Conocimiento y Sabiduría PDF
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Número 55
Conocimiento y sabiduría
Por Gabriel Burgos Suárez
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CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA
CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA
Charla basada en el pensamiento del señor Sri Ram
Gabriel Burgos Suárez
El ser humano promedio está desarrollando esencialmente su mente deseosa, la mente que se vuelca
hacia afuera y desea obtener para sí beneficios de toda clase. Con una visión, en parte así, hemos visto
el desarrollo asombroso de la ciencia y de la tecnología. También, por otro lado, el hombre ha buscado
conocer su mente, sus emociones y sentimientos a través y por medio de la psicología. Esto ha sido
estudio de lo externo, del campo —como lo designa el Bhagavad Gita— que es material, observable.
El uso del conocimiento depende de la naturaleza del hombre como “conocedor”, que debe incluir todo
su proceso psicológico. Si incluye su naturaleza más íntima, es capaz de amar, experimentar belleza,
de ser altruista. Si esa naturaleza interna está ausente, actúa solamente la mente deseosa, en donde se
producen alucinaciones, distorsiones psicológicas: egoísmo, egolatría, afirmación del “yo, etc.
Estas distorsiones se presentan porque conocemos el “campo”, pero desconocemos al “conocedor del
campo”: —el espíritu que lo anima, que es el sujeto con vida y conciencia. Sin este conocimiento del
“conocedor”, cuanto más conocimiento haya del “campo”, las distorsiones pueden producir mayores
males: tráfico de armas, guerras, torturas, secuestros, esclavitud de todas clases, etc. Falta el
conocimiento del “conocedor”, de nuestra naturaleza Real, espiritual.
El hombre puede ocuparse, y debe hacerlo, en adquirir el conocimiento de sí mismo, con el cual puede
modificar el curso de su conducta y su propia persona. Este conocimiento es el de la unidad de todo
cuanto existe. La mente iluminada por ese conocimiento deja de ser deseosa, y por consiguiente todo
pensamiento, sentimiento, emoción, acción, es completamente inegoísta. Su característica es la entrega
completa en favor de la humanidad para que logre el despertar espiritual.
Comprenderse a sí mismo es comprender la vida y la mente. O sea, todas las experiencias que un ser
humano puede tener, su conducta, su pensar, reacciones, sentimientos, principios; y cualidades como
la justicia, la moralidad, el valor, etc. De tal modo que nuestras relaciones pueden reflejar la índole
verdadera de nuestro Ser Real, que es conocedor puro, y contribuir a llevar luz, o pueden producir
problemas o dificultades, reflejo del conocedor acondicionado y prejuiciado que viviendo en tinieblas
contribuye a las tinieblas en que vive gran parte de la humanidad.
Ese conocedor acondicionado, prejuiciado, y que busca afirmarse, es lo que se ha llamado el “yo”.
Cuando se elimina el “yo” (que busca para sí) del “Conocedor”, lo que queda es sólo el proceso de
conocer.
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CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA
Lo anterior nos permite comprender que solamente ese conocimiento de uno mismo es lo que puede
convertirse en sabiduría; no el conocimiento del “campo”, excepto cuando se relaciona con el
conocedor. Lo que produce sabiduría (que no puede enseñarse) no es el conocimiento de lo que está
fuera de nosotros, sino el conocimiento de cómo reaccionamos, qué somos, qué posibilidades tenemos
que realizar en nosotros mismos.
Todo debe quedar incluido: cuestiones de moral y de acción recta, la justicia, todo el movimiento del
pensamiento, del sentimiento, de las emociones. Solo en un estado de pureza interna, de purificación,
puede verse la vida como verdaderamente es, sin el peso del pasado y sin las proyecciones del futuro.
De manera fresca en un eterno ahora.
En LA VOZ DEL SILENCIO encontramos la siguiente advertencia: “Recuerda sobre todo separar el
saber de la cabeza, de la sabiduría del alma. La ignorancia misma es mejor que el saber de la cabeza
sin la sabiduría del alma que lo ilumine y guíe.”
Cualquier cosa que aprendamos, por maravillosa que sea, puede convertirse en saber de la cabeza. Eso
por sí solo no hará la vida más gozosa y más bella; puede suceder lo contrario, que sea más dolorosa y
más fea. Lo que se necesita no es solo el estudio de libros, sino de la vida en todas sus formas. Es la
vida la que da penetración. Es ir más allá de las palabras hasta el significado hondo y real de las cosas.
Y es por esto que la sabiduría es intransmisible. Es una experiencia personal. Y más aún, es una forma
de vivir.
La Teosofía o Sabiduría Divina debe convertirse para nosotros en un empeño vital, en conocimiento
de la verdad esencial de las cosas.