resto de nuestro turno es bastante más fácil. Respondemos a un niño que


roba una barra de chocolate de la gasolinera local. Era más que su mamá
quería asustar un poco al niño. Tenía doce años y se había portado mal desde
que su padre los dejó "por una rubia de la mitad de su edad", como decía la
madre. Por eso me convertí en policía. Quería ayudar a mi comunidad. Me di
cuenta de que esta mamá estaba pasando por un momento muy difícil, y si
podía hacer eso un poco más fácil hablando con su hijo, sería una solución
fácil.

Hacemos las paradas de tráfico habituales y nadie fue un idiota, así que eso
es una ventaja. Para colmo, Jack y yo condujimos hasta Mason Valley y
fuimos a mi restaurante favorito, Marie's Diner. Mi abuela era la mejor amiga
de la dueña y tocaya, la Sra. Marie. Vengo aquí desde que era niño. La gente
que vive aquí ama su rutina. Aquí se inventó el viejo dicho "Si no está roto,
no lo arregles", porque nadie cambia nada.

Todos van a la iglesia los domingos y luego van a la casa de la abuela para
cenar el domingo. Las mismas cabinas rotas en las que Jack y yo estamos
sentados ahora son las mismas cabinas en las que mi padre y sus amigos se
sentaban después del partido de fútbol todos los viernes por la noche. Elijo
vivir aquí en Mason Valley en lugar de Savannah por esa razón. Me gusta la
rutina, pero trabajo en Savannah porque Mason Valley nunca tiene ningún
crimen. Hemos tenido el mismo sheriff y diputados desde los albores de los
tiempos. Savannah está a solo veinticinco minutos en auto de mi casa, por lo
que no era una necesidad que viviera allí para trabajar aquí.

Trina, nuestra mesera, está dejando nuestras hamburguesas cuando suena


mi teléfono. Jack está ocupado coqueteando con ella.

—Diablos, esta hamburguesa se ve casi tan bien como usted,


Sra. Trina. —Él le guiña un ojo.

—Chico, será mejor que lo dejes. —Ella le da una palmada en el


hombro—. Si sigues así, tendré que decirle a esa hermosa esposa tuya que
estás coqueteando con otras mujeres.

Trina está en sus cuarenta. Ha estado casada dos veces y tiene tres hijos y
cuatro nietos. Ella tiene la edad suficiente para ser la madre de Jack, pero a
él le encanta molestarla.

—Ella dijo que puedo coquetear con mujeres que me conocen desde que nací.
Ya que eso solo te deja a ti y a mi familia; y coquetear con la familia está mal
visto en esta parte del sur, solo quedas tú.

—Bueno, que suerte la mía. —Ella niega con la cabeza y se aleja.


Es mi hermana llamándome.

—Oye, Mils. ¿Qué pasa?

—Ey hermano. ¿Estás trabajando?

—Sí, estoy almorzando ahora mismo con Jack en casa de Marie. ¿Cómo va
todo?

Ella suspira. —¡Va todo tan bien! Tener a Grant en casa a tiempo completo
ahora que estamos fuera de temporada es genial. Ayer fue a la guardería con
Lily para el día de la carrera. No creo que la haya visto nunca tan emocionada.

Me encanta que mi hermana suene tan feliz. Cuando nos dijo hace casi cinco
años que estaba embarazada, mi primera pregunta fue: "¿Quién es el padre?"
y Mila nos dijo que lo conoció en un bar y que iba a ser madre soltera. Estaba
listo para cazar al tipo y golpearle la cara, pero mi hermana estaba decidida
a hacer esto por su cuenta y, como es tan terca y fuerte, lo estaba haciendo
genial como madre.

Luego, hace un año, Grant entró en sus vidas por algún acto del destino.
Desde ese día en el hospital, ha estado comprometido con Lily y Mila. Tengo
que aplaudirlo por dar un paso al frente como padre y ahora prometido.

—Maldita sea, parece que me han reemplazado. —Lily me pidió que hiciera el
día de la carrera en su guardería el año pasado. Lily podría ser mi sobrina,
pero ella es mi corazón. Amo tanto a esa pequeña; podría ser la razón por la
que consigue todo lo que quiere cuando se trata de mí.

—Aww, no seas así. Sabes que ella todavía piensa que colgaste las estrellas.
Recién ahora tiene un papá que colgó la luna.

—Lo sé. Sabes que estoy muy feliz por ti, ¿verdad, Mils? —Pregunto.

—Sí, Hunt. Sé que lo estas. Simplemente no estás acostumbrado a compartir


el amor de Lily con nadie. Incluso con mamá y papá, tú eras lo primero en
sus ojos, incluso sobre mí a veces. Sin embargo, solo porque la mimabas.

Eso me hace reír. —No puedo evitar que ella me quiera más.
—Sí, sí. Lo que sea. —Tiene razón, es un poco difícil compartir a mi sobrina,
pero estoy realmente feliz de que ella y Mila tengan a Grant en sus vidas
ahora.

—Entonces, ¿me llamaste para decirme que mi sobrina me ama un poco


menos ahora o había algo más?

—Estaba llamando para comprobar y ver si ibas a ir al jueves de Acción de


Gracias de papá y mamá. Lily ha estado preguntando por ti.

—Lo sé, lo siento. He estado ocupado con el trabajo, pero tengo el jueves libre.
Voy a estar allí. —Miro hacia arriba y Jack se está tapando la cara. Por la
forma en que está devorando la hamburguesa, pensarías que no ha comido
en años.

—¿Y ocupado cortejando a mi mejor amiga? —Puedo escuchar la sonrisa en


su voz.

—Bueno, mira la hora, mi almuerzo ha terminado. Te veré en casa de mamá.


Te quiero, besa a Lilybug por mí.

—No te vas a salir tan fácil. No puedes ver a mi mejor amiga en toda mi fiesta
de compromiso y luego seguirla, pasar una gran cantidad de tiempo en su
casa y luego no decirme qué está pasando. Ella es mi mejor amiga y si se trata
de elegir bando, la elegiré a ella.

—Habla sobre la lealtad familiar. Te quiero, Mils. —No estoy hablando de Jess
con Mila, al menos no todavía.

—Bien, adiós, Hunt. Continuaremos esta conversación el jueves cuando


pueda preguntarles a ti y a Jess, ya que ella estará allí. —Entonces Mila
cuelga.

—¿Esa era Mila? —pregunta Jack, con la boca llena de comida.

—De verdad, amigo, eres un cerdo. No tengo ni idea de cómo te soporta


Hannah. Sí, era ella. —Doy un bocado a mi hamburguesa con queso y tocino.
Maldita sea, esto es lo mejor. Me meto tres papas fritas en la boca.
—¿Soy el cerdo? Simplemente te metiste la mitad de la comida del plato en tu
boca de una vez —bromea Jack—. ¿Cómo está ella? ¿Sigue enamorada de ese
jugador de béisbol? ¿Y Lily? Mase ha estado preguntando para verla.

Lily y Mason han pasado el rato varias veces cuando ella estaba en mi casa.
—Ambos lo están haciendo bien. Hablaré con Mila cuando la vea sobre la
próxima vez que pueda traer a Lily. Ella simplemente llamó para ser
básicamente ella misma entrometida.

—¿Entrometida sobre qué?

—Quiere saber qué está pasando entre Jess y yo. Dijo que, si se trataba de
elegir lados, elegiría el lado de Jess.

—Vaya, hombre, eso es duro —se ríe, tomando su agua—. Sin embargo,
puedo ver de dónde viene. Esta es su mejor amiga. Si las cosas no funcionan,
la pone en el medio, y seamos sinceros, eres un chico, así que si sale mal
probablemente sea por algo que hiciste.

—Gracias por el voto de confianza. Realmente no veo lo que Hannah ve en


ti. —Dejo la servilleta en mi plato vacío y me paro para pagar en el mostrador.

Hace un gesto a su rostro y cuerpo. —Esto es lo que ella ve. Desearías ser tan
sexy como yo, hombre. Quizás entonces, Jess no se habría escapado esa
primera noche —se ríe.

—Vete a la mierda. —Pago el almuerzo y luego salgo de la cafetería. Sabe que


es un tema delicado para mí.

Me encuentra en el auto. —Aww, hombre, vamos, sabes que solo estaba


bromeando.

Asiento con la cabeza. Entra una llamada y volvemos a hacerlo. Su


comentario olvidado.
Capítulo Catorce

Jess
—Tía Jessie, tu teléfono está zumbando. —Lily señala la mesita donde mi
teléfono vibra con varios mensajes de texto.

—Lo sé, Lilybells. Lo comprobaré en un segundo, tengo que terminar de


pintar este pie. —Le paso el esmalte rosa intenso por las uñas de los pies.

Lily y yo estamos teniendo un cambio de imagen/pijamada. Intento tenerla


al menos una vez al mes porque me encanta pasar tiempo con ella. Esta niña
me robó el corazón en cuanto nació. Parecía una muñequita perfecta, y desde
ese día la he vestido como tal. Le encanta venir a mi casa porque la dejo que
me maquille y me peine, vemos películas de Disney y nos damos un atracón
de comida basura. Definitivamente soy la tía divertida.

—No te muevas o lo estropearás, ¿de acuerdo? —Sonrío. Lily ya se retuerce


dispuesta a salir corriendo a jugar. Esta niña no se queda quieta ni un
minuto si puede evitarlo. Alargo la mano y tomo el teléfono de la mesa. El
primer mensaje que veo es de Mila, comprobando. Se tomó la noche libre
para que ella y Grant pudieran tener una cita, que es otra razón por la que
tengo a Lily esta noche.

—Oye, Lils, ¿quieres enseñarle a mamá tus bonitos dedos? —Ella asiente
con entusiasmo y yo hago una foto y la envío, diciéndole a Mila que no se
preocupe, que nos estamos divirtiendo. El segundo mensaje es de Hunter.

Hunter: Hola, Dimples. He oído que vas a estar en Acción de Gracias.

Yo: Siempre vengo de vacaciones. ¿Por qué la noticia? LOL

Hunter: Voy a estar allí también, ya sabes.


Yo: Me imaginé que lo estarías ya que es la casa de tus padres.

Hunter: Bien, listilla. ¿Cómo vamos a jugar a esto?

Lily está sentada no tan pacientemente en el sofá mientras le envío un


mensaje a Hunter. Toco ligeramente con la yema del dedo su esmalte para
ver si está seco. Cuando veo que lo está, hago un gesto con la cabeza hacia el
pasillo. —Lilybells, ¿por qué no te pones la pijama? Luego ven a elegir qué
película quieres ver esta noche. Yo traeré los bocadillos. ¿De acuerdo?

—Bien, tía Jessie. —Se levanta del sofá y salta por el pasillo.

Yo: ¿De qué estás hablando?

Hunter: Estoy hablando de nosotros, ¿cómo vamos a actuar en casa de


mis padres?

Yo: ¿Nosotros?

Envío el mensaje y voy a la cocina a tomar la caja de Raisinets y SweetTarts


de la despensa. Luego tomo las palomitas y las meto en el microondas.
Disfruto jugando con Hunter. He tenido los mismos pensamientos desde que
tuvimos nuestra cita anoche. No sé cómo debemos actuar el jueves. ¿Quiere
decirle a su familia que nos estamos viendo? Se tomó la molestia de no decir
nada sobre nuestra cita, así que supongo que quiere que quede entre
nosotros. Por ahora.

Mi teléfono vibra en la encimera justo cuando suena el microondas. No es


un zumbido de texto, pero sí de una llamada telefónica. Miro el identificador
de llamadas y veo el nombre de Hunter. No espera a que le salude antes de
hablar.

—¿Qué demonios fue ese último texto? ¿Estás diciendo que no hay un
nosotros?

—Hola a ti también, Hunter, ¿cómo estás? —digo sarcásticamente.

—Déjate de tonterías. Creí que había sido claro en la cita de ayer, y pensé
que lo habías entendido.
—¿Entendido qué? —Sonrío.

—Que quiero que haya un nosotros. Quiero ver a dónde puede llegar esto.
Ahora me envías mensajes vagos como la mierda, como si ayer fuera un día
más. O que no quieres ver a dónde van las cosas entre nosotros.

—Lo entendí, Hunter, estaba bromeando contigo. Francamente, no sé cómo


debemos actuar. ¿Quieres decírselo a todos?

—No lo sé. Quería pasar un poco más de tiempo sin que toda mi familia diera
su opinión, pero tampoco sé cómo voy a pasar un día entero contigo tan
cerca y sin poder tocarte o besarte.

Vaya, sabe exactamente qué decir para que se me salga el corazón del pecho.
—Estoy de acuerdo, creo que deberíamos darnos un poco más de tiempo. Me
conoces de toda la vida, hemos tenido cientos, tal vez miles, de comidas
juntos y te las arreglaste para mantener tus manos, y tus labios, para ti. Una
más no debería ser un problema.

—Esas comidas fueron antes de saber lo que se sentía al tener tu cuerpo


apretado contra el mío mientras saboreaba tus labios dulces como el
caramelo. O antes de saber cómo te veías a horcajadas en mi regazo.

—Tendrás que arreglártelas —me río. Oigo a Lily haciendo ruido en el salón.
Tengo que entrar ahí—. Hunter, tengo que irme. Tengo a Lily para esta noche
y estamos a punto de ver una película. Necesito entrar con los bocadillos
antes de que haya un motín.

—No sabía que tenías a Lilybug esta noche. ¿Quieres que vaya y te haga
compañía?

—Por muy tentador que parezca, lo siento, es noche de chicas. No se


permiten chicos. Hablamos más tarde. Adiós, Hunt.

—Valía la pena intentarlo. Asegúrate de que tus puertas estén cerradas y


diviértete. Adiós, Dimples.

Hunter cuelga y yo me quedo con el teléfono pegado al pecho. El mero sonido


de su profunda voz hace que me flaqueen las rodillas. Tiene razón con lo de
la cena. No sé cómo voy a pasar una comida con su familia sin que descubran
que hay algo entre nosotros. Me saca de mis pensamientos una niña de cinco
años muy exigente.

—¡Vamos, tía Jessie! ¿Por qué tardas tanto? —Esta niña, te lo digo yo. Recojo
los bocadillos y me dirijo al salón. Está acostada en el sofá con su muñeca
Ariel y su almohada y manta. Veo la Bella y la Bestia sentada en la mesa de
centro.

Lily y yo cantamos todas las canciones y nos acabamos todos los bocadillos
y caramelos. Cuando llega la hora de irse a la cama, la llevo al baño para que
se lave los dientes y se quite el maquillaje del rostro. Decido lavarme el rostro
también. Lily aún no ha aprendido la regla de "menos es más", así que tengo
medio kilo de colorete, sombra de ojos y labial.

Lily se queda dormida rápidamente. Probablemente en un coma de azúcar.


Después de comprobar todas las puertas, me voy a la cama. Y sueño con mi
propia bestia. Una con los ojos más verdes y una sonrisa perfecta.

Es Acción de Gracias y me estoy preparando para ir a casa de los Carter.


Estoy de pie en nada más que una toalla, tratando de pensar en qué
ponerme. Quiero estar guapa pero no quiero que parezca que me estoy
esforzando demasiado. Por suerte, es un día de fiesta, así que se espera que
me vista bien.

Saco mis pantalones pitillo envejecidos de color oscuro y un top de color


melocotón que me compré hace unas semanas pero que aún no me he
puesto. Los jeans son muy bonitos, pero también son elásticos y cómodos.
Lo cual es bueno porque pienso comer mi peso en la cocina de Mamá Carter.

La camisa tiene un escote redondo lo suficientemente bajo como para ser


sexy, pero sin dejar de ser informal. Está hecha de algodón fluido y tiene una
manga de tres cuartos. La espalda tiene un diseño entrecruzado en la parte
superior que muestra la parte superior de mi espalda. Completo el conjunto
con mis botines negros.
Mantengo mi maquillaje súper ligero, sólo un poco de rímel, delineador de
ojos y brillo de labios. Después de todo, no es que no me haya visto antes sin
maquillaje. Tomo mi bolso y el pastel de chocolate que he recogido para
llevármelo. Cuando llamé a mamá Carter a principios de esta semana, para
comprobar si tenía que llevar algo, por supuesto me dijo que no tenía que
llevar nada, pero después de insistir me dijo que si me apetecía podía llevar
algo de postre.

Llego a la casa de estilo colonial en la que los Carter han vivido siempre. Veo
que Mila, Grant y Lily ya están aquí. No veo la camioneta de Hunter. Llamo
a la puerta y entro. Ya no espero a que respondan. Recuerdo la última vez
que lo hice; me regañaron sobre cómo la familia no espera a ser invitada a
entrar, siempre son bienvenidos.

Me asomo a la sala de estar que hay junto a la entrada, para ver dónde están
todos. El Sr. Carter y Grant están sentados allí viendo el fútbol. Me oyen
entrar y miran hacia mí.

—Hola, forastera. Por fin te has acordado de dónde vivimos, ¿eh? —Bromea
el Sr. Carter, levantándose de su silla para abrazarme.

Le doy un beso en la mejilla. —No, sólo recordé dónde estaba la comida.

—Oh, ¿es eso lo que hace falta para que vengas, sobornarte con
comida? —Cruza los brazos sobre el pecho y me sonríe.

—Estuve aquí hace unas semanas, viejo loco. —Saludo a Grant—. Hola,
Grant.

—Hola, Jess. ¿Cómo estás? —Se levanta y me da un abrazo con un solo


brazo, luego vuelve a sentarse en el sofá.

—Laura y Mila están en la cocina. Será mejor que lleves esa tarta allí y las
saludes —dice el Sr. Carter.

—Déjame ir a ver si necesitan ayuda. ¿Necesitan algo de ahí dentro? —Los


dos dicen que no y voy a la cocina.
—Bueno, ahí estás. —Mamá Carter viene alrededor de la isla, con los brazos
extendidos. Dejo la tarta y le devuelvo el abrazo. Se aparta, pero me mantiene
a distancia—. Qué guapa estás. Estoy obsesionada con esa blusa.

Mila levanta la vista de sacar el pan de maíz del horno y mira mi vestuario
de arriba abajo. —Ese conjunto se ve muy bien. ¿Tienes una cita caliente
después? —Me mira con una ceja alzada. Sé que está buscando información
sobre Hunter y yo. Sé que la ha estado matando no tener todos los detalles
de lo ocurrido desde nuestra charla fuera de la heladería.

—No, no hay cita. Y no es elegante, son jeans y un top. —Me ocupo de sacar
los platos del armario.

Oigo a Mila detrás de mí decir: —Uh huh —y luego seguir poniendo el pan
de maíz en la cesta.

—¿Dónde está Lily? —Digo, esperando cambiar de tema.

—Está fuera en el columpio. —Mila señala con la cabeza la ventana que hay
sobre el fregadero. Lily está corriendo, subiendo y bajando por el tobogán
que está unido al columpio. Su vestido está cubierto de suciedad. Esa niña
puede ser una princesa, pero seguro que sabe cómo ensuciarse.

—Creo que tendrás que lavar ese vestido unas cuantas veces para quitar
toda esa suciedad. —Le sonrío a Mila.

—Sí. Le hemos traído una muda de ropa. Sabía que ese vestido no iba a
durar una hora después de llegar aquí.

Estoy colocando los cubiertos en la mesa cuando oigo abrirse la puerta


principal. Lo siento antes de verlo. Siento como si todo el aire hubiera sido
succionado de la habitación. Siento un cosquilleo en la columna vertebral.
Cuando me doy la vuelta, Hunter está de pie en la puerta. Su mirada recorre
mi cuerpo hacia mi rostro. Cuando establecemos contacto visual, todo y
todos los demás en la habitación desaparecen. Mi corazón empieza a
acelerarse y me limpio las palmas de las manos en los pantalones.

Hunter sonríe, sabiendo que me afecta. Desplazo mis ojos por su cuerpo.
Lleva una camiseta azul claro, que resalta el poco azul de sus ojos verdes, y
unos jeans oscuros. La camisa le cruza el pecho y se puede distinguir el
contorno de su impresionante estómago. Recuerdo lo que sentí al sentir cómo
se flexionaban esos músculos al pasar mis dedos por ellos de camino a su
cintura.

Contrólate, Jess. Estás mirando fijamente. Hunter rompe el contacto visual y


va a abrazar a su madre. —Hola, mamá. Todo se ve muy bien. ¿Estás
alimentando a un ejército de nuevo?

—Chico, no actúes como si tuviéramos muchas sobras. Podrías comerte un


pavo tú solo.

—Si no fueras tan buena cocinera, no tendríamos este problema. —Le besa
la sien y va a abrazar a Mila.

—Hola, Mils.

—Hermano mayor. —Nos mira a él y a mí. Los ojos de Hunter se centran


únicamente en mí—. Le estaba diciendo a Jess lo bonito que era su traje.
¿Qué es lo que opinas tú?

—Está preciosa —dice simplemente. Mis mejillas se enrojecen al instante.

—Gracias. —Mi voz suena un poco entrecortada, pero no hay nada que yo
pueda hacer al respecto.

Mamá Carter se aclara la garganta y le da a Hunter una cerveza. —Ve a


reunirte con Grant y tu padre en el salón. Sal de mi cocina. —Lo empuja
hacia el salón. Cuando pasa, me lanza un guiño.

Mamá Carter y Mila me sonríen. Esas sonrisas dicen que lo saben. Saben
que algo está pasando. Estúpido Hunter. Tenía que decir que me veía
hermosa. No podía simplemente encogerse de hombros.

Trabajamos codo con codo para terminar la cena. Yo trabajo en el relleno y


el puré de patatas dulces.

Mila y su madre hablan de la boda. Lanzo comentarios cuando lo necesito,


pero estoy esperando a que caiga la bomba. Es imposible que Mila no me
acorrale y me haga un millón de preguntas.
Cuando termino el puré de patatas, me dirijo al baño. Me miro en el espejo.
Puedes hacerlo. Sólo es una cena. Deja de estresarte. Puedes con Mila.

Me ocupo de mis asuntos, me lavo las manos y salgo al pasillo. No llego muy
lejos antes de que Hunter me ponga contra la pared.

—Hunter... —Me detienen sus labios.

Me besa como un muerto de hambre. Sé que nos pueden pillar, pero no


puedo hacer que me importe cuando los labios de Hunter están contra los
míos.

Finalmente se aleja. —¿Por qué tienes que ser tan irresistible? No puedo
dejar de pensar en ti. Mi padre y Grant están discutiendo sobre el juego, y
todo lo que puedo pensar es en sacarte de esta casa, para tenerte para mí.

Me muerde el labio inferior. Pongo mi mano en su pecho y me alejo.


—Hunter, cualquiera podría venir a buscarnos.

—Estos labios merecen el riesgo. —Me pasa el pulgar por el labio inferior y
luego vuelve a sustituir el pulgar por los labios. Encierra su mano detrás de
mi cuello, sujetándome.

Maldita sea, sabe besar. Presiono mi cuerpo más cerca. No tengo suficiente.
Estoy tan absorta en el beso que no oigo el ruido de los pies que se acercan
hasta que es demasiado tarde.

—Tío Hunt. ¿Por qué besas a la tía Jessie? ¿Te vas a casar? —Lily está de
pie junto a nosotros, mirando confundida.

Intento apartar a Hunter, pero él entierra su cara en mi cuello para disimular


su risa. Finalmente se compone y mira a su sobrina.

—No, bicho. No nos vamos a casar.

—Mamá y papá se besan y se van a casar. Los abuelos también.

—Besarse no significa que vayamos a casarnos, es que me gusta mucho tu


tía Jessie.
—¿No quieres casarte con mi tío Hunt? —Su pregunta va dirigida a mí.

—Uhhh... yo ummm... —Miro a Hunter en busca de ayuda, pero él me mira


fijamente, con los brazos cruzados sobre el pecho y una enorme sonrisa en
la cara.

—Sí, Jess, ¿quieres casarte conmigo? —Entorno los ojos hacia él. Luego me
pongo en cuclillas frente a Lily.

—Como dijo tu tío, que nos besemos no significa que nos casemos, pero me
gusta mucho. Soy su novia.

—De acuerdo. ¡Pero deberías casarte! —grita y entra en el baño. Me doy la


vuelta para mirar a Hunter.

—¡Eres un idiota! Me has dejado tirada. —Susurro.

Me atrae contra él. —Sólo quería ver qué dirías. Tenía curiosidad por saber
si te casarías conmigo.

—Si esa es tu propuesta, ¡entonces no! Tienes que hacer algo mejor que eso.
Y quizás esperar hasta después de nuestra décima cita.

—Así que puedo dejarte embarazada después de nuestra tercera cita, pero
tengo que esperar hasta la décima para proponerte matrimonio. Eso es un
poco atrasado.

—Somos nosotros. —Me alejo—. Alguien se dará cuenta de que ambos nos
hemos ido. No necesitamos echar más leña al fuego. —Hunter se ríe detrás
de mí. Idiota.
Capítulo Quince

Hunter
No puedo dejar de reírme. Esta situación es divertida. Mi sobrina me pilla
besando a su tía y quiere saber si nos vamos a casar. El rostro de Jess no
tiene precio.

Sé que no debería haberla seguido hasta el baño y haberla acorralado en el


pasillo, pero no pude mantener mis manos ni mis labios por más tiempo. No
dejaba de pensar en lo guapa que estaba cuando entré en la cocina, también
podía oírla hablar desde allí. Sólo quería estar cerca de ella.

Cuando Lily sale del baño, todavía estoy de pie en el pasillo. —Vamos, tío
Hunt. Mamá y la abuela dicen que la cena está lista. —Me toma de la mano
y me lleva al comedor.

Todo el mundo está reunido alrededor de una mesa repleta de comida. Mi


madre siempre va más allá en cada fiesta. Nadie se va nunca de la mesa con
hambre. Incluso hornea algunas tartas o prepara algunos platos adicionales
y los lleva al centro comunitario local para su cena anual para los menos
afortunados. Mi madre es una santa.

Todos los asientos están ocupados excepto el de al lado de Jess. Mi familia


los entrometidos. Todos nos estamos atiborrando demasiado como para
hablar mucho. Lily está picoteando sus coles de Bruselas y negociando
cuántas tiene que comer. Mila está de acuerdo en que cuatro es un buen
número; sabiendo que peleando no conseguirá comer más.

Le hago muecas mientras me como las coles de Bruselas que la hacen reír.
He tenido mi mano discretamente apoyada en el muslo de Jess casi toda la
cena. Ella no me hace moverla. Se limita a comer y a actuar como si nada
fuera raro o diferente.
Después de eso, todos empezamos a comer pastel. Yo tengo una rebanada
de calabaza y otra de chocolate que sé que trajo Jess, las chicas empiezan a
hablar del vestido de niña de las flores que Mila encontró para Lily la semana
pasada.

Lily interviene: —Mami, ¿puedo llevar también mi bonito vestido a la boda


de la tía Jessie y el tío Hunt?

Todos miran a mi sobrina con expresión de sorpresa. Yo miro a Jess; tiene


los ojos desorbitados y su tenedor está parado a medio camino de la boca.
Adivino esperando que Lily no dijera lo que vió en el pasillo era un poco
exagerado.

Mila se vuelve hacia Lily y le pregunta: —¿De qué estás hablando, nugget?
No se van a casar. —Nos mira a Jess y a mí.

—Vi al tío Hunter besando a la tía Jessie como se besan tú y papá. Jessie
me ha dicho que es la novia del tío Hunter, pero creo que deberían casarse
como tú y papá, para que pueda volver a ponerme mi bonito vestido.

La lógica de una niña de cinco años. Acaba de delatarnos a Jess y a mí


porque quiere llevar un vestido. Vaya.

—¿Novia? —grita mi madre—. ¿Por fin has entrado en razón y te has ganado
a esta chica? —Me dirige la pregunta a mí. Jess todavía tiene una mirada de
sorpresa en su rostro.

Respiro profundamente. —Bien, ya que el gato está fuera de la bolsa.


—Entrecierro falsamente los ojos hacia Lily—. Sí, Jess y yo estamos
saliendo. —Pongo mi mano encima de la suya y me giro para mirarla.

Su rostro es una mezcla entre sorpresa y enfado. ¿Por qué iba a estar
enfadada? Por fin ha salido a la luz. Ya no tenemos que escondernos.

Escoge su expresión y se vuelve hacia todos y sonríe. Mi madre salta de la


mesa y abraza a Jess y luego a mí.

—¡Estoy tan feliz por los dos!


Mi hermana sonríe de oreja a oreja. —¡Lo sabía! Sabía que algo seguía
pasando. Me has estado ocultando algo —acusa Jess—. Pero como eres feliz,
lo dejaré pasar, aunque seas feliz con el idiota de mi hermano mayor.

—¡Oye! Eso es una grosería —digo.

—Sabes que te quiero. —Me saca la lengua como cuando éramos niños.

—Sí, sí.

El resto de la cena es bastante tranquila. Mi madre y Mila le preguntan a


Jess sobre nuestra primera cita. Ella les da las respuestas que quieren, pero
sus respuestas carecen de mucho entusiasmo. Nadie más parece darse
cuenta de que su humor ha decaído. Sin embargo, he pasado muchos años
observando a esta chica desde lejos, así que puedo leerla como un libro.

Después de que todos terminamos de atiborrarnos, Jess dice que está lista
para irse. Está cansada y quiere echarse una siesta en casa. Sé que es una
excusa, pero como necesito tenerla a solas para saber qué le pasa, no se lo
digo.

—Te seguiré a casa —le digo cuando la acompaño a su auto.

Ella suspira. —Hunter, realmente estoy cansada. Sólo quiero ir a casa sola.

—Cariño, algo ha estado mal contigo desde que le dije a mi familia estamos
saliendo. Ahora, o bien podemos tener la conversación que hay que tener
aquí mismo, con toda mi familia mirando por la ventana. —Hago un gesto
con la cabeza en dirección a la ventana delantera. La cortina cae en su sitio.

—O puedo seguirte a casa y podemos tener esta conversación en privado. Tú


eliges.

Parece sopesar sus opciones y finalmente dice: —Bien. Nos vemos en mi


casa.

Sin decir nada más, sube a su auto y se aleja.

Me despido rápidamente de todos y conduzco los menos de diez minutos que


me separan de la casa de Jess.
Llamo a la puerta. Algo que no he estado haciendo, pero basándome en su
estado de ánimo de antes, supuse que no le gustaría que usara mi llave.

Tarda unos minutos en contestar y, cuando lo hace, me doy cuenta de que


se ha puesto sus pantalones "acogedores" —ella los llama así, no yo—, que
son unos pantalones negros de yoga con aspecto de estar muy gastados, y
una camiseta azul de manga larga.

Se aparta de la puerta para que pueda entrar. Me quedo en la entrada.

Camina hacia la sala de estar, pero no se sienta.

—Entonces, ¿me vas a decir qué pasa? Estabas bien hasta el anuncio de Lily
y luego algo pasó. Tu estado de ánimo cambió.

—Es que no esperaba decirle a todo el mundo que estamos saliendo.

—Está bien, ¿entonces por eso parecías enfadada al principio y luego


tranquila? Sólo porque no querías que mi familia supiera que estamos
saliendo.

—¿Es eso lo que estamos haciendo? Quiero decir, hemos tenido una cita
oficial. Sí, me gusta pasar tiempo contigo, pero acordamos ir despacio.
Decirle a toda tu familia que estamos juntos no es lento.

Ahora, soy yo el que está enfadado. —¿Qué quieres decir con "estamos
saliendo"? Tú eres la que le dijo a Lily que eras mi novia. Esa es la definición
de salir. En cuanto a lo de la lentitud, lo respeto, pero llega un momento en
que tienes que abrirte a mí.

—¡Lily tiene cinco años! ¿Qué querías que dijera? ¿Que soy la mujer a la que
tu tío se folló una vez y ahora está pasando el tiempo con ella? —Ahora me
está gritando en voz baja.

Avanzo hacia ella. —Sabes muy bien que eres mucho más que eso. He sido
sincero con mis sentimientos desde el principio. Tú eres la que se fue esa
noche. Tú eres la que ha estado levantando muros desde que empezamos
todo esto, incluso desde la fiesta de compromiso de Mila. —Aprieto los
dientes.
—Pensé que habíamos progresado en nuestra cita. Creí que por fin había
traspasado algunos de esos muros y había conseguido que tu testarudo culo
comprendiera que me importas mucho. Nunca he sentido esto por nadie. Así
que decirle a mi familia que estamos juntos me pareció lo correcto.

—Hunter, me gustas y me importas también. Me importas más de lo que


nunca pensé que podría o debería. Pero tienes que entender lo aterrador que
es para mí. Decirle a tu familia lo hace real. No somos sólo tú y yo; ellos se
involucran en esta relación. Viste lo feliz que estaba tu familia de que
estuviéramos juntos. ¿Qué pasa si no funcionamos?

—Ahí es donde te equivocas. Somos sólo tú y yo. Somos los únicos dos en
esta relación. Nuestros sentimientos son los únicos que importan.

—Bien, sacamos a tu familia de esto. La mía sigue jugando un papel.

Mi cara se arruga de confusión. —¿Tu familia? Jess, ¿qué quieres decir?


Ellos...

—Muertos. Están muertos. He perdido a casi todas las personas que he


amado. Ahora, me preocupo por ti. Dejarme amar por ti sería tan fácil.

Sonrío. La idea de que me quiera hace que se me caliente el pecho.

—Eres un policía, Hunter. Te pones en peligro, sólo para salvar a otra


persona. Eres un héroe. Esa es una de tus mejores cualidades, pero también
es la cualidad que me asusta. Podrías morir. Podría amarte y tú podrías
morir. Dejándome. O digamos que un día tenemos una familia, dejándolos.

Maldita sea esta mujer. —Sí, mi trabajo es peligroso. Cualquier cosa puede
pasar, pero eso es sólo una excusa para ti. Tomo todas las precauciones de
seguridad para asegurarme de estar a salvo. Sólo buscas razones para que
tus paredes sigan en pie.

Su rostro se pone rojo. —¡Cómo te atreves a decirme eso! ¿Una excusa? No,
es un miedo atroz a perder a alguien más. ¡He perdido a todo el mundo!

—No has perdido a Mila, Lily o a mis padres. Diablos, incluso has ganado a
Grant. Y no me has perdido a mí. Al menos no todavía. Puedo luchar con los
mejores, pero si no estás dispuesta a luchar un poco, no sé cómo podremos
durar.

Sus hombros se desinflan. —Tengo miedo —dice con voz entrecortada. Con
esa afirmación, veo a una mujer que realmente ha perdido mucho y está
dolida.

La traigo a mis brazos y aliso mis manos sobre su cabello. —Shhhh. Lo


sé. —La abrazo un minuto más. Me alejo lo suficiente como para poder
verla—. Dimples, necesito que pienses en algo.

—Sabiendo que ibas a perder a tus padres e incluso a la abuela, ¿te quitarías
el tiempo que tenías con ellos para evitar el dolor?

Parece sorprendida. —Por supuesto que no.

—Ok, ¿quieres apartar a Mila y Lily de tu vida porque podrías perderlas?


Quiero decir, estuvieron en ese accidente de auto. ¿Querías dejarlas y no
volver a mirar cuando te dieras cuenta de la gravedad del accidente al llegar
al hospital?

—No.

—Entonces, ¿por qué soy tan diferente? ¿Por qué estás dispuesta a renunciar
a algo que es tan raro y que todo el mundo busca, sólo porque yo podría
morir? —Se estremece ante la última palabra—. Quiero decir, cariño, podría
perderte. Podrías ser atropellada por un autobús o por la caída de un piano.
O, mierda, podrías cansarte de mí y destrozarme el corazón. La vida es loca e
impredecible. No sabes lo que va a pasar. Sabiendo eso, todavía quiero estar
contigo. Reírme contigo. Hacer el amor contigo. Quiero crear muchos
recuerdos para que, si te pierdo, los tenga siempre.

Una lágrima se escapa de los ojos de Jess. —¡Maldita sea, Hunter! Eso no es
justo. ¿Cómo se supone que una chica va a mantener su corazón cuando me
estás endulzando con la maldita poesía? —Ella sonríe.

Echo la cabeza hacia atrás y me río. —¿Qué puedo decir? No peleo


limpiamente. —Me inclino y planto mis labios en los suyos. Se supone que
es rápido y dulce, pero rápidamente se vuelve caliente y frenético. Jess me
rodea el cuello con los brazos y trata de acercarme.

Al no sentirse lo suficientemente cerca, se pone de puntillas. Pongo mis


manos bajo su culo y la levanto. Ella rodea mi cintura con sus piernas y
bloquea sus pies en mi espalda.

Empiezo a caminar hacia el sofá, pero Jess aparta su boca de la mía.


—Dormitorio. —Entonces reanuda el beso.

—Jess. Dijiste lento. Si vamos al dormitorio, lento es lo último que va a


pasar. —Gruño cuando ella tira de mi labio inferior entre sus dientes.

Joder. Esta mujer está tratando de ponerme a prueba.

Empieza a hablar entre besos. —Yo. —Beso—. Te.


Deseo. —Beso—. A. —Beso—. Ti. —Beso—. Ahora.

—Sólo tengo un límite de contención, cariño.

—No quiero restricciones. Quiero que me folles como sólo tú puedes hacerlo.
Tienes mi corazón completamente, ahora quiero que tengas mi cuerpo.

Un hombre no puede aguantar mucho, y oírla decir esas palabras es mi


punto de ruptura. Aprieto mi boca contra la suya y me dirijo al dormitorio.

Deslizo su cuerpo por el mío, poniendo sus pies a los pies de la cama. —Para
lo que quiero hacerte, te necesito con mucha menos ropa. —Deslizo mi dedo
por la banda de sus pantalones de yoga. Le pregunto por última vez si está
segura.

Me hace un gesto de confianza con la cabeza. Eso es todo lo que necesito. Le


bajo los pantalones de yoga y los hago descender por sus largas y hermosas
piernas en un abrir y cerrar de ojos. Luego vienen las bragas.

Jess se quita la camisa antes de que pueda llegar a ella. —Impaciente,


¿verdad? —Me río, pero me detengo al ver que sólo lleva un sujetador negro
de encaje. Gracias a la luz del atardecer que entra por la ventana, puedo
distinguir sus pezones a través del material.
Sus pezones se endurecen bajo mi mirada. Ahora soy yo el impaciente. Voy
a quitar mis jeans, pero Jess me mueve las manos.

Sacudiendo la cabeza, dice: —No, este es mi trabajo. Me has desnudado. Es


mi turno.

—Por supuesto, cariño. —Se arrodilla frente a mí. Maldita sea. Me


desabrocha y me baja la cremallera de los jeans, que se me acumulan en los
tobillos. Salgo de ellos y los aparta. A continuación, lleva ambas manos a la
cintura de mis bóxers y los desliza lentamente hacia abajo.

Mi polla está tan dura ahora mismo que se sale de mi ropa interior y apunta
hacia arriba, justo delante del rostro de Jess.

Jess me sonríe y luego rodea mi polla con su pequeña mano. Gimo en el


fondo de mi garganta. Mierda, eso es increíble.

Me acaricia la polla de arriba abajo, girando ligeramente su muñeca en la


cabeza. —Tienes el pene más bonito.

—Awww, maldita sea, Dimples. Ningún hombre quiere que su polla sea
llamada bonita. O que le llamen pene.

—¿Cómo quieres que lo llame entonces? Es bonito.

—En primer lugar, llámalo polla o verga. No pen…

Antes de que pueda terminar mi pensamiento, Jess se inclina hacia delante


y se lleva la cabeza de mi polla a su boca caliente. Cuando me roza la cabeza
con la punta de la lengua, siento que mis rodillas empiezan a temblar.

—Ahora, ¿decías? ¿Puedo llamar a tu polla bonita? —Me introduce más hacia
su boca. Enhebro mis manos en su cabello.

A través de los dientes apretados, digo: —Cariño, si sigues chupándome la


polla así, puedes llamarlo como quieras.

Durante unos minutos me pierdo en la sensación de su boca caliente y


húmeda sobre mí. Siento el cosquilleo revelador en mis bolas, mi liberación
está cerca. De mala gana, alejo la boca de Jess y la pongo de pie.
—No me voy a correr en tu boca. Al menos no ahora. Quiero correrme cuando
esté tan dentro de tu coño que no sepas dónde me detengo yo y dónde
empiezas tú.
Capítulo Dieciséis

Jess
—...quiero correrme cuando esté tan dentro de tu coño que no sepas dónde
me detengo yo y dónde empiezas tú.

Si llevara bragas, estarían ardiendo. Aprieto los muslos.

—Ahora sube a la cama y extiende esos hermosos muslos para mí. —Hago
lo que me pide. Me arrastro por la cama, con el culo al aire. No llego muy
lejos antes de sentir la mano de Hunter golpear la nalga izquierda de mi culo.

Grito. —No presumas de ese dulce culo delante de mí si no quieres que haga
algo al respecto. —Lo miro por encima del hombro. Sus ojos están oscuros
de deseo mientras mira mi culo. Pone la mano alrededor de su polla y le da
un tirón.

Muevo un poco el culo. —Oh, chica traviesa. ¿Quieres que te azote? Bueno,
todo lo que tienes que hacer es pedirlo.

Me da dos golpes más. Estoy jadeando. Esto es muy caliente. Nunca pensé
que me gustara que me azotaran, pero tengo la sensación de que si Hunter
es quien lo hace, me gustaría cualquier cosa. Hunter me sigue en la cama,
me agarra por las caderas y me pone de espaldas.

Acomoda su cuerpo entre mis piernas. Empieza a besar entre mis pechos.
Me pasa la lengua por el pezón a través del sujetador. Su boca recorre mi
clavícula y sube por mi cuello. Muevo las caderas para frotar mi centro
desnudo contra su dureza.

Me gruñe al oído y tira del lóbulo de mi oreja entre sus dientes. —Estás muy
mojada, nena. Realmente eres una chica traviesa. Te han encantado mis
manos en tu culo, ¿verdad?
Giro la cabeza y beso su boca. Luego susurro: —Sí. —Mis labios rozan los
suyos mientras hablo.

—Quiero tomarme mi tiempo, cariño. De verdad que sí. Pero he esperado


meses para volver a entrar en este coño. Estás mojada y lista, nena, no puedo
esperar. Prometo que la próxima vez me tomaré todo el tiempo del mundo.

—Deja de hablar, Hunter, y métete dentro de mí. —Arqueo la espalda.

Se acerca y pasa la cabeza de su polla por mi apertura, aplicando una ligera


presión sobre mi clítoris. Después de unas cuantas veces, gimoteo. —¿Esta
es tu definición de “prisa”?

Al segundo siguiente, Hunter me llena por completo de un solo golpe. Grito.


—Joder, nena, estás hecha para mi polla. Te sientes tan bien. —Se retira
casi por completo y vuelve a entrar lentamente en mí.

La cabeza de su polla acaricia mis paredes. Continúa su ritmo lento,


volviéndome loca. —Hunter, necesito más. Más rápido.

—Lo que tú quieras. —Acelera y sube mis piernas a sus caderas,


profundizando. No pasa mucho tiempo antes de que sienta la tensión en la
parte baja de mi estómago—. Ya casi estoy ahí. Estoy muy cerca.

—Córrete por mí. —Es como si sus palabras desencadenaran mi


orgasmo—. Eso es, aprieta fuerte mi polla, nena. Estoy ahí contigo. —Lo oigo
gruñir y siento cómo su polla se retuerce dentro de mí, cómo me llena.

Los dos estamos sudados y jadeantes. No quiero moverme. Mis miembros se


sienten tan pesados. Mi cuerpo está tan agotado. Sé por qué es un tópico
que la gente se duerma justo después del sexo.

El sexo con Hunter es tan perfecto y agotador.

Hunter va al baño y vuelve con una toalla caliente.

Cuando separo mis muslos, él gime.

—Nunca me cansaré de este espectáculo. Mi semen saliendo de ti.


Mis mejillas se ruborizan y trato de cerrar las piernas. —No te pongas tímida
conmigo ahora, Dimples. Me estabas arañando la espalda y gimiendo tan
fuerte que deberíamos esperar que los vecinos llamaran ya a una queja por
ruido. —Vuelve a separar mis piernas.

Después de limpiarme, tira la toalla en el cesto y vuelve a la cama,


atrayéndome contra su pecho.

—Hablando de eso. Obviamente no usamos nada. Lo siento. Sin embargo,


estoy limpio. Me han revisado desde la última vez que estuvimos juntos y no
ha habido nadie más.

Mi corazón se agita. —¿Nadie?

Pone su dedo bajo mi barbilla y se inclina antes de que sus labios toquen los
míos y dice: —Nadie. Después de esa noche, supe que no podía estar con
nadie más. Tú lo eres para mí. —Luego me da un dulce beso.

Me desmayo. —Estamos a salvo. No he estado con nadie desde entonces y


estoy tomando la píldora.

—Bien. —Me besa la parte superior de la cabeza y nos quedamos dormidos.


No hay mejor manera de dormirse que satisfecha y en los brazos del hombre
que amas.

A la mañana siguiente, Hunter me saca de mi sueño lamiendo entre mis


piernas. Al principio pienso que es un sueño, pero luego levanto las mantas
y lo veo sonriendo.

—Buenos días —dice simplemente, y vuelve a lamer mi coño.

Me retuerzo, pero él me pone una mano en la cadera, sujetándome.


—Concéntrate en el placer, amor.

Lo hago, su lengua empujando dentro de mí, sus labios chupando mi clítoris.


Sus dedos se adentran en mí. El placer no tarda en invadirme.
Hunter se mueve a un lado y se levanta para tumbarse a mi lado.
—Buenos días, otra vez —Tiene una gran sonrisa en el rostro.

—Seguro que sí. Una chica podría acostumbrarse a este despertar.

—Ese es el punto. Espero que si te mantengo en un coma orgásmico me dejes


quedarme.

Asiento con la cabeza. —Suena como un plan sólido. —Me muevo para
deslizarme bajo las sábanas—. Pero ahora me toca a mí.

Hunter me agarra. —Cariño, esto no es una situación de ojo por ojo. Esta
mañana se trataba de ti. Y de mí, porque eché de menos comerme ese dulce
coño anoche.

—Está bien, pero yo quiero. —Hago un pequeño mohín.

—Más tarde. Ahora mismo, voy a asaltar tu cocina y prepararte el


desayuno. —Me besa los labios rápidamente y se levanta de la cama.

Admiro su cuerpo desnudo antes de que se ponga los boxers.

—Si te mantengo cerca, tendrás que prometerme que sólo llevarás esos
boxers y nada más. —Bromeo. Más o menos.

Vuelve al lado de la cama y se inclina sobre mí. —¿Te gusta lo que ves,
cariño?

Asiento con la cabeza. —Entonces, creo que podemos llegar a un acuerdo.


Sólo que tendrías que llevar mis camisetas sin ropa interior o estar desnuda.

Me besa la frente y sale de la habitación antes de que pueda responder.

Me tumbo en la cama y repaso la noche en mi cabeza. Todavía tengo mucho


miedo de perder a Hunter, pero después de lo que dijo anoche, sé que el
miedo no vale la pena a no tenerlo en absoluto.

Hunter es de lo que está hecho mi cuento de hadas. Por mucho que me


resista, mi corazón se rindió a él y le quiero. De acuerdo, no lo he dicho, pero
creo que él lo sabe.
La acción habla más que las palabras, ¿verdad? Sin embargo, me encantaría
oírle decir las palabras.

Huelo a tocino cocinándose. Mi estómago ruge, así que me echo la camiseta


de Hunter por encima de la cabeza y me dirijo a la cocina. Sin bragas. Oye,
él es quien lo ha dicho. Quién soy yo para no hacer realidad sus sueños,
como él ha hecho conmigo.

Hunter está friendo tocino y cocinando lo que parece ser un omelet. Disfruto
de la vista por un momento. Luego, voy y lo rodeo con mis brazos por detrás.
Mi rostro se aprieta entre sus omóplatos.

—Sabes que cocinar tocino sin camisa probablemente no es inteligente.

—Bueno, es una cosa de hombres que no tienen miedo de un poco de grasa.

En cuanto termina de hablar, un chorro de grasa sale volando de la sartén,


pero en lugar de golpear su amplio pecho o sus magníficos abdominales,
aterriza en mi brazo que está apoyado sobre dichos abdominales.

Salto hacia atrás. —Maldita sea. Eso duele. —Hunter deja caer la espátula y
me agarra el brazo. Hay una marca roja donde aterrizó el trozo de grasa.

—Maldita sea, nena. Lo siento.

—Supongo que eso me pasa por meterme contigo por no llevar


camisa. —Hunter se ríe, me besa el brazo y sigue cocinando.

Pongo la mesa y sirvo el café en nuestras tazas. —¿Sigues bebiendo el café


negro? —Hago una mueca. Esa mierda es asquerosa. No entiendo cómo lo
hace.

—Sí. Los hombres de verdad beben café negro.

—Te voy a comprar una camiseta que diga eso.

—Y lo llevaría con orgullo, amor. —Me besa la nariz—. El desayuno está


servido. —Pone un plato delante de mí.
Nos adentramos en él, sin decir mucho. Esto simplemente se siente bien.
Una noche llena de sexo y mimos con el hombre que amas, despertando con
su cara entre tus piernas, y luego haciendo que te alimentes. Sí, de esto
están hechos los sueños.

—Así que tengo que trabajar esta tarde. ¿Vas a ir de compras el viernes negro
con mi madre y mi hermana?

—Sí. Estarán aquí a mediodía.

—Entonces será mejor que te muevas. Ya son más de las diez.

—Mierda. —Termino mi omelet de jamón y queso y voy a recoger los platos.

—No, ve a prepararte. —Hunter recoge mi plato y mi vaso y los carga en el


lavavajillas, pero no antes de enjuagarlos.

El hombre perfecto.

—¡Agarra ese vestido! —Mila grita.

Salgo corriendo. Agarrando el perfecto vestidito blanco para que Lily lo lleve
en la boda. Corto el paso a tres mujeres que van a por él.

Estamos en una tienda de novias del centro comercial que está de rebajas
por el viernes negro. Mila se enamoró de este vestido cuando lo vio por
internet, pero no se atrevía a pagar el precio completo por él. Por eso estaba
dispuesta a luchar contra las perras para conseguirle a mi amiga este
vestido.

Ni siquiera está preocupada por su propio vestido. Me dijo que puede


comprar en otro momento, no es gran cosa. Típica madre perfecta.

—¡Lo tengo! —Doy un salto. Mila se une a mí. Lauren está a un lado
sosteniendo a Lily, tratando de protegerla de todas las mujeres locas que hay
aquí.
—Sí. ¡Gracias! —Vuelve a gritar por encima del caos y me abraza. Lleva el
vestido a la caja registradora. Paga sesenta dólares. Era como un ochenta
por ciento de descuento. Maldita sea, es una gran oferta.

Nos dirigimos al área de comidas del centro comercial. Lily, obviamente,


quiere McDonald's, pero los demás no nos decidimos.

—¿Qué tal un buffet? —sugiere Mila.

—Mila, ¿sabes cuánto costará eso? Yo quería chino y tacos. Mamá quiere
pizza y bocadillos. Todo eso te pareció bien.

—Bueno, Grant me ha dicho que, si no me gasto al menos un par de cientos


de dólares, se gastará diez mil en nuestra luna de miel.

—¿Diez mil dólares? ¿Qué diablos podrían hacer por diez mil dólares? Se
supone que te quedas en tu hotel y tienes S.E.X.O.

—¿Qué acaba de deletrear la tía Jessie, mamá? —Pregunta Lily.

—Helado —le lanzo.

—Helado no es una palabra sucia. —Me sonríe.

—Tonta de mí.

—No sé en qué lo gastaría, pero no intento averiguarlo. Dijo que tenía que
gastar un par de cientos de dólares. No dijo en qué. Así que esto ayudará a
poner una mella en él y todos podemos tener las sobras.

Todas llegamos a un lugar y nos reunimos de nuevo en la mesa con bandejas


de comida. Mila está devorando algo de comida. Siempre puede comer, pero
en este momento creo que no había comido en días.

—Mils, ¿estás bien? —Pregunto.

—Sí, ¿por qué?

—Porque fuiste tras ese submarino como un cavernícola hambriento sobre


un dinosaurio.
—Vaya. Y tú eres la profesora. Estoy bien, sólo tengo hambre.

Después de que todas comemos hasta la saciedad. Comprobamos unas


cuantas tiendas más. Me detengo en Victoria’s Secret porque esa zorra es
muy cara, excepto cuando está de rebajas.

Agarro un conjunto que creo que a Hunter le va a encantar. Mila se alejó


cuando estaba mirando porque dijo: —Estás comprando para usar eso para
mi hermano. Hay cosas que una hermana no necesita saber.

Lauren va a la tienda de cocina y compra una batidora de pie que ha estado


queriendo y que Jeff le dijo que comprara para Navidad ya que está en oferta.
Hombre, me encanta el viernes negro.

Estamos a punto de salir cuando Mila recibe una llamada de Grant.


—Jess, ¿te apetece ir a cenar con nosotros? Grant quiere saberlo.

—Claro, suena divertido. Pero dile que pago yo. —Mila se ríe.

—Sí, buena suerte.

Desde que Mila me recogió, y Lauren condujo ella misma, dice, adiós,
queriendo llegar a casa.

Grant ya está en el restaurante cuando llegamos. Es un bonito local francés.


Grant se burla de mí cuando digo que voy a pagar y cuando veo que el menú
no tiene precios, me alegro de que lo haya hecho.

Estamos todos esperando a que el camarero venga a tomar nuestro pedido


cuando Lily le dice a Grant: —Papá, ¿puedo cenar S.E.X.O?

Grant se atraganta con su agua. Me tapo la boca para ocultar mi risa,


mientras Mila parece horrorizada porque su hija acaba de deletrear sexo en
un restaurante lleno de gente.

—¿Qué acabas de decir? —Grant regaña.

—Sólo estaba deletreando helado como la tía Jessie. —Los ojos de Grant se
dirigen a mí.
—¿De verdad, Jess? —Me encojo de hombros.

—No, cariño, no puedes cenar helado y a partir de ahora no lo deletrees, sólo


dilo.

—Está bien, papá. Lo siento. —El labio de Lily sobresale.

Grant le besa la parte superior de la cabeza. —Está bien.

Mi mente se dirige a Hunter y a cómo manejaría esa situación con nuestros


hijos. Tendríamos unos niños tan bonitos: sus ojos verdes y su cara dulce.

La cena transcurre sin más contratiempos. Grant paga, le doy las gracias y
se encoge de hombros. —Es lo que hace la familia.

Cuando llego a casa, le envío un mensaje de buenas noches a Hunter. Ha


tenido un día ajetreado y se irá directamente a casa a dormir.

Hunter: Buenas noches, cariño. Espero que lo hayas pasado bien hoy.
Capítulo Diecisiete

Hunter
—Entonces, ¿la sonrisa permanente de estúpido en tu cara significa que las
cosas van bien con tu chica? —pregunta Jack, mientras me ve.

Estamos en el gimnasio antes de nuestro turno de hoy. —Lo que sea, imbécil.
Pensé que te alegrarías por mí. —Termino mi repetición y me pongo en la
barra.

—Oh, lo estoy. Me alegro de no tener que lidiar más con tu culo


deprimido. —Se sienta a horcajadas en el banco, luego se inclina hacia atrás
y agarra la barra.

—Que te den. Debería dejarte caer esta mierda sobre tu tráquea. El hecho de
que tenga tanto miedo de Hannah es lo único que te salva el culo.

—Como si necesitara tu ayuda de todos modos. Mira estas armas. —Se pone
a trabajar en la barra y flexiona los brazos. Sacudo la cabeza.

—A mí me parece que están bastante flacos. Deberías hacer unas cuantas


repeticiones más antes de que Hannah te deje por un hombre de verdad. Por
suerte para ti, estoy fuera del mercado.

—Imbécil. —Me empuja el hombro mientras nos dirigimos a los vestuarios


para ducharnos antes del turno.

Hablando de estar fuera del mercado, tengo que encontrar un regalo para
Jess para Navidad. Sólo falta una semana. Lo he estado posponiendo, sin
saber qué regalarle. Quiero comprarle el regalo perfecto, ya que esta será
nuestra primera Navidad como pareja hecha y derecha.
Cuando empecé a comprarle regalos, sólo le compraba una tarjeta de regalo
para cualquier sitio de chicas que Mila me dijera que le gustaba.

En los últimos años, he tratado de pensar más en ello. Quería que significaran
algo más.

Este año, sin embargo, no tengo ni idea. Qué le compras a tu novia; novia no
suena bien. ¿Qué le compras a la mujer que amas por Navidad?

Estas últimas semanas han sido increíbles. Pasamos todo el tiempo que
podemos juntos. Y tenemos sexo igualmente. Ahora que finalmente es mía,
no tengo ninguna restricción. La deseo todo el tiempo.

Mi momento favorito hasta ahora, tiene que ser cuando ella me montó en la
mesa de la cocina. Llegué después del trabajo y ella había cocinado para mí.
Nos sentamos y comimos, pero una vez más no pude evitar tocarla, así que
pasé mi mano por su muslo. Me acercaba peligrosamente a su coño y luego
me alejaba.

Después de unos minutos, Jess empezó a retorcerse. Cuanto más me


acercaba sin tocarla donde ella más quería, más frustrada se sentía. Cuando
dejé que mi dedo apenas rozara su núcleo húmedo, ese fue su punto de
quiebre.

Se subió a mi regazo y me dio un beso de muerte. —Las burlas no son


agradables, Hunter. —Me besó en el cuello, chupando ligeramente. Gruñí.

—Tal vez, pero es muy divertido. —Agarré sus caderas y tiré de ella hacia
abajo al mismo tiempo que empujaba mi dura polla contra sus empapadas
bragas.

Cada vez que se llevaba la mano a la hebilla de mi cinturón, yo la detenía y


continuaba las burlas. —¿Quieres esta polla, nena?

—S-sí, Hunt, por favor.

Seguí frotándola contra mí. Sabía que la tela de mis jeans la estaba
provocando.
Antes de que me diera cuenta, la burla me había salido por la culata y estaba
a punto de correrme en mis jeans. Jess se hartó y salió de mi regazo, me bajó
los pantalones de un tirón y se subió a mi polla.

Era tan jodidamente caliente: ella tomando el control de su placer. Yo sólo


era la polla que usaba para conseguir el suyo.

Nunca me he corrido tanto en mi vida. Estaba completamente agotado. Ahora


cada vez que miro la mesa de su cocina, mi polla está a media asta.

Jack está escribiendo en su teléfono mientras va de copiloto. Es mi día para


conducir, no me importa.

—Hannah quería que te invitara a cenar esta noche. Se queja de que no te ha


visto en mucho tiempo. Lo cual es raro. ¿Hay algo que deba preocuparme?
¿Le has hecho la jugada a mi mujer? —Levanta las cejas para mirarme. Sé
que está bromeando a medias. Sabe que nunca cruzaría esa línea.

Quiero a Hannah, pero sólo de una manera estrictamente fraternal. Es la


esposa de mi amigo. Una zona prohibida. Además, tengo a Jess; ninguna otra
mujer lo hará por mí.

—¿Qué puedo decir? Las mujeres me aman. Incluso las casadas. —Le guiño
un ojo.

—Sabes que te mataría y me saldría con la mía.

—Lo que sea. Tengo planes con Jess esta noche.

Escribe en su teléfono y dice: —Hannah dice que la traigas. Tenemos que


evaluarla. Asegurarnos de que es digna de ti.

Le dirijo una mirada confusa. —Oye, es lo que ella dijo. —Me enseña el
teléfono. Y efectivamente, así es. Supongo que debería alegrarme de tener
amigos que quieran asegurarse de que estoy con alguien digno de mi tiempo.

Es algo bueno, pero no importa lo que digan, sé que Jess es mi alma gemela.
Está hecha para ser mía.

—Le preguntaré, a ver si le parece bien. —Saco mi teléfono.


Yo: Oye, ¿te apetece ir a un interrogatorio esta noche?

Dimples: ¿Qué?

Yo: Jack y Hannah quieren que vayamos a cenar esta noche. Está bien
si no quieres. Les diré que podemos hacerlo en otro momento.

Tarda unos minutos en responder. Mientras espero, pasa un conductor a toda


velocidad. Después de avisar al tipo para que reduzca la velocidad, vuelvo al
auto y compruebo mi teléfono.

Dimples: No, está bien. Conocer a los amigos es parte de esto de las citas.
¿Necesitamos llevar algo?

Le pregunto a Jack. —No.

Yo: Jack dice “No”. Te recogeré a las 5, ¿está bien?

Dimples: Estaré lista.

Yo: Te echo de menos.

Dimples: Lo mismo, cariño.

Siento que el corazón se me va a salir del pecho. Me ha llamado “cariño”.


Todavía no lo había hecho.

Soy una mujer. Como sea, me llamó. “cariño” Eso es una gran cosa.

Entro en la casa, mientras Jess viene por el pasillo. Me encuentro con ella y
la atraigo a mis brazos. Beso sus labios carnosos. —Hola, cariño, te he echado
de menos.

Se ríe. —Acabas de verme esta mañana antes de tu entrenamiento. —No me


quedo todas las noches. Ella insiste en que si me quedo no podrá dormir, y
no puede enseñar sin dormir.
No se equivoca. —Son casi doce horas. Podría ser toda una vida. Te ves tan
caliente.

—Sí, claro. —Va a agarrar su bolso. No puedo apartar la vista de ella. Lleva
una camiseta que dice 'Hot Girls Read8' con un libro en ella, y unos jeans.
Incluso con algo tan sencillo es la mujer más hermosa.

Una camiseta y unos jeans no deberían ponerme duro, pero es Jess, así que
me encuentro ajustando mi entrepierna. Ella me pilla y levanta una ceja.
—¿En serio?

—No puedo evitarlo, nena. Tu culo se ve muy bien en esos pantalones —Para
enfatizar mi punto, la tomo entre mis manos, dándole un firme apretón, y
aprieto mi polla contra su estómago.

—Vamos, alborotador. Estos son tus amigos. No necesito que me odien


porque quieres follarme cada segundo.

—No te oí quejarte anoche, cariño. —Se sonroja.

Me encanta que mi chica sexy y luchadora pueda avergonzarse. Le beso la


mejilla justo donde está el color. —Eres muy guapa. Vamos.

Le doy un golpe en el culo cuando la ayudo a subir a mi camioneta. Me mira


de forma divertida. ¿Qué puedo decir? Soy un hombre de culo. O mejor aún,
soy un hombre de Jess. Me encanta todo de ella.

—¡Hola! ¡Entren! —Hannah nos recibe en la puerta. Cuando entramos, le doy


un rápido abrazo y un beso en la mejilla.

—Soy Hannah. Tú debes ser Jess.

—Esa soy yo. Es un placer conocerte. —Le tiende la mano a Hannah para que
la estreche. Hannah no la agarra y toma a Jess en un abrazo.

—Cualquier chica que se gane el corazón de este tipo es una amiga mía al
instante. —Maldita sea, Hannah. Qué manera de hacerlo serio. Quiero decir
que quiero a Jess, pero no hemos tenido esa charla.

8
En inglés original. 'Hot Girls Read'=Las chicas calientes leen.
Sabe que me importa y que quiero estar con ella, pero no hemos dicho esas
tres palabras.

—Oh, vale. —Mi chica me devuelve el abrazo como una campeona. Entonces
me doy cuenta de que Mase se escondía detrás de la pierna de su madre.

—¿Qué haces ahí atrás, amigo? —Me pongo en cuclillas frente a él y


enseguida corre a mis brazos. Este chico ha sido mi amigo desde que nació.
Tiene un lugar en mi corazón al igual que Lily.

—Oye, Mase, tengo a alguien que quiero que conozcas. Esta es mi novia, Jess.

La mira mientras recuesta su cabeza en mi cuello. —Hola, Mase, es un placer


conocerte.

Se queda callado. —Me gusta mucho tu camiseta. Sabes que conozco a


alguien que juega para los Suns.

Mase se ilumina. —¿Quién?

—Grant Holden.

Desde ese momento, Mase está muy unido a Jess. Ella le ha encantado por
completo.

Conozco el sentimiento, pequeño hombre.

—¿Dónde está mi compañero bueno para nada?

—Está en la parte de atrás. No le importa que haga más frío que la teta de
una bruja, quería asar. —Hannah pone los ojos en blanco.

—Iré a ayudarlo. Así no volveremos a comer comida quemada.

Mase salta a mi espalda y sale conmigo, dejando que Jess y Hannah hablen.
Sé que no tengo que preocuparme. Nadie odia a Jess. Parece que ya se ha
ganado a Hannah, si sus palabras en la puerta eran ciertas.

—Hey, Imbécil. ¿Necesitas que te enseñe cómo prender esa cosa? —Le grito a
Jack.
—Ha-ha. Ve a chupar uno. Cocino un filete mejor de lo que tú nunca harás.

—Sí, si por cocinar quieres decir quemar.

—Nunca olvidaré esas hamburguesas. Sólo quemé esas hamburguesas


porque Hannah estaba embarazada y necesitaba atención. —Mueve las cejas.

—¿Y el pollo de hace dos 4 de julio?

—Cállate —dice y me da la espalda. Mase me muestra los camiones de juguete


que tiene en el patio.

Cuando Jack termina de cocinar y entramos, Jess está ayudando a Hannah


a dar los últimos toques a la ensalada de acompañamiento y a los macarrones
con queso.

Las dos se ríen.

—Ya que este imbécil olvidó sus modales, soy Jack, la mejor parte de esta
sociedad y su mejor amigo. —Jack estrecha la mano de Jess.

—Es un placer conocerte. Hunter habla de ti todo el tiempo.

Jack se ríe. —Apuesto a que sí. Si quieres la verdad, pregúntame a mí. No


puedes confiar en él.

—Lo que sea, Jack-ass9.

—Muy inteligente.

La cena se desarrolla sin problemas. Jess encaja perfectamente con Jack y


Hannah. No me sorprende; Jess puede encajar con cualquiera.

—Tenemos que tener una noche de chicas. Puedo invitar a mi mejor amiga,
Mila. Te encantará.

—Me he encontrado con ella unas cuantas veces, cuando los niños han
jugado juntos y en fiestas y demás. Es muy simpática. Una noche de chicas

9
Jackass, estúpido.
suena muy bien. —Mira a Mase con cariño, que está asfixiando sus nuggets
de pollo con demasiado ketchup.

Jess ayuda a Hannah a recoger la mesa, mientras Jack y yo mantenemos a


Mase entretenido. Me encuentro observando cómo se mueve por la
habitación. Coloca la comida mientras Hannah se ocupa de los platos.

Me imagino que esto será algo habitual para nosotros. Pasando el rato con
Jack y Hannah. Nuestros hijos jugando en el patio trasero o en el salón.

Jack y yo viendo a nuestras esposas juntas, mejores amigas. Puedo verlo


todo. Lo quiero todo. La risa de Jess corta mi ensoñación.

Su rostro se ilumina de verdad cuando baja la guardia y es ella misma.

—Maldición, lo tienes mal.

—Huh —Aparto la mirada de Jess y veo que Jack me sonríe.

—Reconozco esa mirada en cualquier lugar. La miras como yo miro a Hannah.


Ella es tu todo. Ella es tu presente y tu futuro.

—Maldita sea, Shakespeare. ¿Vas a escribirme un soneto después?

—Es tu cara, imbécil. Amas a esa chica.

Le sonrío. —No discuto ese hecho en absoluto.

—¿Ella lo sabe?

Miro a Jess, que está apoyada en la barra con una copa de vino en la mano.
Tiene las mejillas sonrojadas y se ríe. Se pone así cuando bebe demasiado
vino. Demasiado para ella son dos copas.

Ella es un peso ligero cuando se trata de vino. Le afecta de forma diferente a


otras formas de alcohol.

—Ella lo sabe. No he dicho las palabras, pero lo sabe.


—Si quieres mi consejo. Di las palabras. Demostrarlo es genial, pero nada es
mejor que escuchar esas dos palabras. La vida te lanza bolas curvas, y nunca
querrás arrepentirte de no haber dicho todo lo que sientes.

Sus palabras me preocupan. —¿Estás bien, hombre?

—Sí —suspira con fuerza—. Todo este asunto del bebé me ha hecho darme
cuenta de que no sabemos lo que la vida tiene planeado, y mientras tenga a
Hannah y a Mase, soy el hombre más afortunado.

Asiento con la cabeza. Puedo entenderlo. Jess es mi Hannah. Mientras esté a


mi lado, podré superar cualquier cosa.

—Bien, creo que deberíamos ir a reconstruir el motor de un auto, matar un


animal y rascarnos las bolas para asegurarnos de que siguen ahí.

—No hay duda de que soy un hombre. Te lo demostraré ahora mismo.

—No, estoy bien. No necesito pesadillas para el resto de mi vida. Ya vi


suficiente de ti en las vacaciones de primavera, cuando decidiste correr por
la playa.

La cara de Jack se abre en una sonrisa. —Ha sido un buen momento.

Sí, lo era. Fuimos a Myrtle Beach para las vacaciones de primavera en nuestro
último año. Esos son algunos de mis recuerdos favoritos, incluso si tuve que
ver la basura y el culo desnudo de Jack. Nos levantamos un poco de infierno.

Ahora, aquí estamos jugando con su hijo, mientras las mujeres que amamos
charlan y ríen en la cocina. La vida ha cerrado el círculo.

Nos despedimos de todos. Hannah y Jess intercambian números.


Prácticamente tengo que cargar con Jess. El viaje a casa es muy interesante.
Jess es muy manos largas cuando está achispada.

Se inclina hacia mí por encima de la consola central, pasando su mano por


mi muslo.

—Estás tan caliente. ¿Por qué estás tan bueno? No es justo.


Me río de sus divagaciones. —No lo sé, Dimples, sólo suerte.

—Soy la afortunada. Puedo mirarte. Consigo que me des muchos, muchos


orgasmos. Demasiados. ¿Tendré uno esta noche?

Pone su mano sobre mi polla. Me sacudo, sorprendido por el contacto.


—Maldita sea, cariño. Estoy tratando de conducir.

—Quiere darme orgasmos. Quiere hacerme sentir bien. —Va a desabrochar


mis pantalones—. Quiero hacerle sentir bien. —Está hablando de mi polla
como si fuera una persona distinta. Maldita sea.

—Cariño, no podré concentrarme si me tocas. Realmente no quiero poner esta


camioneta en una zanja. Déjame llevarte a casa a salvo, y luego podemos
hablar de esos orgasmos.

Se aparta y pone mala cara. —Bien.

Es tan malditamente linda. ¿Cómo puede pasar de ser una mujer ardiente y
sexy, a ser tan condenadamente linda, haciendo pucheros porque no le
permito darme la cabeza en la carretera?

Jess se duerme antes de que lleguemos a su casa. Apago el motor y la veo


dormir. Su rostro es tan pacífico.

Con la luz de la luna iluminando su rostro, realmente me deja sin aliento.


Después de ir a abrir la puerta, vuelvo a la camioneta y recojo mi Bella
Durmiente en mis brazos.

La llevo por el pasillo y la tumbo en la cama. Se despierta ligeramente cuando


le quito los zapatos y empiezo a quitarle los pantalones.

Empieza a manotear mi pecho. —Mmmm, sí. Ya es tiempo.

—Esta noche no, cariño. Necesitas dormir.

—No duermo, estoy muy cachonda —dice con los ojos cerrados.
Le quito los pantalones. Va a tener que dormir en sujetador, sé que lo odia,
pero ahora que está quieta y su respiración se ha igualado, no voy a correr el
riesgo de despertarla.

Le doy un beso en la frente. —Duerme, cariño.

Compruebo las puertas y las ventanas antes de meterme en la cama y


sostener a Jess en mis brazos, mientras me duermo. La abrazo con fuerza.
Esto es perfecto.

Todo está cayendo en su lugar. Me encanta mi vida.


Capítulo Dieciocho

Jess
Es oficialmente Nochebuena. Me encanta esta época del año. La Navidad
siempre fue un gran acontecimiento en mi familia. Mi madre horneaba
durante días y decoraba el día después de Acción de Gracias. Los primeros
años después de la muerte de mis padres, no quería celebrar nada.

Cuando se lo conté a mi abuela me dijo: —Mataría a tu madre si no hicieras


dos docenas de galletas y tuvieras un árbol de tres metros.

No se equivocaba. Así que horneé galletas y las llevé al hogar de ancianos e


hice que los residentes las decoraran. No tenía un árbol de tres metros, sólo
un pequeño árbol de Charlie Brown porque era estudiante de primer año.

Este año he horneado dos docenas de galletas con doble chispa de chocolate,
porque son las favoritas de Hunter, junto con un dulce de mantequilla de
cacahuete que he llevado a casa de los Carter los últimos años.

Tengo mi lista de reproducción navideña en Spotify, mientras me preparo


para ir a casa de los Carter. Estoy desnuda en una toalla buscando en el
armario, cuando escucho una voz profunda detrás de mí. —Papá Noel ha
llegado antes de tiempo.

Estoy a punto de saltar de mi piel cuando siento la mano trabajando bajo mi


toalla al mismo tiempo que oigo la voz. Me doy la vuelta y miro fijamente a
Hunter. —Me has dado un susto de muerte.

No parece importarle. Sus ojos están hambrientos mientras sube sus manos
por mis muslos y me toca el culo. —Joder, nena. Tu piel es tan
suave. —Acerca la cara al cuello y me besa justo debajo de la oreja. Se me
pone la piel de gallina.
Maldición, este hombre. —Hunt, no podemos hacer esto. Tenemos que estar
en casa de tus padres en una hora.

—Entonces, tengo cuarenta minutos para desenvolver mi primer


regalo. —Agarra el nudo de mi toalla y la libera, quedando a mis pies. Hunter
no pierde el tiempo, me levanta y me lleva a la cama.

Una vez tumbada en la cama, Hunter se toma su tiempo y me besa cada vez
más abajo. Cuando llega al vértice de mis muslos, me besa justo encima del
clítoris.

Se echa hacia atrás y observa cómo pasa sus dedos por mis pliegues
húmedos. —Ya estás empapada.

Me retuerzo bajo su mirada. Debería ser vergonzoso que un hombre vea lo


increíblemente mojada que puede ponerte con solo unos besos, pero tener los
ojos de Hunter en mi zona más íntima, resbaladiza por mí necesidad de él,
me pone la piel de gallina.

Sin previo aviso, se inclina hacia delante y da un largo golpe con la lengua.
—Mmm, qué dulce.

Se pone a comerme como si fuera su comida favorita y no tiene suficiente.


Entierro mis dedos en su cabello. A Hunter le encanta que le tire del cabello
cuando me come.

Hunter presiona mi clítoris con la punta de su lengua y dibuja círculos.


—Justo ahí, Hunter. Justo ahí.

Sus dedos se unen y me hacen caer en el olvido. Cuando salgo de mi coma


de placer, Hunter está tumbado de lado a mi lado, sonriendo como un hombre
al que le ha tocado la lotería.

—¿Has vuelto conmigo, cariño?

—No parezcas tan engreído. Pensé que habías dicho que era un regalo para
ti. A mí me parece que soy yo la que ha recibido un regalo.

—Conseguir comer tu dulce coño es un regalo cada vez. —Siento que mis
mejillas se calientan.
Hunter pasa su pulgar por mi mejilla. —Nunca me canso de ver esto. —Su
boca se levanta, dándome su sonrisa fácil, haciendo que se vea ese hoyuelo.

Me derrito.

Me acurruco en su pecho. —No quiero moverme.

—Aunque me encantaría pasar toda la noche contigo desnuda en mis brazos,


sabes tan bien como yo que Mila vendrá a cazarnos si no nos presentamos.

—Tienes razón. —Me separo del hombre sexy en mi cama y agarro mi pijama
de Navidad.

Los Carter nunca se disfrazan. Llevamos pijama y vemos películas de


Navidad. Hunter lleva pantalones de franela a cuadros y una camiseta de
manga larga.

Después de agarrar la cesta con los regalos, nos vamos. Hunter se pone un
gorro en la cabeza.

De pie en mi vestíbulo, parece el sueño húmedo de cualquier mujer. No puedo


resistirme a dejar caer la cesta y poner mis labios sobre él.

Me devuelve el beso, con vigor. Cuando me separo, me sonríe. —¿Por qué fue
eso?

—¿Necesito una razón para besar a mi novio?

—Dilo otra vez.

—Novio.

—Nunca me cansaré de escuchar eso. Al menos hasta que se convierta en


marido.

Mis ojos se abren de par en par. No me deja decir nada, solo me besa la nariz,
recoge la cesta y sale hacia el auto.
—¡Moana! —grita Lily mientras saca el muñeco de Moana que le compré. La
añade a las colecciones que tiene a su alrededor. También le compré Ariel,
Bella y Cenicienta. Hunter le compró una American Girl con un juego de
ballet.

Lily empezó a tomar clases de ballet el año pasado y ahora es todo ballet.
Hunter acaba de ganar el premio al tío del año.

Todos nos hemos atiborrado de comida, hemos visto Una historia de Navidad
una vez, pero ahora sólo suena de fondo, mientras vemos a Lily ahogarse en
papel de envolver y regalos.

—Lily, ¿qué dices? —dice Mila, sonriendo a su hija.

—¡Gracias! —Va y da abrazos a todos y les da las gracias.

Todos los adultos se turnan para abrir sus regalos.

Les regalé a Mila y a Lauren tarjetas de regalo para días de spa y un libro que
sé que querían leer.

Tengo para Mila, Lo mejor de mí, de LK Farlow. Lo leí y me encantó al instante,


pero tengo que admitir que tengo cierta debilidad por los policías que hablan
sucio como Duke. Lauren tiene un nuevo libro de misterio que se muere por
leer.

Jim fue fácil. Le compré varios rompecabezas. Le encanta sentarse y trabajar


con sus manos. Dice que mantiene su mente aguda.

Grant fue el más difícil de comprar. ¿Qué le regalas a un tipo que puede
comprar literalmente lo que quiera? Le di a Mila.

Le di un cupón para un fin de semana de niñera. Un fin de semana entero en


el que podrá tener a Mila para él solo.

Se le iluminó la cara cuando lo vio. Sólo me dio un simple movimiento de


cabeza y un agradecimiento, pero sé que significó mucho para él. Como viaja
la mayor parte del año, cuando está en casa tiene que ser a la vez novio y
padre.
No me malinterpretes; le encanta. Se nota, pero a veces sólo quieres lanzar a
tu mujer contra la pared y follártela, y no puedes hacerlo cuando te puede
pillar tu hija de cinco años.

Oficialmente ahora dejaré de pensar en mi mejor amiga follando.

Cuando todos terminan de abrir sus regalos, Hunter ayuda a Grant a cargar
el botín de Lily en su auto. Lily está desmayada en el sofá, abrazada a su
muñeca American Girl. Grant y Mila se van después de que todo esté en el
auto y tengan un montón de sobras.

Nos vamos justo detrás de ellos. Hunter y yo hemos planeado hacer regalos
por la mañana. Una vez en casa, ponemos El Grinch, la de Jim Carey -porque
es la mejor- y los dos acabamos durmiendo en el sofá.

En mitad de la noche me despierto con Hunter llevándome al dormitorio.


Dormimos unas horas más, luego me despierto, necesitando sentir a Hunter
dentro de mí, y hacemos el amor hasta la madrugada.

En la mañana de Navidad, me despierto sintiéndome muy contenta. Feliz. Por


supuesto, estoy un poco triste, porque mi vida se está poniendo en su sitio y
mi familia no está aquí para verlo, pero sé que estarían contentos por Hunter
y por mí.

Después de ocuparme de los negocios, sigo el olor de los rollos de canela.

Lauren envió rollos de canela que metimos en el horno la mañana de Navidad.

Hunter está mirando por la ventana delantera, bebiendo su café.

No me oyó entrar, lo que me dio la oportunidad de observarlo sin que lo


supiera.

Lo amo. Lo amo de verdad.

—Puedo sentir tu mirada. —Se gira y me sonríe.

—Sólo estoy disfrutando de la vista. —Cruzo la habitación, poniéndome de


puntillas para besarlo. Me encanta que sea más alto que yo, me hace sentir
segura, protegida.
—Feliz Navidad, cariño —digo.

—Feliz Navidad, Dimples. —Robo un sorbo de su taza de café, olvidando su


horrible gusto por el café.

Mi rostro se contorsiona al instante cuando el sabor amargo llega a mi lengua.


Hunter se ríe.

—Tu rostro no tiene precio.

—Cállate. Tu café es asqueroso.

Voy y me agarro una taza y me preparo rápidamente el café para poder


quitarme ese sabor de boca

—¿Estas lista para hacer lo de los regalos ahora? —Hunter pregunta, después
de limpiar nuestros platos de comer nuestros rollos.

—¡Sí! —No importa la edad que tenga, me encanta recibir y dar regalos.
Realmente soy como una niña pequeña en Navidad.

—Muy bien, tú primero. —Salto en mi asiento, después de entregarle a Hunter


dos cajas con sus regalos dentro.

Primero abre la caja más pequeña. Le he comprado una nueva gorra de


béisbol. La otra se está cayendo a pedazos. Los chicos del sur odian
deshacerse de sus gorras. Espero que desde que la compré la use.

—Me encanta, nena. —Comienza a trabajar la visera, doblándola y


formándola. No tardará mucho en ponérselo.

Empieza a arrancar el papel de la otra caja. No puedo evitar la sonrisa en mi


rostro. Esto le va a encantar.

Abre la caja y al instante se echa a reír. Levanta la camisa. —Vaya, nena, sí


que me has comprado la camiseta. —Se queda mirando la camiseta que dice
“Los hombres de verdad beben café negro”.

—Por supuesto que sí. Y dijiste que te lo pondrías —le recuerdo.

—Y lo haré. Con orgullo. Ambos sabemos que soy un hombre de verdad.


Me inclino hacia él, con una sonrisa traviesa en el rostro. —No lo sé. Tal vez
necesite que me lo recuerden.

Los ojos de Hunter se oscurecen. —Oh, cariño. No tengo ningún problema en


recordarte lo hombre que soy. Primero, tus regalos.

El primero es un cupón para una cita gratis en la librería, y una tarjeta de


regalo para dicha librería.

—Prometo seguirte por todas partes, llevando todos los libros que elijas, y no
quejarme de cuánto tiempo te demores.

—¿No hay restricciones de tiempo? —Se me iluminan los ojos.

—No, todo el tiempo que quieras.

Acaba de cometer un gran error. Puedo pasar horas allí. —¡Gracias! —Beso
sus labios.

—Hay una más. —Señala la pequeña caja negra en mi regazo.

Se me corta la respiración cuando veo lo que hay dentro. Saco el más hermoso
relicario de plata. —Oh, Hunter. Es precioso.

—Ábrelo. —Su cara parece nerviosa.

Me llevo la mano a la boca, con lágrimas en los ojos. Dentro del relicario hay
una foto de mis padres y en el otro lado está mi abuela. Se me nubla la vista
y se me llenan los ojos de lágrimas.

—Oh, no llores. Lo retiraré. Sabía que no debería haberlo conseguido —afirma


Hunter. Sus hombros se desploman.

Le empujo hacia el sofá y me subo a su regazo. —Este es el mejor regalo que


he recibido nunca, Hunter. Gracias. Las palabras no pueden describir lo que
esto significa para mí.

Le beso dulcemente en los labios. —Gracias.

—Tienes que darle la vuelta también —dice entre besos. Grabado en la parte
de atrás está escrito: “Siempre, Dimples”.
—¿Siempre?

—Significa que ahora siempre estarán contigo. Siempre estaré contigo.


Siempre serás mía. —No son esas dos palabras, pero dice mucho.

—Siempre. —Hunter desliza su boca sobre la mía con hambre. Rápidamente


me tumba en el suelo frente al fuego. Allí hacemos el amor. Lentamente, con
pasión, expresamos todos nuestros sentimientos a través de nuestro cuerpo
y nuestros movimientos.

Es el momento más intenso y emotivo de mi vida.

No nos movemos de delante del fuego. Hunter retira la manta del sofá y juntos
nos limitamos a disfrutar de la sensación del otro.

Mientras Hunter me pasa los dedos por el cabello, adormeciéndome, envío un


“gracias” al cielo por haberme dado este hombre al que amar.

Esta Navidad es la mejor que he tenido.

Una semana después estoy en el condominio de Mila esperando la


medianoche. Hunter tuvo que trabajar el turno de noche, ya que estaba libre
por Navidad.

Quería pasar la noche aquí, pero Mila me amenazó con venir a secuestrarme
si no venía. Voy a pasar la noche en su habitación de invitados. Y Grant está
al cuidado de Lily, así que Mila y yo estamos agradablemente mareadas
mientras el reloj se acerca a las once de la noche.

Hace tiempo que Lily se ha ido a la cama, así que Grant y Mila están sentados
en el sofá, viendo New Year's Rockin' Eve, mientras yo juego con mi teléfono.

—¿Supiste de Hunter esta noche? —Grant pregunta.

—No, pero apenas lo hago cuando está de turno. —Le echo de menos. Desde
Navidad, he querido decirle a Hunter que lo amo tantas veces, pero cada vez
que abro la boca no sale nada.
A lo lejos, un teléfono empieza a sonar. —Eso es mío, nena. ¿Puedes ir a
buscarlo? —Mila le pregunta a Grant.

—Claro, cariño. —Se levanta del sofá y vuelve con su teléfono—. Era el
trabajo. Probablemente querían que entrara. Siempre estamos inundados
durante las vacaciones.

—No estás en condiciones de cuidar a nadie, nena. —Grant bromea con ella.

—Lo sé. —Antes de que pueda terminar, su teléfono vuelve a sonar en su


mano.

—Huh, deben estar desesperados. —Ella responde—. Hola. —Alguien al otro


lado habla.

—Hola, Linda. No puedo entrar, he tenido unos... —Sus ojos se abren de par
en par y parpadean hacia mí. Se me cae el estómago. Algo va mal.

Hunter. Es Hunter. Algo en mí grita. —¿Qué pasó? —Ella escucha—. Vamos


a estar allí.

Estoy frente a ella antes de que pueda colgar. —¿Qué pasa? —Su rostro está
pálido—. Es Hunter. Está en urgencias. Herida de bala.

Siento que el mundo gira a mí alrededor. Le dispararon a Hunter. Le


dispararon a Hunter. Le dispararon a mi Hunter. Me pongo en modo
automático. He recibido malas noticias antes. Sé qué hacer.

—Vamos. Yo conduzco. —No me voy a derrumbar. No me desmoronaré.

Hunter va a estar bien.

Mila está llorando. —Iré a despertar a Lily.

—Nos encontraremos allí. Ve. Pero ten cuidado —dice Grant

En dos minutos estamos en la puerta. Mila llora en silencio en el asiento del


copiloto. —Mila, dime lo que dijo Linda. —Intento mantener la voz uniforme.
No te derrumbes. Está bien.
—Ella acaba de decir que trajeron a dos policías. Cuando vio que era Hunter
supo que tenía que llamarme. Tiene una herida de bala en la parte superior
del brazo.

—¿Dos policías? ¿Dijo quién era el otro? —Jack. Realmente espero que no sea
él.

—No, no lo hizo. No puede dar ese tipo de información. Tengo que llamar a
mis padres. —Saca su teléfono y llama a Lauren y Jim. Se dirigen al hospital.

Cuando llegamos al hospital, veo a Hannah en la sala de espera. Tiene el


rostro lleno de lágrimas.

—¡Hannah! —Corro hacia ella—. Entonces, ¿fue Jack? ¿Qué ha pasado? ¿Te
han dicho algo sobre Hunter?

—No, no han dicho nada. Hunter y el capitán de Jack son los que me
llamaron. Todavía estoy esperando a que me lo digan. Todo lo que sé es que
hubo un robo en un edificio industrial y Hunter y Jack estaban revisando.
Hubo disparos. Ambos fueron alcanzados.

Empieza a llorar más fuerte. Le doy un abrazo. Es muy difícil mantener la


calma.

—¿La familia de Hunter Carter? —Mila y yo nos adelantamos—. Somos


nosotras.

—El oficial Carter recibió un disparo en la parte superior del brazo. Se pondrá
bien. Él está en su habitación ahora mismo, si quieres verlo.

Doy un suspiro de alivio. —Gracias a Dios.

Hannah da un paso adelante. —¿Qué pasa con Jack Gibson? Soy su esposa.
¿Cómo está el?

Su rostro cae. —Sí, Sra. Gibson. ¿Qué tal si vamos a un lugar privado para
hablar?

—No. No. No puede ser. —Hannah se pone la mano sobre la boca para
contener sus sollozos.
—Lo siento, Sra. Gibson. Su marido recibió un disparo en el pecho. La bala
le atravesó el pulmón. No sobrevivió.

Atrapo a Hannah cuando sus piernas se caen. Los dos nos tiramos al suelo.
—No, él está bien. Tiene que estarlo. Tiene que estarlo. No pude decírselo.
Tengo que decírselo.

—Shhh, lo siento mucho. Lo siento mucho. —Abrazo a Hannah hasta que


siento que mis brazos se van a caer.

Es entonces cuando me doy cuenta de que la sala de espera está llena de


otros agentes. —Hannah, ¿hay alguien a quien pueda llamar? ¿Dónde está
Mason?

—Mi madre lo tiene. Tengo que llamarla y decírselo.

Un hombre aparece a nuestro lado. —Hannah, déjame llamarla. Dame tu


teléfono. —Puedo decir que también es un policía.

—Gracias, Spence. —Hannah le entrega su teléfono.

Mila y sus padres vuelven a ver a Hunter. Mila llamó a Grant y le dijo que no
viniera. Estaba esperando a la niñera. Todos se fueron.

Continúo sentada con ella hasta que llega su madre. Entonces voy en busca
de Hunter. Tengo que hablarle de Jack.

También necesito abrazarlo y que me abrace. Necesito ver por mí misma que
está bien.
Capítulo Diecinueve

Hunter
Odio los hospitales. Nada bueno sale de los hospitales. La gente buena muere
en los hospitales. Los mejores hombres mueren en los hospitales.

Mi mejor amigo está muerto. Murió recibiendo una bala por mí. Yo debería
estar en la morgue, no él. Murió en mis brazos.

Mi mente vuelve a ese momento en el almacén, gritándole a mi compañero


que viva.

—Imbécil, abre los ojos. —Sacudo a Jack.

Tengo una mano en su costado tratando de mantener la presión. Mi brazo grita


de dolor, pero no me importa. Es una herida superficial. Viviré. Los dos
viviremos.

—Abre los ojos, hombre.

Los ojos de Jack se abren de golpe. —Ahí vamos, mantente despierto. La ayuda
está llegando, hombre.

—Está bien, hombre. No los necesito. No me duele. —Mi cuerpo se enfría. No


me duele. Eso no es bueno.

—Bueno, eso es bueno. Eres una nenaza. Sabes que no puedes soportar el
dolor —dije en broma.

—Eres un imbécil. Puedo soportar el dolor mejor que tú. —Intenta reírse, pero
empieza a toser.

—Sólo aguanta, hombre. Lo siento. Debería haberme quedado cubierto.


—No fue tu culpa. No podías saber que había dos delincuentes.

—Debería haberlo sabido.

—Amigo, no es tu culpa. —Tose un poco más.

—Basta de hablar. Cállate hasta que lleguen los médicos.

—No importará, hombre, estoy...

—No, no te estás muriendo.

—Sí, así es. Necesito que hagas algo por mí.

Una lágrima corre por mi mejilla. —Cualquier cosa, hombre. Dilo.

—Cuida a Hannah y Mason. No quiero dejarlos solos.

—Eso es un hecho, hombre. Por supuesto.

—Y dile...—Tose más fuerte—. Dile a Hannah que lo sé. Dile que la amo y que
lo sé. Y que siento no estar allí.

—¿Qué sabes qué? —Pregunto, pero sus ojos se han cerrado—. Jack.
Despierta. —Lo sacudo pero sus ojos no se abren. Su pecho deja de levantarse.
Mi mejor amigo está muerto.

Estoy mirando al techo, pensando en que quiero estar muerto, cuando un


ángel entra en mi habitación.

Jess. Cruza la habitación rápidamente y se lanza a mis brazos. Nos aferramos


el uno al otro. —Me alegro tanto de que estés bien. Estaba tan asustada.
—Está llorando en mi pecho.

—Lo sé, cariño. Estoy bien. Estoy aquí. —Se me aprieta el pecho al decir esas
palabras. No debería estar aquí.

La culpa me corroe. Quiero tomar el lugar de Jack, pero luego pienso en lo


que eso le haría a Jess. Cómo no quiero dejarla.
Entonces aparecen las imágenes de Hannah enterrando a su marido y padre
de su hijo, y una nueva ola de culpa me golpea.

Jess se aleja ligeramente. —Cariño, tengo que decirte algo. —Su voz es
tranquila. Sé lo que va a decir, pero necesito escuchar a otra persona
decirlo—. Cariño, lo siento mucho, pero Jack... no lo consiguió.

Mis ojos se cierran. Duele mucho más oírlo decir en voz alta. Decirlo en voz
alta. Las palabras de Jack se repiten en mi cabeza sobre decirle a Jess que la
amo. Me dijo que lo dijera, porque escuchar las palabras es mucho mejor.

En este caso no estoy de acuerdo. Podría pasar toda mi vida sin escuchar a
alguien decir que mi mejor amigo está muerto.

Sin abrir los ojos, digo: —Lo sé. —No necesito ver la simpatía en los ojos de
Jess. No la merezco. Estoy vivo—. Necesito hablar con Hannah. Necesito
decírselo. —Intento moverme de la cama. Jess empuja contra mi hombro
bueno para que me recueste.

—Ella ya lo sabe. Se lo dijeron justo después de decirme que ibas a estar


bien. —Eso es un golpe en las tripas. Justo después de oír que estoy vivo sin
más que un maldito rasguño, Hannah tiene que oír que su marido nunca
volverá a casa.

—Estuve con ella. Me quedé con ella hasta que llegó su madre. —Mi chica.
Ella sabía que no quería que Hannah estuviera sola. En el poco tiempo que
llevamos juntos, ha llegado a querer y a preocuparse por Jack y Hannah de
la misma manera que yo.

—Gracias. —La abrazo fuerte.

—No lo hice por ti. Bueno, no del todo. Sabía que Jack no querría que
estuviera sola. Lo hice por él. —Su voz se entrecorta.

Ya no puedo estar en esta cama, ni en este hospital. En algún lugar de este


puto edificio está mi mejor amigo, inmóvil en una mesa de acero.

—Necesito salir de aquí. Llama a la enfermera.


—No creo que sea una buena idea. Te han disparado. —Jess me mira con
preocupación.

—¡Es un maldito rasguño! No estoy muerto. Quiero irme. —Le grito a Jess.

Ella se aleja. Me siento como un imbécil por gritarle, pero no puedo evitarlo.

Estoy tan jodidamente enfadado y lleno de culpa, que necesito desquitarme


con alguien.

Resulta que está aquí.

—Hunter.

—Ve. Por. La. Enfermera —digo con los dientes apretados.

Se da la vuelta y sale de la habitación. Después de firmar un formulario


diciendo que me voy en contra del consejo médico, entro en la sala de espera
de Urgencias. La sala está llena de otros chicos de la comisaría. Por suerte,
me miran y saben que no es el momento de hablar conmigo.

Encuentro a Hannah en un rincón, acurrucada en su madre, sollozando. Mi


sentimiento de culpa aumenta. —Hannah —digo en voz baja.

Me mira. Al verme, salta de su silla y me abraza. No debería abrazarme.


Debería odiarme. Debería golpearme, gritarme.

—Lo siento mucho. Es mi culpa —digo.

—No, me dijeron lo que pasó. No fue tu culpa. —Ella sacude la cabeza.

—Me salvó. Esa bala era para mí. —Oigo un jadeo detrás de mí. Jess escuchó.

—Entonces murió salvando a su mejor amigo. Ahora, puede mantener eso


sobre tu cabeza para siempre. —Intenta reírse, pero empieza a llorar de
nuevo.

—Sí, nunca me dejará olvidarlo. Me perseguirá para que lo sepa.

Hannah sólo llora. —Hannah, me dijo que te dijera algo. —Ella levanta la vista
hacia mí.
—¿Qué?

—Me dijo que te dijera 'lo sabía'. No me dijo lo que sabe. Sólo que lo sabe.

—Ese imbécil. —Hannah sonríe ligeramente—. Por supuesto que lo sabía.

—Si no te importa que pregunte. ¿Qué sabía?

—Estoy embarazada —dice, con la voz cargada de emoción—. Me enteré justo


después de Navidad. Todavía no se lo había dicho. No quise darle esperanzas
en caso de que lo perdiéramos.

Joder. Jack nunca llegará a conocer a este chico. —No sé qué decir.

Hannah se limita a asentir. La madre de Hannah, Jill se levanta. —Hannah,


¿por qué no ir a casa ahora?

Hannah sacude la cabeza. —No creo que pueda. —Las lágrimas corren
rápidamente por su rostro. Siento a Jess a mi espalda.

—Jack está aquí. ¿Cómo me voy a casa sin él? ¿Cómo le digo a Mason que su
padre no va a venir a casa? —Ella me mira.

La rodeo con mi brazo. —No lo sé. Pero estaré allí. Vamos. —Llevo a Hannah
fuera del hospital y a su auto. Jess está justo en nuestros talones. Una vez
que Hannah está en el auto, le digo—: Te sigo a casa.

—No, está bien. Ve a casa y descansa. Mi madre se quedará conmigo. Los


padres de Jack vendrán mañana. Estaré bien.

—Bien, llama si me necesitas. —Veo su auto alejarse.

—Vamos, Hunt. Vamos a casa. —A casa. ¿Cuándo se convirtió su casa en mi


hogar? No lo sé, pero de alguna manera lo hizo.

¿Cómo es justo que yo me vaya a casa y Jack no? ¿Quién toma estas
decisiones? Quienquiera que lo haga necesita ser despedido.
Los tres días siguientes pasan como un borrón. Paso mucho tiempo en casa
de Hannah y Jack. Bueno, supongo que ahora sólo en casa de Hannah, gracias
a mí.

Cuando no estoy allí, Jess está ocupada rondándome. Sé que está


preocupada y que sólo quiere cuidar de mí, pero ahora mismo sólo quiero
estar solo.

Hoy es el funeral de Jack. Estoy vestido con mi traje azul, sentado delante
con Hannah y Mason entre nosotros.

No es plenamente consciente de la situación. Me ha preguntado varias veces


por qué su padre no ha venido a casa. Cada vez quiero gritar 'yo, soy la razón
del por qué'. Pero no lo hago.

Escucho a los compañeros oficiales subir al podio y hablar sobre el gran


hombre que era Jack. Hablan de su trabajo y de lo gran oficial que era. Era.
Ahora odio esa palabra.

Se supone que debo subir y dar un gran discurso. No sé si puedo. Justo en


ese momento, Jess aprieta su mano. Casi como si supiera que necesito su
apoyo en este momento.

Me levanto del banco y camino hacia el podio. Miro fijamente el féretro que
está al frente. El ataúd que contiene los restos de mi mejor amigo.

Miro a la multitud en la iglesia y todo en mí me dice que corra. —No sé qué


más se puede decir de Jack que no se haya dicho ya. —Corre—. Fue un gran
esposo, padre y policía. —Corre.

Miro a Jess. Ella me hace un leve gesto con la cabeza. Sólo mira a Jess.

—Si no fuera por Jack, no estaría hoy delante de ti. Estaría en ese palco, y él
estaría aquí arriba dando algún discurso sobre lo genial que fui.

Mis otros nunca dejan a Jess. —Jack era, no, es mi mejor amigo. La muerte
no cambiará eso. Jack, si puedes oírme, primero, gracias por demostrar
finalmente que eras el mejor hombre. Qué manera de hacerme quedar mal.
—La multitud se ríe un poco.
Joder. Estoy haciendo bromas en el funeral de mi amigo. —Segundo, no te
preocupes por Hannah y Mason. Yo los tengo. Sólo relájate y disfruta viendo
cómo la cagamos, mientras tú vives la vida.

Me acerco al ataúd y pongo la mano encima. —Te veré pronto, imbécil.


Guárdame una cerveza.

Vuelvo a mi asiento y agarro con fuerza la mano de Jess entre las mías.
Últimamente he estado distante y eso no es justo, pero ahora mismo la
necesito.

Cuando el capitán se dirige al frente de la sala y hace la “llamada de fin de


guardia” de Jack, mi visión se nubla y siento que voy a vomitar.

Encuentro a Hannah en el velatorio. Llevo un plato de ensalada de frutas.


Recuerdo que Jack me dijo que cuando estaba embarazada de Mase, tuvo
antojo de fruta los nueve meses.

Asiente con la cabeza a la que probablemente sea la centésima persona que


le da el pésame. Permanezco a su lado hasta que se marchan y le ofrezco el
plato.

—Toma, necesitas comer algo. —Cuando mueve la cabeza en señal de no,


insisto—. No se trata sólo de ti.

—¿Crees que no lo sé? —susurra—. ¿Crees que no sé qué hay un bebé dentro
de mí que me necesita? Lo sé. Soy muy consciente de que ahora soy viuda y
madre soltera de dos niños, si este sobrevive. Todavía no estoy de ocho
semanas. La posibilidad de aborto espontáneo es todavía bastante alta. No
necesito que me lo recuerdes.

—Lo siento. Sólo estoy tratando de ayudar.

—Estoy harta de que todos digan que lo sienten. Lo entiendo. No te culpo por
lo que pasó. Sabía en lo que me metía cuando me casé con Jack. Pero voy a
ser muy honesta contigo. Necesito que te alejes. Cada vez que te miro, veo a
Jack. Eras su amigo y compañero. Verte sin él es difícil. Ya tengo dos
recordatorios muy reales: Mase y este bebé. Sin mencionar la casa llena de
recuerdos. No necesito otro recordatorio viviente de que él no está aquí.

Asiento con la cabeza. —Lo entiendo. Lo entiendo. Sin embargo, le prometí


que cuidaría de ti. Así que, si necesitas algo, o Mase necesita algo, llámame.
A cualquier hora. De día o de noche. Estaré aquí.

Le doy un fuerte abrazo y me alejo.

—Vamos —digo cuando encuentro a Jess atrás jugando con Mase.

—De acuerdo. —Ella le revuelve el cabello a Mase y nos vamos. El viaje es


silencioso no tiene nada que decir y no quiere presionarme para que hable.

Cuando volvemos a su casa, me voy directamente a la cama. No he dormido


y hoy ha sido un día agotador.

Me despierto sobresaltado cuando Jess se mete en la cama unas horas


después. Estaba teniendo otra pesadilla: Jack muriendo una y otra vez y no
hay nada que pueda hacer para evitarlo.

—Hunter, si quieres hablar, estoy aquí.

—Lo sé. No quiero hablar de ello. ¿Qué hay que decir? Yo estoy vivo, él no.

—Sé que te culpas, pero no es tu culpa. Fue un trágico accidente —dice con
convicción, creyendo realmente en sus palabras—. No puedes cargar con esa
culpa solo. Habla conmigo. La culpa y el reproche te van a comer vivo.

He terminado de escuchar. —He dicho que no quiero hablar. —Deslizo mis


labios sobre los suyos. No puedo escuchar que me diga que la muerte de Jack
no es mi culpa.

Me muevo para situarme entre sus piernas. La beso con hambre.

—Hunter, cariño. Tu brazo. No tenemos que hacer esto.

—Mi brazo está bien. —Le doy un beso en el cuello—. Te necesito. Necesito
que me hagas sentir algo más que culpa y dolor. Te necesito, Jess.
Me mira a los ojos. Sé que ve la desesperación. —De acuerdo —Después de
eso, ella entrega su cuerpo completamente a mí. Tiro de su camisa y luego
cierro mi boca alrededor de su pezón. Le paso la lengua por encima,
arrancándole un gemido.

Deslizo su ropa por sus piernas y luego siguen las mías. Sitúo mi polla en su
abertura y empujo, sin dudarlo.

Ambos gemimos con fuerza ante la intrusión. Bombeo mis caderas a un ritmo
agotador. Jess nunca se queja ni me dice que pare. Sabe que lo necesito.

Me araña la espalda. El dolor sólo me estimula. La penetro una y otra vez,


llevándonos a los dos rápidamente hacia el final.

Meto la mano entre nosotros y dibujo círculos en su clítoris. —Vamos, nena.


Dámelo. Lo necesito.

Su cuerpo escucha y se acerca a la orden. Yo la sigo rápidamente. Cuando


ambos bajamos. Me doy la vuelta y atraigo a Jess hacia mis brazos.

No tarda en dormirse. Yo, sin embargo, me quedo despierto durante horas


haciendo preguntas.

¿Por qué yo merezco hacer el amor con la mujer que amo y Jack no? ¿Qué he
hecho yo para merecer estar con la mujer que amo cada día? ¿Por qué puedo
envejecer y ver crecer a mis hijos, cuando Jack no tendrá esa oportunidad?

En resumen, no me merezco nada de eso. No merezco tener a Jess y ser feliz.

Eso es otra cosa. Ver la pérdida que siente Hannah me hizo dar cuenta de
que tal vez Jess tenía razón todo el tiempo. Mi trabajo es peligroso. Podría
morir. Ella ha perdido mucho. No puedo hacerle eso de nuevo.

Tengo que dejarla libre. Ella podría superar una ruptura. No creo que pueda
sobrevivir si pasamos años y años juntos y yo muero en el cumplimiento del
deber.

Nunca debí haberla perseguido. Pero soy un bastardo egoísta. La quería. No


me importaba que pudiera herirla. Sólo me importaba lo que quería.
Miro a Jess durmiendo en mis brazos. Está tan tranquila. Un ángel.

Mi ángel.

Es mejor que termine ahora, antes de que las cosas se pongan demasiado
serias. La amas, ¿cuánto más serio puede ser? Sí, pero nunca lo dije en voz
alta.

Sólo hemos estado juntos unos pocos meses. Sé que se preocupa mucho por
mí, pero sobrevivirá sin mí. No importa, no creo que pueda sobrevivir sin ella.

Tengo que hacer lo más desinteresado y dejarla ir.

Tomo la decisión de terminar las cosas, pero hoy voy a abrazarla toda la
noche. Voy a memorizar cada detalle, para que cuando llegue el día de
mañana pueda alejarme.
Capítulo Veinte

Jess
Hunter me está evitando. No responde a mis llamadas ni a mis mensajes. No
responde a la puerta cuando voy a su casa, incluso cuando sé que está allí.
La única razón por la que sé que está vivo es porque su madre dice que ha
respondido a sus llamadas.

El funeral de Jack fue hace dos semanas. Fue la última vez que vi a Hunter.
Esa noche, pude sentir su dolor y su desesperación por sentir algo más
mientras hacíamos el amor.

No. No hicimos el amor; eso fue follar. Me estaba usando para olvidar y, como
lo amo, se lo permití.

Hoy, sin embargo, se detiene. No puede seguir evitándome. Sé que se odia a


sí mismo por lo que pasó aquel día en el almacén, pero creo firmemente que
podemos superar cualquier cosa si estamos juntos. Sólo tengo que hacer que
Hunter vea eso.

Golpeo su puerta, una vez más. Oigo el televisor encendido dentro. Está claro
que no va a responder, como todos los días de esta semana. Hoy, sin embargo,
he venido preparada. Saco la llave que me dio Mila.

Tras abrir la puerta, sigo el sonido del televisor hasta la sala de estar. Hay
botellas de cerveza y envases vacíos de comida para llevar esparcidos por toda
la mesa de café. Hunter está sentado en el sofá en sudadera y camiseta.

Parece que no se ha afeitado desde el funeral. No se ha dado cuenta de mi


presencia. Sólo está mirando la pantalla.

Me siento a su lado. —Hunter. —Me ignora—. Hunter. ¿De verdad? Habla


conmigo.
Da un trago a la cerveza que tiene en la mano. Agarro el control remoto y
apago la televisión. Eso hace que me mire.

—¿Qué? —Sus ojos son fríos, distantes—. ¿Ignorar tus mensajes y llamadas
no te ha dado la pista de que no quiero hablar contigo?

De acuerdo. Eso ha dolido. Es sólo su dolor. —Hunter, Jack no querría esto.

Su cara se vuelve enfadada. —Oh, sí, porque tú y Jack eran tan buenos
amigos que sabrías lo que él querría —se burla.

—Sé que él no querría que te culparas. No querría que actuaras como un gran
idiota con la gente que se preocupa por ti. —Probablemente no debería llamar
a un hombre afligido un idiota, pero oye, si el zapato encaja—. Él querría que
hablaras con tu novia, cuando todo lo que ella está tratando de hacer es
ayudarte.

—Bueno, tengo que tener una novia para tener una con la que hablar. —Me
mira fijamente. Mi corazón se desploma.

—¿De qué demonios estás hablando? Como que tienes que tener una novia.

—Estoy diciendo que ya no eres mi novia. —Siento que mi corazón se rompe.

—¿Qué?

—Hemos terminado. Tenías razón. Cometimos un gran error al intentar ser


más de lo que éramos. Estábamos condenados desde el principio.

—No quieres decir eso. —Sacudo la cabeza.

—Sí, lo hago. Tenías estas paredes levantadas. Tenías demasiado miedo de


dejar entrar a alguien. Y cuando finalmente las superé, me di cuenta de que
tenías razón. No soy el adecuado para ti. Te mereces a alguien seguro. Así
que ve a buscarlo.

—Hunter, detente. —Mi voz se quiebra, las lágrimas me nublan la vista, pero
no las dejo caer.
—Volveré a ser el hermano de tu mejor amiga. No es gran cosa. No estuvimos
juntos tanto tiempo de todos modos.

—¿Y qué hay de 'Siempre'? —Toco con el dedo el relicario que tengo en el
cuello. Hunter sigue mi movimiento y por un momento me parece ver pesar
en sus ojos, pero en una fracción de segundo desaparece y vuelve la
indiferencia.

Se encoge de hombros. Se encoge de hombros como si los últimos meses no


hubieran significado nada. —¡Me perseguiste! Me dijiste que lucharías. ¿Esta
es tu lucha?

—Estaba equivocado. —Enfoca su mirada hacia adelante. Ni siquiera me


mira.

—¿Era todo una mentira? —Tartamudeo.

—No lo sé —dice cabizbajo.

—¿No lo sabes? ¿No lo sabes? Bueno, está bien. Te diré lo que sé. Eres un
cobarde y un bastardo. Hiciste que me enamorara de ti y luego me dejas como
si no significara nada. —Me quito la cadena del cuello y la tiro al sofá.

—Jess...

—No. He terminado. Querías que me fuera, bien. Me voy. Vete a la mierda,


Hunter.

Con eso, salgo furiosa de su casa.

Consigo evitar que se me caigan las lágrimas hasta que llego a casa. En el
momento en que llego a la entrada de mi casa, mi contención se rompe.

Me siento en mi auto durante lo que parecen horas, llorando por un hombre


que acaba de descartar nuestra relación tan fácilmente.

¿Me lo he imaginado? ¿Hice que fuera algo que no era? Él se preocupaba por
mí. Incluso diría que me amaba. Pero por la forma en que hablaba en su casa,
yo era sólo un error que cometió.
No, no me lo he inventado. Hunter es sólo un cobarde temeroso de sus propias
emociones. Sin embargo, eso no detiene el dolor.

Cuando por fin consigo entrar, voy directamente a mi cama y sollozo sobre la
almohada que aún huele a él.

Durante cuatro días, ignoro el mundo exterior. No voy a trabajar, me tomo


días de salud mental. No contesto al teléfono, aunque Mila lo haya hecho
explotar. No hago nada más que tumbarme en mi cama y llorar.

El quinto día llega con una intrusión muy grosera. Mila irrumpe en la puerta
de mi habitación, con cara de preocupación y enfado.

—Lo sabía. —Se mete en la cama conmigo—. Sabía que el idiota de mi


hermano había hecho algo. Dime qué pasó.

—Hemos terminado —Sólo decirlo se siente como un cuchillo en el pecho.

—¿Qué? Eso es imposible. Está loco por ti. —Parece verdaderamente


sorprendida.

—Bueno, lo hicimos —afirmo.

—¡Qué maldito idiota! —Jadeo. Mila nunca maldice—. ¿Qué? Lo es. Te quiere
y ha roto contigo.

—No sé sobre el amor. —Durante los últimos cuatro días he ido de un lado a
otro sobre si Hunter me quería o no. Simplemente no lo sé.

—Lo hizo. Pude verlo en toda su estúpida cara.

—No cambia el hecho de que haya roto conmigo. —Me escondo entre las
almohadas. No quiero seguir hablando de esto. No estoy preparada para
hablar de ello.

—No, levántate. Es hora de levantarse. Han pasado cuatro días, si es que


ocurrió el día que viniste a buscar la llave de su casa. —Me limito a asentir,
dándole una respuesta—. Te la has pasado tirada, ahora es el momento de
levantarte y cabrearte. Vamos a salir.

—No quiero —digo. Me tapo la cabeza con la manta. Mila me la quita.

—Saca tu culo de la cama. Vas a tomar una ducha y luego te vas a vestir con
algo que te haga sentir bien, y vamos a ir a The Four Goats a tomar algo.

Mierda, tiene esa mirada de "mamá" en su rostro. No voy a volver a la cama.


Me rindo y hago lo que ella dice. Dos horas más tarde, después de ducharme,
vestirme y maquillarme, Mila me obliga a comer un sándwich y salimos por
la puerta y llegamos al estacionamiento de The Four Goats.

Aunque sólo son las siete, es viernes por la noche, así que el local ya está
lleno. Mila encuentra una mesa en el fondo. Pedimos nuestras bebidas y nos
acomodamos.

Mila habla sin parar, tratando de mantenerme distraída. Treinta minutos


después de llegar, aparecen Linda, una enfermera que trabaja con Mila, y
Kayla, la esposa de uno de los compañeros de equipo de Grant. Parece que
Mila lo ha convertido en una fiesta.

Las chicas charlan sobre sus vidas. Yo sólo doy un sorbo a mi Martini. Sé que
no soy el alma de la fiesta, pero me parece bien estar fuera de casa.

Le pregunto a Kayla sobre su hija. Se deshace en elogios sobre lo bonita que


es. Tiene poco más de un año. Estoy escuchando a Linda hablar de un chico
con el que está saliendo cuando noto que Mila se pone rígida a mi lado.

Cuando la miro, su cara parece de pánico y enfado. Está mirando al otro lado
de la barra. Sigo su mirada y mi corazón se detiene.

En la esquina está Hunter, y definitivamente no está solo. Abby, la camarera,


está sentada en el banco de al lado con sus labios en su cuello. Me siento
mal. Esa sensación sólo empeora cuando Hunter aparta el rostro de Abby de
su cuello y coloca sus labios en los de ella.

Veo cómo enreda sus dedos en su cabello y desliza su lengua en su boca. Mis
ojos se llenan de lágrimas.
Oigo hablar a Mila, pero no puedo apartar la vista de Hunter y Abby. —Nena,
lo siento mucho. Mi hermano es un idiota y un gilipollas.

Cinco días. Me rompió el corazón hace cinco días, y ahora se está besando
con otra mujer. Mientras se levantan para irse, no puedo mirar más.

—¿Podemos irnos? —Le pregunto a Mila.

Ella asiente. —Por supuesto. —Esperamos un minuto para asegurarnos de


que Hunter y Abby no están en el estacionamiento y luego nos vamos.

No recuerdo el camino a mi casa. No recuerdo haberme acostado. Sí recuerdo


que Mila se metió en la cama y me abrazó mientras yo lloraba. No dijo nada;
sólo me dejó llorar. Me dejó llorar la pérdida del único hombre que amaba.

—Tengo que decirte algo —dice Mila, mientras le da a Lily un tentempié.

—Bien, ¿qué? —Rezando para que no sea que Hunter trajera a Abby, su
nueva novia, a la cena del domingo. Han pasado tres semanas desde aquella
noche en The Four Goats.

El dolor es aún muy reciente, pero he vuelto a la tierra de los vivos.

—Vamos a adelantar la boda. —Yo sólo la miro.

—¿Qué quieres decir? La boda es en un mes. ¿Cómo la vas a adelantar?

—Es en dos semanas.

—¿Dos semanas? ¿C-cómo? —tartamudeo.

—La organizadora de la boda se encargó de todo. Los Stevens no tenían nada


planeado para ese momento, así que funcionó perfectamente.

—Bien. Dos semanas. Has perdido la cabeza, pero quién soy yo para juzgar.
Vamos a ir a comprar el vestido hoy.
—¡Gracias! Eso suena muy bien. Mamá no está ocupada así que puede ir
también.

—Déjame orinar y luego nos vamos. —Me dirijo al baño por el pasillo. Cuando
salgo, veo a Grant y a Mila en la cocina hablando. Debe haber vuelto del
gimnasio mientras yo estaba en el baño.

Grant sonríe a Mila. Es entonces cuando me doy cuenta de que ambos le


están frotando el estómago.

—¡Oh, Dios mío! ¡Estás embarazada! —Grito.

Ambos giran la cabeza y se dan cuenta de que estoy allí y de que he asistido
a su momento de intimidad.

—Supongo que el gato está fuera de la bolsa, cariño. —Grant sonríe a Mila.

—Por eso tenemos que adelantar la boda. Ya estoy de tres meses y no quiero
que se me note más que el día de mi boda.

Cruzo la habitación y tiro de mi mejor amiga para abrazarla. —No puedo creer
que no me lo fueras a decir —le regaño después del abrazo.

—Para ser justos no se lo hemos dicho a nadie, estábamos esperando hasta


después de la boda. Tenía muchas ganas de decírtelo, pero tú y Hunter
rompieron y no quería ser Nevena Cutler.

—¿Quién? —Pregunta Grant.

Lo entiendo. Gilmore Girls. —Dice que no quería restregarme su feliz noticia


en la cara mientras yo seguía triste por la ruptura.

Grant todavía parece confundido. —Eso es una estupidez. No me importa lo


que esté pasando en mi vida, que mi mejor amiga me dé otra sobrina o sobrino
es la mejor noticia. —Mis ojos empiezan a llorar y, por primera vez desde la
ruptura, son lágrimas de felicidad.

Mila empieza a llorar también. —Maldición, las hormonas.


Nos secamos las lágrimas y nos dirigimos a comprar el vestido. Mila
encuentra su vestido perfecto, el primero que se prueba. Por supuesto, le hago
probarse siete más para estar segura, pero al final se queda con un vestido
blanco, con un escote corazón, con una superposición del más bonito encaje.

Abraza su figura perfectamente y la hace brillar. Y no sólo por ese bebé del
que nadie sabe nada.
Capítulo Veintiuno

Hunter
Desde la ruptura con Jess, he estado caminando entre la niebla. No he vuelto
al trabajo desde la muerte de Jack. La oficina me hizo tomar una licencia para
que pudiera, cito: "ordenar mis pensamientos".

He estado borracho la mayor parte del tiempo. Desde aquella estúpida noche
en que me enrollé con la camarera Abby, he optado por emborracharme en
casa.

Esa noche fue un completo desastre. Llevaba semanas mirando las mismas
paredes después de la muerte de Jack. Apenas me moví del sofá después de
que Jess se fuera, así que pensé que un cambio de lugar me haría bien.

Luego, me emborraché tanto que cuando Abby empezó a coquetear conmigo


después de su turno y a besarme en el cuello, no la detuve. Luego, cuando
sugirió que nos fuéramos, lo que me pareció una gran idea.

No fue hasta que trató de tocarme la polla en el Uber cuando se me pasó la


borrachera y me di cuenta de la terrible idea que había sido. También, que
me sentía como un gigantesco pedazo de mierda. Quiero decir que sólo había
roto con Jess cinco días antes.

Le dije al conductor que me llevara a casa. Cuando salí del auto, tras arrojarle
algo de dinero al conductor, Abby me gritó, pero la ignoré.

Necesitaba irme a la cama y olvidar que toda esa noche había sucedido. A la
mañana siguiente me desperté con una enorme resaca.

Por un corto tiempo, olvidé todo lo que había sucedido y luego todo volvió a
caer. La muerte de Jack. La ruptura con Jess. Luego sentí el olor del perfume
barato de Abby y la metedura de pata de la noche.
Al instante me metí en la ducha y traté de lavar su aroma de mí. Se podría
pensar que eso habría sido suficiente para sacarme la cabeza del culo, pero
no fue así.

Hoy, sin embargo, es el día que he estado temiendo. La boda de Mila y Grant.
Me alegro por mi hermana, pero tengo que dejar la seguridad de mi casa, y
ver a Jess por primera vez desde que me lanzó su medallón y se fue de mi
casa.

Si Mila no fuera mi hermana, me saltaría todo el maldito asunto. Me dirijo a


la iglesia. Grant me pidió que fuera uno de sus padrinos de boda. Así que me
dirijo a la sala donde me dicen que los otros chicos se están preparando.

—Oye, Hunter. Te ves como la mierda. —Maldito Grant. Todavía estoy con
resaca de la noche anterior. No necesito su mierda.

—Tienes suerte de que sea el día de tu boda.

—Tu hermana va a perder la cabeza cuando te vea. —Tiene razón. He estado


evitándola. Me llamó después de esa noche en The Four Goats y me gritó por
ser un imbécil. Y algo sobre zorras. La ignoré.

Ignoro su comentario y saludo a los otros chicos, Mark y Caden. He conocido


a Caden en los partidos, pero no he conocido a Mark antes.

—Oye, hombre, Hunter, el hermano de Mila. —Extiendo mi mano.

La acepta. —Me lo imaginaba. ¿Qué demonios te pasa? Parece que llevas un


año de borrachera. —No, sólo cinco semanas. Cinco semanas desde que
murió mi mejor amigo.

—Una noche dura —se burla Grant. Me doy la vuelta y lo fulmino con la
mirada.

—¿Tienes algo que decir? —Gruño. Realmente no estoy de humor.

—Sí, tengo algo que decir. —Se acerca a mí—. Lo siento por ti, de verdad. No
puedo imaginar por lo que estás pasando. Realmente no puedo, pero si haces
algo para arruinar la boda de Mila, te voy a dar una paliza. Cuñado o no.
—Ah, ¿sí? ¿Qué podría hacer para arruinar la boda? Es la boda de mi
hermana, no haría nada para arruinar su felicidad.

—Ah, ¿sí? ¿Qué pasa con Jess?

Mi corazón se detiene. Incluso escuchar su nombre me hace reaccionar. Es


la dama de honor. Puede que yo no sea el padrino, pero Mila se las ha
ingeniado para que caminemos juntos.

—Jess es sólo la mejor amiga de mi hermana. Caminaré con ella y no será


gran cosa.

—Lo que tú digas. Sólo no digas ni hagas nada que la altere —me advierte.
No me gusta su tono.

—¿Desde cuándo te importa tanto Jess? —Lo miro.

—¿De verdad? ¿Así es como quieres jugar? Me voy a casar con tu hermana.
Jess es su mejor amiga; eso la convierte en mi familia. Eso es todo.

Doy un paso atrás. Estoy perdiendo la cabeza. Acabo de acusar a Grant el día
de su boda de tener algo con Jess. ¿Qué diablos me pasa?

—Basándome en tu reacción a mi protección, diría que sigue siendo algo más


que la amiga de tu hermana para ti. —Voy a mi bolso para tomar mi petaca.
Necesito un trago— Por cierto, ya no caminas con Jess. Mark sí.

—¿Qué? —Grito—. ¿Por qué diablos no? —No sé por qué me importa. Mi
mejor apuesta para sobrevivir a este día es evitar a Jess a toda costa, pero
algo de que ande con Mark, el tipo que tiene más culo que un asiento de baño
público, me cabrea.

—Fue idea de Mila para cambiar las cosas.

¿Qué te importa? La dejaste. No significa que haya dejado de amarla.

Ya he superado esta conversación. —No te preocupes, hombre, me aseguraré


de que se lo pase bien. —Ante la afirmación de Mark, me abalanzo sobre él.
Grant me rodea con sus brazos; Caden se interpone entre Mark y yo.
—Amigo, ¿en serio? ¿Tienes que ser un idiota? —le pregunta Grant a Mark.

—Sólo lo presionaba. No la quería. La he visto, no me importaría pasar un


tiempo con ella —ríe Mark.

Lucho contra el agarre de Grant. —Amigo, vete a la mierda antes de que lo


deje ir. Así no es como quiero pasar el tiempo antes de mi boda. Haciendo de
árbitro para dos idiotas.

Rompo el agarre de Grant. He terminado con las charlas protectoras de Grant


y los comentarios de Mark sobre Jess. Antes de golpear a uno de ellos o a
ambos, me voy.

Salgo al establo donde se celebra la ceremonia. Me dirijo a la parte trasera


que da al árbol de manzana. Desenrosco la tapa de mi petaca y bebo un trago.

El whisky me quema la garganta, pero una buena quemadura, una


quemadura adormecedora.

—Supongo que venir los dos aquí para estar solos fue un poco
contraproducente. —Me giro y veo a Jess de pie a unos metros de distancia.
No la he visto en tres semanas y ahora es una revelación.

Su cabello rubio está recogido en una trenza lateral. Algunos mechones de


cabello se han soltado y ondean al viento. El sol que se pone detrás de ella le
da un brillo natural. Su vestido de dama de honor color ciruela se ciñe a su
cuerpo en todos los lugares adecuados.

Me duele mirarla y no acercarme a ella. Quiero pasar mis manos por sus
curvas. Quiero que mis labios se peguen a los suyos. Quiero tenerla en mis
brazos y decirle lo idiota que soy y que la quiero y que no quiero estar nunca
más sin ella.

No hago nada de eso. Soy una mercancía dañada. Soy medio hombre. Creo
que nunca superaré la culpa de lo que le pasó a Jack, y Jess no merece estar
con un hombre que no puede darle todo su ser. Y una parte de mí murió en
ese almacén con mi amigo.
Así que, en lugar de llegar hasta ella, me encojo de hombros y digo: —Supongo
que no.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—Bien, simplemente genial —digo, el sarcasmo amargo en mi lengua.

—Oh, veo que todavía estás en modo gilipollas. Es bueno saberlo. —Se da la
vuelta para alejarse.

—¿Es por eso que estás caminando con Mark ahora? Querías hacer una
jugada con él. Porque cariño, tengo que decir que, si no quieres a un gilipollas,
Mark no es tu chico.

—Los celos no te sientan bien. —Me hierve la sangre.

—¿De qué tengo que estar celoso? ¿De Mark? No me preocupa. —Camino
hacia ella hasta tenerla apretada entre mi cuerpo y el lateral del
granero—. Él no te hará sentir como yo. —Paso atrás. Distancia—. No te hará
gemir como lo hice yo.

—Excepto que estás demasiado ocupado haciendo gemir a Abby como para
que te importe a quién me follo. —Mi pecho se aprieta. Ella lo sabe. No sé
cómo, pero sabe que me fui del bar con Abby.

—No sé de qué estás hablando. —Niégalo.

Se ríe, a medias. —Oh, sí, estoy segura de que he imaginado su lengua en tu


garganta. Tus dedos en su cabello como si no tuvieras suficiente con ella. Ah,
y me imaginé que salías del bar con ella.

Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

Joder, odio verla llorar. —Jess, no fue así. —Me acerco a ella, pero retrocede
hasta que su espalda choca contra la pared del granero.

—Entonces, ¿no estabas en un bar, cinco días después de romper, besando


a otra chica? —Realmente soy un pedazo de mierda.

—Jess...
Ella levanta la mano, cortándome. —No, Hunter, no me importa. No me
importa si te la llevas a casa y te la follas de diez maneras hasta el domingo.
Igual que no te importará si me follo a Mark o a otro. Porque me rompiste el
corazón. No puedes preocuparte o estar celoso.

Intenta marcharse, pero la agarro del brazo. —Sé que no debería importarme.
Tienes razón. Pero me importa. Si te toca, le arrancaré la maldita cabeza. Lo
juro.

Ella golpea sus manos contra mi pecho. —¡No! No puedes estar celoso. Puedo
follar con quien quiera. Dejaste que me enamorara de ti y luego me tiraste
como si fuera basura. Vete a la mierda, Hunter.

Esta vez la dejé ir. 'Me dejaste enamorarme de ti' ¿Se enamoró de mí? Mi mente
se tambalea.

Tomo otro sorbo de mi petaca. En el fondo lo sabía. Sabía que me quería tanto
como yo a ella.

Estoy detrás de ese granero hasta treinta minutos antes de la boda. Pensando
en todo. Nada ha cambiado. Sigo amando a Jess, pero sigo sintiendo que no
merezco ser feliz. Y Jack sigue muerto.

Estamos todos vestidos y alineados fuera del granero, esperando nuestra


señal para caminar. Jess está delante con Mark. Le susurra algo al oído,
haciéndola reír. Su brazo está entrelazado con el de él y se inclina hacia él.

Mi visión se nubla de rabia. ¿Cómo es que ella está ahí adelante coqueteando
con él cuando yo siento que me están arrancando los pulmones? Porque tú
eres el idiota que le rompió el corazón.

La amiga de Mila, Linda, del trabajo, me está hablando de algo, pero no


escucho nada de lo que dice porque mi atención está pegada a Jess.

La observo durante toda la ceremonia. Vi sus ojos llenarse de lágrimas


durante los votos. La vi sonreír tanto al ver que mi hermana por fin tenía su
felicidad para siempre.
También veo una pizca de tristeza en sus ojos. Ella quiere lo que Mila y Grant
tienen. Pensaba que iba a ser yo quien se lo diera.

Cuando pienso en que es la esposa de otro, o la madre de los hijos de otro,


me siento un homicida.

Quizá todo esto haya sido un error. Cuando mira al otro lado del pasillo y
nuestras miradas se cruzan, la niebla en la que he estado sumido desde que
rompimos se disipa.

Nunca debí dejarla ir. Necesito resolver mis problemas y recuperarla. Ella es
mi futuro y necesito hacer todo lo posible para conseguirlo.
Capítulo Veintidós

Jess
Siento que su mirada se clava en mi piel. La sentí en mi espalda mientras
esperábamos a que empezara la ceremonia. La sentí al entrar en el granero
por primera vez.

Observo las luces que cuelgan de las vigas de madera. El suave resplandor
de las velas que recorren el exterior del pasillo. El granero es la fantasía de
toda chica en una boda.

Lily salta por el pasillo con la mayor sonrisa en su rostro. Está muy
emocionada con su vestido. En el camerino, era lo único de lo que podía
hablar. Me viene a la mente la conversación que tuvimos Mila y yo en el
vestidor.

—Mami, ¿ya es la hora? —Lily está saltando junto a la silla de Mila. Mira está
terminando de maquillar a Mila y Lily está lista para ponerse el vestido.

—Todavía no, cariño, casi. ¿Qué tal si vas a ver a tu papá, para asegurarte de
que no ha salido corriendo? —bromea Mila, pero puedo sentir sus nervios.

—Está bien, vamos abuelita. —Lily toma la mano de Lauren y sale por la
puerta.

Mila respira profundamente y lo suelta. Me acerco a ella por detrás. —Detente.


Detente ahora mismo. —Me mira en el espejo, con lágrimas nadando en sus
ojos.

Mira interviene. —No te atrevas a llorar y arruinar mi trabajo —bromea.

—Está pasando —dice Mila simplemente. Sé lo que quiere decir. Está


consiguiendo todo lo que siempre quiso.
—Lo está. Y te lo mereces todo. —Mis ojos empiezan a arder.

—Si tú lloras, yo también —Mila ríe.

Resoplo. —De acuerdo, no llores. Hablemos de que eres demasiado guapa para
Grant.

—Apoyo eso —dice Mira. Empieza a recoger todas sus cosas—. Me voy a ir de
aquí. Mi trabajo aquí ha terminado. Felicidades, Mila. —Cuando llega a la
puerta se gira y dice por encima del hombro—: No te toques el cabello ni el
maquillaje. —Luego se va con una sonrisa.

Mila se está mirando en el espejo. Perdida en sus pensamientos. —¿Mils? ¿Qué


pasa?

Ella sacude la cabeza. —Nada, distráeme. ¿Cómo estás? ¿Vas a estar bien
hoy? —Me mira fijamente. Sé que está hablando de ver a Hunter.

—Hoy se trata de ti. No te preocupes por mí. Estoy perfecta —miento. Soy un
manojo de nervios. Las imágenes de Abby y Hunter han estado jugando en mi
mente desde aquella noche en The Four Goats.

—Es mi día, lo que significa que puedo hacer lo que quiera, y ahora mismo
quiero saber cómo está mi mejor amiga porque el idiota de mi hermano es,
bueno, un idiota.

Suspiré. —Hago lo mejor que puedo, Mils. —Mila se levanta de su silla y me


abraza.

—Lo siento, nena. Es el mayor idiota de la historia.

—Tendría que estar de acuerdo —me río.

—Cambié la secuencia. Ahora vas a caminar con Mark.

—No tenías que hacer eso. Este es tu día. Lo siento, es mi culpa. —Agacho la
cabeza.

—Es culpa de Hunter. De nuevo, mi boda, así que puedo cambiar las cosas si
quiero. Y él no se merece caminar contigo, luciendo así de hermosa. Puede verte
en los brazos de un sexy beisbolista. —Mila tiene una sonrisa malvada en su
rostro.

Le doy un fuerte abrazo. —¡Eres la mejor!

—Lo sé. —Justo en ese momento Lily irrumpe en la habitación.

—Mami, papi dijo que tenía que revisarte porque eres un peligro de fuga. Lo que
sea que eso signifique.

—Tu papá es tonto. Vamos a vestirte.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —Lily está saltando y aplaudiendo.

—Voy a tomar aire. Volveré para ayudarte con tu vestido.

Fue entonces cuando encontré a Hunter en el granero.

Y puedo sentir sus ojos en mí ahora. Mientras veo a mi mejor amiga casarse.
Grant se vuelve hacia Mark y le pide el anillo antes de deslizarlo en la mano
de Mila.

—Mila. Siento que he esperado toda una vida por ti. Le has dado a mi vida
todo lo que no sabía que necesitaba. —Mira a Lily, que está de pie junto a
Mila—. Hiciste mi vida completa y feliz, y pasaré toda mi vida tratando de
hacerte tan feliz como tú me has hecho a mí. Te amo.

Oigo a Mila lloriquear y luego se gira para tomar el anillo de mi mano. Mira a
Grant. Su cara está llena de amor, mientras ve a Mila deslizar su anillo de
boda.

—Grant. Ya has puesto mi vida patas arriba dos veces. Una vez, hace cinco
años. Y luego, hace dos años, cuando apareciste en esa habitación de
hospital. Cada vez me has dejado sin palabras. Nunca pensé que llegaría a
verte con Lily todos los días, o a llamarme tu esposa. Pero cada día que paso
contigo, estoy agradecida de poder hacerlo. Te amo, Grant Holden.

Entonces, Grant se vuelve hacia Lily, que se retuerce junto a su mami.


—Lilybells, ven aquí. —Le tiende la mano. Lily la toma. Grant saca del bolsillo
un collar de corona de princesa. Mila me dijo que Grant quería incluir a Lily
en la ceremonia.

Grant pone el collar alrededor del cuello de Lily. —Lily, puede que no haya
estado cerca los primeros cinco años de tu vida, pero te doy este collar para
que sepas que siempre serás mi princesa y que siempre estaré ahí para ti y
para tu mami. Te amo, princesa. —Grant le besa la frente.

—Yo también te amo, papi. —Lily se lanza hacia Grant y le rodea el cuello con
sus bracitos.

Siento que una lágrima corre por mi mejilla. —Los declaro marido y mujer.
—Es en ese momento cuando me rindo y miro a Hunter al otro lado del pasillo.
Como ya sabía, sus ojos están puestos en mí.

Veo una mirada de determinación en su cara, junto con tristeza. Es la misma


tristeza que había en el hospital y en el funeral de Jack. El deseo de ir a verlo
es fuerte.

Miro hacia otro lado. No puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir
preocupándome por Hunter Carter. Es obvio que no le importo.

Mis ojos se dirigen a Mark, que me guiña un ojo. Ese tipo es muy coqueto. No
paró de lanzarme piropos durante todo el tiempo antes de la boda. Me hizo
prometer que le guardaría un baile antes de que acabara la noche.

Lo prometí, pero me arrepentí al instante. Sentí que era una traición a Hunter.
Eso sólo sirvió para enojarme. No debería sentirme así. No debería
preocuparme por herirlo bailando con otro hombre.

Seguro que no le importó cuando se fue a casa con Abby.

Tomo el brazo de Mark después de que Grant y Mila caminan por el pasillo.

Se inclina para susurrarme al oído: —Ahora empieza la diversión. —Me guiña


un ojo. Mi mente se traslada a Hunter y a lo mucho que me gustaba que me
guiñara el ojo.
Suficiente. Deja de pensar en él. Tienes un hombre bueno que quiere pasar
tiempo contigo. Hunter no. Disfruta de la noche. Y después de salir de aquí,
puedes ir a casa y llorar. Hasta entonces, céntrate en divertirte.

Sonrío a Mark. —Sí, así es.

Nos conducen a un salón separado para la recepción. Un DJ anuncia la fiesta


de la boda. Entonces llega el momento de la entrada de Mila y Grant. Me
pongo de pie a un lado y me pongo rígida cuando siento la mano de Mark en
mi espalda descubierta.

—Relájate, amor. —Siento su aliento en mi oreja. Diviértete. Diviértete. Le


sonrío.

—¡Y ahora, el Sr. y la Sra. Grant Holden! —Los invitados se vuelven locos.
Caminan hacia el centro de la pista para su primer baile.

Comienza a sonar una versión acústica de "Miles Away" de Memphis May Fire.
Grant abraza a Mila y se balancean al ritmo de la música.

Después de su primer baile, todos terminamos la cena y entonces empieza la


verdadera fiesta. El DJ pone la música a tope y se convierte en una fiesta de
baile.

Paso la noche divirtiéndome de verdad. Bailo con Mila y Linda. Lily incluso
me enseña cómo se hace. Cuando el DJ cambia a una canción lenta, decido
que estoy lista para tomar una copa. Cuando voy a salir de la pista de baile,
siento una mano en mi brazo. Me doy la vuelta y veo a Mark que me dedica
una sonrisa de baja bragas.

Lástima que para él mis bragas estén bien puestas.

—Creo que aceptaré el baile que me prometiste. —Miro alrededor a todas las
parejas que bailan. Entonces mis ojos encuentran a Hunter en la esquina.
Está hablando con Linda y parecen muy amigos. Sin embargo, lo dudo.

—No lo sé. No estoy tratando de darte una idea equivocada.

Mark se ríe. —Vamos, cariño. Es un baile, no una propuesta de matrimonio.


No intento acostarme con mujeres comprometidas. —Hace un gesto con la
cabeza hacia Hunter, que ya no está hablando con Linda, sino que nos mira
a Mark y a mí.

—No estoy comprometida. —Me meto en sus brazos para demostrar mi punto
de vista. Empezamos a movernos al ritmo de la música.

—Puede que no lo creas, pero lo estás. Ese tipo está tan colgado de ti, y
basándome en cómo lo miras, digo que tú también lo estás.

—Yo… —Empiezo a decir.

—No te resistas. No sé qué pasó, pero no vale la pena. Confía en mí.

—Ha roto conmigo.

—Se está arrepintiendo de su decisión, créeme.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque viene hacia aquí para arrancarme los brazos. —Sonríe, y


efectivamente aquí viene Hunter. Sin embargo, no llega a acercarse a Mark y
a mí, Mila salta delante de él y lo lleva fuera.

—Ese tipo lo tiene mal.

—Lo siento, no vas a tener sexo esta noche —bromeo.

—Oh, eso no lo sabes. Sólo porque estés lo suficientemente loca como para
resistirte a mí, no significa que otra mujer afortunada lo esté.

Me río. —Eres una especie rara.

—Bueno, gracias por notarlo. —Me besa la mejilla y se dirige a la barra y a


una pelirroja de aspecto muy ansioso.

Mila está en la esquina hablando con Hunter, pero por su cara, no es una
conversación agradable. Se aleja dejando a Hunter con cara de pocos amigos.

El resto de la noche transcurre sin contratiempos; se corta el pastel y, antes


de que nos demos cuenta, llega la hora de despedir a los novios.
Nos ponemos todos en fila fuera y nos despedimos con la mano mientras
suben al auto que Grant ha alquilado. Me despido de Lauren y Jim. Jim
sostiene a un Lily que está dormida en sus brazos.

La cuidarán durante las próximas noches mientras Mila y Grant se van de


luna de miel.

Cuando vuelvo a entrar al salón de recepción, hay algunos invitados que


siguen hablando, y algunas parejas están bailando una vez más antes de dar
por terminada la noche.

Tomo mi bolso de la silla. Estoy lista para ir a casa y dormir todo el fin de
semana.

—¿Me das este baile?

Me doy la vuelta y veo a Hunter de pie con la mano extendida.

—Creo que has perdido la cabeza —me burlo y trato de alejarme.

Me agarra de la muñeca, sus ojos suplicándome. —Por favor, Jess. Sé que no


me lo merezco, pero, por favor, ¿podrías darme este único baile?

Abro la boca. Me interrumpe: —Ni siquiera un baile completo. Esta canción


es la última de la noche y está a medio camino.

Sólo lo miro. Lo único que quiero es que me tome en sus brazos. Luce tan
bien esta noche con su traje. La única forma de saber que aún no ha vuelto
a ser él mismo es la barba en su mentón y las bolsas bajo los ojos.

Todavía está luchando con la muerte de Jack. Ojalá me hubiera dejado estar
a su lado en lugar de apartarme.

Suspiro, dejo mi bolso y pongo mi mano en la suya. —Sólo esta.

Su cara se relaja. Me dedica una pequeña sonrisa. —Gracias. —La canción


"Like I'm Gonna Lose You" de Meghan Trainor y John Legends suena en el
equipo de sonido.
Hunter me atrae hacia su pecho; escuchamos a Meghan y John cantar sobre
amar como si fueran a perder a esa persona.

Cuando cantan la línea sobre que el mañana no está garantizado, siento que
Hunter se tensa. Sé que está pensando en Jack.

Tienen razón. Nunca sabemos lo que va a pasar. Nunca pensé que estaría en
la boda de Mila bailando con Hunter, intentando no llorar, porque mi amor
no fue suficiente para evitar que me dejara.

Nunca se lo dijiste.

Él lo sabía. La muerte de Jack le afectó mucho. —Jess. Quiero decir que lo


siento.

—¿Por qué?

—Por muchas cosas, sinceramente, pero sobre todo por cómo actué ese día.
No estoy en un buen lugar. Terminé las cosas porque te mereces a alguien
que esté completo.

—¿No crees que yo debería decidir lo que me merezco? Nunca me diste la


opción. Sé que perder a Jack es duro para ti. Estaba dispuesta a estar ahí
para ti y ayudarte a superarlo, pero nunca me diste esa oportunidad. Me
hiciste sentir como si hubiera imaginado todos tus sentimientos por mí.

Miro a mis pies. —Te amaba, Hunter. —Me alejo de sus brazos—. No tienes
ni idea de lo destrozada que estaba cuando me fui de tu casa. Luego, voy a
The Four Goats y te veo con esa mujer. Sólo confirmé lo que pensaba, que el
sentimiento era desigual.

Hunter se mete en mi cuerpo y pone su dedo bajo mi barbilla. —No fue


desigual.

—Hunter. No lo hagas. —Sacudo la cabeza. No quiero su compasivo "te amo".

—Bien —suspira comprendiendo—. Entonces, déjame decirte que no pasó


nada con Abby. —Abro la boca para intervenir, pero me pone el dedo en los
labios—. Sí, la besé. Estaba tan borracho que probablemente habría besado
a cualquiera. Sé que eso no lo mejora, pero es cierto. Cuando entramos en el
auto, me puse sobrio y me di cuenta de que no quería que nadie que no seas
tú me tocara.

—Me fui a casa y me sentí como el mayor idiota. Me sentí como si te hubiera
engañado, porque, aunque terminé las cosas, todavía te pertenezco.

—Hunt. —Las lágrimas entran en mis ojos.

—Es verdad, Dimples. Te pertenezco. —Me mira a los ojos—. Y tú me


perteneces.

—Hemos terminado, Hunter. Te di mi corazón, en contra de mi mejor juicio.


Y me aplastaste como sabía que lo harías.

—Nunca podré expresar lo que siento por eso. Cariño, escúchame cuando te
digo que voy a poner mi cabeza en orden. Lo prometo. Y cuando lo haga, iré
por ti.

Me abraza fuertemente. Me relajo en él durante una fracción de segundo.


Disfruto de la sensación de sus brazos. Lo que queda de mi corazón quiere
creer que lo que dice es cierto. Mi cabeza es la perra que me aleja.

—Tengo que irme. Adiós, Hunter.

—Te veo luego, Dimples. Prepárate, ya iré. —No respondo, simplemente salgo,
me meto en el auto y me voy a casa a pensar qué haré si vuelve a por mí.

No importa cuánto quiera pensar que lo rechazaré. Sé en mi interior que, si


Hunter viene y declara sus sentimientos por mí, correré directamente a sus
brazos.

Supongo que tendremos que esperar y ver.

—¡Baila, tía Jessie! —Lily está bailando por la habitación. Acabamos de


terminar de colorear y de jugar con todas las muñecas que ha metido en la
maleta. Tomó mi teléfono de la encimera y lo conectó al sistema de sonido.
Anoche tuve con Lily nuestra pijamada mensual; Mila está lista para recogerla
en cualquier momento. —Lilybells, ayúdame a hacer tu maleta, y luego
podemos hacer una fiesta de baile hasta que llegue tu mamá.

Hace pucheros por un minuto y luego concluye con que es justo. Empacamos
sus cosas y las dejamos en la puerta, y luego bailamos en la habitación al
ritmo de "House Party" de Sam Hunt.

Apenas termina la canción, llaman a la puerta. —Vamos, Lil. Tu mami está…


—Las palabras mueren en mis labios, porque cuando abro la puerta, no es la
pequeña contextura de Mila lo que veo en mi puerta.

Es la grande y ancha contextura de Hunter. Mis ojos se abren de par en par.


—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto.

—¡Tío Hunt! —Lily se lanza a sus brazos. Ojalá pudiera hacer eso.

Contrólate, Jess. Ahora mismo estás celosa de una niña de cinco años.

Mientras él se distrae con Lily, yo me fijo en su aspecto. Tiene mejor aspecto


que en la boda de Mila. Las bolsas bajo los ojos han desaparecido. La tristeza
de sus ojos ha sido sustituida por ese brillo que me encanta.

Todavía tiene la barba, pero es más una barba "porque sí" que una barba de
"depresión profunda".

—Hola nugget. —Hunter la abraza con fuerza. Me mira—. He venido a


recogerla. Han llamado a Mila al trabajo y mamá tiene algo que hacer, así que
me ha pedido que venga a buscarla.

—O-oh, está bien. No lo sabía —tartamudeo. Vaya, qué vergüenza. Es


entonces cuando me doy cuenta de que llevo puestos mis leggings rotos, que
estoy sin sujetador, sin maquillaje y con el cabello amontonado en la cabeza.

Por supuesto, me vería como una mierda la primera vez que veo a Hunter en
un mes. Empiezo a arreglarme el cabello.

—Jess. —Levanto la vista al oír mi nombre—. Te ves muy bien. Detente. —Me
regala su mega sonrisa—. Mila dice que te ha mandado un mensaje. —Me
giro y tomo mi teléfono. Efectivamente, hay dos mensajes de Mila.
Mila: Oye, me llamaron del trabajo por unas horas. Hunter va a ir a buscar
a Lily.

Mila: Por favor, no me odies.

Maldita sea, debería haber revisado mi teléfono.

—Sí, lo hizo. Aquí está su mochila. —Le entrego la mochila de Lily.

Extiendo mis brazos hacia Lily. —Bien, Lilybells, dame amor. —Ella se abraza
a mi cuello con fuerza—. ¡Te quiero!

—¡Yo también te quiero, tía Jessie! —Sale corriendo de la casa y espera junto
a la camioneta de Hunter.

Nos quedamos ahí un momento antes de intentar hablar los dos al mismo
tiempo.

—Cómo...

—Supongo que...

Nos reímos. Hunter me hace un gesto con la mano para que hable. — ¿Cómo
has estado?

—Mejor. ¿Y tú?

—Bien.

Volvemos a quedarnos en silencio. Lily lo rompe. —Vamos, tío Hunt.

Los dos nos reímos. —Supongo que debo irme.

—Sí, antes de que intente irse en el auto.

Hunter se aleja. Empiezo a cerrar la puerta, pero me detengo cuando oigo que
Hunter me llama por mi nombre.

—¿Sí?

—Fue bueno verte. —Sonríe y termina de caminar hacia su camioneta. ¿Qué


significa eso?
Los veo alejarse. ¿Qué quiso decir con que se alegraba de verme? La última
vez que lo vi, me decía que le pertenecía y que venía por mí. Eso fue hace un
mes y nada. Ahora aparece sólo porque tenía que recoger a Lily, y todo lo que
puede decir es que se alegró de verme...

¿De verdad? ¿Qué demonios? Hunter Carter me tiene confundida.


Capítulo Veintitrés

Hunter
Me detengo frente a la casa que he estado evitando desde que Jack murió.
La suya. Han pasado tres meses desde que murió y no he puesto un pie
dentro de ella desde el día de su funeral.

La boda de Mila fue una llamada de atención para mí. Sabía que tenía que
organizar mi vida. Necesito ser el hombre que Jess se merece y el hombre
que Jack habría estado orgulloso de llamar su mejor amigo.

Al día siguiente de la boda, dejé de beber y acudí al terapeuta que la


comisaría me había preparado. Me costó muchas, muchas sesiones, pero he
superado la mayor parte de mi sentimiento de culpa. Creo que siempre me
sentiré responsable de lo que pasó en algún nivel, pero ahora sé que fue un
accidente.

Hicimos todo según las normas, no había forma de saber que había dos
sospechosos en ese edificio después de disparar al primero.

La muerte de Jack fue horrible, pero él no quería que me culpara.

Se avergonzaría de que usara su muerte para terminar las cosas con Jess.

He estado dando los pasos para arreglar eso, y recuperarla. Me costó todo lo
que tenía dentro de mí no rogarle que me aceptara de nuevo cuando recogí
a Lily a principios de esta semana. Quería arrodillarme, rogar y suplicar, y
prometerle el mundo. Pero tengo un plan y tengo que seguirlo.

La terapia y dejar de beber fueron parte de ese plan y grandes pasos; el


último paso es por lo que estoy sentado en esta entrada, mirando la casa que
solía pertenecer a mi mejor amigo.
Un golpe en la ventana me saca de mis pensamientos. Cuando miro, veo a
Hannah de pie. Bajo la ventanilla.

—¿Te vas a quedar aquí sentado en el auto todo el día o vas a entrar? —Se
aleja, dejándome tomar mi decisión.

Apago el auto y entro en la casa. Hannah está en la cocina sirviendo dos


vasos de té dulce.

Su vientre está ligeramente redondeado. —Puedes dejar de mirar, me está


asustando.

—Lo siento. —Entro en la cocina y tomo asiento en la barra. Ella desliza el


vaso frente a mí—. Te ves bien, Hanna

—Gracias, lo bueno de estar embarazada es el 'brillo' y lo bien que me deja el


cabello —bromea.

—Bueno, tu cabello está muy bien —me río.

—Hunter, déjate de tonterías. Te conozco la mayor parte de mi vida, sé


cuándo tienes algo que decir.

—De acuerdo. —Tomé aire—. Siento no haber estado por aquí.

—Realmente no te di una opción la última vez que estuviste aquí. Por eso lo
siento. Nunca te culpé por la muerte de Jack. Sólo estaba afligida. Toda mi
vida acababa de cambiar. Necesitaba aprender a valerme por mí misma.
Sabía que te pidió que nos cuidaras, así que necesitaba que te fueras.

—Lo entiendo, y tienes razón, me pidió que cuidara de ustedes. Debería


haberme esforzado más.

—Cállate. Soy una mujer adulta. Puedo cuidarme sola.

—Lo sé, pero él...

—No discutas con una mujer embarazada —afirma.

—Bien, sólo quería decir que lo siento.


—No es necesario. Sé que, si te hubiera llamado y necesitado algo, habrías
estado aquí. No he llamado. No todo es culpa tuya.

—Acordemos no estar de acuerdo, porque me han advertido que no hay que


cabrear a una chica embarazada.

—Es un buen consejo. Podrías no vivir. —Ella sonríe. Me pongo


serio—. Hannah. No tienes que poner esa cara de valiente, ¿sabes?

Su rostro cae. —Sí, lo tengo. Tengo un hijo. Y un bebé en camino. —Me


levanto y voy a rodearla con mis brazos. Ella retrocede—. Si me abrazas me
voy a desmoronar.

De todos modos, la rodeo con mis brazos. —Desmorónate. Para eso está la
familia. Para recoger los pedazos.

Solloza contra mi pecho durante unos diez minutos. Finalmente se detiene y


me da una sonrisa acuosa. —Gracias.

—No hay problema. Creo que es la única vez que Jack no me dará una patada
en el culo por retener a su mujer tanto tiempo. —Eso la hace reír. Bien.

—Suficiente mierda triste. ¿Cómo estás tú y Jess?

Desvío la mirada y me rasco la nuca. —Eh, como que ya no estamos juntos.

Las cejas de Hannah se juntan. —¿Qué has hecho?

—¿Cómo sabes que es algo que hice? —pregunto, ligeramente ofendido.


Quiero decir que es por algo que hice, pero ella no lo sabe.

—Porque eres un hombre.

—Eso es sexista.

—¿Me estás diciendo que ha roto contigo?

—Bueno, no, pero...


—¡Ja! Tengo razón. Ahora, cuéntame qué pasó. —Así que lo hago—. Pasó por
la culpa de la muerte de Jack. De sentir que como no iba a estar con ella y
Mason y el bebé sin nombre, no merecía tener todo lo que él no pudo tener.

Le hablo de la bebida y de Abby. Por último, le cuento lo de la boda y cómo


me puse en el camino de recuperar a Jess.

Ella lo asimila todo y luego dice: —Eres un idiota.

—Vaya, gracias. —Tomo un sorbo de té.

—¿De verdad crees que Jack quería que dejaras lo que tenías con Jess? Eso
es una jodida estupidez. Pensó que ella era tu Hannah, como él dijo. —Eso
la hace sonreír—. Solía venir a casa y hablarme de ti y de tus suspiros por
ella. Decía: 'Ella es su Hannah. Ella es suya para siempre'

—Me lo dijo cuando vinimos a cenar antes de morir. Me echó la bronca por
no haberle dicho que la quería. Dijo que la miraba como él te mira a ti.

—Lo hiciste. La amas.

—Lo sé.

—Tienes que recuperarla.

—Estoy trabajando en eso. Ahora, ¿qué tal si me dices dónde está mi sobrino?

—Está durmiendo la siesta. ¿Qué tal si te quedas hasta que se despierte? Ha


estado preguntando por ti últimamente.

—Ya lo creo.

Me quedo hasta que Mase se despierta y juego con él durante horas. Incluso
le prometo construir la casa del árbol que su padre iba a construir con él.
Me quedo a cenar. Hannah intenta cocinar. Insisto en que yo cocinaré, y nos
conformamos con pedir una pizza.

Cuando salgo es tarde. Apenas entro en mi casa, suena mi teléfono. El


identificador de llamadas dice que es Jess. Contesto, pero lo único que oigo
es música alta y voces de fondo.
—¿Jess? Jess, ¿estás ahí? —No hay respuesta.

—Jess. Nena, respóndeme. —Finalmente escucho su voz.

—Hunter.

—Sí, cariño, soy yo. ¿Dónde estás?

—¿Por qué no has venido por mí? Estoy sola —dice en voz baja.

—Jess. Contéstame, ¿dónde estás?

—Goats. Four Goats. —Eso explica la falta de claridad.

—Estaré allí, no te vayas.

Tomo las llaves y la cartera y salgo corriendo de casa. No sé por qué ha


llamado, ni por qué está en The Four Goats bebiendo sola, pero tengo que
llegar hasta ella.

Tardo diez minutos en llegar al bar. Cuando llego, no veo el auto de Jess en
ningún lugar. Me empieza a cundir el pánico. Espero que no se haya ido en
el auto.

Sólo por su forma de hablar, puedo decir que no está en condiciones de


conducir.

El pánico se calma un poco cuando pienso que probablemente tomó un Uber.


Jess sabe que no debe beber y conducir. El pánico vuelve a aparecer cuando
me doy cuenta de que eso podría significar que se ha ido y puede que no esté
sola.

Salto de mi camioneta y entro corriendo. Es viernes por la noche, así que el


local está lleno de gente. Me abro paso hasta la barra y veo a Blake, uno de
los propietarios. Le hago una señal.

—Hola, Hunt. No te he visto por aquí en mucho tiempo. ¿Lo de


siempre? —Va a tomar una cerveza de la nevera.

—No, hombre, estoy buscando a Jess, ¿la has visto? —Intento ocultar el
pánico en mi voz.
—Sí, está en la cabina del fondo. No parece que esté sola. —Sigo su mirada.
No lo está. No me despido de Blake, me abro paso entre la multitud.

Cuando llego a su mesa, oigo al tipo que está con ella preguntarle si quiere
irse. Siento la piel demasiado caliente; me hierve la sangre.

—Ella no va a ninguna parte contigo. —Al oír mi voz, Jess gira la cabeza,
lentamente hacia mí.

—¡Hunter! ¡Has venido! —Cuando Jess está borracha, habla demasiado alto.
Intenta saltar, pero acaba tropezando. La atrapo.

—Por supuesto, he venido. —Vuelvo mi mirada hacia el tipo.

—Puedes irte, ahora.

—Oye, amigo. Estaba hablando con ella primero.

—Pero es en mis brazos donde está. Ahora, sal de aquí antes de que te
obligue. —Lo miro fijamente, desafiándole a que me ponga a prueba.

Murmura: —No vale la pena. —Luego se levanta de la mesa y se va. Le


observo hasta que desaparece entre la multitud, y luego vuelvo mi atención
a toda mi razón de estar aquí.

—Jess, cariño. ¿Estás bien? —Ella se acurruca en mi cuello, sin


responderme—. Jess, necesito que me hables. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Te he echado de menos. Tu viniste. —No puedo oírla porque su rostro sigue
en mi cuello y aquí hay un ruido infernal.

—Venga, vamos. —tomo su cartera de la mesa y la conduzco fuera. Sus


manos recorren mi cuerpo todo el tiempo.

Mi cuerpo cobra vida. Mi polla se endurece cuando sus manos se acercan a


mi cintura. Ahora no, amigo. Lo siento, esta noche no.

Mi polla me odia, pero llevar a Jess a casa y a salvo es lo más importante.


Jess, se desmaya antes de que pueda salir del estacionamiento. ¿Qué pasa
con ella? Jess nunca bebe tanto. ¿Y por qué estaba sola? Podría haber jurado
que Mila dijo que tenían planes esta noche.

Llevo a Jess a casa y a su cama, pero cuando voy a salir, me rodea el cuello
con sus brazos.

—No te vayas. No te vayas.

¿Cómo puede un hombre decir que no a eso? Me meto en la cama con ella,
pero me quedo encima de las mantas. Por mucho que quiera meterme bajo
las sábanas y abrazar a mi chica, técnicamente no estamos juntos, y no sé
cómo se va a sentir por la mañana cuando se despierte y me encuentre en
su cama. Así que encima de las sábanas será.

Ella se acurruca a mi lado y yo caigo en el sueño más profundo que he tenido


desde la última vez que estuvo en mis brazos.
Capítulo Veinticuatro

Jess
Jesús, ¿quién encendió el sol? ¿Por qué brilla tanto? Gimoteo y me doy la
vuelta. En lugar de un colchón vacío, mi mano choca con un pecho muy
musculoso.

Mis ojos se abren, pero al instante me arrepiento y los cierro. Oigo risas a mi
lado.

—Un poco brillante aquí, ¿eh, cariño? —Reconozco la voz. Hunter. ¿Por qué
está Hunter en mi cama? ¿Qué demonios pasó anoche?

—¿Por qué estás en mi cama? —Digo, sin abrir los ojos. Siento que la cama
se desplaza y la habitación se oscurece.

Hunter cerró las cortinas. —¿Mejor?

—Sí. —Abro los ojos. Es hermoso, incluso por la mañana. Un imbécil.

Vuelve a subir a mi lado sin tocarme. Es entonces cuando me doy cuenta de


que está completamente vestido, con jeans y todo.

Bueno, al menos sé que no lo llamé rogando por una llamada de sexo.


—¿Quieres decirme qué pasó anoche antes de llamarme?

—No recuerdo mucho. —Le cuento que, al llegar al bar, Mila llamó diciendo
que Lily estaba enferma y no podía venir. Luego Abby hablando con su
compañera de trabajo en voz muy alta sobre enrollarse con Hunter. Él hace
una mueca de asombro ante eso.

—Luego vino la bebida. Después de eso, nada. La oscuridad. Lo siguiente


que sé es que me estoy despertando aquí.
—Bien, déjame llenar los espacios en blanco. Me llamaste. Vine y te salvé de
un imbécil que intentaba llevarte a casa. Me tocaste de camino al auto. Luego
te desmayaste.

Me quejo. Genial. He hecho el ridículo. —Gracias por salvarme. Y perdón por


el manoseo.

—No lo hago. Sabes que me encanta cuando me manoseas. —Me guiña un


ojo. Mi cerebro resacoso hace un cortocircuito—. Ahora, ¿quieres decirme
por qué tuve que venir a salvarte? ¿Por qué has bebido tanto?

De esto sí que no quiero hablar. —Sólo me apetecía —digo, tratando de


sentarme, Hunter me tira hacia abajo.

—Mentira. Dime la verdadera razón. —Me mira.

—Me molestó lo que dijo Abby.

—Pero sabes que no pasó nada

—No es cierto, la besaste. Cinco días después de que destrozaras mi corazón.

—Lo sé y lo siento mucho. He cometido un error. Las palabras de Abby no


son la única razón por la que bebes, lo sé.

Tengo demasiada resaca para conversaciones profundas, pero sé que no se


irá hasta que obtenga sus respuestas. —No has venido.

—¿Qué? —Me mira confundido.

—No viniste. En la boda de Mila me dijiste que estuviera preparada. Me


dijiste que vendrías por mí. Y nunca lo hiciste.

Hunter hace una pausa, y un segundo después empieza a reírse. Ese imbécil
se está riendo de mi dolor.

—Vete a la mierda. Esto no es divertido. —Le doy una palmada en el pecho.


Él atrapa mi mano.

—Por supuesto que no. Lo siento.


—Disculpa no aceptada. —Hago un mohín.

Me pasa el dedo por el labio. —Eres tan linda. Venía por ti, chica impaciente.
Tenía que asegurarme de que todo fuera perfecto, pero venía por ti.

—Ha pasado un mes. ¿No podías llamar o algo así?

—Bueno, quizá debería haber llamado, pero quería asegurarme de que todos
los asuntos estaban en fila antes de venir a rogarte que me aceptaras de
nuevo.

Pienso en lo que ha dicho. —Entonces, ¿todavía planeas mendigar? —Sonrío.

—Sí. ¿Por qué creía que todo iba a salir bien? Nada con nosotros nunca lo
ha hecho.

—¿Empiezo pronto la suplicación? —Hunter se ríe.

—Sí.

Espero.

—Jess, ¿me dejas que te prepare un desayuno para la resaca? —Hunter


sonríe.

No es lo que esperaba. —¿Eso es lo que quieres? —pregunto.

—Por ahora. Ahora, levántate. —Me da una ligera palmada en el culo


mientras se levanta de la cama, lo que me hace reír.

Escucho. Hunter me prepara el desayuno y luego se va rápidamente,


dándome sólo un beso en la frente y diciéndome que me verá pronto.

Extraño. Esta mañana no fue para nada como esperaba.

Paso el resto del día tumbada en el sofá. El domingo es muy parecido. Le


envío un mensaje de texto a Mila para saber cómo está Lily y ponerla al
corriente de mi noche del viernes y de la mañana del sábado.

Cuando llega el lunes por la mañana, me despierto con un mensaje de


Hunter.
Pensando en ti.

Eso es todo. Eso es todo lo que dice, pero aun así mi corazón se acelera. El
día parece ir más lento de lo normal, y mis chicos parecen más hiperactivos
y excitados. No sé por qué. No hay nada especial en la escuela.

Cuando llega el almuerzo y el recreo, me alegro de tener un descanso muy


necesario. La señorita Mullens está de guardia en el patio esta semana.

Estoy en mi escritorio, trasteando con mi teléfono, cuando oigo una voz. —


Hola, Dimples. —Hunter está apoyado en el marco de mi puerta con el
uniforme de policía completo.

Maldita sea, debería arrestarse a sí mismo por parecer tan condenadamente


sexy. —¿Qué estás haciendo aquí?

Entra en el aula y me levanta de la silla. Cuando me pongo de pie, me lleva


a las ventanas de mi aula que dan al patio de recreo.

—Hunter, realmente ¿qué estás haciendo aquí? —Vuelvo a preguntar.

Hace un gesto con la cabeza hacia las ventanas. —Suplicando. —Miro fuera
y veo a todos mis alumnos con un cartel. Dice: ‘Srt. Holms. ¿Quiere casarse
con el oficial Carter?’ Jadeo.

Cuando me vuelvo y miro a Hunter, sostiene el anillo más bonito entre el


índice y el pulgar.

—¿Hunter?

—Dimples, antes de que Jack muriera, me dio un gran consejo. Por supuesto
que no lo tomé, pero soy un idiota, así que lo estoy tomando ahora. Me dijo
que tenía que decirte 'te amo' porque mostrártelo era genial, pero nada es
mejor que escuchar esas palabras en voz alta. Este soy yo diciendo esas
palabras en voz alta. Te amo, Jessica Holms. Te amo. Lo he hecho durante
tanto tiempo que no recuerdo un momento en el que no te amara.

Me empieza a cosquillear la nariz y me empiezan a llorar los ojos.


—Dije que estaba aquí para rogar, y lo estoy. Estoy aquí para rogarte que me
des una segunda oportunidad. Te ruego que olvides toda mi estupidez y mis
errores. —Hunter se arrodilla—. Te ruego que me conviertas en el hombre
más afortunado del mundo y que me digas que serás mi esposa.

Me río. —Hunter, esto es una locura. Ni siquiera estamos saliendo


técnicamente, ¿y ahora me pides que me case contigo? Eso está fuera de
lugar.

—¿Cuándo hacemos algo en orden? Una vez dijiste que tenía que llegar a la
décima cita antes de pedirte matrimonio. Creo que lo he superado. ¿Qué
dices? ¿Quieres casarte conmigo? —Me sonríe.

Ninguna mujer en su sano juicio diría que no a este hombre. —Tienes razón,
nunca hacemos las cosas en orden. Por supuesto, ¡me casaré contigo!

Hunter se levanta y desliza el anillo en mi dedo, luego me atrae hacia el beso


más profundo. Oigo a mis chicos gritar fuera. Me separo y miro a mi
prometido.

—Yo también te amo, por cierto.

La cara de Hunter se ilumina. —Dilo otra vez.

Tomo su cara entre mis manos y acerco sus labios a los míos sin tocarlos.
—Te amo.

Acorta la distancia. Estoy en el trabajo. No debería besar a Hunter así en el


trabajo, pero ahora mismo no me importa.

Hunter rompe el beso. —Bien, vamos. —Tira de mi mano.

—Hunter, no puedo irme. Tengo que trabajar.

—No, no tienes que hacerlo. Ya te conseguí un sustituto para el resto


del día.

—¿Estabas tan seguro de que diría que sí? —Le sonrío.


—Un hombre puede soñar, Dimples. Un hombre puede soñar. No había
forma de conseguir que aceptaras casarte conmigo y luego esperar todo el
día para llevarte a la cama.

—¿Y tu uniforme?

—Ayer trabajé en el turno de noche. Salí hace una hora.

—Tienes que ir a casa y acostarte. —Hunter mueve las cejas hacia mí.

—Pienso hacerlo. —Y me levanta en brazos y me lleva al auto.

—Conduce rápido, pero ten cuidado. Te necesito en una pieza para lo que he
planeado. —Me besa rápidamente y se dirige a su auto.

Conduzco a casa. Sólo para ganarle a Hunter. Los dos salimos de nuestros
autos y nos encontramos en una maraña de labios y manos en la puerta de
mi casa. Entramos en la casa a trompicones, sin separar nuestros labios de
los del otro.

Hunter se quita el cinturón con cuidado y lo deja en la mesa junto a la


puerta. Luego pone sus manos en la parte posterior de mis muslos y me
levanta. Mis piernas rodean su cintura, sus manos me amasan el culo,
mientras me lleva por el pasillo hasta mi dormitorio.

Me baja para colocarse a los pies de mi cama. Seguimos besándonos y


nuestras manos tiran frenéticamente de la ropa del otro. Una vez que ambos
estamos desnudos, Hunter retrocede y su mirada recorre todo mi cuerpo.

Me retuerzo bajo su mirada. —Eres tan hermosa. Duele mirarte.

—Entonces no lo hagas. —Le rodeo el cuello con los brazos y me inclino hacia
atrás en la cama, poniendo a Hunter encima de mí.

Enrollo mis piernas alrededor de su cintura, haciendo que su polla roce mi


abertura. Cuando inclino las caderas para atraerlo dentro de mí, Hunter
aparta las suyas.

—Tenemos el resto de nuestras vidas para ser rápidos. Despacio, nena.


Resoplo: —El mismo sentimiento es válido para los lentos. Tenemos toda la
vida para hacerlo despacio, así que fóllame porque hace meses que no te
siento dentro de mí, y te deseo tanto.

Hunter gruñe: —Por mucho que me apetezca machacar tu húmedo coño,


vamos a hacer esto a mi manera. Yo estoy al mando.

Le miro con las cejas fruncidas. —Ah, ¿sí? —Tomándolo por sorpresa,
empujo mis dos manos sobre su hombro y nos giro para yo estar encima.

Las manos de Hunter van directamente a mis caderas. —Ahora, ¿quién está
a cargo? —Sello mi boca sobre la suya, besándolo con todo lo que tengo, y él
me lo devuelve.

Empiezo a deslizar mi centro húmedo por el eje de su polla, asegurándome


de que su cabeza entre en contacto con mi clítoris. Esto es casi una tortura
para mí, lo deseo tanto dentro de mí, pero sé que también está matando a
Hunter.

Sus manos se aprietan en mis caderas. —Estás jugando con fuego.

—Querías ir despacio, sólo te estoy dando lo que quieres. —Presiono con más
fuerza su polla. Echo la cabeza hacia atrás por el contacto y grito. Ese es el
punto de ruptura de Hunter.

—Eso es. —Nos da la vuelta rápidamente y al segundo siguiente ya me está


penetrando.

Sentirlo dentro de mí me hace sentir completa. Estos últimos meses han


estado vacíos, ahora tengo a Hunter y todo está bien en el mundo.

—He echado de menos esto, nena. He echado mucho de menos estar dentro
de ti. —Continúa deslizándose dentro y fuera de mí. La cabeza de su polla
roza esa parte profunda dentro de mí.

Me estoy acercando rápidamente al clímax. —Hunter —jadeo.

—Lo sé, cariño. Estoy ahí contigo. Dámelo. —Hunter pone su dedo en mi
clítoris y me corro. Hunter me sigue.
Nos tumbamos en la cama, sin aliento y sudados.

—Eso fue perfecto —jadeo.

—Sí, lo fue. —Hunter me tira contra su pecho—. Te amo, Dimples.

Me hormiguea la piel. —Yo también te amo. —Me acurruco más—. ¿Esto está
sucediendo realmente?

—Será mejor que lo creas. Eres mía para siempre, ahora. —Me siento sobre
el codo y lo miro—. No lo tendría de otra manera.

Hunter me aplasta contra su pecho. —Me haces tan feliz.

Siento que su polla se endurece contra mi cadera.

Me río. —Puedo sentirlo.

—Oh, lo vas a sentir bien. —Entonces vamos por el segundo asalto. El


segundo asalto se convierte en que yo se la chupo, y luego ambos nos
desmayamos. Sólo para despertar unas horas más tarde para la tercera
ronda.

El resto de mi vida se ve muy bien. Tengo un hombre hermoso, por dentro y


por fuera, que casualmente tiene una resistencia increíble.

Al fin y al cabo, voy a tener mi cuento de hadas. Y todo comenzó al ser


plantada y un hombre que estaba dispuesto a luchar más allá de mis muros
y conquistar los suyos.

He conocido a Hunter toda mi vida. ¿Quién iba a saber que él sería el que la
completaría? Un enamoramiento de la infancia, convertido en un amor
verdadero, duradero y para siempre.
Epílogo

Jess
Cinco años después

—¿Con qué demonios estás alimentando a esta niña? —Grita Hunter desde
la guardería. Me río, haciendo que me orine un poco.

Hunter entra en la sala de estar llevando a nuestra preciosa hija, Maddie,


llamada así por mi madre y mi abuela. Madeline Jean Carter entró en el
mundo hace dos semanas. Y fue una entrada. No esperaba a nadie. Me
preocupaba que no llegara al hospital.

En comparación, su hermano, Jackson, tardó casi veinte horas. Fue feliz


quedándose en mi vientre para siempre. Llevaba dos semanas de retraso
cuando el médico me dijo que tenían que inducirme.

—Creí que ya serías un profesional del cambio de pañales —me burlo.

Hablando de Jack, se sube al sofá junto a mí para ver a su hermana bebé.


—Ten cuidado, pequeño. Tu mamá aún está herida —le advierte Hunter.

—Bien, papá. —La cara de Hunter se ilumina. Sé que se siente como yo. Oírle
llamarnos “mamá” o “papá” es lo mejor del mundo.

Hunter toma a Jack y lo pone en su regazo. Los dos hombres de mi vida


miran fijamente a nuestra perfecta nueva incorporación.

Hunter y yo nos casamos seis meses después de que me propusiera


matrimonio en la escuela. Tuvimos una pequeña boda por la iglesia. Mila fue
mi dama de honor y Hunter hizo que Mason fuera su padrino.
Justo después de la boda, empezamos a intentar hacer crecer nuestra
familia. A los dos se nos rompió un poco el corazón cuando no ocurrió de
inmediato. Hunter siempre estaba ahí, manteniéndome positiva.

—Esto sólo significa que podemos seguir intentándolo.

Cuando, un año después, nos enteramos de que estábamos embarazados de


un niño, los dos sabíamos que le íbamos a poner el nombre de Jack.

Hannah lloró cuando se lo contamos una noche durante la cena. Habíamos


ido a ver a su hija pequeña, Natalie, y pensamos que sería un buen momento
para contarle cómo pensábamos honrar a Jack.

—Mila llamó. No sé cuánto tiempo más voy a poder mantenerla


alejada —bromea Hunter.

Mila y Grant llevan casados casi cinco años. Tienen tres hijos. Lily, y sus
hermanos gemelos, Liam y Landon. No sé cómo mantienen esas “L” rectas,
pero todos esos niños son increíbles.

Lily ya tiene diez años y siempre será mi pequeña diva. En lugar de fiestas
de té, se dedica a bailar y a maquillarse. Grant va a tener las manos llenas
en unos años.

Estoy segura de que tendrá algo de ayuda del tío Hunter.

—Sólo dile que puede venir. Sabes que Jack se muere por jugar con los
gemelos. —Sólo hay dos años entre los gemelos y Jack, pero se podría pensar
que son trillizos. Están unidos por la cadera.

—Le daré el visto bueno para mañana. Necesitas descansar más antes de
que la manada venga aquí. —Hunter besa el lado de mi cabeza.

Realmente es mi príncipe. Ha estado a mi lado durante los dos embarazos y


nunca se ha quejado de los cambios de humor ni de las carreras nocturnas
en busca de batidos de chocolate.

También me frotaba el estómago después de cada batido porque cuando


estaba embarazada las dos veces, me volví intolerante a la lactosa, pero eso
no impedía que tuviera que tomar esos batidos.
Jack tira a Hunter al suelo para jugar con sus camiones de bomberos. Ese
niño me va a dar un ataque al corazón y va a ser bombero cuando crezca.

Maddie empieza a inquietarse en mis brazos y sé que es porque tiene hambre

Me desabrocho el sujetador y ella se prende inmediatamente.

Esta es una de las mejores sensaciones, dar de comer a mis hijos. Veo a mi
hija comer hasta saciarse y luego mis ojos se dirigen a mi marido haciéndole
cosquillas a nuestro hijo, su pequeña risa llena la habitación.

No cambiaría nada de mi vida. No cambiaría nada de la angustia o el dolor


porque me ha llevado hasta el día de hoy: tener a mi hija dormida en mis
brazos y ver a mi marido jugar con nuestro hijo.

Por supuesto, me hubiera gustado que mis padres y mi abuela me hubieran


visto casarme con Hunter o que hubieran visto nacer a Jack y Maddie, pero
sé que estaban allí.

Hunter me mira y sonríe. Lo entiende. Estamos tan bendecidos.

Hunter
—Te amo, pequeño. —Beso la cabeza dormida de Jack y salgo de la
habitación. Compruebo que todo está cerrado y luego voy en busca de mi
mujer.

La encuentro exactamente donde pensaba que lo haría. En la mecedora de


la guardería, con Maddie en brazos cantando “A Dream Is A Wish” de
Cenicienta.

Me quedo en la puerta y veo a la madre de mis hijos abrazando a mi hija. Es


un espectáculo del que nunca me cansaré.

Cada vez que la veo con Jack o Maddie, agradezco haber sacado la cabeza
del culo y haberle rogado que se casara conmigo. La mejor decisión de mi
vida.
—¿Vas a seguir arrastrándote por la puerta toda la noche?

—Sí, ya me conoces. Me encanta ser espeluznante. —muevo mis cejas.

—Eres un bobo. —Voy y me arrodillo junto a la silla.

—Pero soy tu bobo. —Paso mi dedo por la mejilla de Maddie. Ella gira su
rostro hacia mi dedo y mi corazón se derrite. Esta niña ya me posee, igual
que su hermano y su madre.

—Y no lo querría de otra manera. —Jess me besa la mejilla.

—Tienes que ponerla en la cuna y venir a la cama. Sabes que se va a levantar


en unas horas de todos modos. Necesitas descansar.

Jess hace un mohín: —Lo sé, pero no quiero dejarla ir.

—Tú eras igual con Jack. ¿Recuerdas lo cansados que estábamos porque no
querías dejarlo ir? —Levanto una ceja hacia ella.

—Lo sé. —Suspira y se levanta lentamente y pone a nuestra hija en su cuna.

—Vamos. Vamos a la cama y te frotare los pies. —Eso hace que su rostro se
ilumine con una sonrisa.

Le frotaré los pies todas las noches para mantener esa sonrisa en su rostro.
Se lo merece. Me aceptó de nuevo después de que le rompiera el corazón; se
casó conmigo y me dio dos hermosos hijos. Y mantiene nuestra casa en
funcionamiento.

Me sentiría miserable sin ella.

Cojo la loción del baño y empiezo a frotarle los pies. Empieza a gemir de
placer. Maldita sea. Odio las seis semanas después del parto.

¿Cómo se supone que voy a resistir a mi mujer durante tanto tiempo?

—¿Intentas matarme con esos ruidos?

—Lo siento, cariño. Si no estuviera tan cansada, me ocuparía de ti. —Me


guiña un ojo.
—Está bien, cariño, descansa un poco.

—Ven a abrazarme. —Coloco los pies de Jess en la cama y me deslizo por el


colchón. Coloco mi brazo alrededor de su cintura y tiro de ella para que su
espalda esté contra mi pecho.

—Te amo, Dimples.

—Yo también te amo. Siempre.

—Siempre, cariño.

Así es como me duermo. Con la mujer que amo en mis brazos y mis dos hijos
a salvo al final del pasillo. ¿Qué más puede necesitar un hombre para ser
feliz?

Fin

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