Selección de Poemas Lésbicos
Selección de Poemas Lésbicos
Selección de Poemas Lésbicos
El champú
Elizabeth Bishop
Poema flotante
Adrienne Rich
Palabras a la amiga
Reneé Vivien
Sobrevivientes
Rosa María Roffiel
Ovejas negras
descarriadas sin remedio
vergüenza de la familia
piezas de seda fina
amazonas del asfalto
guerrilleras de la vida
Locas solas
tristes
plenas
Mujeres locas, intensas
locas mujeres ciertas.
Poema 84
Emily Dickinson
Su dulce peso
Emily Dickinson
Su dulce peso en mi Corazón una Noche
apenas se dignó a yacer –
Cuando, al despertar, para deleite de las Creencias,
mi novia se había escapado –
Preguntas sobre ti
Eloise Klein Healy
En lugar de tener sexo todo el tiempo y discutir sobre el significado de la vida, quisiera solo
abrazarte y que me dijeras algo que no sepa de ti. Algo sobre el día anterior a esa fotografía en
la que apareces parada sobre tu cabeza. Quisiera saber sobre el softbol y la foto de tu equipo.
¿Por qué eras tan pequeña al lado de las demás? ¿Eras más joven? ¿Eras pequeña como una
niña? Lo que más me habría gustado es haber sido una chica contigo y jugar en el equipo
contrario, me habrías gustado y hubiera competido contra ti al mismo tiempo.
Fuegos
Marguerite Youcenar
Lo mismo ocurre con un perro, con una pantera o con una cigarra. Leda decía: “Ya no soy libre
para suicidarme
desde que me he comprado un cisne”.
La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se
deshacen,
pero pocos hombres mueren.
No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que
voy a ponerme a construir.
Que no se acuse a nadie de mi vida.
No soporté bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era
morir.
Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes.
En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.
Existe entre nosotras algo mejor que un amor: una complicidad.
Mujer
Audre Lorde
Sueño con un lugar entre tus pechos
para construir mi casa como un refugio
donde siembro
en tu cuerpo
una cosecha infinita
donde la roca más común
es piedra de la luna y ópalo ébano
que da leche a todos mis deseos
y tu noche cae sobre mí
como una lluvia que nutre.
Interiores
Julieta Gamboa
Dos mujeres que duermen juntas defienden más que su propio sueño
Adrienne Rich
Silenciado,
el deseo anónimo crecía,
sofocaba mi aliento debajo de las ropas.
No es real.
Es un juego que cabe entre nosotras;
un momento único,
que no va a repetirse,
marcado por el frío que nos habita.
Le temí al movimiento,
pero tu cuerpo se agitaba como el mío;
la amistad tuvo otro nombre,
que dejamos enquistarse en la garganta.
El sudor frío,
la rigidez de nuestros músculos,
unidos,
cimentaron una arquitectura inestable.
El disfraz era el mismo cada noche.
Cuando envejezcas
tu cara tendrá las marcas
de cada una de tus mentiras.
Volví a mi tacto.
Seguí la ruta de los árboles caídos
para limpiar sus ruinas.
Madre,
esto es mi cuerpo;
éste, su nuevo nombre.